00 Microhistoria - Tuba - Filipinos

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 37

Allpanchis, año XLIX, núm. 90. Arequipa, julio-diciembre de 2022, pp. 85-121.

ISSN impreso 0252-8835 / ISSN en línea 2708-8960


DOI: https://doi.org/10.36901/allpanchis.v49i90.1511
Dossier: Hacer y usar archivos

artículos académicos

Microhistoria global de una escritura peregrina:


el alfabeto filipino baybayin en Colima de la
Nueva España (1600-1604)

Paulina maChuCa

CONACYT - El Colegio de Michoacán (Michoacán, México)


pmachuca@colmich.edu.mx

Código ORCID: 0000-0002-5258-1973

reSumen

Frente al gran relato de los estudios transpacíficos del Galeón


de Manila, a menudo extendido en espacios, procesos y
volúmenes documentales de corte económico, este artículo
se enfoca en la observación de un fenómeno histórico local,
pero completamente imbricado en la red de interacciones
producidas por la primera globalización, a saber: la itinerancia
de tres individuos ordinarios procedentes del mundo asiático,
y su establecimiento en la provincia de Colima a principios
del siglo XVII. El principal rasgo de estos «chinos» o «indios

85
Paulina maChuCa

chinos» —como se conocía a los asiáticos establecidos en la


Nueva España— es su capacidad de firmar sus nombres en
baybayin, la antigua escritura filipina. El hecho de que estas firmas
estén resguardadas en el Archivo Histórico del Municipio de
Colima, a más de 13,000 kilómetros de distancia de Filipinas, es
una muestra de las consecuencias de esa primera globalización.

PalabraS Clave: microhistoria global, globalización, baybayin, indios


chinos, Colima

Global microhistory of a pilgrim writing: the Filipino baybayin alpha-


bet in Colima of New Spain (1600-1604)

abStraCt
Faced with the great account of the transpacific studies of
the Manila Galleon, often extended in spaces, processes and
documentary volumes of an economic nature, this article
focuses on the observation of a local historical phenomenon,
but completely imbricated in the network of interactions
produced by the first globalization, namely: the itinerancy of
three ordinary individuals, coming from the Asian world, and
their establishment in the province of Colima at the beginning
of the 17th century. The main trait of these «chinos» or «indios
chinos» —as the Asians settled in New Spain were known— is
their ability to sign their names in baybayin, the ancient Filipino
script. The fact that these signatures are preserved in the
Historical Archives of the Municipality of Colima, more than
13,000 kilometers away from the Philippines, is a sample of
the consequences of that first globalization.

KeyworDS: global microhistory, globalization, baybayin, indios chinos,


Colima

introDuCCión

el término de microhistoria global surgió hace poco más


de una década, producto de la convergencia entre la microhistoria y

86 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

la historia global.1 De la microhistoria, en boga a partir de la década


de 1980, este concepto tomó el análisis exhaustivo de las fuentes
locales y su contexto, mientras que de la historia global, en auge a
partir de la década de 1990, abrevó el estudio de las interacciones
económicas y socioculturales de largo alcance durante la primera
globalización (Bertrand y Calafat, 2018; Ghobrial, 2019). Frente al
gran relato de los estudios transpacíficos del Galeón de Manila, a
menudo extendido en espacios, procesos y volúmenes documen-
tales de corte económico, este artículo se enfoca en la observación
de un fenómeno histórico local, pero completamente imbricado en
la red de interacciones producidas por esa primera globalización, a
saber: la itinerancia de tres individuos ordinarios procedentes del
mundo asiático, y su establecimiento en la provincia de Colima a
principios del siglo XVII.
El principal rasgo de estos «chinos» o «indios chinos» —como
se conocía a los asiáticos establecidos en la Nueva España— es su
capacidad de firmar sus nombres en baybayin, la antigua escritura
filipina. Curiosamente, estas firmas pertenecen a un reducido
número de documentos que existen actualmente con este tipo
de escritura, y el hecho de que estén resguardados en el Archivo
Histórico del Municipio de Colima, a más de 13,000 kilómetros de
distancia de Filipinas, es una muestra de las consecuencias de la
primera globalización.2

1 El término fue mencionado por Tonio Andrade (2010) en un artículo titulado


«A Chinese Farmer, Two African Boys, and a Warlord», cuyo eje de análisis
ocurre en Taiwán en 1661, en un mundo conectado que permite la interacción
entre chinos, holandeses y esclavos africanos.
2 Debido a la escasez de documentos escritos en este alfabeto, en 2014 los Ar-
chivos Nacionales de Filipinas declararon como Tesoro Cultural Nacional a los
expedientes escritos en baybayin que resguarda la Universidad de Santo Tomás de
Manila (UST), atendiendo al criterio de su rareza e importancia para la memoria
histórica filipina. Los expedientes originales se reproducen en https://www.ust.
edu.ph/the-baybayin-documents; ver asimismo el trabajo pionero de Alberto

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 87
Paulina maChuCa

Este análisis tiene una mirada au ras du sol: en primer lugar, el


espacio en que se desenvuelven esos tres personajes es hasta cierto
punto marginal en comparación con otros centros urbanos de la
Nueva España; Colima está lejos de la ciudad de México, incluso
de Acapulco, el puerto de ingreso oficial de todo lo que procede
del Oriente. En segundo lugar, esos tres personajes distan mucho
de pertenecer a un estrato social privilegiado, no son viajeros que
escriben sus memorias ni colaboradores de la administración colo-
nial que se desplazan en condiciones favorables. Todo lo contrario:
se trata muy probablemente de campesinos que fueron contratados
para la producción de vino de cocos —una bebida destilada de ori-
gen filipino— y que forman parte de la servidumbre en las hacien-
das de los españoles. Lo que estos individuos no sabían es que, sin
premeditarlo, estaban escribiendo también una parte de la historia
de las bebidas alcohólicas en México, pues en realidad fueron ellos
de los primeros introductores de la técnica del destilado en la Nueva
España (Machuca, 2018).
Por ello, la microhistoria global nos permite, en este texto,
combinar el estudio de procesos globales a partir del análisis de un
caso concreto, situado localmente y basado en fuentes primarias. En
las páginas que siguen demostraremos cómo las firmas de Colima,
estampadas por filipinos, forman parte de ese episodio histórico
de gran movilización y circulación de personas, objetos y técnicas
que significó la ruta transpacífica protagonizada por el Galeón de
Manila, y que dejó sus huellas a ambos lados del Pacífico. De manera
particular, insistiremos en que los actores de esa primera globalización
también fueron gente «menuda», muchas veces anónima, alejada de
los relatos autobiográficos; esa gente ordinaria también tuvo «vidas
globales», por tomar el concepto de Miles Ogborn (2008). Estos tres
filipinos vivían ordinariamente y en espacios marginales, pero gracias
al gesto de estampar una firma sabemos de su existencia.

Santamaría (1938) y, posteriormente, de Christopher Miller (2011a) y de Regala-


do Trota José (2020) sobre las firmas en este acervo.

88 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

el alfabeto baybayin en filiPinaS

Bajo el nombre de baybayin se conoce al antiguo sistema de


escritura que utilizaban distintos grupos etnolingüísticos del archi-
piélago filipino. La palabra «baybayin» significa «deletrear» (De los
Santos, 1794, p. 343), y a la llegada de los españoles se encontraron
algunos vestigios en soportes materiales como los troncos de bam-
bú y algunas hojas de árboles, es decir, elementos perecederos, por
lo cual ha sido difícil realizar un estudio a profundidad de dicha
escritura antes del siglo XVI.3 El jesuita Pedro Chirino, autor de la
Relación de las islas Filipinas y de lo que en ellas han trabajado los padres de la
Compañía de Jesús (Roma, 1604), fue uno de los primeros misioneros
en llamar la atención sobre el antiguo alfabeto filipino, al mencionar
que los indios bisayas:

[…] escribían en cañas, o en hojas de palma usando por pluma de una


punta de hierro. Ahora escriben no solo sus letras, sino las nuestras, con
pluma mui bien cortada, y en el papel, que nosotros. Han aprendido
nuestra lengua, y pronunciación: y la escriben tan bien como nosotros,
y aún mejor: porque son tan hábiles, que cualquiera cosa aprenden con
suma facilidad.4

Una cita muy parecida a la de Chirino la encontramos en la


obra de otro jesuita, la Historia general sacro-profana, política y natural
de las islas del Poniente llamadas Filipinas de Juan José Delgado, quien
reiteró, en 1751, que «casi todos en Bisayas saben escribir en sus

3 De acuerdo con Henry H. Scott (2010, p. 213), el baybayin forma parte de una
docena de escrituras nativas del Sudeste de Asia, cuyo origen se localiza en la
India, que comparten el hecho de que sus consonantes tienen implícita la vocal
«a» y, por ello, necesitan de marcadores especiales para representar otras vocales,
según explicaremos más adelante. Christopher Miller (2011b) ha mostrado evi-
dencias a favor de la tesis de que el baybayin se deriva de una variedad temprana
de la escritura Bugis de Macasar, misma que a su vez desciende de una variante
del Devanagari, combinada con un sistema de vocales Kawi de Sumatra.
4 Chirino (1604, p. 41).

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 89
Paulina maChuCa

caracteres» (Delgado, 1892, p. 331). Afirmó que ese sistema de


escritura se realizaba en cañas, hojas de plátano y otros árboles, de
arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, y que estas características
aplicaban no únicamente a los bisayas sino también a los tagalos. La
aseveración sobre un supuesto cambio de sentido, conforme a la
usanza occidental, fue puesta en duda por autores como William
H. Scott (1984, pp. 58-59) y Christopher Miller (2011a), quienes
resaltaron la habilidad de los filipinos para escribir en distintas
direcciones, según el soporte material donde trazaban sus escritos.
Pero un fenómeno significativo en la escritura de los filipinos
fue el paulatino abandono del baybayin por caracteres latinos,
proceso que ya estaba avanzado hacia la década de 1660, cuando
el jesuita Francisco Colín mencionó en su Labor Evangélica que los
filipinos eran hábiles en escribir castellano, de tal modo que «hemos
conocido algunos tan capaces, que han merecido servir plazas de
oficiales» como escribientes en contadurías y secretarías públicas de
la administración colonial (Colín, 1663, p. 54). Pedro Chirino aseveró
además que el baybayin se había originado en la isla de Luzón, en la
región tagala, y de allí se había expandido hacia otras islas, como las
Bisayas. Esta hipótesis está en discusión, pero existe el consenso de
que el baybayin es un solo alfabeto que presenta diversas variantes en
sus caracteres, de acuerdo al estilo de escritura, así como al contexto
espacial y temporal (Santamaría, 1938, p. 472).
En la figura 1 reproducimos algunas variantes regionales pu-
blicadas por Sinibaldo de Mas y Sanz (1843), autor del Informe sobre
el Estado de las Islas Filipinas en 1842. En ella se muestra en la colum-
na de la izquierda la forma de escritura de algunos caracteres de
las provincias de Pangasinán, Ilocos, Batangas, Pampanga, Bulacán
y Tondo, así como su equivalencia en castellano. A la derecha se
observan algunos fragmentos de escritura en baybayin. Un trabajo
más actualizado que el de Mas y Sanz es el de Miller (2011a), quien
registra la diversidad de formas de escritura del baybayin por región
y por época, desde la década de 1590 hasta el siglo XX.

90 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

figura 1. Variantes del alfabeto baybayin según Sinibaldo de Mas y Sanz (1843).5

5 Modificado ligeramente del original para una mejor comprensión por Kennia
Machuca Herrera.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 91
Paulina maChuCa

el baybayin Como instrumento de evangelizaCión


Un aspecto que no debemos pasar por alto es el vínculo que
existe entre evangelización y alfabetización: en 1593 se publicó en
Manila la Doctrina christiana en lengua española y tagala, en cuyas páginas
se reprodujo por primera vez, bajo el dominio colonial, el alfabeto
baybayin. Oraciones como el Credo y el Ave María se plasmaron
entonces como instrumentos de evangelización, siguiendo la pauta
de lo que había ocurrido en otras partes de Hispanoamérica, donde
se elaboraron catecismos y vocabularios en lenguas nativas, pero con
caracteres latinos.6 El mismo año de 1593 se imprimió también una
doctrina cristiana en lengua china, tomando en cuenta la creciente
cantidad de «sangleyes», que para entonces ya se habían asentado
en los alrededores de Manila (Mojarro, 2020, p. 233). Se trataba de
traducciones de la doctrina del cardenal Roberto Belarmino, texto
que sirvió de modelo de instrucción religiosa no solo para Filipinas,
sino también para China y Japón (Albarrán, 1998, p. 10).
A diferencia de la Doctrina cristiana en letra y lengua china, dirigida a
los nuevos conversos, hubo otras obras, como el Shilu, del dominico
Juan Cobo, destinada a una élite china no cristiana que buscaba
información sobre por qué convertirse al cristianismo (Cervera,
2020). Ello demuestra la intensa labor misional en Filipinas a partir
de la llegada de los españoles al archipiélago, quienes trabajaron
no únicamente con los distintos grupos etnolingüísticos de las
islas, sino también con otras poblaciones asentadas en Manila y
sus alrededores, como sangleyes y japoneses, a quienes también
intentaron evangelizar en sus propias tierras. Además de la Doctrina
christiana en lengua española y tagala de 1593, se imprimieron otros
textos religiosos en baybayin, con lo cual se impulsó la política de
conservación de los silabarios locales, cuando menos durante las
primeras décadas de la colonización del archipiélago. En 1621, por

6 Para una síntesis de documentos escritos en lenguas mesoamericanas pero escri-


tos en alfabeto latino, véase Restall (1997).

92 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

ejemplo, se imprimió en Manila la Doctrina cristiana en lengua ilocana


por el padre Francisco López, en la que también se utilizaron
caracteres del baybayin.
Existen, además, otros documentos de distinta naturaleza
resguardados principalmente en el archivo de la Universidad de
Santo Tomás de Manila, relacionados con la venta de tierras en los
alrededores de Manila, analizados por Villamor (1922), Santamaría
(1938), Miller (2011a y 2011b), Trota José (2020), entre otros.7 En
el Archivo General de Indias (Sevilla, España) es posible encontrar
firmas en este antiguo alfabeto filipino que datan de 1591 y 1599
(figura 2). Se preserva, además, un expediente en la Real Acade-
mia de la Historia de Madrid que contiene la petición que realizó la
principalía indígena de Mindoro al entonces arzobispo de Manila,
Miguel de Poblete, solicitando la presencia de jesuitas; dicho docu-
mento está escrito en la lengua local, con caracteres latinos, pero
con firmas en baybayin por parte de algunos de sus integrantes (Po-
tet, 1987; 2013, pp. 99-156). Otros textos más que contienen firmas
producidas en baybayin se localizan en el Archivo Franciscano Ibero-
Oriental y el Archivo General de la Nación de México.8

7 Los expedientes originales se reproducen en https://www.ust.edu.ph/the-ba-


ybayin-documents.
8 Agradezco a Marlon James Sales, profesor de la Universidad de Filipinas, por
compartirme su hallazgo de una firma en baybayin que data de 1584, localizada
en el Archivo General de la Nación de México, y cuyo análisis se publicará próxi-
mamente.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 93
Paulina maChuCa

figura 2. Registros de escritura baybayin en diversos acervos del mundo.


Tomado de Christopher Miller (2011a). Traducción nuestra.

CaraCterístiCas del baybayin


El baybayin contiene tres vocales (A, E-I, O-U) y catorce con-
sonantes (B, D, G, H, K, L, M, N, P, S, T, V, Y, NG), y no contaba
con equivalentes a J y CH (Villamor, 1922, pp. 11-12). Como el
baybayin tenían implícita la vocal «A» (ka, ga, ta, etc.) en todas sus
palabras, se debía colocar un signo diacrítico (kudlit o corlit) encima
o debajo de esas sílabas para lograr que la fonética cambiara a las
vocales e-i y o-u. Por ejemplo, para distinguir la vocal e-i se colocaba
un punto/coma encima de los caracteres, y para o-u el punto se co-
locaba debajo (figura 3).

94 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

figura 3. Alfabeto baybayin según Pedro Chirino (1604).9

laS firmaS Del arChivo hiStóriCo Del muniCiPio De Colima

Retomemos entonces una de las preguntas centrales de este


texto: ¿cómo llegaron estas firmas con caracteres en baybayin a un
archivo como el de la antigua villa de Colima? En primer lugar,
debemos reconocer que el Archivo Histórico del Municipio de
Colima (en adelante, AHMC) es una rareza en su tipo en México.

9 Modificado ligeramente del original para una mejor comprensión por Kennia
Machuca Herrera.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 95
Paulina maChuCa

Se trata del archivo de los alcaldes mayores y, por lo tanto, es un


acervo predominantemente judicial. Resguarda documentos
desde la década de 1530 —la villa de Colima se fundó en 1523—
hasta la actualidad.10 En otras palabras, se trata de un repositorio
excepcional que resguarda la memoria de algunos «indios chinos»
que allí se asentaron hacia finales del siglo XVI y durante el siglo
XVII, dedicados principalmente a la producción del vino de cocos.
Al ser este una bebida bajo estrecha vigilancia por las autoridades
coloniales, no es de extrañar su presencia en numerosos autos
judiciales en los que estuvieron involucrados.
Y la otra pregunta es: ¿cómo llegaron esos inmigrantes de la
Nao a la provincia de Colima, tomando en cuenta que el puerto
de Acapulco se localizaba relativamente lejos y no existía un vín-
culo comercial directo entre ambos lugares? La mayoría de estos
asiáticos debió llegar a Colima de forma ilegal, al desembarcar del
Galeón de Manila justo antes de llegar a Acapulco. Recordemos
cómo el recorrido de la Nao hacía que la embarcación atravesara el
Pacífico, desembocara en las aguas de California y de allí costeara el
litoral novohispano en dirección sur. Así, los puertos de la Navidad
en la Nueva Galicia y el de Salagua en Colima (hoy Manzanillo)
eran estratégicos para el desembarco del gentilhombre que avisaba
por tierra al virrey de la Nueva España sobre la llegada del Galeón.
A pesar de que estaba prohibido el desembarco de mercancías y
personas (con excepción del gentilhombre y enfermos), esta parada
sirvió de vía de contrabando y descenso no autorizado de personas
(Machuca, 2016, pp. 53-66).11

10 En la década de 1950, Jean Pierre-Berthe (1958) tuvo acceso a este atípico acervo,
que bien valió una interesante publicación. Un par de décadas después, el sevi-
llano José Miguel Romero de Solís comenzó la intensa labor de rescate, conser-
vación y sistematización del archivo, que contó con la publicación de numerosos
libros sobre el Colima del siglo XVI, entre ellos, Romero de Solís (2001).
11 Dos textos fundamentales que abordan la inmigración asiática en la Nueva Es-
paña son el de Tatiana Seijas (2014) y el de Déborah Oropeza (2020).

96 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

Y la tercera pregunta a responder, antes de adentrarnos en el


análisis de los filipinos firmantes, es ¿qué era el vino de cocos? Se
trataba de una bebida destilada, cuya materia prima —llamada tuba—
se obtenía de la savia del cocotero, árbol procedente también de
Asia e introducido en 1569 en Colima. Para elaborarla, los filipinos
introdujeron un aparato destilador rústico que consistía en un horno
que se instalaba en la tierra y, sobre este, se montaba un tronco de
madera hueca, al cual se le colocaba un cazo de cobre encima que
sería como enfriador. El vino de cocos revolucionó el mercado de
bebidas alcohólicas de la Nueva España, al ser el primer destilado
producido y comercializado en el virreinato, especialmente en las
zonas mineras donde sirvió como estimulante de los trabajadores.
Tuvo un periodo de éxito durante la primera mitad del siglo XVII,
aunque después cayó en declive y desapareció en el siglo XVIII,
dando paso a otras bebidas destiladas como el aguardiente de caña
y el mezcal. Este último surgió, por cierto, siguiendo la técnica de
destilación del vino de cocos (Machuca, 2018).

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 97
Paulina maChuCa

mapa 1. Colima de la Nueva España.

Así, en ese contexto de intensa movilidad y circulación humana


a través del Pacífico, no debe sorprender que esos «indios chinos»
dejaran huellas en el archivo municipal de Colima. Ya en la vecina
ciudad de Guadalajara, en la década de 1630, un peculiar japonés

98 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

llamado Luis de Encío estampó su firma con caracteres japoneses


en varios documentos notariales, lo que llevó a Thomas Calvo
(1983) a seguir sus huellas hasta identificarlo como un personaje
influyente en la sociedad tapatía. Más tarde, gracias a las firmas
localizadas por Calvo, se pudo saber que Encío, en realidad, tenía
el estatus de samurái (Hayashiya, 2009, pp. 15-17). Pero incluso
hubo «indios chinos» procedentes de la India de Portugal, como un
esclavo de Cochín llamado Antón, radicado en la ciudad de México,
quien sabía leer y escribir en su lengua malayalam (Oropeza, 2020,
p. 263). Estamos, pues, en un universo cosmopolita que revela las
consecuencias de la primera globalización, con individuos que viajan
con su propio bagaje cultural y que deben adaptarse a la estructura
del sistema colonial dentro de la Monarquía hispánica. Ese es el
caso de nuestros vinateros firmantes en baybayin.12

el vinatero juan y Su firma «en lengua China» (1600)

El primer documento que contiene una firma con caracteres


filipinos data del 15 de diciembre de 1600. Se trata de un proceso
judicial en que se inculpa a cuatro filipinos por elaborar y vender vino
de cocos a los naturales de Colima, lo cual, según las autoridades,
había derivado en pleitos, escándalos y «ofensas a Dios».13 Esos
cuatro individuos eran Juan, de 27 años; Francisco y Domingo, de 30
años; y Agustín, de 40 años. De ellos, solo Juan, el más joven, sabía
firmar, y lo hizo con caracteres en baybayin (imagen 1). Juan habría
nacido en 1573, dos años después de la fundación de Manila por

12 Los textos de Seijas (2014), Furlong (2014), Carrillo (2015), Machuca (2018) y
Oropeza (2020) contienen información sobre algunas trayectorias de «indios
chinos». Oropeza (2020, p. 330) calcula que en el periodo de 1565 a 1700 ingre-
saron a la Nueva España entre 7,500 y 20,000 «chinos» a través del puerto de
Acapulco.
13 AHMC, Fondo Sevilla del Río, caja 5, exp. 4.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 99
Paulina maChuCa

Miguel López de Legazpi. Creció, sin lugar a dudas, en plena etapa


de transformación de la vida socioeconómica de la capital filipina
y sus poblaciones aledañas. ¿Habría aprendido Juan a escribir su
firma en su propio entorno familiar, como se practicaba antes de la
llegada de los españoles? Es una pregunta difícil de responder, pero
hemos observado que algunos filipinos de su edad sabían firmar
sus nombres con caracteres latinos (Machuca, 2018, pp. 174-176),
es decir, bajo la influencia de los misioneros; ello sugiere que muy
probablemente Juan haya aprendido el baybayin en el seno familiar,
conforme a la antigua usanza. Pero su desenvoltura en el proceso
judicial indica que sabía castellano y conocía en lo general las formas
de la administración colonial. Ahora bien, si consideramos que Juan
se habría iniciado en la escritura siendo párvulo —entre cinco y
diez años—, ello significa que todavía treinta años después de la
conquista de Luzón, el baybayin seguía estando muy vigente.

imagen 1. Firma de Don Juan [¿de Chávez?].

El documento no señala el lugar de origen de Juan, por lo que


resulta difícil saber si en el lugar donde nació y creció había poca o
mucha actividad misional. Los agustinos, por ejemplo, tuvieron un
papel preponderante en el archipiélago filipino durante la primera
etapa de evangelización del archipiélago, por ser los primeros en
establecerse a la llegada de Legazpi, seguidos de los franciscanos
(1578) y de los dominicos (1587). Cuando los jesuitas arribaron a
Filipinas (1581), Juan tendría apenas diez años. ¿Acaso Juan forma-

100 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

ba parte de ese núcleo de alfabetización de la Compañía? La historio-


grafía ha prestado poca atención a los procesos de alfabetización de
las poblaciones locales en Filipinas a partir de la llegada de los espa-
ñoles, aunque es posible observar en la obra de Chirino (1604) que el
modelo jesuita ponía especial atención en la conversión de los niños,
para lo cual se construyeron escuelas donde se les iniciaba, además de
en los rudimentos de la fe, en la enseñanza de lectura, escritura, canto
y música; la principalía indígena y las mujeres también estaban en el
centro de interés de estas prácticas por parte de los jesuitas (Descalzo,
2015, p. 392), y ello debió implementarse de manera más o menos
similar en el seno de las otras órdenes religiosas en el archipiélago.
Sabemos, por ejemplo, que los jesuitas fundaron el Colegio de San
Gregorio en 1586, y allí educaron a los hijos de los miembros de la
principalía indígena (Furlong, 2014, p. 610).
Vale la pena detenernos en un aspecto de la firma de Juan
que resulta revelador: a su nombre lo antecede un «don», prefijo
que únicamente portaban los miembros de la principalía indígena
en Filipinas (imagen 1). Incluso el escribano español reconoce ese
detalle, al otorgarle el trato de «don» Juan, y lo que parecería ser un
simple prefijo en realidad significaba todo un elemento de identidad
asumida en el entramado de la administración colonial, tanto en la
Nueva España como en Filipinas. Se van perfilando, entonces, ciertos
rasgos de la identidad de don Juan: un miembro de la principalía
indígena de Filipinas que ha viajado en el Galeón de Manila y que,
por circunstancias desconocidas, se le encuentra en el año de 1600
como productor de vino de cocos en una localidad de Colima.
Ahora bien, la firma en baybayin de «don Juan» tiene un
segundo nombre, acaso un apellido, difícil de descifrar debido a
que el escribano simplemente se refiere a él como «don Juan».14 El

14 Jean-Paul G. Potet y Christopher Miller me sugirieron que el apellido podría


leerse «Di-Sa-Bi»; ¿quizá «de Chávez», en castellano? En todo caso, no debe
confundirse con otro «indio chino» llamado Juan de Chávez, más joven y sin el
«don», a quien nos referiremos más adelante.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 101
Paulina maChuCa

problema de conocer ese apellido radica en que la forma en que


leemos los textos escritos en baybayin son fonemas aproximativos
del castellano, pero no exactos. Además, hay que tomar en cuenta
las variantes regionales: especialistas como Jean-Paul G. Potet (2014,
p. 57) identificaron que, si bien el alfabeto baybayin utilizado por los
tagalogs y los pampangos era el mismo, había excepciones como la
letra «h», inexistente para los segundos.
Esta dificultad de equivalencias habría sido una de las razones
por las cuales los misioneros habrían abandonado este alfabeto para
luego implementar la escritura de las lenguas filipinas con caracteres
latinos, tal como se hizo en la Nueva España con las lenguas mesoa-
mericanas. En la península de Yucatán, por ejemplo, los franciscanos
encontraron un tipo de escritura maya silábico-logográfica basada en
símbolos, elementos visuales o glifos, mediante la cual habría sido
difícil transmitir las enseñanzas del cristianismo, y por ello adop-
taron la alfabetización mediante caracteres latinos (Cunill, 2008, p.
165). Como lo señaló Marina Garone Gravier (2007, p. 103) para el
caso novohispano, «la conversión total de los sonidos de los idiomas
indígenas al sistema alfabético implicó problemas de interpretación
fonológica de las lenguas locales». La autora señala, además, que el
estrecho vínculo entre ortografía y pronunciación era un elemento de
suma importancia para los misioneros y, por ello, se cuidaba hasta el
último detalle en los libros escritos en las diversas lenguas indígenas;
en el fondo, se trata de una herencia de Antonio de Nebrija, para
quien letra y sonido eran elementos indisociables que iban a la par
(Garone Gravier, 2007, p. 109). En Filipinas, misioneros como el do-
minico Francisco Blancas de San José, en su Memorial de la vida cristiana
en lengua tagala de 1605, afirmó que el baybayin era impráctico para el
proceso de evangelización, al no contar con ciertas sílabas equivalen-
tes al castellano (Scott, 2010, p. 215).
Ahora bien, ¿es posible conocer el lugar de origen de don
Juan mediante su firma? El propio Jean-Paul G. Potet (2014, p.
58) reconoce que, si bien el baybayin presenta algunas variantes

102 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

regionales, como es el caso del tagalog frente al bisaya, en el fondo


se trata del mismo alfabeto. Por ello, identificar la firma de don Juan
con una provincia en específico, según la forma en que escribió sus
caracteres, resulta complejo debido a que presenta similitudes que
podrían adjudicarse a una o más provincias. Por ejemplo, la «D»
que correspondería a «don» se asemeja a la registrada en Batangas
por Sinibaldo de Mas, según lo podemos visualizar en la figura 1A.
La barra que aparece en el extremo derecho de la signatura tendría
la función de terminar el nombre, a manera de punto, pues como
observamos en las formas de escritura localizadas en Bulacán en
1652 (figuras 1B y 1C), la doble barra sirve para separar y finalizar
las palabras; es curioso que, en el caso de Juan, solo observamos una
barra en lugar de dos, como era lo usual.15 Además, la imposibilidad
de identificar una región de origen específica de Filipinas mediante
una firma también radica en que las letras escritas a mano dependían
de la caligrafía de cada persona, a diferencia de las letras impresas.

Don juan y Su labor Como vinatero

La otra realidad, la de la vida cotidiana de don Juan, revela


asimismo otros procesos históricos en curso durante la primera
globalización, a saber: la introducción de la técnica de destilación
asiática en el continente americano. Don Juan pertenece a un
pequeño grupo de filipinos que, sin saberlo, marcaron un hito
en la producción y consumo de bebidas alcohólicas en la Nueva
España, pues en el México prehispánico abundaban las bebidas
fermentadas a partir de distintas plantas, mas no se conocía la

15 Christopher Miller me informó que la escritura de los Manguianes, en la isla de


Mindoro, utiliza una barra simple.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 103
Paulina maChuCa

técnica de la destilación.16 Así, en el último tercio del siglo XVI se


introdujo en Colima la palma de coco (Cocos nucifera L.), modificando
sustancialmente los paisajes costeros y creando nuevos hábitos
alimenticios y arquitectónicos, gracias al uso y manejo tradicional
de los filipinos que llegaron prácticamente al mismo tiempo. Este
tema, sin embargo, desborda los fines de este artículo, para lo cual
remito a uno de mis trabajos (Machuca, 2018). Lo que sí podemos
analizar aquí es la forma en que se fue tejiendo el proceso judicial
de don Juan, para entender las lógicas bajo las cuales funcionaba la
administración colonial, en continua adaptación a las situaciones
concretas, con casos específicos de individuos procedentes de
diferentes universos.
El relato inicia el 15 de diciembre de 1600, justo antes de las
Pascuas de la Navidad, cuando el teniente del alcalde mayor de Co-
lima, Juan de Monroy, realizó una inspección en el valle de Caxitlán
(véase mapa 1) porque había llegado a su noticia que en ese lugar
los «indios chinos» estaban elaborando vino de cocos, y con este
se emborrachaban los indios del lugar. Este suceso encendió las
alarmas entre las autoridades colimenses, pues, según habían sido
informadas, este aguardiente estaba circulando entre los indios na-
turales y laboríos del valle de Caxitlán y de los pueblos comarcanos.
Pero el teniente Monroy estaba allí para indagar sobre un suceso
preciso: el 11 de diciembre había ocurrido una gran borrachera en
la huerta y casa de don Álvaro García de Grijalva, alférez mayor de
la villa de Colima y personaje de prestigio, ampliamente conocido
en la provincia.17
Llama la atención la heterogeneidad de los seis testigos que
aparecen en el expediente: un español, un indio hablante de náhuatl

16 Sobre el debate en torno a la hipótesis de la destilación prehispánica en Mesoa-


mérica, en boga en la actualidad, véase Machuca (2018, pp. 345-359).
17 En el año de 1600 compró el oficio de Alférez mayor por la cantidad de 3,130
pesos, mismo que ocupó por cerca de tres décadas (Archivo General de Indias
[AGI], México, 177, N. 10).

104 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

y cuatro «chinos», quienes conviven cotidianamente en las haciendas


de palmas. Todos coincidieron que, en una ocasión que don Álvaro
estaba ausente de su casa, se armó allí una fiesta en la que participó
el mayordomo de la huerta, un indio llamado Simón, además de
otros criados y criadas de la casa, e incluso otros indios de pueblos
vecinos como Xicotlán, localizado sobre la vertiente del río Armería
(ver mapa 1). Los alborotadores habrían sido los propios «chinos»,
entre los que encontramos a don Juan, Francisco Hernández,
Agustín y Domingo; especialmente este último fue quien envió a
Simón a que trajese un tecomate de vino de cocos de la huerta
cercana de Ana de la Zarza, y con este se habrían emborrachado
todos. La familia De la Zarza poseía huertas de cacao en el valle
de Caxitlán desde, cuando menos, los últimos años del siglo XVI
(Romero de Solís, 2001, pp. 618-619), y no debemos olvidar que
fue justo en este tipo de haciendas donde se insertó la palma de
coco a su llegada desde Asia. El hecho de que Domingo viviera en
casa de doña Ana, mientras los otros en sitios distintos del mismo
valle de Caxitlán, nos revela que en días de descanso los filipinos
buscaban reunirse, acaso por afinidad de origen, acaso para revivir
la costumbre de beber en comunidad, tan ordinaria entre diversos
grupos filipinos.
Notemos cómo incluso la cultura material para este momento
ya está inmersa en los procesos de intercambios transoceánicos, con
un tecomate18 que anteriormente servía para despachar y almacenar
bebidas de la tierra y, ahora, se llena con un destilado cuya técnica
llegó de fuera. A partir de entonces observaremos que, a lo largo del
siglo XVII, los tecomates eran los utensilios mediante los cuales se
guardaba y despachaba a medida esa bebida. La palabra «tecomate»,
en referencia a una jícara o recipiente, fue muy común en Filipinas, al
igual que otros nahuatlismos. El jesuita Ignacio Alzina, en su gran obra

18 Del náhuatl «tecomatl», que se utilizaba como vasija o recipiente de líquidos,


generalmente de la especie Crescentia alata.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 105
Paulina maChuCa

sobre los indios bisayas, refería en 1668 que la cáscara o nuez del coco
«sirven de vasos para beber chocolate que llaman tecumates» (Yepes,
1996, p. 96). Algunos nahuatlismos también atravesaron el Pacífico.
¿Quiénes son los otros «chinos» acompañantes de don Juan,
acusados de vender vino de cocos a los naturales? Son hombres
maduros para su tiempo, cuya edad oscila entre los treinta y los
cuarenta años de edad. A expresa pregunta del teniente, Domingo
respondió que era «chino natural de Manila», mientras que Agustín
declaró ser oriundo de Parañaque (ver mapa 2), un pueblo tagalo
situado al sur de Manila. Desafortunadamente no se preguntó a don
Juan ni a Francisco Hernández su lugar de origen.

mapa 2. Isla de Luzón (Filipinas).

106 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

A pesar de que los otros «chinos» no supieron firmar, sí


contamos con algunos datos personales. Por ejemplo, Agustín, de
cuarenta años y original de Parañaque, dijo ser casado en Filipinas
y hacía seis años que había dejado a su mujer. Parañaque era un
pueblo de indios bajo el dominio de los agustinos, la primera orden
misionera en llegar al archipiélago y que gozaba de una amplia
presencia en los pueblos cercanos a Manila. No sabemos si antes
de llegar a Colima residió en otros lugares, pero el hecho de estar
casado hizo la diferencia con respecto a sus coterráneos, pues al
final del juicio se le condenó, además de pagar 15 pesos de oro
común, a que en un plazo de veinte días «se apreste de ir a hacer
vida maridable con su mujer» hasta Filipinas. No olvidemos que
una de las medidas de la administración colonial era procurar que
los españoles se reunieran con su familia, ya fuese regresando a
la Península, o bien, trayendo al Nuevo Mundo a sus esposas e
hijos. Tenemos aquí una medida aplicable en teoría al universo
de los hispanos, pero retomada en el caso de un «indio chino».
De haberse cumplido la sentencia, Agustín tuvo que haberse ido
custodiado hasta la ciudad de México, a la espera de que otros
sentenciados a galeras y desterrados a Filipinas esperaran la llegada
del Galeón para poder embarcarse rumbo a Cavite.19
Así, la sentencia judicial de los cuatro chinos culminó en
condenas pecuniarias y de otra índole, tomando en cuenta que,
para las autoridades, los «chinos» desobedecieron la prohibición
expresa de vender y hacer circular vino de cocos entre los indios
(véase cuadro 1). Algunas conjeturas del porqué de la diferencia en
las cantidades señaladas en la condena radican en que Domingo, a
quien correspondió la pena más alta de 18 pesos de oro común, fue

19 Algunas sentencias de destierro a Filipinas se localizan en el AHMC, como el


caso de ocho españoles en 1616, tras una agresión al alcalde ordinario, Diego
González Conde. Sin embargo, no existe certeza de que estos individuos se
hayan embarcado rumbo a Filipinas para cumplir su condena: AHMC, sección
B, caja 3, exp. 8.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 107
Paulina maChuCa

quien envió al mayordomo Simón por el vino de cocos el día de la


borrachera en casa de don Álvaro García. Pero, además, durante los
interrogatorios salió a la luz otra borrachera en días previos, en esta
ocasión en casa del español Juan Ramírez, donde los criados bebieron
aguardiente y al final se desató una riña, en la cual Domingo habría
herido a Juan, indio gañán de Ramírez; al defenderse, Domingo
afirmó que no había sido él sino el «chino» Agustín quien había
golpeado a Juan. Por cierto, Agustín fue condenado a pagar 15 pesos
de oro común y a regresar a Filipinas, como lo vimos anteriormente.
Por su parte, sobre nuestro «chino» don Juan, quien también
fue condenado a pagar 15 pesos de oro común, salió a la luz que
anteriormente había estado envuelto en otras riñas, pues se le acusó
que en otra ocasión habría herido en el rostro al mestizo Diego
González en la villa de Colima, sirviéndose de las cachas de su cu-
chillo, y al mismo tiempo le habría quitado la espada que traía, a lo
que Juan respondió que lo hizo en defensa propia, pues el mestizo
lo quiso aporrear. Don Juan, con todo y su pertenencia a la princi-
palía filipina, se desenvolvía como uno más entre sus coterráneos,
sin distinción. No sería este el único caso de un «indio chino» en
Colima que, perteneciendo a una jerarquía colonial distinta a la de
los nativos, se desenvolviera de facto como uno más de ellos: es así
que, en 1608, el «chino» Nicolás Rodríguez solicitó al alcalde mayor
de Colima la exención del tributo y otros servicios, pues alegaba ser
«indio chino mestizo», hijo de un español encomendero de Filipinas
y de una filipina, por lo que además pedía el goce de sus preemi-
nencias.20

20 AHMC, sección B, caja 57, exp. 5, pos. 1.

108 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

Cuadro 1. Sentencias a los «chinos» vinateros (1600)

Nombre Edad Sentencia


18 pesos de oro común y un año de des-
Domingo 30 años
tierro preciso de estas huertas
15 pesos de oro común y un año de des-
Don Juan [¿de Chávez?] 27 años tierro preciso, 5 leguas a la redonda del
valle de Caxitlán
15 pesos de oro común y que dentro de
Agustín 40 años veinte días se apreste de ir a hacer vida
maridable con su mujer
Francisco Hernández21 30 años 6 pesos de oro común
Fuente: AHMC, Fondo Sevilla del Río, caja 5, exp. 4.

Ahora bien, ¿qué nos revelan estas riñas? Que más allá del caso
concreto de la fiesta en casa del alférez, había conflictos frecuentes
entre este sector asiático y otros grupos sociales, como los indios y
los mestizos. El propio don Juan se habría hecho fama de alborota-
dor, pues se le preguntó expresamente «¿por qué tiene de costum-
bre donde quiera que él está, traer revuelta a la gente con borrache-
ras y pendencias?». De los cuatro asiáticos, el único a quien no se le
señaló en riñas fue a Francisco Hernández, a quien se multó con 6
pesos de oro común, la cantidad más baja de todas, y sin destierro.
Hernández manifestó estar enfermo y por ello no trabajaba, de ahí
que negara estar involucrado en la producción y venta de vino de
cocos a los naturales en ese preciso momento. Pero sí dio una pista:
refirió una tercera borrachera un día en casa de Ana de la Zarza, que
también desató un altercado entre los criados y los «chinos», que su-
bió de tono al estar todos ebrios y cargados de cuchillos, garrochas
y gorguces. Desde luego, la condena pecuniaria era alta y solo sabe-

21 La sentencia menciona por error a Francisco Sánchez, en lugar del nombre


original de Francisco Hernández.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 109
Paulina maChuCa

mos que don Juan pagó sus 15 pesos de oro común con un vestido
suyo, mismo que quedó en manos del depositario general, pues no
tenía dinero para pagar esa cantidad.

DoS vinateroS firmanteS «en Su lengua China» (1604)

El segundo documento es más rico en información para nues-


tro análisis. Se trata de otro proceso judicial que data del 14 de mayo
de 1604, y que involucra a catorce filipinos dedicados a la fabrica-
ción de vino de cocos.22 Allí, Pedro Tinbán, Juan de Chávez y Pedro
García (por intermediación de Juan de Chávez) firmaron conforme
al alfabeto baybayin, mientras que otros de sus coterráneos como
Agustín Muñoz, Francisco Pordomo, Juan Marcos García y Ventu-
ra Ortiz también firmaron pero con caracteres latinos. Es decir, en
este caso estamos frente a más de una decena de «indios chinos» que
reflejan tres realidades distintas que se vivía en ese momento en el
archipiélago: aquellos quienes sabían firmar a la usanza castellana,
aquellos quienes sabían firmar todavía con el antiguo alfabeto bayba-
yin y aquellos quienes no sabían firmar sus nombres. Lo revelador es
que prácticamente la mitad de esos filipinos tiene algún roce con la
escritura, lo que apoyaría la versión del jesuita Pedro Chirino sobre
el considerable nivel de alfabetización en Filipinas.
De los catorce testimonios de «chinos», nos interesa en parti-
cular el de dos de ellos: Pedro Tinbán y Juan de Chávez, pues fir-
maron con caracteres en baybayin; este último estampó una tercera
firma, pues fungió de intérprete de su coterráneo, Pedro García. A
pesar de que su información personal es mínima, cuando menos
sabemos su edad y la casa donde trabajaban, lo que nos revela el
involucramiento de las autoridades españolas del ayuntamiento co-
limense en la incipiente producción de vino de cocos.

22 AHMC, sección B, caja 49, exp. 7, pos. 8, ff. 21-32v.

110 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

Pedro Tinbán, con veinte años de edad, trabajaba en la huerta


del alférez mayor Álvaro García de Grijalva, a quien ya citamos en el
expediente anterior, tras la borrachera que hubo en su casa en el año
de 1600. Al igual que en la firma de don Juan, en el caso de Pedro
tenemos una aproximación fonética a su nombre; así, para Pedro se
representa «pi», «di», y para Tinbán, «ti», «ba» (imagen 2).

imagen 2. Firma de Pedro Tinbán.

Juan de Chávez, también de veinte años de edad, hacía vino


de cocos en la casa del clérigo Alonso Lorenzo, detalle importante
porque nos revela que también las autoridades eclesiásticas tenían
negocios en la producción de aguardiente colimense. En su caso, la
aproximación fonética a su nombre sería «su», «wa», «sa», «bi» (ima-
gen 3). Hay que tomar en cuenta que la pronunciación del nombre
«Juan» para ese entonces debió ser distinta que la actual, y ello de-
nota una variación fonética ocurrida entre el siglo XVI y la primera
mitad del siglo XVII (Miller, 2011a).

imagen 3. Firma de Juan de Chávez.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 111
Paulina maChuCa

Un elemento a destacar es que en la testificación se le mencio-


nó como «indio chino ladino», y al firmar su nombre lo hizo «en len-
gua china», según precisó el escribano, Jerónimo Dávalos Vergara.
Notemos cómo la apreciación de Dávalos va acorde a lo que en la
época se conocía como «China» y «lo chino» en el mundo hispano-
americano, en referencia al continente asiático y como sinónimo de
este. Jerónimo Dávalos no dijo «lengua filipina», sino que escogió el
adjetivo que su universo mental le permitió en ese momento. Al fin
y al cabo, Juan de Chávez y Pedro Tinbán, de quien también señaló
que había firmado en su «lengua china», eran «indios chinos» y, por
ende, su escritura debía ser considerada como tal.
Finalmente, Pedro García, el más longevo de los tres con cuarenta
años de edad, servía de vinatero en la misma huerta del clérigo Alonso
Lorenzo, pero su caso es especial porque no sabía hablar castellano,
ante lo cual su propio compañero, Juan de Chávez, fungió como su
intérprete y firmó por él, cuyo nombre se leería «pi», «di», más la frase
«ba» «la» (suponemos que se refiere a valer, validar o avalar), y después
tenemos la firma de Juan de Chávez (imagen 4). Un detalle adicional
del «indio chino» Pedro es su capacidad de movilidad y desplazamiento
más allá de la provincia de Colima, pues cuando se le preguntó sobre
la producción ilícita de vino de cocos, él argumentó en su defensa que
cuando se pregonó el auto de prohibición de la bebida no estaba en
esta provincia, sino en Guadalajara, y que hasta ese momento no había
producido aguardiente. Podemos sugerir que se había desplazado a la
capital del reino de la Nueva Galicia a petición de su amo, el clérigo
Alonso Lorenzo, y que en todo caso Pedro García era un criado de su
confianza.

imagen 4. Firma de Pedro García elaborada por Juan de Chávez.

112 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

Además de estos «indios chinos» firmantes, otros cuatro


«chinos» que aparecen en el expediente judicial también estamparon
su firma, pero con caracteres latinos: Juan Marcos García (23 años),
Agustín Muñoz (27 años), Francisco Pordomo (30 años) y Ventura
Ortiz (33 años).23 Es decir, de un total de catorce «indios chinos», la
mitad supo firmar su nombre, ya sea en caracteres filipinos o latinos.
Volvemos a interrogarnos sobre qué porcentaje de filipinos sabía leer
y escribir antes y después de la llegada de los españoles, y cuántos
de ellos se trasladaron a la Nueva España. En otras palabras: ¿el
porcentaje de filipinos firmantes en la muestra particular de Colima,
es representativo de lo que ocurría en el archipiélago? ¿Tuvieron
estos filipinos itinerantes un perfil más bien letrado que el resto de
sus coterráneos? Es una pregunta difícil de responder. Lo que es un
hecho es que todos nuestros «indios chinos» nacieron después de
la llegada de los españoles al archipiélago. Agustín, el más veterano,
habría nacido en 1564, justo el año en que la expedición de Miguel
López de Legazpi y Andrés de Urdaneta zarpó del Puerto de La
Navidad rumbo a Filipinas, llegando a la isla de Cebú en 1565. Hay
que tomar en cuenta que Manila se fundó en 1571, lo que significa
que los vinateros de 33 años y menos nacieron justo en ese periodo
de conquista.
Según lo afirmado por Pedro Chirino, en el archipiélago era
común que hombres y mujeres supieran leer y escribir, antes de la
llegada de los españoles: «son tan dados todos estos isleños al escri-
bir y leer que no hay caso hombre, y mucho menos mujer, que no
lea y escriba en letras propias de la isla de Manila» (Chirino, 1604, p.
39). Notemos cómo Chirino puso el énfasis en la alfabetización de
las mujeres, lo cual sería una tendencia distinta a lo que ocurría con
el grueso de las mujeres en el mundo occidental de ese momento,
incluso en el mundo indígena de la Nueva España (Restall, 1997, p.

23 Estas firmas y su respectivo análisis se reproducen en Machuca (2018,


pp. 174-176).

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 113
Paulina maChuCa

245). William H. Scott (2010, p. 210), sin embargo, es más escéptico


que Chirino, pues refiere algunos expedientes precisos, entre 1590
y 1620, en que no todos los miembros de la principalía indígena
sabían firmar sus nombres.
Más allá de lo asegurado por Chirino, ofrecer al lector un por-
centaje de los asiáticos que sabían leer y escribir en las Filipinas
del siglo XVII es difícil, máxime si la información es fragmentada.
Sin embargo, si tomamos en cuenta el total de los asiáticos en los
expedientes que hemos analizado de 1600 y 1604, tendremos las
siguientes estadísticas preliminares: de dieciocho «indios chinos» a
quienes se les preguntó si sabían firmar,24 resultaría que el 39 %
sabía escribir su nombre —siete de dieciocho individuos—, una ci-
fra considerable. Ahora bien, de esos siete firmantes, casi la mitad
estampó su nombre con caracteres filipinos, mientras que la otra
mitad lo hizo con caracteres latinos; solo uno de ellos necesitó un
intérprete, y el resto era «ladino». Está claro que saber firmar no ne-
cesariamente significaba saber escribir, pero al menos, estampar una
firma, signar un documento, revela un cierto roce con la escritura.25

ConCluSioneS

Lejos del puerto de Acapulco, de las faenas propias del Ga-


león de Manila, encontramos en la provincia de Colima de la Nueva
España a una serie de inmigrantes filipinos cuyas vidas tomaron
otros rumbos al cruzar la inmensidad del océano Pacífico durante
la primera globalización. Individuos que se movieron entre paisajes

24 Nos referimos a los procesos judiciales en que se involucraron «indios chinos»


vinateros en 1600 y 1604, mismos que ya analizamos anteriormente y que co-
rresponden a las signaturas AHMC, sección B, caja 49, exp. 7, pos. 8; y AHMC,
Fondo Sevilla del Río, caja 5, exp. 4.
25 Las firmas a las que aludimos se reproducen en Machuca (2018).

114 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

tropicales de palmas de coco, similares a los del archipiélago filipi-


no, pero esta vez escuchando voces no solo en tagalo y castellano,
sino también en náhuatl. Individuos que supieron insertarse en esa
sociedad de acogida gracias a su conocimiento en el uso y manejo
tradicional del cocotero, especialmente en la producción del destila-
do conocido como vino de cocos.
Más allá del análisis que dedicamos a estas vidas peregrinas,
un enfoque basado en la microhistoria global nos permitió darnos
cuenta de otros procesos a nivel macro que se estaba gestando, al
mismo tiempo, a ambos lados del Pacífico, con la monarquía hispana
experimentando y extendiendo sus propios modelos de alfabetización
en el conjunto de las poblaciones nativas. Los expedientes revelan el
tipo de sociedad globalizada que en ese momento se desarrollaba,
incluso, en un lugar marginal, como el caso del valle de Caxitlán
de la provincia de Colima: el uso de distintas lenguas, escribanos
que consignan el empleo de una «lengua china» que en realidad es
filipina, la presencia de intérpretes para el náhuatl y tagalo en un
documento escrito en castellano. Todo ello, en el marco de una
sociedad multiétnica que se va acomodando a los nuevos tiempos,
donde los conflictos entre asiáticos e indios naturales y el conjunto
de los mestizos aflora cada vez más. Pero esta complejidad social
también se encuentra, al mismo tiempo, en Filipinas, con individuos
nativos conviviendo con otros grupos asiáticos, y algunos de los
expedientes resguardados en la Universidad de Santo Tomás de
Manila no dejan mentir: la pluralidad cultural es evidente en escritos
que contienen elementos del baybayin, de la lengua filipina con
alfabeto latino y, por si fuera poco, de caracteres en chino (Trota
José, 2020, p. 95).
Finalmente, debemos reconocer la importancia de los archivos
judiciales como repositorios de la memoria de gente ordinaria, pues
no olvidemos que las huellas del baybayin como escritura peregrina
la debemos al involucramiento de nuestros «indios chinos» en un
proceso legal, en cuyo telón de fondo se vislumbra un negocio

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 115
Paulina maChuCa

lucrativo del que los españoles supieron sacar provecho, con el vino
de cocos como protagonista, una bebida alcohólica derivada de
una planta (Cocos nucifera L.) y una técnica recién llegados del otro
lado del Pacífico. Estos filipinos, de vida modesta y sin mayores
reflectores, fueron capaces de adaptarse a una sociedad ajena al
poner en práctica su propio conocimiento tradicional, de estampar
unas firmas que, cuatro siglos después, constituyen una huella de
esa primera globalización.

agraDeCimientoS
Este texto se enriqueció significativamente gracias a los comentarios de dos
especialistas del baybayin, Jean-Paul G. Potet y Christopher Miller, a quienes
agradezco su generosidad en las recomendaciones y una atenta lectura de la
primera versión. De igual manera, agradezco a Caroline Cunill y a Thomas
Calvo por sus atinadas sugerencias bibliográficas.

ConfliCto De intereSeS
La autora declara no tener conflicto de intereses.

CoPyright
2022, la autora.
Este artículo es de acceso abierto, distribuido bajo los términos y condicio-
nes de la licencia de Creative Commons (CC BY) (https://creativecommons.
org/licenses/by/4.0/).

referenCiaS

SitioS web

UST as keeper of the Baybayin documents. Sitio web. Disponible en: https://www.
ust.edu.ph/the-baybayin-documents. Consulta: 05.01.2022.

116 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

arChivoS

arChivo general de indias (Sevilla, España) [AGI]


arChivo históriCo del muniCipio de Colima (Colima, México) [AHMC]

bibliografía

albarrán gonzález, Benigno (1998). La primera traducción de la Doctri-


na cristiana del Cardenal Belarmino al ilocano (Filipinas). Livius,
núm. 12, pp. 9-20.

andrade, Tonio (2010). A Chinese Farmer, Two African Boys, and a War-
lord. Journal of World History, vol. 21, núm. 4, diciembre, pp. 573-
591.

berthe, Jean-Pierre (1958). El archivo municipal de Colima. Historia Mexica-


na, vol. 8, núm. 2, octubre-diciembre, pp. 222-225.

bertrand, Romain y Guillaume Calafat (2018). Global microhistory: A case


to follow. Annales, 73, núm. 1, pp. 3-17.

Calvo, Thomas (1983). Japoneses en Guadalajara: «blancos de honor» duran-


te el seiscientos mexicano. Revista de Indias, vol. XLIII, núm. 172,
julio-diciembre, pp. 533-547.

Carrillo, Rubén Martín (2015). Asian cultural and migratory flows in Mexico in the
early stages of «globalization» (1565-1816). Tesis de doctorado. Barce-
lona: Universitat Oberta de Catalunya.

Cervera, José Antonio (2020). A cultural bridge between East and West
in the Sixteenth Century: Juan Cobo and his book Shilu. En:
Florina H. Capistrano-Baker y Meha Priyadarshini (eds.).
Transpacific engagements. Trade, translation, and visual culture of entangled
empires (1565-1898). Makati City, Los Ángeles y Florencia: Ayala
Foundation Inc.; Getty Research Institute; Kunsthistorisches
Institut in Florenz, pp. 77-89.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 117
Paulina maChuCa

Chirino, Pedro (1604). Relación de las Islas Filipinas, y de lo que en ellas han
trabajado los padres de la Compañía de Jesús. Roma: Imprenta de
Estevan Paulino.

Colín, Francisco (1663). Labor evangélica, ministerios apostólicos de los obreros de la


Compañía de Jesús, fundación y progresos de su provincia en las islas Filipi-
nas. Madrid: Joseph Fernández de Buendía.

Cunill, Caroline (2008). La alfabetización de los mayas yucatecos y sus


consecuencias sociales, 1545-1580. Estudios de cultura maya, vol. 31,
pp. 163-192.

delgado, Juan José (1892 [1751]). Historia general sacro-profana, política y natural
de las islas del Poniente llamadas Filipinas. Manila: Imprenta de El Eco
de Filipinas de D. Juan Atayde.

de los santos, Domingo (1794). Vocabulario de la lengua tagala. Primera y segun-


da parte. Sampaloc: Imprenta de N. S. de Loreto.

desCalzo yuste, Eduardo (2015). La compañía de Jesús en Filipinas (1581-1768):


realidad y representación. Tesis de doctorado. Barcelona: Universidad
Autónoma de Barcelona.

furlong, Matthew J. (2014). Peasants, servants, and sojourners: itinerant Asians


in colonial New Spain, 1571-1720. Tesis de doctorado. Tucson: The
University of Arizona.

garone gravier, Marina (2007). Nuevos retratos para las viejas palabras.
Libros novohispanos en lenguas indígenas. Istor: revista de historia
internacional, año 8, núm. 31, pp. 102-117.

ghobrial, John-Paul (2019). Introduction: seeing the world like a microhis-


torian. Past and Present, suplemento 14, pp. 1-22.

hayashiya, Eikichi (2009). Preámbulo. En: Melba Falck y Héctor Palacios.


El japonés que conquistó Guadalajara. La historia de Juan de Páez en la
Guadalajara del siglo XVII. Guadalajara: Universidad de Guadala-
jara, pp. 15-17.

118 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

maChuCa, Paulina (2016). Elites y gobierno en Colima de la Nueva España (siglo


XVII). Colima: Archivo Histórico del Municipio de Colima; Se-
cretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Colima.

maChuCa, Paulina (2018). El vino de cocos en la Nueva España. Historia de una


transculturación en el siglo XVII. Zamora: El Colegio de Michoacán.

mas y sanz, Sinibaldo (1843). Informe sobre el Estado de las islas Filipinas en 1842.
Madrid: s. e.

miller, Christopher (2011a). Filipino Cultural Heritage in the UST Archi-


ves. Baybayin script in 17th century land leeds. En: International
Conference on the Heritage and History of the University of Santo Tomas.
Manila: Universidad de Santo Tomás, pp. 1-45.

miller, Christopher (2011b). Linguistic insights into the history of Philip-


pine script: graphonomic structure, sociolinguistic variation, and
contact phenomena. Ponencia presentada en Philippine Linguistics
Conference. Quezon City: Universidad de Filipinas Diliman.

mojarro, Jorge (2020). Los primeros libros impresos en Filipinas (1593-


1607). Hispania sacra, vol. LXXII, núm. 145, enero-junio, pp. 231-
240.

ogborn, Miles (2008). Global lives. Britain and the world, 1550-1800. Cambridge:
Cambridge University Press.

oropeza, Déborah (2020). La migración asiática en el virreinato de la Nueva Es-


paña: un proceso de globalización (1565-1700). México: El Colegio de
México.

potet, Jean-Paul G. (1987). La pétition tagale: Caming manga alipin (1665).


Cahiers de Linguistique. Asie Orientale, vol. 16, núm. 1, junio,
pp. 109-157.

potet, Jean-Paul G. (2013). Tagalog linguistics and miscellanies. Raleigh: Lulu


Press, Inc.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 119
Paulina maChuCa

potet, Jean-Paul G. (2014). Baybayin. The Syllabic Alphabeth of the Tagalogs. Ra-
leigh: Lulu Press, Inc.

restall, Matthew (1997). Heirs to the hieroglyphs: indigenous writing in


colonial Mesoamerica. The Americas, vol. 54, núm. 2, octubre,
pp. 239-267.

romero de solís, José Miguel (2001). Andariegos y pobladores. Nueva España y


Nueva Galicia (siglo XVI). Zamora: El Colegio de Michoacán; Ar-
chivo Histórico del Municipio de Colima; Universidad de Colima;
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

sales, Marlon James (en proceso). Heretical Multilingualisms: Linguistic Di-


versity, Translation, and Heterodoxy in the Early Spanish Philip-
pines. En: Y. Beale-Rivaya y V. Menaldi (eds.). Language Fusion and
Contact in the Medieval and Early Modern Spanish-speaking Worlds. Am-
sterdam: Brepols.

santamaría, Alberto (1938). El «Baybayin» en el Archivo de Santo To-


más. Algo de paleografía tagala. UNITAS, vol. XVI, núm. 8,
pp. 441-480.

sCott, William Henry (1984). Prehispanic Source Materials for the Study of Philip-
pine History. Quezon City: New Day Publishers.

sCott, William Henry (2010). Barangay. Sixteenth-Century Philippine Culture and


Society. Quezon City: Ateneo de Manila University Press.

seijas, Tatiana (2014). Asian slaves in colonial Mexico. From Chinos to Indians.
Nueva York: Cambridge University Press.

trota josé, Regalado (2020). Don Luis Castilla Offers to Sell Land in Manila
(1629). En: Christina H. Lee y Ricardo Padrón (eds.). The Spa-
nish Pacific, 1521-1815. Amsterdam: Amsterdam University Press,
pp. 91-113.

villamor, Ignacio (1922). La antigua escritura filipina. Manila: Tip. Pontificia


del Colegio de Santo Tomás.

120 Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121.
miCrohistoria global de una esCritura peregrina:
el alfabeto filipino baybayin en Colima de la nueva españa (1600-1604)

yepes, Victoria (1996). Historia natural de las islas bisayas del Padre Alzina.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Fecha de recepción: 16 de agosto de 2022.


Fecha de evaluación: 10 de octubre de 2022.
Fecha de aceptación: 23 de noviembre de 2022.
Fecha de publicación: 30 de diciembre de 2022.

Allpanchis (ISSN 0252-8835, ISSN en línea 2708-8960), núm. 90, 2022, pp. 85-121. 121

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy