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“Democracia, campo político y representación de los intereses sociales: perspectivas cruzadas entre
Francia y Argentina” (A12H03), View project
All content following this page was uploaded by Silvana Lado on 20 August 2014.
con la colaboración de
Eduardo Moggia
Cristian Peláez
Índice
Introducción
Introducción a la sociología comprensiva de Max Weber
Georg Simmel y las formas puras de socialización
Alfred Schütz, el encuentro entre sociología y fenomenología
Sobre Karl Mannheim y a propósito de “Ideología y Utopía”
Introducción
La Escuela de Chicago: un programa investigativo
El campesino polaco: organización y desorganización social
Robert Park y la sociología urbana
El Interaccionismo Simbólico: persona, interacción, sociedad
Cooley, Mead y la formación de la persona
Herbert Blumer y el programa teórico-metodológico del Interaccionismo
Howard S. Becker y el estudio de las conductas desviadas
Introducción
Marcel Mauss: morfología social, economía y derecho
Representaciones sociales, religión y memoria colectiva
IV. El Marxismo Hegeliano y la Teoría Crítica
Introducción
El pensamiento de Georg Lukács
Antonio Gramsci, pensamiento para el mañana, para siempre
La Teoría Crítica
Introducción
El estructural funcionalismo parsoniano
De la primera síntesis parsoniana al modelo trisistémico
El paradigma de las cuatro funciones (modelo AGIL)
Robert K. Merton, la teoría social como análisis funcional
La crítica radical
Las teorías del conflicto
A modo de cierre transitorio
Conclusiones
Introducción. El estudio de la teoría sociológica y sus usos
De esta concepción de la teoría se sigue un tipo particular de relación con los textos.
Cuando leemos hoy a Weber o a Simmel, no lo hacemos simplemente para
familiarizarnos con una obra del pasado, o para adquirir una erudición puramente
enciclopédica. Sus teorías de la acción social, sus análisis del sentido subjetivo que
los individuos le imputan a sus propios comportamientos o sus argumentaciones
acerca de la constitución de la sociedad a través del entrelazamiento de conductas
humanas conforman esquemas de pensamiento tan centrales como actuales de la
mirada sociológica. Los análisis weberianos sobre la racionalización de la religión,
sobre el funcionamiento de la burocracia o sobre la conformación de una ética
económica son tan ejemplares como los análisis simmelianos de la ciudad, el
secreto o la moda. Así, sus obras nos ofrecen instrumentos conceptuales, pero
también finas descripciones del mundo social, que se nos presentan como
herramientas para nuestra propia reflexión o como modelos para la construcción de
nuestros objetos de análisis. Lo mismo podría decirse de los estudios durkheimianos
sobre las representaciones colectivas, las investigaciones de los sociólogos de
Chicago sobre los procesos de desorganización y reorganización social, o las
hipótesis de inspiración marxista sobre la relación entre la lucha de clases y el
cambio social. En ningún caso se trata de piezas de museo: aun cuando la
transformación de la realidad social obligue a relativizar las respuestas ofrecidas por
estos autores, sus preguntas siguen siendo pertinentes. Nos ofrecen lentes con las
que podemos abordar críticamente el mundo que nos rodea.
Diversos autores, como Robert Nisbet y Jeffrey Alexander entre otros, han llamado
la atención sobre el hecho de que la sociología está permanentemente volviendo
hacia los clásicos. La relación que todo sociólogo tiene con los textos del pasado no
es meramente erudita, o revestida de un carácter enciclopédico, sino parte necesaria
de la elaboración teórica sistemática. Por lo tanto, la distinción entre historia del
pensamiento social y sistemática teórica carece de sentido.
Para los críticos de esta recurrencia, esto supone una mezcla injustificada de la
historia de la teoría sociológica y la sociología sistemática: el positivismo rechaza la
presencia de los clásicos desde una perspectiva naturalista, mientras que el
historicismo lo hace desde una perspectiva hermenéutica. Para los primeros, la
teoría no debe contaminarse con la historia de las doctrinas, sino conformarse con
codificar el conocimiento empírico y producir generalizaciones a partir de los hechos;
para los segundos, la historia de las doctrinas no debe contaminarse con nuestras
preocupaciones teóricas actuales. Alexander propone refutar ambas críticas y
reivindicar el lugar de los clásicos en una disciplina que no deja por ello de ser
científica.
Actividad 1. Una vez leído el artículo “La centralidad de los clásicos”, conteste
las siguientes preguntas:
Introducción
Objetivos:
• Comprender los fundamentos de la sociología comprensiva y la construcción
del objeto de la sociología en tanto entrelazamiento de acciones humanas
provistas de sentido.
• Reconocer los aportes de la fenomenología a la sociología comprensiva, en
particular en su desarrollo de la teoría del sentido, la actitud natural y las
estructuras del mundo de la vida.
Contenidos:
Bibliografía obligatoria:
Bibliografía complementaria:
1.2.
SIMMEL Georg, Sociología: estudios sobre las formas de socialización, Buenos Aires,
Espasa-Calpe Argentina, 1939, capítulo 9: “El espacio y la sociedad”, vol. 2, p. 207-
296.
1.3.
SCHÜTZ Alfred, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974,
capítulo 9: “Sobre las realidades múltiples”, p. 197-238.
MANNHEIM Karl, Ideología y utopía: introducción a la sociología del conocimiento,
México, Fondo de Cultura Económica, 2004, capitulo 1.
El sociólogo, jurista e historiador alemán Max Weber (Erfurt, 1864 – Múnich, 1920)
inaugura una nueva corriente sociológica apartándose de las tres vigentes hasta ese
momento: la positiva, la evolucionista y la marxista.
La sociología alemana se encontraba fuertemente influida por la tradición filosófica
del idealismo de Kant y Hegel, por lo que esta vinculación entre sociología y filosofía
se encontrará también en otros autores.
Entre los filósofos que han ejercido notable influencia sobre ciertos aspectos de la
sociología alemana en general y en el pensamiento de Weber en particular,
podemos citar a Wilhelm Dilthey. En su “Introducción al estudio las ciencias
humanas” (1883) rechaza la inclusión de la sociología dentro de la “ciencia de la
naturaleza” y la ubica entre las “ciencias del espíritu”. Las ciencias del espíritu, y por
lo tanto la sociología, no tendrían necesidad de conceptos abstractos pues su objeto
son los “estados vividos” que comprendemos intuitivamente sin necesidad de
explicarlos como lo hacen las ciencias de la naturaleza. Esta distinción vuelve a
aparecer en el neo-kantiano Heinrich Rickert, cuyo pensamiento influyó fuertemente
en Max Weber y que publicó en 1899 la obra “Ciencia natural y ciencia cultural”.
Finalmente, el filósofo existencialista Karl Jaspers, al mismo tiempo discípulo e
inspirador de Max Weber, opuso también las relaciones “comprensivas” que
nosotros captamos inmediatamente, y las relaciones de causalidad que pueden
desembocar en leyes, pero que no comprendemos verdaderamente. La sociología
comprensiva es la que trata, no ya de explicar causalmente por medio de leyes los
fenómenos sociales, sino de hacerlos comprensibles, mediante una especie de
intuición simpática que nos hace revivir los estados vividos en sociedad.
En su obra “Economía y sociedad” (1922), Max Weber define como “social” la
conducta en la que ‘la significación dada por uno o varios sujetos humanos está
relacionada con la conducta de otros, y cuyo desarrollo está orientado en ese
sentido”. La sociología será, pues, la ciencia que trata de comprender la acción
social, es decir, de captar no el sentido objetivo, sino el “sentido subjetivamente
pensado” por los que la realizan. Para ello, la sociología deberá construir tipos
ideales, conceptos elaborados haciendo abstracción de los caracteres que se juzgan
secundarios en un acto determinado. Estos tipos no corresponden rigurosamente a
la realidad empírica: son instrumentos lógicos que permiten destacar los rasgos
esenciales de la realidad social concreta.
Según Weber la realidad social como totalidad es inaprehensible. Por lo tanto el
investigador recorta un aspecto, un fragmento de esa realidad, de esa totalidad. La
realidad empírica, infinita, no puede ser abarcada en su totalidad por ninguna
ciencia. La ciencia es siempre una actividad de selección de hechos y construcción
de conceptos. Esta selección de un fragmento de la totalidad, el investigador la
realiza de acuerdo a sus intereses y valores (momento subjetivo del método
comprensivo), pero nunca es totalmente una valoración individual ya que el mismo
investigador lo realiza de acuerdo a los temas que tienen relevancia en el orden
cultural donde él está inmerso (porque comparte los mismos condicionamientos que
el resto de sus congéneres). Si lo social se manifiesta como un entramado de
relaciones encabalgadas y si el propósito de la sociología comprensiva es hacer
evidente la conexión de sentido que orienta los comportamientos de los individuos,
se nos presenta claramente la imposibilidad de abarcar la totalidad (es imposible
hacer evidente el sentido subjetivo, la orientación de los comportamientos en todas
las relaciones sociales y su multidireccionalidad).
La tarea del sociólogo consiste entonces, una vez recortado su objeto de estudio, en
organizar los hechos con vistas a una interpretación racional de las acciones de los
agentes sociales. Esta interpretación se hará gracias a la construcción de tipos
ideales forjados mediante la acumulación de los rasgos característicos de una
realidad histórica singular. Su teoría social trata de aprehender los elementos de la
realidad cultural excluyendo los juicios de valor del investigador (momento objetivo).
Weber define a la sociología como la “ciencia que pretende entender,
interpretándola, a la acción social, para de esa manera explicarla causalmente en su
desarrollo y efectos”. El objeto de la sociología es entonces la Acción social: toda
conducta humana referida a otros, a los demás, en la cual el actor menta un
contenido subjetivo. Toda acción con sentido es comprensible, y por lo tanto objeto
de investigación, el investigador debe conocer esta acción mediante la comprensión
del contenido subjetivo mentado por el actor. Esa comprensión debe ser
causalmente adecuada (también en la esfera de la significación), o sea que se
reitere siempre de la misma forma la secuencia de fenómenos. Entiende por relación
social a toda conducta humana con sentido subjetivo referido a otros en la cual se
espera un mínimo de reciprocidad, de respuesta, por lo tanto implica interacción.
Entonces el objetivo de la sociología weberiana es captar, comprender el sentido de
la acción social, conocer el sentido de la acción desde adentro. Comprensión de la
acción por sus motivos. La acción se vuelve adecuada en el sentido de la
significación cuando logramos hacer evidente el contenido subjetivo.
Como elemento metodológico (momento objetivo) emplea los tipos ideales o puros
que consisten en construcciones ideales de un fenómeno acentuando rasgos
característicos, como parámetros para ser confrontados con la realidad empírica
para ver en qué medida esa realidad se aproxima o se aleja del tipo ideal elaborado.
Los tipos puros no son ni verdaderos ni falsos sino más o menos útiles en la
investigación para la formulación de hipótesis y la construcción de analogías que
permitan luego realizar la imputación causal.
Se obtiene un tipo ideal acentuando unilateralmente uno o varios puntos
de vista y encadenando una multitud de fenómenos dados aisladamente,
difusos y separados, que se encuentran unas veces en gran número,
otras veces en pequeño número y, en algún punto, de ningún modo, que
se ordenan según los precedentes puntos de vista escogidos
unilateralmente, para formar un cuadro de pensamiento homogéneo. No
se encontrará en ninguna parte empíricamente tal cuadro en su pureza
conceptual: es una utopía. 1
1
Max Weber, Ensayos de metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 79.
Georg Simmel y las formas puras de socialización 2
Por Silvana I. Lado y Federico Lorenc Valcarce
7. ¿Cuáles son las características del conocimiento de los demás que nos
formamos en nuestra vida cotidiana? ¿Cuáles son los límites y los
rendimientos de este conocimiento?
8. ¿Qué elementos introducen la “mentira” y el “secreto” en las relaciones entre
las personas? Defina las ideas de confianza, asimetría del saber y grados de
conocimiento mutuo que propone Simmel.
9. ¿Cuál es el papel de la discreción en el mantenimiento de la distancia entre
las personas? ¿Qué consecuencias tienen la discreción, el honor y la
importancia sobre la preservación de la esfera íntima del individuo?
10. ¿Qué significa que entramos de manera más o menos intensa en una
relación? Ejemplifique con los casos extremos del matrimonio y la economía
monetaria.
11. ¿Cuáles son las condiciones sociales qué facilitan el secreto? Determine las
consecuencias sociales que Simmel asigna a la existencia de la forma
“secreto”.
12. ¿En qué sentido es el adorno lo opuesto del secreto? Defina las nociones
conexas de “aureola” y “estilo”.
13. ¿Cuáles son las propiedades sociológicas fundamentales de la sociedad
secreta? Identifique algunos de los ejemplos propuestos por Simmel e
introduzca en sus respuestas las nociones de confianza, protección,
organización consciente, cohesión y distinción.
Actividad 3. Hemos de leer los dos primeros capítulos del libro de “Ensayos
sobre teoría social”, que tratan acerca de la acción social y la estructura del
mundo social. Al leerlos, se deberá identificar las siguientes cuestiones y dar
una respuesta a lo que ellas plantean:
Actividad 3 bis. Habiendo leído los dos ensayos de Schütz sobre la teoría de la
acción, se trata ahora de abordar un texto “aplicado”, que tiene por objeto la
manera en que Don Quijote de la Mancha construye su propia realidad social.
En ese trabajo, reaparecen algunas de las categorías teóricas ya presentadas,
junto con algunas que son introducidas aquí por primera vez:
7. ¿Cómo define Schütz la cuestión de las realidades múltiples? ¿En qué sentido
la realidad eminente de la vida cotidiana tiene preeminencia sobre los
diversos sub-universos finitos de sentido?
8. ¿Cuáles son los principales esquemas de interpretación de la realidad que
conviven en la obra de Cervantes? Considere especialmente el sub-universo
de la fantasía caballeresca de Don Quijote y el del sentido común de Sancho
Panza.
9. ¿Cómo caracteriza Schütz al universo de la vida cotidiana y qué entiende por
“acento de realidad”? Identifique el lugar de esta instancia de la vida en la
tragedia personal de Don Quijote.
La vida y la obra más importante que produjo Karl Mannheim (Budapest, 1893 –
Londres, 1947) no se dejan someter fácilmente a las operaciones que implica el
comentario. Esta cuestión primera, que puede jugar de atenuante ante posibles
críticas que se levantarán contra estas líneas, no quieren ser más que una clara y
sincera advertencia a la hora de leer el presente texto, cuestión extensible a todo
trabajo que en cualquier tiempo y lugar intente simplificar en pocas líneas la vida de
un autor y domesticar la importancia y complejidad de un texto.
No obstante todas estas cuestiones (y fundamentalmente a pesar de ellas), a
continuación se exponen una serie de puntos sobre la vida de Karl Mannheim y a
propósito de su obra más importante: “Ideología y Utopía”. No me parece una
imprecisión o una hipérbole calificarlos de balbuceos.
Sólo para fijar un punto por el cual comenzar y con la única certeza de la relatividad
de este principio, podemos decir que Karl Mannheim nació un día del año 1893 y
que murió en otro día del año 1947. Siempre en un perpetuo exilio político (cuestión
que no dejará de incluir poderosamente en toda su producción científica) fue
profesor, consecutivamente, de las universidades de Budapest, Heidelberg,
Frankfurt y Londres.
Si bien no fue el mentor del término “sociología del conocimiento” (se ha podido
decir que se pelean por este privilegio Max Scheler y Wilhelm Jerusalem 3) nuestro
autor fue uno de los responsables para que comenzara a generalizarse su utilización
con la publicación en el año 1929 de “Ideología y Utopía” (Ideologie und Utopie),
texto proyectado y sostenido a partir de una crítica original a las ideas expuestas
oportunamente por Marx y Engels y de los desarrollos realizados por la corriente
fenomenológica.
Cercano al grupo de Georg Lukács cuando comenzó su carrera académica en
Budapest, estudió, luego de su primer exilio en Heidelberg, bajo la dirección de
Alfred Weber, de quien se iría paulatinamente distanciando a medida de que sus
diferencias intelectuales e ideológicas se fueran haciendo cada vez más evidentes.
Para nuestro autor, la tesis principal de la sociología del conocimiento es que hay
formas de pensamiento que no pueden comprenderse adecuadamente mientras sus
orígenes sociales permanezcan oscuros o velados. Sólo el individuo es capaz de
pensar, pero las ideas y sentimientos que lo mueven no pueden ser explicados
cabalmente sólo sobre la base de su propia experiencia vital.
Nuestro autor trata a las ideologías y las utopías como conceptos socio-psicológicos
colectivos fundamentales, que de alguna manera subyacen a la acción social.
A grandes rasgos podemos decir que las ideologías son construcciones
interpretativas que, consciente o inconscientemente, buscan justificar y estabilizar un
determinado orden social en beneficio de un grupo particular; su función reside en
ocultar la verdadera naturaleza de la desigualdad en una sociedad específica. Las
utopías son, en cambio, aquellas construcciones ideales que inspiran a la acción
colectiva de los grupos de oposición que intentan alcanzar una transformación
radical y total del mismo tipo de sociedad.
A partir de este punto de partida Mannheim distingue con un criterio sumamente
original y superando las discusiones bizantinas que eran moneda corriente en los
ámbitos del marxismo ortodoxo, las ideologías de las utopías.
Tradicionalmente se ha considerado a la utopía como un ideal que siendo a la vez
deseable es también, al propio tiempo, irrealizable. Pero el hecho de que toda utopía
se presente como una contraposición de imágenes entre una sociedad actual y una
más perfecta, pone en evidencia que el pensamiento utópico traduce un innegable
fondo de protesta: un anhelo y al mismo tiempo una expresa voluntad de reforma.
Puede afirmase entonces que toda utopía envuelve e implica una concepción
revolucionaria de la sociedad.
Es justamente en este aspecto donde se inserta y desarrolla el pensamiento de
Mannheim. Según nuestro autor, en todo orden social concreto y efectivo, resulta
posible diferenciar los sistemas de pensamiento y formas de experiencias
congruentes con ese orden y adecuados a él, de aquellas concepciones
incongruentes o inadecuadas. La ideología se muestra como una concepción
trascendente, inadecuada y deformante de una situación social concreta, que orienta
3
Cf. Salvador Cardús y Ros, “Notas para una lectura actualizada de Ideología y Utopía”, Revista
Española de Investigaciones Sociológicas, nº 62, abril-junio 1993, p. 124.
a la conducta en función de elementos que esa situación no contiene, pero que se
refiere exclusivamente a ella sin presuponer la destrucción del estado de cosas
existente ni su reemplazo por otro distinto. Mannheim se anima a afirmar que la
ideología es un orden de ideas que nunca consigue realizar los contenidos de la
actitud práctica que ella misma informa; pues aunque con frecuencia llega a
constituir una motivación bien intencionada en la conducta subjetiva del individuo, su
sentido es casi siempre falseado cuando es llevado a la práctica. 4 Distinto carácter
tiene para nuestro autor la utopía. Si bien ella constituye también, como la ideología,
una concepción trascendente y deformante de la realidad, difiere sustancialmente de
ésta en cuanto, informando el comportamiento humano, tiende a destruir, total o
parcialmente, mediante una actividad de oposición, un orden de vida históricamente
existente, transformándolo en una realidad histórica distinta, más congruente y
adecuada con sus propias concepciones. 5
Al comparar uno y otro tipo de pensamiento pudo expresar el propio Mannheim: “El
concepto de ideología refleja uno de los descubrimientos que han surgido del
conflicto político; es decir, que el pensamiento de los grupos dirigentes puede llegar
a estar tan profundamente ligado a una situación por sus mismos intereses, que ya
no sean capaces de ver ciertos hechos que harían vacilar su sentido de dominio.
Existe implícita en la palabra ideología la intelección de que, en determinadas
situaciones, el inconsciente colectivo de algunos grupos oscurece la situación real
de la sociedad para sí mismo y para otros; y, de este modo, la estabiliza.”
Más adelante prosigue nuestro autor: “el concepto de pensar utópico refleja el
descubrimiento opuesto de la lucha política; es decir, que ciertos grupos oprimidos,
están de modo intelectual, tan frecuentemente interesados en la destrucción y
transformación de determinada condición de la sociedad, que, sin saberlo, ven sólo
aquellos elementos de la situación que tienden a negarla (…) De ningún modo se
ocupan de lo que realmente existe; antes bien, intentan con su pensar cambiar la
situación existente. Su pensamiento jamás es un diagnóstico de la realidad; puede
ser usado solamente como para una guía para la acción. En la mentalidad utópica,
el inconsciente colectivo, guiado por una representación ardiente y por la voluntad
de la acción, oculta ciertos aspectos de la realidad. Vuelve la espalda a todo lo que
conmovería su creencia o paralizase su deseo de cambiar las cosas.” 6
Sostiene Mannheim que si bien desde el punto de vista de quienes ocupan el plano
social representativo del orden intelectual y político dominante, la utopía se muestra
en principio como un sistema de pensamiento irrealizable, esa irrealización es un
carácter aparente que a menudo se adscribe a la concepción utópica desde la
perspectiva parcial o incompleta de quienes la juzgan en el mismo centro y en el
mismo momento en que se produce un conflicto de ideas. Pero alguien que desde
un momento histórico posterior enjuiciara objetivamente ese conflicto, encontrará
que la realización de las concepciones utópicas es, en definitiva, el único criterio
adecuado para poder diferenciarlas de lo que fueron meras ideologías.
Así pues, las concepciones que con posterioridad no se realizaron y sólo resultaron
ser meras representaciones falsas de un orden social pasado o potencial, fueron
4
Karl Mannheim, Ideología y utopía: introducción a la sociología del conocimiento, Madrid, Aguilar,
1966, p. 264.
5
Karl Mannheim, op. cit, p. 260.
6
Karl Mannheim, op. cit, p. 89.
ideológicas, en tanto que aquellas que resultaron oportunamente realizadas en el
orden social subsiguiente, fueron utópicas. 7
Pese a la supuesta claridad teórica y el esfuerzo conceptual con que nuestro autor
expone su criterio de distinción en el texto comentado, que se exterioriza y traduce
en innumerables páginas dedicadas a este menester, la diferenciación no deja de
resultar a la postre oscura y confusa, como el propio Mannheim reconoce
implícitamente en su propio texto, al afirmar que en un caso determinado es una
tarea extremadamente difícil establecer concretamente qué es ideológico y qué es
utópico.
7
Karl Mannheim, op. cit, p. 274.
II. La Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico
Introducción
Objetivos:
Contenidos:
Bibliografía obligatoria:
2.1.
PARK Robert E., La ciudad y otros ensayos de ecología urbana, Barcelona,
Ediciones del Serbal, 1999, capítulo 1: “La ciudad. Sugerencias para la investigación
del comportamiento humano en el medio urbano”, p. 49-83.
THOMAS William, ZNANIECKI Florian, El campesino polaco en Europa y en
América, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2006, capítulo I:
Organización del grupo primario, p. 93-200.
2.2.
MEAD George Herbert, Espíritu, persona y sociedad: desde el punto de vista del
conductismo social, Paidós, Buenos Aires, 1972, Parte III: “La persona”, p. 167-248.
2.3.
BLUMER Herbert, El interaccionismo simbólico: perspectiva y método, Barcelona,
Hora, 1982, capítulo 1: “La posición metodológica del interaccionismo simbólico”, p.
1-44.
BECKER Howard, Los extraños: sociología de la desviación, Buenos Aires, Tiempo
Contemporáneo, 1971, capítulos 3 a 6.
Bibliografía complementaria:
2.1.
COOLEY Charles H., “El yo espejo”, Cuadernos de Información y Comunicación, n°
10, 2005, p. 13-26.
2.2.
JOAS Hans, “Interaccionismo simbólico”, en Anthony Giddens, Jonathan Turner y
otros, La teoría social, hoy, Madrid, Alianza, 1990, p. 112-154.
2.3.
GOFFMAN Erving, Estigma: la identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu,
1970.
8
Thomas es el primero en utilizar fuentes de datos diversas entre las que no dudó en incluir fuentes
biográficas (como documentos personales, cartas, material autobiográfico), archivos periodísticos,
documentos públicos, relatos de experiencias vividas y registros realizados por otros profesionales
(registros realizados por psiquiatras, trabajadores sociales y otros científicos sociales).
En efecto, muestran que en un primer momento los grupos humanos se
basaron en la autoridad (“ordenar y prohibir”) para lograr su organización y
estabilidad, mientras que más tarde recurrieron al conocimiento de sentido
común. El sentido común ofrece soluciones alternativas, fundadas en cierto
modo en los hechos, al problema de la organización de la conducta; pero los
autores consideran que el sentido común provee un conocimiento imperfecto
de la realidad social, por lo que es menester desarrollar una técnica racional
que debe basarse en la aplicación del método científico a los fenómenos
humanos. A partir de estas consideraciones, desarrolle brevemente cuáles
son las “falacias” del conocimiento sociológico de sentido común ¿En qué
sentido la sociología científica puede orientar racionalmente el cambio social?
2. Thomas y Znaniecki sostienen que la sociología debe ser una ciencia capaz
de dar cuenta racionalmente del funcionamiento de la vida social: ¿Cuál debe
ser para los autores el objeto de la sociología y con qué método debe
abordarse?
3. A partir del modo en que los autores plantean la relación entre el individuo y la
sociedad, entre los aspectos subjetivos y objetivos de la cultura:
a. Defina el concepto de “actitud”. ¿En qué consiste la diferencia entre la
psicología individual y la psicología social?
b. Defina el concepto de “valor social”. ¿Cómo distinguen los autores la
psicología social de la sociología?
c. Defina los conceptos de regla, institución y organización social.
d. ¿En qué sentido la sociología y la psicología social son los dos
elementos de una “teoría social”?
4. Para Thomas y Znaniecki, la teoría social debe buscar la explicación causal y
llegar a formular un “sistema de leyes del devenir social”. A partir de esta
idea:
a. ¿Cómo conciben los autores la explicación causal en la sociología?
b. Determine el lugar de los aspectos individuales y sociales en el
surgimiento de nuevas actitudes y nuevos valores sociales, ilustrando
con ejemplos de la investigación sobre el campesino polaco.
c. ¿Qué papel cumplen las excepciones en la determinación de las leyes?
Desarrolle la diferencia hay entre una ley general y una ley particular, e
ilustre con los ejemplos presentados por los autores.
d. ¿Cómo se establece la prueba de la validez de las leyes de la teoría
social?
5. ¿Cómo conciben los autores la situación práctica activa? Explique el papel
que desempeña la definición de la situación en la acción. Enumere los cuatros
deseos que constituyen las actitudes básicas de las personas.
6. ¿En qué se diferencian el método monográfico y el método de estudios de
problemas especiales? Enumere y defina brevemente los problemas
particulares que los autores extraen de su estudio sobre el campesino polaco.
7. A partir de la presentación de los resultados de la investigación, los autores
presentan una serie de descripciones que ilustran sus conceptos
fundamentales. Desarrolle brevemente los siguientes puntos:
a. La organización tradicional de la familia polaca.
b. Los formas de adaptación a las nuevas condiciones.
c. La organización tradicional de la economía y su crisis.
d. La organización de la economía individual y la búsqueda de la fortuna.
e. La organización de la economía cooperativa y su nueva moralidad.
14. ¿Qué es una persona y en qué se diferencia del mero organismo biológico?
Determine el papel de las nociones de reflexión, conversación consigo mismo
y significación.
15. A partir de la relación entre persona y proceso social, desarrolle las nociones
de “persona completa” y “personas elementales” propuestas por Mead.
16. ¿Cómo surge la persona según Mead? Considere el papel que allí
desempeñan el lenguaje, el juego y el deporte.
17. ¿Qué entiende Mead por “otro generalizado”? ¿Qué consecuencias directas
tiene esta instancia sobre el comportamiento de las personas y su actitud
hacia los problemas sociales?
18. Caracterice los conceptos de “yo” y “mi” propuestos por Mead. ¿Qué relación
tienen estas fases de la persona con lo que el autor denomina “control social”
y “cambio social”?
En su juventud, Herbert Blumer (St. Louis, 1900 – Berkeley, 1987) fue estudiante y
discípulo de George H. Mead; más tarde, sería profesor y mentor de Howard Becker,
uno de los herederos de la tradición de Chicago (durante ambos periodos, fue
también jugador profesional de fútbol americano). A su pluma se debe el término
“interaccionismo simbólico”, con el que pretendía resumir la perspectiva teórico-
metodológica desarrollada en el Departamento de Sociología de Chicago y, sobre
todo, en la obra de Mead. También a él se debe la formulación sistemática de las
premisas de esta perspectiva sociológica típicamente norteamericana, que serviría
como punto de partida para el desarrollo de programas de investigación sumamente
fecundos en diversos campos de estudio.
Por otro lado, Blumer desarrolló él mismo una serie de trabajos que habrían de
contribuir singularmente a la sociología de los problemas públicos, en sintonía con
las investigaciones de Howard Becker y de otros autores como Joseph Gusfield,
quienes eran además animadores de la Society for the Study of Social Problems. En
dicha perspectiva, Blumer y estos otros autores utilizan las principales herramientas
del interaccionismo simbólico para analizar la manera en que la sociedad construye
definiciones acerca de los problemas que la afectan: esta perspectiva ha tenido
profundas influencias en la sociología de los movimientos sociales, sobre todo en
quienes tienden a resaltar la importancia de la acción colectiva en torno a ciertos
problemas para sensibilizar a la sociedad, a los medios y a las autoridades políticas;
en el mismo sentido, ha tenido gran impacto en el análisis de políticas públicas, en
particular sobre los estudios que abordan la construcción de la agenda pública y el
desarrollo de los debates en torno a las alternativas para abordar una determinada
cuestión. De esta manera, el interaccionismo simbólico trasciende la perspectiva
microsociológica que se le ha imputado con frecuencia, para ofrecer descripciones
globales del funcionamiento de la sociedad.
1. ¿Cuáles son las tres premisas del interaccionismo simbólico según Blumer?
Establezca la relación que esta perspectiva establece entre el significado, la
interacción social y el acto humano.
2. Enumere y caracterice las seis “imágenes radicales” que Blumer atribuye al
interaccionismo simbólico. Desarrolle los siguientes puntos fundamentales:
a. El uso de símbolos en la interacción social.
b. La definición y los tipos de objetos.
c. El desarrollo de la acción y la acción colectiva.
Todavía con vida y en plena producción intelectual, Howard Becker (Chicago, 1928)
es uno de los últimos representantes directos de la Escuela de Chicago. La obra de
Howard Becker ha sido considerada como un modelo en diversos ámbitos de las
ciencias sociales. Por un lado, es una muestra sumamente viva de la tradición de
Chicago, tanto en sus aspectos teóricos como metodológicos: además de la
discusión sobre la formación de conceptos y modelos teóricos, Becker ha realizado
contribuciones notables en el dominio de la metodología de investigación de campo
y la escritura en ciencias sociales. Por otro lado, ha contribuido a distintas áreas de
investigación específica, sobre todo en el terreno de la criminología (con su
ampliamente citada “teoría del etiquetamiento”) y la sociología del arte.
Los trabajos de Becker expresan de manera ejemplar el enfoque teórico-
metodológico desarrollado en el seno de la Escuela de Chicago, integrando
preguntas abstractas de alcance general en investigaciones circunscriptas a casos
particulares. En dichos estudios, se analiza el comportamiento de los individuos en
función de sus interacciones con otros, las definiciones que ellos realizan de la
situación en que se hallan y la manera en que la conducta se adapta a los marcos
en que se desarrolla. Discípulo de Everett Hughes, Becker retoma gran parte de las
preocupaciones de aquél sobre las “carreras” en las distintas profesiones, la
constitución de culturas específicas en los grupos profesionales y la conformación de
prácticas laborales en la interacción con otras profesiones y con el público. Discípulo
también de Herbert Blumer, Becker logra en sus trabajos una fina articulación entre
problemas teóricos y análisis empíricos, mostrando la manera en que la definición y
la interpretación de los objetos desempeñan un papel central en la actividad
humana.
“Los extraños”, libro del que hemos extraído algunos capítulos para su lectura, es
uno de los clásicos de la sociología del siglo XX. Se trata de una obra en la que se
plantea el problema de la “desviación social” a partir del análisis de diversos
aspectos que contribuyen a la constitución de las conductas (socialmente definidas
como) desviadas. Para Becker, la desviación no es una característica del acto, sino
que surge de la relación entre ese acto y las reglas vigentes en un grupo o una
sociedad determinados. Por esa razón, el estudio del comportamiento desviado
requiere un análisis de las reglas que definen los criterios de normalidad, su génesis
y la manera en que son impuestas por ciertos grupos sociales. Una vez establecido
el carácter socialmente construido de estas reglas, es necesario describir y explicar
el apartamiento de las reglas que constituye la desviación.
En este punto, Becker propone un “modelo secuencial” del comportamiento desviado
que retoma la idea de carrera desarrollada inicialmente por Hughes (y también
utilizada por Erving Goffman en sus estudios sobre la desviación, sobre todo en sus
libros “Estigma” e “Internados”). Oponiéndose a los “análisis multivariados” que
deducen la conducta desviada de una serie de factores estructurales o
disposicionales, Becker desarrolla la idea de una carrera a través de la cual se van
originando los factores que han de producir el comportamiento desviado: una
situación favorable para una primera experiencia, el relajamiento de los mecanismos
de control social, una definición positiva del acto socialmente condenado y una
justificación de las propias normas frente a la sociedad general son algunos de los
aspectos analizados en las dos investigaciones de grupos desviados presentadas en
el libro (la que trata acerca de los fumadores de marihuana y la que explora el
mundo de los músicos de orquestas populares).
Introducción
Ya sabemos que Émile Durkheim (Epinal, 1858 – París, 1917) fue el creador de una
perspectiva sociológica original que marca gran parte del desarrollo posterior de
nuestra disciplina a lo largo del siglo XX. Pero es menester destacar que nuestro
autor fue también el animador de una construcción institucional que constituye
todavía hoy un modelo: además de las diferentes cátedras de sociología y
pedagogía que ocupó en Burdeos y en París, Durkheim impulsó investigaciones que
fueron publicadas en la revista que coordinaba junto con sus colaboradores: L’Année
Sociologique. Marcel Mauss, Maurice Halbwachs, Celestin Bouglé, Henri Hubert,
François Simiand, Robert Hertz, Georges Davy y Paul Fauconnet, entre otros,
formaron un grupo que produjo una obra amplia y consistente, con numerosas
ramificaciones en diversas disciplinas. Mauss y Simiand son todavía hoy autores
clásicos en el dominio de los estudios sociales de la economía; Halbwachs es una
autor de referencia para quienes investigan la memoria colectiva, pero también para
quienes se interesan por las clases sociales. Aunque menos conocidos en nuestro
ámbito, Hubert es un autor de referencia en el estudio de la historia de las
civilizaciones y Hertz es crecientemente recuperado por los investigadores del
folklore europeo. Todos estos autores apuntalan, al mismo tiempo que prolongan, el
programa intelectual generalmente asociado a la figura de Durkheim: un programa
que sigue siendo de actualidad en el plano teórico y metodológico, no sólo por su
presencia en las currículas de todas las carreras de sociología del mundo, sino
también por sus periódicas recuperaciones por parte de los autores que llevan
adelante la discusión teórica en ciencias sociales. 9
En el curso de Introducción a la sociología, se ha tenido la ocasión de recorrer una
parte importante de la obra de Durkheim. Retomaremos dos elementos que resultan
particularmente relevantes para la comprensión de los contenidos de esta unidad de
nuestra propia asignatura: por un lado, la distinción entre hechos sociales
morfológicos y hechos sociales fisiológicos; por otro lado, los principios
metodológicos que orientan el abordaje por parte del sociólogo de hechos que se
presentan en sociedades primitivas o en sociedades del pasado.
En Las reglas del método sociológico (1895), Durkheim sostiene que los hechos
sociales constituyen el objeto de la sociología y los define como “modos de actuar,
de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y que están dotados de un poder de
coerción en virtud del cual se imponen”. 10 Es decir, son aquellos aspectos de
nuestra conducta, nuestros sentimientos o nuestros pensamientos que no podrían
existir si no perteneciésemos a un grupo social determinado. Es allí donde se
9
Valga como simple indicación la importancia de Durkheim y los durkheimianos en el trabajo teórico
de autores como Talcott Parsons, Claude Lévi-Strauss y Pierre Bourdieu, por citar sólo a los más
importantes.
10
Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias
sociales, Madrid, Alianza, 1988, p. 58.
originan diferencias de costumbres, representaciones y valores entre individuos que
son globalmente idénticos en sus características orgánico-psíquicas: lo social
introduce una diversidad que depende de la pertenencia diferencial a grupos
humanos.
Ahora bien, existe un tipo particular de hecho social, que se caracteriza por su grado
mayor de cristalización: es el “sustrato” material de la sociedad. Esta distinción
permite a Durkheim establecer una diferencia de grado, aunque no de naturaleza,
entre lo que él llama los hechos sociales fisiológicos – las modas, convenciones y
costumbres, los sistemas de creencias, las reglas del derecho, las prácticas
profesionales, religiosas o económicas – y los hechos sociales morfológicos – la
naturaleza y el número de las partes que constituyen la sociedad, el grado y tipo de
relación entre ellas, su distribución en el espacio, la forma de las viviendas y las vías
de comunicación.
Estos dos aspectos de la vida social abren el camino para dos líneas de
investigación que necesariamente han de ir vinculadas: gran parte de los trabajos de
la escuela durkheimiana ofrecen análisis de la relación entre la morfología de una
sociedad y sus representaciones – como es el caso de los trabajos sobre las formas
primitivas de clasificación o sobre las formas elementales de la vida religiosa, o el
análisis del efecto de las variaciones estacionales de la morfología de las
sociedades esquimales sobre su vida religiosa y jurídica. En ese sentido, ningún
estudio descuida ambas facetas de la constitución de la vida social. Por eso, el
hecho de que los textos de Mauss que hemos seleccionado aborden cuestiones
vinculadas con los hechos sociales “estructurales” – sobre todo la morfología, pero
también sobre los sistemas de intercambio económico – y los textos de Durkheim,
Hubert y Halbwachs traten de hechos sociales “representacionales”, no debe
hacernos olvidar que se trata simplemente de dos aspectos de la misma totalidad
social y dos dimensiones de todo análisis de inspiración durkheimiana.
El segundo punto que es menester abordar es más estrictamente metodológico.
Muchos han creído ver en los textos de Durkheim y sobre todo de Mauss una pura
antropología: los objetos empíricos a los que se refieren pertenecen efectivamente a
sociedades “primitivas” y, por lo tanto, su estudio no correspondería a la sociología.
Entender las cosas de este modo es desconocer la manera en que Durkheim y sus
colaboradores entendían a esta última. La sociología es una disciplina que estudia
los hechos sociales, intentando determinar su naturaleza y sus causas. 11 Así es
formulada esta premisa por el propio Durkheim en su presentación de una de las
ramas de la sociología:
Objetivos:
12
Émile Durkheim, Lecciones de sociología: física de las costumbres y del derecho, Buenos
Aires/Madrid, Miño y Dávila, 2003, p. 65. Curso impartido entre 1890 y 1905, publicado en su versión
de 1900.
• Recuperar los elementos del análisis estructural durkheimiano en el estudio
de la morfología social y de las formas de intercambio.
• Reconocer la especificidad de la teoría durkheimiana de las representaciones
colectivas y su aporte a la comprensión de las categorías del entendimiento y
la memoria colectiva.
Contenidos:
Bibliografía obligatoria:
3.1.
MAUSS Marcel, “Ensayo sobre los dones: motivos y formas de intercambio en las
sociedades primitivas”, en Sociología y Antropología, Madrid, Tecnos, p.155-263.
MAUSS Marcel, BEAUCHAT Henri, “Ensayo sobre las variaciones estacionales en
las sociedades esquimales: un estudio de morfología social”, en Sociología y
Antropología, Madrid, Tecnos, p. 359-432.
3.2.
DURKHEIM Émile, Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Alianza,
2003, conclusión.
HALBWACHS Maurice, “La memoria colectiva entre los músicos”, La memoria
colectiva, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2010.
Bibliografía complementaria:
3.1.
HALBWACHS Maurice, Morfología social, México, América, 1944.
3.2.
DURKHEIM Émile y MAUSS Marcel, “Sobre algunas formas primitivas de
clasificación: contribución al estudio de las representaciones colectivas”, en Émile
Durkheim, Clasificaciones primitivas (y otros ensayos de antropología positiva),
Barcelona, Ariel, 1996, p. 23-103.
HUBERT Henri, “Estudio sumario sobre la representación del tiempo en la religión y
la magia”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n° 51, 1991, p. 177-
204.
Marcel Mauss (Epinal, 1872 – Paris, 1950) es uno de los principales exponentes de
la escuela durkheimiana. La manera en que Mauss describe su propia actividad
intelectual releva hasta qué punto se trata de una verdadera “escuela”, un proyecto
colectivo de fundación de una ciencia empírica de lo social, que comparte una
perspectiva epistemológica y un conjunto de conceptos fundamentales, y busca
corroborarlos en diversos terrenos:
13
Marcel Mauss, "Un autorretrato intelectual", en Federico Bossert, Pablo Sendón y Diego Villar,
comp., De la función al significado: escritos de antropología social, Lima, Universidad nacional mayor
de San Marcos, 2001, p. 41.
ebullición y el espíritu invadido de una certeza todavía indefinida, pero imperiosa, de
quien asiste a un acontecimiento decisivo para la evolución científica”. 14
En otro sentido, su trabajo sobre las variaciones estacionales de la morfología de las
sociedades esquimales (1902) constituye tanto un modelo de investigación sobre
este tipo de objetos como una contribución al análisis de la relación entre el sustrato
material de un grupo y las formas de su vida religiosa y jurídica. De manera
ejemplar, muestra cuáles son los elementos a tener en cuenta para analizar el modo
de composición de una sociedad y demuestra con el uso del método comparativo –
en este caso, entre dos momentos de la misma sociedad – una hipótesis acerca del
efecto de los hechos morfológicos sobre los fisiológicos. En ese sentido, reafirma la
posición durkheimiana en torno a la naturaleza de la explicación sociológica:
Como los hechos de morfología social son de la misma naturaleza que los
fenómenos fisiológicos, deben explicarse según esta misma regla que
acabamos de enunciar. Sin embargo, de todo lo que hemos dicho hasta
ahora se sigue que desempeñan un papel preponderante en la vida
colectiva y, por consiguiente, en las explicaciones sociológicas. 15
14
Claude Lévi-Strauss, “Introducción a la obra de Marcel Mauss”, en Sociología y Antropología,
Madrid, Tecnos, p. 29.
15
Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico…, op. cit., p. 169.
24. ¿En qué sentido las variaciones estacionales expresan algo más que la mera
adaptación al movimiento de los animales que cazan los esquimales?
Introduzca en su respuesta las referencias a otras sociedades que se indican
en la conclusión del texto.
25. ¿Qué hipótesis formula Mauss sobre la relación entre el sustrato y las formas
de la vida social? Nombre los ejemplos que propone para ilustrar esta
hipótesis.
Actividad 2. A partir de la lectura del estudio sobre las formas del intercambio
en las sociedades primitivas, responda las siguientes preguntas:
16
Émile Durkheim, La división del trabajo social, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1993, vol. 1, p. 104.
de la conciencia colectiva”. 17 Las representaciones colectivas – que lo son tanto en
su forma como en su contenido, es decir, son creencias colectivas sobre los propios
asuntos colectivos – son realidades sui generis que se forman a partir de la
asociación de los hombres pero que, una vez formadas, adquieren una lógica propia.
En este marco, Durkheim formula por primera vez una idea que habrá de retomar en
otras obras, la que afirma que las representaciones se autonomizan del sustrato que
les dio origen y que, por lo tanto, su visión de los hechos no debe confundirse con la
“concepción materialista de la historia”.
Ahora bien, la afirmación de que las representaciones colectivas juegan un papel
fundamental en la vida social y que expresan inicialmente el sustrato material para
volverse luego una realidad independiente, sintetiza la teoría sociológica
desarrollada por Durkheim durante la última década del siglo XIX. Pero de allí en
adelante, en parte gracias a la colaboración e influencia de Mauss, el propio
Durkheim comenzará a abordar las representaciones colectivas de un modo más
preciso y delimitado: su concepción de las formas primitivas de clasificación (1901-
1902) y su teoría sociológica de las categorías del entendimiento (1912) constituyen
dos capítulos fundamentales de la obra madura de Durkheim.
En el primer caso, se estudia la manera en que distintas sociedades clasifican los
objetos y las personas, mostrando que estas clasificaciones expresan el modo en
que la sociedad está organizada; una vez que la sociedad se clasifica a sí misma,
proyecta luego esta clasificación sobre los objetos del mundo, que están afectiva e
intelectualmente ligados con los individuos y los grupos que constituyen la
sociedad. 18
En el estudio de las formas elementales de la vida religiosa 19, Durkheim sostiene
que las categorías del entendimiento, y con ellas el pensamiento lógico y la ciencia
moderna, tienen su origen en el pensamiento religioso. En las sociedades primitivas,
la religión no ofrecía solamente prescripciones morales sino que también proveía a
los individuos sus principales conocimientos sobre el mundo: la explicación de los
hechos naturales y sociales en función de la actividad de los dioses o espíritus
ofrece un tipo de conocimiento que contribuye a organizar la experiencia y la acción.
Discutiendo la perspectiva racionalista de Kant y la perspectiva empirista de Hume,
Durkheim sostiene que las categorías del entendimiento no son innatas, pero
tampoco surgen de la experiencia individual, sino que tienen un origen social: son
los marcos generales del pensamiento compartidos por los miembros de una
sociedad. Esta teoría se apoya en una serie de pruebas empíricas, en las que
Durkheim muestra que el tiempo y el espacio, por ejemplo, son representados de
manera diferentes por distintas sociedades. Dice Durkheim sobre el tiempo:
17
Emile Durkheim, Las reglas…, op. cit., p. 43.
18
Émile Durkheim y Marcel Mauss, “Sobre algunas formas primitivas de clasificación: contribución al
estudio de las representaciones colectivas”, en Émile Durkheim, Clasificaciones primitivas (y otros
ensayos de antropología positiva), Barcelona, Ariel, 1996, p. 25-103.
19
Emile Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse : le système totémique en Australie,
Paris, Poche, 1991.
impensable. Sólo podemos concebir el tiempo distinguiendo momentos
diferentes. Ahora bien, ¿cuál es el origen de esta diferenciación? [...] La
observación establece que estos puntos de referencia indispensables con
relación a los cuales clasificamos temporalmente todas las cosas son
tomados de la vida social. Las divisiones en días, semanas, meses, años,
etc. corresponden a la periodicidad de los ritos, las fiestas, las ceremonias
públicas. Un calendario expresa el ritmo de la actividad colectiva al mismo
tiempo que tiene por función asegurar su regularidad. 20
El mismo tipo de razonamiento vale para otras categorías, tales como espacio,
totalidad, causa, género, etc. Se trata de marcos intelectuales comunes que
expresan la uniformidad en las formas de representación de una sociedad, al mismo
tiempo que aseguran la posibilidad de que sus miembros actúen juntos.
En términos más generales, las maneras en que percibimos las cosas, el modo en
que organizamos nuestras experiencias, nuestra visión de nosotros mismos, se
apoyan sobre los puntos de vista de los grupos a los que pertenecemos. Las
nociones de tiempo y espacio son compartidas con otros. Pero también son
compartidas con otros ciertas ideas acerca de la belleza de un paisaje, el
conocimiento de la historia de una ciudad o el recuerdo de un acontecimiento o
vivencia. En este último caso, la “memoria” estará siempre compuesta por el
recuerdo que el grupo tenga del pasado, por representaciones colectivas de hechos
pretéritos: difícilmente podamos recordar solos, puesto que nuestra memoria
fisiológica carece de los recursos para ello; son nuestros amigos, familiares, colegas,
vecinos o compatriotas los que nos ayudarán a reconstruir el pasado, incluso el
pasado que cada uno de nosotros ha vivido.
20
Ibidem, p. 54-55.
21
Ibidem, p. 734.
3. ¿En qué sentido la religión es el punto de partida para muchas de nuestras
instituciones sociales seculares? Explique la relación entre la religión y la
ciencia según Durkheim.
4. ¿Cómo define Durkheim a las categorías del entendimiento? Explique la
manera en que el autor trata específicamente las categorías de espacio y
tiempo.
1. ¿Qué diferencia existe entre las palabras y los sonidos en la manera que
tenemos de percibirlos y recordarlos?
2. ¿Cuál es el rol de los signos escritos (la partitura) en la conservación de la
memoria de las obras entre quienes saben leer música? Explicite el rol que el
grupo juega en la creación y la interpretación de estas convenciones.
3. ¿En qué sentido el ritmo no es algo presente en la naturaleza? Siendo un hecho
social, ¿qué diferencia hay entre el ritmo de la vida ordinaria y el ritmo del mundo
de los músicos?
4. ¿Con qué argumentos sostiene Halbwachs que no sólo la técnica de la música,
sino también los sentimientos e impresiones que los sonidos producen en
nosotros son sociales? Identifique los aspectos de la memoria de los músicos en
que se expresan estos dos elementos.
5. ¿Cuáles son las dos maneras fundamentales de apropiarse y apreciar la música?
En qué sentido una responde a la lógica interna del mundo de los músicos y la
otra se inscribe en otros aspectos de nuestra vida espiritual.
6. Dado que el objetivo principal del artículo es analizar el rol de los signos en la
memoria y que, por lo tanto, el caso de la memoria de los músicos y el lenguaje
musical son sólo ejemplos de una configuración más general, ¿en qué medida
existe un funcionamiento similar en otros grupos que utilizan otro lenguaje y
poseen otra memoria colectiva? Analice el caso de la Iglesia y el teatro como
medios sociales particulares. Señale en ese marco lo específico del lenguaje
musical.
IV. El Marxismo Hegeliano y la Teoría Crítica
Introducción
22
Goran Therborn, Dialécticas de la Modernidad: acerca de la Teoría Crítica y el Legado del
Marxismo del Siglo XX, Chicago y San Francisco, abril 1996 (http://www.geocities.com/
encuentroxxi/XXI_6/Dialectica_Modernidad.html).
23
En realidad la expresión la toma Merleau-Ponty de Karl Korsch quien con este término se refería
irónicamente a la crítica de la que él era objeto desde el marxismo soviético.
24
Artículo aparecido por primera vez el 24 de noviembre de 1917.
aportes de la Escuela de Frankfurt desde su formación en el Instituto de
Investigaciones Sociales.
Objetivos:
Contenidos:
Bibliografía obligatoria:
4.1.
LUKÁCS Georg, Historia y consciencia de clase, México, Grijalbo, 1983, Prologo y
capítulos: “¿Qué es el marxismo ortodoxo?” y “Cosificación y conciencia de
proletariado” (Punto III: La posición del proletariado).
4.2.
GRAMSCI Antonio, “El príncipe moderno”, en Notas sobre Maquiavelo, sobre la
política y sobre el Estado moderno, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.
4.3.
ADORNO Theodor y HORKHEIMER Max, Dialéctica del iluminismo, Buenos Aires,
Sudamericana, 1969, “Prólogo” y “Concepto de Iluminismo”.
MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional: ensayo sobre la ideología de la
sociedad industrial avanzada, Editorial Joaquín Mortiz, México, 1968. Capítulo 1:
“Las nuevas formas de control”; capítulo 4: “El cierre del universo del discurso”.
Bibliografía complementaria:
En la sociedad capitalista los hombres perciben las mercancías por ellos producidas
y el mercado creado para éstas con una existencia objetiva e independiente de su
voluntad. Así el fetichismo de la mercancía concebido por Marx se vuelve el
fundamento del concepto de reificación de Lukács. El concepto de reificación es uno
de los conceptos centrales en el pensamiento de Lukács: con él extiende el alcance
del fetichismo a todos los sectores de la sociedad capitalista (el estado, el derecho,
la cultura, etc.). Los hombres llegan a creer que las estructuras sociales tienen vida
propia, como fenómeno natural ajeno a sí mismo, y que está sujeto a sus leyes
inexorables.
El otro concepto central es el de conciencia de clase. La conciencia de clase como
sistema de creencias que comparten los que ocupan la misma posición de clase en
la sociedad, es una propiedad de los agentes sociales. En el pensamiento de Lukács
hay una homología entre posición en el sistema productivo, conciencia de clase y
pensamientos psicológicos de los agentes sobre sus propias vidas. La falsa
conciencia es una “inconsciencia” condicionada por la propia condición económica y
sociohistórica y no tiene nada de arbitrario. En las sociedades precapitalistas era
muy improbable que alguna clase pudiera superar esa inconsciencia dado que no
había ninguna posición desde la cual se hiciera evidente la base económica de
todas las relaciones sociales. En el capitalismo la base económica se hace más
evidente y aunque las personas no puedan percibirlo claramente pueden sentir sus
efectos y llega un momento en que éstos se hacen conscientes. En ese momento la
sociedad se transforma en un escenario de lucha ideológica entre quienes pretenden
seguir ocultando la explotación y la sociedad de clase y quienes desean develar la
sociedad de clases. Es sólo el proletariado el que puede desarrollar una verdadera
conciencia de clase, ser agente creador de su propio destino y transformador del
sistema capitalista. Lukács recupera la relación dialéctica entre estructura
económica y sistema de creencias, pensamiento individual y acción, teoría y práctica
en una concepción dialéctica abierta y revolucionaria.
25
Antonio Ianfranca, “Fenomenología y ontología en el marxismo de Lukács: de la Ontología del ser
social a Historia y conciencia de clase”, en Revista Herramienta, 2004. Disponible en
http://www.herramienta.com.ar.
1. Analice el siguiente párrafo del capítulo “¿Qué es la ortodoxia marxista?” y
explique los argumentos que llevan a Lukács a realizar tal afirmación.
Suponiendo – aunque no admitiendo – que la investigación reciente
hubiera probado indiscutiblemente la falsedad material de todas las
proposiciones sueltas de Marx, todo marxista “ortodoxo” serio podría
reconocer sin reservas todos esos nuevos resultados y rechazar sin
excepción todos las tesis sueltas de Marx, sin tener en cambio que
abandonar ni por un minuto su ortodoxia marxista. Así pues,
marxismo ortodoxo no significa reconocimiento acrítico de los
resultados de la investigación marxiana, ni “fe” en tal o cual tesis, ni
interpretación de una escritura “sagrada”. En cuestiones de
marxismo, la ortodoxia se refiere exclusivamente al método. Esa
ortodoxia es la convicción científica de que en el marxismo dialéctico
se ha descubierto el método de investigación correcto, que el
método no puede continuarse, ampliarse ni profundizarse más que
en el sentido de sus fundadores. Y que, en cambio, todos los
intentos de “superarlo” o de “corregirlo” han conducido y conducen
necesariamente a su deformación superficial, a la trivialidad, al
eclecticismo.
2. ¿Cuál es la crítica que le realiza al positivismo?
3. ¿Cómo recupera la totalidad? ¿Qué críticas realiza a las diferentes formas de
pensar la historia?
4. ¿Cómo describe el proceso de conocimiento del proletariado?
Antonio Gramsci (Ales, 1891 – Roma, 1937) nace en Cerdeña, isla administrada
desde Turín (Italia). Su infancia fue difícil (debe abandonar sus estudios para
trabajar cuando su padre es apresado, tiene problemas de salud) sin embargo fue
un estudiante destacado en la primaria y en la secundaria cuando pudo retomar sus
estudios. Gracias a la obtención de una beca de estudios ingresa en la Universidad
de Turín, pero debe abandonar los estudios por falta de recursos y problemas de
salud. Durante la Primera Guerra Mundial comienza su participación política en el
sindicato de la Confederación General del Trabajo en Turín y en el partido socialista.
Su trabajo como periodista y crítico de cine lo lleva a crear dos periódicos con el
objetivo de educar a la nueva clase obrera: el Ordine Nuevo y Unità. Turín era uno
de los centros industriales más importantes de Italia y Gramsci desde su tribuna
periodística abordaba la relación entra la organización científica del trabajo
(taylorismo y fordismo) y la organización científica de la educación y la formación
polemizando con los filósofos idealistas Croce y Gentile. Este último, como
Secretario de Educación del nuevo gobierno fascista, reforma en 1923 el sistema
escolar italiano separando la educación destinada a la preparación técnica y
profesional (para el trabajo), y la preparación cultural y científica para el desarrollo
"espiritual" y como preparación destinada a la dirección política del país. Gramsci no
estaba de acuerdo con la presunción idealista de la independencia de la vida
intelectual y cultural respecto de los condicionamientos económicos y políticos. Para
Gramsci, la distinción entre trabajo intelectual y manual es ideológica: aún en el
trabajo manual más mecánico hay un proceso intelectual por lo que consideraba que
no había separación entre el homo faber y el homo sapiens.
La Revolución Soviética de 1917 concentró la atención de los partidos socialistas
europeos y de los movimientos obreros. Gramsci escribe el ensayo “La Revolución
contra El Capital”, en la que elogiaba la “resurrección de la voluntad política contra el
determinismo económico de los que reducen el marxismo a las leyes históricas de la
obra más conocida de Marx”. Contra el determinismo de la vulgata marxista opinaba
que las masas debían actuar y llevar adelante la revolución social, para lo cual no
alcanzaba con los factores estructurales sino que debían desarrollar una ideología
revolucionaria. En este punto es central el papel de los intelectuales: como
generadores de ideas que luego se divulgan y son llevadas a la práctica por los
grupos sociales casi como un acto de fe.
En Italia, como en otros países, el posicionamiento dentro de las agrupaciones
socialistas osciló luego de la revolución soviética entre el reformismo y el
comunismo. Pero en Italia el partido socialista no sólo se dividió entre estas dos
facciones sino que dentro de los reformistas y nacionalistas que pasaron a formar
parte de la sección populista del partido fascista. En 1926, el gobierno fascista de
Mussolini disuelve el parlamento italiano y las organizaciones de la oposición,
prohíbe las publicaciones contrarias al gobierno y realiza una serie de detenciones
masivas. Antonio Gramsci, que había sido miembro del Parlamento y desde 1924
era secretario general del partido comunista italiano, es encarcelado a los 35 años
de edad. En la cárcel escribe una serie de artículos que se convertirían en el análisis
más importante sobre la hegemonía y sobre la manera en que la hegemonía de un
determinado grupo social se va extendiendo desde el núcleo del grupo hasta su
organización política. Es en este concepto donde se refleja la influencia hegeliana:
“el ingrediente esencial de la filosofía de la praxis más moderna es el concepto
histórico filosófico de hegemonía”. Así en el análisis del capitalismo es central
analizar la formación de los intelectuales, el liderazgo y organización de la cultura
para comprender el fenómeno de la dominación capitalista:
Gramsci murió en 1937 en las cárceles del fascismo sin haber podido culminar su
obra. De sus escritos de la cárcel su cuñada Tatiana logra salvar treinta y tres
cuadernos sacándolos clandestinamente de Italia. Estos escritos, conocidos como
Cuadernos de la Cárcel, son compilados en 6 volúmenes y publicados entre 1947 y
26
José M. Aricó: Prólogo a Notas sobre Maquiavelo, sobre Política y sobre el Estado Moderno,
Córdoba, 1962. Disponible en www.gramsci.org.ar
1951 luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del
régimen fascista en Italia.
1. Enumere las condiciones para que pueda suscitarse una voluntad colectiva.
2. Señale los grupos de elementos necesarios para la existencia de un partido.
3. ¿Cuál es el error en que se incurre frecuentemente en los análisis histórico-
políticos? ¿Qué dimensiones supone un verdadera análisis de las “relaciones
de fuerza” según Gramsci?
4. Identifique los momentos o grados que metodológicamente hay que distinguir
en la correlación de fuerzas.
5. Describa las formas que ha asumido el proceso de formación de los
intelectuales.
6. ¿Por qué para Gramsci si bien todos los hombres son intelectuales no todos
tienen la función de intelectuales en la sociedad?
7. Distinga entre los intelectuales como categoría orgánica de grupo social e
intelectuales como categoría social y explique las consecuencias que se
derivan de establecer esta distinción.
8. ¿Por qué en la “hegemonía” para Gramsci la fuerza aparece apoyada en el
consenso de la mayoría y en qué se manifiesta ese consenso?
9. ¿Por qué la “dirección” es condición para la “dominación” y como se ilustra en
el “transformismo” de los intelectuales?
10. ¿Qué relación establece entre los conceptos de estado, sociedad civil y
sociedad política?
11. ¿Qué críticas a la economía tradicional representa el concepto de “bloque
histórico”?
La Teoría Crítica
27
George Ritzer, Teoría Sociológica Moderna, Madrid, Mc Graw Hill, 2002, p. 574.
Actividad 3. Identifique y señale en los textos de Adorno, Horkheimer y
Marcuse las críticas y los principales aportes de la Teoría Crítica. Seleccione al
menos un párrafo para cada crítica y aporte.
V. El Funcionalismo y sus Críticos
Introducción
Objetivos:
Contenidos:
5.1. El estructural funcionalismo clásico: Talcott Parsons. El marco de referencia de
la acción y el problema del orden social. La teoría de los sistemas sociales: del
modelo trisistémico al esquema AGIL. Equilibrio, crisis y cambio social. El análisis
funcional.
5.2. La crítica radical: Charles Wright Mills y la crítica de “gran teoría”. La “artesanía
intelectual” como alternativa a la “gran teoría” y el “empirismo abstracto”. El poder.
5.3. Las “teorías del conflicto” y el cuestionamiento del consensualismo estructural
funcionalista. Las funciones sociales del conflicto. Las clases sociales.
Bibliografía obligatoria:
5.1.
ALEXANDER Jeffrey, Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra mundial:
análisis multidimensional, Gedisa, Barcelona, 1992, capítulos 2 al 7.
PARSONS Talcott, El sistema social, Madrid, Alianza, 1982, capítulo 1, p. 15-32.
PARSONS Talcott, La sociedad: perspectivas evolutivas y comparativas, México,
Trillas, 1974, capítulo 2, p. 15-49.
5.2.
WRIGHT MILLS Charles, La imaginación sociológica, México, Fondo de Cultura
Económica, 1986, capítulo 2: “La gran teoría”, p. 44-67.
5.3.
COSER Lewis, Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura
Económica, 1961, Prefacio, introducción y conclusión, p. 7-34 y p. 173-180.
Bibliografía complementaria:
5.1.
PARSONS Talcott, “Sistemas sociales”, en Enciclopedia Internacional de las
Ciencias Sociales, vol. IX, Madrid, Ediciones Aguilar, 1976.
MERTON Robert K., Teoría y estructura sociales, México, Fondo de Cultura
Económica, 1992, capítulo III: “Funciones manifiestas y latentes”.
5.3.
DAHRENDORF Ralph, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial,
Madrid, Ediciones Rialp, 1962, capítulo 5: “Estructura social, intereses de clase y
conflicto social”, p. 206-263.
El estructural funcionalismo parsoniano
Por Silvana I. Lado y Federico Lorenc Valcarce
Talcott Parsons (Colorado Springs, 1902 – Múnich, 1979) estudió biología, con la
firme intención de proseguir luego una carrera en esa disciplina o convertirse en
médico. Recién al final de sus estudios de grado se volcó hacia las humanidades y,
apenas recibido de la Universidad de Massachusetts en Amherst, emigró hacia
Europa, para estudiar primero en la London School of Economics y luego en la
Universidad de Heidelberg. Allí profundizó sus estudios de ciencia económica y
descubrió la obra de Max Weber: desde entonces, su carrera intelectual estaría
marcada por el interés en la relación entre economía y sociología, presente también
en la obra del gran pensador alemán. Al regresar de Europa, Parsons se instaló
rápidamente en Harvard, donde habría de permanecer el resto de su vida, y
comenzó una larga carrera intelectual, que lo convertiría en la principal referencia
teórica de la sociología norteamericana de posguerra y en uno de los clásicos de
nuestra disciplina. 28
28
Sobre la vida y obra de nuestro autor, cf. “La teoría de los sistemas sociales: una historia personal”,
en Talcott Parsons, Biografía intelectual, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, p. 7-79.
29
Talcott Parsons, La estructura de la acción social: estudio de teoría social, con referencia a un
grupo de recientes escritores europeos, Madrid, Guadarrama, 1968, p. 851 y ss.
libro más conocido de Parsons, El sistema social, y en una obra colectiva intitulada
Hacia una teoría general de la acción, ambos publicados en 1951 30.
Lo innovador en la construcción de su nuevo modelo es la incorporación de la teoría
freudiana del superyó para teorizar la relación entre sujeto y objeto, y la ampliación
del ámbito de aplicación de esta teoría a todas las relaciones de los actores respecto
de los objetos sociales. Así, en el acto, las condiciones son mediadas por las normas
que fueron internalizadas a partir de la identificación con el objeto de
amor/afecto/placer (catexia). Como los procesos de formación de la personalidad
(identificación, introyección e internalización) se producen desde la primera infancia,
cada elemento de la personalidad es social. Según Parsons y Shils, “los objetos, por
la significación y las catexias asociadas con ellos, se organizan dentro del sistema
de orientaciones del actor”. 31
La generalización y ampliación de la explicación freudiana le sirve de punto de
partida para desarrollar su modelo trisistémico de acción en el que pone en relación
los procesos de socialización con los objetos sociales por un lado, y con los valores
culturales, por el otro. El sistema de personalidad remite a las necesidades de la
persona y en él rescata a la persona individual en su identidad y singularidad,
producto de su inserción en la sociedad. El sistema social refiere a la interacción e
interdependencia entre personas y es el ámbito de la producción y distribución
(asignación de disponibilidades, de personal y de recompensas, en relación a los
medios) y de la integración (marco regulatorio, en relación a los fines), de la escasez
y de la organización. El sistema cultural alude al ámbito del sentido, a los patrones
simbólicos de sentido y de valor.
Estos tres sistemas constituyen distinciones analíticas que le permiten, a partir de la
distinción de las dimensiones de la vida social, apreciar la interpenetración – a veces
muy precaria – de los lazos entre individuos socializados, sociedades
“psicológicamente afectadas” y “culturas socializadas”.
En este punto es que se vuelve central la comprensión del sistema social como
compleja serie de roles sociales que constituyen un conjunto detallado de
obligaciones que, para llevarse a cabo adecuadamente, deben estar en
correspondencia con el desarrollo psicosexual de los actores que desempeñan esas
secuencias de papeles. La adecuación entre el sistema social y el sistema de
personalidad produce tensiones que serán mayores o menores de acuerdo a la
correspondencia que haya entre los roles que ofrece el sistema social y los caminos
de socialización posibles para los individuos de esa sociedad. La coordinación entre
secuencia de roles y disposición de necesidades de los individuos a la vez se facilita
si existen valores comunes difundidos y una cultura común. La compleja
coordinación necesaria entre los tres sistemas echa por tierra, según Parsons,
cualquier visión individualista del orden social.
Al pensar en la posibilidad efectiva de que la vida social funcione en perfecto
equilibrio, coordinación y cooperación, Parsons está presentando un modelo
abstracto que sirva para evaluar los reales requerimientos y evaluar qué es lo que
anda mal. El teorema de la complementariedad de expectativas, en el que plantea la
interacción bipersonal (díada) perfectamente coordinada, forma parte de este
30
A este período Jeffrey Alexander lo denomina “período intermedio” de la obra de Parsons.
31
Talcott Parsons y Edward Shils, Hacia una Teoría General de la Acción, citado en Alexander,
Jeffrey Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra mundial: análisis multidimensional, Gedisa,
Barcelona, 1992, p. 39.
modelo. En los análisis de las interacciones concretas, la contingencia hace que las
mismas se desarrollen de manera más abierta e impredecible, por lo que los
participantes continuamente realizan esfuerzos para mantener interacciones
satisfactorias tratando de adecuarlas a su disposición de necesidades, utilizando
sanciones y recompensas.
A partir del modelo de equilibrio, elabora su teoría del desvío y el conflicto como
posibilidad concreta de que las interacciones se alejen del equilibrio al no haber
correspondencia entre expectativa de roles (ofrecidos por el sistema social) y
disposición de necesidades (del sistema de personalidad).
A partir de 1950, quizás imbuido por el optimismo de postguerra reinante en EE.UU,
abandona paulatinamente la visión crítica de “Occidente” (representado en sus
ensayos por Alemania) para comenzar a hablar de la sociedad “moderna”
representada por un Estados Unidos triunfante, estable y con un fuerte desarrollo,
que había logrado rescatar ciertos patrones institucionales básicos y flexibilizar otros
como modelo de sociedad moderna y de progreso. Al tratar de generalizar el modelo
de la modernidad triunfante, su perspectiva del cambio social deja de tener en
cuenta todas las dimensiones.
Así, el teórico que había logrado identificar las presuposiciones generales, los
aprioris de la teoría social (acción y orden social) y que había presentado su teoría
como una teoría multidimensional, paulatinamente se va corriendo cada vez más
hacia una de las dimensiones, el polo idealista-cultural de la acción individual.
32
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, en Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, vol.
IX, Madrid, Ediciones Aguilar, 1976, p. 711.
Este esquema sirve para analizar el funcionamiento de la sociedad, pero también
sirve como parámetro para estudiar el desarrollo evolutivo de los distintos tipos de
sociedad. En efecto, Parsons piensa que su modelo puede servir para analizar las
sociedades en una perspectiva comparativa y evolutiva. Para Parsons, la evolución
social supone una creciente diferenciación: las funciones antes concentradas en las
mismas estructuras se van separando.
En las sociedades primitivas, todas las funciones estaban condensadas y la
organización era indiferenciada: no había separación entre la comunidad societaria
(colectividad organizada en papeles, en este caso en clanes) y el sistema simbólico
(las representaciones colectivas, en este caso, religiosas); por su parte, la economía
y la política constituían aspectos indiferenciados del funcionamiento de los
componentes de la comunidad societaria.
El pasaje de la sociedad primitiva a la fase siguiente está dado por la aparición del
lenguaje escrito. En las sociedades arcaicas (Egipto, Mesopotamia) y en los
imperios intermedios (China, India, Islam, Roma), se produce la separación entre
comunidad societaria y sistema de mantenimiento de patrones: la integración de la
sociedad deja de estar fusionada con los valores religiosos. Las representaciones se
autonomizan, ya no calcan la organización social; la organización social se vuelve
profana: con el derecho romano, surge un sistema normativo fundado racionalmente,
y no en la religión.
El pasaje a la sociedad moderna está dado por el surgimiento de un sistema
normativo impersonal y abstracto. En la sociedad moderna, se produce la
separación de los cuatros subsistemas primarios de la sociedad: cultura, política,
economía y comunidad societaria.
• En primer lugar, la Revolución Industrial promueve la separación de la
economía, permitiendo la generalización del sistema de mercados y el uso del
dinero como medio de control del proceso económico. Las empresas
económicas se autonomizan de las redes familiares y del poder político. Los
mercados trascienden el espacio local, despegándose de los viejos marcos
comunitarios de producción y consumo de bienes.
• En segundo lugar, la Revolución Democrática promueve la separación de la
política, con la formación de un gobierno constitucional independiente de la
autoridad familiar y de las clases dominantes. La ciudadanía es el principal
elemento de integración social; se introducen límites al poder del gobierno.
• En tercer lugar, la Revolución Educativa – con la generalización de la
educación primaria y secundaria, pero sobre todo con el surgimiento de las
universidades y la investigación científica – culmina con el proceso de
secularización iniciado por la Reforma protestante, promoviendo una
generalización aun mayor de los valores culturales.
En la medida en que los sistemas se diferencian y especializan, desarrollan medios
simbólicos de intercambio. Estos medios son lenguajes especializados, que
expresan y comunican un mensaje que tiene significado con referencia a un código,
es decir, a “una serie de reglas para el uso, la transformación y la combinación de
símbolos”. 33 En las sociedades modernas, ese código forma parte del sistema legal
que Parsons define como el “código normativo general que regula la acción de las
unidades miembros de una sociedad, definiendo las diversas situaciones”. 34 Los
cuatro principales medios de intercambio son:
• Dinero: El dinero es el medio de intercambio de las transacciones
económicas. El dinero es la capacidad de una unidad societaria para adquirir
recursos económicamente valiosos mediante procesos de intercambio. La
circulación del dinero es un envío de mensajes que dan al receptor la
capacidad de pedir bienes y servicios a través de los canales del mercado.
“Pagar en dinero es aceptar unas obligaciones económicas, definidas por la
disminución proporcional de la propia capacidad para adquirir valores
económicos en otros transacciones. Aceptar dinero en pago, por el contrario,
es conseguir el derecho a esperar que otros tengan bienes y servicios
económicamente valiosos disponibles en las fechas y lugares que uno elija,
dentro de los límites definidos por el nexo de mercado”. 35
•
Poder: “El poder es la capacidad para tomar decisiones que sean válidas
para la comunidad en cuestión y sus miembros”. 36 “El poder es el medio
generalizado de movilizar la capacidad de acción colectiva eficaz, utilizable
por los miembros de las colectividades para contribuir a vincular a éstas con
unos tipos determinados de acción, bien determinando bien participando en la
33
Ibídem, p. 715-6.
34
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, México, Trillas, 1974, p. 29.
35
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, art cit., p. 715 y 719.
36
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, op. cit., p. 29.
realización de objetivos políticos específicos”. “Se centra en el uso de la
autoridad discrecional en las organizaciones colectivas para tomar unas
decisiones que, en cuanto vinculan a toda la colectividad, exigen la actuación
de quienes están obligados a llevarlas a la práctica”. 37
• Influencia: La influencia es el instrumento simbólico generalizado de la
comunidad societaria. Consiste en la capacidad de producir consenso a
través de la persuasión, generando confianza en el otro. Es decir, yo puedo
hacer actuar al otro de una cierta manera, sin comprarlo ni obligarlo de
manera autoritaria, sino simplemente convenciéndolo o haciendo que mi
prestigio constituya un modelo para que él actúe de ese modo. “Consiste en
la capacidad de dar origen a las decisiones deseadas por parte de otras
unidades sociales, sin ofrecerles directamente un quid pro quo apropiado
como incentivo, o amenazándolas con consecuencias desagradables”. 38
• Vinculación: La vinculación o compromiso con determinados valores es el
instrumento generalizado relativo a la realización de los valores culturales. Se
trata de un apoyo a ciertos valores que no se basa en el cálculo o el interés,
que es vivido como una cuestión de honor o de consciencia, cuyo
incumplimiento genera deshonor o culpabilidad. Refiere primordialmente a la
moral, pero también puede remitir a valores estéticos, cognoscitivos o
religiosos.
En resumen, Parsons piensa que la sociedad moderna es una sociedad
funcionalmente diferenciada en subsistemas, dotada de un sistema cultural
generalizado que le permite adaptarse con mayor flexibilidad a los cambios del
ambiente.
37
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, art cit., p. 716 y 719.
38
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, op. cit., p. 24.
Robert K. Merton (Filadelfia, 1910 – New York, 2003) es uno de los principales
teóricos de la corriente funcionalista. Estudia en la Universidad de Temple y en
1931 se gradúa de Bachiller en Artes. En 1936 recibe los grados de Master en Artes
y Doctorando en Filosofía en la Universidad de Harvard. Fue discípulo y amigo
personal de Talcott Parsons, el gran teórico de la acción social, el sistema social y el
análisis funcional.
En 1939 es nombrado profesor en Tulane y luego pasa como catedrático a la
Universidad de Columbia en 1942. Robert Merton ha sido director adjunto del
Departamento de Investigación Social Aplicada y posteriormente presidente de la
American Sociological Society, a partir de 1980 dictó cursos en el Departamento de
Sociología de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
Merton se siente deudor de Pitirim A. Sorokin en el análisis de la sociedad y lo
expresa así:
39
Robert K. Merton, Teoría y estructura sociales, F.C.E, México, 1984, p. 13.
40
Ibídem, p. 53-54.
un interés casi exclusivo por el resultado, la tendencia resultante favorece la
destrucción de las estructuras reguladoras.
La ventaja personal y el miedo al castigo son los únicos reguladores, conduciendo
cada vez más a una acentuada anomia. Nos da cinco indicadores de anomia que
son: 1. La percepción de que los líderes de la comunidad son indiferentes a las
necesidades de uno; 2. La percepción de que es poco lo que puede lograrse en una
sociedad que es imprevisible y carente de orden; 3. La percepción de que los
objetivos de la vida se alejan en lugar de realizarse; 4. Una sensación de futilidad de
la vida y 5. Un convencimiento de que no puede contarse con socios o compañeros
personales para tener el apoyo social y psicológico.
En su obra principal Teoría y estructura sociales aparecen otros temas de análisis no
menos importantes que los anteriores: burocracia, estructura burocrática y
personalidad, grupos de pertenencia y grupos de referencia, además de estudios
sobre la sociología del conocimiento donde elabora una tipología de conocimiento.
Pero el aporte principal será su estudio sobre las funciones manifiestas y las
funciones latentes en el análisis funcional, las primeras serían las motivaciones
conscientes para la conducta social y sus consecuencias objetivas serían las
funciones latentes. Toma las categorías de “manifiesto” y “latente” de Freud, aunque
Francis Bacon había hablado de “proceso latente” y de “configuración latente” en
relación con los procesos que están por debajo del umbral de la observación
superficial. Autores como George H. Mead y Émile Durkheim, citados por Merton,
han distinguido entre categorías de disposición subjetiva (necesidades, intereses,
propósitos) y categorías de consecuencias funcionales reconocidas como objetivas
(ventajas únicas, consecuencia nunca conscientes, función no limitada a un
propósito explícito y consciente).
Merton señala que la razón para distinguir entre funciones manifiestas y funciones
latentes está dada en que las primeras son relativas a las consecuencias objetivas
para una unidad especificada (persona, grupo, subgrupo, sistema social o cultural)
que contribuyen a su ajuste o adaptación y se esperan así; las segundas son
relativas a las consecuencias inesperadas y no reconocidas del mismo orden.
La crítica radical
Por Silvana I. Lado
El estructural funcionalismo fue desde 1930 y hasta principios de los 60, la teoría
sociológica indiscutida en Estados Unidos y con influencia en buena parte de la
sociología occidental. A partir de los 60, las críticas, que siempre existieron,
comenzaron a tomar más fuerza.
Desde los que levantaron sus críticas respecto de la incapacidad del estructural
funcionalismo para tratar cuestiones históricas, hasta los que le criticaron su
incapacidad para analizar el cambio social, el eje de las críticas oscilaron entre
quienes pusieron el centro de los embates más en los análisis de los que utilizaron la
teoría que en la teoría misma y quienes creyeron que los problemas están en la
teoría.
Según Turner y Maryanski 41, el estructural funcionalismo no debe necesariamente
ser ahistórico y puede analizar el cambio social como lo demuestra la obra de
Parsons al respecto. Han sido los análisis concretos lo que han dejado de lado estos
aspectos. Para estos autores, son los funcionalistas estructurales quienes no
privilegian el análisis del cambio y cuando deciden hacerlo lo hacen más en términos
de desarrollo que de revolución.
Para Percy Cohen 42, en cambio, el problema está en la teoría. La teoría estructural
funcionalista resulta más apropiada para analizar estructuras estáticas que
estructuras dinámicas. El hecho de que todos los elementos se refuercen entre sí y
refuercen el sistema en su conjunto dificulta el análisis sobre cómo esos elementos
pueden llevar al cambio social.
La crítica más difundida que se le ha realizado al estructural funcionalismo es que no
puede analizar la cuestión del conflicto. Para Alvin Gouldner, Parsons – desde un
sesgo conservador que acentuaba los aspectos positivos de las sociedades
desarrolladas – tendía a darle mayor importancia a las relaciones armónicas
descuidando en su perspectiva las relaciones conflictivas. En la misma línea
Abrahmson considera que el estructural funcionalismo, al exagerar el consenso y la
integración social, no deja mucho lugar para el conflicto, el desorden y el cambio
41
Jonathan Turner y A. Z. Maryanski, Funcionalism, Menlo Park, Benjamin Cummings, 1979. Citado
por George Ritzer, Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw Hill, Madrid, 2002, p. 140.
42
Percy Cohen, Modern Social Theory, Basic Books, Nueva York, 1968. Citado por George Ritzer,
Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw Hill, Madrid, 2002, p. 140.
social. Para Irving Horowitz, en cambio, el estructural funcionalismo no tiene en
cuenta al conflicto porque lo considera destructivo y lo pone fuera de la sociedad.
Para este autor “la teoría del consenso (…) tiende a convertirse en una
representación metafísica de la matriz ideológica dominante”. 43
Una de las críticas más severas, que tiene en cuenta cuestiones tanto lógicas como
metodológicas, fue realizada por C. Wright Mills (Waco, 1916 – New York, 1962). Si
por algo se destacó Wright Mills fue por su esfuerzo por mantener la vigencia de la
tradición marxista dentro de la teoría sociológica, a pesar de no ser marxista y de no
haber leído a Marx hasta mediados de los 50 (como no leía alemán, debió esperar
las traducciones de la obra de Marx). Su interés en el marxismo y en los problemas
del Tercer Mundo lo llevaron a escribir un libro sobre la Revolución Cubana, Listen,
Yankee: The Revolution in Cuba (Yankee escucha: la Revolución cubana) y otro
sobre los marxistas, The Marxists. Por su crítica radical a la sociedad
norteamericana ocupó siempre una posición marginal dentro de la sociología de su
país. Su estilo confrontativo no ayudó a mejorar esta situación: no sólo se dedicó a
criticar al teórico más destacado de la sociología norteamericana (Talcott Parsons)
sino que también apuntó su crítica al metodólogo de mayor prestigio (Paul
Lazarsfeld). En La imaginación sociológica, realiza una aguda crítica a Talcott
Parsons y su pretensión de gran teoría. Además de criticar la ambigüedad
conceptual de la teoría, que lleva a que los autores estructural funcionalistas
prefieran el análisis de sistemas abstractos en vez de situaciones concretas,
1. Señale cuáles son los peligros de la “gran teoría” para C. Wright Mills.
2. ¿En qué sentido habla el autor del “fetichismo del concepto”?
3. ¿Qué crítica le realiza a Parsons respecto del sistema de orientación de la
acción y la estructura normativa?
4. ¿Qué relación establece entre valores comunes, legitimación y coerción?
5. ¿Por qué la gran teoría no puede analizar efectivamente los fenómenos del
conflicto y el orden social?
A partir del comentario crítico de las ideas de Simmel acerca del conflicto social,
Coser desarrolla una serie de proposiciones que abordaremos en nuestras clases. Al
recapitular estas ideas, y extraer las conclusiones generales, Coser vuelve a
plantear los ejes principales de su argumentación. En la conclusión de su obra,
debemos encontrar respuestas para las siguientes cuestiones:
1. ¿Qué relación establece Coser entre los tipos de conflicto, los tipos de
estructura social y las consecuencias del conflicto? Considere el papel del
consenso de valores comunes y las formas de institucionalización del
conflicto.
2. ¿Qué relación existe entre el grado de intimidad de una relación y el modo de
desarrollo de un conflicto? Considere la contraposición entre la naturaleza del
conflicto en un grupo íntimamente relacionado y en un grupo menos
cohesionado, teniendo en cuenta el problema de la represión y la expresión
del conflicto.
3. ¿Qué efectos tiene el “conflicto externo” sobre la estructura del grupo? ¿De
qué manera la flexibilidad y el pluralismo facilitan la expresión interna y
permanente de conflictos, evitando las “rupturas catastróficas”?
4. ¿Qué relaciones “positivas” atribuye Coser al conflicto en relación con las
normas, los equilibrios de poder, la formación de asociaciones o coaliciones y
la estructuración del medio social general?
5. ¿Cómo caracteriza Coser a las instituciones del tipo “válvula de seguridad”?
Desarrolle la oposición entre los conflictos realistas y los conflictos
imaginarios.
Talcott Parsons fue el principal autor de la teoría sociológica de los años 50 y 60.
Sus obras tuvieron influencia mucho más allá de la propia escuela funcionalista, y
transformaron el lenguaje y los enfoques utilizados por los sociólogos en general.
Su obra recibió la crítica de los sociólogos radicales y de los teóricos del conflicto,
que veían en su teoría un énfasis excesivo en los aspectos normativos y
consensuales del orden social. Ya hemos visto lo que autores como Coser,
Dahrendorf, Wright Mills, Rex y Gouldner reprochaban al estructural funcionalismo.
Pero no fue esta la única crítica de la que fue objeto. Ya hemos visto el ataque
explícito que Herbert Blumer le dirige en su recapitulación de las premisas del
interaccionismo simbólico: desde esta perspectiva, Parsons desconoce la
importancia del agente, su capacidad de interpretar la situación y actuar en
consecuencia. Por otro lado, esta crítica coincide con la que en los años 60 le habría
de dirigir la etnometodología, que deseaba combatir la idea de que la acción estaba
determinada por normas y valores, señalando que los agentes no eran “tontos
culturales” sin iniciativa, sino realizadores de su propio comportamiento. El
interaccionismo y la etnometodología coinciden en una crítica generalizada a la
teoría de los sistemas sociales, convocando a una recuperación del concepto de
acción y a una observación de la vida cotidiana. Esta línea será recuperada por
Anthony Giddens a partir de la década de 1970.
Pero no todo es crítica en lo que respecta al estructural funcionalismo. Autores como
Jürgen Habermas y Niklas Luhmann, centrales en la teoría social de los últimos 30
años, siguen reivindicando el valor de la contribución parsoniana. Su perspectiva
sistémica resulta para ellos uno de los logros principales y lo incorporan críticamente
en sus propias obras. El propio Jeffrey Alexander se reclama heredero de la
tradición parsoniana. Estos autores constituyen una página central de la teoría
sociológica contemporánea. Y exceden el marco del presente curso…
Conclusiones
En el breve manual que aquí concluye hemos procurado ofrecer a los estudiantes –
y, por qué no, a los lectores interesados por la teoría sociológica - un marco de
referencia para la lectura de una selección de textos fundamentales de la sociología
de la primera mitad del siglo XX. En las distintos capítulos que lo componen, y que
no tienen sentido sin la lectura a la que sirven de introducción, se ofrece un
panorama de las principales escuelas de la sociología europea y norteamericana
que marcan el periodo inmediatamente posterior al “momento fundacional” de la
sociología clásica.
En algunos casos, como en la sociología comprensiva, la sociología durkheimiana o
el marxismo occidental, la continuidad con los autores clásicos es evidente, y los
cambios de perspectiva no pueden ocultar la línea que une a estas corrientes con
los padres fundadores. En otros casos, como en la parábola que va de la Escuela de
Chicago al estructural funcionalismo, se hace justicia a un hito a menudo olvidado de
la sociología clásica – los autores norteamericanos de principios de siglo XX – y se
pone en su justo lugar a la empresa parsoniana que habría de devenir dominante en
la sociología mundial de los años 50 y 60.
Obviamente, no podemos hacer justicia a otras corrientes y autores cuyo aporte al
pensamiento sociológico es fundamental. Baste señalar la escasa atención prestada
a autores como Mannheim y Merton, la ausencia completa de algunas valiosas
contribuciones como las de Hans Freyer y Norbert Elias, o de autores
latinoamericanos de la calidad y la originalidad de José Carlos Mariátegui o Gino
Germani. Incluso en nuestra propia selección hemos debido ser breves y concisos,
tanto en lo que hace al material de lectura como a la presentación de las escuelas,
los autores y las obras.
Pero nuestra meta principal no es, lo repetimos, ofrecer un conocimiento
enciclopédico de las principales corrientes de la teoría sociológica, sino invitar a los
estudiantes a una lectura crítica, reflexiva, integradora y productiva de obras
relevantes en la materia. No nos interesa la exégesis docta de los textos, ni la
reconstrucción exhaustiva de la historia interna y externa de las tradiciones
sociológicas del periodo. Nos conformamos con que el lector pueda tener un visión
general del patrimonio intelectual de la sociología que se desarrolla tras la huella de
los clásicos y, sobre todo, que pueda tomarse en serio la tarea de leer a los autores
que marcaron la historia de nuestra disciplina, no ya para demostrar una inútil
erudición, sino para pensar mejor los problemas que nos plantea la realidad social.
De nada sirve repetir nociones muertas, o recitar nombres de autores también
muertos, si nuestra capacidad analítica no se despega casi del sentido común, del
discurso político o de la crónica periodística. Si la lectura teórica existe y ha sido
apropiada por el lector, entonces ha de notarse en sus análisis, y no solamente en
sus notas a pie de página.
Estas páginas no se pretenden definitivas. Revisiones futuras harán mayor justicia a
los contenidos que, en la medida de nuestras posibilidades actuales, hemos
abordado con los recursos que teníamos a mano. Sin embargo, creemos que el
material que aquí ofrecemos ha de resultar cuanto menos útil para el estudiante. Si
bien las pistas que ofrecemos para la lectura pueden estar sesgadas por nuestras
interpretaciones, se equivoca quien crea que los textos son transparentes y que una
guía para la lectura resulta inservible para la comprensión de lo que se lee. Si acaso
nos equivocamos en esta afirmación, rogamos al lector que sepa disculpar el
atrevimiento de haber querido hacer accesible el contenido de nuestro curso a los
lectores novatos que se lanzan a la aventura de la sociología.