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ACUERDO
En la ciudad de La Plata, a 15 de junio de 2016, habiéndose establecido, de conformidad
con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación:
doctores Soria, de Lázzari, Pettigiani, Negri, Kogan, Genoud, Hitters, se reúnen los
señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar
sentencia definitiva en la causa L. 118.587 "Trofe, Evangelina Beatriz contra Fisco de la
Provincia de Bs. As. Enfermedad profesional".
ANTECEDENTES
El Tribunal de Trabajo nº 2 del Departamento Judicial La Plata hizo lugar parcialmente a la
acción deducida, imponiendo las costas del modo que especificó (v. fs. 150/155).
El Fisco de la Provincia de Bs. As. dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
(fs. 160/164), concedido por el a quo a fs. 165.
Dictada a fs. 168 la providencia de autos y hallándose la causa en estado de pronunciar
sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes
CUESTIONES
1ª. ¿Ha sido bien concedido el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?
Caso afirmativo:
2ª. ¿Es fundado?
V O TAC I Ó N
A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:
I. El tribunal de trabajo concedió el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
deducido por la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires declarando aplicable, en
orden a la configuración de sus condiciones de admisibilidad, la excepción que la ley
14.552 (art. 86) introdujo al art. 56 de la ley 11.653 respecto de la exigibilidad de la carga
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económica representada por el depósito del capital, los intereses y las costas determinadas
en la sentencia de condena.
II. Con fundamento en la doctrina establecida por esta Corte ante casos sustancialmente
análogos (causas L. 118.131 "Vaccaro", resol. de 3-XII-2014; L. 118.403 "Bruch"; L.
118.045 "Chocobar"; L. 118.193 "Liporace", resols. de 1-IV-2015; L. 118.390 "González" y
L. 118.168 "Grismau", resols. de 26-III-2015, entre muchas otras), corresponde responder
afirmativamente el interrogante aquí planteado (art. 31 bis, ley 5827 y modifs.).
En efecto, desde lo resuelto en la citada causa L. 118.131 "Vaccaro", este Tribunal declara
que la mentada incorporación de la excepción a la carga prevista en el art. 56 de la ley
11.653 constituye una manifestación legislativa del ejercicio de la facultad constitucional de
reglar los recaudos procesales de admisión de los recursos extraordinarios locales, con
arreglo a la cual se sustrae a la Provincia de Buenos Aires del cumplimiento de esa
erogación económica en caso de sentencia de condena.
Desde esta perspectiva, hubo de concluirse que la indicada exención no se exhibe reñida
con el propósito legal, ni se vislumbra irrazonable o arbitraria, toda vez que no aparece
comprometida la finalidad tuitiva del precepto, en tanto y en cuanto se torna operativa la
presunción de solvencia que ampara a los Estados provinciales (conf. CSJN, L.118.XXII.,
"La Plata Remolques SA c/ Buenos Aires, Provincia de s/ acción declarativa", Fallos
311:1835, de 13-IX-1988; U.19.XXII., "Universidad Nacional de Tucumán c/ Catamarca,
Provincia de s/ acción meramente declarativa", de 6-X-1988; A.667.XXII., "Asistencia
Médica Privada SAC c/ Chaco Provincia del s/ cobro de pesos", de 12-VI-1990;
C.378.XXII., "Caja Complementaria de Previsión para la Actividad Docente c/ Chaco,
Provincia del s/ Ejecución fiscal", de 30-V-1995), aun en situaciones de emergencia (conf.
CSJN, S.2960.XXXVIII., "Salta, Provincia de c/ Estado Nacional s/ ejecutivo", de 1-IX-
2003; Fallos: 316:107; 318:1084 y sus citas; 324:1784; entre muchos otros).
III. Por lo expuesto, propongo al acuerdo declarar la validez constitucional de la reforma
introducida por el art. 86 de la ley 14.552 al segundo párrafo del art. 56 de la ley 11.653, en
cuanto consagra la eximición del cumplimiento del depósito previo al Fisco provincial y, en
consecuencia, bien concedido el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido.
Voto por la afirmativa.
Los señores jueces doctores de Lázzari y Pettigiani, por los mismos fundamentos del
señor Juez doctor Soria, votaron la primera cuestión también por la afirmativa.
A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo:
Tal como lo sostuve en las consideraciones vertidas en la causa L. 118.131 "Vaccaro",
disiento con la opinión de los colegas que me preceden en la votación.
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La reforma del art. 56 de la ley 11.653 introducida por el art. 86 de la ley 14.552, en cuanto
exime al Fisco provincial de realizar el depósito previo de capital, intereses y costas de
condena como requisito de admisibilidad de los recursos extraordinarios, es
inconstitucional.
Esta Corte ha expresado en reiteradas oportunidades que la carga pecuniaria establecida en
el citado art. 56, sin ser un pago anticipado de la sentencia (conf. causas L. 105.908
"Bernardello", sent. de 30-IX-2009; L. 93.978 "Battini", sent. de 22-IX-2010 y L. 101.237
"Mulleady", sent. de 2-VII-2014; entre otras), tiene por finalidad asegurar la posibilidad de
hacer efectivo sin dilaciones el crédito del trabajador, del que el pronunciamiento recurrido
constituye fuerte presunción favorable (conf. causas Ac. 37.218 "Avena Mora", resol. de 30-
IX-1986; Ac. 102.960 "Aparicio", resol. de 8-VIII-2008 y L. 117.394 "Báez", resol. de 12-
VI-2013; entre muchas otras).
En su versión anterior a la reforma que se analiza, el depósito previo no admitía otras
excepciones (además, claro está, de la relativa al trabajador dado el beneficio de gratuidad
previsto en el art. 22 de la ley 11.653) que no fueran las derivadas de la "quiebra o concurso
civil del demandado declarados judicialmente", es decir, las provenientes de casos de
desapoderamiento patrimonial o de la demostración de imposibilidad de afrontar el pago de
la condena. Se admitió también, por vía jurisprudencial, que en caso de que el recurrente
alegue una desproporcionada magnitud del monto a depositar y su capacidad económica y
la falta de medios para cumplir el depósito previo previsto en la norma procesal laboral, el a
quo deberá sustanciar un incidente a fin de que se produzca la prueba tendiente a demostrar
esos extremos (conf. causas L. 113.578 "Leiva", resol. de 22-XII-2010; L. 113.681 "Gómez
de Saravia", resol. de 1-VI-2011; L. 117.370 "Abalone", resol. de 16-X-2013 y L. 118.053
"Acosta", resol. de 16-VII-2014; entre otras).
Como puede verse, el resto de los condenados solventes -incluido el Fisco provincial- debía
hacer frente a esa carga procesal pecuniaria.
Al respecto este Tribunal declaró invariablemente que el Fisco provincial no estaba eximido
del cumplimiento del depósito previo (L. 232, sent. de 4-VI-1957, "Acuerdos y Sentencias",
1957-III-53; Ac. 34.564, I. de 19-III-1985; Ac. 50.406, I. de 14-IV-1992; entre otras), y
precisó, incluso, que no correspondía eximirlo atendiendo a su solvencia dado que esa
exigencia procesal procuraba que el trabajador cobrara de forma inmediata su crédito, del
cual la sentencia recurrida que lo acogía constituía fuerte presunción (Ac. 36.873, I. de 12-
VIII-1986).
Coincidente con esa finalidad de facilitar la materialización de los créditos laborales, en
este proceso, como regla, los arts. 294/295 del Código Procesal Civil y Comercial -relativos
a la pérdida del depósito previo- no se aplican al condenado recurrente cuando el resultado
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del recurso no le fuera favorable o la Corte lo declarara bien denegado; tampoco existe un
dispositivo legal de contenido similar en el ordenamiento especial.
La norma, en su versión anterior a la reforma introducida por la ley 14.552 se correspondía
conceptualmente con los mandatos constitucionales de protección del trabajador -sujeto de
preferente tutela constitucional-, y de igualdad (arts. 14 bis y 16, Const. nac.). La reforma,
por el contrario, colisiona con esos derechos.
La presunta solvencia del Estado provincial antes que justificar su auto eximición del
depósito previo, es el dato relevante que lo coloca en igualdad de situación con el resto de
los empleadores del sector privado cuya quiebra o concurso no fueron declarados o que no
demostraron la desproporcionada magnitud del monto con relación a su capacidad
económica y la falta comprobada e inculpable de los medios para afrontar dichas
erogaciones (L. 117.977 "Yungblut", resol. de 16-VII-2014). Si el Estado es solvente ¿cuál
es el motivo para, a diferencia de los otros recurrentes condenados, dejar de hacer el
depósito previo que las sucesivas leyes procesales laborales han impuesto desde el año
1947?. Ninguna pista da la ley 14.552 de Gastos y Recursos de la Administración
Provincial (PBO 23 y 24-XII-2013) por lo que no encuentro otro motivo que no sea el de
concederle una ventaja exclusiva, sin causa que justifique, que daña la igualdad entre
empleadores a la vez que atenta contra la indemnidad del trabajador.
Si bien es cierto que la concesión de los recursos extraordinarios está sujeta a la
reglamentación legislativa a través de las leyes de procedimiento, esa facultad de reglar los
recaudos procesales de admisión de las impugnaciones extraordinarias no puede
desentenderse de los principios sustanciales que necesariamente se proyectan al ámbito
adjetivo y de que el proceso es un instrumento realizador del derecho de fondo.
Ese derecho de fondo que, además de procurar la seguridad física del trabajador, se ha
prolongado naturalmente en la idea de su seguridad económica.
Y no otra finalidad tuvo la disposición que imponía la carga del depósito previo de capital,
intereses y costas de la condena, en cuanto regulación puesta al servicio de hacer operativas
las garantías de percepción íntegra, oportuna y cómoda de las indemnizaciones y otros
créditos laborales.
Por ello, una reforma legislativa como la que se analiza es claramente incompatible con el
principio de progresividad y no regresividad consagrado en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC, art. 2.1.), en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH, art. 26) y en el Protocolo Adicional a esta
última o Protocolo de San Salvador (art. 1º). Y el Estado provincial no ha justificado esa
regresividad, es decir, no se ha ocupado de intentar explicar, siquiera, que pese a implicar
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b. Luego, la función revisora de esta Corte debe limitarse a verificar si lo resuelto en autos
contradice la doctrina legal vigente a la fecha del pronunciamiento impugnado, hipótesis
que se configura cuando este Tribunal ha establecido la interpretación de las normas que
rigen la relación sustancial debatida en una determinada controversia y el fallo impugnado
la transgrede, precisamente, en un caso similar (conf. causas L. 109.022 "Villa", sent. de 31-
VIII-2011; L. 113.822 "García", sent. de 8-V-2013 y L. 116.431 "Velázquez", sent. de 30-
IX-2014; entre muchas otras).
No obsta a lo señalado lo expuesto por el interesado al alegar, con fundamento en los
pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los precedentes "Strada"
y "Di Mascio", que la normativa local que limita el acceso a esta instancia en razón del
valor del litigio deviene inaplicable al caso. Ello así, en tanto los argumentos genéricamente
diseñados no abastecen la carga de evidenciar que, conforme a las circunstancias
particulares del caso, se configure un supuesto que conduzca a analizar el recurso en su más
amplio marco de revisión.
2. Aclarado ello, señalo que el embate dirigido a impugnar el importe del valor mensual del
ingreso base que el tribunal de origen estableció para cuantificar la prestación dineraria por
incapacidad laboral permanente parcial, no puede prosperar.
La exclusión de la hipótesis habilitante de la excepción prevista en el art. 55 in fine del
régimen procesal laboral se impone nítida, toda vez que en la crítica de la decisión de grado
el recurrente prescinde de toda denuncia tendiente a demostrar el quebrantamiento de
doctrina relacionada con la temática que se impugna (conf. doct. causas L. 104.912
"Acosta", sent. de 30-V-2012; L. 111.513 "Caballero", sent. de 13-XI-2013 y L. 117.524
"Fernández", sent. de 27-V-2015; entre otras; v. rec., fs. 160 vta./162).
3. Tampoco puede tener cabida la queja mediante la que cuestiona la aplicación de la
resolución de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo 287/01, que el tribunal de grado
utilizó como pauta de actualización del capital.
Tal como lo expuso la doctora Kogan en la causa L. 118.167 "Dietz", sent. de 15-VII-2015 -
voto al que en el punto presté mi adhesión-,la doctrina citada por el recurrente, referida a un
tópico distinto -la fijación de la tasa para el cálculo de los intereses moratorios (v. fs. 162 y
vta.)-, ha sido elaborada sobre la base de disímiles presupuestos a los del caso en análisis
(conf. causas L. 89.193 "Machao", sent. de 22-VI-2011; L. 103.565 "Bugatti", sent. de 12-
X-2011 y L. 106.889 "Franget", sent. de 3-X-2012), en el que se ha resuelto -reitero-
recomponer mediante su actualización el capital.
Queda evidenciado, por ende, que la postulación de dicha doctrina no exhibe relación de
correspondencia con las motivaciones del juzgador de origen, que han constituido factores
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tales acreencias con los alimentos, tal cual se hallan éstos regulados por los preceptos del
derecho civil.
La obligación alimentaria en este último campo -en sustancia, y sin perjuicio de
constatarse otros supuestos ajenos, así, los regulados en los arts. 1559, 1745 inc. b y 2509
del Código Civil y Comercial de la Nación- se halla tradicionalmente fundada en el
principio de solidaridad familiar y recibe una muy especial protección por parte del
ordenamiento jurídico tendiente a garantizar su cumplimiento. Entre tantos ejemplos, puede
constatarse lo expuesto con la organización en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires -y
de modo similar, en otras jurisdicciones- del Registro de Deudores Alimentarios Morosos
creado por ley 13.074.
La intensidad de esa protección se presenta, incluso, cuando se contraponen los derechos
alimentarios en sentido estricto frente a créditos derivados de la legislación laboral. Así, el
art. 120 de la Ley de Contrato de Trabajo expresa que el salario mínimo vital es
inembargable en la proporción que establezca la reglamentación "... salvo por deudas
alimentarias"; este criterio se reitera en el art. 147 referido a las remuneraciones en general
y se extiende -conforme el art. 149- a las indemnizaciones debidas con motivo del contrato
de trabajo o de su extinción. La reglamentación que contiene el decreto 484/87 refuerza el
mandato legal señalado, en cuanto prescribe que los límites a la embargabilidad señalada no
serán de aplicación -en lo que interesa- en el caso de cuotas por alimentos (art. 4, dec. cit.).
Esa línea rectora, también se observa en el art. 273 de la citada ley, en cuanto establece que
los créditos por remuneraciones y subsidios familiares debidos al trabajador por seis meses
y los provenientes de distintas indemnizaciones, gozarán del privilegio general, además,
serán preferidos a cualquier otro, "... salvo los alimentarios".
Es evidente, de la lectura de estos ejemplos, que no es dable afirmar que las acreencias
laborales constituyan alimentos stricto sensu.
ii] En lo concretamente debatido en estos autos, aceptar que el ordenamiento jurídico
resguarda a las acreencias laborales de una manera, en modo alguno conduce a aplicarles la
tasa que el art. 552 del Código Civil y Comercial ha previsto, en una cláusula puntual, para
el específico supuesto de incumplimiento del pago de la cuota alimentaria. La regla, en
concreto, hace referencia a la tasas de interés "... equivalente a la más alta que cobran los
bancos a sus clientes, según las reglamentaciones del Banco Central" a la que -continúa- "...
se adiciona la que el juez fije según las circunstancias del caso".
Situado en el Libro segundo: "Relaciones de Familia", Titulo 4: "Parentesco", Capítulo 2:
"Deberes y derechos de los parientes", en su respectiva Sección 1: "Alimentos", el precepto
se inserta en el marco de los instrumentos que el codificador ha elaborado para resguardar
en el ámbito de este tipo de relaciones el cumplimiento de la obligación alimentaria, de
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eminente carácter asistencial. Además, en vista del contenido de la tasa regulada en esa
norma, la solución allí prevista parece desbordar el propósito propio de los intereses
moratorios y asumir también -junto con lo normado en el art. 553- un ingrediente del
mandato judicial. En tal sentido, la Comisión Redactora del Anteproyecto de Código Civil y
Comercial de la Nación en sus "Fundamentos" -a los que nuevamente resulta útil acudir-
expresa que la tasa de interés examinada forma parte de las medidas de las cuales dispone el
juez para asegurar la eficacia de la sentencia (conf. Código Civil y Comercial de la Nación,
texto cit., pág. 490).
Cabe recordar, que en el precedente L. 94.446 "Ginossi" (sent. de 21-X-2009), afirmé que el
interés moratorio es -por regla- un resarcimiento que la ley concede ipso iure al acreedor de
una obligación de dar sumas de dinero frente a la mora de su deudor. También, que la
finalidad de dicho incremento del capital exige la fijación de una tasa que debe cubrir ese
retardo del incumplidor moroso o -como se suele afirmar- resarcir la renta de la que se vio
privado el acreedor durante el lapso en que no pudo disponer de los fondos que se le
adeudaban; la tasa elegida, entonces, debe encontrar una adecuada justificación, no
resultando apropiada la adopción de una alícuota que contenga componentes que excedan o
distorsionen su finalidad.
Cierto es que, en el terreno de los infortunios laborales, la Ley de Riesgos del Trabajo
establece en el art. 11.1 que "... Las prestaciones dinerarias de esta ley gozan de las
franquicias y privilegios de los créditos por alimentos. Son, además, irrenunciables y no
pueden ser cedidas ni enajenadas". Más allá de tener presente lo allí estatuido, en el sentido
de que dichas expresiones, un tanto imprecisas, parecen corresponderse con el art. 374 del
Código Civil anterior (cfr. Ackerman, Mario Eduardo; "Ley de Riesgos del Trabajo
comentada y concordada", 2da. Edición ampliada y actualizada, Rubinzal-Culzoni Editores,
Santa Fe, 2013, pág. 241), disposición que hoy guarda semejanza con el art. 539 del Código
Civil y Comercial de la Nación, no se desprende de la ley 24.557 sino un nivel de tutela a
las prestaciones previstas en el sistema que permite extenderle ciertas prohibiciones que
contiene la ley común (v.gr., la de compensar o transar). En cambio, no se deriva del citado
art. 11.1 que sea el vehículo de remisión a una regla legal muy puntual, inexistente al
tiempo de su dictado, como el señalado art. 552 del Código unificado, cuyo marco
normativo, diseño y especificidad, exceden el escenario propio de los créditos laborales.
IV. Por lo expuesto, corresponde hacer lugar parcialmente al recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley deducido, declarar la inconstitucionalidad de la ley provincial 14.399
y, en consecuencia, revocar parcialmente la sentencia en lo concerniente a la tasa que
declaró aplicable para calcular los intereses adeudados, los que han de liquidarse según la
más alta que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de
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depósito a treinta (30) días, conforme aquéllas vigentes en los distintos períodos de
aplicación.
En la instancia de origen deberá practicarse nueva liquidación, con arreglo a lo que aquí se
decide.
Las costas de esta instancia se imponen por su orden, haciendo mérito del contenido de la
presente decisión (art. 289, CPCC).
Voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo:
I. El recurso prospera parcialmente.
1. a. Comparto lo expuesto por mi distinguido colega doctor Soria en cuanto señala que el
valor de lo cuestionado no supera el monto mínimo previsto en el art. 278 del Código
Procesal Civil y Comercial.
Siendo ello así, la función revisora de esta Corte debe limitarse a verificar si lo resuelto en
autos contradice la doctrina legal vigente a la fecha del pronunciamiento impugnado,
destacándose que la violación de esta última se configura cuando este Tribunal ha
establecido la interpretación de las normas que rigen la relación sustancial debatida en una
determinada controversia y el fallo impugnado la transgrede, precisamente, en un caso
similar (conf. causas L. 116.461 "Arriola", sent. de 31-VII-2013; L. 116.422 "Robles", sent.
de 18-XII-2013; L. 117.516 "Raminey", sent. de 1-IV-2015; entre muchas otras).
b. Empero, no puede soslayarse que el agravio que porta el remedio extraordinario deducido
(dirigido a rebatir la inclusión de rubros no remunerativos para el cálculo del valor del
ingreso base mensual, por conducto de la declaración de inconstitucionalidad del art. 12 de
la ley 24.557) involucra el análisis de una cuestión federal, circunstancia que justificaría su
tratamiento con prescindencia de las limitaciones establecidas en las leyes procesales
citadas.
En tal sentido, tiene dicho este Tribunal que aun cuando el valor de lo cuestionado no
supere el límite establecido en los arts. 278 del Código Procesal Civil y Comercial y 55 de
la ley 11.653, corresponde ingresar en el tratamiento de los agravios contenidos en el
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley que se vinculan con cuestiones federales,
toda vez que -según lo ha resuelto la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN, Fallos
308:490 in re "Strada"; Fallos: 311:2478; in re "Di Mascio")- es necesario que la Suprema
Corte, en tanto órgano máximo de la judicatura local, ingrese al conocimiento de los
cuestionamientos relacionados con puntos regidos por la Constitución, las leyes federales y
los tratados internacionales (conf. causa L. 91.737 "Kaufmann", sent. de 21-IX-2011).
Por consiguiente, dicho cuestionamiento habrá de ser abordado con prescindencia de las
limitaciones establecidas en las leyes procesales locales.
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Empiezo por señalar que el art. 768 del Código Civil y Comercial difiere, aparentemente, en
un aspecto sustancial de la primera parte del anterior art. 622 (que es lo que ahora nos
interesa): de no haber acuerdo previo entre las partes ni leyes especiales que las dispongan,
las tasas serán las que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central (mientras que
antes se disponía que los jueces lo determinarían). Esta diferencia, en una primera lectura,
parece echar por tierra mi postura original desde que ya no se autorizaría a los jueces a
determinar la tasa aplicable.
Sin embargo, a poco se ingrese en la inteligencia de esta cláusula se advertirán soluciones
diversas que reclaman, una vez más, de la prudente discrecionalidad y ponderación de los
jueces. Veamos:
El período "tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central" autoriza a
seguir dos líneas de pensamiento. Por un lado, es posible entender que se está refiriendo a
las tasas que ya vienen siendo determinadas por la autoridad monetaria, las cuales son
bastamente conocidas, y reduciéndose la tarea de los jueces a identificarlas correctamente.
Pero hay una segunda opción, y ésta invita a sostener que el legislador ha encargado (tal vez
elípticamente) al Banco Central la fijación -según parámetros apropiados- de un guarismo
específico para que, en defecto de la voluntad de las partes o normativa específica, se
estimen los intereses que producirá un cierto capital determinado judicialmente.
Ahora bien: como no ha habido de parte del Banco Central ninguna fijación concreta,
podría dejarse de lado (no por inapropiado, sino por no ser actualmente operativo) este
segundo criterio de interpretación, y reducirnos al primero. Pero no por ello salvamos todos
los escollos, ya que la entidad ofrece varias tasas de interés; por ejemplo, hay distintas tasas
activas (de descuento, por descubierto, por financiación de saldo de tarjetas, etc.) y también
hay diversas tasas pasivas (para caja de ahorros o para plazo fijo, las que -a su vez- varían
según el período de la imposición o según el medio que se use, etc.) Y por su lado, la
Sección 5 (en particular 5.5) de la Comunicación "A" 3052 del BCRA no contribuye en
nada a clarificar la cuestión. En definitiva: hay un menú de opciones (de tasas fijadas por el
Banco Central) que se ofrecen para aplicar a cada caso. Y ello me lleva a lo que antes había
sostenido: los jueces son quienes, ante dicho menú de opciones, han de elegir aquélla que
sea más acorde al caso, o por la que -consecuentes con la búsqueda de la coherencia de la
totalidad del sistema, como lo que requiere la parte final del art. 2 del Código Civil y
Comercial- resulte ser la más apropiada, una vez se hayan considerado las circunstancias
que rodean al asunto.
c. Precisamente es en los términos del nuevo art. 2 del Código Civil y Comercial, y a partir
de una interpretación que procura armonizar las diversas disposiciones que integran el
sistema jurídico (esta Suprema Corte postuló la conveniencia de tal método, aún antes de la
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nueva codificación, en una gran cantidad de precedentes: causas C. 101.787, sent. de 2-III-
2011; L. 90.644, sent. de 22-VI-2011; B. 71.758, sent. de 9-V-2012; C. 117.079, sent. de 8-
IV-2015; C. 118.968, sent. de 15-VII-2015; entre muchos otros), sostengo que puede
llegarse a otra solución.
d. Para ello ha de recordarse, primeramente, que el origen del reclamo que se discute en
autos es una enfermedad accidente que provocó en el trabajador una incapacidad que debe
ser restañada con una plena e integral indemnización. Ello configura un crédito laboral que,
como tal, tiene naturaleza alimentaria (CSJN, causa 0.659.XL, sent. de 10-XI-2009;
A.996.XLI, sent. de 28-VI-2011; T.319.XLVI, sent. de 17-XII-2013, entre otras; en igual
sentido, esta SCBA causas L. 88.330, sent. de 31-VIII-2007; L. 108.023, sent. de 10-XII-
2014 y L. 117.062, sent. de 15-IV-2015, entre otras). La norma contenida en el art. 11 de la
Ley de Riesgos del Trabajo, aunque no tan clara como su antecesora (la incluida en el art.
13 de la ley 9688), de todas maneras no arroja dudas: "Las prestaciones dinerarias de esta
ley gozan de las franquicias y privilegios de los créditos por alimentos. Son, además,
irrenunciables y no pueden ser cedidas ni enajenadas" (apart. 1).
No está demás hacer aquí un pequeño alto y detenernos en un par de antecedentes que
considero trascendentales. El primero: este Tribunal tuvo oportunidad de expedirse -lo hizo
por mayoría- en una cuestión de competencia atípica (el puntual calificativo corresponde a
nuestro distinguido colega, el doctor Hitters, quien integrara la minoría): ante la negativa de
un tribunal de trabajo de trabar embargo sobre una indemnización laboral ordenada por un
juez civil, la Suprema Corte decidió reconocer al juez oficiado la posibilidad de oponerse a
lo requerido por otro juez cuando ello implica ir contra expresas disposiciones legales,
sobre todo cuando estas son propias del orden público laboral. Obsérvese que, sea de
aplicación la ley 9688, en su art. 13, o lo sea el art. 13.2 de la ley 24.028, lo cierto es que en
cualquiera de ambos casos las indemnizaciones que pudieren corresponder no pueden ser
objeto de embargo, siendo amparadas por un régimen equivalente a los créditos por
alimentos, (cfr. causa Ac. 93.791, sent. de 20-IX-2006, con voto inicial del suscripto e
interesante acotación del doctor Negri). En otras palabras: la naturaleza alimentaria de una
indemnización laboral resulta una regla reconocida legal y jurisprudencialmente, sin que
puedan hacerse distinciones respecto de si esta indemnización proviene de un
incumplimiento contractual (el despido incausado, por ejemplo) o es la reparación de los
daños provocados por un accidente o por una enfermedad.
El segundo caso proviene de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En la causa
C.2473.XXXVIII (sent. de 2-VI-2003) el máximo Tribunal del país compartió los
fundamentos del Procurador Fiscal cuando éste sostuvo que la indemnización que
correspondía a un menor incapacitado total y absolutamente tiene un carácter alimentario
que se extiende a otros rubros (como los gastos médicos) porque éstos siguen la suerte de lo
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principal, al margen del origen de la causa del daño. De tal doctrina no es improcedente
inferir que una indemnización por una incapacidad tiene siempre carácter alimentario, sin
importar si se trata de la esfera civil o laboral, carácter que se transmite a todos los rubros
que la componen, donde deben quedar incluidos los intereses.
e. Una vez aceptada la proposición según la cual cualquier indemnización laboral tiene
carácter alimentario, es posible avanzar con un segundo enunciado: de conformidad con lo
actualmente prescripto por el art. 552 del Código Civil y Comercial, los créditos
alimentarios han de devengar intereses a la tasa más alta que cobren los bancos a sus
clientes (dentro de las regulaciones del Banco Central) y sin perjuicio de las que el juez
adicione según las circunstancias de la causa.
Esta norma es aplicable desde el 1 de agosto de 2015, esto es, desde la entrada en vigencia
del nuevo Código, con respecto a aquellos tramos de la relación sustancial-procesal que aún
no se hubieran cumplido (art. 7 de la nueva ley) de manera que, como enseña Kemelmajer
de Carlucci ("El art. 7 del Código Civil y Comercial y los expedientes en trámite en los que
no exista sentencia firme", LL de 22-IV-2015), si una ley regula la tasa de interés aplicable
con posterioridad al dictado de la sentencia, tal ley debe regir los períodos aún no
consumidos de la relación juzgada desde su entrada en vigencia. A esto Moisset de Espanés
ya lo había reconocido, llamándolo efecto inmediato de la ley posterior (cfr., "El daño
moral y la irretroactividad de la ley"; JA, 13-1972-356).
f. Pues bien: a partir de tales enunciados (que fungen como premisas), no existe hiato que
no pueda ser superado al concluir de esta manera: siendo el crédito laboral un crédito
alimentario, y puesto que el sistema debe ser considerado un todo coherente y consistente,
la normativa referida a los intereses devengados por cuotas alimentarias impagas debe
aplicarse a los créditos laborales insatisfechos: a ellos también corresponde, pues, la tasa
más alta que cualquier banco cobre a sus clientes, dentro de las regulaciones específicas de
la autoridad monetaria.
4) En razón de los desarrollos contenidos en el voto que precede, así como de otros
argumentos expuestos por mis colegas en casos similares, entiendo necesario incorporar
algunas precisiones más.
a. Se sostiene, por un lado, que no es aplicable -ni aún por analogía- la previsión del art.
552 del nuevo Código Civil y Comercial, sobre la base de que la prestación alimentaria
tiene un carácter asistencial derivado del deber de moralidad que resulta sustancialmente
diferente a la naturaleza de las obligaciones dinerarias. Por otro, se afirmar algo parecido:
que no es dable asimilar las acreencias laborales a aquéllas que surgen de los alimentos
stricto sensu, esto es, los que provienen del orden y solidaridad familiar. En otras palabras,
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Com.), en caso de haber provocado una muerte, se pone a cargo del civilmente responsable
lo que fuere necesario para la subsistencia del grupo familiar de la víctima. Puede citarse,
asimismo, el legado de alimentos (art. 3790, Cód. anterior, 2509 actual), de fuente
testamentaria. En materia concursal, el art. 16 de la ley 24.522 reformada dispone el pronto
pago de las remuneraciones debidas al trabajador y las indemnizaciones por accidentes de
trabajo o enfermedades laborales, del mismo modo que en el art. 129 se excluye de la
suspensión de intereses a los créditos laborales.
Esta corta enumeración viene a confirmar que la única fuente de la obligación alimentaria
no es el vínculo familiar.
e. También se ha declarado que la finalidad que se atribuye al curso de los intereses
moratorios -consistente en cubrir el retardo del incumplidor moroso o resarcir la renta
de la que se vio privado el acreedor durante el lapso en que no pudo disponer de los fondos
que se le adeudaban- se halla cumplida con la fijación de la tasa pasiva.
Nuevamente debo discrepar. Tomando conceptos de Beltrán Laguyás, ("Intereses en materia
laboral", en el libro "El derecho del trabajo y el nuevo Código Civil y Comercial", dirigido
por Capón Filas, Ed. Platense, p. 195 y sgts.), "se parte de la premisa de que mientras la
tasa pasiva es la que paga una entidad financiera al ‘ahorrista’, la tasa activa es para
quien recurre al crédito, el llamado tomador. Por el carácter alimentario de los rubros
involucrados, no se puede tratar como ‘inversionista’ al trabajador postergado en el cobro
de su crédito. ‘Ahorrista’ es quien libremente dispone usar parte de su efectivo colocándolo
a interés en pos de una ganancia y ello supone que sus necesidades básicas estén
obviamente satisfechas. En verdad, el trabajador postergado en el pago, nunca tuvo el
dinero en sus manos, pese a su voluntad de cobro; sólo es titular de un crédito que no
puede efectivizar, por su intrínseca debilidad negocial. En la mayor parte de los supuestos
quien se ve obligado a pleitear en el fuero laboral tiene sus necesidades personales y
familiares insatisfechas".
Se agrega en la citada obra: "En suma, el trabajador acreedor no es un ahorrista, no posee
una suma de dinero ociosa, tampoco tiene ocasión de decidir, no pone su dinero a interés,
no tiene afán de lucro ni especula con hipotéticas utilidades; simplemente -y pese a su
deseo no puede cobrar. Por eso es absurdo que a quien no es ahorrista, se le aplique la tasa
pasiva".
A partir de estas ideas, planteo el siguiente caso: un trabajador ha sido despedido, o ha
sufrido una lesión de cierta gravedad, y se halla a la espera de obtener el resarcimiento por
alguna de esas causales, espera durante la cual el capital que se le adeuda produce intereses
a la tasa pasiva. Ese mismo trabajador se halla comprometido a pasar alimentos a,
supongamos, un par de hijos. Como no puede hacerlo -ya que ha sido cesado en su empleo
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o una lesión le dificulta llevar a cabo su trabajo-, cae en mora, a resultas de lo cual el monto
de su deuda empieza a crecer por el acumulamiento de intereses que se calculan a la tasa
más alta que un Banco cobre a sus clientes (art. 552 del Cód. Civ. y Com.). Así, el servicio
de justicia no solo tarda en reconocer un derecho, sino que usa ese lapso para asfixiar al
trabajador. No puede ser tal la finalidad de las normas, ni la intención de los legisladores ni
el contenido de los principios y valores jurídicos cuyo razonado acatamiento reclaman los
arts. 1, 2 y 3 del nuevo Código.
II. Por lo expuesto, y asumiendo la solución concreta del caso, propongo hacer lugar
parcialmente al recurso extraordinario deducido en el siguiente sentido: en primer lugar,
desde que la obligación se hizo exigible y hasta el 31 de julio de 2015 ha de regir la tasa
pasiva, por acatamiento de la doctrina legal de este Tribunal (dejando a salvo mi opinión
personal). A partir del 1 de agosto del mismo año, si bien por aplicación de lo dispuesto en
el art. 552 del Código Civil y Comercial debería aplicarse la tasa activa más alta que cobre
a sus clientes el Banco de la Provincia de Buenos Aires; ahora bien, para evitar la comisión
de una reformatio in peius, deberá confirmarse -para este período- la tasa fijada en la
instancia ordinaria, esto es, la activa que cobra el Banco de la Provincia de Buenos Aires en
sus operaciones de descuento a 30 días.
Luego, en razón del alcance con que prospera la impugnación, las costas se impondrán por
su orden (arts. 68 y 289 del CPCC).
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo:
I. Adhiero a lo manifestado por mi distinguido colega doctor de Lázzari en el ap. I, puntos
1,2 y 3.
II. En lo que respecta a la crítica dirigida contra la tasa de interés moratorio que aplicó el
tribunal a quo al monto de condena, considero que le asiste razón al recurrente.
1. El tribunal de origen dispuso calcular tales accesorios a la "tasa activa" que fija el Banco
de la Provincia de Buenos Aires para sus operaciones de descuento de documentos a 30 días
(v. sent., fs. 153 vta.).
Ante ello, el impugnante denuncia la violación de la doctrina legal de esta Suprema Corte
en las causas L. 94.446 "Ginossi"; C. 101.774 "Ponce" (ambas sents. de 21-X-2009) y L.
108.164 "Abraham" (sent. de 13-XI-2013; v. rec., fs. 163 y vta.).
Efectivamente, esa parcela del pronunciamiento es contraria a la doctrina legal que este
Tribunal superior provincial estableció bajo la norma del art. 622 del Código Civil derogado
para estos supuestos, cuando ni las partes ni la legislación especial han previsto una alícuota
determinada. En estas circunstancias se sostuvo la mencionada "tasa pasiva de interés plazo
fijo a 30 días", tal como surge de numerosos precedentes como en las causas Ac. 43.448
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"Cuadern" (sent. de 21-V-1991) y Ac. 59.059 "Giani" (sent. de 25-III-1997), que han sido
ratificados en otros con fechas posteriores (así las causas L. 94.446 "Ginossi" como también
C. 101.774 "Ponce", y, luego, L. 108.164 "Abraham", citadas).
Ahora bien, ante lo referido respecto del antiguo art. 622, surge -inmediatamente- la
necesidad de abordar el análisis de las prescripciones de la ley provincial 14.399 (BO, 12-
XII-2012) que modifica el art. 48 de la ley 11.653.
En este contexto, debe señalarse que la norma mencionada ya ha sido invalidada desde el
punto de vista constitucional por esta Suprema Corte en la causa L. 102.210 "Campana"
(sent. de 13-XI-2013), entre otras, oportunidad en la que expuse la parte pertinente del voto
de la doctora Kogan, con el alcance al que he adherido en la causa L. 108.142 "Díaz", con
sentencia en la misma fecha.
Allí señalé que la norma incorporada por la ley 14.399 al art. 48 del régimen procesal
laboral (ley 11.653) -aplicable en forma inmediata a partir de la fecha de su entrada en
vigencia (el 21-XII-2012) respecto de aquellos créditos cuyo reconocimiento resulte aún
materia de controversia- se encuentra en pugna con la Constitución nacional (arts. 31, 75
inc. 12, 126 y concs.), en tanto legisla sobre una materia de derecho común cuya regulación
es competencia del Congreso de la Nación.
En efecto, se trata de la regulación de las relaciones jurídicas entre acreedor y deudor -en el
campo del derecho laboral- y en concreto, del aspecto relativo a los efectos de la mora en el
cumplimiento de la obligación sustancial de abonar créditos pecuniarios emergentes del
contrato de trabajo, resarciendo el pago tardío mediante la asunción de los intereses
respectivos. Es manifiesto, en consecuencia, que es materia propia del ámbito de
competencia que las provincias han delegado en forma expresa en el gobierno federal,
encontrándose facultado exclusivamente el Congreso nacional para legislar sobre el
particular (art. 75 inc. 12, Constitución nacional), no pudiendo los estados provinciales
ejercer tal potestad (art. 126), so riesgo de avasallar el principio consagrado en el art. 31 de
la carta fundamental (Fallos 320:1344; 311:1795; 275:254; 256:215; entre otros).
Se sigue de ello, teniendo en cuenta la invalidez constitucional de la ley 14.399, que -
conforme ha venido sosteniendo este superior tribunal- a partir del 1 de abril de 1991 los
intereses moratorios deben ser liquidados exclusivamente sobre el capital (art. 623, Cód.
Civil derogado) con arreglo a la tasa de interés que pague el Banco de la Provincia de
Buenos Aires en sus depósitos a 30 días, vigente al inicio de cada uno de los períodos
comprendidos y por aquellos días que no alcancen a cubrir el lapso señalado, el cálculo será
diario con igual tasa (arts. 7 y 10, ley 23.928, modif. por ley 25.561 y 622 del Cód. Civil
derogado; conf. causas Ac. 57.803 "Banco de la Prov. de Bs. As.", sent. de 17-II-1998; Ac.
72.204 "Quinteros Palacio", sent. de 15-III-2000; Ac. 68.681 "Mena de Benítez", sent. de 5-
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La aplicación temporal de dicho régimen, específicamente del art. 768, exige acudir al art.
7 del mismo cuerpo normativo, en donde se establece: "Eficacia temporal. A partir de su
entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes.
Las leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, excepto disposición en
contrario. La retroactividad establecida por la ley no puede afectar derechos amparados
por garantías constitucionales.
Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con
excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo".
El presente art. 7 se asemeja -en lo sustancial- al art. 3 del código derogado, y esta Suprema
Corte provincial ha conformado una doctrina legal en torno del mismo que resulta aplicable
a la cuestión aquí tratada.
Efectivamente, con motivo de pronunciarse respecto de la vigencia de la ley 23.928 (BO,
28-III-1991), este máximo Tribunal provincial declaró la aplicación de dicho cuerpo legal
aun a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes (conf. causa Ac.
37.456 "IBM Argentina S.A.", sent. de 22-X-1991), y, en el mismo sentido, a los hechos
que están in fieri o en curso de desarrollo al tiempo de su sanción (art. 3, Cód. Civ.; causas
Ac. 49.095 "Cánepa", sent. de 12-IV-1994 y Ac. 63.091 "Fisco de la Pcia. de Bs. As.", sent.
de 2-VIII-2000).
Asimismo, ante la sanción de la ley provincial 14.399, que modificó el art. 48 de la ley
11.653, durante la vigencia del art. 3 del Código Civil derogado, esta Suprema Corte
sostuvo idéntico criterio jurisprudencial. En la causa L. 110.487 "Ojer" (sent. de 13-XI-
2013), entre otras, manifestó que la aplicación inmediata de la ley a las relaciones y
situaciones anteriores a su creación no significa su aplicación retroactiva, en tanto sólo
alcanza los efectos que -por producirse después de la entrada en vigencia del nuevo texto-
no se encontraban al amparo de la garantía de la propiedad, ni al resguardo de un cambio de
legislación, que es lo que ocurre en el caso del art. 48 de la ley 11.653 (modificado por la
ley 14.399) ante la subsistencia de la mora en el pago de los créditos laborales.
Por lo tanto, la pauta precedentemente descripta deviene aplicable al caso, razón por la cual,
desde el 1 de agosto de 2015 rige el art. 768 del Código Civil y Comercial (ley 26.994) a
los fines de la determinación de los intereses moratorios.
4. La norma contenida en el art. 768 establece que: "A partir de su mora el deudor debe los
intereses correspondientes. La tasa se determina: a) por lo que acuerden las partes; b) por
lo que dispongan las leyes especiales; c) en subsidio, por tasas que se fijen según las
reglamentaciones del Banco Central".
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En la presente causa no existe acuerdo de partes y, en cuanto a una ley especial que los rija,
cabe recordar que la ley 14.399 -bajo el contexto del derogado art. 622- ha sido declarada
inconstitucional en el tratamiento previo a esta instancia de estudio (v. punto II.1), razón por
la cual, debe aplicarse -entonces- el inc. c) de la norma bajo análisis.
En dicho inciso está consignado -cabe reiterar- que el interés moratorio se determina "... por
tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central".
En principio, deviene necesario observar que el enunciado no alude a un concreto e
inequívoco tipo de tasa de interés que fije el Banco Central. Incluso, por el contrario,
inmediatamente surgen diversos interrogantes a dilucidar a partir del tenor de la norma. En
primer lugar, si existe una o más tasas con la característica que menciona el inciso (es decir,
tasas que se ajusten a "... las reglamentaciones del Banco Central"); luego, quién o quiénes
fijan las mismas toda vez que la norma contiene una expresión impersonal con el uso de la
expresión "... se fijen..."; y, finalmente, en el caso de no existir un único tipo de tasa de
interés ni tampoco una sola fuente que las fije con esas características, quién tiene la
facultad de determinar una para su aplicación.
A fin de satisfacer estas cuestiones, el abordaje hermenéutico debe ajustarse a lo dispuesto
por el art. 2 del Código Civil y Comercial (ley 26.994), en donde se expresa que "la ley
debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas,
las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios y los
valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento".
a. Tanto para el primer interrogante (si existe una o más tasas con la característica que
menciona el inciso), como para el segundo (quién o quiénes las fijan), debemos acudir a la
normativa que rige al Banco Central (Carta Orgánica, ley 24.144 y modificaciones), a las
reglamentaciones que emanan del mismo y, también, a la ley 21.526 de Entidades
Financieras.
En lo que resulta pertinente, el Banco Central, entidad autárquica del Estado nacional (conf.
art. 1, Carta Orgánica, ley 24.144, modif. ley 26.739), tiene como función y facultad -entre
muchas otras- "regular (...) las tasas de interés" (inc. b) del art. 4, CO modif., ley 26.739).
Luego, específicamente, se expresa que corresponde al directorio del Banco "fijar las tasas
de interés y demás condiciones generales de las operaciones crediticias del banco" (inc. c)
del art. 14, CO modif., ley 26.739).
De modo tal que el Banco Central fija tasas de interés, pero inmediatamente se observa que
también dicta reglamentaciones en donde establece criterios y especificaciones
conceptuales y técnicas sobre tasas de interés, que deben ser respetadas por las entidades
financieras cuando éstas hagan lo propio. Así, entre las reglamentaciones de este tenor,
hallamos la normativa "Tasas de interés en las operaciones de crédito" (consultado en:
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=134100 25/43
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https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=134100 26/43
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Tal aseveración, que estemos ante la facultad del juez de fijarlos, renueva la discusión
suscitada debido al antiguo art. 622, primer párrafo in fine del Código Civil, en la causa L.
94.446 "Ginossi" (sent. de 21-X-2009), respecto a si la determinación del interés moratorio
por el sentenciante de grado constituye una cuestión de hecho o de derecho, teniendo en
cuenta los límites que poseen las facultades casatorias de esta Suprema Corte de Justicia
(art. 279 del CPCC).
Problemática que abordé en el punto II, aps. 1 a 8, de mi voto en la citada causa "Ginossi",
en los que concluí que el sentenciante de grado dilucidará una cuestión de derecho como es
la determinación de la tasa de interés, la cual se aplicará respecto de una suma de dinero y
en un determinado lapso, cuestiones de hecho que permiten el efecto expansivo necesario
para hacer viable la revisión casatoria de esta Suprema Corte.
Conclusión que considero plenamente aplicable al actual inc. c) del art. 768 del Código
Civil y Comercial, razón por la cual, remito -por razones de brevedad- a los fundamentos
allí expuestos.
c. Despejadas las cuestiones abordadas hasta aquí, se está en condiciones de sostener que
toda tasa de interés fijada por el Banco Central o por una entidad financiera conforme
a las reglamentaciones que aquel establece, constituye el universo de tasas de interés que
el juez puede seleccionar en conformidad con el inc. c) del art. 768 del Código Civil y
Comercial.
Resulta valioso subrayar lo que queda fuera de ese universo y que ha sido en ocasiones
pretéritas práctica judicial en la determinación de intereses moratorios, como por ejemplo,
no cabría la fijación de lo que se ha denominado la tasa de interés pura del 6% anual o si se
pretendiese fijar cualquier otra construcción porcentual.
De modo tal que estas consideraciones evidencian, entonces, que al igual que en la anterior
regulación (el citado art. 622, primer párrafo in fine), la actual también es una facultad
judicial (inc. c del art. 768), pero a diferencia de aquella ahora hay un universo
circunscripto de tasas de interés.
Esta circunstancia importa una ponderación, elección y determinación de características
diferentes, en vez de un universo abierto de posibilidades, el juez debe acotar la evaluación
a un campo determinado (cerrado) de tasas con las características descriptas
precedentemente.
d. Instalados en la norma del inc. c) del art. 768 del Código Civil y Comercial,
inmediatamente se advierte que la doctrina legal de esta Suprema Corte con base en la
redacción del art. 622, la cual he conformado, consistente en la aplicación de la tasa de
interés que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=134100 27/43
15/3/23, 18:51 SCBA - JUBA
días (tasa de interés pasiva), constituye una de las tasas de interés comprendidas en el
universo de tasas que permite la actual norma.
Si bien habré de mantener, como criterio, la adopción de una tasa de interés pasiva, en tanto
las razones que oportunamente me llevaron a adoptarlo no han cambiado con este nuevo
contexto normativo (expuestas, por ejemplo, en la causa "Ginossi" citada), la particular
incidencia de estar frente a un circunscripto y concreto espectro de opciones, provoca la
necesidad de evaluar y ponderar las distintas tasas de interés pasivas que establece el
Banco de la Provincia de Buenos Aires en conformidad con la reglamentación del Banco
Central.
Otro aspecto que coadyuva a efectuar un renovado examen al respecto, es que la
oportunidad de hacerlo en un cambio normativo resulta afín a procurar el resguardo de la
igualdad y la seguridad jurídica, valores que, por cierto, justifican también la función
uniformadora de esta Corte.
La seguridad jurídica, tal como ha sostenido Néstor Sagüés, es "la aptitud para predecir los
acontecimientos jurídicos y de darle a éstos un curso estable, como la de controlar y
neutralizar los riesgos que el sistema jurídico debe afrontar" (Sagüés, N., "Seguridad
jurídica y confiabilidad en las instituciones judiciales", LL, t. 1996-E, pág. 957).
Así, una nueva ponderación en estas circunstancias, afianzan ese valor, como también el de
la igualdad, pues la aplicación temporal en caso de producirse un cambio de doctrina legal a
partir de la modificación normativa, sería ex nunc.
e. En este estadio del desarrollo del voto resulta insoslayable destacar ciertas características
del Banco de la Provincia de Buenos Aires, a los fines de justificar el porqué de su
elección como entidad financiera que fija tasas de interés.
El Banco de la Provincia, conforme su Carta Orgánica, "es una institución autárquica de
derecho público, en su carácter de Banco de Estado" (art. 1, cuerpo normativo citado).
Asimismo, resulta relevante destacar la relación obligatoria -por motivos de diversa índole-
que se prescribe entre los diferentes poderes públicos bonaerenses con este Banco estatal,
como se puede advertir en el contenido normativo de los arts. 6 y 7 (Carta Orgánica).
Estas particularidades y características justifican que sea la entidad financiera elegida a fin
de determinar la tasa de interés en cuestión. A su vez, también debe resaltarse -debido al
tenor inc. c) del art. 768 del Código Civil y Comercial- que como entidad financiera está
sujeta a la supervisión, control y poder disciplinario del Banco Central, conforme a los arts.
43 de la Carta Orgánica (ley 24.144) y 4, 37 y 41 de la ley 21.526.
En este contexto, advierto que dentro del espectro de tasas pasivas para cotejar y ponderar a
los fines de determinar el interés moratorio, el Banco de la Provincia de Buenos Aires
presenta: la tasa pasiva de interés "plazo fijo a 30 días", y la tasa pasiva de interés "plazo
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fijo digital a 30 días" a través del sistema "Banca Internet Provincia" (consultado en:
https://www.bancoprovincia.com.ar/Content/docs/tasas_frecuentes.pdf).
Cabe iniciar este análisis recordando los motivos que han justificado la adopción de un
criterio asentado en la tasa de interés pasiva.
En numerosas causas (como la citada causa "Ginossi"), se expresó que no puede perderse
de vista que la denominada tasa "activa" tiene incorporado -además de lo que corresponde
al "precio del dinero"- un plus constituido por el costo financiero propio de las entidades
que se dedican a la intermediación de capitales (cfr. causas Ac. 49.439, sent. del 31-VIII-
1993 y Ac. 50.611, sent. del 14-XII-1993; entre otras), el que obviamente no puede
beneficiar a la acreedora, que no reviste el carácter de entidad financiera, en desmedro de la
deudora. Costo que, por otro lado, en nuestra economía cotidiana, resulta también
desproporcionado por la actual rentabilidad y sobredimensionamiento del sistema bancario
y financiero.
En sustancia, si el interés moratorio tiende a resarcir al acreedor el daño patrimonial
causado por la falta de cumplimiento oportuno de la obligación, no debe perderse de vista
que necesariamente habrá que tener en cuenta cuál podría haber sido la inversión ordinaria
al alcance del acreedor si hubiese recibido la acreencia en término. Desde este ángulo es
indudable que cualquier institución bancaria le hubiese abonado única y exclusivamente la
tasa pasiva vigente al momento de la inversión o sus sucesivas renovaciones. La aplicación
de otra tasa alteraría inexorablemente el fin propuesto alterando esa finalidad (conf. causas
Ac. 49.439, sent. de 31-VIII-1993; Ac. 50.611, sent. de 14-XII-1993; Ac. 49.441, sent. de
23-XI-1993; entre otras).
Ante lo expuesto, por un lado, se advierte que todas estas premisas son respetadas también
por la tasa pasiva de interés "plazo fijo digital a 30 días" a través del sistema "Banca
Internet Provincia".
Además, por otra parte, la circunstancia de hallarnos ante un reconocimiento ipso iure del
interés moratorio (es decir, sin que exista demostración del perjuicio sufrido por el
incumplimiento), la mayor tasa de interés que importa la "tasa pasiva digital" permite
abarcar un espectro más amplio y cabal de posibilidades de satisfacción del perjuicio que se
presume.
Otra arista que debe evaluarse, es que la sanción del nuevo Código Civil y Comercial no
suprimió ni importó una derogación tácita de la prohibición de indexar dispuesta en los arts.
7 y 10 de la ley 23.928, modificados por ley 25.561 y, consiguientemente, continúa su
incidencia en el análisis de la tasa de interés moratorio, dentro del universo de posibilidades
descripto. Entonces, ubicados en este contexto, considero que la "tasa pasiva digital" no
vulnera dicha normativa en tanto no importa un modo encubierto de indexación.
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Ed. Astrea, Bs. As, 2006, pág. 117), no se modifican por la circunstancia de que el
contenido de la prestación sea económico (que se traduzca, concretamente, en pago de
dinero o especie), es decir, "si bien su contenido es patrimonial, el fin primordial es
extrapatrimonial: la satisfacción de necesidades personales de quien requiere la prestación
alimentaria para asegurarse la conservación de la vida" (Belluscio, Claudio A.,
"Prestación alimentaria. Régimen jurídico", Ed. Universidad Bs. As., 2006, pág. 51).
En este mismo sentido, deviene ilustrativo y elocuente la descripción que efectúa Obal -en
base a las reflexiones de Cicú- respecto de quien posee el derecho a alimentos y quien está
obligado a ellos. Así, por un lado, sostiene que "el derecho del alimentista no constituye un
elemento activo de su patrimonio, ni puede servir de garantía a sus acreedores; no tiene los
caracteres de un interés patrimonial individual, con protección legal adecuada a esa
fisonomía, ya que dicha protección se otorga en defensa de un interés superior y familiar"
(Obal, Carlos R.: voz "Alimentos", Enciclopedia Jurídica Omeba, t. I, Ed. Bibliográfica
Argentina, Bs. As., 1954, pág. 646). Y, a su vez en cuanto al revés de esta relación,
manifiesta que "el débito por alimentos no constituye para el obligado un elemento pasivo
de su patrimonio, ya que su importe no entra en la valuación económica del deudor, como
tal". Estas características descriptas lo llevan a concluir que "no se trata, pues, ni una
ventaja ni una carga patrimonial, porque su carácter prevalente es la naturaleza superior,
familiar y social de la institución que la excluye del ámbito de las relaciones individuales,
puras y simples de contenido económico" (Obal, Carlos R., ob. cit., pág. 646).
En efecto, la naturaleza de las obligaciones dinerarias aparece sustancialmente diferente a la
de las obligaciones alimentarias, que se dan en un supuesto especialísimo, fincado en la
solidaridad que une a los miembros de una misma familia, en una relación estrecha
producto de esa pertenencia, en la que no se ha entregado nada por contrapartida, pero
donde la reciprocidad aparece como un componente dominante en casi todas las situaciones
que se presentan, conformando -al decir de Cicú- un interés individual tutelado por razones
de humanidad (Cicú, A., "Glialimenti", Torino, 1939, pág. 276; citado voz "Alimentos" por
el doctor Carlos R. Obal, "Enciclopedia Jurídica Omeba", t. I, Ed. Bibliográfica Argentina,
Bs. As., 1954, pág. 646).
Asimismo, la obligación alimentaria es esencialmente variable, apontocada en situaciones
eminentemente circunstanciales que pueden ser más o menos prolongadas, dependiendo de
las necesidades cambiantes de las personas y de su economía, del costo de la vida, de la
existencia de un estado de necesidad por una parte, y de la correlativa solvencia por la otra.
La obligación alimentaria se funda esencialmente en un deber moral de socorrer, objetivado
en una ley positiva para dotarlo de coercitividad y posibilidades de efectividad, siendo
comprensiva -a diferencia de toda otra prestación debida- de "todo lo que es necesario para
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cumplimiento del depósito previo al Fisco provincial y, por su conducto, bien concedido el
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido, corresponde me expida sobre la
presente.
II. Sobre esa base debo decir una vez más que si la declaración de oficio de la
inconstitucionalidad de una norma puede y debe hacerse cuando las circunstancias así lo
exigen, la deficiencia técnica del recurso intentado por las partes mal puede ser obstáculo
que interfiera en la actividad del juez a la hora de analizar la congruencia constitucional de
las normas aplicables al caso (cfr. causas L. 78.604 "Ramírez da Silva", sent. de 21-V-2003;
L. 78.229 "Medinilla", sent. de 14-IV-2004 y L. 96.791 "Santecchia", sent. de 31-VIII-
2011). Igual apreciación merece el supuesto en el que lo pretendido sea dejar sin efecto la
inconstitucionalidad declarada por el tribunal de origen porque, en definitiva, de lo que se
trata es de analizar la compatibilidad constitucional de la norma aplicable al caso.
Desde esa perspectiva, no me limita en el análisis de la cuestión traída a debate la
insuficiencia del planteo que pone de manifiesto el doctor de Lázzari.
Sin embargo, no encuentro que los motivos esgrimidos por la recurrente conmuevan los
argumentos expuestos por el tribunal de origen para declarar la inconstitucionalidad del art.
12 de la ley 24.557 -en cuanto, para el cálculo del valor del ingreso base mensual, refiere a
rubros sujetos a aportes y contribuciones-, ni identifico otros que conduzcan a la solución
pretendida por la impugnante.
Por ello y los restantes fundamentos concordantes expuestos por el doctor de Lázzari, el
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley debe, en este aspecto, ser rechazado, con
costas. Por los mismos fundamentos del voto inaugural también debe ser rechazado el
agravio referido a la resolución 287/01 (art. 289, CPCC).
III. En otro orden, disiento respecto de la crítica orientada a controvertir la tasa de interés
cuya aplicación se dispuso en el fallo en crisis.
La respuesta a este reproche no puede escindirse del análisis de las prescripciones de la ley
provincial 14.399 (BO, 12-XII-2012), modificatoria del art. 48 de la ley 11.653, cuya
validez constitucional fue puesta en tela de juicio por el impugnante al denunciar la
transgresión del precedente L. 108.164 "Abraham" (sent. de 13-XI-2013).
i) En ese orden, señalo:
1) La reforma, destinada a regular sobre el interés moratorio, fija la alícuota que por tal
concepto deberán adicionar los tribunales de trabajo y genera -de suyo- el interrogante
relativo a si una ley local puede establecer los intereses por la mora en el pago, en el caso
concreto, de créditos de índole laboral.
2) Aun en su limitada especificidad (se refiere al cálculo de intereses que debe fijarse en
orden a una deuda pecuniaria), el tema remite, y no de un modo indirecto, a una cuestión
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fundacional.
La relación provincias-nación en sus respectivas competencias legislativas.
En las constituciones de 1853 y 1860, bases de nuestra organización política y jurídica, se
proclamó el principio de que todas las facultades no delegadas al gobierno nacional
permanecían en poder de las provincias.
En ese orden de ideas, se derivó en el Congreso nacional la atribución de dictar los Códigos
Civil, Comercial, Penal y de Minería (art. 67 inc. 11, Const. nac., 1853-1860).
(Enumeración esta a la que, mucho después, la luminosa reforma de 1957, sin modificar
para nada aquel contexto, incorporara el de trabajo y seguridad social).
3) El sentido cuidadoso, hasta prudente, de la inicial previsión, claramente reflejado en el
art. 126 de la Constitución nacional al expresar que las provincias no pueden legislar sobre
materias propias de los códigos de derecho común que allí enumera -civil, penal, comercial
y de minería- "... después de que el Congreso los haya sancionado...", se vio revelado en los
años inmediatamente posteriores a 1853-1860 en dos hechos que no pueden ser soslayados.
Y que evidenciaron la necesidad de que, demorada la legislación nacional, mantuvieran las
provincias esa función, supliendo con su actividad legislativa una delegación no consumada
aún en los hechos.
Me refiero al Código de Comercio de la Provincia de Buenos Aires, redactado por
Dalmacio Vélez Sarsfield y Eduardo Acevedo y al Código Penal de Carlos Tejedor.
Uno y otro cubrieron, durante el tiempo de sus vigencias temporales en la mayoría de las
provincias, la ausencia de la legislación general que a la Nación le había sido confiada.
4) Corresponde esta evocación histórica porque aunque en otro contexto y con rasgos de
distinta magnitud, vuelve a darse la misma circunstancia: la necesidad de una legislación
provincial actual que resuelva contenidos que la Nación aún no ha decidido.
Aludo a lo que ocurre con la fijación de la tasa de interés aplicable a los créditos laborales.
El Código de Trabajo y Seguridad Social no ha sido dictado, ni como cuerpo separado,
independiente ni unificado a otros códigos. Tampoco una ley que resuelva la cuestión en
examen.
Y en consecuencia, una determinación tan radicalmente propia como es la tasa de interés
para los créditos laborales (que debe contemplar los efectos del tiempo en una relación
marcada por la vulnerabilidad de las partes) ha quedado librada a una definición judicial
fundada en otra rama del derecho, con distintos matices y requerimientos particulares.
5) La ley 14.399 de la Provincia de Buenos Aires ha venido a suplir esa omisión.
Lo ha hecho, ciertamente, anticipándose a una legislación general aún no dictada.
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"Villavicencio", sent. de 22-IV-1997, entre muchas otras); esto último con fundamento en el
hecho de que el tribunal de trabajo ordenó el cálculo de las accesorias con arreglo a la tasa
activa, sin referencia al promedio al que alude la normativa aplicable.
IV. Por lo expuesto, corresponde rechazar en todas sus partes el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley deducido, declarar la constitucionalidad de la citada ley local y, en
consecuencia, ordenar el cálculo de los intereses con el alcance indicado en el párrafo
anterior.
Los autos deberán volver al tribunal de origen a fin de que practique la liquidación
respectiva. Costas de esta instancia a la vencida (arts. 68 y 289, CPCC).
Voto por la negativa.
A la segunda cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo:
I. Adhiero al voto de mi distinguido colega doctor de Lázzari en el ap. I, puntos 1, 2 y 3.
II. En lo vinculado a la tasa de interés aplicada por el tribunal a quo, suscribo el sufragio
del doctor Soria, ello, en tanto se condice con el desarrollo argumental similar que tuve
oportunidad de efectuar al emitir mi voto en la causa C. 119.176, "Cabrera" (sentenciada en
el acuerdo del día de la fecha), a la que remito por razones de brevedad.
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Genoud dijo:
I. Adhiero a los fundamentos expuestos por el doctor de Lázzari en los puntos 1, 2 y 3 del
ap. I de su voto.
II. El planteo concerniente al cálculo de los intereses moratorios prospera conforme lo que
sigue.
a. Corresponde en primer lugar analizar las prescripciones de ley provincial 14.399 (BO,
12-XII-2012), que modifica el art. 48 de la ley 11.653.
Esta Corte sostuvo en los precedentes L. 90.768 "Vitkauskas"; L. 102.210 "Campana"; L.
108.142 "Díaz"; L. 110.487 "Ojer" y L. 108.164 "Abraham" (todos con sentencias de 13-
XI-2013) que la norma incorporada por la ley 14.399 al art. 48 del régimen procesal laboral
(ley 11.653) -aplicable en forma inmediata a partir de la fecha de su entrada en vigencia
(el 21-XII-2012) respecto de aquellos créditos cuyo reconocimiento resulte aún materia de
controversia- se encuentra en pugna con la Constitución nacional (arts. 31, 75 inc. 12, 126 y
concs.), en tanto legisla sobre una materia de derecho común privativa del Congreso de la
Nación.
En efecto, se trata de la regulación de las relaciones jurídicas entre acreedor y deudor -en el
campo del derecho laboral- y, en concreto, del aspecto relativo a los efectos de la mora en el
cumplimiento de la obligación sustancial de abonar créditos pecuniarios emergentes del
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de caja de ahorro común y a plazo fijo, correspondientes al segundo día hábil anterior a la
fecha informada, según encuesta que diariamente llevaba cabo el Banco Central de acuerdo
con la metodología prevista en el punto 1 del Anexo a la Comunicación "A" 1845.
Si bien la nominación dada a dicha sucesión de guarismos referiría a un rubro específico a
aplicar en los litigios, lo cierto es que la entidad rectora del sistema financiero se limitó a
difundir los mismos como una guía o sugerencia. A partir de allí puede concluirse que dicha
insinuación no se compadece ni se identifica con la pauta del art. 768 inc. "c" antes citado.
He de allí que resulta insustancial asumir alguna de las tesis en disputa, toda vez que el
Banco Central de la República Argentina no ha determinado -en su caso- ninguna tasa
específica susceptible de responder a la hipotética categorización ya mencionada.
d. (i) La derivación del principio rector que postula que los intereses moratorios en cuestión
representan una compensación general de ganancias frustradas, desembocó en la aplicación
de la tasa pasiva, en los términos ya referidos.
Sin embargo, resulta necesario destacar que los diferentes tipos de tasa tienen en cuenta el
índice de inflación. Las tasa de interés -como se dijera en párrafos anteriores- tanto activas
como pasivas, contienen una serie de evaluaciones relacionadas con el cálculo inflacionario,
el riesgo país y un sinnúmero de variables.
Por sobre tales dificultades de análisis, ciertamente si la tasa de interés aplicada se mantiene
indiferente a la pérdida del valor de la moneda, el deudor no tiene ningún incentivo para
pagar su deuda, sino que, por el contrario, el tiempo que insume el proceso es una constante
reducción patrimonial para quien resulte vencedor.
En otras palabras, la aplicación de tasas de interés que ni siquiera reflejan la inflación no
hace más que menoscabar el derecho de propiedad del acreedor.
(ii) Tal aserto, de cuya justicia no cabe duda, no implica el seguimiento de las pautas
inflacionarias con el cometido de potenciar los intereses moratorios en tratamiento. Ello
conduciría a la utilización de los índices de precios, detalle obturado con la sanción de las
leyes 23.928 y 25.561.
En su debida dimensión, la incidencia de dicho fenómeno económico constituye una
importante pauta valorativa que no puede ser ignorada.
(iii) Lo expuesto no significa un apartamiento de la tasa de tipo pasiva en los términos que
reivindiqué en autos C. 101.774 "Ponce" y L. 94.446 "Ginossi", citadas, sino que concibe
un espacio en el que deberá determinarse la selección de una de sus especies procurando no
desbordar su género.
e. Asimismo es relevante la observación acerca de la gran cantidad de expedientes que
tramitan diariamente por estos estrados y que exhiben distintos criterios adoptados por
magistrados de los diferentes fueros en cuanto a la fijación de las tasas de interés.
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