Sant Agenese in Agone

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IGLESIA SANT’ AGNESE

La iglesia de Santa Inés en Agonía es una iglesia barroca del siglo XVII situada
en Roma, Italia. Está construida frente a la plaza Navona, uno de los principales espacios
urbanos en el centro histórico de la ciudad y en el lugar donde la cristiana Santa Inés fue
martirizada en el antiguo estadio de Domiciano. Su construcción comenzó en 1652 por los
arquitectos Girolamo Rainaldi y su hijo Carlo Rainaldi. Después de numerosas disputas,
Francesco Borromini reemplazaría a ambos, aunque tras la dimisión de Borromini, se
volvió a llamar a Carlo Rainaldi, con el fin de que continuara con las obras.

La construcción de la iglesia se inició en 1652, por iniciativa del papa Inocencio X, cuyo
palacio familiar, el palazzo Pamphili, que se encuentra junto a la iglesia acababa de ser
terminado. Debía ser efectivamente una capilla familiar anexa a su residencia (por
ejemplo, se realizó una abertura en el tambor de la cúpula para que la familia pudiera
participar en los servicios religiosos desde su palacio).

Cuando Santa Inés estaba en fase de cimentación, Borromini asume la obra, y aunque
se ve obligado a respetar lo ya construido, consigue dinamizar el espacio, ampliando
la planta en sentido transversal (no podía haberlo hecho de otro modo: por un lado,
tenía la Piazza Navona y por otro la propia calle paralela a la plaza) y configurándola
como un espacio centralizado con forma asimilable a una cruz griega. Pero su gran
aportación es visible en la fachada barroca, abierta a la plaza y replanteada según una
forma cóncava que integra la cúpula.

El hijo de Girolamo se hace cargo de la obra de 1657 a 1666, dirigiendo la


terminación de la fachada y los interiores, así como la decoración del tambor y el
intradós de la cúpula.

La huella de Borromini es más palpable precisamente la fachada, que difiere del


proyecto de Rinaldi padre en la que la cúpula quedaba encasillada en una propuesta
que emulaba la fachada realizada unas décadas antes por Maderno para la Basílica
de San Pedro. En la fachada del suizo se aprecian sus característicos juegos de
volúmenes, concavidades y convexidades; sin embargo, Borromini renuncia en 1657
(había abandonado la dirección de facto tras la muerte de Inocencio X, en 1655) y por
entonces la fachada llegaba al nivel del entablamento.

Al tomar Rainaldi las riendas del proyecto, hubo de respetar la curvatura en la


fachada, pero redujo los áticos e impulsó la altura de las torres con un segundo
cuerpo, asimilando las recetas borrominescas de las columnas con ángulos. Su
impronta se deja ver en la decoración, que lleva a una línea más moderadamente
clásica, con motivos de estrellas y guirnaldas vegetales, con un frontón sin quiebros y
la inclusión en los capiteles de los pilares, como un guiño a los promotores,
el símbolo de la familia Pamphili: la paloma.
Contexto urbano
La particularidad de esta iglesia es la relación que guarda con su origen. En su origen, la
extensión central recibe al juego, y su contorno al habitante, se está expectante desde el
límite. Al concluir el periodo del imperio romano, el estadio comienza de a poco a
transformarse, su contorno es ocupado por importantes familias y su centro se conforma
como plaza. Dicha plaza aparece como regalo en la época medieval, periodo enmarcado
por la estrechez y el resguardo existente en el habitar (Roma en decadencia), en dicho
espacio se lleva a cabo el mercado y los juegos públicos, lo que da cuenta de cómo el
carácter propio del juego perduraba en el tiempo.

La iglesia de santa agnes guarda ciertas cualidades con respecto a la trama urbana que la
permiten diferenciarse fácilmente del resto. Si bien, la Roma del barroco busca urbanizar
la ciudad conectando las distintas obras a partir de la apertura de vías principales, no
todas quedan contenidas en dichas vías, siendo la iglesia de santa agnes uno de aquellos
casos.

La plaza navona tienen una particular relación con su trama urbana, ubicándose casi
paralela a una de las vías principales potenciadas durante el barroco, y quedando
resguardada por las construcciones que conforman su límite, aparece como una apertura
entre la estrechez de su entorno, y es a partir de dicha apertura que se pone en valor el
espacio y se contruye la iglesia. Lo anterior refleja el afán del barroco de valorar el
espacio público como receptor de peregrinos haciendo que este forme parte de la obra y
no sea ajeno a ella. La plaza navona acoge a quien llega desde la estrechez del entorno.
La relación con la ciudad es desde la sorpresa, la apertura del espacio es aquello propio
regalado al habitante.
La obra y su entorno próximo

La plaza navona, se establece como antesala de la iglesia de santa agnes al contener en


ella 3 fuentes. Dichas fuentes logran demarcar un espacio, entregan un límite al lugar a
partir del habitar, el cual se presenta en cada una de estas fuentes. Las obras reciben al
peregrino en su forma presentando la obra desde distintas perspectivas. Dan cuenta del
vínculo entre obra y espacio público mencionado anteriormente.

Desde la plaza se puede reconocer la relación de la composición de la fachada de la obra


con su entorno. La iglesia logra cierta continuidad clásica con el palacio colindante. Se
reconocen en la fachada de la iglesia cierto elementos propios del renacimiento, como las
columnas y el tímpano, sin embargo, contiene la dimensión del movimiento en las curvas
que lo conforman, la ornamentación y la distancia que toma regalando profundidad al
ingreso, características propias del barroco que se pueden apreciar en el recorrer de la
plaza y desde el “estar” que regala cada una de las fuentes.

Continuidad de fachada que da cabida al contorno coherente de la plaza


Composición del interior

La obra en su composición nace a partir de una planta de cruz griega, lo que sitúa al
habitante en el centro, la cúpula regala la luz central y la verticalidad, contiene distintas
pinturas referidas al milagro de santa Ines. El habitar es desde la contención del cuerpo
hacia la verticalidad dada por la luz, la ornamentación se entremezcla con la estructura y
revela en sus bordes pequeñas capillas, la cúpula se potencia con 8 columnas que la
sostienen resaltando la luz central y la monumentalidad, desde el interior quien habita se
sumerge en el detalle característico de la obra barroca que se contempla.

Borromi mantiene en el interior la propuesta de columnas de mármol veteado, que


crean juegos cromáticos que se adecúan a la línea estética marcada por el papa
Inocencio. Bajo su dirección se modifica también la zona de los machones, que se
resuelven con un corte en diagonal que potencia fuertemente el entablamento
quebrado en el perímetro de la construcción.

Se emplean además los órdenes arquitectónicos, algo que no siempre respeta


Borromini en sus obras, pero emplea una cornisa muy volada y fuertemente
quebrada, que configura el espacio siguiendo una forma octogonal que definen las
pechinas en relación con el espacio inferior. Además, estas pechinas sirven también
para ganar altura, de modo que la cúpula se convierta en el referente volumétrico de
la Piazza Navona. El gran arco del altar mayor en su eje longitudinal toca el tambor
de la cúpula, potenciando el espacio litúrgico que conduce a la capilla mayor, cuyo
despliegue cromático (así como el complemento escultórico) pertenece a la fase en la
que trabaja Carlo Rainaldi. En el interior, son numerosos los elementos decorativos
que propician la atmósfera genuinamente barroca, con especial atención a los
magníficos relieves de las distintas capillas debidos a Giovanni Battista Maini,
Domenico Guidi, Antonio Raggi y Ercole Ferrata.

Ornamentación en la vertical que guía la mirada desde la contención


Análisis iconográfico

En un primer momento, los Rainaldi habían planeado una iglesia de planta central con
un amplio espacio cupulado, casi simétrico en sus ejes transversal y longitudinal.
Borromini no destierra esta idea, que supone una continuación con el concepto
secular de mausoleo: el sentido de esto es que desde un comienzo se planeó que los
cuerpos de los miembros de la familia Pamphili fueran enterrados allí.

Por otra parte, la idea de Borromini para la ejecución de la fachada no se limita a una
expresividad particular que trasciende la moderación de otros arquitectos barrocos,
sino que mediante la concavidad de la fachada en las calles cercanas a la entrada
consigue que el arranque de la cúpula esté más próximo al espectador y por lo
tanto parezca más cercana de lo que en realidad está. A ello contrapone además las
escaleras convexas, rompiendo con el carácter plano del proyecto original de los
Rainaldi.

De este modo, la cúpula se convierte en un referente visual en la propia Plaza


Navona, que reproduce la forma del teatro de Domiciano y en la cual existía ya
previamente otra pequeña iglesia en el mismo emplazamiento. Santa Inés consigue
así llamar la atención desde cualquier punto de la plaza, pues sus estudiadas
dimensiones propician que al espacio horizontal vacío de la plaza se contraponga el
volumen vertical de la cúpula. Como en toda obra de esta magnitud, no se trata
solamente de una exaltación de la titular de la iglesia o de la propia religión, sino un
símbolo del poder de la familia promotora.

Vista de la fachada de Santa Inés en la Plaza Navona


b-

Los proyectos de Borromini, se ajusta a unas leyes estrictas de simetría y proporciones.


Su fachada, más alta que la propia iglesia, presenta una ondulación que se convirtió en el
arquetipo de las iglesias barrocas de Roma.

Consiguió una nueva forma de expresión arquitectónica con sus muros ondulantes,
cóncavo-convexos, así como con sus originales volúmenes, desarrollados a partir de un
motivo geométrico, además de darle un gran dinamismo y movimiento a las obras, sobre
todo se caracteriza por el exceso de adorno en las iglesias y fachadas para sorprender e
impresionar como se pueden observar en la iglesia Sant' Agnese. Sin embargo, nunca
rechazó el estudio de los modelos clásicos, incorporando a su obra rasgos de la
arquitectura antigua y de la barroca.

Tamaños dados a partir de una misma circunferencia que se repite


El interior de la iglesia Sant' Agnese se ve reflejada la exagerada
decoración (círculo), las líneas curveadas (flecha azul) y la línea de
simetría vertical a lo largo de la obra para dar resistencia y fuerza.
IGLESIA COMPAÑÍA DE JESUS EN QUITO

La iglesia de la Compañía de Jesús por ser una de las más hermosas, no solo de
Quito, sino de América Latina, es una muestra clara de barroco, siendo un relicario
de la escultura quiteña y ha sido llamada de muchas maneras, tales como: “1er
templo de Salomón de América del Sur” o “Ascua de oro”. Según el padre
Bernardo Recio, es una de las iglesias muestra del barroco ecuatoriano, y dicho
por el embajador de España en Ecuador, Ernesto La Orden, “es el mejor templo
Jesuistico del mundo”.

La Iglesia de la Compañía de Jesús ocupa todo el lado sur del Complejo de los
Jesuitas, en una manzana bordeada al norte por el pasaje Eugenio Espejo, al sur
por el pasaje Sucre, al Oeste por la calle Sebastián de Benalcázar, y al Este por la
calle Las Siete Cruces; el Templo por haber sido construida por varios arquitectos,
es una mezcla de cuatro estilos; como el mudéjar, el churrigueresco y el
renacentista, y el barroco.

El estilo mudéjar se puede encontrar en las figuras geométricas impregnadas en


los pilares, en sus bóvedas, muros y cúpulas; el churrigueresco se aprecia tanto
en las naves como en todas las puertas de la iglesia, el renacentista es marcado
gracias a los elementos arquitectónicos que posee la iglesia, pero el estilo que
sobresale es el barroco gracias a sus figuras curvas de flores, frutos o guirnaldas
que se aprecian talladas en la piedra de la fachada, y en su interior talladas en la
madera de los retablos o esculpidas en el estuco, todo el templo posee una
estupenda simetría que sobresale en su arquitectura, cada lado el templo posee la
misma cantidad de elementos tanto en su interior como en su exterior . Pero a
pesar de haber sido construida en 160 años, en dos etapas las cuales estuvieron a
cargo de varias personas, se puede ver una continuidad constructiva como si la
hubiese dirigido un solo arquitecto.
Tanto las instrucciones de Carlos Borromeo de las cuales se genera el Modo
Nostro, como la iglesia modelo de los Jesuitas Il Gesú de Roma, fueron tomadas
en cuenta para la construcción de este templo. La forma de la iglesia en cruz latina
inscrita en un rectángulo es una de las características que se aprecia con facilidad
en la Iglesia de La Compañía, la construcción de la nave central más alta que las
naves laterales y sostenidas por pilastras de piedra, se conectan funcionalmente
entre si mediante arcos de medio punto, convirtiendo el espacio un solo conjunto,
tal como lo menciona Borromeo, el tipo de la iglesia es de salón, sin barreras ni
obstáculos que impidan que se llene durante los oficios divinos, procesiones o
predicaciones, por eso se elimina de las iglesias jesuíticas los órganos, coros y
rejas, sustituyendo todo esto por el púlpito, pero en iglesia de la Compañía ya que
era más fácil llamar la atención de los indígenas con música y pinturas, se colocó
un coro con órgano ubicado en un entrepiso de la parte alta de la entrada para que
no fuera un obstáculo en la planta baja de la iglesia. El sagrario se encuentra
elevado, dándole una importancia principal en el templo y que de esta manera
todos los fieles puedan apreciar la eucaristía, toda la iglesia tiene ventanas tanto
en las bóvedas, como en las cupulas y cupulines, ya que para los jesuitas era muy
importante la iluminación de sus iglesias.

La simetría de toda la iglesia brinda al espacio una belleza constructiva, y la


complementa con los materiales utilizados en su decoración como las de láminas
de oro que recubren la mayor parte de la iglesia, y aunque Borromeo dicta la
utilización de mármoles y piedras duras para los acabados de las iglesias, en la
iglesia de la Compañía se ha optado por la utilización de madera, y tallas en
estucos en su interior; al exterior el único material utilizado para su fachada es la
piedra andesita, en la cual se han tallado todas sus figuras.

De esta manera se puede observar que la Iglesia de La Compañía de Jesús sigue


con los estándares tomados por los Jesuitas de las Instrucciones del Cardenal
Carlos Borromeo para su construcción y decoración, siguiendo los estándares de
Firmitas, Utilitas y Venustas, pero con ciertas modificaciones ya que los padres
jesuitas querían un espacio en donde los indígenas se sintieran cómodos.

La bóveda de cañón fue algo muy innovador e importante para la arquitectura


quiteña, ya que era la primera en ser realizada en un templo de la ciudad, y sirve
de ejemplo para los templos posteriores en Quito, el Padre Mercado menciona lo
siguiente del Hermano Marcos Guerra: Llegó a Quito el año treinta y seis y su
asistencia fue utilísima porque luego empezó a poner manos a la obra a la fábrica
que con perfección dejó acabadas. Desde los cimientos levantó la hermosa capilla
mayor de nuestro colegio, perfeccionó las dos naves poniéndoles bóvedas y
linternas, fabricó la bóveda para los entierros de los maestros, hizo los claustros,
aposentos y demás oficinas de nuestra casa, con excelente arte porque era
excelente en la arquitectura. También hizo el retablo del altar mayor, los de los
colaterales de nuestros padres San Ignacio y San Francisco Xavier y otros porque
no sólo era arquitecto sino también grande escultor. Con ocasión de hacer las
obras de nuestro colegio enseñó a otros y de su enseñanza salieron grandes
oficiales, con que se le deben al hermano Marcos, no solo los edificios que él
fabricó a gloria de Dios sino también los que han edificado sus discípulos.

Dimensiones

Según documentos oficiales de los padres Jesuitas, la construcción del templo es


terminada en 1652, teniendo en cuenta que faltaba toda la decoración interior y la
fachada, las características y dimensiones del templo son las siguientes:

• El templo en total tiene 58.50m de largo y 26.52 m de ancho.60

• Su nave central que introduce la bóveda de cañón corrido tiene 58.00 m de


longitud y 26.52 m de ancho, la cual descansa sobre unos pilares cuadrados que
sujetan los arcos fajones unidos en sus laterales por arcos de medio punto,
completados elegantemente por balaustrada y lunetos, además en ella existen 4
lunetos con ventanas a cada lado.

• Sus naves laterales contienen cupulines con linternas que dejan entrar una luz
indirecta, dando el efecto de penumbra a cada una de sus seis capillas o retablos
laterales, que son más pequeños que sus retablos principales, y decorados de
distintas formas con un arte barroco distinguido, plateresco y churrigueresco, los
cuales se los dedica cada uno a diferente santo, dando al sitio un sentido de
unidad espacial.

• El crucero de 26.50m de ancho muestra una formidable cúpula de 27.60 m de


alto y 10.60 m62 de diámetro, con un total de 12 ventanas las cuales iluminan su
decoración.

La gran bóveda octogonal que se encuentra sobre el Retablo Mayor tiene


decoraciones de estrellas y figuras geométricas, en su centro tiene un tragaluz
también octogonal.

Construcción

Para la construcción del templo se utilizaron varios materiales obtenidos de


lugares cercanos a Quito, como la piedra que es el material que predomina en la
iglesia, se la obtuvo de la cantera de Tolontag perteneciente a las monjas de
Santa Clara, esta se utilizó como mampuestos en los muros exteriores de las
naves laterales, y cincelados para las pilastras de la nave central, para las
bóvedas de las tres naves, tanto la central como las laterales, así también para los
cupulines se utilizó el ladrillo el cual lo realizó en el tejar, a las faldas del pichincha,
para la cúpula central y la cúpula del presbiterio se utilizó piedra pómez, la cual
era extraída de las haciendas del colegio de Quito, siento la primera iglesia en
construirse de esta manera en el Ecuador, los pavimentos constaban de losas,
pero al pasar de los años fueron recubiertos de madera.

Fachada Exterior
La característica portada exterior de La Compañía de Quito está tallada
íntegramente en piedra ecuatoriana, e inició en 1722 bajo las órdenes del padre
Leonardo Deubler, pero la obra fue suspendida en 1725 para luego ser retomada
en 1760 por el hermano Venancio Gandolfi, quien la terminó en 1765.
Flanquean la puerta principal de entrada seis columnas salomónicas de cinco
metros de altura, estriadas en su tercio intermedio, derivadas de las del Bernini en
el altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro. De la misma manera, las
puertas laterales están flanqueadas por dos pilares de estilo romano corintio,
todas ellas colocadas sobre un estilóbato a paneles con decoración renacentista.
Sobre el arquitrabe corre un friso decorado con flores, estrellas, follaje, y sobre
este la cornisa adornada con hojas de acanto, que sigue los resaltos de la fachada
estirándose en arco semicircular para proteger un nicho formado sobre un frontón
interrumpido que, soportado por cuatro querubines, corona la puerta principal y da
cabida a una imagen de la Inmaculada Concepción rodeada de ángeles y
querubines. En la parte superior del nicho, otro frontón más pequeño contiene al
Espíritu Santo en su símbolo de paloma.
El segundo cuerpo, ubicado en la parte alta del anterior, está compuesto de una
enorme ventana central adornada de un frontón entrecortado para recibir una gran
cartela de conchas y de frondas con una leyenda dedicada a San Ignacio, patrón
de la orden jesuítica: «DIVO PARENTI IGNATIO SACRUM». El frontón está
apeado sobre modillones de hojas de acanto, y entre ellos una tarjeta ornamental
de gusto plateresco concluye la composición de la ventana. Flanquean a ésta
riquísimas pilastras cuyo capitel tiene una sola fila de hojas de acanto (la superior),
decoradas y compuestas a la manera como componían y decoraban los muebles y
objetos preciosos los orfebres y ebanistas franceses del siglo XVIII; es decir con
estrías horizontales y grandes espejos decorados en su centro. Corre sobre ellas
un entablamento que recuerda el del primer cuerpo, y remata el conjunto en un
tímpano semicircular entrecortado para encajar un gran modillón en el centro,
sobre el cual se destaca la cruz jesuítica de bronce brillante, sobre característico
espigón de la crestería. Defiende la portada total una techumbre forrada de
azulejos de medio mogote

Decoración En El Interior

De La Iglesia Una vez terminada la obra material del templo, e incorporando las
nuevas técnicas para la construcción del templo, que fue un hecho importante
para la ciudad, era indispensable adornar la iglesia, para que sea una verdadera
morada para Nuestro Señor Jesucristo, y sabiendo que la verdadera belleza del
templo se encontraba tanto en su decoración, como en las pinturas y esculturas,
las cuales representan la tradición de la arquitectura religiosa y complementan el
mensaje que los padres Jesuitas querían dar a la comunidad, sabiendo todo esto,
los Padres no escatimaron en gastos ni en sacrificios, y su decoración duró más
años de lo que demoró su construcción, el embellecimiento de la iglesia fue
dándose paulatinamente al pasar de los años, ya que cada Rector que pasaba iba
demostrando su devoción y su culto divino, así como también a los generosos
donativos de los fieles, por esto la decoración fue realizada entre los años de 1652
y 1765. Al entrar a la iglesia se puede apreciar el exquisito arte barroco en cada
rincón de la iglesia, en sus bóvedas, cúpulas, arcos, pilares, muros, entre otros,
sus complejas decoraciones geométricas y de arte mudéjar impregnados en el
estuco y tallas en madera de cedro, son bañadas con unas finas capas de pan de
oro de 23 quilates sobre un fondo rojo, lleva la marca de lo Arabesco, las cuales
relucen con la entrada de la luz por las ventanas existentes.

Se pueden apreciar que las curvas y los trenzados de ambas figuras son muy
similares; aunque estas obras hayan sido construidas en distintos siglos, y se
encuentren separadas miles de kilómetros, se nota claramente como la decoración
de la Iglesia de la compañía es influenciada por los españoles, enseñando a los
quiteños un arte muy antiguo e impregnándolo en sus obras.

Las cúpulas tienen un adorno de distintos colores, empezamos por la cúpula del
crucero, la cual se encuentra a 27 m de altura, la decoración en su interior
contiene varios rostros de ángeles y adornos de 12 medallones de Arcángeles y
12 medallones más pequeños de cardenales Jesuitas, los 12 ventanales iluminan
toda ésta decoración, así también como a los balaustres que se encuentran
rodeando el tambor, en las cuatro pechinas se pueden observas 4 medallones
circulares, en cada una un Evangelista, la cúpula remata con una figura del sol
símbolo de los jesuitas de fuego y luz, por donde radia la luz que entra por la
linterna, todas las figuras fueron hechas en el estuco, cubiertos con pan de oro y
colores como el rojo, sobre un fondo celeste.

La cúpula octogonal que se encuentra sobre el presbiterio alberga en cada uno de


sus paños una figura estilizada que representa el sol en su máxima expresión,
realizado con yesería bañada en pan de oro como el resto de la iglesia y rodeado
de las figuras de muchas estrellas sobre un fondo celeste esta decoración
pretende simbolizar del cielo para que así las personas que asistían a las
eucaristías se sientan más cerca de Dios, esta representación no es algo propio
de los jesuitas, ya que se puede ver que muchas iglesias de distintas
congregaciones, construidas en otras épocas hay realizado similares
decoraciones.
Nave central del templo
https://www.lacamaradelarte.com/2020/08/iglesia-de-santa-ines-en-la-plaza-
navona.html

http://losguaposyborromini.blogspot.com/2014/09/estilo-y-caracteristicas.html

https://www.lacamaradelarte.com/2020/08/iglesia-de-santa-ines-en-la-plaza-
navona.html

https://wiki.ead.pucv.cl/Santa_Agnese_en_Agone_-_Roma_-_Andr%C3%A9s_Morales_Villarroel

https://historiaculturayarte.blogspot.com/2012/05/santagnese-in-agone-obra.html

Título de la obra, dimensiones, lugar en que fue realizada, particularidades de la forma,


composición, función, técnica, etc.

Realizar un análisis geométrico de la obra buscando formas geométricas simple y/o complejas y
ejes de simetría y ejes de composición en plantas y alzados. Ver materiales texturas y colores en
relación al rol que tienen estos materiales en la forma de la obra y cual el papel que la obra tiene
ante el entorno a partir de su propuesta formal.

4-Iglesia “Sant ́Agnese” de Borromini y Iglesia Compañía de Jesus en Quito (Iglesia Jesuita en
Quito)

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