Desayuno Con Jesús
Desayuno Con Jesús
Desayuno Con Jesús
Juan 21:1-23
¿Por qué es importante el capítulo 21 del Libro de Juan? Porque Jesús hace algo
maravilloso por Pedro en este capítulo. Pedro había traicionado a Su Señor. Lo había
negado delante de todo el mundo.
Este capítulo es el epílogo del evangelio de Juan. Juan quiere que sepamos que nuestro
Dios es un Dios de segundas oportunidades. Aquí Jesús restaura a Pedro y le da validez a
su ministerio. A lo mejor Pedro pensaba que ya nunca más podría ser apóstol de
Jesucristo.
El título de este estudio es “Desayuno con Jesús.” Y aquí vemos tres ilustraciones de lo
que Dios espera de Su iglesia: (I) Pescando para el Señor; (II) Enviado por el Señor; y (III)
Siguiendo al Señor.
Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de
esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de
Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les
dijo: Voy a pescar.
Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y
aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la
playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de
comer? Le respondieron: No.
¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había
despojado de ella), y se echó al mar. 8 Y los otros discípulos vinieron con la barca,
arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
A pesar de que Jesús les había dicho a sus discípulos que lo esperaran en el Galilea, Él
nunca los critica por irse de pesca. Pescar, para ellos, era algo conocido, algo que les
daba una sensación de normalidad y confort. Les daba algo que hacer… y también les
daba tiempo para discernir sus propios pensamientos.
Pero sus esfuerzos resultaron en nada. Muchas veces nuestros esfuerzos en el trabajo,
en el hogar, o en el ministerio nos pueden dejar con redes vacías también.
Al principio del ministerio de Jesús, hubo un incidente parecido. En Lucas 5, Jesús estaba
sentado en el bote de Pedro enseñándoles a las multitudes. Y cuando hubo terminado, le
dice a Pedro que remara mar adentro, y que echara allí sus redes.
Pedro responde que había estado pescando toda la noche y que no había pescado nada.
Sin embargo, hace lo que Jesús le dice. Y en ese momento su red se llena tanto de
pescados, que se rompe.
Pedro estaba impresionadísimo, lo mismo que sus socios, Jacobo y Juan. Y Jesús le dice a
Pedro “De ahora en adelante serás pescador de hombres.” Desde ese momento, en el
vocabulario de Jesús y sus discípulos, “pescado” sin duda sugería “hombres y mujeres” y
“pescar” simbolizaba “evangelismo.”
Jesús dice en Juan 6:44, “Todo aquel que oye al Padre, y aprende de Él, viene a Mí.” ¡La
obra es de Dios! ¡Nosotros solo somos Sus instrumentos!
Nosotros sabemos tantas cosas acerca de evangelismo y del ministerio, pero nuestro
Señor dice en Juan 15:5 “Separados de mí nada podéis hacer.”
Es muy fácil pensar que podemos hacer la obra de Dios por nosotras mismas. Pensamos
que si estamos muy ocupadas, o sobrecargadas de trabajo, que Dios tiene que entender,
si no nos damos el tiempo de pedirle que nos guíe. Pero Jesús dice que cualquier cosa
que hagamos, SIN El, no llega a nada.
5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: “NO”. 6 El les dijo: Echad la
red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por
la gran cantidad de peces. ¿Por qué les dice Jesús que echaran la red al lado derecho del
bote? ¿Por qué al lado derecho?
Porque ese era el lado que Jesús les había dicho. El punto no es adonde se va a hacer la
obra, ni como; sino si estamos haciendo la obra bajo la dirección de Cristo y en
obediencia a El, o si la estamos haciendo por nuestra propia iniciativa y sabiduría.
Los discípulos pudieran haber dicho, “Hemos estado pescando toda la noche. Somos
expertos en la pesca. ¿Qué diferencia puede haber en un par de metros… a este u otro
lado del bote? Pero cuando hacen lo que Jesús les dice, terminan en el lado correcto. La
pesca resulta tan increíble que ni podían sacar la red… de lo pesada que estaba.
¿Han notado que nuestro Señor usa, lo que la gente tiene, como la base de Sus milagros?
Los discípulos habían estado pescando toda la noche y no habían sacado nada. Sin
embargo, Jesús les da pescado en abundancia.
En la boda de Caná, las tinajas de agua estaban vacías. Nuestro Señor les dice que las
llenen de agua, y luego, convierte el agua en vino. Dios le pregunta a Moisés lo que tiene
en la mano. Moisés le dice que tiene una vara, y con esa vara, Dios hace Sus grandes
milagros por Israel.
Como David había sido fiel pastoreando sus ovejas con su palo de pastor, Dios le da un
cetro real para llevar en su mano mientras pastorea y gobierna la nación de Israel. ¿Qué
interesante, ¿no? Que cualquier cosa que tengamos a la mano, Dios la puede usar.
Tantas personas quisieran estar en algún otro lugar, o en alguna otra circunstancia. Si
Dios no te puede usar “aquí mismo donde estas,” no creo que te pueda usar en ninguna
otra parte.
Además, han notado que todo lo que Dios hace, ¿lo hace en abundancia? Las tinajas de
Caná estaban llenas de vino… hasta el tope. Cuando Jesús alimenta a los cinco mil, no
solo se sacian todos, sino que quedan doce canastas llenas de las sobras de los panes y
peces. ¡Y este pasaje nos dice que las redes estaban repletas de peces!
Es por eso que Efesios 3:20 dice, “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que
podamos imaginarnos o pedir.”
7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro,
cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se
echó al mar. 8 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces,
pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
¡Es el Señor! Juan tenía una percepción espiritual que Pedro no tenía. Pedro no tendría el
discernimiento de Juan, pero han notado que cada vez que se le presenta la
oportunidad, ¿Pedro se acerca a su Señor?
Los otros hombres se quedan sentados en el bote, esperando llegar a la orilla. ¡NO
PEDRO! ¡El no quiere esperar! ¡El quiere estar cerca de Su Señor!
¡Es el Señor! Me encanta la forma como Max Lucado describe la reacción de Pedro… la
emoción de Pedro… Dice que, “Pedro se tira al agua, cual pez, nada hacia la orilla, sale
del mar “mojado y tiritando,” y se para delante del amigo que había traicionado.
Por una vez en su vida, Pedro estaba callado. ¿Qué podía decir? El momento era
demasiado santo para hablar. ¿Qué podrías DECIR TU en un momento como ese? Están
tú y Dios a solas. Tú y Dios saben perfectamente lo que has hecho. Y ninguno está
orgulloso de eso. ¿Qué puedes hacer en ese momento? Considera hacer lo que Pedro
hace.
Párate delante de Dios. En Su presencia. Párate en silencio y espera. A veces eso es todo
lo que un alma puede hacer. Demasiado arrepentida para hablar, pero demasiado
esperanzada para irse… Estamos simplemente de pie ante Dios. ¡Maravilladas! Jesús ha
regresado. Te invita a que trates de nuevo – pero esta vez, junto con El.
9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús
les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a
tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se
rompió.
12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú,
quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y
asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus
discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Jesús va donde ellos, les revela Su presencia y les dice: “¡Chicos, vengan a tomar
desayuno!” ¡Qué tal invitación! Jesús dice en Marcos 16:15, “Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura,” pero Jesús prefiere que tomes desayuno con El
primero, antes de ir.
Pero la persona, a la que heriste, no puede escucharte. Puede que esté muerta, o
definitivamente, muerta para nosotras. Como quisiéramos que las cosas hubieran sido
diferentes.
Aquí nuestro Señor, el gran Médico, el gran Cirujano, nos va a mostrar como lidia El con
el remordimiento de conciencia, y como logra enterrar, el doloroso fantasma de nuestro
pasado.
15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas
más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis
corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le
respondió:
Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez:
Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me
amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo:
Apacienta mis ovejas.
Oh, la agonía de ese momento… Cuando todavía se podía escuchar el eco del canto del
gallo, los ojos santos y ominicientes de Jesús, miran dentro del corazón de Pedro. Y la
Biblia dice que Pedro sale, y llora amargamente. Pero sus lágrimas no podían lavar la
imagen de su mente. El nunca olvidaría lo malo que había hecho.
Pedro niega a su Maestro, no porque codiciaba dinero, sino porque tenía miedo a lo que
le pudieran hacer. El ve una “posible cruz,” y con una gran mentira, se pasa al otro lado,
como si nada.
Pero el Señor no había terminado con Pedro. Pedro todavía estaba en el proceso de
santificación. Su nombre sería justificado, y escribirían de él, “¡Cuando vieron la valentía
de Pedro, quedaron asombrados!”
Jesús ayuda a Pedro a entender la lección más valiosa de su vida. Pedro tenía que
aprender humildad antes de poder obtener liderazgo. Pedro tenía que confrontar sus
propios defectos, realísticamente, antes de poder guiar al rebaño.
Este hombre, fuerte y poderoso, tenía que ser quebrantado, para poder tratar a otros
con compasión. Para tener el estilo de liderazgo de Jesús se requiere un espíritu
quebrantado, libre de arrogancia, unido a Dios, y tierno hacia otros.
Lo primero que notamos de la pregunta que Jesús le hace a Pedro es que usa el antiguo
nombre de Pedro para dirigirse a él. “Simón, hijo de Jonás…” Ese era el nombre que
Pedro tenía antes de conocer a Jesús.
En la noche de su traición, Pedro había dicho las mentiras, y hasta había usado las lisuras
y malas palabras de su vieja naturaleza. Así que Jesús lo llama por su viejo nombre.
En Juan 1:42, cuando Pedro es presentado a Jesús por primera vez, Jesús lo saluda
diciendo, “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro
o roca).”
Este era un juego de palabras. El viejo nombre significaba “piedrita,” algo ligero e inestable.
Pero ahora Jesús le dice a Pedro que lo va a llamar “roca.” El iba a cambiar a Pedro… de ser
un hombre de carácter débil, a un hombre de valentía y solidez.
La segunda cosa que notamos de la pregunta que Jesús le hace a Pedro es la palabra
“amor.” Otra vez hay un juego de palabras aquí. El griego usa distintas palabras para
describir las clases de amor que hay.
En el original de este párrafo, hay un juego de dos palabras griegas. [Una de ellas] es
“agape,” la gran palabra que el Nuevo Testamento usa para el amor incondicional. Es la
palabra que siempre se utiliza en relación a Dios. Cuando leemos “Porque de tal manera
amó Dios al mundo,” (Juan 3:16) o” Dios es amor” (1 Juan 4:8) la palabra es agape, o sea,
amor incondicional.
Juan no nos dice lo que pasa por la mente de Pedro al oír estas palabras, pero por propia
experiencia, nos podemos imaginar. Probablemente su corazón comienza a latirle
aceleradamente, su estómago se le revuelve, se pone todo colorado, y hasta se le
humedecen los ojos.
La fogata en la playa le recordaría a Pedro de aquella otra fogata, en la cual había negado
a su Señor. Sus pensamientos eran probablemente un torrente de emoción – el aroma
del fuego… los ojos inocentes y tiernos de Jesús…
Las palabras de JESUS eran penetrantes, pero compasivas. Así que ¿cómo le contesta
Pedro? “Sí Señor, Tú sabes que te amo.” La palabra que Pedro usa es la griega “fileo” o
sea “afecto o amistad.”
Pedro no podía profesar un amor incondicional, así que le dice, “Señor, siento un afecto
profundo por ti. Pero no puedo decir “agape,” Señor, NO después de todos mis fracasos,
y deshonra.”
Las presunciones de Pedro se habían ido. Así que el Señor le dice, “Apacienta a mis
corderos.” En otras palabras, “Pedro, sírveme.”
Jesús no había terminado con Pedro. Así que le hace una segunda pregunta, ”Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas?” En otras palabras, Simón, dejando de lado todas las
comparaciones, mi pregunta es, “¿Me amas realmente?” ¡Eso es lo primordial!
Pedro le contesta calladamente: “Si, Señor, Tú sabes que te amo.” Y de nuevo le profesa
afecto, no amor incondicional. El amor de amistad es un amor maravilloso hasta dónde
puede llegar. De nuevo Jesús le contesta, “Pastorea a mis ovejas.”
Hay una dura honestidad en las preguntas de nuestro Señor, pero Sus palabras eran
afectuosas. Jesús estaba haciendo algo maravilloso por Pedro. “Simón, hijo de Jonás,
¿me amas?” Literalmente ¿sientes por Mi el afecto que estás confesando?
Jesús se toma las palabras de Pedro bien en serio. En Su primera pregunta, El cuestiona
la superioridad del amor de Pedro. En Su segunda pregunta, El cuestiona si Pedro
realmente lo amaba. Y en Su última pregunta, Jesús cuestiona si Pedro, efectivamente,
sentía afecto por El.
El texto dice que Pedro se entristece porque Jesús le pregunta la misma cosa tres veces.
Pero, aun así, contesta: “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo con un amor
afectuoso.” Señor, Tú sabes cual es mi posición. Yo no me atrevo a aspirar a nada más.”
Las negaciones de Pedro sucedieron delante de una fogata, y AHORA las confesiones de
Pedro estaban sucediendo delante de otra fogata. Hubo tres negaciones, y AHORA
hay tres confesiones, al igual que tres amables comisiones.
CRISTO NOS DICE, a través del ejemplo de Pedro, que la prioridad más grande en la vida
es la esencia y supremacía de nuestro amor por Dios. Aquí vemos a un hombre que
amaba a Dios con todo su corazón, pero necesitaba ser afirmado en ese amor, antes de
poder servir productivamente.
Algunas de nosotras amamos a Jesús profundamente, otras, tal vez, no. El criterio
debiera ser siempre, que por encima de todas las cosas, aún por encima de nuestro
servicio a Dios, debemos amarlo con todo nuestro corazón. ¡Esa es la prioridad más
grande de la vida!
Dios nos ha expresado Su prioridad de forma muy clara. Desde tiempos antiguos, El ha
sido muy explícito. Deuteronomio 6:4-5 dice, “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor
es uno. 5 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas
tus fuerzas.” Todo lo que somos, y todo lo que tenemos debería estar dedicado a amar a
Dios.
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y gran
mandamiento.”
¿Pero como podemos amar a Dios bien? ¿Sintiendo afecto? ¿Cantando canciones de
alabanza? ¿Simplemente obedeciendo a Dios? Todos estos son parte del fluir de nuestro
amor HACIA EL CIELO… pero no es suficiente.
Es posible sentir afecto por Jesús sin tener ningún sentido de obligación, de asistir a
servicios de alabanza, y cantar cantos sin sentir el más mínimo cariño, o de obedecer…
sin amor.
Jesús dice que los que lo aman, lo obedecen, pero NO TODOS los que le obedecen, lo
aman.
En realidad, es por eso que la obediencia es un enigma en las escrituras. Para aquellos
que amaban a Dios, era como estar en el cielo--en la tierra. Con respecto a los religiosos
hipócritas de los tiempos de Jesús, era nauseabundo.
De la misma forma… cómo demuestras amor a otros, aplícala a Dios. Cultiva afecto.
Aviva el fuego de tus sentimientos. Presta atención a todo lo que Dios hace. Nota cuáles
son sus deseos… sus intereses.
Tenemos que tener un sentido consciente de que “servimos” porque amamos a Jesús,
para que cuando Él nos pregunte, “¿Me amas? Podamos responderle al igual que Pedro,
“Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.”
Si Jesús te mirara directamente a los ojos hoy día, y te preguntara, “¿me amas más que
éstos?” ¿Qué cosas en tu vida compiten por tu atención, y hacen que te alejes del amor
de Jesús?
¿Tus metas, tu carrera, una relación, el placer, la televisión, redes sociales? ¿Cuál sería tu
respuesta? Nuestro Señor anhela tu amor. Él quiere ser el primero, y lo más importante
en tu vida
¿Qué tienes que hacer PARA QUE TU AMOR POR JESUS SEA LA PRIORIDAD MAXIMA en
tu vida?
Así que ya vimos (I) Pescando para el Señor y (II) Comisionado por el Señor, ahora
veamos la tercera y última ilustración de lo que Jesús quiere de Su iglesia…
18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías;
mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no
quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho
esto, añadió: Sígueme.
En este pasaje, Jesús le estaba diciendo a Pedro, básicamente, “Pedro, cuando eras
joven, tú querías dar tu vida por Mí. Pero no lo hiciste. Te echaste atrás. ¿Pero adivina
qué? Lo vas a poder hacer en tu vejez. Si, te llevarán a la muerte – pero al final de cuentas
-- ¿no era eso a lo que aspirabas en tu juventud?”
Pedro glorificaría a Dios muriendo como mártir. Al que había negado a su Señor, se le
daría la valentía y la gracia para sacrificar su vida por Cristo. Nosotras también podemos
glorificar a Dios en vida tanto como en muerte.
20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que
en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha
de entregar? 21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. 23 Este
dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero
Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
¡Ese Pedro! Él amaba a Jesús con todo su corazón. Él había sido restaurado. Había sido
comisionado, pero Pedro seguía siendo Pedro. Él quería saber lo que le iba a pasar a
Juan.
Jesús le tiene que explicar al impulsivo de Pedro que él no tenía que preocuparse acerca
de los planes que Dios tenía para otros, sino solo por los suyos. ¡Y nosotros debemos de
hacer lo mismo!
Pedro estaba echando su red al mar. “Sígueme,” le dice Jesús, “y Yo te haré pescador de
hombres.”
Y Juan pasaría el resto de su vida remendando las vidas de otros, enseñándoles la verdad
de la Palabra de Dios, y dándoles amor.
Además, lo que Jesús le había dicho a Pedro había sido mal interpretado por la gente.
Pensaban que Juan no iba a morir, sino que seguiría vivo en la tierra hasta la segunda
venida de Cristo.
Juan tenía que corregir ese rumor. No habían entendido las palabras de Cristo. ¿Se
imaginan? Si Juan se moría y Jesús no había regresado, ese rumor causaría caos entre los
creyentes de la iglesia.
Cada una de nuestras vidas es una creación soberana de Dios. Nuestro valor,
efectividad, y la gracia de Dios en nuestras vidas, no se definen, comparándonos con
otros.
Cada uno de nosotros ha de seguir a Cristo simplemente. No importa cuál sea nuestra
situación en esta vida, el llamado de Cristo a cada una de nosotras es “Sígueme.”