Resumen Conferencia Constantino

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RESUMEN CONFERENCIA CONSTANTINO Y EL CRISTIANISMO:

En el siglo III d.C., el Imperio Romano enfrentaba una grave crisis interna que
debilitó a las grandes dinastías imperiales, como los Julio-Claudios, Flavios,
Antoninos y Severos. A medida que aumentaban los desafíos políticos,
económicos y militares, el sistema de sucesión dinástica se desmoronó.

Esto permitió el surgimiento de una nueva figura política: los emperadores-


soldado, oficiales militares que, en un corto período de tiempo, lograrían dominar
el Imperio. La mayoría de ellos provenían de los Balcanes, conocida por su férrea
tradición militar.

Entre estos oficiales se encontrará Diocleciano, quien tomó el poder en 284 d.C. y
gobernó hasta su abdicación en 305. Este fue un emperador que marcó un antes y
un después en la historia del Imperio Romano por las reformas fiscales,
económicas, militares y administrativas que llevó a cabo.

La creación de la Tetrarquía, una innovadora forma de gobierno fue una de sus


reformas más significativas. Este sistema de gobierno dividía el poder imperial
entre cuatro emperadores: dos con el título de Augusto, quienes tenían la mayor
autoridad, y dos Césares, quienes estaban subordinados a los primeros. Esta
reorganización se llevó a cabo en aras de prevenir conflictos dinásticos por el
poder, mediante la implementación de una forma de meritocracia en la selección
de los emperadores. Sin embargo, en la realidad, esta meritocracia estaba
limitada, debido a que la mayoría de los emperadores elegidos eran oficiales
militares de ascendencia iliria.

Constancio Cloro, quien fue nombrado Augusto de Occidente, fue uno de los
tetrarcas más destacados. No obstante, su hijo Constantino no recibió el nombre
de César, lo que lo excluyó del sistema oficial de sucesión. Después de la muerte
de su padre en 306 en Eboracum (hoy York, Inglaterra), Constantino fue
proclamado emperador por sus tropas, lo que, según la estructura legal de la
tetrarquía, fue una usurpación del poder. Esta declaración ilegal provocaría una
serie de conflictos dentro del sistema tetrárquico, lo que marcaría el comienzo de
las disputas por el control del Imperio.

Constantino demostró su habilidad como estratega tanto en política como en


guerra en los años siguientes. A pesar de su difícil comienzo, logró establecer su
influencia en las regiones occidentales del Imperio. Para lograrlo, se enfrentó a
Majencio, otro hijo de un tetrarca que, en 306, se había autoproclamado
ilegalmente emperador en Roma, imitando a Constantino.
Así, la disputa entre Constantino y Majencio desembocó en la conocida batalla de
Puente Milvio en octubre de 312. Constantino ganó esta batalla, asegurando su
control sobre Occidente. Posteriormente, se vinculó este éxito de manera
propagandística a una presunta intervención divina. De esta manera, la tradición
dice que Constantino tuvo un sueño en el que se le instaba a colocar el crismón,
el símbolo de Cristo, en los escudos de sus soldados, prometiéndole la victoria
bajo la protección del Dios cristiano.

El sistema de la tetrarquía comenzó a desmoronarse con la victoria de


Constantino en Puente Milvio, que consolidó su control sobre el Imperio
Occidental. A pesar de que el sistema estaba en funcionamiento formalmente, la
figura de Constantino se convirtió en la verdadera autoridad. En los años
posteriores, Constantino se concentró en derrocar a los demás tetrarcas para
convertirse en el único emperador del Imperio Romano.

El ascenso de Constantino no solo transformó la política del Imperio, sino que


también marcó un punto de inflexión crucial en la historia del cristianismo.
Aunque el cristianismo había surgido en las provincias orientales del Imperio
como un movimiento religioso de origen judaico, pronto comenzó a atraer a
numerosos gentiles no judíos, especialmente en las áreas de habla griega. Siendo
así que, a comienzos del siglo III, las comunidades cristianas estaban ya bien
organizadas, con jerarquías eclesiásticas lideradas por obispos, y su influencia
continuaba creciendo en todo el Imperio. Constantino, al percibir la creciente
cohesión y organización de los cristianos, comenzó a establecer una relación más
cercana con esta religión, aunque inicialmente no era cristiano.

Durante los primeros años de su gobierno, Constantino favoreció discretamente a


las comunidades cristianas, otorgándoles privilegios, como acceso a los medios
de transporte público del Imperio y un mayor apoyo económico. A pesar de esto,
continuaba adorando a los dioses romanos tradicionales, especialmente a Marte y
Sol Invictus. Un evento clave en su política de tolerancia hacia el cristianismo fue
el Edicto de Milán, promulgado en 313 en conjunto con Licinio, emperador de
Oriente. Este edicto otorgó libertad religiosa a todos los ciudadanos del Imperio, lo
que permitió a los cristianos practicar su fe libremente y recuperar las
propiedades que les habían sido confiscadas durante las persecuciones
anteriores. Este edicto marcó el inicio de una nueva era de tolerancia hacia el
cristianismo, la cual se consolidaría cuando Constantino derrotara a Licinio en
324 y se convirtiera en el único emperador.

Con el paso del tiempo, Constantino comenzó a acercarse más al cristianismo,


tanto por razones religiosas como políticas. Era consciente de la importancia que
tenía una religión bien estructurada para el mantenimiento del orden imperial. Sin
embargo, también se dio cuenta de las profundas divisiones internas dentro del
cristianismo: la controversia arriana, que cuestionaba si Cristo era de la misma
sustancia que Dios, generaba una gran fractura en la iglesia cristiana.

En un intento de resolver esta división, en 325 Constantino convocó el Concilio de


Nicea, el primer concilio ecuménico de la iglesia cristiana. Este concilio fue clave
para definir la ortodoxia cristiana, y uno de sus logros más importantes fue la
afirmación de la consustancialidad entre el Padre y el Hijo. Aunque las disputas
teológicas no se resolvieron completamente, el Concilio de Nicea sentó las bases
para la unificación de la doctrina cristiana.

A pesar de su creciente vinculación con el cristianismo, como hemos dicho


anteriormente, Constantino no rompió totalmente con las religiones tradicionales
romanas. Esto se evidencia en la acuñación de monedas en honor a dioses como
Marte y Apolo, lo que demuestra que Constantino aún mantenía cierto respeto por
las creencias romanas tradicionales. A nivel personal, su vida estuvo marcada por
episodios sombríos, como la ejecución en 326 de su hijo Crispo y de su esposa
Fausta, en circunstancias que nunca fueron completamente aclaradas.

Consolidado como único emperador, Constantino también dejó su huella en la


arquitectura cristiana, promoviendo la construcción de importantes iglesias en
Roma y en Tierra Santa, con el apoyo de su madre, Santa Elena.

En sus últimos días, cuando cayó gravemente enfermo en 337, Constantino se


bautizó, cerrando así su relación con el cristianismo. Aunque su conversión final
fue sincera, su trayectoria religiosa nunca fue completamente lineal.

El legado de Constantino no solo transformó el Imperio Romano, sino que también


sentó las bases del mundo cristiano medieval. Su apoyo al cristianismo y su
intervención en las disputas teológicas moldearon la historia de Occidente,
creando un vínculo entre el poder político y la religión que persistiría durante
siglos. La fundación de Constantinopla, así como la institucionalización del
cristianismo como la religión predominante del Imperio, marcaron un antes y un
después en la historia de Roma y Europa.

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