Bailamos - I Acevedo
Bailamos - I Acevedo
Bailamos - I Acevedo
dispuesta a una batalla sin cuartel contra la depresión, este terrible y caluroso
Te escribo por primera vez, aprovechando que el jueves en la plaza Boedo tengo,
suficiente tener algo que decir: también hay que tener alguien a quien decírselo;
también hay que tener la oportunidad. Yo tengo las tres cosas, y tengo más. Esa
nuestra primera, y hasta ahora, última cita. Sí. Primera y última cita. El espacio de
no saber cómo continuará nuestra breve relación es todo lo que tengo ahora, y es
constituye lo posible. Esto es algo que aprendí este año, leyendo En breve cárcel,
y leyendo también tus cuentos, que tocan el tema central de estos días tan
difíciles: la memoria. Vuelvo a nuestra primera cita: una cita aventurera, que ya
conté como cuatro o cinco veces a diferentes amigas. Y compruebo que, por más
que la conté, el relato no alcanzó. ¿Cómo contar una cita? ¿Qué parte del relato
significa mucho más que conocer a una persona? Mandé audios. Un audio se
transformó en dos, en tres, intentando desentrañar lo que siento, sin localizar bien
trascienda.
amigas de más de cincuenta años, y dudo que puedas, como en tus cuentos,
escapar de ese círculo y llegar hacia mí, que estaré fumando porro y
alcoholizándome lo más lejos que pueda… Excepto que… en algún momento del
de vos. Pero esto es otro tema que me inquieta, pues nunca te vi bailar, y un paso
en los que me siento extraña. ¿Qué tal si es este el último cuento en que yo
misma los uso? Leo la primera edición de Testo Yonqui de Beatriz Preciado, y el
pues sé que en el futuro Beatriz no será más Beatriz. Esa sensación de algo que
se sale del centro es lo que me da náuseas todo el día, lo que no me deja comer
suficientemente grande como para que mi cuerpo solicite con urgencia pan y
interpretación que le doy al dolor producido por el hambre es que tengo acidez, y
por lo tanto, no debería comer algo pesado, que con cerveza puedo ir tirando. Me
mantengo a base de medio bife por la noche, y la otra mitad se lo doy a lxs gates.
pantalla, y habiendo encargado a Martín que se quede con Gregorio los viernes,
pues el mes de febrero no admite viernes que no estén dedicados a las asamblea.
Ahora, mientras mis amigas comen asado y papas fritas en la previa de alguna
fiesta, me siento acá, sola, quemándome los ojos con este enorme monitor. Me
doy por cenada con una birra y sigo adelante. Le digo a Male. “No hay manera de
¿Cómo narrar una cita? ¿Será posible desgrabar los audios que mandé para
leerlos y entender qué estoy queriendo contar? ¿Podría encontrar en ellos mi voz
o datos necesarios que confirmen lo que presiento: que este será, para mí, un año
sin amor, a la manera del de Pablo Pérez? Y podría ser, si desgrabo esos audios
que logre, de manera literaria, algo como lo que hizo Puig. Copiar la voz de otrx.
Porque es claro que yo no soy la misma que grabó esos audios. Pero eso daría
ahora, a lo que escribo, que es, supuestamente, una línea de pensamiento que
narra una cita. ¿Desgrabar los audios no me traería una inquietud aún mayor de la
que siento? Claramente sí, y por eso debo hacerlo, decido: debo desgrabar estos
audios; debo hacerlo para complicarme aún más, para poder saber cómo se tiene
una cita estando fuera de sí, para poder contar una cita en este relato, para
contarla puramente, más allá de todas estas idas y vueltas que no soy capaz de
reprimir, que disfrazan el relato puro de los hechos, y, la verdad sea dicha, nuestra
cita fue muy hermosa, quiero decir que fue digna de un cuento que se narre solo a
sí mismo. Pero tampoco sería justo dejar de darle entidad a cómo me siento: estoy
a punto de romperme, como una calabaza a la que cortaron en rodajas, y que con
tan solo un golpe firme se desgajará en ocho partes, pero no tengo la disposición
ahora un tipo de locura que se somete a una razón que me hace sentir que frenar
este torrente de pensamiento (este daño material que estoy haciendo en esta
página, pues escribir es dañar), interrumpir este daño para desgrabar un audio
pasado, un audio enviado, olvidado, sería un desafío, sería bajarme del tren
ridículo de creer que puedo entenderlo todo para dar lugar a una voz dudosa, rota,
una voz mía, dirigida a otrx, una voz que no sabe lo que siente, una voz que
intenta, de manera demagógica tal vez, la verdad a través del humor y el desgarro
que se siente al querer narrar algo con la desesperación espantosa de que ese
despedida, quién sabe qué pasará, quién sabe qué se perderá. ¿Ese sería el
desgarro que hoy por hoy puedo darme el lujo de infringirme? ¿El castigo de dejar
dicho, de frenar esta locura de pensamiento para escuchar lo que tuve para decir
de nuestra cita?
¿Acaso no es abusivo usar nuestra cita para representar lo que pienso acerca de
es esto una falta de respeto por mi intimidad y la tuya? ¿Por qué no puedo estar
en paz conmigo misma? ¿Por qué siempre debo ganar, por qué nunca puedo
perder? ¿Por qué cada experiencia debería tener un plus, convertirse en valor por
algo más de lo que fue? Porque lo necesito, y también sé que alguien lo espera.
pensar en este accionar frente al que que muchas veces, cuando lo siento como
¿Exponer qué? Nada que exponer. Ninguna cara está en juego acá. Hoy debería
ser capaz de escuchar mi propia voz. Pero antes de llegar a este momento que
voy construyendo como sublime, que es el de desgrabar mis propios audios donde
narro nuestra cita para poder repensarla, puedo darme el lujo de pensarlo yo sola
aquí, por mí misma, y por última vez, antes de ir a la cena de cumpleaños donde
nosotras fue: una mirada baja, gris, huidiza, un rictus serio, el pelo oscuro, la piel
blanca, la tendencia a la anorexia, un pasado que luce más penoso que el del
sobrevivir.
No sos la primera ni tampoco la última persona a la que tenga ganas de conocer,
aunque sí fuiste la persona con la que tuve la cita más increíble de mi vida.
Aunque, la verdad se dicha, he tenido muy pocas citas en mi vida. Este cuento,
que es como un musical, trata de nuestra primera cita. Quiero hablar de nuestra
cita, aún más allá de que a través de ella se desglose toda la locura que me rodea
por la infinita buena suerte de los tiempos que estoy pasando, que me están
enloqueciendo y haciendo pensar que este será un año sin amor. Pero en este
año sin amor que acogió a nuestra primer cita, ancha y enorme, como el Río de la
Plata que la vio caminar a la altura de Dock Sud; penumbrosa como el zaguán de
Y ahora, preparando el contexto de estos audios, debo contar que la primera vez
que te vi fue en una fiesta a la que fui, para variar, a cruzarme con el no de otra
chica con la que me había citado en esos días. Y otra vez se repetirá esta noche,
porque me dirijo al cumple deseando, porque necesito estar bien sola, sola de
verdad, que que me tires un gris. Querido público que me escucha: sé que
muches están acostumbradxs a que les cuente mis historias de amor cuando
música para poder desgrabar mis audios y volverlo uno solo. Sí. En esla fiesta me
fucsia, un jean salido de los años setenta, entonces me di cuenta de quién eras,
una música, actriz y escritora conocida. Al darme cuenta de que eras famosa, tu
manera de mirar, tu manera de darle la espalda a la fiesta bailando muy poco, sola
con una amiga, sin sonreír ni compartir el baile con todxs como estábamos
Más tarde, durante nuestra cita, te lo pregunté: ¿qué es eso de bailar de espaldas
a la gente? Y no me contestaste.
¡Ah! Estoy feliz de poder escribir este texto. Hace calor y estoy sudando tanto en
esta computadora antes de salir a comprar una visera en la avenida 9 de julio para
lectura. Siento la transpiración correr por mis axilas, por mi pecho, siento ganas de
Porque si desgarro tu piel, llegaré tarde o temprano a tus huesos, que es una
parte del cuerpo donde está el núcleo duro de la verdad, la verdad que nunca vas
Aires ya tenía dos citas: la tuya fue la tercera, y, obviamente, la que más me
belleza extrema que te mandé, donde aparezco con cara de dormida masticando
pan con mermelada en el comedor de un hotel sindical en Mar del Plata? Yo sentí
que al mandarte esa foto te estaba comentando que me habías inventado, pues la
foto era digna de tus cuentos. Creo que lo entendiste. ¿Cómo habrá cambiado la
imagen que tenías de mí desde que viste esa selfie hasta el momento en que nos
cómo quería que fuera: ir al doque. Ver Dock Sud en busca de una imagen que
una vez soñé y que me obsesiona. Pero no te dije eso, te mentí: quiero ver el Río
por tu casa. Saliste con una canasta con bebidas y sanguches. Subimos a tu auto
cruel la vida y el tiempo, que no nos permiten revivir los momentos más que a
drama que aquí intento plantear: que estaba buscando una imagen soñada, y que
cambio.
La paradoja de esto es que nuestra cita fue lo más parecido a un sueño. Pues
todo, todo lo que había imaginado, se cumplió. Yo estaba en esos días, como hoy,
tan pero tan arriba en mis expectativas...Es difícil deprimirse cuando la vida te da
tanto.
Estos son los cinco audios resumidos en uno:
Yo ya me había imaginado toda la cita que yo quería hacer, por los datos que yo
tenía de R, de que vive en zona sur, y sabía que tenía auto. El hecho de que
viviera en zona sur me despertó la idea de que podíamos pasear por el doque, y
el cuento Doc 1. Le dije que la pasaba a buscar para ir a hacer un picnic (no le iba
a decir todo esto por chat, mejor decírsleo en persona), y le pareció bien. Yo me
había imaginado que íbamos a ir al doque. Que íbamos a buscar la avenida del
sueño, donde está el edificio donde vive una chica que amo. Y una vez que se me
metió eso en la cabeza no hubo manera de dejar de imaginar que podía pasar. Así
que cuando pasé a buscarla, subimos a su auto y yo estaba muy tomada por esta
idea y enseguida le dije la verdad. Que era cierto que quería ver el Río de la Plata
curioso es que a ella no le pareció raro, no le pareció delirante vagar por el dock.
Le pareció tan posible que me dijo que sí. Y como estábamos más cerca de
Hudson, fuimos primero a ver el río, porque además ahí se podía hacer pic nic.
No… no tiene explicación lo que sentí cuando llegamos al río. Fue como estar en
Reserva Ecológica. Y nos sentamos por ahí, sobre una lona. Pero hacía realmente
la sombra de un árbol. Eso me alegró, porque entendí que después del paseo
volveríamos a su casa.
(Ruido de voces)
Bueno, sigo. Hablamos tanto que pasó el tiempo y yo me había olvidado por
completo del doque. Empezó el atardecer, y levantamos las cosas y fuimos al auto
y empeza a movernos de este a oeste. La puesta del sol estaba ocurriendo justo
enfrente nuestro, y ahí fue que me di cuenta de que estábamos yendo por
Debenedetti, que estábamos cerca de Huergo, y le dije que doblara por Huergo. Y
fue instantáneo. Fue doblar en Huergo, y ver que estaba ahí, ahí estaba el edificio.
Ver que ese edificio era exactamente el mismo con el que yo había soñado, y
sentir que me quedaba de piedra, que no me podía mover, que ese segundo debía
durar para siempre. Casi me desmayo al pensar que saldríamos del auto y
caminaría hacia ese edificio, pero que no caminaría sola, que caminaría con ella.
Ella caminó un tanto adelante mío. Me latía el corazón, y actué siguiéndola, sin
pensar. Cuando nos acercamos, en la puerta paraban varios pibes, entonces ella
edificio. De más está decir que estábamos medio en pedo. En vez de usar el
ascensor, fuimos sin saber bien adónde, por la escalera, y no bien se puso oscuro
nos besamos.
Pero no sé cómo explicar una cosa así. Siento que la cita fue de verdad,
cuando te pasan todo el tiempo cosas muy particulares, muy divertidas y compartir
cosas? Y después de eso, vas a pasear por un barrio donde ves la imagen de un
sueño… Yo le conté mi vida, cómo me había hecho lesbiana, cómo había decidido
que ya no sería más mujer.. Todo eso… Pero además, bueno, terminar
sé, todo eso fue como muchos estímulos para mí, y después no nos volvimos a
hablar (ruido de pelar papas). Yo lo que siento es que no voy a hacer nada, no voy
objetiva, pero (ruido de cortar cebollas) pero como que me parece realmente difícil
que tengamos una cita que se más divertida y delirante que la que yo tuvimos
(risa) como que el destino debería hacer algo por su cuenta, ¿entendes, Julia?
pasado mil años… No sé cómo explicarte no sé, es re difícil de explicar una cosa
así.
Qué bueno haber podido decir estas cosas. Que bueno que exista la soledad.
Pues si no estuviera sola, nada de esto podría ser escrito. Esa es también una
pregunto de qué manera recogiste las cenizas que dejé en el auto. A la inversa,
días, que son cosas que vos no conocés, y que tal vez, solo tal vez, quisieras
saber, y yo podría contártelas en una segunda cita, que por ahora no imaginé.
Escribo mal, casi agramaticalmente, con mis últimas fuerzas, antes de ir a liberar
en la pista y en el baile toda mi ansiedad; hoy es un día ideal para llegar tarde a un
cumpleaños, suficientemente tarde para ver cómo bailás. Qué gracioso. Nueve
páginas he gastado sin haber cumplido del todo el propósito que me propuse al