Sweet Little Memories - Abbi Glines
Sweet Little Memories - Abbi Glines
Sweet Little Memories - Abbi Glines
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Sta
Sinopsis
Sweet #3
Prologo
Traducido por Niika.
Las fotos podrían haber sido de cuando Stone era un niño. Sin
Jasper señalándolo, habría visto el parecido. Incluso con mi corazón
gritando que no, mi cabeza había reconocido la verdad. Sólo sabía lo
que Geraldine me había contado sobre padre de Stone. Lo que sabía
no era bueno. La falta de emoción que Stone mostró ante la mención
de su padre también fue la con rmación de que el hombre era malo.
Pero Stone tenía un hijo. Un hijo que permitió que su padre criase.
—¿Cuántos años tiene? —pregunté mientras escuchaba los pasos
de Stone hacían eco subiendo por las escaleras. Estaría aquí en
cualquier momento. Le vería. Su rostro. Y cuando le mirase, vería al
niño.
—Seis o siete. No estoy seguro. Nunca le he visto —respondió
Jasper.
Escudriñé la última foto. Era la más reciente del montón que
Jasper me había pasado. Y supe que Stone ya estaba aquí, porque
podía sentirle. Estaba concentrado en mí. La corriente que estaba
presente siempre que estaba cerca de mí seguía haciendo
hormiguear mi piel.
—¿Qué es lo que ella tiene, Jasper? —Su voz era dura. Fría.
Amenazante.
—Fotos de Wills —contestó Jasper. El desafío estaba implícito.
Elevé la vista hacia Stone de manera inquisitiva, pero se había
girado hacia Jasper. La expresión y el cuerpo de Stone parecían estar
vibrando con ira. La furia ardía vivamente haciendo difícil inhalar.
El miedo comenzó lentamente a desarrollarse dentro de mi pecho,
pero no me moví. No estaba segura de lo que haría si el
distanciamiento entre Jasper y Stone se volviese físico. ¿Cómo los
detendría?
—¿Por qué? —La única palabra era simple, pero la hostilidad tras
ella me hizo temblar.
Jasper se movió nerviosamente. Él conocía a Stone mejor que
nadie. La reacción de Stone era una que Jasper debería haber
esperado. Y aun así, entró en este edi cio y me trajo las fotos.
—Ella tiene que saber. Te aseguraste de que supiese acerca de
todas las mentiras rodeando a mi familia y a la suya. Era la hora de
que supiese todas las mentiras que te envuelven.
Stone dio un paso hacia él. Sus manos estaban hechas puños
rmemente en sus costados mientras los músculos de sus antebrazos
se exionaban en respuesta. Las venas resaltaban en contraste con su
bronceada piel.
Era incapaz de respirar, mucho menos de hablar o moverme. Era
como si estuviese observando esto en un sueño. Un sueño que me
dejó sin el control de mi cuerpo. Era una espectadora observando
todo desarrollándose poco a poco.
—¿Es así? —La voz de Stone no contenía emoción, pero la rabia
estaba ahí. Justo por debajo—. ¿Es así como escoges terminarlo?
Jasper no respondió. Hubo silencio. Mis ojos permanecieron en
Stone. Si se lanzaba a por Jasper, no sería capaz de detenerle. Le
observé con mi cuerpo completamente en ascuas, por si el delgado
aguante de su ira se rompía.
Stone dio otro paso hacía él. —No conseguiste lo que querías. Y
esta fue tu respuesta.
—Tenía que acabar antes de que ella resultase herida de nuevo. —
Jasper sonó a la defensiva.
Los ojos de Stone se estrecharon, su mandíbula se tensaba y movía
cuando inhalaba rápidamente por la nariz.
Jasper estaba manejando esto más que pésimamente. No era que
podría haber un resultado bueno por sus acciones. Pero debería
decir lo que pienso. Tal vez, podría preguntarle acerca del niño.
Tenía que dirigir la atención hacia mí, pero estaba congelada.
—Estoy hablando de los años de amistad. Eras mi familia, Jasper.
Y esto... esto... —señaló a las fotos en mi mano—. ¿Esto es todo? ¿Es
así como quisiste acabar con nosotros?
Jasper no fue rápido con su respuesta. No importaba porque no
podía quitar los ojos de Stone. Todo lo que podía ver era el dolor
alzándose a través de la ira mientras miraba amenazadoramente a
Jasper.
—¿Ibas a contárselo? No, no lo ibas a hacer. Ibas a lastimarla de la
misma forma en que lo hizo mi madre. Ella no se merece eso. Esto
fui yo protegiéndola.
—No, Jasper. Esto fuiste tú vengándote como el niño mimado que
aún eres —gruñó con repulsión—. Vete. Vete antes de que lance tu
lamentable jodido trasero por la ventana más cercana.
No creí que Jasper se fuera. Mi cuerpo estaba encogido tan
severamente como podía, preparándose para el primer golpe. Pero
Jasper retrocedió. Se alejó de Stone, pero se detuvo en pasillo frente a
las escaleras.
—Ahora lo sabe. Es todo lo que importa. —Había perdido su
petulante indignación.
—¡Vete! —La voz de Stone sacudió las ventanas.
Finalmente conseguí arrancar los ojos de Stone para ver a Jasper
retirándose. Aún tenía las fotos en mi mano. Cuando bajo el primer
escalón, volvió su mirada hacia mí. —Tienes mi número.
Stone se giró y se lanzó hacia Jasper mientras estiraba el brazo y
agarré su brazo para detenerle.
—No lo hagas. —Por n logré decir algo—. Esto no es por él.
Esto no era por Jasper. Stone se sentía traicionado. Aunque debería
de sentir lo mismo, mi pecho dolía por él. Stone no había sido el que
me había contado los secretos de los Van Allan. Había sido el que
enmendó las mentiras. Las acciones de Jasper fueron diferentes. Él
había escogido hacer daño a Stone. Había buscado provocar dolor.
Stone no tenía una auténtica familia y acababa de perder la
con anza en la única familia que le importaba.
Cuando Stone se giró hacia mí se veía derrotado. La furia se había
ido, sustituida ahora por la melancolía. Lucía vacío. Quería
abrazarle. Asegurarle que todo iba a ir bien. Pero las fotos en mi
mano no habían desaparecido. La verdad detrás lo que sostenía
colgaba entre nosotros.
—¿Es tuyo? —pregunté. Esperar era imposible. Aunque sufría por
Stone, en este momento necesitaba que se explicase. Que me
asegurase que no era un hombre sin corazón que permitió que su
hijo fuese criado por el hombre que le había maltratado cuando era
un niño.
—Su madre era nuestra criada. Tenía quince cuando mi padre la
contrató. Ella era joven... siempre vestida con faldas cortas y camisas
ajustadas. Me sedujo y me enseñó todo sobre el sexo. Lo que pasó
entre nosotros no fue amor. Fue únicamente lujuria. Exitosamente,
tentó y se casó con mi padre a la vez que teníamos sexo. La hice
parar de venir a mi cuando se casaron. Un mes después de su boda,
las náuseas matutinas empezaron.
Paró de hablar. Estaba perdido en el pensamiento, su
concentración era intensa. Una arruga se había establecido en su
frente—un resultado directo del ceño fruncido por la ira en su cara.
No dije nada. No podía moverme de donde estaba parada,
simplemente esperé.
—Mi padre me golpeaba desde que tenía cinco años hasta que le
sobrepasé a los dieciséis. No me re ero a con un cinturón. Cuando
era pequeño, me tiraba al suelo por el cabello y me pateaba. Me
llamaba por nombres por los que ningún padre debería llamar a su
hijo nunca. Me rompió los huesos un par de veces, pero sobreviví.
Cuando crecí, me lanzaba puñetazos. No se volvía menos violento.
Había crecido, por lo que utilizaba más fuerza. Era difícil de
lastimar. — Se detuvo e inhaló profundamente antes levantar la
cabeza. Su expresión estaba carente de cualquier emoción. Era un
hueco vacío, y eso me quebró.
—Cuando mi madrastra me dijo que estaba embarazada, creí que
mi vida se había acabado. En el mundo de mi padre, todo le
pertenece. Siempre consigue lo que quiere. Si alguien intenta quitarle
algo, su crueldad no tiene límites. Cuando descubrió que su hijo se
había acostado con su nueva esposa antes de que él lo hubiera hecho,
mi estatus como hijo al que había maltratado desapareció. En un
instante, me había convertido en una amenaza. Alguna jodida forma
de competencia.
Tenía un nudo en el estómago. Me sentía enferma. Sabía que su
padre le lastimaba, pero nunca supe el alcance de su abuso. ¿Cómo
era Stone un adulto funcional y exitoso tras esa infancia? ¿O lo era?
No le conocía tan bien. Me había estado ocultando a su hijo. Podría
estar ocultando más cosas. ¿Tenía más oscuridad en su interior que
escondía? Me odiaba por pensar que era un mentiroso. Pero el temor
estaba ahí. ¿Cómo no podría estarlo?
—Sigues trabajando para él. Está criando a tú hijo. —Me detuve
después de decir eso en voz alta. Enfrentarlo y aceptarlo eran dos
cosas distintas.
Stone bajó la barbilla como si necesitase un momento para
reagruparse. Cuando alzó la cabeza lucía como un hombre que
estaba rogando silenciosamente y preparando una batalla al mismo
tiempo. —¿Crees que Wills es mi hijo?
Es una pregunta de la que había creído que sabía la respuesta
hasta que me la hizo. Tenía la prueba en mi mano. ¿No estaba la
paternidad de Will probada ya? Él no había negado nada. Había
explicado su relación con su madrastra. No estaba segura de por qué
me estaba preguntando esto ahora. Creí que había explicado el
porqué, tratando de ayudarme a entenderlo.
Sujeté las fotos. —Sí.
Quería que Stone dijese algo, pero no lo hizo. Con esa única
palabra, su cara se cerró completamente. Esa mirada apática y
agotada que odiaba tanto había regresado.
Se enderezó, pasó por enfrente de mí y bajó por el pasillo. No paró
o dijo una palabra. Todo lo que escuché fue la puerta de su
habitación cuando se cerró tras él.
2
Traducido por Niika.
É
Miré el sobre y mi mano tembló mientras lo tomaba. Él no estaba
arriba. Me dejó una nota. Me sentí enferma de nuevo y quise huir de
la carta. No quería abrirla sabiendo que traería dolor. Nada bueno
podría venir de esto. Sabía que, si volvía a la habitación y me
acurrucaba en el suelo, no haría que la carta dejara de existir.
—¿Cuándo lo dejó? —pregunté mientras mi voz borraba mi obvio
temor.
—Temprano, alrededor de las cinco.
Asentí y me quedé allí mirando jamente el sobre. Tuve que
abrirlo, pero hacerlo frente a dos personas que apenas conocía me
hacía sentir aún más vulnerable. Por otra parte, abrirlo solo era
aterrador. Necesitaba Stone aquí. Había aprendido a depender de él.
A pesar de que estaba causando mi dolor insoportable, yo todavía
quería que él estuviera allí para ayudarme a lidiar con lo que fuera la
verdad.
—Puedes leerlo en la cocina —dijo Fiona en voz baja.
—Ese bastardo será mejor que no termine la mierda en una carta.
Eso es malditamente bajo. No me importa quién sea, eso no va a
funcionar. —Chantel sonaba indignada.
Decidí abrirlo y enfrentar cualquier mensaje que tuviera con ellas
aquí. Tal vez si me vigilaran no me doblaría ni rompería. Lo
mantendría unido por apariencia. Antes de Stone, había aprendido a
ser fuerte y con ar en mí misma. Esa chica todavía estaba dentro de
mí.
Deslizando la carta, esperaba que no notaran la forma en que mis
manos estaban temblando. La había doblado tres veces. Me tomé mi
tiempo desdoblándola porque sabía que una vez que lo hiciera, me
vería obligada a leer sus palabras. Palabras que podrían destruirme.
Palabras de las que nunca me recuperaría. Palabras que debería
haberme dicho anoche y no en una carta que dejó con Fiona esta
mañana.
Su letra era ordenada y pequeña. Me quedé mirando jamente ya
que todo se volvió borroso, parpadeando varias veces hasta que
pude enfocarme y leer.
Beulah,
Pasa el día con Heidi hoy. Geraldine tiene un amigo visitándola desde
Maine. Ella estará allí durante los próximos tres días. No serás necesaria
mientras Geraldine tenga compañía.
Estaré en Manha an. No estoy seguro de cuándo volveré. El
departamento es tuyo para usar.
Stone
Eso fue todo lo que escribió. No había nada más —ni respuestas,
ni promesas, ni te amo. Él no trataba de retenerme. No estaba
peleando como Jasper había peleado cuando terminamos. Stone
simplemente estaba desapareciendo, y al mismo tiempo, dejándome
atrás.
No leí sus palabras nuevamente. En cambio, doblé la carta como
había estado, la deslicé en el sobre y la sostuve con fuerza en mi
mano. Esta fue mi respuesta. Me estaba dando espacio y tiempo para
seguir adelante. No quería obligarme a irme, pero estaba preparando
el camino para que me fuera sola.
—¿Estás bien? —La voz de Fiona volvió mi atención al aquí y
ahora. Había olvidado que estaban allí.
Forcé una tensa sonrisa.
—No estoy segura de que lo estaré —respondí honestamente.
—¿Acaso ese pedazo de mierda rompió contigo en una carta? —
Chantel sonaba furiosa.
Mis labios comenzaron a temblar, pero los presioné para detenerlo
de inmediato.
—No.
—¿Necesitas quedarte aquí? —preguntó Fiona.
—No, pero gracias. Tengo que descubrir cuáles son mis próximos
pasos. Me está dando tiempo para hacer eso.
—¡Rompió contigo! —Chantel estaba más que enfadada.
Romper conmigo habría sido más fácil que esto. Al menos habría
habido interacción. Habría habido lágrimas. Tal vez habría estado
gritando. ¿Pero esto? Esta carta no tenía emoción. Fue un frío, vacío...
el n.
4
Traducido por Taywong
—¿Confías en mi?
Su pregunta sonaba sencilla e inmensamente complicada al mismo
tiempo. Tenía secretos. Había tanto que guardó escondido. ¿Cómo
podía con ar en él si no lo compartía todo?
Sus ojos re ejaban su sinceridad y dolor. Me estaba suplicando.
En ese momento, me di cuenta de que con aba plenamente en él.
Quizás darle mi con anza fue estúpido o ingenuo. Aunque Wills
fuera su hijo, sabía que había una razón por la que permitía que su
padre lo criara. Stone siempre era responsable cuando no se le exigía
que lo fuera.
—Sí. —Mi voz era con ada y no tenía dudas. Admitir que
con aba en él me permitió dejar ir mis miedos. No tenía miedo de
ninguna de las tinieblas que acechaban dentro de él. Y sabía sin
duda que Stone no era como su padre.
El cuerpo rígido de Stone se relajó y suspiró. Su mirada de acero
me miró jamente con intensidad. —Debería habértelo preguntado
antes. Necesitaba tiempo para pensar después de ver la acusación en
tus ojos... era difícil de manejar para mí. Tener algo de espacio me
ayudó a ver que no te di una oportunidad. Asumí que creías en la
palabra de Jasper sobre la mía. Eso. Bueno, eso me mató.
Nunca había visto a Stone completamente vulnerable hasta ese
momento. No ocultaba sus emociones detrás de su dura fachada. Me
dejaba verlo todo. Me moví, incapaz de mantener la distancia.
Caminé directo a sus brazos y nos quedamos así mientras lágrimas
silenciosas corrían por mis mejillas. Su calidez, seguridad y olor
hicieron desaparecer todo el dolor de los últimos dos días. Sin
conocer toda la historia, sabía que lo amaba. Lo amaría sin importar
el costo. Eso era poderoso. Nunca nada me había poseído de esa
manera.
—No sé si Wills es mi hijo —dijo en voz baja mientras su mentón
descansaba sobre mi cabeza y sus brazos me sostuvieron contra su
pecho. Su corazón latía rápidamente.
Me agarré más fuerte dándole con anza mientras hablaba.
—Tenía dieciséis años cuando nació. Menor de edad. Hilda estaba
casada con mi padre. Legalmente eso hizo que el niño que llevaba
consigo fuera suyo. Sin una prueba de paternidad, no había duda. Le
rogué. —Se detuvo y sus hombros se tensaron—. Le supliqué que
permitiera una prueba de paternidad. Se negó a decir que el niño no
era mío. Habíamos usado condones. Se había roto el condón una vez
y el tiempo se alineó muy de cerca. Sabía que si le decía a mi padre
que había una buena posibilidad de que la enviara a hacerse un
aborto sin decirlo. Si por un segundo pensaba que el niño no era
suyo, Hilda probablemente enfrentaría una severa paliza y luego
sería mi turno. No me preocupaba lo que me haría a mí. No con aba
en que no la obligara a abortar. No podía decírselo. No tenía poder o
in uencia en la situación.
Mi pecho se sentía como si iba a explotar por el dolor que goteaba
de sus palabras, sabiendo el miedo que había sentido, lo
desconocido con lo que ahora vivía. Tener un hijo y no saber si es
tuyo era un dolor que no podía imaginarme.
—El día que cumplí dieciocho años, fui donde Hilda otra vez. Le
rogué que le hiciera una prueba de paternidad a Wills. Ella se negó.
Cuanto más crecía, veía mi cara cuando lo miraba. No la de mi
padre. La mía. Tiene mis ojos, los ojos de mi madre. Al año siguiente,
se divorció de Hilda y se casó con una modelo que había conocido
en un evento bené co. Tenía veintidós años. El acuerdo prenupcial
había cubierto a los niños. Wills se quedaría con mi padre. Hilda no
intentó luchar por él por miedo a que mi padre hiciera de su vida un
in erno. Se asustó de sus amenazas y dejó a Wills allí. Con mi
padre... el monstruo. Empecé a buscar un abogado que fuera lo
su cientemente poderoso y no le temiera a mi padre. Finalmente he
encontrado uno. Estamos trabajando lentamente en cómo manejar
esto. No quiero que mi padre lastime a Wills. Tengo que averiguar
cuidadosamente si es mío. Lo cual es lo que estoy haciendo en este
momento. — Se detuvo, perdido en el pensamiento—. No le he
dicho a nadie sobre mi difícil situación sobre la paternidad de Wills.
Ni siquiera Jasper. Eres la única persona que lo sabe. La respuesta es
sí, Beulah, tengo secretos. Malditas pesadillas que guardé para mí.
Porque no era el momento adecuado para decirte que pronto podría
estar en una batalla en la corte que será noticia. Mi cara estará por
todos los medios si esto continúa. Ya nada será un secreto.
Mis manos estaban en puño en su camisa mientras escuchaba su
historia. El horror de lo que había vivido me rompió el corazón.
Quería retenerlo hasta que todo desapareciera. No había forma de
que pudiera ayudarle. Se enfrentaba a algo que ningún hombre
debería enfrentar. Si Wills era su hijo, tendría más dolor sabiendo
que se lo había perdido todo ese tiempo.
—Aunque Wills sea mi hermano, vivir con ese hombre no es la
vida que quiero para él. Lo he amado desde el momento en que lo
conocí. Hilda estaba descansando cuando llegó a casa del hospital.
Fui a la guardería y lo abracé. Me di cuenta de que sin importar
quién era su verdadero padre, él era mi sangre. Mi familia. Y yo lo
quería a salvo del hombre que había hecho de mi infancia un
in erno viviente. —Sus manos se movieron hacia mis brazos y
suavemente me alejó de él para que pudiera ver mi cara—. Tengo
que luchar por él. Pueden ser años de una batalla judicial que
consuman mi tiempo. Tendré que estar cada vez más en Nueva York.
—Se acercó más a mí—. Se suponía que no debías pasar. Nunca
pensé que estaríamos aquí, pero lo estamos. Te traje a mi vida. Te
pertenezco. Eso no signi ca que no lucharé por Wills. No puedo
dejar pasar eso ahora. Pero también sé que no puedo esperar que te
quedes conmigo a través de esto. Tienes a Heidi y ella te necesita
cerca. Es mucho que asimilar. No necesito una respuesta ahora.
Tenemos tiempo.
Había perdido la noción de esta conversación. De repente no tenía
sentido. —¿Qué respuesta? —pregunté.
Pasó el pulgar sobre mi mejilla. —Si quieres continuar esto
conmigo. Sabiendo que pronto mi vida se convertirá en un completo
caos.
No necesitaba tiempo para pensar en eso. —¿De verdad crees que
necesitaría tiempo para decidirme a quedarme contigo? —pregunté
incrédula—. No hay duda, Stone. Te amo. Admiro tu perseverancia
para luchar por Wills. Y yo estaré aquí a través de todo esto. Cuando
necesites respirar, gritar o sentarte en completo silencio. No voy a
ninguna parte. Eso no es lo que es el amor.
Sus hombros se levantaron y cayeron con una profunda
respiración. — Gracias a Dios —susurró. Entonces sus manos me
cubrieron la cara y me besó. El beso no era salvaje y enloquecido, era
un beso de alivio y ternura. Me acerqué más a él queriendo
consolarlo de cualquier manera que pudiera. Si pudiera quitárselo
todo, lo haría.
Había sido traicionado por los que se suponía que lo querían
desde su nacimiento. Su padre, su madre y ahora Jasper. Sabiendo
que Jasper había acusado tan abiertamente a Stone de algo de lo que
no estaba seguro de hacerle daño, hizo que mi estómago se
revolviera. Jasper era una decepción. No era el hombre que yo creía
que era. Lo que le había hecho a Stone era muy parecido a Portia y
eso me entristeció. Se había visto más afectado por sus padres de lo
que pensaba. Y yo había sido arrastrada por su buen aspecto y su
encanto de príncipe, que me perdí todo eso.
Mis pensamientos fueron hacia Stone. ¿Me faltaba algo que
también habitaba en su interior? Si es así, lo aceptaría. No tenía
elección. Mi corazón era suyo.
9
Traducido por RRZOE
—No sabía que venía aquí. —Fueron las primeras palabras que
salieron de la boca de Stone cuando entramos en su habitación.
Me di cuenta de eso —dije. Era obvio que había sido tomado por
sorpresa, pero había esperanza en sus ojos. Hilda apareciendo aquí
fue algo bueno para Wills. Tuvieron que trabajar juntos para
ayudarlo.
Stone pasó una mano por su cabello arruinando sus gruesos
mechones. — Necesito su ayuda. Wills necesita su ayuda.
Honestamente, no la quiero aquí con nosotros... Quedándose en mi
lugar. Nuestro lugar. Ella es tóxica. —Estaba preocupado por mí y lo
sabía. Me di cuenta a los pocos segundos de haber entrado al
apartamento de que estaba de guardia en lo que concernía a Hilda.
Estaba listo para entrar y salvarme. No estaba tan indefensa. Sabía
que podría tratar con Hilda. El hecho de que fuera agradable no me
debilitaba.
—Estaremos bien con ella aquí. Esto es una cosa buena. Una muy
buena no te preocupes por nada más. Tienes su ciente para
preocuparte.
Se acercó a mí y puso ambas manos en mi cintura. —Me alegra
que ella esté aquí. No estoy contento con lo que nalmente la
empujó aquí. Mi estómago está retorcido en nudos sobre él. Pero
tengo una oportunidad ahora. También tengo esto. —Metió la mano
en el bolsillo trasero y sacó un sobre. Frunciendo el ceño, miré el
sobre e intenté descifrar qué había dentro.
—Los resultados. Estaba esperando hasta que estuviéramos solos
para mirarlos. No importa lo que digan, lo que estos resultados me
digan, necesitaré tiempo para adaptarme. Hilda apareciendo me
sorprendió y puse mi mirada en espera.
Ambos lo sabríamos ahora. Los próximos pasos que tomó se
decidirán por los resultados en ese sobre. Estaba confundido con mis
pasos y no lo sabría hasta después de la cita de mi médico mañana.
—Ábrelo cuando estés listo. —No quería presionarlo. Imagino que
en su corazón y su mente había mucho en juego sobre lo que decía el
trozo de papel dentro de ese sobre. Stone ya amaba a Wills. Había
vivido sin saber si era su padre, pero eso no había cambiado su amor
por él.
Wills y Stone tenían el mismo color de ojos, pero el color no era
raro. Eso no hizo suyo a Wills. Y el cabello oscuro y la sonrisa del
chico se parecían más a Hilda ahora que la había visto. Claro,
mirando las fotos, el niño podría ser suyo. Pero él podría ser su
hermano con la misma facilidad.
Stone se quedó allí mirando la foto en sus manos. Su ceño fruncido
fuertemente. Tantas cosas corriendo por su cabeza. Le haría esto más
fácil si pudiera. Pero no había nada que supiera que podía hacer.
Nada en absoluto, sino pararme aquí y ser su apoyo. Él ya no estaba
solo.
Al menos no ahora.
Poco a poco, abrió el sobre y sacó el papel prolijamente doblado
del interior. Levanté la vista para encontrar que Stone me estaba
mirando. Respiró hondo como para calmarse. Le di un asentimiento
alentador y él sostuvo el papel en su mano. El ligero temblor no pasó
desapercibido para mí. Fue otro pequeño vistazo a su
vulnerabilidad.
No estaba segura de si estaba respirando mientras esperaba que él
dijera algo. La incógnita estaba suspendida en el aire por tanto
tiempo ahora que sabía que cambiaría tanto para él internamente.
Su mano no cedió a la respuesta que estaba leyendo. Su cuerpo no
reaccionó de manera diferente. Busqué alguna pista sobre lo que él
sabía. Para estar preparada. La posibilidad de que Wills tenga una
vida libre de ese hombre pesaría sobre esto.
Pareció una eternidad ya que la habitación permaneció en silencio.
No empujé. No era mi lugar. Todo esto sería cuando Stone estuviera
listo para compartir. Finalmente, él levantó la cabeza y sus ojos lo
dijeron todo. Ellos re ejaron su dolor crudo, la alegría que sentía y la
desesperación. Tantas cosas derivadas de la misma verdad.
—Él es mío... —Hubo una pausa. Un breve momento en el que
parecía que no podía hablar. Como si no estuviera seguro de
entenderse a sí mismo. Me preguntaba qué podría haberlo
sorprendido tanto. Sabía que era muy probable que Wills fuera suyo.
Había algo que estaba causando la mirada de incredulidad en su
rostro.
—No es el hijo de mi padre. —repitió lo que yo ya sabía.
Confundida, no pude hacer nada más que esperar. Todavía estaba
agarrándose mentalmente a algo. Un hecho para el que no estaba
preparado—. Ni yo tampoco.
Esas tres últimas palabras hicieron detenerme y repetirlas en mi
cabeza. ¿Ni yo tampoco? Estaba confundida. ¿Tampoco es él qué?
¿El hijo de su padre? Lo que él había dicho apareció lentamente y
sentí mi mandíbula caer cuando todo se hundió.
—Wills no tiene el ADN de mi padre. Ni un rastro. Si él es mi hijo,
también tendría ADN de mi padre. Él es inequívocamente mío. Él
incluso tiene mi tipo de sangre. Sus ojos no son lo único que le di.
Su voz era profunda, ronca por la emoción. Di un paso hacia él y él
sacudió su cabeza como si no pudiera creerlo. —Él no es mi padre. El
hombre que crecí temiendo, tratando de agradar, y terminé odiando
no fue el hombre que me dio la vida. Él abusó de mí. Él me dañó. Él
me enseñó a una edad temprana a no con ar en nadie. Él me
impidió encontrar cualquier forma de relación real o incluso amor
hasta que tú llegaste.
Abrí la boca para decir algo, pero arrojó el papel sobre la cama y
soltó una risa áspera. Una que no tenía humor. Una tan llena de ira y
disgusto que di un paso atrás.
—Ella lo sabía. Mi madre... ella sabía. Sabía que yo no era suyo y
me dejó crecer bajo el puño de ese hombre. Cuando ella podría
haberme llevado. Todo lo que tenía que hacer era demostrar que yo
no era de él. Eso era todo. Pero el dinero. ese maldito dinero. Era
todo lo que importaba. Todo lo que jodidamente importaba.
Mi corazón se estaba rompiendo mientras hablaba. El niño
pequeño que había sido estaba tan desesperado por ser amado. Él
tan desesperadamente quería complacer a ese hombre. El que lo
odiaba sabiendo que no era su hijo. Creer que su propia madre lo
permitió cuando supo que él podría estar libre del hombre parecía
cruel. Incluso más que Portia. Al menos, había dejado a su hija con
alguien que la criaría con amor y la adoraría. Se quedó con una
madre que se aseguró de que siempre la cuidaran y la protegieran.
—¿Es posible que no lo supiera? —Quería creer que su madre no
lo sabía.
Él no me miró. —Ella lo sabía —respondió su voz vacía de
emoción. Donde el dolor había estado, ahora estaba vacío.
Las palabras no llegaron. Quería decir algo para consolarlo, pero
no se me ocurrió nada. En cambio, caminé hacia él y le rodeé la
cintura con los brazos. El cuerpo rígido bajo mi toque no se relajó.
Casi podía sentir sus emociones pulsando a través de él. Incluso
ahora, como hombre, se ve obligado a enfrentar a los monstruos de
su juventud.
El secreto que podría tener dentro de mí permanecería allí por el
momento. Eso es todo lo que pude hacer. Stone necesitaba que yo
fuera fuerte y me mantuviera a su lado. Y eso es lo que haría.
17
Traducido por Corazon_de_Tinta
É É
Él era sólido. Él era honesto. Y la amaba de la manera en lo yo lo
hacía. Porque ella huyo, no lo sabía. No me lo había dicho y no
estaba realmente convencido de que lo supiera. Tenía que haber un
secreto bastante grande. Beulah no era de los que corrían por un
malentendido. Ella necesitaría una razón. Una grande.
Bostezó y se estiró, lo que llamó mi atención nuevamente. Cambié
mis ojos para mirarla brevemente antes de volver a mirar el camino
frente a mí. No era que fuera hermosa. He estado con muchas
mujeres hermosas. Era más que su belleza. Algo más profundo y
puro que no podría ser ngido. Estaba allí atrayéndome.
Haciéndome querer ser digno de ella.
—¿Dónde estamos? —preguntó con voz ronca.
—A una hora de Macon —respondí.
—¡Georgia! —preguntó sentándose rápidamente.
—Sí, te dije que íbamos al norte —le recordé. El norte de
Tallahassee estaba en Georgia.
—Pero necesito salir del estado. Al menos. Es por eso que fui al
sur. Florida estaba cerca, pero todavía estaba a una distancia de
Savannah. —Sonaba asustada. Quería saber por qué necesitaba irse
de Savannah. ¿Qué era lo que la estaba haciendo hacer esto? Sabía
que Stone no era una amenaza. Tenía que haber algo más.
—Estaba pensando en Tennessee, pero si eso es demasiado,
podemos ir al este y dirigirnos a Carolina del Sur. No muy lejos,
pero en un estado diferente —le dije.
Ella gimió. —Eso sería demasiada gasolina. Estoy con un
presupuesto. No podemos seguir conduciendo por todo el sureste.
Necesito tomar una decisión e ir allí.
Eché un vistazo al tanque de gasolina. Lo llené hace una hora. —
Estoy pagando el combustible mientras este contigo —le dije—. No
discutas conmigo. Hice el viaje por carretera más largo de lo que
pretendía que fuera. La gasolina es de mi parte.
Ella levantó un lado de su boca en una sonrisa, pero no discutió.
Estaba preocupada por el dinero. Una vez más, ¿por qué dejaría un
trabajo que parecía amar y la seguridad del departamento de Stone?
¿Qué era lo que la hacía correr? Empecé a preguntar y me detuve.
No iba a decirme, no tenía sentido curiosear.
—¿Hambrienta? —pregunté. Habían pasado cuatro horas desde su
desayuno y no había sido mucho. Esperaba que sacara un panecillo
de pollo. Por eso era famoso ese lugar. Pero ella tenía pollo asado y
manzanas. No es exactamente satisfactorio.
Ella asintió. —Sí.
Empecé a buscar una salida con buena comida. O al menos comida
decente. No habría tantas opciones en este tramo de interestatal. No
hasta que nos acerquemos a una gran ciudad. —¿Para qué estás de
humor? —pregunté.
Ella se encogió de hombros. —Cualquier cosa. No soy exigente.
Ya lo sabía, pero odiaba ser el que elegía.
—¿Mexicano? —pregunté.
Ella no dijo nada y yo la miré, se estaba mordiendo el labio
inferior. Pensé que le gustaba la comida mexicana, pero la extraña
expresión nerviosa que estaba haciendo me hizo pensar que había
cambiado de opinión.
—Entonces, quizás mexicano no. ¿Qué hay de italiana? ¿La pasta
suena bien? —le pregunté volviendo a mirarla para ver su reacción.
Pareció aliviada y soltó el labio que estaba masticando. —Eso
suena bien — respondió. No pregunté qué pasaba con el mexicano,
pero me iba a molestar.
—Creo que hay un lugar italiano por delante. Vi el letrero unos
pocos kilómetros detrás. Tienen buenos palitos de pan. Sin embargo,
no he estado allí en años. Desde mis primeros días en la universidad.
Ella no dijo nada. Le envié un mensaje de texto a Stone mientras
llenaba el tanque y le hice saber que la había encontrado y nos
dirigíamos hacia el norte desde Tallahasse. No estaba listo para ser
su amigo otra vez. Tenía que trabajar en mi propia mierda y aceptar
esto. Lo que estaba haciendo y por qué. Entonces podría enfrentarlo
y pedirle disculpas. Intentar salvar una amistad de la que nunca
pensé que estaría.
Él simplemente había enviado un mensaje de texto. “Gracias”.
Nada más. Sin preguntas. Honestamente, su indiferencia me había
enojado. ¿No quería saber cómo estaba ella? ¿Si estaba enojada?
¿Triste? ¿Herida? ¿Cualquier cosa? Joder, él era un buen hombre. Lo
sabía. Pero cuando se cerraba, lo hacía por completo. ¿Estaba
planeando hacerlo eso? ¿Podría él? Y si lo hiciera, ¿podría elegir
entre los dos?
Eché un vistazo a su per l. Estaba sola en este mundo. No sabía
detalles, pero sabía que no saldría de Savannah fácilmente. Heidi era
demasiado importante para ella. Tenía que haber una muy buena
razón. Y no creía que fuera su culpa. Stone era el único que sabía que
podía ser tan oscuro que era difícil estar cerca de él. Él podría apagar
y retirarse. Era más fácil creer que había cometido un error. Él le
había hecho creer que ella no era deseada. Que pensar que ella había
hecho algo para causar esto.
Su amistad era algo que necesitaba en esta vida. Lo sabía ahora
mejor que antes. Estar sin él no había sido fácil. Pero amar a Beulah
era lo mismo. Estar sin ella no era fácil. Si nalmente tuviera que
elegir uno, sería la opción más difícil de mi vida.
—Jasper —dijo en voz baja.
—¿Sí?
—Necesito que te detengas. Ahora. —Había pánico en su voz.
Encendí la luz intermitente y disminuí la velocidad para salir de la
carretera. No era seguro estar en el lado de la interestatal, pero no la
interrogué. En el momento en que detuve el auto, abrió la puerta,
saltó e inmediatamente se inclinó por la cintura y comenzó a
vomitar. Una y otra vez.
La miré un segundo antes de que se hundiera. Comenzó a tener
sentido. Alcanzado la manija de la puerta, salí del auto y caminé
hacia ella. Las circunstancias para su carrera, la tristeza, la fácil
aceptación de mi presencia. Todo fue por esto.
Cuando terminó, puso sus manos sobre sus rodillas y levantó su
cabeza para mirarme. Estaba pálida. Sus ojos parecían más grandes
de lo normal y ahora estaban llorosos. —Gracias —dijo y luego se
puso de pie. No dijo más, solo giró regresó al auto, sacó una
servilleta del bolsillo interior, se lavó la cara, volvió a poner la
servilleta en la bolsa y se giró para colocarlo en el suelo. Cuando lo
hizo me miró de nuevo—. Sé que estoy tirando basura, pero no
puedo... Lo necesito fuera del auto.
El olor a pollo. Vomitar después de la mención de la comida
mexicana. Nunca había pasado tiempo con una mujer embarazada,
pero había visto su ciente televisión y películas. Stone no tenía ni
idea. Si lo hiciera, lo que sea que estuviera haciendo en ese momento
era tan importante que me llamó para ir a buscarla, sería descartado.
Estaría aquí con ella. Haciendo lo que pudiera para que volviera.
Ella subió al auto y cerró la puerta. Caminé de vuelta, pensando
para volver en sí, sabía que iba a tener que decírselo. Merecía
saberlo. Ella necesitaba que él lo supiera. Pero antes de hacerlo iba a
tener que responder algunas preguntas. No iba a dispararle
directamente otra vez por información de la que no sabía. Iba a ser
más cuidadoso esta vez.
Al arrancar el auto, volví a la carretera interestatal. No dije nada.
La deje sentada allí y pensar. Tenía que saber que no era un
completo idiota. Lo que acababa de suceder no era una intoxicación
alimentaria o un virus estomacal. Si lo hubiera sido, habría sido
peor. Estaría encorvada en el asiento débil y enferma.
El lugar italiano aparecía en el siguiente letrero de salida y,
aunque no estaba seguro de que pudiera comer todavía, tomé a
salida de todas formas. Nuestro silencio continuó hasta que estuve
estacionado y estábamos sentados mirando al frente. Ambos
esperando a que el otro hable. Quería que me dijera. No quería ser
quien la acosara con preguntas, pero lo haría si tenía que hacerlo.
—Él no quiere niños. Dijo que tener un hijo sería un error. —Su
voz era tan suave que tuve que esforzarme para escucharla.
Stone pensó que nunca debería ser padre. Lo había dicho más de
una vez que no sabía nada al respecto. Él no tenía ningún ejemplo a
seguir. Todo lo que tenía era Gerry y eso no era su ciente, o al
menos eso creía.
—Pero dijo que no sabía nada de ti —le dije, asegurándome de
haber entendido bien. Porque si él supiera que estaba cargando a su
hijo y hubiera dicho eso, jodió arreglar nuestra amistad. Lo
encontraría y golpearía su trasero o lo intentaría. La verdad siempre
supe que Stone era el más peligroso. Él había estado luchando desde
que era joven. Esa era la única cosa que su padre abusivo le había
enseñado. Fuerte, duro y frío. Pero también podría ser el mejor
humano que hayas conocido. Fue una combinación única.
—No podía decírselo. No después de eso. No quiero que mi bebé
sienta alguna vez que fue un error. O no deseado. Y si él se siente así,
nuestro hijo también lo sentirá.
Ella habló como si cada palabra la lastimara físicamente. No me
miraba. Pude ver su mentón temblar mientras lucha por contener su
emoción. Cuando Stone se enterará, dudaba que alguna vez se
perdonara a sí mismo.
—Entiendo. Pero también conozco a Stone. A menudo dice lo que
piensa y no considera cómo podría cambiar si la situación se
presentara. Sé que él te ama. Lo entiendo más que nadie. Y sé cómo
se siente y el sacri cio que estaba dispuesto hacer para garantizar tu
seguridad llamándome, también sé que estás equivocada sobre cómo
se sentirá con respecto al bebé.
Si él no me perdonaba nada más, lo que acabo de decir debería
limpiarme de todos los otros pecados que cometí contra él. Beulah
estaba tan vulnerable ahora mismo. Podría aprovechar eso y darle
una vida que no creía que tendría ahora. Podría intervenir para ser
un padre para el bebé. Finalmente me amaría. Podía ver ese
escenario y sería un mentiroso si no admitiera que era tentador. Pero
también era incorrecto.
Conocía al padre del bebé. Sabía la verdad. Y sabía que él la
querría a ella y a este bebé. No era una madre soltera abandonada
que necesitaba que la salvara. Si lo fuera, con gusto lo haría y
agradecería a Dios por una segunda oportunidad. Pero este no era
mi momento de suerte. No estaba destinado a ser para nosotros.
—¿Puedes comer? —le pregunté en lugar de empujar o tratar de
convencerla de algo más.
Ella se giró para mirarme. Una pequeña sonrisa triste tocó sus
labios. —En realidad, estoy anhelando esos palitos de pan que
mencionaste.
Por ahora, la alimentaría. Cuando volviera a dormir, decidiría qué
hacer y cómo manejarlo. El futuro de Stone dependía de eso y esta
vez no iba a decepcionarlo
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Traducido por Veritoj. vacio
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