JUAN EL BAUTISTA HABLA DE JESÚS.

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Juan el Bautista habla de Jesús

Juan 1:15 - 34
Predicado: 06/mayo/2018 a.m.

Introducción.-
Juan el bautista, para quienes no lo recuerdan, antes de nacer, un
ángel del Señor se le apareció a su padre Zacarías para anunciarle
que iba a tener un hijo, le dio incluso el nombre del niño y la labor en
el reino de Dios que este haría. El nombre del niño seria Juan. Y
le más importante sería la función que este desempeñaría: (“V16 Y
hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
V17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer
volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la
prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
“, Lucas 1:16-17).
Juan fue el profeta del Señor, él iba delante de Jesucristo
anunciándole, para que muchos se convirtieran al Señor Dios de
ellos, como dice el V16. Para que cuando Jesucristo llegara
encontrara corazones dispuestos, y de acuerdo a la profecía, Juan
haría que esto se cumpliera en muchos.
Algo muy importante está en el V17, y es que así como el pecado
dañó la relación entre el hombre y Dios, así ha dañado la relación
entre padre e hijos. El corazón de los padres primeramente se ha
apartado de los hijos, Malaquías, a quien Lucas cita, lo dice de un
modo más claro: (“El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la
tierra con maldición.“, Malaquías 4:6).
A causa del pecado, el corazón de los padres es el primero que se
separa o se divorcia de sus hijos, y luego los hijos se separan de
corazón de los padres, dejan de honrarles y recompensarles. Es
triste porque esta es la base de la sociedad y si esta en estas

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condiciones; o sea, si los lazos más cercanos están rotos, ¿Qué
puede esperarse de los demás?
Si las personas dejan de amar, valorar y tratar bien a sus más
cercanos, lo que se espera es que desaparezcan las muestras de
amor al prójimo; que las personas se deshumanicen, no les
preocupe el dolor ajeno, se aumente el “que me importa”, “ese no
es mi problema”.
Hay lugares que esto se ve más y en otros menos, pero es el mismo
pecado. Debía sorprendernos tener que obligar a una persona a
cumplir sus responsabilidades de cuidar a su hijo por ejemplo.
Diríamos, “pero eso debe fluir de un modo natural”, sí; debía de ser
así, pero el pecado ha echado a perder aun el amor que debe ser
natural.
Juan, predicando el arrepentimiento, lograría que los corazones de
padre a hijos se volvieran a encontrar. Cuando alguien se
arrepiente y recibe a Jesucristo, brotará de nuevo ese amor tierno
hacia sus hijos que se había perdido. Y también en los hijos se
restaurará el amor perdido hacia sus padres.
Es por eso que el verdadero cambio de la sociedad se encuentra en
el evangelio; predicar el evangelio.
Esta sería la misión de Juan el bautista, una misión importantísima,
incluso, dice el ángel del Señor que esa vida y labor de Juan traería
gozo a sus padres (“Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de
su nacimiento; “, Lucas 1:14). El Evangelio no solo cambia la vida de
la persona, sino que ese cambio trae gozo y alegría a todos. El
gozo y alegría de Zacarías y Elizabet no era solo por tener un niño,
sino también por lo que ese niño seria.
Los padres no saben el dolor que se ahorran y la alegría que pueden
llegar a disfrutar al poner a sus hijos en contacto con el Evangelio.
Ni la educación ni la profesión que le podamos dar le cambiará su
corazón; pero el evangelio sí.
Volviendo a Juan, siendo que todo esto dijo el ángel de él, todos
harían bien en prestarle atención a lo que Juan dice. Él no solo
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llamó a la gente al arrepentimiento de una forma directa, sino que
también le anunció, de una forma descriptiva a Jesucristo, los
describió con minuciosos detalles para que la gente le conociera y le
recibiera cuando le viera. Él les habló de las virtudes de Jesucristo.
Esas virtudes de Jesucristo le distinguían de cualquier otro o de un
falso también.
Sin embargo, todos debemos atender al testimonio de Juan acerca de
Jesucristo, las virtudes de Jesucristo, en la medida que las
conocemos, nos hacen amarle más, ser más cercanos a Él. La única
manera de una persona perseverar cercano al Señor es conociendo
la persona de su Señor, en las Escrituras, y viviendo conforme a este
conocimiento. Es prácticamente imposible conocerle y no amarle,
mientras más le conocemos, más le amamos.
Todo verdadero creyente en Cristo, tiene un norte a seguir, conocer a
Cristo en las Escrituras: (“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para
ganar a Cristo,
… a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, “,
Filipenses 3:8 y10).
Pablo estimó todo por basura, no a cambio de nada, sino para ganar
a Cristo, a fin de conocerle…. Su meta era conocerle completamente,
no solo limitarse al conocimiento salvífico que tienen todos los
creyentes desde aquel día en que se convirtieron, sino conocerle más
aun; amarle más, participar de lo que Jesucristo participó. Esto era
para Pablo más importante que los logros y títulos del pasado.

Lo que dice Juan de Jesucristo.-


Comenzaremos con el V15, que no es que recoja todo acerca de
Jesucristo, sino que son los cuatro versículos que en esta ocasión
veremos.

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V15 → El orden no importa, dice Juan, él vino primero, caminaba
delante de Jesús, precedió a Jesús, fue conocido primero… sin
embargo, Jesús es antes de Juan, es primero que Juan.
Esto nos habla de la preexistencia de Jesús. Él existe desde la
eternidad porque Él es Dios.

V16 → Todo lo que recibimos viene de Él, de su plenitud tomamos


todos, no hay ser humano que tenga algo no tomado de Dios, de
Jesús; comenzando por la vida: como la vida está en Él, el ser
humano lo que hace es tomar la vida, la inteligencia, la virtud, etc. Y
todas las cosas de Él. Cada cualidad humana o que vemos en los
humanos, como el ser creativo, ingenioso, ordenado, laborioso, etc.
Usted la ve en Dios de un modo perfecto, desde Génesis, desde la
Creación usted ve esas cualidades en Dios, y nosotros lo que
hacemos es que las tomamos de Dios, con la lamentable reacción de
que nos gloriamos de ella en lugar de glorificar a quien nos la
suministró; al Dador, a Aquel que las tiene originalmente y en grado
perfecto.
“…gracia sobre gracia…” .- Ya el Señor dio, pero Él sigue dando.
Nosotros tomamos de Él gracia sobre gracia.
Nos dio la vida, cualidades, habilidades, cosas y una larga lista, en
algunos casos innumerable; pero no se detiene, viene también en
forma humana para darnos más, gracia, bendiciones humanas y
espirituales.
El Señor como fuente es inagotable, da; pero no se ha puesto un
límite al dar; Él le dijo a David: “…y si esto fuera poco te habría añadido
mucho más” (1 Samuel 12:8).
Este texto de Juan también dice que Él vino a dar. Parece como
si dijera, a los judíos que aun habiéndole dado la ley de Moisés, vino
a dar más.
Debemos ver a Jesucristo así, como uno que nos da más, como
uno que no pone límite a sus dádivas.

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Tengamos en cuenta esto al pedir, así como Él no se limita a dar,
no nos debemos limitar en pedir y esperar. Nunca estaremos
pidiendo demasiado.

El Señor no nos pone límite en lo que pedimos por grandeza ni por


frecuencia; o sea, que no nos dice: “Estas pidiendo algo muy
grande…” ni “Estas pidiendo cosas con demasiada frecuencia”.
Nosotros los padres terrenales sí decimos esto a nuestros hijos, ya
sea porque nos piden algo muy costoso o porque acabamos de
comprarles algo y al rato ya nos piden otra cosa.
Pero Dios no es así. Pidamos, pidamos cosas que los hombres no
pueden dar ni hacer, por lo grandes que son; pidamos milagros como
la transformación de corazones, la resurrección de muertos, vida para
huesos secos.
Pidamos frecuentemente, no nos detengamos en pedir, pidamos
como la viuda con frecuencia e insistencia.

V17 → Las mejores dádivas vienen de Jesucristo y por medio de


Jesucristo. Moisés fue venerado con toda razón, por medio de él el
pueblo de Israel recibió la Ley; la Ley dice Pablo: “…a la verdad es
santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos7:12).
La Ley no fue algo malo que Dios dio a Israel; sino que fue algo
santo, justo y bueno.
El problema era nuestro pecado, nuestra naturaleza caída que nos
impedía a la hora de cumplirlo.
El problema también estaba en que esa Ley, a pesar de tener tales
cualidades, no traía consigo gracia para que la persona la pudiera
obedecer; la persona se veía impotente ante el mandamiento santo,
justo y bueno. “Sí es lo bueno y correcto, pero el hacerlo no está
en mí”.
¿Qué hizo Jesucristo? Vino y con Él la gracia y la verdad. ¡Gracias
por esa gracia!

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Ahora no sólo conocemos el mandamiento, sino que, a causa de
Jesucristo tenemos las fuerzas y el deseo para obedecerlos. Sin
Jesucristo nadie puede obedecer. Sin Jesucristo nadie puede
agradar a Dios. Sin Jesucristo quedamos derrotados en el intento y
esfuerzo de cumplir la Ley.
Lo que Juan el Bautista está diciendo es que ese Jesucristo que
Juan estaba anunciando era una dádiva del Cielo superior a todo lo
que ellos antes habían recibido. Si ellos valoraban lo recibido a
través de Moisés, en Jesucristo tenían una dádiva superior en valor.
Un testimonio así debía despertar hambre de conocer y tener a
Jesucristo con ellos y en ellos.
Con un testimonio como este nadie debía conformarse con algo
menos que Jesucristo.
Jesucristo es la verdad, después de la verdad nada queda por
buscar, porque la verdad supera todas las cosas; es decir: no vendrá
otro bien más alto que Jesucristo.
Vino un bien más alto que la Ley, más alto que Moisés, pero no
vendrá uno más alto que Jesucristo porque Él es la verdad.
No hay dos verdades y como no hay dos verdades Jesucristo es
el más alto bien y nada ni siquiera lo iguala.
¡Hombres y mujeres, abracen esta verdad del cielo! No
esperen nada más. Nada les será ofrecido que sea superior. Las
riquezas son inferiores. Si Jesucristo no llena tus anhelos ¿Qué lo
llenará?
Cada vez que se te ofrece a Jesucristo se está ofreciendo
mucho, mucho y del Cielo. Es cierto el pecado más grave no es ni
matar ni robar sino que es rechazar la más alta dádiva del Cielo, la
más alta muestra de amor divino, es la incredulidad.
Pero también es cierto que el peor acto de necedad es rechazar
a Jesucristo.
Rechazar tan alto don por la comida de cerdos que este mundo
ofrece. Lo que da el mundo es de tan poco valor y tan dañino que
avergüenza rechazar a Jesucristo y abrazar al mundo.
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Una vez se puso de moda una modalidad o manera de estafar
y robar. Una persona te paraba en la calle con un pedazo de cobre,
pulido, brilloso y le decía a la persona, con labia, que le diera lo que
tenía para…. Y dejaba como garantía el supuesto “pedazo de oro”.
Cuando caían en el engaño y comprobaban que no era oro sino
cobre, sentían vergüenza de haber sido vilmente engañados.
Eso pasa con el que escoge el mundo en vez de Jesucristo. Al
final dirá: “ ¿De qué sirvió?”. Miserablemente verá que todo cuanto
abrazó era cobre, no valía nada.
Para el creyente, Jesucristo es su razón para gloriarse.
Nuestra pobreza ya no es nuestro desmayo, porque tenemos
la gracia y la verdad en Jesucristo. A Pablo le dijo el Señor:
“Bástate mi gracia…” la gracia de Dios en Jesucristo nos basta, ya
no tenemos hambre ni sed; desapareció el vacío de nuestras almas.
Nada nos falta por lograr, sino que hemos alcanzado a
Jesucristo.
Mi amigo, voy a concluir este verso diciéndote lo siguiente: “La
próxima vez, si hay una próxima vez, porque eso solamente el Señor
lo conoce, que te ofrezcan a Jesucristo, por favor, antes de decir:
“no”, o cualquier otra excusa, piensa todo lo que Jesucristo
representa, piensa, considera porque tu respuesta se escuchará en
el cielo, cada ser celestial escuchará con atención tu respuesta. Si
te arrepientes, hay gozo en el cielo, si rechazas hay pena, no por
causa de los ángeles, sino por ti, por haber rechazado lo más valioso
que el cielo puede dar.
Por tanto, antes de decir: “no” en cualquiera de sus formas,
considera esto que escuchas. No te apresures a dejar pasar a
Jesucristo.
Un don tan alto, tan valioso, merece tu profunda reflexión.

V18 → Nadie vio a Dios jamás. Nadie puede decir conocer a


Dios fuera de Jesucristo. Como nadie le vio, nadie puede acercarse
a ti y describirte a Dios para que tú le conozcas.
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Repito, hablo fuera de Jesucristo. Ningún hombre puede llegar
a conocer al Creador.
Yo no vi a Cristóbal Colón, ni a Duarte. Sin embargo, los
historiadores se han encargado de investigar de las fuentes más
cercanas para que hoy cientos de años más tarde conozcamos a
estos personajes. Pero eso no sucede con Dios. El
conocimiento salvífico de Dios es inalcanzable por el ser humano.
Es cierto que Él se revela en la naturaleza por medio de las
cosas hechas, se manifiesta por las cosas hechas, pero hay un
conocimiento más profundo y salvador; y solo el Hijo es que lo da a
conocer. En Jesucristo conocemos al Padre.
Fuera de Jesucristo es imposible conocer a Dios; porque nadie
puede darnos este testimonio, sólo el Hijo que está en el seno del
Padre, sólo Él puede darlo a conocer.
Si alguien te intenta presentar al Padre fuera de Jesucristo, te
dará a conocer a un Dios falso. Sólo Jesucristo da a conocer el
verdadero Dios, sólo Jesucristo lleva, conduce al verdadero Dios.
Jesucristo es el único que puede conducir a una persona al Padre.
Ahora, si tú conoces a Jesucristo, conoces al Padre. (“Si me
conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y
le habéis visto.
V:8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
V:9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no
me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
V:10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las
palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el
Padre que mora en mí, él hace las obras.
V:11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra
manera, creedme por las mismas obras. “, Juan 14:7-11).
Hay religiones enteras, numerosas que colocan de lado a
Jesucristo y piensan que están bien. Los mormones tienen a
Jesucristo como un gran maestro.
El problema es que un maestro no puede dar a conocer a Dios y
dice el Señor que Dios sólo puede ser conocido por Jesucristo
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¿Conoces a Jesucristo? Cuando lo hagas tuyo y tú seas de Él
entonces conocerás al Padre.
Volviendo a lo que dice Juan: Recuerde que él está hablando de
Jesucristo, y dice que Jesucristo ha dado a conocer al Padre.
Mis hermanos y amigos, sin Jesucristo no hay cielo para ti, no
hay Dios.
¿Qué será de ti sin Jesucristo? ¿A quién clamarás en la
oscuridad, cuando se cierren tus ojos? ¿Qué harás sin el cielo a tu
favor?
Pero piensa y reflexiona, debes conocer y abrazar a Jesucristo,
para que conozcas y tengas al Padre.
Mi hermano, si Jesucristo es tanto para nosotros, debes seguir
las pisadas de Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo,…”(Filipenses
1:21). Pablo hizo de su vida a Jesucristo. Su vida no fue el
trabajo, sino Jesucristo. Su vida no era el celular sino Jesucristo.
Jesucristo era su razón de vivir, no sus hijos, sino Jesucristo. Su
pasión era Jesucristo.

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