Kojrowicz

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El primer peronismo.

Argentina recibe a los excombatientes polacos que


lucharon junto a los Aliados.

Claudia Stefanetti Kojrowicz – Universidad de Buenos Aires-Museo Roca


claudiask@elaguilablanca.com.ar
Introducción
El presente trabajo forma parte de una investigación mayor (Tesis de Maestría)
referida a las “personas desplazadas (DPs)” polacas que llegaron a la Argentina entre 1947 y
1951 como producto de la gestión de diferentes organismos internacionales tales la UNRRA
(United Nations Relief and Rehabilitation Administration) y la IRO (International Refugee
Organization) ante el gobierno argentino.
Para abordar esta tarea partimos del supuesto de que estos “inmigrantes” forman un
colectivo diferenciado, el de los conocidos como DPs, ausente en los estudios históricos
sobre la inmigración en la Argentina.
En nuestro país, los estudios sobre la apertura de la inmigración europea de
posguerra han privilegiado especialmente los factores de atracción que ofrecía la coyuntura
económica argentina, el análisis de las estructuras demográfica y ocupacional de la oferta de
mano de obra técnica y rural europea para los proyectos de industrialización y de
modernización agraria (Barbero y Cacopardo, 1991). También se consideraron las
vicisitudes de los convenios de inmigración firmados con Italia y España y su incidencia en
las relaciones bilaterales de esos países con Argentina. (Devoto, 1985)

Algunos trabajos históricos recientes se centraron en las razones del ingreso de nazis
y colaboracionistas del Eje a la Argentina de posguerra (CEANA, 1 1998-2002), en tanto
otras investigaciones, por contraste, se ocuparon de las restricciones impuestas a la
inmigración judía (Senkman 1988; Klich, 1992; Proyecto Testimonio, 1998).

Todos ellos tienen en común no mencionar la existencia de miles de personas que no


caben en ninguna de estas categorías y llegaron a nuestro país como “personas desplazadas”,
sin tener siquiera la condición de refugiadas. La mayor parte de ellos eran de origen polaco.

Las políticas inmigratorias argentinas para la posguerra comenzaron a ser diseñadas


con anterioridad a la llegada de Juan Perón a la Presidencia de la Nación, ya que la

1
CEANA: Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en Argentina
Revolución de junio de 1943 había pensado en dotar a la población argentina de
homogeneidad nacional, amalgamada e integrada cultural y étnicamente. (Biernat, 2007).

Para alcanzar este objetivo, a partir de 1943, la nueva política inmigratoria


compartirá la misma interdicción que la conocida durante los gobiernos conservadores de
los presidentes Ortiz y Castillo: el rechazo de la oferta de mano de obra de los refugiados
europeos por motivos raciales e ideológico-políticos. En tal sentido, la nueva política
promovida por los militares nacionalistas culminará con la creación del Consejo de
Inmigración, en septiembre de 1943, que instrumentará con celo la serie de restricciones
legales decretadas por los gobiernos constitucionales anteriores. En julio de 1944 se creó el
Consejo Nacional de Posguerra con el fin de modelar una política para el período posterior
al fin de la guerra que lograra prevenir las dificultades derivadas de la nueva situación
internacional, planificar el desarrollo industrial y regular las relaciones sociales generadas en
la esfera de la producción, la distribución y el consumo. Este Consejo fue un ente autónomo
dependiente de la Vicepresidencia de la nación, a cargo de Juan Perón. Luego, el Primer
Plan Quinquenal (1947-1951) del presidente Perón heredó de la Revolución de 1943 tanto
una nueva valoración técnico profesional del inmigrante deseable que se buscará reclutar en
la Europa de la posguerra, como una misma preferencia de índole étnico-religioso-
ideológica que favoreciera especialmente a inmigrantes latinos de fe católica para los planes
de industrialización del país. El texto de este establecía que “será preferida aquella
(inmigración) por su procedencia, usos y costumbres, e idiomas sea la más fácilmente
asimilable a las características étnicas, culturales y espirituales de la Argentina y se dedique
a la actividad agrícola.” La mayor novedad en estaba en el interés por regular, seleccionar y
encauzas, desde el estado el flujo migratorio. (Marrone, 2002)

El fin de la Segunda Guerra Mundial dinamizó en la Argentina y en el mundo el


campo de la reflexión sobre los movimientos migratorios. La considerable oferta de
hombres dispuestos a dejar el escenario en el que se desarrolló el conflicto bélico encontró
eco en nuestro país, donde el factor humano era concebido por el gobierno como un eslabón
indispensable para sus planes de crecimiento económico. Los extranjeros, especialmente los
europeos comenzaron a ser tenidos en cuenta para cubrir el déficit de mano de obra en las
construcciones públicas, en proyectos industriales militares y en actividades rurales y
manufactureras. (Biernat, 2008)
Nuestro país en 1945 se encontraba en una situación inmejorable en relación a
Europa ya que sus altos niveles de producción de alimentos lo convertían en el proveedor de
ese continente empobrecido. Paralelamente, aquí se estaba dando un exitoso proceso de
sustitución de importaciones organizado por el gobierno del presidente Perón. La recepción
de grandes cantidades de inmigrantes fue analizada con cautela a pesar de la buena
coyuntura de entonces. Se temía que la vieja política de “puertas abiertas” provocara un
arribo masivo de elementos “no deseados” como los comunistas o grupos étnicos no afines a
la población argentina y que además diera como resultado desocupación y baja de salarios.
El peronismo siempre estuvo preocupado por la asimilación e integración de los
inmigrantes.
De todas maneras, el Primer Plan Quinquenal (1947-1951) volvió a adoptar la
política de puertas abiertas pero esta vez con algunas diferencias. Se centró en la necesidad
de seleccionar, encauzar y controlar la posibilidad de asimilación de los recién llegados
En el período comprendido entre el 1º de julio de 1947 y el 31 de diciembre de 1951,
llegaron a la Argentina 6,563 personas polacas consideradas “DPs” por las agencias que
organizaron su reasentamiento.2 Polonia ya estaba irremediablemente detrás de la Cortina de
Hierro y estas personas se sentían a sí mismas como símbolos del anticomunismo,
intentando dar a conocer al mundo los horrores que ellos conocieron de primera mano. Para
poder comprender qué significó para ellos ser uno de aquellos miles de Dps, categoría que
quisieron olvidar, hay que remontarse al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando
comienzan a dejar de ser ciudadanos libres.

Polonia entre Hitler y Stalin


Se puede sintetizar la situación de Polonia en relación a sus vecinos, en el período
que nos ocupa, diciendo que en 1939 Polonia fue el campo de encuentro de la Alemania nazi
y de la Unión Soviética, en 1941 fue el campo de batalla y, en 1945, el centro geográfico de
la campaña de limpieza étnica de Stalin.
En la inmediata posguerra Polonia fue una nación en movimiento, sus fronteras
fueron cambiadas. Casi ocho millones de alemanes debieron dejar el territorio hacia fines de
1947, y otros tres millones fueron deportados a Checoslovaquia. Otros ocho millones de
personas, la mayoría de ellos tomadas de los campos de trabajo forzado alemanes fueron
llevados a la URSS, en el mismo tiempo. Durante la guerra y al final de ella, en los
territorios polaco y soviético, doce millones de ucranianos, bielorrusos y polacos fueron
movidos de un lugar a otro. A esto debemos agregar los más de diez millones

2
Louise W. Holborn. (1956) International Refugee Organization. Its History and Work, 1946-1952. London
University Press, 438
deliberadamente asesinados por los nazis, quienes a su vez habían sido desplazados desde
sus hogares hacia su destino final. Estos números enormes y anónimos muestran cómo en
dos años Stalin había hecho su nueva Polonia, con sus nuevas fronteras y sus nuevos
pobladores. Mientras tanto los polacos que habían luchado junto a los Aliados,
especialmente en las filas inglesas, no estaban dispuestos a regresar a ese país que sentían
como nuevamente invadido, otra vez víctima de deportaciones y matanzas, alterado en sus
fronteras y demografía y que ahora estaba siendo gobernado por un partido que dependía de
Moscú. Para ellos era preferible seguir esperando un lugar en el mundo albergados en un
campo de personas desplazadas. Fue en estas circunstancias que los polacos obtienen
diferentes permisos para venir a nuestro país. (Davies, 2005)
Los polacos bajo la ocupación soviética no tuvieron mejor suerte que sus
compatriotas bajo la dominación nazi. En el otoño de 1939 los soviéticos capturaron a más
de ciento noventa mil oficiales polacos de bajo rango y los llevaron a sus campos, donde los
mantuvieron hambrientos, mal vestidos y torturados. En la segunda mitad de 1940 fueron
enviados a realizar trabajos forzados. Unos quince mil oficiales fueron llevados a los
campos de Kozielsk, Starobielsk y Ostaszków. Unos meses más tarde fueron ejecutados
14,552 de ellos. Los nazis descubrieron las fosas comunes en el bosque de Katyn en 1943,
pero los soviéticos lo negaron hasta 1990. Unos trescientos cincuenta mil civiles polacos
fueron encarcelados en prisiones y campos penales acusados de actividades contra la URSS.
La muerte entre esos prisioneros fue altísima, por ejemplo, en Kolyma alcanzó el 90%.
Se calcula que un millón setecientos mil ciudadanos polacos fueron deportados entre
1939 y 1941, cerca de trescientos ochenta mil eran niños. Los ciudadanos polacos tuvieron
que enfrentar condiciones de vida inhumanas y trabajos brutales en los campos soviéticos.
Allí murieron de inanición, exhaustos y por epidemias. Las cifras más conservadoras dicen
que un 20 por ciento de los deportados perdieron su vida en Siberia.
En junio de 1941, los nazis dieron comienzo a la “Operación Barbarroja” e
invadieron la URSS. Esto evitó la aniquilación absoluta de los deportados polacos, ya que
los soviéticos entraron a la coalición antinazi y finalmente Stalin se vio obligado a firmar un
acuerdo con Polonia, cuyo punto más importante fue la creación de un Ejército Polaco en la
URSS y la liberación de todos los ciudadanos polacos. Grandes contingentes de polacos
comenzaron a viajar, como pudieron, hacia el sur, donde el general Wladyslaw Anders
estaba formando el ejército. El caos y la desorganización fueron los compañeros de esta
movilización, el Gobierno Polaco en el Exilio no fue capaz de proveer la ayuda necesaria y
los soviéticos no hicieron nada por facilitar sus movimientos. El hambre, el frío, el calor, la
violencia, las enfermedades y el agotamiento hicieron que muchísimos caminantes murieran
en las repúblicas soviéticas de Asia central. Los evacuados hicieron un alto en algunos
campos de refugiados en Persia (Irán). Pronto se llenaron los hospitales de la Cruz Roja, al
tiempo que debieron crearse guarderías para los miles de niños que quedaron huérfanos. La
situación era tan grave que Gran Bretaña decidió el traslado una parte de ellos, junto con sus
maestras, a la India, África Oriental, Nueva Zelanda y México. (JAROSZYNSKA, 2004)
Si bien durante la guerra las tropas polacas estuvieron luchando en todos los frentes,
las conferencias de los Aliados en 1943 en Teherán; y en 1945 en Yalta, decidieron el
destino de Polonia trágicamente: los territorios orientales de la República Polaca iban a
pertenecer a la URSS, Polonia misma iba a encontrarse dentro del ámbito de la influencia
soviética.

Finaliza la guerra, comienza el exilio


El día de la Victoria no fue vivido con la misma alegría por parte de todos los
vencedores. Para los polacos que habían luchado desde el primer día de la guerra y hasta el
final, sintiendo el orgullo de haber derrotado a los nazis en Montecassino y Falaise, no hubo
tal felicidad. Su país estaba ocupado por la URSS. Los Aliados no los salvaron de ese
enemigo, todo lo contrario.
Después de la experiencia de vivir bajo la dominación soviética, casi ninguna de
aquellas personas que se encontraban fuera del territorio polaco quiso regresar a su hogar
una vez finalizada la guerra. Mientras esperaban por la repatriación o emigración, ellos
estuvieron en campos para personas desplazadas creados por organizaciones internacionales
en suelo alemán, austríaco e italiano. Para algunos de ellos la permanencia fue de unas
semanas, para otros fueron varios años.

Ni prisioneros, ni refugiados: DPs


A principios del siglo XX, el problema de los refugiados empezó a suscitar el interés
de la comunidad internacional que fue asumiendo la tarea de protegerlos y ayudarlos. La
Sociedad de las Naciones fijó la pauta de la intervención internacional en favor de ellos.
Poco después de la II Guerra Mundial, como el problema de los refugiados no había sido
resuelto, se sintió la necesidad de un nuevo instrumento internacional que definiera su
condición jurídica. Se requería una definición general de quienes habían de ser considerados
refugiados. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados fue adoptada por una
Conferencia de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas el 28 de julio de 1951 y entró en
vigor el 21 de abril de 1954.
Pero, en el período comprendido entre el final de la guerra y la Convención, miles de
personas se encontraron en una situación ambigua que fue denominada por E. Kulisher
como de “Displaced Persons” (DPs). Este término fue aplicado específicamente para
referirse a ciudadanos de Europa Central a quienes se les había hecho dejar su país de
nacimiento ya fuera como refugiado, prisionero o trabajador forzado.
El término “refugiado” es usado habitualmente como sinónimo de “persona
desplazada”, provocando confusión entre una clase descriptiva general de quien ha dejado
su hogar y un subgrupo de refugiados definidos legalmente que disfruta de protección legal
internacional. La mayor parte de las personas desplazas de la inmediata post Segunda
Guerra Mundial fueron ucranianos, polacos y otros pueblos de la región que se negaron a
retornar a la Europa Central dominada por la URSS.
Sin ninguna duda, la noción de refugiado es anterior a la II Guerra Mundial: la
definición concebida bajo la Sociedad de las Naciones (todo miembro de un grupo étnico
víctima de persecuciones, tal como los rusos o los armenios) seguida por una definición
individual y universal (todo individuo perseguido) forjada para el derecho internacional
humanitario de los años 30, había hecho del refugiado una entidad jurídicamente
identificable. El punto común de estos dos tipos de definiciones seguía siendo la ausencia de
protección del Estado de origen, condición necesaria para el reconocimiento de la calidad de
refugiado. (Skran, 1995).
El concepto de persona desplazada, por el contrario, es un neologismo de posguerra.
Hoy utilizado, comúnmente, para caracterizar el éxodo interno o externo de poblaciones o
grupos étnicos en busca de refugio, el término nació del encuentro, por los ejércitos aliados
avanzando hacia el territorio alemán, de millones de “desplazados” hambrientos, la mayor
parte de ellos llegados a Alemania en el marco del trabajo forzado. En la terminología
militar de los Aliados, las “personas desplazadas” son definidas entonces como “civiles que
se encuentran a causa de la guerra en el exterior de las fronteras nacionales de sus países de
origen.” 3
La distinción establecida entre refugiados, víctimas de persecuciones que huyen
voluntariamente de su país de origen, y los simples desplazados que podrían ser rápidamente
repatriados, se aplica principalmente a la primera fase de la historia de los refugiados de
posguerra que se extiende de 1945 a 1947.
3
LATTRE, 1949, p:527
En efecto, bajo la UNRRA el objetivo prioritario de las potencias occidentales es la
repatriación rápida de los refugiados hacia sus países de origen, motivado por
consideraciones materiales y políticas. Los refugiados costaban muy caro a los ojos de los
Aliados, el bloque soviético aún estaba en derecho de recuperar a “sus” nacionales en el
marco de su enorme esfuerzo de reconstrucción económica y de depuración política. La
distinción entre refugiados, considerados como exiliados políticos o disidentes, y los
desplazados, considerados como simples repatriables, se inscribe directamente en esta
gestión. Este tipo de identificación tropezaba con una profunda resistencia de parte de los
individuos involucrados. En el clima de la Guerra Fría naciente, numerosos portavoces de
los “desplazados” de Europa del Este denunciaban el carácter apolítico de esta apelación:
para los cientos de miles de franceses, holandeses o belgas transferidos hacia Alemania
como prisioneros de guerra o trabajadores, el término “persona desplazada” era sin duda
apropiado, pero se prestaba a confusión para los millones de ucranianos, rusos, polacos o
bálticos que se encontraban en Alemania al fin de las hostilidades. Un portavoz ucraniano
afirmaba categóricamente que “no son personas desplazadas, más bien son refugiados que
huyen de las persecuciones comunistas”. (Martin, 1948).
Es a partir de 1947-48 que el término “persona desplazada” se convierte
verdaderamente en sinónimo de refugiado. En plena Guerra fría, la IRO, organización
puramente “atlantista” desde la partida de las delegaciones del bloque soviético a fines de
1946, es mucho más abierta para admitir que “en el uso corriente, los términos de refugiado
y persona desplazada son tomados uno por otro sin problema”. En 1949, un funcionario
francés de la IRO explica que “estas personas desplazadas, estas víctimas de regímenes
totalitarios son, contrariamente a lo que dicen algunos, elementos extremadamente sanos y
muy atados a sus principios democráticos”. Producto de una fusión de sentido entre
refugiado y desplazado, displaced person se impone finalmente como denominación única
de todos los refugiados en la terminología oficial de la IRO. “En un deseo exagerado de
simplificación”, deplora en 1951 cronista de las actividades de la IRO, “el hábito nefasto se
esparció de manera tal que fundió al conjunto de estos infortunados bajo el término general
de personas desplazadas, o peor aún, simplemente de DP”.4
La IRO debía mantener esta distinción, por un breve tiempo: algunas partidas fueron
voluntarias y correspondían a una huida frente a los ejércitos o las ideologías. De quienes
habían partido así es de quienes se puede decir propiamente refugiados […] Los otros
engullidos por la marea alemana, fueron arrancados de su domicilio para servir como
4
RISTELHUEBER, 1951, p:33
trabajadores forzados […] Son aquellos de los que nosotros hemos tomado el hábito de
llamar personas desplazadas. Este tipo de identificación tropezaba con una profunda
resistencia de parte de los individuos involucrados. En el clima de la guerra fría naciente,
numerosos portavoces de los “desplazados” de Europa del Este denuncian el carácter
apolítico de esta apelación: para los cientos de miles de franceses, holandeses o belgas
transferidos hacia Alemania como prisioneros de guerra o trabajadores, el término persona
desplazada era sin duda apropiado […] pero para los millones de ucranianos, rusos, polacos
o bálticos que se encontraban en Alemania al fin de las hostilidades, el término se presta a
confusión: “[…]no son personas desplazadas, más bien son refugiados que huyen de las
persecuciones comunistas”. (Cohen, 2000)
Este esfuerzo de categorización, largamente inspirado por los problemas de
racionalidad “anglosajona” y del management científico de la cuestión de los refugiados,
condujo a numerosos observadores franceses a ver un signo trágico de atomización del
mundo y de la violencia simbólica propia de la preguerra. Así la revista Chemins du monde
en 1948 presentaba un dossier sobre las personas desplazadas, criticando los efectos
deshumanizantes de la categoría: “Pronunciamos Depe o Dipi y comúnmente se dice “un”
depé”, el término es de un pudor cruel que es también un testimonio de nuestra época”.
Claude Bourdet, en el mismo artículo, veía en el acrónimo “DP” un “escándalo que lleva,
siguiendo el uso moderno de los escándalos, un nombre bonito y prolijo, naif, un poco
técnico”. Louis Masignon constata que por su parte “que se trató de encontrar un término
técnico, voluntariamente átono, incoloro. ¡Persona desplazada! Como se dice casa
prefabricada, que se desplaza”. Para Louis Masignon, el eufemismo oficial DP revela una
profunda inhumanidad: ¿qué es el DP? ¿un alma? ¿una vida? Yo querría ejemplos
concretos.” (Chemins du Monde, 1948)
Esta crítica de los efectos deshumanizantes de la categorización de los refugiados de
Alemania contrasta con la imagen radiante de un DP abstracto, sano y regenerado que
propaga la iconografía de la IRO. En efecto los primeros signos tangibles de la constitución
de una nación DP dependen del dominio de la imagen. (…) Los DPs son presentados a
menudo de perfil, con su mirada tornada hacia el porvenir haciendo recordar la imaginería
obrera de la iconografía comunista. Estas galerías de retratos son para la OIR un medio para
presentar les DPs bajo un día de ventajas y de convencer a los países de acogida “que ellos
ofrecen al mundo talento y juventud”. Así, esas “instantáneas de los refugiados” ilustran la
comunidad de destino (Schicksagemeinschaft) que se esfuerza por construir la IRO
trascendiendo la especificidad nacional o religiosa de los refugiados en beneficio de la
unicidad de la identidad DP. La producción para la IRO de una serie de películas
documentales destinadas a sensibilizar la opinión pública internacional disemina la idea de
la existencia de un pueblo descontextualizado, totalmente definido por el prisma DP,
viviendo en el espacio quasi-lunar de “DP-landia” en el que se convirtió Alemania. Home
for the homeless (1948), en el que Henry Fonda hace de narrador, describe así una jornada
en el campo de refugiados, del alba hasta la caída del sol, sin ninguna referencia al mundo
exterior. (Cohen, 2011)
En 1951, en Ginebra, una conferencia especial de las Naciones Unidas aprobará la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. En ella quedó explicitado quién es
considerado un refugiado y el tipo de protección legal y de asistencia que debe recibir de los
Estados signatarios, así como los derechos sociales que deben serle garantizados. Del mismo
modo, definió las obligaciones de un refugiado para con los gobiernos de acogida y
especificó determinadas categorías de personas, como los criminales de guerra, que no
pueden ser reconocidos como refugiados. Recordemos que entre el final de la Guerra en
1945 y 1951 los DPs no tenían el estatus legal de refugiado, pero que sí la condición de DP
se convirtió en una necesidad vital: era la garantía de recibir alojamiento, alimentación y la
posibilidad de emigrar. Dicho de otro modo, la pertenencia a la comunidad DP era una
forma de oficialización del estatus de víctima y de exiliado reivindicados por los refugiados.
(Cohen, 2000)

Gérard Noiriel5 resalta que en este tiempo se produjo un proceso de identificación


burocrático de los refugiados. Así, las personas desplazadas sirvieron de laboratorio para las
prácticas de identificación, de selección y de asistencia que desde entonces se han volcado al
tratamiento contemporáneo de los problemas de los refugiados en Europa.
Por un lado pues, los individuos para quienes la etiqueta de DP a menudo fue una
forma de oprobio o de denegación de su condición de exiliados; de otra, una “maquinaria”
preocupada por definir, proteger, alimentar y vestir a sus refugiados “bona fide” y de
presentar al mundo una masa homogénea de DPs sanos y productivos, listos a ser
reinstalados en Europa o del otro lado del Atlántico. El desfase entre la manera en la que el
exiliado percibe su posición y la manera en la que los aparatos de selección y de protección
construyen, de manera unilateral, la categoría “refugiado”, está en efecto en el corazón de la
historia de las personas desplazadas de la posguerra europea.

5
NOIRIEL, Gérard.(1977) Représentation nationale et catégories sociales. L'exemple des réfugiés politiques.
En: Genèses,26, pp. 25-54
Las 700 000 personas desplazadas que tomó a cargo oficialmente la IRO a partir de
1947 son una población multinacional de sobrevivientes de campos de concentración, de
trabajadores forzados, prisioneros de guerra y refugiados de Europa del Este que se
encontraban en territorios del Tercer Reich al finalizar la guerra. Para ellos, el estatuto de
DP es una necesidad vital: garantiza la posibilidad de recibir alojamiento y
aprovisionamiento regular de alimentos para todos los miembros de cada familia. El estatus
de DP también ofrece la preciosa posibilidad de emigrar hacia el Nuevo Mundo, los EUA de
preferencia. América Latina rara vez fue la primera elección, ya que pocos países tenían las
condiciones climáticas, políticas y económicas que pudieran atraer a estas personas. Sin
embargo, unos cien mil vinieron a esta región. Eso debería hacernos pensar en la
desesperación de los DPs.
La pertenencia a la comunidad DP es una forma de consagración que oficializa el
estatuto de víctima y de exiliado reivindicado por los refugiados. De acuerdo al deseo de la
UNRRA (predecesor de la IRO) y de las potencias aliadas de dividir a los DPs en grupos
étnicos homogéneos, es la nacionalidad en el sentido alemán del término (nationalität) que
separa desde 1945, los diferentes grupos de refugiados.
A) Polacos. En el seno de este mosaico, el grupo más importante estaba constituido
por los polacos que en su gran mayoría habían llegado a Alemania en el marco del
Auländereinsatz (trabajo forzado) puesto en marcha por el régimen nazi. Así, tres millones
de trabajadores polacos fueron deportados hacia Alemania entre 1939 y 1945. La mayor
parte toma el camino del regreso en 1945 y a principios de 1946. Incitados a ello por las por
las misiones de repatriación despachadas por el gobierno de Varsovia, como por la
“Operación Zanahoria”, diseñada por la UNRRA. Para desatascar rápidamente los
carísimos “centros de concentración” y de reglar la cuestión de los refugiados para la
repatriación masiva hacia sus países de origen, las autoridades aliadas hicieron una oferta
tentadora a los refugiados polacos: tres meses de raciones alimentarias a cambio de su
inmediato retorno a Polonia.
B) Un subgrupo importante de refugiados clasificados por la IRO como “polacos”
fueron víctimas, desde 1919, de las purgas étnicas y de la sovietización de Ucrania
Occidental, antigua Polonia oriental. Su exilio se justificó simplemente por la desaparición
de su país natal.
C) Judíos. El otro gran grupo del que la IRO se hizo cargo fue el de los DPs de
origen judío. Los refugiados judíos fueron reagrupados étnicamente, independientemente del
Estado de origen: ilustración del principio étnico que gobernaba la clasificación y la
separación de los refugiados de posguerra, pero también del divorcio definitivo entre la
mayoría de los sobrevivientes judíos de Europa del Este y sus Estados respectivos. Para
estos sobrevivientes, la posguerra es un momento de regeneración física y sicológica
mientras esperan emigrar hacia Israel o los EUA. Sensible a su suerte particular, la OIR le
otorga automáticamente el estatus de DP y los reagrupa en campos homogéneos.
D)El último grupo sustancial de DPs de la IRO era el formado por los refugiados de
origen báltico.
En primer lugar la IRO rechazaba sistemáticamente a todos los alemanes étnicos, su
mandato estipulaba la exclusión de millones de volksdeutsche expulsados de Europa del Este
que inundan Alemania desde 1945; en segundo lugar a los supuestos colaboracionistas y por
último, debían detectar a quienes quisieran emigrar por razones puramente económicas.
Articulada sobre estos tres polos, la política de elegibilidad de la IRO descansaba
sobre un tipo de entrevista cara a cara que todavía hoy decide la suerte de quienes demandan
asilo y de su bien fundado temor a la persecución. Como los refugiados de hoy, los DPs de
1945-1951 tenían como característica común el “contar historias” a expertos encargados de
evaluar su veracidad –o a falta de pruebas tangibles, la plausibilidad- de su resumen de vida.
La construcción de los DPs en hábiles contadores de historias en este aspecto es una etapa
fundamental en la historia del asilo contemporáneo. Los DPs tenían una fuerte falta de
confianza en las autoridades que los controlaban y sentían que las comisiones, en su espíritu,
tenían por meta hacerlos confesar aquello que no eran y que toda pregunta escondía una
trampa. Por otra parte, los interesados, advertidos sobre lo que les convenía decir (…)por los
largos meses de observación y de escucha aprendieron a construir un relato aceptable cuya
conclusión fuera la elegibilidad.
El verdadero árbitro de esta confrontación fue, entonces, el experto: el eligibility
officer formado por la IRO, que asumía una tarea delicada y compleja, que exigía no sólo
cualidades de conciencia sino también conocimientos jurídicos y políticos extensos. Misión
tanto más complicada si se tiene en cuenta que “los armenios soviéticos se decían de
nacionalidad iraní, los refugiados de Azerbadjan, de Turkestán, los tártaros de Crimea y los
caucasianos se decían turcos, los rusos y los ucranianos decían ser ciudadanos polacos.
Frente a este caos identitario la misión del experto, a menudo, era la de paliar la falta de
papeles fiables, perdidos o voluntariamente destruidos por los refugiados. Es así que el cara
a cara toma todo su sentido: “un interrogatorio puede muy bien confirmar los dichos de un
joven lituano incapaz de proveer otras pruebas que una carta de trabajador expedida por una
autoridad alemana, cuando el afirma haber sido deportado luego de una redada en su
pueblo.”La IRO fuerza así a los DPs a convertirse en contadores de historias profesionales
empelando estrategias narrativas yendo del “relato de imploración” a la construcción
esquizofrénica de un “otro” que respondiese de manera satisfactoria a las expectativas del
interrogador”. (Cohen, 2000)
El último documento producido por los servicios de la IRO en 1952, demuestra el rol
jugado por la estadística en la construcción del pueblo DP: 54 meses de intensa
investigación han hecho de una población heterogénea una entidad “real” con contornos
rigurosamente delimitados. Fenómeno no muy estudiado en la historiografía consagrada a la
posguerra, la formación de un grupo “refugiado” resultante de las prácticas administrativas
de la IRO constituye un momento crucial en la historia contemporánea de los movimientos
migratorios, del exilio político y del derecho de asilo en el mundo occidental. En efecto, un
intenso proceso de racionalización separa el universo de los refugiados y desplazados de
1945 del mundo uniforme de los DPs estandarizados producidos por la IRO en los campos
de refugiados.
Desaparición de la categoría DP
¿Cómo explicar la ausencia, en el seno del espacio de la memoria, de este importante
número considerable de individuos “identificados” entre 1945 y 1951 por la abreviatura
anglosajona “DP”?
Tanto en Europa como en América, diferentes grupos sociales estructuran la
memoria de la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias inmediatas. Así las
múltiples asociaciones de sobrevivientes de la Shoah, de trabajadores deportados, de
miembros de la resistencia, de prisioneros de guerra, o en Alemania los ex volksdeutsche
expulsados de Europa del Este, han contribuido ampliamente a dar forma al espacio de la
memoria, a menudo conflictivo. Sin embargo una categoría particular de individuos está
totalmente ausente aquí: las “personas desplazadas” de la inmediata posguerra, protagonistas
del movimiento más grande de refugiados que jamás haya conocido el continente europeo.
El historiador John Bukowczyk, afirma que el público norteamericano inicialmente
se oponía a que su país recibiera a las víctimas europeas de la guerra, pero que gracias al
lobby realizado por diferentes organizaciones, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la
Displaced Persons Act en junio de 1948, por la que se le permitió el ingreso a más de
200.000 personas. La ley incluía un amplio número de condiciones y limitaciones que
hicieron que el proceso de inmigración fuera muy complejo. En 1950 otra acción de lobby
importante logró una modificación a la DP Act, prolongándose la fecha de aceptación de
Dps hasta junio de 1952 y aumentando el número de admisibles a 341 000. Esta reforma
también permitió el ingreso de 11 000 veteranos de guerra polacos asentados en los DP
camps de Gran Bretaña, quienes reforzaron el particular carácter político e ideológico de
esta inmigración que sentía una pesada carga de sufrimientos y penurias de guerra y de
hacer frente a la realidad inmigrante durante su estadía en Gran Bretaña. Una vez llegados a
los Estados Unidos, estos oficiales sintieron la depreciación de su vida profesional y pública,
se vieron privados del prestigio social y del honor que se habían ganado duramente durante
la guerra. A menudo debieron aceptar empleos en trabajos manuales mal pagos. A todo ello
se sumaba el hecho de haberse convertido en el centro de las bromas étnicas, donde DP ya
no significaba Displaced Persons sino Dirty Polack. La misma situación de depreciación
vivieron muchos de ellos en Buenos Aires.
John Guzlowski, quien nació en uno de los DP camps de Alemania, decía que “no
todo era como una escena de una vieja película sobre el American Melting Pot y como
funcionaba para que todos nos convirtiéramos en una familia feliz de americanos. Había
gente que miraba a los DPs como si fueran alimañas indeseables. Nosotros sufrimos algunas
de estas miradas de los viejos inmigrantes polacos y de quienes no eran polacos, también.
Me recuerdo caminando con mi padre, buscando una habitación para alquilar en la avenida
Milwaukee, y la gente nos daba la espalda cuando escuchaba que éramos DPs. Los DPs.
Eran sucios, no confiables. Eran borrachos, golpeadores de mujeres, criminales y
pendencieros.”6
Para Mark Wyman, en DPs: Europe's Displaced Persons, 1945-1951, la evaporación
de la categoría “DP” se debería al rechazo voluntario de la identidad de grupo ligada a la
etiqueta “DP” pues ellos jamás se enorgullecieron de su clasificación, ni de su sufrimiento
común. Agrega que esto se condice con el trabajo dirigido, desde 1946, por el sociólogo
Edward Shils, uno de los primeros observadores de los DPs reunidos en los campos de
Alemania, quien afirmaba que no existía entre las personas desplazadas ningún lazo
comunitario comparable con los que existían entre los ex prisioneros de guerra. Entonces no
es sorprendente que la identidad DP haya sido canalizada hacia otros vectores de memoria.
Los Dps judíos, por ejemplo, se consideran ante todo como sobrevivientes de la Shoah; los
DPs bálticos, ucranianos o polacos, como exiliados forzados y víctimas del comunismo.
La ausencia de identidad colectiva de los DPs es notoria ya que un sentimiento de
grupo podría haberse forjado durante los muchos años de vida compartidos en los centenares

6
Gultowski, John. Lightning and Ashes. Steel en:
http://www.ebibliotekos.com/2010/08/truth-teller-john-guzlowski.html
de “DP camps”, a lo que se suma la formidable empresa de asignación identitaria a la cual
fueron sometidos los refugiados de posguerra.

Camino a la Argentina
El Reino Unido aceptó a la mayor parte de los polacos que habían peleado junto a los
Aliados. Llegaron a las islas provenientes de los campos de refugiados de Alemania, Austria
e Italia. En 1946 el gobierno británico estableció el Polish Resettlement Corps (PRC) que
concebido como un “acuerdo transitorio diseñado para ayudar a aquellos ex combatientes
polacos, que se sienten incapaces de regresar a Polonia, a adaptarse a la vida civil en Gran
Bretaña”.7 Los polacos pudieron ingresar a voluntariamente al PCR, que se convirtió en un
programa de preparación para el trabajo y la inmigración. Allí les enseñaron el idioma y
oficios útiles para la vida civil, al tiempo que recibían la promoción de los distintos lugares a
los que podían emigrar. La mayoría de ellos vivió en campos dispersos por todo el Reino
Unido en condiciones que iban de “adecuadas” a espartanas. Uno de los mayores incentivos
que encontraron para dejar el país en busca de nuevos espacios fue la permanente
discriminación y rechazo al que se veían sometidos por parte de los diferentes sindicatos
ingleses.
Desde el inicio de la saga de los DPs, una cosa era clara: si se le daba la posibilidad,
la mayoría de ellos elegiría ir a los Estados Unidos. No sólo por las creencias acerca de su
riqueza, la seguridad frente al comunismo y su alto nivel de vida. Además de estas verdades,
muchos DPs querían reencontrarse con familiares que ya estaban viviendo allí.
(SHEPHARD, 2011)
De todas maneras, unos 6000 polacos eligieron venir a nuestro país, en parte por las
mismas razones familiares, en parte porque la Argentina no llevó adelante prácticas de
selección preliminar con el rigor de los Estados Unidos, Canadá o Australia. Así muchas
personas mayores pudieron ingresar acompañando a sus hijos.
Los recién llegados no se consideraban (ni se consideran aún hoy) a sí mismos como
simple inmigrantes, sino en todo caso como una categoría “especial” de inmigrantes:
refugiados políticos. Anna Jaroszynska afirma que esta distinción había sido adoptada
durante la guerra y más especialmente en el período de organización de los DPs cuando
había aumentado la politización de las masas de refugiados. Los refugiados contraponían el
concepto de exilio político al de la inmigración temprana de carácter económico, a la que

7
Keith Sword, Norman Davies, and Jan Ciechanowski, The Formation of the Polish Community in Great
Britain, 1939-50, pág. 248
llamaban “emigración por el pan”. Los DPs. de alguna manera retomaron la tradición
romántica polaca, considerando a su motivación política como una razón más noble y más
legítima para emigrar. Se dieron una identidad que les parecía más respetable, compatible
con el legado de la lucha histórica por la independencia de Polonia.
Muchos exiliados creían que su estadía en la Argentina sería temporaria, ya que
imaginaban que los Aliados harían una nueva guerra para liberar a Polonia de la ocupación
comunista, entonces ellos podrían regresar a su Patria.
El mito del regreso inminente impulsó los esfuerzos para construir fuertes
comunidades de exiliados, lo que podría facilitar la acción política necesaria, así como
preservar la cultura polaca. Hicieron hincapié en la preservación y el desarrollo de la cultura
polaca en el exilio. El exterminio de la intelectualidad polaca durante la guerra, la
sovietización de la vida económica y política, y la supresión de la cultura polaca les dio un
renovado sentido de urgencia a sus objetivos y la educación patriótica de la próxima
generación se convirtió en un elemento vital. La juventud debía ser preparada para su
regreso a la Patria, por eso debían conservar el idioma y conocer la historia, geografía y
costumbres de Polonia. Se esperaba que los hijos tuvieran sentimientos patrióticos hacia el
lugar de nacimiento de sus padres, que esa era su patria y no el sitio en el que nacieron por
cuestiones del azar. La Argentina era sólo un espacio en el que organizarse antes del
regreso, uno más de los tantos en que habían estado desde que ingresaron a Siberia,
siguieron por Irán, Palestina, Egipto, Italia, Inglaterra. Sólo era una etapa más en el viaje de
regreso a casa.
Pero la vuelta no se dio y hubo una gran división entre la nueva y las viejas olas
migratorias: Hecho que se ha dado tanto en nuestro país como en los Estados Unidos y
Brasil. Esas migraciones tempranas estaban compuestas mayoritariamente por campesinos y
los Dps, gente de clase media, se asentaron en lugares urbanos o industriales (Buenos Aires,
Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Mendoza), señalando constantemente sus diferencias y
creando algunas organizaciones profesionales como la Asociación de Ingenieros Polacos en
la Argentina y otras agrupaciones de carácter social y cultural en las que se organizaban en
torno al ballet, al teatro de repertorio nacional y a la biblioteca. Un rol especial jugó la
prensa que se había iniciado a principios de siglo y que en la Segunda Guerra Mundial
recobró la centralidad, ya que al mismo tiempo que se relataban los acontecimientos bélicos
se defendían posturas ideológicas antagónicas. Se discutía sobre la necesidad de adhesión a
Moscú o a Londres. Todos los periódicos tomaron partido activamente, ninguno fue neutral.
Otras voces comenzaron a querer hacerse oír, especialmente las que llegaban con la
idea de sumarse al proyecto de Stalin. Nowa Polska (Nueva Polonia) hizo sus primeros
pasos en 1942 de la mano de Segismundo Lukasiewiecz quien prontamente se une al
“Comité pro unidad de los eslavos” y ya no lo llamó “periódico polaco” sino que en 1943
fue el “único periódico polaco democrático”. Este emprendimiento no pudo continuar y fue
cerrado antes de que finalizara la guerra. Pero sólo se trató de una interrupción que dio lugar
a la aparición de otras publicaciones del mismo tenor.
En 1945 llegó a nuestro país el Dr. en Ciencias Sociales, Ignacio Popiel-Szmidt, ex
secretario de la Legación de Polonia en Río de Janeiro y comenzó a dirigir Lud (El Pueblo),
quincenal, cuyo segundo número publica de una manera destacada:
“Último momento. Nuestro periódico recibió con sumo agrado la noticia de la declaración de guerra
por parte del Gobierno de la República Argentina que adoptando esa trascendental medida ha unido su causa a
la de todas las naciones aliadas que luchan por la paz y la justicia”.8
1945 fue el inicio de otro “periódico democrático polaco” en Buenos Aires: Polska
Wyzwolona (Polonia Liberada). Hasta 1950 llegaba quincenalmente a los hogares que
comulgaban con las ideas de izquierda y que leían polaco, sólo escribía en el idioma de los
inmigrantes a excepción de una pequeña nota editorial. No tenía anuncios comerciales, salvo
el del Banco Polaco. Este auspiciante merece ser tenido en cuenta muy especialmente, pues
hasta el final de la guerra estuvo presente en todos los periódicos, independientemente de las
tendencias políticas de los mismos. En la posguerra fue acusado de ser el medio de
financiamiento de los comunistas en Buenos Aires. Polska Wyzwolona relató
pormenorizadamente cómo se fueron dando los cambios en el gobierno polaco desde el final
de la guerra hasta el establecimiento del pacto de Varsovia. No sólo eso, también proponía
la movilización de sus lectores en auxilio de un país que quedó desvastado.
Otros militantes prosoviéticos, comoWenceslao Staisiejko, intentaron organizar la
prensa polaca llamada “democrática”, es decir, prosoviética. En primer lugar creó Tygodnik
Polskie (El semanario polaco) cuyos 23 números vieron la luz entre junio de 1951 y marzo
de 1952, para ser reemplazo a partir de junio por Ogniwo (El Eslabón). Sus artículos estaban
orientados a mostrar los éxitos de la nueva política polaca, la gestión de las nuevas
autoridades, la recuperación de la vida tradicional campesina y el renacimiento de la
industria. Todo ello profusamente ilustrado con fotografías provenientes de Polonia.
Todos los diarios, cada uno con su impronta, pidieron colaboración para la
reconstrucción de Polonia. El Glos Polski y Niezalezny Nowy Kurjer, diarios del período de

8
“Lud”, Buenos Aires, 1.4.1945
entreguerras, mantuvieron su posición católica y se pronunciaron como anticomunistas,
críticos del apoyo que el Partido Comunista argentino le brinda a los nuevos periódicos
polacos.
Con la llegada de miles de polacos entre los años 1947 y 1951 se reavivó entonces la
necesidad de crear nuevos espacios en los cuales publicitar los ideales y así aparecieron
Nasza Sprawa (Nuestra Causa) Lazik (El Merodeador) y List z Europy i Polski (Cartas de
Europa y Polonia) editados por los ex combatientes. A estos se unió Nowy Kurier creando
una sección para la comunidad de los excombatientes.
A pesar de los enfrentamientos de los distintos órganos de prensa con Glos Polski,
éste siguió siendo el periódico de una colectividad que se negaba a aceptar los cambios que
se estaban gestando en la Patria y se orientó a comunicar los valores tradicionales. Los
recién llegados encontraban en esta publicación los anuncios que les ayudaban a
organizarse: trabajo, médicos, servicios varios; pequeños cursos de idioma castellano y,
como siempre, artículos sobre la cultura polaca que los ayudaba a mantener vivo el idioma.
Glos Polski a lo largo de toda su historia publicó testimonios de amistad entre los
argentinos y los polacos, recordó todas las fiestas patrias argentinas, se sumó a todos los
hechos significativos para la República Argentina y mostró respeto por sus gobernantes.
Pero con Juan Perón fue distinto, Glos Polski fue mucho más allá, lo admiró y apoyó
abiertamente como nunca antes, ni después, lo haría con un gobernante argentino. Este
diario sostuvo la reelección de Perón y la candidatura de Eva Duarte a la vicepresidencia en
1951. En el mes de agosto de ese mismo año, se había realizado en Buenos Aires la
Asamblea Anual de la Unión de los Polacos en la República Argentina, en ese momento se
le envió e mensaje de apoyo a Perón y se le pidió una audiencia para exponer su
reconocimiento por la buena acogida que habían tenido los polacos llegados como
consecuencia del fin de la guerra y de la instauración del gobierno prosoviético en Polonia.
Unos días antes de la renuncia de Evita, Glos Polski publicaba dicho mensaje:

“Los polacos que habitan esta tierra viendo en la persona del actual Presidente de la Nación:
Excelentísimo Señor Juan Domingo Perón al Líder del Justicialismo, que con fuerza general debe imponer en
el mundo la completa independencia de los pueblos, plena de libertad del hombre y con ello la Libertad de
Polonia, proclaman la imperiosa necesidad a que sea reelecto por otro período y dirija los destinos de este
país, nuestra segunda Patria y la Patria de nuestros hijos. Proclamamos también que la fórmula presidencial sea
completada por Su Señora Esposa –cuyo nombre Evita es ya santo y seña para multitudes ayer abandonadas y
hoy respetadas y protegidas.”9

9
Glos Polski, Buenos Aires, 24.08.1951
El 17 de septiembre fueron recibidos en la Casa Rosada por Perón. El Presidente de
la Unión de los Polacos, Estanislao Pyzik, redactó un discurso que sería publicado en Glos
Polski, en él presentaba brevemente los antecedentes de la presencia polaca en la Argentina
y a quienes estaban allí ese día y sus razones. Para finalizar declaraba:

“Y si los primeros (los inmigrantes anteriores a la Segunda Guerra Mundial) reclamamos al unísono
que sigáis dirigiendo los destinos de este gran país, los de la reciente llegada al unirse a nosotros en este clamor
general, os piden, Excelentísimo Señor, que la preparación de ellos sea aún más aprovechada y que llegado el
caso de una contienda que, a pesar de todo, se vislumbra, que no sean considerados como enemigos de esta
tierra ya que forman un grupo en todo contrario al régimen que hoy domina en Polonia.
Tampoco falta en nuestro grupo la mujer polaca, que supo en todo momento acompañar al hombre en
la lucha por la Libertad e Independencia. Ella cruzó con él los continentes, soportando penurias y miserias; y
hoy se hace presente aquí para rendir junto con nosotros el homenaje de respeto, cariño y reconocimiento a
Vuestra Señora Esposa –ya por todos llamada cariñosamente Evita y expresarle el gran pesar por la decisión
tomada al no aceptar la proclamación del Cabildo Abierto y subrayar la nobleza de su carácter, el desinterés
personal y la modestia acrisolada, al haber preferido el puesto de lucha y de trabajo intenso en la Secretaría de
Trabajo y Previsión, creada por Vuestra sabia concepción.
Permitidnos al final Vuestras Excelencias que podamos dejaros como modesto recuerdo de nuestro
paso por esta Casa de Justicia Social, estos presentes: Historia de nuestra Patria nativa, un álbum de la
organización militar polaca durante los diez siglos de luchas por la Independencia, estos dos cuadros que os
desea brindar en nombre del Señor General Wladislaw Anders, el Señor Presidente de los Excombatientes con
una carta autógrafa que entregará; un ejemplar de Técnica editada por el Centro de Ingenieros Polacos como
así también un ejemplar del libro “El destino puede esperar”, historia de la aviación polaca, y de parte de la
mujer polaca para la Compañera Evita: estos tres pares de muñecos paisanitos de distintas regiones de Polonia
y este ramillete de lilas silvestres de los campos polacos, elaborados con todo cariño por las socias de
Rosario”.10

No faltó la respuesta del Presidente de la Nación, que fue traducida al polaco para
que pudiera ser comprendida por todos los lectores:

“Yo deseo que mis primeras palabras sean para agradecerles la amabilidad que han tenido en llegar
hasta esta casa, para darme la inmensa satisfacción de poder saludarlos personalmente. La colectividad polaca
en la Argentina no es una nueva colectividad dentro de nuestro país. Sabemos que desde la época de la
emancipación argentina los polacos, que asistieron al nacimiento de este país, lucharon conjuntamente con
nosotros por esa independencia. Los hemos visto después a lo largo de toda la organización de nuestro país; los
hemos visto más tarde compartir nuestro pan y nuestro trabajo como ciudadanos de esta gran Nación en
formación donde necesitamos tanto del espíritu y del talento de los polacos que comparten con nosotros la
tarea de la lucha de todos los días. Siempre hemos pensado en nuestras luchas, en el ejemplo que Polonia ha

10
Glos Polski, Buenos Aires, 28.09.1951
dado al mundo durante mil años de lucha por su independencia y su soberanía. Sabemos cuál es la escuela en
la que se formaron los polacos; la escuela del sufrimiento que es, indudablemente, la escuela más dura pero la
que más enseña al hombre. Sabemos de ese espíritu tesonero que los polacos tienen; lo hemos visto en nuestras
actividades y en nuestro trabajo. Por eso, los polacos que han venido a compartir nuestras tareas, que
templaron sus almas allá en su lejana patria en la lucha por la subsistencia, por la soberanía y por la
independencia, son y serán siempre bienvenidos a esta tierra.
Agradezco las palabras del señor coronel, como también la atención del general Anders a
hacerme llegar por medio de una carta la palabra de un hombre que todos respetamos porque es un soldado que
ha luchado por la causa de su patria, y esos soldados son y serán siempre respetables, en la tierra de los
hombres que creen que para un país, no hay nada más grande que su libertad y su soberanía.
Sabemos bien, señores, que Polonia por ser un país de sufrimientos es un país de héroes.
Sabemos que a través de su literatura y de su música está vibrando el alma de libertaria de Polonia. Eso lo
compartimos todos, lejanos o no, en este mundo de luchas, de terribles luchas por el ser o no ser de las
naciones. En esa lucha Polonia es una bandera levantada al viento para ejemplo de los pueblos que piensan y
sienten que sin esa libertad y sin esa soberanía los hombres no pueden ni podrán vivir en el futuro. Y en la
disyuntiva terrible que presenta la opresión, venga de donde venga, todos debemos inspirarnos en esa lucha
milenaria de los polacos –que permitió formar su alma y templar su espíritu. Polonia seguirá siendo un ejemplo
para el mundo entero; por ello los polacos en esta tierra han sido siempre respetados y queridos –porque, a
través del tiempo, y de la distancia, lo que une más estrechamente a los hombres, es su manera de sentir y de
pensar.
Nosotros tenemos, afortunadamente, un pueblo que ama a su libertad más que a ninguna otra cosa en
la vida. Y ustedes provienen de un pueblo que ha sacrificado generaciones de hombres jóvenes para asegurar
esa misma libertad, quizás no siempre con tanta fortuna como nosotros. Pero nosotros, en medio de esa
fortuna, auguramos al pueblo polaco una nueva aurora no lejana que le permita cumplir –como hemos podido
satisfacerla nosotros- la aspiración por la que han muerto tantos polacos, por la que han surgido tantos héroes
en la lejana Polonia, que ya está clamando a Dios para que de una vez por todas pueda realizar su
independencia, mantener su soberanía y hacer flamear a todos los vientos del mundo su bandera llena de
sacrificios y llena de gloria.
Yo sé cómo están amasados el sacrificio y el alma de los polacos, yo sé bien que esta colectividad de
hombres de trabajo, de hombres humildes que han venido a esta tierra en busca de una paz que,
desgraciadamente, no alcanzaron nunca en la lejana Polonia, se asimila a nuestro país; sé como ellos, con
nosotros, con las nuevas generaciones, están dando hijos a esta tierra, y eso, para nosotros, es lo más grande
que tenemos, porque es el futuro de nuestra patria. Nosotros sabemos bien cómo piensan y sienten ustedes,
porque pensamos como ustedes y sentimos como ustedes. Al asimilarse a esta tierra, las nuevas generaciones
de polacos que desde Misiones hasta Tierra del Fuego, o desde Buenos Aires hasta Mendoza, están formando
nuevas generaciones de argentinos, nosotros apreciamos lo que ustedes traen desde la lejana Polonia como
valores permanentes para la nacionalidad. No sólo agradecemos el que compartan nuestras tareas, nuestro
trabajo; agradecemos también lo que ustedes aportan, como valores positivos, a la ciencia, a la industria y al
trabajo argentinos. Nosotros pensamos que esos valores que los hombres incorporan a los pueblos con su
actividad, están ampliamente satisfechos por la colectividad polaca. Puedo asegurarles que estas palabras, que
hacen de mi sinceridad y de mi lealtad, son también las palabras que el pueblo argentino quisiera decirle a toda
la colectividad polaca, como agradecimiento por la obra que ustedes, conjuntamente con nosotros, están
realizado.
Al agradecerles que hayan llegado hoy hasta esta casa, quiero decirles en nombre de la Nación cuánto
es nuestro cariño por ustedes, cuánto es nuestro interés por contarlos siempre con nosotros y cuál es el
agradecimiento que por todas las actividades útiles que ustedes han prestado al país, los expresa por mi
intermedio la Nación Argentina.
Y como ciudadano también debo decirles, señores, cuánto agradezco el gesto de ustedes, haciendo
llegar a mí una palabra de aliento en esta lucha que todos gobernantes emprendemos y realizamos desde el
gobierno; porque sé que es una palabra de aliento leal y sincera, nacida desde el corazón, y porque conozco
como es el alma de los polacos, templada en el combate que debieron enfrentar cientos de generaciones para
que no digan nunca lo que no sienten, para que sean hombres libres, unidos por ese sentimiento de libertad que
provoca la opresión. Quiero terminar mis palabras augurando de nuevo a Polonia la gloria y la libertad a que
tiene derecho; haciendo votos para que en corto plazo puedan volver los felices tiempos de la Polonia libre, sin
opresiones, manejada por sus hombres, y para que a los héroes polacos puedan sonreír frente a la historia
futura de ese pueblo que, con su sufrimiento, con su valor y con su trabajo, se ha ganado el derecho a ser feliz,
de ser libre y de marchar por el ancho curso que la historia reserva para los pueblos virtuosos y trabajadores
como Polonia.
Finalmente deseo agradecer profundamente las obras, el álbum y los cuadros que me han hecho llegar;
los tendré en mi casa como un testimonio de ese cariño, que es mutuo. Para nosotros, ustedes lo saben bien, no
son polacos; para nosotros son argentinos. Estos recuerdos representarán para mí la imagen de lo que termino
de decir: que ustedes son admirables y respetables porque aquí sieguen siendo polacos; y son queridos porque
para nosotros son argentinos.” 11
Al llegar el mes de octubre Glos Polski se unió a las celebraciones del Día de la
Lealtad e insistió en su admiración por Evita:

“Celebrado el aniversario del Día de la Lealtad, del 17 de octubre, fecha cara a los anhelos y
propósitos del pueblo y que ha pasado a integrar los fastos de Patria con el nombre arriba mencionado –será
recibido por todos los trabajadores con una salva de bombas que serán disparadas en cada una de las
organizaciones confederadas, como un homenaje a la esposa del primer magistrado, señora Eva Perón. El Día
de la Lealtad tendrá este año, además de estar dedicado a exaltar el gesto de “Evita” al renunciar su

candidatura a la vicepresidencia de la República, otro motivo para su más pronunciado realce.”12

Palabras finales
Estos miles de hombres y mujeres que llegaron a la Argentina del Primer Plan
Quinquenal lo hicieron mayoritariamente bajo el amparo de las organizaciones
internacionales. Una gran mayoría partió de puertos ingleses y otros vinieron desde Italia.
Nuestro país tenía menos restricciones que los Estados Unidos, Canadá y Australia, eso hizo
11
Glos Polski, Buenos Aires,28.09.1951
12
Glos Polski, Buenos Aires, 19.10.1951
que muchos polacos se inclinaran por este destino. Algunos de ellos lo eligieron porque ya
tenían familiares asentados en el país.
La mayor parte de ellos se empleó en el sector industrial. Quienes había sido parte de
la RAF (Royal Air Force) fueron a Córdoba para trabajar en la Fábrica Militar de Aviones.
Otros trabajaron en el sector energético, petrolero y de vialidad. Claro que también hubo
trabajadores en casi todos los rubros, algunos eran músicos que se ganaron la vida como lo
puede hacer cualquier artista. Sin dudas, un hombre que casi todos conocimos por sus
trabajos fue Tadeo Bortnowski, director de Sucesos Argentinos.
Un alto porcentaje de quienes llegaron en la posguerra decidieron reemigrar hacia los
países que originalmente habían preferido pero que las cuotas los habían convertido en
inaccesibles.
Las experiencias de vida de estos inmigrantes serán el tema de una próxima
ponencia.

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Glos Polski (La voz de Polonia), Buenos Aires, 1929-2013
Lud (El pueblo) Buenos Aires, 1945
Niezalezny Nowy Kurjer (Nuevo Mensajero Independiente), Buenos Aires, 1928-1947
Nowa Polska (La Nueva Polonia) Buenos Aires, 1942-1943
Nowy Kurier (Nuevo Mensajero Buenos Aires,) 1947-1976
Ogniwo (Eslabón) Buenos Aires, 1952-1959
Oredownik (El Procurador) 1924-31, en Azara y 1931-1950, Posadas.
Polska Wyzwolona (Polonia Liberada) Buenos Aires, 1945-1950
Przyjaciel Ludu (El Amigo del Pueblo) Buenos Aires, 1930-1933
Slowo Polskie (La Palabra Polaca) Buenos Aires, 1919-1920
Tygodnik Polski (Semanario Polaco) Buenos Aires, 1952-1959

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