Tardes campestres
Tiende la tarde
fúlgidas gasas,
finge Occidente
rojiza fragua;
dejan la vega
todas las garzas
batiendo al aire
sus níveas alas...
Semeja el barrio
verde guirnalda;
¡de aves y flores
feliz morada!
* * *
Entre la hondura
canta que canta,
corre un torrente
como de plata,
y en las riberas
deja en su marcha,
blancos encajes
de espumas blancas.
Allá una choza
de hojas de caña
semeja un nido
bajo las ramas
que tiende un árbol
con flores albas,
y de un trapiche
crujen las mazas
con ruido ronco
cual de matracas.
* * *
Ya de la ermita,
sonoras llaman
con sus repiques
ledas campanas;
para el rosario
las viejas pasan,
y por la calle
van cabizbajas.
* * *
Los mozos tornan
de sus labranzas
y al hombro llevan
lucientes palas,
y los coloquios,
que con Nazaria,
tuvo en la fuente,
noche pasada,
cuenta a Norberto,
en tosca charla,
un mozo imberbe
de piel tostada.
* * *
Allá un muchacho
junto a una tranca,
entusiasmado
toca dulzaina;
más lejos se oye
alegre danza
que alguien preludia
en su guitarra.
* * *
Por el sendero,
una muchacha,
viene cantando
de la quebrada;
en la cabeza
ostenta ufana
pesado lío
de ropa blanca
y en la cadera
una tinaja
que con el brazo
tiene y abraza.
* * *
Allí una vieja
con voz cansada
le da consejos
a Nicolasa:
moza del barrio
muy vivaracha
que a quince abriles
está ya entrada;
con voz muy queda
le habla la anciana;
dícela cómo
el Diablo engaña
a aquellas niñas
no recatadas.
—No siás zopenca
ve lo que a Juana
le ha sucedió
con Lucas Parra,
¡si son los hombres
el mesmo Patas!—
Dice la abuela
a la muchacha.
* * *
Cesó el rosario,
las viejas pasan...
van por las calles
cual sombras vagas...
El Sol se oculta
tras las montañas,
y al fin la tarde
lenta se apaga...
Los pajarillos
en la enramada
dan a la noche
su serenata;
los campesinos
vanse a sus casas
y satisfechos
en toscas bancas
cenan alegres
queso de vaca
y albas tortillas
bien aliñadas.
* * *
Así concluyen,
llenas de charlas,
de nuestros campos
las tardes plácidas,
las bellas tardes
que el Sol esmalta
con sus pinceles
de rosa y nácar.