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Pobre barquilla mía, ¿Qué jarcias te entretejen?
Al bello sol que adoro,
entre peñascos rota, ¿Qué ricas banderolas enjuta ya la ropa, sin velas desvelada, azote son del viento nos daba una cabaña y entre las olas sola: y de las aguas sombra? la cama de sus hojas. ¿Adónde vas perdida? ¿En qué gabia descubres Esposo me llamaba, ¿Adónde, di, te engolfas? del árbol alta copa, yo la llamaba esposa, Que no hay deseos cuerdos la tierra en perspectiva, parándose de envidia con esperanzas locas. del mar incultas orlas? la celestial antorcha. Como las altas naves ¿En qué celajes fundas Sin pleito, sin disgusto, te apartas animosa que es bien echar la sonda, la muerte nos divorcia: de la vecina tierra, cuando, perdido el rumbo, ¡Ay de la pobre barca y al fiero mar te arrojas. erraste la derrota? que en lágrimas se ahoga! Igual en las fortunas, Si te sepulta arena, Quedad sobre el arena, mayor en las congojas, ¿qué sirve fama heroica? inútiles escotas; pequeño en las defensas, Que nunca desdichados que no ha menester velas incitas a las ondas. sus pensamientos logran. quien a su bien no torna. Advierte que te llevan ¿Qué importa que te ciñan Si con eternas plantas a dar entre las rocas ramas verdes o rojas, las fijas luces doras, de la soberbia envidia, que en selvas de corales ¡oh dueño de mi barca! naufragio de las honras. salado césped brota? y en dulce paz reposas, Cuando por las riberas Laureles de la orilla merezca que le pidas andabas costa a costa, solamente coronan al bien que eterno gozas nunca del mar temiste navíos de alto borde que adonde estás me lleve las iras procelosas. que jarcias de oro adornan. más pura y más hermosa. Segura navegabas; No quieras que yo sea Mi honesto amor te obligue; que por la tierra propia por tu soberbia pompa que no es digna vitoria nunca el peligro es mucho Faetonte de barqueros, para quejas humanas adonde el agua es poca. que los laureles lloran. ser las deidades sordas. Verdad es que en la patria Pasaron ya los tiempos Mas ¡ay, que no me escuchas! no es la virtud dichosa, cuando, lamiendo rosas, Pero la vida es corta: ni se estimó la perla el céfiro bullía viviendo, todo falta; hasta dejar la concha. y suspiraba aromas. muriendo, todo sobra. Dirás que muchas barcas Ya fieros huracanes con el favor en popa, tan arrogantes soplan saliendo desdichadas, que, salpicando estrellas, volvieron venturosas. del sol la frente mojan. No mires los ejemplos Ya los valientes rayos de las que van y tornan, de la vulcana forja, que a muchas ha perdido en vez de torres altas, la dicha de las otras. abrasan pobres chozas. Para los altos mares Contenta con tus redes, no llevas cautelosa a la playa arenosa ni velas de mentiras, mojado me sacabas; ni remos de lisonjas. pero vivo, ¿qué importa? ¿Quién te engañó, barquilla? Cuando de rojo nácar Vuelve, vuelve la proa, se afeitaba la aurora, que presumir de nave más peces te llenaban fortunas ocasiona. que ella lloraba aljófar.