Cultura
Cultura
Cultura
La cultura
1. Introducción.
2. Concepto de cultura.
3. Características de la cultura.
4. Los valores culturales.
5. Subculturas.
6. Importancia para el marketing.
12/09/2006 UCM – mi + d
1. Introducción
La identificación de la influencia cultural es muchas veces más difícil de
detectar desde la propia sociedad que la recibe, pues impregna todos los aspectos
de la vida y se considera como algo esencial. Sin embargo, al salir a otros mer-
cados se observan otros rasgos propios y que no tienen por qué coincidir. Si no
se tienen en cuenta estas diferencias culturales, pueden percibirse e interpretarse
de forma errónea los mensajes emitidos al mercado por el experto de marketing.
Estas diferencias se reflejan desde el mismo lenguaje hasta la forma de enva-
sar un producto. Y si estos aspectos culturales varían de un país desarrollado a
otro, la diferencia a nivel mundial es mucho mayor.
2. Concepto de cultura
En primer lugar, debemos reconocer la importancia que tiene la cultura para
el marketing como elemento determinante del comportamiento del consumidor.
Cuando tratamos de estudiar el comportamiento del consumidor, dentro de
una sociedad, podemos dar por sentados ciertos aspectos que influyen en todo el
colectivo que son comunes la mayoría de los individuos. Sin embargo, si trata-
mos de ampliar los horizontes de estudio, e incluir otras zonas o etnias del mismo
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país, o de otro, observamos que esos rasgos que parecen tan básicos no se repi-
ten. Por ello esta variable cobra especial importancia cuando la organización
diseña estrategias de marketing internacional.
La cultura se engloba dentro de los elementos ambientales que influyen en los
consumidores. Para comercializar con éxito un producto es necesario compren-
der los factores culturales que le afectan, ya que la conducta de compra de las
personas se ve influida por los valores culturales que interactúan con las necesi-
dades emocionales; es decir, los individuos realizan las compras en el ambiente
social de su cultura.
La definición del término cultura obliga a sintetizar una gran riqueza y varie-
dad de conceptos como los valores lenguaje, educación, tecnología, costumbres,
etc. A continuación se presentan dos definidores de cultura que pueden ser repre-
sentativos.
Luego podemos decir que cultura es todo lo que aprenden y comparten los
integrantes de una comunidad en la sociedad.
En términos de marketing, podemos diferenciar dos tipos de componentes en
la cultura:
Materiales
No materiales
3. Características de la cultura
Para comprender mejor la naturaleza y la utilidad de la cultura, vamos a expo-
ner las características que la definen:
Los valores impregnan todos los aspectos de la vida de las personas y, sin
embargo, para los miembros de la propia cultura sus efectos son difíciles de iden-
tificar, porque los rodean y los absorben.
Los valores se aprenden de la interacción social (familia y amigos), luego
nacen y dependen de la cultura. Por último, a la hora de diseñar una estrategia de
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5. Subculturas
La cultura define en gran medida el comportamiento del consumidor de una
sociedad determinada. Sin embargo, dentro de una cultura conviven subgrupos
más homogéneos con unas costumbres y valores en común.
Distinguir los consumidores que hay en cada subcultura facilita el posiciona-
miento de las marcas y productos dirigidos a una cultura.
Producto
Precio
Distribución
Las técnicas de venta deben ser adaptadas a las previsiones, afectando al argu-
mentario y a las características de los vendedores, a su formación, a su motiva-
ción y a su sistema de remuneración. Las decisiones con respecto al servicio ofre-
cido en el punto de venta y su animación son igualmente dependientes del
contexto cultural. Asimismo, la disposición interior y la decoración deben adap-
tarse al medio social cultural.
Sobre este punto es interesante observar los resultados del estudio realizado
acerca de la causa del mayor éxito en España de los supermercados sobre los
hipermercados. El hecho de que haya 52 metros cuadrados de hipermercado por
cada 100.000 habitantes frente a los 93 metros cuadrados de supermercado,
según el consejero delegado de Pryca, se debe a que el público español demanda
mayor atención personal, mayor cercanía y porque un centro comercial no atrae
demasiado si el trayecto en coche supera los diez minutos, mientras que en Fran-
cia un desplazamiento aceptable supone entre 30 y 40 minutos.
Comunicación
Resumen
La cultura constituye el conjunto de valores, creencias y costumbres que com-
parte una sociedad, y que sirve de guía y forma de comportamiento para los indi-
viduos.
Aunque la cultura ha sido creada, muchas veces no se considera un factor deter-
minante de comportamiento por lo arraigada que se encuentra en los individuos.
La cultura se aprende desde la infancia, tanto por la enseñanza de la familia y
profesores como a través de la observación, y por la influencia de los medios de
comunicación, que dictaminan cuál es el comportamiento socialmente aceptable.
Aunque la cultura se hereda, es una variable dinámica, va evolucionando en
el tiempo. Cuando una costumbre o un valor cultural deja de satisfacer las nece-
sidades de los individuos y, por tanto, de ser útil, cambia o desaparece.
Dentro de una determinada cultura se pueden encontrar segmentos de pobla-
ción que comparten los mismos rasgos culturales, pero que por sus costumbres y
valores más homogéneos constituyen subculturas. Los segmentos subculturales
se distinguen por variables principalmente sociodemográficas, como la raza,
edad, religión o el sexo.
La adaptación de la empresa a las nuevas formas de expresión culturales es
vital para su continuidad en el mercado, para encontrar nuevas oportunidades de
éxito y para no generar conflictos subculturales.
Cada uno de los elementos del marketing-mix es por sí mismo vehículo de
transmisión de los valores culturales que satisface.
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Caso práctico
EL TRIUNFO DE LA CULTURA “FRIKI”
Suárez, G. (2008). La Razon.es, 16 de marzo
Hay muy pocos aspectos del término que susciten unanimidad. Uno de ellos
es su origen: en un principio, los “freaks” eran personas que exhibían sus defor-
midades físicas en circos a cambio de un puñado de monedas. En 1932, Tod
Browning radiografió este mundillo en “Freaks”, un filme que rápidamente se
convirtió en una obra de culto. Y, en los años 60, figuras de la escena contracul-
tural como el músico Frank Zappa se apropiaron del término. “Así se distancia-
ban de los valores de la sociedad burguesa que tanto detestaban”, recuerda
Roman Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad
Autónoma de Barcelona. A partir de ahí, el concepto comenzó una acelerada
mutación hasta alcanzar su estado actual, en el que coexisten dos acepciones. Pri-
mero están los “frikis” de toda la vida, esos personajes estrafalarios que pueblan
la telebasura más apestosa, como Leonardo Dantés o Carmen de Mairena. Y
luego está su sentido más amplio, que abarca a todas las personas obsesionadas
con aficiones típicas de la adolescencia, como el cómic, la informática, la cien-
cia ficción o los juegos de rol. Estos “peterpanes” recalcitrantes convierten sus
estrambóticas aficiones en un modo de vida, aun a riesgo de que la sociedad no
comparta su sentido lúdico de la existencia. Pero algo ha cambiado en los últi-
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mos tiempos. Antes, los “frikis” cultivaban sus obsesiones al margen de las
masas, ya fuera por esnobismo o inseguridad patológica. Les imaginábamos en
sus dormitorios, sepultados bajo montañas de muñequitos de plástico y cómics
amarillentos. Ahora, sin embargo, su estética acapara lugares de privilegio en la
escena cultural.
Algunos de los cineastas más celebrados del país, como Alex de la Iglesia o
Santiago Segura, son “frikis” confesos. Lo mismo ocurre con cómicos del éxito
de Joaquín Reyes o David Fernández. Y la influencia de este grupo se nota con
creciente intensidad en el mundo “real”: “Microsiervos”, uno de los “blogs” más
marcianos de España, se encuentra entre los quince más influyentes del mundo,
según el dominical británico “The Observer”. ¿El secreto de su éxito? Un insó-
lito popurrí de leyendas urbanas, paradojas matemáticas y chistes surrealistas.
En realidad, España siempre ha sido un territorio propicio para estos crea-
dores descacharrantes. Una prueba es que el vocablo “freak” se transformó en el
españolísimo “friki” en poquísimo tiempo. Quizá sea porque el gusto por lo gro-
tesco está marcado a fuego en nuestro genoma cultural desde Goya, Dalí, Buñuel
o Valle- Inclán. “No olvidemos que el esperpento, que podría ser un antecedente,
es un invento muy español”, explica el dramaturgo Calixto Bieito. Mientras, el
escritor Álvaro Pombo ubica el fenómeno en un contexto más amplio: “Es la
típica afirmación del ¿yo? frente a la uniformidad de la vida cotidiana, un intento
romántico de romper con la estandarización de la cultura”. Aun así, sorprende la
rapidez con la que la cultura masiva ha asimilado estéticas como el manga o el
gore, que hace sólo una década parecían de otro planeta. En parte, es el resultado
del típico recambio generacional: como recuerda Ernesto Sevilla, subdirector de
“Muchachada Nui”, resulta comprensible que los artistas que se criaron con la
tele ochentera incorporen sus iconos pop a su trabajo. “Quienes escribíamos en
fanzines en los 90 ocupamos ahora puestos de responsabilidad en medios masi-
vos y, como comprenderás, no tenemos las mismas referencias que Manuel
Gutiérrez-Aragón”, añade Borja Crespo, autor de cómics y experto en cine
underground.
Además, todos coinciden en que Internet se ha convertido en “la salvación”
del colectivo “friki”. Antes estos bichos raros tenían suerte si un par de colegas
del instituto compartían sus gustos descacharrantes. Ahora, la Red les ha permi-
tido descubrir que, en realidad, son una inmensa minoría. Ya no tienen que sudar
para colocar cien copias de sus fanzines en manos reticentes, sino que reciben
234 Conducta del consumidor, estrategias y tácticas aplicadas al marketing
Consecuencias adversas