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Humanidades I

Progresión 5. Categoría: Experiencias. Temas: Experiencia/Historia. Actividad 9

Nombre del alumno:

Componente Básico y Propedéutico: _______

LA PERSONA EN LA HISTORIA

Las personas a lo largo del tiempo de la humanidad ha contemplado una serie de acontecimientos
evolutivos, históricos y sociales que han influenciado sobre su condición para que sea cada vez más
idónea al momento de discriminar lo negativo y agotador para el ser humano, quien ha sido capaz
de discernir lo ético y moralmente correcto, a fin de conseguir un “pensamiento reflexivo” en
referencia a su espacio y tiempo, es decir, según la época histórica en la que se ha vivido, se han
determinado ciertos códigos de conducta de lo que es considerado correcto, lo que es y se espera
de una persona. Estos hábitos son examinados por las ciencias biológicas, socioeconómicas y
políticas, las cuales intentan proyectar su dominio sobre la filosofía tradicional y religión, a través
de afirmaciones o interpretaciones erróneas de los conceptos poco explorados en su debido
momento. El pasado del hombre se conecta frecuentemente para afrontar los problemas
expuestos en cada generación, y mediante este proceso es posible diseñar y construir un futuro
mejor; por ello Víctor Frankl señalaba que “el hombre se determina a sí mismo, no se limita a
existir, sino que decide cómo será su existencia, en qué se convertirá en el próximo minuto”. Por lo
tanto, lo propio del hombre no es conformarse a la realidad sino mejorar sus cualidades a través de
elecciones y decisiones. El concepto de persona a lo largo de la historia ha cambiado, lo que
incluye la manera en que se ha concebido a sí mismo, desde la antigüedad, como en la Grecia
clásica con la filosofía tradicional hasta las corrientes modernas donde se limita al ser humano a
sus pensamientos, emociones y placeres, así como poner en tela de juicio su dignidad e integridad.
En la actualidad, la persona recibe influencias culturales e ideológicas que penetran su
pensamiento y crean estereotipos carentes de sustento, donde (como señala Edith Stein) es capaz
de representarse a sí misma y a otros a través de ciertos iconos, útiles para su representación. Esto
nos lleva a la pregunta ¿Está dispuesta la persona a sacrificar su ser a una imagen propuesta a fin
de tener popularidad, dinero y poder, o tal vez ser parte de un gran movimiento de masas ausentes
de identidad, como lo ha hecho a lo largo de la historia? El tiempo de pandemia trajo consigo
interrogantes y dejó grandes lecciones, no sólo porque nos enseñó a valorar la propia vida y la de
los demás, sino también porque nos hizo testigos de diversas formas de atentar sobre este
derecho, la dignidad e integridad de la persona, ya sea a través de vicios o quizá de manera más
“formal” con la promoción de nuevas leyes a nivel mundial. Por ejemplo, tal es el caso del elevado
consumo de drogas en los jóvenes, los cuales buscan refugiarse en este tipo de estimulantes a fin
de causar una sensación placentera de bienestar, con la única intención de escapar de un trágico
período en su vida.

Para poder entender cómo se ha visto a la persona y que tú como estudiante puedas definir como
percibes tu humanidad, es necesario que revisemos qué es lo que se esperaba de una persona en
cuanto a su forma de vivir, como su concepción

CÓDIGOS MORALES DEL PASADO.


GRECIA ANTIGUA

El concepto de persona surge Grecia y se utiliza para referirse a aquel actor que a través de una
máscara (prósopon) interpreta a un personaje; en otras palabras, el actor aprovecha la
identificación del personaje y sin distinción disfruta de este estado para aliarse de una dignidad y
autoridad fuera de él, que no sólo le permitió describir y transmitir emociones del personaje a
presentar sino también las propias. Esta primera noción reveló el camino para construir un
concepto adecuado sobre la persona, donde se incluirá al ser y la esencia. Esa configuración de
persona que se dio históricamente, se vinculó con su concepción de ciudadano, debido a que en la
antigua Grecia uno de los elementos característicos eran las polis. Para ser considerado ciudadano
en la Grecia antigua, se estableció, bajo el gobierno de Pericles, que ciudadano es todo varón, hijo
legítimo de padre y madre atenienses, de más de veinte años de edad. No ciudadanos eran los
esclavos —un número importante—, condición a la que se llegaba por ser prisionero de guerra,
pero también por ser un ciudadano que no pudo pagar sus deudas, con lo cual los más pobres eran
privados fácilmente de sus derechos políticos. Hacia el 500 a.C. se abolió la esclavitud por deudas.
Tampoco tenían el estatus de ciudadanos los extranjeros, que eran habitantes de segunda, con
restricciones tan graves como no poder ser propietarios o no tener igualdad legal. Entre los
mismos ciudadanos las diferencias estaban dadas por los ingresos, ya desde el principio del
proceso: los más ricos tienen más derechos que los pobres; para la participación política, el grado
de riqueza es importante: se necesitan medios de subsistencia para poder asistir a la asamblea, los
tribunales y ejercer cargos. Es decir, que para que el ciudadano dispusiera de tiempo de ocio, debía
tener esclavos que realizaran el trabajo en sus tierras; de lo contrario, su participación se restringía
o directamente se anulaba. El código ético estaba enfocado ya sea en la felicidad o en la virtud
(según la escuela ética que se siguiera), pero ambas se relacionaban con la reflexión y el
conocimiento; ya que para la cultura griega era importante el cultivo de la filosofía, las artes, la
política y la guerra, incluso el deporte (hay que recordar que es ahí donde surgen las Olimpiadas.
Poseían una religión politeísta, donde se rendía culto a numerosas deidades mayores y menores,
reunidas en el panteón Olímpico. Eran lideradas por Zeus, dios padre y de los cielos, junto a sus
hermanos Poseidón, dios de los mares, y Hades, dios del Inframundo; cada ciudad-estado tenía
independencia, aunque compartían elementos comunes de estilo de vida; cabe destacar la vida de
los espartanos. La constitución de Esparta, también conocida como la Gran Retra (del griego
Μεγάλη Ῥήτρα, que literalmente significa "Gran Dicho" o "Proclamación"), es la ley fundamental
que regía a los espartanos, atribuida a Licurgo. Instituida tras finalizar las guerras mesenias a
finales del siglo VIII a.C., a fin de garantizar su subsistencia se instituyó la «eunomia» o igualdad de
todos ante la ley, con el propósito de eliminar privilegios y descontentos. Todos los miembros de la
ciudad tenían que hacer sacrificios, tanto la corona como la aristocracia y el pueblo. La mayor parte
de los poderes políticos y administrativos de Esparta estaría en manos de la Gerusía (también
llamada la justicia de los ancianos), dirigida por hombres mayores de 60 años de edad, quienes
tendrían rápida comunicación al Oráculo de Delfos, y tomarían cualquier decisión que atañera al
conjunto de la ciudadanía espartana (homoioi). Los reyes de Esparta recibían una educación igual a
los demás espartanos, pero tan pronto finalizaban sus estudios recibía la instrucción necesaria para
ocupar el poder. Todo ciudadano espartano nacía para la guerra, para proteger el estado y viviría
en equidad con todos los ciudadanos de Esparta, vestiría una túnica roja y llevaría el cabello largo
para que se le identificase como tal. En Esparta se consideraba que todo ciudadano le pertenecía y
correspondía al estado, por lo que a lo largo de su vida los espartanos cumplían siempre una labor
diferente en la sociedad: los ancianos de la ciudad debían examinar al menor; si el bebé era
considerado demasiado débil o deforme, era ejecutado para no manchar el nombre de Esparta.
Desde que nacía, se le debía enseñar al niño espartano los aspectos de la sociedad. Al cumplir siete
años, los jóvenes espartanos debían partir de su hogar y ser educados en la comuna donde
recibían su instrucción militar y civil, aprendían los principios de defensa y tomarían la definitiva
identidad espartana. En la comuna no se servía comida. Por el contrario, se le enseñaba al joven
espartano a escabullirse para robarle a los campesinos (siervos sin derecho a ciudadanía) y así, de
este modo desarrollar su sigilo. También se le enseñaba a volver a la comuna para no ser castigado.
A partir de los doce años un joven espartano podía conseguir pareja. Cuando cumplía 21 años, el
joven ya era considerado como «un legítimo ciudadano espartano» y se graduaba de la Agogé
(escuela), el espartano debía someterse a una última prueba: se enviaban a los estudiantes más
destacados a lo largo de su instrucción en la comuna a las montañas del occidente de
Lacedemonia, armados con una lanza y una daga. Tenían que regresar a Esparta con el cadáver de
un ilota, para demostrar de este modo su identidad. A los dos graduados más exitosos de la
comuna se los enfrentaba entre sí. Quien sobreviviese sería honrado con una posición en la
guardia personal de 300 hombres de los reyes. El resto de su vida un espartano formaba una
familia y tenía total control sobre los esclavos. Toda su vida se dedicaría a su función militar hasta
cumplir 60 años, cuando pasaba a formar parte de la aristocracia.

Los esclavos eran considerados indignos en la sociedad espartana y de acuerdo con las leyes, ellos
debían criar ganado, cosechar verduras, hornear panes, hacer prendas o vasijas; esas tareas no
eran dignas para los espartanos. Papel de la mujer Las mujeres en la Grecia antigua tenían pocos
derechos en comparación con los ciudadanos varones; carecían del derecho a voto, a tener tierra,
o heredar, el lugar de la mujer estaba en la casa y su propósito en la vida era criar hijos. Tampoco
podemos generalizar esta idea, ya que muchos documentos se han perdido desde la antigüedad,
pues caso aparte podríamos considerar a las mujeres espartanas las trataban de manera algo
diferente a las de otros estados; por ejemplo, tenían que hacer entrenamiento físico como los
hombres, podían tener tierra y beber vino. También había categorías de mujeres que están menos
documentadas que otras, tales como las profesionales que trabajaban en tiendas, o como
prostitutas y cortesanas; las normas sociales y las costumbres que se les aplicaban se conocen aún
menos que las de las mujeres que pertenecían a las familias ciudadanas. Finalmente, en
contraposición a lo que le tocaba a la mayoría de mujeres, algunas excepcionales, consiguieron
elevarse por encima de las limitaciones de la sociedad griega y ganarse un reconocimiento
duradero como poetas (Safo de Lesbos), filósofas (Areta de Cirene), líderes (Gorgo de Esparta y
Aspasia de Atenas), y médicas (Hagnódice de Atenas). En el hogar, se esperaba que las mujeres
criaran a los hijos y gestionaran las necesidades cotidianas de la casa. Contaban con la ayuda de
esclavos si el marido podía permitírselos. No se alentaba el contacto con hombres que no fueran
de la familia, y las mujeres en general ocupaban su tiempo en actividades de interior, tales como
trabajar la lana o tejer. Podían salir y visitar las casas de los amigos y podían participar en
ceremonias y festivales religiosos públicos. Que pudieran asistir o no a las representaciones
teatrales sigue siendo un tema discutido por los expertos. Está más claro que las mujeres no
podían asistir a asambleas públicas, votar u ocupar cargos públicos. Las mujeres casadas estaban,
al menos a los ojos de la ley, bajo la autoridad total del marido. Pensadores reconocidos como
Aristóteles tenían la concepción de que las mujeres no podían tomar decisiones importantes por sí
mismas. En la práctica, claro está, cada pareja puede haber compartido sus vidas de una manera
más equitativa. Se esperaba que las mujeres Fig. 3 – Mujer griega fueran fieles a sus esposos, pero
no al contrario, ya que los maridos podían disfrutar libremente de los servicios de prostitutas, de
amantes dentro del hogar y de cortesanas. Cualquier mujer que no preservara el honor de la
familia (protegiendo así la legitimidad de la línea masculina) era culpable de un crimen grave, lo
que le prohibiría participar en las ceremonias religiosas públicas. Un marido que descubriese que
su mujer tenía relaciones sexuales con otro hombre podía asesinar al amante sin miedo a ser
procesado. ÉPOCA MEDIEVAL: En el centro de esta época había un sistema ético rico y complejo,
conformado por las creencias y experiencias de una gran diversidad de personas. Esta ética se
basaba en un profundo sentido de la fragilidad de la existencia humana y en la necesidad de vivir
de un modo que honrara a Dios y trajera la salvación al alma. En medio de la agitación y la
incertidumbre del mundo medieval, las enseñanzas de la Iglesia proporcionaron un faro de
esperanza y guía, ofreciendo un camino hacia la rectitud y la paz. Los principios éticos que
surgieron de esta época siguen influyendo e inspirando a las personas de fe hasta nuestros días por
medio de ciertos principios sobre los que se fundamenta este pensamiento, ofreciendo una visión
de la rica herencia de la tradición cristiana y de la sabiduría intemporal que tiene que ofrecer.
Según las enseñanzas, el hombre dejó de ser capaz de vivir en perfecta obediencia a Dios y quedó
marcado por una inclinación profundamente arraigada hacia el pecado y el mal. Esta debilidad
dificultaba que las personas hicieran lo que estaba bien y resistieran la tentación de hacer lo que
estaba mal. A pesar de la difícil situación en que se encontraba el hombre, la Iglesia enseñaba que
aún había esperanza de salvación. La clave para alcanzar este objetivo era llevar una vida santa,
caracterizada por las buenas obras y una profunda devoción a Dios. Esto podía lograrse por
diversos medios, como la oración, el ayuno y la limosna. Llevando una vida recta y confiando en la
gracia, la gente podía esperar alcanzar la salvación y evitar las consecuencias eternas del pecado.
Quizá la característica más destacada asociada a la ética cristiana medieval sea su énfasis en la
humildad. Ésta se consideraba fundamental para llevar una vida moralmente recta, pues exigía que
la gente se sometiera a un poder superior y demostrara el debido respeto a todos los demás
individuos, independientemente de las diferencias o desigualdades que pudieran poseer. Otra idea
que era importante dentro del medievo era la desarrollada por San Agustín, el libre albedrío. Dios
ha dado al hombre el don de la libertad. Las acciones humanas no están determinadas por el
destino fatal, sino por la voluntad de cada individuo. El hombre puede elegir acercarse o alejarse
de Dios, el alejamiento sería el mal. También él es el responsable de una visión dualista del ser
humano separando la noción de alma y cuerpo, siendo la primera la que aspira a Dios y el segundo
al pecado, por ello se dio un rechazo al cuerpo.

Papel de la mujer La visión de la mujer en la Edad Media fue fomentada por clérigos y por castas
con poderes económicos que veían a la mujer como un objeto de decoro, siendo subordinadas al
interés de la tierra (Eileen Power, 1975). Estas clases establecerían un marco legal para la mujer,
darían determinado concepto al matrimonio, dado que era “lo mejor” la idea de colocar a la mujer
junto al hombre. El concepto de matrimonio y la legalidad dada a la mujer no consideraban a la
mujer como un individuo completo, necesitaba de una pareja, la mujer era catalogada por su sexo
y por lo tanto inferior al varón. Aunque las clases trabajadoras (siervos, pobres), tenían una visión
diferente de la mujer, el hombre del campo acostumbraba a ver a mujeres trabajando en talleres y
en las tierras. Con respecto a la educación femenina, podríamos comenzar haciendo una división
en tres, por un lado, las mujeres dedicadas a la vida religiosa, las mujeres de la aristocracia y por el
último la mujer perteneciente al pueblo. Cada grupo recibía un tipo de educación diferente, la
mujer aristócrata era educada en grandes señoríos; la mujer religiosa en colegios conventuales y,
por último, la mujer plebeya, cuya educación era precaria, se llevaba a cabo en escuelas
elementales, las cuales se encontraban en la ciudad, pudiendo darse también algunas de ellas en el
campo. Hay que tener presente que en la Edad Media la alfabetización era escasa en el hombre,
con lo cual aún más inferior sería en la mujer. La educación se refería sobre todo a asimilar bueno
modales, religión y labores de hogar; en el ámbito intelectual poco aprendían. La mujer cortesana
debería prepararse para un buen posicionamiento en la sociedad; estaba mal visto que supieran
leer o escribir, a no ser que fueran monjas. En el mundo campesino podemos dejar claro que la
mujer, a excepción del arado, podía realizar cualquier trabajo, a la par que el trabajo doméstico. En
casi todos los señoríos podemos encontrar a mujeres trabajando, de tal manera que también se
encargaban del trabajo de la casa, desde el cuidado del hogar y la crianza de los hijos, hasta la
elaboración de tejidos y vestimentas para la familia. También en las residencias de los señores
podían encontrarse a mujeres sirvientas, dedicadas servicio del señor. MÉXICO PREHISPÁNICO: En
este periodo, los códigos de conducta eran muy distintos a los que después fueron impuestos por
los españoles. Para los pobladores del México prehispánico, la vida en común se basaba en una
interpretación del mundo y de la vida de profunda raíz religiosa-sobrenatural, que buscaba el
reconocimiento de cada individuo inserto en su grupo social como parte de un todo: el cosmos. No
existía la noción de un “Dios”, tal como la entendemos en la actualidad; sus sociedades estaban
convencidas de la esencia de las fuerzas de la naturaleza, las cuales regían el cosmos. En
concordancia, los códigos y normas morales y de conducta responden a este orden esencial y
natural, no a la idea de un dios que determinara lo que debía hacerse o no.

En este contexto, normas y valores eran transmitidos de una generación a otra de manera oral,
pero también mediante la práctica y la forma de vida de los pueblos. En tal sentido, dicho código se
sustentaba en la repetición de usos y costumbres de los antepasados, basándose en el sentido de
la responsabilidad y la cooperación. Por ejemplo, en el caso de la cultura náhuatl, la formación
moral se enfoca en el desarrollo de un “rostro” y un “corazón”, es decir, de una identidad pensante
vinculada a la voluntad y la fuerza de vida. Quien lo lograba, se convertía en persona honorable.
Los mexicas, preferían establecer normas claras y específicas, perpetradas además de la oralidad,
también por medio de códices que no sólo asentaban indicaciones sobre responsabilidades y
obligaciones, sino también prohibiciones y sanciones, tributos y relaciones con otros pueblos. Así
sucedió también con los mayas, zapotecos y purépechas, pueblos que tuvieron códigos morales y
sistemas de justicia muy simples pero duros, pues no buscaban, corregir a quien cometía una falta,
sino castigarle rigurosamente, además de reparar el daño ocasionado. Por ejemplo, los mexicas
penalizaban el robo con esclavitud temporal, con el fin de que el delincuente retribuyera el valor
del bien robado. Sin embargo, debido a las características de los sistemas de producción de la
época, era muy común el robo de cosechas, lo cual podría castigarse hasta con la pena de muerte.
Los zapotecos castigaban con la flagelación conductas como la embriaguez que impidiera el
cumplimiento de responsabilidades y la desobediencia a las autoridades; los aztecas castigan la
calumnia cortando los labios y las orejas de quien fuera considerado culpable de tal falta; los
mayas sometían a los políticos corruptos a humillaciones populares en la plaza principal, y los
estigmatizan aplicándoles tatuajes para marcarlos de por vida. La educación comenzaba en el
hogar. Desde el momento del nacimiento el niño era ofrecido al Calpulli (barrio, familia o
comunidad) para que le nombraran y se le entregase un símbolo del oficio que ejercerá, que tenía
que ver con el oficio de su padre o madre según el sexo. Los hombres aprendían a realizar el
trabajo del campo o trabajar en artesanías como la plumería, y las mujeres aprendían a cuidar del
hogar y preparar la comida. Incluso existían centros culturales donde enseñaban con mano dura
valores y habilidades relacionadas al canto, la danza y el arte de la guerra. El objetivo de la
educación era el hacer crecer y endurecer a los alumnos, para lo que se empleaban castigos físicos
que incluían baños de agua fría, espinas bajo las uñas y quemar chiles debajo de los ojos. Una vez
terminada esta etapa los chicos podían asistir a tres diferentes centros de enseñanza, todos
ubicados junto a los templos. El primero el Calmécac, exclusivo para los jóvenes pertenecientes a la
nobleza, donde se formaban sacerdotes, jueces, administradores, gobernantes y militares. Se
enseñaba, entre otras cosas la interpretación y escritura de los textos sagrados y de organización
social.

Para los macehuales (o plebeyos) existía el Telpochcalli, donde eran preparados para la guerra y el
servicio del pueblo (trabajos sociales como la construcción de edificios). Existía un curioso sistema
de toma de prisioneros en donde los alumnos que más prisioneros enemigos atrapasen subirían a
través de los rangos militares hasta poder ser un guerrero águila o jaguar. El Cuicacalli o casa del
canto era una institución con el objetivo principal de la formación musical, así como el sitio donde
los encuentros entre jóvenes hombres y mujeres ocurrían. Era un sitio de gran importancia, sede
tanto de fiestas religiosas como del trabajo comunitario de los jóvenes del Telpochcalli. Hay que
tener presente la importancia de la música en la cultura, que hacía referencia a las bellezas
naturales pasadas y presentes, así como a los dioses. Una práctica similar era el huehuetlatolli
(retórica), discursos que acompañaban todos los eventos importantes de la vida social e individual.
Papel de la mujer “Las mujeres de la época prehispánica tenían el dominio principal de la sociedad:
la reproducción, su poder residía en su capacidad de generar vida, de mantener y reproducir, en un
mundo aparentemente masculino, un orden y un equilibrio femenino. Muchas de ellas ocuparon
un gran poder político, pero éste debe ser entendido dentro del marco de su propia cultura, y no a
partir de conceptos contemporáneos”, apuntó Noemí Cruz Cortés, académica de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM. En el mundo prehispánico, el papel de la mujer no se definía de
manera individual sino de manera dual a partir de principios contrarios que se complementan y
logran un equilibrio: lo femenino con lo masculino, el hombre y la mujer, el gobernante y la esposa.
En este sentido, las mujeres de nobleza desempeñaban un papel único: generar nuevos miembros
de sus dinastías, asegurar que sus territorios, donde moraban sus dioses, siguieran siendo sagrados
y sus hijos y nietos fueran gobernantes. Su poder era reinar, pero sobre todo engendrar en su
vientre un miembro más en la dinastía. Ellas detentaban un poder político impresionante, “en ellas
se gestan los linajes, futuros reyes; no son objeto de intercambio, fueron educadas y preparadas
precisamente para ser esposas y continuar los linajes. Son estrategas, forman intrigas, son
guerreras, incluso asesinas, pero todas ellas son obedecidas por su pueblo, incluso, cuando
enviaban un prisionero al sacrificio”. Por su parte, una mujer común, también tenía un papel
fundamental: tener familia y una descendencia. Entre estos pueblos, la mayoría de las mujeres
formaban su familia cuando estaban sexualmente listas, es decir, al iniciar la menstruación ya era
una buena señal de ser fértil y no morir en el primer parto; a los 30 años, las mujeres seguían
procreando hijos, pero también eran abuelas. La esperanza de vida femenina se reducía a los 40
años como máximo, en este caso, una anciana que había sobrevivido a la etapa de la menopausia
se le consideraba una mujer sagrada, porque casi ninguna llegaba a esta edad.
Indicaciones: Después de haber leído el texto de la actividad 9, redacta tus respuestas de manera
clara y cuidando tú la ortografía. GRECIA ANTIGUA

1.- Características de la cultura griega.

2.-Tipo de enseñanza que tenían los griegos

3.- ¿Qué papel desempeñaba la mujer?


EPOCA MEDIEVAL

4.- Característica de la época medieval

5.- Tipos de enseñanza de la época medieval

6.- ¿Qué papel desempeñaba la mujer?


MÉXICO PREHISPÁNICO

7.- Características de la cultura prehispánica

8.- Tipo de enseñanza que tenían en el México prehispánico.

9.- ¿Qué papel desempeñaba la mujer?

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