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Comunidad, Común, Comunismo - Convocatoria Revista Disenso

Comunidad, común, comunismo son nombres emblemáticos de un tiempo histórico en el que todavía nos es dado reconocernos. Si hacemos a un lado su origen latino, y su más remota proveniencia griega, lo que nos queda es una serie de palabras y conceptos inextricablemente ligados a la historia social, política y filosófica que se remonta como mínimo a los últimos dos siglos. Es sabido que al interior de la época o las épocas en que irrumpieron, cada uno de estos nombres siguió un recorrido propio, que no es simplemente asimilable a los recorridos de los otros, incluso si a menudo sus trayectorias se cruzan. Desde entonces, las pasiones políticas que los habitan resultan inseparables de su condición fundamentalmente polisémica y equívoca. La vacilación que experimentamos respecto del significado de estos términos contrasta de manera estridente con la aparente transparencia de un vocabulario consagrado a nombrar lo que somos, pero también, lo que podríamos o deberíamos ser. En este sentido preciso, vale decir, en el sentido de una indecisión profunda en relación con la existencia en común a la que hoy en día nadie escapa, se puede afirmar que la comunidad, lo común y el comunismo evocan problemas, antes que soluciones o resoluciones conclusivas.

COMUNIDAD, COMÚN, COMUNISMO Dossier 4 (5), Enero 2023. Editor Invitado: Daniel Alvaro Disenso, Revista de Pensamiento Político Comunidad, común, comunismo son nombres emblemáticos de un tiempo histórico en el que todavía nos es dado reconocernos. Si hacemos a un lado su origen latino, y su más remota proveniencia griega, lo que nos queda es una serie de palabras y conceptos inextricablemente ligados a la historia social, política y filosófica que se remonta como mínimo a los últimos dos siglos. Es sabido que al interior de la época o las épocas en que irrumpieron, cada uno de estos nombres siguió un recorrido propio, que no es simplemente asimilable a los recorridos de los otros, incluso si a menudo sus trayectorias se cruzan. Desde entonces, las pasiones políticas que los habitan resultan inseparables de su condición fundamentalmente polisémica y equívoca. La vacilación que experimentamos respecto del significado de estos términos contrasta de manera estridente con la aparente transparencia de un vocabulario consagrado a nombrar lo que somos, pero también, lo que podríamos o deberíamos ser. En este sentido preciso, vale decir, en el sentido de una indecisión profunda en relación con la existencia en común a la que hoy en día nadie escapa, se puede afirmar que la comunidad, lo común y el comunismo evocan problemas, antes que soluciones o resoluciones conclusivas. Los debates contemporáneos que se encaminaron a discutir el sentido y el valor de estas figuras comenzaron por hacer la constatación del carácter no dado, y por ende problemático, de lo que cada una de ellas, por sí solas o en alianza con las otras, permitía pensar. Cuando hace cerca de cincuenta años comenzaba a tomar forma la célebre controversia entre liberales y comunitaristas acerca de los principios de una convivencia justa, todavía no había una conciencia clara de todo lo que se ponía en juego con este nuevo renacimiento de la pregunta por la comunidad. Sin embargo, fue en el marco de ese debate donde empezó a sospecharse que los modelos teóricos que hasta ese momento habían servido para representarse la vida en común estaban agotados y eran por demás insuficientes. Fue algunos años más tarde, en un contexto político y filosófico ciertamente diferente, cuando la cuestión de la comunidad se planteó por primera vez como un verdadero problema. Los textos pioneros de Jean-Luc Nancy y Maurice Blanchot sobre la comunidad, ambos inspirados en las reflexiones de Georges Bataille sobre esta cuestión, abrieron una discusión de vasto alcance tanto en el plano político, que por entonces giraba en torno a la presentida agonía del comunismo “real”, como en el plano ontológico, indicado por la exigencia de pensar hasta sus últimas consecuencias el “ser-” o “estar- en-común”. Estas interpretaciones críticas o deconstructivas rápidamente encontraron lectoras y lectores que las hicieron suyas y en algunos casos decidieron prolongarlas en direcciones todavía inexploradas. Como fue el caso de Giorgio Agamben, Jacques Rancière y Roberto Esposito, por mencionar solo a ellos. No es exagerado afirmar que con el correr del tiempo la cuestión de la comunidad llegó a convertirse en uno de los grandes interrogantes de la teoría social y filosófica alrededor del mundo. Cuando se repasa la historia de los textos que dieron forma a este debate a menudo se olvida que la crítica del concepto clásico de comunidad iba a la par del cuestionamiento a la concepción establecida y no menos tradicional de lo común. En el intercambio textual inaugurado por Nancy, la comunidad y lo común son conceptos sometidos a deconstrucción y, subsiguientemente, a una nueva y radical reelaboración que toma en cuenta la diferencia y la coimplicación entre ambos. Con todo, la identificación de lo común como una noción independiente y aparte de la de comunidad es un hecho más reciente. El debate sobre lo común emerge de un corpus filosófico y político donde la comunidad es una problemática presente, aunque por cierto secundaria. Así lo atestiguan, en primer lugar, los numerosos trabajos que Toni Negri y Michael Hardt escribieron conjuntamente desde principios de siglo. Allí desarrollaron una ontología política de lo común con efectos duraderos tanto en el campo de las producciones posmarxistas como en el de las luchas y los movimientos sociales. En oposición a este planteo y, más generalmente, a cualquier enfoque que ponga en consideración la dimensión ontológica del problema, encontramos la mirada constructivista de Christian Laval y Pierre Dardot. Para ellos, lo común debe entenderse como un principio práctico y eminentemente político orientado a combatir en todos los frentes la racionalidad neoliberal que domina el presente. Si bien el comunismo fue uno de los grandes ejes alrededor del cual se organizaron las discusiones sobre la comunidad y lo común, recién en los últimos años devino el tema de un debate autónomo. Podemos fechar tentativamente este acontecimiento académico en 2009, año en que tuvo lugar en Londres la primera de cuatro conferencias internacionales sobre la “idea del comunismo”. Bajo ese título se llevó a cabo un encuentro filosófico de grandes proporciones dedicado a polemizar sobre la así llamada “hipótesis comunista”, según la expresión de Alain Badiou. Las tres conferencias restantes, realizadas respectivamente en Berlín (2010), Nueva York (2011) y Seúl (2013), al igual que “La conferenza di Roma sul comunismo” (2017), persistieron en la pregunta por la actualidad del concepto de comunismo en un tiempo que parece haber roto cualquier vínculo posible con su Idea y a fortiori con su realidad. Las variadas contribuciones a esta polémica incluyen intervenciones de algunos de los protagonistas de los debates sobre la comunidad y lo común, así como las intervenciones de Slavoj Žižek, Susan Buck-Morss, Gianni Vattimo, Judith Balso, Étienne Balibar, Cécile Winter, Bruno Bosteels, Jodi Dean y Álvaro García Linera, entre muchos otros y muchas otras. Sea cual sea el valor práctico-teórico que se le atribuya a estas controversias, no es posible subestimar la vigencia que tienen para un amplio registro de pensamientos y experiencias de nuestro presente. En cualquier caso, importa resaltar que los motivos contemporáneos de la comunidad, lo común y el comunismo surgen en contextos diferenciados que, debido al tenor político y filosófico de las inquietudes que impulsan este surgimiento, tienden a superponerse. La única razón para separar estos motivos es el intento de elaborar una periodización o, más bien, una historización posible que nos permita entender mejor el movimiento del que forman parte. Por lo demás, si nos dejamos guiar por aquello que tienen en común, esto es, por el cum, el “con” o el “co-” que prefija su sentido, conviene pensarlos como elementos de una constelación cambiante y abierta a la crítica interminable. Este número de la Revista Disenso convoca al envío de trabajos originales para revisar, sostener o incluso ampliar por medio de planteamientos inéditos los debates en cuestión. Las perspectivas históricas, sociales y filosóficas, políticas y metafísicas, éticas y estéticas, incluidas sus combinatorias y articulaciones, son bienvenidas. En suma, el llamado es a pensar la coexistencia con sus contradicciones, sus incertidumbres y sus chances, siguiendo la estela sinuosa de lo que en el transcurso del último medio siglo se puso en entredicho bajo los viejos nuevos nombres de comunidad, común y comunismo. ---o--- NORMAS E INSTRUCCIONES PARA L+S AUTOR+S POLÍTICA DE SECCIONES Disenso recibe escritos en secciones temáticas (Dossier, Diálogos, Dislocaciones, Traducciones) de publicación semestral, así como también trabajos de publicación periódica en la web de la revista, en las modalidades de artículo, columna, ensayo y entrevista. A) Sección Temática: los números publicados como Dossier, corresponden a publicaciones semestrales para las cuales se realizará convocatoria especial para la recepción de trabajos. Estos serán sometidos a revisión por el Consejo Editorial y Directivo de la revista. Para la presente convocatoria, la fecha límite de recepción de trabajos es el día viernes 16 de diciembre de 2022. B) Publicaciones Periódicas: corresponden a trabajos publicados en la web de Disenso. Las modalidades específicas contemplan las siguientes secciones: • Artículos: trabajos con estructura y extensión de publicación académica, esto es, aquellos que presentan un problema y ofrecen un desarrollo específico y detallado, al igual que conclusiones o reflexiones similares, exponiendo las fuentes y referencias bibliográficas consultadas. • Diálogos: transcripciones de conversaciones o entrevistas (individuales o grupales) inéditas y relevantes a los objetivos de Disenso. • Caja de Herramientas: trabajos breves centrados en la reflexión/problematización de un tópico específico. • Signaturas: recensiones o reseñas de libros cuya área temática se vincule a los propósitos de Disenso. PROCEDIMIENTO Los escritos deben ser originales y contribuir al propósito de la revista en su amplia heterogeneidad. Estos deben ser enviados a editorial@revistadisenso.com en formato Word. Dentro del correo y no dentro del asunto, deben indicarse nombre del autor/a, filiación institucional (si corresponde) o alguna otra información pertinente. ASPECTOS FORMALES Los textos enviados deben tener un máximo de 6000 palabras (excluidas las notas y la bibliografía), letra Book Antigua, tamaño 12, Interlineado de 1.0 (Sencillo), página tamaño carta, márgenes 2,5. CITACIÓN Y REFERENCIAS Las normas de citas y referencias de la revista se ajustan al estilo Chicago. Esto incluye los criterios de redacción, modalidad de citación (autor-fecha) y listado de referencias final. Para más información consultar la web: https://www.chicagomanualofstyle.org/home.html Todas las referencias deben incluirse como nota a pie de página. Posteriormente, deben ser listadas al final del manuscrito en el apartado “Referencias”. DECLARACIÓN DE PRIVACIDAD Los trabajos publicados en Disenso cuentan con autorización explícita de sus autores/as. 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