Informe FHJPB

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violencia y estigmatización social

en el sur del cesar y en la


provincia de ocaña
acción paramilitar del frente
héctor julio peinado becerra

Informe N.º 21

Serie: Informes sobre el origen y la actuación


de las agrupaciones paramilitares en las regiones
violencia y estigmatización
social en el sur del cesar
y en la provincia de ocaña

acción paramilitar del frente


héctor julio peinado becerra

Informe N.º 21

Serie: Informes sobre el origen y la actuación de las


agrupaciones paramilitares en las regiones

Centro Nacional de Memoria Histórica


VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR
Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA
Informe N.º 21
Serie: Informes sobre el origen y la actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones

Rodrigo Arturo Triana Sarmiento Roberto Eduardo Reyes Gámez


Coordinador equipo de investigación Apoyo en entrevistas y trabajo de campo
y relator principal
Astrid Yohana Vargas Pérez
José María Gutiérrez Sierra Andrea Alarcón Forero
Silvia Juliana Mideros Arboleda Diego Fernando Amaya Ardila
Diego Gilberto Suárez Bernal Jonathan Ramírez Álvarez
Correlatores Susana Lozada Osma
Camilo Andrés Camargo Triana
Juan Pablo Rodríguez Urriago Transcripción
Asistente de investigación
Gustavo Narváez Rodríguez
Bruce David Ochoa Ochoa Bruce David Ochoa Ochoa
Caracterización Jonathan Stucky Rodríguez
Equipo cuantitativo

CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA

María Gaitán Valencia


Directora general

Rubén Darío Acevedo Carmona


Director general (2019-2022)

Gonzalo Sánchez Gómez


Director general (2011-2018)

Carlos Mario López Rojas


Director técnico de la Dirección
de Acuerdos de la Verdad

Natalia Niño Fierro


Directora técnica de la Dirección
de Acuerdos de la Verdad (2021)

Laura Montoya Vélez


Directora técnica de la Dirección
de Acuerdos de la Verdad (2021)

Jenny Juliet Lopera Morales


Directora técnica de la Dirección
de Acuerdos de la Verdad (2019-2020)

4
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA
PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA
Informe N.º 21
Serie: Informes sobre el origen y la actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones

ISBN impreso: 978-628-7561-72-4


ISBN digital: 978-628-7561-73-1

Primera edición: noviembre de 2023

Número de páginas: 340

Formato: 15 x 23 cm

Profesional especializado de la Estrategia de Comunicaciones


Daniel Fernando Polanía Castro

Corrección de estilo
Juan Guillermo Jaramillo Acuña

Diseño y diagramación
Diana Carolina Ortiz Martínez

Fotografía de portada
© Rodrigo Arturo Triana

Georreferenciación
Jonathan Stucky Rodríguez

Impresión
Imprenta Nacional de Colombia
© Centro Nacional de Memoria Histórica
Carrera 7 # 32-42, piso 31, Bogotá
PBX: (601) 7965060
comunicaciones@cnmh.gov.co
www.centrodememoriahistorica.gov.co
Bogotá D. C., Colombia

Impreso en Colombia. Printed in Colombia


Queda hecho el depósito legal.

Cómo citar:
Centro Nacional de Memoria Histórica (2023). Violencia y estigmatización social en el sur del Cesar y en
la provincia de Ocaña. CNMH.

Este informe es de carácter público. Puede ser reproducido, copiado, distribuido y divulgado, siempre y
cuando no se altere su contenido, se cite la fuente o, en cualquier caso, se disponga la autorización del
Centro Nacional de Memoria Histórica como titular de los derechos patrimoniales de esta publicación.

5
Catalogación en la publicación - Centro Nacional de Memoria
Histórica

Centro Nacional de Memoria Histórica. Dirección de Acuerdos de


la Verdad
Violencia y estigmatización social en el sur del Cesar y en la provin-
cia de Ocaña : acción paramilitar del frente Héctor Julio Peinado Bece-
rra / Centro Nacional de Memoria Histórica. Dirección de Acuerdos
de la Verdad ; Rodrigo Arturo Triana Sarmiento, coordinador equipo
de investigación y relator principal ; José María Gutiérrez Sierra, Silvia
Juliana Mideros Arboleda, Diego Gilberto Suárez Bernal, correlatores
; Juan Pablo Rodríguez Urriago asistente de investigación. -- Primera
edición. -- Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2023.

340 páginas : fotografías, gráficos, mapas en color ; 23 cm. -- (Serie:


Informes sobre el origen y la actuación de las agrupaciones paramili-
tares en las regiones, No. 21)

Contiene bibliografía.
ISBN digital: 978-628-7561-73-1
ISBN impreso: 978-628-7561-72-4

1. Paramilitarismo -- Cesar (Colombia) 2. Conflicto armado inter-


no -- Cesar (Colombia) 3. Violencia política -- Colombia 4. Memoria
histórica -- Colombia I. Triana Sarmiento, Rodrigo Arturo II. Gutié-
rrez Sierra, José María III. Mideros Arboleda, Silvia Juliana IV. Suárez
Bernal, Diego Gilberto V. Rodríguez Urriago, Juan Pablo VI. Título
VII. Serie
322.4209861 CDD 22

6
CONTENIDO

Introducción general __________________________________ 15

1. Antecedentes del grupo paramilitar. Territorio, economía


y poder político en el sur del Cesar _______________________ 27

1.1 Crisis económica y movilización social en el sur del Cesar.


Economía agropecuaria: ganadería, algodón y palma _________ 27

1.1.1 Las tierras ganaderas del Cesar ___________________ 27

1.1.2 La producción algodonera _______________________ 28

1.1.3 La crisis del algodón ___________________________ 30

1.1.4 La producción de palma en el Cesar _______________ 32

1.1.5 Los movimientos sociales y la organización sindical ___ 36

1.1.6 El Paro del Nororiente y la criminalización de la


protesta social ____________________________________ 38

1.1.7 El conflicto sobre la tierra _______________________ 45

1.2 Presencia y actuaciones de grupos guerrilleros en el territorio 48

1.3 Cambio en las reglas de juego: de la Constitución Política


de 1991 a las dinámicas políticas locales ___________________ 56

2. Orígenes y trayectoria orgánica del Frente Héctor Julio


Peinado Becerra (FHJPB) _______________________________ 59

2.1 El inicio de los grupos paramilitares en el sur del Cesar y


Norte de Santander, 1986-1994 __________________________ 60

2.1.1 Expansión de los grupos paramilitares del sur del Cesar _ 66

2.1.2 Los Prada ____________________________________ 68

2.1.3 El grupo de Luis Orfego Ovallos Gaona ____________ 71

2.1.4 Los Paisas: el grupo de El Tesoro __________________ 73


7
2.1.5 El Grupo 20 de Julio: los Zabala, Pedro Lancero y los
Motosierra _______________________________________ 75

2.2 De la clandestinidad a la legalidad: las Convivir, el impulso


del paramilitarismo en el sur del Cesar ____________________ 78

2.2.1 Despliegue táctico: accionar de las Convivir _________ 84

2.3 Disputas internas: reacomodamientos en las zonas de


influencia y la captura de Roberto Prada __________________ 86

2.4 La disputa de Jimmy y Luis Orfego Ovallos Gaona ________ 87

2.5 El fin de las Convivir y el proyecto paramilitar ___________ 89

2.6 Confederación de grupos paramilitares: las AUC y las


Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Cesar (Ausac) ____ 89

2.7 Las Ausac, 1998-1999 ______________________________ 92

2.7.1 Distribución territorial de las Ausac _______________ 96

2.8 El proyecto expansivo del Bloque Central Bolívar (BCB)


y el papel de las Ausac _________________________________ 98

2.9 Apoyo en la incursión del Bloque Catatumbo a La Gabarra,


Tibú _______________________________________________ 101

2.10 El declive de las Ausac _____________________________ 101

3. Trayectoria orgánica: Las Autodefensas Campesinas


del Sur del Cesar (ACSUC) ______________________________ 105

3.1 Caracterización: tensiones internas ____________________ 105

3.2 Lugares de operación _______________________________ 109

3.2.1 La expansión de los lugares de operación ___________ 112

3.3 Departamento de Seguridad del Comité de Ganaderos


del Cesar ___________________________________________ 116

3.4 Entrenamiento en las cooperativas ____________________ 119

3.5 Organigrama _____________________________________ 120


8
3.6 Procesos de socialización y construcción de subjetividades _ 124

3.6.1 Entrenamientos Acsuc __________________________ 125

3.6.2 Reglas internas y régimen disciplinario _____________ 128

3.6.3 Vida cotidiana: permisos, sexualidad y religiosidad ___ 130

3.7 El Frente Héctor Julio Peinado Becerra, 2004-2006 _______ 132

3.7.1 Conflictos con el BCB: manejo de territorios y recursos


económico _______________________________________ 133

3.7.2 Relación con el Bloque Norte, Frente Resistencia


Motilona _________________________________________ 136

3.7.3 Aumento de la presencia de la fuerza pública ________ 137

4. Accionar del grupo __________________________________ 139

4.1 Acciones de control, regulación y legitimación ___________ 140

4.1.1 Control y vigilancia en los territorios ______________ 145

4.1.2 Ordenación y regulación de los comportamientos de los


pobladores _______________________________________ 150

4.1.3 Acciones de legitimación ________________________ 159

4.2 Fuentes y modalidades de financiación _________________ 161

4.2.1 Aportes voluntarios de terceros ___________________ 164

4.2.2 Exacciones y/o extorsiones ______________________ 167

4.2.3 Narcotráfico __________________________________ 171

4.2.4 Hurto y regulación de gasolina ___________________ 174

4.3 Relaciones con actores sociales, económicos y políticos ____ 176

4.3.1 Relaciones con políticos, gremios económicos, empresas


y otros sectores sociales _____________________________ 176

4.3.2 Relaciones con sectores políticos __________________ 178

9
4.4 Acciones bélicas ___________________________________ 181

4.4.1 Acciones contra la insurgencia ___________________ 183

4.4.2 Enfrentamiento con la fuerza pública ______________ 185

4.4.3 Enfrentamientos con otras estructuras paramilitares __ 188

4.4.4 Acciones conjuntas con otros actores armados _______ 189

5. Violaciones a los DD. HH. e infracciones al DIH _______195

5.1 Amenazas _______________________________________ 199

5.2 Homicidio _______________________________________ 201

5.2.1 Homicidio por motivos políticos __________________ 204

5.2.2 “Se comporta o se muere”: el homicidio como regulador


de la cotidianidad __________________________________ 206

5.3 Masacres ________________________________________ 208

5.3.1 La masacre de Puerto Patiño _____________________ 212

5.4 Tortura __________________________________________ 217

5.5 Desaparición forzada _______________________________ 222

5.5.1 Métodos de desaparición forzada _________________ 224

5.6 Restricciones a la libertad ___________________________ 228

5.7 Desplazamiento forzado ____________________________ 230

5.7.1 La hacienda Bellacruz __________________________ 232

5.7.2 Finca Villa Oliva ______________________________ 237

5.8 Despojo de tierras _________________________________ 238

5.9 Reclutamiento de niños, niñas y adolescentes (NNA) ______ 239

5.10 Violencia basada en género y violencia sexual __________ 241

10
6. Daños e impactos ___________________________________ 249

6.1 Daños al proyecto de vida: afectaciones a la subjetividad ___ 249

6.1.1 Daños materiales ______________________________ 247

6.1.2 Daños morales ________________________________ 253

6.1.3 Daños físicos _________________________________ 258

6.2 Daños al territorio: lo colectivo en cuestión _____________ 264

6.2.1 Daños socioculturales __________________________ 264

6.2.2 Daños en lo simbólico y en los imaginarios _________ 268

6.3 Daños a la economía _______________________________ 270

6.4 Daños políticos ___________________________________ 275

6.4.1 La organización laboral _________________________ 277

6.4.2 La democracia rota ____________________________ 279

6.5 Procesos de reparación y resistencias __________________ 281

6.5.1 Sobre la reparación ____________________________ 281

6.5.2 La atención a los Sujetos de Reparación Colectiva (SRC) _ 284

6.5.3 Afrontar y resistir _____________________________ 287

7. Desarme, desmovilización y reintegración _______________ 293

7.1 Caracterización del proceso de desarme y desmovilización _ 294

7.2 Convocatoria para la desmovilización __________________ 297

7.3 Entrega de armas, material de intendencia y bienes _______ 300

7.4 Incentivos, motivaciones y presiones para la desmovilización ___ 301

7.5 Irregularidades en el proceso de desmovilización: VFD,


libretos y ocultamiento de información____________________ 303

7.6 Rearme y tensiones: un fenómeno que persiste ___________ 307


11
7.7 Reintegración: deconstruyendo al combatiente y
reconstruyendo la ciudadanía ___________________________ 310

7.7.1 Educación, formación para el empleo y atención integral


en salud _________________________________________ 311

7.7.2 Reparación a las víctimas, contribución a la paz y retos


de la desmovilización _______________________________ 314

Conclusiones _________________________________________ 317

Referencias __________________________________________ 321

12
TABLA DE ABREVIACIONES

ACCU: Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá


ACR: Agencia Colombiana de Reintegración
Acsuc: Autodefensas Unidas del Sur del Cesar
Anapo: Alianza Nacional Popular
ANUC: Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia
AUC: Autodefensas Unidas de Colombia
Ausac: Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Cesar
BCB: Bloque Central Bolívar
CGC: Comité de Ganaderos del Cesar
CIA: Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos
Cinep: Centro de Investigación y Educación Popular
CNMH: Centro Nacional de Memoria Histórica
CNRR: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
Convivir: Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada para la
Defensa Agraria
CTI: Cuerpo Técnico de Investigación
CV: Contribución voluntaria
DAS: Departamento Administrativo de Seguridad
DAV: Dirección de Acuerdos de la Verdad
DDR: Desarme, desmovilización y reintegración
DEA: Departamento Antidrogas de los Estados Unidos
DD. HH.: Derechos humanos
DIH: Derecho internacional humanitario
ELN: Ejército de Liberación Nacional
EPL: Ejército Popular de Liberación
NNA: Niños, niñas y adolescentes
FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

13
FGN: Fiscalía General de la Nación
FIP: Fundación Ideas para la Paz
FHJPB: Frente Héctor Julio Peinado Becerra
FRM: Frente Resistencia Motilona
FP: Frente Popular
GAPD: Grupos Armados Posdesmovilización
IFA: Instituto de Fomento Algodonero
JEP: Jurisdicción Especial para la Paz
LGBTI: Lesbianas, gais, transgeneristas, bisexuales e intersexuales
M-19: Movimiento 19 de Abril
MAC: Movimiento de Acción Comunitaria
MAS: Muerte a Secuestradores
MCP: Movimiento por la Constituyente Popular
MNJCV: Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad
Movice: Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado
PIB: Producto Interno Bruto
PCML: Partido Comunista Marxista Leninista
PNR: Plan Nacional de Rehabilitación
PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
SAO: Sociedad Amigos de Ocaña
Sintraproaceites: Sindicato de Trabajadores de Aceite
UNODC: Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
UP: Unión Patriótica
UPAC: unidad de poder adquisitivo constante
UPC: Universidad Popular del Cesar
VFD: Vinculados con fines de desmovilización

14
INTRODUCCIÓN

El presente informe responde a las funciones misionales del Centro Nacional de


Memoria Histórica (CNMH) establecidas en la Ley 1448 de 2011 y, especialmen-
te, a la misión encomendada a la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) en
la Ley 1424 de 2010, cuyo objetivo principal es implementar el Mecanismo No
Judicial de Contribución a la Verdad (MNJCV) para aportar al esclarecimiento
histórico sobre el surgimiento y expansión del paramilitarismo en Colombia.

Para este caso particular, la unidad analítica de este informe es la estructura


paramilitar que, entre mediados de los años ochenta y hasta el 2006, se conoció
con los siguientes nombres: Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Ce-
sar (Ausac), Autodefensas Campesinas del Sur del Cesar (Acsuc) y, finalmente,
Frente Héctor Julio Peinado Becerra (FHJPB), nombre que el grupo utilizó en
sus últimos años de existencia y en su ceremonia de desmovilización en 2006.

Estos cambios en la denominación se explican con detalle en los capí-


tulos de trayectoria orgánica de este informe y representan nominalmente
momentos de expansión, alianzas y dinámicas de control territorial de la
estructura armada. El uso frecuente en estas páginas de la última denomi-
nación, FHJPB, responde a un ejercicio de facilitar la narrativa y fluidez de
la información presentada.

Objetivos

El objetivo de esta investigación es identificar y describir los orígenes, la tra-


yectoria orgánica, los movimientos espaciales, el accionar, el proceso de des-

15
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

movilización y reintegración, y las violaciones a los derechos humanos e in-


fracciones al DIH cometidas por esta estructura paramilitar. A partir de estos
aportes, se realizará un capítulo dedicado a describir los daños e impactos
más relevantes causados a la población civil y al territorio en su conjunto.

El informe busca registrar y detallar las victimizaciones del campesinado


y de los trabajadores de empresas dedicadas a la agroindustria que fueron
víctimas notables del paramilitarismo y que fueron señaladas como perso-
nas pertenecientes, colaboradoras y/o cercanos a los grupos subversivos. En
este sentido, el informe explora los procesos de estigmatización que tuvo la
estructura paramilitar hacia la población civil y sus respectivos daños físi-
cos, psicológicos, materiales, colectivos y al bienestar en general.

También se pretende señalar los intereses económicos y políticos de la


estructura armada, la cual tuvo cercanía y apoyo directo de actores políticos
y económicos visibles en el territorio. Esta condición no disuadió a la estruc-
tura de practicar la extorsión en zonas rurales y urbanas, pero sí les permitió
no depender del negocio del narcotráfico y de economías ilegales a pesar de
tener cierto control alrededor de su producción y transporte.

Metodología

Dentro del MNJCV hubo un total de 110 personas que pertenecieron al


FHJPB y que firmaron el Acuerdo de Contribución a la Verdad en el mar-
co de la Ley 1424 de 2010. Es importante enfatizar que los instrumentos
de recolección de información de las entrevistas del MNJCV son dos: una
entrevista estructurada de hasta 110 preguntas y otra entrevista a profun-
didad con seis módulos temáticos. Estos instrumentos han sido diseñados
y aprobados por la DAV, y son aplicados a la totalidad de participantes del
MNJCV en todo el país.

De las 110 entrevistas a participantes que aseguraron integrar el FHJPB, 75


fueron parte de la muestra de esta investigación; es decir, sus relatos y contri-
buciones al esclarecimiento de los hechos ocurridos en el marco del conflic-
to armado fueron utilizados para la construcción del presente informe. Estas
entrevistas fueron realizadas, principalmente, en Valledupar, Aguachica (Ce-
sar), Bucaramanga y Barrancabermeja entre los años 2013 y 2018.

Adicionalmente, el equipo de investigación, mediante trabajo de campo


en los municipios de Aguachica, San Alberto, San Martín, Ocaña y Gama-
rra (departamentos del Cesar y Norte de Santander), realizó 36 ejercicios de

16
INTRODUCCIÓN

contribuciones voluntarias en las que hubo un total de 95 participantes. De


estos 36 ejercicios, se hicieron 10 grupos focales y 26 entrevistas a profundi-
dad de manera individual. De este modo, la voz de las víctimas tiene en estas
páginas un espacio privilegiado.

Las entrevistas que conforman la muestra y las contribuciones volunta-


rias fueron transcritas y, más tarde, codificadas en el software de investi-
gación cualitativa Nvivo. A partir de los datos sistematizados en esta pla-
taforma, se inició el proceso de redacción, que también estuvo respaldado
de un trabajo previo de selección de fuentes secundarias, fuentes judiciales
y artículos de prensa.

Organización del informe

El presente informe identifica que el paramilitarismo en el sur del Cesar fue


producto de una reacción contrainsurgente de élites locales que buscaron
mantener el statu quo y defender un proyecto económico agroindustrial que
entró en conflicto con los planes y alcances de la población local, especial-
mente para quienes trabajaron en las principales agroindustrias de palma y
algodón en la región. Por otra parte, se reconoce que la presencia del FHJPB
en Norte de Santander estuvo motivada por la expansión territorial, la conse-
cución de recursos por medio de la extorsión y la represión de la organización
social y política bajo un discurso contrainsurgente que, al igual que en el Ce-
sar, terminó victimizando a la población civil.

El informe inicia con una caracterización de las personas que pertenecieron


a la estructura, la cual se presenta al final de esta introducción. Esta caracte-
rización proporciona información sobre quiénes eran los miembros de la es-
tructura, sus orígenes, sus motivaciones de ingreso y pertenencia a la misma,
así como aspectos relacionados con el nivel educativo, edades y género.

El primer capítulo aborda el desarrollo social y económico del sur del


Cesar. Se analiza el proyecto económico regional, propuesto hacia los años
sesenta, enfocado en el desarrollo agroindustrial, que en las décadas poste-
riores transitó del cultivo de algodón al cultivo de palma. El texto registra la
crisis social vivida y describe el desarrollo de las organizaciones sociales y
políticas en el territorio, las cuales tuvieron que coexistir con las guerrillas
que constantemente buscaron aliarse con los civiles. En este contexto, se
explica la aparición de los primeros grupos de autodefensa y de las coopera-
tivas de seguridad, que, en legalidad, sirvieron como base para la conforma-
ción de grupos paramilitares hacia mediados de los años noventa.

17
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En el segundo y tercer capítulo se detalla la trayectoria orgánica de la es-


tructura armada y se identifican los diferentes cambios en su composición
y los territorios donde hizo presencia a través del tiempo. En este sentido, se
tratan elementos como la conformación del grupo, sus movimientos espa-
ciales, objetivos, operaciones, bases y lugares de permanencia.

El capítulo del accionar, el cuarto, identifica cuáles fueron las principales


fuentes de financiación, formas de reclutamiento y vínculos con autorida-
des civiles, militares y de policía; de igual modo, se registran los modos de
relacionamiento con la población civil. Por otra parte, se procura asimilar la
lógica del grupo frente a la construcción de la identidad del otro, así como
sus formas de actuación en la vida cotidiana. Todo esto busca aportar a la
comprensión de las circunstancias específicas que fueron funcionales a la
estructura para su perdurabilidad (1984-2006) y expansión.

El capítulo de daño y afectaciones explora los daños dejados por el gru-


po paramilitar a la población civil y al territorio. Entre los más evidentes
se encuentran las afectaciones psicológicas y a los proyectos de vida, en la
mayoría de los casos, causadas por el homicidio, la tortura, la desaparición
y el desplazamiento forzado. A la par, el daño colectivo se manifestó en el
constante ataque a formas de organización colectiva tales como sindicatos y
organizaciones campesinas, asociaciones que en ningún momento tuvieron
tregua del accionar paramilitar.

Por último, el capítulo de desarme, desmovilización y reintegración (DDR)


relata los alcances, con sus logros y deficiencias, del proceso de desmoviliza-
ción del FHJPB. De esta manera, se abordan temas como las impresiones de
quienes participaron en la estructura respecto del acompañamiento institu-
cional, las relaciones con las comunidades después de la desmovilización y
las dificultades presentadas por sus exmiembros.

18
INTRODUCCIÓN

Mapa 1. Zonas de operación de las estructuras paramilitares estudiadas,


1984-2006

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

19
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Caracterización sociodemográfica del Frente Héctor Julio


Peinado Becerra

La Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) entrevistó a 110 personas que


reconocieron haber pertenecido en algún momento al Frente Héctor Julio
Peinado Becerra (FHJPB). La caracterización de esta población se realizó
mediante la información recolectada en la entrevista estructurada, en la que
se indagó por factores como el género, la edad, la identidad étnica y la per-
cepción económica —es decir, los ingresos económicos de la familia—.

El 89,09 % (98 personas) de los entrevistados se identificó como hombre,


mientras que el 10,91 % (12) se reconoció como mujer. Este resultado da
cuenta de que, en materia de distribución por género, el FHJPB tuvo una
composición muy similar al resto de estructuras paramilitares que opera-
ron en el país (CNMH, 2019).

Gráfica 1. Distribución del universo por género

10,91 %

Hombre
Mujer

89,09 %

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

En cuanto a la pertenencia étnica, un 90,91 % (100 personas) no se reco-


noció como parte de una comunidad étnica, mientras que el 7,27 % (8) se
identificó como negro(a), mulato(a), afrocolombiano(a) o afrodescendiente.
Por su parte, el 1,82 % (2) respondió pertenecer a otras afiliaciones étnicas.

20
INTRODUCCIÓN

Gráfica 2. Autorreconocimiento étnico

100 %
90,91 %
80 %

60 %

40 %

20 %
7,27 % 1,82 %
0%
Ninguna de las anteriores Negro(a), mulato(a), Otro pueblo
afrocolombiano(a) o diferente
afrodescendiente

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

Durante la entrevista estructurada se indagó por la fecha de ingreso a la


estructura armada, dato que permite calcular la edad de ingreso mediante su
contrastación con la fecha de nacimiento del firmante del acuerdo. El resulta-
do de dicho cálculo permite establecer el grupo etario al que pertenece cada
participante: niños, niñas y adolescentes (menores de 18 años), adultos jóvenes
(de 18 a 28 años), adultos (de 28 a 59 años) y adultos mayores (más de 59 años).
Los resultados arrojados por este ejercicio, visibles en la Gráfica 3, muestran
que hubo un importante uso del reclutamiento ilegal. A su vez, se identificó
que quienes hicieron parte de la estructura fueron mayoritariamente personas
adultas jóvenes y personas adultas. Se registró una sola persona como adulto
mayor. La edad promedio de ingreso fue de 27 años.

Gráfica 3. Distribución por ciclo etario

60 %
54,5 %

40 %
34,5 %

20 %

10 %
0,9 %
0%
Menor de Adulto Adulto
Adulto joven mayor
edad

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

21
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Respecto al grado educativo obtenido antes del ingreso a la estructura ar-


mada, un 13,64 % no realizó estudios en centros escolares. Por otra parte, el
70,91 % cursó total o parcialmente la primaria, mientras que el 14,55 % cur-
só parcial o completamente el bachillerato; solo una persona cursó o aprobó
educación superior técnica. El alto porcentaje de personas que no llegaron al
bachillerato (84,55 %) da cuenta del bajo acceso a la educación en los terri-
torios donde vivían las personas que hicieron parte de la estructura armada.

Gráfica 4. Nivel académico obtenido previo al ingreso a la estructura armada

Ed. superior técnica 0,91 %

Secundaria 14,55 %

70,91 %
Primaria

Ninguna 13,64 %

0 10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 % 70 % 80 %

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

Para conocer la percepción económica del entrevistado con relación a los


ingresos del hogar al que pertenecía justo antes de hacer parte del grupo arma-
do ilegal, se le preguntó sobre los recursos necesarios para la manutención de
ese mismo hogar en aquel momento. Los resultados evidencian que el 74,5 %
percibía que los recursos no alcanzaban para la manutención del hogar, el 20,9 %
consideró que eran suficientes y apenas el 4,5 % afirmó que los recursos para
mantener el hogar eran más que suficientes.

Gráfica 5. Percepción de los recursos económicos del hogar

No alcanzaban 74,5 %

Eran suficientes 20,9 %

Eran más que suficientes para


cubrir los gastos básicos o 4,5 %
necesidades del hogar

0 10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 % 70 % 80 %

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

22
INTRODUCCIÓN

Sobre las principales motivaciones para ingresar al grupo ilegal, se con-


cluyó que los factores económicos fueron una razón muy importante con
un 59,1 %, seguidos por factores de seguridad con un 9,1 %. A su vez, un
8,2 % afirmó que lo hizo por voluntad, gusto, atracción y afinidad con los
paramilitares, las armas y la vida paramilitar. El comportamiento de estas
variables es similar a lo expresado por los participantes del MNJCV a ni-
vel nacional: las motivaciones económicas fueron la principal razón para
ingresar a las estructuras paramilitares. El porcentaje de este ítem a nivel
nacional correspondió al 59 % del total, seguido por vinculación y coopta-
ción forzosa con 9,3 % y factores de seguridad y contexto de violencia con
un 7,7 % (CNMH, 2019). La voluntad, gusto, atracción y afinidad con los
paramilitares, las armas y la vida armada como motivación para ingresar
al grupo paramilitar fue del 6 % a nivel nacional.

Gráfica 6. Motivaciones de ingreso o reclutamiento

Factores económicos 59,1 %

Factores de seguridad y contexto de violencia sin especificar 9,1 %

Voluntariedad, gusto, atracción y afinidad con la vida militar 8,2 %

Vinculación y/o cooptación forzosa 7,3 %


Vinculación por relaciones familiares y/o filiales con
integrantes de la estructura 5,5 %

Motivos personales, familiares o sentimentales 4,5 %


Discurso sobre defensa del bien común, trabajo con la
comunidad y patriotismo 2,7 %

Amenazas, acciones violentas y víctimas de la guerrilla 1,8 %

Otras sin clasificación específica 0,9 %

Problemas con el Ejército Nacional y/o con la justicia 0,9 %

0 10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 % 70 %

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

Respecto al lugar de reclutamiento, el 81,8 % reportó haber sido recluta-


das en el departamento del Cesar, principalmente en los municipios de San
Martín (75 % del total) y San Alberto (5,45 %). El departamento de Nor-
te de Santander fue señalado como lugar de reclutamiento en un 10,9 %
de los casos: Ocaña obtuvo un 3,64 % y La Esperanza un 2,73 %. En el
departamento de Santander (5,5 %) los reclutamientos se dieron en su ma-
yoría en el municipio de Rionegro (2,73 %). Finalmente, un caso de reclu-

23
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

tamiento fue reportado en el municipio de Morales, Bolívar, y otro en el


municipio de El Banco, Magdalena.

Tanto el lugar de nacimiento como el lugar de reclutamiento confirman


el carácter endógeno de esta estructura. Es decir, la gran mayoría de los
miembros de la estructura armada nacieron y fueron reclutados en el depar-
tamento del Cesar, y muy pocos eran de otros lugares del país. Puede afir-
marse que el FHJPB se genera en el interior del Cesar y su presencia y accio-
nar en los departamentos aledaños permite el reclutamiento en estas zonas.

Gráfica 7. Lugar de reclutamiento

100 %

81,8 %
80 %

60 %

40 %

20 %
10,9 %
5,5 %
0,9 % 0,9 %
0%
Cesar Norte de Santander Bolívar Magdalena
Santander

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

24
INTRODUCCIÓN

Mapa 2. Lugares de reclutamiento

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

25
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En cuanto al año de ingreso o de reclutamiento, se evidencian registros des-


de finales de los años ochenta. Sin embargo, es a partir del año 1995 cuando
las cifras de reclutamiento empiezan crecer de manera notoria. Los años con
mayores porcentajes de incorporaciones a la estructura armada fueron el 2000
con un 8,2 %, el 2002 con 12,7 %, y el 2003 y 2004 con 16,4 % en ambos casos.
Este alto crecimiento fue, posiblemente, producto del engrosamiento de la es-
tructura a la luz del proceso de paz con el Gobierno nacional, situación que
también se presentó en otros grupos paramilitares.

Si se suman los porcentajes de incorporaciones a la estructura desde 1999


hasta 2005 —un año antes de la desmovilización del grupo—, se obtiene que
el 80 % del total de personas entrevistadas que afirmó pertenecer al Frente
Héctor Julio Peinado Becerra fue reclutada durante estos seis años.

Gráfica 8. Año de reclutamiento

18 %
16,4 %
16 %

14 % 13,6 %
12,7 %
12 %

10 %
8,2 %
8%

6% 5,5 % 7,3 %
4,5 %
4% 5,5 %

1,8 % 2,7 %
2%
0,9 % 0,9 % 0,9 % 0,9 %0,9 %
0,9 %
0%
1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2008
2000

2002

2004

2006

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información del MNJCV.

En conclusión, el perfil de las personas que integraron este frente paramilitar


y que fueron entrevistados por el CNMH-DAV corresponde en su mayoría a
hombres mestizos o sin reconocimiento étnico específico, con edad promedio
de 27 años, dificultades económicas y educación primaria total o parcial. Así
mismo, el lugar de nacimiento y de reclutamiento de las personas que hicieron
parte del FHJPB estuvo directamente relacionado con el lugar de operación de
la estructura, destacándose el departamento del Cesar —y, dentro de este, el
municipio de San Martín— como la principal zona de origen y reclutamiento.
Adicionalmente, la mayoría fue reclutada entre 1999 y 2004, momento en que la
estructura empezaba el proceso de negociación con el Estado colombiano.

26
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR.
TERRITORIO, ECONOMÍA Y PODER
POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

El presente capítulo referencia las principales características, hechos y dinámicas


del contexto sociopolítico y del conflicto armado en los municipios donde el Fren-
te Héctor Julio Peinado Becerra operó entre 1985 y 1994. Este repaso histórico per-
mitirá comprender el desarrollo de las primeras expresiones del paramilitarismo
respecto a su conformación, presencia en los territorios y principales actuaciones.

Con este propósito, se ha divido el capítulo en tres secciones: un primer


apartado en el que se detallan las características socioeconómicas del sur del
Cesar, ejercicio que posibilitará el entendimiento del territorio y de su relación
con la agroindustria, el latifundio y la crisis que se desató en la década de
los ochenta derivada de una involución económica por la crisis agropecuaria
y las tensiones sociales resultantes; en segundo lugar, se hace una reseña de
la presencia de grupos guerrilleros en la región de estudio; y, por último, se
abordan las dinámicas políticas que se dieron tras la elección popular de al-
caldes, medida aprobada desde 1986, implementada en 1988 e incorporada en
la Constitución Política de 1991.

1.1 Crisis económica y movilización social en el sur del Cesar.


Economía agropecuaria: ganadería, algodón y palma

1.1.1 Las tierras ganaderas del Cesar

Las características socioeconómicas del Cesar están directamente relacio-


nadas con las dinámicas y los cambios experimentados en las principales ac-

27
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

tividades productivas que han generado sus tierras. El gran potencial de las
tierras del departamento han sido objeto de tensión entre el campesinado y
quienes han buscado su concentración. Para Gamarra (2005):

Desde 1950, la desigualdad en el acceso y tenencia de la tierra han sido


identificados como factores limitantes del desarrollo económico de las zo-
nas rurales del país (Currie, 1963). El retraso del sector primario colombia-
no, el alto grado de concentración de la tierra y la falta de políticas estatales
sobre tierra parecen apoyar esta afirmación. (p. 55)

Durante las décadas del sesenta y setenta la industria del algodón generó
las condiciones para una mejor distribución de la tierra. Sin embargo, cuan-
do finalizó la bonanza, se inició un proceso de “relatifundización” (Gamarra,
2005, p. 55), que años más tarde fue profundizada de modo parcial por la pre-
sencia del paramilitarismo en la región. Al mismo tiempo, surgieron nuevas
formas de organización social.

Según Gamarra (2005, p. 89), el departamento del Cesar recorrió “los picos
más pronunciados de los ciclos económicos y sociales” desde su creación en
1967 (Ley 25 de 1967). A pesar de su estancamiento y rezago, la agricultura y el
sector pecuario han jugado un papel importante en la economía departamental.
El rol que jugó la ganadería en la conformación de un estilo de vida asociado a la
producción a mediana escala y a la acumulación de tierras fue importante para
el lapso de dinamismo económico. A su vez, creó una cultura regional basada en
la producción de ganado que conformó la nueva élite de la zona.

Hacia la mitad del siglo xx, lo que ahora se conoce como el departamento del
Cesar pertenecía al departamento del Magdalena y su población era de alrededor
de 110.000 habitantes. Además, la zona tenía problemas de infraestructura que se
evidenciaban en la falta de vías de acceso para la salida de los productos de dicha
región. En este contexto, la ganadería fue el centro del trabajo en las grandes ex-
tensiones de tierra existentes en el Cesar. Sin embargo, a ella se sumaron otras dos
actividades productivas relevantes: el algodón y la palma (Bernal, 2004).

1.1.2 La producción algodonera

En sus comienzos era poco el conocimiento que se tenía sobre el cultivo y la


producción de algodón en la zona, por lo que fue necesario contar con cam-
pesinos provenientes del Tolima con vasta experiencia en el campo. El flujo
migratorio hizo que municipios como Aguachica se beneficiaran al albergar
a quienes empezaron a ser parte de la producción algodonera (Bernal, 2004).

28
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Sin ese conocimiento previo, el aprendizaje hubiera sido más largo y peno-
so. El algodón se establece gracias a unos emigrantes tolimenses vinculados
al sector y otros que no estaban vinculados, que vinieron y prácticamente
nos enseñaron a cultivar el algodón. (Bernal, 2004, p. 49)

Las inversiones iniciales presentaron obstáculos en la estructura institucio-


nal y económica, ya que los migrantes tolimenses “debían recurrir para sus
préstamos a la misma Caja Agraria de su lugar de origen” (Bernal, 2004, p. 49),
pues no era posible que en lugares como Aguachica o Gamarra les prestaran
el dinero para estas actividades productivas. Otro obstáculo fue el del acceso
a la tierra, la cual debían arrendar. Pese a estas dificultades, a comienzos de
los años sesenta la industria algodonera se expandió y alcanzó las cien mil
hectáreas para finales de la misma década (Bernal, 2004).

En el Cesar todo el mundo sabe que prácticamente todas las vías, o un por-
centaje significativo, fueron construidas por los algodoneros. (...) Esta fuerte
expansión de la producción de algodón en el departamento se presentó en
municipios como Codazzi, Valledupar, Aguachica y Robles. Pero particular-
mente en Codazzi, en donde tal como lo señala Guerrero (1982) se presentó el
verdadero despegue histórico del cultivo a comienzos de los sesenta, y como
muestra de su éxito se llegaron a instalar siete desmotadoras de algodón.
(Bernal, 2004, pp. 30-42).

Entre los setenta y los ochenta, el Cesar vivió el auge de la economía agrope-
cuaria, impulsada por la producción de algodón, que producía mayores ingre-
sos que la agroindustria, el comercio y la minería. Entre las décadas de los cin-
cuenta y los setenta, esto significó el incremento del empleo en zonas rurales y
la tecnificación del campo en los municipios donde se implementaron los cul-
tivos. Por otra parte, esta bonanza representó a nivel nacional la disminución
de la importación y el crecimiento de las exportaciones. Adicionalmente, fue
importante el papel del Instituto de Fomento Algodonero (IFA) como entidad
pública y la promulgación de “la ley de absorción de productos agropecuarios
nacionales, que incluía al algodón” (Bonet y Aguilera, 2018, p. 8).

En el Cesar el cultivo de algodón se inició a fines de los cuarenta en Co-


dazzi, sin mecanización y en tierras arrendadas. En los años cincuenta se
expandió hacia la zona norte, en San Diego, La Paz, Valledupar, El Copey
y Bosconia. Luego en los sesenta y setenta fue sembrado en las tierras de la
zona sur, que comprende Aguachica, San Alberto, San Martín, Gamarra,
La Gloria y Pelaya, entre otros. Esto atrajo a profesionales para prestar ser-
vicios técnicos agrícolas y mano de obra de otras regiones del país. (Bonet
y Aguilera, 2018, p. 10)

29
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En los años de auge, el departamento concentró cerca de la tercera parte


de la producción de algodón del país. Debido al crecimiento de la econo-
mía de algodón, tanto de su rentabilidad como de sus dimensiones, las con-
diciones para adquirir préstamos bancarios se suavizaron. Además, se fue
ajustando la estructura institucional para que esta nueva producción, que
estaba dando muchos beneficios a nivel nacional, avanzara con la creación y
ampliación de los derechos de propiedad sobre la tierra (Bernal, 2004).

Durante la segunda mitad del siglo xx, el algodón fue el producto destaca-
do de la economía cesarense y desde sus inicios fue un cultivo democrático,
pues “no estuvo orientado a la construcción de un entorno institucional que
protegiera y consolidara la gran explotación para beneficio primordial del
gran propietario, como ha sido característico en cultivos del trópico como
el azúcar, el arroz o la ganadería” (Bernal, 2004, p. 26). Por el contrario, el
florecimiento de la industria algodonera abrió las posibilidades a grupos muy
diversos de la sociedad para que se vincularan a su producción.

1.1.3 La crisis del algodón

Hacia finales de los setenta e inicios de los ochenta, esta organización eco-
nómica y social se vio afectada por la caída de los precios del algodón, lo que
provocó un descenso en los ingresos relativos de los habitantes del sur del
Cesar. Mientras que durante los sesenta y los setenta el departamento con-
taba con un PIB per cápita superior al del país, para la década siguiente este
se desplomó (Gamarra, 2005).

A raíz de esta caída ocurre un recrudecimiento de la crisis que tuvo un


profundo impacto en la estructura social de la región. La economía cesa-
rense se hizo altamente dependiente del sector agrícola y, por lo tanto, el
estancamiento de este implicó el colapso de los otros sectores productivos.
El comportamiento del sector agropecuario impactó el resto de la economía
del departamento, pues casi todo el proyecto económico giraba en torno al
algodón, desde la manutención de los trabajadores hasta el de las máquinas
que se empleaban (Bonet, 2000).

Desde 1977, los precios internacionales del algodón colapsaron sin recu-
perarse en toda la década de los ochenta. Esto provocó que el área cultivada
descendiera y que la boyante economía del pasado se sumiera en una dura
crisis (Bonet y Aguilera, 2018). En este contexto, la economía cesarense empe-
zó a quedar rezagada con el resto de la economía del país y se agudizaron los
reclamos sociales de las poblaciones afectadas por esta crisis, que estalló con el

30
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Paro del Nororiente en 1987. Este paro cívico es un hito histórico para el país,
ya que puso de manifiesto la importancia de las organizaciones sindicales y las
luchas por el bienestar colectivo. Entre los logros de este movimiento, el diario
La Opinión destaca los siguientes:

La electrificación rural de los municipios de la antigua provincia de Oca-


ña; la interconexión eléctrica nacional, que pasó de un obsoleto sistema
de energía termoeléctrica, que venía de Tibú, con apenas 115 kilovoltios, a
más de 250 kilovoltios; la ampliación, modernización y dotación de la plan-
ta física del Hospital Regional Emiro Quintero Cañizares; la ampliación y
mejoramiento de las plantas de tratamiento de los acueductos de los ríos
Algodonal y El Tejo, además de la optimización de los sistemas de conduc-
ción; la construcción del centro de acopio, figuran como los logros más im-
portantes alcanzados por los promotores del paro. (2012, 19 de septiembre)

A principios de la década de los noventa, el sector agrícola empezó a sufrir


la violencia de actores armados al margen de la ley como la guerrilla y los pa-
ramilitares. Este fenómeno enrareció la imperiosa crisis de la región que llevó
a la quiebra a este importante sector económico y agravó el endeudamiento
de los productores (Gamarra, 2005). De acuerdo con la entrevista a Roberto
Prada Delgado alias Robert Jr. —hijo de Roberto Prada Gamarra alias Aníbal,
fundador de los primeros grupos paramilitares de la región y parte de la élite
local del sur del Cesar—, esta crisis generó desempleos en la región:

Prácticamente, la familia mía, nosotros, le dábamos tres mil empleos a la


gente ahí del pueblo. Se sembraron más de mil hectáreas de algodón. ¿Y qué?
Y de un momento a otro, el algodón, que era lo que todo el mundo estaba
contento porque los precios [eran altos]. Pero es que también tocaba meterle
mucha plata. El algodón come mucha plata. Una hectárea de algodón, cuan-
do yo me gané los 500 mil, tocaba meterle 1.500.000 pesos. O sea, a mí me
tocaba sacarle 4 toneladas de algodón a la hectárea pa’ hacerme los 2 millones
—si le invertía un millón, 1.200.000, para que me quedara algo de plata—. (...)
Cuando nosotros recogimos el algodón: “No, que a 600 mil la tonelada”. Des-
pués de que nos dijeron que a millón de pesos, que a 600 mil la tonelada no,
que porque estaban comprando algodón por allá en Brasil y que el algodón
de allá era más barato. Entonces, ahí fue donde todo el mundo se fue de pa’
atrás. Ahí mucha gente se quebró. Perdiendo de a 200 mil por cada hectárea.
Nos dieron en la mula. Y ahí fue donde todo el mundo dijo: “No sembramos
más”. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 1 de septiembre)

Luego del colapso de los precios del algodón, el sector agropecuario no


recobró “los resultados de otros tiempos” (Gamarra, 2005, p. 53). Esto no

31
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

dejó margen de maniobra al departamento para responder y ubicar apoyos


financieros que amortiguaran la caída de la economía. Consecuencia de esto
fue que para 1991 el país volvió a importar algodón, mientras que a nivel
departamental la crisis afectó a otros sectores de inversión algodonera como
la ganadería (Bonet y Aguilera, 2018).

El hundimiento del sector algodonero provocó un paulatino proceso de re-


composición de la economía cesarense que desembocó, para los dos mil, en
la consolidación de la ganadería como la principal actividad departamental
(Gamarra, 2005). Así mismo, la palma de aceite se fortaleció, cultivo que ya
era conocido en la región y que había estado presente en el departamento de
forma paralela al negocio del algodón.

1.1.4 La producción de palma en el Cesar

Antes de la llegada de los monocultivos y la ganadería extensiva, la activi-


dad productiva en el departamento del Cesar giraba en torno a la variedad de
cultivos que eran posibles en ese piso térmico, dentro de los que se destaca el
arroz, el maíz, el plátano y la yuca. Además, desde los cincuenta la economía
del país se movía a partir de las capacidades tecnológicas de las regiones para
la ampliación de las fronteras agrícolas y la actividad productiva.

Sin embargo, desde la llegada del cultivo de palma aceitera a la región


del sur del Cesar, sur de Bolívar y algunos municipios del sur de Norte
de Santander —lugares donde se encuentran las mejores tierras para esa
semilla—, las relaciones sociales y el contexto laboral y cultural de la re-
gión cambiaron profundamente. La actividad en torno al cultivo de palma
aceitera transformó el modo de vida y las relaciones de los habitantes con
el territorio, e inició un proceso de homogenización con la pérdida de la
diversidad ambiental y agrícola.

San Alberto era una región netamente ganadera y arrocera. Y acá yo conoz-
co la finca Altamira, que era de Samuel Jácome, y esa finca era completa-
mente arrocera. ¿Hoy en día qué es? Palmera. Y son como 2.500 hectáreas
me parece que es Altamira, y es toda palmera. (...) Porque todo mundo a la
palma de pronto le meten menos plata y es un cultivo más productivo (...)
[Se] Piensa en la reducción de mano de obra y de costo. (CNMH, CV, Taller
San Alberto, 2021, 12 de junio)

Las jornadas de trabajo eran temporales: “nadie era contratado a término


indefinido, pues los cultivos que existían eran de ciclo corto o eran activida-

32
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

des de ganadería” (CNMH, 2018a, p. 39). La conformación de las asociaciones


sindicales y las JAC (Juntas de Acción Comunal) estuvieron atravesadas por
innumerables evasivas laborales y administrativas con las que se quería frenar
el avance del movimiento sindical y campesino. Dichas condiciones de vida
se replicaron en el sur del Cesar y Norte de Santander, y crearon el ambiente
perfecto para la llegada a la región del conflicto armado.

Según fuentes del CNMH (2018a), desde 1957 el empresario agrícola Alfon-
so Lozano Pinzón sembró, de modo experimental, las primeras palmas con
una semilla llamada Dura de Patuca en un lote de diez hectáreas. En 1961,
Lozano Pinzón, en asocio con Rafael Rocha Calderón, creó El Labrador S.A.,
sociedad que para 1965 contaba con 70 hectáreas de palma sembrada y con
210 para 1967. Este aumento se produjo como resultado de la política de sus-
titución de importaciones, que daba beneficios por empezar a producir acei-
te, entonces escaso en el país. Por problemas económicos y tensiones con los
trabajadores asociados, El Labrador S.A. se disolvió y se crearon dos empresas
diferentes: Palmeras de la Costa S. A. y Grasas del Litoral.

Esta información resulta de gran utilidad para reconocer el escenario


desde el que comenzaron las tensiones por la tierra y la palma para las
poblaciones de la región. Desde la propuesta de reforma agraria de Alberto
Lleras en 1961, que buscaba la distribución equitativa de la tierra, las or-
ganizaciones sindicales empezaron a reconocer la necesidad de integrarse
a nivel nacional en la defensa de los territorios y de las condiciones dignas
de trabajo. Es a partir de esto que organizaciones sindicales como Sintra-
proaceites y otras organizaciones de trabajadores comenzaron a integrarse
a los pliegos y exigencias a nivel nacional.

Gran parte de los conflictos que se han vivido en el sur del Cesar y Norte de
Santander estuvieron marcados por los hechos victimizantes sistemáticos con-
tra dirigentes y trabajadores sindicalizados. Además, hubo una persecución a la
población civil desde la óptica de “la huelga no es un derecho”, y una expansión
territorial con fines de control e interés por la explotación de recursos.

En el sur del Cesar, específicamente en San Alberto, las empresas palme-


ras —como, por ejemplo, Agraria La Palma Ltda. en 1958— hicieron uso de
varios mecanismos para expropiar las tierras de la población (CNMH, 2018a).
La idea de la expropiación funciona en este caso porque todo el proceso de
adquisición de tierras parecía ampararse en un marco legal: era de interés pú-
blico ya que implicaba mejoras en la producción de aceite vegetal para el país.
Sin embargo, el problema radica en que las indemnizaciones, los pagos y los
desalojos no fueron libres y consensuados.

33
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Varios de los testimonios recolectados en esta zona del Cesar para trabajos
de investigación previos (CNMH, 2018a) indican que los palmeros pagaban a
sicarios, compraban a bajo costo, sembraban miedo y regaban las semillas de
palma desde aviones para probar la tierra sin previo aviso. Cuando descubrie-
ron que las semillas de palma germinaban muy bien allí, establecieron una
sede en San Alberto, vía La Llana. Luego entró Indupalma. Desde sus inicios,
esta industria palmicultora creó diversas estrategias para ejercer control so-
cial, laboral y territorial:

Así, en medio de la violencia en contra de las organizaciones sindicales


y sociales que nos limitó la defensa de nuestros derechos, los años 90 y
los comienzos del nuevo siglo se convirtieron en los años dorados para el
fomento de la palma. Las implicaciones del modelo en las condiciones labo-
rales no tuvieron igual tratamiento de parte del gobierno; por el contrario,
de su desmejoramiento dependió en gran parte la adaptación del negocio
palmero al nuevo “desarrollo nacional”. (Fundesvic, 2016, p. 22)

Las hectáreas de palma en el sur y el norte del departamento aumenta-


ron gracias a las ventajas agroecológicas que ofrecía la región para estos
proyectos: suelos idóneos y temperaturas apropiadas (Gamarra, 2005). Así
mismo, la palma se convirtió en una mejor opción de empleo que el cultivo
de otros productos.

¿Qué pasa en el cultivo de palma y qué pasa en el cultivo de arroz? El per-


sonal [mano de obra] que se utiliza en el cultivo de arroz es un personal
muy flotante, mientras que el personal que utilizamos en un cultivo de
palma es constante, es la estabilidad. Porque, inclusive, la cadena es más
larga, de hecho, en palma, mucho más larga, claro, [...] genera más em-
pleo. (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio)

En la actualidad, estas características del suelo han cambiado seriamente. Se


hace evidente el daño ambiental que muchas de las actividades agrícolas exten-
sivas han hecho a los suelos y a la composición biótica de las zonas explotadas
y sus alrededores. Según Gamarra (2005, p. 60), “la suma de todos los cultivos
permanentes restantes no alcanza el 60 % del área sembrada de palma”.

La palma compacta [la tierra] y al compactar no deja filtrar, por lo mismo


que yo le digo, o sea, esteriliza tanto, o sea, absorbe tantos nutrientes al
suelo que... y con este tejido de pasta, porque es una pasta, es un material
muy fuerte, lo compacta, el suelo se compacta; y ya no son suelos francos
arenosos o franco arcillosos sino viene siendo suelos arcillosos compacta-
dos. (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio)

34
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

La concentración del poder productivo y extractivo de estas empresas


fue tan alta que los trabajadores de esta industria comenzaron a organi-
zarse y por ello empezaron a recibir amenazas. Estas amenazas estuvieron
acompañadas de una fuerte estigmatización que, en el sur del Cesar y en
el sur de Norte de Santander, sufrieron quienes por alguna u otra razón no
respondían a los intereses políticos y económicos de las élites que admi-
nistraban el poder y control en estas regiones. Estas élites, como ha sido
señalado en los informes de la DAV, auspiciaron grupos paramilitares que
a través de las armas, la amenaza, la intimidación, el miedo y la muerte
hicieron valer sus intereses. Todo esto bajo las consignas de atacar a la
insurgencia y en las que cualquier opositor fue asimilado como un guerri-
llero o un colaborador de la guerrilla.

Los paramilitares generan mucho miedo. Desde 1999 a 2002 se masacraron


a los líderes sociales y sindicales. [Todo] dirigente para el paramilitarismo
era guerrillero. Y por esa causa echan a matar mucha gente civil, dirigentes
que no hacían parte de la insurgencia. Y eso desestabiliza todo el tejido so-
cial, comunal de la región como líder. Eso fue un bajonazo, no había juntas
organizadas. Y eso permite, hablando ya del 2002, la conformación de las
organizaciones sociales sin orientación de ellos. (CNMH, CV, Taller Oca-
ña, 2021, 9 de junio)

Aparte de los señalamientos antes mencionados, los integrantes de los


grupos sindicales comenzaron a ser relacionados y asociados a movimientos
de izquierda y a partidos políticos que no representaban los intereses de
los partidos tradicionales. De este modo, el señalamiento se agudizó y la
izquierda fue relacionada con la guerrilla, lo que le hizo daño a la organiza-
ción social en la región (Fundesvic, 2011). Como se señala en el informe Y a
la vida por fin daremos todo (CNMH, 2018a, p. 38): “De ahí vino la violencia,
el señalamiento. Entonces fue un proceso sistemático en el que acabaron en
parte con el sindicato, con los líderes y, de paso, se hicieron a la producción
de aceite de las cooperativas”.

La estigmatización se convirtió en la forma en que las empresas y las fa-


milias de los grandes hacendados, comerciantes y ganaderos legitimaron las
acciones violentas contra las estructuras sociales de base, los campesinos y
los pequeños productores de la región. Desestabilizar los lazos comunitarios
permitió que otros hechos, como el despojo de tierras, fueran más sencillos
en la medida en que las personas no contaron con el apoyo y el acompaña-
miento directo de las organizaciones sociales que también estaban siendo
objeto de amenazas y persecuciones. Toda esta estigmatización comienza a
finales de los sesenta y comienzos de los setenta.

35
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

1.1.5 Los movimientos sociales y la organización sindical

Desde mediados del siglo xx, la organización social en el sur del Cesar y en
Norte de Santander ha tenido una larga trayectoria caracterizada por la diver-
sidad de actores y motivada por los procesos de reforma agraria, los cambios
en los usos de la tierra y la colonización. Desde finales de los setenta, el prota-
gonismo de los sindicatos fue mayor a causa de las exigencias de los trabaja-
dores de la palma por las mejoras de sus condiciones laborales en todo el país.

El 3 de julio de 1983 se conformó un sindicato que representó e hizo valer


los derechos de los trabajadores ante las palmicultoras, sindicato que se cons-
tituyó con el nombre de Sintraproaceites en 1985 tras una huelga que duró 62
días (CNMH, 2018a). Una de las exigencias más importantes de esta huelga era
que se los reconociera como trabajadores directos de la empresa y se evitara el
excesivo uso de la figura de contratistas. Desde ese momento, los integrantes
del sindicato empezaron a reunirse en casas de familia de forma clandestina,
reuniones que permitieron que Sintraproaceites creciera en miembros y ac-
tivismo. También se fue gestando un ambiente diverso por la migración de
personas a la región en busca de trabajo y oportunidades, como lo expresa el
testimonio de una contribución voluntaria del MNJCV:

En los años sesenta, que llega Industrial Agraria La Palma, Indupal-


ma, a hacer su plantación y a explotar el terreno con los cultivos de
la palma de aceite, vuelve a generarse un tema social porque entonces
San Alberto se va llenando de muchas personas, su territorio se va
llenando de muchas personas de otras partes, vienen santandereanos,
vienen antioqueños, viene gente de la costa, de muchas partes a traba-
jar en Indupalma. Y en los años setenta ya entra en un conf licto por-
que se va organizando el sindicato, se organiza la parte sindical y un
grupo, el M-19, hace un secuestro en 1977, al señor Neira, al gerente,
pa’ reivindicar a los trabajadores que estaban siendo explotados. Y de
ahí sale, sale mucho aporte y mucho de lo que posteriormente fue el
sindicalismo en el municipio de San Alberto. (CNMH, CV, 2020, 25
de julio)

El M-19 aparece como una suerte de apoyo a las demandas de los tra-
bajadores que exigían mejoras en sus condiciones laborales. Sin embargo,
esto llevó a que el movimiento sindical en construcción fuera visto como un
brazo más de la lucha guerrillera y se convirtiera en blanco de una violencia
sistemática de grupos armados ilegales que hicieron presencia en la región.
Sobre lo anterior, el testimonio de una contribución voluntaria del MNJCV
refiere:

36
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Nosotros como grupo guerrillero de la época, nosotros con el accionar del


secuestro del señor Neira, pa’ reivindicar a los sindicalistas, a los trabajado-
res de Indupalma, pues entramos con una buena acogida, ya en los años 80,
86, 87, 88, comenzamos como a incursionar como grupo, pues, teníamos
nuestros amigos que nos acogieron y en la parte rural también nos dedica-
mos a buscar soluciones, soluciones a los problemas de las personas, más
que enfrentamientos. Mire, lo irónico y contradictorio podría sonar: más
que a enfrentar al Ejército, más que enfrentar a las fuerzas represivas, lo
que nos dedicamos fue a enseñarle a los campesinos cómo reivindicar sus
luchas sociales. Básicamente, comenzamos a organizarlos para que recla-
maran sus derechos, de los caminos, de sus escuelas, de la educación, de la
salud. (CNMH, CV, 2020, 25 de julio)

Estas luchas fueron enérgicas y resonaron en todo el departamento del


Cesar. Testimonios de sindicalistas de Indupalma explican que las condi-
ciones de los trabajadores eran difíciles, pues al no tener vínculos directos
con la empresa no contaban con prestaciones sociales ni con garantías de sus
derechos laborales. “Muchos de estos trabajadores vivían con sus familias en
unos campamentos en la plantación, en condiciones precarias y algunos de
ellos utilizaban menores de edad para diferentes labores” (CNMH, 2018a, p.
87). Tampoco contaban con medios de transporte para llegar hasta las plan-
taciones y la alimentación no cumplía con estándares nutricionales e higié-
nicos básicos (CNMH, 2018a). Así lo recuerda un líder sindical de la época:

Pues, antes de 1977, la situación de los trabajadores era muy dura porque no
había reconocimiento como trabajadores. Y a través del sindicato, pues, se
consigue ese reconocimiento y obviamente que la mayoría de los trabajado-
res que no eran de confianza de la empresa hacían parte del sindicato. Como
una gratitud hacia el sindicato por lo que se había hecho. Ese, más o menos,
era el concepto. Entonces, todos los trabajadores, sin necesidad de presionar
ni alentar para nada, se afiliaban al sindicato. Era como algo muy normal. A
tal punto de que hubo una época que fuimos más de mil ochocientos traba-
jadores afiliados.(CNMH, CV, 2020a, 7 de junio)

De la misma manera, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos


(ANUC), capítulo Sincelejo, tuvo una fuerte presencia en el territorio y tam-
bién sufrió distintas victimizaciones y persecuciones, en especial sus líderes.
Como se describe en el informe La maldita tierra (CNMH, 2016a, p. 79):

La movilización marcó una fractura profunda entre los políticos tra-


dicionales y los diversos movimientos de izquierda ligados al paro.
Parte de esos dirigentes consideró que detrás de las exigencias de cam-

37
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

pesinos y trabajadores estaban las FARC y el ELN y que la invasión de la


plaza Alfonso López era una demostración de que la subversión se estaba
tomando el poder. Para la ANUC el paro selló la ruptura del movimiento
campesino en todo el Cesar porque las Fuerzas Militares y la dirigencia
política dieron por hecho que estaba vinculada con la guerrilla. La perse-
cución a sus dirigentes, los asesinatos y el desplazamiento.

Otro de los movimientos que surgieron en la región fue el Movimiento


de Acción Comunitaria (MAC), que fue una organización surgida de la
apertura democrática de la Constitución Política de 1991 y con una fuerte
influencia en el municipio de Aguachica. Este movimiento fue una ini-
ciativa ciudadana que congregó distintas corrientes locales. Por su origen
campesino y desde organizaciones civiles, el movimiento fue catalogado
—al igual que el sindicato con el pasar del tiempo— como una organiza-
ción procedente del seno guerrillero (CIDH, 2015).

Para el caso de Norte de Santander, el Movimiento por la Constituyente


Popular (MCP) venía trabajando desde los setenta en la articulación de la
región del Catatumbo a las exigencias del campesinado a nivel nacional y la
defensa de los derechos humanos en la región. Este es un punto de referencia
muy importante para las luchas que las organizaciones sociales venían ade-
lantando en una de las zonas más golpeadas por la violencia.

Se debe aclarar que a pesar de que se nombran y se comentan unas orga-


nizaciones específicas en este capítulo, esto no excluye a las demás colectivi-
dades que han venido trabajando desde sus comunidades en la defensa de los
derechos humanos. A lo largo del informe se mencionan algunas más como
una propuesta de visibilizar tanto los daños e impactos producidos como sus
mecanismos de lucha y resistencia.

1.1.6 El Paro del Nororiente y la criminalización de la protesta social

En 1987 se realizó el Gran Paro Cívico del Nororiente que tuvo lugar en los
departamentos de Cesar, Norte de Santander, Bolívar, Boyacá, Antioquia y
Arauca. En un inicio, se preveía que el paro duraría del 7 al 9 de junio de 1987.
Sin embargo, la extensión de las exigencias y las dificultades en las negocia-
ciones con el gobierno departamental y nacional hicieron que las jornadas de
paro se prolongaran hasta el 15 de junio (Fajardo, 2017). En la capital del Ce-
sar, el paro consistió en movilizaciones y protestas de alrededor de tres días,
en las que confluyeron distintos sectores de la población de los departamentos
del Cesar, Magdalena y La Guajira. De este modo, trabajadores del campo de

38
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

la agroindustria de algodón y de la palma de aceite, organizaciones como la


ANUC, sindicatos como el de Ecopetrol y trabajadores de la salud llegaron a
ocupar espacios públicos e instalaciones oficiales con el fin de obtener la aten-
ción a sus demandas de parte de los gobiernos local y nacional.

En Norte de Santander la mayoría de las personas se congregaron en la pla-


za 29 de Mayo del municipio de Ocaña, donde exigieron el cumplimiento de
las demandas del paro y la atención inmediata de las necesidades del Cata-
tumbo. Desde allí, también se logró comprender el vigor de los procesos orga-
nizativos. Los puntos que se ganaron del pliego de peticiones fueron producto
de las luchas conjuntas. Sin embargo, una vez terminado el paro, empezaron
los asesinatos de sus líderes (CNMH, CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio).

Fuente: Vanguardia Liberal (1987, 9 de junio, p. 20).

39
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En el Cesar la movilización fue liderada por el movimiento Causa Co-


mún, que junto al campesinado y el sindicalismo exigieron cuestiones
como el acceso a la tierra, las garantías laborales para los trabajadores de
la palma, el respeto por la vida y el cese a la militarización de la zona
(CNMH, 2021). El movimiento cesarense Causa Común, que surgió a co-
mienzos de los ochenta, fue conformado por un grupo de jóvenes líderes
que estaban inconformes con los partidos tradicionales y se consideraban
progresistas o de izquierda. Entre ellos estuvieron Imelda Daza, Rodolfo
Quintero, Víctor Ochoa, Víctor Mieles, José Francisco Ramírez y Ricardo
Palmera Pineda (Verdad Abierta, 2010, 26 de octubre).

Olla comunitaria en un parque de Ocaña. Fotografía: Aurora Vega, archivo personal.

Rodolfo Quintero, quien era gerente de un banco en Valledupar, fue uno


de sus fundadores y relató que Causa Común fue un movimiento pluralista
y urbano, cuya finalidad era constituirse como “un partido renovador de
la política del Cesar” que pudiera disputarle el poder local a los caciques
tradicionales (CNMH, 2016a, p. 33). Su apoyo de base inició en “los barrios
marginales de Valledupar, de destechados, deudores del UPAC, madres ca-
bezas de familia y estudiantes de la UPC (Universidad Popular del Cesar)”
(CNMH, 2016a, p. 75). Según Quintero, en el movimiento “éramos treinta,
entre banqueros, funcionarios, estudiantes, líderes cívicos y campesinos de
Patillal, Atánquez, Aguasblancas y María Angola” (2016a, p. 75).

40
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

El movimiento logró sellar una alianza con la Unión Patriótica (UP), par-
tido político que, tras su conformación en 1985, aprovechó el ambiente de
apertura que se empezó a dar en la región como resultado de las marchas de
los diferentes movimientos sociales que los respaldaban.

La jornada se terminó una vez que el gobierno de la época negoció con los
líderes la implementación de políticas de inversión en salud, educación, in-
fraestructura vial, servicios públicos y adjudicaciones de tierras (Gutiérrez,
2012). Sin embargo, siempre existió desconfianza de las autoridades locales
y nacionales sobre los orígenes de la movilización social en la región. En las
noticias de la época es común encontrar encabezados como el siguiente:

Cinco mil campesinos siguen ocupando a Sabana de Torres (Santander)


y Chitagá (Norte de Santander), en desarrollo del paro en el noriente [sic]
del país. Los manifestantes, que según las autoridades son manejados con
los hilos de la subversión, afrontan la amenaza de epidemias. (El Tiempo,
1992, 4 de mayo)

Así, Causa Común, la ANUC y los sindicatos fueron considerados por los em-
presarios y los políticos tradicionales como una amenaza para la sociedad agra-
ria. También acusaron a los jóvenes y sindicalistas líderes de las protestas como
infiltrados de las guerrillas que tenían presencia en el sur del departamento. El
mismo señalamiento se dio contra los líderes sociales en la provincia de Ocaña.
Este etiquetamiento legitimó el ataque político a la oposición, el exterminio de
muchos de los movimientos políticos y sociales, y las fuertes victimizaciones
que son presentadas en los siguientes capítulos de este informe:

A los pocos días de acabado el paro, fue la guerra sucia contra los prin-
cipales líderes de la marcha. En la puerta de su casa, fue asesinado José
Francisco Ramírez, un abogado de Valledupar, cuya autoría entonces los
organizadores se la atribuyeron a miembros del Ejército. También cayeron
abaleados por desconocidos José David López Teherán, Ovidio de la Hoz,
un médico de apellido Villalba (cuyo homicidio se dio luego de que volviera
de Venezuela, donde estaba exiliado), Víctor Ochoa, un militante del Par-
tido Comunista y Víctor Mieles, quien era sindicalista de Cicolac, empresa
procesadora de leche de Valledupar. (Verdad Abierta, 2010, 26 de octubre)

Dentro del desarrollo del paro y tras su culminación, las consecuen-


cias directas para los participantes y los líderes de este movimiento fueron
notables. Los primeros fueron reprimidos por la fuerza pública, mientras
que algunos de los líderes fueron perseguidos, amenazados y asesinados,

41
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

al parecer por grupos de sicarios contratados por miembros de los grupos


económicos y políticos tradicionales del departamento y agremiaciones
del nivel nacional, quienes consideraban al movimiento social peligroso
para el poder local y sus intereses económicos.

La represión también intensificó las iniciativas de las organizaciones y la


movilización social por la defensa de los derechos humanos, los derechos
laborales y de sus propias vidas. Pese a que la lucha de los trabajadores,
quienes firmaron distintas convenciones colectivas, produjo avances en
las condiciones de vida a mediados de los ochenta, la violencia aumentó y
“empezó a crecer el fenómeno del desplazamiento forzado entre habitantes
del casco urbano de San Alberto, de los trabajadores y de los dirigentes
sindicales” (CNMH, 2018a, p. 119). Desde esta década, se agudizaron los
conflictos armados por todo el Cesar y Norte de Santander; en la región
del Catatumbo los ataques de la insurgencia a la población, el cultivo de
hoja de coca y la aparición de los grupos precursores del paramilitarismo
ampliaron las tensiones.

En San Alberto, como sindicato organizaron las Juntas de Acción Co-


munal JAC en los barrios, y en 1984 montaron los Comités Cívicos,
con los que reclamaban de la empresa Indupalma y del gobierno local,
departamental y nacional, la atención a las necesidades que tenían en el
pueblo de servicio de agua potable, hospital, puestos de salud, vivienda
y colegios. (Fundesvic, 2012, p. 43)

Si bien para antes del Paro del Nororiente los municipios de Norte de
Santander aún no estaban controlados por el paramilitarismo que ya hacía
presencia en el sur de Cesar, estos llegaron con el objetivo de presionar y
contrarrestar la presencia guerrillera en el Catatumbo y reprimir a la or-
ganización civil y campesina que estaba iniciando:

Ellos hacían control sobre los buses, sí, quiénes bajaban y todo, y pedían
cédulas y todo. Entonces, la gente se aprendió las lecciones y no llegaban
a Ocaña, ya los buses llegaban vacíos acá a Ocaña. Y los choferes se en-
cargaban ya de bajar la carga y todo, porque cada quien traía su carga,
pero entonces, [la] carga venía sola. (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

La estigmatización de los movimientos de izquierda ligados al paro restó


valor a las exigencias de los campesinos y trabajadores, pues los dirigentes
políticos del departamento desacreditaron el movimiento campesino al ca-
lificarlo como una acción propiciada por las guerrillas de las FARC y el ELN.

42
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Fuente: Vanguardia Liberal (1987, 6 de junio, p. 20).

Como se observa en la anterior imagen, las élites y gremios de la región


creían que si la sociedad civil se organizaba y movilizaba para exigir sus
derechos laborales era porque había presencia e influencia de guerrillas que
estaban en la zona. Esta es quizás otra de las razones por las que la violencia
contra la población civil se exacerbó en un territorio donde el paramilitaris-
mo tenía cierto grado de impunidad debido a la criminalización de la pro-
testa y los movimientos civiles. Para los líderes sociales del Catatumbo, la
llegada del paramilitarismo a la región estuvo motivada por tres razones: (1)
aplacar a la insurgencia que estaba empezando a tomar fuerza en esta zona
del país, (2) impulsar las reformas agrarias que buscaban aniquilar la pro-
ducción del pequeño productor en el campo y que permitían la activación
de los planes de desarrollo regionales de la mano de las grandes industrias,
y (3) el control de los cultivos ilícitos y el negocio del narcotráfico (CNMH,
CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Los hechos que se presentaron en el segundo semestre de 1987 demostraron


que la persecución y estigmatización era muy fuerte, lo que se evidenciaba en
las persistentes amenazas contra los dirigentes de Causa Común. Estas ame-
nazas se concretaron el 27 de junio de 1987, cuando José Francisco Ramírez,
uno de los líderes del paro, fue asesinado por dos hombres en moto.

En el sepelio de Ramírez, Imelda Daza y Rodolfo Quintero recuerdan que


una abogada se les acercó y les dijo que se fueran de Valledupar porque
serían los próximos, según contaron durante la entrevista realizada. A
Quintero también le contaron que, en reuniones a puerta cerrada, polí-
ticos, ganaderos, empresarios y militares los señalaban de guerrilleros.
Causa Común trató de apaciguar la situación en una reunión con buena
parte de la dirigencia tradicional del Cesar, en la que también participaron
mandos militares. A lo largo de ese encuentro, varios políticos y ganaderos
acusaron a dirigentes de izquierda de estar azuzando una rebelión. “Inclu-
so uno de ellos me dijo que, si creía tanto en la reforma agraria, por qué no
regalaba mi finca”, recuerda Quintero. (CNMH, 2016a, pp. 81-82)

Posteriormente, la violencia se exacerbó y sicarios asesinaron a otros “diri-


gentes como René Costa Gutiérrez, Jairo Alfredo Urbina Lacouture de la UP,
el médico y militante del M19 José David López Teherán, Ovidio de la Hoz y
Víctor Ochoa, militante del Partido Comunista” (CNMH, 2016a, p. 81). Imel-
da Daza y Rodolfo Quintero, tras las amenazas, decidieron exiliarse. Por su
parte, Ricardo Palmera dejó su cargo de gerente de un banco en Valledupar e
ingresó a la guerrilla de las FARC, grupo en el que posteriormente se le cono-
ció como Simón Trinidad (CNMH, 2016a).

En el sur de Norte de Santander la estigmatización y la violencia contra


cualquier miembro de movimientos u organizaciones sociales o políticas tam-
bién se produjo con mucha fuerza. Un líder social comentó lo siguiente en
relación a la acción de los grupos paramilitares:

La actividad sindical, la actividad política de oposición, la protesta social,


todo eso se apagó por físico miedo de la gente. Lo que en el Catatumbo
llaman el tejido social. La cuestión de las cooperativas, la cuestión de los
sindicatos, el movimiento estudiantil, todo eso se fue a pique por físico
miedo de la gente, de que siempre ese tipo de actividades eran catalogadas
de subversivas. (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

Las victimizaciones alrededor de los líderes del paro se prolongaron hasta me-
diados de los noventa. Reconocidos líderes de grupos como el Movimiento de Ac-
ción Comunitaria (MAC) fueron víctimas de varios asesinatos y amenazas:

44
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Carlos Emiro Ramos Galvis, secretario de Hacienda (E) Municipal, ase-


sinado el 28 de octubre de 1992; Gonzalo Cárdenas Alfonso, jefe de Per-
sonal de la Alcaldía de Aguachica, quien sufrió un atentado el 29 de no-
viembre de 1993; y Víctor Guadía Castañeda, muerto el 21 de septiembre
de 1993. El 7 de octubre de 1993 Jesús Emilio Blanco Páez, funcionario de
la Alcaldía, presentó denuncia por señalamiento —como dirigentes del
MAC— de pertenecer a la guerrilla y amenazas de muerte, ante la PGN
[Procuraduría General de la Nación]. (CIDH, 2015, p. 13)

El surgimiento del paramilitarismo en la zona se legitimó desde un discurso


que lo presentaba como una organización de civiles que quería y debía defender-
se de la amenaza de grupos guerrilleros armados y organizados, y que consideró
a la organización social y sindical como una extensión de la insurgencia. Auna-
do a lo anterior, el conflicto sobre la tierra terminó siendo uno de los focos más
importantes en la persecución y se convirtió en una de las principales bases para
el discurso antisubversivo y para la organización del orden paramilitar.

1.1.7 El conflicto sobre la tierra

Como se hizo mención en apartados anteriores, la tierra fue uno de los


principales factores para el afianzamiento de la violencia en el territorio.
Grandes terratenientes y empresas interesadas en esta región del país em-
pezaron a acumular tierras baldías, algunas de ellas ya ocupadas por cam-
pesinos que, amparados por la ley vigente (Ley 61 de 1874), podían realizar
un proceso de reclamación y titulación por el uso y la ocupación de estas.
Desde los sesenta se observó la tensión entre el Gobierno y la ANUC en
relación a las propuestas de reforma agraria, la parcelación y la titulación
de las tierras.

El conocido Pacto de Chicoral, firmado en 1972 en este corregimiento de


El Espinal (Tolima), suponía la más amplia disposición del Gobierno y de
los terratenientes para con los campesinos en Colombia. Sin embargo, los
beneficios que les fueron otorgados al campesinado también les fueron con-
cedidos a las empresas y a quienes ya tenían en su poder amplias extensiones
de tierra. De ahí que este pacto incrementó el descontento social, pues se
vio cómo la política de Estado ayudó a conservar el acceso inequitativo a la
tierra. A esto se sumó la falta de claridad en los procesos de adjudicación del
entonces Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora).

Estas tensiones nacionales también se reflejaron en el sur del Cesar. Los


grandes terratenientes empezaron a hacer uso de la violencia y las armas en

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

contra de los campesinos recuperadores de tierra. Esta violencia fue per-


petrada por los grupos paramilitares con los que estas familias y empresas
hicieron alianzas. Muchas de estas tierras habían sido tomadas a través de
amenazas, asesinatos y desplazamiento forzado, o compradas a bajos precios
producto del engaño de los compradores. Gran parte de las tierras baldías
que terratenientes y empresas aseguran haber transformado y ocupado con
sus actividades productivas ya estaban siendo ocupadas por campesinos de
la región. Al respecto, el siguiente testimonio refiere el caso de la finca Villa
Oliva, conflicto de tierras relacionado con el señor Manolo Manosalva y
desarrollado en páginas posteriores:

Estos campesinos, sí, estaban por la zona sin tierras y entonces se asen-
taron allá en ese [terreno] y empezaron a explotar la tierra. Cuando uno
de los... o muchos de los que explotaban la gasolina vieron que esos pre-
dios económicamente podían llegar a ser rentables, fructíferos, porque
ya empezaron a darse los cultivos de arroz, de sorgo, de palma en mayor
extensión y esto era muy prominente para la economía, para el creci-
miento de las economías, entonces empezaron legalmente a despojarlos.
Un señor Manolo les presentó una acción judicial a ellos, señalándoles
de usurpadores de tierras, para mediante una orden de desalojo judicial
despojarlos y el quedarse con esas tierras. Él alegaba que él era el dueño
de esas tierras; no obstante, ante la Fiscalía, él no pudo demostrar ser el
dueño de esas tierras. El señor Manolo ya era un señor pudiente, una de
sus hijas era abogada para la época de los hechos, [dijeron]: “Legalmente
no los podemos sacar, nos tocó usar otra fuerza para sacarlos”. ¿Cuál?
Un bloque, un grupo de paramilitares que vayan y los destierren de allá
y ellos se apoderaron en ese momento. (CNMH, CV, Taller Aguachica,
2021, 10 y 11 de junio)

La producción económica del sur del Cesar, que estaba ligada a la utiliza-
ción de la tierra para el cultivo de algodón, la palma aceitera y la ganadería,
entró en esta dinámica de violencia. La tierra en disputa se usó para la amplia-
ción de los monocultivos de palma y la ganadería extensiva: “Los cultivos que
nosotros teníamos, metieron una cantidad de ganado y acabaron con todo”
(CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

El problema de la tierra radica en el profundo desconocimiento de las ten-


siones que están más allá de la reclamación y el reconocimiento de la ocupa-
ción. Es decir, se desconoce, por ejemplo, que la posesión de la tierra va mucho
más allá de su consideración como recurso natural, como espacio habitado o
como parte del paisaje. La intervención humana en el territorio transforma el
suelo y lo convierte en un lugar para la realización de actividades agrícolas o

46
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

pastoriles que en muchos casos reducen bosques, selvas y zonas estratégicas


de conservación ambiental. Esa tierra transformada, que ya comprobó su apti-
tud y valía, es la codiciada. En este sentido, la industria de la palma se ubicó en
esta región de Colombia al reconocer la capacidad de la tierra para esta planta
productora de aceite vegetal.

La colonización armada, la amenaza y las violaciones a los derechos huma-


nos acompañan estas tensiones. Estas acciones marcaron un modo constante
de operación de los grupos paramilitares en el país.

La reforma agraria tenía la intención de frenar la reproducción de los


movimientos campesinos en el país, que podrían alcanzar el mismo ca-
rácter que tuvieron en Cuba. De hecho, en los años siguientes empiezan
a desarrollarse las recuperaciones de tierras, muchas de ellas en el Cesar.
(Fundesvic, 2011, p. 19)

Los campesinos, con apoyo de las ANUC regionales y el sindicato, entraron


a hacer procesos de recuperación de tierras con el argumento de aliviar la falta
de respuesta estatal a estos conflictos:

El Gobierno se ha visto obligado a hacerlas [las reformas] porque los cam-


pesinos se toman las tierras, las invaden, y el Gobierno se ve obligado a
titularles en esos casos; entonces, las reformas casi que son es presión social
frente al Estado. En San Alberto hubo muchas de estas cosas. Yo recuer-
do que una de las cosas que le dio la victoria a Luis Gonzalo Betancourt,
cuando fue alcalde, fue porque él lideró este tema de procesos de tierras.
(CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

A esta recuperación siguió un proceso de despojo y desplazamiento forzado:

Entonces si usted era líder en una vereda, usted era un revolucionario y


era auxiliador, a usted había que matarlo. Si usted era líder estudiantil, si
usted era líder del sindicato, si usted era no sé qué... eso es una locura en
este país. Sí, es que todo eso, ellos comenzaron a dominar territorialmen-
te hasta llegar a San Alberto y lo último que se tomaron fue San Alberto,
pero hicieron una limpieza social, sí, yo lo llamo de otra manera, eso es
masacres colectivas y selectivas. Y vino, como te decía, la otra cara de la
moneda, el despojo de las tierras, entonces ahí es donde la gente, aparen-
temente, algunos dicen que vendían, pero uno sabe que muchas personas
simplemente les tocó irse con lo que tenían puesto, abandonar sus tierras.
Otros los obligaban a firmar y entregarles una plata, no sé cómo era el
proceso. (CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

47
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Por su parte, todo lo sucedido con el Paro Cívico del Nororiente y todo
el movimiento social que se generó a su alrededor promovió el apoyo de los
sindicatos a este proceso de recuperación de tierras. Uno de los líderes sin-
dicales narra lo que se vivió en este proceso:

Las tomas de tierra se hicieron ahí en San Alberto, más o menos cuatro
recuperaciones en unos predios que básicamente estaban abandonados.
Entonces, pues, la gente organizaba y se tomaba las parcelas así. Las titu-
laciones vinieron después con el tiempo. Ya la gente más organizadita y
poco a poco se fueron dando las titulaciones ahí de predios, a otra gente la
sacaron, las amenazó el paramilitarismo, la mayoría de gente la sacaron.
A los que no mataron, los sacaron, tuvieron que irse de la región. El sin-
dicalismo apoyó la toma de tierras y luego llegan los paramilitares a sacar
esa misma gente. Eso fue para finales de los ochenta, incluso 90, 92, eso
fue masacre por parte de los paramilitares a la gente que había que había
tomado tierras. (CNMH, CV, 2020, 7 de julio)

Uno de los hechos de violencia más emblemáticos contra estos procesos fue
la incursión del paramilitarismo en la hacienda Bellacruz, predio ubicado en
el municipio de La Gloria (Cesar), en donde patrulleros al mando de Juancho
Prada y Manaure forzaron el desplazamiento de los colonos de estas tierras.
Por su consideración como caso emblemático para la región y el país, en el
capítulo de violaciones a los derechos humanos se ahondará en este suceso y
en el de la finca Villa Oliva en San Martín.

1.2 Presencia y actuaciones de grupos guerrilleros en el


territorio

La presencia de grupos insurgentes en el sur del Cesar data de la década


de los setenta. Hacia mitad de los ochenta hubo un incremento de estas
estructuras subversivas en la región, las cuales se debilitaron en la década
posterior con la aparición y expansión del paramilitarismo. En el territorio
operaron el EPL, el M-19, las FARC y el ELN. Esta última guerrilla fue la que
mayor trayectoria, presencia y actuaciones tuvo en el periodo de estudio de
este informe.

Si bien el actuar de estas guerrillas ha sido dispar, sus objetivos han sido
comunes: consolidar estratégicamente un corredor entre la zona de frontera
con Venezuela para habilitarlo como retaguardia y zona de tránsito de insu-
mos, armas y dotación (GMH, 2013). Para ello, resultó estratégico el control
de las vías de los municipios que conectan Norte de Santander con la zona

48
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

norte de los departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira. Por otra


parte, la creación de municipios en el sur del Cesar, junto con el crecimiento
económico del territorio, supuso para estas organizaciones la posibilidad de
obtener mayores fuentes de financiación a través de la extorsión, el secuestro
y la captación de recursos públicos.

Sin embargo, para mediados de los ochenta, las luchas campesinas por la
tierra, la movilización social y el aumento de las actividades sindicales rela-
cionadas a la industria palmera y algodonera fueron de gran interés político
para estas organizaciones y se convirtieron en la principal motivación para
fortalecer su presencia en el territorio. Las guerrillas comenzaron a hacer
presencia en San Alberto y el corregimiento de Minas iniciando esta década,
momento en el que aparecieron ejerciendo proselitismo armado. En estas
actuaciones iniciales recorrían las periferias y realizaban grafitis “en las pa-
redes y en las carpas de los camiones” (Fundesvic, 2012, p. 46). Las primeras
que aparecieron fueron las FARC, estructura a la que le siguió, en orden, el
ELN, el M-19 y el EPL.

Fuente: Vanguardia Liberal (1987, 2 de junio, p. 24).

49
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En cuanto al control del territorio, la siguiente contribución voluntaria hace


un recuento de cómo las guerrillas se movían en el área y llevaban a cabo di-
ferentes hechos victimizantes:

Las FARC manejaban lo que era la parte del sur de Bolívar, porque yo oía
que Richard llegaba a Terraplén y se pasaba para allá. Entonces, él era del
sur de Bolívar. O sea, bajaban por ahí, iban de paso, pero estaban en el
sur. Sí. Los del EPL bajaban era de allá del cerro del Norte de Santander
y bajaban acá. Y los elenos eran como más bien urbanos. ¿Sí? Eran como
que los que se la pasaban más por ahí en San Alberto y por ahí pa’ los
lados de La Esperanza, por ahí. Eso era. Siempre se ha respetado es a
las FARC porque es el que más hacía presencia, sí. Pero el EPL era como
el que más se bajaba por ahí pa’ la zona de El Barro, pa’ la zona de San
Martín, la zona de acá, eran los del EPL, el tal Nené. No me acuerdo el
otro nombre. Bueno, y otro comandante que también dio mucha guerra
ahí, ¿sí? De todos modos, pues, la presencia de ellos era como casi igual
ahí por esos lados, ¿no? Pero, entonces, los que operaban ahí era el EPL,
porque el EPL era el que se bajaba a secuestrar gente. Me parece que ellos
llegaban, bajaban, secuestraban gente y les entregaban a las FARC o a los
del ELN. Ellos operaban ahí, pero les entregaban a los otros. (...) Opera-
ban en la Sierra Nevada y la Sierra de Perijá. (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 29 de septiembre)

Entre 1984 y 1985 las guerrillas estaban fortalecidas en parte por el apoyo
popular a estas en la zona. Incluso ya se hablaba de la Coordinadora Regio-
nal Guerrillera. Sin embargo, el M-19 desapareció en 1990 y parte de los
integrantes del ELN también. La guerrilla del EPL se convirtió en parte del
sicariato de la región y se agudizó la crisis del movimiento guerrillero, que
era más profunda para finales de los noventa.

Cada grupo guerrillero con presencia en las grandes extensiones de tierra del
Cesar contó con un repertorio de acción diferente según sus objetivos para ese
momento. Entre 1983 y 1989 el ELN se expandió a lo largo del departamento a
través del Frente Camilo Torres Restrepo e incrementó su presencia en el sur
con el Frente Manuel Gustavo Chacón (Vicepresidencia de la República, 2006).

La presencia del ELN en el departamento del Cesar fue notable en los


municipios de Aguachica, Gamarra, González, Pailitas, Pelaya, San Martín,
Curumaní, Tamalameque y La Gloria (Cesar). Sus actuaciones consistieron
en ejercer presión contra las élites de hacendados y ganaderos a través de la
extorsión, el secuestro, los homicidios y los atentados contra la vida y los
bienes de estos, con el objetivo de financiar sus estructuras armadas.

50
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Con la consolidación de su presencia en el sur del departamento, el ELN


llegó hasta los municipios del centro, donde en 1987 formó el Frente 6 de
Diciembre. Este frente hizo presencia en Valledupar debido a su interés en
la explotación de carbón en el norte del Cesar. En 1989 se creó el Frente José
Manuel Martínez Quiroz, cuya incidencia se extendió en lugares como Ma-
naure, La Paz, San Diego, Codazzi, La Jagua de Ibirico y Chiriguaná. Otras
estructuras con menor capacidad bélica aparecieron al sur del departamen-
to; por ejemplo, el Frente Héroes y Mártires de Santa Rosa en Aguachica y
Pailitas (Badillo, 2018). El Cesar era significativo para el ELN ya que tenía
una de las rutas más importantes hacia el norte del país y la frontera con
Venezuela, y que servía a esta guerrilla como corredor para sus estrategias
de movilidad y retaguardia.

A continuación, se señalan los lugares de operación y mandos encargados


de esta guerrilla en el sur del Cesar:

Como comandante del Frente Camilo Torres de ELN que operaban en la


zona del Frente Héctor Julio Peinado Becerra: la Negra Patricia —el lugar
la de operación de la negra era El Cairo y parte alta de la vereda Del Co-
bre. El comandante Léider del ELN— comandaba en Los Bagres y en Mi-
nas; comandante Tío Penco —operaba en San Martín, parte alta de Los
Bagres; el comandante Nelson Durán: operaba en San Martín, Barranca
de Lebrija y esa zona por ahí; el comandante Diógenes Durán —operaba
en la vereda La Dorada y Mesa Rica—; comandante Torres— operaba en
la vereda Los Chorros de Badillo y Las Salinas de Aguachica y la Salinas
pertenece a Puerto Wilches y otra parte a San Martín. Comandante Or-
lando Pico, era urbano de San Martín y San Alberto; comandante Abelar-
do Becerra Ropero —operaba por los lados parte alta de Aguachica y los
lados de Boquerón; comandante William 4 orejas —operaba en San Mar-
tín, el remplazó a Ricardo; comandante Herlindo Cárdenas— operaba
por El Palmar, parte alta de Norte de Santander. Ellos eran del ELN, ellos
estaban operando desde el año 84 y 85, 90 al 95, ellos estuvieron todo ese
tiempo por ahí. (TSB, 2014, p. 32)

La intensificación de las actuaciones de esta organización también se evi-


denció en hechos ocurridos entre los meses de marzo y mayo de 1989, sobre
todo en el municipio de San Alberto. En el mes de abril de ese año el grupo
emboscó “a un camión transportador de valores para el pago de la nómina
de la empresa productora de aceites Las Palmas” (CIJP, 1989, p. 39). De esta
acción resultaron diez militares muertos y un civil herido. En el mismo mes
dinamitaron dos tramos de la infraestructura del oleoducto Caño Limón
que atraviesa el área rural del municipio, mientras que en el mes de mayo

51
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

llevaron a cabo el secuestro y homicidio de la alcaldesa de San Martín como


parte de un juicio de guerra al ser acusada de colaboradora de grupos para-
militares (CIJP, 1989).

Las formas de violencia utilizadas fueron diversas y dependieron del obje-


tivo que el grupo armado ilegal quería alcanzar; muchas de ellas se ahondan
en el capítulo de derechos humanos y DIH de esta publicación. El miedo
generado en la población era el factor que empezaba a ejercer control social
sobre el Cesar.

Es necesario resaltar que el ELN fue el responsable de la mayoría de los se-


cuestros entre 1992 y el 2000. Según el GMH (2013), Valledupar fue el segun-
do municipio con mayores cifras de secuestros cuya autoría es atribuida a esta
guerrilla, mientras que Aguachica fue tercero y Curumaní quinto.

A inicios de la década de los noventa, se evidenció la presencia de las


FARC en municipios como San Diego con el Frente 41 o Cacique Upar del
Bloque Caribe. También tuvieron presencia en las zonas rurales de los mu-
nicipios de San Alberto y San Martín, en donde operó el Frente 20; además,
unidades del Bloque Magdalena Medio llegaron al municipio de Aguachica
(Vicepresidencia de la República, 2006). Entre las actuaciones de las FARC
en el territorio se registraron acciones en 1992, que consistieron en bloqueos
en la vía que conduce de San Alberto a la Costa Atlántica (CIJP, 1992).

Para entonces, el Frente 20 operaba de la siguiente manera:

El primer comandante que conocía fue a un señor que le decían “Santan-


der”, operaba en San Martín y esa parte de Los Bagres y El Cobre, esto en
el año 84; un tal Ricardo, mandaba en La Llana y San Alberto; Reynel, que
operaba por Terreplen y Puerto Oculto; el Negro Volveré que operaba por
Candelia y Aguas Blancas; Diego Ayala Sanguiña y el hermano Orlando
Ayala Sanguiña, ellos eran inteligencia de las FARC y ellos llevaron al
comandante Santander, lo llevaron de los lados de San Vicente de Chu-
curi; El Pájaro operaba en San José de las Américas; Ernesto operaba en
La Carolina y Guaduas; y un tal Julio que operaba en Los Tendidos y San
Rafael de Lebrija. (TSB, 2014, p. 32)

El avance de las guerrillas en el Cesar hizo que, entre 1992 y 1994, el depar-
tamento se erigiera como el lugar con mayor número de secuestrados en el
país (PNUD, 2010). Por su parte, las FARC expandió su presencia en el Cesar
dando cumplimiento a lo concretado en la séptima conferencia de esa organi-
zación en 1982, en la que adoptaron políticas ofensivas y expansionistas.

52
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Por su parte, el Ejército Popular de Liberación (EPL) hizo presencia en el


Cesar por medio del frente Ramón Gilberto Barbosa Zambrano (Badillo,
2018). Entre los integrantes del EPL que operaban en el departamento estaban:

Un muchacho que le decían Libardo, operaba por la parte alta de Minas; el


Negro Peñate operaba por La Llana, Tokio y Los Tendidos; Manuel El Pelu-
do, operaba por la parte alta de San Alberto y Ábrego junto con Megateo; el
Mono Perica, operaba en La Esperanza, San Alberto y Tropezón; Wilson,
operaba en El Remanso, vía del Agua de la Virgen yendo para Ocaña; el
Nene, que remplazó al Mono Perica, operaba por el lado de Las Delicias, El
Morrón, Los Planes y Fundación y toda esa parte para los lados de Bucara-
manga; Megateo, que operaba con Manuel El Peludo que operaba por los
lados de Abrego, Hacarí, La Playa. Y el Frente Libardo Mora Toro del EPL
y Frente Ramón Gilberto Zambrano que operaba por los lados del Morrón,
León XIII y San Pablo. Por los lados de Abrego estaba Megateo que era del
Frente Libardo Mora Toro y el que operaba en la parte baja era el Frente
Ramón Gilberto Zambrano de ahí era que era El Nene. (TSB, 2014, p. 32)

Los relatos de personas que conocieron la presencia de esta guerrilla en el de-


partamento describen que esta se transformó, pues sus integrantes empezaron a
realizar acciones más parecidas a los modos de operación de las banda criminales:

El EPL tenía un reducto ahí en San Alberto donde se educaron muchachos


dedicados a la extorsión. Y fueron causantes, incluso, de algunas muer-
tes de algunos trabajadores. Sin embargo, el grupo guerrillero desapare-
ció también. El Nene operaba por los lados del Playón y esa zona además
porque era oriundo de San Alberto. La gente no simpatizaba con ellos.
(CNMH, CV, 2020, 7 de julio)

Para el caso del M-19, su presencia era principalmente urbana en San Al-
berto y San Martín. El siguiente fragmento de entrevista da cuenta de las di-
námicas del M-19 en la zona:

Se movían todo lo más en la cordillera. En el pueblo, pues, había algunos


urbanos. O sea, no era que: “Uy, es que allá viven los del M”, no. Eso... eso
tuvo fuerza, tuvo fuerza hasta el 90. Ya después vino ya el movimiento
electoral y eso pasó a la historia. [se movían] por allá por La Trinidad, por
allá por Culo del Oso [Alto del Oso], [Jesús de] Belén. Esas son veredas del
municipio [San Alberto] pa’ la parte alta. (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

Como se mencionó en páginas anteriores, una de las acciones emblemáticas


de esta guerrilla fue el secuestro del gerente de Indupalma en 1977:

53
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Al día siguiente escuchamos en el radio “extra, acaban de secuestrar al


doctor Hugo Ferreira Neira”. ¡Yo me dije, uy se armó la grande! ¡Eso fue
noticia nacional! A las tres de la tarde empezaron a llegar avionetas y pos-
teriormente al puesto de policía llegaron el Gobernador de Santander, el del
Cesar, gente de Bucaramanga. (Fundesvic, 2012, p. 30)

Según un líder sindical de la región:

El M-19 tenía más [respaldo], claro. Además, porque la historia del sindica-
to giró en torno a la huelga del 77. La contribución del M-19 en esa huelga es
que, pues, retuvo a... al gerente de la empresa. Entonces, la empresa se sintió
como obligada a firmar la convención colectiva por el secuestro que habían
hecho a don Hugo. (CNMH, CV, 2020, 7 junio)

Para concluir, entre 1986 y 1994, tras la crisis socioeconómica que avivó
el Paro del Nororiente, se emprendió una persecución sistemática contra
miembros de movimientos sociales, dirigentes sindicales, líderes del paro
y las marchas. Los paramilitares, ligados a los intereses de las élites locales,
no querían que habitantes del Cesar apoyaran este tipo de ideas alternativas
y por eso castigaban a la población, a la que acusaban de simpatizar con la
guerrilla, lo cual se tradujo en ataques contra los nacientes líderes políticos
que tuvieron éxito electoral en el departamento. Este discurso de estigma-
tización no solo perduró durante todo el periodo de existencia del FHJPB,
sino que aún hoy la protesta social sigue siendo señalada.

54
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

Mapa 3. Presencia de guerrillas en el sur del Cesar y la provincia ocañera

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

55
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

1.3 Cambio en las reglas de juego: de la Constitución Política de


1991 a las dinámicas políticas locales

No mucho después del Paro del Nororiente, la primera elección popular de


alcaldes tuvo lugar en Colombia. Estas elecciones se realizaron el 13 de marzo
de 1988 tras la expedición del Acto Legislativo 01 del 9 de enero de 1986 (Re-
gistraduría Nacional, 2015).

Según Gaitán (1988, p. 65), “desde finales de 1986, cuando se iniciaron las
campañas electorales, un total de 140 alcaldes y concejales en ejercicio, candida-
tos a las alcaldías y concejos, consejeros intendenciales, comisariales y diputa-
dos, fueron asesinados”. De este modo, las elecciones fueron aprovechadas des-
de entonces por otros grupos políticos para presentar a sus apuestas políticas.

Dentro del contexto de la crisis económica, la movilización social y la vio-


lencia sociopolítica, los grupos armados ilegales emplearon diferentes estrate-
gias para influir en los procesos electorales y vulneraron el derecho de elegir
y ser elegido. Al respecto:

El fortalecimiento de las FARC y el ELN en la región, quienes aprovecharon


tal coyuntura para instaurar su discurso insurgente y copar militarmen-
te amplias zonas de la región Caribe. De este modo, las FARC y el ELN
apoyaron candidatos a comicios locales y regionales, lo que también se re-
laciona con situaciones de inconformidad social que llevaron al fortaleci-
miento de vertientes de la oposición política como la Unión Patriótica (UP)
y otras agrupaciones, en los departamentos de Cesar, Magdalena y Bolívar.
(CNMH, 2014a, p. 46)

Las acciones de estos grupos guerrilleros no se limitaron a la parte orga-


nizativa y política de base social, ni al aumento de la presencia de unida-
des tácticas como frentes y columnas móviles. Las dinámicas en torno a las
extorsiones y secuestros en contra de ganaderos, hacendados o miembros
de las élites locales fueron sistemáticas. Así lo reflejan las bases de datos
revisadas en la elaboración de este informe, como el Banco de Datos de De-
rechos Humanos y Violencia Política del Cinep, en el que se documentan
once hechos relacionados con acciones bélicas y violaciones a los DD. HH.
ocurridos entre 1989 y 1994 en municipios como San Alberto y San Martín,
realizados en su mayoría por unidades del Frente Camilo Torres Restrepo
del ELN y el Frente 33 de las FARC.

Como contraparte, grupos de élites locales se vincularon en procesos de


conformación de grupos paramilitares y apoyaron o representaron a estos en

56
1. ANTECEDENTES DEL GRUPO PARAMILITAR. TERRITORIO, ECONOMÍA Y
PODER POLÍTICO EN EL SUR DEL CESAR

su afán por mantenerse en el poder y defender sus intereses económicos. Esto


generó la vinculación de un gran número de servidores públicos a procesos
penales por sus relaciones con el paramilitarismo (Martínez y Ramírez, 2015).

Debido a esto, y con el agregado de las primeras elecciones libres en el


país y en la región, se profundizaron las problemáticas sociales en el Cesar,
lo que derivó en más persecución, homicidios selectivos, desapariciones y
desplazamientos.

Acá de la zona veredal quemaban las urnas cuando iba ganando el con-
trario de ellos, en el transcurso se quemaban, se perdían, en esa época
en 2002 y del noventa y pico pa acá... del 98 para acá. También como por
ejemplo estaba en asamblea y nadie quería ser jurado o allá donde tocara
vereda, mejor dicho, uno subía y eso era como: “Me metí a la boca del
lobo”. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Por otra parte, las principales reformas en torno a apaciguar las tensiones so-
ciales, la violencia guerrillera y las acciones paramilitares y del narcotráfico tu-
vieron que ver con cambios en la forma de concebir los derechos fundamentales
desde la óptica del Estado social de derecho, la democracia participativa y plu-
ralista y, como se mencionó anteriormente, la elección popular de gobernantes.

La Asamblea Constituyente reafirmó una serie de reformas democráticas


con las que el Gobierno se había comprometido desde los ochenta con las
FARC y tras las negociaciones de paz del gobierno de Belisario Betancur
(Cepeda, 2006).

En este sentido, la violencia política que se consumó estuvo basada en


una persecución sistemática que buscaba impedir que este tipo de colecti-
vidades nacientes pudieran acceder al poder. Para esto, socavaron sus ba-
ses sociales y atacaron su estructura organizativa a nivel local y nacional.
En el departamento del Cesar, la UP, la Alianza Democrática M-19 (AD-
M-19) y otras fuerzas alternativas empezaron a tener apoyo y pudieron
acceder al poder local:

No me atrevería a decir quién fue más productivo en términos políticos,


pero sí podríamos decir que nosotros tuvimos mucha, mucha aceptación
del pueblo. Y el pueblo es el pueblo trabajador. Inclusive teníamos mucha
incidencia en el tema político, eso nos llevó a que pusiéramos el alcalde
de San Alberto en tres oportunidades. La primera oportunidad que nos
lanzamos en una coalición de los movimientos alternativos, elegimos a
Lázaro Alfonso Hernández Lara. En 1990, que desafortunadamente el

57
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

día antes de la posesión se accidentó y murió, por eso es que yo llegué y


me nombraron alcalde por decreto, el señor gobernador de la época en el
departamento del Cesar. Esas fueron las segundas elecciones libres, más
o menos, creo yo, fueron en el noventa. (CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

Mientras esto sucedía, las élites locales buscaron proteger sus intereses
políticos mediante la desarticulación de estos movimientos y la posterior
creación de grupos privados de vigilancia y seguridad:

Pero, entonces, ese poder que ellos tenían de Riverandia, pues, se les bajó un
poco. Víctor Lizcano fue alcalde. Unos por la Alianza Democrática M-19
y otros por la Unión Patriótica. Movimientos alternativos. Y, entonces,
ese poder que tenía el Partido Conservador y el Partido Liberal allá, pues,
siempre se les bajó. Rivera por ejemplo era del Partido Conservador. Ellos
[los militares] tenían base allá. Además de la base militar que tienen allá en
la empresa, en Indupalma. Entonces, ahí manejaban una base militar, ahí
en Riverandia mezclados con los sicarios. (CNMH, CV, 2020a, 7 de junio)

A partir de lo anterior, se pueden identificar tres condiciones que posibi-


litaron el surgimiento y desarrollo de órdenes alternos en el sur del Cesar y
el sur de Norte de Santander, entre estos los impuestos por grupos parami-
litares, quienes encontraron en estas circunstancias una justificación para
tomar la opción de las armas. Primero, los procesos organizativos que fue-
ron producto de la crisis socioeconómica en la región y que tuvieron como
resultado la formación de un sindicato influyente, el accionar coordinado
de movimientos sociales en procesos de recuperación de tierras y la for-
mación de partidos políticos alternativos. Segundo, el éxito de las marchas
campesinas en el Paro del Nororiente y el acceso al poder local de fuerzas
alternativas, toda vez que pudieron participar en política tras la apertura de-
mocrática producto de las reformas institucionales. Por último, el avance de
las guerrillas en la región, que implicó un aumento del accionar y los ataques
de estas contra sus bienes y libertades personales.

Estos factores contextuales generaron posturas permisivas en la mayoría


de los gremios económicos y las élites regionales, quienes percibieron como
una amenaza el avance del accionar guerrillero con extorsiones y secuestros,
pero también el avance político de los movimientos de izquierda y el peso
del sindicato y la organización civil sobre los proyectos agroindustriales.
La respuesta para afrontar este panorama fue la tolerancia y permisividad de
estos sectores a la consolidación del fenómeno paramilitar en el territorio.

58
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO
BECERRA (FHJPB)

Este segundo capítulo está enfocado en caracterizar al grupo armado compren-


diendo su trayectoria y las transformaciones que tuvo a lo largo del tiempo. Esto
obliga a examinar sus objetivos y metamorfosis desde los primeros grupos lo-
cales hasta lo que más tarde se conoció como las Autodefensas Unidas de San-
tander y Sur del Cesar (Ausac), las Autodefensas Campesinas del Sur del Cesar
(Acsuc) y, finalmente, el Frente Héctor Julio Peinado Becerra (FHJPB).

Con este propósito, el capítulo reseña cuatro periodos cronológicos. En


primer lugar, el periodo comprendido entre 1986 y 1994, en el que apa-
recieron los primeros grupos armados ilegales constituidos por las élites
locales. Estos grupos, surgidos en los ochenta e inicios de los noventa, tu-
vieron una oleada expansiva en la región que se materializó con el predo-
minio paramilitar de la familia Prada.

En un segundo momento, se aborda el periodo entre 1995 y 1999, en el


que se dio la creación de las Convivir que operaron en el sur del Cesar y
que permitieron la segunda ola expansiva paramilitar y su fortalecimien-
to, proceso que incluyó la llegada del grupo a los municipios de Norte de
Santander, principalmente al municipio de Ocaña.

Sumado a lo anterior, se describe el contexto nacional en el que se crea-


ron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), suceso que se produjo en
1997 y que fue determinante para la unificación de los grupos paramilita-

59
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

res que operaron en el sur del Cesar y el Magdalena Medio santandereano.


De esta fusión resultaron las Autodefensas Unidas de Santander y el Sur
del Cesar, estructura armada que también se reseñará en este capítulo.

2.1 El inicio de los grupos paramilitares en el sur del Cesar y


Norte de Santander, 1986-1994

Como se ha mencionado, el fenómeno paramilitar inicia en el sur del Ce-


sar entre finales de los setenta e inicios de los ochenta durante la intensi-
ficación de las movilizaciones sociales y el incremento de las actuaciones
guerrilleras. Estas condiciones eran muy similares en la provincia de Oca-
ña, pero con una mayor intensidad del accionar guerrillero que buscaba
consolidarse en la región del Catatumbo. Este escenario justificó que la
élite local, especialmente la del sur del Cesar, incursionara en la organiza-
ción de filas paramilitares, como es el caso de los Rivera y, posteriormente,
de la familia Prada. Lo propio ocurría en Ocaña con la creación de grupos
financiados por comerciantes y ganaderos de la región que trataban de
hacerle frente a la extorsión de los subversivos y al avance de la izquierda
a nivel político.

En algunos casos, los grupos se hacían llamar de distintas formas y,


paralelamente, se iban creando nuevo grupos con similares objetivos. En
la información recolectada para esta investigación, Los Masetos fueron
distintos a la Sociedad Amigos de Ocaña (SAO) y a la Mano Negra, esta úl-
tima con mayor injerencia en Aguachica (CNMH, CV, Taller San Alberto,
2021, 12 de junio). No obstante, los Masetos adquirieron varias denomina-
ciones como los Terminator, MAS, Motosierra, Magníficos, Caretapadas
y los Riverandia. Dentro de los grupos más importantes, se identifican los
Terminator, la SAO y los Riverandia.

Según las fuentes consultadas, entre agosto de 1985 y agosto de 1986 se


presentaron hechos victimizantes que se adjudican al grupo Terminator.
El informe Nunca más, zona quinta indica que “este grupo se caracterizó
por atacar a personas que según ellos se dedicaban a negocios ilícitos, o
que pertenecían a sectores marginados de la población” (Proyecto Colom-
bia Nunca Más, 2008, p. 68). Otra fuente manifiesta que este grupo sembró
terror a través de mutilaciones y decapitaciones. En tan solo cuatro años
(1986-1990) asesinaron a 1710 personas, desaparecieron 353 y torturaron
a 351 (Molano, 2010).

60
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Fuente: Vanguardia Liberal (1986, 19 de enero).

En dichas acciones de exterminio social, los Terminator asesinaban me-


diante un disparo en la frente y dos a la altura del pecho de las víctimas,
mientras a otras las descuartizaban y arrojaban en el río Magdalena. Sin
embargo, para 1986 se presentaron hechos en los que sus víctimas eran mi-
litantes de la Unión Patriótica:

El 18 de enero de 1986 en Aguachica, Cesar, paramilitares bajo la etiqueta


de Terminator torturaron y asesinaron a JORGE EMIRO ORTEGA CON-
TRERAS y LUIS EDUARDO PRADA MEZA. Los cuerpos estaban atados
y amordazados. El comandante de la policía de la localidad expresó que
desde su aparición este grupo ha asesinado a más de 100 personas, cuyos
cuerpos eran dejados con un disparo en la frente y dos en el pecho a la altu-
ra de las tetillas. JORGE EMIRO ORTEGA CONTRERAS era militante de
la Unión Patriótica. (Vidas Silenciadas, 1986, s. p.)

Otras fuentes también referencian que a inicios de los noventa hubo per-
secuciones a desmovilizados de guerrillas, especialmente del EPL y perte-
necientes al movimiento Esperanza, Paz y Libertad, quienes tenían cierta
relación con los sindicatos y movimientos civiles de la región (Cinep, s. f.).
Principalmente, amenazaron a dirigentes del Partido Comunista, a líderes de la
ANUC, a sindicalistas de la Unión Sindical de trabajadores de Santander (Usi-
tras) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de las Gaseosas en
Colombia (Sintradingascol), a abogados defensores de los derechos humanos, a
religiosos, educadores y periodistas (Proyecto Colombia Nunca Más, 2008).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Por otra parte, la Sociedad de Amigos de Ocaña se conoció como un es-


cuadrón de la muerte que, según el diario La Opinión, fue organizándose en
el nororiente desde Ocaña hasta bajar a la zona del Cesar.

Los dirigentes cívicos y sindicales que estuvieron al frente del movimien-


to del Paro del Nororiente, fueron señalados de apoyar a la guerrilla,
la que supuestamente era la promotora de las marchas campesinas. La
extrema derecha, en la que se señaló a la SAO, Sociedad de Amigos de
Ocaña, conformada por importantes políticos y comerciantes locales, al
parecer, inició una serie de retaliaciones, que terminó con el asesinato
del dirigente del magisterio Hernando de Jesús Sanguino. El grupo sub-
versivo ELN, por su parte, la emprendió contra los presuntos ideólogos
de la SAO, perpetrando una serie de asesinatos, en la que cayó el repre-
sentante a la Cámara, Álvaro Arévalo Ferrero y los comerciantes Rito y
Pedro Fuentes Morantes. La situación de orden público en la ciudad y los
municipios vecinos, se complicó de manera dramática. Mientras la gue-
rrilla incrementaba sus “ajusticiamientos”, secuestros y extorsiones, la
extrema derecha respondía con amenazas a los sindicalistas, en su mayo-
ría profesores, que se vieron obligados a pedir traslados a otras ciudades.
(La Opinión, 2012, 19 de septiembre)

El informe Catatumbo: memorias de vida y dignidad (CNMH, 2018b) tam-


bién revela estas nuevas expresiones del paramilitarismo en la región cesaren-
se con influencia desde el Catatumbo:

Hacia 1988, surgieron en Ocaña lo que en la época se llamó “escuadrones


de la muerte”, grupos que adoptaron distintos nombres y actuaron en
toda la región. [...] El primero de estos grupos fue la Sociedad de Amigos
de Ocaña SAO, que actuó entre 1988 y 1995 en la provincia y que, en la
percepción y recuerdo de habitantes de la región, presuntamente contó
con la participación de personas pudientes, comerciantes, sectores de la
iglesia y organismos del Estado. Este grupo identificaba a los líderes que
venían de otros municipios de la región hacia la ciudad de Ocaña y los
asesinaban. (CNMH, 2018b, p. 180)

Al respecto, un habitante de la zona señala lo siguiente:

Fue una estrategia de los comerciantes, viendo la debilidad institucional por


garantizar seguridad, porque, obviamente, la población no podía acercarse
al Ejército ni a la Policía porque después iban a ser tildados y estigmatizados
como colaboradores de la fuerza pública. Pero sí estaban siendo agredidos
con el tema de extorsión, estafa y secuestro. (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Sin embargo, el grupo más relevante se conformó en la finca Riverandia, en


el municipio de San Alberto. Los Rivera y los Prada fueron familias impor-
tantes en la región y son referenciados como fundadores del municipio de San
Alberto, lo que a su vez les otorgaba un poder y un reconocimiento tácito en la
zona (OPDH, 2012). Sobre la finca Riverandia y los primeros paramilitares, el
Tribunal Superior de Bogotá manifiesta lo siguiente:

En el año 1988, hizo su aparición en el departamento del Cesar el grupo de


justicia privada, conocido como Los Masetos, conformado por personas
provenientes de Puerto Boyacá, financiados por ganaderos y palmicultores
de la región. Uno de los sitios de reunión entre los integrantes de dicho gru-
po y los empresarios que los financiaron, fue la HACIENDA RIVERAN-
DIA, ubicada en el municipio de San Alberto, Cesar, propiedad del líder
conservador de la época Rodolfo Rivera Stapper, quien había sido Repre-
sentante a la Cámara, Diputado, fundador y primer alcalde del municipio
de San Martín, Cesar. (2020, p. 44)

Este grupo se concentró en los municipios de Aguachica, Curumaní,


Gamarra, González, La Gloria, Pailitas, Pelaya, Río de Oro, San Martín,
San Alberto y Tamalameque (Badillo, 2018). La estrategia de este grupo
consistió en desplazar a los campesinos y colonos que tomaban tierras y
haciendas de ganaderos y terratenientes de la región (recuperadores de
tierra), cometer asesinatos selectivos contra presuntos colaboradores de
la guerrilla, perseguir directivos y trabajadores sindicales de la industria
palmicultora y hostigar a militantes de partidos y/o movimientos políticos
alternativos o de izquierda. Esta estrategia “contrainsurgente” fue conoci-
da como “quitarle el agua al pez”, es decir, arremeter contra líderes sociales
o la comunidad en general, quienes se consideraban como la base social de
la insurgencia:

Por sus liderazgos [las organizaciones civiles] fueron catalogadas como


colaboradoras de la guerrilla o guerrilleras, o con tendencias ideoló-
gicas afines a ellas, como sindicalistas, miembros de los movimientos
políticos de izquierda y de las organizaciones cívicas y comunales como
JAC y cooperativas. (...) La población consultada recalcó en varias oca-
siones que las personas asesinadas eran ajenas a cualquier tipo de ac-
ción violenta, que no era gente armada, eran campesinos, líderes de la
región. (CNMH, 2018b, p. 179)

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Entrada a Hacienda Riverandia, San Alberto, Cesar. Fotografía: Rodrigo Triana


Sarmiento para el CNMH.

Al grupo armado que se conformó se le identificó como Masetos, ya que


algunos de sus integrantes y algunas de sus prácticas fueron importadas de los
grupos paramilitares que se habían conformado en Puerto Boyacá, en donde
era común que se les llamara de esa forma1. A su vez habían llegado a la región
con el patrocinio de ganaderos, terratenientes y palmicultores locales.

La hacienda Riverandia se convirtió en un lugar de reunión de los grupos


paramilitares; además, en ese lugar fueron entregados sindicalistas por el
Ejército Nacional:

En dicha... hacienda son entregados por el Ejército Nacional los sindi-


calistas Isidro Caballero Delgado y María del Carmen Santana, inte-
grantes del M-19, por paramilitares de esta Hacienda, el 7 de febrero

1 Como lo señala el informe El Estado suplantado: las autodefensas de Puerto Boyacá del CNMH
(2019, p. 17), “Entre 1983 y 1991 la autodenominación que utilizaron fue la de Autodefensa Campesina
del Magdalena Medio, pero fue más extendido el uso de la sigla MAS (Muerte a Secuestradores) o el
nombre de Masetos precisamente para no ser identificados; tenían una fachada legal llamada Acde-
gam; y a finales de los años ochenta trataron de utilizar el difuso término de Movimiento Nacional de
Autodefensas”. Así mismo, “A partir de los años ochenta en el Magdalena Medio proliferaron grupos
paramilitares llamados los Grillos, los Tiznados y luego el MAS, siendo la denominación de mayor uso
en los ochenta, sin que fueran las acciones violentas, reivindicadas o asociadas a un solo grupo, de allí
se derivó la denominación luego de uso nacional de los Masetos” (2019, p. 25).
64
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

de 1989, quienes a la fecha se encuentran desaparecidos. Motivo por el


cual, el Estado colombiano fue condenado por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, dentro del caso Caballero Delgado y Santana vs.
Colombia con sentencia del 8 de diciembre de 1995. (TSB, 2020, p. 44)

En el sur del Cesar se fue normalizando la práctica de formar grupos


armados para vigilar las tierras de ganaderos, palmicultores y la élite que
dirigía el orden social del momento. Este primer grupo paramilitar fue res-
ponsable de la persecución y los homicidios de líderes e integrantes del mo-
vimiento Causa Común, que, como se mencionó anteriormente, lideró el
Paro del Nororiente en el departamento.

Esa persecución viene desde ese mismo, digamos, ese mandato de poder
que se le dio en la Constitución de 1991 a los alcaldes. O al nombra-
miento por elecciones populares. Entonces, ese poder se les bajó a los
[de] Riverandia. Obviamente vino... Y la culpa, toda, seguramente para
ellos la tenía el sindicato. Entonces, al culpar al sindicato los sicarios
que tenían allá en Riverandia, esos, pues, obviamente, a todo lo que
oliera a sindicato le iban a tirar. Le tiraron. Asesinaron a muchos. Y
otros, pues, nos tocó salir. Pero, al fin y al cabo, [con] la resistencia y
eso, pues, se logró contener un poco, no mucho. (CNMH, CV, 2020a, 7
de junio)

En los relatos de participantes del Mecanismo no Judicial de Contribución


a la Verdad (MNJCV) se pudo evidenciar que el antecedente más próximo al
origen del frente paramilitar también suele relacionarse con la aparición, a
finales de los ochenta, de grupos al mando de Roberto Prada Gamarra alias
Aníbal.

A Terraplén el grupo de Juancho Prada fue llegando, que yo sepa, pri-


mero se escuchaba cuando no había nada por ahí de autodefensas, se
escuchaba que anteriormente, tenían un nombre que dizque Los Mase-
tos, supuestamente. Bueno Los Masetos. Pero no se veía a nadie, andaba
todo mundo era por allá. Cuando ya al tiempo fueron como aparecien-
do como por sectores de Barrancabermeja para acá, en toda esa zona, ya
llegaron por ahí a San Rafael, a toda esa zona por ahí. Fueron bajando
cuando de pronto aquí al tiempito ya empezó a verse gentecita por ahí,
pero poquita. (MNJCV, 2017, 15 de junio)

En otro relato del MNJCV, se habla de cómo la propia familia de un


desmovilizado sufrió de este grupo una posible victimización relacionada
con el despojo de tierras:

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Ya cuando entraron los que eran los paramilitares y cuando eso, en esa
época eran Los Masetos (...). A mi papá lo amenazaron y a él le tocó
vender ahí al terrateniente de ahí en la región, bajo amenaza vendió la
finca, (...) casi 38 hectáreas por 9.000.000 de pesos. (CNMH, MNJCV,
2017a, 11 de julio)

La relación entre los Rivera y los Prada se remonta a los acercamientos


que Roberto Prada Gamarra tuvo con Rivera Stapper cuando ambas fa-
milias empezaron a ser presionadas por las guerrillas de la zona. El exco-
mandante paramilitar alias Robert Jr., hijo de Prada Gamarra, describe la
relación con los Rivera y menciona la importancia de estos en el origen de
lo que actualmente es San Alberto, lo que permite entender el poder de las
familias locales:

Ese se llama Rodolfo Rivera Stapper. Y Orlando Rivera, que eran her-
manos. Dueños de la finca Riverandia. Finca grande, buena. Pues, di-
cen que donde está situado el pueblo de San Alberto es la finca Rive-
randia. Sino que los Rivera, el papá de los Rivera —como que también
se llamaba Rodolfo—, ese señor le fue vendiendo. Usted llegaba y le
daba un pedacito de tierra y ahí usted hacía la casa, y así, en esa época
hicieron el pueblito ahí. (...) Mi papá ya hacía reuniones como en el 88
con los hermanos Rivera. Sí. Entonces, yo le preguntaba a mi papá: “¿Y
esa gente qué es?”, [respondía:] “No diga nada ni cuente nada, ¿oyó?
Ellos son un grupo armado. Ellos le están dando a la guerrilla. Pero
cuidadito va a decir algo porque me joden a mí si saben que yo voy a
hablar con ellos”. Porque él salía de noche, dejaba el carro por ahí y se
iba y se metía por ahí a hablar con ellos. (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 30 de julio)

Estos primeros grupos de seguridad de hacendados y ganaderos termi-


naron siendo parte de todo un sistema criminal con poder extralimitado
sobre las vidas y territorios del Cesar. La expansión de este modelo de
seguridad privada estuvo a cargo de la familia Prada y otros allegados que
crearon una red de grupos paramilitares en el sur del departamento.

2.1.1 Expansión de los grupos paramilitares del sur del Cesar

Desde 1988, los homicidios aumentaron en el municipio de San Alberto


en manos del grupo Riverandia. Incluso, se llegaron a cometer masacres
contra los trabajadores de la palma y sindicalistas de Sintraproaceites.

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Fuente: Vanguardia Liberal (1990, 26 de octubre).

Paramilitares asesinaron a los trabajadores y miembros del sindica-


to de Indupalma, JOSÉ FRANCISCO POLO VILLALOBOS, ARLEY
BEDOYA, JOSÉ FERNANDO BEDOYA y HUMBERTO MARTÍNEZ
GUALDRÓN, en las inmediaciones del municipio. Los paramilitares
llegaron a la sede social de SINTRAPROACEITES y dispararon contra
todas las personas que se encontraban en el lugar departiendo con sus
compañeros y familiares. Francisco Polo y Humberto Martínez murie-
ron instantáneamente como consecuencia de los disparos que les fueron
propinados; doce personas más quedaron gravemente heridas y poco
tiempo después murieron José Ariel y José Fernando. (Vidas Silencia-
das, 1988, s. p.)

Este tipo de acciones se expandieron a otros municipios aledaños como San


Martín, Aguachica y Ocaña, en donde la violencia contra el sector sindical se
amplió hacia dirigentes y líderes de partidos políticos de izquierda, campesi-
nos y trabajadores de Indupalma.

Las acciones de violencia en estos territorios fueron realizadas por di-


ferentes grupos de paramilitares que durante un tiempo fueron identifi-
cados según los líderes o “dueños” de estos. Así, en este apartado se des-
criben los orígenes de estos grupos que actuaron entre 1993 y 1996 en la
región del sur del Cesar, la provincia ocañera, y en municipios aledaños de

67
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Santander y Norte de Santander. Sobre esta última región, es importante


señalar que los grupos de Camilo Morantes y Mario Zabala, aunque no
operaban en el sur del Cesar, fueron actores clave para entender las di-
námicas de Los Prada a finales de la década de los noventa, pues, debido
a las zonas donde operaron, tuvieron relación directa con estos actores e
inclusive conformaron un grupo armado unificado que hizo parte de las
AUC. Por esta razón, en este apartado se presenta un contexto breve sobre
los orígenes de estos otros grupos paramilitares.

2.1.2 Los Prada

Tanto los relatos surgidos en el marco del MNJCV, como las sentencias de
los máximos comandantes del FHJPB, permiten confirmar que en el sur-
gimiento del paramilitarismo en el sur del Cesar fue decisivo el liderazgo
de Roberto Prada Gamarra y las estructuras que encabezaron diferentes
miembros de su familia, grupos que se identificaron con varios nombres
en el transcurso de los años.

En algunas fuentes se menciona que, entre 1988 y 1991, este agricultor


y ganadero tenía un grupo de seguridad a su cargo que hacía presencia en
San Martín y que colaboraba financieramente con el grupo Riverandia;
además, brindaba información al Ejército (TSB, 2014). Más tarde, durante
1992 y 1993, Prada Gamarra conformó, junto con reservistas del Batallón
Guanes y personal proveniente de las Autodefensas Campesinas de Puerto
Boyacá, un grupo paramilitar conocido como “los Prada”, quienes tenían
como base de operaciones una finca ubicada en la vereda El Líbano del
municipio de San Alberto (TSB, 2020). Roberto Prada Delgado, alias Ro-
bert Jr., manifiesta que en un momento dado su familia estaba fuertemente
presionada por la guerrilla:

Yo iba pa’ la finca y de pronto salían guerrilleros, miembros de las FARC,


miembros del EPL o del ELN, ¿sí? Nos paraban, nos decían: “Bueno, que
nos colaboren para llevarnos a tal punto”, y teníamos que devolvernos,
echarlos en la camioneta e ir y llevarlos. Y todas esas cosas. Entonces,
por eso yo tengo conocimiento sobre esa época de los ochenta. Anda-
ban con fusiles y en camuflado. Todo, todo normal, como el Ejército.
(CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 4 de agosto)

Estas colaboraciones a las guerrillas se hicieron cada vez más frecuentes,


a tal punto que la fuerza pública consideraba a Prada Gamarra como un
auxiliador de la insurgencia:

68
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

El Ejército ya tenía a mi papá calificado como guerrillero, ¿sí? Tanto de


que a él y a mí nos mandaron el DAS, nos mandaron a matar ahí a San
Martín. Mi papá tenía una finca que le decían Morales, porque daba
pa’l río Morales. Allá unos miembros del ELN se metieron a invadirla:
llevaron gente y metieron gente pa’ invadirla. Como mi papá les hacía
favores a ellos y también le hacía favores a los de las FARC, entonces, mi
papá le dijo a uno de ellos de los de las FARC que cómo hacía, porque
mire que le estaban invadiendo la finca. (...) Y empezaron los manes
del DAS a darme vueltas en el negocio, y eso ya fue para el año 1990,
1991. Pero ya mi papá estaba haciendo coordinaciones para formar los
grupos, desde 1990 él empezó a hacer esas coordinaciones, porque él de
todos modos se codeaba mucho con los Rivera. (CNMH, CV, Roberto
Prada Delgado, 2015, 4 de agosto)

Al mismo tiempo, hubo acciones y reacciones armadas que escalaron en


daños a la familia Prada, como lo fue el secuestro de uno de sus miembros.
El mismo Roberto Prada afirma que, en retaliación, su familia asesinó a
los responsables:

Yo tengo un primo que fue Martiniano Prada. A él lo secuestraron unos


manes que eran de ahí mismo del pueblo, unos Camacho que, entre
otras cosas, eso fue como la mechita que se prendió con ellos, porque
nosotros empezamos fue dándoles a ellos, ¿sí? Entonces, ahí yo tengo
una masacre con lo de esa gente, porque primero se mataron unos en
Aguachica, como que fueron dos, y después —a los que fueron al en-
tierro de ese— le caímos al otro. Y vea cómo son las cosas, nosotros
utilizamos a William, al que le decían cuatro orejas —me parece que él
era del ELN... sí, del ELN—, y le dijimos: “Mire, ellos son los que están
secuestrando a nombre de usted y extorsionando”. Fueron y le echaron
plomo al man, ¿sí? Le echaron plomo a los Camacho. A Miguel Cama-
cho. Y como ellos lo dejaron fue herido, se lo llevaron para la clínica
de Alto Prado en Aguachica, entonces, mi papá me dijo: “Súbase en el
carro y váyase usted con uno y acábenle de dar allá”. Y nosotros nos
fuimos allá y nos metimos a la clínica y lo acabamos de rematar allá
en la clínica. Estos Camacho eran personas de la comunidad que se ha-
cían pasar por guerrilla y que estaban secuestrando. (...) El secuestro de
Martiniano Prada, si no estoy mal, eso fue como en 1987, algo así, 1986,
1987. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 29 de septiembre)

Los finqueros y ganaderos comenzaron a idear estrategias para enfren-


tar a las guerrillas en la región, pero sin identificarse como un grupo espe-
cífico. Así lo expresa el siguiente relato:

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Durante un tiempo sí hubo una relación estrecha entre la comunidad


con la guerrilla. Claro que sí. Quizás el error de la guerrilla fue que si
mi papá era el que les daba la comida ahí o que se quedaban en la casa,
para que se quedaran durmiendo, porque ellos venían a vagabundear
por ahí, a tomarse sus tragos. Entonces, llegaban ahí a las doce o una
[de la mañana y decían]: “Roberto, Roberto, ábrame ahí que vinimos a
quedarnos acá con el compañero, que no tenemos donde ir”. Pero cuan-
do no eran los unos, eran los otros, pero entonces ya mi papá mamao,
la familia mía lo mismo, [decía:] “Ah, pero usted tiene ahí familia que
tiene tienda, ¿no?”. Ya después que iban era secuestrar [a los] tíos míos,
que ya iban era a pedir plata, que el 10 por ciento de la producción de
la finca. Entonces, ahí se rebosó la copa. (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 29 de septiembre)

La organización de estos pequeños grupos de paramilitares empezó a ser


coordinada con el fin de tener el control de diferentes municipios del sur del
Cesar y cuidar los bienes y libertades de otros ganaderos:

Antes de la muerte de Orlando y de Rodolfo en 1994, ya mi papá con el


grupo era el que tenía control de esa zona. Ya él era el que tenía eso. Los
llamaban los Prada. Sí, porque eso fue en fracciones de meses. Fue en
1990, en 1991 se hizo unas cosas ahí, incluso, que yo le dije que coordi-
naba con el Ejército para hacer operativos. (...) Entonces, él los utilizó de
esa forma, que fueran y acompañaran a la familia o [decía:] “Vaya y se
queda en la finca allá de fulanito o cualquiera de la familia, quédese allá
y acompáñelo que él está amenazado, para que le eche ojo”. (CNMH,
CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 6 de agosto)

A continuación, se ilustra cómo estaba conformada esta organización


paramilitar, encabezada por Roberto Prada Gamarra, alias Aníbal, quien
era apoyado por miembros de su familia como Juan Francisco Prada, Ro-
berto Prada Delgado y Martiniano Prada.

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Organigrama 1. Grupo de los Prada, 1992-1996

Roberto Prada Gamarra


"Aníbal, "don Roberto"
Jefe fundador
1992 - Julio 1996

Juan Francisco Roberto Prada


Prada Márquez Delgado
"Juancho Prada" o "Robert Junior" o
"Francisco Tabares" "Chucky Loco"
Primo/ Colaborador/ Hijo/ Conductor/
1992-1994 1993-1996

Martiniano Prada Manuel Alfredo Rincón Pedro Angarita Ortíz


Márquez "Pasos" Ricardo Angarita Ortíz
Comandante militar - "Jairo" o "Jhonny"
grupo de sicarios Logística y
1992-1994 comunicaciones

Jesús Pacheco "Tripa",


Grupo de sicarios Conductor "Última
"Óscar", "Fredy", "Jhon", "Culebrita", Lágrima" "Trinos",
"Omar", "El Negro" o "El Diablo", "Roso", "Franco" sicarios
"Escobar", "El Abuelo", "Correcaminos",
"Calavera", Milton Mongas, "Bigotes",
Fredy Pedraza "Chicote", "Garza", "El
Gato", "Camarón" o "Vladimir", Alfredo
Ballena "Rancho", Alfredo García Tarazona
"Arley", Felipe García "Pecas".

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

Sobre la constitución del grupo se volverá más adelante, ya que estos mis-
mos individuos pasaron, desde 1995, a formar parte de las Convivir que Los
Prada constituyeron en el sur del Cesar junto a personas como Luis Orfego
Ovallos Gaona y los grupos El Tesoro y el 20 de Julio. Estos grupos, que se fue-
ron formando paralelamente a la organización de Los Prada, serán descritos
en los siguientes apartados.

2.1.3 El grupo de Luis Orfego Ovallos Gaona

Entre 1992 y 1997 operó una estructura armada al mando de Luis Ofrego
Ovallos Gaona, conocido como don Luis en los municipios de Barranca de Le-
brija, Gamarra, Puerto Patiño, Puerto Mosquito y Ocaña. Este grupo se des-
integró tras la desaparición forzada de don Luis el 28 de enero de 1997 (TSB,
2014). Este grupo operó en municipios de Norte de Santander como Ocaña, y
en municipios del sur del Cesar como Río de Oro y Aguachica. Según la Sen-
tencia a Javier Quintero:

71
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Entre los años 1992 y 1993 el grupo de autodefensa de Luis Orfego Ovallos
Gaona, alias don Luis, operó en los municipios de Barrancalebrija y en Oca-
ña y en éste último estaba al mando alias el Flaco, quien posteriormente se re-
gresó para conformar el Grupo en Pailitas. Este grupo de autodefensas operó
en la zona comprendida entre la carretera desde Morrison hasta Aguachica,
—incluido su caso urbano—, hacia el río Magdalena, la Isla de Morales, Ga-
marra, Puerto Patiño, Puerto Mosquito y Puerto Acapulco. (...) durante los
años 1992 y 1993, el grupo de Luis Orfego Ovallos Gaona, no se conformaba
con más de quince hombres, posteriormente presentó un acelerado creci-
miento en la medida que para el año 1994, contaba con diez patrulleros y un
segundo comandante; y, para el año 1995, además del segundo comandante,
contó con un comandante financiero y diecinueve patrulleros; con relación
a la operación de este grupo en el municipio de Ocaña. La desintegración de
esta organización ilegal se presentó con la desaparición forzada de Luis Or-
fego Ovallos el 28 de enero de 1997, momento a partir del cual su personal se
va con los grupos de alias Manaure y alias Jimmy, asumiendo el mando de la
zona Juan Francisco Prado Márquez (TSB, 2016a, pp. 63-64)

La estructura de Ovallos Gaona tuvo relaciones con Los Prada y otros gru-
pos que operaban en la región:

A Luis Ofrego Ovallos lo conocí yo en El Tesoro (...). La finca El Tesoro es de


Don Abel Ángel. Ahí yo no entiendo mucho si es que Don Abel Ángel había
permitido a una persona de confianza de él para que organizara eso ahí. Por-
que yo no le veía porque él era un señor muy anciano. A esa persona le decían
“Lolo”, esa era la persona de confianza de él. Pero como ellos no salían de ahí de
la finca solo lo tenían pa’ seguridad de ellos, fue cuando le pasó el armamento a
Luis Ofrego. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 6 de agosto)

Varias personas de este grupo posteriormente pertenecieron a Los Prada,


entre ellas Milcíades, quien era ampliamente conocido en Ocaña.

Juancho llega a la parte de abajo de la carretera a Morrison porque ahí


queda la finca “El Tesoro”. Anteriormente mi papá ya había hablado con
la gente de El Tesoro y Luis Ofrego, recuerdo que dijo: “Mire es que yo
acá en Ocaña estoy con los cebolleros y por allá es muy duro pedirle plata,
entonces yo quisiera para trabajar en parte del plan y con esto me ayudo
para trabajar en la parte de Ocaña”. Organizaron así, él se queda con unas
armas de El Tesoro y hacen una división. Esa parte de Morrison hacia abajo
y esa parte de la vía de Barranca de Lebrija (...), jurisdicción de Aguachica
(...). Él coge todo eso hasta “Pita Limón” que es jurisdicción de Aguachica.
(CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 6 de agosto)

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Organigrama 2. Grupo de Luis Ofrego Ovallos Gaona, 1993-1997

Luis Ofrego Ovallos


"don Luis"
Comandante grupo -
Representante legal Convivir
Santa Lucía 1993-1996
Tras la desapareción de "don Luis", la zona es tomada por "Juancho
Asesinado enero 1997 por
Prada", y recoge a los mandos "Pacho Paraco", "Pica Pica",
"Jimmy"
"Guasaco", "Milciades" "Walter", "El Indio"

Milciades Ramírez José Ignacio Zorrilla Wilman Rafael Ortíz


"Milciades" Alias "Walter" "el Indio"
Comandante militar - grupo C. Militar 1995-1996 Comandante militar
de sicarios 1992-1994 enero 1998 mayo 1998

Héctor Julio Wilfrado Jesús Bastos


Luis Ramírez Carvajalino Galvis León
Hernández "Miguel Ángel" alias "Harold" "Parabólico"
Rafael Emilio o "Raya" Comandante de Apoyo
Ramírez Escolta y escuadra 1996 comunicaciones
"Memo" Comandante de
Escolta Luis escuadra
su primo sep 1995- julio
1994 - sept 1995 1996 (captura)
(captura) 1999 Apoyo
Incursión BCB

Grupo de patrulleros-sicarios Convivir


"Miguel", "Pica Pica", "Víctor",
"El Flaco", "Escobar", "Mata Pato",
"Samario", "Patula", Alirio Barrientos
alias "Barbao", Alirio Pérez alias
"Guasaco", Jairo Martínez alias
"Pacho Paraco".

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de TSB (2016c).

2.1.4 Los Paisas: el grupo de El Tesoro

Entre 1993 y 1996 el grupo paramilitar Los Paisas hizo presencia en el corregi-
miento de Cuatro Bocas y la vereda Pita Limón del municipio de San Martín,
así como en los corregimientos La Cabaña y Morrison del municipio de Río
de Oro. Este grupo instaló su centro de operaciones en la finca El Tesoro de
Jaime Ángel Botero (TSB, 2014).

Ya en 1992, 1991, que él iba allá a la finca El Tesoro, esos manes estaban
armados, con los que tenían ese grupo ahí. A ese grupo lo manejaban...
no sé, dicen que eso era de don Abel, Abel Ángel, el dueño de El Tesoro.

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Pero que era un grupito que él había montado pa’ la seguridad de la finca
de él, y no salían para ningún lado. Eran de Morrison hacia abajo en San
Martín. Entonces, mi papá iba y hablaba con ellos, pero no sé qué era lo
que hablaban. Mi papá andaba en lo que andaba. Pero, entonces, esos gru-
pos no eran unos grupos que salían que a sicariar a los pueblos ni nada
de esas vainas. Ellos eran como pa’ defenderse ahí mismo en la finca, una
seguridad. Póngale doce personas enfusiladas ahí. (CNMH, CV, Roberto
Prada Delgado, 2015, 6 de agosto)

Aunque las versiones de los excomandantes del FHJPB y los relatos del MNJCV
manifiestan que el propósito de los primeros grupos era salvaguardar las vi-
das y los bienes de los ganaderos y hacendados, los registros muestran una
sistematicidad de acciones en contra de la población civil, pero no en contra
de grupos armados y/o delincuentes. Los patrullajes y el control de territorios
que realizaban estos primeros grupos se encaminaban a perseguir a miem-
bros de partidos políticos alternativos, líderes sindicales, líderes campesinos
o integrantes de la ANUC, así como a parceleros. Tan solo en el municipio de
San Alberto se registraron doce hechos de violencia, entre 1986 y 1993, rela-
cionados con homicidios de miembros y dirigentes de la Unión Patriótica en
los que hubo responsabilidad de paramilitares (Romero, 2011).

Las noticias del día a día eran: oiga usted supo del que mataron en la
calle central, o en la calle que va para La Palma, o el barrio 23 de Agosto,
o el barrio 1º de Mayo, o el que mataron en la parcela, en la vereda El
Cedro, o la masacre del corregimiento de La Llana. La constante era que
entre más operativos militares y policiales había, los muertos aumenta-
ban; por eso la gente presumía que esto era una estrategia para limpiarles
el camino a los grupos criminales, para que perpetraran sus fechorías.
(Fundesvic, 2016, p. 41)

Estos hechos victimizantes contra personas pertenecientes a movimientos


y organizaciones sociales del territorio son confirmados por los tribunales
de Justicia y Paz, los cuales mencionan que “entre 1988 y 1992, Los Masetos
asesinaron a 32 trabajadores afiliados a sindicatos del sector palmicultor en
el sur del Cesar por señalarlos de apoyar la izquierda armada y revoluciona-
ria” (TSB, 2016b, p. 166).

Por lo tanto, la creación de estos grupos de paramilitares no podía excusar-


se ante la justicia al explicar que su nacimiento fue netamente antisubversivo,
pues sus acciones se centraron en perseguir y asesinar a campesinos y líderes
trabajadores de la región. Unas de sus principales acciones fueron narradas
por trabajadores de la palma:

74
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Todo comenzó en febrero de 1988 con el asesinato de Nemesio Machuca


Payares, trabajador activista de la organización sindical, pero las circuns-
tancias eran confusas para nosotros. El hecho más directo contra nosotros
los trabajadores ocurrió el 9 de abril de ese año. Nosotros estábamos en la
sede social del sindicato haciendo un acto cultural. En el momento en que
pasábamos una película para los niños, encapuchados aparecieron y varios
dispararon contra la sede. Hubo 12 heridos y tres trabajadores muertos:
José Francisco Polo, Arley Bedoya y Humberto Martínez. Todos quedamos
paralizados y de ahí en adelante nos preocupamos mucho. Era un desafío.
Entendíamos el mensaje, como diciéndonos: aquí estamos, vamos a co-
menzar con ustedes. (Fundesvic, 2012, p. 49)

Con el tiempo, ya se fueron metiendo con las personas que pertenecían a


las organizaciones sociales, a sindicatos y entonces, ya empezamos a enten-
der que ese era un plan de exterminio para el movimiento social que existía
en ese momento en San Alberto. (CNMH, 2018a, p. 205)

A continuación, se describen dos grupos que, aunque no operaron en el


Cesar, sus orígenes y trayectoria son paralelos a las Autodefensas del Sur del
Cesar, tanto cronológicamente como en la caracterización de sus motivacio-
nes. Las historias de estos grupos se intercalaron a finales de los noventa con
los procesos de unificación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC);
por lo tanto, se considera relevante abordar su conformación.

2.1.5 El Grupo 20 de Julio: los Zabala, Pedro Lancero y los Motosierra

El Grupo 20 de Julio fue un grupo armado ilegal que operó en Norte de San-
tander, específicamente en los municipios de Cáchira y La Esperanza. El ori-
gen de este grupo se remonta a 1993 y está ligado a las figuras de Vicente
Zabala Bueno, ganadero de la vereda 20 de Julio, y de Erwin de Jesús Salazar
Taborda, alias Pedro Lancero, de quien se presume que fue soldado profesio-
nal del Batallón de Contraguerrilla n.º 5, también conocido como los Guanes:
“Pedro era un señor que él trabajaba... Él fue soldado de los Guanes. Él se la
pasaba mucho aquí en la brigada, por ahí. Él fue el que nos presentaron como
el que estaba allá en el grupo” (CNMH, 2021, p. 99).

Existen tres versiones sobre el surgimiento de esta estructura armada. La pri-


mera recoge la historia familiar de Vicente Zabala Bueno, quien conformó esta
agrupación ilegal debido a la persecución que la guerrilla del EPL realizó contra
él y su familia en la vereda 20 de Julio del municipio de La Esperanza, donde
Zabala Bueno era propietario de la finca La Primavera. Las presiones de los sub-

75
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

versivos, que solicitaban el pago de extorsiones, desembocaron en el asesinato


de Víctor Julio Zabala Vergel, hijo de Vicente, el 24 de julio de 1992; tras este
hecho, la familia se desplazó a los Llanos Orientales. En este contexto, Vicen-
te Zabala buscó ayuda en la Quinta Brigada, donde le recomendaron a Pedro
Lancero, quien inició y lideró el grupo que protegió sus predios (CNMH, 2021).

Las otras dos versiones indican que la aparición de Pedro Lancero en la re-
gión fue independiente a la situación vivida por Vicente Zabala Bueno y su
familia. Una de estas versiones sugiere que

La estructura de Pedro Lancero fue independiente a la familia Zabala que solo


le prestó alguna colaboración menor. El relato construido por los protagonistas
de la historia de la finca La Primavera indica que el epicentro de la actividad del
grupo conocido en la región como los Motosierra, los Masetos o la Mano Negra
estaba vinculado mucho más al predio El Hato, propiedad de Luis Javier Ro-
dríguez y ubicado frente a las fincas de Vicente Zabala (CNMH, 2021, p. 100).
Con el apoyo de este ganadero, se habría constituido una Convivir (Cuencas
del Río Cáchira) en la cual iniciaron su trayectoria paramilitar varios de los
comandantes de lo que luego sería el 20 de Julio. En la cooperativa de vigilancia
se nombró a Ariel Zabala Vergel, uno de los hijos de Vicente, mientras que el
grupo ilegal lo comandó alias Pedro Lancero. (CNMH, 2021, p. 100)

La otra versión, entregada por un excoman­d ante del grupo, menciona


que la llegada de Pedro Lancero estuvo asociada con los intereses de al-
gunos ganaderos de la zona y al inspector de Policía de San Rafael, Isaías
Ardila Gómez.

Lo que sí conocíamos era a un señor que se llamaba Isaías Ardila Gómez,


él había sido inspector de Policía de San Rafael. Y a ese señor le hicieron un
día un atentado, la guerrilla, y él se les voló. De ahí, de la volada del señor
ese, es donde aparece ese grupito de limpieza, donde comienza como a ir
a las fincas, a matar gente que de pronto le colaboraba a la guerrilla, que
supuestamente, en comillas, porque eso mataron gente que ni siquiera...
verdad, no tenía nada que ver con la guerrilla ni nada. En ese tiempo fue
donde apareció ese grupo... no digo que al mando de Isaías porque no sé si
él era el que mandaba o nada, pero él estaba en ese grupito, ¿sí? Ahí estaba
ese grupito, andaba con unos seis más, andaban en camionetas, en carro,
pa’ arriba, pa’ abajo. (CNMH, CV, 2015, 30 de junio)

Estas versiones sobre la conformación de la estructura paramilitar coinciden


en dos elementos: el surgimiento del grupo bajo el apoyo de Vicente Zabala y
su funcionamiento bajo el liderazgo militar de Pedro Lancero. Según el CNMH

76
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

(2021, p. 102), “Vicente Zabala buscó replicar el modelo paramilitar chucureño


y sus dos elementos operativos: vincular a la población civil en el conflicto y
financiarse por medio de contribuciones obligatorias, en su mayoría aportadas
por finqueros y ganaderos de la zona”. Lo anterior, a lo que se sumó la colabora-
ción de la fuerza pública y la figura de las Convivir, facilitó la operación de una
estructura que se movió entre la legalidad e ilegalidad (CNMH, 2021).

El grupo 20 de Julio se hizo conocer en la zona baja del municipio de Rio-


negro (Santander) como los Motosierra o la Sombra Negra. Entre sus miem-
bros más representativos estuvieron los hermanos Cristancho Acosta, quienes
provenían de la región chucureña: “Tomás, alias Samuel; Gabriel, alias Javier;
Guillermo, alias Camilo Morantes; Ernesto, alias Braulio y Manuel” (CNMH,
2021, pp. 102-103).

Entre abril y agosto de 1994, esta agrupación hizo operaciones de patrullaje


entre los departamentos de Santander, Norte de Santander y Cesar, en lugares
como el 20 de Julio, La Primavera, El Diviso, San Pedro de La Tigra, Mateca-
ña, La Musanda, San Rafael de Lebrija, El Tropezón, La Pedregosa y en la zona
rural de San Alberto (CNMH, 2021).

En este mismo año, Camilo Morantes empezó a tener protagonismo dentro


del grupo y entró en tensiones con Pedro Lancero debido a operaciones no
autorizadas. Según otros relatos, se presentó un problema con el personal que
cuidaba la finca de Vicente Zabala, que administraba Braulio, pues quienes
estaban a cargo de la vigilancia, Samuel y otras cuatro personas, abandona-
ron sus funciones con el fin de asistir a una fiesta en la vereda Campo Alegre
(CNMH, CV, 2016, 8 de marzo).

Al parecer, estos hechos generaron problemas entre Vicente Zabala, Pedro


Lanceros, Camilo Morantes y Braulio. Así, los hermanos Cristancho Acosta
buscaron autonomía e independencia de las órdenes de Vicente y Pedro, situa-
ción que provocó la decisión de repartir la zona. El grupo que quedó en la ve-
reda 20 de Julio, nombre que el grupo también recibió, estuvo bajo el liderazgo
de Vicente Zabala, quien, tras su captura, fue relevado por Nelson Zabala alias
Mario o 120; esta estructura extendió su influencia hacia los municipios de La
Esperanza y Cáchira en Norte de Santander. Los Cristancho Acosta, por su
parte, llegaron al corregimiento de San Rafael de Lebrija en el municipio de
Rionegro, donde, bajo la comandancia de Camilo Morantes y Braulio, se esta-
blecieron como grupo independiente (CNMH, CV, 2016, 8 de marzo).

Bajo la comandancia militar de Camilo Morantes y el mando político de


Braulio, este grupo amplió su injerencia en corregimientos de Rionegro

77
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

como Papayal, Caño Iguanas, La Cuña, El Tropezón, San José de los Cho-
rros. Así mismo, en corregimientos de Sabana de Torres como San Luis de
Magará, La Musanda y Mate Plátano, y en el corregimiento de Chingalé del
municipio de Puerto Wilches. La entrada a esta zona tuvo como fin acabar
con la presencia de las FARC y el ELN, grupos guerrilleros que hicieron
presencia en la región desde 1980 hasta la llegada del grupo paramilitar en
1994, responsable a su vez de acciones delictivas relacionadas con los secues-
tros extorsivos y las vacunas a hacendados y ganaderos de la región.

La trayectoria e influencia de los grupos paramilitares surgidos en la re-


gión desde finales de los ochenta e inicios de los noventa tuvo un giro en
1994, año en que se presentaron diferentes cambios en sus liderazgos de-
bido al contexto político nacional y a la articulación que tuvieron con las
nacientes AUC. Tras el asesinato de Rodolfo Rivera Stapper, promotor de
los primeros grupos paramilitares en San Alberto, se inició una etapa de
reacomodación de los grupos que operaban en el territorio. Primero, porque
el grupo de Riverandia desapareció tras el asesinato de su líder; segundo,
porque el grupo comandado por Roberto Prada Gamarra se perfiló como
la estructura armada más poderosa y mejor organizada de la región, pues
incrementó el número de hombres en sus filas y su influencia territorial; y
tercero, porque con el proceso de coordinación del proyecto de las AUC y la
constitución de las Convivir se crearon una serie de condiciones favorables
para la expansión del poderío paramilitar.

2.2 De la clandestinidad a la legalidad: las Convivir, el impulso


del paramilitarismo en el sur del Cesar

El terreno de expansión del grupo paramilitar se empezó a fortalecer cuando


el gobierno de Ernesto Samper restableció un esquema legal para las autode-
fensas a través del Decreto 356 de 1994, que legalizó las Cooperativas de Vi-
gilancia y Seguridad Privada, más conocidas como las Convivir. Estas fueron
creadas bajo el argumento de:

Contener los ataques contra la sociedad civil, y ante la necesidad de encauzar


el apoyo ciudadano hacia las autoridades y mantener el legítimo derecho de
defender la vida de aldeanos y población agraria (...) como una expresión de
solidaridad en medio de la frenética arremetida de grupos irregulares contra
la comunidad campesina y debido al escaso pie de fuerza del Estado para
enfrentarlos, por falta de presencia permanente en zonas apartadas del terri-
torio nacional. (Cuerpo de Generales y Almirantes en Retiro de las Fuerzas
Militares, citado en Proyecto Colombia Nunca Más, s. f., s. p.)

78
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

El fortalecimiento de estas medidas legales también se generó por los golpes


militares que las guerrillas dieron al Ejército nacional entre 1996 y 1998. Así
mismo, el papel cada vez más relevante que tuvieron las Convivir en la lucha
contrainsurgente fue reforzado por la omisión repetitiva del Ejército frente a
las acciones de estos grupos y por el apoyo logístico, militar y de inteligencia
que también desarrollaron (GMH, 2013).

Este elemento de coordinación entre las Convivir y la fuerza pública puso


a disposición de los grupos paramilitares un esquema paramilitar “legali-
zado” que les permitió una financiación conjunta de los sectores público y
privado, y hacer legítimo el recurso defensivo. Según el Proyecto Colombia
Nunca Más, parte de estos apoyos se prestaron porque las Convivir tenían
como objetivo principal “la defensa de los sectores políticos y económicos
poderosos en diferentes regiones sin importar el aniquilamiento de am-
plios sectores rurales empobrecidos” (2008, p. 187). Lo anterior fue com-
plementado por las cooperativas campesinas de seguridad, proyecto que
tomó impulso y fue respaldado en el Congreso por el gremio ganadero
Fedegan; posteriormente, fue concretado por el ministro de Defensa, Fer-
nando Botero, a finales de 1994 para ser ratificado mediante la Resolución
368 del 27 de abril de 1995. Al respecto:

De esta manera, las funciones de estos dos tipos de servicios de seguridad se


empiezan a prestar de manera confusa, permitiendo la realización de toda
clase de abusos y actos delictivos en contra de la población por parte de estas
organizaciones amparadas en la Ley y en la complicidad por parte de sectores
de las Fuerzas Armadas. (Proyecto Colombia Nunca Más, 2008, p. 189)

Así, los criterios para la creación, accionar y supervisión de estas coo-


perativas fueron muy laxos, lo que permitió la autorización de operación
“a grupos con récords dudosos en materia de violaciones a los derechos
humanos o con nexos con el narcotráfico” (GMH, 2013, p. 158).

Los hechos victimizantes cometidos mediante la relación paramilitares–


fuerza pública 2 no impidieron la conformación de las Convivir en el país,
incluso pese a que sus representantes legales hacían parte de grupos arma-
dos ilegales. Para marzo de 1997 existían 414 Convivir en Colombia. En la
siguiente tabla, se muestran las que operaban en el sur del Cesar.

2 En el capítulo de accionar se documentan ejecuciones extrajudiciales causadas por operaciones con-


juntas entre paramilitares y fuerza pública, y en el capítulo de derechos humanos se abordan las ma-
sacres de Puerto Patiño de 1994 y 1995.
79
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Tabla 1. Cooperativas de seguridad que operaron en el sur del Cesar

Fecha de resolución
Nombre Representante legal
que la crea

Sociedad Renacer Andrea Eugenia Rivera Enero 14 de 1995


Cesarense Ramírez

Asociación de Servicios Jaime Leonardo Olmos Agosto 23 de 1995


Comunitarios para la Posada
Cuenca del Río Ariguaní
(Asocurar)

Asociación Convivir Juan Francisco Prada Enero 29 de 1996


Arrayanes Márquez

Asociación Convivir Julio César Ortega Ariza Enero 29 de 1996


Palenquillo

Asociación Convivir Santa Luis Ofrego Ovallos Abril 26 de 1996


Lucía Gaona

Sociedad Guaymaral Ltda. Jorge Gnecco Cerchar Septiembre 18 de 1996

Sociedad Salguero Ltda. Hugues Manuel Diciembre 11 de 1996


Rodríguez

Asociación Ariguaní Augusto Francisco Enero 22 de 1998


Castro Pacheco

Fuente: Tomado de TSB (2016b).

En los municipios que aborda este informe, estas Convivir contribuyeron


con la legalización de los grupos paramilitares de la región, pues miembros
de estas agrupaciones fungieron como fundadores, representantes legales o
gerentes de estas cooperativas, situación que también se presentó en otras
regiones del país y estructuras paramilitares (TSB, 2013).

La primera Convivir conformada fue la Sociedad Renacer Cesarence en


el municipio de San Alberto. Esta Convivir obtuvo su licencia mediante la
Resolución 1496 del 14 de enero de 1995. Su representante legal fue Andrea
Eugenia Rivera Ramírez, quien era hija de Álvaro Rivera Stapper, hermano
de Rodolfo Rivera Stapper y que al parecer fue pionero en la conformación
del grupo de los Riverandia. Lo que fueron Los Masetos o los Riverandia

80
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

se convirtieron en Sociedad Renacer Cesarense (TSB, 2016c). Adicional-


mente, personas como Lenin Molano Medina alias Ojitos, Roberto Prada
Delgado alias Robert Junior y Pedro Elías Villamizar alias Pedro Paraco
fueron gerentes de esta Convivir y fundadores e integrantes de los grupos
paramilitares que operaban en San Alberto (Cesar), Ábrego y Ocaña (Nor-
te de Santander) (TSB, 2013).

La Sociedad Renacer Cesarense tuvo dentro de su área de operaciones los


siguientes municipios: Ábrego, Ocaña, Convención, Cáchira, La Vega y la Es-
peranza, ubicados en Norte de Santander. Así mismo, los municipios de San
Alberto, San Martín, Río de Oro, Aguachica, Gamarra, La Gloria, Pelaya y
Pailitas, ubicados en el departamento del Cesar (TSB, 2013).

Por su parte, la Convivir Los Arrayanes fue creada mediante la resolución


del 29 de enero de 1996, otorgada por la Superintendencia de Vigilancia. Esta
se concedió a los hermanos Prada pese a la masacre de Puerto Patiño y las
denuncias que líderes de la región hicieron en su contra debido a su partici-
pación en esta acción violenta. Como representante legal de Los Arrayanes
figuró Juan Francisco Prada Márquez alias Juancho Prada, quien bajo esta
modalidad legal pudo aumentar el pie de fuerza, armamento y equipo logís-
tico de su organización, principalmente en el municipio de San Martín (TSB,
2016c). Otros socios de esta Convivir fueron Raúl Prada, Juan Tito Prada Rue-
da, familiares de Juancho, Noé Jiménez Ortiz y Mario Castro López, quienes
fueron reconocidos paramilitares del sur del Cesar (TSB, 2013).

Otro de los comandantes paramilitares que conformó una de estas cooperati-


vas de seguridad fue Luis Ofrego Ovallos Gaona, quien obtuvo la licencia para la
Convivir Santa Lucía el 26 de abril de 1996. Ovallos Gaona, alias don Luis, quien
se venía desempeñando como comandante paramilitar del grupo que operaba
en Aguachica y en San Martín en coordinación con Juancho Prada, fungió como
representante legal. La zona de operaciones de esta Convivir incluyó corregimien-
tos de Aguachica como Santa Lucía, Puerto Patiño y Puerto Mosquito. También
trabajó en esta asociación Mario Pérez Gélvez, quien fue, posteriormente, coman-
dante de Aguachica bajo las órdenes de Juancho Prada (TSB, 2013).

Así mismo, esta Convivir le permitió a Don Luis ampararse en la legalidad


para expandir su grupo a corregimientos como El Márquez, Los Ángeles y Ba-
rranca de Lebrija (Cesar). Los principales paramilitares que operaron bajo el
mando de Ovallos Gaona fueron José Ignacio Zorrilla alias Walter, Milcíades
Ramírez Hernández alias Milcíades, Javier Antonio Coronel alias Pica Pica,
Alirio Páez alias Guasaco, Jairo Martínez Rincón alias Pacho Paraco y Wilfre-
do Galvis Cuadros alias Harold (TSB, 2016c).

81
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Mapa 4. Lugares de operación de las Convivir en el sur del Cesar, 1995-1997

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Adicional a estos grupos, en el departamento del Cesar la Superintendencia


de Vigilancia también le otorgó licencias a la Convivir Sociedad Guaymaral
Ltda., que tuvo como representante legal a Jorge Gnecco Cerchar, terratenien-
te del Cesar y Magdalena, quien también conformó un grupo paramilitar jun-
to a los Castaño en Ciénaga (Magdalena) (TSB, 2016b).

Otra Convivir fue la Sociedad Salguero Ltda. de Hugues Manuel Rodríguez


Fuentes, terrateniente y ganadero señalado por el excomandante paramilitar
Salvatore Mancuso y otros desmovilizados de haber trabajado con el Bloque
Norte en el departamento del Cesar (TSB, 2016b).

Las Convivir sirvieron para fortalecer los grupos paramilitares que opera-
ban en la región, principalmente por el manejo que pudo darse a los recursos
económicos, logísticos y operativos. Esta fachada les facilitó las relaciones con
ganaderos, políticos y actores económicos de la región, a quienes se les cobró
“cuotas de seguridad” como forma de apoyo. Según un relato del MNJCV:

Edo.: Esa gente cuando se iban a reunir, cuando los patrones se reunían,
mandaban a los ganaderos, los políticos, Ecopetrol. Los mandaban a citar,
pero no eran voluntarios, era: “Venga pa’ acá”. A los del gas también.
Entr.: ¿A ti te mandaban a cobrar?
Edo.: En la Convivir [fue] de la cerveza y del comercio. A cada comerciante
se le colocaba una mensualidad por la seguridad que uno le prestaba, por-
que era que mucha gente necesitaba de las Convivir porque había muchos
ladrones. Y si usted necesitaba: “Bueno, están pendientes de mi negocio”,
entonces ya uno sabe que estar pendiente de que no se le metan los ladrones
y esas cosas. Entonces ellos bonificaban, póngale, 25 mil, 30 mil en el mes,
que pa’ ellos no era nada, no era una cosa de 200 mil, ni 500 mil, ni un mi-
llón [de pesos], no, eso era una cosa de acuerdo al negocio. Para el sustento
también de la gasolina del carro, porque nosotros éramos una empresa sin
ánimo de lucro, ¿no? Financiado por lo que se recogiera de ahí, porque del
grupo no mandaban un peso. (CNMH, MNJCV, 2017, 7 de junio)

El Tribunal Superior de Bogotá sostuvo que la creación de las Convivir hizo


parte de los orígenes de los grupos paramilitares del sur del Cesar y fue clave
para comprender el despliegue y fortalecimiento del FHJPB en esta región y
la provincia ocañera:

Importantes comandantes paramilitares pusieron de presente cómo esta


clase de autorizaciones contribuyeron de manera contundente a la consoli-
dación y expansión del proyecto paramilitar, reconociendo que la mayoría
de Convivir eran grupos paramilitares y que la mayoría de grupos de au-

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

todefensas desembocaron en Convivir, como aconteció con el grupo de


“(...) ‘Juancho Prada’ en Aguachica, San Martín, San Alberto, Río de Oro,
Abrego, Ocaña [y] las Autodefensas Campesinas del Cesar en el Cesar". (...)
Se constató cómo los grupos de autodefensa existentes en la región com-
prendida entre el sur del departamento del Cesar y la Provincia de Ocaña
se vieron fortalecidos con la constitución de Convivir. Según un informe
socializado en las diligencias, “(...) quienes fungieron como fundadores, re-
presentantes legales o gerentes de las Convivir son reconocidos paramilitares
que delinquieron en esta zona del país y se desmovilizaron dentro del proceso
de justicia y paz con las AUC como integrantes del Frente Héctor Julio Peina-
do Becerra (...)”. (TSB, 2014, p. 39)

La Sentencia de Juan Francisco Prada Márquez también agregó que:

Se constató la estrecha relación entre la constitución de cooperativas de


vigilancia y seguridad privada y de los servicios especiales y comunitarios
de vigilancia y seguridad privada, con la consolidación y expansión de los
grupos de autodefensa, incluido, indiscutiblemente, la organización co-
mandada por JUAN FRANCISCO PRADA MÁRQUEZ. La proliferación
de disposiciones en las que se facultaba la constitución de grupos integra-
dos por civiles ajenos a la Fuerza Pública y a los organismos nacionales de
seguridad y de otros cuerpos oficiales armados, a los que se les facultaba
desarrollar “servicios conexos, como los de (...) consultoría e investigación
en seguridad” (art. 23, Dec. 356/94). (TSB, 2014, p. 37)

En conclusión, se puede asegurar que las Convivir sirvieron para ampliar el


poder y los territorios en donde los paramilitares tenían influencia, pues va-
rios de sus representantes legales, gerentes y socios fungieron más tarde como
comandantes de las estructuras aglutinadas en las AUC3.

2.2.1 Despliegue táctico: accionar de las Convivir

Las Convivir abrieron espacios de relacionamiento con miembros de la fuerza


pública. Por ejemplo, representantes legales de estas cooperativas como Roberto
Prada Gamarra y Rodolfo Pradilla desarrollaron alianzas con oficiales del Ejér-
cito para pactar diferentes acuerdos, como en el caso del mayor Jorge Alberto

3 “Juan Francisco Prada Márquez, Hugues Manuel Rodríguez, Augusto Castro Pacheco, Noé Jimé-
nez, Alberto Durán Blanco, Alfonso Mora Cobos, Aurelio Pineda Bayona, Gerardo Mora Colmenares,
Gustavo Mayorga Moreno, Jesús Pacheco Carpio, Jesús Lamus García, Misael Rodríguez, Raúl Prada
Lamus, Jaime Hernández Galeano, Roberto Prada Delgado, Ariel Zabala Vergel, Carlos Camacho Ver-
gel, Fredy Ramiro Pedraza Gómez y Luis José Sanabria” (TSB, 2016c, p. 198).

84
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Lázaro Vergel, con quien distribuyeron el territorio para evitar enfrentamien-


tos: “Se podía ir a la brigada o a los batallones a hablar con los comandantes para
coordinar operativos, es decir, le informaba al Ejército que nosotros estábamos
por allá para no tener ‘estrellonazos’ con ellos” (TSB, 2016b, p. 198).

El despliegue táctico utilizado por estos grupos no fue el de combatir en


enfrentamientos directos a la guerrilla, sino el de atacar su presunta base
social. Por tal razón, los focos de violencia paramilitar fueron los civiles,
entre ellos sindicalistas, choferes y transportadores, colonos que invadían
predios ganaderos y agrícolas, militantes de la UP y otros movimientos
políticos de izquierda.

Los civiles eran señalados de ser colaboradores de la guerrilla por los


grupos paramilitares. Dicha información se obtenía por medio de la infil-
tración de su miembros en grupos guerrilleros, de las torturas a presuntos
integrantes de la guerrilla o sus familiares y, por último, de la colabora-
ción de la fuerza pública a través de la entrega de listas con nombres de
personas que eran declaradas objetivo militar. Así mismo, muchas vícti-
mas fueron retenidas en retenes ilegales organizados en los corredores que
comunicaban la región (TSB, 2016b). Un desmovilizado narra este tipo de
operativos conjuntos:

Resulta que esa Convivir era... dicen que, legalizado por el Estado, ellos vi-
vían era con nosotros, nosotros hacíamos presencia pa’ que la gente pagara
el recurso, la plata ellos la cobraban, y ellos decían: “Fulano de tal... aquel
tipo, esto y esto”. Entonces, ellos mismos palanqueaban, venían los urbanos
y se lo llevaban. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Esta dinámica de violencia la explica Javier Antonio Coronel, alias Pica


Pica, de la siguiente manera: “Para la época nosotros cargamos unas listas
de personas que iban a ser ejecutadas, y nosotros hacíamos retenes falsos, y a
todo el que pasaba lo parábamos y mirábamos la lista, y el que aparecía en la
lista, se quedaba” (TSB, 2016b, p. 203). En otra fuente:

Las autoridades allí presentes como la fuerza pública (Ejército, Policía


y organismos de investigación) nada hicieron para detener el baño de
sangre que allí ocurrió. Por el contrario, se intuía un silencio cómplice,
puesto que las balaceras entre los diferentes grupos al margen de la ley y
asesinatos contra los líderes y trabajadores ocurrían en sus propias nari-
ces o a escasos metros de las bases militares o puestos de policía, sin que
se tenga conocimiento alguno sobre la detención o judicialización de los
responsables. (Fundesvic, 2016, p. 41)

85
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Adicionalmente, sobre el accionar contra colonos que invadían tierras


ganaderas y agrícolas, el grupo de Juancho Prada, por medio de su nuevo
poderío en la región, logró, desde 1996, tener vínculos con los hermanos
Marulanda, Carlos Arturo y Francisco Alberto, quienes eran reconocidos
terratenientes del departamento del Cesar y patrocinaron el desplazamiento
de familias de la hacienda Bellacruz, cuyo caso será ahondando en el capítu-
lo de derechos humanos de este informe.

2.3 Disputas internas: reacomodamientos en las zonas de


influencia y la captura de Roberto Prada

Paralelo a lo que sucedía con la conformación y operatividad de las Convivir,


el regreso a la región de Juan Francisco Prada Márquez, alias Juancho Prada,
constituyó un suceso importante para el grupo de Los Prada. Después de pa-
sar una temporada en Casanare, Roberto Prada Gamarra, alias Aníbal, padre
de Robert Jr., le ofreció la comandancia de un grupo:

Así, Juancho Prada empezó a operar en el norte del municipio de San


Martín teniendo como límites la zona de cordillera hacia el municipio de
Ocaña, los corregimientos de Platanal y Montecitos, y el corregimiento de
Morrison del municipio Río de Oro, en donde operaba el grupo de Luis Or-
fego Ovallos (TSB, 2014).

Para julio de 1996, en un operativo simultáneo, fueron capturados Roberto


Prada Gamarra, Vicente Zabala y Ernesto Cristancho, lo que produjo un cam-
bio en las comandancias de las estructuras de la zona. Esto trajo consecuen-
cias importantes en la distribución del territorio y aceleró el protagonismo
de Robert Jr. y Juancho Prada. De parte de la estructura de Vicente Zabala, el
mando pasó a Pedro Lancero hasta 1998 cuando fue asesinado. Alias Jimmy
estaba en Pailitas (Cesar) y era quien velaba por los intereses de los Castaño en
ese territorio. Aníbal asignó como comandante militar a Luis Emilio Cama-
rón alias Camarón, quien estuvo como comandante unos meses expandiendo
la influencia de este grupo en el municipio de San Alberto y cooptando luga-
res donde con anterioridad operaban los de Riverandia. Sin embargo, Cama-
rón fue relegado del grupo, pues Juancho Prada había recibido quejas de que
este ejercía abusos contra la población civil. Posteriormente fue asesinado por
miembros del mismo grupo paramilitar.

Después del asesinato de Camarón, Robert Jr. asumió la responsabilidad


de San Alberto, pero su grupo armado tuvo roces con su primo Juancho
Prada y se inició una serie de asesinatos de personas vinculadas de sus gru-

86
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

pos. Primero, Robert Jr. ordenó el asesinato de un escolta de Juancho, alias


Tony, y de la esposa de uno de los hombres más importantes de Juancho Pra-
da, Javier Antonio Coronel alias Pica Pica. Como represalia a estos hechos,
Juancho ordenó a alias Norris realizar una operación para asesinar a Robert
Jr. Esta operación se realizó con ocho patrulleros de este grupo, quienes
atacaron a disparos la casa del comandante Prada Delgado sin lograr asesi-
narlo, pero sí dejando como víctimas a algunos de sus escoltas y personas
civiles que se encontraban allí (TSB, 2016c). Las tensiones entre los líderes
de los grupos que operaban en San Martín y San Alberto aumentaron hasta
la expulsión de Robert Jr. del grupo paramilitar a finales de 1998.

2.4 La disputa de Jimmy y Luis Orfego Ovallos Gaona

Para 1996 se empezó a hablar de la creación de una confederación que pos-


teriormente se conoció como las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
En ese entonces, el grupo de Carlos Castaño ya tenía presencia y poder en
distintos lugares del país, incluyendo el sector de Pailitas (Cesar). Parte de
este poder se manifestó con la desaparición de Ovallos Gaona, ocurrida el
28 de enero de 1997 por orden de Castaño a alias Jimmy, el comandante que
tenía en Pelaya. Sobre esto, Robert Jr. expresó que su familia fue consultada
antes de la ocurrencia de este hecho, que él como comandante trató de evitar
disuadiendo a don Luis para que aclarara los asuntos que motivarían su des-
aparición. No obstante, este hizo caso omiso a su sugerencia y Castaño dio la
orden de asesinarlo. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 4 de agosto)

Los Prada fueron ganando terreno y tras la muerte de Ovallos Gaona, Ro-
bert Jr. se planteó la expansión de su influencia hasta el municipio de Ocaña
en coordinación con uno de los subalternos de don Luis, alias Milcíades. Se-
gún testimonio del mismo Prada Delgado, esto no fue posible en su momento
debido al cambio de comandancia del Batallón Santander, pues fue nombrado
el teniente coronel Moncaleano (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 4
de agosto). No obstante, Juancho Prada logró este objetivo un tiempo después.

87
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Mapa 5. Lugares de operación de los grupos precursores en el sur del Cesar,


1995-1997

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

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2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

2.5 El fin de las Convivir y el proyecto paramilitar

Los vínculos entra las Convivir y la fuerza pública en la ejecución de acciones


armadas, la arbitrariedad con que ejecutaron repertorios de violencia y la tran-
quilidad con la que se “paseaban” por las distintas regiones del país, incluyendo
el sur del Cesar, causó que sectores de la sociedad protestaran contra la existencia
de esta figura legal del paramilitarismo y exigieran su desmonte a nivel nacional.

Durante el gobierno de César Gaviria (1990-1994) las autodefensas fue-


ron legitimadas y sustentadas legalmente bajo el nombre de Convivir
(Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural), con el Decreto 356 de
1994, aunque fue en el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998) cuando
se expandieron por todo el país.

Las Convivir siguieron generando protestas de sectores de la sociedad,


que exigían su desmonte, dadas las violaciones permanentes a los dere-
chos humanos. Razón por la que fueron desmanteladas como grupos de
autodefensas, aunque muchos de sus liderazgos se negaron a desarmarse
y se unieron a los grupos paramilitares, bajo el mando de Carlos Casta-
ño, quien ya se hacía conocer ante la opinión pública como cabeza de las
AUC. (CNMH, 2018b, p. 296)

En este escenario, la Corte Constitucional tramitó la demanda de inconsti-


tucionalidad contra las Convivir en 1997 y más tarde revocó los artículos del
decreto que las soportaba. Desde este año, las Convivir transitaron a la clan-
destinidad y engrosaron los brazos del paramilitarismo, que se había fortale-
cido militar y logísticamente amparado por el marco legal del Estado. Entre
1997 y 1998 se presentaron tres cumbres paramilitares, cuyos objetivos fueron
la constitución y unificación de una estructura paramilitar de carácter nacio-
nal. En 1997 se hicieron públicos algunos comunicados de las Autodefensas
Unidas de Córdoba y Urabá (ACCU), grupo de los hermanos Castaño, en los
que se anunciaba la creación de un Estado Mayor paramilitar con influencia
nacional (Proyecto Colombia Nunca Más, 2008).

2.6 Confederación de grupos paramilitares: las AUC y las


Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Cesar (Ausac)

Ante el escenario de fortalecimiento y expansión militar camuflado en las Con-


vivir con fines contrainsurgentes, el paramilitarismo se fue robusteciendo. Con
la desaparición del marco legal que los soportaba, desde Urabá, sus líderes con-
vocaron al aglutinamiento de los grupos paramilitares de todo el país.

89
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En 1995 se habían fundado las ACCU y en 1997 se dieron cita los jefes de
nueve organizaciones paramilitares de distintas regiones de la nación para
conformar las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), “provistas de una di-
rección única y un estado mayor conjunto”, definidas como “un movimiento
político-militar de carácter antisubversivo en ejercicio del derecho a la legíti-
ma defensa” (GMH, 2013, p. 160).

Tras su conformación en 1997, las AUC iniciaron una expansión parami-


litar sin precedentes que involucró departamentos como Putumayo, Meta,
Guaviare, sur de Bolívar, Magdalena Medio, Catatumbo, Córdoba, Cesar y
Magdalena, en donde buscaban establecer una red de corredores estratégicos
justificada en fines antisubversivos, pero con un trasfondo económico que re-
velaba los intereses financieros de esta estructura armada.

Al mismo tiempo, los grupos paramilitares que operaban en la región del


Magdalena Medio santandereano y el sur del Cesar habían tenido acerca-
mientos entre ellos desde años previos a la conformación de las AUC, no solo
por medio de sus comandantes, que de hecho fueron capturados en 1996, sino
también por medio de acciones coordinadas que llevaron a cabo en los territo-
rios en donde operaban, lo que les permitió trabajar organizadamente:

Ya mi papá empezó también a tener buenos contactos con San Rafael,


con lo que manejaba ese señor Braulio. Braulio fue el primero que estuvo
ahí en San Rafael. Creo que para ahí para el año 94, si no estoy mal. Ya
mi papá iba ya a San Rafael. Pero que fueran a cuadrar algo no. Sé que
fue una vez allá, pero se puso fue a tomar cerveza con ellos y hablar ahí
con todos los señores de la zona. Parece que había una reunión en donde
habían invitado ganaderos y estaban ahí en el pueblo, había más bien
como una fiesta. [...] Ahí estaba Camilo Morantes, lo saludé. Luego como
más adelante, o sea no fue mucho, fue como para el 95, no fue mucho
el tiempo que pasó que yo conocí a ese señor, cuando cogieron a don
Braulio preso. Después cae don Vicente Zabala preso. Y asume el Camilo
Morantes también cuando al momentico cae mi papá preso también, eso
fue seguido. Entonces quedo yo, y ahí es cuando yo voy con Juancho don-
de Camilo y empezamos a hacer un lazo de coordinación. (CNMH, CV,
Roberto Prada Delgado, 2015, 13 agosto)

Sin embargo, estos acercamientos pasaron a un relacionamiento directo


con la propuesta de una confederación de estructuras paramilitares aglome-
radas en las AUC. La propuesta, liderada por las ACCU y los hermanos Cas-
taño, incluía la unificación de estructuras pequeñas para su fortalecimiento
y representación dentro del Estado Mayor paramilitar. Siguiendo esta suge-

90
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

rencia, las estructuras de Robert Jr. y Juancho Prada, Camilo Morantes y los
Zabala se unificaron para conformar las Ausac.

Las Ausac, la razón de ser es porque Carlos Castaño da la orden que tenía-
mos que ser un solo grupo, sí, ser un solo grupo pa’ la representación ante
el Estado Mayor, ¿me entiende? Entonces, como ellos se estaban conforma-
do allá en Córdoba, un solo grupo allá, que nosotros nos tuviéramos que
conformar aquí en Santander y en Cesar un solo grupo para que todos los
comandantes que hacíamos parte de acá, de los grupos de acá, que había
como cuatro, cuatro grupos, no fuéramos todos a las reuniones, sino ellos
tenerse que entender con una sola persona, ¿sí? Entonces, una sola repre-
sentación. (CNMH, CV, 2015, 2 julio)

La fusión de las tres estructuras en un principio solo fue nominal, pues


estas conservaron su autonomía en los territorios que ya controlaban: el 20 de
Julio se mantuvo operando en la vereda del mismo nombre del municipio de
La Esperanza (Norte de Santander), el grupo de Camilo Morantes en los co-
rregimiento de San Rafael de Lebrija y La Musanda del municipio de Rionegro
(Santander); y Los Prada en las zonas de los municipios de San Alberto y San
Martín en el sur del Cesar. Al respecto de cómo estaba regido el territorio a
partir de estas divisiones, un relato manifiesta lo siguiente:

Al mando [Juancho Prada], que era el comandante de lo que era San Al-
berto y San Martín. No, él no tenía más en ese tiempo, no tenía más zona,
comandaba eso hasta límites con Aguachica. De ahí para allá ya era... creo
que eso sí ya era de Jorge 40; de Aguachica para allá hasta San Alberto. De
San Alberto, límites del río... no, del río San Alberto hacia allá era de los
Zabala, eso era de los Zabala. Y de la carretera central, de la Panamericana
hacia la parte de abajo era de Camilo Morantes. (CNMH, MNJCV, 2017a,
11 de julio)

Por lo tanto, el surgimiento de las Ausac fue un tipo de formalidad ante las
circunstancias contextuales que se daban a nivel nacional y que permitieron
el robustecimiento del paramilitarismo. El proceso de expansión paramilitar
que se desarrollaba en el territorio nacional presionó para la constitución de
las Ausac y para su participación en la Segunda Conferencia de las AUC el 16
de mayo de 1998 (TSB, 2014), en la que también participaron las Autodefensas
Campesinas de Casanare y las Autodefensas Campesinas de Cundinamarca,
que en su conjunto ratificaron los propósitos que conjugaban las AUC.

De este modo, el movimiento paramilitar de la región se vio fortalecido al


conectar todo el sur del Cesar con los municipios limítrofes de Santander y

91
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Norte de Santander. Esto garantizó la consolidación de un corredor estraté-


gico que enlazaba la Serranía del Perijá con el río Magdalena. Dentro de esta
lógica de unificación y expansión, las regiones donde venían operando peque-
ños grupos paramilitares pasaron al foco de las ACCU y, bajo el proyecto de
consolidación, lograron federalizar gran parte de las estructuras paramilita-
res de todo el país con el objetivo de orientar los intereses de sus líderes regio-
nales a un norte político-militar que representaba la Casa Castaño y las AUC.

2.7 Las Ausac, 1998-1999

Las Ausac surgen como estructura paramilitar tras los acuerdos liderados por
las ACCU para confederar en una sola organización, las AUC, a las agrupa-
ciones paramilitares más representativas que hasta ese momento operaban en
el país. Por esta razón, hubo una reunión de los principales mandos de la zona
del Magdalena Medio santandereano, Norte de Santander y sur del Cesar, en
la que, siguiendo los designios de Carlos Castaño, crearon las Ausac:

Para el año de 1997 hubo una reunión entre la gente de CAMILO MORAN-
TES, la gente de VICENTE ZABALA [para la fecha sería Nelson Zabala
alias “Mario”], la de JUANCHO PRADA, la de ROBERT PRADA e hicieron
una alianza y así se formaron las Ausac, que quiere decir AUTODEFEN-
SAS UNIDAS DE SANTANDER Y EL SUR DE CESAR, esa reunión fue
en el corregimiento de San Rafael de Lebrija municipio de Rionegro San-
tander el promotor de esa reunión el propio CAMILO MORANTES con el
fin de prestarse apoyo mutuo y se designó a CAMILO MORANTES como
presidente de las Ausac. (FGN, 2012a, s. p.)

Aunque Camilo Morantes se eligió como representante de las Ausac, se con-


tinuó con la independencia de los tres grupos paramilitares. Hasta antes de
este momento, estas organizaciones habían sido identificadas por el nombre
de sus comandantes y por ser estructuras pequeñas, con miembros rotativos,
que se asemejaban a grupos familiares, situación que cambió en los siguientes
años. Así mismo, según uno de sus comandantes, se creó un grupo especial en
común vinculado a operaciones especiales:

[Dije:] “Si vamos a estar unidos, yo tengo un grupo que es un grupo es-
pecial”, que era el grupo que tenía dándole duro a Abrego, “¿Por qué no
organizamos un grupo? Porque Camilo la vaina es esta, es que si usted
coge gente suya y mandan a matar personas, todo el grupo lo sabe. Si yo
hago lo mismo, todo el grupo lo sabe; el de Juancho lo mismo. ¿Por qué
no organizamos un grupo para hacer únicamente esos golpes, entrar a

92
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

ciertas partes y dar de baja y ya? Y los otros grupos los mantenemos noso-
tros simplemente andando en la zona para que no se caliente la zona, no
se caliente los demás muchachos”. Entonces, conformamos un grupito,
me parece que esa época sacamos unos 15 al menos para tenerlos, que
si usted o yo los necesito para hacer algo, una operación, nos llevamos a
esa gente y que sea gente que lo que se haga no salga de ahí. (CNMH, CV,
Roberto Prada Delgado, 2015, 4 de agosto)

Un participante del MNJCV dijo lo siguiente al respecto:

Edo.: [En] San Rafael. Pues él era comandante, nunca lo conocí, nunca lle-
gué a patrullar agregado, por ahí sí había mucho agregado allá. Una vez me
acuerdo que sacaron un grupo especial para patrullar que fueron... eran
gente de Camilo Morantes, era otro grupo que había, porque después de
San Alberto había otro comandante.
Entr.: ¿Vicente Zabala?
Edo.: Vicente Zabala, que eran los de la Esperanza, les hicieron un grupo
especial, entre esos cuatro grupos, que eran los de San Martín, los de San
Alberto, los de Zabala y los de Camilo Morantes. (CNMH, MNJCV, 2015,
10 diciembre)

Para el momento de iniciar un diálogo con Carlos Castaño, los Prada ya


contaban con 60 personas con fusil. La propuesta de realizar una confede-
ración incluía también un proceso de involucrar las acciones en la región
con la política. Por otra parte, Prada Delgado manifiesta que el nombre de
las Ausac fue creado en una segunda reunión en 1997 y en común acuerdo
entre Camilo Morantes, Nelson Zabala alias Mario (hijo de Vicente Zabala),
Juancho Prada y Roberto Prada:

Se organizó que las Ausac, que cómo organizábamos eso, entonces fue
cuando pues ahí el que más hablaba, el que tenía más facilidad de expre-
sión, era Camilo. Era un tipo que para hablar no sé, a pesar de que yo sé
que él no era estudiado, pero hay personas que son innatas, que nacen
con esa facilidad de palabra y se desenvuelven bien. Entonces don Car-
los nos dice: “¿Quién de ustedes quiere quedar representando las Ausac
esas que ustedes piensan hacer?”. Nosotros ahí mismo, empezamos no-
sotros: “Bueno, si vamos a unirnos serían Autodefensas Unidas, AUC,
quiere decir Autodefensas Unidas de Colombia, pues nosotros ponemos
Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Cesar, Ausac”. ¿Por qué?
Porque Camilo tenía la parte de Santander, Santander también es la par-
te de Mario, y el sur del Cesar Juancho y yo; entonces, Ausac. (CNMH,
CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 13 de agosto)

93
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Uno de los involucrados agregó:

Edo.: En abril, sí. Apenas yo entré al curso... al grupo, vinimos de la reu-


nión de Carlos Castaño y todo, nos reunimos con Juancho Prada, Robert
Prada, Camilo Morantes y mi persona, los cuatro, porque eran cuatro gru-
pitos. Después de esa venida nos reunimos todos y acordamos de confor-
mar las Ausac, Autodefensas Unidas de Santander y Sur de Cesar. Ahí, en
ese entonces, es donde las conformamos los cuatro. Abril del 98, finales de
abril. Finales o... sí, finales... o principio de mayo, más o menos, sí.
Entr.: ¿Dos grupos distintos?
Edo.: Porque Juancho manejaba su gente y Robert manejaba su gente; Ro-
bert el que manejaba San Alberto y La Llana, sí, San Alberto y La Llana. Y
Juancho Prada manejaba lo que [es] San Martín, la parte de allá. Entonces
ellos también eran dos grupos en el sur de Cesar. (CNMH, CV, 2015, 2 de
julio)

Sobre el inicio de las Ausac, se deben reseñar algunos elementos impor-


tantes. En primer lugar, pese a la división evidente entre estos tres grupos,
hubo un aumento de la violencia. Según Robert Jr., él tuvo la idea de crear un
grupo especial que desarrollara acciones diferentes a los patrulleros regula-
res orientadas a la realización de homicidios, masacres y torturas de manera
“discreta”4. Sobre este asunto, hubo diferencias en los métodos y formas de
realizar violaciones a los derechos humanos: por un lado, las acciones de alto
impacto de Camilo Morantes, quien cometió dos masacres emblemáticas en
Barrancabermeja, una el 16 de mayo de 1998 y la otra el 28 de febrero de
1999; y por el otro, el tipo de acción empleada por los Prada, quienes eran
más afines a la idea de mantener un perfil bajo. Al parecer, esta idea de
discreción era compartida por Castaño en su objetivo de convertirse en una
figura pública con cierta legitimidad nacional (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 13 agosto).

El grupo especial creado por las Ausac fue comandado por José Lenin Mo-
lano alias Ojitos. Uno de los casos más conocidos cometidos por este grupo
fue el asesinato de Nadín Antonio Bayona Santos, candidato a la alcaldía de
Ábrego. Este homicidio se cometió el 22 de octubre de 1997 y fue justificado
por el no cumplimiento de pactos:

Explicó que el 22 de octubre del año 1997 atentaron contra la vida del lí-
der político al no cumplir con un pacto suscrito entre Carmen Iván Pérez

4 Este grupo lo pensaba Robert Jr. para incursionar en el sur de Bolívar, objetivo que, en un primer
intento, no fue llevado a cabo por una reacción contundente de la guerrilla.

94
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Ortiz y Ángel Montoya. “Hubo un acuerdo político en donde ellos nos


ponían al tanto de la situación política del casco urbano, las finanzas y
una ayuda económica que iban a entregar a las autodefensas de las rega-
lías que le entraran a la alcaldía”. (La Opinión, 2009, 4 de junio)

No obstante, la interacción entre los grupos paramilitares que conforma-


ron las Ausac fue, ante todo, para continuar su deferencia y articulación de
las regiones en donde operaba cada uno de sus comandantes, sin que esto
implicara una coordinación continua de operaciones o una agenda políti-
co-militar unificada.

Edo.: Yo les había hablado de que nosotros por la cuestión de que teníamos
los grupos muy pequeños, entonces al ir allá Carlos Castaño nos propone
que (...) por qué no eran bloques. Yo estaba manejando lo que era San Al-
berto, me subía por el lado de los Cerros, metí gente para Cáchira, y tam-
bién estaba en Abrego y frecuentaba también en Ocaña.
Entr.: ¿Esa reunión en que año fue?
Edo.: Finales 96, parece, es que no estoy bien de la fecha. Simplemente co-
nocimos. Ya en el año 97 empezamos a ir a recibir directrices, no eran ór-
denes, como para hablar en un solo idioma. (...) Entonces él nos llama para
que nosotros, para ver si estábamos de acuerdo en manejar la cuestión que
era con unas directrices que estaban manejando algunas autodefensas que
estaban allá de Urabá, de Sincelejo, de Montería. Era para que esos grupos
no quedaran como un cabo suelto. Entonces se hizo con ese fin, pero como
eran un grupito que eran puros frentes pequeños, él quiso formar como un
bloque pequeño también. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 29
de septiembre)

Según el relato del mismo Robert Jr., la relación “simétrica” entre las Ausac
y AUC era una formalidad, pues existía cierto poder desde Carlos Castaño
hacia los Prada. Si bien consultaba con ellos ciertas acciones y existía una co-
municación relativamente fluida, Castaño podía tomar decisiones libremente
sobre aquello que consideraba una amenaza a sus intereses sin recibir reclamo
o acciones en contra de otros grupos más pequeños como el de los Prada.

Este proceder de Castaño se puede hacer evidente en al menos cuatro he-


chos: el asesinato de Luis Orfego Ovallos (circunstancia que fue conveniente
para los Prada); el asesinato de Pedro Lancero, presuntamente cometido por
Castaño y Camilo Morantes; la salida de alias Jimmy hacia La Guajira; y la
muerte de Camilo Morantes. Frente al caso de Jimmy, los Prada denuncia-
ron ante Castaño que en la vía que comunicaba al municipio de Pelaya se
estaban cometiendo robos a tractomulas, situación que los estaba perjudi-

95
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

cando. Ante esto, Castaño trasladó a alias Jimmy a La Guajira, donde tuvo
desencuentros con Rodrigo Tovar Pupo, presunto responsable de su muerte
(CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 4 de agosto). Este evento permi-
tió a Juancho Prada alcanzar injerencia hasta Aguachica.

Por su parte, la muerte de Morantes por orden de Carlos Castaño fue provo-
cada por el carácter violento de Morantes y sus acciones extralimitadas, que no
concordaban con los planes, imagen mediática y aspiraciones de Castaño en
convertir a los grupos paramilitares en actores armados con carácter político.

Resulta evidente que la totalidad de estas acciones, ordenadas por Casta-


ño, fueron funcionales a los Prada para aumentar su poder en la región. La
relación entre las estructuras existentes en el sur del Cesar y las ACCU fue de
relativa cooperación y coordinación, aunque no desprovista de algunos roces
y desacuerdos. No obstante, los hechos narran que Carlos Castaño quiso man-
tener a los Prada cerca y en buenas relaciones (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 29 de septiembre).

2.7.1 Distribución territorial de las Ausac

La conformación de las Ausac no afectó los lugares en donde ya venían ope-


rando los diferentes grupos paramilitares. Sin embargo, con el crecimiento
de la organización, para 1998 y 1999 las formas de actuación pasan a ser de
carácter ofensivo, lo que redujo la influencia de las guerrillas en sus territo-
rios. Lo anterior implicó un mayor uso de acciones armadas y aumento de
hechos victimizantes a la población civil. Para estos años, las Ausac logra-
ron tener influencia en los lugares que se muestra en el siguiente mapa.

96
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

Mapa 6. Lugares de operación Ausac según comandancia principal, 1998-


1999

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Según Roberto Prada, la distribución del territorio era de la siguiente mane-


ra: Camilo Morantes extendió su influencia al municipio de Puerto Wilches,
en los corregimientos y veredas de Provincia de Mata de Piña, Mata de Plá-
tano, Paturia, Vijagual, Bocas del Rosario y Puerto Cayumba. Por otro lado,
el grupo realizó la incursión a Barrancabermeja, donde posicionó un grupo
urbano. También ubicó personal en zonas rurales de la capital petrolera como
el corregimiento La Fortuna, El Llanito y Meseta de San Rafael (FGN, 2012b).

La zona de influencia de Mario logró expandirse y consolidarse en el mu-


nicipio de La Esperanza de Norte de Santander, específicamente en lugares
como Pueblo Nuevo, Los Mangos, La Carrera, El Carmen de Nazaret, Villa
Caro, Altos del Pozo, La Curva, La Martha, León XIII, La Pedregosa, 20 de
Julio, El Taladro, Puerto Lebrija. Así mismo, en el municipio de Cáchira, en
su zona urbana y el corregimiento de La Vega, hasta la zona rural del muni-
cipio de Suratá y Matanza (Santander), principalmente por el páramo de El
Escorial. Finalmente, también operó en lugares del municipio de El Playón
(Santander), por Puerto Lebrija, El Conchal y Llano de Palma, hasta la zona
alta del municipio de Rionegro.

El grupo de Robert Jr. continuó teniendo presencia fundamentalmente en San


Alberto. En cuanto al grupo de Juancho Prada, este logró tener presencia en la
cabecera de Ocaña y fortaleció su personal urbano en Aguachica; además, ope-
raron en corregimientos como Barranca de Lebrija (Aguachica) y Puerto Mos-
quito (Gamarra). A la par, patrullaron de forma permanente la zona baja del
municipio de San Martín, en territorios como Los Ángeles, El Márquez, Mon-
tecitos, Puerto Oculto, Los Bagres, Terraplén, entre otros. Del mismo modo,
realizaron incursiones a municipios de Norte de Santander como La Playa, El
Carmen y Convención (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 20 agosto).

Los lugares de operación de los grupos que conformaron las Ausac fueron
relevantes para la Casa Castaño en la medida en que controlaron corredores
estratégicos para operaciones de expansión de su interés. En particular, el gru-
po de los Prada fue un enlace y apoyo para las incursiones al sur de Bolívar y
al Catatumbo, como se relata a continuación.

2.8 El proyecto expansivo del Bloque Central Bolívar (BCB) y el


papel de las Ausac

Las ACCU, al mando de Salvatore Mancuso, realizaron la primera incursión


militar al sur del departamento de Bolívar en marzo de 1997 por el muni-
cipio de Tiquisio, sin tener los resultados esperados. Por esta razón, para el

98
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

primer semestre de 1998, fue citado Julián Bolívar por los hermanos Castaño
a la provincia del Alto Sinú en el departamento de Córdoba, donde se reunió
con los hermanos Castaño, con Carlos Mario Jiménez [alias] Macaco y otros
miembros del grupo que servirían de guías para ingresar al sur de Bolívar.
(FGN, 2007, pp. 16-17)

Para planificar la operación al sur de Bolívar, la estructura de las Ausac fue


relevante por tres factores principales. El primer factor fue el geoestratégico,
pues, debido a la complicada geografía del sur de Bolívar, llena de divisiones
naturales provocadas por la serranía de San Lucas, esta región históricamen-
te ha tenido más vínculos económicos, militares y territoriales con la región
del Magdalena Medio que con su propio departamento. Las vías de tránsito
y acceso se conectan por los municipios de San Pablo, Simití o Cantagallo
(Bolívar), a los que se accede desde Barrancabermeja, bajo Rionegro o Puerto
Wilches (Santander). También se puede acceder a esta región desde corregi-
mientos del sur del Cesar como Puerto Mosquito y Barranca de Lebrija.

El segundo factor, relacionado con el anterior, fue la necesidad de coordinar


con los mandos de las Ausac, que operaban en estos territorios de acceso al
sur de Bolívar, la realización de la incursión. En abril de 1998, Julián Bolívar
viajó a San Rafael de Lebrija en Rionegro y se reunió con Camilo Morantes
para seleccionar el sitio de concentración de sus tropas y el recibimiento del
material bélico que sería remitido (FGN, 2007). Una vez revisaron la región, el
primer sitio escogido para la incursión fue La Gorgona, ubicado en la vereda
La Musanda, también del municipio de Rionegro.

Sin embargo, según lo manifestó Julián Bolívar, se presentaron frecuentes


actos de indisciplina de Camilo Morantes. De este modo, Julián Bolívar deci-
dió cambiar el sitio de acantonamiento al corregimiento de Barranca de Le-
brija en Aguachica, que tenía una mejor ubicación debido al cercano acceso
que hay desde allí al puerto de Cerro Burgos (Simití), punto estratégico para
el ingreso al sur de Bolívar (FGN, 2007). Barranca de Lebrija hacía parte de los
lugares de control de la estructura comandada por Juancho Prada.

El tercer factor fue el pie de fuerza disponible para la operación, pues, aun-
que las ACCU contaban con un buen número de hombres para la incursión,
únicamente llegaron a Barranca de Lebrija alrededor de 70 hombres del Bajo
Cauca antioqueño, aportados por Carlos Mario Jiménez Naranjo alias Javier
Montañez o Macaco (FGN, 2007). Por tal razón, Julián Bolívar convocó a una
reunión en el bajo Rionegro a los comandantes regionales de las Ausac y a
Ciro Antonio Díaz Amado alias Nicolás, mando del Frente Isidro Carreño,
para “solicitarles su apoyo en la campaña del Sur de Bolívar e informarles

99
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

acerca de la intención de crear un bloque armado en la región, que fortaleciera


y descentralizara a las autodefensas, sin crear división” (FGN, 2007, p. 19),
plan encomendado por el comandante general de las AUC.

El único que apoyó esta incursión fue Juancho Prada, quien prestó 20 de
sus hombres para acompañar la operación al sur de Bolívar. El mismo Juan
Francisco Prada Márquez dijo al respecto:

Yo le presté como 18 hombres me acuerdo que iban Niño Escobar, alias


‘Fredy’, alias ‘Guasaco’ (Alirio Páez), alias ‘Cobra’ (Jhon Jairo Barrientos
Páez), alias ‘Barbao’ (Audilio Barrientos), alias ‘Bambán’, alias ‘El Gato’, alias
‘Carlos’, alias ‘Hosterman’, alias ‘Mechas’, alias ‘Miguel Ángel’; por allá duran
como mes y medio o dos meses, porque yo presté el personal con uniforme
completo, con equipo, botas, fusiles. (TSB, 2017, p. 67)

Sobre este apoyo logístico y militar al sur de Bolívar, la sentencia contra


Javier Antonio Coronel alias Pica Pica indicó lo siguiente:

El 22 de junio de 1998, Julián Bolívar, un muchacho que le decían David,


que había sido teniente del Ejército, y otro muchacho que le decían “Gusta-
vo” llegaron a San Martín (Cesar) con 70 hombres; se contactaron conmigo
para que les ayudara a cruzar el río Magdalena y quedaron en zona segura
porque por allá había guerrilla, duraron como un mes y no podían pasar
(...). Un día se consiguieron como diez chalupas y yo les presté un personal
que les dijo cómo hacer el cruce, ellos fueron ese día y les indicaron como
debían cruzar llegando al caserío de Cerro Burgos, en esa época no había
paracos. (TSB, 2016c, p. 108)

El 11 de junio de 1998 se realizó la incursión al sur de Bolívar por el corregi-


miento de Cerro Burgos. Esta fue la primera incursión exitosa de la Casa Cas-
taño al sur de Bolívar, operación liderada por Julián Bolívar, quien, junto con
Macaco, encabezaron esta estructura de las ACCU que en octubre de 2000 se
consolidó con el nombre de Bloque Central Bolívar (BCB). El BCB se expan-
dió por todo el Magdalena Medio, tanto el bolivarense como el santandereano
y antioqueño, por la región de Las Lobas en el sur de Bolívar y por gran parte
del departamento de Santander, incluidas sus dos ciudades más importantes:
Bucaramanga y Barrancabermeja (CNMH, 2021).

La expansión del BCB es clave para comprender la injerencia e influen-


cia que esta estructura tuvo en las formas de operar de las Ausac. En el
caso del grupo de Camilo Morantes, el BCB persiguió y arrebató sus terri-
torios, rentas y combatientes; por su parte, Mario y el grupo 20 de Julio,

100
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

que luego se renombró como Frente Alfredo Socarrás, fueron cooptados


por el BCB; y por último, el caso de Juancho Prada, cuyo grupo logró man-
tener el control de sus territorios y convertirse en un aliado del proyecto
expansivo del BCB hasta 2004.

2.9 Apoyo en la incursión del Bloque Catatumbo a La Gabarra, Tibú

Otro apoyo que prestó el grupo de Juancho Prada fue la entrada de personal
de las ACCU a La Gabarra para conformar el Bloque Catatumbo de las AUC.
El interés principal de esta incursión fue ganar presencia en una zona estra-
tégica para el control de corredores viales entre la frontera con Venezuela y la
región de Urabá, territorios conectados por la región del Magdalena Medio.
Así mismo, la Casa Castaño estaba interesada en tener nuevas formas de fi-
nanciación por medio de la cadena del narcotráfico.

En 1999, Juancho Prada facilitó el paso de más de 200 hombres que sa-
lieron del municipio de Tierralta (Córdoba) con rumbo a la región del Ca-
tatumbo, específicamente al corregimiento de La Gabarra en Tibú, donde
desde mayo de 1999 hicieron presencia y cometieron varias masacres (El
Tiempo, 1999, 29 de agosto; TSB, 2016a). Sin embargo, no hay evidencia de
la participación directa de los hombres de Juancho Prada en los hechos de
violencia generados por esta incursión.

Yo sí colaboré con el ingreso con el Bloque Catatumbo, con el cruce de la


gente entre Aguachica y Ocaña, eso fue en el 99 como agosto o septiembre,
alias Omega me pidió el favor que le colaborará para pasar un personal que
venía de Urabá e iba para la Gabarra, eso era como 370 hombres, eso iban
como entre 5 o 6 camiones vestidos con uniformes del Ejército y enfusi-
lados, yo comisionó a Rodolfo Pradilla quien se comunica con alias Jhon
[comandante paramilitar de Ocaña] y se pusieron de acuerdo para hacer el
cruce y Rodolfo como que lo llevo a Platanal o Montesitos y de ahí para allá
los guio hasta un punto que se llama el Alto del Pozo. (TSB, 2016a, p. 117)

2.10 El declive de las Ausac

Las estructuras de Camilo Morantes y Juancho Prada cometieron graves y


reprochables violaciones sistemáticas a los derechos humanos por medio de
todas las modalidades de violencia. Pese a esto, las acciones cometidas por
Camilo Morantes, en especial las masacres de Barrancabermeja, pusieron
en el foco nacional a esta facción de las Ausac, asunto que también jugó un

101
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

papel importante en las decisiones que tomó el BCB en torno a los tres gru-
pos que conformaban esta confederación paramilitar. La frágil unificación
de las Ausac se mantenía por conveniencia y apariencia ante las AUC, pero
era claro que sus comandantes operaban de manera independiente a nivel
táctico y territorial.

El grupo de Robert Jr. empezó a tener roces con los otros comandantes de
las Ausac. Las tensiones se empezaron a sentir desde 1998, época en la que Ca-
milo Morantes comenzó a montar laboratorios para el procesamiento de coca
y propuso a Juancho Prada y Robert Jr. que hicieran lo mismo; el objetivo era
buscar otras modalidades de financiamiento para el grupo. Sin embargo, estos
se negaron a entrar al negocio del narcotráfico porque, según lo manifestó
Robert Jr., en el sur del Cesar había una fuerte presencia de la fuerza pública,
con la que tenía una buena relación, primordialmente por medio de la Convi-
vir Renacer Cesarense, organización a la que la fuerza pública tenía advertida
de no involucrarse con narcotráfico so pena de ser capturados (CNMH, CV,
Roberto Prada Delgado, 2015, 13 agosto).

Aunque aparentemente Juancho Prada se negó a participar de dichas fuen-


tes financieras, sí permitió que Camilo Morantes utilizara las rutas controla-
das por su estructura paramilitar para sacar droga, principalmente las vías de
los municipios de San Martín y Aguachica, ya que se beneficiaba con el pago
de gramaje derivado del uso de estas.

Esto trajo dos consecuencias que afectaron la composición de estos grupos.


Primero, una fuga de patrulleros de las estructuras de Los Prada a la de Ca-
milo Morantes por las rentas que dejaba el narcotráfico y, segundo, el distan-
ciamiento de Morantes y Juancho Prada de Robert Jr., de quien empezaron a
desconfiar y alejaron de las reuniones de las Ausac.

Según Robert Jr., se presentó una situación de amenazas y confrontación


con Camilo Morantes a tal punto que al parecer dichos comandantes le ten-
dieron una trampa para que fuera capturado por la Policía, hecho del cual
este comandante escapó. En el siguiente capítulo, en el apartado de tensiones
internas del grupo de Los Prada, se relatan los hechos que llevaron a Robert Jr.
a retirarse de la estructura paramilitar y entregar el control de su organización
y territorios a su primo Juancho.

Así, el distanciamiento entre los mandos y los problemas de Camilo Mo-


rantes con la Casa Castaño derivaron en el declive y disolución de las Ausac.
Sobre esto, Robert Jr. explica que el fin de esta confederación empezó desde
1997 por una guerra por poder, porque los grupos empezaron a meterse con

102
2. ORÍGENES Y TRAYECTORIA ORGÁNICA
DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA (FHJPB)

el narcotráfico para aumentar sus rentas. Sin embargo, agrega que fue con la
masacre del 16 de mayo de 1998, cuando el grupo no llevaba un mes de estar
constituido oficialmente, que la alianza se acabó, pues esta se hizo a nombre
de las Ausac pese a que ni los Zabala ni los Prada fueron partícipes (CNMH,
CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 4 de agosto).

Camilo Morantes fue asesinado el 11 de noviembre de 1999 en la base del


BCB de San Blas, en el municipio bolivarense de Simití, mientras acudía
a una reunión a la que había sido citado para darle unas armas. Como lo
narra el primer informe del BCB publicado por el CNMH (2021, p. 282),
una vez Morantes “cae en la trampa, él y sus escoltas son desarmados y
llevados hasta San Blas en donde es asesinado con un tiro de gracia”. Tras
la muerte de Morantes, su estructura y territorios fueron el principal obje-
tivo del grupo del sur de Bolívar, que absorbió parte de los paramilitares
instalados en San Rafael de Lebrija “luego de que Julián Bolívar y Gustavo
Alarcón llevaran a cabo las órdenes impartidas desde Córdoba” (CNMH,
2021, p. 282).

Aunque para el momento la dirección de las AUC objetó que fueran, prin-
cipalmente, la perpetración de delitos reprochables y la agudización de la
violencia de las Ausac, entre otras, las razones que llevaron a Castaño a
ordenar la muerte de Camilo Morantes. También se argumentó que era un
hombre de personalidad difícil por su consumo de drogas y alcohol; por
supuestas relaciones con alias el Nene del ELN, con quien hizo negocios
de venta de armas y por las intenciones de Morantes de independizarse de
la subordinación a la casa Castaño, con su capacidad militar y económica,
lo que habría puesto en el panorama disputas por el territorio de interés
del BCB. (FGN, 2007, pp. 42-44)

Con el asesinato de Camilo Morantes, las Ausac desaparecieron, de mane-


ra que el territorio antes dominado por Morantes pasó a ser zona de injeren-
cia del Bloque Central Bolívar. Después de una arremetida contra el grupo
que operaba en San Rafael de Lebrija, se generó una deserción masiva de los
integrantes de las Ausac, razón por la que algunos decidieron abandonar la
organización. Varios solicitaron protección a Las Autodefensas Campesinas
del Magdalena Medio (ACMM) y otros huyeron al grupo de Juancho Prada
con el mismo propósito (FGN, 2012a).

Por su parte, la estructura de Mario fue absorbida por el BCB bajo la moda-
lidad de frente adjunto y se renombró como Frente Alfredo Socarrás (CNMH,
CV, 2016, 7 de julio). En esta decisión se le permitió a Mario mantener el mando
sobre los territorios que controlaba. Sin embargo, miembros del BCB se vincu-

103
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

laron al grupo para asegurar su subordinación a los intereses de Macaco y Julián


Bolívar.

Juancho Prada fue el único comandante al que se le permitió mantener su


independencia y control territorial. Este grupo se denominó Autodefensas
Campesinas del Sur del Cesar (Acsuc) y consolidó su presencia en los munici-
pios cesarenses de Aguachica, San Martín y San Alberto, y en el municipio de
Ocaña en Norte de Santander.

La independencia de las Acsuc fue respetada por el BCB, al parecer, por


los apoyos y favores que realizó Juancho Prada a las ACCU, ya referidos. Este
comandante se convirtió en un aliado importante para la Casa Castaño,
ante todo porque en su territorio de influencia existían corredores claves
para el narcotráfico, el contrabando de gasolina y el tránsito de combatien-
tes de otras estructuras paramilitares como el Bloque Catatumbo, el Bloque
Central Bolívar y el Bloque Norte.

Las Acsuc lograron consolidar su presencia en el territorio del sur del


Cesar, ampliar su estructura militar, política y económica, y tener una
identidad propia hasta el año 2004. Esta trayectoria del grupo no fue aje-
na a transformaciones, disputas internas, tensiones con otros bloques y
alianzas con otros sectores, entre otras dinámicas que serán descritas en
el siguiente capítulo.

104
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS
DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Este capítulo aborda los hechos ocurridos entre 1999 y 2004, tiempo en que se
conformaron las Acsuc. En este sentido, se realiza una caracterización detalla-
da del grupo paramilitar en las zonas ya consolidadas bajo la comandancia de
Juan Francisco Prada, alias Juancho Prada. En el último apartado se describen
los eventos precedentes al cambio de denominación del grupo paramilitar,
que se renombró como Frente Héctor Julio Peinado Becerra (FHJPB) entre
2004 y 2006, año de la desmovilización colectiva.

3.1 Caracterización: tensiones internas

Desde mayo de 1999, la historia de las autodefensas en el sur del Cesar cam-
bia, pues ya no se trató de grupos dispersos de ganaderos y finqueros que
se armaron patrocinados por el Estado y con una aparente motivación con-
trainsurgente, sino, más bien, de un frente paramilitar organizado que logró
ocupar nuevos territorios y controlar rentas de la economía legal e ilegal para
mantener su funcionamiento e influencia en la región.

La consolidación del proyecto paramilitar en el sur del Cesar implicó la


expansión de sus lugares de influencia, el aumento del pie de fuerza, la diver-
sificación de sus medios de financiamiento y transformaciones en la composi-
ción de la estructura. Esto implicó disputas internas por el control territorial
y de los recursos económicos del grupo.

105
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Una de estas disputas fueron los conflictos que se produjeron entre Robert Jr.
y Juancho Prada. Este último argumentó que la facción de su sobrino buscaba
apoderarse del negocio de seguridad privada que ofrecía el grupo ilegal y de
las rutas del narcotráfico que pasaban por el sur del Cesar (TSB, 2016b). Re-
latos del MNJCV apoyan esta versión e indican que Robert Jr. perdió su zona
porque para estos años su grupo empezó a “hacer las cosas mal hechas”:

Edo.: Lo que pasa es que, supuestamente, la zona de ellos la pierden es por-


que de pronto empiezan a hacer cosas mal hechas.
Entr.: ¿Como qué?
Edo.: Supuestamente, la Ley, pues, ya de pronto no sé si hacen robo de ga-
solina, no sé, todo eso. Entonces, extorsiones, en el pueblo mucha vagancia,
mucha vaina, entonces no sé si será por eso mismo que la Ley actúa porque
la misma gente se les queja, entonces de pronto ahí es en donde viene que le
recojan el grupo a él. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Robert Jr. narró otra versión de estos hechos. Por un lado, expresó que
el grupo sí se financió de la gasolina desde finales de 1997, pero no por
medio del hurto, sino mediante el cobro de impuestos de seguridad para
que los grupos que hurtaban pudieran transportarla sin tener problemas
con la fuerza pública, que tenía relaciones con su grupo ilegal. Por otro
lado, sobre el tema de las disputas con Juancho, explicó que su primo era
quien estaba interesado en el tema del narcotráfico, pues desde 1999 tuvo
problemas con Camilo Morantes por el tema de paso de droga del sur de
Bolívar por sus territorios de influencia, pero que cuando vio que podía
hacer dinero en el grupo, su objetivo fue quedarse con todos los modos de
financiación por medio del cobro de gramaje al paso de la droga (CNMH,
CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 13 agosto).

En este orden de ideas, Robert Jr. relató que en su contra se montó un opera-
tivo porque Juancho Prada recibió 60 millones de pesos para dejar pasar una
droga, pero él no estaba de acuerdo. Según él, le “hicieron un montaje de un
robo de unos camiones, para ponerle problema”, razón por la que tuvo que
salir de su zona de operación, que quedó a cargo de Roberto Pradilla. Uno de
sus escoltas afirmó que “fue por medio de un operativo de la Policía realizado
entre 1997 y 1998 que la organización es desmantelada paulatinamente hasta
que Juancho Prada toma el control de la zona aludiendo a la incapacidad de
Robert Jr.” (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre).

Robert Jr. intentó delegar su zona a alias Simpson. Sin embargo, Rodolfo
Pradilla, al enterarse de esto, lo mandó a matar y tomó la zona de San Alber-
to controlada por Robert Jr., principalmente El Líbano. Pradilla fue aceptado

106
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

por Juancho Prada, quien quedó como dueño principal del grupo paramilitar
(CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre).

Pues, ese man [Rodolfo Pradilla], prácticamente, fue un man que había
trabajado con la guerrilla y sabía movimientos de la guerrilla. (...) Él te-
nía El Líbano, San Alberto, supuestamente tenía esa zona, zona por ahí
de... por el lado de La Llana y eso, esa zona supuestamente. Sí, en el tema,
de pronto, pues como en el tema de organizar el grupo, ¿me entiende?
Como el tema de organizar. El man le daba como muchas ideas al cu-
cho Juan. Don Juancho le paraba muchas bolas a él, a lo que él hablaba.
(CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Después de estos hechos, que se desarrollaron para finales de 1998, Juancho


Prada logró robustecer el ala armada de su organización con la inclusión de
personal que había trabajado para Robert Jr. Esto le permitió, posteriormente,
consolidar su presencia en el municipio de Ocaña, como se detallará más ade-
lante. No obstante, la expansión de su influencia no fue ajena a otras disputas
internas. Tras la disputa con Robert Jr., se presentaron otros conflictos con
antiguos coequiperos como el propio Rodolfo Pradilla alias el Tuerto y Jesús
Atehortúa Gómez alias Julio Palizada, “quienes presuntamente conspiraron
para propiciar su captura y quitarle el mando de toda la agrupación paramili-
tar” (TSB, 2016b, p. 233).

Aprovechando el aparente vacío de poder tras el encarcelamiento de Juan-


cho, Rodolfo Pradilla junto con Palizada pretendieron asumir la jefatura
total de los grupos de autodefensa en el sur del Cesar y la provincia ocañe-
ra, sin tener éxito. (TSB, 2016b, p. 245)

Aunque el segundo al mando del grupo paramilitar era Alberto Durán


Blanco alias Barranquilla, Rodolfo Pradilla era en realidad la mano derecha
de Juancho Prada. Pradilla había sido miembro de las FARC y con su ingreso
a los paramilitares logró darle golpes al tener conocimiento de sus movimien-
tos, lugares y accionar. Su ingreso al grupo de los Prada fue en 1994, cuando
fue capturado por ser enemigo, pero pudo ascender y ganarse la confianza de
sus comandantes, como lo describe el siguiente relato:

Desde un 96, por ahí, 94. Supuestamente, este man lo agarra gente de Ro-
bert es la vuelta, porque saben que... supongamos, don Roberto como él ya
había conocido manes de la guerrilla, él sabe que ese man es guerrillo y,
supuestamente, al man lo van a matar. (...) Eso es gente que tiene poder de
convencimiento y [dicen:] “Y venga, y yo le colaboro, y venga hacemos esto,
y venga y hacemos aquello”. De pronto, enredó la pita y se camufló ahí, ¿sí?

107
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Y fue ascendido, ascendido, ganándose la confianza, y como el man sí sabía


quién era el que manejaba la vuelta, se pegó al que manejaba la vuelta. Y ahí
fue cuando vino la traición. (...) Él es que entrega a don Juancho, lo entrega
en el 2000. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Este mismo relato agrega que esta sublevación se hace de la mano de Julio
Palizada:

Ese man [Julio Palizada] era como socios con Pradilla. (...) Sí, se cono-
cieron y trabajaban, digamos, tenían relaciones ahí entre ellos, entonces
ellos, supuestamente, como que querían compartir ahí el mando de la
zona, como manejar esa cuestión entre ellos. Y no les salió porque al fin
y al cabo cuando ellos menos se dieron de cuenta, él supuestamente...
cuenta la gente que Don Juancho le decía: “No, aquí el segundo es Barran-
quilla, porque no es ni Raúl, ni es usted”, porque digamos él tenía como
un roce con Raúl. (...) Ese man [Rodolfo Pradilla] se perdió cuando ese
tiempo, cuando cayó Juancho, como a los quince días se fue de la zona.
(CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Como medida de retaliación al alzamiento de estos personajes, Barranqui-


lla llamó bajo engaño a los señores Eduver Suárez Cabrales alias el Gordo y
Alirio Correa Morales alias Manizales.

El día 22 de agosto de 2001, se trasladaron en una camioneta Luv de esta-


cas, desde el municipio de Aguachica a Montecitos, cuando a la altura de
la vía que comunica a Puerto Nuevo con Montecitos, fueron interceptados
por los paramilitares Alberto Durán Blanco alias “Barranquilla”; (...) quie-
nes vestidos de civiles y portando fusiles AK-47 y Fals, les dispararon hasta
causarles la muerte. Los cuerpos fueron dejados dentro de la camioneta en
la que se transportaban.

El postulado afirmó que las víctimas eran integrantes del grupo paramili-
tar que comandaba Rodolfo Pradilla alías "el Tuerto", y que el motivo por
el cual se les dio muerte, fue su participación en la entrega y captura de
JUAN FRANCISCO PRADA MÁRQUEZ, a través de la información que
le suministraron al Ejército. (TSB, 2016b, p. 24)

La rivalidad entre Juancho Prada y Julio Palizada se dio porque, aunque el


proyecto de los Prada se había consolidado en los municipios de San Alber-
to, San Martín y Ocaña, Palizada había logrado su poder militar en la vereda
La Morena de Aguachica, en donde Juancho no tenía presencia permanente.
La pugna por el control se presentó cuando Juancho Prada se percató de que

108
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Palizada buscaba independizarse, ya que poseía el poder militar del área


para lograrlo. En una de las entrevistas del MNJCV, se identificó uno de los
hechos que detonó la disputa con Palizada:

Edo.: Y Palizada se le quiso independizar a los Prada quitándoles la parte


militar.
Entr.: ¿Toda?
Edo.: Todo. Que fue cuando hubo... dicen ellos que hubo una emboscada,
una alianza entre Palizada y las guerrillas. Y le montaron una emboscada
aquí arriba donde le mataron ocho integrantes a los Prada, entre ellos al
sobrino de Juan Prada, que era Tito. Los asesinaron ahí. Y de ahí vino como
esa rivalidad, que el uno cogía pa’ un lado, el otro pa’l otro.
Entr.: ¿Pero ahí fue Julio Palizada con Omega?
Edo.: Con Omega. Por decir algo, que la gente de Palizada era la gente de
San Martín. Todavía tenía como el dominio de esa gente de San Martín.
Entonces, las decisiones las tomaba Julio, porque después ya (...), después
de la caída del viejo Juan, le dieron todo a Julio (...) como en el 2001, 2002.
(...) Sí, había caído [preso]. Entonces, le dijeron a él: “Tenga esto”. Entonces,
él tomaba las decisiones que a él le parecía que ahí fue cuando hicieron
esa incursión a Guamalito, creo que masacraron varias personas. (CNMH,
MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

El proceso de expansión del paramilitarismo en el sur del Cesar debe leer-


se desde una óptica de heterogeneidad del grupo armado ilegal, y no como
una estructura jerárquica organizada, autoritaria y precisa. Las rivalidades
por el control de las zonas de influencia permiten analizar las participa-
ciones y responsabilidades asumidas por diferentes personas del grupo, así
como también generan dificultades a la hora de señalar culpables. Ahora
bien, aunque las disputas por el poder produjeron las capturas y asesinatos
de varios de sus cabecillas y comandantes militares, las Acsuc pudieron re-
organizarse para continuar incidiendo en los territorios donde se expandió
su presencia militar, económica, política y social. A continuación, se señalan
estos lugares de influencia que tuvieron configuraciones territoriales y con-
textuales que afectaron el entramado de relaciones del proyecto paramilitar.

3.2 Lugares de operación

Los puntos de maniobra de las Acsuc estaban ubicados estratégicamente y


relacionados con actores políticos de gran relevancia como fue el caso de la
localización de las escuelas de entrenamiento militar. Por ejemplo, “el pos-
tulado Carlos García Barrera, alias Veneno, afirmó que el ex alcalde de San

109
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Martín, William Quintero Claro, prestaba sus fincas para que los parami-
litares efectuaran labores de instrucción militar” (TSB, 2016b, p. 211). Cabe
resaltar que el control que alcanzó la organización paramilitar en el sur del
Cesar llegó a altas esferas del poder administrativo y logró involucrar a fun-
cionarios públicos que también permitieron su accionar.

Entre 2000 y 2004 la cobertura territorial del paramilitarismo se extendió


sobre “el 15 % de las veredas de Aguachica, el 60 % de las veredas de San
Martín y el 22 % de las veredas de San Alberto” (TSB, 2016b, p. 211). Como lo
señalan varias entrevistas, las Acsuc lograron tener la autorización para hacer
reuniones, ejercicios de entrenamiento y otras acciones en diferentes fincas.
Además, redimensionaron el territorio por “plan”, palabra que hacía referen-
cia a las planicies que tiene la región:

Nosotros recibíamos órdenes directas de Arley. Era el máximo comandante


de ahí. Y él vivía en esa región de San Martín, en Aguas Blancas, San José,
Los Ángeles. Por ahí lo encontraba uno. Y nunca tenía sitio así como espe-
cífico donde uno lo pudiera encontrar. Siempre [decía:] “Baje a tal lado, nos
encontramos en algún lado”, “nos encontramos en tal parte”. (...) Cuando
yo ingresé al grupo, en la región de San Martín, la parte militar estaba en
este plan, tenían las estructuras por escuadra, tenían una escuadra en San
José, otra en Barranca de Lebrija, tenían otra por aquí por Patiño, una para
Los Ángeles y una pa’ Los Bagres, ¿sí? Tenían el mando... el plan este con-
trolado. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

El patrullaje en esta zona de planicie se daba por las fincas de ganaderos o


hacendados que pagaban por estos servicios de seguridad. Los relatos mani-
fiestan que era fácil transitar por las fincas Santa Paula y El Cobre (CNMH,
MNJCV, 2013, 27 de septiembre). El siguiente mapa detalla los lugares de ope-
ración de las Acsuc hasta 2004.

110
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Mapa 7. Municipios de operación de las Acsuc en Cesar y Norte de Santander,


2000-2004

EL CARMEN

PELAYA

LA GLORIA

GONZÁLEZ
OCAÑA
GAMARRA
AGUACHICA
LA PLAYA

OCAÑA
RÍO DE ORO

ÁBREGO

SAN MARTÍN

SAN ALBERTO

¯
Sur del Cesar
Provincia Ocañera

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

111
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Como se narra posteriormente, desde 2004, aunque venían de controlar


grandes extensiones de tierra en veredas como El Limoncito, Santa Rosa, Tor-
coroma, Minas, Tisquirama, El Reposo, La Esperanza y Las Delicias, tras un
cambio de mandos en la Fuerza Pública de la región, las Acsuc perdieron po-
der territorial en el sur del departamento.

3.2.1 La expansión de los lugares de operación

Siguiendo el mapa anterior, la influencia del proyecto paramilitar del sur


del Cesar tuvo unos cambios significativos para finales de los noventa.
Aunque para antes de 1999 el grupo armado ya había ejercido algún tipo
de operación urbana en el municipio de Ocaña, esta influencia y expan-
sión se amplificó para este tiempo. Primero, con la ejecución de homici-
dios selectivos justificados bajo el discurso contrainsurgente. Esto implicó
una presencia más robusta de personal urbano, encargado de la ejecución
de estos repertorios de violencia. La Sala de Justicia y Paz describió el for-
talecimiento de esta presencia:

José Antonio Hernández Villamizar (alias John): desde 1998 hasta el 2002,
fungió como comandante urbano en el municipio de Ocaña, Norte de San-
tander. Impartió órdenes a sus subalternos para asesinar a los presuntos mi-
licianos y colaboradores logísticos de las guerrillas del ELN y el EPL en la
provincia ocañera. Tuvo a su mando a las siguientes personas: Luis Cañizales
Plata (alias Fuego Verde), José Diomedes Barrera (alias Diomedes), John Jai-
ro Botello (alias Rufino), Diomedes Peña Barrera (alias Polocho), alias Da-
vid, alias Manuel España, alias Iguano, alias Coche bala, alias Bigotes, entre
otros. También, alias John tuvo la misión de cobrarle el “impuesto de grama-
je” a los narcotraficantes que tenían laboratorios para el procesamiento de la
base de coca. (TSB, 2016b, p. 241)

La sentencia contra Juan Francisco Prada Márquez expone que varias per-
sonas fueron señaladas de ser colaboradores de la guerrilla desde 1999. Esta
justificación ha sido empleada por muchos años para cometer asesinatos se-
lectivos y diversos hechos victimizantes contra la población civil. Por ejemplo,
el 23 de agosto de 1999 Yony Jesús Ortega González fue asesinado en el par-
que principal de Ocaña por Juan Tito Prada alias Tito, Efraín Lindarte alias
Cabeza de Balín y alias el Paisa, quienes le dispararon bajo señalamientos no
acreditados de suministrarle insumos al ELN (TSB, 2014).

Así mismo, el día 12 de diciembre del mismo año Jhon Jaider Bacca Ma-
chado fue asesinado por el Paisa y Tito bajo órdenes recibidas de José An-

112
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

tonio Hernández Villamizar, alias Jhon, quien señaló a la víctima de manera


infundada de pertenecer al Frente Armando Cauca Guerrero del ELN. En la
sentencia se señalan otro tipo de homicidios en los que las víctimas también
fueron torturadas bajo acusaciones no comprobadas de integrar grupos sub-
versivos. Este es el caso de Jesús Alirio Angarita Carrascal, quien fue tortura-
do y asesinado el 2 de noviembre de 2000 en Ocaña (TSB, 2014).

Sumado a este tipo de hechos, el grupo participó junto al Bloque Norte en la


ejecución de masacres para expandir el proyecto paramilitar por la provincia
ocañera. En particular, la masacre de Guamalito, ocurrida el 25 de marzo de
2001 en el corregimiento del mismo nombre, jurisdicción del municipio de El
Carmen (Norte de Santander). En esta masacre, al parecer, la estructura recibió
el apoyo de hacendados de la zona que promovían su discurso contrainsurgente:

Un grupo aproximado de 50 paramilitares fuertemente armados y pertene-


cientes a los grupos armados ilegales conocidos como “Héctor Julio Peinado
Becerra” y “Resistencia Motilona”, bajo el mando de Wilson Poveda Carreño
alías Rafa incursionaron con la orden emitida por alias Omega de ejecutar a
todo integrante de la guerrilla que identificaran en el caserío de Guamalito, y
fue así como los señores Martín Bohórquez Molina, Alfonso Navarro Nava-
rro, Andry Sánchez Cantillo y Darney Téllez Cantillo y la señora María Isa-
bel Torres Lobo, fueron asesinados y sus cuerpos dejados a lo largo y ancho
del corregimiento. (TSB, 2016b, p. 94)

La masacre del 25 de abril de 2002 en el Cerro de Las Flores, municipio de


Teorama (Norte de Santander), también se inscribe en esta lógica. Según in-
formación documentada en el portal Verdad Abierta (2011), esta masacre fue
otra de las ejecutadas bajo el pretexto de eliminar a la guerrilla en la provincia
de Ocaña e imponer el orden paramilitar. Para el éxito de este tipo de opera-
ciones eran usados como informantes y guías exguerrilleros que operaron en
el sur del Cesar o la región del Catatumbo. La masacre fue confesada por el
mando de Ocaña, alias Jhon:

Para esa época se montó un operativo para controlar las guerrillas que
operaban en la región como eran la Compañía Móvil Arturo Ruiz, el
Frente Libardo Mora Toro del EPL, el Frente Armando Cauca Guerrero
del ELN, el Frente Camilo Torres y la Compañía Móvil Capitán Francisco
de la misma guerrilla. Esta incursión militar se montó con base en una
información de la población civil. (Verdad Abierta, 2011, 31 de octubre)

El exparamilitar narró que en la operación participaron 150 paramilitares


y utilizaron como guía a alias Arturo, guerrillero que fue capturado en la zona

113
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

y que fue quien señaló a las víctimas. Javier Quintero alias Pica Pica dijo lo
siguiente sobre esta masacre:

En versión libre, Javier Antonio Quintero alias ‘Pica pica’ le dio más de-
talles sobre la masacre a la Fiscalía. Un primer grupo de 30 paramilitares
a cargo de Alfredo García alias ‘Mauricio’ salió de una finca ubicada en
el corregimiento de Los Ángeles y se encontró con otro grupo a cargo de
alias ‘Fredy’ en la parte alta de Ocaña. “Días después nos encontramos
en un punto llamado Simañita y fuimos transportados por orden de alias
‘Jhon’ para la vía de González, en el Cesar. En ese municipio hicimos
una incursión donde el comandante ‘Mauricio’ ordenó reunir a toda la
gente en el parque. Ahí no hubo muertos, pero dos días después llegó una
información de un guía llamado ‘Arturo’, quien dijo que en el Cerro de
Las Flores había una fiesta y estaría el comandante ‘Megateo’ del EPL”.
Según alias ‘Pica pica’, ese fue el pretexto para incursionar el Cerro de Las
Flores y asesinar a cuatro personas que fueron señaladas de colaborar con
la guerrilla. A una de las víctimas la desmembraron y la arrojaron a una
fosa. (Verdad Abierta, 2011, 31 de octubre)

Alfredo García alias Arley, comandante que manejó la parte militar, fi-
nanciera y disciplinaria del grupo, también organizó varias incursiones de
gran escala como la masacre del Cerro de Las Flores, una de la más repre-
sentativa por la gran afectación causada a los civiles. En esta operación, los
paramilitares se tomaron de manera violenta una vereda del municipio de
Ocaña con el propósito de intimidar a la población civil, pues en dicho lugar
supuestamente se programó una reunión de miembros del Frente Libardo
Mora del EPL (TSB, 2016b). Controlar el corredor del sur del Cesar hacia
Norte de Santander y la provincia de Ocaña fue una tarea dispendiosa para
las Acsuc en esa época. Sin embargo, lo consiguieron con operaciones mar-
cadas por la sevicia y el terror.

Aunque el argumento contrainsurgente fue predominante en la justi-


ficación de este tipo de operaciones militares, la expansión a la provincia
ocañera también se realizó por abarcar otras fuentes de financiamiento
provenientes de las extorsiones y la cadena productiva del narcotráfico,
como es el caso del cobro de gramaje. Como se describe en el testimonio
de uno de sus excomandantes, la motivación que llevó a las Acsuc hacia
Norte de Santander fue la producción y movimiento de 50 kilos mensua-
les de droga en promedio (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio). Cuando ya
pudo asumir el control de la zona, el grupo cobraba el paso de la droga
por Ocaña, pues era pasta de coca que iba para Cúcuta, específicamente
para Puerto Santander.

114
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Pues allá [Puerto Santander] creo que había [sic] los laboratorios que la
procesaban en esa zona y la convertía a lo que ellos la convertían, al peri-
co, creo que era para exportar, eso lo sacaban por Venezuela. Según cono-
cimiento que yo tenía, toda esa droga la sacaban era por Venezuela. Allá
como que había un centro de acopio donde llegaba la droga de todas partes.
(CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

Al mismo tiempo en que el paramilitarismo construía su nombre y re-


putación en la región, la consolidación de las Acsuc en el territorio fue
posible por las relaciones que consolidaron con la fuerza pública. Al res-
pecto, Fredy Ramiro Pedraza, alias Chicote o Diego, explicó en su versión
libre lo siguiente:

Yo tenía colaboración de la ley en conjunto, el conjunto era que había en


Ocaña una nómina donde se le pagaba a cada policía que estaba en la nó-
mina de 100 mil pesos mensuales. Estaba el sargento Martínez del ejército y
se le pagó entre agosto del 2002 y enero del 2004. El sargento Renal del B-2,
el teniente Trespalacios de la policía, cuadré la plata que le iba a pagar al
capitán Morales, y a él se le pagaban 5 millones de pesos mensuales, eso se le
dieron como 3 o 5 meses que el duró, y cuando él se fue estaba indeciso. En
la misma época estaba el teniente Arbeláez de la policía, alias ‘Megateo’, a él
le daba un millón de pesos; personalmente le entregué en dos ocasiones. Yo
se los mandaba a entregar y sé que le pagó más porque cuando llegó indeciso
se le siguió entregando la plata. Yo les pagaba para poderme mover en Ocaña
tranquilamente y poder delinquir y matar a los que iba a matar y poder ac-
tuar tranquilamente en Ocaña. (TSB, 2016a, p. 139)

Sobre lo anterior, el postulado Arley agregó:

En Ocaña a la mayoría de los oficiales de la fuerza pública de la Policía y


ejército no todos colaboraban, pero varios ayudaban con la organización.
También estaban incluidos en la nómina, los patrulleros de la policía, a
quienes se les pagaba 100 mil pesos mensuales. Al comandante del Gaula
le pagaba millón y medio mensual. El encargado de las finanzas fue Can-
dado y después Henry Quiroga. El Indeciso, llegó más o menos en febre-
ro del 2003 hasta el 2005 pero el que sabe bien sobre la nómina es Raúl
Prado. Yo sé que se le pagaba a la fuerza pública y a la policía, el ejército,
pero datos de los nombres los maneja Raúl Prado con el Indeciso. (TSB,
2016a, pp. 141-142)

Aunque la expansión a la provincia ocañera tuvo limitantes para el gru-


po paramilitar porque su presencia fue menor en los municipios de Río de

115
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Oro, El Carmen y Ocaña, el copamiento territorial que alcanzaron fue con-


sensuado con miembros de la fuerza pública por medio de pactos y sobornos.
“De este modo, los paramilitares delimitaron unas áreas de patrullaje con los
soldados que estaban al mando del teniente Yesid Cañón”, demarcación que
sirvió para evitar enfrentamientos y mantener los espacios ya cooptados (TSB,
2016b, p. 213).

La expansión por recursos del narcotráfico y la consolidación por la alianza con


la fuerza pública fueron solo dos de las múltiples alianzas y adeptos que consiguió
el paramilitarismo. A este proceso de red ilegal se unieron también sectores eco-
nómicos como los ganaderos.

3.3 Departamento de Seguridad del Comité de Ganaderos del Cesar

En este apartado se aborda la forma en que los sectores económicos, en particu-


lar los ganaderos, se aliaron con los grupos paramilitares de la región por medio
del Comité de Ganaderos del Cesar, que permitió darle una fachada legal a las
operaciones de la estructura. Sobre este comité, equivalente a las Convivir de la
década de los noventa, no hay una amplia literatura. Sin embargo, algunos rela-
tos del MNJCV permiten acercarse a la forma en que este operaba desde 2001.

Los Comité de Ganaderos en San Martín y Aguachica, conformados por co-


merciantes y ganaderos, funcionaron como cooperativas de seguridad privada en
la que hicieron parte personajes que luego pertenecieron al grupo paramilitar. La
labor principal de estos grupos era brindar servicios de seguridad a los ganaderos
y suministrar escoltas. Entre 1998 y 2007, estas cooperativas de seguridad fueron
dirigidas por Manuel Gregorio Polanco en San Martín y José en Aguachica.

Yo acompañé a Benito [Caballero]. Él fue un representante cuando, inclusi-


ve, estuvimos en la Convivir. Fue el representante. Él no estuvo dentro del
grupo, él fue representante de ganaderos, inclusive, a nivel aquí del depar-
tamento. Fue el representante legal del comité de ganaderos. (...) En Agua-
chica, hubo Convivir, esta era otra. Todas estas Convivires las formaron
por un mismo rango, por una misma razón social y eso lo manejaron entre
comerciantes y ganaderos. Entonces la razón social también era comité de
ganaderos. Y lo mismo en San Alberto, la misma vaina. Fue Comité de
Ganaderos porque eso lo manejaban comerciantes y ganaderos. (CNMH,
MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

Como se puede observar, este tipo de organizaciones de ganaderos también


eran identificadas como Convivir. Por tal razón, se aclara que esta era una coo-

116
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

perativa con distinto soporte jurídico a las Convivir desmontadas en los noven-
ta. Pedro Villamizar fue el comandante y representante de las cooperativas de
San Martín y San Alberto durante un tiempo. Por inconvenientes en la zona, se
retiró a Ocaña para seguir ejerciendo un tipo de mando en esta región:

Pedro Villamizar, me parece que era. (...) Él tuvo por ahí inconvenientes,
entonces pasó a la parte clandestina, fue cuando estuvo en Ocaña. Y de ahí
él pasó a Ocaña, a la civil, después de la muerte de Gallardo, me parece.
Después de la desmovilización fue como que tomó las riendas de los grupos
generales. Y lo mataron a él y a los dos hermanos, el mismo grupo. (CNMH,
MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Entre las funciones que tenía el Comité de Ganaderos se encontraban la


articulación entre las escuadras paramilitares, la coordinación de operaciones
urbanas y el refugio de miembros de la organización paramilitar:

En San Martín lo manejaban a través de las Convivir y lo manejaban detrás


de la comunicación que mantenían ellos para informar de los movimien-
tos de la tropa. Había mucha gente que vivía como encargada de quién
llegaba, quién venía. Y eso lo hacían prácticamente los urbanos, lo que
eran los de la Convivir, y la gente de la comunicación. (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre)

El refugio o protección de miembros del grupo armado fortalece la versión


de una misma entidad entre cooperativas y Acsuc:

Cuando querían, por lo menos, poner a descansar a una persona o algo, lo


mandaban para las Convivir legales. Pues, igual nunca mandaban a una per-
sona que estuviera cagado, lo mandaban, porque sabían que no porque en
cualquier momento le caía la Ley. Primero, no estábamos identificados, no
teníamos nada, después colocaron un letrero donde decía: “Departamento
de Seguridad”, cargábamos un chaleco donde decía: “Comité de Ganaderos
de Aguachica, Departamento de Seguridad”, decía así. (...) Entonces, la gente
nos trataba como Fondo Ganadero a nosotros. La mayoría era consiente que
éramos paramilitares. Digamos, el 70, 80 por ciento de la gente sabía que
éramos paracos. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

Esta fachada legal del Comité de Ganaderos permitió que miembros de los
paramilitares la usaran como forma de descanso o cambio de roles (CNMH,
MNJCV, 2018, 4 de septiembre). Igualmente, llevaron a personas que tu-
viesen buen comportamiento, buenas referencias y documentos al día, o
que fueran del pueblo para que sirvieran de informantes (CNMH, MNJCV,

117
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

2017a, 11 de julio). En otra entrevista se expresó que las cooperativas eran el


mismo paramilitarismo, lo que de cierta forma implica que este fuese consi-
derado como algo legal y legítimo:

Eran legales, eran los mismos paramilitares y ¿cómo se legaliza a un para-


militar? Ellos tenían su camioneta, tenían sus armas, eran fuertes. Yo no sé
si matarían o no. Eso agarraban a esa gente y le daban con una tabla, con
esa vaina y le daban correa a la gente, les daban puño. Por lo menos donde
había desórdenes que la gente peleaba, llegaban y agarraban la gente y le
daban ahí con una tabla, le daban plan [golpe con la parte plana de un ma-
chete o peinilla]. Porque ellos eran los que, en ese momento, reinaban en el
pueblo, en San Alberto. (CNMH, MNJCV, 2015, 19 de mayo)

Se tenía la percepción de que ambas organizaciones, legal e ilegal, trabaja-


ban para un mismo fin. Incluso, existía personal encargado de llevar mensajes
entre miembros de las cooperativas y comandantes del grupo paramilitar:

Entro a partir del 2001 y comienzo a llevar razones, traer razones, entre Pe-
dro y un que le decían Guasaco, no sé quién era ese señor. Él permanecía en-
tre El Líbano, San Martín y Minas. Llevaba mensajes sobre el encargo que ya
había llegado, que el ganado ya está revuelto, que ya al ganado lo recogimos.
Bueno, razones así entre ellos. (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre)

El Comité de Ganaderos operó en San Alberto, San Martín y Aguachica. Se-


gún entrevistas realizadas, en San Alberto la fachada se llamaba Cooperativa de
Comerciantes de San Alberto. La componían nueve personas y el jefe directo era
Pedro Elías Villamizar. El supervisor o segundo al mando era alias Coche de Baba,
quien luego fue asesinado. Algunos escoltas fueron Nico, Tony, Cobra, Muelas, en-
tre otros, a quienes se les encargaron labores de sicariato o la coordinación de la
ejecución de este tipo de hechos con personal paramilitar, como por ejemplo en
San Martín con alias Raspa Ollas y Chucky. Así mismo, tenían un ala financiera
a cargo de alias Pecas, quien ejerció como cobrador de la cooperativa (CNMH,
MNJCV, 2018, 5 de octubre).

La Asociación de Comerciantes y Ganaderos de San Alberto (Acodes) tam-


bién operó en este mismo municipio (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre).
Acodes fue una cooperativa renombrada porque desde que operó en la zona
no se vieron robos, drogadicción, prostitución, peleas y muertes por riñas en
el pueblo. Según un testimonio: “era bueno para la comunidad que cualquiera
no matara por robar un celular, que no hubiesen escándalos en la vía pública
y que no amenazaran a comerciantes para quitarles sus ganancias” (CNMH,
MNJCV, 2018, 5 de octubre).

118
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

En San Martín la cooperativa de seguridad se llamó Comité de Ganade-


ros de San Martín y fue comandada por alias Garza. En Aguachica también
se hizo llamar Comité de Ganaderos de Aguachica, organización que operó
como una central “legal” en la que el personal interesado pasaba hojas de vida
con certificaciones laborales de su paso por el Ejército; los soldados profesio-
nales eran los más solicitados para el rango de escolta. Dentro del organigra-
ma interno, la cabeza de la cooperativa era el “jefe de seguridad”, que para este
caso era Daniel Torres, cuyo supervisor fue el comandante Jiménez:

Ahí en ese momento estaba Daniel, que era el comandante; Jiménez, que
yo no le conocía el nombre a él, siempre todo mundo lo conoció como El
Cura, él era un paraco antiguo. (...) Cuando se tenía que hacer un asesinato
lo hacía la inteligencia y nos decían: “Mire, Fulanito de Tal, este es el que
está sapeando. (...) Había un grupo de propios urbanos, que eran como
cinco de las autodefensas que cometían los asesinatos. Que ahí el coman-
dante era el finado Mora. Había uno que le decían El Negrito, Chinito, El
Paisa. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

El personal que hacía parte de la cooperativa, o que pasaba en algún mo-


mento de su trayectoria por esta organización legal, hacía parte de entrena-
mientos enfocados en la formación de escoltas. Estos cursos fueron claves
para capacitar personal paramilitar por medio de vías legales.

3.4 Entrenamiento en las cooperativas

Sobre estos entrenamientos, algunos eran cursos de algunos días para formar
escoltas que eran asignados a diferentes personas relevantes para cada coope-
rativa, tanto del sector económico como político.

Esos sí eran entrenamientos de escolta, reacción de carro, reacción con arma-


mento, arrastre bajo. Una vez hicimos un curso, para rescatar heridos. Cursos
de escoltas, así, prácticamente lo normal de escolta. Reacción. Nos entrenaban
militares activos. Una vez me acuerdo que un sargento segundo nos lo fue a
dictar. El man si no estoy mal venía de Bucaramanga, el man venía del Batallón
de Bucaramanga, no sé cuál batallón, pero venía de Bucaramanga. Aquí todos
hacíamos las capacitaciones, todas las Convivir. Los cursos eran para la gente
de la Convivir. Una vez hicimos un curso aquí con las dos Convivir, la de acá y
la de San Martín. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

Varios relatos del MNJCV fueron coherentes en cuanto a los entrenamien-


tos militares que recibieron los escoltas de las cooperativas. En resumen,

119
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

los relatos coinciden en que las personas que hicieron parte de estos cursos
fueron capacitados por un instructor que venía de Bucaramanga, un militar
retirado que tenía una empresa dedicada a temas de seguridad, quien im-
partió adiestramientos completos sobre manejo de armamento y maniobras
con carros y motos para defenderse en un intento de secuestro:

Yo hago el curso de escolta que lo exige el departamento de seguridad. Ese


curso de escolta se hace con el ANSA [Academia Nacional de Seguridad
Privada Las Américas] en Bucaramanga. Esa Convivir se llamaba Comité de
Ganaderos. Aparte de Benito Caballero había harta gente en la organización
desde que estuvimos ahí. Yo escolté varias veces a don Martín Prada, el her-
mano de don Juancho Prada. En ese comité siempre había bastante gente,
porque eran bastantes ganaderos de San Martin y alrededores, de la zona.
(CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

El Comité de Ganaderos tenía un puesto de control en Villas de San Andrés,


Aguachica, donde llegaban los ganaderos con las siguientes especificaciones:

Edo.: La [misión de la] Convivir era escoltar los ganaderos. Por ejem-
plo, nosotros teníamos el puesto ahí en Villas de San Andrés, eso era
de Aguachica. Entonces ahí llegaban los ganaderos: “Necesito tres mu-
chachos o dos, pa’ que me acompañen a la finca”. Y ya era con armas
legales, con salvoconducto y todo.
Entr.: ¿Quién creó esa Convivir?
Edo.: Pues la verdad eso salió de ahí de San Martín. Creo que Juancho Pra-
da. El jefe era Pedro, un tal Pedro, que a ellos los mataron aquí en San
Alberto, a los tres hermanos. Así eran tres Convivir, San Alberto y Agua-
chica. Estaban divididas por zonas. (CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre)

El Comité Ganaderos del Cesar tenía relación directa con el grupo armado
ilegal, amparo legal del Estado, apoyo de la fuerza pública, contribución finan-
ciera y logística de sectores económicos, y relaciones con actores políticos. Todo
esto incidió en el sostenimiento de una visión legítima del paramilitarismo, que
se consolidaba con la articulación de varios sectores alrededor de su proyecto
en el sur del Cesar.

3.5 Organigrama

Ahora bien, sobre la organización del grupo paramilitar, en este apartado se


hace referencia principalmente a la distribución de las estructuras parami-
litares que estuvieron bajo el mando de Juancho Prada. Sobre lo anterior, es

120
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

importante anotar que los organigramas que se construyeron tienen como


marco contextual el recorrido cronológico que estos apartados han detallado
con respecto a las reconfiguraciones que se presentaron en diferentes momen-
tos de la trayectoria del grupo armado ilegal.

Con respecto al mando del grupo paramilitar, desde mayo de 1999 el


comandante general y dueño del grupo fue Juancho Prada, quien tomó las
zonas de San Alberto que habían estado bajo el mando de Robert Jr. En este
periodo de identifican como comandantes militares a Jhon Vega Alvernia
alias Norris, Alberto Durán Blanco alias Barranquilla, José Alfredo Gar-
cía alias Fredy o Arley, entre otros. Este último estuvo vinculado hasta la
desmovilización.

Como ya se mencionó, tras la muerte de Camilo Morantes, en noviembre


de 1999, Juancho Prada conformó y comandó las Acsuc, grupo que surge a
partir de la disolución de las Ausac y que finalmente se desmovilizó como
Frente Héctor Julio Peinado Becerra.

Desde las Acsuc, Juancho Prada logró mantener independencia de estruc-


turas más grandes y fuertes como el BCB y el Bloque Norte. Estas organiza-
ciones poco a poco fueron ganando mayor control territorial y presionaron
a Prada en diferentes momentos para absorber su estructura armada, como
sucedió desde 2004 en el casco urbano de Aguachica (Organigrama 4). Desde
la triangulación de fuentes primarias y secundarias, este informe encontró
información que permitió la elaboración de los siguientes organigramas:

121
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Organigrama 3. Acsuc, general

Juan Francisco Prada


"Juancho Prada"
Dueño del grupo Máximo
Comandante Raúl Prada
AUSAC - ACSUC - FHJPB "Guasaco"
Roberto Prada Luis Emilio Hijo/ Vocería Coordinador
Delgado Camarón 1996-2001 (capturado) política
Representante Legal Convivir financiero 1997
"Robert Jr." "Camarón" 2006
Comandante grupo Comandante grupo Los Arrayanes
San Alberto Roberto
Julio 1996 - Mayo Prada tras su "Chorizo"
1999 (Retirado) captura Encargado "El Loro"
político Finanzas robo
de rieles de
Patrulleros "Condorito", "Simpson" ferrocarril 2001

Rodolfo Pradilla
"El Tuerto"
Representante Legal Convivir
Renacer Cesarence
1995-1997/Coordinador FF. MM.
Manda a matar a "Simpson" para
quedarse con el mando de la zona de
"Robert Jr." 1999-2001

Patrulleros en La Morena
Faber de Jesús Atehortúa Gómez - Aguachica "Patascoy",
"Julio Palizada" o "Ricardo" "Ramoncito", "Chompiras",
Comandante Militar El Líbano y "Barbacoas",
La Llana 1997 - marzo 1998 "El Chato", "Pardillo"
(se va a Pailitas)
Comandante La Morena y parte
casco urbano Aguachica Mando urbano en
2001-2004 Aguachica "Chorola",
"El Negro", "Albeiro"

Manuel Alfreso Alias Alex o Jhon Vega Alberto Durán "Douglas" Alfredo García
Rincón Héctor Alvernia Blanco Encargado militar Tarazona
"Pasos" Comandante "Pasos" "Barranquilla" "Arley" o
Comandante militar Comandante Comandante "Mauricio"
militar 1996 Militar San Militar Ocaña, Comandante
1995-1996 Martín San Martín, militar financiero
1995-1996 Río de Oro, Enlace FF. MM.
Aguachica 2002-2006

Es enviado Urbanos San Martín Wilson Poveda "Rafa" "Loquillo"


en 1996 a "El Cura", "El Loro", Comandante Contraguerrilla Registro
la hacienda "Tito Prada", "Angelito", 1998-1999 contable
Bellacruz "Franco"
"Gallardo"
Patrulleros "Loro", Comandante contraguerrilla
"Barranquilla", "Tripa", Patrulleros
"Mañe", "Chupete", "Pica
"Chelito", "Piña", "Walter" Pica","Tripa",
"Josterman" Comandante contraguerrilla, "Patascoy",
financiero y militar "El Loro",
"Gato",
"Raspaollas",
"Montoya",
Patrulleros "Máscara", "Pedrito", "Navarro", "Grillo", "Huberto", "Loro", "Gallardo",
"Pica Pica", "Niño Escobar", "Tripa", "El Paisa", "E.T.", "Raspaollas", "Ramoncito",
"Rancho", "Pecas", Manuel de Jesús Solano "David Sánchez" o "Polocía" "Jorge",
"Barbao",
"Mico"

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de varias fuentes.

122
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Organigrama 4. Acsuc, Aguachica

Juan Francisco Prada


"Juancho Prada" "Pata de Palo"
Dueño del grupo Enlace Comité
Máximo Comandante de Ganaderos
AUSAC - ACSUC - FHJPB del Cesar y "
1996-2001 (capturado) Juancho Prada"
Representante legal Convivir 2001-2002
Los Arrayanes

"Pacho Paraco" Urbanos


Comandante Militar "el Paisa",
Aguachica "el Loro", "Niño Escobar", "el
1996 Chavo", "María Bonita", "Rancho",
"Mecha Fina"

Mario Castro Urbanos "el Paisa",


"Mario" Comandante Urbano " el Loro", "Niño Escobar",
Aguachica 1999-2000 "el Chavo", "María Bonita",
Expansión a Gamarra "Rancho", "Mecha Fina",
y El Márquez "Máscara", "Chorola", "Rubiano",
"Raúl el Buchón"

"Mora" Urbanos
Comandante Urbano "Franco", "Memo", "Manizales",
Aguachica 2000-2001 "Negro", "Rancho", "Niño
Asesinado por Barranquilla Escobar", "Gordo"

"Julio Palizada"
Dividió el mando entre la
gente de Juancho y Julio
Comandante Aguachica Whoris Rodríguez
2001-2004 "Chompiras"
Comandante contraguerrilla
Julio Palizada

"Chorola"
"Chicote" o "Diego" Encargado Puerto
Comandante Urbano Mosquito 2002
Aguachica 2004 Torturador
Entrega zona a Omega

Héctor Julio Peinado


"Fredy"
Comandante escuadra -
Aguachica Zona Rural

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de varias fuentes.

123
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Organigrama 5. Acsuc, provincia ocañera

Juan Francisco Prada


"Juancho Prada"
Dueño del grupo
Máximo comandante
AUSAC - ACSUC - FHJPB
1996-2001 (capturado)
Representante Legal Convivir
Los Arrayanes
Alberto Durán Blanco Alfredo García Tarazona
"Barranquilla" "Arley" o "Mauricio"
1999-2002 Comandante militar,
Comandante militar Coordinador financiero
Ocaña, San Martín, Enlace FMM 2002-2006
Río de Oro, Aguachica

Noe Jiménez José Antonio Hernández "Chicote" o "Diego"


"Negro Jiménez" "Jhon" o "don Carlos" Comandante urbano Ocaña
Enlace "Juancho Prada" y "Jhon" Comandante Urbano Ocaña marzo 2002
en Ocaña 1998-2022

"Fabian"
Patrulleros zona Ocaña - Abrego Urbanos Comandante Abrego
"Beto", "Chupete" "Fuego Verde", "Diomedes",
"Rufino", "Polocho", "David",
"Manuel España", "Iguano",
"Coche bala", "Bogotes", "Mico"
"Joyo"
Comandante Abrego

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de varias fuentes.

En los anteriores organigramas se pueden reconocer los cambios ocurridos en


la estructura. En estos cambios influyeron, entre otros aspectos, el movimiento de
integrantes a las Convivir y viceversa, las licencias que permitían estar un tiempo
en la vida civil, los retiros, los homicidios, etc. En estas dinámicas también intervi-
nieron las constantes disputas territoriales y procesos de expansión de los diferen-
tes grupos paramilitares que operaron en la región como el BCB y el Bloque Norte.

3.6 Procesos de socialización y construcción de subjetividades

En este apartado se detallan aspectos de la cotidianidad, vida militar y rela-


ciones personales de la estructura. Se especifica cómo y dónde eran los entre-
namientos, cómo eran sus reglas, las sanciones, y en general la vida cotidiana

124
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

que transcurría durante la construcción de subjetividades. Las disputas por el


poder y control de los grupos dan atisbos del tipo de subjetividades construi-
das o que se socializaban durante los distintos ajustes y pugnas por el poder
armado. Por lo tanto, es necesario revisar si en la cotidianidad de las Acsuc
también se reforzaron estas ideas de ambición y sevicia a sus miembros, res-
ponsables de acatar las órdenes que imponían sus superiores.

Frente a esto, en los relatos se encuentran tensiones entre los hechos orde-
nados, la presión de ejecutarlos clandestinamente (desaparición forzada) y la
importancia de mantener como legítimo el accionar. Los entrenamientos fue-
ron espacios concebidos para la instrucción militar, pero también para el adies-
tramiento político, pues este sirvió como discurso justificador de las acciones
armadas y de las formas de control y coerción ejecutadas contra las poblaciones.

3.6.1 Entrenamientos Acsuc

Como se menciona en la sentencia contra Wilson Salazar (TSB, 2016b), los


cursos de entrenamiento militar duraban 20 días y eran dictados por el te-
niente Acosta, un oficial retirado del Centro de Instrucción y Reentrenamien-
to (CIR) de la Fuerza de Tarea n.º 27 del Cesar. Los objetivos que se perseguían
con los cursos de entrenamiento eran:

• Aumentar la resistencia física, a partir de trotes continuos y supera-


ción de pistas con obstáculos.
• Mejorar la movilidad nocturna para no llamar la atención del enemigo.
• Aprender maniobras para efectuar operaciones de rescate de secues-
trados.
• Afinar puntería en disparos efectuados con armas de largo alcance.
• Aprender el manejo de granadas de mortero.
• Aprender destrezas de disparo en medio de combates. (TSB, 2016b,
pp. 210-211)

La implementación de una estricta regulación disciplinaria y de cursos de


entrenamiento militar para sus integrantes convirtieron a las Acsuc en un ver-
dadero frente de guerra. Entre 2000 y 2003 funcionaron escuelas de entrena-
miento como El Pescado, La Dorada y Tisquirama. En estas escuelas se desa-
rrollaban actividades como el arrastre bajo, el polígono, el manejo de granadas
y artefactos explosivos, manejo de armamento, entre otras instrucciones. Los
desmovilizados refirieron como instructores de estos centros de entrenamien-
to a los comandantes: “Arley, Tripas, Douglas, Pica Pica y Gallardo” (CNMH,
MNJCV, 2015a, 15 de mayo).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Tabla 2. Escuelas de entrenamiento Acsuc, 2000-2003

Escuela Ubicación Años de funcionamiento


El Pescado Vereda El Pescado, corregimiento El 2000, 2001 y 2002
Líbano, municipio de San Alberto
La Dorada Vereda La Dorada, municipio de San 2003
Martín
Tisquirama Finca Tisquirama, ubicada en la 2001 y 2002
vereda Santa Paula, corregimiento
Los Ángeles, municipio de San
Martín

Fuente: tomado de TSB (2016, p. 210).

Algunas de las personas que participaron en estos entrenamientos explican


que existía la posibilidad de ser asesinados:

El entrenamiento de paramilitares fue más duro [comparado con el ejér-


cito] porque a uno le tocaba someterse a las reglas que había quisiera o no
quisiera, porque sabía uno que ahí sí lo podían matar a uno, en el Ejército
no. En el Ejército si quería uno botarse al suelo no lo paraba nadie así fuera
a leño, porque sabía uno que: “Suerte, estoy acá en el Ejército y qué van a
hacer”. Pero en el grupo sí había diferencia, le tocaba a uno apretar porque
ahí sí lo iban era matando. (...) Pistas, disparos, armas. (...) Fuegos, fuegos
en movimiento, granadas, de todo. (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

Los instructores encargados de estas dinámicas fueron en su mayoría ex-


militares de la fuerza pública, quienes dictaban los entrenamientos, principal-
mente, para miembros del grupo que conformaron las contraguerrillas.

Ese entrenamiento que se realizó en la finca Tisquirama, eso fue para to-
dos. Inclusive llevaron urbanos, financieros, gente de comunicación. Te-
nían prácticamente toda la gente reunida en esa finca, en ese reentrena-
miento. Que ese entrenamiento, pues, fue dictado por Tripa, Fredy, Fabián,
que eran los comandantes militares, y eran como los más enérgicos, decían
ellos, entonces fueron... eso fue dictado por ellos. (...) Ya para el segundo
reentrenamiento, que lo dictaron en La Dorada, en la vereda La Dorada, ya
ese pues sí lo dictó [alias] Douglas para poner en conocimiento lo que había
aprendido en la escuela de los Castaño en el Urabá. Venía recién encarto-
nado como comandante de allá. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

126
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Mapa 8. Escuelas de entrenamiento Acsuc, 2000-2003

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En el entrenamiento y en la vida cotidiana también estuvieron presentes las


normas, reglas y castigos, régimen disciplinario aplicado por los comandantes
para el ala militar de la estructura armada.

3.6.2 Reglas internas y régimen disciplinario

El grupo paramilitar tuvo normas para regular el comportamiento de sus


integrantes. Estas normas eran dadas como parte de la instrucción política
de los entrenamientos, así como también eran impartidas por los comandan-
tes en la operación diaria. Algunas de estas normas ponían de manifiesto el
cumplimiento de los horarios de guardia, el acatamiento de las órdenes de los
comandantes y el respeto por las mujeres del grupo y civiles. Además, se pro-
hibía el consumo de sustancias alucinógenas, la ingesta de bebidas alcohólicas
con el uniforme y el robo a los compañeros y a la organización:

Obedecer las órdenes de los comandantes. Y de lo que no se podía hacer era


irse a emborrachar y a formar problema por ahí; estaba prohibido también el
consumo de alucinógenos, estaba prohibido también la cuestión de ir a robar.
Estaba prohibido también la cuestión, de pronto, de acceder a una mujer vio-
lentamente. Todo eso estaba prohibido. (CNMH, MNJCV, 2018, 26 de julio)

A los integrantes del grupo que desobedecían estas normas disciplinarias


se les aplicaban sanciones, castigos físicos, o eran declarados objetivo militar.
Según varios relatos de desmovilizados, las personas encargadas de aplicar las
sanciones fueron Barranquilla y Arley. Estos castigos los aplicaban frente a otros
integrantes del grupo, en una especie de “ajusticiamiento”:

Según ellos, se pagaba con la muerte robar, sicariar por plata, violación, se-
cuestro, dar información al Ejército –o a cualquier entidad pública–. Eran
como los más [sic] delitos que le daban a uno pa’ que lo mataran. Pero muchas
veces no eran esos como los delitos [por los] que que de pronto lo mataban
a uno. Ellos lo mataban a uno y después justificaban con cualquier delito de
esos: “Era que estaba robando”, “Era que estaba atracando”. Y a uno le queda
como la inquietud, queda la duda. Y algunas veces la gente, por chisme, hace
matar al que sea. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Igualmente, la homosexualidad estaba prohibida en el grupo: “Nos decían


que en el grupo no se permitía homosexuales, allá lo que llevaban eran pu-
ros varones, machos. Y si se llegaban a enterar de alguien, lo echaban, sim-
plemente lo echaban” (CNMH, MNJCV, Militar, 2013, 2 de octubre). En los
entrenamientos también les dieron charlas en las que se socializó la posición

128
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

de las Acsuc de no estar de acuerdo con la homosexualidad. Los entrevistados


narraron que “si alguien era homosexual en el grupo había que matarlo (...), el
que era homosexual, pues, se hacía hacer hombre allá. Si era lesbiana, pues, se
hacía mujer” (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre).

Lo anterior es coherente con las investigaciones realizadas por Colombia


Diversa y Caribe Afirmativo (2020) acerca de la discriminación que ejercieron
los grupos paramilitares en el país sobre las víctimas LGBTI. Estas investiga-
ciones expusieron los casos de humillación pública, violencia y prejuicio de las
que fueron víctimas múltiples personas por su identidad sexual. También se
documentaron para la Sala de Justicia y Paz 645 hechos de violencia sexual, en
los que se incluyeron los ocurridos en el departamento del Cesar (El Tiempo,
2015, 5 de septiembre). En estos casos, los paramilitares emplearon el castigo,
las correcciones de las expresiones de género que consideraban "desviadas" y
la instrumentalización de los cuerpos para enviar mensajes de terror.

Según relatos recopilados en entrevistas del MNJCV, los tipos de castigos que el
grupo paramilitar impuso dependían de las faltas cometidas: “Una vez mataron a un
muchacho porque tenía un celular escondido, no se sabía qué hacía con ese celular, y
a otro por haber cogido unas cosas de valor de una casa” (CNMH, MNJCV, 2017, 25
de agosto). Otro relato agrega cómo iba escalando la gravedad de la sanción:

Había veces que lo castigaban a uno cortando leña, mil palos de leña, o nos
colocaban a cargar arena de castigo. A veces lo colocaban a uno a ranchar
dos, tres meses, un mes, dependiendo lo que se había hecho, así lo casti-
gaban a uno. Y si era muy bravo, pues lo mataban a uno. Las faltas que
implicaban la muerte. Bueno, era ponerse de sapo. O matar a otra persona
sin orden del comandante. O un patrullero que fuera vicioso le llamaban,
de pronto, si el comandante lo estimaba mucho y era buen patrullero, le
llamaba la atención una vez. Ya la segunda o tercera vez que le llamaban la
atención ya era la muerte. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de septiembre)

Estos mismos relatos narran que en un punto los comandantes empezaron


a aumentar el tipo de castigos y asesinatos de miembros de la organización
bajo la justificación de que no cumplían el régimen disciplinario. Un ejemplo
de esto fue el homicidio de alias Fuego Verde por robar dinero y unas botas
a un compañero. Los comentarios entre patrulleros fueron de preocupación
porque ya solo escuchaban decir “mataron a fulano de tal” bajo el argumento
de que el grupo estaba actuando para corregir la disciplina:

Esto no puede estar pasando en una organización tan pequeña, de que to-
das las soluciones son a plomo. ¿No hay otro método pa’ solucionar? Por

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

el tiempo que llevan, denles una oportunidad a que se vayan. Nada, sino
solo [deciden:] “Mátenlo”. Y pasaron como dos meses, tres meses cuando
mataron a Douglas. De ese sí me acuerdo, un 31 de octubre. Como a las seis
de la tarde, cuando ya me dice por el Avantel:
—Usted va a quedar encargado de la parte militar.
—¿Y Douglas?
—Ya Douglas no existe.
—¿Qué pasó con Douglas?
—No, a Douglas tocó tomar la decisión nosotros mismos y darlo de baja.
—Bueno, ¿y por qué mataron a Douglas?
—A Douglas lo matamos porque se estaba recogiendo un dinero entre los
ganaderos de esta región para ayudarles a los muchachos económicamen-
te el día de la desmovilización, para que ustedes no se vayan sin un peso,
que no se vayan sin nada. Y él se desapareció esa plata. (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre)

Así mismo, otros ajusticiamientos se daban por sospechas de traición a la


organización:

Sí, había traiciones. Siempre. Cuando mataron a Chorola, que era un co-
mandante urbano de acá de Aguachica. Mataron a Chorola, al Paisa, al
Negro. Eran ellos tres o cuatro, no me acuerdo muy bien ya. Los mataron
y yo hice la pregunta: “¿Por qué los mataron?”. Y la respuesta sensata que
me dio así Arley con la pistola en la mano, me dijo: “Es que el que se tuerza
paga las consecuencias, y nosotros no tenemos cárcel, paga con su vida”. (...)
Entonces, de ahí cuando matan a Gallardo, ya un comandante con alto ran-
go, con un alcance como que tenía él en el frente y lo matan. (...) Gallardo
era que Gallardo se torció, Gallardo estuvo involucrado en una droga con
la gente de Omega. Y la orden la dieron de que lo mataran. (...) A Orlando
lo matamos por ser familia de él. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Las sanciones y castigos hacían parte de la vida cotidiana de los miem-


bros del grupo paramilitar. Bajo este régimen disciplinario, también se con-
troló el rol de la mujer dentro de la estructura, los permisos, la sexualidad
y la religiosidad de sus integrantes.

3.6.3 Vida cotidiana: permisos, sexualidad y religiosidad

Por un lado, el rol de la mujer en el grupo armado ilegal fue minimizado por
la participación predominante de hombres en las filas del paramilitarismo. Se
pudo conocer por medio del MNJCV que las mujeres cumplieron roles logísticos

130
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

(cocineras y lavanderas) y en menor medida roles militares (radio operadoras,


escoltas o patrulleras). Algunas de las desmovilizadas entrevistadas por la DAV
narraron que la experiencia de ser mujer en este grupo armado fue muy difícil:

Era una experiencia muy dura porque siempre los hombres le tienen mucha
rivalidad con uno. Yo tuve mucho problema con compañeros, porque dije
que eran amanerados, porque uno de mujer tenía que cargar peso igual
que ellos, teníamos la misma labor, que, si nos tocaba cortar leña para co-
cinar, nos tocaba. Cocinar, a ellos les tocaba, a uno le tocaba. El mismo
trabajo que ellos hacían le tocaba a uno, entonces siempre hay esa rivalidad.
(CNMH, MNJCV, 2017, 14 de septiembre)

En el capítulo de derechos humanos se narran casos en los que disputas de


pareja causaron la muerte de mujeres, aun cuando se decía que en el régimen
disciplinario del grupo era prohibida y castigada la violencia contra estas. Sin
embargo, mujeres que pertenecieron al grupo señalaron que tenían libertad de
escoger a sus parejas y de vivir su sexualidad de forma libre:

Se podía llevar una relación con un mismo compañero. Nos llevaban pre-
servativos, mandábamos a comprar porque teníamos que cuidarnos. El
comandante ese nos daba o nosotros los comprábamos, los cargábamos,
para cuidarse uno de un embarazo. Y si quedaba embarazada lo mandaban
a uno para la casa a dar a luz. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de septiembre)

En cuanto al tema de permisos:

Para tener permisos tocaba hablar con el patrón, con el jefe, el comandante.
A veces daban de doce días, cinco días, a veces ocho días, no me acuerdo
bien. Para tener relaciones sexuales no sé, porque yo veía que ellos se iban
para los bares, los amigos míos, yo no, iban a buscar trabajadoras sexuales
o a veces tenían algunas novias y eso. (CNMH, MNJCV, 2017, 3 de octubre)

Varios relatos soportan la versión de que era usual que los permisos se
usaran para encuentros sexuales en prostíbulos en la zona urbana. Allí sur-
gen otros temas relacionados como el trato a las trabajadoras sexuales y las
enfermedades de transmisión sexual (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto).
Las narrativas de la sexualidad también fueron relacionadas con el consumo
de sustancias alucinógenas y el alcoholismo:

En San Martín más que todo, era que se llenaban esos bares, (...) lo único que
el grupo controlaba era lo que era las, hablando así vulgarmente, las fufuru-
fas [trabajadoras sexuales]. Se les pedía carnetización para poder trabajar en

131
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

un bar. Y a los patrulleros, a nosotros, nos advertían tener mucha responsa-


bilidad, mucha, con la lengua, no ir a soltar lo que nosotros hacíamos porque
iban a haber problemas y así mismo íbamos nosotros a pagarlos. (CNMH,
MNJCV, 2017, 25 de agosto)

Respecto a las prácticas o costumbres religiosas, según relatos del MNJCV,


en la región donde operó el grupo paramilitar no parecía tan usual el uso de
brujería, rezos o santería. Pese a esto, sí se conocieron algunos casos sobre el
uso de rezos para cruzarse del “plomo”:

Varios practicaban esas cosas. Pues decían que eso era de diferentes pre-
cios. No sé, que pagaban en ese entonces, hasta siete millones de pesos por
una cruzada, por ahí así. Sí, a veces pagaban dos, cinco millones. Eso no sé,
pero creo que el nivel de plata marca el nivel de la potencia de la cruzada.
(CNMH, MNJCV, 2018, 26 de julio)

Algunas de estas prácticas eran costumbres muy relacionadas con creencias


informales de algunas comunidades, o personal que venía de otras zonas del
país a operar en el sur del Cesar.

A continuación, el informe describe otra temporalidad del grupo armado, re-


lacionada con los puntos de inflexión que transformaron las formas de operación
de la estructura. Se debe aclarar que las dinámicas descritas siguieron inmersas
en una misma lógica de entrenamientos, régimen disciplinario y vida cotidiana.

3.7 El Frente Héctor Julio Peinado Becerra, 2004-2006

Desde 2004 en adelante, las Acsuc se convirtieron en una estructura adscri-


ta al Bloque Norte y fueron identificadas como Frente Héctor Julio Peina-
do Becerra (FHJPB) en honor al comandante alias Fredy, quien murió por
disputas con el Bloque Central Bolívar. En esta época, el FHJPB tuvo una
estructura interna y adoptó un himno y un logo.

Para cumplir con su fin, el grupo fue dividido en tres subestructuras:


militar, económica y política, cada una con un comandante que, a su vez,
cumplía las órdenes de Juan Francisco Prada, mando general del frente
(TSB, 2013). La organización militar estaba tan detallada y definida que
creó pequeñas subdivisiones para funcionar de la siguiente forma:

El brazo armado del Frente, inicialmente estuvo compuesto por pobladores


de la región y por algunos exintegrantes de la Fuerza Pública. Posterior-

132
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

mente se fue especializando al punto de preferir integrantes con algún tipo


de formación militar. Dado el incremento progresivo de sus integrantes se
pudo conformar una gran subestructura al mando de un primer y segundo
comandante militar que operaba tanto en áreas rurales como urbanas. En
las zonas rurales, se organizó en grupos de contraguerrilla con un coman-
dante a la cabeza; a su vez, se componía de escuadras, también a cargo de
un comandante y diez patrulleros, quienes eran los encargados de ejecutar
las órdenes. Para el área urbana, estaba organizado en grupos urbanos que
contaban con un comandante principal por municipio y un grupo de ur-
banos, quienes además de realizar labores de inteligencia ejecutaban las
órdenes que desde arriba se impartían. (TSB, 2013, p. 85)

Sobre el control de los integrantes que hicieron parte de estas estructuras


urbanas y rurales, un dato relevante fue mencionado en las declaraciones del
postulado Pica Pica, que reconoció que la incorporación y retiro del grupo
era voluntaria. El tiempo de militancia mínimo para los miembros del FHJPB
no podía ser inferior a seis meses, después de los cuales podían desvincularse
(TSB, 2013). Estas reglas se tuvieron por motivos de confidencialidad y pro-
tección de las identidades de quienes estaban vinculados en la organización.
Esto abre dudas sobre la composición del FHJPB que se desmovilizó, pues es
posible que muchas más personas hubieran sido parte de las estructuras para-
militares del sur del Cesar.

Este apartado se centra en dos factores contextuales que incidieron en las


transformaciones del grupo paramilitar y que, de cierta forma, afectaron su
dinámica expansiva, el liderazgo de su cúpula militar y los lazos de lealtad al
interior del grupo y con otros actores.

A principios de 2004, el conflicto armado en el sur del Cesar y la provin-


cia ocañera se transformó a partir de dos elementos contextuales: primero,
por el protagonismo que la región adquirió en la economía cocalera, pues su
cercanía a Venezuela atrajo a otras estructuras ilegales que rivalizaron con
el FHJPB; segundo, porque la presencia de la fuerza pública incrementó y su
operatividad se tecnificó. Estas situaciones generaron el reacomodamiento
territorial de los grupos paramilitares que operaban en la zona (TSB, 2016b).

3.7.1 Conflictos con el BCB: manejo de territorios y recursos económicos

Los lugares donde operó el FHJPB tenían cruces y corredores por donde se sacaba
la droga del sur de Bolívar, región controlada por el Bloque Central Bolívar (BCB).
Desde finales de 1999 y principios de 2000, el FHJPB diversificó sus modos de fi-

133
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

nanciamiento por medio del cobro de gramaje a laboratorios que operaban en sus
territorios de influencia y a transportadores de la pasta de coca que pasaban por
lugares como Puerto Mosquito, Barranca de Lebrija, Puerto Patiño, Gamarra o
Norean. Estos cobros empezaron a generar roces con algunos miembros del BCB
y con David Barbosa, narcotraficante de Aguachica que trabajó con el BCB en la
comercialización de la droga que salía del sur del Bolívar.

No le digo que el conflicto lo marcó esa persona que hablábamos, Móvil Uno,
y se acabó ese conflicto. Después, después tiraron a ver un conflicto por... de
pronto, por un señor, de pronto, no sé si usted lo haya escuchado, un tal Da-
vid Barbosa. Ese man, supuestamente, que fue como un financiero del Bloque
Central Bolívar, no sé si fue que hubo alguna discordia entre la gente... entre
Juancho y él. Si de pronto era... no sé si fue algún atentado al hijo de él o algo,
pero la verdad, la verdad, después se aclararon las cosas, se sentaron y se acla-
raron todas las cosas (...) [Hubo] Dudas, que se guardaba la duda de pronto de
que los manes se fueran a meter, porque, inclusive por eso hubieron discordias
siempre, que la gente [decía:] “No, pero mano, hablamos una cosa”, entonces ya
a lo último, ya ellos tuvieron que ponerse en una reunión y aclarar bien, sentar-
se bien [y decir:] “Sí o no”. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Estas discordias, que ocasionaron ataques directos a David Barbosa cuan-


do intentó eludir un puesto de control en zona rural de Aguachica, también
implicaron asesinatos contra miembros del FHJPB. De hecho, el comandante
de Aguachica, Héctor Julio Peinado Becerra alias Fredy, fue uno de los que se
enfrentó a David Barbosa y en medio de las disputas fue asesinado por inte-
grantes del BCB. Este fue el hecho emblemático para que el grupo paramilitar
adoptara el nombre de FHJPB:

No hubo enfrentamientos como tal, pero por eso fue por lo que mataron
al finado Fredy, por ese tipo de choques. Un día salía de permiso alguien
del Bolívar, entonces, los urbanos de pronto, de ahí mismo de Aguachica,
lo mataron. A él lo mataron en Aguachica. Le dieron bastante plomo como
con tiro de fusil y lo mataron. (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre)

El cambio de denominación también se dio porque las AUC estaban en ne-


gociaciones con el Gobierno y desde finales del 2003 se dieron las primeras
desmovilizaciones en el país. Por esta razón, el grupo armado ilegal de Juancho
Prada tuvo que adoptar el nombre de frente y debió adherirse a algún bloque
para la desmovilización. Aunque en el pasado ya había sostenido relaciones
con el BCB, el Bloque Catatumbo y el Bloque Norte, estos incidentes y tensio-
nes tuvieron como consecuencia que Juancho Prada perdiera su influencia en
Aguachica y terminara aliado con alias Omega para la desmovilización:

134
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Ya habíamos entregado Aguachica, después de un inconveniente que hubo


cuando el Central Bolívar pensó recoger a Juan Prada. (...) Que fue cuando
mataron a Héctor Julio, en esa guerra absurda. Que fue cuando Jorge 40 le
brinda el apoyo y lo une al Bloque Norte. Porque nosotros en sí éramos un
grupo pequeño, pero independiente del Central Bolívar y del Bloque Norte,
metido entre los dos grandes y nosotros estábamos ahí. Entonces, ya ahí
empezó a ser parte [del] Bloque Norte. Autodefensas Campesinas del Sur
del Cesar, pertenecientes al Bloque Norte. De ahí fue como [empieza] esa
alianza entre ellos. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

De acuerdo con la información recopilada por el Tribunal Superior de


Bogotá (2016a), el BCB y el FHJPB establecieron un pacto de no agresión y
de distribución de territorios después de un tiempo de hostilidad armada. El
BCB instó al FHJPB a adherirse a una estructura paramilitar con el estatus
de bloque para evitar nuevas confrontaciones y preparar el camino para el
proceso de paz. Como consecuencia de lo anterior, Juancho Prada decidió
anexar a su grupo al Bloque Norte, estructura con la que había efectuado
la masacre de Guamalito, entre otras operaciones. Además, muchos de sus
miembros habían entablado relaciones con Jeferson Enrique Martínez López
alias Omega, comandante del Frente Resistencia Motilona, perteneciente al
Bloque Norte de Jorge 40.

Los roces con el BCB también llegaron al terreno político, pues en la jornada
electoral de 2003 hubo una pugna por la alcaldía del municipio de Aguachica.
Específicamente, la puja era entre los candidatos David Alberto Simanca, del
Partido Colombia Democrática, y Luz Irina Pérez Sánchez. Al respecto:

Se registró un inusual empate entre Simanca y Pérez con 5.533 votos. Luego
de realizar el recuento en 52 mesas de ese municipio, el Consejo Nacional
Electoral le entregó la Alcaldía a Simanca. Este, sin embargo, solo duró dos
años en el cargo, pues el Consejo de Estado declaró nula la elección. (El
Tiempo, 2016, 5 de julio)

La comunidad recuerda este episodio de la siguiente manera:

Porque el último que era Luz Irina ellos eran paramilitares y acá en el muni-
cipio se estaba dando una disputa que ganaba el uno... un día amanecía gana-
dor el otro y un día el otro, un día festejaba, salía la caravana de David Siman-
ca, y otro día salía la caravana de ella. Así duraron dos o tres días celebrando
el triunfo de ellos, hasta que paso... cuando disparaban eso salían caravanas
porque era recién la elección y después como al mes agarra la Registraduría y
dice que hubo un empate. (CNMH, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

135
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

3.7.2 Relación con el Bloque Norte, Frente Resistencia Motilona

El Frente Resistencia Motilona del Norte, Frente, comandado por Omega, era
la estructura que operaba en lugares contiguos al FHJPB. Aunque hubo ten-
siones para el 2004 por los hechos descritos previamente y por el control terri-
torial de Aguachica, en general el grupo armado de Juancho Prada tuvo bue-
nas relaciones con este frente, con el que incluso realizaron varias operaciones
conjuntas. Algunas entrevistas indican diferencias en las formas de operación
del FHJPB y la estructura de Omega:

Una vez cuando fuimos con Fernando y César a una parte del Catatumbo,
por la vía Cartagenita, Miraflores, que fuimos prestados a la gente de Ome-
ga. Entonces, era como esa presión, como ese maltrato, a tratar mal la gente.
[Les decíamos:] “Que debemos de respetar ese conflicto, debemos de respe-
tar esa población civil, que es la más vulnerable en estos casos”. Entonces,
ellos decían que no, que las personas que estaban en esa región todos eran
auxiliadores de guerrillas. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Juancho Prada logró mantener la independencia del FHJPB y su adscripción


al Bloque Norte no implicó la entrega de territorios, a excepción de Aguachi-
ca. Incluso alias Jorge 40, comandante principal del Bloque Norte, se movilizó
por las ferias en San Martín y San Alberto sin ejercer ningún tipo de influen-
cia y mando en la zona de Juancho Prada. Había un respeto por la gente que
integraba el FHJPB: “La relación con el Bloque de Jorge 40 fue un acuerdo
porque la autonomía seguía totalmente. Nunca hubo gente rara llegando al
pueblo” (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre).

En definitiva, tras las disputas con el BCB y la anexión al Bloque Norte,


las zonas de operación del FHJPB que se modificaron fueron Aguachica y
sus alrededores, con excepción del sector de Once Reses (zona limítrofe entre
Aguachica y Río de Oro), que quedó bajo el mando de Juancho Prada. Alias
Omega se quedó con el cruce clave del corregimiento de Norean y el casco
urbano del municipio. Por su parte, el BCB se quedó con los corregimientos
de Barranca de Lebrija y Puerto Patiño. Al respecto:

Pues, ese fue un error que tuvo, por eso le digo. Porque había diferencias
entre el Bloque Central Bolívar y este bloque. Entonces, como era un blo-
que tan pequeñito, cuando usted no tiene padrinos, a usted cualquiera se
le mete, pero si usted tiene padrinos grandes, que usted dice: “No, pues,
¿cómo es la vuelta?”. [En caso que] el Bloque Central Bolívar algún día lo
quería recoger, él [Juancho Prada] tuviera un apoyo. (CNMH, MNJCV,
2013, 1 de octubre)

136
3. TRAYECTORIA ORGÁNICA:
LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS DEL SUR DEL CESAR (ACSUC)

Si bien algunos desmovilizados, como el anterior, vieron como un error la


alianza, otra explicación para formar parte de esta tiene que ver con las res-
ponsabilidades judiciales que se iban a adquirir, pues es posible que Juancho
Prada entregara la responsabilidad de su estructura al Bloque Norte para bus-
car mejores beneficios en el proceso de entrega de armas o desmovilización.

Adicional a los reacomodamientos territoriales y estructurales del parami-


litarismo en el sur del Cesar, el otro factor contextual que generó transfor-
maciones al interior del FHJPB, así como cambios en las lógicas del conflicto
armado, fue el fortalecimiento de la fuerza pública y su cualificación operativa
en la región. “Desde finales de 2003 aumentó el pie de fuerza de la Segunda
División del Ejército, por lo que tropas del Batallón de Infantería n.º 14 (Fran-
cisco de Paula Santander)” hicieron presencia en los territorios en donde ope-
raba el frente (TSB, 2016b, p. 222).

3.7.3 Aumento de la presencia de la fuerza pública

Desde finales de 2003 e inicios de 2004, la fuerza pública incrementó sus efec-
tivos en divisiones militares, de inteligencia, antisecuestros, unidades de bús-
queda, entre otras medidas de política contra grupos armados ilegales. Así lo
describe el Tribunal Superior de Bogotá:

(...) realizaron emboscadas para neutralizar a milicianos de la guerrilla y eje-


cutaron redadas para capturar en flagrancia a socios de los grupos parami-
litares que traficaban con armas y base de coca. Por su parte, en el año de
2004, inició labores el Grupo Antisecuestro y Antiextorsión (GAULA) en el
municipio de Aguachica. En términos operativos, la Quinta Brigada adscrita
a la Segunda División del Ejército puso en práctica el “Plan Meteoro”, una es-
trategia de recuperación y mantenimiento del control en carreteras con alta
circulación vehicular. Por ende, el “Plan Meteoro” impactaría las lógicas del
conflicto armado, puesto que los paramilitares registraron presencia activa
en las vías de alta interconectividad. En consecuencia, a partir de la imple-
mentación de esta estrategia de la fuerza pública, se potenció la persecución
estatal del paramilitarismo en el sur del Cesar. (TSB, 2016b, p. 223)

El Plan Meteoro incidió en la operatividad que tenía el FHJPB en el casco


urbano y la zona plana de los municipios de San Martín y San Alberto, cuyas
cabeceras eran atravesadas por las principales carreteras de alta circulación
vehicular que conectaban al interior del país con la Costa Caribe. Por ende,
el personal que operaba en esta zona debió alejarse y resguardarse en la parte
montañosa de la región, colindante con el Catatumbo:

137
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Después del 2003, 2004, hubo un cambio como de mandos en la fuerza


pública y se perdió el plan. Ya al plan no se podía venir. Había más pre-
sencia, ya eso había habido un... como un pequeño tiroteo pa’l lado de
La Banca con fuerza pública, que capturaron a un muchacho. Y ya de
ahí tomaron la decisión de mandarnos a la parte alta. (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre)

En este contexto, una de las operaciones que más impacto tuvo en la opi-
nión pública nacional:

(...) se dio en mayo de 2004, cuando un grupo especializado de la Quinta


Brigada del Ejército movilizó docenas de hombres hacia la vereda Torco-
roma del municipio de San Martín, donde se encontraba, resguardado por
varios anillos de seguridad, el comandante de las Acsuc, Juan Francisco
Prada Márquez. Dado el carácter sorpresivo de la operación y dado el abul-
tado número de soldados, los escoltas de Juancho Prada depusieron sus
armas y éste optó por entregarse a las autoridades sin poner resistencia.
(TSB, 2016b, p. 224)

El Ejército Nacional capturó en las últimas horas en el municipio de San


Martín, (Cesar), a Francisco Prada Márquez, alias “Juancho Prada”, sin-
dicado de ser el jefe y fundador de las autodefensas del sur del Cesar, y de
realizar acciones terroristas e intimidar a la población civil. El comandante
de la Segunda División del Ejército, general Luis Fabio García confirmó
que la captura se presentó en la Hacienda “La Floresta” donde fue captura-
do alias “Juancho Prada” con tres personas más quienes tenían en su poder
igual número de armas cortas. [...] El capturado estaría implicado en el
asesinato de la candidata a la alcaldía del municipio de San Alberto, Aída
Cecilia Lasso y su hija menor de edad. (Prensa Presidencia de la República,
2004, 12 de mayo)

La reconfiguración territorial descrita, el fortalecimiento de la fuerza pú-


blica y la captura de Juancho Prada, aunque fueron factores que implicaron el
reacomodamiento del accionar del FHJPB, no significaron su desaparición; el
frente mantuvo una operación constante en sus territorios hasta su desmovi-
lización colectiva en marzo de 2006.

138
4. ACCIONAR DEL GRUPO

Para finales de los noventa e inicios de 2000, el FHJPB confluye territorialmente


con otras estructuras armadas ilegales como el Bloque Central Bolívar, el Bloque
Norte y las organizaciones guerrilleras. Estas coincidencias son producto de la dis-
puta por las finanzas derivadas del narcotráfico (Badillo, 2018). Parte de lo que
explica este fenómeno es que esta subregión, históricamente, ha sido clave para
transportar insumos y pasta de coca desde el sur de Bolívar y el Catatumbo a de-
partamentos de la Costa Caribe y a Venezuela (TSB, 2020). Como dijo un pobla-
dor: “El sur del Cesar es como la pieza de un rompecabezas que encaja junto a otras
tres fichas: sus vecinos departamentos de Bolívar, Santander y Norte de Santander,
en pleno corazón del Magdalena Medio” (Verdad Abierta, 2015, 7 de octubre).

La geografía de la subregión fue importante en el despliegue del accionar


del grupo. En zonas planas colindantes con el río Magdalena y de tránsito
obligado entre el norte y el centro del país, los paramilitares establecieron cor-
dones de seguridad a partir de puntos de comunicación y grupos urbanos
encargados de realizar operaciones de control y regulación de las dinámicas
sociales y económicas de las poblaciones de la zona.

En municipios como Aguachica, San Martín y Ocaña, los paramilitares estable-


cieron centros de operación desde los que regularon actividades financieras legales
e ilegales. Así mismo, intervinieron en las poblaciones urbanas y rurales mediante el
establecimiento de un orden social con normas de comportamiento, la regulación
de los conflictos, el trámite de las problemáticas locales, la persecución de la delin-
cuencia común y el ataque a la población civil considerada contraria a sus intereses.
También, consolidaron relaciones con sectores económicos y políticos, que, por
obligación o de modo voluntario, terminaron apoyando las actuaciones del grupo.

139
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En zonas altas donde existían cultivos y laboratorios para la elaboración de pas-


ta de coca, las acciones del grupo se encaminaron al control territorial mediante
operaciones militares como patrullajes, retenes y combates contra organizaciones
guerrilleras de larga trayectoria en la región, entre las que se destacó el ELN.

La disputa por el control del territorio y sus capacidades económicas supuso


un escalamiento de las acciones del FHJPB. La expansión iniciada hacia fina-
les de los noventa en municipios de Norte de Santander como Ocaña, La Pla-
ya, Hacarí y Abrego creó un corredor estratégico entre la provincia de Ocaña
y el sur del departamento del Cesar (TSB, 2016a).

Dichas acciones, con claros intereses económicos, fueron justificadas por


los comandantes de la estructura como estrategias para desarticular las su-
puestas bases sociales y las fuentes de financiación de los grupos guerrilleros
que operaban en la zona. Acorde al crecimiento territorial y militar, el grupo
buscó afianzar su relacionamiento directo e indirecto con sectores de la po-
blación civil y del Estado.

Este capítulo está dividido en tres partes: la primera presentará las acciones
de control, regulación y legitimación que desplegó el grupo. Se detallará las ac-
ciones de control de la estructura en los municipios de enclave y de expansión,
así como las formas de regulación que, en muchos casos, derivaron en violacio-
nes a los derechos humanos e infracciones al DIH. La segunda sección se refiere
a las formas de financiación del grupo; y la tercera parte describe el accionar mi-
litar y los enfrentamientos con la fuerza pública y otros grupos armados ilegales.

4.1 Acciones de control, regulación y legitimación

El FHJPB se relacionó con la población civil con el objetivo de establecer el do-


minio y control de las comunidades de su área de influencia. En el desarrollo
de este propósito, se configuraron tres tipos de acción: primero, las de control,
relacionadas con la vigilancia y el dominio del territorio; segundo, las de re-
gulación, desarrolladas a través de normas y sanciones que buscan mantener
el orden; y tercero, las de legitimación, que, como su nombre lo indica, son
realizadas para ganar legitimidad y simpatía en las comunidades.

La consolidación de la actuación paramilitar del FHJPB se expresó en el do-


minio territorial de varios municipios del sur del Cesar y Norte de Santander:
“Todo, o sea, lo que uno escuchaba era que todo, donde quiera que usted se
metía, eran autodefensas, uno no da razón de si eran el mismo grupo, pero en
todo caso eran autodefensas” (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre).

140
4. ACCIONAR DEL GRUPO

La expansión del FHJPB se caracterizó por la “colonización de los territo-


rios controlados por otros jefes paramilitares, a medida que estos iban desapa-
reciendo” (TSB, 2020, p. 49). Esto ocurrió con el municipio de Pailitas (Cesar),
cedido por mandos del Bloque Norte de las AUC, así como con el municipio
de Ábrego (Norte de Santander), cuya jurisdicción fue asumida luego de la
ausencia del grupo de Ovallos Gaona (TSB, 2020).

No obstante, este dominio obligó al grupo a generar acciones en el territo-


rio correspondientes al control y regulación de la población civil, lo que les
permitió mantener los territorios ganados y pensar en procesos de expansión.

En la zona urbana de Ocaña el control territorial era profundo e influenció


gran parte de la vida cotidiana de sus pobladores. Algunos de estos recuerdan
los toques de queda en las noches y la regulación de las formas de expresión
corporal de los jóvenes:

Ellos implementaban el famoso toque de queda a través de un pasquín que


decía: “Muerte a prostitutas, muerte a viciosos, a ladrones”. Entonces los
identificaban, entonces decía: “Alias no sé qué, alias no sé qué más...”. En-
tonces ya pues todo mundo no salía de las casas después de las diez de la
noche, once, porque los paracos iban a estar pa’ arriba y pa’ abajo. (...) Le
arrancaban [a los jóvenes] el arete con todo y oreja, el pelo se lo cortaban en
la calle. (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

Estos relatos dan cuenta del nivel de control que llegó a tener la estructura
para esa época. Parte de lo que se permite inferir de las entrevistas y los rela-
tos del MNJCV es que, por ejemplo, Ocaña fue clave en el financiamiento de
la estructura por medio de la extorsión y que infundir miedo era estratégico
para que la población extorsionada realizara los pagos.

Estas reglas instauran un nuevo orden social que no reconocía la institucio-


nalidad como un interlocutor válido, lo que implicó la administración del terri-
torio desde una dinámica ajena a la del Estado y puso de manifiesto la impo-
sición del orden particular a través de la violencia. Estas reglas cumplieron un
papel mediador entre el territorio, la población y el grupo armado: “El período
de cruel violencia que soportaron durante los años 90 y los comienzos del nuevo
siglo los habitantes del sur del Cesar, debilitó los lazos sociales y comunitarios
que se habían construido desde el sindicalismo” (Fundesvic, 2016, p. 22).

Pobladores de los municipios de San Martín, Aguachica y Gamarra relatan


que el grupo mantenía estrictos controles y seguimiento en los barrios: “El
poder eran sus armas y sentirse que ellos eran los que mandaban más que la

141
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Policía” (CNMH, CV, 2021, 19 de febrero). El grupo paramilitar se mostraba


como autoridad que configura, media, gestiona o soluciona dinámicas comu-
nitarias con el fin de imponer y asegurar su dominio:

Desde los años noventa en adelante, el mencionado grupo paramilitar ins-


taura un orden social en relación al cuerpo. Si las personas tenían el cabello
muy largo se lo cortaban “a machete”. Cercenaban la oreja a quien tuviera
perforaciones en la misma. A dos mujeres trabajadoras sexuales, las colga-
ron en un puente del municipio, les cortaron los senos y les colgaban letre-
ros en el cuerpo. Disponían de los locales comerciales a su antojo, hacían
fiestas privadas. En los postes de las cercas, colocaban las cabezas cerce-
nadas y los cuerpos eran encontrados a orillas de caminos y alcantarillas.
(CNMH, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Este tipo de control fue impuesto contra los pobladores en forma de normas o
reglas, pero también con sanciones y castigos cuando se transgredían las órdenes:

Edo.: Si alguien estaba montando desorden en el pueblo, o sea, llegaba y se


emborrachaba y empezaba a darle machete o a hacer tiros por ahí en la calle,
entonces enseguida le llamaban la atención, le decían: “Se compone o se va”.
Entr.: ¿Y castigos?
Edo.: Y castigos, pues, a veces se lo llevaban a limpiar el cementerio, a pin-
tar las iglesias, así castigos... a limpiar, a barrer las calles. (CNMH, MNJCV,
2017, 25 de agosto)

Lugar de castigo en San Alberto. Fotografía: Diego Suárez para el CNMH.

142
4. ACCIONAR DEL GRUPO

La manera en que los paramilitares buscaron llegar directamente a la co-


munidad para impartir sus órdenes era obligándolos a asistir a reuniones en
las que se les advertía, en forma de intimidación, amenaza o aviso, lo que po-
dría sucederles si no las acataban:

Edo.: Eso se hacían reuniones y se les hablaba. Que tenían que respetar, o
algo así, y el que no hiciera caso pues se mataba o algo. Y la gente hacía caso.
Entr.: ¿Y quién era el que dictaba esas charlas?
Edo.: Los comandantes. (CNMH, MNJCV, 2017, 19 de abril)

Según el relato de un desmovilizado, en Terraplén, corregimiento de San


Martín, Juancho Prada hacía reuniones frecuentes para asegurar el buen com-
portamiento de la comunidad (CNMH, MNJCV, 2013, 25 de junio). En lugares
como Ocaña, Aguachica, San Martín, San Alberto y Río de Oro se realizaron
reuniones para informarles a los pobladores sobre su presencia, sus objetivos
en el territorio y el orden que pretendían imponer a través de normas, prohi-
biciones y sanciones:

Entr.: ¿Y para qué reunían a la población?


Edo.: Para que hicieran limpieza, para que aseguraran a los marranos, los
caballos que estaban en la calle, que les pusieran orden porque eso cada
quien tenía un marrano y lo soltaban pa’ la calle y se cagaban en todo eso.
(CNMH, MNJCV, 2017, 22 de junio)

En otra de las fuentes consultadas, se menciona lo siguiente:

En varias ocasiones nos obligaban a los trabajadores a ir a los campamentos


paramilitares, en otros momentos eran ellos quienes llegaban al lugar de
trabajo y paraban las actividades para hablar, nos obligaban a escucharlos
en esas reuniones. También hubo un tiempo en que se nos prohibió hacer
duelo, ya no podíamos hacer las caravanas por el pueblo para enterrar a los
nuestros; entonces nos tocaba hacer cosas sencillitas, nada multitudinario,
nada de bulla, nada de mostrar la indignación y el dolor que nos comía
por dentro... porque entonces luego tendríamos que hacer más entierros.
(Fundesvic, 2016, p. 57)

En el corregimiento de Puerto Patiño (Aguachica), los pobladores aseguran


que, después de la masacre de 19955, el grupo paramilitar empezó a hacer pre-
sencia: “Ellos venían, nos reunían en el parque, (...) el que se pusiera a hablar
lo planeaban, (...) ellos pusieron esa ley” (CNMH, CV, Taller Puerto Patiño,

5 Esta masacre está detallada en el aparte “Masacres” del capítulo de DD. HH. e infracciones al DIH
de este informe.
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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

2020, 1 de diciembre). Respecto a las normas y castigos, el Tribunal Superior


de Bogotá (2013) se refirió de la siguiente manera:

El incumplimiento de las normas y controles impuestos por los grupos de


autodefensa, motivaba el despliegue de actos de violencia física y psico-
lógica: castigaban a hombres y mujeres por pensar de manera diferente;
se maltrató a las personas por su orientación sexual; por ser drogadictos,
jibaros; por violar los horarios impuestos para permanecer en las calles,
veredas; por salir de noche; por estar en los bares; por hablar con personal
del ejército; por mirar a la cara a los paramilitares; por llevar grandes mer-
cados o víveres para las veredas; por tener deudas por pagar; por no pagar
las vacunas impuestas, por infidelidades o por estar con sus cónyuges o
novios en situaciones comprometedoras; a los hombres por llevar el cabello
largo, por tener tatuajes y aretes. (p. 105)

Según el Tribunal Superior de Bogotá (2014), los paramilitares también de-


sarrollaron estrategias no violentas buscando ganarse la confianza de la po-
blación por medio de acciones que “comenzaron a resolver necesidades bási-
cas insatisfechas a los pobladores, quienes por la insuficiente gestión estatal no
tenían garantizadas condiciones de seguridad o la posibilidad de acceder de
manera efectiva a la Administración de Justicia” (p. 33).

Al respecto, víctimas del municipio de Aguachica manifiestan que los


problemas entre vecinos, por asuntos de deudas, arriendos, entre otros, eran
solucionados por el grupo armado ilegal: “cualquier problema que uno tu-
viera era a buscar echarle a los paracos, esa era la ley” (CNMH, CV, Taller
San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Un habitante de San Alberto explica que la presencia del grupo en el mu-


nicipio significó una suplantación de las funciones propias del Estado y sus
instituciones: “Si usted y yo tenemos una diferencia, entonces yo llamo al co-
mandante de los paracos y que cuadre esa vaina, yo no llamo a la Policía, no
acudo a las instancias legales” (CNMH, CV, 2020a, 3 de diciembre).

Sin embargo, hubo una marcada diferencia en el tipo de regulación entre


los municipios del sur del Cesar (San Alberto, San Martín, Gamarra, Río de
Oro y Aguachica, entre otros) y los de Norte de Santander (Ocaña, Abrego
y El Carmen, principalmente). Las dinámicas de regulación para estos últi-
mos fueron, en la mayoría de los casos, mediadas por la violencia y el miedo,
lo que contrasta con algunas de las estrategias usadas en el sur Cesar, donde
la intimidación no fue el único modo de acercamiento a la población civil.
Este asunto es ahondado en el capítulo de derechos humanos, cuyos detalles

144
4. ACCIONAR DEL GRUPO

de victimización están divididos entre los municipios del sur del Cesar y
Norte de Santander.

4.1.1 Control y vigilancia en los territorios

En los lugares que sirvieron como enclaves principales del FHJPB y en los
que hizo presencia permanente, como el municipio de San Martín, el control
y vigilancia se manifestó en la provisión de seguridad a los pobladores y, en
específico, en la persecución de la delincuencia común.

La economía del municipio de San Martín, focalizada en el cultivo de pal-


ma de aceite, la explotación petrolera y la ganadería, y fortalecida por el in-
cremento de las rentas municipales para mediados de los noventa, representó
para el grupo armado un interés primordial para su posicionamiento y apro-
vechamiento financiero. Los paramilitares en San Martín mantenían patru-
llajes en la zona rural y ofrecían servicios de seguridad contra la delincuencia
común. Esto les permitía cobrar una cuota a finqueros de veredas como San
José, Terraplén y Aguas Blancas. Así lo narra un exmiembro del grupo:

Al haber presencia de autodefensa, la delincuencia no iba a actuar. (...) Si


uno hacía presencia pa’ la vía de Aguas Blancas, un ejemplo, entonces, al
haber presencia de autodefensa, (...) el que iba a robar se estaba quieto. Ló-
gico que no iban a hacer nada. (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre)

Así mismo, miembros de la estructura realizaban reuniones con la comuni-


dad para hablar de sus comportamientos. Alias Arley, comandante del FHJPB,
reunía a las comunidades para darles, de manera amenazante, instrucciones re-
lacionadas con la presencia del grupo y con la colaboración que debían prestar:

Él informaba que había mucha gente, muchos muchachos que estaban ro-
bando por allá y que él no quería tener problemas con la gente. Que el que la
debía, mejor que se fuera, porque él no quería hacer daño a la gente, mejor
dicho. (CNMH, MNJCV, 2015, 14 de mayo)

Estas reuniones se hacían en espacios de la población civil como las sedes de


las Juntas de Acción Comunal (JAC) o las casas ubicadas en barrios populares,
en las que establecían sus oficinas o sedes de operación.

La presencia y accionar del grupo en San Martín respondía a que este era un
lugar estratégico y permanente de los altos mandos de la estructura y de sus
tropas. En San Martín se hacían entrenamientos y se desplegaban unidades a

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

zonas rurales de otros municipios del sur del Cesar y Norte de Santander. El
municipio también fue estratégico para el afianzamiento de las relaciones con
sectores sociales y económicos que contribuyeron a darle legitimidad al grupo:

Se mantuvo en la región como un dominio, como una presencia, como para


ellos poder financiar su guerra, financiar su poderío, su riqueza. (...) Nos fi-
nanciábamos a través de la extorsión, porque nadie nos cree eso, lo que tiene
voluntario. Entonces, los ganaderos aportan mensual. No sé cómo manejaban
esa parte, pero lo único que sé es que nos financiábamos en esta región a través
de la extorsión que se les cobraba a los ganaderos, a la cerveza, a los almacenes,
a las estaciones de servicio. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Para algunos desmovilizados, la presencia y la coerción del grupo en San


Martín se justificaba en las necesidades de seguridad que demandaba el terri-
torio. Esto facilitó que los pobladores se habituaran al dominio paramilitar y
los armados justificaran la violencia ejercida.

Imagínese, aquí [en San Martín] decían: “Si usted roba, lo matan”. Enton-
ces, ninguno se ponía a hacer malas cosas. Cuando estaba la organización,
pues, yo no escuché que había ladrones, nada, usted puede dejar un par de
pantalones, un par de zapatos por ahí secando. Y cuando eso, usted no veía
que robaban yuca, ni robaban gallinas, ni robaban nada. (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre)

Como se observa en el relato anterior, un imaginario muy común entre los des-
movilizados es relacionar la presencia del grupo con la seguridad de los territorios.
Sin embargo, para los pobladores de estos mismos lugares, el territorio era sentido,
vivido y habitado con mucho temor o miedo; la sola presencia del grupo era iden-
tificada con el crecimiento de la inseguridad y con una constante amenaza de sus
vidas. Esto sucedía debido a que los paramilitares imponían su soberanía a través
del homicidio de pobladores por motivos arbitrarios, como lo ocurrido en 2001 en
el corregimiento de Cascajal del municipio de Gamarra (Cesar), donde asesinaron
a dos hermanos por mirar mal al comandante de la zona (CNMH, CV, 2020b, 2
de diciembre). De igual manera, las acciones de purga social de pobladores consi-
derados indeseables por el grupo paramilitar eran percibidas como mensajes para
comunicar terror ocasionando que algunas familias decidieran abandonar el mu-
nicipio en búsqueda de lugares más seguros.

Según el testimonio de un poblador de San Alberto, para 1994, los parami-


litares ingresaron al municipio en camionetas y se dirigieron a la zona comer-
cial, a los negocios del pueblo. Con capuchas y armados, hicieron retenes y se
llevaron personas. Estas acciones despertaron el “temor generalizado de la co-

146
4. ACCIONAR DEL GRUPO

munidad”, cuyos miembros prefirieron encerrarse en sus casas o resguardarse


desde muy temprano (CNMH, CV, 2020a, 2 de diciembre).

En otras versiones del MNJCV, se menciona que la seguridad del territorio


era una petición o solicitud de especial interés para ciertos sectores de la
sociedad. El municipio de Ocaña era un lugar importante para el comer-
cio y las actividades financieras legales e ilegales, por lo que se consideraba
de mayor interés para el grupo paramilitar. Este mantenía la seguridad del
territorio a tal punto que grupos de comerciantes demandaban su cumpli-
miento y efectividad:

La misma comunidad de Ocaña llamaba a las autodefensas por el tema de


que las autodefensas pues le cobraban su extorsión, su vacuna. Pues en con-
traprestación era la seguridad que tenía que responder, entonces los mis-
mos comerciantes llamaban [y decían:] “Vea, aquí hay un tipo robando”.
(CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

No obstante, en las voces de los pobladores de este municipio se recuer-


da la presencia paramilitar como un actor armado más de los que perma-
necía en el territorio y ejercía violencia sobre la población civil que era eti-
quetada de colaboradora, ya fuese de los paramilitares o de las guerrillas.
De hecho, representantes de la institucionalidad local fueron amenazados
de igual forma por los grupos armados ilegales. Por ejemplo, mientras que
el EPL amenazaba a monseñor Jorge Enrique Lozano Zafra, los conceja-
les y el alcalde de Ocaña recibían intimidaciones de los paramilitares por
presunta corrupción.

Fuente: La Opinión (1999, 31 de agosto)

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Por su parte, en el sur del Cesar, en el imaginario de algunos desmoviliza-


dos, la presencia permanente y la vigilancia en los territorios incrementaron la
legitimidad y confianza del grupo paramilitar entre los pobladores. En el co-
rregimiento de Barranca de Lebrija, los miembros de la estructura apoyaban a
la Junta Acción Comunal (JAC) prestando servicios de seguridad y realizando
operaciones de la mal llamada “limpieza social” de delincuentes; además, vigi-
laban estaderos y cantinas para regular los pleitos que ocurrían en estos lugares.
La ausencia de Estado, en este caso de la fuerza pública, era sustituida por el
grupo a petición de la comunidad (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre).

Así mismo, los paramilitares del FHJPB prestaban seguridad e integraban


las fiestas de los pueblos en los que hicieron presencia:

Íbamos a veces a que cuidáramos una fiesta, porque no faltaba el bochinche


que dañaba la fiesta. Estando uno ahí pues uno, parrandeaban lo más de
bien, los que eran lanzados. Entonces ya esa gente las que eran así pues unos
estaban allá, otros estaban en otro lado. (CNMH, MNJCV, 2017, 7 de junio)

La funcionalidad de estas acciones consistía en mantener una presencia activa y


evidente en las comunidades en forma de intimidación y coacción. De este modo,
el grupo se presentaba como la autoridad del territorio que imponía seguridad.

Un desmovilizado explica que la seguridad que brindaba el FHJPB se ase-


mejaba a las funciones de la fuerza pública legítima del Estado. Según este, la
relevancia del grupo también se evidenció con la desmovilización de la estruc-
tura, pues retornó la inseguridad que persistía con anterioridad a la llegada
del grupo armado:

Entonces sí había como un respeto, la gente tenía como más miedo. Pero
ahorita como no hay nada pues todo el mundo hace lo que se le da la gana,
hasta el mismo vecino le roba a uno y quién va a decir algo. Usted dice algo
y le sale una macheta y a ver, qué. Pero antes como que había más respeto,
porque, de pronto, como había un grupo que era ilegal y que, de pronto,
hacía leyes. (CNMH, MNJCV, 2015, 24 de abril)

Por otra parte, el control territorial también tuvo que ver con manejar el paso de
otras estructuras que podían converger en el territorio controlado por el FHJPB.
En varios relatos se menciona que Juancho Prada colaboró para permitir el paso
de escuadrones paramilitares por el territorio sin contratiempos. Es decir, brin-
dando la seguridad necesaria que garantizara que no hubiese encuentros entre
estos grupos armados y las fuerzas militares. Así lo menciona en su versión libre
José Antonio Hernández Villamizar alias Jhon, quien era comandante en Ocaña:

148
4. ACCIONAR DEL GRUPO

El 28 de mayo de 1999, prestamos seguridad para pasar unas tropas de las


ACCU hacia el Catatumbo, y ayudarlas a pasar hacia el sitio de Tibú y la Gaba-
rra. Esta tropa era de 280 hombres, que fue ubicada inicialmente en las fincas
Las Piñas y Pera Alonso, del municipio de Río Oro, en Cesar. Allí la tropa se
desplaza en camiones que fueron contratados en Aguachica. El comandante
de Ocaña y mi persona y un teniente del Batallón Santander de Ocaña, quien
era el coordinador entre las AUC y el Ejército, hicimos las coordinaciones res-
pectivas. El teniente y el comandante de Ocaña abordaron una R-Azul y em-
barcaron al personal de combatientes de las AUC en siete camiones. En el alto
de Sanín Villa, se levantó un retén del Batallón Santander, ordenado por el
teniente, quien dijo que eran fuerzas de despliegue rápido. Lo mismo pasó con
el puesto de control de la Policía de Río de Oro. (Fundesvic, 2016, p. 54)

Este tipo de control de las rutas de acceso y las zonas rurales también se
expresó en la realización de retenes y controles de paso. Estos retenes se po-
dían ver en las carreteras del sur del Cesar, principalmente en aquellas que
conectaban municipios como Aguachica, San Alberto y San Martín. En estos
se solicitaban los documentos de identidad de las personas y se indagaba su
procedencia, destino, referencias familiares y el propósito de su estancia en el
territorio. También se hacían requisas para identificar supuestos miembros o
colaboradores de los grupos guerrilleros:

Edo.: Sí, a veces gente que llegaba una requisa, de pronto un man y el man
se ponía bravo, y no faltaba el enérgico, y le rajaba la cabeza con la pistola,
la cacha de la pistola. (...) Se busca muchas cosas porque dentro de un retén
es como todo, gente armada, pueden pasar un cargamento, pueden pasar
cualquier cosa a otra parte.
Entr.: ¿Investigaban?
Edo.: Pues, no es tanto base de datos, sino que uno conoce mucho la región,
(...) conoce mucho a la gente, [preguntábamos:] “¿Usted es familia de quién?
Usted por aquí no lo he visto”. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

En los retenes ilegales el grupo paramilitar usaba “listas obtenidas por inte-
ligencia militar, en las que figuraban supuestos colaboradores de la guerrilla,
así como miembros de la misma e informantes” (TSB, 2020, p. 102).

Algunas víctimas señalan que también hubo un interés económico detrás


de este control. Según una víctima de Aguachica que se dedicaba a actividades
comerciales, la llegada del grupo se evidenció en la generalización del cobro
extorsivo: “Ellos andaban armados con sus uniformes y empezaron a pedir la
vacuna. Usted tenía que pagar para darle a ellos, supuestamente para tener una
protección” (CNMH, CV, 2021, 19 de febrero).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Las víctimas del municipio de San Martín aducen que, en la zona rural, el
grupo paramilitar estuvo interesado en el contrabando de gasolina a través
del establecimiento de válvulas ilegales en el poliducto que pasa por la zona,
lo que condujo a mantener presencia y vigilancia permanente en el territorio
(CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Testimonios de pobladores indican que el control del grupo en los muni-


cipios del sur del Cesar contó con el apoyo de unidades de la fuerza pública
que hacían presencia en sus territorios. Así lo recuerda un líder social de San
Alberto, quien narra que para 1994 en el municipio: “Había una base militar y
ellos antes de venir a matar a alguien, entre comillas, ellos pedían permiso. (...)
Uno veía que la camioneta de ellos entraba allá y salía, y uno sabía que venían
a matar a alguien” (CNMH, CV, 2020a, 3 de diciembre).

Quizás una de las masacres más recordadas en la región por la participa-


ción evidente de las fuerzas oficiales y la frialdad con que se cometió, su-
cedió el 15 de enero de 1995 cuando desaparecen a una persona y acaban
con siete pescadores más en el corregimiento de Puerto Patiño. Para en-
tonces la Procuraduría había encontrado que un mayor del ejército, Jorge
Alberto Lázaro Vergel, quien era comandante de la Policía en Aguachica,
había sido cómplice de esta masacre de Puerto Patiño, sin embargo, la
Justicia Penal Militar lo absolvió junto a otros cuatro militares. (Fundes-
vic, 2016, pp. 44-45)

Otros pobladores del municipio de San Martín mencionan que una camio-
neta de color azul llamada La Última Lágrima hacía rondas nocturnas: “Tipo
seis de la tarde tocaba estar encerrados porque ya pasaba los de La Última
Lágrima y el que se llevaban en esa camioneta a dar un paseo, no aparecía, no
volvía” (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Como se expuso, el FHJPB impuso la vigilancia permanente del territorio


con el objetivo de mantener la seguridad en estos lugares de acuerdo con sus
intereses y a través de acciones violentas que llegaron a infundir temor cons-
tante entre los pobladores.

4.1.2 Ordenación y regulación de los comportamientos de los pobladores

Además de una marcada violencia contra la población civil, el FHJPB buscó


ordenar los comportamientos sociales y personales de la población civil me-
diante la imposición de normas. La implantación de un orden moral y social
también se expresó en la regulación de conflictos y la administración de jus-

150
4. ACCIONAR DEL GRUPO

ticia. Como se mencionó anteriormente, en las reuniones convocadas por los


comandantes de cada zona se transmitían y exigían el cumplimiento de las
normas de la nueva autoridad del territorio:

En un tiempo los autorizados eran los comandantes de escuadra. (...) Por


decir, los comandantes de escuadra de esta región reunían la gente del pue-
blo donde estuvieran, hablaban con ellos, les decían qué estaba bien, qué no
estaba bien, qué había que hacer, qué no había que hacer. (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre)

Los pobladores en muchas ocasiones buscaron resolver sus conflictos pre-


sentando sus problemáticas comunitarias, familiares o personales a integran-
tes de la estructura con el fin de obtener de ellos una solución, lo que eviden-
ciaba la ausencia de una administración de justicia no solo desde lo policivo
punitivo sino desde la mediación en temas convivencia: “La gente ponía que-
jas: ‘Mire que nos están robando tal cosa, que mire que tal persona está muy
problemática, que hablen con ellos’. Pues como era la autoridad, todo se ma-
nejaba era con las reglas” (CNMH, MNJCV, 2017, 23 de mayo).

Un exintegrante del grupo explica las maneras en las que los miembros de
la estructura buscaban establecer acuerdos con los pobladores para solucionar
problemáticas cotidianas:

Entonces, el comandante arrancaba con uno y se iba uno, por ponerle, [a]
Barranca de Lebrija o Santa Lucía. Entonces, en el momento que llegaba
uno y pasaba por ahí, entonces, siempre se le acercaba alguno: “Mire, mu-
chacho, me está pasando esto”. [Respondía:] “No, hable con el comandan-
te”. Entonces, iban a hablar con él: “Mire, está pasando esto entre el veci-
no...”, alguna cosa. Entonces, él buscaba la forma de solucionarlo. O sea, los
llamaba a que buscaran la forma del diálogo, cómo cuadraban. (CNMH,
MNJCV, 2014, 1 de octubre)

Algunos desmovilizados aseguran que la presencia constante del grupo ar-


mado y los mecanismos de regulación del comportamiento personal y colec-
tivo de los pobladores condujeron, con el tiempo, a la naturalización de las
normas impuestas y su obediencia irrestricta: “Todo mundo hacía caso. Esa
era la regla que tenían” (CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre).

Para el Tribunal Superior de Bogotá (2013), el grupo paramilitar, en muni-


cipios como Ocaña, ocupó los espacios cotidianos con la intención de consti-
tuirse como entidad reguladora o mediadora de conflictos de las comunida-
des a través del ejercicio de la violencia y vulneración de derechos:

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

De esta manera, los problemas de conflictos familiares eran solucionados


por los paramilitares; en ocasiones, las mujeres acudían en busca de arre-
glar los problemas con el padrastro o para terminar la relación de noviazgo
con su pareja. En estos casos, el encargado de mediar en este tipo de con-
flictos reconvenía a la pareja: a los hombres los golpeaban y a las mujeres
les daban fuetazos. Esta situación generó desplazamientos, desapariciones
forzadas y asesinatos de integrantes de las familias. (p. 105)

Estas acciones son puestas de manifiesto por otras sentencias de Justicia y


Paz. Por ejemplo, la sentencia contra el postulado José Lenin Molano (2016a)
manifiesta que el grupo paramilitar obtuvo apoyo y tolerancia para imponer
sus regulaciones a la vida cotidiana a través de la intimidación constante y
el ejercicio de una función mediadora de los conflictos de las comunidades.
Igualmente, en la sentencia contra Juan Francisco Prada Márquez (2014) se
explica que el grupo se instaló como una autoridad que se ganó la confianza
de la comunidad a través del trámite y gestión punitiva de sus problemáticas.

Las normas de los paramilitares también buscaron regular los espacios co-
tidianos de los pobladores. De este modo, se reglamentó la movilidad en los
pueblos y se prohibieron costumbres propias relacionadas con la tenencia de
animales en espacios públicos:

En tales horas de la noche ya no dejaban entrar gente por las vías, ¿sí? Si
usted iba tomar nada de peleas, nada del cuento de las mujeres chismosas,
todo eso. O sea, mantener el pueblo limpio, no dejan botadero de basura,
sus perros, que no hayan burros en... perros ni puercos ni nada, ninguna
clase de animales en la calle. Eso era. (CNMH, MNJCV, 2017b, 11 de julio)

Los paramilitares prohibieron las peleas entre pobladores, los chismes, el


tránsito nocturno, el consumo y la venta de estupefacientes, el robo y el mal-
trato físico a las mujeres por sus parejas. Además, en algunos territorios se res-
tringieron actividades económicas como la extracción de madera y la pesca.

Hacían reuniones, por lo menos, llevaban el comandante, el político, y


hacía reuniones con la gente en las veredas, por corregimientos, y les de-
cían que no querían ver ladrones, cuatreros, tampoco querían oír chis-
mes, esa vaina, todo eso le decían a uno. (...) Eso, también, prohibido
vender droga, alucinógenos. (...) Las mujeres que se ponían a pelear, las
ponían a barrer las calles. Les daban plano, los podían matar. O sea, un
cuatrero es una falta grave allá. El que violara por ahí las niñas, que vio-
lara las niñas era objetivo militar, no se la perdonaban nunca. (CNMH,
MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

152
4. ACCIONAR DEL GRUPO

En ocasiones se convocaban reuniones en las que se obligaba la realización


de jornadas de aseo o recolección de basuras: “Lo mismo pasaba con los ríos,
igual. Por lo menos, las basuras en el río, esos botaderos de basura que tenían.
Se recogía a personas... o sea, se cogían personas para recoger toda esa basura”
(CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre).

En lo relacionado a las restricciones de movilidad, los toques de queda fue-


ron acciones en las que hubo un claro interés por el control y la regulación
del territorio y sus pobladores. Esta es una de las medidas más coercitivas
a la libre circulación y solo es aplicada por las autoridades cuando existen
eventualidades que implican un riesgo general. Sin embargo, la clasificación
de objetivo militar a quienes infringían esta disposición aseguraba a los para-
militares el ejercicio del poder sobre un territorio.

Por ahí desde las diez, once de la noche, que no estuvieran por ahí. (...)
Pues lo que era de Los Ángeles, El Montecito, San Martín también. Lo que
era Aguachica si no porque eso como es una ciudad. O sea, los pueblos
pequeños, o sea, las veredas así, y esos pueblos pequeños. (CNMH, CV,
2020, 10 de julio).

Los toques de queda se implementaron sobre todo en las zonas rurales y


eran de estricto cumplimiento, ya que su desobediencia podría amenazar la
vida de las personas. Al respecto, un poblador del municipio de San Alberto
expresó: “Pero ellos, la gente que encontraban después de las seis de la tarde,
no responden, (...) ¿entonces la gente qué hacía? Pues se escondía” (CNMH,
CV, 2020, 10 de julio).

En otros relatos se menciona que, en los municipios de San Martín, San


Alberto y Aguachica, el grupo paramilitar amenazaba a los padres de familia
para que controlaran la movilidad de sus hijos:

De las nueve de la noche, todo mundo recogidito, porque no respondíamos,


¿sí? No respondíamos por lo que podía suceder: “Padre de familia favor
recoja a sus hijos temprano y acuéstese temprano, porque después lo vayan
(sic) a lamentar. (CNMH, MNJCV, 2017, 5 de diciembre)

Según el Tribunal Superior de Bogotá (2014), en el desarrollo de estos to-


ques de queda se dieron casos de homicidios debido al incumplimiento de las
órdenes dadas por el grupo:

El once (11) de mayo de dos mil uno (2001), en el municipio de Ocaña-Norte


de Santander, en momentos en los que Juvenal Osorio, alcalde del municipio

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

de González, se movilizaba en un vehículo automotor en compañía de José


Gregorio Galván Arévalo, a la altura del Barrio Santa Clara, fueron asesina-
dos mediante impactos de armas de fuego propinados por los miembros de
las AUC Diomedes Peña Barrera a. “Diomedes”, a. “La diabla”, a. “El mono” y
a. “Rufino”. Señaló el postulado que los hechos no tuvieron motivos políticos,
sino que se trató de un error, pues las víctimas no atendieron la advertencia
de no transitar en horas de la noche por el sector. (p. 143)

Así mismo, la visita de personas foráneas estaban prohibidas, ya que para


los paramilitares esto suponía un grave riesgo contra la seguridad de los terri-
torios en los que ejercían control:

Una de las normas de ellos era eso de que para poder una persona de nues-
tra familia o del pueblo, entrara al pueblo, tenía que irle a pedir permiso al
comandante Juan Prada. (...) Como tal que tú llegaras libremente, como se
habla democráticamente, (...) eso no se podía, (...) o lo mataban o lo mata-
ban. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Esto ocasionó que familiares y amigos de los pobladores de municipios


como San Martín sufrieran amenazas, persecuciones y hasta desplazamiento
forzado: “De Bucaramanga bajó un sobrino mío, yo vivía en el barrio San
Vicente. (...) Ahí estaba el señor ese Pica Pica, iba en la camioneta, ya me iba a
llevar al sobrino mío para matarlo por allá” (CNMH, CV, Taller San Martín,
2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Los castigos públicos impuestos a quienes transgredían las normas llegaron


a ser indignantes, como lo narrado en el siguiente relato, sucedido en zona
rural del municipio de San Alberto:

Yo me acuerdo que en La Llana una vez cogieron dos que eran hermanos.
Se la pasaban robando en las fincas o por allá en la maraña. Unos animales
se robaron y los cogieron y los empelotaron. (...) Tenían un letrero (...). Allá
en La Llana, por ladrones. (CNMH, MNJCV, 2015, 14 de mayo)

Por otra parte, las faltas consideradas graves eran sancionadas por el grupo
a través de repertorios de violencia. Según las versiones de algunos exinte-
grantes la reincidencia en conductas como el robo daba para castigos letales:

Estando en Ábrego me acuerdo que mataron a un muchacho que todos los


días llegaba la gente a poner quejas. Era el ratón del pueblo. Eso por ahí en
las fincas cerquita, en esas granjas: “No, que anoche vuelve y robó esto, que
anoche robó ahí”. Eso siempre en una finca diferente robaba. Y me acuerdo

154
4. ACCIONAR DEL GRUPO

que un día por ahí escuché el cuento que lo habían matado. (CNMH, MN-
JCV, 2013, 25 de noviembre)

Los actos de violencia sexual perpetrados por pobladores no eran tolerados


por el grupo paramilitar y en ocasiones eran castigados a través del homicidio
y la desaparición forzada:

Cómo sería que un civil violó una niña, una misma hijastra, y por violar
la hijastra lo ajusticiaron a él. (...) Lo montaron a una camioneta y yo no
lo volví a ver más, porque violó la propia hija de él. (...) La hijastra tenía 8
añitos. (CNMH, MNJCV, 2018, 29 de agosto)

En otro relato se menciona que miembros del grupo torturaron a un civil


porque fue acusado por la comunidad como responsable de la violación de una
menor de edad. Para el desmovilizado que brindó este relato era una práctica
común castigar con sevicia a los supuestos responsables de estos crímenes:

Creo que pa’ allá, pa’ ese lado, pa’l lado de San Martín. (...) Es que eso era un
delito, pero tenaz, no crea. (...) Y esas torturas eran bravas pa’ los que hacían
eso. (...) Les metían una Coca Cola por el recto. Les metían una varilla. Esas
eran las torturas. (CNMH, MNJCV, 2018, 29 de agosto)

Según el Tribunal Superior de Bogotá (2020), el grupo paramilitar aban-


donaba en la vía pública los cuerpos de personas asesinadas con el propósito
de utilizar el “acto criminal como mensaje para la población” (p. 101). La
desaparición forzada también fue un patrón de victimización asociado al
control social.

El móvil obedeció al 26% de los casos, en los que las víctimas de desapari-
ción forzada fueron asociadas por los integrantes del FHJPB, como perso-
nas que presuntamente se dedicaban a delinquir en la región o desatendían
los cánones comportamentales impuestos por el grupo ilegal. (p. 580)

Para las víctimas del municipio de Aguachica eran frecuentes las ame-
nazas a los pobladores en el contexto de una imposición de ley del silencio.
El grupo paramilitar obligaba a guardar silencio en lo referente a su pre-
sencia y a sus acciones. En el corregimiento de Puerto Patiño, las víctimas
mencionaron que, luego de las masacres ocurridas en 1994 y 1995, el grupo
paramilitar prohibía a los pobladores pronunciarse al respecto: “El que es-
tuviera con la jeta floja ya sabe lo que le pasaba, es decir, que lo que había
pasado aquí, no se podía decir nada” (CNMH, CV, Puerto Patiño, 2020, 1
de diciembre).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Esta ley del silencio implantada por los paramilitares en el municipio, tam-
bién se exigía y se hacía cumplir dentro de la cabecera municipal. Así lo narra
una líder de víctimas: “Uno que fuera a denunciar, al otro día aparecía muerto
o le tocaba irse amenazado, entonces uno se abstenía de ir a hacer cualquier
denuncia” (CNMH, CV, 2020, 1 de diciembre).

Según lo mencionado por las víctimas, los homicidios y las extorsiones


ocurridas en Aguachica durante la presencia del grupo paramilitar no pu-
dieron ser denunciadas debido al terror que imperaba: “Las personas que
avisaban ellos iban y los mataban. (...) Hubo muchos asesinatos por eso, uno
por eso no denunciaba” (CNMH, CV, 2021, 19 de febrero). La mujer que dio
este relato se atrevió a denunciar las extorsiones y el homicidio de su esposo,
efectuado por paramilitares como alias Rancho y alias María Bonita. Tam-
bién explica los padecimientos que sufrió ella y sus hijos por las denuncias
realizadas: “Empezaron a perseguirme, claro, porque yo los denuncié a ellos.
(...) Nos sacaron de Aguachica a las cinco de la tarde. (...) Salimos todos no-
sotros desplazados” (CNMH, CV, 2021, 19 de febrero).

El grupo paramilitar también reguló actividades económicas como la pesca en


corregimientos como Terraplén y Barranca de Lebrija del municipio de Aguachica:

Edo.: Barranca Lebrija, que tocó planear a unos porque no hicieron caso
de la pesca de pescado pequeño.
Entr.: ¿Qué regla había ahí?
Edo.: Prohibido pescar el pez pequeño, se incautaron un poconón de tras-
mallos, se quemaron, se planeó a un poco de gente. (CNMH, MNJCV,
2017, 25 de agosto)

En otro relato del Mecanismo, se detallan este tipo de regulaciones a la pes-


ca y la caza:

Los pescadores que no cogían pescados [sic], no hacían cazas, se les quemaban
los trasmallos cuando el trasmallo era muy menudo, se les quemaban. Los que-
mábamos, sí. Participé yo en eso. Y el que no hacía caso se les daba una planera.
Esa era la ley que había, entonces a la gente se le avisaba con tiempo: “Ojo con
el trasmallo sencillo, que están acabando el pescado”. El que mataba un pon-
che también. La cacería, no permitían que hubiera cacería. Hoy no se consigue
nada. O sea que cogieran el pescado, porque el pescado era el que cogieran [sic],
y el que no hacía caso le daban palo. (CNMH, MNJCV, 2017, 22 de junio)

Según pobladores de la comunidad de Puerto Patiño, a inicios de la década


del 2000, los paramilitares prohibieron la utilización del trasmallo, instru-

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4. ACCIONAR DEL GRUPO

mento de pesca formado por tres redes. Si algún poblador se atrevía a vio-
lar esta exigencia, sus equipos de trabajo eran retenidos y luego destruidos
(CNMH, CV, Taller Puerto Patiño, 2020, 1 de diciembre).

Las actividades económicas que tenían que ver con las ventas ambulantes
también fueron reguladas. Según narran organizaciones de víctimas del mu-
nicipio de San Martín, los vendedores ambulantes, las personas dedicadas a
oficios como la venta de electrodomésticos a crédito o aquellas dedicadas a la
reparación de utensilios del hogar fueron estigmatizadas por el grupo como su-
puestos informantes de la guerrilla. Esto ocasionó que estas formas de trabajo
no se volvieran a ver durante la permanencia del grupo ilegal; algunas de las
personas reconocidas por los pobladores como vendedores ambulantes perma-
necen desaparecidas (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Adicionalmente, la regulación de asuntos domésticos también fue parte de


las formas de control. En los relatos del MNJCV, se puede observar que la es-
tructura también intervenía en asuntos familiares y conyugales:

Me acuerdo que estuve como en tres casos de maltrato familiar, de manes que
le pegaban a la mujer o la planeaban. (...) Entonces, llegaba uno [a] hacer labores
de la Policía, que la Policía no se metía en esos barrios. Entonces, uno llegaba a
ver cuál era el problema, por qué era, ¿sí? Entonces, dependiendo de eso, uno
les llamaba la atención a los manes, ¿sí? Y así uno hablaba con la pareja. Por lo
menos, yo presencié tres casos así. Uno llegaba a hablar y eran manes como
demasiado ya groseros. Y eso, pues, sí, uno se saltaba la autoridad. Uno, de
pronto, le metía hasta una cachetada, que por ahí un tablazo, pero porque esos
ya llegaban a extremos. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

Según los relatos de los desmovilizados, las infidelidades de pareja eran


asunto de regulación del grupo paramilitar. Las mujeres eran las principales
castigadas por estos actos: “Mujeres que tengan sus maridos, dañen hogares,
(...) su planera también” (CNMH, MNJCV, 2017, 5 de diciembre). Otro de los
castigos era “ponerlas a barrer, un día ponerlas a barrer, a limpiar las calles”
(CNMH, MNJCV, 2017b, 11 de julio).

Por otra parte, las imposiciones normativas ejercidas por el FHJPB deri-
varon en violencias diferenciales. Estas actuaciones se enfocaban en prohibir
y restringir las diversas formas de definición, identificación o expresión de
los pobladores. De ese modo, se presionaba a los civiles, a través de la inti-
midación y la victimización, a asumir lo que los paramilitares consideraban
socialmente aceptable. En los relatos recogidos por el MNJCV, comandantes
del grupo aparecen determinando acciones de estigmatización y persecución

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
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contra sectores de la población considerados desagradables y dañinos por su


sola apariencia física, sus preferencias personales o su identidad de género. Un
exintegrante relata lo siguiente:

Chicote era uno que andaba pendiente de la lluvia de esa vaina. (...) En San
Martín, Ocaña y los pueblos alrededor, de hacerle comer la marihuana a la
gente en seco, mascarla a punta de plan, arrancarles los aretes a los jóvenes.
Porque es que eso se veía mal, o sea, eso iba dañando a la sociedad. (...) Tam-
bién se manejaba, si la persona no estaba muy descarada se dejaba sana, pero
si ya estaba muy descarada, ya tocaba llamarle la atención y de pronto hacerlo
ir de la vereda o del sitio. (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

En el imaginario de los desmovilizados, la regulación de los comportamien-


tos a la población civil tenía como propósito direccionar a la comunidad, in-
fundir respeto a las normas y establecer los estereotipos sociales que buscaban
imponer. Todo esto estaba relacionando con valores e identidades que, según
las normas del grupo, eran nocivas y debían ser extirpadas de la sociedad.
Estas acciones fueron lesivas a la dignidad de grupos poblacionales, entre ellos
los jóvenes. La coerción a la población juvenil del municipio de Ocaña es na-
rrada por un miembro urbano de la estructura:

Si aquí un grupo urbano, si hubo algo, ese grupo tenía que estar haciendo
algo, o decirlo, o jalando o apretando. Como decían que a veces por allá
por la quebrada que metían mucha marihuana los pelados, que llegaban en
moto y les daban garrote y les cortaban el pelo. (...) Llenos de marihuana y
les daban garrote pa’ que no estuvieran por esas regiones mariquiando ni
metiendo droga ni haciendo vainas. (CNMH, MNJCV, 2015, 24 de abril)

Como se ha expuesto, la regulación del FHJPB a los comportamientos sociales


y personales de los pobladores incluyó graves violaciones a los derechos humanos
en forma diferencial. Además, impidió el goce efectivo de la libre expresión y el
desarrollo de identidades no normativas. Estas actuaciones obligaron a cumplir, a
través de la coerción y de distintas formas de violencia, los estereotipos y normas
que los paramilitares consideraban idóneos para el orden social que quisieron im-
poner. Esto ocurrió sobre todo en los municipios de mayor permanencia e inje-
rencia del grupo, donde el propósito de conservar y asegurar el dominio sobre el
territorio y sus pobladores mediante estas medidas se manifestó con más fuerza.

Los comportamientos ideales que el grupo paramilitar fomentaba en la po-


blación correspondieron a los roles de género y sexualidad de las sociedades
conservadoras. De este modo, se limitaba la participación de las mujeres a
la vida doméstica y privada del hogar. La sumisión, el temor, la debilidad, la

158
4. ACCIONAR DEL GRUPO

exclusión de la vida pública y asociativa eran principios desde los que se bus-
caba imponer una imagen de mujer, de una mujer en silencio ante los varones,
recatada en el vestir y en las formas de relacionamiento. Por su parte, la figura
masculina debía ajustarse al prototipo de hombre protector, proveedor, líder
y guerrero. Esta figura, por lo tanto, no podía tener ninguna asociación a la
figura femenina. Un hombre no podía llevar el cabello largo o usar perforacio-
nes, porque justamente estas representaciones corporales eran interpretadas
por el grupo como femeninas.

4.1.3 Acciones de legitimación

El FHJPB también buscó construir simpatía y legitimidad entre la población


civil. Esto se hizo a través de acciones encaminadas a forjar apoyos y bases
sociales dentro de las mismas comunidades. Estas acciones son comprendidas
por los exmiembros de la estructura como formas de interactuar con los civi-
les en la etapa de consolidación y permanencia del grupo: “Pues con la cues-
tión de que como ellos estaban ahí, pues también tenían que sabérsela llevar
con los civiles” (CNMH, MNJCV, 2016, 7 de octubre); “Aunque uno tenía las
armas, uno tenía que saber llevar a la población civil, tratarla bien” (CNMH,
MNJCV, 2017, 7 de junio). La búsqueda de simpatía entre la población civil
también fue iniciativa de los mismos miembros de la tropa: “Hay veces, cosas
que nos quedaba a nosotros, arroz o harina o atunes o cebolla, así, vainas que
nos quedaran de los víveres de nosotros, que regalábamos” (CNMH, MNJCV,
2013a, 26 de junio).

En otros relatos, la amabilidad de los miembros del grupo con la población


significó una estrategia de presentar a la estructura como amiga y protectora
de las comunidades. La intención detrás de lo anterior era ocultar y desviar la
atención de los crímenes generados por sus acciones.

El apoyo de la gente uno se lo gana siendo amable con la gente, no siendo pa-
tán con la gente. No que el primero que se le atraviese levantarlo a pata o darle
palo. La gente entonces... así no se gana la gente, la gente se gana con... ¿con
qué? Hablando y siendo decente. (CNMH, MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

Por otra parte, los paramilitares desarrollaron iniciativas que buscaban la


prestación de servicios a la comunidad. Estas tenían que ver con el mejora-
miento de la limitada y precaria infraestructura de las zonas rurales de los
municipios de control: “La comunidad a veces pedía colaboración para algo.
Hay veces que la carretera estaba mala, entonces regalaban para que le echa-
ran tierra” (CNMH, MNJCV, 2015, 14 de mayo). El grupo también se interesó

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

en proporcionar materiales para la construcción de obras civiles: “Me acuerdo


mucho de que el grupo con Juancho, en Barranca, donó como dos mil ladrillos
para un colegio” (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre).

Algunos excombatientes recordaron la realización de estas obras en el co-


rregimiento de Los Ángeles del municipio de Río de Oro.

Pues cuando necesitaban lo que era limpiar el cementerio, pintar el puesto de


salud o la iglesia, pues uno les colaboraba. (...) Lo que era ayudándoles a pin-
tar allá en el cementerio, ayudándolo a limpiar y estar pendiente ahí de que
colaboraran también la gente y eso. (CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre)

Otra forma de ganarse a la población era a través de la donación de dinero


para apoyar las fiestas patronales de municipios como San Martín. Al respecto:

En San Martín las autodefensas eran los que organizaban las ferias. (...) Esas
eran organizadas directamente patrocinadas por las autodefensas, (...) cuatro
días eran. Sí, 11 de noviembre fiestas patronales de San Martín. (...) El tema era
como con la administración con la alcaldía y con la misma comunidad, esa era
una unión ahí. (...) Pero todo mundo sabía que las autodefensas eran las que
organizaban las ferias de San Martín. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

En Ocaña, miembros del grupo urbano y financiero eran los encargados de


estas tareas. Sin embargo, como se relatará en líneas posteriores, la actuación
del grupo contra la población civil en los municipios de Norte de Santander se
percibió de modo más violento.

En diciembre se entregaban regalos y se entregaban mercados. Regalos, ju-


guetes a los niños y se entregaban mercados a la... Sí, claro, los urbanos los
entregaban, por lo menos los muchachos urbanos bajaban en las camione-
tas y en un barrio determinado le entregaban los regalos a los niños y en-
tregaban mercados a las... muchas veces también se repartía unas anchetas
y cositas así. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

Estas acciones de legitimación también derivaron en victimizaciones, pues


hubo personas de la población civil que utilizaron a la estructura armada para
ir en contra de otros dada su simpatía.

La gente siempre se dominaba era con amenazas.(...) Sino que mucha gente
también... o sea, mucha gente también buscaba el grupo para que le cobrara
cuentas que ellos tenían. (...) Un ejemplo, una vez escuché de una señora ahí
en Ocaña que tenía un problema con un señor, entonces ella como que era

160
4. ACCIONAR DEL GRUPO

amiga, conocía a Diomedes, y entonces ella buscó a Diomedes y ese señor


después apareció muerto, o sea, lo mataron. Entonces, se decía que la señora
había buscado a Diomedes y Diomedes había ejecutado al señor por la seño-
ra. (CNMH, MNJCV, 2018, 26 de julio)

Si bien las actuaciones del grupo paramilitar pretendieron brindar asisten-


cia social a las comunidades, estas acciones también procuraron legitimar a
la estructura con miras a naturalizar su dominio entre los pobladores. Los
testimonios de víctimas indican que estas iniciativas en ningún momento tu-
vieron repercusiones importantes en el territorio y sus comunidades, ya que
fueron desarrolladas para hacer sentir el poder paramilitar en la población a
partir de la supuesta generosidad de los comandantes del grupo.

4.2 Fuentes y modalidades de financiación

El FHJPB estableció desde sus inicios modalidades y fuentes de financiación


que fueron ampliándose a lo largo de su trayectoria y posicionamiento en
el territorio. En un primer momento, durante la etapa de composición, el
aporte de sectores económicos fue esencial para el sostenimiento de grupos
de seguridad y vigilancia privada a través de los que se pretendía proteger los
bienes y recursos físicos y humanos de los ataques de la insurgencia.

Se pudo evidenciar que hacendados y finqueros de los municipios del


sur del Cesar, así como comerciantes de la provincia de Ocaña, por acuer-
dos o bajo coacción, suministraron recursos económicos por medio de
cuotas mensuales que eran cobradas por integrantes de la estructura. So-
bre los cobros de cuotas: “El que se rehusaba lo mataban. (...) Hay un caso
en Gamarra de alguien que se negó a pagar la vacuna por las cervezas, el
impuesto a la cerveza; y lo mataron por eso, así de sencillo” (CNMH, CV,
Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

En la región de Ocaña, los comerciantes fueron los que abrieron la puerta


de ingreso a los paramilitares a través de las diversas asociaciones de comer-
ciantes que veían con preocupación la avanzada de las guerrillas del ELN y
EPL: “Los grupos de autodefensas en el Cesar se fortalecieron por medio de los
ganaderos, y Juancho Prada ve en la sociedad civil de comerciantes de Ocaña
una oportunidad de asocio. Desde ahí empieza a visitar Ocaña” (CNMH, CV,
Taller Ocaña, 2021, 9 de junio).

Durante la etapa de expansión, el grupo paramilitar implementó la estra-


tegia de ingresar en las zonas de cultivos, producción y comercialización de

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

pasta de coca ubicadas entre los departamentos de Norte de Santander y Ce-


sar. Con esto se buscaba ganar un espacio más amplio y fuerte que impidiera
el avance de la insurgencia, que tenía los mismos propósitos.

En los talleres de memoria que se realizaron en Ocaña, se mencionó que


una de las principales razones de la entrada del FHJPB a este municipio fue el
negocio del narcotráfico. Ocaña es un punto estratégico de conexión entre la
región del Catatumbo y la Costa Caribe colombiana. Por esta razón, represen-
tó un referente económico importante para los grupos armados ilegales, que
lo utilizaron como un corredor por el que circulaban los insumos, las ganan-
cias y todos los elementos relacionados a los cultivos ilícitos.

El paramilitarismo entra a la región en 1999-2000, entrada que se refuerza


con el ingreso de Mancuso al municipio de La Gabarra, con la idea de que
su acción era contra la guerrilla. Mataron mucha gente por el control de la
droga. (CNMH, CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio)

En este periodo de expansión fue clave, para las rentas del grupo, el gramaje
a las actividades relacionadas con el narcotráfico. Una vez establecidos en el
territorio y con pleno dominio en las cabeceras municipales, el grupo armado
diversificó sus fuentes de ingresos y las adaptó a escenarios institucionales,
comerciales y gremiales; además, fortaleció el control de economías ilegales
relacionadas con el hurto de combustible. La entrada de recursos fue amplia,
lo que permitió la consolidación de la estructura y las alianzas estratégicas
con otros grupos armados de origen paramilitar.

Algunas participantes del MNJCV confirmaron esta información y ase-


guraron que el dinero que entraba a la estructura provenía de las vacunas,
de las extorsiones, de los aportes voluntarios de empresas, familias y terrate-
nientes, del narcotráfico, de las regalías y donaciones provenientes de recur-
sos públicos de alcaldías y gobernaciones, así como de los relacionamientos
con el Estado. Ante cualquier actividad lucrativa en el municipio, por ejem-
plo, la organización de un bazar, se tenía que pedir permiso a los paramili-
tares y pagar una cuota para que la actividad fuera llevada a cabo (CNMH,
MNJCV, 2017, 5 de diciembre).

El control territorial no solo tiene como intención el dominio de la tierra


y las actividades productivas, sino el control y la administración de todos
los recursos y bienes que circulan en una zona. Las diversas modalidades
de obtención de recursos hacen que este frente paramilitar esté presente
en el ámbito de lo público y lo privado, de lo legal e ilegal, de lo material y
lo simbólico.

162
4. ACCIONAR DEL GRUPO

En la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá (2014), se puede analizar


que el grupo acumulaba utilidades de los cobros de exacciones y extorsiones
que se llevaban a cabo en municipios del Cesar como Aguachica, San Alberto,
Gamarra y Río de Oro, y en municipios de Norte de Santander como Ábrego,
Ocaña y La Playa. Otras formas de financiación fueron el cobro de impuestos
a ciertos productos comerciales: canastas de cerveza, gaseosa, entre otros.

El hurto en distintas modalidades fue característico del accionar de la es-


tructura, como en los casos relacionados con los robos de vehículos, rieles
ferroviarios, ganado y maquinaria agrícola. Sin embargo, el hurto y contra-
bando de gasolina se destacó, pues por los departamentos del Cesar y Norte de
Santander pasa el oleoducto Caño Limón-Coveñas, que transporta el petróleo
desde Arauca al departamento de Sucre.

Ente las fuentes de financiación también se encontraban la explotación y


venta de inmuebles, el impuesto de gramaje a cultivos y la administración de
laboratorios del narcotráfico. Por otra parte, en cuanto a aportes económicos
de sectores gremiales o empresariales en el territorio, Juancho Prada negó que
existiera tal relación (TSB, 2014).

Sobre las variaciones temporales en las formas y fuentes de financiación de


la estructura armada, el Tribunal Superior de Bogotá (2016) asevera:

Con la expansión territorial de las ACSUC devinieron una serie de cambios


en las fuentes de obtención de recursos económicos. Como se detalló ante-
riormente, los primeros grupos paramilitares fueron conformados por fa-
milias ganaderas que se financiaron con la venta de servicios de seguridad.
Por ejemplo, el grupo de Roberto Prada Gamarra cobraba a sus amigos
ganaderos y agricultores $7.000 pesos anuales por cada hectárea de tierra
que vigilaba. Sin embargo, las contribuciones que daban los grandes pro-
pietarios de tierras para financiar la guerra dejaron de ser suficientes. De
hecho, con el ascenso criminal de alias Juancho Prada, los latifundistas del
sur del Cesar fueron sustituidos como los principales financiadores, pues
los medianos propietarios de tierra, los comerciantes y los narcotraficantes
fueron quienes robustecieron el músculo financiero de las ACSUC. (p. 215)

Las contribuciones que se presentaron al MNJCV, las versiones libres de los pos-
tulados de Justicia y Paz, y fuentes como bases de datos y prensa permiten afirmar
que las principales fuentes de financiación de la estructura fueron las extorsiones
a comerciantes y finqueros, el cobro de gramaje a las actividades relacionadas con
el narcotráfico, los aportes voluntarios de sectores económicos y políticos, el cobro
de servicios de seguridad y vigilancia, y el contrabando de gasolina.

163
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Pues, creo que la entrada que tenía el grupo era de la misma zona, de los
ganaderos de la región. Tenían, de pronto, un acuerdo: “Tal cuota men-
sual”, y cada... dependiendo la tierra que tuviera, entraba, por ejemplo,
tanta plata. Y creo que esa era la vía del grupo, el apoyo del grupo. (...) De
pronto, alguien vendía la finca, pues, tenía que aportar un porcentaje de lo
que vendía. No recuerdo cómo manejaban, pero sí sé que un porcentaje de
lo que vendiera era para la organización. Como donar cierta plata para la
organización por haber vendido, (...) pero creo que sí, también tenían que
cobrarles también a los negocios. (CNMH, MNJCV, 2017, 4 de julio)

4.2.1 Aportes voluntarios de terceros

El FHJPB prestó servicios de protección, vigilancia y seguridad a distintos


sectores sociales en las poblaciones donde hizo presencia. Esto permitió que
tuvieran el control del territorio y un ingreso importante para su financiación,
sobre todo en la etapa de conformación. El grupo recibía tributos a cambio de
la vigilancia y seguridad prestada a propiedades, bienes y vidas de personas o
familias de sectores económicos relacionados al comercio y la ganadería, los
cuales se veían afectados por las acciones de la guerrilla. Además, prestaron
servicios a empresas de la región, que vincularon el naciente movimiento sin-
dical de finales de los ochenta con las guerrillas.

Según el Tribunal Superior de Bogotá (2016), grupos como el de Roberto


Prada Gamarra “se financiaron con los aportes que dieron propietarios de
bombas de gasolina, comerciantes y agricultores” (p. 194). Algunos exinte-
grantes del grupo corroboraron esta información y manifestaron que gana-
deros, dueños de fincas y comerciantes apoyaron financieramente a los para-
militares, pues contaban con que estos “velaban ante todo por la seguridad de
ellos ahí” (CNMH, MNJCV, 2017, 23 de mayo).

Sobre los relacionamientos que sostuvieron estos sectores económicos con


el grupo paramilitar, distintos relatos ofrecen detalles acerca de los acuerdos a
los que se llegaron, como en el caso del sector ganadero:

Pues, yo sabía que venía todo del bono ese de los ganaderos. Los ganaderos
aportaban como que era anualmente un aporte, (...) sí, económico. No sé
de cuánto sería en sí el aporte, pero sí, porque plata no llegaba de otro lado.
(CNMH, MNJCV, 2013, 2 de octubre)

La seguridad que pagaban los ganaderos a través de estas cuotas voluntarias


implicó el dominio y copamiento territorial de la estructura y su presencia

164
4. ACCIONAR DEL GRUPO

permanente. A cambio de las grandes sumas de dinero mensuales recibidas, el


grupo garantizaba la libre circulación de los ganaderos por el territorio:

Eso el ganadero lo que hacía era pagar su vacuna, por lo menos ellos pagaban
su vacuna para que estuvieran pasando finca por finca. (...) Ya ellos llegaban
libres con su carro, el que venía de Bucaramanga, el que venía de Barranqui-
lla, ya llegaban y se estaban allá, ya sabían que en el cerro...: “Bueno, hay pa-
ramilitares, pero ya nosotros podemos llegar”. Antes no podían llegar, antes
llegaban y de una vez les caía la guerrilla ahí, entonces ellos preferían pagar
su vacuna, si pagaban un millón de pesos, digamos, mensual o dos millones
de pesos, sabían que podían llegar a la hora que fuera, dormían hasta ahí,
antes no podían hacer eso. Ahorita en San Martín hay hoteles y toda esa vai-
na, ahorita se quedan ahí, duermen ahí, vienen a ferias ahí, antes no podían
venir ni a ferias. (CNMH, MNJCV, 2017, 12 de junio)

Los acuerdos sobre el monto de los aportes se realizaban a través de reunio-


nes que coordinaban los altos mandos de la estructura con las personas inte-
resadas. Así lo expresa un desmovilizado que cumplió funciones de financiero
en el municipio de Ocaña:

O sea, ellos hacían una reunión, ellos reunían a los ganaderos, eso por ahí
son puras fincas grandes. Eso por ahí la finca más pequeña tiene 100 hec-
táreas. Entonces, los reunían [y les decían:] “Bueno, les vamos a cobrar a 15
mil por hectárea al año, en dos cuotas al año. Y ellos acordaban eso y, o sea,
ninguno peleaba, ni discutía que no. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

Estos aportes voluntarios no solo se efectuaban en forma de dinero, tam-


bién se concertaban mediante el pago en especie, como en el caso de la alimen-
tación de la tropa durante sus patrullajes en el área:

Nosotros cuando estábamos en el plan, en la finca, no se pagaba comida.


Porque eso había un convenio con los ganaderos, ya había un convenio con
todos los ganaderos. Habían, andaba de escuadras de a siete hombres, ocho
con el comandante de escuadra, llegábamos a tal finca, por lo menos a la
finca La Polo. (...) Ellos ya tenían un convenio, si nos estábamos todo el día,
el dueño de la finca le daba la comida a los muchachos todo el día, y a al
otro día, ya se iban para otra finca, ya tenían... o sea, se les dejaba un vale y
el administrador se los pasaba, le cobraba las comidas al dueño de la finca,
ya había un convenio para eso. (CNMH, MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

Del mismo modo, el grupo paramilitar ofreció servicios de seguridad y vigi-


lancia para proteger zonas comerciales de la delincuencia común. Este tipo de

165
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

servicios generalmente consistían en estar pendientes de almacenes de víveres,


supermercados y, en especial, de las personas sospechosas que podían llegarse
a ver en los pueblos. Cuando alguien era desconocido, los patrulleros urbanos
estaban atentos: “Por ejemplo, de gente rara, camionetas que nunca haya visto
en el pueblo, carros raros, gente rara” (CNMH, MNJCV, 2018, 29 de agosto).

En Ocaña, los montos de los aportes del comercio se determinaban a partir


del tamaño de los almacenes: “Una tiendita pequeña pues pagaba treinta mil,
cincuenta mil mensuales; si era una tiendita más grande 100 mil; si era de una
vaina más grande doscientos mil, trecientos mil, dependiendo la actividad”
(CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio). Sin embargo, algunos comerciantes “do-
naban” ciertas cantidades de dinero para la realización de homicidios contra
personas consideradas indeseables por estos sectores:

Había gente, sí, que lo hacía con voluntad: “Aquí hay un millón de pesos,
aquí hay dos millones de pesos, mire, que tal, no sé qué, es mejor porque
están limpiando el pueblo”. Por un lado, son otros que también dañan, ha-
cen dañar el pueblo, porque ellos quieren pagar, quieren dar pa´ que traiga
el pueblo limpio, pa´ que esté matando el que no, el que no debe, ¿sí me
entiende? (...) “No, que yo ya di de a un millón de pesos pa´ ver si lo limpian,
pa´ que deje de joder por ahí”. (CNMH, MNJCV, 2017, 5 de diciembre)

Los funcionarios de las administraciones locales también aportaban volun-


tariamente al grupo. Al respecto, un exmiembro de la estructura menciona
que David Simanca, durante su periodo como alcalde de Aguachica, colabo-
raba con el grupo armado:

Aquí se manejó una relación buena. Cuando yo cogí esto, estaba el alcalde
David Simanca y la relación con ese man era excelente. (...) Excelente en
cuestión de que me daban sus aportes de las obras, colaboraba mucho en lo
que uno necesitara. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

David Simanca fue alcalde entre 2003 y 2006. En este año fue asesinado en
Aguachica por presuntos desmovilizados de grupos paramilitares. El Tribu-
nal Superior de Bogotá (2016) menciona los nexos entre David Alberto Siman-
ca Camargo y el paramilitarismo:

Además del carácter inusual del empate electoral, lo que parecía simple-
mente como una competencia entre dos candidatos de diferentes organi-
zaciones partidistas, tenía como trasfondo el enfrentamiento entre dos fac-
ciones del paramilitarismo que pretendieron infiltrar aliados en posiciones
claves dentro del Estado: por un lado, las ACSUC apoyaron directamente a

166
4. ACCIONAR DEL GRUPO

Simanca y por el otro lado, David Barbosa, socio del BCB, apoyó a Luz Irina
Pérez Sánchez. (p. 226)

Además de Simanca, otros políticos fueron mencionados por las senten-


cias de Justicia y Paz. Por ejemplo, en la sentencia contra Juan Francisco
Prada se afirma que el apoyo de candidatos a cargos públicos tenía como
fin la obtención de beneficios económicos en el caso de que uno de estos
resultara elegido. En dicha sentencia también se mencionan algunos can-
didatos y funcionarios públicos que fueron apoyados por el FHJPB durante
sus aspiraciones electorales:

Reconociendo que a través del favorecimiento de candidatos políticos, se


obtuvieron ingresos para el financiamiento del Frente Héctor Julio Peinado
Becerra, y beneficios personales para algunos de sus miembros, se destacó
el apoyo a las siguientes personalidades: Israel Obregón Ropero: Dos veces
apoyado en sus aspiraciones a la Alcaldía de Aguachica; Diosa Ramírez:
candidata al Concejo de San Martín, reconocida como parte de la Organi-
zación porque prácticamente era su enfermera; Alirio Díaz: Candidato a
Concejo de Terraplén; Dr. Aquiles: Alcalde de Ocaña; Javier Zarate: polí-
tico de San Alberto; Gerardo Jaimes: político en San Alberto; Luis Agui-
lera: candidato a la asamblea departamental; David Simanca: alcaldía de
Aguachica; y Sadith Armenta: alcaldesa de San Martín. (TSB, 2014, p. 45)

4.2.2 Exacciones y/o extorsiones

Las exacciones y extorsiones hacen referencia al pago de multas o aportes de


manera obligada y sin consentimiento alguno. A través de la intimidación y
las amenazas, las personas vieron cómo estos grupos armados ilegales fueron
en contra de sus patrimonios y sus proyectos de vida al afectar con las extor-
siones los ingresos y salidas de capital.

En sentencias de Justicia y Paz (2013 y 2016a) se afirma que los cobros a


ganaderos, comerciantes y otros sectores económicos menores no solo fue-
ron aportes voluntarios. A muchos de ellos se les obligó a hacer el pago de
estos aportes. En el sur del Cesar y en Norte de Santander, el comercio y el
abastecimiento de insumos para las actividades agropecuarias es el prin-
cipal renglón de la economía del territorio. Por esta razón, el FHJPB vio
en estas actividades una entrada económica segura para la estructura. Para
muchos líderes de la región, la estructura armada encontró en las exacciones
y extorsiones un colchón seguro y estable para sus finanzas (CNMH, CV,
2020, 10 de julio).

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

De manera general, los participantes al MNJCV confirmaron esta informa-


ción al manifestar que las prácticas más recurrentes para la financiación del
grupo fueron los cobros y pagos de vacunas. Los responsables del cobro de
vacunas o extorsiones eran comúnmente miembros de la parte urbana de la
estructura en municipios que estaban bajo su completa presencia y dominio.

Algunos relatos del MNJCV mencionan que las cuotas que se les cobraba
a los hacendados o ganaderos variaban según la extensión de sus propieda-
des o las cabezas de ganado poseídas. Las cuotas iban desde los quinientos
mil pesos hasta un millón (CNMH, MNJCV, 2017, 24 de octubre). Al reali-
zar los pagos mensuales, los hacendados firmaban un papel que servía como
comprobante o factura. Esto garantizaba estar al día con el grupo armado
(CNMH, MNJCV, 2017, 24 de octubre). Al respecto, el Tribunal Superior de
Bogotá dice lo siguiente:

El 60% de los propietarios de tierras que se vieron obligados a entregar


dinero a las ACSUC, tenían predios que oscilaban entre las 20 y 200 hec-
táreas. Por su parte, los latifundistas representaron el 24% del total de
los aportantes y los minifundistas un 5%. Por tanto, los propietarios de
tierras tenían que pagar anualmente entre $15.000, $10.000 y $6.000 pe-
sos por hectárea, lo que en suma representó 900 millones de pesos al año.
(TSB, 2016b, p. 216)

No obstante, finqueros o campesinos con parcelas pequeñas, también fue-


ron objeto del cobro de vacunas. En esta modalidad, lo exigido por el grupo
correspondía a los productos cultivados o al número de hectáreas: “Todo el
que tenía una hectárea de tierra (...) tenía que pagar diez mil pesos” (CNMH,
MNJCV, 2017, 7 de junio).

De manera similar, este tipo de financiación se presentó de forma recu-


rrente en los sectores comerciales de municipios como Ocaña, Ábrego, San
Martín, y Aguachica. Los urbanos del grupo eran los encargados de movili-
zarse periódicamente hasta los negocios, que podían ser tiendas de víveres y
licores, estaciones de servicios de gasolina, expendios de carne, droguerías,
ferreterías, talleres de mecánica, entre otros. Los dueños de los negocios de-
bían pagar la cuota fijada o por lo menos una parte. Así lo narra un desmovi-
lizado de la estructura que se desempeñó en esta actividad ilegal en Ábrego:

Eso era dependiendo, o sea, había peseros que daban diez mil, treinta mil,
cuarenta mil pesos. Se llegaba a un consenso: “Hoy no tengo plata, que vea
que yo no tengo”. Yo llamaba y decía: “Mire que aquí el señor tal tiene vein-
te mil”. Daba veinte mil y el otro... mientras las gasolineras sí tenían como...

168
4. ACCIONAR DEL GRUPO

los cerveceros y las gasolineras sí tenían como una cuota fija porque siem-
pre daban casi lo mismo. Ellos daban de a ciento cincuenta mil, trecientos
mil pesos. (...) Usted llegaba a un negocio y dependiendo la cantidad de
artículos que había [cobraba]. El señor llegaba y decía: “Mire, este negocio
paga esto”. (CNMH, MNJCV, 2017, 9 de agosto)

En otro relato:

Edo.: Había unas [ferreterías] que daban veinticinco mil (...). Las drogue-
rías también así veinte mil, veinticinco mil. (...) Los almacenes grandes da-
ban... algunos alcanzaban a dar hasta cuarenta mil, cuarenta y cinco mil.
No tenían una cosa fija. O sea, como decir los peseros sí, lo que era las ga-
solineras y los cerveceros sí, era como una cuota igual, siempre casi daban
lo mismo.
Entr.: ¿Las que más daban eran las gasolineras y cerveceros?
Edo.: Y los cerveceros. Esos eran los que colaboraban como más. (CNMH,
MNJCV, 2017, 9 de agosto)

En el caso del municipio de San Martín había excepciones para ciertos


sectores del comercio como los negocios de venta de alimentos:

Lo que era de comida, sí no, donde vendían comida, sí no. (...) Discotecas,
bares, esos sí pagaban. Pero los que vendían comida, no. Eso nunca supe yo
que les... no les cobraban plata, ¿sí me entiende? Ya lo que era de licor y eso,
sí. (CNMH, MNJCV, 2017, 24 de octubre)

El impuesto que cobraban los paramilitares a licores como las cervezas y


bebidas como las gaseosas se realizaba de distintas maneras. Una de estas
era cobrar un porcentaje por cada caja de cerveza a los vendedores. En el
área rural, los paramilitares cobraban por intermedio de los distribuidores.

Se montaba uno con el camión, tampoco ya uno iba a cobrarle al que


compraba la cerveza, también ahí ya había un convenio, cuando eso se
cobraba de a cien pesos por cerveza, o sea, tres mil por caja. Esos los
cobraba de una vez el del camión y uno iba anotando no más las cajas, y
cuando él terminaba, le pasaba la plata a uno y ya. (...) O sea, usted es el
dueño, usted es el que va repartiendo, usted dijo: “En esa cantina bajé diez
cajas”, yo anoto diez cajas ahí. En la otra cantina veinte y voy anotando
veinte, y él iba cobrando de una vez eso, porque ellos ya sabían, entonces
les pagaban la plata a ellos de una vez. (...) Por lo menos, una temporada
de diciembre se recogían por ahí de cuota un millón de pesos, ochocien-
tos mil. (CNMH, MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Juancho Prada en sus declaraciones ante la Fiscalía manifestó que el im-


puesto a canastas de gaseosas y cervezas representaba ingresos anuales al gru-
po cercanos a los

(...) mil quinientos millones de pesos ($1.500.000.000), quinientos millones


($500.000.000) entre los municipios de Aguachica y Gamarra, igual canti-
dad en el municipio de Ocaña, trescientos millones de pesos ($300.000.000)
en el municipio de San Alberto y doscientos millones ($200.000.000) en el
municipio de San Martín. (TSB, 2016a, p. 84)

Según el postulado Armando Marriaga Pinzón, la empresa Postobón facilita-


ba al grupo paramilitar productos y dineros mensuales para su sostenimiento:

Mensualmente me daban 15 cajas de gaseosa, yo las negociaba en un de-


pósito y le ordenaba al carro que repartía que las dejara en tal lado y el del
depósito me daba 150 mil pesos mensuales por esa gaseosa, eso lo ordenó
el gerente de Postobón que estaba el año 1999 o 2000. (TSB, 2016a, p. 90)

Las amenazas de muerte eran constantes en caso de negarse a pagar lo exigido:

Yo pagaba arriendo y ahí llegaban todos los meses [en una cantina], y cada 15
días a pedir una cuota de siete mil pesos. Una vez me amenazaron que porque
yo les dije... mandaban a uno que le decían El Zarco, que era bajitico, y dijo:
— Vengo por la cuota, patrona.
—¿Cuál cuota si yo estoy apurada? Más bien no encuentro ni que hacer, —
estoy debiendo luz, estoy debiendo gas, estoy debiendo agua y el arriendo.
— Bueno a las cuatro de la tarde estoy aquí y no voy a responder por su vida.
— Vea la verdad que Dios me hizo para morir y si he de morirme en este
instante, hoy me muero. Pero ya plata no hay. La señora del arriendo me
está atacando, vamos a ver qué hacemos. (CNMH, CV, Taller Aguachica,
2021, 10 y 11 de junio)

La sistematicidad de las acciones extorsivas de la estructura fue una de las causas


del abandono y desplazamiento forzado de pobladores en el sur del Cesar. Entre
1997 y 1998, en zona rural de San Alberto, se generaron despojos de ganado y ame-
nazas de muerte por la renuencia de los pobladores a pagar el supuesto impuesto.
Las constantes intimidaciones obligaban a las familias a abandonar el territorio:

La comunidad vivía atemorizada cada vez que el grupo paramilitar llegaba


a intimidarlos a sus viviendas y sus negocios para sacar provecho de ellos,
(...) lo que obligaba que las personas salieran corriendo de sus predios sin
importar para salvaguardar sus vidas. (JPCC, 2018, p. 11)

170
4. ACCIONAR DEL GRUPO

4.2.3 Narcotráfico

En el sur del Cesar, el narcotráfico se relacionó más con el transporte de


insumos y pasta de coca que con el cultivo y el procesamiento del alcaloide.
Esta zona de tránsito entre el centro y norte del país conecta el departa-
mento de Norte de Santander con el sur de Bolívar, territorios en donde se
concentra la producción de hoja de coca de la región. Históricamente, los
grupos armados insurgentes y paramilitares han hecho presencia en el Ce-
sar para tratar de controlar el negocio ilegal y adquirir mayores ganancias.
Una de las razones del rearme y el surgimiento de nuevas estructuras arma-
das está relacionada con el narcotráfico.

La relación del grupo paramilitar con el narcotráfico tuvo varios matices


que aparecen mencionados y desarrollados en los relatos del MNJCV. Algunos
de estos refieren que el grupo se limitó al cobro de impuestos sobre la produc-
ción, comercialización e insumos de este negocio ilegal; otros mencionan que
el grupo se beneficiaba de la venta de algunos insumos para el procesamiento
de la coca como la gasolina o el crudo; así mismo, indican que la provisión de
vigilancia o seguridad en zonas de cultivos y laboratorios era otra manera de
obtener utilidades de la economía del narcotráfico.

El narcotráfico fue una forma de financiación del FHJPB que se enfocó


en los cobros relacionados con las formas de producción, comercialización
y transporte de la pasta de coca. El gramaje a grupos de “traquetos” ocurrió
sobre todo en municipios como Ábrego, Convención y Ocaña en Norte de
Santander. Uno de los miembros de la estructura menciona que a los que
vendían droga se les cobraba una cuota, igual pasaba con los narcotrafican-
tes, quienes llegaban hasta el Cesar a pagar la cuota pese a que los cultivos
estaban ubicados en el Catatumbo (CNMH, MNJCV, 2017, 3 de octubre).

La relación con el narcotráfico incrementó de modo sustancial las fi-


nanzas del grupo, que reacomodó su accionar con el claro propósito de
participar de la cadena de producción, procesamiento y distribución de
la base de coca. De esta manera, las operaciones de la estructura se con-
centraron en disputar con grupos guerrilleros las zonas de producción de
pasta de coca y los cobros a narcotraficantes, así como los servicios de
seguridad para proteger corredores de transporte, cultivos y laboratorios.
En el siguiente relato, uno de los máximos jefes de la estructura explica la
relevancia del gramaje para las finanzas del grupo partir de la llegada a
Norte de Santander:

171
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Sí, el gramaje, porque las autodefensas empezaron fue a cobrar un gramaje,


empezaron a llamar a todos los traquetos, los reunieron y les dijeron: “Bueno,
ustedes pueden hacer lo que quieran con eso...”. Escuché decir que por ahí en
el pueblo [San Martín] no querían saber de ollas, que todo lo mandaran para
otra parte, pero que ahí se pagaba un gramaje. Pagaba gramaje el que la com-
praba y pagaba gramaje el que la vendía. Se volvió un platal esa vaina, tanto
que no necesitaban ni siquiera pedirle al comercio ni a los finqueros, porque
con eso se sostenía la organización. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado,
2015, 29 de septiembre)

Los cultivos y laboratorios estaban localizados, principalmente, en las zo-


nas altas de municipios como Ábrego, San Martín (vereda La Dorada), Ocaña
(corregimiento Agua de la Virgen) y San Alberto (veredas El Pescado, La Es-
peranza y El Cedro) (CNMH, MNJCV, 2018, 26 de julio).

La droga que se vendía en Ocaña procedía de municipios como Teorama,


Convención, San Calixto y Hacarí. Este producto también era transportado
a Puerto Santander y Barranquilla. En el siguiente relato, un miembro del
grupo financiero que operaba en Ocaña explica las operaciones de cobro de
gramaje y los controles a la comercialización de droga al menudeo:

Yo controlaba eso, era de a diez mil por kilo. Pero eso ellos le pagaban
a uno cien mil por cada kilo, que diez kilos, veinte kilos. Entonces uno
no cogía droga, uno lo que financia... pa’ financiar al grupo, entonces
por cada kilo que usted moviera le daba cien mil pesos a la organiza-
ción. Pero si usted movía diez, a veces que movía cinco y así. Nunca era
una cosa exacta, porque uno no veía nada, uno no veía los montones
de droga, sino que decían: “Hermano, ¿cómo le fue a usted este mes?”.
“No, marica, a mí me fue...”. “Bueno, repórtate pa’ la organización”. Y
daban veinte. Unos reportaban veinte, reportaban treinta, que eran tres
millones. (CNMH, MNJCV, 2017, 22 de junio)

Según relatos del MNJCV, miembros urbanos de la estructura en Ocaña


recogían en sus cobros alrededor de 1500 millones de pesos mensuales. En
este municipio el kilo de pasta de coca costaba aproximadamente trecientos
mil pesos. La pasta de coca era transportada hacia Cúcuta y Puerto Santan-
der, municipios que servían de centro de acopio en la ruta hacia Venezuela
(CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio). El cobro consistía en un impuesto por
kilo de coca que pagaban las mafias para poder moverla en el mercado.

Los cultivos se encontraban en zonas rurales como Morrison, Los Planes,


Fundación, El Morrón y La Unión, ubicadas entre Aguachica y Río De Oro.

172
4. ACCIONAR DEL GRUPO

En el sector de Los Planes se comercializaba la coca. En la parte alta del


municipio de San Martín, los cultivadores vendían la producción de hoja
de coca a las mafias. El grupo paramilitar compraba la pasta de coca a estas
mafias y luego las revendía.

Otra forma de recaudar dinero era a través del control de insumos como
la gasolina.

De los comentarios que uno escuchaba, escuchaba uno que esa gasolina la
sacaba la autodefensa creo que era de San Rafael. (...) Y eran llegadas a...
llegadas arriba para las cordilleras, para el procesamiento de la coca, las
cocinas. Eso era lo que se escuchaba. (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre)

El grupo armado también implementó retenes de vigilancia para el paso


de actividades relacionadas con el procesamiento de coca en lugares como
los corregimientos de Agua de la Virgen, Morrison y Los Ángeles. Los re-
tenes pretendían regular la evasión en el cobro de gramaje. En Aguachica
esta situación originó problemas con el BCB, pues esta zona era de tránsito
obligado desde el sur de Bolívar. Por ejemplo, David Barbosa, ganadero afín
al BCB, se rehusaba a pagar los cobros ejercidos por el FHJPB.

De igual forma, otros relatos mencionan que la estructura paramilitar tenía


cultivos y laboratorios en la parte alta de San Alberto y en el corregimiento de
Los Ángeles (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre). Un exmiembro de los
paramilitares, perteneciente a la estructura financiera que operó en Ocaña,
ratifica esta afirmación al evidenciar que el grupo contaba con personas que
no solamente se encargaban de cobrar el gramaje sino de procesar coca:

Entr.: ¿Dónde había laboratorio ahí?


Edo.: En una vereda que había acá para abajo que se llamaba Palma Seca,
entre Los Ángeles y Pueblo Nuevo. (...) Solamente por la utilización de
los narcos de sacar la droga le pagaban al grupo cien mil pesos por kilo.
(CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

Según las versiones del MNJCV, Juancho Prada no permitía a los miembros
del grupo tener o participar en cultivos de coca (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de
octubre). A la par, en el municipio de San Martín prohibía el cultivo entre
los pobladores: “Yo lo único que le puedo decir y le puedo aclarar de que... de
que el viejo Juancho mandaba arrancar... el que tuviera cultivos de eso [se] los
mandaba arrancar” (CNMH, MNJCV, 2015a, 15 de mayo).

173
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

4.2.4 Hurto y regulación de gasolina

Otra de las formas de financiamiento del FHJPB se relacionó con la gasoli-


na. El grupo paramilitar aprovechó el paso del oleoducto Caño Limón-Co-
veñas en zonas de su influencia para extraer de manera ilegal gasolina y
petróleo sin procesar (crudo). Según el portal Verdad Abierta (2012), el con-
trabando de gasolina en el sur del Cesar inició con los paramilitares de las
Ausac, quienes robaban el combustible en municipios de Santander como
San Rafael de Lebrija; luego, era comercializado en estaciones de servicios
de Aguachica y San Martín.

El Tribunal Superior de Bogotá (2020) evidenció que hacia el 2000 alias


Franklin fue autorizado por Juancho Prada para instalar una válvula en el
oleoducto que pasaba por el corregimiento de San José de las Américas: “El
combustible era extraído del oleoducto y embalado para su transporte en tam-
bores de 55 galones que eran trasladados en camionetas tipo 300, que podían
almacenar en su interior 10 tambores; igualmente fueron utilizados carrotan-
ques con capacidad para 2800 galones” (p. 59).

La comercialización de los hidrocarburos extraídos se extendía a munici-


pios de la Costa Atlántica y de Santander:

Edo.: Yo escuchaba que sacaba era aceite crudo. Crudo. Porque no pasaban
al... cuando iban a sacar gasolina, no salía gasolina porque ya se estaban
dando de cuenta que estaban chuzando el oleoducto. Aquí, decían que en
la finca de él, él tenía una finquita ahí arriba por San José.
Entr.: Y ese Pedro ¿a quién le vendía?
Edo.: En Bucaramanga. Sí, y decían que pa’ Barranquilla. Allá pa’ Barran-
quilla. (CNMH, MNJCV, 2013, 5 de diciembre)

El transporte y la comercialización de combustible contó con el favorecimiento


de unidades de la Policía que prestaban sus servicios a lo largo de carreteras claves
como la vía entre San Alberto y Aguachica, y la vía que conecta San Alberto con
La Esperanza (Norte de Santander). Mandos de la estructura paramilitar pagaban
a miembros de la fuerza pública para que dejaran pasar los camiones.

Según relatos del MNJCV, en el corregimiento de Barranca de Lebrija, las


operaciones de extracción consistían en mantener a un integrante del FHJPB
en la zona colindante al oleoducto. Este informaba a otros integrantes sobre la
regularidad del bombeo de combustible por los tubos. Una vez se aseguraban de
que el bombeo era continuo procedían a extraerlo. Raúl y Juancho Prada, altos
comandantes de la estructura, tenían carrotanques de su propiedad en el corre-

174
4. ACCIONAR DEL GRUPO

gimiento de Terraplén (San Martín). Los hidrocarburos hurtados también se


transportaban por vía fluvial a zonas del departamento de Bolívar, donde eran
entregados a David Barbosa, colaborador del BCB en temas relacionados con el
narcotráfico del sur del Cesar (TSB, 2020). Así mismo, las zonas altas de Norte
de Santander fueron destinatarias del combustible, que era utilizado en estos
lugares como insumo para los laboratorios de procesamiento de coca.

En el siguiente relato un exmiembro del grupo explica cómo se aprovechaba


el crudo al extraerlo ilegalmente:

Edo.: Eso es fácil. (...) Uno monta... se mira cuando el tubo no esté pasando
y se arman las llaves y listo. Se monta el galápago, se arma la llave y cuando
pasa la gasolina se abre la llave y listo. Y ya.
Entr.: ¿Y cuántos carrotanques se llenaban?
Edo.: Pues, eso no era tampoco, supuestamente podía usted llenar por ahí
unos tres, cuatro carro tancados [sic] en una noche, porque el problema
es que como eso no tenía salida, porque eso es un combustible que no tie-
ne salida, ¿me entiende? Porque le faltan los componentes prácticamente
para que sea gasolina pura, que sea gasolina buena. (...) Entonces no tenía
comercio, eso de todas maneras lo utilizaban era por allá pa’... pa’l sur de
Bolívar. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Sobre los precios asignados a la gasolina, el Tribunal Superior de Bogotá (2016)


especifica que el galón se vendía a dos mil pesos a las estaciones de servicio, las
cuales eran obligadas a comprar el combustible ofrecido por los paramilitares.

Por otra parte, el grupo regulaba la gasolina que llegaba de contrabando de


Venezuela. Esta gasolina era ingresada al país por municipios de Norte de San-
tander como Tibú y Puerto Santander. Las rutas para llevar esta gasolina al inte-
rior del país son a través de Ocaña vía Aguachica, o Convención vía Aguachica,
contrabando que también era objeto del cobro de impuestos del FHJPB.

Así mismo, el grupo armado controlaba el hurto y contrabando de gasolina


regulando la extracción de otros grupos delincuenciales que buscaban aprove-
charse del oleoducto. La regulación a estas bandas se expresó en el cobro de im-
puestos y también en su persecución, lo que generó una violencia directa contra
la población civil que, supuestamente, estaba involucrada en estas actividades
de contrabando. Uno de estos hechos de violencia fue la masacre ocurrida en
1996 en San Martín, relacionada en la sentencia contra Juancho Prada:

El dieciséis (16) de abril de mil novecientos noventa y seis (1996), Carlos


Alfonso Romero Pardo, Ángel Miguel Muñoz Amorocho, Gabriel Ángel

175
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Mesa Carrasquilla, Edgar Antonio Pobeda Lobatón y Antonio Badillo To-


rres fueron sorprendidos en momentos en que extraían ilegalmente gaso-
lina del oleoducto que cruza el municipio de San Martín-Cesar, por los
miembros de las AUC Jhon Vega Alvernia a. “Norris”, Manuel Antonio
Villamizar Barrientos a. “Mañe”, Juan Tito Prada, a. “Tito”, Alberto Duran
Blanco a. “Barranquilla” y los sujetos conocidos con los alias de “Piña”,
“Muelas”, “Hostermana” y “Tripas”, quienes procedieron a dispararles
con armas de fuego ocasionándoles la muerte, con excepción de Antonio
Badillo Torres, quien no obstante haber logrado huir sufrió heridas en su
integridad física, razón por la que se desplazó de manera forzada de la re-
gión en aras de evitar ser perseguido por los miembros de la organización
armada ilegal. (TSB, 2014, p. 141)

En otro hecho ocurrido en 1999 en Ocaña, miembros de la estructura ase-


sinaron a un poblador que se dedicaba a la comercialización de gasolina de
contrabando, pues este se negó a pagar la cuota extorsiva (TSB, 2014).

4.3 Relaciones con actores sociales, económicos y políticos

Las actuaciones del FHJPB no se limitaron a operaciones militares. Desde sus


orígenes la estructura estableció y contó con el auspicio de distintos sectores.
En gran parte de los relatos del MNJCV se encuentran menciones muy gene-
rales sobre las relaciones de sectores económicos, políticos y sociales con la
estructura. Sin embargo, algunas contribuciones logran establecer con detalle
los nexos del FHJPB con estos sectores y muestran su articulación con dis-
tintas organizaciones de la sociedad civil que le garantizaron cierto grado de
estabilidad y crecimiento.

4.3.1 Relaciones con políticos, gremios económicos, empresas y otros


sectores sociales

En la mayoría de las fuentes consultadas no son claros los nexos entre empre-
sas y el grupo. Por ejemplo, pobladores del municipio de San Alberto mencio-
nan que la empresa Indupalma surtía gasolina y permitía que la organización
paramilitar patrullara los campos de la empresa:

Entr.: ¿Alguna vez se habló de la relación entre los directivos de Indupalma


y los paramilitares?
Edo.: Pues sí, pero no pudimos comprobar nada. Supimos que, por ejem-
plo, Indupalma les surtía gasolina a ellos, a los paracos. En las horas de la

176
4. ACCIONAR DEL GRUPO

noche llegaban a tanquear los carros allá. (...) Porque lo que sí era cierto
era que patrullaban toda la plantación, la fábrica. Trabajadores se los lle-
varon de allá de la fábrica, eso fue así como claro. (CNMH, CV, 2020a, 7
de junio)

La información recopilada no permite afirmar si existió una política de co-


laboración implementada por estas empresas o si fueron acciones autónomas
de sus funcionarios o auxilios otorgados por extorsión.

De hecho, miembros del grupo extraían mercados de los graneros de San


Martín en acuerdo con los dueños. Es probable que este acuerdo fuera una
forma de pago por los servicios de seguridad prestados por la estructura. Al
respecto, un exintegrante menciona que parte de su salario era entregado en
especie a su familia:

Ellos nos decían: “Si usted no quiere, pues aquí le sacamos el mercado y no-
sotros se lo llevamos allá a su mamá”. Entonces, usted sabe que... que más
quería yo, eso era lo que más quería, que mi familia no estuviera aguantan-
do hambre. En ese tiempo que yo estuve, yo elegí el mercado mensualmen-
te. Y de ahí me lo descontaban a mí. Y cuando me iban a pagar, entonces
[me decían:] “Vea, usted debe tanto de mercado y tanto le queda a usted”.
[Respondía:] “Ah, bueno, listo”. (CNMH, MNJCV, 2017, 24 de octubre)

Las entrevistas del MNJCV hablan de la relación existente entre el FHJPB


y la oficina de seguridad del Comité de Ganaderos, que funcionó a partir del
2000 en municipios como San Martín y Aguachica. Los relatos mencionan,
en algunos casos, la existencia de relaciones directas con el grupo paramilitar
(CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio); mientras otros niegan
que el servicio de seguridad fuera parte de la organización pese a que incluía
integrantes del FHJPB.

Los ganaderos y miembros de la familia Prada preferían usar los servicios de


vigilancia prestados por esta organización legalmente constituida, pues la movi-
lidad era más fácil si la seguridad era garantizada con armas reconocidas por el
Estado, cuestión que no era posible si la protección la proveían los miembros del
FHJPB. Sin embargo, esta aparente separación resultaba difusa en la operación
de ambas organizaciones, ya que era posible que existieran canales de comu-
nicación entre el grupo paramilitar y la oficina de seguridad, en especial sobre
movimientos de unos y otros (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre).

De hecho, otros relatos muestran que la relación del grupo con el Comité de
Ganaderos era directa, ya que prestaban servicios de escoltas a miembros de

177
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

dicha asociación y a personas con cargos públicos. Según un relato, alias Pedro
prestó servicios de escolta a Javier Zarate, entonces alcalde de San Alberto
(CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre).

Durante las entrevistas realizadas se pudo interpelar a un exintegrante del


grupo que cumplió funciones de mando en las organizaciones de seguridad
del Comité de Ganaderos. Este explica con mayor detalle las relaciones con
sectores sociales y los servicios de seguridad que prestaban bajo la fachada de
una empresa legal de vigilancia.

Los ganaderos pagaban su aporte porque eso lo cogía Raúl Guasaco. Las
Convivir se beneficiaba de lo que recogía del comercio y de lo que recogía
la vaina de la cerveza, el impuesto a la cerveza de a 3000 pesos por caja.
(CNMH, MNJCV, 2017, 22 de junio)

Según el relato de este mismo desmovilizado, bajo la fachada de empresa


legal se suministraban efectivos al FHJPB para prestar servicio de seguridad a
personas pertenecientes al sector ganadero, además de realizar inteligencia en
los territorios. (CNMH, MNJCV, 2017, 22 de junio).

Finalmente, se hace necesario remarcar que el Tribunal Superior de Bo-


gotá (2020) corrobora parte de esta información al mencionar que a través
del Comité de Ganaderos de la región se realizaron vinculaciones al FHJPB.
Además, señala que miembros del Comité participaron en operativos mili-
tares con reconocidos mandos de la estructura como alias Chorola. En estos
operativos, integrantes del Comité señalaron a presuntos extorsionistas que
luego fueron asesinados por los comandantes paramilitares.

4.3.2 Relaciones con sectores políticos

El vínculo con políticos de la región se dio por medio de la fachada legal que
tenía el grupo armado en este tipo de cooperativas de seguridad:

Mi ingreso para trabajar como escolta y conductor de Javier Zárate fue por
la experiencia que yo he vivido o viví en el Ejército, entonces me sentí capa-
citado para ejercer un cargo de escolta, de conductor. Y lo otro también por
el beneficio económico. Yo trabajaba para una Convivir, a mi directamente
me buscó fue el señor Pedro para trabajar luego con El Cura. Pero como yo
no tenía ningún conocimiento ni nada con él, entonces el señor Pedro fue
el que me hizo el enlace. Yo era conocido con el alcalde porque el alcalde
antiguamente había sido concejal del pueblo y yo tenía conocimiento. Ja-

178
4. ACCIONAR DEL GRUPO

vier Zárate fue alcalde como del 98 al 2000, algo así, como hasta el 2001.
(CNMH, MNJCV, 2013, 3 octubre)

De hecho, el político que refiere el desmovilizado, que fue enlace para su


vinculación al grupo paramilitar, fue señalado como responsable del homi-
cidio de la candidata a la alcaldía de San Alberto Aida Lasso, asesinada el 21
de junio de 2000, mismo año de las elecciones. Este caso es ampliado en el
capítulo de Derechos Humanos de este informe.

Según el Tribunal Superior de Bogotá (2020), las actuaciones del grupo para-
militar estaban encaminadas a la lucha antisubversiva y control y reordenamiento
de los territorios. En medio de este proceso, la estructura identificó en el sistema
político una herramienta indispensable para el cumplimiento de sus objetivos.

Por su parte, la política de control se caracterizó por cooptar la institucio-


nalidad, incidir e insertarse en el gobierno local y regional a través de fichas
estratégicas para apoyo, fortalecimiento y expansión, lo cual sumado a las
prácticas de corrupción, generó un sistema paraestatal de ordenamiento y
regulación de la vida comunitaria en todas sus esferas: económica, política,
social y moral. (p. 96)

A ellos les importaba era mantener un control político como parte de toda la
estrategia paramilitar para protegerse, para evitar la entrada de otros actores
nuevos y para, obviamente, controlar la vida política, económica y social del
territorio, y para mantener la extracción no solamente de las economías ile-
gales, sino también del presupuesto y demás. (CNMH, CV, 2021, 10 de junio)

En este sentido, en los relatos recogidos en el MNJCV es posible identificar


un supuesto apoyo de seguridad solicitado por inspectores de policía o Juntas
de Acción Comunal. Al respecto, un exintegrante recuerda:

Si era junta o inspector que había, el único apoyo que tenía era el que llegaba,
que era el grupo. Entonces, se apoyaban sobre eso. Si necesitan un favor, una
limpieza, o algo que los estuviera perjudicando, tenían que acudir a esos me-
dios porque si ponían una queja, no. (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre)

Por otra parte, el grupo paramilitar también entabló relaciones más com-
plejas que implicaban dimensiones políticas, económicas y personales:

Elver Guerra fue concejal y lo manejaban los militares, él andaba con los
Raulito por allá, con el hijo de Juancho. (...) Sí, concejal, y fue alcalde. Él an-
daba mucho allá en la finca, les daban finca en ese tiempo. Hay una vereda

179
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

que se llama La Torcoroma, de San Martín pa’ acá, el comandante Arley,


la alcaldesa le organizó una raspada pa’ darle unos aires al comandante
Arley, Álvaro Tarazona, unos aires, que costó como 10 millones de pesos,
pa’ sacar la plata de ahí, pa’ ponérselo. Allá está casa, esos sacan del Estado.
(CNMH, MNJCV, 2017, 3 de octubre)

En los relatos de los desmovilizados se encuentran menciones acerca de


apoyos a candidatos. Según estos, distintos comandantes de la estructura apo-
yaban financieramente a candidatos a la alcaldía y al concejo en municipios
como San Martín. Una vez electos, los nuevos funcionarios públicos tenían el
compromiso de apoyar a los mandos que los respaldaron:

Juancho Prada tenía mucho con William Quintero, y después acá maneja-
ban la alcaldesa, también la manejaban los comandantes. Que también...
a ellos también los manejaban, el segundo alcalde, y el tercer alcalde los
manejaba también Raulito, Raúl Prada. Él lo manejaba y le decían: “Bueno,
usted va a salvar el ruedo por la campaña política y yo le hago una campa-
ña”. (CNMH, MNJCV, 2017, 3 de octubre)

En otros relatos, un comandante al ser indagado por las motivaciones de los


candidatos para buscar el apoyo de la estructura indica que:

Y si usted recibe un beneficio de una organización, bien sea que lo cuiden,


que le brinden seguridad cuando usted llegue a la zona, bien sea para que
usted le... se encargue de hacerle publicidad a ese político, para que ob-
tenga unos votos, podía la organización pagarle a personas para que fue-
ran y votaran por un político. Y eso lo hizo la organización, muchas veces.
(CNMH, MNJCV, 2015, 7 de mayo)

El relato también especifica los términos de estas transacciones entre para-


militares y políticos:

Los políticos siempre llegaban allá. Ellos siempre llegaban a ofrecerle a uno
algo. Tantos alcaldes, gobernadores, ministros, magistrados. Siempre lle-
gaban por algo. Ellos siempre querían algo. Entonces, pues así como uno
les colaboraba a uno, ellos también le tenían que colaborar a uno en cosas.
(CNMH, MNJCV, 2015, 7 de mayo)

Desde la perspectiva de las víctimas, el candidato que recibía el apoyo del


grupo (garantía de ser electo o electa) debía como contraprestación someter
los recursos públicos a la voluntad de la organización paramilitar (CNMH,
Taller San Martín, 2021, 11 de junio).

180
4. ACCIONAR DEL GRUPO

El favorecimiento a campañas políticas también se hacía a través de dineros


públicos proporcionados por las alcaldías en ejercicio para la compra de votos.
En este caso, la labor del grupo era recibir los dineros y recursos para adminis-
trar y desarrollar esta práctica fraudulenta.

Lo de las campañas sí sé que eso era de las regalías del municipio, las cam-
pañas. Mire, yo le digo una cosa, compraron cantidad de votos, los com-
praban con zinc, con hierro, con... mejor dicho, con bloque, con una cosa y
otra, porque son muchísimas las platas que se gastaron en materiales para
darle a la gente para que le votaran. (CNMH, MNJCV, 2015a, 15 de mayo)

El relato continúa explicando cómo miembros del grupo constreñían a los


electores a votar por los candidatos que apoyaban:

Lo de las campañas, usted sabe más que todo, llegue... se manipulaban las
urnas. A donde no llegaba fuerza pública, se paraba usted en las urnas allá
[y decía:] “Bueno, marque ahí”. El votante marcaba y eche allá, y suerte.
Eso se hizo, pa’ nadie es un secreto que el grupo manipulaba eso. (CNMH,
MNJCV, 2017b, 11 de julio)

Las acciones de apoyo de políticos al FHJPB en el municipio de San Martín


iban más allá del respaldo financiero y social a la estructura. De hecho, lle-
garon a determinar operaciones militares. El caso del exalcalde Javier Zárate
Ariza es emblemático en este tipo de articulación (JEP, 2020). Sin embargo,
dentro de las declaraciones de los desmovilizados han sido mencionados otros
nombres de políticos.

Ahora bien, algunos habitantes identifican en la regulación del sistema político


colombiano una de las herramientas utilizadas por el grupo para relacionarse con
los líderes regionales. Dada la complejidad de actores, para la estructura fue nece-
sario desarrollar complicados acuerdos de colaboración en los que utilizaron su
capacidad de negociación y extorsión. De esta manera, actuaron en un contexto
en el que los partidos políticos tradicionales se encontraban altamente desgasta-
dos, lo que dio paso a nuevos partidos de fundación regional que proporcionaban
autonomía del nivel nacional y facilitaban la negociación entre el grupo parami-
litar y los líderes políticos (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

4.4 Acciones bélicas

El informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad (GMH, 2013)


define una acción bélica como un acto legítimo de guerra orientado a un obje-

181
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

tivo militar particular, acto que debe ser realizado con medios y armas lícitas
para el contexto de la guerra.

En los talleres de memoria con las víctimas del FHJPB, se menciona que la
presencia de grupos armados ilegales ha generado múltiples acciones bélicas
por el control del territorio y de las economías ilícitas.

La presencia de los grupos guerrilleros ha estado presente constantemen-


te. Se presentan enfrentamientos entre tres grupos armados: ELN, EPL y
FARC. Cerca al municipio de Teorama hay una base militar y la población
es testigo de las balas y los artilugios de la guerra que los obliga a desplazar-
se. (CNMH, CV, 2021, 8 de junio)

En este contexto de multiplicidad de actores armados, se presentaron ac-


ciones bélicas de todo tipo en la región: combates, emboscadas, bombar-
deos, hostigamientos, incursiones, ataques a infraestructura, bloqueo de
vías, sabotaje, entre otros.

Muchas de estas acciones bélicas provocaron afectaciones y crímenes con-


tra la población civil. Por ejemplo, como respuesta a los hostigamientos de
los grupos insurgentes, el FHJPB desplegó operativos contraofensivos en los
que la población fue victimizada por considerar que ocultaba información o
auxiliaba a las guerrillas. Así mismo, los daños a los bienes materiales de ci-
viles se convirtieron en acciones que se consideraban un ataque a la infraes-
tructura y bienes de la insurgencia. Muchas de estas acciones terminaron en
asesinatos (TSB, 2020).

Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH (2021), en el


Cesar se registraron 986 acciones bélicas que generaron un total de 1285 per-
sonas afectadas. Para Norte de Santander, 1956 casos y 2320 afectados. Estos
datos permiten analizar que en esta región del país los enfrentamientos entre
grupos armados fueron constantes. Cifras de este mismo observatorio indi-
can que, entre 1995 y 2006, en el sur del Cesar y el suroccidente de Norte de
Santander solo se presentaron 32 casos de acciones bélicas en los que estuvie-
ron involucrados grupos paramilitares.

Las acciones bélicas del FHJPB se clasificarán según la naturaleza del grupo
armado enfrentado. De este modo, primero se abordarán las acciones béli-
cas contra la insurgencia, en las que se destacan los enfrentamientos con las
guerrillas del ELN, EPL y las FARC. En segundo lugar, las acciones contra la
fuerza pública. Tercero, los enfrentamientos con otros grupos armados, entre
ellos otras estructuras paramilitares. Por último, se examinarán las operacio-

182
4. ACCIONAR DEL GRUPO

nes bélicas en las que el FHJPB desarrolló algún tipo de colaboración con el
Ejército u otras estructuras paramilitares.

4.4.1 Acciones contra la insurgencia

Los relatos del MNJCV aseguran que los combates del FHJPB con las guerrillas
en municipios de Norte de Santander como Hacarí, Ábrego, Ocaña y El Carmen
se presentaron con mayor frecuencia entre 2003 y 2004. En varias de las senten-
cias de Justicia y Paz, los postulados relatan que en municipios del sur del Cesar
como San Martín también ocurrieron estos enfrentamientos con la insurgencia.

En el inicio de operaciones en Norte de Santander, el grupo paramilitar


empleó la estrategia de suplantar a la guerrilla por medio del uso de brazaletes
característicos de estos grupos.

Edo.: También tuvimos combate, un fuerte combate, pero eso fue después
no antes. (...) A Piedras le quitaron una pierna. (...) Después hubo un com-
bate cerca de Ábrego.
Entr.: ¿Cuándo llegan acá a este rompimiento de zona?
Edo.: No, no se entró. Cuando entramos a Aspasica [La Playa] no entremos
con listas, nada, porque no se mató gente al pasar. Nosotros comenzamos a
llegar con brazaletes de la guerrilla. Y la gente comenzó que compa para allí
y compa para acá, pero a lo último ya se dieron cuenta que éramos los para-
militares y ya la gente como que sí. A lo último ya se le quitaban las motos
a la gente y la gente apoyaba, la gente comenzó ya como a dar. (CNMH,
MNJCV, 2017, 25 de agosto)

La unidad militar que llegó a posicionarse en Aspasica y Hacarí tenía un


número aproximado de ochenta personas, los cuales se enfrentaron con el
EPL. Según el relato de un desmovilizado, en el 2002 participó en un enfren-
tamiento con el EPL en el que el grupo paramilitar dio de baja a dos guerri-
lleros (CNMH, MNJCV, 2013, 2 de octubre). En estos enfrentamientos a los
capturados se les quitaban las armas.

El FHJPB tuvo una presencia más fuerte en la zona urbana. Sin embargo,
los encuentros entre estos y la insurgencia se dieron por los corredores es-
tratégicos que tiene la región. En uno de los relatos se menciona que en estos
enfrentamientos el número de guerrilleros era muy pequeño.

Entr.: ¿Supo de algún combate importante?


Edo.: No, cuando yo estuve no, fueron combates así que eran poquito, gue-

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

rrilleros... daban dos, tres guerrilleros de baja, morían unos... uno o dos
de las autodefensas. Allá eran pelotones poquitos de... de ocho... de ocho
guerrilleros y así. (CNMH, MNJCV, 2013, 2 de octubre)

Muchas de las acciones bélicas del grupo se fundamentaron en informa-


ciones obtenidas bajo procedimientos de inteligencia. A veces la información
era conseguida a través de miembros del grupo enemigo que eran capturados
y torturados en los campamentos de las contraguerrillas; en otras ocasiones
eran entregadas por la población civil o por los aliados de la estructura. Esta
última forma de señalamiento produjo la muerte de muchos inocentes, pues
esta información pocas veces era corroborada.

La inteligencia era... a veces cuando había informaciones, a veces que le


daban a uno, decían: “No, que Fulano es guerrillero, que Fulano tiene pro-
blemas, por lo menos, de narcotráfico”. Porque a veces había gente que tra-
bajaba con droga, pero, de pronto, era a escondidas, ¿sí? A la organización.
No pagaba impuestos. Entonces, a todos esos se les hacía inteligencia. (...)
Esa persona se llevaba, se montaba en los carros y se le llevaba al grupo.
Por lo menos, si era aquí en Aguachica, entonces, llamaban al comandante
militar. (...) “Mire, la información que hay es que este muchacho esto, esto
y esto”. Entonces, ya la contraguerrilla se lo llevaba, por allá quién sabe qué
le harían, lo torturarían. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

Según relatos de desmovilizados del FHJPB, también hubo enfrenta-


mientos con miembros del ELN en zonas estratégicas de movilidad. Por
ejemplo, se mencionaron hostigamientos entre el corregimiento de Los
Ángeles y San Martín.

Pa’ mí que el ELN, porque esa era la que pasaba por ahí, porque él [decía]
que quitó unos fusiles. (...) Había como unos veinte manes de esos apenas.
Se corrieron, pero no hubo nada, de ninguna de las dos partes. (CNMH,
MNJCV, 2014, 1 de octubre)

El Tribunal Superior de Bogotá (2020) menciona la realización de un com-


bate entre miembros de la estructura y el ELN en la zona urbana de Ocaña:

El 9 de febrero de 2001, entre las 10:00 y 11:00 de la mañana, en el barrio San-


ta Clara del municipio de Ocaña, Norte de Santander, se sostuvo un combate
entre algunos miembros del Frente Camilo Torres del ELN y los integrantes
de la estructura paramilitar FHJPB: Diomedes, Rufino, Fuego Verde, JOSÉ
ANTONIO HERNÁNDEZ VILLAMIZAR alias John, Cebollita, Salta mon-
tes, El mono y NELSON ALBERTO GÓMEZ SILVA, alias mico. (p. 395)

184
4. ACCIONAR DEL GRUPO

El Tribunal también menciona que los ataques no siempre eran del grupo
paramilitar hacia la insurgencia:

A principios de 1999 una escuadra del FHJPB que se encontraba realizando


un operativo de registro y control en la vereda los Curos en Ocaña, Norte
de Santander, fue emboscada por el frente Camilo Torres del ELN, en el
combate murieron alias gato, alias gomelo y otros tantos resultaron heri-
dos. (TSB, 2020, p. 441)

Aparte del ELN y el EPL, la estructura tuvo combates con miembros de las
FARC en Norte de Santander:

Pa’l lado de Ábrego tuvimos un enfrentamiento, un choque, que uno se


encuentra con la guerrilla y hay disparos. Por ahí, más o menos, media
hora, cuarenta minutos duramos, varias veces tuvimos enfrentamientos
así. (CNMH, MNJCV, 2017b, 11 de julio)

Uno de los principales objetivos para que el FHJPB entrara en combate con
la guerrilla era erradicar cultivos o laboratorios asociados a estos grupos sub-
versivos. Además, siempre hubo la clara intención de la estructura por el con-
trol de este negocio:

Eso eran del EPL, pero por ahí había cultivos también, entonces ellos es-
taban cuidando eso. Y todo eso se quemó, nosotros fuimos allá pero no
encontramos nada, los manes se fueron. Había era amapola y coca, pero
eso se metió candela. Había un laboratorio que también era de ellos, todo
eso se quemó. Porque dieron la orden que no más coca [2004], entonces se
quemaba todo eso. (CNMH, MNJCV, 2017, 19 de abril)

Este frente paramilitar también llegó a tener enfrentamientos con la fuerza


pública. Sin embargo, en varios de los relatos se menciona la existencia de
pactos de complicidad con algunos de sus miembros. Estas relaciones han sido
mencionadas a lo largo de todo el informe.

4.4.2 Enfrentamiento con la fuerza pública

La fuerza pública, en particular el Ejército, acompañó los proyectos de la ac-


ción paramilitar en las regiones. Sin embargo, no es posible hacer una gene-
ralidad al respecto. En relatos del MNJCV también se menciona que unidades
de las fuerzas militares no se adhirieron a estas propuestas armadas ilegales y
que, por el contrario, lucharon contra ellas.

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Había Ejército que no, no coordinaba con las autodefensas. Esos eran Los
Guanes, montaron una emboscada ahí por los lados de Pueblo Nuevo. Nos
quitaron un fusil y se llevaron una munición que estaba ahí en Pueblo Nue-
vo. (CNMH, MNJCV, 2013, 25 de junio)

En cuanto a la inteligencia militar y las estrategias de combate, las acciones


bélicas con la fuerza pública eran las más temidas y evitadas. En comparación
a los enfrentamientos con la insurgencia, los enfrentamientos con la fuerza
pública implicaban un riesgo mayor y la posibilidad del sometimiento a la
justicia. El siguiente relato muestra la persecución del Ejército a los parami-
litares entre 2004 y 2005, tiempo en que el Gobierno y las AUC acordaban la
desmovilización.

Uno más que todo por allá le tenía miedo al Ejército. Claro. A la guerrilla
no, más que todo el Ejército, porque es que el Ejército para allá patrulla
mucho, para las partes de arriba. (CNMH, MNJCV, 2013, 2 de octubre)

Este miedo que se le tenía a la fuerza pública motivó a que la estructura


diseñara estrategias de evasión para evitar ser capturados y responder a los
delitos o crímenes cometidos. Uno de los desmovilizados que cumplía fun-
ciones de patrullero menciona que muchas veces los asustaron con una falsa
presencia de las fuerzas militares o las insurgencias en el territorio. Esta es una
estrategia militar de intimidación que consiste en permanecer en estado de
alerta ante cualquier situación que implique riesgo o amenaza.

Pues uno le tenía miedo era al Ejército que lo metiera y lo agarrara por
ahí, eso no era más. Pero el asunto... Sí, pues unos decían: “Que no, que
por ahí la guerrilla, que la guerrilla”, o que en un grupo armado, en-
tonces uno estaba piloso. Pero pura mierda de la gente, había unos que
les metía a uno miedo para que uno se asustara todo y qué. (CNMH,
MNJCV, 2017, 18 de septiembre)

Después de 2004, la estructura armada fue objeto de la constante persecu-


ción del Ejército en Norte de Santander. A raíz de un cambio en la coman-
dancia de estas fuerzas, que ya no hicieron pactos con la estructura parami-
litar, los miembros del FHJPB se retiraron a la zona rural (CNMH, MNJCV,
2013, 27 de septiembre).

En otros momentos, la confrontación con la fuerza pública se produjo por


errores tácticos o de comunicación. En operaciones en Norte de Santander,
el Ejercito los combatió al confundirlos con miembros de la insurgencia. Los
relatos mencionan que, una vez eran reconocidos, el ataque se detenía:

186
4. ACCIONAR DEL GRUPO

Lo más bravo fue eso, la última vez que estábamos por allá por la (...), la
fuerza pública se nos metió y a nosotros nos tocó responderle. Ellos se me-
tieron, y entonces... ellos pensaban que nosotros éramos guerrilla, ellos sa-
bían que éramos nosotros, ellos sabían; incluso esa fue la última vez que
con ellos nos encontramos. Entonces se paró el fuego, ahí se habló y que era
un error. (CNMH, MNJCV, 2017, 13 de junio)

Varios de los enfrentamientos entre la fuerza pública y el FHJPB se evitaron


por la orden de la comandancia paramilitar de no atacar al Ejército. Los des-
movilizados indican que tenían la orden de no enfrentarlos aunque este los
persiguiera y declarara objetivo militar.

La orden era no pelear con el Ejército. Entonces nosotros nos devolvimos.


Otros se tiraron hacia abajo, como era como un cerro, y usted sabe que los
cerros puros caminitos así. Y nosotros corrimos hacia arriba otra vez y
llegamos al cerro y bajamos y el Ejército nos persiguió. (CNMH, MNJCV,
2019, 24 de noviembre)

Para evitar los encuentros con las fuerzas militares, los miembros de la es-
tructura armada recibían informaciones de los movimientos del Ejército. Así
mismo, unidades de la estructura paramilitar aprendieron a reconocer con
claridad la composición del paisaje y del territorio de operación, lo que les
permitió establecer rutas de movilidad y escape. Sectores específicos de San
Martín y San Alberto eran estratégicos para el grupo paramilitar ya que ser-
vían de corredores para escapar de los cercos militares del Ejército en la zona.

Era como donde uno tenía la estrategia pa’ echar pa’ Norte de Santander si
lo atacaba la fuerza pública. O echaba pa’ San Alberto o echaba pa’ abajo
al plan. Tenía como varias salidas, y lo que uno buscaba era eso porque
siempre a nosotros nos decían y nos recordaban: “No peleen con la fuerza
pública”. Y siempre ellos tenían como cierta comunicación porque siempre
[decían:] “Va a haber una operación contra ustedes en tal lado”, ¿sí? “Va a
haber algo contra ustedes en tal lado”. Entonces, siempre uno [pensaba]:
“Vienen por tal lado...”. Uno va buscando las maneras como de irlos eva-
diendo y evadiendo el cerco que ellos le iban montando a uno. (CNMH,
MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Por otra parte, como se ha mencionado en varias ocasiones, el sur del Cesar
y la zona norte de Norte de Santander son puntos estratégicos para la cone-
xión entre varias regiones geográficas del país: la Costa Caribe, el Magdalena
Medio, el Catatumbo y las regiones fronterizas con Venezuela. Esto condujo a
que se presentaran enfrentamientos entre frentes y bloques paramilitares por

187
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

el control territorial y las economías ilícitas. La tierra, el poder y la obtención


de recursos en territorios estratégicos también fueron disputados con otras
estructuras paramilitares que hacían presencia en las geografías cercanas a la
zona de influencia del FHJPB. A continuación, se presentan estas dinámicas.

4.4.3 Enfrentamientos con otras estructuras paramilitares

Tomando como referente la acción paramilitar en el país es posible analizar


las posibilidades y causas de los enfrentamientos de estas estructuras en la re-
gión del sur del Cesar y el norte de Norte de Santander. Una de las principales
razones giró en torno a la estabilización de los corredores estratégicos por los
que circulaban los bienes relacionados al narcotráfico. También se presenta-
ron confrontaciones por el control territorial y social, que otorgaba la posi-
bilidad de establecer alianzas beneficiosas con los poderes locales. La actual
presencia de grupos insurgentes y nuevas estructuras armadas en la región
está motivada por estas mismas dinámicas.

Se tiene registro de enfrentamientos con otras estructuras paramilitares des-


de los primeros años en que el FHJPB se consolida en la región. Una de estas
confrontaciones se dio al interior de la misma familia Prada, que contempló
cómo se enfrentaban las facciones de Juancho Prada y Rober Jr. Como en este
caso, algunos conflictos entre los grupos paramilitares ocurrieron por vengan-
zas o rencillas provocadas por asesinatos de miembros de las estructuras:

En fecha 12 de mayo de 1997, siendo aproximadamente las 3 de la madru-


gada, en el casco urbano del municipio de San Martín, Cesar, se desató
un combate entre integrantes de los grupos paramilitares comandados por
ROBERTO PRADA DELGADO y JUAN FRANCISCO PRADA MÁR-
QUEZ, generado porque momentos previos, los integrantes del grupo
comandado por el primero mencionado dieron muerte a Félix Fernando
Gutiérrez Buelvas alias Tony y a Judith Rueda Martínez, compañera per-
manente de JAVIER ANTONIO QUINTERO CORONEL alias pica pica
perteneciente al grupo al mando de Prada Márquez. (TSB, 2020, p. 102)

Como se relató en secciones previas, la muerte de Héctor Julio Peinado Be-


cerra, alias Fredy, en un combate con miembros del BCB en el municipio de
Aguachica, fue generada por desacuerdos relacionados con el manejo del nar-
cotráfico. Al respecto, un desmovilizado cuenta lo siguiente:

Edo.: La emboscada era para un jefe paramilitar del sur de Bolívar, que era
el que había mandado matar al comandante de Aguachica.

188
4. ACCIONAR DEL GRUPO

Entr. ¿A ustedes los mandaron a una emboscada o a una operación contra


otro miembro del grupo?
Edo.: Sí, pero no era del mismo, o sea, era del otro, del Central Bolívar. Ahí
nos sacaron para encima, y de ahí para acá fue donde se empezó a poner
grave porque el Ejército empezó a perseguirnos por todas partes, de pronto
ellos tenían más poder; y ahí iba a haber un problema, pero al fin lo arre-
glaron. (CNMH, MNJCV, 2014, 24 de septiembre)

El homicidio directo también se convirtió en una de las maneras de ataque


entre estructuras paramilitares. Las comandancias daban la orden de asesi-
nar a los miembros de otras estructuras por motivaciones propias del grupo.
Muchos de estos homicidios directos se hicieron pasar, en complicidad con las
fuerzas militares, como bajas de combate entre la fuerza pública y las estruc-
turas armadas ilegales.

JUAN FRANCISCO PRADA MÁRQUEZ emitió la orden dirigida a JOSÉ


ANTONIO HERNÁNDEZ VILLAMIZAR a efecto de que asegurara la
muerte de dos miembros paramilitares: Fernando Triana Vanegas co-
nocido con el alias Cabeza de puerco y Carlos Julio Rocha Villanueva
también conocido con el nombre de Néstor Emilio Hernández y con el
alias de sargento. (...) Hernández Villamizar se reúne con alias Tito, alias
paisa, (...) también con un Servidor de la Policía de apellido Galvis, acor-
dando entre todos dar muerte a Fernando Triana Vanegas y Carlos Julio
Rocha Villanueva conforme lo había ordenado PRADA MÁRQUEZ. (...)
De acuerdo con la información allegada, los cuerpos sin vida de estos
dos hombres fueron presentados por este mencionado Policía de quien
se conoce únicamente su apellido, Galvis, como bajas de combate con los
paramilitares (TSB, 2020, p. 110)

4.4.4 Acciones conjuntas con otros actores armados

El FHJPB estableció alianzas para llevar a cabo acciones bélicas conjuntas con el
Ejército y otros grupos paramilitares. En el caso de estos últimos es necesario re-
cordar que la estructura armada desarrolló una relación histórica con el Bloque
Norte de las AUC, organización de la que hizo parte como frente desde 2004.

Entre las acciones conjuntas con el Bloque Norte se destacan las operaciones
de expansión realizadas en Norte de Santander por grupos pertenecientes a esta
macroestructura (CNMH, MNJCV, 2017, 13 de junio). En concreto, en 2001,
alrededor de cincuenta miembros del FHJPB actuaron en las filas del Frente
Resistencia Motilona, comandado por Omega, para enfrentar a la guerrilla.

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Hubo una operación militar conjunta entre miembros del Frente Resis-
tencia Motilona y el Bloque Héctor Julio Peinado, en el que movilizaron a
50 personas armadas (...). El grupo de alias Juancho Prada parte desde la
vereda Morena (municipio de Aguachica), y se encuentra con el grupo de
alias Omega en una hacienda en San Bernardo. La incursión paramilitar
fue detenida posteriormente por el Ejército, con quienes intercambiaron
disparos durante una hora. (TSB, 2016b, p. 252)

Posteriormente, en 2003, se volvería a presentar una acción conjunta con la


misma organización. Al respecto, un desmovilizado clarifica la estructura de
mando de estas operaciones:

Edo.: Una vez cuando fuimos con Fernando y César a una parte del Cata-
tumbo, por la vía Cartagenita, Miraflores, que fuimos prestados a la gente
de Omega. (...) Entonces, ellos decían que no, que las personas que estaban
en esa región todos eran auxiliadores de guerrillas, que...
Entr.: ¿Decía Fernando y...?
Edo.: Y César. Entonces, siempre trataban... Y en esas regiones no se cometie-
ron esos homicidios selectivos porque la operación no era de nosotros, que la
operación era de Omega y las órdenes las tenía que dar a la gente era Omega.
Entr.:¿En qué año estuvo allá?
Edo.: Eso fue [a] principios de 2003. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

No obstante, el préstamo de hombres no estuvo exento de tensiones entre


los miembros de distintas organizaciones. De hecho, en alguna ocasión, el
trato desigual supuso el retiro de los combatientes del FHJPB de la operación.

Duramos como 15 días. Ahí se quedaron ellos. Se quedaron ellos en esa re-
gión. Y nosotros nos regresamos, porque había mucha... había como una...
¿cómo le digo yo? Como un... como que todo lo... a todos los puntos críticos o
a las partes difíciles, ellos querían que nosotros accediéramos, mientras ellos
se quedaban en ciertas partes. (CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

Cabe destacar que no se encontró información sobre participación de


miembros de otras estructuras paramilitares adheridos a operaciones bajo el
mando de comandantes del FHJPB.

En cuanto a las acciones conjuntas con la fuerza pública, el Tribunal Supe-


rior de Bogotá (2016) las resume así:

El ente investigador informó de la realización de operaciones conjuntas


entre miembros de la Fuerza Pública y del Frente Héctor Julio Peinado

190
4. ACCIONAR DEL GRUPO

Becerra, llevadas a cabo tanto para repeler el accionar subversivo, resca-


tar personas víctimas del secuestro y para recrear aparentes escenarios de
combates en los que supuestos sediciosos, que en realidad eran pobladores
ilegalmente retenidos, dados de baja y reportados como «positivos» por las
autoridades. (TSB, 2016d, pp. 21-22)

Sobre las acciones de colaboración para combatir a la guerrilla, un desmovi-


lizado recuerda el despliegue de tropas paramilitares y del Ejército en Hacarí:

También iban soldados, también. Era una operación bien dirigida. Pues,
esa operación era un golpe a la guerrilla, que llegó la información que es-
taban en un campamento y se fue... Se planeó el operativo y se montó, y...
y siempre se dieron resultados. Hubieron [sic]... se abatieron bastantes sub-
versivos. Heridos también, de las tropas, más que todo soldados del grupo
de nosotros. (CNMH, MNJCV, 2017, 4 de julio)

Más allá de este tipo de acciones militares contra la guerrilla, la articula-


ción operativa entre el Ejército y el grupo paramilitar se concentró en el in-
tercambio de información. Según lo declarado por exmiembros del FHJPB en
Justicia y Paz, las acciones bélicas del grupo fueron protegidas por la omisión
deliberada de la fuerza pública, que, pese a saber de sus operaciones, nunca
los persiguió:

Con la Policía y el Ejército de la zona siempre se coordinó las acciones, se les


comunicaba dónde íbamos a estar, prácticamente ellos sabían exactamen-
te dónde íbamos a estar, hablo del año 93 al 96. El Ejército por lo general
siempre sabía la finca donde nosotros estábamos ubicados y con la Policía
también coordinaba porque como se efectuaban los delitos en el pueblo y
bueno ellos se acuartelaban y no salían; eso lo cuadraba era don Roberto
Prada y ‘Pasos’. (TSB, 2016d, pp. 21)

De hecho, según alias Chicote, los acuerdos con la fuerza pública incluyeron
transacciones comerciales en las que el grupo paramilitar realizaba pagos pe-
riódicos como compensación por “dejarlos delinquir”.

Las relaciones con miembros de la Fuerza Pública fueron [con] [miembros


del] Batallón Santander de Ocaña. Con ellos la relación era intercambio de
información de positivos, como cuando ellos querían dar un positivo, se
les daba revólveres o gente (...), ellos estaban en nómina y el acuerdo con
ellos era que se les pagaba la mensualidad del teléfono celular (...), nosotros
les entregábamos la plata (...). Con [el] comandante de la policía de Ocaña
(...) se habló de cuál era la tajada para él, se llegó a un acuerdo que le iban

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

a dar tres millones de pesos mensuales, para que no acosara a la Policía, a


sus subalternos, y nos dejara delinquir en Ocaña, y él me puso como punto
para él que no le matara ninguno dentro de la zona urbana, que los sacara
y los matara en las afueras del pueblo. (TSB, 2014, p. 43)

También se presentaron múltiples homicidios reportados como “positivos


por las autoridades” (TSB, 2016a, p. 148). En estos casos, la organización ilegal
retuvo, secuestró, asesinó, proporcionó material de intendencia y acompañó a
la fuerza pública en la simulación de combates.

Alias Julio Palizada quién coordinó junto con militares del Batallón Santan-
der de Ocaña, al mando del teniente Óscar Mauricio Peralta Ramírez, la eje-
cución extrajudicial (falsos positivos) de varios civiles. También, acordó con
integrantes del “Grupo de Fuerza de Tarea n.º 27” que operaba en Aguachica,
César, que vestiría con camuflados y botas alusivas a la guerrilla del ELN, a
personas asesinadas por los paramilitares, para que el Ejército los presentara
como bajas en combate, es decir, como positivos. (TSB, 2016b pp. 244)

Esta alianza consistió en la realización de homicidios o secuestros por el


grupo paramilitar, que entregaba los cuerpos o las personas retenidas a la
fuerza pública. Esta, de manera independiente o coordinada con el FHJPB,
simulaba combates con la guerrilla o las AUC para reportar como bajas en
combate a las personas entregadas por el grupo. Los pertrechos con los que se
simulaba la vinculación de las personas asesinadas a grupos armados podían
ser proporcionadas por el FHJPB o estar a cargo de la misma unidad de fuerza
pública que los registraba.

Las motivaciones de los homicidios y secuestros realizados por la estructura


para este propósito fueron variados y no parecían seguir un patrón específico.
Sobre el particular, las sentencias de Justicia y Paz revelan tres tipos de vícti-
mas. En primer lugar, se identifican miembros de las guerrillas. Por ejemplo,
el Tribunal Superior de Bogotá (2020) registra el caso de un integrante del
ELN que se encontraba bajo la custodia del FHJPB y que terminó siendo ulti-
mado por el Ejército:

El paramilitar alias Águila exintegrante del frente Camilo Torres de la


Guerrilla identificó a Raúl Chogo Estrada alias El gringo como militante
de la guerrilla, razón por la que es retenido en el lugar, estando amarrado,
durante varios días, siendo custodiado por alias Pica pica y alias el negro.
Un día los militares con base en Ocaña visitaron al comandante Julio Pa-
lizada y acordaron con él la entrega de un “falso positivo” a cambio de
que los militares no hicieran presencia en la base paramilitar ubicada en

192
4. ACCIONAR DEL GRUPO

La Morena. Es así como Julio Palizada habló con la víctima, Raúl Chogo
Estrada, lo hizo vestirse con uniforme camuflado, botas, chaleco y un fusil
AK-47 Retráctil y lo mandó a hacer una “vuelta” acompañado del soldado
apellidado Rincón; el 10 de marzo, aproximadamente a las 7:00 am, inte-
grantes del ejército nacional le quitaron la vida en la vía la bocatoma de la
vereda de La Morena, en el corregimiento de Norean, en Aguachica, Cesar.
El ejército hizo pasar a Raúl Chogo Estrada como dado de baja en un en-
frentamiento entre los militares y la guerrilla. (TSB, 2020, p. 575)

En segundo lugar, también fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales


miembros de grupos paramilitares. En algunos casos estos eran capturados
por el grupo y luego entregados con vida a agentes de la fuerza pública, quie-
nes procedían a asesinarlos. Este fue el caso de Jhon Jairo Morales y Samuel
Castillo Chinchilla:

El 23 de agosto de 2001, en Ocaña–Norte de Santander, (...) alias Jhon, John


Jairo Morales y Samuel Castillo Chinchilla llegaron al sitio conocido como
La Gallera con el supuesto fin de concretar un operativo, allí las víctimas
fueron encañonadas con armas de fuego y amarrados por NAIDER ABRA-
HAM ISSA REYES alias La Marteja y alias Diomedes, para posteriormente
ser trasladado al sitio conocido como La oficina, ubicada en la vereda Palo
Grande del municipio de Ocaña. Una vez en el sitio conocido como La ofi-
cina, John Jairo Morales y Samuel Castillo Chinchilla fueron entregados a
integrantes del grupo S-2 del ejército, identificados como el Sargento Mi-
chael Barbosa y Sargento alias Aturdido, quienes plantaron unas armas a
las víctimas y procedieron a dispararles en medio de una simulación de
combate. (TSB, 2020, p. 573)

En otros casos, las víctimas eran ultimadas directamente por miembros del
FHJPB como resultado de disputas internas.

El 27 de septiembre del 2000, Leonel Reyes Arenales, miembro parami-


litar, conocido al interior de la organización con el alias del paisa, fue
conducido por algunos de sus compañeros hasta el sitio denominado el
Cerro del Coliseo ubicado en Ocaña, Norte de Santander, donde se en-
contraban presentes alias Saltamontes, alias Fuego verde y NELSON AL-
BERTO GÓMEZ SILVA alias El mico, además de miembros del cuerpo
de la SIJIN (o DIJIN) entre ellos un hombre de apellido Galvis. En el
lugar, Reyes Arenales fue despojado de su armamento, amarrado e inte-
rrogado por JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ VILLAMIZAR alias John
quien le pedía suministrar información sobre el homicidio de la señora
Yamile Hoyos Téllez ocurrido en Ocaña en octubre de 1999, frente a lo

193
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

que el retenido reconoció haber asesinado a esa mujer bajo la orden y el


pago que recibió del entonces alcalde de González, Cesar, César Augusto
Osorio Lozano. Conseguida la información que requerían, JOSÉ ANTO-
NIO HERNÁNDEZ VILLAMIZAR, quien a su vez atendía la orden de
Alberto Durán Blanco, ordenó a alias Diomedes que asesinara a Leonel
Reyes Arenales, y es así como se le dio muerte. Asegurado lo anterior,
los miembros paramilitares proceden a poner brazaletes de las AUC en
el cuerpo sin vida de la víctima junto con un arma de fuego, intentando
simular que su deceso se produjo en medio de un enfrentamiento entre
la estructura y la Fuerza Pública, y luego, su cuerpo fue presentado como
una baja en combate. (TSB, 2020, p. 106)

Otro caso de este tipo se presentó el 20 de agosto de 2003, cuando el FHJPB,


mediante un retén ilegal en la carretera Ocaña-Convención, ordenado por Fredy
Ramiro Pedraza Gómez alias Chicote, asesinó a Evelio González Quintero alias
Lulú. El cuerpo de esta persona fue presentado como baja en combate por el Ejér-
cito (TSB, 2020).

En tercer lugar, las víctimas fueron civiles. El Tribunal Superior de Bogotá


registra las ejecuciones extrajudiciales de Henry Quiñones Aconcha, José Ro-
dolfo Martínez Villa y otro joven sin identificar, ocurridas el 1 de julio de 1996
en Norte de Santander.

Los llevaron en una camioneta a un lugar en la carretera de Ocaña a Abre-


go; los militares simularon una emboscada entre el ejército y la guerrilla,
dispararon a la camioneta en la que se transportaban y asesinaron a los
hombres presentándolos posteriormente como guerrilleros dados de baja
en combate. (TSB, 2020, p. 571)

La comercialización de cuerpos a cambio de favores o tratos preferen-


ciales fue una práctica evidente e indiscriminada entre el FHJPB y el Ejér-
cito Nacional. Esta práctica, en la que ni siquiera la condición de civil fue
respetada, habla por sí sola de los niveles de degradación a los que llegó el
conflicto armado colombiano.

194
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH.
E INFRACCIONES AL DIH

Si bien la estructura paramilitar se autodenominó contrainsurgente durante


toda su existencia, las victimizaciones hacia la población civil fueron aumen-
tando con el pasar de los años, síntoma de una guerra degradada y de un
enemigo cada vez más difuso. Indicio de ello son las pocas acciones bélicas en
materia de combates y hostigamientos hacia la guerrilla, que contrastan con
el alto control y poder decisorio sobre los ciudadanos, así como con el gran
número de ataques sobre líderes comunitarios y sindicales. Posteriormente, la
violencia se extendió a grupos políticos y, en una etapa de mayor consolida-
ción del paramilitarismo en la región, aumentaron las acciones de control y
regulación de la vida cotidiana de la población en general.

Según las voces de las víctimas y los relatos del MNJCV, la tolerancia de las
autoridades locales y de los poderes civiles, especialmente los económicos y po-
líticos, fue clara para permitir la aparición y el avance de la estructura. Esto se
tradujo en la omisión y poca persecución del Estado a este grupo armado ilegal.
El siguiente relato sobre La Playa de Belén (Norte de Santander) ilustra lo anterior:

Edo.: Más bien el apoyo que nosotros les dábamos a ellos [a la Policía].
Entr.: ¿En qué consistía ese apoyo?
Edo.: A ellos les gustaba que las autodefensas estuvieran cerquita para que
los protegieran de eso, de la guerrilla, eso era lo que a ellos les gustaba.
(CNMH, MNJCV, 2013b, 26 de junio)

Las distintas acciones en el marco del conflicto armado incrementaron hacia


mediados de los años noventa. Desde entonces, prácticamente no hubo variacio-
nes en su intensidad hasta mediados de los dos mil, periodo en el que la reducción

195
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

de la violencia fue leve y coincidió con los procesos de desmovilización del FHJPB
y demás estructuras paramilitares que operaron en la región. De cualquier mane-
ra, la violencia contra la población civil no tuvo reducciones significativas.

Gráfica 9. Violaciones a los DD. HH. e infracciones al DIH en los municipios


de Ábrego, Aguachica, El Carmen, Gamarra, La Playa, Pailitas, Río de Oro,
San Alberto y San Martín

800
700
600
500
400
300
200
100
0
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Fuente: CNMH-DAV, elaborado con base en datos de la Uariv-RUV (2021).

Según la gráfica anterior, que registra la totalidad de violaciones a los DD. HH.
e infracciones al DIH y que no discrimina los hechos por autor, a partir de los
ochenta y hasta mediados de los dos mil, la violencia aumentó con algunas
variaciones a lo largo del tiempo.

En la lógica de consolidar el poder local, arremeter contra la población ci-


vil y eliminar las opciones políticas adversas a su proyecto, la categoría ami-
go-enemigo jugó un papel importante en la instauración de la violencia, pues
esta calificación sobre la población civil funcionó para ganar réditos, tomar
venganzas y, en general, mantener un orden armado.

El solo señalamiento de alguien como guerrillero y/o contradictor era suficiente


para justificar un asesinato, tortura, desplazamiento o desaparición forzada. De-
trás de ello se construyeron discursos de odio contra lo distinto, que terminaron
victimizando y criminalizando no solo a líderes locales sino también a jóvenes,
campesinos organizados, mujeres y trabajadoras sexuales, por citar algunos.

Sobre la administración de justicia por cuenta propia, si bien fue una estrategia
que se implementó de distintas maneras dependiendo de los territorios, los relatos

196
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

dan cuenta de un control generalizado sobre la población que les permitía decidir
sobre la vida, integridad personal y permanencia en el territorio de los pobladores.

Lo traían ahí en la camioneta, cuando dijo: “Muchachos, ¿ustedes conocen


a este muchacho o qué?”. Dijo este, estaba era Douglas y Arley. Y nosotros:
“No”. Eso lo prendieron. De una le dijo Arley a Douglas, dijo: “Préndanlo,
ese hijueputa es un guerrillero”. Y de una, lo prendieron. Le echaron sal en
los ojos. Le pusieron un trapo así, amarrado así, y le echaron sal encima en
los ojos y decían que contara, que no sé qué, que si era guerrillero. (...) Al
par de días le preguntamos [a un muchacho] y dijo que los habían matado:
“Por allá los habían matado”. (CNMH, MNJCV, 2015b, 15 de mayo)

Si era un ladrón, por ejemplo, este podía ser asesinado en plena luz del día
para causar escarmiento a sus cómplices y dejar clara la autoridad del grupo
en el territorio.

La violencia basada en género (VBG) también fue instaurada para arreme-


ter contra trabajadoras sexuales y miembros de la comunidad LGBTI, proce-
der que enviaba un mensaje del orden deseado a la población civil. Quienes
fueron acusados de guerrilleros sufrieron desaparición forzada debido a que
dichas acusaciones, en muchos casos, venían de enemigos personales, voces
imprudentes y silencios cómplices que daban al grupo el manto de impunidad
necesario para cometer tortura, abusos sexuales y homicidio.

En las victimizaciones hubo diferencias no solo por el perfil de las víctimas,


sino por el lugar de ocurrencia, pues las formas de violencia variaban dependien-
do de si era una zona de expansión o una zona de consolidación. Para los muni-
cipios de Aguachica, San Martín, San Alberto y Gamarra (Cesar), la estructura
estuvo ocupada en mantener el poder político local, perseguir a las organizaciones
sociales y políticas en desacuerdo con su proyecto y velar por el statu quo de la élite
económica local. En ese devenir, los homicidios selectivos, la desaparición forzada
y las amenazas fueron los principales crímenes cometidos por el grupo.

Por otra parte, municipios de Norte de Santander como Ocaña, Ábrego, La


Playa y El Carmen, así como Río de Oro y González en el Cesar, estuvieron
bajo una estricta regulación en la que la violencia indiscriminada fue parte de
los repertorios dispuestos. En este sentido, la llegada del FHJPB es recordada
por la población entrevistada como una etapa de constantes toques de queda,
castigos públicos y estrictas normas de comportamiento. En medio de esta
regulación de la vida cotidiana, la estructura perpetró, con más intensidad,
homicidios, torturas, amenazas y violencia sexual. Igualmente, la práctica de
la extorsión a comerciantes fue frecuentemente referida por las víctimas del

197
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

grupo en estos municipios. Si bien la extorsión no es en sí misma una viola-


ción a los derechos humanos, esta se concreta mediante acciones que sí los
infringen: amenazas directas, desplazamientos y homicidios.

Estas victimizaciones estuvieron relacionadas al interés de la estructura de


aprovechar esta zona, principalmente el municipio de Ocaña, como una fuen-
te de financiación. Este interés estaba fundamentado en el comercio y el di-
nero que generaban las dinámicas económicas, legales e ilegales, de la región
del Catatumbo, que también resultaba atractiva para grupos armados como el
Bloque Catatumbo y el ELN.

A causa de la extorsión, el relacionamiento del FHJPB con la población de


estos municipios fue hostil. Según la información aportada por las víctimas,
no hubo muchas estrategias de acercamiento con la población civil distintas
a la amenaza. Esto contrasta con las estrategias desplegadas por la estructura
en municipios del sur del Cesar, donde sí se desarrollaron mecanismos para
buscar el apoyo y la simpatía de la población civil.

Este capítulo procura entregar un análisis de las distintas formas de violencia


desplegadas por el FHJPB durante su operación. Para alcanzar este objetivo, se
tomaron en cuenta las fuentes secundarias y bases de datos disponibles para los
municipios que comprenden el área de estudio de este informe. Así mismo, las
sentencias de Justicia y Paz fueron procesadas y sistematizadas para dar cuenta
de las dinámicas de violencia reconocidas por sus principales responsables. A la
par, se utilizan las contribuciones voluntarias recopiladas en el trabajo de cam-
po de este informe, en las que víctimas, líderes sociales y organizaciones civiles
detallan las lógicas del repertorio de violencia utilizado por los paramilitares.

La disposición de la información en este capítulo está separada en dos zonas


territoriales. Una se refiere a la región ocañera, comprendida por los municipios
de Ocaña, Ábrego, La Playa de Belén, La Esperanza, Hacarí, El Carmen, Con-
vención y Teorama, en Norte de Santander, y por Río de Oro y González, en el
Cesar. La otra zona es la del sur del Cesar y está compuesta por los municipios
de Aguachica, San Martín, San Alberto y Gamarra; en casos puntuales, harán
parte de esta zona lugares como La Gloria, Pelaya, Tamalameque y Pailitas. Esta
clasificación territorial es una decisión metodológica del informe y no responde
a ningún otro criterio ni se ajusta a una organización geográfica de otro orden.

Las violaciones a los derechos humanos e infracciones al DIH en estas dos


zonas tuvieron diferencias y similitudes que merecen ser contrastadas para
enriquecer y visibilizar mejor las violencias sufridas por las poblaciones de
estos territorios del país.

198
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

5.1 Amenazas

Desde su definición, las amenazas son aquellas acciones que buscan atemorizar
a personas, familias, comunidades, colectividades, organizaciones sociales, par-
tidos políticos, entre otros grupos humanos, con el fin de causar terror. Según la
Defensoría del Pueblo (2017), esta forma de violencia es una estrategia o recurso
que sirve de medio a los actores de un conflicto armado para el control de terri-
torios y la consecución de objetivos económicos y políticos. Las amenazas han
sido utilizadas por los grupos paramilitares para ejercer el control y el dominio
en zonas consolidadas, desterrar a civiles estigmatizados como auxiliadores de
la guerrilla y despojar a los pobladores de sus propiedades.

Para el FHJPB las amenazas fueron parte útil del control territorial y gene-
radoras de perturbación y miedo dentro de la población regulada. Las amena-
zas de la estructura llegaron por distintos caminos a sus víctimas: en algunas
ocasiones, por medio de panfletos; en otras, de forma más directa y, en espe-
cial, a figuras de liderazgos visibles. De la misma manera, los grupos políticos,
muchas veces ligados a causas afines al sindicalismo o a ideas políticas de
izquierda, eran igualmente amenazados de manera selectiva. Este tipo de ac-
cionar terminó siendo en algunos casos normalizado por los grupos sociales,
partidos políticos y sindicatos.

Estábamos en las elecciones en la campaña de 2002. (...) Vimos una moto


y cuando uno se cría en la jungla, conoce a las fieras. Y cuando la moto
comenzó de pa allá y pa acá dije: “¿Estos manes qué?”. Se bajó uno de ellos
y desenfundó el arma y me dijo: “El comandante no sé quién lo necesita”,
no me acuerdo el nombre. (...) Él tenía el fuerte en El Líbano y el man me
citó en el cementerio de El Líbano. Yo fui con un amigo, fuimos allá, lle-
gamos y nos parqueamos allí cuando llegó el man, llegó y me dijo que me
tenía que ir. Le dije; “Usted me conoce, usted sabe que yo no tengo nada
que ver con la guerrilla”. Me dijo: “Vea chino, son órdenes y las órdenes
se cumplen”. Le dije: “Bueno, listo. Aquí no hay nada que hacer. ¡Vemos!”.
(CNMH, CV, 2020a, 3 de diciembre)

El relato anterior fue una amenaza directa en San Alberto, que también deja
ver que la convivencia con el grupo era cotidiana y normalizada. En otra fuente se
hace hincapié en la utilización de las amenazas para preservar intereses políticos:

A mí me llamaban, porque esas amenazas surtieron efectos como hasta el


2005, 2006. Yo me atreví después en el 2007 a bajar a hacer campaña, y me
llamaban cada vez que iba a haber elecciones sea pa’ senado, pa’ presidente,
¿sí? Me llamaban y me llamaban y me decían: “Alcalde, no baje, mano, no

199
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

baje, no baje que la orden que tenemos es matarlo. Si usted pasa del Playón,
no respondemos”. (CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

Para 1994, en el marco del desplazamiento forzado de los habitantes de la finca


Villa Oliva en San Martín, el grupo amenazó al presidente de la Junta de Acción Co-
munal. Además de amenazarlo, lo torturaron, prueba de que las amenazas no solo
eran manifestadas mediante la advertencia verbal, sino que en varios casos estaban
acompañadas de acciones en contra de la integridad de las personas. Estas acciones
podían ser la tortura o, como forma de advertencia a los demás, el homicidio.

A él lo torturaron y le dijeron que lo iban a matar por ser el presidente de la


Junta de Acción Comunal. Y nos dieron la sentencia de 24 horas. Esa misma
noche yo no pude salir (...), yo me quedé para el siguiente día. Y esa noche da
la casualidad que yo me quedo ahí en La Banca y matan a un señor delante de
nosotros porque no alcanzamos a salir ese día. (CNMH, CV, Taller San Mar-
tín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Estas amenazas también fueron usadas como instrumento de disuasión y ad-


vertencia para los observadores. Por ejemplo, en San Martín pasaba lo siguiente:

La convivencia con las autodefensas en nuestro municipio fue algo atemorizan-


te, porque tú no podías decir nada frente a ellos. Llegaban tipo diez o doce del
día y lo sacaban de la casa y le metían la golpiza, lo sacaban al parque y le metían
su golpiza. Entonces, sembraron bastante terror en el municipio y lo que ellos
dijeran se hacía. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Adicionalmente, las comunidades y las personas que fueron amenazadas por la


estructura armada manifiestan que esto ocurrió por su activismo, opinión o etique-
tamiento como integrantes o colaboradores de la insurgencia. Esto, que ya se ha ex-
plicado en distintos informes del CNMH, respondió más a una estrategia discursiva
del paramilitarismo que buscaba señalar como enemigo a quien pensara distinto.

En la provincia ocañera también hubo amenazas directas a liderazgos sociales y


políticos. Estas fueron útiles y eficientes para mantener la extorsión y el miedo en
la población. Al respecto: “Cuando eso, se presentaban [amenazas] fuertes con los
comerciantes. Ellos pedían una cuota, pero ellos lo camuflaban en el sentido de la
protección” (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio). . Los toques de queda en los pueblos
eran diarios e incumplirlos generaba castigos severos. Esto también estuvo ligado
con órdenes deseados de comportamiento e incluso de estética:

En su momento, ellos repartían unos volantes y mandaban pasquines


cuando querían amenazar a la gente. Por ejemplo, que no querían ver a los

200
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

jóvenes después de las diez de la noche, que el que tuviera aretes, que el que
tuviera el pelo largo, se nos iba. (...) Era una situación que se vivió bastante
compleja. (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio).

Las acciones de control y regulación ocasionaron que las amenazas fueran


parte cotidiana del accionar del FHJPB en la mayoría de los municipios de
injerencia del grupo.

Edo.: O sea, las reglas eran que no robaran, que no consumieran marihua-
na, cocaína y eso, y que no pelearan tampoco. Y que ya de tal hora para
adelante no estuvieran desde las diez, once de la noche. (...)
Entr.: ¿Y castigos contra el resto de la población?
Edo.: Pues lo que le digo, el que por ahí se salía lo planeaban y le daban
duro. (CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre)

Las diferencias en los modos de emplear la amenaza en el sur del Cesar y


la provincia ocañera estuvieron marcadas por los objetivos del FHJPB en cada
zona. En el sur del Cesar, las amenazas se concentraron en liderazgos políti-
cos adversos y buscaron mantener el control histórico heredado de los primeros
grupos de la región. Por su parte, en la provincia ocañera estas amenazas se
relacionaron más con los intereses monetarios derivados de la cercanía con el
Catatumbo, contexto económico en el que también competían el ELN y el EPL.

Entre las demás violaciones a los derechos humanos, la amenaza fue casi
siempre la primera que se realizó para muchos de los casos referidos en este
texto y para aquellos que se escapan de estas líneas. La amenaza generó zo-
zobra, tensión, miedo y prevención en el actuar, lo que de por sí desestabiliza
cualquier comunidad en todas las dimensiones posibles.

5.2 Homicidio

El homicidio constituyó una de las principales afectaciones en materia de de-


rechos humanos en los municipios de estudio y tal vez sea la victimización
más visible por las comunidades. La implementación del Mecanismo no Ju-
dicial de Contribución a la Verdad (MNJCV) ha mostrado que el homicidio
selectivo fue la acción más cometida por los grupos paramilitares (CNMH,
2019). A su vez, los análisis de la Fiscalía y del Tribunal Superior de Bogotá
señalan que las víctimas de homicidios de este grupo tuvieron otras victimi-
zaciones antes y después de la consumación de esta modalidad de violencia;
es decir, muchos ya venían siendo amenazados o habrían tenido otro tipo de
agresiones físicas o psicológicas.

201
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

El homicidio, en el marco del conflicto armado colombiano, fue una moda-


lidad de violencia letal y selectiva que tuvo la finalidad de establecer el domi-
nio en el territorio, así como dar continuidad a otras acciones previas de terror
como las amenazas y las masacres (GMH, 2013). De igual modo, muchos de
los homicidios cometidos por el FHJPB fueron motivados por el control terri-
torial y, según la propia estructura, la persecución de la guerrilla.

Las sentencias emitidas por los tribunales de Justicia y Paz registran un total
de 308 casos en nueve municipios, de los cuales Aguachica y Ocaña fueron los
de mayor incidencia. El año con mayor número de homicidios fue 1999, que
correspondió a un periodo de reacomodamiento para la estructura, proceso en
el que también tuvieron influencia la consolidación del BCB en el sur de Bolívar
y la puesta en marcha del proyecto AUC. Aguachica, lugar donde convergieron
múltiples estructuras paramilitares, fue el municipio más afectado con 37 ho-
micidios, cifra que no se redujo significativamente para los años posteriores.

Gráfica 10. Homicidios en el sur del Cesar y la provincia ocañera atribuidos


al FHJPB, 1995-2005

45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

Ocañera Sur del Cesar

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de las sentencias de Justicia y Paz.

De acuerdo con las decisiones judiciales, en al menos 102 casos hubo


secuestro previo al asesinato, lo que permite dilucidar un carácter de pre-
meditación en el homicidio y una selectividad en las víctimas. Aparte del
secuestro como hecho conexo al homicidio, las sentencias relacionan otras
acciones como los actos de terrorismo, el desplazamiento forzado, la desa-
parición forzada y el despojo.

Al realizar el control formal y material de los hechos que integran el pa-


trón, en un espacio en el que el ente acusador formuló cargos y acercó los

202
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

elementos materiales probatorios que dieron cuenta de la ocurrencia de los


actos cometidos por el grupo criminal, se evidenció, que en una importan-
te porción de hechos, los homicidios concursaron con otros tipos penales
como: Deportación, expulsión, traslado o desplazamiento forzado de la
población civil, secuestro simple, tortura en persona protegida, actos de
terrorismo, destrucción y apropiación de bienes protegidos, e incluso per-
fidia; situación que a priori permite reseñar que el proceder delictivo de la
estructura armada ilegal Frente HJPB, no puede ser considerado como un
fenómeno en el que estrictamente se cometían homicidios selectivos, sino
que las conductas respondían a patrones complejos, sistemáticos y genera-
lizados, en desmedro de la población civil. (TSB, 2020, pp. 94-95)

En las cifras de homicidio también están incluidas las muertes ocurridas por
masacres. Las sentencias identifican la realización de 24 masacres por la estruc-
tura entre 1993 y 2004, eventos en los que se reportaron 46 personas asesinadas.
No obstante, a la luz de las fuentes secundarias, los relatos del MNJCV y las con-
tribuciones voluntarias, el número de víctimas de estas 24 masacres podría ser 77.

Según la información de la Uariv, el pico más alto de los homicidios se dio en


1996. El municipio de Aguachica fue uno de los más golpeados por estos hechos.
En este lugar se desarrollaban dinámicas contrainsurgentes que derivaron en vic-
timizaciones a la población civil etiquetada de ser cercana o perteneciente a la gue-
rrilla. En la mayoría de los municipios de presencia del FHJPB, se encontraban “los
frentes Camilo Torres, José Solano Sepúlveda y Carlos Armando Cacua del ELN;
también los frentes 20, 33, 37 y la columna móvil Raúl Mahecha de las FARC. De
igual forma (...) el frente Libardo Mora Toro del EPL” (PNUD, 2014, p. 15).

Gráfica 11. Homicidios en el marco del conflicto armado, 1984-2006

160
140
120
100
80
60
40
20
0
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999

Fuente: CNMH-DAV, elaborado con base en datos de la Uariv, 1984-2006.

203
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

5.2.1 Homicidio por motivos políticos

El homicidio a cabezas visibles de procesos organizativos fue uno de los prin-


cipales objetivos de la estructura. Desde 1986, con la elección popular de al-
caldes y la oportunidad dada a distintos sectores de participar en política a
partir de la Constitución de 1991, hay un aumento de los homicidios de líderes
y lideresas pertenecientes a fuerzas políticas alternativas identificadas como
de izquierda, cuyas muertes terminaron favoreciendo a los sectores políticos
más tradicionales. Al respecto, la Fiscalía documenta lo siguiente:

En cuatro años mueren Treinta y dos (32) trabajadores vinculados a los sin-
dicatos de las empresas dedicadas al cultivo de palma y procesamiento de
aceites y vegetales en el sur del Cesar en desarrollo de un proceso violento
que se inició en 1988. Entre las víctimas más representativas se encuentran
Nemesio Machuca Payán, José Francisco Polo, Humberto Martínez Gual-
drón, José Arley Bedoya, Ángel David Castaño Agudelo, Emilio Rodríguez
y José Antonio Vega, asesinados en 1988; Pedro Solano, Seferino Cuadros,
José Holmes Esteban, Nicolás de Jesús Ciro Giraldo, Juan de Dios Rincón y
Héctor Martínez. (1989); Aquiles Gutiérrez (desaparecido) y Epaminondas
Alza, Felipe Blanco, Sigifredo Rodríguez, Pablo Emilio Cárdenas, Álvaro
Mora, José Augusto Maldonado y Pablo Antonio González (1990); Francis-
co Agámez Leal, José Manuel Madrid y Juan Bautista González (1991); Jairo
Díaz Cruz, Oliverio Monsalve, José de Jesús Sanabria, Wenceslao Marín,
Luis Francisco Supelano, Roberto Giraldo (desaparecido) y Pedro Marín
(1992). Es importante señalar que muchos de las anteriores víctimas fueron
miembros del M-19 o hacían parte del movimiento político alianza demo-
crática M-19 creado después de la desmovilización de este grupo guerrille-
ro. (Dossier FGN, 2013, p. 8)

Este tipo de victimizaciones minaron los procesos democráticos que esta-


ban surgiendo y, por supuesto, despejaron el camino a los sectores políticos
que no estuvieron amenazados por el grupo:

Pues hasta ni hubo democracia. La última campaña que peleamos... yo la


campaña de Luis Augusto la defendía con el que me tocara y hasta donde
me tocara, y después de eso nada. Yo me tuve que ir antes, a mi hermano
lo matan y la familia empieza a presionar y yo me tengo que ir. Yo te-
nía información de muy buena fuente que mi nombre estaba en esa lista.
(CNMH, CV, 2020a, 3 de diciembre)

Para 1998, en la zona influencia del FHJPB en el Cesar, se registraron 45


homicidios en los municipios de Aguachica, Gamarra, Río de Oro, San Al-

204
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

berto y San Martín. Entre ellos se destaca el homicidio de Ismael Ortega Páez,
sindicalista e integrante de la Alianza Democrática-M19, asesinado el 17 de
octubre de ese año en San Alberto. Roberto Prada Delgado narra el hecho de
la siguiente manera:

La información para la muerte de Ismael Ortega Páez, tildándolo de gue-


rrillero la dio Rodolfo Pradilla, y se le dio a Walter, ya que el actuaba como
informante ya que él era miliciano del 20 frente de las FARC. Ya por eso
se le da credibilidad a la información, por eso el comandante Walter junto
con unos miembros de la Convivir se va conduciendo un taxi (...) hacia el
barrio primero de mayo en San Alberto, en las horas de la madrugada a las
4:45 a. m., al parecer ese señor estaba esperando el transporte para irse para
La Palma que era donde trabajaba, allá lo secuestran y se lo llevan y le dan
muerte. (Dossier 2012a. s. p.)

Entre estas acciones de violencia política también se presentaron los homi-


cidios de la candidata a la alcaldía de San Alberto, Aida Cecilia Lasso, y su hija
de 13 años, quienes fueron asesinadas en su propia casa el 21 de junio de 2000;
la muerte del concejal Hugo López Quiroz, ocurrida el 28 de julio de 1999; el
asesinato del exalcalde y candidato a la alcaldía de Aguachica, Luis Fernando
Rincón López, cometido el 15 de agosto de 2000; y los homicidios del alcalde
de Pailitas y del candidato a la alcaldía de Ábrego, Nadín Bayona Santos. Al
respecto del homicidio de Aida Lasso:

Lo que yo escuché que sí, que fue ordenada por los... que fue ejecutada por
las autodefensas, pero fue ordenada por un ex alcalde de San Alberto, por-
que la señora creo que era la más opcionada para la alcaldía de San Alberto
y no concordaba mucho con las ideas y había un sector político allá que no
quería que la vieja viviera. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

Bajo circunstancias muy similares, se puede rastrear el homicidio de Nadín


Bayona Santos, asesinado por el grupo paramilitar en 1997:

La víctima fue llevada a campo abierto de la Vereda Patios las Brujas corre-
gimiento de Tabaco, y allí recibió varios impactos de arma de fuego, lo que
causó su muerte. Luego, fue sepultado en el mismo lugar, y su cuerpo fue
recuperado por sus familiares al día siguiente. (TSB, 2016a, p. 210)

Ante Justicia y Paz, Juancho Prada confesó el crimen del concejal Hugo
López Quiroz y explicó que se había producido por informaciones de alias
El Tuerto que sindicaban a López Quiroz de tener nexos con la guerrilla y
los sindicatos:

205
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A él lo señalaban de tener vínculos con los guerrilleros y su afinidad con el


sindicato resultaba ser una prueba contundente para ellos. En este caso fue
comprobada la alianza de los paramilitares de Juancho Prada con los po-
litiqueros locales, concretamente con el mandatario municipal de ese en-
tonces, Gerardo Jaimes Ortega, quien gobernó durante 1998 al año 2000, y
fue juzgado en el 2006 como actor intelectual de varios de esos crímenes.
(Fundesvic, 2016. p. 47)

Lo anterior no solo manifiesta la situación concreta del homicidio de Hugo


López Quiroz, sino también la persecución sistemática del grupo paramili-
tar a los líderes o simpatizantes de corrientes políticas distintas a las tradi-
cionalmente establecidas. Las personas asesinadas por su liderazgo, filiación
y/o activismo político representaban un obstáculo a los intereses económicos
tradicionales, así como el riesgo de pérdida de los espacios de poder local. En
las sentencias de Justicia y Paz se pueden identificar al menos 18 casos en los
que el homicidio estuvo motivado por la condición de liderazgo de la víctima.

Gráfica 12. Homicidio por condición de liderazgo

Sindicalista

Líder Social

Líder Político

Funcionario(a)
Público(a)

Docente

0 1 2 3 4 5 6 7 8

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de las sentencias de Justicia y Paz.

5.2.2 “Se comporta o se muere”: el homicidio como regulador de la


cotidianidad

El homicidio también se presentó como parte de la regulación de la estruc-


tura a los modos de vivir de los civiles. El grupo implementó castigos a per-
sonas con comportamientos que eran tachados como prohibidos de acuerdo
a ideas específicas de corporalidad y roles de feminidad y masculinidad. En
este sentido, eran objetivo militar los habitantes de calle, población LGBTI,
consumidores de alucinógenos, delincuencia común y trabajadoras sexuales,

206
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

población que era calificada de indeseable y, por lo tanto, sujeta a ser elimina-
da. Al respecto, un relato del MNJCV manifiesta:

[Decía el panfleto] que se le informa a la población civil que tal cosa, que
no usar... o lo pertinente ahí, que no se fueran a salir a las diez de la... o sea,
como prohibiendo eso, ¿entiende? Pero a los consumidores de droga, a las
prostitutas, a los ladrones, a todo. [...] O sea, a prostitutas, ahí caben todas,
bazuqueros, caben todos, o sea, ladrones, caben todos. No específico a fu-
lano de tal, no, a todos. (CNMH, MNJCV, 2017, 9 de agosto)

Sobre las ideas de masculinidad y feminidad, las victimizaciones también


tuvieron que ver con demostrar poder ante los demás y, especialmente, so-
bre las mujeres. La construcción de la identidad del combatiente, junto con
el poder de las armas, dotaron a los integrantes del FHJPB de la capacidad de
generar miedo y de decidir sobre la vida y la muerte de la población.

Hubieron mujeres, inclusive, que las mataron, ahí las dejaron muertas, víc-
timas del paramilitarismo. (...) Ese man cogió y pum, porque la muchacha
le sonreía a un pelado, y era pa´ él o no era pa´ nadie, y ahí la dejó muerta.
Entonces víctimas como las mujeres, sí, claro, hubo muchas. Pero, el temor
es lo que le estamos hablando. El tema aquí fue y ha sido siempre (...) el caso
de las mujeres, el estigma de una mujer es muy... para venir a ser revictimi-
zada, para venir a recordar ese tiempo, esos dolores, toda esa situación que
ellas vivieron, claro. (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio)

El homicidio también fue utilizado como forma de avance en el territorio.


El interés por Ocaña y sus municipios aledaños generó que la estructura co-
metiera homicidios por motivaciones políticas y estratégicas de expansión.

Estuvo este señor que era del sur del Cesar, (...) que era la gente de Juancho
Prada y que fueron los que asesinaron mucha gente de la región en Ocaña, por-
que como no podían entrar a la región, entonces sí asesinaron gente en Ocaña.
Todo el tema de la carretera de Convención a Ocaña, eso fue unos asesina-
tos selectivos del paramilitarismo de la gente de Juancho Prada, porque en ese
tema de ese entonces hubo unos muchachos que se criaron oriundos del muni-
cipio del Tarra que llegaron a ser comandantes del paramilitarismo en Ocaña y
conocían la gente y esa gente conoció mucha gente de la región que los conocía
porque se criaron con todos nosotros. Y se hizo difícil la presencia rutinaria de
todos los días de estar en Ocaña, o semanalmente estar en Ocaña. (...) El alcalde
de San Calixto, el alcalde de Convención y otras personalidades que murieron
por manos del paramilitarismo antes de la incursión paramilitar del 2002 aquí
a la parte alta del Catatumbo. (CNMH, CV, 2020, 25 de noviembre, Teorama)

207
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A lo largo del capítulo también se hacen referencias a homicidios por tor-


tura, desplazamiento forzado, violencia basada en género (VBG) y secuestro.

5.3 Masacres

Las masacres son una de las expresiones más degradadas de la violencia y están
asociadas a estrategias de los grupos armados para generar temor, encontrar
visibilidad y demostrar su capacidad de daño. Esta modalidad de violencia fue
utilizada por el paramilitarismo para enviar un fuerte mensaje a la población
civil, en el que advertían la llegada de un nuevo orden armado y la arremeti-
da contra quienes lo obstaculizaran o fuesen declarados enemigos del grupo,
muchas veces bajo señalamientos de pertenecer o colaborar con la insurgencia.

El informe ¡Basta ya! (GMH, 2013) considera que la masacre se configura


como un “homicidio intencional de cuatro (4) o más personas en estado de
indefensión y en iguales circunstancias de modo, tiempo y lugar” (p. 36). El
proyecto expansivo de las AUC significó el incremento de repertorios de vio-
lencia contra la población civil. En este caso, las masacres fueron ejercicios de
horror y sevicia que tuvieron el objetivo de “vaciar el territorio en las retaguar-
dias de la guerrilla” mediante el despliegue del “máximo terror para producir
parálisis en la sociedad local” (CNMH, 2018c, p. 185-186).

Las masacres en el sur del Cesar fueron una constante desde el inicio de la vio-
lencia en el territorio. Desde mediados de los ochenta, el aumento de los homi-
cidios y la presión de los grupos paramilitares en la región fueron afectando a la
población, pues, a medida que se cometieron masacres, se fueron normalizando
discursos de etiquetamiento y persecución a personas que realizaban actividades
ligadas al sindicalismo y a la participación política en partidos de izquierda.

La permanente victimización hacia estos colectivos generó no solo la muer-


te y la desaparición de sus miembros, sino también fue sembrando la idea de
que las actividades políticas eran peligrosas y no debían practicarse. Por su-
puesto, las víctimas no fueron únicamente personas dedicadas a actividades
políticas en el marco de la democracia. Las fuentes recopiladas dan cuenta
de la multiplicidad de perfiles de individuos que perdieron su vida como re-
sultado de estas masacres, entre las que también se registraron algunas cuyo
propósito era reportar bajas en combate por la fuerza pública, para esto con el
apoyo del grupo paramilitar.

A partir de las fuentes consultadas, se identificaron 24 masacres entre


1993 y 2004, en las que hubo al menos 77 víctimas. Se pueden reconocer 4

208
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

masacres más entre 1986 y 1989, cuyo común denominador fue el señala-
miento de las víctimas de colaboradores de la guerrilla.

Gráfica 13. Número de víctimas en masacres, 1993-2004

14
12
12 11 11
10
10 9
8
8
6
4
4 3 3 3 3
2
0
1993 1994 1995 1996 1997 1999 2000 2001 2002 2003 2004

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de información de Justicia y Paz y el Cinep.

La comandancia del FHJPB buscó expandir y, ante todo, consolidar el


control territorial de su estructura sobre los municipios de Ocaña, Ábre-
go y Playa de Belén en el departamento de Norte de Santander. Por esta
razón, para 1999 las incursiones de la estructura paramilitar aumentaron.
Este grupo buscó demostrar su capacidad de liderazgo en la región para
mantener su autonomía de las ACCU y del BCB, y evitar confrontaciones
profundas con estas dos estructuras. De este modo, se intentó consolidar
la presencia en Ocaña, lugar de interés principal de la región por su entra-
da al Catatumbo, y controlar este corredor desde Aguachica hasta Ábrego,
objetivos que facilitaban el dominio de una de las rutas de narcotráfico más
importantes del país.

Así, en 1999 inició un recrudecimiento de las dinámicas de violencia en los


municipios de Aguachica, Gamarra, San Martín, Río de Oro y San Alberto,
en el departamento de Cesar, y en Ábrego y La Playa, en Norte de Santander.
Durante este año y los dos siguientes, gran parte de los homicidios cometidos
por el grupo fueron realizados bajo la modalidad de masacre, lo que sugiere
cambios en el accionar relacionados, quizás, a la búsqueda de visibilidad. La
siguiente contribución describe cómo era una masacre en el territorio:

En Minas, que llegaron ahí y sacaron la gente de las casas, y los fueron apar-
tando: “Usted pase aquí y usted pase aquí”. (...) Pasaron los que iban a matar a
un lado y los otros al otro lado. Los del lado derecho se salvaron, y a los del lado
izquierdo los pelaron, pero fueron como cinco o seis, los mataron. Eso lo único
que digo es que ahí bajaba la guerrilla. (CNMH, MNJCV, 2015a, 15 de mayo)

209
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Las víctimas de las masacres del FHJPB fueron, en su mayoría, personas que
vivían en áreas rurales y que fueron señalados de tener vínculos con la guerri-
lla. En ese sentido, el accionar del FHJPB respondió a una estrategia denomi-
nada “quitarle el agua al pez”6, usada por otros grupos paramilitares del país
y vinculada al supuesto debilitamiento de las bases sociales de la guerrilla. Sin
embargo, en todos los casos fueron crímenes contra la población civil.

En una de esas me tocó ver unos asesinatos de seis personas, dos masacres.
Eso fue en el corregimiento de La Llana, y otra fue al lado de los estanques
del acueducto de San Alberto. Allá cayeron seis y abajo cayeron seis tam-
bién. (CNMH, CV, 2020a, 7 de junio)

6 El CNMH tiene distintas referencias para explicar esto, se sugiere revisar Granada: Memorias de
guerra, resistencia y reconstrucción (CNMH, 2016b).
210
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Mapa 9. Masacres ocurridas en el sur del Cesar y la provincia de Ocaña,


1994-2004

Fuente: CNMH-DAV, elaboración propia.

211
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Tabla 3. Masacres cometidas por el FHJPB, 1994-2004

Orden Nombre Fecha Municipio


1 Masacre de Mahoma (aprox. 12 víctimas) 22/03/1994 Gamarra
2 Masacre de Norean 29/07/1994 Aguachica
3 Masacre 452 (aprox. 7 víctimas) 24/09/1995 Aguachica
4 Masacre del Reposo 19/07/1996 San Alberto
5 Masacre de Minas (aprox. 6 víctimas) 7/12/1996 San Martín
6 Masacre 455 (3 víctimas) 3/12/1997 Aguachica
7 Masacre de Paloquemao (aprox. 5 víctimas) 8/02/1999 Ábrego
8 Masacre de la Playa de Belén 23/05/1999 Playa de Belén
9 Masacre de la Palestina (aprox. 9 víctimas) 20/08/1999 Río de Oro
10 Masacre de Cerro Redondo (aprox. 7 víctimas) 6/02/2000 Aguachica
11 Masacre de Las Margaritas (aprox. 4 víctimas) 4/03/2002 Aguachica
12 Masacre de Crucecitas (aprox. 4 víctimas) 3/10/2000 Cáchira
13 Masacre de Guamalito (aprox. 7 víctimas) 25/03/2001 Carmen
14 Masacre 78 (aprox. 3 víctimas) 6/08/2002 San Martín
15 Masacre del Pescado (aprox. 3 víctimas) 17/03/2004 San Alberto

Fuente: CNMH-DAV, elaborada a partir de TSB (2020).

El número de masacres es numeroso. Ni esta investigación ni los esfuerzos


realizados por los tribunales de Justicia y Paz dan cuenta de la totalidad de las
masacres cometidas. No obstante, el objetivo de este informe es dar visibilidad
a las victimizaciones y dimensionar los alcances de la violencia del FHJPB en
contra de los ciudadanos. En sintonía con lo anterior, a continuación se abor-
da la masacre de Puerto Patiño.

5.3.1 La masacre de Puerto Patiño

Puerto Patiño es un corregimiento del municipio de Aguachica que vi-


vió dos episodios de terror en menos de siete meses. Según las entrevistas
recogidas en este lugar, un pequeño poblado con salida al río y cuya ac-
tividad principal es la pesca, el tránsito permanente de las FARC por la
zona le costó a sus habitantes el estigma de ser considerados una población
auxiliadora de la guerrilla.

212
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

En 1994 llegó la guerrilla. (...) Yo salí con mi niña cargada y me dijeron: “Se-
ñora, siga, que hay una reunión”, y quién va a decir que no. Eso fue el 1 de
noviembre, como el 11 o 12, algo así. El 15 de enero [de 1995] mis sobrinos
salieron, yo le dije: “Papi no se demore que no es bueno que estén tarde”.
Como a la una oíamos gente llorando y me levanté y le dije: “Mamá, ¿John
vino a dormir ya?”. Me dijo: “No hija, no ha llegado”. Yo abrí la puerta y una
vecina me dijo: “No, un carro va y lleva unas personas ahí, (...) a John se lo
llevaron”. (CNMH, CV, Taller Puerto Patiño, 2020, 1 de diciembre)

En una primera incursión, entre el 29 y 30 de junio de 1994, paramilitares


al mando de alias Pasos entraron a este corregimiento y dieron muerte a dos
hermanos acusados de guerrilleros en plena celebración de un cumpleaños.
Posteriormente, este grupo se trasladó al corregimiento de El Márquez mu-
nicipio de Río de Oro, donde mataron a Ramón Jesús Torres y Ciro Alfonso
Cruz bajo la misma acusación; este corregimiento ya había sufrido una masa-
cre en marzo de ese mismo año, también bajo las órdenes de Pasos, en la que
asesinaron a tres personas (TSB, 2020).

Eso fue en el 94, donde asesinan a dos hermanos, los asesinan en una fiesta
donde un compañero que también estaba cumpliendo años ese mismo día.
Cuando de las diez u once de la noche dijeron que iba el Ejército según
ellos. Muchos pedían papeles y la gente [decían:]“¿Para qué papeles?”, y los
encerraron y asesinaron. Primero asesinaron al hermano y después al otro
hermano. Según las versiones, dicen que cuando matan al primero, dicen:
“Nos equivocamos, este no es”, entonces es cuando matan al otro señor.
Ese mismo día escribieron en las paredes, con la misma sangre del señor
asesinado, “AUC”. (CNMH, CV, 2020, 1 de diciembre)

Para noviembre de ese mismo año, ya se escuchaban rumores que los pa-
ramilitares iban a volver (CNMH, CV, 2020, 1 de diciembre). Siete meses
después de esta primera incursión, en la noche del 14 de enero de 1995, par-
te de la población se encontraba departiendo en los dos únicos bares de la
época. Al respecto:

A eso de las diez, mi hermano, que se llevaron, iba a irse para la casa. (...)
En ese momento, que se estaba tomando una cerveza, cuando llegaron
ellos, llegaron los carros 4x4, vestidos de militar con la cara tapada, había
dos cantinas juntas. Mi primo estaba en la primera cantina y el otro com-
pañero con el que estaba tomando le dijo: “Corre que viene el ejército”, y
él dijo: “¿Por qué voy a correr? Yo no tengo por qué correr, yo no le debo
nada a nadie”. Lo cogieron y se lo llevaron a la otra cantina. (CNMH, CV,
2020, 1 de diciembre)

213
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Uno de los bares de donde sacaron a las víctimas. Puerto Patiño, Aguachica.
Fotografía: Rodrigo Triana Sarmiento para el CNMH.

De estos bares sacaron a nueve personas7 que subieron a dos vehículos. Sus
cuerpos fueron dejados sin vida por el camino. La comunidad manifiesta que
estaba confundida y muy asustada por no saber qué estaba pasando con sus
seres queridos:

Cuando arrancaron y se fueron. Cuando empezaron a decir: “No, que se


llevaron a tu hijo, se llevaron al señor Lorenzo, Trino, Giovanni, a Jesús, a
Fernando, a Miguel y se llevaron a León”. La gente corría entre el mismo
pueblo, ya les cogió el 15 [de enero]. Cuando llegó un trabajador de la co-
munidad que venía al pueblo en la cicla, y llegó y dijo: “Allá arriba mata-
ron a dos” y todos corrimos hacia el sitio que mataron a los dos primeros.
Cuando nos dimos cuenta que era el señor Lorenzo Pedrozo y Geovanni
Guzmán. (CNMH, CV, 2020, 1 de diciembre)

7 Identificadas como “Fernando López Osorio, Jesús Ropero (22 años), Jhon Hoimar Beltrán Galván
(19 años), Elibardo Montalvo Peinado (25 años), Miguel Ángel Cáceres Padilla (28 años), Lorenzo
Pedrozo Padilla (35 años), Geovanni Guzmán Pérez (25 años), León Saldaña y José Trinidad Galván
Urquijo (22 años)” (TSB, 2013, p. 120). Este último hasta la fecha se encuentra desaparecido.
214
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Vía Puerto Patiño-Aguachica, lugar donde fueron encontrados los cuerpos de Lorenzo
Pedrozo y Geovanni Guzmán. Fotografía: Rodrigo Triana Sarmiento para el CNMH.

Los paramilitares realizaron esta incursión junto a unidades del Ejército,


comandadas por el mayor Jorge Alberto Lázaro Vergel.

A finales de junio de 1994 se registran las primeras incursiones de un gru-


po paramilitar en zona rural de Aguachica. Informes de inteligencia de la
Policía Judicial del Cesar señalaron al Mayor Jorge Alberto Lázaro Vergel,
comandante de la Base Militar de Aguachica, como el superior jerárquico
y asesor militar de los grupos paramilitares que operan en el Sur del Cesar.
(Proyecto Colombia Nunca Más, 2008, p. 197)

De manera concreta, alias Memo relata lo que ocurrió posteriormente de la


siguiente manera:

El mayor Lázaro le dijo a Luis Antonio [posiblemente alias Franco] y lo digo


porque lo escuche: “Váyase usted, yo voy a coger por aquí para Aguachica
y usted coja para su zona, para Ocaña (donde permanecíamos) y vayan de-
jando esas personas por el camino unas distanciadas de las otras”. (...) Había
una operación con el mayor Lázaro del Ejercito batallón nro. 15 de Santander
(en Ocaña), primero consistía en pasar por un barrio la 40 de Aguachica, en
busca de unos delincuentes, y luego viajar a Puerto Patiño, a donde supuesta-
mente esa noche se encontraba la guerrilla armada. (TSB, 2020, p. 144)

215
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En concordancia con este relato, alias Memo “contó en versión libre que 10
soldados adscritos al Batallón de Infantería n.º 15 General Francisco de Paula
de Santander, comandado por Lázaro Vergel, se aliaron con ocho paramili-
tares que delinquían en Aguachica” y que estaban bajo las órdenes del terra-
teniente Luis Orfego Ovallos Gaona, jefe paramilitar en Aguachica y Ocaña
(Verdad Abierta, 2011, 4 de abril).

El día de la masacre salieron de la finca El Tesoro, de propiedad de Abel


Ángel, un terrateniente conocido en la región y que había formado un grupo
de autodefensa a principio de los noventa.

Nos embarcamos ‘Víctor’, ‘Pescuezo de Pavo’, ‘El Gordo, Silva’ y yo [alias


memo]. Nos dirigimos al sitio acordado por mi hermano. Ahí se encontraban
mis hermanos Milcíades y Luis Antonio. Me comentaron que había una opera-
ción con el mayor Lázaro del Ejército, del Batallón 15. (FGN, 213, pp. 438-439)

La masacre de Puerto Patiño ocurrió unos meses después del asesinato de


Rodolfo Rivera Stapper, documentado en páginas anteriores. Esto sugiere un
interés de expansión de los grupos paramilitares de la zona, especialmente de
aquellos que para esa época empezaron a formarse en inmediaciones del mu-
nicipio de San Alberto y Aguachica. Según un relato del MNJCV:

Edo.: Allá dijeron que habían... ¿sí? Se habían venido del otro lado del río,
de la vía a Morales, que dizque iban a... dizque se iban a meter, estaban
esperando a la guerrilla y llegaron unos muchachos ahí e hicieron una ma-
sacre. Que incriminaron a unos muchachos ahí, pero ese fue el grupo de
Aguachica que se metió, que lo llamaron, como ahí estaba... ese que opera-
ba allá era el grupo de Aguachica, el de Becerra.
Entr.: ¿Y no se supo por qué los mataron?
Edo.: No, yo supe que era que venían mezclados con... que eran sapos de
la guerrilla, que venían mezclados con la guerrilla a hacer inteligencia ahí,
entonces los esperaron. (CNMH, MNJCV, 2015, 7 de noviembre)

El etiquetamiento a la población civil fue una de las constantes en el lu-


gar para darle justificación a las muertes de civiles en estado de indefensión
y a prácticamente todas las acciones cometidas por el grupo. Mediante este
argumento, se desdibujaba tanto la responsabilidad del victimario como la
integridad de la víctima.

La población manifiesta que después de las masacres el pueblo estuvo bajo


un control intermitente de los paramilitares y una ausencia de toda autoridad
del Estado. Por su parte, los grupos insurgentes no volvieron a ser vistos en

216
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

este corregimiento. Después de estos sucesos, aún después de veinte años, el


miedo permanece en esta población de Aguachica.

Aunque Lázaro Vergel estuvo detenido por estos hechos, no se convocó


un Consejo de Guerra del Tribunal Superior Militar debido a que el enton-
ces comandante de la Quinta Brigada argumentó la inexistencia de méritos
suficientes para llevar a cabo este proceso. A inicios de 1998 fue sancionado
y destituido por la Procuraduría Delegada para la Defensa de los Derechos
Humanos. Sin embargo, tras presentar un recurso de apelación, la sanción
fue revocada.

Hasta el año 2011, “la Fiscalía 67 de la Unidad Nacional de Derechos Hu-


manos y DIH de Bucaramanga ordenó la captura del militar por los delitos
de desaparición forzada y concierto para delinquir” (Cajar, 2011, s. f.). Junto a
Lázaro Vergel, otros cuatro militares fueron procesados.

5.4 Tortura

La tortura fue utilizada por el grupo como un modo de obtener información


de utilidad para cumplir con sus objetivos. También como un mecanismo
para el homicidio, es decir, infligir dolor antes de ejecutar a la víctima, que, en
algunos casos, era blanco de acciones de violencia sexual. Mediante la tortura,
la estructura armada causó daños físicos y morales tan grandes que, incluso,
generaron la indignación de quienes pertenecieron al grupo armado.

Según la Corte Penal Internacional, la tortura es un crimen de guerra y


consiste en infligir dolores o sufrimientos físicos o mentales a una o más per-
sonas para obtener informaciones o también como coacción y discriminación
(Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, 2007). Para el Tribunal Superior de Bogotá, en el marco
del conflicto armado y en ocurrencia de hechos relacionados con grupos pa-
ramilitares, los casos de tortura tuvieron las siguientes funcionalidades:

Obtener información (bien sea para prevenir algún tipo de ataque o para
clarificar situaciones que puedan ser confusas para el perpetrador del de-
lito o para quien lo dirige). b. Obtener confesión (bien sea para prevenir
algún tipo de ataque o para clarificar la responsabilidad de una o varias
personas en la ocurrencia de un hecho de relevancia para el perpetrador
del delito o para quien lo dirige). c. Castigar por conductas atribuidas o por
señalamientos de haber cometido un acto específico que atenta contra los
intereses del GAOML. (TSB, 2016b, p. 318)

217
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

El fenómeno de la tortura es una acción que muchas veces es difícil de ras-


trear. En muchos casos el homicidio, la desaparición y el desplazamiento forza-
do se ponen por encima de la tortura en procesos de reparación con múltiples
victimizaciones. Esto puede deberse a distintos factores: uno de ellos, desde la
perspectiva jurídica, es que la tortura queda relegada frente a otros crímenes.

Por esta razón, las cifras aportadas de manera oficial por el Registro Único
de Víctimas posiblemente no dan cuenta de la realidad de la tortura empleada
por el FHJPB y otros grupos armados en el territorio. Según el RUV, única-
mente 57 personas fueron víctimas de tortura.

Tabla 4. Casos de tortura por municipio


2000

2004

2005
2002

2003
1999

2001
1997

1998

Total
Etiqueta de general
Ábrego 2 5 7
Aguachica 4 2 2 8 1 17
El Carmen 5 5
Gamarra 8 8
No refiere 1 1
Ocaña 1 4 1 1 7
San Alberto 3 3
San Martín 1 3 3 2 9
Total general 7 3 5 4 15 11 7 4 1 57

Fuente: CNMH-DAV, elaborado con base en datos del RUV.

Las versiones y las fuentes consultadas tienen distintas lecturas sobre las razo-
nes que motivaron a la estructura a cometer acciones de tortura. En las fuentes
secundarias, que muchas veces revelaron el uso de esta forma de violencia por el
Frente Héctor Julio Peinado Becerra, se habla de la tortura antes del homicidio.

Campesino vicepresidente de ANUC del municipio [San Alberto-Cesar]


fue encontrado muerto con señales de tortura en cercanías de la finca
El Guajiro. Había salido en horas de la mañana dirección a la finca La
Carolina. Las directivas de la ANUC sindican del hecho a bandas para-
militares. (Noche y Niebla, 1990, p. 24)

218
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Si bien los relatos del MNJCV y las contribuciones voluntarias coinciden


con esto, también refieren la utilización de la tortura como forma de obten-
ción de información y de castigo por incumplimiento de normas.

En la masacre de El Pescado, la tortura fue infringida contra un menor de


edad para, posteriormente, asesinar a la totalidad de las víctimas. Para este
caso, la descripción del método, hecha por alias Pica Pica, es clara en términos
de sevicia y muestra cierto grado de racionalización en su aplicación:

Se coge un balde grande, se le echa bastante agua y sal de ganado, se moja la toalla
y se pone en la cara, se tapa la respiración, para que la persona hable o diga cual-
quier cosa. (...) Se pone la toalla, y se moja y se deja como un minuto hasta que la
persona se esté como ahogando, y vuelve y se quita y se moja. (TSB, 2016a, p. 284)

Este tipo de descripciones son recurrentes en los relatos del MNJCV, los
cuales confirman el uso de estos elementos con algunas variaciones. En la
siguiente descripción, se insinúa una posible desaparición u homicidio.

Edo.: Varias veces cogieron... cargaron... trajeron a un paisa de por allá del
lado de La Diana, lo trajeron para El Cairo y le pusieron la toalla en varias
ocasiones con jabón.
Entr.: ¿Con Fab? ¿Para sacarle información?
Edo.: Información sí, pero a la final se lo llevaron otra vez y del man nunca
se supo nada. (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

En otro relato:

Entr.: ¿Qué mecanismos había por ejemplo?


Edo: Eso a la persona la cogían, le daban duro, le daban garrote, todo eso.
(...) Lo amarraban, le echaban agua de sal, todo eso. (...) Sí, le ponían bolsas
en la cabeza. (...) Con jabón, todo eso.
Entr.: ¿Uñas?
Edo.: También se las arrancaban. A veces hacían las cosas mal hechas, ha-
cían las cosas que no le tocaban. Si era informante de la guerrilla o infor-
mante de la Ley.
Entr.: ¿A todas las terminaban matando o no?
Edo.: Sí, las mataban, porque qué iban a quedarse con una persona sufrien-
do ahí. (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

Se pueden encontrar en los relatos del MNJCV situaciones en las que se ejer-
ció el homicidio, la amenaza y la tortura a quienes era señalados de cometer
violencia sexual:

219
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A nosotros nos mataron un hijastro de mi hermana, que el pelado vendía


empanadas ahí en San Martín. Yo estaba trabajando ya en el grupo, yo es-
taba para la vía de Barranca. Y dicen, ¿no? Dicen, porque usted [sabe] que a
veces la lengua de uno es la que hace bulto, que el pelado estaba manosean-
do la hija de... la niña, y ahí llegó y se lo cargó el finado Raspado y el finado
Gallardo. Convidaron al man, se lo llevaron en engaños y lo tuvieron como
cuatro días; a los cuatro días lo mataron al pelado. (...) Y al man lo tortura-
ron, le metieron una botella. (CNMH, MNJCV, 2013b, 26 de junio)

En otro relato un aportante recuerda otro caso:

Él se llamaba Alirio, Alirio Rojas, él no aguantó porque le dijeron que fuera


pa’ la casa. Llegó la mujer de él [diciendo] que ha abusado una hija, que
tal. Bueno, entonces no investigaban primero, entonces al muchacho se lo
llevaron pa’ allá, pa’ donde le dije yo. Le hicieron de todo, lo torturaron,
porque había abusado de una niña y viste que no. (...) Y entonces la mujer lo
palanqueó, la mujer le dijo que había abusado, y como en ese tiempo valía
más... aquí la ley valía más con los militares [paramilitares] que el Estado,
entonces ella lo palanqueó y lo pusieron... lo mandaron a llevar a una ca-
mioneta, lo hicieron matar. (...) Le metieron una botella por detrás, eso le
hicieron de todo, a mí me contaron todo; el man que lo hizo me contó todo.
Un tal Raspaollas. Eso le hicieron de todo, eso le metieron patadas, eso le
metían de todo. El padre fue hasta allá, dijo: “Ustedes hicieron mal hecho
con este... esto no es humano”. Y lo mataron. Dijo el padre: “¿Qué vamos a
hacer con este cristiano? Vea, no tiene nada que salvarse”. (CNMH, MNJ-
CV, 2018, 4 de septiembre)

Pese a los anteriores relatos, el grupo realizaba acciones que incluían violen-
cia sexual como parte de su repertorio de tortura, lo que evidencia una doble
moral que es ahondada en el aparte de VBG de este capítulo:

Sí. Era una muchacha de por ahí unos 28 o 29 años, más o menos. (...) Y
dijo: “No, no me vayan a matar. No me maten”. Sacó el proveedor de atrás,
sacó otro de acá, sacó otro proveedor que tenía por acá en la media. En
seguida sacó el arma y cuando la sacó, yo la tenía así ya, casi en la cabe-
za. La llevé, cumplí con eso y, pues, ahí mismo, de una vez llegó el señor
Palizada a hacerle su interrogativo. Y, pues, cogió unos Alka-Seltzer y se
los introdujo en sus partes nobles, pues, la muchacha se vino en sangre.
Pues un Alka-Seltzer adentro, ebullendo, la reventó por dentro; y, pues, la
muchacha empezó a botar sangre y sangre y sangre. Habló lo que tenía que
hablar y, pues, después de eso llegó y sacó Palizada con un machete y la picó
en pedacitos. (CNMH, MNJCV, 2015, 7 de mayo)

220
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

En otro relato se corrobora la realización de torturas mediante estas prác-


ticas: “Había unas que supuestamente las desnudaban, dizque algunas las
violaban, habían otras que las cortaban; igual a los hombres, les cortaban
un dedo, o sea, torturas así decían que les hacían” (CNMH, MNJCV, 2015,
15 de octubre).

Este tipo de castigos, con elementos de violencia sexual, también se llevó


a cabo contra personas con conductas consideradas “indeseables” dentro de
la estructura armada. Es el caso de las trabajadoras sexuales, sobre las que
existía, por una parte, un rechazo por su actividad y, por otra, un prejuicio
por sus enfermedades.

Habían llegado unas muchachas [trabajadoras sexuales] que tenían sida y


a ellas también las torturaban, les daban duro, para que no volvieran. Es-
cuché que les daban una paliza, digamos le cogían a plan o con una correa,
con un fuete, con un rejo, les daban. Que supuestamente les daban una pla-
nera y las amenazaban que no volvieran por ahí, que no las querían volver
a ver. (CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

La persecución a “lo distinto”, según los criterios del grupo, en muchos ca-
sos reflejaba conceptos contradictorios y prejuiciosos sobre sectores de la po-
blación civil considerados como personas enfermas y con prácticas aberrantes
que “dañaban” a la comunidad:

A los homosexuales también los torturaban para que dejaran eso. No que
porque usted se colocara un arete o se dejara el pelo largo, ya lo iban a
maltratar, no; pero sí, homosexuales ya es diferente. Los dejaban aguan-
tando hambre o los golpeaban, o que los amenazaran con algún arma que
los iban a matar. Decían que les daban asco, asco ver a una persona de
esas. El homosexual, que porque les daba asco ver una persona de esas,
que porque habiendo tanta mujer... las mujeres por los del sida, eso de-
cían, molestaban mucho por eso; y los de droga más que todo por no...
porque les vendían a los niños. No permitían era eso, porque les vendían
droga a ellos y eso era un negocio, entonces molestaban mucho por eso.
(CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

En fuentes secundarias, también se reportó la mutilación de órganos se-


xuales en mujeres y hombres como parte de los métodos de tortura de la
organización paramilitar:

Dos personas fueron encontradas asesinadas en el caserío El Barro, co-


rregimiento de Aguas Blancas [09 de agosto de 1995, San Martín], atados

221
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

de pies y manos, con visibles huellas de tortura y 4 disparos. La mujer


presentaba además una herida de arma cortopunzante desde la región
toráxica hasta la región umbilical. La mujer tenía los senos cercenados y
el hombre los testículos. (Noche y Niebla, 1995, p. 57)

El Mecanismo no Judicial aportó información útil sobre los procesos de


entrenamiento orientados a la instrucción de la tortura, en los que hubo per-
sonas que se destacaron por su crueldad y sevicia. Esto no solo ocurrió en el
FHJPB, sino en los distintos grupos paramilitares que operaron en el país, tal
como se ha señalado en distintos informes de la Dirección de Acuerdos de la
Verdad. El siguiente relato da cuenta de cómo se escogían las personas duran-
te estos procesos de entrenamiento:

Edo.: Eso pasa como un colegio. Hay muchas personas que van a sacarse
más puntaje que el otro, pa’ que lo saquen de ahí y los boten más adelante,
eso pasa. Eso pasa como un jugador, que ese es mejor pa’ que lo saquen, eso
pasa. Hay unos que decían: “Yo voy patrón”.
Entr.: ¿Para torturar?
Edo.: Sí, porque ellos querían. Muchas personas se regalaban, este... ya es-
tán muertos, ya los mataron también. Alex, Canal A, a ese le decían Alex,
por la chapa Alex.
Edo.: ¿Quién más?
Edo.: Y Pica Pica también. (...) El finado Douglas también le dio a esa con
tortura, lo dejaron todo. Pica Pica y Puntillón. (CNMH, MNJCV, 2017, 25
de agosto)

5.5 Desaparición forzada

El delito de desaparición forzada se configura a partir de tres aspectos: priva-


ción de la libertad, ocultamiento o negación de paradero, y sustracción de la
protección de la ley a la víctima o víctimas (CNMH, 2016c). Aunque la Cons-
titución de 1991 lo prohíbe, apenas en el 2000 este fue tipificado con la pro-
mulgación de la Ley 589 (CNMH, 2016c).

Informes del CNMH explican que esta modalidad de violencia puede ser
practicada por grupos armados ilegales y Estados con la intención de rete-
ner individuos o grupos de personas y ocultar o negar su paradero, de tal
manera que las garantías y recursos legales de las víctimas queden suspen-
didos o imposibilitados (CNMH, 2016c). Además, se enfatiza su condición
de crimen de lesa humanidad, ya que “busca llevar a su máxima expresión
la negación de lo humano y de las personas como sujetos sociales, con voz,

222
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

con capacidad de actuación, con autonomía y con participación” (CNMH,


2014b, p. 107).

Las víctimas de desaparición forzada del FHJPB tienen perfiles muy simi-
lares a las víctimas de homicidio: personas que tuvieron liderazgos, señala-
das de “indeseables” y, en mayor número, etiquetadas de tener vínculos con
la subversión.

[Un] muchacho que era de la Unión Patriótica y trabajador de Indupalma,


recuerdo que le llegaron a su casa y le dijeron que si no salía, porque él
se encerró, pues cuentan los vecinos que oyeron la cosa, que si no salía le
metían candela con todo y familia adentro. Y él, pues, su familia, salió y se
entregó; desaparecido, figura como desaparecido. [También desaparecie-
ron] Al dirigente del hospital, mucha gente, eso es una tragedia. (CNMH,
CV, 2020, 10 de julio)

El FHJPB no solo utilizó la desaparición forzada como mecanismo de vio-


lencia contra la población civil, sino también como método para ocultar los
cuerpos de homicidios cometidos dentro de la organización. Los relatos del
MNJCV manifiestan de manera recurrente el empleo de cuerpos de agua y
fosas comunes para la desaparición forzada, especialmente en el sur del Cesar.
Para los municipios de Norte de Santander, los relatos y narraciones hablan
más de fosas como lugares para la desaparición. Sobre este accionar, se des-
criben homicidios en los que los cuerpos de las víctimas eran cortados para
arrojarlos al río o para darles de comer a reptiles presentes en la región.

El hijo de Montes, a ese lo echaron allá a los cocodrilos, allá en las fosas
esas. Él sacó el ganado, traía un ganado y lo pararon, lo bajaron, lo mataron
y se lo echaron a los cocodrilos. ¿Y cómo vine yo a saber eso? Porque Henry
Montes me dio unos, unos panfletos del chino, entonces me dijo: “Vea pa
que me lleve esto para ver usted que pregunte por allá a ver qué me le hicie-
ron al chino”. Yo inocentemente me llevé ese papel y yo le pregunto al Gua-
jiro, un paraco, y él me dice: “Ese tipo ya está comido de cocodrilo —así
me dice— , y guarde eso y no le hago nada a usted porque usted no sabe
nada de esto, pero me hace el favor...”. Y me quitó el papel y lo volvió nada,
y dijo: “Y guarde eso y no le hago nada a usted. Aquí no ha pasado nada.
Dígale al papá del muchacho que usted no sabe nada”. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

La utilización de un vehículo llamado La Última Lágrima también estaba


asociada a la desaparición: “Una camioneta, por eso les dije, veían esa camio-
neta y era el terror. San Alberto, me acuerdo yo que ya finalizando mi período,

223
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

después de las 6:00 de la tarde, era solo” (CNMH, CV, 2020, 10 de julio). A
continuación, se profundiza sobre algunos de estos métodos de desaparición
forzada utilizados por el grupo.

5.5.1 Métodos de desaparición forzada

Para los municipios del sur del Cesar, las víctimas y los relatos del MNJCV
referencian al menos dos lugares donde tenían reptiles (cocodrilos y/o caima-
nes): un cuerpo de agua por el municipio de La Esperanza y otro en la zona
rural del municipio de San Martín, en la finca Villa Oliva. Según las contribu-
ciones voluntarias, estos lugares eran conocidos por la población civil como
lugares de desaparición:

Eso mucho comentaban. Inclusive que estaban ya tan enseñados a comer


la carne humana o cuando sentían, dizque sentían los pasos del que los
alimentaba y ellos se “embollaban” porque creían que era comida que le
llevaban. Y de los desaparecidos arrancan, muchos familiares dicen que
algunos los trajeron para ahí, que los trajeron ahí. Había un defensor de
derechos humanos que comentó eso y que era difícil, decía él, un biólogo
como que era, difícil de llegar a rescatar restos porque el caimán dizque
trituraba hasta el cráneo, todo, según la versión de este defensor de dere-
chos humanos. Pero si ese cuento era muy conocido. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Un desmovilizado manifiesta que escuchó, del mismo Pica Pica, de la exis-


tencia de ese lugar en San Martín, donde había animales dispuestos para la
desaparición de personas.

Decían, decían los otros, que por ahí en eso, de San Martín pa’ abajo, de-
cían que tenían una fosa común y que por allá había un caimán, yo no sé
qué. Iban a llevar a la gente y se la echaban al agua, se la comía. Porque el
mismo Pica Pica ese decía: “Este me lo llevo yo pa’l caimán”. Ese decía.
(CNMH, MNJCV, 2015b, 15 de mayo)

Por otra parte, algunos relatos indican otros lugares para la desaparición:

Edo.: Con la Convivir pasé por ahí y ahí estaba. Y Pedro Elías me dijo:
“Mire, aquel cerro”, eso es por La Llana. (...) Dando la vuelta para salir para
San Martín, hay una isla por donde pasa el río ese, y él paró y nos dijo:
“Miren, aquella isla”, él mismo decía: “Cuando yo trabajaba con el Cura,
nosotros enterrábamos la gente allá. Esa isla tiene cualquier cantidad de

224
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

muertos por allá”. También una vez pasamos por La Llana y en una finca
que está viendo una palmera, nos dijo Pedro: “Miren, allá de aquel lado, yo
enterré tres, yo había enterrado tres”. Entonces, son sitios que uno ya, por
lo menos, conocía.
Entr.: ¿Y esos han sido intervenidos por la autoridad?
Edo.: Pues, yo creo que sí, porque, hasta donde yo tengo entendido, esa
isla la intervino el CTI. (...) Y empezó a salir los huesos, y la gente empezó
a ver, entonces, llamaron al CTI y el CTI como que intervino eso y em-
pezaron a sacar una cantidad. Vi, también vi pasar a Pica Pica con el CTI
para el lado de La Banca, que iba a entregar una fosa. (CNMH, MNJCV,
2018, 5 de octubre)

Representación de las formas de desaparición forzada. Óleo sobre lienzo. Corporación


Aguachica-Corporación Marlon.
Fotografía: Rodrigo Triana Sarmiento para el CNMH.

Las contribuciones voluntarias son claras en que los desaparecidos que han
sido identificados no dan cuenta de la totalidad de víctimas de este delito.

Ahí en San Martín hay desaparecidos que han ido a buscarlos los huesos y
no los han encontrado. (...) El señor ya no podía trabajar en nada, entonces
se cogió por allá un poco de plátanos y el dueño lo encontró. Le dijeron
a Pica Pica y fue y lo mató, lo enterró por ahí al paso de una quebrada,
lo enterraron ahí. Cuando ya él declaró eso, aceptó ese caso y lo declaró.
(CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

225
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En otro relato:

A veces los desaparecían, los picaban pa’ que no apareciera nada porque no
les parecía bueno. (...) A veces lo enterraban, a veces lo botaban (...) allá al
río, por allá por donde estaban Los Juanchos allá, allá pasando la cárcel esa,
por allá al río, pa’l lado de la vereda de La Banca, La Torcoroma. (CNMH,
MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Para 2021, el Registro Único de Víctimas registraba 845 solicitudes de reparación


por casos de desaparición forzada ocurridos entre 1984 y 2007 en la zona de presen-
cia del FHJPB. Dentro de los principales lugares de victimización están Aguachica,
San Alberto y San Martín, municipios que entre sí suman 477 solicitudes, es decir,
el 56% del total de solicitudes registradas en la región. Estos datos corresponden a la
totalidad de las desapariciones reportadas sin discriminar autor. No obstante, dan
cuenta de las dinámicas de violencia de los territorios donde el FHJPB tuvo injeren-
cia y control casi total. Para el caso de Aguachica es importante resaltar lo descrito
en otros apartes: fue un territorio de múltiples actores y disputas.

Gráfica 14. Desaparición forzada en el sur del Cesar y la provincia ocañera,


1984-2007

80
70
60
50
40
30
20
10
0
2000

2004

2006
2005

2007
2002
2003
1990

1999
1984

2001
1996
1986

1988

1994
1992

1997
1998
1995
1985

1989

1993
1987

1991

Desapariciones
56 5 11 14 15 17 20 17 21 25 25 34 52 51 45 48 47 57 74 52 50 30 41 38
forzosas

Fuente: CNMH-DAV, elaborado con base en datos del RUV.

En cuanto a quiénes eran las víctimas, no hay una diferenciación muy clara
con respecto a las de homicidio. Sin embargo, la desaparición fue especial-
mente dirigida contra quienes eran tildados de guerrilleros o controvertían
el orden social impuesto por el paramilitarismo. Comparando los relatos y la
información disponible sobre homicidios públicos, estos estaban más dados

226
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

a personas visibles de la región: líderes sociales, políticos, sindicalistas, entre


otros. No obstante, como se dijo anteriormente, ninguna de estas dos prácti-
cas fue exclusiva para un grupo específico de personas:

A veces decían: “No, que fueron a matarlo a un punto de Torcoroma para


abajo”. (...) Coge uno de donde nos entregamos para abajo para un... para
un brazo de un río, por allá me parece que dicen que los enterraban, que
los mataban allá en la orilla del río y todo eso. Porque mucho chino que lo
desaparecieron ahí y no volvió. [Los desaparecían] Porque eran ladrones.
(CNMH, MNJCV, 2015, 7 de noviembre)

Como en la tortura, el grupo contaba con personas especializadas para la


realización de la desaparición forzada. Muchas veces eran las mismas, como
en el caso de Pica Pica, que también fue clave en la desaparición:

Pica Pica lo usaban, que todo el mundo a él le tenía miedo, hasta los pa-
trulleros le tenían miedo, porque era una persona que era de los que les
gustaba palanquear la muerte, y los marcaban en la camioneta, y ese tema
Pica Pica nunca lo dijo, nada. Una Toyota. A veces le decían la Última
Lágrima. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Sobre los presuntos guerrilleros, los relatos del MNJCV no solo hablan de
tortura y homicidio, sino también que eran víctimas de desaparición:

Escuché muchas veces ahí entre el pueblo, cogían personas, cogían perso-
nas como le digo. Uno no tenía manejo de mucha parte de eso; pero sí es-
cuché mucho que cogían personas y decían: “Miren estos son informantes,
colaboradores”. Los subían a los carros y se los llevaban y ahí sí no sé qué
más, qué pasaba con ellos. Y escuché de muchas personas que hicieron eso.
Usted sabe que ellos se los llevan, o sea, llegaban y los recogían en un carro,
¡run, run! Se los llevaban para cierta zona y hasta ahí sí no sé, si los tortu-
raban, si lo mataban, había muchos comentarios, ¿no? (...) Que a muchos
los torturaban y hablaban y que, pues no tenían nada que ver, y se soltaban.
Muchos que sí eran guerrilleros y entonces... y algunos dizques los mataban
por ser guerrilleros, que por allá los botaban a un río, los mataban y chao.
Por allá escuché eso que les hacían, pero como tal que yo hubiera visto, no,
pero sí escuché eso. (CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

En otro relato:

Nosotros no los conocíamos, [y les decían]: “No, que era guerrillero, que
era guerrillero”. Y el Pica Pica eso [dijo]: “Esta noche los saco. Esta noche

227
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

los saco pa’ allá, los llevo pa’ allá pa’ la cosa de los caimanes esos”. Y sí, esa
noche los sacó, los sacó. Y yo creo que los habían despresado por allá, mu-
rieron despresados. (CNMH, MNJCV, 2015b, 15 de mayo)

Así mismo, los relatos del MNJCV describen la desaparición forzada de


miembros de la estructura armada que incumplían las normas internas del gru-
po. El siguiente relato narra cómo mataron a alias Salomón y a alias Fuegoverde:

Yo vi todo. Cuando los mataron y todo. Pero yo no podía hacer nada. El negro sí
me miró. Les rajaron la barriga y los botaron al río. Ahí donde estaba el complejo
de Ecopetrol. Como allá hay caimanes, hay caimanes, y ahí se veían los caimanes
asoleándose ahí de La Llana pa’ abajo. Al rato veíamos ahí chasqueando los cai-
manes, ahí comiéndose el cuerpo. (CNMH, MNJCV, 2015, 7 de mayo)

Estas muertes ocurrieron después de que uno de estos personajes dejara un arma
de dotación como parte de pago en un bar; con esta excusa, Julio Palizada aprove-
chó la situación para sacarlos del camino y lograr un mayor poder dentro del grupo,
especialmente después de la desaparición de Salomón, cuya suerte fue ocultada a su
familia, a la que se le informó que había sido trasladado a otra zona del país.

Al igual que el homicidio, la desaparición forzada fue cometida por miem-


bros del grupo identificados como sicarios. En este contexto, los relatos del
MNJCV señalan que no todos los miembros de la estructura cometían las
mismas acciones y que las acciones de tortura, muerte y desaparición las co-
metían personas especializadas en estos delitos. Algunos de ellos fueron Pica
Pica, Raspaolla, Condorito, Rancho, entre otros (TSB, 2020).

La desaparición forzada fue generalizada y utilizada como arma de guerra en


contra de la población civil. Los relatos del MNJCV y las contribuciones volunta-
rias tienden a referenciar un mayor número de casos en los municipios del sur del
Cesar, donde la estructura tuvo desde el inicio un mayor control del territorio y, por
tanto, una mayor capacidad e impunidad para decidir la suerte de sus habitantes.

5.6 Restricciones a la libertad

Las restricciones a la libertad no han sido de uso exclusivo de las guerrillas


y no siempre sirvieron como forma de financiación de los grupos armados
ilegales. El FHJPB establecía el secuestro como antesala para desarrollar una
sucesión de victimizaciones que podían involucrar amenazas, tortura, homi-
cidio y desaparición forzada. El Tribunal Superior de Bogotá manifiesta esta
cadena de terror iniciada por el secuestro de la siguiente forma:

228
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

En los hechos estudiados, la Sala evidenció que una de las formas de ac-
tuar del grupo armado ilegal, era interceptar a las personas, ingresar con
violencia a las viviendas de las víctimas, casi siempre en horas de la noche,
arrebatándolas de su entorno familiar y privándolas de su libertad indivi-
dual, de tal manera que eran maltratadas, custodiadas y conducidas por
sus agresores hasta lugares apartados, en la gran mayoría de los hechos
hasta el corregimiento de Puerto Mosquito, jurisdicción del municipio de
Aguachica (Cesar) donde luego eran asesinadas, sus cuerpos abandona-
dos y, en algunos casos, arrojados al río. (TSB, 2016b, pp. 398-399)

La articulación con otros delitos oculta la gravedad de la restricción a la


libertad. Debido a lo anterior, este crimen es visto, incluso por las mismas
víctimas, como una falta menor. Sin embargo, la restricción a la libertad de
locomoción es diciente del poder de una estructura armada en un territorio y
aumenta la probabilidad de vulneración de otros derechos humanos.

Dentro de las acciones relacionadas con restricciones a la libertad, las víc-


timas de esta infracción tuvieron que ver con sospechas relacionadas con
pertenecer o auxiliar grupos guerrilleros. De este modo, el FHJPB disponía
de las víctimas y las retenía el tiempo que fuera necesario para comprobar
las sospechas o acusaciones.

Como se puede ver en la Gráfica 15, las dinámicas de secuestro tuvieron


diferentes comportamientos para la provincia ocañera y los municipios del
sur del Cesar.

Gráfica 15. Casos de secuestros en el sur del Cesar y la provincia ocañera,


1995-2005

25

20

15

10

0
1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

Ocañera Sur del Cesar

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de las sentencias de Justicia y Paz.

229
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Llama la atención la alta frecuencia de secuestros en el sur del Cesar.


Posiblemente, esto esté relacionado con los propósitos para los que fue
empleado en esta zona: como métodos para la desaparición y como instru-
mento para el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes, asunto que se
abordará más adelante.

Por su parte, en la provincia ocañera, que sufrió fuertemente la extorsión, el


secuestro se expresó como una forma de presión a los comerciantes.

Mi abuelo, en ese momento, era comerciante de cebolla, era el mayoritario


comerciante de Ocaña. (...) Él llega a esa zona [inmediaciones de Aguachi-
ca] y, bueno, pues tiene la finca ganadera y cada vez que... a él lo extorsio-
naban mucho por el tema del comercio, ¿sí? Entonces, a través de llamadas
extorsivas le cobraban plata, pero él no prestaba atención, él era una per-
sona que no le paraba bolas a eso porque él decía que era molestándolo.
Entonces, una vez... el primer secuestro que él tuvo fue cuando estuvo en el
cementerio visitando a un familiar y ahí le llegaron dos sujetos, lo monta-
ron a un carro y lo llevaron un día a Aguasclaras. Ahí tocó llevar una suma
de dinero para que lo soltaran.(CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

5.7 Desplazamiento forzado

El desplazamiento forzado es tipificado como un crimen de guerra por la Corte


Penal Internacional cuando una de las partes de un conflicto interno ordena
la deportación de la población por motivos diferentes a su seguridad. Así mis-
mo, en el código penal colombiano es definido como una forma de expulsión o
traslado de la población civil de su lugar de asentamiento por el desarrollo del
conflicto armado (Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, 2007). El desplazamiento forzado está ar-
ticulado con otras formas de violencia como amenazas, masacres, homicidios
selectivos, torturas, entre otros, que son empleados como “un mensaje impera-
tivo que conmina a las víctimas a abandonar su lugar” (CNMH, 2015a, p. 17).

Un claro ejemplo de este accionar es el de los grupos paramilitares, que se


han valido del desplazamiento para apoderarse de las tierras abandonadas por
las víctimas de este delito. Esto se hace evidente en el periodo de expansión,
consolidación y desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia
(AUC), periodo en el que coincidieron altos índices de desplazamiento y aban-
dono forzado con la “venta de tierras (voluntaria o forzada) por pobladores de
las zonas de conflicto armado” (CNMH, 2016d, p. 277).

230
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

El desplazamiento forzado fue una de las principales prácticas del FHJPB.


Esta violación a los derechos humanos estuvo muy relacionada a los vín-
culos del grupo con actores económicos y personas poderosas de la región,
que, según registros, solicitaron muchos de los desplazamientos desarrolla-
dos en la zona. Esta cercanía responde, justamente, al mismo origen de la
estructura y a los motivos de su existencia.

Al analizar los hechos presentados por la Fiscalía, la Sala encuentra que


las víctimas del desplazamiento forzado de población civil son, en su
mayoría, familiares de personas asesinadas por integrantes del grupo
paramilitar, víctimas de incursiones paramilitares, y de enfrentamien-
tos entre paramilitares y grupos guerrilleros. Se trata de personas de
la población civil que se vieron obligadas por el frente “Héctor Julio
Peinado Becerra”, a abandonar sus residencias y enseres como meca-
nismo para proteger sus vidas y evitar otro tipo de agresiones. (TSB,
2016b, p. 396)

En ese orden, el desplazamiento sirvió como un mecanismo de poder


utilizado para truncar procesos opuestos a los intereses de la élite local:

De llegar... O sea, de prohibirle al sindicato hasta tener una cartilla. Todo


eso, toda la documentación que se tenía desde antes de 1972, antes de...
una documentación muy grande e históricamente valerosa, todo eso lo
mandaron quemar. Y amenazar así de decirle a miembros de la junta: “O
se van, o se mueren”. Y quedaron dos o tres que hicieron ahí frente a lo
del sindicato, pero hacer básicamente lo que decían. (CNMH, CV, 2020a,
7 de junio)

Así mismo, ocurrió no solo por la amenaza directa del grupo armado
sino por el propio miedo de las personas al ver que los paramilitares llega-
ban a la zona. En parte, por la violencia ya reconocida. Así lo describe un
relato del MNJCV:

No, cuando estábamos en un punto que se llama Otaré, fue donde un


poco de gente dejó las casas solas porque nosotros veníamos. Entramos
nosotros a esa zona también y un poco de gente dejó las casas solas. Íba-
mos sembrando mucha violencia. (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto)

El desplazamiento fue una consecuencia a masacres, homicidios, torturas


y, en general, a violaciones de derechos humanos más visibles que causaban
que la población civil considerara que su vida se encontraba en peligro.

231
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Gráfica 16. Desplazamiento forzado en los municipios de influencia del


FHJPB y sus estructuras antecesoras 1984 -2007

600

500

400

300

200

100

2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999

Fuente: CNMH-DAV, elaborado con base en datos del RUV.

Los desplazamientos más conocidos del FHJPB giraron alrededor de asuntos


relacionados con la tierra y los procesos de ocupación explicados a lo largo de este
informe. Al respecto, se considera importante documentar dos desplazamientos
forzados emblemáticos que ayudarán a comprender el accionar y las victimiza-
ciones de la estructura paramilitar en el territorio; estos son: los desplazamientos
de la hacienda Bellacruz (1996) y el desplazamiento de la finca Villa Oliva (1994).

5.7.1 La hacienda Bellacruz

La hacienda Bellacruz, ubicada en el municipio de La Gloria (Cesar), abarcaba


22 mil hectáreas de tierra, área en la que se efectuaba ganadería extensiva y
que se fue convirtiendo en un complejo de palma de aceite. El poco uso de
esta finca, junto al tamaño de sus tierras, hizo que se impulsara, desde los mo-
vimientos sociales y las reivindicaciones campesinas de 1986, una retoma de
tierras apoyada por la ANUC. Los promotores de la retoma buscaban volver
a sus tierras después de haberlas perdido por montajes judiciales o englobe de
predios que beneficiaron a la familia Marulanda, propietaria de la hacienda
(El Espectador, 2020, 29 de julio). Estas acciones fueron vistas por miembros
del paramilitarismo como una táctica guerrillera y bajo esta justificación caló
su accionar violento. Roberto Prada Delgado da su versión de la historia y de
cómo se crearon estos conflictos en la década de los ochenta:

232
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Lo convirtieron en un negocio. Lo que no sabe la gente. Yo se lo he expli-


cado a gente de la Fiscalía, que las invasiones fue una forma de la guerrilla
apoderarse de la tierra de los afincados, ¿sí? ¿Cómo lo hicieron? (...) Reu-
nían 200, 300 personas o 300 familias, con hijos, con la mamá, con la mu-
jer, con todo, y se metían, hacían un plástico allá y se metían en esa finca.
Una invasión pa’ coger un terreno. Listo. Entonces, ahí ponen al político
de la guerrilla a que maneje lo que es la parte política, o sea, la parte admi-
nistrativa, lo que tiene que ver con alcaldías y ya con los del Gobierno, ¿sí?
¿Para qué? Para gestionar que esa tierra se le dé a esa gente, que llámese al
ICA [Instituto Colombiano Agropecuario].

Bueno, muy bien hecho. (...) “Bueno, ustedes no compraron eso, a ustedes
les dieron eso fue por nosotros”. Entonces, ellos les compraban a esas 200
familias, les compraban la tierra. O sea, compraban la finca, pero con mi-
serablezas, y cogían esa misma gente y se la llevaban: “Bueno, ya aquí hicie-
ron eso ustedes, entonces, vámonos pa’ Pelaya, allá hay otra finca de otro
terrateniente, otro man que tiene mucha tierra. Vamos a meternos allá, e
invada”. Ahí fue lo que pasó con Bellacruz (CNMH, CV, Roberto Prada
Delgado, 2015, 4 agosto)

Ante esta situación, una primera reacción de los hermanos Marulanda,


quienes tenían la hacienda, fue la construcción de veredas, la conformación
de una JAC y la construcción de escuelas en pro de apaciguar los ánimos de
los campesinos. Sin embargo, según Juancho Prada y Alfredo Ballena alias
Rancho, los hermanos Marulanda contrataron a Juancho Prada para enviar
un grupo de patrulleros armados con el propósito de intimidar a 64 familias
que iban a ser tituladas por el Incora sobre territorios que pertenecían a la
hacienda Bellacruz.

Bajo el grupo Los Motilones, financiado por Carlos Arturo Marulanda, y al


mando de Manuel Alfredo Rincón alias Manaure o Pasos, el 13 y 14 de febrero
de 1996 Manaure recibió la orden de asesinar a 40 personas, amenaza que oca-
sionó el desplazamiento forzado de los colonos que ocupaban varias hectáreas
de la hacienda (TSB, 2016b).

Según lo describieron los postulados Juancho Prada y Rancho, esta ope-


ración fue efectuada en coordinación con Edgar, conocido como Caballito,
quien era el administrador de la hacienda de los Marulanda. De acuerdo con
una nota de El Espectador, desde este año iniciaron un cúmulo de hechos vio-
lentos y denuncias que tuvieron eco internacional y llevaron a que el caso
empezara a ser investigado:

233
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En principio fue el crimen del docente Jaime Laguna, el 8 de mayo de


1996. Luego, el asesinato de Eliseo y Eder Narváez, líderes de recupe-
ración de tierras en Bellacruz, el 4 de junio. En noviembre de 1996 fue
muerto Jesús Toscano. Días después se produjo la muerte violenta de Dio-
senel, Dinael y José del Carmen Toscano. También sobrevino el ataque de
hombres armados contra familias campesinas asentadas en la hacienda,
en mayo de 1997, acompañado de atropellos.

Ante la sucesión de denuncias, acompañadas de protestas en Bruselas,


Carlos Arturo Marulanda renunció en noviembre de 1997. Meses des-
pués, la Fiscalía de Alfonso Gómez Méndez tomó cartas en el asunto y no
solo capturó al hermano del exembajador, Francisco Alberto Marulanda
Ramírez, sino que en enero de 1999 ordenó la detención del exministro.
No obstante, gracias a su pasaporte diplomático, Carlos Arturo Marulan-
da eludió la justicia moviéndose por varios países. Finalmente, en julio de
2001 fue capturado en España y extraditado a Colombia. Solo duró unos
pocos días en prisión porque rápidamente fue absuelto por la Fiscalía de
Luis Camilo Osorio. (El Espectador, 2018, 21 de agosto)

Años después, tras la desmovilización del grupo paramilitar, también se co-


nocieron las versiones de excomandantes como Juancho Prada, Rancho y Ma-
naure, quienes en sus diferentes versiones libres admitieron haber recibido di-
nero de los Marulanda para desplazar a las familias que ocupaban la hacienda;
incluso, estos personajes fueron exhortados por los Marulanda para la constitu-
ción de Los Motilones, grupo paramilitar que operó en Bellacruz (TSB, 2020).

Los despojos que realizó este grupo paramilitar no solo buscaron asegu-
rar las tierras que eran ocupadas por los campesinos desalojados, sino tam-
bién consolidar “materialmente, mediante la implementación de proyectos
productivos a gran escala y la reconfiguración de la tradición agrícola regio-
nal, el no retorno de estas familias campesinas” (TSB, 2020, p. 71).

En los talleres de memoria para la construcción colectiva de este informe,


las víctimas de este hecho comentaron:

En la hacienda Bellacruz, hacienda Tapia y hacienda Santa Inés, la Po-


licía cuidaba el ganado y ellos mismos lo sacaban sin retorno. Que en
1985 comenzó un movimiento de protección de tierras liderado por el
jefe y dueño de la hacienda Bellacruz. Nuestro Estado nos ha dicho:
“Ustedes hablen de tal fecha a tal fecha”. Nos pone unos parámetros de
silencio. Yo les voy a hablar de la época de la Mano Negra. (CNMH, CV,
Taller San Martín, 2, 3 y 4 de marzo)

234
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Campesinos de la hacienda Bellacruz en una de las jornadas de exigencia por la restitución


de tierras, 23 de agosto de 2018. Fuente: Verdaabierta.com

La siguiente línea de tiempo registra los pormenores del caso de la hacienda


Bellacruz. Este ejercicio se tomó del proyecto Tierra en Disputa, de Verdad
Abierta y Rutas del Conflicto, herramienta digital que ofrece información de-
tallada sobre la propiedad de la tierra en el marco del conflicto colombiano.

235
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Línea de tiempo 1. Momentos clave en relación a la hacienda Bellacruz y la


restitución de tierras
1950 El hacendado del Eje Cafetero
Alberto Marulanda llegó al Cesar y
crea La Bellacruz, una propiedad de
veinticinco mil hectáreas.
El Instituto Colombiano de Reforma
Agraria compró once mil hectáreas
a los Marulanda para entregarles a 1970
familias que reclamaban tierras.

64 familias campesinas ocuparon una


1986 parte de la hacienda y reclamaron
1500 hectáreas, que consideran
Luego de reclamar insistentemente, baldíos de la Nación. La Policía los
el Incora decidió comprar parte de expulsó del predio.
la hacienda a los Marulanda para
entregársela a los campesinos. Para
ese entonces la cabeza de la familia 1989
dueña del predio era Carlos Arturo
Marulanda, ministro de Desarrollo
del gobierno del entonces presidente Gran parte de los campesinos tienen
Virgilio Barco. que desplazarse luego de una toma
del ELN que dejó cuatro empleados
1991 de la hacienda asesinados. Nuevos
campesinos llegan a ocupar los
terrenos que quedaron desocupados.
Luego de hacer un estudio en
el terreno, el Incora emitió una
resolución en la que determinó que las 1994
1500 hectáreas que reclamaban los Los paramilitares de alias
campesinos eran baldíos de la Nación. Juancho Prada llegaron a la zona
y desplazaron nuevamente a los
campesinos. Los paras asesinaron a
varios pobladores y los amenazaron
para desalojar el predio y montar
1996-2006 una base paramilitar. Testimonios
Luego de la desmovilización de exparamilitares señalan a los
paramilitar, los campesinos retornaron hermanos Francisco y Carlos
a la hacienda y se encontraron con que Marulanda, dueños de la hacienda, de
los Marulanda habían vendido todo aliarse con los hombres de Juancho
el predio a la empresa Dolce Vista, Prada para sacar a los campesinos de
la Bellacruz.
de propiedad del empresario Germán 2008
Efromovich. En el terreno, la compañía
ya había iniciado un proyecto de cultivo
de palma de aceite.

En 2016, luego de tres años de disputa


legal en los que la empresa buscó 19 años después, el Incora ratificó
que la justicia anulara la decisión la decisión que había tomado el
del Incoder, la Corte Constitucional 2013 Incoder: las 1500 hectáreas que
determinó que la tierra reclamada por reclamaban los campesinos eran
los campesinos era baldía y ordenó baldíos de la Nación.
a la Agencia Nacional de Tierras que
iniciara un proceso para entregársela
a los campesinos. Un año después,
los campesinos llegaron a un acuerdo
con la empresa. Una asociación de 2016-2017
reclamantes aceptó trabajar para la
empresa y recibir los rendimientos
de la palma, cultivada en el terreno
reclamado. La Agencia Nacional
de Tierras llegó a un acuerdo con
la otra asociación para comprarles
tierras en otra zona del país, con los
rendimientos del cultivo de palma.

Fuente: tomado de Tierra en Disputa (2021).

236
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

5.7.2 Finca Villa Oliva

El desplazamiento de la finca Villa Oliva, desarrollado el 16 de agosto de 1994,


fue el antecedente más claro del ocurrido en la finca Bella Cruz. De Villa Oliva
se desplazaron al menos 204 personas. Este desplazamiento estuvo relacio-
nado con el interés del señor Manolo Manosalva por mantener unas tierras
que, a la luz de las distintas fuentes, tenían una combinación entre propiedad
privada y terrenos baldíos. Debido a su extensión y potencial, la comunidad
entró en estos terrenos al igual que varios actores armados.

Entraron a Villa Oliva para la época de 1990, porque [...] era un fundo de
mayor extensión del que se preveía que era un terreno baldío, porque no
estaba siendo explotado. Era selva completamente, y ellos entraron y em-
pezaron a explotar esas tierras, acomodaron sus ranchitos, sus parcelas.
Cuando por ahí pasaba un tubo o pasa, yo no sé si pasará, de gasolina, y
allá entraron era los grupos que empezaron a financiarse. Primero pues las
guerrillas conocidas como grupos pequeños y se financiaban con la explo-
tación de ese tubo de gasolina, y esa era la entrada que había para allá, pero
ese grupo no tenía fines de la tierra sino era la entrada era a la explotación
de la gasolina. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Por aquella época, Manolo Manosalva intentó reclamar los terrenos alegan-
do que le pertenecían, reclamo que, jurídicamente, la comunidad consideraba
confuso y en algunas etapas hasta contradictorio.

Durante ese proceso, ellos no pudieron ante la Fiscalía demostrar que estos
campesinos eran usurpadores, no tuvieron las pruebas suficientes, no obs-
tante el proceso se lo archivaron por falta de base probatoria y ellos se que-
daron muy indignados al ver que estas personas ya se quedaban ahí. Ellos
ya le estaban solicitando al Incora en esa época que les titulara las tierras.
(CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Después de ver que el proceso judicial era infructuoso a sus intereses, Ma-
nosalva contactó a los Prada y les propuso desplazar a los ocupantes a cambio
de la cesión de algunas tierras:

Como ya el señor Juancho tenía el grupo de hombres armados y todo, entonces


el señor Manolo, el dueño, el que se hacía llamar dueño del terreno [dijo]: “A us-
ted le corresponde tantas hectáreas de tierra pa que saque esa gente de ahí”. Y así
se negociaron las tierras y ya ellos, sí, los despojaron y allá no los dejaron volver
a entrar para nada, ni les compraron ni nada. Les robaron, como ellos dicen, les
quemaron las viviendas. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

237
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Como parte de las justificación de estas acciones, se utilizó la recurrente es-


trategia de tildar a la población civil de guerrillera. Por un lado, para subrayar el
supuesto carácter contrainsurgente de la actuación del grupo paramilitar; y por
el otro, para esconder el hecho de que se estaba atacando a personas indefensas.

En cuanto a nosotros, los de Villa Oliva, también nos tildaron de guerrilleros.


Juancho Prada es uno de los que dice que nosotros estábamos apoyados por la
guerrilla y él sabe que es una mentira, ¿sí? Porque él conocía muy bien a todos
los que estábamos allá en Villa Oliva, él nos conocía a todos y sabía que no
éramos guerrilleros. (...) Entonces, mala información, desprestigiándonos para
buscar una justificación, pa’ decir: “Esta gente es guerrillera”, para sacarnos
de allá, ¿sí? (...) Esas eran las justificaciones que buscaban para mantener la
consciencia tranquila. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

5.8 Despojo de tierras

Se considera despojo la acción de privar por la fuerza a personas o grupos


de sus bienes y propiedades. El despojo es causado por el ejercicio de la vio-
lencia y tiene como propósito directo que las victimas abandonen, debi-
do a la coacción, sus bienes, para luego sustraer sus derechos patrimoniales
(CNRR-GMH, 2009). En el marco del conflicto armado, esta modalidad de
violencia ha sido utilizada como una estrategia de los grupos armados, princi-
palmente paramilitares, con fines de acumular o concentrar tierras, usurpar
territorios, o desarticular procesos sociales y comunitarios ligados a estos:

Para los paramilitares la apropiación de territorios de desplazados se en-


marca en los objetivos de seguridad militar y de creación de santuarios para
el negocio de las drogas, y en algunos casos para el desarrollo de plantacio-
nes agrícolas de largo plazo o ganadería extensiva cuando se busca invertir
ganancias. Los paramilitares están interesados en la propiedad de la tierra
como forma de enriquecimiento y seguridad y en la lealtad o sometimiento
de la población. Por eso buscan expulsar la población que sospechan poco
leal y redistribuyen la posesión de la tierra a quienes muestren lealtad con el
grupo armado y contribuyen en sus negocios. (Reyes, 2009, p. 58)

Si bien los grupos paramilitares son los principales responsables, terceros rela-
cionados directa o indirectamente con estos fueron favorecidos o aprovecharon la
situación de orden público para acumular bienes. Las zonas de adquisición de tie-
rras a bajo precio y de establecimiento de iniciativas productivas por sectores em-
presariales o élites regionales coinciden con los territorios que fueron gravemente
afectados por el desplazamiento forzado producto de las actuaciones paramilitares.

238
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

5.9 Reclutamiento de niños, niñas y adolescentes (NNA)

En el marco de conflictos que no son de índole internacional se “establece


que los niños menores de quince años no serán reclutados en las fuerzas o
grupos armados y no se permitirá que participen en las hostilidades (ar-
tículo 4)” (CNMH, 2017, p. 557). El desarrollo de medidas de protección a
menores de edad ha sido progresivo en la legislación colombiana. El artículo
14 de la Ley 418 de 1997 prohíbe el reclutamiento de menores de edad para
integrar las filas de grupos guerrilleros y autodefensas. Para el 2002, fue
ratificado el Estatuto de Roma y se tipificó como crimen de guerra a partir
de la Ley 742 del mismo año (CNMH, 2017). Por su parte, si bien los grupos
paramilitares en sus estatutos manifestaron la prohibición de reclutar me-
nores de edad, las sentencias de Justicia y Paz contra distintos excomandan-
tes muestran que esta práctica fue frecuente.

Así mismo, el informe del CNMH, Análisis cuantitativo sobre el parami-


litarismo en Colombia (2019), muestra el reconocimiento de esta modalidad
de violencia por exintegrantes rasos de los bloques paramilitares. Dentro de
los relatos del MNJCV, se tiene razón sobre las características de dichos re-
clutamientos, parte de sus modalidades y del maltrato sufrido por NNA. Al
respecto, un desmovilizado señala que entró a la estructura siendo menor de
edad; junto a él, otros dos menores también fueron reclutados. Estas personas
fueron amenazadas de muerte si se fugaban de la organización.

Edo.: Nosotros estábamos en el pueblo y una noche llegó una camioneta de


paracos. Ahí habían... llegaban, ahí llegó un señor al pueblo que tenía un
conocido ahí y llegó allá. La gente de él, los que llevaban la camioneta, em-
pezaron a recoger y a montar en la camioneta, y fue cuando nos llevaron a
nosotros. (...) Cuando el comandante se llamaba Luis Orrego [Orfego]. (...)
Nos llevaron para el lado de Barranca Lebrija.
Entr.: ¿Usted me dice que usted tenía en ese momento aproximadamente 15 años?
Edo.: Como 15 años.
Entr.: ¿Con cuántas personas se lo llevaron?
Edo.: Como a diez, doce.
Entr.:¿Y todos era menores de edad o eran de diferentes edades?
Edo.: No, habíamos como tres menores de edad.
Entr.: ¿Qué les decían a ustedes cuando se los llevaron?
Edo.: No, nada, que el que se volara, lo mataban. (CNMH, MNJCV, 2017,
11 de agosto)

El relato es claro en manifestar que habían castigos por intentar escapar de


la estructura:

239
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Entr.: ¿Y qué hicieron allá en Barranca Lebrija cuando llegaron?


Edo.: No, llegamos como a una finca y ahí nos tuvieron. Inclusive yo, yo
con otro muchacho, intentamos volar y nos metimos en un problemonón
[sic]. Nos fuimos fue cortico o si no... nos castigaron. (...) Pues, espera-
mos que llegara la noche para irnos, pero uno que había de centinela, que
era de los que ya tenían tiempo de estar allá [nos dijo] que para dónde
íbamos. Entonces, nosotros le dijimos que íbamos era a ensuciar, que íba-
mos... como fue en una finca, que íbamos a ensuciar, pero eso fue la úni-
ca salvación. Y no, ahí nos tuvieron castigados, nos tuvieron castigados
hasta que nos quitaron el castigo, como cinco días castigado. (CNMH,
MNJCV, 2017, 11 de agosto)

Parte de este tipo de vinculaciones fueron justificadas por los comandantes


como “errores”, pues supuestamente no tenían conocimiento de la edad de los
vinculados debido a que no pedían ningún tipo de documentación o los mis-
mos menores manifestaban que eran mayores de edad; el grupo, por su poder,
capacidad y obligación de respetar las normas internacionales, debió asegu-
rarse de esto. De cualquier manera, tanto en los relatos del MNJCV como
en las sentencias de Justicia y Paz, la evidencia muestra que hubo coacción,
amenaza y engaño en la mayoría de los casos.

El reclutamiento de NNA fue relativamente bajo comparado con otras es-


tructuras paramilitares de tamaño similar en el país. No obstante, el propio
Tribunal Superior de Bogotá (2020) manifiesta que sí existió un patrón de ma-
cro criminalidad en estas acciones a pesar de los pocos casos documentados.

Como se ha relatado en capítulos anteriores, también fue frecuente el ingre-


so de exguerrilleros, estrategia cuyo fin era la búsqueda de ventajas militares
frente a la insurgencia. Sin embargo, en esta modalidad también se presentó
el enrolamiento de menores de edad. El siguiente testimonio muestra la expe-
riencia de una menor reclutada por la guerrilla que, a su vez, fue revictimizada
por el FHJPB una vez logró escapar del grupo subversivo:

Edo.: En el 2000 me cargaron tres meses en un carro para arriba y para


abajo. Y si no colaboraba con ellos me mataban. Y me quedé trabajando con
ellos. Me tocó [...]. Se dieron de cuenta que yo era guerrillera.
Entr.: ¿Y cómo se dieron cuenta ellos?
Edo.: Pues que me hayan visto. A mí me montaron al carro, me decían que
era una guerrillera, me trataban mal. Al principio me pegaban. Me ame-
nazaban que me iban a matar, que me iban a torturar para ayudar a que
confesara. Y empecé a andar con ellos tres meses. A los tres meses ya me
mandan para la escuela. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de septiembre)

240
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Según los relatos y la información recopilada, el entrenamiento de NNA no


fue diferencial al de otras personas de la estructura armada; por el contrario,
muchas veces se buscaba con esto que los menores aprendieran a cometer vic-
timizaciones como la tortura y el homicidio.

Adicionalmente, el reclutamiento de NNA incluyó a niñas que fueron obje-


to de violencia sexual, estigmatización y homicidio (TSB, 2020).

5.10 Violencia basada en género y violencia sexual

Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en el marco del con-


flicto armado se considera como violencia sexual

cualquier acto de naturaleza sexual impuesto a un hombre, mujer, niño o


niña, que por lo general hace parte de escenarios de abuso y violencia. La
imposición de estos actos puede darse por medio del uso de la fuerza, la
coerción, la opresión psicológica, el abuso de poder o el temor a la violen-
cia. (CNMH, 2018d, p. 15)

La violencia sexual fue funcional y estratégica a los intereses de los grupos


paramilitares, ya que esta ha servido como arma de guerra y terror contra
pobladores. Así mismo, integrantes de las mismas estructuras sufrieron este
tipo de violencia.

Sea que ocurra en situaciones de carácter estratégico, oportunista o in-


trafilas, en el marco del conflicto armado la violencia sexual ha sido usa-
da como una práctica de apropiación de cuerpos y poblaciones, que ha
contribuido a reafirmar el dominio violento de los grupos armados que la
cometen. Esta apropiación se ampara en un conjunto de imaginarios que
recaen sobre los cuerpos que resultan victimizados y en el despliegue de
masculinidades guerreras o despóticas, ambas cosas puestas en función
de expropiar el control de las personas sobre su propio cuerpo-espacio,
en otras palabras, de “territorializar” a partir de una práctica de domina-
ción. (CNMH, 2018d, p. 24)

Desde las sentencias emitidas por Justicia y Paz contra postulados del
FHJPB, se conceptualiza la Violencia Basada en Género (VBG) desde la
siguiente definición:

De forma amplia, la VBG denota: cualquier forma de violencia, incluida


la violencia sexual, dirigida contra una persona o grupos de personas con

241
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

base en su sexo, su género o los roles de género en una sociedad, la cual es


ocasionada por desbalances de poder/género, o inequidades entre hombres
y mujeres. (TSB, 2020, p. 663)

Si bien la VBG se presentó en el sur del Cesar y Norte de Santander, en


este último departamento la sistematicidad fue evidente, especialmente en
el municipio de Ocaña. Desde las fuentes jurídicas, se registraron 23 casos
en ambas zonas: 16 en Ocaña, 4 en San Martín, 2 en San Alberto y 1 en
Aguachica (TSB, 2020, p. 668)

La estigmatización y rechazo social a las víctimas de VBG, así como las


amenazas recibidas por sus victimarios, generan que este tipo de violencia
muy pocas veces sea denunciada. Esto provoca que los registros de estos
casos estén subestimados y que se dificulte encontrar información cuan-
titativa que permita comprender completamente la responsabilidad de los
paramilitares en estas acciones. Por lo tanto, este aparte se enfoca en los
relatos del MNJCV y en las voces de las víctimas y líderes que describen y
visibilizan los casos.

Las distintas fuentes son claras en manifestar que la VBG fue reiterada en
el sur del Cesar y Norte de Santander. En varios casos, las violaciones sexuales
a mujeres fueron producto de acusaciones basadas en el señalamiento de la
víctima de guerrillera. En estas situaciones, la VBG se utilizaba como arma de
guerra y agresión al enemigo (CNMH, CV, 2021, 8 de junio).

También, como se relató en el aparte de tortura, la violencia sexual fue parte


de la sevicia del grupo armado con las víctimas. El cercenamiento de partes
íntimas, la desnudez forzada y la introducción de objetos en los cuerpos fue-
ron parte de dichos repertorios (CNMH, MNJCV, 2015, 7 de mayo).

El FHJPB también implementó la violencia en forma de discriminación,


regulación o coerción de las identidades de género u orientaciones sexuales
de la población. Como se explicó en el aparte de acciones de control y regu-
lación, parte del orden paramilitar deseado se apoyó en ideas prejuiciosas
que restringían los comportamientos de hombres y mujeres a ciertos este-
reotipos. Este imaginario también se hizo extensivo a los roles que se debían
desempeñar en lo público y privado, lo que limitaba el desarrollo personal
de los habitantes del territorio, tal como lo afirman las víctimas del grupo
en San Martín: “Al hombre que se dejara crecer el cabello se lo mochaban, el
que se hiciera un arete se lo arrancaban, el que se hiciera un tatuaje se gana-
ba su paliza. Ellos impusieron sus reglas a su antojo, a su manera” (CNMH,
CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

242
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Uno de los participantes habla de un caso de humillación pública que


presenció en la vía de San Pablo para el Monte, en el que un señor que traba-
jaba en el transporte informal, que tenía pelo largo y abundante barba, fue
interceptado y rasurado con un cuchillo (CNMH, CV, Taller San Alberto,
2021, 12 de junio).

Parte de la VBG también se reflejó contra personas que se identificaban


como homosexuales, los cuales eran estigmatizados como individuos que co-
rrompían la comunidad:

A los homosexuales también, o sea, mataron tres, dos homosexuales, ma-


taron ahí en San Martín porque estaban dizque violando niños, los ho-
mosexuales, que estaban llevando niños por allá para las piedras. Y entró
Pica Pica y a media noche se metió por allá por un techo, y le dio como
una barra y a los dos días fue que se supieron que estaban muertos por el
olor, pero él los mató y los dejó allá. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021,
10 y 11 de junio)

En estos casos, quienes se reconocían como parte de la población LGBTI


sufrieron la excesiva crueldad paramilitar. El siguiente relato es sobre el homi-
cidio de alguien que se reconoció como tal y fue lapidado:

Eso fue en Aguachica, que lo mataron en un baile, lo mataron. Lo tenían


identificado como LGBTI y se lo llevaron y lo mataron a punta de piedra.
(...) Él se identificó como de ese género y la familia se abrió desde Gamarra
para aquí para Aguachica. (CNMH, Taller Gamarra, 2021, 3 de marzo)

Sobre este grupo poblacional, los paramilitares promovieron imaginarios


heteronormativos entre la comunidad, no admitiendo que lo considerado
masculino o varonil fuera quebrantado por decisiones personales de los
hombres homosexuales:

En esos alrededores de San Martín, eso por ahí encontrábamos nosotros


bastantes hippies, eso es normal, sí, uno llegaba y les decía uno: “Si no se
peluquean se calvea”. (...) O sea, porque uno nunca estuvo de acuerdo con
esa cuestión de ese pelo largo, porque el pelo largo se hizo es para las mu-
jeres. (...) Ya, en el hombre se ve muy feo y se ve estilo... el tipo que tiene el
pelo largo es porque es un malandro, tira como a malandro o a cualquier
cosa, o será marica. (CNMH, MNJCV, 2014, 14 de marzo)

La prohibición de tener el cabello largo se castigaba de forma directa con el


propósito de humillar, ridiculizar y atemorizar a las personas, de manera que

243
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

el castigo fuera ejemplarizante para enviar un mensaje disuasivo al resto de la


comunidad de hombres jóvenes:

Edo.: De pronto sí había ciertas normas que debían cumplirse, que por lo me-
nos como en normas como que los muchachos no tuvieran el cabello largo.
Entr.: ¿Qué le pasaba a uno si tenía el pelo largo?
Edo.: Se lo cortaban con un machete.
Entr.: ¿Y cómo le cortan el pelo a uno con un machete?
Edo.: No, no sé porque me cuentan, pero se lo cortaban con un machete.
(...) No con tijera, sino con un machete para que le quedara mal el corte. (...)
Entr.: Ya, pero un machete no tiene filo pa’ cortar uno...
Edo.: Por eso era que le dolía a la persona. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

La persecución a la comunidad LGBTI fue otra manera como el grupo


buscó implantar sus imaginarios normativos a fuerza de coerción. Esta po-
blación era percibida por patrulleros y comandantes como una problemática
social que amenazaba el orden moral y la salud de las comunidades (CNMH,
MNJCV, 2015, 15 de octubre).

La orden del grupo armado consistía en hacer seguimiento a las conduc-


tas de las personas que hacían parte de la población LGBTI. De este modo,
estaban pendientes de su trato con niños y niñas, ya que eran vistos como
una amenaza al crecimiento de estos menores y las familias. La persecu-
ción, las amenazas y los atentados contra la vida fueron las acciones que
implementó el grupo para impedir la libre expresión y desarrollo de este
sector de la población:

Yo me acuerdo que en San Alberto en la bajada de La Palma había más de


tres, cuatro maricas con su peluquería. Incluso, nosotros nos motilábamos
allá. (...) Pero nunca tuve problemas. Incluso, fue hasta muy amigo de uno
que se llama Jhon, él era el que me motilaba a mí y bien, pues, motilaba a
Pedro también. Había otro marica que le decían Carol, y ese era... esos eran
los peluqueros de nosotros, ¿sí? Eran travestis, normal, pero nunca... y a ellos
se les decía: “Miren, no incidan, si a usted le gusta a un hombre, que sea una
persona mayor de edad, usted no incida con peladitos. Y si ustedes quieren
un peladito, váyanse a otro lado donde aquí no lo vean”, ¿sí? Yo, incluso, yo
hasta como amistad le decía: “Mire, yo como amigo se lo digo, porque esa es
orden que tenemos nosotros de mirar que ustedes no vayan a incidir la juven-
tud al homosexualismo”. (CNMH, MNJCV, 2018, 5 de octubre)

Sin embargo, en otros relatos del MNJCV, se puede observar que las órdenes
del grupo eran tener cero tolerancias con personas LGBTI. En el corregimien-

244
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

to de Los Ángeles, en el municipio de Río de Oro, personas de la población


LGBTI eran desplazadas una vez identificadas: “Allá en Los Ángeles, un ma-
rica, nada más. (...) Lo corrieron, que se tenía que ir, (...) [le dijeron:] ‘Venga,
usted, no lo queremos ver acá’” (CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre).

Las torturas hechas a población LGBTI buscaban la corrección de su deci-


sión de expresión o construcción de identidad de género:

A los homosexuales (...) les colocaban un arma en la cabeza, los insultaban


y les decían que los iban a matar. O que los dejaran dos, tres días empelo-
to amarrado por allá en un palo, así, torturas. (...) Eso era lo que hacían.
(CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

Finalmente, las mujeres de municipios como Aguachica, Gamarra y San


Martín, mencionaron que el grupo paramilitar estableció estrictos controles
sobre la libre movilidad y la expresión de esta parte de la población:

Una por ejemplo no podía salir a hacer deporte en la madrugada. (...) A


nosotras las mujeres nos cogían en la calle haciendo deportes y nos decían
que íbamos a vagabundear, y le daban duro a uno por andar en la calle, le
pegaban a una. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

En ocasiones los castigos contra las mujeres buscaron corregir la estética


personal de cada una para imponer una reglamentación acerca del buen ves-
tir: “Las mujeres con camisetas cortas las marcaban en sus abdominales. (...)
Mujer que veían mal vestida le daban su limpia” (CNMH, CV, Taller San Mar-
tín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

En algunos relatos del MNJCV se niega que existieran prohibiciones al


comportamiento corporal o la libre expresión de las mujeres de la comunidad;
en cambio, se indica que los castigos en contra de las mujeres solo ocurrían
cuando se trataban de prácticas como el chisme y la infidelidad (CNMH, MN-
JCV, 2013b, 26 de junio), así como el control de salud a quienes ejercían el tra-
bajo sexual (CNMH, MNJCV, 2017, 25 de agosto). Los castigos que se imple-
mentaron en contra de mujeres consideradas “chismosas” o “problemáticas”
buscaron aleccionar al resto de la comunidad mediante actos de abuso sexual
y de humillación pública:

Eso se le llamaba la atención, [se le] decía: “Se compone, se cambia eso o
se castiga”. El castigo, las cogían, las ponían a... pongamos un ejemplo, a
barrer la calle o a barrer todos los parques, y se le ponía un letrero: “Por
chismosa”, o por tal cosa, pa’ que sintiera vergüenza, pa’ que estuviera ahí.

245
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

(...) Antes de llegar a San Martín, la agarraron ahí, ella la pasaba era chis-
moseando y peleando, eso andaba jodiéndole la vida a los demás ahí. Eso
fue ahorita poco, eso no fue mucho, eso hace... fue como en el 2004 por ahí,
más o menos. (...) Sí y eso le ponían quejas al comando cada rato, póngale
quejas y póngale quejas y póngale quejas, y a lo último eso se botaron allá
y a todas dos las agarraron, las dejaron en pantaletas. A las dos mujeres, en
pantaletas y en brasier, y las pusieron a barrer el parque, todo el parque así
en pantaletas y en brasier. Y el letrero: “Por chismosa”, y atrás en la espal-
da, “Por chismosa, por chismosa”, esos eran los castigos que se le hacían.
(CNMH, MNJCV, 2014, 14 de marzo)

Así mismo, algunos testimonios de las víctimas manifiestan que los para-
militares llegaron a abusar sexualmente de mujeres de la comunidad como
forma de castigo. Según el relato, una menor de edad que, supuestamente, se
dedicaba al trabajo sexual fue retenida por miembros del grupo en el barrio
María Eugenia de Aguachica. Esta persona fue abusada, torturada y asesina-
da como forma ejemplarizante de castigo, “para enseñarle a las jóvenes que
andaban en ese camino, supuestamente, a no hacerlo” (CNMH, CV, Taller
San Martín, 2021, 3 de marzo). Las víctimas del municipio afirman que estas
acciones fueron prácticas sistemáticas que implementó el grupo en barrios
que estaban bajo su control, como en el caso de 11 de Noviembre, Idema,
Bedoya y María Eugenia.

Por otra parte, era claro que si un civil cometía violación era castigado
por la misma organización, probablemente con la muerte. En contraste, la
VBG, en específico la violencia sexual, cometida por alguien de la estruc-
tura era tolerada y, no en pocos casos, respaldada por las comandancias.
Las víctimas de San Alberto afirman que hubo un caso en el que una ma-
dre denunció a un miembro de la estructura por la violación de su hija.
Ante la denuncia interpuesta, el comandante encargado respondió: “Seño-
ra, amarre a su perra porque los perros están sueltos” (CNMH, CV, Taller
San Alberto, 2021, 12 de junio).

En síntesis, se puede decir que en Ocaña hubo una ola de violencia sexual,
principalmente, en contra de mujeres y niñas, que sufrieron accesos carnales
violentos y “actos de tortura con connotación sexual, compañía forzada, ma-
ternidad forzada, entre otros” (TSB, 2020, p. 665).

Adicionalmente, las mujeres que pertenecieron al grupo armado no solo


sufrieron VBG dentro de la estructura, sino que también manifestaron que
antes de ingresar a las filas fueron violentadas en contextos de alta impunidad
y que el paramilitarismo profundizó estas victimizaciones.

246
5. VIOLACIONES A LOS DD. HH. E INFRACCIONES AL DIH

Mire, a mí esa noche casi me violan. (...) Entonces, el man comenzó a ma-
nosearme y eso por allá metió las manos. No, eso pa mi fue duro, porque
yo fui violada de 12 años, de 12, 13 años. Me violaron dos manes y volver
otra vez tantos años después eso es muy duro. Menos mal que en esos
momentos entró otro y dijo: “¿Usted qué está haciendo aquí?”. Porque
me alcanzaron a escuchar: “¡No, por favor! ¡No, por favor! No me haga
daño”. Decía: “Cállese la boca o si no la mato aquí”. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Este actuar del grupo armado ha sido sistemáticamente negado por un


buen número de personas que pertenecieron a la estructura armada, que
han manifestado que estaba prohibido y que por tanto hubo “muy contados”
casos. Este tipo de discurso es muy frecuente en la mayoría de las personas
que participaron en el MNJCV a lo largo y ancho del país. No obstante, los
relatos del MNJCV del FHJPB también son claros en aceptar que las victimi-
zaciones en este sentido fueron contra la población civil y contra las mismas
mujeres que pertenecieron a la estructura armada. El siguiente testimonio
cuenta el caso de una integrante de la estructura que fue violada y asesinada
por sus mismos compañeros:

Abusaron de la pelada, la pelada cuando yo la encontré, la encontré sin


ropa, sin ropa, así la ropita puesta a un lado. Inclusive, yo le dije... el man a
mí se me hizo raro, porque cuando yo la llevé al hospital, los primeros que
me llegaron fue ellos, Pica Pica con Arley y otro chino ahí, no recuerdo el
otro man, a ver si la pelada se había muerto. (...) La pelada murió, la pelada
la mataron. (CNMH, MNJCV, 2013, 1 de octubre)

Una desmovilizada cuenta cómo fue víctima de una violación por orden
de un comandante, que para castigarla permitió que un miembro de la es-
tructura abusara de ella.

Porque él me palanqueó con el comandante. Y me ofrecía plata para que


me acostara con él y yo: “No, no, no”. Y llegó un momento en que me pa-
lanqueó feo, por medio de una comida con el comandante y él le ordenó a
él que me... que me... que abusara de mí. (...) Que abusara de mí sin condón.
Me encerró en un baño, me hizo quitar la ropa. (...) O sea, el castigo suyo
fue ese, que el muchacho podía abusar de mí. Sí. Me castigó de esa forma.
(CNMH, MNJCV, 2017, 14 de septiembre)

Debido al fuerte control hacia la población civil y los altos niveles de impu-
nidad, la estructura armada tuvo la posibilidad de disponer de los habitantes
a su antojo, incluyendo a menores de edad.

247
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Los comandantes de nosotros, unos respetaban como había unos que no, unos
apenas miraban. Sí, uno miraba, la comunidad por ahí miraba, ¿entendió? Las
metía las peladas de 12 años, y a las peladas le hacía... tenía 12 años, y a todas las
abusó en ese tiempo. Eran pequeñas, me acuerdo, y la mamá también qué iba
a hacer. (...) Él las llamaba, porque le gustaban. Y la mamá no hacía nada que
porque era el comandante. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Otro relato ilustra la sistematicidad de la violencia sexual:

Lo que pasa es que no fue tan visible, y así fuera visible lo que ellos puedan
destruirles [sic] no era tan visible sino la intimidación que le hacían. Porque
yo tuve una amiga que se llamaba Adriana, ella se la llevaron para allá don-
de son las tales ferias, la usaron, la violaron y para que ella no dijera nada
le pusieron un tiro en la pierna; con el tiempo, uno o dos años, la mataron.
Sí, eso fue en San Martín, netamente de San Martín, fue muy poco, pero
de afuera sí traían y violaban, de afuera sí las traían. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

La VBG practicada por el FHJPB fue sistemática y reiterada en la mayoría


de los territorios donde el grupo tuvo injerencia. Los repertorios de violencia
recayeron sobre mujeres adultas, niñas y adolescentes de la población civil y
del grupo armado. Si bien la estructura armada dentro de sus reglas formales
rechazó la violación como proceder, tanto los relatos del MNJCV como las
voces de las víctimas y la población civil entrevistada, manifiesta que la VBG
fue tolerada y poco castigada dentro de la estructura.

Entre las dos zonas de injerencia del FHJPB no se identificaron diferencias


en este proceder, incluso cuando las sentencias en contra de postulados de la
estructura revelan que los municipios de Norte de Santander fueron los más
golpeados por este flagelo. No obstante, esta investigación encuentra que la
VBG fue normalizada, sostenida en el tiempo y poco condenada entre las je-
rarquías de la estructura. Esto, junto con la poca reacción de las autoridades
ante estos hechos, generaron contextos de impunidad y un mensaje claro a las
víctimas de callar lo ocurrido para evitar represalias.

248
6. DAÑOS E IMPACTOS

6.1 Daños al proyecto de vida: afectaciones a la subjetividad

6.1.1 Daños materiales

El patrimonio material hace referencia al conjunto de bienes de una persona a


razón de su adquisición propia o familiar. Todo aquello que atenta contra estas
propiedades, ya sean tierras, casas, maquinarias, enseres y animales, se conside-
ra un daño al patrimonio material (GMH, 2013). Estos bienes no solo se mueven
en el mundo de las relaciones económicas, sino que se inscriben en el mundo de
los significados que estos aportan a la vida. Así, a través de los bienes materiales
se hace posible la subsistencia y se construye un sentido de vida.

En el caso de los daños causados por el Frente Héctor Julio Peinado Becerra,
se hace necesario recordar que antes de la llegada de los grupos paramilitares
a la región las comunidades habían logrado cierto grado de estabilidad.

Nosotros ya éramos [autosuficientes], nosotros ya no necesitábamos ir a


trabajar un día a otro, porque nosotros de lo mismo que sembrábamos ven-
díamos y comíamos nosotros, ya teníamos nuestro proyecto de vida reali-
zado. (...) Nosotros ya éramos una comunidad constituida con toda la ley,
con acción comunal, con su profesora de bienestar. (CNMH, CV, Taller San
Martín, 2021, 11 de junio)

No obstante, en los primeros años de la década de los noventa, el origen


y crecimiento del fenómeno paramilitar en la región se evidenció en un au-
mento en la notoriedad, la frecuencia y número de víctimas de la violencia.

249
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A partir del establecimiento de formas de regulación de la vida pública y pri-


vada, la estructura gobernó la economía de la población, desde los ingresos
y gastos hasta las pertenencias más pequeñas.

En concreto, el grupo paramilitar impuso cobros de diverso tipo, entre los


que se destacan dos: por un lado, aquellos circunstanciales; y por el otro, los
relacionados con transacciones comerciales. En cuanto a los primeros, estos
fueron medios de expresión de su autoridad y no una fuente de financiación.
Por ejemplo, obligaban de forma arbitraria el pago de sus consumos en es-
tablecimientos públicos:

Si uno se metía de sapo a tomar allá, le hacían pagar la cuenta. Por eso
muchos evitaban ir a tomar allá con ellos, porque ellos esa cuenta la paga
fulano de tal, (...) y eso lo usaba mucho Pica Pica. Pica Pica usaba esos tiros,
llegaba y se ponía a tomar y [decía:] “Esta cuenta la paga fulano de tal”.
(CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio)

Sobre los segundos, impusieron exacciones por la venta o compra de produc-


tos como la cerveza o gaseosa. Esta práctica, terminó imponiendo un aumento
insostenible en los costos fijos de los comerciantes quienes, en el caso de los más
vulnerables, fueron conducidos a la quiebra; mientras aquellos que contaban
con mayores patrimonios prefirieron desplazarse para invertir su capital en te-
rritorios más seguros y articularse a la economía sin poner en riesgo sus vidas.
“Muchos comerciantes se fueron: perdieron su negocio y les tocó irse por la si-
tuación que estaban viviendo” (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio).

En otros casos, la estructura paramilitar se hizo con el control de espacios


de toma de decisión que le permitieron captar ingresos de los trabajadores.
Los casos más representativos están relacionados con el chantaje a empleados
públicos y privados. Así, estos estaban obligados a ceder parte de sus ingresos
a favor de la causa paramilitar so pena de perder sus empleos. Estas amenazas
fueron extensivas a quienes ejercían algún tipo de activismo político y rea-
lizada mediante coacción armada, lo que provocó desplazamientos forzosos
y, por tanto, la pérdida del empleo de las víctimas y la destrucción de la base
material necesaria para la consolidación de un proyecto de vida estable. Así lo
narra un ex trabajador de la región:

Yo perdí mi trabajo, faltándome 5 meses para los 20 años de trabajo perdí


7 años de pensión porque la empresa no me siguió pagando, no pagaban el
seguro, porque hasta la empresa nos afilió al seguro social. En el 91 yo ya
llevaba 14 años y medio laborando y esos 14 años y medio están en deman-
da y eso no se ha ganado. Y así, como el caso mío, habemos como unos 120

250
6. DAÑOS E IMPACTOS

perdiendo la pensión, todo ese sacrificio. Por fortuna estamos vivos y po-
demos colaborar con alguna cosa que podemos hacer. (CNMH, CV, 2020,
29 de julio, Bucaramanga)

No obstante, los patrimonios individuales no fueron los únicos afecta-


dos. Como se ha sostenido en este informe, la articulación de las diferentes
formas de daño, acompañadas de la coyuntura de la región, profundizó las
afectaciones. En el caso particular de los daños materiales, violaciones a los
derechos humanos como los homicidios llevaron al menoscabo del capital
de las familias cuando la víctima se encontraba a cargo de la consecución de
recursos económicos para el hogar. De esta manera, las estructuras sociales
(como las patriarcales) se articularon con la violencia paramilitar para des-
truir los patrimonios familiares.

Pero es que uno también tiene que analizar que la mayoría de las mujeres
vivían expresamente de su esposo. (...) Las deudas que quedan de ellos,
como me tocó a mí vender la casa para pagar las deudas que él tenía o si
no uno también, entonces le tocaba a uno también y hágale... uno queda
en la quiebra en el sentido que uno quedó solo, le mataron el esposo, con
niños. Ya lo que uno tenía le tocó venderlo pa poder seguir, pa poder
subsistir, le toca a uno salir de los bienes de uno. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Es necesario recordar que la estructura social patriarcal ha impuesto una di-


visión social del trabajo que ha creado mecanismos de exclusión de las mujeres
de las actividades económicas no relacionadas con el cuidado y la reproducción
de la vida. Esta circunstancia dejó a las mujeres en un alto grado de dependencia
de sus compañeros sentimentales. Ante la práctica de homicidios, cuyos objeti-
vos fueron mayoritariamente varones, las familias afectadas se vieron obligadas
a asumir responsabilidades para las que no han sido socialmente preparadas y
en las que son revictimizadas por distintos actores sociales.

Ahora bien, en las zonas rurales, las prácticas de apropiación y robo con
fines de consumo y comercialización fueron especialmente notorias en la ac-
ción de este grupo. Pobladores fueron coaccionados con amenazas para entre-
gar su patrimonio con órdenes como: “Necesitamos una vaca, porque necesi-
tamos hacer un asado” (CNMH, MNJCV, 2017, 5 de diciembre), o: “Máteme
tres gallinas pa todo el mundo” (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11
de junio). Igualmente, recurrieron al hurto con fines de comercialización y
financiación; por ejemplo, tomaron cien cabezas de ganado que, posterior-
mente, vendieron por una suma aproximada de 35 millones de pesos (TSB,
2014). Estos hurtos privaron a la población más vulnerable del patrimonio

251
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

que posibilitaba el acceso a bienes básicos, lo que a fin de cuentas terminaba


desproveyéndolos de sus medios de vida.

La acción violenta del grupo sobre los patrimonios privados no cesó ahí, sino
que fue acompañada con el despojo y el desplazamiento forzado, prácticas que
tienen una afectación particular al imponer el abandono sobre los bienes y las
garantías de subsistencia. En este sentido, la consecuencia inmediata de estos
delitos es la desvinculación de las personas de sus medios de vida, situación
a la que fueron sometidos colectivos enteros. Así, en casos de desplazamiento
masivo las víctimas identifican que: “Todo el mundo tuvo que salir con lo que
tenía puesto porque no pudieron sacar absolutamente nada de lo que ya eran
tenedores ellos” (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Luego de la ejecución de estos delitos, los miembros del grupo procedían al


saqueo, apropiación y destrucción voluntaria e involuntaria de los bienes. Con
estas palabras narra el último paisaje de lo que fuera su hogar una de las vícti-
mas: “Cuando uno miraba esas casas allá ardiendo, todo eso llamarada de que
le habían metido candela a todo. Donde sacaron a la gente con la mera ropita,
perdimos todo” (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

Además de esta apropiación directa, en el caso de los bienes inmuebles, el


grupo también recurrió a formas más elaboradas de despojo en las que, apro-
vechando la situación de extrema urgencia de las víctimas desplazadas, com-
praron sus propiedades a precios irrisorios (TSB, 2017); o llegaban a acuerdos
de compra de bienes, con sus víctimas, para luego solo reconocer una pequeña
fracción del pago y finalmente forzar la transferencia bajo nuevas amenazas
(TSC, 2018b). Estas prácticas daban una suerte de “garantía jurídica” del des-
pojo, la cual por su naturaleza se ha convertido en un reto importante para la
reparación. En concreto, estas acciones se presentaron como una combinación
de victimizaciones que buscaba no solo la sustracción de la propiedad, sino ase-
gurar su ilegítima posesión dificultando todo camino posible de recuperación.

De esta manera, los habitantes del sur del Cesar y Norte de Santander vie-
ron frustrados sus proyectos de vida por la profundización de la violencia,
que les despojó de un patrimonio construido individual y colectivamente. En
consecuencia, la privación, pérdida o reducción abrupta del patrimonio de
los individuos y las familias afectó el goce efectivo de derechos, y por esta vía
atentó contra la dignidad de la persona e, incluso, su identidad.

Eso es que hasta salían sin documentación, sin registro civil de los hijos,
sin documentación de cédulas ni de nada. Llegar a un municipio a un lugar
y (...) lo primero que llega [es] la institucionalidad, el primer trancón: “No,

252
6. DAÑOS E IMPACTOS

tiene que volver a buscar el registro civil”. Hombre, si le están diciendo:


“Soy desplazado, me tocó salir con lo que tenía encima”, ni siquiera. Enton-
ces solucione entre Registraduría y Registraduría para que hagan llegar ese
registro, pero no tiene que volver, queda el pelado sin salud, sin educación
y un NN. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Por este medio, el grupo paramilitar desvirtuó la condición de ciudadano


y de persona de sus víctimas; además, con la intransigencia y premura con la
que buscaban recursos diezmaron la posibilidad de los habitantes de acceder
a sus mínimos vitales y los condenaron al desarraigo.

Las consecuencias del desplazamiento es que las víctimas se volvieron,


nos volvimos, errantes. Perdimos todo lo que teníamos, si yo vendí la
parcela en dos millones de pesos y me fui, de pronto compré otra más
adelante, pero ya no es igual, ya en un momento que una persona se tras-
lade de un sitio a otro pierde su amistad, pierde todo. (CNMH, CV, Taller
San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

6.1.2 Daños morales

El FHJPB buscó el control de la población mediante acciones de regulación


y control que consolidaban su capacidad para administrar la vida pública y
privada. Estas acciones dieron paso a una intromisión en la subjetividad de la
persona y causaron daños morales que pueden entenderse como:

Toda modificación dolorosa del espíritu, consistente en profundas pre-


ocupaciones, o en estados de aguda irritación que afectan el honor, la
reputación y el equilibrio anímico de las personas que incide en la aptitud
del pensar, de querer o de sentir. Los daños morales son el resultado del
menoscabo de valores significativos para las personas y las comunida-
des, pues muchos de los actos violentos buscan, en efecto, degradar la
dignidad de las personas y sus comunidades, devaluar ideales y creencias
y violentar los valores más íntimos que sustentan la identidad colectiva.
(GMH, 2013, pp. 268-270)

Así, la estructura paramilitar atentó contra los referentes de sentido de la


población mediante la intervención ilegítima en la realización de sus proyec-
tos de vida. En otras palabras, los elementos de la cotidianidad como la fa-
milia, los derechos, las prácticas religiosas o el territorio fueron atacados y
negados a la población por las acciones del grupo armado.

253
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En estos daños morales se incluyen las afectaciones al buen nombre, repu-


tación y honorabilidad de los familiares y víctimas del FHJPB, ya que fueron
acusados, señalados y falsamente imputados de delitos no comprobados.

Los líderes cívicos fueron calificados de “militantes guerrilleros”; los cam-


pesinos apreciados por sus comunidades fueron acusados de “terroristas”;
las mujeres de tener relaciones con el bando contrario; jóvenes fueron se-
ñalados de hacer parte de bandas criminales y de desarrollar actividades
delictivas. Este tipo de situaciones generan un grave daño moral para las
víctimas en varios sentidos: producen un gran sufrimiento e indignación;
destituyen a las personas del lugar social que habían construido dentro de
la comunidad, acarrea estigmatizaciones; además, generan consecuencias
negativas en los ámbitos laborales y sociales. (GMH, 2013, p. 270)

Por su parte, los homicidios y desplazamientos provocados por el grupo ar-


mado desencadenaron una serie de afectaciones al núcleo familiar. La primera
de ellas, relacionada con la pérdida de uno de sus miembros, cuyas responsa-
bilidades y compromisos deben ser cumplidos por sus allegados. De esta ma-
nera, en los casos donde las mujeres permanecieron en el territorio, la pérdida
de sus compañeros sentimentales las obligó a suplir el espacio emocional y
económico dejado por ellos.

En ese tiempo que me mataron a mi marido yo quedé desamparada, con


la niña, y usted sabe que aquí no hay fuentes de trabajo y quedamos mal,
yo quedé mal. A mí me tocó abandonar la casa y de allí arrancar para otro
lado, se escuchaba que también nos iban a matar a nosotros. (CNMH, Ta-
ller Puerto Patiño, 2020, 1 de diciembre)

Esta situación se hizo extensiva a las familias de los miembros del grupo
armado que fueron asesinados, como fue mencionado en el MNJCV: “Sí. Hay
todavía muchos hijos grandes, usted los ve grandes: ‘No, fue de Fulanito que
ya lo mataron’, o: ‘No volvió, no se volvió a saber nada de él’” (CNMH, MNJ-
CV, 2015, 19 de mayo).

Las familias tuvieron que enfrentar los daños causados y la agencia emocional
jugó un papel importante, y, en algunos casos, implicó la búsqueda de sentido
de lo vivido. Por este camino, las víctimas llegaron incluso a transferir la res-
ponsabilidad del hecho victimizante del grupo a ellos mismos o a los miembros
de su familia, lo que terminó profundizando o creando una división familiar.

Muchas familias se separaron también por acusaciones, o porque de pronto


llegaban a la casa, estaba la pareja y resulta que el problema era con el marido

254
6. DAÑOS E IMPACTOS

no con la esposa. Se tenía que ir el marido, ella quedaba con sus hijos botados.
Sí, eso se vivió. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Consecuentemente, estas “discusiones” han cuestionado las relaciones afec-


tivas que sustentan estos proyectos familiares llevándolos a la separación con-
yugal. No obstante, aquellas familias que lograron evitar su disolución en un
primer momento debieron enfrentar cambios en los roles de sus miembros a
causa de las acciones del FHJPB. Según el caso, es posible encontrar cambios
en la asignación de las labores de cuidado, ingreso temprano a la vida laboral,
doble carga de trabajo y cuidado, negación del derecho a la educación, entre
otras situaciones a las que se vieron forzadas las víctimas, que, a su vez, tuvie-
ron consecuencias sobre sus familias.

Se rompieron muchos hogares porque cambiaba el rol. Ya el hombre que era


el que trabajaba allá en el campo, en el pueblo, llegó a la ciudad sin saber
nada, se quedaba en la casa y la mujer salía a trabajar. Allí entonces se causó
unos conflictos porque ya la mujer de pronto se estaba ganando sus pesitos, y,
de pronto, no sé cómo, ya no era la misma convivencia que tenían. (...) Porque
un agricultor tirador de machete por aquí pescador, llegar a Bucaramanga, se
estrellaba. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

En otro relato:

Muchas veces perdemos el hogar, porque en el momento en el que somos


desplazados la mujer dice: “No, yo ya estoy aburrida con el tipo acá, yo voy
a dejar este man”. Y eso ha pasado con nosotros las víctimas, hemos per-
dido totalmente nuestros hogares y muchas veces a nuestros hijos, porque
los hijos ya no están con uno, ya están por fuera. (CNMH, CV, Taller San
Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Ahora bien, en el caso de los menores de edad, una de las principales conse-
cuencias de la acción del grupo fue la negación del derecho a la educación por
pérdida directa del acceso (en los casos de desplazamientos) o por sustracción de
los recursos necesarios para la realización de este derecho. De esta manera, niños,
niñas y adolescentes vieron frustrados su proyecto de vida y sufrieron las conse-
cuentes afectaciones sobre su desarrollo personal. Las víctimas lo enunciaron de
la siguiente manera: “Los niños perdían el estudio, los cincuenta niños quedaron
sin terminar el año” (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

No obstante, este no fue el único derecho afectado por la acción del grupo,
en concreto, la libertad de expresión y de personalidad también fueron res-
tringidas. En este sentido, el hecho de discrepar de la organización armada

255
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

o tener un familiar que lo hiciera fue razón suficiente para la pérdida del
empleo o la negación de uno.

Para uno entrar en la cooperativa a trabajar le tocaba ir allá, al frente


de donde está la vaina de la nueva EPS. Ahí había otra oficina, usted
lleva la hoja de vida y llegan: “¿Quién es su papá? ¿Quién es su mamá?”.
Y a usted le decían: “Usted no puede trabajar”. (CNMH, CV, Taller San
Alberto, 2021, 12 de junio)

Por otra parte, en el nivel simbólico, hubo afectaciones al buen nombre y


a la libertad religiosa. En cuanto a las primeras, la estigmatización fue una
práctica común del frente, particularmente usada contra los líderes políticos
y sociales. Aun así, también se presentó sobre la población en general, lo que
dio paso a casos de difamación “motivados” por el lugar de residencia, origen,
sexo o género, vinculación laboral, acusación o cualquier otra condición in-
terpretada como sospechosa. Esta estigmatización se presentó mediante seña-
lamientos directos y complejas articulaciones con el imaginario colectivo que
exculpaban la acción del grupo armado.

Cuando uno está en estas situaciones lo quieren hacer ver culpable a uno,
por el rol que estaba desempeñando y con (...) la misma dinámica dentro de
la sociedad donde te están señalando, ¿no? De que por estar metido donde
estabas fue que te pasó lo que te pasó, y ni se diga si son amigos o la misma
familia, también lo atacan a uno. (CNMH, Taller Gamarra, 2021, 3 de marzo)

Los ritos espirituales de distintos credos fueron respetados con excepción


de aquellos relacionados con la disposición final de los cuerpos humanos. Esto
se debía al ocultamiento de restos y las prohibiciones de recogerlos, proscrip-
ciones que, además, generaban miedo.

Fue como más traumático en que esa persona no se podía recoger, de


pronto, que pues algunos su entierro con toda, en algunos no. (...) O la
gente le daba miedo ir a acompañar al finado, en fin, ahí en ese caso hay
(...) una afectación dura, dura porque la gente eran los poquitos familiares
que estaban ahí al lado de él, cuando lo encontraban. Lo otro también
que uno pues con todo este peso de violencia de cinco décadas o más...
los cuerpos flotando por el río que nadie cogía, nadie les daba sepultura
para no verse inmersos en investigaciones o problemas también con los
mismos grupos. (...) A veces, hubo algunos pescadores que todavía tenían
como ese sentido humano y los enterraban por allá en un barranco o en
una playa, y un cuerpo también quedaron ahí en el olvido. (CNMH, CV,
Taller Aguachica, 10 y 11 de junio)

256
6. DAÑOS E IMPACTOS

En cualquiera de los casos, los restos humanos de personas desaparecidas


les fueron negados a sus familiares. De esta manera, el grupo paramilitar
privó a sus víctimas de la posibilidad de realizar los ritos y actos de dispo-
sición final de sus seres queridos, lo que torpedeó los procesos de duelo. Si
bien no fue posible establecer un patrón mediante el cual estos ritos y actos
de disposición eran permitidos o restringidos, resulta claro que esta práctica
se articuló a los mecanismos de control y regulación social, de modo que se
consolidaba su presencia simbólica en el imaginario colectivo.

Estos daños se han anclado a elementos de la cotidianidad como activida-


des, relaciones y lugares, de forma que los sentimientos del hecho victimizante
regresan a la persona al estar en contacto con estos. Este fenómeno es visible
en la población víctima de desplazamiento forzado que, como forma de agen-
cia de su sentir, resignifican los lugares de desarraigo:

Y yo de ahí para acá, yo no. Yo a San Alberto no entré. Yo pasaba era de


largo por ahí, por la vía a veces volteaba yo a mirar para el lado de la oficina
del sindicato y le daba a uno una nostalgia, me daba tristeza, me daba dolor
de mis años que yo había dejado ahí. (CNMH, 2018a, p. 211)

En otro relato:

Pero es difícil volver a empezar en un lugar en el que ni siquiera (...) me


sentía para nada cómoda, yo no tenía nada ahí, y estar como a la merced
de lo que los demás me pudieran brindar, ayudar, donde la cultura es muy
diferente o las costumbres a las que yo estaba enseñada son muy diferentes.
Y saber que tengo que pagar por una guerra que yo no pedí, una guerra que
yo no me busqué. (CNMH, Taller Gamarra, 2021, 3 de marzo)

En otras palabras, los hechos victimizantes se articularon y encadenaron en


complejas formas de daño que provocaron emociones que atentan contra la
subjetividad de la persona, al punto de arrebatarle su sentido de vida.

Mi vida se acabó en ese momento, me asesinaron a mi sobrino también en


Ibagué Tolima, lo asesinaron. Tampoco lo pudimos ver porque la falta de
recursos. (...) Entonces ya la vida todo para uno ha cambiado mucho, para
mí como madre cabeza de hogar mi vida ha cambiado. (CNMH, CV, Taller
San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

En consecuencia, estas afectaciones simbólicas trascienden el momento de


la acción del grupo armado para ser determinantes en el pasado, presente y
futuro de las víctimas. Como muestra, para la fecha de realización de esta

257
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

investigación, las víctimas afirmaron que el miedo aún permanece (CNMH,


CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio).

6.1.3 Daños físicos

Los daños físicos

(...) son aquellos que tienen lugar en el cuerpo de las víctimas. Se tipifi-
can de dos formas: En primer lugar, la violencia que se despliega sobre el
cuerpo, producto de acciones directas sobre este o derivadas de acciones
bélicas. (...) En segundo lugar figuran un amplio número de enfermedades
psicosomáticas provocadas especialmente por el miedo, la zozobra, la an-
gustia y la tristeza, que originan graves alteraciones del sueño, adicciones y
consumo excesivo de medicamentos. (CNMH, 2014c, p. 36)

Sobre los primeros hay que recordar que la acción del grupo armado es-
taba encaminada al control social de la población mediante la eliminación
de cualquier proyecto político ajeno a sus intereses. Para lograrlo, recurrie-
ron a distintas prácticas de daño al cuerpo, las más visibles, por tratarse de
violaciones a los derechos humanos8, son la tortura y la violencia basada en
género. No obstante, también se presentaron otras agresiones físicas como
las golpizas, en las que era común el uso de objetos contundentes como pa-
los, machetes, culatas de armas de fuego, entre otros. Adicionalmente, se
presentaron desgarros y cortes sobre la piel y cabello (CNMH, CV, 2021, 2
de marzo). Estas acciones, en su mayoría, tenían el objetivo de consolidar la
regulación y control que ejercían sobre la población y, por lo tanto, restrin-
gieron el libre desarrollo de la personalidad.

En cualquier caso, las afectaciones sobre el cuerpo provocaron trastornos,


enfermedades e incapacidades de distinto tipo e intensidad. Entre estas desta-
can aquellas de carácter crónico por extenderse en el tiempo, por ejemplo, los
hechos victimizantes llegaron a generar afecciones cardiacas: “Nosotras nos
enfermamos, desde entonces, yo sufro de tensión alta y mi mamá también”
(CNMH, Taller Puerto Patiño, 2020, 1 de diciembre).

De igual forma, las acciones del grupo profundizaron condiciones médi-


cas previas y disminuyeron la calidad de vida; en algunos casos, llegaron a

8 Se excluye el homicidio por considerarlo un daño sobre el cuerpo que elimina la subjetividad y por
lo tanto su daño es absoluto, el cuerpo afectado pierde su condición de persona. Lo anterior no excluye
que este delito genere afectaciones en la salud física y mental de familiares y seres queridos como se
identifica en este informe.
258
6. DAÑOS E IMPACTOS

provocar la muerte de manera indirecta al causar alteraciones bruscas en el


ánimo, como lo relata una de las víctimas: “Dejamos a mi mamá Josefa sola
y, cuando menos lo esperábamos, estaba rodeada de paramilitares. Como
ella sufría del corazón, murió rápidamente a causa del susto ocasionado”
(Fundagan, 2013, p. 89).

Ahora bien, como ya se ha mencionado, la negación del ejercicio de derechos


fue una consecuencia del actuar del FHJPB. En particular, uno de los derechos
restringidos fue el de la salud, dado que en algunos casos el grupo paramilitar
atentó directamente contra el personal o la infraestructura sanitaria, así como
dificultaron el acceso o despojaron a las personas de los medios necesarios
para recibir atención médica. Todas estas circunstancias terminaron teniendo
consecuencias sobre los cuerpos y calidad de vida de la población.

Yo estoy enferma. (...) En ese tiempo me tocó abandonar la casa y me lleva-


ron por allá porque yo quedé muy mal. (...) Yo no fui a médicos porque no
tenía con qué, y psicólogo tampoco, (...) estaba... mejor dicho, yo estuviera
bajo tierra ya en ese tiempo. (CNMH, 2020, 1 de diciembre)

En cuanto a las afectaciones psicológicas

(...) algunas de las huellas e impactos causados por la violencia son el encie-
rro, el aislamiento, el silencio, las pesadillas recurrentes y repetitivas, el des-
interés por cosas que antes disfrutaban, la pérdida del deseo sexual, el des-
cuido y deterioro físico, la disminución de la autoestima, la manifestación de
enfermedades diversas, los sentimientos depresivos y la frecuente aparición
involuntaria e incontrolable de los recuerdos vividos. (GMH, 2013, p. 267)

En concreto, el FHJPB provocó traumas psicológicos que han dificultado


los procesos de socialización de las víctimas. Es decir, mientras que para
algunas personas el hecho victimizante es una remembranza constante
(voluntaria o involuntaria), otros tienen distintas estrategias de gestión del
duelo, lo que termina generando una brecha de significados que torpedea la
interacción entre miembros de una misma comunidad.

El marido es una de las personas que vive totalmente atormentado, en el mo-


mento en el que ella empieza a hablar de algo, se va. Entonces, tiene un pro-
blema psicológico, un trauma. (...) Otra persona, doña [editado por confiden-
cialidad], que es la señora de [editado por confidencialidad], es otra persona
que también. Uno se pone a hablar con ellos y de un momento a otro empieza
a hablar de los paracos. Esos son problemas psicológicos. Ese es uno de los
traumas. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

259
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En otros casos, las afectaciones actúan en otros aspectos de la psique, entre


estas destaca la depresión como síndrome característico en algunas víctimas:
“Muchos compañeros (...) al irse tuvieron que enfrentar los enfermos, los trau-
matizó y, de pronto, la depresión. Hubo compañeros que la depresión los mató
de haber perdido sus tierras” (CNMH, CV, 2021, 4 de marzo).

Al igual que en las afectaciones al cuerpo, en estos casos también se pre-


sentaron restricciones de acceso a los tratamientos y cuidados profesionales,
como lo relata una de las víctimas: “Yo después de esa fecha quedé muy mal
psicológicamente, sufriendo de nervios, nunca fui donde un médico por mie-
do a ese grupo, por las mismas amenazas de alias Jhon, que no dijera nada,
porque si no, me mataba” (FGN, 2012a, s. p.).

Sin embargo, además de los impactos ya presentados, los repertorios de vio-


lencia del FHJPB incluyeron victimizaciones específicas a sujetos diferencia-
dos9, particularmente a aquellos discriminados por su condición de género y
cuyos daños fueron especialmente visibles en su dimensión física. En concre-
to, las mujeres y la población LGBTI sufrieron hechos victimizantes añadidos
(véase capítulo 5), sin exclusión de los otros mencionados. Este impacto di-
ferenciado corresponde a sus singulares condiciones sociales e históricas y a
las acciones deliberadas del grupo armado para atentar de manera particular
contra estas poblaciones (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio).

En relación con la población LGBTI, esta fue sometida a malos tratos y da-
ños en su cuerpo. Según lo declarado por un líder de la comunidad en audien-
cia realizada el año 2012:

A algunos les cortaron el cabello con machete, les echaban bóxer. (...) [En el
caso de “Pichi”] Lo agarraron porque iba vestido de una forma no adecua-
da para un hombre, lo ultrajaron, lo agarraron del pelo, lo arrastraron, lo
golpearon. (TSB, 2013, p. 107)

El relato continúa describiendo un caso en el que estos maltratos y recu-


rrentes victimizaciones contra la población LGBTI desembocaron en el des-
plazamiento de las víctimas: “Como ‘Jean Carlo’, que también fue golpeado.
Se tuvieron que ir de Ocaña y recuerdo que con el tiempo volvió y volvieron y
lo echaron” (TSB, 2013, p.107). Así, mediante estos castigos, el grupo armado
buscó imponer patrones estéticos, comportamentales y afectivos acordes a sus
propios referentes culturales y heteronormativos.

9 Los sujetos diferenciados son sectores poblacionales que han sufrido discriminación histórica, sistemá-
tica, de exclusión social, de segregación o que están afectados por condiciones de especial vulnerabilidad.

260
6. DAÑOS E IMPACTOS

La población LGBTI ha sido históricamente discriminada y señalada, cir-


cunstancia que ha profundizado sus daños, pues las acciones (simbólicas y
físicas) ejercidas por el grupo paramilitar se articularon a las formas de vio-
lencia de las que ya eran víctimas. De esta manera, se construyeron estrategias
de afrontamiento que pasaban por la autolimitación de derechos y libertades
como mecanismos de protección, entre estas son especialmente emblemáticas
las acciones de ocultamiento de su elección de género: “[conseguir] una esposa
siendo homosexual para llevar una imagen diferente ante la sociedad y que no
fuese sometido y golpeado nuevamente”(TSB, 2013, 107).

Las declaraciones del representante de la población LGBTI, identificado como


“Pelusa”, son contundentes en la descripción de los daños sufridos por la comunidad:

En estos últimos años hemos sido víctimas de muchos abusos, desde pre-
sencia de los paramilitares en los años noventa, fue muy duro porque según
lo escuché, nuestra comunidad ha sido víctima de cosas que la ha hecho
sentir menos y discriminada ante la sociedad, por lo menos conocemos el
caso de “Pichi”, “Jean Carlo”, “Camilo”, que fueron discriminados, golpea-
dos, marginados, maltratados, sometidos a tortura por el simple hecho de
ser homosexuales y no llevar la condición normal, heterosexual, compartir
su vida con una mujer. (TSB, 2013, pp. 106-108)

Con relación a las mujeres, estas fueron víctimas de los malos tratos y de los
patrones de regulación paramilitar.

Eran sancionadas por utilizar minifalda o blusas con escote, casos en los
que eran cortadas en el estómago con cuchillas de afeitar, otras fueron ac-
cedidas carnalmente de manera brutal, torturadas, les cortaban los senos;
(...) cuando los paramilitares hacían sus fiestas, eran secuestradas para que
desfilaran desnudas, no podían utilizar ombliguera porque les lanzaban
ácido, (...) les arrancaban los piercing y les rayaban el estómago para que no
volvieran a usar las blusas cortas. (TSB, 2013, pp. 105-107)

Incluso llegaron a definir comportamientos sobre la vida sexual de las


mujeres. Al respecto, una de las víctimas relata cómo fue amenazada ante
una complicación en su embarazo:

Si la mujer abortaba: “Venga pa acá, ¿usted por qué abortó?”. A mí me casi...


mi hijo cogió el horno y yo corrí para el centro de salud de los paramilitares
porque no había pa donde más coger, yo cogí un trapo y volteaba y lo revo-
loteaba, y el médico de los paracos me decía: “Si el niño se muere, se muere
usted también”. (CNMH, CV, 2021, 6 de marzo)

261
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

La imposición de estos patrones operó como una herramienta de poder


que otorgó a los miembros del grupo visibilidad, capacidad de toma de de-
cisiones, recursos económicos y una posición privilegiada, atributos que no
dudaron en usar (en lo material y simbólico) como instrumentos de seduc-
ción, negociación, presión o imposición para que algunas mujeres accedie-
ran a sostener relaciones sentimentales con miembros de la estructura para-
militar (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio).

En este sentido, las relaciones de la estructura armada con las mujeres, tanto
al interior de la estructura como fuera de ella, estuvieron mediadas por una
concepción patriarcal que reafirmaba formas históricas de exclusión y discri-
minación. Así lo identifican las víctimas:

A la mujer siempre la utilizaban en estos grupos era para oficios allá,


para que los atendieran. Digamos, oficios de la casa y del cuidado del
grupo, y también para complacer las necesidades sexuales de ellos. En-
tonces fueron esas atrocidades que la mujer vivió en la guerra, ¿sí? Se
la llevaban para una finca allá, ella era de todo. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Ahora bien, no se debe perder de vista que la violencia sexual cumple un pa-
pel dentro del escenario de la guerra que ya ha sido estudiado y descrito. Para
el caso de esta investigación, se encontró que la violencia sexual contra las mu-
jeres no observó límites de procedencia, edad o condición. En este sentido, se
identificó que este tipo de violencia incluyó, entre otras, a mujeres guerrilleras
capturadas, menores de edad y adultas mayores (CNMH, CV, Taller Ocaña,
2021, 9 de junio). Además, en los casos de acceso carnal violento, se identificó
el uso de objetos y victimizaciones sucesivas y múltiples, las cuales causaron
daños particulares sobre los cuerpos:

Problemas físicos, problemas psicológicos, problemas neurológicos. La


pérdida del entorno, pérdida de su autoestima, de reconocimiento de
su cuerpo. Por violencia sexual son muchas las marcas y los daños que
quedan en la psiquis de una mujer. Y físicamente también, porque, evi-
dentemente, diez hombres usar un cuerpo de una mujer abusivamente,
entonces, eran desgarros genitales, enfermedades de transmisión sexual.
CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

Estas marcas en las emotividades, la psique y el cuerpo son una pro-


longación en el tiempo del hecho victimizante, el cual continúa causando
daño. Este, a su vez, puede interactuar y articularse a otros daños (causa-
dos por el grupo armado o distintos actores en el territorio), lo que pro-

262
6. DAÑOS E IMPACTOS

fundiza las afecciones a la subjetividad de la persona en todas sus dimen-


siones. En un relato:

A la mujer le coartaron muchas posibilidades de salir adelante en el sentido


de que mucha mujer quedó dolida, frustrada, abusada. Siempre la mujer,
si matan un hombre, llora una madre, llora una esposa, ¿no es cierto? Si
era soltero, pues que más que el dolor de una mamá. (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Por su parte, en el nivel simbólico, estas afectaciones pueden acoplarse con


formas históricas de exclusión que pueden generar nuevas victimizaciones. En
esta dirección, las víctimas han identificado narrativas que las estigmatizan:

La mujer siempre (...) fue la que se regaló, fue la que lo provocó, fue la que
pronunció ante esa situación, cuando han sido violadas. (...) Si uno ejerce
un papel de líder, si uno ejerce un papel de política [dicen:] “Ah, no, eso le
han montado cachos”, y no sé qué. O sea, uno de mujer siempre lleva una
estigmatización. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Así, se evidencia nuevamente el traslado de responsabilidad del victimario


a la víctima, lo que afecta la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición,
base de la superación del conflicto y la atención a las víctimas. En concreto,
distintos actores sociales han interpelado a las mujeres en procura de cons-
truir justificaciones de los hechos.

En este sentido, existen tres elementos que se han articulado en la construc-


ción de un ambiente hostil para las mujeres. Primero, los daños simbólicos
causados por los hechos victimizantes; segundo, la permanencia de actores
armados en el territorio; y tres, el “patrón cultural y de crianza [que influye]
en la sumisión y dependencia de la mujer respecto del hombre” (TSB, 2013,
pp. 103-104). En palabras de las víctimas: “Las mujeres viven con la tensión
constante ante la posibilidad que estos hechos victimizantes puedan repetirse
nuevamente. Se vive la zozobra. Hay intranquilidad. Una total prevención”
(CNMH, CV, 2021, 8 de junio).

Esta situación ha desincentivado a las mujeres a que interpongan las de-


nuncias correspondientes. Como consecuencia, el desconocimiento de los
hechos ha facilitado el ocultamiento de la responsabilidad de los victima-
rios, dando paso a nuevas formas de violencia simbólica. En otras palabras,
la estigmatización desincentiva las denuncias; por su parte, la ausencia de
denuncias favorece al desconocimiento de los hechos y esto, a su vez, forta-
lece la narrativa estigmatizante.

263
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En conclusión, los daños a la subjetividad de la persona fueron un conjunto


de consecuencias directas e indirectas de las acciones del Frente Héctor Julio
Peinado Becerra, que se articularon entre sí y con el contexto para atentar
contra el proyecto de vida de sus víctimas.

Perjuicio de los hechos violentos sobre la realización integral de la per-


sona afectada. Dado que, de acuerdo con su vocación, aptitudes, circuns-
tancias, potencialidades y aspiraciones, la víctima se había fijado razona-
blemente determinadas expectativas y estaba en condición de acceder a
ellas hasta que dicho proceso fue truncado. El daño al proyecto de vida
implica la pérdida o el grave menoscabo, de manera parcial o totalmen-
te irreparable, de oportunidades para el desarrollo personal que expe-
rimenta la persona por factores que le son ajenos, que son impuestos en
forma injusta y arbitraria. (CNMH, 2014c, p. 18)

El grupo atentó directamente contra el proyecto de vida, puesto que todos


los elementos de la vida individual y colectiva sirven de base para trazar la
ruta de los deseos, anhelos y trabajos personales. Cuando la guerra obliga
a miles de personas a abandonar sus lugares de vida y trabajo, sus metas se
desvanecen porque se pierde el soporte vital que los motiva a luchar por sus
objetivos. “Numerosas familias se han desintegrado, los niños y jóvenes han
debido abandonar sus estudios, los hombres y las mujeres han tenido que
cambiar sus roles y funciones sociales” (GMH, 2013, p. 287).

6.2 Daños al territorio: lo colectivo en cuestión

6.2.1 Daños socioculturales

Se refieren a todos los daños que atentan contra las prácticas sociales, creen-
cias y modos de vida de las comunidades. Estas prácticas van desde las formas
en que se aprovechan y obtienen los recursos naturales y de subsistencia, hasta
la gestión de las emociones. En otras palabras, los daños socioculturales pue-
den definirse como:

Las lesiones y alteraciones producidas en los vínculos y relaciones so-


ciales. Las agresiones incluyen la vulneración de las creencias, prácticas
sociales y modos de vivir de las comunidades. Estos daños, que afectan
colectivamente a las comunidades, son consecuencia de la prohibición
explícita o del impedimento y las dificultades que experimentaron las
personas y las comunidades para mantener sus relaciones, vínculos e in-

264
6. DAÑOS E IMPACTOS

tercambios, con los cuales participaban de la construcción de la identidad


grupal y colectiva. (GMH, 2013, p. 272)

La razón de esto es que la consolidación de las comunidades humanas está


marcada por la fortaleza de los vínculos que estas establecen entre sus miem-
bros y los elementos que los circundan. Estos vínculos se desarrollan en un
sin número de actividades que la comunidad realiza cotidianamente y están
determinadas por sus usos y formas culturales. En el caso de las comunidades
del sur del Cesar, la lúdica y el esparcimiento han sido expresiones culturales
que cumplen dicho papel. Así han narrado las víctimas estas prácticas:

Puerto Patiño vivía feliz. No tan solo los niños jugaban, los adultos, los
jóvenes, jugaban de noche. En las épocas decembrinas, fin de año, llegaba
mucha gente, muchos visitantes al pueblo (...) por el encanto de la ciénaga.
(...) Y también en la época de semana santa, a mitad de año, también era
muy visitada la comunidad. (CNMH, 2020, 1 de diciembre)

El FHJPB realizó homicidios, masacres y desplazamientos que afectaron


comunidades enteras y, en consecuencia, estos colectivos se vieron privados
de aquellas personas que cumplían funciones de articulación en la comuni-
dad, lo que a su vez destruyó las actividades colectivas y los referentes co-
munes. De igual manera, los señalamientos y las difamaciones realizadas por
informantes ocultos en la comunidad causaron en la población la sensación de
desconfianza entre sus miembros (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo). Así, estos
dos fenómenos impusieron el miedo y la incertidumbre, situación que fractu-
ró las relaciones humanas y profundizó los daños. Las víctimas lo identifican
así: “Todo mundo tenía mucho miedo, mucha fue la gente que se fue de aquí
del pueblo” (CNMH, CV, 2020, 1 de diciembre).

Aun así, la población se vio forzada a convivir con los miembros de la


estructura armada, convivencia en la que se aprecian tres tipos de relacio-
nes. En primer lugar, aquellas en las que la comunidad desarrolló vínculos
afectivos y vecinales con ellos, en la mayoría de los casos ignorando su vin-
culación con el grupo armado (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y
11 de junio). En segundo lugar, aquellas en las que la posición de poder de
los paramilitares permeaba las relaciones con la comunidad, contexto en el
que se presentaban amenazas, malos tratos, golpizas y violencias basadas
en género (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo). Y, en tercer lugar, se identifica-
ron las relaciones que están determinadas por los hechos victimizantes, en
las que algunas víctimas se vieron obligadas a compartir su cotidianidad
con exmiembros de la estructura que han reconocido como sus victimarios
(CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

265
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En su búsqueda por imponer un férreo control social, el FHJPB suplantó


funciones públicas como la resolución de conflictos, la persecución de delitos,
la imposición de penas y la garantía del orden público. En cuanto a los prime-
ros, las disputas familiares, vecinales, económicas, afectivas y de convivencia
en general fueron atendidas por comandantes paramilitares ante denuncias
de las partes (TSB, 2013). Al respecto, no se logró evidenciar un referente co-
mún, procedimental o sustancial para la gestión de este tipo de conflictos;
sin embargo, como rasgo común, estas decisiones dependían de la escala de
valores del comandante encargado y sus resoluciones estuvieron respaldadas
por el uso de la fuerza y las amenazas de muerte.

En cuanto a la persecución de delitos, la estructura se concentró en aque-


llos de tipo común, en particular el hurto. En esta tarea contaron con la
colaboración de integrantes de la Policía, que renunciaron a sus funciones
en favor de las sanciones impuestas por los paramilitares. Un desmovilizado
explicó esta relación en el MNJCV:

Entonces los mismos comerciantes llamaban [y decían:] “Vea, aquí hay


un tipo robando”. Entonces, los mismos, a veces los mismos dueños de
los establecimientos se percataban y cogían a la persona mientras que
llegaban los de las autodefensas; o muchas veces la Policía llegaba, los re-
tenía ahí mientras que llegaban las autodefensas, y cuando iban llegando
las autodefensas se retiraba la Policía y llegaban y los cogían. (CNMH,
MNJCV, 2019, 8 de junio)

Por esta vía, impusieron castigos de variado tipo como el escarmiento


público, amenazas, golpizas, desapariciones, desplazamientos y homici-
dios (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo). También cumplieron funciones de
“garantía” del orden público; observaban el cumplimiento de las normas
impuestas por la organización y podían llegar a presentarse en celebra-
ciones con la intención de “cuidar” que no se “dañara la fiesta” (CNMH,
MNJCV, 2017, 7 de junio). Todas estas acciones de suplantación de funcio-
nes públicas podían ser “prestadas” de manera gratuita o a cambio de una
remuneración económica negociada en el momento (CNMH, CV, Taller
Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio). En resumen, establecieron un régimen
decisorio, ilegítimo, desproporcionado y selectivo ante los conflictos so-
ciales de carácter privado.

Para lograr imponer este régimen, el FHJPB “[creó] sus propias normas de
control ciudadano junto con mecanismos para su cumplimiento” (TSB, 2013,
p. 105). De esta manera, establecieron horarios para el disfrute del espacio
público, como lo relata una de las víctimas:

266
6. DAÑOS E IMPACTOS

Ahora se puede, cuando eso no se podía. Los jóvenes después de las 6 de la


tarde nada de calle, y al otro día el que saliera después de las 6 de la tarde
amanecía muerto. ¿Por qué? Porque estaba incumpliendo una orden que
daba el paraco. (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo)

De igual manera, como se ahondó en el capítulo 4, el libre movimiento de


personas las en los territorios estaba regulado por el grupo paramilitar. Así lo
narran las víctimas: “Para poder que una persona de nuestra familia o de [...]
pudiera entrar al pueblo. Tenía que pedir permiso al comandante para que él
dijera a los muchachos” (CNMH, CV, 2021, 2 de marzo). Incluso, los habitan-
tes indicaron que “uno en esos barrios vivía como cuando uno vive en una
prisión” (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo).

Las acciones de esta estructura, en particular sus formas de regulación y


sanción social restringieron a tal punto las libertades que afectaron las bases
de reconocimiento y referentes comunes necesarios para consolidar los pro-
cesos de socialización. Estos daños trastocaron la escala de valores sociales,
crearon nuevos retos en la cotidianidad de las comunidades y extendieron las
consecuencias del actuar de la estructura armada:

Ese tejido social fracturado ha dado pa’ que todos los delitos comunes au-
menten. Entonces, aumentó el tema de microtráfico, aumentó el tema del
consumo, aumentó el tema de trata de personas y nuestra ubicación geo-
gráfica tiene mucho que ver con eso porque eso... esas malas prácticas se
volvieron costumbre. (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio)

Por otra parte, la organización paramilitar también restringió otros derechos


y bienes colectivos. En concreto, el abandono impuesto y las acciones bélicas
del grupo destruyeron infraestructura comunitaria como colegios, puestos de
salud, salones comunales, entre otras. Igualmente, fueron desplazadas personas
que cumplían roles sociales fundamentales como profesoras, madres comunita-
rias y enfermeras, que con su ausencia dejaron una comunidad que ya no pudo
satisfacer sus derechos (CNMH, CV, Taller SRC San Alberto, 2021, 12 de junio).

Ahora bien, en cuanto a las expresiones sociales, la acción del grupo impac-
tó los espacios de esparcimiento. En particular, el “terror” provocado por la
estructura quebró los lugares de socialización: las calles, plazas, aceras y ante-
jardines dejaron de percibirse como seguros y fueron quedando abandonados.

En ese momento sí se vio afectada porque, obviamente, había un régimen,


por así decirlo, de que la gente pues no podía estar como tan tranquila en la
calle y era como con la zozobra, como con el miedo, como con la situación

267
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

de que, en llegado caso, estuvieran ahí parrandeando y llegara la camio-


neta esa, se bajara con el montón de hombres. Entonces era complicado.
(CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

Las actividades deportivas también fueron afectadas por la acción del


grupo; por ejemplo, los campeonatos de futbol, comunes tanto en el sur del
Cesar como en Norte de Santander, en los que competían equipos de vere-
das y barrios (CNMH, CV, Taller SRC San Alberto, 2021, 12 de junio). Sin
embargo, las acciones de los paramilitares impidieron la realización de estos
eventos, lo que destruyó un lugar de encuentro y reconocimiento.

Así mismo, las celebraciones, ferias y fiestas estuvieron marcadas por la vio-
lencia impuesta por la estructura armada. En general, estos festejos se dete-
rioraron, suspendieron o perdieron, con excepción de las ferias de San Rafael,
promovidas por miembros del grupo (CNMH, CV, Taller SRC San Alberto,
2021, 12 de junio). Las fiestas de San Isidro, San Pedro y San Pablo, junto con
las celebraciones de fin de año y Semana Santa, se deterioraron; mientras que
el festival vallenato de la región se perdió (CNMH, CV, Taller SRC San Alber-
to, 2021, 12 de junio). En un relato:

Pues los mismos asesinatos dentro de las mismas actividades. Por ejem-
plo, en los carnavales, como dice el compañero acá, la gente se disfrazaba,
salía a las calles y todo eso. Entonces, esa gente, los grupos armados uti-
lizan esa multitud para ¡boom! Y caía ahí el que fuera y debido a todo eso
ya a la gente le daba miedo salir. (CNMH, CV, Taller SRC San Alberto,
2021, 12 de junio)

Esta práctica profundizó el temor en la población la cual resignificó estas


celebraciones como peligrosas.

La situación de estas actividades deportivas y celebraciones posterior a la


desmovilización del FHJPB ha sido diferenciada. Para el caso de Ocaña, “hoy
se recuperan, pero algunas víctimas se rehúsan a participar por ser espacios
de dolor” (CNMH, CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio). Para el caso del sur
del Cesar la mayoría de estas no se han recuperado aún 13 años después de la
desmovilización.

6.2.2 Daños en lo simbólico y en los imaginarios

En esta dimensión, las acciones delictivas del FHJPB llevaron a la resignifica-


ción de espacios por parte de la población. Ciertos lugares fueron percibidos

268
6. DAÑOS E IMPACTOS

como inseguros, razón por la cual fueron abandonados o se redujo su afluen-


cia. En concreto, “La gente ya tiene temor de abiertamente ir a la zona rural”
(CNMH, CV, 2021a, 7 de junio), lo propio sucedió con las instalaciones de
cooperativas, casas campesinas o sitios de organización comunitaria.

Igualmente, los espacios de reunión y operación de la estructura armada


fueron definidos por la población como lugares peligrosos. Este fue el caso
de las zonas de tolerancia en San Alberto: “Una persona del bien común no
frecuentaba lo que eran las zonas de tolerancia porque eso era lleno de puro
paramilitar” (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio).

Otra de las formas de daño simbólico del grupo paramilitar fue la estig-
matización de la población. Así, como parte de sus discursos justificativos
señalaron abiertamente a comunidades enteras de ser auxiliadores de la in-
surgencia o de miembros de las guerrillas que actuaban en la zona, sin ningún
indicio más que la ubicación de sus asentamientos (CNMH, CV, Taller San
Martín, 2021, 11 de junio). Estas acusaciones se articularon con los imagina-
rios colectivos, lo que generó discursos de justificación de la violencia y seña-
lamientos entre los miembros de la comunidad (CNMH, 2018a).

Asimismo, dentro del contexto regional y nacional, la zona afectada por la


acción del grupo paramilitar fue identificada como violenta. Esto dio paso a
señalamientos y nuevas estigmatizaciones, que terminaron teniendo fuertes
consecuencias sobre la actividad económica de la región: “Se considera que
Ocaña era un lugar peligroso” CNMH, CV, 2021a, 7 de junio).

En medio de esta situación, los imaginarios colectivos fueron trastocados.


Como lo relatan las víctimas, la guerra creó nuevos patrones morales: “La
culturización que ha dejado la misma guerra, la misma guerra nos ha culturi-
zado” (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio).

De este modo, la violencia sobre personas que cumplían papeles de cui-


dadores de memoria y saber colectivo (líderes sociales y políticos) dejó a la
comunidad desprovista de sus modelos éticos y despojada de sus saberes tra-
dicionales. “Eso sí lo hicieron esos sinvergüenzas, de matar aquellas personas
que tenían conocimiento natural, medicina natural, y hablaban con sus dere-
chos, y esos sí los mataron” (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio).
Así, por un lado, los referentes de éxito y aspiración fueron reemplazados por
las figuras de los comandantes paramilitares; y, por el otro, dada la intensidad
de la violencia, la población perdió sensibilidad ante estos delitos. En conse-
cuencia, se establecieron nuevos referentes morales que sirvieron de modelo e
incentivo para el ingreso de civiles a la criminalidad.

269
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

La memoria colectiva10 también fue afectada por la estructura armada, que


buscó impulsar su lectura de la historia por dos medios: uno, atacando direc-
tamente elementos de memoria como placas conmemorativas; y dos, impo-
niendo sus discursos mediante la intimidación.

Por estos medios, se fortalecieron discursos de justificación como: “Los pa-


racos mataban a alguien y los demás decían: ‘Algo debía’” (CNMH, CV, Taller
San Martín, 2021, 11 de junio). Con este tipo de narrativas, el grupo buscó jus-
tificar sus acciones e imponer un relato sobre lo sucedido. Así, los miembros
del grupo armado, por un lado, han minimizado y desconocido algunas victi-
mizaciones, especialmente las relacionadas con violencias basadas en género;
y, por el otro, han argumentado que las acciones del grupo eran necesarias
(CNMH, MNJCV, 2015, 16 de octubre).

Pero hay gente que habla: “Uy, man, juepuchica, desde que se acabaron las
autodefensas esto se puso feo, se complicó el ladronismo, toda esa vaina”.
Yo no sé, hermano, cuando estaba en las autodefensas las vainas eran me-
jor, como que había más seguridad. (CNMH, MNJCV, 2015, 24 de abril)

Este tipo de relatos revictimizan al dificultar el acceso de las víctimas a la


verdad. Además, estos daños se ven profundizados por los retos que tienen las
víctimas en la construcción y posicionamiento de las memorias relacionadas
con hechos dolorosos que no quieren revivir.

Del año 94, 95 hacia acá, unas cosas que nosotros no las hemos conta-
do, (...) y tanto que hemos hablado de memoria histórica. No las hemos
contado porque prácticamente no la sabíamos, no las sabíamos o no
nos percatábamos, por decirlo así, de buscar como más información,
buscar algo, por el temor porque, bueno, la víctima no quiere contar,
cree que va a ser nuevamente revictimizada: “Este verraco, ¿para qué
me preguntará? ¿Qué va a hacer con eso?”. (CNMH, CV, Taller San
Alberto, 2021, 12 de junio)

6.3 Daños a la economía

Los daños a la estructura productiva afectaron los medios de subsistencia de


la población, pero además implicaron:

10 En los grupos humanos la historia común opera como un referente que otorga sentido, cumpliendo
una función pedagógica e identitaria. Sin embargo, esta se reinterpreta desde los deseos y aspiraciones
del presente; esta característica le otorga a la memoria un carácter conflictivo (Todorov, 1939).

270
6. DAÑOS E IMPACTOS

Un duro golpe moral, pues se afectan labores con las cuales sus pobladores
se sienten orgullosos, en los que despliegan sus habilidades y conocimientos
y que garantizan el sustento diario. Su destrucción causa sentimientos de
impotencia, inestabilidad, escepticismo y desesperanza. (GMH, 2013, p. 275)

Como se ha documentado, el FHJPB extorsionó variadas actividades eco-


nómicas de la región. En los cascos urbanos se establecieron exacciones a la
operación de locales y cobros por transacciones comerciales como la venta de
alimentos y bebidas. Además, hacían uso de los locales y consumían sus pro-
ductos sin costearlos (CNMH, CV, 2021, 4 de marzo). También, se establecie-
ron controles a la movilidad de mercancías y personas; quienes se dedicaban
al transporte fluvial y carretero estaban obligados a la prestación de sus ser-
vicios sin contraprestación alguna y al pago de extorsiones determinadas por
el grupo (CNMH, CV, 2021, 6 de marzo). Estas perturbaciones del mercado
tendrían un variado número de consecuencias sobre la economía local, entre
ellas destaca la fuga de capitales, asociada a la inestabilidad y el desplazamien-
to, que significó una reducción en la demanda de mano de obra. “Muchos
comerciantes se fueron: perdieron su negocio y les tocó irse por la situación
que estaban viviendo” (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio).

En consecuencia, el cierre o traslado de empresas, negocios e iniciativas


productivas redujo la inversión, situación que desaceleró la economía de la
región. Al respecto, Bucaramanga se destacó como uno de los principales cen-
tros de recepción de empresarios y comerciantes expulsados:

La situación que afectó a nivel del municipio... primero mucha, muchas


empresas y mucha gente de bien prefirieron irse, o sea el daño atrasó la eco-
nomía de nuestro municipio, porque prefería, la gente que tenía recursos,
irse a montar su empresa en Bucaramanga, su negocio en Bucaramanga,
se iban a vivir a Bucaramanga, sus hijos a Bucaramanga, de modo que esta
situación hace que el municipio mantenga escasez, mantenga en la pobreza.
(CNMH, CV, Ocaña, 2021, 3 de marzo)

Otra consecuencia económica de las prácticas del grupo armado fue la con-
solidación de un sistema productivo que confinó a las mujeres en las activida-
des del cuidado. En concreto, las iniciativas productivas de las mujeres fueron
igualmente afectadas, sin embargo, el daño sobre estas tuvo una especial afec-
tación simbólica, pues las aisló de lugares de autonomía financiera (CNMH,
CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio).

De igual manera, el terror producido por el grupo creó un ambiente hostil


al desarrollo de diversas actividades económicas. Por ejemplo, el turismo fue

271
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

particularmente afectado, ya que la percepción de la región como insegura y


el control sobre la movilidad actuaron como desincentivos para los turistas
propios y extraños. Así lo enunció una víctima en una contribución volun-
taria: “Todo el mundo asustado, casi no venía gente, la gente le daba miedo”
(CNMH, 2020, 1 de diciembre). Como este, distintos renglones de la economía
fueron afectados de manera indirecta por cambios en el imaginario de los
consumidores y por las distintas estrategias de afrontamiento de la población.

Por otra parte, las acciones del grupo armado se articularon al contexto na-
cional y contribuyeron a la transformación del patrón productivo de la región.
Como se ha explicado en este informe, el sur del Cesar ha sido un territorio con
una marcada vocación agrícola. Las formas tradicionales de producción fueron
monocultivos rotativos, acompañados de parcelas destinadas al pan coger. A
pesar de la preponderancia de los cultivos de algodón, arroz y, más reciente-
mente, de palma africana, era posible encontrar sembrados de sorgo, maíz, café,
yuca, cacao, entre otros (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

Esta forma de producción estaba sustentada, mayoritariamente, en la es-


tructura de la finca, extensiones pequeñas, medianas y grandes de tierra, ad-
ministradas por sus propietarios, radicados en estos mismos territorios. Ade-
más, la producción estaba articulada a una fuerza laboral flotante, es decir,
contratada en función de los ciclos del cultivo (CNMH, CV, 2021, 3 de marzo).

Lo que pasa es que en ese entonces el fuerte del comercio era ese, la fuente
de empleo y de trabajo era ese, ¿sí? Aquí teníamos o teníamos Coalcesar,
una empresa regional de acá de nosotros. (...) La cantidad de arroz, de sor-
go, de maíz ya ha decaído, ya no existe. (CNMH, CV, Taller Aguachica,
2021, 10 y 11 de junio)

Debido a varios factores, entre ellos la política económica, la política laboral,


variaciones en los precios internacionales, la productividad de los diferentes cul-
tivos, las acciones del FHJPB, el cultivo de palma africana y la ganadería, nuevas
formas de producción se impusieron y reemplazaron los productos y métodos
de la década de los ochenta. “Esto parecía un plan o proyecto para implementar
un modelo de desarrollo económico para las regiones, orquestado y dirigido
desde las altas esferas del estamento gubernamental” (CNMH, 2018a, p. 262).

Las acciones del grupo paramilitar fueron funcionales a los intereses eco-
nómicos que pretendían imponer un modelo de desarrollo basado en la agri-
cultura extensiva, especialmente a través de dos herramientas. Por un lado, el
desplazamiento forzado, que “ha sido un factor fundamental del desarrollo y
del surgimiento o la expansión del cultivo de la palma, esa consecuencia de

272
6. DAÑOS E IMPACTOS

que el accionar paramilitar ha hecho presencia (...) es un común denomina-


dor” (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio). Y por el otro, la per-
secución a líderes sociales que defendieron proyectos económicos diferentes.

Al respecto, los relatos de las víctimas identifican la introducción de nuevas


formas laborales asociadas a este modelo económico:

La cultura laboral o su dependencia económica de la gente de la región


cambió, que resulta que dejó de ser productor en cuanto a un asegura-
miento o a una producción de alimentos para asegurar su alimentación,
la seguridad alimentaria. Y pasó a ser una comunidad de mano de obra
laboral, a las empresas palmeras, dependiente de la labor de la palma como
trabajador, como empleado, como asalariado, pero ya no es el campesino.
(CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio)

Así mismo, el uso de agricultura extensiva supuso una alta concentración


de la propiedad de la tierra:

Cuando era arroz, cuando era algodón, a pesar de que había, digamos,
finqueros que tenían grandes extensiones, había muchos más dueños de
tierras, eran menor las extensiones. Hoy en día, por la cuestión de los mo-
nocultivos y de la palma, sobre todo, se está concentrando en unos pocos.
(CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio)

En cuanto a la infraestructura, esta fue dañada directa e indirectamente por los


paramilitares. Con la excepción de la instalación de iluminación para el espacio
público fomentada por el grupo (CNMH, CV, 2021, 6 de marzo), estos destruyeron
inmuebles de cooperativas, mercados, establecimientos comerciales y de comu-
nicación, casas comunitarias, puestos de salud y viviendas privadas (TSB, 2014).
Además, el abandono impuesto por el FHJPB perjudicó la infraestructura, especial-
mente aquella comunal, que, al no recibir el mantenimiento adecuado, se deterioró
hasta quedar inservible (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio).

Lo propio sucedió con el sistema vial de la región, carreteras fueron bloqueadas


con distintos objetos y fueron pinchados los vehículos que transitaban en ellas
(Cinep, 2000). En otros casos, como consecuencia de las regulaciones establecidas
por el grupo paramilitar, se abandonaron ciertas rutas. Así, lo menciona un relato
de una víctima: “Se perdió la vía por falta de uso. Se redujo el tamaño de la vía.
Durante seis meses nadie pasó por la vía” (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10
y 11 de junio). Por esta razón, fue necesario establecer un sistema de “encomende-
ros” encargados de la comercialización de la producción agrícola de los territorios
que fueron confinados (CNMH, CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio). Nuevamente,

273
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

esto terminó aumentando los costos operativos, lo que, a su vez, redujo la compe-
titividad de los productores locales y su posible crecimiento.

Adicionalmente, los conflictos armados no pueden ser entendidos solo


como un fenómeno limitado a las comunidades humanas, la naturaleza, la
fauna y la flora también han sido víctimas directas de los grupos armados
en sus planes de control, producción económica y expansión territorial. En
el caso del FHJPB, no se identificaron acciones encaminadas a afectar el
ambiente; no obstante, es posible identificar perjuicios a este de manera in-
directa o derivada. La mayoría están relacionados con el modelo económico
impulsado por la estructura. El primero y más evidente es el cambio del
paisaje11, que fue fuertemente homogenizado y estandarizado por las activi-
dades agropecuarias extensivas (cultivo de palma y ganadería).

En concreto, con el objetivo de aumentar la productividad, el nuevo modelo


productivo de la región ha afectado la biodiversidad, los pozos de agua, los ca-
nales y la parcelación (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

Inclusive desviaron totalmente los caños para beneficios propios. Es la razón


por la cual tenemos una dificultad grande. (...) La parcelación solamente sirve
pa´ ganadería porque debido a la deforestación de los caños, ahora toda esa
parcelación se inunda. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

De igual manera, la intervención territorial del gobierno nacional, que ha


desconocido las necesidades locales, ha contribuido a profundizar los daños
simbólicos sobre el lugar:

La ruta del sol nos acabó, no tenemos donde sembrar. (...) Mientras llueve
pues hay agüita, pero cuando no llueve nos quedamos secos, entonces aquí
no hay. Aquí solo para los grandes ganaderos y los palmeros (...), pero para
nosotros los de bajos recursos... no tenemos vida en el Cesar. (CNMH, CV,
Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Así, mediante la imposición violenta de un modelo productivo se le negó


a la población la construcción de su territorio, situación que terminó con-
denando el paisaje tradicional al recuerdo, dificultando su apropiación y
generando daños identitarios para la comunidad.

Por otra parte, el crecimiento del cultivo de palma tiene consecuencias


físicas y químicas sobre el suelo (Suffian Firdaus et al., 2010), entre ellos la

11 Se refiere al conjunto de características que definen o identifican un territorio (Escobar, 2010).

274
6. DAÑOS E IMPACTOS

comunidad identifica: esterilización, aridez, compactación y cambio de com-


posición por fertilizantes. Además, perciben otros daños ambientales como
deforestación y pérdidas de polinización, flora y fauna (CNMH, CV, Taller
San Alberto, 2021, 12 de junio).

Todas estas afectaciones al territorio han modificado los patrones de habi-


tabilidad y de producción, lo que hace que los saberes tradicionales pierdan
eficiencia ante las nuevas características del lugar.

Entonces, ya el predio no sirve para cultivo, para usted sembrar una mata
de yuca. Allá tiene usted que hacer un caballón, ¿por qué? Porque si usted
lo siembra a ras de tierra no le va a dar nada porque llega el agua y se lo
apicha. (CNMH, CV, 2021, 4 de marzo)

6.4 Daños políticos

Uno de los principales objetivos del FHJPB fue reducir y acabar la resisten-
cia política. Este fin no solo se materializó con el asesinato, amenaza y des-
plazamiento de líderes políticos y sociales del territorio, sino también con el
mensaje que estas acciones dejaron en la población sobre la participación en
procesos colectivos.

Así, las relaciones entre políticos, fuerzas militares y paramilitares tenían


como objetivo el dominio y control territorial. Para ello, eliminar al opositor
se convirtió en una de las estrategias más usadas por el grupo armado ilegal,
lo que provocó miedo y dificultó la toma de posiciones políticas contrarias a
las del FHJPB. Esto ocasionó la estigmatización a organizaciones y líderes so-
ciales del territorio que eran tildados de guerrilleros, pretexto usado recurren-
temente por los paramilitares para silenciar las voces opositoras a su dominio
y al de ciertos grupos políticos.

Como resultado de estas victimizaciones, en la actualidad permanecen


pocas organizaciones sociales y políticas alternativas en el territorio. Igual-
mente, hay escasos incentivos para encarnar o dar una voz de disenso en los
limitados espacios de participación existentes, lo que limita las opciones de
construcción ciudadana para la solución de problemas cotidianos. Esta si-
tuación fue visible hacia los años noventa cuando hubo miedo generalizado
a la participación, especialmente en los movimientos de izquierda.

Había mucho temor en la gente de participar de actividades políticas de


izquierda o a participar en marchas, movilizaciones, porque suponían que

275
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

iban a ser blanco fácil de los paramilitares. Y no en el momento de la mar-


cha, sino después les montaban cacería. Entonces, fue una situación donde,
prácticamente, se clandestinizaron los sindicatos, estudiantes en la calle
nunca se veían. (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

El daño político fue extensivo a prácticamente todas las organizaciones so-


ciales. En algunos casos la afectación fue directa y generada mediante amena-
zas o atentados a sus instalaciones o miembros; y en otros fue indirecta y pro-
vocada mediante el miedo causado a la población que se abstuvo de participar
de estos procesos. Esto está anudado a la insistencia del grupo de permanecer
en los territorios donde había una posibilidad de lucro a través de distintas
fuentes de financiación, incluido el narcotráfico. Para el caso de los munici-
pios de Norte de Santander, varios relatos insinúan que el dinero proveniente
del narcotráfico desde el Catatumbo, movido por las guerrillas y que llegaba a
las cabeceras municipales, terminaba en las arcas paramilitares a través de la
extorsión al comercio legal urbano.

La cuestión de las cooperativas, la cuestión de los sindicatos, el movimien-


to estudiantil, todo eso se fue a pique por físico miedo de la gente, de que
siempre ese tipo de actividades eran catalogadas, pues, de subversivas. Ya
el fenómeno del narcotráfico, yo creo que independientemente de la exis-
tencia de la guerrilla y de la existencia del paramilitarismo, mientras el
negocio sea lucrativo y sea ilegal, eso va a seguir existiendo. (CNMH, CV,
2021b, 7 de junio)

De igual manera, otro relato recuerda que las victimizaciones y el objetivo


de acabar con los espacios políticos no fueron exclusivos de los últimos años
de la década de los ochenta y primeros de los noventa, sino que perduraron
durante toda la permanencia del fenómeno paramilitar en la región. En tér-
minos de impacto, el siguiente relato ilustra la lectura de las víctimas de Norte
de Santander:

Desde 1999 al 2002, masacraron a los líderes sociales y sindicales. Para el


paramilitarismo [todo dirigente] era guerrillero. Y por esa causa, echan a
matar mucha gente civil. Dirigentes que no hacían parte de la insurgencia.
Y eso desestabiliza todo el tejido social, comunal de la región como líder.
Eso fue un bajonazo, no había juntas organizadas. (CNMH, CV, Taller
Ocaña, 2021, 9 de junio)

Esta arremetida no solo atentó contra las agrupaciones sociales, sino que in-
cluso afectó los colectivos, es decir, las formas comunitarias que, establecidas
bajo diferentes figuras, cuentan con elementos característicos propios y dan

276
6. DAÑOS E IMPACTOS

sentido a las distintas dimensiones de la persona. Así, atentar contra estos su-
jetos colectivos no solo vulnera los derechos de sus miembros, quienes se ven
afectados económica, moral y políticamente, sino que pone en riesgo la subsis-
tencia de un grupo social. Para el caso de Norte de Santander, las cooperativas
fueron una de las formas de organización comunitaria que vulneró el FHJPB:

[APCOOPINOT] No fue la única cooperativa que fue atacada, sino nos


atacaron la de Otaré, la de El Aserrío, la de Tibú, la de Ábrego, la de Agua-
chica, casi la mayoría de las cooperativas fueron destruidas. Llegaban, se
las tomaban, las quemaban, las destruían, las escarbaban con todo, y así ac-
tuaban los grupos paramilitares contra la base social porque el movimiento
cooperativo era uno de los movimientos significativos dentro de la región.
(CNMH, 2021, 8 de junio)

De hecho, se puede establecer que hubo dos tipos de estrategias del FHJPB
para acabar con las organizaciones políticas que aspiraban al poder local: por
una parte, pretendieron eliminarlas completamente y, por otra, buscaron apo-
yos en la población civil mediante la cooptación. Según las mismas víctimas,
todo tipo de organización comunal, barrial, sindical o cívica era presionada
por los grupos paramilitares, lo que generó retrocesos en la búsqueda de ga-
rantías y derechos laborales. Entonces, los asesinatos a líderes sociales golpea-
ban cada vez más a las organizaciones que luchaban por su propia superviven-
cia (CNMH, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo).

6.4.1 La organización laboral

En concreto, el FHJPB, mediante la violencia ejercida sobre Sintraproaceites,


logró la estigmatización de los miembros de esta organización; así, a través de
acciones de agotamiento, violencia y señalamiento, la actividad sindical fue
reducida a su mínima expresión en esta zona del país. De hecho, Sintrapro-
aceites contaba con más de 1000 miembros entre los setenta e inicios de los
noventa, cifra que se redujo a 300 miembros en 2019 y, finalmente, a solo 63
afiliados en 2021. Por supuesto, lo ocurrido en la segunda década del siglo xxi
no tiene relación directa con el accionar paramilitar en la región, pero sí habla
del agotamiento de las organizaciones en el territorio, que han visto cómo la
comunidad y los trabajadores perdieron el interés en apoyar estas colectivida-
des propias de una democracia. Al respecto:

Esto era un lugar muy concurrido [sede social Sintraproaceites en San Al-
berto], muy concurrido. Se llenaba esto aquí los sábados, esto era lleno.
Pero a raíz de todo ese poco de violencia, que los que entrabamos aquí éra-

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VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

mos guerrilleros, con toda esa cosa fue decayendo. A los grandes líderes
del sindicato los asesinaron y de ahí tumbaron el sindicato. (CNMH, CV,
Taller SRC San Alberto, 2021, 12 de junio)

Igualmente, la estructura paramilitar buscó romper los vínculos de las or-


ganizaciones sindicales con los procesos políticos:

Cuando iban a los sitios de trabajo a reunir la gente le decía eso, que no que-
rían saber de participación ni política, ni sindical, ni nada del tema. Y es así
que a un concejal que fue escogido por los trabajadores lo acribillaron, él se
llamaba Juan de Dios Rincón. (CNMH, CV, 2020b, 3 de diciembre)

Aun así, miembros de Sintraproaceites en San Alberto explican que, en un


intento tardío por ganar bases sociales en 2005, el FHJPB trató de cooptar a las
organizaciones ofreciendo apoyo para entrar a huelga a cambio de respaldar
a la estructura armada.

Decían [algunos miembros de la organización]: “Es que aquí la gente de las


cooperativas perdió la oportunidad que les ofreció Juancho Prada”. Juan-
cho Prada les dijo: “Váyanse a una huelga que yo les garantizo la comida en
la huelga, ustedes hambre no van a aguantar, pero váyanse a la huelga por-
que la empresa les está pagando muy mal”. (CNMH, CV, Taller San Martín,
2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Por su parte, en los municipios de Norte de Santander, la situación no fue


diferente de la del sur del Cesar frente a la persecución de sindicatos y de lide-
razgos políticos, especialmente en Ocaña. Al respecto:

Hubo un tiempo en que los sindicatos dejaron de funcionar, entonces, nadie


se le medía a ser presidente de ASINORT [Asociación Sindical de Instituto-
res nortesantandereanos]. La sede hubo que cerrarla, o sea, la gente sentía
la presencia de ellos y tomaba precauciones antes de que los amenazaran.
Y hubo un tiempo donde después del Paro del Nororiente, donde no había
movilizaciones en masa en Ocaña, porque la gente le daba miedo, pues, no
se atrevían a salir. (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

En estos municipios el control territorial fue tan fuerte que atentaron indis-
criminadamente a las organizaciones sociales y comunitarias sin contemplar
su vocación o proyecto.

Comenzaron de esa manera [con asesinatos], luego ya comenzaron a me-


terse con las partes organizativas, entonces, líderes sociales, algunos asesi-

278
6. DAÑOS E IMPACTOS

nados. Siguieron en esa forma hasta que por allá en el año 96 y 97 comien-
zan a tocar ya organizaciones sociales, comienzan a atacar a CENCOOSER
[Central Cooperativa de Servicios]. (CNMH, Ocaña, 2021, 8 de junio)

Con el tiempo, la violencia impuesta por la estructura paramilitar afectó


los imaginarios y estableció un patrón normativo que desconocía la dimen-
sión política de la sociedad y el sujeto.

6.4.2 La democracia rota

La persecución a las organizaciones sociales supuso un debilitamiento de


los proyectos políticos que estas apoyaban, lo que, a su vez, limitó las opcio-
nes electorales y facilitó la consolidación de proyectos políticos tradiciona-
les que no encontraron competencia o fueron directamente apoyados por
el grupo paramilitar. Las voces de las víctimas en el territorio son claras
en afirmar que el poder político ha estado prácticamente sobre los mismos
clanes en los últimos 30 años.

En este contexto, los repertorios de violencia del FHJPB operaron como me-
dio de direccionamiento de los liderazgos; en cuanto estos resultaban adver-
sos a sus intereses eran amenazados. Las víctimas reconocen esta afectación:

Pero para mí el daño [es] que los lideres, el poco deseo de participar a través
de eso, sufren amenaza, sufren un desplazamiento y sufren es... estar su-
misos u obligados a la autoridad que ellos digan, no a defender mi derecho
porque tengo que callar. (...) Entonces yo me convierto no en un líder sino
en un mandadero, qué dijo, qué no dijo, qué dice, qué calla. (CNMH, CV,
Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Por este medio, la estructura paramilitar logró crear un desequilibrio de


representación entre el electorado y la capacidad del grupo para imponer sus
intereses. En otras palabras, las decisiones públicas dejaron de responder al
interés de la mayoría, expresado legítimamente en las urnas. De este modo, el
FHJPB limitó la soberanía popular.

Este ambiente propició el debilitamiento de los partidos políticos, que rá-


pidamente perdieron su iniciativa de gobierno en favor del proselitismo pa-
ramilitar. Algunos partidos se articularon a la naciente fuerza local, otros
desaparecieron y se crearon nuevos. En cualquier caso, después de la acción
del grupo, los movimientos alternativos habían perdido su institucionalidad,
como lo narra un exalcalde de San Alberto:

279
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Cuando era el M-19 ahí sí, nosotros éramos del movimiento, pero después
ya no, bueno, los liberales y los conservadores y los de la U sí, pero los movi-
mientos alternativos no. Uno coge, uno necesita un aval, necesita legalizarse
como dicen. (CNMH, CV, 2020c, 3 de diciembre)

A pesar de las dificultades, algunos líderes y lideresas políticas insistieron


en postular sus nombres en las elecciones locales. Allí, el lugar de reconoci-
miento no fue impedimento para que candidatos fueran amenazados, agredi-
dos o incluso asesinados (CNMH, CV, Taller San Alberto, 2021, 12 de junio).
De hecho, el momento electoral tampoco fue respetado por el grupo parami-
litar, que sacó provecho del uso de las armas para constreñir al elector. Los
relatos entregados por las víctimas lo recuerdan así: “Impusieron candidatos
de un tiempo para acá, ¿no? O sea, el candidato que ellos querían que ganara,
ese era, esa tenía que ser y por ese tenía que votar, (...) obligaban a la gente a
votar por esa persona”. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Ante semejante situación, la población llegó a construir formas de protec-


ción y cuidado que implicaban la auto restricción de sus derechos políticos. En
el municipio de San Alberto recuerdan que:

Entre los seguidores de algún candidato se abstenían de votar por él con


el fin de que no lo mataran, no exponerlo. También se veía, porque ese
líder era muy representativo, entonces había el que manifestaba: “Yo pues,
entonces, pues me gusta su... ese liderazgo bonito que tiene, pero no quiero
verlo muerto”. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Aun así, algunos proyectos políticos lograron superar todas estas adversi-
dades y alcanzaron lugares de toma de decisión; sin embargo, incluso estando
en ejercicio de funciones públicas, la persecución continuó. Así lo reconoció
Roberto Prada en su contribución voluntaria:

Entr.: ¿Luis Chávez fue un objetivo militar del grupo?


Edo.: Claro, cuando mi papá tenía el grupo, le mandó a hacer varios viajes pa ma-
tarlo, le mandó gente a matarlo. (...) Y eso era lo que hablaban así, yo los escucha-
ba a los pelados. (CNMH, CV, Roberto Prada Delgado, 2015, 1 de septiembre)

En resumen, estas distorsiones en el sistema político, introducidas por las ac-


ciones del FHJPB, desembocaron en una ruptura de la comunicación entre la
población y sus representantes. Esta desconexión es narrada por las víctimas:

El municipio ha tenido ese atraso porque los que toman la dirección, que se
montan como alcaldes o gobernadores, están manipulados por un grupo

280
6. DAÑOS E IMPACTOS

o una persona que no tienen ese afán de querer construir ciudad, sino que
cumplir sus órdenes o llevar un mandato que están ahí por pagar el precio
de que fueron elegidos, entonces hace que no haya empresas en el munici-
pio. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 3 de marzo)

Hechos como la disputa de la alcaldía de Aguachica (2004-2008) entre Da-


vid Simanca y Luz Irina Pérez, en la que por diferentes mecanismos electora-
les y jurídicos (en medio de la confrontación del FHJPB y BCB) terminaron
gobernando cada uno durante dos años, crearon en la población desesperanza
y profundizaron la falta de legitimidad de las instituciones.

Comenta que en Aguachica los políticos se peleaban el mandato. Dos años


de gobierno el uno y dos años de gobierno el otro. Entonces uno decía pa’
qué denunciar, pa’ qué decir, pa’ qué hablar si voy a tener que ser yo la
desplazada o la otra muerta. Entonces uno mantenía mejor el silencio para
evitarse esa situación ahí de desplazamiento entre municipios, pero era casi
inevitable. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

6.5 Procesos de reparación y resistencias

6.5.1 Sobre la reparación

La atención integral a víctimas es una categoría que aún se encuentra en de-


sarrollo. Si bien la ley colombiana ha especificado una serie de procedimien-
tos y protocolos, la garantía de los derechos de reparación, justicia, verdad y
no repetición han presentado grandes dificultades tanto en lo administrati-
vo como en lo moral y filosófico.

No obstante, durante la realización de esta investigación, las víctimas han


expresado su desilusión respecto al proceso de atención a víctimas:

Uno se cansa de tanta mentira que le echan a uno, de que van a hacer, van a ha-
cer, pero eso se queda en puras palabras y hasta que al fin no sabemos nada. (...)
Acá hay muchas personas que somos víctimas, víctimas directas, les dieron unas
ayudas así no más, se retiraron, ahora que las van a indemnizar y nos tienen y no
le han dado por ejemplo la reparación, no tienen casas donde vivir. Por donde
usted mire, no hay nada. (CNMH, Taller Puerto Patiño, 2020, 1 de diciembre)

Según las víctimas, todo el proceso de atención presenta dificultades y re-


tos que, en algunos casos, terminan distanciando más a esta población de su

281
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

reparación. Para ellas, incluso el primer contacto con el Estado resulta proble-
mático por la limitada capacidad institucional que tiene el ministerio público
para atender su necesidades y demandas.

Eso lo archivan, porque esa es la realidad. A la gente la mandan a unas ru-


tas, pero, a fin de cuentas, esas rutas no le hacen, digamos, un cambio posi-
tivo a la gente. (...) Tú vas y haces la denuncia, pero de ahí no pasa más nada
y lo que encuentras es rechazo, humillación, revictimización, por parte de
funcionarios. (CNMH, CV, Peña, 2020, 30 de noviembre)

En algunos casos este primer reto ante la institucionalidad se profundiza


por amenazas:

Y por eso que usted se da cuenta que hoy en día nosotras las víctimas no
tenemos nada. ¿Por qué? Porque se empieza un proceso y ya vienen ame-
nazas y usted deja eso ahí calladito, y ya ahí se perdió lo que usted hizo y
por eso hoy no hay nada, mire no tenemos nada, ni siquiera la reparación,
ni siquiera la indemnización de las víctimas que perdimos ni nada de eso.
(CNMH, CV, 2021, 3 de marzo)

En este sentido, más allá de los retos administrativos y técnicos que impli-
can estos procesos, las víctimas insisten en que muy pocas logran acceder a
los recursos. Considerando los criterios de priorización, también plantean el
desconocimiento de las particularidades de sus situaciones y la necesidad de
tener una atención diferencial. Sobre la exclusión, una de las víctimas narró:

Nosotros resolvimos pedir la ayuda por la situación que estábamos viviendo,


y lo que hicieron fue enviarnos una carta diciendo que nosotros vivíamos
con todo. O sea, que vivíamos con las comodidades más tremendas y que
no necesitábamos nada. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio)

En cuanto a la urgencia de considerar las condiciones particulares de las


víctimas, el siguiente relato es emblemático sobre los retos del regreso al te-
rritorio: “Hemos perdido todo, afortunadamente volvimos a las tierras, pero
como decía, ya no hay fuerza, es lamentable. Bueno tenemos a nuestros hijos,
es lamentable, pero así es, pero que Dios nos provea de fuerzas”. (CNMH, CV,
Taller San Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Las víctimas también insisten en que la ausencia de justicia ha supuesto


un reto en la reconstrucción de sus proyectos de vida. Uno de los relatos
denuncia el sentir de impunidad y reitera la urgencia de establecer castigos
efectivos ante graves delitos.

282
6. DAÑOS E IMPACTOS

El Estado no las confrontó, porque el Estado no les dio respuesta, porque


las denuncias se desviaron; o, por otro lado, porque ellas quisieron limitar-
se de la denuncia directa con el actor armado, porque el actor armado sigue
vivo y sigue latente. Entonces, para no tener ese temor a secuelas posterio-
res o a revancha. (CNMH, CV, 2021, 8 de junio)

Incluso, en algunos casos, el sistema judicial en lugar de proveer garantías


y especial protección a las víctimas las ha equiparado a terceros, quienes, en
procura de sus intereses, actúan jurídicamente contra las víctimas descono-
ciendo su condición de vulnerabilidad. La falta de acompañamiento en estos
procesos puede profundizar sus victimizaciones (CNMH, CV, Taller Agua-
chica, 2021, 10 y 11 de junio).

En cuanto a la garantía de verdad para las víctimas, que actúa esencialmente


en lo simbólico, las contribuciones voluntarias recogidas revelan que persiste
un reclamo de verdad a los actores armados, como lo expresa el siguiente relato:

Lástima que esa tragedia no sea bien contada por los que fueron actores
principales. (...) Vale la pena contar la historia desde muchas ópticas, yo
creo que hay mucho que aportar, ahí hay gente que tiene mucho que apor-
tar. (CNMH, CV, 2020, 10 de julio)

En estos ejercicios de memoria realizados por las víctimas se destaca el pa-


pel de diferentes asociaciones que, como en el caso de ASFADES, han operado
como ejes articuladores de sus procesos organizativos:

Primero era con 6, 8 familias, (...) ya con el tiempo, digamos, fuimos como
más investigando qué se puede hacer. (...) Somos memoria, somos el sol
que renace ante la impunidad, nosotros somos eso, somos memoria porque
nosotros somos los que tenemos las voces de las personas que no están, si
nosotros no tuviéramos ese interés esa persona estaría olvidada. (CNMH,
CV, 2020, 30 de noviembre)

De igual manera, estos procesos han permitido el empoderamiento de las


víctimas en la búsqueda de sus derechos, donde la institucionalidad funge
como un interlocutor y no como un tutor.

Con el tiempo, nosotras mismas nos dimos cuenta de que algo positivo
de todo es que nosotras mismas nos quitamos ese nudo de la boca, y para
poder expresar y no callar nunca nada. Nuestra voz realmente la utili-
zamos por la voz de los que no están. (CNMH, CV, Peña, 2020a, 30 de
noviembre, Aguachica)

283
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Sobre la no repetición, las víctimas han narrado que en sus territorios los
actores armados aún permanecen (ver el próximo capítulo); no obstante, iden-
tifican en la construcción de este derecho el objetivo de la atención integral a
las víctimas, en sus palabras: “El sueño y el anhelo es a la no repetición, a que
un flagelo de esto no lo quiere uno para las futuras generaciones” (CNMH,
CV, Taller Aguachica, 2021, 11 de junio).

Ahora bien, ante la condición de urgencia creada por el encadenamiento de


daños y la limitada capacidad de atención, las demandas ciudadanas de esta
población son hechas casi exclusivamente en clave de su condición de víctima
del conflicto. Donde además de entrar en una relación poco conveniente ante
las autoridades, las víctimas y sus organizaciones también alegan un descono-
cimiento de las autoridades de sus necesidades.

A modo de ilustración, el Sujeto de Reparación Colectiva de San Alberto


(SRC) manifiesta que hay dos problemas fundamentales en este sentido.
Por un lado, la lentitud en la atención de las víctimas hace que pasen años
para obtener la reparación, que, si bien tiene como objetivo recuperar lo
perdido, no supone un efectivo resarcimiento; por ejemplo, en casos de
desplazamiento, las condiciones de retorno son diferentes a las del mo-
mento de desarraigo, en particular la edad, lo que hace que sea más difícil
trabajar la tierra. Por otro lado, los montos y lo dispuesto también resultan
poco en comparación a lo sufrido y al esfuerzo de las víctimas para lograr
el reconocimiento.

Hubo un debate de eso con Restitución de Tierras, que ese fue el daño más
grande que nos pudieron hacer. Por ejemplo, cuando nos hicieron ir de mi
tierra, yo estaba joven, tenía 28 años y que entreguen después de 30 años, yo
con cincuenta y pico de años, ya usted no tiene la fuerza. Ya así usted tenga
la fuerza, tiene mucho tiempo encima. Todo el daño que hicieron (sic) esa
gente por 30 años. ¿Y nos dan 30 millones? Eso es una burla. (CNMH, CV,
Taller SRC San Alberto, 2021, 12 de junio)

6.5.2 La atención a los sujetos de reparación colectiva (SRC)

La Constitución y la ley colombiana ha reconocido a los colectivos huma-


nos como sujetos de derechos, los cuales en medio del conflicto armado
también han sido vulnerados. Por esta razón, su proceso de reparación
debe ser diseñado atendiendo los daños que han sufrido en su condición
de colectivo. De aquí se desprende la categoría de sujetos de reparación
colectiva (SRC).

284
6. DAÑOS E IMPACTOS

En concreto, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a Víctimas


(Uariv) ha reconocido hasta el momento tres SRC relacionados con la violen-
cia del FHJPB. Dos de ellos se encuentran en Norte de Santander: la Asocia-
ción Popular Cooperativa Integral Otaré Ltda. (Apcoopinot) y la comunidad
del corregimiento de Pueblo Nuevo; el tercero es la comunidad de las parcela-
ciones Los Cedros, La Carolina y La Paz en San Alberto, sur del Cesar.

Apcoopinot fue una cooperativa campesina que tuvo el objetivo de mejorar


las condiciones de los campesinos y lograr algunas ventajas en la comerciali-
zación de los productos cultivados.

Un grupo de personas nos reunimos y decidimos formar un grupo precoo-


perativa, posteriormente ya pasa a ser cooperativa. Con el trabajo manco-
munado de toda la comunidad se logra que sea una cooperativa y empie-
za a prestar el servicio de ahorro y crédito. Posteriormente, había muchas
necesidades y se le creó la sección de venta de insumos agrícolas, después
le creamos la sección de venta y compra de granos, y, por último, la tienda
comunitaria. (CNMH, Taller SRC Otaré, 2021, 9 de junio)

La cooperativa empezó en 1985 y funcionó como apoyo al campesino has-


ta el 9 de agosto de 1998, fecha en la que paramilitares al mando de alias
John entraron a su sede y amenazaron, dañaron los bienes y se llevaron lo
que pudieron. Posteriormente, uno de los dirigentes fue asesinado.

Después de ese hecho, nosotros tratamos de seguir trabajando, entonces


nombramos a un señor de gerente y nos trasladamos a una vereda porque
ya ahí no había nada que hacer, nos quedaron las sedes. (...) Pero, desafor-
tunadamente, más tarde fue asesinado y hasta ahí llegamos, ese fue como
el final. (CNMH, Taller SRC Otaré, 2021, 9 de junio)

Hay que mencionar que Otaré es un corregimiento del municipio de Ocaña


cuya ubicación geográfica es estratégica para el paso de grupos armados que his-
tóricamente han permanecido en la región del Catatumbo en Norte de Santander.
Esto le valió a la población civil el estigma de ser auxiliadora de la guerrilla. Los
miembros del SRC recuerdan la incursión paramilitar de la siguiente manera:

Edo.: Empezaron en el corregimiento como a ir sacando a todos aquellos


que supuestamente eran colaboradores de los otros grupos y posteriormen-
te a irlos asesinando. (...)
Entr.: ¿Por qué fueron los paramilitares hasta la cooperativa?
Edo.: Creemos que era por la mala información que habían cogido, de
pronto. (CNMH, Taller SRC Otaré, 2021, 9 de junio)

285
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A su vez, la pérdida de la cooperativa constituyó un daño político, pues el


derecho de asociación se vio vulnerado a tal punto que la desconfianza y el
miedo impidieron la reorganización de lo perdido y la aparición de nuevas
iniciativas colectivas. Al respecto, Apcoopinot ha hecho varios intentos de
reorganización de la cooperativa, en los que alega que además del dolor por
las pérdidas de los asociados asesinados, también hay deudas de servicios
públicos, impuestos y gestión (CNMH, Taller SRC Otaré, 2021, 9 de junio).

Por su parte, la comunidad de Los Cedros, La Carolina y La Paz en San


Alberto ha sufrido varias afectaciones, incluidos daños políticos. Además
de la masacre, el desplazamiento y el despojo de tierras que padecieron estas
comunidades entre 1994 y 1995, los cambios en la organización también han
sido parte de las pérdidas ocasionadas por la violencia. Antes de las victi-
mizaciones, la organización de las parcelaciones de Los Cedros, La Carolina
y La Paz estuvieron alrededor de la preservación del medio ambiente y del
modelo productivo de sus tierras.

Sin embargo, debido al abandono forzado de sus habitantes, estas tierras


fueron compradas por terratenientes y demás propietarios que cambiaron
las dinámicas del territorio. Por un lado, destruyeron en gran parte las ca-
ñadas para establecer parcelas de pasto y potreros; por otro lado, cambia-
ron las cosechas que por generaciones se llevaban a cabo en esta área, un
ejemplo claro de ello es la desaparición de cultivos de pancoger y las ma-
sivas cosechas que se dan hoy en día de palma africana. (SRC, 2014, p. 21)

Este modelo no solo cambió por completo por el uso de la tierra, sino
que las actividades colectivas viraron hacia los procesos de reparación y
la consecución del reconocimiento como víctimas ante el Estado. Es decir,
que la propia violencia no solo generó daño en las personas, sino que los
motivos de asociación son distintos a su relación con la tierra, el modelo
económico y el entorno. En este contexto, la relación entre ciudadanía y
Estado está mediada por la condición de víctima antes que por la condi-
ción de ciudadano.

Así mismo, las víctimas de los SRC perciben que el proceso de reparación
ha sido desgastante y que su relación con el Estado genera una forma de re-
victimización debido a los largos tiempos de respuesta, la corta oferta para la
reparación y, en general, la sensación de que sus expectativas y sus demandas
no están siendo atendidas. Al respecto:

Hace más o menos diez años que llenamos un montón de formularios


con Justicia y Paz a través de la Fiscalía y no hay resultados. Restitución

286
6. DAÑOS E IMPACTOS

de Tierras nos demora cinco años para darnos un fallo a favor, que te-
nía que darlo porque no lo podía dar en contra, pero nos demora cinco
años. Después de cinco años nos demora dos años para notificarnos,
y después de que nos notifica tenemos... ya vamos para un año y no se
hace efectivo, ese es el problema. O sea, yo considero que en estos mo-
mentos somos más víctimas que cuando nos hicieron el daño. (CNMH,
Taller SRC Otaré, 2021, 9 de junio)

6.5.3 Afrontar y resistir

Ante la profundidad de los hechos victimizantes causados por el FHJPB, las


formas y estrategias que cada una de las víctimas construye para agenciar el
dolor son diversas, actúan en diferentes dimensiones de la persona y el colec-
tivo, y dependen del contexto de cada una de ellas. En algunos casos fueron
relatados procesos de adaptación a las condiciones impuestas por el FHJPB:

La gente ha aprendido a convivir con la situación, como que aquí conviven


dos fenómenos: la guerrilla, que se supone que aquí tienen algo que ver, y el
paramilitarismo, que ya no actúa en la forma como actuaban en otro tiem-
po. (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio)

Igualmente, se identificaron estrategias de afrontamiento con la estructura


armada que van desde sutiles cambios en el lenguaje hasta la confrontación.
Sobre los primeros, las comunidades identificaron palabras que podían ser
reconocidas como propias de grupos guerrilleros. Con el fin de evitar señala-
mientos, las remplazaron en su cotidianeidad: “Había una palabra que uno no
puede mencionar y los papás siempre le estaban diciendo, inculcando, de que
no podía uno nombrar la palabra: compañero” (CNMH, CV, Taller Aguachi-
ca, 2021, 10 y 11 de junio).

En otros casos, las víctimas interpelaron directamente a los miembros del


FHJPB ante amenazas sobre sus vidas con la esperanza de entender las mo-
tivaciones del grupo. Algunas víctimas se entrevistaron con los comandan-
tes del grupo con el objetivo de aclarar sus circunstancias y salvar sus vidas
(CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

Incluso se presentaron casos en los que habitantes de la región se negaron


abiertamente a colaborar con sus peticiones. Como lo recuerda una víctima:
“Decían que los dejara dormir en la casa que porque la casa era grande y yo
no les acepté eso” (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).
Como elemento común de estas estrategias de afrontamiento se destaca su

287
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

carácter individual, elemento pertinente si tiene en cuenta la persecución


sufrida por las organizaciones sociales.

Ahora bien, en los casos que estas estrategias de protección no logaron


evitar los hechos victimizantes, la población se vio abocada a agenciar los
daños mediante variadas estrategias en lo material y lo simbólico. Por ejem-
plo, este es el caso del grupo de mujeres de Aguachica llamado Corporación
Marlon [en homenaje a un hijo desaparecido], víctimas del Frente Resis-
tencia Motilona, del BCB y del FHJPB. Pese a que sus daños individuales y
familiares son incalculables, lograron construir una organización que bus-
ca hacer iniciativas de memoria a través del arte y muestras culturales, así
como dar visibilidad a las víctimas de desaparición forzada promoviendo la
semana del detenido-desaparecido en el territorio.

Óleo sobre lienzo. Autor: Frank Eduardo Peña–Corporación Marlon.


Fotografía: Rodrigo Triana Sarmiento para el CNMH.

Este proceso de resistencia no solo es un ejercicio de visibilización, sino que


también constituye una iniciativa de memoria que construyen las víctimas,
en este caso por mujeres con más de 60 años de edad, víctimas de conflicto
armado y residentes de la zona urbana del municipio de Aguachica. Desde
su propia agencia identifican sus acciones como una forma de sanar el dolor
sufrido por la guerra.

288
6. DAÑOS E IMPACTOS

Óleo sobre lienzo. Autora: María del Carmen Gloria Paternina-Corporación Marlon.
Fotografía: Juan Pablo Rodríguez para el CNMH.

Por su parte, otras comunidades construyen actividades similares. En con-


creto, en Puerto Patiño, durante el mes de enero, se organizan eventos conme-
morativos en los que las víctimas buscan “tener” y recordar a sus seres queridos:

Hacemos unas carteleras, nos dirigimos hacia el cementerio, elevamos una


oración, hacemos una caminata por todo el pueblo, llegamos a la ciénaga,
allá elevamos otra oración pues ellos eran pescadores. (...) Luego llegamos
al punto de la misa, (...) y después de que ya pasa la misa, entonces vamos
a unos actos culturales que eran representación de lo que se vivía anterior-
mente que es la tambora, (...) se hacen bailes, se dicen versos. (CNMH, CV,
2020, 1 de diciembre)

En otras organizaciones han procurado dar nuevo contenido a activida-


des culturales. Así, las artes han sido un espacio de diálogo y un lugar de
enunciación de las víctimas, que a partir de estos medios han construido
empatía con sus públicos.

A través de esas obras de teatro despertamos las emociones, visibilizar el


tema de la desaparición: “Yo te muestro lo que yo sentí o que fue lo que
viví”. Al finalizar cada uno se para con una vela y menciona a los desapa-

289
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

recidos que tenemos en la organización. Esas alternativas son como una


terapia para nosotros. (CNMH, CV, 2020, 30 de noviembre)

Con respecto a los lugares, las organizaciones de víctimas han iniciado pro-
cesos para resignificar los espacios de dolor y para construir nuevos referentes
de memoria. Sobre el particular han indicado que:

Hay unos sitios que se pudieran resignificar que sirvieron como el últi-
mo, la última, el último sitio donde estuvo ese cadáver y por ahí lo bo-
taban al río. Hay como unos 4 o 5 puntos. (...) Esos sitios hemos querido
como darle la resignificación. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10
y 11 de junio)

Igualmente, organizaciones como Asodepo en el municipio de Ocaña han


tenido la iniciativa de construir un monumento como referente de memoria:
“Allá se encuentra el monumento, es un pez, es bastante grande el Monumen-
to al Silencio, en honor a esas víctimas de desaparición forzada que hubo en
esa época” (CNMH, CV, 2021b, 7 de junio).

Testigo en silencio, Asodepo. Ocaña, Norte de Santander.


Fotografía: Diego Gilberto Suárez para el CNMH.

290
6. DAÑOS E IMPACTOS

En este sentido, pese a la acción del FHJPB, la población civil ha buscado


apropiarse de su territorio. Como muestra, en el municipio de Ocaña, en el ba-
rrio Santa Clara, los paramilitares habían tomado la sede física de la coopera-
tiva Cencooser para convertirla en una base militar del grupo armado. Según
los relatos, después de gestiones de organizaciones de derechos humanos y del
CICR, se recuperó el terreno donde, posteriormente, fue erigido un colegio.
Según una contribución voluntaria:

Nosotros habíamos montado desde el año 96 un colegio público para ese


sector porque no había sistema educativo, lo del bachillerato; y comenza-
mos, entonces, a hacer la gestión para tomarnos esa avícola. Entonces, lue-
go el colegio con los padres de familia, estudiantes, vamos, invadimos esa
avícola y colocamos donde estaba la base paramilitar, colocamos el colegio
que hoy se llama Colegio La Salle. Entonces, recuperamos eso, hicimos
toda la gestión. (CNMH, CV, 2021, 8 de junio)

La reapropiación de los referentes del paisaje y del territorio es una preocu-


pación recurrente en las comunidades. En el sur del Cesar se ha construido
una iniciativa que pretende atender esta urgencia:

Hemos venido trabajando en la parte ambiental, digamos, trabajamos con


semilleritos de niños para enseñarles desde pequeños, desde los 3 a 12 años,
a que ellos comiencen a querer el territorio, a amar el territorio y que co-
nozcan el territorio. (CNMH, CV, Taller San Martín, 2021, 11 de junio)

Dentro de todos estos procesos de resistencias y afrontamiento, las orga-


nizaciones de mujeres víctimas han construido distintos espacios de agencia
como redes de apoyo y asistencia:

Entre nosotras éramos las mismas que nos atendíamos, nos dábamos esa
fuerza, (...) nos daba como ese aliento de poder sacar a otra adelante y
otra me sacaba a mí. Así mismo ha sido difícil porque ya población de
avanzada edad pues han fallecido sin poder tener una respuesta de sus
familiares y mucho menos de la indemnización. (CNMH, CV, 2020a, 2
de diciembre)

A pesar de los obstáculos, la estigmatización y los daños sufridos, las mu-


jeres han luchado por la restitución de sus derechos y por iniciativas de dis-
tinta índole, incluidas las productivas: “La idea de nosotros es brindar ma-
yor apoyo a nosotras las mujeres, porque en sí somos las que menos empleo
siempre conseguimos y, pues, obviamente armar la empresa” (CNMH, CV,
Taller San Martín, 2021, 11 de junio).

291
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN
Y REINTEGRACIÓN

Este capítulo pretende ofrecer una mirada reflexiva al proceso de Desarme,


Desmovilización y Reintegración (DDR) que surgió en el marco de la Ley de
Justicia y Paz (Ley 975 de 2005), mediante la que se establecieron los criterios
y mecanismos para el desarme, la desmovilización y la reincorporación a la
vida civil de los miembros de las extintas AUC. Aunque como país se reco-
noce la importancia de los avances obtenidos en materia de paz y conflicto,
aún existen aspectos sin resolver como: (1) el acceso a la verdad y la justica
que garantice una atención y reparación integral, y la restitución de derechos
a todas las víctimas; (2) las falencias del DDR en cuanto al acompañamiento,
compromiso institucional y vigilancia del desarme; (3) la reintegración de los
desmovilizados; y (4) el rearme y la aparición de nuevos grupos armados ile-
gales relacionados con el fenómeno paramilitar.

Los procesos de DDR en Colombia atraviesan varias dificultades. Por un


lado, las dinámicas de la guerra están dadas desde lo regional y no responden
a un proyecto homogéneo. Los grupos armados ilegales son tan diversos como
las intenciones que hay detrás de su conformación; en cada lugar de la geogra-
fía de nuestro país, los modos y los proyectos políticos y económicos respon-
den a los intereses particulares y a las ventajas que ofrece el territorio para su
acción y presencia. Por otro lado, los intereses que fomentan el rearme o la
aparición de nuevos grupos armados siguen vigentes y en expansión constan-
te. Entre estos intereses es posible destacar la cooptación y aprovechamiento
del negocio del narcotráfico, el control territorial y el apoyo a la legitimación
y estabilización de los poderes regionales que recaen en familias, empresas y
grandes terratenientes.

293
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A partir de las fuentes de información utilizadas para la elaboración de este


informe, se hace una descripción y caracterización del proceso de DDR del
FHJPB, la cual presenta los elementos esenciales y las consideraciones que sur-
gen de la reflexión que puede hacerse desde las diversas voces involucradas.
Este ejercicio tiene el propósito de apostarle a la paz desde una construcción
de memoria que permita el acceso a la verdad y el reconocimiento de respon-
sabilidades desde la participación política y la vida ciudadana.

7.1 Caracterización del proceso de desarme y desmovilización

El proceso de diálogo, concentración y desmovilización de las AUC inició el


25 de noviembre de 2003 y finalizó el 15 de agosto de 2006. Se estima que en
total se desmovilizaron 39 bloques paramilitares que sumaban alrededor de
31.671 integrantes, incluidos el Bloque Norte y su frente Héctor Julio Peinado
Becerra. Adicional a estas desmovilizaciones colectivas, entre 2002 y 2009,
3682 personas se desmovilizaron de manera individual (TSB, 2014).

Estas desmovilizaciones tienen como marco base la Ley 975 de 2005, en la


que se dictaron las “disposiciones para la reincorporación de miembros de
grupos armados organizados al margen de la ley, así como para su contribu-
ción efectiva a la consecución de la paz nacional, entre otras disposiciones
para acuerdos humanitarios”.

En ese contexto, y con el fin de “(...) facilitar los procesos de paz y la rein-
corporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos
armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las víctimas
a la verdad, la justicia y la reparación”, fue proferida la Ley 975 de 2005,
normatividad en virtud de la cual han sido condenados 78 desmovilizados
postulados, de los cuales 44 ostentaron rango de Comandantes en la ilegal
organización y han sido identificadas 18.633 víctimas. (TSB, 2014, p. 20)

Estas desmovilizaciones, si bien se planearon amparadas bajo los princi-


pios humanitarios internacionales, dejaron muchos interrogantes en mate-
ria de justicia restaurativa y acceso a la verdad, elementos necesarios para
que un proceso de este alcance pueda proporcionar las garantías de recon-
ciliación, reparación y no repetición. Sin embargo, los procesos de DDR son
la prueba de la importancia de la concertación y el diálogo para realizar
procesos de negociación de este tipo.

Según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (2006), 251 personas
se desmovilizaron del FHJPB en la ceremonia que se oficializó entre el 4

294
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

y 6 de marzo de 2006. Esta estructura armada, para los fines de la des-


movilización, se presentó bajo el nombre de Frente Héctor Julio Peinado
Becerra y tuvo como representante a Juan Francisco Prada. Este frente fue
incluido como estructura del Bloque Norte de las AUC. Los datos respecto
al número de desmovilizados de este frente son mencionados en varias de
las entrevistas del MNJCV. Los miembros del FHJPB serían el 8,3 % de los
desmovilizados de las AUC.

La Zona de Ubicación Temporal (ZUT) de los desmovilizados del FHJPB


fue en el corregimiento de Torcoroma en San Martín. En esta ceremonia
hicieron presencia delegados de las diferentes instancias nacionales e inter-
nacionales que sirvieron de garantes del proceso.

Bueno, eso era un cuadro, digámoslo así, de terreno grande [Torcoroma].


Allá había un caserío y nosotros nos concentramos en este lado donde ha-
bía una cancha, y bastante trayecto así para uno estar ahí ubicado, todo
el personal. Porque siempre era bastante el personal, nosotros estábamos
ubicados allá y los que estaban manejando esa situación estaban ahí en sus
puestos. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de junio)

Otro de los relatos nos permite ver algunos detalles particulares de esta
ceremonia, en especial, los incentivos humanitarios y económicos recibidos.
Dentro de estas ceremonia, los excombatientes recibieron atención médica
y psicosocial. Además de contar con una comisión veedora y de apoyo, la
Registraduría Nacional del Estado Civil realizó los trámites necesarios para
la documentación y registro de muchos de ellos. Esto último como un com-
promiso del país en la reintegración a la vida civil.

En lo que respecta a la estructura y al número de sus integrantes según sus ro-


les, en la sentencia contra Juan Francisco Prada (2014) se presentan los siguien-
tes datos que resultan de utilidad para entender la composición de la estructura:

Desmovilizándose el seis (06) de marzo de ese mismo año con doscientos


cincuenta y un (251) miembros, -doscientos treinta y seis (236) hombres y
quince (15) mujeres-, de los cuales, tres pertenecían a la Comandancia Ge-
neral; en relación con los hombres, la Fiscalía pudo establecer que, ciento
sesenta (160) operaban en áreas rurales,–siendo cuatro (04) comandantes,
doce (12) comandantes de escuadra y ciento cuarenta y cuatro (144) pa-
trulleros-, ochenta y siete (87) eran urbanos, -veinticuatro (24) comandan-
tes, sesenta y tres (63) patrulleros-, y cuatro (04) comandantes financieros.
Adicionalmente, la Fiscalía logró establecer que dentro de las subestructu-
ras desmovilizadas cuatro pertenecían a grupos de contraguerrilla, uno de

295
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

los cuales era conocido como grupo campesino los Guanes, mientras éste
operaba en las zonas montañosas de la cordillera oriental, otro operaba en
la provincia de Ocaña y dos en las zonas planas del Cesar. (p. 51)

Gráfica 17. Número de desmovilizados por sexo

25

Hombre
Mujer

236

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de TSB (2014).

Con los datos obtenidos de esta sentencia, en la siguiente tabla se presenta


de manera más concisa la composición de la estructura al momento de la des-
movilización:

Tabla 5. Composición del FHJPB según rol, 2006

Total de Total de
Operación área rural personas Operación área urbana personas
Comandante 4 Comandante 24
Comandante de
escuadra 12 Patrulleros 63
Patrulleros 144 Total 87
Total 160

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de TSB (2014).

296
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

Tabla 6. Ubicación de los grupos de contraguerrilla del FHJPB, 2006

Grupos contraguerrillas
Ubicación Total
Cordillera oriental 1
Provincia de Ocaña 1
Zona plana del Cesar 2
Total 4

Fuente: CNMH-DAV, elaborado a partir de TSB (2014).

En relación a los avances en el marco del DDR del FHJPB se menciona lo


siguiente:

En relación con este aspecto, de los doscientos cincuenta y un desmoviliza-


dos, la Fiscalía 34 Delegada informa que treinta y seis han sido Postulados y
que, de estos, veintiséis se encuentran privados de la libertad, uno fallecido
y los ocho restantes se encuentran en libertad y no ratificaron su voluntad
de sometimiento a la Ley de Justicia y Paz. [...] Con relación a actuaciones
judiciales, se han realizado 18 diligencias de formulación de imputación, en
las que se han imputado 451 hechos con 533 víctimas; igualmente, se han
realizado nueve diligencias de formulación de cargos por 298 hechos con
378 víctimas. Con relación a las víctimas del Frente Héctor Julio Peinado
Becerra, el Fiscal informó que en el SIJYP se han registrado 6072 de ellas,
de las cuales 1.519 han acreditado su condición. (p. 51)

La concentración y la ceremonia del frente se dieron sin contratiempos.


Es decir, no ocurrieron hechos victimizantes contra quienes hicieron parte
del proceso durante estos procesos. Sin embargo, hubo presiones en los días
previos a la desmovilización.

7.2 Convocatoria para la desmovilización

Es importante mencionar que este proceso de desmovilización es resultado de


una larga tarea preparatoria y de negociación entre el Gobierno nacional y las
AUC. Desde el 2002 se empezó a trabajar en una comisión exploratoria y en
las vías y recomendaciones necesarias para que este proceso estuviese ampa-
rado en los compromisos humanitarios de justicia, verdad y reparación a nivel
nacional e internacional. Con el Acuerdo de Santa Fe de Ralito, firmado el 15

297
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

de julio de 2003, el Gobierno nacional y las AUC iniciaron las negociaciones.


Resulta clave resaltar que, desde 1998 con el Acuerdo del Nudo de Paramillo
(26 de julio de 1998), las AUC empezaron a reconocer las graves afectaciones a
la población civil, así como las graves, sistemáticas y generalizadas violaciones
a los derechos humanos en el marco del conflicto armado.

En el mes de mayo de 2004, la firma Acuerdo de Fátima dio seis meses para
realizar una negociación que se llevó a cabo en el municipio de Tierralta en el
departamento de Córdoba, reconociéndose a Salvatore Mancuso Gómez, José
Hébert Veloza García e Iván Roberto Duque Gaviria como representantes de
las Autodefensas Unidas de Colombia.

Mediante escrito del 27 de marzo de 2006, dirigido al Alto Comisionado


para la Paz, Juan Francisco Prada Márquez

ratificó su voluntad de someterse a la Ley 975 de 2005, por lo que, mediante


oficio de 15 de agosto de 2006, fue postulado por el Gobierno nacional, a
través del Ministerio del Interior y de Justicia y ante la Fiscalía General de
la Nación, para su especial procesamiento (TSB, 2014, p. 4).

Con esta importante ratificación, el DDR del FHJPB logró tener las bases
procesales en el marco de Justicia y Paz.

En cuanto a la convocatoria de desmovilización, las fuentes mencionan que


no se presentó de manera ordenada o planificada. Es decir, no se contó con el
tiempo suficiente para que se dieran los preparativos necesarios, ni la explica-
ción del proceso. Muchos de los desmovilizados del FHJPB aseguran que, días
antes de la desmovilización, los reunieron para contarles que la estructura
armada se iba a desmovilizar, pero no les explicaron el proceso, solo les men-
cionaron los detalles de la ceremonia. Muchos de ellos entraron al proceso de
DDR sin tener un conocimiento previo que les permitiera tomar decisiones.
Solo siguieron una orden:

Porque ya ahí nos reunieron y nos dijeron que nos iban a desmovilizar, que hay
que estar... que estar listos porque tenemos que desmovilizarnos y esa vaina.
(...) Únicamente usted se va a desmovilizar y ya. Si no, pues, bueno, porque
si nos iban a poner a cantar el himno nacional de Colombia, con qué vamos
a salir, entonces, toca aprendérnoslo. (CNMH, MNJCV, 2017, 24 de octubre)

Las instrucciones recibidas antes de la desmovilización consistieron en pre-


parar los detalles de la ceremonia y el repertorio que tenían que manejar como
grupo. No hubo una explicación detallada de lo que significaba desmovilizar-

298
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

se y de lo que seguía en la reintegración a la vida civil. Un militar del FHJPB


menciona un detalle particular de los días previos a la ceremonia:

Pusieron a girar a un man, a un pelado, no sabe ni pa dónde era media vuel-


ta, ni pa´ dónde es la izquierda, ni pa´ dónde es la derecha, eso daba vueltas
con el fusil como que darle vuelta a un trompo, le dije: “Hermano, qué pena
hermano, usted no sabe marchar”. Yo dije: “Sabe qué comandante, haga
el favor y pase el pelado pa allá atrás o que no marche”. (CNMH, MNJCV,
2017, 5 de diciembre)

La vinculación con fines de desmovilización hizo parte de las irregulari-


dades del proceso de DDR del FHJPB, lo que significa que en la convocatoria
no solo participaron los miembros de la estructura, sino que se vincularon a
personas ajenas a ella que fueron motivadas por los recursos que podían obte-
nerse durante el proceso. La convocatoria para la desmovilización fue abierta
a toda la comunidad donde el frente operó. Se presentó como una oportuni-
dad para adquirir los beneficios y como una estrategia de ocultamiento, pues
permitió el reemplazo de miembros de la estructura de larga trayectoria con
personas recién vinculadas y que no tenían pleno conocimiento de todos los
hechos victimizantes cometidos por la estructura. A estas personas se les lla-
ma, formalmente, como Vinculados con Fines de Desmovilización (VFD).

Edo.: Él hizo allá una reunión y les dijo que eso era voluntariamente el que
quisiera.
Entr.: Pero, ¿independientemente de si estuviera o no? ¿Cómo fue eso?
Edo.: Sí, si hubiera sido o no hubiera sido paramilitar, total era que ellos lo
[que] necesitaban era desmovilizar personal.
Entr.: O sea, ¿había la posibilidad de que se metiera gente que no estuviera
dentro el grupo?
Edo.: Sí, señor. Y lo hicieron. (...) A muchos, mujeres, hombres, hasta abue-
los. (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre)

La convocatoria para la desmovilización consistió en que, días previos a esta,


a las personas se las reunió en una finca en San Martín para darles las instruc-
ciones necesarias de los modos más formales. Tantos los viejos miembros de la
estructura como los VFD participaron conjuntamente de estas instrucciones.

Edo.: Dos días antes en El Líbano, nos recogen dos días antes, nos llevan a
una finca, en esa finca nos dieron... ese día nos dieron una instrucción allá,
nos enseñaron cómo se iba... cómo se llamaba el grupo, nos enseñaron:
“Usted se llamó fulano de tal”.
Entr.: ¿Quién les explica todo esto?

299
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Edo.: Un señor allá llamado... creo que le decían Jeison, algo así, en una
finca por los lados de San Martín. (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre)

Este tipo de ocultamiento fue evidente en la información recolectada en


las entrevistas del MNJCV y fue una constante en un importante número
de relatos. Es importante resaltar que la vinculación de VFD contribuyó al
ocultamiento de información, lo que hace que el ejercicio de esclarecimiento
se vuelve un reto aún mayor.

7.3 Entrega de armas, material de intendencia y bienes

El material de guerra entregado por el FHJPB, según el Tribunal Superior de


Bogotá (2013), consistió en un total de 179 armas, entre las cuales, 89 eran
armas largas, 53 cortas y 37 de apoyo; además de 35.024 municiones de dife-
rente calibre, 357 granadas y 28 radios 2m que hacían parte del material de
comunicación. Este material de guerra fue entregado al Batallón de Infante-
ría n.° 15 General Santander de Ocaña, departamento de Norte Santander.
También se hizo entrega de 2 vehículos y 5 motocicletas, así como de una
suma de dinero por valor de 80 millones (Oficinal del Alto Comisionado
para la Paz, 2006). Juan Francisco Prada Márquez puso a disposición, con
fines de reparación, algunos predios y propiedades a su nombre.

Miembros del FHJPB durante la ceremonia de desmovilización. Torcoroma, San Martín.


Fuente: Prensa Alto Comisionado para la Paz.

Cada miembro de la estructura armada hizo la entrega del material de gue-


rra que tenía bajo su poder. La entrega se hizo de manera ordenada y recolec-
tando la información necesaria para la identificación y clasificación del mate-

300
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

rial bélico, lo que luego permitió establecer que las armas que poseía el FHJPB
provenían de Estados Unidos, China, Bélgica, Alemania, Israel, Colombia y
Brasil. Esto fue posible gracias a las alianzas y estrategias de comercialización
establecidas en la costa colombiana y la región del Catatumbo.

Entr.: ¿Tú qué entregaste?


Edo.: Un mortero. (...) Eso era un tubo, era hechizo. El tubo ya... pongamos
así, aquí tenía una plantilla, era donde se paraba, aquí algo para colocarle el
cargador, esto... (...) Sí, en una ocasión, en un entrenamiento, me enseñaron
a manejarlo, cómo se utilizaba. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de junio)

7.4 Incentivos, motivaciones y presiones para la desmovilización

Las intenciones y motivaciones de los combatientes del FHJPB para desmo-


vilizarse fueron variadas. Iban desde los beneficios económicos hasta la tran-
quilidad de poder regresar a estar con sus familias.

Posterior a las desmovilizaciones colectivas buena parte de los comandan-


tes de las estructuras del Caribe se postularon a la Ley 975 de 2005 (llama-
da Ley de Justicia y Paz), iniciando de este modo el proceso legal en donde
estaban obligados a contribuir con los derechos de justicia, verdad y repa-
ración de las víctimas Así, entre los jefes visibles del Bloque Norte postu-
lados a sus beneficios estuvieron Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo
Jorge 40, Hernán Giraldo, Adán Rojas, José Chepe Barrera, Juan Francisco
Juancho Prada, Edward Cobos Diego Vecino y Uber Vásquez Juancho Di-
que. (CNMH, 2014a, pp. 55-56)

Los beneficios que las comandancias recibieron en el marco de Justicia y


Paz permitieron que los postulados accedieran al mecanismo. Sin embargo,
a muchos de ellos, bajo la amenaza y el miedo, los presionaron para que se
desmovilizaran. Sin total conocimiento del proceso y las garantías que podían
disponer, muchos entregaron sus armas en el cumplimiento de una orden o
bajo el miedo de un sometimiento a la justicia ordinaria sin beneficios.

Pero a mí me metieron el cuento y entre el cuento y el miedo, me dijeron: “No,


el que no se meta va a ir a la cárcel y a pagar muchísimos años, el que no se des-
movilice va a pagar muchísimos años”. (CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

Cabe recordar que las amenazas y presiones en el momento de la desmovi-


lización del FHJPB, también ocurrieron con quienes fueron vinculados con
fines de desmovilización sin tener un nexo comprobado con la estructura:

301
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Edo.: Les ofrecían eso, que necesitaban más gente pa’ hacer más presión.
Como yo entiendo son como... casi como unas quince personas.
Entr.: ¿Y a ellos los entrenaron allá?
Edo.: Nada, eso fue cogiendo el lado mío: “Usted vaya pa’ allá, y póngase allá
el camuflado, diga esto, y allá...”. Yo sé que el listado el Estado le pidió. Si us-
ted era mesero, a usted lo ponían de operador, yo era patrullero toda la vida, a
mí me pusieron de urbano, y yo cuándo de urbano. Pica Pica era comandante
de lo de radio, lo pusieron de patrullero; Guasaco era... Alirio, alias Guasaco,
era el que recogía la plata, a él se la entregaban, él nos pagaba a nosotros, y lo
pusieron de patrullero. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Se pueden identificar al menos dos motivos para realizar estas acciones de


inclusión de VFD y de ocultamiento: por un lado, los beneficios jurídicos y
económicos que resultaron del proceso, beneficios que incluían acceso a la sa-
lud, a la educación, a la generación de un proyecto de vida y a la estabilización
de los territorios; por el otro, el interés de las comandancias de ocultar infor-
mación a través del cambio de roles dentro de la estructura, la desvinculación
de viejos miembros o el asesinato de estos. Días previos a la desmovilización,
hubo asesinatos de amigos y conocidos dentro de la estructura.

Mucha gente se metió a desmovilizarse por ayudas que les iban a dar. Su-
puestamente, habían dicho que iban a dar viviendas y sueldos, y que prác-
ticamente usted decía: “Yo pertenecí al grupo”, y usted firmaba unos do-
cumentos y le decían: “Listo, usted queda libre, queda limpio, simplemente
lo único que tiene que hacer es no meterse en problemas, no cometer algún
delito”. Entonces, eso fue lo que me dijeron a mí: “El que no se desmovilice
va a pagar tantos años de cárcel”. (CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

En la mayoría de las respuestas a las preguntas del MNJCV sobre el proceso


de DDR, los entrevistados manifestaron que las motivaciones por las que ac-
cedieron a la desmovilización giraron en torno a garantías relacionadas con el
acceso a vivienda y subsidios económicos. También fueron importantes otras
cuestiones como el acceso a la educación, a la salud y el acompañamiento en
procesos productivos y de emprendimiento. Muchos vieron en todas estas po-
sibilidades un negocio y una opción de cambio. Sin embargo, por las dificul-
tades e incumplimientos de lo acordado en el DDR, muchos se arrepienten de
la desmovilización, tienen sentimientos de frustración y presentan apatía en
los ejercicios de contribución a la verdad y reparación.

Cuando eso nos habían prometido a nosotros que nos iban a dar casas, que
nos daban, que nos llegaban tantos millones de pesos. ¿A dónde? A lo último
[dijeron:] “No, que a usted le llega es tanto. Que a usted le llegan es tanto. Y eso

302
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

porque estudian, porque no sé qué, porque yo no sé cuánto, porque tal”. Ahí


era donde la gente se jalaba los pelos. (CNMH, MNJCV, 2017, 18 de septiembre)

Las presiones fueron constantes. Todo en un intento de ocultar la información de


los datos de vinculación dentro de la estructura y dar cumplimiento a un deseo gene-
ral de desmovilización desde la comandancia de los bloques más fuertes de las AUC.

[Les dijeron] “Digan que tienen tanto tiempo y esto y ya. No vayan a decir
que tienen el tiempo que tienen porque se embalan ustedes”. Es más, más
que todo como sembrándole terror a uno de que si uno decía la verdad,
uno era el que iba a llevar porque de una vez se iba pa’ la cárcel. Entonces,
hasta el momento, casi yo creo que la verdad, la verdad no lo han soltado.
(CNMH, MNJCV, 2015, 19 de mayo)

En una de las contribuciones voluntarias que se realizó el marco de los talleres de


memoria y validación para este informe, se menciona que “se escuchaba, se rumo-
raba que estaban pagando para que jóvenes se inscribieran en una lista para la des-
movilización y hubo muchos ciudadanos que se fueron a causa de la necesidad, de
que me van a ofrecer plata” (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

En contraste, para muchos otros representó una importante oportunidad de


cambio y apuesta por la paz. Para estas personas, el proceso de DDR les ofreció
la posibilidad de dejar la guerra como modo de vida y la oportunidad de superar
viejas tensiones en el territorio y de reconstruir el tejido humano y social.

Pues fue algo bueno, porque sacaron mucha gente de la guerra... todo mundo no
es malo, habrá muchos que sí son malos, porque hay unos que la gente no tiene
la imaginación qué maldad tienen, pero todo mundo no es malo. Y uno muchas
veces ha visto cambiar (...) Uno a veces veía gente por allá que pensaba, y aho-
ra piensa muy diferente, (...) cambió. A uno le cambian la mentalidad de todas
maneras. Yo hice el bachillerato y ahorita estoy bien, y ahí trabajando bien, y así
hay mucha gente que sacaron de allá. (CNMH, MNJCV, 2014, 24 de septiembre)

7.5 Irregularidades en el proceso de desmovilización: VFD,


libretos y ocultamiento de información

Ahondando en el asunto de los VFD, en los relatos de desmovilizados se hizo


mención al aumento de integrantes en el proceso de desarme y desmoviliza-
ción del FHJPB. Según informaciones previas del CNMH en relación al pro-
ceso de DDR, estas personas que ingresaron a la estructura paramilitar fue-
ron llamados “colados”, personas caracterizadas en su mayoría por no tener

303
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

conocimiento de las dinámicas internas de la tropa, ni del manejo de armas,


ni de las instrucciones militares con las que fueron formados y entrenados los
miembros restantes de la estructura armada.

Pues, allá en una reunión, en la misma reunión donde... que era porque no
había la suficiente gente para desmovilizar. Decían que era muy poquita
gente, iban a decir que un grupo de ese, de esa categoría con ese poquito de
gente. También yo me imagino que hubo gente también que no se desmo-
vilizó y que en realidad sí eran. Porque uno ve que bastante gente, y en el
momento no los identifica, y gente particular también ahí en la desmovili-
zación, que no era nada. (CNMH, MNJCV, 2015, 19 de mayo)

Durante las entrevistas del MNJCV se presentaron personas que afirmaron


no pertenecer a la estructura paramilitar, pero que se desmovilizaron como
integrantes por el relacionamiento que tenían con miembros del grupo que
ejercían comandancias. Además, si bien algunos aseguraron haber perteneci-
do a la estructura, las respuestas incoherentes, los vacíos de fechas, nombres,
lugares y situaciones permiten establecer que muchas de estas personas fueron
vinculadas exclusivamente con fines de desmovilización.

Por otra parte, las desmovilizaciones evidenciaron la movilidad de man-


dos entre frentes o territorios como una estrategia cuyo objetivo era la eva-
sión de responsabilidades penales. Como fue denunciado en varios informes
con referencia a la región Caribe y el Magdalena Medio, en el periodo de
DDR con las AUC se estableció una reconfiguración de las comandancias
y de los organigramas de las estructuras, proceso que tuvo como objetivo
ocultar información mediante la desvinculación de paramilitares respon-
sables de hechos violentos que asumieron nuevos roles y pactaron un voto
de silencio (CNMH, 2014a y 2014d pp. 62-69). Estos cambios dieron como
resultado la división de la estructura en dos unidades: la que tenía fines de
desmovilización y la que fue desvinculada del proceso y siguió haciendo
presencia en el territorio.

Estos grupos que fueron desvinculados de las estructuras armadas con fines
de ocultamiento y evasión de responsabilidades resultaron “determinantes en la
nueva configuración del conflicto armado interno, en tanto facilitaron el rearme”
y el surgimiento de nuevas estructuras armadas bajo las lógicas del fenómeno pa-
ramilitar (CNMH, 2014a, p. 56). Sin embargo, este fenómeno se escapa del objeto
de estudio de esta investigación, que se concentra en la estructura del FHJPB.

Muchos de los relatos también mencionan que a varios integrantes se les


proporcionó un nuevo alias y un guion de lo que se debía decir al momento

304
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

de la desmovilización. De este modo, el ocultamiento intencional es evidente


tanto en las nuevas vinculaciones como en los miembros antiguos.

Inventados sí. Por ejemplo, que yo sepa creo que a Raúl le cambiaron el
nombre por don Vicente. Entonces, de ahí para allá es lo que yo no sé, por-
que yo sí conocí a varios comandantes de los que estaban ahí, pero no sé si
en el momento se cambiaron. Inclusive, él fue el que nos dijo a algunos, no
sé si todos los harían, que el que no se quisiera cambiar el... colocar ningún
alias, que no se colocara, que simplemente dijera de que se llamaba así. Y yo
no me coloqué ningún alias. (CNMH, MNJCV, 2017a, 11 de julio)

Otro relato asegura lo siguiente:

A esas personas le daban una explicación. Que usted va a manejar un


arma... y él puede decir, un arma que yo manejé, y no se las conoce todas. Si
usted le pregunta todos esos datos no le responde, y usted lo sabe. (CNMH,
MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Fuera de las mencionadas formas de ocultamiento, se encontró que el asesinato


a miembros de esta esta estructura armada fue utilizado como forma de esconder
la verdad, pues con esta práctica se silenciaron voces que pudieron tener informa-
ción valiosa para el esclarecimiento de los hechos y las responsabilidades.

Pues, nosotros... lo que yo deducía y lo que yo hablaba con los pelados que
estaban conmigo, con el finado Loro, que era... entramos prácticamente
casi juntos y teníamos como esa confianza, entre nosotros decíamos: “Aquí
están matando a todo el mundo antiguo pa’ que la verdad no se sepa”.
(CNMH, MNJCV, 2013, 27 de septiembre)

En los relatos de desmovilizados se hicieron menciones acerca de un núme-


ro inusual de integrantes que aparecieron durante el periodo de concentración
y la ceremonia de entrega de armas.

Edo.: Hubieron demasiados que metieron.


Entr.: ¿Por miedo?
Edo.: También por miedo. Pues, que le fueran a hacer un daño por no ayudar-
les, no colaborarles en ese sistema, ¿sí me entiende? Que lo llamaron de pronto,
le dijeron: “Venga, usted se va a ganar tanto, colabóreme, tal, no sé qué”.
Entr.: ¿Miedo a quién?
Edo.: A los mismos paramilitares, porque es que casi no se entregan to-
dos, ellos son los dueños del pueblo, y todavía hay gente trabajando ahí.
(CNMH, MNJCV, 2017, 5 de diciembre)

305
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Según las versiones de desmovilizados, el interés por vincular personas de


la población civil fue “hacer bulto, porque hubo gente que se fue y que no se
quiso desmovilizar” (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio).

Incluso, hubo personas que ingresaron a la estructura paramilitar el mismo


día de la ceremonia de entrega de armas. En estos casos, a estas personas se le
entregaba una dotación, se les daban unas indicaciones acerca de la información
que debían suministrar a las autoridades y eran ingresados a la formación:

Les ofrecían eso, que necesitaban más gente pa’ hacer más presión. Yo entiendo
son como... casi como unas quince personas. Yo por ahí entiendo, por ahí rega-
ditos, porque yo los conozco a ellos, que nunca estuvieron con nosotros, porque
ese tema que usted me estaba preguntando, y aquí han llegado y no han salido
con nada, no conocen ni un fusil. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

Durante los ejercicios de entrevistas del MNJCV, se presentaron personas


que afirman que su entrada como VFD se propició por tener vínculos afecti-
vos y/o familiares con miembros de la estructura armada.

Edo.: La verdad es que nunca tomé un arma, no me coloqué un camuflado,


no cogí un radio y nunca llegué a ser... o sea, nunca llegué a formar filas
de... o a estar entre las filas de ese...
Entr.: ¿Su pertenencia al Frente Héctor Julio Peinado Becerra fue en térmi-
nos de qué, de su desmovilización?
Edo.: Por desmovilizarme. Sí, señor. Solo por desmovilizarme. (CNMH,
MNJCV, 2013, 3 de octubre)

En muchas de las contribuciones se afirma que se convocaron reuniones


en varios de los municipios de la zona, en especial en el sur del Cesar, para
contarle a la comunidad sobre la desmovilización y los beneficios que serían
otorgados por desmovilizase como miembro de la estructura:

Bueno, había parte de personas que se metieron... escuché, no me consta, que


se metieron por los beneficios y como les dijeron: “No, usted métase y firma
ahí, usted no va a pagar nada, usted queda libre ya, y eso no le va a aparecer
nada en su... en su certificado judicial, nada y usted tal, le van a dar benefi-
cios”. Y entonces mucha gente pobre escuché que se iba a meter. Esos son por
allá de alrededor de la zona, gente que hay pobre. Entonces, hay muchas veces
que se aprovechan de eso. (CNMH, MNJCV, 2015, 15 de octubre)

Durante este periodo de concentración para la desmovilización, algunos


mandos de la estructura aprovecharon el ingreso de población civil para cam-

306
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

biar sus roles y funciones o el tiempo que hasta el momento habían cumplido
en sus trayectorias armadas:

Entr.: ¿Se recortaban también tiempo?


Edo.: Claro. Yo sí digo la verdad, yo entré en el 2003. A mí me decían: “No,
que por un año”. “Tú crees que el Estado va a ser güevón”, le decía yo, per-
done la palabra. (CNMH, MNJCV, 2018, 4 de septiembre)

7.6 Rearme y tensiones: un fenómeno que persiste

La persistencia de fenómenos armados en distintas regiones del país, que ejer-


cen labores de control territorial y de población, a la vez que se mueven en
las dinámicas políticas y económicas de las regiones, resultan una amenaza a
los progresos obtenidos hasta el momento en la resolución del conflicto y un
quiebre en la posibilidad de que las víctimas del conflicto armado tengan un
espacio seguro y abierto en los procesos de construcción de paz. La continua
presencia de grupos armados también imposibilita el reconocimiento de las
garantías que se dan en los DDR.

La posición estratégica del sur del Cesar sigue siendo escenario propicio
para el posicionamiento de actores armados en un territorio apetecido por
ser corredor estratégico entre el centro, el norte del país y la frontera con Ve-
nezuela. La continuidad de grupos armados derivados o residuales de las ex-
tintas AUC se manifestó sobre todo en dos periodos: el primero entre 2006 y
2007 y el segundo entre 2010 y 2012. Estos grupos tuvieron diferentes denomi-
naciones como Águilas Negras, Rastrojos y Urabeños (CNMH, 2014a).

Diversas investigaciones relacionadas con el rearme y la consolidación de


nuevas estructuras armadas identifican tres factores cruciales para que este
fenómeno persista. El primero es el de las economías ilícitas, que van en au-
mento de manera alarmante en el territorio nacional y que responden a recur-
sos asociados con prácticas ilegales, carteles de narcotráfico y empresas que
hacen uso de la guerra para cumplir sus propósitos. El segundo tiene que ver
con el control del territorio para la movilidad y la consolidación de un poder
local desde la acumulación y concentración de la tierra a manos de unos po-
cos. Por último, las disputas con otros grupos armados genera tensiones que
posibilitan el rearme y la expansión de nuevas estructuras armadas.

Estas nuevas agrupaciones “tendrían en sus filas a personas desmovilizadas


y no desmovilizadas de las AUC, entre mandos medios y combatientes rasos,
y otras, la mayoría, individuos que nunca pertenecieron a dichas estructuras”

307
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

(CNRR, 2007, p. 11). Se debe analizar con suma atención la manera en que los
rearmados y estas nuevas estructuras armadas se relacionan entre sí, con el
Estado y con los ideales políticos que, para esta época, responden más a inte-
reses económicos y no a una propuesta política orientadora.

En una de las contribuciones de los talleres de memoria se menciona que,


después de la entrega de armas, el fenómeno paramilitar siguió presente en la
región a través de la figura de una Convivir.

En el 2005, 2006 que entregaron ellos las armas, quedaron amañados con
las convivires, porque dejaron una Convivir, dejaron... entregaron las ar-
mas, pero dejaron un grupo de Convivir ahí en San Martín. (...) Pero ellos
quedaron amañados ahí con la Convivir, ahí tuvieron casi como más de un
año ahí. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

Entre 2008 y 2009 en municipios como San Alberto, Aguachica y San Martín,
aparecieron los Rastrojos, grupo que tomó el control de fuentes de financiación
como el narcotráfico y la extorsión, prácticas relacionadas con el accionar de los
antiguos paramilitares. Por su parte, los Urabeños desde 2007 hicieron presen-
cia en el sur de Bolívar, desde donde se expandieron hacia el sur del Cesar entre
2010 y 2011. El arribo de los Urabeños generó confrontaciones por la disputa del
territorio con otros grupos similares como los Rastrojos (CNMH, 2014a).

Los grupos surgidos después de la desmovilización de los paramilitares se


han organizado a través de la vinculación de desmovilizados y no desmovili-
zados. Estos grupos se han caracterizado por reproducir las formas de finan-
ciamiento y los repertorios de violencia de los anteriores bloques de las AUC
(CNMH, 2014a). Muchos de los desmovilizados han sido invitados a unirse a
estas nuevas estructuras armadas emergentes. Esto se debe a que los desmovili-
zados conocen el territorio, los repertorios de violencia y el relacionamiento con
diferentes actores de la región.

Pues me dijeron ahí que si quería trabajar en tal parte y yo dije que no.
Cuando eso eran las Águilas Negras. Ahí en San Martín. Pero eso no, eso
llegaron operativos de la Ley, tan, tan, y eso fue rápido que los sacaron.
(CNMH, MNJCV, 2017, 13 de junio)

Otro de los factores que lleva a los desmovilizados a vincularse nueva-


mente a estas estructuras armadas está relacionada con los riesgos que asu-
men estas personas. Muchos de los desmovilizados del FHJPB mencionan
que han sido objeto de persecuciones, amenazas, desplazamiento forzado
y homicidios por motivos de venganzas, antiguas deudas con mandos de la

308
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

estructura o por el solo hecho de tener información comprometedora. Estas


acciones contra los desmovilizados llevan a que muchos de ellos busquen
protección y seguridad dentro de estas nuevas estructuras.

Allá han matado un poco al día. (...) Unos dicen que es que siguen delin-
quiendo, otros dicen que pueden ser venganza de la gente que... ¿sí me en-
tiende? De los que estaban en la civil, que cuando estaban los grupos arma-
dos, entonces hicieron cosas que no debían hacer o les mataban familiares
y se están vengando. (CNMH, MNJCV, 2017, 15 de junio)

Las dinámicas en las que estos nuevos grupos se mueven, muchas veces, no
representan los viejos o comunes intereses. Es muy común que se use la facha-
da de las AUC para ocultar otras formas de criminalidad que tienen un apoyo
más directo de las instituciones y fuerzas del Estado. La presencia de des-
movilizados de las AUC en grupos armados lo que sí revela es el reciclaje de
especialistas en el uso de las armas, el grado de subordinación o interrelación
que los diferentes miembros de los bloques de esta agrupación habían logrado
con el mundo criminal, y las limitaciones y retrasos del DDR (CNRR, 2007).

Según el relato de un exintegrante del FHJPB, algunos excomandantes


de la estructura que operan todavía en el territorio fueron los responsables
de la persecución y desplazamiento de su familia. Las nuevas conflictivi-
dades en el territorio siguen estando relacionadas con el fenómeno para-
militar, que persiste por medio del rearme, las fallas del proceso de DDR
y los intereses de grupos que se disputan el control territorial y minan el
estado social de derecho.

Edo.: Por medidas de seguridad, porque a según, Raulito tenía ganas de


mandarlo matar. O sea, a él le hicieron un atentado, fueron e hicieron el
atentado, fueron a... No se lo hicieron, cuando ellos quisieron ir a hacer el
atentado, él ya sabía que iban por él, y él se voló. (...) Sí, o sea, fue práctica-
mente desplazado. A nosotros nos tocó que desplazarnos, cuidarnos ya de
ellos, éramos como objetivo militar de él.
Entr.: ¿De Raulito?
Edo.: Claro, sí, tuvimos que irnos y a mí me tocó irme. (CNMH, MNJCV,
2013, 25 de noviembre)

Desmovilizados que durante su trayectoria cumplieron funciones de confian-


za y que tenían conocimiento de la actuación del grupo en temas de financiación
y narcotráfico fueron asesinados por aquellos excomandantes que posterior a la
desmovilización todavía delinquían en el territorio. Esto pone en evidencia que
la entrega de armas no se hizo en su totalidad y posibilitó el rearme en la región.

309
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

A mi hermano lo mataron, lo mandó matar Franklin, porque mi hermano


sabía muchas cosas de él, entonces a él le daba miedo de pronto que fuera
hablar alguna cosa y lo mandó matar. (...) Porque mi hermano fue escolta
de él, como Franklin manejaba droga, Franklin manejaba lo que era droga,
lo de la gasolina y lo de muchas cosas de finanzas. (CNMH, MNJCV, 2017,
11 de agosto)

Por otra parte, posterior a la desmovilización del FHJPB, se han dado casos
donde personas desmovilizadas han participado en acciones militares con el
Ejército debido a su conocimiento del territorio. Un territorio que se conoce
por pertenecer a él y porque se lo transita desde la guerra. Este conocimiento
es útil y es utilizado como una forma de estrategia bélica.

A nosotros nos escogieron [el Ejército], por lo que nosotros conocíamos la


zona para donde ellos iban a hacer la operación. Porque como era donde
nosotros nos habíamos criado, entonces ya ahí nosotros conocíamos toda
esta zona, donde habíamos estudiado por ahí la primaria, mejor dicho, los
que estudiamos por allá. (...) Entonces nos dijeron que el Ejército iba a hacer
unas operaciones para esos lados y que necesitaba gente que conociera para
allá para que los guiara. (CNMH, MNJCV, 2015, 10 de diciembre)

7.7 Reintegración: deconstruyendo al combatiente y


reconstruyendo la ciudadanía

Desde la voz de los mismos desmovilizados se reconoce la importancia del


DDR. Los antiguos miembros del FHJPB aseguran la importancia de estos
escenarios de reintegración a la vida civil. Muchos reconocen que la acción
paramilitar fue cruel y violenta, y consideran positivo que se le haya arrebata-
do a la guerra a tantas personas que hicieron parte de las AUC.

Los problemas de la reintegración están dados en la falta de acompañamien-


to a los desmovilizados en esta fase tan crucial de recuperación de la vida civil.
Uno de los problemas que más se analiza es la falta de proyección a futuro. Es
decir, se analizaron los elementos a corto plazo desconociendo que el proceso
de DDR sigue vigente en cada desmovilizado que se encuentra en territorio y
que considera que el Estado no le brinda las garantías de reintegración. Estos
se agravan con la aparición de nuevos grupos armados que se presentan como
oportunidades de trabajo.

En muchos lugares, se puede analizar la falta de talleres y pedagogías en for-


mación ciudadana, participación política y reconocimiento de la democracia.

310
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

Así mismo, la intolerancia de parte de las comunidades receptoras de las per-


sonas desmovilizadas, cuestión que, espe­cialmente en las ciudades, produce
que los reintegrados a la vida civil oculten su condición para evitar ser objeto
de amenazas, estigmatización y desplazamiento.

Para muchos de los desmovilizados, las falencias que notan en su proceso de


DDR son las mismas que aquejan a todo el país: un Estado ausente en las regio-
nes, una sociedad desigual, la falta de oportunidades y los nuevos conflictos.

Yo pienso que si el Estado (...) fuera muy correcto quitaban, primero que
todo, quitaban la... pusieran leyes en general para aquellos corruptos. (...)
Digamos, implementaran trabajo para la población, le dieran esos bene-
ficios que de verdad esos pueblos necesitan, ¿ve? No habría tanta violen-
cia. Pero es que es muy difícil, porque es que el mismo gobierno nace la
misma corrupción que puede haber. (CNMH, MNJCV, 2017, 23 de mayo)

Algunos de los desmovilizados reconocen que, desde la desmovilización,


las cosas cambiaron y que les dieron una nueva oportunidad para hacer las
cosas de mejor manera. Lograron regresar con sus familias y recuperar su
ciudadanía. Al respecto:

Yo me pongo a analizar estas cosas, si a mí en ese entonces me hubieran


capturado con un... el arma encima o eso, yo estuviera en la cárcel. O si se
hubieran dado cosas de enfrentamiento, me hubieran matado, no existiría.
Bueno, muchas cosas pienso yo, ¿sí? Entonces ahora yo pienso diferente
porque gracias al Señor y al Estado hubo esa... esa desmovilización y ahora
estoy libre, estoy con mi familia, mis hijos, mi esposa y me considero un
ciudadano como tal. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de junio)

Entre los elementos a tener en cuenta en el proceso de reintegración se en-


cuentra el acceso a una educación que permita a los desmovilizados acceder
a campos específicos de la formación y el conocimiento. La formación para
el empleo es garantía en la recuperación de los proyectos de vida individua-
les y familiares de cada una y uno de los desmovilizados.

7.7.1 Educación, formación para el empleo y atención integral en salud

“La reinserción consiste en la atención inmediata a la población desmovili-


zada en lo relativo a su instalación, sostenimiento y acceso a programas de
documentación, capacitación, formación laboral y atención en salud” (CNRR,
2010, p. 14). Lo anterior con miras a la promoción social y económica de quie-

311
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

nes adquieren nuevamente un espacio en la vida civil, desde el ejercicio de la


ciudadanía, el acceso al trabajo y el bienestar individual y colectivo.

En los relatos del Mecanismo se menciona con frecuencia que entre los be-
neficios que les brindaron a quienes se querían desmovilizar se encuentra el
acceso a la educación. En estos relatos es posible analizar que, más allá de
las ayudas económicas, muchos de los desmovilizados entraron al proceso de
DDR por los demás beneficios que ofrecía el proceso de reintegración:

[Dijeron:] “En estos días nos vamos a desmovilizar, ¿por qué no se desmoviliza
ahí para que se quede ganando una platica del Gobierno?, les va a ir bien, les
van a dar estudio, les van a dar vivienda". (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre)

Muchos vieron en estas garantías dadas por el gobierno nacional la posibi-


lidad de terminar sus estudios académicos, tener un mejor bienestar y calidad
de vida, y potenciar sus acciones personales, familiares y comunitarias. Entre
los que terminaron sus estudios hubo quienes empezaron a montar sus ne-
gocios y asegurar su vida laboral desde la vida civil. Otros aprovecharon las
ayudas del gobierno para hacer las inversiones iniciales de sus proyectos pro-
ductivos y garantizar una mejor la calidad de vida para sus familias:

El bien fue porque si no me hubiera desmovilizado no hubiera terminado


el estudio, ¿sí? Primero. Porque por parte de la ACR fue que terminé el es-
tudio, he tenido más oportunidades, porque desde la desmovilización me
llegó... la parte económica y con eso, pues, la verdad, yo me planteé fue con
eso, porque yo lo... todos los sueldos los cogí fue pa’ una... pagar una cuota
que pagaba, y con eso construí el negocito mío, con eso. (CNMH, MNJCV,
2014, 1 de octubre)

En el mismo relato también se menciona que los desmovilizados consiguie-


ron préstamos bancarios y acuerdos con empresas para seguir con el fortale-
cimiento de sus unidades de emprendimiento. Todo esto con el fin de darle
continuidad a su vida y superar episodios dolorosos.

Yo saqué 10 millones de pesos prestados y con eso empecé el negocio. Pagué


eso y saqué otros 10.000.000. Y ahora estoy pagando otros 10.000.000. Y tene-
mos un crédito con Bavaria, que Bavaria también nos apoyó, nos ha apoyado
mucho. Ya tengo cuatro años estando con Bavaria en crédito, con acreditada de
6.000.000 de pesos en surtido. (CNMH, MNJCV, 2014, 1 de octubre)

Por lo regular los proyectos previstos por el programa de rein­corporación


no logran los resultados esperados y predomina la dedicación a actividades

312
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

informales como el “mototaxismo” y los préstamos “paga diario”, las cua-


les en varios departamentos de esta región se relacionan con situaciones
críticas de orden públi­co, redes de economías ilegales y de grupos armados
irregulares que promueven el sicariato, la extorsión, el boleteo12 y otros ilí­
citos. (CNMH, 2015b, p. 200)

En el nororiente del país existió una baja participación de excombatientes en


programas orientados a la reintegración económica y social. Posiblemente, esto
se debió a que la población no generó una aceptación real al proceso de DDR
con las AUC, puesto que, en regiones como el Catatumbo, los procesos de rear-
me y vinculación de desmovilizados a estructuras armadas sigue vigente.

Otro de los temas importantes es la atención integral en salud, que refiere a


la salud física, psíquica y emocional. Muchos de los desmovilizados mientras
fueron parte de la estructura armada no tuvieron acceso a servicios de salud,
por lo que padecieron de enfermedades sin tener tratamientos adecuados. La
atención psicosocial es de suma importancia si se quiere brindar una atención
integral; la provisión de herramientas y estrategias para asumir el daño cau-
sado y recibido contribuye a mejorar la salud mental y estabilidad emocional
de los desmovilizados.

Los programas de reintegración en materia de salud integral se reflejan en


la poca cobertura, cali­dad, eficiencia y resultados. La región Caribe “concentra
aproximadamente el 25 % de la población desmovilizada del país, con mayores
asentamientos en Córdoba, Magdalena, Cesar y Atlántico” (CNMH, 2014a, p.
122) departamentos en los que los procesos de reintegración no han sido eficaces
por varias razones: el rearme y la configuración de nuevas estructuras armadas;
la vinculación de desmovilizados en economías ilícitas como el narcotráfico; y
la desconfianza del país y la comunidad internacional al proceso.

Estos aspectos han minado los avances en los procesos de reincorpora-


ción privándole a quienes si están apostándole a la paz la posibilidad de
acceder a estas garantías. El fuerte de la atención integral en salud se vivió
en las primeras fases del DDR, durante las concentraciones y ceremonias
para el desarme. Los desmovilizados recibieron esta atención a través de
jornadas médicas, talleres y atenciones individuales. Sin embargo, es noto-
rio que, en las siguientes fases del proceso, está atención disminuyó. Estas
dificultades profundizan el problema de la débil inserción social, pues las
comunidades receptoras y afectadas no reconocen los mecanismo de la
reconciliación comunitaria y territorial.

12 Coacción o amenaza.

313
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

En las contribuciones del MNJCV los entrevistadores lograron percibir que los
desmovilizados hablan de todas estas garantías y ayudas como una posibilidad no
alcanzada. Es importante aclarar que estas ayudas dentro del proceso de DDR con
las AUC se proporcionaron, pero, según la percepción de los reintegrados, en ba-
jos niveles de acceso y cobertura. “Que nos iban a dar vivienda, que nos iban a dar
un carné para la salud y que nos iban a... [que] todos los estudios que realizáramos
eran totalmente gratuitos. Y ya” (CNMH, MNJCV, 2013, 3 de octubre). Todos los
desmovilizados son muy conscientes de estas garantías ofrecidas, pero reconocen
que faltan más espacios para que puedan tener acceso a ellas.

7.7.2 Reparación a las víctimas, contribución a la paz y retos de la


desmovilización

Entre los desmovilizados del FHJPB se reconoce que las víctimas deben ser
resarcidas y que los responsables deben asumir los hechos victimizantes come-
tidos contra la población. Esta garantía de reconocimiento resulta de suma im-
portancia para la reparación integral y los compromisos de los desmovilizados:

Que se les tenga en cuenta, como todo ser humano tenemos derechos y
deberes, que se les tenga en cuenta las cosas, los sufrimientos y todo lo que
han pasado. (CNMH, MNJCV, 2017, 14 de junio)

Muchos ven en el MNJCV y los procesos adelantados desde la DAV la posibi-


lidad de aportar a la reparación de las víctimas, pues a partir de este ejercicio de
construcción de memoria pueden contribuir con aportes a la verdad y a la com-
prensión de la estructura paramilitar. Sin embargo, algunos aseguran que el
esclarecimiento no solo puede concentrarse en relatar una lista de hechos como
contribución a la verdad, ya que es necesario esclarecer todos los elementos re-
lacionados con la estructura, como es el caso de los bienes obtenidos de manera
irregular y que están a mano de quienes fueran comandantes de estos grupos:

¿Cómo puedo yo aportar a la reparación de las víctimas? Pues con las decla-
raciones de uno, con la verdad, y tratando de esclarecer pues todos los hechos
que se presentaron en el pasado; esa sería la manera de contribuir a la repa-
ración. Lo que sí que podría uno hacer era que realmente pues se rastreara de
verdad los bienes que poseen los comandantes de las autodefensas, (...) esos
bienes pues están ahí a la deriva, que yo creo que el Gobierno Nacional debe-
ría de fijarse bien en eso para tratar de resarcir un poco el daño que causaron
los grupos de autodefensas. (CNMH, MNJCV, 2019, 8 de junio)

314
7. DESARME, DESMOVILIZACIÓN Y REINTEGRACIÓN

Para las víctimas del FHJPB es importante que se les brinden todas las ga-
rantías de participación en escenarios locales y nacionales, donde desde sus
organizaciones puedan exigir el cumplimiento de los compromisos del Estado
en cuanto a la reparación integral y el goce efectivo de los derechos:

El respeto de los derechos individuales que garantizan los colectivos. Las 4.500
víctimas quieren tener las herramientas para hacer presencia y exigir sus de-
rechos en las entidades departamentales y nacionales. Más allá de las repara-
ciones simbólicas, es importante la reparación física. (CNMH, CV, Taller San
Martín, 2021, 2, 3 y 4 de marzo)

Uno de los retos más grandes en la construcción de paz en la región del


sur del Cesar y Norte de Santander tiene que ver con el acceso a la infor-
mación y los mecanismos de reparación que resultan ser desconocidos o
de difícil acceso: “El 80 % de las víctimas desconocen el proceso, pues el
trámite se hace fuera de San Alberto” (CNMH, CV, Taller San Martín,
2021, 2, 3 y 4 de marzo). A este reto se suma que la política de víctimas no
ha resuelto lo prometido en la mesa de negociación con las AUC (CNMH,
CV, Taller Ocaña, 2021, 9 de junio). La reparación y la atención integral
es aún desconocida para muchas de las víctimas del FHJPB (CNMH, CV,
Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio).

A pesar de las falencias en cuanto a la reparación integral, a algunas de las


víctimas se les ha proporcionado la reparación económica. En muchos de los
casos es lo único que reciben. Se desconoce que el proceso va mucho más allá
de un recurso económico:

Hace poco se escuchó decir que a 26 mujeres que fueron víctimas de vio-
laciones por los grupos paramilitares el Estado les pagó, o sea como que
les pagó pues los daños. Aunque pues eso nunca lo pagan, no. Porque los
daños siempre van a estar ahí. Estas mujeres eran de Teorama y San Pablo.
(CNMH, CV, 2021, 8 de junio)

Otro de los retos grandes en relación a la zona de operación del FHJPB


tiene que ver con la restitución de tierras. Recordemos que Cesar y Norte de
Santander son de los departamentos con problemas más agudos en cuanto
a la restitución, la propiedad privada y los baldíos en el país. Más allá de las
dificultades propias del proceso de restitución en un país que no cuenta con
una ley general de tierras, se suma que los grupos rearmados, disidentes y
emergentes no permiten a muchas de las víctimas regresar a sus parcelas
y recuperar parte de la vida que se encuentra en la tierra en disputa.

315
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

La lógica paramilitar se ha naturalizado en las regiones donde estos grupos


estuvieron presentes a partir de la transformación de los imaginarios sobre el
control poblacional y las formas de relacionamiento económico. Superar esta
secuela es necesario para que la comunidad en general pueda recibir al desmo-
vilizado no como un miembro del FHJPB, sino como un ciudadano.

Como líder social escucha a veces decir de muchas personas: “Uy, volvie-
ron nuevamente los paracos. Esto será distinto”. (...) El sueño y el anhelo
es a la no repetición a que un flagelo de esto no lo quiere uno para las
futuras generaciones, o sea realmente importante que la memoria no se
haga como... no se vaya, que quede marcada para que no vuelva a suceder
un flagelo de estos. (CNMH, CV, Taller Aguachica, 2021, 10 y 11 de junio)

A pesar de la configuración de nuevos fenómenos de violencia en el terri-


torio, muchos manifiestan que la desmovilización del FHJPB fue beneficiosa
debido a la disipación de la violencia sistemática contra los pobladores y la
recuperación paulatina de la vida social y comunitaria. En voz de algunos po-
bladores del municipio de Ocaña: “A partir del 2006 como que, poco a poco,
la ciudadanía empieza a recobrar, de pronto, la confianza en sí mismos, volver
a salir, estar tranquilos, el comercio ya se reactiva nuevamente; cambia la si-
tuación un poco” (CNMH, CV, 2021a, 7 de junio).

A pesar de todas las adversidades y divisiones, los procesos de DDR con


los grupos armados son prueba de que el país quiere apostar a la paz. La
verdad, la justicia, la reparación y la no repetición son tareas y serios com-
promisos que, como sociedad, como colectivo, se deben asumir en este
nuevo camino que se emprende; antes con las AUC, ahora con los antiguas
FARC. Aun con todas las debilidades, los desequilibrios, es necesario se-
guir apostando por la paz.

La paz no se trata de homogenizar la vida y la eliminación de las conflic-


tividades. Se trata de vivir pensando diferente. No se trata de suprimir la di-
versidad, las opiniones y las interpretaciones. Se trata de sentar las bases de la
convivencia en el respeto por el otro, el entorno y el territorio. Las capacidades
del diálogo y el encuentro, sin el uso de las armas, son las herramientas para
buscar el beneficio de todos y superar aquello que hace daño.

316
CONCLUSIONES

1. El surgimiento, la permanencia y la expansión del FHJPB estuvie-


ron motivadas, principalmente, en mantener un orden social deseado
como instrumento de control y regulación del territorio. Estos pro-
cesos no solo se dieron como respuesta contrainsurgente, sino como
forma de decidir sobre la vida cotidiana y las relaciones sociales, eco-
nómicas y políticas de la región.

2. La violencia del FHJPB estuvo, primordialmente, dirigida a la pobla-


ción civil que fue estigmatizada como insurgente y buscó, entre otros
objetivos, la desarticulación de las organizaciones sociales, desalentar
la participación política y mantener un orden deseado.

3. Los apoyos y las alianzas que se establecieron con los sectores económi-
cos, políticos y sociales del territorio fueron estratégicos para el surgi-
miento y expansión del grupo paramilitar; la institucionalidad también
tuvo un rol activo en el desarrollo de la organización armada ilegal.

4. La mayoría de las victimizaciones ejercidas por la estructura armada


fueron justificadas como acciones contra una población civil estigma-
tizada como guerrillera o cercana a la insurgencia. Este hecho generó
un manto de impunidad y en muchos casos la revictimización de las
mismas víctimas y sus más cercanos.

5. Si bien el FHJPB tuvo presencia en zonas rurales, su vocación fue prin-


cipalmente urbana. Esto le permitió el control no solo de las personas,
sino también del espacio político y económico de los municipios.

317
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

6. La expansión del grupo hacia la provincia ocañera suscitó un aumento


de ingresos económicos para la estructura a cuenta de un profundo
control de las comunidades, lo que ocasionó múltiples victimizaciones
a la población civil como el homicidio, la desaparición forzada, la tor-
tura y el desplazamiento forzado.

7. El uso de la violencia para causar temor en la población civil generó


daños colectivos profundos y desarticuló lazos comunitarios de con-
fianza, solidaridad y apoyo.

8. Las victimizaciones ocasionaron afectaciones simbólicas que debilita-


ron distintos referentes de identidad colectiva.

9. Para mantener el dominio territorial, la estructura armada aplicó una


estrategia de consolidación por medio de relaciones de intercambio y
cooperación con otras estructuras paramilitares como el Bloque Cen-
tral Bolívar y el Bloque Norte. Esta estrategia permitió su permanencia
en los lugares de mayor control y logró consolidarse de manera más
profunda en la mayoría de los municipios de la provincia ocañera.

10. El daño político fue una de las principales consecuencias del accio-
nar del FHJPB, que involucró prácticas como la persecución a la or-
ganización social, los sindicatos, las organizaciones comunitarias y
barriales, y el debilitamiento institucional. Los cambios en el sistema
político de finales de los ochenta y principios de los noventa abrieron
la posibilidad de participación a proyectos políticos históricamente
excluidos, que, al competir con los poderes tradicionales, sufrieron la
persecución y el asesinato sus líderes y simpatizantes. Estas acciones
tuvieron resultados negativos en la participación democrática de la
ciudadanía, que aún hoy tiene miedo de formar colectivos, demandar
derechos fundamentales ante las autoridades y participar libremente
en procesos electorales.

11. Las acciones de control económico establecidas por el grupo armado


negaron el acceso a los medios de vida a la población más vulnerable.

12. Los métodos de financiación de la estructura armada radicaron, prin-


cipalmente, sobre cobros obligados a comerciantes, empresarios, cam-
pesinos y ganaderos.

13. La acción histórica de grupos subversivos en la región, junto con la inca-


pacidad del Estado para ejercer soberanía en el territorio, fueron usadas

318
CONCLUSIONES

como justificación de la creación y existencia del grupo armado, lo que


permitió construir un discurso legitimador del paramilitarismo que deri-
vó en la alta impunidad de las graves violaciones a los derechos humanos.

14. Los homicidios cometidos por la estructura paramilitar, en su mayoría,


fueron de carácter selectivo. A su vez, las masacres cometidas fueron
una forma instrumental de violencia para causar terror y escozor en la
población civil, especialmente en momentos de alta tensión y en terri-
torios de entrada de la estructura.

15. Los métodos de desaparición forzada de la estructura recayeron, prin-


cipalmente, sobre la población etiquetada como “indeseable” y que no
estaba acorde con el orden social deseado por el grupo. Adicionalmen-
te, la desaparición se cometió tanto en cuerpos de agua como en fosas
comunes. Los lugares de desaparición no cambiaron de manera drás-
tica en el tiempo.

16. El despojo de tierras constituyó uno de los principales objetivos de


la estructura, que dirigió su violencia contra población civil en te-
rritorios que fueron funcionales a proyectos de agroindustria. Estas
acciones generaron despojo e incluyeron victimizaciones como el ho-
micidio, la desaparición forzada, la tortura y, especialmente, el des-
plazamiento forzado.

17. La tortura fue ejercida hacia personas consideradas adversarias de la


estructura armada, tales como presuntos subversivos y/o colaboradores
de las guerrillas. La tortura también fue característica en algunas ma-
sacres cometidas por la estructura armada.

18. El proceso de DDR del FHJPB incluyó a Vinculados con Fines de Des-
movilización, lo que sugiere una intención de ocultamiento de su ac-
cionar al reemplazar paramilitares con una amplia trayectoria por per-
sonas recién reclutadas.

19. La distancia entre las expectativas creadas por el proceso de reintegra-


ción y la efectiva oferta institucional a los desmovilizados ha producido
riesgos de rearme en el territorio y las frustraciones de quienes dejaron
las armas y han apostado por la paz.

20. Tanto las víctimas individuales como los Sujetos de Reparación Colec-
tiva perciben que el proceso de reparación integral es lento, excluyente
e insuficiente en relación con sus necesidades.

319
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

21. Las iniciativas de memoria de las organizaciones de víctimas han ope-


rado como elementos articuladores de sus intereses e identidades, lo
que les ha permitido la agencia del dolor.

22. Las distintas formas de victimización diferenciada, en particular las


Violencias Basadas en Género, VBG, han sido resignificadas por las
víctimas para convertirlas en elementos identitarios.

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Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá [TSB]. (2022, marzo 31). Sen-
tencia contra el Frente Héctor Julio Peinado Becerra (Alexandra Valen-
cia Molina MP). https://bit.ly/3M0IQAi

329
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 1 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 2 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 25 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 27 de septiembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 5 de diciembre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 25 de noviembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 3 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013a, 26 de junio). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013b, 26 de junio). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2014, 1 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2014, 24 de septiembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2014, 14 de marzo). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 10 de diciembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

330
REFERENCIAS

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 14 de mayo). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 15 de octubre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 16 de octubre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 19 de mayo). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 24 de abril). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 7 de mayo). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 7 de noviembre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015a, 15 de mayo). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015b, 15 de mayo). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2016, 7 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 11 de agosto). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 12 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 13 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 14 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

331
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 14 de septiembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 15 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 18 de septiembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 19 de abril). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 22 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 23 de mayo). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 24 de octubre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 25 de agosto). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 3 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 4 de julio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 5 de diciembre). Per-


sona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 7 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017, 9 de agosto). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017a, 11 de julio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

332
REFERENCIAS

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2017b, 11 de julio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2018, 26 de julio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2018, 29 de agosto). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2018, 4 de septiembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2018, 5 de octubre). Perso-


na desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2019, 24 de noviembre).


Persona desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2019, 8 de junio). Persona


desmovilizada. CNMH-MNJCV.

Contribuciones voluntarias

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2013, 22 de agosto). Con­


tribución Voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 1 de septiembre).


Contribución Voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 11 de agosto). Con-


tribución Voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 13 de agosto). Con-


tribución Voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 2 de julio). Contribu­


ción voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 20 de agosto). Con-


tribución Voluntaria, Roberto Prada Delgado.

333
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 24 de agosto). Con-


tribución Voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 30 de junio). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 30 de julio). Contri-


bución voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 30 de junio). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 4 de agosto). Contri-


bución voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2015, 6 de agosto). Contri-


bución voluntaria, Roberto Prada Delgado.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2016, 7 de julio). Contribu­


ción voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2016, 8 de marzo). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020, 1 de diciembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020a, 2 de diciembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020b, 2 de diciembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020, 25 de julio). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020a, 3 de diciembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020b, 3 de diciembre).


Contribución voluntaria.

334
REFERENCIAS

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020c, 3 de diciembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020, 30 de noviembre).


Contribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020, 7 de julio). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020a, 7 de junio). Contri­


bución voluntaria

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021b, 7 de junio). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020b, 7 de junio). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 10 de junio). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 19 de febrero). Con-


tribución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 2 de marzo). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 3 de marzo). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 6 de marzo). Contri-


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021a, 7 de junio). Contri­


bución voluntaria.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 8 de junio). Contri-


bución voluntaria.

335
VIOLENCIA Y ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL EN EL SUR DEL CESAR Y EN LA PROVINCIA DE OCAÑA.
ACCIÓN PARAMILITAR DEL FRENTE HÉCTOR JULIO PEINADO BECERRA

Talleres de memoria y validaciones

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2020, 1 de diciembre). Ta-


ller de Memoria, Puerto Patiño. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 10 y 11 de junio).


Taller de Memoria, Aguachica. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 11 de junio). Taller


de Validación, San Martín. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 11 de junio). Taller


de Memoria, ARAS, Aguachica. CNMH,

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 9 de junio). Taller de


Memoria, Ocaña. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 12 de junio). Taller


de Validación, SRC San Alberto. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 2, 3 y 4 de marzo).


Taller de Memoria, San Martín. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 3 de marzo). Taller de


Memoria, Gamarra. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). (2021, 9 de junio). Taller de


Memoria, SRC Otaré. CNMH.

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2021, 12 de junio). Taller de Valida-


ción, San Alberto. CNMH.

336
«Si usted era líder en una vereda, era un revolucionario y auxiliador, a usted
había que matarlo. Si era líder estudiantil, si era líder del sindicato, si usted era
no sé qué... eso es una locura en este país. […] Ellos comenzaron a dominar
territorialmente […], pero hicieron una limpieza social, […] eso es masacres
colectivas y selectivas. Y vino, como te decía, la otra cara de la moneda, el
despojo de las tierras» (CNMH, CV, julio 10, 2020).

*
«Ellos implementaban el famoso toque de queda a través de un pasquín que decía:
“Muerte a prostitutas, muerte a viciosos, a ladrones”. […] Entonces todo mundo
no salía de las casas después de las diez de la noche, once, porque los paracos iban
a estar pa’ arriba y pa’ abajo. (...) Le arrancaban [a los jóvenes] el arete con todo y
oreja, el pelo se lo cortaban en la calle» (CNMH, CV, junio 7, 2021).

*
«Somos memoria, el sol que renace ante la impunidad, nosotros somos eso,
memoria, porque nosotros somos los que tenemos las voces de las personas
que no están. Si nosotros no tuviéramos ese interés esa persona estaría
olvidada» (CNMH, CV, noviembre 20, 2020).

*
«Con el tiempo nos dimos cuenta de que algo positivo de todo es que nosotras
mismas nos quitamos ese nudo de la boca, para poder expresar y no callar
nunca nada. Nuestra voz realmente la utilizamos por la voz de los que no
están» (CNMH, CV, Aguachica, noviembre 30, 2020).

*
«Entrevistado: La verdad es que nunca tomé un arma, no me coloqué un
camuflado, no cogí un radio y nunca llegué a ser... o sea, nunca llegué a formar
filas de... o a estar entre las filas de ese...
Entrevistador: ¿Su pertenencia al Frente Héctor Julio Peinado Becerra fue en
términos de qué, de su desmovilización?
Entrevistado: Por desmovilizarme. Sí, señor. Solo por desmovilizarme»
(CNMH, MNJCV, octubre 3, 2013).

ISBN Impreso 978-628-7561-72-4


ISBN Digital 978-628-7561-73-1

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