La Familia
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Violencia y narcotráfico
Autor Redacción
lunes, 20 de julio de 2009
Escogida la tierra natal del presidente Felipe Calderón como la entidad piloto en su lucha contra el narcotráfico,
Michoacán se ha convertido en un infierno para las fuerzas federales, que no solo no han podido menguar las fuerzas
de los cárteles de la droga, sino que ahora son replegadas por el fuego criminal y hasta conminadas a pactar la paz
nacional.
Parecía que La Familia Michoacana había otorgado una tregua silenciosa al Gobierno. Una semana después de las
elecciones del 5 de julio desataron una de las ofensivas más sangrientas que las fuerzas federales hayan enfrentado
desde que el presidente Felipe Calderón decidió declararle su guerra al narcotráfico.
Fue precisamente en su estado natal, Michoacán, donde Calderón inició sus “magnos” operativos contra el
narco, lo cual puede tomarse como medida para evaluar sus resultados: dos años y medio después de que arrancó el
Operativo Conjunto Michoacán, el narcotráfico no solo no ha sido vencido ni menguando, sino que muestra ahora,
fuego contra fuego, su capacidad de operación y su virulencia.
En solo tres días, La Familia asesinó en Michoacán a 16 policías federales. Doce de ellos, que habían sido asignados
para desarrollar trabajos de inteligencia en Arteaga, fueron secuestrados, torturados y asesinados. Sus cuerpos fueron
tirados, uno sobre el otro, a un lado de la carretera Morelia-Lázaro Cárdenas, en el municipio La Huacana. Los
asesinos dejaron un mensaje que declaraba el origen de la ofensiva: “Para que vuelvan a venir por otro”.
Un día antes, en esa misma zona habían sido encontrados tres cuerpos. Los hombres habían sido torturados. Había junto
a ellos otro mensaje dirigido contra las fuerzas federales. Las autoridades presumieron que se trató de informantes de la
PFP.
La Familia desató su ofensiva súbita el sábado 11 de julio, tras la detención de uno de sus principales operadores,
Arnoldo Rueda Medina, la Minsa, en la colonia Chapultepec Sur, de Morelia.
Células armadas de la organización originaria de Michoacán atacaron en una operación coordinada y casi simultánea
una veintena de bases de la Policía Federal Preventiva en Michoacán, Guerrero y Guanajuato, dejando además de los
muertos al menos dos docenas de policías heridos.
Los primeros ataques se realizaron durante la madrugada del sábado en contra de varios centros de operación de la
Policía Federal Preventiva (PFP) en Morelia y otras ciudades.
Zitácuaro fue una de las primeras comunidades sometidas al fuego de La Familia. El tiroteo contra las oficinas de la
PFP dejó tres muertos; también se lanzaron disparos contra las oficinas de la Subprocuraduría de Justicia del Estado.
El mismo sábado un grupo de sicarios atacó las bases de la PFP en León y Celaya, Guanajuato.
Otros ataques se perpetraron en Apatzingán, contra el hotel Posada del Sol, donde se hospedan los agentes federales
de la PFP, y lo mismo ocurrió en el puerto de Lázaro Cárdenas, donde los sicarios atacaron en dos ocasiones el hotel
Sol del Pacífico donde se hospedaban decenas de agentes federales.
También fueron atacadas las instalaciones de la PFP en las ciudades de Zamora y Huetamo, donde se registraron
varios lesionados.
La noche del lunes, un camión turístico que transportaba agentes federales fue emboscado muy cerca del lugar donde
fueron abandonados los 12 cuerpos de los policías asesinados. En la emboscada, seis agentes resultaron heridos y
fueron trasladados a un hospital. Uno de ellos murió.
Esa misma noche una patrulla de la PFP fue atacada en la autopista Siglo XXI cuando los agentes regresaban a su
base después de haber estado en el lugar donde fueron tirados los 12 cuerpos de sus compañeros. El saldo, un
muerto y tres agentes heridos.
La base de la PFP en Zitácuaro fue atacada en incendiada, y, aunque no hubo heridos, 40 vehículos que se
encontraban en el corralón de la Policía fueron incendiados.
El martes 14 fue reportado un ataque con fusiles en contra de instalaciones de la Policía Federal en la municipalidad de
Marabatio, sin que se hayan registrado heridos.
Era la guerra. Ataques con toda la catadura de formaciones guerrilleras donde el factor sorpresa y la gran movilidad de
los atacantes les daba toda la ventaja. En menos de cuatro días, La Familia arrinconó a las fuerzas federales, pues
decidieron replegarse a sus centros de operaciones y no patrullar las carreteras. Como respuesta, los mandos centrales
de la PFP, enviaron 800 elementos más para reforzar los operativos, ya no de ataque a las células del narco, sino de
defensa ante su embestida feroz.
Dueños de la iniciativa, los sicarios de La Familia dejaron mensajes sobre los cuerpos inertes de los federales
asesinados y, fieles a su vocación mediática mostrada desde que se dieron a conocer, tomaron la voz en un noticiero
morelense de televisión para proponer al presidente Felipe Calderón un “pacto nacional”.
Fue la madrugada del 6 de septiembre de 2006 cuando La Familia se dio a conocer, pero no solo en Michoacán y en
México, sino a nivel internacional, como protagonistas de un hecho cuyos alcances mediáticos parecían bien medidos.
Esa noche, un comando armado irrumpió en un centro nocturno del municipio de Uruapan, y tras amagar a los presentes
y disparar al techo arrojó en la pista de baile cinco cabezas humanas, junto a las cuales colocaron una cartulina con un
mensaje insólito: “La Familia no mata por paga. No mata mujeres, no mata inocentes, solo muere quien debe
morir, sépanlo toda la gente; esto es justicia divina”.
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La noticia y las fotografías le dieron la vuelta al mundo. Habían estado apareciendo en Michoacán algunas personas
decapitadas, pero el impacto que causó este hecho fue brutal.
Dos meses y medio después La Familia volvió a tomar las primeras planas de los diarios y los mejores espacios en los
noticieros nacionales. El 22 de noviembre, una semana antes de que el presidente Felipe Calderón tomara posesión del
cargo, La Familia publicó sendos desplegados en La Voz de Michoacán y en El Sol de Morelia, donde dio a conocer su
existencia, su filosofía y su estrategia para “salvar” a la sociedad michoacana del azote de las drogas.
Ahí plantearon que su misión era “limpiar a Michoacán de todos los grupos ajenos al estado que generen violencia
y envenenan a la sociedad con la venta de hielo”.
En una entrevista que le concedió al periodista Ricardo Ravelo y que fue publicada en su libro La Herencia Maldita, un
personaje que solo se identificó con el mote de el Tío, le dijo al reportero que entonces contaban con un ejército de 4 mil
hombres diseminados en todos los municipios del estado, con sueldos que oscilaban entre los mil 500 y los 2 mil dólares
mensuales.
Días después de que fueron publicados los desplegados en la prensa, circularon volantes con los mismos contenidos en
los municipios de Morelia, Carácuaro, Tacámbaro, Nocupétaro, Ario de Rosales, Apatzingán y Turícato.
Según documentos de la Procuraduría General de la República (PGR) cuyo contenido publicó El Universal en enero de
2009, el grupo tiene influencia en por lo menos 77 municipios michoacanos, es decir, en más del 60 por ciento de los
113 ayuntamientos de la entidad, aunque su poder es más visible en Morelia, Apatzingán, Lázaro Cárdenas,
Pátzcuaro, Uruapan, Zinapécuaro, Tiquicheo, Tanhuato, Ocampo, Jacona, San Juan Nuevo y Tancítaro, donde llega a
imponer a autoridades.
Una de las características de la organización y que sus publirrelacionistas se encargaban de presumir, era que en ese
entonces La Familia solo empleaba a hombres y mujeres nativos de Michoacán, mostrando casi siempre desdén y
hasta contrariedad “por los que vienen de afuera”, como estableciendo una línea de advertencia:
Michoacán para los michoacanos.
“Nosotros tenemos interés por erradicar de aquí a los grupos ajenos al estado. Este territorio es nuestro porque
todos los miembros de la empresa son michoacanos. Por eso nos llamamos La Familia Michoacana, porque aquí no hay
personas de otros estados. No los queremos y los vamos a echar de nuestra tierra. Queremos trabajar en paz”,
le dijo el Tío a Ravelo en 2006.
Pero al parecer Michoacán se les hizo chiquito, porque a la vuelta de dos años ya habían extendido su presencia a los
estados de Guerrero, el Estado de México, Morelos, Guanajuato, Jalisco y Oaxaca.
Casi al mismo tiempo que Servando Gómez, la Tuta, hacía declaraciones en una televisora de Morelia y proponía un pacto
nacional al presidente Felipe Calderón, su sobrino, Francisco Javier Sotelo Barrera, el Pancho, era detenido por la Policía
en León, Guanajuato, en un operativo de las fuerzas conjuntas después de que una célula de La Familia había atacado
las instalaciones de la PFP en León y dado muerte al comandante Heladio Romero Durán, subinspector de la Unidad
Modelo de Investigación de la Policía Federal, ultimado el martes en su domicilio. Sotelo Barrera era jefe de la plaza.
Según el procurador de Justicia del Estado, Carlos Zamarrita, el Pancho fue designado por su tío para comandar
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La Familia Michoacana empezó como brazo operativo del cártel del Golfo desde que lo dirigía Osiel Cárdenas Guillén,
pero ya a finales de 2006 pensaba en su independencia. Según el Ejército Mexicano, la separación de las dos
organizaciones se dio en junio de 2008.
En su edición especial 25, Proceso consigna, de acuerdo con informes de agencias de seguridad estatal y federales, que
“el mando máximo lo ejerce Nicandro Barrera Medrano, el Nica, quien se fortaleció desde la relación temporal de
La Familia con el cártel del Golfo. En esa posición, operó en Baja California, el sur de Ciudad Juárez, Michoacán, el
Distrito Federal y Guerrero.
“Como jefe regional y encargado de la célula de Morelia figura Nazario Moreno González o Víctor Nazario
Castrejón Peña, el Chayo, Naza o El más loco, autor de los mensajes que los informes oficiales caracterizan como
“el evangelio de La Familia Michoacana”.
“Según esos reportes, el Chayo mantiene relación con Jesús Méndez Vargas, el Chango o el Chamula, quien
aún opera para el cártel del Golfo. Su grupo de seguridad se conoce como Los Doce Apóstoles. Aseguran que al inicio
de sus actividades tuvo la protección de la 43 Zona Militar, de la que era vecina, en Apatzingán.
“En meses recientes La Familia ha sufrido importantes bajas. En diciembre de 2008 fue detenido Alberto
Espinosa Barrón, la Fresa, jefe de la organización en Morelia. En marzo pasado le ocurrió lo mismo a Rafael Cedeño
Hernández, el Cede, encargado del “sector social”. Era el director del Centro de Rehabilitación de
Alcoholismo y Drogadicción Gratitud, donde reclutaba nuevos integrantes para la organización”.
Doctrina y locura
A todos los que van ingresando a la organización se les proporciona adoctrinamiento religioso. El primer obsequio que los
nuevos reclutas reciben de los jefes es una Biblia que están obligados a ojear para asegurar su “formación
moral” y evitar tentaciones que los desvíen de los principios de la organización. Los mandos de La Familia
promueven la fe en Dios, el respeto por los demás, el respeto a sí mismos, la dignidad, el bien de su comunidad, al
mismo tiempo que secuestran, extorsionan, venden drogas, comercian piratería… y le declaran la guerra al
Gobierno para luego proponerle un pacto.
De los narcopensamientos de La Familia que Ricardo Ravelo publica en Herencia Maldita, recogemos dos que exponen
algo de la demencia que embarga el accionar de este engranaje criminal:
Levanta la vista y con la mirada puesta en Dios, haz el bien, que es el camino a tu felicidad y la de quienes la reciben y
siempre tendrás felicidad eterna.
Si el éxito de tus conocidos no te roba el sueño ni te causa envidia; si su felicidad a ti te hace feliz; si su alegría
también te alegra, ten por seguro que ya perteneces al reino de los exitosos, los bendecidos, los elegidos y por siempre
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Políticos y mediáticos
En medio de esta vorágine de acontecimientos, dos hechos coronaron la semana infernal de Michoacán. En uno de
ellos, la Secretaría de Seguridad Pública reveló el martes 14 que Julio César Godoy Toscano, diputado federal electo por
el primer distrito con cabecera en Lázaro Cárdenas y medio hermano del gobernador Leonel Godoy, tiene vínculos con
el cártel La Familia Michoacana.
En el otro hecho originado al día siguiente, Servando Gómez Martínez, alias la Tuta, y quien presuntamente ordenó la
escalada de ataques a las fuerzas federales, propuso un pacto nacional al presidente Felipe Calderón. Mediante una
llamada telefónica al programa Voz y Solución que conduce el periodista Marcos Knapp en CB Televisión, la Tuta expresó
respeto por el presidente al cual, dijo, se le aprecia, pero acusó a Genaro García Luna, titular de la SSP de estar
engañando al presidente y de trabajar para los cárteles de Arturo Beltrán Leyva y de Los Zetas.
“Esto nunca se va a acabar, queremos llegar a un consenso, queremos llegar a un pacto nacional, no sé de qué
manera pero tenemos que lograrlo”, declaró dirigiéndose a Calderón, como le hubiese dicho cualquier interlocutor
político.
“Queremos que el señor presidente de la República, el señor Felipe Calderón, sepa que no somos sus
enemigos. Nosotros lo estimamos”, dijo el de la voz.
De inmediato las fuerzas políticas se expresaron en contra de cualquier intento del Gobierno de pactar con los narcos y
hasta de la misma DEA llegaron opiniones en el mismo sentido, argumentando que con los narcos no se negocia, y
reconociendo el trabajo desempeñado por Felipe Calderón contra el crimen organizado, al que calificaron como un
héroe.
La respuesta del Gobierno fue la misma que en otras entidades donde en otros momentos también se han intensificado
los enfrentamientos: enviar más policías y soldados. El jueves por la noche reunido en pleno el Gabinete de Seguridad,
acordó entre otras medidas enviar 5 mil 500 elementos más que se sumarían a los 7 mil que ya operan en la entidad: mil
500 agentes federales, 2 mil 500 soldados y mil 500 de la Armada.
El jueves, durante la entrega de premios a los ganadores de la Olimpiada del Conocimiento Infantil, un abatido
presidente Calderón se refirió al tema de la seguridad y dijo que diariamente policías y soldados arriesgan la vida; que en
México se trabaja por los niños, para que puedan convivir y caminar en paz… Para evitar que haya drogas…
Porque queremos un México sin miedo…”.