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AMAR MÁS, SANA

Rebeca Barba

TALLER DEL PERDÓN


ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR
P. EMILIANO TARDIF

Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo


y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos
que Jesús es la luz, la verdad y el buen pastor,
que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti, como tu hijo/a.


Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.

Tú conoces mi corazón y conoces las heridas de mi historia.


Tú conoces todo lo que he querido hacer y no he hecho.
Conoces también lo que hice o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones, errores y mi pecado.
Conoces los traumas y complejos de mi vida.

Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mí,
para que el calor de su amor sanador, penetre en lo más íntimo de mi
corazón.

Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas,


sáname aquí y ahora de mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde
estaban tus discípulos llenos de miedo.

Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: “Paz a vosotros”.


Entra en mi corazón y dame tu paz. Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por mi vida y sana mi corazón.

Sabemos, Señor Jesús, que tú lo haces siempre que te lo pedimos,

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y te lo estoy pidiendo con María, mi Madre,
la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino
y tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.

Cambia mi corazón y dame un corazón generoso,


un corazón afable, un corazón bondadoso,
dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu que es amor, paz, alegría.

Haz que venga sobre mí el Espíritu de las bienaventuranzas,


para que pueda saborear y buscar a Dios cada día
viviendo sin complejos ni traumas junto a los demás,
junto a mi familia, junto a mis hermanos.

Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en mi vida.


Te doy gracias de todo corazón porque tú me sanas,
porque tú me liberas, porque tú rompes las cadenas y me das la libertad.

Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tu Espíritu


y este templo no se puede destruir porque es la casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe.
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
Bendito y alabado seas, Señor. Amén

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ORACIÓN POR LA SANACIÓN INTERIOR
P. GABRIEL AMORTH

Señor Jesús, tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego
que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en
especial que cures aquellos que son causa de pecado.

Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me
han afectado en tierna edad y de aquellas heridas que me los han provocado
a lo largo de toda la vida. Señor Jesús, tú conoces mis problemas, los pongo
todos en tu corazón de Buen Pastor.

Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que cures las
pequeñas heridas que hay en el mío. Cura las heridas de mis recuerdos, a fin
de que nada de cuanto me ha pasado me haga permanecer en el dolor, la
angustia o la preocupación.

Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos
de tu Corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno.

Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las
personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza
de que tú eres la Resurrección y la Vida. Hazme testigo auténtico de tu
Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viva
entre nosotros. Amén.

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EL PERDÓN

Perdonar trasciende todas las razones. No es un derecho, no es una ley. Para poder
perdonar necesitamos dos cosas: querer perdonar y fe. El decir que es necesario
“querer perdonar” significa que perdonar muchas veces será un acto de la voluntad. No
siempre vas a “sentir” ganas de perdonar. Perdonar es algo que hago ante Dios. Si te
preocupa no tener suficiente fe, recuerda que Jesús nos dice que para mover una
montaña bastaría tener la fe del tamaño de una semilla de mostaza (Mt 17, 20). Si tú
ves tu incapacidad para perdonar como una montaña, como algo muy difícil de mover,
piensa que basta la fe del tamaño de una semilla de mostaza.

A continuación te presento algunas razones por las cuales no perdonamos.1

1. Por no conocer el poder de Dios. Crees que perdonar es algo que tú tienes que
lograr y te sientes incapaz de hacerlo. Tú no puedes, pero para Dios todo es
posible (Mt 19,26). Jesús dice “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Piensa
que la otra cara de esa frase es Jesús asegurándote “conmigo todo lo puedes”.

2. Por creernos incapaces de enfrentar el dolor. Es necesario liberar el dolor. El no


hacerlo quizás te esté incluso enfermando. Date cuenta de que el Señor quiere
estar contigo. El Señor te acompaña a visitar esos recuerdos para sanarlos.
Podemos acudir también a la Santísima Virgen María y a otras personas que nos
aman para que estén a nuestro lado cuando hagamos la oración del perdón.

3. Por falta de conciencia de la profundidad de los daños u ofensas recibidos. En


ocasiones puede haberse dado un bloqueo de tus recuerdos y no recordar los
eventos traumáticos. Otras veces asumes que todo está sanado porque ya se
olvidó el pasado o porque mantienes contacto con esa persona que cometió la
ofensa y parecería que la relación es “normal”. Entonces, minimizas el evento,
sus efectos y no alcanzas a ver las consecuencias que esas heridas tienen hoy
en tú día a día.

4. Por deseo de venganza. El resentimiento y el odio te dejan ideando cómo los


demás “van a pagar” por lo que te hicieron. El protagonista de la película “La
cabaña” (2017) en su diálogo con Dios Padre muestra su deseo interior de que
esa persona que mató a su hija “sufra, pague por lo que hizo; se pudra en el
infierno”. Son expresiones muy fuertes y estaban muy dentro de él. A veces ni
siquiera te atreves a admitir que en el fondo deseas el mal para el que te ofendió.
Piensas que eres cristiano y estaría mal pensarlo o decirlo, pero en el fondo es lo
que quisieras que pasara. Hay que ser honesto y estar dispuesto a liberarse de
1
Neal Lozano, Libertad, Florida, Publicaciones Casa, 2008.

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ello, a reconocerlo y pedir perdón al Señor por haberlo deseado (hacer un acto
de arrepentimiento y confesar esta falta).

5. Por miedo. Piensas que si perdonas estarás permitiendo que eso continúe en tu
vida o que quedarás vulnerable. Y sí, cuando perdonas sí te haces vulnerable,
pues perdonar es amar, y el amor pide ser vulnerable. Pero esto es muy distinto a
permitir que te dañen o lastimen.

6. Por orgullo. Es un gran obstáculo para perdonar. Es poner condiciones para


perdonar: “perdono si el otro se pone de rodillas y me pide perdón a mí”, “yo
perdono si el otro resarce por el daño que me ocasionó” (perdón con condiciones
cuando en realidad es GRATUITO). La justicia, es verdad, exige resarcir el daño,
pero muchas veces nuestro agresor ni siquiera está pensando que nos hizo algo
malo. ¿Cómo es posible esto? Sus propias heridas y pecados no le permiten ver
el daño perpetuado. Pero eso no justifica el convertirte en juez o justiciero del
otro. Lo que en realidad sucede dentro de ti es que este orgullo hace que tu
dependencia con la otra persona crezca. Cuando perdonamos lo hacemos
porque somos pecadores. Como un igual. No porque soy más justo o más bueno
que el otro. Al perdonar nunca busco hundir al otro, aplastarlo.

7. Por no tomar responsabilidad. La parte que a ti te corresponde es perdonar. En


ocasiones, la otra persona ni siquiera sabrá que la perdonaste. Quizás ya murió.
Tu responsabilidad es sanar para ser libre. Quizás nunca se dará una
reconciliación con la persona que te ofendió. Perdón y reconciliación no es lo
mismo. El perdón es independiente de la reconciliación. Ojalá también se dé la
reconciliación, pero no siempre va a ser posible o aconsejable. Por ejemplo, en el
caso de volver a entrar en relación con alguien que podría ser un peligro para ti.

Lo que creemos equivocadamente acerca del perdón:

● No es olvidar la ofensa
● No es justificar la ofensa
● No es negar la responsabilidad o excusar al ofensor
● El perdón que deseo dar no depende del arrepentimiento del otro. Es gratis.
● No es necesariamente una reconciliación interpersonal con mi ofensor

Pasajes para orar y prepararme para el perdón:

● Mt 18, 21-33
● Mt 13, 25-30
● Lc 6, 29
● Mt 5, 24-45
● Mt 5, 5

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TALLER: ORACIÓN DE PERDÓN
Esta cita nos ayuda a entender lo que se busca en una oración para perdonar:

“El perdón es una parte necesaria en el proceso de


renovación, pero no debemos de enfocarnos en él
desde primera instancia. Antes de que un verdadero
perdón sea otorgado, una persona herida debe
entender claramente cuál es la deuda que debe ser
perdonada y las razones por la cuales debe perdonar.
Este perdón es una consecuencia de ‘sacar cuentas’
de lo que la otra persona le debe y de la
identificación de los pensamientos basados en
mentiras que la atan con el deudor. La persona debe
también encontrar la verdadera liberación de su
propio dolor, de tal forma que pueda experimentar
compasión hacia la persona que le hirió. ... Cuando
las mentiras son renunciadas y reemplazadas con la
verdad divina, la persona es desatada de su antigua
mentalidad de víctima y liberada para encontrar
compasión y perdón para aquellos que le han hecho
daño.”2

De esta cita hay varios puntos que resaltar:


1. La deuda completa: quizás esto te puede sonar no compatible con tu ser
cristiano. En esta parte de la oración de perdón nos queremos mover en un plano
psico-espiritual y no en un plano moralista. Se trata de llegar al corazón. Vas a
“sacar cuentas” para poder tener presente la deuda completa. Lo haces pidiendo
ayuda al Espíritu Santo. Una herida tiene muchas implicaciones: qué te quitaron,
qué perdiste, cómo te afectó todo esto, qué consecuencias tiene en tu vida hasta
el día de hoy.
2. Liberación del propio dolor: podemos entrar a la oración del perdón con temor a
enfrentar dolor. El acercarnos a la herida puede ocasionar llanto, sollozo o que
nos rompamos. No tengamos miedo. El Señor está con nosotros. Él estuvo
cuando te hirieron. Ahora te va a mostrar dónde estaba cuando esos eventos
sucedieron en tu vida.
3. De las heridas brotan falsas creencias: mentiras que nos creemos acerca de
nosotros mismos y de los demás. Por un lado, están los juicios sobre la persona
o personas que te hirieron. Pueden estar muy bien fundamentados tus juicios,
pero los vas a renunciar para romper con las ataduras que mantienes con tu
2
Ed M. Smith, Teophostic Prayer Ministry, citado en Bob Schuchts, Healing the Whole Person Workbook.

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agresor a través de los juicios. Le dejas a Jesús el juicio de esa persona (Mt
7,1-5). Él la juzgará como solo él puede hacerlo. También pudiste haber hecho
votos o elecciones interiores para protegerte. Estos pueden incluso llegar a
cambiar tu destino. Por otra parte, las heridas te pueden conducir a
deformaciones acerca de tu identidad. Estas se conocen como mentiras de
identidad y te hacen vivir y actuar según lo que te crees de ellas. Todo esto hay
que renunciarlo.
4. La compasión: durante la oración el Señor puede darte la gracia de experimentar
compasión por la persona que te hirió. Esto es todo lo contrario a hacer juicios y
al resentimiento. No es algo que logramos nosotros mismos, es un regalo que el
Señor nos hace. Un gran regalo.
5. Escuchar la verdad que reemplaza estas mentiras: hay que pedirlo al Señor. Nos
abrimos a recibir verdad. La recibimos del mismo Jesús y queda grabada en
nuestro corazón.

En el número 2843 del Catecismo de la Iglesia Católica leemos que el verdadero


perdón tiene que ser desde el corazón:

“Allí es, en efecto, en el fondo “del corazón” donde todo se ata y se desata. No está en
nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al
Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la
ofensa en intercesión.”

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PASOS DEL PERDÓN
A.Pide al Espíritu Santo te muestre a quién necesitas
perdonar (puede ser un familiar, un amigo, una persona
que ha abusado de ti, Dios, tú mismo).
B.Imagina a la persona delante de ti y pon atención a lo que
sientes.
C.Haz recuento de lo que te debe esa persona (lo que te
quitó, cómo te hirió, cómo te afectó lo que hizo… está bien
sentirse enojado, etc.).
D.Imagínate diciéndole a la persona cómo te hirió y cómo te
ha afectado esto.
E.Pídele al Espíritu Santo que te revele lo que crees acerca
de ti basado en ese incidente (alguna mentira de
identidad).
F. Renuncia a la mentira de identidad (por ejemplo: “En el
nombre de Jesucristo, yo renuncio a la mentira de que no
soy amada, a nadie le importo, etc.”).
G. Pide al Espíritu Santo te revele los juicios / juramentos
que mantienes hacia la persona que te hirió.
H.Renuncia a los juicios / juramentos.
I. Pide a Jesús que perdone a la persona que te hirió.
J. Perdónala tú también.
K.Haz una oración de bendición sobre la persona. Pide a
Dios que la bendiga de la forma contraria a la que te hirió.
L. Ahora quédate con Jesús a solas. Pídele te regale
verdades a cambio de las mentiras que te creíste en estas
heridas. Toma nota de estas verdades.

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ORACIÓN DEL PERDÓN A UN ENEMIGO

En el nombre de Jesús, yo (se nombra a uno mismo) perdono a (se nombra


al enemigo):
Por toda ofensa, humillación, envidia, calumnia, maldición y rechazo
cometida por él/ella contra mí.
Por todo pleito, insulto, abandono, golpe y rencor que sienta
injustamente hacia mí.}
Por su alcoholismo, drogadicción, infidelidades y mentiras cometidas
contra mí.
Por sus abusos y maltrato, ya sea físico, verbal o espiritual. Por sus
calumnias vertidas contra mi persona con el solo fin de dañar
irremediablemente mi reputación.
En definitiva: por su falta de amor y falta de caridad hacia mí.
(En este momento se medita, una por una, las heridas cometidas por esa
persona hacia ti, y las colocas sobre las manos de Jesús, para que lave con
su sangre tu dolor y tu rencor).
Y en el nombre de Jesús: yo (...) te perdono a ti (...).
En el corazón de Jesús: yo (...) te perdono a ti (...).
En la misericordia de Jesús: yo (...) te perdono a ti (...).
Y en este momento, y con el amor que me da Jesús y su Madre María, te
bendigo a ti (...), y desato ahora mismo el lazo de rencor entre tú y yo.
Delante de Dios Padre, te declaro inocente y libre de mi rencor. Ya no me
debes nada. Le pido a Jesús que te ame con profundamente, te llene de
paz y se manifieste en ti con abundancia de bienes espirituales y
materiales. Amén.

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ORACIÓN VARIAS
DR. BOB SHUCHTS

CUANDO HAS SUFRIDO FALTA DE AMOR


En el nombre y la autoridad de Jesucristo, recibidos en mi bautismo, yo renuncio a la mentira
de que no soy amado/a o merecedor/a de amor. Yo renuncio a la maldición de rechazo que
viene del padre de la mentira. Yo renuncio a la autoridad que he dado a otros y no a ti, Padre,
para hablarme de mi valor y dignidad. Tú eres el único que me conoce plenamente y me ama
como soy. Reconozco que en virtud de mi bautismo soy amado/a y te deleitas en mí; me has
dado al Espíritu Santo y su amor es derramado en mi corazón. Soy uno/a con Jesús, tu
amadísimo hijo. Amén.

ORACIÓN PARA RENUNCIAR MENTIRA DE IDENTIDAD


En el nombre de Jesucristo, yo renuncio a la mentira de que __________ (“estoy sola”, “soy
fea”, “nada va a cambiar”, “no soy amado”, “no soy suficiente”, etc.). Y en el nombre de Jesús,
y por el poder del Espíritu Santo, pido que se me revele la verdad de mi identidad ante el
Padre, donde estas mentiras han tomado posesión de mi corazón. Amén.

ORACIÓN PARA RENUNCIAR JURAMENTOS INTERIORES


Padre, reconozco que he buscado salvarme a mí mismo/a en vez de apoyarme en ti para mi
salvación. Te pido me perdones por mi pecado de orgullo y autosuficiencia. Reconozco que
mis esfuerzos por protegerme me han dejado en una prisión, detrás de paredes que me
impiden dar y recibir amor libremente. Deseo quedar libre de esta atadura, que es
consecuencia de mis propias decisiones. En el nombre de Jesús, yo renuncio al juramento
interior de __________ (mencionar los detalles de la decisión interior). Te pido que me liberes
de la atadura de este juramento ahora. Gracias Señor. Amén.

ORACIÓN PARA RENUNCIAR JUICIOS


Padre, reconozco que he juzgado a ______________ (nombrar a la persona). Me doy cuenta
de que hice esto para protegerme de los sentimientos de vulnerabilidad e impotencia para no
ser herido/a. También me doy cuenta de que ese juicio es pecado y me ata. Te pido ahora que
me perdones y nos liberes a mí y a ________ (persona juzgada) de esta atadura de
condenación y aislamiento. En el nombre de Jesús renuncio al juicio que hice de ________
(nombre) de que ___________________ (identificar los juicios específicos). Sé que no puedo
cambiar mi corazón por mí mismo/a así que te pido que me des tu corazón lleno de compasión
por _____ (nombre).

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ORACIÓN PARA HERIDAS EN LAS RELACIONES CON LA AUTORIDAD
Padre celestial, alabo tu grandeza reconociendo que toda autoridad en el cielo y en la tierra
proceden de ti. Te doy gracias por compartir tu autoridad con Jesús y con aquellos a quienes Él
confió perpetuar su ministerio en la Iglesia, para que te conociéramos y viviéramos de acuerdo
con tus planes y fines.

Me arrepiento por las veces en que me he rebelado en contra de tu autoridad o la he ignorado,


incluyendo a aquellos a quienes designaste para guiarme, enseñarme y protegerme. Te pido
me perdones por mi arrogancia e insolencia al haber pensado o actuado como si supiera más
que la autoridad que tú nombraste. Te pido me ayudes a crecer continuamente en sumisión a
tu voluntad según me guíe tu Espíritu Santo.

Perdono a todos aquellos investidos de autoridad que te han representado indignamente en


cualquier forma (nombra a las personas y las formas específicas), y te pido que me sanes de
las heridas de confusión y desconfianza que han sido causadas por esto. Padre, te pido
bendigas a todos los que teniendo autoridad han distorsionado tu imagen ante mis ojos, y
enséñales cómo ser verdaderos padres e hijos en comunión con Jesús (ora por cada uno, ora
para que sean bendecidos de la manera contraria a la que te hirieron).

Padre, solo Tú sabes quién soy, mi dignidad y mi llamado. Yo renuncio a toda autoridad que he
otorgado a otro(s) para decirme quién soy, cuál es mi valor o mi llamado. Pongo ahora esa
confianza y autoridad en ti, Padre, y te pido que me hables a través de tu autoridad designada
en mi vida para bendecir y afirmar mi identidad y llamado. Gracias Padre.

Me rindo ante ti y ante la autoridad que has designado en mi vida. Prometo, con tu auxilio,
continuar sometiéndome a ti y a tu autoridad designada para que pueda vivir de acuerdo con tu
santa voluntad. Todo esto lo pido en el nombre y la santa autoridad del Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Amén.

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