2022 06 12 Libertad para Morirse de Hambre

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(En general, cualquier interpretación meramente leninista de los movimientos de masas

pierde la oportunidad de entender la forma en que el Estado se encarna en los ciudadanos


EN LAS COYUNTURAS REVOLUCIONARIAS. Es un poco la comprensión todavía empírica y
por lo tanto acrítica del fenómeno de la contrarrevolución. Bajo esta perspectiva, es
imposible comprender la existencia de movimientos de masa reaccionarios, como el que
vendría a personificar el deleznable Milei. El cinismo no requiere otra explicación: la
repetición de lo obviamente deleznable es expresión del corto circuito asociado a las
coyunturas críticas y revolucionarias, en las que una fracción de las masas -la
reaccionaria- procede a reafirmar acríticamente, defender y hasta pelear y morir por la
continuación de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, del mismo modo
que otra se organiza por la revolución en tanto que movimiento real que anula y supera el
estado de cosas actual, si bien actualmente lo hace de formas parciales y enajenadas.
Milei en las elecciones presidenciales de Argentina en 2023 es el faro que refleja la luz de
esta situación en su contexto).

Grabois: “Si vos tenés que elegir entre no comer y ser explotado por 18 horas, 14 o 10, yo
elegiría ser explotado, pero esa no es mi voluntad”.

Milei: “¿Cómo qué no? También podés elegir si querés morirte de hambre. ¡Y claro, obvio!”
Luego: “Cada uno puede hacer de su vida lo que se le dé la gana. ¿Por qué me querés
imponer una preferencia? ¿No te parece autoritario?”. Cruce en el debate Milei-Grabois
(aquí).
Mucha gente ha rechazado, indignada, la afirmación de Milei sobre que el obrero ejerce su
libertad al optar entre ser explotado y morirse de hambre. Pero lo que ha dicho el
diputado anarco-capitalista constituye la relación de producción base de la sociedad
actual. Recordemos también que este argumento de Milei fue adelantado, hace ya años,
por el ideólogo de la derecha, ex profesor en Harvard, Columbia, Oxford y Princeton,
Robert Nozick (1938-2002). A igual que el austriaco de las pampas, Nozick sostuvo que
cuando el obrero establece un contrato con el capitalista, a cambio de un salario, lo hace
libremente ya que puede elegir trabajar para otro capitalista y, en última instancia, puede
elegir morirse de hambre (véase p. 255). Anotamos asimismo su sugerencia de que los
obreros compren las empresas “con las reservas de dinero de propiedad personal” y
establezcan fábricas bajo su control (p. 248). Para una crítica de este programa de
“paquetes accionarios populares”, véase aquí.
En cualquier caso, estamos en el punto nodal de la explicación de Marx de la forma en
que es explotado el trabajo en el modo de producción capitalista. En lo que sigue
presentamos algunas reflexiones sobre el tema.

Explotación y libertad
Empecemos recordando que el argumento central de Marx es que el proletario está
privado de los medios de producción y por lo tanto debe vender su fuerza de trabajo para
obtener sus medios de vida. Pero el capitalista solo le da trabajo si el obrero acepta
entregar plustrabajo gratis. (Esto es meramente la apariencia de la relación de
explotación. En realidad, el capital paga el valor íntegro de la reproducción social de la
fuerza de trabajo. El capitalismo no ha de ser acabado por ser “injusto”: el punto es que
se está agotando, y en el proceso es más insostenible y violenta su reproducción, lo que
lleva necesariamente a la necesidad de la revolución). Para el obrero, la alternativa
disponible es morir de hambre (o caer, junto a su familia, en la indigencia). En
consecuencia, es “libre” en dos sentidos. Por un lado, porque lo han “liberado” de la
propiedad de medios de producción (para una discusión de ese aspecto, véase aquí). Por
otro, porque es libre de ir al mercado y vender su fuerza de trabajo.
Así, la explotación se establece a través de una transacción en la que capitalista y obrero
aparecen como propietarios, uno de los medios de producción y consumo, el otro de su
fuerza de trabajo. Por eso, es una forma de explotación distinta de la que ocurre en el
esclavismo o el feudalismo. En estos regímenes sociales la explotación ocurre a través de
la coerción extraeconómica (o sea, manu militari). En el capitalismo, en cambio, la
transacción es libre formalmente (encaja en la concepción negativa de la libertad). Pero
sigue siendo, de contenido, una relación no libre, en lo que hace al poder real del obrero
de elegir entre alternativas y realizar sus potencialidades humanas y sus aspiraciones
(concepción que entronca con la noción positiva de la libertad). En la actual sociedad está
obligado a optar entre ser explotado y morir de hambre, disyuntiva que no se le presenta
al propietario de los medios de producción. Con su habitual superficialidad, Milei pasa por
alto esta diferencia sustancial.
Naturalmente, los apologistas del capitalismo también pasan por alto la pregunta de por
qué en el mercado aparecen por un lado los propietarios de los medios de producción y
subsistencia, y por el otro los cientos de millones que no poseen más que su fuerza de
trabajo. No es una relación natural, ni común a todos los períodos históricos. Es, por el
contrario, “el resultado de un desarrollo histórico precedente” (Marx, 1999, p. 206, t. 1).
Pero de eso tampoco se habla en las elevadas cumbres de la ciencia burguesa.

Individualismo y análisis de clase, relación formal y contenido


Lo explicado en el punto anterior pone de relieve la centralidad del análisis de clase. Es
que el capitalista y el obrero llegan al mercado no como simples individuos “libres”, sino
como portadores de relaciones sociales: “la relación de clase entre el capitalista y el
asalariado ya existe, ya está presupuesta en el momento en que ambos se enfrentan en el
acto Dinero – Fuerza de Trabajo… Es compra y venta, relación dineraria, pero una compra
y una venta en las que se presuponen el comprador como capitalista y el vendedor como
asalariado, y esta relación está dada por el hecho de que las condiciones para que se
efectivice la fuerza de trabajo –medios de subsistencia y medios de producción- están
separados como propiedad ajena del poseedor de la fuerza de trabajo” (p. 37, t. 2, ibid.).
Se trata de “distintas condiciones económicas fundamentales en que se enfrentan
comprador y vendedor, en su relación de clase” (p. 38, ibid.; énfasis nuestro).
Una relación que implica una relación de poder del capital. Capitalista y obrero son
formalmente iguales, pero el capitalista se apropia sin equivalente de trabajo vivo ajeno:
“La propiedad aparece ahora, de parte del capitalista, como el derecho de apropiarse de
trabajo ajeno impago, o de su producto; de parte del obrero, como la imposibilidad de
apropiarse de su propio producto” (p. 721, t. 1, ibid.; énfasis agregado). La concentración
creciente de medios de producción y riqueza en manos del capital es su consecuencia
necesaria (véase ibid.).
La condición necesaria de la explotación
Subrayamos que la no propiedad de los medios de producción es una condición más
fundamental que la existencia de un ejército industrial de reserva para la existencia del
capitalismo. Es que si bien la desocupación refuerza la presión del capital sobre los
asalariados, la relación de explotación ya está dada cuando el capitalista no contrata
fuerza de trabajo si esta no acepta entregar trabajo gratis. Por eso, no es posible eliminar
esta constricción en tanto continúe la propiedad privada del capital (una cuestión que ni
menta Grabois). En particular, es imposible acabar con la explotación reduciendo la
jornada de trabajo (propuesta que he leído por estos días en un periódico marxista, en
crítica a Milei).
Insensibilizar ante la realidad de la explotación
Carente de fundamento científico, el planteo de Milei-Nozick tiene como objetivo
insensibilizar las conciencias frente a la realidad de la explotación. En este plano, cumple
un rol similar al que históricamente tuvo el racismo para justificar la esclavitud y otras
formas de opresión. Tengamos presente que “el concepto de raza representa una
racionalización de un sistema de opresión, explotación y dominación” (véase Quintero
Corrales y Murillo Moreno, 2021, p. 100). En la misma sintonía, la brutal “tesis” de “la
libertad de morirse de hambre” busca insensibilizar a la opinión pública ante una relación
social de propiedad / desposesión que es la base de la explotación. (Milei es un cínico, y
no un apologeta; por eso la descripción de Astarita falla). Lo esencial de lo sostenido por
los Milei y Nozick: sin pasado histórico, sin condicionamientos de clase, los trabajadores
asalariados “eligen” ser explotados. ¿Acaso no tienen la opción del hambre? Falta que nos
expliquen que el que muere por inanición está “maximizando su placer masoquista” (para
eso, Gary Becker, premio Nobel de Economía, les puede dar una ayudita). Y para que no
queden dudas, Milei suma la “libre venta de órganos”. En definitiva, hay negocios
disponibles “para todos y para todas” en el mejor de los mundos posibles. ¿De qué se
quejan?

De conjunto, se configura así un razonamiento de bestias, disfrazado de ciencia y


expansión de las libertades.

Textos citados:
Quinteros Corrales, H. B. y A. Murillo Moreno (2021): “El racismo como ideología y su
negación en nuestras sociedades”, Perspectivas Revista de Ciencias Sociales, año 6, N° 11,
pp. 97-117.
Marx, K. (1999): El capital, México, Siglo XXI.
Nozick, R. (1988): Anarquía, Estado y utopía, México, FCE.

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