Taller Del Perdn
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Taller Del Perdn
Rebeca Barba
Hoy, Padre, te pido que por el amor que le tienes a tu hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mí,
para que el calor de su amor sanador, penetre en lo más íntimo de mi
corazón.
Señor Jesús, tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego
que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en
especial que cures aquellos que son causa de pecado.
Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me
han afectado en tierna edad y de aquellas heridas que me los han provocado
a lo largo de toda la vida. Señor Jesús, tú conoces mis problemas, los pongo
todos en tu corazón de Buen Pastor.
Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que cures las
pequeñas heridas que hay en el mío. Cura las heridas de mis recuerdos, a fin
de que nada de cuanto me ha pasado me haga permanecer en el dolor, la
angustia o la preocupación.
Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos
de tu Corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno.
Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las
personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza
de que tú eres la Resurrección y la Vida. Hazme testigo auténtico de tu
Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viva
entre nosotros. Amén.
Perdonar trasciende todas las razones. No es un derecho, no es una ley. Para poder
perdonar necesitamos dos cosas: querer perdonar y fe. El decir que es necesario
“querer perdonar” significa que perdonar muchas veces será un acto de la voluntad. No
siempre vas a “sentir” ganas de perdonar. Perdonar es algo que hago ante Dios. Si te
preocupa no tener suficiente fe, recuerda que Jesús nos dice que para mover una
montaña bastaría tener la fe del tamaño de una semilla de mostaza (Mt 17, 20). Si tú
ves tu incapacidad para perdonar como una montaña, como algo muy difícil de mover,
piensa que basta la fe del tamaño de una semilla de mostaza.
1. Por no conocer el poder de Dios. Crees que perdonar es algo que tú tienes que
lograr y te sientes incapaz de hacerlo. Tú no puedes, pero para Dios todo es
posible (Mt 19,26). Jesús dice “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Piensa
que la otra cara de esa frase es Jesús asegurándote “conmigo todo lo puedes”.
5. Por miedo. Piensas que si perdonas estarás permitiendo que eso continúe en tu
vida o que quedarás vulnerable. Y sí, cuando perdonas sí te haces vulnerable,
pues perdonar es amar, y el amor pide ser vulnerable. Pero esto es muy distinto a
permitir que te dañen o lastimen.
● No es olvidar la ofensa
● No es justificar la ofensa
● No es negar la responsabilidad o excusar al ofensor
● El perdón que deseo dar no depende del arrepentimiento del otro. Es gratis.
● No es necesariamente una reconciliación interpersonal con mi ofensor
● Mt 18, 21-33
● Mt 13, 25-30
● Lc 6, 29
● Mt 5, 24-45
● Mt 5, 5
“Allí es, en efecto, en el fondo “del corazón” donde todo se ata y se desata. No está en
nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al
Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la
ofensa en intercesión.”
Padre, solo Tú sabes quién soy, mi dignidad y mi llamado. Yo renuncio a toda autoridad que he
otorgado a otro(s) para decirme quién soy, cuál es mi valor o mi llamado. Pongo ahora esa
confianza y autoridad en ti, Padre, y te pido que me hables a través de tu autoridad designada
en mi vida para bendecir y afirmar mi identidad y llamado. Gracias Padre.
Me rindo ante ti y ante la autoridad que has designado en mi vida. Prometo, con tu auxilio,
continuar sometiéndome a ti y a tu autoridad designada para que pueda vivir de acuerdo con tu
santa voluntad. Todo esto lo pido en el nombre y la santa autoridad del Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Amén.