La Charola -- Sergio Aguayo Quezada -- 2014

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La Charola

Sergio Aguayo
Índice

CAPÍTULO 1. EN LOS ARCHIVOS DEL CISEN


CAPÍTULO 2. LOS CONTORNOS DEL FANTASMA
CAPÍTULO 3. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA DIRECCIÓN FEDERAL DE
SEGURIDAD
CAPÍTULO 4. LOS BARONES DE LA SEGURIDAD Y SUS MÉTODOS
CAPÍTULO 5. LAS REBELIONES
CAPÍTULO 6. DOS FAMILIAS Y UN BARRIO DE GUADALAJARA
CAPÍTULO 7. LA VIOLENCIA Y SUS MÉTODOS
CAPÍTULO 8. BALANCE Y CONSECUENCIAS
CAPÍTULO 9. LA DEBACLE, 1976-1985
CAPÍTULO 10. LOS PROFESIONALES Y LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
CAPÍTULO 11. HISTORIA INCONCLUSA
ANEXO 1. LOS DIRECTORES DE LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA CIVILES
MEXICANOS, 1920-2001
ANEXO 2. RELACIÓN DE 28 COLABORADORES DE LA DFS, 22 DE SEPTIEMBRE DE
1959
ANEXO 3. TELÉFONOS INTERVENIDOS POR LA DFS, 1965
ANEXO 4. GRUPOS GUERRILLEROS EN MÉXICO SEGÚN LA DFS, 1965-1980
ANEXO 5. COSTO SOCIAL DE LA VIOLENCIA POLÍTICA EN GUADALAJARA, 1970-
1980
ANEXO 6. EL INFORME SECRETO DE MIGUEL NAZAR HARO SOBRE EL
ASESINATO DE CARLOS RAMÍREZ LADEWIG*
ANEXO 7. EXPEDIENTES DE LA DFS CONSULTADOS EN EL ARCHIVO DEL CISEN*
FUENTES CONSULTADAS
AGRADECIMIENTOS
LISTA DE SIGLAS, ACRÓNIMOS Y ABREVIATURAS
CAPÍTULO 1
EN LOS ARCHIVOS DEL CISEN
LAS MUERTES DE EL TENEBRAS

En junio de 1976 murió en Culiacán, Sinaloa, Enrique Guillermo Pérez


Mora, el Tenebras. Era joven (25 años), pero ya era comandante de la
Liga Comunista 23 de Septiembre.
“El Tenebras llegó en un vochito a la casa de seguridad de la Liga.
Iba con otros tres, acababa de desayunar y estaba recién rasurado. Los
de la Federal de Seguridad le habían puesto una trampa; estaban adentro
y afuera de la casa. Empieza la balacera y le dan varios tiros al Tenebras
que, moribundo, reconoce a Max Toledo, uno de los tres federales que
habían golpeado a su mamá recién operada y abusado de su esposa. El
Tenebras se le abalanza a Max, lo abraza y antes de morir saca la pistola
y le mete un balazo en la cabeza. Murió vengando a su mamá y a su
mujer”. Ésta es una de las versiones que corren en San Andrés, el barrio
de Guadalajara del que salió Enrique para lanzarse a la lucha armada
contra el gobierno.1
Un ex comandante de la Dirección Federal de Seguridad (DFS)
cuenta una versión diferente. “Cuando Max Toledo, un grandote como
de metro 90, llegó con otros agentes a la casa de seguridad, ya los
esperaban los de la Liga que eran los guerrilleros más duros. Nunca se
rendían. Sacaban el arma y morían matando. El Tenebras identificó a
Max que había estado en Jalisco, y desde el otro lado de la calle le metió
un balazo en la frente. Estoy seguro de que así fue porque me lo contó
un agente que estuvo ahí”.2
En las tarjetas sobre Enrique Pérez Mora del archivo de la DFS
depositado en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen)
no se menciona el enfrentamiento. El informe está en ese lenguaje de
los cuerpos de seguridad mexicanos que mezcla la precisión con los
errores, la información relevante con lo intrascendente. “Antes de morir,
Pablo Antonio Armenta Rodríguez [otro guerrillero] manifestó que
Enrique [Pérez Mora] había llegado de México y que le decían el
Compa y que era miembro de la dirección [de la Liga], por lo que
observaron las 24 fotografías de los principales dirigentes y le encontró
físicamente gran parecido... por lo que se cotejaron las huellas del
occiso con las de éste, dando como resultado que eran idénticas... fue
localizada la madre, Ana María Mora viuda de Pérez, y se le dijo que se
trasladara a Culiacán ya que posiblemente el individuo desconocido
fuera su hijo. Lo reconoció plenamente. Se levantó el acta ante el
ministerio público federal”.
La Federal de Seguridad custodió al cuerpo hasta Guadalajara desde
donde informó que seis días después de muerto, “a las 16:30 horas del
22 de junio partió el cortejo fúnebre del domicilio de su madre con
asistencia de 38 personas. Fue enterrado en el panteón de San Andrés”.
Añade que hubo dos coronas, una de “la colonia Electricistas y otra sin
leyenda”.3 La fría descripción no aclara que la cara estaba desfigurada
por los golpes que le dieron después de muerto, o que los restos llegaron
a Guadalajara en estado de descomposición. Tampoco explica que era
tal la carencia de dinero, que algunos amigos del barrio lavaron por
dentro y por fuera el cuerpo para ponerlo presentable para el velorio y
entierro. Mucho menos dice que los mismos amigos de Enrique le
extrajeron el corazón y que lo conservaron para que siguiera viviendo
en los barrios donde creció, y por los que peleó.
1. Enrique Pérez Mora, el Tenebras, al ser detenido en 1974. Del barrio de San Andrés pasó a
ser un dirigente de la Liga Comunista 23 de Septiembre en Jalisco. Tenía en la mira a Max
Toledo.
2. Max Toledo, el agente de la Federal de Seguridad que fue muerto de un balazo en el operativo
en el que fallecieron el Tenebras y otros guerrilleros.

Existen versiones diferentes sobre el mismo hecho. En una, la Federal


estaba esperando y en la otra iba llegando; en un relato Enrique y Max
mueren abrazados, en otro, los separa una calle; en el expediente del
Cisen primero se establece la identidad de Enrique y luego se habla de
él como “individuo desconocido”. De manera deliberada o involuntaria,
los acontecimientos y los recuerdos fueron seleccionados y ordenados
de diferente manera como un recurso para poder vivir con el pasado.
Ninguno de los entrevistados (sobre éste y otros de los acontecimientos
que serán relatados) tiene dudas sobre la exactitud de la versión que
entrega. No tienen cuestionamientas. Los “hoyos negros” del
conocimiento son llamados por unos, “disonancia cognoscitiva” y, por
otros, “escatomas” (scotosis).4
Es tarea del analista poner distancia para separar los dichos y los
hechos, contrastarlos con documentos, y hacer las verificaciones y
asociaciones de ideas que permitan aproximarse a la verdad histórica
creando, de esa manera, el conocimiento. Soy académico y me
enseñaron a agotar la búsqueda de la información, que debe siempre
ordenarse con un marco teórico. También aprendí a defender los
manuscritos hasta que se agotan las fuentes y se obtiene (al menos)
corrección sintáctica y claridad en la exposición. Estoy satisfecho con el
cuidado puesto en la recuperación y manejo de la información, pero
sería insensato no aceptar que el manuscrito que se llevaron a la
imprenta es sólo una historia. Aunque éste es el primer libro que aborda
de manera integral y sistemática lo que fueron y son los servicios de
inteligencia mexicanos, persisten huecos y sombras. Todos los que han
escrito sobre servicios de inteligencia resaltan que, en ese ambiente,
“nada es lo que parece. La verdad es, en el mejor de los casos, endeble,
relativa y siempre elusiva”.5
Esta historia se construyó con entrevistas a protagonistas y
documentos recuperados de archivos, bibliotecas y colecciones
particulares. Cada fuente tuvo fortalezas y debilidades que se fueron
complementando. Los papeles que obtuve de fuentes abiertas o cerradas
me ayudaron a realizar entrevistas a personas acostumbradas a
interrogar o ser interrogadas y determinadas a entregar solamente la
información que querían. Algunas ponían reticencias por inercia, otras
porque querían evadir aspectos incómodos del pasado. Salvo algunas
excepciones hice las entrevistas con un guión muy abierto y dejando
que mis entrevistados hablaran libremente sobre el tema señalado. A lo
largo de la conversación iba intercalando preguntas o comentarios para
mostrarles que tenía más información (ninguno de ellos supo
exactamente cuánta), lo que generalmente llevaba a que corrigieran o
extendieran sus comentarios. Por la naturaleza del tema he decidido
guardar el anonimato de algunos de los informantes clave.
Las entrevistas apoyaban o corregían documentos recuperados del
Fondo Gobernación del Archivo General de la Nación (AGN), del
Archivo Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la
Biblioteca “Daniel Cosío Villegas” de El Colegio de México, de la
Hemeroteca Nacional, de los Archivos Nacionales de Estados Unidos en
Maryland, Virginia y Austin, Texas, de la Biblioteca del Congreso de
Washington, DC, y de otras colecciones públicas y privadas. También
recurrí a expedientes judiciales, libros, revistas y periódicos, y,
finalmente, a los archivos de la Dirección Federal de Seguridad que
guarda el Cisen.
El libro tiene varios hilos conductores. Es un relato de la evolución y
estructura, los métodos y organización interna, las virtudes, deficiencias
y contradicciones de una institución que, con diferentes nombres, ha
funcionado de manera ininterrumpida desde 1918 y que ha sido la
encargada de vigilar a los amigos y enemigos del régimen, de
hostigarlos y, en algunas ocasiones, de eliminarlos. Es también la
crónica de los excesos, impunidad y degradación de una organización y
un régimen. En la medida de lo posible identificaré a los funcionarios y
agentes que formaron la institución, libraron luchas intestinas y
aceptaron el rigor y las frustraciones del anonimato convencidos de que
defendían la seguridad de la nación.
Cualquier crónica de los servicios de inteligencia en México sería
parcial e incompleta si no se alude a los que se opusieron al régimen y
pagaron el costo de hacerlo. Aunque menciono un buen número de
casos, el asunto que recibe más atención es la violencia política que
sacudió a Guadalajara en la década de los años setenta. Es una etapa
muy importante en la historia de la guerrilla, de los servicios de
inteligencia y de la consolidación del poder del narcotráfico.
ÁNGULOS PERSONALES, INTELECTUALES Y POLÍTICOS

Este trabajo tiene una dimensión personal. Pasé mi adolescencia en San


Andrés, el barrio de Guadalajara de donde salió el Tenebras, amigo al
que quise entrañablemente. Eran los años sesenta y quienes nos
reuníamos en sus calles, neverías y jardines disfrutábamos un ambiente
que nos daba identidad, diversión y seguridad. También compartíamos
la inconformidad con las injusticias sociales y políticas de México
(muchas de las cuales formaban parte de nuestra existencia).
Para distinguirnos adoptamos el nombre de Vikingos, el cual
trascendió las fronteras del barrio. Como eran frecuentes las peleas con
otros grupos, los Vikingos ganamos fama de pandilleros. Éramos algo
más que eso, porque con la excepción de algunos vagos de barrio, la
mayoría ambicionábamos tener una carrera universitaria y participar en
política. Desgraciadamente, el espacio natural para hacerlo, la
Universidad de Guadalajara, estaba controlada por una organización (la
Federación de Estudiantes de Guadalajara, FEG) que emulaba los
peores rasgos del autoritarismo mexicano. Peor todavía, los Vikingos
éramos sabios en los modos de la calle pero ingenuos en los usos y
costumbres de la política priísta. Esperábamos respeto a la autonomía de
los grupos de barrio, cuando la independencia no era bien vista (mucho
menos tolerada) en aquel México de consensos impuestos y disciplinas
humillantes. El resultado era inevitable, las consecuencias
impredecibles.
Los sesenta transcurrieron con ocasionales enfrentamientos a golpes
entre los Vikingos de San Andrés y los grupos de choque de la FEG. En
1970 la historia se complicó y, al final, los Vikingos fueron
arrinconados. En lugar de rendirse, algunos de ellos se levantaron en
armas contra el régimen nutriendo de militantes a tres organizaciones
guerrilleras. Guadalajara se convirtió en plaza fuerte de la insurgencia y,
en parte por ello, a la “Perla de Occidente” confluyeron representantes
de la guerrilla que, después de una semana de discusiones, fundaron, en
marzo de 1973, la Liga Comunista 23 de Septiembre. El gobierno
federal respondió enviando a su cuerpo de élite, la Dirección Federal de
Seguridad, que coordinó a militares, policías de todo tipo, escuadrones
de la muerte y grupos de la FEG. Los enfrentamientos fueron feroces,
intensos y desiguales. Como en el resto de México, la victoria fue del
aparato de seguridad y el poder de la DFS se disparó hacia las nubes.
Fue un poder adquirido con impunidad, que la degradó. La DFS se
corrompió y finalmente desapareció por sucesos que también ocurrieron
en Guadalajara.
Me alejé de San Andrés en 1969, poco antes de su radicalización, y
dejé Guadalajara en 1971. Desde El Colegio de México, donde estudié
de 1971 a 1975, observé con impotencia el aniquilamiento paulatino de
un grupo con el que crecí y al que seguía atado emocionalmente. Padecí
la angustia y los remordimientos del que sobrevive. Fue una etapa
amarga, muy amarga, en la cual tomé la decisión de explicar algún día
las razones y factores que acarrearon tanta desgracia y resolví luchar
pacíficamente por el cambio de un régimen que destruyó el mundo de
mi adolescencia. Me dediqué a promover los derechos humanos y la
democracia, a escribir columnas periodísticas y a investigar diversos
temas. Uno de ellos fue la seguridad nacional.
Mi acercamiento a temas de seguridad se inició durante una
conversación con un asilado sudamericano quien comentó que uno de
los errores cometidos por la izquierda del Cono Sur había sido dejar en
manos de la derecha más conservadora la conceptualización de la
seguridad nacional. El interés creció durante un viaje a Chiapas. En
1981 fui a la frontera sur a colaborar en la protección de refugiados
guatemaltecos y presencié la corrupción de la Federal de Seguridad (una
de las actividades del comandante Alberto Estrella era recibir ganado
del ejército guatemalteco a cambio de refugiados). También observé la
lógica extraordinariamente conservadora de algunos militares
mexicanos (en esencia manejaban ideas similares a las prevalecientes en
los estados de seguridad nacional del Cono Sur). Era legítimo,
académicamente, elaborar un concepto diferente de seguridad que
incorporara el respeto a los derechos humanos. Después de realizar
estudios postdoctorales sobre el tema llevé a cabo las primeras
investigaciones y publicaciones.6
Así pues, detrás de esta obra hay motivaciones personales, intereses
intelectuales y posiciones políticas y éticas que convergen en una idea
bastante elemental: para construir la democracia es indispensable
reformar y controlar al aparato de seguridad, tarea que se facilita
entendiendo su origen y funcionamiento. Entre otras cosas, es necesario
saber cuándo nacieron, cómo se organizaron y cuáles fueron los vicios
de origen de los servicios de inteligencia; quiénes fueron y qué papel
jugaron Fernando Gutiérrez Barrios, Jorge Carrillo Olea y Jorge Tello
Peón; qué razones tuvieron el presidente Adolfo López Mateos y el
secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, para firmar como
testigos en las segundas nupcias del jefe de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) en México; y qué importancia tienen los archivos que
guarda el Cisen.
El esclarecimiento de algunos episodios tapatíos ayudará a entender
algunos capítulos de la historia nacional. ¿Qué fuerzas motivaron la
rebelión de los Vikingos y de miles de jóvenes de aquella generación?
¿Por qué se fundó la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara?
¿Quién ejecutó al jefe de la FEG, Carlos Ramírez Ladewig, en 1975?
¿Qué acontecimientos provocaron la desaparición de la DFS? ¿Valió la
pena la muerte de el Tenebras? ¿Pudo haberse evitado?
EN LOS ARCHIVOS DEL CISEN

Debido a la naturaleza del libro es conveniente explicar las


circunstancias por las que me autorizaron consultar una parte de los
expedientes depositados en el Cisen.
Mi interés por los temas de seguridad se dio cuando muy pocos
académicos los estudiaban y cuando esas instituciones iniciaban una
transformación fundamental. En 1984 empecé a impartir conferencias
en El Colegio de la Defensa Nacional y en el Centro de Estudios
Superiores Navales e inicié un diálogo con funcionarios de los servicios
de inteligencia (en especial con Jorge Carrillo Olea y Jorge Tello Peón).
Esos primeros acercamientos me permitieron entender algo de la lógica,
ambiciones y frustraciones de sus dirigentes, así como la transformación
por la que atravesaban esas instituciones. En los ochenta el ejército
redefinía su misión y al interior de los servicios de inteligencia se daba
un enfrentamiento monumental entre la vieja escuela y las nuevas ideas.
A medida que avanzaba en las investigaciones empecé a publicar en La
Jornada columnas periodísticas que, con el tiempo, se transformaron en
un par de libros.7
Durante esos primeros años no tenía planeado escribir un trabajo
académico sobre los servicios de inteligencia. Aunque mantenía
contacto con algunos de sus directores, el acceso a la información era
bastante limitado. Pese a ello, iba reuniendo y clasificando la
información sobre los servicios de inteligencia y en 1995 di una
conferencia académica en el Cisen. Mi interés creció en 1998, cuando
recibí autorización para revisar el Fondo Gobernación del Archivo
General de la Nación y completar, de esa manera, un libro sobre el
movimiento estudiantil de 1968.8 De esa incursión surgió una enorme
cantidad de material sobre las dos organizaciones de inteligencia que
tuvo la Secretaría de Gobernación hasta 1985: la Dirección Federal de
Seguridad (DFS) y la Dirección General de Investigaciones Políticas y
Sociales (DGIPS o IPS como generalmente se le conoce). Después de
terminar el libro sobre el 68 continué revisando el Fondo Gobernación
para reconstruir, hasta donde fuera posible, esa parte desconocida de la
historia mexicana.
En febrero de 2000 me invitaron a dar una conferencia en el Cisen, en
la que presenté algunos resultados de la investigación que realizaba.
Bosquejé la historia de los servicios de inteligencia desde sus inicios en
1918 insistiendo en que la mejor manera de resolver sus debilidades
estructurales estaba en la creación de una Ley de Seguridad Nacional
que les diera estabilidad institucional, los adecuara a la oleada
democratizadora y permitiera a la sociedad supervisarlos y controlarlos
a través del Congreso de la Unión. Concluí mi exposición enfatizando la
necesidad de fortalecer una cultura de seguridad nacional, lo que se
facilitaría si el Cisen abría sus archivos.
Aproveché la ocasión para recordarles que desde hacía varios años
había solicitado autorización por escrito para consultar los mismos.
Días después conversé con uno de los directores del Cisen y reiteré
mi petición de revisar algunos expedientes. Concederme la autorización,
dije, sería una señal de apertura de la institución y que deberían darla
independientemente de quién ganara las elecciones presidenciales del 2
de julio de 2000. Ningún reglamento lo permitía, pero tampoco lo
prohibía. Como antecedente, mencioné que en los años veinte dos
presidentes mexicanos, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, dejaron
que el estadunidense Ernest Gruening revisara con entera libertad el
archivo del entonces Departamento Confidencial de la Secretaría de
Gobernación. Gruening revisó los expedientes de 1921 a 1927, y en su
libro Mexico and its Heritage cita extensamente los informes de los
agentes de Gobernación.9
A los pocos días recibí la respuesta del funcionario del Cisen. Para
contribuir a la capacitación de sus miembros me solicitaba que
escribiera la historia de los servicios de inteligencia durante el siglo XX.
Si aceptaba, me permitirían consultar algunos materiales de su archivo,
me organizarían entrevistas con quienes ahí trabajaban, y cubrirían mis
honorarios profesionales. Después de discutir el asunto con mis
editores, les presenté una contrapropuesta por escrito. Escribiría la
historia siempre y cuando el Cisen no tuviera injerencia alguna en el
contenido; me autorizara utilizar en libros y artículos los documentos,
entrevistas y fotografías obtenidas; y además, aceptara que los recursos
ofrecidos fueran manejados por la editorial para sufragar los gastos
relacionados con la investigación (en otras palabras, no obtuve ingreso
alguno del Cisen).
Después de las elecciones del 2 de julio me informaron que aceptaban
mis condiciones y pude, finalmente, revisar los archivos y entrevistar a
los dirigentes de la organización. Modifiqué poco las hipótesis de fondo
que tenía, pero los rasgos de la institución y los casos en los que ésta
había participado alcanzaron una precisión y profundidad impensable en
otras circunstancias. De julio a noviembre de 2000 visité dos o tres
tardes por semana las instalaciones del Cisen, y con los materiales que
ya tenía y los que obtuve en esos meses, elaboré una historia de 120
páginas que les entregué y que luego incorporé a esta obra.
Ya en el gobierno de Vicente Fox, el secretario de Gobernación,
Santiago Creel y el director del Cisen, Eduardo Medina-Mora,
entendieron la importancia del proyecto y me ayudaron a terminarlo de
dos maneras. Me invitaron a participar en un seminario de académicos y
funcionarios interesados en el tema (marzo de 2001) que duró dos días y
durante el cual nos explicaron con bastante detalle el estado de la
institución y las reformas que pensaban hacerle. También me renovaron
la autorización para que siguiera trabajando en los casos que empecé a
revisar en 2000 y aprobaron la entrega de fotografías que aparecen
reproducidas en algunos capítulos. Regresé al Cisen entre marzo y mayo
de 2001 y en esta segunda etapa pude consultar algunos expedientes (en
la primera sólo revisé tarjetas. Más adelante explicaré la diferencia que
existe entre tarjetas y expedientes).
El ritual fue siempre el mismo. En la entrada, el guardia informaba
(en clave) de mi llegada por un aparato de radio; segundos después me
entregaban un gafete morado que me autorizaba estar en una sección del
complejo de edificios que tienen en la delegación Magdalena Contreras;
se abrían los portones de acero; me decían dónde estacionarme y
esperaba a la persona que me acompañaría a una sala de juntas
localizada junto a los salones donde se imparten cursos. En ese lugar
había una jarra de café, agua y galletas. En los muros, diplomas y
reconocimientos entregados por servicios de inteligencia de otros países
(la CIA, el CESID español, etcétera) que luego fueron reinstalados en
los muros de la entrada principal.
Minutos después llegaba una enviada con los sobres rojos (el color
que identifica los materiales secretos) que contenían los documentos
que revisaría ese día y que transcribía en una computadora portátil o
dictaba en una grabadora. No tenía autorizado fotocopiar ningún
material. En el mismo lugar hacía las entrevistas y tomaba notas (ningún
entrevistado aceptó ser grabado). Al terminar, informaba
telefónicamente y llegaba la funcionaria a quien regresaba los sobres
rojos y las solicitudes de más material. Me acompañaban al
estacionamiento donde entregaba el gafete a uno de los vigilantes. Sólo
en una ocasión pude visitar el archivo depositado en las bóvedas
subterráneas que, según algunos, están blindadas. De las condiciones en
que realizaba la investigación informé a diversos colegas de El Colegio
de México, a directivos del Grupo Reforma y a las editoriales.
El material que revisé fue el que solicité, es decir, no consulté el
fichero que lista el material existente para poder elegir lo que me
interesaba. Pedía algo y las autoridades del Cisen generalmente me
entregaban lo solicitado. Salvo contadas excepciones, lo que no obtuve
en la primera etapa, lo recibí en la segunda. Una limitante fue el tiempo
requerido para revisar, capturar y evaluar los materiales solicitados.
Sobre los años noventa sólo me proporcionaron tres documentos, todos
muy generales. En otras palabras, únicamente revisé material de 1956 a
1990. Sin embargo, otras fuentes me dieron información y material que
me permitirán dar algunas opiniones sobre el trabajo que el Cisen ha
realizado hasta la fecha de terminación de este manuscrito (agosto de
2001). En cuanto a lo obtenido en las entrevistas con miembros del
Cisen, éstos me solicitaron que, por la naturaleza de su trabajo, omitiera
sus nombres y sólo incluyera los cargos o la dirección a la que
pertenecían. La petición me pareció razonable.
El archivo depende del director de Análisis y éste me informó que de
1947 a 1991 se acumularon alrededor de 60 a 80 millones de tarjetas en
las cuales están registrados entre 3 y 4 millones de actores (personas e
instituciones). En 1999 esa dirección inició un programa de
digitalización de las tarjetas y para marzo de 2001 se había procesado
una cuarta parte. También almacenan 26 mil videos (empezaron a filmar
en 1985) y más de 250 mil fotografías. ¿Cómo acercarse a un acervo tan
gigantesco en un tiempo tan limitado?
Los archivos son temperamentales. No entregan sus secretos al
primero que toca a sus puertas. Debe cortejárseles con paciencia y
respeto. Una actitud equivocada y poco fructífera es esperar que en la
primera caja aparezca una historia coherente a simple vista. Se requiere
tiempo para entender la lógica de quienes escribieron los documentos y
quienes los archivaron, así como para apreciar el significado del
lenguaje en que está escrito un informe particularmente importante y
para hacer las asociaciones que le dan sentido a los hechos. En el caso
de los archivos del Cisen regresé hasta tres veces a las mismas tarjetas y
en cada ocasión encontré nuevos ángulos.
El sistema de tarjetas tiene una lógica elemental pero eficaz. Cada
uno de los nombres, apodos, objetos o instituciones que capturaron la
atención de la DFS tenían asignadas tarjetas de cartulina blanca de 7.6
por 12.3 centímetros (como las utilizadas en los ficheros de las
bibliotecas). En la primera tarjeta aparecen nombre(s), apodo(s), cargos,
fechas importantes y una clave que identifica el expediente o legajo del
que proviene el material. Cada vez que el actor estudiado aparecía en el
informe de algún agente, se escribía a máquina en la tarjeta un breve
resumen con lo más esencial, especificando siempre la fecha y clave de
acceso al expediente. Con los años las tarjetas se fueron llenando por
ambos lados y su número creció de acuerdo a las menciones que los
actores recibieron. Algunas personas u organizaciones tienen una o dos
tarjetas, otras centenares. Cuando las tarjetas llegaban a 75 (cantidad
que puede mantenerse unida con ligas o clips) se cerraba el paquete y se
iniciaba otro. Todos los resúmenes comienzan con la clave del
expediente o legajo del que proviene y la fecha a que corresponde; a
continuación van apareciendo los nombres de personas, instituciones u
objetos que tienen sus propias tarjetas, lo que permite ampliar la
búsqueda en diferentes direcciones.
Las tarjetas son como una serie de telas de araña que se fueron
sobreponiendo al territorio y a la historia de la segunda mitad del siglo
XX. En la medida en la que uno aprende a desplazarse por sus hilos se
pueden entender algunos hechos y la lógica con la que actuaban los
servicios de inteligencia. Es posible hacer todo tipo de nexos y es
frecuente que la misma información aparezca en varias tarjetas (como
los resúmenes fueron hechos por distintas personas puede haber
diferencias reveladoras). Las tarjetas dejaron de usarse en 1990 o 1991
(desde entonces, me dicen, los expedientes y resúmenes están en
archivos electrónicos). En marzo de 2001 fui autorizado para consultar
algunos de los expedientes y legajos de donde provenía la información
anotada en las tarjetas y eso me permitió darle mayor profundidad a los
casos.10 Pensando en futuras investigaciones, la mejor forma de trabajar
ese acervo es empezar con las tarjetas y posteriormente pasar a los
expedientes.
Pronto decidí que por el tiempo tan reducido que tendría, debía
concentrarme en asuntos que había revisado y conocido (de esta manera
aprovecharía mejor lo que me prestara el Cisen). Así, solicité el dossier
de Víctor Rico Galán, porque sobre él había encontrado un valioso
expediente en el Archivo General de la Nación. También profundicé en
el estudio de la violencia política en Guadalajara, Jalisco, desde los años
cincuenta hasta 1991. Además de los motivos personales que ya expuse,
Guadalajara tuvo un papel central (que no ha sido reconocido) en la
historia de la guerrilla, en el auge del narcotráfico y en la desaparición
de la DFS. Es, por tanto, un lugar fundamental en la historia de los
servicios de inteligencia y de la seguridad nacional mexicana. Desde
otra perspectiva, Guadalajara fue un espacio en el que se anticipó la
descomposición del régimen.
Una vez que decidí el tema principal al cual abocarme, lo abordé a
partir del secuestro del cónsul estadunidense, Terrance G. Leonhardy,
cometido en Guadalajara por las Fuerzas Revolucionarias Armadas del
Pueblo (FRAP) que tenían entre sus militantes a jóvenes de San Andrés.
Por esa puerta entré al laberinto y fui revisando, entre otras, las tarjetas
del Frente Estudiantil Revolucionario, de Carlos Ramírez Ladewig, de
Carlos Morales García, el Peiacttas, de Raúl Padilla López, del general
Federico Amaya Rodríguez, de Jesús Morales Hernández, el Momia,
etcétera (una relación de los expedientes revisados aparece en el anexo
7).
ALICIA DE LOS RÍOS MERINO
Y LA IMPORTANCIA DEL ACERVO

¿Qué tan importante es la información depositada en las bóvedas del


Cisen? A reserva de conocer con mayor detalle el acervo, pero sabiendo
del saqueo sufrido en otros archivos, se puede apreciar que el material
conservado es extraordinariamente importante. Está muy bien
organizado y preservado porque, además de incluir información
reveladora sobre el funcionamiento del aparato de seguridad, aclara
misterios y echa luz sobre temas muy diversos. Uno de ellos (no el
único) es la tragedia de los desaparecidos.
Cuando revisaba el expediente de Enrique Pérez Mora, el Tenebras,
encontré una veta informativa particularmente importante. Las tarjetas
sobre el guerrillero, muerto en junio de 1976, terminan con las
siguientes líneas: “6 enero 78. Alicia de los Ríos Merino alias Susana
quien se encuentra detenida por ser de la Liga”.11 Por entrevistas hechas
a ex guerrilleros de Guadalajara, sabía que Alicia estaba incluida en la
lista de desaparecidos. Pedí su expediente y cuando lo recibí confirmé
que la DFS la había detenido, después de lo cual desapareció. Como
explicaré más adelante, lo mismo ocurrió al revisar las tarjetas de una
pequeña muestra de desaparecidos de Jalisco lo que me permite
asegurar que en los archivos del Cisen hay pistas que pueden ayudar a
investigar lo que sucedió con centenares de personas sobre las cuales
hay información relevante.
En marzo de 1973 se fundó en Guadalajara la principal guerrilla
urbana de los años setenta: la Liga Comunista 23 de Septiembre. Meses
después, en Chihuahua, Alicia informó a su familia que había tomado la
decisión de unirse a ese grupo para luchar contra el régimen. Se iba a la
clandestinidad. Estaba anocheciendo y la familia (además de los padres,
estaban presentes los cuatro hermanos) todavía recuerda cada detalle de
las horas que dialogaron con ella. Algunos intentaron disuadirla. Al final
entendieron que sus intenciones eran firmes y respetaron su decisión.
Desde entonces Alicia se sumergió en la espartana vida que exigía la
Liga.
Según el expediente de la DFS, Alicia fue expulsada de la Liga a
finales de 1974 junto con Raúl, Riana, René y la Morrita. Todos se
fueron a trabajar por “temporadas en los campos agrícolas, al corte de
tomate, para juntar dinero y seguir estudiando y discutiendo juntos”. En
1975 volvieron a ser admitidos y en enero de 1976 Alicia se integró a un
comando de nueve guerrilleros que liberaron a compañeros suyos presos
en el Penal de Oblatos de Guadalajara (hay evidencia de que, entre
ellos, podía haber ido un informante de la DFS). Uno de los guerrilleros
era Enrique Pérez Mora, el Tenebras, con el que Alicia se involucró
sentimentalmente. La relación duró unos cuantos meses porque el
jalisciense murió en un enfrentamiento con la Federal de Seguridad en
junio de 1976. Alicia había quedado embarazada y en enero de 1977
nació una niña. Como la vida clandestina y la maternidad son
difícilmente compatibles tomó la decisión de entregar la niña a su
familia (la recibió su hermana Martha en el Distrito Federal). Ya en
Chihuahua los abuelos la registraron como si fuera de ellos y le pusieron
exactamente el mismo nombre que su madre. Durante ocho años
guardaron silencio sobre el hecho de que la madre había sido guerrillera
y que no la encontraban. A la hija de Alicia le revelaron la identidad de
su padre hasta que llegó a la adolescencia.
Una vez recuperada del embarazo, Alicia se hizo responsable de la
brigada “Ignacio Salas Obregón”. Participó en el secuestro de Lorena
Keller Wurtz en el que tuvieron “problemas y se vieron en la necesidad
de ajusticiar a la madre de la secuestrada” según dice la DFS. Luego
formó parte del operativo que intentó, el 11 de agosto de 1976,
secuestrar a Margarita López Portillo, hermana del presidente electo. El
papel de la chihuahuense fue obstaculizar el paso del automóvil de la
escolta, con la que se enfrentó a balazos (fue herida en la frente por un
rozón de bala). Meses después, en enero de 1978, la DFS reconoció
haber detenido a Alicia después de “un enfrentamiento con agentes de la
DFS y la Brigada Especial”. Desde entonces desapareció y aunque las
autoridades federales jamás reconocieron haberla detenido, en el
archivo de la DFS consta su detención, interrogatorio y declaración
voluntaria.12
La familia de Alicia la busca con un empeño teñido de incertidumbre
desde hace 23 años. Para la Organización de las Naciones Unidas la
desaparición es una gravísima violación a los derechos humanos porque
no sólo se castiga a la víctima sino también a su familia que padece la
angustia de no saber si el o la ausente vive, si está en una cárcel o si
murió de alguna forma terrible. A la familia se le priva del ritual del
duelo (ceremonias de despedida con las que se acepta la ausencia
definitiva). Desde 1973 la casa familiar tiene los mismos muebles, que
no se han movido de lugar; la madre de la desaparecida, doña Alicia
Merino viuda de De los Ríos, quiere que su hija los encuentre como los
dejó la noche de la despedida. Cada Navidad le ponen un regalo bajo el
árbol y un lugar en la mesa, piensan que tal vez Alicia pueda llegar para
festejar la Noche Buena. Cada año la hija recoge el regalo y lo guarda
en el clóset, junto a otros que se han ido acumulando a lo largo de dos
décadas. También guarda las boletas de la escuela y los cuadernos en
donde aprendió a leer y escribir, porque espera mostrárselas a su madre
cuando reconstruyan juntas un cuarto de siglo de ausencia.
Aunque no tenían una sola constancia oficial de la detención de
Alicia, fueron reuniendo testimonios de su estancia en varias cárceles.
En 1978 fue vista por otro guerrillero, Mario Álvaro Cartagena López,
el Guaymas, en el Campo Militar N° 1. Ese mismo año, Alfredo Medina
Vizcaíno, estuvo con Alicia en prisiones militares del Distrito Federal y
de Guerrero. Amanda Arciénaga Cano, también detenida por la DFS,
asegura que el 23 de abril de 1980, Miguel Nazar Haro y Alberto
Estrella llevaron a Alicia para que la identificara en las instalaciones de
la DFS.
Otros cuentan historias sobre misteriosas llamadas o furtivas
apariciones. Un funcionario de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH) les dijo una vez que fue amnistiada en 1983 y desde
entonces especulan sobre la posibilidad de que se hubiera unido al
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Para abonar esta
hipótesis muestran dos comunicados del subcomandante Marcos: el
primero es de marzo de 1994 donde se menciona a una “Alicia que
alcanzó a salir”; el otro de marzo de 2000 donde escribió sobre una
“Alicia del grupo inicial que en 1983 fundó el EZLN y primera mujer
con mando de tropa”.
La hermana, Martha de los Ríos, ha dedicado su vida a investigar el
caso y asegura que “los familiares de los 14 desaparecidos de
Chihuahua vimos a Salinas 17 veces en los seis años que fue presidente
de la República, y en todas las ocasiones nos dijo que se iba a resolver
el caso de los desaparecidos de Chihuahua”. Cuando era presidente,
Carlos Salinas de Gortari le dijo a la madre de Alicia (y ésta asegura que
lo hizo ante testigos): “no tenga cuidado, señora, su hija va a salir”. En
mi visita a Chihuahua, revisé con la familia los detalles de la historia.
Fueron jornadas intensas en los que la tristeza, el dolor y la melancolía
se alternaban con recuerdos de infancia, especulaciones sobre el
paradero de la desaparecida y discusiones sobre el significado que
tienen la verdad, la justicia, la reconciliación y las instituciones en el
México electoralmente democrático.13
De manera paralela realicé una investigación en la Comisión
Nacional de Derechos Humanos donde localicé documentos mantenidos
en secreto, pese a que en ellos se asegura que Alicia de los Ríos Merino
dio a luz en cautiverio durante la segunda mitad de 1978. En enero de
1992, el galeno que en 1978 era director médico del Centro Femenil de
Rehabilitación Social (conocido también como “Cárcel de Mujeres”)
contó que “llegó a adquirir confianza” con Alicia de los Ríos Merino,
“dándome cuenta que estaba embarazada, sin precisar si ya llegó o se
embarazó dentro de la cárcel. Posterior a esto, sí recuerdo haberla
atendido por parto normal a fines de 1978, sin recordar el sexo del
producto”.14 No hay indicios de que el único organismo público con un
programa sobre desaparecidos intentara dar seguimiento a la versión del
médico. Tampoco incorporaron al bebé a la lista de desaparecidos. De
confirmarse la versión del doctor Juan Altamirano, la familia de Alicia
de los Ríos Merino debe incluir en su búsqueda a un(a) joven que al
momento de terminar el libro debe tener aproximadamente 23 años.
Una búsqueda cuidadosa de los expedientes y legajos (en el caso de
los desaparecidos sólo consulté las tarjetas) depositados en el Cisen,
seguramente daría, pistas de los agentes que intervinieron en la
detención de Alicia para, de esa manera, contribuir al esclarecimiento
del caso. Es posible que un acceso sin restricciones a esos archivos
aclare muchos otros asuntos (sin esperar, desde luego, que contengan
toda la historia). El caso de Alicia de los Ríos también confirma que los
archivos del Cisen deben complementarse con investigación en otros
acervos.
Con sus virtudes y defectos, con sus riquezas y limitaciones, los
archivos de la DFS depositados en el Cisen son una pieza fundamental
para complementar el Fondo Gobernación del Archivo General de la
Nación y otras colecciones. Sus millones de tarjetas y expedientes
ayudarían al esclarecimiento de misterios y a la comprensión de la
forma en que se fueron engendrando y creciendo amenazas tan graves a
la seguridad nacional como el narcotráfico. Es indispensable que el
México democrático preserve los archivos del Cisen, reglamente su
utilización y los ponga al servicio de todos los mexicanos.
3. Alicia de los Ríos Merino a los 18 años de edad, en Chihuahua. Era una estudiante brillante y
apasionadamente comprometida con el cambio social.
4. Alicia de los Ríos Merino después de ser detenida por la DFS en 1978. Meses más tarde daría
a luz en la cárcel. Después de eso desapareció.
La inmersión en los citados archivos reveló otra conclusión que sirve
de columna vertebral a los próximos capítulos: México requiere de un
organismo que realice labores de inteligencia de calidad, con eficiencia
y economía, y que respete la legalidad. Debe ser un sistema alejado de
las disputas de grupos políticos y estar estrechamente controlado y
supervisado por los poderes Ejecutivo y Legislativo, así como por la
sociedad. Tenemos elecciones confiables, es cierto, pero si queremos ser
un país auténticamente democrático, debemos transformar al Cisen (y a
otras instituciones que integran el aparato de seguridad). Si fallamos,
esta organización puede convertirse en una amenaza a la seguridad
nacional. Como sucedió en el pasado.

NOTAS
1 Entrevistas con Jesús Morales, ex militante de la Unión del Pueblo, Guadalajara,Jal., 18 de agosto y 27
de diciembre de 2000.

2 Entrevista con ex comandante de la DFS, 4 de septiembre de 2000.


3 Guillermo Pérez Mora, el Tenebras, el Gordo, el Vikingo y Juan, expediente 100-12-1-70 H-2-86 L-17,
Archivo del Cisen. Las cursivas son del autor.
4 Bernard Lonergan, sacerdote jesuita, Insight: A Study of Human Understanding, Nueva York, Philosophical
Library, 1970, pp. 191-93.
5 David Wise, Nightmover. How Aldrich Ames Sold the CIA to the KGB for $4.6 Million, Nueva York, Harper
Collins Publishers, 1995, p. 6.
6 El primer libro que compilé sobre el tema fue con Broce Michael Bagley, En busca de la seguridad perdida.
Ensayos sobre la seguridad nacional mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1990.
7 Además del mencionado en la nota anterior publiqué con John Bailey, Las seguridades de México y Estados
Unidos en un momento de transición, México, Siglo XXI Editores, 1996.
8 Sergio Aguayo Quezada, 1968: los archivos de la violencia, México, Grijalbo-Reforma, 1998.
9 Ernest Gruening, Mexico and its Heritage, Nueva York, Greenwood Press, 1968.
10Entrevistas con el jefe del Archivo del Cisen, 10 de agosto y 9 de septiembre de 2000.
11 Guillermo Pérez Mora, el Tenebras, el Gordo, el Vikingo y Juan, op. cit. Las cursivas son mías.
12 Entrevista con la familia De los Ríos, Chihuahua, Chih., 10 y 11 de junio de 2001. Alicia de los Ríos
Merino, Susana, expedientes: detención 11-235-78 H-60 L-49, interrogatorio 11-235-78 H-62 L-49 y
declaración voluntaria 11-235-78 H-4 L-50, Archivo del Cisen.
13 Entrevista con la familia De los Ríos, op. cit. El caso de Alicia de los Ríos y el papel jugado por la CNDH
lo publiqué en un reportaje en Reforma, 25 de junio de 2001.
14 Declaración ministerial del doctor Juan Altamirano Pérez, 28 de enero de 1992. Expediente de Alicia de los
Ríos Merino, Comisión Nacional de Derechos Humanos.
CAPÍTULO 2
LOS CONTORNOS
DEL FANTASMA

La derrota del PRI en las elecciones presidenciales del 2 de julio de


2000 forzó una discusión sobre qué hacer con el Centro de
Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), en la que participaron
especialistas y miembros del gabinete de Vicente Fox con argumentos
que tocaban aspectos estructurales de los servicios de inteligencia, y el
lugar que tienen y deben tener en el sistema político mexicano.
Los gobiernos siempre han tenido instituciones encargadas de
recabar, con el mayor secreto posible, información oportuna y veraz
sobre determinados sucesos y personas para evaluarla, analizarla y
entregarla (con el nombre de “inteligencia”) a los gobernantes, quienes
la utilizan para tomar decisiones. La organización de dichas
instituciones es bastante similar. El área de investigación obtiene datos
de fuentes abiertas o encubiertas (para estas últimas se valen de agentes
y/o redes de informantes voluntarios o pagados). Una división
fundamental es la que está encargada de analizar y procesar la
información. Otra función es evitar que los enemigos de la seguridad
nacional (generalmente otras agencias de inteligencia) accedan a
información vital (función que se conoce como contraespionaje) y,
dependiendo del tipo de régimen de gobierno, pueden recibir el encargo
de hacer operaciones (en ocasiones, secretas o clandestinas) contra los
clasificados como enemigos del Estado.1 Estas instituciones orientan su
trabajo de acuerdo a una agenda de riesgos que incluye las principales
amenazas a la seguridad nacional.
En teoría, las instituciones de inteligencia son organizaciones de élite
altamente profesionalizadas que responden a los intereses del Estado y
que están alejadas de las disputas por el poder de partidos o grupos. En
realidad, su eficacia, profesionalismo, poder, métodos y perfil dependen
de la calidad de su liderazgo y de la relación que establezcan con la
sociedad y el gobierno. En su libro sobre los legendarios servicios de
inteligencia israelíes, Dan Raviv y Yossi Melman sintetizan el
enunciado fundamental: son “reflejo de la sociedad a la que sirven y de
la cual derivan su poder e idiosincrasia”.2
En un país autoritario no hay controles sobre los servicios de
inteligencia que viven en la sombra y que responden a las órdenes de
personas o grupos motivados por intereses personales. En una
democracia, por el contrario, son supervisados por la sociedad
(generalmente a través del Poder Legislativo) para asegurarse que
actúan en defensa de intereses nacionales legítimos, que definen con
objetividad la agenda de riesgos, y que sus métodos se apegan a la
legalidad. Para que esto último sea posible es indispensable que la
sociedad conozca lo que sucede en ese ámbito y, para ello, es necesario
comprender los contornos del fantasma.
Los gobernantes mexicanos siempre han contado con servicios de
inteligencia. Los aztecas llamaban “pochtecas” a quienes les llevaban
información; los virreyes utilizaban a la Inquisición y sus redes de
informantes; y los emperadores, presidentes y altezas serenísimas que
poblaron el siglo XIX se apoyaron en organizaciones de este tipo.3 Lo
mismo hicieron las diversas facciones revolucionarias. En 1915
Venustiano Carranza estableció un cuerpo especializado fuera del
ejército, la Sección Primera, para realizar actividades de “espionaje en
el campo enemigo”. Lo novedoso era que, pese al machismo de la
época, lo dirigía una mujer, la señora Dolores Betancourt.4 Más allá del
género, resulta lógico que al triunfo de la revolución constitucionalista,
Carranza ordenara al secretario de Gobernación que estableciera, dentro
de esa dependencia, “un servicio de agentes de investigación”, mismo
que empezó a funcionar en 1918.
La Revolución devastó a México y durante varios años los sucesivos
gobiernos fueron débiles y pobres; los generales, caciques y políticos
vivían en permanente riña, por privilegios o poder; los remanentes del
viejo régimen y las potencias occidentales conspiraban o veían con
hostilidad a los noveles gobernantes. En una situación así, el
“conocimiento sobre amigos y enemigos” era fundamental para
defenderse y tomar decisiones (ésa es, precisamente, la razón central
para allegarse información procesada de inteligencia).5
Aquella institución creada por Carranza en 1918 sigue operando hoy,
ocho décadas más tarde; tiene su sede en la capital y salvo en el sexenio
de Miguel Alemán (1946-1952) siempre ha estado formalmente
integrada a la Secretaría de Gobernación. Los servicios de inteligencia
se han transformado por la influencia de los cambios en el país y por
factores en su interior.
LOS ORÍGENES

Resultó muy difícil documentar las primeras décadas de los servicios de


inteligencia creados por los triunfadores de la Revolución Mexicana. No
hay veteranos que entrevistar y los archivos están incompletos.
Buena parte del material proviene de un laborioso trabajo realizado
en el Archivo General de la Nación (AGN) por un equipo de
colaboradores. Aunque la labor es apasionante, hubo periodos de sequía
bastante largos durante los cuales la cosecha fue magra. Con una
lentitud desesperante iban saliendo las pequeñas piezas de un fresco al
que faltaba el plano general que permitiera tener una visión integral de
la lógica y métodos de la organización. Ese hueco pudo llenarse con un
documento excepcional que confirma que, al igual que la política, la
investigación académica también se ve influida por la fortuna.
En 1934, el entonces director del Departamento Confidencial, general
Joaquín de la Peña, ordenó que se impartieran conferencias para mejorar
la formación de sus agentes. Uno de los fundadores, el Agente 2 (el
profesor yucateco José de la Luz Mena Alcocer) recibió el encargo de
hablar sobre la historia de la institución y de sus jefes. El profesor tuvo
la afortunada idea (tal vez por precaución) de escribir el texto de su
presentación. Lo hizo con la franqueza de quien habla a sus iguales y en
la forma estructurada de un hombre educado. Afortunadamente también
se explayó en detalles que normalmente quedan ausentes, lo que
transformó este documento en la pieza más importante para entender
aquellos años (de hecho fue la base sobre la que se montaron otros
documentos).6
De acuerdo al veterano, la misión del Departamento Confidencial era
“investigar la verdad”* para “auxiliar al gobierno... y proporcionar
discreta, fiel e inteligentemente, los datos de orientación que se le
piden” para, de esa manera, colaborar en el “perfeccionamiento... del
gobierno revolucionario y la colectividad nacional”.7
* Para facilitar la lectura he corregido las faltas de ortografía y la puntuación y he agregado acentos a los informes de
los agentes de Gobernación. He respetado escrupulosamente el sentido de los textos.
El artículo 42 del reglamento de Gobernación de 1929 estipula lo
mismo con mayor claridad: “obtener informes, practicar investigaciones
o ejecutar las órdenes que hayan dictado el secretario, el subsecretario o
el oficial mayor”.8 La ambigüedad de la frase “ejecutar las órdenes” de
los superiores ha sido, desde entonces, una constante en leyes y
reglamentos. Dar a los servicios de inteligencia un amplio margen de
acción era hasta cierto punto indispensable, porque desde un primer
momento los gobiernos concedieron prioridad a las tareas operativas y
al espionaje político de amigos y enemigos.
Desde un primer momento fueron una policía política. En el
organigrama del Departamento Confidencial en 1931 aparece que su
principal tarea era vigilar aliados y enemigos, funcionarios, candidatos y
grupos de todo el espectro de la geometría política. El Departamento
Confidencial también vigilaba procesos electorales, visitaba estados y
territorios para informar de su situación al gobierno central, trasladaba
reos federales y deportaba extranjeros indeseables.
ORGANIGRAMA DEL DEPARTAMENTO CONFIDENCIAL,
1931*
*También contaba con un archivo y una sección encargada de servicios técnicos. No hay información sobre la
ubicación que tenían dentro del organigrama.
Fuente: “Historia del Departamento Confidencial y deducciones sobre la labor de cada uno de los jefes que han
actuado en este Departamento”, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 58.

Otro de los aspectos destacados del Departamento Confidencial


aparece en el artículo 15 del Reglamento Interno. Las únicas líneas
escritas en mayúsculas son las que incluyen la descripción sobre los
atributos que debe tener un agente: “SER LEAL, DISCRETO,
HONRADO, TENER VALOR CIVIL Y PERSONAL, SER
DISCIPLINADO, DILIGENTE, DECENTE, SAGAZ, DE NOTORIA
BUENA CONDUCTA”.9 De estas cualidades, las dos primeras (lealtad
y discreción) han sido, son y serán las más valoradas y buscadas. Una y
otra vez en diferentes documentos, aparece la exigencia de silencio que
se mantiene hasta nuestros días. Uno de los subjefes de aquella época,
don Eufrasia Ortega, llegó a prohibir a sus agentes que “informaran a
sus amigos y familiares” sobre su pertenencia al Departamento.10
La obsesión por la discreción condujo a excesos notables. El
Reglamento de la Secretaría de Gobernación de 1938 (publicado en el
Diario Oficial) exigía a los agentes ocultar su “identidad, evitando,
hasta donde sea posible, dar a conocer el puesto que desempeñan”. Para
ayudarlos a mantener el incógnito, Gobernación entregaría
“credenciales ajenas a su cargo oficial, como de periodistas,
representantes de casas comerciales, miembros de las cruces Roja o
Blanca, etcétera”.11 En estas líneas se expresa la prepotencia y/o
ingenuidad de un gobierno que ignoraba, o si lo sabía no le importaba,
que la Cruz Roja Internacional siempre ha sido puntillosa y estricta en
su neutralidad y totalmente reticente a ser utilizada como instrumento
gubernamental. Es igualmente posible que esas palabras reflejaran la
disposición de algunas organizaciones privadas de colaborar con los
servicios de información mexicanos (en los años sesenta la Cruz Roja
Mexicana ayudó conscientemente al aparato de seguridad en el control y
persecución de opositores).
5. El general Joaquín de la Peña, director de la Oficina de Información Política, en 1934. Le
pidió al "Agente 2" que diera una plática sobre los servicios de inteligencia. El texto sobrevivió.
DOCTRINA INSTITUCIONAL

Quienes ingresaban a los servicios de inteligencia mexicanos se


sumergían en un ambiente cerrado y lleno de contradicciones. Al
romanticismo de pertenecer a una organización de élite se contraponían
taras de origen que empezarían a modificarse, aunque nunca totalmente,
después de la refundación de la institución en 1985.
Desde que ingresaban al servicio, los agentes escuchaban una y otra
vez que eran superiores y mejores que los demás funcionarios públicos.
Se consideraban parte de una élite que debía resistir con estoicismo el
anonimato de quien jura silencio. A cambio de ello tenían la satisfacción
de creer que estaban cumpliendo funciones de vital importancia para el
gobierno y la nación. Ése ha sido uno de los pilares de la doctrina
institucional. En 1934 el Agente 2 escribía con total convencimiento
sobre la “importantísima utilidad de nuestro Departamento... pues por
investigaciones de esta oficina [y] por la revolucionaria investigación de
los agentes confidenciales... agraristas y pueblos considerados como
salvajes han vuelto a la consideración de la vida civilizada”.12 Una y
otra vez escuché ideas similares de veteranos de la Federal de Seguridad
o de miembros del Cisen.
Sus superiores les recordaban que eran especiales por su cercanía a
los círculos de poder, por su acceso a información privilegiada, por un
mejor salario (en términos relativos) y por el amplio margen de acción
que tenían para completar sus ingresos de diferentes maneras. Tenían,
por supuesto, señales que les confirmaban lo anterior. En 1931 el jefe
del Departamento intentó despedir al Agente 2 pero “cuando tuvo
conocimiento de ello el presidente de la República, expresó que [ese]
agente era su amigo y que le tenía confianza”.13 Como presidente,
Miguel Alemán se interesaba por conocer a quienes iban a ingresar a la
Dirección Federal de Seguridad, que era la encargada de protegerlo y de
hacer investigaciones especiales.
Los miembros de las instituciones de inteligencia siempre han sido
pocos y lo común es que estén relativamente mejor pagados y equipados
que el resto de los servidores públicos. En 1924 había un jefe y un
subjefe, 20 agentes, una secretaria y un archivista (sin contar a la red de
informantes voluntarios o pagados). Los agentes ganaban quince pesos
diarios más diez pesos para viáticos y estaban en la vanguardia
tecnológica porque habían recibido una “máquina fotostática para sacar
copias de documentos” y porque el jefe logró que los agentes “tuvieran
teléfono en su casa para los llamados urgentes”.14
Quienes dirigían la institución hacían esfuerzos periódicos por
capacitarlos. En 1925 establecieron “Academias” (en ese caso, pláticas
impartidas por agentes veteranos) en las que se presentaron temas como
los siguientes: “La situación política en un estado de la República”,
“¿Qué se entiende por agente confidencial?”, “¿Cómo redactar un
informe?”. En otra ocasión iniciaron clases de inglés (“por si los agentes
tuvieran que viajar por los Estados Unidos”) que muy pronto se
cancelaron porque un curso con horario fijo alteraba un ritmo de vida
que no conocía agenda.
Como todo servicio de inteligencia, el mexicano tenía como base un
archivo que incluía fichas biográficas de personas, estudios especiales y
recortes de periódicos. El acervo comenzó a formarse en 1924 cuando
llegó un archivista de la Secretaría de Industria y Comercio, Luis Vargas
González, quien elaboró la “nomenclatura que llevan los expedientes
con el tarjetero respectivo”. En 1934, ese archivo tenía “millares de
expedientes” que, como se apreciará más adelante, eran muy
vulnerables a los vaivenes políticos.15
En esas primeras décadas comenzaron a manifestarse las oscilaciones
entre el auge y las crisis. En la opinión del Agente 2, durante los cinco
años que estuvo como jefe el coronel Francisco M. Delgado (mayo de
1925 a mayo de 1930) “los servicios confidenciales llegaron a su mayor
efectividad”. En esa etapa,
...se descubrieron complots contra instituciones y hombres de la Revolución; se
localizaron extranjeros indeseables que agitaban a obreros y campesinos; se descubrieron
guaridas o locales donde se imprimía propaganda sediciosa, [y] abastecimiento de parque y
armas de los rebeldes cristeros; se siguió paso a paso el desarrollo de los acontecimientos
políticos que culminaban en rebelión, por lo que el movimiento rebelde encontraba
preparado al gobierno constituido.
Para lograr todo lo anterior el coronel Delgado tuvo la habilidad de escoger, cuando
menos, 50% de los agentes, entre los que había médicos, licenciados, profesores,
comerciantes, mujeres, etcétera, y no los “gastaba”, como vulgarmente se dice, para todas
las comisiones sino que los escogía. Para alguna investigación entre curas, buscaba al que
tenía algún aspecto de sacerdote y la cultura necesaria; si era algún asunto en que figuraban
estudiantes o jóvenes, enviaba al agente joven y competente para el caso, y así en todas las
comisiones.

Estudiaba la psicología de cada agente, su disposición, energía, valor, discreción,


disciplina, etcétera, y seguía con la mirada espiritual paso a paso las investigaciones, por lo
que se hacía comunicativo con todos sus agentes; les platicaba, discutía amigablemente, les
dispensaba muchas consideraciones, dándoles días de asueto al llegar de alguna comisión
foránea, dispensa de asistir a la oficina o seguir un servicio por encontrarse hasta
simplemente constipado, etcétera. Por eso es que todos los empleados lo respetaban y
querían, y cuando daba alguna orden o trabajo se veía un afán decidido por salir avante.

En síntesis era el jefe ideal porque “los méritos y trabajos se tomaban


en consideración”. Era tanto el prestigio del coronel Delgado que “fue
comisionado para organizar el servicio confidencial de Contraloría y
Hacienda”.16
AMBIGÜEDADES Y DISTORSIONES

Los miembros de los servicios de inteligencia han trabajado en un


ambiente lleno de ambigüedades y distorsiones debido en parte a que,
desde su fundación en 1918, establecieron una relación perversa con el
gobierno y se aislaron de una sociedad que prefirió ignorarlos. Para
entender ese mundo hace falta el bosquejo de una tipología válida, en
términos generales, hasta 1985 (año en que se inicia la refundación).
Los dirigentes les decían a los agentes que eran parte de una élite,
pero rápidamente éstos se daban cuenta que en público eran
menospreciados y negados por los presidentes y funcionarios. Eran una
especie de intocables a los que se usaba para que el gobierno autoritario
pudiera funcionar pero a los que no se podía presentar en sociedad.
Además, quienes ingresaban al servicio, pronto se daban cuenta que
estaban en una institución que concedía pocas posibilidades de ascenso;
la práctica más común era que los directores provinieran del ámbito
político (hay, por supuesto, excepciones como el coronel Francisco M.
Delgado y los capitanes Fernando Gutiérrez Barrios y Luis de la
Barreda Moreno). Los agentes siempre estaban en riesgo de perder el
empleo cuando cambiaba la dirigencia (la institución nunca ha tenido
sindicato o asociación gremial que defienda sus derechos laborales).
Al interior del Departamento se creaba, entonces, un ambiente
cerrado y masculino en el que se cultivaban valores tales como la lealtad
absoluta y total al jefe inmediato superior y a la institución. Estaban
convencidos de lo fundamental que era guardar silencio frente a un
mundo externo ante el que se sentían profundamente inseguros. Su tarea
era cumplir órdenes sin que importara la legalidad o moralidad de los
métodos empleados, sobre los cuales préferían no enterarse los
gobernantes, a quienes sólo les importaban los resultados. La sociedad,
por su parte, tampoco manifestaba interés al respecto. La vida social de
los agentes se reducía a un mínimo, la familia era virtualmente
inexistente y la hombría se medía por la cantidad de mujeres
coleccionadas y botellas bebidas. A cambio de ello, sabían que podían
contar con un amplio margen de tolerancia para desarrollar actividades
que les permitieran completar sus ingresos. Eran las “travesuras de los
muchachos” toleradas como parte de las reglas no escritas. En otras
palabras, podían ascender en la escala social, pero no en la pirámide
gubernamental. Causa y efecto de lo anterior era el deliberado limbo
jurídico y político en que se hallaba la institución, indispensable para
que funcionara la discreción y la lealtad absoluta al presidente, al
secretario de Gobernación y al director en turno.
En los años veinte los secretarios de Gobernación caían cual fichas de
dominó movidas por la mano invisible de la veleidosa política. Los
servicios de inteligencia tuvieron una altísima rotación de jefes y
personal (la excepción fue el coronel Francisco M. Delgado). Entre
1920 y 1934 hubo 12 jefes, casi uno por año. Cifra bastante normal si se
recuerda que el país tuvo 25 secretarios de Gobernación durante los 17
años que transcurrieron desde el triunfo de la Revolución en 1917 hasta
la toma de posesión de Lázaro Cárdenas en 1934.
Según dictaba la regla, con el jefe se iba también su personal. Cuando
salió Delgado, “con él renunciaron todos los agentes” y lo mismo pasó
con Meneses y Estrada. El ingreso se daba de igual forma. “El 50% de
los nuevos agentes fueron propuestos por el nuevo jefe y eran
compañeros suyos que trabajaron con él en las comisiones de seguridad,
y el otro 50%, elementos propuestos por los jefes superiores” (la
práctica del reclutamiento basado en recomendados se mantiene hasta la
fecha y, por la naturaleza tan cerrada de la institución, parece ser
inevitable).
Los nombramientos de los directores se hacían por razones políticas,
no profesionales, y no parecía importar el origen civil o militar del
recomendado. Lo determinante era la confianza del presidente y/o del
secretario de Gobernación. El coronel Adalberto Torres Estrada llegó al
cargo por “tener algún parentesco con el presidente [Pascual Ortiz
Rubio], quien lo recomendó al secretario de Gobernación”. Un subjefe,
Salvador Estrada Martínez, “era pariente del jefe y amigo del señor
presidente, quien lo recomendó al secretario”.17 Obviamente, no todos
los recomendados tenían la capacidad o los conocimientos para dirigir
una institución de ese tipo. Uno de ellos, Pablo Meneses, “trataba todos
los asuntos de una misma manera, fuese policiaco o político”. El nivel
formativo de Meneses quedó expuesto cuando el Agente 2 escribió, con
evidente mala leche, que cuando dejó la corporación se convirtió en
“obrero mecánico consagrado a sus trabajos”.18
Algunos directores llegaban con otros intereses o encargos y
dedicaban poco tiempo a dirigir el Departamento. El coronel Martín F.
Bárcenas (jefe en 1924) “siempre se encontró fuera de la ciudad” y por
la rebelión delahuertista “su principal centro de trabajo fue el estado de
Jalisco”. La actuación de Pablo Meneses “pasó desapercibida porque
concurría muy poco a la oficina”. Y el coronel Torres Estrada conservó
el “puesto que tenía en la presidencia de la República ... por lo que
prácticamente delegó sus facultades”. Por la inexperiencia y por esa
inveterada costumbre de empezar todo de cero, frecuentemente
destruían lo que encontraban, o querían imponer una disciplina de
“cuartel en tiempos dictatoriales”. 19
El desmantelamiento de la institución también incluía el archivo,
pieza clave de cualquier sistema de inteligencia. Cuando Delgado
renunció, el cargo fue asumido por Eduardo Moguel quien rápidamente
se percató de la “falta de algunos expedientes”.20 El desorden que a
veces existía afectaba la confidencialidad, uno de los indicadores que
miden el profesionalismo de estos ambientes. En ocasiones “no se
cuidaban los agentes del incógnito; cuando se ordenaba al jefe que fuera
a practicar alguna investigación lo hacía en bola, ya se tratase de
trabajos de la ciudad como de fuera de ella”.21
Otro problema que enfrentaba la corporación era la exigencia de ser
operativos (elemento que los ubicaba en la categoría de corporación
policiaca), ya que es fundamental que la institución encargada de reunir
información y producir los informes de inteligencia no sea la que actúe
contra las amenazas a la seguridad.22 En un principio, una de las
funciones del Departamento Confidencial era servir como escolta del
presidente (lo mismo haría la Dirección Federal de Seguridad en sus
inicios); durante el Maximato (1929-1934) nombraron a seis agentes
para “cuidar las residencias presidenciales, turnándose en grupos de dos
diariamente”.23
En ese ambiente de pocas reglas y muchas exigencias, no era extraño
que los agentes incurrieran en acciones ilegales. Es muy raro que en los
archivos se documenten o reconozcan aquellas acciones violatorias de
garantías individuales. Una rara excepción es el caso del Agente 2,
quien abiertamente reconoció la forma irregular en que trató a un
detenido: “como se trataba de la aprehensión de [un] alto personaje se
precisó lugar y movimientos del ‘objetivo’ quien, sin darse cuenta, fue
aprehendido y ya llevaba un día en alta mar cuando sus familiares
requirieron a la justicia”.24
Es relativamente más fácil documentar las veces que cayeron en la
tentación del dinero fácil de la extorsión. Pablo Meneses tuvo
“dificultades en un asunto de chinos, que lo condujo hasta la
consignación ante los tribunales” y que tuvo como desenlace la
presentación de su renuncia. El “asunto de chinos” mencionado se
refiere a la extendida corrupción que se daba en el otorgamiento de
permisos de residencia a extranjeros; en este caso Meneses recibió,
según la prensa de la época, un “cheque por veinte mil pesos plata”25
Los problemas de Meneses continuaron porque, ya fuera del cargo, lo
llamaron en varias ocasiones al Departamento “para que aclarara
algunas cuentas y comprobara algunos gastos por exigirlo así la
Contraloría de la Nación”.26
Algunos operativos eran tan burdamente realizados que terminaban
en pantomima. El coronel Gabriel Miranda hizo una investigación en el
local del Partido Obrero Zapatero (POZ), a donde entró
clandestinamente. Fue descubierto y detenido por la policía y conducido
a “golpes a la comisaría, aun después de identificarse como subjefe del
Departamento Confidencial”.27 La prensa armó un gran escándalo e
informó que Miranda también había sido consignado por lesiones y por
intentar “sacarle dinero al propietario de un cabaret’’.28
Es justo reconocer que el Agente 2 exalta a quienes “se distinguieron
por su conducta, competencia, honorabilidad y discreción”. El jefe
Eduardo Moguel se destacó por su honradez “para tratar todos los
asuntos”, y como ejemplo cita el caso de un muñeco anticlerical: “hubo
que quemar un pelele de cera y paja, que representaba al Arzobispo José
Mora y del Río, y que hacía años se conservaba en la bodega. Para
incinerarlo, Moguel reunió testigos y levantó un acta, cosa que hizo
porque había quienes pagaban para que se les entregara el pelele”.29
La falta de institucionalización y la distorsionada relación con el
sistema político llevaba a que los servicios de inteligencia se
involucraran en las disputas por el poder. Uno de sus miembros
reconoce que "en los expedientes hay quejas de gobiernos locales
porque en plebiscitos o elecciones (los agentes) no sólo se han
concretado a identificarse sino que han encabezado mítines, custodiado
candidatos y aun ejercido presión cerca de las autoridades para
favorecer a determinado grupo político”.30
La partidización de los servicios también puso en riesgo a la
institución. En 1932, nombraron como jefe al licenciado José de Jesús
Galindo, otrora miembro de la bancada del Partido Laborista (PL) en el
Congreso, quien decidió pasarle información a dicho partido. Por eso, y
porque el PL fue desconocido por su indisciplina al Partido Nacional
Revolucionario, PNR (misma que lo hizo caer de la gracia de Plutarco
Ellas Calles), en 1932 los diputados “estuvieron a punto de suprimir al
Departamento Confidencial del presupuesto”. Entre las acusaciones que
lanzaron estuvo la de que el Departamento era un “centro de
espionaje”.31
En ocasiones los servicios de inteligencia no fueron bien vistos por
otras dependencias. La Secretaría de Guerra retrasó la entrega de armas
que le solicitaron; los Ferrocarriles Nacionales ponían “en los boletos de
pasaje, a veces con letras grandes y muy negras, que se leen a distancia,
el cargo que desempeñamos” (lo cual violaba su vocación de
anonimato); y llegó a darse el caso de que las autoridades federales
desarmaran “a pesar de su credencial, a los agentes de esta Secretaría, y
decomisado las pistolas por algún tiempo”.32
Los informes elaborados por personal del Departamento Confidencial
tuvieron un efecto desigual en la toma de decisiones. En algunos casos
quienes gobernaban parecían tomarlos en cuenta. Por ejemplo, en las
elecciones chiapanecas de 1925 dos candidatos a gobernador se
declararon vencedores. El agente de Gobernación comentó estar
“absolutamente inseguro de cuál de los dos triunfó”. Poco después, el
Senado declaró la “desaparición de poderes”, y el presidente envió la
clásica terna para que eligieran a un gobernador provisional que se
encargó de organizar nuevas elecciones.33 En otras ocasiones parecen
haberlos ignorado. Una explicación a lo desigual de su influencia podría
encontrarse en la calidad de los informes.
LA CALIDAD DE LA INVESTIGACIÓN

Una institución de este tipo también tiene que ser evaluada por su
capacidad para recuperar y procesar información. Pese a la altísima
opinión que los agentes tenían de sí mismos, y a las exigencias
estipuladas en los reglamentos, los resultados no coincidían con las
expectativas. Los agentes rendían información puntual sobre políticos y
funcionarios y eran precisos en detallar la corrupción, los asesinatos y la
impunidad o el idealismo y la honestidad de los mismos. Sin embargo,
se trataba de información en bruto, desigual en calidad y confiabilidad y
sin procesamiento adecuado (la carga de procesarla recaía, entonces, en
el usuario).
No hay duda del celo que ponían en recabar información. Viajaban
con oídos atentos en tranvías, asistían a espectáculos y mítines, y se
infiltraban en reuniones privadas. El Agente 2 contaba con orgullo que
entre los casos importantes que manejó, estuvo “una comida íntima” de
“amigos del C. presidente de la República” en donde fue testigo de que
“habían atacado al general Calles”. Para cumplir con su deber siguió a
los mismos políticos “a un cabaret de Guadalajara” con el propósito de
dar “fe de su conducta”. Otro caso que cita es el de un poderoso español
que entregó datos falsos a Gobernación para que deportaran a otro
ibérico; sin embargo, fracasó en su empeño gracias a que los agentes de
Gobernación descubrieron que lo hacía para dar rienda suelta a sus
“pasiones personales” (“deseaba poseer a una mesera que le quitaba el
rival”).34
La obsesión y pasión de la institución era el espionaje de personas,
querían averiguar sobre sus actividades durante la Revolución, sobre su
lealtad al gobierno, el grupo o partido al que pertenecían, su honestidad
en el manejo de recursos públicos y su ética personal. Con esas
variables los agentes iban reuniendo rumores y acciones, fantasías y
realidades. El diputado por el Partido Católico en Guanajuato, Lucas
Contreras, escribió una carta (interceptada) al señor cura de Urireo en
mayo de 1922, señalándole que su tarea era “organizar a las masas para
lanzarlas a la lucha política de hoy y, Dios mediante, a la lucha militar
de mañana”. Sobre los preparativos para la rebelión “sólo puedo decirle
que tenemos una fuerte línea estratégica que... cruza los importantes
estados centrales y divide al país. Este plan es el resultado de estudios
técnicos sobre los movimientos armados de los últimos diez años”.35
Pese a la gravedad de lo expuesto en esa carta no hay evidencia de
que Gobernación evaluara seriamente los planes del diputado Contreras
de levantarse en armas; los consideraba sólo fantasías de un político
ambicioso. A lo que dedicaron más tiempo fue a evaluar lo relativo a sus
lealtades y deshonestidades. Así, sabemos que Lucas Contreras era un
“rico capitalista que, antes de mezclarse en política, estaba en los
negocios. Su principal ocupación siendo el préstamo de dinero a tasas
de interés exorbitantes”. Además de ello, recibía “dos salarios del
gobierno, uno como diputado a la legislatura nacional y otro como
diputado estatal porque en un lado era propietario y en otro suplente y,
en diferentes momentos, funcionó en ambos”.36
En ocasiones los informes incluyen afirmaciones insuficientemente
verificadas que parecieran mezclar indiscriminadamente los rumores
con la realidad. Otro político guanajuatense, Arturo Ducoing, es
calificado de “rico que entró a la política para protegerse y evitar castigo
por los crímenes cometidos” entre los que se cuentan los siguientes: “en
1917 asesinó a Adolfo Chaire en su hacienda de El Salitre... En 1918
mató a una mujer de 65 años, Juana Aldabe, y a su hijo ciego, Juan, que
iban a San Luis de la Paz a quejarse de que Ducoing les había robado 35
cabezas de ganado... En 1920 asesinó a un hombre para robarle a la
hija... En 1922 mató a Metodio Nuña. El 15 de septiembre de 1924
asesinó a Salvador Bertizo porque cortejaba a su hija. Ese mismo día
apuñaló hasta matar a Víctor Charre”. Además de asesino era un
“degenerado que ha prostituido a sus propias hijas, Carmen y Teresa,
que tienen hijos de su padre (dos y uno respectivamente), y su tercera
hija, la señorita Elena Ducoing, tuvo que refugiarse en la capital para
evitar la persecución de su propio padre”. Era tan prolífico que “en sus
propiedades no ha respetado a ninguna de las familias de sus
trabajadores y se sabe que ha procreado 69 hijos”.37
Sin negar que Ducoing pudiera ser el paradigma del cacique malvado
que desflora honras y aplasta vidas, es también posible aceptar que el
agente que proporcionaba la información estuviera prejuiciado por la
clase social de Ducoing y por su filiación al Partido Católico. La única
forma de evaluar estos informes sería verificando la veracidad de la
información de manera independiente (en algunos asuntos lo haré).
Desde otro punto de vista, la enumeración de los crímenes y excesos de
Ducoing ilustra uno de los aspectos más inquietantes de la información
reunida por los servicios de inteligencia: pese a las ilegalidades
reportadas, en el gobierno federal siempre hubo una actitud pasiva y una
tolerancia excesiva hacia los miembros de la clase política en general, y
los de la familia revolucionaria en particular. Podían matar, robar, violar
sin que la autoridad actuara en consecuencia. La impunidad era la regla.
En esas historias de vida también aparecían elogios. El coronel
Matías Rodríguez (candidato de los partidos Laborista y Agrarista que
ganó las elecciones a gobernador de Hidalgo en 1925), era descrito
como “activo y algo inteligente, además de tener una educación
promedio [y ser] de familia humilde y honorable. En 1910 se unió a la
Revolución en simpatía con Francisco I. Madero, al que fue leal. En
1913 peleó contra Victoriano Huerta. En el movimiento armado de De
la Huerta, estuvo al lado del gobierno establecido... estando entre los
primeros que tomaron armas en defensa del gobierno y dando una
escolta personal de hombres confiables al general Calles. En la Cámara
de Diputados ha actuado a favor del agrarismo pero no estuvo en los
reflectores por su falta de educación ... no ha obtenido ventajas
personales de su carrera política, tiene una pequeña casa en Tacuba y un
poco de tierra en su pueblo de nacimiento”.38
Otra forma de ver estos informes es como una especie de cofre que
atesora hechos y giros lingüísticos que podrían usarse para novelar el
realismo mágico de la política mexicana. El coronel Jesús Antonio
Almeida, además de participar en política (fue gobernador de
Chihuahua de 1924 a 1928) “cortejaba a la hija de [un tal] Comandurán”
pero no se casó con ella “porque su honor [el de la joven Comandurán]
había sido violado por Francisco Villa”.39 Sobre otro político
hidalguense, el mayor Francisco López Soto, se contaba que “en medio
de la batalla [de Celaya] desertó vestido de mujer llevándose todos los
fondos”.40 Independientemente de la educación formal que tuvieran los
agentes (que por lo general era baja) la calidad de los informes dependía
de su inteligencia natural, de su sensibilidad y su experiencia. Ello
podrá constatarse a continuación comparando el trabajo de dos agentes
asignados a investigar las últimas andanzas de un general rebelde.
LA EJECUCIÓN DEL GENERAL SATURNINO CEDILLO

La calidad de los informes de los agentes Amada Bazán Nava y


Francisco Urrutia Loza muestra diferencias notables (aunque los agentes
se identificaban con un número, fue posible establecer la identidad de
estos dos).41
En septiembre de 1938 el jefe de la Oficina de Información Política y
Social (nombre que en ese entonces tenían los servicios de inteligencia)
comunicó al Agente 4 (la señorita Bazán), que debía irse a San Luis
Potosí. Las órdenes escritas son una joya de la ambigüedad burocrática
mexicana: su tarea era desempeñar la “comisión que verbalmente se le
ha conferido, de acuerdo con las instrucciones que sobre el particular le
dio el suscrito”.42 Amada Bazán se fue a San Luis a informar sobre el
paradero del general rebelde Saturnino Cedillo y en aquel estado se
dedicó a cosechar rumores y trozos de una realidad que nunca quedó
bien delineada. En una fría madrugada de noviembre observó que de la
casa de Abundio Juárez salía un coche con “dos mujeres muy fornidas,
un ayudante y el chofer, presumiéndose que las mujeres son hombres
disfrazados”.43
El travestismo entre revolucionarios parecía ser bastante común y se
presta a todo tipo de interpretaciones.
La siguiente ocurrencia de Amada Bazán fue unirse a una columna
militar que se fue a la sierra tras el escurridizo y enfermo general. El
relato es largo y soso y describe (sin analizar) el apoyo que recibía
Cedillo de los campesinos: “no se encuentra ni que comer, aun llevando
dinero para comprar. Sin embargo, para el ex general y sus hombres las
gentes del lugar son capaces de quedarse sin comer”. Incluye unas 15
fotografías intrascendentes que sólo ilustran el terregal que recorrieron
(y tragaron) durante varios días. También se refieren los esfuerzos que
hacía el gobierno federal por negociar la rendición del general. Fueron
varios los intermediarios que intentaron acercarse a las hermanas de
Cedillo; fue inútil y según Bazán, antes de regresar a Estados Unidos,
Higinia Cedillo lanzó una frase lapidaria y profética: “me voy porque
aquí no cuento con garantías. A mi hermano que lo maten, al fin es
hombre”.44 Como epílogo de ese caso hay que añadir que, según explica
Romana Falcón, en 1939, los “pistoleros del entonces gobernador Pérez
Gallardo secuestraron, torturaron y luego inhumaron a Higinia
Cedillo”.45 En cuanto a Amada, sus días como agente estaban contados
porque al regresar a la capital fue “comisionada para organizar el
Archivo”.46
El 11 de enero de 1939 fue muerto Cedillo; poco después el Agente 7
(Francisco Urrutia Loza) viajó a San Luis Potosí desde donde rindió un
informe que confirma, en términos generales, la entrevista que Carlos
Martínez Assad hiciera, mucho tiempo después, a un acompañante de
Cedillo.47 El escrito tiene limitaciones formales pero es una crónica
detallada y bien armada que cita fuentes y evalúa hechos y
declaraciones. Según el Agente, Cedillo llegó a la “Mesa de la Bisnaga”
el 28 o 29 de diciembre de 1938. Iba tan enfermo que “en ocasiones no
podía ni moverse” y se la “pasaba acostado a la sombra de unas
palmeras”. El 11 de enero llegaron a la zona los federales que
detuvieron y amarraron a Ernesto Segura, Gregorio Castro y Simón
Martínez, campesinos cedillistas. Los federales “los colgaron
obligándolos a decir dónde se encontraba el general Cedillo”. Cuando lo
supieron se dirigieron inmediatamente al lugar y continuaron
martirizando a los tres campesinos.
Su guía era Simón Martínez que a cada rato “se dejaba caer y decía
en voz alta: ‘a mí háganme lo que quieran pero mis otros compañeros
son inocentes”’. En el campamento de Cedillo estaba de vigía “Elodio
Cedillo, hijo del general, que inmediatamente que escuchó el rumor se
paró pero ya era tarde pues los soldados hicieron fuego sobre él,
matándolo en el acto”. Luego se fueron sobre el general Cedillo que se
levantó al oír los disparos. “Al tratar de huir recibió un balazo en una
pierna y en estas condiciones fue ayudado por Jerónimo Godínez uno de
sus subalternos de más confianza. Lograron caminar como unos
doscientos metros del lugar donde se encontraban dormidos hasta el
lugar donde fueron muertos”.
6. El general Saturnino Cedillo en campaña en 1936. Fue su último levantamiento.
7. El general Cedillo en el ataúd. Gracias a los servicios de inteligencia de Gobernación
sabemos que fue ejecutado y que recibió el tiro de gracia.

El primero en caer fue Jerónimo Godínez ya que éste era el único que se defendía y en
ocasiones trató de echarse encima de los soldados como perro, pues al parecer se le había
acabado el parque. También trató de recoger piedras y tirar con éstas a los soldados. Los
soldados continuaron haciendo fuego sobre los dos individuos. Mis informantes [escribe el
agente] aseguran que el cadáver del ex general Cedillo tenía no menos de once balazos en
su mayoría en el lado izquierdo... se me asegura que el último balazo fue el de gracia que
[recibió] en la sien izquierda. El balazo lo recibió ya caído el cadáver de manos de un
sargento del 14 Regimiento de Caballería, ignorando su nombre [de acuerdo al testimonio
recogido por Marúnez Assad, el verdugo fue el capitán Carlos Castrejón].

El agente evaluó la fuerza de los rebeldes.


La gente del ex general ya se encontraba en malas condiciones, tanto físicamente como
en armamento, municiones y vestuario, pues aun el ex general se encontraba sumamente
mugroso, con mala ropa. Al recoger el campo solamente se les recogieron 170 pesos.
Manifiestan los campesinos que si las fuerzas federales hubieran tratado de hacer
prisionero al ex general, ellos con gusto se hubieran prestado... En conversación con los
campesinos y con algunos soldados del 19 Batallón de Línea ... me aseguran que el ex
general fue descubierto por la “denuncia de alguna persona”.

Entre quienes pudieron haber traicionado al general menciona a dos


candidatos: el general (Ildefonso) Turrubiartes y el ex diputado
Magdaleno García.48
La riqueza del informe no es común ya que la mayoría de los
documentos del Departamento Confidencial únicamente contienen datos
o declaraciones en bruto, sin examinar ni evaluar los contenidos. En este
caso, la información del agente es muy precisa: el general Saturnino
Cedillo no pudo defenderse porque estaba débil y enfermo y entonces
fue ejecutado. Queda por saber quién dio la orden y por qué. ¿Sería el
general Miguel Henríquez Guzmán que comandaba el operativo o fue
una iniciativa del oficial que iba al mando de las tropas que dieron el
golpe final? ¿Fue informado, antes o después, el presidente Lázaro
Cárdenas? Son las preguntas inevitables de una historia que sigue
esperando el punto final, el cual probablemente esté resguardado en los
archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional.

NOTAS
1 Estas funciones son explicadas con amplitud en Angelo Codevilla, Informing Statecraft. Intelligence
for a New Century, capítulo I, New York, The Free Press, 1992.
2 Dan Raviv y Yossi Melman, Todo espía un elegido. La verdadera historia de los servicios de inteligencia
israelíes, Buenos Aires, Planeta, 1991, p. 25.
3 Una obra pionera, e inédita, es la de Maria Pía Taracena Gout, “Historia de los informantes en México”,
México, 2000.
4 Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), Fondo Gobernación, Archivo General de
la Nación (AGN), volumen 82, expediente 15, fojas 1-3.
5 Codevilla, op. cit., p. XIII.
6 José de la Luz Mena Alcocer, “Historia del Departamento Confidencial y deducciones sobre la labor de cada
uno de los jefes que han actuado al frente de este Departamento”, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 58,
folios 750-782.
7 Ibid., pp. 5, 6 y 27.
8 Reglamento Interior de la Secretaria de Gobernación, Diario Oficial, 28 de noviembre de 1929, p. 6.
9 Ibid., p. 5.
10 Mena Alcocer, op. cit., p. 5.
11 Reglamento Interior de la Secretaría de Gobernación, Diario Oficial, 25 de agosto de 1938, p. 7.
12 Mena Alcocer, op. cit., p. 28.
13 Ibid., p. 19.
14 Información dispersa en ibid.
15 Las citas provienen de ibid., pp. 20 y 28.
16 Ibid., pp. 8-10.
17 Ibid, pp. 17 y 19.
18 Ibid, p. 16.
19 Ibid, pp. 3, 7 y 17.
20 Ibid, pp. 8, 17,20 y 23.
21 Ibid, p. 3.
22 Ver a ese respecto “Los servicios de inteligencia y la transición a la democracia”, en Sergio Aguayo y John
Bailey, Las seguridades de México y Estados Unidos en un momento de transición, México, Siglo XXI
Editores, 1996.
23 Mena Alcocer, op. cit., p. 17.
24 Ibid, p. 3.
25 Información proporcionada por Ángeles Magdalena, quien la utilizará en su tesis de licenciatura en Historia.
26 Mena Alcocer, op. cit., p. 16.
27 Ibid, p. 15.
28 Ángeles Magdalena, op. cit
29 Mena Alcocer, op. cit., pp. 23-25.
30 Ibid, p. 15.
31 Ibid, p. 21.
32 Ibid, pp. 2, 27 y 26.
33 Ernest Gruening, Mexico and its Heritage, Nueva York, Greenwood Press, 1968, pp. 408-409. En el caso de
los materiales obtenidos del libro de Gruening, es posible que el texto aquí citado no coincida totalmente con el
original en español porque los documentos fueron traducidos por Gruening al inglés y luego por mí al español.
Seguramente algún matiz o expresión idiomática se perdió en estos viajes entre idiomas.
34 Mena Alcocer, op. cit., pp. 18 y 28.
35 Gruening, op. cit., p. 426.
36 Ibid, p. 428.
37 Ibid, pp. 428-29.
38 Ibid, p. 429.
39 Ibid, p. 410.
40 Ibid, p. 436.
41 Se completa, de esta manera, el espléndido libro de Romana Falcón, Revolución y caciquismo. San Luis
Potosí, 1910-1938, México, El Colegio de México, 1984.
42 Memorándum de Cipriano Arriola a Amada Bazán, 20 de septiembre de 1938, DGIPS, Fondo Gobernación,
AGN, volumen 82, expediente 31, foja 4.
43 PS-4 a jefe de la Oficina de Información, “Informe”, 4 de noviembre de 1938, DGIPS, Fondo Gobernación,
AGN, caja 82, volumen 82, expediente 31, foja 30.
44 PS-4 a jefe de la Oficina de Información, informe sobre viaje a la sierra, 24 de noviembre de 1938, DGIPS,
Fondo Gobernación, AGN, caja 82, volumen 82, expediente 31, foja 40. Las cursivas son mías.
45 Falcón, op. cit., p. 169.
46 Memorándum de Rodrigo Madrazo Basauri a Amada Bazán, 2 de diciembre de 1938, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 82, volumen 82, expediente 31, foja 40.
47 Entrevistado por Carlos Martínez Assad, Los rebeldes vencidos. Cedillo contra el estado cardenista,
México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 186-191.
48 El inspector PS-7 al jefe de la Oficina de Información Política y Social, “Informe de la forma como perdió
la vida el ex general Saturnino Cedillo”, 30 de enero de 1939, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 76,
volumen 83, expediente S. Las cursivas son mías.
CAPÍTUL0 3
LAS PRIMERAS DÉCADAS
DE LA DIRECCIÓN FEDERAL
DE SEGURIDAD

En 1946, México veía el futuro con optimismo. La Segunda Guerra


Mundial había dejado abundantes reservas financieras, un civil llegaba a
la presidencia sin sobresaltos y con un enorme consenso sobre lo
prioritario de lograr el crecimiento económico a través de la
industrialización, y la paz social estaba garantizada por un Partido
Revolucionario Institucional que estrenaba nombre. El gobierno
revolucionario de Miguel Alemán Valdés llegaba exigiendo unidad,
garantizando estabilidad política y, por vocación y conveniencia (la
relación con Washington era vital), decidido a erradicar cualquier
influencia de una izquierda marchita.
Con la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Alemán quería tener
una organización eficiente y moderna que lo protegiera, que controlara
la escuálida disidencia y que hiciera todo lo que se le ordenara. En
realidad sólo fue un cambio de nombre que dejó intactas las deficiencias
del pasado. La institución siguió flotando en un limbo jurídico y
continuó sometida a los vaivenes políticos y a las influencias
corruptoras del autoritarismo exacerbado. El presidente elogiaba a los
miembros de la DFS en privado pero guardaba silencio sobre ellos en
público (en sus Remembranzas y testimonios jamás los menciona).1 En
la Federal de Seguridad los métodos de reclutamiento cambiaron poco,
se siguió descuidando la capacidad analítica, se violaban los derechos
ciudadanos y, frecuentemente, se involucraba en las disputas por el
poder. En resumen, terminó como una policía política que, por su poder,
despertaba los celos de las otras instituciones gubernamentales. Se
mantuvo intacta la relación perversa con el sistema político, y se
preservó la lejanía con una sociedad que hacía todo lo posible por
ignorarlos.
1947-1952: LA CREACIÓN DE UNA ÉLITE

No se conoce la fecha exacta de creación de la DFS o el decreto que le


dio vida (quienes vivieron los inicios no se ponen de acuerdo y hablan
de diciembre de 1946 o enero de 1947). El primer documento oficial
que menciona a la DFS es de marzo de 1947 y en él se confirma que
dependía directamente de la presidencia de la República.2 La innovación
política y administrativa sólo duró un sexenio. Cuando Adolfo Ruiz
Cortines llegó a Los Pinos pensó seriamente acabar con la corporación.
Finalmente decidió preservarla pero la alejó de su entorno inmediato; la
envió a la Secretaría de Gobernación en donde permanecería hasta su
desaparición en 1985.
Era lógico que Alemán quisiera una organización más moderna. La
Oficina de Información Política de la Secretaría de Gobernación había
exhibido sus deficiencias durante la Segunda Guerra Mundial. Tenía
entre sus encargos vigilar y controlar a extranjeros (en especial
ciudadanos japoneses y alemanes) pero, según la Agencia Central de
Inteligencia, CIA (heredera de la Oficina de Servicios Estratégicos,
OSS, que tuvo una activa presencia en territorio mexicano), su trabajo
fue bastante deficiente debido a la corrupción que la aquejaba. Los
agentes de Gobernación, cuenta la CIA, “frecuentemente fueron
acusados de extorsionar [a los extranjeros] lo que evitó la deportación
de alemanes indeseables”.3 Las críticas no debían ser ajenas para Miguel
Alemán que durante esos años fue secretario de Gobernación. Es
incluso probable que la fundación de la DFS tuviera como propósito
adicional mejorar la imagen con el gobierno en Washington.
En la creación de la DFS no participaron militares, pese a ser ésta una
versión bastante generalizada. Se fundó con policías provenientes de
varias corporaciones y fue hasta abril de 1947 -y probablemente por
gestiones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) o del Estado
Mayor Presidencial (EMP) a las cuales disgustó sentirse excluidas- que
se incorporaron diez de los mejores oficiales egresados del Heroico
Colegio Militar (cuatro de infantería, tres de artillería y tres de
caballería). Entre ellos no estaba Fernando Gutiérrez Barrios, que llegó
a la DFS hasta 1948 o 1949.
El hecho de que Miguel Alemán intentara crear un servicio de
inteligencia totalmente dependiente de él, y alejado de la influencia
militar, pudo haberse debido a su afán por centralizar el poder y a una
vieja desconfianza hacia el ejército. Como estudiante, Alemán había
apoyado al general Arnulfo R. Gómez (ejecutado junto con Francisco R.
Serrano por órdenes de Obregón en 1927). Dos años después, su padre
fue muerto en una rebelión contra el gobierno y Alemán estuvo a punto
de tener un final similar (se salvó por un salvoconducto que le dio un
amigo de su padre).4 La frialdad con que el presidente veía a los
militares se confirma indirectamente por los grados militares que otorgó
a civiles (entre ellos un extranjero), por los ascensos que distribuyó con
un liberalismo exagerado y por el nombramiento como jefe del Estado
Mayor Presidencial del controvertido Santiago Piña Soria que, por si
fuera poco, sólo tenía el rango de coronel al ocupar tan importante
puesto.5
Alemán puso a incondicionales en la jefatura de la DFS. El primer
director, el teniente coronel Marcelino Inurreta de la Fuente, anduvo en
la Revolución para luego, en los años veinte, incorporarse al
Departamento Confidencial en donde obtuvo cierto reconocimiento (por
su “constancia, honorabilidad y actividad” fue calificado por sus jefes
como un “buen servidor del gobierno”).6 Tiempo después, Inurreta se
integró al grupo político del coronel Carlos I. Serrano, personaje de
negro historial y miembro del círculo cercano al presidente quien en sus
memorias lo califica tres veces como amigo cercano y leal.7 Según
diversas versiones, Serrano fue quien sugirió a Alemán la creación de la
DFS, que tuvo como primera sede el tercer piso del Edificio de
Pensiones del ISSSTE, ubicado en Plaza de la República N° 6, donde
incluso había un aula que, cuando hacía falta, era habilitada para meter a
los “pocos detenidos que teníamos”.8 En sus inicios todos los agentes
estuvieron concentrados en el Distrito Federal aunque frecuentemente
eran enviados a los estados en comisiones del servicio.
8. El presidente Miguel Alemán en Los Pinos, rodeado de algunos de los fundadores de la
Dirección Federal de Seguridad, que dependía directamente de la presidencia.
9. El general Marcelino Inurreta, veterano de los servicios de inteligencia, fue el primer director
de la DFS (1947-52). Hombre de confianza del coronel Carlos I. Serrano, el jefe informal de la
DFS.

DIRECCIÓN FEDERAL DE SEGURIDAD, ABRIL 1947


Director: Teniente Coronel Marcelino Inurreta de la Fuente
Subdirector: Mayor Manuel Mayoral García
Jefe de Control de
Juan Ramón Gurrola
Agentes:
Oficial Mayor: Lic. Enrique Cordero Bustamante
Jefes de Grupo: Álvaro Basail de la Vía y Ernesto Moneada Canalizo
Laboratorio: Dr. de la Rosa y Dr. Fraga
Fotografía: Jesús Casasola (Fotógrafo)
Archivo: Sr. González
María Teresa Álvarez, Carmen Barragán, Rebeca Esparza,
Secretarias:* Carmen Flores, Alicia Gómez, Rebeca Magrisso Altabet, Divina
Morales y Evangelina Solano.
* Es posible que algunas de las secretarias hubieran entrado a trabajar en fecha posterior.

AGENTES FUNDADORES DE LA DFS


Osear Alemán Vidaña Luis Mundo Larios
J. Trinidad Barragán Zepeda Guido Novelo Novelo
Álvaro Basail de la Vía Ismael Riverón
Arturo Bouzas Guillomen Jesús Rodríguez
Eutiquio Caracas Margarita Romero Muñoz
Ramiro Castañón Castellanos Lic. Arturo Schick Gómez
Melchor Cárdenas Vinicio Ramón Sequeda
Concepción Cárdenas Arturo Torres Valenzuela
Romualdo Cházaro Aguirre Jorge Valderrain
Julio Gallegos Ruiz José Manuel Vértiz Soto
Ernesto Moneada Canalizo Florentino Ventura

MILITARES QUE INGRESARON A LA DFS EL 1° DE ABRIL DE 1947


PROVENIENTES DEL HEROICO COLEGIO MILITAR

Teniente de Infantería Eliseo Cristiani de la Cruz


Subteniente de Infantería Luis de la Barreda Moreno
Teniente de Artillería Fernando García Márquez
Subteniente de Artillería Ramón Herrera Esponda
Subteniente de Caballería Manuel Lecuona Ramos
Subteniente de Infantería Jesús Miyazawa Álvarez
Subteniente de Caballería Francisco Quiroga Turrubiates
Subteniente de Infantería Rosalino Ramírez Faz
Subteniente de Caballería Silvino Ramírez Michel
Subteniente de Artillería Fernando Rocha Chávarri
Fuente: Entrevista con agente fundador, 6 de diciembre de 2000, México, DF.

Al igual que sus antecesores, los miembros de la DFS rápidamente


interiorizaron la creencia de que formaban parte de una élite. “No
éramos policías corrientes. Estábamos bien vestidos y bien arreglados.
Éramos muy bien recibidos y muy conocidos. Éramos especiales.
Éramos puro tigre”. Se les exigía lealtad y obediencia absolutas, pero a
cambio recibían compensaciones de diverso orden. El veterano recuerda
con orgullo que “entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos a las 1O u
11 de la noche, además de las guardias. A veces descansábamos los
sábados o domingos”. A cambio de eso “nos daban casas y había
oportunidades de diverso tipo”. Para aumentar los ingresos “nos dieron
de alta en el ejército [en el EMP] y así teníamos el sueldo de la DFS y el
de oficial del EMP, lo que nos permitía pagar los trajes e irnos a comer
bien”. También recibieron grados militares, lo que explica la versión de
que la DFS fue creada por oficiales de las fuerzas armadas.
En esa época, como en el pasado, en la DFS se hicieron esfuerzos
para capacitar al personal (después de todo, tenían que usar el aula) y
los primeros cursos sobre métodos de investigación policiaca fueron
impartidos por agentes del FBI de Estados Unidos. También recibían
pláticas “donde nos decían cómo portarnos, vestirnos y comportarnos en
fiestas a las que teníamos que ir de smoking”.9 La DFS tenía como
funciones proteger al presidente (y a los mandatarios que visitaran el
país), investigar asuntos delicados (o aquellos considerados como tales
por sus jefes), analizar la información obtenida y realizar operativos
especiales contra los enemigos del régimen.
La protección del Ejecutivo se estructuraba con la lógica de un
presidente desconfiado que dividió a los agentes asignados a su escolta
en dos grandes grupos. En un primer círculo estaba una media docena
de pistoleros que fueron traídos de Veracruz y que no se le separaban ni
de noche ni de día: “eran cuatro hermanos a los que llamábamos ‘los
Pumas’ y los dos hermanos Bouzas”.10 En el círculo externo se ubicaban
los agentes de la Federal de Seguridad que, antes de ser contratados,
eran entrevistados por el presidente (a excepción de los jóvenes oficiales
que enviaba la Secretaría de la Defensa Nacional).
Para proteger al presidente, la DFS tenía una estrecha, aunque
complicada, relación con el Estado Mayor Presidencial. Como
mencioné anteriormente, los policías incorporados a la DFS recibían un
grado militar del EMP para doblarles el salario. Los militares enviados
por la Sedena eran primero comisionados al EMP que a su vez los
comisionaba a la DFS. 11 La maraña burocrática exacerbaba las
tensiones naturales que provocaba la cercanía de la DFS con el
presidente. Los agentes de Investigaciones Políticas y Sociales de
Gobernación, del Servicio Secreto del DDF, y los judiciales de la PGR
(partícipes, de una u otra manera, en la protección del Ejecutivo) le
tenían celos a la joven dependencia.
Además de proteger al presidente, los agentes de la DFS hacían
investigaciones sobre “asuntos de importancia”. Como no existían
criterios explícitos para definir lo que era una amenaza a la seguridad,
siempre dependió del presidente, del secretario de Gobernación o del
director de la DFS armar la agenda de seguridad. Los criterios eran
bastante flexibles. Cuando Fernando Gutiérrez Barrios era director,
recibió órdenes de averiguar la veracidad de una noticia publicada a
ocho columnas en El Universal que alardeaba de presentar la “Primera
fotografía clara de un ‘platillo volador”’. La investigación de la DFS
demostró que no se trataba de extraterrestres invadiendo México, sino
de un OVNI de utilería que habían colgado de una grúa disimulando de
manera muy inteligente los cables. Gutiérrez Barrios informó que fue
una ocurrencia de Melitón Castañeda y su amigo Bernardo Pacheco
Meléndez.12
Los agentes dedicaban la mayor parte del tiempo al espionaje político
de los opositores del régimen y de los enemigos que tenía el jefe del
Poder Ejecutivo en el interior del Partido Revolucionario Institucional.
Es decir, lo que siempre habían hecho. Los métodos no eran muy
diferentes. Se comunicaban en lenguaje cifrado, intervenían teléfonos,
se infiltraban en grupos opositores, interceptaban cartas y tenían redes
de informantes en todas las esferas de la vida nacional (nunca pude
averiguar el número de éstos). Era frecuente que se presentaran como
periodistas y les fascinaba la facilidad con que se ganaban la confianza
de los vigilados.13
Cuando los vigilados eran profesionales se hacían obvias las
limitaciones de la DFS. El primer análisis de inteligencia recuperado es
de abril de 1947 y narra la vigilancia al yugoslavo Carlos Bognadovic,
Dragutín o Drago. Lo siguieron durante varias semanas y la mayor
parte del informe se armó con lo que obtuvieron de la intervención de su
teléfono. En sus orígenes la DFS sólo podía escuchar (y grabar) dos
números telefónicos en dos turnos cubiertos por cuatro agentes. Ésta es
una tarea que siempre ha estado compartamentalizada y en aquellos
años y por razones desconocidas la separaron físicamente de las oficinas
centrales (lo hacían desde una habitación del Hotel Regís que estaba a
unas cuadras de la sede de la DFS). En los años sesenta podían
intervenir 117 teléfonos en el Distrito Federal (en el anexo 6 aparece la
lista completa de quienes eran vigilados). En el moderno Cisen tienen la
capacidad de intervenir mil teléfonos en el DF y la zona de control está
en el 1er. piso de las instalaciones ubicadas en la delegación Magdalena
Contreras.
El informe Bognadovic muestra que su principal deficiencia era la
interpretación de la información. Lo que hicieron fue repetir como
análisis lo que Dragutín había dicho por teléfono a su esposa, Olga
Davidovich, que se encontraba en Nueva York. En la parte descriptiva
del informe aparece Olga diciéndole a Dragutín que no se tardara
“mucho en Argentina porque es preciso que llegues a la playa sin ser
visto por la policía”. Párrafos después la DFS presentaba como informe
de inteligencia que Dragutín no se iba a “tardar mucho en la Argentina
porque es preciso que llegue a la playa sin ser visto por la policía”. Es
evidente que no tenían la más remota idea de las claves que estaba
utilizando la pareja.
10. El capitán Luis de la Barreda Moreno (sin camisa) demostrando su habilidad física. Estuvo
entre el grupo de militares enviados po la Sedena, en abril de 1947, a la DFS.
11. Un telegrama cifrado del capitán Gutiérrez Barrios. La criptografía siempre ha sido utilizada
por los servicios de inteligencia.

El texto muestra otras limitaciones. La principal es escribir


afirmaciones sin preocuparse por fundamentarlas. En el reporte se
afirmaba que Dragutín era “sumamente peligroso” pero jamás se
explicaba por qué. En ese primer análisis ya aparece también la
inclinación anticomunista que caracterizaría a la organización. Además
de comentar que seguían “vigilando a todos los grupos relacionados con
el comunismo en México”, consideraban que aquellos que hacían
labores “comunizantes” estaban incurriendo en “actividades ilícitas”.14
En el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines no mejoró la calidad en el
procesamiento de información. En 1954 le pidieron a un veterano de la
DFS (asignado en ese momento a la Cuarta Zona Militar de Hermosillo,
Sonora) que recopilara información sobre un congreso de la Unión
General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) y de la
Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL). A los pocos
días llegaron a la DFS 14 cuartillas, a renglón seguido, cuya parte
medular era una trascripción exacta de los discursos pronunciados por
Vicente Lombardo Toledano. Así podemos enterarnos que el maestro
Lombardo inició su discurso disculpándose “por esta afonía
desagradabilisima e imprevista, que me va a privar de explicar con la
extensión que yo desearía algunas ideas en relación con el tema que me
pidieron”. Pese al quebranto de la voz le recetó al distinguido una larga
perorata cuyo contenido y estructura se adivina desde las primeras
líneas: “Una nación es una comunidad humana de característica
territorial, es una comunidad de régimen económico homogéneo, es una
unidad de pensamiento y de psicología que se expresa a través de la
cultura”, etcétera, etcétera.15 Difícil decir en dónde está la inteligencia
del discurso y del informe.
Los agentes de la Dirección General de Investigaciones Políticas y
Sociales tampoco se distinguían por la calidad de sus informes que
llegaban repletos de información en bruto. En 1948, un agente de la
Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales de la
Secretaría de Gobernación (IPS) se subió a un autobús a escuchar las
conversaciones de dos miembros del legendario Escuadrón 201. Así
sabemos que mientras el camión atravesaba el paisaje urbano, el Criquet
y el Gamas decían en voz alta que “el señor presidente de la República
había sido atracado y herido”. En la opinión del agente, si los dos
sujetos hablaban con voz fuerte era porque querían que “todo el pasaje
se diera cuenta” ya que su objetivo era hacer que la “versión se
propalara por todas partes”.16
Es igualmente obvia su parcialidad hacia el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), del cual se sentían parte, y al que apoyaban por
encima de cualquier consideración. En un reporte sobre la campaña que
hacía en Colima el general disidente Miguel Henríquez Guzmán (el que
comandaba las tropas que ejecutaron al general rebelde Saturnino
Cedillo en 1939), el agente de la IPS recomendaba “que la
Confederación Nacional Campesina de México comisione un delegado
que en auxilio de la Liga Estatal” se dedique a “sabotear la
concentración de agraristas” a favor de Henríquez.17
En sus tareas de espionaje político, la DFS alcanzó un buen grado de
eficiencia. Los sujetos a la vigilancia eran izquierdistas, obreros
sindicalizados (petroleros y ferrocarrileros), algunos extranjeros,
periodistas criticones, políticos que inquietaban a los gobernantes y
miembros del PRI que se unían a la oposición por ambiciones de poder
(como el diplomático Ezequiel Padilla que se enfrentó a Miguel Alemán
en la campaña de 1946 o Miguel Henríquez Guzmán a Adolfo Ruiz
Cortines en 1952). Era un trabajo relativamente fácil y con pocos
riesgos porque, como admite un veterano de la DFS, en aquellos
tiempos “no hubo amenazas reales al señor presidente”. En muchas de
las ocasiones, la DFS debió sus éxitos en la infiltración a la ingenuidad
de los opositores. Pese a la debilidad del “enemigo”, tenían que
justificar su existencia ante el régimen y ante ellos mismos. Lo que
hicieron fue exagerar la importancia y peligrosidad de quienes se
oponían a los gobiernos priístas.
OTRAS DEFICIENCIAS ESTRUCTURALES DE LA DFS

Además de la pobreza en el procesamiento de información, los servicios


civiles de inteligencia arrastraban otras deficiencias del pasado.
Su institucionalidad era frágil. A los seis años de creada, Adolfo Ruiz
Cortines intentó desaparecerla porque tenía una pésima opinión de ella.
Uno de los agentes que vivieron la transición cuenta que Ruiz Cortines
era “muy hosco hacia el grupo. No lo quería, ni quería que lo rodearan.
Decía: ‘yo no necesito pistoleros o gente armada”’. Sobrevivieron
porque el Estado necesita ese tipo de instituciones, y por las dificultades
asociadas a la desaparición de una burocracia creada. Fueron
transferidos a la Secretaría de Gobernación y perdieron el aura que les
daba el estar cerca del presidente y escoltado (tarea que tomó el EMP
con el apoyo de los Guardias Presidenciales).
La consolidación del Estado Mayor Presidencial (EMP) como centro
de poder merece una investigación independiente sobre la cual adelanto
una hipótesis. Con sus abundantes recursos económicos y su autoridad e
influencia políticas, el EMP fue tejiendo a lo largo de los años una
complicada y poderosa red de militares que ocuparon posiciones
estratégicas en el sistema nervioso priísta. Los recomendados del EMP
se encargaron de la seguridad y la logística de secretarios de Estado,
gobernadores y directores de paraestatales. No era solamente una
fraternidad de viejos amigos. Encontré suficiente evidencia documental
para establecer un patrón de militares que, además del salario de la
dependencia a la que estuvieran asignados, conservaban un
nombramiento (y un salario) del EMP. Por ejemplo, el jefe de la Policía
Preventiva del Distrito Federal en 1970, el general Renato Vega
Amador, tenía ingresos mayores en el EMP que en el Departamento del
DF.18
Lo contrario sucedió con la Dirección General de Investigaciones
Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación (DGIPS) que
perdió importancia frente a la DFS. Las funciones de la IPS se redujeron
a observar elecciones y a armar biografías de candidatos del PRI. Perdió
influencia pero no personal adscrito porque a principios de los años
cincuenta tenía agentes en los estados y 40 o 50 efectivos en la capital.19
Las diferencias entre las dos Direcciones de Gobernación se harían
legendarias. Los agentes de la DFS se burlaban de sus colegas de la IPS
porque leían libros, y éstos calificaban de “gorilas” a los de la DFS, lo
que confirma, de manera coloquial, que su principal función era
operativa.
Las relaciones de la DFS con los estados tampoco estuvieron exentas
de tensiones de diverso tipo. En enero de 1942 llegó un agente de la
DFS al estado de Chihuahua para informar sobre lo que ahí pasaba.
Aunque intentó mantenerse en el anonimato, muy pronto exhibió su
presencia porque el gobernador Teófilo Borunda había contratado a un
ex jefe de control de la DFS, el mayor Luis García Rojas, para que se
encargara de “investigar a los agentes federales destacados en la
entidad”. A partir de ese momento, cuenta el federal, “empezó a
coaccionarme en forma indirecta, para que suavizara mi información, ya
por personas interpósitas o bien por interrupciones y retardos en la línea
telefónica”. Poco después le ordenaron regresar y ya en la sede fue
despedido por “haber vigilado a Fidel Velázquez (quien fue en esos días
a Chihuahua) y por haber tratado de cohechar a personal de Celulosa de
Chihuahua”. El agente terminaba su informe pidiendo se reconsiderara
su reingreso a la DFS para lo cual reiteraba su “absoluta lealtad a la
oficina” y recordaba su difícil situación económica.20 El agente Pablo
González Ruelas, fue readmitido y llegó a ser el último director de la
DFS y el encargado de desmantelarla en 1985 (algunos veteranos lo
califican de hombre decente aunque limitado, otros de “cabrón,
oportunista y corrupto”).
Porque así se lo ordenaron sus superiores, la DFS siguió siendo una
policía política a la sombra de la cual florecían actividades que, con los
años, serían calificadas como amenazas a la seguridad nacional
mexicana. La DFS tenía autoridad para investigar asuntos de drogas,
pero he ido encontrando evidencia de que algunos de sus jefes se
involucraron en su tráfico o lo toleraron. De acuerdo a un informe
confidencial enviado por la embajada de Estados Unidos el 4 de
septiembre de 1947, el subdirector de la DFS, el mayor Manuel Mayoral
Garda controlaba el tráfico de mariguana en la capital.21
En 1951 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) elaboró un
detallado informe “secreto” sobre México. En la parte dedicada a
“Inteligencia y Contrainteligencia”, menciona a seis instituciones
dedicadas a esas funciones: la Sección Segunda del Estado Mayor de la
Sedena, el Servicio Secreto de la Policía del Distrito Federal, las
unidades de investigación de las procuradurías General de la República
y del Distrito Federal, Investigaciones Políticas y Sociales en
Gobernación y la Dirección Federal de Seguridad. La CIA consideraba
que “de acuerdo a criterios estadunidenses” las primeras cinco “no están
bien organizadas y son moderadamente efectivas”.
La CIA tenía una buena opinión sobre la DFS. La describieron como
una “organización relativamente nueva que responde de manera directa
al presidente. Su organización y métodos fueron modelados siguiendo al
FBI, y su personal es competente y capaz”. Después del elogio viene
una seria crítica: “algunos jefes de este grupo son poco escrupulosos y
han abusado del considerable poder que tienen porque toleran, y de
hecho conducen, actividades ilegales como el contrabando de
narcóticos”.22 Este documento, extraordinario por lo explícito de sus
afirmaciones (no tiene las tachaduras que generalmente ocultan los
hechos o nombres que Washington considera demasiado sensibles),
tiene un anexo con biografías de los personajes de la política mexicana.
Entre las personalidades mencionadas estaba el coronel Carlos I.
Serrano a quien consideraban “una de las personas más importantes tras
las bambalinas del régimen alemanista. Fue jefe de la policía estatal
cuando Alemán era gobernador de Veracruz y durante la campaña fue el
responsable de su seguridad personal”. Además de ello, continúa el
informe de la CIA, “organizó y controla [de manera extraoficial] a la
DFS”. No tenían buena opinión de Serrano a quien calificaban como
“hombre poco escrupuloso, involucrado activamente en empresas
ilegales, entre ellas el tráfico de narcóticos. Se le considera astuto,
inteligente y agradable, aunque sus métodos de operación violan
cualquier principio de buena administración. Se dice que aspira a la
presidencia de la República”.23
Los agentes entrevistados comentan que el primer director de la DFS,
el general Inurreta, era muy tajante al prohibir a los agentes que se
embarcaran en actos de corrupción. Con el tono paternal que le
recuerdan, Inurreta condenaba una y otra vez el tráfico de narcóticos. El
“narco [decía a sus agentes] puede hacerlos ricos, pero el que se mete ya
no vuelve a salir”. Es notable que Inurreta lanzara esa prédica pues
difícilmente podía ignorar las actividades de su subalterno y su jefe
político, el coronel Serrano. Suponiendo que fuera un policía decente (y
no tengo evidencia para negarlo) sería una demostración del doble
discurso del autoritarismo a la mexicana: incluso los políticos honestos
mostraron siempre una enorme tolerancia frente a los excesos cometidos
por otros miembros del régimen. Desde otra perspectiva, también
confirma la poca atención que se daba al narcotráfico que era visto, por
la élite gobernante y la sociedad, como una actividad marginal.
Para desgracia nacional, no sería la última vez que se relacionara a
los servicios de inteligencia con actividades vinculadas con el
narcotráfico y otras actividades ilegales. En la percepción popular (y en
el exterior) creció la fama del servicio de inteligencia mexicano como
una organización dura y corrupta (probablemente al mismo nivel que
otras entidades públicas). Sin embargo, durante varias décadas la
sociedad mexicana y la comunidad internacional prefirieron ignorar los
métodos empleados por el aparato de seguridad. Para Washington la
prioridad estaba en preservar la estabilidad mexicana. En el país muy
pocos se interesaban por lo que pasaba al interior de la DFS. Los
gobernantes, por su parte, estaban satisfechos con los resultados que
daba la Federal de Seguridad, y no les importaban demasiado los
métodos que empleaban. El narcotráfico o la extorsión eran una
“travesura de los muchachos” que ostentaban con orgullo y prepotencia
una reluciente credencial.
LA CHAROLA

La credencial o charola evolucionó durante el siglo XX reflejando los cambios de la


sociedad, el sistema político y los servicios de inteligencia. En los años veinte y treinta era de
cartulina y generalmente llevaba los colores de la bandera nacional. En los primeros años de la
DFS fue de cartulina plastificada y en los cincuenta el impreso donde se ponían foto, nombre y
firmas se acompañaba de un lustroso escudo de metal (en los ochenta todo el objeto era
metálico). A partir de 1964 se inició la época de mayor poder de la corporación y se abusó tanto
de ese objeto que cuando el Estado suprimió a la DFS en 1985, la refundación incluyó la
eliminación temporal de la charola. Hasta nuestros días, los miembros del Cisen tienen
controlada la identificación.
En la época de mayor poder de la Federal de Seguridad, la charola
servía para identificarse y se utilizaba de acuerdo a la personalidad de
quien la cargaba. Según un conocedor del asunto, si el agente buscaba
recabar información, la charola se mostraba con lentitud para que el
interrogado captara con plenitud el poder que se desprendía de ella; si se
trataba de alguna detención o negocio privado se pasaba como un
flashazo ante los ojos del intimidado. El tono de voz y las palabras se
adecuaban a la circunstancia y hay algún comandante que asegura que
la charola era innecesaria, que con una buena mentada de madre y una
“enseñada” del arma el sospechoso quedaba paralizado.
Los agentes recibían su charola después de cumplir con un ritual que
describe un fundador: “todos éramos recomendados. En mí caso, el
capitán Alfredo Valdés del Estado Mayor Presidencial me presentó con
el general Inurreta que me entrevistó preguntándome con insistencia por
qué quería entrar al servicio. Después de un tiempo como ‘meritorio’ me
llevaron con el presidente de la República. Iba acompañado del que me
había recomendado que dijo:
‘Señor presidente, ésta es la gente de la que le hablé’. El señor
presidente me preguntó: ‘¿Tú quieres entrar al servicio?’; le respondí
que sí y a partir de ese momento me hice parte de la DFS”. Tenerla era
la confirmación de que habían sido aceptados en un selecto gremio que
exigía lealtad y obediencia a los superiores y discreción frente a los
otros. El número de credencial era importante, porque mientras más
bajo fuera más antigüedad tenía el poseedor quien, por el solo hecho de
cargarla, se investía de poder e impunidad.

12. En las primeras décadas, las credenciales de los agentes eran de cartón grueso; en los
cincuenta empezaron a enmicarse y, poco después, se harían metálicas y adquirían el nombre de
charolas.
13. En México hay varios servicios de inteligencia. En los años cincuenta, la Secretaría de
Gobernación contaba con la DFS y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales
(DGIPS).

En la DFS el reclutamiento era poco profesional pero muy eficaz. La


institución era prácticamente imposible de penetrar porque se basaba en
redes personales. Una regla explícita (aunque no escrita) era que quien
recomendaba se hacía responsable del recomendado. Todavía hoy, con
el nuevo régimen, sigue siendo uno de los principales métodos de
reclutamiento del Cisen. Una vez que los nuevos agentes ingresaban a la
DFS adquirían un fuerte espíritu de pertenencia que se cultivaba de
diferentes maneras. Por ejemplo, los agentes más experimentados se
sentaban con los nuevos para enseñarles los secretos de la profesión y,
como era lógico, hubo matrimonios dentro del cerrado grupo (como es
el caso de Fernando Gutiérrez Barrios con Divina Morales).
La charola también resentía las fallas estructurales a que me he
venido refiriendo. Dependiendo de quien ocupara el sillón de director, la
credencial podía utilizarse como un regalo, para corresponder (u
obtener) favores, o venderse a precios bastante elevados. El coronel
Leandro Castillo Venegas fue director entre 1952 y 1957 y se dedicó a
“vender credenciales por todos lados” lo que fue una de las razones para
que, en palabras de un testigo, la DFS “se desordenara”.24 Luego llegó,
por un corto tiempo, Gilberto Suárez Torres quien contuvo los abusos.
Se prefigura un patrón: cuando la entrega de charolas estuvo controlada,
disminuyeron los abusos y los escándalos. Esta flexibilidad se debía a la
deliberada ambigüedad jurídica. Los gobernantes querían una policía
política dispuesta a cumplir órdenes y, desde ese punto de vista, la
charola era (literalmente) una licencia para matar. A cambio de ello, los
agentes podían usarla para hacer sus “travesuras” (extorsionar, proteger
prostitutas o narcotraficantes o hacer negocios de otro tipo).
El desorden en la entrega y manejo de las charolas se facilitaba
porque seguía dándose una constante rotación de personal. La
institución se llenaba y vaciaba con el ir y venir de los jefes. De los
agentes que ingresaron a la DFS durante la presidencia de Miguel
Alemán, sólo un puñado permaneció en el sexenio de Ruiz Cortines. El
resto incursionó en otras actividades, aprovechando para ello las muchas
relaciones que habían hecho durante el tiempo que estuvieron cerca del
presidente. Se confirmaba la tradición de hacerse miembro de los
servicios de inteligencia para acercarse a la élite del poder, lo que servía
de eficaz mecanismo para ascender en la escala económica y social (que
no política ni burocrática). Era, al final de cuentas, un pactó de
aprovechamiento mutuo.
Las charolas también se utilizaban para tejer las redes de informantes
y/o ganarse la simpatía de quienes las recibían. Hace falta aquí una
distinción fundamental. En los años cincuenta todas las credenciales
decían “Agente” pero sus portadores eran de dos tipos. Algunos
trabajaban de planta y otros eran “honorarios” que no cobraban en la
nómina de la DFS. Entre estos últimos había periodistas, empresarios,
políticos o intelectuales que daban a las credenciales los usos más
variados. No pocos de ellos las ponían en la guantera del automóvil para
evitarse la multa o “mordida” del agente de tránsito, otros las empleaban
para negocios más lucrativos.
Tuve acceso a un legajo con las hojas de filiación de los 200 agentes
honorarios que recibieron credencial en 1955 y sistematicé la
información sobre 70 de ellos.25 Todos eran hombres, el porcentaje
mayoritario estaba entre los 30 y 45 años de edad, cuatro vivían en
estados del interior y el resto (66) en la capital, y su promedio educativo
era más bien bajo (sólo 11 decían tener licenciatura). Es notable la
diversidad de sus actividades: había 1O militares en activo, cinco
periodistas, un buen número de comerciantes, banqueros, políticos,
ferrocarrileros, policías de otras corporaciones, empleados del
Hipódromo de las Américas, etcétera. En la DFS no había xenofobia:
recibieron charola ciudadanos españoles (franquistas y republicanos),
un turco, un libanés y un estadunidense. Este relajamiento frente a los
extranjeros indica una falta de prejuicios que se extiende a relaciones
muy estrechas con los servicios de inteligencia de otros países (en
especial Estados Unidos).
El aspecto en el que coinciden los agentes “honorarios” es en la
importancia de sus cargos o en el lugar estratégico que tenían dentro de
alguna dependencia. Tenían credencial de la DFS el maquinista del tren
presidencial, el magnate de la comunicación Emilio Azcárraga, mandos
de diversas corporaciones y el periodista Manuel Buendía Tellezgirón.
Entre los escasos objetos que heredé de mi padre, Jesús Aguayo
Zaragoza, estaba una credencial de agente de la DFS. Siempre pensé
que era una falsificación que utilizaba en sus correrías como periodista
del diario capitalino Zócalo. En el archivo de la DFS depositado en el
Cisen descubrí que la credencial era auténtica lo que agregó otro
pincelazo a una vida pintoresca, intensa y breve (murió en 1956).
Queda claro que cargar una credencial no convertía a los agentes
“honorarios” en espías del régimen. Sin embargo, documentos
incorporados a sus hojas de filiación muestran que algunos de ellos sí
asumían el compromiso con seriedad y entusiasmo. Ernesto Colín
Enríquez trabajaba de tiempo completo como apoderado de las
“Cooperativas de Transporte” de Oaxaca y durante 1956 envió 46
informes. El director del Banco Continental, Ignacio Beteta Monsalve,
regresó su charola al director de la DFS el 20 de mayo de 1957
acompañada de una carta precisando que “jamás he hecho mal uso de
esta credencial, y si usted tiene la gentileza de nombrarme nuevamente
agente, yo trataré de seguir colaborando, como hasta la fecha lo he
hecho, con esa DFS”.26 ¿De qué informaba el oaxaqueño? ¿Cómo
colaboraba el banquero? Aunque lo ignoro, es obvio que las charolas
eran un útil mecanismo para tener en todo el país informantes que
alimentaban a la Federal de Seguridad con chismes y verdades, con
secretos y trivialidades.
La búsqueda realizada en el Archivo General de la Nación me
permitió encontrar una rara relación de 28 personas que, en 1959,
colaboraron con la DFS en diferentes estados (se incluye en el anexo 2).
No se aclara si estaban en nómina o si eran honorarios, pero su
diversidad es similar a la mencionada en párrafos anteriores. Aparecen
jefes de corporaciones policiacas y de aeropuertos, periodistas,
militares, empresarios y ciudadanos de lo más variado.
14. El coronel Leandro Castillo Venegas, segundo director de la DFS (1952-1958), su gestión se
distinguió por el desorden. Las charolas se entregaban sin ningún control.
15. El coronel Manuel Rangel Escamilla, cuarto director de la DFS (1959-1964). Tuvo
fricciones con el subdirector Gutiérrez Barrios y con el secretario de Gobernación Gustavo Díaz
Ordaz.

Los dos listados (de agentes honorarios y de colaboradores) se


complementan geográficamente (una relación incluye a gente del
interior de la República, la otra se concentra en la capital) y confirman
varios patrones. La mayoría de quienes recibieron una credencial de la
DFS tiene como rasgo en común su acceso a información. El alto
porcentaje de militares (o de policías que habían recibido grado militar)
parece validar la relación estrecha que tenían las fuerzas armadas y los
servicios de inteligencia.
Ambas listas demuestran que también los “honorarios” tenían que ser
recomendados o avalados por alguien de la DFS (y en algunos casos por
poderosos miembros del sistema). Comparando a los recomendadores
puede apreciarse el creciente poder que iba adquiriendo Fernando
Gutiérrez Barrios. En el legajo de 1955, cuando Gutiérrez Barrios era
jefe de Control de Agentes, sólo apoyó, junto con Castillo Venegas, a un
agente. El director Leandro Castillo Venegas distribuyó (por amistad o
interés monetario) la mitad de las credenciales, y el subdirector, mayor
José Altamirano Díaz fue igualmente activo. En 1959, ya como
subdirector, Gutiérrez Barrios recomendó más colaboradores que el
director, coronel Manuel Rangel Escamilla.27 Esta fuerza se expresaría
en años posteriores.

RECOMENDACIONES PARA 70 AGENTES HONORARIOS, 1955


Nombre Recomendados
Coronel Leandro Castillo Venegas (Director) 19
Mayor José Altamirano Díaz (Subdirector) 14
Recomendación conjunta (Castillo y Altamirano) 3
Castillo Venegas y Fernando Gutiérrez Barrios 1
Castillo y Altamirano con otro militar 6
Otro militar 12
Civiles 16*
Total 70
Recomendados por militares 54
Recomendados por civiles 16

* Entre quienes recomendaban estaban Gustavo Díaz Ordaz (entonces Oficial Mayor de Gobernación), Emilio
Azcárraga Jr., y Norberto Treviño Zapata (gobernador de Tamps). Fuente: Secretaría de Gobernación, Agentes DFS
1955, Dirección de Administración y Servicios Honorarios 2-7, expediente 7, 1955, Archivo del Cisen.

RECOMENDACIONES PARA 28 AGENTES DEL INTERIOR, 1959


Nombre Recomendados
Teniente coronel Manuel Rangel Escamilla (Director) 9
Capitán Fernando Gutiérrez Barrios (Subdirector) 10
Capitán Luis de la Barreda Moreno (Jefe de Control) 3
Otros militares 3
Civiles 2
Total 28
Recomendados por militares 2
Recomendados por civiles 2

Fuente: DFS, “Relación del personal que colaborará en esta dependencia en las siguientes entidades”, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2893, 22 de septiembre de 1959.
EL CASO GARCÍA TRAVESI

Los opositores eran escasos y aislados y el control del PRI absoluto. Tal
vez por ello el régimen se ensañó con los pocos que se atrevían a
disentir. La DFS los espió, controló o neutralizó con el respaldo de otras
instituciones del aparato de seguridad. Un caso paradigmático que
ejemplifica los métodos tan variados que se empleaban es el de Rafael
García Travesi.
García Travesi fue un diplomático que apoyó la candidatura
presidencial de Juan Andrew Almazán en 1940, y en 1946 se unió a
Ezequiel Padilla en su campaña contra Miguel Alemán. Una vez
derrotado, Padilla se retiró discretamente del escenario, mientras que
García Travesi mantuvo su objetivo de combatir al régimen. Se
autoexilió en Los Ángeles y en la mejor tradición de los perseguidos
políticos fundó El Angelino, un semanario desde el cual lanzaba
vitriólicas críticas contra el régimen de Alemán al que calificaba de
comunistoide, de “espurio”, de “anticonstitucional” y de cometer todo
tipo de “inmoralidades y robos”. Algunas de las afirmaciones podían
tener fundamento, otras eran puras fantasías, como asegurar que Alemán
protegía a una “conspiración comunista” que, auspiciada por la
“embajada rusa establecida en México”, atentaba contra la “democracia
continental”. El hecho de que Alemán hubiera sido candidato a la
presidencia por el Partido Comunista Mexicano no convertía en
izquierdista al veracruzano; más bien mostraba las limitaciones y
pobreza ideológica de los comunistas mexicanos.
El ex diplomático fue uno de los pocos que incorporó el asunto del
tráfico de narcóticos a sus escritos acusando abiertamente a diversos
funcionarios. Denunció el “escandaloso tráfico de narcóticos, que
encabezan los más altos funcionarios del régimen alemanista, entre los
que se destacan el actual gobernador de Baja California, licenciado
Alfonso Garda González, y el senador de la República, Carlos I.
Serrano, cuyo automóvil fue sorprendido hace tiempo, en territorio de
los Estados Unidos, transportando más de 60 latas de opio”.28 El coronel
Serrano era el jefe verdadero de la Federal de Seguridad y por la
reacción que tuvo, es evidente que las críticas lo enfurecieron tanto a él
como al presidente.
El régimen alemanista desplegó una estrategia para eliminar al
incómodo periodista. A Los Ángeles llegó un enviado gubernamental
que, en una reunión privada, expuso varias ofertas seductoras:
Vamos a hablar en plata, Travesi, yo soy tu amigo. ¿Cuánto quieres en “efectivo”, de un
golpe? La suma que tú fijes, yo te la entrego personalmente. O en todo caso, tengo otra
proposición. Tú sigues siendo un enamorado de París. Metiste la pata, renunciando a tu
carrera diplomática cuando Almazán. Vuelve a ella. Yo, personalmente, te hago entrega de
un pasaporte diplomático, podrás inclusive, llegar a embajador si te “subordinas” y se te
quita lo “hablador”.29

El ex diplomático rechazó la oferta y en 1948 el gobernador de Baja


California y otros tres mexicanos lo demandaron ante un tribunal
angelino por “difamación y libelo”. La acusación tampoco prosperó
aunque, para entonces, ya habían escudriñado en sus antecedentes
personales. Pese a que su expediente en Relaciones Exteriores está
incompleto, sobrevivieron unos memos oficiales que documentan la
participación directa del presidente Alemán en la persecución de Garda
Travesi. En un escrito de octubre de 1948, la Secretaría de Relaciones
Exteriores ordenó a la embajada mexicana en París que obtuviera copias
certificadas del matrimonio y el divorcio de García Travesi. La petición
era urgente “por tratarse de un caso en el que el señor presidente de la
República tiene interés personal”.30
Cuando tuvieron la documentación sobre los tres matrimonios que
había tenido el periodista, los enviaron inmediatamente al cónsul
general en Los Ángeles, Salvador Duhart Martínez, quien los utilizó
para acusar judicialmente a García Travesi por bigamia. Se apoyaba en
el hecho de que no existía constancia de uno de sus divorcios (acusación
que siempre negó García Travesi). Utilizaron entonces el entendimiento
que siempre ha existido entre los aparatos de seguridad de México y
Estados Unidos. Las autoridades migratorias estadunidenses detuvieron
a García Travesi y de manera sumaria lo deportaron a Tijuana donde fue
entregado a un grupo de agentes de la DFS. García Travesi escribió que
el cónsul Duhart sobornó a los agentes de migración estadunidense y
que desde Tijuana se comunicó telefónicamente con el senador Serrano
para decirle que la deportación había sido un éxito. Aunque los agentes
de la DFS no lo golpearon, sí simularon un fusilamiento.31
La importancia dada al caso de García Travesi se confirma por los
recursos económicos que emplearon. A las pocas horas de que llegó a
Tijuana, lo pusieron en un avión particular para trasladarlo al Distrito
Federal y de ahí a Pachuca, Hidalgo, donde lo encarcelaron. Aparece en
ese momento la complicidad del Poder Judicial. El juez Segundo de lo
Penal, Ramón Maldonado Fonseca, le dictó auto de formal prisión por
el delito de bigamia, por lo que en su opinión ello le daba un “índice de
alta peligrosidad” (afirmación difícil de sostener en un país donde
abundan los bígamos e infieles), le impuso una fianza de 200 mil pesos
en efectivo con lo cual impidió que saliera libre.32 Estuvo preso un par
de años en condiciones miserables, pero salvó la vida por la campaña a
su favor y porque su esposa era estadunidense.33
Durante ese tiempo García Travesi, su familia y amigos pelearon
contra el régimen con métodos comúnmente empleados por la
oposición. Crearon en Los Ángeles un “Comité Pro Liberación García
Travesi”, utilizaron con insistencia la denuncia pública enviando
documentos a columnistas, publicando desplegados o dedicando
números enteros de El Angelino al asunto, cabildearon en México y
Estados Unidos, e interpusieron todos los recursos legales que tuvieron
a su disposición. Cuando Alemán dejó la presidencia en 1952 García
Travesi fue liberado con un amparo concedido por la Suprema Corte.
Los excesos cometidos por el Poder Ejecutivo y Judicial fueron
reconocidos por el ministro de la Suprema Corte, Luis G. Corona, que
en una carta personal a García Travesi le dijo: “Conozco perfectamente
el calvario sufrido por usted” y reconoció el “perseverante valor para
enfrentarse a las tropelías de infatuados poderosos. Todo ello lo palpé al
intervenir destacadamente en el amparo que parcialmente se le
concedió”.34
Un epílogo del caso ilustra la impunidad indispensable en los
métodos usados para silenciar opositores. Según consta en el
voluminoso expediente que tiene Relaciones Exteriores sobre Salvador
Duhart, éste incurrió en malos manejos financieros que fueron
descubiertos cuando ocupaba el cargo de cónsul general en Los
Ángeles. Contrajo deudas que dejó sin pagar, giró cheques sin fondos,
se apropió de indemnizaciones de braceros mexicanos fallecidos en
Estados Unidos, cobró cheques emitidos a subordinados, etcétera.
Fueron más de 20 mil dólares los que obtuvo de esa manera.35 El asunto
llegó a la prensa que informó de su fulminante cese en septiembre de
1953, aunque aclarando que por “instrucciones giradas por la
presidencia de la República a Relaciones Exteriores no se le consignará
ante el ministerio público federal”.36
Fue un cese muy peculiar porque aunque Duhart fue “puesto a
disposición”, siguió recibiendo su sueldo hasta el 31 de diciembre de
1954 y porque la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, “en
cumplimiento del Acuerdo Presidencial” pagó las deudas de Duhart
hechas con cargo a una partida de “gastos confidenciales no sujetos a
comprobación”.37 Poco tiempo después, Duhart regresó a Los Ángeles
como corresponsal de un periódico nacional. Es inevitable concluir que
el trato privilegiado que recibió fue consecuencia del trabajo sucio que
hizo para hostigar, perseguir, encarcelar y silenciar a los críticos del
gobierno alemanista. En ésta y en otras historias la DFS jugó el papel de
policía política.
HACIA LOS AÑOS DORADOS

Durante el sexenio de Adolfo López Mateos el director de la DFS fue el


coronel Manuel Rangel Escamilla que tuvo problemas muy serios con el
subdirector, capitán Fernando Gutiérrez Barrios, y que cometió uno de
los crímenes más terribles del sistema político mexicano: se equivocó de
“tapado”. Rangel Escamilla no apoyó a Gustavo Díaz Ordaz quien, con
la mano pesada que lo caracterizaba, cobró venganza el día de su toma
de posesión. En Palacio Nacional ordenó a los agentes de la DFS
formados para la ceremonia del besamanos que de ninguna manera
permitieran que Rangel Escamilla se metiera en la fila. El director de la
DFS tenía que irse hasta el final.38 Habiendo despojado a Rangel de uno
de los símbolos del poder humillándolo públicamente, Díaz Ordaz
completó la faena nombrando como director a Fernando Gutiérrez
Barrios quien siempre le había mostrado lealtad.
La anécdota confirma la escasa institucionalidad de la DFS y
representa un parteaguas en la historia de la misma. Con Gutiérrez
Barrios llegó un grupo de agentes (como Luis de la Barreda y Miguel
Nazar Haro) que controlarían la institución durante muchos años. Una
de las consecuencias positivas de esa continuidad fue el ingreso a la
corporación de Vicente Capello, el archivista que organizó y cuidó el
indispensable acervo con la información que reunían los servicios de
inteligencia sobre los amigos y enemigos del régimen.
El predominio de Gutiérrez Barrios mantuvo y acentuó las
deficiencias estructurales. El presidente y/o su secretario de
Gobernación y/o el director de la Federal de Seguridad siguieron
definiendo en secreto y discrecionalidad, la agenda de riesgos a la
seguridad nacional. No varió el enorme margen de maniobra concedido
a la DFS a la que, como he venido insistiendo, se le exigía lealtad y
resultados. Como el presupuesto era insuficiente para financiar las
actividades que le encomendaban y como los agentes tenían salarios
muy reducidos, los comandantes, delegados o agentes se veían
obligados a obtener ingresos extras, lo que era aceptado por los jefes
como parte de las reglas del juego. Dejarlos que hicieran sus “buscas”
(la extorsión, el botín de guerra, la protección, el narcotráfico) además
de darles pequeñas concesiones (en especial, placas de taxi) era parte de
esas reglas. Esta falta de institucionalidad tendría un costo altísimo para
el país.
Otra variable decisiva en la permisividad (y que generalmente no se
menciona) es el papel jugado por la comunidad internacional, que
también concedía un amplio margen de tolerancia a los excesos de los
servicios de inteligencia y del régimen. El documento de la CIA citado
en páginas anteriores demuestra que tenía información sobre los actos
ilegales cometidos por el jefe extraoficial de la DFS. En el próximo
capítulo me extenderé en el papel jugado por el actor externo que, en los
años sesenta, sería una variable fundamental. Los extranjeros influyeron
en los grupos inconformes y en los servicios de inteligencia, y
contribuyeron a crear las condiciones para una de las etapas más
trágicas en la historia contemporánea de México.

NOTAS
1 Miguel Alemán Valdés, Remembranzas y testimonios, México, Grijalbo, 1986.

2 Oficio del general brigadier Adolfo Martínez Pérez al jefe de la Oficina de Administración del Regimiento,
18 de abril de 1947. Este oficio comisiona a un militar a la DFS. Colección particular.
3 Central Intelligence Agency, “Mexico”, SR-18, 24 de enero de 1951, p. 58.
4 La suspicacia de Alemán aparece en Roderic Ai Camp que se apoya en una entrevista al ex presidente. Véase
Generals in the Palacio. The Military in Modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, p. 36.
5 Entrevista con general de División Luis Garfias Magaña, 22 de junio de 1999.
6 Expediente de agente de las Comisiones de Seguridad 102, Marcelino Inurreta, Fondo Gobernación, AGN,
volumen 55, expediente 16, foja 25
7 Alemán Valdés, op. cit., pp. 131, 267 y 396.
8 Entrevista con agente fundador de la DFS, 4 de octubre de 2000.
9 Carlos Franco Sodi, procurador de Justicia del Distrito y Territorios Federales, Diploma de curso impartido
por instructores de la Oficina Federal de Investigaciones de EUA, 13 de noviembre de 1947, colección
particular.
10 Entrevista con agente fundador, 4 de octubre de 2000.
11 General brigadier Adolfo Martínez..., op. cit.
12 Informe del director Federal de Seguridad Fernando Gutiérrez Barrios, “Investigación relacionada con
versión periodística sobre ‘Platillos Voladores”’, 8 de mayo de 1967, DGIPS, Fondo Gobernación, Archivo
General de la Nación, (AGN), caja 2859.
13 Uno de ellos presumía de haber inspirado “plena confianza” a dos dirigentes del Partido Constitucionalista
Mexicano. Para lograrlo se identificó como “redactor de la revista Todo”. Memorándum confidencial a director
de IPS, septiembre de 1950, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, volumen 24, expediente 10.
14 Del director de la DFS al secretario de Gobernación, “Informe sobre Carlos Bognadovic”, sin fecha (se
infiere que fue terminado en los primeros días de abril de 1947), DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 16,
volumen 20, expediente II.
15 Telegrama de Apolinar Ruiz Espinoza al capitán Fernando García Márquez, 23 de abril de 1954, “Informe
sobre el Décimo Congreso de la UGOCM y de la CTAL” de Fernando García Márquez al director Federal de
Seguridad Leandro Castillo Venegas, 27 de abril de 1954. Colección particular.
16 Informe a la IPS, 23 de agosto de 1948, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 24.
17 Intorme a la IPS, 15 de julio de 1951, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 25.
18 Memorándum del oficial mayor al secretario de Hacienda y Crédito Público, 7 de enero de 1970, Archivo
del Departamento del Distrito Federal.
19 Entrevista con agente fundador de la DFS, 4 de septiembre de 2000.
20 Pablo González Ruelas, memorándum, S de octubre de 1962, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2895.
21 Citado en Luis Astorga, “Crimen organizado y la organización del crimen”, en John Bailey y Roy Godson
(editores), Crimen organizado y gobernabilidad democrática, México, Grijalbo, 2000, pp. 101-102.
22 Central Intelligence Agency, “Mexico”, op. cit., pp. 57-58.
23 Ibid., p. 69.
24 El coronel Castillo también formó un grupo privado de seguridad que, con los años, se convertiría en la
Policía Auxiliar. Entrevista a agente fundador de la DFS, 10 de octubre de 2000.
25 No es una muestra. Me prestaron el expediente una tarde y me puse como meta una tercera parte y tomé a
los agentes que aparecían entre la A y la M.
26 Secretaría de Gobernación, agentes DFS 1955, Dirección de Administración y Servicios Honorarios 2-7,
expediente 7, Archivo del Cisen.
27 DFS, “Relación del personal que colaborara en esta dependencia en las entidades siguientes”, 22 de
septiembre de 1959, Fondo Gobernación, AGN, Caja 2893.
28 El Angelino, edición especial, Los Ángeles, 16 de diciembre de 1949.
29 “Manifiesto a la opinión pública del continente”, en ibid, p. 3.
30 Rafael García Travesi, expediente personal en Secretaría de Relaciones Exteriores, Archivo de
Concentraciones, clasificación decimal I/131/4791, topográfica 31-22-7.
31 Carta de Rafael García Travesi al diputado estadunidense Donald L. Jackson, 25 de agosto de 1950, p. 9,
colección de la familia García Travesi.
32 Auto dictado por el Juez 2° Penal, 26 de enero de 1951, colección de la familia García Travesi.
33 Entrevista con Mary Salgarolo viuda de García Travesi, México, DF, 21 de junio de 1999.
34 Carta de Luis G. Corona a Rafael García Travesi, 29 de julio de 1953, colección de la familia García
Travesi.
35 Del cónsul encargado en Los Ángeles, Ignacio A. Pesqueira, al secretario de Relaciones Exteriores,
“Adeudos del señor Salvador Duhart M”, 1° de diciembre de 1954, Salvador Duhart Martinez, Archivo de
Concentraciones, Secretaría de Relaciones Exteriores, clasificación decimal III/131/8557, topográfica, 25-7-18,
volumen III.
36 Ovaciones, 18 de septiembre de 1953.
37 Del subsecretario José Gorostiza al cónsul general en Los Ángeles, “Regularización de gastos
confidenciales”, 18 de enero de 1955, Salvador Duhart Martínez, Archivo de Concentraciones, Secretaría de
Relaciones Exteriores, clasificación decimal III/131/8557, topográfica, 25-7-18, volumen III.
38 Entrevista con ex comandante de la DFS, México, DF, septiembre de 2000.
CAPÍTULO 4
LOS BARONES DE LA
SEGURIDAD Y
SUS MÉTODOS

Entre 1958 y 1985 los servicios de inteligencia fueron manejados por


unos cuantos hombres. Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Fernando
Gutiérrez Barrios, Javier García Paniagua y José Antonio Zorrilla Pérez,
entre otros, tuvieron profundas coincidencias y diferencias.
Describiéndolas podré armar un marco explicativo de la forma en que
manejaron la Federal de Seguridad entre 1964 y 1985, su época de
mayor poder.
El grupo compartió una visión del mundo y de la seguridad nacional
y coincidió sobre quiénes eran los enemigos de ésta y sobre los métodos
que debían emplearse para combatirlos. Sus maneras de concebir la
seguridad se pueden clasificar como poco intelectuales, ya que no hay
evidencia de que alguno de ellos se hubiera preocupado por estudiar los
significados reales de la seguridad. De hecho, una de las principales
debilidades del sistema mexicano de seguridad es la poca elaboración
intelectual (en gobierno, universidades y medios de comunicación), que
repercute en la pobreza del pensamiento estratégico. Eso explica por
qué, siendo vecinos de una potencia, hemos evadido discutir a fondo la
influencia de Estados Unidos sobre nuestra seguridad. El conocimiento
y la teoría fueron sustituidos por los prejuicios.
Uno de los rasgos más característicos del citado grupo es que vivía de
y para la sospecha. Sus miembros estaban convencidos de ser dueños de
la verdad y acumulaban evidencias para confirmarla (no para cotejarla).
Desde su perspectiva nada sucedía por casualidad, todo era provocado
por una acción deliberada. Las coincidencias no existían y sólo
incorporaban los hechos de la realidad que encajaran en su sistema
lógico.1 La agenda de seguridad se formaba con los enemigos del
presidente, entre los que estaban opositores y miembros de la familia
revolucionaria, a quienes seguían y espiaban con el afán de descubrir los
pecados que confirmaran sus negras intenciones. Los informes de
Gustavo Díaz Ordaz y las memorias del jefe del Estado Mayor
Presidencial, general Luis Gutiérrez Oropeza, están teñidos de
paranoia.2 Esta percepción es evidente, por ejemplo, en la columna que
Luis Echeverría mandaba publicar en el periódico La Prensa en los años
sesenta (que primero se llamó “Granero Político” y después “Política en
las Rocas”); los escritos están repletos de referencias a conspiraciones
internacionales y a enemigos poderosos.
Las dos dependencias adscritas a Gobernación (la DFS y la DGIPS)
acumularon una enorme cantidad de información que jamás fue
analizada, contextualizada o interpretada. Sus teorías sobre
conspiraciones eran enunciadas, pero no documentadas. Para justificar
la existencia y los métodos de la organización exageraron sin recato las
amenazas internas a la seguridad y se dedicaron a atacar a los supuestos
enemigos sin evaluar su verdadera peligrosidad. Los responsables de los
servicios de inteligencia operaron con la más absoluta discreción, sin
informar a nadie, y tomando decisiones que se convertirían en páginas
fundamentales y dolorosas de la historia contemporánea de México.
Ninguno de ellos ha querido explicar con detalle el surgimiento de la
institución. Los que sobreviven dan al respecto sólo explicaciones vagas
y generales como si hubieran suscrito un pacto secreto o como si fueran
los guardianes (la nobleza) de una selecta cofradía. En las
conversaciones que sostuve con veteranos de la Federal de Seguridad
me llamó la atención la poca importancia que daban a las leyes y a la
vida humana. Mencionaban la eliminación de los adversarios del
régimen de una manera fría y distante. Sólo mostraban emoción cuando
narraban la muerte o las tribulaciones de los suyos.
En aquella época, la pobreza del análisis pasó desapercibida porque el
enemigo era endeble y porque muy pocos se preocuparon por saber lo
que pasaba en los sótanos de la nación. No existían controles
institucionales, marco jurídico o supervisión social sobre el aparato de
seguridad. La brutalidad con la que eliminaron a sus opositores tuvo la
aceptación tácita de los medios de comunicación y de grupos de interés
que consideraban que ése era el precio que debía pagarse por mantener
el crecimiento económico y la paz social. Quienes debieron haberse
enterado prefirieron voltear hacia otro lado y optaron por una cómoda
ignorancia.
Un ejemplo es Jesús Reyes Heroles quien, como secretario de
Gobernación de José López Portillo, justificó su prestigio de hombre de
letras al impulsar una reforma electoral y una amnistía. A Reyes Heroles
le causaba repugnancia la Federal de Seguridad y, al parecer, prefirió
ignorar lo que pasaba. Aceptó a regañadientes la petición de Margarita
López Portillo de otorgar el cargo de director a Javier García Paniagua
quien, como veremos más adelante, tomó la decisión de exterminar a
una guerrilla debilitada. Es imposible saber si para ello García Paniagua
obtuvo la aprobación de sus superiores, o si actuó siguiendo
instrucciones vagas. Lo cierto es que la indiferencia general permitió a
los servicios de inteligencia confirmar su creencia de que eran parte de
una élite que no tenía controles ni límites.
En este periodo el factor externo tuvo un peso importante para los
servicios de inteligencia. Además de haber llegado a pragmáticos
entendimientos con otros países, adoptaron las ideas desarrolladas y
llevadas a la práctica por Estados Unidos y algunos países del Cono Sur.
En los años sesenta la Revolución Cubana modificó la definición de
seguridad que había en el hemisferio. Desde Washington salió el
mensaje de que la amenaza ya no provenía del exterior; el enemigo era
la subversión interna alimentada desde Cuba. Esta afirmación se fusionó
con la transformación dentro de las fuerzas armadas de países como
Chile, Argentina y Uruguay. Los militares concluyeron que la patria
exigía que ellos se hicieran cargo del poder, tanto para proteger a una
civilización amenazada por el marxismo como para ascender a niveles
de desarrollo y grandeza imposibles de lograr por la ineficacia y
corrupción de los gobiernos civiles. Al mismo tiempo que modificaban
a fondo la institucionalidad de sus países, se dedicaron a eliminar a
sangre y fuego a quienes atentaban contra el orden social. En nombre de
la civilización occidental y de sus valores cristianos, del crecimiento
económico y el orden, desaparecieron a decenas de miles de personas, y
torturaron y encarcelaron a muchas más durante el imperio de terror que
cubrió como sudario al continente.
Los responsables de controlar la seguridad nacional mexicana
hicieron eco de la preocupación por la subversión interna y adoptaron
algunos métodos empleados por los sudamericanos. La similitud de
ideas entre México y el Cono Sur se expresa en los escritos de Gustavo
Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Luis Gutiérrez Oropeza. De igual modo,
hay referencias en el lenguaje de algunos agentes de la DFS que
hablaban de “células malignas” para referirse a los guerrilleros que
debían ser eliminados, o de métodos como la desaparición forzada de
personas. Al igual que los militares sudamericanos, creían ser los
médicos responsables de la salud nacional empleando “medicamentos”
como la tortura y el asesinato.
En ese grupo hubo, por supuesto, diferencias debido a que la mayoría
de las veces la seguridad nacional fue subordinada a proyectos
personales. Cuando Luis Echeverría se convirtió en candidato a
presidente dejó de ser el obediente y fiel empleado de Díaz Ordaz para
transformarse en su peor enemigo. Nazar Haro, como director de la
Federal de Seguridad, se distanció de su mentor, Fernando Gutiérrez
Barrios. Javier García Paniagua y, sobre todo, José Antonio Zorrilla
Pérez pusieron distancia con los demás y llevaron a la institución a una
dinámica perversa que finalmente la llevó a su desaparición.
TRES BARONES
Por diferentes motivos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y
Fernando Gutiérrez Barrios, tienen un lugar especial en la conformación
y definición de los métodos que se emplearon para defender la
seguridad. José López Portillo heredó los usos y costumbres de aquéllos
y dejó que la DFS siguiera operando de la forma en que lo había hecho.
Está pendiente confirmar si López Portillo giró instrucciones para que
se desapareciera a los guerrilleros detenidos.
Desde el gobierno de Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz
controló buena parte de la maquinaria de coerción, y ya como presidente
tuvo una participación más activa. Como mandatario era responsable y
trabajador, pero también conservador, irritable, anticomunista e
inflexible. En las tarjetas manuscritas que se conservan en el Archivo
General de la Nación se deja ver su carácter hosco, agrio y majadero.
Actitudes tan antisociales en un político profesional sólo pueden
entenderse en el contexto de un régimen autoritario. Lo grave fue que
cuando el régimen tenía más fuerza, el presidente era un personaje
violento. En un análisis sobre México, la CIA menciona que una faceta
poco conocida del poblano era su fascinación por los “asuntos de
seguridad”.3
Y en aquella época el concepto de seguridad era sinónimo de control
y eliminación de los enemigos que, según la élite política, tenía la patria
a derecha e izquierda. En su concepción todo acto de inquietud social
era subversión. Eso explica que el 12 de septiembre de 1961 Díaz Ordaz
ordenara el establecimiento de “una cárcel preventiva en el Campo
Militar N° 1” para recibir a reos del “fuero federal cuando su número
exija sean confinados con amplias condiciones de seguridad y, también,
en conveniente aislamiento respecto de reos de otros delitos”.4 El cuartel
ya había sido utilizado para esos propósitos, y la orden seguramente
formaba parte de los preparativos del operativo que aplastaría el
movimiento cívico encabezado por el doctor Salvador Nava en San Luis
Potosí. La noche del 15 de septiembre de 1961 se desató en la capital
potosina una agresión notablemente parecida a la sucedida el 2 de
octubre de 1968 en Tlatelolco. Días después fueron internados 49
potosinos en el Campo Militar N° 1, lugar que más tarde se convertiría
en símbolo de la represión de aquella época. Me parece innecesario
abundar en esta veta, salvo coincidir con Enrique Krauze en que el
poblano “fue el protagonista de la represión sindical, estudiantil,
electoral, campesina”.5
En aquellos años, el lugarteniente más fiel de Díaz Ordaz era
Echeverría, subsecretario de Gobernación de 1958 a 1964 y secretario
de 1964 a 1970. Echeverría fue un silencioso funcionario que mientras
fue subordinado siguió las “órdenes [de Díaz Ordaz] con una fidelidad
irreprochable”.6 Como presidente se distanció de quien fuera su mentor
impulsando una política esquizofrénica. Públicamente impulsaba una
apertura política y una política exterior progresista, en privado seguía
alentando provocaciones como la del 10 de junio de 1971, la cual fue
para miles de jóvenes el empujón final en la decisión de tomar las
armas. Fue él quien respaldó la decisión de aplastar la rebelión
campesina en el estado de Guerrero.
Ninguna persona en toda la historia de los servicios de inteligencia ha
mantenido el control durante tanto tiempo y de manera tan absoluta
como Fernando Gutiérrez Barrios, personaje que se convirtió en
sinónimo de la Dirección Federal de Seguridad. Nunca sirvió como
escolta del presidente; su vocación estaba en la investigación. En 1948 o
1949 pasó del H. Colegio Militar a la DFS. Casi inmediatamente se hizo
amigo de Luis de la Barreda Moreno quien había ingresado a esa
institución en 1947 y con quien haría mancuerna toda la vida. Hacia
1950 regresó de una comisión en Quintana Roo y elaboró un informe
que sería visto por sus compañeros como modelo a seguir. Por ese
entonces se convirtió en jefe de Control de Agentes y cuando la DFS fue
transferida de la presidencia a Gobernación (1952) el Pollo (así le
decían sus compañeros de entonces a Gutiérrez Barrios) y De la Barreda
fueron de los pocos que permanecieron en el servicio.
Gutiérrez Barrios se ganó la lealtad de los agentes porque aplicó
fervorosamente las reglas de oro del sistema político mexicano; ofrecía
y cobraba favores tendiendo puentes hacia amigos y enemigos, urdiendo
silenciosamente sus redes. Aun cuando muchos agentes dejaron la DFS
para buscar otros horizontes, Gutiérrez Barrios mantenía el contacto con
ellos, organizaba convivios, los escuchaba y, en momentos difíciles, les
conseguía trabajo. Un ex agente resume en unas cuantas frases la
percepción que tenían de él: “siempre se portó bien con los que salimos
y jamás se le subió el cargo. Lo que ganó fue a base de trabajo y sin
hacer alharaca controlaba a todos los policías del país”.7 Un comandante
de la DFS todavía lo recuerda como “fino, atento, amable, disciplinado.
De mano suave. En 34 años de conocerlo sólo lo vi medio enojado en
un par de ocasiones porque nunca perdía la compostura. En una de las
veces que se irritó le dijo a un agente: ‘estúpido cerebro de ostión”’.8
Fue extremadamente cuidadoso de su conducta personal y se construyó
la fama de hombre dedicado total, absoluta, devotamente a la DFS (a la
que iba incluso los fines de semana).
Gracias a su estrecha relación con Díaz Ordaz cuando éste era oficial
mayor de Gobernación, Gutiérrez Barrios ascendió en el firmamento
político. En el momento en que el poblano fue nombrado secretario de
la misma dependencia, Gutiérrez Barrios se convirtió en subdirector.
Tuvo serias diferencias con el director Manuel Rangel Escamilla al que
consideraba poco “profesional”; en consecuencia, acordaba
directamente con Díaz Ordaz que, según Echeverría, también tenía una
profunda enemistad con el director de la DFS.9 Las diferencias
seguramente respondían a que el director de la DFS había sido
nombrado por el presidente Adolfo López Mateos.
En virtud de que Gutiérrez Barrios apoyó las ambiciones
presidenciales de Díaz Ordaz, resulta totalmente natural que fuera
designado director de la DFS; desde ese puesto sirvió a Gustavo Díaz
Ordaz y se alió con Luis Echeverría, quien al llegar a la presidencia en
1970, lo convirtió en subsecretario de Gobernación permitiéndole,
además, nombrar a Luis de la Barreda Moreno director de la DFS para,
de esa manera, conservar el control. Durante el gobierno de Echeverría
la DFS acordaba directamente con el presidente a través del
subsecretario Gutiérrez Barrios, situación que era aceptada por el
secretario de Gobernación Mario Moya Palencia. Como me comentó un
ex director de la institución “¿cómo resistir un llamado del presidente
que te pide que sólo hables con él y que ignores al secretario de
Gobernación?”.
No sería la primera vez que la cercanía con el presidente rompe el
arreglo institucional en el complicado triángulo Los Pinos-DFS-
Bucareli. En todo caso, ésa fue la etapa de mayor poder de don
Fernando cuya estrella empezó a declinar a partir de entonces. Cuando
Carlos Salinas lo nombró secretario de Gobernación fracasó en su
intento de nombrar a Luis de la Barreda Moreno como director de lo
que se convertiría, en febrero de 1989, en el Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (Cisen). Para entonces Jorge Carrillo Olea había
desplazado al viejo grupo que se resistía a perder su influencia
(Gutiérrez Barrios se dedicó a reclutar a un grupo de agentes de la
desaparecida DFS).
Don Fernando decía a sus agentes una y otra vez que la DFS no debía
participar en política. Sin embargo, como argumentaba en párrafos
anteriores, él sí participó. Gutiérrez Barrios construyó gloria y poder
sobre los pilares de los servicios de inteligencia y otras corporaciones
policiacas, gracias a la protección de Gustavo Díaz Ordaz y Luis
Echeverría Álvarez con quienes estableció una sólida y complicada
alianza. A medida que ascendía en los corredores del poder priísta, su
apodo original de el Pollo fue olvidado y en los medios políticos y
policiacos empezaron a referirse a él con respeto y/o miedo como “don
Fernando”, el discreto guardián del régimen que (se decía) tenía
información sobre todos los actores políticos.
Un militar que lo conoció de cerca sugiere otra interpretación que
vale la pena incorporar: “Gutiérrez Barrios era muy mañoso y se
preocupó por alimentar la leyenda de que tenía una gran cantidad de
información confidencial. Recurría a trucos como recibir a personas con
un expediente frente a él, que iba consultando discretamente mientras
conversaba poniendo nervioso a su interlocutor que no sabía que en
ocasiones eran hojas en blanco”. En 2001 todavía no sabemos qué tan
rico o pobre era su archivo (y que tan justificada era su leyenda) aunque
corren rumores de que su archivo personal se subasta al mejor postor; de
ser así, tal vez podría aclararse el misterio.
16. El capitán Fernando Gutiérrez Barrios (de pie a la izquierda) poco después de ingresar a la
DFS. Por aquellos años sus amigos lo apodaban el Pollo. Después se le conocería como don
Fernando.
17. Dos leyendas del México autoritario. Fidel Velázquez controló a los obreros; Gutiérrez
Barrios a la policía política.

La consulta de los archivos de Gobernación y de la DFS me permite


asegurar que Gutiérrez Barrios fue un profesional del espionaje que
supervisó la acumulación de una gran cantidad de información la cual,
sin embargo, sólo fue analizada superficialmente. Revisé centenares de
tarjetas y memoranda escritos por Gutiérrez Barrios; los documentos
tienen una sintaxis tosca y un lenguaje limitado, pero son precisos,
claros y sin adjetivos. Es evidente que era un funcionario cauteloso en
las formas y cuidadoso de no hacer recomendaciones políticas; reunía
información y la entregaba a los encargados de tomar decisiones. En
esos documentos también se advierte su limitada capacidad para
procesar la enorme cantidad de información que capturaba la
organización. Resulta también claro que, al igual que la KGB en la
URSS, la DFS alimentaba los “prejuicios de sus jefes”.10 En lugar de
cuestionar la definición que éstos hacían de los enemigos de la nación,
les daba elementos para confirmar las peores suposiciones, incluso
exagerando la magnitud de la amenaza representada por la izquierda.
Es impensable que Gutiérrez Barrios no hubiera participado en la
decisión de eliminar a los enemigos del régimen. Lo extraordinario es
que logró mantener un bajo perfil. Por ejemplo, en 1999 Mary Beth
Sheridan de Los Angeles Times citaba a diversos analistas que
coincidían en que Gutiérrez Barrios era un “pragmático que utiliza la
violencia sólo después de que todo lo demás falló. No es el típico
represor latinoamericano”.11 Esta afirmación no coincide con la
evidencia. Tras la tersura y buenos modales Gutiérrez Barrios dirigía
una organización que torturaba, asesinaba y desaparecía personas.
Uno de los aspectos más desconcertantes es la fascinación que tenía
Gutiérrez Barrios por la izquierda. Se acercaba a sus militantes
(nacionales o extranjeros) y buscaba entablar relaciones cercanas con
ellos. Una de sus víctimas, Ana María Rico Galán, recuerda que cuando
a mediados de los sesenta detuvo a varios militantes de izquierda les
dijo, “no mijita, estás mal, Marx nunca dijo eso, no lo entiendes bien,
mira, Marx lo que quiere decir...”. Se ponía a darles clases de
marxismo.12 Daba la impresión de que buscaba exhibir fuerza y
sapiencia para demostrarse a sí mismo que era superior. Sin duda alguna
comprendió que combatir a la izquierda sería una palanca útil para
aumentar tanto su poder personal como la influencia de la institución
con la que se identificó.
EL FACTOR EXTERNO

Para ser completa, cualquier historia sobre México debe tomar en


cuenta la manera en que el país interactúa con la comunidad
internacional. Este principio fue ignorado durante la mayor parte del
siglo XX. Desde que perdimos la guerra con Estados Unidos (1846-
1848), nuestro nacionalismo se hizo defensivo y se caracterizó por la
indiferencia y la ignorancia frente al mundo externo, del que
desconfiábamos y al cual desconocíamos.
Durante varias décadas, el gobierno monopolizó el contacto con el
exterior presentándose en público como el más ardiente defensor del
patriotismo y la independencia. Sin embargo, estableció pragmáticos
acuerdos con países de la ideología más diversa. Aquellos mexicanos
que establecían una relación con extranjeros recibían el pesado adjetivo
de traidores; los extranjeros, por su parte, no se interesaban por lo que
pasaba a la mayoría de los ciudadanos prefiriendo tener buenas
relaciones con las autoridades. Este inteligente y eficaz manejo de la
relación con el inundo aisló al país y le permitió al gobierno controlar
más fácilmente a los opositores. El tema merece varios libros.
Por mi parte, me conformo con elaborar unos pincelazos de esta
vertiente poniendo el acento, primero, en la relación especial y
privilegiada que tuvieron los presidentes mexicanos con Estados
Unidos. En 1927 se dieron los primeros acuerdos con el gobierno de
Washington y se creó un entendimiento de apoyo mutuo que permitía a
México diferir públicamente de Estados Unidos en algunos asuntos (la
mayoría de las veces de importancia secundaria). Lo relacionado con la
seguridad siempre se mantuvo en una dimensión particular caracterizada
por la desavenencia en público y la concertación en privado. Entre los
mejores ejemplos estaría la autorización que concedió Lázaro Cárdenas,
en 1939, para que se instalara en México una representación de la
Oficina Federal de Investigaciones (FBI) estadunidense.
Ocasionalmente, un sector del gobierno mexicano elevaba discretas
objeciones a la estrecha relación entre ambos países. En 1947 el
secretario de Relaciones Exteriores, Jaime Torres Bodet, escribió al
secretario de Gobernación que la embajada de Estados Unidos había
pedido que “se reanudara un arreglo informal” terminado en 1943 y
según el cual “agentes del FBI de los Estados U nidos, así como agentes
de la policía mexicana” se ponían de acuerdo para llevar a cabo
“investigaciones y efectuar arrestos”. Para Torres Bodet esa
colaboración no debía reanudarse sino únicamente limitarse a la
“transmisión de informes”. Concluía diciendo que “no están facultados,
por tanto, los agentes de la policía de los Estados Unidos para practicar
en México, por sí mismos ni conjuntamente con los agentes mexicanos,
aprehensiones de inculpados, como tampoco están autorizados para
solicitarlas”.13
La encomiable postura de Torres Bodet fue irrelevante porque la
estrecha relación permaneció intacta. Hay evidencia indirecta de que
Miguel Alemári consultó a Washington sobre la creación de la DFS;
después de todo como escribiera la CIA, su “organización y métodos
fueron modelados siguiendo al FBI”.14 A los cursos de capacitación que
impartía el FBI en 1947, asistieron varios agentes de la recién creada
DFS. En 1949, Estados Unidos ayudó en la persecusión lanzada por el
gobierno de Miguel Alemán contra el incómodo periodista Rafael
García Travesi y después de detenerlo en Los Ángeles lo entregó a la
DFS que, por otro lado, era la instancia responsable de la relación con la
CIA.
En diferentes estados del país abundan historias llenas de incidentes
que confirman la relación intensa entre las instituciones de seguridad de
ambos países. En 1967 la ciudad de Hermosillo fue sacudida por las
protestas contra la nominación del candidato del PRI a la gubernatura.
Para demostrar que era un buen vecino, el gobernador de Arizona, Jack
Williams, envió un cargamento de gas lacrimógeno a la policía
sonorense.15 En 1966 el cónsul de Estados Unidos en Morelia se reunió
con el gobernador Agustín Arriaga Rivera para informarle que una
opositora de su gobierno, Ada Estela Vargas Cabrero, “estudiaba inglés
en el Centro Binacional de Morelia”. El gobernador se interesó en el
asunto y escribió el nombre de la activista asegurándole al cónsul que
sería puesta bajo vigilancia.16
En los años en que Díaz Ordaz controló el aparato de seguridad la
cercanía llegó a niveles inimaginables.
UNA BODA EN LAS LOMAS

De 1956 a 1969, Winston Scott fue el jefe de la estación de la Agencia


Central de Inteligencia (CIA) en México (un periodo tan largo que
resulta excepcional para los parámetros de la CIA). Cuando Scott se
casó en segundas nupcias en 1962, la exclusiva ceremonia se realizó en
la casa de Pablo Dietz en Las Lomas de Chapultepec (actualmente
ocupada por las oficinas de la representación italiana), con la asistencia
de empresarios como Carlos Trouyet y funcionarios como Benito
Coquet y Humberto Romero. Lo más extraordinario es que sus testigos
fueron el presidente de la República Adolfo López Mateas, y el
secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz.
Winston Scott era una de las pocas personas que tenía las llaves de
acceso a los niveles más altos de la política y la seguridad mexicanas.
Fue tal su cercanía con Gustavo Díaz Ordaz que cuando éste llegó a Los
Pinos, un diplomático estadunidense recuerda: “para Scott era más fácil
comunicarse o tener una reunión con el presidente mexicano que para el
mismo embajador Fulton Freeman”.17
También era amigo de Luis Echeverría, a quien Scott escribió una
semana después del 2 de octubre de 1968 para agradecerle el “hermoso
reloj que usted me envió recientemente. Es una maravilla para todos los
que lo contemplan”.18 Scott también comía frecuentemente con
Gutiérrez Barrios (ambos eran muy formales, el estadunidense siempre
vestía traje gris, camisa blanca y corbata negra).
Scott se jubiló en 1969 y se quedó en México donde se asoció con un
agente de inteligencia británico para crear una empresa de seguridad.
Murió dos años después (está enterrado en México) y al día siguiente
del funeral llegó a su residencia el poderoso jefe del Directorado de
Operaciones de la CIA, James Jesús Angleton, a exigirle a la viuda los
papeles de quien fuera poderoso jefe de la división de la agencia en
México. Janet Scott asegura que fue entregando a la CIA una gran
cantidad de documentos que, cuando se hagan públicos, nos permitirán
conocer muchas claves de la relación bilateral respecto a los temas de
seguridad.19
Tanta cordialidad se arropaba con el afecto entre presidentes. Gustavo
Díaz Ordaz inició una estrecha amistad con el presidente Lyndon Baines
Johnson, la cual está documentada en la nutrida correspondencia oficial
y privada que mantuvieron. La relación fue facilitada en sus inicios por
el ex presidente Miguel Alemán Valdés, quien durante varias décadas
jugó el papel de tejedor silencioso de mil y un tratos entre México y
Estados Unidos. En la calidez de la relación influía un canciller, Antonio
Carrillo Flores, quien estaba siempre dispuesto a servir a Washington.
La dimensión personal se complementaba en el plano político. En el
primer encuentro entre Díaz Ordaz y Johnson, el mexicano le dijo en
privado que los “Estados Unidos podían estar absolutamente seguros
que cuando hubiera problemas graves, México estaría inequívocamente
de su lado”. Luego aclaró que México “continuaría demostrando su
independencia política y divergencia en temas relativamente menores”.
Esa autonomía permitiría demostrar que los “estados americanos eran,
de hecho, independientes”.20 El mismo mensaje se lo reiteraría en
diferentes ocasiones a lo largo de su sexenio, agregando en una ocasión
que ambos países tenían “una definición común de valores”.21
Esta relación puede ser también analizada desde otro ángulo, ya que
los regalos que intercambiaban permiten apreciar la diferencia en las
culturas políticas. Cuando Díaz Ordaz visitó Washington en 1967,
Johnson le regaló un flamante (aunque siendo sinceros bastante
modesto) dictáfono IBM “con instrucciones [en español] sobre cómo
usarlo”.22 Díaz Ordaz fue muy espléndido porque le obsequió un valioso
óleo de Diego Rivera (“Naturaleza muerta”) que entregó acompañado
del certificado de exportación.23Johnson debió sentirse un poco
incómodo por la disparidad que había entre el costo de un dictáfono y el
de un cuadro de Diego Rivera, y meses después, en abril de 1968, le
escribió a Díaz Ordaz para decirle que pronto llegaría a México un toro
Hereford. El poblano contestó diciendo que “mandaré que lo cuiden
mucho con el fin de que llegue a ser un buen semental”.24
Como parte de esta buena relación, la CIA entregaba al presidente
Díaz Ordaz un “resumen de inteligencia” diario (probablemente hacía lo
mismo para Echeverría y otros presidentes, aunque no hay testimonios
al respecto). Los documentos incluían las actividades de grupos de
izquierda mexicanos y una revisión de temas internacionales (en
aquellos años los servicios de inteligencia mexicanos no operaban en
otros países). La CIA también facilitó el soporte técnico para instalar
una red nacional de comunicaciones secretas, a la vez que
intercambiaba información con la DFS.25 Aunque todavía es imposible
constatar la calidad de los informes de inteligencia que entregaba la
CIA, un mexicano que llegó a ver algunos de los reportes entregados a
la DFS asegura que “era muy poco lo que daban; los estadunidenses
más bien recibían, aprovechándose de que los mexicanos eran muy
solícitos y estaban dispuestos a colaborar”. Un poco más adelante daré
ejemplos concretos de esta actitud.
Con evidencias de este tipo, ¿puede concluirse que Díaz Ordaz era un
títere de Washington como afirmaba la izquierda de aquellos años? No
necesariamente. En ninguna parte de los archivos estadunidenses o
mexicanos consta que la colaboración y/o el afecto personal que Díaz
Ordaz sentía por Johnson, significara dependencia. Díaz Ordaz
difícilmente lo hubiera aceptado; presidia un gobierno nacionalista y
anticomunista que por sus propios motivos había decidido tener buenas
relaciones con Estados Unidos manteniendo el máximo posible de
autonomía. Según su razonamiento, era absurdo pretender enfrentar al
poderío estadunidense y una buena relación (personal e institucional)
era la mejor forma de defender los intereses mexicanos ya que, además
de la asimetría en el poder de los dos países, el respaldo de Washington
otorgaba al régimen amplios márgenes de maniobra y porque, no lo
olvidemos, había una coincidencia fundamental en el anticomunismo
profesado por ambos gobiernos.
También debe considerarse que esa política era consistente con las
opiniones que la mayoría de los mexicanos tenía sobre Estados Unidos.
Querían ser amigos de ese país pero manteniéndose independientes y
alejados de la disputa entre las potencias. En una encuesta de 1964
realizada por encargo de la USIS (Servicio de Información de los
Estados Unidos), 74% de los habitantes de la ciudad de México
consideraba que el “mejor amigo” de México era Estados Unidos. En el
sentimiento pro estadunidense los capitalinos superaban a los habitantes
de Buenos Aires, Río de Janeiro y Caracas, que también fueron
incluidos en la muestra. Aun así, un porcentaje similar (77%) decía que
no quería aliarse con Estados Unidos.26
En los ambientes más radicales de la izquierda y la derecha eran
comunes las acusaciones de que tal o cual figura pública era espía o
agente al servicio de Estados Unidos, la URSS o Cuba. Se trataba de
una de las formas de descalificación más elementales, aunque resultaba
virtualmente imposible de demostrar. En los archivos consultados sólo
pude documentar el caso de un alto funcionario mexicano que de
manera deliberada colaboró con el gobierno de Estados Unidos
(Antonio Carrillo Flores, secretario de Relaciones Exteriores de
Gustavo Díaz Ordaz). Es posible que en la sección de contrainteligencia
de los archivos de la DFS o el Cisen haya evidencia de otros casos. Sin
embargo, hasta donde me fue posible averiguar, dicha evidencia no ha
sido utilizada para hacer una acusación formal de “traición a la patria”
contra ningún mexicano. En todo caso, en donde se requiere más
supervisión por parte del Congreso y la sociedad es en la relación que
tiene nuestro sistema de seguridad (Cisen, fuerzas armadas, PGR, PFP,
etcétera) con otros países.
EL ENTENDIMIENTO CON LAS IZQUIERDAS

Las relaciones de nuestro país con algunos sectores progresistas del


mundo tenían otra lógica pero eran igualmente funcionales para el
gobierno mexicano. Se basaban en un pragmático matrimonio de
conveniencia en el que la izquierda mexicana terminaba siendo la
comparsa de una obra cuyo guión desconocía.
Algunos políticos mexicanos han tenido siempre una extraña
fascinación por la Cuba revolucionaria, a la que apoyaron de diferentes
maneras. En un discurso ante un grupo de estudiantes michoacanos,
Luis Echeverría se refirió a “mi admirado Fidel Castro y a mi admirado
Che Guevara” y en diversas ocasiones visitó la isla.27
Fernando Gutiérrez Barrios fue un amigo cercano de Fidel Castro
Ruz, quien en alguna ocasión explicó que “el encuentro se produjo de
forma accidental, cuando ambos cumplíamos nuestro deber. Ahí se
sembró, sin embargo, la creciente amistad”.28 El afecto se inició cuando
el mexicano facilitó la salida del cubano para que zarpara en el Granma
a invadir Cuba. Gutiérrez Barrios era el jefe de control de la DFS y tenía
28 años, el revolucionario cubano 27. Fue tan grande la amistad, que a
la muerte de Gutiérrez Barrios, Fidel Castro expresó sus condolencias
agregando que “sirvió con entrega y lealtad” al pueblo de México.
El entendimiento entre los dos personajes se cultivó pese a que, por
encargo estadunidense, la DFS investigaba a funcionarios cubanos y de
otros países socialistas radicados en México (en los años sesenta el
responsable de esas investigaciones era el comandante Miguel Nazar
Haro). Los teléfonos de ciudadanos rusos, cubanos y polacos, entre
otros, estaban permanentemente intervenidos; un documento de la DFS
de 1965 lo confirma. Por otro lado, desde un edificio que estaba frente a
la embajada de la URSS (Chicontepec N° 3, primer piso) se fotografiaba
a toda persona que entraba y salía de la representación diplomática. Lo
mismo se hacía en el aeropuerto internacional con los viajeros entre
México y La Habana.
En una casa ubicada en la calle de Shakespeare, en Polanco, los
agentes de la DFS entregaban a la CIA los informes de dichos
seguimientos o trabajos. Y eso no era todo. De acuerdo al testimonio de
una fuente confiable, en esa misma casa estaba una base de seguridad
integrada por entre 1O y 20 agentes de la DFS al servicio de la CIA, que
los utilizaba para vigilar a diplomáticos de países socialistas. Un aspecto
importante de esta colaboración era que las grabaciones de las
conversaciones de los citados diplomáticos, los rollos de fotografías
tomadas en el aeropuerto, los resultados de los seguimientos, etcétera,
eran entregados a la CIA sin que los servicios mexicanos de inteligencia
les sacaran algún provecho (salvo incluir en las fichas personales de la
DFS las fechas en que habían viajado o regresado de Cuba).
Los diplomáticos de países socialistas aceptaban calladamente la
violación de su inmunidad diplomática porque a cambio obtenían
beneficios muy concretos. Cuba se aseguraba un canal de comunicación
con América Latina en un periodo en el que había sido excluida de la
comunidad hemisférica. La URSS disfrutaba de un sitio privilegiado
para realizar actividades de espionaje (tenía en México la misión de
inteligencia más grande de América Latina: 35 personas). Con los
representantes de movimientos progresistas de otros países el gobierno
tenía acuerdos parecidos aunque los términos variaban (por ejemplo, en
el AGN están los documentos que demuestran que la representación de
la República Española en el exilio tenía un subsidio económico de la
Secretaría de Gobernación, además de que se le permitía la importación
de vehículos de lujo para que los vendiera y pudiera hacerse de
recursos).
El gobierno mexicano ganaba prestigio de país progresista y lograba
que los extranjeros respetaran la prohibición absoluta y tajante de opinar
o intervenir en asuntos internos o de apoyar a los opositores mexicanos.
Además de ello, los países socialistas desalentaban las posturas más
radicales. En un curso para cuadros comunistas organizado por Moscú
entre marzo de 1966 y febrero de 1967 (en el que participaron algunos
mexicanos) la URSS lanzó una directriz: México era uno de los cuatro
países latinoamericanos en los que "la política comunista es la vía
pacífica".29 Los cubanos también se abstenían de apoyar a los
revolucionarios mexicanos o de intervenir en asuntos domésticos. “En
todo lo que se ha escrito sobre la implicación de Cuba en la lucha
armada latinoamericana [escribe Jorge G. Castañeda] no hay prueba o
testimonio alguno de que alguna vez los cubanos apoyaron a la guerrilla
en México”.30 Esta afirmación fue validada por miembros de los
servicios de inteligencia mexicanos y por documentos de archivos
estadunidenses.

18. La CIA ha estado muy cerca de los servicios de inteligencia mexicanos. Tanto, que en 1962
el secretario de Gobernación Gustavo Díaz Ordaz y el presidente Adolfo López Mateos fueron
testigos de la boda civil del jefe de la Estación de la CIA en México, William Scott (al centro,
aliado del presidente).
19. Durante años la CIA fotografíó y/o filmó a quien entrara en la embajada soviética (flecha
derecha). Lo hizo desde el primer piso de un edificio ubicado en la calle de Chicontepec (flecha
izquierda).

En suma, el gobierno monopolizaba las relaciones con el exterior y


hacía un inteligente y eficaz manejo del nacionalismo que le permitía
ejercer, sin interferencias externas, la violencia contra los opositores.
Aquellos mexicanos que se oponían al régimen o que establecían
relaciones con extranjeros, además de ser descalificados en público,
eran espiados y golpeados, hostigados y asesinados. El régimen podía
cometer fraudes electorales y encarcelar a sus opositores sabiendo que
los extranjeros no se interesaban por lo que pasaba a los mexicanos. La
independencia de la política exterior neutralizaba a los progresistas del
mundo, que se abstenían de opinar sobre la situación interna de México.
MÉTODOS. EXTRANJEROS Y AMANTES

El régimen autoritario mexicano tenía un amplio abanico de opciones


para controlar y aplastar cualquier intento de oposición al orden
establecido. Se espiaba a quienes eran inscritos en una lista, que se iba
llenando con sugerencias del presidente, del secretario de Gobernación
y del director de la Federal de Seguridad, entre otros. Dependiendo de la
peligrosidad diagnosticada, se les hostigaba, amenazaba, golpeaba o
asesinaba. Los medios de comunicación y el Poder Judicial estaban a su
servicio. Me parece innecesario abundar en este Leviatán caprichoso y
poderoso del cual se ha escrito bastante. Solamente incluyo aspectos
que no habían sido suficientemente documentados.
El fraude electoral era algo habitual pero muy difícil de documentar.
Un telegrama cifrado demuestra el tipo de instrucciones que podían
enviarse durante periodos electorales. En 1961 el secretario de
Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, pidió a los gobernadores de los
estados y territorios que la “votación [en las] elecciones [del] próximo
domingo sea lo más nutrida posible. Principalmente recomiéndole
mayor interés [en los] distrito[s] en los que figuren candidatos únicos o
en los que los contrarios a los candidatos del Partido Revolucionario
Institucional tienen poca fuerza”.31 En pocas palabras, Díaz Ordaz
solicitaba que se “inflara” el número de votantes.
Hasta finales de los años setenta era común la intervención del
ejército en el control de opositores; sobre todo en el medio rural. Una
carta muestra el procedimiento empleado para que la tropa saliera de sus
cuarteles. El 7 de diciembre de 1965 el gobernador de Oaxaca, Rodolfo
Brena Torres, informaba al secretario de Gobernación, Luis Echeverría,
que los concejales de los nuevos ayuntamientos iban a tomar posesión
de sus cargos. “A fin de mantener el orden y prevenir hechos
lamentables que pudieran provocar los elementos que no obtuvieron la
mayoría de votos en los comicios ... y en vista de que son escasas las
posibilidades de la policía del estado y deficiente su organización y
disciplina, estimo conveniente suplicarle el envío de tropas a varios
municipios”.32 En otras circunstancias, la llegada de los soldados sólo
requería de una llamada telefónica.
La intervención telefónica era una práctica habitual. Elaboré una lista
con los nombres de las 117 personas cuyos teléfonos estaban
intervenidos en 1965 (se incluye en el anexo 3). Al igual que en los años
veinte, aparecen opositores de izquierda y derecha junto a miembros de
la familia revolucionaria y diplomáticos de países socialistas. Según me
informaba un conocedor del método, la lista se revisaba con cierta
periodicidad para quitar o añadir sujetos. En una ocasión, por ejemplo,
un periodista estadunidense (Carl Migdail del U.S. News and World
Report) publicó un artículo crítico del régimen de Díaz Ordaz y eso
bastó para que su teléfono fuera escuchado con mayor atención.33
En el mismo listado aparecen, por supuesto, los partidos y políticos
que disentían del régimen (entre otros, Acción Nacional, Popular
Socialista y Unión Nacional Sinarquista) y la Sociedad de Amigos de
China Popular, la embajada de Cuba y el agregado militar de la URSS.
También era vigilada una nutrida representación de los médicos que
protestaban aquel año contra las malas condiciones de trabajo en los
hospitales públicos y contra el autoritarismo del régimen. Gobernación
también escuchaba con atención los mensajes que entraban y salían de
oficinas y residencias de destacados miembros de la familia
revolucionaria. Es el caso de la Confederación de Trabajadores
Mexicanos y de Lázaro Cárdenas, Emilio Portes Gil y Raúl Salinas
Lozano (el padre de Carlos, Raúl y Adriana). El poderoso Estado Mayor
Presidencial tampoco se libraba de los intrusos, aunque en el sexenio de
Díaz Ordaz ellos tenían su propio sistema de escuchas. En este
panorama del quién es quién mexicano están ausentes los empresarios,
los diplomáticos estadunidenses y los delincuentes.
Cuando se revisan las conversaciones grabadas se concluye que parte
de los recursos empleados en el espionaje telefónico era un desperdicio.
¿Qué interés podían tener los responsables de la seguridad nacional en
saber que el 9 de noviembre de 1968 a las 18 horas la esposa de Lázaro
Cárdenas “invitó a la Señora Anita a tomar un café en su domicilio,
invitación que fue aceptada”. Tampoco sirve de mucho enterarse que el
31 de agosto de 1965 a las 11:29 se recibió una llamada en la secretaría
particular de la Central Nacional Campesina durante la cual “el
licenciado Rodolfo Echeverría saluda y se pone a las órdenes del señor
Amador Hernández”. Otras son un monumento al lenguaje ambiguo de
los mexicanos. El 26 de agosto de 1968, cuando la capital se sacudía
con las protestas juveniles, los oídos de Gobernación capturaron el
siguiente diálogo entre dos estudiantes no identificados (reproduzco
fragmentos respetando sintaxis y ortografía):
Hombre 1.- Mira yo ayer no pude ir a la junta y necesito saber si fueron aceptadas las
condiciones...

Hombre 2.- Mira este ... ayer no se trato de eso... o sea que los mismos planteamientos
que hubo los otros días siguen todavía igual. ..

Hombre 1.- Okey... entonces no hay nada de eso...

Hombre 2.- Si... no... no hay nada de eso...

Hombre 1.- Okey... está bien gracias...

Hombre 2.- Ándale...

No todo era trivial, por supuesto. El 30 de agosto de 1965 Jesús


Reyes Heroles y el secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena trataron
un asunto importante y en diversas ocasiones los opositores entregaban
pistas sobre lo que pensaban y planeaban. En todo caso, las
transcripciones de llamadas y la lista confirman que la DFS se dedicaba
fundamentalmente al espionaje político y que gastaba en ello una buena
cantidad de recursos públicos. Otras dependencias oficiales hacían
exactamente lo mismo violando leyes y garantías individuales.34
La Federal de Seguridad también interceptaba cartas y telegramas
aprovechándose de la colaboración del Servicio Postal Mexicano, de
Telégrafos Mexicanos y de la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes. De esa manera obtenían información que tal vez era
relevante para algún asunto público, pero también aparecían actividades
estrictamente privadas. No había fronteras entre lo público y lo privado,
y los oídos del Estado llegaban hasta las intimidades de una relación. El
5 de mayo de 1969 una extranjera, Luz María, escribió una larga y
apasionada carta a quien había sido su amante, el entonces director del
Instituto Mexicano del Café, el veracruzano Miguel Ángel Cordera
Ruiz. Es la epístola de una mujer inteligente que había sido expulsada
por las autoridades de migración mexicanas y vivía en Nueva York,
desde donde llenó varias cuartillas de reproches, despecho, miedo,
amor, revelaciones y humor involuntario. Es la sinopsis de un romance
que tenía como telón de fondo un Estado poderoso que utilizaba
arbitrariamente el poder.
La relación ya estaba agonizando y Miguel Ángel había decidido
terminarla expulsando a su amante del país por lo que acusó a Luz
María de haberle contagiado gonorrea. La mujer le aclara ofendida que
cuando él se lo dijo ella fue
...al ginecólogo y luego al laboratorio... no escatimé esfuerzo por demostrarte que
estabas en un error y que yo no podía haberte contagiado una enfermedad que jamás en mi
vida he tenido. Es más, me informé, me asesoré y (para ayudarte y para que te ayudaras)
me tomé el trabajo de explicarte que lo que tenías era uretritis post-gonococcial. Es una
irritación en la uretra por los abusos sexuales que cometes, olvidando la edad que tienes.

Los motivos por los que rompe la pareja no son lo más relevante de la
misiva. La gravedad está en la utilización del poder para librarse de la
amante incómoda haciéndola perder su calidad migratoria para, de esa
manera, expulsarla del país:
Era obvio que, con tantos problemas familiares de ambas partes, nuestras relaciones
tendrían que terminar, pero tú te comprometiste a dejarme radicalmente solucionado el
problema migratorio. Inclusive mencionaste que el licenciado [Rafael] Hernández Ochoa
[subsecretario de Gobernación] te había prometido revocar el decreto de mi expulsión que,
a petición tuya, había firmado el 9 de octubre de 1967.

La mujer, acorralada, lo amenaza con revelar la indebida utilización


de recursos públicos (de los que ella se había beneficiado):
Miguel, ¿has pensado, al hacerme tan graves acusaciones, en que tú usas los teléfonos
del Instituto Mexicano del Café para hacer llamadas personales de larga distancia, entre
ellas, muchísimas, casi diarias, a mí a Panamá y a Nueva York? ¡En cambio, con qué
severidad hiciste pagar a una infeliz empleada del mismo, una que ésta hizo a Madrid!
¿Olvidas que sé que hasta tu hijo carga la gasolina de su automóvil en la estación de la
calle Yucatán, a cuenta del Instituto? Yo soy testigo de que, en cada viaje que haces, entras
a México televisores, tocadiscos, radios, parlantes, etcétera, abusando de tu cargo y
burlando leyes de Hacienda.

Créeme, Miguel, no quiero perjudicarte aunque me sobran argumentos para hacerlo. No


quiero perjudicarte porque, a pesar de todo, tú has sido el amor de mi vida y, a tu lado, he
sido muy feliz... Tú eres religioso, vas a misa todos los domingos, te he visto innumerables
veces (hincado frente a la cama) rezar al acostarte y al levantarte... Regrésame a México, y
¡ya déjame en paz! ¡Quiero estar al lado de mis hijos! Yo te juro, por ellos dos no
molestarte en nada. Siendo tú y yo dos personas civilizadas y el Distrito Federal tan grande,
no veo por qué no podemos vivir sin codearnos. Mis hijos no les quitan aire respirable a los
tuyos.

La anterior fue una relación de pareja construida en torno al poder


gubernamental y al uso de recursos públicos, que muestra la incorrecta
aplicación de leyes migratorias ambiguas (que se inician en el arbitrario
artículo 33 constitucional) para expulsar extranjeros considerados
indeseables. Lamentablemente, también incurrían en esa práctica (de la
expulsión) los opositores. En la tarde del 2 de octubre de 1968
Echeverría dio una cita a David Alfaro Siqueiros y a su esposa Angélica
quienes “me relataron [cuenta el ex presidente] que un argelino
molestaba a una de sus hijas. Querían deshacerse de él. Estaban
enterados de que el argelino estaba aquí de manera ilegal. Querían, en
fin, que lo echase del país. En esto estábamos cuando sonó un timbre.
Tenía una llamada telefónica. Entonces me enteré de que había una
terrible balacera en Tlatelolco”.35
El 2 de octubre fue un parteaguas de la historia mexicana. Acentuó
las turbulencias de aquellos años, lo que serviría para acrecentar el
poder de los servicios de inteligencia dominados por un grupo
compacto, duro y sin controles, cuya influencia crecería
desmesuradamente en la medida en la que una oposición débil pero cada
vez más belicosa y desesperada empezó a rebelarse ante la apatía de una
comunidad internacional indiferente y, en algunos aspectos, cómplice.
Éstos son algunos de los elementos que originarían las tragedias que
caracterizaron la violencia política de la “guerra sucia mexicana”.

NOTAS
1 Para una visión profunda de la paranoia en la política ver Robert S. Robins y Jerrold M. Post, Political
Paranoia: The Psychopolitis of Hatred, New Haven, Yale University Press, 1997.

2 Luis Gutiérrez Oropeza, Gustavo Díaz Ordaz El hombre. El político. El gobernante, México, Vega, 1986.
3 Central Intelligence Agency, “SNIE 81-67: Security Conditions in Mexico”, 12 de octubre de 1967, Nacional
Security File (NSF), Country File, México, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 62.
4 Carta del secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, al procurador General de la República, 12 de
septiembre de 1961, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2860.
5 Enrique Krauze, La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-1996),
México, Tusquets, 1997, p. 290.
6 Carlos Loret de Mola, Confesiones de un gobernador, México, Grijalbo, 1978, p. 22.
7 Entrevista con agente fundador de la DFS, México, DF, 4 de septiembre de 2000.
8 Entrevista con ex comandante de la DFS, México, DF, 9 de agosto de 2000.
9 Jorge Castañeda, La utopía desarmada, México, Joaquín Mortiz-Planeta, 1999, p. 32.
10 Christopher Andrew y Vasili Mitrokhin, The Sword and the Shield. The Mitrokhin Archive and the Secret
History of the KGB, Nueva York, Basic Books, 1999.
11 Mary Beth Sheridan, “Conducting an Overt Operation”, en The Los Angeles Times, 30 de junio de 1999.
12 Entrevista con Ana María Rico Galán, México, DF, 7 de septiembre de 2000.
13 Secretario de Relaciones Exteriores a secretario de Gobernación, “Arreglo sobre cooperación de policía con
los Estados Unidos Mexicanos”, 30 de octubre de 1947, Secretaría de Relaciones Exteriores, Archivo de
Concentraciones, clasificación decimal III/823 (73)/15585.
14 Central Intelligence Agency, “México”, SR-18, 24 de enero de 1951, pp. 57-58.
15 El embajador Fulton Freeman se quejó en Washington de que pudiera crearse un precedente por el cual los
“gobernadores fronterizos sientan que pueden manejar situaciones como éstas de manera unilateral, sin
consultar con autoridades federales”. Telegrama de Freeman “Assistant Secretary Gordon”, 29 de marzo de
1967, NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 60.
16 De la embajada de Estados Unidos al Departamento de Estado, “Continued Student Unrest in Michoacan”,
16 de marzo de 1967, EDU 9-3, Mex., Archivos Nacionales (Maryland), anexo 1, p. 2.
17 Entrevista con Henry Dearborn, Jefe de Misión en 1968, Washington, DC, 17 de marzo de 1998.
18 Carta de Winston Scott a Luis Echeverría, 10 de octubre de 1968, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja
2928.
19 Entrevista con Janet Scott, México, DF, 21 de noviembre de 2000.
20 Memorándum de conversación, presidente Johnson, presidente electo Gustavo Díaz Ordaz, embajador
Carrillo Flores y Thomas Mann, 12 de noviembre de 1964, NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson
(Austin), caja 61.
21 Memorándum de conversación, presidente Gustavo Díaz Ordaz, embajador Fulton Freeman y subsecretario
Thomas C. Mann, 31 de diciembre de 1965, NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja
59.
22 Memorándum para el presidente de James W. Symington, 26 de octubre de 1967, NSF, Nacional
Intelligence Estimates, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 8-9.
23 Carta del embajador Hugo B. Margain al presidente de Estados Unidos, 7 de abril de 1967, White House
Country File, Subject File, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 8.
24 Carta de Gustavo Díaz Ordaz a Lyndon B. Johnson, 8 de abril de 1968, President 1963-1969, Biblioteca LB
Johnson (Austin), caja 54.
25 Philip Agee, Inside the Company CIA Diary, Londres, Penguin Books, 1975, pp. 525-537.
26 United States Information Agency, 1964, “Some Latin American Attitudes on Current Issues”, NSF,
Country File, Latin America, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 2, pp. 2 y 6.
27 Castañeda, op. cit., p. 64.
28 Reforma, 3 de noviembre de 2000.
29 Departamento de Estado, “Soviet Cadre Course for Latin American Communists”, memorándum de
investigación, 19 de julio de 1967, NSF, Country File, Latin America, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 3,
p. 3.
30 Castañeda, op. cit., p. 105.
31 “Telegrama en clave del secretario de Gobernación a los cc. gobernadores de los Estados y Territorios”, sin
fecha aunque se estima que es de 1961, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2896.
32 Carta del secretario de Gobernación, Luis Echeverría, al secretario de la Defensa Nacional, general
Marcelino García Barragán, 17 de diciembre de 1965, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2905.
33 En las cajas 1471, 2911, 2859 y 2959 del Fondo Gobernación depositado en el Archivo General de la
Nación se encuentran conversaciones transcritas. Algunas eran relevantes, otras bastante insulsas.
34 Los fragmentos de conversaciones se localizaron en las cajas 2911 (expedientes 19 y 13) y 2959, DGIPS,
Fondo Gobernación, AGN.
35 Citado por Carlos Monsiváis, “Tlatelolco entre cortinas de humo”, en Proceso, 8 de febrero de 1998.
CAPÍTULO 5
LAS REBELIONES

En el México de los años sesenta y setenta, alrededor de 1,860 hombres


y mujeres decidieron que la única alternativa era lanzarse en contra del
régimen, creando 29 organizaciones diferentes. Más adelante regresaré a
los significados que tiene el número de guerrilleros mexicanos; por
ahora, me concentro en las razones que los llevaron a inconformarse
primero, a perder la esperanza en los medios pacíficos después y,
finalmente, a tomar la decisión de levantarse en armas contra el orden
establecido.
Desde el inicio de la década de los sesenta una parte de la juventud
mexicana se mostraba inconforme, condición que fue detectada por los
estadunidenses, siempre obsesionados en cuantificarlo todo. La
embajada de Estados Unidos registró 53 revueltas estudiantiles entre
1963 y 1968, de ellas 23 fueron motivadas por causas de la propia
escuela, ocho incorporaban problemas locales, seis se inspiraban en
causas internacionales (apoyo a Cuba y protestas por las políticas
estadunidenses en Vietnam y otros países) y cuatro sostenían demandas
relacionadas con el autoritarismo del sistema de control político. Una
constante en las protestas fue la brutalidad policiaca con la que fueron
reprimidas.1 Se trataba de movilizaciones estudiantiles numéricamente
pequeñas, geográficamente bien localizadas y limitadas en sus
demandas; en suma, esas manifestaciones eran bastante controlables, al
igual que otras expresiones de inconformidad. Pese a lo limitado de su
alcance, el gobierno exhibió una actitud excepcionalmente rígida hacia
ellas, lo que aumentó la irritación y llevó a que algunos grupos
radicalizaran sus métodos.
El 23 de septiembre de 1965 un puñado de guerrilleros atacó el
cuartel de ciudad Madera, Chihuahua. Uno de los jóvenes que dirigieron
el asalto, Arturo Gamiz, resumió las motivaciones del grupo: “estamos
convencidos de que nuestros enemigos no respetan nada ni nadie más
que el fusil. Estamos convencidos de que no entienden ningún lenguaje
más que el de la fuerza. Estamos convencidos de que en sus cabezas no
entran razones, y de que por las buenas sólo burlas ganamos. Estamos
convencidos de que ha llegado la hora de hablarle a los poderosos en el
único lenguaje que entienden; llegó la hora de que las vanguardias más
audaces empuñen el fusil, porque es lo único que respetan y escuchan;
llegó la hora de ver si en sus cabezas penetran las balas, ya que razones
nunca les entraron; llegó la hora de apoyarnos en el 30-30 y en el 30-06,
más que en el Código Agrario y la Constitución”.2
Detrás de su enojo habían razones políticas y sociales. Les indignaba
la pobreza y la corrupción, la rigidez y la burocratización de un sistema
político al que veían aliado a los Estados Unidos. Llegaron a la
conclusión de que las armas eran la única opción después de ver la
forma en que el régimen maltrató a los ferrocarrileros (1960-61), a los
navistas potosinos, a los campesinos encabezados por Rubén Jaramillo
en Morelos, a los cívicos de Guerrero y al movimiento de los médicos
de 1964-65. Desde la perspectiva de los jóvenes inconformes, el
régimen no toleraba que se expresara lo nuevo y diverso, calificaba de
enemigo a quien pensara diferente y enviaba a su aparato de seguridad a
espiar, hostigar y reprimir. Los hechos confirman que su percepción era
en esencia correcta.
Otro factor fundamental que los llevó a desafiar al gobierno fue que
la lucha armada aparecía como legítima y viable; decenas de miles de
jóvenes soñaban con fusiles y metralletas porque consideraban que, de
reunirse una mezcla correcta de condiciones objetivas y subjetivas (o
estructurales y superestructurales), la revolución tendría posibilidades
de éxito. En Argelia los nacionalistas luchaban contra una Francia en
retroceso, y en el sudeste asiático los vietnamitas resistían los
bombardeos de una potencia mundial. Pero el ejemplo más luminoso
estaba a unos kilómetros de las costas mexicanas: en Cuba florecía una
revolución idílica. Fidel Castro era una prueba viviente del poder de la
voluntad; empezó su lucha con un puñado de hombres que llegaron en
un barquito desde el generoso México. Con excepción del desastroso
desembarco, la de los rebeldes cubanos fue una marcha triunfal
vertiginosa. En 1959 entraron a La Habana mientras el dictador
Fulgencio Batista exhibía su cobardía y codicia huyendo en un avión
cargado de talegas de dinero. Sin excusas ni dilaciones, los guerrilleros
se pusieron a gobernar y a cambiar la historia. El remate era que Cuba
socialista, un país pequeño y pobre, se enfrentaba con éxito y humillaba
a Estados Unidos mientras resolvía las desigualdades sociales.
En esa historia, el Che Guevara representaba el heroísmo y la
claridad. En unas cuantas frases el guerrillero había definido las tareas y
estilo de vida a seguir; el enunciado “el deber de todo revolucionario es
hacer la revolución” se complementaba con el himno a la violencia
revolucionaria: “en cualquier lugar que nos sorprenda la muerte,
bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado
hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras
armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con
tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y victoria”. Para
hacer una revolución en México (pensaban los convertidos) bastaba con
la voluntad y la generosidad. Lo demás llegaría por añadidura.
El diagnóstico y la conclusión anteriores fallaban en aspectos
fundamentales. Pese a sus vicios, corrupciones y distorsiones, el
presidente de la República y el PRI seguían teniendo el respaldo activo
del corporativismo y la aceptación tácita de la mayoría de la población.
Había inconformidad, es cierto, pero ésta no contaba con los organismos
que necesitaba para alcanzar densidad y solidez política. Otra falla
enorme fue la falta de conocimiento sobre el tipo de relaciones que
México tenía con el mundo, lo que era hasta cierto punto natural porque,
con algunas excepciones, México era un país aislado y parroquial en el
que el patriotismo estaba a flor de piel y en el que el presidente
denunciaba las negras intenciones de los extranjeros que intervenían en
su política interna a través de los malos mexicanos, los apátridas. Todos
los disidentes (ferrocarrileros, médicos, navistas, estudiantes,
izquierdistas, centristas o conservadores) fueron acusados de ser
manejados por la CIA, por la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), por Cuba o por el Vaticano. Hay que agregar que la
oposición (o al menos parte de ella) respondía acusando a su vez al
gobierno de ser un títere del imperialismo estadunidense.
Por otro lado, los opositores no tenían conciencia del limitado apoyo
que encontrarían en el exterior. Los mexicanos de izquierda siempre
estuvieron dispuestos a solidarizarse con Guatemala, Cuba, Vietnam o la
República Dominicana, pero difícilmente tenían una estrategia para
buscar alianzas en el extranjero (con excepciones como la del Partido
Comunista Mexicano cuya ideología se componía del
internacionalismo). Esta incapacidad fue el resultado del nacionalismo
de aquellos años, de la ignorancia tan generalizada acerca de otras
realidades y de los entendimientos que el gobierno había establecido
con los principales actores internacionales.
Carlos Madrazo fue presidente del PRI de 1964 a 1965, pero cuando
intentó organizar un partido opositor mostró (o al menos eso reportó la
Federal de Seguridad) un gran desconocimiento de la política exterior
estadunidense. En una reunión con sus colaboradores, informó que un
“financiero amigo de él” había platicado con el “candidato electo a la
presidencia Richard M. Nixon, y en 1968, éste le manifestó que les
daría el apoyo político y económico de su gobierno para que lanzaran un
candidato a la presidencia de la República en nuestro país, debido a que
México tenía una política muy corrompida y era necesario enderezarla y
limpiarla”.3 En otras palabras: que Madrazo podría ser el ungido por
Washington para sanear al país. Patética ingenuidad. En los años sesenta
ni a Nixon, ni a Estados Unidos les importaba la corrupción mexicana
(la preocupación empezaría alrededor de 1985). La lealtad de
Washington era hacia el orden establecido y jamás apoyaría a un
opositor del régimen.
Tampoco la lógica de las relaciones entre México y Cuba fue
entendida por la izquierda. La Habana, que promovía en México la
imagen de la revolución heroica y generosa, creaba centros para la
amistad México-Cuba y alentaba el flujo constante de periodistas e
intelectuales a la isla. Los cubanos lograron fácilmente la solidaridad de
las izquierdas mexicanas. Sin embargo, debido al entendimiento que
tenían con el régimen priísta no estaban dispuestos a corresponder
apoyando a los revolucionarios mexicanos. Como las reglas de este
juego no eran claras, resulta lógico y natural que en los círculos de
izquierda de los años sesenta llegara a creerse que se contaba con el
apoyo de la izquierda internacional (incluida Cuba) para instaurar un
régimen socialista. No era el caso. Jorge Castañeda describe las
implicaciones que ello tuvo; la política cubana “signiticó algo más que
falta de armas o de dinero para los campesinos en Guerrero y los
estudiantes en Monterrey y Sinaloa. Implicó que la resonancia
internacional de su causa fuera escasa o nula. Si los cubanos no los
tomaban en serio (y los cubanos tomaban en serio a casi todos),
entonces nadie lo haría”.4
Un misterio que cabe aclarar es por qué Gustavo Díaz Ordaz estaba
convencido de que había una conspiración comunista y cubana para
subvertir a México y destruir a las instituciones creadas por la
Revolución Mexicana, cuando era tan evidente la fortaleza priísta y tan
obvio el entendimiento del gobierno mexicano con La Habana y el resto
de la comunidad progresista internacional. La explicación que me
parece más lógica es que el presidente tenía una paranoia aguda que,
deliberadamente, fue alimentada por sus colaboradores del área de
seguridad. Algunos de ellos lo hicieron por que eran igualmente
paranoicos (como el jefe del Estado Mayor Presidencial, general Luis
Gutiérrez Oropeza); otros porque así convenía a sus intereses.
En este sentido el papel jugado por Fernando Gutiérrez Barrios,
director de la DFS durante el sexenio de Díaz Ordaz, es fundamental. Él
conocía mejor que nadie el entendimiento con La Habana y se deshacía
en elogios para el comandante Castro, al que ayudó a salir de México
porque no era un “delincuente, sino un hombre con ideales que buscaba
derrocar una dictadura, y que su delito era el de violar las leyes de
población de mi país”.5 Gutiérrez Barrios sabía que Cuba no
intervendría apoyando a rebeldes que, por otro lado, tenían serias
limitaciones. Pese a ello, no hay constancia de que estos hechos fueran
tomados en cuenta en los informes de inteligencia elaborados por la
DFS. Por el contrario, la DFS alimentó las paranoias del presidente y
cuando surgieron las guerrillas se abstuvo siempre de hacer una
evaluación de la fuerza real de las mismas. Es inevitable pensar que lo
hizo para incrementar su poder, porque tener un enemigo poderoso
justificaba los aumentos en presupuesto e influencia. Tal vez ésa no fue
la intención original, pero ciertamente fue el resultado final porque
durante la “guerra sucia” la DFS creció como nunca antes.
En 1965, de acuerdo con la versión de un agente que ingresó a la
institución ese año, “no llegaban a 120 los agentes y los meritorios no
eran muchos”. En 1981, un documento de la DFS asegura que ya eran
“3 mil agentes efectivos que controlan a 10 mil hombres, denominados
informantes”.6 Era además una organización cohesionada cuyos
miembros estaban convencidos de pertenecer a una élite dedicada a
defender al país (es revelador que el salón de actos de la DFS se llamara
“La Patria es Primero”). Creían ser los mejores: tenían jefes
legitimados, gran cantidad de recursos y un enorme margen de
autonomía.
La DFS conservó su esencia. El método de ingreso seguía siendo el
mismo: por invitación y quien recomendaba se responsabilizaba. El
agente mencionado en el párrafo anterior recuerda que “a fines de
noviembre del 65 me tomé un café con Nazar Haro que me dijo, ‘vente
como a las 6 de la tarde’ a la sede de la DFS. Cuando llegué, Nazar me
abrió la puerta y me pasó al despacho de don Fernando al que dijo: ‘aquí
le presento a la gente de la que le hablé’. Don Fernando me miró y
comentó ‘qué bueno que está con nosotros’. Hablamos un poco y de ahí
me fui directamente a Control donde me reciben y preguntan: ‘¿Quién
lo recomienda?’. Llenan una tarjeta con mis datos y me pasan a la sala
de agentes. Una hora después me fui a mi primera misión de agente de
la DFS a localizar y detener a un individuo”7 Ese agente ingresó
directamente al Grupo de Investigaciones Especiales C-047 que Nazar
Haro fundó en noviembre de 1965, después de pasar un semestre en
Washington. Ese grupo sería el núcleo que armaría la estrategia de
combate a la guerrilla. “En un principio éramos seis agentes y Miguel.
No dependíamos operativamente de Control de Agentes. Teníamos una
relación directa con el director. Éramos chaparritos y pasábamos
desapercibidos porque nuestra función era investigar y juntar
información. Teníamos infiltrados en muchos grupos subversivos”.8 El
nuevo grupo demostraría sus habilidades inmediatamente.
EL ENEMIGO PERFECTO: VÍCTOR RICO GALÁN

A principios de los años sesenta la izquierda estaba indignada por la


pobreza social, la corrupción oficial y la forma en la que el régimen
trataba a sus opositores. Se sabían débiles, pero una parte de esa
izquierda creía que las condiciones eran propicias para la rebelión.
Víctor Rico Galán es un personaje representativo de aquella época.
Nació en España pero llegó a México como parte del exilio republicano
para luego nacionalizarse mexicano. Víctor era apasionado, convencido
y bien intencionado, audaz hasta la imprudencia y políticamente
ingenuo; acostumbraba reunirse con una bohemia de intelectuales
revolucionarios agrupados en el semanario Siempre! o en Sucesos para
Todos que, entre cuartilla y cantina, disertaban sobre la revolución. Rico
Galán fue más lejos que sus compañeros, escribió elogiosamente sobre
la Revolución Cubana (viajaba a la isla en promedio una vez cada año),
entrevistó guerrilleros en toda América Latina y denunció con mucha
fuerza los excesos cometidos por el régimen en México.
Rico Galán enfurecía al aparato de seguridad; en una evaluación
interna, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales de
la Secretaría de Gobernación lo calificó como uno de los periodistas
“más venenosos. Es comunista a ultranza. Habla de la Revolución
Mexicana, pero lo hace con sarcasmo y aunque bien sabe que no es
cierto, [asegura que] el régimen siempre tiene presos políticos. México
lo acogió y lo formó en Morelia y, sin embargo, sólo reconoce méritos
en Lázaro Cárdenas. Es elemento desquiciante y de una mentalidad
enferma. Muy a pesar de que sólo ha recibido favores del régimen,
insiste, por inercia, en atacarlo”. El perfil se cierra con su
descalificación como escritor al referirse a él como un “comunistoide
sin ética ni estética”.9
Una semana después del asalto al cuartel de ciudad Madera (23 de
septiembre de 1965) Rico Galán llegó al lugar y el 15 de octubre en
Sucesos para Todos publicó un reportaje que tendría una importancia
decisiva en la vida del periodista. En su escrito, se lanzó de manera
frontal contra el ejército refutando su versión de los hechos y
descalificándolo al decir que los militares “están acostumbrados a
reprimir y a abusar, no a combatir”. Al describir el encuentro que tuvo
con el comandante del Primer Batallón de Infantería, general brigadier
Gonzalo Bazán Guzmán, lo ridiculiza con ironía: “como no llevaba
insignia alguna [el general] lo fui ascendiendo mentalmente a medida
que hablaba, desde el modesto grado de sargento que me pareció al
principio, hasta el que realmente tiene. El motivo de estos ascensos es
que, a medida que avanzaba la conversación, iba desapareciendo el
soldado, para dar paso al político a la mexicana”. En ese artículo Rico
Galán también denuncia el saqueo de los bosques y el abuso sistemático
a los derechos de los campesinos para, de esa manera, cerrar el
razonamiento justificando a los jóvenes que habían decidido tomar las
armas. Reconoce, sin embargo, que el ataque había sido un acto de
suicida desesperación (“basta ver el escenario del asalto al cuartel de
Madera, para comprender que sólo había una alternativa: morir”).10
Los militares se pusieron furiosos con el artículo, en aquellos días
nadie los acusaba por escrito de mentirosos y represores, nadie se
burlaba de un general; eran tiempos en los que no se podía tocar al
presidente o al ejército. Tres días después, el 18 de octubre, el
ridiculizado general Bazán escribió una larga carta al comandante de la
5a Zona Militar de Chihuahua, en la que menciona que el artículo está
lleno de “falsedades, calumnias y ataques al ejército”, lo que era muy
grave porque el escrito lo leía “toda la nación” y ello produciría un
“criterio y conceptos equivocados [lo que] conduce a un sector
numeroso a manifestar antipatía y hasta hostilidad contra autoridades
civiles y militares. . . circunstancia ciertamente peligrosa, porque el
ejército es indudablemente el sostén de todas las instituciones de nuestro
gobierno”. A Rico Galán lo acusa de “desagradecido a las instituciones
mexicanas que le dan albergue y de disfrutarlas a pesar de ser
extranjero”. Concluye pidiendo que el periodista fuera “consignado por
el elemento jurídico de nuestro alto mando, ante la autoridad federal
correspondiente en la capital de la República”. 11
La carta del general, con todo y sus errores de apreciación, está en el
expediente de Rico Galán que tiene la DFS, lo que me hace suponer que
el secretario de la Defensa Nacional se quejó con el presidente Díaz
Ordaz y/o con Luis Echeverría quienes ordenaron a Fernando Gutiérrez
Barrios armar una vigilancia especial sobre el periodista, que por otro
lado, desde 1964 valoraba la posibilidad de levantarse en armas. Rico
Galán llegó a la conclusión de que la vía pacífica estaba cerrada por lo
que había empezado a reclutar familiares y amigos para, siguiendo el
modelo cubano, iniciar una revolución que desembocara en la
instauración de un régimen socialista en México. Su hermana (una
mujer cuya belleza y carácter cautivó a Luis Echeverría y Fernando
Gutiérrez Barrios, entre muchos otros), acepta que querían crear una
guerrilla, aunque añade con algo de ironía “para irnos al cerro más
cercano a nuestro corazón”. En tono más serio recuerda que entre
“algunos de los que participamos había una actitud pequeño burguesa,
voluntarista, fuera de la realidad. No existían las condiciones. Tú para
que te vayas a la montaña, como lo hizo Fidel, tienes que tener al pueblo
que te está apoyando sino es así pues te vas, pero de alpinista”.
Si para ella la lucha armada también era una opción se debía a que
desde el asesinato de Rubén Jaramillo y su familia en 1962, Ana María
Rico Galán se dijo que “no quería este mundo para mis hijos, qué cosa
más horrible, qué malditos. Empecé a preocuparme muchísimo y a
sentir que tenía que hacer algo. Desde finales de julio de 1964 Raúl
Ugalde (un personaje por demás extraño) comenzó a decir que la única
vía era la armada. Víctor era un ingenuo y Ugalde le llenó la cabeza de
información errónea. Le dijo que tenía a miles de seguidores y Víctor
dijo ‘pues ya la hicimos’. Otra idea que nos rondaba era que si en Cuba
habían tomado el poder, nosotros también teníamos que hacerlo. En
Cuba había sido muy fácil, bueno pues aquí también. ¡Si los cubanos
maraquetas logran esto, cómo no lo vamos a lograr nosotros! La
conciencia colectiva era que La Habana nos iba a apoyar y que en el
momento en que nos levantáramos, Cuba se iba a desbaratar dándonos
de todo. Por supuesto que nunca fue así”.
El proyecto de Víctor Rico Galán fue, desde un primer momento,
vigilado por la DFS. La tarea recayó en el flamante Grupo C-047 que
dirigía Nazar Haro. Establecieron un apretado cerco sobre Rico Galán y
su grupo, lo que supuso, de entrada, infiltrarlo con dos agentes. No he
podido averiguar la identidad del primero (al que se identificaba en
clave como Agente “z”), que tenía acceso a la dirección del movimiento
y que empezó a fungir como informante a partir del 29 de noviembre de
1965. El Agente “z” era bastante prolífico y el 1° de febrero de 1966 la
DFS hizo una valoración del Movimiento Revolucionario del Pueblo
con base en los trece informes que hasta ese momento había enviado.
De acuerdo a los informes de la DFS ‘’Víctor Rico Galán aprovecha
la casa de su hermana para formar un ‘núcleo principal’ que pueda ser el
eje, con el tiempo, de la organización de una ‘guerra de guerrillas’. De
ese Núcleo derivaría la creación de otros grupos que, en un momento
oportuno, pudieran generalizar en el país ese tipo de actividad
subversiva”. Es decir, sabían que el grupo tenía un carácter incipiente.
Sobre su trabajo político aseguraban que deseaban “adoctrinar a gentes
ingenuas, de mente simple, para hacerlas cómplices de actos de sabotaje
y, aun, de atentados personales”. Tenían bien identificados a los
personajes principales que frente a “z” expresaban su intención de
preparar gente para “sabotear la luz eléctrica y los teléfonos de la
ciudad”. También reportaban que en una de las reuniones “se habló de
que a uno de los principales” le llegaría “un rifle con una mira especial
de rayos infrarrojos para tiro nocturno” y, en otra ocasión, jugaron con
la idea de preparar una “bomba que estalla por impulsos eléctricos, o
sea, por transmisión de ondas eléctricas ... artefacto que ya se había
utilizado en un atentado contra el general [Charles] De Gaulle”.
La descripción de la DFS es superficial y no valora la seriedad del
riesgo. Reunirse para criticar al gobierno y hablar de armas y bombas no
significaba que los inconformes tuvieran la capacidad para llevar a cabo
sus propósitos. Pese a la ausencia de esa valoración, el informe de
febrero termina recomendando que lo “indicado sería esperar una junta
próxima, a la que concurra un buen número de los que se han estado
reuniendo; una junta a la cual, como en ocasiones lo han hecho, lleven
sus pistolas y otras armas, a fin de detenerlos y, en un careo adecuado,
desentrañar toda la realidad y poder castigar, proporcionalmente, a todos
los participantes”. 12
Sin embargo, la DFS no hizo nada. Gutiérrez Barrios y/o Echevertía
y/o Díaz Ordaz tomaron la decisión de esperar y de infiltrar al grupo
con otro agente. El 14 de marzo de 1966 se incorporó a los
revolucionarios el profesor “Filiberto Vázquez Mora” (en realidad era el
agente de la DFS, Luis Ramírez López) que pronto envió informes
sobre las ingenuidades y fantasías en que a veces derivaban las
reuniones. En una ocasión el agente de la DFS preguntó sobre la
posibilidad de un “golpe de Estado”. El líder del grupo, Raúl Ugalde,
respondió con mucha seriedad que “en cualquier momento se podría
hacer pero que todavía no era oportuno, que aún era indispensable la
formación de cuadros”.13 El viernes 12 de agosto de 1966 “Víctor Rico
Galán prometió que la Unión Soviética tal vez mande armas AK iguales
a las que se usan en Vietnam, son muy eficaces”. Otro miembro, la
doctora Yolanda Ortiz Ascencio, Juanita, dijo que “un amigo suyo
perteneciente a la Liga Espartaco le había confiado que dicha Liga
compró a la Secretaría de Marina 200 fusiles M2 y que los miembros
hacen sus prácticas los domingos en el Cerro de la Estrella
[Iztapalapa]”.14
El aparato de seguridad dejó pasar casi siete meses hasta que en
agosto de 1966 se detuvo a Rico Galán y a otros 28 “confabulados”. No
son claras las razones por las cuales esperaron tanto tiempo. Una
explicación es que dejaron que se acumulara la “peligrosidad” del grupo
para hacer más espectacular su detención. En el operativo participaron
el servicio secreto y la Policía Judicial Federal coordinados por la DFS.
Para proteger al Agente “z”, poco antes del operativo le pidieron que
“durante los próximos nueve días [usara] corbata negra y [que dijera]
que un familiar de su señora, muy querido de él, había muerto en la
provincia”. Quienes planificaron la detención dijeron que no le avisaron
a “z” que “habría actuación, pero que con la corbata se le protegerá en
la calle”.15
Rico Galán pasó siete años en Lecumberri (cuatro más que el líder
Raúl Ugalde quien fue liberado tres años después, en 1969, cuando
interpuso un amparo junto con Ana María Rico Galán). Pese a estar en
cautiverio, Gutiérrez Barrios lo sometió a una estrecha vigilancia. Al
igual que se hacía con todos los presos políticos, la Federal de
Seguridad anotaba escrupulosamente los nombres de quienes lo
visitaban (enternece la abnegación de su esposa: Ingebar Dierner que
asistía puntualmente a cada visita). A Rico Galán también le enviaban
agentes para averiguar sobre sus planes e ideas. Uno de ellos, el italiano
Luigi De Marchi, se presentó en Lecumberri como colaborador del
periódico Corrispondenza Socialista y como amigo del periodista Carlo
Coccioli.
De Marchi inicia el informe que entregó a Gutiérrez Barrios
presumiendo de la facilidad con que engatusó a Rico Galán: “Debido a
mi conexión [con Carlo Coccioli], que es un periodista procomunista y
amigo de Rico Galán desde hace muchos años, además, por el nombre
de mi periódico, Corrispondenza Socialista, Rico Galán aparentemente
asumió que yo soy un compañero marxista y me aceptó como tal. Se
expresó en forma espontánea y creo que reveló sus pensamientos
verdaderos durante nuestra discusión”. El relato sobre el encuentro de
una hora en la Penitenciaria de Lecumberri parece confirmarlo. 16 Es
necesario agregar que hubo una amplia solidaridad internacional (en la
que no participó Cuba) a favor de Rico Galán y que fue uno de los
primeros casos de presos políticos mexicanos adoptados por Amnistía
Internacional. En los círculos de izquierda, el periodista se convirtió en
otro ejemplo de la intolerancia y la dureza del régimen que dejaba como
única alternativa la vía armada.
En este caso ya aparece el estilo que Gutiérrez Barrios y su equipo
aplicarían en el combate a la insurgencia. La clave estaba en acumular
una gran cantidad de información sobre los sospechosos, gran parte de
la cual provenía de la infiltración; cuando tenían todo listo los
golpeaban o detenían obteniendo, para ello, el apoyo de las otras
instituciones del aparato de seguridad y del sistema político. La
debilidad de la DFS residió en la pobreza del análisis de la información
capturada; eso impide saber qué tan real era la amenaza que
representaba el grupo del que formaba parte Rico Galán a la seguridad
nacional. Es indudable que su pretensión era derrocar al gobierno pero
su capacidad era bastante limitada. Para Ana María, el peligro que
significaba Víctor para el gobierno no estaba en la capacidad operativa,
sino en el ámbito de las ideas. “Víctor representaba una amenaza muy
seria porque en sus artículos casi llamaba a las armas”. Por otro lado,
recuerda que quienes la interrogaron estaban convencidos de que Cuba
“estaba atrás” de su intento. Sin embargo, era una idea equivocada
porque la DFS sabía que los cubanos no apoyaban a los rebeldes.
En ese ambiente de paranoias cayeron, sin darse cuenta, Víctor Rico
Galán y su grupo. Vigilados desde un primer momento por los agentes
infiltrados de la DFS es incluso posible que éstos alimentaran sus
fantasías para, de esa manera, construir ese enemigo que buscaba
subvertir a México. Rico Galán llenaba los requisitos del estereotipo:
había nacido en España (lo que lo convertía en extranjero para una clase
política que tendía a la xenofobia), defendía a la Revolución Cubana,
entrevistaba guerrilleros en toda América Latina, criticaba abierta y
sarcásticamente al presidente, al ejército y al sistema político; también
soñaba con la posibilidad de iniciar en México una revolución armada
que desembocara en un régimen socialista. Rico Galán no era una
amenaza real, pero sí fue el enemigo ideal que justificaba la existencia
de una institución de élite decidida a defender al país.
LA REBELIÓN DEL 68

El movimiento estudiantil de 1968 es un parteaguas en la historia


nacional, su desarrollo mostró los torrentes de energía social que se
habían acumulado durante décadas. La brutalidad con la que el
movimiento fue aplastado demostró la esclerosis que padecía el régimen
y lesionó profundamente su legitimidad. En el largo plazo aceleraría las
fuerzas que democratizarían México; en el corto, empujó a la rebelión a
miles de jóvenes.
Desde que se inició la movilización estudiantil, el 26 de julio de
1968, se manifestaron dos tendencias: una moderada y otra con una
marcada propensión a la violencia. Por su parte, el gobierno ya había
identificado a su enemigo y estaba convencido de sus métodos para
salvaguardar el principio de autoridad. La violencia policiaca era
bastante conocida. La novedad fue que los estudiantes respondieron con
una enorme agresividad verbal y una clara disposición a pelear, lo cual
condujo a las batallas por el centro de la ciudad de México, que le
imprimieron un rasgo distintivo al movimiento social más importante en
la historia de la capital. Otra novedad fue el número tan grande de
participantes; según distintas fuentes periodísticas, el 13 de agosto
marcharon entre 70 y 200 mil personas (aun considerando la estimación
más conservadora, se trataba de la manifestación más numerosa de la
década). Cuando los médicos marcharon al zócalo en diciembre de 1964
eran 1,500 y en mayo de 1966 solamente 5,000.17 En el movimiento de
Hermosillo de 1967 se estimaron en 10,000 los estudiantes que
caminaron en silencio. Por lo tanto, no es accidental que el movimiento
que empezara en una pelea callejera, oscilara, en los meses que duró,
entre los métodos pacíficos y la violencia, y que acabara en una
masacre.
La intensidad de la inconformidad juvenil fue una sorpresa para
todos: gobierno y aparato de seguridad, servicios de inteligencia
mexicanos y extranjeros, y para el movimiento mismo. Como ejemplo
está un cable del embajador de Estados Unidos en México, Pulton
Freeman, a Washington. Dos días antes de que iniciara el movimiento
aseguraba que era “muy poco probable que [la inconformidad juvenil]
tome proporciones críticas, al menos en los próximos años”.18 Por otro
lado, la forma como reaccionaron las instituciones de inteligencia
estadunidense mostró la diferencia con los servicios mexicanos;
mientras que Washington hizo evaluaciones bastante mesuradas sobre
los propósitos estudiantiles, los segundos cometieron gravísimos errores
de apreciación.
El papel jugado por los servicios de inteligencia mexicanos se apegó
a su comportamiento previo. La DFS mostró una excelente capacidad
para infiltrarse en el movimiento y recopilar información, pero fue
notable la pobreza de su análisis y su tendencia a alimentar las paranoias
de Gustavo Díaz Ordaz.19 En los informes que enviaba diariamente la
Federal de Seguridad al presidente y al secretario de Gobernación
aparecen sin ponderación los rumores y chismes que sobre armas,
guerrillas y violencia contra el gobierno circulaban por las escuelas.
Para demostrarlo, recupero algunas líneas de dos informes del 26 de
agosto. En uno, la DFS informaba que tenía “informes muy fidedignos”
de que “ahora sí el estudiantado tiene elementos y armas con que
hacerle frente al ejército, pues parte del dinero que se ha estado
recolectando lo han estado empleando para comprar armas”.20 En otro,
afirma que en una asamblea de la Facultad de Ciencias algunos
“estudiantes dijeron haber integrado brigadas que recorrieron el interior
de la República”, y reportaron a la asamblea que los “campesinos de las
regiones de Jalisco, Michoacán, Colima, Nayarit y Guerrero están
dispuestos a participar y que tomarán las armas para defender a los
estudiantes”.21
Las fantasías y exageraciones son evidentes en el lenguaje empleado.
Algunos estudiantes tenían armas pero no el estudiantado; algunos
campesinos pudieron haber tenido la intención de rebelarse, pero no los
campesinos. Ante el radicalismo verbal y las concurridas
manifestaciones estudiantiles, magisteriales y populares, los barones de
la seguridad se refugiaron en la paranoia. El general Luis Gutiérrez
Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, asegura en su libro que los
estudiantes deseaban tomar el poder y planeaban un golpe de Estado: “si
los instigadores del movimiento del 68... hubieran triunfado, desde ese
fatídico año México hubiera caído dentro de la órbita comunista”.22
Aunque más cuidadoso, el secretario de Gobernación, Luis Echeverría,
pensaba de manera similar; en la columna semanal que se redactaba en
Gobernación con la aprobación del secretario y que se publicaba en el
diario La Prensa (“Política en las Rocas”) aparece configurado el
enemigo: una masa de jóvenes idealistas, manipulada por unos cuantos
apátridas que obedecían consignas del extranjero, de intelectuales
frustrados y de políticos ambiciosos. Su propósito era siniestro: “crear
una situación de desorden para sabotear los Juegos Olímpicos de
octubre”. En varias ocasiones se repite que “México era, de enero a
octubre de 1968, un país-carnada. El más apetecible dentro del
horizonte mundial para provocar una subversión que diera al traste con
su desarrollo interno y su independencia y prestigio interior”. La
salvación estaba en manos del presidente de la República, ese “gran
mexicano que por encima de confusiones transitorias sabe ver a
distancia el porvenir de nuestra nación”.23
En los miles de documentos oficiales que recuperé sobre el
movimiento del 68 jamás encontré una valoración sensata sobre el
contexto, la historia y la validez de algunas de sus demandas. Las
acusaciones sobre la intervención de fuerzas extranjeras no tenían base
alguna. La comunidad internacional (incluyendo a Cuba y la URSS) se
comportó con enorme cautela y mesura apoyando, siempre, al gobierno
de Díaz Ordaz. Con unos servicios de inteligencia de tan baja calidad no
debe sorprender que Díaz Ordaz estuviera convencido de que los
estudiantes tuvieran “un arsenal”,24 de que la amenaza era enorme y de
que la única solución era aplicar la fuerza del Estado.
La dinámica de aquellos meses alimentó la tesis de la franja de
estudiantes radicalizados, uno de cuyos principales núcleos estaba en el
Politécnico. Ellos se enfrentaron a las fuerzas de seguridad en las
batallas del Politécnico (Zacatenco, la Vocacional 7 y el Casco de Santo
Tomás) del 21 al 24 de septiembre. Ellos resistieron en Tlatelolco donde
se dio una feroz pelea la noche del 21 al 22 de septiembre; los
estudiantes apoyados por los vecinos y ubicados en lo alto de los
edificios, demostraron tener más capacidad táctica. Su victoria sobre los
granaderos fue percibida con alarma por la Federal de Seguridad que
informó al presidente que “incluso desde los departamentos estuvieron
disparando armas de fuego varias veces”.25 Las arriba mencionadas eran
zonas urbanas en rebeldía que oponían una tenaz resistencia en el centro
y el norte de la capital. Fue entonces que el presidente tomó la decisión
de aplastar la rebelión juvenil.
El 2 de octubre formaba parte de un plan nacional aprobado por el
presidente de la República. De acuerdo a la inteligencia militar
estadunidense, a finales de septiembre la “Secretaría de la Defensa
Nacional envió instrucciones dando autoridad a los comandantes de
zonas militares de todo el país para que actuaran contra los disturbios
estudiantiles sin esperar instrucciones de la capital”.26
En el DF la intención era aplicar un nivel de violencia suficiente para
(a) detener al liderazgo estudiantil; (b) acabar con el núcleo duro; (e)
amedrentar a los moderados y lanzar una advertencia hacia el futuro; y
(d) hacerlo de tal forma que el uso de la fuerza quedara legitimado.
Había un requisito previo: la violencia estatal tenía que justificarse, lo
que exigía que los estudiantes dispararan o exhibieran su disposición a
pelear.
Gustavo Díaz Ordaz aborrecía la improvisación pero no tenía tiempo
para experimentar con nuevos métodos. Resulta entonces lógico
suponer que recurrió a experiencias que le habían funcionado con
anterioridad. Sostengo que para la operación de Tlatelolco, Díaz Ordaz
retomó los antecedentes del 30 de diciembre de 1960 en Chilpancingo,
Guerrero, y del 15 de septiembre de 1961 en San Luis Potosí. En esas
ciudades las movilizaciones populares fueron acabadas con un operativo
en el que grupos de francotiradores (que jamás han sido identificados)
dispararon contra el ejército, la policía y la población reunida en plazas
públicas, para con ese pretexto hacer detenciones masivas. La violencia
indiscriminada aterrorizó a las mayorías y desalentó a los simpatizantes.
Pasado un tiempo fueron liberados los dirigentes disidentes. Así pues, el
presidente estaba dispuesto a sacrificar las vidas de algunos soldados,
policías, estudiantes y civiles en Tlatelolco. La patria es primero y en
ocasiones esa patria exige la sangre de algunos de sus hijos.
La Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco es un lugar que
impresiona. Es más grande que el zócalo, aunque es desigual en sus
espacios: una plancha donde tenían lugar las manifestaciones; unas
ruinas precolombinas, una iglesia colonial y un conjunto de edificios; es
un espacio cerrado, como un anfiteatro rodeado de edificios con miles
de ventanas. Al igual que en Chilpancingo y San Luis Potosí el lugar
resultaba adecuado para tender una trampa, amedrentar a la multitud y
detener a centenares de personas. El 2 de octubre de 1968 el gobierno
desplegó entre 5,000 y 10,000 militares, policías y paramilitares que
acumulaban una enorme capacidad de fuego.27 Los manifestantes eran
alrededor de 8,000.
A las 14:00 de ese día se reunieron en un salón del Campo Militar N°
1 los oficiales al mando de las unidades que formaban la 2a Brigada de
Infantería reforzada. Su comandante, el general de Brigada Crisóforo
Mazón Pineda, transmitió órdenes precisas: “impedir que los
concurrentes al mitin” se trasladen al Casco de Santo Tomás; desalojar a
los asistentes y aislar el área una vez que sea despejada; en caso de ser
atacados, responder; finalmente, detenerlos y entregarlos a la Policía
Preventiva del Distrito Federal.28
Los elementos del “Batallón Olimpia” tenían sus propias
instrucciones: irían vestidos de civil y con un guante blanco en la mano
izquierda, se apostarían en las puertas del edificio Chihuahua y después
de la señal (el lanzamiento de una bengala) impedirían que entrara o
saliera persona alguna para colaborar en la detención de los líderes
estudiantiles.29 Finalmente, un “grupo de agentes de la Policía Judicial
Federal y de la Dirección Federal de Seguridad, [también] recibieron
órdenes de aprehender a los líderes del Consejo Nacional de Huelga y
aprovecharon el mitin para identificarlos y detenerlos en el tercer piso
del edificio Chihuahua en donde estaban presidiendo el acto”.30 En el
lugar también confluyeron miembros de otras corporaciones policiacas,
del grupo de tránsito y de bomberos.
Ninguno de los efectivos gubernamentales sabía que los esperaba un
grupo de francotiradores que a la señal de las bengalas debían disparar
contra el ejército, la policía y la multitud. Cuando escribí hace algunos
años un libro sobre el movimiento de 1968 aseguré que los
francotiradores podían ser militares o un grupo de paramilitares que
dependían del gobierno del Distrito Federal. Me incliné por lo segundo
tomando en consideración el espíritu de grupo que tienen las fuerzas
armadas, me parecía inconcebible que algún oficial pudiera disparar
contra los suyos. Me equivoqué.
En 1999, Julio Scherer García y Carlos Monsiváis publicaron los
documentos del secretario de la Defensa Nacional en 1968, general
Marcelino García Barragán, en los que se aclara el misterio: el “general
Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, mandó
apostar, en los diferentes edificios que daban a la Plaza de las Tres
Culturas, diez oficiales armados con metralletas, con órdenes de
disparar sobre la multitud ahí reunida y que fueron los actores de
algunas bajas entre la gente del pueblo y soldados del ejército”.31 En
otra parte de sus escritos el ex secretario de la Defensa completa la
información diciendo que Gutiérrez Oropeza sólo cumplía órdenes del
presidente.32 En suma, el 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco, el
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el presidente Gustavo Díaz
Ordaz, colocó a éstas y a otras instituciones en una trampa. Con una
señal predeterminada, los oficiales del Estado Mayor Presidencial
dispararon contra la multitud. Una de las primeras bajas fue la del
general que comandaba a los paracaidistas. Algunas líneas de mando
fueron rotas, la violencia se salió de control y sobrevino el caos de
muerte. En el desorden seguramente influyó la disposición de un
número indeterminado de estudiantes y vecinos que dispararon contra
policías y soldados (lo que no había pasado en Guerrero y San Luis
Potosí. Cuando los disparos terminaron y se apagaron los incendios,
comenzó la evacuación de miles de detenidos. Llegaron los equipos
especiales con la orden de recoger los cadáveres y tras ellos los grupos
de limpia del Departamento del Distrito Federal. El gobierno intentó la
ceremonia del olvido ensayando una apariencia de normalidad. Pese a
los esfuerzos, pasada la medianoche de ese mismo día, apareció la
evidencia de que algo había fallado, de que había fracasado el operativo
más importante en la carrera de Gustavo Díaz Ordaz.
La máquina de la violencia, siempre aceitada, se había salido de
control. Y no sólo eso, los estudiantes en la plaza no se mostraron
agresivos (y los que lo hicieron pasaron desapercibidos ante la lluvia de
proyectiles gubernamentales). La tarde del 2 de octubre el movimiento
estudiantil demostró su expresión pacífica, civilizada y mesurada,
mientras que el régimen expuso su rostro más desagradable ante un
importante número de periodistas extranjeros que informa ron al mundo
sobre un gobierno despiadado que aplastaba a opositores desarmados.
Ése era el México que ametralló a Rubén Jaramillo y a su familia, el que
hostigó y encarceló a ferrocarrileros y navistas, el que espió, difamó y
despidió a los médicos disidentes. Una encuesta de Gobernación
muestra que la mayoría de la población desaprobó al presidente,
iniciándose de esa manera la pérdida de su legitimidad. Un número
indeterminado de jóvenes concluyó que la única salida digna era morir
con el fusil en la mano.
A partir de ese momento se aceleró el proceso democratizador, ya no
dejarían de crecer las instituciones que con el tiempo harían viable la
democracia; se crearon organismos no gubernamentales, aumentaron los
medios independientes, se fortalecieron los partidos opositores, etcétera.
Pero en tanto eso pasaba, el México de 1968 contaba con pocas
organizaciones que sirvieran de salida a los inconformes. Una excepción
eran los grupos guerrilleros que se estaban formando en diversos
estados; ellos (anímica e ideológicamente) para recibir a los
inconformes y darles una explicación y una esperanza.
EL 10 DE JUNIO DE 1971

El movimiento del 68 también dejó valiosas lecciones a quienes


controlaban el aparato de seguridad. Un testigo presencial me contó que
cuando Luis Echeverría tuvo noticia en 1971 de que el movimiento
estudiantil intentaba reactivarse con una manifestación exclamó: “no
vamos a permitir que nos tomen las calles”. Que Echeverría pensaba así
se confirma con un memorándum de la conversación que tuvo con el
secretario de Estado estadunidense William Rogers en 1973. El
presidente mexicano afirmó que desde 1968 había decidido “prevenir
las manifestaciones estudiantiles. Cuando se les frena hay una gran
protesta que a los tres días se olvida”.33 Así se explica la decisión de
aplastar la manifestación estudiantil del 10 de junio de 1971.
Ese día, un grupo paramilitar entrenado por militares, y que dependía
del Departamento del Distrito Federal, agredió a golpes y balazos a
miles de estudiantes que se manifestaban, causando un número
indeterminado de muertos y heridos. Echeverría siempre negó haber
tenido alguna participación, presentándose como víctima de quienes
querían boicotear su política de apertura y apaciguamiento (en especial
el regente Alfonso Martínez Dominguez). Según un testigo presencial,
esa tarde el jefe de la policía capitalina informó constantemente al jefe
del Estado Mayor Presidencial, general Jesús Castañeda Rodríguez,
sobre lo que estaba pasando y éste a su vez transmitió la información a
Echeverría. Los reportes que enviaban los agentes de Investigaciones
Políticas y Sociales (depositados en el Archivo General de la Nación)
confirman que los estudiantes fueron agredidos por grupos paramilitares
que llevaban órdenes de frenar la manifestación. También demuestran
que actuaron durante varias horas protegidos por el ejército y policías.34
A continuación se reproducen algunos fragmentos de las 55 páginas que
contienen dichos informes:
16:25 horas. Los granaderos se han introducido al Casco de Santo Tomás provocando a
los estudiantes. Grupos de personas que se estima son agentes de la policía muestran sus
pistolas.

17:25. Unas 150 personas armadas con bastones de madera, atravesaron las calles del
Instituto Técnico, por Díaz Mirón, rumbo a donde se encuentran los manifestantes... [en] la
esquina de Lauro Aguirre y Calzada México-Tacuba fueron interceptados... escuchándose
varios disparos. Los elementos de la brigada de choque portan fusiles M1 y se han podido
observar unas 7 personas heridas. La policía no ha intervenido hasta el momento.

17:40. 80 personas al parecer de “los halcones”, continúan atacando a los estudiantes


integrantes de la manifestación con palos y varillas en las calles de Lauro Aguirre y Amado
Nervo.

18:00. En el Hospital Rubén Leñero, se encuentran aproximadamente 21 lesionados de


bala y golpes contusos. Dos de éstos han fallecido sin poder identificarlos.

Algunos estudiantes respondieron a balazos.

18:05. En algunos edificios ubicados sobre la Calzada México Tacuba, que dan a la
calle de Lauro Aguirre, se encuentran francotiradores que han realizado algunos disparos
en contra de la brigada de choque.

Horas después informaron que

...fueron aprehendidos los francotiradores Florencio Hernández Lovera al que se le


recogió un rifle calibre 12 automático. El otro francotirador se llama José Manuel
Hernández Martínez.

18:38. Dos camiones grises, en los que viajaba un numeroso grupo de “halcones”, se
dirigieron por la avenida Río Consulado, para continuar repeliendo a los estudiantes que
pretenden salir a la calle. Hasta el momento la policía uniformada no ha intervenido... Los
miembros del grupo “halcones” han sido atacados con armas de fuego, habiendo sido
heridos algunos de ellos, quienes a su vez han contestado el fuego con armas del mismo
calibre.

A las 21:45 ya había llegado el 12° Batallón de Paracaidistas, y el


agente de la IPS informaba que habían “controlado la situación, la que
se puede decir que es normal”. Sin embargo y pese a la presencia militar
“permanecen en el lugar 8 camiones de granaderos y varios camiones
con miembros del grupo de ‘los halcones”’.
20. Víctor Rico Galán (primero a la izquierda) después de ser detenido en 1966. Fue
transformado en el enemigo ideal por la DFS de Gutiérrez Barrios, que exageró su peligrosidad.
21. El presidente Luis Echeverría no toleraría que los estudiantes tomaran las calles. En la foto,
un grupo de “halcones” se prepara para atacarlos el 10 de junio de 1971. Lo hicieron protegidos
por la policía.

En el libro que mejor recrea el ambiente de donde salió la guerrilla


urbana en el norte del país (Memoria de la guerra de los justos), el que
fuera dirigente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, Gustavo Hirales
recuerda el impacto que tuvo la agresión del 1O de junio de 1971: “cayó
entre la raza como bomba. Era la confirmación, por si alguna faltaba, de
que ‘estos hijos de puta’ no tenían remedio. A los que ya andábamos
encarrerados, nos dio otro violento empujón”.35 A esa misma conclusión
llega Enrique Condés Lara en un reciente libro.36 De tal forma adquirían
sentido las palabras del chihuahuense Arturo Gamiz que poco antes de
morir escribió: “ha llegado la hora de hablarle a los poderosos en el
único lenguaje que entienden; llegó la hora de que las vanguardias más
audaces empuñen el fusil, porque es lo único que respetan y escuchan”.
No encontré evidencia de que los servicios de inteligencia hubieran
anticipado el efecto que tendría la provocación del 10 de junio sobre
numerosos jóvenes. Esta falta de previsión fue una grave falla de los
servicios de inteligencia. Probablemente no les importaba porque nunca
habían necesitado hacer ese tipo de valoraciones. Estaban convencidos
de tener la fuerza suficiente para aplastar cualquier rebelión.
La guerrilla y la DFS llegaban preparadas para el combate
compartiendo algunos paralelismos. Después de años de formación,
ambas estaban conformadas como organizaciones paramilitares en las
que el ingreso, los rangos y los ascensos se daban de manera informal.
Sin embargo, también tenían diferencias notables que hacían previsible
el desenlace. Mientras la DFS jamás fue infiltrada, el gobierno sí tenía
agentes dentro de los grupos de izquierda. Más importante todavía era la
enorme asimetría en poder y capacidad de violencia. Todo ello se
apreciará mejor en una historia concreta y poco conocida, por medio de
la cual demostraré las profundas diferencias que hubo en la forma en
que cada región, cada escuela y cada persona se incorporó a, y vivió, la
violencia política de los años setenta.

NOTAS
1 Memorándum de la embajada de Estados Unidos en México al Departamento de Estado, “Review of
Student Disturbances in Mexico in Recent Years”, 23 de agosto de 1968, POL. 13-2 Mex, Archivos
Nacionales, Washington.

2 Citado en Víctor Rico Galán, “Chihuahua: de la desesperación a la muerte”, en Sucesos para todos, número
1693, 15 de octubre de 1965.
3 Informe al director Federal de Seguridad, “Partido Patria Nueva”, 25 de noviembre de 1968, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2966-A, pp. 1-2. Para hacer más fluida la lectura se hicieron ajustes menores a la
sintaxis de algunos informes de inteligencia.
4 Jorge Castañeda, La utopía desarmada, México, Joaquín Mortiz-Planeta, 1999, p. 104.
5 Gregorio Ortega Malina, Fernando Gutiérrez Barrios. Diálogos con el hombre, el poder y la política,
México, Planeta, 1995.
6 DFS, “Referencias sobre las diapositivas de la Dirección Federal de Seguridad”, Subdirección Operativa, 22
de abril de 1981, Archivo del Cisen, p. 1
7 Entrevista con ex comandante de la DFS, 9 de agosto de 2000.
8 Entrevista con ex comandante de la DFS, 5 de septiembre de 2000.
9 IPS, informe de una página sin cabeza ni fecha en expediente de Víctor Rico Galán, DFS, archivo personal,
21-261, Archivo del Cisen.
10 Víctor Rico Galán, “Chihuahua ...”, op. cit.
11 Carta del general Gonzalo Bazán Guzmán al comandante de la 5• Zona Militar, 18 de octubre de 1965, en
expediente de Víctor Rico Galán, DFS, archivo personal, 21-261, DFS, Archivo del Cisen.
12 Informe sin título ni firma, 1 de febrero de 1966, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
13 DFS, “Reunión efectuada el martes 12 de abril de 1966”, Informe del Agente “z”, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2938.
14 DFS, “Último informe proporcionado por ‘z’ a las 01:05 del viernes 12-VIII-66”, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2938.
15 “Situación de ‘z”’, sin fecha, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
16 “Reunión con Víctor Rico Galán”, 16 de enero de 1967, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
17 Stevens, Evelyn P., Protest and Response in Mexico, New England, MIT, 1974, pp. 133 y 173.
18 Freeman a Departamento de Estado, “Ref. State 186094”, 24 de julio de 1968, POL 13-2 MEX, Archivos
Nacionales, Washington.
19 Sobre la visión paranoica de ese régimen y los movimientos estudiantiles de la década ver Sergio Aguayo,
1968: los archivos de la violencia, México, ReformaGrijalbo, 1998.
20 DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2911.
21 DFS, “Panorama General”, 3 de septiembre de 1968, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2911.
22 Luis Gutiérrez Oropeza, Gustavo Díaz Ordaz El hombre. El político. El gobernante, México, Vega, 1986, p.
46. Otras referencias a la gravedad de la amenaza y al intento de golpe de Estado en pp. 53, 54, 83 y 92.
23 La Prensa, 8 de septiembre de 1968. También ver las columnas de los días 4, 11, 18 y 25 de agosto de 1968.
24 Enrique Krauze, La presidencia imperial, México, Tusquets, 1997, p. 232.
25 DFS, “Problema Estudiantil”, 21 de septiembre de 1968, DGTPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2911, p.
1.
26 Department of Defense Intelligence Information, “Army Participation in Student Situation, Mexico City”,
México, 18 de octubre de 1968. Proporcionado por Nacional Security Archives de Washington.
27 La Comisión de la Verdad de 1993 estimó entre 5,000 y 15,000. Wager calcula 10,000: Stephen J. Wager,
“The Mexican Army 1940-1982: The Country Comes First”, PhD disertation, Stanford University, 1992, p.
256.
28 Julio Sánchez Vargas, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 1866.
29 “Testimonios sobre la acción militar del 2 de octubre”, en Proceso, 23 de abril de 1977 y Mazón en Sánchez
Vargas, op. cit., p. 10.
30 “Movimiento Estudiantil”, 3 de octubre de 1968, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 1466.
31 Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Parte de guerra. Tlatelolco 1968, México, Aguilar, 1999, p. 43.
32 !bid., p. 44.
33 La evidencia es abrumadora. Ver las declaraciones del general Luis Gutiérrez Oropeza en el reportaje de
Jorge Alejandro Medellín para El Universal, 10 de junio de 2001. Echeverría también reconoce que estaba
enterado en Jorge G. Castañeda, La herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, México,
Alfaguara, 1999, pp. 72-73.
34 “Sucesos relacionados con la anunciada manifestación estudiantil”, IPS, 10 de junio de 1971, DGIPS,
Fondo Gobernación, AGN, caja 1975.
35 Gustavo Hirales, Memoria de la guerra de los justos, México, Cal y Arena, 1996, p. 147.
36 Enrique Condés Lara, 10 de junio ¡No se olvida!, México, Universidad Autónoma de Puebla, 2001, pp. 83-
84.
CAPÍTULO 6
DOS FAMILIAS Y UN BARRIO
DE GUADALAJARA

En enero de 1970 ningún analista o militante de izquierda, derecha o


centro se hubiera imaginado que Guadalajara (la plácida y bella
Guadalajara) se convertiría en baluarte de la guerrilla urbana y en
catedral de la violencia política. Tampoco hubiera anticipado que las
oleadas de asesinatos, desapariciones, secuestros y asaltos modificarían
el equilibrio político y facilitarían la llegada de los señores de la droga.
En los centros de poder del Distrito Federal nadie imaginó que los
acontecimientos tapatíos influirían en la descomposición y desaparición
de la poderosa Dirección Federal de Seguridad.
La historia es veleidosa y, en ocasiones, combina de manera por
demás extraña el comportamiento de los actores individuales y
colectivos. Cuando se trastoca un escenario, es difícil percibir el peso de
cada una de las variables. En 1969 Guadalajara vivía instalada en la
satisfacción del milagro mexicano y la estabilidad política. Cada actor
tenía su parcela de poder bien delimitada, pero la situación cambiaría a
partir de la convergencia de varios factores. Del pasado surgió el rencor
de una de las familias políticas de más abolengo. Los Zuno se sentían
desplazados porque la familia Ramírez controlaba, con violencia y
corrupción, la Universidad de Guadalajara.
Cuando Luis Echeverría fue destapado como candidato a la
presidencia en 1969, los Zuno pensaron que se abría para ellos la
oportunidad de corregir el mapa político (Echeverría estaba casado con
María Esther Zuno Arce).
La historia se complicó por la entrada en escena de una organización
de jóvenes de barrio que llevaban años buscando un espacio en la
política local. Una y otra vez habían fracasado porque querían
convertirse, de objeto, en sujeto político, manteniendo cierto grado de
independencia. Intervinieron además otros factores y como resultado se
desataron dinámicas que, desde una perspectiva más amplia, fueron un
ensayo de las fuerzas que devorarían al sistema político y
transformarían al país.
Es tarea del analista decidir cuál es el factor más importante. En ese
sentido, los acontecimientos que voy a relatar tienen como matriz la
característica más aberrante y perversa del sistema político mexicano.
La violencia que se desató en Guadalajara, y que desembocó en
tragedia, se debió a que las decisiones sobre cómo manejar el conflicto
se derivaron de tesis profundamente interiorizadas por aquellos que
dirigían el México autoritario: cuando la seguridad nacional estuviera en
juego era válido e indispensable recurrir a la intervención de teléfonos y
correspondencia, servirse de la corrupción, emplear la tortura, la
desaparición forzada y el asesinato. Lo trágico era que unos cuantos se
reservaban el privilegio de decidir qué asunto era de seguridad nacional,
sin atender los criterios adecuados para hacerlo. Esos cuantos no
incorporaban a sus consideraciones ningún referente ético y actuaban
sin controles sociales, ya que el México de aquellos años aceptaba sin
cuestionamiento esas prácticas asumiendo que eran inevitables para
mantener la paz social y el crecimiento económico.
DOS FAMILIAS

José Guadalupe Zuno Hernández y Margarito Ramírez Miranda fueron


los patriarcas de dos familias políticas con gran presencia en el Jalisco
del siglo XX. Son también personajes representativos del mexicano
contradictorio que abraza en público tesis progresistas y en la práctica
se comporta cual cacique prepotente.
Zuno Hernández deslumbró a Ernest Gruening, el historiador
estadunidense que tuvo acceso a los archivos de Gobernación en los
años veinte. Gruening le dedicó un buen número de páginas porque
consideraba que encarnaba lo mejor y lo peor de los regímenes
revolucionarios. Para el estadunidense, Zuno era como una figura del
Renacimiento que “asesina a sus enemigos” y que en “busca de
riquezas, despoja y oprime a sus súbditos”, pero que, al mismo tiempo,
era un “mecenas de las artes y otras causas nobles” (como la creación de
la Universidad de Guadalajara). También comenta que la “residencia
palaciega” de Zuno es, simultáneamente, un “monumento a la
corrupción y al renacimiento del arte mexicano”. En suma, para
Gruening, Zuno “¡es inteligente, agudo, simpático! ¡También es un
asesino y un ladrón! ¡Esto sólo puede pasar en México!”.1
No se trata de opiniones alentadas por el racismo estadunidense (al
menos no solamente). Gruening sustentaba sus afirmaciones en los
informes que enviaban los agentes del servicio de inteligencia federal,
del Departamento Confidencial. En 1920 un agente de Gobernación
informó que José Guadalupe Zuno y José María Cuéllar “asesinaron al
licenciado Gudelio Jiménez”, y que aun cuando “el juez que tomó el
caso estableció su culpabilidad”, jamás fueron castigados.2 Estas
acusaciones se confirman en las memorias de Zuno que, con bastante
franqueza, habla del asesinato, responsabilizando de él a su compadre.
Don José Guadalupe escribió que en las elecciones de diciembre de
1920 fue con algunos de los suyos a robarse las urnas instaladas en el
viejo edificio de la Universidad de Guadalajara. Ya en el lugar, ordenó a
sus seguidores:
¡Llévense todo eso [papeles y urnas] al partido ...! Se lo llevaron. Una tremenda
gritería, insultos, amenazas, se desataron en el interior. Yo me lancé sobre un grupo
altanero. A [José María] Cuéllar lo insultó uno de los cooperativistas, Gudelio Jiménez.
Sacaron sus armas. Cuéllar tiró primero y Jiménez cayó muerto. Todos huyeron. Nosotros
nos fuimos al partido. En la tarde, extras de los periódicos armaban el gran escándalo
contra nosotros, decían que yo fui quien dio muerte a Gudelio.3

No fue la única muerte que Gobernación atribuyó a Zuno. En otro


documento se dice que estuvo “ligado al asesinato del líder agrario Juan
Bravo y Juárez, cuyo prestigio como candidato por el mismo distrito
hacía imposible el triunfo de Zuno” y que, una vez más, “el crimen
nunca se castigó”.4 También aseguraban que a Zuno le gustaba el dinero
del erario. Tenía una “casa en el Sector Reforma, propiedades en La
Barca, una elegante casa en el lago de Chapala y dinero en bancos
nacionales y extranjeros”. Cuando en marzo de 1923 llegó a la
gubernatura calculaban que tenía 3 millones de pesos en bancos
extranjeros.5
El caso que mejor ilustra la falta de ética pública y la ausencia de
límites de cualquier tipo involucra a un pistolero y a un hombre
inocente. De acuerdo a los servicios de inteligencia un famoso asesino,
Felipe Moreno, el Gallo, fue detenido por las autoridades militares y
sentenciado a muerte. Poco antes de cumplirse la sentencia, el Gallo
“amenazó con decir todo lo que había hecho” y por órdenes de quién.
Preocupado, el socio de Zuno, José María Cuéllar, se presentó ante el
jefe de la guarnición, un tal general Ferreira, a quien pidió la libertad del
Gallo. No había nada que hacer porque Ferreira tenía órdenes precisas
del Departamento de Guerra: ejecutar al Gallo. Cuéllar llevaba consigo
una alternativa: le “propuso que cumpliera la orden con otro individuo
que también se llamaba Felipe Moreno y que era empleado municipal.”
Al general Ferreira le gustó la idea pues le permitía hacer un favor
(moneda indispensable en esa forma de hacer política) sin desobedecer
órdenes. Los soldados a su cargo detuvieron al homónimo del Gallo y
fusilaron inmediatamente a un “hombre honesto y trabajador”.6
Pasó el tiempo y llegaron las elecciones para gobernador en 1926.
Uno de los candidatos fue José María Cuéllar. Los comicios fueron,
según agentes de Gobernación, “los más sucios que pueden verse en la
política. No hubo el más mínimo respeto a las votaciones”. Le dieron el
triunfo a Daniel Benítez, quien tomó posesión en febrero de 1927 pero
fue destituido en abril por el congreso local.

22. Figura clave en la política jalisciense, José Guadalupe Zuno Hernández (de pie con cabello
blanco) recibe un homenaje. Lo acompaña su hija (sentada a su lado), María Esther Zuno de
Echeverría.
23. Margarito Ramírez Miranda (sentado a la derecha) fue otro patriarca jalisciense. Cuando era
ferrocarrilero ayudó a escapar a Álvaro Obregón y por eso recibió amplios beneficios
económicos y políticos.

Para relevarlo nombraron como gobernador interino al entonces


diputado federal Margarito Ramírez Miranda, cabeza de otra familia
política, cuyas andanzas se irían tejiendo con las de don José
Guadalupe.
Margarito Ramírez carecía de los atributos intelectuales de Zuno pero
tenía buena suerte (y en política la fortuna cuenta). El meteórico ascenso
y la larga carrera de don Margarito se originaron en un hecho
absolutamente circunstancial: era ferrocarrilero y ayudó a Álvaro
Obregón a escapar de la ciudad de México hacia Chilpancingo el 13 de
abril de 1920. Eso bastó para que en seis años Margarito dejara de ser
un modesto empleado del riel y se convirtiera en diputado y
posteriormente en gobernador (interino) de Jalisco; fue entonces que se
inició la ruptura con Zuno Hernández. Durante el gobierno de Plutarco
Ellas Calles flaqueó la fortuna de Ramírez, que en 1929 fue desaforado
y separado del cargo.
En 1944 recuperó fuerza y se fue como gobernador al territorio de
Quintana Roo, donde estuvo hasta 1959. Informes de la Dirección
Federal de Seguridad de 1956 confirman los rumores sobre la avaricia
de Ramírez: en Quintana Roo cometía “actos vandálicos en las parcelas
de los ejidatarios derribando árboles de maderas preciosas”. Pese a la
distancia que hay entre Jalisco y Quintana Roo, se las arregló para
ejercer un cacicazgo en Atotonilco, Jalisco. La DFS reportaba en 1960
que a través de su “representante Hilario Muñiz, nombraba [en
Atotonilco] a todas las autoridades locales, desde hace 26 años, sin que
se tome en cuenta la voluntad popular”7
Apoyándose en testimonios de políticos jaliscienses, el historiador
Jaime Hurtado hace una buena descripción de la actitud de don
Margarito. De él “se dice que, por lo que hizo con los bosques de
Quintana Roo y la forma como exigía posiciones a los gobiernos
revolucionarios, ‘le salió más caro al país el que él le hubiera salvado la
vida al general Obregón que haberlo dejado a su suerte’. Asimismo, se
comenta que en una ocasión ‘Humberto Obregón [hijo del caudillo] le
dijo a don Margarito que a éste le había redituado más frutos el haber
sacado a su padre de la ciudad de México en tren, que a ellos el ser sus
descendientes”’.8
Mientras Margarito talaba árboles en Quintana Roo, Zuno los
plantaba en Jalisco. Haciendo a un lado diferencias de ese tipo, fue
notable la similitud de sus contradicciones. Ambos defendían en público
causas progresistas. En 1959 Margarito formó parte de algunas
comisiones que pidieron al presidente que no se ejerciera “acción penal
en contra de Valentín Campa y Gilberto Rojo” y que liberara a los
“presos ferrocarrileros”.9 Por su parte, Zuno Hernández apoyó al
magisterio, arremetió contra el clero, movilizó a masones para recibir a
Lázaro Cárdenas, etcétera. Ambos respetaban la disciplina impuesta por
el PRI y en sus ámbitos de influencia se comportaban como caciques
tradicionales. En ello hay cierto paralelismo con el régimen, que
impulsaba una política exterior progresista para evitar que la comunidad
internacional opinara sobre lo que pasaba en México. No debe extrañar,
por tanto, que los hijos respectivos de Ramírez y Zuno reprodujeran
usos, costumbres y rivalidades en la Universidad de Guadalajara.
LA FEDERACIÓN DE ESTUDIANTES DE GUADALAJARA

El 25 de septiembre de 1925 José Guadalupe Zuno decretó la primera


Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara.1°10 En 1949 el hijo de
Margarito, Carlos Ramírez Ladewig, fundó la Federación de Estudiantes
de Guadalajara (FEG), una organización que controlaría al estudiantado
reproduciendo los vicios de la forma de gobernar priísta.
La FEG pregonaba el anticlericalismo, exaltaba las virtudes de la
educación popular, voceaba un nacionalismo antiimperialista y
presumía el regionalismo. Al mismo tiempo empleaba la violencia y la
corrupción para mantener sometidos a los estudiantes y premiaba con
impunidad a los golpeadores que hacían el trabajo sucio de la
organización. La Universidad era gratuita pero estaba sometida a una
lógica corporativa, y la calidad académica dependía de las
complicidades.
Durante los años cincuenta José Guadalupe, Pepe, Zuno Arce, el hijo
del patriarca, llegó a la presidencia de la FEG que estaba contralada por
el Grupo (así se identificaban entre sí) de Carlos Ramírez. Pepe Zuno
era hiperactivo y poseía una oratoria flamígera que derrochaba por todo
el país para respaldar las causas de la izquierda estudiantil y sindical. Se
unió a los reclamos de las estudiantes de las normales rurales y del
Politécnico, y a las exigencias de los ferrocarrileros. Emuló a su padre
en el anticlericalismo rabioso. Si en 1924 don José Guadalupe expulsó a
la orden de las Carmelitas y clausuró los seminarios de Guadalajara
porque los baños estaban en mal estado, en 1958 Pepe Zuno organizó un
“movimiento dentro del Hospital Civil [de Guadalajara] para desalojar
del mismo a una orden de monjas que ahí trabajaban”. Solidario con las
mejores causas de los pueblos latinoamericanos, una noche de enero de
1959 intentó “derribar la estatua de Ydígoras [mandatario
guatemalteco], en la Avenida de las Américas”. También golpeó a
“estudiantes de la es;cuela vocacional” que pretendían oponerse a la
Federación de Estudiantes.11
Al igual que el presidente Adolfo López Mateos, Pepe Zuno era de
extrema izquierda, pero dentro de los límites de la Constitución. Esto
quiere decir que Pepe era un disciplinado miembro de las instituciones
priístas que le extendían su protección. En noviembre de 1956
“prometió al presidente municipal [de Guadalajara] que durante la visita
del presidente [López Mateos] no habría agitaciones”. Siempre andaba
armado, pero la DFS aclaraba que no se le podía “detener ni desarmar
porque porta credencial que lo identifica como autoridad”, la cual fue
“expedida por la 15a Zona y la 5a Región Militar en Jalisco”. En otras
palabras estaba protegido por un ejército que, por aquellos años,
golpeaba y detenía opositores con extrema facilidad.
Algunos en la DFS tenían problemas (y con razón) para captar las
sutilezas propias de quienes militaban en la izquierda institucional. En
una descripción de mediados de los cincuenta un agente de la DFS
calificó a Zuno como “elemento de filiación comunista” que “asistía a
las reuniones del Instituto Cultural Mexicano-Ruso en Guadalajara”,
que “iba a juntas del grupo de ferrocarrileros inconformes” y que era
“apoyado por los ferrocarrileros de las secciones 10 y 33 de
Guadalajara, por instrucciones de Demetrio Vallejo”. El equilibrismo
ideológico-político terminó cuando Pepe Zuno respaldó a los
ferrocarrileros y otros empleados públicos que se movilizaron y se
declararon en huelga entre 1958 y 1959.
Cuando la seguridad del Estado estaba en juego Díaz Ordaz no
toleraba coqueteos de ese tipo, por lo que Zuno fue detenido por el
ejército el 7 de abril de 1959. Fue enviado “en avión al Distrito Federal”
en donde fue “recluido en el campo militar N° 1”. A partir de ese
momento diversos grupos y personas pidieron su libertad argumentando
que había “prestado grandes servicios al gobierno”. Su estadía en la
cárcel minó su fogosidad política, y al salir de ella se diluyó su
presencia pública. Se refugió en el sur de Jalisco donde siguió
pronunciando discursos incendiarios, apoyando a Cuba y creando un
cacicazgo político y económico, tal como lo habían hecho sus
antepasados.12
La detención de Pepe Zuno facilitó el dominio que ya tenía Carlos
Ramírez Ladewig sobre la FEG y sobre la Universidad, que en 1961
tenía 14,000 alumnos. Don José Guadalupe siempre lo resintió; después
de todo, se consideraba el fundador de la máxima casa de estudios y,
como tal, tenía la responsabilidad de cuidar de ella. Para imponer la
disciplina Carlos Ramírez se rodeó de un selecto grupo de golpeadores,
entre los que se encontraba Isidro, el Niño, Urzúa quien, además de
organizar “brigadas de choque” y “golpear salvajemente a estudiantes”,
estafaba a “campesinos de Jalisco para contratarlos de braceros”.13 La
categorización que del Niño Urzúa hacía la DFS reconfirma las dudas
sobre la capacidad analítica del principal servicio de inteligencia civil.
El Niño era un gángster, y pese a eso lo calificaron de “ser un radical de
extrema izquierda que formaba parte del grupo trotskista que dominaba
la FEG desde su fundación”.14 (Regresaré a este personaje, que tuvo un
papel relevante en la ejecución de Carlos Ramírez en 1975).
A principios de los años sesenta, Carlos Ramírez enfrentó la amenaza
de otro hijo de ex gobernador. Entre 1962 y 1963 José de Jesús, el
Chacha, González Cortázar (hijo de Jesús González Gallo) quiso
disputarle el control de la Universidad y, para ello, postuló a Federico
Wolburg quien, con la bandera del Frente Revolucionario de Estudiantes
Unidos (FREU) contendió con el candidato de la FEG, Hermenegildo
Romo García, el Gorilón. El 23 de enero de 1963, ambos grupos
protagonizaron un enfrentamiento, un estudiante murió, y a el Gorilón
se le desprendió la retina de un ojo; el gobierno se inclinó a favor de
Carlos Ramírez. La DFS resume los hechos en unas cuantas líneas:
“Federico Wolburg del Frente Revolucionario de Estudiantes Unidos fue
aprehendido por no querer obedecer las consignas del gobernador” que
le había indicado que se retirara. Ya sin opositor, la FEG pudo hacerse
unas elecciones a la medida: “desde el 15 de febrero del 63 el grupo de
Hermenegildo Romo García se dedicó a recorrer las escuelas [con] 100
elementos que fueron los que votaron en varias ocasiones”15
El sobresalto fue transitorio. La década de los sesenta transcurrió con
relativa tranquilidad para la FEG, que convirtió en rutina sus prácticas
de control político. La Federación era una estructura piramidal cuyos
miembros se autodenominaban el Grupo, el cual se subdividía en otros
grupos o familias que se repartían las escuelas y los cargos. En la
Universidad de Guadalajara quien quisiera “participar” tenía que hacer
“méritos” y probar su “lealtad” a la familia de la cual formaba parte.
Quien era aceptado en alguna familia podía estar tranquilo porque su
carrera dentro de la Universidad estaba asegurada (lo que, sin embargo,
no le daba ninguna garantía de éxito profesional). Quien disentía y
protestaba era excluido, amenazado o golpeado.
El régimen (incluyendo al presidente de la República, al gobernador y
al comandante de la zona militar) respetaba el coto de poder del Grupo,
le transfería recursos e impunidad y, cuando era necesario, lo protegía y
apoyaba. Como si fuera un sector o sindicato más, le fue entregando
posiciones políticas. Carlos Ramírez fue diputado federal, delegado del
PRl en varios estados y delegado del Seguro Social. También fue
precandidato a presidente municipal y gobernador, pero ni él, ni otros
miembros del Grupo pudieron llegar a niveles más altos en la política.
El ahogo que eso les provocó influyó en la decadencia del grupo.
Los informes de la DFS de los años sesenta están repletos de
comentarios como los que a continuación reproduzco:
Los líderes de la FEG encabezados por Genaro Cornejo y Adalberto Gómez Rodríguez
arrojaron cohetones y cáscaras de plátano en el homenaje a Anacleto González Flores
organizado por la Unión Nacional Sinarquista en Guadalajara... Con motivo del día del
estudiante la FEG repartió volantes ridiculizando al gobernador del estado y al cardenal
José Garibi Rivera... Manifestación pidiendo la libertad de presos políticos y en contra de
EUA y a favor de Castro Ruz... la FEG] pega volantes protestando contra el gobernador
Raúl Caballero Aburto por los sucesos de Chilpancingo (una matanza ocurrida en
diciembre de 1960).16

En 1963, para celebrar el día del estudiante, la FEG recorrió varias


calles portando carteles “ofensivos a EUA y alabando a Cuba, a
Siqueiros y a Demetrio Vallejo”. Pese a ello, el “desfile fue presenciado
por el gobernador, el jefe de la policía judicial, el jefe de la policía rural
y el presidente del PRI”. En diciembre de ese mismo año la FEG
organizó un acto en la Universidad para dar la bienvenida a Gustavo
Díaz Ordaz, candidato del PRI a la presidencia.
Apoyar a Cuba, criticar a Estados Unidos, arremeter contra
sacerdotes y conservadores, respaldar movilizaciones en otras partes de
México, era la forma de expresar la convicción revolucionaria. El
radicalismo era verbal, aludía a causas fuera del estado o el país y no
inquietaba nada a las autoridades que lo consideraban un baile de
máscaras, travesuras juveniles. En Jalisco, la FEG sólo se movilizaba
por cuestiones muy concretas (protestar por el alza en el precio de los
camiones o exigir que aceptaran estudiantes en las escuelas). No
incomodaba a la estructura de poder de la cual era parte.
La izquierda también legitimaba el juego reconociendo
implícitamente el dominio que la FEG tenía sobre la Universidad de
Guadalajara y el monopolio del lenguaje y la cultura de izquierda en
Jalisco. En septiembre y octubre de 1967 la FEG se lanzó contra la
Confederación Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), de
tendencia comunista, exhortando a la “juventud jalisciense” a “no
dejarse llevar por los falsos líderes estudiantiles que reciben consignas
del Partido Comunista Mexicano y del extranjero”. Pese a la
descalificación, en marzo de 1968 se organizó una marcha en
“solidaridad con Vietnam” patrocinada por la FEG, el PCM y la CNED.
Por estas razones, en Jalisco no hubo efervescencia estudiantil en
1968. La FEG se mantuvo firme al lado del gobierno. En septiembre la
FEG brindó “absoluto respaldo al presidente de la República para que
[hiciera] uso de la fuerza federal”. Y después del 2 de octubre, la FEG
“organizó grupos armados para patrullar todos los centros de estudio e
[impedir] que hicieran propaganda comunista o a favor del estudiantado
del Distrito Federal”. Después de 1968 se hizo evidente la relación entre
la FEG y los sistemas de seguridad oficiales. Por ejemplo, el 19 de
marzo de 1969 Medina Lúa “informó [a la DFS]” sobre la visita que le
hizo un estudiante de la capital.
La lealtad al régimen no libraba a la FEG del riesgo de ser inftltrada
por la DFS, que plantó a un informante junto al presidente de la
Federación. Ese método les permitió saber que un grupo de 12 jóvenes
armados llegó a visitar a Medina Lúa, quien “posteriormente se
comunicó con el procurador general del estado para pedir que le fuera
concedida la libertad de tres elementos de la FEG que, al ir de paso por
la ciudad de San Luis Potosí, fueron detenidos por portar armas, uno de
ellos era Jorge Preciado Campos. El procurador le contestó a Medina
que se les iba a dar la libertad... pero sin que se les devolvieran sus
armas”.
En suma, al finalizar la década de los años sesenta la FEG tenía el
control absoluto de la Universidad. Era tal su estabilidad, que podía
darse el lujo de postular a candidatos de unidad sabiendo que la victoria
sería indiscutible. En marzo de 1969, y con la “asistencia de 2,000
personas se declaró electo [presidente de la FEG] a Fernando Medina
Lúa. Estuvo presente el gobernador, el alcalde, el rector y el presidente
del PRI”. En su discurso, Medina Lúa saludó al presidente de la
República a nombre de la FEG “reconociéndolo como guía de la
Revolución”,17 Pese a la enorme fuerza del Grupo, la década que se
iniciaba traería dificultades. Algunas estaban asociadas al crecimiento
de la Universidad (en diez años el número de estudiantes había pasado
de 14,000 a 42,000), otras tenían que ver con transformaciones sociales
y políticas dentro de la misma (nuevos grupos exigían un lugar dentro
de la política universitaria).
SAN ANDRÉS

Tomando como criterio la relación entre lugar de residencia y clases


sociales, Guadalajara se dividía en dos grandes zonas y, sin lugar a
dudas, el barrio de San Andrés estaba (y está) en la parte popular. Era un
pueblo que se había pegado a la ciudad, entre San Pedro Tlaquepaque y
la Barranca de Oblatos.
En los años sesenta, San Andrés era un lugar privilegiado para crecer.
No tenía el gris deprimente, ni la basura que llegarían a caracterizar los
sectores pobres de cualquier mancha urbana. San Andrés había ido
creciendo con las multitudes de familias campesinas que dejaban el
campo atraídas por la esperanza que daba la gran ciudad. Sus calles eran
anchas y empedradas y había baldíos y campos dedicados al cultivo.
Como el resto del país, el barrio estaba lleno de jóvenes inquietos que
durante el día trabajaban, estudiaban y se juntaban en el enorme Parque
de San Rafael. Las noches estaban dedicadas a la convivencia
interminable en el jardín principal, o en las muchas neverías y esquinas
que tenía la zona. Eran pocos los que consumían drogas, las principales
diversiones eran el baile, las serenatas y el estar juntos para competir en
el arte de la broma y los apodos. Nunca entendí por qué algunos se
quedaron sin apodo, pero quienes recibieron uno que cuadrara con su
personalidad o con su físico se quedaron con él para el resto de su vida.
A principios de los años sesenta (nadie sabe exactamente cuándo) los
jóvenes de San Andrés decidieron llamarse Vikingos. El nombre
capturaba la idea que tenían de sí mismos como gente comprometida
con la camaradería y con la defensa del territorio frente a los intrusos
(de entrada todos lo eran). Durante esa década se fue gestando una
identidad muy fuerte. Flotaba en el aire una actitud rebelde que tal vez
se derivaba de las limitaciones económicas, aunque lo más probable es
que fuera un contagio del virus de irreverencia que caracterizó a la
década. No era una rebeldía ideológicamente definida porque el barrio
escuchaba sólo de lejos el rumor y las ideas que irradiaban la
Revolución Cubana y las movilizaciones estudiantiles en otras partes de
México. En las escasas ocasiones en que la DFS los mencionó durante
los sesenta fue para tacharlos de “pandilleros”, calificación que se
justificaba por la notable facilidad con que se involucraban en peleas
callejeras. Sin embargo estaban equivocados. Los Vikingos eran algo
más que pandilleros porque, salvo algunas excepciones, todos deseaban
estudiar y participar en política.
Con el tiempo, el término Vikingo amplió su significado geográfico.
Por simpatía y/o por miedo, otros barrios de las zonas populares de
Guadalajara (los sectores Reforma y Libertad) empezaron a unirse al
grupo creando una especie de confederación de barrios que se
autodenominó Vikingos, que tenía una dirigencia informal pero muy
sólida ya que se había ido depurando a lo largo del tiempo. Uno de los
dirigentes estima que en su momento de mayor auge había alrededor de
14 barrios en los que se reunían unos 2,000 jóvenes.18 El destino natural
de todos ellos eran las secundarias públicas, y las preparatorias y
facultades de la Universidad de Guadalajara. Ambas estaban
políticamente controladas por la FEG (la mayor parte de los dirigentes
de la FEG, por cierto, vivían en los otros dos sectores: Juárez e
Hidalgo).
Los Vikingos ingresaron a las escuelas secundarias para después pasar
a las preparatorias y facultades de la Universidad, por lo que su
importancia política creció en la medida en la que avanzó su presencia
en la vida estudiantil. La fuerza política de los Vikingos aumentó gracias
a que tenían liderazgos naturales y una sólida base territorial y social.
Como había una gran demanda para ingresar a las secundarias y
preparatorias, los Vikingos organizaban a grupos bastante amplios para
acceder a escuelas seleccionadas y así ganar con facilidad el control de
las sociedades de alumnos. Para ello empleaban los mismos métodos
que la FEG: obtenían y repartían con antelación los exámenes de
admisión, presionaban políticamente a las autoridades universitarias
para que los rechazados fueran aceptados y, cuando era necesario,
también recurrían a la violencia física. Una y otra vez intentaron ser
aceptados en la FEG uniéndose a diferentes familias. Nunca lo lograron.
Probablemente influyeron las diferencias de clase y el deseo de los
Vikingos de conservar ciertos márgenes de independencia. Dos
ingredientes al parecer intolerables para la FEG.

24. Grupo de jóvenes de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG). Eran la fuerza


dominante en la Universidad de Guadalajara.
25. Grupo de Vikingos en el jardín de San Andrés. Quisieron participar en política manteniendo
su independencia.

El resultado fue la tensa convivencia entre Vikingos y Fegosos. De


haber sido más flexibles, tanto la FEG como el sistema, jamás se
hubiera dado la radicalización de los Vikingos cuya rebeldía natural
carecía de connotaciones ideológicas. Ello se hizo evidente en 1968,
cuando San Andrés se negó a participar en el movimiento estudiantil. Si
hubiera derrotado a la FEG en el conflicto que se inició en 1970,
seguramente hubiera reproducido los mismos vicios del Grupo. Pero
San Andrés tenía un problema: carecía de nexos con la élite gobernante.
Estaban fuera de la pirámide del poder autoritario, no tenían padrino que
confiara en ellos. Los líderes y dirigentes de la Universidad, del PRI y
del gobierno vivían en otros sectores sociales y desconfiaban del
reclamo de autonomía de los barrios.
En 1969 se inició un acercamiento entre los grupos de barrio y la
familia Zuno. En la relación jugó un papel central Andrés Zuno Arce
quien aseguraba contar con el “apoyo de su familia y [lo era más
importante] de su cuñado, Luis Echeverría”. El principal dirigente de los
Vikingos, Flavio Macías Rivera, recuerda que existía el entendimiento
implícito de que “contábamos con el calor y el aval de don José
Guadalupe”.19 Al igual que su hermano Pepe, Andrés Zuno estaba
contagiado de las ambigüedades de la izquierda institucional: en su casa
tenía un gigantesco retrato del Che y frecuentaba a la izquierda
universitaria (entre otros, a los hermanos Campaña y a Juan Manuel
Rodríguez Moreno, Clark), pero también fundó las Juventudes Juaristas
para lavar la imagen de los Vikingos e intentó (infructuosamente) que
fueran aceptados en el PRI. De acuerdo a la DFS, el “presidente del
mismo, José Martín Barba les negó el ingreso colectivamente aduciendo
que en el PRI existía el sector juvenil”. Que si querían “ingresaran al
mismo pero individualmente, haciendo cada uno su solicitud”.20
Extraña situación. Una organización con una base social indiscutible
era rechazada por las élites de poder local que veían con desconfianza
su independencia. Cuando en 1969 el país supo que Gustavo Díaz Ordaz
había seleccionado a Luis Echeverría como candidato a la presidencia
de la República, la estrella de San Andrés pareció cambiar. Otro
dirigente Vikingo recuerda que, “en ese momento teníamos el control de
escuelas y barrios. Faltaba conquistar la FEG”. En esa lectura, la
relación con los Zuno suponía una alianza estratégica, que terminaría en
la reconquista de los Zuno sobre la Universidad de Guadalajara.21 Al
interior de la FEG también se pensaba lo mismo y cundía el desaliento.
La DFS informó que el 21 de septiembre de 1970 Carlos Ramírez
Ladewig “efectuó una reunión en su domicilio particular asistiendo
todos los ex presidentes de la FEG. Estuvieron presentes Genaro
Cornejo Cornejo, el diputado local Adalberto Gómez Rodríguez,
Ignacio Mora Luna, Hermenegildo Romo García, Enrique Zambrano
Villa, Enrique Alfara Anguiano y Fernando Medina Lúa”. En dicha
reunión, Carlos Ramírez anunció sorpresivamente que dada la “madurez
que ha adquirido la FEG” se hacía “innecesaria su presencia” y
“renunciaba inmediata e irrevocablemente a seguir dirigiendo esa
organización para retirarse a la vida privada y a la atención de sus
negocios particulares”. Otro dirigente, “Genaro Cornejo, expresó que
por sus deberes como diputado federal, y por tener pensado continuar su
carrera política, también se abstenía en lo futuro de figurar como
miembro del Consejo Directivo y asesor de la FEG”. El resto de los
participantes decidió seguir adelante.22 Un asistente verificó la
realización del encuentro y su contenido.
En ese momento, los Zuno y los Vikingos cometieron un gravísimo
error, sólo explicable por la intoxicación de entusiasmo. Andrés Zuno
(para entonces el dirigente con mayor experiencia, Flavio Macías
Rivera, se había alejado) decidió que el 23 de septiembre de 1970
debían tomar la Casa del Estudiante ubicada en pleno centro de la
ciudad. Ese día, a las 3:30 de la madrugada, Andrés Zuno informó a la
prensa sobre la creación del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y,
como su vocero y representante, reveló que los “estudiantes libres
habían decidido posesionarse de la casa para expulsar a los vándalos y
pandilleros que vivían en la misma. Agregó que la hora de las
reivindicaciones había llegado, que se habían propuesto deponer de sus
cargos a los líderes deshonestos que durante 20 años han detentado la
FEG así como llevar a cabo una reestructuración de los sistemas
educativos en la Universidad de Guadalajara”.23
El error de cálculo fue enorme. En lugar de esperar a que Echeverría
tomara posesión y a que se realizaran las elecciones para presidente de
la FEG en enero de 1971, forzaron al gobierno federal y estatal a
definirse sin tomar en cuenta que aún no concluía el periodo de Gustavo
Díaz Ordaz, quien cargaba una inmensa amargura y depresión, y
rumiaba un profundo resentimiento hacia Echeverría (pariente político
de los Zuno). La falla se hizo evidente a las pocas horas. La DFS
informó que Rubén Zuno Arce, jefe de la Oficina de Hacienda N° 1 en
Guadalajara “condenaba la actuación de su hermano Andrés a quien
[agregó] ya le han reprobado en consejo de familia sus actividades sin
que haga caso y sobre todo que se haya mezclado en el asunto sin ser
estudiante”.24 Don José Guadalupe se entrevistó con el gobernador, y
tres días después, el 26 de septiembre, Andrés Zuno Arce “fue
trasladado a México por su padre, mencionándose la posibilidad de que
no regrese”.25 El agente de la DFS que escribió esas líneas tenía razón:
Andrés nunca volvió.
Los Vikingos se habían quedado solos pero aun así decidieron seguir
adelante y el 29 de septiembre “80 elementos del grupo, dotados con
armas de fuego, algunas automáticas, llegaron al Politécnico”. En la
versión de la DFS el “grupo juarista entabló un tiroteo que fue
contestado, aunque en menor escala por los de la FEG”. Testigos del
FER aseguran que fue al contrario, que quienes llegaron disparando
fueron los de la FEG, entre los que estaba Javier Balvaneda. En todo
caso hubo tres muertos y al menos 13 heridos, entre ellos el presidente
de la FEG, Fernando Medina Lúa. Al día siguiente, “elementos del
ejército y la policía municipal ocuparon la Casa [del Estudiante] y hubo
25 detenidos. A las 8:30 empezó la demolición del inmueble”.
A partir de ese momento, los gobiernos federal, estatal y municipal se
lanzaron a respaldar a sus aliados históricos. El 10 de octubre
trasladaron a Fernando Medina Lúa a la capital en un avión de la Fuerza
Aérea Mexicana. El presidente Díaz Ordaz había girado órdenes para
que “médicos militares lo atendieran”. El 2 de noviembre Medina Lúa
murió y su cuerpo fue enviado en un avión DC-3 de la Fuerza Aérea.
“Aterrizó en la base aérea militar de Zapopan, recibieron el cuerpo el
gobernador del estado y el comandante de la 1ra Zona Militar, José
García Márquez, el rector, el jefe de la policía de Guadalajara, Francisco
García Castellón, y ex presidentes de la FEG. Se veló el cuerpo en el
edificio de la FEG, y el comandante de la 15a Zona ordenó que
elementos de la misma resguardaran durante la noche las inmediaciones
del edificio de la FEG”.26
A finales de ese mismo mes, miembros de la FEG asesinaron a
balazos a Arnulfo Prado Rosas, el Compa, uno de los dirigentes más
carismáticos y populares de San Andrés. La muerte, el velorio y el
entierro radicalizaron a los barrios. El enojo creció porque, según la
DFS, Raúl Aguayo, Guillermo Gómez Reyes, y José Natividad Romo
García fueron “señalados insistentemente como los autores del asesinato
de Arnulfo”. En otro informe se aseguró que: José Natividad Romo
García, alias el Gorilita, fue el asesino de Arnulfo Prado Rosas”. Nunca
detuvieron a ninguno de ellos.
La reacción inmediata fue de rabia. Al día siguiente de la muerte del
Compa, “seis jóvenes, armados con metralletas y pistolas, penetraron al
edificio de Radio Comerciales. Amenazaron al telefonista, penetraron a
las oficinas de la HLFM golpeando al radio operador con la culata de
una metralleta, se apoderaron del micrófono de la estación y
transmitieron un mensaje en el que instaban al estudiantado a unirse en
contra de la FEG y luchar en contra del gorilismo, de la represión y del
asesinato”. La furia era auténtica pero ciega porque no se dieron cuenta
que su mensaje se estaba difundiendo por una estación que “trasmite
sólo en inglés y que está dirigida a las colonias norteamericanas de
Guadalajara y Chapala”.
26. Vikingos rodeando el ataúd de Arnulfo Prado Rosas, el Compa, en el panteón de
San Andrés. Su muerte radicalizaría a los barrios.
Durante el velorio un infiltrado de la DFS pudo “escuchar entre los
estudiantes que ahí se encontraban que quienes asesinaron a Arnulfo
Prado Rosas fueron los integrantes del grupo de los Gordos y que muy
pronto ejercerían represalias”. La “mayoría de los asistentes
permanecen en la calle [escribió el infiltrado] y muchos se encuentran
armados. Por otro lado, los padres del occiso no cuentan con medios
económicos para el sepelio. El 25 [de noviembre], mediante una colecta
entre vecinos y amigos del occiso, se reunió lo necesario para contratar
los servicios de la agencia San Martín”. El día 26 se efectuó el entierro.
Tenían planeado verificar un “mitin en el Panteón de San Andrés. Pero
ya en el cementerio un grupo de los que integraban el cortejo agredió al
fotógrafo de la jefatura de Policía Municipal para quitarle la cámara.
Intervino el servicio secreto deteniendo” a 11 Vikingos.27
Pocos días después llegaron las represalias. Un grupo de Vikingos
mató en un mercado a uno de los Gordos, Javier Agustín García
Garibay. Quien le vació el cargador de una escuadra era un muchacho
de 16 años. El vicepresidente de la FEG, Jesús Sánchez Garda,
“pronunció un discurso exigiendo a las autoridades que actuaran contra
los Vikingos. Agregó que si en un plazo que se vence este mes no se
hace nada tendremos que salir personalmente a buscar a cada una de las
personas mencionadas, Vikingos todos, y matarlos uno por uno”.28 La
violencia motivada por razones políticas se había desatado y tardaría
años en ser controlada. Un número considerable de Vikingos se mostró
dispuesto a pelear contra la FEG y contra el Estado mexicano. Desde
fuera del barrio y del estado les llegarían refuerzos e ideas que
ampliarían el horizonte de su lucha.

NOTAS
1 Ernest Gruening, Mexico and its Heritage, Nueva York, Greenwood Press, 1968, p. 482.

2 Ibid., p. 446.
3 Citado en Javier Hurtado, Familias, política y parentesco: Jalisco 1919-1991, México, Fondo de Cultura
Económica-Universidad de Guadalajara, 1993, p. 63.
4 Gruening, op. cit., pp. 440-441.
5 Ibid., pp. 443-444.
6 Ibid., pp. 446-447.
7 Margarito Ramírez Miranda, expediente 26-1-953 H-347 L-1, Archivo del Cisen.
8 Hurtado, op. cit., p. 132.
9 Margarito Ramírez Miranda, op. cit.
10 José María Muriá, Breve historia de Jalisco, México, SEP-Universidad de Guadalajara, 1988, p. 491.
11 La referencia al anticlericalismo de Zuno Hernández está en Muriá, op.cit., p. 489. Lo relativo a José
Guadalupe Zuno Arce viene de expediente, 100-12-1-958 H-288 L-3, Archivo del Cisen.
12 José Guadalupe Zuno Arce, op. cit.
13 Isidro Urzúa Uribe, el Niño, expediente 100-12-1-74 H-84 L-3, Archivo del Cisen. Carlos Ramírez
Ladewig, expediente 100-12-1-72 H-278 L-20, Archivo del Cisen. Margarito Ramírez, op. cit.
14 Isidro Urzúa Uribe, el Niño, op. cit.
15 Información tomada de Federación de Estudiantes de Guadalajara, expediente 100-12-1-70. H-145 L-17,
Archivo del Cisen.
16 Idem.
17 Idem.
18 Entrevista con Alfonso Ortega, 15 de abril de 2001.
19 Entrevista con Flavio Macías Rivera, 11 de julio de 2001.
20 Andrés Amado Zuno Arce, expediente 100-12-18-70 H-269 L-2, Archivo del Cisen.
21 Entrevista con Jesús Morales Hernández, 30 de diciembre de 2000.
22 Información contenida en Carlos Ramírez Ladewig, op. cit., y Federación de Estudiantes de Guadalajara,
op. cit.
23 Andrés Amado Zuno Arce, op. cit.
24 Federación de Estudiantes de Guadalajara, op. cit.
25 Andrés Amado Zuno Arce, op. cit.
26 Federación de Estudiantes de Guadalajara, op. cit.
27 Frente Estudiantil Revolucionario, expediente 100-12-1-70 H-325 L-17, Archivo del Cisen.
28 Federación de Estudiantes de Guadalajara, op. cit.
CAPÍTULO 7
LA VIOLENCIA Y SUS MÉTODOS

La violencia es irracional en su capacidad destructiva pero tiene una


lógica y, bajo ciertas condiciones, adquiere vida propia. Una forma de
entender las características de la violencia política que azotó
Guadalajara es a través del recuento de muertos, heridos, desaparecidos
y encarcelados que pagó como cuota cada uno de los actores. Por ese
camino podrá llegarse a la evaluación de las repercusiones que dicha
violencia tuvo para el estado y para el país, las cuales son mayores de lo
que comúnmente se piensa.
El cuadro en la siguiente página encierra miles de historias que
cuando se acomodan y ordenan, van formando tendencias. Menciono las
principales para enmarcar el relato que vendrá después:
1. Inicialmente, la rebelión de los barrios fue contra la Federación de
Estudiantes de Guadalajara (FEG), pero casi inmediatamente se dirigió
contra el sistema político; mataron a 6 miembros de la FEG y a 28
militares y policías. El número de muertos de su bando fue tan alto
como el de desaparecidos, lo que significa que hay familias que todavía
ahora siguen pagando las consecuencias. Los detenidos y encarcelados
casi duplican a los que tuvo la FEG.

COSTO DE LA VIOLENCIA POLÍTICA, 1970-1980


Sin
Gobierno y aliados Opositores Totales
bando
Cuerpos de
FEG
seguridad
Muertos1 29 31 23 21 104
Desaparecidos - 1 21 - 22
Secuestrados - 2 - 10 12
Heridos 21 68 12 31 132
Detenidos y
10 110 205 6 331
encarcelados
Autores de asaltos
- 4 54 - 58
y otros2

1 Los muertos deben desagregarse por las disputas al interior de cada sector. La FEG tuvo más
bajas por ese motivo que por su guerra contra el FER. Para un desglose ver siguiente cuadro.

2 Se cuentan además tomas de instalaciones, amenazas y atentados explosivos. Para un desglose


detallado ver el anexo 5.

2. Hasta 1973 el combate al Frente Estudiantil Revolucionario (FER)


recayó en los aparatos de seguridad estatales y municipales (policía
judicial, policía municipal, servicio secreto). En ese año, los guerrilleros
incrementaron sus actividades y, a raíz de algunos secuestros, las
autoridades federales se lanzaron contra los rebeldes. Por eso es que
1973 es el año más sangriento. En 1977 cuando la guerrilla estaba en
retroceso, el gobierno de López Portillo tomó la decisión de aniquilarla,
lo que provocó un aumento exponencial en el número de desaparecidos
en Jalisco.
3. La evolución de la FEG tomó otros rumbos. Tuvo más muertos
ocasionados por disputas intestinas que por la guerra con el FER. Así
volvió a confirmarse que, una vez desatada la violencia, ésta se come a
sus hijos. Fueron detenidos 112 de sus miembros por delitos de diverso
tipo (robos, asesinatos, tráfico de drogas), no por los actos ilegales que
cometieron al combatir a los opositores.
4. Es notable el costo que pagaron los civiles sin bando. El número de
muertos no dista mucho del que tuvieron los actores directamente
involucrados en el conflicto. Además de ello, con una excepción, la
violencia acabó con la vida de personas que no participaban activamente
en el conflicto.
En suma, tanto la FEG como el sistema y la sociedad sufrieron las
consecuencias de la violencia política. Nadie salió ileso, todos pagaron
una cuota. Y aun cuando la DFS celebró de diversas maneras su victoria
contra la “subversión”, la forma en que la obtuvo llevaba dentro de sí
los gérmenes que aniquilarían a ese cuerpo de élite y crearían problemas
muy graves a la seguridad nacional.
LA RADICALIZACIÓN DE LOS BARRIOS

Abandonados por los Zuno, centenares de jóvenes de barrio decidieron


seguir adelante y enfrentarse a la FEG y al gobierno. En la
determinación influyeron su ignorancia sobre las consecuencias que esto
acarrearía, el deseo de honrar a los caídos y preservar una tradición (un
Vikingo jamás daba marcha atrás ni abandonaba a un amigo), la rabia
que provocaban la dureza oficial y la parcialidad de las instituciones, el
resentimiento acumulado y las explicaciones teóricas e ideológicas de
sus aliados de la izquierda revolucionaria.
Después de la muerte del Compa (noviembre de 1970) el odio se
dirigió contra la FEG y la acción más importante fue el asesinato, en
febrero de 1971, de uno de sus ex presidentes, Hermenegildo Romo
Garda, el Gorilón. El enojo pronto se encauzó hacia el gobierno cuando
se hizo evidente que las corporaciones policiacas y el poder judicial
protegían a la FEG y perseguían al FER, cuyos miembros eran
encarcelados hasta por delitos insignificantes. El 13 de enero de 1971 el
“servicio secreto detuvo a siete miembros del FER por hacer pintas
contra la FEG”. Para agosto de 1971, según cálculos de Gobernación ya
había “más de cien miembros del FER recluidos en la penitenciaría”.
Eso llevó al presidente de la FEG, Guillermo Gómez Reyes, a declarar
que el FER había “dejado de existir”.1 Lo cierto es que en vez de
desaparecer se estaba transformando en algo diferente en la medida en
la que el barrio se fundía con el pensamiento radical. Un indicador de
esta convergencia se dio en marzo de 1971 cuando algunos Vikingos
detenidos declararon que los "dirigentes principales de esa organización
eran los apodados Flavio, el Momia, el Clark y el Campana").2 Los dos
primeros habían crecido en San Andrés, los otros provenían de la
izquierda universitaria. Jesús Morales, el Momia, recuerda:
Empezamos a luchar, pero sin saber los alcances. Teníamos una idea vaga de por qué
queríamos destruir el sistema, pero no entendíamos la terminología. Nos pusimos a leer
porque queríamos tener claridad. Luego llegaron al barrio maestros de la Universidad de
Guadalajara, gente de la Liga Espartaco, del Movimiento 23 de Septiembre; venían de la
capital, de Monterrey, de Sonora, de muchos lados. La verdad es que nos apantallaban.
Decían que Carlos Marx había dicho algo en tal página y cuando íbamos a ver ahí estaba.
Nadie les podía discutir. Luego nos empezaron a decir: “ustedes tienen la experiencia para
las acciones militares”. Así fue como nos lanzamos. Del barrio pasamos de repente a la
clandestinidad sin saber cómo manejarla. No sabíamos cómo hacer expropiaciones, rentar
casas o comunicarnos con los demás. Eso le costó la vida a varios.3

Durante 1971 siguieron apareciendo indicios de la intensa


ideologización que iban asumiendo los jóvenes del barrio. El 5 de
diciembre de 1971 la policía entró a “un reducto del FER ubicado en
Obregón 1506” y, entre otros, detuvieron a Elizabeth Cifuentes Becerra,
Bertha Lilia Gutiérrez Campos, la Tita, y Gilberto Rodríguez
Castellanos. Les recogieron “mucha propaganda, folletos editados en
Cuba, China, Rusia. Las paredes de la casa [estaban] tapizadas con
fotografías del Che, Castro, Lenin, Mao Tse Tung, Stalin y otros”.
También les recogieron dos pistolas y aunque “negaron participar en
algún movimiento subversivo aceptaron pertenecer al comunismo y
desear el establecimiento de un Estado socialista en México. Señalaron
como dirigente de la célula a la profesora Rosa Rojas Paredes, una
comunista conocida” que no era de San Andrés.4
El proceso de radicalización que a otros grupos les había llevado
varios años, fue cubierto por los barrios Vikingos en unas cuantas
semanas. Bastaba un seminario intensivo para que responsabilizaran al
Estado burgués de las desigualdades y las injusticias, y para que
interiorizaran la idea de que eran parte de una vanguardia generosa
dispuesta a sacrificarse por un México mejor. Eso era lo que repetía el
Compa a todo el que lo encontraba poco antes de morir. La idea
embonaba con la creencia de que los Vikingos eran diferentes y mejores:
con la llegada del socialismo descenderían sobre el barrio los laureles de
gloria que la historia entrega, y el espacio político que el México priísta
negaba.
Siguieron el guión del activismo latinoamericano de izquierda:
repartir volantes mimeografiados y acercarse a otros grupos de
izquierda social. Para financiar sus actividades empezaron a hacer
“expropiaciones”, y para obtener armas asaltaron policías. Comenzaron
a discutir la posibilidad de realizar algún secuestro. En abril de 1971
varios Vikingos fueron consignados por “haber intentado secuestrar a
María de los Ángeles Noriega Rodríguez. Los denunció Gerardo
Peregrina Rizo [al] que asaltaron y robaron su vehículo, 350 pesos, un
anillo de brillantes y otros documentos cobrables. Reconocieron haberlo
hecho para conseguir fondos para la causa”. En esa primera etapa, no
todo el dinero se destinaba al financiamiento de la revolución. En agosto
de 1972, Óscar Benjamín Astorga Ramos declaró que “del dinero
robado la mitad sería dividido [entre] ellos y el resto se destinaría al
FER”.5
Uno de los fundadores de la Liga Comunista 23 de Septiembre
recuerda que “la principal cantera de cuadros políticos a la Liga fueron
los ‘Enfermos’ de Sinaloa [un grupo de ultraizquierda], en segundo
lugar los del FER, luego Monterrey, luego el DF que aportaba cuadros
muy raza que venían del Poli la mayoría. Guadalajara era central en la
visión de la Liga. Era una plaza fuerte donde se podía crecer y en donde
la Liga tenía mucha más infraestructura que en Monterrey, donde ya
había habido muchas detenciones y estaba muy descalabrada la
infraestructura”. Para la Liga, el “FER surgía de una contradicción, de
un enfrentamiento interburgués, pero llegaba con una semilla proletaria
que tenía que ser fecundada por la Liga. A Ignacio Salas Obregón,
Oseas [principal dirigente de la organización] le encantaban los del
FER. Él era muy disciplinado, pero adoraba a los desmadrosos del FER,
a quienes hablaba de cuestiones teóricas”. Los del FER
...aportaban su combatividad, su disposición instantánea a echar balazos y madrazos.
Eran buenísimos para los asaltos. Eran capaces los cabrones de aventarse dos atracos en el
mismo día. Para nosotros era demencial. Nos tardábamos un mes o por lo menos 15 días en
planear un operativo y a ellos les valía madres, iban pasando y decían “vamos a atracar ese
pinche banco” y se lanzaban. Los del FER también eran especiales porque eran oriundos de
un lugar y se identificaban con un barrio. En relación a otros guerrilleros urbanos, esa
identidad los ponía en una categoría aparte.6
LA FUNDACIÓN DE LA LIGA

En la historia de los movimientos armados mexicanos Guadalajara jugó


un papel que no ha sido reconocido. Por ejemplo, en la calle Fraternidad
de la colonia Belisario Dornínguez se fundó la Liga Comunista 23 de
Septiembre.
Inicio el relato sobre la fundación de la Liga con un documento de la
DFS que explica con detalle la dispersión en la que se encontraba la
guerrilla en México y los esfuerzos que hacía por alcanzar la unidad.
Según ellos, uno de sus dirigentes históricos, Raúl Ramos Zavala, se
abocó a lograrla. Viajó a Guadalajara donde “conoció a Fernando
Salinas Mora”, el Richard, que había llegado de Sonora para “aglutinar
a los integrantes de la FER”. Cuando Raúl Ramos Zavala murió, la
bandera de la unidad fue tomada por Ignacio Arturo Salas Obregón,
Oseas. Así fue como representantes de varias organizaciones
guerrilleras viajaron a Guadalajara, en donde fundaron la Liga el 15 de
marzo de 1973.
Uno de los participantes, Gustavo Hirales, recuerda que la fundación
de la Liga se realizó en Guadalajara porque era un “punto de
confluencia de los lugares donde la Liga tenía gente. El DF se había
vuelto muy peligroso, Guadalajara estaba relativamente tranquila en ese
momento y queríamos fortalecer nuestra relación con el FER.
Considerábamos a Guadalajara un bastión fuerte de la Liga por el FER.
La reunión se hizo en casa del Richard porque era una casa no
halconeada y grande donde cabían los 15 o 20 cabrones que estuvimos.
El Richard no participó en la reunión. Él y su mujer eran parte del
aparato logístico. La reunión duró diez días, del 5 al 15 de marzo”.7
Según un combatiente de San Andrés, Raúl López Melendres, el Petros,
en esa reunión también se “determinó que los miembros del FER
pasarían a formar parte de la Liga”.8
27. Esta foto de Arnulfo Prado Rosas, el Compa, fue recuperada por la DFS en una casa de
seguridad de la guerrilla. Se convirtió en un símbolo a emular.
28. En esta casa de Guadalajara se reunieron en marzo de 1973 los representantes de diversas
agrupaciones guerrilleras para fundar la Liga Comunista 23 de Septiembre.

La DFS presenta una interpretación diferente. Para ellos, el encuentro


se realizó en la casa de Fernando Salinas Mora, el Richard, porque éste
“contaba con mayor fuerza por estar respaldado por el FER”.9 En la
percepción oficial, la base social que ofrecía el FER tenía una
importancia destacada. Si uno revisa las listas que hicieron sobre los
militantes de cada organización (ver cuadro siguiente página) se
entiende tal razonamiento. En número de combatientes, el FER ocupa el
segundo lugar después del Partido de los Pobres de Guerrero y supera a
todas las otras organizaciones (la Liga tuvo el mayor número de
combatientes porque unificó a diversos grupos, incluido el FER). Por
otro lado, la unidad no fue total porque algunas organizaciones
siguieron actuando fuera de la Liga.
EL SANGRIENTO 1973

El 14 de febrero de 1973 simboliza los dos tipos de violencia que


azotaron a Guadalajara. En un poblado cercano donde se preparaban
militarmente, murieron en un accidente (les estalló una granada) Juan
Manuel Rodríguez Moreno, el Clark, y Juan Manuel Alí Gutiérrez.10 Ese
mismo día en el restaurante El Cid, la banda del Pelacuas (FEG)
ametralló a cuatro enemigos de la organización. En el trasfondo de este
ajuste de cuentas podía ya adivinarse la presencia del tráfico de drogas.
Ello se refleja en las cifras del costo social (ver gráficas de muertos y
heridos).

PRlNCIPALES ORGANIZACIONES GUERRlLLERAS EN MÉXICO


Organización Creación Estados Elementos*
Jal., DF, Sin.,
Liga Comunista 23 de Septiembre 1973 392 aprox.
NL
Partido de los Pobres 1967 Gro., Ags., DF 347
Frente Estudiantil
1970 Jal. 154
Revolucionario (FER)**
Partido Revolucionario Obrero
Clandestino Unión del Pueblo 1971 Jal., DF, Oax. 146
(PROCUP)
NL, Ver., Pue.,
Fuerzas de Liberación Nacional 1969 129
Tab., Chis.
Comando Urbano Lacandones
1968 DF 94
“Patria Nueva”
Mich., Gto.,
Movimiento de Acción
1969 Qro., Ver., DF, 91 aprox.
Revolucionaria (MAR)
Pue.
Diferentes
Otras 22 organizaciones 507
estados

* Cuando aparece una cifra aproximada quiere decir que no está claro el número en la copia
obtenida del manuscrito de Acosta Chaparro.
** Desapareció en 1973. Nutrió de militantes a la Liga Comunista 23 de Septiembre, al
PROCUP y al FRAP.

Fuente: Gral. Mario Arturo Acosta Chaparro, Movimiento subversivo en México, 1990,
fotocopia.

La información que utilizó le fue proporcionada por agentes de la DFS. El cuadro completo
aparece en el anexo 4.

Con la fundación de la Liga el nivel de la violencia aumentó y


adquirió diferentes manifestaciones. En la percepción de los jóvenes
rebeldes la FEG fue sustituida por el Estado burgués y represor. En
mayo de 1973, en la mayoría de los camiones urbanos de Guadalajara
aparecieron folletos asegurando: “la apertura democrática: nueva
máscara de la burguesía. Los derechos del proletariado no deben ser
peticiones sino exigencia. Vivan los comités de lucha armada
clandestina, FER”.11
Por aquellos días tuvo lugar un secuestro que sería el parteaguas de la
lucha armada. El 4 de mayo de 1973, las Fuerzas Revolucionarias
Armadas del Pueblo (FRAP) secuestraron al cónsul de Estados Unidos
en Guadalajara, Terrance George Leonhardy. Fue una acción exitosa
pese a la improvisación de las recientemente creadas FRAP. Los
fundadores del FRAP fueron los hermanos Juventino y Ramón
Campaña López que habían reclutado gente de San Andrés.
MUERTES EN GUADALAJARA POR AÑO, 1970-1980*
* Al total deben sumarse 3 personas sobre las cuales no se tiene fecha de fallecimiento.

HERIDOS EN GUADALAJARA POR AÑO, 1970-1980*

* al total deben sumarse dos personas sobre las que se desconoce la fecha en que fueron heridas.

Según la DFS, el nombre del FRAP fue elegido “en el último


momento con el fin de desorientar a las autoridades”. El propósito del
secuestro era obtener la liberación de los hermanos Carlos y Alfredo
Campaña López y del ingeniero Guillermo Robles Garnica, recluidos en
el Penal de Oblatos. Demandaron su libertad y la de “27 elementos de
otras organizaciones”, la difusión de un comunicado y la entrega de un
millón de pesos.12
Con el plagio del diplomático, tomaron por sorpresa al gobierno
golpeándolo en un punto neurálgico (la relación con Estados Unidos)
cuando aún no se había definido la política de jamás negociar con
secuestradores. Un ex comandante de la DFS reconoce que “no
conocíamos al FRAP. No lo teníamos identificado”. Por ende, tampoco
lo tenían infiltrado. El gobierno cedió y cumplió con todas las
demandas. Los guerrilleros fueron enviados a Cuba donde el gobierno
de Fidel Castro se negó a tratarlos como revolucionarios. En 1973,
durante una conversación con funcionarios estadunidenses, el presidente
Luis Echeverría comentó que los guerrilleros mexicanos en Cuba eran
“vigilados y puestos a trabajar”. El secretario de Relaciones Exteriores,
Emilio O. Rabasa agregó que “estaban en la cárcel o cortando caña”.13
Uno de ellos confirmó el maltrato que recibieron: “de todos los asilados
en la isla, los mexicanos éramos los únicos que exasperábamos al
gobierno cubano, como si los demás fueran víctimas de gobiernos
despóticos y nosotros no; por el contrario, nos culpaban de luchar contra
el sistema mexicano, ejemplo de ‘régimen democrático”’.14
El secuestro del cónsul norteamericano tendría dos tipos de
repercusiones. En el lado oficial se aumentaron los recursos destinados
a la lucha contrainsurgente y se dio mayor atención a Guadalajara.
Inmediatamente después de que Leonhardy fuera liberado, elementos de
la DFS, de la policía locales y de la 15a Zona Militar se lanzaron contra
los militantes de izquierda y los barrios. En el otro bando, los miembros
de las organizaciones guerrilleras mitificaron los secuestros como
método para lograr la liberación de prisioneros, obtener recursos,
publicitar su lucha y demostrar su fuerza. El éxito de ese secuestro los
hizo abrigar falsas expectativas sobre su poder, el cual
sobredimensionaron. Empezarían a darse cuenta del error de cálculo con
el siguiente secuestro, que fue un desastre desde cualquier punto de
vista.
Pese a la reacción gubernamental, los barrios no cedieron. Por el
contrario, se radicalizaron. Antes de las elecciones federales de julio de
1973, “4 grupos formados por 15 elementos de entre 18 y 28 años,
armados con metralletas y pistolas asaltaron varios puestos de policía.
Les quitaron las pistolas y se llevaron rifles Ml”. Al día siguiente
mientras unos asaltaban “policías en la colonia Atlas otro grupo recorría
una por una las casas de San Andrés tocando en las noches con culatas
de metralletas las puertas”. Amenazaron a las “personas de que si
vota[ba]n las matarían”. También hicieron pintas que decían: “Mata a un
diputado y te convertirás en héroe del pueblo, no votes”.15
Aunque no impidieron la realización de los comicios, siguieron
endureciendo su postura. Fueron los meses en los que algunas corrientes
de la Liga (entre ellas las que provenían de San Andrés) tomaron
“posiciones militaristas” y se dedicaron a matar policías. En la
madrugada del 14 de julio de 1973 “cuatro individuos no identificados
asaltaron un puesto de policía en las calles de Chihuahua y 6 de
diciembre, dieron muerte al sargento segundo Maurilio Espinosa, al
policía auxiliar J. Refugio Ibarra y lesionaron a otros 3 policías y a un
civil. El cuerpo de Refugio presentaba 14 impactos de bala. Uno de los
sobrevivientes ignora el motivo del ataque ya que los agresores entraron
exclusivamente a matar policías”.16
Los guerrilleros también sufrieron bajas. El 29 de agosto de 1973
agentes confidenciales de la 15a Zona rodearon la casa en la calle
Fraternidad, donde se había fundado la Liga Comunista 23 de
Septiembre. Al día siguiente la DFS informó que cuando Fernando
Salinas Mora, el Richard, y Efraín González Cuevas, el Borre, se vieron
“rodeados, empezaron a disparar por las ventanas contra la tropa,
provocándose una balacera y media hora después, al verse vencidos,
salieron de la casa con pistola y metralleta en mano disparando, por lo
que al contestarles el fuego resultaron muertos”.17 En esa acción
participó la FEG de manera indirecta, ya que algunos ex pistoleros de la
Federación se habían incorporado a un grupo de agentes confidenciales
(paramilitares) creado por el general que comandaba la Zona Militar.
A raíz de la muerte del Richard y el Borre, la guerrilla elaboró un
documento de cuatro páginas particularmente representativo de su
forma de ver la vida y de su actitud. En la portada, y después de frases
elogiando las muertes revolucionarias de Mao Tse-Tung y el Che
Guevara, se leía lo siguiente: “Richard, Borre: vuestra sangre fecunde
esta tierra. ¡Ni un momento de descanso! ¡Ni un ligero titubeo! ¡Vuestro
ejemplo perdure en el tiempo! ¡Revolución o muerte! FER”.
29. Fernando Salinas Mora, el Richard. Llegó a Guadalajara a organizar los “Comandos del
FER”. En su casa se fundó la Liga Comunista 23 de Septiembre. En agosto de 1973 murió
enfrentándose a los agentes confidenciales de la 15a Zona Militar.
30. Efraín González Cuevas, el Borre. Pasó de San Andrés a la guerrilla y en agosto de 1973
murió en un enfrentamiento con los agentes confidenciales de la 15a Zona Militar.

En el texto principal resaltaban la “importancia política del Richard,


su calidad de dirigente revolucionario, su capacidad para representar los
intereses del proletariado” y cerraban el escrito con una cita del
Richard: “El revolucionario debe estar dispuesto a derramar sus cinco
litros de sangre por la revolución.”18
En octubre de 1973 la Liga secuestró a un industrial, Fernando
Aranguren Castiello. Como rescate exigió la liberación de 51
guerrilleros presos y el traslado de los mismos a Corea del Norte, la
publicación de varios escritos y 200 mil dólares en efectivo. El gobierno
no cedió a sus demandas y quienes cuidaban al secuestrado en una casa
de seguridad tomaron la decisión de liberarlo. De acuerdo a una versión,
informaron a Aranguren que sería dejado libre por lo que le permitieron
bañarse y prepararse para regresar con su familia. En el último minuto
llegó la contraorden de la dirección de la Liga y el empresario fue
ejecutado con un balazo en la nuca, el cual recibió mientras esperaba
confiado su liberación. El 18 de octubre fue hallado su cadáver y la
reacción social fue muy fuerte pues el suceso coincidió con la muerte de
otro industrial, el regiomontano Eugenio Garza Sada, durante un intento
de secuestro.19
Pese a lo extendido de la condena pública, algunos barrios seguían
teniendo la moral muy alta y hasta creían en la inminencia de una
insurrección generalizada. En noviembre, activistas del FER visitaron a
vecinos de las “calles de Río Ebro para pedirles refugio en sus
domicilios en cuanto se inicie la batalla abierta en contra de las fuerzas
represivas del gobierno el próximo mes de enero”.20 Ese mismo mes, en
ciudad Satélite (estado de México) la policía local detectó un grupo
integrado por miembros de diferentes organizaciones guerrilleras que
habían creado un comando para secuestrar a importantes funcionarios.
Entre ellos estaba uno de los dirigentes históricos de San Andrés, Jesús
Morales Hernández, el Momia. Todos fueron detenidos y encarcelados.21
El FRAP (no la Liga) fue quien dio otro golpe espectacular que tocó
el centro del poder político. En agosto de 1974 secuestraron al suegro
del presidente Echeverría, José Guadalupe Zuno Hernández, acción en
la que tal vez influyó el recuerdo del abandono en que los habían dejado
los Zuno cuando se iniciaba el conflicto. A cambio pidieron 20 millones
de pesos, la libertad de diez compañeros a quienes deberían entrevistar
en televisión y en radio durante una hora. No obtuvieron nada y, tras de
un agitado debate al interior del FRAP, liberaron a Zuno diez días
después.22 Hasta ahora no se ha esclarecido el tipo de negociaciones que
se dieron entonces. En su momento, se pronunciaron a favor de la
liberación del suegro presidencial líderes de izquierda latinoamericana y
mexicana. Hay incluso versiones de que, como parte de un discreto
arreglo, el gobierno liberó a un grupo de guerrilleros detenidos.
En otro orden de cosas, los planes que tenían algunos guerrilleros
ilustran las fantasías que circulaban dentro de la guerrilla. Un miembro
del FRAP relató que de “lograrse la excarcelación de sus compañeros se
les propondría que no viajaran a Cuba sino que en el avión cuyos
servicios iban a exigir para ese traslado, se dirigieran a la región de
Talpa de Allende, Jalisco en donde aterrizarían en una pista” que ya
habían detectado. Ahí se esconderían temporalmente, para, pasado un
tiempo, “reintegrarlos a la lucha revolucionaria” y contar con “mayor
número de militantes”.23
El FRAP perdía fuerza, pero no disminuía su agresividad discursiva.
El 10 de octubre de 1974 Alberto Javelly Manuel, presidente de la
tienda departamental El Nuevo París de Guadalajara recibió la siguiente
carta:
Le comunicamos a usted que de acuerdo a las investigaciones que hasta hoy ha
realizado el Comando de Ajusticiamiento del FRAP... [usted] ha sido encontrado culpable
por un jurado popular junto con otros importantes miembros de la oligarquía explotadora
de esta ciudad de los siguientes delitos: burgués, fomentador de la fuga de divisas,
extranjero imperialista, déspota explotador de la clase proletaria, reaccionario y enemigo
del socialismo... le informamos que ha sido elegido para llevar a cabo [su] ajusticiamiento
el Comando urbano armado “Comandante Genaro Vázquez”.24

Para entonces el aparato de seguridad gubernamental ya les iba


ganando la partida.
LOS MÉTODOS DE LA DFS

La DFS no fue la única institución que participó en la lucha


contrainsurgente. Sin embargo tomó el liderazgo porque, además de
coordinar las acciones, proporcionaba la mayor parte de la información
para los operativos de búsqueda y aniquilamiento. Aún está pendiente
de establecer el papel jugado por las fuerzas armadas, aunque hay
suficiente evidencia para asegurar que fue protagónico.
En 1981, la DFS recibió en sus instalaciones de Plaza de la República
(Distrito Federal) a importantes funcionarios. Se preparó una
presentación con diapositivas que iban mostrando el edificio y la
organización que tenía la institución. El texto refleja orgullo y fuerza. El
director de la DFS, Miguel Nazar Haro, fue muy elogiado:
Desde 1970 y hasta 1978 [Nazar Haro] desempeñó el cargo de subdirector general y se
caracterizó por su actuación en contra de los grupos subversivos... y principalmente en el
golpeo directo en contra de una organización clandestina llamada Liga Comunista 23 de
Septiembre que intentó el derrocamiento del gobierno mexicano. Después de haber
participado en múltiples acciones, en un lapso de seis años dio por terminada su campaña
en contra de ese grupo con la satisfacción de haber logrado su exterminio.25

Un ex guerrillero recuerda que una de las características de Nazar


Haro era la paciencia con que iba reuniendo, asociando y anudando
pequeñas piezas de información (perfil que se confirma con la
investigación que Nazar hizo de la ejecución de Carlos Ramírez
Ladewig que aparece como anexo 6). A partir del material revisado de la
DFS , y de algunas entrevistas, reconstruí algunos de los métodos
empleados por esa dependencia.
La base de su éxito fue la recopilación de información mediante un
sistema muy simple pero altamente eficaz. El núcleo central era el
Grupo C-047, fundado por Nazar Haro en 1965. Ahí llegaba
información de todos los estados e instituciones. Por ejemplo, si el
director de una penitenciaría en Guerrero interceptaba un recado que
daba indicios sobre un secuestro en Guadalajara, inmediatamente lo
transmitía a la DFS.26 Si la Policía Judicial de Jalisco le encontraba
“propaganda subversiva” a algún detenido, rápidamente solicitaba “la
colaboración de la DFS” para que lo interrogara.27
31. Jesús Morales Hernández, el Momia, creció en San Andrés y se unió a la guerrilla. Aquí
aparece al momento de ser detenido por la DFS en 1974.

32. Ésta es la fotografía oficial de Miguel Nazar Haro como director de la DFS. Nunca ha
querido hablar sobre su desempeño ni sobre los métodos que empleó en el combate a la
guerrilla, tampoco ha revelado de quién recibió las órdenes.

Hasta la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos colaboraba porque


cuando detuvieron a ‘José Luis Rodríguez Ocampo, a su esposa Carmen
Cabos, y a su hermana María Teresa Rodríguez Ocampo” se dieron
cuenta que habían sido del FER e inmediatamente los entregaron a la
DFS.28 Es obvio que a través de todas las redes oficiales había circulado
la orden de concentrar la información sobre la guerrilla en la Federal de
Seguridad.
Toda esa información de personas, organizaciones y objetos llegaba a
los 46 analistas encargados de poner en las tarjetas los extractos de los
informes. Las tarjetas estaban organizadas por nombre, apodo,
pseudónimo y objeto (es decir, armas, automóviles o casas de
seguridad) y podían consultarse rápidamente porque había una lista
ordenada alfabéticamente. También fotografiaban cada evento o persona
(viva o muerta). Y aunque recibía información desde todos lados, la
DFS también salía a buscarla en diferentes partes y con diversos
métodos.
Las prisiones eran constantemente vigiladas. En ellas estaban
recluidos guerrilleros que recibían y enviaban información, en algunas
ocasiones capturada por Nazar Haro y sus analistas, que a su vez la
transmitían a quienes hacían los operativos. Por ejemplo, el 23 de
agosto de 1977, agentes de la DFS detuvieron a Alicia Valdez Rodríguez
de Cassian, esposa de Pedro Cassian Olvera, preso en Oblatos.
La señora [dicen los de la Dirección Federal de Seguridad] tiene como funciones portar
mensajes clandestinos de los miembros del FRAP tanto al interior como al exterior del
penal. Al ser interrogada confesó que los mensajes los llevaba a Rubén Mayoral Román, el
Pequeño, a la casa de seguridad en la esquina de Javier Mina y la 74, Sector Libertad. La
DFS se trasladó al domicilio en donde intempestivamente y desde una azotea, Rubén,
acompañado de un individuo no identificado, disparó en contra de los agentes hiriendo a
Andrés Acevedo. A las 11:30 se acordonó la manzana sin que pudieran encontrarlo.29

Sin embargo, ahí arrestaron al padre de Rubén, Jesús Mayoral, de 70


años, que hasta ahora sigue desaparecido.
Otro método muy generalizado para obtener información era la
tortura de la que habían hecho uso mucho antes de que hubiera guerrilla.
Los agentes de la DFS sabían que los guerrilleros tenían órdenes de
callar durante tres días para dar tiempo a que sus compañeros
abandonaran las casas de seguridad y a que los militantes conocidos por
el detenido pudieran esconderse. Sin embargo, ninguno de los miembros
de la DFS entrevistados acepta que se utilizara la tortura, y en los
documentos sólo se dice que a tal o cual detenido le aplicaron “presión”
o que un grupo de detenidos del FRAP proporcionó en los
“interrogatorios preliminares... datos sobre 3 casas de seguridad”.30
Cuando averiguaban la dirección de una de estas casas, inmediatamente
llegaban a ella porque era otra fuente muy importante de información.31
Una vez allí, recogían todo lo que encontraban, aprovechándose de que,
como recuerda un ex agente de la DFS, los de la “Liga contabilizaban
todo, hasta cuánto gastaban en azúcar”. Los encargados del archivo de
la DFS también tomaban declaración a detenidos.32
Un miembro de la Liga, Mario Álvaro Cartagena, el Guaymas,
recuerda que “querían toda la información, hasta los detalles más
pendejos. Direcciones, métodos de operación y, sobre todo, la
permanente [cita fija y periódica con otro miembro de la organización].
Casi siempre estaba el bato bueno, que te hablaba bonito, y te daba
razones para que hablaras. Luego estaba el cabrón, y vaya que eran
cabrones”.33 Pedro Cassian Ólvera fue aprehendido el 28 de octubre de
1974 por un grupo encabezado por Nazar Haro y lo que narra al
respecto es parte de un patrón:
De inmediato me vendaron los ojos y me llevaron a una casa en donde se me desnudó y
se me empezó a golpear en todo el cuerpo, principalmente con golpes de karate en la
garganta y en la nuca, después me mojaron y empezaron a darme toques eléctricos con una
picana [chicharra-barra eléctrica] en el pene, los testículos, el ano, en una cicatriz que
tengo, en las orejas, dentro de las fosas nasales, en los labios, en las encías y en la lengua,
después de esto me hicieron comer dos tazas de excremento, luego me tendieron en el suelo
y Miguel Nazar Haro me ponía una pistola en la sien jalando el gatillo.34

Jesús Morales agrega que


...casi todos los que estuvimos detenidos tenemos una marca en el tabique de la nariz.
Así quedas de la venda que nunca te sacan y te va jodiendo porque te mojan, te meten la
cabeza en los excusados y luego se seca, se llaga y se infecta. Uno aguantaba, pero hay un
momento, compa, cuando lo que quieres es morirte. Y te mueres el chingo de veces y
regresas a lo mismo y te vuelves a morir poco a poquito. Y les dices que te maten y nomás
se ríen. Había que creer para aguantar. Lo que sea de cada quien, entre ellos de repente te
encontrabas con alguno que te alivianaba, a lo mejor porque le dabas lástima.35

Al mismo tiempo, tenían infiltradas a las organizaciones aunque eran


muy cuidadosos de no identificar a sus espías. En las tarjetas sólo
aparecen referencias a un contacto de la DFS. Doy varios ejemplos. Un
contacto les dijo que “el buró político de la Liga” fue el que tomó la
“decisión de ajusticiar a este burgués (Aranguren)” dando detalles sobre
quién lo mató.36 Otro les informó que Fernando Salinas Mora “participó
en el asalto nocturno que a mediados de 1973 hicieron a una caseta de
Guadalajara, donde mataron o hirieron a seis policías”.37 Finalmente,
otro contacto, que era “miembro de la Liga”, les “dijo en Puebla, en
relación a la fuga [de Enrique Pérez Mora, el Tenebras, del Penal de
Oblatos en enero de 1976], que participaron nueve elementos formados
en tres comandos: Chano, Sergio y Rodrigo o Ramiro, Josué, Raúl y
Andrés y el último comando por la Papa, Aída y el declarante”.38
Los nombres de los infiltrados eran conocidos por muy pocos, porque
si los descubrían eran ejecutados. David López Valenzuela fue un
militante del FRAP que, al ser detenido en 1974, hizo una extensa
declaración y empezó a colaborar con la DFS. Cuando en noviembre de
1974 la DFS “recogió un artefacto que no explotó”, se lo llevaron a
López Valenzuela que inmediatamente lo reconoció, como uno de los
que “fabricaba[n] Luis Jorge Melendres Liébano y Raimundo
Hernández Castillo”. El 17 de junio de 1976 la DFS informó que de
“común acuerdo él [López Valenzuela] ayuda a las autoridades en el
sentido de que tendrá al tanto a las mismas de los elementos extremistas
dentro de ese penal” por lo que este “elemento ha tenido la facilidad de
salir durante el día y dormir en la noche”.39 El 11 de junio de 1977 fue
asesinado por un grupo de guerrilleros también encarcelados que, según
una versión, lo golpearon con tablas a las que habían puesto clavos. El
FRAP se responsabilizó de la muerte del “traidor”. En otras ocasiones,
las organizaciones guerrilleras ejecutaron a militantes a los que acusaron
de policías sin que hubiera evidencia concreta de que lo fueran. Tal vez
la misma DFS difundía información en ese sentido para desorientar a
sus enemigos y provocar que se mataran entre sí.
1977: UNA POLÍTICA DE ANIQUILAMIENTO

En agosto de 1976, la Liga intentó secuestrar a Margarita López


Portillo, hermana del presidente electo. En el operativo participó Alicia
de los Ríos y aunque fue un fracaso para la guerrilla, muestra su
determinación de atacar el nivel político más alto. La acción
seguramente influyó en la decisión del gobierno de aniquilar lo que
quedaba de la guerrilla y en consecuencia, en 1977 creció el número de
desaparecidos de Jalisco y sucedieron casos como el siguiente.
En agosto de aquel año Florencio Santos Alvarado y un amigo
llegaron al Distrito Federal en busca de refugio. Se acercaron a la casa
de un tío suyo (Gonzalo Alvarado Padilla), a quien Florencio dijo que
“estaba sentenciado a muerte y que estaba huyendo, ya que pertenecía al
FRAP”. El señor Alvarado contó luego a la DFS que al “oír que su
sobrino pertenecía a las FRAP no supo precisar a qué se refería y lo
único que trató desde el principio fue que se salieran de inmediato de su
casa.” Pero el sobrino estaba desesperado y le “manifestó que se iba a
dar un balazo porque se sentía acosado por la policía”. El tío le
“contestó que si quería darse un balazo, lo hiciera en la calle para que
no lo comprometiera”.
Sintiéndose acorralados, los dos jóvenes guerrilleros elaboraron un
plan que se inició en la Central de Autobuses del Norte donde
compraron boletos para irse a Manzanillo. Y “a las 17 horas (del 21 de
agosto de 1977) salió el autobús 145 Flecha Amarilla de segunda clase
con 40 pasajeros. Durante el trayecto del Distrito Federal en la primera
caseta de cobro de la autopista México-Querétaro” los dos guerrilleros
sacaron pistolas y granadas de mano y “amenazaron a los pasajeros con
matarlos, si las autoridades no liberaban a los hermanos Campaña
López [detenidos en el penal de Guadalajara]”. En la caseta de cobro el
chofer entregó a los empleados un comunicado firmado por el FRAP en
el cual señalaban que estaban “secuestrando el vehículo y los pasajeros”
para obtener la liberación de los Campaña y como “respuesta a las
acciones represivas de la DFS y que en caso de no acceder todos los
pasajeros serían ajusticiados uno a uno. Sus exigencias deberían
difundirse a la opinión pública en el programa de Jacobo Zabludovsky”.
Informaron que el autobús se iría a Guadalajara donde se estacionaría en
la “esquina de Federalismo e Hidalgo” a esperar que cumplieran sus
exigencias.
Todo “lo anterior fue informado a la DFS disponiéndose la
movilización de elementos de la misma, incluyendo a los destacados en
Jalisco y de la Brigada Blanca”. El informe de la DFS asegura que al
mando del operativo iban el “general Francisco Javier Quiroz
Hermosillo y el subdirector Federal de Seguridad, Miguel Nazar Haro”.
No iban con ánimo negociador. Su actitud inflexible se había fortalecido
todavía más con la mano dura del recientemente nombrado director de
la DFS, Javier García Paniagua. En consecuencia, “se giraron
instrucciones a la Policía Federal de Caminos para que con sus unidades
interceptara el autobús impidiéndole continuar” y que para ello debían
coordinarse con miembros de la 16a Zona Militar.
A las 22:30 horas de ese día, a la “altura del kilómetro 98-900 en un
lugar conocido como El Guayabito, entre Pénjamo y la Piedad”,
miembros de la Federal de Caminos “utilizando un camión cisterna,
interceptaron el autobús. Cuando los plagiarios se percataron de que se
encontraba a mitad de la carretera una pipa impidiendo la circulación
del vehículo, de inmediato comenzaron a disparar en contra de los
pasajeros que se hallaban en la parte delantera del autobús”. La DFS
afirma que “previamente habían atado de las manos a los pasajeros del
sexo masculino”. Hubo “5 muertos y 8 heridos de los pasajeros, además
de un Federal de Caminos herido, así como un activista muerto y el otro
lesionado de gravedad [que falleció cuando era transportado a la ciudad
de México]”.40
La desaparición forzada de personas es una de las peores violaciones
a los derechos humanos. No sólo se agrede a la víctima sino que se
somete a la familia a la terrible incertidumbre de no saber qué pasó con
sus seres queridos. Al interrumpir el duelo (rituales con los que se
despide a los muertos), se crea una sensación de vacío y ansiedad que
impulsa a los familiares (especialmente a las madres) a vivir en una
búsqueda permanente. Aunque las desapariciones se iniciaron en
Guerrero en 1969, se propagaron por todo el país a partir de 1973, a
consecuencia del secuestro de Rubén Figueroa en Guerrero y de los
asesinatos de Fernando Aranguren y Eugenio Garza Sada en
Guadalajara y Monterrey respectivamente. Si durante el sexenio de Luis
Echeverría la desaparición fue utilizada para combatir a la guerrilla en
el estado de Guerrero, en 1977 el gobierno de José López Portillo lanzó
una campaña de desaparición de personas ligadas a la guerrilla en
estados como Jalisco y Sinaloa. Hasta 1976 habían desaparecido cinco
personas en Jalisco, en el 77 fueron once. En total fueron centenares.
Durante varias décadas el gobierno se negó a proporcionar
información sobre ellos. Los archivos de la DFS depositados en el Cisen
confirman que un buen número de esas personas fue detenido por la
Federal de Seguridad convirtiéndose, de esa manera, en una prueba
documental de la responsabilidad oficial.
Como señalé en el primer capítulo, mientras revisaba el expediente de
Enrique Pérez Mora, el Tenebras, encontré evidencia de que la DFS
había detenido e interrogado a Alicia de los Ríos (hasta ahora
desaparecida). A partir de ese momento puse especial énfasis en el
asunto. Solicité a la entonces presidenta de la Comisión de Derechos
Humanos del estado de Jalisco, Guadalupe Morfín, una lista de
desaparecidos de la entidad. Me envió una relación con diez nombres a
la cual agregué el de Alicia de los Ríos Merino. Solicité las tarjetas de
cada uno y encontré que ocho de ellos desaparecieron después de haber
sido detenidos e interrogados por la Dirección Federal de Seguridad.
DESAPARECIDOS EN MÉXICO, 1969-1985

Fuente: Comisión Nacional de Derechos Humanos.


DESAPARECIDOS EN GUERRERO, 1969-1981

Fuente: Comisión Nacional de Derechos Humanos.

DESAPARECIDOS EN JALISCO, 1970-1980

Fuente: Comisión Nacional de Derechos Humanos.

DESAPARECIDOS EN SINALOA, 1975-1985


Fuente: Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Revisando detenidamente las tarjetas de estos desaparecidos detecté


dos patrones destacados. El primero es que el grado de peligrosidad de
cada uno de ellos era distinto. Algunos estaban dispuestos y entrenados
para matar o morir. Otros eran militantes de reciente ingreso mal
preparados. El hecho de que todos fueran tratados de la misma manera
significa que había órdenes superiores de eliminarlos.
Miguel Ángel Sánchez Vázquez, el Bule, no representaba un riesgo
real para el gobierno. Cuando fue detenido por la DFS el 7 de abril de
1977, tan sólo tenía 18 años. Era peón de albañil, sólo había hecho
estudios de primaria y secundaria, y la misma DFS reconoce que apenas
un mes antes había sido reclutado. La DFS explica que estaba
“iniciándose en un adoctrinamiento político y militar sin haber cometido
hasta el momento hechos delictuosos y sin llevar una vida clandestina
ya que trabaja y vive con su familia”. Pese a ser inofensivo, Miguel
Ángel fue desaparecido, confirmando con ello la existencia de una
orden de aniquilamiento total de la guerrilla. En abril de 1979
añadieron, al final de su expediente, unas líneas que pretendían elevar
su nivel de peligrosidad asegurando que era “responsable de la brigada
operativa en Guadalajara”.41

NOMBRES DE 11 DESAPARECIDOS QUE ESTÁN EN LAS


LISTAS DE LA CNDH Y SOBRE LOS CUALES HAY
INFORMACIÓN EN LOS ARCHIVOS DE LA DFS DEPOSITADOS
EN EL CISEN, CONFIRMANDO QUE FUERON DETENIDOS POR
FUERZAS GUBERNAMENTALES.
Lugar y fecha
Nombre Número de expedientes
detención
Detención: 11-235-77 H-255 L-
Víctor Arias de la Guadalajara, Jal. 42
Cruz 28/02/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-28
L-43
Detención: 11-235-77 H-191 L-
Guillermo Bautista Guadalajara, Jal. 43
Andalón 15/04/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-
129 L-44
Detención: 11-235-77 H-255 L-
Jorge Salvador Guadalajara, Jal. 42
Carrasco Gutiérrez 28/02/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-30
L-43
Detención: 11-235-77 H-187 L-
Tijuana, BC 43
Pedro Cedillo Díaz
15/04/1977 Interrogatorio: 11-235-77 H-
144 L-44
Detención: 11-235-77 H-255 L-
Alfonso Guzmán Guadalajara, Jal. 42
Cervantes 28/02/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-
280 L-47
Ricardo Madrigal Guadalajara, Jal. Detención: 11-235-77 H-123 L-
Sahagún 15/04/77 44
Jesús Reyes Mayoral Guadalajara, Jal.
Jáuregui* 23/08/77
Detención: 11-235-77 H-180 L-
Francisco Mercado Chihuahua, Chih. 42
Espinoza 11/02/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-
199 L-42
Raúl Mercado Guadalajara, Jal. Interrogatorio: 11-235-77 H-
Martínez 06/04/77 191 L-43
Detención: 11-235-78 H-60 L-
49
Alicia de los Ríos Distrito Federal Interrogatorio: 11-235-78 H-62
Merino 06/01/78 L-49
Declaración voluntaria: 11-235-
78 H-4 L-50
Detención: 11-235-77 H-112 L-
Miguel Ángel Guadalajara, Jal. 43
Sánchez Vázquez 07/04/77 Interrogatorio: 11-235-77 H-
113 L-43

* Aun cuando en el expediente 11-233-77 H-244 L-4 no se reconoce su detención por la DFS,
hay indicios que me hacen suponer que una revisión de los legajos confirmaría que sí lo fue.
Por otro lado, y por razones que no tengo claras encontré que, en abril
de 1979, la DFS distorsionó deliberadamente la información para cerrar
los casos. En ocho de los once expedientes encontré una manipulación
intencionada de la información sobre el destino de las personas
detenidas. Probablemente presionado por la exigencia de los familiares
(o ‘tal vez como parte de la campaña de Javier García Paniagua para ser
nombrado candidato del PRI a la presidencia de la República) el
director Miguel Nazar Haro ordenó que se modificaran los expedientes
para dar pistas falsas y, de esa manera, librarse de la responsabilidad y
cerrar los casos. Los analistas o agentes que cumplieron con esas
órdenes entre el 14 y el 16 de abril de 1979 hicieron un trabajo muy
burdo porque una lectura cuidadosa muestra disparidades evidentes
entre la corrección de 1979 y lo escrito en años anteriores. Hicieron
básicamente cuatro tipos de ajustes.
1. Muertos en enfrentamiento
a) Miguel Ángel Sánchez Vázquez, el Bule.
Versión original: La DFS reconoce haberlo detenido el 7 de abril de
1977 en Guadalajara e interrogarlo el 18 del mismo mes.
Versión corregida (16 de abril de 1979): “El 7 de abril de 1977 fue
violentamente sacado de su domicilio y conducido al DF” por un
comando de la Liga. El 17 de mayo de 1977 Miguel Ángel “resultó
muerto” durante un enfrentamiento con la fuerza pública en la puerta
número 10 del Instituto Politécnico Nacional en la unidad profesional de
Zacatenco. La DFS termina diciendo que “su cadáver quedó a
disposición de las autoridades para su identificación sin reclamarlo
nadie”.42
b) Pedro Cedillo Díaz, Martín.
Versión original: Detenido por la DFS en Tijuana el 15 de abril de
1977. “Se le trasladó al 5° Batallón de Infantería acantonado en la
carretera a Ensenada a disposición de esta DFS a fin de ser interrogado
en el transcurso de la noche”. La DFS volvió a interrogarlo el 28 de
mayo de 1977.
Versión corregida (14 de abril de 1979): “Resultó muerto” en el
enfrentamiento que tuvo lugar en la puerta número 10 del IPN el 17 de
mayo de 1977. Su “cadáver fue trasladado al servicio médico forense en
calidad de desconocido y a disposición de quien lo reclamara no
presentándose nadie para su legal identificación”. Pudieron reconocerlo
porque mostraron la “fotografía de su cadáver a otros miembros del
grupo subversivo quienes de esta forma lo identificaron”.
43

2. Heridos en enfrentamiento y muertos por falta de atención


médica
a) Guillermo Bautista Andalón, el Trompo.
Versión original: La DFS lo detuvo el 15 de abril de 1977 “en su
domicilio particular ubicado en Xóchitl N° 4237 en la colonia El Zapote
en Zapopan, Jalisco”.
Versión corregida (14 de abril de 1979): El 15 de abril de 1977
...fue obligado por un grupo de sujetos de su mismo grupo a trasladarse al Distrito
Federal. Fue identificado como uno de los que participaron en el enfrentamiento el 17 de
mayo de 1977 en la unidad profesional Zacatenco en el Distrito Federal en donde resultó
gravemente herido logrando huir con otros compañeros. Posteriormente a este hecho se
sabe que a consecuencia del enfrentamiento y al no tener los cuidados clínicos necesarios
falleció a consecuencia de las heridas por lo que decidieron sus compañeros inhumarlo
clandestinamente, en un paraje solitario por la carretera que conduce de Chalco a
Amecameca.44

b) Ricardo Madrigal Sahagún, Cacalote.


Versión original: Fue detenido en Guadalajara el 15 de abril de 1977
“a la salida de la fábrica Especialidades, S.A. Confiesa ser miembro
activo de la Liga y que sus actividades consistían en la repartición del
periódico clandestino Madera N° 15 a los obreros del Ferrocarril del
Pacífico”.
Versión corregida (14 de abril de 1979):
Por problemas familiares no quería salir de su lugar de origen por lo que los dirigentes
de la Liga le ordenaron se trasladara al DF, siendo obligado el 15 de abril de 1977.
Identificado como uno de los participantes del enfrentamiento del 17 de mayo de 1977 en
la puerta 10 del IPN donde resultó gravemente herido logrando huir. Posteriormente a este
hecho se sabe que a consecuencia de las heridas sufridas falleció, decidiendo sus
compañeros inhumarlo clandestinamente en un paraje solitario por la carretera que conduce
de Chalco a Amecameca.45

c) Jorge Salvador Carrasco Gutiérrez, Luis.


Versión original: El 28 de febrero de 1977 la DFS rodeó una casa de
seguridad de la Liga en la calle Purísima N° 2017 colonia Oblatos de
Guadalajara. Los que estaban dentro arrojaron “una bomba de tipo
casero que estalló en la calle sin lesionar a ninguna persona, por lo que
se contestó el fuego para amedrentar a los que [se] hallaban dentro del
inmueble arrojando además tres bombas de gases lacrimógenos, lo que
obligó a los moradores a abrir la puerta de la casa y salir con los brazos
en alto, siendo detenido este elemento”.
Versión corregida (16 de abril de 1979): Se repite la versión del
ataque a la casa de seguridad para luego agregar que “la balacera dio
tiempo a que se escaparan tres miembros del grupo percatándose los
agentes que iban gravemente heridos”. La DFS asegura que entre ellos
iba Jorge Salvador y “que por declaraciones de otros miembros de su
grupo se tuvo conocimiento que llegó a una casa de seguridad en
Mazatlán, Sinaloa, muy mal herido lo que ocasionó que por falta de
atención médica falleciera”.46
3. Siguen prófugos
a) Alicia de los Ríos Merino, Susana.
Versión original: “Detenida el 5 de enero de 1978 cuando pretendía
llevar a cabo una entrevista con Leticia Galarza Campos... resultó herida
de un rozón en el brazo izquierdo”. También aseguran que dio una
declaración voluntaria el 11 de marzo de 1978.
Versión corregida (16 de abril de 1979): “No se considera que esta
persona haya desaparecido ya que por el contrario es buscada por todas
las corporaciones policiacas por su presunta participación en los hechos
mencionados” (se refieren al secuestro de Lorena Keller Wurtz).47
b) Francisco Mercado Espinoza, el Flaco o el Chiquilín.
Versión original: Fue detenido el 10 de febrero de 1977 “a las 14
horas por agentes de esta DFS en ciudad Juárez cuando repartía el
panfleto Madera N° 28 de la Liga”. Añaden que “el 16 fue presentado
en esta DFS”.
Versión corregida (14 de abril de 1979):
Identificado como uno de los que participaron en el enfrentamiento con las fuerzas
públicas en ciudad Juárez, Chihuahua, el 10 de febrero de 1977. En dicho enfrentamiento
fue gravemente herido [y se fugó] en compañía de otros tres individuos más a bordo del
automóvil marca Ford Maverick de color azul, sin placas de circulación, haciendo uso de
las armas largas que portaban. Posteriormente a los anteriores hechos no se ha vuelto a
tener noticias de este elemento, mismo que actualmente se busca por todas las policías del
país.48

4. Un secuestro muy particular


a) Jesús Reyes Mayoral Jáuregui.
Padre de Rubén Mayoral del FRAP. Desapareció el 23 de agosto de
1977 a los 70 años. En su expediente la DFS no reconoce haberlo
detenido en un operativo. Sólo cita los documentos de los familiares que
acusan a la DFS. Sin embargo, es muy posible que desapareciera cuando
estaba bajo custodia de la DFS porque el 14 de abril de 1979 también
hicieron una corrección: “la desaparición de este individuo sigue
[siendo] investigada por diferentes corporaciones policiacas, toda vez
que la misma está considerada como un verdadero secuestro ya que no
se han localizado antecedentes en el sentido de que se haya dedicado a
actividades ilicitas”.49
Las correcciones a estos expedientes fueron hechas por dos analistas
o agentes que pusieron sus siglas: EVG y RCND. Es posible
identificarlos; sólo tienen que consultarse los legajos y/o acceder a las
hojas de filiación de la DFS que conserva el Cisen. Por otro lado, sin
negar la importancia de revisar cada uno de los casos, es indispensable
que se realice un análisis conjunto de todos los expedientes sobre
desaparecidos que elaboró la DFS y que también se encuentran en el
Cisen. Deben cotejarse entre sí las tarjetas y los expedientes y analizar
las fotografías de cada hecho. Un trabajo de este tipo permitiría
establecer con precisión patrones como el mencionado anteriormente y
ayudaría a comprender los métodos que se siguieron para desaparecer
personas. Eso redundaría en un marco más adecuado para la
investigación de casos individuales. Por mi parte, pese al acceso
restringido puedo asegurar que hubo una política deliberada (y
profundamente inmoral y deshonesta) para desaparecer personas y
manipular información.
¿Quién dio la orden de ejecutar a los guerrilleros como en el caso del
secuestro del autobús Flecha Amarilla, o de detenerlos, desaparecerlos y
ocultar la información sobre su destino como sucedió con las personas
arriba mencionadas? ¿Fue decisión de los responsables de combatir a la
guerrilla o fueron instrucciones aprobadas o toleradas por el secretario
de Gobernación y el presidente de la República? En una entrevista
realizada en junio de 2001,José López Portillo explicó que, de acuerdo
con su secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, decidió
combatir a la guerrilla con una ley de amnistía y una reforma política.
Negó haber girado alguna instrucción para detener y desaparecer
personas, aunque agregó que “posiblemente sí había alguna inercia de
las medidas que se tomaban para controlar estos movimientos
clandestinos”.50
La pretendida ignorancia del ex presidente al respecto carece de
sustento. En la anotación correspondiente al 12 de junio de 1977 de sus
memorias, José López Portillo escribió: “se sigue desgranando la Liga
Comunista 23 de Septiembre. Casi cada día caen algunos de sus
miembros. La brigada creada al efecto y la gente de Durazo están
haciendo un buen trabajo”.51 Es decir, estaba perfectamente enterado de
que había una Brigada (Especial o Blanca) y de que el delincuente
uniformado como policía, el Negro Durazo, participaba en el combate
desde otra corporación. De hecho, en 1980, y como reconocimiento a
los servicios prestados concedió el grado de teniente coronel a Miguel
Nazar Haro cuando éste era director de la DFS. López Portillo también
distinguió a Javier García Paniagua (quien de la DFS pasó a ser
subsecretario de Gobernación, secretario de la Reforma Agraria,
presidente del PRI y secretario del Trabajo) a tal grado que el jalisciense
llegó a estar convencido de que tenía posibilidades de convertirse en
sucesor de López Portillo.
Sugiero también otra explicación. En agosto de 1976 la Liga intentó
secuestrar a Margarita, la hermana más querida de López Portillo. En la
entrevista antes mencionada, el ex presidente reconoce: “el atentado me
afectó directa y especialmente y me enseñó cuál era el futuro si permitía
que el fenómeno [de la guerrilla] se incrementara”. Dudo mucho que
José López Portillo ordenara el asesinato y desaparición de los jóvenes
guerrilleros. No tenía el carácter necesario para ello. Lo que hizo fue
mantener la línea dura, mientas simulaba impulsar la apertura. Por ello
fue que llegó a la dirección de la DFS Javier García Paniagua (apoyado
por Margarita López Portillo y rechazado por Jesús Reyes Heroles) cuya
vocación represora embonó a la perfección con sus ambiciones políticas
(aniquilar a la insurgencia apuntaló su meteórico ascenso en la política).
López Portillo dejó que los “muchachos” de la DFS actuaran de
acuerdo a sus usos y costumbres. Él optó por no enterarse. Un militar de
alto rango me confirmó que López Portillo prefería que no le
informaran sobre lo que se estaba haciendo con los guerrilleros. Se trata,
por supuesto, de una hipótesis pendiente de verificar para poder
contrastar los estilos de reprimir de otros presidentes (en especial de
Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría). Esos son algunos de los
muchos enigmas que dejó una década de violencia.

NOTAS
1 Frente Estudiantil Revolucionario, FER, expediente 100-12-1-70 H-325 L-17, Archivo del Cisen.

2 Idem.
3 Entrevista con Jesús Morales Hernández, el Momia, Guadalajara,Jal., julio de 1987.
4 Frente Estudiantil Revolucionario, op. cit.
5 Idem.
6 Entrevista con Gustavo Hirales Morán, 4 de mayo de 2001.
7 Idem.
8 Raúl López Melendres, el Petros, expediente 11-235-74 H-151 L-6, Archivo del Cisen.
9 De acuerdo a la DFS estuvieron Fernando Salinas Mora, Ignacio Arturo Salas Obregón, Rodolfo, Manuel y
Eleazar Gámez García, Gustavo Adolfo Hirales Morán, José Ángel García Martínez, Ignacio Olivares Torres,
Héctor Torres González, José García Wenceslao, Francisco Rivera Carvajal, David Jiménez Sarmiento y
Edmundo Medina Flores. DFS, “Evolución histórica del movimiento subversivo hasta llegar al frente
revolucionario común, Liga Comunista 23 de Septiembre”, 14 de mayo de 1974, Archivo del Cisen (las
cursivas son mías).
10 Frente Estudiantil Revolucionario, op. cit.
11 Idem.
12 Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, FRAP, expediente 11-233-73 H-215 L-2 y David López
Valenzuela, Armando, Jorge, Sebastián, Acosta o Alejandro, expediente 100-9-1-69 H-186 L13, Archivo del
Cisen.
13 Memorándum de conversación, “Secretary Rogers Meeting with President Echeverría”, Los Pinos, 13 de
mayo de 1973, Colección de Documentos Desclasificados, Biblioteca del Congreso, Washington, DC.
14 Guillermo Robles Garnica, Guadalajara: La guerrilla olvidada. Presos en la isla de la libertad, México,
Ediciones la Otra Cuba, 1996, p. 109.
15 Frente Estudiantil Revolucionario, op. cit.
16 Comandos del FER, expediente 11-221-72, Archivo del Cisen.
17 Fernando Salinas Mora, Richard, expediente 11-207-73 H-198 L-9, Archivo del Cisen.
18 Documento sin fecha. Incluido en legajo 11/221 L-1, Archivo del Cisen.
19 Fernando Aranguren Castiello, expediente 11-235-73 H-148 L-1, Archivo del Cisen.
20 Frente Estudiantil Revolucionario, op. cit.
21 Jesús Morales Hernández, el Momia, expediente 11-221-72 H-312 L-1, Archivo del Cisen.
22 José Guadalupe Zuno Hernández, expediente, 29-14-69 H-23 L-1, Archivo del Cisen.
23 Las citas vienen de David López Valenzuela, op. cit., y Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo,
FRAP, expediente 11-233-73 H-215 L-2., Archivo del Cisen.
24 Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, op. cit.
25 Dirección Federal de Seguridad, “Evolución histórica del movimiento subversivo hasta llegar al frente
revolucionario común, Liga Comunista 23 de Septiembre, 14 de mayo de 1974, Archivo del Cisen.
26 Terrance George Leonhardy, expediente 11-233-73 H-1 L-1, Archivo del Cisen.
27 Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, op.cit.
28 Frente Estudiantil Revolucionario, op.cit.
29 Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, op.cit.
30 Idem.
31 Entrevista con analista de la DFS, 9 de septiembre de 2000.
32 Entrevista con ex agente de la DFS que trabajó en el archivo, México, DF, 10 de agosto de 2000.
33 Entrevista con Mario Álvaro Cartagena, el Guaymas, Guadajalara, Jal., julio de 1987.
34 Elena Poniatowska, Fuerte es el silencio, México, Ediciones Era, 1980, p. 109.
35 Entrevista con Jesús Morales Hernández, op.cit.
36 Fernando Aranguren Castiello, op.cit.
37 Fernando Salinas Mora, op.cit.
38 Enrique Pérez Mora, el Tenebras, expediente 80-156-76 H22 L-1, Archivo del Cisen.
39 David López Valenzuela, op.cit.
40 Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, op.cit.
41 Miguel Ángel Sánchez Vázquez, expediente 11-235-77 H-112 L-43, Archivo del Cisen.
42 Idem.
43 Pedro Cedillo Díaz, Martín, expediente 11-235-77 H-226 L-43, Archivo del Cisen.
44 Guillermo Bautista Andalón, El Trompo, expediente 11-235-77 H-191 L-43, Archivo del Cisen.
45 Ricardo Madrigal Sahagún, Cacalote, expediente 11-235-76 H-16 L-39, Archivo del Cisen.
46 Jorge Salvador Carrasco Gutiérrez, Luis, expediente 11-235-77 H-255 L42, Archivo del Cisen.
47 Alicia de los Ríos Merino, expediente 11-235-78 H-60 L-49, Archivo del Cisen.
48 Francisco Mercado Espinoza, El Flaco, El Chiquitín, expediente, 11-235-75 H-58 L-26, Archivo del Cisen.
49 Jesús Reyes Mayoral Jáuregui, expediente 11-233-77 H-244 L-4, Archivo del Cisen.
50 Entrevista de Alan Zarembo (corresponsal de Newsweek) con José López Portillo, México, DF, 22 de junio
de 2001. Agradezco que me haya proporcionado copia de la grabación.
51 José López Portillo, Mis tiempos, Tomo I, México, Fernández Editores, 1988, p. 594.
CAPÍTULO 8
BALANCE Y CONSECUENCIAS

En Jalisco, al igual que en el resto de México, el régimen aplastó la


rebelión armada. Con ello la DFS salió fortalecida porque, como en el
pasado, había entregado resultados efectivos y eso bastaba para que se
pasaran por alto sus métodos. Sin embargo, en el mediano y largo plazo
la forma en que triunfaron tuvo consecuencias negativas para los
vencedores. Quiero comenzar con una pregunta elemental que, hasta
donde conozco, no ha sido planteada: ¿qué tan grave fue la amenaza
representada por la guerrilla mexicana para la seguridad nacional?
Una forma de responder es evaluando la capacidad y el número de los
combatientes. La cifra nunca ha sido precisada pero uno de los militares
que participó más activamente en la contrainsurgencia, el general
Miguel Arturo Acosta Chaparro, terminó en 1990 un manuscrito
(confirmando que lo suyo era la represión más que la redacción) en el
cual, aunque fracasó en su empeño de denunciar conspiraciones, incluye
las listas de los activistas de cada organización que, según una fuente
bien informada, provienen de los archivos de la DFS.1 No es un
indicador totalmente confiable, pero nos aproxima a las estimaciones
que el aparato de seguridad hacía sobre la guerrilla.

COMBATIENTES DE GRUPOS GUERRILLEROS EN LOS AÑOS


SESENTA Y SETENTA
País Guerrilla Miembros* Año del dato
Sesentas y
México 29 organizaciones 1,860
setentas
Uruguay Tupamaros 3,000 1970
Argentina Montoneros 800 1975
Ejército Revolucionario del
Argentina 500 1975
Pueblo
Vanguardia Revolucionaria del
Brasil 150 -
Pueblo

* El número de guerrilleros varía de acuerdo al año en que fue tomado el dato. Las cifras presentadas corresponden al
momento en que se les atribuyen más miembros.
Fuentes: Acosta Chaparro, 1990; Lamberg, 1971; Gociol y Rosemberg, 1995; y Moss, 1972.

En comparación con otras organizaciones de América Latina, y en


términos agregados, la guerrilla mexicana era relativamente destacada.
Su peligrosidad, sin embargo, era menor debido a que estaba dispersa en
29 grupos, al nulo reconocimiento que recibió de los revolucionarios del
mundo y a lo desigual de su preparación. La principal guerrilla urbana,
la Liga Comunista 23 de Septiembre, tenía una base social bastante
pobre y sus 347 combatientes no estaban capacitados de manera
uniforme, ni ideológica ni militarmente. Los únicos que tenían cierto
arraigo social y territorial eran aquellos que provenían de los barrios de
Guadalajara, quienes estaban dispuestos al enfrentamiento pero que, sin
embargo, por la rapidez de su incorporación, carecían de una
preparación política sólida.
El director de la DFS, Luis de la Barreda Moreno, hizo una
evaluación de uno de ellos, Luis Guillermo Wonche Corona, el Master,
y concluyó que sus “conocimientos sobre socialismo y comunismo son
sumamente raquíticos, a pesar de querer demostrar lo contrario. Se le
nota que en lugar de prepararse ideológicamente ha realizado asaltos y
robos para beneficio personal y para el sostenimiento de sus vicios,
puesto que es adicto a las bebidas embriagantes y a drogas en calidad de
pastillas”. La peligrosidad de él y su grupo, según De la Barreda,
consistía en que eran “decididos [gracias al] entrenamiento que en su
pasado recibieron”.2 Dicho entrenamiento se reducía a enfrentamientos
a golpes con otros grupos de barrio o de la FEG, nunca incluyó un
combate con militares o agentes federales fuertemente armados.
Si uno regresa al cuadro que resume el costo social de la violencia
política (capítulo 7), se advierte que los Vikingos hubieran podido
combatir con éxito la violencia de la FEG, no así la de la Federal de
Seguridad y del ejército. Sólo un agente de la DFS (Max Toledo) murió
en un enfrentamiento. El resto, integrado por policías y soldados, cayó
en emboscadas. Puede asegurarse que la guerrilla mexicana tenía una
capacidad limitada y en regiones muy específicas. Era un factor
irritante, no una amenaza real a la seguridad nacional. Representaban,
eso sí, un peligro potencial; de ahí derivó la percepción generalizada de
que en efecto constituían una amenaza. Esta visión estuvo
profundamente influida por la deficiente calidad de los servicios de
inteligencia y por el entorno social. Una comparación me ayudará a
contextualizar este argumento.
En los años sesenta y setenta había una predisposición gubernamental
a aniquilar, tanto política como físicamente, cualquier intento de
rebeldía. Tal postura se justificaba exagerando el verdadero alcance de
las amenazas y aprovechando el hecho de que no existía un rechazo
generalizado a la represión. Eso había cambiado en los años noventa. En
1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declaró la
guerra al ejército mexicano e informó sobre su intención de marchar
hacia la ciudad de México. Se trataba de una aspiración y un recurso
retórico y así fue entendido por el régimen, que optó por una salida
negociada después de valorar la seriedad de la amenaza y de percatarse
de la resistencia que la sociedad oponía a la represión indiscriminada.
Otra comparación relevante es el escrito del general Acosta Chaparro,
quien en 1990 aseguró de nueva cuenta que la subversión en México se
había originado en Cuba; con ello intentaba recrear una fórmula que le
había funcionado en el pasado. Esta vez no tuvo éxito porque el país
había cambiado.
En capítulos anteriores demostré que la Federal de Seguridad no tenía
una capacidad analítica aguda. Quisiera ahora dar otro paso y proponer
que la DFS distorsionó de manera deliberada la información y el
análisis sobre la insurgencia. Un documento de la DFS (fechado en
1974) sobre el origen de la Liga Comunista 23 de Septiembre, es
notable por lo que dice y por lo que calla. Por ejemplo, entre los
orígenes de la insurgencia incluye a Cuba y menciona conferencias
internacionales en las que izquierdistas mexicanos recibieron la
indicación de que “cada universidad debería ser una trinchera de lucha
en contra del imperialismo y de los gobiernos lacayos al mismo”. En
ninguna parte menciona que, por la perpetua luna de miel entre México
y La Habana, Cuba jamás apoyó a los revolucionarios mexicanos.
Nunca se refiere al indiscutible control que tenía el PRI sobre la vida
política nacional, ni hace esfuerzo alguno por evaluar la seriedad de la
amenaza.
La pobreza analítica se transforma en precisión a la hora de enumerar
hechos y nombres (aunque frecuentemente cometían pequeños errores).
La DFS tenía perfectamente detectados a quienes participaban en los
diversos grupos guerrilleros y la evolución que éstos iban teniendo. En
el documento de la DFS que referí previamente aparece el siguiente
párrafo:
A fines de abril de 1974, la Liga tuvo una tercera reunión nacional en la que analizaron
los fracasos organizativos por lo que asistieron a ésta Ignacio Arturo Salas Obregón, José
Ángel García Martínez, Rodolfo Gómez Garda, Jorge Luna Lujano, un individuo de
apellido García Corral, uno llamado Francisco, David Jiménez Sarmiento, José Bonfilio
Cervantes, José García Wenceslao y Edmundo Medina Flores.3

Lo verdaderamente notable de estas líneas es su actualidad. El


documento es del 14 de mayo de 1974, dos semanas después de que se
reuniera el principal núcleo de dirección de la Liga. Es entonces posible
que la dirección de la principal organización guerrillera estuviera
infiltrada por la DFS (algo similar ocurrió en el caso de Víctor Rico
Galán y la dirección del movimiento del 68). Otra posibilidad que no
puede descartarse es que el principal dirigente de la organización,
Ignacio Arturo Salas Obregón, hubiera entregado esa información
cuando fue detenido después de dicha reunión. Sin embargo, de haber
sido Salas Obregón la fuente, seguramente aparecerían los nombres de
todos (dos de ellos están incompletos).
Existe un patrón muy consistente que me permite sostener que la DFS
dejó florecer y/o prolongó artificialmente la rebelión para justificar su
existencia e incrementar su fuerza y prestigio como el principal servicio
de inteligencia civil. Son detalles menores que se acumulan a lo largo de
los años y que van creando una norma en el manejo de la información.
Todo organismo de seguridad requiere de un enemigo, y mientras más
poderoso sea éste, mayor será la influencia y poder de aquél. Sin
embargo, en el México de esos años la oposición de izquierda nunca
representó una amenaza real y Fernando Gutiérrez Barrios, Miguel
Nazar Haro y Javier García Paniagua armaron su prestigio y poder sobre
la falsa idea de haber derrotado a organizaciones poderosas.
La DFS triunfó porque estaba mejor organizada y equipada, pero
también por la debilidad y falta de preparación del enemigo que
combatía y por la indiferencia de la sociedad mexicana y la comunidad
internacional. Eso me lleva a concluir que la rebelión no fue inevitable y
que, ya iniciada, pudo haber sido manejada con métodos menos
sangrientos (sobre todo cuando estaba más debilitada, en 1976 y 1977).
Como en una tragedia griega, en el éxito se incubaba la semilla de la
derrota y los vencedores en esa coyuntura (la FEG, la DFS, el régimen)
fueron derrotados en el mediano y largo plazo. En el desenlace influyó
la manera en que habían triunfado.
LA EJECUCIÓN DE CARLOS RAMÍREZ LADEWIG

El hecho que mejor condensa las tensiones y contradicciones al interior


de la FEG fue la ejecución de Carlos Ramírez Ladewig, jefe máximo
del Grupo que controlaba la Universidad de Guadalajara. En la forma en
la que la DFS condujo el caso aparece su fortaleza en el ámbito de la
investigación policiaca, y su debilidad asociada a la falta de una ética
pública.
El 12 de septiembre de 1975 Ramirez Ladewig salió de su oficina en
el Seguro Social, del cual era el delegado. Se acercaba la hora de la
comida (momento sagrado para el Jalisco de aquellos años), Carlos
manejaba su Mercedes Benz cuando, en una esquina, un individuo le
hizo los primeros disparos. Luego, apareció otro hombre y después otro
más. Al unísono apretaron los gatillos con frialdad de profesionales
pegándole al licenciado 12 balas de calibre 9 milimetros, .45 y .38. El
sepelio fue impresionante; congregó a la clase política de Jalisco y del
país. Cualquier diferencia entre familias políticas se borró ese día, y a
dar el pésame llegaron los Zuno, los García Barragán, las fuerzas vivas
y miles de estudiantes (la mayoría de los cuales, informó la DFS, iban
armados).
También llegó el subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez
Barrios, para informar del compromiso del presidente Luis Echeverría y
de su gobierno para resolver el misterio. Para ello, dejaron en la “Perla
de Occidente” a su investigador estrella, al subdirector de la DFS,
Miguel Nazar Haro. Éste fue el único caso importante en el que, además
de las tarjetas, pude consultar los expedientes y legajos, los cuales
suman más de 500 páginas. La diferencia entre tarjetas y expedientes es
notable. Las primeras contienen breves extractos con la fecha y la clave
de localización del expediente. Los legajos y expedientes contienen
información en abundancia. No toda es confiable por supuesto, pero hay
material suficiente para reescribir buena parte de la historia mexicana.
Confieso que al revisar la manera en que Nazar llevó el caso me
deslumbró su capacidad de investigador policiaco (que no es lo mismo
que analista). También me sacudió profundamente su amoralidad y su
falta de ética. En ambos aspectos, se manifiestan los impulsos
intelectuales y existenciales que lo llevaron a esa obsesión por recopilar
información de manera sistemática, y detener guerrilleros para
torturarlos y, tal vez, ejecutarlos.
Su pesquisa sobre Carlos Ramirez duró entre tres y cuatro meses. El 6
de enero de 1976 Nazar Haro concedió una rara conferencia de prensa
en Guadalajara. En ella, presentó los grandes trazos de la investigación,
entregó conclusiones y señaló a los responsables, agregando que serían
detenidos. Desentrañó el misterio a partir de un coche Ford Falcon con
placas HSV-665 que había sido utilizado por los verdugos. El automóvil
había sido robado y le habían sobrepuesto esas placas, obtenidas de
manera irregular a través de los hermanos Roberto e Isidro Urzúa. Si se
recuerda, uno de ellos, Isidro, el Niño, era fundador de la FEG. Quien
pidió (y obtuvo) las placas fue Pedro Ornelas Rochín, el Perico, quien
en algunas etapas de su vida había estado asociado a la banda del
Pelacuas (también de la FEG).
Según la versión de Nazar, el Perico declaró ante la DFS que solicitó
las placas para dárselas a Francisco Javier Martínez Mejía, a quien se
había encontrado casualmente en febrero de 1974 en un puesto
ambulante de mariscos. Francisco Javier le pidió el juego de placas
diciéndole que para él resultaría sencillo este trámite ya que para la
gente del Pelacuas las autoridades tramitaban todo tipo de asuntos. El
Perico se sintió halagado cuando escuchó a Francisco Javier decirle que
"le guardaba cierta admiración debido a que destacó [el Perico] en el
deporte de la lucha olímpica y a que perteneció al grupo de Carlos
Morales, el Pelacuas".4
“Al saberse que Francisco Javier Martínez Mejía era el último
tenedor de las placas de referencia [informó Nazar Haro] se estableció
que éste ya era buscado por las autoridades debido a su participación en
los planes del secuestro del Lic. José Guadalupe Zuno Hernández”. Con
este dato, las pesquisas se orientarían a la guerrilla y, en especial, al
FRAP. Las autoridades mostraron la fotografía de Martínez Mejía a una
testigo clave, Eloísa Ángel Ponce, quien lo reconoció “como uno de los
individuos que portaban un arma”.
A continuación, Nazar Haro visitó a David López Valenzuela,
miembro del FRAP que estaba en el Penal de Oblatos y que era
informante de la DFS. López Valenzuela le confirmó que Francisco
Javier había elaborado el “documento denominado Directorio burgués”:
una relación de personajes ricos y poderosos que en un momento dado
serían “secuestrados o aniquilados” y que en ese listado figuraba Carlos
Ramírez Ladewig (Francisco Javier era parte del comando de
aniquilamiento). La conclusión era obvia, nítida, previsible: Nazar Haro
había “comprobado que los miembros del FRAP fueron los ejecutores
de Carlos Ramírez Ladewig ya que eran los propietarios de las placas
HSV-665”. Si éstos no se atribuyeron la responsabilidad del operativo
fue “porque eso provocaría un caos dentro de la Universidad y una
división dentro de las filas de la FEG, ya que sospecharían que la
agresión podría provenir de cualquiera de los grupos que la componen,
del gobierno estatal o federal”.5
Poco después (el 13 de enero), el rector de la Universidad de
Guadalajara, Jorge Enrique Zambrano Villa, y el presidente de la FEG,
Félix Flores Gómez, expresaron su beneplácito por los resultados de la
investigación. Pero no todos quedaron satisfechos y el 10 de abril de ese
año el hermano de Carlos, Álvaro Ramírez Ladewig, acusó a los
investigadores de “haber engañado al señor presidente” (Echeverría)
diciendo que los asesinos eran del FRAP cuando él estaba convencido
que habían sido “fuerzas de extrema derecha ... afines o aliadas al
imperialismo yanqui”. Basada su afirmación en el hecho de que el jefe
del Grupo había sido un “hombre de izquierda y declarado
públicamente socialista”.6 Sus acusaciones tuvieron escasa repercusión,
en buena medida porque la versión de Nazar era hermética, blindada,
sin resquicios o cabos sueltos. El 2 de mayo de 1976 la DFS informó
que dos miembros del FRAP, Ramón Campaña López y María Trinidad
Cuevas Torres, habían sido detenidos y que aceptaban haber participado
en el asesinato de Carlos Ramirez. El caso estaba cerrado.
En el ámbito de los servicios de inteligencia, la claridad puede ser
engañosa y ocultar ciertos aspectos de la realidad. Hubo otra
investigación, la original, que se mantuvo secreta y que, dada su
importancia, transcribí íntegra para incluirla como anexo del libro. Es
una versión concluida a finales de noviembre de 1975 y es igualmente
precisa y clara. La diferencia radica en que, como en las novelas de
misterio, en determinado momento los personajes empiezan a moverse
de distintas maneras y el final es radicalmente diferente. Según este
informe, no fueron las FRAP las que mataron a Ramírez Ladewig.
En la investigación secreta, cuando Nazar Haro descubre que Pedro
Ornelas Rochín, el Perico, había recibido las placas de los Urzúa, se va
a Los Ángeles a buscarlo. En California es recibido por dos agentes del
FBI que “se pusieron a sus órdenes”. Encontraron rápidamente a
Ornelas Rochín que aceptó regresar a México “acompañado de su
señora madre”. El 6 de noviembre volaron a la capital (no a
Guadalajara) en donde el Perico dio una declaración detallada (y
diferente) sobre el vehículo y las placas, según la cual, quien poseía el
coche (que era robado) era Jaime Soulé Padilla, ladrón que abastecía de
automóviles robados al presidente de la FEG, José Manuel Correa
Ceceña. Soulé le tenía mucho cariño al Ford Falcon “porque lo hacía
sentirse agente secreto por la antena que llevaba”. Pese al afecto que le
tenía al automóvil, Soulé le debía dinero al Perico quien, pistola en
mano, se cobró con el vehículo.
El 19 de febrero de 1974, el Perico llevó el auto a la Facultad de
Derecho de la Universidad de Guadalajara en donde se encontró a
Roberto Urzúa Uribe a quien pidió que “con sus influencias le
consiguiera unas placas de circulación” para el coche. Urzúa aceptó y
esa misma tarde el Perico recibió (en la casa de la Chiquis Flores) las
placas HSV-665; para expresar su agradecimiento le entregó a Roberto
Urzúa “una caja con botellas de Ron Potosí”. Una vez obtenidas las
placas nuevas “utilizó el coche hasta el mes de abril de 1974, fecha en
que se encontró con Javier Canales que tenía bastante amistad e
influencia con José Manuel Correa Ceceña”, entonces presidente de la
FEG. El Perico solicitó a Canales que le arreglara un encuentro con
Correa Ceceña, Canales estuvo de acuerdo.
Durante su charla con el Perico, Canales vio el reluciente Ford
Falcon y dijo que estaba “muy bonito y que le gustaba, pidiéndole que
se lo vendiera”. Acordaron un precio, Canales pagó y el coche se llevó.
Días después, Ornelas Rochín estaba en su casa y “vio que se acercaba
el automóvil que había vendido recientemente reconociéndolo desde
lejos por la antena [aunque ya] no tenía puertas y en él iban cuatro
individuos con armas largas, cubiertas con unos sarapes, reconociendo a
Javier Barba... un elemento incondicional de Correa Ceceña. Que por el
mes de agosto el Perico volvió a ver el coche y sus placas, ya con
puertas y pintado de color verde”. Al mes siguiente (septiembre de
1974) el Perico se fue a Los Ángeles, de donde regresó cuando Nazar
Haro fue por él. El informe secreto concluye: “se procede en la
investigación a detener a Javier Canales y Javier Barba”.7 Jamás fueron
detenidos. Esa línea de investigación se frenó.
¿Cuál de las dos versiones es la correcta? ¿Quién ejecutó a Carlos
Ramírez Ladewig? Respuesta no hay, pero es claro que Nazar Haro dejó
pasar la pista que conducía directo a la FEG y se sacó de la manga la
acusación contra el FRAP. A reserva de que en el futuro aparezca
información nueva, me parece más coherente la investigación secreta
que apuntaba al interior de la FEG. Embona mejor con el ambiente de la
época y con ciertos indicios que aparecen en otras partes de los archivos
de la DFS.
Por ejemplo, en las tarjetas sobre Carlos Ramírez Ladewig se dice
que el 31 de enero de 1975 éste se reunió con “Genaro Cornejo,
Guillermo Gómez Reyes, Enrique Zambrano Villa, Adalberto Gómez
Rodríguez, Noé Magaña, Enrique Alfaro, Isidro Urzúa y José Manuel
Correa Ceceña”. Durante el encuentro, Ramírez Ladewig les dijo que se
estaba organizando un “golpe armado de tipo guerrillero contra
Echeverría. Agregó que todos, sin excepción, tendrán que adherirse a
este movimiento porque tiene grandes posibilidades de éxito, que estaba
en pláticas con Cuauhtémoc Cárdenas y Braulio Maldonado” quienes
darían a la FEG una posición relevante. “La propuesta provocó
discrepancias principalmente de Genaro Cornejo y Guillermo Gómez
Reyes quienes dijeron que era suicida, que no veían posibilidades de
triunfo contra el gobierno”. Según la DFS, al “terminar la reunión
algunos insinuaron que Ramírez Ladewig no andaba bien de sus
facultades mentales”.8 Un asistente al encuentro no recuerda que se
hubiera hecho tan fantasiosa propuesta, pero confirma los rumores sobre
el frágil equilibrio emocional que tenía el jefe del Grupo. Es entonces
posible que dentro de la misma Federación surgiera la idea de
eliminarlo.

33. Carlos Ramírez Ladewig, jefe del Grupo que controlaba a la FEG y a la Universidad de
Guadalajara. Fue ejecutado en septiembre de 1975 y la evidencia que responsabilizaba al Grupo
fue ocultada por la DFS.
34. Mercedes Benz en que viajaba Carlos Ramírez Ladewig. Su asesinato fue un operativo de
profesionales que tuvo profundas repercusiones políticas.

De ser cierta esta interpretación, cuando Nazar Haro terminó la


investigación que apuntaba hacia la Federación de Estudiantes de
Guadalajara la presentó a sus superiores, que valoraron el costo político
que tendrían que pagar si detenían a algún dirigente universitario. Eso
hubiera beneficiado a los grupos guerrilleros, que aunque estaban
golpeados, mantenían cierta fuerza. En consecuencia, invocando
“razones de Estado” o apoyándose en la “seguridad nacional”
Echeverría y Gutiérrez Barrios ordenaron a Nazar Haro que rehiciera la
investigación para encontrar a unos culpables más cómodos. La
guerrilla era la opción más obvia. En el transcurso de unos cuantos días
obligaron a los detenidos a rehacer sus declaraciones (tarea nada difícil
puesto que todos tenían juicios pendientes por robo, narcotráfico,
homicidios, etcétera). Pedro Ornelas Rochín, entre otros, volvió a
declarar el 13 de diciembre e hizo los ajustes pertinentes en nombres,
fechas y circunstancias para inculpar al FRAP. La DFS reelaboró un
retrato hablado para que fuera reconocido por una testigo ocular (otro
testigo “dijo que pudiera ser aunque sin precisarlo con exactitud”).
Es también obvio que se pactaron acuerdos con quienes cambiaron su
declaración. Meses después, Pedro Ornelas Rochín escribió desde la
penitenciaria una afectuosa carta a Miguel Nazar Haro. Lo hacía a
nombre del grupo del Pelacuas y entre otras cosas le decía: “Señor
Miguel: Lo único de valor que tenemos son nuestras vidas y las
ponemos a sus órdenes. Si usted nos da la mano podemos salir adelante,
hemos pensado mis compañeros y yo, que poniéndonos a sus órdenes
podemos ayudarle contra los guerrilleros, que son el principal factor de
la violencia que está viviendo la patria y el gobierno del licenciado Luis
Echeverría”.9 Aproximadamente tres años después Nazar influyó para
que el Pelacuas, el Perico y algunos más fueran liberados.
Un enigma sobre el cual no encontré pistas fue la identidad de los
autores del bombazo más devastador ocurrido durante aquella década de
violencia política. El 12 de septiembre de 1976 explotó una bomba con
tres cartuchos de dinamita en medio de la multitud que se había reunido
en el cementerio para conmemorar el primer aniversario de la muerte de
Carlos Ramírez Ladewig. La explosión dejó como saldo un muerto y 44
heridos y la DFS especuló con la posibilidad de que el autor hubiera
sido la Unión del Pueblo.10
Otros responsabilizaron al FRAP. Es por supuesto posible que ésa u
otra organización hubiera cometido el atentado. Álvaro Ramírez
Ladewig sugiere que fue el gobierno de Echeverría el que plantó la
bomba para evitar que Jorge Enrique Zambrano Villa llegara a la
gubernatura.11
EL OCASO DE LA FEG

Después del asesinato de Carlos Ramírez se aceleró el declive de la


FEG, que empezó a mostrarse disfuncional en relación a las
transformaciones del sistema político y la sociedad. Los indicios de su
decadencia se multiplicaron y aunque hizo esfuerzos extraordinarios por
adaptarse a las nuevas condiciones, terminó por ser desplazada.
La cultura de impunidad y la violencia consumieron a esa
organización. El 21 de abril de 1971 tuvo lugar un incidente menor pero
representativo. La DFS relata en un informe que 15 autobuses urbanos
de Guadalajara recogieron a unos mil estudiantes para llevarlos a
protestar contra Salvador Villaseñor Morales, director del Departamento
de Tránsito. Lo “hicieron en forma desordenada, ensuciando y
destrozando muebles y máquinas de escribir, empujaron a la secretaria y
ya adentro del privado le dieron una ‘pamba’ al Lic. Villaseñor”
(pamba: golpes a mano abierta que una turba da sobre la cabeza de
alguien a quien se quiere humillar). Luego se “dedicaron a destruir
cuadros, documentos, quitaron el cristal que cubría el escritorio y con
un instrumento cortante escribieron las siglas FEG. Después salieron
amenazando con secuestrar patrullas y motos”. La agresión fue porque
el Departamento había detenido “carros de alumnos por carecer de
placas o ser robados”. Los autobuses en los que llegaron fueron
“facilitados por la Alianza de Camioneros de Guadalajara [controlados
por líderes del sindicalismo oficial] coludidos con los estudiantes
porque los camioneros se han visto afectados por el Lic. Villaseñor que
ha estado exigiendo permisos de ruta, placas y otras sanciones. El jefe
de Tránsito ha sido inflexible exigiendo que los vehículos que circulan
en la ciudad lo hagan debidamente documentados”.12
Es igualmente revelador que durante los años setenta, la FEG haya
tenido más muertos por disputas en su interior que por ataques del FER
(19 y 12 bajas respectivamente, ver anexo 5). Las diferencias se
empezaron a dirimir a balazos con armas cada vez más poderosas. El 20
de octubre de 1975, Félix Flores Gómez recibió al licenciado José
López Portillo, que estaba haciendo campaña y conociendo el país.
Félix iba con sus “elementos de escolta, los cuales portaban armas y el
Estado Mayor Presidencial, desconociendo quiénes eran, les quitaron las
armas y posteriormente, reconociendo su personalidad, les fueron
entregadas sin llegar a mayores”. En octubre de 1980, las autoridades
estatales detuvieron a “ocho miembros de la FEG que, borrachos,
escandalizaban en el restaurante Lido. Se les decomisaron un rifle AR-
15, una Uzi 9 mm y cuatro pistolas .45, las cuales usaban para proteger
al dirigente de la FEG, Horacio García Pérez”.13
En los años ochenta, la FEG buscó legitimarse mediante un discurso
de izquierda cada vez más estridente en el que rechazaban el
imperialismo yanqui, apoyaban las causas progresistas del mundo
entero, reivindicaban la educación popular y las luchas populares de
otros estados, combatían el alza de tarifas en el transporte urbano e
invitaban constantemente a personalidades de izquierda a sus eventos.
Todo ello les funcionaba bien para mantener su coto de poder, pero era
insuficiente para darle salida a sus cuadros. Las movilizaciones y las
exigencias ya no funcionaban del mismo modo. De manera casi
imperceptible fue perdiéndose la tolerancia hacia ellos. Anteriormente,
era común que a la toma de posesión de los presidentes de la FEG
asistieran los comandantes de la 15a Zona Militar. Eso cambió en marzo
de 1983, cuando José Trinidad Padilla López se convirtió en dirigente
de la FEG. Fue la primera vez que no se presentó el general, nunca más
regresaría. El cambio se debía, en parte, a que la violencia gangsteril
empezaba a ser disfuncional, pero también influía el hecho de que las
fuerzas armadas estaban redefiniendo su misión como parte de una
revolución silenciosa.
El PRI daba poco margen de maniobra a los dirigentes de la FEG; la
diputación federal y la local que rigurosamente les entregaba eran ya
insuficientes. Considerando su lenguaje de izquierda resulta lógico que
buscaran posiciones en los partidos de esa corriente. Y así fue como la
FEG empezó a obtener las candidaturas del Partido Comunista
Mexicano, del PSUM, del Partido Socialista Revolucionario y del PRD.
Fue una militancia artificial porque quienes llegaban de la FEG a los
partidos de izquierda llevaban consigo la subcultura del PRI. Una
consecuencia de ello fue la transformación de la izquierda en una
presencia electoralmente marginal en el estado.
Raúl Padilla López, rector de la Universidad, se encargó de destruir a
la FEG, que conocía en detalle gracias a que había sido su presidente.
Lo logró atacándolos por su violencia y corrupción, buscando y
obteniendo el apoyo de Carlos Salinas de Gortari y logrando una
reconciliación con los Vikingos. También retuvo el subsidio entregado a
la FEG y ordenó una auditoría al equipo de fútbol que la Universidad
tenía en la primera división. En la medida en la que creció el conflicto
informó, en febrero de 1990, que acusaría a Félix Flores Gómez y a
otros más por el delito de fraude en “detrimento del patrimonio por el
manejo indebido del equipo de fútbol”. Un agente de la DFS explicó
que la maniobra tal vez se debía a que en la “casa de Félix se reunían
opositores de Padilla”.14
En 1990 Raúl Padilla alentó la creación de una Corriente Estudiantil
Democrática para competir por la presidencia de la FEG. Por la FEG
histórica contendió Mario Ramírez, hijo de Álvaro Ramírez Ladewig.15
Perdieron los viejos dirigentes del Grupo que se refugiaron en las
escuelas secundarias, en donde se encuentran todavía. En la
Universidad, Raúl Padilla hizo reformas que eran necesarias y para ello
utilizó, en ocasiones, métodos autoritarios y hasta gangsteriles. Los
viejos dirigentes de la FEG no tenían discurso o energía para
enfrentarlo, estaban históricamente agotados y carecían de programa.
Algunas cosas han cambiado entre el estudiantado de Guadalajara, otras
siguen igual, pero eso es tema de un estudio diferente. La violencia
política juvenil fue sustituida por las ejecuciones ligadas al tráfico de
drogas y por los lavadores de dinero.
LA LLEGADA DEL NARCO

Una década de conflicto transformó profundamente el ambiente político


de Guadalajara. Los Vikingos fueron derrotados primero, la FEG los
siguió poco después. La plaza se quedó vacía y fue gradualmente
llenada por los señores que se dedicaban a uno de los negocios ilegales
más lucrativos. De esa manera, tal vez inconsciente al principio y
deliberada después, la FEG y la DFS contribuyeron a la llegada del
narco a Guadalajara y México. Aunque de una manera más indirecta,
San Andrés también colaboró proporcionando pistoleros.
A principios de los setenta la FEG tenía tres gatilleros
extremadamente violentos: Guillermo el Gordo Mora, Carlos Morales el
Pelacuas y Javier Balvaneda el Chivo. El destino de ellos (y de muchos
más) fue confluyendo irremediablemente en el narcotráfico, que iba
ocupando los espacios de poder económico y paramilitar. Cada uno de
esos tres gatilleros iba y venía por la ciudad con una corte tan dispuesta
como ellos a matar a quien se les opusiera. Los tres poseían
características peculiares. El Gordo Mora fungía como gerente de un
banco durante el día, pero al salir del trabajo, se convertía en jefe de un
grupo de jóvenes a quienes llamaba “esclavos” e identificaba con un
número. El Esclavo N° 1 era enviado a traer el “pomo” (botellas de
licor), mientras que el Esclavo N° 2 recibía el encargo de ir por las
tortas ahogadas, y así sucesivamente. Entre los gatilleros había
enemistades y pleitos, sobre todo para disputarse el incipiente mercado
de la droga. Un “día del amor y la amistad” (14 de febrero de 1973) el
Gordo Mora y tres miembros de su grupo fueron ejecutados en el
restaurante El Cid. El relato de un testigo presencial ante el juez es
insuperable para recrear el ambiente.
“Ignacio Sandoval manifestó que como a las 5 de la tarde del día de
los hechos, llegó al restaurante El Cid, lugar donde vio que se
encontraban el Pelacuas, el Neri, el Macanas, el Penco”. También
estaban allí sus amigos “el Gordo Mora, el Serrano, Arturo Cabrera y
Guillermo Rodríguez, quienes estaban alegres y el Gordo invitó a comer
[a Sandoval] que se sentó en una mesa. Apenas había ordenado la
comida al mesero vio que el Pelacuas encañonaba al Gordo Mora y éste
le indicaba al Pelacuas que por qué lo hacía si eran amigos, pero que el
Pelacuas disparó sobre el Gordo” y mientras éste iba cayendo al suelo
se “dirigió al Pelacuas diciéndole ‘no te creía así’, ‘creía que eras mi
amigo’. Ya que el Gordo estaba tirado en el suelo vio que el Pelacuas
disparó nuevamente sobre él”.16
La historia del Pelacuas está indisolublemente ligada a la del general
de división Federico Amaya Rodríguez quien pertenecía a la generación
1922 del Heroico Colegio Militar, inició su carrera política durante el
gobierno de Miguel Alemán (fue embajador en Paraguay y Yugoslavia)
y estuvo cerca de los generales Hermenegildo Cuenca Díaz y Félix
Galván López17. El general Amaya ejemplifica la fusión del combate a
la guerrilla con actividades delincuenciales.
El expediente de la DFS es muy claro: desde que el general Amaya
estuvo en Monterrey como comandante de la 7a Zona Militar organizó a
un “grupo de viciosos con antecedentes criminales”. Los usaba para
“maniobras fraudulentas, tales como falsas alarmas, informando a los
industriales que [iban] a ser secuestrados ellos o sus familiares”,
después de lo cual llegaba a ofrecerles protección a cambio de una
compensación. El negocio era redondo porque Amaya comisionaba a
“varios oficiales de la 7a Zona Militar para que [cuidaran] las casas y
personas de la iniciativa privada”. Sus jefes le toleraban estas prácticas
hasta que aumentaron las “críticas del gobernador y del presidente
municipal” e incluso “entre los oficiales del ejército que llegó a
comisionar el general Amaya para el desempeño de esta clase de
servicios”.
En marzo de 1972 Amaya fue trasladado a Guadalajara como
comandante en jefe de la Zona. Poco después empezó a crear un grupo
similar al de Monterrey. Lo bautizó como “Agentes confidenciales”,
nombre con tradición (Pepe Zuno había recibido una credencial de
agente confidencial). Para armar el grupo, buscó a jóvenes de la
localidad que se habían destacado por su valentía. Con algunos fracasó.
Por ejemplo, Bonifacio Mejía Segundo, Boni, era un dirigente Vikingo a
quien Miguel Nazar Haro había torturado para obtener información
sobre el paradero de los secuestradores del cónsul Leonhardy. Fue
conducido ante el general Amaya en junio de 1973, éste le mostró
declaraciones supuestamente hechas por amigos del barrio que lo
acusaban de ser del FRAP.
“Boni, te das cuenta que tus amigos te quieren hacer el mal. Yo te voy
a cobijar. Tus amigos son unos hijos de la chingada. Hay que
quebrarlos. Te doy armas y dinero y pongo elementos a tu disposición”.
Boni le respondió al general que: “si mis amigos están haciendo eso,
yo lo tengo que aclarar con ellos”. Salió del cuartel y después se fue a
Estados Unidos.18
El general no cejó y convirtió a los golpeadores de la FEG en agentes.
El más destacado fue Carlos Morales García, el Pelacuas que, según la
DFS, “comanda a los agentes confidenciales de la 15a Zona Militar y es
ampliamente conocido por sus atracos a mano armada y sus atropellos”.
La DFS también aclaraba que Morales García estaba al “servicio
personal del comandante, general de División Federico Amaya
Rodríguez”.19 El coronel Francisco García Castelló provenía del ámbito
policiaco jalisciense. En el momento del operativo tenía el cargo formal
de jefe de Relaciones Públicas de la 15a Zona Militar.20 Dependía
directamente del comandante de la Zona, general Federico Amaya
Rodríguez, y su función real era controlar a un grupo de paramilitares,
empleados para eliminar opositores y para robar y cometer otros ilícitos
(entre ellos el tráfico de drogas). En marzo de 1973 se fundó la Liga
Comunista 23 de Septiembre en la casa de Fernando Salinas Mora, el
Richard. Meses después, el 29 de agosto de 1973, y según la DFS el
“coronel de caballería, Francisco García Castelló con 15 agentes
confidenciales y un oficial con una sección del 4o Batallón de Infantería
rodearon la manzana” en la que se ubicaba esa casa.21 Como expliqué en
el capítulo anterior mataron a Salinas Mora y Efraín González Cuevas
(conocido en San Andrés como el Borrego).
Otras actividades de los agentes confidenciales aparecen en fichas
elaboradas por la DFS, que muestran el perfil de los agentes y
confirman que la Secretaría de Gobernación estaba perfectamente
enterada de las actividades del militar.
35. Haciendo guardia al cuerpo de Ramírez Ladewig (de izquierda a derecha): el rector de la
Universidad de Guadalajara, Rafael García de Quevedo, familiares del dirigente político y Félix
Flores Gómez, presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara.
36. El gobernador de Jalisco Alberto Orozco Romero y el general Federico Amaya Rodríguez,
comandante de la 15a Zona Militar, quien organizó a un grupo de agentes confidenciales que
fungieron como vías de acceso del narco a Guadalajara.

Adán Delgado Carrillo. Agente confidencial de la 15a Zona Militar.


Detenido el 12 de diciembre de 1973 en Guadalajara por la policía
municipal. Llevado a los separos del servicio secreto. Fue candidato a
presidente de la sociedad de alumnos de la preparatoria 4 pero por sus
antecedentes como robacoches no pudo ocupar el puesto. Expresó que
las armas que le fueron recogidas son de cargo y pertenecen a la
comandancia de la 15a Zona Militar, que se las proporcionó el general
Federico Amaya para quien trabaja desde hace cuatro meses sin [goce
de] sueldo. Que forma parte de un grupo de cinco elementos que
comandan Óscar Rico Salazar, el Scherezada, y Carlos Morales García,
el Pelacuas. Que tenía conocimiento de que aparte de su grupo de
agentes existían otros pero no los conocía ya que trabajaban por su lado.
Sus lugares de reunión son el restaurante El Cid, Plaza del Sol y un
negocio de hamburguesas, propiedad de un tal Machain en donde van a
comer diariamente sin que les cueste un centavo. Que concurrían a
diferentes lugares para obtener vino, ropa, etcétera, gratis y para lograr
lo anterior les hablaban a los propietarios de los negocios simplemente
pidiéndoles lo que necesitaban, que éstos con tal de tenerlos de amigos,
voluntariamente entregaban lo pedido. Cuando se le preguntó cuáles
eran sus fuentes de ingresos, indicó que cobran protección a los
burgueses, sean estudiantes o comerciantes establecidos. Dijo que
cuando a uno [de ellos] se le va la lengua lo desaparecen y le echan
tierra en la boca, lo que quiere decir que era “soplón”, que cuando
podían violar mujeres lo hacían, aunque esto era con el consentimiento
de ellas.22
Gustavo Neri Delgado. Este elemento es agente confidencial de la
15a Zona Militar y se hace notar que llevan a cabo una despistolización,
haciéndose pasar como elementos de la DFS. El 22 de marzo de 1974 a
las 0:00 horas llegó al restaurante Denny’s de Guadalajara acompañado
de seis individuos, siendo identificado este elemento por agentes de la
DFS. En ese lugar se encontraba el coronel Francisco García Castelló de
la 15a Zona Militar, que les preguntó como les había ido en Michoacán,
[Neri respondió] que había tenido una bronca pero que no había habido
occiso y que las armas que habían recogido las traían en la camioneta.
El citado militar les dijo que mañana a las 11:00 fueran a Atotonilco El
Grande y que tuvieran mucho cuidado porque en el poblado hay mucha
gente del general Kampfner, que aunque no es su estado le pasan
información.23
El general de división Federico Amaya Rodríguez se comprometía en
la protección de sus agentes. En enero de 1973 el comandante de la
policía municipal de Zapopan, capitán Mario López Sánchez, informó a
la DFS que el “agente confidencial Antonio Chávez Hernández fue
puesto en libertad a petición del general Amaya, quien dio su palabra de
honor militar de devolverlo al siguiente día a las 9:00 horas pero que a
la fecha no lo ha hecho, faltando a su palabra. El comandante dijo que
los detenidos manifestaron que de todo lo que recogían se repartian la
mitad entre ellos y la otra mitad la entregaban a la comandancia de la
15a Zona Militar y que esa repartición comprendía armas y dinero”.
En otra ocasión, algunos de sus “elementos fueron puestos a
disposición de la Procuraduría del estado” y el general reprendió al Lic.
José Córdoba Lemus, jefe de la Policía Judicial Estatal (PJE) por
teléfono, diciendo que cuando su gente cometiera delitos “no deben
hacer escándalo y [que] se los entreguen a él para que les imponga las
sanciones que estime pertinentes”. El general Amaya no conocía límites.
“El 24 de mayo de 1974, Arturo Chagoya García, preso por fraude en
Puerto Vallarta, engañó al general diciéndole que tenía contacto con
grupos subversivos y que le daría información sobre Lucio Cabañas si
lo sacaba de la cárcel. En forma ilegal, del 1o de julio al 18 de diciembre
de 1973, lo excarceló y lo incorporó al grupo de agentes confidenciales
de la 15a Zona Militar [pero] al descubrir el engaño lo volvió a meter a
la cárcel”. La DFS informaba a sus superiores un problema: ahora dicho
elemento [o sea, Chagoya] se dirige a las altas autoridades del país
pidiendo intervengan para que pueda obtener su libertad aduciendo
servicios prestados a la Federación”.24
Como en Monterrey, las fuerzas vivas de Guadalajara (incluida la
FEG) protestaron y en febrero de 1976 el PRI registró a Amaya como
candidato a senador por Nuevo León. Formaba parte de la tradición que
el sistema protegiera a quienes habían dirigido su aparato de seguridad,
que actuaban con la certidumbre de que no serían castigados. En lugar
de procesarlo por los delitos cometidos lo premiaron. Por otro lado, es
posible que quisieran “enfriarlo” (una práctica política común) porque
seis meses después de rendir protesta como senador, pidió licencia ya
que el presidente lo nombró director general del Instituto de Seguridad
Social para las Fuerzas Armadas. Terminaba una historia, pero seguían
otras.
Al mismo tiempo crecía la producción y el tráfico de enervantes en y
a través de México. La "Operación Cóndor" que lanzó al ejército
mexicano contra narcotraficantes en el norte del país, sumada a la
decisión estadunidense de establecer controles más estrictos en las rutas
caribeñas utilizadas por los traficantes de cocaína colombiana, fueron
razones por las que los cárteles internacionales y nacionales de drogas
decidieron transformar a Guadalajara en una de sus bases de operación.
Dicha ciudad ofrecía no sólo buen clima y una excelente ubicación
geográfica, sino también la presencia de una fuerza policiaca dispuesta a
protegerlos y una añeja cultura de la violencia que garantizaba el flujo
constante de reclutas para sus organizaciones.
Cuando llegaron a Jalisco los señores de la droga (entre ellos Ernesto
Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo) reclutaron a gatilleros
locales. Algunos provenían de la FEG, otros de San Andrés. Los
expedientes de la Dirección Federal de Seguridad son muy claros al
respecto. Mientras estaba al servicio del general Amaya, el Pelacuas
tenía algunas actividades alternas. Entre otros testimonios recogidos por
la DFS se encuentra el de una mujer “acusada de robo, que manifestó
que en el año de 1972 hizo estrecha amistad” con el Pelacuas, quien se
dedicaba al tráfico de cocaína y al robo de automóviles.25
Otro personaje de aquella época, Javier Balvaneda, el Chivo también
se distinguió por violento y por embarcarse en acciones ilegales. En
1972, la DFS recogió un testimonio que aseguraba que “Balvaneda sacó
a Gonzalo Franco, el Venado, que agonizaba y con un rifle automático le
dio el tiro de gracia aun cuando se encontraba moribundo e
indefenso”.26 Pese a lo anterior, o tal vez gracias a ello, cuando Javier
García Paniagua fue director de la DFS lo incorporó a la institución, y
llegó a ser subdelegado en Jalisco. Cuando Balvaneda murió en un
enfrentamiento a balazos con la Policía Judicial Federal, la prensa del
estado señaló que dicho enfrentamiento formaba parte de una disputa
por el tráfico de drogas.
Javier Barba es un caso especial que ilustra otro estilo delincuencia.
Inició su carrera en los barrios de San Andrés, pero como no fue
atendido adecuadamente por algunos dirigentes, se afilió a la FEG.
Durante sus años como universitario se transformó en peligroso
gatillero de la organización estudiantil. El 27 de agosto de 1973 dirigió
al grupo que asesinó al obrero Emerenciano Madrigal Barajas y a su
hijo Hernando Madrigal Esquivel. “Los dos fueron rociados con una
metralleta, y después de caído el primero de los nombrados pasaron por
encima de su cuerpo con un auto Mustang de color amarillo con placas
del estado de California”.27 Con los años, Barba se convirtió en sicario
al servicio de Félix Gallardo y don Neto Fonseca Carrillo. Fuentes
cercanas al narco aseguran que en un periodo breve realizó 200
ejecuciones. Tal vez la cifra sea exagerada, pero no hay duda de su
participación en el asesinato del agente de la DEA Enrique Kiki
Camarena, en febrero de 1985. Cuando esto se supo, Barba fue
asesinado por federales el 17 de noviembre de 1986. 28
En síntesis, la rigidez del sistema empujó a la rebelión a centenares
de jóvenes de Guadalajara. La forma en que los combatieron provocó
que el régimen concediera un amplio margen de impunidad a
corporaciones policiacas y grupos paramilitares que, aprovechándose de
ello, incurrieron en actividades delictivas que incluían el narcotráfico.
Para combatir una apenas potencial y jamás demostrada amenaza a la
seguridad, el régimen creó las condiciones que favorecerían al
narcotráfico, que en pocos años se convirtió en la principal amenaza a la
seguridad nacional. Ese proceso llevaría a la desaparición de la DFS. En
las raíces de la descomposición del sistema se encontraba la ausencia de
controles sobre el aparato de seguridad, cuyo comportamiento carecía
de cualquier tipo de consideración ética. La perversidad del método de
gobierno terminaría por destruir a sus oficiantes.

NOTAS
1 Entrevista con ex comandante de la DFS, 8 de agosto de 2000.

2 “Informe de Luis de la Barreda Moreno”, en legajo 11/221 L-1, sin fecha, Archivo del Cisen.
3 DFS, “Evolución histórica del movimiento subversivo hasta llegar al frente revolucionario común, Liga
Comunista 23 de Septiembre”, 14 de mayo de 1974, Archivo del Cisen.
4 “Declaración de Pedro Ornelas Rochín”, 13 de diciembre de 1975, en Libro café, investigación especial de la
DFS (sobre la muerte de Carlos Ramírez Ladewig), legajo 21-533 L-1, Archivo del Cisen.
5 “Resumen de la investigación sobre la muerte de Carlos Ramírez Ladewig”, en legajo 21-533-75 H-1 L-1
(aunque no tiene fecha se estima que es de enero de 1976), Archivo del Cisen.
6 Álvaro Ramírez Ladewig, Historia de una traición, Guadalajara, Editorial Apocalíptica, 2000, pp. 38-40.
7 DFS, “Homicidio. Lic. Carlos Ramírez Ladewig. Delegado del IMSS, Estado de Jalisco”, noviembre de
1975, en expediente 21-533, legajos 1 y 2, Archivo del Cisen.
8 Carlos Ramírez Ladewig, expediente 100-12-1-72 H-278 L-20, Archivo del Cisen.
9 “Carta de Pedro Ornelas Rochín a Miguel Nazar Haro”, manuscrita, 13 de abril de 1976, en expediente 21-
533, legajos 1 y 2, Archivo del Cisen.
10 DFS, “Estado de Jalisco”, 13 de septiembre de 1976, en expediente 21-533, legajos 1 y 2, Archivo del
Cisen.
11 Ramírez Ladewig, op. cit., pp. 41-45.
12 Federación de Estudiantes de Guadalajara, expediente 100-12-1-70 H-343 L-16, Archivo del Cisen.
13 Idem.
14 Félix Flores Gómez, el Indio, expediente 100-12-1-74 H-266 L-30, Archivo del Cisen.
15 Corriente Estudiantil Democrática (facción disidente de la FEG), expediente 014-028-002, Archivo del
Cisen.
16 De Ministerio Público adscrito a la Jefatura de Policía a juez Cuarto de lo Criminal del estado de Jalisco,
“Conclusiones de los procesos acumulados 1136/74 que se instruyen en contra de Carlos Morales García y
Socios”, Guadalajara,Jal., 1974.
17 Información biográfica proporcionada por Roderic Ai Camp, 3 de enero de 2001.
18 Entrevista con Bonifacio Mejía Segundo, Guadalajara, Jal., 5 de abril de 2001.
19 Carlos Morales García, el Pelacuas, expediente 100-12-173 H-333 L-21, Archivo del Cisen.
20 General brigadier Francisco García Castelló, expediente 100-12-1-64 H-194 L-9, Archivo del Cisen.
21 Fernando Salinas Mora, Richard, Mario Rivero Coronado, Ricardo Verduzco Juárez, expediente 1-207-73
H-198 L-9, Archivo del Cisen
22 Adán Delgado Carrillo, expediente 100-12-1-73 H-290 L-24, Archivo del Cisen.
23 Gustavo Neri Delgado, el Neri, expediente 100-12-1-73 H-315 L-21, Archivo del Cisen.
24 Las citas provienen del general de división Federico Amaya Rodríguez, expediente 10-64-1-72 H-25 L-1,
Archivo del Cisen.
25 Carlos Morales García, op. cit.
26 Federación de Estudiantes de Guadalajara, op. cit.
27 Javier Barba Hernández, expediente 100-12-1-73 H-2 L-23, Archivo del Cisen.
28 Para el bosquejo de la carrera de Barba me apoyé en entrevistas y en Elaine Shannon, Desperados. Latin
Drug Lords, U.S. Lawmen, and the War America Can’t Win, Nueva York, Penguin Books, 1989, pp. 397 y 504.
CAPÍTULO 9
LA DEBACLE, 1976-1985

Durante su periodo presidencial, Luis Echeverría manejó un doble


discurso. Mientras que Gustavo Díaz Ordaz utilizó abiertamente una
estrategia de seguridad “a la sudamericana” (el enemigo está en casa y
debe ser eliminado sin misericordia), Echeverría promovió con
estridencia la apertura democrática y adoptó posiciones progresistas en
la política exterior pero organizó la represión estudiantil del 10 de junio
de 1971. Algún día saldrá a la luz la evidencia documental que confirme
que él fue quien dio la orden para eliminar a la guerrilla a cualquier
costo.
El presidente José López Portillo mantenía el mismo enfoque y
continuó la política de exterminio de la guerrilla, o lo que quedaba de
ella. Sin embargo, a instancias del secretario de Gobernación, Jesús
Reyes Heroles, se fueron implementando la reforma electoral y la
amnistía para los guerrilleros presos. En la modificación del significado
de la seguridad nacional también influyeron la degradación de las
instituciones encargadas de defenderla y las transformaciones que vivía
la sociedad. Se multiplicaban los medios impresos decididos a liberarse
del control oficial y la autocensura, y se creaban los primeros
organismos no gubernamentales de derechos humanos que denunciaban
los métodos coercitivos que se ejercían sobre los opositores.
En la medida en la que el régimen autoritario se debilitaba y el
sistema político se liberalizaba, los métodos de la DFS (y la institución
misma) empezaron a volverse anacrónicos y disfuncionales. La DFS se
resistió a las oleadas renovadoras porque el servicio de inteligencia
vivía aislado de la sociedad. Podía hacerlo porque la mayoría de los
mexicanos ignoraba lo que pasaba dentro del “bunker” de Plaza de la
República. Los iniciados en los asuntos de la DFS (entre los que se
contaba el presidente) habían concluido que era preferible tolerar los
excesos. En la DFS aumentó la corrupción y la complicidad con el
narcotráfico llegó a niveles sin precedentes.
UN BALANCE DE LA DFS

La exitosa lucha contrainsurgente trajo poder y prestigio a la DFS,


aunque en los círculos políticos de élite se mantenía la costumbre de
alabarlos en privado y negarlos en público. Al mismo tiempo que la
DFS se convertía en preciado botín político, terminaba el largo reinado
de Fernando Gutiérrez Barrios. Jugarretas de la historia. En el momento
de mayor fuerza de la institución, se gestaba su destrucción.
El gobierno de López Portillo reconoció de muchas maneras los
servicios prestados por la DFS. Una de las principales fue aumentar su
presupuesto, elevando así la categoría de la corporación. Cuando su
fundación, en 1947, el personal entero de la DFS cabía en el ala del 3°
piso de un edificio público ubicado frente a la Plaza de la República. En
1981 ya tenía representaciones en todos los estados y ocupaba el
inmueble en el que antes estaba la Procuraduría de Justicia del Distrito
Federal en Plaza de la República. Según un documento de la DFS, tenía
3 mil empleados que controlaban a 10,000 informantes (para apreciar su
estructura ver el organigrama anexo). El cerebro del combate a la
insurgencia, el Grupo C-047 que nació en 1965 con seis agentes,
contaba en 1981, con un subjefe y siete secciones, además de servicios
de comunicación propios.1

ORGANIGRAMA DE LA DIRECCIÓN FEDERAL DE


SEGURIDAD, 1981
Fuente: DFS, “Referencias sobre diapositivas de la Dirección Federal de Seguridad”,
Subdirección Operativa, Departamento de Operaciones, 22 de abril de 1981, Archivo del Cisen.

La pesada estructura tenía sin embargo bases endebles. A finales de


los años setenta la DFS contrató a una empresa para que aplicara una
“batería de pruebas psicológicas” a una muestra de 74 miembros de la
institución (cuya media de edad era de 32 años, mayoritariamente
masculina y con una alta rotación de personal). El 60% no había
rebasado los estudios de preparatoria (aun así, en ese sentido habían
mejorado en comparación con la muestra de 70 agentes de 1955). Pero
lo inquietante era la condición psicológica general que presentaban los
evaluados. Los agentes del Departamento de Investigación e
Información (es decir, los que infiltraban organizaciones y seguían a
personas) tenían “bajo nivel escolar”, “inteligencia general baja”, eran
“presumidos, derrochadores y busca[ba]n placer” además de “egoístas,
centrados en sí mismos y superficiales”, presentaban una “moral baja y
[veían] el futuro con pesimismo”, tenían “despreocupación por las
normas morales de la sociedad” y mostraban “poco contacto con la
realidad”.2 Quienes conocieron a los agentes de aquellos años validan
esta imagen.
La inteligencia elaborada por la DFS continuaba siendo deficiente. En
un balance sobre la calidad de los diferentes servicios de inteligencia
bajo su mando, Miguel de la Madrid recuerda que los análisis enviados
por la DFS eran
...desiguales tirando a malos. Habían sido útiles en la campaña porque ésta era de corto
plazo [su actualidad se perdía al día siguiente]. Aunque lo producido por las secretarías de
la Defensa y la Marina se limitaba a lo evidente, el material generado por la Policía Judicial
Militar, estaba comparativamente mejor desarrollado. En otras palabras, en términos
relativos estaban mejor Defensa y Marina que Gobernación. El aparato de inteligencia se
nos había quedado primitivo y no se había adecuado al crecimiento del país.3

En sentido estricto era una policía política, y la inteligencia que


producían reflejaba la visión (distorsionada) que tenían los jefes sobre la
seguridad. Su corrupción crecía en la medida en la que aumentaba su
poder. Los excesos de los “muchachos” (la tortura y la desaparición
forzada, el derecho al botín y la simulación en la presentación de
informes) eran tolerados y minimizados. Lo importante eran los
resultados. La inmadurez en la cultura de seguridad alcanzaba al jefe del
Ejecutivo. Un testigo presencial me narró el día que López Portillo
recibió en Los Pinos al jefe de estación de la CIA. Al finalizar el
encuentro, el estadunidense comentó que “en asuntos de seguridad
tenemos que educar mucho al señor presidente”. Es decir,
protocolariamente era incorrecto que el presidente recibiera al agente de
la CIA; debía atenderlo el director de la DFS o el subsecretario
Fernando Gutiérrez Barrios. Quienes disentían de los métodos aplicados
por la DFS Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación entre 1976 y
1978, y Jorge Carrillo Olea, subsecretario de la misma dependencia
entre 1982 y 1985) prefirieron hacerse a un lado aceptando así,
tácitamente, que era muy poco lo que podían hacer frente al poder de la
DFS.
JAVIER GARCÍA PANIAGUA Y MIGUEL NAZAR HARO

El nombramiento de Javier García Paniagua como director de la DFS


tiene varios significados. Todos conocían la dureza de sus métodos pero
nadie se imaginaba las consecuencias que éstos traerían.
García Paniagua fue nombrado director de la DFS el 8 de marzo de
1977, tres meses después de la toma de posesión de López Portillo.
Llegó al cargo gracias al respaldo de Margarita López Portillo quien
además de pelear por posiciones de poder, seguramente deseaba
asegurar el castigo de la guerrilla que había intentado secuestrarla en
agosto de 1976. Así, impuso a su protegido pese a la reticencia de Jesús
Reyes Heroles que veía con desconfianza a la DFS en general y a
García Paniagua en particular: ni la Dirección ni el jefe embonaban con
la propuesta modernizadora del secretario. En un sexenio caracterizado
por la frivolidad no debe extrañar que la hermana hubiera podido
decidir sobre el titular de los servicios de inteligencia. La llegada de
Javier García Paniagua significó un duro golpe al liderazgo moral que
tenía Gutiérrez Barrios en la DFS.4
Las diferencias entre el secretario y el nuevo director de la DFS se
manifiestan en una anécdota contada por Julio Scherer García. Según la
versión del periodista, García Paniagua describía a Reyes Heroles de la
siguiente manera: “luminoso con el capote, de matemática perfección
con las banderillas y gran señor con la muleta. No obstante, carga un
defecto: no sabe matar”.5 García Paniagua llegó con la disposición de
demostrar que él sí sabía hacerlo. Como antecedente hay que recordar
que en el sexenio de Echeverría la desaparición de personas se practicó
con mayor intensidad en el estado de Guerrero, donde la
responsabilidad de combatir a la guerrilla estaba en manos del ejército.
Por aquellos años, el trato a la guerrilla urbana se apegó a una estrategia
de represión selectiva. Con la llegada de García Paniagua, la DFS y la
“Brigada Blanca” adoptaron una política de aniquilamiento en las
ciudades, lo que explica el aumento en las cifras de desaparecidos.
García Paniagua se apoyó en los hombres duros del régimen. Uno de
los jefes de la “Brigada Blanca” era el general Francisco Javier Quiroz
Hermosillo a quien había conocido como ayudante de su padre y que
terminó en una prisión militar acusado de nexos con el narcotráfico. El
total menosprecio a consideraciones éticas se vislumbra en el tipo de
personal que García Paniagua incorporó a la dependencia. El caso del
jalisciense Javier Balvaneda Rivera es paradigmático. Según la DFS era
un “pistolero, asesino y pandillero al servicio de la Federación de
Estudiantes de Guadalajara”. 6 En un informe del 12 de junio de 1972 se
menciona que “Balvaneda sacó a Gonzalo Fabián Franco, alias el
Venado, que agonizaba y con un rifle automático le dio el tiro de gracia
aun cuando se encontraba moribundo e indefenso”.7
Pese a esos antecedentes (o tal vez debido a ellos) cuando Javier
García Paniagua llegó a la Dirección de la DFS solicitó, el 17 de enero
de 1978, al oficial mayor de Gobernación, José Luis Lamadrid, que
Balvaneda fuera nombrado como jefe “E” de la institución. La petición
fue aprobada y en la hoja de filiación de Balvaneda se asienta que de
1970 a 1976 (años durante los que cometió diversos ilícitos) fue
“secretario particular del senador de la República Javier García
Paniagua”. Para apuntalar el currículum, el mayor Eduardo Ramírez
Santamaría, director de Seguridad Pública del Ayuntamiento de
Guadalajara en aquellos años, firmó un certificado de no antecedentes
penales de Balvaneda.
Balvaneda utilizó su charola menos de dos años. El 2 de septiembre
de 1979 se enfrentó a balazos con un comandante de la Policía Judicial
Federal muriendo ambos y algunos más. Según la prensa de Guadalajara
el enfrentamiento se había iniciado en una parranda en la que pelearon
por una joven llamada Yadira. El pleito también podía deberse, según
dijeron, a la disputa por el control de una parte del tráfico de drogas. En
los documentos oficiales que relatan el enfrentamiento y la muerte de
Balvaneda no se especifican los detalles. Tampoco se aclara por qué el 2
de septiembre la DFS recibió el informe de uno de sus agentes
asegurando que Balvaneda estaba “fuera de peligro” y convaleciente en
el Hospital Militar y un día después el entonces director Miguel Nazar
Haro informara “con profunda pena” de su muerte, ocurrida mientras se
encontraba en “comisión del servicio”.8
Durante el año y cinco meses que fungió como director, Javier García
Paniagua transformó a la DFS en una sólida base de poder. En poco
tiempo se ganó la lealtad de sus agentes a través de generosidad, de
mejoras en las condiciones laborales (los salarios eran muy bajos) y de
la tolerancia de actividades ilegales. También ordenó la organización de
los archivos que fueron depurados y sistematizados, además de que se
introdujeron sistemas de computación. Al mismo tiempo alentó el culto
a la personalidad (la suya, por supuesto) y el auditorio de la
dependencia dejó de llamarse “La Patria es Primero” para convertirse en
“General de División Marcelino García Barragán”.9
Se relajaron los controles, ya de por sí laxos y, según algunos
entrevistados, fue entonces que se disparó la corrupción, que
interactuaba con las ambiciones políticas del jalisciense. Desconozco en
qué momento y con base en qué cálculos García Paniagua creyó tener
posibilidades para llegar a la presidencia de la Republica. Tal vez se
debió al respaldo que decía tener en el ejército (una afirmación
cuestionable porque según algunos oficiales cuando su padre fue
secretario de la Defensa, Javier se dedicó a extorsionar militares a
cambio de favores). En sus halagüeños cálculos, probablemente
influyeron también los éxitos que había obtenido en la cacería de la
debilitada guerrilla. El hecho de que el combate a los rebeldes apuntaló
algunas carreras políticas también se demuestra en el brillo que adquirió
la estrella de Anuro el Negro Durazo gracias a la detención accidental
que hizo de un líder de la Liga. Otras versiones aseguran que fue el
mismo presidente quien le susurró a García Paniagua la mágica
advertencia de que debía prepararse para la máxima responsabilidad que
la patria puede entregar.
Había claros indicios de que estaba en la lista de los posibles ungidos.
El presidente López Portillo le demostraba una enorme confianza.
Durante aquellos años Miguel de la Madrid era secretario de
Programación y recuerda haber alimentado con “generosos gastos
confidenciales a la DFS [mismos que ésta no comprobaba] sobre la base
de una absoluta confianza de López Portillo a García Paniagua. Don
José López Portillo me llegó a decir que García Paniagua era ‘leal,
eficiente y cubre mis necesidades”’.10 López Portillo lo nombró
subsecretario de Gobernación en 1978, en 1981 se convirtió en
secretario del Trabajo y Previsión Social y posteriormente en presidente
del PRI. La suya fue una carrera fulgurante. Resulta totalmente lógico
que en su afán de llegar a la silla presidencial quisiera mantener el
control de la DFS (no sería el primer director en hacerlo, ni tampoco el
último).
Tuvo éxito porque para entonces ya contaba con la lealtad del
legendario Miguel Nazar Haro que lo sucedió como director en 1978 y
que adoptó y protegió a Javier García Morales (hijo de García
Paniagua). Eso provocó un reajuste en el entramado invisible del poder
porque Nazar se distanció de Gutiérrez Barrios. Es probable que con
ello Nazar buscara adquirir estatura propia y ser reconocido porque,
después de todo, él había hecho el trabajo sucio mientras Gutiérrez
Barrios cultivaba, con sonrisas y palabras suaves, la simpatía de
poderosos y guerrilleros (recuérdese su amistad con Fidel Castro).
37. Javier García Paniagua cuando fue director de la DFS. Remozó a la institución y empleó
métodos brutales para acabar con la guerrilla. Se apoyó en la DFS para buscar la candidatura
PRI a la presidencia en 1982.
38. Javier Balvaneda, peligroso gatillero de la FEG. Pese a la evidencia que reunió la DFS
involucrándolo en asesinatos, fue incorporado por García Paniagua a la corporación. Murió en
1979 en un enfrentamiento con judiciales federales.
García Paniagua utilizó a la DFS para acumular poder y tejer
acuerdos políticos. El compromiso de la DFS fue tan serio que custodió
dos autobuses que servirían para la campaña presidencial de García
Paniagua. Cuando don Javier fue derrotado en la competencia por la
candidatura presidencial frente a Miguel de la Madrid Hurtado, también
perdió Nazar Haro y el 13 de enero de 1982 el presidente López Portillo
lo separó del cargo. Un ex comandante de la DFS cercano a Nazar
asegura que el despido ocurrió porque Nazar envió al presidente un
video en el que se presumían los avances de la DFS, acompañado de
una carta en la que decía: “gracias a usted, y a Javier García Paniagua,
hemos crecido tanto”. Esta sutil crítica al presidencialismo, esta
levísima rebelión, puso fin a una carrera de 22 años al servicio del
sistema.
Es cierto que López Portillo estaba lleno de vanidad, por lo que la
alusión a García Paniagua en la carta y el video quizá hayan influido en
su decisión. Sin embargo, la explicación del despido de Nazar es menos
heroica. El FBI investigaba a una banda que robaba automóviles de lujo
en California para traerlos a México; la investigación apuntaba hacia
Nazar Haro que, según el FBI, protegía a los ladrones. En diversas
ocasiones la CIA intervino para proteger a Nazar informando al FBI que
el director de la DFS era “un contacto esencial, repito esencial, para la
estación de la CIA en México”. En otro cable, el 17 de agosto de 1981,
la CIA escribió al FBl que “nuestros intereses mutuos, y en
consecuencia, la seguridad de los Estados Unidos en terrorismo,
inteligencia y contrainteligencia en México, sufrirían un golpe
desastroso si se forzara la renuncia de Nazar”.11 Como el caso se filtró a
una prensa cada vez más dispuesta a abordar temas delicados, Nazar se
vio obligado a renunciar en enero de 1982.
Meses después Nazar Haro fue a Los Ángeles confiado en que
quedaría impune. Pero lo citaron a declarar y fue arrestado el 23 de abril
de 1982. Por primera vez en su vida estuvo 27 horas en prisión. Le
impusieron una fianza de 200 mil dólares que depositó en efectivo. Para
evitarse más incomodidades cruzó la frontera, de tal suerte que perdió la
fianza y fue incluido en la lista de fugitivos, junto con un selecto grupo
de comandantes de la DFS. García Paniagua regresó a la política en
1989, cuando Manuel Camacho Solís lo llamó a dirigir la policía
capitalina. De inmediato incorporó a Nazar que duró muy poco en el
cargo debido a las protestas de organizaciones de derechos humanos
(encabezadas por Teresa Jardí) que no olvidaban las injusticias
cometidas por Nazar.
JOSÉ ANTONIO ZORRILLA PÉREZ

A la salida de Nazar Haro, llegó José Antonio Zorrilla Pérez a la DFS.


En sólo tres años logró que la única institución que tenía el mandato
expreso de defender la seguridad nacional creara una grave crisis en ese
terreno. Zorrilla también exhibió la capacidad de destrucción contenida
en un poder excesivo y en una persona decidida a utilizarlo, y la
fragilidad de un sistema político incapaz (por complicidad o
indiferencia) de controlar los errores, saqueos o actos delictivos de sus
gobernantes.
Zorrilla se incorporó a la DFS en enero de 1982. José López Portillo
lo designó por recomendación del entonces gobernador de Hidalgo,
Guillermo Rosell de la Lama. Seguramente también influyó el hecho de
que Zorrilla había sido secretario particular de Fernando Gutiérrez
Barrios el cual, por cierto, sería alejado de su base de poder tradicional
(Miguel de la Madrid lo nombró director de Caminos y Puentes
Federales de Ingreso). La designación debió haber contado con la
aprobación de Miguel de la Madrid que era el candidato presidencial.12
Cuando De la Madrid tomó posesión recuerda haberle dicho a Manuel
Bartlett que no "quería controlar a la DFS y que él nombrara al director
de la DFS".
De la Madrid también designó a Jorge Carrillo Olea como
subsecretario de Gobernación. Pese a que la DFS dependía (en el papel)
de Carrillo Olea, éste fue dejado de lado. Manuel Bartlett, secretario de
Gobernación, no parece haber vigilado mucho a José Antonio Zorrilla, o
tal vez seguía la inercia de tolerarle todo mientras éste le prestara
servicios asociados a sus ambiciones presidenciales. Un comentario
atribuido a Zorrilla explica la perspectiva desde la cual operaba el dúo:
“yo me encargo de hacer presidente a Bartlett; yo seré secretario de
Gobernación y luego presidente”.
Sin controles, Zorrilla se dedicó a manejar a la DFS para su provecho
y enriquecimiento. Utilizó un esquema sencillo, ingenioso y que otros
habían practicado antes que él. Con sus incondicionales creó una
estructura paralela que le respondía directamente. Así nombró
coordinadores generales a un grupo de comandantes de la Policía
Judicial Federal (entre ellos, Rafael Chao López, Daniel Acuña y
Abisael Gracia) y le dio a Miguel Aldana el cargo de coordinador
general. Los impuso sobre los delegados de la DFS en los estados. Estos
coordinadores se dedicaron a organizar la corrupción y la complicidad
con el narcotráfico. La charola se transformó en símbolo de
delincuencia. En la lista de quienes la recibían se incluyeron los capos
de la droga y sus guardaespaldas.
La corrupción iniciada en la cúspide cubrió por entero a la institución
(con algunas excepciones, por supuesto). Quienes vivieron esa etapa
coinciden en que los cuellos, muñecas y manos de los agentes se
llenaron de gruesos anillos y pulseras, y que sus armas se cubrieron de
oro y piedras preciosas. Las plazas en esa institución se vendían en
cifras acordes con el potencial de lucro que proporcionaban (Tijuana
valía más que Morelia). Erá la época en que los comandantes llevaban
finos portafolios repletos de dólares que iban repartiendo a su paso. En
las entrevistas que realicé sobre los años de José Antonio Zorrilla Pérez
como director de la DFS (1982-1985) siempre mencionaron que los
agentes en la capital esperaban ansiosos a los comandames que llegaban
repartiendo dinero. Eran admirados por sus éxitos y generosidad y
porque algunos hasta corrido tenían. Los jefes los toleraban y se
aprovechaban de ellos.
Los comandantes guardaban, siempre, la cantidad mayor para
Pepetoño (así llamaban en confianza a José Antonio). La arrogancia de
Zorrilla crecía con los meses y años. En una ocasión, cuando se
discutían las asignaciones presupuestales para el siguiente año “Zorrilla
dijo: pónganme lo que quieran; la DFS no necesita presupuesto para
operar”.13 Para entonces, Zorrilla era temido por el control tan fuerte que
tenía sobre la DFS. El Estado había dejado que el monstruo adquiriera
una enorme dimensión, a la sombra del cual crecía el narcotráfico.
Un cronista del famoso narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, el
Señor de los Cielos, en referencia a la llegada de éste a Guadalajara
escribió que, cuando el general Federico Amaya Rodríguez fue jefe
militar en Jalisco “creó las condiciones para la constitución del cártel de
Guadalajara en 1979”.14 Cierto, pero es necesario agregar que otro
ingrediente indispensable para ello fue la poca conciencia de los riesgos
que estaba creando el narco al interior del gobierno federal. Un ejemplo
es que el 26 de abril de 1983, a los pocos meses de tomar posesión
Miguel de la Madrid inauguró la primera sesión del “Grupo de Trabajo
de Seguridad Nacional”. Independientemente del significado que las
reuniones tuvieron, lo interesante es que en el listado de las amenazas a
la seguridad nacional no aparecía el narcotráfico.15 Este es uno más de
los hechos que demuestran la poca atención que recibía el tema. Eso
cambiaría con los asesinatos del periodista Manuel Buendía en 1984 y
del agente de la DEA Enrique Camarena en 1985. En ambos casos la
DFS tendría un papel protagónico y paradójicamente, con su debacle, la
Dirección Federal de Seguridad contribuiría a una súbita toma de
conciencia sobre el creciente poder del narco.
Manuel Buendía siempre había tenido fascinación por el trabajo de
inteligencia y desde hacía mucho tiempo había cultivado una buena
relación con los jefes de la DFS que le facilitaban la credencial que le
permitía portar un arma. Buendía empezó a interesarse por lo que
sucedía en el mundo del narco y el 4 de mayo de 1984 “el periodista
divulgó su primer texto” sobre el narcotráfico en México, un “tema que
la mayoría de reporteros y columnistas ‘tocaban sólo con pinzas”’.
Tomando como referencia una carta pastoral de los obispos de la región
Pacífico Sur advirtió que, el “aumento en la siembra y comercialización
del tráfico de drogas así como la influencia política que alcanzaban sus
protagonistas no eran posibles sin complicidades internas de
funcionarios de gobierno”. Días después volvió a escribir sobre el
asunto lo que fue “muy comentado porque en realidad eran escasas las
notas en los medios de prensa que se atrevieran a tocar el tema del
narcotráfico, salvo por supuesto que lo informaran las autoridades
directamente”.16 El 30 de mayo de 1984 Buendía fue ejecutado porque
había dado un paso demasiado audaz: recibió de un “funcionario de
Gobernación un dossier secreto detallando los nexos de Zorrilla con el
cártel de Guadalajara”.17
La interpretación más socorrida es que Buendía se preparaba a
denunciarlo y Zorrilla Pérez decidió frenarlo. Zorrilla terminaría en la
cárcel acusado de haber ordenado el asesinato del periodista en 1984.
Una variante de esta versión es que Zorrilla no decidió, sino
simplemente aceptó, una confabulación de los comandantes decididos a
eliminar al incómodo periodista. Cierto o no, ése fue uno de los errores
más graves cometidos por la DFS, que exhibió así la turbiedad de sus
operaciones (algo similar le había sucedido a la CIA una década antes).
No era lo mismo eliminar guerrilleros con escasa presencia pública que
ejecutar a uno de los columnistas más connotados de México.
El asunto se conectó rápidamente con Guadalajara porque, en
noviembre de 1984, las autoridades mexicanas, respaldadas por
inteligencia de Estados Unidos, capturaron más de 10 mil toneladas de
mariguana en el rancho “El Búfalo” de Chihuahua. Fue el mayor
aseguramiento de mariguana en la historia y dejó en el aire infinidad de
preguntas sobre la responsabilidad de las autoridades (civiles y
militares) que no dieron muestras de ser capaces de detectar una
operación de tal magnitud. Pronto se haría explícita la simbiosis que
existía entre el aparato de seguridad y los señores de la droga. Los
narcotraficantes reaccionaron al decomiso de “El Búfalo”; confiados en
su impunidad y en la protección que recibían de la DFS y otras
corporaciones policiacas, secuestraron en Guadalajara a un agente de la
DEA, Enrique Camarena, y a su piloto mexicano, Alfonso Zavala.
A medida que pasaban los días, y que Camarena y Zavala
continuaban desaparecidos, empezaron a publicarse en Estados Unidos
versiones de que “los secuestradores podían estar trabajando bajo la
protección de funcionarios”.18 Washington reaccionó con enojo
inusitado y la Oficina de Aduanas y la DEA decidieron cerrar la frontera
para presionar a México (así lo habían hecho en 1969). A principios de
marzo aparecieron en Michoacán los cadáveres de Camarena y Zavala
que habían sido torturados. En esos momentos, el secretario de Estado
George P. Shultz declaró que se había “rebasado el nivel de tolerancia”
de Estados Unidos.19 Se inició así una oleada de críticas y presiones
estadunidenses que pasaba por alto la protección que ellos mismos
habían extendido a policías y gobernantes mexicanos.
Washington empezó a revelar los nombres de gobernadores, jefes de
policía, secretarios de Estado y hasta familiares del presidente,
supuestamente involucrados en operaciones criminales ligadas al narco.
En abril, el embajador John Gavin declaró que no tenía una “confianza
total en la honestidad e integridad del gabinete” de De la Madrid y
agregó que, “al menos un miembro de éste y el hijo de un secretario de
Estado pueden tener nexos con los narcotraficantes”. Gavin también
afirmó públicamente que por lo menos dos de los secuestradores eran
“policías mexicanos”, versión que los funcionarios mexicanos se vieron
obligados a aceptar.20
Entre los acusados destacaba la presencia de la DFS y de José
Antonio Zorrilla. La tolerancia estadunidense hacia los servicios de
inteligencia mexicanos había llegado a su fin.21 La primera historia que
ligó a Zorrilla con el narcotráfico fue un reportaje de Fernando Ortega
Pizarro en Proceso (3 de junio de 1985) en el que se aseguraba que, de
acuerdo al director de la DEA en México, Edward Heath, Zorrilla había
firmado credenciales de la DFS para don Neto y Caro Quintero. Otra
vertiente de la historia era la irritación de la DEA por la relación tan
estrecha de la CIA con la DFS. Salían a la luz los costos que estaba
pagando Estados Unidos por su cercanía con los sótanos
gubernamentales mexicanos.
Entre los testimonios que obtuve en Guadalajara (y que merecerían
una crónica tan extensa como ésta) se cuenta el de la estraordinaria
simbiosis de la DFS con los narcos. Era tan completa que los
narcotraficantes pagaban la renta de la delegación de la DFS en Jalisco.
La Policía Judicial del estado, por su parte, era la encargada de hacer las
ejecuciones. En ese ambiente de corrupción, violencia e impunidad,
estaban algunos de los jóvenes de los setenta que se mencionaron en
capítulos anteriores. Según una fuente confiable Carlos Morales García,
el Pelacuas, logró salir de la cárcel ayudado por Nazar, para convertirse
en abogado especializado en asuntos de narcos. Javier Barba
Hernández, que inició su carrera en los barrios de San Andrés, llegó a
ser verdugo de los barones de la droga y participó en el grupo que
torturó y ejecutó a Enrique Camarena.
Miguel de la Madrid recuerda que:
...empecé a recibir noticias, información y chismes de que la DFS andaba mal. Bartlett
siempre defendía a Zorrilla. Cuando se da el asesinato de Camarena y la fuga de Rafael
Caro Quintero, Bartlett estuvo de acuerdo en que había que quitar a Zorrilla. Sin embargo,
me dijo que ya que era un elemento tan informado que le abriéramos una oportunidad
política. Y así fue como llegó de candidato a diputado por el estado de Hidalgo. Al mes
regresa Bardett para decirme que había descubierto una gran cantidad de irregularidades y
que no se le podía tener confianza a Zorrilla. Que había que quitarlo de candidato.

Además de eso [continúa De la Madrid] nos enteramos que extorsionaban a gobiernos


locales, que sus análisis eran pobres y sesgados y que recibían dinero de gobiernos locales
lo que dividía sus lealtades. Reiteré la instrucción que había dado a Bardett para que se
creara una nueva entidad que no fuera de policías sino de agentes de inteligencia:
abogados, economistas, sociólogos. Pero lo que más pesó en la desaparición de la DFS fue
la fuga de Caro Quintero. No sé cuando empezó el proceso de degeneración, pero nadie se
podía meter a la DFS. 22

Una reflexión inevitable al respecto es que la solución usual del


sistema político mexicano ya no funcionaba del todo. En 1976 las
protestas contra el general Federico Amaya habían sido
fundamentalmente locales y la forma como el régimen las procesó le
abrió al militar una “oportunidad” en la política (convirtiéndolo en
senador de la República). En 1985, la prensa nacional y extranjera (en
especial la de Estados Unidos) había alterado el arreglo para hacer
manipulaciones como la anterior y el gobierno ya no pudo mantener a
Zorrilla como diputado. Después de una larga fuga, Pepetoño fue
detenido en 1989 y hasta la fecha sigue siendo un enigma el silencio que
ha mantenido desde entonces, el cual demuestra que él sí cumplió con
las reglas del silencio.
JORGE CARRILLO OLEA

La caída de Zorrilla impulsó a Jorge Carrillo Olea que a partir de 1985


se convirtió en personaje clave de los servicios de inteligencia. Su
influencia fue tan fundamental como la de Gutiérrez Barrios, aunque
por razones distintas. Además de tener una visión clara de lo que es y no
es la seguridad y de las características que un servicio de inteligencia
moderno debe poseer, Carrillo Olea gozó de la confianza política de
Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Incorporó a un grupo
de jóvenes con estudios universitarios que renovarían parcialmente
algunas prácticas (no todas) de los servicios de inteligencia mexicanos.
Su testimonio (complementado con otras entrevistas) resultó
indispensable para reconstruir los últimos meses de existencia de la
DFS.23
Desde que De la Madrid era candidato (dice Carrillo Olea)
...me instruyó para que hiciera un diagnóstico en asuntos de seguridad. Me dedicó
mucho tiempo para conversar sobre la materia. Yo preparaba documentos amplios que leía
con cuidado y que me regresaba con observaciones o preguntas al margen de la página. De
esa manera empezó a definirse una agenda de inteligencia que terminaría siendo el Centro
de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).

Ya electo me invitó a desayunar un sábado para informarme de su

decisión de nombrarme subsecretario de Gobernación (antes incluso de que Bartlett


supiera formalmente que iba a ser el titular), y me ratificó formalmente su intención de
crear un servicio de inteligencia, expresándome su interés de que algún día pudiera llegar a
ofrecer inteligencia sobre asuntos financieros. Sin embargo, en los primeros años no pude
avanzar porque la misma tarde de la toma de posesión, Bartlett me dijo que él ejercería la
dirección de la DFS y que ratificaría a Zorrilla. Tenía, por supuesto, la facultad
reglamentaria para hacerlo. Informé al presidente, quien guardó silencio. A partir de ese
momento busqué mantener una comunicación con Zorrilla para mantenerme enterado de lo
que pasaba pero, en realidad, yo no podía influir en nada. Tampoco controlaba lo que
pasaba en la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales porque Óscar de Lassé era
gente de Bartlett, aunque debo reconocer que logré establecer una buena relación con él.

La situación de Carrillo Olea era muy peculiar pero, en la historia de


los servicios de inteligencia, bastante común. Según el organigrama de
Gobernación tenía a su cargo la supervisión y control de los servicios de
inteligencia, pero carecía de la autoridad para cumplir con su trabajo.
También asegura que “la DFS era una bomba de tiempo con una mecha
corta”. La actitud que tomó Carrillo fue hacerse a un lado y observar lo
que sucedía con la DFS. En tanto eso pasaba, empezó a diseñar un
servicio nacional de inteligencia con la asesoría de Jorge Tello Peón. Por
otros motivos, y con una lógica distinta, en la IPS estaba teniendo lugar
un cambio notable en el perfil de los miembros de nuevo ingreso. Su
director, Óscar de Lassé, empezó a contratar a jóvenes universitarios
que, con los años, serían la base humana sobre la cual (y con el
liderazgo de Carrillo Olea primero y Tello Peón después) la institución
se volvería a fundar. Por aquellos años se incorporaron algunos de los
que la siguen dirigiendo en el 2001.
Cuando Zorrilla abandonó la DFS para contender por una diputación
federal sobrevino el colapso de la institución, con una brutalidad nunca
antes vista en su larga historia. “En ese momento [continúa Carrillo
Olea] Bartlett me dice: ‘Ora sí mano, búscate a un director’. Óscar de
Lassé era el natural, pero tal vez ni él ni la DFS hubieran aceptado”.
Carrillo Olea controlaba todos los hilos y en la medida en la que
conoció la institución pudo confirmar la grave situación que privaba al
interior de ésta.
En un viaje a Oaxaca el 21 de marzo de 1985 le informé al presidente De la Madrid del
estado de la DFS y le advertí sobre los riesgos de que Zorrilla llegara a la Cámara [de
Diputados] con fuero. Le comenté que si la DFS no se sometía a una cirugía mayor iba a
perder a su secretario de Gobernación y nos iba a salpicar a todos. El paciente se nos iba.
Fue entonces que el presidente decidió quitarle la candidatura a Zorrilla y desaparecer a la
Federal de Seguridad.

Por otro lado, cuenta Carrillo Olea:


Había un vacío terrible en la institución. Para desaparecer a la DFS mi estrategia fue
buscar a alguno de los fundadores con el siguiente razonamiento: la corrupción se dio
después, no en la fundación. Se necesitaba a alguien que tuviera cariño por la camiseta, que
reprobara lo que había pasado y que gozara de respeto interno. El seleccionado fue Pablo
González Ruelas en quien detecté nostalgia y romanticismo. Tenía unos 70 años y estaba
satisfecho con el cargo que tenía y que lo convertía en todo un personaje. Era el
responsable del ‘antropométrico’ [área dedicada a interceptar conversaciones telefónicas].

Algunos ex miembros de la DFS tienen una opinión bastante


diferente de González Ruelas: lo tachan de “viejo oportunista, corrupto
y cabrón”. Carrillo Olea también recuerda que
...le hablé claro y le dije que estaba ofreciendo (le] el cargo por sus antecedentes de 30
años en la institución. Le pedía que fuera su último director y, además, le advertí que no
estaba contemplado para dirigir la institución que sustituiría a la DFS. Aceptó y durante los
siguientes meses trabajamos con mucha cercanía. Cada día hablábamos 10 ó 15 veces por
teléfono y cada noche me reunía con él y con Jorge Tello para discutir el destino de la
institución. Eso tenía dos vertientes: desaparecer a la DFS y construir lo que se llamaría
Dirección de Investigación y Seguridad Nacional.

González Ruelas aceptó y fue insustituible porque tenía la autoridad al interior para
desmantelar el aparato. Pensé que lo primero era mandar señales del cambio y elegí como
símbolo las charolas que se habían repartido dentro y fuera. El asunto tenía una dimensión
psicológica y una real. Quitar las credenciales era un golpe de autoridad y, al mismo
tiempo, una forma concreta de empezar a limitar los abusos que se cometían con ellas. La
operación se realizó en dos etapas. Una consistió en recoger las charolas que se habían
repartido entre gente de afuera, muy encumbrada política y económicamente. Luego vino la
tarea interna, en donde teníamos que dar un campanazo. La decisión fue empezar por las
cabezas y citamos a los comandantes a una reunión en el auditorio “General de División
Marcelino García Barragán”. Como se había previsto se reunieron unos 50
aproximadamente. Yo les hablé de los cambios que se estaban dando y elogié su disciplina
y lealtad institucional. Luego me retiré para evitar cualquier falta de respeto o indisciplina
diciéndoles que don Pablo les iba a dar algunas explicaciones sobre las medidas concretas
que iban a tomarse para implementar las reformas.

Como a la una de la tarde me habló don Pablo para decirme:‘sus


órdenes están cumplidas, señor subsecretario’. Después me comentó lo
que había pasado. Como lo habíamos acordado, sin darle vueltas al
asunto informó a los comandantes que a partir de ese momento quedaba
abolido el uso de charolas y de armamento. ‘Cada uno de ustedes [les
dijo] deposite en el suelo la pistola que les ha entregado la institución y
su credencial. Un servicio de inteligencia no necesita ni de armas ni de
credencial’. También les dijo que quien usara credencial sería
sancionado con la cancelación del puesto y que si usaban armas en el
trabajo se abriría una averiguación penal. Finalmente, que cada uno de
ellos tenía la responsabilidad de concentrar las charolas del personal a
sus órdenes en la dirección en unos cuantos días. Todos obedecieron.
Luego vino la etapa de los despidos. Casi todas las noches llegaban don Pablo y Jorge
Tello con los expedientes [en ese momento la DFS tenía unos 1,500 agentes]. Nos
poníamos a revisarlos y así íbamos decidiendo quiénes serían despedidos el sábado
siguiente, de lo que se informaba puntualmente al secretario 2 ó 3 veces por semana. Don
Pablo aguantó aunque no le fue del todo fácil. Tiempo después decidió jubilarse habiendo
sido el último director de la Dirección Federal de Seguridad. Algunos miembros de la DFS
sobrevivieron y pasaron a la Disen. Lo más notable de lo que pasó en esos meses de 1985
es que no hubo resistencias o compensación alguna para los despedidos porque todos eran
personal de confianza. Tampoco nadie presentó alguna demanda.
Eran las reglas del juego. El gobierno les había dado el poder y el
gobierno, en un acto de autoridad, se los quitaba.
La DFS desapareció formalmente el 29 de noviembre de 1985,
día en que por un acuerdo presidencial se nombró como primer
director general de la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional
(Disen) a Pedro Vázquez Colmenares. Éste decidió que las charolas de
los agentes de la DFS sirvieran para hacer una estatua de Juárez. El
gesto, además de ser propio de un oaxaqueño, era una forma simbólica
de poner distancia con el pasado. Aunque las identificaciones no
desaparecieron del todo, sí se impuso un mayor control, que es uno de
los símbolos de la nueva etapa.
39. El enigmático José Antonio Zorrilla Pérez. Durante su gestión como director de la DFS se
dio una simbiosis de ésta con el narco. Zorrilla está en la cárcel por la autoría intelectual del
asesinato del periodista Manuel Buendía en 1984. Nunca ha dado su versión de los hechos.
40. Pedro Vázquez Colmenares, primer director de la Dirección de Investigación y Seguridad
Nacional, dicen, ordenó que se hiciera esta estatua con las charolas recogidas a los agentes de la
desaparecida DFS. Es el objeto que mejor simboliza la refundación de los servicios de
inteligencia.
NOTAS
1 DFS, “Evolución histórica del movimiento subversivo hasta llegar al frente revolucionario común,
Liga Comunista 23 de septiembre”, 14 de mayo de 1974, Archivo del Cisen, pp. 5-6. Hablar de 3,000
agentes efectivos es una exageración, de acuerdo a Jorge Carrillo Olea (subsecretario de Gobernación)
en 1983 la DFS tenía 400 agentes. La disparidad tal vez se explica porque se otorgaban credenciales de
agente hasta al personal administrativo.

2 Grupo Dando, S.A., “Resultados obtenidos mediante la aplicación de una batería de pruebas psicológicas
para la Dirección Federal de Seguridad”, México, DF, sin fecha (estimo que levantaron el estudio entre 1977 y
1978).
3 Entrevista con Miguel de la Madrid Hurtado, México, DF, 20 de marzo de 2001.
4 Entrevista con secretario general adjunto del Cisen, México, DF, 12 de octubre de 2000.
5 Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Parte de Guerra. Tlatelolco 1968. Documentos del general
Marcelino García Barragán, México, Aguilar, p. 35.
6 Francisco Javier Balvaneda Rivera, expediente 100-12-1 H-85 L-1870, Archivo del Cisen.
7 Federación de Estudiantes de Guadalajara, expediente 100-12-1-959 H-91 L-4, Archivo del Cisen.
8 Información tomada de Secretaría de Gobernación, Departamento de Recursos Humanos y Francisco Javier
Balvaneda Rivera, op. cit.
9 Entrevista con Daniel Vera, estado de México, 28 de enero de 1999 (Vera fue colaborador de Javier García
Paniagua).
10 Entrevista con Miguel de la Madrid Hurtado, op. cit.
11 Elaine Shannon, Desperados. Latin Drug Lords, U.S. Lawmen, and the War America Can’t Win, Nueva
York, Penguin Books, 1989, p. 206, y The New York Times, 28 de marzo de 1985.
12 Jorge G. Castañeda, La Herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, México, Alfaguara,
1999, p. 410.
13 Entrevista con secretario general adjunto del Cisen, México, DF, 12 de octubre de 2000.
14 José Alfredo Andrade Bojorques, La historia secreta del narco. Desde Navolato vengo, México, Océano,
1999, p. 64.
15 “Esquema preliminar de los factores de amenaza a la seguridad nacional”. Forma parte de los documentos
discutidos en la primera sesión del Grupo de Trabajo de Seguridad Nacional, México, DF, 26 de abril de 1983,
Archivo de Miguel de la Madrid Hurtado.
16 Rogelio Hernández, Zorrilla. El imperio del crimen, México, Editorial Planeta, 1989, pp. 25-26.
17 Shannon, op. cit., p. 521.
18 The New York Times, 22 de febrero de 1985.
19 The New York Times, 8 de marzo de 1985.
20 The New York Times, 16 de marzo y 30 de abril de 1985.
21 Shannon, op. cit., pp. 152 y 202.
22 Entrevista con Miguel de la Madrid Hurtado, op. cit.
23 Entrevista con Jorge Carrillo Olea, 18 de noviembre de 2000.
CAPÍTULO 10
LOS PROFESIONALES Y LA TRANSICIÓN
DEMOCRÁTICA
EL CISEN EN LA TRANSICIÓN

La refundación de los servicios de inteligencia comenzó en 1985 cuando


se iniciaba la etapa final del autoritarismo priísta. Del hecho se
desprende una pregunta inevitable: ¿que papel jugó el Cisen (y las otras
instancias del aparato de seguridad) en la transición a la democracia?
Aunque falta información al respecto, sugiero como hipótesis de trabajo
que al reformarse (aunque fuera parcialmente) para ponerse al día, los
servicios de inteligencia contribuyeron involuntariamente al desplome
del status quo.
La ruptura de 1985 fue mucho más importante que la del año 2000. El
desplome de la DFS coincidió con el terremoto de 1985 que dejó
inservible el ‘’bunker” de Plaza de la República. Ésa fue una
oportunidad excepcional para dar continuidad a ciertas reformas, ya que
desde 1982 se habían iniciado algunos cambios en la Dirección General
de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS) de la Secretaría de
Gobernación con el ingreso de un grupo de jóvenes universitarios que
elaboraron nuevos criterios para la ordenación de la información y el
análisis. Cuando Jorge Carrillo Olea tomó las riendas de los servicios de
inteligencia se apoyó tanto en ese grupo como en uno que empezaba a
formar Jorge Tello Peón, otra figura clave en la transformación de la
institución. La ambición de Carrillo Olea era construir un “centro de
excelencia que utilizara la más alta tecnología disponible en materia de
inteligencia. Inicialmente sería política, pero en el mediano plazo
desarrollaría inteligencia financiera, de recursos naturales, ambiental,
etcétera”.1
Pese a que los años deterioraron la relación entre algunos de los
integrantes del grupo, mantuvieron una convergencia fundamental
gracias a que todos ellos compartían ideas similares, en especial la
ambición de ser profesionales de la inteligencia. Ser profesional era
poseer los conocimientos especializados para anticipar las amenazas y
asesorar a los gobernantes ganándose, al mismo tiempo, el respeto de
una comunidad internacional muy exigente en sus criterios de admisión.
También significaba establecer métodos claros de contratación y
capacitación, tener la mejor tecnología disponible, reducir al máximo la
espontaneidad y aplicar rigurosamente la compartamentalización.
Ser profesional es dejar la operatividad policiaca y evitar las
violaciones graves a los derechos humanos que hundieron a la DFS. Es
pertenecer a un grupo exclusivo que se distingue por su discreción,
lealtad y disposición a obedecer órdenes, que tiene una gran resistencia
a la frustración del anonimato y que está dispuesto a dialogar con todos
los sectores representativos. Es integrarse a una hermandad de
funcionarios que manejan escrupulosamente los recursos públicos y que
anteponen, ante todo, la institución por la cual sacrifican el
reconocimiento que a todos (o a casi todos) los que se incorporan al
sector público les complace.
Esta idea compartida les permitió refundar los servicios de
inteligencia y trascender la lealtad a familias políticas. De los siete
directores que ha habido entre 1985 y 2001, tres (Carrillo Olea, Tello
Peón y Alejandro Alegre Rabiela) formaban parte del grupo inicial. Los
otros cuatro (Pedro Vázquez Colmenares, Fernando del Villar, Eduardo
Pontones y Eduardo Medina-Mora) respetaron el concepto y estructura
original de la institución, lo que le dio una gran estabilidad al proyecto
de profesionalizar el servicio.
En relación al pasado, el cambio más importante de 1985 fue la
redefinición del enemigo. En uno de los primeros documentos
producidos por la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional
(Disen) se lanzó una tibia crítica a lo negativo que resultó que el
movimiento de los ferrocarrileros (1958), el de los médicos (1964-1965)
y “muy particularmente el estudiantil de 1968, no fuesen concebidos y
dimensionados en sus justos términos políticos de tal manera que ante la
falta de una estructura informativa desarrollada que permitiera su
adecuado, diagnóstico, se optara por soluciones disciplinarias y
represivas que en ocasiones no correspondieran a la magnitud del
problema”.2 Precisiones de este tipo son fundamentales porque
distinguen a los enemigos de los adversarios y abren la puerta a la
tolerancia (matiz e ingrediente básico en una cultura democrática).
Una metamorfosis similar sucedió dentro de las fuerzas armadas que,
por sus propios motivos y a su propio ritmo, se embarcaron en una
revolución silenciosa después del trauma del 2 de octubre de 1968. Esta
transformación también incluyó un enorme énfasis en la
profesionalización, una acelerada modernización del equipo y una
redefinición de su misión que le confirió mayor atención al
conocimiento especializado y empezó a dejar de lado aquella paranoia
que los hacía encontrar enemigos en cada sitio. Si uno compara la
década de los sesenta con la de los noventa, es notable el alejamiento
del ejército de los métodos represivos para combatir a los opositores
pacíficos.
En este recuento es indispensable incluir (aunque sea brevemente) el
cambio ocurrido en la relación con la comunidad internacional.
Mientras que en los años sesenta y setenta las ideas provenientes del
norte y del sur insistían en aniquilar por completo la subversión interna,
a finales de los ochenta la visión de la seguridad se veía modificada una
vez que la Guerra Fría llegaba a su fin. En América Latina, los Estados
de seguridad nacional del Cono Sur ya habían fracasado y los militares
devolvían el control del gobierno (que no necesariamente el poder) a los
civiles. Las guerras centroamericanas terminaron y dejaron al istmo
fuera de la disputa internacional.
Simultáneamente, se cuestionaba la conveniencia de conceder tanta
autonomía y poder a los servicios de inteligencia; el nuevo evangelio
hablaba de rendición de cuentas y de supervisión de operaciones a
través del congreso, de los medios de comunicación y de organizaciones
sociales.3 El mensaje era que, para sobrevivir, ese tipo de organizaciones
tenían que adecuarse a las nuevas realidades. En la medida en la que se
legitimaban estas ideas se facilitaba el desmantelamiento del
autoritarismo. Lo que sucedió en México había ocurrido anteriormente
en otros países. La historia de la KGB en el periodo de Gorbachov (de
la Glasnost y la Perestroika) es la de un servicio profesional que, para
adaptarse a los nuevos tiempos, colaboró de manera involuntaria en la
destrucción del régimen.4
Esta modificación en las doctrinas prevalecientes al interior del
aparato de seguridad mexicano redujo la tolerancia previa al uso
irrestricto de la violencia estatal y posibilitó que las fuerzas sociales
opositoras fueran perdiendo el miedo al régimen. Esto influyó en el
fortalecimiento de los partidos políticos, en la proliferación de
organismos no gubernamentales de derechos humanos y de otras
expresiones de la sociedad civil y en el desarrollo de la independencia
de los medios de comunicación. En los últimos 15 años se dio una
fascinante dinámica de construcción de una cultura democrática y de las
instituciones que la sustentan. Proceso que no necesariamente fue
entendido por el servicio de inteligencia del Estado.
Hay además otros aspectos que quisiera bosquejar. En aras de su
profesionalización, el aparato de seguridad requirió de conocimientos
cada vez más especializados, para ello inició el reclutamiento de
personal con un perfil diferente. Algunas direcciones del Cisen
contrataron a elementos mejor educados, lo que trajo consigo
contenciones internas poco visibles. También buscaron tener
acercamientos con la comunidad académica, lo que hizo posible un
diálogo que empezó en 1984 o 1985 y que explica las invitaciones a
profe sores con tendencia a la crítica. No es accidental, por tanto, que
por esos años me llamaran a dar algunas pláticas en el Colegio de la
Defensa Nacional y el Centro de Estudios Superiores Navales. Al
mismo tiempo, conocí y empecé a dialogar con algunos de los directivos
que buscaban reconstruir los servicios de inteligencia (en especial con
Jorge Carrillo Olea, Jorge Tello Peón y José Luis Calderón Arozqueta).
41. Pedro Vázquez Colmenares dejó la gubernatura para encargarse de la Dirección General de
Investigación y Seguridad Nacional. Lo atrajo el cargo y la posibilidad de estar cerca de Manuel
Bartlett, quien tenía posibilidades de ser candidato a presidente.
42. El colapso de la DFS en 1985 le permitió a Jorge Carrillo Olea refundar los servicios de
inteligencia civiles. Eliminó algunos de los excesos de antaño y organizó al grupo de
universitarios que integraron la dirección a partir de entonces.
Ellos querían compartir ideas y conocimientos pero sin saber dónde
establecer un límite. Nosotros queríamos conocerlos e influir en su
conceptualización de la seguridad aunque no entendíamos con claridad
lo que sucedía en esos corredores de poder. No fue, aclaro, una historia
individual. Éramos un grupo razonablemente numeroso de académicos
interesados en la seguridad, algunos de los cuales (Raúl Benítez
Manaut, Leonardo Curzio, Alfonso Zárate y Guadalupe González, entre
otros) coincidimos en el Centro Latinoamericano de Estudios
Estratégicos (CLEE), una institución ya desaparecida que surgió por
iniciativa de José Thiago Cintra y Luis Herrera-Lasso.
Viéndolo en perspectiva, aquel diálogo se fue construyendo sobre la
marcha, con la paciencia que la desconfianza exigía. De manera
espontánea se establecieron algunos principios muy generales que
incluían, como piedra de toque, el respeto a las diferencias. En todos
estos años nunca me sentí inhibido para hablar sobre los excesos
cometidos por la DFS y sobre la necesidad de conciliar la seguridad
nacional con los derechos humanos, la democracia, el crecimiento
económico y el respeto al medio ambiente (ideas que impulsaba como
participante en organizaciones civiles). Aunque no estuvieran de
acuerdo, los citados directivos guardaban silencio sobre mis actividades
y, como buenos profesionales, jamás hicieron ostentación de la
información que pudieran haber tenido.
Una de las circunstancias que aclararon los términos de aquella
relación tuvo que ver con una demanda que interpuse, a nombre de
Alianza Cívica en 1996, contra el presidente de la República.
Queríamos averiguar el salario de Ernesto Zedilla Ponce de León y la
forma en que se gastaba la “partida secreta”. Ello provocó irritación en
Los Pinos y durante un desayuno (o tal vez fue una comida), el entonces
director general del Cisen intentó decirme algo al respecto (intuí una
crítica). En el último momento se dio cuenta que era totalmente
improcedente que lo hiciera porque hubiera violentado el entendimiento
de respetar la diversidad.
Sin embargo, el haberlos tratado me permitió entender la
metamorfosis que iba sufriendo el aparato de seguridad. Creo que lo
publicado por mí y por otros colegas sobre la necesidad de modernizar
la teoría y la doctrina de la seguridad nacional tuvo un efecto en su
percepción del cambio. Me consta, además, que la interacción con
académicos modificó algunas inercias y prácticas (no todas, por
supuesto) de los responsables de la seguridad nacional. En una ocasión
el Cisen quería organizar un curso sobre inteligencia para el equipo de
un candidato del Partido Revolucionario Institucional a gobernador. Dos
de los conferencistas externos se negaron a participar argumentando que
era ilegal, y porque no querían ser acusados por la prensa de ayudar a un
candidato. El hecho de que mantuviéramos el diálogo después de tantos
años difíciles (y que en algunos casos las relaciones llegaran al afecto
personal) fue señal del profesionalismo de ambas partes.
Por otro lado, fue muy desigual la degradación del autoritarismo
mexicano y muy lenta la transición a la democracia. Mientras algunas
instituciones del viejo régimen se debilitaban, otras se fortalecían. Éste
fue el caso del aparato de seguridad, que se modificó parcialmente. El
Cisen se liberó de algunos lastres heredados de la DFS (cesaron la
extorsión, la tortura, la ejecución y las desapariciones forzadas), pero
mantuvo numerosas disfunciones originarias. Su peor falla continuó
siendo la endeble institucionalización derivada del limbo jurídico en el
que flota, y la viciada relación que ha mantenido con el sistema político.
Con base en indicios de diverso tipo, sostengo que en 1998 o 1999
elaboraron un escenario que preveía dos desenlaces para las elecciones
presidenciales del 2 de julio de 2000 (triunfo o derrota del PRI). A partir
de 1999 implementaron una estrategia que contemplaba ambas
posibilidades. Una parte del Cisen aceleró su apertura y modernización
buscando legitimar su existencia entre la sociedad. La otra siguió
infiltrando a movimientos opositores e interviniendo teléfonos, celulares
y faxes para transmitir información privilegiada al candidato del PRI a
la presidencia de la República. Esta dicotomía colocó al Cisen, desde
noviembre de 2000, en una situación particularmente difícil.
Con este marco general presentaré el recuento de los últimos 15 años
de los servicios de inteligencia. Primero desagrego a la institución en
partes, luego discuto su apertura hacia la sociedad y finalmente expongo
los vicios heredados. El criterio que seguí para la inclusión de
información determinada es el que ha orientado todo mi trabajo sobre
este tema: México necesita servicios de inteligencia altamente
profesionales y estrechamente supervisados y controlados por la
sociedad. Servicios apegados a los criterios de un país democrático. Una
forma de lograrlo es esclareciendo al máximo lo que es el Cisen,
haciendo pública la mayor cantidad posible de información.
UNA DESCRIPCIÓN DEL CISEN

Son evidentes las transformaciones que ha tenido el Cisen desde 1985.


Cuando se desocupó el sombrío edificio de Plaza de la República a
causa del temblor del 19 de septiembre de aquel año, el personal se
instaló en los múltiples hotelitos circundantes.
Era urgente encontrar un nuevo espacio para el Centro y el
subsecretario de Gobernación, a quien el presidente había hecho cargo
del asunto, localizó unos edificios en un terreno de siete hectáreas en la
delegación Magdalena Contreras. Es difícil encontrar un espacio de ese
tipo en la capital. El lugar había sido antes un ingenio (por esto tiene
chimeneas o “chacuacos” decimonónicos) que recibía la caña de azúcar
transportada por el ferrocarril de Morelos. Después se convirtió en la
fábrica de hilados y tejidos La Conchita y terminó siendo casa hogar de
menores infractores. El local fue acondicionado por ICA (Ingenieros
Civiles y Asociados) que, en un tiempo récord, habilitó los 20,000
metros cuadrados de oficinas distribuidos en cuatro cuerpos, cada uno
de los cuales tiene cuatro niveles.
Los ingenieros aprovecharon la construcción anterior (los sótanos se
convirtieron en las bóvedas que guardan el archivo) adecuándola a las
nuevas necesidades. Por ejemplo, hay un sistema de exclusas que aísla
las secciones a las que sólo puede entrar el personal autorizado. Un
complemento al edificio del Cisen fue la construcción de un distribuidor
vial que permite a los vecinos de la zona salir con relativa rapidez hacia
el Periférico.
En 2000 el Cisen tenía cerca de 3,000 empleados de planta, de ellos,
poco menos de la mitad trabajaba en las oficinas centrales de
Magdalena Contreras (los otros se distribuyen en las 32 delegaciones y
86 subdelegaciones que tienen en el país). El Centro es un pequeño
poblado con dormitorios y lavandería, peluquería y gimnasio, tienda de
ropa, cajero automático y restaurante. La oficina del director, que se
encuentra en el cuarto piso, está orientada hacia las construcciones que
cada año pueblan más y más los cerros de San Nicolás Totolapan. Desde
ahí también puede verse el último río que le queda al valle del Anáhuac.
En ese mismo sector, pero en el primer piso, se ubica el área más
resguardada del complejo: el lugar desde el cual se hacen las
intercepciones telefónicas.
El periodo de 1985 a 1988 fue de transición. El primer director del
Disen, Pedro Vázquez Colmenares, aceptó la idea general de un
proyecto de modernización. Durante esos años los recursos fueron
escasos y las tensiones provocadas por la fusión de dos direcciones
(Investigaciones Políticas y Sociales y la DFS) que tenían tradiciones y
métodos distintos no se hicieron esperar. También surgieron problemas
por las diferencias entre Manuel Bartlett, secretario de Gobernación, y
Jorge Carrillo Olea en relación a las disputas internas del PRI por la
candidatura para la presidencia de la República (Carrillo Olea
respaldaba a Salinas de Gortari mientras que Bartlett tenía ambiciones
propias). Eso llevó a que el secretario de Gobernación creara su propio
sistema de análisis electoral para las elecciones presidenciales de 1988.
Una de las primeras acciones de Carlos Salinas de Gortari como
presidente fue crear el Centro de Investigación y Seguridad Nacional
que, según el decreto presidencial, sería el organismo federal encargado
de “establecer y operar un sistema de investigación e información para
la seguridad del país”.5 Terminó siendo un Centro porque una dirección
general carecía de autoridad y una subsecretaría era demasiado
burocrática. Formalmente el Cisen dependía de Gobernación pero aun
cuando Gutiérrez Barrios era el titular de esa dependencia no se le
permitió escoger al director del Cisen (don Fernando quería imponer a
Luis de la Barreda Moreno). Salinas nombró a Jorge Carrillo Olea como
primer director, pero sólo lo mantuvo en el cargo un par de años. De
hecho, durante su sexenio Carlos Salinas controló directamente al Cisen
a través de José María Córdoba. Al igual que Echeverría, Carlos Salinas
golpeó la institucionalidad al transferir en la práctica los servicios de
inteligencia a la presidencia de la República.
La estructura del Cisen es bastante elemental y está inspirada en la
CIA y en el Mossad israelí (este último fungió como asesor en su
conformación). A partir de 1988 el organismo recibió recursos
suficientes para pagar salarios competitivos. El sueldo del director
general se ubicó en la media de los sueldos de los subsecretarios. Los
directores tuvieron salario de oficial mayor y los delegados estatales de
directores generales. Tal vez debido a las lecciones que había dejado la
corrupción de la Dirección Federal de Seguridad, desde el primer
momento el Cisen excluyó de su esfera de interés al narcotráfico (el
asunto se transfirió a la PGR), lo que sería una de las razones por las
cuales el Centro nunca ha sido penetrado por los señores de la droga.
Dirección General. El director general es el responsable de la
institución y trabaja directamente con el presidente, el secretario de
Gobernación y con el Gabinete de Seguridad Nacional creado por
Carlos Salinas en 1989. También atiende protocolariamente a los
representantes de los servicios de inteligencia de otros países cuando
visitan México (la relación cotidiana se realiza a través de
subordinados). Además supervisa la marcha general de la institución,
para lo cual se reúne cada lunes con los directores en la “Sala de
Situaciones”. Desde el periodo 1994-1995 una de sus principales
funciones ha sido elaborar la agenda de seguridad nacional y riesgos
(esta tarea es fundamental porque determina la orientación que tomará
la institución).
ORGANIGRAMA DEL CISEN, AGOSTO 2000
En 1988 Carlos Salinas decretó la creación de un Gabinete de Seguridad
Nacional y el director general del Cisen se convirtió en secretario
técnico del mismo. Empezó a crearse una comunidad en la que
participan todas las dependencias que elaboran inteligencia. En un
documento del Cisen se asegura que una de sus funciones es “coordinar
la totalidad de organismos de inteligencia civil en México para la
seguridad nacional. A la fecha del presente documento [junio de 2000],
el Centro se ha convertido en el articulador en el ámbito nacional de
inteligencia, manteniendo relación con dependencias, entidades y
organismos públicos y los gobiernos de los estados”.6 Aunque me
parece una afirmación muy optimista que no considera los celos de otras
instituciones, es indudable que el Cisen tiene una gran influencia, que el
director general debe manejar.
Sin embargo, la forma en la que el Centro ejerce sus múltiples
responsabilidades ha dependido (igual que antes) de la posición del
director general frente a la presidencia y la Secretaría de Gobernación.
Carrillo Olea, por ejemplo, pocas veces negociaba con el titular de
Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios; su relación era con el
presidente. Eduardo Pontones dependía directamente del subsecretario
Fernando del Villar, quien conservó el control. El actual director,
Eduardo Medina-Mora, depende del secretario de Go bernación pero
debe considerar al jefe de la Comisión de Seguridad Nacional (una
dependencia creada por Vicente Fox).
El poder del director general del Cisen también ha estado
determinado por la evolución de las otras dependencias de inteligencia.
En ese terreno cada vez adquiere mayor importancia la elaboración de
las agendas (de seguridad nacional y de riesgos), que empezaron a
hacerse de manera sistemática en 1994 bajo el auspicio de Jorge Tello
Peón. Debido a los acontecimientos de aquel año borrascoso fue poco lo
que se pudo avanzar. A partir de 1995 la agenda se prepara cada año; en
la elaboración de la correspondiente a 2000 participaron la directiva del
Cisen, especialistas externos, dependencias federales, estatales y
municipales. La agenda anual se revisa mensual y semanalmente, tiene
una temática tan amplia como los grandes problemas nacionales y
orienta los informes ejecutivos diario, semanal y mensual (IED, IES e
IEM) que se entregan a los usuarios de la información del Cisen.7 La
agenda de riesgo determina a los sujetos que deben ser estudiados o
vigilados. Porque fueron espiados en las elecciones de 2000,
seguramente estuvieron incluidos en la agenda los candidatos y partidos
opositores, las autoridades electorales, periodistas, académicos y
diplomáticos.
43. José María Córdoba es uno de los personajes más enigmáticos de la política mexicana. Fue
uno de los principales operadores de Carlos Salinas, controlaba el Cisen que constantemente le
proporcionaba información.
44. Jorge Tello Peón relanzó la profesionalización del Cisen después de la recaída de 1993. Fue
un obsesivo de la organización que mantuvo a la institución alejada del escándalo.
Secretaría General. El funcionario encargado de ella controla la
estructura interna, nombra a los delegados en los estados y lleva la
coordinación cotidiana con la presidencia y la Secretaría de
Gobernación. Sin embargo, su capacidad de maniobra depende de quien
lo haya nombrado. La secretaria general (la única mujer en los
principales cargos de dirección) que acompañó a Alejandro Alegre
Rabiela había sido nombrada por el secretario de Gobernación y tuvo un
espacio reducido para actuar.
Secretaría General Adjunta. Esta posición fue un añadido creado por
Emilio Chuayffet. Su responsabilidad explícita es controlar las 11
representaciones que tiene el Cisen en ciudades de varios países
(Canadá, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, El
Salvador y Venezuela). También está a cargo de la relación que la
institución mantiene con 42 servicios de inteligencia de 28 países, e
impulsa todo tipo de cursos (impartidos por extranjeros a mexicanos, o
por miembros del Cisen a extranjeros). En ese sentido la relación
estratégica sigue siendo con la CIA.8 Los directivos del Cisen están
convencidos de que hay un reposicionamiento (positivo) de su
institución en el ámbito mundial, ya que gracias a su profesionalismo se
han ganado el respeto de la comunidad internacional. Esta relación,
también incluye, en algunos casos, la colaboración en operaciones
especiales como la localización de algún extranjero.
Diversas fuentes me aseguran que otra función de la Secretaría
General Adjunta es la elaboración de inteligencia política electoral y el
manejo de centros de espionaje en algunos estados. En la Secretaría
(dicen) hay un extraordinario sistema de información que incluye las
fichas biográficas de todos los políticos y organizaciones que tiene
México.
Centro de Desarrollo de Recursos Humanos. Su importancia es
extraordinaria porque se encarga de formar a los profesionales del
Cisen, fomentando en ellos el fuerte sentimiento de pertenencia a la
organización. En el pasado bastaba una recomendación para ser
incorporado a las actividades de la institución. Actualmente hay un
proceso extraordinariamente elaborado para reclutar al personal
adecuado.
La incorporación de los nuevos elementos se inicia con una búsqueda
dentro y fuera de la institución, con miras a un perfil específico del
cargo a ocupar. Pese a los cambios que ha habido, la recomendación de
algún miembro del Cisen sigue siendo un método muy común. Todos
los aspirantes deben someterse a una primera preselección pasada la
cual se someten a pruebas médicas, psicológicas y de polígrafo (ésta
última con más de 500 preguntas). En ciertos ambientes oficiales se
trata con mucho respeto a los especialistas en poligrafía del Cisen que
han adquirido una gran destreza para detectar a los elementos que
mienten. La principal preocupación del Cisen es conocer con exactitud
las razones por las que alguien quiere incorporarse a la institución y
determinar la tolerancia que tenga a la frustración.9
Antes de ser admitidos, los postulantes son cuidadosamente
investigados por la Dirección de Contrainteligencia. Su interés principal
es evitar el ingreso de algún infiltrado o de alguien que pueda rebelarse
a las normas establecidas. Un servicio de inteligencia evoca a espías
aventureros y seductores como James Bond. Es, por tanto, un imán para
personalidades que difícilmente aceptan las frustraciones asociadas con
la vida real en el Cisen.
Una vez aceptados, son sometidos a un periodo de socialización
(“inducción”). El objetivo es inocularles las ideas y la creencia de que
forman parte de un grupo exclusivo que jamás duerme y que resguarda
información muy importante para el país (siguen considerándose parte
de una élite). Se les exige el apego a normas fundamentales: eficiencia,
lealtad, disciplina y discreción y se fomenta en ellos el arraigo (“que
sientan que los quieres”). Para quienes se apartan de las normas, hay un
programa de control permanente que incluye pruebas antidoping al azar
(que generalmente se realizan los lunes) para averiguar si consumen
drogas y alcohol. Cada dos años pasan por el polígrafo con el propósito,
una vez más, de detectar desviaciones o violaciones a los principios
institucionales.
Una parte integral de la vida dentro del Cisen es la capacitación. El
personal acude constantemente a cursos y diplomados, tanto dentro
como fuera de la organización. El Cisen tiene acuerdos para la
impartición de diplomados con distintos centros académicos (entre
otros, el Instituto Nacional de Administración Pública, la UNAM y el
ITAM). Los analistas reciben cursos de especialización, los mandos
medios cursos de inteligencia (impartidos por extranjeros), y los jefes,
cursos de alta dirección. En varios países tienen también becarios
especializándose, por ejemplo, en seguridad informática y análisis de
medios. Algunos de estos cursos son similares a los diplomados de
cualquier universidad.
Otros cursos son propios del ámbito de la inteligencia. Un ex
miembro del Cisen me describió el programa de Inteligencia Operativa
que tiene tres niveles. En el primero se enseñan aspectos tan elementales
como el análisis de un acta de nacimiento o la obtención de un informe
sobre escolaridad del elemento al que se está investigando. En el
segundo se abordan técnicas de inteligencia más elaboradas como hacer
el seguimiento en coche de un sospechoso, ocultamiento de cámara,
etcétera. El tercero es el más sofisticado e incluye aspectos tan
especializados como tomar fotografías (de buena calidad) de noche.
Con el tiempo se ha ido creando un servicio de carrera en inteligencia
que todavía no tiene reconocimiento oficial. Hay concursos para la
ocupación de algunos puestos y existe un Comité del servicio
profesional de carrera en inteligencia. Estos cambios han modificado el
perfil y permanencia de los empleados. Casi la mitad del personal es
femenino (con excepción de los directores entre los que impera el sexo
masculino). También ha ido en aumento la antigüedad, lo que sugiere
que los trabajadores se sienten satisfechos con el empleo; están además
mejor educados: en 1999 casi la mitad tenía estudios de licenciatura o
equivalente.10
Finalmente, hay un procedimiento específico a seguir para los
miembros que deciden dejar la institución: primero se les entrevista con
la intención de retenerlos. Cuando esto no es posible, y en caso de que
la persona haya tenido acceso a información confidencial se le “enfría”
durante seis meses, evitándole el acceso a información clasificada. En
síntesis, el del Cisen es un estilo de vida cuidadosamente reglamentado
que, con algunas excepciones, tiene mucha disciplina y poca aventura.11
Dirección de Investigación. Es una de las direcciones más
importantes e impenetrables. Entre sus responsabilidades se cuenta el
manejo de las delegaciones pero, lo más importante, es el control de las
“fuentes vivas” (es decir, de personas) indispensables en cualquier
trabajo de inteligencia.
Esta dirección controla a los agentes diseminados en las diferentes
esferas de la vida nacional, que informan sobre los incidentes de una
marcha o de una reunión. De ellos también dependen las extensas “redes
estables para el flujo de información”. Es decir, los infiltrados en los
diferentes movimientos y los grupos de taxistas, telefonistas,
electricistas y movimientos estudiantiles (entre otros) que alimentan de
información en bruto al Cisen. Ese sería el caso de Auxilio Universitario
de la UNAM que, según diversos conocedores, tiene una red de
espionaje para estar al tanto de lo que sucede dentro de la universidad.
La creación de una red es una tarea que lleva años pero resulta una de
las formas más eficaces para capturar información. Quienes participan
en ella son individuos que pertenecen al medio investigado, lo que no
necesariamente garantiza que sean los que estén mejor preparados, ni
que se encuentren entre los mejor pagados. En múltiples ocasiones la
entrega es parte de un intercambio de información por favores,
circunstancia que forma parte de las costum bres heredadas de las redes
invisibles del poder creadas por el viejo sistema político mexicano.
Dirección de Análisis. La información generada por otras direcciones
es transmitida en bruto a la Dirección de Análisis que se encarga de
procesarla y de producir monografías temáticas: el Informe Ejecutivo
Diario (IED) y los Informes Ejecutivos Semanal y Mensual (IES e
IEM). Son en verdad notables las bases de datos que se han ido
acumulando con los años. Algunos temas están organizados por
municipio, lo que permite saber al usuario, por ejemplo, cuál localidad
tiene más problemas con el abasto de agua o cuál es la más violenta.
Los cruces que se pueden hacer entre variables son igualmente
apasionantes.
Estas bases de datos alimentan el Servicio Ejecutivo de Información
(SEI) que es una red de cómputo que distribuye estudios más largos y
textos breves y directos que se van complementando a lo largo del día
con “flashes” informativos. Durante una hora y media me permitieron
ver una parte de esta información (no la más secreta o restringida). El
SEI es la puerta de acceso a los temas de las agendas de seguridad y de
riesgos: seguridad pública, subversión, el legislativo (con información
curricular sobre cada legislador), Chiapas, Ejército Popular
Revolucionario (EPR) y Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente
(ERPI), etcétera. Hay material sobre las organizaciones que respaldan al
EPR, su red de vínculos, documentos asegurados y militantes detenidos.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional está enmarcado en el
mismo esquema que el EPR, aunque incluyendo variantes como la
Diócesis de San Cristóbal y las redes de apoyo que .tiene en cada estado
del país.12
De ahí el material llega a las computadoras o escritorios de los
usuarios permanentes: el presidente, el secretario de Gobernación, el
consejero de Seguridad Nacional, la Sedena, la Secretaría de Marina, la
de Seguridad, Hacienda, Secodam, PGR, el comisionado para la paz en
Chiapas, la Policía Judicial Federal y los gobiernos de algunos estados.
Hay también otros tipos de usuarios. En 2000 había 661 usuarios
internos del Servicio Ejecutivo de Información que, dependiendo de su
nivel, recibían diferentes productos. Ello significa que quien cuente con
una terminal electrónica del Cisen en su oficina tiene acceso, las 24
horas del día, a raudales de información en línea. Desconozco los
criterios utilizados para decidir quién recibe qué tipo de información
(que se encuentra clasificada en cinco colores: el rojo corresponde a la
secreta, el naranja a la reservada, el amarillo a la administrativa, el
verde es para consulta y el azul para lectura).13
De la Dirección de Análisis dependen los archivos de la DFS y la
Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales. Me parece
innecesario repetir lo que ya he mencionado sobre estos archivos en
diversos capítulos; sólo quiero recalcar que se encuentran relativamente
intactos, y que están siendo respaldados digitalmente. Por otro lado, el
método de tarjetas cambió a principios de 1990 o 1991 cuando los
expedientes se digitalizaron.
No pude verificar la calidad de los análisis que actualmente hace el
Cisen en comparación con los que elaboraba en el pasado. Sus
funcionarios insisten en que la calidad de la inteligencia producida se
incrementó durante la década de los noventa. En entrevista, uno de sus
directivos aseguró que en el gobierno “no se toma decisión importante
sin consultar el dato del Cisen”.14 En un documento del Cisen se dice
que el “nivel de calidad de la inteligencia se ha elevado, verificándose
por los resultados propios del sistema [el Sistema Ejecutivo de
Información], el incremento de usuarios externos, el incremento en la
consulta del Sistema Ejecutivo, así como la utilidad reflejada en la toma
de decisiones en los usuarios externos de la información”,15 Sin
embargo, en la evaluación que hizo pública el gobierno de Vicente Fax
en julio de 2001 se enumeran varias debilidades. Entre ellas, se habla de
“la carencia de un enfoque que hiciera de los productos del Cisen un
elemento realmente útil en la toma de decisiones” y “el
sobredimensionamiento de los riesgos, que generó una ponderación
excesiva de las amenazas”.16 En ambos casos se trata de opiniones que
no pude verificar por no haber tenido acceso a los materiales
correspondientes.
Dirección de Contrainteligencia. Ésta es una de las Direcciones más
interesantes. Durante algunos años fue la Dirección de Protección y era
el brazo “operativo” del Cisen. Era la encargada de llevar a cabo las
investigaciones criminales y de realizar algunos operativos contra el
crimen organizado. En febrero de 1999 se creó la Policía Federal
Preventiva que incorporó a unos 600 efectivos de Protección con todos
sus equipos y armamento, vehículos y seis aviones (incluido el
legendario “Tigre”). Al dejar de ser operativo, el Cisen se transformó
(por primera vez en su historia) en un organismo exclusivamente
dedicado al procesamiento de información.
Actualmente, Contrainteligencia tiene una función interna y otra
externa. En el primer caso está encargada de proteger la integridad física
del personal, documentos, bienes e instalaciones. Esto quiere decir que
realiza estudios socioeconómicos de quienes aspiran a entrar al Cisen o
quienes trabajan en él. El objetivo es evitar infiltraciones o detectar
desviaciones de las normas establecidas (por ejemplo intentar ingresar a
un área restringida por el color del gafete, que todos deben portar de
manera obligatoria). En broma y en serio, en el Cisen se les dice (a los
hombres) que deben cuidar las cuatro “b”: boca, botella, bolsa y
bragueta. Uno de los métodos favoritos para averiguar si las sospechas
son justificadas es contrastar lo que gastan contra lo que ganan.
Supongo que también sus teléfonos están intervenidos. Como parte de la
estrecha vigilancia de la institución revisan sin aviso previo los
automóviles de quienes salen para detectar cualquier intento de llevarse
información. Contrainteligencia también vigila con mucho cuidado que
los delegados del Cisen no establezcan relaciones impropias con los
gobernadores de los estados.
La segunda vertiente en la que trabaja Contrainteligencia consiste en
vigilar a los extranjeros que puedan representar una amenaza a la
seguridad nacional. En esta posición estarían, en principio al menos, los
agentes de los servicios de inteligencia de otros países (fuentes
confiables estiman que la CIA tiene unos 50 agentes en México, los
rusos 33 y los cubanos 13). También se contarían, por otro lado,
extranjeros sospechosos por diferentes razones. Resulta, por tanto,
lógico que Contrainteligencia tenga oficinas en algunos aeropuertos y
vigile los flujos migratorios.
En la relación con el exterior sigue habiendo un trato privilegiado
para el vecino del norte, quien aún es considerado un aliado estratégico.
Al igual que en la Guerra Fría se continúa vigilando a los cubanos. La
novedad es que el énfasis se pone en el combate al narcotráfico, el
terrorismo y el crimen organizado. Un ejemplo de la colaboración
bilateral es el Centro de Inteligencia Antiterrorista en el que México
participa con Estados Unidos. En estas operaciones conjuntas se sigue
un principio clave: no se vigila a un mexicano para beneficio de los
extranjeros.
Dirección de Servicios Técnicos. Las instalaciones de esta Dirección
localizada en el primer piso, en el ala donde se encuentra la Dirección
General, son las más vigiladas. Ellos son los encargados de que el Cisen
se mantenga a la vanguardia tecnológica, de que funcione la red de
comunicación y de que a través de ella la información viaje segura (para
lo cual es encriptada). También monitorean las emisiones de radio y
televisión y hacen encuestas telefónicas.
Servicios Técnicos también es la heredera del “antropométrico”, es
decir, es la encargada de intervenir de manera permanente los faxes,
teléfonos y celulares de una lista que se ha ido formando de manera un
tanto natural con las sugerencias del presidente, del secretario de
Gobernación y del director general y que es revisada cada dos meses.
Ignoro el número exacto de aparatos intervenidos en 2000, pero unos
cuantos años antes se controlaban hasta mil teléfonos (un incremento
notable frente a los 117 de 1965). Todas las llamadas realizadas desde
los teléfonos seleccionados son grabadas, escuchadas y transcritas.
Cuando el jefe de esta oficina detecta una conversación particularmente
importante, la lleva inmediatamente a la oficina del director general. En
caso contrario las va acumulando y procesando, y cada 24 horas se
elabora un grueso informe del cual se hacen cuatro copias: para la
presidencia de la República, para la Secretaría de Gobernación, para la
Dirección General del Císen y para la Dirección de Análisis. Con la
intención de evitar filtraciones, esos informes son impresos en papel de
seguridad, del que es imposible hacer fotocopias. Cada día, alrededor de
las seis de la tarde parten mensajeros hacia Los Pinos y Bucareli con un
potafolios esposado a la muñeca.
El espionaje telefónico siempre ha contado con la colaboración de la
empresa Teléfonos de México. Del Cisen salen tres cables de fibra
óptica hacia tres centrales de Telmex: una de ellas (la tradicional en la
calle de Madrid), cerca de Plaza de la República. Hace algunos años, el
empleado de Telmex encargado de atender al Cisen era un legendario
señor Prado al que se le enviaba una tarjeta con los números que
deberían intervenirse sin mayores trámites (nadie entregaba, ni nadie
pedía, la orden de algún juez). Esa misma oficina era la encargada de
arreglar que el presidente tuviera líneas telefónicas directas con los
miembros de su gabinete durante sus viajes por México o el extranjero.
Dirección de Administración y Servicios. Como podrá observarse en
la gráfica anexa, el presupuesto del Cisen ha aumentando de manera
constante desde su creación. Eso significa que las principales
autoridades del país consideran valioso el trabajo del Centro. Por otro
lado, los recursos se manejan escrupulosamente, según confirman
fuentes de la Secodam que le hicieron 18 auditorías y 159 observaciones
entre 1994 y 2000. Ello es resultado de la eficiencia de la Contraloría
Interna. Un aspecto pendiente de aclarar es si el Cisen sigue teniendo un
presupuesto secreto. Según ciertos testimonios, hace algunos años era el
equivalente a 5% del monto autorizado por la Cámara de Diputados.

PRESUPUESTO DEL CISEN, 1989-2001*


* Millones de pesos de diciembre de 1999.

Fuente: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Presupuesto de Egresos 1989-2001.


LAS DEFICIENCIAS ESTRUCTURALES DEL CISEN Y LAS
ELECCIONES DE 2000

Algunos miembros del Cisen tienen sentimientos encontrados con


respecto a su trabajo. Por un lado, hay un fuerte sentido de pertenencia a
una organización de la que están orgullosos. Es una comunidad de
profesionales satisfecha con sus logros. Los intoxica el placer de
contribuir con ideas y datos para la toma de decisiones y están
conscientes de haber dejado atrás los excesos de la DFS.
Sin embargo, también existe el desconcierto y la desazón propios de
quienes laboran en este ámbito. El hecho de que otros funcionarios
reciban el crédito por el trabajo que ellos realizan, el no gozar del
reconocimiento, les provoca frustración. “Se nos conoce por los
fracasos, jamás por los éxitos. Siempre somos la chica fea de la fiesta”,
me decía uno de los veteranos. Aunque es una queja justificada en vista
de que los gobernantes lo siguen ocultando en el clóset, el Cisen ha
contribuido a su mala fama pública. Pese al profesionalismo que
adquirieron sus miembros, una parte de la institución mantuvo una
relación ambigua y perversa con el sistema político. Vistas así las cosas,
el Cisen es una institución esquizofrénica que opera simultáneamente en
dos dimensiones, una de las cuales es poco agradable.
Como decía en las páginas iniciales, en los últimos 15 años el Cisen
ha ido abriéndose a la sociedad. Como parte de su creciente
profesionalización el Cisen firmó convenios con instituciones
académicas e invitó a especialistas a dar conferencias e impartir cursos.
También compartió su conocimiento especializado en el manejo del
polígrafo (o detector de mentiras) el cual también utilizan para aplicar
exámenes a empleados o funcionarios de otras dependencias.
Esta tendencia se acentuó a partir de 1999 cuando el Cisen empezó a
prepararse para una eventual derrota del PRI en las elecciones
presidenciales de 2000. Entre las medidas que se tomaron estuvo la
instalación de la página oficial de la institución en Internet
(www.cisen.gob.mx), un experimento de servicio social con egresados
del Instituto Tecnológico Autónomo de México (lTAM) y el apoyo
otorgado para que la revista del Instituto Nacional de Administración
Pública elaborara un número especial sobre servicios de inteligencia en
el nuevo siglo. Algo notable del número monográfico es que el director
general del Cisen publicó un articulo exponiendo su opinión sobre los
elementos que debe tener una ley de inteligencia para la seguridad
nacional.17
Otra medida fue crear en 1999 un Programa de Estudios Estratégicos
por medio del cual se invitó a especialistas a preparar investigaciones
sobre temas de particular importancia. En 2000 se elaboraron 15
estudios sobre distintos temas como el medio ambiente, la corrupción y
el narcotráfico. Pude consultar una versión sintetizada del estudio sobre
el agua que pese a su breve extensión (sólo 33 páginas), hace un
diagnóstico preciso sobre la problemática que enfrenta México en este
sentido.18 Ese fue el programa que me invitó a escribir la historia de los
servicios de inteligencia y que me permitió tener acceso (restringido) a
los archivos de la institución.
Por otro lado, el Cisen mantuvo la viciada relación con el régimen.
Debido al limbo jurídico en el que opera, es una institución vulnerable
frente a las decisiones del Ejecutivo. El Cisen ha jugado las veces de
peón en el tablero político que manipulan los presidentes y los
secretarios de Gobernación. Cuando Carlos Salinas envió a Jorge
Carrillo Olea en 1990 a la Procuraduría General de la República (lo
mismo haría tiempo después con Jorge Carpizo quien ocupaba el cargo
de presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos) la
calidad del trabajo del Cisen se deterioró rápidamente. En la revista
Siempre! (15 de junio de 1993), Francisco Rodríguez reprodujo un
memorándum interno del Cisen con un diagnóstico de la situación en
que se encontraba la institución.
Sobre la organización, el articulo menciona que
...algo se avanzó entre 1989 y 1990 pero actualmente se observa un fuerte retroceso por
la ignorancia de los métodos y normas definidos, dando lugar nuevamente al desorden y a
la improvisación. Actualmente, la actividad en general se rige por una desordenada
conjunción de empirismo, improvisación, costumbres e incluso prejuicios, en especial en el
área de investigación. La cobertura del aparato de investigación es superficial [y] no se
produce la suficiente información que permita conocer con anticipación el probable curso
de los acontecimientos. En la mayoría de los casos, se obtiene información al mismo
tiempo que los medios abiertos de comunicación: prensa escrita, radio y televisión [y]
algunos defectos básicos de los informes primarios son irrelevancia, información
incompleta e insuficiente, mala redacción e impuntualidad.

En síntesis, a mediados de 1993 los servicios de inteligencia habían


caído en la desorganización, la superficialidad, las funciones operativas
y la violación de los derechos de los mexicanos y de la legalidad. En ese
contexto hay que ubicar al levantamiento armado en Chiapas que es uno
de los casos más discutidos dentro de la institución, cuyos empleados se
sienten ofendidos por las palabras de Carlos Salinas asegurando que
hubo “severas fallas en el flujo de información” y que el “sistema de
información de seguridad del Estado mexicano falló de manera
lamentable”. En su voluminoso libro, Salinas reitera una y otra vez que
no fue informado pertinentemente.19
En el Cisen se asegura que la información fue entregada, y que lo que
falló fue la valoración, el análisis de la misma. En su versión, desde
julio de 1993 proporcionaron a la presidencia la información sobre las
células armadas y su preparación paramilitar. El 29 de noviembre de ese
año enviaron un informe revelando que en Chiapas se preparaban
acciones guerrilleras de envergadura, dando incluso el número de
milicianos. Tal vez falló la valoración de la información, o quizá Salinas
prefirió evadir un asunto explosivo además de que su secretario de
Gobernación, Patrocinio González Garrido, venía de gobernar Chiapas y
no podía aceptar la existencia de una guerrilla en el estado.
Probablemente carecían de la credibilidad para ser tomados en serio. En
el Cisen consideran que la crisis fue más grave por el alcance que tenía
la amenaza.
Supongo que algún día tendremos a la mano los documentos que nos
permitan conocer la actuación concreta de los diferentes actores en
relación al caso Chiapas. A través de cuestiones como ésta, tal vez
pueda aclararse el papel jugado por José Córdoba Montoya, el poderoso
asesor de Carlos Salinas que era el enlace permanente entre el
presidente y el Cisen. Por otro lado, Chiapas confirma que la historia es
impredecible y que en ella influyen la fortuna y el azar. El menosprecio
de Salinas hacia la institucionalidad del Cisen fue determinante en el
deterioro de éste, lo que favoreció a la insurrección chiapaneca.
Deliberada o involuntariamente, los zapatistas sorprendieron al régimen
en un momento particularmente vulnerable, factor que empezó a
deteriorar la imagen del gobierno salinista y aceleró la democratización.
Este tipo de eventos explican las actitudes del personal del Cisen. En
una encuesta interna realizada en 1999, 39% del personal de las oficinas
centrales se mostraba insatisfecho con su trabajo, 6% consideraba que la
institución no estaba cumpliendo con sus principios rectores y 20% no
sentía que su labor fuera reconocida.20 Por otro lado, aunque el ritmo de
rotación del personal había disminuido, en 2000 todavía alcanzaba 20%.
Otros informantes, que prefirieron mantener el anonimato, aseguran que
hay problemas de alcoholismo entre los agentes jóvenes que se sienten
excesivamente presionados. Estas insatisfacciones pudieron haber
influido en un escándalo de espionaje político que golpeó fuertemente al
Cisen.
El 28 de noviembre de 2000 Roberto Zamarripa publicó en los
periódicos del Grupo Reforma las revelaciones de un agente que había
trabajado en el Cisen por 10 años y que afirmaba sin demasiados
rodeos: “las labores del Cisen han violado sistemáticamente los
derechos humanos y las disposiciones constitucionales” con la
“intercepción telefónica de órganos electorales, partidos, sindicatos y
abogados defensores”. Para demostrarlo entregó fragmentos de
conversaciones interceptadas al equipo de Vicente Fox, a monseñor
Onésimo Cepeda y a la consejera del IFE Jacqueline Peschard, entre
otros. El agente también informó que sólo 3% de las intercepciones
telefónicas estaban dedicadas a la “recopilación de información sobre
secuestros y narcotráfico [verdaderas amenazas a la estabilidad y la
seguridad nacional e internacional] y [que] la inmensa mayoría se
dedica a la escucha y vigilancia de políticos y periodistas”.21 Días
después, el periódico Crónica publicó información proporcionada por
otro agente exponiendo la evidencia de más intervenciones.22
Las filtraciones sobre estas prácticas de la institución no han cesado.
Una explicación es que algunos empleados inconformes del Cisen
hubieran roto con el compromiso de discreción y entregaran a
periodistas mexicanos la información que colocó al Cisen en un
predicamento, justo en la semana en que tuvo lugar el cambio de
gobierno. Otra posibilidad es que el responsable de la filtración fuera
alguno de los usuarios. La evaluación del Cisen presentada por el actual
director, Eduardo Medina-Mora, contiene afirmaciones particularmente
interesantes:
...la debilidad institucional del Cisen, producto de la ausencia de un marco jurídico
apropiado que lo faculte, norme y acote su acción, no le permitió al organismo mantenerse
al margen de solicitudes no apegadas a los temas propios de su función, ni evitar que la
información obtenida fuere puesta a disposición de instancias o personas a las que no
correspondía conocer de los trabajos del centro.23

Aunque crípticas, las frases fueron completadas por otras líneas de la


evaluación: en el Cisen “sí se hacía espionaje político, eso es
indudable”; que “fue una práctica cotidiana” porque el “Centro no tuvo
la fortaleza para resistir peticiones que se apartaban de su agenda
institucional y de su objetivo explícito”. Añadiendo que, aun cuando no
encontró “evidencias documentales”, tiene la “certeza de que estas
prácticas se realizaban”.24 En una entrevista el director del Cisen abundó
un poco más: “encontramos indicios de que se realizaba intervención de
comunicaciones privadas de los actores políticos de todos los signos y
todos los partidos”.25
A la luz de la información presentada en este libro, las aseveraciones
de Medina-Mora permiten asegurar que durante la campaña de 2000, el
Cisen elaboró una (o más) copias extras del informe sobre
intervenciones telefónicas para entregárselas a Francisco Labastida.
Esto deja varias interrogantes. Como decía anteriormente, el director
general y la Dirección de Análisis recibían una copia de las
intervenciones telefónicas. Si las nuevas autoridades del Cisen no las
encontraron quiere decir que los funcionarios que permanecieron en la
institución llevaron a cabo una destrucción masiva de documentos
clasificados. Cualquiera de los avances obtenidos por la institución se
diluyó, ante observadores y opinión pública, por esta actividad de
espionaje político que no tiene relación con la seguridad nacional. El
incidente afectó a la parte más vulnerable de la institución: su carencia
de legitimidad producto del desconocimiento generalizado sobre su
trabajo, de la ausencia de una ley y de un mecanismo de supervisión y
de las prácticas ilegales en las que ha incurrido.
¿Siguen interviniéndose teléfonos en 2001? Existen al respecto dos
versiones. Los responsables del Cisen declaran que las lineas sólo son
intervenidas en asuntos relacionados con la seguridad nacional, pero que
el espionaje político se ha interrumpido. Fuentes del Cisen aseguran que
la práctica continúa pero que ahora se hace con mucho mayor cuidado.
Por ejemplo, que no se intervienen los teléfonos de los miembros del
gabinete de Fox por temor al escándalo, pero sí los de personas que no
tienen los medios para defenderse (como sería el caso de los lideres
emergentes).
Lo anterior se empalmó con el escándalo provocado por los centros
de espionaje estatales. El problema no era, por supuesto, nuevo. En
marzo de 1998 la prensa informó del espionaje telefónico que se
realizaba en Cámpeche en coordinación con el gobierno de Antonio
González Curi. A los agentes espías les fueron encontrados “manuales
de operación del Cisen”. Por esos días apareció evidencia de que
también se practicaba espionaje político en Baja California y Querétaro.
Después de eso, se multiplicó la información sobre las entidades donde
ocurría lo mismo: Morelos, Jalisco, Chihuahua, Tlaxcala, Nayarit,
Tabasco, Veracruz y el estado de México.
El actual director del Cisen, Eduardo Medina-Mora, acepta que a
“partir de 1994, sobre todo a partir del alzamiento del EZLN, el
gobierno de la República, con respaldo del Cisen, apoyó la creación de
unidades de información y análisis en diversas entidades federativas y
en algunos municipios. Su propósito fundamental era atender los temas
de terrorismo y subversión”.26 El Cisen ofrecía apoyo técnico y acceso a
equipo. En varias ocasiones las actividades fueron legítimas y legales
para apoyar a gobiernos locales (incluidos los del PAN y el PRD). Por
ejemplo, cuando Vicente Fox fue gobernador de Guanajuato estableció
una relación de trabajo con el Cisen.
Sin embargo, al mismo tiempo que se impulsaba esta actividad
legítima, fuentes del Cisen afirman que personal de la Dirección de
Servicios Técnicos capacitó a los gobiernos de algunos estados en
técnicas de espionaje. Eso provocó un fenómeno adicional: en la medida
en la que se diseminó el conocimiento también se descentralizaron las
operaciones y la adquisición del equipo especializado. En el mejor de
los casos el Cisen sólo se adaptó a las peticiones del usuario; en el peor,
fue el impulsor de redes de inteligencia estatales de las cuales se ha
beneficiado.
Respecto a estas deficiencias estructurales quedan muchas
interrogantes. Por ejemplo, ¿sigue practicando el Cisen el espionaje
telefónico? ¿En cuántos estados hay servicios de inteligencia y quién los
controla? ¿Hubo, en efecto, una destrucción masiva de documentos?
¿Por qué es tan escueta la información que ha presentado el gobierno de
Vicente Fox sobre lo que encontró en el Cisen? Son preguntas para las
que no tengo respuesta, porque en el ámbito de los servidos de
inteligencia “nada es lo que parece. La verdad es, en el mejor de los
casos, endeble, relativa y siempre elusiva”.27 Sin embargo existe una
certeza: mientras el gobierno y la sociedad no conozcan lo que hacen los
servicios de inteligencia, mientras no los controlen, nuevos escándalos
sucederán en el futuro. Así ha sido desde 1918.

NOTAS
1 Entrevista con Jorge Carrillo Olea, 6 de noviembre de 2000.

2 Dirección de Investigación y Seguridad Nacional (Disen), “Principios fundamentales de seguridad nacional”,


México, DF, c. 1985, p. 27.
3 Dos libros representativos de esta corriente son: Frank K. Smist, Jr., Congress Oversees the United States
Intelligence Community, 1947-1989, Knoxville, The University of Tennessee Press, 1990, y José Manuel
Ugarte, Legislación de inteligencia. Legitimidad y eficacia, Guatemala, Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericanos (WOLA) y Asociación para el Estudio y la Promoción de la Seguridad en Democracia
(SEDEM), 2000.
4 Francoise Tom, “The KGB Notions of Perestroika and Glasnost , en Glasnost Public Foundation, KKB:
Yesterdqy, Todqy, Tomorrow, III International Conference 1-3 October, 1993, Moscú, GPF, 1995.
5 Diario Oficial, 8 de diciembre de 1988.
6 Cisen, “Reconocimiento a la calidad y la innovación en la administración pública Secodam-Inap. Proyecto:
Servicio Ejecutivo de Información”, México, DF, junio, 2000, p. 62.
7 Entrevista con Alejandro Alegre, director general, México, DF, 12 de septiembre de 2000.
8 Cisen, “Reconocimiento...”, op. cit., p. 62.
9 Entrevista con director del Centro de Desarrollo de Recursos Humanos, Cisen, México, DF, 28 de septiembre
de 2000.
10 Cifras proporcionadas por el Centro de Desarrollo de Recursos Humanos del Cisen.
11 Entrevista con director del Centro de Desarrollo de Recursos Humanos, Cisen, op. cit.
12 La visita a la Sala de Situaciones se realizó el 18 de octubre de 2000.
13 Las cifras sobre usuarios vienen del Cisen, “Reconocimiento...” op. cit, p. 58.
14 Esta idea y actitud aparecieron en las tres entrevistas realizadas con el director de Análisis del Cisen, 15 y
21 de agosto y 27 de septiembre de 2000.
15 Cisen, “Reconocimiento...”, op. cit., p. 62.
16 “Palabras del Lic. Eduardo Medina-Mora, director general del Cisen durante la presentación a los medios
del resultado del proceso de evaluación del Cisen”, 19 de julio de 2001, p. 4.
17 Alejandro Alegre, “Hacia una ley de inteligencia para la seguridad nacional”, en Revista de Administración
Pública, N° 101, México, Instituto Nacional de Administración Pública, 2000.
18 Programa de Estudios Estratégicos, Agua, Cisen, octubre de 2000.
19 Carlos Salinas de Gortari, México. Un paso difícil a la modernidad, México, Plaza y Janés, 2000, pp. 810,
851, 854 y 855.
20 Estimaciones proporcionadas por el Centro de Desarrollo de Recursos Humanos, Cisen, octubre de 2000.
21 Roberto Zamarripa, “Viola el Cisen la Constitución”, en Reforma, 28 de noviembre de 2000.
22 Emilio Viale, “El Cisen espiaba a políticos, empresarios, periodistas, abogados y encuestadores”, en
Crónica, 4 de diciembre de 2000.
23 Eduardo Medina-Mora, “Versión estenográfica de conferencia de prensa del director general del Cisen”,
México, DF, 19 de julio de 2001.
24 Idem.
25 Entrevista con Eduardo Medina-Mora, El Universal, 30 de julio de 2001.
26 Eduardo Medina-Mora, “Versión...”, op. cit.
27 David Wise, Nightmover. How Afdrich Ames Sold the CIA to the KGB for $4.6Million, Nueva York, Harper
Collins Publishers, 1995, p. 6.
CAPÍTULO 11
HISTORIA INCONCLUSA

El relato que termina en este capítulo está incompleto. Es evidente que


faltan muchísimas piezas para llenar los huecos que tiene la historia de
los servicios de inteligencia y cuya transición está inconclusa. Es
igualmente obvio que la investigación confirmó la hipótesis de trabajo
inicial: los servicios de inteligencia reflejan e influyen (interactúan en
suma) en las transformaciones que ha ido teniendo el país y en sus
relaciones con el mundo. Por tanto, es natural que en este momento
expresen la indefinición e incertidumbre actuales. Dicho esto, la historia
de esta organización tan poco conocida se divide en dos grandes
periodos.
Entre 1918 y 1985 se mantuvo una continuidad caracterizada por la
eficacia en la compilación de enormes cantidades de información por
medio de métodos frecuentemente ilegales. Fue igualmente clara la
pobreza de los análisis que elaboraban. En lugar de producir
“inteligencia” fungían como operativos y, en ese sentido, actuaron como
una policía política que se distinguió por la violación de garantías
individuales y por su corrupción. En este terreno, cometieron los peores
excesos durante la campaña contrainsurgente de la década de los
setenta. La tortura y las desapariciones se hicieron cotidianas, aunque en
la mayoría de los casos la represión y eliminación de opositores fue
selectiva y quirúrgica (excluyo de esta generalización el caso de
Guerrero que debe analizarse por separado).
Un aspecto que me impresionó profundamente fue la abundante
información que desde los años veinte los servicios de inteligencia
recopilaron y enviaron a Bucareli y/o la presidencia sobre la violencia,
las ilegalidades y los abusos cometidos por los miembros del régimen.
Lo hicieron con un lenguaje evasivo, distante, ambiguo y
autocomplaciente similar al empleado en la Argentina militarizada de
los años setenta. A reserva de que se trabaje sobre la vertiente
lingüística, me fue resultando evidente que tras ese lenguaje frío y
clínico se encuentra un “léxico del terror” que debe ser entendido para
poder descifrar los códigos de ese ambiente en el que no aparecen los
cuestionamientos, la reflexión o la crítica.1 Se trataba, por supuesto, de
una imagen falsa sobre sí mismos, que pudo sobrevivir durante décadas
por el hecho de que ni sus jefes ni la sociedad la pusieron nunca en
duda, porque no se interesaron por lo que pasaba al interior de esa
organización.
Un ángulo relacionado y particularmente espinoso es el de las
responsabilidades. Es evidente que los presidentes de la República y los
secretarios de Gobernación no hicieron nada con las evidencias que les
remitían los agentes sobre los abusos y delitos perpetrados por
diputados, gobernadores, caciques y generales. En lugar de preocuparse
por castigar los muchos excesos y latrocinios cometidos por el general
Federico Amaya le entregaron una senaduría. En lugar de permitir que
la investigación de Miguel Nazar Haro sobre la ejecución de Carlos
Ramírez Ladewig siguiera su curso, optaron por desviarla para inculpar
a la guerrilla y proteger, de esa manera, a sus aliados de la Federación
de Estudiantes de Guadalajara. Además de alimentar la impunidad que
caracterizó al régimen, distorsionaron profundamente el significado que
tiene el concepto de “seguridad nacional”.
Se mantiene una interrogante: ¿qué tanto sabían los presidentes
acerca de los métodos que empleaba la policía política? Si consideramos
la peor etapa de violencia estatal (las décadas de los años sesenta y
setenta) se hace evidente que Gustavo Díaz Ordaz se involucró
plenamente en la represión de los inconformes (por ejemplo, enviando a
oficiales del Estado Mayor Presidencial a disparar contra la multitud el
2 de octubre de 1968) sobre lo cual asumió abiertamente su
responsabilidad. Luis Echeverría también participó activamente
(recuérdese la agresión a estudiantes el 10 de junio de 1971) pero cada
vez que ha sido cuestionado sobre el tema se ha escabullido con
respuestas evasivas. José López Portillo prefirió no enterarse de lo que
se estaba haciendo con los opositores y todavía ahora exhibe su
frivolidad bajo el decrépito barniz de un lenguaje humanista.
Profundizar documentalmente en las responsabilidades permitiría saber,
por ejemplo, si Echeverría y López Portillo dieron órdenes precisas para
desaparecer opositores, lo que tal vez ayudaría en el esfuerzo por
averiguar lo que sucedió con los centenares de mexicanos y mexicanas
que siguen sin aparecer.
Desde una perspectiva a largo plazo, el menosprecio por la legalidad
y la obsesión por mantener el orden establecido llevaron a la
destrucción de la Dirección Federal de Seguridad, que con su
descomposición fertilizó el auge del narcotráfico (desde 1987 la
principal amenaza a la seguridad nacional mexicana). También degradó
a un sistema político que por eso y por muchas otras razones terminó
perdiendo la presidencia en el año 2000. Curiosamente, quince años
antes, en 1985, los servicios de inteligencia iniciaron su reconstrucción
inaugurando una segunda etapa todavía inconclusa. El balance que
puede hacerse del Disen y el Cisen en estos años tiene una vertiente
positiva y otra negativa.
En lo que respecta a la primera:
a) Erradicaron los excesos de la DFS cesando la tortura y
desaparición de sospechosos. También se redujo notablemente la
corrupción y una de las medidas más representativas fue la eliminación,
a partir de 1985, de las legendarias charolas de metal. Aunque los
agentes del Cisen siguen portando identificaciones de diverso tipo los
controles son mucho más estrictos y desde hace años no ha habido
escándalos por corrupción en esa institución.
b) El Cisen se ha convertido en una organización profesionalizada,
tecnificada y compartamentalizada y posee un fortísimo espíritu de
cuerpo asentado en sólidos mecanismos de lealtad y en un servicio civil
de carrera informal.
c) Los servicios de inteligencia mexicanos no han sido infiltrados por
el narcotráfico gracias a la disciplina interna (y al empleo del polígrafo)
pero también debido a que carecen del contacto corruptor que produce
el ubicarse en la primera línea de combate.
d) México es un país de archivos incompletos o saqueados y es larga
la lista de misterios no aclarados. Por tanto, lo que más me sorprendió
de la investigación fue encontrar que los archivos de la DFS y de la
Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales depositados
en el Cisen están prácticamente intactos y muy bien organizados. No
atesoran, por supuesto, todos los secretos del México político de la
segunda mitad del siglo XX, pero sí contienen una enorme cantidad de
información, fotografías y videos que, previa verificación y
complementación en otros archivos y colecciones, oxigenarían la
historia contemporánea de México y resolverían un buen número de
enigmas aún por descifrar. Existe material suficiente para elaborar
centenares de libros, y para documentar una o varias “Comisiones de la
Verdad” lo que requiere, por supuesto, que el gobierno de Vicente Fox
cumpla con su promesa de aclarar el pasado y abrir los archivos. Un
tema urgente es el esclarecimiento sobre el destino de los desaparecidos.
En los archivos del Cisen hay una gran cantidad de información que
debe ser revisada en su conjunto para encontrar patrones que permitan
desentrañar casos particulares.
En cuanto a la segunda:
a) Nunca pudieron librarse de la viciada relación con el régimen
priísta. Erradicaron los abusos de la DFS y se profesionalizaron, pero
siguieron siendo parte de un sistema en el que, para sobrevivir, tenían
que atender las peticiones de información de sus superiores. Fue por ello
que la agenda de riesgos incorporó a sus prioridades el espionaje de
adversarios políticos que de ninguna manera amenazaban la seguridad
nacional. El resultado han sido los escándalos de intervenciones
telefónicas que alimentan la mala imagen que tienen los servicios de
inteligencia entre la sociedad.
b) El espionaje sistemático fue consecuencia (al menos parcialmente)
de la fragilidad institucional. Los servicios de inteligencia siempre han
estado en un limbo jurídico y político que facilita su manipulación y ha
sido constante la utilización que de ellos han hecho funcionarios de
Gobernación y de la presidencia para impulsar agendas personales que
nada tienen que ver con la seguridad nacional.
c) La imagen que tienen de sí mismos como profesionales se
contrapone a las prácticas ilegales y la vulnerabilidad institucional, y
provoca sentimientos encontrados en el personal (o al menos en una
parte de él). Como resultado han vivido en una esquizofrenia, en dos
planos incompatibles (ser profesionales y servir a un partido).

45. Alejandro Alegre Rabiela fue el último director general del Cisen perteneciente al viejo
régimen. Impulsó simultáneamente una mayor apertura del Cisen hacia la sociedad y una
estrategia de apoyo a los candidatos del PRI.
46. Eduardo Medina-Mora, primer director general de un gobierno panista, tiene la difícil tarea
de completar la transición del Cisen a los criterios que impone un México democrático.
LOS TITUBEOS GUBERNAMENTALES

El balance arriba bosquejado es uno de los legados del viejo régimen al


gobierno de Vicente Fox. Hasta el momento de enviar este libro a la
imprenta (21 de agosto de 2001), el nuevo gobierno mostraba una
actitud titubeante e insegura frente al Cisen. No sólo eso sino que los
resultados de una primera evaluación prometida son decepcionantes.
Esa es una de las razones por las que sigue pendiente la incorporación
plena de los servicios de inteligencia al México democrático lo cual, al
realizarse, marcará el inicio de una tercera etapa.
El día de su toma de posesión, el presidente Vicente Fox condenó el
espionaje telefónico y ordenó una evaluación del Cisen que se haría en
los 100 primeros días de su gobierno. Anunció que el esfuerzo estaría
coordinado por el secretario de Gobernación, Santiago Creel y que
incluiría al consejero de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser; al
secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero; y al
procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha. La
decisión fue bien recibida y alimentó el entusiasmo y la buena
disposición de la sociedad hacia el flamante gobierno que se mostraba
dispuesto a realizar reformas profundas. Sin embargo, se pasó por alto
lo inapropiado de las autoevaluaciones en el México democrático (lo
procedente hubiera sido una revisión externa).
Transcurrieron los meses sin que se supiera con precisión la situación
de la evaluación. En esa etapa y salvo algunas excepciones, el nuevo
director general del Cisen mantuvo a los mismos directores y personal,
lo que fue un justo reconocimiento al profesionalismo de éstos y una
aceptación implícita de que lo único que hacía falta eran cambios
menores. En conversación con el autor de esta obra, Eduardo Medina-
Mora habló de ajustes, más que de reformas a fondo. Por ejemplo,
explicó el esfuerzo que está haciendo para acabar con el lenguaje y la
lógica paranoica de quienes producen los documentos y aclaró que el
Cisen había dejado de investigar a individuos.2 No tengo, por supuesto,
duda alguna de su integridad y compromiso personales con los valores
democráticos.
Sin embargo, la evaluación que presentó el 19 de julio de 2001 (tres
meses después de que se cumplió el plazo de los 100 días) es
insuficiente en claridad y extensión (sólo tiene nueve cuartillas a doble
espacio). Son, de hecho, conclusiones generales, ambiguas y hasta
contradictorias. Sólo dedica poco más de dos páginas a las
“debilidades” y “fortalezas” de la institución. Sobre las primeras
manifiesta que el Cisen carecía de un enfoque que hiciera realmente
útiles sus productos, que exageraba los riesgos, que entregaba
información a instancias o personas que no debían haberla recibido y
que hubo filtraciones por parte del personal y funcionarios. Concluye
ese apartado confusamente: dice que “no encontramos evidencias
documentales ni directas de estas irregularidades” pero, en la frase
siguiente, agrega que “se ha podido recabar información alrededor de
estos temas que, como indica el procedimiento, se ha puesto a
disposición de la autoridad competente para que sea debidamente
valorada”3 Debido a la falta de precisión, y ante los insistentes
cuestionamientos de la prensa reunida para la lectura de la evaluación,
Medina-Mora reconoció que el Cisen había espiado a los actores
políticos de todos los signos y todos los partidos.4
De esta manera anticlimática el gobierno de Vicente Fox dio por
concluido el “proceso de revisión del Cisen”. Dados la seriedad del
asunto, el papel estratégico que tiene el Cisen y los aires
democratizadores que vive el país, sigue faltando una evaluación a
fondo de la situación de esa institución. Si el ejecutivo fue incapaz de
cumplir con seriedad lo prometido, procede que el Congreso de la
Unión haga su propia averiguación, tal y como ha sucedido en otros
países. En Estados Unidos en los años setenta, por ejemplo, el Poder
Legislativo investigó los abusos cometidos por la CIA. De los diversos
comités que se crearon, el más famoso fue el del Senador Frank Church
quien trabajó un par de años con excelentes resultados.5 Sobre el Cisen
es mucho lo que falta por conocer. Enumero los temas más importantes:
a) ¿Qué tan pertinente es la información que captura el Cisen?
¿Qué tan bueno es el análisis que produce? No sabemos nada sobre
estos aspectos, centrales en un servicio de inteligencia. Durante la
investigación que realicé sólo me facilitaron tres documentos muy
generales sobre los años noventa, lo que impidió mayor profundidad al
capítulo 10, en el que opté por concentrarme en describir el
funcionamiento de la institución. No hay duda de que el Cisen mejoró
en relación a lo producido por la DFS, pero ¿se adecúa a las necesidades
que enfrenta el México democrático del siglo XXI?
b) El presupuesto del Cisen aprobado por el Congreso se ha manejado
con gran pulcritud. Sin embargo, cuento con testimonios confiables que
aseguran que en la primera mitad de los años noventa había otro
presupuesto confidencial que ascendía a 5% del oficial. ¿Sigue siendo
así?
c) Existe una gran ignorancia sobre los servicios de inteligencia que
funcionan en los estados y que alimentan regularmente los escándalos
periodísticos. El consejero de Seguridad Nacional habla de que hay
“estructuras clandestinas de inteligencia en cuando menos 30 estados”.6
¿Cuántos de ellos tuvieron o tienen una relación con el Cisen y de qué
tipo?
d) Tampoco se conoce lo suficiente sobre la relación con otros países.
De acuerdo a Adolfo Aguilar Zinser la “dependencia que México tiene
de Estados Unidos en inteligencia dura policiaca llega, en estos
momentos, a un promedio del 60 por ciento”.7 Además de saber las
implicaciones que eso tiene deberíamos preocuparnos más por la
presencia de agencias de espionaje extranjeras en el territorio nacional.
e) Finalmente, ¿qué tanto controla el régimen al Cisen? ¿Qué tanto
sabe esta organización sobre los mexicanos, cuánta información ha
entregado y cuánta se guarda? ¿Cuál fue (o es) el papel que tienen
empresas como Teléfonos de México en la intervención telefónica?
¿Siguen haciendo espionaje político o sólo lo hacen cuando está en
juego la seguridad nacional? ¿Cómo definen a la seguridad nacional y a
sus enemigos? Este último punto es fundamental y tiene que ver con
ambigüedades inaceptables en las agendas de seguridad del nuevo
régimen. El director general del Cisen asegura que la agenda de riesgos
tiene cuatro ejes rectores: “la seguridad nacional, el estado de derecho,
la gobernabilidad democrática y el apoyo a la formulación de políticas
públicas”.8 Tenemos que saber cómo se desagregan esos ejes y qué
criterios siguen para que un actor (partido político, movimiento o líder
social) sea catalogado como “riesgo”. Por ahora, y al igual que en el
pasado, el nuevo gobierno sigue reservándose el privilegio de elaborar
las agendas sin informar con amplitud y/ o sin contemplar mecanismos
para la participación de la sociedad o del Poder Legislativo.
Otro aspecto dejado en la penumbra es la ubicación que debería tener
el Cisen en la administración pública. El gabinete de Vicente Fox divide
sus opiniones al respecto. El secretario de Gobernación, Santiago Creel
Miranda, argumenta a favor de que permanezca en su dependencia. En
entrevista, dio razonamientos sólidos en ese sentido: el Cisen forma
parte del diseño de la administración pública actual y, en
...cualquier estado moderno, la instancia que vela por la preservación del Estado
nacional y la gobernabilidad del país generalmente tiene a su cargo el control de las
agencias de inteligencia. Sería muy difícil de entender que la dependencia que tiene esa
responsabilidad, entregara uno de los instrumentos básicos de su actuación (la inteligencia
para la seguridad nacional) a un tercero sin que comparta esa responsabilidad. Cuando las
agencias de inteligencia de Estado, no las específicas para combatir el crimen organizado,
se han separado del operador de la seguridad nacional, ha habido siempre problemas”.9

El consejero de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser, tiene una


opinión diferente pero igualmente sólida:
Por razones históricas, el Cisen debe salir de Gobernación y transformarse en un órgano
desconcentrado que quede adscrito administrativamente a la Secodam. Debe ser gobernado
por la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Procuraduría
General de la República y el Consejero de Seguridad Nacional y servir a éstas (o a otras
dependencias) de acuerdo a las necesidades que vayan teniendo. Es decir, seguiría el
modelo canadiense de que quien lo vigila no es quien lo coordina. Sería también una forma
de acreditar al órgano ante la sociedad.10

Existen desde luego muchos otros aspectos relacionados con los


servicios de inteligencia y la seguridad nacional mexicanos. Uno de los
más importantes es que el Cisen no es la única dependencia que trabaja
en asuntos de seguridad nacional. También lo hacen las secretarías de
Defensa y Marina, la Procuraduría General de la República y la
Secretaría de Seguridad Pública, cada una de las cuales tiene sus propias
agencias de inteligencia (además, por supuesto, de las instancias en
estados y municipios). Es urgente que sepamos lo que acontece en ese
mundo, que debe ser controlado y regulado. Se avanzará en ese proceso
cuando conozcamos las propuestas de leyes de seguridad nacional y de
acceso a la información que está preparando el gobierno de Vicente Fox
Quesada a través del consejero de Seguridad Nacional y de la Secretaría
de Gobernación respectivamente (en ambos terrenos las propuestas son
firmemente consistentes).
Pase lo que pase, un mínimo irrenunciable es la creación de un
contrapeso institucional adecuado a las dimensiones del Cisen y los
otros servicios. El candidato obvio es el Congreso que debe conducir
investigaciones, llamar a funcionarios, revisar los análisis que se
producen y visitar las instalaciones de la institución. Debe hacerlo con
seriedad y responsabilidad, entendiendo la complejidad del tema. Una
mañana de visita al Cisen no es suficiente para conocer la situación de
esa institución y para poder afirmar que todo está bien. En suma, es
tarea del Poder Legislativo controlar a los servicios de inteligencia en
representación de la sociedad.
47. Santiago Creel Miranda -abogado con una larga trayectoria en las luchas por la democracia-
defiende la tesis de que el Cisen debe seguir subordinado a la secretaría de Gobernación
(dependencia que preside).
48. El Comisionado de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser también se destacó en la
promoción de la democracia. Sostiene que el Cisen debe desincorporarse de Gobernación para
quedar administrativamente adscrito a la Secodam y ser manejado por cuatro dependencias.
UNA OPINIÓN DESDE LA SOCIEDAD

Las acciones y declaraciones que hasta ahora ha hecho el gobierno de


Vicente Fox suponen que la sociedad le ha dado un voto de confianza.
En los primeros meses de gobierno privó esa actitud entre quienes nos
interesamos en el asunto. Sin embargo, la pobreza de la evaluación
realizada y la falta de claridad sobre los planes futuros abren
interrogantes sobre lo conveniente de cualquier apoyo acrítico.
Dos aspectos son prioritarios para la sociedad. El primero es que el
Congreso de la Unión establezca controles permanentes y constantes
sobre el Cisen y las demás piezas que forman el sistema de inteligencia
(no está por demás insistir en el error de concentrar la atención en el
Cisen olvidándose de las otras dependencias). A lo largo de la obra
ofrecí claros ejemplos de cómo fue manipulada esta poderosa
dependencia para intereses políticos personales desde la presidencia y
Gobernación. Evitemos que vuelva a darse una situación de ese tipo.
El segundo es que no basta con leyes de primera o un profesionalismo
legislativo de excelencia para transformar la institución. El proceso debe
complementarse con una “cultura de inteligencia” que comprenda un
mayor interés ciudadano y la vigilancia realizada por los medios de
comunicación. Debemos combatir con información y críticas
fundamentadas la tentación que parece tener el gobierno de Vicente Fox
de mantener el orden previamente establecido. Es revelador el hecho de
que los servicios de inteligencia hayan tenido una ruptura mayor en
1985 que la que tuvieron en los primeros ocho meses de 2001.
Paradojas mexicanas: Vicente Fox sacó al PRI del gobierno, y su
primera prioridad pareciera ser gobernar con el PRI.
La conclusión es bastante elemental y reiterativa: necesitamos un
órgano de inteligencia que piense en la seguridad de la nación. No
podemos tolerar que siga siendo un coto aislado que actúa sin que nadie
lo supervise. Para mantener y mejorar el profesionalismo, y para darle la
legitimidad que le hace falta, el Cisen (y el resto de las agencias de
inteligencia) deben ser permanente y obsesivamente vigilados por el
Congreso y la sociedad. De esa manera aseguraremos que el país tenga
información de calidad producida con legalidad, eficacia y economía y
que respete escrupulosamente las garantías individuales.
EL REGRESO A SAN ANDRÉS

Como decía en el capítulo inicial, esta investigación tiene una


dimensión personal: crecí con algunos de los protagonistas que
aparecieron en los capítulos sobre la violencia política en Guadalajara.
Por ello, puse un cuidado especial en relatar profesionalmente la historia
dejando que hablaran los hechos. Corresponde al lector decidir si tuve
éxito. Concluyo con un par de inquietudes que me rondan desde el
principio.
En junio de 2000 regresé al barrio de mi adolescencia y juventud, San
Andrés. Fue un reencuentro emotivo por los recuerdos y porque después
de 30 años era obvia la diversidad de los senderos recorridos. Además
de afecto, encontré una pregunta expresada de diferentes maneras:
¿valió la pena haberse rebelado? ¿Se justifican los costos tan altos
pagados en vidas cegadas, maltrechas o distorsionadas? Es imposible
dar una respuesta absoluta a experiencias tan diferenciadas. Algunos se
arrepienten, reniegan y piensan que la vida los golpeó injustamente. La
mayoría defiende las decisiones tomadas. Doña María Mora viuda de
Pérez (madre de Enrique, el Tenebras) aseguró tajante que no fue inútil
la muerte de su hijo, quien luchó por sus ideales. Una respuesta similar
encontré en la familia de Alicia de los Ríos Merino (compañera del
Tenebras) y en Jesús Morales Hernández, el Momia.
Después de esa primera reunión, el Cisen me autorizó a ingresar en
sus archivos en la segunda mitad de julio de 2000. Fue natural que me
decidiera a pedir los expedientes sobre la violencia política en
Guadalajara. El trabajo fue emocionalmente difícil porque durante
varios meses me sumergí en un recuento frío e implacable de la forma
en que se fue destruyendo el mundo que me dio identidad juvenil.
Encontré la confirmación de que los barrios habían sido tratados
injustamente por el “sistema” y que aunque su reacción de rabia era
comprensible, la guerra a la que se lanzaron estaba perdida de
antemano. Simultáneamente entrevistaba a protagonistas que mientras
me contaban sus versiones deslizaban la sospecha sobre otros. Busqué
con cuidado, y jamás apareció evidencia de que algún Vikingo hubiera
traicionado a sus amigos.
También confirmé que la resistencia de San Andrés y los barrios
aliados se inició por valores tan primarios como la solidaridad y el
deseo de que su independencia y autonomía fueran respetadas. Después,
cuando se quedaron solos, esos principios se fundieron con el
radicalismo de izquierda, cuando lo suyo fue la defensa elemental de la
dignidad. Lo que ni ellos ni nadie anticipaba es que su determinación
movería resortes que, sumados a lo que pasaba en muchos otros lados,
forzaron transformaciones positivas y negativas que son parte de la
historia del cambio. Pensando en la democratización de México, su
resistencia sí valió la pena.
La muerte y el padecimiento causado por la rebelión de los barrios
Vikingos pudo haberse evitado si el sistema político hubiera sido
diferente, si la definición de seguridad nacional hubiera sido diversa, si
los servicios de inteligencia hubieran procesado de manera profesional
la información que iban reuniendo. En lugar de ello, y de manera
inmoral y oportunista, la Dirección Federal de Seguridad de Fernando
Gutiérrez Barrios, Miguel Nazar Haro y Javier García Paniagua no
cumplió con su obligación de evaluar el significado verdadero de la
amenaza, exagerando la gravedad de la misma para apuntalar sus
carreras políticas. En el México democrático no deben repetirse
tragedias de este tipo. Nunca más. Para mí la lección es diáfana: la
seguridad nacional es demasiado importante para dejarla en manos de
sus profesionales (o de los que se presentan como tales).

NOTAS
1 La perspectiva lingüística la tomé de Margherite Feitlowitz, A Lexicon of Terror. Argentina and the
Legacies of Torture, Nueva York, Oxford University Press, 1998.

2 Entrevista con Eduardo Medina-Mora, México, DF, 6 de junio de 2001.


3 “Palabras del Lic. Eduardo Medina-Mora, director general del Cisen durante la presentación a los medios del
resultado del proceso de evaluación del Cisen”, 19 de julio de 2001, pp. 4-5.
4 Además de la versión estenográfica de la conferencia de prensa citada anteriormente, lo aceptó en una
entrevista a El Universal del 30 de julio de 2001.
5 Para una historia de la CIA que detalla la investigación del Comité Church ver John Ranelagh, The Agency.
The Rise and Decline of the CIA, Nueva York, Simon and Schuster, 1987.
6 Entrevista con Adolfo Aguilar Zinser, México, DF, 12 de julio de 2001.
7 Idem.
8 “Palabras del Lic. Eduardo Medina-Mora...”, op. cit., p. 8.
9 Entrevista con Santiago Creel Miranda, México, DF, 27 de julio de 2001.
10 Aguilar Zinser, op. cit.
ANEXO 1
LOS DIRECTORES DE LOS SERVICIOS DE
INTELIGENCIA CIVILES MEXICANOS,
1920-2001

Servicios Confidenciales
Jefes de 1920 a 1923:
Rafael Flores
Lamberto García
Jesús Moreno
Miguel Gutiérrez
General Paulino Navarro
Departamento Confidencial
Coronel Martín E. Bárcenas (1o enero 1924 - 11 enero 1925)
Profesor Eufrasio Ortega (11 enero 1925 - 11 mayo 1925)
Coronel Francisco M. Delgado (11 mayo 1925 - 6 mayo 1930)
Pablo Meneses (6 mayo 1930 - 10 junio 1931)
Coronel Adalberto Torres Estrada (8 mayo 1931 - 6 septiembre 1932)
Mayor Maximiliano Chávez Aldeco (6 septiembre 1932 - sin fecha)
General Joaquín de la Peña (1934)
Oficina de Información Política
Humberto M. Amaya (1938)
Rodrigo Madrazo Basauri (1938)
Cipriano Arriola (encargado 1939)
Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales
Lic. Alfonso Garda González (1942)
Lic. José Lelo de Larrea (1943)
Capitán Alfonso Castro de la Mora (1943)
Lamberto Ortega Peregrina (1950)
Lic. Alejandro Romero Ortega (1952)
Lic. Raúl Lince Medellín (1958)
Lic. Rafael Hernández Ochoa (1964)
Lic. Manuel Ibarra Herrera (1966)
Lic. Jorge A. Vázquez Robles (1975)
Lic. Óscar de Lassé (1982-85)
Dirección Federal de Seguridad
Teniente Coronel Marcelino Inurreta de la Fuente
(9 octubre 1947 - 1° diciembre 1952)1
Coronel Leandro Castillo Venegas (1o diciembre 1952 - 1o abril 1958)
Lic. Gilberto Suárez Torres (1o abril 1958 - 1o. febrero 1959)
Coronel Manuel Rangel Escamilla (1o febrero 1959 - 1o diciembre
1964)2
Capitán Fernando Gutiérrez Barrios (1o enero 1965 - 30 noviembre
1970)
Capitán Luis de la Barreda Moreno (1o diciembre 1970 - 8 marzo 1977)
Javier García Paniagua (8 marzo 1977 - 15 agosto 1978)
Teniente Coronel Miguel Nazar Haro (16 agosto 1978 - 13 enero 1982)3
Lic. José Antonio Zorrilla Pérez (1982 - 1985)
Capitán Pablo González Ruelas (1985)
Dirección de Investigación y Seguridad Nacional
Lic. Pedro Vázquez Colmenares (1985- 1989)
Centro de Investigación y Seguridad Nacional
General y licenciado Jorge Carrillo Olea (1989 - 1990)
Lic. Fernando del Villar Moreno (1990 - 1993)
Lic. Eduardo Pontones Chico (1993 - 1994)
Ing. Jorge Enrique Tello Peón (1994 - 1999)
Lic. Alejandro Alegre Rabiela (1999 - 2000)
Lic. Eduardo Medina-Mora (21 de diciembre de 2000 -)
Fuente: La elaboración de esta relación está basada en documentos recuperados del
Archivo General de la Nación y del archivo de la DFS en el Cisen. Algunas fechas fueron
proporcionadas por los entrevistados. Cuando sólo aparece el nombre y un año significa
que hay un oficio firmado por el director, sin aclarar fechas de ingreso o de salida de la
institución. En el sexenio de Miguel Alemán la DFS estuvo asignada a la Presidencia de la
República. Con esa excepción los servicios de inteligencia civiles siempre han dependido
de la Secretaría de Gobernación.
49. De todos los directores que han tenido los servicios de inteligencia, Fernando Gutiérrez
Barrios es el más conocido.

1 Marcelino Inurreta de la Fuente ingresó a la DFS con el cargo de teniente coronel; fue nombrado
general tiempo después.

2 Manuel Rangel Escamilla ingresó como coronel a la DFS. Se le otorgó el grado de general tiempo después.
3 Miguel Nazar Haro ingresó a la DFS sin grado militar. Fue nombrado teniente coronel en 1980.
ANEXO 2
RELACIÓN DE 28 COLABORADORES DE LA
DFS, 22 DE SEPTIEMBRE DE 1959

Nombre Recomendado por* Domicilio


Cap. Fernando Guriérrez Pagaduría Civil Regional
Gastón Pérez Rosado
Barrios Campeche, Camp.
Jefe de Policía de Tránsito
Cap. Mario Mena Cap. Fernando Gutiérrez
Federal
Hurtado Barrios
Cd. del Carmen, Camp.
Pasaje Continental N° 26 y Rayón
Dr. Juan Suárez Cap. Fernando Guriérrez N° 502
Torres Barrios Tel. 2-03-56 y 2-46-97
Cd. Juárez, Chih.
20 de Noviembre N° 82
Fernando de la Vega
Alberto Langarica Ponce Tels. 10-29,8-17 y 7-77
Manzu
Irapuato, Gto.
Tte. coronel Manuel
Gabriel Ortega Wolf Rangel Albino García N° 12 Celaya, Gto.
Escamilla
Cerro Azul N° 113
Ing. Horacio Ireta Tte. coronel Manuel
Tel. 3-67
Alas Rangel Escamilla
Salamanca, Gto.
Cap. Fernando Gutiérrez Jefe de Policía
Alberto Franco Cajiga
Barrios Acapulco, Gro.

* Toda persona reclutada por la DFS debía ser recomendada por un miembro de la institución que se hacía responsable. Ello
hizo que la DFS fuera muy difícil de penetrar.

COLABORADORES DE LA DFS, 22 DE SEPTIEMBRE DE 1959


Nombre Recomendado por Domicilio
Matamoros N° 8-1
Tte. coronel Manuel
César Licona Tel. 2-28-91
Rangel Escamilla
Pachuca, Hgo.
Av.Juárez N° 154
Tte. coronel Manuel
Rufino Díaz Cadena Tel. 2-01-35
Rangel Escamilla
Pachuca, Hgo.
Tte. coronel Manuel Juzgado de 1a Instancia
Lic. Ernesto Rubio Rojo
Rangel Escamilla Pachuca, Hgo.
Tte. coronel Manuel José Ma. Iglesias N° 14
Luis Guzmán Ortiz
Rangel Escamilla Pachuca, Hgo.
Av. Alcalde N° 323
Cap. Luis de la Barreda
Gregorio Villegas Ortiz Tel. 3-31-29
Moreno
Guadalajara, Ial.
Tte. coronel Mariano Jefe de Telégrafos
J. Jesús Gómez López
Frías Islas Apatzingán, Mich.
Redactor
Tte. coronel Manuel La Voz de Michoacán
Francisco López
Rangel Escamilla Tel. 13-40
Morelia, Mich.
Pagaduría Regional
Cap. Luis de la Barreda
Antonio Negrete Chávez Militar
Moreno
Tepic, Nay.
Raúl Landaverde Primavera N° 36 Pte.
Alberto Langarica Ponce
Velázquez Querétaro, Qro.
Cap. Fernando Gutiérrez Comité Regional del PRI
Pedro Ascencio
Barrios Chetumal, Q. Roo
Jefe Estado Mayor
Tte.coronel Mario Tte. coronel Manuel
34a Zona Militar
Cedillo Granados Rangel Escarnilla
Chetumal, Q. Roo
Hotel San Luis Rey
Cap. Luis de la Barreda
Vicente Medina Flores Tel. 62-95
Moreno
San Luis Potosí, SLP
21 de Marzo N° 98 Ote.
J. Apolinar Rodríguez Tte. José Segovia Rivero Tels. 2-12-84 y 2-34-03
Mazatlán, Sin.
Av. Veracruz y Av. Yáñez
Cap. Fernando Gutiérrez
Carlos Ponce N° 347
Barrios
Hermosillo, Son.
Apartado Postal N° 620
Jesús Rodríguez Alfonso de la Concha Ávila
Matamoros, Tamps.

COLABORADORES DE LA DFS, 22 DE SEPTIEMBRE DE 1959

Nombre Recomendado por Domicilio


Escobedo N° 518
Juan Salazar del Ángel Cap. Fernando Gutiérrez Barrios Tel. 2-40
Nuevo Laredo, Tamps.
Cámara de Comercio
Cap. J. Guadalupe
Rogelio G. Rendón Tel. 70
Ramírez Segura
Reynosa, Tamps.
Triunfo N° 1011 Pte.
Antonio Herrera Olvera Cap. Fernando Gutiérrez Barrios Tel. 2-31-98
Tampico, Tamps.
Subdirector de Seguridad
Tte. coronel Rafael Tte. coronel Manuel Rangel
Pública
Peregrina Escamilla
Jalapa, Ver.
Lic. Jorge Lire Recio Cap. Fernando Gutiérrez Barrios Calle 41 N° 498-A
Comandante Aeropuerto
José Luis Pérez Tejada Cap. Fernando Gutiérrez Barrios
Mérida. Yuc.

Fuente: DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2893.


ANEXO 3
TELÉFONOS INTERVENIDOS POR LA DFS,
1965

Troncal Tel. Nombre


1 49-25-92 Teniente Leonardo Huerta (ex jefe de personal del INPI)
2 30-56-26 Dr. Manuel Charvel
3 10-27-24 Lic. Joaquín Ortega Arenas
4 49-09-47 Dr. Miguel Schultz Contreras
5 11-67-47 Lic. Ignacio Moreno Tagle
6 48-32-04 Lic. Vicente Lombardo Toledano
7 13-70-80 Lic. Juan Ortega Arenas
8 12-52-83 Federación Obrera Revolucionaria
9 21-20-59 Comercial San Martín (cubano Humberto García Morera)
10 18-64-93 Dr. Noé Vargas Tentori
11 - Troncal libre
12 21-64-48 Confederación Nacional Campesina
13 24-91-05 Dr. Bernardo Castro Villagrana
14 12-37-80 Dr. Gustavo A. Uruchurtu
15 10-29-69 Movimiento de Liberación Nacional
16 25-57-88 Dr. Octavio Rivas Solís
17 48-36-18 Departamento de Vigilancia de la UNAM
18 13-35-73 Magisterio, sección IX
19 19-90-57 Dr. Octavio Rivas Solís
20 24-81-66 Dr. Justino Rosas Shiota
21 21-09-91 Lic. Adán Nieto Castillo
22 23-85-25 Lic. Alonso Aguilar Monteverde
23 15-09-21 Lic. Fernando Carmona
24 27-40-03 Dr. Octavio Rivas Solís
25 25-14-94 Dr. Bernardo Castro Villagrana
26 26-12-75 Antigua Facultad de Medicina
27 23-39-44 Dra. Irene Talamaz Vázquez
28 18-44-56 Partido Auténtico de la Revolución Mexicana
29 24-18-18 Lic. Braulio Maldonado Sandez
30 43-83-56 Jacinto López
31 Troncal libre
32 35-63-91 Lic. José Villafuerte Mijangos
33 45-14-09 Agencia de Noticias “Nueva China”
34 46-12-70 Lic. Vicente Lombardo Toledano
35 46-21-81 Partido Acción Nacional
36 46-59-78 Partido Popular Socialista
37 46-42-18 Confederación de Trabajadores de México
38 46-60-15 Prensa Latina
39 46-21-39 Partido Acción Nacional
40 47-11-93 Hospital Rubén Leñero
41 46-68-71 Ing. Manuel Marcué Pardiñas
42 46-22-19 Lic. Armando Castillejos Ortiz
43 35-36-52 Ing. Manuel Marcué Pardiñas
44 35-59-82 Unión Nacional Sinarquista
45 46-80-01 Confederación de Jóvenes Mexicanos
46 46-52-59 Dr. Ignacio Chávez
47 46-02-01 Dr. Norberto Treviño Zapata
48 35-35-18 Sociedad de Amigos de China Popular
49 45-23-19 Vladimir Sokolov N. (agregado militar ruso)
50 46-48-76 Embajada de Guatemala
51 38-13-83 Sindicato de Electricistas
52 14-42-37 Embajada de Cuba
53 21-80-65 Jorge Prieto Laurens
54 28-91-66 Pablo Monsalvo Pérez (estudiantes)
55 26-11-41 Dr. Hugo Chimal García
56 43-55-36 Rufina Borquez de la Fuente (agitación enfermeras)
57 14-73-93 Dolores Mora Cepeda
58 24-61-75 Ing. Jorge L. Tamayo
59 28-97-65 Dr. Guillermo Montaño Islas
60 23-83-50 Agustin Arroyo Ch.
61 48-26-47 Lic. Adolfo Christlieb Ibarrola
62 14-13-26 Embajada de Cuba
63 18-44-78 Lic. Ramón Sánchez Medal
64 28-61-23 Dr. Norberto Treviño Zapata
65 21-36-00 Lic. José González Torres
66 39-32-17 Ing. Manuel Marcué Pardiñas
67 20-08-77 Gral. Gilberto R. Limón
68 24-10-57 Dr. Trifón Sierra Ramírez
69 21-76-57 Dr. Guillermo Solórzano
70 19-23-30 Ingeniero Heberto Castillo
71 12-79-48 Sindicato de Ferrocarrileros
72 11-62-20 Dr. Bernardo Castro Villagrana
73 48-44-97 Ing. Manuel Marcué Pardiñas
74 11-40-99 Rufina Borquez de la Fuente (agitación de enfermeras)
75 48-67-51 Lic. Luis Torres (Sociedad de Amigos de China Popular)
76 10-15-39 Dr. Gustavo A. Uruchurtu
77 43-06-65 Frente Electoral del Pueblo
78 73-25-65 Clero (restos Porfirio Díaz)
79 19-70-64 Jorge L. Tamayo
80 22-58-50 Dr. Alfredo Rustrián Azamar
81 35-76-33 Sindicato de Petroleros
82 47-11-73 Hospital Rubén Leñero
83 46-10-44 Julio Scherer
84 46-02-91 Dr. Norberto Treviño Zapata
85 46-62-40 Dr. Horacio Salce
86 46-17-91 Profesor Alejandro Avilés (clero)
87 35-51-09 Central Campesina Independiente
88 46-42-90 Lic. Adolfo Christlieb Ibarrola
89 31-07-48 Humberto García Morera (cubano detenido por Segob)
90 46-12-69 Lic. Vicente Lombardo Toledano
91 45-64-70 Movimiento Familiar Cristiano
92 46-39-20 Lic. Adolfo Christlieb Ibarrola
93 35-61-29 Agustín Arroyo Ch.
94 35-44-69 Dr. Leónides Guadarrama
95 35-85-25 Sindicato de Petroleros
96 46-60-16 Prensa Latina
97 46-22-17 Revista La Nación
98 - Troncal libre
99 46-53-53 Dr. Leónides Guadarrama
100 35-86-56 Lic. Manuel Rodríguez Lapuente

Tel. Nombre
46-23-96 Dr. Lauro Ortega
10-14-39 Dr. Gustavo A. Uruchurtu
10-15-39 Dr. Gustavo A. Uruchurtu
21-03-17 Lic. Emilio Portes Gil
24-27-19 Lic. Raúl Salinas Lozano
46-39-20 Lic. Adolfo Christlieb
45-80-42 Lic. Emilio Portes Gil
20-30-18 Gral. Lázaro Cárdenas
20-17-36 Gral. Bonifacio Salinas
48-30-72 Gral. José Gómez Huerta
24-27-19 Lic. Raúl Salinas Lozano
10-14-05 Particular Industria y Comercio
12-10-83 Particular Hacienda
21-64-48 Particular CNC
11-37-24 Particular Seguro Social
46-68-71 Revista Política
46-22-17 Revista La Nación

* La referencia a estos números aparece en resúmenes de conversaciones recuperados. Nota:


Existían 3 troncales libres, 11, 31 y 98, y 117 teléfonos intervenidos, en varios casos se trataba
de una misma persona con varios teléfonos, fueron los casos de Emilio Portes Gil, Lic. Adolfo
Christlieb Ibarrola, Dr. Norberto Treviño Zapata, Dr. Lauro Ortega, Dr. Gustavo A. Uruchurtu y
Lic. Vicente Lombardo Toledano.

Fuente: DGIPS, Fondo Gobernación, Archivo General de la Nación (AGN), caja 1971.
ANEX0 4
GRUPOS GUERRILLEROS EN MÉXICO
SEGÚN LA DFS, 1965-1980

Organización Creación Estados Elementos*


Jal., DF, Sin.,
Liga Comunista 23 de Septiembre 1973 392 aprox.
NL
347
Partido de los Pobres 1967 Gro., Ags., DF

Frente Estudiantil Revolucionario


1970 Jal. 154
FER **
Partido Revolucionario Obrero
Clandestino 1971 Jal., DF, Oax. 146
Unión del Pueblo (PROCUP)
NL, Ver., Pue.,
Fuerzas de Liberación Nacional 1969 129
Tab., Chis.
Comando Urbano Lacandones
1968 DF 94
“Patria Nueva”
Mich., Gto.,
Movimiento de Acción
1969 Qro., 91 aprox.
Revolucionaria (MAR)
Ver., DF, Pue.
Asociación Cívica Nacional
1968 Gro., Ver., DF 70 aprox.
Revolucionaria (ACNR)
Unión Campesina Independiente Pue., Hgo.,
s/f 59
(UCI) Ver.

* Cuando aparece una cifra aproximada quiere decir que no está claro el número en la copia obtenida del manuscrito de
Acosta Chaparro.
**Desapareció en 1973. Nutrió de militantes a la Liga Comunista 23 de Septiembre, al PROCUP y al FRAP,

GRUPOS GUERRlLLEROS EN MÉXICO SEGÚN LA DFS, 1965-1980

Organización Creación Estados Elementos


Liga de Comunistas Armados (LCA) 1970 Coah., NL 40
Fuerzas Armadas de Liberación Gro., Mich.,
1974 39 aprox.
(FAL) Mor.,DF
Fuerzas Revolucionarias Armadas del
1973 Son., Jal. 31 aprox.
Pueblo (FRAP)
Grupo Nacionalista Octopus 1971 DF 25 aprox.
Central de Acción Revolucionaria
1971 DF 21
Armada (CARA)
Movimiento 23 de septiembre 1965 Chic. 20 aprox.
Comité Armado de Liberación “Patria Mich., Gro.,
1972 19 aprox.
Libertad” DF
Comité de Lucha Revolucionaria 1968 DF 17
Frente Campesino del Norte (FCN) 1970 17 aprox.
Frente Urbano Zapatista (FUZ) 1969 DF 17 aprox.
Comité de Luca Revolucionaria 1968 DF 17 aprox.
Dgo., Tamps.,
Liga Leninista Espartaco (LLE) 1964 15 aprox.
NL
Comando Urbano de Expropiaciones 1970 DF 15
Comando Armado del Pueblo 1971 DF 9
Movimiento de Izquierda
1969 DF 9
Revolucionaria (MIR)
Fuerzas Revolucionarias Armadas
1970 Ags. 9
Socialistas (FRAS)
Núcleo Guerrillero Urbano de
1971 Chih. 9
Chihuahua
Frente Revolucionario del Pueblo 1971 Son. 8
Movimiento de Izquierda
1966/67 DF 7
Revolucionaria Estudiantil (MIRE)
Total 1,860

Fuente: General Mario Arturo Acosta Chaparro, Movimiento subversivo en México, 1990, manuscrito. Él utilizó listas que
había elaborado la DFS.
ANEXO 5
COSTO SOCIAL DE LA VIOLENCIA
POLÍTICA EN GUADALAJARA, 1970-1980

Este es el primer recuento sistemático del costo de la violencia política


generada en Guadalajara, Jalisco de 1970 a 1980. La información se recabó
en los archivos de la DFS depositados en el Cisen, en entrevistas con
protagonistas de los hechos, en documentos judiciales, de organismos de
derechos humanos y en notas periodísticas.
El criterio para la inclusión fue que los hechos violentos ocurrieran en, o
estuvieran directamente relacionados con, Guadalajara y que respondieran a
algún tipo de motivaciones políticas. También se incluyeron aquellos actos
delincuenciales hechos con esa justificación. Pese al cuidado en la
verificación todavía hay ausencias y no pueden descartarse los errores. Por
ejemplo, hubo un gran número de golpizas, casas baleadas o amenazas que
nunca se registraron.

COSTO DE LA VIOLENCIA POLÍTICA, 1970-1980

Gobierno y aliados Opositores Sin bando Totales


Cuerpos
FEG
de seguridad
Muertos1 29 31 23 21 104
Desaparecidos - 1 21 - 22
Secuestrados - 2 - 10 12
Heridos 21 68 12 31 132
Detenidos y
10 110 205 6 331
encarcelados
Autores de asaltos y otros2 - 4 54 - 58

1 Los muertos deben desagregarse por las disputas al interior de cada sector. La FEG tuvo más bajas por ese motivo que por
su guerra contra el FER. Para un desglose ver siguiente cuadro.
2 Se contaron también toma de instalaciones, amenazas y atentados con explosivos.

DESGLOSE DE MUERTOS Y HERIDOS, 1970-1980

Gobierno y aliados Opositores


Personas sin bando
(FEG) (FER o guerrilla)
Muertos Heridos Muertos Heridos Muertos Heridos
Por gobierno
- - 18 12 2 15
y/ o FEG
Por FER o
34 65 - - 18 16
guerrilla
Por disputas
19 23 5 - - -
internas
Por
ambiente de 7 1 - - 1 -
violencia

DESAPARECIDOS Y EJECUTORES DE SECUESTROS Y ASALTOS,


1970-1980

Gobierno y aliados FER o guerrilla


1 1 20
Desaparecidos
Secuestros 2 10
Asaltos 4 54

1. A los 21 desaparecidos debe agregarse otro, un familiar de los grupos opositores.

MUERTES POR AÑO, 1970-1980*


*Al total deben sumarse 3 personas sobre las cuales no se tiene fecha de
fallecimiento.

HERIDOS POR AÑO, 1970-1980*

*Al total deben sumarse 2 personas sobre las que no se tiene la fecha en
que fueron heridas.

DESAPARECIDOS POR AÑO, 1970-1980


DETENCIONES POR AÑO, 1970-1980*

* Al total debe sumarse una persona cuya detención no está fechada.

ASALTOS Y ATENTADOS POR AÑO, 1970-1980*

* A las cifras de la gráfica deben sumarse 2 asaltos cuya fecha se


desconoce.

SECUESTROS POR AÑO, 1970-1980*


* A las cifras de la gráfica deben sumarse 2 personas cuyos secuestros no
están fechados.
DESGLOSE DEL COSTO SOCIAL PARA EL GOBIERNO Y SUS
ALIADOS

Con excepción de las muertes provocadas por disputas internas, los autores
de la violencia contra el gobierno y la FEG fueron, hasta antes de marzo de
1973 el FER, y después de esa fecha la Liga Comunista 23 de Septiembre,
el FRAP o la Unión del Pueblo.

MUERTOS DEL GOBIERNO

Fecha
Nombre Especificaciones
día/mes/año
Héctor Cortés
Rodríguez Miembros del 21° regimiento de
Ejército 06/11/73
Silvino Romero caballería; para robarles las armas.
Vega
Max Gerardo
DFS Toledo 16/06/76
Sánchez
J. Refugio
08/10/71 En la fuga de René Delgado.
Rodríguez Montes
Maurilio Espinosa
14/07/73
J. Refugio Ibarra
Ramiro Martínez
Asesinados por Juan Marcos
Mariscal
16/07/73 Montañez
Víctor Manuel
y Alfredo Manzano Acosta (del FER).
García
José Navarro
13/09/73 Por explosión.
Jaramillo
6 policías no
05/06/74 En asalto a caseta de policía.
identificados
2 policías no
15/06/74
identificados
Jesús López
Ramírez
18/02/75 Enfrentamiento en el retén de “El 40”
Rubén Chávez
Policías Camarena
Francisco Carrillo
Cortés Durante la fuga de varios guerrilleros
22/01/76
Trinidad Rodríguez del Penal de Oblatos.
Juan Macías Díaz
Ernesto Carrillo
Servín
Roque Martínez
Por comandos de la Liga Comunista
Tavera 07/05/76
23 de Septiembre.
Gustavo Palacio
Mena
Jesús Palacio Mena
Enfrentamiento con miembros de la
Felipe Mares 27/09/76
Liga.
Octaviano Macias Enfrentamiento con un grupo de la
24/11/76
Arellano FEG.
Policía Le disparó Alfonso Guzmán
1977
desconocido Cervantes, Emeterio.

MUERTOS DE LA FEG

Fecha
Causas Nombre Especificaciones
día/mes/año
Asesinado por presuntos
Daniel Castillo Flores 26/10/70
Vikingos.
Fernando Medina Lúa En balacera en el
02/11/70
Por disputas Alejandro Cruz García Politécnico.
con Javier Agustín García
01/12/70 -
opositores Garibay
Hermenegildo Romo
-/03/71 -
García
Jesús García Valencia 12/09/76 -
Luis Luna Moya, el
Hijo Les disparó Daniel Cruz
18/11/71
Rubén Santillán Pérez, Fonseca, el Caguamo.
el Chango
Mario Díaz Nasta, el
Nasta
Salvador Sotelo Asesinados por Javier
09/06/72
Castillo, el Sotelo Balvaneda y su grupo.
Gonzalo Fabián
Franco, el Venado
José Luis Neri Asesinado por Juan José
22/07/72
Delgado Lúa Ochoa.
Otto Buenrostro Ahued 15/01/73 -
Guillermo Mora
Guerrero,
el Gordo Mora Asesinados por Carlos
Antonio Cabrera Palos 14/02/73 Morales, el Pelacuas y su
Por disputas Guillermo Rodríguez grupo.
al interior de Rodríguez Jesús López
la FEG Magaña
Roberto Álvarez Reyes 10/10/73
Héctor Terán Contreras
05/05/74 Asesinados por el grupo del
Rodolfo Hernández
19/06/74 Pelacuas.
Mancilla
Héctor Hemández
21/06/74 -
Mancilla
Rafael Armando
17/07/74 -
Salazar Valdés
Según investigación secreta
Carlos Ramírez de Miguel Nazar Haro fue
12/09/75
Ladewig muerto por disputas al
interior de la FEG.
José Luis Díaz Gómez,
16/03/79 -
el Güicho
Víctor Hernández
- -
Ruiz, Moctezuma
Óscar Raúl Aguayo
Ibarra
30/06/71 En pelea por incidente vial.
Un estudiante no
identificado
Carlos Armando
26/05/73 -
Pelayo Flores
Por ambiente
José de Jesús Robledo
de violencia 10/06/74 -
H.
Javier Gutiérrez
12/02/76 -
Gómez
Baleado por judiciales
Roberto García García 12/06/78 borrachos en un accidente
vial.

DESAPARECIDOS
Óscar Rico Salazar, el Scherezada (11/05/79).

HERIDOS DEL GOBIERNO

Fecha
Dependencia Nombre Especificaciones
día/mes/año
Benjarrún Enfrentamiento en el retén
Ejército 18/02/75
Alvarado Salinas de “El 40”.
Gonzalo Chávez Agente confidencial de la
Paramilitares 29/08/73
Loza 15a Zona.
Ángel Posada
24/12/73 -
Ruiz
DFS
Carlos Reyes
16/04/75 -
Domínguez
Francisco Aceves
-/04/73 -
Hernández
Salvador
Rodríguez Barajas
Jesús Gil
Sandoval
14/07/73 Durante un operativo.
Andrés Rodríguez
Robles
Esteban Cabrera
Hermosillo
David Valdivia Le disparó Ignacio Martínez
27/11/73
Silva García.
Juan González
Jiménez
30/11/73 -
Enrique Arellano
Un desconocido
Policías
Rogelio Torres
24/12/73 -
Marín
Eugenio Barraza
Islas Enfrentamiento en el retén de “El
18/02/75
Antonio Martínez 40”.
Casas
Juan Carmona Durante una fuga del Penal
22/01/76
Castaños de Oblatos.
Ignacio Wulfrano
Enfrentamiento en Lindavista
Gómez Castro
06/05/76 (DF) con un comando de
José García
Guadalajara.
Sánchez
Germán López
Benítez
27/06/76 -
José Raimundo
Martínez

HERIDOS DE LA FEG

Fecha
Nombre Especificaciones
día/mes/año
Fulgencio Hernández Chávez 26/10/70 Baleado por presuntos Vikingos.
Enrique Pérez Arias 19/10/71
Jesús Mercado Zúñiga
19/11/71 Enfrentamiento en la Preparatoria 1.
Jorge Mejía Cruz
Gerardo Arnulfo Nungaray
06/06/72 Por Salvador Sotelo Castillo.
García
Otto Buenrostro Ahued 12/06/72 Baleado por Javier Balvaneda.
En la balacera donde muere el
Luis Eduardo Araujo 22/07/72 hermano
de el Neri.
Luis Cosío Sayavedra 23/01/73
Ramón González 15/02/73
Jesús Serrano González 17/02/73 Del grupo de el Pelacuas.
Salvador de León López 06/05/73 Por Eleazar Romo García, el Chavo.
Juan Manuel Cabrera Palos 02/08/73 Por Carlos y Mariano Morales.
Mario Parra Nava
José Manuel Ibarra González
Víctor Manuel Ventura Román 18/11/73 Balacera del baile de Ingeniería.
Sergio Armando Vergara López
Roberto Prado Díaz
Carlos Morales García, el
-/05/74 Por gente de Héctor Terán.
Pelacuas
Jesús Cota Corona 13/06/74
Daníel Cruz Fonseca
15/04/75 Balacera en el Parque Alcalde.
Ignacio Sandoval Virgen, el Niño
Francisco Hermosillo Borja 21/06/76
Jaime Sau Aguayo 22/05/78 Por la policía judicial.
José Rodolfo Sánchez Moreno 20/02/79

Heridos del 12 de septiembre de 1976 por el estallido de una bomba en el


aniversario de la muerte de Carlos Ramírez Ladewig: Juan Manuel
Alcántara Jaramillo, Julio César Pérez Salazar, José Díaz Moctezuma, Juan
Havizar Lara, Víctor Dávalos Contreras, Guillermo Medina Íñiguez, Juan
Carlos Muñoz Cordero, Roberto García, Julio Muñoz Ornelas, Arturo
Sánchez Velasco, Juan Rigo Flores, René Mejía Ramírez, Alfonso Torres
Morales, José Antonio González Cruz, Alberto Gómez Reynoso, Guillermo
Gilberto Mercado G., José Cárdenas González, Isidro Lepe Murillo, Manuel
Ramírez Torres V., Jorge García García, Ramón Mejía Ramírez, José N.
Gazcón Aguirre, Ricardo Lauda Cortés, Iva Havizar Lara, Eduardo García
Gutiérrez, Roberto Rivas Montiel, Francisco Cot de Aguilera, Roque
Quintanilla Montoya, Eduardo Acosta Figueroa, José de Jesús Acosta
Álvarez, Daniel Velasco Hernández, María Teresa Velasco Hernández, José
de Jesús Hernández Escalante, Juan Manuel García Ávila, Manuel Becerra
Terrones, José Martínez López, Miguel Sánchez García, Miguel Sánchez,
Jr., Roberto Torres Lomelí, Eduardo Vázquez Valle, Samuel Rodríguez
Valencia, Juan López Cornejo, J. Cruz Sáenz Álvarez, Antonio Hernández
Villaseñor.

DETENIDOS DEL GOBIERNO Y ALIADOS*


30 junio 1972. Raimundo Ramón Napolinar, Juan Alicio y Luciano
(FEG).
30 enero 1973. José Carranza Castañeda y Rogelio Bañuelos Acosta,
agentes confidenciales, 15a Zona Militar.
12 diciembre 1973. Adán Delgado Carrillo y otros cinco agentes
confidenciales, 15a Zona Militar.
13 diciembre 1973. Guillermo Gutiérrez, agente confidencia 15a Zona
Militar. Entre el 2 y el l0 de julio de 1974 el ejército, la Policía Judicial
Federal y otras corporaciones detuvieron a 82 miembros del grupo de el
Pelacuas que. de golpeadores de la FEG pasaron a ser agentes
confidenciales de la 15a Zona Militar y terminaron siendo acusados de
ladrones, asesinos y traficantes de drogas. Entre ellos estaban dos
estadunidenses, Edward John Fernández y John Raymond Miller,
vendedores de armas y presuntos policías de Arizona.
18 julio 1974. En seguimiento a este operativo detuvieron a otro grupo en
la ciudad de México: Carlos Morales García el Pelacuas, Mariano Morales
García el Muerto, Óscar Rico Salazar el Scherezada (vuelve a ser detenido
y desaparece el 11 de mayo de 1979), Dominico Santillana López, Gustavo
Neri Delgado el Neri, Pedro Ornelas Rochín el Perico.
21 junio 1976. Por un asalto a cuarteles de la policía para enfrentarse a
otros miembros de la FEG fueron detenidos por la DFS: Francisco
Hermosillo Borja, Héctor Martínez Álvarez, Crescencia Sotomayor
Álvarez, Jesús Arce Sepúlveda, Jesús Sandoval García, Salud Ventura
Navarro, Julio Alberto Loza Pedraza, Felipe Díaz Ocampo, Jesús González
Barba, Salvador González Gutiérrez, Martín Bañuelos Ulloa, Andrés Loza
Pedraza, Leovigildo Vela, Miguel Arce Sepúlveda, Mario Alberto González
Gutiérrez.
11 mayo 1979. Javier Balvaneda Rivera (en ese entonces jefe de grupo de
la DFS), y Enrique Rico Salazar.
25 mayo 1979. Moisés Rodríguez Quezada
Mayo 1979. Ezequiel Nuño Sepúlveda y Enrique Herrera Villalvazo.
* A ninguno de los detenidos pertenecientes al gobierno, a la FEG o a paramilitares, se le acusó de violencia contra
miembros del FER o de alguna organización guerrillera. Fueron encarcelados por actos delincuenciales. No hay registro de
que se hubiera detenido a algún policía o militar.

SECUESTROS
24 junio 1974. Juan José Gómez Galván, por el Scherezada.
24 enero 1971. Javier Macías Chávez, (unas horas) por el FER.
COSTO SOCIAL PARA LOS OPOSITORES

MUERTOS DE LOS OPOSITORES

Fecha
Causas Nombre Especificaciones
día/mes/año
Francisco
Villagómez
Miramontes, Balacera en el
29/09/70
Paco el Cubano Politécnico.
Braulio Suárez
Torres
Arnulfo Prado
23/11/70 -
Rosas, el Compa
Fernando Salinas Por agentes de la 15a
Mora, el Richard Zona comandados por el
29/08/73
Efraín González general Francisco García
Cuevas, el Bom Castelló.
Abraham (nombre
24/12/73 Militante de la Liga.
de combate)
Roberto (nombre
de combate)
-/01/74 -
Wenceslao
Martínez Ochoa
José Ignacio
Olivares Torres, el 02/02/74 Asesinado a golpes.
Sebas
En enfrentamientos
José Antonio
con cuerpos de En enfrentamiento en el
Marín Osuna, el 18/02/75
seguridad y/o la FEG retén de “El 40”.
Gallo
Guillermo
González Caloca, 15/05/75 Militante de la Liga.
el Pollo
Antonio García
Mendoza
Héctor Manuel 1975 -
Rodríguez
González
Pedro Guzmán
24/12/75 -
Orozco, Camilo
Enrique Guillermo
Pérez Mora, 16/06/76 Militante de la Liga.
el Tenebras
César Antonio
05/01/78 -
Solís Rodríguez
Héctor Eladio
Militante de Unión del
Hernández 10/11/78
Pueblo.
Castillo
Tomás Lizárraga
- Por Javier Balvaneda.
Tirado
50. Hermenegildo Romo García, el Gorilón, ex presidente de la FEG muerto por un comando del
FER en los primeros meses de 1971.
51. Enrique Pérez Mora, el Tenebras, convaleciente de una herida en 1974. Fue trasladado al Penal
de Oblatos de donde escapó en enero de 1976.

MUERTOS DE LOS OPOSITORES (continuación)


Fecha
Causas Nombre Comentarios
día/mes/año
Juan Manuel
Rodríguez
Moreno
14/02/73
Juan Manuel Alí Accidente durante
14/02/73
Gutiérrez entrenamiento militar.
27/01/74
Luis Jorge
Por accidentes o Meléndez
luchas intestinas Luébano
En el Penal de Oblatos por otros
David López
15/06/77 guerrilleros detenidos. Era
Valenzuela
informante de la DFS.
Arruro Rosas
- Por sus compañeros.
Ruiz

OPOSITORES DESAPARECIDOS

Lugar y fecha de
Nombre Número de expediente*
detención
Joaquín Contreras Navarro 08/10/71 -
María Constancia Caraballo
-/12/73 -
Bolín
Maximino García Cruz 01/06/76 -
José Barrón Caldera 10/06/76 -
Donaciano Ramírez Rojas 23/07/76 -
Detención 11-235-77 H-180 L-
Francisco Mercado Chihuahua, Chih. 42
Espinosa 11/02/77. Interrogatorio 11-235-77 H-
199 L-42
Detención 11-235-77 H-255 L-
Guadalajara, Jal. 42
Alfonso Guzmán Cervantes
28/02/77 Interrogatorio 11-235-77 H-
280 L-47
Detención 11-235-77 H-255 L-
Guadalajara, Jal. 42
Jorge Carrasco Gutiérrez
28/02/77 Interrogatorio 11-235-77 H-30
L-43
Detención 11-235-77 H-255 L-
Guadalajara, Jal. 42
Víctor Arias de la Cruz
28/02/77 Interrogatorio 11-235-77-H-28
L-43
Miguel Ángel Sánchez Guadalajara, J al. Detención 11-235-77 H-112 L-
Vázquez 07/04/77 43
Interrogatorio 11-235-77 H-
113 L-43
Detención 11-235-77 H-191 L-
Guadalajara, J al. 43
Guillermo Bautista Andalón
15/04/77 Interrogatorio 11-235-77 H-
129 L-44
Guadalajara, Jal. Interrogatorio 11-235-77 H-
Raúl Mercado Martínez
06/04/77 191 L-43
Detención 11-235-77 H-187 L-
Tijuana, BC 43
Pedro Cedilla Díaz
15/04/77 Interrogatorio 11-235-77 H-
144 L-44
Guadalajara, Jal. Detención 11-235-77 H-123 L-
Ricardo Madrigal Sahagún
15/04/77 44
Irma Yolanda Cruz Santiago 01/06/77 -
Juan Manuel Godínez
22/06/77 -
López
José Luis Torres Ontiveros 23/07/77 -
Jesús Reyes Mayoral Guadalajara, Jal.
-
Jáuregui* 23/08/77
Detención 11-235-78 H-60 L-
49
DF Interrogatorio 11-235-78 H-62
Alicia de los Ríos Merino
06/01/78 L-49
Declaración 11-235-78 H-4 L-
50
Armando Escalante
1978 -
Morales
Genaro Vázquez López 1978 -

* Constancia de detención por parte de la DFS.

*Aún cuando en el expediente 11-233-77 H-244 L-4 no se reconoce su detención por la DFS, hay indicios que me hacen
suponer que una revisión de los expedientes o legajos confirmaría que sí lo fue.

OPOSITORES HERIDOS DE BALA

Fecha
Nombre día/mes/ Especificaciones
año
Jorge Hernán Plasencia
Manuel Ramón González Por Javier Balvaneda, Gustavo Neri
15/01/70
González, Delgado y el Carita.
el Sammy
Rubén Mayoral Guzmán
02/11/70 En la balacera del Politécnico.
Arnulfo Prado Rosas
Antonio Ezqueda Villaseñor 13/03/71 -
Alfredo Manzano Muñoz 16/07/73 -
Por Óscar Rico Salazar,
Alfonso Torres Franco 24/11/73
el Sherezada.
Enrique Guillermo Pérez
18/02/74 Por la policía.
Mora, el Tenebras
José Natividad Villela Vargas -/04/74 -
Diego Reynoso Melesio 27/07/76 Por la policía.
Álvaro Carrasco Gutiérrez 1979 -
René Delgado Becerra, el
- -
Perico

OPOSITORES DETENIDOS
30 septiembre 1970. 25 miembros del FER por el ejército en la toma de la
Casa del Estudiante. Entre ellos, Bonifacio Haro Hernández, Mario Ferreiro
Ayala, Jorge Daniel Ramírez, Fidel Aranda Altamirano, Esteban Cerda
García, Remigio Pacheco León, Serafín Rivera García, César Ramos
Zazueta, Jesús Moreno Palomera, Marco Antonio Castillo, David Rodríguez
Salgado, Víctor M. Gómez Aguilar y Jesús Aguilar Miramontes.
De aquellos detenidos en la Casa del Estudiante sólo los siguientes
recibieron auto de formal prisión: Eleuterio López Navarro, Everardo
Becerra Bernal, Javier Paredes Gómez, Jorge Plañir Ramírez, José
Natividad Villela Vargas el Pocho, y Marcelo Torres Martínez.
6 octubre 1970 (consignados el 7 y auto de formal prisión el 10).
Bonifacio Mejía Segundo el Boni, Roberto Marrufo Torres y Enrique
Guillermo Pérez Mora el Tenebras (vuelve a ser detenido el 16 de febrero
de 1974).
25 noviembre 1970. Durante el entierro de Arnulfo Prado Rosas: León
Valtierra Romero, Sergio García Castañeda, J. Héctor Díaz Aquino,
Francisco Salazar Corona, Jesús Bautista Morales, Carlos Fregoso Solano,
Estanislao Pérez Vallejo, José Luis Lemus Cruz, Juan Manuel Rojo Paredes,
Francisco Rubián Ramírez y J. Luis Alberto Salgado Covarrubias.
19 diciembre 1970. Ramón Silva Martínez, J. Trinidad Bravo Torres,
Manuel Sahagún Covarrubias, Mario Alberto Ávalos Muñoz, Martín
Macías Esparza, Julio Méndez Ochoa el Pelirrojo, y Gustavo Durán
Covarrubias.
19 diciembre 1970 (condenados el 5 de enero de 1973). Abel Salgado
Murguía, a 10 años, Juan Rodríguez Martínez la Manzana, a 9 años, René
Haro Vargas, a 1 año 6 meses, Salvador de la Rosa Mota el Hechicero, a 16
años y Venustiano Ochoa Espinosa el Chino, a 7 años.
13 enero 1971. Ernesto González Córdoba, Jorge González Ramírez,
Antonio García Segundo, Arturo Gutiérrez Campos, J. Ascensión González
Ramírez y Francisco Amaya Gutiérrez.
17 febrero 1971. Alfredo Delgado Parga (condenado a 24 años de prisión
en marzo 31 de 1972) y Camilo Carlón Gómez.
12 marzo 1971. Por asalto a Preparatoria 4: Mario Gómez Romero,
Antonio
Ezqueda Villaseñor y Salvador Castañeda González el Chavala,
(condenado a 15 años de prisión en marzo 31 de 1972).
18 marzo 1971. Manuel Molinar Salazar el Cabezón (por participar en el
asesinato de Hermenegildo Romo García, el Gorilón).
16 abril 1971. Por intento de secuestro: José Ramón Bernal Gutiérrez el
Salín, Juan José Escamilla, Joel López Pérez y Carlos Vélez Mauricio.
7 agosto 1971. Raúl Loza Estrada y René Delgado Becerra, el Perico.
8 agosto 1971. Rosalío González Sánchez, Francisco Javier Vázquez
Muñoz, Antonio Martínez Álvarez, Roberto Sánchez Cervantes, J. Jesús
Anguiano Rodríguez, Salvador Martínez Álvarez, Javier Rodríguez León,
Martín Delgado Rodríguez, J. Jesús Quintero Ibarra y David Martínez
Guzmán.
5 diciembre 1971. Elizabeth Cifuentes Becerra, Bertha Lilia Gutiérrez
Campos, Yolanda Gutiérrez Campos, Gilberto Rodríguez Castellanos y
Víctor Becerril Ramos.
6 diciembre 1971. Rosa Rojas Paredes y Ramiro Vázquez Gutiérrez,
(detenido nuevamente el 26 de junio de 1974).
11 enero 1972. Guillermo Robles Garnica, J. Carlos Campaña López, J.
Alfredo Campaña López, Eunice Michel Díaz y Salvador Rivera Delgadillo
(miembros del FRAP).
7 septiembre 1972. Benjamín Ramírez Castañeda, Rafael Ortiz Martínez,
Eusebio Delgado Santamaría y Jesús Limón García.
11 octubre 1972. José Concepción Ríos Michel, Mario el Loco.
18 enero 1973. César Armando López Sepúlveda y Primitivo Limón
García (acusados de planear el secuestro de Domingo Bañuelos Ponce).
24 enero 1973. Bertha Alicia García Sandoval (por intento de secuestro).
26 febrero 1973. Jesús Ignacio de Horta Acuña y Felipe Ruvalcaba
Herrera.
10 julio 1973. Daniel Barba Ledesma.
25 julio 1973. Eduardo Manzano Muñoz, Pedro Espinoza Sotelo, Rafael
Montañez Moctezuma y José Luis Vázquez Corona.
26 Julio 1973. Salvador Zamora Palacios, Luis Antonio Aguilar
Palomino, Victoriano Manzano Muñoz, Alfredo Manzano Muñoz el
General (por homicidio de dos policías municipales), Sergio Symonds
Carrillo la Leona (por asalto a cajero del Banco Refaccionario), María
Guadalupe Sáenz de la Cruz, Carlos Vázquez Corona y Guillermina
Ángeles Aguilar.
13 agosto 1973. Rubén Ramírez González el Purrundún y Francisco
Juventino Campaña López (por secuestro del cónsul Leonhardy).
24 agosto 1973. Guillermo Wonche Corona, el Master.
28 agosto 1973. Ana Luisa Hernández González.
6 septiembre 1973. Juan Marcos Aurelio Montañés Moctezuma, el Soso.
13 octubre 1973. Ángel Andrade de la Torre, Jesús Lara González y
Anselmo Rodríguez Moreno (por asalto al cuartel de policía de Colonia del
Sur).
18 octubre 1973. José Luis González Carrillo.
20 octubre 1973. Luz María Espinosa Villavicencio (por ser esposa de
Enrique Pérez Mora, el Tenebras).
2 noviembre 1973. Guadalupe Salas el Oso, Tomás Morales Vázquez el
Cobra, y José o Jaime Guzmán Bravo el Zurdo (por intento de secuestro del
magistrado Clemente Sepúlveda González).
30 noviembre 1973. Francisco Galas Silva, Jesús Morales Hernández el
Momia, Ramón Gil Olivo, Óscar Benjamín Astorga, Sixto o Castro, (antes
detenido por asalto a Embotelladora Aga en agosto 17 de 1972), Jaime
Vargas Anguiano, Daniel Meza Arias, Sixto Contreras Osuna y Marcos
Rodríguez Domínguez.
11 diciembre 1973. Miguel Arámbula Vera, José Barba Hernández, Jorge
Gustavo Sánchez A. y José Luis Ávila Meza (por robo).
22 diciembre 1973. José de Jesús Ramírez Meza, José María Carmona
Chávez y Alicia Estela Leyva.
22 octubre 1973. Elías Orozco Salazar.
14 diciembre 1973. Pedro Vilchis Pérez, Miguel Ángel Gómez Gómez,
Manuel Pérez Cárdenas, Dora Alicia Gómez Alfaro y Arturo Bustamante
Guzmán.
24 Diciembre 1973. Salvador Riva Salcido.
9 Enero 1974. J. Jesús Ramírez Meza, el Kalimán o el Flaco.
16 febrero 1974. Manuel Cholico Cisneros.
Febrero 1974. Antonio Orozco Michel (por robo). Marzo 1974. Álvaro
Mario Cartagena López, el Guaymas.
18 marzo 1974. Pablo Reichel Bouman.
15 junio 1974. Rigoberto Ávila Ordóñez e Isidro Javier Quezada Aragón.
23 junio 1974. José Nicolás Ávila Meza Jesús, Rigoberto Hernández
Ruiz, Carlos González Bravo, Héctor Vázquez Naranjo Jorge o el Flaco, y
Juan José Samaniego Martínez.
4 julio 1974. Raúl López Melendres, el Petros (detenido antes, el 21 de
junio 1974).
1974. Fernando Acosta Vera, Margarita Maldonado, Godínez Espinosa,
Luis Villanueva, Dalila González y Jesús Pacheco.
3 febrero 1975. Raimundo Hernández Castillo el Flaco, Romeo Valentín
Maldonado Ricardo o Héctor, Nicéforo Urbieta Morales Armando, Salvador
Cortés Gutiérrez Lalo, Rosa Elena Guerrero Parada María, Ana María
Guerrero Parada Carmen, Jesús Enrique Santos el Peluche y René
Arizmendi Villalobos Carlitos (detenidos por la PGR).
30 mayo 1975. Heriberto González Rodríguez, (Liga).
31 mayo 1975. Miguel Ángel Rodríguez Rodríguez, (Liga).
2 junio 1975. Rogelio Muñoz Becerra, (Liga).
3 junio 1975. David Ramírez Fragoso, Ramiro, (Liga).
22 enero 1976. María Mora de Pérez, Luz María Pérez de Aguirre y Jorge
Pérez Mora (por fuga de Enrique Guillermo Pérez Mora, el Tenebras).
22 marzo 1976. Armando Rodríguez Orozco.
30 abril 1976. Ramón Campaña López y Carlos Campaña López.
10 agosto 1976. José Luis Rodríguez Ocampo, Carmen Cobos y María
Teresa
Rodríguez Ocampo, (por la Patrulla Fronteriza de EU que los entregó a la
DFS).
1 marzo 1977. Víctor Arias de la Cruz Rafael y Jorge Salvador Carrasco
Gutié- rrez el Pino, (militantes de la Liga).
15 abril 1977. Guillermo Bautista Andalón, el Trompo, (Liga).
3 noviembre 1977. Alfonso Guzmán Cervantes, (Liga).
20 diciembre 1977. Lucio Mendoza Ubiarco.
1O marzo 1978. Alejandro Mares Montaña.
13 marzo 1978. Amador García Moreno, (Unión del Pueblo).
26 enero 1979. Miguel Ángel Mendoza Mejía y Rubén Tolosa. Fecha
desconocida. Miguel Topete.

img52
52. Daniel David Meza Arias tras ser detenido en noviembre de 1973. Era integrante de un comando
en el que participaban los representantes de diversas organizaciones guerrilleras.
53. El guerrillero Óscar Benjamín Astorga Ramos poco después de ser detenido en noviembre de
1973. Participaba en los preparativos de un importante secuestro.
COSTO SOCIAL PARA LOS SIN BANDO

MUERTOS DE LOS SIN BANDO

Fecha
Nombre Especificaciones
día/mes/año
Manuel Luévanos
16/07/73 -
Luna
Secuestrado por la Liga
Fernando
18/10/73 el
Aranguren
10 de octubre.
Rubén Gutiérrez
19/10/73 -
Guerrero
Jaime López
27/06/74 -
Salazar
Antonio García
18/10/74 -
Personas que no Ibarra
participaron en ningún Ma. Magdalena Atropellada por
bando. 25/11/74
Meza Hemández miembros de la FEG.
Higinio Velázquez
12/09/75
Ponce
Durante la ejecución de
Alfredo Cándido Carlos Ramírez
Morales Ladewig.
Raimundo Reyes Por comandos de la
07/05/76
Morales Liga.
Manuel Guerrero
Ortega
José Hernández
09/12/76 Por la Liga.
Flores
Elias Patricio Al parecer asesinado
03/06/71
Orozco González por Javier Balvaneda.
Carlos Salas Bravo 24/03/72 -
Rafael Heredia Por Eleazar Romo
06/05/73
González García, el Chavo.
Salvador García
17/06/73 -
Caballero
Personas sobre las Juan Manuel
06/07/73 -
cuales hay Espejo
la posibilidad Cirilo Marcos
de pertenencia a algún 06/08/73 -
Sánchez
bando.
Hernando
Madrigal EsquiveL Por Javier Barba
27/08/73
Emerenciano Hernández y su grupo.
Madrigal Barajas
Doctor Ruiz
09/10/73 -
Sánchez
Francisco Preciado
27/06/74 -
Arteaga

HERIDOS DE LOS SIN BANDO

Fecha
Nombre Especificaciones
día/mes/año
Paulina Loza Aparicio
Jesús Gómez Rivera
Esiquia Mijares de López
Gilberto Fernández Michel
Raúl López Gómez
Balacera en el Politécnico. Rafael Nuño
José de Jesús Flores Guzmán 02/11/70
García
Ricardo Padilla Gómez
José Arriaga Sotomayor
José Manuel Hernández
Gómez
José Guadalupe Flores Pérez
José Villarreal de las Fuentes 03/06/71 Por Javier Balvaneda.
Balacera entre los grupos de
Daniel Guareño Ramos 21/02/73
el Neri y Alfredo Chavarría.
Esteban Cabrera Hermosillo 15/06/73 En asalto a caseta de policía.
Jesús Sánchez Mercado
Florentino López
16/07/73 -
Manzanares
José Luis Monroy Aguilar
Miguel Cabrera Romero 21/07/73 Bomba puesta en un bote
Juan Giachetto Covarrubias de basura frente a la
Jesús Alvarez Vázquez tienda Woolworth.
José Luis Madrigal Esquivel 27/08/73 -
María A. Cisneros de Loera
Francisco Gómez Ramírez
Rafael Torres Pérez 13/09/73 Bomba en el Banco del Atlántico.
Mercedes Fernández
Trigueros
Rodolfo Guerrero Gutiérrez 19/10/73 -
Dos personas desconocidas 28/06/74 Balacera en una carrera de autos.
Silvia Reyes Álvarez 06/05/76 -
Alfonso Torres 26/11/76 -
Francisco Preciado Arteaga - -

SECUESTROS O INTENTOS DE SECUESTROS DE LOS SIN BANDO

Fecha
Nombre Comentarios
día/mes/año
Ma. de los Ángeles Noriega
1971 Intento.
Rodríguez
Clemente Sepúlveda González 1973 Intento.
Cónsul secuestrado por el FRAP,
George Leonhardy Terrence 04/05/73
liberado el día 7.
Cónsul secuestrado por la Liga. Fue
Anthony Duncan Williams 10/10/73
liberado.
Fernando Aranguren 10/10/73 Ejecutado el 18 del mismo mes.
Diana Rodríguez Vescas 30/11/73 Intento.
Guadalupe Zuno Hernández 28/08/74 Por el FRAP, liberado en septiembre 7.
Manuel González Jaramillo 07/04/78 -
Antonio Fernández Rodríguez - -
Pedro Sarquis - -

DETENIDOS DE LOS SIN BANDO


30 septiembre 1970. Juan César Jiménez Hernández, J. Luis Ríos Sandoval,
Amado Alejandro Lara Ruiz y Carlos Guillermo Ávila Aceves (transeúntes
que luego fueron liberados).
26 julio 1973. Claudio Palacios Rivera y Gregorio García Muñoz.
OTRAS ACCIONES COMETIDAS POR EL FER O LA GUERRILLA

ASALTOS A PUESTOS POLICIACOS

27 junio 1973. Varios puestos de policía llevándose pistolas, rifles M-1 y


uniformes.
28 junio 1973. Dos puestos: uno en Mezquitán y otro en Los Arcos.
14 julio 1973. Puesto de la esquina de calle 6 y Chihuahua, San Miguel
Mezquitán.
3 octubre 1973. Puesto de la Colonia del Sur, llevándose dos pistolas.
5 junio 1974. Un puesto.
2 noviembre 1976. Desarman al policía municipal Pedro González
Cervantes.

ASALTOS A BANCOS*

3 abril 1971. Cajero ambulante del Banco Industrial de Jalisco, 140 mil
pesos.
9 abril 1971. Cajero del Banco Industrial, 220 mil pesos.
10 mayo 1971. Sucursal América del Banco de Comercio, 500 mil pesos.
13 septiembre 1972. Cajero ambulante del Banco de Comercio, 30 mil
pesos.
17 julio 1973. Cajeros ambulantes de Banco Comercial Mexicano, 500
mil pesos.
17 octubre 1973. Banco en Guadalajara, 400 mil pesos (perpetrado por el
MAR).
5 noviembre 1973. Cajero del Banco Industrial de Jalisco, 2.5 millones
de pesos.
29 noviembre 1973. Camioneta con dinero del Banco Refaccionario de
Jalisco, 80 mil pesos.
9 abril 1974. Banco Industrial de Jalisco, 220 mil pesos.
ASALTOS A PERSONAS Y EMPRESAS

Principios de 1971. Gerardo Perestrina Rizo, robo de auto y anillo.


Principios de 1971. Jesús Cuenca, robo de coche de sitio.
8 octubre 1971. Eduardo Zárate Rubio, robo de coche durante la fuga de
René Delgado.
19 junio 1972. Terminal de Camiones de la Empresa Servicios y
Transportes.
30 junio 1972. Pagaduría de la constructora de ICA.
Julio 1972. Bomba molotov contra la Droguería Continental.
14 agosto 1972. Embotelladora Aga, 95 mil pesos.
13 septiembre 1972. Depósito de la fábrica de cigarros La Moderna, 70
mil pesos.
22 octubre 1972. Sucursal de telégrafos de México, más de 20 mil pesos.
8 noviembre 1973. Casa del Lic. Guillermo Robles Martín del Campo.
21 noviembre 1973. Compañía Gestetner, 150 mil pesos.
28 noviembre 1973. Domicilio de Abraham Monterve, vecino de Río
Ebro (intento).
29 noviembre 1973. Domicilio del mayor del ejército Alfredo Medina
Guerra, 2 mil pesos.
11 diciembre 1973. Boutique y Regalos, 20 mil pesos.
10 enero 1974. Unidad habitacional de Villa Coapa.
28 febrero 1974. Fábrica Empaques de Cartón de Occidente.
Junio 1977. Fábrica de calzado Canadá, 3.6 millones de pesos
(perpetrado por la Liga).
Sin fecha. Fábrica de pinturas Sherwin-Williams; carnicero en
Guadalajara, 30 mil pesos.
* Por aquellos años la tasa de cambio era de 12.50 pesos por dólar.
FUGAS
22 enero 1976. Del Penal de Oblatos: José Natividad Villela Vargas,
Francisco Mercado Espinosa, Armando Escalante Morales, Mario Álvaro
Cartagena López, Antonio Orozco Michel y Enrique Pérez Mora.

TOMA DE RADIODIFUSORAS Y OTROS EDIFICIOS


25 noviembre 1970. Estación FM, HLFM (miembros del FER: el Perico,
el Clark, el Momia y Flavio).
27 junio 1973. Preparatoria 4.
29 junio 1973. Sección 33 STPRM.

ATENTADOS CON BOMBAS

10 junio 1973. Facultad de Filosofía y Letras.


29 agosto 1973. Edificio Ramar.
13 septiembre 1973. Cuatro bombas en diferentes partes de la ciudad, una
en Banco del Atlántico, causa la muerte de un policía y deja cuatro
lesionados.
26 noviembre 1973. Tres bombas, Banco de Londres y México, Banco de
Comercio y Monumento al Soldado, provocan daños materiales mínimos.

AMENAZAS

23 octubre 1973. A El Diario.


26 octubre 1973. A El Diario y El Sol.
1 noviembre 1973. A El Diario.
6 diciembre 1973. A Jefatura de Policía, contra el comandante.
14 enero 1974. A El Diario
30 diciembre 1974. Amenaza de bomba. Banco de Cédulas Hipotecarias.

ASALTOS COMETIDOS POR LA FEG

21 abril 1971. Al jefe del Departamento de Tránsito.


9 noviembre 1973. El grupo de el Pelacuas asalta una boutique, 30 mil
pesos.
14 noviembre 1973. Jorge Villanueva Hernández, presidente de la
facultad de
Medicina, y otros asaltaron el hotel Holiday Inn.
21 junio 1976. Asalto a cuarteles de policía para enfrentarse a otros
miembros de la FEG.
ANEXO 6
EL INFORME SECRETO DE MIGUEL NAZAR
HARO SOBRE EL ASESINATO DE CARLOS
RAMÍREZ LADEWIG*
DFS, “HOMICIDIO. LIC. CARLOS RAMIREZ LADEWIG.
DELEGADO DEL IMSS. ESTADO DE JALISCO.”
ANTECEDENTES

El 12 de septiembre del presente año, a las 15:10 horas, en la esquina que


forman las calles de Niños Héroes y Colonias, Sector Juárez de la ciudad de
Guadalajara, fue agredido a balazos el Lic. Carlos Ramírez Ladewig, quien
fungía como delegado regional del Instituto Mexicano del Seguro Social en
esa entidad, el cual conducía un automóvil marca Mercedes Benz, de color
verde, modelo 1962, con placas de circulación HSA-158 del estado de
Jalisco, habiendo resultado herido de gravedad por lo que fue trasladado al
Hospital Ayala del IMSS de dicha ciudad, lugar donde falleció a las 16:48
horas debido a las lesiones que le fueron causadas.
En el sitio del atentado, resultó muerto un transeúnte de nombre Higinio
Velázquez Ponce, quien fue policía municipal, y en el momento del
atentado se encontraba sin uniforme y fuera de servicio, el cual fue
alcanzado por una de las balas disparadas en contra del citado profesionista.
Asimismo, en ese lugar se encontraron 15 casquillos de los calibres .38, 9
milimetros, y .45.
Por lo anterior se elaboró un croquis del lugar de los hechos, con el
objeto de saber el motivo por el cual los homicidas escogieron dicho sitio
para la comisión de su delito, sabiéndose que el Lic. Carlos Ramirez
Ladewig, acostumbraba salir de su trabajo a las 15:00 horas, y diariamente
tomaba la misma ruta llegando por la calle de Alemania donde
forzosamente tenía que hacer un primer alto antes de cruzar la Avenida
Niños Héroes, y posteriormente hacía otro alto inclinándose hacia el
camellón que divide dicha avenida que es en dos sentidos, por el lado
izquierdo, ya que tanto para ir a su domicilio particular como a su
departamento de soltero se acercaba al camellón del lado izquierdo para
continuar su camino por dicha trayectoria. Debido a esa situación, los
criminales escogieron dicho lugar donde haría dos paradas forzosas, a pesar
de ser un sitio muy concurrido a esas horas del día. (NB. En el original
venía un croquis del lugar).
Ante esta panorámica del lugar de los hechos se concluyeron dos puntos
psicológicos analíticos de la personalidad de los homicidas, siendo éstos:
1.- Que los asesinos podrían ser jóvenes, por la valentía que demostraban
al cometer dicho delito ante la presencia de transeúntes que cuando menos
eran unas 200 personas distribuidas en las diferentes esquinas que forman
las calles.
2.- Que dichos hechores se encontraban drogados o bajo la influencia de
algún estimulante para realizar con tanta audacia la acción criminal ante la
presencia de mucha gente.
* Elaborado por Miguel Nazar Haro; terminado en noviembre de 1975. Dictado y/o
transcrito del expediente 21-533, legajos 1 y 2. Archivo del Cisen.

Notas. Se incluye el texto íntegro porque es una muestra delos métodos de investigación de
Miguel Nazar Haro y porque refleja la cultura de violencia e impunidad. Para respetar la
privacidad se omitieron nombres de personas o detalles que no tuvieran que ver con la
ejecución. Como la versión fue dictada y/o mecanografiada hay posibles variaciones con el
original. Se respetaron la sintaxis y los giros lingüísticos del autor. El original incluía varias
fotografías.
INTERROGATORIO A TESTIGOS PRESENCIALES DEL DELITO

Se localizó al señor ANTONIO BAEZA CAMACHO de 25 años de edad,


fabricante de muebles, quien el día de los hechos conducía una camioneta
Renault y en el momento del atentado circulaba detrás del vehículo del Lic.
Ramírez Ladewig, el cual manifestó haber observado que cuando el coche
Mercedes Benz frenó momentáneamente al atravesar la Avenida Niños
Héroes, en el camellón que se encontraba en medio de la citada avenida
estaba un joven parado a 50 centímetros aproximadamente del automóvil e
hizo varios disparos con una pistola en contra del conductor del vehículo.
Posteriormente se percató de que entre los prados que se encuentran en ese
mismo lugar, salió otro joven disparando también una pistola hacia el
mismo objetivo, viendo que una vez realizada esta acción se dieron a la
fuga sobre la calle de Colonias, hacia el norte de la ciudad de Guadalajara.
Asimismo presenció cuando otro individuo también joven, el cual se
encontraba parado en la esquina de la Avenida Niños Héroes y Colonias
frente al camellón en donde anteriormente habían disparado los otros dos
individuos, también con una pistola hizo fuego en contra del automóvil
Mercedes Benz, huyendo en la misma dirección que los dos anteriores.
Por otra parte, la señora ELOÍSA ÁNGEL PONCE, quien vive en la calle
de Vidrio N° 1855, Sector Juárez, en Guadalajara, Jalisco, domicilio que se
encuentra a una cuadra de distancia del sitio donde se llevó a cabo el
asesinato, manifestó que encontrándose en una de las ventanas de su
residencia, observó que se encontraba estacionado sobre la calle de Vidrio y
con dos puertas abiertas un automóvil de color verde, con placas de
circulación del estado de Jalisco HSV-665, el cual fue abordado por tres
individuos suponiendo la señora ANGEL PONCE que, dentro del coche, se
encontraba otro individuo toda vez que los elementos que se subieron lo
hicieron por las puertas del lado derecho y con las pistolas en la mano,
partiendo con rumbo desconocido el citado vehículo. Que logró ver la cara
de uno de ellos ya que éste, cuando corría rumbo al vehículo volteó a verla.
Pocos minutos después de cometido el homicidio, se interrogó a varios
testigos oculares de dicha comisión, quienes se negaron a proporcionar sus
nombres, pero sin embargo relataron que al llegar el vehículo y hacer un
alto en el camellón, un individuo joven hizo un disparo al tripulante a una
distancia de 30 centímetros y a la cabeza, y al deslizarse el automóvil otro
individuo que se encontraba entre los rosales del camellón salió disparando
en contra del vehículo y que posteriormente al quedar éste parado sobre la
esquina de Colonias y Avenida Niños Héroes otro sujeto que se encontraba
en dicho lugar continuaba haciendo disparos hacia dicho carro, y que
después los tres dieron vueltas alrededor del automóvil siguiendo
disparando sus pistolas, corriendo posteriormente por la calle de Colonias y
desapareciendo por la calle de Vidrio.
RETRATOS HABLADOS

Con los datos proporcionados por los testigos ANTONIO BAEZA


CAMACHO y ELOÍSA ÁNGEL PONCE se elaboraron retratos hablados y
la media filiación de dos sujetos: uno de ellos, moreno claro pálido, estatura
1.83 m, delgado atlético, de 24 años de edad aproximadamente, pelo
castaño claro, bien vestido con ropa sport, tipo varonil de mirada audaz, y el
otro aproximadamente de 25 años de edad, de 1.66 m de estatura, de 65
kilos de peso, complexión regular, moreno claro, nariz recta, pelo castaño
obscuro lacio.
AUTOPSIA DE LOS CADÁVERES

El Lic. Carlos Ramírez Ladewig presentaba 12 heridas causadas por


proyectil de arma de fuego, las cuales enseguida se detallan:
1.- La primera con dos orificios, el primero al parecer de entrada, situado
en pómulo derecho de forma circular, de 8 mm de diámetro y bordos
invertidos. Al parecer de salida situada en la cara posterior del cuello sobre
la línea media superior a nivel de la 5a vértebra cervical, de forma ovalada,
de 10 mm de diámetro mayor, por 8mm de diámetro menor y bordos
invertidos.
2.- Al parecer con dos orificios; el primero de entrada situado en el
hombro derecho y el segundo de salida en el propio hombro.
3.- Con características de sedal, en el lóbulo de la oreja derecha.
4.- Con dos orificios, el primero de entrada en el hombro derecho y el
segundo de salida en el hemitórax derecho.
5.- Con dos orificios, el primero de entrada en el hemitórax derecho al
nivel de la cuarta costilla y el segundo de salida en la cara posterior del
hemitórax derecho.
54 y 55. Como parte de la investigación realizada por Miguel Nazar Haro se hicieron varios retratos
hablados de los jóvenes que ejecutaron a Carlos Ramírez.
6.- También con dos orificios, el primero de entrada en el hemitórax
derecho a nivel de la sexta costilla y el segundo de salida en la cara
posterior del propio hemitórax.
7.- Con dos orificios, el primero en la cara dorsal de la mano derecha y
sobre el dedo medio y el segundo de salida en la articulación del dedo
índice de la mano derecha.
8.- Herida con dos orificios, el primero de entrada en el muslo derecho y
el segundo de salida en la parte posterior del propio muslo.
9.- Herida con dos orificios, el primero de entrada en el muslo izquierdo
y el segundo de salida en la cara izquierda externa del mismo muslo.
10.- Esta herida tiene dos orificios, el primero de entrada en el brazo
izquierdo con salida en la cara posterior del mismo brazo.
11.- Herida con un solo orificio en la cara posterior del hemitórax
izquierdo a nivel de la quinta costilla.
12.- Herida que presenta un solo orificio en la cara posterior del
hemitórax izquierdo a nivel de sexta costilla.
Por lo que se refiere al individuo que se encontraba al parecer esperando
un camión en la esquina de Niños Héroes y la calle Colonias del lado sur y
que resultó también muerto de un impacto con un solo orificio situado en el
pómulo izquierdo, según el dictamen con huellas de pólvora, por lo que se
deduce que en esa esquina se encontraba otro miembro del grupo asesino,
quien al ver que el policía vestido de civil al escuchar los balazos quiso
sacar un arma, le disparó a corta distancia, pero sin embargo al no lograrse
obtener información al respecto, puede ser que una bala perdida le quitó la
vida.
INSPECCIÓN OCULAR Y PERITAJE DEL AUTÓMOVIL MARCA
MERCEDES BENZ, MODELO 1962, PLACAS DE CIRCULACIÓN
HSA-158, PROPIEDAD DEL LIC. CARLOS RAMÍREZ LADEWIG

El vehículo citado presenta 18 impactos en diferentes partes del mismo,


los cuales a continuación se detallan:
Por el lado de afuera de la puerta izquierda delantera se aprecian tres
impactos, uno de calibre .45.
El vidrio de la puerta izquierda delantera quedó destruido totalmente.
En la puerta trasera izquierda se aprecia un impacto en el poste, de
calibre .45, así como otro del mismo calibre en la chapa de la puerta; el
vidrio respectivo totalmente destruido.
En el vidrio de la parte trasera del vehículo se aprecia lo siguiente: en el
lado izquierdo un impacto de calibre .45, en el mismo lado izquierdo otros
dos impactos de calibre .45, en el lado derecho del cristal un orificio de
calibre .45. Se hace notar que uno de los proyectiles se introdujo en la
bocina central del automóvil y otro en el respaldo del asiento del conductor.
El vidrio trasero del lado derecho del automóvil quedó totalmente
destruido.
En la puerta derecha delantera, un orificio y un rozón de bala calibre 9
milímetros y el cristal correspondiente en su totalidad destruido.
En la parte delantera del vehículo, en el lado derecho, a la altura del
limpiador, un orificio de calibre .45. A la misma altura otro impacto sin
orificio de entrada, ignorándose el calibre.
El asiento del conductor presenta en su base dos impactos de 9
milímetros y otro de .45, con entrada por el respaldo y salida hacia el
conductor.
Por lo anterior se concluye que los asesinos no usaron metralletas o
armas de alto poder, sino simplemente pistolas Cal. .45, .38 y 9 mm.
INVESTIGACIÓN DE LAS PLACAS HSV-665 QUE PORTABA EL
VEHÍCULO EN EL QUE HUYERON LOS HOMICIDAS

La señora ELOÍSA ÁNGEL PONCE, de 30 años de edad, que vive en


Vidrio N° 1855, casada, con preparación, proporcionó las placas del
vehículo en que huyeron los delincuentes. Con el objeto de asegurar su
dicho fue sometida a estudios de sus órganos visuales tomando la distancia
del lugar donde vio las placas del automóvil al sitio donde se encontraba,
siendo de 27 metros, por lo que pudo comprobarse que a una mayor
distancia hubiera certificado su dicho, ya que goza, según los oculistas que
la examinaron, de perfecta visibilidad.
El estudio psicológico al que fue sometida determinó que es una persona
seria, observadora, fria y consciente de sus deberes ciudadanos.
Por lo tanto se investigó en el Departamento de Tránsito del estado de
Jalisco, las placas HSV-665, encontrándose la solicitud número 0777852
para la obtención de las placas, solicitadas a nombre de MANUEL
GARCÍA CASILLAS, con domicilio en Fray Antonio de Segovia N° 265
del Sector Reforma, quien al parecer solicitaba alta de dicho vehículo el 19
de febrero de 1974, asentándose los datos siguientes: “servicio particular”,
“Ford Falcon”, “modelo 1969”, “motor AF02JP26003”, “sin número de
serie”, “registro federal de automóviles 1540475”, “clase automóvil”, “tipo
sedán 4 puertas”, “color verde”, “usado”, “cilindros 8”, “capacidad 5
personas”, “combustible gasolina”, “comprobando la propiedad con factura
correspondiente”.
Al investigarse que en el expediente de este vehículo no existía factura
correspondiente del mismo se detuvo al que fue jefe de la Oficina
Recaudadora N° 5, destacada en Tránsito del estado y quien autorizó en
febrero de 1974 el alta de este vehículo sin documentos, siendo éste el Lic.
CARLOS HÍJAR ESCAREÑO. Se detuvo asimismo al delegado de
Industria y Comercio en esa época, Lic. CRECENCIO URIBE GARCÍA,
quien también firmó la autorización, y este último con su puño y letra anotó
en la hoja de solicitud un dato de referencia que dice Lic. URZÚA.
Al ser interrogados manifestaron que el Lic. ISIDRO URZÚA URIBE
quien tiene su despacho en Corona N° 71, primer piso, goza de todas las
facilidades en las diferentes oficinas del gobierno estatal, para realizar
trámites de cualquier índole otorgándoselas a su favor por el ambiente de
influencias de que goza en el estado de Jalisco. Ante lo anterior se procedió
a la detención del Lic. ISIDRO URZÚA URIBE, su hermano con la misma
profesión ROBERTO URZÚA URIBE, quienes desde estudiantes militaban
en la Federación de Estudiantes de Guadalajara y formaban grupos de
choque bajo el amparo del Lic. Carlos Rarnírez Ladewig, a quien
protegieron desde aquella época en que fue presidente de la Federación y
siguieron imponiendo el terror en el medio estudiantil en contra de todos
aquellos que se opusieran a sus designios, llegando hasta el crimen masivo
o individual de estudiantes.
Ante esos antecedentes los hermanos URZÚA URIBE eran los más
temidos en los medios judiciales, estudiantiles y populares, por lo que ante
esa personalidad no había funcionario gubernamental que les negara
cualquier petición irregular o regular que exigieran por la vía telefónica
simplemente.
Confesaron que efectivamente en la época de canje de placas se
acercaron a ellos varias personas que eran propietarias de coches irregulares
y por conducto de ellos se obtenían las placas y tarjetas de circulación de
Tránsito del estado, esto motivó que se hiciera una investigación total en los
archivos de Tránsito de 120,000 vehículos con el objeto de obtener los datos
de los automóviles tramitados en forma irregular por los URZÚA, ya que
alegaban no recordar qué persona les solicitó el trámite del HSV-665, ya
que el nombre y la dirección que aparece en la solicitud es el de MANUEL
GARCÍA CASILLAS con domicilio en Fray Antonio de Segovia 265, se
investigó y se interrogó a las personas que viven en ese domicilio
concluyéndose que la familia GARCÍA CASILLAS no tuvo intervención en
el alta de este automóvil y no conocían a los URZÚA, y jamás habían
tenido un vehículo Ford Falcon.
56. Imagen del automóvil en que viajaba Carlos Ramírez. Fue una operación muy bien sincronizada.
57. Roberto Urzúa Uribe se dedicaba a obtener placas para autos robados o irregulares. Así consiguió
las que utilizó el comando que acribilló al líder de la FEG.

Al obtenerse datos de todos los trámites realizados por gestiones de los


URZÚA en el Departamento de Tránsito a diferentes personas, se encontró
un sistema similar al utilizado en el documento de investigación del HSV-
665, comprobándose que para dar de alta a los automóviles irregulares,
sacaba ROBERTO URZÚA URIBE cualquier nombre y dirección del
directorio telefónico, habiéndose cometido el error en el vehículo de
investigación de poner exactamente los datos del vehículo, en lugar de
variar algún número, error que en esta investigación cometieron los
delincuentes favoreciéndonos, ya que con el número del Registro Federal de
Automóviles, se logró saber que tal vehículo es propiedad del señor
ANTONIO SOLÍS LÓPEZ, empleado de la empresa Coca-Cola en la
ciudad de México, y con domicilio en Aniceto Zamacois N° 44, CoL
Viaducto, DF.
Al ser entrevistado el señor ANTONIO SOLÍS LÓPEZ en su domicilio
manifestó que dicho automóvil le fue robado el 20 de octubre de 1972 en
las calles de Holbein de la colonia Nápoles, cuando se encontraba de visita
en la casa de unas amistades, demostró documentos que lo acreditaban
como propietario del mismo, así como el acta policiaca que levantó en la
fecha del hurto; agregó que su automóvil era de color rojo, con asientos
interiores de color negro, alfombra negra, antena de radio en el centro del
toldo, de 4 puertas, llantas normales, claxon normal de fábrica, caja de
velocidades arriba y que tenía una placa metálica perforada pintada de color
negro sobre el tablero cubriendo la bocina del radio, ya que el tablero estaba
bastante carcomido por el sol, lo cual era la razón de dicha placa, y
circulaba con las placas 768-BGV del DF.
Se procedió a checar todos los automóviles irregulares tramitados por los
licenciados ISIDRO Y ROBERTO URZÚA URIBE, y que tenían las
siguientes personas: RAMÓN SIGALA ARELLANO, FRANCISCO DÍAZ
DE LEÓN, ARTURO GONZÁLEZ GUZMÁN, FERNANDO
CAMARENA, RUBÉN GONZÁLEZ MORA, EZEQUIEL BARBA,
ARTURO PÉREZ PÉREZ, JOAQUÍN BAEZA, HÉCTOR PULIDO,
JORGE OCAMPO, JORGE ZAVALA y el Dr. LUIS WILLI, Dr. JULIO
CÉSAR HERNÁNDEZ, además de SALVADOR FLORES GUTIÉRREZ,
CÉSAR GONZÁLEZ MAGAÑA, ARTURO CARBAJAL, Lic. SABINO
ARÁMBULA MAGAÑA, diputado local FRANCISCO JAVIER PEÑA
RAZO, GREGORIO GUERRERO GUTIÉRREZ, ARTURO
VALDEZMIRA MONTES, RAMIRO CHÁVEZ ZEPEDA, JUAN
RIVERA GÓMEZ, RICARDO FRANCO RÍOS, Lic. FERNANDO
CASTELLANOS, Lic. SERGIO MEDINA, Lic. MARCELINO GARCÍA
RIZO (hijo del Gral. MARCELINO GARCÍA BARRAGÁN), Lic.
CARLOS ARIAS MUNGUÍA, Lic. SERGIO RAMÍREZ BRAMBILA, Lic.
JOSÉ SANTOS MEDINA, JUAN HERRERA, DAVID CUEVAS
ROSALES, RAMÓN BAEZA, MARCOS VILLALBAZO NARANJO,
JUAN MANUEL PINO SUÁREZ, JUAN ÁLVAREZ LICEO,
GUILLERMO VALENCIA, EZEQUIEL GARCÍA CASTELLANOS,
RUBÉN MORENO, Lic. JOSÉ MORA LUNA, AURELIO GALINDO, Lic.
RODOLFO AGUIRRE, Lic. JORGE SAIMANDI, GUILLERMO ALBA
LÓPEZ, ENRIQUE MUÑOZ, GUILLERMO CARLOS, RAFAEL
URZÚA, Lic. SERGIO MORENO, Lic. RAÚL IÑIGUEZ, EDUARDO
CONTRERAS, HUMBERTO CONTRERAS, EDUARDO RODRÍGUEZ,
Lic. ÓSCAR BLANCO FIGUEROA, Lic. REGINALDO GONZÁLEZ, Dr.
DANIEL CASTILLO, VÍCTOR LEPE, Lic. MANUEL GUTIÉRREZ,
JOSÉ BECERRA GONZÁLEZ, RAMONA RAMÍREZ DE GALINDO,
ARMANDO COSSÍO, GUILLERMO ROSALES BARCO, ARMANDO
ORTEGA MONTES, RAFAEL ZAVALA ORTIZ, GUADALUPE HÍJAR
ESCAREÑO DE PADRÓN, PORFIRIA BELTRÁN RODRÍGUEZ,
ROGELIA FLORES SUÁREZ, JOSÉ DE JESÚS PÉREZ BELTRÁN,
JOSEFINA PEÑA DE PÉREZ, RAFAEL PADILLA GONZÁLEZ, Lic.
VÍCTOR MANUEL FÉLIX CRUZ, ALFREDO FUENTES BAÑUELOS,
RODOLFO MUÑOZ PÉREZ, JOSÉ ÁVILA CAMACHO, RITA AURORA
PÉREZ BELTRÁN, JOSÉ SALAZAR TORRES, LUIS NUÑEZ
HERNÁNDEZ, JOSÉ ZAVALA V., GABINO GARCÍA CASILLAS,
RUBÉN ESPADAS, RAFAEL GONZÁLEZ, GABRIEL AYALA
LANDEROS, CARLOS AYALA Y DE LANDEROS, ALFONSO LÓPEZ
GUTIÉRREZ, JUAN MORQUECHO CASA, JAVIER ÁLVAREZ, JESÚS
SÁNCHEZ ARANA, Dr. DANIEL CAMACHO, JOSÉ SALINAS
PACHECO, Lic. AGUSTÍN MAYORAL HERRERA, DAVID LÓPEZ
VALENZUELA, AUGUSTO ALLAHUD CAMPOS, HÉCTOR MANUEL
GARCÍA ABARCA, RODOLFO TEJEDA BECERRA, SANDRA
MARTÍNEZ FRANCO, PETRA ANSARDE DE CHÁVEZ, ESTEBAN
DÍAZ y MIGUEL EMERIO CUETO NUÑEZ. Todos y cada uno de ellos
fueron interrogados, y reconocieron haber poseído y poseer automóviles
tanto ilegales como robados a través de un amigo de ROBERTO URZÚA
URIBE de nombre FELIPE PICO CEBALLOS, quien está casado con una
mujer de nombre IRENE GONZÁLEZ, quienes se dedican a comprar a un
delincuente automóviles robados. Al no encontrarse entre estas personas
ningún automóvil del tipo Falcon, ya que tenían otras marcas, se procedió a
la localización de FELIPE PICO CEBALLOS, con el objeto de saber si esta
persona había vendido algún auto Falcon, al ser detenido juntamente con su
esposa manifestó que efectivamente después de haber desertado del ejército
con el grado de teniente, por malversación de fondos, se hizo amante de
IRENE GONZÁLEZ y conoció al delincuente EDUARDO GAMIO quien
robaba automóviles y a través de él se los vendía a los amigos de
ROBERTO URZÚA, quien conseguía sin mayor problema placas para estos
vehículos, pero nunca había vendido un Ford Falcon, por lo que para
afirmar su dicho señaló que EDUARDO GAMIO (a) el Grillo se
encontraba procesado por tales delitos en la Cárcel Preventiva de la ciudad
de México, de inmediato fue interrogado y señaló ser autor de los hurtos de
los automóviles, por lo que está procesado, indicando que su especialidad
era el robo de autos Mustang, Galaxie y Chevrolet o sea automóviles
grandes porque le dejaban más dinero.
A este nivel de la investigación se determinó seguir diferentes pistas ya
que tanto ISIDRO como ROBERTO URZÚA URIBE lograron recordar las
placas conseguidas para sus amigos con nombres supuestos, menos la del
coche utilizado para la comisión del delito, a pesar de 40 días de
interrogatorios constantes.
Se determinó seguir las pistas siguientes:
1.- Conocer la vida íntima y pública del occiso, para que nos llevara al
interrogatorio de todas aquellas personas que en una forma o en otra
estuvieran ligadas a él.
2.- Con base en que el coche utilizado en el crimen había sido robado,
seguir esta investigación en forma de pinzas, o sea, tratar de localizar al
autor del robo, para que nos llevara hasta la persona que obtuvo el
automóvil, la cual necesariamente tendría relación con los hermanos
URZÚA, ya que éstos gestionaban las placas de circulación.
3.- Reconstruir las actividades de los hermanos URZÚA el día 19 de
febrero de 1974, para buscar elementos humanos que hayan tenido contacto
con éstos, precisamente ese día y que hubieran escuchado algún comentario
de alguna entrevista que tuvieran los URZÚA después de conseguir las
placas para el vehículo en esa fecha.
INVESTIGACIÓN DE LA VIDA DEL OCCISO

Fue interrogado uno de los íntimos amigos de Carlos Ramírez Ladewig,


que era el Lic. ROBERTO SOTO MAYNES, quien fungía como director de
la Escuela de Turismo del estado de Jalisco, dependiente de la Universidad
de Guadalajara, y manifestó que desde hace 17 años Carlos Ramírez
Ladewig era amante de
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y que en el año de 1972 por órdenes de Ramírez Ladewig compró a plazos
una casa ubicada en Constitución de 1917 N° 3796, colonia Revolución, a
nombre de ISIDRO URZÚA URIBE con el objeto de utilizarla para sus
entrevistas con mujeres fuera de su matrimonio; que de dicha casa
disponían únicamente el declarante y Carlos Ramírez Ladewig y a ella
llegaba únicamente para verse con su amante
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, que desde hace algún tiempo se encuentra enferma de los nervios y con
tratamientos psiquiátricos. Pero que después de que regresaron tanto él
como el Lic. Ramírez Ladewig de Europa en noviembre de 1974, éste le
dijo que tomara a su nombre un departamento ubicado en las calles de
Marsella N° 120, departamento 302, en el Sector Hidalgo, para que en ese
lugar él se viera con otras mujeres, cuyos nombres el declarante desconocía.
Que dicho departamento lo tomó y lo amuebló en enero de 1975,
designando el Lic. Carlos Ramírez al Prof. IGNACIO JIMÉNEZ para que
éste se encargara del mantenimiento de dicho departamento y haciéndose 3
llaves únicamente, una para el declarante, otra para IGNACIO JIMÉNEZ y
para el occiso la última.
Que el Prof. IGNACIO JIMÉNEZ había hablado con el declarante días
después del fallecimiento del Lic. Ramírez Ladewig, diciéndole que él
conocía a las mujeres que iban al departamento, y agregó que al día
siguiente de la muerte del multicitado profesionista fue al departamento a
cambiar la chapa para evitar despojos, dándose cuenta que alguien o mas
bien IGNACIO JIMÉNEZ ya había sustraído un tocadiscos.
Que en ese mismo día 13 se comunicó telefónicamente con él una mujer,
quien le pidió algunas pertenencias que había en el departamento y para
identificación le dio datos del mismo. Que en dicho departamento habían
los siguientes artículos que recogió y conserva: un llavero con el lema
“Amor es”; un arreglo floral de porcelana en el cual se encuentra insertado
un azahar; una chamarra para hombre; una camiseta; una playera; artículos
de tocador para dama; artículos de tocador para caballero; pantuflas de
mujer y de hombre; discos; unas mancuernillas de oro con piedras de jade
incrustadas.
Se procedió a interrogar al Prof. IGNACIO JIMÉNEZ RODRÍGUEZ,
quien manifestó que tiene su domicilio en la calle de San Vicente de Paul
N° 265, Fraccionamiento Camino Real, teléfono 21-69-51; que es
subdirector de la Escuela Secundaria N° 3, con teléfono 12-15-58, y que
también labora en la Universidad de Guadalajara, teléfono 23-61-52.
Que era persona de confianza del Lic. Ramírez Ladewig, y era el
encargado de auxiliarlo en asuntos personales y tenía a su cargo el
manteninúento del departamento ubicado en las calles de Marsella N° 120,
interior 302, el cual se encuentra arrendado bajo el nombre de ROBERTO
SOTO MAYNES.
Que el día 11 de septiembre de 1975, un día antes del crimen, le llamó
por la vía telefónica el Lic. Ramírez Ladewig preguntando si el
departamento estaba en orden y limpio, respondiéndole afirmativamente,
imaginándose de inmediato el declarante que al día siguiente lo ocuparía,
por lo que el día de los hechos, o sea, el 12 de septiembre le llamó
nuevamente por teléfono como a las 11:40 horas, diciéndole que quería
liquidar con él, el dinero que tenía pendiente, ya que el encargado de pagar
la renta era el dicente, por lo que lo invitó a comer en el restaurante El
Delfín Sonriente, quedando de hablarse posteriormente por la vía telefónica,
pero que como a las 11:30 horas le llamó nuevamente el Lic. Ramírez
Ladewig para decirle que no iría a comer porque iría a descansar al
departamento tarde. Que a dicho departamento acostumbraban ir dos
mujeres, una de ellas de nombre
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y la otra de nombre
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las cuales reclamaban pertenencias del departamento, por lo que fue
investigada e interrogada cada una de ellas, manifestando
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que asistía al departamento ya que se consideraba confidente
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que está casada con
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con el que ha procreado un hijo, y cuyo matrimonio no es compatible
porque su marido carece de agilidad mental y física, y que fungía como
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del occiso. Que el día de los hechos ella seguía el coche de Ramírez
Ladewig, ya que se iban a ver en el departamento donde tenían una cita,
como era su costumbre una o dos veces por semana, manifiesta que desde
dos o tres días anteriores al día de los hechos observó que dos vehículos de
marca Volkswagen color rojo y amarillo, merodeaban el estacionamiento en
donde solía dejar su automóvil el Lic. Ramírez Ladewig, desconociendo
otros datos sobre estos vehículos, habiéndoselo manifestado al citado
profesionista el cual hizo caso omiso ante tal información. Que el día de los
hechos cuando el Lic. Carlos Ramírez le llamó por teléfono a IGNACIO
JIMÉNEZ para decirle que no iba a comer con él, ella se encontraba en la
oficina del occiso, y cerca de las tres de la tarde ya de acuerdo para verse en
el departamento de Marsella 120, el Lic. Carlos Ramírez Ladewig se
adelantó unos pasos abordando su automóvil, mientras que la dicente
abordaba el de ella para seguirlo, ya que acostumbraba cada quien llegar
por separado hasta el interior de los estacionamientos que en forma especial
para los automóviles tenían en el edificio. Que ese día al llegar al cruce de
las calles donde se suscitó la balacera la declarante iba a una distancia de 30
metros tripulando su vehículo. Que logró ver que uno de los atacantes
medía aproxima damente 1.75 mts., de color moreno, complexión delgada
con cuerpo atlético, pelo castaño obscuro un poco quebrado, nariz larga y
una edad aproximada de 26 a 30 años. Que en el momento del atentado tuvo
un ataque histérico y se encontró en el lugar de los hechos con un empleado
de la delegación del IMSS, quien trabaja en la oficina de Verificaciones de
nombre EFRAÍN CASTRO.
Que debido a la estrecha relación afectiva que existía entre ella y el Lic.
Carlos Ramírez, la esposa de éste
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constantemente dio muestras de su antipatía contra la declarante
xxxxxxxxxxxxxxx
Que en dos ocasiones anteriores al homicidio los padres de la interrogada
recibieron dos llamadas anónimas, exigiendo que su hija renunciara al
trabajo que tenía en el Seguro Social, debido a que era amante del Lic.
Ramírez Ladewig, y corría el peligro de ser asesinada en el caso de que no
renunciara, de inmediato le informó de este problema al Lic. Ramírez quien
supuso que se trataba de su esposa la procedencia de la amenaza.
La interrogada agregó que el Lic. Carlos Ramírez Ladewig tiene dos
amantes más,
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de 34 años de edad aproximadamente, y con la que mantuvo relaciones de
17 años, y que trabaja
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
y la otra es una señora casada de nombre
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
y que con ésta sostuvo relaciones durante los dos últimos años, la cual
cuenta con 36 años de edad. Manifestó según la dicente que el Lic. Carlos
Ramírez Ladewig hacía un mes se había percatado de que su esposa
sostenía
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Que después del atentado se trasladó al Hospital Ayala del IMSS., en donde
se encontraban funcionarios y familiares del occiso, y encontrándose ahí se
acercó a ella la señora ZAMBRANO esposa del Arq. JORGE
ZAMBRANO, secretario general de la Universidad de Guadalajara,
indicándole que por órdenes de la viuda se tenía que retirar de ese lugar, por
lo que el Lic. ROBERTO SOTO MAYNES le indicó al Prof. JIMÉNEZ que
la acompañara al exterior de dicho hospital. Que este mismo caso se volvió
a repetir en la iglesia donde se celebraba una misa en memoria del difunto,
sacándola nuevamente la señora ZAMBRANO, y al inquirir el motivo
solamente se le dijo por lo del departamento de Marsella, lo que le indicaba
que la viuda ya sabía de antemano la existencia de dicho departamento y
quién asistía a ese sitio.
Se interrogó a la señora
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casada con
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con el que ha procreado tres hijos, indicando que desde hace tres años era
amante del Lic. Carlos Ramírez Ladewig y que se entrevistaba con él una o
dos veces por semana en el departamento de las calles de Marsella, que
estas entrevistas eran siempre en la mañana, ya que por las tardes ella
trabaja en el Seguro Social, que a dicho departamento llegaba con previa
cita en su automóvil
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color verde y lo estacionaba en el interior del edificio, en el lugar que le
correspondía, ya que tenían derecho a dos estacionamientos, el número 21 y
el 36. Que desconoce otras amantes que haya tenido Carlos Ramírez y que
tiene la seguridad de que nadie conocía su identidad; que ella fue la que en
forma anónima llamó por teléfono al Lic. SOTO MAYNES solicitándole la
entrega de algunas pertenencias a través de su amiga y confidente
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, única amistad que conocía su doble vida.
Fue interrogada la
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quien manifestó trabajar en
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de 34 años de edad, que desde hace 17 años era amante del Lic. Carlos
Ramírez Ladewig, padece enfermedades nerviosas por lo que está sometida
a tratamiento psiquiátrico, que el día de los hechos tenía una cita con su
amante a las 18:30 horas en la casa ubicada en la Avenida Constitución de
1917 N° 3796 (dato inverosímil, ya que se comprobó que ese día se
entrevistaba con
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
). Ignora que Carlos Ramírez tenía otras amantes y un departamento de
soltero. Manifestó que en una ocasión encontrándose con éste en la casa
antes mencionada, debajo de la puerta lanzaron un sobre conteniendo una
amenaza que decía “que se retirara de estar manejando la Federación de
Estudiantes de Guadalajara o si no lo matarían” (dato inverosímil ya que al
respecto se volvió a interrogar a SOTO MAYNES, se trató de buscar dicha
amenaza sin encontrarla, y lógicamente dada la personalidad de Carlos
Ramírez Ladewig, hubiera tomado las precauciones respectivas).
Se concluyó que esta amante es enferma mental y diariamente está
sometida a tratamientos psicológicos y de control nervioso.
Ante la posibilidad de que la esposa del occiso,
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haya utilizado alguna agencia de investigaciones privada para conocer la
vida íntima anormal de su esposo y de que por este motivo haya sido
asesinado se investigaron y catearon los archivos de las siguientes Agencias
de Investigaciones:
1.- Frente de Detectives de Occidente, siendo el responsable el Dr.
JESUS MARÍA SHERMAN Y GUZMÁN, con oficinas en Obregón N°
486, teléfono: 17-39-50.
2.- JOSÉ LUPE MEDINA, investigador privado, ubicado en J.
Encarnación Rosas N° 481, teléfonos: 13-44-16 y 25-19-97.
3.- Investigadores Confidenciales, con oficinas en Morelos N° 1574,
teléfono: 25-02-45
4.- Lic. ANTONIO SALAZAR, domicilio en Avenida Corona N° 65,
despacho 42, teléfono: 13-98-48 y 13-57-59.
Lo anterior señaló resultados negativos en la investigación. Por ello, se
realizó una entrevista con la viuda de Ramírez Ladewig, y en forma sutil se
le indicó la necesidad de conocer todos los aspectos privados y oficiales de
su marido, con el objeto de localizar a los criminales, lográndose saber que
dicha señora tenía conocimiento de las actividades amorosas de su marido
gracias a la esposa del
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a la que en una ocasión la mandó llamar y la interrogó, logrando su
objetivo, ya que el carácter y la personalidad del
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es la del individuo que todo le comenta a su cónyuge, con el objeto de
cubrirse, ya que también tiene una amante de nombre
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quien también fue interrogada con resultados negativos.
Se interrogó a MARÍA DE JESÚS “N”, portera del edificio de Marsella
N° 120, quien manifestó que conoció a dos damas que acudían al
departamento 302, una o dos veces por semana, una de ellas llegaba por las
mañanas y la otra por las tardes, cada una de ellas tripulando su automóvil,
que eran un
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de color verde y el otro
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de color gris, y ocupaban los estacionamientos números 21 ó 36, asignados
para dicho departamento.
El
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de color verde es propiedad de
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y el
xxxxxxxxxx
de color gris es propiedad de
xxxxxxxxxxxxxxx.
Manifestó no haber observado ninguna vigilancia hacia el departamento, así
como no haber sido entrevistada en preguntas sobre el mismo.
INTERROGATORIO A CARLOS MORALES GARCÍA, EL
PELACUAS

Al tenerse conocimiento que CARLOS MORALES GARCÍA, procesado


en unión de varias gentes de su grupo por el gangsterismo y asesinatos
cometidos en Guadalajara y por haberse convertido en una banda criminal
que operaba en los medios estudiantil y social en dicha ciudad, había
enviado una carta a diferentes funcionarios estatales y federales señalando a
Carlos Ramírez Ladewig como culpable de que su proceso se encontrara
estancado, por las presiones de éste ante los jueces que lo juzgaban. Dicha
correspondencia fue enviada en el mes de agosto del presente año, o sea, un
mes antes del asesinato de Carlos Ramírez Ladewig. Al ser interrogado
CARLOS MORALES GARCÍA, el Pelacuas, manifestó que efectivamente
había enviado dichas misivas y aun más, en el mes de agosto el Lic.
MARIO MOYA PALENCIA, secretario de Gobernación, acompañado del
subsecretario, Dr. SERGIO GARCÍA RAMÍREZ, visitaron el Penal de
Guadalajara, Jalisco, con el objeto de observar el sistema y aplicar el nuevo
plan de rehabilitación social, por lo que, CARLOS MORALES solicitó de
la dirección de la cárcel la oportunidad de entregarle en propia mano al Lic.
MARIO MOYA PALENCIA, la carta que había estado enviando a los
funcionarios, en donde se quejaba de Carlos Ramírez Ladewig. Negó
alguna intervención intelectual sobre dicho crimen, alegando no convenirle
el asesinato porque sería señalado como sospechoso, ya que eran enemigos.
Sin embargo manifestó su seguridad de que dicho crimen fue proyectado
por los ex presidentes o alguno de ellos, de la Federación de Estudiantes de
Guadalajara, ya que Carlos Ramírez Ladewig los manejaba como títeres,
proyectándolos hacia los puestos donde a él le convenían y desalojándolos
de dicho poder cuando éstos intentaban desconocerlo en cualquier
momento; pronosticó algún movimiento dentro de la Universidad a la
muerte de Ramírez Ladewig, ya que sostenía que el rector, Lic. RAFAEL
GARCÍA DE QUEVEDO, era intocable por el apoyo que le brindaba
Carlos Ramírez Ladewig, pero que a la muerte de éste podría suceder un
nuevo cambio ejecutivo en la Universidad. Se le insistió en el tipo de
automóviles que su grupo tripulaba, con referencia al Falcon modelo 1969,
vehículo utilizado por los criminales, manifestando que cuando el Lic.
JOSÉ MANUEL CORREA CECEÑA era candidato a la Federación de
Estudiantes de Guadalajara, en el año de 1972, había un individuo que les
traía puro automóvil robado marca Falcon y que utilizaban los estudiantes
en la campaña y, que por cierto, en el medio estudiantil se comentaba
abiertamente que eran “autos Falcon de procedencia Soulé”, quien era
amigo de un estudiante a quien se apodaba el Toriz pistolero de CORREA
CECEÑA.
Posteriormente el 15 de octubre del presente año, repentinamente FÉLIX
FLORES GÓMEZ, presidente de la F.E.G. exigió ante el rector, Lic.
RAFAEL GARCÍA DE QUEVEDO, la renuncia del lng. JORGE
MARTELL GARCÍA, jefe del Departamento Escolar de la Universidad de
Guadalajara, aduciendo de él que era un elemento no afín a los estudiantes,
motivando con esto que el rector GARCÍA DE QUEVEDO, incluyera
también su renuncia al darse cuenta que el objetivo era poner como jefe del
Departamento escolar de la Universidad al Lic. JOSÉ MANUEL CORREA
CECEÑA, ex presidente de la F.E.G., por lo que al renunciar el rector se
formó la terna, incluyéndose en ella al Arq. JORGE ZAMBRANO VILLA,
quien era secretario de la Universidad, ex presidente de la F.E.G. y
adivinándose desde entonces que de la terna iba a ser elegido como rector
de la Universidad, habiendo tomado posesión el 29 de octubre pasado. Si
Carlos Ramírez Ladewig hubiese vivido, no hubiera permitido la
destitución del rector y menos, que un ex miembro de la Federación
ocupara un puesto que lo llegara a relegar.
Lo anterior nos hizo ver la necesidad de interrogar al funcionario
universitario, jefe del Departamento Escolar de la Universidad, Lic. JOSÉ
MANUEL CORREA CECEÑA, sobre los automóviles Falcon de
referencia, atendiéndonos en el momento que éste lo indicara, desde este
punto de vista y partiendo para realizar la investigación sobre el vehículo
exclusivamente. Mientras tanto se interrogó a MAURICIO CASILLAS
PADILLA, quien era novio de una sobrina de los URZÚA URIBE y quien
trabaja en el despacho de éstos desde el año de 1974.
Al ser interrogado manifestó que en los años 1972-73 era íntimo amigo
de ORNELAS ROCHÍN, el Perico, que fue gente de CARLOS MORALES
GARCÍA, el Pelacuas, y quien frecuentaba el despacho de los licenciados
URZÚA URIBE, no recordando si los hermanos URZÚA le hayan
tramitado placas para varios automóviles que éste traía y cuya procedencia
era ilegal.
Se interrogó a la secretaria del despacho, MARÍA GUADALUPE
MORENO CÁRDENAS, quien reconoció haber llenado la solicitud para las
placas HSV-665 a petición del Lic. ROBERTO URZÚA URIBE, quien le
dictó los datos, obteniéndolos del directorio telefónico que ella misma le
proporcionó, señalando que en ese momento se encontraban en el despacho
el Lic. MARCELINO GARCÍA RIZO, el Lic. JOSÉ GUADALUPE
GARAVITO, el Lic. CARLOS ARIAS y el Lic. MIGUEL EMERIO
CUETO NÚÑEZ.
Se hizo un estudio comparativo del tipo de la máquina Olivetti portátil
con el tipo de impreso en la solicitud de la placa HSV-665, dando como
resultado que este estudio fuera positivo.
Ante la presencia de la secretaria y los licenciados que antes se indican,
así como con ROBERTO URZÚA URIBE, se reconstruyó en el despacho
de Corona 71, la fecha del 19 de febrero de 1974, ocupando cada uno de
ellos los lugares respectivos que ese día tenían, logrando que ROBERTO
URZÚA URIBE reconociera y recordara que ese día llegó ante la secretaria
con un papel oficio doblado y en el que llevaba los datos del automóvil,
haciéndose la solicitud a las 13:15 horas de la fecha que se menciona,
trasladándose de ese lugar a las oficinas de Tránsito donde obtuvo las
placas, no pudiendo recordar a quién se las entregó, hasta el momento.
Al ser interrogado en su propia oficina el Lic. JOSÉ MANUEL
CORREA CECEÑA, sobre quién era la persona que le trajo coches Falcon
para su campaña como presidente de la F.E.G., dándole los datos ya
conocidos, se sorprendió solicitando saber cuál era la fuente que nos había
proporcionado dichas referencias, ya que eran realmente exactas, se le pidió
la identificación de un elemento afín a él, al que le dicen el Toriz
indicándonos que al día siguiente por la mañana lo enviaría para ser
interrogado, ya que él sí conocía el verdadero nombre de “Soulé”.
Al ser interrogado IGNACIO RAMÍREZ, el Toriz manifestó que
efectivamente JAIME SOULÉ PADILLA se encargaba de robarse puros
automóviles Falcon, llevándolos a Guadalajara y se le compraban en cuatro
o cinco mil pesos, y que dichos automóviles fueron usados para la campaña
de CORREA CECEÑA como presidente de la F.E.G., que hace un año
vinieron a un congreso de estudiantes en Oaxtepec, Morelos, y ahí fueron
entrevistados e invitados para que visitaran a JAIME SOULÉ PADILLA en
la Cárcel Preventiva de la ciudad de México, ya que se encontraba
procesado bajo otro nombre que no recuerda, pero que la persona que los
invitó era un compadre de SOULÉ cuyo nombre es JORGE PACHECO
PRECIADO, periodista y representante de la revista Alerta en Guadalajara.
Por lo anterior fue interrogado JORGE PACHECO PRECIADO, quien
señaló que efectivamente JAIME SOULÉ PADILLA era autor de los robos
de varios automóviles Falcon en la ciudad de México y vendidos en
Guadalajara, y que se encontraba procesado bajo el nombre de ENRIQUE
GONZÁLEZ RAZO.
Fue interrogado en la Cárcel Preventiva de la ciudad de México,
ENRIQUE GONZÁLEZ RAZO, quien reconoció que su verdadero nombre
es JAIME SOULÉ PADILLA y al proporcionársele los datos y
características del automóvil Ford Falcon modelo 1969 que se investiga en
relación con el crimen de Carlos Ramírez Ladewig, declaró que fue el autor
del robo del vehículo, habérselo robado en las calles de Holbein en la noche
del 20 de octubre de 1972, habérselo llevado a la ciudad de Guadalajara,
Jalisco, y se lo vendió a su amigo PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico,
ya que siempre andaban juntos, así como con JOSÉ FLORES
HERNÁNDEZ, quien se encuentra preso en Guadalajara, Jalisco, y otro
individuo al que le dicen el Yuri que se lo vendió en seis mil pesos, que el
Perico es afecto a las drogas, al igual que los compañeros que andaban con
él, refiriéndose a JOSÉ FLORES HERNÁNDEZ y al Yuri.
Que PEDRO ORNELAS ROCHÍN tiene varios coches y nunca se
deshace de ellos, sino que los esconde por tiempo indeterminado hasta que
nuevamente los utiliza en algún asalto u homicidio que intenta realizar.
Se localizó procesado en Guadalajara a JOSÉ FLORES HERNÁNDEZ,
quien siempre andaba con PEDRO ORNELAS ROCHÍN, y a quien se le
está interrogando en relación al automóvil que JAIME SOULÉ PADILLA
manifiesta haberle vendido a PEDRO ORNELAS ROCHÍN, y se logró
saber que el Yuri es KIUDI WEST PRADO, de quien se trata de localizar
fotografía.
Por lo anterior fue interrogado MAURICIO CASILLAS PADILLA,
quien dijo que desde hace 8 años conoció a PEDRO ORNELAS ROCHÍN,
el Perico, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, en
donde ambos eran estudiantes, cultivando una estrecha amistad, por lo que
en esa época lo visitaba en su domicilio donde vivía en unión de la madre
de éste,
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, en la casa ubicada en la calle 30, sin número, departamento 13, Sector
Libertad. Agregó que conocía a la amante de éste de nombre
MAGDALENA quien trabajaba en el restaurante Lafayette.
Continuándose con la investigación se logró saber que la tal
MAGDALENA se llama realmente
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la cual está trabajando en el restaurante La Troje de los Cuates Rosas
ubicado en la Avenida de las Américas N° 1223 en la colonia Providencia
del Sector Hidalgo, por lo que fue ubicada y detenida y al ser interrogada
declaró: que nació en Arandas, Jalisco, el 7 de enero de 1952, de 23 años de
edad, que vivió en unión libre con PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico,
de 1969 a 1971, por lo que procreó un hijo de nombre
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que cuenta actualmente con 4 años de edad, que a mediados de 1971, por
problemas conyugales se separó de su amasio, pero al año retornó a su lado
y en 1972 ORNELAS ROCHÍN compró una casa en la calle de Mártires de
Cananea N° 3466, Fraccionamiento Revolución (lugar cercano al domicilio
que tenía Carlos Ramírez Ladewig, para entrevistarse con su amante
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
). Que se separó nuevamente de su amante en noviembre de 1972, yéndose
a vivir la dicente a la
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Sector Libertad, con una hermana ya que estaba en estado de gravidez, por
lo que tuvo otra hija de nombre
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que nació en mayo de 1973. Que el 29 de junio de 1974, ORNELAS
ROCHÍN acompañado de ÓSCAR RICO SALAZAR, el Scherezada (gente
del Pelacuas que se encuentra procesado), ANTONIO BARAJAS,
LIBORIO ARCE MEDINA y un tal SARIÑANA, llegaron al restaurante
Campestre donde la declarante trabajaba, y a donde asistieron para celebrar
el cumpleaños de ORNELAS ROCHÍN.
Que el pasado 15 de agosto del presente año se presentó ante ella la
madre de PEDRO ORNELAS ROCHÍN y la condujo a una casa que se
encuentra en la calle de Colonias N° 452 (domicilio que se localiza a 2
cuadras del lugar donde fue victimado Carlos Ramírez Ladewig), domicilio
de un individuo de nombre JAVIER ALCARAZ, quien es íntimo amigo de
PEDRO ORNELAS ROCHÍN, para que esperara una llamada telefónica
que éste le haría, misma que fue para preguntarle por el estado de su salud y
la de sus hijos, prometiéndole mandarle dinero que hasta la fecha no ha
recibido, que dicha llamada telefónica la hizo desde Los Angeles,
California, y además en esta conferencia telefónica le indicó que en breve
tiempo estaría en Guadalajara, Jalisco.
Que desde junio de 1974 hasta el 15 de agosto de 1975, ignoraba el
paradero de su amante ORNELAS ROCHÍN, pero que sin embargo, por
instrucciones de la madre de éste, un señor de nombre JESÚS SAHAGÚN
MEJÍA le hacía entrega de $900.00 por concepto de la renta de la casa antes
mencionada, habiendo recibido por el arrendamiento de los meses de agosto
y septiembre el dinero respectivo. Por atraso del inquilino en el pago de la
renta logró recibir el dinero en estos últimos días. Aclara que por
instrucciones de JESÚS PONCE ROCHÍN, medio hermano de su amante,
iba a realizar el último cobro en atención a que la madre de PEDRO
ORNELAS ROCHÍN se encontraba en Los Ángeles, California, visitando a
éste.
JESÚS SAHAGÚN MEJÍA, declaró: que administra la casa ubicada en la
calle de Mártires de Cananea N° 3466 en el Fraccionamiento Revolución de
la ciudad de Guadalajara, Jalisco, propiedad de PEDRO ORNELAS
ROCHÍN, quien la adquirió en abonos en el año de 1972, habitándola desde
ese año con
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Que esta pareja abandonó el domicilio de antecedentes en el año de 1973,
pidiéndole ORNELAS ROCHÍN al declarante que se encargara de arrendar
la finca urbana que había adquirido y que el dinero de las rentas se lo
entregara a su madre la
xxxxxxxxxxxxxxxxxxx
hecho que pudo cumplir hasta el mes de julio del presente año, en virtud de
que ésta última persona le ordenó que en adelante el dinero se le entregara a
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
y que ésta pasaría mensualmente a cobrarlo, habiéndose llevado a cabo el
cumplimiento de todas estas instrucciones durante los meses de agosto y
septiembre de este mismo año. Manifestó el señor JESÚS SAHAGÚN
MEJÍA que en el mes de enero de 1975, el Ing. ENRIQUE ROSALES
CHAMON, gerente general de la Constructora Roca, que otorgó el
financiamiento para la compra-venta de la casa de Mártires de Cananea N°
3466, le hizo saber que por adeudarse varias mensualidades, la empresa que
representaba iba a embargar la finca urbana, por lo que procedió de
inmediato a informar a la señora
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quien a su vez entrevistó al Lic. ISIDRO URZÚA URIBE en su despacho,
recibiendo de este profesionista el ofrecimiento de arreglarle el asunto que
le había tratado y para lo cual comisionaría a RODOLFO PATIÑO
ALVARADO por considerar que esta persona era la idónea en razón de
trabajar en la empresa México Inversiones, S.A., pero que mientras tanto
siguiera administrando la finca. Hace notar SAHAGÚN MEJÍA que en los
primeros días del mes de enero del presente año, se encontró casualmente al
Lic. ISIDRO URZÚA URIBE informándole del asunto de la casa y desde
luego el profesionista le informó que ya estaba solucionado ese negocio.
58. Pedro Ornelas Rochín, el Perico. Jugó un papel clave en el operativo. Cuando fue detenido por
Nazar declaró que había vendido el Ford Falcon a gatilleros del presidente de la FEG. Luego cambió
su declaración para incriminar al FRAP.
59. Jaime Soulé Padilla tenía como profesión el robo de coches. Su especialidad era el modelo Ford
Falcon que entregaba al presidente de la FEG, José Manuel Correa Ceceña. Él proporcionó el auto
utilizado en el operativo contra Ramírez Ladewig.

JESÚS PONCE ROCHÍN, con domicilio en la calle Álvaro Obregón N°


2476, de Guadalajara, Jalisco, es medio hermano del PEDRO ORNELAS
ROCHÍN, quien fue detenido para ser interrogado, manifestando: ser hijo
de la señora
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y de
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tener 54 años de edad. El parentesco que le resulta al declarante con
PEDRO ORNELAS ROCHÍN es porque la madre de ambos,
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contrajo matrimonio primeramente con
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padre del deponente y posteriormente
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con PEDRO ORNELAS, padre de PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el
Perico. Continuó declarando que desde hace un año aproximadamente
PEDRO ORNELAS ROCHÍN se encuentra radicado en Los Ángeles,
California, para evadir la acción de la justicia, pues se le trataba de privar de
la libertad por estar inmiscuido en el problema del Pelacuas. Que tiene
conocimiento que actualmente su medio hermano sigue viviendo en la
población mencionada y que la madre de ambos viajó hacia aquella
población el día 2 de septiembre del año en curso con el fin de visitarlo,
ignorando la fecha de su regreso.
Debido a que JESÚS PONCE ROCHÍN indicó que tenía en su poder
diversas cartas que había recibido tanto de su madre como de PEDRO, le
fueron recogidas y aparecen en ellas los siguientes datos:
1.- Al parecer el domicilio es 5073 Borland, R.D. 90032, Los Ángeles,
California, donde vive en unión de su madre.
2.-Que al parecer está dedicado a la compra-venta de legumbres y utiliza
el nombre de JORGE GONZÁLEZ G.
3.- Los remitentes de los sobres en las cartas que envía a Guadalajara
contienen los siguientes datos:
Whittier Boulevard Los Ángeles N° 4954. 90033
Ap 26.-14417 Vermon 90249, Cadena California, EUA.
Con el objeto de conocer mayor número de datos se procedió a interrogar
a dos personas residentes en Guadalajara, amigos de PEDRO ORNELAS
ROCHÍN, el Perico, y éstos son: RUBÉN CASTAÑEDA CHÁVEZ, el
Pescadero y LEOPOLDO ROBLEDO SECADAS.
RUBÉN CASTAÑEDA CHÁVEZ, el Pescadero, originario de Parral,
Chihuahua, en donde nació el 28 de mayo de 1937, con domicilio en la calle
de Circunvalación de San Jacinto N° 137, Sector Reforma, Guadalajara,
Jalisco.
Vive en unión libre con la señora
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con quien ha procreado 6 hijos de nombres:
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y un recién nacido no registrado aún.
Oficio: comerciante en mariscos y pescados. Cursó únicamente la
instrucción primaria.
En relación a su amistad con PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico,
manifestó que lo conoció hace dos años aproximadamente en su negocio de
mariscos, en el Mercado de San Juan de Guadalajara, Jalisco, ya que el
citado acudía frecuentemente a ese lugar. Que por este motivo, en
ocasiones, una vez cerrado el establecimiento le acompañaba a ingerir
bebidas alcohólicas a diferentes lugares, acrecentándose por esta razón el
afecto mutuo.
Que el día 12 de julio de 1974, aproximadamente a las 12:30 horas, llegó
a su domicilio ubicado en la calle de Gigantes N° 1651 PEDRO ORNELAS
ROCHÍN, el Perico, a bordo de un carro marca Datsun, color blanco,
escoltado por dos sujetos que iban a bordo de un automóvil Mustang, color
azul. El Perico se quedó en su domicilio hasta el lunes 15 de julio en que
RUBÉN CASTAÑEDA y el Perico salieron de su casa a las 9:30 horas con
destino a la población de Mazatlán, Sinaloa, a bordo del carro Datsun.
Llegaron a Escuinapa a un hotel que está ubicado a la salida de Teocapan
donde durmieron y el martes 16 salieron a las 8:30 horas rumbo a Mazatlán
a donde llegaron a las 9:15 horas, pero como el Perico iba muy nervioso y
vio mucha policía se pararon hasta el poblado de Villa Unión adonde
llegaron a las 10:00 horas dejando el carro Datsun por lo que subieron a un
taxi y se fueron al aeropuerto de Mazatlán en donde compraron dos boletos
con destino a Los Ángeles, California. Salieron del Puerto de Mazatlán a las
11:00 horas y llegaron a la ciudad de Los Ángeles, California, a las 13:30
horas aproximadamente. En esta población abordaron un taxi y se fueron a
la terminal de los camiones en donde subieron en un autobús con destino a
Osnart, California, a donde llegaron a las 18:00 horas, encaminándose a
cenar a un restaurante que está sobre el boulevard del mismo nombre. A las
20:15 horas se retiraron de este lugar y se fueron caminando en busca de un
amigo del Perico de nombre FÉLIX, quien es dueño de un negocio
denominado “Félix Produce Tomates”, a quien encontraron en este
comercio a las 22:00 horas y se localiza a espaldas de la cantina Cielito
Lindo donde durmieron, pues FÉLIX les facilitó las llaves del negocio al
Perico.
En la mañana del día 18 de julio el Perico y el Pescadero recorrieron las
instalaciones del negocio de “Félix Produce Tomates” y a las 11:00 horas de
ese mismo día fueron a buscar al señor PASCUAL. BRAVO, amigo de el
Perico a quien encontraron hasta las 21:30 horas en el restaurante propiedad
de éste, denominado El Paisano y el Perico le pidió trabajo a lo que el señor
PASCUAL le recomendó la venta de verduras y frutas, prestándole para el
caso cuatrocientos dólares. A las 22:30 horas se fueron con FÉLIX, quien
los llevó a un hotel ubicado sobre el Boulevard Osnart y éste les pagó la
noche en ese hotel.
El día 19 regresaron en autobús a Los Ángeles, California, saliendo a las
9:00 horas llegaron a su destino en donde en camión se trasladaron a “La
Gran” (algo similar a la central de abastos), donde el Perico localizó a tres
amigos suyos que son propietarios de una bodega, llamándose uno de ellos
ALFONSO. En esa bodega venden verduras y frutas y fue en este lugar
donde se quedó el Perico con estas personas aproximadamente a las 16:00
horas de ese día. En esa misma hora el Pescadero le pidió ciento cincuenta
dólares a el Perico quien se los prestó y ya con dinero se fue a visitar a un
compadre que vive en un pueblo de Los Ángeles denominado “La Puente”,
donde llegó a las 19:00 horas aproximadamente.
En ese lugar localizó a su compadre de nombre DAVID SALAZAR
TORRES, que vive en la calle Nerfhun (no recuerda el número), durando su
visita 5 días, pero sin comentarle absolutamente nada a su compadre de
PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico.
El día 24 de julio, RUBÉN CASTAÑEDA CHÁVEZ, acompañado por su
compadre se dirigió al aeropuerto de Los Ángeles, en donde tomó un avión,
aproximadamente a las 14:00 horas, con destino a la ciudad de Guadalajara
a donde llegó a las 20:00 horas aproximadamente, trasladándose de
inmediato a su domicilio particular ubicado en Gigantes N° 1651,
reiniciando sus actividades de comercio de pescado.
El pasado mes de mayo lo visitó en su domicilio un joven llamado
JAVIER FLORES, quien tiene familiares en la calle N° 44 cruzamiento con
Esteban Alatorre sin recordar el número de la casa; le dio saludos de su
compadre el Perico y le manifestó que quería ver a un licenciado para
tratarle un asunto de su hermano a quien apodan Chon y que está detenido
en la ciudad de Guadalajara por el mismo problema de CARLOS
MORALES GARCÍA, el Pelacuas; de inmediato el Pescadero lo llevó con
el Lic. ALFONSO LEÓN GÓMEZ, sin que se hayan arreglado por el poco
dinero que se le ofrecía al profesionista y que fue la cantidad de $2,000.00.
A través de la conversación que tuvo con JAVIER FLORES se enteró que
el Perico vivía con JAVIER en la población de Cadena, California y que
migración expulsó al Perico en el mes de abril a Mexicali, pero que 15 días
después regresó el Perico a la población de Cadena. Que JAVIER estuvo
aproximadamente 30 días después en la ciudad de Guadalajara para volver a
Los Ángeles, California.
RUBÉN CASTAÑEDA CHÁVEZ, el Pescadero, agregó: que
actualmente no sabe dónde trabajan PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el
Perico y JAVIER, pero que lo más seguro es que estén trabajando con sus
amigos en el mercado “La Gran” en Osnart, California y que sabe que
PEDRO ORNELAS ROCHÍN se hace llamar en ese lugar “José Grosella” o
“José Martínez”.
En conclusión RUBÉN CASTAÑEDA CHÁVEZ el Pescadero,
manifestó que él sí podría localizar a ORNELAS ROCHÍN, el Perico, para
lo cual tendría que trasladarse a Los Ángeles, California, y en este lugar
buscaría con prontitud a los amigos del Perico, que tienen la bodega de
verduras a que se hizo mención, que uno de esos amigos se llama
ALFONSO. Que si no lo encontrara en el lugar señalado, que es lo más
seguro, entonces lo encontraría en el negocio propiedad del señor
PASCUAL BRAVO, o sea en el restaurante El Paisano, ubicado en Osnart,
California, o bien en la negociación de “Félix Produce Tomates” con el
propietario, a quien sólo conoce por el nombre de FÉLIX. Que con el
recorrido del itinerario que mencionó con toda seguridad localizaría a
PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico.
LEOPOLDO ROBLEDO SECADAS, nació en Guadalajara, Jalisco, el
23 de agosto de 1949, siendo sus padres
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(finado) y tiene su domicilio en la calle
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de Guadalajara, Jalisco, está casado con
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con quien procreó una hija de nombre
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que tiene un año 8 meses de edad. Es auxiliar mecánico industrial y trabaja
actualmente en el taller Robledo que está ubicado en la calle Emiliano
Zapata 462 en el Sector Libertad y que este taller es copropiedad que tiene
con sus hermanos
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Estudió hasta el 5o año en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guadalajara y en marzo de 1972 abandonó sus estudios por haber sufrido un
accidente motociclístico del que resultó con varias fracturas en el cráneo
que le provocaron amnesia por varias semanas, apreciándose, actualmente,
que no recuperó plenamente sus facultades mentales.
Manifiesta conocer desde su niñez a PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el
Perico, en razón de que fueron vecinos y compañeros en la Facultad de
Derecho, estrechando más su relación afectiva por haber hecho compadre a
PEDRO ORNELAS ROCHÍN. Asegura no haber participado con el Perico
en hechos delictuosos, ya que cuando éste se entregó a la delincuencia el
declarante estaba imposibilitado físicamente por el accidente que sufrió.
Asegura conocer el domicilio de PEDRO ORNELAS ROCHÍN en Los
Ángeles, California, y que es 5073 Boulevard R.D. 90032, Los Ángeles,
California, U.S.A., porque recibió varias cartas de PEDRO ORNELAS
ROCHÍN y en ellas le solicitaba el envío de muestrarios de calzado,porque
deseaba vender zapato en los Estados Unidos y este producto es fabricado
por un familiar de ROBLEDO SECADAS.
Manifiesta haberle conocido a PEDRO ORNELAS ROCHÍN los
siguientes automóviles de su propiedad: Chevrolet modelo 1956, Pontiac
GTO, modelo 1966; Ford Torino modelo 1969; 2 camiones Guayín marca
Ford modelos 1962 y 1963, respectivamente. Afirma haber tenido
conocimiento que ORNELAS ROCHÍN reparaba sus automóviles en un
taller ubicado en la calle Francisco de Aiza, entre las calles 56 y 58 de
Guadalajara, Jalisco propiedad de una persona que conoce con el apodo de
Fumanchú.
Se hace notar que en el domicilio
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(madre de ORNELAS ROCHÍN) se encontró una carta de este elemento
que lleva como remitente JOSÉ GROSELLO y que dice: “Para mi mamá
procedente de Los Ángeles, California, U.S.A”.
Con base a lo manifestado por el robacoches JAIME SOULÉ PADILLA
en el sentido de que el automóvil que se investiga y que fue usado en el
homicidio del Lic. Carlos Ramírez Ladewig que él vendió a PEDRO
ORNELAS ROCHÍN, el Perico, de quien una vez investigado se le ha
ubicado en Los Ángeles, California, y con el objeto de continuar la pista de
dicho auto, el C. subdirector Federal de Seguridad MIGUEL NAZAR
HARO, viajará a dicha localidad para interrogar a ORNELAS ROCHÍN, el
Perico, y conocer datos relacionados al caso. Se continúa investigando.
A las 10:30 horas del día 5 de noviembre, el C. subdirector Federal de
Seguridad, MIGUEL NAZAR HARO, salió en el vuelo 900 de Mexicana de
Aviación con destino a Los Ángeles, California, siendo recibido en el
aeropuerto de esa ciudad por los agentes del FBI, ARTURO A.
GONZÁLES y EUSEBIO V. BENAVIDES, quienes se pusieron a sus
órdenes y después de intercambiar impresiones, procedieron conjuntamente
a localizar a PEDRO ORNELAS ROCHÍN, el Perico, tomando como base
todas y cada una de las direcciones señaladas en el organigrama elaborado
al respecto en esta Dirección.
En vista de que PEDRO ORNELAS ROCHÍN, gozaba de simpatías y
protección de todos los contactos que se checaron, se optó por visitar el
domicilio ubicado en 5073 Borland R.D., hogar del argentino JORGE
SARABIA, quien está casado con
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persona ésta que la madre de ORNELAS ROCHÍN conoce desde pequeña,
motivo por el cual residía en ese domicilio la señora
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con quien se logró una entrevista y en la que se le dio a conocer la
necesidad urgente de platicar e interrogar a su hijo PEDRO ORNELAS
ROCHÍN, quien no se encontraba en este domicilio, pero estando todavía
presentes, se comunicó telefónicamente con su madre, ya que estaba
enterado por sus amistades en Los Ángeles, California, que se le buscaba.
Después de que PEDRO ORNELAS ROCHÍN y el subdirector Federal
dialogaron por teléfono, éste lo convenció para que se presentara en el
domicilio señalado, cosa que se realizó, verificándose los primeros
interrogatorios sobre el automóvil Ford Falcon, modelo 1969, placas HSV-
665 que fue utilizado por los asesinos del Lic. Carlos Ramírez Ladewig
después de cometer el crimen, manifestando al respecto que es cierto que el
vehículo de referencia le fue vendido por JAIME SOULÉ PADILLA y
tramitadas sus placas de circulación por el Lic. ROBERTO URZÚA URIBE
el día 19 de febrero de 1974, y que después se lo vendió a JAVIER
CANALES.
Ante la magnitud e importancia de dicha investigación el señor PEDRO
ORNELAS ROCHÍN aceptó venir en forma voluntaria a nuestro país,
acompañado de su señora madre, para colaborar con la misma.
Con tal promesa, permaneció ORNELAS ROCHÍN, sin vigilancia alguna
en el domicilio donde se encontraba su señora madre, citándonos en el
aeropuerto de Los Ángeles, California, el día 6 por la mañana para viajar a
la ciudad de México.
A las 15:00 horas, tiempo de México, la señora
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, PEDRO ORNELAS ROCHÍN y el subdirector, abordaron el vuelo 901 de
Mexicana de Aviación, llegando a esta capital a las 18:00 horas,
trasladándose de inmediato a esta oficina, donde al ser interrogado PEDRO
ORNELAS ROCHÍN, declaró ser de 25 años de edad, soltero, católico,
pasante de Derecho y encontrarse ilegalmente en Los Ángeles, California
desde el día 20 de septiembre de 1974, dedicándose a trabajar en la compra-
venta de vegetales, habiéndose llevado a vivir con él a su madre por la
avanzada edad que tiene.
En el año de 1972, residiendo en Guadalajara, Jalisco, conoció en un
taller de su propiedad de laminado y pintura denominado El Yaqui, ubicado
en la avenida Las Torres, contraesquina del mercado de abastos, a JAIME
SOULÉ PADILLA, quien le ofreció en venta un automóvil marca Volvo,
modelo 1960, y en atención a que el declarante poseía uno similar con el
motor muy desgastado, se lo compró para utilizar la documentación de su
automóvil viejo. A partir de ese momento surgió entre ambos una buena
amistad y con posterioridad, el 12 de octubre de 1972, SOULÉ le pidió, al
de la voz, prestado su automóvil, indicándole que lo necesitaba para asistir a
la peregrinación de la Virgen de Zapopan, motivo por el cual el declarante
no tuvo inconveniente en facilitárselo. Al día siguiente le fue devuelto el
vehículo al dicente, recordando que su nuevo amigo iba acompañado de
JOSÉ FLORES HERNÁNDEZ, presentándose con semblante de contentos
al tiempo que le mostraban unas pistolas, por lo que les preguntó el motivo
de lo que veía y le contestaron que habían cometido un robo por el rumbo
del fraccionamiento El Mirador, en que habían obtenido las pistolas y
algunos aparatos eléctricos, informándole también que para dicho atraco
habían utilizado el automóvil propiedad del externante; que ante este
señalamiento el de la voz se alarmó, preguntándoles si alguien, después del
robo había visto las placas del vehículo, porque éste circulaba con placas
sobrepuestas del DF, pero al asegurarle los autores del robo que nadie había
visto las placas se confió y no tomó precaución de ponerle otras.
Al día siguiente del robo, abordó el auto de referencia tomando el rumbo
de las Calles 34 y 21, lugar donde se detuvo por habérsele reventado una
llanta. Al estarla cambiando observó el deponente que un individuo se le
quedó viendo insistentemente, extrañándole tal actitud, por lo que al
terminar la maniobra se dirigió a su taller a donde llegó su amigo JOSÉ
FLORES HERNÁNDEZ, y a los pocos minutos el individuo que lo veía
con insistencia, acompañado por unos policías, quienes le dijeron que ese
automóvil había sido utilizado en la comisión de un robo, por lo que el de la
voz les manifestó que la noche anterior había prestado el coche a JOSÉ
FLORES HERNÁNDEZ y JAIME SOULÉ PADILLA, quienes fueron
detenidos por tal delito, encontrándoseles el producto del atraco. Que a
pesar de esta circunstancia el dicente no perdió la amistad con JOSÉ
FLORES HERNÁNDEZ ni con JAIME SOULÉ PADILLA; que estas
personas no fueron procesadas por este delito en virtud de haber celebrado
una transacción ante el agente del ministerio público adscrito al servicio
secreto de esa localidad.
En vista de que el automóvil mencionado se utilizó en la comisión de un
delito, el declarante perdió interés en conservarlo y para el efecto le dijo a
SOULÉ que se lo llevara a donde quisiera y que después se lo pagara,
aceptando éste el ofrecimiento y llevándoselo con rumbo desconocido.
Que a partir del acto anterior dejó de ver el dicente a SOULÉ hasta enero
de 1973, fecha en que lo fue a buscar a su casa para informarle que estaba
dedicado a robar automóviles en la ciudad de México y trasladarlos a
Guadalajara, especialmente las marcas Ford modelos 1966 a 1970, por lo
que el de la voz le pidió que cuando tuviera un auto de los que hablaba,
pero de cuatro puertas, se lo comunicara a fin de recibir el Ford Falcon en
restitución del Volvo que anteriormente le había entregado, quedando de
acuerdo SOULÉ. Que el 11 de enero de 1973, asesinaron a Otto Buenrostro,
compañero y amigo del dicente, en la puerta de la Facultad de Derecho,
siendo los autores del crimen un grupo bajo el mando de Guillermo Mora
Guerrero, el Gordo Mora, provocando con esto que el declarante se sumara
al grupo de CARLOS MORALES GARCÍA, el Pelacuas, por temor a los
elementos que asesinaron a Otto Buenrostro.
El día 14 de febrero de 1973, cuando CARLOS MORALES GARCÍA, el
Pelacuas, y su grupo, estando incluido el de la voz, se encontraban en el
restaurante El Cid de la ciudad de Guadalajara, llegaron los miembros del
grupo del Gordo Mora, con armas largas y de inmediato se suscitó una
balacera entre ambos grupos, muriendo en el acto Guillermo Mora
Guerrero, Jesús López Magaña, Arturo Cabrera Palos y Guillermo
Rodríguez Rodríguez. Debido a estos hechos, decidieron venirse a esta
capital para evitar represalias y una vez en este lugar, acordaron trasladarse
a Los Ángeles, California, CARLOS MORALES GARCÍA, el Pelacuas,
GUSTAVO NERI, MARIANO MORALES GARCÍA y el que habla, con el
objeto de entrevistarse con unas personas de nacionalidad norteamericana y
que se llaman MIKE SMITH y LORENZO GONZÁLEZ, con el propósito
de que les suministraran armas de alto poder para defenderse de las
represalias que otros grupos estudiantiles pretendieran hacerles en
Guadalajara, y así lograron conseguir con estas personas 10 armas AR-15.
Que en mayo de 1973, regresó únicamente de Los Ángeles a
Guadalajara, CARLOS MORALES GARCÍA, el Pelacuas, que a finales de
junio volvieron a Guadalajara GUSTAVO NERI y el dicente. Que
posteriormente se suscitaron diferentes enfrentamientos y muertes entre los
grupos antagónicos a el Pelacuas.
Que en enero de 1974 el de la voz fue a buscar a JAIME SOULÉ
PADILLA a la casa de éste, ubicada por la granja “La Paz” con el objeto de
exigirle un automóvil en compensación del Volvo que hacía un año le había
entregado, o que se lo pagara con dinero en efectivo; que fuera de la casa de
SOULÉ PADILLA vio estacionado un carro Ford Falcon modelo 1969,
color rojo, 4 puertas, con antena de radio sobre el capacete y con placas del
Distrito Federal. Al hablar con SOULÉ PADILLA le exigió el dinero o la
entrega de un vehículo, pero éste le suplicó que lo esperara algún tiempo
más, porque en ese momento lo único que poseía era el automóvil Falcon
Rojo que tenía fuera de su casa y del que estaba encariñado porque lo hacía
sentirse agente secreto por la antena que llevaba, pero que le ofrecía
regalárselo el día 14 de febrero de 1974, aniversario de la balacera del
restaurante El Cid, como un regalo del triunfo que tuvieron en el combate
de hace un año, habiendo quedado de acuerdo en lo anterior.
Que ese mismo día SOULÉ PADILLA le platicó que conocía muy bien a
JOSÉ MANUEL CORREA CECEÑA, porque cuando fue presidente de la
Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho, él le vendió un auto
Mustang, color verde, y que después cuando fue candidato a la presidencia
de la F.E.G., lo buscaron por conducto de JAIME MALDONADO e
IGNACIO RAMÍREZ, el Toriz para que robara coches Falcon que
necesitaban para la campaña de la presidencia de la F.E.G. Que se dedicó a
robar varios autos Ford Falcon y se los vendió a las personas que se los
habían pedido, con excepción del que tenía afuera y que era el Falcon color
rojo con la antena sobre el capacete, porque con ese se sentía importante.
Que en la Universidad se popularizó como choteo que los carros que traía
CORREA CECEÑA eran Falcon de producción SOULÉ.
Que el día 10 de febrero de 1974, el dicente buscó a SOULÉ en su
domicilio, enterándose que el automóvil Falcon rojo, 4 puertas, modelo
1969 y con antena en el capacete, estaba estacionado fuera de la casa; que al
preguntar por él, la Güera, esposa del SOULÉ, le informó que no se
encontraba, por lo que el declarante se introdujo al domicilio con la pistola
en la mano a fin de buscarlo, pues se daba cuenta que también SOULÉ
andaba armado, porque la F.E.G. le había proporcionado una pistola; que al
encontrarlo y después de una discusión fuerte, SOULÉ le hizo entrega del
automóvil y el de la voz, aprovechó el momento para desarmarlo y llevarse
la pistola, al mismo tiempo que SOULÉ PADILLA le gritó que esa arma
pertenecía a la F.E.G, contestándole el declarante que a él no le importaba
realmente eso.
Que después, el deponente, se retiró en el automóvil mencionado, mismo
que utilizó durante 9 días, es decir hasta el 19 de febrero de 1974 que lo
llevó a la Facultad de Derecho y lo estacionó cerca de un baldío; que en
seguida asistió a las clases en calidad de oyente, porque estaba suspendido;
que esa misma mañana encontró a su compañero de estudios ROBERTO
URZÚA URIBE, a quien le dijo que con sus influencias le consiguiera unas
placas de circulación para un nuevo coche que tenía, por lo que éste le pidió
que le proporcionara los datos de dicho vehículo, que acompañado de
ROBERTO URZÚA URIBE estaba MIGUEL EMERIO CUETO NUÑEZ a
quien el declarante conocía más bien con el seudónimo de el Anima de
Sayula, que mientras que ROBERTO URZÚA URIBE y su amigo lo
esperaban en el sitio donde se coloca un carro de mano que vende
salchichas en el frente de la Facultad, el dicente fue al lugar donde había
dejado estacionado el vehículo y de la plaquita del Registro Federal de
automóviles tomó los siguientes datos: Modelo 1969, Motor AF02JP26003,
Registro Federal de Automóviles 1540475, sedán 4 puertas, 8 cilindros,
apuntándolos en un papel en blanco y haciéndole entrega de dichos datos a
ROBERTO URZÚA que lo esperaba en el lugar antes indicado, quien le
dijo que de inmediato gestionaría las placas y que lo viera por la tarde en la
casa de la Chiquis FLORES JIMÉNEZ, donde iba a asistir a una comida, la
cual el declarante ya conocía y ahí le haría entrega de dichas placas. Que
por la tarde cerca de las 16:00 horas llegó a ese domicilio y tocó la puerta
invitándolo a pasar la Chiquis FLORES, pero por la prisa que traía
solamente solicitó hablar con ROBERTO URZÚA, quien lo atendió
dirigiéndose a su coche y del asiento posterior del mismo sacó las placas
HSV-665 haciéndole entrega de las mismas, regalándole a ROBERTO
URZÚA una caja con botellas de Ron Potosí, a cambio del servicio.
Que el automóvil Ford Falcon Modelo 1969 placas HSV-665 lo utilizó
hasta el mes de abril de 1974, fecha en que se encontró con JAVIER
CANALES por la esquina de Revolución y Calle 34 del Sector Reforma, y
que al verlo se bajó del automóvil que tripulaba para saludar a CANALES y
como se daba cuenta que éste tenía bastante amistad e influencia con JOSÉ
MANUEL CORREA CECEÑA en esa época presidente de la F.E.G, le dijo
que él quería tener un diálogo con CORREA CECEÑA a lo que le contestó
su interlocutor que estaba de acuerdo con ello y que cuando él quisiera lo
llevarían a cabo, ofreciéndole intervenir para obtener una cita, comida y en
general una plática. Al darse cuenta del automóvil que llevaba el de la voz,
manifestó que estaba muy bonito y que le gustaba, pidiéndole que se lo
vendiera, a lo que el declarante le contestó que sí se lo vendía. Después de
revisarlo en sus partes generales se pusieron de acuerdo en el precio de
cuatro mil pesos que le fueron entregados en dinero en efectivo al de la voz
en el lugar a que se hace referencia. Continuaron platicando sobre diversas
cosas y al darse cuenta CANALES que el deponente llevaba un anillo en el
dedo anular de la mano izquierda, de oro de 18 kilates, con un jade (verde)
con unas manchitas rojas, con rayas en el metal con diferentes direcciones,
con una inscripción interior que dice 18 K., le hizo saber al de la voz que le
gustaba, por lo que se lo obsequió y está seguro que hasta la fecha lo sigue
usando. Una vez que recibió los cuatro mil pesos y obsequió el anillo el de
la voz a JAVIER CANALES, habló por teléfono el deponente a su casa para
que le enviaran otro vehículo pues el Ford Falcon modelo 1969, color rojo,
4 puertas y con una antena sobre el capacete se lo entregó materialmente a
su comprador, quedándose platicando mientras llegaba el auto que pidió.
Cuando estuvo a su disposición el carro solicitado, CANALES se fue en el
Ford Falcon rojo antes mencionado y el dicente en el que le enviaron de su
casa.

60. Miguel Emerio Cueto Nuñez, el Anima de Sayula. Además de ser asistente de Roberto Urzúa es
un buen ejemplo de destreza en el difícil arte de poner apodos.
61. Ramón Campaña López. Uno de los fundadores del FRAP. Acusado formalmente de haber
participado en el asesinato de Carlos Ramírez.

Que a los pocos días encontrándose el dicente en el exterior de su casa


ubicada en Calle 30-A, vio que se acercaba el automóvil que había vendido
recientemente a JAVIER CANALES y lo reconoció desde lejos por la
antena y no tenía puertas y en él iban cuatro individuos con armas largas,
cubiertas éstas con unos sarapes, reconociendo a JAVIER BARBA que
tripulaba dicho automóvil y pensando de inmediato que llevaba malas
intenciones en contra de su persona. Que JAVIER BARBA es un elemento
incondicional de JAVIER CANALES y de JOSÉ MANUEL CORREA
CECEÑA. Que por el mes de agosto el de la voz volvió a ver el coche y sus
placas, ya con puertas y pintado de color verde en las afueras del Gimnasio
Hércules que se encuentra en la Calle 32 y Gigantes, y que es el punto de
reunión de JAVIER CANALES y JAVIER BARBA con su grupo y que a
propósito notó que la antena la habían recortado.
Que el 20 de septiembre de 1974 se fue a Los Ángeles, California, debido
a la persecución policiaca que se desarrollaba en contra de su persona, lo
acusaban de cualquier hecho sangriento o algún suceso delictivo que se
llevaba a cabo en Guadalajara, ya que la policía de esa ciudad lo señalaba
como principal sospechoso de esos casos.
Que desde esa fecha hasta el momento en que fue traído a esta Dirección
desde Los Ángeles, California, no había regresado al país, pero que al
enterarse del objetivo de la investigación y de que el coche utilizado por los
criminales había sido de su propiedad, aceptó voluntariamente abandonar
los Estados Unidos de Norteamérica para testimoniar en contra de las
personas que obtuvieron el carro del delito.
Con el objeto de redondear la investigación fue traído a esta capital el
Lic. ROBERTO URZÚA URIBE, su inseparable acompañante MIGUEL
EMERIO CUETO NUÑEZ, quienes una vez careados con PEDRO
ORNELAS ROCHÍN se reconstruyó el día en que se tramitaron las placas
por parte de ROBERTO URZÚA, coincidiendo los datos y los hechos de
sus trámites.
Asimismo, fue careado JAIME SOULÉ PADILLA con PEDRO
ORNELAS ROCHÍN quedando confirmado en éste los siguientes puntos
principalmente:
1.- JAIME SOULÉ PADILLA fue el autor del robo del Ford Falcon
utilizado para el homicidio de CARLOS RAMÍREZ LADEWIG.
2.-JAIME SOULÉ PADILLA le vendió el automóvil a PEDRO
ORNELAS ROCHÍN
3.-PEDRO ORNELAS ROCHÍN ya con el vehículo en su poder, solicitó
de ROBERTO URZÚA URIBE el trámite de las placas del estado de Jalisco
para dicho automóvil, habiéndolas logrado correspondiéndole el HSV-665.
4.-PEDRO ORNELAS utilizó el automóvil con las placas mencionadas
durante los meses de febrero y abril de 1974, habiéndoselo vendido a
JAVIER CANALES. Se procede a la investigación y a detener a JAVIER
CANALES y JAVIER BARBA, este último fue visto como tripulante de
dicho auto durante el mes de agosto de 1974.*
* No hay evidencia documental de que hubieran seguido la línea de investigación sugerida en la conclusión 4. A los pocos
días Pedro Ornelas Rochín y otros cambiaron sus declaraciones iniciales. Con eso se elaboró el informe que, en enero de
1976, presentó públicamente Miguel Nazar Haro responsabilizando de la ejecución de Carlos Ramírez Ladewig a militantes
del FRAP.
ANEXO 7
EXPEDIENTES DE LA DFS CONSULTADOS
EN EL ARCHIVO DEL CISEN*

Federico Amaya Rodríguez, 10-64-1-72 H-25 L-1. General de División.


Llegó como comandante a la 15a Zona Militar de Guadalajara en 1972.
Organizó a grupos de agentes confidenciales que, además de combatir a la
guerrilla, asaltaban, asesinaban y traficaban con drogas. En 1976 el PRI lo
nominó candidato a senador por Nuevo León.
Enrique Alfara Anguiano, 100-12-1-67 H-351 L-13. Aunque fue
presidente de la FEG entre 1967 y 1969, la DFS no le atribuye hechos
delincuenciales o de violencia. Actualmente ejerce como notario en
Guadalajara.
Fernando Aranguren Castiello, 11-235-73 H-148 L-1. Industrial de
Jalisco. Secuestrado y ejecutado por la Liga Comunista 23 de Septiembre en
octubre de 1973.
Víctor Arias de la Cruz, Rafael, 11-235-77 H-255 L-42. La DFS lo
detuvo el 1° de marzo de 1977 en una casa de seguridad ubicada en la calle
de la Purísima N° 2017, colonia Oblatos de Guadalajara. Lo interrogaron y
desapareció.
* Después del nombre aparece el número de expediente de la primera tarjeta.

Javier Barba Hernández, 100-12-173 H-2 L-23. Se inició en un barrio


asociado a San Andrés, luego se hizo gatillero de la FEG. Se le atribuyen
varios asesinatos. Estuvo involucrado en la ejecución de Carlos Ramírez
Ladewig. Se unió al grupo de Ernesto Fonseca Carrillo y de Rafael Caro
Quintero y participó en la tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique
Camarena. Murió en un enfrentamiento con policías en 1986.
Francisco Javier Balvaneda Rivera, 100-12-1 H-85 L-18.70. Pistolero de
la FEG. Se le atribuyen varios robos y asesinatos. Se unió al grupo de Javier
García Paniagua. Cuando éste era director de la DFS fue incorporado a la
institución. Murió en un enfrentamiento con miembros de la Policía Judicial
Federal.
Guillermo Bautista Andalón, el Trompo o Beto, 11-235-77 H-191 L-43.
Detenido por la DFS el 15 de abril de 1977, en la calle Xóchitl N° 4237 en
la colonia El Zapote, Municipio de Zapopan, Jalisco. Lo interrogaron y
luego desapareció.
Javier Canales Lara, 100-12-1-62 H-32 L-8. En 1962-63 participó contra
la FEG en el FREU. Adquirió de Pedro Ornelas Rochín el automóvil que
sería utilizado para ejecutar a Carlos Ramírez Ladewig.
Jorge Salvador Carrasco Gutiérrez, Luis o Pino, 11-235-77 H-255L-42.
Desaparecido desde el 1° de marzo de 1977 cuando fue detenido por la DFS
en la casa de seguridad ubicada en la calle de la Purísima N° 2017, colonia
Oblatos de Guadalajara.
Corriente Estudiantil Democrática, 014-028-002. Facción disidente de la
FEG que Raúl Padilla Ramírez organizó para combatirla.
Enrique Camarena, 014-024-042. Agente de la DEA asignado a
Guadalajara. Secuestrado, torturado y asesinado en 1985 por gente de
Rafael Caro Quintero. A su muerte se descubrió que los narcotraficantes
habían estado protegidos por policías de Guadalajara y de la Dirección
Federal de Seguridad.
Alfredo Chavarría Velasco, 100-12-1-75 H-133 L34. Miembro del grupo
de Adalberto Rodríguez. Vicepresidente de la FEG de 1968 a 1970. Aunque
dirigió algunos grupos sumamente violentos no se le atribuye ningún hecho
delicuencial. Se retiró de la Universidad de Guadalajara y actualmente
dirige una escuela privada.
Pedro Cedilla Díaz, Martín, 11-235-77 H-226 L-43. Miembro de la Liga.
Detenido el 15 de abril de 1977 por la DFS. Interrogado por la misma.
Luego desapareció.
Adán Delgado Carrillo, 100-12-1-73 H-290 L-24. Agente confidencial
del Gral. Federico Amaya Rodríguez, comandante de la 15a Zona Militar.
Luz María Espinosa Villavicencio, la Vikinga, 11-235-73 H-303 L-1.
Pareja de Enrique Guillermo Pérez Mora con quien tuvo un hijo. Vive en
Guadalajara.
Federación de Estudiantes de Guadalajara, FEG, 29-14-69 H-23 L-1 y
100-12-1-959 H-91 L-4.
Frente Estudiantil Revolucionario, FER, 100-12-1-70 H-325 L-17.
Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, FRAP, 11-233-73 H-215 L-2.
Félix Flores Gómez, el Indio o Félix el Indio, 100-12-1-74 H-266 L-30.
Inició sus actividades en San Andrés. Luego pasó a la FEG de la que fue
presidente. Ha hecho carrera dentro del PRI y la administración federal.
Teniente coronel (coronel y luego general brigadier) Francisco García
Castelló, 100-12-1-64 H-194 L-9. Jefe de la policía rural de Jalisco, después
jefe de la policía municipal de Guadalajara y jefe de Relaciones Públicas de
la 15a Zona Militar. Controlaba a los agentes confidenciales y acordaba con
el general Federico Amaya.
Genovevo Gómez, Gino, 11-235-73 H-299 L-2. Dirigente de las
Juventudes Juaristas que ayudó a establecer el nexo entre los Vikingos y la
familia Zuno Arce.
Bertha Lilia Gutiérrez Campos, Tita, Bety, Ramona, 11-207-73 H-393 L-
9. Novia de Arnulfo Prado Rosas, el Compa. A la muerte de éste se
radicalizó. Se unió a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Fue detenida y
torturada. Actualmente vive en Guadalajara donde trabaja como maestra.
Guillermo Gutiérrez Granados, Abu, Crickety el Grandote, 100-12-1-73
H-292 L-. Asaltante. Agente Confidencial de la 15a Zona Militar. Miembro
del grupo dirigido por Óscar Rico, el Scherezada.
Alfonso Guzmán Cervantes, Emeterio, 11-235-77 H-255 L-42. Miembro
de la Liga. La DFS acepta haberlo detenido el 28 de febrero de 1977. Dio
declaración. Luego desapareció.
Terrance George Leonhardy, 11-233-73 H-1 L-1. Cónsul de Estados
Unidos en Guadalajara. Secuestrado por el FRAP en mayo de 1973.
Liberado a cambio de una cantidad en efectivo y 30 prisioneros que fueron
enviados a Cuba.
Raúl López Melendres, el Petros, 11-235-74 H-151 L-6. Dirigente de San
Andrés. Se unió a la Liga Comunista 23 de Septiembre.
David López Valenzuela, Armando, Jorge, Sebastián, Acosta, Alejandro,
100-9-1-69 H-186 L13. Militante del FRAP. Informante de la DFS.
Asesinado en el Penal de Oblatos por otros guerrilleros.
Manlio Favio Madas Rivera, Flavio, 11-235-73 H-281 L-2. Uno de los
principales dirigentes Vikingos. También estuvo en las Juventudes Juaristas
y el FER. Dejó Guadalajara para instalarse definitivamente en Baja
California, donde reside actualmente.
Ricardo Madrigal Sahagún, Cacalote, Ricardo, 11-235-76 H-16 L-39.
Oriundo del barrio El Zapote (Zapopan). Miembro de la Liga. Detenido el
15 de abril de 1997 e interrogado por la DFS.
Jesús Reyes Mayoral Jáuregui, 11-233-77 H-244 L-4. Desaparecido en
Guadalajara el 23 de agosto de 1977. En las tarjetas de la DFS sobre él no
se dan pistas sobre su paradero.
Francisco Mercado Espinosa, el Flaco, el Chiquilín, Ernesto, Santiago,
11-235-75 H-58 L-26. Miembro de la Liga. Detenido por la DFS. Luego
desapareció.
Raúl Mercado Martínez, &las, 11-235-77 H-191 L-43. Miembro de la
Liga. La DFS reconoce haberlo interrogado el 18 de abril de 1977. Luego
desapareció.
Guillermo Mora Guerrero, el Gordo Mora, 100-12-1-73 H-314 L-21.
Dirigente de uno de los grupos de choque de la FEG. Fue asesinado por el
grupo de el Pelacuas el 14 de febrero de 1973.
Carlos Morales García, el Pelacuas, 100-12-173 H-333 L-21. Se inició
como golpeador de la FEG. Luego organizó a uno de los grupos de agentes
confidenciales que creó el general Federico Amaya para combatir a la
guerrilla. Simultáneamente se dedicó a asaltar y traficar con drogas.
Adquirió un gran poder, pero fue detenido y encarcelado por algunos años.
Fue ejecutado en la ciudad de México, al parecer por narcotraficantes.
Jesús Morales Hernández, el Momia, 11-221-72 H-312 L-1. Dirigente
histórico de los Vikingos. Militó en el FER y se unió a la guerrilla. Detenido
en 1974 en un operativo en la ciudad de México. Actualmente es
funcionario de la Universidad de Guadalajara.
Salvador Nava Martínez, 100-22-1-1958 H-69 L-2. Dirigente cívico de
San Luis Potosí. Fue presidente municipal de San Luis por el PRl en 1958.
Se independizó y lanzó su candidatura a gobernador. Fue detenido en
septiembre de 1961 y encarcelado en el Campo Militar N° 1. A partir de
entonces, y hasta su muerte en 1992, mantuvo una larga lucha por la
democracia y las elecciones confiables.
Gustavo Neri Delgado, el Neri, 100-12-1-73 H-315 L-21. Miembro de la
FEG. Agente confidencial de la 15a Zona Militar. Se involucró en el
narcotráfico y actualmente está en la cárcel.
Pedro Ornelas Rochín, el Perico, 100-12-1-74 H-11 L-29. Se unió al
grupo de el Pelacuas y se involucró en diversas actividades delictivas.
Detenido por el caso Carlos Ramírez Ladewig. Se desconoce su paradero.
Raúl Padilla López, 100-12-1-76 H-255 L-44. Hijo de uno de los
fundadores de la FEG. Presidente de esa organización estudiantil. Combatió
y desmanteló a la FEG y fundó el Grupo Universidad que ha hecho algunas
reformas académicas preservando los métodos de control.
Enrique Guillermo Pérez Mora, el Tenebras, 100-12-1-70 H-2-86 L-17.
Dirigente de San Andrés. Se unió a la Liga Comunista 23 de Septiembre de
la cual fue dirigente. Murió en un enfrentamiento con la DFS en Sinaloa
(junio de 1976).
Arnulfo Prado Rosas, el Compa, 11-235-74 H-22 L-1 “bis”. Muerto a
balazos por miembros de la FEG el 24 de noviembre de 1970. Por ser uno
de los líderes más queridos, su muerte provocó la radicalización de un buen
número de Vikingos y de miembros del FER.
Javier Prieto Aguilar, 100-12-1-70 H-208 L-17. Dirigente estudiantil del
barrio de la 66 (San Andrés). No participó en la guerrilla. Actualmente
ejerce la abogacía en Guadalajara.
Margarito Ramírez Miranda, 26-1-953 H-347 L-1. Basó su exitosa
carrera política en el hecho de haberle salvado la vida a Álvaro Obregón.
Fue gobernador de Jalisco y luego de Quintana Roo, donde se distinguió
por el saqueo que hizo de maderas preciosas.
Julio Álvaro Ramírez Ladewig, 21-533-76 H. Hermano de Carlos
Ramírez. Rechazó las conclusiones de que éste había sido asesinado por las
FRAP. Sostuvo que habían sido grupos de extrema derecha. Después de
perder el control de la FEG lanzó severas críticas contra Raúl Padilla.
Carlos Ramírez Ladewig, 100-12-1-72 H-278 L-20. Aunque se llamaba a
sí mismo socialista, utilizó con mucha liberalidad la corrupción y la
violencia. Fundó la FEG que controló férreamente hasta su ejecución en
1975. Sobre este caso pudieron consultarse los legajos y expedientes
mencionados en las tarjetas.
Víctor Rico Galán, archivo personal 21-261. Periodista mexicano que se
distinguió por las críticas que hizo al gobierno. Simpatizante de la
Revolución Cubana. Se involucró en la organización de una guerrilla urbana
y fue detenido en 1966. Permaneció en Lecumberri hasta 1972.
Óscar Rico Salazar, el Scherezada, 100-12-1-71 H-219 L-19. Dirigente
de la FEG. Se le atribuyen varios asesinatos. Agente confidencial de la 15a
Zona Militar. Se involucró en el narcotráfico. Fue desaparecido por
corporaciones policiacas en mayo de 1979.
Alicia de los Ríos Merino, Rosa, María, Susana, Laura, Leticia, Sarah,
Silvia, 11-235-78 H-60 L-49. Originaria de Chihuahua, se unió a la Liga
Comunista 23 de Septiembre. Hizo pareja con Enrique Guillermo Pérez
Mora de quien tuvo una hija: Alicia. Fue detenida por la DFS en enero de
1978. Tuvo otro(a) hijo(a) en cautiverio. Está desaparecida.
Everardo Rojas Contreras, 100-12-1-70. H-159 L-17. Miembro de los
Vikingos. Participó en las etapas iniciales del FER. Actualmente ejerce la
abogacía en Guadalajara.
Fernando Salinas Mora, Richard, 1-207-73 H-198 L-9. Originario de
Ciudad Obregón, Sonora. Llegó a Guadalajara y organizó algunos de los
comandos del FER. En su casa se fundó la Liga Comunista 23 de
Septiembre. Murió en esa misma casa en agosto de 1973, en el operativo en
el que participaron agentes confidenciales de la 15a Zona Militar.
Miguel Ángel Sánchez Vázquez, el Bule, 11-235-77 H-112 L-43. Del
barrio El Zapote (Municipio de Zapopan). Se unió a la Liga. Detenido e
interrogado por la DFS. Luego desapareció.
Isidro Urzúa Uribe, el Niño, 100-12-1-74 H-84 L-31. Fundador de la
FEG. Dirigió grupos de choque de la misma organización. Se involucró en
diversos negocios ilegales.
Roberto Urzúa Uribe, 21-533-75 H-71 L-1. Hermano de Isidro Urzúa, se
dedicaba a gestionar placas para automóviles en situación irregular
(“coyote”). Él obtuvo las placas para el coche utilizado en la ejecución de
Carlos Ramírez Ladewig.
Rolando Alfredo Villalobos Flores, 100-12-1-70 H-279 L-17. Juez Cuarto
de lo Penal en Guadalajara. Juzgó a un gran número de los detenidos del
FER.
Andrés Amado Zuno Arce, 100-12-18-70 H-269 L-2. Hijo de José
Guadalupe Zuno Hernández. Con el aval de su padre, se unió a los Vikingos
a quienes proporcionó algunas armas y automóviles y los transformó en
Juventudes Juaristas. Se presentó como su dirigente y después de la
balacera en el Politécnico (29 de septiembre de 1970) fue enviado a México
por su papá.
José Guadalupe Zuno Arce, 100-12-1-958 H-288 L-3. Hijo de José
Guadalupe Zuno Hernández. Dirigente de la FEG. Perdió su influencia a
raíz de su detención y encarcelamiento por el movimiento ferrocarrilero de
1958.
José Guadalupe Zuno Hernández, 29-14-69 H-23 L-1. Gobernador de
Jalisco en los años veinte. Suegro del ex presidente Luis Echeverría.
Secuestrado por el FRAP el 28 de agosto de 1974 y liberado el 7 de
septiembre del mismo año.
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EXPEDIENTES DEL ARCHIVO DEL CISEN
Alfaro Anguiano, Enrique, expediente 100-12-1-67 H-351 L-13.
Amaya Rodríguez, Federico, expediente 10-64-1-72 H-25 L-1.
Aranguren Castiello, Fernando, expediente 11-235-73 H-148 L-1.
Arias de la Cruz, Víctor, Rafael, expediente 11-235-77 H-255 L-42.
Balvaneda Rivera, Francisco Javier, expediente 100-12-1 H-85 L-18.70.
Barba Hernández, Javier, expediente 100-12-1-73 H-2 L-23.
Bautista Andalón, Guillermo, el Trompo, expediente 11-235-77 H-191 L-
43.
Camarena, Enrique, expediente 014-024-042.
Canales Lara, Javier, expediente 100-12-1-62 H-32 L-8.
Carrasco Gutiérrez, Jorge Salvador, Luis, expediente 11-235-77 H-255 L-
42.
Cedillo Díaz, Pedro, Martín, expediente 11-235-77 H-226 L-43.
Comandos del FER, expediente 11-221-72.
Corriente Estudiantil Democrática, expediente 014-028-002.
Chavarría Velasco,Alfredo, expediente 100-12-1-75 H-133 L-34.
Delgado Carrillo, Adán, expediente 100-12-1-73 H-290 L-24.
Espinosa Villavicencio, Luz María, la Vikinga, expediente 11-235-73 H-
303 L-1.
Federación de Estudiantes de Guadalajara, expedientes 100-12-1-70 H-
343 L-16, 100-12-1-70 H-145 L-17 y 100-12-1-959 H-91 L-4.
Flores Gómez, Félix, el Indio, expediente 100-12-1-74 H-266 L-30.
Frente Estudiantil Revolucionario (FER), expediente 100-12-1-70 H-325
L-17.
Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP), expediente 11-
233-73 H-215 L-2.
García Castelló, Francisco, expediente 100-12-1-64 H-194 L-9.
Gómez, Genovevo, Gino, expediente 11-235-73 H-299 L-2.
Gutiérrez Campos, Bertha Lilia, Tita, Bety, Ramona, expediente 11-207-
73 H-393 L-9.
Gutiérrez Granados, Guillermo, Abu, Cricket y el Grandote, expediente
100-12-1-73 H-292.
Guzmán Cervantes, Alfonso, Emeterio, expediente 11-235-77 H-255 L-
42.
Leonhardy, Terrance George, expediente 11-233-73 H-1 L-1.
López Melendres, Raúl, el Petros, expediente 11-235-74 H-151 L-6.
López Valenzuela, David, Armando, Jorge, Sebastián, Acosta o
Alejandro, expediente 100-9-1-69 H-186 L13.
Macías Rivera, Manlio Favio, Flavio, expediente 11-235-73 H-281 L-2.
Madrigal Sahagún, Ricardo, Cacalote, expediente 11-235-76 H-16 L-39.
Mayoral Jáuregui, Jesús Reyes, expediente 11-233-77 H-244 L-4.
Mercado Espinosa, Francisco, el flaco, el Chiquilín, expediente, 11-235-
75 H-58 L-26.
Mercado Martínez, Raúl, Rulas, expediente 11-235-77 H-191 L-43.
Mora Guerrero, Guillermo, el Gordo Mora, expediente 100-12-1-73 H-
314 L-21.
Morales García, Carlos, el Pelacuas, expediente 100-12-173 H-333 L-21.
Morales Hernández,Jesús, el Momia, expediente 11-221-72 H-312 L-1.
Nava Martínez, Salvador, expediente 100-22-1-1958 H-69 L-2.
Neri Delgado, Gustavo, el Neri, expediente 100-12-1-73 H-315 L-21.
Ornelas Rochín, Pedro, el Perico, expediente 100-12-1-74 H-11 L-29.
Padilla López, Raúl, expediente 100-12-1-76 H-255 L-44.
Pérez Mora, Enrique Guillermo, el Tenebras, el Gordo, el Vikingo y Juan,
ex- pedientes 100-12-1-70 H-2-86 L-17 y 80-156-76 H22 L-1.
Prado Rosas, Arnulfo, expediente 11-235-74 H-22 L-1 “bis”.
Prieto Aguilar, Javier, expediente 100-12-1-70 H-208 L-17.
Ramírez Ladewig, Carlos, expediente 100-12-1-72 H-278 L-20.
Ramírez Ladewig, Julio Álvaro, expediente 21-533-76.
H. Ramírez Miranda, Margarita, expediente 26-1-953 H-347 L-1.
Rico Galán, Víctor, archivo personal 21-261.
Rico Salazar, Óscar, el Scherezada, 100-12-1-71 H-219 L-19.
De los Ríos Merino, Alicia, Susana, expedientes: detención 11-235-78 H-
60 L-49, interrogatorio 11-235-78 H-62 L-49 y declaración voluntaria 11-
235-78 H-4 L-50.
Rojas Contreras, Everardo, expediente 100-12-1-70 H-159 L-17.
Salinas Mora, Fernando, Richard, expediente 11-207-73 H-198 L-9.
Sánchez Vázquez, Miguel Ángel, expediente 11-235-77 H-112 L-43.
Urzúa Uribe, Isidro, el Niño, expediente 100-12-1-74 H-84 L-3.
Urzúa Uribe, Roberto, expediente 21-533-75 H-71 L-1.
Villalobos Flores, Rolando Alfredo, expediente 100-12-1-70 H-279 L-17.
Zuno Arce, Andrés Amado, expediente 100-12-18-70 H-269 L-2.
Zuno Arce, José Guadalupe, expediente, 100-12-1-958 H-288 L-3.
Zuno Hernández, José Guadalupe, expediente, 29-14-69 H-23 L-1.
ENTREVISTAS
Adolfo Aguilar Zinser, México, DF, 12 de julio de 2001.
Agente fundador de la DFS, México, DF, 4 de septiembre de 2000.
Agente fundador de la DFS, 4 de octubre de 2000.
Agente fundador de la DFS, 10 de octubre de 2000.
Alejandro Alegre, director general del Cisen, México, DF, 12 de
septiembre de 2000.
Alfonso Ortega, 15 de abril de 2001.
Ana María Rico Galán, México, DF, 7 de septiembre de 2000. Analista
de la DFS, 9 de septiembre de 2000.
Bonifacio Mejía Segundo, Guadalajara, Jal., 5 de abril de 2001. Daniel
Vera, estado de México, 28 de enero de 1999.
Director de Análisis del Cisen, 15 y 21 de agosto y 27 de septiembre de
2000.
Director del Centro de Desarrollo de Recursos Humanos, Cisen, México,
DF, 28 de septiembre de 2000.
Eduardo Medina-Mora, México, DF, 6 de junio de 2001.
Ex agente de la DFS que trabajó en el Archivo, México, DF, 10 de agosto
de 2000.
Ex comandante de la DFS, 8 de agosto de 2000.
Ex comandante de la DFS, México, DF, 9 de agosto de 2000. Ex
comandante de la DFS, 4 de septiembre de 2000.
Ex comandante de la DFS, 5 de septiembre de 2000.
Familia De los Ríos, Chihuahua, Chih., 10 y 11 de junio de 2001.
Flavio Macías Rivera, 11 de julio de 2001.
General de División Luis Garfias Magaña, 22 de junio de 1999.
Gustavo Hirales Morán, 4 de mayo de 2001.
Henry Dearborn, jefe de Misión en 1968, Washington, DC, 17 de marzo
de 1998.
Janet Scott, México, DF, 21 de noviembre de 2000.
Jefe del Archivo del Cisen, 10 de agosto y 9 de septiembre de 2000.
Jesús Morales, el Momia, ex militante de la Unión del Pueblo,
Guadalajara, Jal., julio de 1987, 18 de agosto, 27 y 30 de diciembre de
2000.
Jorge Carrillo Olea, 6 de noviembre y 18 de noviembre de 2000.
Mario Álvaro Cartagena, el Guaymas, Guadajalara, Jal., julio de 1987.
Mary Salgarolo viuda de García Travesi, México, DF, 21 de junio de
1999.
Miguel de la Madrid Hurtado, México, DF, 20 de marzo de 2001.
Santiago Creel Miranda, México, DF, 27 de julio de 2001.
Secretario general adjunto del Cisen, México, DF, 12 de octubre de 2000.
DOCUMENTOS DIVERSOS
Aguayo, Sergio, “Chiapas y la seguridad nacional mexicana”, México,
seminario interno del Centro Latinoamericano de Estudios Estratégicos
(CLEE), 1987.
Auto dictado por el juez 2° Penal, 26 de enero de 1951, colección de la
familia García Travesi.
Benítez Manaut, Raúl, “Seguridad nacional y seguridad interna en
América Latina”, seminario interno del Centro Latinoamericano de
Estudios Estratégicos (CLEE), 23 de noviembre de 1989.
Carta del general Gonzalo Bazán Guzmán al comandante de la 5a Zona
Militar, 18 de octubre de 1965, en expediente de Víctor Rico Galán, archivo
personal, 21-261, DFS, Archivo del Cisen.
Carta de Luis G. Corona a Rafael García Travesi, 29 de julio de 1953,
colección de la familia García Travesi.
Carta del secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, al procurador
General de la República, 12 de septiembre de 1961, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2860.
Carta de Gustavo Díaz Ordaz a Lyndon B. Johnson, 8 de abril de 1968,
Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 54.
Carta del secretario de Gobernación al secretario de la Defensa Nacional
17 de diciembre de 1965, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2905.
Carta de Rafael García Travesi al diputado estadunidense Donald L.
Jackson, 25 de agosto de 1950, colección de la familia García Travesi.
Carta del embajador Hugo B. Margain al presidente de Estados Unidos, 7
de abril de 1967, White House Country File, Subject File. Biblioteca LB
Johnson (Austin), caja 8.
Carta de Pedro Ornelas Rochín a Miguel Nazar Haro, manuscrita, 13 de
abril de 1976, en expediente 21-533, legajo 1 y 2, Archivo del Cisen.
Carta de Winston Scott a Luis Echeverría, 10 de octubre de 1968,
DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2928.
Central Intelligence Agency, “Mexico”, SR-18, 24 de enero de 1951.
---, “SNIE 81-67: Security Conditions in Mexico”, 12 de octubre de
1967, Nacional Security File (NSF), Country File, México, Biblioteca LB
Johnson (Austin), caja 62.
Cisen, “Reconocimiento a la calidad y la innovación en la administración
pública Secodam-INAP. Proyecto: Servicio Ejecutivo de Información”,
México, DF, junio, 2000.
De la embajada de Estados Unidos al Departamento de Estado,
“Continued Student Unrest in Michoacán”, 16 de marzo de 1967, EDU 9-3,
Mex., Archivos Nacionales (Maryland), anexo 1, p. 2.
De ministerio público adscrito a la Jefatura de Policía a juez Cuarto de lo
Criminal del estado de Jalisco, “Conclusiones de los procesos acumulados
1136/74 que se instruyen en contra de Carlos Morales García y Socios”,
Guadalajara, Jal., 1974.
Declaración de Pedro Ornelas Rochín, 13 de diciembre de 1975, en Libro
café, investigación especial de la DFS (sobre la muerte de Carlos Ramírez
Ladewig), legajo 21-533 L-1, Archivo del Cisen.
De Freeman a Departamento de Estado, “Ref. State 186094”, 24 de julio
de 1968, POL 13-2 Mex., Archivos Nacionales, Washington.
Del cónsul encargado en Los Ángeles, Ignacio A. Pesqueira, al secretario
de Relaciones Exteriores, “Adeudos del señor Salvador Duhart M”, 1° de
diciembre de 1954, Salvador Duhart Martínez, Archivo de Concentraciones,
Secretaría de Relaciones Exteriores, clasificación decimal III/131/8557,
topográfica 25-7-18, volumen III.
Del director de la DFS al secretario de Gobernación, “Informe sobre
Carlos Bognadovic”, sin fecha (se infiere que fue terminado en los primeros
días de abril de 1947), DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 16, volumen
20, expediente II.
Del inspector PS-7 al jefe de la Oficina de Información Política y Social,
“Informe de la forma como perdió la vida el ex general Saturnino Cedillo”,
30 de enero de 1939, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 76, volumen
83, expediente 5.
Del subsecretario José Gorostiza al cónsul general en Los Ángeles,
“Regularización de gastos confidenciales”, 18 de enero de 1955, Salvador
Duhart Martínez, Archivo de Concentraciones, Secretaría de Relaciones
Exteriores, clasificación decimal III/131/8557, topográfica, 25-7-18,
volumen III.
Department of Defense Intelligence Information, “Army Participation in
Student Situation, Mexico City”, México, 18 de octubre de 1968, Nacional
Security Archives de Washington.
Dirección Federal de Seguridad, “Estado de Jalisco”, 13 de septiembre de
1976, expediente 21-533, legajos 1 y 2, Archivo del Cisen.
---., “Evolución histórica del movimiento subversivo hasta llegar al frente
revolucionario común, Liga Comunista 23 de Septiembre”, 14 de mayo de
1974, Archivo del Cisen.
---., “Homicidio. Lic. Carlos Ramírez Ladewig. Delegado del IMSS,
estado de Jalisco”, noviembre de 1975, expediente 21-533, legajo 1 y 2,
Archivo del Cisen.
---,”Panorama general”, septiembre 3, 1968, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2911.
---, “Problema estudiantil”, 21 de septiembre de 1968, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2911.
---, “Referencias sobre las diapositivas de la Dirección Federal de
Seguridad”, Subdirección operativa, 22 de abril de 1981, Archivo del Cisen.
---, “Relación del personal que colabora en esta dependencia en las
entidades siguientes”, 22 de septiembre de 1959, Fondo Gobernación,
AGN, Caja 2893.
---,”Reunión efectuada el martes 12 de abril de 1966”, Informe del
Agente “z”, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
---, “Último informe proporcionado por "Z" a las 01:05 del viernes 12-
VIII-66”, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, “Principios
fundamentales de seguridad nacional”, México, DF, 1985.
---, “Movimiento Estudiantil”, 3 de octubre de 1968, Fondo de
Gobernación, AGN, caja 1466.
“Esquema preliminar de los factores de amenaza a la seguridad
nacional”.
Forma parte de los documentos discutidos en la primera sesión del Grupo
de Trabajo de Seguridad Nacional, México, DF, 26 de abril de 1983,
Archivo de Miguel de la Madrid Hurtado.
Franco Sodi, Carlos, procurador de Justicia del Distrito y Territorios
Federales, Diploma de curso impartido por instructores de la Oficina
Federal de Investigaciones de EUA, 13 de noviembre de 1947, colección
particular.
Francoise, Tom, “The KGB Notions of Perestroika and Glasnost”, en
Glasnost Public Foundation, KGB: Yesterday, Today, Tomorrow, III
International Conference 1-3 October, 1993, Moscú, GPF, 1995.
García Travesi, Rafael, expediente clasificación decimal I/131/4791,
topográfica 31-22-7, Secretaría de Relaciones Exteriores, Archivo de
Concentraciones.
González, Guadalupe, “Estados Unidos y la seguridad nacional de
México”, seminario interno del Centro Latinoamericano de Estudios
Estratégicos (CLEE), 17 de julio 1986.
Grupo Dando, S.A., “Resultados obtenidos mediante la aplicación de una
batería de pruebas psicológicas para la Dirección Federal de Seguridad”,
México, DF, sin fecha.
Informe a la IPS, 23 de agosto de 1948, Dirección General de
Investigaciones Políticas y Sociales, Fondo Gobernación, AGN, caja 24.
Informe a la IPS, 15 de julio de 1951, Dirección General de
Investigaciones Políticas y Sociales, Fondo Gobernación, AGN, caja 25.
Informe sobre el Décimo Congreso de la UGOCM y de la CTAL de
Fernando García Márquez al director Federal de Seguridad Leandro Castillo
Venegas, 27 de abril de 1954, colección particular.
Informe sin título ni firma, 1 de febrero de 1966, Dirección General de
Investigaciones Políticas y Sociales, Fondo Gobernación, AGN, caja 2938.
Informe del director Federal de Seguridad Fernando Gutiérrez Barrios,
“Investigación relacionada con versión periodística sobre ‘Platillos
Voladores’”, 8 de mayo de 1967, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja
2859.
Informe al director Federal de Seguridad, “Partido Patria Nueva”, 25 de
noviembre de 1968, Dirección General de Investigaciones Políticas y
Sociales, Fondo Gobernación, AGN, caja 2966-A.
Informe de Luis de la Barreda Moreno, en legajo 11/221 L-1, sin fecha,
Archivo del Cisen.
Inurreta, Marcelino, expediente de agente de las Comisiones de
Seguridad 102, Fondo Gobernación, AGN, volumen 55, expediente, 16, foja
25. Memorándum, Pablo González Ruelas, 5 de octubre de 1962, DGIPS,
Fondo Gobernación, AGN, caja 2895.
Memorándum confidencial a director de IPS, septiembre de 1950,
Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), Fondo
Gobernación, AGN, volumen 24, expediente 10.
Memorándum de Cipriano Arriola a Amada Bazán, 20 de septiembre de
1938, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, volumen 82, expediente, 31, foja
4.
Memorándum de conversación, “Secretary Rogers meeting with
Presidente Echeverría. Los Pinos. May 13, 1973. 10:00-11:45”. Colección
de documentos desclasificados, Biblioteca del Congreso, Washington, DC.
Memorándum de conversación, “Secretary Rogers Meeting with
President Echeverría”, Los Pinos, 13 de mayo de 1973, Colección de
Documentos Desclasificados, Biblioteca del Congreso, Washington, DC.
Memorándum de conversación, presidente G. Díaz Ordaz, embajador
Fulton Freeman y subsecretario Thomas C. Mann, 31 de diciembre de 1965,
NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 59.
Memorándum de conversación, presidente Johnson, presidente electo
Gustavo Díaz Ordaz, embajador Carrillo Flores y Thomas Mano, 12 de
noviembre de 1964, NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson
(Austin), caja 61.
Memorándum de la embajada de Estados Unidos en México al
Departamento de Estado, “Review of Student Disturbances in Mexico in
Recent Years”, 23 de agosto de 1968, POL. 13-2 Mex, Archivos Nacionales,
Washington.
Memorándum de investigación, Departamento de Estado, “Soviet Cadre
Course for Latin American Communists”, 19 de julio de 1967, NSF,
Country File, Latin America, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 3, p. 3.
Memorándum de Rodrigo Madrazo Basauri a Amada Bazán, 2 de diciembre
de 1938, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 82, volumen 82,
expediente 31, foja 40.
Memorándum del oficial mayor al secretario de Hacienda y Crédito
Público, 7 de enero de 1970, Archivo del Departamento del Distrito Federal.
Memorándum para el presidente de James W. Symington, 26 de octubre
de 1967, NSF, Nacional Intelligence Estimates, Biblioteca LB Johnson
(Austin), caja 8-9.
Mena Alcacer, José de la Luz, “Historia del Departamento Confidencial y
deducciones sobre la labor de cada uno de los jefes que han actuado al
frente de este Departamento”, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 58,
folios 750-782.
Meyer, Lorenzo, “Seguridad nacional, seguridad del Estado y seguridad
del gobierno: perspectiva política”, seminario interno del Centro
Latinoamericano de Estudios Estratégicos (CLEE), 26 de octubre de 1986.
Oficio del general brigadier Adolfo Martinez Pérez al jefe de la Oficina
de Administración del Regimiento, 18 de abril de 1947, colección
particular. “Palabras del Lic. Eduardo Medina-Mora, director general del
Cisen durante la presentación a los medios del resultado del proceso de
evaluación del Cisen”, 19 de julio de 2001.
Programa de Estudios Estratégicos, Agua, Cisen, octubre de 2000.
PS-4 a jefe de la Oficina de Información, “Informe”, 4 de noviembre de
1938, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 82, volumen 82, expediente
31, foja 30. PS-4 a jefe de la Oficina de Información, informe sobre viaje a
la sierra, 24 de noviembre de 1938, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja
82, volumen 82, expediente 31, foja 40.
“Resumen de la investigación sobre la muerte de Carlos Ramírez
Ladewig”, en legajo 21-533-75 H-1 L-1 (c. 1976), Archivo del Cisen.
“Reunión con Víctor Rico Galán”, 16 de enero de 1967, DGIPS, Fondo
Gobernación, AGN, caja 2938.
Sánchez Vargas, Julio, Dirección General de Investigaciones Políticas y
Sociales (DGIPS), Fondo Gobernación, AGN, caja 1866.
Secretaría de Gobernación, agentes DFS 1955, Dirección de
Administración y Servicios Honorarios 2-7, expediente 7, Archivo del
Cisen. Secretario de Relaciones Exteriores a secretario de Gobernación,
“Arreglo sobre cooperación de policía con los Estados Unidos
Mexicanos”, 30 de octubre de 1947, Secretaría de Relaciones Exteriores,
Archivo de Concentraciones, clasificación decimal III/823 (73)115585.
“Situación de ‘z”’, sin fecha, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja
2938.
“Sucesos relacionados con la anunciada manifestación estudiantil”, IPS,
10 de junio de 1971, DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 1975.
Telegrama de Apolinar Ruiz Espinoza al capitán Fernando García
Márquez, 23 de abril de 1954.
Telegrama de Freeman “Assistant Secretary Gordon”, 29 de marzo de
1967,
NSF, Country File, México, Biblioteca LB Johnson (Austin), caja 60.
“Telegrama en clave del secretario de Gobernación a los cc. gobernadores
de los estados y territorios”, sin fecha aunque se estima que es de 1961,
DGIPS, Fondo Gobernación, AGN, caja 2896.
“The Canadian Security Intelligence Service. Public report 1991”
Ottawa, CSIS, 1992.
“The Need to Know. The Report of the Twentieth Century Fund Task
Force on Covert Action in an American Democracy”, Nueva York, The
Twentieth Century Fund Press, 1992.
United States Information Agency, 1964, “Some Latin American
Attitudes on Current Issues”, NSF, Country File, Latin America, Biblioteca
LB Johnson (Austin), caja 2.

ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y HEMEROTECAS CONSULTADOS


EN MÉXICO
Archivo de Concentraciones, Secretaría de Relaciones Exteriores.
Archivo General de la Nación (AGN).
Archivo Histórico. Departamento del Distrito Federal.
Biblioteca “Daniel Cosío Villegas”, El Colegio de México. Biblioteca
Nacional, UNAM.

Hemeroteca Nacional, UNAM.


ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS CONSULTADOS EN ESTADOS
UNIDOS
Archivos de Seguridad Nacional, Washington DC.
Archivos Nacionales, Washington DC (College Park, Maryland).
Biblioteca del Congreso, Washington DC.
Biblioteca Lyndon Baines Johnson, Austin, Texas.
AGRADECIMIENTOS

Esta obra tuvo una evolución tan complicada que con sus anécdotas
alguien con el don podría escribir una novela. Me conformo con
reconocer a quienes contribuyeron para hacerla posible.
En febrero de 2000 se abrió la posibilidad de que las autoridades del
Cisen me permitieran revisar parte de los archivos ahí depositados. De
ello informé puntualmente a mis editores, Consuelo Sáizar de Hoja
Editorial y a Gian Carlo Corte y Ariel Rosales de Grijalbo Mondadori,
quienes me alentaron y apoyaron constantemente entendiendo, siempre,
la peculiaridad de la investigación. Fue tanta su confianza que aceptaron
que, para que los materiales fueran manejados con la mayor discreción
posible, el libro se editara en las instalaciones de Hechos Confiables,
donde también se elabora el Almanaque Mexicano que edito.
La coordinadora del esfuerzo fue María Yolanda Argüello Mendoza,
quien tuvo el respaldo de Alejandro Cabello Alcérreca, Marisela
Alcántara Pérez y Sergio Arredondo Méndez. También participó Andrea
Ramírez Sánchez (estudiante de relaciones internacionales del Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, quien así completó
parte de su servicio social). En sólo un mes y medio realizaron con gran
profesionalismo la corrección de estilo, la diagramación y, en suma, la
producción editorial del libro. Fue un trabajo tan bien sincronizado y
eficiente que terminé el último capítulo dos días antes de que el libro
fuera enviado a la imprenta. La experiencia fue grata porque, cosa rara,
en lugar de la tensión y los gritos inevitables se generó un ambiente de
buen ánimo que compensó la densidad de algunos materiales.
Simultáneamente, diversas personas colaboraban en otros aspectos de
la obra. Enrique Cervantes se encargó de rescatar fotos en el Archivo
General de la Nación, Carlos Hernández Fonseca hizo lo mismo en El
Informador de Guadalajara, Roberto González Castañeda y Ulises
Castellanos en Proceso, Eduardo Navarrete en Reforma, y Daniel
Schwebel Ranserberg (Canal 11) proporcionó la fotografía de la solapa.
Miguel Andrade capturó y mejoró diversas .imágenes (otras fueron
trabajadas por Alejandro Cabello) y elaboró sucesivas portadas hasta
lograr la definitiva (Azucena Jiménez de Grijalbo-Mondadori le dio los
toques finales).
La investigación para el libro se inició en 1998, cuando Ángeles
Magdaleno comenzó una larga etapa de inmersión en el Fondo
Gobernación del Archivo General de la Nación. Ella rescató un buen
número de los documentos que aparecen citados en el texto. También
colaboraron en la investigación Óscar Becerra Pérez y Sergio Arredondo
Méndez quien se concentró en la Biblioteca “Daniel Cosío Villegas” y
en la Hemeroteca Nacional. Como siempre, Doris Arnez revisó
incansablemente las muchas versiones de los capítulos y Joaquín Zárate
trasladó los materiales de un lado a otro.
Realicé docenas de entrevistas, algunas de las cuales tuvieron un
cariz especial. Tal sería el caso de la familia de Alicia de los Ríos
Merino en Chihuahua y de Jesús Morales Hernández y María Mora
viuda de Pérez en Guadalajara. Ellos tuvieron la paciencia de
explicarme la experiencia de quienes tomaron las armas y el drama de
tener un familiar desaparecido. Igualmente invaluables fueron las
conversaciones mantenidas con Jorge Carrillo Olea y José Luis
Calderón Arozqueta, profesionales de la inteligencia que (al igual que
otros) confiaron en mi profesionalismo como académico. En El Colegio
de México, Lorenzo Meyer (maestro y amigo) fue siguiendo con interés
los senderos que tomó la investigación.
Finalmente, el trabajo no hubiera adquirido la profundidad que tuvo
sin la buena disposición del secretario de Gobernación, Santiago Creel
Miranda y del director general del Cisen, Eduardo Medina Mora.
Ambos comprendieron la importancia del proyecto y me renovaron, en
el 2001, la autorización para seguir revisando el archivo del Cisen, me
facilitaron además algunas de las fotografías que aparecen en la obra.
Adolfo Aguilar Zinser, por su parte, me dio una perspectiva muy amplia
sobre los planes que tiene el nuevo gobierno para renovar la teoría y la
práctica de la seguridad nacional. Los tres funcionarios mostraron su
compromiso con la transparencia.
Ninguno de los arriba mencionados comparte la responsabilidad de la
interpretación de los materiales que obtuve y de las entrevistas que
realicé para este libro, mismo que sufrí pero que también disfruté
porque, además de incursionar en terrenos ignotos, reiteré que en el
pasado residen las claves para construir el futuro.

Tepec, Morelos, 20 de agosto de 2001.


LISTA DE SIGLAS, ACRÓNIMOS Y ABREVIATURAS

AGN: Archivo General de la Nación


CIA: Agencia Central de Inteligencia (EUA)
Cisen: Centro de Investigación y Seguridad Nacional
Cesid: Centro Superior de Información de la Defensa (España)
CNC: Confederación Nacional Campesina
CNDH: Comisión Nacional de Derechos Humanos
CNH: Consejo Nacional de Huelga
CTM: Confederación de Trabajadores Mexicanos
DDF: Departamento del Distrito Federal
DEA: Agencia Antidrogas (EUA)
DFS: Dirección Federal de Seguridad
DGIPS: Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales
Disen: Dirección de Investigación y Seguridad Nacional
EMP: Estado Mayor Presidencial
EPR: Ejército Popular Revolucionario
ERP: Ejército Revolucionario del Pueblo
ERPI: Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente
EZLN: Ejército Zapatista de Liberación Nacional
FBI: Oficina Federal de Investigaciones (EUA)
FEG: Federación de Estudiantes de Guadalajara
FER: Frente Estudiantil Revolucionario
FLN: Fuerzas de Liberación Nacional
FRAP: Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo
FREU: Frente Revolucionario de Estudiantes Unidos
INAP: Instituto Nacional de Administración Pública
IPN: Instituto Politécnico Nacional
ITAM: Instituto Tecnológico Autónomo de México
KGB: Comité para la Seguridad del Estado (URSS)
MAR: Movimiento de Acción Revolucionaria
Mossad: Instituto para la Inteligencia y Misiones Especiales (Israel)
MRP: Movimiento Revolucionario del Pueblo
ONU: Organización de Naciones Unidas
OSS: Oficina de Servicios Estratégicos (EUA)
PA: Partido Agrarista
PAN: Partido Acción Nacional
PC: Partido Católico
PCM: Partido Comunista Mexicano
PDLP: Partido de los Pobres
PFC: Policía Federal de Caminos
PFP: Policía Federal Preventiva
PGR: Procuraduría General de la República
PJDF: Procuraduría de Justicia del Distrito Federal
PJF: Policía Judicial Federal
PL: Partido Laborista
PNR: Partido Nacional Revolucionario
POZ: Partido Obrero Zapatero
PPS: Partido Popular Socialista
PRD: Partido de la Revolución Democrática
PRI: Partido Revolucionario Institucional
PROCUP: Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del
Pueblo
PSR: Partido Socialista Revolucionario
PSUM: Partido Socialista Unificado de México
Secodam: Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo
Sedena: Secretaría de la Defensa Nacional Segob: Secretaría de
Gobernación
Sepomex: Servicio Postal Mexicano
SRE: Secretaría de Relaciones Exteriores
SSP: Secretaría de Seguridad Pública
UGOCM: Unión General de Obreros y Campesinos de México
UNAM: Universidad Nacional Autónoma de México
USIS: Servicio de Información de los Estados Unidos

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