Sujetoentransicion Construccindesdelassexualidades

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 347

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/343588237

SUJETO EN TRANSICIÓN: Construcción desde las sexualidades

Thesis · August 2020


DOI: 10.13140/RG.2.2.21192.34563

CITATIONS READS

0 147

1 author:

Ysamary Arenas
Universidad Metropolitana, UNIMET
6 PUBLICATIONS 6 CITATIONS

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Ysamary Arenas on 11 August 2020.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

DIRECCIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

DOCTORADO EN PSICOLOGÍA

SUJETO EN TRANSICIÓN:
Construcción desde las sexualidades

Autora:
Esp. Ysamary Arenas

Caracas, 2019
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
DIRECCIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
ÁREA DE PSICOLOGÍA

DOCTORADO EN PSICOLOGÍA

SUJETO EN TRANSICIÓN:

Construcción desde las sexualidades

Autora: Ysamary Arenas

Trabajo que se presenta para optar


al grado de Doctor en Psicología

Tutora

Dra. Cristina Otálora


APROBADO EN NOMBRE DE LA UNIVERSIDAD

CENTRAL DE VENEZUELA POR EL SIGUIENTE

JURADO EXAMINADOR

Coordinador
AGRADECIMIENTOS

La construcción de un trabajo de investigación como el que

presento en este momento siempre implica la conjugación de múltiples

fuerzas y energías para que se consolide. En solitario, el producto nunca

habría sido el mismo y, más importante aún, el proceso habría sido

mucho más cuesta arriba.

En este sentido, agradezco en estas líneas a todos los que me

acompañaron en cada letra tipeada, en cada disertación teórica,

monólogo sin sentido y grito de auxilio.

A mi familia que siempre está allí, acompañando las alegrías y

los sinsabores y ¡preparando la celebración desde el primer día! Gracias

por su paciencia, el apoyo incondicional y el amor que me transmiten.

A mis amigos, por seguir apostando por mí, dar palabras de

aliento y no molestarse demasiado con mis embarques durante este

proceso: Gaby (Máquina), Paula, Valentina, Gaby Peña, Ignacio,

Giselle, Cristina y Sergio.

A la UNIMET en pleno, las autoridades y el Decanato de

Investigación y Desarrollo que estuvieron pendientes de mi crecimiento

académico. Fundamentalmente, agradezco a Miriam Benhayón por


velar por mi desarrollo en la carrera académica durante todos estos años

y por el cariño transmitido desde el inicio.

A Elizabeth Cordido mi mentora y promotora en esto de ser un

profesional ético, profundo y asertivo. Por todas nuestras sesiones

“pensando en borrador” y “socializando el conocimiento”.

A mi equipo de Ciencias del Comportamiento, me han enseñado

mucho de lo que sé y su apoyo ha sido incondicional. Por esto estaré

siempre agradecida y honrada de pertenecer a esta gran familia.

A mis queridos alumnos (muchos ya ex alumnos) y tesistas que

han recorrido conmigo el camino de la investigación en la construcción

de sexualidades, especialmente a Alejandrina y Victoria, Antonio,

Annyed y Juanpi. Todos estuvieron dispuestos a ayudar activamente

con lecturas, discusiones, transcripciones y participantes. ¡A ustedes va

esta tesis!

A mi tutora Cristina Otálora, gracias por guiarme y muchas veces

defenderme en este proceso. Han sido varios años de compromiso que

no pasaron desapercibidos.

Por último, agradezco profundamente a los participantes que

contribuyeron a crear conocimiento. Sin obligación alguna contaron sus

v
historias y se mantuvieron presentes a lo largo de muchos meses.

Espero haber representado su voz como lo merecen.

A mi familia,

por enseñarme de tolerancia, reflexión, ética y compromiso.

A mis alumnos y tesistas,

sin ustedes el conocimiento sería efímero.

vi
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

DOCTORADO EN PSICOLOGÍA

RESUMEN

SUJETO EN TRANSICIÓN:
Construcción desde las sexualidades

Autora: Esp. Ysamary Arenas


Tutora: Dra. Cristina Otálora
Caracas, 2019

Las nociones de sujeto y sexualidad han ido variando a lo largo de la historia. De la


misma manera, estos conceptos tienen interpretaciones diferentes de acuerdo con el
contexto sociohistórico de referencia; es por esto, por lo que la presente
investigación tuvo como propósito comprender la construcción del sujeto que tiene
un grupo de jóvenes profesionales a partir del significado que le otorgan al género
y la sexualidad. El método utilizado fue cualitativo dentro de un paradigma
construccionista, siguiendo la estrategia de investigación de estudios de caso
instrumental. Se realizaron entrevistas a profundidad a 15 jóvenes profesionales de
diferentes áreas de experticia y universidades, con edades comprendidas entre 21 y
36 años y con diferentes características en cuanto a su orientación sexual, identidad
sexual y género. Los participantes provenían de Caracas y otras ciudades del
interior del país. La información fue analizada mediante el método de las
comparaciones constantes garantizando el carácter emergente de la investigación.
En líneas generales, los hallazgos dan cuenta de construcciones tradicionales que
se plantean sobre la base del binarismo sexual típico de la heteronormatividad
común en Venezuela y construcciones contemporáneas que rompen con las
exigencias heteronormativas y el sistema sexo/género. Esto plantea una brecha que
permite la negociación entre lo nuevo y lo viejo y sobre la cual se funda el sujeto
actualmente, un sujeto en transición.

Palabras claves: Sujeto, sexualidad, sexualidades, género, identidad, sujeto en


transición

vii
ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS .............................................................................. 4

RESUMEN ................................................................................................ vii

ÍNDICE .................................................................................................... viii

ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS ....................................................... xiii

INTRODUCCIÓN ...................................................................................... 1

CAPÍTULO I: Planteamiento del problema ................................................ 5

1. Descripción del problema ................................................................. 5

2. Justificación de la investigación ..................................................... 14

3. Objetivos de la investigación .......................................................... 20

3.1. Objetivo general .......................................................................... 20

3.2. Objetivos específicos ................................................................... 21

CAPÍTULO II. Marco Referencial ............................................................ 22

1. El sujeto........................................................................................... 22

1.1 El sujeto en la filosofía moderna ................................................. 22

1.2. Maestros de la sospecha .............................................................. 27

1.3. El Sujeto en la época contemporánea .......................................... 31

1.4. Generación Millenial ................................................................... 37

viii
2. Identidad .......................................................................................... 41

2.1. Teorías sobre la adquisición/construcción de la identidad .......... 44

Perspectivas individualistas: ................................................. 44

Perspectivas sociales ............................................................. 47

Perspectivas psicosociales ..................................................... 48

3. Identidad sexual, Género y Sexualidades........................................ 51

3.1. Identidad sexual ........................................................................... 56

Género ................................................................................... 58

Roles y estereotipos de género .............................................. 66

Aproximaciones teóricas contemporáneas ............................ 70

4. Contexto actual................................................................................ 82

4.1. Contexto Venezolano: Las sexualidades ..................................... 88

4.2. Sexualidades periféricas en Venezuela ....................................... 95

5. Construcción de significados .......................................................... 99

5.1. Construccionismo, sujeto, sexualidades .................................... 104

CAPÍTULO III. Marco Metodológico .................................................... 107

1. Definiendo el paradigma y la estrategia de investigación ............. 109

1.1. La decisión por la metodología cualitativa ................................ 109

1.2. El estudio de caso ...................................................................... 110

1.3. Carácter emergente .................................................................... 113

ix
2. Construir e interpretar la información ........................................... 114

2.1. Métodos de recolección de información y acceso al campo ..... 114

2.2. Contexto y participantes ............................................................ 117

2.3. Análisis de la información ......................................................... 122

2.4. Evaluación de la calidad ............................................................ 126

CAPÍTULO IV. Análisis de Resultados ................................................. 131

1. Venezuela: Una sociedad conservadora ........................................ 133

1.1. Referentes culturales venezolanos ............................................. 134

1.2. Estructuras de poder y socialización ......................................... 141

Primer nivel ......................................................................... 142

Segundo nivel ...................................................................... 145

1.3. Perfil sociocultural del venezolano ........................................... 147

Características emocionales/ de personalidad ..................... 148

Características comportamentales ....................................... 150

1.4. Situación de la Sexualidad en Venezuela .................................. 156

Homosexualidad en Venezuela ........................................... 163

2. Espacios para descubrir (se) y flexibilizar (se) ............................. 173

2.1. Contextos globales en cambio ................................................... 174

2.2. Contextos personales ................................................................. 180

La identificación sexual ...................................................... 181

x
Encuentro con el género ...................................................... 187

Encuentros con la discriminación ....................................... 193

3. Procesos de cambio y resignificación ........................................... 202

3.1. Condiciones que intervienen en el cambio ................................ 203

3.2. Construcción actual de significados .......................................... 209

Significados de Sexualidad ................................................. 211

Significado de género .......................................................... 219

Significado de orientación sexual........................................ 230

Significado diversidad sexual.............................................. 233

3.3. Definición del sí mismo ............................................................ 236

CAPITULO V. Planteamiento Teórico y Consideraciones Finales ........ 244

1. Planteamiento teórico: Un sujeto en transición ............................. 244

1.1. El contexto venezolano en las construcciones de género y

sexualidad. 247

1.2. Espacios intermedios: Binarismo sexual y ruptura de la

heteronormatividad .......................................................................................... 252

1.3. Problematización y resignificación ........................................... 258

Mundo del conocimiento ..................................................... 260

Malestar Emocional ............................................................. 270

1.4. Caracterización del sujeto actual ............................................... 277

xi
2. Reflexiones finales y recomendaciones ........................................ 283

Referencias .............................................................................................. 288

Anexo A: Guion Entrevistas ................................................................... 321

Anexo B: Información participantes ....................................................... 324

Anexo C: Testimonios durante devoluciones.......................................... 327

Anexo D: Glosario .................................................................................. 329

xii
ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS

TABLA 1. GRUPO DE INFORMANTES ............................................................................................. 121

TABLA 2. ORGANIZACIÓN DE LOS RESULTADOS ............................................................................ 132

FIGURA 1. RELACIONES ENTRE LA CATEGORÍA 1 Y LAS SUBCATEGORÍAS ..................................... 134

FIGURA 2. PERCEPCIÓN DE LA RIGIDEZ DEL MACHISMO .............................................................. 139

FIGURA 3. RELACIONES ENTRE LA CATEGORÍA 2 Y LAS SUBCATEGORÍAS ..................................... 174

FIGURA 4. DIMENSIÓN DEL RECHAZO-ACEPTACIÓN DE LOS CAMBIOS RESPECTO A LAS

EXPRESIONES DE GÉNERO Y SEXUALIDAD ........................................................................... 180

FIGURA 5. RELACIONES ENTRE LA CATEGORÍA 3 Y LAS SUBCATEGORÍAS ..................................... 203

FIGURA 6. DIMENSIONES DEL SIGNIFICADO DE SEXUALIDAD ....................................................... 211

FIGURA 7. DIMENSIONES DEL SIGNIFICADO DE GÉNERO ............................................................. 220

FIGURA 8. CARACTERÍSTICAS ASOCIADAS POR LOS PARTICIPANTES A LO MASCULINO Y LO

FEMENINO ........................................................................................................................... 222

FIGURA 9. CONTINUO DE LA DEFINICIÓN DEL SÍ MISMO.............................................................. 240

FIGURA 10. MODELO TEÓRICO DEL SUJETO EN TRANSICIÓN ....................................................... 247

xiii
INTRODUCCIÓN

Desde los inicios de la historia, las sociedades han intentado definir al ser

humano como hombre, ser, o sujeto. Esta definición ha ido variando y ha hecho

énfasis en diferentes aristas que se corresponden con necesidades o “discursos” de

la época. Por ejemplo, durante el siglo XVII el auge estuvo en un principio en la

razón, luego en el XIX en lo sociopolítico, hasta llegar al siglo XX donde con el

psicoanálisis y los movimientos feministas comienza a imponerse el discurso de la

sexualidad.

Igualmente, desde que el humano existe el estudio de la sexualidad y sus

formas ha sido de interés constatando grandes diferencias de acuerdo con el

contexto histórico en que se explore. De esta forma, según la época se puede hablar

de la sexualidad libremente, como algo sólo asociado al sexo masculino, vinculado

al pecado, al placer o al goce.

Es en esta multiplicidad de opciones tanto para la noción de sujeto como

para la sexualidad, donde cobra vida el presente estudio que pretende comprender

cómo un grupo de jóvenes profesionales construye al sujeto desde sus significados

de género y sexualidad. Así, dos conceptos generales son fundamentales en el

desarrollo de la presente investigación, por un lado, el sujeto y, por otro, las

sexualidades.

Nombrar las sexualidades implica apostar por narrativas y subjetividades

plurales que discuten “las construcciones socioculturales que habían sido creadas

desde una racionalidad heterocentralista y heteronormativa” (Marín, 2016; p.24) en

1
la época moderna. De esta forma, la noción de “sexualidades” en plural permite

aproximarse con una postura crítica a la sexualidad y entenderla como una

estructura de poder que esconde prácticas sexuales consideradas ilegítimas.

Consecuentemente, la mirada de las sexualidades se traduce en una postura ética y

política que reivindica la diversidad como hecho natural de los seres humanos y

rompe el discurso hegemónico de la heteronormatividad dando cabida a las

múltiples identidades, los múltiples géneros, las múltiples orientaciones y prácticas

sexuales.

A lo largo de este documento el lector se encontrará con cinco capítulos en

los que desarrollo en principio el planteamiento del problema donde se expone una

breve descripción de este, la importancia del estudio y establezco los objetivos. En

el segundo capítulo hago un recorrido teórico-histórico de las nociones

fundamentales para la comprensión del tema: El sujeto, la identidad, el género y la

sexualidad.

Para el desarrollo de este marco referencial sigo una lógica temática y

temporal pues considero que la evolución histórica de estos conceptos y preceptos

es importante a la hora de comprender cómo hemos llegado a las caracterizaciones

actuales. Esto tuvo como consecuencia que en diferentes apartados vuelva sobre

autores y planteamientos ya mencionados. Además, lo imbricado de estas nociones

no facilita su redacción de forma independiente.

En el tercer capítulo el lector podrá conseguir las respuestas al cómo se

realizó la investigación a nivel metodológico. Igualmente, la justificación por el

2
estudio de caso como estrategia de investigación y el carácter emergente que

distinguió al procedimiento. También en este capítulo se encuentra la información

de los participantes y los criterios para su selección.

A partir del cuarto capítulo el lector encontrará los resultados de la

investigación que organicé en tres grandes categorías que abarcan a la sociedad

venezolana como un contexto heteronormativo y conservador, los espacios para

descubrir y flexibilizar los significados adquiridos en la niñez y el proceso de

cambio personal y resignificación en el que se construyen los significados actuales.

La organización de los hallazgos esta mediada por mi interpretación de la voz de

los jóvenes profesionales entrevistados y en ningún momento pretende ser

generalizable más allá de este grupo. Ahora bien, como podrán observar en el quinto

capítulo otros autores han llegado a conclusiones similares con otros grupos y en

distintos contextos.

En este último capítulo expongo el planteamiento teórico que explica a un

sujeto en transición entre los patrones más heteronormativos y aquellos que

transgreden el pensamiento dicotómico tradicional y las consideraciones finales de

la investigación donde elaboro algunas discusiones, conclusiones y

recomendaciones para futuros estudios.

Esta investigación se inscribe en un paradigma construccionista y como tal

no responde a un enfoque teórico específico; por el contrario, la idea es rescatar la

voz de los jóvenes estudiados. Esta forma de abordar tiene una doble función para

mí, en tanto, por un lado, el joven es tomado en cuenta y; por otro lado, me intento

3
deslastrar de discursos como el clínico, el psicoanalista y el feminista que escuchan

y producen conocimiento de estos temas desde su trinchera y me comienzo a

preguntar si las realidades respecto a las sexualidades y su implicación en la

constitución del sujeto se encuentran hoy distantes respecto a lo que profesamos

desde estos otros enfoques.

Ahora bien, estar libre de sesgo considero es un imposible. De esta forma,

termino esta introducción exponiendo al lector que luego de varias investigaciones

he creado una postura política respecto a estos temas que me llevan a velar por la

equidad, y cuestionarme los criterios de normalidad y las categorías puras respecto

al sexo y al género. En consecuencia, considero que cualquier patrón de

comportamiento que juzgue al otro desde estas concepciones termina por aumentar

la brecha, alejarnos los unos de los otros y exacerbar las diferencias sin tomar en

cuenta las similitudes y aquello que nos hace humanos: la diversidad.

4
CAPÍTULO I: Planteamiento del problema

1. Descripción del problema

La concepción del sujeto ha ido evolucionando a través de los años,

destacando diferentes vertientes según la época y el contexto cultural. Herrera, C.

(2011), comenta al respecto, que los sujetos no nacen, se hacen; son producto de la

cultura en la que se encuentran inmersos y crecen dentro de unos códigos de

comportamientos que los construyen en lo que debe ser un hombre y lo que debe

ser una mujer.

Quizá uno de los temas que más polémica genera en la actualidad es el

concerniente al sujeto y su sexualidad. Ahora bien, dentro de la época en la que

vivimos y con tantas diferencias individuales, tanta relatividad e incluso

ambigüedad, ¿cómo responder y mantener una única respuesta sobre lo que es el

hombre?, ¿quién tiene la verdad? La respuesta a esto parece ser nadie y todos a la

vez.

La persona, en especial la persona del mundo occidental, sustentada en la

tradición judeocristiana y en la medicalización de la sexualidad, se ha empeñado en

mantener un único patrón de lo que es ser hombre y ser mujer. Sin embargo, por

diferentes razones como el acceso a la información y la comunicación, la

globalización y la caída de los valores de la modernidad, estos patrones son cada

vez más cuestionados por el sujeto contemporáneo y también por culturas

ancestrales donde hombres y mujeres mantienen comportamientos que distan de lo

que consideramos normal; por ejemplo, los indígenas Berdaches (Estados Unidos)

5
y los Hijras (India y Pakistán) son personas transgénero con roles espirituales

destacados en sus sociedades, los boy-wives y las females-husband1 en el África

subsahariana destacan la multiplicidad en los roles de género y los Piegan de

Canadá entre los cuales existe la mujer con “corazón de hombre” por sus

características típicas masculinas (Herrera, C., 2011). Igualmente hay países como

Alemania y Australia donde hombre y mujer ya no son la única opción de identidad.

Estos cambios en muchos casos han sido originados por los distintos

movimientos que promueven la des-estigmatización y la des-patologización de las

sexualidades. Entre ellos el movimiento feminista ha sido el gran precursor, en un

principio con la lucha por la igualdad de la mujer y; luego, con los años ha derivado

además en el estudio de los estereotipos de género y ha abierto un amplio campo de

reflexión que ha traído logros importantes, como la reivindicación de los derechos

de hombres y mujeres. También el movimiento Queer que ha representado a los

homosexuales, las lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y todo aquel

que se siente por fuera del sistema binario. Estos movimientos, entre otros, han

logrado el estudio de la sexualidad y, específicamente, del género como una

categoría social y no como un ente ligado al sexo, lo que nos lleva a preguntarnos,

si los órganos sexuales no determinan las posiciones masculinas o femeninas ¿qué

pasa con la identidad del sujeto?

A nivel personal, en los últimos diez años he coordinado una línea de

investigación con el fin de explorar estas categorías sociales ligadas a las

1
Esposa-hombre y marido-mujer

6
sexualidades y cuyos resultados son los que me llevaron al actual tema de estudio.

El primer hallazgo llamativo que encontramos en los estudios con transexuales,

pero que se repitió en investigaciones con homosexuales, bisexuales, amos y

sumisos, es que los participantes, incluso cuando el objeto de estudio era una

orientación sexual o un rol, la constituían en tanto identidad; es decir, la

homosexualidad y la bisexualidad, al igual que la transexualidad y roles de amos y

sumisos, no es algo que se practica es algo que se es (Arenas y Gómez, 2009;

Arenas, 2013; Arteaga, Mijares, Arenas, 2017; Perera y Arenas, 2019; León y

Rangel, 2017).

El único estudio realizado en el que también claramente participa el género

pero que no constituye una identidad según los participantes entrevistados es en la

población de Drag Queens. El dragqueenismo es para ellos una práctica, bien sea

como trabajo o como arte, pero nunca lo que son. De este estudio destaco que los

Drag Queens afirmaron que, para la sociedad, los roles de género son confusos y

siempre asocian a los hombres que hacen drag con un rol pasivo por los prejuicios

inherentes a los estereotipos de la sociedad venezolana que refuerzan el hecho de

que un hombre, al vestirse de mujer, debe ser necesariamente femenino o

amanerado (Natera y Soilán, 2017).

Como se puede apreciar, la concepción de género surge en estas

investigaciones como un elemento fundamental. Entre los hallazgos, encontramos

que los participantes exponen que el género en Venezuela es concebido como una

categoría rígida y dicotómica, donde los significados de masculino y femenino son

mutuamente excluyentes. Al mismo tiempo, describen a la sociedad venezolana en

7
comparación con otros países, como culturalmente arcaica y llena de tabúes

sexuales que afectan en la expresión de la sexualidad (Amundaray, Ríos y Arenas,

2017; Rodríguez y Silva, 2018; Ríos, Amundaray y Arenas, 2019). Esta rigurosa

distinción, por supuesto que rechaza y castiga la transgresión del género

considerando a las personas que infringen las categorías reguladoras, como es el

caso de la diversidad sexual, como desviadas o enfermas; por el contrario, si el

género cumple con los patrones dicotómicos establecidos hay menor posibilidad de

rechazo personal y social (Arenas, 2013; Arenas y Gómez, 2009; Arteaga, Mijares,

Arenas, 2017; García y Magalde, 2016).

Todas estas investigaciones coinciden en la dificultad que existe en

Venezuela para expresar cualquier tipo de sexualidad que se salga de los parámetros

socialmente aceptados. Bien sea desde la orientación sexual, la identidad sexual o

la práctica sexual, los limites venezolanos de lo tolerado o no tolerado son muy

cortos; especialmente cuando de género se trata.

Otro hallazgo importante que se repite en las investigaciones de mi línea es

la aparición de los prejuicios producto del machismo y la religión como causantes

de las dificultades para la comprensión, la vivencia interna y la expresión de las

sexualidades (Alfonzo, 2017). Al respecto, otros autores también dan cuenta de

cómo estos prejuicios son transmitidos a través de las estructuras de poder. Tovar-

Núñez (2013), es una de las autoras venezolanas que expone que “la familia, las

instituciones educativas, religiosas, los medios de comunicación, en fin, toda la

sociedad, presenta a la heterosexualidad y a los sistemas de parentesco constituidos

como los únicos validos” (p.188). En Argentina, Josefina Fernández, (2000),

8
también expresa que la formación de la identidad esta mediada por el discurso

cultural afianzado por la familia y la escuela que busca organizar una unidad

coherente.

En los años 80, luego de los postulados de Foucault sobre el poder, es

cuando por primera vez se contempla a la sexualidad como una construcción social,

pues se comienza a tener conciencia sobre los peligros del discurso de lo natural y

normal y surge la necesidad de transformar la noción clásica bio-esencialista de la

sexualidad (Herrera, C., 2011). En la misma línea Gergen (1991/2006), explica que

hablar de masculino y femenino como identidades únicas y verdaderas en esta era

es un imposible, pues cada sujeto se construye en relación con los otros, y esa

construcción va a depender de las narrativas culturales que se han creado al respecto

en el contexto socio histórico.

Butler (1997), quien toma en cuenta estos planteamientos, expone que el

género es performativo pues “constituye la identidad que se pretende que sea” (p.

24); es decir “no hay identidad genérica tras las expresiones del género; esa

identidad se constituye performativamente por medio de las mismas "expresiones"

que se supone como sus resultados” (p. 24). De esta forma, la autora indica que las

posibilidades de interpretación en cuanto a las mujeres o la mujer y/o los varones y

el varón sugieren la necesidad de replantear las categorías de la identidad inmersas

dentro del contexto de relaciones que impone la asimetría del género.

Los autores mencionados previamente destacan como influencia de la teoría

Queer. Esta propuesta ha basado sus planteamientos teóricos en la crítica al

binarismo sexual que considera excluyente y ha fomentado el uso de conceptos

9
como fluidez y ambigüedad para estudiar los cuerpos sexuados con el fin de

deconstruir las identidades genéricas lineales.

Con todo lo anterior, surge la duda de cómo se construye el sujeto

actualmente, cuando un elemento tan básico como su identidad está en

cuestionamiento, qué pasa con lo masculino y lo femenino hoy en día, dónde

quedan todas las expresiones identitarias distintas al sistema dicotómico tradicional.

En varios de los estudios planteados previamente, los participantes reportan

que aun cuando queda mucho trecho por recorrer para la aceptación y la inclusión

de la diversidad en las expresiones identitarias en la sexualidad en Venezuela, se

han visto mejoras en comparación al pasado. Esto demuestra que no solo el contexto

cultural sino el histórico marcan las construcciones y las aproximaciones que

mantenemos respecto a los sujetos y su sexualidad y que actualmente parecen estar

en proceso de cambio.

Mora (2007), tiene hallazgos similares en su investigación sobre la familia

venezolana clase media. En este estudio descubre a través de métodos cualitativos

que la familia sufre una tensión constante en la que negocia las tradiciones de la

familia de origen para adaptarlas a la familia y la época actual. Expone también la

transición que viven los roles de género en tanto el ingreso de la mujer al mundo

laboral y la participación del hombre en el ámbito familiar. Para esta investigación

es muy importante el significado de familia que expresan los participantes pues se

constituye como un espacio de poder que actúa sobre los miembros del grupo y la

sociedad.

10
Debido al poder de socialización que la familia ejerce sobre sus miembros,
el valor que se le atribuye pareciera superponerse al del individuo cuando
se piensa en la sociedad. De tal forma que el apoyo, la educación, el afecto
y las reglas, son prácticas que provienen de la familia y una vez aprendidas
se reproducen en la sociedad. Por esta razón, la una permite la existencia de
la otra, le sirve de fundamento, la posibilita. No es el ser humano en tanto
individualidad quien define lo social, lo hace, entre otras cosas, la diversidad
familiar. La familia forja lo social en tanto sus prácticas se reproducen en
diferentes espacios que lo social le provee (Mora, 2007; p. 63).

En España, la tesis de Melón (2018), estudia desde una perspectiva

cualitativa y mediante entrevistas la participación de la familia en la socialización

y posterior adquisición de la identidad de género. Entre los hallazgos Melón (2018),

destaca que,

Las maneras de enseñanza del género dentro de la familia han ido


transformándose de forma muy marcada en las últimas generaciones. Han
pasado de una coerción bastante extremista que hacía hincapié en unos
modelos totalmente binarios y estancos, a una expresión del género mucho
más flexible que va incorporando la diversidad de forma paulatina. Y esta
mayor aceptación de la diversidad, se aplica tanto a las diferentes formas de
vivirse como mujer u hombre, como a las identidades u orientaciones
sexuales diversas (p.39).

La autora también explica que, si bien los discursos machistas manifiestos

no son bien recibidos, estos se han traducido en mensajes invisibilizados y

simbólicos que actúan desapercibidos; por ejemplo, a través de los estereotipos de

belleza femeninos o, en líneas generales, en la necesidad de encajar. Esta presión

social por ser parte del endogrupo aumenta considerablemente en el caso de las

personas de identidades y orientaciones sexuales diversas; en consecuencia, la

11
mayoría de las personas LGBTI entrevistadas en esta investigación habían sufrido

“conflictos y debates internos desde muy jóvenes por el simple hecho de no poder

incorporar las ‘normas de género’ que se les imponían” (Melón, 2018; p.40).

Melón (2018), culmina explicando que comprender el género desde una

lógica binaria y asociada a una función reproductora, ha llevado a la discriminación

por medio de la represión, el castigo físico o simbólico, y el asesinato de las

personas con orientaciones sexuales no normativas. Ahora bien, también expone

que las personas LGBTI han ido logrando paulatinamente derechos que contribuyen

a atenuar las posiciones tan rígidas y extremas de las orientaciones sexuales por

géneros.

Otros estudios que exponen el cambio en relación con la aproximación a las

sexualidades se han hecho alrededor del mundo. Específicamente en Latinoamérica,

Sharim (2005), realizó una investigación cualitativa en Chile para dar cuenta de

estos cambios en las vivencias subjetivas de la identidad de género. Encontró en los

participantes dos emociones predominantes: miedo y orgullo. El miedo frente a

nuevos patrones de género que no están nada claros y que más allá de suponer una

flexibilización hace que las personas se escuden en las posiciones tradicionales. El

orgullo, en sentido contrario, aparece cuando logran apropiarse de nuevos roles de

género. En conclusión, Sharim (2005), plantea que la puesta en acto de las

estrategias de género debe ser entendida más que como un bloqueo, como una

transición.

12
Por su parte en México, Lozano (2009), emprendió un estudio en el que

quiso conocer y describir el significado psicológico que los jóvenes mantienen

sobre los términos homosexualidad, gay y lesbiana. Los hallazgos de Lozano

demuestran significados positivos hacia la homosexualidad gay y lesbiana, lo que

se relaciona con una idea de apertura y tolerancia; sin embargo, resaltan también la

discriminación y el rechazo hacia la comunidad homosexual. El autor destaca la

ambivalencia respecto al término homosexualidad que es visto tanto como normal

como discriminado y no aceptado. Explica que esta tendencia es producto del

cambio social que atraviesa la sociedad mexicana hoy en día, en el que las nuevas

generaciones son más abiertas a formas diferentes de expresión social, mientras que

los padres mantienen creencias tradicionales y conservadoras respecto a la

diversidad sexual.

La tesis de Amigot-Leache (2005) también dio luces de estos cambios

mediante el estudio del género y el sujeto desde una mirada Foucaultiana y

Butleriana. Entre los resultados, la autora expone que la resignificación para el

sujeto es un proceso complicado donde los miedos, culpas, la felicidad y los anhelos

se hacen presentes en los individuos menos sujetados a lo culturalmente establecido

y se abre espacio al deseo por nuevas identificaciones y nuevos tránsitos.

Ante toda esta realidad de cambio social y de significados puedo concluir,

al igual que Vera-Gamboa (1998), que “el comportamiento sexual no es simplista,

ya que éste dependerá del contexto socio-histórico y cultural en que se desarrolla”

(p.121). Entendiendo que la sexualidad es un elemento pivote del sujeto y que el

13
contexto definitivamente ha cambiado cabe preguntarse ¿cómo construyen los

significados del género y la sexualidad al sujeto?

Teniendo esto en cuenta, surgen además las siguientes preguntas de

investigación:

• ¿Cuáles son las interpretaciones respecto a la sexualidad para un grupo de

jóvenes profesionales?

• ¿Cuál es el significado de la diversidad sexual para un grupo de jóvenes

profesionales en la sociedad actual?

• ¿Cuál es el significado del género para un grupo de jóvenes profesionales?

• ¿Cómo se comportan las relaciones de género en el contexto actual para un

grupo de jóvenes profesionales?

2. Justificación de la investigación

La comprensión de la sexualidad es mucho más compleja de lo que los seres

humanos nos podemos imaginar, la aproximación continua a su estudio desde la

ciencia nos coloca ante complejidades como la relación entre sexos, sexualidades y

diversidad sexual y nos obliga a aceptar las limitaciones de los referentes culturales

que hemos construido socialmente (Castro, 2003).

Desde el siglo XX, se ha ido profundizando en los sistemas de comprensión,

entendidos como significados construidos socialmente que utilizamos para

aprehender y regular el contexto cultural en el que nos desenvolvemos. Sin

embargo, el día a día nos llama a actualizarnos en dichos significados por la

14
necesidad de comprender nuevas formas de expresión, de vivencias, de relaciones,

etc. que han surgido en las sociedades actuales o que son más visibles por la

facilidad del acceso a la información y la globalización. Parte importante de estos

cambios están relacionados con la sexualidad y las formas diferentes de expresarla

y vivirla.

No en vano podemos ver y escuchar hoy en día términos y categorizaciones

relacionados con lo sexual, al género y su diversidad que hasta hace unos años se

desconocían, como gays, lesbianas, transgénero, travestis, bisexuales, transexuales,

intersexuales, andróginos, cisexuales, fluidos, hermafroditas, asexuales,

pansexuales, queers, personas que dudan de su orientación sexual, metrosexuales,

swingers, entre otros. Tal como afirma Sánchez-Olvera (2009), hoy en día en el

estudio de la sexualidad “aparecen identidades diversas, disidentes del modelo

heterosexual dominante de ejercicio de la sexualidad (…) que exigen, por una parte,

en el marco de los derechos sexuales, el reconocimiento como sujetos” (p.110).

El reconocimiento de estas “trasgresiones” a lo “normal”, tiene

implicaciones en el individuo, en su psique, en su organización social, en las

sintomatologías clínicas contemporáneas, y más importante aún en su constitución

como sujeto; por lo que resulta imperante abordar este tema desde la psicología

como ciencia que estudia los procesos intrapsíquicos y el comportamiento del ser

humano.

Otro punto importante para considerar es el bienestar de estas personas en

la sociedad actual. No sólo aquellos que han saltado la barrera de la normalización

15
de la sexualidad y el género que, en muchos casos, están siendo violados en sus

derechos humanos e irrespetados por grupos sociales, sino todo aquel que en su

aceptación de la ruptura dicotómica se pregunta ¿ahora quién soy?

La teoría queer se ha dedicado al estudio de estas implicaciones desde el

concepto de “identidad queer” que afirma que todas las identidades sociales son

igualmente anómalas. Sin embargo, hay autores que han criticado el uso del término

queer para referirse a estas personas pues supone un estigma desde el propio

significado de la enunciación. Igualmente exponen que una paradoja que este

movimiento debe resolver es la reivindicación de una identidad propia mientras que

rechazan la naturalidad de las identidades (Herrera, C., 2011).

Al respecto concuerdo con estos postulados, pues considero que el término

queer hoy en día es contradictorio con sus propios planteamientos, pues si todos

somos queer, ya deja de ser raro. Para referirme a esta multiplicidad opté por utilizar

el término sexualidades.

En Venezuela, cada vez son más notorias las organizaciones que luchan por

la aceptación de esta diversidad y en contra de su estigmatización, pero si bien ha

habido varios avances en materia política y jurídica, a nivel social todavía se sufre

el rechazo y la denigración. Aun cuando la orientación sexual no heterosexual cada

vez es más pública y menos condenada, las categorías de género masculino-

femenino son dicotómicas y rígidas, lo que dificulta la aceptación de los

comportamientos sexuales que no responden a lo socialmente esperado para un

hombre o una mujer (Arenas, 2013).

16
Un estudio realizado en Caracas, por Muñoz (2004), planteaba que el

discurso del sentido común respecto a las orientaciones sexuales estaba cambiando

en Venezuela y era necesaria la renegociación de estos discursos con los diferentes

actores sociales y políticos. Entre sus hallazgos, Muñoz resalta el cambio acelerado

de las comunidades homosexuales que han tenido diferente peso, la proliferación

de la visibilidad de los grupos y el intento de estos de imponer un nuevo montaje

identitario para negociar con el estigma utilizando estrategias discursivas como la

de la sociedad heterocentrada, la de despatologización, de la autenticidad, y de la

heterogeneidad.

Esta renegociación tiene sentido además a la luz de lo planteado por Pujal i

Lombart (2004), quien expone que “cada época histórica construye el individuo que

más le conviene” (p. 136). La época actual implica unas características interesantes

en las que resalta el debilitamiento de las estructuras de poder, de los discursos de

verdad y de la sumisión ante estos. En la contemporaneidad todo es cuestionable,

reformulable y reconstruible, incluso esto puede ser más probable que adherirse a

valores o creencias tradicionales (Bauman, 2004).

Quizá los más inmersos en esta realidad sean los jóvenes específicamente el

adulto joven. Esta generación tiene unas particularidades que resultan interesantes

para el estudio de los géneros y las sexualidades pues los debates al respecto

cobraron auge durante su infancia y adolescencia, momento vital donde se

introyectan con mayor facilidad los mensajes transmitidos por el otro a través de la

socialización. En la misma línea, en una investigación realizada por Monticelli y

Tojo (2016), se encontró que los jóvenes eran más flexibles en cuanto al tema de la

17
expresión de la sexualidad, pues los adultos profesaban mayor resistencia ante los

cambios dado el mayor arraigo en sus creencias.

Esta generación, conocida como los Millenials (Taylor, 2006), es

representada por los autores como un grupo de personas en los que es común

encontrar el rechazo a lo tradicional, las búsquedas por el descubrimiento de sí

mismo alejados de dogmas religiosos y preceptos represivos (Díaz-Sarmiento,

López-Lambraño, y Roncallo-Lafont, 2017). En la misma línea, esta es la primera

generación que tiene acceso a la información masiva que permite cuestionarse lo

conocido y lo normal y a la vez los más jóvenes son hijos de padres que quizá ya

estaban viviendo este cuestionamiento por lo que se desarrollaron con posibilidades

distintas de libertad. Tomando esto en cuenta, decidí estudiar la construcción de las

sexualidades y la constitución del sujeto en este grupo de jóvenes que tienen entre

21 y 36 años en la actualidad.

Por su parte, tanto en Norteamérica como en el continente europeo los

postulados de autores como Foucault y las teorías del poder, Gergen y la saturación

del yo, Butler y el género como performance, Lacan y el sujeto multiposicionado y

la teoría queer, entre otros, han dado los cimientos para colocar las discusiones

sobre la ruptura de las posiciones binarias y la deconstrucción de los géneros en la

palestra política y académica quedando los países de la región latinoamericana con

una deuda respecto a esta problemática (Herrera, C., 2011). Además de comenzar

a subsanar esta deuda con la realización de la presente investigación, también

considero relevante explorar si estos discursos internacionales permean nuestra

cultura y entendiendo que la academia es un primer lugar para transmitir el

18
conocimiento definí como objeto de estudio a jóvenes profesionales a fin de

garantizar el paso por la Educación Universitaria.

Aunado a esto, estudios como el de Figueroa y Rivera (1992) en México y

el de Di Doménico (2017) en Venezuela, explican respectivamente, que

aparentemente a mayor escolaridad, existe mayor dominio sobre la propia

sexualidad y cómo el contexto socioeconómico puede marcar diferencias en las

construcciones y aproximaciones al género. A partir de estos resultados, los autores

concluyen que no se pueden aspirar explicaciones universales respecto a las

representaciones de la sexualidad, ya que estas dependen del contexto y de la

historia personal; por lo que puede ser útil la caracterización de los participantes,

en este caso, desde lo académico.

En cuanto al enfoque paradigmático, encontramos que Gergen (1996),

explica que los problemas especializados, como es el caso de la diversidad sexual,

están asociados a representaciones concretas del lenguaje que los especifican como

«problemas» que demandan «soluciones». De esta forma, todo problema existe en

un sistema dado de comprensión y, en consecuencia, las soluciones posibles se

limitarán a ese sistema, dejando las manifestaciones de cualquier sistema

alternativo sin ser tomadas en cuenta. Tal es el caso de estudios realizados sobre la

transexualidad que utilizan cuestionarios de personalidad y arrojan como resultados

la presencia de trastornos de personalidad y psicosis, pero si hacemos una lectura

más profunda vamos a encontrar que los manuales de dichos cuestionarios

responden a un sistema de comprensión biomédico y los signos o síntomas que

pueda presentar esta identidad están per se estipulados como patológicos (Gómez-

19
Gil, Vidal, Godás y Peri, 2005). A fin de evitar este tipo de sesgos realicé el estudio

desde el construccionismo con una metodología cualitativa que toma en cuenta la

multiplicidad de significados y los cambios que se están dando en los mismos en la

sociedad actual.

Siguiendo esta lógica, entiendo la importancia de los significados y de la

subjetividad y; por tanto, la multiplicidad de posibilidades a la hora de abordar la

problemática del sujeto y su identidad sexual. Por esta razón, y a fin de evitar la

paradoja expresada por Herrera, C. (2011) respecto a las identidades, tomé la

decisión de utilizar la noción de sujeto para el objeto de estudio, pues esta es la

manera más general de aproximarnos a las personas y su identidad y evitar dejar

por fuera a cualquier individuo con una construcción distinta a las que podría a

priori destacar.

En la misma línea de esta postura, seleccioné el estudio de caso instrumental

como la estrategia de investigación que me permitía profundizar en los testimonios

de los participantes más que en buscar cantidades mayores de ellos, sin alejarme

del objetivo final de construir la teoría desarrollada a partir de los datos.

3. Objetivos de la investigación

3.1. Objetivo general

Comprender la construcción del sujeto desde sus significados de género y

sexualidad en jóvenes venezolanos.

20
3.2. Objetivos específicos

• Comprender el significado del género para los jóvenes venezolanos

entrevistados.

• Comprender cómo se comportan las relaciones de género en el contexto

actual según los jóvenes venezolanos entrevistados.

• Analizar las interpretaciones que tienen los jóvenes venezolanos

entrevistados respecto a la sexualidad.

• Comprender el significado de la diversidad sexual que tienen los jóvenes

venezolanos entrevistados en la sociedad actual.

21
CAPÍTULO II. Marco Referencial

1. El sujeto

La noción de sujeto ha sido objeto de estudio en diversas sociedades y

disciplinas. Con distintos nombres como el yo, la persona, el ser, entre otros; y

desde diferentes visiones como la filosofía, el derecho, la psicología o el

psicoanálisis, siempre se ha intentado dar respuesta a ¿Qué es un sujeto?, ¿quién

es?, y ¿cómo se forma?

1.1 El sujeto en la filosofía moderna

En la edad moderna Descartes (1637/2010), en respuesta al escepticismo de

su época, se planteó como objetivo comprobar la existencia de Dios y la búsqueda

de la verdad y expuso la presencia de dos mundos: uno de importancia para el

conocimiento objetivo-científico que catalogó como el mundo de los objetos; y

otro, vinculado a una forma distinta de conocimiento, un mundo intuitivo, reflexivo:

el mundo de los sujetos (Morín, 1994). Descartes (1637/2010), introdujo la noción

del sujeto que piensa, que a través de la duda se formaliza como ser que existe;

agrega que esta duda sólo garantiza su existencia como ser que piensa, pero no así

como cuerpo. La única certeza se representa en su concepto de cogito, la única

verdad siempre cierta que garantiza la existencia del yo pensante.

Descartes (1637/2010), plantea evidencias de que Dios existe, pero más allá

de esto, concluye a través de estas pruebas que Dios crea al yo, pues este no puede

crearse a sí mismo, entendiendo que una sustancia finita (el yo), no puede crear una

sustancia infinita (La idea de Dios) (Descartes, 1641/1995). De esta visión

22
substancialista del sujeto, que para filósofos posteriores tuvo carácter de prejuicio,

se establecen dos premisas: de acuerdo con la primera, el conjunto de la realidad es

dividido en dos substancias: la pensante y la extensa; de acuerdo con la segunda, el

ser humano es un compuesto de dos substancias: alma y cuerpo (Etchegaray et al.,

2009).

En resumen, Etchegaray et al. (2009) exponen que el sujeto cartesiano “es

el yo entendido como una substancia inmaterial. A pesar de que se reconoce

explícitamente la dependencia ontológica del alma de la voluntad absoluta de Dios,

la certeza de sí no sufre mella alguna por esta limitación” (p.51). A partir de

Descartes se establece la visión cartesiana substancialista del ser humano, ligada a

la voluntad divina y que en cierta medida nos ha acompañado a lo largo de la

historia hasta nuestros días.

Otros filósofos de la modernidad agregaron, rechazaron y replantearon

elementos en su concepción, todos desde su punto de vista. Si bien la lucha a favor

o en contra de los postulados de Descartes y el hombre racional que puede llegar a

controlar sus pasiones se alargó en toda esta época y hasta la actualidad,

posiblemente fue Pascal (trans. 1999) quien logró resumir la disyuntiva que existía

respecto al hombre en el siglo XVII, pues aun cuando este fue considerado como

un ser en extremo miserable, a la orden de sus pasiones y en pecado, también fue

considerada su grandeza en el sentido de su poder natural de dominio sobre la

naturaleza. De esta forma, Pascal (trans. 1999), expuso que el hombre estaba

constituido por dos naturalezas: una buena creada a imagen y semejanza de Dios y

una mala en la que fue corrompido por el pecado original.

23
En respuesta a estos planteamientos nace la postura de Thomas Hobbes, que,

si bien está más ligada a los conceptos políticos, enfatiza un elemento de

importancia para este estudio, como son el sujeto y el lenguaje. Respecto al sujeto,

ese filósofo expone que este es un cuerpo acreditado de cualidades que lo contrastan

con otros, dichas cualidades son las pasiones y el reconocimiento de que estas traen

consecuencias para los hombres. De esta forma, al saber los efectos de sus pasiones

el hombre puede regularlas introduciendo con esto el concepto de mociones

voluntarias dando al sujeto el carácter autónomo (Hobbes, trans. 1980)

Esta regulación está mediada por el segundo elemento mencionado

anteriormente, pues para Hobbes la razón esta inexorablemente enlazada al lenguaje

que define como

Nombres o apelaciones y en su conexión, mediante las cuales, los hombres


registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado y se los
declaran también unos a otros para utilidad mutua y conversación, sin lo
cual, no habría existido entre los hombres ni república, ni sociedad, ni
contrato, ni paz ni ninguna cosa que no esté presente entre los leones, osos
y lobos (Hobbes, Trans 1980; p.139).

Según Altomare (2011), en esta postura teórica la particularidad desaparece

para garantizar el orden social, pues en esta cantidad de significados reinaría la

anarquía en la convivencia. De esta forma el particular o “súbdito” transfiere sus

significados al “soberano” quien es el encargado de representar el significado de las

palabras y prescribir las normas. Al respecto, Etchegaray et al. (2009) exponen,

Alguien puede estar sujeto a la voluntad de otro voluntaria y libremente o


involuntariamente. En el último caso, se trata del sometimiento por la

24
fuerza. En el primer caso, se trata de la sujeción a lo que se ha pactado
voluntariamente. Los individuos son absolutamente libres en el estado de
naturaleza y devienen “sujetos” al dominio (súbditos) a partir de la
constitución del Estado soberano (pp.127-128).

En definitiva, mientras Descartes concibe al sujeto como substancia que no

requiere de otro para ser lo que es; Hobbes comprende al sujeto como “sujetado”,

como dependiente, como súbdito. Esta visión luego será retomada por el

estructuralismo y por Foucault en la segunda mitad del siglo XX (Etchegaray, et

al., 2009).

Leibniz (1846/2005), fue el principal detractor de la postura si se quiere

generalista de Hobbes, exponiendo que el sujeto es singular y, por tanto, existen

diferencias entre un ser y otro, lo que llamó el principio de identidad. También

Locke (1690/2005a) discutió el dogma absolutista que deriva en la negación de la

libertad personal presente en los planteamientos de Hobbes.

Entre sus aportes está el concepto de identidad de las cosas en el que

desarrolla que cada tipo de ser tiene una identidad que le es propia. En el caso de

los hombres es la identidad del alma lo que constituye a cada hombre. Ahora bien,

para definir la identidad personal es menester comprender que para Locke una

persona es alguien que posee la capacidad de razonar y reflexionar en diferentes

lugares y tiempos (Locke, 1690/2005b).

A partir de Locke y con el auge del empirismo, el contexto sociopolítico

había cambiado y por tanto las preguntas respecto al sujeto cambiaron de cómo se

forma a cómo es. Así comenzó toda la disyuntiva respecto a si el hombre es

25
naturalmente bueno, malo o neutro, se afianzaron los postulados de Kant para quien

el hombre es un ser racional finito por las limitaciones que las condiciones espacio-

temporales implican; y, por último, se introdujo la importancia de la historia con

los planteamientos de Hegel.

Según Desiato (1995), Hegel contempla dos definiciones que nos interesan.

La primera es la noción de impulso que explica que una vez que el sujeto siente,

aparece la “determinación peculiar del existente humano en sentirse defectuoso,

negativo, limitado” (p. 220); por tanto, de esta carencia nace el impulso de realizar

acciones para superarla. Hegel (1807/1985), señala que en el impulso per se, no hay

autoconciencia y es el hombre que reflexiona, quien a través de volverse sobre sí se

interpone entre lo animal del impulso y su satisfacción. Con esto introduce el

segundo concepto de interés en el que, por el acto de la autoconciencia, el hombre,

se constituye en un yo efectivo y real. Para Hegel (1807/1985), lo real siempre está

relacionado con lo racional, la realidad es espíritu-sustancia-razón que evoluciona

por medio de negaciones, afirmaciones y síntesis. Sobre el concepto de sujeto luego

va a agregar que la libertad adquirida de la autoconciencia le llevará a formarse a sí

mismo, superando lo natural. Estos postulados hegelianos dan pie a una nueva

época de la historia determinada por una concepción del humano alejada de la

religión.

La concepción del sujeto en la filosofía moderna evoluciona lentamente

desde Descartes con una influencia de la edad media, pasando por Kant, quien

expone en mayor grado la identificación de sujeto y yo, hasta Hegel donde esta

identificación, es total. El sujeto y el yo son lo mismo (Etchegaray, et al., 2009),

26
hasta que algunos pensadores comenzaron a sospechar que esta afirmación no era

tan real.

1.2. Maestros de la sospecha

Durante la época moderna, se parte de la idea de que el sujeto tiene

autonomía, un ser con personalidad propia; es el forjador de la historia. En

contraposición, los maestros de la sospecha ponen en duda esta visión del hombre

y exigen reinterpretarlo dejando entre paréntesis las formulaciones básicas de la

antropología filosófica occidental. Bajo esta expresión se agrupan tres pensadores

contemporáneos: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud. Tres figuras de

gran ascendencia en la cultura contemporánea y que transformaron sustancialmente

el orden de las cosas; en líneas generales,

Explican su naturaleza (la del hombre) aduciendo otras razones, y esa


pretendida autonomía del hombre se disuelve en la nada. El hombre ya no
es el centro de la historia, sino el resultado puramente mecánico de la
dialéctica de la materia. El hombre ya no es el soberano de su vida, sino una
bestia impulsiva que ha sido reprimida por la cultura. El hombre ya no es la
cima de la creación, la culminación de todas las entidades creadas, sino una
transición (ein Übergang), una cuerda colgando sobre el abismo, un ser que
ha de superarse y convertirse en superhombre (Übermenscb)(Torralba,
2013; p.6).

Para Marx (1932/1968), el hombre es materia en movimiento, un ser

autoconsciente, autónomo y capaz de hacerse dueño de la historia. Si bien, en su

obra nunca afirma que el hombre se origine a sí mismo, defiende que este ha de

instruirse a sí mismo e independizarse así de los poderes que lo esclavizan.

27
Marx (1932/1968), quien, si bien criticaba a Hegel por sus connotaciones

ideológicas religiosas, coincidía en que el hombre tiene que hacerse tras el progreso

histórico en un sentido social. De esta forma, resalta que el hombre se logra a través

de un proceso histórico que mantiene ciertas características y, por tanto, lo que es

verdadero de un sujeto en una época no tiene que serlo en otro contexto social o

histórico, así, la sociedad determina las cosas que uno hace y es.

Según Torralba (2013), desde la perspectiva marxiana, “el hombre no es un

individuo solitario ni un elemento de la humanidad en general, sino un ser histórico

y social definido por su pertenencia a un modo determinado de producción” (p.24).

En este caso, la identidad personal se disuelve en la clase socioeconómica y; más

allá, los conflictos históricos, independientemente de si son de carácter

nacionalistas, culturales o religiosos, son una pugna de clases que, según Marx

(1932/1968), es el núcleo fundamental de todo problema histórico.

Así como la lucha de clases es el elemento pivote en las concepciones de

Marx, la muerte de Dios es el conflicto nuclear en los postulados de Nietzsche. Para

él, el hombre siempre estará sumiso ante la idea de Dios y solo con su muerte podrá

liberarse y nacer el superhombre.

En sus escritos, este filósofo deja clara la crítica a la tradición cartesiana y

Kantiana del sujeto de la modernidad. Desmenuza las concepciones sobre el cogito

que se habían mantenido durante toda esta época y desmantela así una lógica que

se había tomado como cierta pero que estaba fundada en prejuicios producto del

lenguaje en el que suponía el carácter autofundante del cogito a fin de mantener la

28
prueba de la existencia Divina. Cuestionar este principio autofundante del cogito

implica para este filósofo dejar de lado los prejuicios y las demandas de la razón,

entre ellas, del propio Dios. Es aquí donde yace el planteamiento sobre la muerte

de Dios (Nietzsche, 1868/2011).

Más allá de la muerte de Dios, Nietzsche realmente discute la reducción del

sujeto moderno del Idealismo al pensamiento, a lo racional en detrimento del cuerpo

y la naturaleza. Concluye que esta división surge desde los escritos de Platón y son

aprovechados por la tradición judeocristiana para instalar su odio hacia la naturaleza

y el cuerpo. En definitiva, Nietzsche desprecia la idea del sujeto en tanto razón pura

y la cataloga de ficción; por el contrario, su modelo de hombre será aquel que acepte

la naturaleza y la vida y las direcciones del destino (Nietzsche, 1868/2011).

La evolución del concepto de sujeto de la filosofía se topa históricamente

con los postulados de Freud y el psicoanálisis. Freud comenzó sus estudios

enfocado en las histerias y sus síntomas. Su formación como neurólogo

predominaba en sus aproximaciones teóricas; sin embargo, más temprano que tarde

comenzó a dar un papel primordial a la sexualidad en relación a la histeria que luego

se convertiría en el elemento central de su teoría (Espina, 2011). En su comprensión

por los síntomas histéricos estableció que había algo que no podía ser explicado por

la consciencia de estas mujeres y postuló los conceptos de defensa y represión y

con ellos surgió el planteamiento del inconsciente (Freud, 1914/2007). De esta

forma Freud (1923/1992) concebía a un hombre escindido y en conflicto respecto

a sus pulsiones, elementos conscientes e inconscientes, el principio de placer y

aquello que va más allá de él que resolvió con su visión tripartita de la psique

29
humana con el ello, yo y superyó. Freud concibe la personalidad humana a partir de

la tensa correlación de estas tres estructuras.

El ello es totalmente inconsciente y está regido por el principio de placer.

Esta estructura es el origen de la energía libidinal, lo que está en la base de toda

acción. Sus pulsiones son de dos tipos: eróticos (pulsión de vida y del cuidado) y

tanáticos (pulsión de muerte y de agresividad). Ambos impulsos interaccionan y

luchan continuamente en la psique humana. El superyó también es propiamente

inconsciente. Implica la adaptación a las normas sociales. Es la estructura de la

conciencia ética, moral y social (Freud, 1923/1992).

Es en esta estructura donde se observa a la cultura con un papel

predominantemente inhibitorio. Así, explicaba Freud que esta obliga al hombre a

privarse de un alto número de deseos, renunciando a la satisfacción de estas

exigencias. Además, agregaba Freud que lo que más resulta afectado con la acción

de la cultura son las pulsiones sexuales (Freud, 1921/1992).

Por su parte, el yo es

De este yo depende la conciencia; él gobierna los accesos a la motilidad,


vale decir; a la descarga de las excitaciones en el mundo exterior; es aquella
instancia anímica que ejerce un control sobre todos sus procesos parciales,
y que por la noche se va a dormir, a pesar de lo cual aplica la censura onírica.
De este yo parten también las represiones, a raíz de las cuales ciertas
aspiraciones anímicas deben excluirse no sólo de la conciencia, sino de las
otras modalidades de vigencia y del quehacer (Freud, 1923/1992; p. 19).

30
El yo está, entonces, como árbitro en medio de un campo de batalla. Por un

lado, surgen en la persona pulsiones y deseos que provienen del ello; y, por otro

lado, el yo, media estos impulsos en función de las normas sociales. Como

resultado, este conflicto psíquico atenta contra la salud del sujeto y le causa diversas

patologías (Freud, 1923/1992).

Ahora bien, este yo racional no es el mismo «yo pienso» de la filosofía

moderna ni mucho menos el fundamento del hombre; por el contrario, esta base es

el deseo, ya sea erótico o tanático del ser humano. En este sentido, según Torralba

(2013), Freud pone entre paréntesis la visión antropológica moderna de signo

racionalista.

Con estos tres maestros de la sospecha se sentencia entonces el paso a la

concepción contemporánea del sujeto donde la visión cartesiana y las posturas

Divinas pierden espacio y, con esto, cualquier noción de estabilidad del yo, el sujeto

o la identidad.

1.3. El Sujeto en la época contemporánea

El sujeto en la edad moderna, según Garro-Larrañaga (2014), suele estar

representado bajo la ideación del orden. La ruptura de esta forma de representación

es precisamente lo que marca el paso hacia la conceptualización del sujeto

contemporáneo. Este último es un individuo que vive un momento histórico donde

ya no puede pensarse en términos de orden, ni entenderse en términos dicotómicos.

Igualmente, la autora reconoce que “la aparición de los híbridos cuasi-objetos,

cuasi-sujetos, rompen radicalmente el esquema organizativo moderno; todo está

31
interrelacionado, nada está ya ordenado. En la contemporaneidad se crean redes o

madejas relacionales en las que las historias se entretejen unas con otras” (p.261)

Diferentes escuelas filosóficas intentaron dar respuesta a este nuevo hombre

que se intentaba entender y fueron Jacques Lacan y Michel Foucault los grandes

exponentes que lograron explicar y dar cuenta de una nueva construcción desde una

visión postestructuralista.

Al respecto, Lacan (1964/2007a), postula que el sujeto es diferente al yo,

puesto que este último está en el orden de lo imaginario, mientras que el sujeto

pertenece al orden simbólico, es un efecto del lenguaje; en esta relación con el

lenguaje el autor define al sujeto como un significante que es representado por otro

significante concluyendo que el sujeto es un efecto del sistema de significantes, del

lenguaje y, por tanto, está sujeto al campo del Otro.

Para Lacan (1964/2007b) el sujeto es sujeto del inconsciente; de esta forma

el verdadero sujeto aparece vertiginosamente a través de la persona en lapsus,

sueños, y otras formaciones del inconsciente, para de inmediato desaparecer detrás

de un significante. Al respecto Gutiérrez (2002) explica que “El sujeto emerge,

entonces, en el campo del Otro como efecto de la articulación significante: sujeto

dividido entre dos significantes, formación efímera carente de toda substancia y de

todo ser” (p. 38). Ahora bien, por más momentánea que sea la aparición del sujeto,

cada uno debe hacerse cargo de su propia condición subjetiva.

Aunado a esto, el sujeto de Lacan al ser causado por el significante se

constituye sobre una falla estructural, está incompleto, por la misma falta en el

32
lenguaje que le permite equivocarse, desear, soñar. Es un sujeto en falta que además

tiene un cuerpo y, en consecuencia, sexualidad, entendiendo esta como un resultado

del significante en el organismo (Lacan 1964/2007c).

Lacan en el seminario 20 hace énfasis, como en toda su obra, en la

importancia del discurso, delimitando en este momento que lo que se conoce como

los hombres o las mujeres, son sujetos significantes en relación con otros

significantes de un discurso formado por las convenciones, inhibiciones y

prohibiciones (Lacan, 1973/2008). Márquez, N. (2009), agrega que en esta

alienación del sujeto al lenguaje es que puede dar respuesta a aquello que él es, ya

que ser hombre o mujer es algo que se aprende y no algo con lo que se nace. Por

tanto, se es hombre o mujer a través del lenguaje; es allí donde se delimita qué es

un hombre y qué es una mujer (Espina, 2011).

Para finalizar, Lacan (1974), plantea la existencia de tres registros: el

imaginario relativo a la imagen; el registro simbólico relativo al lenguaje; y, lo real,

que implica el resto que escapa a la simbolización. “El anudamiento de estos tres

registros, real, simbólico e imaginario, da cuenta de la estructura del sujeto y de las

múltiples dimensiones de la realidad en la que se encuentra involucrado”

(Gutiérrez, 2002; p. 39).

Bien es sabido que Foucault en su obra plantea una relación ambivalente

con el psicoanálisis, especialmente con el Lacaniano; sin embargo, en muchos casos

terminaba remitiéndose a este para dar explicación al sujeto en tanto escindido, no

soberano, sin origen absoluto, entre otras.

33
Para comprender la postura de Foucault respecto al sujeto es necesario

revisar brevemente las categorías de saber, poder y gobernabilidad. El saber y el

poder se organizan para someter la conducta de los sujetos. Respecto al saber,

Foucault sostiene que este permite conocer las interacciones y los límites de los

discursos; hace que el sujeto pueda posicionarse subjetivamente para discutir sobre

los objetos (Foucault, 1979).

Por su parte el poder que tiene como blanco al sujeto, Foucault (1976/1998)

lo llamó bio-poder para diferenciarlo del poder soberano. Lo fundamental en este

poder, a diferencia del soberano, es que no se ejecuta desde el exterior; por el

contrario, se despliega directamente en el propio sujeto a lo largo de su desarrollo

psicosocial, ya sea por la vía de lo individual o lo colectivo.

El bio-poder, no es prohibitivo y se ejerce sobre el hombre libre por medio

de dos tecnologías complementarias. La primera de ellas, la anatomopolítica, es un

poder que se ejerce sobre las acciones de los cuerpos de los individuos y también

en el alma para disciplinarlos dejando una marca imposible de borrar en el individuo

y, en consecuencia, en la sociedad. La forma que se utiliza para lograrlo es la

individualización mediante la vigilancia. Foucault ubica el despliegue de esa lógica

en las cárceles, las fábricas y las escuelas, entre otras instituciones. Esta tecnología

promueve un individuo calculable (Foucault, 1975/2003; Litvinoff, 2015;

Hernández-Castro, 2018).

La segunda tecnología de poder, Foucault (1978/2007) la denomina

biopolítica. Esta ejerce el control sobre la población en su conjunto. Lo que

34
caracteriza, entonces, a la biopolítica son los fenómenos siempre colectivos y que

presentan elementos constantes que los hacen más previsibles. Así, la biopolítica

cumple una función diferente a la anatomopolítica pues apunta a un nivel de

fenómenos generales con el objetivo no de disciplinar sino de mantener un

equilibrio (Litvinoff, 2015).

Por último, Para Hernández-Castro (2018), la gobernabilidad se refiere al

estudio de las maneras y formas de gobernar, es decir de la transmisión y difusión

del poder. Esta debe ser abordada por dos vías; la primera, en tanto “un espacio en

el cual se deben descubrir las significaciones originarias y en la cual se funda el

sujeto” (introducción, para 9); y la segunda por medio de la desubjetivación

“mediante el cual, el sujeto ya no es el mismo, se desprende de sí, para convertirse

en otro sujeto” (introducción, para 9). Estas dos vertientes facilitan que el sujeto

devenga en un sujeto de su propia identidad dado el conocimiento des-alienado que

logra de sí.

Ahora bien, asumir la experiencia de sí mismo en la construcción de una

ética del sí mismo exige enfrentarse al peligro de alterar certezas que se han

cristalizado del sí mismo en las relaciones de poder. Asumir la gobernabilidad de sí

mismo es indivisiblemente una ‘emancipación’ y un riesgo en tanto transitar un

camino sin referentes (Etchegaray, et al., 2009).

La emancipación y el riesgo consecuente son producto de un proceso de

problematización, entendido por Foucault (1994), como el conjunto de modos en

que los hombres y las mujeres problematizan su comportamiento y hacen que algo

35
entre en el juego de lo verdadero y de lo falso constituyéndolo como objeto para el

pensamiento. El autor concluye que el análisis de las relaciones que puede haber

entre la constitución del sujeto o diferentes formas de sujeto y los juegos de verdad,

las prácticas de poder, etc., no es una mera caracterización; por el contrario, implica

el acceso a un espacio de libertad concreta, un espacio de transformación posible.

Ahora bien, la subjetividad debe estar involucrada en la problematización

para llegar a la resignificación. De esta forma, advierte Ramírez, M., (2001) que no

se puede subestimar el dolor y el trauma inmersos en los procesos de transición de

los que surgen nuevas posiciones subjetivas. Estas nuevas posiciones no siempre

están del todo definidas y en capacidad de ser nombradas; es por esto por lo que

Fernández, P. (2000), explica que la afectividad en sí misma es silencio, pues el

lenguaje no es suficiente para dar cuenta de lo que se siente. Entonces, podemos

presuponer que allí donde hay falta de significantes el sentimiento aparece.

Desde otras corrientes teóricas, autores han llegado a conclusiones similares

a las de Lacan y Foucault. Tal es el caso del construccionismo social, en especial

los postulados de Gergen (1991/2006) respecto a la saturación del yo que

desarrollaré posteriormente.

Los tres autores planteados previamente e incluso algunos anteriores

rescatan desde sus posturas teóricas la implicación del momento sociohistórico en

la construcción del sujeto. Gergen responde a esto explicando que la saturación del

yo está vinculada a la multiplicidad de contextos al alcance y Lacan y Foucault

asomaban en su teoría el peligro respecto a la caída de los referentes en la

36
constitución del sujeto. Todo esto ha tenido sus consecuencias en la constitución y

en el comportamiento de los sujetos en la actualidad. Dentro de esta lógica,

considero importante destacar también los hallazgos teóricos relativos al

comportamiento de los individuos de acuerdo con su generación, en especial

aquellos jóvenes que han vivido los embates de la contemporaneidad y que han sido

catalogados y juzgados como postmodernos: los Millenials.

1.4. Generación Millenial

La mayor parte de la producción académica actual define a una generación en

función de un periodo de tiempo y de las experiencias compartidas por las personas

que habitan en ese periodo de tiempo. Los miembros de una generación llevan la

marca de eventos, lugares y personas que representan referentes sociales y

culturales de la época (Elam, Stratton, y Gibson, 2007). El caso de la Generación

Millenial serían los jóvenes nacidos entre 1980 y 2000 (Cuesta, 2014); aunque

teniendo en cuenta la brecha en la transmisión y difusión de la tecnología, el corte

para Latinoamérica se acepta entre 1985 y 2005 (Cuesta, 2012; citado en Cuesta,

2014).

Este grupo está marcado por el auge de las nuevas tecnologías que facilitan el

acceso al conocimiento y al aprendizaje (Melchor, Flores, I., Rodríguez, Vázquez

y Flores, R., 2019); la popularidad de Google, YouTube, Wikipedia, las redes

sociales y los programas de computadoras como parte de la vida académica y

laboral. En otros eventos, esta generación fue afectada por el ataque a las torres

gemelas, la guerra de Irak y de Afganistán, el Tsunami de Tailandia, la recesión del

2008 en Estados Unidos (Díaz-Sarmiento, et al., 2017), el desarrollo de la

37
democracia en Latinoamérica (Cuesta, 2014) y el clima político-social en

Venezuela.

Según Taylor (2006), los Millenials, son el producto predecible de la

posmodernidad. Lo que implicaría según los autores desarrollados previamente que

en amplios rasgos son individuos con identificaciones pobres e inestables, sin

referentes sociales validados y para quienes la verdad tiene carácter de construcción

individual. Esto se puede observar en el desapego característico de estos sujetos a

la iglesia y cualquier afiliación política (Díaz-Sarmiento, et al., 2017); así como en

la inmediatez en el acceso al placer, la satisfacción rápida de los deseos que se

representan en la televisión a la carta, los mensajes de WhatsApp, las fotos que se

toman, se envían y se borran, etc. (Farrah, 2014).

Estas cualidades generales tienen implicaciones directas en el comportamiento

de los sujetos de esta generación. Por ejemplo, son una prole digital, la primera en

nacer con celulares y redes sociales lo que los hace en extremo competentes en lo

relativo a la tecnología; sus formas de comunicación son cada vez más virtuales y

en consecuencia tienen menos habilidades en las relaciones cara a cara (Farrah,

2014).

Las tecnologías también repercuten en otro nivel pues impulsaron la

globalización y la transculturización. De esta forma, los millenials del mundo se

parecen más entre ellos mismos que con otras personas de su mismo entorno

(respetando la diversidad cultural) pero de otra generación; inclusive esta similitud

38
es mayor que la que se encuentra en otras generaciones alrededor del mundo

(Farrah, 2014).

Estos jóvenes tienen altos valores sociales y éticos; suelen ser optimistas,

ambiciosos, seguros de sí mismos incluso al nivel de ser engreídos, trabajadores en

equipo y aceptan la diversidad. También se les reconoce por exponer sus opiniones,

por su sentido crítico y exigente incluso con ellos mismos y por su conciencia

respecto a la situación mundial (Melchor, et al., 2019; Kempf, 2018).

En cuanto a sus características negativas se les reconoce por ser holgazanes,

narcisos e inestables en el campo laboral. Este mismo patrón de poco compromiso

se repite con lo que respecta al civismo y la política. Los millenials suelen

considerar que no son tomados en cuenta por ser jóvenes; sin embargo, sostienen

expectativas poco objetivas respecto del mundo real. Aun cuando confían en sí

mismos, necesitan de parámetros claros para poder actuar por lo que no manejan

bien las tareas y espacios poco estructurados (Melchor, et al., 2019; Kempf, 2018;

Chirinos, 2009; DeVaney, 2015).

Varios autores han resaltado una diferencia muy marcada de comportamiento

entre los Millenials mayores y los menores dando incluso el carácter de micro

generación. DeVaney (2015), resalta esta diferencia explicando que los más jóvenes

no sufrieron la marca de la recesión económica y; por otro lado, los mayores son

inmigrantes tecnológicos mientras que los menores son nativos de este mundo.

Ambos eventos tienen luego su correlato en el comportamiento y desarrollo de estos

sujetos.

39
Los Xennials son un grupo de personas nacidas entre 1978 y 1984, entre la

generación X y los Millenials y que pasaron su infancia y parte de su adolescencia

sin el acceso a las tecnologías y las telecomunicaciones masivas de hoy en día. Los

Xennials no tuvieron acceso generalizado a las computadoras ni los celulares en la

escuela, pero sí en el mundo laboral; sin embargo, fue sencillo para ellos adaptarse

y perfeccionar sus habilidades digitales. Estas particularidades los hacen sentir

cómodos con las relaciones y comunicaciones tanto personales como virtuales

(Kempf, 2018).

Según Molina-Gallo (2018), estos hombres y mujeres también se reconocen

por ser éticamente diversos, de matrimonios tardíos y poco apegados a los roles

tradicionales de género en comparación a sus padres los Baby Boomers y la

Generación X.

Si tomamos en cuenta el desarrollo teórico hasta el momento podemos observar

que históricamente el ser humano ha transitado un camino hacia su libertad. Ahora

bien, esa libertad se nos torna difícil pues lo que ganamos en ese ámbito lo perdemos

en seguridad. Es decir, en la modernidad la identidad se nos entregaba hecha, ahora

en la contemporaneidad nos toca construirla en la medida en que las circunstancias

lo permitan (Ovejero, 2015). Con esto pongo de manifiesto un concepto que hasta

este momento había sido dejado en segundo plano y que resulta importante

desarrollar: la Identidad.

40
2. Identidad

Las sociedades y sus modos de socialización han sufrido cambios a lo largo de

la historia, y con ello también las definiciones respecto a la identidad y los tipos de

identidad. Por ejemplo, podemos retomar algunas conceptualizaciones donde este

constructo es visto como un logro, algo estable que el individuo luego de un proceso

obtiene.

Para Íñiguez (2001), la identidad es un dilema entre la individualidad de uno

mismo y las semejanzas con nuestros pares, entre las particularidades de nuestra

personalidad y la similitud del comportamiento, entre lo uno y lo múltiple. En la

misma línea, Giménez (2005), define la identidad como “un proceso subjetivo y

frecuentemente auto-reflexivo por el que los sujetos individuales definen sus

diferencias con respecto a otros sujetos mediante la auto-asignación de un repertorio

de atributos culturales generalmente valorizados y relativamente estables en el

tiempo” (p. 9). También González (2011), concibe la identidad como “el

reconocimiento del yo, en todos los ámbitos de la vida humana, pues conlleva un

cúmulo de hábitos, creencias y actitudes que hacen diferenciar un individuo de otro”

(p.25).

Igualmente, Rodríguez (1989), define la identidad personal como:

La capacidad que posee una persona para integrar su autopercepción e


imagen que tiene del mundo con sus actos. Posee un conocimiento claro y
preciso de sus capacidades, intereses, actitudes, normas, valores y objetivos.
Es el saber quiénes somos y estar a gusto con ello, el conocer qué queremos
y luchar por obtenerlo dentro de las reglas que nos dictan nuestras propias
normas y valores (p. 2).

41
Otro tipo de definiciones incluyen la biología como un aspecto vinculante; por

ejemplo Páramo (2008) entiende por identidad a las características que posee un

individuo, mediante las cuales es conocido. Sin desconocer los aspectos biológicos

que la conforman, buena parte de la identidad personal la formamos a partir de las

interacciones sociales que comienzan con la familia, en la escuela y con la gente

que se conoce a lo largo de la vida. La identidad así construida va a influir en la

manera como actuamos en el mundo. Así también Erik Erikson (1963), rescata el

papel de la biología cuando define la identidad como el yo de la persona, el cual

tiene una carga hereditaria pero también abarca las experiencias del sujeto en el

desenvolvimiento de su entorno. Por último, Cervino (2016) resuelve que la

identidad se apoya en el lenguaje, el pensamiento, la conciencia reflexiva y las

funciones ejecutivas cerebrales que le dan a la identidad un sentido del ser, la

continuidad espacio-temporal y el reconocimiento por otros de la existencia.

Sin embargo, las definiciones más aceptadas hoy día son las que incluyen la

noción de construcción. La identidad como algo que está en continuo proceso y que

además depende del contexto sociohistórico del individuo. El Feminismo es uno de

los principales exponentes de esta forma de entender la identidad, explica que la

identidad es un término complejo en constante interacción con discursos, creencias,

ideologías por tanto tiene una naturaleza dinámica, no es considerado estable

(Pacheco, 2009).

Por su parte, Fuller (1997), plantea que la identidad implica el conjunto de

representaciones del yo que le permiten comprobar al sujeto su diferenciación con

los otros al tiempo que constata que siempre es igual a sí mismo. Este es un proceso

42
diario e histórico en el que el individuo se reconstruye a lo largo de su desarrollo y

en función de su contexto.

Ampliando la lógica de Fuller, Zárate (2015) declara

Podríamos decir entonces que en nuestra identidad están entretejidas, en una


misma narración, el lenguaje, la historia personal, la relación con los otros
y el entorno social. Por ello, nuestra identidad es la narración que hacemos
de nosotros mismos, en la que damos cuenta de lo que somos, y es también
la historia de nuestra relación personal con los otros. Así, nuestra historia,
lo que somos y lo que nos define, se vuelve una narración social. La
identidad como narración social define y delimita lo que soy, lo que puedo
ser, elegir, hacer y esperar de la vida, así como el sentido que hay en ella.
La identidad como narración social tiene el propósito de articular el sentido
de lo que soy o somos con el sentido de la vida y el reconocimiento en un
marco cultural de relaciones validadas socialmente (p.130).

En la misma línea Hall y Du Gay (2003), se refieren a las identidades, lo que

podría interpretarse como un modo de sentenciar que no existe una única identidad

a alcanzar. Por el contrario, éstas, en plural, implican las interacciones entre la

historia, la lengua y la cultura que participan en aquello en lo que podríamos

convertirnos. Claramente, esto en lo que podríamos convertirnos, aun cuando

asume un tono de libertad, el autor también señala que estas posibilidades están

inmersas dentro de los discursos; por tanto, siempre estarán en mayor o menor

medida producidas y transmitidas por estructuras de poder. En conclusión,

finalmente estas posibilidades entran en el juego de la inclusión-exclusión respecto

al otro.

43
Así como existen múltiples formas de definir la identidad, que oscilan entre una

adquisición, el papel de la biología o una construcción, también existen múltiples

teorías que dan cuenta de su aparición en el sujeto. Estas también se han ido

multiplicando e incluso evolucionando con el paso de la historia.

2.1. Teorías sobre la adquisición/construcción de la identidad

Este proceso ha sido explicado desde distintos enfoques que según Tirado-

Serrano (2004), pueden clasificarse en perspectivas individualistas como la teoría

biologicista y la psicoanalítica. Luego, se encuentran las perspectivas más sociales

como la teoría de la categorización social de Tajfel y la dramatúrgica de Goffman;

y, por último, la perspectiva psicosocial que, fundamentada en el construccionismo

y el interaccionismo simbólico, plantea que la identidad se construye con base en

dimensiones simbólicas e históricas.

Perspectivas individualistas:

En esta perspectiva encontramos dos teorías que intentan dar respuesta al

proceso de formación de la identidad: la teoría biologicista y el psicoanálisis

clásico.

En relación con las teorías biologicistas, destaca la importancia del cuerpo

como el elemento fundamental en la explicación de la identidad. Para esta

perspectiva el ser humano es un ser corporal y biológico constituido en una

identidad independiente determinada por su propia existencia biológica. Genes,

neuronas y bioquímica corporal, tienen un marcado carácter causal en la

configuración de la personalidad y del carácter y también en la experiencia

44
individual de ser persona. Aunado a esto, las experiencias psicológicas tienen su

fundamento en la biología corporal, la cual configura la personalidad, identidad y

la experiencia individual de ser persona.

Uno de los autores más importantes dentro de las explicaciones biologicistas

fue Eysenck (1998), quien aportó postulados para entender la personalidad y la

identidad, estando de acuerdo con la determinación biológica del comportamiento,

la personalidad y estilos de comportamiento que definen la identidad individual.

El modelo de la identidad de Eysenck se considera jerárquico, en el sentido

que entiende que existen dos dimensiones: la del continuum extraversión-

introversión y la de la emocionalidad por medio del continuum neurosis-estabilidad

y estas son el pilar de la personalidad. Luego, agrega que estos rasgos tienen un

correlato biológico en el nivel de activación del sujeto y en el funcionamiento del

sistema nervioso autónomo individual. En consecuencia, concluye que las

tipologías de personalidad desarrolladas por cada uno de nosotros derivan en su

mayoría de las disposiciones innatas marcadas por la biología. Es decir, el

conocimiento que obtenemos a partir de vivencias cotidianas se considera

modelado por la biología (Tirado-Serrano, 2004).

La sociobiología de Wilson (1982) se diferencia de los planteamientos de

Eysenck pues toma como base el comportamiento social de los sujetos más que las

diferencias individuales. Este biólogo estadounidense “demostró el determinismo

existente en la selección natural de un conjunto de genes cuyo correspondiente

patrón de comportamiento resultaba adaptativo para el individuo en su sociedad”

45
(Fernández, E., 2012; p.4). Para Wilson (1982), el humano pareciera ser una especie

que evoluciona a medida que debe adaptarse al medio, todo esto sobre la base de

condiciones biológicas innatas.

En otro orden de ideas, aparece el psicoanálisis para dar explicación al

proceso de formación de la identidad. Si bien Freud (1923/1992) no usó esta palabra

sí desarrolló toda la teoría sobre la formación del yo. Este aparece como una

configuración evolutiva, donde las relaciones primarias en la infancia y su

interpretación determinan la estructuración de su yo actual. De esta forma, la

identidad no es considerada innata, por el contrario, deviene en función de

experiencias personales significativas (Tirado-Serrano, 2004).

Con Freud, también comenzó a relacionarse el estudio del yo con el estudio

sobre la masa social. Al respecto, el padre del psicoanálisis explicó que cuando el

ser humano forma grupos, emerge una "identidad" nueva que los cohesiona

mientras que la identidad personal queda diluida (Freud, 1921/1992).

Así pues, el psicoanálisis contempla explorar cómo la historia pasada del

sujeto influye en su constitución actual. Además, entendiendo la implicación de los

grupos sociales en la identidad en tanto una nueva creación o un yo diluido;

podemos afirmar que el psicoanálisis “considera la identidad como algo

dinámico/relacional y no como una entidad fija ni tampoco consciente,

contrariamente a lo que planteábamos en la perspectiva biologicista” (Tirado-

Serrano, 2004; p. 105).

46
Perspectivas sociales

Las perspectivas sociales están más centradas en el papel de los mecanismos

cognitivos y motivacionales presentes en las interacciones grupales, como factores

constructores de la identidad social. Su exponente más significativo fue Tajfel

quien, en colaboración con Turner, desarrolla la teoría de la Identidad Social; sin

embargo, Goffman (1959), fue el primer autor que habló del self en tanto "rol", es

decir, se interesó por la identidad del individuo dentro de los diversos roles que se

actúan en la sociedad. La adopción de estos roles puede convertirse en una segunda

naturaleza y ser parte integrante de nuestra identidad, aunque estemos cambiando

siempre de situación (Fernández, E., 2012).

La teoría de la Identidad Social (TIS) de Tajfel y Turner (1986), establece

que esta es "esa parte de la auto-imagen del individuo que se deriva de las categorías

sociales a las cuales percibe que pertenece" ( p. 377). A su vez, la identidad personal

se refiere a otro sentimiento que lo diferencia de esos otros.

Scandroglio, López, y Sebastián (2008), explican los fundamentos de la TIS

planteando que el comportamiento social de los seres humanos varía a lo largo de

un continuo cuyos extremos están delimitados por lo intergrupal, donde la conducta

estaría determinada por la pertenencia a diferentes grupos o categorías sociales, y

por lo interpersonal, en el que la conducta se determina por las relaciones personales

con otros individuos y por las características personales idiosincráticas.

Esta teoría comprende tres procesos psicosociales: la comparación, la

categorización social y la identificación, los cuales interactúan entre sí y hacen

47
referencia a los procesos de percepción respecto a nosotros mismos y respecto a los

otros, tomando como referencia de esta percepción la correspondencia de las

personas a los grupos (Tirado-Serrano, 2004).

Este enfoque parte del proceso de categorización, en el que el sujeto identifica

categorías sociales en su entorno, y a través de una fase de auto-estereotipaje asume

como parte de su identidad personal, aquellas actitudes, normas y conductas

comunes a los grupos o categorías sociales a las que percibe pertenecer. Estas

categorías sociales, además de facilitar el procesamiento de la información, están

asociadas a una valoración positiva o negativa, para favorecer al endogrupo y

discriminar al exogrupo (Tajfel y Turner, 1986).

Perspectivas psicosociales

Fundamentada en el construccionismo y el interaccionismo simbólico,

plantea que la identidad se construye con base en dimensiones simbólicas e

históricas. El interaccionismo simbólico tiene sus mayores exponentes en Mead y

Blumer; mientras que, el análisis de la identidad desde el construccionismo se basa

en los planteamientos de Gergen.

Para Mead, la identidad se construye a partir de las relaciones sociales; en

consecuencia, el cómo nos responden los otros a nuestras formas y actitudes y

viceversa, conforman la identidad (Fernández, E., 2012). Estos planteamientos

conforman su teoría de la intersubjetividad.

Mead (1972), promueve el carácter psicosocial en su teoría, pues afirma al

individuo como ser reflexivo en constante intercambio y solapamiento entre la

48
posición de sujeto y objeto. Ahora bien, este proceso no es innato, sino que depende

de la experiencia social. Mead (1972), desarrolló los conceptos del “yo” y el “mí”

para mostrar el vínculo entre lo individual y lo colectivo. Así, el “mí” proyecta las

exigencias de la cultura hacia el sujeto; está potentemente controlado por los otros;

mientras que el “yo” simboliza lo creativo e innovador de la conducta, implica la

respuesta de la persona a la comunidad (Mead, 1972).

Mediante el “mí” se adoptan las actitudes del otro en el grupo, mientras que

el “yo” reacciona a tales actitudes. Esta dinámica entre ambas estructuras es la que

fomenta los procesos de mutación de lo colectivo y la buena gestión de las

impresiones. El aprendizaje de esta dinámica se da en la infancia a través de los

juegos de rol o los deportes en equipo (Tirado-Serrano, 2004). En conclusión, esta

interacción entre el yo y el mi logra en el individuo una configuración que lo hace

un ser social y lingüísticamente construido, a la vez que está dotado de autonomía,

acción y pensamiento.

Blumer (1982), siguiendo la concepción de Mead (1972), plantea que el

Interaccionismo Simbólico, se estructura bajo tres premisas: la primera versa que

el significado que tienen los hechos o los objetos para la persona es lo que determina

que esta dirija sus actos hacia ellos; en segundo lugar, este significado es producto

de la interacción social con los otros y, en tercer lugar, estos significados a su vez

pueden ser manipulados y modificados en función de vivencias personales y las

interpretaciones que el sujeto derive de éstas.

49
Desde esta perspectiva, se considera entonces que el self no ocurre previo a

las interacciones sociales, por el contrario, deviene de éstas. Se instaura en función

de las respuestas de uno mismo hacia los otros y viceversa; y también, por las

respuestas de uno mismo hacia sí mismo (Tirado-Serrano, 2004).

Por último, al igual que Mead, Blumer (1982) emplea los conceptos de “mí” y

“yo”, sin embargo, los entiende como dos momentos analíticos en la construcción

del “sí mismo”: El “yo” para ser “sí mismo” ha de transitar un proceso reflexivo

para ser capaz de fundarse objeto y sujeto de sus propias acciones; mientras que el

“mí” consiste en la introyección del otro en el individuo. En palabras de Blumer

(1982), mediante la interacción consigo mismo, el sujeto deja de ser un organismo

estimulo-respuesta. Por el contrario, en esta interacción adquiere la capacidad de

aceptar, rechazar, modificar e inclusive definir las normas, los roles, las creencias

o valores de la comunidad, de acuerdo con sus intereses personales y planes de

acción.

Por último, es importante destacar los postulados de Gergen (1991/2006), y el

construccionismo social2. Según esta postura teórica,

Las identidades, pues, dejan de considerarse la propiedad privada de los


individuos para pasar a ser construcciones sociales, proscritas o prescritas,
de acuerdo con los intereses políticos del orden social dominante (...) Por lo
tanto, la definición y los contenidos que son asociados a las identidades de
las personas en cada momento histórico siempre cumplen una función social
e ideológica específica. De alguna manera podríamos decir que cada época

2
Dada la importancia para el estudio actual, desarrollaré esta postura en conjunto en el
apartado de construcción de significados

50
histórica construye el individuo que más le conviene, que cualquier cambio
histórico, para poder estabilizarse durante un cierto tiempo, requiere el
modelado del individuo necesario para mantenerlo y reproducirlo (Tirado-
Serrano, 2004; pp. 135-136).

La identidad ha sido estudiada desde distintas vertientes como la política, la

sociológica, la psicológica y la antropológica. Desde cada una de estas disciplinas

se ha intentado dar respuesta a este fenómeno tan inherente al ser humano que

aparece en todas sus facetas. Así también, la identidad ha estado ligada al estudio

del género y la sexualidad.

3. Identidad sexual, Género y Sexualidades

La sexualidad puede ser entendida según Amaro-Cano (2005), como el

conjunto de procesos emocionales y comportamientos vinculados con el sexo, que

sellan de forma decisiva al ser humano en las diversas etapas de su desarrollo

evolutivo. Además, es un concepto dinámico que varía de una cultura a otra y

depende del contexto socio-histórico en que se desenvuelva (Vera-Gamboa, 1998).

Históricamente, la sexualidad ha sido vista como una fuerza natural e innata,

atravesada por las influencias sociales de cada civilización. Vemos por ejemplo

como en la antigua Grecia las prácticas homosexuales entre hombres, por razones

militares o educativas, eran ampliamente aceptadas; así mismo, se encuentra la isla

de Lesbos, de donde proviene el término lesbianismo, donde Safo escribía sus

poemas de amor a otras mujeres. Lo mismo sucedía con la prostitución, que era

considerada una costumbre común entre los hombres de todas las clases sociales

(Amaro-Cano, 2005).

51
No es hasta el siglo IV a.C., que el mundo griego comienza a cambiar de la

exploración de los placeres a la exploración de la verdad, verdad a la que sólo se

podía acceder por medio del dominio del deseo. De esta forma, la única manera de

regular el comportamiento sexual consistía en el establecimiento de un rol

dominante, activo, en el que se ejercía la superioridad y en contraposición se penaba

la pasividad ante esta regulación del placer (Bermejo-Barrera, 2007).

Unos siglos después, con los nuevos avances en la medicina, los romanos

comenzaron a preocuparse por su cuerpo, entendiendo que el cuerpo débil podía

afectar al alma. Esta creencia trajo consigo más limitaciones de la conducta sexual,

conducta que los médicos concebían como peligrosa por los actos violentos, las

convulsiones y el cansancio físico productos del encuentro sexual. Aun cuando las

manifestaciones sexuales eran reguladas, no eran, en ese momento un elemento de

suprema importancia como llegaron a convertirse en el bajo imperio romano con

los comienzos del cristianismo. Otro elemento de importancia de este período

histórico, es el cambio en la concepción del matrimonio y de la pederastia. El

primero comienza a verse como una relación recíproca, de amor conyugal mutuo,

por lo que los amores homosexuales destinados a la pederastia y con tan alto valor

durante el pensamiento platónico tienden a desaparecer (Bermejo-Barrera, 2007).

Con el cristianismo, comienza una nueva era para la sexualidad. En el

Antiguo Testamento se redactaron los estatutos que guiaban la conducta sexual de

la época prohibiendo el adulterio y el incesto, la sodomía fue catalogada como

abominación, y nace el tabú de la desnudez. Las regulaciones y limitaciones van

aumentando a medida que la iglesia se va consolidando en la sociedad. En principio,

52
se circunscribe la sexualidad a la reproducción, trayendo como consecuencia la

exclusión de las prácticas homosexuales; luego se agrega la concepción de pecado

al acto sexual y a la sodomía, hasta que unos años más tarde con el auge de las

enfermedades sexuales (ahora infecciones de transmisión sexual), se declara al

instinto sexual como demoníaco, siendo un factor más para el inicio de la

Inquisición (Vera-Gamboa, 1998).

Cabral-Ferreira (2010), sostiene que dentro de los grandes exponentes

contra estos “pecados” se encuentra Tomás de Aquino con la clasificación de cuatro

pecados del sexo: las transgresiones simples, como las relaciones con prostitutas,

luego el adulterio seguido del incesto y los más graves de la lista, los actos

antinaturales: autosuficiencia, zoofilia, actos sexuales anales y orales y actos

sexuales entre hombres. Estos actos catalogados como pecaminosos fueron luego

objetivo de persecución durante la Inquisición. Además, Arango de Montis, (2008)

agrega que para Aquino el poder generativo de la mujer no era perfecto a diferencia

de el del varón.

Esta represión, tuvo sus frutos durante la época llamada victoriana. En esta,

continuó el dique impuesto a la sexualidad en siglos anteriores, pero reforzada ahora

por los discursos médicos; de esta forma, por ejemplo, se consideraba que la

masturbación se relacionaba con los ataques epilépticos (Vera-Gamboa, 1998).

Foucault (1976/1998), agrega que en esta época victoriana la familia conyugal

secuestra la sexualidad reduciéndola a la función reproductora y el sexo al silencio.

En el siglo XIX, aparece una influencia biologicista con la intensión de

estipular y clasificar los diferentes tipos y características sexuales y, derivando así,

53
la concepción de lo normal, con base en la biología y la realidad de los cuerpos. De

esta forma, el mensaje transmitido desde lo político, médico y judicial se fundaba

en una “tajante definición de las características ‘verdaderas’ de lo masculino y lo

femenino, asociadas con la definición de lo ‘normal’ y ‘anormal’, incluyendo la

estricta definición del género” (Mogrovejo, 2008; p.64).

En 1894, se publica el trabajo de Richard Kraft-Ebing Psychopatia Sexualis,

donde aparece el término desviación sexual. En este estudio se describen diversas

conductas sexuales, que no tienen como fin último la reproducción, a las que se

asigna la etiqueta de patológico, llevando la sexualidad “anormal” de lo pecaminoso

a la enfermedad dando origen a la patologización de lo que años más tarde se

denominará diversidad sexual (Kraft-Ebing, 1894/2012). Es por esto por lo que

Kraft-Ebing es considerado el fundador de la sexología moderna (Vera-Gamboa,

1998). Con este autor la perversión queda bajo el dominio de la psiquiatría

Las palabras “perverso” y “perversión” se incorporan al léxico común y


permiten el estudio de la sexualidad desde ángulos escabrosos,
excepcionales, poco frecuentes, acordes con el interés púdico y malsano de
quienes, por la vigencia del tabú, veían en la sexualidad la semilla de la
maldad. Pero el hecho es que habilitaron el estudio de la sexualidad, pues
aunque las enfermedades que denunciaban y calificaban moralmente, no
eran respetables, su estudio lo era (Flores-Colombino, 1988; para. 6).

Alrededor de 1890, luego de todos estos siglos de represión sexual, surgen

teóricos e investigaciones que comienzan a desmentir los mitos que por años se

habían creado y mantenido alrededor de las prácticas sexuales. Es en este momento

histórico, donde Freud y Ellis destacan a la sexualidad como pivote del ser humano,

54
que comienza lo que podría llamarse la época del modernismo sexual. En ella,

Freud (1905/1992), postuló el desarrollo sexual como punto clave de su teoría de la

personalidad, introdujo el concepto de libido y afirmó que la mayoría de las fobias

y los miedos estaban relacionados con la frustración sexual. Contemporáneamente,

Ellis publica Psychology of sex, donde se demuestra que el deseo sexual de la mujer

es igual al del hombre y se desmienten los mitos que asocian la masturbación a la

insania (Vera-Gamboa, 1998).

Aun cuando Freud y sus seguidores fueron los grandes revolucionarios

respecto a las concepciones de la sexualidad para su época, no lograron despojarse

completamente de las nociones dicotómicas previas de la sexualidad por lo que

contribuyeron a la patologización y estigmatización de las sexualidades no

convencionales.

Por su parte, según Márquez, C. (2012), Lacan lleva el estudio de la

sexualidad desde el psicoanálisis a otro nivel proclamando que estos discursos sobre

la sexualidad ordenan al mundo y, por tanto, las formas de conocerlo y actuar sobre

él. De esta forma, se puede inferir que los modos de organización sexual son

producto del lenguaje prescribiendo lo válido y lo no válido socialmente.

Si bien el estudio de la sexualidad se había mantenido con cierta linealidad

en la historia, la época contemporánea incorpora variables y dudas que hacen

cuestionarse los hallazgos teóricos y científicos y los dogmas religiosos que habían

tenido carácter de verdad por muchos años. De esta forma fenómenos como la

55
sexualidad, la identidad sexual y el género surgen o reaparecen intentando dar

respuesta a los nuevos discursos de la época.

3.1. Identidad sexual

La identidad sexual forma parte de la composición de las identidades que

forman y unifican a la persona. Erick Erikson (1963) la define como un proceso

complejo que comporta una relación positiva de inclusión y una relación negativa

de exclusión. La necesidad de diferenciar del otro sexo es una necesidad primitiva

y arcaica que constituye la base sobre la que se construye la identidad individual.

Hernández (2006), presenta una vinculación entre la identidad y la

concepción de masculinidad o feminidad del individuo que se forma a lo largo de

su vida, donde dicha concepción puede o no estar relacionada con el sexo biológico.

Sabiendo que, la identidad sexual es un concepto que incluye identidad de género,

identidad de sexo y orientación sexual. Adicionalmente, Hernández (2006) añade:

La identidad sexual es provisional, cambiante, en ocasiones precaria,


dependiente y constantemente enfrentada a fuerzas inconscientes y a las
contingencias históricas, con significados sociales y personales cambiantes.
De esta manera el proceso de formación de la identidad, puede controlar,
restringir o inhibir al individuo, pero al mismo tiempo le proporciona
acogida, seguridad y confianza, por el hecho de identificarse con un modelo
o pertenecer a un grupo determinado (p. 4).

Foucault (1981/2005), también define la identidad como un proceso

subjetivo que es construido mediante las diferencias sexuales y los esquemas de

género, y que está dominada por relaciones de poder. Asimismo, el Instituto

Nacional de las Mujeres en México (INMUJER, 2014) afirma que la identidad

56
sexual es la construcción de un proceso subjetivo que se va formando en el

transcurso de la vida y que tiene como finalidad, el reconocimiento, la aceptación

y actuación de los individuos como seres sexuales. De esta forma, la identidad

sexual asume una serie de nociones que permite a las personas relacionarse con su

entorno y, sobre todo, con ellas mismas.

Algunos teóricos como Erikson (1963), consideran que la identidad sexual

se desarrolla y evoluciona desde el nacimiento hasta la adolescencia. Sin embargo,

no todos coinciden en cómo se construye la misma. Desde el punto de vista de

Bardí, González, Leyton, y Martínez (2005), estas nociones se encuentran

integradas y evolucionan desde el nacimiento hasta la adolescencia donde se logra

alcanzar la identidad sexual. Igualmente, Gómez, Hernández, Rojas, Santacruz y

Uribe, (2008), sugieren que en la etapa prenatal ya se han logrado definir algunos

factores y que la etapa de la adolescencia es un período de suma importancia para

que la persona logre formar su identidad sexual. Sin embargo, García-Caballero y

González-Meneses (2000), consideran que la etapa infantil es crucial para la

formación de los elementos cognitivos, emocionales y sociales que ayudarán a la

formación de la identidad sexual.

Autores como Hernández (2006) e Instituto Nacional de las Mujeres

(INMUJER, 2014), han resaltado los componentes de la identidad que en líneas

generales responden al sexo biológico, el género y la orientación sexual. El Sexo

biológico está definido como el conjunto de características biológicas que delimitan

el espectro de los humanos denominado como “machos”, “hembras” e

“intersexuales”. La Identidad de género se refiere a la autopercepción como

57
niña/mujer o niño/hombre, explicando que, desde el punto de vista psicológico,

aparece a los 18 meses de vida y se completa alrededor de los 5 años, presentando

una tendencia a fijarse en alguno de los dos géneros. Las Expresiones de género,

por su parte, corresponden a las formas de manifestar la “masculinidad” o

“feminidad” de acuerdo a la cultura en donde el individuo se desenvuelva; dichas

formas son valoradas cuando coinciden con el patrón hombre-masculino y mujer-

femenina, y rechazadas cuando esto no ocurre; y por último, la Orientación sexual

que representa la atracción emocional, afectiva y sexual hacia personas del mismo

sexo (homosexualidad), del sexo contrario (heterosexualidad) o ambos

(bisexualidad) (INMUJER, 2014).

Por la relevancia para la investigación, profundizaré sobre el concepto de

género, algunas teorías que se han planteado sobre su origen y cómo se puede

entender hoy en día, a la luz de la contemporaneidad, este fenómeno social.

Género

Fue Stoller en 1964, quién acuñó el concepto de género para explicar la

distinción entre biología y cultura que postulaba su teoría. Stoller (1968/1984),

implementó su uso con el objetivo de poder diagnosticar a aquellas personas que,

aunque poseían un cuerpo de hombre, se sentían como mujeres, no existiendo

compatibilidad entre las características anatómicas y el género de estos individuos,

de tal forma que el sexo fue vinculado con la biología y el género con la cultura.

En la misma línea, De Barbieri (1996), indica que la categoría género alude

a la diferenciación entre sexo y las categorizaciones socioculturales, construidas

58
desde tales diferencias corporales. Paralelamente, la antropóloga y psicoanalista

Lagarde (1996), coincide en que el género es una categoría explicativa de la

arquitectura social y simbólica de hombres y mujeres en relación a la diferencia

sexual. La misma analiza la síntesis histórica entre las distintas áreas que influyen

en el individuo: lo biológico, lo económico, lo psicológico, lo cultural, lo jurídico,

lo político; en resumen, el género implica al sexo biológico, pero no extingue ahí

sus explicaciones.

Este término, ha sido a su vez estandarte del movimiento feminista, de

hecho, existen múltiples autores que otorgan la difusión del mismo a este grupo.

Ramírez, C., (2008), reconoce que es en los años 70, con ayuda del movimiento

feminista que se comenzó a desarrollar la categoría género en las investigaciones

científicas con la idea de poder hacer una diferencia social además de la biológica.

Se pretendía demostrar que las características y diferencias otorgadas a hombres y

mujeres eran adquiridas de forma cultural y no biológica, se comenzaba a marcar

una diferenciación entre sexo y género. Gil-Rodríguez (2002), por su parte expone

que la adopción de este concepto en dualidad con el de sexo no fue criticada por el

feminismo como se esperaba, básicamente por el valor que tenía este para la lucha

contra los determinismos biológicos históricamente estipulados.

Teniendo en cuenta estas definiciones, podríamos entender que la

identificación o no identificación de un individuo con un género depende de la

forma en cómo el sujeto concibe su cuerpo e identidad, asociado esto a cómo éste

se siente (sea hombre, mujer, ambas o inclusive ninguna) dentro de un contexto

59
socio-histórico particular y no dependerá de las características anatómicas

específicas de esta persona (Maurera y Natera, 2017).

En esta línea, Lamas (1999), identifica al género con el quehacer simbólico

de una sociedad, a través del cual se construyen los lineamientos de cómo deben

ser los hombres y las mujeres. A su vez, Arango de Montis (2008), agrega que el

género tal como ha existido históricamente, refleja e inmortaliza las relaciones de

poder, planteadas por Foucault, entre el hombre y la mujer. Así, queda establecido

que la norma social considera como factibles sólo dos categorías de género -lo

masculino y lo femenino- reforzando el binarismo sexual a través de las siguientes

premisas culturales: a) Únicamente existen dos géneros, b) este no puede cambiar,

c) los órganos sexuales son el símbolo primordial del género, d) todas los individuos

deben corresponder a un género o al otro, e) la dicotomía masculino/femenino es

natural, y, f) la pertenencia a un género u otro es natural (Arango de Montis, 2008).

Otro concepto que es menester resaltar en la comprensión del género como

categoría social, es la identidad de género, que Amnistía Internacional define como

La forma en que una persona se percibe a sí misma en relación con las


concepciones sociales de masculinidad y feminidad (género). Una persona
puede tener una identidad de género masculina o femenina y las
características físicas del sexo opuesto (2004; p.1).

Llama la atención de esta definición la aclaración que realiza respecto a la

no correspondencia entre sexo y género. Esta deja entender que el sistema

dicotómico hombre-mujer no es la única forma de identidad que se puede asumir,

60
abriendo el camino para la deconstrucción de dicha dicotomía y, en consecuencia,

la contemplación de múltiples géneros.

Esta posibilidad de múltiples géneros trae consigo coyunturas sociales

importantes para el sujeto que se ubica en estos estadios “combinados”. La

transgresión del género amerita tomar en cuenta diversos factores que influyen en

la formación de las identidades sexuales y de género de los seres humanos. Las

personas que transgreden las categorías reguladoras son consideradas en muchas de

las sociedades actuales como desviadas de la norma o, peor aún, como enfermos

(Rodríguez-Madera y Toro-Alfonso, 2002). Ante esto, surge como respuesta social

la postura de diferentes autores que problematizan estas relaciones estáticas de

géneros promoviendo la desmitificación de las sexualidades.

Antes de comenzar a desarrollar estas posturas actuales, considero relevante

desarrollar brevemente las teorías clásicas que se han propuesto para explicar la

adquisición del género. En estas teorías, por lo general existe una asociación e

incluso igualación entre los conceptos de sexo, identidad sexual y género, pues en

su mayoría responden a un momento histórico donde el modelo binario era la única

posibilidad.

3.1.1.1. El género desde los enfoques cognitivos y sociocognitivos

En este apartado haré mención de teorías centradas en los procesos

intrapsíquicos del sujeto. En estas teorías de corte cognitivo y socio-cognitivo, la

autocategorización se posiciona como el elemento protagonista en la construcción

del género (García-Leiva, 2005).

61
Uno de los primeros exponentes fue Kohlberg (1966), quien apoyado en los

postulados de Piaget desarrolla la teoría evolutiva cognitiva. Este enfoque plantea

el desarrollo de la auto-asignación a un grupo en tres etapas que corresponden a: el

etiquetaje, es el momento, alrededor de los dos años, de la categorización de uno

mismo y de los demás en dos grupos diferentes: hombres y mujeres. Luego en la

fase de la estabilidad, el niño, entre los dos y los cinco años, logra cierta constancia

en la medida que comprende que la categoría en la que se asignó se mantiene a

pesar de algunas variaciones superficiales; por ejemplo, el uso de ropas o adornos

corporales. Por último, la constancia de género se logra cuando el niño es capaz

de hacer distintos tipos de conservaciones, entre ellas el entender que la categoría

de género se mantiene a pesar de que la situación cambie (García-Leiva, 2005; Juan

Fernández, 1988).

Como explica Juan Fernández (1988), “para este enfoque, es la evolución

de la inteligencia, más que la maduración de los instintos o presiones de los agentes

socializadores, la que determina el desarrollo cognitivo de la identidad/constancia

de género” (pp. 49-50). Esta identidad funciona entonces como organizador de la

información social, a partir del cual los niños adquieren los roles y estereotipos

sexuales que perciben en su entorno, y que incorporarán luego a su repertorio de

comportamientos y actitudes sexuales y de rol sexual.

En resumen, para Kohlberg (1966), la adquisición de la identidad y el género

no están marcadas por las características biológicas innatas ni por las influencias

contextuales, sino por la organización cognitiva del propio niño. “A medida que

van cambiando las estructuras cognitivas lo hacen también las actitudes sexuales, y

62
precisamente por ello, a patrones universales de evolución cognitiva corresponden

patrones universales de evolución en la adquisición de la identidad y el rol sexual”

(López, 1984; p. 2).

Por otro lado, García-Leiva (2005), refiere la existencia de otro grupo de

teorías cognitivas basadas en el concepto de esquema. Un esquema es una estructura

que orienta y organiza las percepciones de los individuos, y sobre la cual se

construyen sus pensamientos, evaluaciones y conductas. En consecuencia, luego

del proceso de autocategorización como hombre o como mujer, el sujeto procesa e

interpreta la información de acuerdo con su pertenencia grupal; así, es el contexto

el que establece los roles, estereotipos, conductas y rasgos de personalidad

apropiados para cada género.

Esta autora se refiere en su obra a dos grandes exponentes de estas teorías:

Hazel Markus y Sandra Bem. Markus, Crane, Bernstein y Siladi (1982), consideran

el autoconcepto de género como el elemento que ordena nuestras vidas, pudiendo

clasificarse como autoconcepto masculino, femenino, ambos o ninguno. Por su

parte, la teoría sobre el rol sexual que postula Bem experimentó ciertos cambios

luego de ser pública. En su teoría original, Bem (1984), sobre la base del B.S.R. I.,

(Bem Sex Role Inventory) postulaba que los sujetos se diferencian en tanto los

aspectos y comportamientos susceptibles de ser considerados socialmente como

masculinos y femeninos.

Bem (1984), finalmente plantea que el autoconcepto está subordinado al

esquema de género, y propone una diferenciación entre personas esquemáticas y no

63
esquemáticas. Las primeras son quienes interpretan la realidad adecuándose por

completo a los constructos de masculinidad y feminidad; mientras que las segundas,

son las personas que aun cuando conocen los roles y estereotipos dominantes, se

comportan e interpretan su entorno con independencia de ellos.

En la misma línea, han surgido otras teorías que se enfocan en el estudio de

la interacción entre los procesos psicológicos básicos tomados en cuenta por los

teóricos cognitivos y los factores sociales y situacionales; es decir, los procesos

intrasujeto (García-Leiva, 2005). De acuerdo con Yubero y Navarro (2010), las

teorías que se basan en una aproximación sociocognitiva, plantean que a partir de

la experiencia vicaria, las personas asimilan patrones de comportamientos

específicos para dar respuesta a situaciones de interacción distintas y que serán

activados de acuerdo a las señales sociales presentes en cada situación.

El modelado es uno de los componentes primordiales en teorías como la del

Aprendizaje Social de Bandura (1986), quien considera que este influye de manera

concluyente en el desarrollo del género. Bandura expone que el modelado

representa una vía de transmisión de valores, actitudes y modelos de procesamiento

de la información y de la conducta, que los niños no se limitan a copiar; por el

contrario, los introyectan a modo de estructuras capaces de generar nuevos modelos

de conducta.

El autor explica que el contexto está cargado de pautas de género cercanas

a los niños, por lo que precisamente es en las interacciones con los padres,

hermanos, amigos, maestros y otros significativos, que aprenden las conductas

64
asociadas culturalmente con hombres y mujeres. Igualmente, los medios de

comunicación como la televisión (hoy en día el internet) constituyen una vía

fundamental de transmisión de roles de género y pautas de comportamiento.

Como crítica a las teorías del aprendizaje social García-Leiva (2005),

expresa que estas proponen explicar la adquisición de los roles de género mediante

un proceso vicario; sin embargo, no toman en cuenta los dispositivos intrapsíquicos

que participan en la adquisición de las conductas, ni su implicación en el desarrollo

del self.

Finalmente, encontramos la Teoría del Rol Social de Género de Eagly

(1987), quien postula que las creencias sostenidas en la cultura respecto a las

características, habilidades y atributos adecuados para cada género, impactan en la

manera como los sujetos se posicionan en el mundo. En consecuencia, estos roles

no sólo condicionan intrapsíquicamente a los sujetos, sino además influyen en la

formación de expectativas, conductas y respuestas ante exigencias del medio.

Como se puede observar en estas teorías, prácticamente en todos los casos

resalta el género como una categoría social con distintas subcategorías que se

resumen a lo masculino y femenino, y en pocos casos a lo andrógino o la inversión

de roles. Esta categorización, si bien ayuda a organizar el mundo también origina y

refuerza aquellos comportamientos que supuestamente son masculinos y los que

supuestamente son femeninos. En consecuencia, esta visión del género facilita la

segregación social y fortalece los estereotipos de género.

65
Roles y estereotipos de género

Los roles sociales implican las expectativas que una comunidad comparte

respecto a los comportamientos esperados para un grupo específico (Ibañez-Gracia,

2004); en concreto, los roles de género son aquellas expectativas y construcciones

sociales creadas respecto al comportamiento asociado a cada género femenino y

masculino. Estos roles abarcan el autoconcepto, algunas características

psicológicas, así como otros roles familiares, ocupacionales y políticos que se

asignan a cada sexo en función de dicotomías que los separan y los consideran como

opuestos (Stein, 2010).

Según Kane (2006), los roles de género empiezan desde que el sujeto está

en el vientre materno y agrega que luego del nacimiento y en edades muy tempranas

los niños comienzan a catalogar también los patrones de comportamiento esperados

o no, dependiendo del género al que pertenezcan. En la misma línea Calhoun, Light

y Keller (2000), explican que estos roles comienzan a aparecer en la infancia en la

selección y ejecución de juegos en los que generalmente los hombres prefieren las

actividades más activas y agresivas; mientras que las mujeres predominan en los

juegos más pasivos.

Ahora bien, los hallazgos teóricos han demostrado que estos roles se basan

en estereotipos de género. Ibarra (2013), postula que los estereotipos de los roles

sexuales son opiniones simplificadas respecto de cómo son los hombres y las

mujeres que se mantienen a lo largo del tiempo, estos estereotipos tienden a dictar

cómo nos comportamos en distintas situaciones.

66
Calhoun et al. (2000) define los estereotipos de género como concepciones

en extremo “simplificadas pero fuertemente asumidas y culturalmente reforzadas

sobre las características de los varones y de las mujeres. Contribuyen a mantener

los roles de género modelando ideas sobre las tareas para las que los hombres y

mujeres están ‘naturalmente’ hechos” (p.252). De esta forma, mientras que los

estereotipos solidifican las expectativas respecto a las tareas de hombres y mujeres,

ver a la gente cumpliendo estas en sus roles cotidianos valida el estereotipo original

planteando una suerte de circulo vicioso entre los roles y los estereotipos. Por el

contrario, dado que no era común ver a hombres y mujeres transgrediendo los roles

de género tradicionales existían pocas oportunidades de cuestionar nuestros

estereotipos.

3.1.2.1. Transgresión del género

El modelo de género heterocentrista bajo el cual se han fundamentado los

preceptos sociales actuales delimita márgenes y pone límites rígidos en la

concepción y expresión de las sexualidades que estipulan criterios muy concretos

sobre quién está dentro y quién queda fuera del modelo. Dicho modelo está

articulado por medio de dos códigos binarios concretos: Hombre y Mujer –

Masculino y Femenino. Esto implica, además, que si eres mujer no eres hombre y

viceversa (Ruiz, M., 2009).

El género es una de las categorías reguladoras más efectiva de nuestra

sociedad. A través de este se ha logrado, fundamentándose en la anatomía biológica,

el control de lo que se supone es un hombre y una mujer. Esta anatomía no solo se

refiere a los órganos sino al cuerpo en general, pues es el cuerpo la forma de

67
expresión que tenemos de la psique y lo que el otro ve de nosotros (Rodríguez-

Madera y Toro-Alfonso, 2002). Sin embargo, hay personas que no están

representadas en esta lógica y su cuerpo y su género no coinciden. A estas se las

puede definir como transgresoras.

Un género transgresor es todo aquel que no puede ser encasillado dentro de

los estereotipos de género y; por tanto, no entra dentro del modelo binario existente.

En consecuencia, es tildado de desviado o incluso patológico. Un ejemplo de esto

fue la homosexualidad y la transexualidad consideradas trastornos mentales hasta

hace pocos años (Rodríguez-Madera y Toro-Alfonso, 2002) y el sadomasoquismo

cuya despatologización se encuentra en debate hoy en día.

De manera general, cualquier persona cuya identidad, apariencia, o

conducta caiga fuera de las normas de género convencionales se puede clasificar

como transgénero. No obstante, no cualquier persona cuya apariencia o conducta

sea atípica a su género se identificará a sí misma como tal, jugando la

autoidentificación un papel importante en este proceso (American Psychological

Association, {APA}, 2016).

Al respecto Soley-Beltrán (2014) profundiza esto, explicando que el término

trans se puede utilizar como una categoría que incluye: personas que interfieren en

sus cuerpos hormonal y/o quirúrgicamente con el fin de convertirse en un sexo

diferente; personas que cambian su identidad de género, pero deciden no cambiar

sus cuerpos ni hormonal ni quirúrgicamente; así como transgéneros, entendidos

68
como personas que tienen como objetivo un proyecto político para desmantelar el

binarismo de género.

En la misma línea, Rodríguez-Madera y Toro-Alfonso, (2002) exponen que

el término transgénero ha sido acuñado para representar a todas las personas que

transgreden las nociones y comportamientos esperados socialmente a cada rol

masculino y femenino. Explican que este término sombrilla agrupa a todas las

personas que discuten las posturas de género tradicionales abarcando toda la

posibilidad de expresiones desde las manifestaciones de la moda, hasta las Drags

Queens, los andróginos, trasvesti y transexuales y luego termina agregando que en

el espectro terminológico de la definición, transgénero “podemos ser todos” (p. 77).

Por su parte, Brett Genny (2009) agrupa dentro de los transgénero a lo que

se conoce actualmente como ‘Genderqueer’ y los define como individuos que no

se describen como masculino ni femenino, sino como ambos o en algún punto

intermedio.

Paralelamente, Richards, et al. (2016), señalan que ‘genderqueer’ o su

traducción en español ‘género no-binario’ o ‘género no conforme’ es un término

general para mencionar las identidades de género distintas del hombre y de la mujer

(también intergender). Las personas que se identifican como genderqueer pueden

pensar en sí mismos como hombre y mujer de manera simultánea o como ninguno

de estos y caer completamente fuera del género binario. Ellos pueden expresar una

combinación de masculinidad y feminidad, uno u otro, o ninguno al igual que tener

69
cualquier sexualidad /identidad sexual, cualquier sexo físico, y puede o no

identificarse como transgénero.

Como se puede observar de lo anterior, en las sociedades actuales cada vez

resulta más común toparnos con personas que deciden pensar y actuar fuera de estas

expectativas binarias y heterocentradas; y más aún, son cada vez más aceptadas por

estructuras de poder e incluidas en la comunidad. Los discursos están cambiando y

esto ha influido en las formas de teorizar respecto al género y la sexualidad.

Aproximaciones teóricas contemporáneas

El estudio de la sexualidad siempre ha estado ligado al contexto histórico e

incluso geográfico. Las prácticas sexuales en India, por ejemplo, no eran las mismas

que en Grecia, ni Roma. Igualmente, encontramos que en civilizaciones previas no

existía la necesidad de inscribirse en sólo un sexo, (caso actual del hermafroditismo

medicalizado), esta es una necesidad que nace con la sociedad moderna y

posiblemente es el inicio del discurso que asocia el sexo genital con los

comportamientos socialmente diferenciados de hombres y mujeres: son sólo dos

sexos y dos géneros, reforzando la teoría biológica sobre la sexualidad (Garaizabal,

1998).

Ahora bien, la época actual presenta un escenario que aparenta ser distinto

pues aparecen en la palestra las discusiones respecto a los derechos humanos y la

despatologización de grupos sexuales minoritarios y estigmatizados hasta el

momento. Esta presencia cobra sentido y relevancia pues las estructuras de poder

que las mantuvieron al margen durante siglos están debilitadas y el sujeto tiene

70
ahora mayor posibilidad de rebelarse a las construcciones rígidas de lo

“normal/anormal”.

Un ejemplo de este debilitamiento tiene que ver con el estudio de la

diversidad sexual. Si bien la sexología ha mantenido la tradición heterosexista, al

mismo tiempo varios autores se han dado a la tarea de hacer visible las diversas

expresiones sexuales no heterosexuales. Estas nuevas identidades, que van más allá

de las lésbico-homosexual ya conocidas para el momento, obligaron a ampliar el

discurso cambiando la denominación por estudios GLBTT (gays, lesbianas,

bisexual transgénero y transexual) e introduciendo el término de diversidad sexual.

Este nuevo concepto implica la ruptura de la lógica discursiva de la hegemonía

heterosexual (Mogrovejo, 2008).

Según Sánchez-Olvera (2009), la diversidad sexual

Es la expresión de una resistencia activa que ha decidido tomar las calles,


las tribunas, los espacios legislativos, para exigir el reconocimiento de sus
derechos: vivir su sexualidad libre de violencia; decidir con quién compartir
su vida y prácticas sexuales; y manifestar públicamente sus afectos (p. 103).

Careaga (2003), explica que la diversidad sexual, como área de estudio,

implica tres dimensiones: la orientación sexual, que se refiere al objeto de deseo:

heterosexual/lésbico/homosexual/bisexual; la identidad sexual, que involucra la

definición sexual que adopta la persona: transgénero, transexuales; y la expresión

sexual, que implica los comportamientos sexuales que asume el sujeto: travestí.

La diversidad sexual como se conocía ha ido evolucionando pareciendo

insuficiente la caracterización de GLBTI (gays, lesbianas, bisexuales, transexuales

71
e intersexuales), por no considerar las nuevas formas de sexualidad y género que

no responden a este sistema binario, como los que se consideran fluidos en cuanto

a su género, los pansexuales, etc.

Al respecto, Marcial (2009), introduce una discusión interesante respecto al

uso de la diversidad sexual como término explicativo de las sexualidades disidentes

de lo heteronormativo, y es que la heterosexualidad al igual que la sexodiversidad,

es también diversa. De esta forma, si bien se observa que la categoría heterosexual

va perdiendo la rigidez que mantenía y comienza a observarse pluralidad dentro de

ella misma -lo que podría considerarse técnicamente como diversidad sexual- los

autores afirman que esto implica una pérdida de fuerza de la lucha de las

sexualidades no heterosexuales. Ante esto Mogrovejo (2008), propone el término

de disidencia sexual que implica un planteamiento “político de resistencia a todo

intento de ‘normalización’ o integración a una sociedad donde los financiamientos

pueden transformar el sentido real de los problemas sociales y modificar las

metodologías de trabajo y, en consecuencia, también los discursos” (p. 71).

Hoy, estos discursos coercitivos están siendo relegados por quienes rei-

vindican su derecho a ejercer libremente su sexualidad, dando paso a teóricos que

discuten estas posturas tradicionales. Sin duda, la apreciación de la sexualidad en

estos sujetos (hombres, mujeres, jóvenes) deja atrás la concepción de sexualidad

igual a reproducción y comienza a entenderla como una construcción sociocultural.

Al respecto Sánchez-Olvera (2009), expone:

La sexualidad es la forma en que cada persona se construye, vive y expresa


como ser sexual; son las maneras en que pensamos y entendemos el cuerpo

72
humano, esa realidad palpable que configura nuestra vida personal y
pública. Se trata, en sí, de una construcción cultural que resulta de la
interacción del mundo interno con el externo, de la subjetividad con la
organización social. En tal sentido, es una vivencia subjetiva y una
manifestación social del cuerpo sexuado en un contexto sociocultural
concreto (p. 107).

Siguiendo la misma línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS)

define a la sexualidad como una dimensión esencial del ser humano. Explica que

está fundamentada en el sexo y contiene al género, las identidades sexuales y

genéricas, la orientación sexual, el erotismo, las expresiones afectivas, el amor y la

reproducción. Para dicha Organización, la sexualidad se vivencia desde el ámbito

cognitivo con pensamientos, fantasías, deseos, creencias y valores; y desde el

ámbito comportamental con actitudes, actividades, prácticas, roles y relaciones. En

conclusión, la sexualidad es el producto de la interacción de factores psicológicos,

biológicos, culturales, socioeconómicos, éticos, políticos, legales y espirituales o

religiosos (OMS, 2018).

Estas formas de expresión que plantean ambas definiciones de sexualidad

nos dirigen inexorablemente hacia el reconocimiento público de patrones de

comportamiento sexuales que se alejan de las formas tradicionales de relaciones de

parejas y de los binarismos hombre-mujer y heterosexual-homosexual (Sánchez-

Olvera, 2009). Según Gregor (1994), “los dualismos y oposiciones sexuales han

pasado de moda por completo, y con ellos las proposiciones universales respecto a

los sexos y los determinismos biológicos” (p.32). Aunado a esto, los sujetos

bisexuales, las personas transgéneros e intersexuales, entre otros, nos llevan a

73
recapacitar respecto a la sexualidad de manera holística y socialmente contextua-

lizada (Sánchez-Olvera, 2009).

Otro autor que confrontó estos binarismos fue Lacan que, si bien no hizo

énfasis en las formas alternas a la heterosexualidad, enfatizó que esta no constituye

el lugar desde donde se explican las otras prácticas sexuales, de hecho, establece

que cualquier intento por dar prioridad a una práctica sobre otra es consecuencia

del discurso del amo. Por el contrario, Lacan planteó que el sujeto asume una

posición sexuada y que esta posición no es estática, en cambio, puede variar (Lacan,

1973/2008).

Lacan (1965) habla del sujeto multiposicionado que surge a raíz de su

fórmula de la sexuación. En ella expone los opuestos activo-pasivo como únicos

significantes que pueden explicar la diferenciación sexual. Por tanto, la

heterosexualidad no es una posición natural ni normativa, es decir, la posición

sexuada no está garantizada (Quinet, 2006).

En el seminario Aún, el autor introduce esta fórmula en la que expone dos

lados que representan las posiciones masculinas y femeninas con la función fálica

y el no todo respectivamente: “todo ser que habla se inscribe en uno u otro lado”

(Lacan, 1973/2008, p.96). Agrega, además, que “tales son las únicas definiciones

posibles de la parte llamada hombre y de la parte llamada mujer” (Lacan,

1973/2008, p.97) indicando así que los sujetos tienen una parte femenina y una parte

masculina, independientemente de los caracteres sexuales, así como también

expresa que cada sujeto se coloca en un lado o en el otro.

74
Con esta fórmula, Lacan también establece una especificidad de las

relaciones del sujeto con su goce, explicando que el ser sexuado está interesado en

el goce y que todo goce gira en torno al goce fálico (Lacan, 1973/2008). Por su

parte, Bassols (2007), expone que cuando se trata del goce no hay reciprocidad y

“el Otro pierde toda consistencia como correlativo del sujeto. Esta inconsistencia

se traduce hoy en una multiplicación de las identidades sexuales, que parece poner

en cuestión la propia diferencia sexual entre masculino y femenino” (p.8).

Es menester mencionar a Foucault (1979), quien estudió la relación entre el

saber y el poder en la constitución de las sociedades. El autor explica que la ciencia,

como exponente formal del saber, se desarrolla a través de estructuras de poder

construyendo discursos que ejercen control sobre los sujetos.

Foucault (1976/1998), quien se aleja de la concepción biologicista, explica

que los conceptos hay que entenderlos como resultado de una construcción social

formada por discursos que determinan la manera en que pensamos y vivimos y que

se erigen como una forma de control. Es así como la sexualidad, es vista por este

autor como una forma de regulación social: la heterosexualidad obligatoria es una

institución de control. Agrega Aleman (2007), que para Foucault no hay esencias

humanas ya que todas son el resultado de construcciones históricas y de estrategias

de poder, entendiendo este como todo aquello que produce subjetividad.

Los postulados de este autor además tuvieron representación dentro de la

Teoría Crítica, específicamente en la segunda generación que abarcó a los

exponentes del posestructuralismo. Aun cuando este movimiento se ha desarrollado

75
en fases y se ha enfrentado a múltiples inconvenientes mantuvo la intención original

de “desarrollar una reflexión filosófica, social y política articulada con un trabajo

interdisciplinario con las ciencias sociales, y orientada por una intención crítica y

emancipatoria frente a las penurias e injusticias imperantes en las sociedades

modernas” (Leyva, 2005; p.8).

De esta forma, se puede entender que el Feminismo más contemporáneo se

adhiera también a los postulados de la Teoría Crítica, pues ha evidenciado la brecha

entre la igualdad formal y desigualdad real con relación a los derechos legalmente

reconocidos (López-De la Vieja, 2000). Así mismo, es el feminismo de la tercera

ola el que más prueba da de las inconsistencias y las injusticias sociales al rechazar

la existencia de un único modelo de mujer y en contraposición enfatizar la presencia

de múltiples modos de la fémina.

De esta tercera ola participan múltiples autoras como Gayle Rubin quien

establece que, así como toda sociedad posee una estructura económica organizada,

también tiene un sistema sexo/género que define como “el conjunto de

disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en

productos de la actividad humana y en el cual se satisfacen esas necesidades

humanas transformadas” (Rubin, 1986; p. 97). En esta propuesta, agrega Rubin, el

género no sólo implica la alianza única con un sexo, sino también la orientación del

deseo sexual hacia el otro sexo; y así, las posiciones homosexuales quedan

suprimidas de la sexualidad humana.

Rubin (1986), fue a su vez seguidora y crítica del psicoanálisis, estando más

a favor de los postulados lacanianos que des-biologizaron la teoría de Freud. En

76
específico, discute sobre la sexuación en el complejo de Edipo y expone que en

efecto cuando el sujeto sale de la fase edípica su identidad sexual y de género ya

está organizada de acuerdo con las reglas del sistema sexo/genero, concluyendo que

el momento edípico es una máquina que moldea las formas aceptadas y/o adecuadas

de los sujetos sexuales.

Esta concepción del sistema sexo/género no caló en la sociedad ni en los

activistas de la época llegando la misma Rubin a desdeñarlo y sustituirlo por el

estudio de las sexualidades.

La filosofa estadounidense Judith Butler, años después posicionó dos

elementos claves para la evolución del estudio de las sexualidades: la teoría queer

y la performatividad del género. En 1990, Butler utiliza por primera vez el término

“teoría queer” que proclama los derechos históricamente negados a los hombres y

mujeres con orientaciones sexuales diferentes a lo heteronormativo (Espina, 2011).

Butler (2002), comenta que el término queer, en principio era considerado un

insulto y participaba como significante patologizante en la comprensión de la

diversidad. Queer significa raro, desviado, pero con el tiempo ha ido tornándose en

un término político.

Esta teoría postula que la “orientación sexual y la identidad de género son

el resultado de una construcción social y no existen papeles esenciales o

biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas socialmente

variables de desempeñar o expresarse” (Raíces-Montero, 2010; p. 162). Los autores

Fonseca y Quintero (2009) señalan que este postulado es la elaboración teórica de

la disidencia sexual y la de-construcción de las identidades estigmatizadas, que a

77
través de la resignificación del insulto consigue reafirmar que la opción sexual

distinta es un derecho humano.

López-Penedo (2008), expresa que la Teoría Queer considera la categoría

de sexualidad como una construcción social y pone de relieve los diferentes

gradientes y espacios de poder que se distribuyen en todas las categorías sexuales,

incluyendo la heterosexualidad. En función de su naturaleza variable y efímera, la

identidad queer, puede aprovecharse en cada sujeto que en algún momento se ha

sentido fuera de lugar por las limitaciones que trazan la heterosexualidad y los

papeles rígidos de la relación entre sexos. Así, si una mujer se interesa en el deporte

o un hombre en las labores domésticas, pueden ser calificados como queer. Es por

esto por lo que los teóricos queer por lo general, insisten en la auto-designación de

la identidad (Cabral- Ferreira, 2010).

López-Penedo (2008), sugiere que la Teoría Queer reconoce la

imposibilidad de movimiento fuera de los actuales conceptos de sexualidad. No

podemos considerarnos totalmente fuera de la heterosexualidad, ni tampoco dentro,

porque cada uno de estos términos adquiere su significación en relación con el otro.

Lo que la Teoría Queer plantea es que es posible negociar estos límites.

El segundo aporte de Butler (2007), está vinculado a su concepción del

género. Para ella el género es el producto de una serie de actos repetidos en función

de un contexto ordenador punitivo que se consolida con el tiempo generando la idea

de ser naturales. Es decir, el género es un rol que se actúa para representar las

construcciones sociales preestablecidas. A esta representación la autora la llama

performatividad y su fruto se representa en un cuerpo.

78
Con el concepto de performatividad Butler (2007), demuestra la inexistencia

de un sexo interno natural e intrínseco debido a que introduce la posibilidad de

cambiar dicha acción naturalizadora y en esta capacidad de acción la autora

reconoce la voluntad al sujeto para la decisión de seguir las normas sociales

heterosexistas o no.

Otro aporte de Butler (2007), tiene que ver con su explicación de la

resignificación. La autora plantea dicho proceso mediante la brecha instaurada entre

un contenido previo y sedimentado como es la lógica binaria de los sexos/géneros;

y otro que se abre camino en el conjunto de significaciones existentes, como

aparentan ser las posturas que rompen la hegemonía de la heteronormatividad.

Aunado a esto, es menester resaltar que “la resignificación es posible en tanto que

la relación entre discurso y acción permita la inclusión de enunciaciones

alternativas” (Molina, 2013; p.50).

En conclusión, Butler (2007) expone que el sujeto puede, a través de la

voluntad, llevar a cabo procesos de resignificación que le permiten flexibilizar e

incluso omitir las normas sociales heterosexistas en las que fue socializado.

Otra activista queer es la filósofa Beatriz Preciado (2002). Para ella, el

cuerpo es un campo de acción política que a través de la tecnología bio-médica es

convertido en cuerpo sexuado; y esta tecnología que violenta el cuerpo es lo que la

autora concibe como género: “El género es ante todo prostético, es decir, no se da

sino en la materialidad de los cuerpos. Es puramente construido y al mismo tiempo

enteramente orgánico. Escapa a las falsas dicotomías metafísicas entre el cuerpo y

el alma, la forma y la materia” (p. 25)

79
Preciado (2003) agrega que lo queer no está relacionado con el tercer sexo

ni con un más allá de los géneros, por el contrario, se basa en un conjunto diverso

de cuerpos que se enfrentan a los regímenes que les determinan como “normales”

o “anormales”, teniendo como objetivo reconstruir las formas de subjetivación

sexo-política. De esta forma, todo lo que salga de la normalidad establecida por el

paradigma de la visibilidad social de los genitales es rectificado a través de prácticas

quirúrgicas-hormonales-cosméticas creando un proceso de re-naturalización del

cuerpo. Teniendo esto en cuenta, Preciado (2002) concluye en que la

heterosexualidad es una producción biopolítica y el cuerpo normal es la

consecuencia de la violencia del control y la producción cultural, es decir, del

género.

En línea con sus postulados, Preciado (2002) publica su texto "Manifiesto

Contrasexual" que presenta un análisis crítico de las diferencias de sexo y género,

producto del contrato social heterocentrado establecido y cuyas performatividades

normativas han sido instaladas en los cuerpos como verdades biológicas. Este

manifiesto tiene como objetivo el fin de la naturaleza como orden que legitima la

sujeción de unos cuerpos a otros. Preciado propone la contra-sexualidad como el

fin de la percepción de géneros sexuales, el abandono del sistema binario por el cual

se ha regido hasta ahora. En contraposición, plantea considerar la presencia de

cuerpos parlantes que se reconocen unos a otros entre sí, logrando la posibilidad de

acceder a todas las prácticas sexuales, así como a todas las posiciones de

enunciación y finalmente renunciar a una identidad sexual cerrada y determinada

naturalmente.

80
Otra forma que se esboza para la comprensión de las múltiples sexualidades

es el pluralismo radical especificado por Weeks (1993), que se basa en la aceptación

de las diferencias en cuanto a gustos, placeres y relaciones. Este planteamiento

postula que el sexo no es bueno ni malo per se, sino que implica un amplio rango

de posibilidades que deben considerarse en función del contexto en el que suceden.

De esta forma, la diversidad se convierte en la norma cultural y el modo adecuado

para aproximarse a la sexualidad.

El pluralismo radical reivindica los méritos de la elección y las condiciones


que la limitan. La elección implica, en primer término, democracia en la
sexualidad; significa la posibilidad del derecho a controlar el propio cuerpo,
cuando decimos “este cuerpo es mío y sobre él decido yo” (Sánchez-Olvera,
2009; p. 112).

Por su parte, Gergen (1991/2006), introduce la posibilidad de que la

distinción binaria de la identidad sexual sea innecesaria, pues “los términos

masculinidad y feminidad no reflejan una realidad palpable e independiente”

(p.204). Viñuales (2006), que comparte la importancia de los significados,

concluye que los seres humanos se relacionan sobre la base de definiciones

compartidas respecto a algún elemento, situación o persona y agrega que la cultura

es lenguaje y la sexualidad al ser parte inherente de dicha cultura también lo es.

Además, expresa que todas estas afirmaciones “están sometidas a los cambios

sociales que experimentan los roles de género, a qué se entiende por hombre-mujer,

por masculino-femenino e incluso por sexualidad” (p.23)

Con todo lo anterior, podemos afirmar que si algo queda claro en cuanto al

tema de las sexualidades y las identidades es que sus significados no son estáticos;

81
por el contrario, están en continuo cambio y responden al momento histórico y

cultural en el cual se definen. Por esto, resulta menester profundizar sobre los

contextos en los que se forman estos significados.

4. Contexto actual

El cambio social, en palabras de Montesinos (2004), es entendido como “un

periodo en el que se observa la coexistencia de un tiempo social regido por una

estructura que se mantuvo cohesionada y nuevas expresiones sociales, que, en su

carácter inédito, poco a poco, van haciéndose cada vez más visibles” (p. 2). De esta

forma podemos entender el paso y, la expresión de este, de la época moderna a la

contemporánea.

Según Dávila y Ghiardo (2005), la estructura de la transición parece ser

similar en cada caso; sin embargo “las condiciones en que transcurren esos

tránsitos, y lo que se puede llamar el efecto o el impacto de esos cambios de

condición sobre los futuros posibles, son diferentes para cada caso y dependen de

las condiciones de origen” (p. 122).

Las formas de transición hasta hace poco «típicas» han ido cambiando o ya
no son las únicas. La tradicional estructura lineal de transición, definida por
una secuencia culturalmente establecida y socialmente reproducida, en que
se pasa de estudiar a trabajar, de ahí al matrimonio y la crianza de hijos,
todo con plazos estrictos, con edades prescritas, ha ido cediendo terreno a
nuevas formas de hacerse adulto, nuevas formas de transición, con otra
estructura, otro orden en la secuencia y otros tiempos para cada paso (Dávila
y Ghiardo, 2005; p. 116).

82
La época moderna estuvo caracterizada por un sujeto bien definido y sólido

que respondía a valores y costumbres con carácter de verdad y le permitían

funcionar con estabilidad en diferentes contextos y perdurabilidad en el tiempo,

tanto desde lo colectivo como desde lo individual. En contraste, Garro-Larrañaga

(2014), expone que desde hace unos años y hasta la actualidad las estructuras de

poder ya no están tan delimitadas. Los referentes simbólicos son cuestionados,

debilitándolos al punto de dificultar que el sujeto se afirme, durante un largo tiempo,

como parte de una colectividad.

Como consecuencia de esto es difícil que actualmente exista un sentido de


arraigo en lo común. El sentimiento de desarraigamiento es el sentimiento
de la contemporaneidad y ante este desarraigamiento, las nuevas formas del
poder atribuyen la tarea de la construcción de la identidad al propio
individuo. Dicho en otras palabras, es el sujeto en su individualidad, en su
soledad, quién asume el deber de autoconstruirse (Garro-Larrañaga, 2014;
p.266).

En el psicoanálisis, los planteamientos son en extremo similares. En la

contemporaneidad parece existir una declinación de la función paterna en el nivel

simbólico. Este registro está siendo dominado por las leyes del “vale todo” en la

búsqueda de satisfacción. Esto trae, entre otras consecuencias la devaluación de las

jerarquías, el contraste entre las figuras que se erigen como modelos con quienes

identificarse y la invitación a las identificaciones masivas (López-Arranz, 2011).

Según Miller (2017, abril 19), esto se traduce en el debilitamiento del Otro

que afecta las identificaciones haciéndolas más frágiles y vacías; en conclusión, el

discurso del amo contemporáneo ya no provee referentes sólidos y, en

83
consecuencia, tampoco produce identificaciones validadas ni universales. En lo

postmoderno el lugar del significante es más importante que el significante en sí.

De esta forma, dice Miller (2005), que el efecto postmoderno por excelencia es

saber reconocer el poder del lugar y en cambio relativizar aquello que lo ocupa: la

muerte de los absolutos.

El discurso del amo es otro protagonista importante de la época, pues allí

donde se alojaba el Nombre del Padre como significante amo (S1) ahora es

protagonista el objeto a. Cuando Lacan (1969) presenta el discurso del amo, explica

que es el Otro quien le da su valor representativo. En la actualidad es notable como

diariamente esta evaluación queda cuestionada, pues los sujetos no suscriben la

evaluación representativa del Otro; por el contrario, producen y convocan sus

propios significantes-amo (Miller, 2005).

Al respecto, Bauman (2004) y su metáfora de la modernidad liquida, dan

respuesta a lo planteado por Miller, estableciendo que a los fluidos es más fácil

darles forma que mantenerlos en cierta forma. Es decir, es más fácil crear algo

nuevo que intentar adecuarlo a algo preexistente. Bauman continúa expresando que

la necesidad de autoidentificación, de transformarse en lo que cada uno

verdaderamente es, es relativa a toda la época moderna: la sólida y la liquida. Ahora

bien, este proceso en la etapa sólida tenía fin cuando el individuo lograba llegar a

lo socialmente estipulado. En la era liquida, no existe el referente al cual llegar; por

el contrario, este proceso de transformación nunca termina pues no hay referentes

estables a los cuales identificarnos obligando a hombres y mujeres a mantenerse en

constante movimiento sin completud que prometerles.

84
En la misma línea, Garro-Larrañaga (2014), refiere que el sujeto de la

modernidad se perfilaba como unificado y entero; mientras que, en la

contemporaneidad debe encontrar modos nuevos de significación que lo

representen. Sin embargo, estos son de carácter fluctuante por lo que son incapaces

de representarlo.

Esta misma crisis en las identificaciones está planteada por Foucault al

establecer el riesgo de la emancipación y la gobernabilidad del sí mismo, por Miller

con la caída del Nombre del Padre, por Gergen con la saturación y el vaciamiento

del yo; en fin, por el conjunto de autores que desarrollan conocimiento sobre el ser

humano y la podemos ver día a día en la multiplicidad de identidades, que, por

ejemplo, aparecen continuamente respecto a la sexualidad.

En la misma línea, Louro (2019), enfatiza que esta debilidad en la

identificación se traduce en ambigüedad de las identidades sexuales siendo muchas

veces esta falta de nitidez la posición deseada y asumida por muchos jóvenes hoy

en día. Esto se puede ver en las marcas en los cuerpos que, según la autora dejaron

de ser una evidencia infalible de las identidades; por el contrario, es tanta la

tergiversación a través de ropas, adornos, perfumes, tatuajes, cosméticos, prótesis,

implantes, cirugías plásticas, dietas, hormonas, etc., que es “cada vez más imposible

la pretensión de considerarlos como naturales” (p.5).

Con esto, podemos observar cómo las prácticas sociales (de género,

amorosas, conyugales, eróticas, parentales), han sufrido transformaciones. Al

respecto González, Núñez, Galaz-Valderrama, Troncoso y Morrison-Jara (2018),

85
exponen que estas cuestionan las lógicas binarias y falocentristas que subyacen al

pensamiento heteronormativo hegemónico hasta el momento. Estos cambios,

resaltan los autores, son consecuencia en gran parte de los movimientos ligados a

las diversidades sexuales y de género y también a la heterosexualidad.

Este ambiente de transformaciones aceleradas y plurales que hoy vivimos


parece haberse intensificado desde la década de 1960, posibilitado por un
conjunto de condiciones y llevado adelante por una serie de grupos sociales
tradicionalmente sometidos y silenciados. Las voces de esos sujetos se
hacían oír a partir de posiciones desvalorizadas e ignoradas; ellas resonaban
desde los márgenes de la cultura y, sin temor, perturbaban el centro. Otra
política sucedía, una política que se hacía en plural, ya que era –y es–
protagonizada por varios grupos que se reconocen y se organizan,
colectivamente, en torno de identidades culturales de género, raza,
sexualidad, etnia. El centro, materializado por la cultura y existencia del
hombre blanco occidental, heterosexual y de clase media, pasa a ser
desafiado y contestado. Por lo tanto, mucho más que un sujeto, lo que pasa
a ser cuestionado es toda una noción de cultura, ciencia, arte, ética, estética,
educación que, asociada a esta identidad, viene usufructuando, a lo largo de
los tiempos, de un modo prácticamente implacable, la posición privilegiada
en torno de la cual todo lo demás gravita (Louro, 2019; p.2)

Zelada (2018), subraya también, que en las últimas dos décadas los

movimientos LGBTI han logrado posicionarse en el plano jurídico internacional.

Si bien en principio esta empresa estaba destinada a lograr la derogación de la

criminalización de la homosexualidad, luego derivaron en la consecución de

derechos civiles como el matrimonio igualitario, la adopción, la familia y todo lo

concerniente jurídicamente a estos. El mismo autor agrega que para 2018 son 26

los Estados que aceptan el matrimonio igualitario entre otros más que protegen

86
alguna fórmula alterna como las uniones de hecho o civiles entre homosexuales,

entre los latinoamericanos se encuentran Colombia, Uruguay, Ecuador, Argentina,

Brasil, Costa Rica y México.

En algunos territorios de Latinoamérica, ciertamente se han hecho esfuerzos

extraordinarios en materia legal y social para la inclusión de las diversidades

sexuales en las culturas. Argentina y Brasil son ejemplo de esto; sin embargo, es

mucho el trecho por recorrer.

Mogrovejo (2000), afirma que este rechazo a las sexualidades no

heteronormativas en Latinoamérica es producto de la religión católica que

predomina en dicha región, los regímenes autoritarios que se han sucedido y las

políticas de exclusión consecuencia de éstos; todo esto redunda en el refuerzo de la

heteronormatividad hegemónica en el territorio y específicamente en Venezuela.

Ahora bien, este fenómeno ha comenzado a cambiar en el ámbito social y

cultural siendo tangible, entre otras cosas, en las expresiones que la diversidad

sexual y la homosexualidad han tenido en la literatura, la televisión, el cine, las

leyes y los espacios culturales alrededor del mundo; y que son accesibles por la

globalización.

Este concepto

Significa la perceptible pérdida de fronteras del quehacer cotidiano en las


distintas dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica,
los conflictos transculturales y la sociedad civil, y, relacionada básicamente
con todo esto, una cosa que es al mismo tiempo familiar e inasible -
difícilmente captable-, que modifica a todas luces con perceptible violencia

87
la vida cotidiana y que fuerza a todos a adaptarse y a responder (Beck, 2008,
p. 56).

En Venezuela, la globalización ha tenido sus escollos especialmente en lo

que el acceso a la información supone. Esta afirmación queda sustentada en datos

como: la primera conexión a internet se realiza en 1992 (Islas, 2011), y luego

pasarán años para que éste sea accesible a la población de la capital y aún más para

las pequeñas ciudades del interior que, a principios del año 2000, aun no contaban

con internet, incluso no era común el uso de la computadora (Espinoza, 2010). Otros

indicadores los podemos obtener del informe de Cifras del sector

telecomunicaciones (Conatel, 2016) donde se expone que, para el año 2016

(momento en que el menor de los participantes de esta investigación alcanzó la

mayoría de edad), solo el 31% de los venezolanos tenían acceso a internet en sus

hogares, la mayoría de ellos en Caracas, la capital. Esto, puede tener implicaciones

en la comprensión y la expresión de las sexualidades que se mantiene en suelo

venezolano, en tanto el acceso a la información está limitado.

4.1. Contexto Venezolano: Las sexualidades

Venezuela es un país latinoamericano con una historia muy movida en el

siglo XX y lo que va del nuevo milenio. En las primeras décadas de 1900, el

desarrollo del ámbito económico y social fue muy notorio marcado por la migración

extranjera capacitada que llegaba al territorio producto de los conflictos bélicos y

las dictaduras en Europa y otros países de Suramérica; luego, también por el auge

petrolero. Esta entrada masiva de extranjeros fomentó la diversidad de

pensamiento, la transculturización y la modernización en ciertos ámbitos. Para

88
mediados del siglo pasado Venezuela era uno de los países más avanzados en la

región.

Este ascenso en el desarrollo productivo, tecnológico y social en todas las

áreas del país comenzó a mermar hacia finales del siglo, especialmente a partir de

1983 con el viernes negro que sella el primer episodio del colapso económico

venezolano. A partir de esta época comienza en el país un declive importante

marcado por la inestabilidad social, económica y política (Cartay, 1996) que se ha

agudizado hasta llegar a la época actual.

Este panorama ha hecho merma también en distintos ámbitos entre los que

destaca el estudio, aceptación y promulgación de derechos en el ámbito de las

sexualidades. Si bien Venezuela en 1945 fue uno de los primeros países de la región

en aceptar el voto de la mujer, ha quedado luego muy atrás en las luchas de género

y la diversidad sexual. Este es un fenómeno que llama la atención pues con el acceso

a otras culturas producto de la migración y la globalización y las influencias

estadounidenses y europeas, sería de esperar que Venezuela no mantuviese una

posición tan tradicional respecto a las sexualidades.

En el intento de explicar esto, es menester comenzar con la referencia a

Vethencourt (1974/2011), quien se remonta al descubrimiento de América y la

época de la colonia para dar sentido a la dinámica actual de los géneros en la

sociedad venezolana. Este autor menciona la existencia de dos tipos de pueblos

durante la colonización de América Latina: los pueblos trasplantados y los pueblos

nuevos; los primeros son aquellos que mantienen las formas de vida propias del

89
país colonizador; mientras que, los pueblos nuevos son aquellos que dejan su

cultura autóctona, pero tampoco adquieren en su totalidad la cultura del país

colonizador; según Vethencourt, Venezuela está dentro de estos últimos.

Tal como expresó Vethencourt el tipo de colonización en los pueblos de

América Latina por un lado estuvo caracterizado por la obligación a sus pobladores

“de adecuarse a unas formas matrimoniales monogámicas y patriarcalistas por

imperativos ético-religiosos” (1974/2011; p.494). Sin embargo; el impacto de

España en lo que será la futura constitución de la familia venezolana empieza desde

el momento en que los conquistadores formaban familias legítimas y bien

constituidas cumpliendo las regulaciones religiosas, mientras que paralelamente

formaban familias ilegítimas con indígenas.

Con lo mencionado anteriormente, busco resaltar cómo el patrón de

colonización de los pueblos nuevos (en este caso en Venezuela), fomentó un tipo

de estructura familiar que no da paso a una estabilidad de la unión entre los

cónyuges, llevando en muchos casos al abandono del hombre del hogar y en

consecuencias, generando el matricentrismo. De Lima y Sánchez, (2008) definen el

matricentrismo como el fenómeno en el cual la madre es el pivote central en la

organización familiar “la madre como centro o autoridad del grupo, factor de unidad

entre sus miembros, eje de esta estructura en tanto es punto de concentración

afectiva, administrativa y de poder” (p.13).

Por su parte, Moreno (2012) explica que el “matricentrismo” es el término

empleado para describir el funcionamiento de la familia popular venezolana. Según

90
este autor, el centro-familia sobre el que están estructuradas las uniones familiares

en Venezuela es la relación entre la mujer-madre y sus hijos. Esto no quiere decir

que la familia sea matriarcal pues la mujer no ejerce un poder de dominio sobre la

comunidad, más bien implica que la familia está basada en la relación entre la madre

y sus hijos (Moreno, 2012).

En la misma línea, De Lima y Sánchez (2008) mantienen que la

matricentralidad de la familia venezolana se evidencia a mayor escala en las

familias populares “a mayor pobreza y carencias sociales, a menor nivel

socioeducativo, mayor énfasis en la matricentralidad” (p.11). En sentido inverso,

Campo-Redondo, Andrade G. y Andrade J. (2007), explican que el padre de la

familia venezolana de clase media no suele ser tan ausente como puede llegar a

ocurrir en familias de estratos sociales más bajos, y si bien la infidelidad y las

familias clandestinas son posibles y probables, siempre pondrá como prioridad a su

familia de clase media.

Ahora bien, estos autores también afirman que si bien en el matricentrismo

es la madre quien tiene el poder emocional y afectivo dentro del núcleo familiar,

ella siempre recurre a alguna figura masculina para que asuma la responsabilidad

del padre. En este sentido, entonces, se podría afirmar que “la madre nunca asume

por completo la centralidad de la familia venezolana” (Campo-Redondo, et al.,

2007; p.93) y retorna nuevamente algo del poder al hombre, hombre que, sin

embargo, está ausente.

91
Es por esto, por lo que Moreno (1997), aclara que “las necesidades básicas

de la mujer, cuya satisfacción ordinariamente se espera estén en la pareja no tienen

solución de satisfacción por esa vía” (p.8); por el contrario, se redireccionan a la

figura del hijo, al vínculo madre-hijo. De esta manera, la mujer venezolana no se

autodefine como mujer sino como madre. Según este autor, existen diferencias

respecto al vínculo materno en tanto el sexo del hijo. Por un lado, la hija mujer

aprenderá, tal como su madre, el sistema y reproducirá así los patrones culturales;

por otro lado, en el caso del hijo varón, este no se vivencia como hombre, sino que

su identidad va a ser siempre la de hijo, y su satisfacción será siempre su madre.

Esto trae como consecuencia relaciones inestables y superficiales con otras mujeres

distintas a su madre, caracterizadas por el componente genital, que es el único que

la madre no puede satisfacer (Moreno, 1997).

El modelo materno tiene entonces una presencia predominante en el proceso

de identificación sexual del varón, cargado de componentes femeninos que son

neutralizados o balanceados a través de distintos mecanismos, entre ellos el

machismo como mecanismo social y cultural de control (Moreno, 2012).

El machismo se definiría como

Una ideología de superioridad del hombre hacia la mujer, basada en la


concepción social y cultural del hombre de poder y con poder (desde un
contexto patriarcal), y se tomaría al machismo como una actitud o conducta
de sometimiento y control que se manifiesta cuando se pierde estabilidad en
el rol masculino esperado y que converge en actos violentos (Viramontes,
2011; p.29)

92
En la misma línea, Moreno (2012) explica que en todo machismo están

incluidos el poder y el sexo, o la actividad sexo genital, como elementos

preponderantes. El poder se caracteriza por la imposición de dominio del hombre

sobre la base de la fuerza física, el papel que le atribuye la sociedad y la ley, la

tradición y la costumbre. El sexo, por su parte, se refiere al supuesto derecho que

tiene el hombre a una mayor libertad que la mujer en la actividad sexo-genital.

Dependiendo de la cultura, uno u otro componente tendrán mayor jerarquía.

Con respecto a lo mencionado, el autor distingue entonces dos tipos de

machismo: el Machismo-poder y el machismo-sexo. En el primero, el poder reside

en el padre por ser el sexo fuerte y poderoso de la relación; en este tipo de

machismo, el padre está presente en la vida del niño y participa en su aprendizaje,

por lo que el niño se identifica con él y lo imita.

El machismo-sexo, por su parte, es de origen materno, y cumple con la

función de manifestar pública y constantemente que se pertenece de lleno al sexo

masculino; y, por ende, se tiene derecho a ejercer poder, como si la pertenencia

sexual se estuviera cuestionando y debiera ser constantemente confirmada. En este

caso, la imposición abusiva de la autoridad y el poder van de la mano con la

actividad sexo-genital. En el machismo-sexo, la mujer no es más que un

instrumento prescindible para la reproducción y el logro de la paternidad. De esta

manera, el machismo-sexo se acentúa cuando la mujer requiere del “macho” para

cumplir sus deseos maternales, y cuando por medio de este, el hombre puede

demostrar su masculinidad a través de su descendencia.

93
Para Moreno (2012), el segundo es el caso de la sociedad venezolana, donde

el machismo tiene como objetivo principal la defensa contra la homosexualidad.

Esto supone entonces una perpetuación del control establecido a nivel cultural,

donde se manifiesta el desprecio, la burla y la descalificación del homosexual,

“actitud que circula ampliamente en el lenguaje cotidiano, en las prácticas de

hombres y mujeres, en el imaginario colectivo, íntimamente unido al temor, casi

pánico, generalizado, a ser visto, sospechado o simplemente imaginado homosexual

por los otros” (p. 14).

Esto queda demostrado en el Informe VENEZUELA 2017 Crímenes de odio

por la Orientación sexual, Identidad de género y Expresión de género (ACCSI,

2017) donde se describe que en el año 2016-2017 en el país se registraron eventos

de discriminación a 22 personas de la comunidad LGBTI y 31 dirigidos a personas

que no pertenecen a la comunidad LGBTI “dejando claro que los patrones

heteronormativos impuestos por la sociedad, pueden convertir a muchas personas

en víctimas y en otras en victimarios” (p.5).

Otro espacio de expresión de este machismo tiene que ver con la expresión

de feminidad exagerada que según Hurtado (2018) y Blanco (2009), es una forma

de mostrar el cuerpo al hombre y en consecuencia otorgarle el poder sobre la mujer.

Por último, instituciones como el Estado y sus organismos transmiten estas

formas y costumbres como valores de la sociedad. Barrios y Rodríguez (2016),

exponen que en Venezuela la sociedad patriarcal apoyada por la religión reproduce

patrones machistas por medio de la educación, ocasionando la discriminación

94
política de las mujeres y de la comunidad sexodiversa y destacan el prejuicio

religioso en los legisladores como obstáculo para la participación política de la

mujer y la población sexo-diversa en términos igualitarios.

Esto nos introduce a un tema primordial para el objetivo de investigación.

El machismo y el matricentrismo, así como la cultura religiosa que los sustenta

parecen funcionar en pro de mantener la heteronormatividad a fin de garantizar la

masculinidad como poder y la maternidad como característica fundacional de la

mujer. Sobre esta base, ¿cómo se entienden o se viven las sexualidades no

heteronormativas en Venezuela?

4.2. Sexualidades periféricas en Venezuela

La heteronormatividad que ha regido a la mayoría de las sociedades

alrededor del mundo y que se evidencia a lo largo de la historia, no es extraña para

la realidad social y cultural venezolana (Ruiz, N., 2011). Está claro que, en

Venezuela, “la heterosexualidad sigue siendo la inclinación correcta y única del

ciudadano(a) modelo” (Kozak, 2008; p. 1001).

En consecuencia, vemos común que los hombres desde muy pequeños se

cuiden de ser asociados con la feminidad y con la homosexualidad o con otros

individuos homosexuales, pues, en la cultura venezolana, el hombre a quien se le

considera afeminado se le condena con la burla, la descalificación y la exclusión

(García, 2015; Bastidas-Terán, Arteaga-Rodríguez, y Gómez-Martínez, 2017). A la

mujer, por su parte, no se le piden pruebas de su feminidad, pues al estar destinada

a su rol de madre es inconcebible la posibilidad de la homosexualidad, “no pasa por

95
la mente de un venezolano la posibilidad de la homosexualidad de una mujer, al

menos que existan reiteradas y contundentes pruebas de ello” (García, 2015; p.

174).

De esta forma, cualquier persona cuya sexualidad confronte los límites de

la heteronormatividad en Venezuela, tradicionalmente se ha visto obligado a

ocultarse evitando cualquier discusión en la cual se toque el tema, así como la

supresión de cualquier expresión de género no normativa, para poder convivir

pacíficamente con sus familiares y su comunidad (García, 2015).

En función de mejorar las condiciones de vida y a la luz de los cambios

respecto a los derechos humanos de estos grupos minoritarios que venían

sucediendo en el mundo y América Latina, se presentó en 1999 una moción en la

Asamblea Constituyente para la inserción de leyes que abogaban por la no

discriminación de las personas homosexuales. Esta petición fue negada, desafiando

cualquier intención de velar por los derechos jurídicos y sociales de las minorías

sexuales (García y Jiménez, 2000).

Sin embargo, a lo largo de todo el país comenzaron a surgir movimientos

homosexuales como el Movimiento Ambiente de Venezuela en el año 2000, el

movimiento “Contranatura”, en el año 2003, Fundación Reflejos de Venezuela,

Venezuela Diversa Asociación Civil, año 2007, La Red LGBTI de Venezuela y

Alianza Lambda de Venezuela, probablemente la más reconocida hasta ahora

(Ruiz, N., 2011; Navarrete y Castro, 2006).

96
Posteriormente, en la Ley del Plan de la Patria, en el año 2013, el gobierno

venezolano del momento se encarga de la creación de una serie de postulados en

respaldo a la diversidad sexual, mediante la creación de políticas y legislaciones

que representarán a la comunidad homosexual. Se afirma que el gobierno nacional

tiene como deber construir una sociedad igualitaria y justa, para eliminar la

discriminación hacia personas de la comunidad sexodiversa y proteger a aquellos

cuyos derechos no han sido tomados en cuenta en la sociedad venezolana (Peña,

2015). En la misma línea, dentro de los logros en materia jurídica, Figari (2010),

resalta que, en Venezuela, se prohíbe la discriminación con base en la preferencia

sexual, así como la prohibición de la discriminación en el ámbito laboral. Otros

logros están relacionados con la Educación Integral en Sexualidad Humana: en el

artículo 76 de la Constitución de la República se hace mención específica a los

Derechos Sexuales y Reproductivos y en la Ley Orgánica de Protección al Niño,

Niña y Adolescente se hace mención al derecho a estar informado (González,

Mendoza, Vega y Pino, 2013).

Ahora bien, según ACCSI (2017), aunado a las denuncias del colectivo

LGBT respecto a atropellos, humillaciones, extorsiones, malos tratos, limitaciones

al libre tránsito y torturas por otros ciudadanos y por miembros de los organismos

de seguridad del Estado que actuaron desde el abuso del poder y al margen de la

ley, la homofobia de Estado fue otra forma de violencia. En esta destacaron el

discurso desde la descalificación por la orientación sexual que fue utilizado como

arma política desde la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela y altos

personeros del Poder Ejecutivo. En la misma línea, tampoco se identificaron planes,

97
programas y servicios públicos, implementados por el Ejecutivo, que favorecieran

la calidad de vida de las personas LGBTI.

Igualmente, entre junio de 2016 a mayo de 2017, la Asamblea Nacional pasó

por alto la discusión de disposiciones legales como la Ley antidiscriminación por

orientación sexual, identidad de género y expresión de género, el Proyecto de Ley

de Matrimonio Civil Igualitario, y la modificación del artículo 146 de la Ley

Orgánica del Registro Civil ni la Ley contra crímenes de odio por el respeto y

garantía de los derechos humanos (ACCSI, 2017).

En resumen, podemos ver como hasta hace poco, en Venezuela no habían

sido tomadas en cuenta las minorías en materia de sexualidad. Tampoco se habían

discutido los derechos de estas personas (Kozak, 2008); sin embargo, actualmente

existen organizaciones que abogan por estos grupos y comienzan a notarse algunos

cambios que generan espacios de libertad.

Al respecto Mora, Otálora, y Recagno-Puente (2005), explican que estos

cambios, producto de la modernización, en el orden social han tenido implicaciones

en el desarrollo familiar, especialmente en la modificación de valores y roles

tradicionales que permiten ahora la existencia de estructuras familiares

heterogéneas. Luego añade Mora (2007), que estos cambios son mayormente

tolerados sólo por los más jóvenes (adolescentes y adultos jóvenes).

Estos cambios definitivamente están en constante interacción, son causa y

consecuencia, de procesos de resignificación que estamos atravesando en la época

98
actual y que nos llevan a profundizar entonces en cómo se construyen estos

significados.

5. Construcción de significados

A partir de mediados del siglo XIX, la psicología tenía como objetivo

principal crear conocimientos científicos, razón por la cual la investigación estaba

dirigida a conseguir métodos que confirmaran hallazgos de estudios previos. Con

el paso del tiempo y por las limitaciones propias del positivismo, las ciencias

sociales se ven en la necesidad de extender sus marcos de referencia y vislumbrar

elementos que hasta el momento permanecían desconocidos. Es por esta razón, que

surge el paradigma emergente y con éste los postulados constructivistas sociales y

el construccionismo social (Arcila, Mendoza, Jaramillo y Cañón 2010).

Los tres exponentes principales de estos paradigmas son Lev Semionovich

Vygotsky, Jerome Bruner y Kenneth Gergen. Para los tres, el elemento en común

está en la importancia de los significados formados y mantenidos por los sujetos y

la relación con el contexto sociohistórico donde surgen.

Según Cornejo, Ibáñez y López (2008), las ciencias cognitivas comprenden

los significados como representaciones lingüísticas “que evocan ciertas

representaciones objetivas en la mente del sujeto hablante, donde su objetividad se

verifica mediante su alto grado de consenso dentro de una comunidad lingüística”

(p.212). Sin embargo, esta definición es cuestionada porque no toma en cuenta la

plasticidad de los significados, obviando la intervención del contexto en la creación

99
y comprensión de estos y que los postulados constructivistas rescatan como

esenciales.

Tal es el caso de Vygotsky para quien los signos representan un concepto

fundamental. Estos surgen de la cultura y son aprehendidos por los sujetos

permitiendo el contacto con los otros. Si los signos son parte de la cultura, los

significados también lo son, pues los primeros son la vía para la comprensión de

estos últimos. Además, Vygotsky agrega a su teoría la madurez evolutiva del ser

humano como un proceso que le permite al sujeto negociar estos significados

atribuidos por la cultura y explica que estos permiten que la persona se aleje del

marco de respuesta determinadas por lo perceptivo-sensorial y desplaza la acción a

los significados que se construyen en la interacción con el otro (Arcila, et al., 2010).

Unos años más tarde, Bruner (1991), plantea que los significados son “esas

nociones conformadas culturalmente en función de las cuales la gente organiza la

visión que tiene de sí misma, de los demás y del mundo en que viven” (p. 132). En

consecuencia, esta relación del sujeto con la cultura se establece a través del

significado; incluso, agrega el autor, que más allá de las palabras, las acciones

humanas son interpretables en sí mismas como «actos de significado».

Además, expone que en el significado también es importante la relación con

quien interpreta, quien funge como mediador entre el signo y el mundo. Este

esquema que opera en un nivel mayor del discurso es lo que permite que nos

podamos poner de acuerdo sobre algún elemento en particular. Así, el significado

se puede entender como “aquello sobre lo cual podemos ponernos de acuerdo o, por

100
lo menos, aceptar como base para ponernos de acuerdo sobre el concepto (social)

en cuestión” (Bruner 2004, p.128).

Para Bruner (1991), los significados tienen dos líneas de origen; la primera

marcada por lo biológico y las estructuras proto-lingüísticas que desaparecen en

algún momento de la vida y otra de origen cultural que se mantiene. En el cruce de

ambas líneas es cuando se negocian y transforman los significados. También, de su

propuesta se derivan dos funciones principales de estos significados: la primera es

la función mediadora entre la cultura y el hombre, ya que estos son la forma de

participar en lo social; la segunda es que benefician la construcción de los Yoes que

constituyen o están implícitos en cada sujeto.

Por último, aparece Gergen como exponente fundamental del

construccionismo social. El objetivo fundamental de éste radica en ser crítico y

permitir el desarrollo de una perspectiva esquemática que; por un lado, afirma que

la realidad social es susceptible al cambio resultado de la interacción humana, por

lo que no permanece estático; y, por otra parte, propone que el conocimiento que

tenemos sobre alguna realidad social no es el reflejo de ésta, sino que es un elemento

constitutivo de la misma (Gergen, 1996).

Para entender el origen de este postulado es necesario resaltar el trabajo de

Berger y Luckmann como la influencia más importante de este paradigma (López-

Silva, 2013). Estos autores indican que la sociedad está construida como una

realidad objetiva a través de patrones sociales que se construyen y transmiten desde

las prácticas sociales rutinarias. El lenguaje viene a constituir el principal medio de

101
objetivación de estos patrones (Berger y Luckmann, 1968/2003); en consecuencia,

“la realidad es construida como un proceso histórico dentro de las interacciones

sociales permitidas por el lenguaje” (López-Silva, 2013; p.13).

Berger y Luckmann (1968/2003), indican que el lenguaje “proporciona

continuamente las objetivaciones indispensables y dispone el orden dentro del cual

éstas adquieren sentido y dentro del cual la vida cotidiana tiene significado” (p.37);

es, además, la forma como los humanos almacenan y transmiten el conocimiento

que han cimentado a lo largo de los años y de generación en generación. De esta

forma, la transmisión de la información que permite el lenguaje y las interacciones

sociales reiteradas que este implica, construyen y reproducen la realidad. Así, para

Berger y Luckmann (1968/2003), la realidad social existe en tanto es un producto

de la actividad social humana.

En esta línea, el construccionismo propone entonces el desarrollo de una

alternativa al enfoque individual del conocimiento, de modo que se pueda analizar

“el rol que juega el saber compartido por una comunidad en la conservación y

reproducción de la realidad” (Sandoval-Moya, 2010; p.33). Es decir, Gergen

establece como su objeto de estudio las relaciones entre las personas, pero también

entre los momentos, lugares y objetos y reconoce que los significados tienen su

origen en éstos. En consecuencia, el sujeto desde el inicio de la vida y a lo largo de

ésta actúa bajo el dominio de las relaciones de su comunidad, y en las acciones

coordinadas es que empieza a construir, deconstruir y co-construir de manera

constante los significados (Gergen, 1991/2006).

102
De esta forma, los significados promueven la inclusión ya que en la medida

que se construyen, deconstruyen y co-construyen en la relación, cualquier tipo de

significado es válido, pues tal como explica el autor, no existe una única verdad;

por el contrario, existe la posibilidad de múltiples realidades (Gergen, 1996). La

generación del significado en un sentido relacional es un proceso tenue y dinámico,

En el que la comprensión del lenguaje (o de las acciones) del otro es la


consecución de una coordinación fructífera-en términos de reglas locales de
juicio-. Comprender no es, pues, un acto mental que se origina en la mente,
sino una consecución social que tiene lugar en el dominio público. Al mismo
tiempo, cada coordinación localizada depende de las vicisitudes de los
procesos sociales más amplios en los que esta incrustada, y es, por
consiguiente, vulnerable a la reconstitución como un proyecto suspendido.
La consecución de la comprensión no es, pues, el resultado de mi
deliberación personal, sino de la acción coordinada; y es nuestra
consecución primeramente en virtud de los procesos culturales en que
estamos inmersos. Además, cada consecución de significado en un grupo
pone en movimiento fuerzas que trabajarán desestabilizando y generando
desavenencia o malentendido. En efecto, encontramos una relación íntima
interdependiente entre el consenso y el conflicto: el hecho de generar
comprensión social pone las bases para su disolución potencial (Gergen,
1996; pp. 236-237).

La posición construccionista entonces, no busca situarse en un paradigma

específico para observar el fenómeno y luego reportarlo, como sucede en el

positivismo, sino que se sirve de estos paradigmas para propiciar una reflexión

intelectual. Así, se supone que “el mundo no habla a través de nosotros”, sino que

se toma al mundo “como dado a nuestra interpretación” (Gergen 2007, p.106).

103
5.1. Construccionismo, sujeto, sexualidades

Gergen (1991/2006) comenta que las definiciones del yo que mantenemos

son una herencia de la visión romántica del siglo XIX que se encuentran en disputa

desde la entrada del modernismo en el siglo XX. Ahora bien, tanto la visión

romántica como la moderna están caducando al igual que los basamentos sociales

que las soportan gracias a la llegada de la contemporaneidad, o en sus palabras, el

posmodernismo. En esta era,

Ha sido puesto en tela de juicio el concepto mismo de la esencia personal.


Se ha desmantelado el yo como poseedor de características reales
identificables (…) En líneas más generales, el posmodernismo esta signado
por una pluralidad de voces que rivalizan por el derecho a la existencia, que
compiten entre sí para ser aceptadas como expresión legítima de lo
verdadero y de lo bueno (Gergen, 1991/2006; p.27).

Por tanto, no existe una única voz que determine la realidad del yo y con

esto pierde coherencia la idea tradicional de la identidad como algo invariable en el

tiempo y suma validez la conciencia de la construcción del yo planteando que ante

la pregunta ¿Quién soy yo? hay un mundo de posibilidades de respuestas en

construcción (Gergen, 1991/2006).

Así, para López-Silva (2013), el sujeto para el construccionismo social es,

precisamente, una construcción social; no es nada más que el engranaje de

operaciones lingüísticas en las cuales se desenvuelve. En consecuencia, la persona

identifica un sentido compartido de sí mismo solamente en las formas

conversacionales en las que participa, surgiendo esta identificación desde los roles

104
sociales que uno desempeña en ciertos contextos. Para el construccionismo social,

el sujeto es la mera ejecución de un rol permitido.

En consecuencia, teniendo en cuenta el cambio epocal, Gergen (1991/2006)

hace referencia al nacimiento de un nuevo self, el saturado, que aparece con la crisis

de los self romántico y moderno. Éste es asociado a la condición postmoderna. Es

producto de los efectos que el auge de las tecnologías ha causado en las relaciones

entre los individuos y a su vez, de la diversidad de vínculos que nos posibilitan

estas, así, los procesos de saturación social están produciendo un cambio en el modo

de comprender el “yo” dejándolo igualmente saturado.

Siguiendo la conceptualización de López-Silva (2013), el sujeto es un

pastiche de significaciones externas, y actuación de diversos roles que colonizan el

self. Así, el autor señala que cuando el sujeto no soporta el exceso de información

producto de esta multiplicidad contextual se satura para luego diluirse y permanecer

como un mero entrecruzamiento de narrativas foráneas (Gergen, 1991/2006).

Ahora bien, es interesante resaltar que según Gergen (1991/2006), no se ha

construido un nuevo discurso en torno al yo saturado que permita nuevas

elaboraciones del yo, sino que el único impacto es que el mismo concepto de

esencia personal es cuestionado. Ya no podemos hablar de un yo sino de múltiples

yoes, en tanto, tan pronto una forma se desarrolla plenamente comienza a formarse

la siguiente. En consecuencia, no existe un único término que determine la realidad

del “yo”. La identidad queda a merced del tiempo y la evolución, y; por

consiguiente, deja de ser invariable. El paso de la identidad a las identidades.

105
Finalmente, en el construccionismo social la inteligibilidad del self depende

del otro en tanto figuras que legitiman el rol. En consecuencia, el sujeto es una

transacción perenne y poco estable, que se mantiene en un estado de constante

interdependencia precaria (López-Silva, 2013).

En resumen, el construccionismo social tiene sus pilares en la teoría

generativa, cuyo principio es la capacidad para retar las directrices de la cultura,

formular preguntas respecto de la vida social contemporánea, reconsiderar aquello

que se ha “tomado por dado”, y en consecuencia producir nuevas alternativas para

la acción social (Gergen, 2007). Esta posición constituye así una perspectiva que

contempla la integración de la mutua influencia y reciprocidad entre los aspectos

individuales y los aspectos socioculturales en la comprensión de los fenómenos

psicosociales. Es decir, hace énfasis en la interacción que existe entre los sujetos

que participan de una cultura común y que desde sus propias vivencias van

construyendo realidades en el lenguaje social (Donoso, 2004).

El caso específico del tema que nos interesa es un ejemplo de lo mencionado

por Gergen, pues el sujeto ha ido cambiando al igual que el contexto y con ellos los

significados atribuidos a la sexualidad y al ser hombre y ser mujer, desdibujando

cada vez más las barreras de los significados dicotómicos que se mantuvieron en la

modernidad, pero que aparentemente para el hombre postmoderno o

contemporáneo no le son suficientes o adecuados.

106
CAPÍTULO III. Marco Metodológico

Me gustaría comenzar a describir el procedimiento de esta investigación,

tomando en cuenta el origen de esta. La comprensión del género y las sexualidades ha

sido mi área de estudio, incluso sin saberlo, desde que comencé mi labor como

profesora e investigadora. En principio estuve dirigida por la construcción de

diversidad sexual y desde allí emprendí investigaciones con transexuales y luego con

el psicoterapeuta que había trabajado con ellos, y fue con esta última cuando entendí,

que el problema de estudio iba más allá de los significados asociados a la

transexualidad. Luego dirigí varias investigaciones con otros grupos minoritarios como

homosexuales, bisexuales, Drag Queens y amos y sumisos y los resultados apuntaban

a lo mismo: una identidad que se construía bajo la mirada del otro estigmatizante y en

consecuencia el rechazo a estos grupos. Sin embargo, este rechazo en la sociedad

venezolana no parecía explicarse en función de las identidades en sí mismas, sino sobre

la base de los significados que los venezolanos mantienen respecto al género y la

sexualidad en general.

De esta forma decidí estudiar sobre las sexualidades profundizando en

conceptos y vivencias respecto a la identidad y el género que siempre aparece como

aspecto pivote en los hallazgos de investigaciones previas. Fue una constante también

107
en los estudios de la línea3 cómo los procesos para desarrollar y definir una identidad

estaban atravesados por vivencias dolorosas, cuestionamientos personales y prejuicios

propios y sociales que coartaban la construcción del sí mismo. Es así, como surge la

pregunta de investigación actual.

En otro orden de ideas, mi postura paradigmática siempre construccionista

también se fue reforzando en función de los hallazgos de la línea. En principio, la

elección estuvo tomada sobre la base de mi sesgo clínico y la postura crítica respecto a

la patologización de todo aquello que se aleja de la normal, que mantengo. Luego, fue

derivando en una postura ética y en consecuencia política respecto a la relación con el

objeto de estudio. Escuchar los testimonios de diferentes participantes me hizo

reflexionar sobre el tratamiento de verdad que damos a la clínica (así como a otras

disciplinas científicas) generando clasificaciones y generalizaciones que no se

cuestionan y que desdeñan otras posibilidades de realidades. Por tanto, decido dar voz

a los protagonistas y a la vez cuestionar mis posturas para disminuir aquello que pueda

distorsionar la interpretación del tema central.

Dentro de esta lógica, la mejor forma de garantizar una interpretación lo más

asertiva, por medio del protagonismo de los informantes en la investigación de temas

tan complejos como las sexualidades, es a través de la metodología cualitativa.

3
Me refiero a la línea de investigación que coordino en la Universidad Metropolitana. Puedo
destacar en este caso los trabajos de grado de Maurera y Natera, 2017; León y Rangel, 2017; Arteaga
y Mijares, 2017.

108
1. Definiendo el paradigma y la estrategia de investigación

1.1. La decisión por la metodología cualitativa

Esta decisión la tomé sobre la base de la postura paradigmática y del objetivo

planteado: comprender la construcción del sujeto desde sus significados de género y

sexualidad. Como mencionan Hernández, Fernández y Baptista, (2007), el enfoque

cualitativo procura la profundización de la información, proporcionando detalles y

experiencias únicas que permiten la reconstrucción de la realidad según la observan los

miembros de un sistema social previamente definido, en este caso son los jóvenes

profesionales quienes pueden expresar sus propias percepciones sobre la sexualidad y

su diversidad confiablemente, logrando a partir de los datos una reconstrucción

fidedigna de sus realidades y del problema planteado.

Otro elemento pivote en esta metodología es el relacionado con la concepción

del objeto de estudio, considerado como complejo y holístico; es decir, como proceso

dinámico tanto en su constitución como en su expresión (Cuevas-Jiménez, 2002). Este

es un aspecto clave para comprender el significado actual del sujeto y la sexualidad,

que como destaqué en capítulos anteriores, ha demostrado ser un tema cambiante en

diferentes momentos históricos y contextuales.

En la investigación cualitativa se indaga para la comprensión de un fenómeno,

considerando la subjetividad del investigador en una perspectiva construccionista del

conocimiento. Esta decisión la tomé teniendo en cuenta que cualquier visión clásica

positivista traería consigo el castigo o rechazo a todos los procesos que transgreden lo

109
normativo de una realidad entendida como única, posiblemente pasando por alto

información de carácter valioso para el problema de investigación (Gergen, 1996). Por

el contrario, el construccionismo renuncia a la posibilidad de una realidad única y

absoluta; en este, la realidad es concebida como subjetiva y social por lo que el saber

está contextualizado en el tiempo y en el espacio (Montero, 1995; Guba, 1990).

La comprensión del sujeto en tanto sus sexualidades como fenómeno de estudio

trae consigo una dificultad inherente. Concretamente, lo particular y lo singular del

fenómeno y en la misma línea lo difícil de diferenciar del contexto en el que se

desarrolla. Esto me llevó a considerar el estudio de caso como enfoque para esta

investigación.

1.2. El estudio de caso

El desarrollo de los estudios de caso ha sido ampliamente documentado aun

cuando existe poco acuerdo entre los autores respecto a su definición, sus usos, sus

ventajas o desventajas. Los autores Yin y Stake han discutido y elaborado propuestas

al respecto de esta estrategia de estudio desde diferentes posturas paradigmáticas.

Yin (1994), define al estudio de casos como “una investigación empírica que

estudia un fenómeno contemporáneo dentro del contexto real en el que se desarrolla,

especialmente cuando los límites entre el fenómeno y el contexto no son evidentes”

(p.13). Su definición es ampliamente usada tanto en investigaciones cuantitativas como

cualitativas aun cuando proviene de una aproximación positivista.

110
Por su parte, Stake (1999) se refiere al estudio de casos como “el estudio de la

particularidad y de la complejidad de un caso singular, para llegar a comprender su

actividad en circunstancias importantes” (p.11). Su definición se basa en una

aproximación construccionista.

En líneas generales, “el estudio de casos busca partir de un análisis integral,

teniendo en mente el objetivo de lograr un entendimiento holístico, que ponga de

relieve o resalte la totalidad del objeto estudiado” (Garcilazo, 2011; p.5). Bonache

(1998) destaca que, en los estudios de casos específicamente cualitativos, “lo

importante es la autenticidad; es decir, que el método nos permita entender el punto de

vista y las categorías de los sujetos estudiados” (p.6).

Yin (1994), establece tres criterios que recomienda cumplan los problemas de

investigación para decidir hacer un estudio de caso. El primero es la intención de

responder a cuestionamientos del tipo ¿cómo? y ¿por qué?; tal es el caso de la presente

investigación cuya pregunta central es ¿cómo se construye al sujeto con base en sus

significados de género y sexualidad?

El segundo criterio consiste en la imposibilidad de control que se tiene sobre el

fenómeno a estudiar, tal como sucede en este caso; y, por último, el tercer criterio

recomienda los estudios de caso cuando el fenómeno a estudiar es contemporáneo.

Como expuse en capítulos anteriores, la construcción del sujeto siempre va a estar

mediada por el contexto sociohistórico y en ese sentido la contemporaneidad implica

111
unas características que me llevan a hipotetizar que la construcción pasada difiere de

la actual y por tanto el interés por indagar en lo contemporáneo.

Teniendo esto en cuenta, siguiendo las consideraciones de Yin es apropiado

considerar el estudio de caso en tanto estrategia de investigación. Ahora bien, respecto

al tipo de estudio, diferentes autores han provisto distintas clasificaciones que

describen diferentes formas de diseñar el estudio de caso (Yin, 1994; Stake, 1999;

Simons, 2011). Stake (1999), plantea que estos pueden ser intrínsecos o instrumentales,

destacando a estos últimos como aquellos donde el caso es un medio para alcanzar la

comprensión de un fenómeno. Tal es el diseño seleccionado en el que se estudió la

construcción del sujeto desde sus significados de género y sexualidad en jóvenes

profesionales incorporando a 15 informantes con distintas características que

permitieron ilustrar el problema de investigación.

Además, según la clasificación expuesta por Simons (2011), este también sería

un estudio de caso, generado por la teoría, que “se refiere a generar la teoría que surge

de los propios datos” (p. 43). En la misma línea, Kazez (2009) explica que, “la

estrategia de investigación basada en estudio de caso puede abarcar distintos diseños

posibles y tiene por objetivo la construcción de teoría” (p.2). Tal es el caso de esta

investigación en donde a través del estudio y utilizando el método de análisis de

comparación constante planteo la construcción teórica respecto al sujeto en transición.

112
1.3. Carácter emergente

En la realización de esta investigación fue muy importante el carácter

emergente. Este me permitió realizar el análisis de los significados que los jóvenes

profesionales entrevistados mantienen sobre las sexualidades y su constitución como

sujetos a medida que fue surgiendo la información de los participantes. Esta selección

la hice basándome en la dirección que toma lo emergente: el carácter flexible de este

me permitió la reflexión, el planteamiento y replanteamiento de los pasos a seguir

durante la recolección de datos y a lo largo de toda la investigación. Además, esta

cualidad emergente promueve la toma de decisiones creativas que permite moldear el

estudio según las necesidades que vayan surgiendo en el mismo (Valles, 1999),

respetando de esta forma tanto a los hallazgos como a la estrategia propia del estudio

de casos. Fue así como, pude tomar decisiones respecto a los informantes y en función

de estos e incluso modificar en cierto punto los objetivos de la investigación.

Según Anadón (2008), el punto de partida radica en que el investigador puede

construir de manera inductiva las hipótesis, los conceptos, significados, y las

proposiciones a partir de las interpretaciones que los sujetos o los colectivos hacen de

los gestos, los discursos y los intercambios simbólicos; todo esto con el fin último de

desarrollar una teoría mediante un proceso continuo de recolección e interpretación de

los datos.

113
2. Construir e interpretar la información

2.1. Métodos de recolección de información y acceso al campo

Realicé entrevistas semiestructuradas a profundidad para la recolección de

datos por lo apropiado de su diseño flexible y continuo (Stake, 1999). Aunado a esto,

Bonache (1998) las recomienda como método preferido en los estudios de caso pues

exteriorizan el fenómeno estudiado, dado que fomentan que el entrevistado confíe su

experiencia.

Según Taylor y Bogdan (1987), se entiende por entrevistas cualitativas en

profundidad encuentros repetidos entre el investigador y los informantes, destinados a

la comprensión de los participantes respecto a sus historias de vida. Hernández et. al.

(2007) por su parte las definen como un encuentro donde el intercambio de información

entre un entrevistado y un entrevistador es el objetivo principal.

Las entrevistas cualitativas no son directivas ni estandarizadas; por el contrario,

son flexibles y dinámicas (Taylor y Bogdan 1987). Este carácter semiestructurado

permitió realizar un guion base (ver Anexo A) al que luego agregué preguntas o

consideraciones a la misma información que iba emergiendo durante la propia

recolección de datos.

Según Eguiluz-Romo (2003), este tipo de entrevista, al no seguir la rigidez de

un cuestionario estructurado suscita la apertura de historias personales, recuerdos,

vivencias y emociones importantes para el entrevistado. De igual manera, invita a abrir

114
temas relacionados con la sorpresa, la frustración, la confusión o el desconocimiento.

Esto sucedió en muchos casos con los sujetos entrevistados, que en ocasiones se vieron

angustiados y afectados por la temática, incluso llegando al llanto por momentos

específicos y cruciales de sus testimonios.

La recolección de la información la realicé en cuatro fases en función de los

hallazgos que se iban suscitando. En distintos momentos conté con una auditoría

externa para buscar triangulación entre investigadores y de la teoría con el fin de

disminuir la posibilidad de sesgar las entrevistas y garantizar así la voz de los

informantes. En un primer momento llevé a cabo 12 entrevistas que a medida que iba

avanzando el diseño emergente se tornaron más enfocadas con el fin de generar la

teoría. Con todos los participantes tuve una primera comunicación telefónica donde

solicitaba el apoyo y explicaba los objetivos del estudio. Concretábamos un lugar de

encuentro que propusiera el participante y planteaba que la entrevista sería grabada en

audio. Al finalizar las entrevistas, siempre dejaba un espacio para la conversación libre

donde el entrevistado podía agregar algún dato importante que yo no hubiese abordado

y dejaba abierta la posibilidad de un nuevo encuentro.

Un segundo momento estuvo marcado por la solicitud a los participantes de un

escrito sobre cómo se describían a sí mismos como hombre/mujer, información que

luego agregué textualmente al análisis final. Esta segunda fase surgió por la necesidad

de contrastar sus definiciones personales con las que tenían sobre los hombres y

mujeres venezolanas y dio información fundamental para la construcción teórica final.

115
Al mismo tiempo la intención estuvo destinada a la triangulación de fuentes para

observar si el fenómeno seguía siendo el mismo en una forma distinta de interacción

(Stake, 1999).

El tercer momento, consistió en la inclusión de tres casos más con la intención

de completar algunas categorías y asegurar la solidez de los conceptos formulados. En

esta etapa uno de los informantes consistió en un caso extremo en tanto su

representación de diversidad, pues es un hombre transexual (biología femenina)

heterosexual, que antes de asumirse como trans vivió su adolescencia y primeros años

de la adultez como lesbiana y luego del proceso de adecuación se trasviste; también

planea ser padre con la intención y el deseo de ser él quien quede embarazado.

En esta etapa y en función del muestreo teórico nació la intención de entrevistar

a un joven profesional homofóbico; sin embargo, no lo logré pues no conseguí a un

joven que se identificara como tal. Esto llamó mi atención y lo exploré con algunos

informantes claves que llegaron de forma independiente a la conclusión de que, si bien

claramente existen homofóbicos en estas edades, identificarse como tal en el contexto

de investigación (jóvenes profesionales) implica un costo social muy alto.

La cuarta fase consistió en las entrevistas de devolución con 12 de los

participantes. De los tres informantes restantes, dos accedieron a la entrevista, pero no

se pudieron concretar y una tercera que no pude localizar. En estas sesiones, presenté

los resultados oralmente a los jóvenes quienes respondieron sentirse identificados por

116
la construcción del sujeto en transición (ver Anexo C). También aclararon algunos

puntos del análisis que fueron incluidos dentro del texto actual.

Los encuentros fueron presenciales en los casos donde los sujetos vivían en

Caracas y por videollamadas cuando se encontraban en el interior del país o viviendo

fuera de este. Todas las entrevistas fueron grabadas en audio y transcritas textualmente.

Además, las tres primeras fases se realizaron con una modalidad que garantizara el

carácter emergente; es decir, luego de realizar una entrevista esta primero debía ser

transcrita y analizada para luego pasar a la segunda y así sucesivamente.

Otra estrategia utilizada fueron las anotaciones de campo que realizaba luego

de cada entrevista, donde apuntaba mis impresiones personales, generaba nuevas

preguntas para próximas entrevistas al igual que perfilaba hipótesis que ayudaran al

progreso de la investigación y del muestreo teórico.

2.2. Contexto y participantes

Inicialmente la investigación estaba planteada en tanto la construcción del

sujeto venezolano; para el logro de este objetivo tenía estipulado entrevistar a

venezolanos de diferentes edades y niveles socioculturales ya que múltiples estudios

exponen que estos significados varían de acuerdo con estos elementos (Acuña-Ruiz y

Oyuela-Vargas, 2006; Lozano, 2009; Vera-Gamboa, 1998). Sin embargo, una vez que

comencé la inmersión en el campo pude notar dos elementos que me llevaron a

replantear la idea inicial. Primero la variabilidad de los resultados era muy profunda y

117
amplia lo que supuso una cantidad de datos que de agregar mayor variabilidad podría

volverse inoperativa. Esto me llevó a considerar la delimitación del objetivo inicial.

El segundo elemento partió de una hipótesis que emergió de los datos: los

participantes menores de 27 años parecían tener una visión “más flexible” respecto a

sus conceptos de género y sexualidad que los mayores de esta edad. Revisando en la

bibliografía pude encontrar un aspecto que podría explicar esta diferencia en principio

tan drástica: la generación Millenial y su micro generación Xennial. Estas según

diversos autores agrupan a sujetos que actualmente se encuentran entre las décadas de

los 10 y 30 años; sin embargo,

Las fechas exactas de inicio y fin de esta generación varían entre los diferentes
autores; principalmente se debate sobre el límite del fin de la generación Y, y
el inicio de la generación Z o Centennials. Es así como las consultoras PWC
(2011), Deloitte (2014), y autores como Cuesta, Ibáñez, Tagliabue y Zangaro
(2009), Sprague (2008) y Tulgan (como se citó en Burkus, 2010), se refieren a
los Millennials como aquellos nacidos entre 1980 y el año 2000. De acuerdo
con De Hauw y De Vos (2010) y Burke y Ng. (2006), el rango va entre 1980 y
1994. Mientras que para Benckendorff, Moscardo y Pendergast (2010), los
Millennials son aquellos nacidos entre 1977 y 2003 (Díaz-Sarmiento, et al.,
2017, p. 197).

A su vez, esta generación está marcada entre otros aspectos por el acceso a la

tecnología, que trae consigo una variabilidad interesante, pues los millenials mayores

(los llamados Xennials), a diferencia del resto, conocieron el internet y el desarrollo

tecnológico posterior a este, en una adolescencia avanzada o incluso comienzos de la

118
adultez; es decir, tuvieron que adaptarse a una nueva forma de vida caracterizada por

la globalización y las comunicaciones, no nacieron con ella (Kempf, 2018).

Teniendo esto en cuenta, junto con la diversidad de información que solo esta

generación representa, tomé la decisión de circunscribir el objeto de estudio a personas

dentro de los márgenes Millenials y dado el grado de variabilidad entre los autores en

cuanto a las fechas de inicio y final de este grupo consideré incluir a personas entre 21

y 36 años (para el momento de la recolección de la información) a fin de asegurar la

pertenencia a esta generación.

Luego de esto, en función de los hallazgos que iban consolidándose y

considerando la importancia que el acceso a la información implicaba en ellos, tomé la

decisión de circunscribir la investigación a jóvenes profesionales. Aunado a esto, la

literatura en Venezuela también muestra múltiples estudios en zonas populares con

participantes no profesionales (Recagno-Puente, 2002; Otálora y Mora, 2004;

Recagno-Puente, Otálora y Mora, 2006) pero pocos en la clase profesional.

La selección de casos fue intencional y siguió un muestreo teórico. Intencional

en tanto fueron seleccionados casos según mi criterio como investigadora a fin de

maximizar la información recolectada en cada uno de ellos (Kazez, 2009). El muestreo

fue teórico en tanto procuré que los conceptos que emergían direccionaran la selección

del próximo participante para producir comparaciones y hacer más densa la teoría

(Strauss y Corbin, 2002). El concepto que más dirigió la selección de los informantes

fue el género, específicamente el grado de adecuación o transgresión a lo socialmente

119
estipulado; sin embargo, este no siempre lo podía saber o inferir a priori, en

consecuencia, la diversidad sexual (entendida como categoría política) también fue una

categoría sobre la cual llevé a cabo este muestreo teórico.

Al respecto, Stake (1999) comenta que en los estudios de caso instrumentales

lo importante es acceder a las oportunidades de aprendizaje y lograr la equidad y la

variedad. Por tanto, procuré heterogeneidad en cuanto a edades (dentro del rango

establecido), profesiones, lugares de residencia y procedencia y sexualidades

(homosexuales, lesbianas, heterosexuales, transexuales, cisgénero y andróginos) para

lograr mostrar la complejidad y diversidad del tema planteado (ver Tabla 1). En

general, busqué priorizar la profundidad sobre la cantidad escogiendo a participantes

representativos del fenómeno a estudiar.

Finalmente entrevisté a quince (15) jóvenes profesionales que además se

ofrecieron como voluntarios a la investigación. Nueve (9) son caraqueños de origen y

seis (6) del interior representando la región oriental, central y occidental del país. En el

caso de los participantes del interior todos vivieron en su lugar de origen hasta

graduarse de bachillerato, garantizando así que toda su infancia y gran parte de su

adolescencia fueron efectivamente en el interior. Por su parte, aquellos participantes

que ahora residen fuera del país, para el momento de la entrevista, tenían menos de tres

años de haber emigrado. Es importante aclarar que todos los nombres presentados son

seudónimos a fin de mantener la confidencialidad de los participantes.

120
Tabla 1. Grupo de informantes

Orientación Lugar de
# Alias Edad Sexo
sexual
Profesión Residencia
Procedencia

Ingeniero
1 Andrés 24 H Heterosexual Caracas Caracas
Químico
2 Carlos 22 H Heterosexual Ingeniero Civil Caracas Caracas
Comunicadora
3 Ana 23 M Heterosexual Caracas Caracas
social
4 Julio 29 H Heterosexual Antropólogo Caracas Caracas
Estudiante
5 Pedro 22 H Homosexual Caracas Caracas
psicología
Santiago
6 Clara 31 M Heterosexual Chef Caracas
de Chile
Lima/
7 Norma 31 M Homosexual Psicólogo Caracas
Perú
Estudiante San
8 Manuel 26 H Homosexual San Cristóbal
Administración Cristóbal
Estudiante
9 Néstor 22 H Heterosexual estudios Caracas Maturín
liberales
Psicólogo/
Activista Milano/ Barquisimeto/
10 William4 36 H Homosexual
derechos Italia Maracaibo
humanos
Estudiante Puerto la
11 Laura 21 M Heterosexual Caracas
derecho Cruz
Médico
12 Johana 33 M Heterosexual anestesiólogo Valencia Valencia
/esteticista
13 Miriam 25 M Homosexual Administración Caracas Carúpano
Ingeniería en
14 Antonio 27 Trans Heterosexual telecomunicación/ Caracas Caracas
diseño y gestor
15 León 30 H Homosexual Psicólogo Caracas Caracas

Fuente: Elaboración propia

4
William es el participante que se identifica a sí mismo como Andrógino.

121
Stake (1999), propone que en los estudios instrumentales algunos contextos

pueden ser más relevantes que otros en tanto el objetivo de investigación. En este caso

el contexto sociohistórico desarrollado en el capítulo anterior tiene una importancia

superior a los intrínsecos a cada informante, sin estos dejar de tener un nivel alto de

implicación en la construcción de sus significados. En el Anexo B, el lector podrá

encontrar algunas viñetas de información particular de los informantes que le permitirá

ampliar el contexto de cada uno de ellos.

Si bien todos los casos fueron tratados con la misma importancia, hubo algunos

que fueron claves por cumplir con otras características más allá de ser jóvenes

profesionales que ofrecían una mirada distinta al fenómeno, entre ellos hubo tres

militantes GLBT, un antropólogo, un psicólogo social y dos psicólogos clínicos.

2.3. Análisis de la información

Para el análisis de la información utilicé el método de comparación constante

que según comenta Araya-Umaña (2002), constituye el método ideal para realizar

teorías fundamentadas en los datos, porque pretende crear modelos teóricos sobre las

interrelaciones de los diversos elementos del fenómeno estudiado. Por tanto, dicho

método fue la mejor alternativa para el estudio de los significados asociados al género

y la sexualidad en los entrevistados y la posterior construcción del modelo teórico del

sujeto en transición.

Tal como afirma Sarlé (2005), durante el proceso de generación teórica que

favorece la comparación constante, la selección de la muestra, la recolección de la

122
información, el análisis de los datos y su interpretación son procesos simultáneos y así

fue en esta investigación, favoreciendo de cierto modo un proceso en forma de espiral

y reiterativo, donde analicé conceptualmente y de acuerdo a significados, segmentos o

unidades de análisis que fueron contrastando entre ellos para formar categorías. A su

vez, éstas también pasaron por el mismo proceso comparativo entre sí en el que

surgieron nuevas categorías, subcategorías, propiedades, y otras fueron desechadas.

La aplicación de esta estrategia implica contrastar categorías, hipótesis y

proposiciones que surgen a lo largo del estudio. De acuerdo con Strauss y Corbin

(2002), este procedimiento se desarrolla en cuatro etapas que llevé a cabo en mi

análisis: Comparar los datos, integrar cada categoría con sus propiedades, delimitar la

teoría que comienza a desarrollarse y recoger la redacción de la teoría luego de lograda

la saturación de las categorías.

Más específicamente, una vez transcritos los datos de cada entrevista procedí a

la construcción de categorías analíticas dando así inicio a la codificación abierta,

entendida como el contraste de información obtenido de distintas fuentes en un proceso

sistemático que tiene como fin la elaboración de categorías que faciliten la

estructuración y construcción del conocimiento (Strauss y Corbin, 2002). Así, el

análisis de datos se llevó a cabo de modo riguroso mediante la codificación,

encontrando por medio de la comparación constante las categorías iniciales que

sirvieron para agrupar los datos según sus semejanzas, y ubicando relaciones y puntos

de encuentro entre ellos, como significados, emociones, dinámicas, entre otros.

123
Durante esta fase y las siguientes me serví del software ATLAS.ti. En este

desarrollé una unidad hermenéutica donde organicé los documentos primarios en

familias según la orientación sexual, la identificación sexual, la edad en tanto

mayores/menores de 27 años y la procedencia de Caracas o el interior del país. También

generé los códigos iniciales y las redes que comenzaban a surgir en esta primera etapa

de análisis.

Posteriormente, y partiendo de la codificación abierta agrupé las diferentes

categorías iniciales en unidades temáticas. Con esto surgieron las subcategorías a la

vez que categorías más amplias y comprensivas. Este proceso es lo que se conoce como

codificación axial, que implica una relación entre las categorías menores y mayores y

es descrita por Strauss y Corbin (2002), como el acto de relacionar categorías a

subcategorías siguiendo las líneas de sus propiedades y dimensiones, y observar cómo

se entrecruzan y vinculan entre sí. En este nivel, si bien continúe con el programa

ATLAS.ti modifiqué la información que exportaba a WORD e incorporé otras

herramientas que considero más amigables para la presentación de mapas conceptuales

como MindManager. Finalmente, de la codificación axial surgieron tres categorías que

abarcaron la sociedad venezolana conservadora, los espacios para descubrir (se) y

flexibilizar (se) y los procesos de cambio y resignificación.

En ATLAS.ti también fui escribiendo memos relativos al análisis e

interpretación de la información que iba surgiendo, así como de ciertas dificultades en

la recolección de datos que luego agregué en la redacción final del presente documento.

124
Finalmente, a partir de la comparación constante y las hipótesis que surgían de

la interpelación de los datos surgió la categoría central del sujeto en transición. Esta

categoría nació de la consideración del proceso que planteaban los datos. Había un

antes que se dibujaba con cierta claridad en los testimonios; sin embargo, el ahora no

siempre apuntaba a una diferencia clara con el antes. Esto me llevó a interpretar que el

tiempo actual, ese ahora aún no está del todo definido, por el contrario, parecía estar

problematizándose en diferentes grados en cada participante. La revisión de la

literatura con este lente también me ayudó a afinar la interpretación final. En esta

encontré cómo varios autores hacían alusión a lo nuevo y lo viejo y la confluencia de

estos que se repetía en lo que estaba surgiendo en mis datos, de allí consideré la noción

de transición.

Este modelo teórico del sujeto en transición no pretende ser isomorfo con una

realidad; por el contrario, parto paradigmáticamente de las múltiples realidades y, en

consecuencia, tampoco pretende ser representativo de una población. Más bien, en

línea con Stake (1999), espero que el lector pueda realizar a partir de su lectura

generalizaciones naturalistas. Estas “son conclusiones a las que se llega mediante la

implicación personal en los asuntos de la vida o mediante una experiencia vicaria tan

bien construida que las personas sienten como si ellas mismas las hubieran tenido” (p.

78).

Otra interpretación al problema de la generalización es abordada por Strauss y

Corbin (2002) quienes destacan el poder explicativo por encima de la generalización a

125
otras poblaciones. Explican que la teoría generada a través del método de

comparaciones constantes es sustantiva en tanto se refiere a un área específica y no

tiene el mismo poder explicativo que una teoría formal; sin embargo “el verdadero

mérito de una teoría sustantiva reposa en su capacidad de hablar específicamente de las

poblaciones de las cuales se derivó y a las cuales se debe aplicar” (p.290). Así, el sujeto

en transición pretende ser una teoría sustantiva que explica qué puede suceder en los

jóvenes profesionales respecto a los significados construidos sobre los géneros y las

sexualidades y cómo construyen entonces al sujeto a partir de estos.

De esta forma, el diseño de la investigación, las estrategias de análisis y los

métodos seleccionados tuvieron siempre por norte comprender el tema de estudio, dar

voz a los informantes y respetarla, construir un modelo en el que esta voz estuviera

representada y explicada y finalmente configurar las interpretaciones de forma tal de

lograr generalizaciones naturalistas. En aras de garantizar esto, llevé a cabo durante

todo el análisis distintas estrategias para juzgar y asegurar la calidad de la investigación.

2.4. Evaluación de la calidad

Diferentes autores han desarrollado criterios para evaluar la calidad de

investigaciones cualitativas y de estudios de casos; sin embargo, muchos de ellos han

mantenido una lógica derivada del positivismo en el desarrollo de criterios de

evaluación haciendo paralelismos desde la confiabilidad, la validez interna y la

generalización (Garcilazo, 2011).

126
Steinke (2004), retoma esta discusión y rechaza la adecuación de los criterios

de evaluación cualitativos a los cuantitativos. En su lugar propone cuatro criterios que

son los que tomé en cuenta para la evaluación de mi investigación: El chequeo con los

participantes, la triangulación, la validación de las situaciones de entrevistas y la

autenticidad.

Respecto al chequeo con los participantes, como expliqué previamente, la fase

final de la recolección de la información fueron estas entrevistas de devolución. En las

mismas intenté mantener en la conversación con los sujetos la misma lógica con la que

construí el presente documento, destacando en principio el proceso subyacente en los

datos. Comenzaba por la primera categoría, les hablaba de lo que parece ser el momento

de corte y luego de los significados actuales para terminar profundizando en el

planteamiento teórico del sujeto en transición.

Tal como expone Stake (1999) las reacciones fueron diversas en cada

participante fluctuando desde no responder ante la solicitud del encuentro, acceder y

luego no responder, aceptar la reunión siendo muy parcos en la misma, hasta las

respuestas de emoción frente a los resultados. Independiente de la forma de respuesta

con todos los que pude hablar reconocieron sentirse identificados con diferentes

aspectos de los resultados y especialmente con la noción de transición (ver Anexo C).

Aunado a esta devolución final, durante las entrevistas iniciales constantemente

chequeaba con los participantes haber comprendido lo que me querían transmitir

127
mediante repreguntas y clarificaciones y así asegurar que estaba comprendiendo el

mensaje.

Respecto a la triangulación, la misma ocurrió en múltiples formas y momentos

durante el estudio del caso. La triangulación de fuentes estuvo presente al entrevistar a

15 personas y dividir la recolección de los datos en cuatro fases y dos modos: cara a

cara (presencial o virtual) y por escrito. Además, el tiempo transcurrido entre cada fase

fue de al menos dos meses. Siguiendo este diseño pude corroborar que el fenómeno

seguía siendo el mismo en otros momentos, en otros espacios o en diversas formas de

interacción (Stake, 1999).

La triangulación del investigador y la teórica estuvieron presentes en las

reuniones con expertos. En estas, presentaba los datos que iban surgiendo y la

interpretación que yo hacía de los mismos a un grupo de especialistas investigadores

de distintas áreas para ser discutidos e interpelados y así revisar si llegábamos a

resultados similares. Aunado a esto, si bien fue imposible que otros investigadores

tuvieran acceso al mismo campo, hubo momentos en que la auditoría externa leyó las

entrevistas y las codificaciones y categorizaciones para asegurar que no estaba

sesgando la información.

Por último, la triangulación metodológica que estuvo dispuesta desde la

selección de 15 informantes. Con ellos retomaba puntos interesantes para el desarrollo

de la teoría que había reportado algún informante previo y así contrastar puntos de vista

y explicaciones sobre un evento en específico. Otro aspecto que ayudó a la

128
triangulación metodológica fue considerar los resultados de otras investigaciones sobre

el área en las que he participado o dirigido. Revisar otras entrevistas y memos respecto

a inmersiones en campos anteriores a este y reportes de resultados de otros

investigadores en otros campos, me ayudó a sentirme más segura respecto a las

interpretaciones que estaba realizando.

El próximo criterio según Steinke (2004) es la validación de las situaciones de

entrevistas; es decir, asegurar que los entrevistados se sienten cómodos y hablan con

sinceridad. Para garantizar esto los informantes fueron en su mayoría desconocidos.

Tampoco tenía ninguna relación laboral o cualquier otro sistema que implicara la

verticalidad con ninguno de ellos. Las entrevistas además se llevaron a cabo en lugares

que los sujetos seleccionaban según su comodidad y agrado. Durante los encuentros

procuraba generar un clima de confianza y comenzaba por las preguntas más generales

e impersonales mientras que el entrevistado lograra estar a gusto con la conversación

y con el ser grabado en audio durante esta.

En el análisis resalto lo que creo que pudo haber sido una consecuencia de la

situación de la entrevista: la diferencia entre la valoración del hombre venezolano y la

mujer venezolana. Pude notar en algunas entrevistas, especialmente con hombres, que

cuando se referían a la mujer de Venezuela mediaban lo que iban a decir posiblemente

para no “herir” o “faltar el respeto” en tanto mi figura como interlocutora mujer.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, la autenticidad estuvo garantizada en tanto

la voz de los participantes fue considerada siempre como lo primordial para la dirección

129
del análisis. En la línea con esto, también realicé desde un principio el reconocimiento

de mis sesgos y revisé estos con varios participantes durante los distintos encuentros.

Fue así como llevé a cabo el diseño y proceso de la investigación que derivó en

las construcciones e interpretaciones que expongo en los capítulos que desarrollo a

continuación.

130
CAPÍTULO IV. Análisis de Resultados

En este capítulo el lector encontrará la voz directa de los participantes. Como

bien el método cualitativo expone es de esperar que esta voz este mediada por mi

interpretación como investigadora de los datos. Considero inverosímil pensar que mi

presencia en las entrevistas no haya interferido en las respuestas de los participantes

pues somos todos los implicados sujetos de una sociedad, su lenguaje, sus reglas y

modos de interactuar.

De esta forma, estar como mediadora del discurso en tanto mujer y en tanto

psicóloga clínica, incluso cuidándome desde lo personal de no actuar desde allí, pudo

haber reforzado o inhibido respuestas en el otro que escapan de mi control y

posiblemente caigan en el terreno de la deseabilidad social. De manera que es necesario

mirar los resultados desde un momento histórico y contextual específico y será el lector

quien pueda juzgar su transferibilidad a otros grupos y contextos.

Ahora bien, tomando esto en cuenta y en aras de asegurar la voz de este grupo

de jóvenes, los planteamientos que desarrollo en este capítulo fueron expuestos a los

participantes quienes consintieron las interpretaciones que aquí propongo como fieles

a sus propias construcciones. En específico los resultados están organizados en tres

grandes categorías (ver Tabla 2) que refieren a la sociedad venezolana y cómo ésta es

vista como conservadora; luego, desarrollo los espacios dados para flexibilizar y

131
resignificar y por último resalto el proceso de cambio personal. Todo esto en conjunto

me lleva a plantear la elaboración teórica de un sujeto en transición.

Tabla 2. Organización de los resultados

Categorías Subcategorías

Referentes culturales

Venezuela: Una sociedad Estructuras de poder y socialización


conservadora Perfil sociocultural del venezolano

Situación de la sexualidad en Venezuela

Espacios para descubrir (se) y Contextos globales en cambio


flexibilizar (se) Contextos personales

Condiciones que intervienen en el cambio


Procesos de cambio y
Construcción actual de significados
resignificación
Definición del sí mismo

Fuente: Elaboración propia

Es menester recordar que los nombres utilizados a lo largo del texto no son

reales. Al mismo tiempo, para facilitar la comprensión, el lector encontrará

información al final de cada testimonio referente al nombre, la orientación sexual

(Homosexual: Hm, Heterosexual: Ht), la identidad sexual (Hombre: H, Mujer: M,

Hombre Transexual: H-T, Hombre Andrógino: H-A) y la edad del participante. Estas

características, al igual que la procedencia de Caracas o el interior del país y la carrera

que cursaron los participantes, ofrecen información interesante de destacar y contrastar

132
en algunas categorías que señalo en su momento respectivo y que incluso propongo

como vinculantes a la hora del desarrollo teórico en la categoría central.

Por último, considero relevante prever al lector de cualquier generalización que

pueda surgir de este texto. En ningún momento es mi intención hablar de todos los

venezolanos, hombre o mujeres; por el contrario, lo aquí expuesto representa la voz de

los informantes que participaron en el estudio y no pretende unificarse o extrapolarse

a otros grupos o realidades.

1. Venezuela: Una sociedad conservadora

El grupo de participantes en su totalidad rescató continuamente el carácter

conservador de la sociedad venezolana y marcó la tradición religiosa y el machismo

como los precursores de esta rigidez de pensamiento y costumbres. En los resultados

se puede observar cómo los participantes dibujan un ciclo que se retroalimenta

mediante las estructuras de poder y socialización y genera un primer momento de

significados que acompañan al sujeto desde su nacimiento y a lo largo de su desarrollo.

Venezuela: Una sociedad conservadora, es una categoría que recoge las

construcciones de los participantes respecto a la sociedad venezolana. Pretende

exponer cómo la interacción entre la cultura machista, la educación, el gobierno y la

religión transmiten y refuerzan el pensamiento dicotómico y heteronormativo donde la

sexualidad es un tabú y contribuye a formar un perfil psicosocial del venezolano

estereotipado (ver Figura 1).

133
Figura 1. Relaciones entre la categoría 1 y las subcategorías

1.1. Referentes culturales venezolanos

Los participantes exponen principalmente dos referentes culturales que se

encuentran interrelacionados entre sí: El machismo y el pensamiento religioso. El

machismo es una construcción social que implica la expresión de superioridad de la

masculinidad. En las sociedades latinoamericanas esta forma de relación está muy

presente y Venezuela no escapa a esta situación. Al respecto, los participantes de esta

investigación lo incluyen como un elemento fundamental para entender los

significados que han construido sobre el género y la sexualidad.

Pero sí creo que hay un tema de machismo muy presente en los países
latinoamericanos (Ana, M, Ht, 23 años).

Por ejemplo, acá en Venezuela todavía la mentalidad está demasiado machista


(Carlos, H, Ht, 22 años).

Siempre hay esa postura como machista ¿no? (Andrés, H, Ht, 24 años).

Como se deja ver implícita y explícitamente en los testimonios presentados,

esta característica súper machista de Venezuela habla de un referente si se quiere

134
exacerbado, tajante, en fin, rígido que trae múltiples consecuencias comportamentales

y emocionales para los ciudadanos que se ven presa (muchas veces sin notarlo) de estos

referentes.

Dentro de esta construcción los elementos más preponderantes tienen que ver

con la posición “del macho del pueblo” que está caracterizada específicamente con la

infidelidad. Al respecto William (H-A, Hm, 36 años) comenta:

El hombre es el que tiene la libertad de ser infiel, de hecho, la gente dice, es


normal que un hombre tenga muchas mujeres, es la mujer la que debe ser fiel.

En la misma línea, los participantes agregan que en el interior la infidelidad es

más frecuente que en Caracas. Posiblemente esta diferencia esté relacionada con la

rigidez típica de la crianza diferenciada por género en el interior donde se mantienen

los preceptos más tradicionales del hombre proveedor y la mujer sumisa ante este.

También la disminución del acceso a la información y las oportunidades laborales

mantienen este ciclo en las ciudades menos desarrolladas del país.

Más y porque se ha hecho normal (…) Yo creo que también es un tema cultural,
allá está lo del ser macho, macho, sabes, la mujer también es mujer de su casa, va para
los pocos lugares que hay, pero es la imagen del macho del pueblo y vaina (…) y a
muchas mujeres no les molesta ser la segunda, pero por eso pienso que el hombre
siente que tiene cancha de hacer lo que quiera con ese tema (Néstor, H, Ht, 22 años).

Otros comportamientos caracterizados como machistas y reportados por

participantes del interior están relacionados con el hombre imponerse frente a la mujer

bien sea posicionándose como único proveedor dificultando o negando la posibilidad

135
de la mujer de salir a trabajar; o representando una autoridad sobre la mujer (aun

cuando su rol real en la familia no sea ese).

Ellos querían, ellos sabían que yo estudiaba medicina y querían que yo fuera
la típica mujer de que tengo que estar en la casa, tengo que cuidar a los hijos,
quedarme en la casa, y yo no ‘¿por qué tengo que ser ese tipo de mujer’? si yo quiero
estudiar, estoy estudiando, quiero trabajar, quiero cumplir mis metas (Johana, M, Ht,
33 años).

Cuando mis papás estaban en el proceso de divorcio y todo eso, mi hermano,


era él que me daba a mí las órdenes si sales o no sales, si haces esto o no haces esto,
te quitas esos short y mi hermano como te digo lo que tiene son 3 años y medio más
que yo, y es que, él también es un niñito pues y tú estás dejándolo decidir sobre su
hermana (Laura, M, Ht, 21 años).

Así, podemos ver que por distintas razones entre las que destaca la

normalización de este fenómeno, el machismo no es propio de los hombres; por el

contrario, es una construcción que abarca toda la sociedad y que es al mismo tiempo

actuado por hombres y mujeres y difundido de forma invisible a través de mensajes

transmitidos incluso sin esta intención.

Ahora bien, este es uno de los casos en los que el lugar de procedencia marca

una diferencia. Si bien la condición de macho está presente en toda Venezuela, en el

interior parece ser mucho más marcada que en Caracas. De hecho, los testimonios

arriba citados son todos de participantes del interior. Esto no quiere decir que en la

capital no se observa este fenómeno, pues como mencioné anteriormente todos los

136
participantes lo destacaron; sin embargo, este parece estar más desde lo simbólico que

desde las conductas tan marcadas que reportan los entrevistados de otros estados.

Lo anterior se puede observar en el caso de las mujeres entrevistadas. Las

féminas entrevistadas del interior reportan (al igual que los hombres) la presencia de

este fenómeno exacerbado en la sociedad en la que resalta la influencia de la cultura

árabe.

Pues yo creo que vivo en una sociedad bastante machista donde el hombre es
el que tiene que trabajar, el hombre es el que tiene que salir, conseguir el dinero para
la casa. Yo me considero una mujer bastante emprendedora y bueno, a lo mejor bueno,
los novios que tuve antes de casarme, mi primer novio fue un hombre muy machista,
era árabe y llanero y su papá era muy muy machista así literal” (Johana, M, Ht, 33
años).

Por su parte, las mujeres caraqueñas entrevistadas aun cuando también

enfatizan la importancia del machismo reportan dos elementos interesantes de destacar.

El primero, es que este fenómeno tiene un costo mayor para los hombres, pues son más

cuestionados cuando no cumplen con dichos patrones de comportamiento, contrario a

lo que sucede en el interior

Creo que es un tema importante el machismo porque creo que a los hombres se
le juzga mucho más que a las mujeres en ese tema. Creo que para los hombres es
mucho más difícil que para las mujeres (Ana, M, Ht, 23 años- Caracas).

Sí, que si yo te estoy dando algo tú me tienes que parar de alguna forma, creo
que a un hombre es difícil que le pase eso entonces ser mujer es mucho más difícil acá

137
(…) tienen que hacer cosas que a lo mejor no quieren para que te inviten a la playa y
a las rumbas y es fuerte pues cosa que en Caracas no he vivido tanto, me atrevería a
decir nunca, jamás (Laura, M, Ht, 21 años- Interior).

El segundo elemento destacado por las caraqueñas es que el machismo está

disminuyendo en Venezuela tal como Norma (M, Hm, 31 años) expone

Si me voy al tema del machismo… el tema del machismo yo creo que en


Venezuela ha disminuido un poco.

Esta diferencia entre como los participantes vislumbran el machismo en la

sociedad, más allá de las preguntas sin respuesta que deja, expresa claramente que el

desarrollo como personas de los participantes ha estado marcado por una sociedad con

una mentalidad machista rígida.

Ahora bien, los resultados parecen exponer diferentes niveles en la percepción

de rigidez del machismo. En la Figura 2 se puede observar como esta percepción se

desplaza entre un gradiente de alta rigidez que a su vez lo hace más visible socialmente,

como observan los hombres y las mujeres del interior, hasta el grado más flexible y en

consecuencia menos tangible como reportan las mujeres caraqueñas.

138
Medianamente Muy rígido
Menos rígido rígido

Mujeres Hombres Participantes


caraqueñas caraqueños del Interior

Percepción del Machismo

Figura 2. Percepción de la rigidez del machismo

Creo importante resaltar que si bien existe un gradiente en cómo se presenta o

se percibe el machismo según los entrevistados, este, en todos los casos, está del lado

de la rigidez (Menor o mayor rigidez), pero nunca del lado de la flexibilidad.

Bueno es bastante cerrado, aquí la mentalidad es bastante cerrada (Johana,


M, Ht, 33 años).

Esta realidad machista, a su vez, está impregnada por valores religiosos, en su

mayoría católicos, pues la tradición judeo-cristiana-musulmana ha hecho eco de estos

a través de sus escritos, costumbres y ritos. Por ejemplo, vemos como en todas estas

religiones el hombre tiene mayor poder, privilegio y responsabilidad que la mujer, la

sexualidad está destinada a la procreación y en consecuencia el vínculo erótico-afectivo

es solo entre hombre y mujer. De esta forma, es seguro asumir que el machismo está

sustentado sobre la base de principios religiosos que estipulan una posición prominente

del hombre sobre la mujer; por tanto, cuando hablamos de machismo, entonces también

estamos hablando de religión y en consecuencia de lo heteronormativo.

139
Mis papás son muy religiosos, eran consejeros matrimoniales en la religión
católica, luego cambiaron de religión, se convirtieron en cristianos evangélicos
también jugaban un papel importante en la iglesia, imagínate tener un hijo que no está
dentro de los estereotipos y de los estereotipos religiosos y de una religión que me
hacía sufrir muchísimo (William, H-A, Hm, 36 años).

En Venezuela, aun cuando es un país oficialmente laico, la inherencia de los

preceptos religiosos está presente en diversos ámbitos de la sociedad y no solo dentro

de los templos. La Iglesia católica ha tenido una participación importante en la

conformación del Estado y la sociedad desde la época de la colonia y hoy en día muchos

de sus dogmas se mantienen bajo la modalidad de valores en nuestras comunidades y

familias.

También creo que Venezuela es un país súper machista súper, súper machista
creo que esas dos cosas lo machistas que somos y el catolicismo tampoco ayuda mucho
que digamos (Laura, M, Ht, 21 años).

Otra de las características que aparece en el discurso de los participantes en lo

relativo a la religión es la injerencia de la cultura árabe. Esta intervención cultural

pareciera que viene a reforzar el referente machista base del venezolano, especialmente

en las zonas del interior. Bien es sabido que en el oriente del país se encuentran

comunidades árabes de envergadura por su tamaño y por su poderío económico

redundando en su influencia sobre las relaciones de género que tiene unas tipologías

muy marcadas en dicha comunidad.

140
Estos referentes culturales rígidos marcados por la interacción entre el

machismo y la religión católica y la influencia árabe son la cuna de las relaciones entre

los géneros que, según los participantes, luego se establecen entre lo sujetos

venezolanos. Esta introyección de estos referentes es un hecho en Latinoamérica, al

punto de estar normalizado, invisibilizado y difundido a través de discursos cotidianos,

pero también a través de estructuras de poder como el Estado, los medios de

comunicación y la educación.

1.2. Estructuras de poder y socialización

En el caso de esta investigación, los participantes resaltaron la implicación en

un primer nivel de la familia y la escuela y un segundo nivel representado por el

gobierno, los medios de comunicación y la sociedad en general, como entes de

socialización prioritarios respecto a lo concerniente al género y la sexualidad.

Teóricamente la religión debería estar en este mismo apartado; sin embargo, esto no

representa la voz de los participantes; por el contrario, este mensaje transmitido desde

la religión no suele llegar a los participantes de forma directa iglesia-individuo, es en

todo caso una tradición transmitida a través de los padres, el colegio y las estructuras

del estado. Me inclino a pensar que esto responde al hecho de que los participantes no

son practicantes activos de alguna religión; por tanto, reconocen la participación del

mensaje religioso en sus vivencias, pero llegan a este indirectamente a través de estas

otras estructuras que según los resultados son las responsables de la transmisión de los

referentes culturales rígidos (machismo y preceptos religiosos).

141
Primer nivel

La familia y la escuela, para los entrevistados, tienen un papel crucial en la

transmisión de estereotipos que, como expuse anteriormente, están profundamente

arraigados en el machismo, el matricentrismo y, por tanto, en la religión. Veamos los

siguientes testimonios de los participantes

Tal vez mi abuela, no sé, mi mamá diciéndome ‘tú tienes que estar pendiente
de las cosas de tu casa siempre’ algún comentario de abuela más que todo, ‘tienes que
aprender a cocinar para que cuando te cases le cocines a tu esposo’ ese tipo de cosas,
pero nunca una… nunca me inculcaron el ‘tienes que’, no, sino que bueno eres mujer
y… bueno va a sonar un poco (risas) mal pero ‘eres mujer y tienes que estar pendiente
de todas esas cosas’, pero yo siento en mi caso en particular que es una cuestión mía,
personal, yo querer estar pendiente de esas cosas (Clara, M, Ht, 31 años).

Hombres es trabajo y estudio, los hombres no están para lavar su ropa, en mi


casa la figura del hombre era muy importante, se le servía en las cabeceras de la mesa,
respetar ese puesto, si iba mi papá nadie se sienta ahí, mi papá está ausente de mi vida
pero va mi padrastro y ese puesto se respeta a la hora de la comida, se le sirve en vaso
de vidrio no en vaso plástico ni de aluminio, servirle al hombre porque es el que trae
el pan a la casa aunque mi mamá siempre fue buena proveedora, fue quien nos dio a
mi hermana y a mí una buena educación (Miriam, M, Hm, 25 años).

Estos dos ejemplos retratan como la familia actúa como agente reforzador y

multiplicador de los valores tradicionales asociados al machismo. Además, me parece

que exponen dos elementos de cuidado. El primero asociado a lo naturalizado e incluso,

me atrevo a decir, inconsciente que están estas construcciones en la psique del sujeto

observable al Clara hacer referencia que su comportamiento no es algo que viene del

142
otro sino de ella. El segundo elemento, es cómo la mujer en su condición de matriarca

sigue otorgando más valor al hombre que a las otras mujeres, aun cuando esta última

sea quien provea económicamente en el hogar.

En otro orden de ideas, la familia y la escuela en conjunto también participan

en la definición de la identidad de los sujetos y son contemplados dentro del

significante “educación”. Esta palabra más amplia implica la acción de enseñar ciertos

elementos que tienen carácter de verdad o realidad y que en consecuencia no se

discuten, son así.

Así soy, pero tiene mucho que ver de educación (Miriam, M, Hm, 25 años).

Tal como se puede ver en el testimonio de Miriam, la educación deja entonces

una marca en el sujeto: lo construye, socializa e incluso aliena según lo que sus padres,

familias y escuela decidan. Ahora bien, en Venezuela, como en cualquier sociedad, la

educación está inmersa dentro de los referentes culturales y como tal, lo que se

“enseña” en este caso estará teñido por las tradiciones machistas y religiosas. Así lo

exponen los participantes quienes explican que por lo general la escuela u otras

instituciones educativas enseñan los conceptos dicotómicos tradicionales y

heteronormativos donde el hombre es masculino, la mujer femenina y la única forma

de relación es entre hombre y mujer con un fin reproductivo.

A uno no le explican en ningún momento en el colegio, ni por clases sobre


sexualidad ni nada, de qué significa el sexo gay (Pedro, H, Hm, 22 años).

143
Aunque según la escuelita, masculino es directamente proporcional a hombre
(Andrés, H, Ht, 24 años).

Yo estoy en una universidad del Opus Dei donde me enseñaron que en el


concepto familia no entra la pareja homosexual. En el concepto de matrimonio no
entran las parejas gay, porque el matrimonio va ligado directamente a tener hijos.
Entonces, como las parejas homosexuales no pueden tener hijos de la forma natural,
entonces no entran en el concepto de matrimonio (Ana, M, Ht, 23 años).

Podemos rescatar en estos testimonios, tal como mencioné antes, preceptos que

refuerzan la estructura machista venezolana, estructura fortalecida a su vez por el

catolicismo y en consecuencia fomentan el pensamiento dicotómico y heteronormativo

de la sociedad. Esto evidentemente trae consecuencias para la formación de conceptos

sobre la sexualidad y también en la constitución de la identidad, pues si los órganos

esperados para dar información no la dan, dejan a los niños y adolescentes a merced de

la desinformación o de fuentes informales como el internet y la pornografía.

Uno básicamente se va de cabeza tipo a internet en lo virtual a tratar de


conocer personas y entender ¿qué carajo es esto que me está pasando? Eh… cómo se
relacionan estas personas y de cómo es el sexo gay y uno empieza tipo a buscar
pornografía (Pedro, H, Hm, 22 años).

Dicha educación que menciono sumerge al sujeto a un mundo de significados

que le son inculcados y que este, en mayor o menor medida, hace suyos en esta primera

instancia de la vida. Si resumimos al ciclo que he intentado ir dibujando hasta el

momento, entonces para los informantes, la crianza ejercida por los padres y otros

significativos y la educación en las escuelas van a participar en lo que el sujeto

144
construya sobre diversos elementos y a su vez estará mediada por los propios preceptos

que han sido inculcados a estos padres a través de sus procesos de educación y

socialización que han estado inmersos en una sociedad descrita como machista. Bien

lo expone Johana (M, Ht, 33 años), en el siguiente testimonio

Será las creencias o los que nos han enseñado nuestros padres que son siempre,
han sido muy cerrados me imagino que es eso que lo que ha influido es eso, la
mentalidad eso, aquí es como más cerrada y las cosas que nos han enseñado nuestros
padres que a lo mejor eso no es correcto, que no está bien hecho.

De esta forma, con los datos recabados, podríamos entender en un primer nivel

esta retroalimentación en un sistema casi cerrado de significados donde nuestros padres

nos transmiten lo que ellos aprendieron, nos inscriben en instituciones educativas que

responden a sus propios valores que; por tanto, refuerzan la información transmitida en

la crianza y ambas estructuras responden a su vez a un contexto predominantemente

sexista.

Segundo nivel

En un segundo nivel aparecen en esta interrelación el Gobierno, los medios de

comunicación y la sociedad en general. Los participantes resaltan cómo el discurso de

este gobierno fomenta y promueve el machismo a través de sus mensajes transmitidos

que llegan incluso a la desvalorización y el insulto del otro que aparentemente rompe

los preceptos heteronormativos.

145
Ahorita allá las estrellas en sí son los políticos y siempre ha estado atravesado
Capriles como el drogadicto marico, por ejemplo, entonces Leopoldo que sí tiene
familia, bueno entonces Leopoldo sí está como más decente y es el lenguaje, el discurso
del gobierno con tantos peyorativos hacia los homosexuales, también…este... entonces
realmente no hay un espacio de diálogo (Norma, M, Hm, 31 años).

Este discurso que reporta Norma llega a los ciudadanos a través de los medios

de comunicación que hacen vida en el país. Estos medios, fungen como otro elemento

dentro de la socialización pues influencian a la sociedad a través de los mensajes que

transmiten.

Sí yo creo que en los medios de comunicación se refleja mucho eso: que es lo


que es visto como normal y lo que no (…) para mí siendo más chama era un choque
ver a dos hombres juntos, probablemente si yo hubiera crecido viendo los mismos
programas pero que hubiesen tenido más parejas homosexuales pues para mí nunca
hubiese sido un choque (Ana, M, Ht, 23 años).

Además de influenciar en temas asociados a la diversidad sexual, los medios

también afectan en la construcción de géneros, resaltando el deber ser para cada rol y

reforzando los criterios de normalidad en tanto lo común.

Por ejemplo, a mí me parece que el pelo largo es femenino, pero viene más
porque toda la vida la mayoría de las mujeres modelos etc. que ves en los medios
suelen tener melenas (…) me cuesta demasiado pensar que realmente las niñas cuando
nacen les gusta más el rosado, más allá que en las comiquitas que les ponían, las
niñitas se vestían más de rosado (Ana, M, Ht, 23 años).

De esta forma, podemos entender que, para los participantes, Venezuela es una

sociedad conservadora, afianzada en preceptos religiosos y machistas que refuerzan los

146
patrones heteronormativos con mensajes transmitidos desde prácticamente todas las

estructuras de poder (Iglesia, escuela, familia, gobierno y medios de comunicación) y

desde sus ciudadanos quienes hacen comentarios y mantienen costumbres tradicionales

como la que expone Clara (M, Ht, 31 años).

En Venezuela la cultura de jóvenes es de casarse este… tienes 23, 24, 25 años


ya estás tarde para casarte, si no te casaste a los 23 a los 31 estas fuera de eso.

Todo lo anterior se traduce entonces en interacciones que tienen como resultado

una sociedad altamente conservadora que como explica Julio (H, Ht, 29 años), deja

poco espacio para el cambio y la evolución.

Somos una sociedad jodidamente conservadora (…) digamos que casi como
parte de una fuerza histórica indetenible, este coño, seguimos siendo jodidamente
conservadores, este diría que inclusive hasta los más chamos, sabes, los más post
verdad, los más posmodernos, los más millenials, que no creen en nada coño, eso
parece seguir estando bastante bien asentado.

En conclusión, es de esperar que Venezuela, que según los informantes

mantiene tradiciones conservadoras y rígidas, sea el espacio ideal para fomentar y

arraigar estereotipos que se convertirán en pautas de comportamiento para sus

ciudadanos y en consecuencia el lugar desde donde se juzga lo diferente.

1.3. Perfil sociocultural del venezolano

Los entrevistados exponen un compendio de características que según su

experiencia y sus creencias definen al hombre y la mujer venezolana. Estas, expuestas

147
en conjunto, pueden venir a representar el perfil socio cultural de estas personas. Ahora

bien, pareciera que este perfil parte de creencias estereotipadas.

Considerando la rigidez de costumbres, tradiciones y valores que, según los

entrevistados, parecen conformar parte de la cultura venezolana, no es de extrañar

entonces que los participantes definan al hombre venezolano y mujer venezolana desde

estos mismos preceptos aportando respuestas homogéneas, casi cliché que describen

las características de hombres y mujeres venezolanas de una forma aparentemente

negativa para los primeros y aparentemente sobrevalorada para las segundas.

En líneas generales, según el análisis de la perspectiva de los jóvenes

entrevistados, las características asociadas a la mujer y a los hombres venezolanos

podemos agruparlas en dos categorías, las emocionales/de personalidad y las

comportamentales.

Características emocionales/ de personalidad

Las características emocionales/ de personalidad parecen en caso de los

hombres estar más asociadas a aspectos sociales; mientras que en el caso de la mujer

están más relacionadas a lo personal. En cuanto a los elementos en común, ambos son

vistos como empáticos y luchadores; sin embargo, estas características se mencionaron

con mayor grado en la mujer.

A nivel comparativo el hombre puede ser un poco más seco este... pero sin dejar
de ser empático (Norma, M, Hm, 31 años).

148
Tanto como el hombre y la mujer venezolana son personas luchadoras, como
dice uno en criollo, son echadas pa’lante, en lo que tienen que trabajar, trabajan
(Johana, M, Ht, 33 años).

Respecto al manejo de las emociones el hombre venezolano es visto por los

participantes, como reprimido, con dificultad para manifestar sentimientos y poca

inteligencia emocional.

Tampoco se espera que el hombre tenga un particular grado de inteligencia


emocional, siento que es el caso, en el caso del hombre bueno, si el hombre alza la voz,
si el hombre se arrecha es como que bueno… es normal y hasta esperado y se espera
que se tolere igualmente, estem… y de alguna manera hasta digamos se pone en luz
positiva (Julio, H, Ht, 29 años).

Al hombre venezolano lo veo quizás como al hombre represor, que no es capaz


de expresar sentimientos el que tiene que ser duro y la frase más célebre ‘los hombres
no lloran’ (Pedro, H, Hm, 22 años).

Mientras que la mujer a nivel emocional es vista con mayor inteligencia, capaz

de conciliar y al mismo tiempo más estigmatizada cuando demuestra sus emociones,

Mientras que las reacciones emocionales de las mujeres no. Si bien se espera
que tenga la mujer un mayor grado de inteligencia emocional, que tenga el soporte
afectivo del círculo familiar, que concilie (Julio, H, Ht, 29 años).

La mujer de Maturín es como más cuaima puede ser la palabra (Néstor, H, Ht,
22 años).

149
También dentro de las características de personalidad aparece la competitividad

con el propio sexo, en las mujeres asociado al tema de la belleza y en los hombres

relacionado a la dominación sobre el otro

Las mujeres tal vez pueden ser un poco competitivas entre ellas por el tema de
la belleza física más que todo, creo que estamos atravesadas por el tema de que las
mujeres venezolanas somos bellísimas y todo este rollo este... y que creo que ahí hay
una pugna de mujer a mujer (Norma, M, Hm, 31 años).

Las relaciones entre hombres tienden mucho a ser un tema de dominación de


ver quién es el chivo que mea más, ver quién es el que lo tiene más grande y bueno,
constantemente eso (Julio, H, Ht, 29 años).

Características comportamentales

En el grupo de características comportamentales es donde quizá se observa la

mayor diferencia en tanto las características asignadas a hombres y mujeres

desvalorizando a los primeros y sobrevalorando a las segundas. La primera

característica exclusiva del hombre está relacionada al proveer y ser protector.

Quizás a eso es lo que más asocio al hombre venezolano, un hombre que siente
la necesidad de proveer todo el tiempo (Pedro, H, Hm, 22 años).

Ser proveedor es algo que yo creo que casi ningún hombre se puede escapar
(León, H, Hm, 30 años).

Llama la atención del testimonio de León, que el ser proveedor es una exigencia

que no puede obviarse, ante la cual no hay opción. Incluso, puede interpretarse en

función de su discurso que esta exigencia es como el pago simbólico que el hombre

150
debe hacer como respuesta a los beneficios que la posición de poder de la masculinidad

trae consigo.

Entonces hay ahí como un elemento de demanda de ser el proveedor de que, si


no cumples en mantener, apoyar a la familia, no estás cumpliendo con el rol masculino
completamente. Porque se supone que los hombres, sí tienen muchos beneficios; pero
esos beneficios son a cambio de que salgas a la calle, de que tengas un buen trabajo,
seas exitoso, tengas una posición socioeconómica particular y además tienes que ser
exitoso en esa posición y proveer quizás bueno en esta situación país quizás no tanto
los lujos, pero la supervivencia, lo básico (León, H, Hm, 30 años).

Por otro lado, el ser proveedor, reportan algunos participantes, que refleja el

carácter paternal, o la noción de paternidad en el hombre

Bueno cuando hablamos el tema de ser proveedor (…) Ahí sí puede ser todo
por el tema de la paternidad. Por lo menos la paternidad vista a nivel práctico (Andrés,
H, Ht, 24 años).

Ahora bien, fue común entre los entrevistados resaltar elementos negativos del

comportamiento de los hombres asignando atributos como vago, bebedor, machista,

entre otros.

Al hombre venezolano lo definiría como súper machista, mente cuadrada


este…creo que me atrevería a decir que el hombre venezolano es bastante déspota,
creo que esas son las tres palabras con las que definiría al hombre venezolano (Laura,
M, Ht, 21 años).

151
A mí me parece que el hombre de Maturín está siempre pendiente de una
rumba, de estar bebiendo, de quien tiene la camioneta más grande, sabes, el propio
redneck venezolano, eso básicamente (Néstor, H, Ht, 22 años).

Sinceramente lo primero que viene a mi mente cuando me haces esa pregunta


la verdad es el alcohol, los veo eh… borrachos no sé por qué (risas) lo asocio con,
con... con fiesta con…salidas con… cero responsabilidades, no sé por qué la verdad
(risas) no sé (Clara, M, Ht, 31 años).

Bueno ahí hay una palabra importante, el hombre que... Rompe las reglas ¿no?
Eso del “vivaracho” eso que transgrede (esa es la palabra que estaba buscando). Aquí
ese símbolo del pene, de la espada y vaina, es la trasgresión. Aquí lo del macho,
vernáculo, vivaracho está asociado a eso, a la transgresión, y creo que ese símbolo del
hombre está ahí en lo que es el hombre venezolano (Andrés, H, Ht, 24 años).

Eh… trabajador porque hay muchos (risas) hombres que son trabajadores,
pero hay muchos hombres que no, sino que simplemente les gusta lo fácil y…
lo…rápido por así decirlo, si está ahí lo tomo y ya (Clara, M, Ht, 31 años).

Por el contrario, los participantes resaltaron propiedades más valoradas de parte

de las mujeres viéndolas como multifacéticas, cuidadoras y guerreras.

Una mujer venezolana la veo como… como multifacética (Clara, M, Ht, 31


años).

Con todo y eso que la mayoría de las mujeres son muy guerreras acá en este
país. Guerreras me refiero a que con todo y eso cumplen el rol de ama de casa y que
sé yo, las mujeres que salen a la calle a trabajar por las situaciones del país que hemos
vivido (Andrés, H, Ht, 24 años).

152
En cuanto al comportamiento de las mujeres venezolanas surgió un debate

relativo a la sumisión. Algunos participantes la ven sumisa; mientras que otros

(entrevistados hombres) se sienten confundidos respecto a este elemento por lo

contradictorio que puede llegar a ser el rol de una mujer.

Sí siento que la mujer venezolana es bastante sumisa bastante, bastante sumisa


(…) siento que es bastante sumisa, siento que también es bastante machista la mujer
venezolana (Laura, M, Ht, 21 años).

Es que es raro, porque a pesar de que la mujer venezolana es echada pa’ lante
100% y una mujer profesional, inteligentísima, todo, pero a la vez está como que este
es mi esposo, mi pareja, mi persona, y es como que él me protege pues, y a muchas
mujeres no les molesta ser la segunda, pero por eso pienso que el hombre siente que
tiene cancha de hacer lo que quiera con ese tema (Néstor, H, Ht, 22 años).

Aun cuando Néstor no utiliza la palabra como tal, vemos como el

comportamiento de la mujer parece estar atravesado por la creencia de que el hombre

es y puede ser infiel, por lo tanto, va en la misma línea de lo que expone Laura

anteriormente. Igualmente, Pedro asoma esta misma paradoja

La mujer venezolana, la verdad no cumple como ese rol tan sumiso (risas),
pienso que con el que normalmente se identifica a las mujeres sino que son estas
mujeres con una actitud bastante fuerte y… decidida que sacan adelante su hogar solas
porque muchas veces esa es la percepción de la mujer venezolana, la madre soltera y
que… es trabajadora también pero al mismo tiempo tiene que responder a como al…
tener que estar bien, súper bien arreglada, ser híper… quiero decir (risas) algo
femenino pero estoy tardando porque estoy tratando de explicar (risas) es un mujer
feminizada en el sentido que tiene eh… estas vestimentas que resaltan tanto sus

153
atributos físicos y que… eh… tiene que mostrarse y no sé el eh…(risas) eso de
feminización es complicado porque la mujer venezolana tiene un papel bastante
complicado en el que es la puerta, es la matriarca, pero al mismo tiempo está la mujer
estereotípica que tiene que cumplir con todo esto de ser el objeto sexual del hombre,
es como raro (Pedro, H, Hm, 22 años).

Pedro retoma también, lo que ya había mencionado en el apartado anterior

respecto a la belleza física y la asocia en este caso a la posición de objeto sexual para

el hombre destacando una de las características principales del machismo: otorgar al

hombre el poder de disponer de la sexualidad y el cuerpo del otro. En la misma línea,

varios de los participantes hacen mención de la importancia de la belleza para la mujer;

y resaltan dentro de esta el carácter estereotipado y plástico de esta beldad en

Venezuela,

Hay un ideal de mujer que es la mujer ‘buenota’. La que le dice ‘papi’ al novio,
creo que ese es el estereotipo del... No sé si el estereotipo, el estereotipo no... Como
que el ideal de la gran mayoría. Esa mujer casi ‘plasticona’ (Andrés, H, Ht, 24 años).

Finalmente, dentro de las características de la mujer venezolana aparece la

maternidad. En este caso, el ser madre no emerge como rasgo descriptivo

predominante, de hecho, solo dos participantes lo tomaron en cuenta, ambos mayores

de 25 años. Ahora bien, lo que sí reportan varios es el carácter maternal en tanto cuidar

del otro.

Por supuesto que está el tema de la maternidad, en muchos casos asumido,


internalizado (Julio, H, Ht, 29 años).

154
La mujer es aquel ser humano que cuida a los hijos, la que cuida a su casa
(Andrés, H, Ht, 24 años).

Por último, el siguiente testimonio de Carlos (H, Ht, 22 años) me parece

bastante claro para resumir, cómo los participantes del estudio describen el

comportamiento del hombre y la mujer venezolana además incorporando al contexto

sociohistórico como marco de referencia

Las criollas, las verdaderas digamos, las patronas del hogar, son ellas las que
mandan, las que ponen las reglas algo que no se vería o no se habría visto en la
antigüedad donde los hombres eran los padres de familia y ellas las mujeres que
limpiaban y hacían las labores típicas del hogar de hace años. Aquí es al revés, a
excepción de que ellas también ejercen las funciones de las mujeres de hace 80 años
que limpiaban, entonces ellas hacen todo, son el pilar real de la casa y no confían en
los hombres ni en sus padres al igual que sus hijos tampoco confían en sus padres por
razones que pueden ser obvias como digamos adulterio, que se desaparecen, no
trabajan, son drogadictos, roban, etcétera.

Hasta este punto he expuesto la descripción que los participantes hacen de los

venezolanos, descripción que categóricamente coincide con estereotipos rígidos que

remiten a conceptos machistas y religiosos. Ahora bien, los participantes aun cuando

aceptan actuar de formas similares en ocasiones, muestran desacuerdo con varios de

estos preceptos, considerándolos limitados; es decir, aceptan que el hombre y la mujer

venezolana son así; sin embargo, manifiestan rechazo a estos comportamientos y a

regirse por estos patrones de conducta.

155
Y me parece que esos parámetros se convierten en límites para que uno se
conozca a sí mismo y sepas que te gusta y qué no porque tienes al final muchas cosas
impuestas (Ana, M, Ht, 23 años).

Dentro de esta rigidez e imposiciones sociales los espacios para actuar se

vuelven reducidos y la expresión del género y la identidad sexual no escapa a esto.

Entonces, cabe la duda de cómo se proyecta todo el abanico de posibilidades que

implican las sexualidades en una sociedad concebida desde los tradicional y

convencional.

1.4. Situación de la Sexualidad en Venezuela

La expresión de la sexualidad es algo que está presente en todos los sujetos y

en todo momento, más allá del establecimiento de vínculos eróticos, es un componente

del ser humano presente en todos sus ámbitos y como tal, podemos rastrear estos

comportamientos en diferentes espacios de la vida de los sujetos.

La sexualidad no es solamente las relaciones sexuales, las relaciones de pareja,


las relaciones románticas, sino que también sexualidad es identidad, sexualidad es, es
vivencia, sexualidad es como me relaciono hasta con el trabajo, hay muchas personas
que en función de su orientación sexual, sexualidad y género e identidad se niegan a
sí mismos a participar en ciertos espacios de trabajo a ciertos espacios culturales a
ciertos… la sexualidad es como algo muy grande (León, H, Hm, 30 años)

En líneas generales puedo plantear a raíz de los testimonios de los informantes

tres grandes aspectos que se relacionan entre sí: patrones de relaciones interpersonales

tradicionales; el refuerzo de las estructuras de poder, y las formas de hablar de la

156
sexualidad. Estos tres aspectos funcionan en un engranaje con el fin aparente de

mantener la heteronormatividad a toda costa.

Dentro de los patrones de relaciones se destaca por los participantes los valores

tradicionales donde el hombre y la mujer se casan a edades tempranas, el hombre es

quien busca a la mujer y toma la iniciativa y la mujer si bien ocupa espacios en el

ámbito social y laboral, es también la responsable principal del hogar.

Los hombres y mujeres deben casarse deben tener hijos y…la mujer debe estar,
aunque sea una mujer trabajadora que trabaje y aunque sea echada para adelante
tiene que estar en su casa pendiente de sus hijos y de su esposo, sienten que…que deben
casarse temprano y tener hijos temprano de edad, me refiero 23 años, 24 años (Clara,
M, Ht, 31 años).

Hago esta aclaratoria porque bueno, el hombre tiene que buscar a la mujer en
su casa (Julio, H, Ht, 29 años).

Dentro de estas posturas tradicionales aparece nuevamente la infidelidad como

natural en la relación y en consecuencia se exponen vínculos interpersonales basados

en la desconfianza, especialmente con el hombre.

La infidelidad está ahí a flor de piel pues (Néstor, H, Ht, 22años).

Ellas hacen todo son el pilar real de la casa y no confían en los hombres, ni en
sus padres, al igual que sus hijos tampoco confían en sus padres por razones que
pueden ser obvias como digamos adulterio (Carlos, H, Ht, 22 años).

157
En los comentarios anteriores queda establecida la importancia de mantener el

rol de género y de cierta forma la preponderancia del hombre sobre la mujer, en tanto

es él quien dirige y es ella quien se deja o no dirigir.

Hay mucha sinvergüenzura de los hombres, pero por muchos permisos de la


mujer (Néstor, H, Ht, 22años).

De esta forma estamos nuevamente frente a costumbres y valores machistas que

impregnan los modos de relación entre los sujetos

Ese es mi lado machista: yo quisiera ser la cabeza (…) Yo quisiera ver cuando
mis hijos coman o mi esposa coma que yo le estoy dando la comida, yo quisiera tener
ese poder de verdad (Carlos, H, Ht, 22 años).

Este tema se observa claramente en la necesidad de mantener la concordancia

sexo/género culturalmente establecida, especialmente en la masculinidad. Siendo el

machismo una construcción social que remite a la valoración del hombre sobre la mujer

y la masculinidad sobre la feminidad tiene sentido la siguiente explicación de León (H,

Hm, 30 años).

Y luego está la cosa de que bueno si es una mujer buscando cosas masculinas
chévere se está superando, pero si es un hombre buscando cosas femeninas te estas
poniendo, te estás subordinado…porque persiste la visión de que la mujer está por
debajo del hombre entonces te estás devaluando, como tú te vas a colocar ahí, que
unas uñas postizas que unas cosas ¡que es eso, eso es de mujer! despectivamente ¿no?
(León, H, Hm, 30 años).

158
En la misma línea destaca la sorpresa que tuvo Pedro cuando llegó a esta

conclusión

Concientizar un poco sobre lo que significaba y lo que sufrían las mujeres en


la sociedad y ver como son discriminadas sólo por ser mujeres y… relacionar un poco
de que ¡wow! este hombre es descalificado porque es femenino, entonces es
descalificado por que es femenino porque significa que lo femenino es algo malo para
la sociedad, entonces empezar a conectar esos puntos después (Pedro, H, Hm, 22
años).

Teniendo en cuenta esta devaluación, mantener la masculinidad se vuelve una

tarea constante y difícil en la que participan tanto hombres y mujeres como las distintas

orientaciones e identidades sexuales. Es aquí donde se hace más tangible la interacción

entre los patrones de relaciones y el refuerzo de las estructuras de poder con el fin de

mantener una construcción de masculinidad hegemónica que tiene costos para todos en

la sociedad. Además de la infidelidad y ser quien debe tomar la iniciativa en las

relaciones, la hombría, según los participantes, está caracterizada por no ser vulnerable,

siempre estar en posición de poder, llegando incluso a negar la posibilidad de ser

dañado o agredido por otro, especialmente una mujer

Pero insisto, fíjate en el caso de este chamo5, no era un tema de ‘ay qué
mariquito, que jevita es’, no, a uno no lo pueden violar, es un tema inclusive de negar
el hecho y la experiencia de la persona (Julio, H, Ht, 29 años).

5
El participante cuenta la anécdota de un hombre que estando ebrio fue abusado
sexualmente por una mujer y lo cuenta a un grupo de amigos hombres quienes le señalan que esto es
imposible y argumentan que si tuvo una erección entonces no fue violado.

159
Otras formas de reforzar estas estructuras de poder que sostienen la

masculinidad a toda costa parecen estar representadas por comentarios sobre el deber

ser por un lado e incluso juicios de valor cuando estas premisas son pasadas por alto

¡Qué bolas tienes tú! ¡Tú si eres marico vale! ‘Tú a esa te la coges y luego le pides

permiso’, ‘coye J. pareces la jeva de la relación’. Son algunos de los comentarios que

han recibido los participantes cuando no actúan de acuerdo con la masculinidad

esperada socialmente.

Este tipo de actitudes se repiten en la comunidad homosexual y transexual

donde es intención de muchos mantener esta masculinidad visible y en consecuencia

la desvalorización a lo femenino

Mi pareja me dice que estoy en proceso de menstruación y yo le digo ¿cómo


que estoy en proceso de menstruación? sí porque estás histérico y eso te pasa una vez
al mes (…) él me concibe a mí como la mujer de la relación pero si te hablo del punto
de vista sexual yo no soy la mujer de la relación, pero del punto de vista del
comportamiento yo soy la mujer, para mi pareja me dice estas en tus días porque me
considera una mujer y yo soy abierto pero aún vivo dentro de los esquemas de hecho
el que limpia la casa soy yo, quien lava soy yo, quien cocina soy yo, mi pareja cocina
porque le gusta cocinar pero él dice eres tú el que me tiene que cocinar a mí y yo digo
por qué donde está la obligación, el primer año fue difícil porque caíamos en ese
discurso porque él decía que yo era la mujer y de hecho me decía por qué tienes que
trabajar y yo porque mi familia necesita dinero yo necesito dinero y me decía yo te lo
doy (William, H-A, Hm, 36 años).

Entonces tu eres un chico trans entontes tú tienes que ser de la siguiente forma,
hegemónica, hetero-patriarcal, machista carajo. Usted no puede ser marico. Usted no

160
puede empatarse con una mujer trans, porque entonces tú eres marico (Antonio, H-T,
Ht, 27años).

Por último, salió a colación que mantener esta masculinidad en todo momento

no resulta tarea fácil y en consecuencia se abren espacios para liberarse de estas cadenas

como pueden ser los lugares de ambiente (que desarrollaré en el siguiente apartado) y

los juegos homo-eróticos típicos de la adolescencia

La búsqueda de un homo-erotismo que no es permitido, un erotismo que no


encuentra otros canales de drenaje, y es como que bueno, la vaina va por acá porque
es socialmente aceptado (…) El típico vamos a agarrar a tal y le bajamos los
pantalones, vaina homo-erótica por Dios (risas) (Julio, H, Ht, 29 años).

Considerando lo planteado por Julio, aparece el juego y el chiste como forma

de expresarse sexualmente. Estas formas de hablar de la sexualidad son un tema

complicado para el venezolano, tal como lo expresa Andrés

El tema de la sexualidad nos es muy complejo, se nos vuelve muy tabú. Pero el
tema del sexo, somos realmente desparpajados...

Aquí se marca una primera característica interesante y es que existen formas de

hablar sobre la sexualidad y el sexo marcados por el tabú que pueden ir desde el silencio

hasta el chiste. Para los participantes de la investigación que tienen entre 21 y 36 años

el hablar de la sexualidad en sus círculos y comunidades ha sido a lo largo de su historia

e incluso actualmente algo poco común. Durante las entrevistas fueron varias las veces

que escuché “eso no me lo había preguntado”, o “no lo había pensado” o incluso “sí lo

161
había pensado, pero nunca lo había dicho”. Sin embargo, estos temas sí aparecen en el

discurso cotidiano de jóvenes, niños y adultos como forma de chiste, burla, etc.

Con todo y que somos muy vulgares. Tú ves un chiste común del venezolano y
tiene un pene, un marico, una vagina... Somos muy... Yo pudiese decir que hasta
irresponsables; ojo, estoy hablando en general, me incluyo porque estoy hablando de
Venezuela. Pero, creo que el venezolano tiene una postura muy irresponsable con la
sexualidad y a la vez muy tabú para discutir académicamente, formalmente en una
conversación el tema del sexo... Tal vez no se nos hace fácil el tema de la sexualidad
(Andrés, H, Ht, 24 años)

Al respecto, encontramos el fenómeno del “chalequeo” que no es más que una

forma de burla que se hace a través del chiste en Venezuela y que está ampliamente

aceptada. Sin embargo, esta representa una forma de discriminación que cuando no es

compartida por otros, estos son tildados como personas con poco sentido del humor.

Julio retoma esto y desde su conocimiento como antropólogo expone un

recuerdo de su tiempo en el colegio donde un grupo de compañeros del salón le

intentaban bajar el pantalón a otro de sus amigos

Eso es un elemento importante allí, es un elemento único en este tipo de


interacciones, el tema de la humillación, el tema de la ridiculización, en este par de
incidentes concretos que recuerdo eso era un tema muy marcado, tanto así que este
chamo terminó diciendo, su último grito de clemencia fue “¡No, no, no! Es que lo tengo
chiquito (…) Ahora, estoy pensando concretamente en este caso, porque sin duda
alguna es vejatorio, pero viene de un lado, de poder disponer de la sexualidad ajena,
tú vas a exponer tus partes porque yo lo estoy diciendo, porque yo quiero que. Y de
alguna manera pues también es un elemento allí presente más allá de cualquier

162
componente homo-erótico, es de alguna manera un componente esperado de la
relación sexual heterosexual, como que el hombre debe poder disponer de la
sexualidad de su pareja mujer.

Esta explicación distingue dos aspectos interesantes, por un lado, el uso de estos

juegos y burlas con una función peyorativa, humillante, aun cuando son usados

comúnmente como espacios para dar más rienda a impulsos homo-eróticos; y por el

otro, esta connotación machista de que el hombre tiene la facultad de disponer de la

sexualidad del otro y agrego yo a través del ejercicio del poder.

Entendiendo estas formas de comunicación tan restringidas y la tradición

heteronormativa tan marcada en Venezuela, resulta interesante explorar la situación de

la homosexualidad en este país.

Homosexualidad en Venezuela

Sobre este aspecto, los participantes estuvieron de acuerdo en su totalidad en

que la situación está “mal”; sin embargo, algunos rescataron que ha mejorado respecto

al pasado.

Cero aceptación, pero cero, cero aceptación, de verdad creo que el venezolano
no está nada abierto a aceptar ese tipo de cosas en su… en su cultura (Clara, M, Ht,
31 años).

No, en Maturín eso es imposible. Por lo menos no ves eso en las discotecas ni
nada, allá la gente es demasiado criticona y prejuiciosa y además de que no los
aceptan, la gente no quiere correr el riesgo de ser víctima de los prejuicios y caer en
el chisme más grande que vas a caer en tu vida (…) No puedes arriesgarte a ir a un

163
lugar con tu pareja sin que nadie te vea y bueno en lo que ven a hombres solos empieza
el peo, ‘esos maricos solos’ y tal y ahí te condenaste la vida en Maturín (Néstor, H, Ht,
22 años).

Estos dos testimonios responden a una persona de la capital (Clara, M, Ht, 31

años) y otra del interior (Néstor, H, Ht, 22 años). Como podemos ver en ningún caso

es aceptada la homosexualidad; ahora bien, dentro de la no aceptación los participantes

de Caracas reportan que existe mayor apertura, quizá incluso menor estigmatización

que lo que los participantes en el interior han observado e incluso vivido.

Comparemos estos argumentos de dos participantes abiertamente

homosexuales de Caracas (Pedro, H, Hm, 22 años) y el interior (Miriam, M, Hm, 25

años),

Muy muy mal este…porque es eso, yo creo que hay pocos espacios en Venezuela
en donde uno puede expresar eso este…uno de esos espacios son las universidades
quizás esta universidad yo nunca había venido es la primera vez que estoy acá este…
pero sí sé por cuentos que aquí (UNIMET) las personas se desplazan como más
abiertamente, en la Católica es igual uno puede ver en la Católica a dos mujeres o dos
hombres agarrados de la mano eventualmente besarse y eventualmente algún guardia
irá a decirle ‘dejen de hacer esa vaina’(Pedro, H, Hm, 22 años).

En este caso si bien Pedro cataloga de “mal” la situación, en su discurso se lee

que existen lugares donde se pueden expresar y sentir seguros en tanto su orientación

sexual y en caso de rechazo, éste por lo general queda desde lo verbal. El caso de

Miriam es distinto pues está cargado de una severa estigmatización hacia el

164
homosexual por parte del otro e incluso introyectada que pone en riesgo la vida de la

persona.

Allá (Carúpano) la educación del hombre y la mujer es rígida, es ruda, gente


de pueblo, este es hombre y ella mujer y se juntan, pero dos hombres juntos es muy
duro porque no se acepta, es malo, igual que dos mujeres viviendo juntas, etiquetan,
es marimacho, es esto, es lo otro, etiquetan, igual con los hombres, es marica (…)
entonces el marico antes era la muñeca del pueblo. Un hombre podía tener relaciones
con ese marica, porque así los llaman, y seguían siendo hombres, no le quitaba al
hombre ser lo que era; pero claramente de tantas personas llega una con la
enfermedad y se propaga y he tenido conocidos que se mueren de SIDA, recientemente
se murió una persona de 40 y pico de años porque tenía esa condición, él era
homosexual pero era la muñeca del pueblo (Miriam, M, Hm, 25 años).

Un caso atípico es el retratado por Manuel en San Cristóbal que aun siendo del

interior refiere una vivencia similar a la capitalina. Según este participante, en su ciudad

las cosas han cambiado para mejor y existe mayor libertad para la expresión pública de

la homosexualidad,

Mal, claramente, pero ha ido, como que se ha abierto un poco, ya no es como


hace 10 años, ya tú ves gays en la calle y es algo muy normal, aquí en San Cristóbal
se ve mucho, en las calles caminas normal y la gente como si nada, ya no es como
antes eso ya no existe, se ha abierto un poco pero sigue siendo cerrado pues, en lo
familiar creo yo, que la gente no acepta a su familia gay (Manuel, H, Hm, 26 años).

Esta diferencia tan marcada llamó mi atención y me hizo considerar diversas

hipótesis como que San Cristóbal es una ciudad más desarrollada y con mayor acceso

a la cultura que las otras del interior consideradas en la muestra; sin embargo,

165
podríamos considerar a Maracaibo y Valencia en este mismo nivel; también pasó por

mi mente que puede tener que ver con una vivencia personal más que general y; por

último, también consideré que San Cristóbal es una ciudad fronteriza con mucho

intercambio con Colombia y sus ciudadanos. Si bien considero que la última hipótesis

es la de mayor peso no descarto que esta diferencia sea producto de la mezcla de todas

estas razones y quizá otras que no he considerado aún.

Otro elemento interesante de discutir en el testimonio de Manuel es el rechazo

de la familia, rechazo que también resalta Néstor

En Maturín es un tabú 100%. De hecho, la mayoría de mis panas homosexuales


que lo sé hoy por hoy, se fueron de Maturín por eso. Y es principalmente porque las
familias no lo entienden mucho, dentro su cabeza es hombre, mujer, mamá, papá, hijo
y chao. Eso es todo. Y bueno las familias entre todas forman la sociedad y la expresión
de sus pensamientos termina siendo lo mismo. No es bien aceptado ser homosexual.
Puedes serlo, pero vete por allá, aquí no.

De cierta forma, ambos testimonios dan cuenta de la dificultad que implica para

la familia venezolana asumir la homosexualidad de uno de sus miembros. En este caso

el duelo por el ideal del hijo (o macho) perdido, por la expectativa del abuelazgo que

se ve imposible y por el costo social que implica la ruptura de la heteronormatividad.

Todos estos aspectos hacen que el familiar pueda rechazar (como reacción

inicial o perdurable en el tiempo) pues el costo emocional de la ruptura del vínculo

parece menor que el implicado en la transgresión social representada en la aceptación

de la homosexualidad. Además, si entendemos el rechazo como una consecuencia de

166
la estigmatización, podemos asumir que la persona homosexual ha perdido valor y

respeto para el familiar que rechaza por lo que la ruptura del vínculo es menos difícil:

ya no eres mi hijo, ahora eres un pecador o depravado, por tanto, te desprecio.

Esta historia se repite en el caso de Pedro desde la experiencia personal que

expondré posteriormente. Solo una participante del estudio refirió que ha visto mayor

aceptación de parte de la familia alegando entonces que no puede hablar de atraso en

materia de aceptación de la homosexualidad en Venezuela.

He tenido la oportunidad de ver casos donde, todos mis amigos que se han
reconocido como homosexuales lo hicieron desde el final de la adolescencia hasta
ahorita adulto joven y obviamente el tema de los padres es súper importante, y para
mí ha sido muy positivo ver cómo cada vez se acepta mucho más. Creo que en ese tema
no podría decir cómo te comentaba que Venezuela está atrasada (Ana, M, Ht, 23 años).

Por el contrario, la mayoría de los participantes reconocen hoy en día que

Venezuela está atrasada en cuanto a la comprensión de la sexualidad tal como lo

exponen Carlos y Clara respectivamente.

Bueno, en comparación al resto del mundo digamos que no hay el mismo


avance, no estamos cronológicamente como los demás países, aquí todavía hay
digamos cierto desdén por las personas con orientaciones sexuales distintas (H, Ht, 22
años).

Pienso que… que eso no va a pasar muy pronto, pienso que nos falta mucho,
mucho y muchas personas no lo van a aceptar (M, Ht, 31años).

167
Respecto a las causas del retraso en cuanto al conocimiento y aceptación de las

sexualidades, los sujetos entrevistados expusieron el ser una sociedad conservadora

con una crianza muy cuadrada donde el estado, el gobierno y la religión juegan un

papel importante. Es decir, los mismos referentes culturales y sus formas de

transmisión abonan el terreno para la comprensión y construcción de los significados

respecto a las sexualidades.

Ahora bien, este homosexual aceptado o rechazado parece estar en función de

la adherencia o no a los patrones heteronormativos y la masculinidad hegemónica

La sociedad te acepta como homosexual, pero si eres femenino no, los dos
deben ser masculinos macho con vello y ahí sí son bellos los dos se ven bellos juntos,
pero si uno es femenino dice guarda a este, guarda a la loca esa, ser femenino es una
enfermedad y eso lo está repitiendo el mismo homosexual y eso se está viendo en la
comunidad (William, H-A, Hm, 36 años).

Por esto mismo, los participantes de la investigación reportan que

independientemente de su orientación, la masculinidad es algo a mantener también a

toda costa. Es una forma de comportarse que coarta la libertad que solo se logra en

espacios de ambiente donde la heterosexualidad no es lo normal ni lo esperado por los

que se encuentran en el lugar

Las presunciones del mundo exterior de que todo el mundo es heterosexual y


masculino es...no existen, se acaban en la puerta del bar y no es que vas a expresar
algo que todo el tiempo...no... Simplemente vas a actuar sin esa defensa, esas defensas
constantes de no puedo dejar que la gente cuestione que soy heterosexual, no puedo

168
dejar que la gente cuestione que soy masculino, no puedo dejar porque tiene un costo
social (León, H, Hm, 30 años).

Esta sensación de libertad y de ser uno mismo puede llegar incluso al deseo de

mantener espacios netamente homosexuales

Bueno existe en la discoteca de gays ya eso es para gays, uno se comporta allí
como lo que es, por eso yo siento que me comporto diferente en una y otra (…) Por
ejemplo, en las discotecas hétero no me pongo a bailar así pero en las discotecas gays
cuando ponen música que nos gusta me puedo poner como quien dice a mariquear con
mis amigos, sí, a mariquear es la palabra, bailar como mujer, cosas así. Por ejemplo,
en las discotecas hétero yo no voy a hacer eso (…) a mí me parecen que no deberían
ir heterosexuales porque para eso son las discotecas gays (Manuel, H, Hm, 26 años).

Podemos observar entonces como, según los informantes, heterosexuales,

homosexuales y transexuales viven una sexualidad marcada por lo heteronormativo y

en refuerzo constante a las tradiciones machistas donde el hombre está en posiciones

de poder simbólico y real sobre la mujer y la masculinidad hegemónica es al mismo

tiempo un “bien” que se mantiene a toda costa y una exigencia que coarta las

posibilidades de ser libre.

Me atrevo a cerrar este apartado de la mano de Julio…

Sí, no es eufemismo decir que es opresiva, ese constructo de masculinidad tan


limitado (…) Bueno como te digo, los constructos son los que son, son bien limitados
y la mayoría de la gente se adhiere a ellos, creo que efectivamente la gente no
encuentra demasiada libertad para construir identidades de géneros alternos al menos
al modelo binomial que pone el contexto.

169
En síntesis, pareciera desde la voz de los participantes, que existe una sociedad

conservadora que tiene como cimientos al machismo y el matricentrismo que

envuelven la historia de la sociedad venezolana, abonan el terreno para el pensamiento

heteronormativo que se ha mantenido desde entonces, y resaltan las costumbres que

responden a este como el ser hombre "macho" y la mujer que secunda estas conductas.

Dentro de los comportamientos relativos al machismo que expusieron los

participantes, se observa cómo está la tendencia a asignar mayor poder al hombre que

a la mujer, aun cuando la estima se representa en sentido contrario. Aquí parece operar

el matricentrismo pues es la madre quien ocupa el lugar central en la sociedad; sin

embargo, el poder lo tiene el hombre porque lo hereda culturalmente por su condición

biológica y también porque la mujer a través de sus actitudes lo restituye en ese poder.

En esta dinámica nace y se reproduce una lógica binaria donde la correspondencia

sexo-género es la única opción y los parámetros de comportamiento considerados

aceptables (estipulados también desde la religión) para hombres y mujeres son

conservadores y rígidos.

Es factible pensar a partir de los resultados que, según este grupo de

participantes en Venezuela, la masculinidad es vista por un lado como un bien preciado,

que otorga poder y que hay que mantener a toda costa; por otro lado, es percibida como

opresiva y tóxica. Al mismo tiempo, parece operar una denigración de lo femenino,

este, en el imaginario social, se posiciona por debajo de la masculinidad. En la lógica

binaria entonces vulnerar la masculinidad implica saltar a lo femenino -que esta

170
devaluado- por tanto, lo más común es ver a hombres exhibiendo atributos y

comportamientos que exalten su masculinidad a fin de garantizar que jamás se dude de

ella, por ejemplo, mediante la infidelidad, el control a la mujer, ser déspota, entre otros.

La dinámica que se dibuja entre la masculinidad y la feminidad se torna

entonces desgastante para los informantes quienes reportan desacuerdo e incluso

malestar por no verse representados en estas posturas que se presentan con poca

flexibilidad y; por tanto, con pocas posibilidades de descubrirse a sí mismo con

libertad. En mi práctica clínica he podido constatar esto al escuchar a mujeres

resignarse ante la infidelidad de un hombre “porque son así”, escuchar a hombres que

están preocupados por su promiscuidad y sus implicaciones en la pareja sin poder parar,

a jóvenes alardear de la cantidad de parejas sexuales y otros motivos de consulta que

responden a malestares culturales por las exigencias que implica el machismo en la

sociedad que, al estar introyectado, configura patrones de actuación inconscientes para

los sujetos.

Un elemento de máxima importancia para la formación y divulgación de estos

significados actuales tiene que ver con el papel de las estructuras de poder (familia,

escuela, Estado y medios de comunicación) y el mensaje que estas transmiten. Estas,

según los participantes, están inmersas dentro de los referentes culturales venezolanos

y; por tanto, repiten y enseñan la lógica binaria generando un sistema de

retroalimentación con pocos espacios para lo diferente, especialmente entre la familia

y la escuela. Es decir, dado el tiempo que los niños y adolescentes pasan en la escuela,

171
este ambiente se vuelve de notoria importancia para el sujeto construir los significados

sobre lo que le rodea, e incluso su propia identidad, por esto podemos entenderla como

una extensión de la crianza. Aunado a esto, la escuela es normalmente escogida por los

padres, de esta forma lo más común es esperar que la escuela responda a los mismos

principios que los padres quieren inculcar en sus hijos y, por tanto, se retroalimentan

entre sí.

En este punto es necesario resaltar la desinformación que se genera respecto a

la sexualidad. Las enseñanzas recibidas por los participantes partieron únicamente

desde la lógica heterosexual y destinada a la reproducción, por lo que el adolescente en

ese momento busca la información que le falta en internet y la pornografía. Dejar el

internet, con todos los tipos de información -formal y engañosa- que este ofrece y la

pornografía como fuentes de información primaria, supone un riesgo importante para

esta población adolescente que no sabe quién es, ni cómo ser. No me refiero sólo a los

participantes no heterosexuales, también los sujetos que caen dentro de las categorías

heteronormativas son víctimas de esta desinformación en las escuelas y en

consecuencia la mal-información que lleva a comportamientos sexuales que pueden

suponer riesgo para el adolescente.

Todo lo anterior lleva a concluir que ciertamente el género y la sexualidad en

Venezuela son temas delicados que se mantienen como tabú, silenciados en la sociedad.

Este silencio cultiva la dificultad de aceptar la diversidad tanto de la orientación como

del género y las identidades. Y es que pareciera que, si bien las orientaciones e

172
identidades no heteronormativas de sexualidad están invisibilizadas, las formas

alternas de feminidad y masculinidad también lo están.

Cuando hablo de formas alternas de género me refiero a patrones de

comportamientos más flexibles, menos opresivos que den la posibilidad al sujeto de

construirse con mayor libertad y que los informantes reportaron en sus discursos. Esto

me lleva a discutir cómo consiguieron estas personas los insumos para organizar

nuevos esquemas de género, cuáles fueron los espacios donde surgió esta posibilidad

de resignificación.

2. Espacios para descubrir (se) y flexibilizar (se)

Los significados nacen en la confluencia y mediación de distintos escenarios

que posibilitan a su vez el surgimiento de otros significados. Esta posibilidad implica

un proceso, un recorrido a nivel individual o colectivo que lleva tiempo y en el que

participan diferentes factores. Como expuse en la categoría anterior, este proceso

comienza en la persona venezolana y sus microsistemas machistas y heteronormativos;

sin embargo, a un nivel macro existen interacciones que intervienen en este proceso

profundizándolo y complejizándolo.

Estas negociaciones entre mundos las podemos ver a través de la historia con

ejemplos que nos demuestran cambios de significados en ocasiones dramáticos como

es el caso de la abolición de la esclavitud, la aceptación de los derechos civiles de los

173
ciudadanos negros, el derecho al voto en la mujer, la despatologización de la

homosexualidad, entre otros.

El acceso a la información y la globalización han acelerado y multiplicado la

cantidad de realidades al alcance de los individuos, manteniéndolos constantemente en

la negociación entre significados introyectados y nuevos que los llevan a afianzar los

primeros o a procesos de cambio y resignificación. En esta categoría haré un recorrido

sobre lo que los participantes resaltaron como realidades alternas a su narrativa

cotidiana de la vida social, comenzando por un nivel macro, un contexto global en

cambio, que interfiere indirectamente hasta llegar al nivel individual donde las

experiencias tienen una implicación directa y personal (Ver Figura 3).

Figura 3. Relaciones entre la categoría 2 y las subcategorías

2.1. Contextos globales en cambio

Testimonios como los siguientes dan cuenta de un antes y un después, algo

diferente entre el pasado y el presente de los participantes que rescatan un contexto

global en cambio y específicamente, en cuanto al género y la sexualidad, consideran

que ha habido variaciones en tanto la aceptación de minorías sociales y en tanto la

representación de roles de género.

174
Las personas de antes sí eran más cerradas, eran mira las cosas son así, te
tienes que casar a tal edad, vas a tener tantos hijos, te vas a casar con un hombre o
con una mujer, no te vas a casar con alguien de tu mismo sexo eso, no existía en la
época de antes ¿me entiendes? (Johana, M, Ht, 33 años).

Creo que es algo del pasado, la sociedad como que ha avanzado un poco al
respecto y que no necesariamente las cosas que eran estereotípicamente de rol
masculino, ahora este… pueden ser cumplidas por… por… por mujeres y al revés
también (Pedro, H, Hm, 22 años).

Pareciera entonces que el cambio apuntara hacia la flexibilización de los

cánones heteronormativos que nos acompañan desde el siglo XIX. La caída o el

debilitamiento de la visión romántica que permite la emergencia de nuevos modos,

realidades y significados. Esto se puede observar hoy en día con el ingreso de mujeres

al mundo laboral, la presencia de diversidad sexual en cargos públicos y políticos y el

auge de programas televisivos y películas que versan sobre el tema o incluyen de

manera natural personajes con sexualidades no heterosexuales.

Hay personas transexuales en la televisión, una persona transexual actuó en


una película que acaba de ganar un Oscar como Mejor Película Extranjera este…. que
hizo que en su país se empezaran a movilizar más sobre derechos transexuales, las
cosas están cambiando con respecto a lo que se percibe que es el género (Pedro, H,
Hm, 22 años).

Ahora bien, los cambios respecto a la orientación y la identidad sexual parecen

ser más llamativos o contundentes que aquellos relacionados a los roles de género. Al

175
respecto, los entrevistados reconocen que hay variaciones limitadas; sin embargo, con

pocos niveles de aceptación.

Han ido variando... no en gran medida, pero han ido variando este... el hecho
de que hayan ido variando no quiere decir que se haya ido aceptando ¿no? eh... creo
que hay una... hay una muy interesante con el tema por ejemplo de... que una madre
puede trabajar y un padre puede ser ama de casa (Norma, M, Hm, 31 años).

Parte de la aceptación de estos cambios, esta mediado por el aspecto

generacional que marca una pauta en este proceso. Es decir, para generaciones

anteriores (sus padres y abuelos) es difícil adaptarse y aceptar estos cambios que

llegaron en la adultez e incluso en la vejez.

Mí misma generación, yo no crecí como que era algo normal que las personas
fueran gay, que a un hombre le gustara un hombre y a una mujer le gustara una mujer.
No, tú eres niña y a ti te dicen que el noviecito, el noviecito ¿Sabes? no es al revés;
pero, probablemente tampoco lo asocian nunca con algo malo y en el momento en que
mis amigos comenzaron a decir que tenían parejas hombres o mis amigas comenzaron
a decir que tenían pareja mujeres para mí no representaba nada malo porque era un
amigo que yo conocía de toda mi vida qué bueno sencillamente le gusta un hombre,
para mí no cambiaba nada, es una persona que conoces, una persona que sabes que
no está metida en ningún tipo de mundo extraño, sencillamente le gustan los hombres
y ya. Seguramente para mi abuela que creció y jamás en su vida ningún amigo de ella
tuvo una pareja del mismo sexo para ella A SUS 70 años escuchar que un hombre le
gusta un hombre sea la cosa más extraña del mundo (Ana, M, Ht, 23 años).

Además del acceso a la información que plantea Ana, creo necesario agregar la

estigmatización típica de la época respecto a las sexualidades abyectas; es decir, no es

176
solo que la abuela jamás haya conocido a un homosexual es que lo que le enseñaron

sobre ellos es que eran personas perversas, enfermas mentales, pecadores y portadores

de VIH; por tanto, era muy difícil que cualquier hombre o mujer “saliera del clóset” a

probar lo contrario.

Para mi abuela los homosexuales son una gente libertina, aquí hay SIDA, aquí
hay drogas… (Miriam, M, Hm, 25 años).

Hoy en día, tanto los adelantos en la ciencia como los movimientos sociales han

tenido como consecuencia avances en la despatologización, des-estigmatización y

visibilización de la diversidad sexual. Los logros en materia legal y jurídica en algunos

países han marcado un antes y un después para estas personas y también para la

sociedad, pues en ciertos espacios han despertado la solidaridad de la comunidad

heterosexual que se ha sensibilizado ante esta realidad

Ojo, no tienes que ser la causa para defender la causa, pero soy pro de, en caso
de mi amigo gay, yo le digo todo lo que tu defiendes yo lo defiendo porque estoy
contigo. Siempre ha sido esa solidaridad con ellos 100% (Néstor, H, Ht, 22 años).

Estos cambios históricos y generacionales impactan igualmente en suelo

venezolano y aun cuando no han sido tan efectivos como en otros países en materia

legal, socialmente sí se pueden observar pequeños indicadores que reportan estas

modificaciones del status quo cultural. Los participantes se refieren a la disminución

del machismo y a la mayor visibilidad de la homosexualidad en espacios públicos

177
Hace 15 años cuando yo me gradué del colegio era otro mundo, yo podría decir
que para ese momento la gente sí era muy machista, pero lo que yo veo hoy en día, por
ejemplo ayer que salí a rumbear, en la discoteca hétero había más gays que mujeres y
los hombres era con los gays y baila con los gays y joden con ellos y las mujeres, aquí
de verdad se ha cambiado todo el concepto con respecto a la homosexualidad (Manuel,
H, Hm, 26 años).

Sin embargo, también exponen que estos cambios son de carácter superficial y

responden a algunos escenarios o comunidades específicas como la universidad o algún

sector específico de alguna ciudad.

Me parece que ha venido cambiando, pero un cambio muy superficial y no de


fondo significativo (Néstor, H, Ht, 22 años).

Dentro de los espacios logrados en Venezuela se encuentra una mayor

organización de los movimientos LGBT, en especial las marchas del orgullo gay.

Ahora bien, un hallazgo que llamó la atención fue la opinión de dos participantes

mujeres homosexuales al respecto. En sus casos rechazan por completo estas puestas

en escena e incluso reportan que no se sienten representadas por los ideales de este

movimiento en el país dado el carácter estigmatizado, híper-sexualizado y

segregacionista que simbolizan.

Las comunidades LGBT nunca me han hecho sentir parte de ellos, yo nunca
pude ir... fui una vez a media cuadra de una marcha LGBT y me dio vergüenza porque
no, yo no soy eso (...) no quiero ver tampoco un bochinche cuando no es bochinche, es
algo serio, son los travesti ridiculizándose desde mi punto de vista híper-
sexualizándose desde mi punto de vista y eso no es lo que yo quisiera proyectar como

178
una comunidad LGBT y no es lo que me interesa, yo quisiera que se dieran cuenta de
que somos iguales que ellos, igual, de que no tiene que haber un ellos y un nosotros,
somos iguales, tengo mis intereses, tengo mis miedos, tengo mis amores, tengo mis
desamores también este... lo que sea, somos exactamente lo mismo, lo que pasa es que
yo me acuesto con alguien de mí mismo sexo (…)Y que me dejen votar por mis
derechos, que yo me pueda casar con ella, que podamos compartir bienes, que
podamos adoptar o que si yo tengo un hijo por todas estas formas que hay para poder
tener un hijo este... ella pueda llevar el apellido de ellos, esas son las cosas que a mí
me interesan (…) pero mi lucha no es poder estar besuqueándome en la Plaza de
Altamira, esa no es y eso es lo que siento que la comunidad LGBT no ha sabido
canalizar eso, no ha sabido ser asertiva en ello (Norma, M, Hm, 31 años).

Las marchas gays ¿para qué vas a celebrar eso? a mí me parece absurdo (…)
para qué vas a celebrar ¿qué coño? ¿Qué vas a celebrar, ser marico? no, cállate la
boca ¿hay marchas para celebrar la heterosexualidad? Es como celebrar el día del
blanco o el día del negro, todos somos personas. Celebra la inteligencia humana, no
sé, el poder de las personas, no sé la identidad de cada quien, pero no celebres una
cosa que es una etiqueta para ti” (Miriam, M, Hm, 25 años).

Por último, los informantes rescatan que el motor para estos cambios es la

inconformidad que hace que los sujetos tomen acciones sobre sus propias vidas y

generen operaciones individuales y colectivas que los lleven a salir del status quo con

el que no están conformes en un momento en particular.

Principalmente que todos los seres humanos tenemos algo en nuestra cabeza
que es la inconformidad y no es una cosa de hombres, la inconformidad también era
de mujeres y se ha ido manifestando y de hecho se sigue manifestando, entonces esa
inconformidad hizo que se haya tenido que flexibilizar la manera en la que los hombres

179
de antes veían el mundo para que todos podamos verla como iguales (Carlos, H, Ht,
22 años)

En resumen, podemos rescatar que los contextos en cambio se plantean desde

la dimensión del rechazo a la aceptación de los avances respecto a las expresiones de

género y sexualidad. El posicionamiento en este continuo parece depender por un lado

de la edad desde la cual el sujeto está expuesto a dicha expresión: Mientras mayor sea

la persona cuando conoce la diversidad más difícil aceptar el cambio y mientras menor

sea la persona más fácil. Por otro lado, parece depender también del tipo de expresión

genérica o de la orientación sexual: en este caso aparentan estar más aceptados los

cambios en la orientación sexual que en las expresiones de género (ver Figura 4).

Figura 4. Dimensión del rechazo-aceptación de los cambios respecto a las expresiones

de género y sexualidad

2.2. Contextos personales

Los contextos personales implican al individuo de manera directa y, en

consecuencia, operan significativamente en la posterior construcción o resignificación

de los significados asociados al género y la sexualidad que construyen los informantes.

180
En función de los resultados destacaron tres tipos de experiencias: las relacionadas con

la identificación sexual en un sentido amplio, los encuentros con el género y las

asociadas a eventos discriminatorios.

En líneas generales, se pueden reconocer dos matices en las realidades que

manifestaron los jóvenes entrevistados: aquellas que refuerzan las estructuras de poder

y con ellos los estereotipos y aquellas que los contradicen. El siguiente testimonio de

William (H-A, Hm, 36 años) resalta esto

Nuestra generación vive en la heteronormatividad, nuestra generación vive


heteronormativamente y, aunque nosotros luchamos por nuestros derechos y todo eso,
vivimos heteronormativamente. Es hasta contradictorio, yo digo que no voy a vivir
como la norma y estoy viviendo como la norma.

La identificación sexual

El primer elemento que surge en el análisis de los datos es que el encuentro con

la sexualidad pasa en primer lugar por la identificación. La necesidad de definición

dentro de una categoría social. Esta categorización permite a los sujetos ordenar y

comprender su realidad social dando un sentido de pertenencia a algo como lo expresa

William (H-A, Hm, 36 años).

Es algo con lo que me identifico, desde el punto de vista psicológico una de mis
neurosis es tener mi espacio, de pertenecer y siempre he intentado buscar y aquí dentro
de mi búsqueda me conseguí dentro de este concepto, dentro de esta etiqueta.

Asumirse dentro de una categoría implica también asumir sus normas y sus

formas para sellar el contrato de adherencia a la categoría social. Por esto, en las

181
etapas iniciales de identificación observamos cómo los sujetos suelen responder a las

formas más estereotípicas de comportarse, quizá asegurando su pertenencia al grupo al

resaltar las semejanzas con el endogrupo. Norma (M, Hm, 31 años) lo expone de la

siguiente manera

Todo este tema de si eres gay o no eres gay o eres bisexual y todas esas
cosas, empiezas a rodearte con grupos de homosexuales, empiezas a buscar como
estar en esa subcultura gay buscando significantes a donde te puedas identificar y todo
esto y definitivamente esa fue una importante etapa de mi vida y ese otro grupo, ese
grupo en donde estas perteneciendo te exige que te decidas, te exige que te decidas,
qué ¿bueno eres lesbiana o eres bisexual? y si eres bisexual uy qué
horrible, dependiendo ¿no? bueno al menos en esa época era así era como muy
radical y tú bueno metido en el deseo del otro necesitabas hacerlo
también, necesitabas como definirte en ese aspecto.

Este testimonio incluye un elemento de máxima importancia en el proceso de

identificación: el otro. Y es que no puede haber identidad sin un otro que la devuelva.

Es frente al otro que nos comparamos para decidir la categoría, es el otro quien nos da

el lenguaje para incluirnos o excluirnos.

La mirada del otro bueno es algo que un trans tiene demasiado en cuenta
porque… el transito físico tiene como objetivo que tú te veas como te quieres ver (…)
pero tu sales a la calle y te dice el otro, ‘con el perdón de usted señorita’, entonces
entiendes que al parecer no se ha terminado de encajar en el estándar o en el género
en el que tú se supone que quieres encajar, entonces ahí la mirada del otro es… es
más…iba a decir igual pero es más, vale más que la tuya propia (Antonio, H- T, Ht,
27 años).

182
Podemos entender ese otro como cualquiera, bien sea cultura, educación,

padres, pares o todos estos al mismo tiempo. De esta forma, en el momento en que un

sujeto se inscribe en un grupo es porque ocurrió (y continuará ocurriendo) un proceso

de semejanza-diferenciación con los otros.

Bueno es lo que te estoy diciendo, como… como yo soy heterosexual y es lo que


soy, pues lo demás es diferente, por ende, para mí eso es diferente, no es que lo rechace
ni lo apruebe, sino es simplemente otro estilo de vida, distinto al mío (Clara, M, Ht, 31
años).

Este proceso no es solo entre la comparación de ambos géneros masculino y

femenino, este se repite en el endogrupo quienes son los encargados de transmitir los

patrones aceptados o no en cada género. Los participantes utilizaron palabras como

entrenar y adoctrinar para describir este proceso que es vivenciado como opresivo.

Es una experiencia que me resultó tan particular como ese adoctrinamiento


(…) a los códigos de género y a los códigos de masculinidad venezolanos, recuerdo
que me resultó como muy chocante (Julio, H, Ht, 29 años).

Este adoctrinamiento, basado en preceptos machistas y heteronormativos, se

materializa luego en límites rígidos que parecen exacerbar los patrones de conducta

para lograr la semejanza con el grupo y al mismo tiempo castigar y segregar más las

diferencias multiplicando los exogrupos.

Es eso, mientras más buscas más encuentras y no llegas a algo concreto y como
no defines algo concreto dices ‘okay tengo que seguir buscando, tengo que seguir
buscando’ y como te digo, en vez de acortar la brecha entre, por ejemplo, yo que soy

183
transexual y tú que no, la hago más lejana porque tengo muchas, muchas más cosas
cada vez que me diferencian de ti, buscando ser igual (Néstor, H, Ht, 22 años).

El siguiente testimonio de William nos permite ver varias aristas de la

identificación. Primero hay otro que reafirma y quizá incluso autoriza la pertenencia a

un grupo. Esta pertenencia da seguridad y afianza el proceso identificatorio al permitir

crear una imagen en función de lo establecido como regular en la categoría. Por último,

el testimonio también rescata la capacidad del sujeto de tomar decisiones y no quedar

solo a merced del otro cuando rechaza la sugerencia de sus amigos de convertirse en

mujer. En este caso, podemos hipotetizar, se encuentra la dimensión final de la

identificación, donde como ya está formada e introyectada el sujeto puede flexibilizar

los límites tan estereotipados que encontraba en las etapas iniciales.

No es que tú lo sientas como tuyo, sino que necesitas que otro te diga sí, es tuyo,
pero me ha servido para sostenerme, para crearme, para construirme como persona y
me identifico mucho con este concepto androginismo, mi cuerpo es muy femenino, mi
comportamiento es muy femenino, pero yo no quiero ser mujer. Yo le digo a la gente,
tengo muchos amigos que me dicen cámbiate a mujer y yo les digo no, están
equivocados yo soy un hombre por qué dicen que soy una mujer (William, H-A, Hm,
36 años).

Ahora bien, este proceso de identificación en el caso de los sujetos con

sexualidades abyectas incluye una arista adicional que se corresponde con la

identificación a algo que no es lo común, que “está mal”. Este juicio de valor que se

hace producto de las narrativas culturales tiene implicaciones para los sujetos en la

construcción de su identidad llevándolos a sentirse confundidos, a rechazarse a sí

184
mismos y, en consecuencia, complejiza el proceso de identificación desde lo actitudinal

hasta lo emocional.

Bueno, yo me di cuenta mucho antes de tener relaciones sexuales porque bueno


yo antes siempre decía como que me gusta un hombre pero yo no lo aceptaba y nunca
hacía nada como por buscar para que se diera eso, yo lo que hacía era encerrarme y
decir ‘no, no, no, yo no soy, yo no soy, yo no soy’ (…) Cuando yo lo probé, mi primera
reacción fue como el miedo de yo no soy éste, yo no quiero esto, yo no sirvo para esto,
esta no es mi vida, me voy a morir de sida es lo primero que pensé, yo no quiero esto
pues (Manuel, H, Hm, 26 años).

Mira primero yo entré en una confusión, me la pasaba con muchos chamos, por
mi casa eran muy pocas las niñas (…)y me gustaban pero a los 11 empecé a ver a las
niñas un poco distinto y yo ‘ay quizás es una confusión típica del adolescente’, a los
15 pasaron muchas cosas, empecé a involucrarme más con las niñas, confundida le
digo a mi mamá llorando en mi cuarto que me estaban gustando las niñas, mi mamá
mujer de pueblo mente cerrada me dijo que eso no podía ser, que estaba
confundida…(Miriam, M, Hm, 25 años).

Yo dije me voy a matar, me voy a matar porque no sabía lo que me había


pasado, no sé qué me ocurría, besé a un chico y no sentí nada, bueno dije no soy así,
no me gustan los chicos, no me gusta lo que hacen las chicas, no, todo fue un ataque,
no me gustaba como me veía, no me gustaba…el bullying en el colegio era terrible
eh…Yo de verdad dije bueno tiene que pasar va a suceder, no aguanto más, tenía 17
años, dije hasta aquí, ya no lo logré más, menos mal que llamé a una amiga y me
convenció de no hacerlo, pero es que efectivamente yo me sentía muy, muy raro, muy
raro dentro de lo ya raro que ya existía (Antonio, H-T, Ht, 27 años).

185
En la misma línea, los participantes resaltan que la mirada del otro es un aspecto

que dificulta su proceso de identificación no heterosexual. La mirada de los amigos con

quienes sienten vergüenza de hablar, pero fundamentalmente la mirada familiar

Hay un tema de la aceptación del otro que es sumamente difícil de desvincular


y lleva mucho trabajo de análisis este y que está atravesado por la familia por supuesto
entonces el ir agarrada de manos por Caracas para mí resultaba un temor sobre todo
por mi padre, mi padre el único ente de mi familia que le costó muchísimo aceptarme
(Norma, M, Hm, 31 años).

Jamás en su vida me ha preguntado sobre relaciones sexuales o si me gusta


alguien, nada, nada, nunca. Es más, yo salgo con mi papá algunas veces y a tomar
cervezas y vamos y vemos partidos y cosas así y hablamos de cualquier cosa menos de
eso. Nunca en la vida me ha llegado a tocar ese tema (…) Yo siento que lo que yo le
voy a decir a él le va a producir asco, ¿Me entiendes? Entonces no (Manuel, H, Hm,
26 años).

El caso de los heterosexuales es distinto dado que no se presenta esta dificultad

que implica la semejanza con lo “no normal”. Aparentemente, no tienen que hacerse

mayores preguntas porque todo parece fluir naturalmente. Esto trae como consecuencia

directa que los grupos más privilegiados en tanto representantes de lo heteronormativo

tengan menos información sobre el género y la sexualidad; pues al estar incorporados

en lo que las estructuras de poder enseñan, pareciera que no tienen la necesidad de

investigar por su propia cuenta

Acerca de las personas que tienen un privilegio en la sociedad (…) creo que no
hay elementos distintos con respecto a la enseñanza, hay elementos distintos con

186
respecto al aprendizaje porque a estas personas les enseñan lo mismo que a nosotros,
lo que me enseñaron a mí es que esta negado toda la parte de la diversidad sexual, del
transgénero este... todo eso está bloqueado, a estas personas les enseñaron lo mismo
pero nunca tuvieron que eh… cuestionarse lo que eran y tener que buscar e investigar
al respecto, no hubo como nunca esa oportunidad de aprendizaje de salir de lo que
eras porque nunca tuviste la necesidad de buscar porque estabas desde el punto del
privilegio (Pedro, H, Hm, 22 años).

Ahora bien, aun cuando están desde el privilegio, esto no significa que no

tengan trabas en su identificación pues como comenta William, son víctimas igual de

la desinformación que dificulta la construcción de masculinidades y feminidades

alternas

Yo lo buscaba (la información), entre comillas, porque “me interesaba”,


ahora, el que no se interesaba, sufría por ser parte de una masculinidad, y no se tenía
acceso a esa información para poder construirse (H-A, Hm, 36 años).

Por tanto, es en los encuentros con el género donde comienzan las dificultades

para este grupo de personas; es decir, que independientemente de la orientación sexual

e incluso la identidad sexual, los roles de género pueden llegar a complicar el desarrollo

social y personal de todos los sujetos participantes.

Encuentro con el género

Previamente abordé el perfil sociocultural desde los estereotipos que han

construido los participantes respecto al hombre y la mujer venezolana. En este apartado

quiero profundizar en cómo han vivido los participantes sus construcciones de género

a la luz de estos estereotipos.

187
No ha sido fácil, hoy en día me siento más tranquilo (…) yo sufría mucho
porque yo tengo un cuerpo muy femenino, soy muy delgado, soy muy femenino desde
el comportamiento siempre lo he sido y he intentado no ser lo que era al principio, lo
que yo siempre he sentido, lo que yo siempre he sabido y que como niño no tienes la
capacidad de razonar cognitivamente lo que estas sintiendo y te ubicas desde el
conocimiento que te da la sociedad que es un hombre y una mujer y de ahí la lucha
interna del género (William, H-A, Hm, 36 años).

En la mayoría de los casos entrevistados se repite, en mayor o menor grado,

esta dificultad de William de ubicarse dentro de una cajita representada por el

significante hombre o el significante mujer; pues los estereotipos asociados a estos son

tan rígidos que difícilmente alguien puede cumplirlos a cabalidad; sin embargo, el

juicio hacia quien no los cumple es duro. De esta forma, las vivencias de género

transitan entre los polos de ajuste o desajuste a lo culturalmente esperado para cada

género. En líneas generales, las experiencias de los participantes se encontraron hacia

el polo del desajuste con lo culturalmente establecido. Tal es el caso que expone Pedro

al compararse con otros hombres

Bueno yo siento que yo me ubico más hacia el lado masculino y creo que quizás
decida ubicarme pero no estoy como en el polo extremo a sea yo como hombre gay sé
que no todo lo que hago es como caer en el estereotipo de hombre heterosexual, yo
creo que soy que de repente puedo llegar hacer algo más masculino que otros hombres
homosexuales pero… no sé no… no me veo como en el extremo de extrema
masculinidad (Pedro, H, Hm, 22 años).

Lo mismo sucede en el caso de las mujeres que sienten que no cumplen con los

patrones estereotípicos del género. En ambos casos, además, el elemento que no se

188
cumple del todo y que es enjuiciado por el otro tiene que ver con el adorno o la

exposición del cuerpo para que el otro lo vea.

Y además por los roles de la sociedad entonces llegó un punto en el que se me


olvida, llegó un punto en el que debería de adornar más mi cuerpo, debería
maquillarme, debería de lucir más femenina, esas cosas se me pueden olvidar y a veces
me he cuestionado de si se me olvida porque tengo bastantes características
masculinas y no me interesa mucho ese aspecto, pero tampoco me desagrada el hacerlo
entonces es como si coño tengo que hacerlo porque voy a verme con algún otro y es
necesario que luzca de determinada manera pero no... no es como algo mío es más por
el otro (Norma, M, Hm, 31 años).

Yo soy una mujer soy de busto pequeño me gusta ser así soy súper flaquita y
nosotros estamos en Venezuela y está la parte de la belleza de las mujeres voluptuosas
y yo soy totalmente el opuesto y a mí me han llegado a decir (…) una vez la mamá de
una amiga estábamos almorzando y me dijo así de frente ‘mira y tú cuando te vas a
operar las lolas’. Entonces son cuestiones como ajá y ¿mi rol de mujer no lo puedo
cumplir igualito o de ser humano no lo puedo cumplir igualito con o sin? (Ana, M, Ht,
23 años).

Resalto que estos comentarios son de una mujer heterosexual y otra homosexual

para demostrar que el desajuste respecto a lo culturalmente esperado para cada género

no diferencia orientación sexual, está más relacionado con la puesta en acto de la

masculinidad o feminidad en actitudes o en el cuerpo.

En otro orden de ideas, los participantes también hicieron mención de como

influían estás posiciones en la relación entre hombres y mujeres en Venezuela. Hubo

opiniones diferentes respecto a si la mujer es más afectada o si es el hombre, lo que sí

189
queda claro es que cuando no hay ajuste con lo culturalmente esperado, en ambos existe

afectación

Ahora que lo pienso siempre hay más justificación para el hombre que para la
mujer con respecto a eso (…) Me parece que hay de todo, está el que no se casó pero
le va súper bien aquí, el hombre que no se casa y le va bien siempre es el emprendedor
máximo pero la mujer que no se casa y le va bien es como que ajá tan bella pero ajá,
no se casó, entonces hay más justificación para el hombre que para la mujer (…)Pero
con todo y eso a los hombres se les termina perdonando todo, a la mujer se le condena
por siempre (Néstor, H, Ht, 22 años).

En consecuencia, estos comportamientos y actitudes que también ocurren entre

personas del mismo género funcionan reforzando las estructuras de poder: dan mayor

valor al hombre, promueven la infidelidad como valor de la hombría y la belleza física

plástica como atributo de la feminidad.

Que vivo en Lecherías y acá es difícil ser mujer porque no sólo los niños, las
niñas, la gente te juzga, que, si saliste con este que, si saliste con el otro que si estas
flaca, si estas gorda, demasiadas apariencias, acá tienes que estar flaca y bella, sino
no te quieren hablar (Laura, M, Ht, 21 años).

Los participantes comentaron sobre las consecuencias aparentes, en tanto

rechazo o aceptación, que podrían vivir u observar producto del desajuste cultural de

las expresiones de género. A este desajuste le otorgaron un carácter en cierta forma

transgresor. Los entrevistados conciben como transgresión todo aquello que se sale de

los estereotipos dicotómicos que he venido exponiendo; es decir, no es solo pasar de lo

masculino a lo femenino o de lo heterosexual a lo homosexual. Transgresión es también

190
cualquier gradiente en el medio de estas polaridades, como expresar sentimientos para

los hombres, jugar en las canchas para las mujeres, o usar vestimentas “típicas” del otro

sexo.

Yo recuerdo que a V y a D (…) ellas eran como que amachadas, como gorditas,
como que les gustaba ir a las canchas y nadie les hablaba, en serio, ninguna les
hablaba y a veces les decían ‘ay no es que tú pareces un niño’. Cuando comencé a
crecer en verdad sí tenía como esa ‘ay parece un niño, ay no sé qué, le gusta jugar al
futbol’ (Laura, M, Ht, 21 años).

Darme chance de expresar mis sentimientos hacia otras personas de una


manera más abierta este, de quizás llegar a ser más afectivo con otros hombres este
(…)y bueno eso es algo que no se ve tanto en hombres heterosexuales, los hombres
heterosexuales suelen como guardar cierta distancia este, tengo gustos que para el
hombre heterosexual no, no serán muy comunes quizás me guste más que a los hombres
heterosexuales los musicales (risas), este cierto tipo de películas, me gusta ver este
(risas) programas relacionados (risas) a drag queens y estas cuestiones que son tan
variadas y que van a esto (risas), de cruzar las barreras del género inclusive (Pedro,
H, Hm, 22 años).

Coño la mayoría de mis amigos hombres que lo hemos comentado


anteriormente, venezolanos, son homosexuales, como hecho es una anomalía que un
hombre heterosexual tenga una mayoría de amigos hombres homosexuales en este
país. Que lo reconozca públicamente es otra anomalía más (Julio, H, Ht, 29 años).

Estos testimonios dejan ver la poca flexibilidad que existe en estas posturas

dicotómicas en Venezuela donde; por un lado, se juzga al otro en su diferencia y, por

191
otro, el propio sujeto se concibe fuera de los lineamientos y vive su sexualidad desde

el sufrimiento y la dificultad de construirse en este ámbito.

Y a los años que ya digo mira ajá, soy trans voy a conocer a los supuestos…al
precedente que hay de hombres trans, entonces eran chamos que eran mayores, ellos
me llevaban mínimo 10 años eran mucho mayores que yo. Los conozco, ellos me dicen
mira si vamos a conocernos en los Caobos y de ahí es que hacemos ejercicio, ah bueno
fino no sé qué, y yo era un muchachito de 20 años, entonces cuando van y nos
conocemos los chamos, ‘mira A. hazte tú 23 abdominales’, ‘mira no, es que tienes que
ponerte así, porque coño sabes’ ‘¿cómo te va con las hormonas?’ Y dije coño, pero yo
lo que quiero es hablar a ver si me parezco a ti, a ver si soy trans, o soy un bicho raro,
o me mato, o veo que hago con mi vida y los chamos mira…eran carajos
súper…estaban en la cajita (Antonio, H- T, Ht, 27 años).

Se sufre cuando tú no entras dentro de la expectativa de un homosexual (…) la


sociedad te acepta como homosexual, pero sí eres femenino no, los dos deben ser
masculinos macho con vello y ahí sí son bellos los dos, se ven bellos juntos (William,
H-A, Hm, 36 años).

Este comentario de William fue secundado por los otros participantes quienes

rescatan que existe mayor rechazo a la transgresión del género que a la transgresión de

la orientación sexual, tal como sucede con la aceptación de los cambios y avances en

materia de género y sexualidad. Aquí me surgen dos preguntas ¿este rechazo a lo

femenino más que a la orientación es porque el género es observable por el otro

mientras que la orientación no? o ¿es porque lo femenino es desvalorizado per se?

Quizá sea una combinación de ambos escenarios, lo que queda claro es que el ser social

independientemente de la categoría (en tanto su sexualidad) en la que esté adscrito

192
rechaza la transgresión hacia la feminidad incluso por encima del rechazo a la

homosexualidad.

Porque yo veo que soy femenino y me gustan los hombres ordinarios y digo
Dios mío estoy repitiendo, una repetición del esquema, pero al mismo tiempo yo veo
que en mis parejas que son hombrecitos entre comillas no les pasa nada, yo no, yo
salía a la calle y decía no puedo caminar por aquí, estaba con mis amigos y me decían
no te metas aquí, así vivía yo en Venezuela con el miedo (William, H-A, Hm, 36 años).

Podemos ver en todos los testimonios el lugar de importancia que tiene el otro

en la autopercepción del rol de género. Bien sea desde la crítica o la comparación,

aparece para devolver aquello que falta para ser La Mujer o El Hombre. Estos ideales,

rígidos, estereotipados e inalcanzables generan sufrimiento en los seres humanos, más

cuando están acompañados del rechazo y la discriminación.

Encuentros con la discriminación

Nuestra sociedad occidental promueve las clasificaciones polarizadas y rígidas

a fin de mantener la “normalidad”; en consecuencia, cualquier desajuste severo con

estas formas pasa a ser una transgresión y, por tanto, en algunos casos aparece como

respuesta la discriminación.

La mayoría de los participantes ha sido víctima de diferentes tipos de rechazo

por sus posturas de género, su orientación sexual, o su identidad sexual. En el caso de

los participantes homosexuales y transexuales, todos los entrevistados refirieron algún

momento donde se sintieron discriminados, vejados y/o asustados por la respuesta del

otro frente a su orientación o identidad sexual. Tal como queda expuesto, este rechazo

193
ha sido de distintos tipos en tanto las personas que lo perpetúan, que pueden ser

familiares, conocidos y desconocidos

Yo por lo menos eh… salí del clóset en mi casa nunca me aceptaron hubo como
un corte bastante… fue brutal el corte decidieron dejar de apoyarme económicamente
y prácticamente no me botaron de mi casa porque es mi casa (Pedro, H, Hm, 22 años).

Bueno fue un caos, fue un caos en ese… bueno porque mi abuela le chocó
muchísimo, eso fue como coño yo no quiero a una niña con barba, que van a decir los
vecinos porque (…)como tú vas a salir así para la calle después, bueno eso fue una
locura (…)corre por ahí mentado madre, maldiciones, me echó de la casa eh…me echó
de que me dijo que me vaya (…) yo ese día me fui y volví en la noche, no tenía más
donde dormir, afortunadamente no me sacó la maleta (Antonio, H-T, Ht, 27 años).

Sí, he tenido rechazo por parte de hombres que me gritan “gay” o “maricón”
y cosas así, yo no los conozco y he tenido rechazo (Manuel, H, Hm, 26 años).

La manifestación del rechazo también varía pues puede ser verbal como los

expuestos previamente, psicológico cuando genera emociones como el miedo

reportado por Norma o físico como el reportado por William.

Recuerdo que una vez en Caracas venía de una fiesta y estaba con una ex,
agarramos un taxi y en el taxi le di un besito, nos dimos un besito pero nada demasiado
llamativo, fue un beso y ya y el tipo cuando nos está llevando nos empezó a decir que
a ustedes lo que les hace falta es un tipo que se las coja bien cogidas (…) y estaba yo
muy, muy asustada pero muy asustada (Norma, M, Hm, 31 años).

Sí, porque los comentarios primero eran ‘míralo’ ‘mira eso’ ‘mira esa cosa’
por el hecho de que no podían ubicarme dentro de las dicotomías y me dijeron ‘mira
esa cosa’ comenzaron a reírse y uno de ellos me escupió, era joven de hecho, me

194
escupió y estaba en el grupo y me imagino no sé si era su mamá o no, estaba una
señora ahí y se reía y le hizo la felicitación porque me escupió (William, H-A, Hm, 36
años).

Esta diferencia en la forma de manifestación del rechazo es clave, pues en

muchos casos, especialmente el verbal y el psicológico, son una vía para invisibilizar

el mismo: al no haber una conducta física que dañe directamente es común caer en la

malinterpretación que no hay daño al otro, o que este es menor o sin consecuencias; sin

embargo, vemos en los testimonios de los participantes cómo las consecuencias

emocionales para el afectado son muy duras.

En cuanto al rechazo que pueden efectuar los participantes a otros, aun cuando

todos reconocen aceptar cualquier diversidad hoy en día, admitieron que en su infancia

habían sido partícipes de pensamientos y actos discriminatorios hacia la

homosexualidad, pues para ese momento poco se hablaba en Venezuela de cualquier

otra forma de sexualidad.

Cuando yo estaba en el colegio eh… un compañero mío era… es gay, porque


no ha muerto, es gay… Pero en ese momento… claro por supuesto teníamos 17 años,
18 años y… no era normal ¿no? no era con lo que uno se crio, lo que uno siempre vio,
y la verdad es que él la pasó muy duro, fue víctima de mucho… mucho bullying…
(Clara, M, Ht, 31 años).

Es más, yo antes era de los que decía saquen a ese hijo de puta (homosexual),
fui un imbécil, pero era un carajito de 16 años (Manuel, H, Hm, 26 años).

195
Yo cuando era chiquito pensaba que no que, para que vas a ser homosexual si
eso va en contra de la naturaleza ‘tu no ves un león dándole a otro león eso no es
normal’ (…) digamos que era un punto un poco sólido para las personas de la misma
edad que la mía decirle que los animales no se equivocan, sin embargo sí lo hacen y
no lo sabía (Carlos, H, Ht, 22 años).

Es llamativo como los tres casos de alguna forma justifican su actitud pasada a

través de la inmadurez o el desconocimiento que implica la niñez. Ahora bien, las

edades que exponen son relativas a la adolescencia y a los últimos años de

escolarización secundaria. En esta etapa de la vida ya muchos de los sujetos iniciaron

su vida sexual o como mínimo están en un contexto sexualizado en tanto las

conversaciones e intereses con los pares y los medios de comunicación; sin embargo,

no han recibido la información por parte de la escuela (y en el caso de los participantes

tampoco de la familia) para educarlos en torno a una visión integral de las sexualidades.

Creo que venía de la ignorancia (el rechazo) de… eso, de no saber de nada de
eso, que no me enseñaran en ningún punto que estas personas existían, que algo así
existía y del que quizás eh… en algún punto lo retrataban como algo grotesco, y quizás
ser transexual o ser homosexual en el momento de mi infancia las figuras
homosexuales retratados en televisión venezolana eran patéticas y eran estereotipos
súper chimbos y eran retratados por heterosexuales, era una cuestión ridiculizante
(Pedro, H, Hm, 22 años).

Un caso atípico y extremo se presentó entre los participantes: Miriam es una

mujer homosexual proveniente de un pueblo del oriente del país que rechaza cualquier

postura que atente contra la heteronormatividad

196
Mira va a sonar raro, pero no me gustan los gays, los homosexuales, yo veo a
dos hombres besándose y no me gusta.

Sí, por lo menos ante la sociedad porque etiquetan mucho, porque si naciste
con un órgano sexual femenino compórtate como mujer y si te gustan las niñas o los
niños compórtate como mujer porque eso es bonito que cada quien se comporte como
lo que es ante el mundo, no que tú seas mujer y quieras ser hombre.

Que un hombre vaya caminando por la calle con el cabello largo, con las uñas
pintadas, vistiendo ropa ajustada, ropa de mujer, eso para mí no es normal, un niño
diciéndole a la mamá ¿me puedo poner tu blusa? Es como raro, yo como niña ¿papá
me puedo poner un condón? Es raro, esas cosas marcan, yo no tengo problemas con
que seas gay pero no te expongas al mundo, no camines por la calle diciéndole al
mundo lo que eres porque no es problema del mundo, es problema tuyo porque dañas
al resto.

Vemos en los planteamientos de Miriam ciertas contradicciones como el

rechazo a los gays en el primer verbatum y luego en el último expone que no tiene

problemas con ellos. Esta disparidad pareciera explicarse desde la lógica católica. Para

esta Iglesia ser homosexual si bien no es normal, no implica un pecado per se; el

problema aparece es en el acto homosexual. Es decir, siempre que el sujeto homosexual

no actúe su orientación sexual será acogido por la religión: el pecado no es ser

homosexual sino actuar como tal.

Para Miriam, la ruptura de la heteronormatividad y del pensamiento dicotómico

son un daño para el otro y son además una decisión. Posiblemente esto tenga relación

entre sí, pues si la homosexualidad es una elección implica la voluntad del sujeto de

197
hacer algo en contra de lo culturalmente aceptado. Esta postura, transmitida a través de

valores familiares machistas y religiosos, promueve la estigmatización incluso bajo el

desconocimiento de los avances científicos y refuerza las estructuras de poder, lo que

en consecuencia, limita los espacios para la expresión de la disidencia, incluso del

endogrupo.

Otra de las razones que reportan los entrevistados que llevan a rechazar al otro

está asociada al miedo, miedo a que algún conocido o ser querido entre a un mundo

que está caracterizado como perverso y peligroso

No sé para mí obviamente tiene que ver con cómo se ha desarrollado la


sociedad. Pero, en realidad creo que si te pones a ver de cierta manera son cuestiones
que van asociados hasta con miedo. Por ejemplo, yo escucho hablar a mi abuela de
los homosexuales y ella dice ‘esos sin vergüenza’; y bueno es porque para ella la
homosexualidad está asociada con este mundo de drogas, con el sida, con una serie
de cosas peligrosas, feas, entonces bueno probablemente cuando ella dice que nadie
de mi familia sea, no sea porque odia a nadie su familia, sino porque tiene miedo que
alguien de su familia estuviese metida en lo que ella ve como ese mundo (Ana, M, Ht,
23 años).

Ahora bien, el miedo también puede aparecer por los propios sentimientos o

dudas respecto a la diversidad personal.

Yo creo que todos somos bisexuales, de verdad creo eso, pero no todo el mundo
se da el permiso de poder conectarse con otra persona, no... Ahí hay mucho tabú
alrededor de eso, hay mucho temor alrededor de eso (Norma, M, Hm, 31 años).

198
Mi primera reacción fue como el miedo de yo no soy éste, yo no quiero esto, yo
no sirvo para esto, esta no es mi vida (Manuel, H, Hm, 26 años).

Porque muchos hombres creen que, porque ay si yo me arreglo, voy a una


estética, que me hago una limpieza soy gay, y no, yo veo bastante hombres aquí y
muchos entran aquí con ese miedo de que por qué me voy a hacer una limpieza, por
qué me voy a hacer un tratamiento en la cara (Johana, M, Ht, 33 años).

En líneas generales, además del temor, son: la educación o falta de esta, la

cultura (especialmente en el oriente del país la cultura árabe) y la religión los

precursores del rechazo. Estos tres elementos son los mismos que los participantes

reportan como causas del atraso respecto a las sexualidades en Venezuela. En

consecuencia, podemos pensar que el rechazo, en cualquiera de sus formas, es

concebido por estos sujetos como una manifestación del atraso en el que el contexto

venezolano se encuentra respecto a otros países en cuanto al tema de las sexualidades.

Tomando en cuenta lo discutido en los contextos personales, podemos concluir

que el gradiente de aceptación-rechazo en los tres casos está asociado al ajuste o

desajuste frente a la heteronormatividad impuesta culturalmente: mientras mayor sea

el cuestionamiento a lo heteronormativo mayor discriminación habrá hacia esa persona

y en sentido contrario mientras más ajuste a lo culturalmente esperado pues habrá

mayor aceptación del sujeto.

En síntesis, parece seguro exponer que existen eventos en la vida de los

participantes que permean las tradiciones conservadoras respecto al género y la

199
sexualidad que existen en Venezuela y afectan directa o indirectamente en la

resignificación y construcción de significados.

El cambio respecto a la aceptación de la orientación sexual y los roles de

géneros en las sociedades es un camino que se comenzó hace varias décadas y en

muchos países ha dado frutos importantes generando políticas, investigación,

campañas que se han traducido en la reivindicación de derechos humanos y, por tanto,

en la visibilización de comunidades enteras históricamente segregadas.

Parte de esta visibilización tiene que ver con el arte y los medios de

comunicación como un espacio para mostrar, hacer visible lo que en algún momento

estuvo invisibilizado. Las leyes respecto a la libertad de expresión entre otras libertades

han permitido hablar de temas que estuvieron tanto oficial como extraoficialmente

vetados. Sin embargo, nada de esto tuviera mayor repercusión en los participantes de

no ser por la globalización y el acceso a la información que permiten las nuevas

tecnologías. Es decir, estos cambios no aparentan ser originarios de Venezuela; por el

contrario, parecen ser una consecuencia de lo que los ciudadanos comenzamos a ver a

través de los medios de comunicación internacionalizados y que importamos a nuestros

propios significados. Desde aquí entiendo el cambio generacional tan marcado, pues

las generaciones venezolanas anteriores no tuvieron durante su desarrollo este acceso

a un mundo globalizado que le permitiera flexibilizar sus costumbres, creencias y

valores.

200
Ahora bien, en los resultados es clara la diferencia entre la aceptación de la

diversidad en la orientación sexual y la aceptación de la diversidad en los roles de

género. La primera parece generar actualmente menos rechazo que la segunda.

Premisas del estilo “sea gay, pero hombrecito” fueron comunes en la experiencia de

vida de los entrevistados donde es clara la supremacía de la masculinidad característica

del machismo venezolano.

El patriarcado a nivel mundial y el machismo en Venezuela se mantienen como

una fuerza hegemónica que se sigue transmitiendo y reforzando a través de todas las

estructuras de poder en muchos casos de manera simbólica, velada y, por tanto, no

tangible, naturalizada. En consecuencia, los encuentros con la sexualidad para los

informantes parten de la lógica (no tan lógica) de mantener la heterosexualidad y la

masculinidad a toda costa y generan dificultades y sufrimiento durante el proceso de

identificación sexual y en su desarrollo como hombres, mujeres, andróginos y trans.

Este sufrimiento parece tener su origen en la imposibilidad de construirse a sí mismo

con los cánones heteronormativos inculcados; pero, en el momento histórico en el que

estamos, la respuesta ante este sufrimiento no siempre está dirigida a cumplir los

estereotipos, en muchas ocasiones más bien se dirige a la ruptura o transgresión de lo

que nos han enseñado trayendo como consecuencia el encuentro con la discriminación.

Este grupo de estudio parece entonces desarrollar sus construcciones

significantes sobre el género y la sexualidad entre dos aguas representadas por la

heteronormatividad rígida expuesta en las generaciones mayores y la flexibilización

201
importante de estos cánones representadas en el mundo globalizado y en las

generaciones menores. Esta confluencia de miradas permite la renegociación interna y

la resignificación consecuente que queda formalmente proyectada en el antes y el

después que exponen la mayoría de los entrevistados.

En efecto, según los informantes, las actitudes heteronormativas de la infancia

y la adolescencia tienden a disminuir o incluso desaparecer en algún momento de su

vida marcando lo que parece ser un cambio en la forma de abordar la sexualidad propia

y la de los demás; cambio que se aleja de las enseñanzas culturales y que está marcado

por distintos elementos que repercutieron de forma consciente o inconsciente en los

significados que hoy en día mantienen sobre la identidad, expresión y orientación de la

sexualidad.

3. Procesos de cambio y resignificación

En las entrevistas se repitió en muchas ocasiones el mensaje de un cambio, el

discurso de los participantes marcaba un antes y un después en su forma de pensar y

abordar la sexualidad. Algo había pasado en sus historias que producía cambios en sus

significados. Reconocieron experiencias que contrastaban con lo que culturalmente

habían aprendido e incluso con lo que formalmente se les había enseñado y, en

consecuencia, ponían a prueba los límites rígidos de los estereotipos que venimos

discutiendo.

202
Yo sí siento que ha cambiado mucho mí manera de ver las cosas (Laura, M, Ht,
21 años).

Este cambio de mentalidad o resignificación para los participantes no está

totalmente claro, solo parecen tener certeza de que ya no piensan lo mismo que antes.

Esta difusión me lleva a pensar que más que un momento que los definió, el cambio de

mentalidad es producto de un proceso. Un proceso de cambio personal en el que

intervinieron diversas condiciones para alterar poco a poco la línea base de cada sujeto

y llevarlos a construir significados nuevos sobre el género, la sexualidad e incluso sobre

sí mismos (ver Figura 5).

Figura 5. Relaciones entre la categoría 3 y las subcategorías


3.1. Condiciones que intervienen en el cambio

Analizando el discurso de los sujetos entrevistados creo importante mencionar

tres implicaciones que parecen ser comunes en su proceso de cambio: los aspectos

intrapsíquicos, la entrada a la universidad y el conocimiento de nuevas

culturas/contextos. Respecto a los aspectos intrapsíquicos, estos están relacionados con

la madurez y el crecimiento cognitivo y socioemocional y los valores entre otras.

203
Eh…sí yo creo que a medida que fui creciendo y relacionándome con distintos
tipos de personas, con distintos amigos, yo fui entendiendo que… que… que eso no
estaba mal y empecé a respetar eso ¿no? Empecé a aceptar y respetar que cada quien
es como es y que no hay nada de malo en eso (Clara, M, Ht, 31 años).

Probablemente tiene más que ver con mi formación en valores y es algo que,
son cuestiones que (…) van surgiendo como naturalmente. No es algo así como una
educación que te dieron (Ana, M, Ht, 23 años).

Como elemento común destaca que estos procesos personales se dan sin una

voluntad activa del sujeto, es decir, no son una enseñanza formal ni una búsqueda

directa; por el contrario, parecen ser algo que va surgiendo sin control de la persona,

quizá de carácter espontáneo.

En segundo lugar, el conocimiento de nuevas culturas o contextos está

caracterizado en el caso de los participantes en mudarse del interior del país a Caracas

y en conocer o vivir en otros países. Este encuentro con otros ambientes y costumbres

permite que el sujeto considere otras formas de comportamiento que no estaban en su

repertorio, posiblemente relacionado al acceso a la información, y en los casos de los

participantes los llevó a una resignificación.

Yo siento que Caracas a mí me ha dejado como que esta mente cuadrada


pueblerina (risas) se ha abierto un poco más, en verdad es cierto yo decía como que
antes ‘ay los caraqueños si son engreídos’ pero no, es que en verdad cuando tú te vas,
te vas, tú te das cuenta de que la gente en verdad es de pueblo son de pueblo pues
(risas) (Laura, M, Ht, 21 años).

204
Por lo menos en relación de pareja hombre y mujer, me sorprendió que yo tenía
una novia, esto fue allá en Alemania cuando tenía 15 años, me fui a su casa y de una
los papás me dijeron mira si te quieres quedar aquí quédate que ya es tarde y yo
pensando que iba a dormir en un sofá o lo que sea, y no, me acomodaron el cuarto que
dormí ahí con ella y eso fue a los 15 años sabes, eso me hizo como que, aquí en
Venezuela eso es imposible, eso me hizo shock (Néstor, H, Ht, 22 años).

Cuando el contexto nuevo es en el exterior surge en los participantes una

comparación entre culturas en la que resaltan distintos atributos relacionados al tema

de estudio que le permiten nuevos instrumentos para el análisis crítico de la situación

en Venezuela y sus creencias personales. Por ejemplo, en la comparación con Chile

destaca la convención del matrimonio joven en Venezuela; mientras que en Perú el

rechazo a la mujer y la diversidad es más marcado que en nuestro territorio nacional.

Cuando estaba llegando me preguntaron ¿tienes novio? Sí, estoy casada, me


dicen ‘ay que raro, los venezolanos siempre vienen casados’ la cultura aquí… los
venezolanos son conocidos porque todos vienen casados, aquí nadie se casa, se casan
extranjeros pero chilenos no se casan mucho (Clara, M, Ht, 31años).

Acá en el Perú es terrible ¿oíste? Las mujeres son súper sumisas, te tienes que
callar ante el mandato masculino, tu opinión realmente no es importante, el tema de
la agresión a la mujer, aquí la mujer de verdad está crucificada (Norma, M, Hm, 31
años).

Luego, también hubo comparación con ciudades europeas y Estados Unidos en

las que se destaca mayor aceptación y menos tabú respecto a la sexualidad, así como

más equidad y confianza en las relaciones entre hombres y mujeres

205
Allá (Alemania) son más abiertas con respecto a ese tema, el tabú está menos…
no lo hay pues. Como ellos tienen mucha confianza entre ellos y se manejan partiendo
de la confianza el tema de los celos no es algo como aquí. Eso me sorprendió
muchísimo porque ni novia a mí no me celaba de nada y todas mis amigas que tenían
sus novios tampoco. Me pareció raro porque, no es que yo andaba en nada malo, pero
uno está acostumbrado a que existan esos celos pues (Néstor, H, Ht, 22 años).

A raíz de esto pude observar como en todas las comparaciones aparecía luego

una reacción de choque frente a lo que estaban viviendo. Los participantes quedaban

impresionados ante estas diferencias que en momentos podían recibir con beneplácito

y en otras con malestar, desacuerdo e incluso indignación.

Bueno sí, pero es que precisamente en mi caso particularmente este tema de


contrastar la nacionalidad a la internacionalidad, sabiendo un poco de mi historia de
vida6 es evidente que eso pesa allí (…) Todo esto son maneras de ser personas, todo
eso vivido desde la venezolanidad que siento efectivamente, quizás un marroquí, un
ruso te diría lo mismo de su cultura, pero yo hablando de lo que he vivido, te puedo
decir que vengo de un contexto donde efectivamente los constructos de lo que uno
debería hacer si eres tal o eres cual son más limitados, coño… es duro efectivamente
porque caes en una incertidumbre tremenda (Julio, H, Ht, 29 años).

La última condición reportada por los informantes es la entrada a la universidad.

Esta aparece de forma generalizada entre los participantes como un momento clave

para la resignificación de esquemas previos respecto al género y la sexualidad.

6
Julio ha vivido en distintos lugares del mundo desde su infancia.

206
Estoy hablando de cuando entré a la universidad ya a los 16, 17 años que
empiezas a darte cuenta como que coye ya va, esa estructura que me plantearon en el
colegio de hombre y mujer (gesto de desaprobación) (Andrés, H, Ht, 24 años).

Quizá el punto máximo de la entrada a la universidad tiene que ver con el

encuentro con la diversidad en el sentido amplio de la palabra. Es decir, hasta ese

momento del desarrollo evolutivo, lo más común es que hayan sido los padres quienes

hayan elegido y controlado los espacios de socialización de sus hijos. Estos espacios

entonces replican los valores y costumbres que la casa quiere inculcar y en

consecuencia hasta la salida del colegio los niños se mantienen en espacios

relativamente homogéneos en tanto clase social, política, económica, creencias

religiosas, etc. La entrada a la universidad rompe (en mayor o menor grado) esa

homogeneidad y ahora el compañero de clase puede tener una procedencia totalmente

distinta a la personal.

Este encuentro con lo diferente opera como un catalizador para el cambio pues

se flexibilizan los límites y estereotipos que se habían creado y mantenido durante toda

la vida. En el caso de la sexualidad, los participantes resaltan que en la universidad

tuvieron la oportunidad de ver a homosexuales que eran exitosos social y

académicamente, contrario al estereotipo del homosexual discriminado y desvalorizado

que les habían inculcado.

Es el momento en que, en que llegué a la universidad que empiezo a ver toda


esta diversidad y esta cantidad de personas que se expresan abiertamente y tenían
amigos, muy buenos amigos que eran súper femeninos y me caían súper bien y era

207
súper amigo de ellos y eran personas agradables (…) llega un momento en que te das
cuenta que eso no es limitante (Pedro, H, Hm, 22 años).

Hay un último elemento a exponer que, si bien los participantes no lo

relacionaron directamente con el cambio de mentalidad, como psicóloga clínica

considero de amplia importancia en el análisis por lo que luego lo retomaré en la

elaboración teórica. A lo largo del estudio y en función de los objetivos exploré los

sentimientos de los voluntarios entrevistados respecto a los temas abordados en

nuestras conversaciones y me llamó la atención el énfasis en el polo disfórico de las

emociones que reportaban asociadas a las construcciones más estereotipadas. Los

testimonios de William (H-A, Hm, 36 años) y Antonio (H-T, Ht, 27 años)

respectivamente, representan esto claramente

No ha sido fácil, hoy en día me siento más tranquilo y uso la palabra tranquilo
desde el punto de vista de tranquilidad mental, por yo estar cargado de todos estos
conocimientos sociales, de las etiquetas y los estereotipos, yo sufría mucho.

Si ha sido duro, duro de verdad y ha sido duro que yo me he querido matar tres
veces.

Expresiones como te puede frustrar (Ana, M, Ht, 23 años); me sentí chimbo,

como que desagradable, (Julio, H, Ht, 29 años) y el llanto de Clara (M, Ht, 31 años) al

hablar de las tareas del hogar indican el malestar con el que viven estos sujetos en

contraposición a sensaciones de mayor tranquilidad una vez que comienzan a

flexibilizar las cajas significantes rígidas que mantenían respecto al género y la

sexualidad.

208
Ha estado mejor desde que aprendí a ceder, y no tener… aprender a no tener
el control absolutamente de todas las cosas de mi casa y de su vida y de mi vida pues,
me ha ido mejor (Clara, M, Ht, 31 años).

Nótese que el malestar aparece independientemente de la orientación o la

identidad sexual asumida. Teniendo esto en cuenta surge la hipótesis de si una de las

razones para comenzar la resignificación tiene que ver con la búsqueda de disminuir el

malestar emocional o si, por el contrario, el malestar comienza luego de cierto proceso

de resignificación.

Efectivamente al momento de…cuestionar... es que se manifiesta el


sufrimiento... si no... si no hay un cuestionamiento crítico de la realidad no hay cambio
social, pero el cuestionamiento crítico es sufrir (…) yo lo llamo angustia de género
(León, H, Hm, 30 años).

Esta angustia de género parece ser algo que los arropa a todos en mayor o menor

grado y junto a las otras condiciones entonces, parecen intervenir en los significados

previos generando nuevas posibilidades en la comprensión, resignificación y creación

de patrones de comportamiento, significados aceptados y realidades en torno al mundo

de las sexualidades.

3.2. Construcción actual de significados

En esta categoría expongo las construcciones de significados que los

participantes mantienen respecto a significantes relacionados con el tema de estudio

como puede ser la sexualidad, el género, masculino-femenino, diversidad sexual, entre

otros. Estas construcciones han de comprenderse en relación con las categorías previas;

209
es decir, son producto de la interacción entre todas las condiciones contextuales e

intervinientes previas que a lo largo del proceso de cambio personal llevaron al sujeto

a construir significados propios que le permiten entender la sexualidad e incluso su

sexualidad.

Los constructos asociados al género y la sexualidad por parte de los

entrevistados son variados y dependen de sus propias realidades, historias e

interacciones con el contexto. Si bien desde la teoría estos conceptos están

diferenciados (aunque no existe total acuerdo entre los teóricos) y en general son

conocidos por los participantes, en su discurso son utilizados a veces como atributos

distintos y otras como sinónimos. Lo mismo ocurre en el caso de los pares masculino-

femenino y hombre-mujer. Vemos que lo que para algunos participantes es género para

otros es sexualidad y viceversa, al igual que lo que es hombre y mujer para algunos,

para otros es masculino y femenino y viceversa.

Ahora bien, esta confusión de significantes la entiendo como una evidencia más

del cambio epocal que está atravesando el sujeto contemporáneo y que afecta su

constitución como tal, su proceso de identificación. Esta categoría presenta un

individuo intentando deslastrarse de tradiciones convencionales de la sexualidad pero

que aún no tiene las palabras para dar cuenta de este cambio y, por tanto, utiliza las que

conoce y tiene a la mano que lo enmarcan nuevamente dentro de aquello que quiere

superar.

210
Significados de Sexualidad

En general, podemos observar en cuanto al género y la sexualidad toda la escala

de variación de las dimensiones generales de estos significados. Estas comienzan con

lo físico o biológico, para terminar con lo social o la implicación del otro. En estos

últimos, los informantes refieren que, si bien existe cierta predisposición biológica o

genética, la participación del entorno es determinante para la activación o no de estos

atributos.

Yo creo que hay ambas cosas, yo creo que hay una predisposición y hay una
variable que es el entorno (Andrés, H, Ht, 24 años).

Respecto al significado de sexualidad, podríamos entender las variantes de la

escala como propiedades independientes entre sí; sin embargo, en una revisión más

profunda vemos que estas están determinadas por el nivel de implicación del otro; lo

que llevaría implícito que la sexualidad no está determinada per se por lo biológico

sino que responde a una construcción que se logra a partir de la interacción con el

mundo exterior (ver Figura 6).

Figura 6. Dimensiones del significado de Sexualidad

211
3.2.1.1. Cuerpo sexuado e identidad

En cuanto al cuerpo sexuado, vemos que hay algunos participantes que

reconocen la parte física del ser humano como un elemento de importancia e incluso

para otros pocos es lo único que determina la sexualidad.

La sexualidad también está atravesada por el cuerpo sexuado que tienes, a


ver las mujeres tenemos tetas y vagina y los hombres tienen pene (Norma, M, Hm, 31
años).

Bueno lo físico, el órgano reproductivo y creo que más nada (Carlos, H, Ht, 22
años).

En estos casos los participantes se rigen por la biología como un primer

elemento definitorio. Los órganos sexuales marcan la pauta en la diferenciación y

también en la identificación sexual, si tienes senos y vagina eres mujer; si tienes pene

eres hombre. Dicho de otra forma, el significado de ser hombre y ser mujer está ligado

a los caracteres sexuales y, en consecuencia, delimitado por el cuerpo. Esta

delimitación en tanto lo biológico también incluye las cargas hormonales y el aparato

reproductor que en el caso de la mujer está asociado a la gestación.

Ser mujer como tal implica toda la parte anatómica de una mujer y ser hombre
como tal implica toda la parte anatómica en el hombre (Ana, M, Ht, 23 años).

Una mujer es una persona que tiene un aparato reproductor y que cumple, que
es capaz de llevar a cabo la gestación de un ser. Estoy hablando de cuerpo (Andrés,
H, Ht, 24 años).

212
Otro aspecto que destacan los participantes en tanto al cuerpo tiene que ver con

las limitaciones que este impone. Limitaciones que la tecnología ha ayudado a

disminuir pero que existen, a veces en la realidad y a veces en el imaginario social.

Entre estas limitaciones aparece la posibilidad de salir embarazada, la fuerza física, la

imposibilidad de penetrar, entre otras.

Yo creo que hay elementos que efectivamente me parecen pueden tener cierta
relevancia y es el tema de mi estatura, por ejemplo, yo estoy por debajo de la estatura
del hombre promedio por supuesto que en esta competencia de quién es más macho
eso tiene un peso y un peso no despreciable (Julio, H, Ht, 29 años).

Lo que me deja en desventaja en relación a mi hermano en ese sentido es algo


meramente físico, a ti te pueden montar una barriga y a él no, ajá, pero más allá de
eso no hay nada (Ana, M, Ht, 23 años).

No hay para mí una actividad de macho excepto el rugby, el rugby sí es como


de machos porque son unos tanques, las mujeres nunca van a llegar a ser tan buenos
como esos tipos del rugby (Carlos, H, Ht, 22 años).

El tema del embarazo, aun cuando es una diferencia real respecto al hombre,

solo es una limitación en tanto su implicación social en la mujer, específicamente la

mujer joven. Si bien la mujer puede salir embarazada, el hombre también puede

fecundar; sin embargo, esto no representa una limitación durante su crecimiento y

desarrollo social.

Esta definición biológica, si bien es la más básica, la enseñada en el colegio y

por cualquier otra estructura de poder, hoy en día es muy discutida por dejar de lado el

213
carácter dinámico de la sexualidad. Además, la tecnología ha avanzado en pro de

desmitificar estas posturas biologicistas y simplificadas al reconocer variaciones,

incluso biológicas/genéticas que complican esta ecuación. Tal es el caso de la

intersexualidad, de algunos síndromes genéticos, y podríamos incluso agregar el

transgenerismo y la transexualidad.

En esta línea, aun cuando los participantes reconocen la marca del cuerpo varios

comentaron sobre las posibilidades de cambio que existen en la actualidad. Este

registro permite considerar que la biología no lo es todo en la constitución del sujeto y

por el contrario existen personas que necesitan o deciden cambiar su apariencia física

para ser reconocidos por el otro tal como ellos se identifican a sí mismos

Sí, evidentemente hay casos de personas que no se reconocen en su cuerpo y de


repente se dan cuenta de ‘mira sí yo nací como una mujer, pero yo me reconozco como
un hombre’ y bueno hay casos en los que se han cambiado pues (Ana, M, Ht, 23 años).

De esta forma, quizá una flexibilización de la hipótesis biologicista viene dada

por la significación que algunos participantes dan a la sexualidad en tanto identidad.

Hablo de flexibilización porque en los casos entrevistados que definieron la sexualidad

como identidad estaba inmerso también el tema genital.

La sexualidad es como uno se, como si yo me identifico con, sabes, con lo que
soy, sabes, si me siento mujer o no (Laura, M, Ht, 21 años).

214
Porque el cuerpo está sexuado, pero en efecto uno ejerce, uno como ente
pensante ejerce… Aunque el cuerpo te diga una cosa tú eres quién dices ser (Antonio,
H-T, Ht, 27 años).

Estos testimonios ejemplifican claramente esta relación pues si bien hablan de

la posibilidad de identificarse, que de alguna forma implica la agencia del sujeto, al

mismo tiempo hablan de identificarse a lo que se “es” dejando ver que este “ser” ya

está dado. Ahora bien, para cada uno este ser previamente dado es distinto: en el primer

caso es marcado por la biología y en el segundo no. La diferencia parece estar de la

mano de la vivencia de identidad sexual de cada participante pues Laura es una mujer

cisgénero que siempre sintió concordancia entre su cuerpo y su identidad; mientras

Antonio es un hombre transexual, es decir, Antonio vivió el nacer con una biología de

mujer y no sentirse identificado como tal.

En este “peldaño” de la concepción de la sexualidad se involucra la relación

con otro. Ya no se entiende tanto la sexualidad en tanto a quién soy, sino al quién y

cómo soy frente al otro. Por esto, son el hombre transexual y el andrógino quienes

resaltan el carácter protagónico del cuerpo sexuado más allá de los genitales. Para ellos

este tiene un carácter político en tanto por un lado transmite la identidad, pero también

porque puede hacerse, producirse en función de la propia identidad.

Entonces en cuanto a eso hemos propuesto estar sexuado al cuerpo, te pueden


asignar un género al nacer, pero en efecto la sexualidad, así como la vives, es tuya,
como la vives, como usas tu cuerpo para expresar lo que desees expresar, como te

215
refieres a tu cuerpo, como lo usas, con quién lo usas todo eso es tuyo y eso lo decides
momento a momento (Antonio, H-T, Ht, 27 años).

Para todos los demás informantes su identidad en tanto hombre y mujer no

estuvo cuestionada por nadie, eran reconocidos por el otro por medio de la expresión

de su cuerpo que coincidía con esta identidad, por esto, entiendo, es que el cuerpo

sexuado no va más allá de los genitales. El caso de William y Antonio no es así pues

más bien el cuerpo expresa una identidad distinta, en consecuencia, el otro lee esta

identidad distinta a aquella con la que estos hombres se identifican; por tanto, el cuerpo

y sus producciones se convierten en obstáculo y en posibilidad para garantizar el

reconocimiento acertado por parte del otro.

Ha sido difícil encontrar mi espacio, porque no lo encontraba entre los


hombres por cómo era mi cuerpo, no podía ubicarme ahí y tampoco lo encontraba en
las mujeres por mi cuerpo, un hombre no podía estar allí desde mi comportamiento,
no podía estar con el género femenino pero mi cuerpo no me permitía comportarme,
por consiguiente yo por fuerza tenía que irme hacia el otro bando que sería el bando
masculino de los hombres e intentar ser hombre y aprendí a ser hombre, era una lucha
de (…) que no se para de esta manera, no uses la mano de esta manera, no hables de
esta forma, no uses esto, no te puedes vestir así (William, H-A, Hm, 36 años).

3.2.1.2. Sexualidad como construcción

A partir de este peldaño en la concepción de la sexualidad la predisposición o

la marca de lo biológico, si bien está reconocida ya no es determinante, más bien la

sexualidad comienza a verse como algo que se va construyendo, que va mutando y en

la que siempre está implicada la relación con el otro e incluso la implicación del afecto

216
en esta relación. Es importante resaltar que en los siguientes niveles cuando los

participantes hablan de la sexualidad en relación con el otro está inmerso el tema de la

orientación sexual.

Creo que probablemente es algo que pueda ir mutando con la persona


evolucionando porque yo siento que en la sexualidad hay temas que van como de
descubrimiento (Ana, M, Ht, 23 años).

Conocerse a uno mismo saber qué… qué te gusta eh… cuando estas con alguien
en la cama (Clara, M, Ht, 31 años).

Tal como expone Clara, varios de los participantes asocian la sexualidad con el

acto sexual y en consecuencia con la atracción física hacia otros. Es en este tipo de

asociación donde aparece como eje transversal la orientación erótico-afectiva que

comenté previamente en el significado de la sexualidad.

Al gusto, al gusto, al gusto. Y claro bueno, también tendría que ver con los
actos sexuales, porque si es del gusto tendríamos actos sexuales con eso (Manuel, H,
Hm, 26 años).

Avanzando, los últimos dos atributos que asignan los participantes a la

sexualidad implican la relación sexual en un sentido amplio, más allá del acto sexual y

la relación afectiva. En cuanto a la relación sexual Miriam, Johana y William exponen

También incluye tu comportamiento hacia otras personas, las actitudes con


otras personas, las actitudes de tu identificación como mujer, como hombre (Miriam,
M, Hm, 25 años).

217
Sexualidad no es solamente estar con tu pareja, sino sexualidad es a lo mejor
como tú te sientas, yo me siento una persona atractiva, sexual, sexy, es una, creo que
es una palabra que engloba muchas cosas (Johana, M, Ht, 33 años).

No es solo la experiencia sexual, carnal va más allá para mí, por eso incluyo
los constructos heteronormativos de fidelidad, monogamia, compromiso, afecto
(William, H-A, Hm, 36 años).

Este último verbatum es interesante pues muestra cómo en esta relación sexual

más allá de la participación del otro como sujeto, aparece el otro como sociedad y

cultura que marca valores heteronormativos como la fidelidad y la monogamia. En la

misma línea, pero agregando el afecto como un elemento de importancia algunos

participantes, pocos en realidad, incluyeron las emociones y los sentimientos frente al

otro como un atributo de la sexualidad. Estos casos solo aparecieron en participantes

homosexuales

Te puedo decir que para mí definitivamente la sexualidad, más allá de estar


marcada por la familia, por la sociedad, para mí está marcada por el amor (Norma,
M, Hm, 31 años).

La sexualidad eh… lo más básico significa como la expresión eh… de este…


quizás el afecto y también el cómo… bueno es como la ejecución del afecto (Pedro, H,
Hm, 22 años).

Ahora bien, aun cuando vemos que los participantes otorgaron distintos

significados podemos concluir que la sexualidad indistintamente de cómo se signifique

está marcada al mismo tiempo por lo biológico como por lo sociohistórico; en tanto a

218
partir del sexo asignado al nacer es que comenzamos a experimentar lo que la sociedad

estipula apropiado para cada mujer y cada varón

Evidentemente si tú eres mujer lo primero que vas a descubrir son ciertas cosas
y si eres hombre lo primero que vas a descubrir son ciertas cosas… si tú eres mujer
lo más probable es que a menos que tú tengas unos gustos muy marcados lo primero
que tú hagas es experimentar con un hombre porque es lo que la sociedad te va
diciendo a menos que X hay mil variantes (Ana, M, Ht, 23 años).

Aquí entonces se marca la relación a veces tácita y a veces invisible entre el

género y la sexualidad. En el momento en que se incluyen los parámetros sociales de

lo esperado para cada sexo se está incluyendo al género. Quizá en estos límites o

vinculaciones difusas es donde se hace presente la confusión entre estos significantes

en el discurso de los sujetos.

Significado de género

El significado del género para los entrevistados se presenta como un gradiente

desde lo más tradicional concebido como biológico hasta lo menos heteronormativo

que es verlo como un constructo que sirve al control social (Ver Figura 7). Estas

posturas tendrán luego consecuencias en la forma de aproximarse a la diversidad y la

transgresión en líneas generales.

219
Figura 7. Dimensiones del significado de género

Los participantes que se ubican en el polo de lo biológico tienden a comprender

este concepto desde lo dicotómico y desligado del comportamiento. Tal es el caso de

Néstor (H, Ht, 22 años) para quien el género está asociado a los órganos genitales:

Lo veo como algo totalmente dicotómico. Que tú seas hombre y seas bastante
afeminado eso me parece que está bien pero que no te quita que seas hombre. Puedes
ser una mujer totalmente masculina, pero eres mujer, no te quita que seas mujer.

Es interesante reconocer que esta postura biologicista se refiere a lo mismo que

los participantes consideraron como sexualidad en tanto cuerpo sexuado. Esta es una

muestra de cómo ambos significantes se confunden y pueden ser utilizados para

explicar lo mismo por diferentes personas. Es decir, que la marca de los órganos

sexuales para algunos se llama sexualidad y para otros se llama género.

En sentido opuesto, quienes lo entienden más como construcción social (control

social) tienden a ver el género como una categoría que organiza, estructura y simplifica

220
la información del entorno, pero que también tiene un carácter ideologizante que

contribuye al control social. Al tener claridad de esta propiedad pues conciben que la

rigidez del constructo es social y no innata, por lo que son más tolerantes y proclives a

posiciones menos rígidas, con posibilidad de matices, como un continuo que les ayuda

a comprender la dinámica de la sexualidad pero que al mismo tiempo les deja sin

palabras para explicar lo que entienden al respecto.

No creo que cuando se habla de géneros haya dos polos lo masculino y lo


femenino, sino que quizás es más un continuo sobre lo que representan las personas,
cada vez es más un continuo, de que ya los roles no son tan rígidos (Pedro, H, Hm, 22
años).

Me ayuda como que a comprender la sexualidad de una manera más cómoda


(…) Pero ahora que le busco ponerlas en palabras como que me cuesta (Andrés, H,
Ht, 24 años).

Fuera de la postura biologicista, las significaciones del género están desligadas

de los órganos sexuales primarios y secundarios; género distinto de sexo; y esto da la

posibilidad entonces de diferenciar entre hombre y mujer y el masculino y femenino.

3.2.2.1. Características masculinas y femeninas

Es interesante resaltar algunos aspectos que aparecen en los resultados respecto

a las características asociadas a cada género. La primera tiene que ver con que más allá

de las creencias asociadas a cada rol, la mayoría de ellas se presentan como dicotómicas

y polarizadas; por ejemplo, rudo-sensible, emocional-racional, ordinarios-delicadas,

etc. En la misma línea, podemos ver en la Figura 8 que muchos de los estereotipos

221
históricamente atribuidos a cada género se mantienen como la fuerza, el ser proveedor,

ser figuras de autoridad, protectores, distantes emocionalmente como características de

lo masculino; y ser contemplativa, cursis, detallistas, organizadas, coquetas y figuras

de escucha y apoyo en el caso de lo femenino.

Figura 8. Características asociadas por los participantes a lo masculino y lo femenino

Ahora bien, fue llamativo la aparición del cuidado personal como signo de

masculinidad al mismo nivel que en la feminidad. Esta flexibilización del estereotipo

posiblemente está relacionada a todo el auge del cuidado masculino que ha tenido una

alta aceptación y representación en esferas públicas influyentes como son los casos de

artistas y deportistas.

Que estén bien arreglados, su chiva, si utiliza chiva que la tenga bien
arregladita, bien definida, con su perfume, esas son cosas masculinas, bien
arregladitos, su corte de cabello (Johana, M, Ht, 33 años).

222
También fue llamativa la ausencia de la maternidad como característica de

feminidad. Si bien en algunas pocas entrevistas se habla de la maternidad o la gestación,

ante la exploración directa sobre qué significa femenino, qué características asocias o

consideras femeninas, cómo defines lo femenino, ningún participante refirió la

maternidad.

Respecto a esta ausencia los participantes explican que la maternidad, si bien

es para algunas, parte de su proyecto de vida, no las define en tanto mujer o en tanto

femenino, por lo que no aparece referida por los entrevistados.

No, no lo asocio, puede estar incluido por supuesto, pero no es necesario. Es


decir, no asocio lo femenino hacia la madre, claro no, sería un poco contradictorio
porque dentro de todo, yo no me identifico como una mujer muy femenina, sin
embargo, quisiera ser madre (Norma, M, Hm, 31 años).

Ahora bien, al igual que la paternidad (también ausente en su relación con la

masculinidad) el deseo de concebir esta mediado en este grupo de jóvenes por lo

pragmático que implica la situación país y las limitaciones actuales para constituir

familias y en el caso de los homosexuales las realidades jurídicas respecto a la

descendencia. Ante estas dificultades pues, ese deseo que para algunos es un norte que

guía su desarrollo personal y para otros es inexistente, queda obturado

momentáneamente por la imposibilidad de lograrlo en sus momentos actuales de vida.

Yo quiero, la cosa es que se pueda en Venezuela en crisis (…) porque coño


Venezuela en crisis, no tengo pareja estable, y no estoy como tan maduro para criar
un chamo, tengo que llevar aún coñazos (Antonio, H-T, Ht, 27 años).

223
Yo quiero ser padre a los 30 (…) pero eso obviamente…en mi caso eso tiene un
montón de complicaciones, porque bueno primero una relación romántica en mi caso
no lleva automáticamente a una conformación de familia porque bueno no es una
relación heterosexual. El alquilar el vientre no es algo que bueno que me parezca muy
éticamente apropiado porque eso tiene un montón de implicaciones ahí sociales que
tienen que ver con bueno cierta explotación hacia la mujer, un montón de
problemáticas que están ahí relacionadas a lo legal, además es costoso y bueno la
adopción en este país es… básicamente una causa perdida (León, H, Hm, 30 años).

Otra vertiente que destacaron algunos participantes tiene que ver más con la

forma de presentar su cuerpo frente al otro que con actitudes o comportamientos. Al

respecto, es femenino el cabello largo y arreglado, estar maquillada, mantener las uñas

largas y pintadas y usar ropa pegada; mientras que el cabello corto, la barba y la

ausencia de productos o intervenciones de belleza se asocian a lo masculino.

La masculinidad para mí que tenga su cabello corto, tener un estómago más


grueso, vestirse adecuadamente un hombre pues, por ejemplo, no usar ropa tan pegada
se podría decir, o transparente como lo usan las mujeres, me parece que eso no es de
un hombre, mmm, eso, eso, más que todo eso (Manuel, H, Hm, 26 años).

Sentirse femenina es sentirse atractiva, estar siempre arreglada, estar


pendiente de tener mis uñas largas, bonitas, pintadas, tener tu pelo bien arregladito
este sabes planchadito o secado, pintado, bien arregladita (Johana, M, Ht, 33 años).

Es en estas concepciones fuera de las posturas biológicas donde se explica que

los hombres puedan ser femeninos y las mujeres masculinas y que incluso estos

balances entre masculino y femenino puedan coexistir en una misma persona y puedan

variar dependiendo de la situación.

224
Están los dos, no sé si en balanza, pero sí que están los dos. Yo siento que cada
quien sí puede tener independientemente de, aspectos femeninos y masculinos (León,
H, Hm, 30 años).

De repente, una persona en el campo intelectual es una persona muy


masculina. Y fíjate que estoy hablando de una persona, no de mujer... En el campo
laboral es una persona extremadamente masculina, donde asume cargos de liderazgo
(…) Pero de repente en el sexo, en lo físico, es una persona sumisa, que necesita
suavidad, que necesita ser arropada, cubierta... Yo creo que es totalmente factible
(Andrés, H, Ht, 24 años).

Sin embargo, tal como comenté en categorías anteriores, los participantes hacen

énfasis en lo rígidas que pueden ser estas características al punto de considerarlas

estereotipadas; en consecuencia, salirse de estos patrones conlleva un costo social

importante de juicio, desvalorización e invisibilización.

Siempre responden de mala manera, siempre asocian a un hombre que le pueda


gustar la decoración con alguien gay y si ves a una mujer que le gusta el
fisicoculturismo van a pensar que es marimacha, no lo ven de buena manera (Clara,
M, Ht, 31 años).

El hombre que no es extremadamente masculino es visto como menos (Ana, M,


Ht, 23 años).

Entonces, todo lo que se sale de esa regla, de ese común, entonces no es visto
(Andrés, H. Ht, 24 años).

Es menester aclarar que los participantes, aun cuando reconocen estas

características, no se muestran conformes con estas ni con la asociación de las mismas

al sexo biológico; similar a lo que plantee respecto al perfil sociocultural estereotipado;

225
por el contrario, entienden que son propuestas por la sociedad y que hoy en día no

representan a los hombres y las mujeres. Nótese que entramos aquí en una ruptura

importante con el pensamiento dicotómico, pues no hay para los jóvenes entrevistados

actitudes y comportamientos que sean diferenciadores entre hombres y mujeres.

Entonces yo no te puedo decir que el fútbol es de hombres como antes que sí se


podía decir, hace años yo te podría decir que el fútbol era de hombres, que votar era
de hombres, que cocinar era de mujeres, que limpiar era de mujeres etcétera. Ahorita
todos limpiamos o lo hacen los aparatos que compramos para que lo hagan por
nosotros, todos podemos hacer los mismos deportes (Carlos, H, Ht, 22 años).

Físicamente son diferentes, pero socialmente pueden ser iguales, o sea


igualdad de géneros, no tendría por qué ser porque eres hombre eh… tienes más
responsabilidades que si eres mujer, tienes que quedarte en la casa limpiando, no,
para mí socialmente son sinónimos (Clara, M, Ht, 31 años).

Tengo derecho de ser masculino y femenino, yo soy así basta, porque sensible
es igualmente un hombre, delicado igualmente puede ser un hombre y no tiene que ver
con la masculinidad o la feminidad (William, H-A, Hm, 36 años).

En los testimonios presentados podemos rescatar que, si bien esta

indiferenciación en las actividades y las actitudes es lo que los participantes consideran

válido o el deber ser, aun se presenta desde el ideal, más como un deseo o un objetivo

que como una realidad actual ¿Qué hace que no sea por completo una realidad?

Comenzaría por resaltar que la igualdad es una apuesta que no depende de una sola

persona, implica al otro que quizá no tiene esta misma postura, aunado a esto, me atrevo

a agregar que aun cuando la mayoría de los sujetos entrevistados significan y abordan

226
las sexualidades desde una postura más flexible y menos heteronormativa, aún hay

restos conscientes o inconscientes que replican las creencias dicotómicas que la cultura

venezolana difunde.

Es una vaina que se logra día a día porque insisto volver a modelar las
conductas tóxicas ese referente desafortunadamente siempre está entonces es una
cuestión que se logra día a día es no volver a caer en, o sea tu aprendiste a ABC pero
no ABC es una mierda y a veces tienes que aprender DEF y luego dejaste la D y la E
y te quedaste con la F y aprendiste la G y la H y así vas pues este pero efectivamente
lo primero que aprendiste fue el ABC y el ABC siempre va a estar allí y es muy fácil
recurrir a eso desafortunadamente (Julio, H, Ht, 29 años).

Ahora, manteniéndome dentro de esta sociedad utópica (cada vez más real y

próxima) la categoría género, tal como exponen algunos jóvenes entrevistados,

pareciera tender a diluirse, ya que si no existen rasgos sociales diferenciadores la única

clasificación que tendría sentido sería la biológica pues es lo único que nos distingue

entre hombres y mujeres.

¿Realmente el género tiene utilidad en la sociedad? ¿Tiene algún sentido seguir


hablando de género? no sé quizás en una sociedad utópica es la manera que buscas
expresarte, quizás si quieres poner una etiqueta para conseguir a alguien que te
entienda y alguien con el que deseas estar tiene sentido, pero más allá de eso la
etiqueta en realidad para mí ya carece un poco de sentido, ya carece un poco de
utilidad (Pedro, H, Hm, 22 años).

Lo que se espera de cada género está definido por cada cultura de cada país
sí, pero cuál es el género en los países, como tú identificas el género de una persona

227
de un país donde todas las personas son realmente iguales ¿muere la palabra? o ¿iría
a lo físico? (Carlos, H, Ht, 22 años).

La muerte del género es un fenómeno que apareció en varios, pero no en todos

los participantes. Pareciera que lo diferenciador en principio es el lugar de procedencia,

la edad y el área profesional. Específicamente los caraqueños menores 27 años y

aquellos relacionados a las ciencias sociales o al activismo en derechos humanos

exponen el sin sentido de esta noción y esto pareciera tener su origen en el acceso a la

información que permite cuestionarse y tener un acercamiento crítico a diferentes

construcciones sociales.

¿Si la cuestión es performativa se va construyendo en el proceso, vuelvo a la


cuestión, si se va construyendo en el proceso de qué carajo vale la categoría nominal?
(Julio, H, Ht, 29 años- Antropólogo).

El tema de las categorías nominales para los jóvenes entrevistados parece ser

un aspecto delicado, pues las discuten, las retan e incluso contradicen, pero al mismo

tiempo aun las utilizan para identificarse o describirse. Como mencioné previamente,

es difícil dejar de etiquetar con significantes que se rechazan cuando aún no se conocen

nuevos significantes con qué nombrar eso que está en proceso de simbolizarse.

Te puedo dar mi punto de vista de mi cuerpo, de mi conducta que me puede


etiquetar dentro de los estereotipos y yo voy muy, muy en contra de eso, pero en esos
tiempos y todavía en la actualidad es difícil vivir fuera de las etiquetas, pero las acepto
y voy adelante (William, H-A, Hm, 36 años).

228
Al respecto, los participantes relacionados profesionalmente con la psicología

reconocen la necesidad de algunas etiquetas como elemento de socialización e incluso

para mantener cierta estabilidad y salud mental; sin embargo, al igual que el resto de

los entrevistados, también discuten la alta proliferación de las categorías que surgen

cada día.

Como la necesidad que todos tienen de pertenecer a un nicho, a un grupo, de


encasillarse para sostenerse en algo, básicamente creo que eso porque de esa manera
puedes atarte, puedes hacerte un lazo con alguien y bueno eso te ayuda a no darte el
permiso también de pertenecer a otras cosas, de conocer otras vidas, de conocer otras
cosas, no te da el permiso de nada más, de quedarte ahí en tu zona segura, cuarteando
cualquier libertad posible bueno porque tú elegiste eso, tú elegiste quedarte con esa
etiqueta, te da tranquilidad, te da estabilidad (…)pero creo que en este caso anuda a
mucha gente la etiqueta, lo anudan, lo tranquiliza, la sexualidad sin etiqueta es un peo
(Norma, M, Hm, 31 años).

De verdad que no sé si ayude todas estas ramas que han ido saliendo de la
diversidad sexual, yo no sé si… si eso ayude a alguien, no lo sé (Norma, M, Hm, 31
años).

Aun cuando todos los entrevistados estaban al tanto de esta proliferación de

identidades, ninguno las tiene incorporadas en su discurso. De hecho, la mayoría solo

ubica los grupos tradicionales de la definición política de la diversidad sexual: gays,

lesbianas, bisexuales, transexuales y transgénero; pero solo discuten con mayor

profundidad sobre los relacionados con la orientación sexual, dejando de lado la

comunidad trans.

229
Significado de orientación sexual

La orientación sexual del sujeto esta entendida al igual que en la teoría como la

dirección erótico-afectiva respecto al objeto de amor, o como dice Ana (M, Ht, 23 años)

Expresiones que tenemos todos los seres humanos que reflejan lo que sería
nuestra atracción hacia otros seres humanos.

Esta orientación bien puede tener su origen en el nacimiento o tener un origen

más social. Al respecto no hubo ninguna opinión que predominara, más bien parece

haber todo un rango de posibilidades desde lo hormonal, la educación o crianza, una

decisión o una limitación social.

Yo creo que la gente nace con eso y ya (Néstor, H, Ht, 22 años).

La toxicidad de mi padre y la toxicidad mía este modelando a mi padre hasta


que pude también emanciparme de ello este si fundamentalmente pensando dando las
relaciones que esta chama ha tenido con hombres en su contexto familiar no me
sorprendería en lo absoluto que le guste una mujer el día de mañana
fundamentalmente y mira la pegué (Julio, H, Ht, 29 años).

Si tú quieres ser heterosexual quieres es lo tuyo entonces eres heterosexual


(Carlos, H, Ht, 22 años).

Esto resulta interesante, pues al entender que la orientación puede venir de

distintas fuentes, la heterosexualidad para los participantes deja de ser la única

posibilidad; de hecho, la mayoría de los casos (especialmente los caraqueños menores

de 27 años) expuso que la heterosexualidad no es lo único normal.

230
Es que si lo dices así es que ser heterosexual es lo que es normal, es lo que está
bien, y a mí me parece que no es así, me parece que es lo mismo que tú seas mujer y te
guste un hombre a que seas mujer y te gusta una mujer (Ana, M, Ht, 23 años).

No hay línea para mí, es tan normal ser homosexual como heterosexual
(Carlos, H, Ht, 22 años).

Al respecto, si ambas orientaciones son normales, surge la pregunta de ¿qué

hace que unas personas sean homosexuales y otras heterosexuales? y aun cuando no

hay respuesta definitiva, ni siquiera la ciencia ha logrado discernir esto, los jóvenes

participantes resaltan el signo estético y el peso de lo social dando mayor fuerza

entonces a las hipótesis sociales sobre el origen, tal como expone Andrés (H, Ht, 24

años)

Está involucrado un tema estético, de inclinación de... Qué me atrae, qué me


llama la atención, qué me da curiosidad de ese cuerpo que yo voy a poseer o a
entregarme a él.

Además, que socialmente no me llamaría la atención estar en una posición de


un homosexual. Creo que también, creo que ahí es donde está la cuestión, a ellos les
pesa mucho lo social.

Estas hipótesis sobre el costo de lo social dan pie a la construcción de la

orientación en tanto una limitación social; es decir, quizá la socialización reprime el

deseo homosexual por el costo cultural que este acarrea, pero este posiblemente es

inherente a la condición humana.

231
Otro aspecto clave a destacar respecto a la orientación sexual del sujeto tiene

que ver con la relación con sus expresiones de género. Al respecto los participantes

reconocen que estos son atributos independientes en el ser humano; es decir, una

persona heterosexual puede ser masculina o femenina al igual que una persona

homosexual; sin embargo, en el discurso parece existir una asociación entre ambos y

dar por hecho que un hombre femenino es gay y una mujer masculina es lesbiana.

Sí, creo que como me he expresado sí, que ya los tildo como gay o lesbiana, si
probablemente los asocie, a lo mejor más inconsciente que conscientemente (Laura,
M, Ht, 21 años).

No, no son sinónimos- cuando lo uso, lo uso para hacerme parte- por eso te
digo si ves a mi pareja dices no, no tiene nada que ver, es homosexual y no lo asocias
porque es ordinario, pero para la sociedad sí, si eres femenino obvio que eres
homosexual si eres masculino no eres homosexual (William, H-A, Hm, 36 años).

La razón de esta asociación parece estar supeditada a los preceptos machistas

en tanto, por un lado, el hombre feminizado ha perdido su hombría, este “ser macho”

que desarrollé en la primera categoría; por otro lado, el ser femenino corresponde solo

a las mujeres desde la lógica dicotómica heteronormativa. Luego, en el imaginario

venezolano el homosexual no solo tiene gustos por su mismo sexo sino también quiere

ser del otro sexo, pues esta misma lógica machista le lleva a considerar imposible que

a un hombre le guste otro hombre; entonces, debe ser que este hombre en realidad

quiere ser mujer. Teniendo en cuenta estas premisas, pues este hombre afeminado es

homosexual.

232
Siempre, siempre, hay un cuestionamiento automático de la orientación, como
esta mezcladito esto lo que te estaba diciendo, cómo está mezclado el hombre y la
orientación heterosexual, entonces es como si eres un homosexual, pero eres un
homosexual masculino se te...se te cuestiona esa masculinidad ‘pero eres homosexual
no será que realmente quieres ser mujer’ y si eres heterosexual muy femenino entonces
se te cuestiona la orientación ‘a bueno no será que a ti en verdad te gustan los tipos’
(León, H, Hm, 30 años).

Este es un ejemplo más de cómo, aun cuando son conceptos independientes, los

participantes los interrelacionan entre sí, al punto de fusionarlos y generar

construcciones significantes confusas y asociaciones con carácter de verdad que al ser

deconstruidas por ellos mismos en su proceso de cambio personal reconocen como

espurias y vacías. Estas resignificaciones son claras en sus consideraciones actuales

sobre la diversidad sexual.

Significado diversidad sexual

Una condición o incluso la naturaleza del sujeto contemporáneo es la

diversidad. Para los entrevistados, en especial los caraqueños y menores de 27 años la

diversidad sexual no responde a la categoría política sino a un hecho natural de todo

ser humano

Para mí la diversidad sexual es un hecho, es lo natural (Ana, M, Ht, 23 años).

Sí la consideraría como algo natural, obviamente tiene que haber diversidad


porque no a todos nos puede gustar lo mismo (…) la diversidad tiene que existir, siento
que es algo que tiene que estar, que existe, no es que tiene que estar, es algo que existe
(Laura, M, Ht, 21 años).

233
En la misma línea, al ser natural, pues todos son diversos incluso los hombres-

blancos-heterosexuales

Tal vez no esté definido como eso, que la diversidad sexual sean todas aquellas
que no sean heterosexualidad, pero es ilógico, todos los colores son colores y solo
separas el negro del blanco por su definición de ausencia de colores y suma de colores
pero también son colores, entonces no pueden separar a una orientación sexual de las
otras solo porque es la predominante o por qué tal vez la definición se haya creado en
base a que fuera así (Carlos, H, Ht, 22 años).

Es decir, la diversidad sexual es vista como una condición natural de todos los

seres humanos que nos define en nuestra posición de seres sexuados y que expone la

libertad del sujeto, el libre albedrío para ser quienes queramos ser y como queramos

ser

Diversidad, siempre lo he asociado con capacidad de selección, capacidad de


libre albedrío. Que cada quien hace de su culo un florero. Entonces creo que la
diversidad va hacia eso, hacia la posibilidad de que cada quien acceda al placer como
le dé la gana (Andrés, H, Ht, 24 años).

Para los participantes mayores de 27 años la diversidad sexual está asociada en

mayor medida a la orientación sexual bajo la connotación de que la heterosexualidad

es lo establecido como normal y a partir de lo cual se juzga lo diverso

Cualquier vaina que se salga la premisa de que los hombres tienen que buscar
mujeres y que las mujeres le deben de gustar los hombres (Julio, H, Ht, 29 años).

234
Bueno para mí, los homosexuales, las lesbianas, los transgéneros y si te soy
muy honesta más nadie, los bisexuales pues, pero a veces inclusive no (Norma, M, Hm,
31 años).

Por último, un participante activista definió la diversidad sexual más por la

postura política que implica que por los grupos adscritos a ella. Esta posición me parece

muy interesante porque implica la agencia del sujeto en tanto su capacidad de

posicionarse frente al mundo y de alguna forma quizá incluye tanto las posturas de los

jóvenes como la de los mayores del grupo estudiado.

Una identidad política, tanto en el sentido de que te identifiques con ser de la


diversidad sexual, porque hay miembros que… hay hombres que tienen sexo con
hombres y no se identifican como gays, no se identifican como parte de la diversidad,
como hay mujeres lesbianas o que tienen relaciones sexuales con mujeres y no se
identifican con la diversidad sexual; como hay personas que siendo heterosexuales se
identifican con la causa. Por eso es que para mí la identidad sexual es más como una
identidad política (León, H, Hm, 30 años).

Finalmente, el papel de la tecnología surgió como un medio de mucha

importancia para lograr y facilitar esta diversidad. Desde el uso de las

telecomunicaciones para hacer más sencilla la investigación de forma privada en

internet, comunicarse con expertos, grupos de apoyo y otras personas con los mismos

intereses; hasta la creación de dispositivos para modificar la naturaleza del cuerpo

como las intervenciones quirúrgicas para la reasignación sexual, la inseminación

artificial y los juguetes sexuales

235
Los límites pueden extenderse dependiendo o sea, sí, definitivamente yo creo
que bueno el hombre, el ser humano, se caracteriza por crear las herramientas para
lograr sus objetivos y probablemente al estar cada vez estos temas más aceptados, más
en palestra, pues se puede generar la investigación, la producción para que la
tecnología sea un facilitador de, ya sea por ejemplo, si a mí me gusta ser más activa
en ese sentido puedo utilizar juguetes sexuales u otras herramientas, me entiendes.
Entonces sí definitivamente como todo en la vida del ser humano la tecnología lo va a
facilitar (Ana, M, Ht, 23 años).

Esta extensión en los límites producto tanto de la tecnología como de la

flexibilización de significantes que atraviesan los participantes, llevan al sujeto al

encuentro consigo mismo y desde allí es capaz de autodefinirse en algunos casos desde

concepciones más tradicionales y en otros desde posturas mucho más flexibles.

3.3. Definición del sí mismo

Esta categoría surge luego de una primera revisión de los datos y a raíz del

contraste entre lo polarizado de las descripciones de hombre y mujer venezolana y los

significados de género, sexualidad y diversidad que expresaron los participantes del

estudio. Haciendo un análisis de estas pude encontrar tres elementos que parecen

influir en las construcciones de estas auto-definiciones: la edad, el lugar de procedencia

y el área profesional.

Los entrevistados mayores de 27 años al igual que quienes vienen del interior

suelen tener definiciones más estereotipadas que responden a un pensamiento

dicotómico y heteronormativo hombre-mujer.

236
Yo me describo como un hombre en todo el sentido de la palabra hombre, me
comporto como tal ante la sociedad no por el que dirán sino porque así mis instintos
me lo hacen entender, me visto como un hombre, hago cosas de hombres y me
relaciono con hombres, mi única diferencia es que no soy un hombre común porque
mis gustos sexuales me indican que no me gustan las mujeres sino los mismos hombres,
por lo tanto yo me considero un hombre con gustos sexuales de mujer (Manuel, H, Hm,
26 años- interior).

Ahora lo que siento que me falta es ser madre, tener hijos es mi próxima meta
y ya con eso siento que mi vida estará mucho más completa y en la dirección que
realmente quiero que vaya. (Clara, M, Ht, 31 años- Caracas).

Vemos en ambos casos como la autodefinición está en función de categorías

binomiales que tienen unas características específicas y rígidas específicamente la

heterosexualidad y la maternidad. La forma como exponen estos aspectos en sus

definiciones hace pensar en la rigidez de estos conceptos. Para Manuel no es factible

considerar que a los hombres les gusten los hombres, eso le corresponde a las mujeres

y Clara parece representar la maternidad como una tarea a cumplir para ser completa.

Para los menores de 27 años caraqueños y para otros participantes que tienen

carreras asociadas a las ciencias sociales, estos estereotipos no pasan desapercibidos o

por lo menos causan malestar.

Soy una persona en lucha constante con las expectativas externas sobre qué
debería estar haciendo y qué estoy haciendo mal (…) Quizás por eso siento que incluso
la palabra “mujer” me queda un poco grande, no he logrado terminar de construirme
y no logro identificarme con los roles que se supone debería cumplir, pues pareciera
que cada uno lo logro a medias (Ana, M, Ht, 22 años).

237
No me describo como ninguno de los dos. Creo que mi cuerpo me porta de
mujer, me determina mi sexo biológico. Pero en mi rol creo que no hay una identidad
de mujer... tampoco de hombre, no sé lo que es ser uno o el otro... Me encanta hacer
cosas que se consideran masculinas como involucrarme con la mecánica, la
carpintería, tomar cerveza con las piernas abiertas, usar la gorra para atrás... Pero
también me gusta maquillarme y de vez en cuando pelearme con el estereotipo de estar
flaca que no lo estoy y quisiera jajaja. Pero cuando no pienso en que debo apegarme
a algún rol, soy yo y soy feliz (Norma, M, Hm, 31 años- Psicóloga).

Me hice la pregunta...como me describo como hombre...pero de inmediato me


llegó otra pregunta y es y qué cosa es ser hombre....con lo poco que conozco y con lo
poco que he vivido...para mi ser hombre es simplemente ser...ser un cuerpo que respira
y siente, una mente que piensa y construye y una voluntad (alma/espíritu) que me
motiva a vivir...eso soy...soy un ser que vive como todos a mi alrededor lo hacen, y de
allí me definiría como un hombre que es un ser que viviendo consigue ser persona y
comparte su personalidad y su humanidad con su entorno y con reciprocidad..... Esta
es mi descripción espero no haberte complicado las cosas…por no usar los
estereotipos normativos para describirme…Pero si te sirve una descripción
estereotipada...seria así...soy un hombre varón femenino homosexual con una vida

colmada de neurosis (sic) jijijijiji pero feliz de vivir (William, H-A, Hm, 36
años- Psicólogo).

En estos ejemplos quedan claras dos cosas. La primera es que estos

participantes no toman los estereotipos por sentado, saben que están allí y que tienen

una función ordenadora pero pueden escoger responder o no responder a ellos. El

segundo punto está relacionado con la posibilidad de malestar o incluso sufrimiento

que la definición del sí mismo genere; sufrimiento que parece estar relacionado a las

238
posturas de género rígidas que crea el contexto. Y es que tal como se lo pregunta

William ¿qué es ser un hombre? y podemos agregar ¿qué es ser mujer? Parecen ser

preguntas sin respuestas únicas. No existen absolutos que definan estas identidades;

por el contrario, las posibilidades de identificación son múltiples, incluso infinitas.

Al respecto estos participantes coincidieron en que la angustia de género

disminuye cuando se logran aclarar algunos elementos sobre sí mismo consiguiendo

tranquilidad luego de reconocer que se puede elegir y qué se quiere elegir para

conformar la propia identidad sexo-genérica

No quería hacer cosas para no encajar en el rol de mujer tradicional y después


fue reconocer lo que me gusta y lo que no y conocerme a mí misma (…) la tranquilidad
está en darte cuenta que puedes elegir qué cosas soltar y qué no (Ana, M, Ht, 23 años).

Estos ejemplos son una muestra que si bien el contexto venezolano, según los

participantes, marca la subjetividad de cada uno de nosotros y nos tiñe de estereotipos

machistas y convencionales; existen otros elementos que están interviniendo en la

construcción del sujeto contemporáneo y que posiciona a los individuos en diferentes

niveles respecto a lo heteronormativo. De esta forma, planteo cómo la autodefinición

se mueve en un continuo desde el pensamiento dicotómico hasta la ruptura de este (Ver

Figura 9).

239
Figura 9. Continuo de la definición del sí mismo

Previamente mencioné cómo en un primer nivel de interacciones entre la

mentalidad machista, la escuela y la crianza se formaba un sistema casi cerrado que

respondía al contexto venezolano. Ahora bien, la globalización y algunas

características propias de los participantes han permitido la interacción con nuevas

condiciones que intervienen a nivel macro con este sistema y, en ocasiones,

contribuyen a la resignificación de eso que fue enseñado y aprendido en la infancia.

Así, podemos entender que el proceso de cambio personal es una consecuencia

de los contextos en cambio y las experiencias de los sujetos. Aunado a esto, el grado

del cambio parece estar mediado por qué tanto las tres implicaciones (aspectos

intrapsíquicos, la entrada a la universidad y el conocimiento de nuevas

culturas/contextos), hagan que el sujeto se cuestione sus construcciones previas sobre

las sexualidades y el grado de malestar producto de estas diferencias. En la medida que

haya mayor discrepancia entre lo aprendido en la infancia y las experiencias actuales,

mayor posibilidad parece haber de que se activen procesos de cambio personal y

resignificaciones.

240
Al mismo tiempo, si es tanto el sufrimiento que implica intentar responder a los

conceptos heteronormativos rígidos es de esperar que psíquicamente se intente salir de

ese sufrimiento al romper las limitaciones que impone el otro de la cultura machista

heterónoma y se creen nuevos patrones de comportamientos, nuevos significados

aceptados y en general nuevas formas de comprender el mundo de las sexualidades.

Lo que parece quedar claro en el caso del género y la sexualidad es que estos

significados en conjunto y saliéndome de los significantes utilizados por los

participantes, exponen un ámbito social y un ámbito biológico para definir estas

categorías conceptuales. Para aquellos que definen el género/sexualidad más desde lo

biológico mantienen una concepción dicotómica de estas nociones y, por tanto, los

puntos medios en la sexualidad son difíciles de aceptar. Para los que es más social

mantienen una connotación más de continuo y este carácter más flexible del significado

les permite ser más abiertos a lo diverso.

Ahora bien, los que mantienen una concepción dicotómica

(independientemente de si lo llaman género o sexualidad) no lo están haciendo desde

el comportamiento sino desde el cuerpo dejando ver que no existen actitudes, gustos,

objetos, formas etc. que se asocien inseparablemente a los polos hombre y mujer. Esta

postura es en sí misma una ruptura con los conceptos tradicionales y heteronormativos

que predica la sociedad, pues en palabras simples discute premisas como “el azul es de

niños y el rosado de niñas”, “los hombres no lloran”, “pegas como niña”, etc.

241
En consecuencia, si no existen actitudes que diferencien al hombre y la mujer

pues es lógico plantear la muerte del género en tanto fenómeno y categoría nominal.

Ahora bien, en estos significados actuales, se dibuja una paradoja representada por esta

muerte del género frente a la proliferación de identidades sexuales. En principio

podríamos reflexionar que este hallazgo es un reflejo de la época actual en la que por

un lado hay un llamado a la no-identificación, la no-categorización, incluso la no-

nominación característicos del movimiento queer; pero, por otro lado, la realidad social

parece mostrarnos un auge de lo contrario, la híper-identificación, híper-categorización

e híper-nominación vista en la cantidad de grupos “nuevos” que se han formado y

establecido en la palestra pública como los pansexuales, los demisexuales, género no

conforme, etc.

Este empuje a la clasificación podría explicarse entre otras cosas por los límites

rígidos de cada una de las categorías identitarias. Es decir, estas representan formas tan

rigurosas de ser y expectativas específicas sobre el deber ser que es más probable caer

fuera del patrón, con el agregado que en la contemporaneidad la diversidad es más

aceptada por lo que quizá el malestar emocional de asumirse en una nueva categoría es

menor que la angustia de género producida por no sentirse lo suficiente mujer o lo

suficientemente hombre.

Ciertamente, este sujeto contemporáneo que se va delimitando en estas páginas

en función de los testimonios de los participantes se aleja de lo esperado por una

sociedad convencional, heteronormativa y machista como la contemplada en los

242
primeros capítulos. Los venezolanos entrevistados han recorrido un camino que los

distancia de estos parámetros por medio de la problematización y resignificación de

aspectos como la sexualidad, el género y la diversidad que les permiten construcciones

de sí mismo que en ocasiones se alejan del binarismo sexual.

Sin embargo, más allá de lo dicho, es notorio como en cada sujeto conviven en

diferentes grados construcciones progresistas, contemporáneas y pensamientos

dicotómicos heteronormativos y tradicionales; por lo que concluyo que hoy en día

estamos frente a un sujeto en transición.

243
CAPITULO V. Planteamiento Teórico y Consideraciones

Finales

1. Planteamiento teórico: Un sujeto en transición

El paso de la modernidad a la época contemporánea implica un cambio social,

cambio que siempre va a suponer la coexistencia de elementos tradicionales con los

novedosos (Montesinos, 2004). De esta manera y en función del tema de estudio,

durante el proceso de cambio social se pueden concebir dos percepciones en interacción

respecto a las sexualidades: las posturas tradicionales heteronormativas hegemónicas

y las contemporáneas que plantean la ruptura o flexibilización del binarismo sexual.

Las ciencias sociales en los últimos años han destacado la influencia de ciertas

estructuras de poder que hacen vida en el desarrollo y evolución de la humanidad. Son

espacios que se han erigido con una fuerza superior al resto en tanto sus mensajes con

carácter de verdad y las implicaciones que estos tienen para los seres humanos y las

normas sociales. En la sociedad venezolana estas suelen transmitir mensajes

convencionales arraigados en la religión y el machismo; sin embargo, a nivel

internacional el discurso de estas estructuras apunta a la flexibilización de las

imposiciones respecto a lo que ser hombre o mujer significa e implica por lo que se

observa mayor espacio para la diversidad sexual.

De esta forma, el contraste entre un contexto global en cambio y un contexto

local convencional con algunos espacios de libertad y un sujeto que se construye

244
dinámicamente entre las interacciones con ambos, comienzan a asomar la transición en

la que parece estar sumergido el sujeto venezolano entrevistado. Otros autores, han

reportado también este cambio y la confluencia entre lo nuevo y lo viejo en

investigaciones con chilenos y venezolanos de diferentes edades y contextos

socioculturales (Mora, 2007; Sharim, 2005; Di Doménico, 2017), lo que otorgó mayor

potencia a mi interpretación respecto a la transición.

La noción de transición me remite a un espacio/tiempo intermedio entre lo viejo

y lo nuevo. También podemos aceptar que da cuenta a la vez de la acción de un sujeto

que transita o la pasividad de quien está en transición; sin embargo, en ambos casos el

intermedio es un hecho. Esta imagen me atrapó durante el análisis pues expone el

fenómeno general que arropa a todos los informantes, pero salva las diferencias

individuales y los matices que sin duda existen: Todos están en transición, pero no

todos están en el mismo lugar, ni de la misma forma en este intermedio entre lo

heteronormativo y lo no heteronormativo.

Si bien podemos decir que la transición es una condición natural del ser

humano, también me atrevo a plantear que esta transición está en transición. Estos

matices parecen estar vinculados por un lado a experiencias intrapersonales de carácter

emocional y; por otro, con aspectos socioculturales ligados a la posibilidad del acceso

a la información que motorizan o modulan el proceso de resignificación que atraviesa

el grupo de jóvenes entrevistados.

245
En este tránsito de una situación de dominación a una situación de mayor

resistencia frente a las relaciones de poder, fui desarrollando los hallazgos en cierta

progresión temporal y lineal por razones si se quiere didácticas. Ahora bien, en este

proceso de resignificación aplica más la lógica de un espiral en el que cada vez el sujeto

logra mayores espacios de libertad y que tal como plantea Amigot-Leache (2005), se

abre, agregando aspectos nuevos que vincula a los previos, deteniéndose o explorando

espacios diversos.

De esta forma, para la comprensión del fenómeno propongo un modelo en el

cual el sujeto se encuentra en un espacio intermedio entre los planteamientos binarios

tradicionales y la ruptura de ese binarismo que genera diferentes posibilidades y

significados. Esto está posibilitado por el acceso a la información activo o pasivo que

generan las nuevas tecnologías y la globalización. A su vez todo el proceso está

modulado por el malestar emocional que funciona a la vez como motor, obstáculo y

producto de esta transición (ver Figura 10).

246
Figura 10. Modelo teórico del Sujeto en transición

1.1. El contexto venezolano en las construcciones de género y sexualidad.

Venezuela es un país del norte de Suramérica, con una historia de colonización

por parte de los españoles que tuvo consecuencias en la constitución de la familia, las

formas y las costumbres que hoy en día seguimos viviendo y observando. Tal como

expresó Vethencourt el tipo de colonización en los pueblos de América Latina estuvo

caracterizado por la obligación a sus pobladores “de adecuarse a unas formas

matrimoniales monogámicas y patriarcalistas por imperativos ético-religiosos”

(1974/2011; p.494).

Así, con la llegada de los españoles fue notoria la introducción de los preceptos

cristianos a través del proceso de evangelización que realizó la Iglesia Católica a los

indígenas y pobladores que se encontraban en el territorio y con esto se marcó el inicio

247
de lo que hoy conocemos como una sociedad “machista”. Al respecto, Vethencourt

explica,

En la plasmación socioeconómica de nuestros países se habría producido pues,


un vacío cultural. Tal vacío cultural trajo como consecuencia una regresión que
le devolvió a las mujeres un predominio absoluto sobre los hijos y a los hombres
el predominio, dominación y explotación sexual sobre las mujeres (machismo).
El sexo se hizo entre ellos asunto de honor y vergüenza. Se acabó todo tipo de
inserción trascendente de la actividad sexual dentro de un marco sexual
estatuido (1974/2011, p. 492).

El machismo es definido por Viramontes (2011), como una actitud o conducta

de sometimiento y control basada en la ideología de superioridad del hombre hacia la

mujer. Este se enseña y transmite en la sociedad a través de las estructuras de poder.

Estas estructuras según Foucault (1976/1998) son lugares que ejercen poder sobre los

individuos y las sociedades y se encuentran en interrelación. En el caso venezolano

transmiten el mismo mensaje heteronormativo, se refuerzan y compensan haciendo aún

más difícil que aparezcan espacios de disidencia fortalecidos que puedan permear

dichas estructuras. En esta esfera estamos hablando del ejercicio del poder, de la

dominancia y la obediencia que se establece en las relaciones desiguales donde uno

dice y el otro repite o hace.

Los entrevistados resaltaron el papel de la escuela, la iglesia y el Estado como

estructuras de poder encargadas de la socialización que fomentan, en este caso del

género y la sexualidad, un perfil sobre el hombre y la mujer constituido por creencias

248
rígidas y estereotipadas. Estos estereotipos se transmiten desde la infancia a través de

la socialización por lo que se incorporan al compendio de creencias del sujeto de

manera espontánea (González-Gabaldón, 1999). Según Barrios y Rodríguez (2016), en

Venezuela, el machismo y la tradición religiosa que lo sustenta permea los sistemas

educativos y del Estado que se retroalimentan entre sí transmitiendo un mensaje

estereotipado fundamental en la socialización de los venezolanos; en consecuencia, la

aceptación de la mujer y la diversidad sexual son difíciles en esta sociedad.

Por supuesto, los participantes también pasaron por este proceso socializador y

en cuanto a su constitución como hombres y mujeres resaltaron la introducción de

características opresivas propias de una sociedad machista en las que la masculinidad

y la heterosexualidad son un “bien” preciado que hay que demostrar y mantener a toda

costa por lo que lo femenino y cualquier forma de diversidad son devaluados. Esta

sociedad machista es entendida como una construcción social que implica la

manifestación de la masculinidad mediante una actitud de superioridad hacia la mujer

y otros hombres expresada a través de la agresividad y sexualidad exagerada (Moreno,

2012).

Al igual que la premisa de mantener la masculinidad para el hombre, la mujer

debe también mantener su feminidad. Autores como Hurtado (2018) y Blanco (2009),

dan cuenta de este ideal y de lo exacerbado que se manifiesta en la sociedad venezolana.

Ambos autores lo explican en su relación con el machismo al seguir siendo una forma,

249
en este caso simbólica, de entregar el cuerpo al hombre, es decir a la mirada y deseo

del hombre.

Bajo este enfoque, cobra sentido que la exigencia por la congruencia de la

expresión de género con el sexo sea mayor que la demanda de la orientación

heterosexual; es decir, un hombre o una mujer homosexual pueden ser aceptados en

distintas esferas del país, pero para un hombre afeminado o una mujer masculinizada

estos espacios disminuyen en exceso. En la misma línea, el homosexual aceptado

socialmente es aquel que mantiene la apariencia de la heteronormatividad, es decir,

aquel cuya expresión de género se corresponde con su sexo. De esta forma, tanto

hombres como mujeres alimentan el sistema sexo/género que reproduce y enseña la

sociedad venezolana a fin de garantizar la heteronormatividad. Los sujetos

homosexuales y transexuales son parte también de esta dinámica y reproducen en sus

roles la heterosexualidad y la concordancia entre el género y el sexo como norma.

En consecuencia, las relaciones y las expresiones de género, mediadas por esta

tradición machista, llegan incluso a ser perseguidas, discriminadas, devaluadas o

invisibilizadas cuando no responden a lo esperado por la sociedad. Esto también es

reportado en el informe sobre crímenes de odio por Orientación sexual, Identidad de

género y Expresión de género de Acción Ciudadana contra el Sida (ACCSI, 2013) en

el que el 71,7% de los crímenes cometidos en Venezuela fueron contra transgéneros,

frente a un 21,7% de hombres y 2,2% de mujeres homosexuales. Este rechazo aparece

desde distintas vías y en formas diversas. La diferencia en la forma de manifestación

250
del rechazo es clave pues en muchos casos, especialmente el verbal y el psicológico,

son una vía para invisibilizar el mismo y; por ende, terminan siendo vías más perversas

pues su éxito está garantizado porque no se cuestiona lo que no se ve (Blanco, 2009).

En función de esto, o a fin de evitar ser víctima de este rechazo los sujetos desde

su infancia son sometidos a una suerte de adoctrinamiento para devenir en hombres y

mujeres al estilo venezolano7.

Un patrón que se deriva de todo lo anterior es la concepción de la sexualidad

como un tabú del que no se habla. La forma más común de expresión es desde el chiste

y la burla que por lo general están destinados a devaluar al otro. De esta forma, el chiste

se convierte en Venezuela en el vehículo para la violencia simbólica con la intención

de invisibilizar al otro que por cualquier razón no responde a los patrones

heteronormativos (Bastidas-Terán, Arteaga-Rodríguez, y Gómez-Martínez, 2017).

Otra implicación del adoctrinamiento es la construcción de un perfil psicosocial

del hombre y la mujer venezolana estereotipado en el que se resalta el carácter guerrero

de la mujer y las características negativas del hombre en tanto “macho”. Este perfil se

presenta más rígido para los participantes del interior que para los caraqueños.

7
Utilizo esta caracterización porque ciertamente todos los seres humanos en el mundo
devenimos en hombres y mujeres luego de un proceso de socialización que adoctrina mediante las
estructuras de poder; lo llamativo en el caso de los hallazgos es el estilo venezolano en tanto
convencional, machista y rígido.

251
En líneas generales, los participantes del interior refieren unas representaciones

de la sexualidad y el género más tradicionales y rígidas que las reportadas por los

caraqueños. Por ejemplo, destacan la infidelidad con mayor énfasis, la crianza más

marcada en tanto las concepciones más convencionales del género donde la mujer es

ama de casa y el hombre el proveedor. Igualmente, la diversidad sexual es más

estigmatizada y por tanto menos visible en el espacio público.

Los jóvenes entrevistados no se reconocieron dentro de este perfil más allá de

alguna que otra característica como el ser bebedor y protector en el caso de algunos

hombres, y el cuidado del hogar en el caso de una mujer. Esto permite inferir que

existen otras condiciones en la constitución del sujeto que flexibilizan o al menos

parecen problematizar en algunos casos la rigidez de las construcciones venezolanas.

1.2. Espacios intermedios: Binarismo sexual y ruptura de la

heteronormatividad

Construir la identidad implica un proceso personal donde la interacción con el

otro tiene un papel protagónico. Los teóricos del desarrollo como Freud (1921/1992),

Erikson (1963), Lacan (1973/2008), Bandura (1969), entre otros, han dado fe de esto

desde sus propias apuestas teóricas. Bien sea por la marca de los significados y

significantes que vienen del otro, el aprendizaje vicario o la importancia del contexto

en la formación de significados; es un acuerdo como las figuras importantes en la

252
infancia se convierten en el primer eslabón en la estructuración de significados y

referentes que se usarán para dar sentido a la vida.

Esta construcción esta mediada por múltiples elementos sociales, biológicos,

históricos y culturales heredados al nacer en el seno de una familia, un país, una cultura

y un momento específico. En efecto, la identidad personal parece no comenzarse en la

tabula rasa, por el contrario, los valores, las creencias, las costumbres, de quienes nos

rodean hacen a los individuos sujetos. Por esto, siguiendo lo planteado anteriormente,

es de suponer que el venezolano se desarrolla inmerso dentro de los significados

heteronormativos y estereotipados que exponen los informantes respecto al género y la

sexualidad.

Ahora bien, este mundo estereotipado que les está dado parece que no los

representa del todo porque es tan rígido, tan convencional que no se hallan dentro de

esos elementos y; por tanto, los informantes emprenden la construcción de su mundo,

de sus propios significados. Esto sucede en diferentes niveles tanto en cisgéneros y

transexuales como en heterosexuales y homosexuales; es decir, salvando las distancias,

todos pasan por el proceso de construcción de un mundo distinto al que le fue dado,

porque no se ven del todo representados dentro de esa realidad convencional que

enseñan en Venezuela.

Reconocer la posibilidad de otras formas en el caso del género y la sexualidad

parece estar mediado por el cambio social que se está dando desde hace varios años a

nivel mundial y que llega a los sujetos por diferentes vías. Las posturas sociales en

253
tanto las configuraciones de hombres y mujeres (y su relación) en otros países no se

presentan con la rigidez y lo conservador que caracteriza a las venezolanas. La brecha

entre una postura y la otra puede llegar a ser impactante para el sujeto al punto de iniciar

procesos de problematización y posterior resignificación.

Ahora bien, tal como expone Montesinos (2004) en el cambio social, “el

conjunto de estructuras se va transformando hasta que se genera un nuevo orden

claramente diferenciado del pasado” (p. 2). Cuando un nuevo mensaje-contenido

contrasta con la representación existente, el resultado suele ser la transformación de

dicha representación. Sin embargo, también sucede que, por diferentes razones, la

representación original se impone (Molina, 2013). En este caso, si bien las estructuras

tradicionales se han ido transformando, según los hallazgos de esta investigación aún

no está definido un nuevo orden social claro; por el contrario, parecen existir

paralelamente lo nuevo y lo viejo en cada participante pues pude observar, aunque en

diferente nivel en cada uno de ellos, como coexistían en todos creencias, llamemos

tradicionales, relativas a un pensamiento dicotómico típico del discurso judeo-cristiano

y del machismo, junto a posturas contemporáneas que discuten y rechazan estos

postulados heteronormativos.

La transición que planteo es justamente esta coexistencia donde se refleja el

agotamiento de referentes viejos, pero aún no se han encontrado los nuevos símbolos

que den cuenta de los cambios en el sujeto contemporáneo. Este agotamiento de los

referentes, la caída de los ideales y el debilitamiento de las estructuras posibilita la

254
resignificación que comienza con un proceso de problematización de los preceptos

previamente adquiridos, a la vez que la incorporación de nuevas significaciones

respecto al género y la sexualidad más flexibles que permiten mayor rango de acción.

En todo caso, se observan en un mismo sujeto como cohabitan, interactúan y se

negocian la heteronormatividad con otras formas de sexualidades. Esta

problematización del sexo y del género promueve

la posibilidad de transgresiones que funcionen mediante la apropiación y la


resignificación de las normativas sociales, creando efectivamente aquello que
desestabiliza los propios códigos y los sistemas de comprensión de las
identidades sexuales (…) Insubordinadas a los mandatos heterosexuales e
identitarios, estas prácticas pulverizarían y transformarían los límites que
sujetan a un sexo (Amigot-Leache, 2005; p. 193).

Esto produce, por un lado, muchas contradicciones internas, produce incluso,

me atrevo a decir, sufrimiento por esas propias contradicciones; pero también produce

espacios de libertad. Por ejemplo, ser un hombre heterosexual que quiere ser el

proveedor, el protector, a quien algunas expresiones de género le perturban más, pero

que llora, que se quiere ocupar de sus hijos, que puede tener amigos homosexuales y

esto no importarle. De esta forma, se observa en este ejemplo como confluyen

elementos que han marcado a lo largo del desarrollo el ser hombre junto con unos

conceptos de masculinidad completamente distintos. La confluencia de lo tradicional

y lo contemporáneo marca a un sujeto en transición.

255
Mora (2007), en un estudio en Venezuela ya observó indicadores de una

sociedad en transición “que permite distinguir una mezcla contradictoria de lo

tradicional y de nuevas expectativas frente a la familia, la identidad y los roles de

género” (p.58). Sharim (2005), encontró esto mismo en su estudio en Chile y explicó

que esta coexistencia podría indicar una “doble dualidad”, debido a que “está asociada

a lo tradicional y a lo emergente o moderno. Es decir, las referencias a lo femenino y

masculino están al mismo tiempo presentes en una doble expresión en relación con

nuevos y viejos modelos de género” (p. 25), aunque las categorías nuevas no están del

todo claras.

Más allá de la confluencia entre lo nuevo y lo viejo y las contradicciones

producto de esto, no tener palabras nuevas para nombrar lo que se piensa y se siente

sobre lo que está en construcción apareció como otro aspecto muy relevante de esta

transición. Esta falta de significantes o de significados nuevos para los significantes

atrapa al sujeto, lo limita y lo deja a merced de lo tradicional pues no hay palabras para

lo que se está gestando en el momento; en consecuencia, aun cuando se quiera expresar

construcciones más contemporáneas, usar las palabras que se tienen: hombre-mujer,

masculino-femenino, devuelve a lo tradicional por los significados asociados

culturalmente a estas. Es decir, el sujeto es un efecto del lenguaje, se es hombre y mujer

a través de los significantes y el discurso formado por las convenciones, inhibiciones y

prohibiciones que le rodean (Lacan, 1973/2008); por tanto, ser hombre y mujer de una

forma nueva implica construcciones que aún no se poseen.

256
Pareciera entonces que esta dificultad para la construcción/apropiación de

significados totalmente nuevos obstaculiza el constituirse como sujeto de esta forma

diferente que reportan los informantes pues se confrontan con la falta que introduce la

ausencia de significantes. En esta misma línea, tanto Bruner, Vygotsky y Gergen

contemplan que el sujeto es entendido como un ser que “inmerso en la cultura

construye, deconstruye y co-construye los significados y el medio por el cual se logra

esta transformación es el lenguaje” (Arcila, et al., 2010; p.45). Sin este, entonces la

posibilidad de construirse se dificulta; después de todo, la conciencia sobre el sí mismo

depende directamente del lenguaje que se posee para representarla (Pujal i Llombart,

2004).

Esta misma falta de palabras me toca a mí como investigadora pues no tengo

tampoco como nombrar los hallazgos que plantean la ruptura del binarismo sexual y

me encuentro atrapada en referencias desde el negativo como lo “no heteronormativo”

o en eufemismos como “lo contemporáneo”, que acepto pueden ser frustrantes pues

siguen restituyendo desde el discurso, el carácter hegemónico de la

heteronormatividad.

Aunado a esto, el atraso respecto a la temática de géneros y sexualidades en

Venezuela agrava este fenómeno porque tampoco se han incorporado en los discursos

(populares, académicos, judiciales, etc.) los términos como la cisexualidad, los géneros

no binarios o no conformes, la fluidez de género y otros que ya se encuentran en la

palestra internacional en algunas regiones mucho más avanzadas en temas como la

257
aceptación social y el reconocimiento legal de la diversidad en tanto género y

sexualidad como son Estados Unidos, Alemania, España, Argentina, Holanda, por

nombrar algunos países. Así, no es solo la ausencia de palabras nuevas, es también la

desactualización en el tema lo que nos mantiene sin significantes para terminar de

construir un nuevo discurso (Giménez, 2010).

1.3. Problematización y resignificación

El contexto sociohistórico venezolano en el que se desarrollaron los

informantes marcó un punto trascendente en tanto lo hegemónico e instaurado de los

discursos heteronormativos donde los géneros y las sexualidades tienen pocos espacios

fuera de la heterosexualidad y la masculinidad. Estos elementos se viven como

opresivos; sin embargo, hay condiciones que intervienen en estos discursos para

debilitarlos y en algunos casos dar espacios para la problematización, la resistencia y

la subversión.

Estas condiciones si bien se encuentran en los contextos en general, no afectan

a todos por igual. El sujeto y sus prácticas de sujeción están presentes promoviendo

por un lado espacios de obediencia o en otros casos de resistencia a estas estructuras y

relaciones de poder.

Desde la estricta consideración de las posiciones subordinadas que el orden


sociosimbólico establece, podríamos distinguir de manera analítica la
operatividad de fantasías diversas en función de su mayor o menor sujeción a
tal articulación hegemónica: podríamos hablar de fantasías de sujeción cuando
el mandato hegemónico se asume como ese lugar desde el que mirarse, opaco,

258
y se establece la configuración de esos imaginarios que aparentemente permiten
la adecuación (una buena madre, una chica sexy y delgada...) y las encarnamos
en nuestras prácticas, recurriendo a las narrativas sociales disponibles. Por otro
lado, podríamos hablar de fantasías de liberación, cuando se da una
desidentificación simbólica con cierto mandato identitario movilizando y
creando o resignificando productivamente las articulaciones establecidas
(Amigot- Leache, 2005; p. 215).

Estamos entonces frente a un sujeto en transición que se debate entre prácticas

de sujeción y de resistencia en cuanto a sus construcciones de género y sexualidad, es

decir, frente a un sujeto en proceso de resignificación de estos constructos (Butler

2007). Esta resignificación, como apunta Molina (2013) implica la relación entre

discurso y acción que promueve soluciones alternativas. Las transformaciones en el

discurso son primarias, de ellas derivan los cambios en la acción; pero no son

suficientes por sí solas para hablar de un proceso de resignificación completo (Molina,

2013). Este lleva implícito la marca del discurso y la acción transformados. Estos

procesos se observan en la mayoría de los participantes desde el discurso, pero solo en

unos pocos desde el acto. La diferencia se puede explicar desde la permeabilidad en el

sujeto entrevistado que le permite conocer nuevos modos distintos a los establecidos

por las estructuras de poder.

La permeabilidad del sujeto permite que se den procesos de problematización

sobre el status quo de las sexualidades y las posturas de género (Foucault, 1994). En

consecuencia, existe en algunos una actitud crítica que afecta a los modos de sujeción

disminuyendo la obediencia y al mismo tiempo aumentando la resistencia.

259
La globalización y el acceso a la información refuerzan estos procesos de

resistencia. Ahora bien, estos no son suficiente para la resignificación por eso aparecen

los procesos intrapsíquicos y la emocionalidad (Ramírez, M., 2001).

Puedo hipotetizar que parte de este malestar se relaciona con la pérdida de una

porción de sus raíces, la pérdida simbólica de una parte de su pasado que no está pero

que los sigue definiendo. Teniendo esto en cuenta, dejar los significados y costumbres

tradicionales es perder al sujeto como lo conocían para construir uno nuevo y para esto

se necesita tener acceso a información distinta y novedosa.

Mundo del conocimiento

Las discusiones actuales respecto al género y la sexualidad poco han aparecido

en el contexto venezolano dejando clara una desactualización cultural en el tema y, en

consecuencia, para que los sujetos accedan a ellos activa o pasivamente deben tener

acceso a esta información por otras vías, en fin, estar inmersos en procesos de

globalización.

Parte de esta adaptación esta mediada por la posibilidad de relaciones que la

globalización y la tecnología traen consigo, como agrega Gergen (1991/2006), estas

“aumentan continuamente la cantidad y variedad de las relaciones que entablamos, la

frecuencia potencial de nuestros contactos humanos, la intensidad expresada en dichas

relaciones y su duración” (p. 96-97).

260
Esta posibilidad continuó en auge durante todo el siglo XX y en lo que va del

siglo XXI y, en consecuencia, el contacto humano pudo incluso llegar a otros

continentes y hemisferios en segundos. Mantener vínculos con otras culturas distintas

sin la necesidad de trasladarse y conocer sus modos de vidas amplió la red de relaciones

de cada individuo y con ello el acceso a otra información.

Teniendo en cuenta la dificultad del acceso a la información en el suelo

venezolano (Islas, 2011; Espinoza, 2010; Conatel, 2016), queda claro que los

participantes de la investigación, nacidos entre 1982 y 1998, han sufrido una brecha en

la información tanto local como global. A nivel global, en tanto a la diferencia con el

acceso al conocimiento con el mundo desarrollado y, a nivel local, en cuanto a la brecha

entre venezolanos de Caracas y del interior. Al respecto Ugas y Cendrós (2005),

exponen que el contraste en el acceso a la información entre los estados centrales y los

estados del interior es muy marcado, pues el grueso de los desarrollos tecnológicos se

agrupa en la región capital.

Esta posibilidad de acceder a la información global resulta clave para la

comprensión de lo que parece estar sucediendo con la constitución de este sujeto en

transición. Me explico; en los resultados queda manifiesto el contexto heteronormativo

en el que crecen y se desarrollan los venezolanos entrevistados. Contexto al que

significan como machista, rígido, convencional y los lleva a consolidar un perfil del

hombre y la mujer venezolanos estereotipado. También queda expuesto en los

hallazgos cómo el contexto global y algunas experiencias personales discuten esas

261
construcciones respecto al género y la sexualidad que formaron los participantes en su

infancia.

Al respecto, propongo que el grado en que aparecen significados

preponderantes de un lado u otro del continuo de la coexistencia de lo binario y la

ruptura de este pareciera estar marcado, en parte, por diferentes condiciones tales como:

el año de nacimiento, la procedencia del interior o de Caracas y el área de estudio

profesional que fomentan un acceso pasivo a la información; y la orientación sexual no

heterosexual y la transexualidad que promueven la búsqueda activa de nuevos

conocimientos. En fin, todas estas condiciones afectan y están afectadas por el acceso

al mundo de la información. Por tanto, planteo que los sujetos más expuestos a la

globalización (y a esta discusión sobre género y sexualidades) construyen significados

menos heterocentrados que aquellos que no tienen ventanas a este debate mundial.

1.3.1.1. Acceso pasivo a la información global

A lo largo de las entrevistas pude observar rápidamente cómo se vislumbraba

una diferencia cada vez más clara entre los participantes menores de 27 años y los

mayores de esta edad. Al respecto, los mayores parecen mantener unas estructuras más

rígidas y dicotómicas en cuanto al género y la sexualidad que los menores.

La explicación de esto pareciera provenir del momento en que la tecnología y

en consecuencia la globalización comienza a intervenir en sus dinámicas de vida. Parto

de la hipótesis que los participantes mayores estuvieron más expuestos a una enseñanza

heteronormativa más rígida con pocas o nulas ventanas a otras culturas que permitieran

262
resignificar o ponderar lo que introyectaban del contexto venezolano por un período

más largo de tiempo.

Los jóvenes venezolanos entrevistados mayores de 27 años, los Xennials,

nacieron, crecieron y pasaron gran parte o toda su adolescencia sin acceso inmediato a

internet, sin comunicación inmediata con un contexto mundial que mostrara otras

formas de ser y de relacionarse. Aunado a esto, los teóricos del desarrollo dan cuenta

de la adolescencia como un momento evolutivo vinculante en la definición de la

identidad (Erikson, 1963); de esta forma, las creencias, valores, costumbres, etc. que el

joven introyecte para esta época pasarán a ser parte de su constitución como sujeto y

en consecuencia será mucho más difícil suavizarlas o cambiarlas.

Por el contrario, los participantes más jóvenes, los millenials puros tuvieron un

acceso más temprano a la tecnología y todo lo que esta conlleva en términos de acceso

a la información. Es decir, para el momento de la adolescencia es más probable que los

significados construidos ya hayan estado mediados por el contexto global y en

consecuencia debilitado las concepciones tan convencionales y heteronormativas que

reportan de su infancia.

De esta forma, se explica que los venezolanos entrevistados más jóvenes

mantuvieran concepciones más contemporáneas respecto al género y la sexualidad.

Resaltaron los planteamientos como la muerte del género en tanto categoría social, la

incomprensión de la diversidad sexual como definición política de las minorías y lo

263
insuficiente del lenguaje para dar cuenta de sus explicaciones respecto al sujeto

contemporáneo.

Es menester resaltar una excepción a esta aproximación teórica: el caso de los

participantes que provienen del interior. En líneas generales los resultados muestran

que en estos participantes la edad no introduce una diferencia notable en los

significados construidos respecto al género y las sexualidades contemporáneas.

Según Espinoza (2010), la brecha de información en las ciudades del interior es

mayor que la observada en la capital respecto al mundo global, especialmente en las

zonas menos desarrolladas. De esta forma, un joven caraqueño tiene mayor acceso a

las tendencias y culturas internacionales que un joven del interior del país y, en

consecuencia, este último tendrá menos posibilidades de encontrarse con información

que mitigue los mensajes transmitidos por las estructuras de poder de su comunidad

que, tal como quedó expuesto en capítulos anteriores, suelen ser en extremo machistas

y heterocentradas.

Este escenario trae consigo varias consecuencias de las que resalto dos que

considero se relacionan entre sí. La primera de ellas tiene que ver con la rigidez del

discurso heteronormativo a favor de reforzar la dinámica machista y matricentrista

venezolana. Los participantes del interior reportaron menor flexibilidad respecto a los

roles de géneros donde la mujer es quien se encarga del hogar y servir al hombre,

incluso cuando ella es quien provee económicamente en el hogar. Esto mismo aparece

en la tesis de Moreno (1993/2015), quien estipula que la madre enseña, transmite y

264
ejerce el machismo. Mientras que el hombre sigue teniendo un lugar de privilegio que

aparentemente no se discute.

La segunda consecuencia tiene que ver con el lugar de las sexualidades abyectas

en estas zonas. En función de los resultados se puede afirmar que en el interior las

posturas que discuten lo heteronormativo son más cuestionadas y castigadas que lo

reportado en Caracas. Esto tiene relación directa con la idea anterior pues a medida que

el discurso dicotómico sea más rígido, habrá mayor rechazo a la diversidad sexual.

En el informe Crímenes de odio por Orientación sexual, Identidad de género y

Expresión de género (ACCSI, 2013) se observa que, si bien la región capital junto al

estado zuliano eran zonas tradicionalmente con mayor índice de asesinatos, a partir del

año 2011 comienzan a reportarse estos en otras seis entidades federales: Mérida,

Carabobo, Bolívar, Lara, Vargas y Nueva Esparta. Llama la atención que, siguiendo

los informes de esta asociación en 2013, 2015 y 2017 se percibe una disminución de

las cifras de crímenes en la Gran Caracas (30,4%, 13, 8% y 12,5% respectivamente) y

en contraste un aumento de estos en estados del interior como Zulia en 2015 con 41,4%

y Lara en 2017 con 37,5% de los casos (ACCSI 2013; 2015; 2017). Pareciera entonces

que los actos de violencia física han disminuido en la capital a medida que se suavizan

los estereotipos de género hecho que no ha sucedido en los estados del interior. Esto se

corresponde con lo mencionado por los entrevistados quienes sienten que en Caracas

hay mayor aceptación de la diversidad que en otras entidades federales venezolanas.

265
Por último, en función de los hallazgos puedo concluir que los participantes que

cursaron carreras relacionadas con las ciencias sociales suelen tener construcciones

significantes sobre el género y la sexualidad más flexibles, apartándose de nociones

biologicistas o de reducciones a lo heteronormativo y reproductivo.

La razón de esto la encuentro, aunado al acceso a la información, en que la

enseñanza en ciencias sociales exige aprender a pensar críticamente la realidad social,

para la formación de un pensamiento dirigido a la acción y a la transformación de la

realidad, exige que el alumnado se sitúe ante el conocimiento de manera radicalmente

diferente a como lo hace en otras áreas profesionales (Pagés, 1994). Además, dentro de

las áreas de estudios en estas carreras es común conseguir temas como la diversidad de

clases, géneros y etnias, los derechos humanos de las minorías, las otras culturas, el

uso y el abuso del poder, etc.

Estas competencias posibilitan la creación de nuevos esquemas de referencia

para la comprensión del otro y del sí mismo; por lo tanto, afectan o reformulan patrones

de entendimiento, juicios y comportamientos previos en temas que abarcan los

problemas de la humanidad.

Ahora bien, Molina (2013), explica que el acceso informacional en sí mismo no

es suficiente para la resignificación porque no asegura que los nuevos mensajes sean

realmente incorporados por el sujeto para la acción. No obstante, cuando dicha

información se hace parte, aumenta la probabilidad que dicho discurso se oriente a la

acción. Al respecto, en todos estos casos que planteo en este apartado el individuo

266
queda más cerca o más lejos de las tendencias globales respecto al género y la

sexualidad desde una postura más pasiva que activa; es decir, es el contexto de

información el que cambia y con él los mensajes transmitidos a este sujeto en

construcción por lo que la resignificación es menos probable dado que no opera una

búsqueda activa de nuevos conocimientos, como sí ocurre en el caso de los sujetos con

sexualidades abyectas donde las posibilidades de transformación aumentan.

1.3.1.2. Búsqueda activa de información

Tovar-Núñez (2013), explica que las estructuras de poder venezolana como son

la familia, las instituciones educativas, religiosas y los medios de comunicación

transmiten el mensaje de la heteronormatividad como la única opción válida de

organización familiar y sexual. Este hallazgo redunda en los resultados de las

entrevistas realizadas que exponen, no sólo cómo las enseñanzas de la escuela y la

crianza repiten este patrón, sino que también, dejan de lado la información relativa a

cualquier forma disidente de sexualidad.

Aunado a esto, la educación sexual que recibieron en el colegio los participantes

se limitó a la exposición del contexto biológico con énfasis en los procesos del

desarrollo, la fecundación y el embarazo replegando así la sexualidad a la reproducción

y obviando cualquier tipo de relación sexual no destinada a la procreación, restituyendo

de esta forma la lógica religiosa y el machismo venezolano (Barrios y Rodríguez,

2016).

267
Esto, por supuesto deja a los niños y adolescentes (etapas en las que se recibe

la información) a merced del desconocimiento y todas sus consecuencias. Ahora bien,

para el sujeto que en ese momento se identifica como heterosexual-cisgénero, este

mensaje de la escuela y la familia le hace sentido y quizá en principio le resulta

suficiente para entenderse a sí mismo, pues se ve representado en esto que le están

enseñando; por tanto, no se ve en la necesidad de buscar más información. Tal como

se expresa en los resultados, la sexualidad (siempre heterosexual) está dada por

sentado.

Para el sujeto homosexual, andrógino, transexual o cualquier otra forma de

sexualidad disidente, la realidad es distinta. Este niño o adolescente sentado en el salón

de clase escuchando sobre la complementariedad del hombre y la mujer, sale del aula

con preguntas sin responder pues no está representado en ese modelo que le inculcan.

Por tanto, a lo largo de un proceso doloroso de identificación y aceptación (Perera y

Arenas, 2019) buscará información por su cuenta, que idealmente le llevará a

resignificar algunas construcciones previas sobre el género y la sexualidad.

Godás (2006), resalta este proceso en la transexualidad y explica que en las

etapas iniciales de identificación la persona no sabe qué le sucede y esto le lleva a

iniciar un proceso de comprobación y búsqueda de respuestas a su condición. En la

mayoría de los casos esta búsqueda sucede en la adolescencia, donde la persona

investiga sobre su realidad utilizando como fuentes los medios de comunicación, el

internet y en asociaciones de transexuales.

268
De la misma forma Perera (2017), encontró en su investigación con bisexuales

que la confusión en la identidad, es decir, el no saber quién se es o de quién se gusta

conlleva a la persona a buscar formas de cómo afrontar su sexualidad que en su mayoría

implican el tener más información a través de distintas herramientas que coinciden con

las planteadas por Godás (2006).

Una vez más, queda expuesto cómo el acceso o en este caso la búsqueda de

información distinta a la recibida por las estructuras de poder venezolanas mitiga los

significados rígidos fomentando la resignificación de la identidad del sujeto

contemporáneo.

Hasta aquí he desarrollado lo que considero la definición contextual o externa

que explica el surgimiento y desarrollo del sujeto en transición en función de su acceso

a la información mundial. Este sujeto para quien la heterosexualidad es tan diversa

como la homosexualidad pero que al mismo tiempo reconoce que las labores del hogar

son su responsabilidad como mujer o quien es abiertamente homosexual y andrógino,

pero se describe como la mujer de la relación por estar pendiente del cuidado personal

de su pareja.

Ahora bien, el acceso a la información por sí solo no garantiza la

problematización ni mucho menos la resignificación; por esto también es menester

resaltar la dimensión intrapersonal del sujeto en la que el sufrimiento sentido por los

parámetros estrictos en las categorías de género que le son inculcados les hace tomar

269
decisiones y resignificar las construcciones previas a fin de disminuir la disforia y

aumentar el bienestar personal.

Malestar Emocional

Las emociones y los sentimientos forman parte importante de la vida de los

sujetos. Durante todo el desarrollo como personas sentimos diferentes emociones que

nos acompañan cada día y que con la socialización logramos identificar; así, sabemos

decir cuando estamos felices o bravos o temerosos; sin embargo, en general esta es una

emoción racionalizada. Existe también la emoción en crudo, para la que no existe voz.

Esta aparece en los silencios, en las miradas, en los cuerpos, pero difícilmente en las

palabras.

Si lo que no se puede decir solo se puede sentir (Fernández, P., 2000), la falta

de significantes que expuse previamente está relacionada entonces al malestar

emocional. Aunado a esto, la falta de significantes además de ser una muestra de la

emoción en tanto silencio genera también malestar pues frustra a quien quiere

expresarse fuera de lo heteronormativo, pero no consigue como hacerlo sin caer en los

significados culturales asignados a las palabras. Este sufrimiento mudo es producto de

mecanismos que limitan y sujetan a una identidad construida mediante discursos

hegemónicos de manera naturalizada (Amigot-Leache, 2005).

Durante la investigación fue común rastrear estos sentimientos desde lo

verbalizado hasta lo intuido, relacionados a dos momentos específicos: Ser

encasillado(a) y a las limitaciones consecuencia de esto. Pareciera entonces que la

270
piedra angular de esto está en los procesos de identificación. Además, los sentimientos

por lo general estuvieron asociados al polo disfórico.

Tajfel y Turner (1986), en su teoría de identidad social explican que los seres

humanos tenemos la necesidad de definirnos dentro de una categoría social. Ahora

bien, como he expresado a lo largo de los resultados, los informantes manifestaron que

el sistema binario de clasificación en tanto género y sexualidad en Venezuela se

construye bajo una lógica extremadamente rígida y esto genera malestar emocional,

bien sea por el costo de no pertenecer “naturalmente” a estas categorías y el

consecuente rechazo personal y social por no ser/actuar según lo esperado, o por la

decisión consciente de salirse de ellas y el consecuente rechazo del otro por esta

transgresión.

Recordemos al respecto, la lógica del lazo social que expone Lacan y retoma

Laurent (2016), en su texto “el racismo 2.0” y que parece dar cuenta de lo explicado

por los participantes. Según el autor, la identificación se expone en tres tiempos: 1) Un

hombre reconoce lo que no es un hombre; 2) los hombres se reconocen entre ellos; 3)

por temor de ser visto como no hombre, me afirmo como tal. Aquí queda manifiesto

cómo la identificación no parte de lo que es ser hombre sino del saber de lo que no es

y el subsecuente temor de no pertenecer (Laurent, 2016), lo mismo sucede en el caso

de la mujer y de cualquier individuo en tanto ente social.

El temor de no pertenecer, la frustración por no ser reconocido, la esperanza de

llegar a ser, son algunos sentimientos que suscita esta dinámica en las identificaciones

271
y que por supuesto están sobre la base de la interacción con el otro. Como expone

Laurent (2016), es el Otro quien decide si alguien pertenece o no a algún grupo o

categoría especifica.

Es menester introducir aquí la diferencia entre identificación simbólica e

imaginaria que plantea Lacan pues según apunta Amigot-Leache (2005),

La identificación simbólica (o ideal del yo) consistiría en situarse en ese lugar


imperativo desde el que uno se mira porque desde ahí ha sido mirado. La
identificación imaginaria (o yo ideal), consistiría en la ficción, regulada por lo
anterior, que desarrolla contenidos más o menos variados para esa
identificación. Es decir, la identificación simbólica queda opaca al sujeto; la
imaginaria se relaciona con los imaginarios sociales y con las fantasías y
anhelos que el sujeto figura. Y lo hace intentando dibujar ese papel interpelado
y que está cumpliendo para otro/Otro (p. 214).

Esto sucede también en los endogrupos. He podido constatar en investigaciones

cómo se destacan las diferencias dentro de cada minoría produciendo “verdaderos y no

verdaderos”: verdaderos bisexuales (Perera, 2017) verdaderas mujeres y verdaderos

hombres (Arteaga, et al., 2017), verdaderos amos/sumisos (Amundaray, et al., 2017).

Y así como cada “verdadero” segrega de su grupo al “no verdadero”; este último se

enfrenta al malestar emocional producto de su brecha en la identificación que le llevará

a tomar acciones.

En consecuencia, bien sea desde la crítica o la comparación, el otro aparece para

devolver aquello que falta para ser La Mujer o El Hombre, El Heterosexual o El

272
Homosexual o El Transexual. Estos ideales, rígidos, estereotipados e inalcanzables

generan sufrimiento en todos los seres humanos, pues como expone Butler (2007) las

exigencias son imposibles de cumplir a cabalidad y sin incoherencias. Al respecto

plantea Lacan (1973/2008), que estos ideales no existen, son imaginario que confrontan

al sujeto con la falta estructural y ponen en marcha el deseo.

Esta acción que se inaugura durante el proceso identificatorio, en el caso de los

participantes parece tener dos vías que no pretenden ser excluyentes entre sí. La vía

rebelde o transgresora y la vía sumisa. Estos nombres salieron en una conversación

destinada a la confirmabilidad de los resultados con un informante quien habló del

malestar sumiso y el malestar rebelde.

Ambos tienen su origen en sentir que no se encaja correctamente en las

categorías que la sociedad establece y bajo las normas y exigencias que la comunidad

dictamina. Esa frustración, decepción, rabia, dolor (o cualquier emoción sin voz que se

sienta) puede dirigirse en su vertiente sumisa a tomar acciones que disminuyan la

brecha con el grupo meta por lo que el comportamiento se torna más rígido y

estereotipado a fin de que nadie dude o ponga en tela de juicio la pertenencia. Se

fomenta así la obediencia y sujeción a las estructuras de poder.

El caso del malestar rebelde opera en dirección contraria. Ante el

reconocimiento de la brecha se genera más bien una postura crítica que permite

reconsiderar los espacios intermedios como una opción y se flexibilizan los

significados previos que erigen estas categorías. Este malestar rebelde posibilita y/o es

273
producto de ejercicios de resistencia frente a las estructuras de poder y generan espacios

de libertad. Ahora bien, no es preciso asumir que entonces esta será la salida que más

conviene al sujeto, pues si bien es cierto que con la rebeldía se aumentan los rangos y

posibilidades de acción personal, también es cierto que a medida que se esté más lejos

de la frontera de la categoría social, mayor rechazo y discriminación aparecerá por

parte del otro. Al respecto expone Amigot-Leache (2005) que si bien esta brecha

permite la resignificación, “también genera angustia ante una interpelación que nunca

será clara del todo” (p.215).

No existe, desde mi planteamiento una forma absoluta de respuesta que

garantice mayor o menor malestar. Por el contrario, postulo que el aumento o

disminución del malestar emocional modula todo el proceso de resignificación de los

sujetos iniciando las acciones rebeldes o sumisas necesarias para neutralizar dicho

malestar. Al respecto Amigot-Leache (2005), coincide explicando que el malestar

opera como movilizador cuando se conciben otras formas de actuar y ser. La

ambivalencia emocional que supone la posibilidad de modificación de algunos hábitos

puede ser positiva en tanto deseo o placer producto de este desplazamiento; y al mismo

tiempo, primordialmente negativa por el cuestionamiento al sí mismo que conlleva a

culpas y desasosiego en momentos diversos del proceso.

Y en esa interacción constante entre malestares, sujeciones y resistencias se

problematiza, de-construyen y vuelven a construir significados con los que idealmente

el sujeto se sentirá luego más cómodo y facilitarán los procesos de identificación. De

274
esta forma, parece tal como expone Fernández, P. (2000), que el peligro implicado en

los sentimientos es la pérdida de sujeto que estos suponen; es decir, es necesario perder

el sujeto para reorganizar uno nuevo.

Es menester resaltar una diferencia cualitativa respecto al malestar emocional

en el caso de los sujetos representados por la heteronormatividad como los

heterosexuales y los cisgénero y aquellos que son considerados como grupos sexo-

diversos. La discrepancia no está en que unos sufran más y unos sufran menos (esto va

a estar mediado por las interpretaciones individuales), sino que sufren por cosas

distintas. En el caso de los heterosexuales parece que el sufrimiento aparece por no

perder el lugar de privilegio que de alguna forma tienen de por sí (esto también es

reportado en Bermúdez y Trías, 2015); y en el caso de la diversidad, políticamente

hablando, sufren por poder crear un espacio que los reconozca en tanto seres de

derecho.

Al respecto, sería irresponsable no señalar que, si bien el sufrimiento puede

teóricamente ser el mismo, las tasas de suicidio son mucho mayores en las poblaciones

GLBT, especialmente en la comunidad Trans (Rocha-Buelvas, 2014). Puedo inferir en

función de los hallazgos, mi práctica clínica y otras investigaciones (Arenas y Gómez,

2009; Arenas, 2013;), que el papel del suicidio en la comunidad GLBT, tiene su origen

en esta condición de no existir socialmente, pues en las historias de vida por lo general

el testimonio que justifica la ideación suicida, tiene que ver entre otros problemas

psicosociales, con la exclusión y el no reconocimiento y, ante esto, se atenta contra la

275
existencia física (Cáceres, Talavera, Mazín-Reynoso, 2013). Recuerdo la expresión que

con matices se repite en varios transexuales que he podido entrevistar si no existo ni en

un lugar, ni en el otro, entonces no existo, entonces solo queda morir.

Otro aspecto en el que rastreo el malestar emocional tiene que ver justamente

con el estar en transición, con el espacio intermedio del que se derivan las

contradicciones internas en cuanto a ideas y actitudes. Inconsistencias que pueden

luego retornar en auto-reproches y en el señalamiento de los demás.

La transición, manifesté previamente, está caracterizada por contradicciones en

tanto la confluencia de significados nuevos y tradicionales. Esta negociación tiene un

costo emocional para los sujetos que la viven por el conflicto interno que supone y que

está representado en cuestionamientos sobre qué aceptar y qué dejar de cada postura y

las ganancias y pérdidas que cada decisión implica.

Este proceso parece darse tanto consciente como inconscientemente en cada

sujeto. Ahora bien, áreas concretas y distintas del conflicto en cada uno se solucionan

y sobre ese punto aparece la idea de calma y tranquilidad como sensaciones positivas

dentro de la transición. Es un momento de encuentro con una identificación que les

genera comodidad por sentirse representados a sí mismos, y que, por lo general, no está

ni de un lado ni del otro, no está totalmente tradicional o totalmente contemporáneo,

sino en un espacio intermedio que se reconoce como propio y da cabida a una

construcción más propia del sujeto.

276
1.4. Caracterización del sujeto actual

En función de los hallazgos, puedo plantear que este sujeto está concebido sobre

la base de tres dimensiones: el cuerpo sexuado, los roles sociales y la orientación

sexual. Estas dimensiones, no son excluyentes entre sí, por el contrario, para algunos

de los participantes se mantienen en constante interrelación y dinamismo.

El cuerpo sexuado es la instancia a partir de la cual se funda la diferencia entre

hombre y mujer; de hecho, es a partir de este que definen qué es un hombre y qué es

una mujer, en tanto pene y vagina. También la connotación del cuerpo estuvo

representada desde la limitación. La realidad física impone limitaciones reales y

sociales que afectan a los sujetos en distintos grados. El mayor grado de afectación está

representado en la transexualidad y el androginismo en tanto el cuerpo es el obstáculo

primordial para ser reconocido por el otro en la categoría sexual adecuada. En este

sentido estos individuos están más conscientes del carácter político del cuerpo. Esta

profundización de la complejidad en el proceso identificatorio de los sujetos con

identidades sexuales abyectas ha sido expuesta por diferentes autores y en

investigaciones con distintas poblaciones como transexuales, homosexuales y

bisexuales (Arenas y Gómez, 2009; Arteaga, et al., 2017; Perera y Arenas, 2019).

Luego, en grado de afectación por las limitaciones parecen estar las mujeres.

Para ellas el cuerpo por un lado está presionado por los estereotipos sociales de belleza

que le invitan u obligan a producirse para encajar dentro de lo “femenino”. Por otro

lado, la capacidad de gestar retorna en tanto limitación especialmente durante su

277
crecimiento pues sus actividades sociales están más coartadas por los padres y otras

figuras masculinas de la familia (en contra de su voluntad) para “cuidar” un posible

embarazo temprano e incluso la posibilidad de seducción al otro.

Por último, en el caso de los hombres cisgénero el cuerpo no tiene mayor

relevancia mientras que sirva al propósito de dominación. De esta forma el

reconocimiento de las limitaciones estuvo en el orden de poseer fuerza y estatura

suficiente para cumplir esta tarea.

Ciertamente existe un paralelismo entre el grado de afectación respecto a la

limitación del cuerpo y la posición de poder social, que parece estar explicada por el

género. Mientras más alejado de lo esperado socialmente en tanto la expresión del

género (función política del cuerpo), mayor sensación de afectación por la limitación

que implica la biología y las construcciones culturales que se han asociado a ella.

La siguiente dimensión la conforman los roles sociales que implican las

expectativas que una comunidad comparte respecto a los comportamientos esperados

para un grupo específico (Ibañez-Gracia, 2004). En cuanto al objetivo del estudio me

refiero a los comportamientos masculinos y femeninos.

La aparición de los roles sociales como una dimensión constituyente del sujeto

es una paradoja. Por un lado, se afirma que no existe diferencia entre hombres y

mujeres respecto a capacidades emocionales, cognitivas o sociales; sin embargo, las

que en efecto están en el discurso son producto de construcciones sociales. Entonces,

278
pareciera que aun cuando los roles sociales no nos diferencian, sí nos constituyen. Esto

lo entiendo como el reconocimiento de la participación de la mirada del otro en el

proceso de identificación. No puede haber identidad sin un otro que la devuelva; por lo

tanto, no puede haber sujeto sin la intervención de lo social y del cuerpo.

A la vez, los informantes están conscientes que los roles sociales son categorías

que organizan, pero que también tienen un carácter ideologizante que contribuye al

control social (Pujal i Llombart, 2004); por tanto, se entiende que los roles sociales son

construcciones culturales y no están relacionados inexorablemente con la condición de

hombre y mujer.

De esta forma, un hombre puede ser masculino y femenino y una mujer puede

ser femenina y masculina; en consecuencia, se desvinculan las características típicas

de lo masculino y lo femenino del cuerpo sexuado y viceversa y de esta forma se

problematiza “la tendencia de crear clasificaciones polarizadas y rígidas como una

forma de manejar y controlar las relaciones de poder y de perpetuar el discurso de la

normalidad” (Rodríguez-Madera y Toro-Alfonso, 2002; p. 3).

En cuanto a esto, los hallazgos responden más a la inexistencia de los absolutos

que definen tradicionalmente las identidades genéricas y sexuales, pues como plantean

Lacan con su postura de que La Mujer no existe, Butler con la performatividad y

Gergen con los postulados del Yo saturado, las posibilidades de identificación son

múltiples por lo que, el carácter universal de estas categorías es una invención, una

ilusión que las sociedades han construido.

279
Esta lógica permite entender la ausencia de la maternidad y la paternidad como

rasgos de la feminidad y la masculinidad respectivamente. Ser madre es una posibilidad

del cuerpo de la mujer en tanto gestación, pero no es una condición que la define al

igual que la maternidad no es un rasgo tampoco de la feminidad. Lo mismo ocurre con

la paternidad en el caso masculino.

La tercera dimensión es la orientación sexual entendida como la dirección

erótico-afectiva del deseo. Con relación a esta dimensión resalta la heterosexualidad

como lo más común, pero no lo único normal. Es decir, la heterosexualidad es lo

esperado y a partir de lo cual se juzga lo diferente, pero la homosexualidad es aceptada

como una orientación válida que no representa un problema en sí misma. Esta postura

se va flexibilizando en los más jóvenes quienes incluso pueden llegar a ver la

homosexualidad igual de normal que la heterosexualidad.

Estos mismos jóvenes, plantean a un sujeto para quien la diversidad es una

condición natural y quien esta desatado de las categorías sociales genéricas que

desaparecen por la indiferenciación entre ellas. Es un sujeto casi utópico que reportan

como ideal pero que no es una realidad aun, es como una meta que no se ha logrado en

lo tangible pero que se asoma como referente en el discurso consciente. Esta

naturalización de la diversidad, especialmente de las orientaciones sexuales es

explicada por Pujal i Llombart (2004) al exponer que la homosexualidad como

concepto solo tiene sentido en una sociedad donde exista una diferenciación marcada

280
entre masculino y femenino, cosa contraria a la indiferenciación de género ideal que

marcan estos participantes.

En general, podría inferir a partir de los resultados que la orientación sexual es

una dimensión que queda casi en segundo plano, pues está mediada por las expresiones

de género o roles sociales. Concretamente, pareciera que a este sujeto en transición no

le importa o molesta la dirección del deseo erótico-afectivo de cada persona; mientras

que exista concordancia entre el sexo y la expresión genérica de la misma.

Lo mismo es reportado por Amnistía Internacional (2004), cuando relata que la

identidad de género está estrechamente relacionada con la orientación sexual en tanto

que funciona como un indicador para que el otro juzgue la supuesta identificación

sexual de las personas. El mismo autor agrega que en casos de discriminación el

abusador no distingue si sus víctimas son o solo parecen ser lesbianas, gays, bisexuales

o transgénero.

Estas personas dirigen su violencia no tanto contra una categoría, sino contra
una conducta. Se coloca en el punto de mira a personas que parece que no se
ajustan a la “norma” en materia de género, personas a quienes se señala como
seres diferentes por su comportamiento, vestimenta o apariencia. Las personas
transgéneros están en el punto de mira porque quienes cometen abusos contra
ellas deducen una conducta sexual a partir de su no conformidad de género
(p.2).

Es aquí donde se dibuja la interacción entre las tres dimensiones. La orientación

sexual no se ve, solo se intuye a través de los comportamientos que se corresponden o

281
no a lo socialmente esperado y asignado a cada cuerpo que resulta ser el artefacto

político donde se juegan las relaciones de poder instauradas respecto a las sexualidades.

Ahora bien, el mismo cuerpo sexuado a mi parecer puede representar el espacio,

nuevamente político, que nos permita problematizar las sexualidades. Las posibilidades

de modificación y en consecuencia de producción que trae el cuerpo sexuado y que

están exacerbados por la participación de la tecnología me lleva inexorablemente a la

pregunta por lo natural ¿Es natural un hombre fuerte (adjetivo asociado a lo masculino)

que trabaja sus músculos en el gimnasio? ¿Es natural una mujer que hace dietas y se

somete a operaciones para lucir femenina? Estas mismas preguntas aparecen en el

terreno de la medicalización donde niñas y niños son sometidos a terapias hormonales

por distintas razones como el acné, el hirsutismo, la estatura, etc., pues la mirada del

otro funciona como un juicio o la expectativa de este, muy difícil de tolerar.

Hoy en día, hombres y mujeres asistimos a tratamientos de belleza como parte

de la rutina incluso de higiene personal. Producimos nuestros cuerpos para ser más

hombres y más mujeres frente a nosotros mismos y frente al otro dejando muy atrás la

condición “natural” de la díada sexo/género. Parece que, en la época contemporánea,

todos somos transgresores del género y del sexo y sufrimos por ello sumisa o

rebeldemente.

Teniendo esto en cuenta, tal como señala Butler (2007), tanto el género como

el sexo son producidos, y en consecuencia todos somos transexuales y transgéneros

solo que en distintas dimensiones y niveles. Lo mismo me atrevo a decir ocurre con la

282
orientación. Todo heterosexual se ha preguntado por su sexualidad en algún momento

e incluso se ha cautivado por alguien de su mismo sexo seguramente sin darle a esto

una connotación erótica, lo mismo el homosexual. Estamos atrapados en

construcciones sociales dicotómicas, polarizadas que generan malestar en todos y que

estamos comenzando a deconstruir. Al final, cada categoría sexual/social es vulnerable

y eso parece que es un rasgo que nos hace iguales a todos.

2. Reflexiones finales y recomendaciones

Los géneros y las sexualidades han sido mi área de estudio desde hace algunos

años y siempre me han impactado los hallazgos de cada exploración de campo en la

que he participado directa o indirectamente. En estos, pronto entendí que la piedra

angular en el discurso de los participantes versaba sobre el género y las limitaciones

que este imponía. Trabajar anteriormente con transexuales, homosexuales, bisexuales,

amos y sumisos y heterosexuales y conseguir resultados relativamente similares en sus

construcciones y vivencias, especialmente, aquellas relativas al papel del género en sus

vidas y concretamente en el desarrollo de su identidad sexual y social me llevó a

plantear el presente tema de investigación: Comprender cómo se construye el sujeto

hoy en día sobre la base de sus significados respecto al género y la sexualidad.

Para mi sorpresa me encontré con construcciones significantes que pudiesen

entenderse como contradictorias que llamaron mi atención y me llevaron a plantear el

modelo teórico del sujeto en transición que desarrollé previamente. Estas

contradicciones están marcadas por la confluencia de las tradiciones heteronormativas

283
y la tendencia a la ruptura del binarismo típico de estas. Este sujeto en transición, que

mantiene lo viejo al mismo tiempo que construye y se empodera de lo nuevo, lo

entiendo también como un producto del cambio social en el que estamos inmersos a

nivel mundial, así, podría agregar que este es un sujeto en transición y de la transición.

Un hallazgo que resaltar tiene que ver con la venezolanidad. Las características

y costumbres del venezolano aparecen como un aspecto estructurante primordial de los

significados. Los participantes rescataron que los mensajes transmitidos respecto al

género y la sexualidad por la cultura venezolana son en extremo rígidos y

convencionales e inciden abruptamente en su constitución como sujetos, desde la

opresión, dejando pocos espacios de libertad.

Luego, los significados de género y sexualidad rescatados en esta investigación

pueden entenderse en un continuo que comprende desde lo físico hasta las definiciones

que lo estipulan como un constructo social en el caso del género y la participación del

otro en tanto la relación afectiva en el caso de la sexualidad. Cuando se parte de la

connotación física, los términos género y sexualidad se solapan en el discurso y son

utilizados como sinónimos.

Si bien en algunos casos se mantiene en estos significados una lógica

aparentemente dicotómica, marcadas por las polaridades masculino-femenino,

hombre-mujer; un análisis más profundo permite ver que esta dicotomía se refiere al

cuerpo y no a los comportamientos, exponiendo que no existe relación entre sexo y

284
género más allá de la construida socialmente; es decir, la diferenciación tradicional

binaria no es natural y, por tanto, se puede modificar.

En el caso de la diversidad sexual existe una diferencia llamativa en los

resultados mediada aparentemente por la edad. Los mayores de 27 años conciben la

diversidad sexual desde la definición política GLBT y, en consecuencia, no incluyen a

la heterosexualidad como parte de esta. Por el contrario, los menores de 27 años no la

saben definir, no están de acuerdo con la concepción original e incluso responden con

sorpresa ante la definición política. Para ellos la diversidad es una condición natural

del ser humano, por lo que la heterosexualidad también es diversa.

Ahora bien, en el discurso de los participantes no suele aparecer la referencia a

otros grupos de la diversidad sexual más allá de la nominación puntual de transexuales

o bisexuales, solo se desarrolla la homosexualidad. Esto lo entiendo como

consecuencia del retraso y la desactualización en el tema que los propios entrevistados

reportan sobre el género y las sexualidades en Venezuela.

En líneas generale,s los hallazgos dan cuenta de construcciones tradicionales

que se plantean sobre la base del binarismo sexual típico de la heteronormatividad y

construcciones contemporáneas que rompen con las exigencias heteronormativas y el

sistema sexo/género. Esto plantea una brecha, que permite la negociación entre lo

nuevo y lo viejo y sobre la cual se funda el sujeto actualmente, un sujeto en transición.

285
A nivel metodológico, el proceso cualitativo y la estrategia de estudios de caso

permitieron la consecución de los objetivos. El carácter flexible de estos funcionó a la

hora de replantear el alcance de la investigación y circunscribir los resultados a jóvenes

profesionales apelando a la profundidad más que a la cantidad. Esta decisión trajo

consigo la imposibilidad de generalizar los resultados más allá de las fronteras del

grupo estudiado, pero esto nunca fue mi deseo, ni el objetivo. Ahora bien, el

planteamiento teórico del sujeto en transición se repite en las investigaciones de otros

autores lo que indica que la teoría aquí desarrollada podría dar respuesta en otros grupos

y contextos.

Respecto a las limitaciones para el logro de los objetivos rescato dos

especialmente. La primera, externa y relativa al contexto social actual venezolano: las

comunicaciones. Las dificultades con internet y la telefonía impidieron realizar

entrevistas en algunas zonas del país y contactar a potenciales informantes.

La segunda limitación, la considero inherente al tema de estudio: la ausencia de

significantes y el uso indiferenciado de varios de ellos. Las confusiones entre hombre-

mujer, masculino-femenino, género y sexualidad, hicieron complicado el proceso de

codificación abierta. Velar por la voz del participante más allá de la palabra que

utilizara podía ser confuso para mí en la creación de las primeras categorías e incluso

hacía más probable el sesgo personal pues implicaba siempre mi interpretación.

Por último, recomiendo repetir esta investigación en otros grupos y contextos

manteniendo el rango etario en tanto año de nacimiento: sectores populares, otros

286
profesionales e incluir la zona sur del país; a fin de discernir si la transición es una

característica intrínseca de un grupo o una condición generacional.

En la misma línea, sería interesante indagar en grupos más jóvenes respecto a

las nociones de género y sexualidad para explorar la solidificación o no de las

resignificaciones que se vieron aquí en transición. A su vez, explorar las implicaciones

de la Educación Integral de la Sexualidad Humana en el área de estudio.

A manera de cierre, creo importante hacer la recomendación a la Academia

respecto al reconocimiento, apropiación y divulgación de los nuevos significantes

asociados al género y las sexualidades. En la medida que nosotros seamos partícipes

de los nuevos discursos y las discusiones que estos suscitan, la sociedad estará más

cerca de aprehenderlos y solidificarlos; en fin, de llevarlos a la acción.

287
Referencias

ACCSI. (2013). Informe Venezuela 2013: Resultados Preliminares. Venezuela: Autor.

ACCSI. (2015). Informe Venezuela 2015: Revisión Hemerográfica Mayo 2013 - Mayo

2015. Venezuela: Autor.

ACCSI. (2017). Informe Venezuela 2017: Crímenes de Odio por Orientación sexual,

Identidad de género y Expresión de género en la noticia de los medios de

comunicación y organizaciones de la sociedad civil. Venezuela: Autor.

Acuña- Ruiz, A y Oyuela-Vargas, R. (2006) Diferencias en los prejuicios frente a la

homosexualidad masculina en tres rangos de edad en una muestra de hombres y

mujeres heterosexuales. Psicología desde el Caribe, 18, 58-88.

Aleman, J. (2007) Lacan, Foucault: el debate sobre el construccionismo. En J.

Gavlovski, y R. Cors, (comp.) Sexualidades contemporáneas. (pp.13-26)

Venezuela: Pomaire

Alfonzo, A. (2017). Homosexualidad e Iglesia: ¿Todos somos hijos de Dios? (Trabajo

de grado de licenciatura, no publicado) Universidad Metropolitana, Caracas,

Venezuela.

Altomare, M. (2011). Sujeto, significación, protección y obediencia en el Leviathan de

Hobbes. En III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional

en Psicología (pp. 15–18). Argentina: Facultad de Psicología, Universidad de

288
Buenos Aires.

Amaro-Cano, M. (2005). Sexualidad y Bioética. Revista Cubana de Medicina General

Integral, 21, 1–2.

American Psychological Association. (2016). Orientación sexual e identidad de

género. Recuperado de: http://www.apa.org/centrodeapoyo/sexual.aspx

Amigot-Leache, P. (2005). Relaciones de poder, espacio subjetivo y prácticas de

libertad: análisis genealógico de un proceso de transformación de género. (Tesis

de grado de Doctorado, no publicado) Universidad Autónoma de Barcelona,

Barcelona, España. Recuperado de https://ddd.uab.cat/pub/tesis/2005/tdx-

0313106-165412/pal1de1.pdf

Amnistia Internacional (2004). Los derechos humanos y la orientación sexual e

identidad de género. España: EDAI.

Amnistía Internacional (2018). Políticas del Cuerpo. Reino Unido: Amnesty

International Ltd.

Amnistía Internacional (2019). Movilizando a la diversidad: Manual de formación de

activistas por los derechos humanos y la diversidad sexual y de género. Autor.

Recuperado de https://otdchile.org/wp-content/uploads/2019/05/manual-

movilizando-a-la-diversidad.pdf

Amnistía Internacional (Agosto, 2020a). Derechos LGBTI. Autor. Recuperado de

289
https://www.amnesty.org/es/what-we-do/discrimination/lgbt-rights/

Amnistía Internacional (Agosto, 2020b). Diversidad sexual y de Género. Autor.

Recuperado de https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/diversidad-

sexual-genero/

Amundaray, A., Rios, V. y Arenas, Y (2017). BDSM en Venezuela: Sociedad del tabú.

Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, 49 (22), 73-95.

Anadón M. (2008). La investigación llamada "cualitativa": de la dinámica de su

evolución a los innegables logros y los cuestionamientos presentes. Investigación

y Educación en Enfermería, 26 (2), 198-211.

Arango de Montis, I. (2008). Historia breve de la sexología clínica en occidente. En

Sexualidad Humana (pp. 1–10). México: Manual Moderno.

Araya-Umaña, S. (2002). Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su

discusión. Costa Rica: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)

Arcila, P., Mendoza, Y., Jaramillo, J. y Cañón, Ó. (2010). Comprensión del significado

desde Vygotsky, Bruner y Gergen Diversitas. Perspectivas en Psicología, 6 (1),

37-49.

Arenas, Y. (2013) Psicoterapeutas y Psicoterapia: una mirada hacia la transexualidad

(Trabajo especial de grado, no publicado). Universidad Central de Venezuela,

Caracas.

290
Arenas, Y., y Gómez, C. (2009). Transexualidad y apoyo psicologico: la voz de sus

protagonistas. (Trabajo de grado de licenciatura, no publicado) Universidad

Metropolitana. Caracas, Venezuela.

Arteaga, V., Mijares, A., y Arenas, Y. (2017). Creo que los estereotipos no deberian

existir: El género y la homosexualidad como categorias sociales. Revista

Venezolana de Estudios de la Mujer, 22 (49), 29-59. Obtenido de

http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_vem/article/view/14522/14209

Bandura, A. (1969). Social-learning theory of identificatory processes. En D. A. (Ed.),

Handbook of socialization theory and research (págs. 213-262). Chicago: Rand

McNally.

Bandura, A. (1986). Social Foundations of Thought and Action. New Jersey: Prentice

Hall.

Bardí, L., González, E., Leyton, C. y Martínez, V. (2005). Identidad Sexual: Proceso

de definición en la adolescencia. Revista Docencia. 26 (Agosto), 43-51

Recuperado de http://www.revistadocencia.cl/pdf/20100731202502.pdf

Barrios, N., y Rodríguez, D. (2016). Causas del aplazamiento de discusión y

aprobación de la propuesta de ley de Equidad e Igualdad de Género en la

Participación Política en Venezuela desde el año 2008 hasta el 2015. (Trabajo de

grado, no publicado) Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela:.

Bassols, M. (2007) Prólogo. En J. Gavlovski, y R. Cors, (comp.) Sexualidades

291
contemporáneas (pp. 7-9). Venezuela: Pomaire

Bastidas-Terán, F., Arteaga-Rodríguez, A., y Gómez-Martínez, J. (2017).

Fundamentalismo religioso, género y procesos de invisibilización según la

vivencia de algunas de sus víctimas en la Gran Valencia, Venezuela. BOLETIN

CIENTIFICO Sapiens Research, 7(1), 33-47.

Bauman, Z. (2004). La Modernidad Líquida. Buenos Aires: Fondo de Cultura

Económica.

Beck, U. (2008). ¿Qué es la globalización? Barcelona, España: Paidós.

Bem, S. (1984). Androgeny and Gender Schema Theory: A Conceptual and Empirical

Integration. In T. Sonderegger (Ed.), Psychology and Gender (pp. 179–224).

Nebraska: University of Nebraska Press.

Berger, P. y Luckmann, T. (1968/2003). La construcción social de la realidad. Buenos

Aires: Amorrortu Editores.

Bermejo-Barrera, J. (2007). Michel Foucault y la historia de la sexualidad. Gallaecia,

26, 253–265.

Bermúdez, B. y Trías, L. (2015). Estereotipos contemporáneos de la masculinidad en

estudiantes de la Universidad Central de Venezuela. Psicología, tercera época, 34

(2), 97-135.

Blanco, J. (2009). Rostros visibles de la violencia invisible. Violencia simbólica que

292
mantiene el patriarcado. Revista Venezolana de estudios de la mujer, 14(32), 63-

70.

Blumer, H. (1982). Interaccionismo Simbólico: Perspectiva y Método. Nueva York:

Hora Nova.

Bonache, J. (1998). Los estudios de casos como estraregia de investigación:

características, críticas y defensas. Serie de economía de la empresa 04.

Universidad Carlos III, Madrid.

Brett Geny, B. (2009). Genderqueer. En J. O'Brien. Encyclopedia of gender and

society, volume 1. Estados Unidos: SAGE

Bruner, J., (1991) Actos de Significado: Más allá de la Revolución Cognitiva. Madrid:

Alianza Editorial.

Bruner J., (2004) Realidad Mental y Mundos Posibles: los Actos de la imaginación que

da Sentido a la Experiencia. España: Gedisa.

Butler, J. (1997). Sujetos de sexo/género/deseo. Feminaria, X (19), 1-20.

Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. (1ra ed.) Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Butler, J. (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.

Barcelona, España: Paidós.

Cabral-Ferreira, O. (2010). Construcción sexual y performatividad: Análisis del

proyecto: tres pieles en un cuerpo. Universidad Politécnica de Valencia, España.

293
Cáceres, C.F., Talavera, V.A., y Mazín-Reynoso, R. (2013). Diversidad sexual, salud

y ciudadanía. Rev Peru Med Exp Salud Publica, 30 (4), 698-704.

Calhoun, C.; Light, D. y Keller, S. (2000). Sociología. Madrid: McGrawHill

Campo-Redondo, M,; Gabriel Andrade y Jesús Andrade. (2007). La matricentralidad

de la familia venezolana desde una perspectiva histórica. Frónesis, 14(2), 86-113.

Recuperado de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-

62682007000200005&lng=es&tlng=es.

Careaga, G. (2003). Mujeres y Diversidad Sexual. Sexología y Sociedad (22) [versión

electrónica]. Obtenido el 18 de abril de 2008, de

http://www.cimacnoticias.com/site/NUEVA-IDENTIDAD-MUJERES-Y-

DIVE.19098.0.html

Cartay, R., (1996). Las crisis económicas y sus repercusiones en la economía

venezolana. Revista Economía, 11, 37-45

Castro, M. (2003). El sexo como juez universal del ser humano. Sexología social, 9,

(23), 4-9

Cervino, C. (2016). La Construcción de la Identidad: una Visión desde la Neurociencia.

Revista Científica Estudios e Investigaciones, 5, 122–143. Recuperado de

http://dx.doi.org/10.26885/rcei.5.1.122

Chirinos, N. (2009). Características generacionales y los valores . Su impacto en lo

294
laboral. Observatorio Laboral Revista Venezolana, 2(4), 133–153.

Conatel. (2016). Cifras del sector Telecomunicaciones: Presentación anual 1998-

2016. Caracas.

Cornejo, C., Ibáñez, A. y López, V. (2008). Significado, contexto y experiencia:

Evidencias conductuales y electrofisiológicas del holismo del significado. En:

Cornejo, C., y Kronmüller, E. (ed.), La pregunta por la mente: Aproximaciones

desde Latinoamérica. Chile: J.C. Sáez Editor.

Cuesta, M. (2014). La Generación Y latinoamericana en las organizaciones: algunos

aportes conceptuales y empíricos. Revista Gestión de Las Personas y Tecnología,

19, 17–31.

Cuevas-Jiménez, A. (2002). Consideraciones en torno a la investigación cualitativa en

psicología. Revista Cubana de Psicología 19, (1), 47-56.

Dávila, O y Ghiardo, F. (2005). Trayectorias, transiciones y condiciones juveniles en

Chile. Nueva Sociedad 200, 39, 114-126.

De Barbieri, T. (1996). Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género. En

G. Pacheco, L. y Guzmán (Ed.), Estudios Básicos de Derechos Humanos IV. San

José, Costa Rica: IDH.

De Lima, B. y Sánchez, Y.(2008). Redes femeninas, familia popular y ancianidad en

Venezuela. Revista Perspectivas Sociales, 10 (1), 53-84.

295
Descartes, R. (1637/2010). El discurso del Método. Madrid: FGS.

Descartes, R. (1641/1995). Meditaciones Metafìsicas. Quito: Editorial Ecuador FBT

Cia ltda.

Desiato, M. (1995). Lineamientos de filosofía. Venezuela: UCAB.

DeVaney, S. A. (2015). Understanding the Millennial Generation. Journal of Financial

Service Professionals, 69 (6), 11–14. Recuperado de

http://eds.a.ebscohost.com.laureatech.idm.oclc.org/eds/pdfviewer/pdfviewer?sid

=0a0336d0-b8da-410d-a5b3-e42fa4cbe86@sessionmgr4004&vid=1&hid=4210

Di Doménico, R. (2017). Significados de feminidad, maternidad y crianza en

adolescentes venezolanas de dos contextos socioeconómicos de caracas. (Trabajo

de grado de Doctorado, no publicado). Universidad Central de Venezuela, Caracas

Díaz-Sarmiento, C., López-Lambraño, M., y Roncallo-Lafont, L. (2017). Entendiendo

las generaciones: una revisión del concepto, clasificación y características

distintivas de los Baby Boomers, X Y Millennials. Clío América, 11(22), 188–

204. https://doi.org/10.21676/23897848.2440

Donoso, T (2004). Construccionismo Social: Aplicación del Grupo de Discusión en

Praxis de Equipo Reflexivo en la Investigación Científica. Revista de Psicología

de la Universidad de Chile, XIII (1), 9-20.

Eagly, A. (1987). Sex differences in social behavior. New Jersey: Lawrence Erlbaum

296
Associates, Inc., Publishers.

Eguiluz-Romo, L. (2003). Las técnicas de la metodología cualitativa. Enseñanza e

Investigación en Psicología 8, (1), Recuperado de

http://infotrac.galegroup.com/galenet/58unimet?cause=http%3A%2F%2Ffind.ga

legroup.com%2Fmenu%2Fcommonmenu.do%3Flang%3Den_US%26userGroup

Name%3D58unimet%26finalAuth%3Dtrue&cont=&sev=temp&type=session&s

serv=no

Elam, C., Stratton, T., y Gibson, D. (2007). Welcoming a New Generation to College:

The Millennial Students. Journal of College Admission, (195), 20–25.

Erikson, E. H. (1963). El problema de la identidad del yo. Revista Uruguaya de

Psicoanálisis, 02–03.

Espina, G. (2011). Ahora es que falta: Después de 222 años de feminismo. Venezuela:

CEM-UCV.

Espinoza, N. (2010). La brecha digital. Avances para su superación en Venezuela.

Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad - CTS. Articulo de

portafolio

Etchegaray, R. (DIR), Chorroarín, S., Pac, A., Erramouspe, P., Esperon, J., Mizrahi,

E., y Razuk, A. (2009). Condiciones Y Límites De Las Nociones De Sujeto,

Subjetividad e Identidad, 126.

297
Eysenck, H.J. (1998). Dimensions of Personality. New Brunswick, New Jersey:

Transaction Publishers.

Farrah, A. (2014). Girls : Una voz de una generación (Trabajo de grado de maestria,

no publicado) Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia.

Fernández, E. (2012). Identidad Y Personalidad: O como sabemos que somos

diferentes de los demás. Revista Digital de Medicina Psicosomática y

Psicoterapia, 2(4), 1–18. Recuperado de

http://www.psicociencias.com/pdf_noticias/Identidad_y_personalidad.pdf

Fernández, Juan. (1988). Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y del género.

Madrid, España: Pirámide.

Fernández, Josefina. (2000). El travestismo: ¿ruptura de las identidades sexuales,

reforzamiento de los procesos de generización o identidad paradójica?

[Consultado el 18de noviembre de 2007] Disponible en URL.

http://www.cenesex.sld.cu/webs/diverSIDAd/travestismo.htm

Fernández, P. (2000). La afectividad Colectiva. México, D.F: Taurus

Figari, C. (2010). El movimiento lgbt en América Latina: institucionalizaciones

oblicuas. En A. Massetti, E. Villanueva & M. Gómez (Coords.), Movilizaciones,

protestas e identidades políticas en la Argentina del bicentenario (pp. 225- 240).

Buenos Aires, Argentina: Nueva Trilce

298
Figueroa, J. y Rivera, G. (1992) Algunas reflexiones sobre la representación social de

la sexualidad femenina. Nueva Antropología, XII, (41), 101-121

Flores-Colombino, A. (1988). Parafilias. Cuadernos de Sexología, 7, 1-30.

Fonseca, C. y Quintero, M.L. (2009). La Teoría Queer: la de-construcción de las

sexualidades periféricas. Sociológica, 24 (69), 43-60.

Foucault, M. (1975/03). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Argentina: Siglo

XXI editores.

Foucault, M. (1976/1998). Historia de la sexualidad I: La voluntad de saber. México:

Siglo XXI.

Foucault, M. (1978/07). Nacimiento de la Biopolítica: Curso en el Collège de France.

Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Foucault, M. (1979). La arqueología del saber. México: Siglo XXI editores.

Foucault, M. (1981/2005). The Hermeneutics of the subject. Estados Unidos: Palgrave

Macmillan.

Foucault, M. (1994). Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, España: Paidós.

Recuperado de http://exordio.qfb.umich.mx/archivos PDF de trabajo

UMSNH/LIBROS 14/Foucault Michel - Estetica Etica Y Hermeneutica [Sicario

Infernal].PDF

Freud. (1905/1992). Tres ensayos de teoría sexual. En S. Freud, Obras completas tomo

299
VII (pp. 109-224). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud. (1914/2007). Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. En S.

Freud, Obras completas tomo XIV (pp. 3–64). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1921/1992). Psicología de las masas y análisis del yo. En S. Freud, Obras

Completas tomo XVIII (pp. 63–136). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1923/1992). El Ello y el Yo. En S. Freud, Obras Completas tomo XIX (pp.

3–63). Buenos Aires: Amorrortu.

Fuller, N. (1997). Identidades Masculinas. Lima: PUC.

Garaizabal, C. (1998). La transgresión del género: Transexualidades, un reto

apasionante. En J. Nieto, C. Garaizabal, y V. Bullough. Transexualidad,

transgenerismo y cultura: Antropología, identidad y género. (pp. 39-62). Madrid,

España: Talasa

García, J. (2015). Homosexualidad masculina y trabajo social en el mundo-de-vida

popular venezolano. Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, XXI, (2), 167-

200.

García-Caballero, C. y González-Meneses, A. (2000). Tratado de Pediatría Social.

(2da ed.). Madrid, España: Díaz de Santos. Recuperado de

https://books.google.co.ve/books?id=wgVoCjhUi8MC&pg=PA759&dq

García, C. y Jiménez, M. (2000) Proceso Constituyente, Identidad Femenina y

300
Ciudadanía. Revista venezolana de estudios de la mujer, 14, 89-122.

García, I., y Magalde, M. (2016). Está más fácil crear el circo primero: Salida de la

heteronormatividad de padres y madres homosexuales. (trabajo de grado de

Licenciatura no publicado). Universidad Metropolitana. Caracas, Venezuela.

García-Leiva, P. (2005). Identidad de género: modelos explicativos. Escritos de

Psicología, 7, 71–81.

Garcilazo, J. (2011). El estudio de casos como estrategia de investigación aplicada a

las organizaciones. En III Jornadas de Administración del NEA y I Encuentro

Internacional de Administración de la Región Jesuítico Guaraní. Posadas,

Misiones: Universidad Católica de Santa Fe.

Garro-Larrañaga, O. (2014). El arte y la construcción del sujeto: una refexión con Nan

Goldin acerca de las narrativas familiares. Arte, Individuo y Sociedad, 26 (2), 255-

269. Obtenido de http://www.redalyc.org/html/5135/513551291005/

Genny, B. (2005). Genderqueer. Recuperado de

http://www.glbtqarchive.com/ssh/genderqueer_S.pdf

Gergen, K. (1991/2006). El yo saturado: Dilemas de identidad en el mundo

contemporáneo. Barcelona: Paidós.

Gergen, K. (1996). Realidades y Relaciones: Aproximaciones a la construcción social.

Barcelona, España: Paidós Ibérica.

301
Gergen, K. (2007). Construccionismo social, Aportes para el debate y la práctica.

(1ª.Ed.). Bogotá: Ediciones Uniandes

Gil-Rodríguez, E. (2002). ¿ Por qué le llaman género cuando quieren decir sexo ?: Una

aproximación a la teoría de la performatividad de Judith Butler. Athenea Digital,

41, 30–41.

Giménez, G. (2005). La cultura como identidad y la identidad como cultura. Instituto

de Investigaciones sociales. México: UNAM. Recuperado de

http://perio.unlp.edu.ar/teorias2/textos/articulos/gimenez.pdf

Giménez, G. (2010). Cultura, identidad y procesos de individualización. Instituto de

Investigaciones sociales. México: UNAM. Recuperado de

http://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/625trabajo.pdf?PHPSESSID

=a2c966a8fe8efdcba3f365f98e8b9225

Godás, T., (2006). Repercusiones personales, familiares, sociales y laborales de la

transexualidad. Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace,

(78), 21-23.

Goffman, E. (1959) La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires:

Amorrortu.

Gómez, C. Hernández, G. Rojas, A. Santacruz, H. y Uribe, M. (2008). Psiquiatría

Clínica. Diagnóstico y tratamiento en niños, adolescentes y adultos. (3ra ed.).

Bogotá: Editorial Médica Internacional. Recuperado de

302
https://books.google.co.ve/books?id=LSKfF9f7xF4C&pg=PA289&dq

Gómez-Gil, E., Vidal, A., Godás, T. y Peri, J. (2005) Perfil del inventario Multifásico

de personalidad Minnesota-2 (MMPI-2) en transexuales. Revista psiquiátrica de

la Facultad de Medicina Bama, 32 (1), 8-13.

González-Gabaldón, B. (1999). Los estereotipos como factor de socializacion en el

género. Comunicar, 12, 79-88.

González, H. Mendoza, Y., Vega, E. y Pino, Z. (2013). El derecho como eje transversal

en la educación integral de la sexualidad humana. En Manual para la Formación

Docente en Educación Integral de la Sexualidad Humana (pp.19-32). Colombia:

Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y Universidad Pedagógica

Experimental Libertador (UPEL).

González, M. (2011). Identidad: un proceso constante, dinámico y fluido. Conhisremi

Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, 7 (3), 19–28.

González, M., Núñez, C., Galaz-Valderrama, C.; Troncoso, L., y Morrison-Jara, R.

(2018). Editorial Sección Temática: Los usos de la diversidad sexual en la acción

pública. Psicoperspectivas, 17 (1), 1-6.

http://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-vol16-issue3-fulltext-1315

Gregor, T. (1994) El rompecabezas de la masculinidad. En D. Gilmore (ed.) Hacerse

hombre: concepciones culturales de la masculinidad, (pp.70-82) Barcelona:

Paidós

303
Guba, E (1990), The alternative paradigm dialogue. En E. Guba (ed.), The Paradigme

dialogue. Newbury Park: Sage.

Gutiérrez, D. (2002). Figuras del Sujeto. Iconos, 13, 32-47

Hall, S. y Du Gay, P. (2003). Cuestiones de identidad Cultural. Buenos Aires:

Amorrortu.

Hegel, G. (1807/1985). Fenomenología del espíritu. España: F.C.E. España, S. A.

Hernández-Castro, G. (2018). El sujeto y la ética en Michel Foucault. Revista Estudios,

(36), 1–14.

Hernández, R., Fernández, C. y Baptista, P. (2007) Metodología de la investigación (4°

Ed.) México: Mc Graw Hill.

Hernández, P. (2006). Construcción de identidad sexual en adolescentes hombres y

mujeres de 13 a 18 años en Castro, Chiloé (Trabajo de grado de licenciatura, no

publicado), Universidad Austral de Chile, Valdivia, Chile. Recuperado de

http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2006/fmh557c/doc/fmh557c.pdf

Herrera, A. (2011). ¿Sabías qué? un glosario feminista. Quito, Ecuador: Comisión de

transición hacia el consejo de las mujeres y la igualdad de género.

Herrera, C. (2011) Más allá de las etiquetas. Navarra, España: Txalaparta.

Hobbes, T. (trans. 1980). Leviatán. Madrid: Editora Nacional

Hurtado, S. (2018). Obsesión por la belleza femenina en Venezuela. Espacio Abierto

304
27, (2), 191-208.

Ibañez-Gracia, T. (2004). Glosario. En T. Ibañez-Gracia, Introducción a la psicología

social. Barcelona, España: UOC.

Ibarra, D. (2013) Misoginia masculine: Expresión y etiología de la misoginia en la

intersubjetividad heterosexual. Revista Conexões Psi, 3(1), Recuperado de

http://apl.unisuam.edu.br/revistas/index.php/conexoespsi/article/view/246

Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJER). (2014). Educación y Diversidad sexual:

Guía didáctica. México: INMUJER.

Íñiguez, L. (2001). Identidad: De lo Personal a lo Social: Un Recorrido Conceptual.

En Eduardo Crespo (Ed.), La constitución social de la subjetividad. (p. 209-225).

Madrid: Catarata

Islas, O. (2011). Los primeros años de internet en América Latina. Razón y Palabra,

16 (76)

Kane, E. (2006). No way my boys are going to be like that! Parents' responses to

children's gender nonconformity. En Spade, J. y Valentine, E. The Kaleidoscope

of Gender: Prisms, Patterns and Posibilities. Londres: SAGE

Kazez, R. (2009). Los estudios de caso y el problema de la selección de la muestra:

Aportes del Sistema de Matrices de Datos. Subjetividad y Procesos Cognitivos,

13 (julio), 71-89.

305
Kempf, M. (2018). Xennials: a microgeneration in the workplace. Industrial and

Commercial Training, 50 (3), 136-147 DOI 10.1108/ICT-08-2017-0065

Kohlberg, L. (1966). A cognitive-delopmental analysis of children's sex role concepts

and attitudes. En Maccoby E.C. (ed.), the development of sex differences, 82-173,

Stanford University press, Stanford, CA.

Kozak, G. (2008). El lesbianismo en venezuela es asunto de pocas páginas: literatura,

nación, feminismo y modernidad. Revista Iberoamericana, LXXIV, (225), 999-

1017

Kraft-Ebing, R. (1894/2012). Psychopathia Sexualis. Recuperado de

www.forgottenbooks.org.

Lacan, J. (1965). Clase 15, en Seminario 12: Las Psicosis. Psikolibro

Lacan, J. (1964/2007a). La sexualidad en los desfiladeros del significantes. En J. Lacan

Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. (p. 155-167). Buenos

Aires: Paidós.

Lacan, J. (1964/2007b). El sujeto y el Otro: la alienación. En J. Lacan Los cuatro

conceptos fundamentales del Psicoanálisis. (p. 211-223). Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1964/2007c). Del amor a la líbido. En J. Lacan Los cuatro conceptos

fundamentales del Psicoanálisis. (p. 194-210). Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1969). Clase 4: el amo y la histérica. En Seminario 17: el reverso del

306
psicoanálisis. Psikolibro.

Lacan, J. (1973/2008). Seminario 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1974). Clase 1. En Seminario 22: R.S.I. Psikolibro.

Lagarde, M. (1996). Género y feminismo: Desarrollo humano y Democracia. España:

Horas y Horas.

Lamas, M. (1999). Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género. Papeles

de Población, (julio-septiembre), 147–178.

Laurent, E. (2016). El racismo 2.0. El Psicoanálisis (28). Recuperado de

http://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-28/4502

Leibniz, G. (1846/2005). Tratados Fundamentales: Discurso de Metafísica. Argentina:

Losada.

León, M. y Rangel, K. (2017). Dominación y Sumisión: Más allá de una práctica

sexual (Trabajo de grado de licenciatura, no publicado) Universidad

Metropolitana, Caracas, Venezuela.

Leyva, G. (Ed.). (2005). La Teoría Crítica y las tareas actuales de la crítica (1ra ed.).

España: Universidad Autónoma Metropolitana.

Litvinoff, D. E. (2015). Teorías contemporáneas del sujeto. De la crítica de la

concepción esencialista a las estrategias para resistir el poder. Revista de Filosofía,

6(1), 43–57. https://doi.org/10.5281/ZENODO.17915

307
Locke, J. (1690/2005a). Segundo tratado sobre el gobierno civil:un ensayo

concerniente al verdadero origen, alcance y finalidad del gobierno civil. Buenos

Aires: Universidad Nacional de Quilmes-Prometeo libros.

Locke, J. (1690/2005b). Ensayo sobre el entendimiento humano. México: Fondo de

Cultura Económica.

López, F. (1984). La adquisición del rol y la identidad sexual: función de lafamilia.

Infancia y aprendizaje, 7(26), 65-75. doi:10.1080/02103702.1984.10822034

López-Arranz, Z. (2011). Los modos de goce en la postmodernidad. Tesis

Psicológicas, 6, 89-101.

López- De La Vieja, M. (Ed.). (2000). Feminismo: del pasado al presente. Recuperado

http://books.google.co.ve/books?id=VbwK6vfai4oC&lpg=PP1&hl=es&pg=PP1

#v=onepage&q&f=false

López-Penedo, S. (2008). El laberinto queer: La identidad en tiempos de

neoliberalismo. Barcelona, España: Editorial EGALES.

López-Silva, P. (2013). Realidades, Construcciones y Dilemas: Una revisión filosófica

al construccionismo social. Cinta de Moebio, (46), 9–25.

https://doi.org/10.4067/s0717-554x2013000100002

Louro, G., (2019.) Currículo, género y sexualidad. Lo “normal”, lo “diferente” y lo

“excéntrico". Descentrada, 3 (1), 1-7.

308
Lozano, I. (2009). El significado de homosexualidad en jóvenes de la ciudad de

México. Enseñanza e investigación en Psicología, 14, (1), 153-168.

Marcial, R. (2009). Identidad y representaciones del cuerpo en jóvenes gays de

guadalajara. La Ventana, 29, 7-31.

Marín, J. (2016). El derecho a la educación sexual: análisis de los saberes de las

sexualidades oprimidas y la construcción del sujeto de la diversidad sexual en el

paradigma crítico de los derechos humanos (Trabajo de Grado de Maestría, no

publicado). Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México.

Markus, H, Crane, M, Bernstein, S y Siladi, M. (1982). Self-Schemas and Gender

Hazel. Journal of Personality and Social Psychology, 42(1), 38–50.

Márquez, C. (2012). Sujeto, capitalismo y psicoanálisis. Caracas: Grafismo Taller

Editorial y Fondo Editorial Tropykos.

Márquez, N. (2009). ¿Qué es un niño? Revista Virtual de Ciencias Sociales y Humanas

“PSICOESPACIOS,” 3 (3).

Marx, K. (1932/1968): Manuscritos de 1844: Economía política y filosofía. Buenos

Aires: Arandu.

Maurera, M. y Natera, E. (2017). “El decir de un cuerpo en el ballet” Construcción de

una identidad sexual. (Trabajo de grado de licenciatura, no publicado)

Universidad Metropolitana, Venezuela.

309
Mead, G. . (1972). Espíritu, persona y sociedad. Madrid, España: Paidós.

Melchor, P., Flores, I., Rodriguez, R., Vázquez, M. Flores, R. (2019). Empleabilidad

de la Generación de los Millennials. XIKUA Boletín Científico de la Escuela

Superior de Tlahuelilpan, 13, 54 – 61.

http://dx.doi.org/10.29057/xikua.v7i13.3557

Melón, M. (2018). La familia: Principal contexto de aprendizaje de los roles de género

(Trabajo de grado de licenciatura, no publicado) Universidad de Valladolid,

España.

Miller, J. (2005). Psicoanálisis y sociedad. Freudiana, 43, 7-30. Recuperado de

http://www.freudiana.com/revistas.php?idrevista=36

Miller, J.A. (2017, abril 19). "Yo soy...", "Todos somos..." El psicoanálisis ante las

nuevas identidades. [Mensaje de blog en la web]. Recuperado de XVI Jornadas de

la ELP. 11-12 Noviembre 2017 -Argumento-

Mogrovejo, N. (2008). Diversidad Sexual: un concepto problemático. Revista Trabajo

Social, 8, 62–71.

Molina, N (2013). Discusiones acerca de la Resignificación y Conceptos Asociados.

Revista MEC-EDUPAZ, 3 (sept-marzo), 39-63.

Molina-Gallo. (2018). Modelo de fidelizacion de los consumidores milennials en la

ciudad de guayaquil. (Trabajo de grado de licenciatura, no publicado)

310
Universidad de Guayaquil, Ecuador.

Montero, M. (1995) El sentido y la medida: Reflexiones sobre el método.

Comportamiento, 4, 65-80

Montesinos, R. (2004). Los cambios de la masculinidad como expresión de la

transición social. El Cotidiano, 20 (126), 0-16.

Monticelli, M. y Tojo, C. (2016). Padres e Hijos de la Era Audiovisual: Construcción

de la sexualidad a través de las expresiones en medios audiovisuales (Trabajo de

grado de licenciatura, no publicado) Universidad Metropolitana, Caracas,

Venezuela.

Mora, L. (2007). La familia en la sociedad de hoy. Vivencias de venezolanos de clase

media, Athenea Digital, 11(primavera), 56-82

Mora, L., Otálora, C. y Recagno-Puente, I. (2005). El Hombre y La Mujer Frente al

Hijo: Diferentes Voces Sobre su Significado. Psykhe, 14 (2), 119 – 132.

Moreno, A. (1993/2015). El aro y la trama: El mundo de vida popular. En A. Carosio,

A. López, y L. Bracamonte, Antología del pensamiento crítico venezolano

contemporáneo (pp. 233-262). Buenos Aires: Clacso.

Moreno, A. (1997). La Familia Popular Venezolana. Caracas: Centro de

Investigaciones Populares Caracas. Recuperado de:

https://books.google.co.ve/books?id=6kdOvaOgxMMC&printsec=frontcover&d

311
q

Moreno, A. (2012). La Familia Popular Venezolana. Temas de Formación

Sociopolítica, (15), 5-20.

Morín, E. (1994). La noción de sujeto. In D. Fried-Schnitman (Ed.), Nuevos

paradigmas, cultura y subjetividad (pp. 67–89). Buenos Aires: Paidós.

Muñoz, C. (2004) Identidades translocales y orientación sexual en Caracas:

arqueología, genealogía y tecnologías de la orientación sexual (1ra ed.) Caracas,

Venezuela: CiPost, Faces UCV. Recuperado de

http://www.globalcult.org.ve/monografias.htm

Natera, V. y Soilán, C.(2017). El arte de la transformación”: Vivencia del drag queen

en Venezuela (Trabajo de grado de licenciatura, no publicado) Universidad

Metropolitana, Caracas, Venezuela.

Navarrete, R. y Castro, H. (2006). Por fin estudios de diversidad sexual en

Venezuela. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 12(3), 119-124.

Recuperado de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-

64112006000300006&lng=es&tlng=es.

Nietzsche, F. (1868/2011). Así habló Zaratustra. España: Alianza Editorial

Organización Mundial de la Salud (2018) La salud sexual y su relación con la salud

reproductiva: un enfoque operativo. Recuperado de

312
https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/274656/9789243512884-

spa.pdf

Otálora, C. y Mora, L. (2004). La Familia Popular Venezolana: el Significado de

Infidelidad en el Contexto de la Pobreza. CDC. 21 (55), 77 – 102.

Ovejero, A. (2015). Psicología Social e Identidad: Dificultades para un Análisis

Psicosociológico. Papeles Del CEIC, 124, 1 – 17. Recuperado de

http://dx.doi.org/10.1387/pceic.14314

Pacheco, G. (2009). De la otredad a la identidad: perspectivas de teoría feminista de

fines del siglo XX. Revista de Lenguas Modernas, 10, 353-359.

Pagés, J. (1994). La didáctica de las ciencias sociales, el currículum y la formación del

profesorado. Signos teoría y práctica de la educación, 5 (13), 38-51.

Páramo, P. (2008). La construcción psicosocial de la identidad y del self. Revista

Latinoamericana de Psicología, 40 (3), 539–550.

Pascal, B. (Trans. 1999). Pensées and other writings. Gran Bretaña: Clays Ltd.

Peña, J.A. (2015). Arcoíris documental: tejido del activismo sexodiverso en Venezuela.

Questión, 1 (48), 168-187.

Perera, J. (2017). “No es una transición, yo simplemente soy así”: Construcción de la

identidad bisexual en adultos venezolanos (Tesis de grado de licenciatura, no

publicada) Universidad Metropolitana, Caracas, Venezuela.

313
Perera, J., y Arenas, Y. (2019). Development of Bisexuality identity. Ciência & Saúde

Coletiva, 24 (5), 1669-1678.

Preciado, B. (2002). “Manifiesto contra-sexual. Prácticas subversivas de identidad

sexual”. Recuperado de: http://www.anagrama-ed.es/PDF/fragmentos/A_424.pdf

Preciado, B. (2003). Multitudes queer. Notas para una política de los "anormales".

Revista Multitudes. 12. Recuperado de http://antroposmoderno.com/antro-

articulo.php?id_articulo=1028.php

Pujal i Llombart, M. (2004). La identidad (el self). En Ibañez-Gracia, Introducción a

la Psicología social (págs. 93-138). Barcelona: UOC.

Quinet, A. (2006). Las realidades sexuales y el inconsciente. Heteridad 6: Internacional

de los Foros y Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.

Raíces-Montero, J. (2010). Glosario. Un cuerpo: mil sexos. Buenos Aires: Topía.

Ramírez, C. (2008). Concepto de género: Reflexiones. Ensayos, 8, 307–314.

Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3003530

Ramírez, M. (2001). Género y familia. Revista de trabajo social, 3, 159-161.

Recagno-Puente, I. (2002). Socialización familiar de la adolescente en familias

populares. Género, vida cotidiana y maternidad. En: I. Recagno-Puente (Ed.).

Educación y familia: proyecciones sociales y educativas (pp. 77 - 100). Caracas:

Fondo Editorial de Humanidades, Universidad Central de Venezuela.

314
Recagno-Puente, I., Otálora C. y Mora, L (2006). Género y adolescencia en familias

populares. Psicología, 35, (1), 2-25.

Richards, C., Pierre- Bouman, W., Seal, L., Barker, M., Nieder, T., y T’Sjoen, G.

(2016). Non-binary or genderqueer genders. International Review of Psychiatry,

28 (1), 95-102, DOI: 10.3109/09540261.2015.1106446

Rios, V., Amundaray, A. y Arenas, Y. (2019). Vivencias de las prácticas sexuales

asociadas al BDSM: los límites contemplados dentro de lo Sano, Seguro y

Consensuado. Ciência & Saúde Coletiva, 24 (5),1679-1688.

Rocha-Buelvas, A. (2014). El riesgo suicida y los significados de las minorías sexuales:

Un reto para la salud pública. Rev. Fac. Med, 63,(3), 537-544.

Rodríguez, M., y Silva, A. (2018). “Pudo más el amor que le tenía que su orientación

sexual”: Vivencias de padres con hijos homosexuales (trabajo de grado de

Licenciatura no publicado). Universidad Metropolitana. Caracas, Venezuela.

Rodríguez-Madera, S., y Toro-Alfonso, J. (2002). Ser o no Ser: La transgresión del

género como objeto de estudio de la psicología. Avances en Psicología Clínica

Latinoamericana, 22, 1-33.

Rodríguez, J. (1989). Concepto de identidad personal. Universidad de las Américas,

Puebla, México.

Rubin, G. (1986). El Tráfico de Mujeres: Notas sobre la “economía política" del sexo.

315
Nueva Antropología, VIII (30), 95-145.

Ruiz, M. (2009) Discursos y prácticas Queer en los movimientos feministas Vascos

(trabajo de grado de Maestría, no publicado) Universidad del País Vasco.

Recuperado de

https://addi.ehu.es/bitstream/handle/10810/15042/Discursos%20y%20prácticas

%20queer_Maria%20Ruiz%20Torrado.pdf?sequence=1

Ruiz, N. (2011). Significaciones Imaginarias Sociales Sobre la Homosexualidad en la

Prensa Escrita de Venezuela. Psicoperspectivas, 10(2), 202-

223. https://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-Vol10-Issue2-fulltext-152

Sánchez-Olvera, A. (2009) Cuerpo y sexualidad, un derecho: avatares para su

construcción en la diversidad sexual. Sociológica, 24 (69), 101-122.

Sandoval-Moya, J. (2010). Construccionismo, conocimiento y realidad: una lectura

crítica desde la Psicología Social. Rev.Mad, 23, 31-37.

Sarlé, P. (2005). El análisis cualitativo: un ejemplo de empleo del MCC (método

comparativo constante). Primera parte. Infancia en Red [versión electrónica].

Recuperado de

http://www.educared.org.ar/infanciaenred/margarita/etapa2/PDF/011.pdf

Scandroglio, B., López, J. y Sebastián, M. (2008). La Teoría de la Identidad Social:

una síntesis crítica de sus fundamentos, evidencias y controversias. Psicothema,

20(1), 80–89.

316
Sharim, D. (2005). La Identidad de Género en Tiempos de Cambio: Una Aproximación

Desde los Relatos de Vida. Psykhe, 14 (2), 19-32.

Simons, H. (2011). El estudio de caso: Teoría y práctica. Madrid: Ediciones Morata

Soley-Beltrán, P.(2014) Transexualidad y Transgénero: una perspectiva bioética.

Revista de Bioética y Derecho, 30, (enero), 21-39. Recuperado de

http://scielo.isciii.es/pdf/bioetica/n30/original2.pdf

Stake, R. (1999). Investigación con estudios de casos. Madrid: Ediciones Morata

Stein, L. (2010) Rol sexual, rol de género y poder. Costa Rica: Instituto Interamericano

de Derechos Humanos. Recuperado de

http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/docente/pd-000124.pdf

Steinke, I. (2004). “Quality Criteria in Qualitative Research”. En A Companion to

Qualitative Research. Flick, U., von Kardoff, E. & Steinke, I. (Eds.). Sage

Publications Ltd., London,.

Stoller, R. (1968/1984). Sex and Gender: The Development of Masculinity and

Femininity. Londres: Karnac Books Ltd.

Strauss, A. y Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa: técnicas y

procedimientos para desarrollar la teoría fundamentada. Colombia: Universidad

de Antioquia.

Taylor, M. L. (2006). Generation NeXt Comes to College: 2006 Updates and Emerging

317
Issues. A Collection of Papers on Self-Study and Institutional Improvement,

2(August), 48–55.

Taylor, S. y Bogdan, R. (1987) La entrevista en profundidad. En Introducción a los

métodos cualitativos de investigación (pp. 100-132). Barcelona, España: Paidós.

Tirado-Serrano. (2004). La identidad (el Self): Introducción. En Ibañez-Gracia (Ed.),

Introducción a la Psicología Social (pp. 93–98). Barcelona, España: UOC.

Torralba, F. (2013). Los maestros de la sospecha. Barcelona, España: Fragmenta

Editorial.

Tovar-Núñez, M. (2013). La diversidad sexual en Venezuela: Notas para una historia

reciente de las organizaciones lésbicas. En R. Navarrete, Historias y culturas de

la diversidad sexual (pp. 173-203). Caracas: Monte Avila Editores

Latinoamericana C.A.

Tajfel, H. y Turner, J.C. (1986). The Social Identity Theory of Intergroup Behavior. En

Political Psychology: Key readings (pp. 367-390). Reino Unido: Taylor & Francis

Ugas, L., y Cendrós, J. (2005). Brecha digital en la difusion de la tecnologías de

Internet para el acceso a la Sociedad Red. Revista de Ciencias Sociales, 11(2),

296-310. Obtenido de

http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-

95182005000200007#1

318
Valles, M. (1999). Técnicas Cualitativas de Investigación Social: Reflexón

metodológica y práctica profesional. Madrid: Editorial Síntesis.

Vera-Gamboa, L. (1998). Historia de la Sexualidad. Revista Biomed, 9, 116–121.

Vethencourt, J. (1974/2011). La estructura familiar atípica y el fracaso histórico

cultural en Venezuela. En S. Villaseñor-Bayardo, C. Rojas-Malpica, y J. Garrabé

de Lara, Antología de textos clásicos de la psiquiatria latinoamericana (págs.

489-494). Guadalajara: Grupo Latino Americano de Estudios Transculturales, a.c.

Viñuales, O. (2006) Identidades Lésbicas. Barcelona, España: Bellaterra.

Viramontes, I. (2011). Machismo, relacion con la identidad social masculina y

ausencia paterna. (trabajo de grado de Maestría, no publicado). Universidad

Autonoma de Nuevo Leon, Monterrey, México.

Weeks, J (1993). El malestar de la sexualidad. Significados, mitos y sexualidades

modernas. Madrid: Talasa Ediciones.

Wilson, E. (1982). ¿Qué es la sociobiología? Teorema: Revista internacional de

filosofía, 12 (3), 237-250.

Yin, R. (1994). Case Study Research: Design and Methods. California: Sage

Production.

Yubero, S. y Navarro, R. (2010). No Title. In L. ; Amador y M. Monreal (Eds.),

Intervención social y género (pp. 43–72). Madrid, España: Narcea, S.A. de

319
Ediciones.

Zárate, J. (2015). La Identidad como Construcción Social desde la Propuesta de Charles

Taylor. EIDOS, 23, 117–134. Recuperado de

http://dx.doi.org/10.14482/eidos.23.189

Zelada, C., (2018). ¿Camino al altar?: El matrimonio igualitario en el Derecho

Internacional de los Derechos Humanos, Iuris Dictio, 22, 155-189.

320
Anexo A: Guion Entrevistas

• Analizar las interpretaciones que se tienen respecto a la sexualidad.

¿Qué significa para usted la sexualidad?

¿Qué elementos conforman para usted la sexualidad de una persona?

¿Cómo ve usted actualmente la sexualidad? ¿Cree que ha cambiado respecto a otras

épocas? ¿Qué opina?

¿Cuál cree usted que es la posición del venezolano frente a la sexualidad? ¿por qué?

• Comprender el significado del género

¿Qué significa la palabra género para usted?

¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando escucha la palabra género?

¿Cuántos géneros cree usted que existen?

¿Qué opinión tiene respecto a si el género “nace o se hace”?

¿Cree que el género de una persona puede variar?

¿Cree que la sociedad y la cultura afecta el género?

• Comprender cómo se comportan las relaciones de género en el contexto


venezolano de la actualidad.

¿Qué es para usted una mujer?

¿Cómo definiría usted lo femenino?

321
¿Existe solo una forma de lo femenino o cree que puede variar?

¿Con qué palabras asocia usted lo femenino?

¿Se identifica usted con esa postura femenina que describe?

¿Qué es para usted un hombre?

¿Cómo definiría usted lo masculino?

¿Existe solo una forma de lo masculino o cree que puede variar?

¿Con que palabras asocia usted lo masculino?

¿Se identifica usted con esa postura masculina que describe?

Hay personas que opinan que ser hombre implica ser masculino y ser mujer implica ser

femenina; hay otras personas que opinan que esto puede variar y por ejemplo existir

mujeres masculinas y hombres femeninos, ¿usted qué cree?

¿Cree que puede haber personas que no entren dentro de estos géneros? ¿Qué opina

sobre ellos?

Según usted, en Venezuela ¿qué significa ser hombre?

Según usted, En Venezuela ¿qué significa ser mujer?

¿Cree que estos significados han cambiado con el tiempo o siguen siendo los mismos

que años atrás?

• Comprender el significado de la diversidad sexual

322
¿Qué significado tiene para usted la frase “diversidad sexual”?

¿A quiénes incluiría dentro de esta categoría?

¿Cómo cree usted que es vista la diversidad sexual en Venezuela?

¿En su opinión con que creen que la diversidad sexual se enfrenta actualmente en

Venezuela y por qué?

323
Anexo B: Información participantes

Andrés: (Hermano de Ana) Padres profesionales jubilados. Su mamá fue docente y su

papá trabajó en computación. Tiene una hermana mayor por parte paterna que vive en

el exterior y otra menor. Estudió en colegio católico. Para el momento de la primera

entrevista vive en apartamento cómodo con ambos padres y su hermana menor y tiene

una relación estable a distancia. En la última fase de recolección de información vive

en España con su pareja.

Carlos: Padres divorciados, dueños de negocio. Estudió en colegio privado laico. Tiene

una hermana mayor. Para el momento de la primera entrevista vive con el papá y tiene

poca relación con la mamá, tiene pareja de larga data estable. Para la última fase de

recolección de información vive en España y terminó la relación.

Ana: (Hermana de Andrés) Padres profesionales jubilados. Su mamá fue docente y su

papá trabajó en computación. Tiene una hermana mayor por parte paterna que vive en

el exterior y otro hermano mayor. Estudió en colegio católico. Para el momento de la

primera entrevista vive en apartamento cómodo con ambos padres y su hermano mayor,

soltera. En la última fase de recolección de información vive en Chile con su pareja.

Julio: Padres divorciados, profesionales. Tiene una hermana menor en relación

homosexual. Se identifica a sí mismo como género no conforme. Ha vivido en

diferentes países entre ellos Estados Unidos e India. Estudió en colegio privado católico

324
en el oeste de la ciudad. Tiene la impresión de que su padre es homosexual.

Actualmente vive solo y está en una relación.

Pedro: Padres divorciados, profesionales. Hijo único. Su familia lo rechaza por su

orientación homosexual. Estudió en colegio privado católico en el oeste de la ciudad.

Para el momento de la primera entrevista vive con la mamá con quien tiene poca

relación y es soltero. En la última fase de recolección de información vive en España.

Clara: Padres divorciados. Estudió en colegio católico. Hermana paterna homosexual

Para el momento de la primera entrevista está casada y vive en Chile en apartamento

con su esposo y no tienen hijos. Actualmente está embarazada.

Norma: Su papá no la aceptaba por su orientación homosexual y pasaron tiempo sin

hablarse. Tiene un hermano menor. Para el momento de la entrevista toda su familia la

acepta y vive con su pareja en Perú.

Manuel: Padres divorciados con buena relación entre ellos. Son dueños de negocio.

Tiene una hermana. En su familia hay varios homosexuales y ambos padres lo aceptan

aun cuando nunca ha conversado el tema con el papá. Vive solo y tiene pareja estable.

Néstor: Padres profesionales médicos. Tiene un hermano menor. Estudió en colegio

privado católico y vivió en Alemania un año de intercambio. Para el momento de las

entrevistas vive en Caracas con un primo y su hermano y está en una relación.

William: Padres casados vinculados a la iglesia evangélica. Su familia era dueña de un

colegio donde estudiaron todos sus hermanos menos él por su feminidad. Tiene dos

325
hermanos mayores y una hermana menor. Sufrió discriminación laboral por su

orientación sexual en dos lugares de trabajo. Trabajó con ONG’s por los Derechos

Humanos de la diversidad sexual. Para el momento de las entrevistas vive en Italia con

su pareja con quien está comprometido.

Laura: Padre profesional y madre ama de casa. Divorciados. Tiene un hermano mayor

y una hermana menor. Estudió en colegio privado católico. Para el momento de las

entrevistas vive con su hermana y tiene una relación de pareja.

Johana: Casada con un hijo pequeño. Vive con su esposo quien no es profesional y su

hijo. Sus padres son profesionales, divorciados. Tiene un hermano y una hermana.

Miriam: Padre ausente y madre proveedora. Su abuela tiene la posición de poder en la

familia. Tiene una hermana. Ella y su hermana son las primeras universitarias en su

familia. Vive con su pareja.

Antonio: Vive con sus padres, profesionales y casados. Lo aceptan como transexual.

También vive con su abuela con quien recientemente retoma relación luego de esta no

aceptarlo. Es hijo único. Estudió en colegio católico. Para el momento de las entrevistas

se encontraba soltero. Dirige una colectiva de transexuales masculinos. Le gusta

travestirse.

León: Padres casados. Su papá era el proveedor y la madre se ocupaba del cuidado de

los hijos. Tiene una hermana. Vive con sus padres y hermana. Actualmente está soltero.

326
Anexo C: Testimonios durante devoluciones

En este anexo destaco algunas citas textuales que dijeron los informantes

durante las entrevistas destinadas a la devolución de resultados:

Dijiste la palabra que estaba pensando...como transición, porque tienen una


gente vieja que tiene más... sabes conceptos e ideas arraigadas...más sólidas para ellos
y bueno pues ...tienes una generación que va surgiendo ...con cosas que ...por lo menos
a mí también… a parte del género hay cosas que yo las veo muy radicales (Néstor, H,
Ht, 22 años)

Las cosas que me dijiste me parecieron buenos resultados. Como te dije, te


felicito por lo que dices: los dos primeros elementos que conseguiste realmente son
elementos que no se discuten, porque incluyen a la heterosexualidad dentro de la
diversidad. Entonces hablar de que la heterosexualidad es vulnerable, es imposible, y
tú estás la estas metiendo en la vulnerabilidad que vivimos todos. Nos estás haciendo
iguales a todos, y esto es un elemento importantísimo de tu investigación ¿Por qué me
gusta? Porque no clasificas, unes. Y nos haces a todos iguales y esa es la realidad
nosotros todos somos iguales desde la humanidad, somos diversos desde nuestra
identidad, pero no tenemos nada de diferente, y eso fue lo que trajo como resultado tu
investigación: donde el heterosexual es vulnerable, porque sufre de lo misma forma
que sufre el homosexual (William, H-A, Hm, 36 años).

Eso está súper interesante (la falta de significantes). Creo que a mí también me
pasó eso en algún momento. Es verdad, estoy de acuerdo con eso. Y claro tiene que ver
mucho con este tema del lenguaje con el nombrarlo (Norma, M, Hm, 31 años).

327
Creo que lo que más me impresiona, porque algo de lo que hablé en la
entrevista, este yo era uno de los que pensaba que toda esa división entre masculino y
femenino ya no tenía sentido y que como tal esos conceptos, en algún momento se iban
a tener que extinguir porque no había utilidad de seguir dividiéndolo y me impresiona
que haya otras personas que lo vieran así, porque es algo a que nos enfrentamos todos
los días (Pedro, H, Hm, 22 años).

Mientras me hablabas me di cuenta obviamente que, yo soy así pues, como que
pa’ un lado, más o menos así pues, como que más o menos estoy agarrando como que
soy homosexual, pero hay cosas de los homosexuales que me molestan que son
tradicionales que también me ha enseñado mi familia y eso y yo las conservo (...)
Totalmente identificado en todo lo que me dijiste, total (Manuel, H, Hm, 26 años).

Pues sí, es posible, en Venezuela el tema de la homosexualidad pues ya está


más o menos asumido, por lo menos en nuestra, en nuestro ámbito, coño jóvenes o
universitarios, con formación, etcétera… pero yo, por lo menos un drag queen todavía
me suena raro (Andrés, H, Ht, 24 años).

Me parece como... me siento full identificada con esto, a lo mejor no lo tenía


tan consciente, no lo había internalizado, de que claramente tengo muchísimos amigos
homosexuales los amo, los adoro, pero a lo mejor sí me impresiona cuando veo por la
calle a un hombre que está transformándose como mujer; en verdad nunca lo había
internalizado, ¡pero es cierto! Es hasta paradójico y todo, ¡sí, te lo juro, no lo había
internalizado nunca! ¡Wow estoy un poco impresionada! me siento full identificada
con lo que me estas comentando (Laura, M, Ht, 21 años).

328
Anexo D: Glosario8

Asexual: personas que no se sienten sexualmente atraídas por nadie (Amnistía

Internacional, Agosto 2020a; para 8).

Bisexual: Una persona que se encuentra emocional, afectiva y/o sexualmente atraída

tanto por personas que percibe como de su mismo género o como de otro género

diferente. Asimismo, también se considera bisexualidad la atracción hacia

individuos independientemente de su género. Esta atracción no tiene por qué

estar dividida proporcionalmente entre los distintos géneros, es decir, indicando

el mismo nivel de atracción hacia cada uno (Amnistía Internacional, Agosto

2020b; Glosario).

Cisgénero: Término utilizado para referirse a la identidad de género de aquellas

personas cuyo género coincide con el sexo asignado al nacer y, en general, con

las expectativas sociales de cómo han de ser y comportarse los hombres y las

mujeres (Amnistía Internacional, Agosto 2020b; Glosario).

Estereotipos de género. Son ideas, prejuicios, creencias y opiniones simplificadas,

preconcebidas e impuestas por el medio social y cultural, con respecto a las

8
Todas las definiciones aquí presentadas son extracciones textuales de los autores
debidamente citados y referenciados.

329
funciones y los comportamientos que deben realizar hombres y mujeres, así

como a su comportamiento sexual (Herrera, A., 2011; p.32).

Expresión de género: se refiere a la presentación individual del género de cada uno a

través de la apariencia física –lo que incluye la vestimenta, accesorios y estética

individual–, los gestos, la forma de hablar, los patrones de comportamiento, el

nombre y otras formas de referencia personal. La expresión de género no tiene

por qué corresponderse con la identidad de género de esa persona o con los

tradicionales roles de género de una determinada sociedad (Amnistía

Internacional, Agosto 2020b; Glosario).

Gay: Una orientación sexual que describe a una persona –en el mundo hispanohablante,

a diferencia de en el anglosajón, se refiere generalmente a hombres– que se

siente atraída emocional, afectiva y/o sexualmente hacia las personas que

percibe como de su propio género (Amnistía Internacional, Agosto 2020b;

Glosario).

Género fluido: Una persona de género fluido no tiene una sola forma de experimentar

el género, sino que se identifica con varias formas de expresar y vivir su género.

En algunos momentos pueden sentir más afinidad con lo femenino, en otros con

lo masculino, en otros con un género más neutro e incluso pueden sentir

afinidad con más de un género a la vez (Amnistía Internacional, 2019; p.24).

330
Género no conforme: Forma de describir a las personas cuya identidad, rol o expresión

de género no coinciden con lo prescrito para el sexo que tienen asignado en una

cultura o periodo histórico determinados (Amnistía Internacional, 2018; p.10).

“Genderqueer”: Anglicismo que hace referencia a las identidades de género no

binarias, vale decir que no se identifican con el género “masculino” o

“femenino”. (Amnistía Internacional, 2019; p.28).

Heteronormatividad. Predominio del patrón heterosexual en las relaciones sexuales y

sociales. (Herrera, A., 2011; p.36).

Heterosexualidad. Afinidad psicoafectiva-sexual con personas del sexo opuesto.

Relación entre personas de diferentes sexos (Herrera, A., 2011; p.36).

Homosexual: Es una persona que se siente atraída emocional, afectiva y/o sexualmente

por personas que percibe como de su mismo género. Este término está

considerado en algunos países de forma estigmatizante, dado que en el pasado

ha sido utilizado para denominar a un tipo de enfermedad mental (Amnistía

Internacional, Agosto 2020b; Glosario).

Identidad de género: Vivencia interna e individual del género tal como la persona lo

siente profundamente, que puede o no coincidir con el sexo que se le asignó al

nacer (Amnistía Internacional, 2018; p.10).

Intersexualidad: La intersexualidad es un concepto utilizado para referirse a aquellas

personas cuyas características sexuales no se corresponden con los estándares

331
existentes atribuidos a la tradicional anatomía reproductiva o sexual de hombres

y mujeres. Entre esas características pueden incluirse características sexuales

primarias, como los genitales internos y externos, los órganos reproductores,

las hormonas y los cromosomas sexuales o características sexuales secundarias,

como el vello corporal o la menstruación, que se hacen patentes en la pubertad.

Las personas intersexuales nacen con variaciones en sus características

anatómicas, hormonales y/o genéticas que socialmente no se consideran ni

totalmente femeninas ni totalmente masculinas; pudiendo presentar una

combinación de ambas o ninguna. Existen muchas formas de intersexualidad;

se trata de un espectro o un término general, más que de una categoría única

(Amnistía Internacional, Agosto 2020b; Glosario).

LGTBI. Es la sigla que designa colectivamente a lesbianas, gays, transgénero,

bisexuales e intersexuales. Su actual uso enfatiza aquella diversidad basada en

la sexualidad, la identidad y la expresión de género. Se aplica a las personas que

no adscriben a la matriz heterosexual ni a la normativa binaria de género

(Herrera, A., 2011; p.42).

Lesbiana: Una orientación sexual que describe a una mujer que se siente atraída

emocional, afectiva y/o sexualmente por otras personas que percibe como

mujeres (Amnistía Internacional, Agosto 2020b; Glosario).

Orientación sexual Capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción

emocional, afectiva y sexual por personas del sexo opuesto, del mismo sexo o

332
de más de un sexo y de mantener relaciones íntimas y sexuales con ellas

(Amnistía Internacional, 2018; p.11).

Pansexual: personas que se sienten atraídas por otras personas, al margen de su género

(Amnistía Internacional, Agosto 2020a; para 8).

Queer: La palabra “queer” aparece en la lengua inglesa durante el siglo XVIII para

designar a personas no heterosexuales o no heteronormadas. Sin embargo, en

los años 80 esta palabra es reivindicada y dejó de ser un instrumento de

represión social, para pasar a ser la forma en que muchas personas

homosexuales, bisexuales y trans se autodenominaron (Amnistía Internacional,

2019; p.28).

Roles de género: Son las tareas o papeles que se le asignan a hombres y mujeres en la

sociedad, los cuales se convierten en modelos a seguir, o sea en estereotipos

(Herrera, A., 2011; p.51).

Transgénero: Término utilizado para describir a las personas cuya expresión y/o

identidad de género no se ajustan a las expectativas convencionales basadas en

el sexo que se les asignó al nacer (Amnistía Internacional, 2018; p.11).

Travesti: El término travesti designa a la persona que a menudo, pero no

constantemente, lleva ropa asociada principalmente a un género distinto del que

se le asignó al nacer (Amnistía Internacional, 2019; p.27).

333

View publication stats

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy