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Un pueblo feliz
Había una vez en un pequeño pueblo llamado
Pueblo Feliz, donde la gente vivía en armonía y paz. Sin embargo, detrás de la fachada de felicidad, existía una lucha de clases que dividía a los habitantes del pueblo.
En el lado más privilegiado del pueblo, se
encontraba la familia Ricos, compuesta por el señor Rico, la señora Rica y su hija, la señorita Rica. Vivían en una gran mansión en la colina, rodeada de jardines exuberantes y sirvientes que atendían cada uno de sus caprichos.
En el lado opuesto del pueblo, se encontraba la
familia Pobres, conformada por el señor Pobre, la señora Pobre y su hijo, el joven Pobre. Vivían en una pequeña casa destartalada en la parte más baja del pueblo, con techos agrietados y ventanas rotas.
Un día, mientras la señorita Rica paseaba por el
pueblo, se encontró con el joven Pobre, quien estaba vendiendo flores en la plaza. La señorita Rica se sintió atraída por la belleza de las flores y se acercó al joven Pobre.
Señorita Rica: ¡Hola! ¿Cuánto cuestan esas
hermosas flores?
Joven Pobre: Buenas tardes, señorita. Estas flores
cuestan solo un centavo cada una.
Señorita Rica: ¡Oh, son tan baratas! Me llevaré
todas. Aquí tienes el dinero.
El joven Pobre se sorprendió por la generosidad de
la señorita Rica y le entregó todas las flores que tenía. Mientras tanto, el señor Rico observaba la escena desde lejos.
Señor Rico: ¡Ese joven Pobre no debería estar
vendiendo flores en nuestra plaza! Debería trabajar en el campo como todos los demás pobres.
La señorita Rica regresó a su mansión con las flores
y se las mostró a sus padres. Señorita Rica: Miren estas hermosas flores que compré al joven Pobre en la plaza. Son tan baratas y me hizo sentir bien ayudándolo.
Señor Rico: Querida, no deberías relacionarte con
personas de esa clase social. Son inferiores a nosotros y solo te traerán problemas.
La señorita Rica se sintió confundida por las
palabras de su padre, pero no pudo evitar pensar en el joven Pobre y en cómo su vida era tan diferente a la suya.
Mientras tanto, en el lado pobre del pueblo, el
señor Pobre y la señora Pobre estaban preocupados por el futuro de su hijo.
Señor Pobre: Querida, nuestro hijo merece una vida
mejor. No podemos permitir que siga vendiendo flores en la plaza. Debemos encontrar una manera de cambiar nuestra situación.
Señora Pobre: Tienes razón, mi amor. Pero, ¿cómo
lo haremos? No tenemos dinero ni influencia. Señor Pobre: Tal vez podamos unirnos con otros habitantes del pueblo que están en la misma situación que nosotros. Juntos, podemos luchar por nuestros derechos y exigir un trato justo.
La señora Pobre y el señor Pobre comenzaron a
hablar con otros habitantes del pueblo que también estaban cansados de la desigualdad. Formaron un grupo llamado "Unidos por la Justicia" y comenzaron a organizar protestas pacíficas en el pueblo.
La señorita Rica, que había estado pensando en el
joven Pobre, decidió investigar más sobre la lucha de clases en su pueblo. Comenzó a leer libros y artículos sobre el tema y se dio cuenta de la injusticia que existía.
Señorita Rica: Papá, mamá, he estado pensando
mucho en lo que dijiste sobre las personas de clase baja. Pero ahora entiendo que todos merecen ser tratados con dignidad y respeto.
Señor Rico: Querida, no entiendes lo que estás
diciendo. No puedes mezclarte con esa gente. Señorita Rica: Papá, no puedo quedarme en silencio mientras hay tanta injusticia en nuestro pueblo. Voy a unirme a "Unidos por la Justicia" y lucharé por un cambio.
El señor Rico estaba furioso con la decisión de su
hija, pero la señorita Rica estaba decidida a seguir su camino.
Con el tiempo, las protestas pacíficas de "Unidos
por la Justicia" comenzaron a llamar la atención de los medios y de otros pueblos cercanos. La lucha de clases en Pueblo Feliz se convirtió en un tema de debate nacional.
Finalmente, el gobierno del país decidió intervenir y
tomar medidas para reducir la brecha entre ricos y pobres en Pueblo Feliz. Se implementaron programas de educación y empleo para los habitantes de clase baja, y se promovió la igualdad de oportunidades para todos.
Con el tiempo, Pueblo Feliz se convirtió en un lugar
donde todos los habitantes podían vivir en armonía y prosperidad. La familia Ricos y la familia Pobres aprendieron a valorar y respetar a los demás, sin importar su clase social.
Y así, en ese pequeño pueblo, la lucha de clases se
convirtió en una historia de superación y unidad, recordando a todos que la verdadera riqueza no se encuentra en el dinero, sino en la igualdad y el respeto mutuo.