Etapas Del Desarrollo de La Personalidad

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Etapas del desarrollo de la

personalidad
Psicología
Etapas del desarrollo de la personalidad
Freud (Froid) observó que el desarrollo de la personalidad se
encuentra estrechamente vinculado con el desarrollo general, y
sigue varias etapas consecutivas desde el nacimiento hasta la edad
adulta. Las las experiencias vividas durante la infancia se
consideran fundamentales en la teoría freudiana (froidiana),
comparables a los cimientos de un edificio; si la base es débil, la
construcción lo será también. La afirmación: “el niño es el padre
del hombre”, postulada por Freud significa que
las experiencias del niño determinarán cómo será el individuo al
llegar a la vida adulta.
Aunque las experiencias de la niñez no determinan por completo
las características del adulto, y las personas cambian a lo largo de
la vida; es sabido que si durante la infancia se provee al niño de un
ambiente seguro, afectuoso, en el que es tratado con respeto y se
fortalece su autoestima, las bases sobre las que se cimentará su vida
futura serán más sólidas. Las fases evolutivas que Freud identificó
son las siguientes:
Etapa oral
En esta etapa el centro del placer está localizado en la boca.
Cronológicamente abarca desde el nacimiento hasta los dieciocho
meses de edad, aproximadamente. La necesidad de succionar no
siempre está ligada al hambre en el recién nacido; por ello pronto
descubre que el pulgar, los objetos y hasta los dedos de sus pies,
pueden producirle sensaciones placenteras que _por el principio de
repetición compulsiva_ tiende a repetir hasta convertirlas en hábito.
El bebé obtiene placer del pecho materno, la comida, el biberón y
casi cualquier objeto a su alcance. Las sensaciones placenteras de
la zona oral permanecen a lo largo de la vida; pensemos en el gusto
que sentimos por ciertos alimentos, o por qué mordemos un lápiz
cuando nos enfrentamos a un examen difícil.
Freud introdujo también el término fijación, fenómeno que ocurre
cuando las necesidades propias de una etapa no son atendidas
adecuadamente y esta no puede superarse, fijándose en la conducta
un patrón que puede perdurar hasta la vida adulta.
Por ejemplo: los bebés generalmente superan la etapa oral
alrededor de los dieciocho meses (aunque no pueden establecerse
periodos rígidos); pero si a un niño en esta etapa se le ofrece
alimento en exceso cada vez que llora, cuando posiblemente solo
desea succionar, podría llegar a asociar la comida con las
sensaciones placenteras, la atención u otras necesidades
psicológicas, y recurrir a ella posteriormente, en la edad adulta
como medio compensatorio _algunos casos de obesidad se deben a
esta causa_; se dice entonces que existe una fijación en la etapa
oral.
Por el contrario, negar al bebé la gratificación oral impidiéndole
llevarse a la boca objetos o juguetes que no representen peligro
para su salud, le produce frustración y podría ocurrir también la
fijación en la etapa oral. En algunos casos, hábitos como el fumar y
el beber, se asocian con una fijación en esta etapa.
Etapa anal
Alrededor de los dieciocho meses inicia el adiestramiento del niño
para ir al baño; hasta ese momento, la función biológica de
eliminación estaba regida solamente por el principio del placer: la
acumulación de heces fecales y orina produce malestar, y
expulsarlas era placentero. Ahora, el niño debe aceptar que no debe
defecar cuándo o dónde él lo desee; el principio de la realidad
cobra vigencia, y así, el interés y el centro del placer en esta edad
se localiza en la zona anal.
Al excretar disminuye la presión en los músculos del esfínter y el
bebé experimenta una sensación placentera. Si el adiestramiento
para ir al baño es muy exigente puede producirse una fijación;
además, esta actividad no depende únicamente de la voluntad del
niño, ya que intervienen ciertos procesos neurológicos y de
maduración, por lo tanto, presionarlo o exigirle que cumpla con
procedimientos para los que no se encuentra preparado, es
negativo para el desarrollo del infante. Como el control de
esfínteres genera conflicto entre el principio del placer todavía
muy arraigado y las imposiciones externas, el niño
frecuentemente experimenta ira y rechazo; surge entonces una
lucha de fuerzas entre el infante y los adultos.
El pequeño puede dar la batalla defecando en lugares o momentos
inconvenientes, o justamente cuando acaba de retirarse del baño.
Una fijación en la etapa anal puede expresarse en la edad adulta
mediante actitudes de pulcritud excesiva, rigidez, orden
exagerado, avaricia, o por el contrario, extremo desorden,
descuido y agresividad.
Etapa fálica
Esta fase abarca aproximadamente desde los tres a los seis años de
edad; durante este periodo el niño empieza a manifestar interés por
sus genitales (donde se localiza en esta etapa el centro del placer) y
observa las diferencias entre los órganos masculino y femenino.
Durante esta etapa el niño enfrenta una situación conflictiva que
Freud llamó complejo de Edipo _por asociación con el personaje de
la tragedia griega_, y
consiste en la atracción que el hijo varón siente hacia la madre y la
rivalidad con el padre. Aunque el niño inconscientemente desea
desplazar a su progenitor, al mismo tiempo está consciente de que
su padre es más fuerte y poderoso que él, Freud menciona inclusive
el “temor de castración”, que es el miedo subyacente a que su padre
pueda eliminar su fuente de placer.
El complejo de Edipo se resuelve alrededor de los cinco o seis años
de edad, por medio de la identificación del varón con su padre,
tomándolo como modelo para tratar de ser como él. Según Freud,
este hecho es de suma importancia en el desarrollo de la
personalidad
ya que permite al niño integrar las características del rol masculino.
En el caso de la niña esta etapa crítica recibe el nombre de
“complejo de Electra” y presenta, según Freud, condiciones muy
diferentes: en primer lugar, plantea que las niñas se sienten atraídas
hacia el padre y rivalizan con la madre, aunque en este caso, la
identificación no ocurre con la misma intensidad que se presenta en
el varón. La solución del complejo de Electra ocurre cuando la
atracción hacia el padre y la rivalidad con la madre van perdiendo
intensidad.
La teoría freudiana afirma que si el complejo de Edipo
y el de Electra no se resuelven adecuadamente, pueden producirse
problemas en cuanto al papel sexual, dependencia excesiva hacia
alguno de los progenitores en la edad adulta, o atracción hacia
parejas mucho mayores. Es importante destacar que tanto el
complejo de Edipo como el de Electra provienen del ello, en el
inconsciente; es decir que los niños no son conscientes de esta
situación.
Periodo de latencia
Al superar la etapa fálica, aproximadamente desde los cinco años de
edad hasta la pubertad, ocurre un periodo caracterizado por la
ausencia de conflictos o cambios de importancia; los intereses
sexuales disminuyen y habrán de aparecer nuevamente en la etapa
siguiente, durante la adolescencia, Freud llamó de latencia a este
periodo, porque las pulsiones de la libido no se encuentran latentes,
es decir, como adormecidas.
Etapa genital
A partir de la pubertad y hasta la vida adulta, la actividad del
sistema endocrino y los intereses sexuales determinan un cambio
trascendental en la formación de la personalidad, la libido ya no se
centra en el propio cuerpo sino se proyecta a otras personas,
generalmente en la atracción por el sexo opuesto y la búsqueda de
la pareja. Es durante la etapa adulta que se establecen relaciones
sexuales maduras y responsables; se encuentran en los individuos
adultos aptos para el matrimonio y la procreación de los hijos.

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