Es El Campo Estupido

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 119

ES EL CAMPO,

¡ESTUPIDO!
Editado Noviembre 2007 por Orientación Gráfica Editora

Para Déborah, Denise, Ivana y Juan Pedro, herederos de un país que


podremos mejorar con sincero esfuerzo y sentido común.

Dedicado:

* A quienes alguna vez jugaron con tierra.

* A quienes alguna vez escucharon hablar del “Granero del Mundo” y siguen
creyendo que es una falacia.

* A quienes dejaron sus raíces en el campo porque fueron expulsados por la


falta de políticas y obligados a emigrar.

* A aquellos que aún sienten que su misión está allí y hacen todo lo posible
para sobrevivir a las embestidas de los necios.
INDICE

Introducción

Capitulo 1.- “Cenicienta” vive en el campo.

Capítulo 2.- La falta de un Ministerio.

Capítulo 3.- La Economía Fisiocrática.

Capítulo 4.- Los recursos agropecuarios

Capítulo 5.- ¿Qué campo?

Capítulo 6.- El Ejecutivo sin coherencia

Capítulo 7.- Todo depende de otros.

Capítulo 8.- La lentitud del Congreso.

Capítulo 9.- Una prueba de lo que no fue

Capítulo 10.- Desunión en la dirigencia


Capítulo 11.- Cambio de tecnología vs.

Escala de explotaciones

Capítulo 12.- La Tecnología, ¿Una trampa?

Capítulo 13.- Los cautivos.

Capítulo 14.- Cuando perdimos el tren.

Capítulo 15.- Peaje: Los caminos subsidiados.

Capítulo 16.- Inundaciones: El Show del Agua.

Capítulo 17.- El pecado del hambre.

Capítulo 18.- Recuperar el orgullo de ser campesinos.

ENTREVISTAS

Capítulo 19.- Muniagurria: El ojo de la tormenta.

Capítulo 20.- Alchouron: El lobby que faltaba.

Capítulo 21.- Humberto Volando: Todo un símbolo.


INTRODUCCIÓN

Cuando el Presidente de los Estados Unidos de América, Bill Clinton, intentó


buscar su reelección a mediados de los '90, sus asesores enmarcaron esa
tarea particularmente dentro de una frase que tenía también mucho de
marketing: "Es la Economía, Estúpido", basando su estrategia pura y
exclusivamente en ese ámbito y no en otro, respecto a las necesidades de sus
ciudadanos.

El resultado es conocido: Clinton fue reelecto y el crecimiento económico de los


EE.UU. no se detuvo hasta iniciado el nuevo milenio, adquiriendo una
expansión y desarrollo, prácticamente récord, en la historia de ese país.

En la Argentina, debido a una historia ligada a la falta de políticas coherentes y


continuas y en función de la clase política contemporánea sin demasiados
conocimientos sobre el sector agropecuario y agroindustrial argentino y lo que
es peor, sin rumbo definido en la mayoría de las cuestiones que hacen a la
calidad de vida de sus habitantes, hasta ahora nadie se ha animado a señalar:
¡Es el campo, Estúpido!

Precisamente este sector, el de la producción primaria y la agroalimentación,


es el que desde hace décadas ha demostrado ser el más apropiado para
encender el motor del desarrollo del país, cuyos habitantes -aún extasiados por
las anécdotas de una historia rica aunque conflictiva- pareciera que no se
animan a analizar el presente de la aldea global, para tratar de armar una
estrategia hacia el futuro.

Cada vez que las crisis económicas han golpeado a nuestro país (y no han sido
pocas por cierto), el sector primario ha contribuido a través de sus labores a
generar, tanto sea alimentos como divisas provenientes de exportaciones.

Esto ha quedado fijado mucho más aún en las últimas décadas, en las que
merced a la globalización, se acentuaron las dicotomías políticas de una
dirigencia que no estuvo a la altura de las circunstancias, que sólo bregó por el
poder por el poder mismo, cayendo en un espiral de decadencia que cualquiera
puede constatar, en el caso de que aún guarde en sus entrañas un poco de
veracidad a la hora de analizar la sociedad del ayer cercano y ésta en la que
nos toca vivir.

No hace falta que este análisis sea sectorial para evaluar rápidamente las
calamidades que se desprendieron, por ejemplo, del éxodo rural o de la
desaparición de productores agropecuarios. Se trata simplemente de darse un
baño de realidad para cotejar las diferencias culturales y de valores que
manejaban nuestros abuelos y padres, con las que manejamos hoy cada uno
de nosotros.
Enarbolar ligeramente mitos y leyendas sobre los “llorones del campo” como
muchos han caratulado a los agricultores y ganaderos argentinos, es de una
liviandad y discriminación patética. Igualmente, a esta altura de los
acontecimientos, las protestas y reclamos del sector parecen un tanto
perimidas, dado que todo el mundo tiene de qué quejarse y por lo general,
cada reclamo particular se acaba donde empieza el del otro.

Y todo termina convirtiéndose en una tortura generalizada, plagando de


problemas y de quejas a una sociedad que lo único que quiere, en el fondo, es
disfrutar de bienestar.

Sólo a un enfermo mental o a un ideólogo de poca monta y escasa llegada al


pueblo, se le ocurriría buscar permanentemente el caos, con el fin de ostentar
el poder supremo, a sabiendas que ese mismo caos terminaría fagocitándolo.

Es por eso que también se acabaron los tiempos de la protesta, no se puede


seguir sin propuestas claras y demostraciones concisas, del poder y la
importancia que debiera darle la economía a aquellos sectores como el
agropecuario, llamados a ser, en el caso de un país como la Argentina, quienes
sostengan los pilares de la riqueza tras el aprovechamiento sustentable de los
recursos naturales y con una estrategia meditada para irrumpir en el mercado
mundial con lo que otros necesitan.

La ecuación parece sencilla y ciertamente lo es, sin embargo las


individualidades y la falta de raciocinio de quienes pueden pero no saben tomar
decisiones, hacen que cada buena intención termine en la hoguera, lugar al
que de seguir a este ritmo iremos a parar absolutamente todos.

Pero para conocer la fuente de riqueza, hace falta conocer cuáles son las
verdaderas necesidades del campo y de quiénes trabajan en él día a día.

Podrán juntarse mil, dos mil, diez mil o cien mil productores frente a la Casa
Rosada, pero esta actitud sólo ha terminado por demostrar la impotencia de los
unos y los otros.

Este tipo de actitudes no son nuevas en nuestro país, por más que veamos los
resultados que obtienen los agricultores franceses o ingleses, cuando cruzan
sus tractores en los Campos Elíseos o frente al Palacio de Buckingham.

Aquí, en la Argentina de las tierras ecológicas, abundantes, ricas y casi


vírgenes, miles de productores provenientes desde distintos puntos del país
confluyen cada tanto en el microcentro porteño, enarbolan sus banderas y
dirigen sus miradas furibundas hacia la Casa Rosada gritándole al Presidente
de la Nación (que esté en ese momento) que "cambie su política hacia el
campo".

¿Qué política?, se preguntan muchos. ¿-Hay política agropecuaria? ¿O todo no


es más que parches sensacionalistas para acallar las voces y terminar
cansándolas en medio de la más cruel humillación? Humillación que
finalmente, cual efecto “cascada” termina cayendo sobre todos los habitantes, a
través de desarraigo, hacinamiento y pobreza.

Ya no somos el "Granero del Mundo", la Segunda Guerra terminó y Europa


sació su hambre; Estados Unidos ganó la Guerra Fría y ya no están Irigoyen ni
Perón, ni en tiempo, ni en espacio.

El crecimiento de "algunos" subsectores agroalimenticios, se ha dado en forma


cíclica y sin un sendero claro para transitar hacia el futuro. Los planes no son
de largo plazo. Últimamente los presidentes argentinos han trabajado para
salvar su alma por cuatro años y si se da, estirar una reelección, a fuerza de ir
barriendo la escoria debajo de la alfombra hasta que otro venga a quitarla con
las consabidas dificultades.

Muchos dirigentes se jactan de ser timoneles, pero no cuentan con el derrotero.


Cambian a mitad de camino, por otro con mejores vientos y vuelven a dejar
éste en busca de mareas más interesantes aunque efímeras. Sólo se trata de
mostrar que la embarcación sigue a flote, aunque sin rumbo. En aguas
desconocidas que en algún momento se cobrarán la impericia. El naufragio
entonces empieza desde el primer momento en que se adentran en el agua,
porque no hay un norte. Ni un sur ni nada.

Es demasiado simple creer que una protesta alcanzará para desmoronar las
políticas arancelarias y los subsidios que otorgan los grandes países; o para
dotar de servicios mínimos a las desprotegidas zonas rurales, o brindar
capacitación a quienes ni siquiera pueden cambiar el tractor que compraron
hace10 años (usado y que ya tenía 20).

Tan simple como pensar que los gritos construirán hospitales o mejorarán las
escuelas a las que hoy asisten los hijos de la gente que "vive" en el campo.

Lamentablemente, las movilizaciones agropecuarias ni siquiera han servido


para mostrar al resto de los argentinos, a aquellos que viven en las grandes
urbes, adonde están los "kelpers" vernáculos que producen alimentos para
todo el país y buena parte del mundo.

Por el contrario, pareciera que terminan generando un efecto contrario al


buscado ya que, en estos tiempos en que otros países subsidian a sus
agricultores a sabiendas de que es mejor que estén en las zonas rurales sin
“invadir” a las urbes saturadas, nuestros gobernantes terminan echando nafta
al fuego con nuevos impuestos o reformas tributarias que generan en el sector
una asfixia impositiva, en momentos en que al campo argentino los
"libremercados" internacionales, le quitan miles de millones de dólares.

La dirigencia agropecuaria ha tenido también gran responsabilidad en esta


borrascosa historia. No mostró capacidad y ha reaccionado por lo general
cuando las bases la superaban, mientras que permanecía adormecida cuando
nadie se quejaba.

Cuando las vacas engordan, no es momento de sentarse a comer asado, sino


por el contrario es imprescindible seguir trabajando para reforzar las
estructuras.

El discurso en defensa del gaucho de bombachas y alpargatas, que algunos


han querido ensayar, puede ser acorde para un centro tradicionalista. Pero hoy,
para ser empresario agropecuario el perfil es otro muy distinto.

Quizás sea el tiempo de sinceramiento y reconocimiento, de la recuperación de


valores intangibles y no tanto. Seguramente es tiempo de madurar como país,
de salir del círculo central para usar políticamente a quienes, por desidia,
debieron dejar el ámbito federal. Abandonando sus raíces, su tierra, sus
sueños y su familia, en busca de la ciudad falaz, que los sedujo con la promesa
de empleos, de desarrollo, de bienestar. Pero sólo los hizo sentir más infelices
y vulnerables, ahondándolos en las peores pesadillas y sumidos en la
desesperanza.

Felizmente –dicen algunos- “Nada es para siempre”.


CAPITULO 1

"CENICIENTA" VIVE EN EL CAMPO

Siempre se habla del potencial del sector agroalimentario, sin embargo el gasto
público gubernamental parece no apuntar a la productividad.

Los gobiernos de las últimas décadas se ocuparon de gastar dinero en ámbitos


que sólo ellos conocerán porque el resultado es nefasto. Decadencia en
centros de educación, en centros de salud, inseguridad mayúscula, salarios
paupérrimos para los pasivos.

Tampoco obras de infraestructura que apoyen al sector productivo eficiente.


Caminos rurales en pésimo estado, falta de control de los concesionarios de
puertos y rutas, como así también en el transporte carretero y ferroviario.

Falta de mantenimiento en ríos y canales, con el resultado de imprevisión


manifiesta en cada episodio de inundaciones.

Muchos gobiernos (y gobernantes) se regodearon al hablar de subsidios para


gente de escasos recursos aunque (valga el juego de palabras), generando
menores recursos para el desarrollo de esa gente.

La realidad indica que el productor agropecuario se siente desprotegido por sus


gobernantes. Esto no es novedoso, si se tiene en cuenta que sólo se busca el
poder y la perpetuidad en un cargo. Tampoco lo es si se tiene en cuenta que a
la hora de elegir Presidente de la Nación, la localidad de La Matanza tiene un
peso electoral mayor que cinco provincias juntas. Mucho más aún si se
considera que se perdieron millones de puestos de trabajo en el área rural y
que quienes votan “con la cabeza en el campo” se constituyen en una minoría,
que no resulta atractiva para un político que sólo busca un cargo y no la
representatividad de todos los ciudadanos.

Por eso el gasto de los gobiernos tampoco está dirigido en forma proporcional
hacia los sectores que poseen un mayor potencial de desarrollo, o sea, el
agropecuario.

Tanto sea a nivel nacional, provincial o municipal; el hombre de campo


pareciera ocupar el papel de "Cenicienta" a la hora de obtener apoyo para su
producción o en relación a su calidad de vida.

El gasto público, en la mayoría de los casos apunta a sectores no productivos e


incluso al asistencialismo, olvidándose de los servicios y la infraestructura que
los gobiernos deben brindar a las áreas de producción regionales que concitan
perspectivas alentadoras, de desarrollo y crecimiento.

Lo que acontece en el plano nacional, podría trasladarse casi sin diferencias a


los ámbitos provinciales y municipales o comunales.

Las cuentas por lo general no cierran tal como se previeron y para que los
números se redondeen se dejan obras de mejoramiento en el camino.

Generalmente, al final de ese camino, está el sector rural.

Resulta entonces paradójico que, una de las áreas que posee el más rico
potencial para su desarrollo, caiga en el olvido.

Esta situación por cierto no es nueva y se ha ido dando como una constante a
través de las últimas décadas.

Asimismo, la ineficiencia de los poderes legislativos y deliberativos en las áreas


productivas y económicas del país, quedó al descubierto de manera
considerable.

Pero quizás una de las mayores preocupaciones, sea la falta de compromiso


de esos legisladores y concejales hacia la producción zonal y a la calidad de
vida de los habitantes que, de modo directo o indirecto, están ligados a la
producción que llega desde el agro argentino y que ellos debieran defender.

El hombre de campo debe enfrentarse constantemente a la presión impositiva


"extra", que representan nuevas reformas en ese ámbito o a retenciones a las
exportaciones que terminan convirtiendo al Estado en un socio de gran peso al
llevarse una tajada de importancia, sin poner un solo peso ni correr el más
mínimo riesgo.

También están a merced de mercados que a veces no actúan con total


transparencia, a la falta de apoyo crediticio y a la inestabilidad y subsidios en
los precios internacionales en medio de una situación que nunca termina de ser
crítica.

Desde hace tiempo, al hombre de campo lo persiguen los problemas


"estructurales" que hacen a su “quehacer diario” y no son contemplados por los
gobiernos.

Muchos productores rurales, padecen por la desidia provincial y municipal


respecto al mantenimiento de los caminos de tierra.

Sus “rutas internas” están en la mayoría de los casos intransitables. La


concesión a empresas privadas (a cambio de peaje) del mantenimiento de las
principales vías carreteras nacionales (con fines turísticos o de transporte
pesado), sumió en el olvido a los trazados interiores además de agregar otro
gasto extra a los bolsillos de los productores cuyos establecimientos quedaron
“del otro lado” de las cabinas de peaje.

Algunas comunas tienen más de un 70 % de incobrabilidad de la tasa de Red


Vial y prestan un servicio mínimo o ninguno, amparándose en su propia
ineficiencia.

Ante este panorama, los productores aducen que no pagan por que no se les
presta el servicio y los municipios dicen que no lo hacen porque no les pagan.

Un cuento de nunca acabar en perjuicio de la producción, pero en el que


termina cediendo el más débil: el chacarero. Por eso se arman consorcios de
productores que alquilan máquinas y terminan arreglando ellos los caminos,
mientras el “socio Estado” sigue participando de las ganancias.

De este modo la "zona rural" parece gobernada por citadinos, a quienes poco
importa cómo se vive en el campo.

Es inconcebible que haya importantes y pobladas localidades del interior que


aún carecen de redes domiciliarias de agua potable.

En otras, la presencia de arsénico en el agua de bebida, ha generado más de


una polémica y amplia preocupación entre sus pobladores.

En algunos lugares, la falta de control del medio ambiente y la desorganización


en el tratamiento de los residuos, ponen un alerta amarillo respecto a la calidad
de las napas subterráneas.

Por su parte, el gas envasado (si lo tienen a su alcance), suele sufrir


variaciones de precios sin una explicación lógica basada en oferta y demanda,
sino más cerca del manejo monopólico que pueda gestarse en cada pueblo.

La energía eléctrica sigue siendo más cara que para las grandes urbes y
acceder a una línea estando medianamente alejado de los suburbios puede
llegar a ser viable sólo para los magnates.

Ni hablar de educación, salud (ya casi no quedan salas de primeros auxilios) o


coberturas sociales.

Desde aquella famosa frase de “Argentina: Granero del Mundo” hasta nuestros
días, el campo siempre ha tenido un fuerte “potencial”, sin embargo se le ha
prestado poca atención a quienes debieran ser los generadores de esa
potencia. Sin embargo, las cosechas cada año constituyen un récord, las
tecnologías de punta las consume el sector y en cuanto a producción, se
buscan cada vez mejores resultados en base a reinversión. Mientras tanto el
Estado, abre la “bolsa” para que cada quien deposite la porción
correspondiente… y ni siquiera es agradecido.
Podría afirmarse que el productor o agroempresario ha tenido poca presencia
en el tratamiento de los temas comunales, que fueron manejados casi siempre
por la gente de la ciudad (en general comerciantes, pequeños y medianos
industriales, profesionales o dirigentes políticos y/o gremiales).

De ese modo y a partir de esa filosofía, es que los gastos públicos siempre
marcharon hacia un rumbo distinto al de la productividad específica de cada
zona, y los chacareros fueron dejando su ámbito laboral que, en comparación
con el de los habitantes urbanos, era cada vez más incómodo.

Quizás resida allí la explicación a uno de los tantos: “¿porqué los números no
cierran?”, que se plantean los gobernantes.

Por eso y a pesar de la falacia que habla de terratenientes y oligarquía, una


buena parte de los productores agropecuarios de las provincias de Buenos
Aires, parte de Santa Fe y Córdoba, no son propietarios de más de 80
hectáreas.

La poca atención prestada por los gobiernos hacia la calidad de vida del sector,
las sucesivas divisiones por sucesiones, la inestabilidad por la falta de políticas
y las debacles financieras, fueron confluyendo hacia este panorama poco
alentador en cuanto a las posibilidades futuras de los agricultores.

Muchas de estas hectáreas, incluso, se encuentran actualmente hipotecadas.


Otras tantas se alquilan ya que, cansados de renegar después de tantos
sinsabores, sus propietarios se dedican a otras tareas.

Además, de no alquilarlas, tan escasa cantidad de tierra podría ser rentable


únicamente a través de manejos intensivos o cultivos y crías no tradicionales o
que incluyan un alto valor agregado y con ello alta inversión inicial.

Pero también en este caso los gobiernos han quedado en deuda por su falta de
promoción y apoyo a los institutos de capacitación e investigación.

Por el contrario, la dirigencia agraria debió ejercer en su momento una dura


presión para que el INTA siguiera existiendo, aunque resumido a su más
mínima expresión.

Hubo planes de reconversión productiva que lograron ser exitosos, pero en


muchos casos terminaron suplantados por programas asistencialistas que no
hicieron más que exaltar la demagogia.

LA CADENA AGROINDUSTRIAL

Frente a tal estado de situación, vale entonces advertir que la cadena


agroindustrial está formada por sectores económicos que tienen por finalidad
producir, transformar, comercializar y distribuir una amplísima gama de
productos derivados de los sectores agropecuario, forestal y pesquero y de sus
industrias y servicios asociados.

La misma cumple un papel fundamental en aspectos claves de la economía


argentina. En este sentido se puede mencionar su importancia en la generación
de empleos y divisas, desempeñando un papel estratégico para el país.

Argentina es el octavo productor (FAO, 2003) y séptimo exportador mundial de


alimentos (OMC, 2004). El 56% de las exportaciones argentinas pertenecen a
la cadena agroalimentaria.

La cadena agroindustrial es una importante generadora de empleos. En el año


2003, el empleo total generado por las cadenas agroindustriales -en forma
directa e indirecta- fue del 35,6% del total de ocupados del país.

Cada puesto de trabajo en el sector agropecuario genera casi 4 empleos


adicionales en el resto del sector productivo.

En el año 2003, la cadena agroindustrial tributó en concepto de Impuestos a la


exportación más de 6000 millones de pesos, cifra que equivale al 165% del
monto total utilizado por el Estado para el Plan Jefes y Jefas de Hogar.

El futuro es promisorio ya que la agroindustria argentina podría duplicar las


exportaciones aumentando la producción de granos y oleaginosas a más de
100 millones de toneladas, incrementando la exportación de carnes a un millón
de toneladas y desarrollando las capacidades máximas en la lechería, la
avicultura, la frutihorticultura, la forestación, la pesca, los productos regionales
y otros productos de alto valor agregado.

Están la capacidad y la sapiencia, la apuesta fuerte de los productores para


reinvertir y hacer rendir el negocio. Sólo falta una sustentable política de Estado
y eso, no es una situación menor.
CAPITULO 2

LA ECONOMIA FISIOCRATICA

La política mercantilista fue aplicada en Francia por Jean Colbert (ministro de


Economía de Luis XIV) y en mayor o menor medida por todos los monarcas de
Europa Occidental desde 1500 hasta el final del siglo XVIII.

En teoría, el mercantilismo debía haber contribuido al bienestar del pueblo,


pero en la práctica los ineficaces gobiernos de Luis XIV y Luis XV, llevaron a
Francia al borde de la ruina.

Quiere decir que la ineficacia de los gobiernos no es tema exclusivo de


nuestros contemporáneos, sino que siempre hubo gobernantes que debieron
trabajar en pos de un mundo mejor para sus gobernados, pero por alguna
razón no lo hicieron. Preguntarnos acerca del porqué no lograron sus objetivos,
o mejor dicho no lograron cumplir con las esperanzas del otro, realmente no es
una cuestión de análisis en esta obra. Seguramente hay muchos autores que
abordaron esta problemática, aunque lamentablemente, hasta el momento no
se sabe que la ineficacia haya sido solucionada por parte de quienes detentan
el poder y en lo relacionado con la satisfacción del pueblo, o al menos de su
mayoría.

Lo cierto es que por aquel entonces, Francia era el país con mejores recursos
naturales para la agricultura y sin embargo ésta fue la actividad que más se
estancó durante el mercantilismo.

La Fisiocracia, se origina en Francia durante la segunda mitad del Siglo XVIII y


algunos de sus conceptos tuvieron una fuerte influencia en Adam Smith.

Lo que proponía este economista era que el orden natural debía favorecer a la
agricultura porque ésta era la madre de todas las actividades.

Los terratenientes propusieron la sustitución de los innumerables impuestos


que gravaban la agricultura, por un impuesto único y directo sobre el producto
neto de la actividad agropecuaria.

La base filosófica era el derecho natural (orden natural de las cosas impuesto
por Dios) que el Hombre podía descubrir e interpretar a través del Derecho
Positivo (leyes y regulaciones existentes).

En el aspecto económico, el principal derecho del Hombre es a gozar de su


trabajo siempre que no afecte los derechos de los demás.
El Rey detentaba una soberanía limitada y debía adaptar su política al orden
natural.

El Estado debía intervenir lo menos posible, hacerlo sólo para garantizar la


vida, la propiedad privada y la libertad de comercio.

El principio de no-intervención quedó formulado para siempre en la pintoresca


frase: "Laissez faire et laissez passer" ("Dejar hacer, dejar pasar").

Francois Quesnay (1694-1774) fue el fundador y principal referente de los


fisiócratas, además de ser el que encabezó la lucha ideológica contra el
mercantilismo.

En realidad, Quesnay era médico pero se dedicó al estudio de la economía y


en el último tramo de su vida escribió el "Tableau Economique", una obra en la
que resume su teoría intentando hacer de la economía una ciencia exacta y
tratando de explicar de que manera se mueve la riqueza entre las tres clases
sociales, lo cual lo enfoca de la siguiente manera:

a) La clase productiva: formada por los que trabajan la tierra. Ya que los
fisiócratas consideraban que la única actividad capaz de generar un resultado
neto positivo era la agropecuaria.

b) La clase estéril: formada por las personas dedicadas al comercio y a la


industria.

c) La clase soberana: constituida por los nobles y los terratenientes.

El más importante de los sucesores de Quenay fue Anne Robert J. Turgot,


administrador y ministro de Hacienda francés durante dos años.

La fisiocracia duró sólo cincuenta años y terminó de sucumbir por la irrupción


en 1776 de las teorías de Adam Smith.

En realidad, la fisiocracia sólo tiene valor como doctrina y no como política ya


que su aplicación práctica se limitó a los dos años de gobierno de Turgot.

La fisiocracia surgió en su momento como un reflejo de la sociedad de la época


y de las inquietudes intelectuales de sus creadores.

Como resultado de esa influencia, el esquema básico de análisis de la


fisiocracia recogía la división de la sociedad en distintas clases, cada una con
una función claramente diferenciada, así como la exaltación de la agricultura y
de sus procesos productivos como centro de la actividad económica

BELGRANO, EL ECONOMISTA
Manuel Belgrano, fue el primer economista argentino y el que introdujo la idea
fisiocrática en el Río de la Plata.

En un texto abreviado de la introducción del Dr. Horacio David Gregoratti al


libro "Manuel Belgrano, Traducciones", editado por el Consejo Profesional de
Ciencias Económicas de la Capital (1992) el autor señala que luego de más de
un siglo de intervencionismo estatal, hecho acaecido a partir del momento en
que Juan Bautista Colbert impusiese sus ideas mercantilistas en el Reino de
Francia, luego extendidas por toda Europa - tomando las más diversas
modalidades - surge como réplica una nueva idea económica en la tierra: la
Fisiocracia.

Fue su genial inspirador, Francois Quesnay, quien, siendo médico cirujano de


guerra, encontraba una similitud entre la libre circulación de la sangre en el
cuerpo humano con la libertad de circulación de los granos o sea la riqueza
agrícola en el reino.

Debemos recordar que, como lamentablemente lo hemos vivido no sólo en


nuestro país sino en toda América Latina y gran parte del mundo, bajo la teoría
mercantilista era el Estado protector y paternalista quien tomaría la decisión de
conducir la economía.

Es así como en aquellos lejanos años de los siglos XVII y XVIII, con toda su
carga de monopolios estatales o para-estatales, esta teoría se desarrolló tanto
en Francia, como en Inglaterra y en España, donde creándose todo un férreo
control estatista sólo se consiguió, como sucedió en el Río de la Plata,
incrementar el contrabando exageradamente.

Por ello, ya en la segunda mitad del siglo XVIII y luego con la Independencia de
los EE. UU., en ese famoso año 1776, surgen ideas económicas realmente
innovadoras.

Allí encontramos la fuente de la fisiocracia, donde la tierra y sólo la tierra, aquel


primer factor de producción, era la base de la riqueza.

Cuando realiza las traducciones, Belgrano sólo tenía 24 años de edad,


reconoce que en el momento de la Revolución Francesa, 1789 (a los 19 años),
se encontraba en España comenzando allí a percibir con mayor amplitud todas
las ideas fisiocráticas.

Para Manuel Belgrano, el "valor de cada Estado no depende del valor del
Tesoro Público, sino de la cantidad de fanegas de tierra bien cultivadas que
tenga …"

Al traducir sobre la importancia de la moneda dice: "La moneda por sí misma,


no es riqueza pero es una prenda intermedia y una verdadera letra de cambio
al portador que debe pagarse en cambio de frutos de la Agricultura o de las
obras de la industria. Si estos frutos o estas obras faltan o no alcanzan, habrá
pobreza con mucho dinero; si son abundantes, habrá riqueza con poco dinero:
así pues, una nación es pobre con una cantidad inmensa de metales, entre
tanto que otra florece sin otros recursos de prosperidad que su agricultura; y no
obstante no hace mucho tiempo se creía que las minas enriquecían a los
estados que las poseían …"

Como todo genio, se adelantó a su tiempo y fue por ello que pudo llegar a tener
tan firme amistad con hombres tan avanzados como lo eran Mariano Moreno
en la política y San Martín, el gran estratega militar, que no sólo lo respetaban y
admiraban sino que se nutrían de sus sabios consejos.

Como buen economista Belgrano no sólo se dedicó a los aspectos teóricos y


técnicos sino que también incursionó en el área de finanzas públicas y también
como visionario en un aspecto fundamental del concepto Estado cuando
traduce "…el derecho que tiene el soberano de percibir impuestos está fundado
sobre la protección que debe a sus súbditos, sobre la obligación que tiene de
ser garante de las personas y propiedades …"

También evoluciona en el ámbito de Derecho Político Internacional cuando,


refiriéndose a la relación que se debe guardar con los países vecinos, traduce
"… la ciencia económica enseña también, que la prosperidad de los estados
vecinos, contribuye a la del Estado que se gobierna. Porque la prosperidad
multiplica a los hombres y a los consumidores y la agricultura no florece sino
por el gran consumo".

Qué necesario sería que los legisladores, hombres públicos y políticos de hoy
leyeran este ideario belgraniano para poder llevar a cabo la tan trascendente
transformación que nos lleve a tener un balance comercial favorable y, como lo
fue en otras épocas, un balance de pagos también favorable.

La teoría fisiocrática había calado hondo en nuestro primer economista y todo


lo antedicho aporta elementos que confirman que Belgrano fue un excelente
defensor de la misma y que además abrazaba esta escuela.

ECONOMIA ECOLOGICA

Muy ligada a la economía fisiocrática y tal vez emanada de ella, aparece hoy la
economía ecológica, a la cual sin lugar a dudas deberemos tener en cuenta en
nuestro país en un futuro, a menos que sigamos dándole la espalda a nuestros
recursos naturales, lo cual se constituye por cierto en una actitud suicida.

La economía ecológica es una rama de la teoría económica, también conocida


como teoría del desarrollo humano o economía del bienestar natural, que
asume una relación inherente entre la salud de los ecosistemas y la de los
seres humanos.
En ocasiones se la suele dar a conocer como “Economía Verde”, y se
encuentra en amplio contraste con otras escuelas de pensamiento en el seno
de la economía.

Los economistas verdes suelen tomar con frecuencia posturas más radicales
que las que se encuentran entre la más convencional economía ambiental con
respecto al crecimiento económico y la optimización.

El argumento primario de la economía ecológica, que la separa de la teoría


económica previa, podría resumirse en la asunción de la economía en sí misma
como un subconjunto estricto de la ecología, ya que esta última analiza las
transacciones de materia y energía de la vida sobre la Tierra, y la economía
humana está por definición contenida en este sistema.

A la cabeza de las críticas de la actual economía normativa por los


economistas ecológicos se encuentra su aproximación a los recursos naturales
y el capital.

Los análisis desde el punto de vista de la economía convencional y


ambientalista minusvaloran el capital natural en el sentido de que es tratado
como un factor de producción intercambiable por trabajo y tecnología (capital
humano).

Desde la economía ecológica, se argumenta que el capital humano es


complementario al capital natural, en lugar de intercambiable, ya que el capital
humano se deriva inevitablemente del capital natural de una u otra forma.
Asimismo, rechaza la visión procedente de la economía energética de que el
crecimiento del insumo energético en un sistema dado esté relacionado
directamente con el bienestar.

En la práctica, la economía ecológica se centra primariamente sobre los temas


clave del crecimiento económico y la medida del bienestar.

Los economistas ecológicos se inclinan a reconocer que una gran parte de lo


importante en el bienestar humano no es analizable desde un punto de vista
estrictamente económico, sugiriendo la interdisciplinariedad entre ciencias
sociales y naturales, como un medio para abordar este hecho.

Esto se hace particularmente latente en los intentos por desarrollar métodos de


Evaluación multicriterio, basados en un proceso participativo de todos los
agentes implicados en un problema en cuestión, como herramientas para
contribuir a la toma de decisiones de acuerdo con lo que se ha dado en llamar
Democracia deliberativa.

El origen de la economía ecológica se atribuye al ecologista y profesor de la


Universidad de Vermont, Robert Costanza, quien fundó la Sociedad
Internacional para la Economía Ecológica y llevó a cabo gran parte de la
investigación fundacional desde la Universidad de Maryland.
De todos modos, la aparición hace más de dos siglos del paradigma económico
clásico relegó la fisiocracia a un estado de aparente olvido. Sin embargo, esto
no fue un estorbo para que las ideas de la fisiocracia se infiltraran en la nueva
estructura económica o, metafóricamente hablando, permanecieran escondidas
y latentes esperando el momento de hacer nuevamente acto de presencia.

Esto es precisamente lo que se constata al revisar la metodología propia de los


actuales enfoques económicos de análisis ambiental. Así, por un lado,
podemos ver como dentro de la ortodoxia practicada por la Economía de los
Recursos Naturales encontramos elementos de la, en principio, abandonada
visión fisiocrática; por otro lado, vemos como dentro de la Economía Ecológica
resurge con fuerza la visión física de la actividad económica, la cual se
encuentra en el centro de todas las argumentaciones fisiocráticas.

La Argentina desde su creación como Nación ha sostenido su economía


basándose en los recursos naturales, pero los debates interminables acerca de
la manufactura o no de lo producido le ha hecho perder el verdadero horizonte,
dejando en el camino millonarios negocios que, sin embargo países más
organizados en su funcionamiento, han sabido aprovechar.

Queda claro que los países de Oceanía, con similares aptitudes agrícolas y
ganaderas, tienen una visión distinta de la economía y su aprovechamiento a
favor de su país. Pero no hace falta ir mucho más lejos para ver los avances
logrados por Chile en numerosos productos y las oportunidades aprovechadas
por Brasil y Uruguay en materia ganadera y su posicionamiento en el exterior.

CAPITULO 3

LA FALTA DE UN MINISTERIO
Las actividades agropecuaria y pesquera han constituido uno de los pilares
fundamentales de la economía de nuestro país, prácticamente desde su
nacimiento.

No obstante, la Ley de Ministerios actualmente en vigencia no refleja dicha


circunstancia.

En efecto; nuestro país carece de un Ministerio destinado específicamente a


estas actividades de tan significativa importancia para nuestro país, que
permita la formulación de políticas para el sector coordinadas con las
correspondientes a otros sectores de importancia equivalente, y no
subordinadas a éstos.

Seguramente ante esta afirmación serán muchos los que la critiquen pensando
primero en la eficiencia antes que en el nombre que se le dé al organismo.

Dicha consideración puede no estar errada, ya que es una posibilidad de sentar


una posición pero si vemos de cerca la estructura ministerial frente a la calidad
de una secretaría, caeremos en la cuenta de que -con personal idóneo- los
logros potenciales que podrían adquirirse a partir de la rejerarquización son
mayores. Absolutamente.

Actualmente, se cuenta dentro del ámbito del Ministerio de Economía con una
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, incluso luego de
que se diera marcha atrás en marzo del 2001 con la propuesta del fugaz
ministro de Economía, Ricardo López Murphy que devaluó el organismo en una
subsecretaría de Agricultura, dependiente de una secretaría de Producción que
al mismo tiempo dependía del propio Ministerio de Economía.

Pero volviendo a lo que nos ocupa, observamos que la actual Secretaría


elabora las políticas correspondientes al sector agropecuario, forestal,
pesquero y de la alimentación, tales políticas están necesariamente
subordinadas a las elaboradas por el Ministerio del cual la Secretaría depende
(en este caso Economía).

Ello implica que, necesariamente, la formulación y vigencia de tales políticas


esté supeditada a la apreciación que otra área –el Ministerio de Economía-
formule respecto de la prioridad que ellas representan dentro del vasto sector
sujeto a la conducción y control de dicho Ministerio.

Aunque la expuesta constituye una de las soluciones posibles, no es la única.

DESDE ADENTRO

"El campo aporta el 25% del PBI, provee un millón de puestos de trabajo y es el
responsable del 60% de nuestras exportaciones".
Estas palabras no las pronunció un dirigente agropecuario en el intento de
llevar agua para su molino, las dijo el ex Secretario de Agricultura Antonio
Berhongaray mientras estaba en funciones a fines del siglo pasado.

En ese momento los designios de la economía argentina eran manejados por


José Luis Machinea, quien se ofuscó al escucharlo, pero mientras intentaba
saber qué rumbo tomar en política económica, tampoco tuvo en cuenta al
campo y menos aún a las Pymes, dos áreas a las que prefirió prometer cosas
aunque con la habilidad de llevarlas al mediano o largo plazo, hasta que se
hicieran irrealizables.

Berhongaray alguna vez dijo: "La Argentina posee ventajas comparativas que
es menester aprovechar correctamente. Los dirigentes deben transformarlas en
ventajas competitivas. Para ello es necesario redefinir el papel del campo como
estratégico del desarrollo nacional" y reconoció que de ser Ministro "tendría
posibilidades de tomar decisiones más autónomas. Además vienen los
ministros de Agricultura de otros países y nos dicen: ¿cómo la Argentina no
tiene Ministerio de Agricultura?".

Mientras que el Estado argentino tiene por lo general entre sus males
enquistados, el sobredimensionamiento del gasto público, proponer que la
Secretaría de Agricultura sea convertida en un Ministerio, seguramente
parecería un dislate, sin embargo sería mucho más lo que se podría obtener de
ganancias, aprovechando que el sector es el mejor provisto de herramientas
para salir al mundo a capturar divisas.

Además y desde otra postura paradigmática, el millón de puestos de trabajo,


más del 60% de las exportaciones..., al menos justifican, pensar de esa
manera.

Uno de los proyectos que propugnaba la rejerarquización de la SAGPyA, fue


presentado por el Diputado del partido Acción por la República, Guillermo
Alchouron, pero al no ser tratada por los legisladores, la propuesta se terminó
“cayendo”.

El ex presidente de la SRA en sus fundamentos resaltaba, entre otras cosas


que "(...) si la actividad vinculada a la construcción tiene el adecuado rango
ministerial a través de recientemente creado Ministerio de Infraestructura y
Vivienda, no vemos razón válida para que el agro sea discriminado, en un país
donde los recursos naturales y su industrialización representan una actividad
que concurre con 65% de las exportaciones nacionales y con más del 25% de
Producto Bruto Interno entre el valor de la producción primaria, su
industrialización y servicios accesorios (Hasta los años ’80 la participación
porcentual del complejo agroalimentario alcanzaba a cifras cercanas al 42% en
nuestro país, para caer en 1999 al 25,2%)".

Añadía el legislador que "el sector primario ocupa 950.000 personas en forma
directa pagando remuneraciones por 3.500 millones de pesos" y destaca que
"la mayoría de estas personas y sus familias habitan fuera de la Capital Federal
y de los 19 distritos que conforman el Gran Buenos Aires, contribuyendo así a
fortalecer una ocupación territorial más descentralizada", en base a ello
considera Alchouron que se "(...) necesita de una política de alta complejidad
que no puede lograrse sino en función de un examen muy profundo que
resultará más factible y ejecutable con un área de gobierno de rango
ministerial".

Finalmente se interrogaba el diputado: "¿qué será Argentina sin una producción


agropecuaria desarrollada, pujante y de fuerte peso en la discusión sobre los
mercados internacionales en las organizaciones vinculadas a ellos?"...

El Senador Nacional (UCR) Néstor Rostán, oriundo de La Pampa, presentó en


el Congreso Nacional otro proyecto con el mismo objetivo, a principios del año
2000 solicitando la creación del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y
Alimentación.

Entre el articulado y los fundamentos se trataba de un trabajo muy meduloso


compuesto de 42 páginas, dejando claramente especificadas las necesidades
de contar con una cartera de este tipo en un país cuyo potencial se centra en el
agro, debido no sólo a cuestiones coyunturales, sino también por sus
estructuras, idiosincrasia, geografía e historia.

El proyecto de Rostán consideraba que el Ministerio de Agricultura debería


entender -entre otras cosas- en:

* La elaboración y control de ejecución del Presupuesto Nacional, como


así también en los niveles del gasto y de los ingresos públicos conforme a
las pautas que fije el Poder Ejecutivo Nacional;

*en la recaudación y en la distribución de las rentas nacionales, conforme


con la asignación de Presupuesto aprobada por el Congreso;

*la elaboración, aplicación y fiscalización del régimen impositivo y aduanero;


en la supervisión del Banco Central de la República Argentina y de las demás
entidades financieras oficiales nacionales y en la coordinación de sus
acciones;

*el régimen de bolsas y mercados de valores; en todo lo relacionado con el


régimen de seguros y reaseguros;

*la elaboración de las tarifas, fletes y precios de las empresas y sociedades


del Estado y de los servicios públicos del área de su competencia e
intervenir en la elaboración de aquellas que, para los mismos fines,
correspondan a otras jurisdicciones;

* la elaboración y ejecución de la política de reembolsos y reintegros a la


exportación y regímenes de precios índices y mecanismos antidumping;
* la elaboración de los regímenes de promoción y protección de actividades
económicas y de los instrumentos que los concreten y en la elaboración,
ejecución y fiscalización de los mismos en el área de su competencia;

*la elaboración del plan de inversión pública según las prioridades y directivas
que determine el Poder Ejecutivo;

* las negociaciones internacionales de naturaleza monetaria y financiera y


en las relaciones con los organismos monetarios y financieros
internacionales;

* la orientación de los recursos hacia los sectores de la producción más


convenientes y en la ejecución de las políticas respectivas en el área de su
competencia, acorde con la política nacional de ordenamiento
territorial...Etc., etc., etc.

EN OTROS PAISES

En gran número de países, en muchos de los cuales las actividades que nos
ocupan tienen una importancia relativa inferior a la que poseen en el nuestro,
se cuenta con un Ministerio destinado a la formulación y aplicación de las
políticas correspondientes.

En España, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación tiene a su cargo


los aspectos relativos a los respectivos sectores, incluyendo la ganadería.

Integran sus competencias, pues, tanto las políticas relativas a la agricultura –


incluyendo cultivos de todo tipo, (agricultura biológica, agricultura de montaña,
olivos, vitivinicultura, etc.), semillas, viveros, la pesca y la alimentación en
todos sus aspectos, como a los sectores cárnicos y lácteos, la ganadería –
selección y reproducción animal, sanidad animal, cría, etc.-, productos del mar,
cultivos marinos, industria agroalimentaria, comercialización de productos
agropecuarios y pesqueros, evaluación de productos fitosanitarios, plagas que
afectan a la agricultura y a la ganadería, seguros, control de calidad,
veterinaria, etc.

EN BRASIL

En la República Federativa del Brasil, el Ministerio de Agricultura y


Abastecimiento tiene por misión la formulación e implementación de políticas
agrícolas, integrando los aspectos tecnológicos, sociales y de mercado;
favoreciendo la sustentabilidad de la cadena agroproductiva, e incentivando la
innovación y la adopción de nuevas tecnologías, de manera de asegurar la
calidad y la competitividad de los productos y servicios de ese país
correspondientes al área indicada.

De dicho Ministerio, dependen los Departamentos de Pesca y Agricultura, de


Planeamiento Agrícola, de Economía Agrícola, de Abastecimiento
Agropecuario, de Defensa Animal, de Defensa e Inspección Animal, de
Inspección de Productos de Origen Nacional, de Fiscalización y Fomento de
Producción Vegetal, de Cooperativismo y asociacionismo, de Infraestructura
Rural, de Protección de Cultivos, de Información Documental Agrícola, de
Azúcar y Alcohol, de Café, y de Comercialización; el Instituto Nacional de
Meteorología, la Comisión Ejecutiva de Plan de Trabajos de Plantaciones de
Cacao, el Consejo Nacional de Política Agrícola, la Comisión Especial de
Recursos, el Consejo Deliberativo de Política del Café, la Compañía Nacional
de Abastecimiento, etc. Esta descripción tiene por objeto contribuir a advertir la
amplitud de las competencias y la importancia que este departamento de
Estado tiene en la República mencionada.

EN URUGUAY

En la República Oriental del Uruguay, el Ministerio de Agricultura, Ganadería,


Pesca y Alimentación tiene cometidos sustantivos y cometidos de apoyo.

Allí se ocupan de formular políticas públicas con respecto a los sectores


agropecuario, agroindustrial y pesquero de manejo, conservación y desarrollo
de los recursos naturales renovables.

Propiciar líneas de acción a fin de optimizar el interrelacionamiento del


Ministerio con organismos nacionales, regionales y con otros del ámbito
internacional, de interés para los sectores agropecuario, agroindustrial y
pesquero y para el área de los recursos naturales.

Coordinar la actuación del Ministerio con organismos nacionales


e internacionales de cooperación y gestionar la obtención de recursos
necesarios para sus servicios y para atender demandas de los distintos
sectores.

Promover la transferencia y difusión de a tecnología agropecuaria,


agroindustrial y pesquera a los respectivos sectores, así como la referida al
uso y manejo sostenible de los recursos naturales renovables.

Controlar las condiciones de comercialización, composición y destino de los


insumos agropecuarios.

Fomentar que las cadenas agroalimentarias se ajusten a los requerimientos de


los mercados y garantizar le genuinidad, sanidad e higiene de los alimentos.

Potenciar la competitividad y comercialización de los productos de los sectores


agroindustrial, agropecuario y pesquero, optimizando su inserción en el
Mercosur y en otros mercados internacionales.

Ejecutar actividades esenciales para el Estado y las de interés nacional, que


refieran a los sectores agropecuario, agroindustrial y pesquero, que se
enmarquen en las políticas de Gobierno y que por distintos motivos, no
desempeñe el sector privado.

Procurar una adecuada armonización de las políticas ministeriales con las


fijadas por las personas jurídicas de derecho público no estatal y con los
organismos en los cuales el Ministerio tiene representación y efectuar un
seguimiento de resultados, supervisando la actuación de sus delegados.

En materia de cometidos de apoyo, tiene los siguientes:

Administrar los recursos humanos, materiales y financieros, necesarios para el


cumplimiento de los cometidos sustantivos.

Asesorar al Poder Ejecutivo en todas las materias propias de su competencia.

EN CHILE

En la República de Chile, el Ministerio de Agricultura es la institución del Estado


encargada de fomentar, orientar y coordinar la actividad silvoagropecuaria del
país.

De acuerdo al decreto ley 294 de 1960, «su acción estará encaminada,


fundamentalmente, a obtener el aumento de la producción nacional, la
conservación, protección y acrecentamiento de los recursos naturales
renovables y el mejoramiento de las condiciones de nutrición del pueblo».

En materia de servicios, el Ministerio actúa en materia de investigación y


transferencia de tecnología, protección de los recursos naturales renovables,
protección de la salud animal y la sanidad vegetal del país, apoyo financiero
directo a pequeños agricultores, fomento forestal, fomento al riego, en
coordinación con otras entidades públicas con ingerencia en la materia.

EN ESTADOS UNIDOS

Este país cuenta con un Departamento (equivalente a nuestros Ministerios) de


Agricultura, cuya misión consiste en “Fortalecer la calidad de vida del pueblo
americano apoyando la producción de la agricultura, asegurando un saludable,
nutritivo y accesible suministro de alimentos; cuidando por las tierras
destinadas a la agricultura y a la forestación; apoyando un significativo
desarrollo de las comunidades rurales; proveyendo oportunidades económicas
para los residentes de las granjas y, en general, de zonas rurales; expandiendo
los mercados globales para los productos y servicios de la agricultura y de la
forestación; y trabajando para reducir el hambre en América y a través del
mundo”.

El Departamento cuenta con múltiples áreas. Así, los Servicios Agriculturales


de Granjas y del Extranjero administran los precios de la agricultura y los
programas de apoyo al ingreso (subsidios), los programas de ajuste de
producción, y el Programa de Conservación de Reserva, así como los
programas de la Corporación Federal de Seguros de Cultivos.

También en esta área se contribuye a luchar contra la competencia desleal


externa, el desarrollo de nuevos mercados para los productores
estadounidenses, y se provee asistencia alimentaria a países deficitarios en
materia de alimentos.

También es digna de destacarse la tarea de la Corporación de créditos para


“Commodities”, que apoya los precios de determinados productos rurales a
través de préstamos y compras; el Programa de Ayuda a Desastres de Cultivos
No Asegurados, que protege a los productores de pérdidas provocadas por
desastres, en supuestos no cubiertos por los seguros federales existentes; el
Programa de Conservación de Reservas, que protege a las tierras afectadas
por la erosión o agotadas, estimulando a los granjeros para evitar sembrar en
tales tierras y, por el contrario, plantar árboles o pasto protectores,
abonándoles una suma por ello; etc.

Es digno también de señalar que la mayor parte de los estados


norteamericanos cuentan con sus propios Ministerios de Agricultura.

INGLATERRA

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, por su parte, cuenta con el
Ministerio de Agricultura, Pesca y Administración. Cabe señalar, por otra parte,
que dentro de dicho Reino, Escocia y Gales cuentan con sus respectivos
Departamentos (Ministerios) de Agricultura. Algo análogo sucede con Irlanda
del Norte.

En el Reino Unido, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación no se


limita a entender en los asuntos vinculados con granjas y campos. También
tiene que ver con la producción y procesamiento de alimentos, los aspectos
ambientales derivados de la actividad agropecuaria, y las implicancias
económicas de estas actividades, tanto en la economía del Reino Unido, como
de la Unión Europea.

Interesa aquí referir los propósitos y objetivos del Ministerio de Agricultura,


Pesca y Alimentación de Gran Bretaña.

Son los propósitos de este Ministerio “Asegurar que los consumidores se


beneficien de alimentos ofrecidos a precios competitivos, producidos con altos
Standard de seguridad, cuidado ambiental y bienestar animal, y provenientes
de una cadena alimenticia sustentable y eficiente; y para contribuir al bienestar
de las comunidades rurales y costeras”.

En cuanto a sus objetivos, éstos consisten en “Proteger a la salud pública en


relación con los alimentos y con enfermedades animales transmisibles a
humanos; sostener y fortalecer los ambientes rurales y marítimos y al disfrute
público de sus bellezas, y la promoción de la forestación; asistir al desarrollo de
mercados eficientes en los cuales puedan desarrollarse alimentos
internacionalmente competitivos, e industrias pesqueras y de la agricultura;
fortalecer oportunidades económicas y el desarrollo social en las comunidades
rurales y costeras, de una manera coherente con el disfrute público de las
ventajas que ofrecen; administrar pagos bajo la Política Agricultural Común de
modo transparente y en pleno acuerdo con los requerimientos de la Unión
Europea; conservar stocks pesqueros para las futuras generaciones y asegurar
un futuro sustentable para la industria de la pesca marítima; asegurar que los
animales en las granjas y los peces están protegidos por altos Standard de
bienestar y que no sufran innecesariamente; reducir los riesgos para el pueblo
y los ambientes desarrollados y naturales, ante inundaciones y erosión costera;
y para preservar la continua disponibilidad para el consumidor de adecuados
suministros de alimentos y bebidas adecuados, variados, y a precio razonable.”

AUSTRALIA

También podemos considerar aquí el Departamento (Ministerio) de Agricultura,


Pesca y Forestación de Australia, que “es el departamento de Australia
responsable de ayudar a los productores de la agricultura, alimentación, pesca
y forestación a ser más competitivos, a obtener mayores ganancias y a
desarrollar actividades sustentables, creando de ese modo empleos…”

El Departamento en cuestión comprende: el Servicio Australiano de


Cuarentena e Inspección, la Oficina de Ciencias Rurales, la Oficina Australiana
de Economía de la Agricultura y los Recursos, el Grupo de Desarrollo de
Industrias y el Grupo de Competitividad y Sustentabilidad, entre otros
organismos.

NUEVA ZELANDA

En Nueva Zelanda, el Ministerio de Agricultura y Forestación tiene la misión, en


materia agrícola ganadera y de forestación, de “proveer asesoramiento de
políticas sobre el ambiente comercial, el uso sustentable de los recursos y la
regulación de la seguridad y bioseguridad, y aspectos relacionados de los
productos; y de proveer servicios con relación a estos aspectos, cuando ellos
deben ser provistos por el Estado.

El Ministerio tiene por funciones, las de crear oportunidades y administrar los


riesgos para los productores neocelandeses de alimentos, forestación y
actividades asociadas.

IRLANDA

En la República de Irlanda, el Departamento (Ministerio) de Agricultura y


Alimentación tiene por misión, “Desarrollar los sectores de la agricultura y de la
alimentación de una manera que maximice su contribución a la economía y al
empleo sustentable, protegiendo al mismo tiempo el medio ambiente,
mejorando la seguridad de los alimentos y la salud y bienestar de los animales,
y promoviendo el desarrollo rural”.

Las funciones del Departamento incluyen el asesoramiento en materia de


políticas y desarrollo en todas sus áreas de responsabilidad; la representación
del Estado en negociaciones internacionales (particularmente en la Unión
Europea) y nacionales; el desarrollo y la implementación de esquemas
nacionales y de la Unión Europea en materia de apoyo a la agricultura, a los
alimentos, desarrollo rural y medio ambiente rural; el control y la auditoría del
gasto público bajo su control; la regulación de la producción de la agricultura y
de alimentos a través de legislación nacional y de la Unión Europea; el
monitoreo y el control de la salud animal y vegetal, así como del bienestar de
los animales; el monitoreo y la dirección de los organismos estatales
correspondientes a las áreas de investigación, adiestramiento y asesoramiento;
desarrollo y la promoción de mercados; actividades comerciales; y directa
provisión de servicios de apoyo a la agricultura y a la alimentación.

Esta relación podría prolongarse muy considerablemente, dado que,


ciertamente, la nómina de los países que poseen Ministerios con competencia
en materia de agricultura, ganadería y alimentación –entre otras- es muchísimo
más amplia.

Pero baste este relativamente breve muestreo para advertir que no sólo
aquellos países en los cuales la agricultura y la ganadería constituyen una de
las actividades económicas más importantes, cuentan con un Ministerio para la
elaboración de las políticas en estas materias.

Otros en los cuales estas actividades no tienen tanta importancia también


cuentan con un Ministerio dedicado a esta temática, por una razón muy simple:
la significativa importancia que ella tiene para la alimentación humana, y la
obvia trascendencia que tal alimentación tiene para la vida de un país,
constituya o no un significativo productor agropecuario.

También es posible citar, a más de los casos precedentemente referidos, los de


Austria (Ministerio de Agricultura y Forestación); Bélgica (Ministerio de los
pequeños emprendimientos, comercio y agricultura); Bulgaria (Ministerio de
Agricultura, Forestación y Reforma Agraria); Costa Rica (Ministerio de
Agricultura y Ganadería), España (Ministerio de Agricultura), Finlandia
(Ministerio de Agricultura y de la Pesca), Francia (Ministerio de Agricultura y de
la Pesca), Holanda (Ministerio de Agricultura, Manejo de la Naturaleza y
Pesca), Hungría (Ministerio de Agricultura), India (Ministerio Perú (Ministerio de
Agricultura), Rusia (Ministerio de Agricultura y Alimentación), Sudáfrica
(Departamento Nacional de Agricultura), Corea del Sur (Ministerio de de
Agricultura), Indonesia (Ministerio de Agricultura), Italia (Ministerio de Política
Agrícola), Japón (Ministerio de Agricultura, Forestación y Pesca), Kenya
(Ministerio de Agricultura, Ganadería, Desarrollo y Marketing), Malasia
(Ministerio de Agricultura), Agricultura y Forestación), y Venezuela (Ministerio
de Agricultura y Cría).
CAPITULO 4

LOS RECURSOS AGROPECUARIOS


La Argentina durante décadas ha mantenido una política comercial externa
basada en aranceles, cuotas y prohibiciones de importar, con el objetivo de
proteger fuertemente ciertos sectores industriales, tales como la industria
automotriz, la autopartista, la metalurgia y la siderurgia. Últimamente los
gobernantes se abocaron, mediante derechos de exportación, a perder
innumerables negocios a nivel global, con la errónea intención de que no
crecieran los precios internos, subsidiando a toda la población en general y no
poniendo énfasis en la de menores recursos.

De esta forma, cortes de exportación en carnes, quesos y dulces de nivel


premium, frutas de excelencia y delicatessen varias, llegaron al público de
mayores ingresos a precios “nacionales”, muy por debajo de los mundiales. En
tanto, las inversiones productivas se cayeron y el bolsillo de los productores
siguió pagando los costos de la fiesta.

Como es reconocido en la teoría económica, cuando un país pequeño intenta


proteger algún sector, necesariamente somete al resto de los sectores a pagar
el costo de esta protección.

Quiere decir que sólo podemos proteger algunos sectores al costo de


desproteger a otros.

En el caso argentino, los sectores que más han contribuido a soportar el peso
de la protección industrial, y por lo tanto han postergado el aprovechamiento de
su potencial productivo, son el sector agropecuario y el agroindustrial.

Las transferencias de ingreso inducidas por la política comercial externa


durante la última década han sido de varios miles de millones de pesos.
Llegando en algunos años a superar el 60% del costo de esa protección
solventada por parte del agro y la agroindustria.

¿Adónde fue a parar esta transferencia? La mayor parte a beneficio de


sectores como el automotor, autopartes, textiles, refinación de petróleo,
manufactura de plásticos y siderurgia.

Además, se ha identificado al IVA como un impuesto, que no puede ser


descargado por el productor.

Estos impuestos generan una fuerte transferencia desde la producción hacia el


sector público.

Hay un viejo proverbio económico, que señala que “la protección no genera
riqueza sino que la transfiere."

El pensamiento maniqueísta dado por la permanente confrontación entre agro


e industria, no ha sido más que una estrategia, puesta de manifiesto a veces
por el Estado y en otras ocasiones por grupos industriales poco competitivos,
pero con gran capacidad de lobby.
Uno de los argumentos que siempre esgrimió la industria manufacturera
industrial para mantener el estado de protección de los sectores sustitutivos de
importaciones, fue su potencial para generar empleo o mantenerlos.

Sin embargo, hay informes que señalan que los sectores agropecuarios y gran
parte de su industria, a pesar de que son forzados a soportar el costo de
protección, dan ocupación a un millón y medio de personas, mientras que el
conjunto de los sectores sustitutivos de importaciones, recibiendo el 60% de la
protección, apenas si dan trabajo a 350.000 personas.

Sin embargo, este tipo de informes han pasado por lo general inadvertidos para
la opinión pública y no es casual que ello ocurra.

Es casi común en nuestro país hacer trabajos brillantes para luego no saber
como aplicarlos.

Tenemos algo así como una autodestrucción permanente con la que hasta
Sigmund Freud se sorprendería, más allá de sus conocidas opiniones en favor
de esa teoría.

Pero las acciones -generalmente- no se paralizan por sí mismas, los motivos


aparentes muchas veces suelen cristalizarse, aunque más no sea, en perjuicio
del desarrollo.

Ocurrió precisamente eso tras la presentación en favor del campo, respecto de


la industria y la transferencia de ingresos. Una gran presión de grupos
industriales desechó los planteos.

Es bien sabido que el poder y la influencia poseen direcciones opuestas.

Mientras el primero se ejerce de arriba (gobierno) hacia abajo (gobernados), la


influencia actúa en sentido contrario.

Un grupo de presión puede actuar desde la espontaneidad o estar


debidamente institucionalizado.

Por ejemplo en los Estados Unidos, los "lobbystas" se muestran en forma


transparente e incluso pagan impuestos respecto a las ganancias que obtienen
a través de sus tareas en favor de tal o cual sector o empresa.

En nuestro país, el lobby aún no aparece totalmente blanqueado (aunque hubo


alguna vez un proyecto en el Congreso que intentó hacerlo) y algunos
individuos o grupos de presión tratan de transmitir sus pareceres rodeados de
un halo de objetivismo que se rompe ante la primera opinión... claramente
subjetiva.

Los trabajos llevados a cabo por distintas instituciones y organismos (entre


ellos la SAGPyA en 2001) respecto a la transferencia del agro hacia otros
sectores, como era de esperar despertó una ola de opiniones en contrario,
generada desde grupos fuertes en cuanto a presión, pero débiles a la hora de
las refutaciones.

Lo particular de todo esto es que cuando alguien se rasga las vestiduras,


precisamente no suele caer en la cuenta de que queda desnudo y en medio de
esa desnudez pudieron verse particulares situaciones dignas de análisis y que
remarcan una vez más la desprotección del agro en favor de otros sectores.

Es para recordar un discurso de Enrique Crotto, durante la Exposición de


Palermo 2000 cuando dijo: "Una vez más denunciamos la errónea política
comercial y fiscal que históricamente nutrió al sesgo anti-exportador y que a
pesar de los avances obtenidos durante parte de la última década permite que
todavía nos sigan esquilmando.

"Como lo acredita nuestro pasado, este proteccionismo interno fracasó. La


triste realidad nos revela que salvo algunas honrosas excepciones, no
contamos con una industria realmente competitiva.

Estamos cansados de sufragar pseudo empresas y a personeros del lobby de


la ineficiencia, que además utilizan parte de esos fondos para perpetuar sus
ventajas.

"Este es el momento oportuno para que reflexionemos sobre las prebendas


residuales y sobre el gran daño económico que ellas engendran tanto a los
consumidores argentinos en general cuanto al agro en particular".

Palabras más o menos, y más allá del incendio que consumió a buena parte
de la ciudadanía en 2001, la situación hasta el presente continuó de la misma
manera, quiere decir, presionando impositivamente al sector agropecuario y
agroindustrial, con el objetivo de sostener otras estructuras obsoletas, pero
íntimas del poder.

Con subsidios no del todo claros, programas incumplidos, promesas muertas y


una estrategia profunda para alimentar a la partidocracia, se han dejado de
lado las posibilidades de desarrollo y crecimiento ha tenido el país.

Este ahondar en algo que se sabe pero que no se dice, por lo general trae
como contrapartida una vuelta a la dicotomía: producción vs. industria.

Vale recordar que las más importantes cuestiones políticas argentinas de la


última década se basan en una postura de conflicto, esto significa que una
propuesta terminará enfrentada con otra, aún más allá de que ambas persigan
el mismo objetivo.

Esta característica deja sin ninguna chance a la creatividad que pudiera


implementar algún funcionario, ya que enseguida será boicoteado por otro,
debido a celos, disciplina partidaria, chicaneo político, intercambio de
influencias o como quiera llamársele.

Si bien ambos bandos podrían señalar hipócritamente que persiguen el bien


público, difícilmente vayan a transitar un camino en común.

En este caso en particular se apunta no a la "industria en general", sino


particularmente a la industria que -por la presión (o lobby) realizada- recibió y
recibe beneficios, pero no genera réditos en la misma magnitud.

Por eso cada informe a favor del sector agropecuario, ya sea por su potencial,
como generador de recursos, como futuro económico o por su capacidad para
generar empleos, lo único que produce casi instantáneamente es un nuevo
foco de conflicto producido por los lobbystas que a través de operaciones de
prensa no tardan en actuar generando confusión.

Caer en el infantilismo de que el agro y la industria no trabajan


mancomunadamente, es como considerar que el corazón podría funcionar sin
el cerebro.

Lo que sí es cierto al fin y al cabo, es que mientras se procuran planes que


favorezcan un mayor consumo de automóviles (como por ejemplo lo fue el Plan
Canje) en contrapartida se achican presupuestos para organismos técnico-
agropecuarios (Ej.: INTA y Senasa) conllevando a una situación que culmina
con la pérdida de mercados en favor de países más ordenados y con políticas
a futuro que confían en el sector y por eso lo defienden.

CAPITULO 5

¿QUÉ CAMPO?
Hace algunos años, durante la gestión del Presidente Fernando de la Rúa,
mientras el agro reclamaba, el gobierno lanzó un globo de ensayo proponiendo
un Ministerio de Turismo que finalmente -y felizmente- no se concretó. Pero
estuvo muy cerca.

De hecho el secretario de Turismo dependía de la Presidencia de la Nación y


participaba de las reuniones de gabinete, en tanto el secretario de Agricultura,
como casi siempre, debía reportar al Ministro de Economía.

La relación entre la dirigencia política y el sector agropecuario es el mayor de


los problemas, precisamente por la falta de conocimientos en que está envuelta
la clase política.

Algunos creen aún que el campo es un sitio inhóspito con el cardo ruso
rodando en medio de pueblos fantasmas o; un lugar paradisíaco para comer un
asado y dormir la siesta, levantarse, tomar unos mates y escapar rápidamente
de vuelta hacia la Capital Federal.

Pareciera que la palabra "campo", no estuviera alojada siquiera en el


inconsciente de los funcionarios de gobierno y por ello no generara ningún tipo
de asociaciones, al menos en lo que hace a la faz productiva y de desarrollo
del país, tomándolo sólo como un sitio de solaz y esparcimiento.

Es que mientras la decadencia no se inmuta ante las embestidas


gubernamentales; las crisis: institucional, política y social se suceden en forma
patética.

Antes que nada, alguien debería encargarse de hallar la brújula.

Hoy los productores no creen todo lo que escuchan ya que de haber sido así,
los tamberos se habrían lanzado a instalar piscinas de hidromasaje en las
fosas, los agricultores cambiarían las semillas de soja por bulbos de tulipán y
los ganaderos pintarían de violeta sus rodeos Angus para fomentar el turismo,
sector que muchos creen es el único que puede salvarnos de la agonía.

La premisa pareciera ser "hoteles sí, tractores no".

HABLEMOS DE NECESIDADES

Vale la pena resaltar una vez más la necesidad de instrumentar un Ministerio


de Agricultura y Ganadería, para al menos recomponer una estructura de
producción en la cual los argentinos se han mostrado eficientes y competitivos.
Tales cualidades deberían al mismo tiempo ser copiadas por la clase política.

Se trata de recuperar la capacidad de generar empleos, de promover mayores


exportaciones, de ocupar un lugar en el mundo como comercializadores de
algo tan importante e imprescindible como son los alimentos.

Además, la improvisación política se transforma en la más acérrima enemiga


cuando se trata de entablar discusiones a nivel mundial.

Particularmente en el comercio exterior, los subsidios que los países más


desarrollados otorgan a sus productores o a la producción, si bien no pueden
ser equilibrados con nuestras nulas finanzas, dichas actitudes podrían ser
enfrentadas con técnicas creativas que (por cierto) deberían aportar todos los
sectores y no precisamente que el campo –mediante retenciones y otras
transferencias- se haga cargo de mantener ineficientes organismos y
corporaciones.

Quizás alguien tenga una respuesta a innumerables atrasos referidos a temas


tales como promoción de carnes y de lácteos, reconversiones productivas, o la
lucha contra la evasión desde la Oficina Nacional de Control Comercial
Agropecuario (ONCCA) que sólo se convirtió en una herramienta del Gobierno
a la hora de controlar los precios y no para trabajar en el saneamiento
impositivo, con la finalidad de combatir seriamente la evasión para que todos
paguen y no sólo algunos.

De todas maneras, creer que con la desaparición de los derechos de


exportación (retenciones) y el sinnúmero de impuestos que pagan los actores
de la cadena agroalimentaria argentina, se terminan los problemas de los
quebrantos, la desocupación o el éxodo agropecuario, es sumamente infantil.

Desde hace décadas, "el campo argentino" es un iceberg dejado a la deriva por
la clase política cuya punta fue más o menos notoria en función de las
circunstancias (léase campañas electorales).

No es por pura simpatía que los países desarrollados aplican políticas


proteccionistas para con sus agricultores, independientemente de que estén
faltos de competitividad.

Se trata de tener en cuenta el factor humano y comprenderlo en un todo para


no caer en desequilibrios que, a través de la pobreza, el éxodo y la falta de
futuro; terminarán socavando las estructuras citadinas, tal como lo vemos en
nuestro país traducido en la cada vez mayor aparición de barrios marginales,
subocupados, desocupados, inseguridad y violencia.

Es también temerario entonces, ver semejantes respuestas de inacción.


Las posturas maniqueístas acerca de que esto es malo y lo otro bueno, o
viceversa, son extremos que nunca dieron resultado.

La posibilidad de razonar, es un don que debe estar por encima de las ideas
preconcebidas que, ante una determinada situación, deberían ser permeables
a una reformulación.

Cuenta la historia que alguna vez Alejandro Magno visitó a Diógenes y le


preguntó qué podía hacer por el famoso maestro, a lo que éste le contestó:
"Sólo te pido que te apartes y no me quites el sol".

La medidas económicas implementadas por los sucesivos gobiernos –en la


mayoría de los casos- erraron el camino en relación a la productividad y el
crecimiento, algo que hoy es reconocido hasta incluso por quienes propiciaron
esos programas.

La falta de respuesta a los pedidos realizados por el sector de la producción


agroindustrial, ha llegado a un punto tal que, de contar con el mínimo
reconocimiento para seguir produciendo les permitiría, como ya ha quedado
demostrado, generar aún mayor riqueza, la cual falazmente algunos consideran
que se estanca y que por el contrario se derrama hacia los distintos
subsectores, se reinvierte en mejoras tecnológicas y se vuelca a mejoras de
infraestructura tales que ni siquiera los gobiernos pueden lograr.

Lo mejor que podría hacerse por el agro y por su gente es, al menos, no
quitarles la luz del sol.

La incertidumbre, la falta de horizonte, las acusaciones mutuas, las


responsabilidades negadas... son elementos que sólo oscurecen el panorama.

Hoy el pedido es: "No me quites el sol"... sólo déjame hacer.

POLITICAS AGROPECUARIAS

No hay políticas concretas ni un timonel que indique hacia donde ir. En medio
de ello, el sector agropecuario deambula en función de las circunstancias que
van generándose, sin tener un horizonte claro que lo haga sentir valedero e
importante en la economía del país.

El sector agroindustrial argentino representa el 56% de las exportaciones y el


35,6% del empleo total del país, según un análisis de la Fundación Producir
Conservando.

Argentina es el octavo productor mundial de productos agropecuarios,


incluyendo forestación y pesca, mientras que es el séptimo exportador mundial
de alimentos.
En algunos rubros como harina y aceite de soja y harina y aceite de girasol,
nuestro país ocupa el primer lugar en el ranking mundial de producción.

Algunos consideran que con el 10% de lo recaudado por retenciones al agro se


podrían alimentar medio millón de niños durante un año.

Otros estudios indican que cada empleo agropecuario directo genera otros
cinco indirectos, ya que en las localidades del interior en que el agro sostiene la
economía, los servicios crecen o decrecen siguiendo su ritmo.

En 2004 se presentó en la Universidad Católica Argentina (UCA), el “Barómetro


de la Deuda Social Argentina”, elaborado por el Departamento de Investigación
Institucional de dicha casa de estudios.

Un trabajo que buscó indagar sobre las condiciones reales y no sólo macro-
estadísticas, en las cuales vive o sobrevive el sector de la sociedad argentina
excluido o que está en pobreza extrema o con necesidades básicas
insatisfechas.

Mencionando sólo algunos datos, se puede tomar conciencia sobre la situación


en la cual subsiste este sector de la sociedad argentina. Más del 40% no tiene
agua corriente y el 37% no tiene baño; el 43% tiene basurales en las
proximidades de su vivienda; más del 50% no tiene calzado adecuado; cuatro
de cada cinco han dejado de comprar ropa aunque les hiciera falta; también
cuatro de cada cinco tuvieron que comprar menos alimentos o de peor calidad
por razones económicas, pero sólo uno de cada cinco está recibiendo
asistencia alimentaria; tres de cada cinco está insatisfecho con el estado de
salud de sus hijos; el 43% no se ha podido atender en materia de salud
necesitándolo, por diverso tipo de razones y tres de cada cuatro carecen de
cobertura médica; la mitad de los adolescentes en este segmento no asiste a la
escuela; casi ninguno tiene trabajo formal y cuatro de cada cinco están
ocupados en forma inestable.

CRISIS O DECADENCIA

La crisis es coyuntural y se podrá decir que estamos en el quinto subsuelo para


después subir al tercero o caer nuevamente al octavo.

Coyuntura es “el conjunto de circunstancias que intervienen en la resolución de


un asunto importante”, pero decadencia es el “declive, deterioro, principio de
debilidad y desintegración”.

Si hoy los argentinos al ver las cifras antes expuestas no se preguntan porqué
en un país que produce alimentos para el mundo su gente tiene hambre, el
problema no es la crisis, sino la decadencia.
Cada uno de los dirigentes políticos de los últimos años han llegado para
“romper los paradigmas” de sus sucesores, pero no terminan de imponer los
propios y por eso no hay un norte y el horizonte se desdibuja.

Al efectuar un balance de lo acontecido en el sector agropecuario durante la


gestión de Néstor Kirchner, quedan nuevamente al desnudo los desencuentros
ideológicos de cada quien en el área gubernamental, promoviendo con ello la
falta de políticas claras y precisas para que los agroempresarios tengan una
mínima certeza que les permita proyectar su futuro.

Sería interesante evaluar cuántos de los que hoy reciben asistencia social a
través de un “plan jefes” sufrió el desarraigo tras haberse quedado sin empleo
en su interior natal tras alguna de las tantas crisis que afectaron al agro.

URGENTES E IMPORTANTES

Una de las primeras frases que lanzó el ex secretario de Agricultura Miguel


Campos cuando asumió el timón del área, fue que debíamos ocuparnos
también de lo importante, porque hasta el momento, y por las crisis diversas,
nos habíamos ocupado de lo urgente.

Seguramente a estas alturas el funcionario se habrá dado cuenta que los


temas importantes quedan estancados en otros ámbitos, como por ejemplo el
Ministerio de Economía.

No podría explicarse de otro modo porqué el anunciado “Plan Ganadero” no vio


la luz después que se convocara a todos los sectores y se les consultara
acerca de sus necesidades y propuestas para lograr ventajas en un sector que
ya naturalmente las posee.

La cuota Hilton (carnes adquiridas por Europa a un precio preferencial) cada


vez que se otorga es una bomba que parece dañar a todos, no sólo en lo
económico sino en lo político, generando rencillas entre cada uno de los
actores de la cadena cuando se requeriría precisamente que se unieran y
pensaran en un futuro con mayores certezas.

Algunas semilleras aportaron oportunamente su cuota de conflicto, planteando


las regalías y amenazando con quitar otra parte de la torta cada vez más chica
que rescatan los productores, como si mañana vinieran los canadienses a
querer llevarse parte de los terneros Holstein engendrados con semen de ese
origen.

Impiadoso frente a las retenciones, el Ministerio de Economía ni siquiera tomó


en cuenta los pedidos provenientes de las economías regionales mientras la
miel sufría la crisis de los nitrofuranos, los cítricos eran bastardeados en
España, las peras y manzanas clamaban por una ayuda importante en su lucha
contra la carpocapsa y los tamberos santafesinos tenían la fosa tapada por las
inundaciones.

La refinanciación para los deudores del Banco Nación volvió a abrir un gran
interrogante luego de las promesas, el crédito sigue faltando y la presión
impositiva no cede.

La SAGPyA propone y el Ministerio de Economía dispone, mientras aquellos


que alguna vez se creyeron la historia de que un Ministerio de Agricultura era
una veleidad, seguramente hoy tienen hartas muestras de que es
absolutamente necesario.

PURA COYUNTURA

La coyuntura irrumpe como un huracán, reclaman los piqueteros, los


telefónicos, los transportistas, los industriales, los productores del ajo
mendocino y llegan las respuestas en idioma chino dándole visos de realidad a
cartas de intención, cuya efectividad se verá quizás en décadas.

La oportunidad de trabajar mancomunadamente en una época de cierta


bonanza se está perdiendo, las características cíclicas que suele afrontar el
sector agropecuario debido a la falta de políticas que las morigeren, deja pasar
el tren.

Como siempre, hemos contado con diagnósticos bellísimos plenos de


recuadros explicativos y demostrativos de lo qué se debería hacer, pero el
debe se acrecienta mientras el haber nunca se cristaliza.

De ese modo nos alejamos cada vez más de nuestros competidores del
Mercosur, que agradecen la poca importancia que le damos a mercados de
singular peso en todo el mundo.

Llevamos tecnología a países subsidiados como el caso de la siembra directa


en España y le queremos vender mondongo a China para quedarnos con las
milanesas de lomo.

Probamos la leche biótica en chicos de jardín de infantes con excelentes


resultados en cuanto a favorecer el crecimiento y la resistencia contra
enfermedades, pero en muchas escuelas aún sirven mate cocido.

Terminamos sumando circunstancias a la coyuntura, sin llegar nunca a la


solución del problema.

Ante cada crisis se acelera en forma geométrica el éxodo rural, que


lamentablemente no se revertirá, aumentando con ello la franja de pobreza que
se asentará en torno a las grandes ciudades.
La cadena productiva sigue atada con alambre, como si tal característica fuese
un estigma para los argentinos.

CAPITULO 6
EL EJECUTIVO SIN COHERENCIA

Los organismos del Estado en materia agropecuaria no logran una conexión


eficiente para desarrollar al sector, debido a la intromisión de la política
partidista en las fases técnicas.

El arte de gobernar es la condición necesaria que debe tener todo gobernante


para saber elegir a quienes lo secundarán en su gestión.

Un gobernante no debe saber de todo, sino que debe tener la virtud de elegir a
los mejores en cada área.

Bajo este formato, muchas veces el amiguismo o el nepotismo, han echado


sobre sí un manto de piedad, sin embargo otras tantas veces la capacidad del
elegido ha dejado al descubierto la incapacidad del gobernante quien en la
mayoría de los casos privilegió el poder para sí, antes que la gestión eficiente.

En estos renovados años de democracia, el denominador común de quienes


llegaron a las más altas aspiraciones del Estado, fue el de ocupar cada espacio
preferentemente con hombres que respondían a su confianza personal, pero no
a la calidad profesional o a su trayectoria.

Esta actitud generó cambios de rumbo más o menos marcados que


imposibilitaron llevar a cabo proyectos de mediano e incluso largo plazo.

La falta de conexión entre los distintos estamentos del gobierno como los casos
de la SAGPyA con el INTA y el SENASA, dieron como resultado diversos
hechos que hablan de una peligrosa involución, cuya responsabilidad no cae
precisamente sobre las cabezas de quienes allí se desenvolvieron, sino en el
gobernante.

La misma Secretaría de Agricultura, entra en las generales de esta ley debido a


su dependencia directa con el Ministerio de Economía.

Tal vez la pecaminosa forma de hacer política que posee la dirigencia


argentina, sea una de las causales de semejante resultado a todas luces
negativo.

La falta de políticas precisas por parte de los partidos que llegaron a poner un
hombre de sus filas en la Presidencia de la Nación, hizo que los caminos a
desandar fueran transitados de modo impreciso.

La ida y regreso de la aftosa sin vacunación, dejó demostrado ampliamente


que los cambios de liderazgo en el organismo encargado de la sanidad animal
pueden producir desastres en los ámbitos agroindustriales.

Las medidas caprichosas tomadas desde el Ministerio de Economía, a todas


luces contradictorias con la faz productiva agropecuaria, muchas veces
pusieron en jaque y detuvieron el desarrollo sectorial de la ganadería en todas
sus formas, como así también de la lechería, la avicultura, la forestación, etc.
Pero lo más lamentable, fue la complicidad de los funcionarios de la cartera
agraria, quienes a aún a sabiendas de que las medidas eran erróneas,
siguieron en sus puestos.

Sólo un caso excepcional resultó ser el entonces secretario de Agricultura


Miguel Paulón, quien en medio de la crisis de principios de siglo advirtió que si
aumentaban las retenciones al agro, renunciaba.

Las retenciones aumentaron y el se fue. El resto, siempre se mantuvo al lado


del poder, sin posibilidades –lógicamente- de venderle a nadie, aquello que
nunca hubieran comprado.

Bajo el conocido lema: "los éxitos son míos, los errores son de todos", muchos
funcionarios han usado la función pública como trampolín para convertirse
luego en "destacados asesores".

De hecho y aunque parezca deleznable decirlo, las decisiones más "seguras"


suelen tomarse cuando el que está en juego no es el dinero de uno, sino el de
los demás.

Precisamente, decisiones apresuradas, inconsultas y arbitrarias desde lo


científico, han encontrado eco en la política que, al fin y al cabo tiene la
particularidad de ser "el arte de lo imposible".

Tal vez por ello resulte "imposible" creer lo que pasó en el sector cárnico de un
país potencialmente rico en cuanto a ganadería, luego del manoseo que
generara la lucha antiaftosa y subsanada esta, las restricciones exportadoras.

La explicación (en función de los resultados obtenidos) es una y sólo una:


cuando la política partidista se implica en el nombramiento de un funcionario en
el cargo máximo de un organismo técnico oficial, produce una crisis en los
lineamientos trazados en favor de una política de desarrollo de ese mismo
organismo.

Dicho en otras palabras: cuando llega el "nuevo", quiere imponer su impronta y


es por eso, que la mayoría de los proyectos en curso vuelven a cero.

Esto se transforma en un círculo vicioso que sumerge al ente estatal en una


profunda decadencia.

LO QUE TODOS SABEN


Sólo como ejemplo y sin entrar en debates acerca de capacidades, Bernardo
Cané, que estuvo en el Senasa durante la gestión de Carlos Menem y fue un
gran impulsor de la lucha antiaftosa, se fue tras una polémica con Felipe Solá.

Luego Bernardo Cané regresó en la administración De la Rúa, pero para llegar


a ello pasaron por el organismo sanitario Luis Barcos, Oscar Bruni, Eduardo
Machinea y fugazmente, Héctor Salamanco. Precisamente en ese ínterin, la
aftosa decreció, se fue, reapareció y terminó haciendo estragos.

Resultado: pérdidas millonarias para los bolsillos de productores e industriales.

Esas pérdidas también fueron suculentas para el bolsillo del Estado que
lamentablemente no es el de los funcionarios que actuaron en forma
equivocada, sino que termina siendo "el bolsillo de todos".

Hay muchos funcionarios que acompañan a otros de mayor rango durante toda
su carrera, por eso terminan regresando al lugar de donde se fueron.

En las últimas gestiones de los gobiernos, se ha dado una hibridación tal, que
regresaron quienes habían estado en gestiones de otros partidos, hechos que
de alguna manera y de ser un tanto más ordenados habrían sido saludables y
hasta gratamente apreciados.

La continuidad de un hombre al frente de una institución, le permite emprender


políticas de mediano y largo plazo, además de jerarquizar al organismo.

Pero en nuestro país generalmente esto no ocurre y es uno de los motivos por
los que "así están las cosas".

Algo similar ocurrió con el INTA, ya que cada uno de los presidentes o
directores que llegaron al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria,
intentó imponer un proyecto propio, dejando de lado el de su antecesor.

Muchos de esos funcionarios no lograron estar siquiera un año en su puesto,


por lo que poco pudieron hacer por llevar a cabo algún tipo de cambio.

En medio de este devenir, los organismos pierden jerarquía, les llegan los
recortes presupuestarios, los retiros de profesionales aptos, los proyectos no
tienen apoyo oficial y carecen de una profunda falta de política a largo plazo
que sirva eficazmente al bien común del sector agropecuario.

Esto se constituye en algo injustificable cuando lo que se pone en riesgo es la


estructura social del agro en general que, en función de sus recursos debería
ser absolutamente próspera.

Si a todo esto le sumamos un Congreso indiferente hacia los temas del campo,
los magros resultados quedan a la vista.
CAPITULO 7
TODO DEPENDE DE OTROS

La mayoría de los gobiernos dicen en sus discursos (generalmente en


campaña) poner sus “oídos al servicio del agro”.

Desde hace muchos años vienen escuchando los pedidos más diversos por
parte de los más variados subsectores.

En un penoso desfile cada uno presenta sus inquietudes.

Se padece de la más patética “reunionitis”, oportunidad en la cual “se buscarán


consensos” sin hallarlos, pero en el medio –seguramente- algún dirigente
político pondrá voz grave y dirá que “se busca zanjar las diferencias que nos
puedan llevar por los caminos que faciliten recomponer un sector que
indudablemente lleva implícito un fuerte potencial que permanentemente
estuviera ligado a nuestras raíces ancestrales, precisamente a aquellos que
nos precedieron en este camino y que llevaban en sus venas el esfuerzo y el
tesón que les permitió hacer grande a la Argentina...".

Muy bien..., aplausos para el orador.

Pero por lo que son los resultados... aún nada, mientras el campo sigue
sumergido en la incertidumbre.

La cadena productiva después de estar atada con alambre, terminó con sus
eslabones rozándose y finalmente cortándose para muchos productores, que
tuvieron que dar un pasito más frente al precipicio.

Incluso las buenas intenciones que llegaran desde la SAGPyA, siempre


estuvieron condicionadas al Ministerio de Economía, por eso sólo con “buena
voluntad”, nunca pudieron lograrse soluciones.

Generalmente los nuevos (y viejos) funcionarios que llegan al Ministerio de


Economía, tienen poca audacia y entre sus medidas innovadoras para la
producción, por lo general suelen activar un paquete que al desenvolverlo trae
aparejada mayor carga impositiva.

Casi como una verdad inevitable, la frase: "los tontos siempre pagan", resuena
casi sarcásticamente en los oídos de muchos (precisamente de los que
siempre pagan).

Casi siempre los nuevos equipos económicos resuelven apelar a viejas recetas
y obtener plata dulce de bolsillos no tanto, agobiados ya por una perenne
presión impositiva.

¿Uno podría sentirse defraudado?


Tal vez no, si cree que los recién llegados se encontraron de repente con una
situación comprometida, sin haberla siquiera considerado.

Pero tal vez sí, si presuponemos que todo funcionario que llega para gobernar
debió haber tenido un proceso previo de capacitación para saber con qué
elementos se encontraría.

Pero no se capacitan y pretenden cargar con la culpa a la "herencia recibida".

Un clásico vergonzante.

Mientras en la época de apertura economicista de los ’90, se les pedía a los


productores que fueran "empresarios" y no "chacareros", mientras los instaban
a capacitarse en el uso de la informática, de los números precisos en la
administración, en la eficiencia de la gestión, en la importancia de la escala;
actualmente el campo depende más del azar que de la competitividad.

Hoy, a los pedidos manifestados por los distintos subsectores, la palabra que
más se escucha es... "depende". Y ya se sabe que los "depende" son casi
similares a que nos canten un "negro el once" o un patético "cero" en la ruleta
del casino.

Por lo general, para los agricultores, su suerte "dependerá" del clima y también
de los precios internacionales y lo que siembre Estados Unidos de soja y lo que
se le ocurra hacer de maní en India sur oriental... (o de blueberrys en una
ignota isla del Pacífico...todo sirve para tratar de explicar los males), pero al
mismo tiempo si suben los granos se caen los emprendedores del feed-lot,
pero pueden aumentar el pan y la polenta.

Pero si viene una Niña se seca todo y si viene un Niño se inunda todo, y si hay
emergencia agropecuaria no cobra nadie y si se rompe la cadena de pagos,
aparecen los usureros y esto... seguiría hasta el infinito.

Entonces el productor, viendo la "estabilidad" del mercado en el cual le instan a


ser competitivo y eficiente, termina agarrando la computadora y los libros de
Gestión y casi como en un rito los arroja, despacio, en el bebedero de las
ovejas (que ya no estarán allí también por culpa de algo).

En la SAGPyA por lo general, los funcionarios preguntan: "¿cuál es el


problema?, los escuchamos...", y desde que asumen, no paran de hacerlo.

Ocurre que el Ministerio de Economía está como a diez cuadras de allí y en tan
largo trayecto, indudablemente las voces no llegan a oídos del que debiera
aplicar las políticas.

Precisamente en el despacho del ministro, es donde se elaboran las más


"sabrosas recetas", tales como las que alguna vez dejaron sin financiamiento a
planes del INTA destinados a pequeños y medianos productores (Cambio
Rural, minifundios y otros), o las que más cerca en el tiempo regularon el peso
de faena en los vacunos y dejaron desabastecido al mercado interno, para
luego prohibir las exportaciones.

Los responsables de cada área juran que seguirán adelante los programas de
crecimiento y desarrollo, pero después no saben cómo y tampoco saben cómo
dar respuestas a los reclamos (convengamos que de saberlo, ya lo hubieran
hecho, se supone).

Las reuniones se suceden. Son tediosas, ni siquiera acaloradas porque en


apariencia el campo, suele dar una imagen de resignación.

Es en estas circunstancias, cuando aparece el factor de riesgo conocido como


"mientras tanto".

¿Qué hace el productor "mientras tanto"?, pues producir. No puede dejar de


hacerlo porque es su capital más importante y se aferra a él. Máxime cuando el
trabajo en general escasea y mucho.

Y a costa de que le cambien las reglas de juego y deba seguir endeudándose,


se agarra fuertemente al "salvavidas" que tiene y que es ni más ni menos que
la tierra, aunque ya a muchos, ese recurso los llevó a tocar fondo y
desaparecer.

Están los pedidos, están los diagnósticos; pero todo "depende" y seguimos sin
saber que hacer durante el "mientras tanto".

CAPITULO 8

LA LENTITUD DEL CONGRESO


Cada proyecto que se presenta en el Congreso, insume gastos, esfuerzos y
genera expectativas; pero antes que se apruebe deberá sortear una serie de
vallas (formales y de las otras) transformando al mecanismo en obsoleto y con
un único perjudicado: el pueblo.

Hay montones de proyectos. No por nada los argentinos nos hemos hecho
fama de "proyectistas", no por ello el Gral. Perón decía "mejor que decir es
hacer y mejor que prometer es realizar", no por ello estamos como estamos en
muchos sectores y entre ellos (¡oh! casualidad): el campo.

Un total de 27 Diputados Nacionales conforman la comisión de Agricultura de la


Cámara Baja y 12 Senadores su similar de la Alta.

Cada proyecto elevado puede ser unipersonal o estar acompañado por la firma
de otros de sus pares o haber sido realizado en conjunto entre 2 o más.

Luego de la presentación será debatido en la comisión, para pasar luego a otra


comisión si es que lo involucra.

Por ejemplo, el que promocionaba las carnes argentinas: si era aprobado por
Agricultura, debía pasar luego a Comercio e Industria y posteriormente al de
Relaciones Internacionales, por que por sus características no solo involucraba
a la producción cárnica sino su comercialización y exportación.

Para lograr que la comisión respectiva lo trate, ya es un tema arduo. Que lo


apruebe, más arduo aún y que pase de comisión a comisión y luego se eleve al
Senado y no lo modifique y regrese y se apruebe y se transforme en ley, ya es
casi... un milagro.

La promoción de carnes y lácteos, los transgénicos, los biocombustibles, los


bosques, etc, etc, debieron pasar por estas vicisitudes con mejor o peor
destino.

Algunos de ellos “en paz descansan”.

Es por eso que en muchos casos un proyecto termina teniendo casi un


parangón con un espermatozoide, ya que de millones, sólo llegará uno.

Pero más allá de las comparaciones y más acá de lo engorroso que puede
resultar el trámite, como si todo fuera poco los procesos intermedios además...
son lentos.

CLASES DE PROYECTOS
Si se nos permite establecer arbitrariamente categorías, podríamos determinar
las de los proyectos "demorados" y la de los "cajoneados".

Los primeros son aquellos que tienen el tratamiento "tradicional" y no cuentan


con un padrino político fuerte que los acelere. Los segundos no sólo no tienen
el padrino que lo acelere, sino que por el contrario tienen otro que les pone
freno y de ese modo la presentación, termina "cayéndose" (término que se
utiliza cuando pasa un tiempo determinado y el proyecto queda fuera de
circulación).

La infraestructura del Palacio Legislativo es inmensa, muchos la consideran


como la presencia de un elefante en un bazar, ya que se hace inmanejable.
Pero por otra parte, termina doblegando aún al más hiperactivo, quien con el
tiempo va siendo seducido por el sopor general.

De hecho, actualmente el Congreso Nacional adquiere más resonancia por el


protagonismo político partidario que le otorgan quienes lo componen, que por el
tratamiento de las leyes para lo cual, evidentemente fue concebido.

La apertura de la economía que indudablemente favoreció al sector agrario y la


tecnología adoptada por los productores casi en tiempo récord, se contrapuso
con la lentitud de los legisladores cuando tuvieron que hacer un aporte que
sirviera para apuntalar al sector. Sin contar además las propias trabas
impuestas por el Poder Ejecutivo y su séquito de obsecuentes.

De ese modo es que quedaron "fuera de combate", numerosas e interesantes


propuestas para el desarrollo del agro argentino, que en muchos casos,
aportaban soluciones que incluían a todos los ciudadanos.

Pareciera entonces que la cuestión primaria no pasa por el interés sectorial de


los particulares beneficiarios, sino que los apoyos o las quitas a tal o cual
proyecto, se inscriben muchas veces en los aspectos partidarios.

Los tiempos en el Congreso (y también en el Ejecutivo) parecieran estar muy


distantes de las necesidades que enfrenta la productividad.

El desgaste de energía y el de horas-hombre, los gastos de infraestructura y la


falta de compromiso, se transforman en moneda corriente cuando
precisamente lo que hace falta es acompañar desde la legislatura a los
verdaderos generadores del desarrollo económico argentino.

Es bueno saber además que, después que un proyecto es presentado, tiene un


término de tiempo para seguir "navegando en las mares del Congreso", de lo
contrario y como se dice en la jerga "se cae".

Los de Declaración y Resolución duran un año y los proyectos de Ley hasta


dos años, si en ese tiempo no fueron tratados al menos por la comisión,
desaparecen automáticamente.
Durante ese tiempo hubo mucha gente (dirigentes, productores, profesionales,
etc.) que aportaron ideas, ofrecieron su tiempo y se colmaron de expectativas.

Todo ello gratuitamente y no siempre ese esfuerzo es retribuido –al menos- con
respeto.

Capitulo 9
UNA PRUEBA DE LO QUE NO FUE

En el año 2005 junto con la periodista Vilma Tonda, con quien conducíamos el
programa Panorama Agropecuario que se emitía por Radio del Plata (AM
1030), pusimos a consideración de legisladores nacionales y provinciales un
Anteproyecto de Declaración, por el cual se solicitaba la instauración de la
materia educativa: “AGRO e INDUSTRIA” en las escuelas primarias y medias
de todo el país y que la misma fuera brindada a través de una instrucción en
tres niveles: mediando el ciclo primario, inicio del secundario y finales de éste,
con capacitación teórico-práctica, talleres y visitas guiadas.

Los fundamentos de la iniciativa se fueron sustentando a través de la


interacción con los oyentes y colaboradores del ciclo periodístico y la
experiencia recogida por años de labor en los medios y se enfocaba en
apuntalar la falta de conocimientos culturales y didácticos que tienen la mayoría
de los alumnos y por ende la mayoría de los habitantes de nuestro país, a la
hora de valorar a estos sectores (agro, industria y por complemento la
agroindustria) que resultan vitales para la economía y el desarrollo de nuestro
país, tal como ha quedado demostrado a lo largo de la historia.

Consideramos asimismo que la tecnología, innovación, creatividad,


sustentabilidad y principalmente la cultura del trabajo, deben ser fuente de
pensamiento en los ámbitos educativos desde la más temprana edad, para
contrarrestar principios erróneos en los que pareciera que las cosas se logran
por generación espontánea y que existe un vacío entre los recursos naturales y
el producto terminado y ofrecido en el mercado, por lo que conocer las cadenas
de valor de los sectores productivos más importantes del país se constituye en
el ámbito educativo en una “asignatura pendiente”.

De este modo, propusimos que cada región elaborara sus propios programas
de estudio basados en sus capacidades productivas y la incidencia de sus
labores agropecuarias, industriales o agroindustriales en la economía del lugar.

La propuesta, consideraba además la revalorización de las distintas regiones a


través de otorgar el conocimiento claro y preciso acerca de sus sectores
productivos, internalizándolos a partir de los planes de estudio, lo cual
permitiría luchar contra el desarraigo y hacer más equitativo el concepto de
federalismo.

A continuación brindamos el material enviado a los legisladores:

ANTEPROYECTO DE DECLARACION
1.- Dirigirse al Poder Ejecutivo para que, por las vías correspondientes solicite
a las autoridades del Ministerio de Educación de la Nación, la instauración de la
materia “Agro e Industria” en las escuelas primarias y medias de todo el país.

2.- Esta asignatura deberá constar de tres niveles (Agro e Industria I; II y III):
una en escuelas primarias y dos en establecimientos de educación media,
contemplando teoría, taller práctico y visitas guiadas.

3.- Los programas de estudios deberán ser elaborados en forma conjunta con
los Ejecutivos provinciales a fin de establecerse los mismos en función de las
regiones productivas de nuestro país.

FUNDAMENTOS

Los fundamentos de la iniciativa apuntan a que desde temprana edad, los niños
y jóvenes de nuestro país tomen conciencia y sepan valorar la importancia de
los sectores agropecuario e industrial, para de este modo recrear una cultura
del trabajo, desarrollo y equidad.

Se propone entonces que sean tres niveles: Agro e Industria I, Agro e Industria
II y Agro e Industria III, materias que se brinden en mediados del ciclo primario,
inicio de la escuela media y finales de ésta, respectivamente; con enseñanza
teórico-práctica, esta última a modo de talleres y visitas guiadas.

En la actualidad, es preocupante la falta de conocimientos culturales y


didácticos que tienen la mayoría de los alumnos y por ende la mayoría de los
habitantes de nuestro país a la hora de valorar a estos sectores (agro, industria
y por complemento la agroindustria) que resultan vitales para la economía y el
desarrollo de Argentina, tal como ha quedado demostrado a lo largo de la
historia.

La errónea concepción de que “la tierra lo da todo”, o que “una máquina


produce sola”, parece ser el común denominador de esta suerte de
pensamiento mágico y produce un vacío en el medio de estos procesos en los
cuales se olvida la importancia de la tecnología, innovación, creatividad,
sustentabilidad y principalmente la cultura del trabajo y el esfuerzo
mancomunado, elementos que -entre tantos otros- deben ser fuente en la cual
se nutran los ámbitos educativos desde la más temprana edad, para
contrarrestar ideas nocivas en las que pareciera que las cosas se logran por
generación espontánea y que nada existe entre los recursos naturales y el
producto terminado y ofrecido en el mercado.

Es por cierto necesario, que se conozcan las cadenas de valor de cada uno de
los sectores que hacen al desarrollo económico del país y será menester
entonces que los conceptos de “Granero del Mundo”, “ventajas comparativas
de producción”, “recursos naturales sustentables”, “Compre Argentino”,
“defensa de la industria” y otros, se cristalicen de manera estructurada en la
enseñanza primaria y media para dar a los alumnos una base sólida y una
opción clara respecto a qué país tenemos y qué país queremos, al mismo
tiempo que les abrirá un abanico de posibilidades respecto a su futuro laboral y
profesional en su camino hacia los siguientes ciclos de capacitación.

De este modo, cada región del país en función de su propio potencial


productivo deberá elaborar sus propios programas de estudio basados en
dichas capacidades tomando en cuenta la incidencia de las labores
agropecuarias, industriales o agroindustriales de la economía del lugar.

A través de esta iniciativa consideramos que la revalorización de las distintas


regiones a través de otorgar el conocimiento claro y preciso acerca de sus
sectores productivos, internalizándolos a partir de los planes de estudio,
permitirán luchar contra el desarraigo y hacer más equitativo el concepto de
federalismo, coadyuvando a que desde la enseñanza apoyemos al desarrollo y
a las actividades productivas de la Nación.

LOS OIDOS DE BRUNI

Sería larga de enumerar la lista de los legisladores nacionales y provinciales a


los cuales les enviamos nuestra propuesta, la mayoría de ellos del interior del
país y ligados íntimamente al sector agrícola o agroindustrial.

Sin embargo, sólo el Diputado provincial Luis Bruni (UCR), quien además fuera
intendente del partido bonaerense de General Pinto en el noroeste provincial,
hizo una presentación al respecto en el Congreso de la provincia de Buenos
Aires.

Bruni en un parte de prensa fechado el 2 de noviembre de 2005, “invita al


Poder Ejecutivo a incorporar al Consejo Federal de Escuelas, conocimientos
sobre las actividades de la agricultura y la industria”.

Señala textualmente que:

“La declaración presentada por el diputado Luis Bruni tiene por objeto proponer
al Poder Ejecutivo que analice la posibilidad de incorporar como una asignatura
más, en los contenidos curriculares de la modalidad Producción de Bienes y
Servicios, que en nuestra provincia ofrece el Nivel Polimodal del sistema
educativo, conocimientos y técnicas relacionadas con las actividades agrícolas
e industrial, intentando erradicar el perjuicio que habla de una supuesta
incompatibilidad entre el desarrollo de ambos sectores productivos.

Lamentablemente, hasta el momento, nadie más sostuvo un planteo semejante


entre los representantes del pueblo en el Congreso, pero de tan singular
importancia para el futuro de nuestra cultura y el desarrollo de nuestra
economía.
El proyecto presentado ante la legislatura bonaerense por el Diputado Bruni,
tuvo pocas modificaciones respecto al original que le enviamos y textualmente
quedó de la siguiente manera:

PROYECTO DE DECLARACION

LA H. CAMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA -DE BUENOS AIRES

DECLARA

Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo analice la posibilidad de


incorporar a la organización curricular acordada por la Provincia de Buenos
Aires en el seno del Consejo Federal de Educación una asignatura con carácter
obligatorio destinada al Nivel Polimodal, en su modalidad Producción de Bienes
y Servicios, con el objeto de impartir conocimientos básicos, teóricos y
prácticos, sobre las actividades de la agricultura y de la industria, la importancia
de aliar a ambos sectores para el desarrollo económico de nuestra Nación, y
sobre las continuas transformaciones e innovaciones tecnológicas que se
registran en los sistemas de producción de ambos sectores.

FUNDAMENTOS

La presente Declaración tiene por objeto proponer al Poder Ejecutivo que


analice la posibilidad de incorporar como una asignatura más, en los
contenidos curriculares de la modalidad Producción de Bienes y Servicios, que
en nuestra Provincia ofrece a los educandos el Nivel Polimodal del sistema
educativo, conocimientos y técnicas relacionados con las actividades agrícola e
industrial, intentando erradicar el prejuicio que habla de una supuesta
incompatibilidad entre el desarrollo de ambos sectores productivos, conceptos
que todos, en mayor o menor medida, arrastramos y reproducimos.

La iniciativa que nos ocupa surge a partir de una propuesta que nos hicieran
llegar dos periodistas especializados en temas agropecuarios, cuyos
lineamientos son compartidos por quien suscribe en la convicción de que es
necesario trabajar desde el ámbito educativo en el esfuerzo de concebir un
nuevo proyecto de Nación acorde a la cambiante realidad de nuestros tiempos,
en el que se visualice con claridad y se revalorice el complejo agroindustrial y
las inmensas posibilidades de desarrollo para nuestra sociedad toda que del
mismo se originan.

Como todos sabemos, nuestra Provincia cobija en su territorio dos realidades,


bien definidas y diferenciadas: por un lado, un extenso conurbano alrededor de
la ciudad de Buenos Aires, caracterizado por una cultura eminentemente
urbana, donde reside cerca del 70% de los bonaerenses y, por el otro, un vasto
territorio dedicado primordial-mente a las actividades agropecuarias y a todas
las tareas relacionadas con el agro, con los servicios para el agro y con la
industrialización de la materia prima que la actividad agropecuaria aporta.
Si bien la Dirección General de Cultura y Educación ofrece trayectos técnico-
profesionales y pre-profesionales específicos para los educandos interesados
en desarrollar durante su vida laboral las acti-vidades relacionadas con las
tareas rurales haciendo posible, de esta forma, la permanencia de los mismos
en el territorio que los vio nacer y la continuidad operativa de empresas o
emprendimientos familiares en muchos casos muy caros a los afectos de cada
uno de ellos; conside-ramos necesario trabajar en un universo más amplio, que
bien podría ser el del alumnado de los Polimodales con orientación en
Producción de Bienes y Servicios, a fin de dotar a los mismos de conocimientos
y nociones elementales relacionados con las actividades agropecuaria e
industrial que muestren claramente la factibilidad de un desarrollo económico y
social a partir de unir y aprovechar a ambos sectores productivos mencionados.

Es decir, es menester que el sistema educativo se comprometa a trabajar en la


formación de una nueva idea colectiva que muestre la importancia del
desarrollo agroindustrial, como una posibilidad cierta para alcanzar en el corto
plazo un crecimiento eco-nómico que se traduzca en mayor calidad de vida
para todos. Es nece-sario arraigar en los hombres del mañana la idea fuerza
de que sumando una cultura de trabajo y sacrificio, por un lado, y nuestras
ventajas comparativas en relación con la producción, la investigación y el
mejoramiento de los alimentos, por el otro, estaremos asegurando de-sarrollo y
una mayor equidad para el futuro de nuestra sociedad.

Debemos desterrar las erróneas concepciones de que “la tierra lo da todo”, o


que “una máquina produce sola”, que parecen haber sido el común
denominador de esta suerte de pensamiento mágico que ha guiado durante
largos años a generaciones pasadas produciendo un vacío en el medio del
proceso de desarrollo de una sociedad ya que se olvida y se subestima la
importancia de la tecnología, de la innovación, la creatividad, la sustentabilidad
y, principalmente, la cultura del tra-bajo y el esfuerzo mancomunado.

Por último, es necesario señalar que la revalorización de las distintas regiones


a través del conocimiento claro y preciso de sus sec-tores productivos,
permitirán luchar contra el desarraigo y contra el despoblamiento del interior
bonaerense.

Por las razones expuestas, solicito a los señores legisladores tengan a bien
acompañar con su voto favorable la presente Declaración.

CAPITULO 10

DESUNION EN LA DIRIGENCIA
La falta de una estrategia clara de la dirigencia agropecuaria a la hora de
hacerse valer con propuestas en el ámbito parlamentario, siempre ha sido una
de las carencias más marcadas, no sólo a nivel provincial sino también
nacional.

Incluso muchos de los líderes del gremialismo rural, hoy reconocen en voz baja
que cuatro entidades (Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación
Agraria Argentina (FAA), Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Confederación
Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) son demasiadas y que con dos –
como mucho- estarían mejor posicionados para poder hacer llegar sus
reclamos con más fuerza. Por el contrario, en los últimos años la Federación
Agropecuaria Nacional (FAN) fue invitada a las reuniones en la Casa de
Gobierno por la gestión del Presidente Néstor Kirchner. Ahora son cinco.

Además, neodirigentes, conforman grupos autoconvocados frente a problemas


coyunturales y terminan ayudando a la atomización del sector, sólo generando
beneficios para quienes intentan mantenerlo en un escalón inferior.

El espacio perdido en los últimos años desde el punto de vista de la


representatividad y la presión a ejercer, quedó claramente manifiesto.

La conformación intersectorial de nuestra economía nos muestra la sangría de


recursos que se produjo en el sector rural para financiar a nuestra población
urbana, llámese servicios financieros (bancarización), sector automotriz
(prebendas arancelarias y Plan Canje), así como la construcción de viviendas.

La necesidad de establecer nuevas fortalezas, requiere de una especial


atención por parte de todos los actores del sector agroindustrial.

Pero no sólo deberá la dirigencia establecer cuál será el camino para llegar al
bien común, sino además el Estado tendrá la responsabilidad de decidir si
quiere rejerarquizar al agro y darle un papel preponderante para el crecimiento
de la economía.

Para ello quizás no alcance con meros compromisos dialécticos.

Muchos opinan que será desde un Ministerio como podrán organizarse


adecuadamente los eslabones de la comercialización, industrialización,
provisión de insumos y asistencia técnica, a los efectos de contrarrestar el
proceso de concentración, garantizar la existencia de mercados transparentes
y posibilitar estrategias de diversificación e incorporación de valor agregado a
nuestros productos agropecuarios.

Tal como quedó demostrado a través de distintos trabajos de investigación


económica realizados desde la Secretaría de Agricultura de la Nación, la
transferencia de recursos del sector agropecuario hacia los demás, es
"gigantesco".

La magnitud de la transferencia de ingresos del campo a otros sectores sólo se


explica por el desconocimiento que hay del complejo agroalimentario y por la
fuerza de los grandes "lobbies" que impulsaron la protección arancelaria como
mecanismo para la sustitución de importaciones.

Por ese motivo se promovieron fuertes disputas desde el sector industrial,


aunque en la mayoría de las veces se quedaron sin sustento real.

De todos modos habría que aspirar -en vez dicotomías o divisiones- a algo
mucho más práctico y eficaz: empezar a pensar en términos de fusión o en la
eliminación del proceso de atomización o fragmentación existente entre ambos
sectores.

En ese sentido, Arturo Navarro, ex presidente de CRA, a principios de 2002,


señalaba en un artículo de su autoría que:

“Es necesario hacer también una alianza entre todos los sectores productivos.
(...) La convertibilidad fracasó por el excesivo gasto público sin control de
nuestros gobernantes. Lo que no se puede permitir es retroceder a la década
de 1980”.

Sostenía Navarro que se debe “hacer valer la importancia del Complejo


Agroindustrial por su volumen de producción, de exportación y la mano de obra
que ocupa en todo el interior del país. Es la industria transformadora de
insumos y de materia prima más importante y competitiva del país y la que más
rápido va a responder a los incentivos genuinos para salir de esta crisis”.

“En este nuevo escenario del país y del sector en que nos encontramos, nos
tiene que servir como conclusión que es una necesidad trabajar en forma
conjunta e institucionalizado. El trabajo individual ha perdido sentido en el país
y en el mundo. Asumamos que no tenemos capacidad de lobby por la forma
independiente de trabajar cada entidad. El sector agropecuario se tiene que
unir con la base de las entidades agropecuarias de productores y la integración
de todas las otras entidades para crear la Confederación Nacional de
Entidades Agropecuaria. Si hoy estuviera formada una entidad supranacional,
estaríamos sentados en el gabinete nacional discutiendo directamente la
Política Agroindustrial del País para no quedar marginados de las grandes
decisiones del Gobierno y no equivoque el camino del genuino crecimiento
para todos los Argentinos” concluía el ex presidente de CRA.

CAPITULO 11
TERRATENIENTES O MINIFUNDISTAS

Este debate nació en el momento en que empezaron a introducirse


alteraciones en la estructura agraria, sea en Gran Bretaña, Europa o Estados
Unidos.

Aunque en temas de esta complejidad son muchos los matices posibles,


básicamente ha habido dos enfoques fundamentales: por un lado los
convencidos de la superioridad de la gran explotación y obviamente, por otro
aquellos que creen en la capacidad de supervivencia de la pequeña.

La posición de quienes defienden la superioridad técnica de la gran explotación


es probablemente la más extendida ya desde el siglo XVIII.

Francois Quesnay, en sus “Máximas generales para el gobierno de un reino


agrícola”, ya argumentaba en esta dirección.

Constatando los efectos de las economías de escala, explicaba cómo los


gastos fijos y los costos de producción serían menores, por unidad producida,
al incrementar la superficie cultivada.

Igualmente, en Gran Bretaña, desde mediados del siglo XIX estaba difundida la
idea de que sólo el gran propietario tenía capacidad para incorporar las
innovaciones, y las primeras estaciones experimentales abundaban en tal idea.

Pero también los críticos del modo de producción capitalista estaban en la


misma línea, lo que tiene una relevancia especial dada su influencia en
procesos posteriores.

En su pensamiento se mezclaban dos discursos diferentes: por un lado estaba


la preocupación por la superioridad técnica y, por otro, la reflexión política
sobre los intereses de los pequeños y medianos propietarios, a los que se
consideraba potenciales aliados en el proyecto revolucionario, pero aferrados a
su tenencia y remisos a los cambios profundos en la estructura agraria.

Marx fue el que finalmente hizo un planteo más global -y teórico- del problema,
al abordar la cuestión de la renta de la tierra y la transmisión de la plusvalía en
el conjunto del modo de producción capitalista.

Entre sus propuestas más concretas cabe destacar la obra de Engels, "El
problema campesino en Francia y Alemania", publicada en 1894 y La cuestión
agraria de Kautsky, aparecida en 1899.
El primero establece radicalmente la dicotomía entre los dos tipos de
explotación. Dice textualmente:

"El desarrollo de la forma capitalista de producción ha seccionado el nervio vital


de la pequeña explotación en la agricultura; la pequeña explotación decae y
marcha irremisiblemente hacia la ruina".

Desde esta perspectiva es frecuente la comparación entre el pequeño


agricultor y el artesano, y una buena parte del libro de Engels se dedica a
criticar el Programa Agrario de los marxistas franceses nacido del Congreso de
Marsella de 1892, porque parece concebir a aquellos como una formación
estable dentro del capitalismo y, en consecuencia, les hace concesiones ante
el temor del enfrentamiento político.

En Kautsky, a pesar de que las diferencias son considerables, el esquema es


parecido.

Insiste en la superioridad técnica de la gran parcela, como consecuencia de las


economías de escala y de su aptitud para el empleo de maquinaria.

Es significativo el hecho de que explique cómo el gobierno norteamericano, en


1884, pidió a sus cónsules europeos que estudiasen la eventualidad de vender
maquinaria agrícola en el viejo continente, lo que provocó una respuesta
unánime: imposible por las dimensiones.

Ahora bien, este proceso de pérdida progresiva de importancia no es tan lineal


como podría parecer, y para explicarlo recurre Kautsky a argumentos que
tendrán relevancia desde ópticas diferentes.

La idea central es que la dinámica de concentración es diferente en la


agricultura y la industria, con todas sus repercusiones sobre la capitalización e
innovación.

Así, la situación del pequeño propietario no es tan clara como la del artesano,
por lo que es preciso evitar pugnas estériles. Además, critica a aquellos que
defienden la subsistencia de éste esgrimiendo su capacidad para la
autoexplotación, ya que si así fuese sería una fuerza objetivamente
revolucionaria que la socialdemocracia debería reclutar.

EL OTRO EXTREMO

En el extremo opuesto estarían los que creen en la supervivencia de la


pequeña explotación y buscan motivos para justificarlo de esa manera.
Con frecuencia se ha utilizado el ejemplo de Dinamarca que, mientras Gran
Bretaña introducía innovaciones y fomentaba la concentración, lograba altos
rendimientos con escasas dimensiones.

Los razonamientos han avanzado tradicionalmente en dos direcciones; por un


lado la eficacia política y por el otro la posibilidad de competir.

Jhon Stuart Mill podría ser un buen ejemplo de la primera línea de


pensamiento.

En sus “Principios de Economía Política” explica cómo el modo de producción


dominante, basado en las grandes dimensiones, proveerá mayoritariamente de
los bienes agrícolas que la sociedad necesita.

Pero destaca que los pequeños pueden desempeñar tareas subsidiarias


además de tener ventajas respecto a la conformación de las actitudes del
agricultor, que defenderá posiciones conservadoras y que, debido a una cierta
penuria inevitable, restringirá el crecimiento de su familia, convirtiéndose en un
factor de contención demográfica, además de garantizar un uso más intensivo
del suelo para poder aguantar la competencia.

También desde la perspectiva socialista, aunque con argumentos bien


diferentes, se alzaron voces en idéntica dirección.

En los debates de la II Internacional Socialista, se defendía que el sistema de


producción mayoritario se había de sustentar sobre la explotación colectiva de
la tierra nacionalizada.

Pero se admitía la existencia, al menos durante un tiempo, de la pequeña


explotación como consecuencia de los condicionantes tecnológicos imperantes.

Girolamo Gatti, uno de los partidarios de tal posición, explicaba que no siempre
cabía el empleo de maquinaria, por ejemplo por las peculiaridades topográficas
del terreno, circunstancia en la que los pequeños podrían convertirse en una
formación estable.

Pero más interesante es el discurso de Eduard David que en 1903, en su libro


Socialismo y agricultura, hacia que, para él, la especificidad de la producción
agrícola, sometida al ciclo biológico, la hace netamente distinta de la fabril, con
un ritmo de acumulación y concentración propias.

Este tipo de planteamiento es el que adquirió consistencia en los años ´70 de


nuestro siglo.

Entonces se constató que las previsiones de desaparición o marginación de la


pequeña propiedad no se habían cumplido y comenzó a vislumbrarse la
posibilidad de una competencia de nuevo cuño, pero relativamente perdurable.
Sin duda, todo ello estaba relacionado con la producción masiva de ciertos
insumos industriales, como los fertilizantes, que se hicieron más accesibles, o
los avances en genética y la aparición de semillas especializadas, en resumen:
con el marco tecnológico creado tras la II Guerra Mundial.

Son muchos los trabajos que avanzan en esta dirección reconociendo la


profunda transformación ocurrida en la pequeña explotación -absorbida por el
modo de producción capitalista, no por la de grandes dimensiones-, y se la
considera una formación estable, aunque las razones que lo expliquen sean
relativamente diferentes.

El estudio de Servolin, “La absorción de la agricultura en el modo de


producción capitalista”, publicado en 1972, es quizás uno de los más
representativos.

Desde esta óptica la agricultura requiere un tratamiento teórico distinto del de la


industria, ya que la limitación del principal factor productivo, la tierra, hace que
el crecimiento sea a expensas de los demás, obstaculizando así el proceso de
concentración, a lo que habría que añadir su carácter de medio de
subsistencia, que eleva artificialmente su precio por encima de las posibilidades
de capitalización de la inversión.

Además, su sometimiento al ciclo biológico entorpece la especialización, la


división del trabajo y la colaboración compleja.

Por tanto, la circulación de capital es más lenta, así como los tiempos de
acumulación y reproducción ampliada.

Durante el siglo XIX y principios del XX, la maquinaria y los fertilizantes


aparecen como la clave para aumentar la productividad, y las economías de
escala son el principal argumento, por lo que el tamaño es uno de los asuntos
fundamentales.
CAPITULO 12

LA TECNOLOGÍA, ¿UNA TRAMPA?

En la Argentina, muchos productores se han preguntado para qué invirtieron en


tanta tecnología, como lo constituyó la fiebre de los ´90, acompañada
indudablemente de buenos precios y una desesperada actitud productivista.

La crisis posterior a muchos los encontró endeudados y con innumerables


gastos fijos, aunque como los ciclos pegan la vuelta, la recuperación del 2002
(buenos precios y devaluación) fue casi inmediata por que había tecnología
disponible.

Esto trajo aparejada además una incipiente disputa para con los técnicos del
sector, a los que muchos acusaron de haber promovido esas prácticas sin
pensar en las posibilidades futuras de cambios de mercado y por ende,
cambios profundos en el negocio.

Respecto a las tecnologías de punta, y tal como veíamos, el debate no está


cerrado ni mucho menos. El fracaso del desarrollo en el Tercer Mundo, se
presenta con frecuencia como el fracaso de la transferencia de técnicas de
punta y rechazo a ese “injerto tecnológico”.

La crítica a la técnica a menudo se limita únicamente a denunciar la


inadaptación de las técnicas de punta al contexto de los países en vías de
desarrollo o emergentes, lo que lleva a implementar otras “técnicas” más
“interesantes”.

Estas consisten en máquinas y procedimientos de fabricación mejor adaptados


al contexto económico, social y cultural, son las llamadas “técnicas
intermedias”, porque resultan intermedias entre las tradicionales y más
avanzadas. Si bien son menos sofisticadas pueden repararse con mayor
facilidad y son susceptibles a ser producidas o reproducidas in situ.

El subdesarrollo es una situación de penuria y condicionamientos. La lucha


contra eso significa optar por medidas más realistas, sin preocuparse
demasiado del rigor teórico.

Por cierto los técnicos son muy afines a las nuevas tecnologías debido a que
solucionan sus propios problemas, pero no se evalúa ciertamente que es lo que
queda.
Lo que dejó la excesiva tecnología en el ámbito agropecuario fue –entre otras
cosas- el agravamiento del éxodo rural.

Claro está que no podemos endilgarle el problema sólo a la tecnología, pero


por cierto el arribo generalizado de la concepción de “escala”, tocó de cerca las
fibras más íntimas de la población rural. Fue quedando poco espacio para
quienes “viven en el campo”, beneficiando a quienes “vivían del campo”.

El cambio, como suele ocurrir en las últimas décadas es arrasador y muchas


veces no se tiene en cuenta a quienes quedan en el camino.

Nuestro país ha tenido la particularidad de efectuar cambios bruscos, muchas


veces impensados y por cierto desprolijos. Movilizados por presiones de grupos
que podía beneficiarse con ellos y sin advertir acerca de quienes serían
perjudicados.

Precisamente también allí, la falta de una política que midiera ventajas y


amenazas frente a las nuevas concepciones, terminó devastando a una
sociedad que debió alojarse en las villas de emergencia, siendo desplazados
de su medio natural, donde tenían sus raíces.

La falta de políticas claras, la desidia de los gobernantes a la hora de prestar


servicios indelegables, la producción basada en la escala sin tener en cuenta
los escalones inferiores que podrían haber formado parte complementaria del
cambio, terminó desnudando de pobladores a la zona rural, quienes se vieron
empujados al hacinamiento y la desocupación, marginados en los cordones
industriales de las grandes ciudades. Pero esto también se constituyó en un
efecto boomerang en perjuicio de todo el resto de la sociedad ya que -según
estudios realizados- cuesta unas 20 veces más mantener a un emigrante rural
en la ciudad (ya que se incrementan gastos en servicios, seguridad, educación,
salud, trabajo, asistencialismo, etc.) que haberlo mantenido en su sitio de
origen.

¿Pero hasta dónde nuestros productores son competitivos?

¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades y qué se necesita para ser más
aplicados?

Lo fundamental es conocer hacia dónde se orienta la producción de cada uno.

En general un productor siembra lo que más le rindió la última vez que


cosechó. Si hacemos un análisis de las variaciones de superficie, éstas
responderán muchísimo al rendimiento de la última campaña y tal vez no mira
tanto la perspectiva de precios, ni tampoco qué le está pidiendo el mercado que
produzca tal o cual cosa.

La orientación que debe tener el productor debe estar apuntada a través de


más información.
No es cuestión de encasillarse y creer que el agricultor que está en un área
sojera típica podrá elegir entre trigo, maíz y soja y que no tiene más que esas
alternativas.

Tener la mente abierta y considerar que siempre puede haber “otra cosa” es
una buena gimnasia para poder estar permanentemente creativos.

Sin embargo, no se puede dejar de tener en cuenta que la mayoría de los


actores del sector agrícola son productivistas y no hay nada más fabuloso para
ellos que poder decir que sacaron 10.000 kilos de maíz o 4.000 de soja y
entonces el productor se va por la línea de la intensificación. Pone más plata y
busca rendimientos máximos.

Desde un punto de vista económico no está mal que sea así porque, salvo que
la fertilización se torne demasiado cara, mayor producción es igual a mayor
rentabilidad.

Pero cuando los escenarios cambian hay que buscar que el ingenio se ocupe
de ayudarnos. Y ha quedado demostrado largamente que una de las
características demostradas por técnicos y productores argentinos ha sido,
salvo raras excepciones, la creatividad, particularmente para poder hacerle
frente a las sucesivas y a veces intempestivas crisis, como a la hora de
“arreglarse solos”, frente a gobiernos ausentes (o presentes sólo para
recaudar).

La relación costo beneficio a favor del productor por ejemplo es altísima con
una soja RR, por eso tuvo una aceptación rapidísima en Argentina. Nuestro
país, por manejar la soja transgénica tiene un beneficio indudable. Todo el
sector sojero agarró para allá.

Hay productores a los que les fue bien y hay otros que no tanto.

Quizás en épocas de crisis profundas como las ocurridas a partir de la segunda


mitad de los ‘90 a nadie le fue muy bien, pero hay explotaciones que funcionan
de modo correcto aún en las crisis y por supuesto se dedican a reinvertir y
crecer cuando, por el contrario, los buenos vientos acompañan a los precios
internacionales. Eso sin considerar las permanentes intromisiones del Estado
que se convierte en “socio” obligado del productor, lo cual ha generado que
muchos trastabillaran.

Es por eso que el reclamo de “previsibilidad” y “reglas claras” es una constante


en los discursos de la dirigencia rural.

Pero volviendo a los casos exitosos, el perfil que tienen esas explotaciones es
bastante particular.
Dentro de esos ejemplos se asientan aquellas que casi no tienen
endeudamiento o tienen una administración sólida con una formación
profesional muy buena.

El endeudamiento es uno de los peores escenarios que puede enfrentar un


productor y pareciera que no hay tecnología que lo salve.

La cuenta es muy fácil. Con montones de carteras que son inviables, puede
haber soluciones políticas como el subsidio de tasas, pero desde el punto de
vista económico muchos casos no tienen retorno.

Hoy entre el mejor y el peor agricultor casi no hay diferencias.

Todo el mundo hace las cosas muy bien o en un determinado Standard.

Si recorremos kilómetros y kilómetros de campos, por lo general veremos


predios bien sembrados y con un buen control de malezas.

Por lo general los híbridos que se venden andan bien, y el uso de fertilizantes
ha sido explosivo.

Todavía puede quedar algo para hilar más fino, como es por ejemplo la
distribución de plantas por hectárea o las técnicas que incluyen el riego
artificial, que por lo costosas no fueron implementadas masivamente, pero de
lograrse le otorgarían al sector agrícola nacional un salto espectacular.

Pero el conjunto de herramientas que se usan en el sector argentino, apuntan a


un objetivo específico y una pregunta concreta: ¿Somos competitivos?

Para muchos especialistas es falso comparar rindes entre Argentina y Europa o


Argentina y Estados Unidos, porque las condiciones climáticas no son las
mismas.

Entonces si comparamos soja producida en nuestro país, versus la que


cosechan en Estados Unidos quizás salimos ganando, pero si nos
comparamos con Francia en materia de trigo nunca les vamos a ganar porque
el potencial climático que tienen es mayor que el nuestro.

Si uno hoy viaja a Estados Unidos y mira como se hace un maíz o una soja
allá, hay muy poca diferencia respecto a cómo lo hacemos nosotros.

Somos muy competitivos. Pero esa competitividad llega sólo hasta la tranquera
del campo, porque de allí hacia fuera empiezan a desnudarse las falencias de
infraestructura de las que hemos hablado en capítulos anteriores.

Pero la diferencia con países como Estados Unidos, radica cuando salimos del
predio en donde se cosechó, ya que en la Argentina el transporte en general se
hace por camión, y por este motivo cuesta más o menos lo mismo llevar una
soja a 300 kilómetros por camión en nuestro país, que lo que cuesta bajarla
casi 2000 kilómetros de la zona sojera estadounidense al Golfo Pérsico.

Este disparate de costos tiene su explicación en la diferencia de


infraestructuras entre Argentina y Estados Unidos.

En Iowa por ejemplo, uno levanta la cabeza y ve elevadores ubicados a corta


distancia.

Quiere decir que en radios de 30 a 40 kilómetros el productor tiene variadas


alternativas para entregar su mercadería.

La mayoría del transporte es por vía fluvial mientras que aquí aún con la
Hidrovía por la cual se baja la soja del norte, de Paraguay y de Brasil, en
realidad queda muchísimo por hacer.

En Argentina, prácticamente se cosecha y se carga arriba de un camión porque


no hay donde poner la cosecha, entonces los fletes en ese momento valen el
doble que fuera de temporada. Los silos bolsas sirvieron para descomprimir en
parte la situación y por eso el sistema adquirió relevancia de inmediato, pero
aún quedan muchas materias pendientes que hacen falta subsanar para
meternos de lleno en la competitividad.

CAPITULO 13

LOS CAUTIVOS
Quizás en un futuro no tan lejano, tengamos que “agradecerles” a los
funcionarios de los gobiernos pasados, el haber sido -por omisión- los
generadores del éxodo masivo desde el país interior hacia los grandes,
obsoletos y hacinados centros urbanos.

Esta hipótesis, que puede sonar como esperanzadora profecía, no hace más
que hilvanar un cúmulo de factores que podrían producir que tal desidia
terminara generando un efecto contrario a lo establecido.

De este modo, el centralismo quedará sumido en el atraso y el abandono, pero


a la vista de todos y no tratando de ocultarlo bajo falsos discursos.

Sin lugar a dudas, muchas de las ideas y proyectos que hoy tienen que ver con
la investigación y el desarrollo, toman forma en universidades y centros
provinciales.

Allí se ponen en marcha emprendimientos ligados a las necesidades de las


economías regionales. Pequeñas industrias han demostrado su creatividad y
profesionalismo siendo exitosas, pero aún reclaman igualdad de posibilidades
con aquellos que logran ventajas estando cerca del poder central.

El Gobierno nacional siempre se ha aprovechado de la bonanza de los precios


agropecuarios a nivel mundial, subiendo los impuestos sobre los productores
argentinos.

Las protestas se suceden, los reclamos no son tenidos en cuenta y la rueda


gira sin ton ni son.

Un industrial, de los tantos que hablan por lo bajo, porque no quieren que el
Gobierno conozca su nombre, decía que, si su empresa tendría que haber
soportado lo que soportan los productores agropecuarios, hubiese cargado
todo en un flete y se iba a Brasil o de lo contrario, vendía su compañía al mejor
postor.

Y es a partir de este ejemplo donde se nota la diferencia.

Desde siempre los productores agropecuarios han sido cautivos de los


gobiernos de turno y sus desventuras económicas, sin poder levantar sus
campos, ni su tecnología plantada en esta tierra, como para hacer lo que
hicieron otros tantos empresarios, que cansados de lidiar con un “Estado-
Socio” (sólo en las ganancias), partieron con rumbo a tierras con gobiernos
menos demagógicos y más sustentables por proyectos, por políticas y por
respeto.

Por eso mismo, también algunos industriales han recibido un trato preferencial
del Gobierno, porque si bien han sabido hacer mejor lobby en los pasillos de la
Casa Rosada y el Congreso, muchos de ellos han demostrado que las
inversiones no necesariamente deben hacerlas acá.

La gestión Kirchner ha tenido la particularidad de incentivar el canibalismo


entre los sectores. O sea, meter ahí, donde hay un reclamo, la semilla de
conflicto para que todos se peleen entre sí.

No es casual por caso que hoy no exista una entidad u organización donde no
se miren de soslayo en un ambiente de marcada desconfianza.

Mientras los agricultores critican las medidas, los productores de pollo las
aplauden; los industriales del plástico festejan y los de la carne chillan; unos
exportadores gozan el dólar alto y a otros les prohíben exportar.

¿Quien pude creer que sembrando conflictos pueda haber sustentabilidad a lo


largo del tiempo?

La falta de políticas sustentables hacia el interior, ligadas en muchos casos a


una cultura snob, le dieron la espalda al campo, desconociendo que el
potencial alimentario será el que rija en el futuro cercano la economía mundial
ya que precisamente a través de esos alimentos es que sus habitantes podrán
sobrevivir.

Lamentablemente, esta simple teoría que por propia naturaleza muchos avalan,
logró ser reemplazada por falacias que apuntan a beneficiar a sectores en la
búsqueda del bien común (de algún grupo) en detrimento del bien público (de
todos), sumando a ello la ignorancia supina y una buena dosis de egoísmo por
parte de los sectores políticos a la hora de establecer parámetros que llevan a
la felicidad del pueblo.

No es una infantilidad hablar de “felicidad”, sino por el contrario sabemos que


es la búsqueda existencial de la mayoría de los seres humanos y dentro de
ellos, constituyen una clase superior aquellos que buscan los resultados a favor
del conjunto y no de modo individual.

Ese individualismo a ultranza, fruto de una historia donde el “conflicto” siempre


tuvo un papel preponderante, acabó con los sueños de felicidad y echó un
manto de lágrimas sobre la población a partir de los fracasos no reconocidos
de tantos gobiernos y gobernantes, quienes siempre han tenido a mano la
remanida muletilla de la “herencia recibida”.

Tratar de describir a la sociedad argentina equivaldría a tener que buscar un


sinúmero de patrones (tantos como el número de habitantes) lo cual da cuenta
del profundo individualismo existente.

Sin embargo, cada vez son más quienes han comenzado a adherir a nuevas
corrientes que ponen énfasis en la cultura del sentimiento y bucean en la vida
desde la calidad de ésta, lo cual implica sumergirse en una profunda mirada
interior.

Decimos “mirada interior” y no “mirada al interior”, aunque una está relacionada


con la otra.

Cuando alguien logra la debida disposición como para mirar en su interior,


indefectiblemente se libra de maquillajes, falacias, normas impuestas en forma
imperativa, culturas enfermizas y otras innumerables “adicciones” que ha
sabido cosechar y guardar desprolijamente en su mochila para cargarlas por
años, décadas o toda la vida.

Esa mirada interior por lo general invita a trasladarse a sitios tales, donde la
carencia de maquillajes deja al descubierto normas naturales propias de la
creación, fomentadas por culturas ancestrales que simplemente han
agradecido a la vida.

No sería casual entonces que el campo, como forma de vida, logre en el futuro
tener cada vez más adeptos que aún sin animarse a una íntima relación,
tibiamente podrían empezar a eclosionar, generando finalmente un movimiento
inverso al éxodo desatado durante tantas décadas.

Casi como en la búsqueda de un Yo olvidado, el Hombre tiende a recuperar


sus raíces ancestrales, en tanto y en cuanto logre hallar el camino que lo lleve
de regreso a su natural y gratificante forma de vida.

Hoy, el hartazgo presente y latente en los citadinos, va liberándolos hacia


nuevos rumbos.

Ya casi nadie duda de que la calidad de vida en el interior y particularmente en


algunas zonas rurales, es superior a la de las grandes urbes, aún con la falta
de políticas especialmente dedicadas a este ámbito, escasamente dotado de
las mínimas infraestructuras.

Cada sacudón económico ha dejado al país con más pobres y más


desgraciados que perdieron sus ahorros, sus bienes, su trabajo, su dignidad y
también sus raíces.

La reversión del éxodo es inevitable, pero el tiempo en que se lleve a cabo


dependerá de dirigentes capaces, que dejen de lado el egoísmo y que usen el
poder para generar oportunidades para todos y no para perpetuarse en él.

CAPITULO 14

CUANDO PERDIMOS EL TREN


Una de las cosas que más nostalgia causa en el interior es la virtual
desaparición del ferrocarril, después que el gobierno de Carlos Menem diera en
concesión las líneas y se levantaran buena parte de los servicios.

Sin embargo, aún queda la red viaria y las posibilidades de observar el ejemplo
de otras naciones más desarrolladas, donde este medio de transporte está
resurgiendo.

Si efectuáramos una rápida encuesta acerca de lo que más “extrañan” en los


pueblos y ciudades del interior, seguramente el ferrocarril y sus circunstancias,
figurará en uno de los primeros lugares.

Es que la historia tejida desde hace décadas, se arraigó fuertemente en


aquellas sociedades que vieron posteriormente, como en los inicios de 1990,
todo se desbarrancaba.

La actitud del gobierno por aquellos tiempos era explicable en virtud del caos
económico reinante y las culpas que se achacaban al servicio ferroviario, de
aumentar día a día las deudas del Estado, todo ello adornado con una
operación de prensa profunda y la falta de argumentos contundentes que no
supo o no quiso hallar la dirigencia sindical de aquel entonces.

De ese modo, se logró preparar el terreno para privatizar parcialmente el


servicio que, aún hoy, sigue concitando polémicas en cuanto a las concesiones
otorgadas.

De hecho, el gobierno sigue gastando fortunas diariamente en concepto de


subsidios, y las concesionarias (principalmente las de carga) se ocupan poco
del mantenimiento, como si con "no hacer nada más el subsidio, alcanzara para
ganar plata".

El profundo recorte en los servicios ferroviarios, produjo que muchas


estaciones del interior del país desaparecieran del mapa, arrastrando consigo a
los pueblos que se asentaban en su entorno.

Mucho más problemático fue el cierre de talleres y administraciones de los


ferrocarriles, que dejaron sin empleo a miles de trabajadores; que
incrementaron tristemente las cifras de la desocupación.

VOLVER AL FUTURO
Tras más de una década de abandono en lo que hace a políticas relacionadas
al sector, que mantiene una estructura viaria con características que podrían
ser aprovechadas, son muchos los que se preguntan si no fue un error
despreocuparse totalmente del “paquete ferroviario”.

Transitando el nuevo milenio, los países desarrollados ahora le imprimen a la


política globalizada un concepto que involucra a la economía y a los recursos
naturales en un mismo plano, dejando de lado el concepto anterior, en el que
marchaban por distintos rumbos.

Prueba de esto está manifestado en uno de los informes del “Worldwatch


Institute” de mediados de los años 90, en el que realizó un pormenorizado
estudio sobre el futuro del sector ferroviario, dejando ver que “necesariamente”,
este sistema de transporte deberá recuperarse.

Entre las consideraciones realizadas por el organismo (que cuenta con status
semioficial de la comunidad internacional); se señalaba que “después de
décadas de congestión de tráfico, elevadísimas facturas de petróleo y smog,
muchos gobiernos van cayendo en la cuenta de que fue un error abandonar el
ferrocarril en beneficio de la carretera”.

El valor de la utilidad que se pierde para la sociedad cuando se desorganiza


una red de ferrocarriles, es de un peso mucho mayor que los beneficios
económicos que se alcanzan.

Yendo más lejos, cuando el Banco Mundial analizó el tema ferroviario en


Pakistán llegó a la conclusión de que "cerrar casi 2 mil kilómetros de líneas no
rentables (22% del total de la red), equivalía solamente a reducir los gastos de
todo el sistema en un 2%".

Así como la mayoría de las poblaciones rurales, se fueron edificando a partir


del advenimiento de los trenes, el efecto contrario lógicamente generó su
debacle, aumentando con ello el éxodo en los pueblos.

Si bien la gran incógnita que se presenta es la de saber ¿de donde saldrá el


dinero para mejorar la red?, o ¿cómo asegurar que las inversiones resulten
rentables?, seguramente habrá que dar lugar a debatir el cúmulo existente de
proyectos ferroviarios, e incluso revisar los números, respecto a las
subvenciones que habitualmente van a parar en beneficio del transporte
automotor o a las rutas nacionales.

A esas cifras, habrá que añadirle en términos monetarios los costos generados
por contaminación atmosférica, congestión del tráfico y los accidentes de
tránsito.

En momentos en que se apresta a ingresar un nuevo gobierno y ante la


necesidad de renegociar los contratos con las concesionarias de las líneas
ferroviarias, tal vez debería considerarse, la posibilidad de dar un mayor
impulso no sólo a los ramales metropolitanos y suburbanos, sino también a los
del interior del país.

Por ejemplo en San Pablo (Brasil), las inversiones privadas ayudan a que la red
estatal de ferrocarriles construya terminales de carga y manipulación de
mercaderías, mejorando así las posibilidades de competencia del transporte
ferroviario con el del sector automotriz.

Hoy en día muchos economistas coinciden en apreciar que las mejoras de


infraestructuras constituyen inversiones muy sólidas para las economías
nacionales.

En Estados Unidos se estimó que “un incremento de 100.000 millones de


dólares en 10 años de las inversiones públicas en transportes había redundado
en una mejora de 521.000 millones de dólares en los rendimientos laborales”.

En un país como el nuestro, que ostenta el record de tragedias en el tránsito


vehicular; el índice de accidentalidad ferroviaria, mucho más bajo por cierto,
añade otra cuota de calidad para este tipo de servicios.

Más allá de la espectacularidad que puede tener un choque de trenes; en


algunos países, los ferrocarriles resultan 20 veces más seguros que los
automóviles.

Asimismo, los costos por muerte en las rutas, tienen un valor nominal
importante en las economías de las naciones y pueden variar ampliamente,
por lo que deben incluirse los salarios que se pierden, los daños a bienes
materiales, los gastos legales, administrativos y de hospitalización y los
servicios de urgencia. En el mismo sentido, la accidentalidad de los trenes de
carga es menor que la que deben soportar, por ejemplo, los vehículos pesados.

El drástico achicamiento del servicio ferroviario en nuestro país, tiene por un


lado una connotación social de relevancia, que no es tenida en cuenta debido a
la crudeza con que se manejan hoy los programas económicos a nivel
internacional.

Para tratar de resolver el problema de los pueblos que se quedaron sin


transporte público, deberíamos en principio analizar el vertiginoso y
desordenado crecimiento de las ciudades desde principios de siglo.

La falta de programas adecuados en aquel entonces, están haciendo pagar hoy


las consecuencias a quienes se han quedado “encadenados” a sus raíces.

Por ende, de buscar un paliativo eficaz a esta situación, debería ser a largo
plazo y con un nuevo enfoque geográfico de las poblaciones.

Sin embargo la rejerarquización del sistema ferroviario (en todo el país), deberá
hacerse en un plano de análisis criterioso e ingenioso, por parte de los
gobiernos que vendrán, tratando de aprovechar al máximo lo que ya “está
plantado”, utilizar los ejemplos de países desarrollados y no caer en
concesiones “pasajeras” que usufructúan durante el tiempo en que están y
cuando se van dejan un servicio obsoleto que debe volver a ser privatizado.

El costo que abonamos los argentinos por el transporte terrestre de granos, es


muchísimo mayor al que se paga en otros países, generándose con ello un
rasgo aún más marcado en nuestra ya decaída competitividad.

En función de ello y en torno a lo que está tendiendo el nuevo orden mundial,


los trenes de carga y pasajeros ocupan un lugar preferencial, que sin lugar a
dudas, no habrá que perder de vista.

CAPITULO 15
PEAJE: LOS CAMINOS SUBSIDIADOS

Después de las más encendidas polémicas establecidas a principios de los


años ’90, finalmente el peaje en las rutas nacionales se impuso, las protestas
se hicieron cada vez más lejanas, hasta casi desaparecer; las mejoras (si bien
no tantas), fueron "convenciendo" al usuario y el paso del tiempo hizo el resto.

Hoy la realidad se plantea en otros términos, sin los apuros del inicio cuando en
1991 hubo que renegociar los contratos, debido en parte a la creación de un
"comité de defensa de los usuarios", producto de un clima adverso al sistema.

En principio, se estableció que las empresas abonarían un canon en conjunto


de 890 millones de dólares y cobrarían una tarifa básica para vehículos
livianos, de u$s1,5 por cada 100 kilómetros, con un máximo de 5 veces la tarifa
básica, para las otras categorías; valor que sería indexado según la variación
de un mix entre: precios, costo de vida y tipo de cambio.

De los 20 corredores establecidos se "colocaron" 18; el único que contaba con


un subsidio preestablecido era el nº 6 (ruta 188; de San Nicolás a Realicó).

La renegociación de aquellos contratos, implicó un cambio directo para los


usuarios de la red y para los ingresos del sector público, pero no para las
ganancias de los adjudicatarios.

Lo más atinado en aquel momento, hubiera sido establecer una rescisión de lo


pactado, sin embargo esa alternativa podría haber generado reclamos de las
concesionarias, por unos 400 millones de dólares, aduciendo lucro cesante.

Lo que se hizo entonces, fue mantener los ingresos de los concesionarios, pero
reduciendo los costos para los usuarios al llevar la tarifa básica a u$s 1 por
cada 100 Km.

Asimismo se eliminó la indexación de tarifas, se suprimió el canon que debían


aportar las empresas, se redujeron impuestos y se pasó a un sistema de
subsidios directos a las firmas responsables del mejoramiento de los caminos.

El pasaje de una situación a otra, significó una pérdida para el sector público de
casi 1.900 millones de dólares.

Este acuerdo no fue el último, ya que la motorización creciente ocurrida en el


país a partir del '91 generó una demanda superior a la prevista, por lo que, esta
situación, unida a algunos atrasos de las indemnizaciones compensatorias,
motivó el reinició de las conversaciones entre el gobierno y los concesionarios,
dando lugar al Decreto 489/95, que estableció los mecanismos a utilizar para
llevar a cabo las mejoras correspondientes a los niveles de tránsito.

Como directa consecuencia de esto, en 1996 se acordó con el corredor nº 18


(involucra a parte de las rutas 12; 14; 135; 193 y A-015 y las provincias de
Bs.As., Entre Ríos y Corrientes), la extensión del plazo de la concesión a 28
años contando desde el 1/11/90.

Si bien hace algo más de una década se vivían otros tiempos en nuestro país,
y el gobierno aducía la posibilidad de un "colapso" de la Red Vial si no se
concesionaba su mantenimiento y mejoramiento, es dable aceptar que en las
negociaciones para este sistema el Estado, fue demasiado "benevolente" para
con las empresas privadas, cuya actuación a posteriori, no se correspondió con
las ventajas obtenidas del negocio.

Las concesionarias debían cumplir con dos conjuntos de planes de inversiones,


uno de ellos no estaba bien predeterminado, pero implicaba la repavimentación
total de cada corredor explotado, por lo menos una vez a lo largo de los 12
años de concesión.

El otro plan involucraba tareas mínimas previas al cobro del peaje, situación
que en muchos casos no ocurrió; es más, en algunos casos algunos
concesionarios lo primero que hicieron fue construir las cabinas de cobro y,
antes de realizar cualquier otra mejora empezaron a facturar.

El contralor estaba a cargo del Órgano de Control de las Concesiones Viales


(OCCV), pero su desempeño estuvo lejos de operar con eficiencia (lo
demostraron informes de la Auditoría Gral. de la Nación), basta como ejemplo
saber, que el OCCV fue creado recién a mediados de 1993, cuando ya hacía
casi 3 años que se cobraba peaje en las cabinas respectivas.

En base a lo expuesto y por lógicas razones, queda claro que las


privatizaciones viales se hicieron tratando de garantizar una alta rentabilidad de
las empresas privadas.

Las concesiones, de acuerdo al esquema vigente desde 1991, no implicaron la


eliminación de subsidios de no usuarios a usuarios de las rutas.

Más allá del nivel tarifario actual que alcanzó nuevamente un valor aproximado
a $ 1,5 cada 100 kilómetros recorridos, la comunidad continúa financiando
parcialmente la operación de las rutas (aunque no las use) por vía de la
eliminación del pago del canon de las empresas al gobierno, la reducción de
impuestos a las concesionarias y el subsidio estatal directo.

Más allá del análisis económico habría que puntualizar, asimismo, los
incumplimientos en materia de inversión por parte de los responsables de cada
corredor.
Existiría además, otro subsidio implícito hacia las empresas, ya que las rutas
no concesionadas (en las que se invierte dinero del sector público), actúan
como caminos complementarios de las concesionadas, garantizando una masa
de vehículos hacia las rutas con peaje, incrementando de ese modo, los
ingresos de las empresas que las manejan.

LOS CAMINOS PAGOS

* Buenos Aires tiene la mayor cantidad de rutas concesionadas, siguiéndole en


orden de importancia, Santa Fe y Córdoba.

* Las rutas entregadas en concesión tenían casi tres veces más tránsito que las
no concesionadas.

* La colocación de las cabinas de peaje se hizo en forma arbitraria y unilateral


por parte de las empresas concesionarias, sin tener en cuenta los perjuicios
generados en las poblaciones aledañas que, aún hoy, los siguen padeciendo.

* La distancia media entre estaciones de peaje para la totalidad de la red es de


167 Km.
CAPITULO 16

INUNDACIONES: EL SHOW DEL AGUA

Por lo general, cuando los campos se inundan, se monta una escenografía


cada vez más patética.

El Presidente de la Nación (quizás de saco y corbata) visita a los afectados


junto con el gobernador de la provincia respectiva.

Las cámaras de fotos y video registran la secuencia, los pedidos, los


reclamos...

Habrá botes, botas, barro, cultivos bajo el agua, animales muertos, galpones y
casas a las que sólo se les ve el techo, vestigios de alambrados, caudales con
olas y sin olas.

No faltarán a la cita el (los) ministro (s) del área, el director de Hidráulica y el


intendente.

En menos de 24 horas, habrá decenas de reuniones "in situ".

El presidente y el gobernador volverán a sus despachos. En un par de días


también deberá retornar el ministro.

El director de Hidráulica quizás esté un tiempo más, hasta dejar a cargo a sus
colaboradores quienes, despaciosamente, también habrán de volver a sus
oficinas porque "no pueden ocuparse sólo de eso".

El "show", llegará a su fin cuando el agua empiece a bajar, o cuando el que


decrezca sea el nivel de los reclamos.

Decir que son un millón y medio, dos millones o cuatrocientas hectáreas no nos
ofrece una dimensión clara respecto a las inundaciones, tampoco sería muy
gráfico decir que se perdieron 350, 1.000 o 14 billones de dólares.

Lo que se pierde en nuestro país por desidia es incalculable y generalmente


nunca sabemos a cuanto asciende.

Bastante en sorna un viejo productor, embarrado hasta la base inferior del


esternón, decía: "si por cada vez que un funcionario de gobierno hubiera
mencionado la palabra 'solución', el Estado hubiera depositado 50 centavos; en
los últimos 20 años sólo con las visitas que le hicieron a las zonas inundadas,
ya habrían juntado los casi dos mil millones de pesos que dicen que hacen falta
para encauzar el Río Salado".
CUANDO NADIE SABE QUE HACER

Desde hace tres décadas e hipotéticamente con la ayuda de las frenéticas


construcciones de represas durante los '70 y '80, el cambio climático, las
corrientes oceánicas o el ciclo húmedo que nos gobierna climatológicamente
desde 1960; los regímenes de lluvias variaron en diversas zonas del país y
puntualmente en la pampa húmeda que se ha hecho aún más húmeda.

De todos modos, a pesar del tiempo transcurrido, cuando el agua llega, nadie
sabe qué hacer.

Los estudios realizados en la materia han sido escasos, insuficientes y está


comprobado que no pueden brindar soluciones.

Suelen tomarse medidas apresuradas y es bien sabido qué pasa cuando, ésas,
son las "iniciativas".

La premisa es sacarse el problema de encima y no precisamente, solucionarlo.

De ese modo los productores, intendentes y gobernadores, en forma


desesperada, abren compuertas y canales para que el agua se vaya, que
escurra; no importa adónde y ése, es el problema.

En torno a este tema se han oído decenas de "probables" soluciones que van
desde no hacer nada y dejar que "la naturaleza siga su curso", hasta faraónicos
canales de navegación que hipotéticamente permitirían que los barcos
navegaran por la pampa húmeda.

Hace algunos años tras las inundaciones en Córdoba y Santa Fe, la dirección
de hidráulica de esta última, propuso enviar el agua a la Cuenca del Salado sin
saber en qué condiciones se encontraba ese curso de agua y sin evaluar el
impacto ecológico y menos aún el perjuicio económico que podría causar a los
productores ribereños.

Resulta difícil explicar el porqué en nuestro país, se pierde "alegremente" tanto


dinero por no tomar previsiones.

Se hace complicado entender cuál es la función de las áreas de hidráulica


provinciales si cuando aparece un imprevisto se toman decisiones impensadas.

Alegarán seguramente falta de presupuesto o motivación en épocas de lluvias


normales, pero se desenvuelven en un escenario preocupante cuando se
necesita solucionar un problema.

Alguna vez criticamos el estado de las rutas nacionales y se privatizó su


mantenimiento. Hoy creemos que el costo del peaje es excesivo para la
producción.
No sea cosa que mañana debamos abonar un canon extra por el
mantenimiento privado de los cursos de agua interiores provinciales y que
éstos, con una mínima inversión generen una excelente ganancia para sus
concesionarios.

Quizás volvamos a quejarnos, de lo que no supimos o (quisimos) hacer.

CASOS RECIENTES

Las inundaciones sobre vastas zonas productivas de nuestro país entre


2006/07, pusieron nuevamente en jaque a miles de productores ocasionando
millones de pérdidas en explotaciones agropecuarias y trasladando el problema
a toda la cadena agroindustrial e incluso, a los pobladores del interior que en
forma indirecta participan del “efecto derrame” que genera el sector y que poco
tienen en cuenta los gobiernos de turno.

Precisamente estos últimos, aprovecharon la ocasión para hablar de


“adversidades climáticas”, fruto del atentado permanente del Hombre hacia la
ecología, sin embargo la desidia y la imprevisión a la hora de prever
consecuencias a través de obras de infraestructura, son moneda corriente en la
Argentina, desde hace décadas.

Este negativo panorama no sólo es patrimonio de la Pampa Húmeda, ya que


cuando acontecieron la inundaciones en Tucumán, el ministro de Obras
Públicas provincial Oscar Mirkin, estimó en 600 millones de pesos las pérdidas
por el temporal caído en la provincia, en una de las primeras evaluaciones
sobre las consecuencias del desastre. Mientras tanto, el gobernador de
Tucumán, José Alperovich, en ese momento opinó que para evitar las
inundaciones habría sido necesaria una inversión de 2.500 millones en los
últimos diez o quince años, lo cual indica que se podría haber evitado, pero la
desidia pudo más.

Asimismo a fines de 2006 unas miles de hectáreas de cultivos, principalmente


de girasol, sufrieron daños por las inundaciones que afectaron a la provincia de
Chaco, donde además fueron evacuadas unas 10.000 personas.

"Las aguas afectaron a aproximadamente 170.000 hectáreas, la mayoría


sembradas con girasol", indicó en aquel entonces a los periodistas el ministro
de la Producción de Chaco, Hugo Morand, al informar sobre la primera
evaluación parcial de los daños causados por las inundaciones.

Según el funcionario, casi el 50 por ciento de esos cultivos sufrió "pérdidas


totales" por las intensas lluvias que cayeron durante cinco días seguidos en esa
provincia del nordeste argentino con el desbordamiento de ríos y arroyos.

Si se calcula que cada hectárea sembrada con girasol a punto de cosecha


estaba valorada en unos 335 dólares las pérdidas totales pasaron los 30
millones de esa moneda.
Por su parte, el gobernador del Chaco, Roy Nikisch, aseguró que el impacto de
esas inundaciones hubiese sido menor de no haber existido un "desbosque sin
control" durante las últimas décadas, y a pesar de suscribir un convenio con la
Administración de Parques Nacionales por el que se declara "Reserva de
Recursos Naturales" a un millón de hectáreas de los montes de "El
Impenetrable", llegó tarde.

Los meteorólogos habían advertido dos situaciones claves para tratar de evitar
pérdidas en los complejos agroalimentarios, una de esa informaciones tenía
que ver con la crecida del río Paraná que venía avecinándose debido a copiosa
lluvias en el sur de Brasil, la otra hablaba del “efecto Niño” y la certeza de que
el otoño sería muy lluvioso para la Pampa Húmeda.

Ambas situaciones finalmente se registraron y causaron otros tantos millones


de pérdidas, sin que se hubiesen tomado mayores recaudos.

Los entrerrianos se apuraron a último momento a sacar las vacas de las islas
pero las pérdidas igualmente resultaron graves.

Santafesinos y cordobeses, se encontraron con lluvias “casi” históricas y tanto


las producciones de soja como las de leche, sufrieron por el clima.

Las inundaciones provocaron pérdidas por unos 900 millones de dólares


“solamente” en la cosecha de soja, en las zonas de mayor producción agrícola-
ganadera de la Argentina según estimó el jefe de estudios económicos del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Reinaldo Muñoz, quien
recordó que para “este año se esperaba 45,5 millones de toneladas de cosecha
de soja” pero se cosechará un 10 por ciento menos por las lluvias. “En la soja
la pérdida puede llegar a ser de 900 millones de dólares, eso surge de la
estimación de una pérdida del 10 por ciento (4,5 millones de toneladas),
esperemos que no sea tanto”, manifestó el directivo del INTA. De confirmarse
estas pérdidas, no sólo los productores sojeros se verían afectados sino
también el Gobierno quien dejaría de percibir cerca de 330 millones de dólares
por la caída en las retenciones que cobra a las exportaciones de esa
oleaginosa.

A esta situación se suma la escasez de alimentos que no pudieron ser


transportados por los anegamientos de calles y rutas y las pérdidas de ganado.

Ya pasados por agua, el secretario de la Producción entrerriana, Daniel


Welschen, al hacer un balance de los efectos adversos reconoció dificultades
en la actividad apícola, “ya que no se pudo hacer la cosecha de marzo y abril”,
señalando que “estamos trabajando con algunas herramientas de asistencia (a
los productores) para que puedan recuperar las colmenas”, y estimó que “el
sector la producción se reducirá casi a la mitad por efecto de las inundaciones”.

En este sentido, Welschen mencionó que otra de las actividades que sufrió en
mayor medida las consecuencias de las lluvias fue la lechería. “Se cayó un
30% la producción, pero lentamente se va recuperando y normalizando la
actividad”, aclaró.

Acerca del ganado ubicado en la zona de islas, recordó que había casi 800.000
cabezas con una pérdida de 25.000 a 30.000 cabezas. “Si uno lo dimensiona
respecto de los cinco millones de cabezas no es mucho, pero para los
productores afectados el impacto fue muy grande”, puntualizó.

Como respuesta tardía a los efectos comentados y a las advertencias


realizadas, el gobierno de Entre Ríos, recién después de que los productores
perdieran más de 10 millones sólo en ganadería, llamó a licitación para realizar
tareas para el mejoramiento de los caminos rurales, los cuales se convierten en
materia vital para el traslado de lo producido.

De este modo, en mayo se realizó la Licitación Pública Internacional, para el


“Mejoramiento de Caminos en Áreas Rurales Productivas”, contemplados en el
Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap), con un presupuesto
oficial para la Zona V de $30.856.041,46 y para la Zona VI de $27.834.511,73.

Si sumamos las pérdidas en lechería y en agricultura, se podrían haber


ahorrado los gastos de las mejoras, si se hubieran realizado en tiempo y forma
y de manera consecuente.

Por su parte, el ministro de la Producción de Santa Fe, Roberto Ceretto,


durante un informe a la prensa señaló que “la provincia estima que deberá
invertir 500 millones de pesos entre los años 2007 y 2008 en infraestructura
para paliar los efectos de las inundaciones, que incluye arreglos de caminos,
reparación de puentes y su adaptación a las nuevas condiciones hidrológicas”.

El funcionario puntualizó que este es el costo final por ese concepto que
calculó el gobierno provincial.

Si se calcula que sólo por la cosecha de soja se estarían perdiendo unos 640
millones de pesos y oficialmente ya se reconoce que los desembolsos en
infraestructura demandarán otros 500 millones de pesos, el efecto del agua
sobre la estructura provincial supera ampliamente los 1.100 millones de pesos.

Si a estos dos rubros se le suman las graves pérdidas ocasionadas en el sector


lechero y en la ganadería y otros sectores como el hortícola o el apícola, la
factura final cerraría alrededor de los 2.000 millones de pesos, casi un cuarto
del presupuesto santafesino, sin contar la pérdida de recaudación derivada de
la catástrofe hídrica.

Sin embargo, la provincia de Santa Fe ya había pasado por una situación


bastante similar en 2003 y según los productores, “poco se hizo para revertir
aquel proceso”.
De hecho, nunca se obtuvieron responsables de lo que fue considerado una
inacción por parte del gobierno de aquella época, bajo la gestión del hoy
Senador Nacional Carlos Alberto Reutemann.

Tampoco se cumplimentaron las obras necesarias que podrían haber logrado


un mejor escurrimiento del agua y que los caminos sin mantenimiento
conveniente se convirtieran rápidamente en pantanos.

En Córdoba, el Diputado Nacional Alberto Cantero Gutiérrez, que fue rector de


la Universidad Nacional de Río Cuarto, elevó una petición a la Cámara baja
para reconocer la labor científica de dicha casa de altos estudios donde se
diseñó e instaló el primer “Sistema de Alerta de Inundaciones por Anegamiento
de la República Argentina”, que cubre aproximadamente 900.000 hectáreas del
sur de Córdoba, concentradas inicialmente en el Departamento Roque Sáenz
Peña de esa provincia".

Desde hace cuarenta años (1967/2006) "las diez inundaciones más


importantes han afectado a 13 millones de habitantes" en la Argentina con
pérdidas económicas que llegan "a los 9.000 millones de dólares", explicó el
legislador.

El sur de Córdoba no fue ajeno a la problemática hídrica en localidades como


Vicuña Mackenna, La Cautiva, Gral. Levalle y Laboulaye, con pérdidas
económicas regionales que superan los 900 millones de pesos, entre 1989 y
1999.

"El efecto agudo fue estimado en más de trescientos millones de pesos,


mientras que el efecto crónico debido a pérdidas de productividad de las tierras
duplica este guarismo", señaló Cantero Gutiérrez.

Los cuantiosos daños por los excesos hídricos cada vez más repetidos afectan
a poblaciones rurales y urbanas, aislando a sus habitantes, y elevando los
riesgos sanitarios de la población.

En los años 1999 y 2000 las inclemencias climáticas llevaron a los gobiernos
de Córdoba, La Pampa, Santa Fe, y Buenos Aires, y al gobierno nacional a
gestar un programa sobre la base de estudios científicos y académicos (UNRC)
que ya se está implementando, pero aún no concluyó.

Aseguran que con la implementación de la alerta temprana además de las


obras necesarias se podrán prevenir catástrofes climáticas con antelación para
evitar pérdidas humanas, reducir al mínimo las económicas y maximizar los
recursos públicos.

Aún así las lluvias del otoño 2007 en Córdoba, dejaron más de 180 mil
hectáreas bajo el agua y se estima que provocaron pérdidas por unos 100
millones de dólares a la producción agropecuaria de la provincia.
En lo que respecta al sector ganadero, la producción lechera fue la más
afectada de todas. Muchos tamberos debieron derramar la materia prima que
no podían ir a buscar los camiones de las procesadoras, debido al pésimo
estado de los caminos.

BUENOS AIRES, SIN PRESUPUESTO

La provincia de Buenos Aires es una muestra de la falta de continuidad en


materia de obras, el saneamiento del Río Salado que tantas pérdidas causó al
sector agropecuario provincial, hoy necesita aportes para finalizar y no hay
recursos.

El ministro de Asuntos Agrarios Raúl Rivara, reconoció ante los productores


ribereños que "el primer tramo está terminado en un 97 por ciento; al segundo
le falta el 35 por ciento. La dificultad a la que nos enfrentamos es la
imposibilidad de financiar las obras del tercer tramo. El Fondo Hídrico Nacional
(del que alguna vez hizo uso Roberto Lavagna para tapar agujeros de otros
áreas, durante su gestión como ministro de Economía) tiene los aportes
comprometidos para este año y el próximo".

Por su parte, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens,


dijo: "se hizo mucho, pero faltan obras y no sabemos cómo serán financiadas.
Nos preocupa".

La preocupación, de todos modos, se diluirá en tanto el cauce que corre desde


el noroeste, casi en el límite con Santa Fe y hasta la Bahía de Samborombón,
no reciba aportes pluviométricos demasiado altos.
CAPITULO 17

EL PECADO DEL HAMBRE

Es realmente inconcebible que en Argentina haya hambre. Pero ocurre.

Es inconcebible que muchas familias que viven en el campo no hayan


arraigado la costumbre de proveerse su propio sustento teniendo a mano la
tierra para producir, al menos, lo necesario para su consumo.

Algunos lo hacen y los resultados son totalmente positivos. Pero siguen


faltando recurso e incentivos para promover este tipo de alternativas
destinadas a quienes perdieron, o están a punto de perder sus esperanzas de
un presente digno. Devolviéndoles la integridad como persona que alguna vez
perdieron. Ayudándolos a reconstituirse como personas de trabajo, con
capacidad y autoestima.

La difusión de las huertas y la idea de autosuficiencia de quienes viven en el


sector rural es, quizás, el camino más definido para revertir la paradoja del
hambre en la Argentina, uno de los países de mayor aptitud productiva del
mundo.

Un estudio del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, llegó a la conclusión


acerca de que unos tres millones de personas vivían a principios del 2002 de lo
producido en poco más de 455.000 huertas orgánicas (sin aplicación de
agroquímicos).

Un 76,6% de las huertas estaba a cargo de grupos familiares, el 18,7% era


iniciativa de las escuelas y el 4,7% restante correspondía a emprendimientos
comunitarios.

En total producían 67.000 toneladas, con un valor cercano a los 98 millones de


pesos.

"Las cifras reflejan el deterioro económico. La mayor cantidad de huertas


familiares se ubica en las zonas urbanas, no en las áreas rurales, como podría
suponerse (por la facilidad de acceso a la tierra y a los insumos)", explicaba
Eduardo Ovalles, responsable del estudio.

En rigor, seis de cada diez familias que viven de sus huertas están asentadas
en ciudades.
Córdoba concentra el 12% de las huertas familiares del país, Santa Fe reúne la
mayor cantidad de huertas escolares (13% del total nacional) y Buenos Aires
cuenta con el 15% de las huertas comunitarias.

Según Ovalles, las huertas son una respuesta a la emergencia social generada
por el desempleo y la pobreza. "No es preciso ir muy lejos en el tiempo para
darse cuenta de la gravedad de la crisis. Sólo durante la gestión presidencial
de Eduardo Duhalde la canasta básica familiar aumentó un 74 por ciento",
señaló.

Pero hay otros indicadores de la crisis: alrededor de 1,8 millón de chicos se


alimentan en 6579 comedores escolares de la provincia de Buenos Aires (ellos
representan el 77% del alumnado del sistema de educación pública
bonaerense); desde 2001 a 2002 se duplicó la cantidad de personas que
concurren a los comedores comunitarios de Caritas: pasó de 300.000 a
600.000.

Pero a pesar de que abundan programas cuya finalidad es que las familias de
menores recursos se autoabastezcan, muchos de ellos fracasan en el intento.
Según explicaban fuentes del Ministerio de Desarrollo Social, algunas de estas
iniciativas se reducen al diagnóstico de las necesidades sociales, no dan
continuidad al trabajo comunitario, o bien resultan ineficientes en la utilización
de los recursos, y nunca son auditadas.

El cultivo de hortalizas como estrategia de subsistencia fue iniciativa del


Programa Pro-Huerta, que desde 1990 es ejecutado por el Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA) y financiado por el Ministerio de Desarrollo
Social.

La expansión del plan en el territorio nacional significó en muchos lugares la


extensión de la red de agua potable.

En el año 2002 alrededor de 2,5 millones de personas participaban de Pro-


Huerta y recibían la colaboración de unos 15.000 voluntarios.

Si bien en el contexto de la emergencia económica las huertas son una


herramienta para recuperar la seguridad alimentaria en las áreas más pobres,
las fallas que hacen a la estructura política que debe implementarlas, termina
echando por tierra el potencial servicio.

En los últimos años, de los 10 millones de pesos asignados al programa Pro-


Huerta por el presupuesto se hicieron efectivos entre 6 y 8 millones, debido a la
caída de la recaudación en la Lotería Nacional, que es la fuente directa de
financiamiento.

Esto generó una deuda que afectó la compra de semillas y el asesoramiento


técnico.
UN EJEMPLO CLASICO

Norberto Tapia, productor caprino de la Quebrada de Escoipe en el


Departamento Chicoana, en la provincia de Salta, tiene 31 años y lleva
adelante la actividad junto a su padre y su madre.

Al igual que a otras 45.000 familias, el Programa Social Agropecuario le


permitió obtener oportunamente un crédito de 1.200 pesos (si se quiere, 1.200
dólares en aquel momento), además de asesoramiento y capacitación.

Tapia, fue uno de los 42 representantes del Programa Social Agropecuario, que
visitaron cuanta dependencia oficial existía, con el objetivo de que el Ministerio
de Hacienda diera marcha atrás con la decisión -tomada durante la gestión de
Domingo Cavallo en el 2001- de dejarlos sin financiación.

El reclamo se basaba en que la Secretaría de Hacienda destinaría una partida


de 1,8 millones de pesos para el funcionamiento del PSA, cuando la Secretaría
de Agricultura había presupuestado 8 millones para el año 2001, cifra de la cual
sólo habían recibido 2,8 millones.

Se creyó erróneamente que un recorte de seis millones de pesos serviría para


achicar el déficit, a cambio de dejar a la deriva el sustento de miles de
personas.

Uno de los rubros que venía cubriendo el PSA era la actividad caprina
(producción de leche y carne).

Se conformaban grupos de seis familias como mínimo, que contaban con una
asistencia crediticia de 1.200 por productor a una tasa del 6% anual a cuatro
años de plazo.

A partir de allí se formulaba un proyecto que era evaluado por la unidad


provincial del programa. Cuando éste era aprobado tenía (en el caso de
caprinos) un período de seguimiento de tres años.

Los productores se ocupaban de conseguir los planteles, seleccionando lo


mejor de plaza (que no es mucho), para ir mejorando paulatinamente la raza a
través de cruzamientos con Anglo Nubian aunque ahora introdujeron la raza
Sanen que es mejor productora de leche.

Para Tapia el programa era sustentable ya que "la capacitación la proveía el


INTA junto a otros técnicos independientes que trabajaban para el programa
social, el cual se hacía cargo de los honorarios".

Todo estaba cubierto. Capacitación, asistencia técnica, cursos y pasantías, es


lo que hacía falta para que el proyecto llegara a buen término.
El trabajo que estos pequeños productores venían realizando artesanalmente,
pudieron verlo desde otra perspectiva a través del buen manejo sanitario y la
capacitación específica.

Cada familia contaba con unas 150 cabras, de ese total el 70% estaba en plena
producción, y el resto eran cabrillas que aún no entraban en servicio.

Con un rendimiento de un litro de leche por animal y por ordeñe (en verano se
hacen dos), producían el queso. Con siete litros de leche obtiene un kilo de
queso que, según la zona, se vendería convenientemente.

Lo más grave de todo fue que varios grupos quedaron con el proyecto
inconcluso porque ya había una asistencia técnica pactada que no se pudo
brindar.

Este productor caprino, sabe que también será difícil para él mismo seguir
adelante.

"Al habernos agrupado para este proyecto, se habían generado otras


alternativas de trabajo como por ejemplo la formación de centros de
productores y centros vecinales. Tener un motivo para reunirnos y contar con la
asistencia técnica fue una de las bases que construyó el PSA".

Salta es una provincia que tiene una rica historia caprina entre los productores
minifundistas.

"Mis abuelos fueron productores caprinos pero sólo con una idea de
autoconsumo y de vender algo del excedente. Este plan lo que hacía era
mejorar nuestra calidad de vida".

En la zona hay dos grupos cabriteros que "producen muy fuerte", según Tapia.

Otro grupo salteño trabaja con el proyecto Proinder -un programa de subsidios
del Banco Mundial que también fue recortado por el ministerio- y juntaron los
fondos (aproximadamente $1.500) para la compra de una ordeñadora eléctrica.

"Nosotros no pudimos hacerlo porque en nuestra zona aún no tenemos energía


eléctrica", sostenía inocentemente el productor.

"NO SOMOS PIQUETEROS"

El PSA -que acabó sin financiamiento- abarcaba 21 provincias argentinas,


apoyando técnica y financieramente en distintos ámbitos rurales a 45.000
familias, lo cual representaba unas 200.000 personas.

"No somos piqueteros -decía Tapia- somos productores", pero nadie lo


escuchó.
Mientras tanto las cifras del éxodo rural siguen aumentando, y las estadísticas
realizadas por los departamentos de economía de algunas provincias señalan
que les resulta 20 veces más caro que un poblador rural se mude a la ciudad,
debido a los costos que se incrementan en cuanto a asistencialismo, servicios,
seguridad, etc.

Sin embargo el Estado sigue contribuyendo a que el problema se profundice,


teorizando erróneamente sobre la globalización al creer que la concentración
es inevitable y sin considerar que los minifundistas deben constituirse en
proveedores de las medianas y grandes empresas agropecuarias.

Al tener la oportunidad de entrevistar a un grupo de productores lecheros de


Suecia, cuando le pregunté a Itte Weidman, una tambera del grupo, si estaba
conforme con haber elegido la vida rural, contestó: "Absolutamente. Mi calidad
de vida es mejor que la de muchos. He logrado tener... tiempo, para estar con
mi familia".

Sin dudas, se trata de una respuesta que no aparece en los libros de


economía.
CAPITULO 18

RECUPERAR EL ORGULLO DE SER CAMPESINOS

"Perdón, dijo Yuan Hien, ser pobre es carecer de bienes; pero ser miserable es
no poder poner en práctica el propio saber. Yo soy pobre, pero no miserable".

(Chuang-Seu)

Las crisis que afectan al sector agropecuario son cíclicas, pero cada vez más
profundas, ya que ante cada aparición aceleran en forma geométrica el éxodo
rural, que será muy difícil de revertir.

Transitando un sendero casi endemoniado en virtud de sistemas políticos y


económicos que no los consideran, los campesinos de Argentina involucionan
en número y si bien en algunos casos muestran una tecnología creciente, esto
podría tratarse también de una treta maquiavélica que los haría golpear sus
cabezas contra la pared.

Cuando el presidente Truman en su mensaje inaugural al Congreso de Estados


Unidos el 24 de junio de 1949 anunció la necesidad de "ayudar a los pueblos
de las regiones económicamente subdesarrolladas a elevar sus niveles de
vida", se refería específicamente al bienestar material que estaría dado por el
mejor empleo de los recursos naturales gracias la utilización de la ciencia y de
la técnica en forma de equipamientos industriales.

Esta apreciación no hace más que resaltar el concepto reciente y poco


debatido acerca de la "real" modernidad.

Este concepto de modernidad no dice más que "el hombre vale por sus
bienes", en pesos o en la moneda que sea.

Este hecho es producto de la universalización del asalariado.

A partir de entonces cada uno supo su valor en función de lo obtenido.

En la Argentina de hoy cada uno sabe que vale muy poco, pero se conforma
con pensar que hay otros que valen mucho menos.

El "nivel de vida" entonces, pone una pantalla ante la vida misma, escondiendo
dónde está la verdadera riqueza.
Tal vez sea necesario liberarse a la obsesión teórica y práctica por ese índice
de bienestar para encontrar o recrear, otros valores menos simplificadores y
redescubrir las diferentes facetas de lo vivido.

La República Argentina cuenta con una extensa cantidad de territorio libre de


urbanización, destinado a tareas agrícolas, que cobijó y cobija a millones de
personas.

Paradójicamente, entre ellas existen hambre, penurias y hacinamiento.

Esta característica fue generada por un modelo de país, cuyos dirigentes no


supieron ni tuvieron el coraje y la inteligencia necesaria para traducirlo en
riqueza.

Una riqueza espiritual que por culturización, no se tuvo en cuenta.

Raramente se escucha que un campesino dice serlo, prefieren ser


considerados con otros sinónimos como: productor, empresario,
agroempresario, etc. Resulta peyorativo denominarlos chacareros, campesinos
o agricultores, se trata de una cuestión de "status" falaz, que sin embargo les
ha servido a quienes ignoran al sector rural y no lo reconocen como el motor de
la economía que serviría para recrear una política de trabajo sin
asistencialismo.

Nuestra pauperización, culmina con el desprecio a la pobreza.

¿A quién podríamos hacerle creer hoy que el hombre feliz no tiene auto? A
nadie. Y es natural, puesto que el que no tiene auto no puede tener otro status
que es el de un fracasado.

La mayor parte de las sabidurías, dan como objetivo a la existencia la


adquisición del dominio de sí y ven el secreto de la vida feliz en un uso
moderado de los diversos placeres y en el respeto al equilibrio de los diversos
valore, jamás en la acumulación de uno solo de ellos. Por eso un viejo
proverbio indica que: "no es rico quien más tiene, sino el que menos necesita".

Serge Latouche en "El Planeta de los Náufragos", señala que "al introducir en
el circuito de la riqueza las producciones materiales necesarias para la vida, la
sociedad moderna de la abundancia crea la auténtica penuria. Los pobres
están en peligro de morir de hambre en ella y se transforman en miserables".

La miseria no se dio jamás en las sociedades primitivas pues las obligaciones


de solidaridad impedían que existiese, lo mismo que la escasez.

Aristóteles al igual que la mayoría de los sabios de la antigüedad veía la


riqueza material con ojos desfavorables.
La verdadera miseria reside quizás en esa necesidad generalizada de obtener
el "salario" mendigándolo cerca de otro mediante el halago a sus instintos más
que apelando a la nobleza de sus sentimientos.

Entonces, la "bendición del campesino", reside en que todo está allí a su vista,
a su placer. Mediante el trabajo y el esfuerzo podrá tener las necesidades
básicas satisfechas y recién a partir de allí podrá generar trabajo para otros,
crecer y desarrollarse al igual que los hacen los seres vivos con los que
convive.

Por siempre el sector agropecuario argentino ha estado postergado,


inmovilizado.

Con ciclos (cortos) de progreso y con otros (más largos) de decadencia, el


balance por cierto ha resultado negativo, con sólo ver el estado miserable en el
que conviven hoy tantos ex campesinos, alojados en villas de emergencia.

Esa inmovilidad manifiesta en que se ha sumido el sector, incluye una trampa


muy similar a la de la riqueza y es la de no vivir el momento presente,
esperando soluciones a futuro que nunca llegaron, sino que por el contrario
arrojaron mayores penurias.
ENTREVISTAS

Cuando estaba finalizando el milenio, realicé para la Revista “Anales” de la


Sociedad Rural Argentina, varias entrevistas a dirigentes agropecuarios.
Rescato aquí tres de ellas, en las que escuché y pregunté a Marcelo
Muniagurria (CRA), Guillermo Alchouron (SRA) y Humberto Volando (FAA),
acerca de sus reflexiones y experiencias sobre el sector.

Ubicados en distintos planos políticos, los tres coincidieron bastante en el


pensamiento de base, en las necesidades y carencias; ventajas y desventajas.

Sus respuestas explicaron la historia de decadencia y pauperización que fue


sufriendo el campo argentino y por ende sus productores.

Siempre tuve en cuenta aquellos reportajes y al leerlos y releerlos a través del


tiempo, me he dado cuenta de que los problemas no son coyunturales, sino
estructurales. Por lo tanto la vigencia que tuvieran aquellas palabras hace casi
una década, no la han perdido.

Ello refleja –tristemente- la situación de abandono que padece uno de los


ámbitos más ricos -económica y socialmente- que posee nuestro país.
CAPITULO 19

Muniagurria: En el ojo de la tormenta

(Diciembre 1999)

Marcelo Muniagurria es ingeniero agrónomo, fue Diputado Nacional desde


1991 a 1995, lugar al que accedió luego de dejar la presidencia de CRA, volvió
al ruedo y retomó su máximo cargo como dirigente agropecuario. Ahora es
vicegobernador de Santa Fe y también debió abandonar el gremialismo cuando
Reutemann lo convocó.

Respetado y odiado como cualquier argentino público, tuvo un año


paradigmático que se inició cuando lo silbaron durante la protesta agraria en
Pergamino del 12 de enero y culminó cuando lo aplaudieron los santafecinos al
asumir el 10 de diciembre. El "flaco", tal como lo conocen sus íntimos, mantuvo
un diálogo franco con "La Rural", donde se refirió a pasado, presente y futuro
del agro y su gestión.

-¿El campo existe para la política argentina o es simple declamación, discurso


fácil?

- La experiencia que yo tengo en mi gestión de hombre público en términos


políticos, ya sea como Diputado Nacional durante 1991 a 1995 por la provincia
de Santa Fe, o como delegado del Gobierno de Santa Fe en Buenos Aires
durante dos años, me deja la sensación de que el campo es un concepto
folclórico y que cuando consigue algo en términos de poder...es una dádiva.

No está instalado como razón de Estado y eso es lo que hay que revertir.

Esta definición tiene sus consecuencias, primero en la baja proporción de


hombres con experiencia en el campo dentro de la política, porque a veces se
mezcla "campo" con "interior", y una cosa es haber tenido la suerte de nacer en
el interior y otra cosa es vivir de la producción.

Son diferentes, tal como lo es el hombre "de campo" y el hombre "con campo".

El hombre "de campo" vive de su producción, tiene una forma de ser y de ver
las cosas. Toda mi vida la pelea ha sido para que la producción -algo más
amplio que la espiga o la vaca- sea una cuestión de Estado.

- ¿Y cuánto hace que está en esta lucha?

- Desde que salté la tranquera de mi campo, porque me di cuenta que si no


peleaba por el interés general de la producción, no lograba mi beneficio
particular, debido a que estaba inserto en un contexto donde yo tenía el 1,5% o
2% de rentabilidad anual con mi trabajo y los ministros me sacaban el 30% con
un decreto a través de una mala ley, de la inflación o de las retenciones.

-¿Qué significaría que el campo fuera una “Razón de Estado?

- Tiene varias lecturas. Por un lado generar políticas económicas de


crecimiento y no de caja. Entender que para que haya buena igualdad de
oportunidades y buena distribución, primero tiene que haber riqueza. Empezar
a transmitir el mensaje que, a lo mejor... digo, a lo mejor... la economía debe
ser manejada por empresarios que tengan conceptos productivos y no la
producción por señores que tengan conceptos macroeconómicos. Es momento
de debatirlo.

Necesitamos representantes comprometidos con la producción en los lugares


de poder político.

Yo siempre creí que había etapas en el crecimiento de los individuos o de los


grupos.

Una de esas etapas son los escenarios favorables, otros son los espacios de
poder y luego vienen los cargos; las veces en que esto fue al revés, o sea
alguien que llegó al cargo sin espacio de poder y sin escenario favorable lo
único que pudo hace fue cobrar a fin de mes.

-¿Eso le tocó vivir cuando fue Diputado Nacional?

- Lo viví de cerca, y no es bueno, te desgasta.

-¿Hoy el escenario es favorable?

- Si, porque la ciudadanía se dio cuenta que hay que poner la economía en
crecimiento y que Argentina es de los pocos países que en medio de la crisis
mundial, haciendo las cosas bien, puede transformar esa crisis en oportunidad.

- Ahora con su cargo, logró el espacio de poder junto a un gobernador (Carlos


Reutemann) que como usted, también es productor agropecuario

-No es casual. Santa Fe tiene los mismos problemas que Argentina, pero
también las mismas ventajas. Entonces para nosotros es una oportunidad y un
desafío.

- Usted fue dirigente agropecuario y la dirigencia tiene deudas pendientes; fue


legislador y allí tuvo un techo y no pudo cumplir con las expectativas que tenía.
Ahora tiene, según dice, el mejor escenario y un espacio de poder importante.
¿Si las cosas no salen bien? ¿Qué pasa?
- Es difícil que yo me frustre. Los aplausos no me confunden y los reveses no
me hacen arrugar. Yo veo que he crecido en conocimientos. Tal vez era más
importante ser Diputado Nacional, que presidente de CRA pero creo que hice
más ruido desde CRA, que desde el Congreso Nacional.

A lo mejor el camino debería haber sido inverso pero fue así.

-Pero eso pasó con la mayoría de los dirigentes agrarios que ocuparon cargos
legislativos.

-Si, pero no hay antecedentes de legisladores que hayan vuelto a la


presidencia de su entidad de origen.

De todos modos, yo no creo que esta sea mi última oportunidad, creo que es
una oportunidad más. Estar al lado de un hombre de la proyección y calidad
política de Reutemann es algo muy rescatable.

Si no hubiera sido Reutemann ni tampoco el cargo de vicegobernador, yo no


hubiera aceptado, acá se dieron esas dos cosas.

De lo contrario creo que hoy seguiría siendo el presidente de CRA.

-¿Cuáles serán los pilares que sostendrán su cargo?

- Mucho sentido común, una cuota de sentido del humor y ocuparme de las
cosas obvias que son las que le preocupan a la gente. En términos
instrumentales, el hecho del Estado ocupándose de las cuatro clásicas:
educación, salud, seguridad y justicia, no alcanza.

El Estado debe generar escenarios favorables, sin irse al extremo de ser


paternalista y ni de dejar que la gente resuelva sola sus situaciones.

Hay sectores que no necesitan del Estado pero otros sí, entonces hay que
generar escenarios y "poner el hombro" no sólo en términos financieros, sino
además tributarios, comerciales y arancelarios para que estos sectores crezcan
y se multipliquen.

Hablo particularmente en términos de pequeña y mediana empresa.

Todo lo que dicen todos: trabajo, interior, desarrollo... es así. Lo importante de


los temas es ponerlos en funcionamiento.

-Pero hay producciones agropecuarias inviables que ya no van más y


necesitan una reconversión. Y lo peor, es que eso nadie se lo advierte a los
productores.

-Eso es lo que planteamos. Producir como lo hacía mi abuelo, no alcanza. Hay


que producir lo que se puede vender, porque hay alguien que lo quiere
comprar.
-Pero ese "sinceramiento dirigencial" aún no se ve.

- Un momento. Hay que leer mis discursos como presidente de CRA en los
últimos dos años y allí está escrito.

- Tal vez no lo escucharon

- O quizás el sector no tenía la proyección para que la sociedad lo leyera.

Nosotros tenemos una gran ventaja que son los suplementos agropecuarios:
los adoro. Pero tienen un gran inconveniente, los leen solamente los
productores.

Yo quiero ser claro con los productores de que hay que producir en términos de
competitividad para poder perdurar en el negocio, y eso significa un montón de
cosas y algunas dependen del empresario y otras del escenario que les de el
Estado.

- ¿Y el Estado santafecino cómo va ayudar?

- Con información. Buscando mecanismos financieros que sean competitivos y


potencien ventajas comparativas. Asesoramiento, estrategias tributarias que no
saquen del mercado a las producciones locales, generar condiciones de
servicios que hagan atractiva a la provincia para que vengan las inversiones.
Dar razón de ser y de vida a la gente para que se quede en su lugar de origen.
A mi no me preocupan los chicos de un pueblito que van a estudiar a Rosario,
me preocupa que después que se reciben no puedan volver a su localidad
porque no tienen nada que hacer. Lo importante es que se capacite y vuelva.

- ¿Y tienen algún programa en mente?

- Esto se instrumenta de muchísimas maneras. Hay un ejemplo muy


interesante que conocí en su momento y hoy es viable. Se trata del modelo Pro
Chile, es un andador que generó y produjo reformas jurídicas, financieras,
tributarias, arancelarias; y por supuesto, generó escenarios para que las
pequeñas y medianas empresas fueran competitivas.

-¿Eso lo pueden hacer a nivel provincial o debe haber un acompañamiento


nacional?

- Tiene que haber un acompañamiento nacional, pero en ese sentido tengo


mucha confianza, de lo contrario la Argentina no va a funcionar.

- Cuando entra a Rosario y ve las villas, ¿Qué siente?

- Me entristece profundamente porque creo que es un resultado, no una causa.


- ¿Es utópico pensar que esa gente podría estar trabajando en el campo?

- No, es una realidad que esa gente "estuvo" trabajando en el campo.

-¿Podrán volver...?

- Ese es el tema. Yo lo he dicho como presidente de CRA y creo que quedó


instalado en muchos discursos míos: "la pobreza urbana, se origina en la
pobreza rural. Estas cosas se evitan, no se corrigen".

Cuando a mi me dicen que una política de apoyo a la producción es costosa e


infinanciable yo respondo que una política social mal encaminada es mucho
más costosa, es creciente y no tiene retorno.

-¿O sea que desde su gobierno, no van a hacer asistencialismo?

-Vamos a cambiar la tendencia. Si me preguntan si voy a administrar un


sanatorio digo que sí, pero primero debo ocuparme que haya más sanos y
menos enfermos. Creo que las políticas de Estado son las que prevén, no las
que corrigen.

-¿Qué le parece Antonio Berhongaray en la Secretaría de Agricultura?

-Tiene un buen discurso, que lo ha construido en el diálogo con nosotros. Si


Berhongaray aplica lo que ha visto y escuchado y no se deja llevar por su faz
más política, empezarán a aparecer las soluciones.

-¿Desde el Ministerio de Economía lo dejarán desenvolverse como el quiere?

- Esa es la pregunta que a mí me pone loco, porque me gustaría que me


dijeran: ¿el secretario de Agricultura lo dejará al ministro de Economía, hacer
tal ajuste?

-¿Cómo se fue de CRA?

Muy bien. Lleno de recuerdos y lleno de amigos.

-¿Ellos pensarán lo mismo? Porque realmente fue sorpresivo que usted


apareciera de repente en una foto periodística acompañando a Reutemann en
la fórmula, cuando estaba el tema del agro muy caldeado con el gobierno.

- No se. Enrique Crotto dijo "me sentí muy contento por el crecimiento de
Marcelo y muy triste por su alejamiento". Pero seguramente su pregunta no
está dirigida a las demás entidades sino al vientre de CRA que es el más
revoltoso.

-Exactamente...
- Bueno, los que querían que me quedara, estaban avalando la gestión y si
había alguno que quería que me fuese tendría que haberse puesto contento.
Así que juntando a los que querían que me quedara que son mis amigos y son
mi recuerdo, y si sumo a los que querían que me fuese que deben estar felices,
mi síntesis es algo que nunca oculté y es que: "para poder generar cambios
hay que acumular poder".

Pero por otra parte nunca estuve ¡un segundo!, ocupando una doble función.

En segundo término: siempre fui en representación de una forma de pensar y


no de una institución. Si me iba bien, ganaba la institución y, si me iba mal era
un problema mío. Si en su momento fui y volví de CRA, es porque no me había
ido tan mal.

¿Qué opina de la dirigencia agropecuaria?

(Larga pausa...) No voy a hacer un juicio de valoración porque dejé de ser


dirigente hace muy poquito, pero creo que la dirigencia agropecuaria tiene a
futuro una gran responsabilidad, porque el resultado de las elecciones ha dado
una paridad en el poder entre los dos partidos mayoritarios, haciendo un país
Justicialista y un gobierno Radical. Por lo tanto, los sectores intermedios
deberán cumplir un rol fundamental en la propuesta, el consenso, el debate
serio y maduro y en la honestidad intelectual de decir lo que se sienta,
independientemente del partido o ideología por el que tengan inclinación.

- ¿Se puede lograr que la dirigencia agropecuaria aúne criterios, tenga un


mensaje consensuado, un discurso común y pueda efectuar el "lobby"
necesario como para lograr beneficios para el sector?

-Aplicando el sentido común, ocupándose de las cosas obvias y caminando por


el país escuchando a los productores, esto tendría que ser simple.

-¿Le dolieron los silbidos que recibió en la protesta agraria de Pergamino a


principios de año?

- Me enseñaron...

-¿Qué cosas...?

- Que no todo es lindo en lo que uno eligió. Me ratificaron que no hay que
subirse nunca al caballo y que la mejor manera de no bajarse es no subirse.
Los tomé con mucha seriedad, no los rechacé ni me sentí agredido. Pero
tampoco fue una silbatina, no fue todo el campo argentino. Había mucha gente
disconforme y había "algunos" que silbaron.

- ¿No le hicieron mella...?

- El que confunda flacura con debilidad, va a cometer un error fatal.


-Cuando estaba en CRA protestaba contra los Justicialistas, y ahora terminó en
un gobierno del mismo color. ¿Por qué?

- Yo tengo la autoridad moral para decir que el gobierno de Carlos Menem puso
el hombro en un montón de cosas; pero cuando hizo macanas le "encajé" -por
lo menos en mi gestión- los dos paros agrarios más grandes de la historia
argentina; con la ventaja de que el primero fue con las cuatro entidades, y no
quiero autorías especiales, pero fui protagonista principal.
CAPITULO 20

Alchouron: El lobby que faltaba

(Diciembre de 1999)

Tiene demasiados pergaminos, como para pensar que quiere buscar uno en un
lugar tan intrincado políticamente, como lo es el Congreso Nacional.

Sin embargo, el Dr. Guillermo Alchouron, de la mano del ex ministro de


Economía Domingo Cavallo, ocupó el primer puesto en la lista de diputados
bonaerenses de Acción por la República durante las pasadas elecciones (1999)
y cómodamente, llegó a una banca.

Abogado especializado en derecho comercial, en particular derecho bancario y


con una amplia actividad en el tema de las relaciones internacionales con los
países de Asia Pacífico, Alchouron fue presidente de la SRA además de
fundador y actual titular de la Fundación Okita.

"En la Fundación Okita hace muchos años que venimos predicando acerca de
la necesidad de diversificar los mercados" explica el dirigente.

"Hay algunos que no lo entienden. Hay empresarios que me dicen 'no me


hables de Japón. Yo esta noche me voy a Estados Unidos, cierro un negocio y
me vuelvo. Cuando voy a Japón tengo 20 horas de viaje... estoy una semana y
no vendí nada'. Es cierto, pero si no vamos una semana, y otra, y otra, nunca
vamos a salir de esta especie de focalización absoluta del mercado
históricamente fácil".

-¿Por eso caímos en la "Brasildependencia"?

- Ese es un caso más. Por eso creo que hay que hacer un replanteo tremendo
en el programa de promoción del sector exportador, especialmente en el
agroindustrial.

Tenemos por delante temas que requieren una concertación histórica entre lo
que son las entidades que representan a la producción y a la industria y por
otro lado los exportadores y, al mismo tiempo tenemos necesidad que el
Estado se involucre como una especie de soporte que nos permita entrar a
mercados difíciles en donde hace falta negociar de país a país, como lo
requieren los países compradores que están en el Asia pacífico.

Esto implica un cambio trascendental en la estructura diplomática argentina.


El informe Okita II explica como entrar a estos mercados. Es un manual de
exportación para cualquier país. Vale para todos los sectores. Hay que imitar a
los países que tuvieron éxito como Canadá, Estados Unidos o Chile.

Acá pasa por producir y vender, lo demás viene por añadidura.

-Pero la mayoría de los productores no pensaba en que los precios los


terminarían complicando gravemente. ¿Se pueden fortalecer esos mercados?

Tenemos que bajar los precios de producción. Hay que ver como arreglamos la
cosa internamente, porque el mercado externo está en función de todo lo que
es renovación.

Nosotros tenemos una Fundación Export-Ar que tal vez, no tanto por defecto
sino por el grado de importancia que le dimos todos, ha tenido una perfomance
muy por debajo de lo que necesitaba el país.

Esto no es un cargo al Estado, sino a todos, producción, industria y


exportadores.

- ¿Qué se hizo durante la gestión del presidente Carlos Menem a favor del
agro?

Nos trajo un programa pro productivo y, lamentablemente bajamos los


mecanismos de defensa cuando debimos haber continuado con un proceso de
análisis de alta perspectiva sobre lo que podía pasar en el mundo.

- ¿La bonanza terminó matando a los productores que creyeron que era para
siempre?

Claro. La bonanza y el buen gobierno de Menem en esa primera etapa. Porque


eliminó las retenciones e hizo desaparecer todos los impuestos distorsivos que,
después reaparecieron en la segunda etapa, porque la necesidad fiscal en un
país en el que ya no estaba (Domingo) Cavallo, hizo que termináramos otra vez
con impuestos antiproductivos.

Además entre 1995 y 1996 hubo situaciones a nivel mundial que nos afectaron.

- Pero de los ‘90 hacia atrás estuvimos totalmente cerrados. Luego vinieron
1991 hasta 1995, abiertos al mundo y con un buen momento para el campo.
¿Porque no se aprovechó más, quien no supo orientar al sector?

- Acá tendría que hacer un examen de conciencia respecto a nuestra


dirigencia, porque creo que las responsabilidades de conducción de un sector
en la economía está en manos de la dirigencia específica.
La economía internacional es una caja de Pandora permanente: precios...,
vaca loca..., cualquier cosa.

Nosotros no tuvimos, a nivel institucional, una actitud de continuación de la


investigación económica.

Yo no he visto en los últimos años, trabajos de la envergadura de lo que fue el


Informe 84, del mensaje de la dirigencia del año '87 en mi gestión presidencial
(en la SRA) y que construimos con Eduardo de Zavalía y después de aquella
época, se desmantelaron los mecanismos de investigación económica en
Argentina, no sólo en el sector agropecuario sino en todos los sectores
privados.

-Pareciera que en plena crisis de inflación, éramos más creativos.

Seguramente. Se fue la inflación y bajamos el gasto en investigación. No


invertimos más en creación de riqueza, ni en desarrollo de la actividad
productiva y si eso no lo hace la actividad privada... ¿qué esperamos? ¿Qué lo
haga el Estado?, si no quedó nada del Estado.

-¿Prefiere regular los mercados o dejarlos al azar?

- Más que por regular pasa por buscar consenso. Hace falta un manejo
"oriental" de la situación y a eso, no estamos acostumbrados.

Se trata de implementar políticas en consenso y con alta responsabilidad de las


partes.

Acá hace falta una revitalización de los aparatos gremiales, para que jueguen
un papel fundamental en lo que hace al destino final de lo que producen sus
respectivos sectores.

Yo no quiero caer en una actitud regulatoria, creo sin embargo que hacen faltan
estructuras de esas que permiten las negociaciones de país a país y dejan todo
preparado para que la actividad privada haga el negocio.

Esas mismas estructuras podrían, eventualmente, interceder también en


conflictos generados en el mercado interno.

EL DIPUTADO

-¿Cuál es su expectativa como Diputado?


- Tengo el desafío de mi vida, a ver si realmente sirvió de algo todo lo que
pasé. Mi esperanza es que haya acumulado alguna capacidad de solucionar
problemas, y eso no solo depende de una voluntad personal sino de la
conformación de una nueva fuerza productiva que tiene que tener un
basamento en la actividad privada y, paralelamente en el Congreso.

-¿Cree que lo van a escuchar?

- Estoy convencido que si.

-Pero el Informe '84, lo están leyendo recién ahora, después de 15 años...

El cambio intelectual que está ocurriendo en la Argentina a nivel de


representantes nacional es muy importante. Así como Menem me pidió en
1989 una copia del informe Okita porque sabía que era importante, pienso que
de alguna manera todo esto se está dando. Este último período de transición
se dio generando una confianza que nos permite hoy creer más.

-Sin embargo, los dirigentes agropecuarios no han tenido un paso feliz por el
Congreso

-¿Quiénes...? ¿Cuántos...?

Quizás tres o cuatro.

Realmente esa dirigencia no estaba "in tempore". Eran figuras que finalmente
fueron tragadas por el sistema.

-Pero pareciera que usted tiene un as en la manga para sacarlo en el recinto, a


través de algún grupo que empuje algunos proyectos. ¿Empieza el lobby
agropecuario en el Congreso?

-Eso es así. Cavallo me plantea a mi dos razones para ir a la Legislatura.


Primero que yo iba a tener la tenacidad para llevar adelante sus proyectos,
segundo era el gran mensaje a la producción en el sentido de que tendría su
propio espacio en la vida política argentina. Me eligió a mí y yo, de alguna
manera, entro por la puerta, no vengo colgado de una lista.

Soy el primer candidato a diputado por la principal provincia productora del


país. Hay que asumir esa responsabilidad y el hecho de que la gente va a estar
esperando para ver que les doy.

- ¿Y que les dará?

- Voy a tratar de convocar a un grupo que sea, sinceramente político, y estoy


convencido que lo voy a lograr por que mi experiencia a lo largo de la dirigencia
me permitió tener un trato fluido con todos los partidos políticos, sin ninguna
excepción.

Puede haber alguno que me tenga un poco de idea porque se acordará del
conflicto importante que tuve en la tribuna de Palermo (N del E: Raúl Alfonsín
recibió una silbatina durante su discurso) y ese hombre si está empecinado y
siente que mi actitud fue desgraciada, es difícil que se le pase la bronca.

-Pero eso ya pasó...

- Espero. Yo en realidad tengo una enorme fe en que cuando empecemos a


trabajar en serio con la ayuda de la gente, porque si alguien piensa que yo
puedo resolver los problemas solo, está equivocado. Necesito que me ayuden.
Hoy le es estoy escribiendo a todos los que fueron mis delegados de La Rural
para que me ayuden, Les estoy agradeciendo que lo hayan hecho el 24 de
octubre en las elecciones, pero además les pido que lo sigan haciendo y que
toda esa estructura, de alguna manera, me de letra para buscar soluciones.

EL NUEVO GOBIERNO

-¿El Estado que viene, es igual al que se va?

- Es distinto. Porque el que se va es un Estado que actuó con la mentalidad de


esa ida, que no es la misma de los que han entrado.

El gobierno que vino necesita tener éxitos y los éxitos no se palpan con un clip
de televisión, sino cuando la gente los siente de alguna manera.

-¿Como le gustaría que fuera este inicio?

- Me gustaría tener un principio de etapa de De la Rúa, de la misma jerarquía


que fue el principio de la gestión Menem.

Me gustaría una actitud audaz en la creación de riquezas.

Y es más fácil que en 1989. Ahora tenemos un país con una fuerte estabilidad
económica. Creo que la Argentina está para jugarse por la competitividad,
porque debemos demasiado poco en comparación con la potencialidad de
riquezas que tenemos.

EL CAMPO QUE VIENE

-¿Cuáles son los riesgos y oportunidades que puede tener el campo argentino,
de aquí en adelante?

-El campo tiene un panorama inmediato difícil, hace falta una actitud paciente
ante circunstancias externas que no podemos controlar. Sólo podemos pensar
en decisiones efectivas y concretas, como intentar una inmediata rebaja del
costo de la producción en todo el margen posible a través de la derogación de
impuestos, una firmeza en la recaudación fiscal, una razonable reasignación
del gasto y un enorme esfuerzo para, realmente, tener un papel más o menos
interesante en esta Rueda del Milenio que se ha iniciado con tan malas
expectativas, como lo vimos en Seattle.

-Cuando pide paciencia en el sector agropecuario, ¿apunta al productor grande


o también le habla al pequeño y al mediano?

- No hay espacio en la economía moderna para el muy pequeño productor. Eso


lo digo todos los días. Creo que no va a poder resolver el problema en forma
económicamente racional.

- ¿Y entonces, hacia donde derivará?

- Tiene que acumular recursos a través de uniones con otros productores, para
lo cual se necesita también un cambio cultural porque tenemos un concepto
relativo de lo que es la solidaridad.

El mediano y grande están en una situación distinta.

Las explotaciones grandes tienen una inversión de capital determinado que


apunta exclusivamente a la rentabilidad para satisfacer a sus inversores.

Pero la gran producción en la Argentina, pasa por el mediano productor.

¿Cuáles son los temas en que más piensa?

El de la Ley de Hidráulica, los temas que hacen a la seguridad en el sector


agropecuario; otro tema básico es el de eliminar de cuajo y cuanto antes todos
los impuestos distorsivos, las modificaciones a la Ley de Forestación.

Día a día hablo con mucha gente que se acerca, porque está viendo que hay
alguien que los escucha en serio.

Además quiero que en el 2001 se incorporen a la Cámara muchos otros


hombres representativos de los sectores de la producción, pero no solamente
agropecuaria.
EN PARRAFOS

* "Quiero transmitir una imagen de concientización. Porque no tenemos


enemigos en el sector agropecuario pero tenemos competidores en el mundo
con herramientas más 'pesadas' que las nuestras".

* "Pelear contra el poder económico de los países centralizados que pueden


derivar centenares de miles de millones de dólares para proteger a sus
agricultores, para nosotros es impensado".

* "Seamos sinceros, no podemos tener un fundamentalismo liberal y decir: ¡yo


no quiero ningún subsidio!, sino pelear a pecho descubierto, quiero que me
baleen. No".

* "Creo que estamos acostumbrados a saber que no podemos ni tenemos con


que subsidiar entonces hemos luchado en forma quijotesca. Haciéndolo como
yo lo hice, de humilde protagonista en la Rueda Uruguay y donde la Argentina
tuvo en ese momento actitudes de alto lucimiento, porque aún la economía se
podía politizar. Pero la economía ya no es politizable. Solo es economizable".
CAPITULO 21

Humberto Volando: Todo un símbolo

(Diciembre 1999)

En 1954 ya era dirigente y durante años guió el destino de la Federación


Agraria Argentina.

La crisis actual del agro le hace "rememorar esas largas sequías en las que la
hacienda se pone muy flaca y uno espera que cuando termine... no venga un
temporal de frío".

Humberto Volando hoy no levanta la voz en medio del campo, sino que está
sentado en su despacho del Congreso, una pequeña sala adonde el sol no
entra.

Llegó a Diputado Nacional en 1997 representando al Frente Grande, quizás


con la intención de que su aporte sería reconocido. No lo dice, pero
seguramente hoy no piense lo mismo.

Añora los viejos tiempos en que "el campo tenía aún estructuras: una Junta de
Granos, una de Carnes, el Consejo Agrario Nacional... que no eran demasiado,
pero servían".

Afirma que "ahora no quedó nada, el campo está a la intemperie. No hay quien
defienda ninguna producción. Están de por medio las empresas
comercializadoras que hacen su negocio. Defienden sus intereses como es
lógico, no tienen porqué defender los nuestros".

-Siempre se habló del "rico potencial del campo" pero los productores están
cada vez más pobres. ¿Quién fue el responsable de no haber podido ubicar a
esos productores en medio de "tan rico potencial"?

-Sería una suerte poder identificar a algunos responsables. Al menos uno se


podría sacar las ganas de pegarle una trompada. El problema es que hay una
cuestión que se ha venido montando lentamente y ha deformado el
pensamiento argentino, porque siempre se habló del productor agropecuario
como alguien que está muy bien económicamente y si bien hubo épocas un
poco mejor y otras un poco peor, desde que me acuerdo siempre estuvimos
regular y ha habido un grave proceso de descapitalización.

Desde hace 30 a 40 años, hay un éxodo muy grande desde el campo y


precisamente la gente no se va de un lugar bueno para ir a otro peor, sino
porque busca un mejor horizonte.
-¿Ese éxodo ayudó a que creciera la pobreza urbana?

- Claro. Cuando advertíamos que la gente se estaba yendo del campo a nadie
le importaba nada. Decían que no éramos eficientes y por eso no ganábamos
suficiente y no invertíamos. Por otra parte estaban los otros que decían que
nos comprábamos el auto nuevo o que el productor se iba a Punta del Este y
que había un gran despilfarro y por eso estábamos pobres.

-¿Pero esos fueron mitos?

-Por supuesto, son falsedades que ahora, con esta situación quedan aclaradas.

- Si dividimos a los productores en chicos, medianos y grandes. ¿Hoy hay


alguno en esas categorías que tenga ganancias?

- No

- ¿El productor chico desaparecerá?

- Ya ha desaparecido en gran cantidad y eso se ve en la gente que está en las


villas de emergencia del Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba o Mendoza. Ahí
están los productores chicos.

Y cuando allí llegan, las autoridades nacionales, provinciales o municipales,


tienen que ayudarlos dándoles desde la bolsa de comida hasta el agua
corriente, las cloacas, las escuelas y los hospitales.

Hay que crear todo y se generan una gran cantidad de gastos que debe aportar
el resto del país.

No podemos dejar de ayudar al hombre que está muy mal, pero es una carga
pública.

- Usted, junto a Federación Agraria, fue uno de los abanderados del pequeño
productor. ¿No siente que fracasó?

-Lo que ocurre es una derivación de algo lógico. Cuando uno busca el grado de
alfabetización en el campo ve que es muy bajo, ese productor tiene una gran
falta de conocimientos en información y es proclive a dejarse llevar por los
medios masivos de comunicación, y en general, por cosas que muchas veces
van en contra de sus propios intereses.

-¿En el mediano plazo no quedarán más productores chicos?

- Algunos que sobrevivirán en una producción de subsistencia, con una vida


muy frugal conformándose con muy poco y sin realizar grandes inversiones.
Yo he visitado provincias donde hay gente muy muy pobre, pero están
resignados a eso.

- ¿Y el productor mediano?

-Ha bajado mucho su calidad de vida, quizás hasta hace algunos años había
muchos que eran productores grandes y sólidos que se fueron debilitando en
cuanto a su patrimonio y no realizaron modernizaciones en su explotaciones y
cada vez tienen más dificultades para producir con rentabilidad. No tiene
posibilidades de competir y también termina siendo una víctima.

Gran parte de ese grupo son lo que hoy los sociólogos llaman los "nuevos
pobres".

Y esa es una situación difícil porque el que siempre fue pobre está
acostumbrado a la vida dura, pero este "nuevo pobre" que alguna vez vivió
bien, sufre las peores consecuencias y de allí sale la juventud que se desvía de
los cánones tradicionales.

-¿Este proceso es inevitable?

- Creo que lo hemos dejado avanzar mucho. Hay un porcentaje de gente


recuperable, pero la mayoría no tiene posibilidades porque no hay políticas
tendientes a ello, es gente que quedó muy pobre y además no se ha podido
capacitar con estudios secundarios o el uso de la computadora. ¿Cuántos de
ellos acaso saben que es un e-mail?

-¿Cómo se puede poner de pie al sector? ¿Quién debería tomar la posta? ¿La
dirigencia, el Congreso, el Estado?

-Todos en conjunto.

-¿La dirigencia agropecuaria puede juntarse?

-Actualmente les digo en forma individual a algunos amigos y conocidos que si


la dirigencia agropecuaria quiere pesar, necesariamente va a tener que unir sus
esfuerzos.

- ¿Se podrá?

- Hay que poder. Es muy difícil. Hay cuatro entidades nacionales y varias
provinciales y regionales que son técnicamente capaces con tipos auténticos
pero... para llegar a gravitar en la opinión pública, no solamente hay que
manejarse con la gente que uno puede reunir en una plaza, sino por las
manifestaciones en común que se puedan hacer.

Necesitamos también que las universidades con sus profesionales hablen de


los problemas de la Argentina. ¿Cuántas veces escuchamos que el sector
agropecuario argentino es muy fuerte...? y sin embargo no gravita. Por eso
cuando hablo de que las entidades se unan es para que tengan más presencia.

-¿Y algún bloque agropecuario en el Congreso, no ayudaría?

- Por supuesto, pero para eso deben aunar criterios los partidos políticos, pero
no es fácil porque la cantidad de votantes de nuestro sector cada vez es más
chica. Hasta el año 1931 más del 50 % de la población estaba en el campo y a
partir de ahí perdió posiciones y si bien no tengo datos exactos, hoy la
población rural es de menos del 10%, el resto se concentra en las ciudades y
están organizados en asociaciones que tienen mucho más peso que el campo.

Por eso el sector agropecuario, electoralmente, no despierta demasiado


interés.

-¿Está cansado de tanto lidiar en favor del campo y que lo hayan escuchado
tan poco?

- Si sigo en la pelea es porque no me doy por vencido, pero hay que ser
realista. El hecho de haber recorrido el país, me permite saber que es lo que se
puede y lo que no se puede hacer. Eso es un peligro.

Hace poco me preguntaron si las acciones de los "Sin Tierra" en Brasil, podían
acontecer en nuestro país y les dije que en el norte también tenemos nuestros
"sin tierra" pero no están exacerbados, pero si no se les presta atención este
tema se puede agravar.

-¿Que le parece Antonio Berhongaray en la secretaría de Agricultura?

-Es una buena persona y le deseo que tenga suerte; eso dependerá de las
políticas que ponga en marcha.

-¿Qué debería priorizar?

- La situación está muy difícil. El propio Berhongaray ha dicho que "el campo
está quebrado", lo cual es cierto y hay un gran endeudamiento de más de
10.000 millones de dólares, entonces si no hay un refinanciamiento con
recálculo de la deuda y a tasas de interés razonable, no se puede salir. Si hoy
tenemos un agro casi sin rentabilidad, el hecho de que le den 10 o 20 años
para pagar no sirve de nada. Solo puede pagar intereses con las ganancias de
la explotación.

En Europa hay líneas de crédito con intereses del 3% y la tasa de interés en


Argentina es de las más altas del mundo, por eso si no se pone en caja al
aparato financiero argentino tampoco habrá salida.
-Una de las cosas en que siempre coincidieron las cuatro entidades
agropecuarias fue en la presión impositiva. Pero en el inicio de la gestión, José
Luis Machinea, lo que ha hecho fue cargar aún más impuestos. ¿Eso lo
sorprendió?

-No porque en la forma en que se venía malversando el dinero con la


corrupción, era presumible que tarde o temprano llegaría el momento de pagar
las cuentas.

El dinero en nuestro país hace rato que se ha estado malversando y ¿de donde
salía esa plata?, del sector agropecuario.

Por eso estamos cada vez más chicos.

Nosotros llegamos a tener 61 millones de cabezas de ganado vacuno, ahora no


sé si llegan a 50 millones. A fines de los '60 teníamos más de 40 millones de
cabezas de ovinos, hoy hay 10.000 en la Patagonia. Después de la Segunda
Guerra Mundial alcanzamos casi 5 millones de cabezas de porcinos y hoy
estamos importando porcinos. Esto da una pauta del empobrecimiento.

-¿Y en infraestructura?

- En otros países se ha hecho mucho, como por ejemplo caminos, canales, etc.
Acá llueve y nos inundamos todos y la infraestructura para canalizar el agua no
se hace porque no requiere grandes obras de ingeniería, tanto en el trazado de
planos como en maquinaria, sólo hay que excavar y entonces...no hay muchas
posibilidades de coimear.

- ¿Porque?

- Porque cuando se hacen muchas obras como por ejemplo Yacyretá, se


genera un foco de corrupción tremendo. En el campo no, como no hay mucho
para coimear siempre se va dejando para más adelante.

La zona centro y este del país es inundable y hay trabajos hechos por las
universidades para paliar la situación y además hay créditos del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) para financiar las obras, sin embargo no se
hace por el motivo que dije y todos los años esa zona está inundada en algún
lado.

-¿Está más cómodo como dirigente o como diputado?

- Como dirigente. Porque estoy con la gente que es como uno. Lógicamente
desde este lugar y si hubiera varios diputados, no muchos; se podría hacer
bastante. Lo que ocurre es que hay una deficiencia cultural que hizo que la
gente de campo no milite en forma activa en los partidos. Entonces la gente
vota tradicionalmente, siempre vota lo mismo y quizás está disconforme en
algún momento pero vienen las elecciones y los vuelve a votar.

-¿Eso es falta de madurez política?

Claro, hay una gran simpleza en la cosa y la situación no se piensa ni se


analiza. Entonces tenemos legisladores que conocen el campo o tienen campo
pero... gente agraria, dispuesta a defender al sector hay muy poca.

-¿Cuándo termine el mandato como diputado, vuelve a los actos como


dirigente?

- Ya voy a estar muy viejo. Me iré al campo. Allí tengo una motoguadaña y una
motosierra para entretenerme.

-¿Y cuando esté en el campo y vea como está la situación, no se le escapará


un lagrimón?

- Por supuesto que no soy indiferente. Me moví en la actividad viendo la


injusticia y como el país perdía oportunidades. Me dije "voy a trabajar por esto";
si lo logré o no, eso es otra cosa.

Pero estoy seguro que volveré al campo y durante algunos días estaré bien y
tranquilo, pero después me va a bajar mucha bronca, pero...lo años no pasan
solos.

-¿Este camino tiene alguna salida? ¿Qué presiente?

- En política lo que yo he aprendido es que no hay cosas inamovibles. Ocurren


las cosas más raras, si uno analiza cómo se ha ido manifestando la gente en
los últimos 20 o 30 años.

Ha habido muchos cambios, por lo general no fueron buenos, pero los hubo.
Así que el que diga que esto no tiene arreglo es su opinión hoy, habrá cambios
sin duda. Además, si la Argentina quiere ser un país desarrollado y sólido,
tendrá que desarrollar al sector agropecuario. Acá no hay posibilidades de
industrialización, si no hay desarrollo agropecuario.

Nuestro déficit en la balanza de pagos no lo iremos nivelando exportando


televisores... Japón no nos los va a comprar.

- ¿Porqué hay gente tan desilusionada?

- Porque se hizo demasiadas ilusiones...Yo siempre he sido honesto con la


gente, podría haber contestado en forma más agradable, con mejores
proyecciones, pero no creo que esto cambie en el corto plazo.

Hoy por ejemplo confiamos en la globalización, pero acaso ¿podemos


comparar Afganistán con Ucrania? o ¿África con Europa? Son muy distintos y,
en la globalización, se benefician las grandes empresas transnacionales
porque eso les permite fabricar en un lugar, venderlo en otro, consumirlo en
otro y ganar dinero. Pero que eso vaya a favorecer a la gente...no tiene nada
que ver.
EPILOGO

En plena crisis argentina del 2002, el reconocido politólogo francés Alain


Touraine, en una conferencia en la Casa de América Latina de París, sostuvo
que “la Argentina es un país que no existe" a raíz de la falta de producción de
su población.

Touraine argumentó que la Argentina "es un país de consumo, pero no de


producción y trabajo. El carácter ejemplar de la Argentina es que avanza lo
más rápido posible hacia la decadencia y la descomposición. Con toda la gloria
de su cultura parece haberse anticipado a los otros en ese fenómeno de
desintegración a nivel mundial", agregó.

Señaló además, que los argentinos "entraron en el túnel (de regresión) en el


que España estuvo sumida durante dos siglos".

No dudó en afirmar que la Argentina "es un país más subdesarrollado que la


mayor parte de los países del mundo", y destacó la "impresionante diferencia"
que existe en equipamiento tecnológico con Brasil, por ejemplo.

Es más, afirmó que la crisis argentina amenaza en principio a toda América


Latina, con la excepción de Brasil, Chile y una parte de México, y que luego se
trasladará a Europa.

Touraine afirmó que la pregunta que queda pendiente es "saber si los


argentinos son capaces de crear una sociedad de producción" para poner fin a
la crisis que están atravesando.

SIN RUMBO

Este "cachetazo" de Touraine difícilmente pueda ser esquivado por nuestra


dirigencia política y gremial ya que, por cierto, no son buenos tiempos para
seguir generando conflictos y sin embargo, éstos se suceden. Algunos caen en
la paradoja, otros en la más completa imbecilidad.

El caos se introduce entonces en la comunicación. Ya nadie sabe que es malo,


ni tampoco que es bueno, poco se elaboran los mensajes y menos aún la
recepción de éstos.

Todo es torbellino, producto del caos.

A menudo este desorden hizo que las instituciones fueran superadas y que las
innumerables justificaciones de algunos productores agrarios con más carisma,
busquen soluciones coyunturales para dar respuesta a males enquistados
desde que el primer arado se puso sobre nuestras tierras.

Se justificarán seguramente los bajos precios, los miles de quebrantos, las


pérdidas de antaño y las actuales.

¿Quién gobierna en el caos? Nadie, es la respuesta más acorde.

COMO NOS VEN

Poco antes de la patética caída de Fernando de la Rúa, el ex presidente


español Felipe González escribió un artículo en el diario Clarín expresando:
"podemos contar con los dedos de una mano -y seguramente nos sobre- los
países del mundo que pueden cambiar su destino histórico en una década de
buen proyecto compartido, consensuado entre todos los actores relevantes:
políticos, económicos, sociales y culturales. La década que pasó y no fue, o la
que viene, que podría, que debería ser (...). Argentina puede hacerlo en una
década. No por lo que fue, sino por las condiciones para ser ahora y en el
futuro inmediato. Pero no sirven los pactos al borde del precipicio en el que
nadie quiere caer, cuyo objetivo es dar varios pasos atrás para no verlo tan
cerca, sin cambiar la dirección de la ruta a seguir", sostuvo el estadista.

FALTA CONSENSO

Las palabras antedichas bien servirían para encuadrar la disputa que


mantienen los sectores de producción e industria.

No son buenos tiempos para sumar conflictos, que incluso coadyuven a


generar aún una mayor parálisis, en un país paralizado en el que nadie sabe
acertar la fórmula para terminar con la desocupación o al menos la ocupación
digna.

Cuando cualquier mente más o menos lúcida, consideraría que frente a una
situación difícil hay que ponerse a producir, el país no avanza todo lo que
potencialmente puede, no se halla el tan ansiado consenso, y no se piensa en
el agro como elemento constructivo.

La leche se derrocha, la carne se produce cada vez en menos cantidad, la


industria se dedica a pedir prebendas ante gobiernos débiles y se hace
obsecuente frente a los autoritarios a cambio de recibir privilegios. Hay algo
que no funciona como debiera. Mientras tanto los gobernantes echan mano al
bolsillo del interior agropecuario para subsanar sus cuentas y proseguir con
una fiesta descomunal para unos pocos.

Pero hay algo peor. Que esta es una vieja disputa.

Y algo mucho peor. Que nadie ha podido zanjarla.


Y lo más terrible. Que productores e industriales se siguen fundiendo a lo largo
del tiempo. Que salvo algunos ciclos económicos benevolentes, cada vez
queda menos para repartir.

Este es el caos, retroalimentado por los propios actores.

ARGENTINA, ¿FUE O ES?

El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, escribió alguna vez un


artículo para el diario "El País" de España, titulado: "Argentina, ¿fue o es?",
comentando lo siguiente: "Alguna vez alguien dijo que los países podían
clasificarse en cuatro categorías: primero los desarrollados; luego los
subdesarrollados; tercero Japón, que no puede explicarse que sea desarrollado
y cuarto Argentina que nadie puede explicar cómo es subdesarrollado".

Hoy nadie entiende, en principio, cómo es posible que tantos campesinos


hayan desaparecido a pesar de contar con una tierra tan generosa.

En algún lugar de los que tantos detallamos (sino en todos) la fórmula ha


fracasado.

PERDER LA OPORTUNIDAD

Frente a tantas reuniones que se celebran en la SAGPyA, a los innumerables


encuentros privados que mantienen cada uno por su lado quienes se arrogan la
representación de todos; después de tantos discursos, números,
devaluaciones, escapadas y apresadas del dólar, queda la sensación de que
no se apunta clara y firmemente hacia la producción y el trabajo.

Siempre ha habido justificación para pagar menos y para pagar más. Para
ganar y perder nuevos y viejos mercados internos y externos, para representar
a las bases y para no hacerlo, para producir leche y para cosechar granos,
para dar suplemento o para pastorear. Y todos han tenido su cuota de razón,
porque –sencillamente- no han buscado el bien común, sino que han estado
motivados por intereses particulares.

Y cuando se ha querido debatir, no han escuchado más que sus propias


justificaciones.

Hoy mientras el mundo crece Argentina se achica. Reconozcamos, más allá del
“crecimiento” posdevaluación, que la decadencia social es imparable.

Es estúpido no pensar en el campo, ni en aquellos que quedaron en el camino


y hoy mendigan un poco de alimentos que hasta ayer podían sembrar.

Es estúpido pensar sólo en fábricas cuando no se tiene en cuenta con qué


materias primas trabajarán.
Es estúpido pensar que este libro pueda terminar con los problemas
enrostrándolos de la mejor manera posible.

Pero lo hemos intentado, al igual que lo que deberían hacer, quienes ciegos de
poder no ven al campo como motor de crecimiento de una sociedad que
merece –al menos- tener un presente.
FUENTES DE CONSULTA

Costanza Robert y otros. Introducción a la Economía Ecológica.

David, Eduard. “Socialismo y agricultura”.

Fundación Producir Conservando. “Competitividad y Participación Global del


sector Agropecuario y Agroindustrial Argentino a la Economía del país. Análisis
comparativo con otros países competidores. Oportunidades y Futuro del
sector”.

Gregoratti, Horacio David. “Manuel Belgrano, Traducciones”.

Instituto Worldwatch. Informe 1992.

Latouche, Serge. “El planeta de los náufragos”, ensayo sobre el posdesarrollo.

Mill, Jhon Stuart. “Principios de Economía Política”.

Ovalles, Eduardo. Centro de Estudios Nueva Mayoría. Informe sobre huertas


para subsistencia en Argentina (2002).

Revista Anales de la Sociedad Rural Argentina.

Diario La Nación.

Diario Clarín.

Secretaría de Agricultura de la Nación (SAGPyA). Informes varios.

Congreso de la Nación.
EL AUTOR

Omar Meraglia nació en 1960, es periodista y técnico agropecuario.


Se desempeñó como Jefe de Redacción del Diario “La Verdad” de Junín,
provincia de Buenos Aires y luego, a través de la Editorial Inforcampo,
escribió artículos para las revistas Anales de la Sociedad Rural Argentina,
“Hecho en Argentina” de la Unión Industrial Argentina, Infortambo,
Brangus, AgroDecisiones y Braford, entre otras.
Fue Jefe de Prensa de la Sociedad Rural de Junín y de la exposición
“Mercoláctea”, esta última dedicada a la industria y producción lechera
argentina.
Condujo programas de radio en LT 20 Radio Junín, Del Plata y El Mundo.
También se desempeñó en televisión, como conductor de programas de
Canal Rural.
Obtuvo el Premio “Mejor columnista en Temas Agropecuarios”, otorgado
por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de La Plata, en el año
1992.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy