IMPROVISACION
IMPROVISACION
IMPROVISACION
Esas muchas horas de hacer improvisación nos han servido para sugerir
una conversión de los principios de la improvisación escénica a la vida
cotidiana. Si imaginamos una típica situación de improvisación escénica,
advertimos un escenario, unos personajes y unas situaciones. Tal como en
la vida: habitamos
Pero ¿cómo es que los fundamentos que siguen los profesionales del
mundo escénico se aplican también en la vida cotidiana? Sencillo: así como
en el teatro de improvisación hay una serie de retos por superar (el hecho
mismo de sacar adelante una historia que no está preescrita), en la vida
cotidiana nos vemos retados constantemente a adaptarnos a condiciones
que no teníamos previstas: ninguna hoja de vida se ajusta al perfil, pero
debes tener tus candidatos preseleccionados pronto para entregárselos a tu
jefe; tu asistente se enferma justo cuando debes preparar la auditoría;
debes regar las plantas, pero se va el agua en tu barrio.
En este artículo me gustaría hablaros de una de las facetas más divertidas y complicadas de un
cómico: la improvisación teatral, o improv para el público anglosajón. Se trata de una disciplina
ligada al teatro pero con un carácter eminentemente cómico. En improvisación teatral los actores
y actrices se lanzan al escenario sin guión, sin atrezzo y sin escenografía. Tan solo su mente, la
conexión entre los miembros de la compañía y una serie de mecánicas son las armas con las que
cuentan. Y el público, por supuesto, pieza imprescindible.
Las improvisaciones teatrales son historias que pueden ir desde los 5 minutos hasta auténticas
obras de más de una hora de duración surgidas de la nada. En general existen una serie de
mecánicas, también llamadas juegos de impro, que establecen unas normas básicas y que dan
dinamismo a los espectáculos de improvisación.
Pero, por debajo de mecánicas, juegos o formas de contar historias improvisadas, existe una capa
que hace que las improvisaciones tengan sentido y se conviertan en historias con planteamiento,
nudo y desenlace.
A esta capa inferior que sostiene la improvisación se le llama en algunos ámbitos motores de la
impro siendo el P.R.O.L. el más importante de ellos. Veamos que significa esto.
Toda historia improvisada debe sentar las bases que servirán de vigas maestras al principio
utilizando el P.R.O.L.
Debemos establecer la relación que existe entre los personajes que hemos creado (hermanos,
pareja, policía-ladrón…).
Debemos marcar lo antes posible el objetivo que persiguen los personajes que hará que la acción
se active.
Y también debemos pintar el lugar en el que todo ocurre (siendo la mímica una de las principales
armas para ello).
Existen muchos otros motores que sirven para hacer avanzar la historia. Algunos de ellos tienen
que ver con rasgos de los personajes (algún tic, alguna manía, algún secreto inconfesable), otros
con el género de la historia que estamos contando (desde un western a un musical, pasando por
terror o ciencia-ficción, todo puede ocurrir en impro) y otros con eventos y recursos con los que
cuenta el improvisador en su caja de herramientas mental (utilizar flashbacks, saltarse la cuarta
pared, congelar el tiempo…).
Estos recursos se ganan con el paso del tiempo a base de entrenamiento y de actuaciones, porque
la impro no se ensaya, se entrena.
Además de los motores y las mecánicas de cada juego, la improvisación teatral se basa en una
serie de normas universales (que, por supuesto, se pueden saltar en un determinado momento)
que varían ligeramente entre compañías y escuelas, pero que todas comparten algunos rasgos
comunes:
Prima la acción: Lo importante en una improvisación teatral es que ocurran cosas. En general en
las impros se cuentan historias con una estructura básica de presentación-nudo-desenlace y es
importante que los improvisadores traten de llevar todo a la acción, a hacer avanzar la historia.
Evidentemente hay diálogos, pero es conveniente que no sean estáticos, sino que los
improvisadores dialoguen de camino a, fabricando algo, conduciendo, en definitiva, accionando.
Prohibido negar: En una improvisación teatral está prohibido decir NO. Siempre hay que jugar a
favor de lo que plantean nuestros compañeros. La negación impide que la historia que se está
narrando avance. Por extensión, también están prohibidos los PEROS, que suelen conllevar una
discusión que entorpece.
Prohibido hacer preguntas: Esto para un gallego como yo es algo complicado de asimilar, pero las
preguntas en impro (salvo excepciones) no son aconsejables. En lugar de hacer una pregunta es
siempre mejor lanzar una afirmación. En lugar de «¿Te parece bien si vamos a salvar al príncipe
atrapado por el dragón?» es mejor decir: «Venga, vamos a salvar al príncipe atrapado por el
dragón» mientras desenfundamos nuestra espada invisible.
Remar siempre en la misma dirección: Otra de las máximas de la impro es que debemos ir a
muerte con lo que planteen nuestros compañeros (de ahí no negar y no hacer preguntas) y no
plantear tramas alternativas u objetivos que puedan entorpecer la trama. Si al principio de la
impro se plantear recuperar la joya de la cueva de los Monos Sanguinarios toda la impro se
encaminará hacia ese objetivo y a nadie debe plantear que quizás sea bueno pasar por el
Acantilado de los Loros Parlantes para recuperar el anillo del Águila Chunga. Todas las acciones se
encaminarán a conseguir el objetivo principal.
El público experto en impro se vuelve cada vez más riguroso y exige más a los improvisadores.
Escriben frases complicadas, ponen en aprietos a los intérpretes y se involucran mucho en la
solidez de las historias, sintiéndose guionistas y directores de una obra que ha nacido, muchas
veces, de una de sus frases.
Por último, la improvisación teatral es una disciplina tan libre y tan abierta que podría funcionar
incluso saltándose todo lo mencionado anteriormente. Y cada día, en cada parte del mundo, nacen
nuevas compañías de improvisación, nuevos estilos, nuevas mecánicas, nuevos juegos y nuevas
ideas.
Cada grupo o compañía de impro tiene sus propios recursos y su estilo particular. De esto
hablaremos en futuros post.
Sirva esto como una pequeña introducción a un mundo que, como decimos en impro, es mejor
verlo que contarlo. Por eso te recomiendo que, si no has visto improvisación teatral nunca en
directo, lo hagas en cuanto tengas oportunidad. Te parecerá algo tan imposible como divertido.
Garantizado.
as 8 reglas de oro para la improvisación en grupo
No hay nada más apasionante para un actor que dejarse llevar por la espontaneidad de una buena
improvisación. Y es que podríamos entender la improvisación como la creación en estado puro, el
ágil descubrimiento de nuevos recursos para el actor, el disfrute del “aquí y ahora”… ¡y tantas
otras cosas!
Sin embargo, fluir en una improvisación no significa hacer y decir lo que a uno le viene en gana sin
ningún criterio. Es importante saber que un buen improvisador ha de entrenar continuamente, ya
que se exige una gran agilidad mental y física, y debe asimilar una serie de reglas que ayudan a
que una improvisación se convierta en un gran espectáculo… ¡te decimos cuales son!
1. TRABAJO EN EQUIPO
Improvisar en grupo tiene una gran ventaja: Al ser un juego colectivo nos permite buscar
oportunidades e interaccionar constantemente con los demás para alimentar la historia y seguir
con nuestro acting. Nuestros compañeros pueden darnos un nombre, una localización o una
actividad durante la improvisación. Como ves, esto requiere de una gran capacidad de
comunicación y cocreación. No hay que olvidar que el resultado, mejor o peor, dependerá de
todos y no sólo de uno mismo. Deja que todos se involucren y nunca intentes ser el centro de
atención.
2. ESCUCHA
Queda prohibida la palabra NO. Cuando tu compañero dice o hace algo, siempre es correcto y
verdad, incluso si no lo es. Acepta las ideas tus compañeros y nunca las discutas, por muy tontas
que te puedan parecer. Lo que está hecho esta hecho, y el público lo ha oído y lo ha visto. Tu
misión ahora es integrarlo en la historia. Lo peor que puedes hacer es ignorar ideas, y forzar las
tuyas en la escena. Queda soso, amateur y se le quita la gracia.
Esta regla es totalmente esencial en improvisación. No solo debemos aceptar lo último que dijo o
hizo nuestro compañero, sino que debemos añadir siempre una nueva idea o información a la
historia. El “sí, y…” (u otras frase que signifique lo mismo) tiene que salir casi sistemático.
Te ponemos un ejemplo.
– Qué guapa está, no puedo creer que con 80 años por fin haya encontrado el amor.
– Qué va, si aquel ligue solo le duró unas horas, la pobre sigue sola con sus gatos.
– Qué guapa está, no puedo creer que con 80 años por fin haya encontrado el amor.
5. SÉ NATURAL Y ESPONTÁNEO
El público tiene que confiar, y para eso debes reaccionar de manera natural y no calculada.
Por tanto, usa la cabeza, pero no demasiado: deja que fluya tu mente. Hay muchos actores que se
autocensuran, que pasan un filtro a las palabras antes de dejarlas salir. Si gastas mucho tiempo
pensando en vez de reaccionando, el público notará el retraso, incluso si se trata de “sólo” un
segundo. Cuando tu personaje reacciona de manera auténtica la escena fluye y se generan
conexiones. ¡Vive el momento!
Mira a tu alrededor: posiblemente haya algún elemento de atrezo que puedas utilizar, aunque sea
una botellita de agua. Estas herramientas visuales pueden hacer que la improvisación parezca
incluso planeada a ojos del público.
Sin embargo, no siempre (de hecho casi nunca) dispondrás de atrezo, y serán tus movimientos los
que envíen el mensaje que deseas transmitir. ¿Estás en un avión o en la piscina? Cambia el
contexto y utiliza mimo para definir la época y el espacio que te rodea.
No tengas miedo de utilizar todas las herramientas que tengas a tu disposición. El cuerpo es una
de ellas, así que explótalo. Trata de integrar la mente, las manos, las piernas, el tronco… para
moverte de forma orgánica, como si de un equipo se tratara. Muchas veces tendemos a estar más
pendientes de lo que decimos verbalmente, y nos olvidamos de acompañarlo con el cuerpo, y eso
es un gran error.
Tu voz puede ser también una excelente aliada, pues te permite crear todo tipo de variaciones a tu
antojo, desde la más tímida y suave a la más confiada y fuerte. Además, puedes disponer de
acentos o cualquier otro cambio a demanda de la situación: personajes de diferente edad o sexo…
¡Aprovéchala!
8. DISFRUTA
No pierdas tiempo considerando si la historia puede fallar o no. El tiempo que pierdes
preocupándote es tiempo que pierdes para crear la historia.
Por último, te planteamos una idea: ¿Por qué no pruebas a improvisar también en tu vida diaria?
Verás lo útil e interesante que te puede resultar. Deja de programar tu cuadriculada vida, juega y
experimenta como los niños, rompe moldes, reinvéntate. Si lo que quieres es llegar lejos… ¡la
imaginación te da alas!
Como dijo Einstein: “la mente es como un paracaídas, funciona mejor si está abierta”.
Confiar, aceptar, escuchar + el imprevisto, son los ingredientes básicos para una buena
improvisación
Para crear espontáneamente, para improvisar escenas, historias, relatos necesitamos dar pasos.
Así, estando alertas escuchando, confiando y aceptando podremos dar saltos cualitativos en el
momento que la situación lo pida.
La escucha
Escucha total (escuchar todo; mis ideas, el ambiente, mi estado anímico y el de los otros)
Vaciar la mente (de pre-conceptos, para poder escuchar mejor todo lo nuevo)
Escuchar es más que oír (escuchar no solo los textos, lo dicho sino el lenguaje corporal)
Escuchar en tiempo presente (aquí y ahora, el pasado nubla la escucha y el futuro genera ansiedad
y también nos impide escuchar bien)
Escuchar es lo primero.
La aceptación
Aceptar las diferencias, aceptar al otro, a la otra, tal y como son. Déjate sorprender para bien con
las ideas de lo/as otro/as, tómalas como regalos.
El sí permite avanzar ir hacia adelante con la historia. Con los proyectos, con las ideas.
La confianza
No existe la mejor idea, existen ideas, hagamos valer todas las ideas, dejémonos llevar por ellas
No podemos evitar equivocarnos, pero si podemos evitar que los errores nos frustren o nos
bloqueen. Levantémonos rápido y sigamos probando, la única manera de aprender y crear es
equivocándonos.
El imprevisto
No podemos evitar que ocurran pero, podemos decidir que hacer con ellos, debemos escucharlos,
confiar, aceptar que están sucediendo y aportar valor para generar nuevos caminos, nuevas
realidades, nuevas ideas.
Si nos reímos de los errores, de los equívocos, de los imprevistos y aprendemos con ellos, nos
permitiremos un salto cualitativo hacia la creatividad.
Técnicas de improvisación
Existen varias técnicas de improvisación que los actores pueden utilizar para crear escenas
teatrales. Éstas son algunas de las técnicas más comunes:
Aceptación: Uno de los pilares fundamentales de la improvisación es la aceptación. Los actores
deben aceptar todas las ideas que se les presenten y trabajar con ellas. Esto significa que deben
estar dispuestos a correr riesgos y a experimentar con ideas nuevas.
Escucha activa: Los actores deben prestar atención a sus compañeros de escena y escuchar lo que
están diciendo. Deben estar dispuestos a responder a lo que se les dice y a construir juntos la
escena.
Creación de personajes: También deben ser capaces de crear personajes en el momento y darles
vida. Esto implica pensar en la voz, el lenguaje corporal y la personalidad del personaje.
Utilización del espacio: Los actores deben saber utilizar el espacio escénico de manera efectiva.
Esto significa moverse por el escenario de manera natural y coherente con la escena que están
interpretando.
Creación de historias: Y por último, el actor debe ser capaz de crear historias coherentes y
convincentes sobre la marcha. Esto implica pensar en la trama, los personajes y el ambiente en el
que se desarrolla la historia.
1. Palabras encadenadas: En este ejercicio, los actores deben decir una palabra a la vez para
crear una historia. Por ejemplo, el primer actor podría decir «Una vez» y el segundo actor
podría decir «había» y así sucesivamente.
2. Escenas de un minuto: En este ejercicio, los actores tienen un minuto para crear una
escena teatral. Los actores deben trabajar juntos para crear una historia coherente y
completa en solo un minuto.
3. Cambio de género: En este ejercicio, los actores comienzan interpretando una escena en
un género determinado, como el drama, y luego cambian al género opuesto, como la
comedia. Esto puede ser una forma divertida de explorar diferentes estilos de
interpretación.
La improvisación es una técnica de trabajo del actor en la cual se representa alguna cosa
imprevista, no preparada previamente, e inventada sobre la acción.
La comedia del arte fue el movimiento que más desarrolló esta técnica, que, pese a su nombre, no
tiene nada que ver con la idea errónea de que la improvisación no se tiene que preparar
previamente.
La improvisación necesita de los elementos del esquema dramático para poder desarrollarse y
alcanzar su máxima expresión. Estos elementos son: El tema, los personajes, el conflicto, el
desarrollo y el espacio-tiempo.
En cuanto al tema, todos los temas pueden ser abordados desde la improvisación. No es el tema,
sino la forma de tratarlo lo que determinará el resultado de la improvisación.
El conflicto de la improvisación debe ser claro y preciso. El conflicto es siempre determinante para
las relaciones de los personajes y la situación dada.(Este conflicto puede unir a los personajes,
separarlos o ser interno en alguno de ellos)
El desarrollo debe seguir las mismas pautas que una obra escrita, es decir, constará de inicio,
desarrollo y final o planteamiento, nudo y desenlace.
La ocupación del espacio y la ubicación dentro del tiempo es primordial dentro de nuestra
improvisación. La parte que compete al tiempo es muy importante, ya que nos va a permitir un
desarrollo adecuado de las fases del conflicto y del ritmo de la acción.
Aunque la improvisación tiene su origen en el ámbito del teatro profesional, bien como técnica de
trabajo o bien como herramienta de investigación, también ha sido adaptada como técnica para la
enseñanza, como veremos a continuación.
En nuestra entrega anterior hablamos de cómo Percibir era la primera llave que nos abriría a la
Improvisación Para la Vida. Ahora hablaremos del Aceptar. Un principio que, aunque lo contrario,
requiere de ciertas renuncias para ser posible.
Ya lo dijimos: lo que nosotros llamamos Improvisación Para la Vida surge del acopio de técnicas,
principios y conceptos de la improvisación teatral pero aplicados a la vida cotidiana.
¿Por qué deberíamos tomar la Improvisación como una posibilidad para la vida? En realidad, a
todas las personas que habitamos este mundo nos consta que a menudo se requiere algo más:
creativo, impactante, llamativo, útil, práctico. En todos nuestros escenarios nos vemos
constantemente invitados a “dar más” y, sobre todo, “dar mejor”. Entonces no es una obligación
esto de improvisar para la vida, es más una invitación.
Siguiendo esa idea es como hemos llegado a sintetizar lo que SÍ es la improvisación (para la vida)
en tres principios. La propuesta es sencilla, retadora y excitante: así como profesionales de la
improvisación en las artes escénicas sacan adelante retos e historias que previamente no estaban
escritos, en nuestra vida cotidiana nos vemos constantemente invitados (y tantas veces obligados)
a sacar adelante proyectos: entregas, presentaciones, reuniones e informes están en nuestros días
como las hojas en los árboles. Y, a menudo, nos toca alejarnos de las formas como inicialmente los
habíamos concebido: un cambio de fecha en la entrega, una novedad de última hora en la
presentación, un cambio de roles en la reunión, la necesidad de incorporar nueva información al
reporte para las jefes… Ahí entra la Improvisación para La Vida.
Esos tres principios parten de la experiencia de muchos años en escena y acompañando procesos
formativos en las organizaciones, y resumen lo mejor que tiene la improvisación para la vida de las
personas del mundo de hoy.
Esos tres principios son: Percibir, Aceptar y Proponer. Su unión produce verdadera magia. En el
Percibir, recoges toda la información posible del contexto. En el Aceptar, reconoces tu lugar en
medio de las nuevas condiciones que ahora la vida te invita a incorporar. En Proponer sueltas tus
ideas y las compartes con el equipo para que crezcan y se materialicen.
Probablemente ahora te preguntas, “¿pero por qué debería aceptar?”, “qué es propiamente lo
que debo aceptar?”
Indaguemos un poco. Todo este asunto de la improvisación se mueve constantemente entre una
idea (o varias ideas) que tienes en mente (en el papel, en el proyecto, en un documento escrito, en
un plano o un manual de funciones) y un contexto de acción concreto. Ya sabemos que
permanentemente las cosas cambian. Entre el guion y la película, entre el plano y el edificio, entre
el manual de servicio al cliente y las situaciones concretas, reales, materiales en que se da este
proceso. Es decir, de manera constante, nos vemos invitados a resolver algo por un camino por el
que antes no lo habíamos resuelto.
Lo más normal es que, ante una situación así, nos asustamos. Es lo normal. Pero una ventana
enorme de la Improvisación es que nos provee confianza. Ahí, justo en el momento en que los
planes, calendarios y manuales se agotan es cuando mejor se luce la Improvisación. Y es donde se
activan los principios. Como ya dijimos, el primero, Percibir, te invita a apropiarte del presente,
situarte en el aquí/ahora/ya en el que estás.
Aceptar, el siguiente principio, invita a lo siguiente: es como decirte a ti mismo/a, vale, yo tal vez lo
habría imaginado diferente, pero ahora es así; y lo que hay que hacer, hay que hacerlo, si bien por
otras vías alternas (aunque todavía no sé cuáles).
Y, bueno, como habitamos la costumbre, las rutinas y los rituales, ese tenerse que salir un poco del
guion asusta. También es normal. De ahí la importancia de Aceptar. Aceptar es decirse a uno
mismo/a: ya estoy acá, ya las cosas son así, ahora voy a pensar cómo lo puedo hacer de la mejor
manera.
¿Ejemplos? El día a día está lleno de ellos: los mariachis que contrataste para tu fiesta no llegan, el
computador donde tienes la presentación no funciona, en casa se te quedan los datos de la
persona con la que en dos minutos tienes la reunión…
Entonces, ahí, justo ahí, en ese gap entre algo que estaba previsto y la realidad que ahora nos
muestra que, tal vez, no se puede seguir eso que estaba previsto, ahí es donde Aceptar funciona
de maravilla. Fíjate que, comúnmente, nuestro cerebro nos invita a lo contrario: rechazar,
bloquear, negar: renegar porque los músicos incumplen, lamentar que los computadores fallen,
recriminarte por tus olvidos… Y sí, esas son situaciones entendibles, pero no te sirven para resolver
lo que hay que resolver.
Aceptar, por el contrario, nos invita a apropiarnos de la nueva situación. Ya está aquí, ya se instaló,
ya hay que jugar con ella. Y buscar ponerla a nuestro favor. No es fácil, desde luego que no, pero, a
nuestro modo de ver, tiene, al menos estas tres ventajas.
Aceptar limpia tu mente. Tan pronto dejas de lamentar que el viejo plan ya no es posible, tienes la
mente despejada para imaginar nuevos planes. Dejas de mirar el espejo retrovisor y ahora miras
por el parabrisas. Miras hacia adelante, hacia lo que viene. Mientras más lamentas, reniegas y
rechazas, más tiempo pierdes para reaccionar a tiempo y de manera acertada.
Aceptar te llena de realidad. Y la realidad es lo que tienes ante la mirada, lo que ahora mismo
puedes escuchar, si te lo permites. Los guiones y planes son maravillosos, son herramientas que
nos han permitido orientarnos en este mundo. Pero la realidad concreta, específica, particular y
material de la situación en la que ahora estás es lo que cuenta. El guion nos sirve para orientarnos
y el cronograma para ordenar las secuencias de acciones. Pero en sí mismos no resuelven lo que la
vida misma te invita a resolver. De forma que Aceptar ayuda a involucrarte en el entorno
específico en el que ahora debes resolver una situación particular.
Aceptar te invita a la acción. Estamos convencidos de que el universo privilegia la acción. Dirás:
“ay, pero, los filósofos fueron personas de pensamiento, no de acción, y son importantes”.
Diremos: pudimos reconocer sus pensamientos porque los escribieron, los expusieron, o hicieron
de ellos una doctrina, una posibilidad. Es decir: conocemos sus pensamientos gracias a la acción.
Así es como Aceptar nos pone en onda, nos conecta, nos limpia el camino y nos lleva al Proponer
(del cual hablaremos en la próxima entrega).
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vida real. Y si quieres escuchar cómo funciona esto del Aceptar, escucha nuestro podcast, donde
improvisadores llaman a otros improvisadores sin avisarles que van a improvisar.