Diapositivas Novena - 7sep

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BIENVENIDOS FAMILIA

BUILISTA
OFRECIMIENTO
ORACIÓN
Señor cuanto dolor causa a mi corazón ver las personas deambulando por la calle y
jóvenes con problemas de drogadicción sin ningún rumbo, porque no te conocen mi
bendito Señor; la mayoría de ellos han caído en los vicios del licor, la drogadicción, el
juego o simplemente no tienen a donde ir.
La mayoría de ellos han caído en los vicios del licor, la drogadicción, el juego o
simplemente no tienen a donde ir. Casi todos pasamos desapercibidos cerca de ellos,
ignorándolos o quizás los miramos con temor; pero lo que no sabemos mi Señor, es que
ellos también son tus criaturas, que los amas entrañablemente, como amas a todos los
seres humanos; lo que no aceptas es el gran error de andar en desenfrenos, que
destruyen sus vidas. En el nombre de Jesús, levanto un clamor por ellos pidiéndote que
les des la decisión y fortaleza para apartarse del pecado, que tengan dominio propio
dejando cuanto los ata y los mantiene en esa situación de indigencia. Dios ruego en esta
hora que seamos muchos los que les compartamos tu Palabra, que oremos por ellos y
que la compasión por estos desvalidos mueva nuestro corazón; con culpa o sin culpa
solo tú lo sabes, eres quien escudriñas al interior de cada persona. Padre, que nuestra
oración llegue hasta tu trono celestial y estas personas sean tocadas por el poder
infinito del Espíritu Santo, declarando que estos hombres, mujeres, jóvenes y niños,
saldrán del caos en que viven. Tendrán la oportunidad de volver a sus familias ya
rehabilitados, alcanzados por tu amor y tu misericordia, que volverán los ojos a ti por
medio de la oración, haciéndolos libres de las cadenas de opresión, maldiciones,
ataduras; todo esto lo decretamos en el nombre del Señor Jesús.
CONSIDERACION
"Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”

En el antiguo testamento, cuando regía la ley del temor, las miradas de Dios eran terribles.
"Toca los montes y humean" dice el Salmo 103,32, "mira a la tierra y la hace temblar", pero
llegó la época del amor y miró la pequeñez y humildad de María, y la hizo bienaventurada para
la dicha del mundo. Porque a María, merced a la mirada de dulzura infinita, que Dios le dirigió al
verla inmaculada y sin embargo tan humilde, la dotó de misericordia,, de dulzura, de paz, de
gracia y de felicidad en sus miradas maternales, prerrogativas éstas que caen en el alma a
quien está celestial Señora mire con tales ojos. Por lo cual los cristianos le decimos con tanta
confianza: "Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos". Dichosa el alma que es objeto de
las dulces miradas de María Santísima Como al aparecer la aurora en el oriente huyen las
tinieblas de la noche, y las nocturnas aves de rapiña huyen en busca de las rocas donde
anidan, así del alma del pecador huyen las tinieblas del error y del pecado, se disipan las
tristezas que abaten el alma y los demonios huyen a sus cavernas infernales. Al infiel Pedro,
que acaba de negarle, miró a Jesús en casa de Anás, con una mirada de dulcísimo reproche y
de dulzura y de misericordia infinita. Esa mirada conmovió hasta las entrañas al Apóstol
negador, quien lloró tanto que con sus lágrimas se le surcaron las mejillas. Y como esta mirada
son siempre las miradas de María, llenas de luz; y aun se han animado a veces sus estatuas y
han sonreído a sus devotos con una dulzura y una misericordia que sólo Ella pueda derramar. Y
el resultado ha sido la conversión de innumerables pecadores que no han resistido al mágico
poder de esos ojos maternales, llenos de infinita misericordia. En todos los combates de tu
alma, acude pues a María, oh cristiano, para que te mire compasiva y sobre todo en la hora de
la muerte, vuelva a ti sus ojos misericordiosos. Amén..
ORACION PARA TODOS LOS DIAS

Oh Reina de las Misericordias, Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre


mía, heme aquí postrado a vuestros pies santísimos. Vengo lleno de confianza
a implorar vuestra gran misericordia para el remedio de mis muchas y
grandes necesidades de alma y cuerpo. Acordaos, benditísima Señora, del Hijo
Santísimo que llevasteis por nueve meses en vuestras purísimas entrañas,
recostásteis en las pajas del pesebre, alimentásteis con vuestra
leche virginal y reclinasteis en vuestro virginal regazo. Acordaos de las
tiernas caricias que durante su infancia
le prodigásteis y del poder que como madre tuvisteis sobre su corazón divino.
Acordáos de vuestros dolores y angustias durante su santísima pasión y de
vuestros sufrimientos infinitos al pie de la cruz. Acuérdate de que
nos fuiste dada por Madre por vuestro Hijo moribundo. Acordáos de
vuestros dolores indecibles, cuando le tuvisteis ya muerto en vuestros brazos
maternales. Acordáos de las lágrimas que vertísteis al dejarlo bajo la losa del
sepulcro y regresar sola sin vuestro Jesús, envuelta en la nube triste de vuestra
amarga soledad. Acordáos de vuestra infinita alegría al verle la primera
el día de la resurrección, triunfante y glorioso y de la felicidad de
que disfrutáis ahora en el cielo como Reina sentada a su derecha.
Acordáos, en fin, Señora, de que sois Madre y Madre de misericordia,
escuchad benigna mis súplicas y concededme, os lo suplico, la gracia que vengo a
implorar rendido
A tus plantas, dulce Madre Ves un hijo que te implora.

GOZOS
A ti vengo Madre mía abrumado de congojas, implorando tu clemencia y tu
gran misericordia; no te olvides que eres Madre, Abogada y protectora.

Tú das vida al que sucumbe del pecado entre las ondas; da tus gracias
compasiva a un hijo que te invoca, aquí vengo suplicante
no me dejes gran Señora. …
Tienes luces de esperanza en tus ojos dulce aurora.
Y es tu goce difundirlas en las almas pecadoras: Madre mía, brillen pronto
de mi pecho entre las sombras.

La dulzura de tu rostro a tus hijos enamora.
Basta verte Madre Santa, para amarte el alma toda. Mi existencia es toda
tuya te la entrego sin demora.

De tu pecho los latidos
gritos son que claman y oran; de tu Cristo la clemencia
por nosotros siempre logran; sigue Madre suplicando
por tus hijos que te invocan …
GOZOS
Tú remedias los pesares del que sufre, del que llora.
Eres fuerza en las batallas del que lucha entre zozobras; Madre,
Madre, con presteza tus bondades me socorran.

Desterrado los mortales
a tus plantas gimen, lloran; tantos lloros, tantas lágrimas manos
blancas las recojan: esas tiernas manos tuyas que son bálsamos,
Señora.

Sigue, Madre, cobijando con tu sombra bienhechora este amante y
fiel devoto que rendido ves, Señora; no le niegues las mercedes que
de ti ferviente implora.

Y en la hora postrimera de la muerte pavorosa, no me niegues tu
socorro, no me dejes mi alma sola;
que me lleves en tus brazos a gozar de eterna gloria.

ORACION FINAL
Oh Madre de misericordia, socorro de los cristianos, ministra fidelísima de la
Divina Providencia, tesorera de todas las gracias, acuérdate de que nunca se
ha oído decir que hayas dejado sin consuelo a los que devotamente han
acudido a Ti. Ve aquí porque lleno de confianza en tu misericordia y en tu
liberalísima generosidad, me prosterno humildemente a tus pies para que te

dignes escuchar mis súplicas. Alcánzanos la santa providencia, es decir, las


gracias en todas nuestras necesidades espirituales y también la providencia
temporal necesaria para dirigir nuestra vida en este valle de lágrimas. A tu
corazón afectuoso y maternal encomiendo fervorosamente la Santa Iglesia, el
Soberano Pontífice, la conversión de los pecadores, la propagación de la fe y
en fin, las almas que sufren en las crueles llamas del purgatorio, esposas
elegidas del Señor, para que sean pronto consoladas por la entrada en el
eterno refrigerio. Amén.

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