Bloque Ocho

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BLOQUE 8:

PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX:


UN DESARROLLOINSUFIENTE
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1) UNA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL
SIGLO XIX
2) EL DESARROLLO URBANO
3) LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
4) PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO
5) EL SISTEMA DE COMUNICACIONES: EL FERROCARRIL
6) LA APARICIÓN DE LA BANCA MODERNA
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1) UNA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL
SIGLO XIX
1A) DEMOGRAFÍA
Durante el siglo XIX la población española creció, pero lentamente. Se pasó de 10
millones a principios del siglo XIX a 18,5 millones a finales de siglo.
Se mantuvo el régimen demográfico antiguo, caracterizado por:
- Altas tasas de natalidad superando el 30 por ciento.
- Altas tasas de mortalidad sobre todo infantil, debido a las crisis de subsistencias (escasez de
alimentos), la falta de higiene y las epidemias y enfermedades infecciosas (cólera, tifus, difteria, fiebre
amarilla, tuberculosis), ambas muy relacionadas con la pobreza de la mayoría de la población. En
momentos puntuales, la mortalidad se elevaba como consecuencia de las guerras (de Independencia,
carlistas, de Cuba, etc.).
La esperanza de vida no superaba los 35 años de media.

1B) MOVIMIENTOS MIGRATORIOS


La mayor parte de la población trabajaba en el sector agrario (más del 70%) y vivía en
el campo, pero, desde los años sesenta se incrementó el éxodo rural debido al estancamiento del
mundo agrario y las expectativas de trabajo que ofrecían las ciudades. La tendencia fue el abandono
de la Meseta Central (salvo la ciudad de Madrid) para concentrarse en las áreas industriales
periféricas, en la costa mediterránea y el norte de España. Este movimiento de población tuvo como
consecuencia un importante crecimiento urbano, que fue mayor en Madrid, Barcelona y Bilbao,
ciudades en pleno crecimiento industrial.
Empieza una importante emigración exterior: el crecimiento demográfico y la escasez
de cambios en la agricultura llevaron a muchos españoles a emigrar a otros continentes. Los
emigrantes partían, principalmente, desde Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias, zonas con escasez

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de tierra y de puestos de trabajo, en dirección a América y, en particular, a Argentina, México, Cuba
y Brasil.

2) EL DESARROLLO URBANO
Después de las guerras napoleónicas, la población española inició un proceso de
crecimiento ininterrumpido de las ciudades que tenían una estructura preindustrial, produciéndose la
degradación de las condiciones de vida por una grave situación de hacinamiento y de crisis en los
servicios.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, las ciudades se amplían y modernizan, se
tiran las viejas murallas y se hacen nuevos trazados de forma planificada, aparecen las normativas de
las Ordenanzas Municipales en los Planes de Ensanche, especialmente en Madrid y Barcelona. La
nueva burguesía plasma su ideal del urbanismo estrenando el alumbrado de gas en sus calles
principales, el tranvía, etc. Sin embargo, en la periferia urbana crecen los arrabales obreros, sucios,
con chabolismo, sin urbanizar ni asfaltar, etc. Son lugares donde viven los obreros industriales, en
malas condiciones.

a) Barcelona. En 1854, se autorizó el derribo de las murallas de Barcelona. Ese mismo año, se
encargó al ingeniero Ildefonso Cerdá la dirección del ensanche de la ciudad, quien planteó una
ciudad completamente nueva y utópica. Su característica principal es el trazado ortogonal uniforme,
con tres ejes oblicuos (Diagonal, Meridiana y el Paralelo).

b) Madrid. En 1892 Arturo Soria público su proyecto de Ciudad Lineal, su objetivo era construir
una ciudad nueva, saludable, que mejorase la calidad de vida de sus habitantes, vertebrada en torno a
una amplia avenida central en la que el tranvía actuara como elemento de cohesión. Las viviendas
unifamiliares tenían qué ser iguales, con grandes extensiones de jardín, huertos y zonas verdes. Las
viviendas para las clases medias y bajas se ubicaban en una segunda o tercera fila.

3) LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX


Paralelamente a la implantación del liberalismo político, la economía española
experimentó una serie de cambios importantes debido al establecimiento de un modelo económico
capitalista y al inicio de la Revolución Industrial. Pero el proceso de cambio económico fue muy lento
en comparación con otros países, debido a las malas comunicaciones, la falta de capital para invertir,
el analfabetismo, el lento crecimiento de la población, etc. A finales del siglo XIX, España seguía
teniendo una economía básicamente agraria con un sector industrial limitado e incapaz de competir
en el mercado exterior.

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La incorporación de España a la Revolución Industrial fue tardía, incompleta y
desequilibrada con respecto a otros países europeos.
Las principales razones de ese retraso fueron:
- La inestabilidad política: Guerra de la Independencia, pérdida de los territorios americanos y
guerras carlistas.
- La escasez de materias primas, fuentes de energía. Falta de recursos de agua, importantes para
obtener energía hidráulica, carbón de mala calidad y difícil explotación y atraso tecnológico.
- La falta de capitales privados para invertir en la industria (los escasos recursos monetarios, se
destinan a comprar deuda pública, tierras desamortizadas o invertir en Bolsa). Sólo en Cataluña y en
el País Vasco, la burguesía financiaba la industria, el resto del capital lo hacían los inversionistas
extranjeros.
- Dependencia técnica, financiera y energética del exterior.
- La difícil orografía que dificultó y elevó el precio del transporte (carreteras y ferrocarriles).
- La política proteccionista favoreció la escasa competitividad de los productos nacionales en el
mercado internacional, eran de menor calidad y más caros, al tener asegurados los mercados
nacionales.
- La población era escasa, con bajo poder adquisitivo, por tanto, el consumo era escaso.

Los gobiernos liberales, especialmente los progresistas, adoptaron medidas políticas


para acelerar el proceso industrial en España. Especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, se
experimentó un proceso de aceleración industrial localizado en el sector textil de Barcelona y el
metalúrgico de Bilbao. El desarrollo industrial se centró en estas zonas costeras por su fácil
accesibilidad por mar. El resto de España quedó, en gran medida, al margen del proceso de
industrialización.
- La industria textil catalana: Se localizó en Barcelona y se centró en la producción de tejidos de
algodón. La prosperidad de este sector se debió, fundamentalmente, a tres razones:
a. El temprano despegue industrial en Cataluña, que se inició en el siglo XVIII.
b. La iniciativa empresarial de la burguesía catalana, que supo modernizar sus industrias con
la incorporación constante de nuevas máquinas y nuevas técnicas de producción.
c. La protección arancelaria permitió, tras la pérdida del mercado colonial americano, orientar
la producción al mercado nacional sin la competencia extranjera, fundamentalmente inglesa.
- La industria siderúrgica: Utiliza carbón e hierro. El desarrollo siderúrgico español se vio
dificultado por la escasa calidad y el alto coste del carbón español.

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1. Etapa andaluza (1830-1860): Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se hicieron
en Málaga, aprovechando sus yacimientos de hierro, pero esta iniciativa acabó fracasando porque
utilizaba carbón vegetal, de elevado coste y de menor rendimiento, por lo que la llevaron a la quiebra.
2. Etapa vizcaína: Vizcaya se convirtió en el centro de la siderurgia española por la abundancia
de hierro y la actividad de la empresa Altos Hornos de Vizcaya. El desarrollo de la siderurgia vasca
permitió la expansión de otros sectores industriales, como el naval.
- La minería: España era rica en reservas de hierro, plomo, cinc, cobre (Río Tinto) y mercurio
(Almadén). La explotación minera alcanzó su apogeo a partir de 1868 debido a los avances técnicos
que abarataron la extracción y al aumento de la demanda internacional. Durante el Sexenio
Democrático (1868-1874) se aprobó una legislación minera, “Ley de Bases sobre Minas”, que
permitía la venta o concesión de los yacimientos mineros (que pertenecían al Estado), a distintas
compañías, fundamentalmente extranjeras, a cambio de una compensación monetaria; esto provocó
una “desamortización” del subsuelo español.

4) PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO
El proteccionismo es la teoría y práctica económica que establece que la producción
nacional es prioritaria frente a la de otros países, para lo cual deben establecerse aranceles aduaneros
que dificulten la entrada de productos foráneos, con el fin de que no sean competitivos, o prohibir la
importación determinados artículos.
El librecambismo o librecambio es la doctrina económica opuesta al proteccionismo,
que propugna la no intervención estatal en el comercio internacional, autorizando que los flujos de
mercancías se trasladen de un lugar a otro, y permitiendo la competitividad de las empresas.
En 1826, el proteccionismo comenzó a ser defendido por los industriales catalanes para
preservar sus productos textiles de la competencia inglesa, después de la pérdida de casi todas las
colonias. Con la llegada de la Regencia de Espartero, se realizaron algunos matices del
librecambismo, estableciendo un arancel en 1841 que favorecía a Gran Bretaña, que redujo
considerablemente el número de artículos que no se podían importar.
La reforma de Mon-Santillán de 1845 y el arancel de 1849 introdujeron políticas
verdaderamente librecambistas, pero de forma modera. El Arancel Figuerola de 1869, en pleno
Sexenio Democrático, se inclinó más claramente hacia el librecambismo.
En la época de la Restauración la política económica volvió a tener un marcado carácter
proteccionista. Cánovas del Castillo proclamó que el proteccionismo era un dogma fundamental del
Partido Conservador. Debía contentar tres pilares fundamentales del sistema político: los industriales
catalanes, los grandes propietarios cerealistas castellanos y los empresarios siderúrgicos vascos. Tras

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el Desastre del 98 se perdió el monopolio del mercado colonial, y cayeron las exportaciones, por lo
que se implantó con más fuerza el proteccionismo y se pidieron nuevos aranceles.
La industria española se vio sometida a la alternancia de políticas económicas
proteccionistas (predominantes) y librecambistas. Los matices librecambistas estaban motivados
por la necesidad de importar tecnología y capitales para la construcción del ferrocarril, mientras que
los cambios en sentido proteccionista se debían, en gran medida, a la presión de los comerciantes
catalanes.

5) EL SISTEMA DE COMUNICACIONES: EL FERROCARRIL


La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave de modernización como en el
resto del mundo. España llegó con retraso al nuevo medio de transporte. El Ferrocarril La Habana-
Bejucal-Güines fue la primera línea férrea de Hispanoamérica (1837). Tuvieron que pasar once años
para que se construyera la primera línea en la Península, entre Barcelona y Mataró (1848), seguida
por la de entre Madrid y Aranjuez (1851).
La construcción del ferrocarril era muy cara debido al relieve montañoso de la
Península, y muy lenta por la falta de iniciativa y de recursos internos. En el reinado de Isabel II se
aceleró el proceso por la Ley General de Ferrocarriles de 1855, por la que el Estado se convertía
en el principal propulsor de la construcción del tendido ferroviario. Se ofrecieron incentivos a las
empresas españolas y extranjeras que intervinieran en la constitución de sociedades anónimas
ferroviarias que se encargaran de construir y explotar los diferentes tramos de la red. Para ello se
dieron subvenciones a los inversores, permitiendo la entrada de capitales extranjeros, y se eximió de
aranceles. El país que mayor capital invirtió fue Francia. Entre 1855 y 1864 el resultado fue un rápido
ritmo de construcción, entraron en funcionamiento 4.500 kilómetros de vía.
El ritmo se frenó como consecuencia de la crisis de 1866, cuando se constató la poca
rentabilidad de las inversiones ferroviarias debido al escaso número de viajeros y mercancías. Esto
provocó la caída del valor de las acciones y la quiebra de empresas y bancos, lo que paralizó la
construcción ferroviaria durante 10 años.
El último impulso constructor del siglo XIX comenzó con la Restauración, en 1876,
y coincidió con el desarrollo de la minería, con lo que una gran parte de los nuevos tramos conectaba
las zonas mineras con el resto del país. El tráfico de mercancías y personas se incrementó
notablemente.

El ferrocarril español presenta dos características:

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- Una estructura radial, con el centro en Madrid, de donde partían las líneas hacia las costas y
fronteras. Este diseño dificultaba las comunicaciones entre las zonas más industrializadas y pobladas.
- Un ancho de vía mayor que el europeo (para salvar la difícil orografía española), que dificultó las
comunicaciones ferroviarias con Europa.

El ferrocarril jugó un papel fundamental en la articulación de un mercado nacional al


conectar las distintas regiones, uniendo centros de producción y de consumo e incrementando
intercambio de productos agrarios e industriales. El ferrocarril hará también posible el desarrollo
urbano y la gran emigración del campo a las ciudades que se empieza a producir a finales de siglo.
Pero será una oportunidad perdida para el desarrollo de la industria siderúrgica al
favorecerse la importación de hierro extranjero (ya que la realidad era que la industria española no
podía abastecer la demanda y el ritmo de producción que la construcción del ferrocarril requería).

6) LA APARICIÓN DE LA BANCA MODERNA


- Ley de Bancos (1856), fundamental para organizar un sistema bancario moderno y canalizar las
grandes inversiones de capital extranjero. El Banco Español de San Fernando pasó a denominarse
“Banco de España”, que quedó configurado como banco nacional, único con capacidad para emitir
moneda. Se permitió crear bancos privados que se establecieron en las principales ciudades
españolas (Zaragoza, Santander, Bilbao).
- Ley de Sociedades de Crédito (1856): Permitió la entrada de las compañías financieras extranjeras
en el sistema económico español, lo cual favoreció su intervención en algunas infraestructuras que
exigían disponer de importantes cantidades de capital.
- La creación de la Bolsa entre 1808-1831.
- En 1868 se adoptó la peseta como nueva unidad del sistema monetario.

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