Pensamientos Teologicos
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Pensamientos Teologicos
El pelagianismo es una posición teológica cristiana herética que sostiene que el pecado
original no manchó la naturaleza humana y que los seres humanos, por gracia divina,
tienen libre albedrío para alcanzar la perfección humana.
Pelagio era un siervo de Dios, inspirador de una vida cristiana más radical
y ascética, y tenido en gran estima por los aristócratas de Roma.
Acentuaba sobremanera el papel del libre albedrío y los esfuerzos que los
seres humanos han de hacer para alcanzar la perfección. Dado que la
perfección está en poder de la persona humana, según él, resulta ser algo
obligatorio.
San Agustín, por su parte, señala lo que los demás ya han dicho. Su
experiencia es haber estado dominado por el pecado y liberado por el
poder de la gracia de Cristo. Así, expresa que sólo se descubre el perdón
cuando se está enfrente de la gracia de cristo.
Arminianismo
El arminianismo es una doctrina teológica cristiana fundada por Jacobo Arminio en
los Países Bajos de comienzos del siglo XVII, a partir de la impugnación del
dogma calvinista de la doble predestinación.
Sustenta la salvación en la cooperación del hombre con la gracia divina a través de
la fe. Frente al concepto calvinista de predestinación (o “elección”) incondicional, el
arminianismo enseña que la predestinación se ha basado en: (1)
la presciencia de Dios, quien tiene el conocimiento previo de quién creerá y quién no
creerá en Cristo; y (2) la voluntad del hombre, por asistencia divina, que es hecha
libre para creer o rechazar a Cristo.
Después de la muerte de Arminio (en 1609), sus principios se formularon en
el manifiesto de cinco puntos Remonstrans, publicado en 1610 (por lo que sus
seguidores también pasaron a denominarse “remonstrantes”)
En 1618 el arminianismo fue condenado por el sínodo de Dort o de Dordrecht,1 convocado a
instancias del estatúder de Países Bajos Mauricio de Nassau, que apoyaba a los calvinistas
intransigentes y monárquicos (Franciscus Gomarus y los denominados “gomaristas” o
“contrarremonstrantes”). Johan van Oldenbarnevelt y otros dirigentes principales del
arminianismo fueron entonces ejecutados, mientras que otros muchos, entre los que se
encontraban Hugo Grocio y Simón Episcopius, tuvieron que exiliarse.
La teología arminiana contribuyó a la aparición del metodismo en Inglaterra. No todos los
predicadores metodistas del siglo XVIII fueron arminianos, pero sí la mayor parte, como el
propio John Wesley.
Todos fuimos predestinados para salvación,3 es decir, con el objetivo de ser salvos. Pero eso no
quiere decir que necesariamente todos seremos salvos, porque aunque Dios nos predestinó
para salvación, también nos dio libertad para salvarnos o perdernos: el libre albedrío.
¿Existen personas que nacen condenadas al tormento eterno, incluso si se arrepienten y
aceptan lo que hizo Jesús en la cruz? Eso no armonizaría con el carácter de Dios; pues Él
dice: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que
vivas tú y tu descendencia.
Denominaciones arminianas son las diferentes Iglesias metodistas (Iglesia Metodista Episcopal,
Iglesia Metodista Unida, Iglesia Metodista Libre), la Iglesia del Nazareno, el Ejército de
Salvación (The Salvation Army), la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la Iglesia Wesleyana, la
Iglesia de Dios, la mayoría de las Iglesias pentecostales, la Iglesia Internacional del Evangelio
Cuadrangular, las Iglesias de Cristo, las Asambleas de Dios, y otras del movimiento
restauracionista (menonitas en su mayoría).4 Muchos anglicanos (como C.S. Lewis5)También
otras iglesias cristianas como la Iglesia copta, la Iglesia católica6 y la Iglesia ortodoxa creen en la
libertad de la voluntad humana y que toda persona tiene la posibilidad de recibir salvación y que,
una vez que recibe la salvación, también la puede perder; si bien las argumentaciones que dan
al respecto son diferentes y de más vieja data.
Cabe anotar igualmente que cuando se habla de perder la salvación, no es porque Dios la
arrebata nuevamente después de haberla otorgado en Jesús, sino que es el mismo hombre
quien la desecha una vez que rompe su comunión con Dios a través del pecado.
Los Cinco Puntos del Arminianismo[editar]
1.- Libre albedrío o habilidad humana. Aunque la naturaleza humana fue totalmente afectada
por la caída, sin embargo, Dios en su gracia capacita la voluntad del pecador para que
libremente se arrepienta y crea, o rehúse hacerlo. Cada pecador, capacitado por la gracia de
Dios, tiene libertad para creer o rehusar creer, y su destino eterno depende de cómo use dicha
libertad. La libertad con la que Dios capacita al hombre caído, consiste en poder escoger
libremente entre el bien y el mal en la esfera de lo espiritual. El pecador puede cooperar con el
Espíritu de Dios y ser regenerado o resistir la gracia de Dios y perderse para siempre. El
pecador necesita la asistencia del Espíritu Santo, pero no tiene que ser regenerado por el
Espíritu antes de que pueda creer, ya que la fe es un don de Dios que el hombre puede recibir o
rechazar libremente, y precede al nuevo nacimiento. La fe es un don de Dios; y el hombre lo
puede recibir y ejercer para vida eterna, o rechazarlo para condenación.
2.- Elección condicional. Dios escogió para salvación, antes de la fundación del mundo, a
todas aquellas personas que, asistidas por su gracia habilitadora, creen en Cristo. Esto se debe
al hecho de que Dios vio de antemano que dichos individuos habrían de responder
positivamente a su llamado, arrepintiéndose y creyendo en Cristo. Dios escogió solo a aquellos
que él vio de antemano que voluntariamente creerían en el evangelio, asistidos por su gracia
resistible.
3.- Redención universal o expiación general. La obra redentora de Cristo brinda a todos los
hombres la oportunidad de ser salvos, y garantizó la salvación de todos los que habían creído y
preservado hasta la muerte de Cristo, y también garantizó la salvación de todos los que habrían
de creer y perseverar después de la muerte de Cristo. A pesar de que Cristo murió por todos los
hombres, solo los que creen en él son salvados. Su muerte es suficiente para la salvación de
todos los hombres, pero solo eficaz en los que creen.
4.- El Espíritu Santo puede ser resistido eficazmente. Él Espíritu Santo convence de pecado
al mundo, y hace todo lo que se ha determinado para traer a cada pecador a la salvación. El
llamado del Espíritu, sin embargo, puede ser resistido, ya que el hombre es hecho libre por la
gracia de Dios. El Espíritu no regenera al pecador hasta que éste cree; la fe (que es un don de
Dios que el hombre puede recibir o rechazar libremente) precede al nuevo nacimiento. Dios ha
determinado que su llamado, a través del Espíritu Santo, pueda ser libre y voluntariamente
aceptado o resistido. El Espíritu Santo obra eficazmente trayendo a Cristo solo a aquellos que
no le resisten. El Espíritu no imparte vida hasta que el pecador responde, arrepintiéndose y
creyendo voluntariamente en Cristo. Dios, por tanto, ha determinado que Su gracia no actúe de
forma irresistible; sino que la misma puede ser resistida por el hombre.
5.- El caer de la gracia o el perder la salvación. Algunos arminianos creen que el ser humano,
una vez salvo, no perderá su salvación y otros piensan que la salvación pueda perderse por no
perseverar en la fe.