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Los laberintos

del cerebro
MUSEO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA (MUNCYT)
SECRETARIA GENERAL DE INVESTIGACIÓN
MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN

DIRECCIÓN
Fernando Luis Fontes Blanco
AUTORES
Francisco Javier Cudeiro Mazaira
(Catedrático de Fisiología de la Universidade de A Coruña)
Miguel Barral Precedo
(Museo Nacional de Ciencia y Tecnología)

EDITA
Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)

ILUSTRACIÓN
Curro Oñate/Wearbeard
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
Advantia, Comunicación Gráfica, S.A.
IMPRESIÓN
Advantia Comunicación Gráfica, S.A
Depósito legal: M-29148-2023

NIPO: 831-23-026-0

e-NIPO: 831-23-027-6
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Los laberintos
del cerebro

A MODO DE PRESENTACIÓN
Los laberintos siempre han fascinado y cautivado al ser humano.
Primero, como protagonistas de leyendas, ritos y mitos, como el
construido por Dédalo en Creta donde encerró al Minotauro, al que
acabaría venciendo Teseo gracias a la ayuda de Ariadna, quien
le proporcionaría el hilo para salir del laberinto. Más tarde, como
símbolo religioso, imagen del tortuoso tránsito hacia la salvación, en
los pavimentos de iglesias y catedrales, como el gran laberinto de la
Catedral de Chartres (Francia), el mayor de la Edad Media. A partir
del Renacimiento, como elemento ornamental y divertimento para
las clases nobles en sus jardines palaciegos, como el denominado
“Laberinto del Amor” en Villa Pisani (Italia), y, con la irrupción de la
ciencia, como reto matemático origen de nuevas ramas como la
topología y la teoría de grafos. Ya en el siglo XX, como pasatiempo
popular y como herramienta para el estudio del funcionamiento
del cerebro, primero en animales y luego en personas. Hasta llegar
al momento actual, donde los laberintos no sólo se emplean para
la investigación en neurociencia sino también para el diagnóstico
de trastornos mentales y como terapia para su tratamiento y
rehabilitación.

Es precisamente este último ámbito, el del funcionamiento del


cerebro, el que pretende explorar este cuaderno –en paralelo a la
exposición homónima que acoge la sede de A Coruña del MUNCYT–.
Todo ello, de un modo práctico y lúdico, con actividades y retos
que permitan comprobar en primera persona las explicaciones y
elementos de información que se presentan.

EL CEREBRO

VIVIMOS RODEADOS DE LABERINTOS

¿CÓMO NOS ENFRENTAMOS A UN LABERINTO?

EL NAVEGADOR INTERNO O “GPS” DEL CEREBRO

LOS LABERINTOS DE LA NEUROCIENCIA

1
EL CEREBRO

Es increíble, ¿verdad? Es increíble


que todo lo que somos capaces
de hacer, sentir y crear depende
de la actividad de una estructura
esponjosa y blanda, fundamental-
mente compuesta de agua, grasa
y proteínas, de poco más de 1.4 kg y
que supone apenas un 8% de la masa
corporal. Pero que, eso sí, emplea el
20% de la energía producida por el or-
ganismo, lo que anticipa todo su enorme
potencial y capacidades, derivadas de su
extraordinaria complejidad estructural: el de-
licado y preciso ajuste de las 85.000 millones de
neuronas y miles de millones más de otras células
que lo componen es capaz de crear una enorme varie-
dad de funciones tan fascinantes como la percepción del
mundo a través de los sentidos, las emociones, el lenguaje sim-
bólico, la comunicación oral, la conciencia individual y social
e incluso el ansia de trascender después de la muerte. Por eso,
podemos decir que el objeto más extraordinario del universo
se encuentra en el interior de nuestra cabeza.

La fascinante capacidad
del cerebro en datos:
El cerebro obtiene y procesa más información en 30 se-
gundos de la que ha procesado el telescopio espacial
Hubble en 30 años.

1 mm3 de corteza cerebral (el tamaño de un grano de are-


na) contiene 2.000 terabytes de información, cantidad su-
ficiente para almacenar todas las películas rodadas hasta
la fecha.

En total, el cerebro contiene 200 exabytes de información,


el equivalente a todo el contenido digital del mundo ac-
tual.

En un solo cm3 de tejido cerebral hay tantas conexiones


neuronales como estrellas en la Vía Láctea.

Somos lo que es nuestro cerebro en interacción con el mundo


que nos rodea y, de alguna forma, un resultado tan extraordi-
nario se debe a la actividad de las células que lo constituyen,

2
EL CEREBRO
que están formando parte de circuitos lo-
cales, que, a su vez, se integran en áreas
que forman parte de una inmensa
red neuronal. Un intrincado siste-
ma de conexiones que se cruzan,
se juntan, divergen y crean un
universo de caminos para
que la actividad de las neu-
ronas en conjunto con la de
otros elementos celulares
presentes en el cerebro,
viaje por un laberíntico sis-
tema de comunicación y
ahora veamos o toquemos,
seamos felices o estemos
tristes, sintamos compasión,
amor o curiosidad, creemos
libros o canciones, o, simple-
mente, dejemos volar la ima-
ginación y fantaseemos.

ACTIVIDAD 1: Pon a prueba las increíbles


capacidades de tu cerebro
1. Los investigadores han comprobado que nuestro cerebro
percibe el entorno de un modo alternativo al estar
tumbado. ¿Cómo lo han hecho? Pues gracias a un sencillo
experimento que les ha permitido constatar que, en
posición vertical y con los brazos cruzados, los ojos abiertos
y un objeto vibrador en cada mano, nos cuesta identificar
en qué mano se produce la vibración. Y que, con los
ojos cerrados, nos resulta más fácil. Y aún más, si estamos
tumbados sobre un costado. Haz la prueba: de pie, con un
móvil en modo vibración en cada mano, cruza los brazos,
pídele a un colaborador que llame a uno de los móviles y
trata de identificar qué mano sostiene el móvil que vibra.
Repite la prueba con los ojos cerrados y luego tumbado.

2. La mayoría de la gente piensa que el sabor se detecta


exclusivamente en la boca, mediante las papilas gustativas.
Esto es erróneo, porque la mayor parte de lo que llamamos
gusto es, en realidad, olfato (algunos autores hablan de
hasta el 80%). Haz la prueba: con los ojos cerrados y la nariz
tapada, pide a tu colaborador que te deposite en la punta
de la lengua una pequeña cantidad de alguno de estos
productos muy usados en repostería: café molido, cacao,
canela, almendra molida, coco rallado. O bien, unas gotas
de estos líquidos: agua con sal, agua con azúcar, vinagre,
zumo de naranja, café. ¿Eres capaz de identificarlos?
Repite la prueba con la nariz destapada.

3
VIVIMOS RODEADOS
DE LABERINTOS

Los laberintos pueden ser muy divertidos cuando se afrontan como


entretenimiento; por ejemplo, en el parque de atracciones o en un
videojuego. Pero no lo son tanto cuando están presentes e interfie-
ren en nuestro día a día. Y la realidad es que lo están: cada día nos
enfrentamos a multitud de escenarios laberínticos por los que nos
movemos: cuando circulamos entre las estanterías del supermerca-
do o por los pasillos de un gran centro comercial; al subir al metro
y escoger la ruta idónea o al buscar un recorrido alternativo para
intentar evitar los atascos de tráfico de camino del trabajo a casa.
Vivimos rodeados de laberintos.
Tanto si te encuentras en un gran centro comercial como si te has
adentrado en unos jardines laberínticos, necesitarás salir de ahí. Y
para ello no te quedará más remedio que utilizar las fantásticas
posibilidades que te ofrece el cerebro. Lo primero a lo que echa-
rás mano es a la información sensorial; fundamentalmente, la que
te proporciona la vista: otearás el horizonte e intentarás buscar
referencias (¿una torre, la copa de un árbol…?) que te permitan
orientarte y buscar una salida. Como ya habrás imaginado, tam-
bién necesitas la memoria, porque ahí pueden estar almacenados
los pequeños detalles que te permiten tomar decisiones y con los
que contrastar la información sensorial que recibes. Pero, además,
cuentas con la ayuda inestimable de varios tipos de neuronas que
se localizan en el lóbulo temporal, más o menos encima de las ore-
jas, y que forman parte de dos estructuras cerebrales conocidas
como hipocampo y corteza entorrinal, que tambien son fundamen-
tales para la memoria y que te permitirán establecer tu localización
en el espacio como si se tratara de un “GPS”.

ACTIVIDAD 2:
Laberintos para dar y tomar
Enumera tres ejemplos de entornos laberínticos (distintos a
los referidos en el texto) a los que te tengas que enfrentar
habitualmente.

Cita tres laberintos que hayas visitado y recorrido alguna vez.

Busca 5 carátulas de películas, discos u otros objetos coti-


dianos en los que aparezcan laberintos.

Encuentra 3 libros que aludan en su título a los laberintos.

4
VIVIMOS RODEADOS DE LABERINTOS
Reto 1: No pierdas el tiempo in itinere
Busca la ruta más corta para ir desde la Torre Eiffel (estación
Champ de Mars-Tour Eiffel) hasta el cementerio de Père-Lachaise
(estación de Père Lachaise) teniendo en cuenta que cada para-
da te demora 1 minuto y cada intercambio de línea, 3.

Si no lo ves bien, puedes descargarte el plano a mayor tamaño aquí:


https://parisbytrain.com/wp-content/uploads/2023/08/paris-metro-
map-2022.pdf

5
¿CÓMO NOS
ENFRENTAMOS A
UN LABERINTO?
Nuestra habilidad para resolver y/o navegar por un
laberinto se basa en la capacidad para percibir
las señales del entorno a través de los sentidos
–sobre todo, la vista– y en la capacidad del
cerebro para procesar, almacenar e inte-
grar esta información con otros datos ya
registrados en nuestro “disco duro cere-
bral”. En todo este proceso, juegan un
papel muy importante las células que
forman parte de nuestro “GPS” o sistema
de posicionamiento cerebral, porque
dan información sobre nuestra ubica-
ción en el espacio y cómo nos movemos
a través de él. Más adelante hablaremos
de ello.

En síntesis, resolvemos los laberintos gra-


cias a la información sensorial y a la memo-
ria. Si alguna de las dos falla, está mermada
o comprometida (en otra tarea), nuestra habi-
lidad para enfrentarnos a un laberinto se ve seria-
mente disminuida.

ACTIVIDAD 3: El laberinto del supermercado


Un caso práctico y un experimento para hacer de camino a
casa es acceder a un supermercado. Prueba a recorrer los pa-
sillos del supermercado desde la entrada hasta alcanzar la pes-
cadería y luego la salida. Repite la experiencia, pero teniendo
que recordar los productos de la lista de la compra o recitando
una canción, tareas que mantienen (parcialmente) ocupada a
la memoria.

Por ejemplo, la ausencia de referencias visuales condiciona y dificulta


nuestra capacidad para orientarnos en un laberinto. Por eso es más
fácil perderse o desorientarse por la noche, sobre todo en entornos
rurales o en la naturaleza. También por eso nuestros ancestros preferían
desplazarse y buscar alimento durante el día y resguardarse al caer la
oscuridad.

6
¿CÓMO NOS ENFRENTAMOS A UN LABERINTO?
RETO 2: ¿Quién ha apagado la luz?
Intenta resolver el laberinto en un entorno a oscuras o en penum-
bra (por ejemplo, encerrado en el cuarto de baño o en tu cuarto
con la puerta cerrada y las persianas bajadas). Después vuelve
a intentarlo con luz.

Puedes descargártelo a mayor


tamaño aquí:
https://freesvg.org/the-maze

En otras ocasiones, aunque ninguna de las


dos capacidades –visión o memoria– estén
comprometidas en otras tareas o merma-
das, también podemos primar voluntariamen-
te una sobre la otra. Un ejemplo de ello son los
laberintos lógicos, laberintos visualmente muy sim-
ples de resolver, pero en los que hay que observar una
serie de reglas. Eso exige una mayor capacidad de proce-
samiento por parte del cerebro. Por eso nos enfrentamos a ellos
sabiendo de antemano que su dificultad no reside en su trazado (que,
de hecho, suele ser muy sencillo) sino en la obligatoriedad de recorrerlo
cumpliendo unas determinadas normas. Por tanto, nos apoyamos más
en nuestra capacidad de procesamiento.

RETO 3:
Lógica-mente
Inventados por Robert Abbott
en 1952, los laberintos lógicos
son laberintos visualmente
muy simples de resolver, pero
en los que hay que observar
una serie de reglas. Eso exi-
ge una mayor capacidad de
procesamiento por parte del
cerebro.

El objetivo es ir desde la casilla con el borde exterior rojo hasta salir


por la casilla con el borde exterior amarillo. Solo se puede circular de
casilla en casilla, en vertical u horizontal. Y hay que desplazarse sobre
las casillas respetando la secuencia rojo-amarillo-azul para el color del
lado compartido y que hay que cruzar.

7
EL NAVEGADOR INTERNO
O “GPS” DEL CEREBRO

Una vez que ya tenemos claro que la capacidad para navegar por un laberinto
depende de nuestros sentidos (fundamentalmente, la vista) y la capacidad de pro-
cesamiento de nuestro cerebro, llega el momento de resolver cómo nos orientamos
en un entorno laberíntico. La respuesta es que lo hacemos porque el cerebro cuen-
ta con un sofisticado navegador espacial: el sistema de posicionamiento interno o
“GPS” del cerebro, que se localiza en dos áreas concretas: el hipocampo y la corteza
entorrinal, que están íntimamente conectadas entre sí.

Navegador interno del cerebro:


componentes y manual de uso
¿Cómo funciona nuestro sistema de localización espacial? El sistema de posiciona-
miento interno o “GPS cerebral” consta de dos elementos o funcionalidades: un sis-
tema para identificar señales destacadas y ubicarlas y un sistema de referencia uni-
versal para desplazarnos.

El sistema de referencia es una red o cuadrícula (análoga al sistema de meridianos


y paralelos) y es siempre el mismo en cualquier entorno; es universal. El cerebro lo
superpone al escenario al que nos enfrentamos para disponer de una guía que nos
permita saber en todo momento dónde estamos y en qué dirección y cuánto nos
desplazamos por ese entorno.

Una vez integrado el escenario en este sistema de referencia, el cerebro identifica


señales o hitos particulares y las ubica en una de esas casillas.

De este modo y con estos hitos como referencias, podemos estimar en qué dirección
nos movemos, así como la distancia: cuántas casillas hemos avanzado y en qué di-
rección. Y al revés, cuántas casillas y en qué dirección tenemos que movernos para
alcanzar un hito concreto; por ejemplo, una iglesia que queremos visitar y cuyo cam-
panario vemos a distancia.

8
EL NAVEGADOR INTERNO O “GPS” DEL CEREBRO
Para acabar de entender esto, vamos a verlo con un poco más detalle:

El “GPS interno” se localiza en dos áreas concretas del cerebro: el hipocampo y la


corteza entorrinal (áreas roja y verde respectivamente del cerebro del ratón en la
ilustración). Los científicos han descubierto cómo funciona estudiando la actividad
neuronal en el cerebro de roedores: midiendo y analizando los impulsos eléctricos de
cada neurona individualmente mientras los animales exploran el entorno.

Primero, se descubrió en el hipocampo un tipo particular de neuronas –a las que deno-


minaron “neuronas de lugar”–, que se activan al recibir la información externa de los
sentidos, especialmente la vista, cuando pasamos por un lugar concreto. Crean marcas
en el espacio que recordamos para orientarnos. Y todas juntas forman un mapa físico
del entorno que constituye la base para saber dónde estamos en todo momento.

Cada vez que cambiamos de escenario y nos movemos por uno nuevo, estas neuronas
generan otro mapa físico único. Y cada uno de estos mapas se almacena en la memo-
ria y pasa a formar parte de nuestro archivo de mapas.

De este modo, cuando visitamos otra vez ese escenario, el cerebro recupera el mapa
correspondiente y no tiene que volver a generarlo. Por eso nos movemos con más soltu-
ra y seguridad en entornos (re)conocidos. Además, el cerebro no se limita a recuperar
el mapa, sino que aprovecha cada visita a ese escenario para revisarlo, actualizarlo y
completarlo. Por eso, cuantas más veces lo visitemos más sencillo nos resulta orientarnos
en él, ya que disponemos de más referencias.

Posteriormente, en la corteza entorrinal se identificó otro tipo de neuronas que conforme


nos desplazamos por un entorno se van activando una a una a intervalos regulares, cada
cierta distancia. A diferencia de las “células de lugar” no responden ante un sitio con-
creto, a algo que capta nuestra atención, sino que son como las miguitas de pan que
Pulgarcito iba tirando regularmente para marcar el camino.

Estas neuronas son denominadas “células celda” porque lo que hacen es ir señalizando
o poniendo marcas en el espacio y todas juntas forman o generan un marco de refe-
rencia. Por decirlo de un modo sencillo: lo que hacen estas neuronas es enmarcar el
escenario en una retícula, un sistema de coordenadas, algo parecido a las cuadrículas
de los mapas de las guías de viajes y callejeros.

9
A diferencia de las células de lugar que generan un nuevo mapa físico único para cada
escenario, las células celda generan siempre el mismo sistema de coordenadas sobre
todos los escenarios. De igual manera que los callejeros recurren al mismo sistema de
cuadrículas para todas las ciudades.

Lo más interesante es que las neuronas que delimitan cada celda se comunican entre
sí. Y esto permite al cerebro saber en qué sector estamos en cada momento, cuándo
pasamos de uno a otro y en cuál entramos.

Este sistema de referencia permite al cerebro seguir nuestro movimiento en el espacio y


trazar la ruta o camino que recorremos.

Pero si estas neuronas celda no responden a estímulos externos concretos, sino que se
activan regularmente ¿Cómo saben cuándo han de activarse? La respuesta se encuen-
tra en otros dos tipos de neuronas presentes, asimismo, en la corteza entorrinal:

Por un lado, las “neuronas de dirección”, que se activan en función de la dirección en la


que apunta nuestra cabeza, hacia dónde miramos. Actúan como una brújula interna,
ya que se activan unas u otras dependiendo de si miramos a derecha o izquierda, ade-
lante o atrás, etc.

Por otro lado, están las neuronas que monitorizan la velocidad y estiman a qué ritmo
avanzamos y, por tanto, cuánta distancia hemos recorrido.

Esto es fácil de entender, ya que cualquiera de nosotros sabe si avanza más rápido o
más lento, incluso con los ojos cerrados o en la completa oscuridad, sin necesidad de
información externa. Y también sabemos en qué dirección apunta nuestra cabeza, aun-
que tengamos los ojos cerrados.

ACTIVIDAD 4: Tú también tienes neuronas de


dirección y de velocidad
Sitúate en un lugar o entorno en el que haya referencias visuales en todas las
direcciones. Identifícalas primero y, luego, cierra los ojos o véndatelos y pide a
un amigo que te haga girar un par de veces. Manteniendo los ojos cerrados,
indica en qué dirección está apuntando tu cabeza, cuál de las referencias
visuales tiene delante.

Sal a pasear y avanza a una determinada velocidad. Tras un rato, ¿cuánta


distancia crees que has recorrido y cuánto tiempo has estado caminando?
Comprueba lo segundo con tu reloj y lo primero con el GPS del teléfono, una
pulsera de actividad o recurriendo a los hitos kilométricos, si el paseo por el
que has caminado los incluye.

10
EL NAVEGADOR INTERNO O “GPS” DEL CEREBRO
De este modo, el cerebro sabe estimar a qué velocidad nos movemos y en qué direc-
ción apunta nuestra cabeza en cualquier circunstancia y ambiente.

Además, también se han descubierto otro tipo de neuronas, bautizadas como “células
de límite o borde”, ya que se activan cuando nos acercamos a los límites del escenario
en donde nos movemos. Por ejemplo, cuando nos aproximamos a las paredes en una
habitación o cuando nos acercamos a la valla en un parque.

Y otras neuronas que se activan cuando nos topamos con un obstáculo; por ejemplo,
una pared en un laberinto que nos impide seguir avanzando y nos obliga a cambiar
de dirección.

Y es posible que haya aún más tipos de neuronas con funciones específicas que toda-
vía no han sido identificadas.

Todas estas neuronas están conectadas entre sí. De este modo, el “GPS del cerebro”
integra toda la información y la procesa conjuntamente…

…Y al hacerlo nos permite orientarnos eficazmente por el entorno por el que nos des-
plazamos, ya sea conocido o desconocido, despejado o laberíntico.

RETO 4:
Una visita
relámpago al
zoológico

Traza la ruta óptima para,


desde la entrada, poder
ver a las jirafas, los gorilas,
los leones y llegar a tiem-
po para ver el espectácu- Si no lo ves bien, puedes descargar el mapa del zoo
lo del delfinario. aquí: https://www.zoo.pt/pt/visitar/mapa-do-zoo/

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LOS LABERINTOS DE LA
NEUROCIENCIA

La neurociencia es una disciplina que combina la biología, la psicología, la química, la


física, la ingeniería y otras áreas de conocimiento para estudiar la estructura, función y
desarrollo del sistema nervioso.

Al investigar las conexiones entre la actividad cerebral y los procesos mentales, los neuro-
científicos han revelado cómo los sentidos recopilan información del entorno y cómo el
cerebro procesa y organiza esa información para construir nuestra experiencia consciente.
La neurociencia ha desentrañado los mecanismos celulares detrás de la visión, el oído, el
tacto y otros sentidos, revelando cómo nuestras percepciones pueden ser influidas por
factores internos y externos (¿Recuerdas la Actividad 1?, pues éste es un buen momento
para recuperarla). Estos hallazgos nos ayudan a comprender cómo percibimos el mundo
de manera subjetiva y cómo nuestra realidad puede diferir de la realidad objetiva.

La neurociencia también ha realizado importantes contribuciones en el estudio y compren-


sión de las enfermedades neurológicas y psiquiátricas. A través de diversas investigaciones
y avances científicos, ha proporcionado información crucial sobre las causas, los mecanis-
mos subyacentes y las posibles estrategias de tratamiento para estas enfermedades.

Los laberintos, al igual que los puzles o la realidad virtual, han demostrado ser beneficiosos
para estimular y mejorar las funciones cognitivas y motoras y ofrecen posibilidades de ayu-
da en el tratamiento de diversas enfermedades y trastornos del sistema nervioso.

Por eso es tan importante entender cómo funciona en detalle el navegador interno del
cerebro. Porque, entonces, los laberintos se convierten en un instrumento para el diagnós-
tico y/o tratamiento de enfermedades y trastornos mentales. De este modo, y conforme la
neurociencia ha ido profundizando en cómo el cerebro se enfrenta, procesa y resuelve los
laberintos, éstos se están convirtiendo en una herramienta cada vez más aplicada no sólo
en la investigación del sistema nervioso sino también para diagnosticar desórdenes neuro-
lógicos y como terapia para tratarlos.

12
LOS LABERINTOS DE LA NEUROCIENCIA
En este sentido, uno de los grandes avances se produjo en el año 2011 cuando un estudio
demostró que esta capacidad se puede entrenar. Mejor aún, que la capacidad para
orientarse aumenta al entrenarla. Un descubrimiento que abrió las puertas a su aplicación
como terapia para el cerebro.

Otro reciente estudio efectuado en el año 2021 ha confirmado que navegar por entornos
laberínticos virtuales mejora la memoria a largo plazo de los individuos de edad avan-
zada. Lo que abre la puerta a su futura aplicación para paliar, ralentizar y combatir la
pérdida de memoria asociada a la edad y como posible tratamiento de problemas neu-
rodegenerativos como el alzhéimer.

ACTIVIDAD 5: Un laberinto para entrenar a tu cerebro


A la vista de lo anterior, te proponemos un último y “memorable” laberinto para que fijes
en el cerebro los contenidos de este cuaderno (o, al menos, tardes más en olvidarlos).

Viaja en tu patinete desde la entrada a la salida (que lleva a la escuela) a través de


las calles de la ciudad, optando en cada cruce por una de las direcciones permiti-
das, sin poder hacer giros en U ni desandar el tramo recién recorrido (Solo se puede
girar en aquellos cruces que implementen la trayectoria curva. Cuando las flechas
forman un ángulo recto, no está permitido).

13
GOBIERNO MINISTERIO
DE ESPAÑA DE CIENCIA, INNOVACIÓN
Y UNIVERSIDADES

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