gary trabajo 3
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NOMBRE:GARY CELADA
MARYLA SAGBIN
ROSA LACAN
CURSO:ORGANIZACIÓN
ADMINISTRATIVA
GRADO:6TO ADMON DE EMPRESAS
CATEDRATICO:WALTER MORATAYA
TEMA:REBELION EN LA GRANJA
SICLO:2024
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INDICE
CONCLUCION……………………………………………….3
I REUNION EN EL GRANERO………………………….5
II SNOWBALL Y NAPOLION………………………...…7
III EL TRABAJO EN LA GRANJA……………………….9
IV HISTORIA DE LA REVELION………………………..10
V EL ASUNTO DEL MOLINO DE VIENTO………….12
VI SUS RELACIONES CON LOS HUMANOS………13
VII UN TIEMPO TORMENTOSO………………………14
VIII EL CAMARADA NAPOLEON………………………16
IX GRANJA ANIMAL FUE PROCLAMADA
REPUBLICA……………………………………………………17
X LA VERDADERA FELICIDAD…………………………19
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CONCLUSION
En una pequeña granja, el anciano cerdo mayor alienta a los animales a que se rebelen
contra el granjero Jones y que establezcan un sistema justo en el que todos todos los
animales sean iguales y reciban un trato digno. Los cerdos se ponen al frente de la rebelión
pero algunas diferencias deformaran los ideales de su causa
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I
Reunión en la granja
Durante el día había circulado la Noticia de que el Viejo Comandante, el premiado verraco
blanco mediano, Había tenido un sueño extraño la noche anterior y deseaba comunicarlo a los
Demás animales. Habían acordado reunirse todos en el establo principal El Viejo Comandante
así lo llamaban siempre, era tan respetado en la granja Tenía doce años y últimamente había
engordado bastante, Pero seguía siendo un cerdo de aspecto majestuoso, con aire de sabiduría
y benevolencia Poco tiempo después los demás animales empezaron a llegar y a ponerse
cómodos cada uno a su manera. Ahora estaban presentes todos los animales, excepto Moisés,
el cuervo amaestrado Cuando el Comandante vio que todos se habían puesto cómodos y
esperaban con Atención, carraspeó y empezó a hablar: Camaradas, ya os habéis enterado del
extraño sueño que tuve anoche. Pero de eso me ocuparé más tarde. Antes tengo que deciros
otra cosa. No creo, Camaradas, que vaya a estar con vosotros muchos meses más, y me parece
que Mi deber, antes de morir, es transmitiros la sabiduría que he adquirido. He Disfrutado de
una larga vida, he tenido mucho tiempo para pensar mientras Estaba allí solo en el chiquero, y
me creo con derecho a decir que entiendo la Naturaleza de la vida en esta tierra tan bien como
cualquier otro animal hoy Vivo. Es de eso de lo que quiero hablar con vosotros. Camaradas, ¿qué
sentido tiene vivir como vivimos? Hay que reconocerlo: Nuestra vida es desgraciada, laboriosa y
corta. Y en el instante en el Que nuestra utilidad llega a su fin se nos sacrifica con una crueldad
espantosa. Después de cumplir un año, ningún animal en Inglaterra conoce el significado De la
felicidad o del placer. Ningún animal en Inglaterra es libre. En la vida de Un animal no hay más
que desgracia y esclavitud: esa es la pura verdad. Pero ¿se trata acaso de una ley natural? ¿Acaso
nuestra tierra es tan pobre que no puede garantizar vida digna a los que habitan en ella? No,
camaradas, Una y mil veces, ¡no! La tierra inglesa es fértil Entonces ¿por qué seguimos en Estas
míseras condiciones? Porque los seres humanos nos roban casi todo el Producto de nuestro
trabajo. Ahí está, camaradas, la respuesta a todos nuestros Problemas. Se resume en estas
palabras: el hombre. El hombre es el único Enemigo real que tenemos. Quitemos al hombre d
la escena y la causa Fundamental del hambre y del exceso de trabajo desaparecerá para siempre
el hombre es la única criatura que consume sin producir. Sin embargo, es dueño y señor de todos
los Animales. Los hace trabajar, les devuelve lo justo para que no se mueran de Hambre y el resto
se lo guarda para sí Y tú, Trébol, ¿A cambio de tus cuatro partos y todo tu trabajo en los Campos,
Pero al final ningún animal se libra del cuchillo cruel ¿No queda claro entonces, camaradas, Con
solo deshacernos del hombre, el Fruto de nuestro trabajo sería nuestro.
No sé cuándo se producirá esa rebelión, si dentro de Una semana o de cien años, pero sé, que
tarde o temprano llegará la justicia, y sobre todo, transmitid Este mensaje a los que vengan
después, para que las generaciones futuras sigan Luchando hasta lograr la victoria.
No prestéis nunca atención cuando os digan que El hombre y los animales tienen un interés
común, que la prosperidad de uno Es la prosperidad de los otros. Todos los hombres son
Ene0migos. Todos los animales son camaradas. No tengo mucho más que decir.
Solo repetir que recordéis siempre Vuestro deber de enemistad hacia el hombre y su manera de
actuar, y ahora, camaradas, os contaré el sueño que tuve anoche.Era un sueño sobre cómo será la
Tierra cuando el hombre Haya desaparecido.
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Hace muchos años, cuando yo era un cerdo pequeño, mi madre y Las demás cerdas cantaban una
vieja canción de la que solo conocían la Melodía y las tres primeras palabras.
Tarde o temprano llegará el día En el que se acabará la tiranía del hombre, Y solo las bestias
hollarán Los fértiles campos ingleses. Desaparecerán los aros de nuestros hocicos Y de nuestro
lomo los arneses, Se oxidarán para siempre los frenos Y las espuela Y los crueles látigos no volverán
a chasquear Riquezas que la mente no puede abarcar, Trigo y , heno y avena, Trébol, alubias y
remolacha Desde ese día nuestras serán. Brillantes lucirán los campos ingleses, más puras serán
sus aguas, Más dulces soplarán sus brisas El
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II
snowball y napoleónl
A los animales más inteligentes de la granja, el discurso de Mayor les había hecho ver la vida desde
un punto de vista totalmente nuevo. Ellos no sabían cuándo sucedería la rebelión que pronosticara
Mayor; no tenían motivo para creer que sucediera durante el transcurso de sus propias vidas, pero
vieron claramente que su deber era prepararse para ella. Elementos prominentes entre ellos eran
dos cerdos jóvenes que se llamaban Snowball y Napoleón, a quienes el señor Jones estaba criando
para vender. Napoleón era un verraco grande de aspecto feroz, el único cerdo de raza Berkshire en
la granja; de pocas palabras, tenía fama de salirse siempre con la suya. Snowball era más vivaz que
Napoleón, tenía mayor facilidad de palabra y era más ingenioso, pero lo consideraban de carácter
más débil. Los demás puercos machos de la granja eran muy jóvenes. E más conocido entre ellos
era uno pe- queño y gordito que se llamaba Squealer, de mejillas muy redondas, ojos vivarachos,
movimientos ágiles y voz chillona. Varias noches por semana, cuando el señor Jones ya dormía,
celebraban reuniones secretas en el granero, en cuyo transcurso exponían a los demás los
principios de
Otros formulaban preguntas tales como: ‘‘•Qué nos importa a nosotros lo que va a suceder
cuando estemos muertos?‘‘, o bien: ‘‘Si la rebelión se va a producir de todos modos, ¿qué
diferencia hay si trabajamos para ello o no?‘‘, y los cerdos tenían grandes dificultades en hacerles
ver que eso era contrario al espíritu del animalismo. Las preguntas más estúpidas fueron hechas
por Mollie, la yegua blanca. La primera que dirigió a Snowball fue la siguiente: —¿Habrá azúcar
después de la rebelión? ¿No entiendes que la libertad vale más que esas cintas? Mollie asintió,
pero daba la impresión de que no estaba muy con-vencida. Los cerdos tuvieron una lucha aún
mayor para contrarrestar las mentiras que difundía Moses el cuervo amaestrado. Pretendía
conocer la existencia de un país misterioso llamado Monte Azúcar, al que iban todos los animales
cuando morían. Estaba situado en algún lugar del cielo, ‘‘un poco más allá de las nubes‘‘, decía
Moses. Allí era domingo siete veces por semana, el trébol estaba en estación todo el año y los
terrones de azúcar y las tortas de linaza crecían en los cercados. Los animales odiaban a Moses
porque era chismoso y no hacía ningún trabajo, pero algunos creían lo de Monte Azúcar, y los
cerdos tenían que argumentar mucho para persuadirlos de la inexistencia de tal lugar. Ambos
tenían gran dificultad en formar su propio juicio, pero desde que aceptaron a los cerdos como
maestros, asimilaban todo lo que se les decía y lo transmitían a los demás animales mediante
argumentos sencillos.
En años anteriores el señor Jones, a pesar de ser un amo duro, había sido un agricultor capaz, pero
últimamente contrajo algunos vicios. La noche de San Juan, que era sábado, el señor Jones fue a
Willingdon y se emborrachó de tal forma en El León Colorado, que no volvió a la granja hasta el
mediodía del domingo. Los peones habían ordeñado las vacas de madrugada y luego se fueron a
cazar conejos, sin preocuparse de dar de comer a los animales. A su regreso, el señor Jones se
quedó dormido inmediatamente en el sofá de la sala, tapándose la cara con el periódico, de
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manera que al anochecer los animales aún, estaban sin comer. El hambre sublevó a los animales,
que ya no resistieron más. Una de las vacas rompió de una cornada la puerta del depósito de
forrajes y los animales empezaron a servirse solos de los depósitos. Repentinamente, Jones y sus
peones se encontraron recibiendo empellones y patadas desde todos los lados. Estaban perdiendo
el dominio de la situación porque jamás habían visto a los animales portarse de esa manera.
Aquella inopinada insurrección de bestias a las que estaban acostumbrados a golpear y maltratar a
su antojo los aterrorizó hasta casi hacerles perder la cabeza. La señora Jones miró por la ventana
del dormitorio, vio lo que su-cedía, metió precipitadamente algunas cosas en un bolso y se
escabullo de la granja por otro camino. Mientras tanto los animales habían perseguido.
Y así, casi sin darse cuenta de lo ocurrido, la rebelión se había llevado a cabo triunfalmente: Jones
fue expulsado y la Granja Manor era de ellos. Su primera acción fue correr todos juntos alrededor
de los límites de la granja, como para cerciorarse de que ningún ser humano se escondía en ella;
luego volvieron al galope hacia los edificios para borrar los últimos vestigios del ominoso reinado
de Jones. Irrumpieron en el guadarnés que se hallaba en un extremo del establo; los bocados, las
ar-gollas, las cadenas de los perros, los crueles cuchillos con los que el senor Jones acostumbraba
castrar a los cerdos y corderos, todos fueron arrojados al aljibe. Todos los animales saltaron de
alegría cuando vieron arder los látigos. Snowball también tiró al fuego las cintas que generalmente
adornaban las colas y crines de los caballos en los días de feria. —Las cintas —dijo— deben
considerarse como indumentaria, que es el distintivo de un ser humano. Todos los animales deben
ir desnudos. Cuando Bóxer oyó esto, tomó el sombrerito de paja que usaba en verano para impedir
que las moscas le entraran en las orejas y lo tiró al fuego con lo demás. En muy poco tiempo los
animales habían destruido todo lo que podía hacerles recordar el dominio del señor Jones. Pero se
despertaron al amanecer, como de costumbre, y, acordándose repentinamente del glorioso
acontecimiento, se fueron todos juntos a la pradera.
Volvieron después a los edificios de la granja y, vacilantes, se detuvieron en silencio ante la puerta
de la casa. Un momento después, sin embargo, Snowball y Napoleón empujaron la puerta con el
hombro y los animales entraron en fila india, caminando con el mayor cuidado por miedo a
estropear algo. Fueron de puntillas de una habitación a la otra, temerosos de alzar la voz,
contemplando con una especie de temor reverente el increíble lujo que allí había: las camas con
sus colchones de plumas, los espejos, el sofá de pelo de crin, la alfombra de Bruselas, la litografía
de la reina Victoria que estaba colgada encima del hogar de la sala. Había tomado un trozo de cinta
azul de la mesa de tocador de la señora Jones y, apoyándola sobre el hombro, se estaba admirando
en el espejo como una tonta. Sacaron unos jamones que estaban colgados en la cocina y les dieron
sepul-tura; el barril de cerveza fue destrozado mediante una coz de Bóxer, y no se tocó nada más
de la casa. Allí mismo se resolvió por unanimidad que la vivienda sería conservada como museo.
Estaban todos de acuerdo en que jamás debería vivir allí animal alguno. Los animales tomaron el
desayuno, y luego Snowball y Napoleón los —Camaradas —dijo Snowball—, son las seis y media y
tenemos un largo día ante nosotros. Napoleón mandó traer unos botes de pintura blanca y negra y
los llevó hasta el portón que daba al camino principal. Luego Snowball (que era el que mejor
escribía) tomó un pincel entre los dos nudillos de su pata
Después volvieron a los edificios, donde Snowball y Napoleón mandaron traer una escalera que
hicieron colocar contra la pared trasera del granero principal. Entonces explicaron que, mediante
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sus estudios de los últimos tres meses, habían logrado reducir los principios del animalismo a siete
mandamientos. Esos siete mandamientos serían inscritos en la pared; formarían una ley inalterable
III
El trabajo en la granja
Cuando trabajaron y sudaron con el heno, pero sus fueron recompensado, pues la cosecha incluso
de lo que esperaban. La corrieron a los rebaños, regresan a pero a pesar y rastrillar mejor que
Jones y sus hombres. Hasta los patos y asparos y otra todo eran Noel transportado manojitos de
heno en sus picos. Además, era la cosecha más grande que comida había visto en la granja. Cada
Resultado un exquisitos propia comida producida por ella y para ellos no repartida en pequeñas
porciones y de mala gana por un amo gruñón. Se tenía más horas libres también, a pesar de la
inexperiencia de los animales. Claro está que se encontraron con muchas dificultades, por ejemplo,
Cuando cosecharon el maíz, tuvieron que pisarlo al estilo antiguo y eliminar el desperdicio soplado.
Tiraba y arrastraba de la mañana a la noche y siempre donde el trabajo era más antes que los
voluntario donde hiciera más á los demás, y crecía garantizado informan Como ya no estaban los
inútiles y parasitarios seres humanos, había mas Comida para todos. Se tengan más horas libres
también, a pesar de la inexperiencia de los animales. Claro está que se encontraron con muchas dif
cultades; por ejemplo, cuando cosecharon el maiz, tuvieron que pisarlo aestilo antiguo y eliminar
los desperdicios soplando, pues la granja no tenfdesgranadora pero los cerdos con su inteligencia y
Bóxer con sus poderosos músculos los sacaban siempre de apuros. Todos admiraban a Boxet
Habia sido un gran trabajador aun en el tiempo de Jones, pero ahora mácbien semejaba tres
caballos que uno; en determinados días parecía qvetodo el trabajo descansaba sobre sus forzudos
hombros. Tiraba y arrastraba de la mañana a la noche tenía la costumbre de dejar eltrabajo
temprano, alegando que se le había introducido una piedra enel casco. Y el comportamiento de la
gata era algo raro. Pronto se notó quecuando había trabajo, no se le encontraba. Desaparecía
durante horas en-
teras, y luego se presentaba a la hora de la comida o al anochecer, cuando cesabal trabajo, como si
nada hubiera ocurrido. Pero siempre presentaba tan excelentes excusas y ronroneaba tan
afablemente, que era imposible dudar de sus buenas intenciones. El viejo Benjamín, el burro,
parecía nhaber cambiado desde la rebelión. Hacía su trabajo con la misma obstinación y lentitud
que antes, nunca eludiéndolo y nunca ofreciéndose tampoco para cualquier tarea extra. No daba
su opinión sobre la rebelión○ sus resultados. Cuando se le preguntaba si no era más feliz ahora que
y ano estaba Jones, se limitaba a contestar: "Los burros viven mucho tiempo0Ninguno de ustedes
ha visto un burro muerto". Y los demás debían con formarse con tan misteriosa respuesta
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IV
Historia de la rebelión
Todos los días Bola de Nieve y Napoleón enviaban bandadas de palomas con instrucciones de
mezclarse con los animales de las granjas vecinas, contarles la historia de la Rebelión y
enseñarles la canción Bestias de Inglaterra. El señor Jones había pasado la mayor parte de ese
tiempo en el bar León Rojo de Willingdon, quejándose ante quien quisiera escucharlo de la
monstruosa injusticia que había sufrido al ser expulsado de su propiedad por una banda de
animales inútiles.En principio, los otros agricultores se mostraron comprensivos, pero no le
prestaron mucha ayuda. Era una suerte que los propietarios de las dos granjas lindantes con la
Granja Animal se llevaran siempre mal. Una de ellas, llamada. Monterraposo, era una granja
grande, olvidada, anticuada, cubierta de bosques, con todas las tierras de pastoreo agotadas y
los setos en vergonzoso estado. Su dueño, el señor Pilkington, La otra Granja, llamada
Campocorto, era más pequeña y estaba mejor conservada. Su dueño era el señor Frederick,. Los
dos se odiaban tanto Que les costaba llegar a acuerdos, Sin embargo, ambos estaban asustados
por la rebelión de la Granja Animal, y muy interesados en impedir que sus propios animales se
enteraran de los detalles. Al principio se lo tomaron en broma y ridiculizaron la idea de que los
animales pudieran gestionar la granja. Cuando pasó el tiempo y fue evidente que los animales
no se morían de hambre, Frederick y Pilkington cambiaron de estrategia y empezaron a hablar
de las maldades terribles que ahora se cometían en la Granja Animal. decían Frederick y
Pilkington. No obstante, nadie terminaba de creer esas historias. Los rumores acerca de una
granja espléndida en la que habían expulsado a los seres humanos y los animales se ocupaban
de sus propios asuntos, durante todo ese año una ola de rebeldía recorrió el Campo. Los seres
humanos no podían contener la rabia al oír esa canción, pero actuaban como si solo les pareciera
algo ridículo. cuando los seres Humanos la escuchaban, en el fondo se estremecían porque oían
en ella una profecía de su futura condena. A principios de octubre,llegó revoloteando por el aire
una bandada de palomas que se posó en el patio de la Granja Animal con gran alboroto. Jones y
todos sus hombres, habían entrado por el portón de la granja y se acercaban por el camino para
carros. No había duda de que iban a intentar la reconquista de la granja. Eso era algo que
esperaban desde hace mucho tiempo y habían hecho todos los preparativos. Bola de Nieve, que
había estudiado un viejo libro de las campañas de Julio César encontrado en la granja, estaba a
cargo de las operaciones defensivas. Dio sus órdenes con rapidez y en un par de minutos cada
animal ocupó su puesto. Cuando los seres humanos se acercaron a los edificios de la granja, Bola
de Nieve lanzó el primer ataque pero aquello no era más que una escaramuza para distraerlos,
para crear un poco de desorden. Bola de Nieve lanzó entonces la segunda línea de ataque.
Muriel, Benjamín y todas las ovejas, con Bola de Nieve a la cabeza, se abalanzaron sobre ellos y
los rodearon y embistieron pero los hombres, con los palos y las botas de suela Claveteada,
lograron imponerse, y de repente, ante un chillido de Bola de Nieve, que era la señal de retirada,
todos los animales dieron media vuelta y huyeron metiéndose por la puerta del corral. Los
hombres lanzaron un grito de triunfo. Vieron, imaginaron, que sus enemigos escapaban, y los
persiguieron en desorden. Eso era lo que Bola de Nieve esperaba luego dio la orden de atacar. Él
mismo se arrojó sobre Jones. Jones lo vio venir, levantó la escopeta y disparó. Los perdigones
dejaron unas rayas sanguinolentas en el lomo de Bola de Nieve y una oveja cayó muerta. Pero el
espectáculo más aterrador era el de Boxeador encabritado sobre las patas traseras y
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arremetiendo con los enormes cascos herrados como un semental. Su primer golpe alcanzó en
el cráneo a un mozo de cuadra de Monterraposo, que quedó tendido sin vida en el lodo. Al ver
eso, varios hombres soltaron los palos y trataron de huir, presas del pánico. Juntos, los animales
los persiguieron por todo el corral. No hubo un solo animal en la granja que no se vengara de
ellos a su manera. En un momento se abrió la puerta y los hombres aprovecharon para salir
corriendo, buscando desesperados la carretera. Se habían ido todos los hombres menos uno. En
el corral, El muchacho no se movía. Está muerto ,dijo Boxeador con tristeza. No tenía ninguna
intención de hacer eso. Me olvidé de que llevaba zapatos de hierro, ¡Nada de sentimentalismo,
camarada! gritó Bola de Nieve. ¿Dónde está Marieta? exclamó alguien. Era cierto que faltaba
Marieta. Por un momento se alarmaron mucho; Pero al final la encontraron escondida en su
establo con la cabeza metida en el heno del pesebre. Muy excitados, los animales habían vuelto
a reunirse, de inmediato improvisaron una celebración de la victoria. Izaron la bandera y
cantaron varias veces «Bestias De Inglaterra»; después organizaron un solemne funeral por la
oveja muerta Bola de Nieve pronunció un pequeño discurso, haciendo hincapié en la necesidad
de que todos los animales se prepararan para morir por la Granja Animal si fuera Necesario. Los
animales decidieron unánimemente crear una decoración militar, Héroe animal de primera clase,
que en el acto fue conferida a Bola de Nieve y Boxeador. También crearon Héroe animal de
segunda Clase que, a título póstumo, fue conferida a la oveja muerta. Discutieron mucho qué
nombre poner a la batalla. Al final la llamaron Batalla del Establo de las Vacas, ya que era allí
donde se había producido La Emboscada. La escopeta del señor Jones apareció tirada en el barro,
y se sabía que había una provisión de cartuchos en la casa. Se decidió colocar el arma al Pie del
mástil, como una pieza de artillería, y dispararla dos veces al año: una el 12 de octubre,
aniversario de la Batalla del Establo, y otra el día de San Juan, aniversario de la Rebelión.
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V
EL ASUNTO DEL MOLINO DE VIENTO
medida que se acercaba el invierno, Mollie se volvió más L más con flictiva.
Llegaba tarde al trabajo por las mañanas con el pretexto de que se habfa quedado dormida,
quejándose de dolencias misteriosas, aun cuando su apetito era excelente.
Esta mafa na te vi mirando por encima del seto que separa a Granja Animal de Foxwood.
Uno de los hombres del senor Pilkington estaba situado al otro lado del seto y yo estaba a cierta
distancia, pero estoy casi segura de ha- berte visto: él te estaba hablando y tú le permitias que te
acariciara.; No es verdad! Puedes darme tu palabra de honor de que ese hombre no te estaba
acariciando el hocico?iNo es verdad!- repitió Mollie, pero no podía mirar a la cara a Clover y al
instante se escapó, huyendo al galope hacia el campo A Clover se le ocurrió algo.
Sin decir nada a nadie, se fue a la cuadra de Mollie y revolvió la paja con Su pata.
Durante varias semanas no se supo nada respecto a su paradero; luego las palomas informaron
quel la Se llegó a aceptar que los cerdos, que eran manifiestamente más inteligentes que los
demás animales, resolverían todas las cuestiones referentes al manejo de la granja aunque sus
decisiones debían ser ratificadas por mayoría de otos.
Este arreglo hubiera resultado bastante bien a no ser por las discusiones entre Snowball y
Napoleón.
Los dos estaban en desacuerdo en todos los puntos donde era posible que hubiera discrepan- cia.
Si uno de ellos sugería sembrar un mayor número de hectáreas con cebada, con toda seguridad
que el otro iba a exigir mayor superficie con avena; y si uno afirmaba que tal o cual terreno estaba
en buenas condiciones para la col, el otro decia que lo más adecuado era sembrar nabos.
Napoleón no presentó ningún plan propio, pero decía tranqui- lamente que los de Snowball se
quedarían en nada y su actitud era la del que parece esperar algo.
Pero de todas sus controversias, ninguna fue tan enconada como la que tuvo lugar respecto al
molino de viento.
En la larga pradera, cerca de los edificios, habia una pequena loma que era el punto más alto de la
granja.
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VI
SUS RELACIONES HUMANAS
Tenia una buena cantera de piedra en la granja y habían encontrado una gran cantidad de arena y
cemento en una de las dependencias de manera que todos los materiales para la construcción
estaban a su alcance. Los animales las estaban concuerdas y despues todos juntos, vacas, caballos,
ovejas, cualquiera que pudiera tirar de la soga. Afines del invierno había acumulado de una buena
provicion de piedra, y fue entonces cuando se inicio la construcción del molino bajo la supervisión
de lo cerdos.
Era un proceso lento y laborioso. Frecuentemente les ocupaba un dia entero de esfuerzo agotador
arrastrar una sola piedra hasta la cumbre de la cantera. Aunque no había mas comida que en la
época de Jones tampoco había menos en mucho sentido, la manera animal de muchos fracasos
para perderla. Un domingo por la mañana cuando los animales se reunieron para recibir a los
habitantes las ordenes de napoleon anuncio que había decidido Adoptar una nueva política.
Despues chillon recorrio la granja tranquilizando a los animales. Les aseguro que la resolución son
para la participación, el comercio y el uso de dinero.
empezó a sentir la escasez imprevista de varias cosas. Había necesidad de aceite de parafina,
clavos, bizcochos para los perros y hierro para las herraduras de los caballos, nada de lo cual se
podía producir en la granja.
Más adelante también habría necesidad de semillas y abonos artificiales, además de diversas
herramientas y, finalmente, lo más importante: la maquinaria para el molino de viento. Nadie
podía imaginar cómo se iban a obtener todos estos artículos.
Un domingo por la mañana, cuando los animales se reunieron para recibir órdenes, Napoleón
anunció que había decidido adoptar un nuevo sistema. En adelante, Granja Animal iba a negociar
con las granjas veci-nas; y no, por supuesto, con algún propósito comercial, sino simplemente con
el fin de obtener ciertos materiales que hacían falta con urgencia.
"Las necesidades del molino están por encima de todo lo demás", afirmó.
En consecuencia, estaba tomando las medidas necesarias para vender una parte del heno y otra de
la cosecha de trigo de ese año, y más adelante, si necesitaban más dinero, tendrían que obtenerlo
mediante la venta de huevos, para los cuales siempre había mercado en Willingdon. "Las ga-linas
—dijo Napoleón- debían recibir con agrado este sacrificio como aportación especial a la
construcción del molino"
Nuevamente los animales se sintieron presos de una vaga inquietud.
"Nunca tener trato alguno con los humanos, nunca dedicarse a comer-ciar, nunca usar dinero", ¿no
fueron esas las primeras resoluciones adoptadas en aquella reunión triunfal, después de haberse
expulsado a Jones?
Todos los animales recordaron haber aprobado tales resoluciones o, por lo menos, creían
recordarlo. Los cuatro jóvenes cerdos que habían protestado cuando Napoleón abolió las
reuniones, levantaron sus voces tí-midamente, pero fueron silenciados de inmediato por el feroz
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VII
Un tiempo tormentosa
Fue un invierno duro. Al tiempo tormentoso siguieron nevadas y después Una fuerte helada que
duró hasta bien entrado febrero. Los animales siguieron Trabajando con todas sus fuerzas en la
reconstrucción del molino de viento, pero era un trabajo cruel y los animales habían perdido algo
de Optimismo. Siempre tenían frío y por lo general también hambre. Los únicos Que nunca se
desanimaban eran Boxeador y Trébol. En enero faltaron alimentos. Durante días enteros los
animales no tuvieron para comer más que paja y Remolacha. Era de vital importancia ocultar ese
hecho al mundo exterior. Loseres humanos Inventaban nuevas mentiras sobre la Granja Animal.
Napoleón sabía muy bien que si trascendía la verdadera situación alimentaria sufrirían desastrosas
consecuencias, y decidió utilizar al señor Himpar para difundir la impresión contraria. Con un
pretexto cualquiera llevaron a Whymper a Recorrer el depósito para que viera los graneros. El
hombre, engañado, siguió Informando al mundo exterior de que no había escasez de alimentos en
la Granja Animal. Sin embargo, hacia finales de enero era evidente que necesitarían Conseguir más
cereales en algún sitio. Un domingo por la mañana Chillón anunció que las gallinas, que acababan
De poner, debían entregar los huevos. Napoleón había aceptado, por Intermedio de Whymper, un
contrato por cuatrocientos huevos semanales. El Precio fijado alcanzaría para comprar cereales y
harina suficientes para Mantener la granja hasta que llegara el verano y mejoraran las condiciones.
Cuando se enteraron, las gallinas manifestaron ruidosamente su Indignación. La respuesta de
Napoleón fue rápida y despiadada. Ordenó que Se dejara de alimentar a las gallinas y decretó que
cualquier animal que diera Un solo grano de maíz a una gallina sería castigado con la muerte. Las
gallinas resistieron cinco Días, Habían muerto nueve de ellas. Whymper no se enteró del asunto y
Los huevos fueron entregados como estaba previsto: una vez a la semana. Durante todo ese
tiempo no se había sabido nada de Bola de Nieve. Circulaba el rumor de que estaba escondido en
una de las granjas vecinas, en Monterraposo o en Campocorto. De pronto, a principios de la
primavera, se descubrió algo alarmante. alguien tenía la certeza de que Bola de Nieve había
llegado Por la noche. Napoleón dispuso investigar a fondo las actividades de Bola de Nieve.
Acompañado por sus perros, y encontró rastros de Bola de Nieve en Casi todas partes. Los
animales se asustaron mucho. Por la noche, Chillón los reunió a todos, y les dijo que tenía noticias
muy serias, se ha descubierto Una cosa terrible! ¡Bola de Nieve se ha vendido a Frederick, de la
granja Campocorto, que está tramando atacarnos y arrebatarnos la granja! Bola de Nieve le servirá
de guía cuando comience el ataque. ¿Sabéis cuál fue el verdadero motivo? ¡Bola de Nieve estuvo
confabulado con Jones desde el principio! Fue todo el tiempo agente secreto de Jones el camarada
Napoleón ha afirmado categóricamente, camarada, que Bola de Nieve fue agente de Jones desde
el Principio; sí, incluso desde mucho antes de que se pensara en la rebelión, la muy fea mirada que
lanzó a Boxeador con aquellos ojitos Brillantes. Dio media vuelta para irse y entonces se detuvo y
añadió algo Impresionante: Aconsejo a todos los animales de esta granja que tengan los Ojos muy
abiertos. ¡Hay motivos para pensar que algunos de los agentes Secretos de Bola de Nieve se
esconden entre nosotros en este momento. Cuatro días después, al atardecer, Napoleón ordenó
que todos los animales Se reunieran en el corral. Cuando estuvieron todos juntos, Napoleón salió
de la casa luciendo las dos Medallas (porque hacía poco se había nombrado «Héroe animal de
primera Clase y Héroe animal de segunda clase, Todos agacharon la cabeza en silencio, como si
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supieran que algo terrible iba a Suceder. Entonces Napoleón les pidió que Confesaran sus delitos.
Los mataron a todos en el acto. Y la historia de confesiones y Ejecuciones continuó hasta que hubo
un montón de cadáveres a los pies de Napoleón Desde la partida de Jones ningún animal había
matado a otro animal. Ni Siquiera se había matado a una rata de repente cuando Napoleón iba a
ordenar que se reunieran los animales. Solo Boxeador permanecía de pie. No lo entiendo, Nunca
hubiera creído que podrían ocurrir estas cosas en Nuestra granja. Debemos de tener algún defecto.
Para mí, la solución es Trabajar más duro, como manera de compensar la ausencia de palabras, se
puso a Cantar Bestias de Inglaterra Los otros animales, sentados a su alrededor, la Imitaron y
cantaron tres veces la canción Acababan de cantarla por tercera vez cuando Chillón, acompañado
por dos Perros, se les acercó con aire de tener algo importante que decir. Anunció que, Por un
decreto especial del camarada Napoleón, quedaba abolida «Bestias de Inglaterra. A partir de ese
momento estaba prohibido cantarla. Los animales quedaron desconcertados. secamente Bestias
de Inglaterra fue el canto de la Rebelión. Pero la Rebelión ya ha acabado. La Ejecución de los
traidores esta tarde fue el acto final. El enemigo tanto externo Como interno está derrotado. En
Bestias de Inglaterra» expresamos nuestro Anhelo de una sociedad mejor en los días venideros. Y
esa sociedad está consolidada. Es evidente que ya no hace falta la canción de ese modo, nunca
más se volvió a oír «Bestias de Inglaterra». Para Sustituirla, Mínimus, el poeta, había compuesto
otra canción que comenzaba Así: Granja Animal, Granja Animal, ¡nunca por mí sufrirás ningún mal!
Se la cantaba todos los domingos después de izar la bandera. Pero los Animales sentían que de
alguna manera ni las palabras ni la melodía estaban a La altura de «Bestias de Inglaterra.
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VIII
El camarada napoleón
cuando ya había desaparecido el terror producido por las ciecuciones, algunos animales
recordaron o preeron repor-dar— que el sexto mandamiento decretaba: ‘‘Ningún animal matará a
otro animal‘‘.
Clover pidió a Benjamín que le leyera el sexto mandamiento, y cuando Benjamín, como de
costumbre, dijo que se negaba a entrometerse en esos asuntos, se fue en busca de Muriel.
Por una razón u otra, las dos últimas palabras se les habían ido de la memoria a los animales.
Pero comprobaron que el mandamiento no fue violado; porque, evidentemente, hubo motivo
sobrado para matar a los traidores que se coaligaron con Snowball.
Reconstruir el molino, con paredes dos veces más gruesas que antes, y concluirlo para una fecha
determinada, además del trabajo diario de la granja, era una tarea tremenda.
Los domingos por la mañana Squealer, sujetando un papel largo con una pata, les leía largas listas
de cifras, demostrando que la producción de toda clase de víveres había aumentado en un 200 por
ciento, 300 por ciento o 500 por ciento, según el caso.
Los animales no vieron motivo para no creerle, especialmente porque no podían recordar con
claridad cómo eran las cosas antes de la rebelión.
Todas las órdenes eran emitidas por intermedio de Saquearle o cualquiera de los otros cerdos.
Comía solo, con dos perros para servirlo, y siempre utilizaba la vajilla que había estado en la vitrina
de cristal de la sala.
También se anunció que la escopeta sería disparada todos los años en el cumpleaños de Napoleón,
igual que en los otros dos aniversarios.
Se le nombraba siempre en forma ceremoniosa como nuestro líder, camarada Napoleón‘‘, y a los
cerdos les gustaba inventar para él títulos como ‘‘Padre de todos los animales‘‘, ‘‘Terror de la
humanidad‘‘, ‘‘Protector del rebaño de ovejas‘‘, ‘‘Amigo de los patitos‘‘ y otros por el estilo.
En sus discursos, Saquearle hablaba con lágrimas en los ojos respecto a la sabiduría de Napoleón,
la bondad de su corazón y el profundo amor que sentía por todos los animales en todas partes, y
especialmente por las desdichadas bestias que aún vivían en la ignorancia y la esclavitud en otras
granjas.
Se había hecho habitual atribuir a Napoleón toda proeza afortunada y todo golpe de suerte.
Donador senero de todo lo que tus criaturas aman -sus barrigas llenas y limpia paja para yacer—.
Todas las bestias grandes o pequeñas dormir en paz en sus establos anhelan noche se oyeron
desde la casa canciones en alta voz, donde, para sorpresa de todos, se entremezclaban los acordes
de Bestias de Inglaterra.
A eso de las nueve y media, Napoleón, luciendo un viejo bombín del señor Jones, fue visto salir por
la puerta trasera, galopar alrededor del patio y entrar nuevamente.
Pero, por la mañana, reinaba un silencio profundo en la casa.
Eran casi las nueve cuando Saquearle hizo su aparición, caminando lenta y torpemente, sus ojos
opacos, su cola colgando flácidamente y con el aspecto de estar seriamente enfermo.
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IX
El camarada napoleón
Habían comenzado la reconstrucción del molino al día siguiente de terminarse los festejos de la
victoria.
Por las noches le admitía reservadamente a Clover que el casco le molestaba mucho, Clover lo
curaba con emplastos de yerbas que preparaba mascándolas, y tanto ella como Benjamín pedían a
Bóxer que trabajara menos.
Al principio, cuando se formularon las leyes de Granja Animal, se fijaron las siguientes edades para
jubilarse: caballos y cerdos a los doce años, vacas a los catorce, perros a los nueve, ovejas a los
siete, y las gallinas y los gansos a los cinco.
Hasta entonces ningún animal se había retirado pero últimamente la discusión del asunto fue en
aumento.
Ahora que el campito de detrás de la huerta se había destinado para la cebada, circulaba el rumor
de que alambrarían un rincón de la pradera larga, convirtiéndolo en campo donde pastarían los
animales jubilados.
Para caballos, se decía, la pensión sería de cinco libras de maíz por día y en invierno quince libras
de heno, con una zanahoria o posiblemente una manzana los días de fiesta.
Bóxer iba a cumplir los doce años a fines del verano del año siguiente.
Una igualdad demasiado rígida en las raciones - explicó Squealer— sería contraria a los principios
del animalismo.
De cualquier manera, no tuvo dificultad en demostrar a los demás que, en realidad, no estaban
faltos de comida, cualesquiera que fueran las apariencias.
necesario hacer un reajuste de las raciones (Squealer siempre mencionaba esto como "reajuste",
nunca como "reducción"), pero comparado con los tiempos de Jones, la mejoría era enorme.
Leyéndoles las cifras con voz. chillona y rápida, les demostró detalladamente que contaban con
más avena, más heno y más nabos de los que tenían en los tiempos de Jones; que trabajaban
menos horas, que el agua que bebían era de mejor calidad, que vivían más años, que una mayor
proporción de criaturas sobrevivía a la infancia y que tenían más paja en sus pesebres y menos
pulgas. Los animales creyeron todo lo que dijo. En verdad, Jones, y lo que él represen-taba, casi se
había borrado de sus memorias. Ellos sabían que la vida era dura y áspera, que muchas veces
tenían hambre y frío, y generalmente estaban trabajando cuando no dormían. Pero, sin duda
alguna, peor había sido en los viejos tiempos. Sentíanse contentos de creerlo así. Además, en
aquellos días fueron esclavos y ahora eran libres, y eso representaba mucha diferencia, como
Squealer nunca se olvidaba de señalarles.
Había muchas bocas más que alimentar. En otoño las cuatro cerdas tuvieron crías
simultáneamente, amamantando, entre todas, treinta y un cochinillos. Los jóvenes cerdos eran
manchados, y como Napoleón era el único verraco en la granja, no fue difícil adivinar su origen
paterno.Se anunció que más adelante, cuando se compraran ladrillos y maderas, se construiría una
escuela en el jardín. Mientras tanto, los lechones fueron educados por Napoleón mismo en la
cocina de la casa. Hacían su gimnasia en el jardín, y se les disuadía de jugar con los otros animales
jóvenes.En esa época, también se implantó la regla de que cuando un cerdo y cualquier otro
animal se encontraran en el camino, el segundo debía hacerse a un lado; y asimismo que los
cerdos, de cualquier categoría, iban a tener el privilegio de adornarse con cintas verdes en la cola
los domingos.
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La granja tuvo un año bastante próspero, pero aún andaban escasos de dinero. Faltaba por adquirir
los ladrillos, la arena y el cemento necesarios para la escuela, e iba a ser preciso ahorrar
nuevamente para la maquinaria del molino. Se requería, además, petróleo para las lámparas y
velas para la casa, azúcar para la mesa de Napoleón (prohibió esto a los otros cerdos, basándose
en que los hacía engordar) y todos los enseres corrientes, como herramientas, clavos, hilos,
carbón, alambre, hierros y bizcoch
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X
LA VERDADERA FELICIDAD
Llegó una época en que ya no había nadie que recordara los viejos días anteriores a la rebelión,
exceptuando a Clover, Benjamín, Moses, el cuervo y algunos cerdos.
Bóxer lo había sido, asimismo, excepto por los pocos que lo habían tratado.
Clover era ya una yegua vieja y gorda, con articulaciones endurecidas y ojos legañosos.
Ya hacía dos años que había cumplido la edad del retiro, pero en realidad ningún animal se había
ju-bilado.
Hacía tiempo que no se hablaba de reservar un rincón del campo de pasto para animales jubilados.
Squealer estaba tan gordo que tenía dificultad para ver más allá de sus narices.
Había muchos más animales que antes en la granja, aunque el aumento no era tan grande como se
esperara en los primeros años.
Nacieron muchos animales para quienes la rebelión era una tradición casi olvidada, transmitida
verbalmente; y otros, que habían sido adquiridos, jamás oyeron hablar de semejante cosa antes de
su llegada.
Aceptaron todo lo que se les contó respecto a la rebelión y los principios del animalismo,
especialmente por Clover, a quien tenían un respeto casi filial; pero era dudoso que hubieran
entendido mucho de lo que se les dijo.
La granja estaba más próspera y mejor organizada; hasta había s. deo
ampilada con dos franas pré era cojon odas al señor Pilkington. El vadino quedó terminado de .,y la
granja pocía una trilladora y unepe-sador de heno propios, agregándose también varios edificios.
Whyleper se había comprado un coche Emolino, sin embargo, no fue empleado para producir
energía eléctrica. Se utilizó para moler maíz y produjo un saneado beneficio en efectivo. Los
animales estaban trabajando mucho en la construcción de otro molino más; cuando este estuviera
terminado, según se decía, se instalarían los dinamos. Pero los lujos con que Snowball hiciera soñar
a los animales, las cuadras con luz eléctrica y agua caliente y fría, y la semana de tres días, ya no se
mencionaban. Napoleón había censurado estas ideas por considerarlas contrarias al espíritu del
anima-lismo. La verdadera felicidad, dijo él, consistía en trabajar mucho y vivir frugalmente.
De algún modo parecía como si la granja se hubiera enriquecido sin enriquecer a los animales
mismos; exceptuando, naturalmente, a los cerdos y los perros. Tal vez eso se debiera en parte al
hecho de haber tantos cerdos y tantos perros. No era que estos animales no trabajaran a su ma-
nera. Existía, como Squealer nunca se cansaba de explicarles, un sinfín de labores en la supervisión
y organización de la granja. Gran parte de este trabajo tenía características tales que los demás
animales eran demasiado ignorantes para comprenderlo. Por ejemplo, Squealer les dijo que los
cerdos tenían que realizar un esfuerzo enorme todos los días con unas cosas misteriosas llamadas
"ficheros", "informes"
', "actas" y "ponencias"
Se trataba de largas hojas de papel que tenían que ser llenadas totalmente con escritura, y
después eran quemadas en el horno. Esto era de suma importancia para el bienestar de la granja,
señaló Squealer. Pero de cualquier manera, ni los cerdos ni los perros producían nada comestible
mediante su propio trabajo; eran muchos y siempre tenían buen apetito.
En cuanto a los otros, su vida, por lo que ellos sabían, era lo que fue
siempre.
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Generalmente tenían hambre, dormían sobre paja, bebían del es-tanque, trabajaban en el campo;
en invierno sufrían los efectos del frío y en verano de las moscas. A veces, los más viejos de entre
ellos buscaban en sus turbias memorias y trataban de determinar si en los primeros días de la
rebelión, cuando la expulsión de Jones aún era reciente, las cosas fueron mejores o peores que
ahora. No alcanzaban a recordar. No había con
anochecer él volvió a de esa, pero, po hacía calor, les dijo a las ovejas que se quedaran donde
esaban. ul permanecieron toda la semanasin ser vistas por los demás animales durante ese
tiempo. Squealer estaba con elas durante la mayor parte en día. Dijo que les estaba enschando una
nueva canción, para lo cual se necesitaba aislamiento.
Una tarde tranquila, al poco tiempo de haber vuelto las ovejas de su retiro los animales ya habían
terminado de trabajar y regresaban hacia los edificios de la granja, se oyó desde el patio el relincho
aterrado de un caballo. Alarmados, los animales se detuvieron bruscamente. Era la vor. de Clover.
Relinchó de nuevo y todos e lanzaron al galope entrando precipi-radamente en el patio. Entonces
contemplaron lo que Clover había visto.
Era un cerdo, caminando sobre sus patas traseras.
Sí, era Squealer. Un poco torpemente, como si no estuviera totalmen-re acostumbrado a sostener
su gran volumen en aquella posición, pero con perfecto equilibrio, estaba paseándose por el patio.
Y poco después, por la puerta de la casa apareció una larga fila de tocinos, todos caminando sobre
sus patas traseras. Algunos lo hacían mejor que otros, si bien uno o dos andaban un poco
inseguros, dando la impresión de que les hubiera agradado el apoyo de un bastón, pero todos ellos
dieron con éxito una vuelta completa por el patio. Finalmente se oyó un tremendo ladrido de los
perros y un agudo cacareo del gallo negro, y apareció Napoleón en persona, erguido
majestuosamente, lanzando miradas arrogantes hacia uno y otro lado, y con los perros brincando
alrededor.
Llevaba un látigo en la mano.
Se produjo un silencio de muerte. Asombrados, aterrorizados, acu-rucados unos contra otros, los
animales observaban la larga fila de cerdos marchando lentamente alrededor del patio. Era como
si el mundo se hubiera vuelto al revés. Llegó un momento en que pasó la primera impresión y, a
pesar de todo —a pesar de su terror a los perros y de la costumbre, adquirida durante muchos
años, de nunca quejarse, nunca criticar—, estaba a punto de soltarse alguna palabra de protesta.
Pero en ese preciso instante, como obedeciendo a una señal, todas las ovejas esta-laron en un
tremendo balido: "¡Cuatro patas sí, dos patas mejor! ¡Cuatro patas sí, dos patas mejor! ¡Cuatro
patas sí, dos patas mejor!"
El cántico siguió durante cinco minutos sin parar. Y cuando las ovejas callaron, la oportunidad para
protestar había pasado, pues los cerdos entraron nuevamente en la casa.
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