Bloque Ocho
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de tierra y de puestos de trabajo, en dirección a América y, en particular, a Argentina, México, Cuba
y Brasil.
2) EL DESARROLLO URBANO
Después de las guerras napoleónicas, la población española inició un proceso de
crecimiento ininterrumpido de las ciudades que tenían una estructura preindustrial, produciéndose la
degradación de las condiciones de vida por una grave situación de hacinamiento y de crisis en los
servicios.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, las ciudades se amplían y modernizan, se
tiran las viejas murallas y se hacen nuevos trazados de forma planificada, aparecen las normativas de
las Ordenanzas Municipales en los Planes de Ensanche, especialmente en Madrid y Barcelona. La
nueva burguesía plasma su ideal del urbanismo estrenando el alumbrado de gas en sus calles
principales, el tranvía, etc. Sin embargo, en la periferia urbana crecen los arrabales obreros, sucios,
con chabolismo, sin urbanizar ni asfaltar, etc. Son lugares donde viven los obreros industriales, en
malas condiciones.
a) Barcelona. En 1854, se autorizó el derribo de las murallas de Barcelona. Ese mismo año, se
encargó al ingeniero Ildefonso Cerdá la dirección del ensanche de la ciudad, quien planteó una
ciudad completamente nueva y utópica. Su característica principal es el trazado ortogonal uniforme,
con tres ejes oblicuos (Diagonal, Meridiana y el Paralelo).
b) Madrid. En 1892 Arturo Soria público su proyecto de Ciudad Lineal, su objetivo era construir
una ciudad nueva, saludable, que mejorase la calidad de vida de sus habitantes, vertebrada en torno a
una amplia avenida central en la que el tranvía actuara como elemento de cohesión. Las viviendas
unifamiliares tenían qué ser iguales, con grandes extensiones de jardín, huertos y zonas verdes. Las
viviendas para las clases medias y bajas se ubicaban en una segunda o tercera fila.
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La incorporación de España a la Revolución Industrial fue tardía, incompleta y
desequilibrada con respecto a otros países europeos.
Las principales razones de ese retraso fueron:
- La inestabilidad política: Guerra de la Independencia, pérdida de los territorios americanos y
guerras carlistas.
- La escasez de materias primas, fuentes de energía. Falta de recursos de agua, importantes para
obtener energía hidráulica, carbón de mala calidad y difícil explotación y atraso tecnológico.
- La falta de capitales privados para invertir en la industria (los escasos recursos monetarios, se
destinan a comprar deuda pública, tierras desamortizadas o invertir en Bolsa). Sólo en Cataluña y en
el País Vasco, la burguesía financiaba la industria, el resto del capital lo hacían los inversionistas
extranjeros.
- Dependencia técnica, financiera y energética del exterior.
- La difícil orografía que dificultó y elevó el precio del transporte (carreteras y ferrocarriles).
- La política proteccionista favoreció la escasa competitividad de los productos nacionales en el
mercado internacional, eran de menor calidad y más caros, al tener asegurados los mercados
nacionales.
- La población era escasa, con bajo poder adquisitivo, por tanto, el consumo era escaso.
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1. Etapa andaluza (1830-1860): Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se hicieron
en Málaga, aprovechando sus yacimientos de hierro, pero esta iniciativa acabó fracasando porque
utilizaba carbón vegetal, de elevado coste y de menor rendimiento, por lo que la llevaron a la quiebra.
2. Etapa vizcaína: Vizcaya se convirtió en el centro de la siderurgia española por la abundancia
de hierro y la actividad de la empresa Altos Hornos de Vizcaya. El desarrollo de la siderurgia vasca
permitió la expansión de otros sectores industriales, como el naval.
- La minería: España era rica en reservas de hierro, plomo, cinc, cobre (Río Tinto) y mercurio
(Almadén). La explotación minera alcanzó su apogeo a partir de 1868 debido a los avances técnicos
que abarataron la extracción y al aumento de la demanda internacional. Durante el Sexenio
Democrático (1868-1874) se aprobó una legislación minera, “Ley de Bases sobre Minas”, que
permitía la venta o concesión de los yacimientos mineros (que pertenecían al Estado), a distintas
compañías, fundamentalmente extranjeras, a cambio de una compensación monetaria; esto provocó
una “desamortización” del subsuelo español.
4) PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO
El proteccionismo es la teoría y práctica económica que establece que la producción
nacional es prioritaria frente a la de otros países, para lo cual deben establecerse aranceles aduaneros
que dificulten la entrada de productos foráneos, con el fin de que no sean competitivos, o prohibir la
importación determinados artículos.
El librecambismo o librecambio es la doctrina económica opuesta al proteccionismo,
que propugna la no intervención estatal en el comercio internacional, autorizando que los flujos de
mercancías se trasladen de un lugar a otro, y permitiendo la competitividad de las empresas.
En 1826, el proteccionismo comenzó a ser defendido por los industriales catalanes para
preservar sus productos textiles de la competencia inglesa, después de la pérdida de casi todas las
colonias. Con la llegada de la Regencia de Espartero, se realizaron algunos matices del
librecambismo, estableciendo un arancel en 1841 que favorecía a Gran Bretaña, que redujo
considerablemente el número de artículos que no se podían importar.
La reforma de Mon-Santillán de 1845 y el arancel de 1849 introdujeron políticas
verdaderamente librecambistas, pero de forma modera. El Arancel Figuerola de 1869, en pleno
Sexenio Democrático, se inclinó más claramente hacia el librecambismo.
En la época de la Restauración la política económica volvió a tener un marcado carácter
proteccionista. Cánovas del Castillo proclamó que el proteccionismo era un dogma fundamental del
Partido Conservador. Debía contentar tres pilares fundamentales del sistema político: los industriales
catalanes, los grandes propietarios cerealistas castellanos y los empresarios siderúrgicos vascos. Tras
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el Desastre del 98 se perdió el monopolio del mercado colonial, y cayeron las exportaciones, por lo
que se implantó con más fuerza el proteccionismo y se pidieron nuevos aranceles.
La industria española se vio sometida a la alternancia de políticas económicas
proteccionistas (predominantes) y librecambistas. Los matices librecambistas estaban motivados
por la necesidad de importar tecnología y capitales para la construcción del ferrocarril, mientras que
los cambios en sentido proteccionista se debían, en gran medida, a la presión de los comerciantes
catalanes.
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- Una estructura radial, con el centro en Madrid, de donde partían las líneas hacia las costas y
fronteras. Este diseño dificultaba las comunicaciones entre las zonas más industrializadas y pobladas.
- Un ancho de vía mayor que el europeo (para salvar la difícil orografía española), que dificultó las
comunicaciones ferroviarias con Europa.