FUENTES DE LA VIOLENCIA
FUENTES DE LA VIOLENCIA
FUENTES DE LA VIOLENCIA
reflexión acerca de las causas que, a su juicio, originan la violencia. Además, el valor del mensaje
desde una perspectiva simbólica y que se expresa en una serie de estímulos mediante los cuales
toda acción que emana del poder o de cualquier ámbito de la sociedad se convierte (a pesar de su
intencionalidad) en un elemento de provocación, cuya trascendencia dependerá de las
posibilidades de descodificación de los ciudadanos, y del grado de complejidad de la coyuntura
social en la que acontezca. Por otro lado, y este es el mayor aporte de los planteamientos de este
intelectual dominicano, una lectura sociofilosófica de la violencia, expuesta como el principal punto
de partida para superar este terrible mal social, y con el cual no habíamos contado hasta ahora.
Finalmente, da cuenta de una especie de «circuito de la violencia», redimensionado por elementos
de la cotidianidad, que lejos de ser la causa real de la violencia, son meras manifestaciones de
esta, pero cuya reincidencia en el espectro social tienden a confundirlos con lo que el autor llama
las «fuentes de la violencia», un sistema de relación complejo, que tiene en el Estado y otros
sectores de la sociedad (entre ellos la Iglesia y los empresarios) sus principales generadores.
Alexis Peña
La escalada de la violencia
Más allá de la confrontación física
¿Por qué a pesar de las medidas tomadas por las autoridades la escalada de
violencia continua?¿Es necesario considerar la dimensión ontológica y
cultural en el diseño de estrategias para enfrentar la violencia? ¿Es posible
que ante el problema de la violencia estemos respondiendo de manera
equivocada? Otras cosa, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de
violencia?
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priori como un simple «hecho aislado», como un mero dato estadístico o como un
repetitivo titular de periódico.
Esta limitación del concepto violencia hace que desaparezcan del análisis
aspectos anteriores y posteriores al «hecho violento», así como de carácter
estructural, político, social, cultural, etc., que pueden explicar las razones que han
llevado a este hombre a matar a su mujer: la frustración, producto de las
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Direction Générale de la Coopération Internationale et du Developpement. Bilan des politiques de décentralisation en
Amérique Latine. Décembre 2005. P. 9.
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constantes insatisfacciones originadas por un Estado que no ha sabido atender a
sus necesidades y demandas más urgentes. La marginación de una mujer, que al
no encontrar socorro en los organismos de seguridad, queda desamparada y
expuesta a los deseos de un «macho» que la abomina cada día. La respuesta de
un hombre que ha sido culturalmente educado para imponer la fuerza contra el
más débil, tal y como hacen con él. La indiferencia de un gobierno que no vela por
la felicidad de sus ciudadanos, cuya percepción por parte de éstos constituye un
atentado a las bases sobre las cuales se sustenta su dignidad como personas. O
tal vez se bebe a la debilidad del sistema educativo…
Omitidas todas estas posibilidades, la única solución que parece ser posible es de
carácter coercitiva: el apresamiento y condena del asesino, aunque con respecto
a las causas reales la indiferencia continúe siendo la misma. Y es que las causas
de la violencia no pueden reducirse a un dato estadístico, o a su encarnamiento en
una persona víctima o victimaria en particular. La violencia contempla la
participación y operación de una estructura no civil, con todas las organizaciones y
símbolos que la caracteriza. En este sentido, los actores son múltiples, y van más
allá de las personas o cualquier enunciado periodístico.
Entendido este punto, es posible suponer que cualquier medida para combatir la
violencia implica ampliar el radio de acción de nuestro análisis acerca de las
manifestaciones sociales, por ejemplo, de los «hechos violentos», y actuar con
algo más que agentes armados.
Es posible expresarnos en torno a este asesino, pero ¿qué decimos del sistema
de valores que lo han llevado a considerar que la justicia no existe, que él es
indetenible, que su mujer es menos que nada y que su acción no tendrá un
castigo. ¿Cuál es la lectura de este hombre con respecto al poder ilimitado de
algún gobernante? ¿Están sus relaciones con su mujer mediatizadas por una
internalización de su significado particular acerca de que «solo los más fuertes
sobreviven» y que «no importa lo que hagas si tienes un padrino».
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exculpan de todas las atrocidades que comete para llevar a cabo su misión, entre
estas: asesinar, suplantar la autoridad, invadir y destruir propiedades públicas y
privadas, robar y torturar. Sobre esto último, la coprotagonista –una especie de
Riddick con peluca– le confiesa que su única pasión es «jugar al que mate mejor»,
y entre ambos asesinan a todos sus enemigos.
Viñetas cotidianas
Como podemos ver, la violencia no es solo el ejercicio de antisociales que
amenazan la paz pública, sino también la actitud de espectadores, atentos a los
múltiples «mensajes», que desde diversas instancias (gobierno, familia, iglesia,
escuela, empresariado, medios de comunicación, etc.) promueven su desamparo
total y generan en ellos una especie de desquiciamiento colectivo, que se
evidencia en la percepción (la peor lesión de la violencia) de que todo conspira
para aniquilarlos:
1: «Tránsito infernal»
El exasperante tapón del tránsito, en medio de un calor deshidratante y el ruido
enervante de mil bocinas, como esa discolay de aquel hijito de papi, que ha
abierto el baúl de su yipeta 4 x 4 del año, para que su reguetón estridente se oiga
hasta el infinito, de lo que se asegura subiendo al máximo el volumen, hasta que
en las cabezas de los demás solo retumbe su «¡dále, morena!, ¡dále, morena!».
Mientras tanto, el carro público en el que van está atiborrado de pasajeros, que no
pueden respirar, y al final el chofer les cobra más dinero de lo establecido, y les
deje donde mejor le parezca, en tanto que un «jefe» rebasa por la derecha y un
tráfico «macutea» por la «izquierda».
2: «Malos negocios»
El agua que no llega al barrio, porque las autoridades locales encargadas tienen
tremendo negocio con los camioneros, que venden hasta a 300 pesos el camión.
«Todavía... El agua…»
SD. La escasez de agua potable sigue afectando a miles de personas. Ayer residentes en
los barrios Independencia y La Ciénaga en el kilómetro 14 de la autopista Duarte se
lanzaron a la calles a protestar porque tienen 45 días sin agua. Un cuadro similar se
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presenta en La Herradura y Villa Bao, en Santiago, cuyos residentes tienen siete días sin
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el líquido. La CAASD y el INAPA prometen soluciones”.
8: «Muerte súbita»
El hacinamiento, las cancelaciones por disidencia y por cambio de gobierno; la
mortalidad por inanición de los niños, que se supone son el futuro; la
contaminación de los ríos provocada por empresas irresponsables y ciudadanos
inconscientes; la falta de escuelas y hospitales. Los «intercambios de disparos».
Una niña que agoniza porque una bala «pérdida» fue a dar a su cabecita mientras
dormía.
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Diario Libre, miércoles 20-06-2007, página 1.
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proliferación de las bancas de apuestas, las máquinas tragamonedas y los
carwash. Las reformas que reducen la capacidad de adquisición de los
dominicanos y eliminan los programas sociales, con lo que disminuye también su
calidad de vida…
«Lectura comprensiva»
En la violencia podemos leer la naturaleza de la sociedad en la que tiene lugar.
Las tensiones sociales, la agresión intrafamiliar, la confrontación entre ciudadanos
organizados y la policía; las violaciones sexuales, los asesinatos; las protestas de
estudiantes; los crímenes de Estado… todas estas formas de violencia tienen su
origen en un comportamiento de la sociedad, en el tinglado de relaciones que
supone y en las instancias jurídicas, políticas e ideológicas que la sustentan.
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Así, las posibles alternativas que se ofrecen al respecto son concebidas desde
una perspectiva únicamente psicológica o, en muchos casos, solo económica, sin
que esta visión fragmentada permita explorar otras posibilidades (antropológicas,
filosóficas, políticas, ideológicas, educacionales…), para descubrir su esencia y
actuar de una manera más eficaz.
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considerar también la delincuencia institucional, que tiene lugar en el Estado y, lo
más grave, la que tiene lugar en el sector privado.
Se trata de tener una justicia tan sólida, que los ciudadanos no sientan temor
debido a la incertidumbre. Por ello, es un imperativo su modernización, sobre todo
de las instancias locales que conforman su sistema, al menos si se pretende
atender a los requerimientos de los ciudadanos, que deviene todo proceso de
convivencia pacífica, entre ellos, la lucha contra la pobreza.
No obstante, debe existir un grado de coerción que evite que sujetos antisociales –
a pesar del uso de todos los medios de disuasión legales y éticos necesarios–,
obstaculicen la convivencia pacífica y la paz de la mayoría. En este sentido, es
conveniente ofrecer a los agentes policiales y militares, así como otros
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encargados de la seguridad pública y privada, la capacitación, las herramientas y
los recursos necesarios para enfrentar a los criminales (en todos los lugares y
estratos de la sociedad) que día a día se especializan, poniendo en peligro la
tranquilidad y el desarrollo de los ciudadanos. Hasta entonces estos serán por su
deficiencia cómplices de los malhechores que dicen combatir.
Visto así, debemos concluir dos cosas: primero, que el sistema educativo en
nuestro país no está orientado a desarrollar en cada ciudadano todas las
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dimensiones (cognoscitivas, afectivas, sociales, sexuales…) que la hacen digna
de llamarse persona, pues su formulación, además de coadyuvar a crear las
condiciones para que la sociedad satisfaga sus necesidades básicas, debe
también propiciar la plenitud –y en consecuencia la trascendencia– del ser
humano, en tanto que ente. Y segundo, que definitivamente estamos en una
aguda crisis de nuestros paradigmas éticos, lo cual se evidencia en la corrupción
que afecta a casi toda la sociedad: la podredumbre campea por todas partes y los
simuladores también; ellos asaltan en masa todas las esferas del poder (público y
privado, laico y religioso) y desde allí lo alienan y lo corrompen todo.
Mensajes y masajes
De aquí que, el plan educativo debe incluir también –en la medida de lo posible y
de lo éticamente permitido– el control de estos aspectos. Es imposible pretender
formar personas con valores intelectuales, cuando desde los medios se proyecta
como un modelo a mujeres que sustentan su éxito en su apariencia física, el
morbo y el sexo por intercambio. Ya es común leer en la prensa clasificados en los
que se ofrecen desde estripstís hasta masajes eróticos a domicilio, con «chicas
guapísimas» en las modalidades de «full y 2x1», en módicos precios que van
desde 1000 a 3,000, según las exigencias del cliente, y el «cuadre» de la
«verduga».
Usted puede visitar un spa, o bien ellas pueden ir a su casa u oficina. Puede
llamar o inscribirse previamente en un selecto «club», que ofrece, entre otros
«servicios», un catálogo impreso y electrónico de chicas nacionales (pues no se
puede perder el patriotismo) y extranjeras (con las cuales se puede tener «sexo
bilingüe»).
No debemos aspirar a formar personas con inteligencia, como una condición para
lograr su felicidad y la de los demás cuando los medios de comunicación y la
sociedad en general dan cuenta de que es posible triunfar sin necesidad de
conocimiento alguno, a condición de que se incurra en todo tipo de bellaquerías y
atrocidades.
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«[...] los grupos con mayor nivel educativo registran mayor desempleo [...]».
Mucho menos debemos aspirar a personas que tengan a la verdad como un valor,
cuando desde las esferas del poder (político, religioso, empresarial, intelectual,
etc.) la mentira se erige como un templo de adoración, sin el cual no tendrían
sentido las vidas y los puestos de quienes los sustentan. Esto nos lleva
indefectiblemente a un desconcierto moral de consecuencias insospechadas, pues
«[…] el desconcierto moral es el primer paso en el camino que conduce a la
inquietud, de ahí en adelante todo puede suceder»4 .
Aprendizajes forzosos
Por eso, hoy día ya nadie se asombra ante la corrupción, y entiende como normal
cualquier hecho delictivo cometido por una autoridad; o que los procesos en los
que se ponen en juego los cimientos de la nación se hayan convertido en una
especie de bazar en el que hombres inescrupulosos, imbéciles y de naturaleza
mediocre van a buscar «lo suyo», y a hacerse de un pedazo de poder, que
después utilizarán para reducir al resto de los ciudadanos y ciudadanas a seres
igual de míseros y mediocres.
O que la Justicia esté infectada de jueces serviles, cuyas decisiones solo afectan a
quienes no poseen un apellido sonoro o una cuota de poder, mientras los
malhechores de alto vuelo andan sueltos o, en el mejor de los casos, convierten
los procesos judiciales en un espectáculo del que al final salen más fortalecidos y
reafirmados en su condición de antisociales.
Esto enseña a los jóvenes que los procesos judiciales no son más que una
patraña; un reality show que concluye con la puesta en libertad de los corruptos,
su resarcimiento ante la sociedad y la devolución de todo cuanto “honradamente”
robaron. Y que la justicia es una porquería a la que únicamente deben temer los
pobres, y que, por tanto, deben acumular riquezas –¡como sea!–, a fin de
mantenerse a salvo de ella. De igual manera, que lo importante no es ser un
servidor público eficiente en aras de contribuir al desarrollo de la nación desde su
lugar de trabajo, sino alinearse al partido con mayores posibilidades de ocupar el
solio presidencial y convertirse en un tránsfuga, cuya deshonestidad ideológica los
lleve de aquí para allá, según soplen los vientos de la conveniencia individual.
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José Saramago: Ensayo sobre la lucidez.
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Enrique Rojas: El hombre light.
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A modo de conclusión
5) Es preciso insuflar las acciones en favor de la paz con otros elementos que
hagan a los ciudadanos sentir la imperiosa necesidad de crecer –y creer–: el
diálogo, la diversidad, la participación, la multiculturalidad, la tolerancia, el
respecto, el reconocimiento, la libre expresión, la justicia, la equidad… de lo
contrario, cualquier intervención al respecto, en lugar de hacer posible la
superación de los obstáculos que impiden la convivencia, terminará por reafirmar y
fortalecer los antivalores cuya erradicación motivaron su formulación y ejecución.
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