Documento Sin Título-6
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Para Kant, la historia debe lograr una sociedad ilustrada que garantice que todos los seres
humanos disfruten de la libertad y la justicia. El sujeto de la historia es la humanidad en su totalidad.
El hombre posee unas tendencias naturales que para realizarse requieren del transcurso del tiempo y
una estructura social que coordine las relaciones entre individuos.
La naturaleza humana es dual. El hombre posee una insociabilidad natural, está cerrado
sobre sí mismo, pero también tiende a formar parte de una comunidad de personas debido a su
sociabilidad natural. Kant considera que el ser humano se caracteriza por su “insociable sociabilidad”.
Este antagonismo le inclina a entrar en sociedad y a oponer resistencia egoísta a los demás, creando
así un orden adecuado en el que la insociabilidad natural se somete a la disciplina social permitiendo
una convivencia más racional y pacífica. Por esto, Kant concibe que la sociedad es resultado de un
contrato que garantice la libertad de los ciudadanos de acuerdo a los principios del derecho: la
libertad de todos los miembros de la sociedad en cuanto hombres, la igualdad como sujetos ante una
misma ley moral y la independencia de todos los miembros de la sociedad en cuanto ciudadanos.
Solo un estado republicano puede garantizar estos principios reconociendo la libertad para
pensar como “mayores de edad”. Esto favorece la ilustración al tratar a los hombres como fines en sí
mismos. Un régimen despótico los consideraría súbditos impidiendo desarrollar su autonomía.
Una ley es justa si el pueblo puede racionalmente dársela a sí mismo atendiendo al deber.
Esto supone una especie de imperativo categórico de la política: “legisla de tal modo que las leyes
que promulgues pudiese dárselas a sí mismo el pueblo de forma racional, no siguiendo su
inclinación” por lo que Kant considera que la democracia difícilmente será un régimen republicano..
La política se extiende a la relación entre Estados que también está marcada por “insociable
sociabilidad”, lo que lleva a los Estados a entrar en conflicto. Esto será el motor de la unión cuando
nos demos cuenta de que es mejor aliarse que seguir luchando. Las guerras harán entender que para
evitarlas es necesario crear una comunidad política internacional: una confederación de Estados o un
Estado cosmopolita que culminará en una perfecta armonía de los pueblos superando los
antagonismos entre los estados: la paz perpetua.
Kant. Ética.
Para Kant la ética busca establecer imperativos para que el hombre decida cómo actuar para
que sus acciones sean buenas. Kant rechaza todas las éticas anteriores porque considera que son
materiales: establecen un Bien supremo y el modo de llegar a él mediante imperativos hipotéticos
que el hombre encuentra ya definidos. Además, al tener un contenido tan concreto dependen de las
circunstancias, son empíricas y no pueden ser ni universales ni necesarias. Una verdadera ética ha de
ser formal: que no nos diga qué debemos hacer; que sus imperativos no dependan de ninguna
condición y permitan la autonomía. Kant formula este imperativo categórico de dos modos:
“Obra de tal manera que tus actos puedan ser tomados como normas universales de conducta”.
“Obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre como fin, nunca como medio”.
El imperativo carece de contenido; nos dice la forma que deben tener nuestros actos para
ser morales: cumplir el deber por el deber. As, el valor moral de una acción no reside en el fin ni en
los medios, sino en la intención. Una acción verdaderamente moral es desinteresada. Kant distingue
tres tipos de acciones: contrarias al deber, conforme al deber y por deber. Sólo en estas últimas se
actúa moralmente, ya que la intención de la acción viene determinada por la necesidad de realizar
una acción por respeto a la ley. Sin embargo, al actuar conforme al deber la voluntad puede estar
determinada por otras causas, como el efecto que se espera del cumplimiento de la ley. En tal caso
se puede cumplir la ley, pero no se hace por deber. Se trataría de una acción legal, pero no moral.
La ética formal kantiana es muy exigente y requiere unos principios que le den fundamento:
los postulados de la razón práctica, proposiciones que no son evidentes y no pueden demostrarse,
pero que hay que admitir ya que son necesarias para la acción. Estos son:
- La libertad. Sin ella el hombre no podría ser autónomo.
- La inmortalidad del alma y la existencia de otra vida para mantener el orden moral.
- La existencia de Dios como el ser en el que se identifican el ser y el deber ser; unión perfecta
entre virtud y felicidad y garantiza que también llegarán a confluir en el hombre.
Kant. Crítica de la razón pura. Epistemología.
Kant intenta superar el escepticismo de Hume y el dogmatismo racionalista afirmando que el
sujeto construye el objeto conocido. Nuestro conocimiento comienza con la experiencia, pero no
todo proviene de ella. La razón conoce lo que ella produce según sus propias estructuras o formas a
priori. Estas carecen de contenido, por lo que sólo se pueden usar para conocer aquello de lo que
hay experiencia. Este planteamiento llevaría al rechazo de la metafísica: disciplina que versa sobre las
realidades más allá de la experiencia. Sin embargo, antes de rechazarla, Kant realiza un análisis del
proceso del conocimiento para determinar si la metafísica es un saber científico.
Según Kant, el conocimiento debe incluir algo que procede de la experiencia y algo que
proviene del sujeto. Así dispondremos de un saber extensivo que aumente progresivamente el
conocimiento. Este se expresa en juicios sintéticos, extensivos, a priori, universales y necesarios. Así
pues, Kant se pregunta si es posible elaborar juicios sintéticos a priori en metafísica. Si la respuesta es
afirmativa, podremos seguir cultivándola de forma adecuada; si no, no es una ciencia.
El conocimiento comienza por las impresiones recibidas por los sentidos. Estas llegan de
forma caótica y solo adquieren sentido cuando se estructuran en el espacio y en el tiempo: las
formas a priori de la sensibilidad. Estas constituyen el modo en que percibimos, no necesitan ser
demostradas y son puras porque carecen de contenido. El resultado de la unificación y ordenación de
las sensaciones en el espacio y el tiempo es el fenómeno, la realidad tal como se nos muestra.
La sensibilidad percibe el fenómeno, pero aún no lo conoce. La función de comprender
corresponde al entendimiento, que unifica los fenómenos percibidos mediante la formulación de un
juicio: atribuyendo un concepto a un fenómeno. Estos conceptos los elabora el entendimiento, son a
priori y vacíos de contenidos. Kant los denomina categorías del entendimiento y sólo son aplicables
en el ámbito de la experiencia. El entendimiento no puede pensar los fenómenos sin aplicarle las
categorías. Más allá del fenómeno está la cosa en sí o noúmeno al que no es posible aplicar estas
categorías porque no podemos conocerla: el límite de nuestro conocimiento es el fenómeno.
La razón unifica los juicios en el menor número posible de principios conectados mediante
razonamientos con una conclusión fundamentada en un juicio general. La razón busca principios
capaces de abarcar el mayor número de juicios (búsqueda de la condición de la condición). Si se
mantiene dentro de los límites de la experiencia aumenta nuestro conocimiento, pero la razón
traspasa sus barreras en busca de lo incondicionado: idea que sirve de condición para todos los
fenómenos, pero que no necesite a su vez ninguna condición. Las ideas incondicionadas son: mundo,
alma y Dios. Kant las llama Ilusiones de la razón porque creen haber encontrado lo incondicionado,
pero no se puede tener conocimiento seguro de ellas por estar más allá de la experiencia.
En conclusión, las realidades de la metafísica no pueden ser objeto de un conocimiento
científico, aunque se puede acceder a ellas a través de la razón práctica.