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Las propuestas de periodización del latín han sido muy numerosas: latín arcaico (700 a.C.
– 325 a.C.), latín antiguo (325 a.C. – 120 a.C.), latín clásico (120 a.C. – 250 d.C.), latín
vulgar (250 d.C. – 600 d.C.), latín de transición (600 d.C. – 850 d.C.). Sin embargo, esta
teoría retrasaría la muerte del latín hasta mediados del siglo IX. Además, para muchos
autores la etiqueta de “latín vulgar” se usa para marcar un momento cronológico concreto,
sin embargo, sería más bien la lengua hablada durante todos esos siglos, propia de la
inmediatez comunicativa (u oralidad). A esto se suma el problema de la continuidad
latín-romance, uno de los problemas clásicos de la periodización del latín. Es un
problema muy grande, no solo por los indicios que tenemos de la aparición de las lenguas
romances en la Edad Media, sino también porque tenemos datos certeros de la
perdurabilidad del latín, lo que significa que no podemos hablar de la desaparición del
latín, ni siquiera en etapas en las que ya tenemos escritura romance. Tampoco debemos
pasar por alto la influencia del latín en las lenguas romances, y viceversa. El latín, como
lengua de cultura (lengua propia del ámbito de la distancia comunicativa), siguió
influyendo en la evolución del romance (cambios de arriba abajo). El latín siguió
influyendo, incluso cuando ya se hablaba y escribía en lenguas romances. Sin embargo,
la influencia también vino desde las lenguas romances hacia el latín.
Así, si partimos de este modelo para la disposición de ejemplos concretos, una variante
léxica como cras “mañana” opuesta a demane o maneana, no representaría una oposición
entre el latín vulgar y el clásico, puesto que cras, como variante no marcada, podría
también ser usada en discursos propios de la inmediatez comunicativa. La forma verbal
HABEO podría asociarse a diversas variantes fonéticas, unas marcas a un lado y otro lado
del continuum (en el ámbito de la distancia comunicativa [‘habeo] y en la inmediatez
comunicativa [‘aBjo], mientras que la estándar [‘abeo] podría ser usada en cualquier
punto del continuum.
La etiqueta de latín vulgar impide entender que el latín hablado en sentido concepcional
no solo corresponde al que denominamos “ámbito de la inmediatez comunicativa”, sino
también a la variedad estándar del latín en cada uno de los períodos variacionales que
quepa establecer; de ahí la enorme confusión provocada por un término que nos hace
olvidar, además, que los diferentes tipos de variaciones paradigmáticas, también en latín,
están estrechamente vinculadas e interaccionan entre sí.
2.1. La diferenciación geográfica del latín
La mayoría de los latinistas y romanistas concuerda en que el latín, a lo largo y ancho del
Imperio Romano, debió de estar sometido a diferencias de índole diatópica. La propia
epigrafía de época republicana da cuenta ya de particularismos geográficos, si bien en
muchos casos se ha exagerado su representatividad. Adams sostiene que esta variedad
dialectal republicana ha de explicarse teniendo en cuenta que, tanto las formas esperables
en las inscripciones como las no esperables, son más frecuentes fuera de Roma porque,
en conjunto, existe más material epigráfico de fuera del as urbs que de la metrópoli.
Otro problema reside en la confusión de tipos de variación. Puesto que sol es posible
trabajar sobre testimonios escritos, no siempre resulta fácil distinguir variedades
diatópicas de otras clases de variación. Por ejemplo, la oposición entre CABALLUS
“caballo de carga y tiro” y EQUA “femenino de EQUUS, palabra más general para
designar al caballo”, se cita como ejemplo de variación en la península ibérica, pero,
según Adams, era una distinción perteneciente al registro informal de todo el Imperio. La
idea de las áreas periféricas o laterales planteada por Bartoli (1925), que ha venido
repitiéndose en manuales, incluso en los más recientes, plantea que las zonas dialectales
de la Romania situadas en la periferia compartirían características comunes debido a su
supuesta naturaleza lingüística arcaizante y conservadora, frente a las áreas centrales, de
carácter más innovador. Las áreas centrales son las más cercanas a la metrópoli, núcleo
social, político y administrativo del imperio, donde existía una comunidad lingüística más
numerosa y heterogénea y donde las innovaciones, basadas en la expresividad (metáfora,
metonimia, contaminación semántica, etc.) o en las particularidades discursivas de ciertos
grupos sociales, religiosos e intelectuales, se transmitirían con mayor facilidad y rapidez.
Por el contrario, las áreas marginales se caracterizarían por una menor capacidad de
innovación, seguramente motivada por la presión normativa de la escuela en zonas que
no participaban cotidianamente del modelo idiomático representado por Roma, pero
también por la supuesta dificultad de transmisión de las innovaciones entre grupos
poblaciones alejados y no tan bien conectados geográficamente como los núcleos urbanos
de las áreas centrales, aspecto discutible dada la nutrida infraestructura viaria de la antigua
Roma.
Ejemplos fundamentalmente léxicos han servido para argumentar la teoría de las áreas
periféricas, por ejemplo, los herederos de CAPUT/CAPITIA se dan e las lenguas
iberorromances y en el rumano, mientras que la mayoría de los dialectos galorromances
e italorromances presentan derivados del latín TESTA. La inconsistencia de la teoría de
las áreas periféricas se manifiesta en muchos ejemplos de Tagliviani. De hecho, Iliescu
(1987) ha realizado un análisis estadístico exhaustivo del léxico románico y ha
demostrado que el rumano es la lengua más innovadora, mientras que Italia, Galia e
Hispania presentan un porcentaje de innovaciones muy similar, siendo de hecho más
elevado en la iberorromania, para desmentir por completo la teoría de las áreas laterales,
constata además que Hispania y Dacia no presentan ningún ejemplo de conservación
exclusiva común.
Con todo, algunos testimonios sí dan cuenta de ciertos rasgos caracterizadores del latín
hablado en Hispania, o al menos se prestan a una interpretación en clave diatópica. En las
inscripciones, sobre todo en las tardías, se representan algunos fenómenos que suponemos
que son producto de las tendencias evolutivas del latín vulgar general y del hispano en
particular. Las apreciaciones metalingüísticas de autores clásicos como Plinio, Columela,
Tácito, Marcial, Séneca, etc., son también de enorme importancia para conocer las
particularidades, fundamentalmente léxicas, del latín hispano.
Dichas particularidades han sido relacionadas con factores de condicionamiento del latín
de Hispania que motivarían una diferenciación más o menos clara respecto al latín de la
metrópoli:
Adams insiste en que, por definición, un arcaísmo es un elemento que fue corriente en la
lengua en un determinado momento perro que cae en desuso, a veces sobreviviendo en
determinados registros especializados tales como el lenguaje legal o el religioso. Adams
intenta delimitar claramente las características de ciertos arcaísmos regionales como los
hispanos, para evitar caer en la tentación de catalogar como regionalismos determinados
por la fecha de ocupación romana términos que, habiendo llegado a Hispania o Cerdeña
en boca de los primeros habladores del latín, continuaron usándose en todas partes incluso
varios siglos después de la venida de esos primeros colonizadores. En este sentido, el
arcaísmo hispano debería cumplir tres requisitos: atestiguarse en época temprana (es
decir, republicana), no estar documentado en ningún otro lugar y sobrevivir únicamente
en lenguas iberorromances. Adams se cuestiona el arcaísmo de ciertas voces hispanas
como MAGNUS ‘grande’ y COMEDERE ‘comer’, que, según él, son solo regionalismos
o arcaísmos hispanos desde una perspectiva teleológica, puesto que eran palabras
generales en el latín clásico.
El osco se parece más al latín que a otras lenguas indoeuropeas, pero también difiere más
de él que el griego respecto a sus dialectos. Es una lengua no muy documentada, solo
conservamos unas 200 inscripciones de las cuales la mitad son nombres propias o
fragmentos de palabras. En lo que atañe a la supuesta influencia del osco en Hispania, la
mayoría de los fenómenos aducidos son de evolución medieval, lo que exigiría recurrir a
la idea del estado latente de Menéndez Pidal para explicar su efecto en la conformación
de los romances peninsulares.
Sobre el topónimo Huesca, M. Pidal habla de una posible etimología Osca, que haría
alusión al origen dialectal ítalo-meridional de sus fundadores, si bien hoy día la hipótesis
más probable es que se trate de una voz originariamente ibérica.
Por lo que respecta al plano fonético, la crítica principal reside en que se mencionan
rasgos que se aplican al osco, pero nos e sabe si realmente pertenecen a esta lengua. Por
ejemplo, la reducción del grupo /mb/ no solo se da en la Iberorromania, sino también
donde no hubo oscos, pero, por otra parte, la reducción del grupo /nd/ se produce por
asimilación, que se da en lenguas romances y no romances (en zonas donde no se supone
sustrato osco-umbro).
Sobre la influencia del osco en el sistema vocálico del latín vulgar, Adams opina que no
tiene fundamento. Tampoco ha convencido la supuesta influencia en la morfología, sobre
todo en la arcaica: nominativos singulares en -i, que pueden ser no más que una
abreviatura, o nominativos plurales en -eis, que pueden explicarse como evolución directa
del indoeuropeo.
Por último, hay que aludir a los datos escritos para concluir que es posible que haya
osquismos epigráficos puntuales, que no tienen por qué reflejar un estadio de lengua viva:
como la i por e ante r (tirram en lugar de terram; siruando en lugar seruando); aparentes
síncopas de vocales finales, si es que se no se trata de abreviaturas (secundins en lugar de
secundinus; marins en lugar de marinus).
Cuando hablamos del peligro de las fuentes debemos tener en cuenta que la escritura
siempre impone un filtro, por mucho que se intente recrear el sistema oral, siempre se
debe tener en cuenta el filtro impuesto. Hay que tener en cuenta que no existen textos de
latín vulgar, no hay ningún testimonio que nos de toda la información sobre el latín vulgar,
solo tenemos textos en los que muy esporádicamente podemos encontrar elementos
vulgares. Otro elemento para tener en cuenta es el problema de la datación, ya que muchos
testimonios que vamos a ver parece que se escribieron en una época determinada
(considerados testimonios de latín vulgar), pero el testimonio que hemos conservado
normalmente es bastante posterior. Por tanto, estos testimonios no reflejan con claridad y
exactitud el estadio lingüístico del latín vulgar. Otro problema es el del estereotipo, es
decir, incluso en testimonios que pueden parecernos pensar que son orales existe una
tradición de escritura que puede no representar la realidad oral de esa época.
• Mulomedicina Chironis: tratado de veterinaria del siglo IV, que también incorpora
algún vocabulario o expresión que se ha caracterizado como propio del latín
vulgar.
• Peregrinatio Egeriae: diario donde una monja va contando las diferentes etapas
de un viaje. La parte que más nos interesa es cuando llega a Palestina y empieza
a ver todas las referencias que había estudiado en la Biblia. Proporciona datos
interesantes sobre diferentes tendencias evolutivas del latín. El texto es del siglo
IV, pero como ocurre con el Appendix Probi, el manuscrito que nos ha llegado es
más reciente, de dos siglos después. Testimonio tardío.
• Inscripciones: sobre todo las inscripciones particulares, las que no han sido
promovidas por el poder del imperio. Como testimonio tardío, en el caso de
España, también se mencionan como fuentes de latín vulgar las pizarras visigodas.
• Palabras latinas que nos han llegado a lenguas no romances: por ejemplo, el
latinismo “Kaiser” de una lengua germánica, nos da prueba de un fenómeno que
todavía se estaría produciendo en una lengua hablada, y es que todavía no se
habría producido la palatalización de la velar cuando se incorpora el préstamo.
• Lenguas romances: son una especie de fuente reconstructiva del latín vulgar,
podemos reconstruir el latín vulgar a partir de formas de las lenguas romances.
Por otro lado, la caída del sistema cuantitativo provoca que el acento se fonologice, es
decir, adquirió un valor distintivo. Parece existir un acento asociado a la cantidad
vocálica. Esta fonologización del acento tiene consecuencias fonéticas importantes:
síncopa, que es la caída de una vocal en sílaba átona, ya que, al haber sílabas pronunciadas
con más intensidad, las que se pronuncian con menos intensidad pueden sufrir el
fenómeno de la síncopa. Una consecuencia de la fonologización del acento es la tendencia
antihiática, es decir, que los hiatos (muy frecuentes en latín porque solo existían 3
diptongos en latín AE, OE, AU) se convertían en diptongos; los desplazamientos
acentuales; también en latín vulgar es frecuente la reposición del acento griego en
préstamos.
- Vocalismo
En el latín vulgar teníamos el llamado sistema vocálico del latín vulgar, compuesto de 7
vocales tónicas y 5 átonas, excepto en las átonas finales (a final de palabra) que teníamos
3. Este es el sistema que según los expertos estaría ya vigente a partir del siglo VI.
- Consonantismo
• Grafía /h/: empezando por la aspiración, suponemos que hubo aspiración de h-
inicial en épocas tempranas del latín (República), pronunciación propia de las
clases altas de la sociedad. Sin embargo, esta aspiración desapareció bastante
rápido. Hace que vayan desapareciendo de la lengua hablada pares mínimos que
habían existido en latín, dando lugar a homofonía (coincidencia en la
pronunciación de dos palabras que se escriben de forma diferente y tienen distinto
significado): ABEO/HABEO, ORA/HORA. En la Edad Media en el ámbito escolar
se habría recuperado la aspiración, lo que explicaría evoluciones como
ANNIHILARE > aniquilar (cambio de arriba abajo).
• QU- / GU-: los fonemas labiovelares pierden el apéndice labial /w/, la wau.
Ejemplos: QUINTU > quinto, QUEM > quien, QUINQUE > cinco.
/s-/ sibilante en posición inicial, apicoalveolar. No está claro cual sería el punto de
articulación concreto de la sibilante latina. La mayor parte de los latinistas piensan
que era una sibilante más bien de tipo dental, pero lo que sí sabemos es que en
latín es frecuente que tengamos palabras que empiezan por una /s-/ a la que
denominamos “líquida”. En estos casos esta /s-/ no formaba parte de una sílaba
aparte de la consonante siguiente, sino que la sílaba a la que pertenecía esa
fricativa era la misma que la de la consonante siguiente. Por ejemplo: S/CHŎ /LA
está mal y SCHŎ /LA está bien. Esto supone una anomalía fonética porque
normalmente una sílaba empieza por el elemento más cerrado y luego se abre. esta
combinación era un tanto problemática en algunas áreas de lo que fue el Imperio
Romano y se produjo una solución fonética para esta combinación consonántica
extraña: el desarrollo de una vocal protética que ya sí iba a provocar que esa
sibilante formara parte como consonante implosiva de una sílaba más en la
palabra. Por ejemplo: SCHŎLA> [es/kwéla] > escuela. Por tanto, es de suponer
que el desarrollo de estas vocales protéticas en la mayoría de las palabras que
empiezan por una /s-/ en latín se debió́ haber cumplido ya hasta el siglo V. a. C.,
es decir, fue un cambio relativamente temprano.
También debemos tener en cuenta lo que ocurre con la sibilante en posición final
(tratamiento de /-s/), la cual no se pierde en todas las lenguas romances. Esta es
una de las diferencias para distinguir entre la Romania occidental y la oriental.
Esa sibilante final se pierde como marca de número en la segunda zona.
La dental final /t-/ tiende a desaparecer ya desde antiguo y la prueba está en las
formas de tercera persona del plural. Por ejemplo: frente a una forma AMAT del
latín, tenemos en castellano “ama”. En algunas lenguas romances peninsulares se
ha supuesto su conservación más duradera (tema de las glosas). También en
algunas formas propiamente latinas tenemos casos de grafías vacilantes cuando la
/- t/ está en esa posición final. Por ejemplo: en latín tenemos la preposición AD
(dirección), pero también tenemos la conjunción AT (“pero”), que significan cosas
distintas. En textos latinos tardíos vemos que pueden aparecer ambas formas para
la misma función, es decir, se percibe cierta confusión en la escritura de estas
formas. Este tipo de confusiones con las grafías nos indica una neutralización en
posición implosiva, es decir, no tienen por qué significar que se da un
ensordecimiento o una sonorización. Son grafías que el escriba que no conoce
bien la tradición escritural latina tiene a su disposición para escribir un sonido que
en esa posición se neutraliza. *Neutralización: consiste en la eliminación de la
oposición (diferencia) entre dos fonemas en un determinado contexto. El resultado
es el archifonema.
La metátesis de /-r/: la vibrante sufre con mucha frecuencia este fenómeno, ya que
es un sonido bastante inestable en su evolución. En muchos casos hay que recurrir
a esta explicación para aclar por qué en latín la vibrante está en un lugar que no
es el mismo que en romance. Ejemplos: QUATTUOR > cuatro; SUPER > sobre.
3.1.2. Aspectos morfosintácticos
- Morfología nominal
• Desaparición del neutro latino: es un fenómeno que tendrá una repercusión
notable en las lenguas romances, pues en ninguna de ellas existe el género neutro
como tal (sí tenemos restos de este género y contextos donde ciertas formas
lingüísticas pueden ser asociadas a este género). El fenómeno de desaparición va
a tener lugar a partir de la asimilación del género neutro al género masculino, ya
que los neutros de la 2ª declinación tenían un nominativo y un acusativo acabado
en -um y los masculinos de la 2ª declinación tenían un nominativo en -us y un
acusativo en -um. Por tanto, no debe extrañar que los casos de neutro, que eran
menos abundantes que los casos de masculinos, se acaben asimilando con las
formas de género masculino. Así, tenemos ejemplos tempranos en textos latinos:
horreus en lugar de HORREUM; munimentus en lugar de MONUMENTUM;
gimnasius en lugar de GYMNASIUM.
Por otro lado, los neutros plurales acabados en -a se asimilan a las formas
nominales donde esta vocal es más frecuente en las desinencias, es decir, con las
formas de la primera declinación que en su mayoría eran femeninas. Por ello, en
castellano tendremos formas femeninas que en su origen eran neutros plurales.
Ejemplo: de FOLIUM pasamos a FOLIA > hoja.
Por tanto, vemos que la tendencia es asimilar los neutros singulares al masculino
acabado en -us, mientras que para los neutros plurales la tendencia es asimilarlos
al femenino acabado en -a.
• Colapso del sistema casual latino: a causa del colapso de las declinaciones,
tenemos un colapso en el sistema de casos latinos. Una vez que se pierde el
sistema cuantitativo, el nominativo y el vocativo se confunden. Este proceso va a
ser largo, pero suponemos que en la lengua hablada ya se habría cumplido para
finales de este siglo.
• Eliminación progresiva del comparativo y del superlativo sintético: las formas
comparativas y superlativas del latín son sintéticas, es decir, se construyen
mediante un sufijo. Por ejemplo: el sufijo superlativo del adjetivo ALTUS es
ALTISSIMUS. La tendencia tendencia del LV consistirá en sustituir las formas
sintéticas por formas analíticas. Por ejemplo: ALTISSIMUS > MAGIS ALTUS
(síntesis > análisis).
- Morfología pronominal
• Tendencias analógicas: un fenómeno muy documentado ya en testimonios tardíos
es el de la analogía. Por ejemplo, en muchísimos textos se encuentra la variante
IPSUD, en lugar del clásico IPSUM, por analogía con otros pronombres que
tienen una dental en posición final: ILLUD, ID, ALIUD, etc. Más analogía es
MIBI, en lugar de MIHI (dativo de EGO), por analogía con TIBI.
Algo parecido ocurre con otros dos pronombres latinos que designan la totalidad
OMNIS y TOTUS. Pasa más o menos lo mismo, ya que OMNIS es la palabra
general para designar la totalidad, mientras que TOTUS tenía un significado más
específico. Sin embargo, la palabra más frecuente en latín acaba perdiendo su
significado en TOTUS y termina desapareciendo.
• Inestabilidad de los verbos deponentes: verbos que tienen morfología pasiva pero
significado activo. Hay quien dice que en esa desaparición se potencia el uso de
formas reflexivas o el uso de formas activas sinónimas. Por ejemplo: el verbo
HORTOR (con terminación de forma de pasiva), sin embargo, tiene un significado
de forma activa “arengar”. En LV van a ser desaparecer por formas activas:
COMMONEO, que significa “arengar” también.
Por lo que respecta al futuro perfecto (AMAVERO > habré amado) tiende a
desaparecer. Pero en el caso de Hispania sabemos que se conserva con más fuerza
porque tenemos formas verbales derivadas de este paradigma del futuro perfecto.
- Sintaxis
SINTAXIS NOMINAL
• Concordancia: hay que tener en cuenta que la desaparición de la /-s/ del
nominativo singular es bastante recurrente, sobre todo porque la /-s/ se regulariza
para designar el plural. Sin embargo, en los textos del latín de Hispania la -s del
nominativo singular se conserva de manera bastante regular. Lo que sí vemos son
confusiones que evidencian la sintaxis, por ejemplo, en algunas inscripciones
vemos cosas como esta: POLLENTIUS, DONATUM ET MAXIMUM (vemos
que no hay concordancia en cuanto al caso, ya que encontramos una forma de
nominativo singular junto con formas de acusativo, evidenciando ese colapso de
casos del que ya habíamos hablado).
• Confusiones casuales: el colapso del sistema casual hace que sean visible muchas
confusiones de caso en los textos. Vemos una convivencia entre el sistema casual
y el sistema de preposiciones documentado incluso en la toponimia. Ejemplos
como VILLA DE GOTHOS > Villagodos // VILLA GOTHORUM > Toro.
SINTAXIS PRONOMINAL
• Aumento de uso: los pronombres personales y posesivos aumentan en frecuencia
en LV. En latín priman los enunciados elípticos (es una lengua pro-drop, es decir,
que no necesita del pronombre personal para conocer el referente) porque en la
mayoría de los casos se sobreentiende el referente. Sin embargo, en LV
asistiremos a un aumento de uso de estos pronombres en los textos (EIUS, SUUS).
En francés hay una obligatoriedad de usar el pronombre, proveniente del uso de
ille, is, iste en LV.
• Creación de verbos reflexivos: en latín había pronombres y construcciones
reflexivas con verbos transitivos (ME AMO), lo que no tenemos es construcciones
de este tipo con verbos intransitivos: necesitamos indicar el proceso antes de llegar
al estado que indican algunos verbos (SEDEO – ME SEDEO). Es novedad del
LV:
SINTAXIS VERBAL
• Régimen verbal: en latín existen verbos cuyo complemento se construye con casos
concretos (UTOR + abl., STUDEO + abl. > ac.: ejemplo del colapso del sistema
de casos en latín).
SINTAXIS ORACIONAL
Los textos vulgares, en muchos casos, se caracterizan por un tipo de sintaxis poco
compleja, es decir, en general, en los textos latino-vulgares predomina la parataxis
(coordinación). Vamos a ver cambios relacionados con estos dos tipos de nexos: nexos
completivos y nexos adverbiales.
- Nexos completivos: la conjunción más habitual y conocida entre los estudiantes del
latín es UT, que significa ‘que’, pero puede aparecer en latín clásico en muchos
contextos: oraciones completivas, adverbiales, temporales, concesivas... es una
conjunción que tenía una gran polivalencia en latín. Lo que vamos a documentar en
latín vulgar es un descenso de uso de esta conjunción UT con respecto al latín clásico.
La conjunción que va a sustituir a UT en contextos de uso va a ser QUOD, se va a
usar mucho más habitualmente en latín vulgar de lo que se había usado en latín
clásico. Se va a utilizar con un valor completivo y causal y sus usos funcionales van
a aumentar → contextos temporales, comparativos, concesivos.
Hay una serie de nexos adverbiales muy frecuentes en el latín clásico que van a
terminar desapareciendo: QUAMUIS, QUONIAM. Hay otras que se van a mantener,
como QUANDO, QUOMODO, QUIA > ca (porque) conjunción que será́ la más
habitual en el castellano medieval.
- Léxico
La mayor parte del léxico de las lenguas romances es de origen latino. Algunos estudios
dicen que más de los 2/3 del vocabulario de las lenguas romances es de origen latino. Se
dan cambios en formas habituales en LC y que dejan de serlo en latín tardío, cambios de
significados, etc. En el léxico hay mucho cambio también por expresividad (cambios de
abajo arriba y arriba abajo).
Ejercicios
(2) ¿En qué consiste el rasgo de occidentalidad que se ha atribuido al latín de Hispania?
Línea imaginaria: Spezia-Rimini. Todo lo que está al norte de esa línea es lo que se
considera la romania occidental, mientras lo que está al sur y al este es la romania
oriental. La PI pertenecería a la Romania oriental, ya que está al oeste de esa línea.
Las lenguas romances que evolucionan desde la iberomania comparten
características con lenguas de esas zonas: lenición céltica por ej.
(5) ¿En qué sentido el modelo del espacio variacional histórico-idiomático propuesto por
Koch y Oesterreicher nos ayuda a comprender el concepto de ‘latín vulgar’?
El término ‘latín vulgar’ ha sido muy escurridizo y discutido. De forma que ese
modelo del espacio variacional de Koch y Oesterreicher divide un espacio para la
inmediatez comunicativa y otro para la distancia comunicativa, lo cual nos ayuda a
comprender que el concepto de ‘latín vulgar’ estaría más bien dentro de la inmediatez
comunicativa y las formas estándares. El latín es una lengua con un espectro
variacional amplio que va desde la inmediatez a la distancia, como cualquier otra
lengua.
La teoría de las áreas periféricas dice que las lenguas centrales se parecen más entre sí,
mientras que las zonas que están más alejadas se parecerán más entre ellas también, ya
que recibirían menos la influencia del imperio (que estaba en el centro). Es una corriente
teórica planteada por Bartoli (1925), que defiende que las zonas dialectales de la Romania
situadas en la periferia (Hispania y Dacia) compartirían características comunes, debido
a su supuesta naturaleza lingüística arcaizante y conservadora, frente a las áreas centrales
de carácter más innovador. Las áreas centrales están más cercanas a la metrópoli, núcleo
social, político y administrativo del Imperio, por ello habría una comunidad lingüística
más numerosa y heterogénea, donde las innovaciones se transmitirían con mayor facilidad
y rapidez. Las áreas marginales se caracterizarían por una menor capacidad de
innovación, seguramente motivada por la presión normativa de la escuela y por la
dificultad de transmisión de innovaciones entre grupos poblacionales alejados de la
metrópoli.
*Primer mapa*
Vemos que en la zona del centro tenemos derivados de “testa”, pero en las zonas
marginales encontramos las zonas más conservadoras porque han mantenido la variable
más parecida del latín (CAPUT).
*Segundo mapa*
Sin embargo, en este mapa las zonas periféricas no tienen una solución común. En la
iberomania tenemos un derivado del helenismo “thius”, mientras que en la dacia tenemos
“unchiu”, derivada de lo más antiguo en el latín AVUNCULUS. Además, la Romania
central coincide con la periferia iberomania.
*Tercer mapa*
Aquí tenemos la forma más conservadora en iberomania, mientras que en la dacia
encontramos una forma más innovadora.
Estos mapas demuestran que la teoría de las áreas periféricas no se sostiene.
(1) Si nos pusiera este texto en el examen tendríamos que hablar de la influencia del
sustrato, de la estratificación social de los hablantes (variedad diatópica), de cómo
hay que considerar el concepto de ‘latín vulgar’ como un latín con un espacio
variacional propio con distintas variedades diafásicas, diastráticas y diatópicas. El
autor nos habla de que ninguna lengua es homogénea y esto se debe a que cada
lengua desarrolla su espacio variacional propio, dando lugar a diferentes lenguas
en función de las lenguas de sustrato habladas en cada zona.
(2) Este texto nos habla de lo mismo. Defiende que el latín hablado no es ningún
dialecto, se critica la visión de latín vulgar / hablado como perteneciente a una
determinada zona, sino que es un conjunto de dialectos locales. Sin embargo, no
es apropiado de esta cita que se diga que el latín clásico es un dialecto. El latín
clásico deberíamos considerarlo como una variedad escrita del latín, propia del
ámbito de la distancia comunicativa. Todo cabe dentro de ese espacio variacional,
podríamos llamarlo todo como “latín”, sin diferenciar entre el clásico y el vulgar.
(5) Se ha propuesto una terminología muy diversa para lo que suponemos que es lo
mismo. Hablar de la propuesta del espacio variacional, donde no es necesario
aludir a todos estos términos, nos basta con hablar de latín como lengua histórica
y su convergencia entre inmediatez y distancia.
(6) No podemos considerar al latín vulgar como una etapa, no se trata de una cuestión
cronológica, sino como una cuestión de variación general. Se trata de dos niveles
diferentes, con el latín vulgar tenemos las variedades diatópicamente bajas y con
el latín clásico tenemos variedades no marcadas.
Texto escrito en latín, que se sitúa en torno a una cena entre amigos. En este texto los
elementos vulgares aparecen conscientemente para caracterizar a los personajes, mientras
que los elementos vulgares que aparecen en la Peregrinatio aparecen de una forma mucho
más arbitraria. Características:
• Orden de las oraciones: en ocasiones el verbo no está al final “qui potes loquere”,
“scimus te”, “habebis ad latus servulum”, por ej.
• Fenómeno morfológico muy evidente del LV: uso del verbo deponente loquor,
que tiene una forma pasiva y un significado activo. Aquí se están usando formas
morfológicas activas con un verbo deponente.
• Apego del LV hacia las formas diminutivas. Parece que en los testimonios
vulgares y tardíos aparecen con mucha más frecuencia formas diminutivas que en
LC. Se empleaban para ampliar el cuerpo fonético de la palabra, por ejemplo,
frente a una palabra como OVIS (palabra con dos sílabas, con muy escaso cuerpo
fonético), el LV se va a formar la forma OVICULA > “oveja”. Lo mismo ocurre
con APIS (forma con escaso cuerpo fonético), que acabó siendo sustituida en LV
por APICULA(M) > “abeja”. Otras veces los diminutivos se utilizaban para
introducir alguna diferencia semántica respecto de la forma no derivada, por
ejemplo, de ROTA (“rueda”) se crea la metáfora anatómica de ROTELLA >
“rodilla”. Sufijos con mucha extensión en LV: -(C)ULUM, -ELLUM. Ejemplos
del texto: SERVULUM (“siervo pequeño”), CASULAS (“casa pequeña”).
• Elemento gráfico-fonético que puede relacionarse con tendencias del LV: del
consonantismo no hay mucho de lo que hablar, pero sí del vocalismo. En la línea
6 encontramos CICARO, en lugar de CICERO. Alteración vocálica por contacto
con una vibrante.
• “et dixi quia mustela comedit” tenemos el nexo QUIA para expresar una
completiva. Las oraciones completivas en LV ya no se emplean tanto con UT o
infinitivos (“dixi mustela comedere” > dije que el hurón se lo había comido), sino
con QUIA, QUOD.
• “caput de tabula non tollit” > no levanta la cabeza de la mesa. Extensión de uso
de la preposición DE, en LC indicaba un movimiento de arriba hacia abajo, ahora
también de abajo hacia arriba. Adquiere un gran número de significados que no
tenía en LC.
• “nostrae fasciae”: orden de tipo regido-regente que parece ser la tendencia en LV.
articulus non articlus: pérdida de vocal postónica por la fonologización del sistema
de acentuación en LV y pérdida del sistema cuantitativo. Las vocales que están en las
sílabas que se pronuncian con menos fuerza tienden a desaparecer.
brattea non brattia: tendencia antihiática. Cierre de vocal media palatal (-e) para
producir el diptongo IA.
sedes non sedis: confluencia del vocalismo átono final. Las vocales palatales finales
confluían en una vocal media palatal (-e). Sin embargo, aquí se da un caso de
hipercorrección. También se puede explicar por analogía con los nominativos de la
tercera declinación (CIVIS, APIS, por ejemplo).
numquam non numqua: pérdida de la consonante final, uno de los fenómenos más
habituales y tempranos del LV.
auctoritas non autoritas: reducción del grupo consonántico. Primero se daría una
asimilación y luego una simplificación.
tristis non tristus: cambio de paradigma que se utiliza para hacer más explícito el
género, por ello se condena. Lo mismo ocurre con el diminutivo de anus.
socrus non socra: palabra femenina de la cuarta declinación, que pasa a declinarse de
acuerdo con el modelo de la primera declinación para ganar mayor perceptibilidad
del género femenino.
alium non aleum: tendencia antihiática. Toda combinación de vocales que no sea AE,
OE o AU en latín constituye un hiato, por lo tanto, su pronunciación se haría en
sílabas diferentes. Sin embargo, en LV existe una fuerte tendencia antihiática
mediante el cierre de la vocal, pronunciándose, así como una semiconsonante.
cloaca non cluaca: tendencia antihiática. La vocal media velar (-o) se cierra y se
pronunciaría como una semiconsonante velar.
facies non facis: palabra de la quinta declinación, que parece asumir el modelo de la
tercera. Ya que la quinta declinación tiende a desaparecer.
dolium non doleus: tendencia antihiática, igual que en alium (es una hipercorrección
también). También desaparición del neutro latino, porque parece que lo usa como una
palabra masculina de la segunda declinación, pero en LC sería una palabra neutra.
neptis non neptiela: parecido a anus anuela. Tendencia a añadir sufijo diminutivo,
que hace mas perceptible el rasgo de género.
nubes non nubs: forma construida a la manera del modelo minoritario. Caso de
hipercorrección.
6. Mencione al menos cinco fenómenos típicos del latín vulgar en el siguiente texto
extraído de la Peregrinatio Egeriae, explicando sus particularidades:
7. Comente algunos de los aspectos más significativos del latín vulgar de acuerdo
con los datos proporcionados por la siguiente pizarra: