AUTISMO
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AUTISMO
SEXTO GRADO
AUTISMO
AUTISMO
Los trastornos del espectro autista o TEA (del inglés autistic spectrum disorders o
ASD) abarcan un amplio espectro de trastornos que, en su manifestación
fenotípica, se caracterizan por deficiencias persistentes en la comunicación social
y en la interacción social en diversos contextos, unidas a patrones restrictivos y
repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. Estos rasgos han de estar
presentes en las primeras fases del período de desarrollo de la persona, aunque
pueden no manifestarse totalmente hasta que las demandas sociales superan sus
limitaciones. También pueden permanecer enmascarados por estrategias
aprendidas.
La historia del estudio científico del autismo comienza con la publicación en 1943
del artículo «Autistic disturbances of affective contact» («Trastornos autistas del
contacto afectivo»), de Leo Kanner (1943), pero sufrirá diversos avatares que
retrasarán el avance de la investigación hasta bien entrada la década de 1960.5
No obstante, la primera descripción científica de los TEA la encontramos en 1925,
gracias al trabajo de la psiquiatra infantil soviética Grunia Efimovna Sujareva, que
había descrito en detalle esta condición veinte años antes, aunque sus
investigaciones cayeron en el olvido; otro tanto sucedió con las primeras
observaciones de Hans Asperger, publicadas en 1944, pero que solo serían
tenidas en consideración bastantes años después.
En cuanto a la intervención, las terapias que ofrecen mayor respaldo científico son
las cognitivo-conductuales. Estas tienen como finalidad mejorar la calidad de vida
de estas personas.
Algunas cuestiones pendientes de investigar en este ámbito son las diversas
manifestaciones que revisten los TEA en la edad adulta y en las mujeres. Se dice
que su incidencia es mayor en los hombres, pero se ha sugerido que este dato no
es exacto por cuanto las manifestaciones en el sexo femenino son diversas al
masculino.
Hasta el 80% de los niños con autismo tienen retraso mental, y hasta el 35-40%
sufren de epilepsia en los primeros 20 años de su vida.
Un 5% tienen el síndrome del cromosoma X frágil y otros han sufrido infecciones,
como meningitis, o han sido afectados por rubeola congénita, fenilcetonuria o
esclerosis tuberosa.
Los niños con autismo suelen empeorar cuando tienen enfermedades médicas o
hay un stress ambiental. La posibilidad de acceder a servicios educativos,
pedagógicos y de apoyo tienen un efecto beneficioso, ya que hasta los niños con
autismo más severo tienen capacidad de aprender algunas habilidades
adaptativas.
Según la gravedad del trastorno, entre el 2-15% de los niños con autismo llegan a
un nivel intelectual y el 33% pueden funcionar independientemente cuando llegan
a la edad adulta.
Para realizar el diagnóstico del autismo se deben detectar déficits severos en tres
áreas principales:
Hay asociaciones de padres de niños con autismo que son muy útiles para
organizar y distribuir los recursos.