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Número de Orden:

Libro de Sentencia Nº: 28


En la ciudad de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, a los 19 días del mes de
abril de 2007, reunidos en acuerdo los Señores Jueces de la Sala Dos de la Excma.
Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial de este Departamento Judicial
Doctores Abelardo Angel Pilotti, Leopoldo Peralta Mariscal y Horacio C. Viglizzo, para
dictar sentencia en los autos caratulados: "ARRUIZ Mario Andrés s/ INCIDENTE DE
REVISION en:"CATINI Carlos Luis s/ CONCURSO PREVENTIVO" S/ INCIDENTE DE
REVISION" (Expediente Nro. 128.402), y practicado el sorteo pertinente (arts. 168 de la
Constitución de la Provincia y 263 del Código Procesal), resultó que la votación debía
tener lugar en el siguiente orden: Doctores Pilotti, Viglizzo y Peralta Mariscal,
resolviéndose plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
1ra) ¿Se ajusta a derecho la sentencia apelada de fs. 215/218?
2da) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
VOTACION
A LA PRIMERA CUESTION EL SR. JUEZ DR. PILOTTI DIJO:
I. El abogado Mario Andrés Arruiz promovió este incidente de revisión con el
objeto de obtener la inclusión del crédito que insinuó en el pasivo del concurso por la
suma de $ 19.885,16 y que en la resolución prevista por el art. 36 de la ley 24.522 fuera
declarado admisible por el importe de $ 5.240. Tras un pormenorizado relato de lo
ocurrido en la etapa de verificación tempestiva criticó el temperamento adoptado por el a
quo para establecer la cuantía de los honorarios que, en concepto de costas, debe
abonar el concursado por la labor que realizó en los autos "Banco Pcia. Buenos Aires c/
Catini Carlos Luis y David Hilda Irene s/ Ejecución prendaria". Sostuvo que el importe de
sus emolumentos debe calcularse sobre la liquidación comprensiva del capital reclamado
más los intereses y la multa impuesta al ejecutado en la sentencia de remate dictada en
los autos referidos. Practicó nuevamente esta liquidación computando los intereses
admitidos en la sentencia que mandó llevar adelante la ejecución, calculándolos hasta la
fecha de presentación en concurso del deudor, y le adicionó el importe de la multa que el
fallo impuso al ejecutado arribando a una base regulatoria de $ 124.337,10. Solicitó
también que se revise el carácter de quirografario asignado a su crédito en la declaración
de admisibilidad del art. 36 de la L.C.Q., y se le reconozca el privilegio que establece el
art. 242 inc. 2º de dicho ordenamiento.
Al contestar el traslado de la demanda incidental, y tras recordar que en su
oportunidad reconoció que el crédito que insinuó el profesional tiene por "causa
autónoma" su labor en el juicio en el que ha intervenido, el concursado alegó que no
corresponde practicar liquidación de los accesorios puesto que el crédito principal no fue
admitido en el pasivo concursal. Argumentó que las labores profesionales realmente
cumplidas por el letrado se limitan al monto que surge de la sentencia y no de una
liquidación que incluye intereses y una multa que jamás se harán efectivas por haber
quedado el crédito fuera del concurso. Respecto de la preferencia reclamada por el
incidentista, y bajo el mismo razonamiento, sostuvo que los privilegios establecidos por la
ley en el art. 242 sólo benefician a los créditos que acceden a acreencias admitidas o
verificadas como privilegiadas.
La sentencia rechazó íntegramente la demanda de revisión. En lo que hace a la
cuestión debatida el a quo coincidió con los argumentos esgrimidos por el concursado,
tanto en lo que respecta a la improcedencia de la liquidación de accesorios sobre el
capital para determinar la base regulatoria, como a la inadmisibilidad del privilegio.
El incidentista se alza contra lo fallado expresando sus agravios a fs. 221/230.
Solicita que se declare la nulidad de la sentencia pues encuentra en ella una
contradicción en los fundamentos que -entiende- la descalifica al punto de tornarla
ineficaz; ello porque tras exponer argumentos que avalan la posición del concursado, cita
un fallo que adhiere a la tesis de la autonomía de los honorarios del abogado respecto del
crédito de su principal. Para el caso de que este Tribunal considere abordables las
cuestiones planteadas por vía de apelación, requiere que se revoque la sentencia
haciendo lugar a la demanda de revisión. A tal fin se extiende en consideraciones
relativas a las tesis de autonomía y accesoriedad del crédito aquí cuestionado, retomando
bajo esta óptica los argumentos en que fundó su demanda incidental.
El concursado responde a los agravios argumentando que el principio de
autonomía que invoca el apelante no puede esgrimirse como "absoluto y de proyecciones
ilimitadas" ignorando que estamos en presencia de un concurso preventivo al que
concurren otros intereses además de los del acreedor y el deudor. Considera acertada la
sentencia tanto en lo que respecta a la base regulatoria, como al rechazo del privilegio
invocado por el incidentista, y solicita su confirmación.
II. La sentencia, más allá de su acierto o de su yerro, no se halla afectada por
vicios que la invaliden como acto jurisdiccional. El a quo ha expuesto los fundamentos por
los cuales se pronunció en el sentido apuntado, sin omitir el tratamiento y la decisión
expresa, positiva y precisa de las cuestiones planteadas. La aparente contradicción
argumental apuntada por el recurrente no le ha impedido a éste ejercer cabalmente su
derecho de defensa, al punto que ha criticado concreta y razonadamente los
fundamentos que dan sustento a la resolución adoptada. Y dado que esos fundamentos
son claramente revisables por la vía de la apelación, entiendo que no procede en el caso
la anulación propiciada por el quejoso.
III. Aunque el concursado intente explicar lo contrario, lo cierto es que el
sentenciante ha basado sus conclusiones en la tesis de la accesoriedad de los honorarios
del abogado respecto del crédito de su cliente. Ello así, pues lo que dice el fallo es que no
se puede revisar la inclusión en el pasivo de los $ 5.240 ya admitidos como crédito
quirografario en la etapa de verificación tempestiva porque nadie propugnó por la vía
procedente su exclusión; pero que, puestos a tratar la revisión planteada por el letrado
acreedor, al no haberse verificado la obligación principal no corresponde considerar la
liquidación de accesorios ni asignar privilegio alguno a la acreencia insinuada.
No comparto este razonamiento. En un antiguo precedente de esta Sala se
analizó el concepto y alcance de la accesoriedad de las obligaciones llegando a la
conclusión de que "... resulta evidente que el rechazo de la pretensión verificatoria del
acreedor ... no puede incidir sobre la suerte del crédito de su letrado por honorarios
profesionales devengados en un proceso individual seguido contra la concursada y a la
cual se le cargaron las costas. El crédito por honorarios no existe en razón del reclamado
en el proceso en que éstos se devengaron, sino en función del trabajo profesional
cumplido y la determinación objetiva del vencimiento. Por lo demás, la extinción del
crédito ïprincipalï en manera alguna determina la extinción del supuestamente accesorio
relativo a honorarios, o -dicho con mayor amplitud- las costas del juicio. Se trata de dos
obligaciones independientes, con distinta causa y que deben seguir distinta suerte"
("TOMAS, María Ascensión s/ Incidente de revisión en: Tomas María Ascensión s/
Concurso preventivo", 28/3/89, L.I. 10, N.O. 71).
Poco tiempo después la Sala colega del Tribunal, mediante el voto del Dr. Pliner y
reviendo un criterio anterior, adoptó la misma posición al sostener que "... el derecho del
abogado al cobro de sus honorarios ganados en juicio, directamente contra el adversario
condenado en costas -consagrado por lo demás en el art. 58 de la ley 8904- obliga a
desgajarlo de su vínculo original con la causa del proceso en que se generaron, y a
reconocerle su plena autonomía como crédito personal del letrado" ("MORELLI César
Horacio s/ Incidente de verificación tardía en autos Delrieux de Mendoza Angélica s/
Concurso preventivo", 10/5/90, L.S. 88, N.O. 58).
Es que si bien es cierto que el origen causal de los honorarios está ligado a la
obligación principal sin la cual no habría existido el proceso en el que desempeñara el
letrado las tareas merecedoras de retribución, también lo es que una vez devengados los
emolumentos el derecho a su cobro se independiza de la suerte que corre aquella
obligación. Así, las prestaciones pueden ser de distinta naturaleza, tener por deudores a
diferentes sujetos, estar reguladas por regímenes diversos en lo que respecta a la mora,
a la prescripción, a los intereses, a los privilegios, etcétera (arts. 54 y 58 del dec. ley
8904, arts. 4032 y 3879 del Código Civil, art. 240 de la ley 24.522).

Así lo ha reconocido por mayoría la Corte Suprema de Justicia de la Nación, bien


que en el caso particular de la suspensión de las ejecuciones contra el Estado Nacional
dispuesta por leyes de emergencia ("Moschini José María c/ Fisco Nacional", ED 159-
595).
En el caso puntual de la Provincia de Buenos Aires, la ley arancelaria comienza
por declarar en su art. 1º que los honorarios de abogados y procuradores deben
considerarse como remuneraciones al trabajo personal del profesional, lo que determina
su causa más allá de la obligación que dio origen al proceso en el que ese trabajo se
realizó. O como dijo la CSJN en el precedente citado "la causa de la obligación de pagar
dichas retribuciones está dada por el servicio prestado por el profesional en el marco de
un proceso judicial" aunque pueda afirmarse "-en un sentido no técnico- que el proceso
judicial es la razón de ser de la existencia de los honorarios". Tan es así que el rechazo
de la demanda no priva al profesional que asistió al actor de la regulación ni del derecho
a percibir sus honorarios.
De la misma manera, y yendo ya concretamente al caso de la verificación de los
honorarios en el concurso del condenado en costas, la falta de insinuación del crédito
"principal" por inactividad del acreedor, o su rechazo -sea por motivos sustanciales o por
contingencias del procedimiento- no condicionan la admisión ni el alcance del crédito por
honorarios correspondiente a otro acreedor: el abogado cuyos honorarios integran las
costas de que es deudor el concursado (v. "Honorarios en concursos y quiebras",
Pesaresi - Passarón, Ed. Astrea 2002, pág. 562 y sig.; "Costas Procesales", Gozaíni, Ed.
Ediar 1998, pág. 461 y sig.; "Límites entre accesoriedad de las costas y regulaciones de
honorarios profesionales", Gozaíni - Beherán, ED. 1992-E, pág. 836).
IV. De lo dicho se desprende que tampoco el monto de los honorarios va atado a
la suerte que corra el crédito del cliente en el concurso del deudor, pues si éste optara por
hacer una liberalidad a favor del concursado insinuando sólo una parte de la deuda, o si
hubiera sido desinteresado parcialmente antes de la presentación concursal, igualmente
el profesional conserva su derecho a percibir -o al menos intentar hacerlo- una justa
remuneración por el trabajo profesional realizado (art. 2 del dec. ley 8904).
Y esa retribución debe fijarse de conformidad con las pautas establecidas por la
ley arancelaria, que para el caso prevé en su art. 23 que la cuantía del asunto estará
dada por la liquidación que resulte de la sentencia por capital, intereses y gastos,
disponiendo el art. 34 la proporción de la escala arancelaria aplicable. Por su parte el art.
51 no hace sino confirmar que la base regulatoria debe integrarse con los intereses,
frutos y otros accesorios al remitir a la liquidación respectiva. La justa retribución que con
disposiciones de orden público protege el decreto ley 8904 no puede establecerse sin
atender a estas directivas y, por los fundamentos que vengo exponiendo, la predicada
accesoriedad de los honorarios no brinda justificación al apartamiento que hace la
sentencia de las normas citadas.
A este respecto corresponde entonces considerar la liquidación practicada por el
incidentista con el objeto de establecer la base regulatoria, y que en su corrección
numérica no fue observada por el síndico ni por el concursado.
Encuentro que la misma se ajusta a las pautas de la sentencia que mandó llevar
adelante la ejecución de la prenda por la suma de $ 43.000 con más sus intereses
compensatorios, moratorios y punitorios pactados, estos últimos desde la mora de cada
una de las obligaciones asumidas y hasta el efectivo pago (el incidentista los calcula
hasta la fecha de presentación en concurso del condenado en costas), más la multa
impuesta al ejecutado (fs. 320/322 y 325 del expediente agregado por cuerda).
Sobre la base de $ 124.337,10 que arroja esa liquidación habrá de establecerse el
crédito por honorarios que corresponde al incidentista, de acuerdo con la escala
arancelaria y bajo las pautas de los arts. 14, 16, 21 y 34 del dec. ley 8904 (no hubo
imposición de costas en la Alzada que amerite la aplicación del art. 31 que requiere el
recurrente).
De acuerdo con las directivas de las normas legales citadas propongo que a los
fines de la verificación pretendida los honorarios del incidentista se estimen en la suma de
$ 13.500.-
V. Considero que también asiste razón al apelante en lo que respecta al privilegio
invocado. El art. 242 inc. 2º de la ley 24.522 dice que en el caso de los créditos
enumerados en el inc. 4º del art. 241 (los garantizados con hipoteca, prenda, warrant y
los correspondientes a debentures y obligaciones negociables con garantía especial o
flotante) las costas quedan amparadas por el privilegio especial.
Siguiendo la misma línea de razonamiento expuesta en el apartado III, el hecho de
que el crédito "principal" no haya sido admitido en el pasivo y -lógicamente- tampoco su
privilegio, no determina la pérdida de la preferencia que la ley específicamente acuerda a
las costas en estos casos. La ley habla de los créditos enumerados en el inc. 4º del art.
241, no de los créditos verificados con privilegio especial.
De la misma manera que el juez del concurso debe estimar el monto de los
honorarios que no se encuentran regulados para verificar el importe del crédito del
abogado, también debe establecer qué privilegio hubiera correspondido asignar a la
acreencia que los generó, en caso de que la misma formara parte del pasivo, para hacer
aplicación del art. 242 arriba citado.
Nadie discute que el crédito del Banco de la Provincia de Buenos Aires que motivó
la promoción del proceso ejecutivo en el que se devengaron los emolumentos del
incidentista estaba garantizado con prenda. No lo hizo en su momento el ejecutado ni lo
hace ahora en su condición de concursado; tampoco lo cuestiona el síndico. Esa garantía
surge de la lectura de los documentos agregados a fs.74/84 del juicio de ejecución
prendaria traído como prueba que deben valorarse a los fines de analizar el privilegio
invocado por el revisionante.
Por estas consideraciones VOTO POR LA NEGATIVA.
Por iguales fundamentos los señores jueces doctores Viglizzo y Peralta Mariscal
votaron en el mismo sentido.
A LA SEGUNDA CUESTION EL SR. JUEZ DR. PILOTTI DIJO:
De acuerdo con el resultado arribado al votar la cuestión anterior corresponde
revocar la sentencia apelada y, haciendo lugar al incidente de revisión promovido,
declarar admisible el crédito del incidentista por la suma de $ 13.500 con el privilegio
especial previsto por el art. 241 inc. 4º de la ley 24.522. Propongo que en virtud de lo
dispuesto por los arts. 69 y 274 del Código Procesal se impongan al concursado las
costas por lo actuado en ambas instancias.
ASI LO VOTO.
Los señores jueces doctores Viglizzo y Peralta Mariscal votaron en el mismo
sentido.
Con lo que terminó este Acuerdo dictándose la siguiente
SENTENCIA
Bahía Blanca, 19 de abril de 2007.
Y VISTOS: CONSIDERANDO: que en el Acuerdo que antecede ha quedado
resuelto que no se ajusta a derecho la sentencia apelada
POR ELLO se revoca la sentencia apelada de fs. 215/218 y se hace lugar al
incidente de revisión interpuesto por Mario Andrés Arruiz, declarando admisible el crédito
que insinuara por la suma de TRECE MIL QUINIENTOS pesos con el privilegio especial
previsto por el art. 241 inc. 4º de la ley 24.522. Costas en ambas instancias al
concursado. Teniendo en cuenta la importancia del asunto y el mérito de la labor
desarrollada regúlanse los honorarios del doctor Mario Andrés Arruiz en la suma de
CUATROCIENTOS pesos y los del doctor Víctor San Román en la suma de
DOSCIENTOS CINCUENTA pesos (arts. 14, 16, 21, 31 y 47 del dec. ley 8904 y 287 de la
ley 24.522). Deposítense los adicionales de ley. Hágase saber y devuélvase.
Abelardo A. Pilotti - Leopoldo L. Peralta Mariscal - Horacio Viglizzo - Ante mí:
Fabiana Vera.

Ante mí:

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