Kenzie Kelly - Monstrous Guardians 1. Held by A Monster

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Tabla de contenido

1. uno
2. dos
3. tres
4. cuatro
5. cinco
6. Seis
7. Siete
8. Ocho
9. Nueve
10. Diez
11. once
12. Doce
13. trece
14. Catorce
15. Quince
16. dieciséis
17. diecisiete
18. Dieciocho
19. diecinueve
20. Veinte
21. veintiuno
22. veintidó s
23. veintitrés
24. veinticuatro
25. veinticinco
26. veintiséis
27. veintisiete
28. veintiocho
29. veintinueve
30. treinta
31. treinta y uno
32. Treinta y dos
33. Treinta y tres
34. Treinta y cuatro
35. Treinta y cinco
36. treinta y seis
37. Treinta y siete
38. Treinta y ocho
39. treinta y nueve
40. cuarenta
41. cuarenta y uno
42. cuarenta y dos
43. cuarenta y tres
44. Cuarenta y cuatro
45. cuarenta y cinco
46. cuarenta y seis
47. Cuarenta y siete
La presente traducción fue realizada por y para fans. Baeshita realiza esta
actividad sin ánimo de lucro y tiene como objetivo fomentar la lectura de autores
cuyas obras no son traducidas al idioma español. El siguiente material no
pertenece a ninguna editorial y al estar realizado por diversión y amor a la
literatura, puede contener errores.
Si tienes la posibilidad adquiere sus libros, para apoyar al autor, y sigue a los
autores en sus páginas web oficiales y redes sociales.
Esperamos que este trabajo sea de tu agrado y disfrutes de la lectura
Advertencias de contenido
Mis historias pretenden alejarte de la vida cotidiana. Lo ú ltimo que
quiero es que mi historia incomode a alguien. Hago lo mejor que puedo
para incluir todo lo que pueda causar una mala experiencia de lectura,
pero esta lista no es de ninguna manera exhaustiva. Por favor tenga
cuidado.
Advertencias de contenido: secuestro, ansiedad, agresió n, sangre,
muerte, abuso emocional, rehenes, trata de personas, secuestro,
misoginia, asesinato, abuso físico, trastorno de estrés postraumá tico,
agresió n sexual, acoso sexual, trauma seguido de intimidad con un
extrañ o, tortura, violencia.
uno
Mi pie se enganchó una raíz y mi tobillo se doblo hacia la izquierda. Caí
con fuerza, demasiado rá pido para levantar las manos y frenar la caída.
La tierra estaba fría en mi mejilla y por un momento pensé que podría
quedarme allí. Podía oírlos detrá s de mí, pisando fuerte por el bosque y
sus perros ladrando. Me arrodillé, ignoré las punzadas de dolor en mis
manos y me arrastré hacia adelante. Sabía que me atraparían, pero no
podía dejar de luchar.
Un sollozo salió de mi garganta y me tragué a sus amigos.
Necesitaba seguir moviéndome. Mi tobillo se arrastró detrá s de mí, el
dolor se perdió entre muchos otros.
Dijeron que si llegaba al cable, sería libre. Realmente no lo creía, pero
me aferré a las pocas esperanzas que había. El suelo cedió debajo de mí
y caí. Debería haber gritado mientras rodaba por un terraplén
empinado, pero mi voz se negó . Dejé que la oscuridad me llevara y mis
ojos se cerraron mientras giraba.
Las ramas me arrancaron el pelo y la fina camisa que me habían dado.
Recogí nuevos rasguñ os y magulladuras de rocas y raíces. Me detuve
repentinamente cuando mi estó mago chocó contra un á rbol y mi
cuerpo se dobló alrededor de él. El tronco era cá lido y suave...
Y se movió .
Luché por abrir los ojos. Quería ver en qué me apoyaba, pero mis
pá rpados estaban muy pesados. Dejé de correr y sin impulso me
detuve. Mis mú sculos ya no querían trabajar.
Unos brazos cá lidos y fuertes se deslizaron debajo de mí y se
levantaron. Mi cabeza colgaba y mi cuello se negaba a funcionar. El
brazo se movió bajo mis hombros y acunó mi cabeza. No podía
entender qué se hizo cargo de mi cuello. Demasiado grande para ser
una mano, demasiado ancho para ser un codo.
Los perros ladraron y gemí.
Un gruñ ido como nunca antes había oído floreció a mi lado.
Debería tener miedo.
El pensamiento vagaba por mi cerebro como un espectro. Fugaz y sin
sustancia. Lo que la vibració n me hizo sentir no fue miedo, sino
seguridad. De alguna manera, supe que el gruñ ido no era para mí.
Sentí que el aire corría sobre la piel desnuda de mis piernas y brazos.
No me importaba adó nde me llevara, siempre y cuando estuviera lejos
de los perros. Lejos de los hombres que me acechaban entre los á rboles.
Lejos del mal que me esperaba cuando me atraparan.
El aire cambió y se volvió má s frío. El sudor de mi piel acalorada se
enfrió y me estremecí. Los brazos me rodearon con má s fuerza. Todavía
no sabía dó nde está bamos. Mis ojos se negaron a abrirse. Por el sonido,
está bamos en un espacio cerrado. ¿Quizá s una casa?
Afuera hacía un calor sofocante. Incluso en mitad de la noche hacía
calor.
Deseé poder apagar mi cerebro. Entregarme a la oscuridad y
desmayarme. No me importaba lo que me pasara ahora. No podría ser
peor que lo que me habían hecho.
Caímos de repente, mi estó mago voló hacia mi garganta. Chillé y logré
abrir un ojo. Oscuro. Nada má s que un negro implacable.
Después de aterrizar sin apenas una sacudida, una voz dijo: “Shh,
pequeñ a. Está s a salvo ahora”.
Una voz tan profunda que la sentí en mis huesos. Hombre, pero no me
avergoncé. Le creí.
Me cargó durante lo que parecieron millas, dando vueltas y vueltas.
Abría los ojos de vez en cuando, pero al no poder ver ni el má s mínimo
detalle, renuncié.
Escuché el chorrito del agua y tragué. Tenía la garganta tan seca que me
dolía. Quería pedirle que parara, que me dejara beber, pero no podía
formar las palabras. Saqué la lengua del paladar y abrí los labios con un
suspiro.
“Esa agua no es buena. Un poquito má s lejos”.
¿Estaba leyendo mi mente? ¿Me importó ?
Escuché el cambio de aire nuevamente, sonidos suaves resonando
alrededor de una gran cá mara. Abrí un ojo y parpadeé a contraluz. Mi
visió n se aclaró y me quedé mirando en estado de shock. Cinco
criaturas... bestias... monstruos... le devolvieron la mirada. Estaban
dispuestos alrededor de una mesa gruesa y de bordes crudos cubierta
de papeles y portá tiles abiertos.
Eran enormes. Fá cilmente mide dos metros de altura y tiene cabezas
como de lobo. De sus orejas puntiagudas y de la coronilla de sus
cabezas brotaban cuernos rizados que se elevaban hacia arriba y hacia
atrá s. Unos brazos largos terminaban en manos gigantescas, con los
dedos rematados en garras de cinco centímetros. Pechos anchos que se
estrechaban hasta cinturas que se dividían en muslos musculosos. Se
paraban sobre patas con garras má s largas que las de sus dedos.
Estaban cubiertos de pelo por todas partes excepto por el vientre. La
piel suave mostraba mú sculos tan definidos que avergonzaban a los
culturistas. Sus ojos parecían brillar dorados, rojos o azules. El color de
su pelaje variaba desde el negro má s oscuro hasta el gris claro y la
mayoría tenía la cabeza inclinada. Había extrañ as marcas blancas en
cada una de sus muñ ecas derechas.
Como uno solo, sus hocicos se levantaron para mirar al que me llevaba.
El que estaba centrado en el otro lado de la mesa rompió el silencio.
"¿Drym?"
Verlos fue confuso. Se parecían má s a bestias salvajes que a cualquier
cosa humana, y la poca adrenalina que me quedaba debería haber
bombeado por mis venas, impulsá ndome a correr. En cambio, me sentí
má s tranquila y segura acunada en los brazos de esta criatura de lo que
me había sentido en mucho tiempo.
“La encontré. ¿Ella es... mía?
“Bien, puedo ver eso. No te estoy pidiendo que la dejes, solo te pido
có mo la conseguiste. ¿La extrañ aran?
El que me llevaba se movió de un pie al otro. "No sé."
El otro suspiró y se pellizcó el hocico entre los ojos. Era algo muy
humano, pellizcarse la nariz mientras pensaba.
"¿Ella habla?"
“Ella es capaz, pero creo que ya lleva algú n tiempo corriendo. Necesita
agua, comida y descanso”.
Uno de los otros se movió entonces, uno de ojos azules, y caminó hacia
mí con la gracia de un gato. Los brazos que me rodeaban se apretaron y
retrocedieron un paso. Gruñ í cuando el aire fue sacado de mis
pulmones e inmediatamente se liberaron.
El de ojos azules se detuvo a varios metros de distancia. “Ella está
herida, Drym. Só lo busco prestar ayuda”.
"No toques".
El gruñ ido me sorprendió . Obviamente estos eran sus amigos o
familiares. ¿Por qué era tan protector conmigo? ¿Era como un regalo
que no quería compartir? ¿Me iba a comer?
Los latidos de mi corazó n se aceleraron, golpeando contra mi pecho. El
crujido de huesos sonó en mi mente y mi pá nico se salió de control.
Finalmente, la oscuridad se cerró y me succionó .
dos
"¡La asustaste, Cavi!" Gruñ í y le chasqueé los dientes a mi hermano. Si
esta hembra no estuviera en mis brazos, le hundiría los dientes en el
vientre.
"¡Drym!"
La voz aguda de Kragen me hizo girar la cabeza hacia él.
“No somos el enemigo. No lastimaremos a tu hembra. Está claro que
necesita cuidados. Déjanos ayudarte”.
Mis brazos palpitaron. Tenían razó n, por supuesto. Necesitaba dejarles
ayudar, pero algú n instinto quería mantenerlos alejados. Sacudí la
cabeza y mi cola se agitó detrá s de mí. Mis palabras salieron como un
quejido. “Sé que necesita ayuda. Simplemente no puedo. No puedo
dejarla.
Dejé caer la cabeza avergonzado. Esta mujer necesitaba ayuda y yo se lo
estaba impidiendo.
Siempre habíamos trabajado juntos, los seis. Nacimos al mismo tiempo
y crecimos al mismo ritmo. Aprendimos rá pidamente que cada uno de
nosotros tenía una habilidad que complementaba a las demá s. Como
equipo, éramos imparables.
Kragen asintió comprendiendo. "Está bien, trabajaremos con eso, pero
Cavi necesita acercarse para examinarla".
Gruñ í má s fuerte; El sonido rebota en las paredes de la cueva.
La paciencia de Kragen se acabó . "¡Su sangre cubre el aire, Drym!"
Mi gruñ ido se convirtió en un gemido.
Los ojos de Kragen se movieron por encima de mi hombro y bajó el
hocico. Sentí el pinchazo de una aguja y suspiré aliviado. Un sedante no
me afectaría por mucho tiempo (ningú n medicamento lo hizo), pero me
calmaría lo suficiente como para dejar que Cavi se ocupara de ella.
Cavi estuvo frente a mí en un abrir y cerrar de ojos y suavemente la
tomó de mis brazos. Mis extremidades pesaban pero seguí su má s
mínimo movimiento. La puso sobre la mesa, la escaneó rá pidamente y
luego ladró ó rdenes.
“Quin, toma un kit de sutura. Algunos de estos recortes son profundos.
Thurl, empieza a limpiarle los pies.
Kragen se quedó a mi lado. Dá ndome apoyo, pero también ahí en caso
de que necesitara que me sujetaran. Cavi comenzó por su cabeza y
limpió sus heridas a medida que se acercaba a ellas.
"Arañ azos, sobre todo."
“Ella estaba corriendo por el bosque, presa del pá nico”, les dije lo poco
que sabía. "Había hombres y perros tras ella".
Un gruñ ido colectivo llenó el aire mientras todos reaccionamos ante la
caza. A ninguno de nosotros le gustaba que una mujer sufriera algú n
dañ o.
Por supuesto, nos habían puesto hembras incluso antes de que
alcanzá ramos la madurez. Querían ver si las criaríamos o las
mataríamos. Nos negamos a hacer ninguna de las dos cosas.
Roul se volvió un poco loco por las pruebas. Las hembras que le
entregaban siempre estaban aterrorizadas, sin importar lo que hiciera
para calmarlas.
Era el má s grande de nosotros y sus ojos rojos revelaban su propó sito.
Agresió n. Fuerza. É l y Thurl eran verdaderas armas. La punta de la
espada. Kragen y yo éramos los portadores. Criados para la inteligencia
y la estrategia, lo planeamos. Vimos todas las avenidas y posibilidades
antes de encontrar la mejor manera de cumplir una misió n.
Cavi y Quin fueron nuestros sanadores. Cavi estuvo mejor en
emergencias y triaje de campo. Quin nos mantuvo sanos y se ocupó de
cualquier atenció n a largo plazo que fuera necesaria.
Eso no quiere decir que no fuéramos todos mortales. Lo eramos.
También nos hicieron pruebas para eso. Nos obligó a luchar por
nuestras vidas, o la de nuestros hermanos.
Quin le había limpiado el brazo izquierdo y le había administrado
anestesia local para poder coserle un corte profundo en el bíceps.
Quería arrancarle la cabeza.
“No entiendo, Kragen. ¿Por qué me siento así? Esto nunca sucedió con
las otras hembras”. Me tapé los ojos con la mano para bloquear la vista
de su dolor, pero no mirar era peor.
“No lo sé, Drym. Cuando esté estable, haremos que Quin le saque
sangre. Tal vez proporcione respuestas”.
"Deberíamos haber dejado con vida a uno de los científicos". El rojo
bordeó mi visió n y respiré profundamente. No podía perder el control.
No mientras ella estuviera cerca.
Roul se había movido a mi otro lado, por si acaso. "Lo hicimos", espetó .
Sí, pero ninguno de nosotros supo qué le pasó después de que
escapamos. A Roul le dolía incluso mencionarla. Normalmente no
habría sido tan descuidado. “¿Por qué crees que la estaban cazando?”
Kragen negó con la cabeza. "No sé."
"Roul", le acerqué la oreja pero no pude apartar la mirada de la mujer.
“¿Puedes rastrearlos? ¿Descubrir qué estaban haciendo?
Giró y oí sus garras raspar la roca bajo nuestros pies mientras
despegaba.
Kragen le gritó : "¡No te enfrentes!"
Todo lo que recibimos como respuesta fue un gruñ ido.
Cavi había terminado de limpiar la cara, el cuello, la parte superior del
pecho y el brazo derecho. Se acercó al dobladillo rasgado de la camisa
que ella llevaba y la levantó . Di un paso adelante. Kragen puso su brazo
delante de mí.
“Creo que deberíamos dejar que Drym revise su torso en privado. É l
puede limpiarla y si hay alguna herida que necesite cuidados má s allá
de lo que él puede brindar, nos lo hará saber”. Kragen me agarró el
hocico. "¿Bien?"
"Sí. Sí, eso sería mejor”. La tensió n desapareció cuando Cavi le quitó la
camisa y comenzó a limpiarle las piernas. No me gustaba nada que la
tocaran, pero mi control estaba mejorando.
Sus ojos se abrieron de golpe y su cabeza giró . Ella se retorció y los
demá s sujetaron sus extremidades. Mi visió n estaba en rojo y rompí el
agarre de Kragen y me acerqué a ella, apartando a Quin.
Sus ojos encontraron los míos y me agaché junto a ella. “Shh, pequeñ a.
Está s a salvo”.
“¿Eres real?”
No quería que ella me temiera. No quería que gritara, se tirara a un
rincó n y se hiciera lo má s pequeñ a posible.
Pero no podía mentirle. "Sí, somos reales".
Su pecho se elevó mientras inhalaba y sus ojos se cerraban al exhalar.
"Gracias a Dios."
Todos nos miramos en estado de shock. Esa no fue una reacció n que
hubiéramos tenido antes. Se relajó , así que Quin y Thurl la soltaron y
continuaron limpiando sus piernas.
“¿Puedes decirnos qué pasó ?” Kragen deslizó una botella de agua en mi
mano.
Giré la tapa y se la ofrecí. Ella luchaba por sentarse, así que puse mi
mano entre sus omó platos y la sostuve. Quería gritar de alegría cuando
ella se inclinó hacia mi toque. Apuró toda la botella.
"Gracias." Ella respiró hondo. “Me secuestraron después del trabajo, me
llevaron a una casa y me mantuvieron en un só tano con otras mujeres.
Los hombres nos persiguieron”.
"¿Por qué?" No pude evitar que la ira se reflejara en mi voz. Lo vi
reflejado en sus ojos.
"Deporte. Aburrimiento. Porque podrían. ¿Quién sabe por qué los
hombres ricos retorcidos hacen algo?
Ella nos miró a cada uno de nosotros antes de que sus ojos volvieran a
posarse en mí. "Ustedes realmente son enormes, ¿eh?"
Me reí entre dientes. "Sí. Soy Drym.
“Hola, Drym. Soy Kendal”.
Caminé de la misma manera que ella nos había estudiado a cada uno de
nosotros. “Estos son Kragen, Cavi, Thurl y Quin. Nuestro hermano Roul
está investigando a los hombres que os persiguieron.
"Bien." Sus rasgos se endurecieron. "Espero que los mate a todos".
tres
Estas bestias parecían que podrían matar toda la casa llena de
hombres sin sudar. Quise decir lo que dije. Los quería muertos.
La furia me atravesó , calentando mi piel y tensando mis mú sculos.
"Intenta relajarte". Un gris má s claro con ojos azules, este era Cavi. Solté
con los labios fruncidos e intenté hacer lo que me pedía. Fue má s fá cil
cuando miré a Drym. Sus ojos dorados me calmaron. Tal vez porque me
había salvado, o tal vez porque me miró como si fuera preciosa.
Me había llevado en sus brazos, sus manos tan suaves.
Apenas sentí un susurro cuando usó una de sus garras de aspecto
malvado para enganchar un mechó n de cabello que había caído en mi
cara y empujarlo hacia atrá s. Pasó el dorso de su dedo por mi mejilla y
esa pequeñ a amabilidad convirtió mi ira en alivio.
“Hueles triste. ¿Por qué?"
Las lá grimas brotaron de mis ojos y llevé mi mano a un lado de su cara
y enterré mis dedos en su pelaje. Estaba cá lido y suave. Las lá grimas
brotaron con má s fuerza. "Porque me siento seguro y mi mente está
lidiando con todo el miedo que he mantenido a raya".
É l asintió . "Sí, está s a salvo".
Inclinó la cabeza y enterré mis dedos má s en su gorguera.
“¿Quieres má s agua? ¿Tienes hambre?
"El agua estaría bien". No me retuvieron agua ni comida, pero había
estado corriendo mucho tiempo antes de encontrarme con Drym.
Otra botella apareció frente a mí, con la tapa ya quitada. Bebí este má s
lento. “No quiero ser grosera, pero ¿qué sois vosotros? Quiero decir, sin
los cuernos y la cola, diría que sois hombres lobo, pero no pensé que
existiera algo así. Supongo que eres una prueba viviente de que estaba
equivocado”.
“Nos llamaron wyrfangs, pero tienes razó n, no somos lobos, ni hombres
lobo, ni dragones. Somos todos ellos”.
Miré a cada uno de ellos nuevamente. “No te sigo. ¿Quiénes son 'ellos'?
¿Quieres decir que no eres ellos, pero lo eres? Y espera, ¿dragones? ¿En
realidad?"
La otra bestia de ojos dorados suspiró y asintió hacia Drym. “Sabíamos
que en algú n momento tendríamos que explicá rselo a alguien. Esto
adelanta nuestro cronograma, pero tal vez ella pueda ayudarnos con
cuá l debería ser nuestro pró ximo paso”.
"Sí, esas criaturas existen, y sospechamos que hay muchas má s".
“Santa mierda. Dragones”. Alucinado, sacudí la cabeza para volver a la
normalidad. "¿Quiénes son estos 'ellos'?"
“Ellos eran científicos. Ellos nos crearon, nos criaron, nos entrenaron”.
Drym miró a los demá s. “Nos torturaron”. Levantó su mano derecha y
giró el interior de su muñ eca hacia mí. “Nos marcaron”.
¿Lo que había en sus muñ ecas eran una marca? ¿Habían sido marcados
como ganado? Una sensació n de hundimiento de que su historia era
mucho peor de lo que podía imaginar me golpeó en el estó mago, pero
no lo interrumpí.
“Desde el momento en que nacimos de madres sustitutas, nos
enseñ aron a cazar y evadir. Nos enseñ aron a sobrevivir. Pusieron a
prueba nuestros límites. Somos una mezcla de criaturas, una mezcla de
ADN fusionado en un solo embrió n. Lo que pensaron que sería las
mejores armas, lo usaron. Dragó n y hombre lobo, principalmente, pero
honestamente no sabemos má s allá de eso”.
“¿Nadie los detuvo? Pensé que el gobierno supervisaba todos los
laboratorios que hacían modificació n genética. En realidad, pensé que
ese tipo de experimentos eran ilegales”.
La cabeza de Drym se inclinó hacia mí, con las orejas levantadas. “¿Es
legal cazar mujeres humanas?”
Me reí, el sonido era tan oxidado que me sobresaltó . "Tienes un
excelente punto."
Un enorme wyrfang entró en la cueva y, aunque me sentí có modo con
los demá s, éste era diferente. Má s amenazador, má s letal. Sus ojos rojos
brillaron y cuando se posaron en mí, se entrecerraron con ira. Me
encogí y Drym se movió para bloquearme de él.
"Informe." Ese era Kragen. Tenía un aire de confianza y control que lo
marcaba como el líder.
Su gruñ ido fue tan profundo que apenas pude entenderlo. “Los rastreé
hasta una casa. Se ve bien hasta que miras hacia el só tano. Una pequeñ a
ventana con rejas. Es una maldita prisió n ahí dentro”.
Asentí. "Sí, ahí es donde nos retuvieron".
"¿A nosotros? ¿Hay má s mujeres allí? Las orejas de Drym estaban
pegadas a su cabeza.
Parpadeé para contener má s lá grimas. "Había. Yo era el ú nica que
quedaba”.
De repente me sentí aplastada contra el suave pecho de Drym, su piel
como terciopelo sobre acero. Su pelaje era má s corto aquí, mostrando
los mú sculos esculpidos de su pecho. Me hundí en él.
Debería haber estado gritando y corriendo tan rá pido como mis piernas
me permitían, pero me sentí... segura. Por primera vez en mucho
tiempo. Eran armas, había dicho Drym. Ciertamente parecía que podían
partirme por la mitad sin sudar. Pero no les tenía miedo.
“¿Y los hombres?”
Los ojos de Roul oscuros parecieron brillar má s, má s brillantes, con un
brillo rojo sangre que lo hacía parecer aú n má s peligroso que antes. “La
casa estaba vacía”.
"Los malditos cobardes corrieron". Estaba enojado porque no estaban
todos muertos.
Quin dio la vuelta para quedar frente a mí. "¿Hay alguien a quien
podamos llamar?"
"No. Descubrimos que ninguno de nosotros tenía familias que
presentarían denuncias de personas desaparecidas. Fueron cuidadosos,
calculadores”.
"Oh, gracias a la mierda".
Los dos má s cercanos a él lo golpearon no muy suavemente en cada
brazo.
"¡Ay! ¿Por qué fue eso? Sabes tan bien como yo que habríamos tenido
que atar a Drym si ella hubiera querido irse. O eso, o descubrir muy
rá pidamente có mo íbamos a compartir nuestra existencia con toda la
població n humana”.
El gigantesco recién llegado le refunfuñ ó . "Cá llate, idiota".
"¿Qué? Al menos pregunté. A ninguno de ustedes, los demá s imbéciles,
se les ocurrió ver si había gente preocupada por ella.
"Sí, pero no tenías que sonar tan feliz que ella no lo hizo". Dijo Cavi
mientras guardaba su botiquín de primeros auxilios.
La voz de Kragen sobresalió del resto. "Drym, ¿tal vez deberías llevarla
a una habitació n y dejarla descansar?"
No podía decir si el ruido debajo de mi oído era humor o irritació n.
"Eso probablemente sea lo mejor".
Me tomó en sus brazos con facilidad, con mucho cuidado de no frotar
ninguno de mis rasguñ os o el vendaje que cubría el corte que me
habían suturado. La amabilidad y el cuidado que recibía de estas
bestias (esos wyrfangs) era má s de lo que había tenido en meses.
Golpeé su pecho, untando mis lá grimas sobre su piel. Se inclinó sobre
mí y sentí su hocico contra mi espalda. Su cuerpo me envolvió casi por
completo y nunca me había sentido má s querida o protegida.
cuatro
Encontramos esta cueva por casualidad. Y cuando digo casualidad,
me refiero a que Quin caminaba hacia atrá s mientras movía la boca y
cayó en un agujero cuando el suelo cedió debajo de él.
Era un sistema de cuevas extenso, con una cá mara grande en la que
todos podíamos acomodarnos có modamente y ramas má s pequeñ as
donde podíamos tener nuestro propio espacio.
Nunca antes habíamos tenido nuestro propio espacio. No hay
privacidad cuando las paredes son de cristal y los ojos de las cá maras
siempre te siguen.
Al principio todo estaba demasiado tranquilo. Está bamos
acostumbrados a los sonidos de los científicos yendo y viniendo, el
zumbido de la maquinaria del laboratorio, los movimientos de los
demá s y otros pequeñ os ruidos. Después de una semana, nos sentimos
má s có modos con nosotros mismos y pudimos pasar má s tiempo
separados.
La puse sobre el nido de mantas que había hecho en un rincó n y
encendí una lá mpara para que ella pudiera ver. No era mucho, pero
había rescatado varias gruesas lá minas de espuma que lo amortiguaban
del suelo de roca. Las mantas eran suaves y cá lidas.
"Me habría arreglado si hubiera sabido que tendría compañ ía".
Mantuve mi tono ligero, sintiendo que ella necesitaba sacar la
oscuridad de su mente. No podía imaginar por lo que había pasado.
Ella sonrió y yo sonreí.
Luego ella se rió . Un hermoso sonido que quería escuchar una y otra
vez. Espera, ¿se estaba riendo de mí? Mi cabeza se inclinó y mis orejas
cayeron.
"Lo siento, es só lo que..." Ella negó con la cabeza. “Sé que está s
sonriendo, pero a mí me parece como si estuvieras mostrando muchos
dientes. Debería asustarme muchísimo, pero lo encuentro adorable”.
Ella me encontró … ¿Adorable? Mi sonrisa creció y ella volvió a reír, pero
no me importó . Sonreiría lo má s que pudiera al escuchar ese sonido.
“¿Por qué no lo está s? Asustada de nosotros, quiero decir. Intentamos
con todas nuestras fuerzas no asustar a las mujeres, pero todas
gritaban y lloraban”.
“Drym, ¿está s diciendo que te metieron mujeres? ¿Por qué?"
Me agaché hasta que pude sentarme en el suelo. Me encogí de hombros.
“Para ver qué haríamos”.
Ella contuvo el aliento y se acercó a mí. Estiré el brazo y miré mientras
ella envolvía sus dedos alrededor de mi mano. Todo mi cuerpo se
iluminó como si estuviera só lo en la niebla, no estaba enojado. Sentí
algo, pero no estaba seguro de qué era. La ú nica otra vez que me sentí
tan feliz fue cuando supimos que habíamos escapado, cuando supimos
que los habíamos destruido.
"¿Qué hiciste?"
Resoplé. “Intentamos parecer lo má s pequeñ os posible. Lo má s
inofensivo posible. Puedes imaginar có mo funcionó”.
"Lo siento mucho. Eso suena horrible”.
Me quedé ató nito. ¿Ella acaba de escapar de una situació n aterradora y
me estaba consolando? Resoplé. "Me imagino que no es tan horrible
como ser cazada en el bosque".
Ella negó con la cabeza. “Eso fue horrible, pero me llevaron hace dos
semanas. Viviste toda tu vida en cautiverio. No puedo imaginar el
trauma que has experimentado”.
Nunca lo había pensado de esa manera. Trauma. Así eran las cosas. Era
todo lo que habíamos conocido. Sabíamos que queríamos salir,
queríamos libertad, queríamos control sobre nuestras vidas y nuestros
cuerpos.
Ella se aclaró la garganta. “¿Có mo… quiero decir, si no es demasiado
invasivo preguntar, có mo escapaste?”
“Aú n estaríamos allí si no fuera por uno de los científicos. Era nueva y
sospecho que no tenía idea de en qué se había apuntado. La primera
vez que la trajeron a nuestra ala casi se desmaya. Se burlaron de ella y
todos nos enojamos”. Me reí entre dientes. “Ella encontró su columna
vertebral muy pronto. No le gustaba lo que estaban haciendo, pero
dijeron que no era diferente de cualquier otro animal de laboratorio y
que sus experimentos eran para el bien de toda la humanidad.
“Isabellele les creyó al principio. Entonces se dio cuenta de que no
éramos bestias sin cerebro. Que éramos sensibles. Comenzó a hacer
planes y a pasarle notas a Roul, ya que era la persona que má s trabajaba
con él. En el transcurso de un mes, garabateando una nota a la vez,
formulamos un plan”.
Ella asintió . "Ella te ayudó a escapar".
"Sí. Le debemos todo”.
"¿Dó nde está ella?"
Bajé la cabeza. “No lo sabemos. La fuga se volvió ... complicada. Visiones
de hombres y mujeres con batas blancas gritando mientras los
destrozá bamos, la sangre cubría las paredes, el suelo, el techo... a
nosotros. Nuestras garras atravesaron equipos, computadoras y viales
de almacenamiento. No dejamos nada atrá s. Nada que pudiera recrear
el 'experimento' que nos hizo. “La perdimos en la confusió n. Ella
desapareció . Creo que ella se escondió , al igual que nosotros, y só lo está
tratando de descubrir qué hacer a continuació n”.
"Roul, él debe ser el que da miedo".
Me reí. “Sí, eso lo describe perfectamente. Nada le gusta má s que
destrozar cabezas, pero es tremendamente leal y protector hasta el
extremo”. Suspiré. "É l reaccionó ante ella, como yo reacciono ante ti".
Se acostó y se acurrucó entre las mantas y mi corazó n se aceleró al
verla có moda en mi cama. Bostezó tanto que oí crujir su mandíbula.
Ella tarareó . "Lo lamento. Estoy agotada."
"Te dejaré dormir".
Se sentó erguida, con el pá nico reflejado en su rostro. "¡No! Por favor, no
te vayas. No quiero estar sola”.
"Entonces me quedaré".
Se deslizó hacia el frente de la cama y dio unas palmaditas en el espacio
que había hecho detrá s de ella. Me acosté, teniendo cuidado con mis
garras, mis cuernos y las pú as de mi cola. Ella medio rodó hacia mí y me
agarró el antebrazo, arrastrá ndolo sobre su estó mago. La acerqué má s y
me acurruqué a su alrededor, haciéndole saber en silencio que la
protegería de cualquier amenaza.
Ella estaba dormida en unos momentos.
Con su aroma en mi nariz, me tomó mucho má s tiempo.
cinco
Me desperté en poco a poco. Sabía que estaba en una cueva con una
bestia a mis espaldas, pero me sentí muy bien. No podía recordar un
momento en el que me hubiera sentido tan cá lida y segura. En realidad,
no había podido dormir en la jaula. Nos turná bamos para cuidarnos
unos a otros, pero ninguna de nosotras dormía bien ni por mucho
tiempo.
El pecho de Drym subía y bajaba contra mi espalda, el ritmo era
constante. Su brazo me enjauló a su lado, pero me sentí bien sabiendo
que cualquiera que viniera por mí tendría que atravesarlo.
Había una longitud dura presionada contra mi trasero. ¿Seguramente
no fue lo que pensé que era? Ayer no había visto genitales de ningú n
tipo en ninguno de ellos y no llevaban ropa. Aunque seguro que se
sentía como una polla. Uno muy largo y muy duro.
El deseo me dejó en silencio. Me excitaba pensar en la polla de un
monstruo. Me reí.
¿Y si no lo fuera? ¿Y si fuera só lo, no lo sabía, un hueso de la pierna o
algo así?
Lentamente rodé debajo de su brazo, tratando de no despertarlo pero
queriendo (necesitando) echar un vistazo a lo que me estaba picando.
Cuando finalmente apareció a la vista, jadeé.
Definitivamente la polla monstruosa de un monstruo. Se curvaba hacia
su ombligo y era má s largo que cualquier pene que hubiera visto jamá s,
incluso en el porno. Noté los lados de una hendidura que sostenía la
base. Debe ser por eso que no vi nada antes. Deben estar escondidos en
el interior cuando no estén duros. Era grueso en la base y se estrechaba
hasta formar una cabeza ligeramente en forma de pala, con pú as cortas
que formaban una espiral a lo largo de toda su longitud.
¿Eran duros o blandos? ¿Qué haría? ¿Cómo se sentiría dentro de mí?
¿Encajaría siquiera dentro de mí? Dios mío, ¿en qué estaba pensando?
Mis ojos volaron hacia arriba y su mirada me inmovilizó . Mis mejillas
ardieron. Me había pillado mirando su polla. ¿Qué carajo me pasó ? Tuve
que romper el incó modo silencio, pero no pensé: "oye, ¿puedo tocar tu
polla?". Sería un buen comienzo.
Tragué. "Buen día."
É l gruñ ó y se movió . En un minuto, estaba acostado de lado detrá s de
mí y al siguiente, todo su hocico estaba presionado contra mi coñ o y
estaba inhalando grandes bocanadas de aire.
Chillé y empujé sus cuernos. "¡Ey! ¡Ey! ¿Qué está s haciendo?"
“Huele bien. Delicioso."
Dejé los inú tiles intentos de mis manos de empujarlo y me cubrí la cara.
Se acercó má s. Prá cticamente tenía su nariz dentro de mí en este
momento. Estoy segura de que lo habría hecho si no estuviera usando
ropa interior.
"Tu coñ o es delicioso. Quiero lamerlo”.
Sus ojos brillaban cuando me miraron. Se me cortó el aliento y se me
secó la boca.
"¿Puedo lamerlo?"
Oh, qué diablos. ¿Cuá ntas veces en la vida de una niñ a una bestia pidió
lamerle el coñ o? Me habría reído, pero tan pronto como asentí, me bajó
la ropa interior por las piernas y acarició su lengua a través de mi raja.
Cuando golpeó mi clítoris, casi levité.
"Mmmm, muy bien".
Los cá lidos destellos de su lengua me abrieron los ojos para ver lo que
estaba sucediendo y, por todo lo santo, su lengua estaba ahorquillado.
Se comió mi coñ o como un hombre hambriento que había vagado por el
desierto durante meses. Su lengua entró y salió , se movió dentro de mí
como nunca antes había sentido y luego lamió con largos movimientos
de proa a popa. Cada vez que golpeaba mi clítoris, jadeaba y me
retorcía. No le llevó mucho tiempo descubrir có mo hacerme gritar.
Mis paredes se aferraron a su lengua y él gruñ ó , empujando mi orgasmo
casi hasta el punto del dolor. Oh, pero dolor se sintió bien.
Agotada y jadeando, me tapé los ojos con el antebrazo y gemí. Quizá s
me estaba desvinculando porque acababa de pasar por una experiencia
muy traumá tica. Tal vez estaba en coma y alucinaba con el hombre lobo
de dos metros de altura con cuernos y lengua bífida.
Pase lo que pase, sabía una cosa: quería follarme a este monstruo.
Tiré de sus cuernos hasta que se deslizó y se acostó a mi lado. Se lamió
los labios.
“Ninguna de los demá s olía como tú . Ninguno de los otros me hizo
querer probar. ¿Por qué hueles tan bien? ¿Por qué sabes a madreselva?
"Um... ¿probablemente porque estoy excitada y me acabas de dar un
orgasmo increíble?"
Su hocico se inclinó hacia abajo e inhaló . “Quiero hacerlo de nuevo”.
Agarré su oreja antes de que pudiera moverse. “Espera, grandulló n. Yo
también puedo jugar”.
Su cabeza se ladeó de la manera má s adorable, traicionando la porció n
canina de su ADN. Me deslicé hasta que mi mano rozó su polla y él se
sacudió . "Shh, está bien".
Observó lo que hice con ojos brillantes. Pasé mis dedos por su longitud,
la piel cá lida y suave sobre un nú cleo rígido. Las pú as eran flexibles,
pero no blandas. Se sentían como cartílago. Mi coñ o ya empapado se
inundó .
No fue fá cil agarrarlo bien con las pú as, pero descubrí có mo envolver
mis dedos entre ellas y apreté. No podía decir si su fuerte inhalació n era
placer o dolor, así que lo miré a los ojos y los encontré encapuchados.
"¿Sí?" Yo pregunté.
"Sí", gimió .
Giré y deslicé mi mano hacia su base antes de invertir el rumbo hacia la
cabeza. Estaba resbaladizo con líquido preseminal. Lo recogí en mi
palma y dejé que aliviara el movimiento de mi mano. La tercera vez que
llegué a la base sentí algo nuevo. El á rea alrededor de los bordes
superiores de la abertura de su hendidura era má s grande. Me acerqué
para ver mejor el bulto ahora pronunciado. Pasé mis dedos suavemente
alrededor de él y Drym jadeó .
"¿Qué es esto?"
“Mi apertura. Nuestras pollas permanecen escondidas, como las de un
dragó n”.
“Reuní todo eso. Quiero decir, ¿por qué esta parte se está haciendo má s
grande? Me quedé fascinada.
“Ese es mi nudo vestigial”.
Me quedé quieta. "¿Y ahora qué?"
É l se rió entre dientes. “Mi nudo vestigial. Los científicos hablaron
mucho sobre nuestra anatomía. Los lobos que usaron para nuestro ADN
anudan a sus parejas, manteniéndose unidos. No tenemos un verdadero
nudo, pero desarrollamos este bulto en la parte superior de nuestras
hendiduras”.
Después de un poco de cá lculo mental, tragué. Ese bulto estaría
aproximadamente al nivel del clítoris si tuvieran sexo con penetració n.
"¿Cuá nto tiempo permanecerá ?"
"No estoy seguro. Nunca me he corrido dentro de una pareja”.
seis
Su delicioso olor se intensificó y supe que má s líquido cubría su
coñ o. Su cuerpo me estaba facilitando el camino, y fue necesario
bloquear cada mú sculo para evitar chocar contra ella.
No pude evitar tocarla, pero cuando intenté nuevamente bajar el
hocico, ella me mantuvo quieto. Hice lo siguiente mejor y envolví mi
cola alrededor de su muslo, pinchando su manojo de nervios con la
punta sensible.
Ella se adelantó con un grito ahogado y giró la cabeza, tratando de ver
lo que estaba haciendo con los ojos muy abiertos. "¿Qué es eso?"
“Mi cola. Como no me dejará s lamer la madreselva y se me hará la boca
agua, me cubriré la cola con ella”.
Deslicé las suaves escamas inferiores a lo largo de ella; el calor
combinado con su mano en mi polla me obligó a cerrar los ojos en
éxtasis. Su mano se tensó cuando la empujé dentro, golpeando contra
sus paredes internas.
Ella gimió , su otra mano agarró mi hombro mientras se giraba hacia mí.
La nueva posició n le cerraba las piernas y eso no serviría. Agarré la
parte posterior de su rodilla y levanté su pierna sobre la mía,
abriéndola y dá ndome suficiente acceso. Su olor inundó la cueva y sorbí
la baba que inundaba mi boca.
Empujé mi cola má s profundamente y su mano tuvo un espasmo como
si hubiera perdido el control de sus movimientos. Debería parar. Había
estado traumatizada y enjaulada durante semanas. Empujé mi nariz
junto a su oreja, inhalando su aroma.
"Dime que pare ahora o te voy a follar". Me quedé quieto, esperando
que ella me detuviera.
Ella se meneó en mis brazos, en voz baja cuando finalmente dijo: "No
pares".
Le levanté la barbilla con un dedo y miré fijamente sus ojos nublados
por el deseo. “¿Está s segura?”
Ella tragó y asintió .
Agarré sus muñ ecas y se las pasé por la cabeza, asegurá ndolas con una
mano mientras la hacía rodar sobre su espalda y me acomodaba entre
sus muslos. Mi polla hizo muescas sin esfuerzo en su entrada y empujé
hacia adelante, yendo tan lento como pude. Sentí que cada uno de mis
picos cortos entraba en ella y fue todo lo que pude hacer para no abrirla
de un solo golpe.
Fue un deslizamiento lento y doloroso dentro de su apretada vaina.
Gemí cuando mi raja la golpeó . Mordí entre dientes: “Está s tan
apretada. Tan perfecto”.
“No puedo creer que encajes. Siento que un movimiento en falso me
destrozará s por dentro.
Salí hasta la mitad y empujé hacia adentro. Ambos gemimos. "No hay
movimientos equivocados".
Tomé la tarea de frotar su clítoris con mi nudo mientras pasaba mi
lengua por el costado de su cuello. Má s de su miel me inundó y entrar y
salir de ella fue má s fá cil entonces. Aceleré el ritmo. "Voy a llenarte con
mi semen".
Ella gimió y yo curvé mi columna para dejar espacio entre nosotros.
Solté sus manos y levanté su cabeza.
“Mira qué bien me tomas. Fuiste hecha para mí”.
Los temblores se apoderaron de mi polla y ella gritó . Su orgasmo me
impulsó y no pasó mucho tiempo antes de que la siguiera. Me enterré
profundamente dentro de ella y sentí que mi nudo se hinchaba aú n
má s, presioná ndose contra ella y dá ndole otra ola de éxtasis.
Ojalá hubiera durado má s. Quería hacer mucho má s con ella. Aprende
cada centímetro de su cuerpo. Má rcala como mía. Hubo mucho tiempo
para eso má s tarde. Nunca tuve la intenció n de dejarla ir.
Mientras su respiració n se hacía má s lenta y sus manos se clavaban en
el pelaje de mis brazos, gruñ í: "Mía".
“No pertenezco a nadie”.
Su voz estaba llena de veneno y mis oídos se aplastaron contra mi
cabeza. La sentí alejarse. Busqué en su rostro alguna pista de lo que
había hecho para molestarla. No pude evitar el gemido que silbó por mi
nariz.
"No." Ella volvió la cara.
"¿Qué debo hacer?" Sentí que mi pecho se estaba derrumbando.
"¿Có mo puedo hacerte suave y cá lido otra vez?"
Ella se rió entre dientes, pero no tenía humor. “No puedes. La cagaste
pensando que podrías reclamarme como si fuera una muñ eca de
porcelana, una posesió n. ¡No soy algo que deba poseerse!
Todo mi cuerpo se encogió . "No quise decir eso."
"¿Oh?" Ella me escupió sus palabras. “¿Có mo lo dijiste en serio?”
“Quise decir que eras mía porque yo soy tuyo. Tienes mi corazó n,
cuerpo y alma en tus manos para hacer lo que desees. Soy tuyo para
mandar. Tuyo para tocar. Tuyo para usar. Tuyo para herir.
Quería limpiarme de sus muslos, limpiarla y abrazarla, pero ella se alejó
de mí. Me senté en cuclillas y me acurruqué sobre mí.
Pídeme que mate a alguien y lo hice sin dudarlo. No saber qué hacer o
có mo actuar era extrañ o e incó modo. Ella me miró fijamente durante
un largo rato y pensé que podría invitarme a volver a sus brazos. Me
incliné hacia ella y ella hizo una mueca.
"Yo só lo..." Se pasó una mano por la cara y resopló . “¿Puedes irte? No
puedo mirarte ahora mismo”.
El dolor me atravesó . Su voz era pequeñ a, derrotada. En el poco tiempo
que la conocí, ella nunca se dio por vencida. Yo había hecho esto. La
había llevado a donde dos semanas de confinamiento y persecució n no
la habían llevado. Estrangulé el gemido que amenazaba con mi garganta
y me puse de pie.
Dudé antes de desaparecer por el tú nel. "No iré muy lejos... si necesitas
algo..." Mi garganta se cerró mientras caminaba de regreso hacia mis
hermanos, dá ndole el espacio que había pedido.
Siete
fue demasiado, demasiado rá pido y todo me atrapó . La realidad de
todo lo que pasó se estrelló sobre mí como un tsunami cuando lo
escuché gruñ ir que yo era suya. No podía deshacerme de la idea de que
pretendía poseerme, como una especie de premio. O el trofeo de un
cazador.
No era justo para él y lo sabía, pero no era capaz de ordenar mis
emociones en ese momento.
El miedo cuando me secuestraron, el pá nico cuando me arrojaron al
só tano y las otras mujeres me explicaron lo que los hombres habían
planeado para mí. La determinació n de sobrevivir, perdiendo la
esperanza ante eso mientras, una a una, sacaban a las mujeres y nunca
regresaron.
Sara, Gracia, Catalina. Recordaría sus nombres.
Evadiendo a los cazadores el tiempo suficiente para pensar que podría
llegar hasta el cable, y sabiendo que no importaba si lo hacía. Caer y ser
rescatada por una bestia. Un monstruo al que debería haber estado má s
aterrorizada que los cazadores, pero só lo me sentía seguro.
Las lá grimas corrieron por mi rostro y me entregué a todo a la vez.
Me tomó casi una hora calmarme lo suficiente como para pensar con
claridad sobre mi situació n. Los hombres se habían tomado muchas
molestias para secuestrarme. Habían gastado una fortuna preparando
la casa y el terreno para su enfermizo entretenimiento. Con ese tipo de
falacia de costos hundidos en pleno efecto, tenía que creer que querrían
que volviera.
Estaría má s segura si me quedara allí, con los monstruos que me
protegían. Con Drym.
Pero no podía hacer la vista gorda ante lo que esos hombres estaban
haciendo, lo que estaba claro que habían estado haciendo durante
mucho tiempo. La evidencia de que no habíamos sido los primeras
estaba en las celdas donde nos mantenían. Trozos rotos de uñ as
pintadas, toscas marcas de hash que marcaban el tiempo. Necesitaba
alertar a las autoridades. Lo volverían a hacer con otra mujer.
La idea me revolvió el estó mago.
Tuve que irme a casa. La idea me aterrorizó , pero la decisió n fortaleció
mi voluntad. Esos hombres no se saldrían con la suya. Me aseguraría de
eso.
Una punzada de tristeza me golpeó cuando pensé en dejar atrá s a las
bestias. Kragen había dicho algo acerca de que yo podría ayudarlos.
Haría lo que pudiera para devolverles su amabilidad.
Iba a necesitar mucha terapia después de esto.
Me levanté y caminé hasta el borde de la luz. “¿Drym?” Mi voz estaba
entrecortada por el llanto, así que me aclaré la garganta para intentarlo
de nuevo. Antes de que pudiera, salió de la oscuridad. Retrocedí un
paso. É l se alzaba sobre mí y estiré el cuello para mirarlo.
“¿Qué necesitas, pequeñ a?”
Parecía tan ansioso, como un cachorro que acababa de escuchar su
primer "buen chico". Casi comencé a llorar de nuevo cuando recordé la
expresió n de su rostro cuando me enojé.
Me froté el pecho. “Quería disculparme. Estuvo mal por mi parte
arremeter contra ti”.
Estaba sacudiendo la cabeza antes de que terminara.
“Yo tengo la culpa. Nunca debí haberte presionado. Has pasado por
tantas cosas… merezco tu enfado”.
"No, no lo haces". Suspiré. “Pero estoy demasiado cansado para discutir
quién tiene la culpa. Necesito irme a casa”.
Se sobresaltó y luego lo vi desinflarse. Es difícil de explicar, pero fue
como si parte de su vida se le hubiera escapado.
"Por supuesto."
Desvió la mirada y tuve que tragar saliva para no retractarse. Decir que
me quedaría. Tenía que ser el trauma el que me hacía sentir así. ¿No es
así? Me aclaré la garganta de nuevo. “¿Kragen dijo algo acerca de que yo
podría ayudarte? Me gustaría intentarlo antes de irme”.
Las puntas de su lengua bífida se movieron entre sus dientes unas
cuantas veces y me pareció oír sus dientes chocar entre sí.
"Estaríamos agradecidos por la ayuda".
No tenía idea de qué ayuda podría ofrecerles, pero haría lo que pudiera.
No pasó mucho tiempo después de reunirse con los demá s para
comprender lo que necesitaban. Los habían mantenido como ratas de
laboratorio durante toda su vida. Solo tenían informació n vaga de que
el director del laboratorio seguía pró fugo y que existía toda una
segunda sociedad, una formada por criaturas sobrenaturales, incluidos
los hombres lobo y los dragones de los que habían sido creados.
Mi cabeza daba vueltas cuando Kragen repasó lo que sabían y lo que
necesitaban.
Isabellele, la bruja que había facilitado su fuga, parecía perturbada por
lo que estaba sucediendo. Tenían que esperar que esta sociedad secreta
de seres sobrenaturales no supiera de su existencia ni de los
experimentos que condujeron a ella. Que los protegerían, si tan só lo
pudieran establecer contacto.
Cuando terminó de contarme todo lo que sabían, negué con la cabeza
con tristeza. “Me temo que no podré ayudar a encontrarlos. Hasta que
tú , no tenía idea de que existían seres sobrenaturales fuera de los libros
y las películas. Vi todos sus hocicos caer hacia los papeles esparcidos
sobre la mesa. “Apuesto a que si pongo sondas, alguien me encontrará .
No puede ser accidental que el ser humano promedio no sepa acerca de
las criaturas que viven entre nosotros. Tiene que haber gente que
trabaje para asegurarse de que no se corra la voz”.
Drym negaba con la cabeza. "Si ese es el caso, hablar de nosotros para
sacarlos te pondría en peligro".
Capté sus ojos y los sostuve. "Es lo menos que puedo hacer después de
que me salvaste la vida".
Estaba parado frente a mí en la mesa, pero podía escuchar el gruñ ido
bajo retumbando a través de él. Quin le dio un puñ etazo en el brazo y el
ruido cesó .
“Podemos mirar desde las sombras. De esa manera, estará s a salvo y, si
alguien se revela, estaremos allí para pedir ayuda”.
Los demá s asintieron con la cabeza.
No fue una sorpresa cuando Drym habló . "Iré."
Kragen estaba negando con la cabeza. “Ya es bastante difícil esconderse
como lo hacemos nosotros. Tendrá que ser Cavi o Quin. Sus ojos son
má s fá ciles de ocultar”.
Drym gruñ ó , pero al final cedió . Antes de darme cuenta, Quin me estaba
guiando a la superficie. Cuando pasé junto a Drym, me rozó el brazo con
el dorso de la mano.
"Quédate a salvo."
No podía hablar má s allá del nudo en mi garganta, así que asentí. Tenía
que ser el trauma el que me hacía sentir como si me arrancaran el
corazó n del pecho a medida que me alejaba.
¿Correcto?
ocho
Kragen cedió el día Después de que ella se fue y me dejó seguirlos. Me
sentía miserable y escucharme quejarme hacía que mis hermanos se
sintieran miserables. Me ordenaron que fuera inteligente, y en el
momento en que pensé que ya no podía serlo, debía regresar a la cueva.
Habría aceptado arrancarme el brazo a mordiscos si eso significara
poder verla de nuevo.
Só lo verla me calmó . Pasé tres noches mirando su ventana. Vivía en el
cuarto piso de un edificio de apartamentos. Quin me dijo cuá l era el
suyo. Luego señ aló un roble que me ocultaría y me daría una vista casi
perfecta de ella.
É l dijo que no le diría que yo estaba allí, pero que cada noche, antes de
que ella apagara las luces, se paraba en esa ventana y miraba hacia
afuera.
Sabía por qué no podía acudir a ella. No podíamos arriesgarnos a
quedar expuestos. No hasta que supiéramos si los otros sobrenaturales
nos aceptarían. La empresa detrá s de nuestra creació n sabía que
éramos libres. Sabíamos que intentarían capturarnos nuevamente.
É ramos demasiado valiosos para ellos. El director estaría furioso de
que hubiéramos escapado antes de que realmente pudieran probar
nuestras habilidades.
Habían programado nuestra primera misió n real. Los científicos habían
traído a comandantes militares para que nos observaran durante un
ejercicio. Podíamos oírlos hablar de nosotros con un deleite tan
violento que nos revolvía el estó mago. Uno de ellos estaba tan excitado
que podíamos oler su excitació n.
Dijeron que nos iban a enviar a un lugar donde a nadie le importaría si
la gente moría. Debíamos matar inocentes, só lo para demostrar cuá n
efectivos éramos. Sabíamos que éramos armas, eso estaba claro incluso
antes de saber qué éramos. Aunque nuestro trato no fue suave ni
afectuoso, siempre pensamos que trabajaríamos para los buenos.
Apaciguamos nuestra conciencia diciéndonos que estaríamos matando
gente mala. Librar al mundo del mal.
Habíamos planeado nuestra fuga durante añ os, pero ese día quedó
claro que necesitá bamos obtener nuestra libertad antes de que nos
enviaran a esa misió n.
La niebla nubló mi visió n periférica y negué con la cabeza.
Respiré profundamente y lo dejé salir lentamente. Me concentré en la
ventana de Kendal, recordando la sensació n de sus suaves curvas bajo
mis manos y su cá lido coñ o agarrando mi polla.
La niebla retrocedió .
El viento cambió y un olor desconocido llamó mi atenció n. Escaneé el
á rea contra el viento hasta que capté movimiento. Algo se separó de las
sombras y se deslizó hacia el edificio. Algo que se movía con velocidad y
gracia sobrenaturales.
Cada noche aparecía una criatura diferente. Kendal llamó a la policía
tan pronto como llegó a casa. Quin estaba lo suficientemente cerca
como para escuchar su conversació n, y aunque se mantuvo para sí
misma la parte de los monstruos que la rescataban, dejó caer
suficientes pistas sobre sucesos inexplicables para llamar la atenció n de
cualquier monitoreo sobrenatural.
Al día siguiente, llamó a un terapeuta y le contó aú n má s detalles. Dijo
que sospechaba que sus secuestradores la habían drogado,
provocá ndole alucinaciones para explicar haber visto hombres lobo y
dragones. Claramente funcionó .
Quin estaba dentro, en un pequeñ o rincó n de mantenimiento en el
mismo piso que Kendal. Sabía que cualquier cosa que se acercara a ella
no lograría escapar de él.
Me bajé del á rbol de todos modos, mis movimientos eran má s rá pidos,
má s silenciosos y má s precisos de lo que habían sido. Me quedé a favor
del viento y lo suficientemente atrá s como para que nunca me viera.
Los demá s se habían dado vuelta y se habían ido después de
permanecer en el vestíbulo durante unos minutos.
É ste fue directamente a su piso. Esperé mientras se detenía frente a la
puerta de Kendal y le hice un gesto con la cabeza a Quin cuando
apareció a la vista.
La criatura era pequeñ a y aunque tenía velocidad y sus movimientos
eran fluidos, parecía poca amenaza. Sin garras, sin colmillos aparentes.
Si no fuera por el olor, parecería humano. Un humano de forma
bastante extrañ a, con brazos largos y piernas cortas, pero lo
suficientemente humano como para no llamar la atenció n indebida. Se
acercó a su puerta y golpeó dos veces con el puñ o.
Me incliné hacia adelante, equilibrando mi peso, lista para saltar si
fuera necesario.
La puerta se abrió y luego se detuvo, sujeta a una pequeñ a rendija por
un trozo de cadena. Mis fosas nasales se llenaron con el aroma de
Kendal y mi atenció n se redujo.
"¿Sí?"
Su voz era clara, fuerte. Sonaba mejor que antes y parecía má s
saludable por lo poco que pude ver.
“Entiendo que tienes preguntas sobre cosas que quizá s hayas visto.
Existen canales adecuados para obtener respuestas a estas preguntas.
Protocolos que se deben seguir. ¿Tú entiendes?"
Ella asintió y la criatura le ofreció un sobre blanco.
"Estoy aquí para extender una invitació n para reunirme con un
representante".
"Puedes dejarlo en el suelo, por favor".
El orgullo hinchó mi pecho. Mi hembra era inteligente.
La criatura hizo lo que le pidió e hizo una breve reverencia antes de
abandonar el camino por donde había venido. Quin y yo retrocedimos
hacia las sombras y observamos hasta que salimos del edificio. La
puerta de Kendal se cerró y oí el ruido de la cadena antes de que se
abriera de par en par. Ella entró por la abertura y sonrió .
“Entrad, vosotros dos. Lo arruinará s si los ven los vecinos”.
nueve
Sabía que Quin Estaba allí. Le ofrecí quedarse en el apartamento
conmigo, pero él se negó con tal vehemencia que me hizo pensar que
Drym también debía estar cerca. No me llevó mucho tiempo descubrir
dó nde se escondía.
Só lo saber que él estaba allí me hizo sentir mejor, lo cual era absurdo.
Mi terapeuta confirmó que mi apego a mi salvador “misterioso” fue una
respuesta al trauma. Intenté verlo de esa manera, pero no me parecía
bien.
No puedo imaginar que una respuesta al trauma haya provocado que
las personas tengan sueñ os increíblemente sucios y sexys cada vez que
cierran los ojos. Se estaban poniendo ridículos. Incluso le pregunté a
Quin si tenían poderes psíquicos, pensando que tal vez Drym estaba en
mi cabeza de alguna manera. Sus orejas habían caído hacia un lado
cuando dijo que no y eran tan condenadamente adorables que hubiera
querido alborotarle el pelaje de la cabeza.
Mi mundo entero había cambiado cuando Drym me recogió en el
bosque esa noche. Me alejé de todos los hombres con los que
necesitaba interactuar, buscando rostros a medida que avanzaba mi día,
muerta de miedo de ver a uno de los hombres que me retenía.
Luego llegué a casa y me sentí segura porque un monstruo de dos
metros de altura dormía en la sala de mantenimiento de mi piso y otro
observaba obsesivamente desde el roble afuera de mi ventana.
Debería haberme asustado muchísimo. Mi cerebro debería haberse
sentido confuso y equivocado. Debería haberme sentido avergonzada
cada vez que llegaba al orgasmo pensando en una polla gruesa con una
espiral de pú as a lo largo de su longitud empujá ndose hacia mí.
No sentí ninguna de esas cosas.
Lo que me hizo sentir rara fue estar en el mundo. No había necesitado
volver a trabajar todavía, pero mi apartamento se sentía vacío y
expuesto. Caminar por la acera me ponía ansiosa. Estaba paranoica en
el supermercado.
Todo lo que quería hacer era encontrar una cueva donde esconderme.
Una con un suave nido de mantas y un cuerpo caliente y peludo
acurrucado a mi alrededor.
Negué con la cabeza. No estaba seguro de lo que les deparaba el futuro
a los wyrfangs, pero no veía ninguna forma de encajar en él.
Di un paso atrá s para dejarlos entrar, riéndome entre dientes cuando
los cuernos de Quin golpearon la parte superior del marco de la puerta
y le llevaron la cabeza hacia atrá s. Drym lo empujó el resto del camino,
agachá ndose para no repetir el error.
Quin se frotó la base de los cuernos y se encogió de hombros.
"Normalmente rompemos puertas a cuatro patas".
Cerré la puerta y me giré para encontrar a Drym cerca, mirá ndome. Vi
sus manos agitarse a sus costados, como si quisiera alcanzarme, pero
decidió no hacerlo. El ligero movimiento me rompió el corazó n.
Me acerqué a él y hundí mis dedos en el pelaje de su espalda. Mi mejilla
presionada contra su pecho ahogó mi voz cuando dije: "Hola".
Sentí la parte inferior de su mandíbula presionar contra mi espalda y lo
escuché susurrar. "Hola."
Comenzó como un simple abrazo. Inspiré profundamente y mis
pezones rozaron su pecho a través de la tela de la fina camisa de
algodó n que llevaba y el calor inundó mi cuerpo. Mi excitació n fue
rá pida y tan completa que pude sentir lo mojada que estaba cuando
apreté mis muslos.
Un ruido sordo comenzó debajo de mi oreja y supe que podía oler lo
excitada que estaba.
Quin se aclaró la garganta y me aparté de Drym. Había olvidado que no
está bamos solos.
Me aclaré la garganta y deseé que el calor desapareciera de mis
mejillas. “¿Tienen hambre? ¿Sed?"
Quin se rió . “Estoy seguro de que mi hermano tiene hambre, pero
tendrá que esperar. Ahora mismo necesito satisfacer mi curiosidad
sobre lo que hay en esa nota”.
Ah, claro. La nota. El sobre era fino y estaba sellado con un círculo de
lá mina dorada en relieve. Saqué una sola hoja de papel que era tan
suave que supe que era cara. No había ningú n mensaje, só lo una hora y
una direcció n cerca del río.
Crucé hasta mi sofá y tomé mi computadora portá til. No había un
nombre comercial asociado con la direcció n, pero la imagen de satélite
mostraba un edificio de ladrillo con un paisaje muy cuidado en una
zona elegante del centro de Damruck.
Fijar la reunió n a las ocho de la noche significaba que mientras no
hubiera focos en el exterior del edificio, Drym y Kragen podían ir
conmigo. Só lo tenía que pensar có mo llevarlos allí sin que me
descubrieran.
Su tamañ o era un problema, pero había visto a Drym ponerse en
cuclillas y hacerse una bola que lo hacía parecer mucho má s pequeñ o.
Los cuernos eran má s difíciles de ocultar.
“Está bien, aquí está el plan. Quiero que Drym vaya conmigo y estoy
segura de que Kragen también quiere ir”. Hice una pausa para
asegurarme de que ambos me seguían.
Quin se dejó caer al suelo y alzó la nariz hacia el cielo. "Gracias a la
mierda que no me dijiste".
Resoplé y luego seguí adelante. “Quin, regresa y dile a Kragen que se
reú na con nosotros mañ ana a las siete cerca del borde del
estacionamiento. Iré por la mañ ana y alquilaré una furgoneta lo
suficientemente grande como para esconderlos. Miré a Drym. "Cuando
lleguemos a la direcció n, dependerá de ti y de él descubrir có mo
entrar".
"Buen plan".
Los elogios de Drym me levantaron el pecho y me negué a examinarlo
demasiado de cerca.
"Será mejor que nos vayamos antes de que anochezca demasiado".
Quin cruzó la puerta pero cuando Drym intentó seguirlo, lo detuve.
"Quédate. Por favor."
É l y Quin compartieron una mirada antes de que el otro wyrfang
cerrara la puerta detrá s de él con un suave clic.
Vi los hombros de Drym subir y bajar con una respiració n profunda.
“Puede que esto no sea prudente. No quiero invadir tu espacio. Debería
irme”.
Cuando alcanzó la manija de la puerta, lo detuve nuevamente. "No.
Quiero que te quedes”. Respiré profundamente por mi cuenta. "Te
deseo."
diez
Me di la vuelta así Rá pidamente mi cola golpeó la puerta. "No puedo
evitar tocarte".
Su mano se extendió y recorrió mi pecho. "No quiero que lo hagas".
El gruñ ido que surgió de mí fue primitivo. Me puse en cuclillas frente a
ella y la miré a los ojos mientras le levantaba la camisa del cuerpo. Mi
necesidad de desnudar su piel luchaba con la necesidad de asegurarme
de que ella quisiera lo que yo estaba haciendo.
Levantó los brazos, haciendo má s fá cil deshacerse de la camisa.
Enganché mis garras en la cintura de los pantalones del pijama que
llevaba, sin romper nunca el contacto visual. Se balanceó hacia mí y su
pezó n rozó mi nariz. Ambos nos quedamos sin aliento.
Mi lengua salió , ambas mitades se curvaron alrededor de la dura
protuberancia y tiraron. Su aroma, cá lido, terroso y dulce, me quemó
cuando probé su piel.
Sus manos cubrieron el dorso de mis dedos donde estaban
enganchados a su cintura y empujó . Sus pantalones cayeron formando
un charco a sus pies. Su ropa interior no hizo nada para disminuir el
olor a madreselva de su excitació n mientras me envolvía. Mis garras se
engancharon en los costados de sus bragas, conscientes de su suave
piel. Con apenas un tiró n, separé la tela y flotó hasta el suelo.
Ella no era una bruja, pero su olor, su sabor, los pequeñ os ruidos que
hacía mientras la lamía, eran una magia en sí misma. Uno que me unía
cada vez má s fuerte a ella. Cambié mi lengua al otro pezó n y ella se
balanceó hacia mí cuando tiré del apretado capullo. Sus manos
agarraron mis hombros para mantener el equilibrio y su espalda se
arqueó , presionando su pecho má s cerca.
El calor rodó por mi vientre y endurecí los lados de mi raja, obligando a
mi polla a permanecer oculta un rato má s. Mi trasero estaba duro como
una roca, mi cola se movía por el esfuerzo, pero estaba decidido a ver
só lo su placer.
Pasé mi lengua por su abdomen, golpeando su ombligo. Hice una pausa,
mi nariz rozó los rizos en la unió n de sus muslos.
"Por favor", gimió en un susurro.
"¿Quieres que te lama aquí?" Pregunté, cerrando los ojos cuando una
nueva ola de excitació n la atravesó .
"Sí."
Mi lengua salió disparada y se arrastró por sus pliegues, deteniéndose
para provocar su clítoris con un poco de presió n. Abrí má s la boca y me
metí en su apretado coñ o, gimiendo mientras me chupaba y apretaba
en señ al de bienvenida.
La sangre corrió a mi polla tan rá pido que no tenía esperanzas de
mantenerla contenida. Envolví mis manos alrededor de los globos de su
trasero y la acerqué, forzando sus piernas a ambos lados de las mías,
todo su peso sostenido por mis manos.
Ella agarró mis cuernos y gimió cuando llegó el orgasmo. Yo mismo
estuve a punto de correrme. La lamí hasta que su respiració n volvió a la
normalidad y cada parte de ella estuvo limpia. La tomé en mis brazos
mientras me levantaba y la llevaba a su cama.
Tenía la intenció n de dejarla y dormir en el suelo frente a la puerta de
su dormitorio. Kendal no quería saber nada de eso. Cuando intenté
levantarme, ella agarró mi polla y la apretó . Siseé cuando el dolor y el
placer me hicieron empujar su puñ o.
“¿Adó nde crees que vas?” Su voz ronca y llena de sexo me hizo gemir.
"Deberías descansar". Intenté alejarme pero ella me sostuvo con fuerza,
estirando mi piel hasta el punto de sentir dolor.
“Estoy cansada de que me digan qué hacer. Esta noche, aquí y ahora,
estoy a cargo”.
Gemí cuando el pre-semen se filtró de mi punta, el placer era tan
intenso que mis ojos se pusieron en blanco. Estaba seguro de que si ella
me soltaba, me correría má s fuerte que nunca. "Soy tuyo para
comandar".
Ella me soltó tan rá pido que me sobresalté. De rodillas, frente a mí en la
cama, estaba deslumbrante. Una determinació n feroz estaba grabada en
cada línea de su rostro. Parecía una reina guerrera.
"Acuéstate boca arriba".
Me apresuré a obedecer. Mis cuernos mantenían mi cabeza inclinada en
un á ngulo perfecto para observarla. Se sentó a horcajadas sobre mis
caderas y observé, fascinado, có mo su mano se deslizaba por su cuerpo,
atravesando sus pliegues y extendiéndolos ampliamente.
La alcancé y ella me apartó con la otra mano.
"No toques".
Gruñ í y hundí mis garras en la cama. Le daría el control que quería,
incluso si eso me matara. Podría morir feliz mirando su hermosa piel
brillando a la luz de la luna.
Ella se deslizó hacia adelante y colocó mi polla en el valle entre sus
labios, envolviendo su mano alrededor de ambos para mantenerse
cerrada a mi alrededor. Luego se balanceó hacia adelante y hacia atrá s,
arrastrá ndose a lo largo de mi dura longitud.
Mis pú as golpearon su clítoris y ambos gemimos. Su cabeza se inclinó
hacia adelante y sus rizos oscuros acariciaron mi estó mago mientras se
movía. Sus tetas se balancearon y no pude evitar arrastrar el dorso de
mis dedos por el costado de un globo suave.
Ella comenzó a sacudirse y retorcerse mientras se deslizaba hacia
arriba y hacia abajo y supe que estaba cerca. Envolví mi cola alrededor
de su tobillo y la deslicé hacia arriba, acariciando su pierna al mismo
tiempo que sus caricias en mi polla.
Lo dejé subir aú n má s, empujando su apertura.
“Mierda, Drym. Te sientes tan bien”.
Se detuvo y se elevó sobre mí y me hizo una muesca hasta el centro. Sus
ojos se posaron en los míos.
“Te necesito dentro de mí. Ahora."
Agarré sus caderas, con cuidado de no lastimarla con mis garras, y
empujé mis caderas hacia arriba mientras la bajaba. Siseé cuando toqué
fondo, mi raja golpeó el calor de ella. Me levanté y nos volteé,
sosteniendo sus hombros mientras entraba y salía de ella.
"Má s difícil. Má s rá pido."
Su aliento en mi pecho me instó a seguir, pero aun así me contuve.
Luego ella me mordió . Gruñ í y avancé, empujando mis caderas para
entrar lo má s profundo que pudiera. "¿Te gusta lo duro, pequeñ a?" Mis
dientes rasparon la cá scara de su oreja.
"Sí. Quiero sentir que pierdes el control”.
Ella consiguió lo que quería.
once
Drym gruñ ó y su ritmo aumentó . Me golpeó , lo ú nico que me impedía
alejarme de sus embestidas eran sus manos enjaulando mis hombros.
Podía sentirlo tocar fondo, el remolino de pú as raspando mis entrañ as
mientras se empujaba hacia mí a un ritmo implacable.
Era tan grande que era un milagro que no me lastimara má s que el
placentero escozor de mi piel estirá ndose a su alrededor. Jadeé cuando
él se retiró y me hizo girar, poniéndome de rodillas, con mi trasero en el
aire.
Mi coñ o estremeció y sacudió , la pérdida de él fue aguda cuando el aire
fresco corrió sobre mi carne expuesta. Gemí. "Por favor, Drym."
Casi llegué cuando su cá lido aliento sopló sobre mí.
"Tu coñ o es tan dulce, tan perfecto".
Su lengua se arrastró por mis pliegues, se sumergió en mí y luego
continuó hacia arriba, sondeando mi trasero. Intenté alejarme, pero sus
manos en mis caderas me atrajeron bruscamente hacia su lengua.
Salió de mí y lo escuché chasquear los labios. "Eres dulce en todas
partes".
No me dio tiempo para sentirme mortificada. Golpeó su polla contra mí
y el estiramiento me hizo suspirar de alivio.
"¡Sí!" Grité mientras sus caderas se movían, dá ndome tres golpes
rá pidos y fuertes antes de dos agonizantemente lentos. Estaba tan
excitada, tan mojada, que mis jugos corrían por mis piernas.
Pasó sus garras por mi columna y me agarró la nuca. Gemí cuando otra
ola de placer me invadió .
"Nunca dejaré que nadie te toque".
“Dios, Drym, estoy tan cerca. Por favor…” Ni siquiera estaba segura de lo
que estaba preguntando. Estaba al borde del abismo y necesitaba
liberarme. Deslicé mi mano hacia mi clítoris, pero él la atrapó y la
sostuvo por encima de mi cabeza.
“¿Quieres venir?”
"¡Sí! Lo necesito, Drym. Presioné mi frente contra el colchó n, tratando
de empujarme hacia él con má s fuerza.
"Entonces dilo".
"¿Decir qué?" Yo diría cualquier cosa en ese momento.
“Que entiendas que cualquier criatura que te toque morirá bajo mis
garras. Que sabes lo que significa dejar que un monstruo te folle.
"¡Entiendo!" Mi frustració n me tuvo al borde de las lá grimas.
“Necesito que realmente lo entiendas, Kendal. Soy un monstruo creado
para ser un arma. Destriparé a cualquiera que intente hacerte dañ o”.
Tragué, mi coñ o se inundó ante sus palabras. Debería preocuparme lo
atractiva que me pareció la idea de que él mataría por mí. Sus
movimientos se ralentizaron a un ritmo imposible, haciéndome sentir
cada una de sus pú as mientras salían y luego volvían a entrar en mí. En
un susurro exhalado, dije: "Entiendo".
Parecía estar en todas partes al mismo tiempo, avivando mi necesidad
má s de lo que creía posible. Soltó mi cuello y deslizó las puntas de sus
garras por mi espalda, su cola se deslizó por mi vientre y entre mis
pechos, enroscá ndose alrededor de uno y apretando.
Me estaba tocando en todas partes menos donde lo necesitaba
desesperadamente. Estaba tan frenético que apenas noté su cola
pellizcando mi pezó n antes de soltarlo. Luego empujó la punta con
fuerza contra mi clítoris y me hice añ icos.
Mis piernas se bloquearon y mis pulmones se paralizaron. Me agarró
del pelo y echó mi cabeza hacia atrá s, su lengua moviéndose dentro de
mi boca. Sentí el roce de sus caninos en mi mejilla y el calor de su pecho
contra mi espalda.
Cuando mi orgasmo disminuyó , frotó esa pecaminosa cola suya en
círculos y me hizo seguir adelante. No se detuvo hasta que me
desplomé.
É l rugió su propia liberació n y sentí su raja hincharse, casi dolorosa
donde presionaba contra mi trasero. Mis mú sculos temblaron con las
réplicas, tan agotados y débiles que no podía moverme.
Nos colocó de costado, acarició mi cabello y mi estó mago,
susurrá ndome al oído lo buena chica que era.
Se apartó y gemí, pero pronto regresó con un pañ o mojado. Limpió
cuidadosamente mis piernas y mi sexo, lo que me provocó má s
espasmos. Se acostó detrá s de mí y me tomó en sus brazos. Sus piernas
estaban dobladas detrá s de las mías, su cola cubría y rodeaba mi
estó mago.
Normalmente me sentía claustrofó bica cuando los amantes querían
abrazarse después del sexo. Querían sujetarme demasiado fuerte,
tenían demasiado calor, mi necesidad de moverme se volvió
insoportable.
No con Drym. Me hundí má s profundamente en la jaula que era él a mi
alrededor.
Estaba casi dormida cuando susurró por encima de mi cabeza.
“¿Está s… está s bien?”
Escuché la preocupació n en su voz. Intenté encontrar las palabras
adecuadas para lo que quería decir, pero me llevó un tiempo.
É l se quejó . "Lo lamento."
Pasé mis dedos por el pelaje de su antebrazo. "Está bien. Estoy bien”.
Sus mú sculos se flexionaron bajo mi mano y escuché el aliento soplar a
través de su hocico. “Nunca he sido posesivo. No como Roul. Incluso
cuando éramos jó venes no le gustaba compartir. Nunca me molestó .
Nunca he tenido algo que no le daría con gusto a uno de mis hermanos”.
No sabía qué decir, así que me quedé en silencio.
“Eres diferente. Amo a mis hermanos y me dolería, pero les arrancaría
los miembros del cuerpo si intentaran alejarte de mí. Lo digo de las
personas que amo. Con cualquier otra persona, no dudaría ni un
segundo”.
Sus palabras deberían asustarme muchísimo, pero no fue así. Mi
maldito corazó n en realidad se estaba desmayando ante la idea de que
él fuera un asesino por mí. Eso fue una mierda, pero por el momento no
me importaba.
“Soy un monstruo, Kendal. Si fueras inteligente, huirías muy lejos de
mí”.
Me rodé en sus brazos y lo miré, pero él me abrazó tan cerca que todo
lo que pude ver fue la parte inferior de su mandíbula. Enrosqué mi
mano alrededor de su hocico y bajé su nariz para poder mirarlo a los
ojos. "Entonces soy la persona má s tonta del mundo, porque te quiero a
mi lado".
Sus ojos se cerraron y se estremeció .
Besé el costado de su hocico y él pasó su nariz por el costado de mi
cuello, colocá ndose encima de mi cabeza. Bostecé y froté mi mejilla
sobre la piel aterciopelada de su pecho, maravillá ndome de lo suave
que era la piel y de lo duro que estaba el mú sculo debajo. “Duerme
ahora. Gran día mañ ana”.
Me dio un breve apretó n y nos cubrió a ambos con una manta.
Dormí mejor que en un añ o.
doce
mis orejas estaban planas contra mi cabeza, mis pies plantados en la
puerta.
Kendal gruñ ó por el esfuerzo de intentar moverme, sus manos
alrededor de mi muñ eca.
Ella se rió y me puso los ojos en blanco. "No puedo creer que estés
siendo un bebé con esto". Ella se soltó y saludó mi cuerpo, haciendo un
círculo adicional sobre mi raja. “Estamos sucios. Cubierto de semen. ¡El
pelo alrededor de tu raja está crujiente, por el amor de Dios!
"Lo cepillaré". Estaba siendo hosco.
Ella se rió y sacudió la cabeza. “No va a ser suficiente. Métete en la
ducha”.
Me quejé pero la dejé moverme un centímetro cuando dio la vuelta y
empujó mi espalda con todas sus fuerzas.
Ella se rindió y suspiró . "¿Por qué tienes tanto miedo a la ducha?"
Me estremecí y bajé la cabeza. "No nos permitían bañ arnos".
"Oh, Drym." La sentí moverse y luego su rostro me miró con los ojos
vidriosos. “¿Qué hicieron?”
Negué con la cabeza. "No importa."
Me agarró la nariz con fuerza. “Es importante. Lo que te hicieron estuvo
mal. Traumá tico. Y si no se habla de ello, dejará cicatrices duraderas”.
Pasó sus manos por los lados de mi hocico y ahuecó mis orejas. "Nunca
estará bien, pero hablar de ello lo mejorará".
Ella me dio una sonrisa iró nica. "Créame, mi terapeuta me dice eso cada
vez que la veo".
Tragué. Quizá s ella tenía razó n. “Nos rociaron con una manguera. Era
potente y el agua picaba. Nos tiraban cubos de jabó n en escamas. Si
éramos buenos y nos enjaboná bamos tan bien como ellos creían que
debíamos, nos enjuagaban inmediatamente. Si pensaban que nos
habíamos perdido una mancha, dejaban que el jabó n se secara en
nuestra piel y pelaje, repetían todo el proceso”.
Me arriesgué a mirarla. Necesitaba ver su reacció n y al mismo tiempo,
temía ver el disgusto en su rostro.
En cambio, vi ira. "¡Esos cabrones!"
Envolvió sus pequeñ as manos alrededor de una de las mías y me miró a
los ojos. “¿Confías en mí?”
No debería. Mi confianza debería romperse irreparablemente después
del laboratorio. Todos todavía desconfiá bamos de los forasteros y
hacíamos todo lo posible para mantener nuestra existencia en secreto.
"Sí." Mi voz era fuerte y segura. Quizá s fui un tonto, pero confié en ella.
Caminó lentamente hacia atrá s, entrando primero en el gran recinto
cuadrado. La habitació n se había llenado de vapor y mi pelaje se pegaba
a mi piel. Mis ojos se dirigieron a la pared, donde fluía un chorro
constante de agua.
Dirigió mi mano hacia su pecho, aplastando mi palma contra su pecho.
Mis dedos se apretaron y ella inhaló bruscamente. Me concentré en ella,
preocupada de que mis garras hubieran cortado su piel. Mientras
miraba, ella deslizó mi mano hacia su costado y hacia su cadera, a
través de su vientre hasta la otra cadera.
Luego abrió las piernas. Se me hizo la boca agua y chasqueé los labios.
Me estremecí cuando el agua golpeó mi brazo. No me di cuenta de que
ella se había metido lo suficiente en la ducha como para estar
completamente bajo el chorro.
Bajó mis dedos y los deslizó entre sus pliegues. Caminó má s atrá s, hasta
presionarse contra la pared. Con la cabeza echada hacia atrá s, gimió
mientras usaba mi mano para darse placer.
El agua me golpeaba el pecho. Era cá lido y suave. Calmante, no
doloroso. Vi caer las gotas y levanté la otra mano, pasando los dedos de
un lado a otro por el agua.
Sacó mi mano de entre sus piernas y me frotó el antebrazo. Me di
cuenta de que me estaba lavando. El jabó n que tenía en la mano dejó
burbujas. La ducha se llenó del aroma de las flores.
Me quedé estupefacto mientras ella subía por mi brazo, cruzaba mi
pecho y bajaba por mi otro brazo. Ella tiró de mis hombros y me puse
en cuclillas. Me lavó la cara y el cuello, con cuidado de protegerme los
ojos del jabó n. Incluso pasó sus suaves dedos por las curvas de mis
cuernos.
Ninguna parte de mí quedó intacta. Ni siquiera debajo de mi cola o en el
pliegue de mi raja. Mi polla empujó contra su mano pero mantuve el
control. Só lo porque era eficiente en sus movimientos y no se demoraba
má s de lo necesario. Eso me alivió y me decepcionó al mismo tiempo.
Ella debió saberlo porque se rió entre dientes. "Podemos jugar má s
tarde".
Me movió de un lado a otro bajo el spray, lavando y enjuagando cada
centímetro de mí hasta que mi pelaje chirrió y las escamas de mi cola
brillaron.
Mis dedos picaban por darle el mismo trato, pero mis garras estaban
afiladas y tenía que tener cuidado de no lastimarla. Los miré y gruñ í.
"Debería sacar mis garras".
Ella jadeó . “¡No te atrevas! ¿Por qué dirías algo así?
"Quiero tocarte, frotar tu piel, de la misma manera que tú puedes
tocarme".
Se mordió el labio inferior y besó mi pecho. “Podemos resolver algo.
Algo que no implique mutilar tu cuerpo”.
Me reí. Si ella pensara que hay una manera, le daría tiempo para
investigar. Pero no esperaría para siempre. Si su camino no funcionó ,
siempre estuvo el mío. Estaba seguro de que Cavi podría quitarme las
garras.
Ella se bañ ó . Me maravillé de su belleza. No podía creer que esta
criatura me permitiera tocarla. Cuando terminó , mi polla se tensó
detrá s de mi raja.
Se giró y me sorprendió empujando mi ingle, tratando de contenerla.
Ella se rió . "Má s tarde. Tengo que alquilar una camioneta y luego
debemos prepararnos para encontrarnos con este misterioso
representante”.
Cerró el agua y salió , envolviendo su cuerpo con un pañ o grande. Salí
tras ella y la sacudí.
Ella chilló y levantó los brazos, sosteniendo la tela frente a ella.
El calor inundó mi piel cuando me di cuenta de lo que había hecho. La
habitació n ahora estaba empapada. Bajé la cabeza. "Lo lamento."
Ella simplemente se rió y sacudió la cabeza. "Está bien." Se inclinó hacia
mí y olió mi pecho.
Me tambaleé hacia atrá s confundido.
Ella me sonrió . "Hueles tierra y limpio".
Mis cejas se fruncieron aú n má s confundidas. “¿A qué má s olería?
Lavaste cada parte de mí”.
Ella volvió a reír. "Pensé que podrías oler a perro mojado".
Gruñ í y ella huyó de la habitació n con una risita.
trece
Me estaba frustrando y no en el buen sentido. Golpeé con las uñ as el
mostrador. La anciana empleada del mostrador de alquiler buscaba y
picoteaba cada letra mientras escribía mi nombre.
“Tengo reserva para una furgoneta de trabajo”, repetí por tercera vez.
Intenté ser amable con los trabajadores. Lo consideré como un poco de
buen karma que me impedía tener que realizar trabajos ingratos.
Ella me sonrió . “Sí, señ ora. Lo veo aquí. ¿Le gustaría agregar un seguro
adicional?
"No, gracias." No quería un seguro caro que cubriera las mismas cosas
que manejaba mi pó liza razonable. Só lo quería las malditas llaves. Eran
las cuatro. El atardecer era a las siete y mis nervios comenzaron a
aumentar.
Si queríamos llegar a tiempo a la reunió n, tenía que darme prisa.
"Tendré que hacer una copia de su licencia de conducir".
Pareció sorprendida cuando lo saqué de mi bolsillo y lo deslicé sobre el
mostrador. Lo recogió y asintió , volviéndose hacia la pared del fondo y
una fotocopiadora que parecía haber visto días mejores durante la era
Reagan.
La má quina gimió y golpeó escuchando cada engranaje mientras
recogía un trozo de papel de la bandeja. Tenía que esperar que la
impresora no tuviera problemas similares. En algú n momento, tendría
que imprimir el contrato de alquiler.
Mis dedos volvieron a tamborilear. Lancé mi mirada preocupanda hacia
afuera, los morados y naranjas que ya iluminaban el cielo.
Cuando regresó a su computadora, le di mi mejor sonrisa suplicante y
amable. “¿Puedo ayudar a acelerar el proceso? Mi jefe es muy estricto
con la puntualidad y me espera a las seis”.
“Umm”, miró a su alrededor como si hubiera alguna posibilidad de que
hubiera otro trabajador presente, “se supone que no debo hacer esto,
pero puedes seguir adelante y firmar el acuerdo. Completaré los
detalles má s tarde y nos saltaremos la caminata si te parece bien”.
Mi sonrisa creció . "Eso es perfecto. Muchas gracias."
Ella me hizo un guiñ o conspirador. “He tenido jefes así. Insista en seguir
las reglas, pero haga lo que le plazca. Es frustrante, pero un cheque de
pago es un cheque de pago, ¿sabes?
Seguí el juego y refunfuñ é: "Só lo desearía que fueran má s grandes".
Compartimos una risa afable y en diez minutos tenía las llaves en la
mano y me subía a una camioneta sin ventanas. Yo era un conductora
nerviosa, pero fue algo reciente. Mi terapeuta pensó que era el hecho de
que me agarraron en un estacionamiento mientras caminaba hacia mi
auto.
Me preguntaba si alguno de los wyrfangs podría conducir. No puedo
imaginar que los científicos les enseñ en. Me reí ante la imagen de Drym
doblado en un sedá n. Sí, eso no funcionaría muy bien.
Tendría que comprarme una furgoneta como esta.
¿Qué? No. No podía retenerlo. É ramos de mundos diferentes. No es
como si pudiera caminar por la calle tomando su mano como un novio
normal. La gente se asustaría. Y todavía existía la amenaza de la
empresa detrá s de los científicos.
No estarían realmente seguros hasta que todos los responsables
estuvieran en la cá rcel o muertos. Esta noche fue el primer paso y
esperaba que la comunidad sobrenatural los ayudara. Sería má s difícil
si no lo hicieran, pero no se rendirían. Sus vidas dependían de que
erradicaran a todas las personas asociadas con su creació n.
Respiré hondo y relajé el agarre del volante. Intenté bajar los hombros,
pero sabía que volverían a subir en poco tiempo.
Había solo un par de cuadras hasta el edificio de mi departamento y
unas pocas millas hasta el edificio en el centro de Damruck. Había
conducido por las carreteras cientos de veces. No fue gran cosa.
Retrocedí hasta un espacio de estacionamiento lo má s cerca que pude
del bosque, quitando los dedos del volante uno a la vez. Salté con las
piernas temblorosas. Tan pronto como abrí de par en par ambas
puertas traseras, dos manchas borrosas se movieron en mi visió n
periférica.
Chillé y me alejé, perdiendo el equilibrio cuando mi pie golpeó la acera.
Me preparé para caer al suelo, pero eso nunca sucedió . Me agarraron
con brazos poderosos y me encontré en la parte trasera de la
camioneta, frente a Kragen.
La voz de Drym retumbó debajo de mi oído. "¿Está s bien?"
“Estoy bien, simplemente me asustaste, eso es todo. Eres tan rá pido.
Saliste de la nada”.
"Lo siento, Kendal, no quisimos asustarte". Las orejas de Kragen se
movían de un lado a otro.
Ambos parecían nerviosos. “De verdad, está bien. ¿Está s nervioso?
Drym me soltó y me incliné para caminar hacia el frente. Ambos
negaron con la cabeza.
"Es un poco confinado aquí". La voz de Drym era suave, pero tenía un
matiz.
Me golpeó como una tonelada de ladrillos. ¿De qué otra manera fueron
transportados sino en camionetas como ésta? “Así te trasladaron, ¿no?
¿Te llevó a misiones?
“Normalmente en camiones de carga. Pero las paredes metá licas son
bastante similares”.
"Bien." Me apresuré a ocupar el asiento del conductor. "Cierra la parte
trasera y llegaremos allí lo má s rá pido posible".
La preocupació n por ellos superó mi ansiedad y pude conducir con
competencia. Llegamos con unos minutos de sobra, así que di la vuelta
a la manzana buscando el mejor lugar para estacionar. Kragen y Drym
necesitaban cobertura para llegar desde la camioneta al edificio sin ser
vistos.
Encontré una entrada a un estacionamiento subterrá neo en la parte
trasera y me acerqué a la puerta. Un altavoz cobró vida cuando bajé la
ventanilla.
"Esto no es un estacionamiento pú blico". La voz era profunda y
claramente molesta.
Me imaginé que eso sucedía a menudo.
“Bien, lo sé. Tengo una cita”.
"Hay espacios en el frente del edificio".
"Mi... um..." Me devané el cerebro buscando có mo llamarlos. No pensé
que a los monstruos les iría bien. “Los compañ eros tienen una tez
sensible… uh…”.
Me golpeé la cara con la palma de la mano. No sabían que traería a
nadie conmigo. Esperaba que mi tonto movimiento de arruinar la
sorpresa no nos mordiera el trasero.
La pausa del orador fue tan larga que pensé que nos diría que
estacioná ramos en el frente nuevamente. Me sorprendió cuando la
puerta de metal se levantó .
SUV negros casi idénticos llenaban la mayoría de los espacios. Algunos
otros autos al azar estaban cuidadosamente alineados a un lado.
Estacioné la camioneta grande en un espacio cerca de ellos, choqué los
cinco cuando salí y vi que había hecho un trabajo decente. Nadie
querría estacionar a mi lado, pero yo estaba en las filas. Principalmente.
Tenía mi mano en la manija de la puerta trasera cuando una voz baja
me hizo jadear y darme vuelta.
Tres hombres grandes e intimidantes estaban frente a mí.
Supuse que era algo universal que los seres sobrenaturales pudieran
aparecer de la nada.
catorce
El plan ERA ESPERAR en la camioneta hasta el ú ltimo momento posible y
luego unirnos a Kendal mientras entra al edificio.
Tan pronto como la escuché jadear y olí tres aromas desconocidos, salí
por la puerta y frente a ella, se me erizaron los pelos de punta. Kragen
estaba pisá ndome los talones, adoptando una posició n similar al otro
lado.
"¿Qué carajo?"
Las criaturas retrocedieron y sacaron armas de dondequiera que
estuvieran escondidas. Verlos me puso en mayor alerta. Gruñ í en voz
baja. Nuestro ADN híbrido nos hizo inmunes a la mayoría de las armas.
Las heridas de bala sanarían, pero todavía duelen.
Antes de que supiera lo que estaba haciendo, Kendal se deslizó entre
nosotros y caminó hacia los otros tres.
"¡Ey! Deja esa mierda a un lado. ¡Me invitaron!”
El que estaba en el medio esbozó una sonrisa. “Lo estas. ¿Kendal
McPherson, supongo?
Ella cruzó los brazos sobre el pecho y asintió . No me gustaba que
estuviera tan cerca de ellos, así que pasé una mano por su cintura y la
tiré hacia atrá s. La criatura siguió hablando.
“Mi nombre es Reinar Hilbertson. Soy dueñ o de Seguridad
Sobrehumana”. Hizo un gesto con la mano para indicar el edificio.
“También soy un hombre lobo. Estos son mis colegas”, giró la mano
hacia la izquierda, “Vital Benoit, hombre oso”, giró la mano hacia la
derecha, “y Alexi Makarovich, también un hombre oso. La mayoría de
las veces usamos nuestros nombres en clave”. Se señ aló a sí mismo y
luego a cada oso por turno. "Zeus, Behemoth y Rusia".
Mis orejas se clavaron en mi cabeza y mi gruñ ido se hizo má s fuerte.
Empujé a Kendal detrá s de mí a pesar de su protesta.
Kragen se movió frente a nosotros dos, acortando la mitad de la
distancia entre nosotros y los demá s. "Kragen y Drym, wyrfangs."
“¿wyrfangs? Nunca he oído hablar de tu especie”.
Kragen bajó la cabeza. "Somos nuevos".
El llamado Behemoth ladeó la cabeza. "¿Híbrido?"
“Creado”, respondió Kragen.
Los tres se miraron sorprendidos.
“¿Debería preocuparme por la seguridad de mi gente?”
Fue inteligente al preguntar.
“No, a menos que planees atacarnos. Só lo buscamos respuestas, no
derramamiento de sangre”.
"Correcto", dijo el hombre lobo. "Creo que deberíamos llevar esto
arriba, donde podamos sentarnos".
Nos condujo a través de una gruesa puerta de acero y mi ansiedad
aumentó . Kragen y yo probablemente podríamos atravesarlo, pero el
esfuerzo dejaría a Kendal abierto al ataque. Me sentí mucho mejor
cuando entramos en un espacio abierto.
Uno de los osos caminó hacia otra puerta de metal, pero el lobo,
claramente el líder, lo detuvo con una risa. Miró nuestros cuernos. "Creo
que sería mejor si subiéramos las escaleras".
Una serie de escalones trazaron un arco y nos llevaron a un nivel
superior. Las paredes estaban hechas de abundante vidrio, y Kragen y
yo nos presionamos contra la ú nica pared só lida. Las probabilidades de
que un humano que pasara por allí nos viera en el segundo piso eran
bajas, pero no nulas.
Las criaturas se habían mudado a otra habitació n de cristal. É ste
contenía una mesa larga y grandes biombos en dos paredes. Cuando se
dio cuenta de que no lo habíamos seguido, se volvió .
"Es vidrio unidireccional". Señ aló con la cabeza hacia las paredes
exteriores. "Podemos ver hacia afuera, pero nadie puede ver hacia
adentro. Es necesario cuando se trabaja con clientes de la Sociedad".
Regresó a la habitació n. “Por favor, tome asiento. Tengo muchas
preguntas”.
Kragen se movió cautelosamente hasta el otro extremo de la mesa y lo
seguí, manteniendo a Kendal detrá s de mí a pesar de sus bufidos de
protesta. Logré sentarme en la silla ofrecida. Era lujoso y el respaldo no
llegaba al asiento, lo que me daba un lugar para poner la cola. Rodó y
hundí mis garras en el suelo para anclarme.
Puse a Kendal en mi regazo y me acurruqué a su alrededor lo mejor que
pude.
Kragen hizo lo mismo y se sentó en la silla junto a la mía. "También
tenemos preguntas".
"¡Yo también!" Gritó Kendal, su voz apagada detrá s de mis brazos.
El lobo miró al oso a su derecha y dijo: “Tal vez deberías pedirle a
Gaelynn que venga. Ver có mo protegemos a todos nuestros compañ eros
podría hacerlos sentir má s tranquilos”.
"¿Compañ ero?" La voz de Kendal era aguda y comenzó a empujarme
con fuerza.
Cedí y aflojé los brazos lo suficiente como para que ella pudiera asomar
la cabeza antes de lastimarse.
Escuché al oso murmurar: "Joder, no", en respuesta a su superior.
Si incluso estas criaturas no veían má s que monstruos cuando nos
miraban, ¿a dó nde pertenecíamos? ¿Seremos rechazados por todas las
sociedades, tanto humanas como sobrenaturales? Sobreviviríamos,
pero Kendal no merecía una vida así.
Su voz me devolvió al presente.
"¿Qué quieres decir, amigo?"
Kragen chasqueó los dientes y el ruido llamó su atenció n. “¿Quizá s tus
preguntas puedan esperar?”
Un rubor subió por sus mejillas. “Bien, bien. Lo siento."
Durante un largo momento, simplemente nos miramos el uno al otro.
No vi ninguna hostilidad en su lenguaje corporal y sus olores eran
neutrales, pero la renuencia del oso a traer a su hembra me inquietó .
Kragen rompió el silencio. “¿Eres el representante de lo sobrenatural,
Reinar?”
“Llá mame Zeus, los demá s lo hacen. Y sí, soy el representante del
consejo de la Sociedad para esta regió n”.
“¿Consejo de sociedad? ¿También representas a la sociedad humana?
“Ah, no. La sociedad incluye a todos los individuos sobrenaturales.
Llamamos a los humanos “normales”. Se encogió de hombros.
"Terminología que cada vez es má s fá cil de decir que 'individuos
sobrenaturales', ya que nuestro nú mero es enorme y nuestras formas
varían".
Kragen asintió . "Entiendo. ¿Este consejo actú a como un ó rgano de
gobierno sobre los de nuestra especie? ¿Separado del gobierno normal?
“Eso es correcto. Só lo... —Inclinó la cabeza y se pasó los dedos por el
pelo. “Nunca he oído hablar de su especie. ¿Wirfang, dijiste?
“No me sorprende que no hayas oído hablar de nosotros. Nuestro
nú mero es pequeñ o. Le pedimos a Kendal que preguntara sobre otra
Sociedad con la esperanza de que pudiera ayudarnos”.
Zeus asentía. “Haré lo mejor que pueda. ¿Con qué necesitas ayuda?
La ira surgió de Kragen como un calor opresivo. Encontré el mío
uniéndome a él.
“Encontrar a los miembros restantes de la empresa que nos creó . Y
destruirlos”.
quince
El shock recorrió las tres caras de los hombres. Tuve que
recordarme que no eran humanos.
El jefe, Zeus, se recuperó primero. "Creo que deberías empezar desde el
principio".
Sentí que tanto Kragen como Drym se pusieron rígidos. No los conocía
desde hacía mucho tiempo, pero había pasado suficiente tiempo para
saber que hablar sobre el laboratorio y lo que sucedió durante su fuga
no era algo que les gustara.
Extendí la mano y puse mi mano sobre el antebrazo de Kragen. "No me
atreveré de hablar por ti, pero si me resultaría má s fá cil exponer los
conceptos bá sicos, lo haré con mucho gusto".
Los brazos de Drym me rodearon y Kragen se relajó visiblemente.
"Gracias, Kendal."
Asentí. "Interrumpeme si me pierdo algo o me equivoco en detalles
importantes".
Su nariz se hundió en reconocimiento.
Pasé un momento luchando con los brazos de Drym para ganar má s
libertad. Sabía que estaba tratando de protegerme, pero no quería
hablar con estos miembros de la Sociedad mientras estaba envuelto
detrá s de un enorme antebrazo peludo. Respiré profundamente cuando
cedió y dejó caer sus manos en mis caderas.
“Supongo que debería presentarme. Como supusiste, soy Kendal
McPherson y conocí a los wyrfangs cuando uno de ellos me ayudó a
escapar de una mala situació n”. Me reí entre dientes ante mi
eufemismo. “No los conozco desde hace mucho tiempo, pero puedo
decirles que son honorables, pero, sobre todo, son dignos de su ayuda.
“Los wyrfangs fueron creados en un laboratorio. Son un híbrido de ADN
de hombre lobo y dragó n”.
Uno de ellos jadeó y el otro se puso rígido. El rostro de Zeus se volvió
atronador.
"Es ilegal y poco ético combinar el ADN de la sociedad de esa manera".
"Sí, bueno", saludé a Kragen y Drym, "obviamente que ser ilegal no los
detuvo".
"El consejo nunca toleraría tal cosa". Zeus cortó el aire con las manos
mientras hablaba.
"Es bueno saberlo, pero nuestra existencia es una prueba de que el
alcance del consejo no es infinito", gruñ ó Kragen y luego me hizo un
gesto para que continuara.
“Fueron creados y criados para ser armas: una unidad de combate de
élite. Fueron mantenidos en cautiverio y torturados rutinariamente en
nombre de la ciencia o la formació n”. Me estremecí. “Te dejaré llenar los
espacios en blanco sobre su trauma. Cualquier cosa que imagines
probablemente sea mejor que lo que soportaron”.
“¿Có mo se llama este laboratorio? ¿Quiénes son estas personas?
Aprecié que Zeus pareciera que los iba a destrozar si estuvieran frente a
él.
“El nombre de la empresa era BioSynth Defense Solutions, pero si son
inteligentes, no lo usará n má s. Los hermanos no saben quién estaba a
cargo de las instalaciones o de la investigació n. Siempre usaron
representantes, pero por el nivel de vigilancia del que hablan, imagino
que los peces gordos siempre estaban observando”.
Zeus asintió . “¿Dó nde está este laboratorio? ¿Conocen a alguien que
haya trabajado allí?
Respondió Kragen. "Desaparecida. Só lo una empleada sobrevivió : la
que nos ayudó a escapar”.
El oso a quien le habían pedido que trajera a su pareja dijo: "Bien".
Los demá s asintieron. Me relajé cuando no gritaron asesinato ni
parecieron horrorizados por la cantidad de muertos.
Zeus se pasó los dedos por el pelo. “Kendal, tienes razó n. Si son
inteligentes, abandonará n el nombre de la empresa y empezará n de
nuevo. Sin embargo, algunas entidades gubernamentales no son
inteligentes, por lo que comenzaremos nuestra bú squeda allí. Tendré
que comunicarme con el consejo sobre esto”. Suspiró y los miró a los
ojos.
“Seré honesto contigo. Esto es un desastre. Seguramente el consejo te
incorporará al redil, pero no puedo decir qué hará n contigo. Ni los
hombres lobo ni los dragones poseen magia nativa para que aprendas a
ocultar tu apariencia, y dado que nuestra existencia sigue siendo en
gran medida un secreto para los normales, eso es motivo de
preocupació n.
“Hay otras especies con problemas similares que viven en á reas
protegidas, así que esa es una opció n. También hay brujas que pueden
crear un hechizo para ocultarte, pero los hechizos no alteran la altura e
incluso eso te hará destacar entre los normales.
"Lo ideal sería que te dieran un terreno cercano para un á rea protegida,
identidades para usar en línea y cuentas bancarias para que puedas
comenzar con lo que necesites".
Agitó una mano delante de él. “Pero esa es una discusió n para otro
momento. La prioridad es encontrar a las personas detrá s de BioSynth
y hacerles pagar”.
Kragen negó con la cabeza. "Estamos má s interesados en garantizar que
no puedan repetir sus experimentos que en vengarnos".
Sentí a Drym retumbar detrá s de mí y Kragen sonrió en su direcció n.
"Aunque no se rechazaría la oportunidad de vengarse".
Zeus asintió . "Entiendo. ¿Dó nde te alojas ahora? ¿Có mo puedo ponerme
en contacto?
Hablé antes de que cualquiera de los wyrfangs pudiera hacerlo. “A
través de mí. No creo que sea prudente revelar su ubicació n todavía. Me
imagino que BioSynth gastó una gran cantidad de recursos en su
creació n y capacitació n, y dudo seriamente que se vayan sin intentar
recuperarlos”.
El hombre lobo asintió . “Buen punto. Entonces necesitaré tu
informació n de contacto. Organizaremos má s reuniones y pasaremos
informació n a través de Kendal”. Miró a Drym. “¿Si eso te parece
aceptable?”
Drym pareció sorprendido de que le preguntaran. Su largo silencio se
prolongó antes de que finalmente respondiera.
"Si le sucede algú n dañ o, te arrepentirá s".
Zeus ladeó la cabeza. “Hay mucha historia de la sociedad que no
conoces y ayudaremos a llenar ese vacío. Tanto los hombres lobo como
los dragones histó ricamente han tenido parejas predestinadas. La
forma en que eres con ella me hace sospechar que ella”—asintió en mi
direcció n—“es tuya. Una cosa que puedo asegurarles es que todos los
cambiaformas de la sociedad ven a sus compañ eros predestinados
como sagrados y cualquiera de nosotros daría nuestra vida para
protegerlos. No só lo el nuestro, claro está , sino cualquier compañero
predestinado del cambiaformas. Son raros y preciosos. Kendal nunca
sufrirá ningú n dañ o si podemos evitarlo”.
Oh, vaya, eso estuvo realmente sexy. No só lo tenía mi propio monstruo
(no debajo de mi cama, sino dentro de ella, gracias), sino que cualquiera
de estas otras poderosas bestias me protegería con sus vidas.
No pude evitar la sonrisa que se dibujó en mi rostro. "Me encantaría
conocer a los otros compañ eros predestinados".
Reinar se rió , un gran sonido retumbante que resonó en la sala de
conferencias. "Dios nos ayude cuando Virginia y Gaelynn te conozcan".
dieciséis
El viaje de regreso a el estacionamiento del apartamento de Kendal
fue en silencio, cada uno de nosotros perdido en nuestros propios
pensamientos. Kendal era mi compañ era. Me sentí bien, pero quería
saber má s. ¿Estaban los compañ eros predestinados unidos de alguna
manera? ¿Podría ella rechazarme?
Mi pecho se retorció ante el pensamiento.
Má s allá de la cuestió n de que Kendal fuera mi compañ era, estaba toda
la Sociedad para que mis hermanos y yo entendiéramos. Aunque Zeus
parecía dispuesto a aceptarnos, ¿sería igual de abierta la comunidad
sobrenatural en general? Zeus dijo que había otros como nosotros, que
no podían esconderse entre los humanos, así que al menos había
precedentes para nuestra situació n. Eso no garantizaba que nos
trataran como a los demá s.
No éramos naturales. Fuimos creados. Incluso nosotros sabíamos que
eso significaba que nos tratarían de manera diferente. No nos habían
educado formalmente sobre la sociedad o la normalidad, má s allá de
enseñ arnos a leer y escribir. Recordé el debate entre los científicos
sobre si incluso esa educació n era sabia. Al final, decidieron que si no
sabíamos leer ni escribir, entonces nuestra funcionalidad como armas
disminuía.
No podríamos infiltrarnos en una instalació n si no pudiéramos leer qué
puerta era la entrada y qué salidas existían.
La poca historia, cultura y modales que aprendimos fueron
autodidactas. Escuchamos atentamente a nuestros captores y
observamos. Compartimos nuestras observaciones y así construimos
una educació n má s allá de los límites que marcaban los científicos.
Kendal estacionó la camioneta al borde del bosque y nos abrió las
puertas traseras. Kragen no dudó y desapareció en el bosque oscuro.
Incliné el hocico para mirar a Kendal a los ojos. “Quiero quedarme
contigo”.
Pasé de una pata a otra, nervioso mientras ella pensaba. Ella no apartó
la mirada y mi corazó n se hinchó .
"No creo que sea prudente".
Mis orejas se aplanaron. “¿Puedo preguntar por qué?”
“Por supuesto que puedes. Siempre puedes hacer preguntas. Hay dos
razones principales. La primera es que no creo que seas feliz encerrado
solo en mi departamento todo el día. Tengo que volver a trabajar
mañ ana, así que estarías solo la mayor parte del tiempo. Y la segunda
razó n es que creo que tus hermanos te necesitan. Ahora mismo todo
está inestable. Hasta que haya un camino claro para los wyrfangs,
deberíais estar juntos.
Toda mi cabeza se hundió , el peso del rechazo no disminuyó por su
ló gica sensata.
Su mano debajo de mi barbilla levantó mis ojos hacia los de ella. "Eso
no quiere decir que no vaya a visitarte o que no puedas venir aquí a
veces".
El mundo se levantó y mis ojos brillaron intensamente. Si me
permitieran visitarla, podría admitir que tenía razó n. "Ambas razones
tienen mucho sentido". Miré por encima del hombro y vi a Kragen
esperando pacientemente en la oscuridad. “¿Conoces el camino a las
cuevas? ¿Para cuando las criaturas-hombre te contacten? ¿O debería
venir todas las noches?
Ella sonrió . "Conozco el camino, pero si quieres pasar, te avisaré cuando
sea seguro subir".
Apoyé la nariz en su ventana. "¿Có mo?"
“Umm”, pensó por un momento, “encenderé la luz. El que está al lado de
la ventana. Eso te permitirá saber que puedes entrar”.
Asentí y pasé la nariz por el costado de su cuello, me detuve por una
fracció n de segundo, luego me giré y alcancé a Kragen.
"¿Todo bien?"
Asentí. "Todo está bien".
É l gruñ ó en respuesta. “Bien, porque necesito mi segundo. Aunque no
sabemos có mo reaccionará la sociedad, ni qué dictaminará n en nuestro
caso, necesitamos un plan. No quiero esperar su decisió n de seguir a
BioSynth”.
“Yo tampoco. Tenemos las computadoras portá tiles del laboratorio.
Podemos empezar a revisar los datos y recopilar cualquier informació n
que encontremos”.
É l asintió . "Ese es un buen comienzo, pero necesitamos integrarnos a
una red má s amplia".
Me golpeé el hocico con una garra. “Kendal podría conocer una manera.
Regresaré mañ ana por la noche y le pediré ayuda”.
Está bamos casi en la entrada de la cueva cuando lo detuve. "Necesito
encontrar a los hombres que se la llevaron y asegurarme de que nunca
má s la lastimen".
Kragen se lamió el hocico. “Los consideraremos una prueba para
enfrentarnos al resto de BioSynth. Será bueno emprender una cacería
de nuestra propia elecció n”.
Esperamos hasta que entramos a la caverna principal y fuimos
rodeados por nuestros hermanos para diseñ ar nuestros planes
iniciales. Kragen, siempre líder, tomó inmediatamente el control.
“Esta noche nos encontramos con tres criaturas sobrenaturales y su
líder accedió a ayudarnos. Llevará nuestro caso al consejo de gobierno
e informará a través de Kendal. Mientras esperamos, avanzaremos con
dos objetivos principales. El primero es encontrar a los hombres que
mantuvieron cautivo a Kendal. Drym liderará este esfuerzo y cuando
tenga un plan de trabajo en marcha, usaremos a esos hombres como
una cacería de prueba.
“El segundo es encontrar lo que queda de BioSynth y garantizar que se
destruyan los datos de wyrfang. Cavi y Quin, me ayudará n a revisar las
computadoras portá tiles que tomamos y organizar lo que encontremos.
Roul y Thurl, nos prepararéis para la caza inicial. Vístenos como mejor
te parezca. Ayudaremos con los recursos a medida que los
encontremos”.
Hizo una pausa y sus ojos dorados recorrieron a cada uno de nosotros.
“¿Alguien tiene algo que agregar en este momento?”
Nuestros hermanos negaron con la cabeza.
"Bien. Entonces atrapemos a estos cabrones y asegurémonos de que no
puedan volver a hacer esto”.
Me uní al coro de aullidos que resonaron en las cuevas.
Agarré mis cuernos y dejé escapar un gruñ ido de frustració n. Nunca me
di cuenta de lo complicado que podía ser el mundo humano. Parecía
muy fá cil cuando los científicos les trajeron un archivo con informació n
sobre el objetivo. La direcció n, las entradas, las salidas, las debilidades y
fortalezas, todo ello presentado en pá ginas cuidadosamente
mecanografiadas.
Había ido a la mansió n donde retenían a Kendal, con la esperanza de
encontrar los nombres de los hombres que la habían perseguido.
Busqué por toda la casa, de arriba a abajo, y no encontré nada. La casa
era simplemente un escenario. No hay cuadros personales en las
paredes, todos los toques decorativos son genéricos. La ú nica
habitació n que parecía utilizada era la que albergaba varias sillas de
cuero y una gran chimenea.
Sobre la repisa de la chimenea había un expositor con armas y, a un
lado, una barra con relucientes vasos de cristal y varias jarras de
alcohol.
Las sillas estaban desgastadas y lisas donde se sentaba un hombre, lo
que atestigua su uso prolongado.
Aparte de eso, la casa estaba limpia. Estéril. No había papeles en los
cajones de los escritorios, ni cajones llenos de objetos al azar. Incluso
caminé por el camino sinuoso para revisar el buzó n. Vacío.
La ú ltima zona que busqué fue el só tano. La rabia corrió por mi sangre
mientras estaba parado en medio de las jaulas. Jaulas donde Kendal y
otras mujeres habían sido mantenidas como animales.
Como si nos hubieran retenido.
Las barras de metal no eran rival para mi fuerza. Arranqué las puertas
de sus bisagras. A diferencia del piso de arriba, cada una de estas celdas
contenía recuerdos. Reuní cuidadosamente lo que encontré. Kendal
querría contactar a cualquiera que pudiera extrañ ar a estas mujeres.
Sabía que no tenían familia, pero podría haber amigos, compañ eros de
trabajo, alguien.
Al menos los recordaría.
Un relicario con la imagen de una mujer sonriente en su interior. Una
pinza para el cabello que brillaba en la penumbra. Una piedra en forma
de corazó n, desgastada y lisa en el medio. Una moneda, con un borde
desgastado por haber sido usado para raspar líneas en el muro de
piedra.
Una pequeñ a bolsa contenía los tesoros de estas mujeres mientras
regresaba a las cuevas. Cada paso aumentaba mi ira, la niebla empujaba
los bordes de mi visió n. Respiré profundamente y conté hasta diez
mientras exhalaba. Perderme no ayudaría a Kendal.
Sus suaves curvas y su embriagador aroma llenaron mi mente. En el
ú ltimo momento giré a la derecha, bordeé la entrada de la cueva y me
dirigí hacia su apartamento. Era tarde y no tenía intenció n de correrme
tan pronto, pero no pude evitar que mis patas se giraran en su
direcció n.
Me quedé mirando al suelo durante mucho tiempo antes de reunir el
coraje para mirar hacia arriba. Quería que la luz estuviera encendida.
Quería que ella me invitara a pasar. Mis ojos escalaron el ladrillo beige
del edificio centímetro a centímetro hasta que el brillo de la ventana los
levantó de golpe.
Me dirigí hacia la puerta, só lo para retirarme cuando una pareja
riéndose se abrió paso hacia afuera. Pensé en esperar hasta que
subieran a su auto y se fueran, pero se quedaron junto a él besá ndose
durante tanto tiempo que dije que se jodiera y pasé de largo. Estaban
demasiado absortos el uno en el otro para notarme.
Llamé a la puerta de Kendal tan suavemente como pude, pero el sonido
aú n resonaba por el pasillo. Tres cerraduras se giraron antes de que la
puerta se abriera y ella se lanzara a mis brazos. Enrosque mi cuerpo
alrededor de ella, haciéndola retroceder hacia la habitació n antes de
que un movimiento de mi cola cerrara la puerta.
Sus manos se cerraron en puñ os en el pelaje de mi espalda y presionó
su nariz contra mi pecho, inhalando. Mi polla amenazaba detrá s de mi
costura, pero logré mantenerla contenida. “Shh, está s a salvo. Te tengo ".
Ella asintió , pero no la soltó ni aflojó su agarre.
"¿Qué pasó ?"
Ella negó con la cabeza, así que la levanté y crucé hacia el sofá . La
acomodé en mi regazo, guiando sus piernas a los lados de mis caderas.
Se apretó má s, como si necesitara arrastrarse debajo de mi pelaje.
Nos sentamos así durante mucho tiempo hasta que finalmente sus
dedos se relajaron y se recostó para mirarme.
"Regresé a trabajar hoy".
Mis brazos la apretaron para animarla.
“Pensé que estaría bien. Me sentí fuerte, confiada. Entonces mis
compañ eros de trabajo seguían preguntando có mo estaba, qué pasó .
Cada vez que hacían una pregunta, imá genes pasaban por mi mente.
Las otras mujeres, el sonido de los gritos de los hombres, los ladridos
de los perros”.
Apoyé mi mandíbula inferior contra su espalda y la abracé.
Ella se estremeció . “Empecé a pensar cosas… cosas paranoicas. Só lo
tenían curiosidad, tal vez incluso un poco preocupados por mí, pero era
como estar en alerta má xima todo el día. Fue agotador. Lo ú nico en lo
que podía pensar era en volver aquí, encender la lá mpara y esperar
contra toda esperanza que vieras la luz y me abrazaras.
“Nunca estoy lejos. Siempre puedes venir a verme”.
"Lo sé, pero..." ella giró la cara y miró al suelo. Ella susurró : "Tengo
miedo de ir al bosque".
Metí mi garra en la palma de mi mano y le levanté la barbilla con la
palma de mi dedo. "Es un miedo razonable".
“Tu y tus hermanos tienen sus propios problemas con los que lidiar.
Odio pedirte algo má s.
"Pide el mundo, Kendal, y te lo daré". Mi corazó n se partió cuando ella
me miró . Sus ojos se llenaron de lá grimas y parpadeó rá pidamente
antes de que se derramaran por su mejilla.
“¿Vendrá s todas las noches? Quizá s algú n día tenga el valor de dejar la
luz apagada, pero hasta entonces, ¿puedes venir?
Pasé mis dedos por los sedosos mechones de su cabello, observando la
luz jugar en los mechones oscuros. Quería decirle que no podía
mantenerme alejado. Quería decirle que la amaba, pero sabía que era
demasiado pronto. Necesitaba esperarla. Para avanzar a su ritmo. "Sí.
Vendré todas las noches”.
Ella suspiró y se relajó en mis brazos, y se sintió como el paraíso.
diecisiete
Despué s de varios minutos mientras estaba detenido, me armé de
valor para preguntarle: "¿Có mo es que no tienes pesadillas?".
“¿Quién dijo que no?”
“Entonces, ¿có mo los afrontas? El ú nico momento en el que me siento
seguro es cuando estoy en tus brazos. No pude concentrarme en
absoluto hoy en el trabajo. Seguí mirando a mi alrededor, esperando
que alguien me sacara de mi cubículo. Decirme que mi fuga fue só lo un
sueñ o y que todavía estaba atrapada en ese só tano”.
Sus brazos me rodearon con má s fuerza y me hundí má s
profundamente en su pecho.
“Podríamos haberlo tenido má s fá cil porque hasta hace muy poco no
sabíamos que había otra forma de existir. Pasamos toda nuestra vida en
cautiverio, y cada uno de nuestros movimientos estaba dictado por los
caprichos de científicos y militantes.
"Solo desde que escapamos hemos experimentado amabilidad y
consuelo".
Me senté y le metí los dedos en la gorguera, luego pasé las palmas por
sus orejas. “Cuando pienso en lo que debes haber pasado, mi propia
experiencia palidece en comparació n”.
Sacudió la cabeza. "No. Tu trauma no es menos traumá tico”.
Enterró su nariz en mi cabello y nos sentamos en silencio durante
varios minutos.
"¿Sería ú til contarme qué pasó ?"
Resoplé. “Mi terapeuta quiere que me sincere al respecto. Ella dice que
hablar de ello en voz alta lo hará má s concreto y menos parecido al
hombre del saco. Que me ayudará a seguir adelante”.
“¿Le crees?”
Respiré profundamente. En voz baja respondí: "Sí, quiero".
“¿Me lo dirías? Me han dicho que soy un buen oyente”.
Había cierta vulnerabilidad en la forma en que preguntó . Como si
quisiera que le confiara mis demonios, pero tampoco quería presionar
demasiado. Mi corazó n se abrió de par en par y todo mi trauma y miedo
salieron a borbotones.
“Estaba caminando hacia mi auto después del trabajo y una camioneta
se detuvo a mi lado. Al principio no pensé en nada de eso. Es un
aparcamiento pú blico, por lo que a menudo hay coches extrañ os
aparcados allí. Solo miré cuando escuché que se abría la puerta lateral.
“Salieron dos hombres. Llevaban mascarillas y guantes. Recuerdo haber
pensado que tenía que luchar, pero nunca tuve la oportunidad. Eran
demasiado fuertes. Me pusieron algo en la cara y todo se oscureció”.
Tragué fuerte. Creo que si Drym hubiera hecho el má s mínimo sonido,
no habría podido continuar. Pero no lo hizo.
“Cuando desperté, estaba en el só tano. Las demá s (Sarah, Grace y
Catherine) estaban de pie en sus jaulas mirá ndome. Catalina estaba en
silencio. Ella había estado allí por má s tiempo. Grace me saludó con una
sonrisa y dijo: "¡Bienvenida al infierno!" con voz alegre incluso mientras
las lá grimas corrían por su rostro.
“Les pregunté qué estaba pasando, pero antes de que pudieran
responder entraron tres hombres. Dos de ellos eran obviamente
poderosos. Caminaban como si fueran dueñ os del mundo. El tercero
llevaba una carpeta y tomaba notas mientras los otros dos hablaban.
"Ellos eran…"
Me atraganté con un sollozo y los brazos de Drym me rodearon con má s
fuerza.
“Nos estaban dando nú meros. No me di cuenta hasta má s tarde que era
la orden en que nos cazarían. Catalina lo sabía. Se apretó contra los
barrotes y los escupió , lanzó maldiciones e incluso extendió un brazo
para intentar agarrarlos.
“Sarah se encogió de miedo en la parte trasera de su celda, con las
rodillas pegadas al pecho y la cabeza gacha”. Negué con la cabeza. “Ella
no presentó ningú n desafío. Eso es lo que decían de ella”.
La mano de Drym acarició mi espalda de arriba a abajo y traté de
relajar mis hombros y puñ os.
“Se la llevaron primero. Seguía pensando que simplemente la iban a
violar y que ella volvería. Que encontraríamos una manera de escapar
juntos.
“Se llevaron a Grace tres días después. Salió con la cabeza en alto. No
creo que ella haya jugado su juego. Podíamos oír a los perros justo
afuera. La oí gritarles, diciendo que se negaba a correr”.
Respiré profundamente.
"El estallido del disparo fue muy fuerte".
Pasé mis mejillas mojadas por el pecho de Drym.
“Después de eso, nos dijeron las reglas del juego. Si llegá ramos al
perímetro de su zona de caza, seríamos libres. Ninguno de nosotros
pensó que eso fuera cierto. Catherine les dijo rotundamente que era
una tontería, pero ellos insistieron. Nos dijo que el perímetro estaba
marcado con cinta plá stica atada alrededor de los á rboles.
“Ambos sabíamos que no querían una repetició n de Grace. No sería
divertido para ellos si no corriéramos. ¿Qué es una cacería en la que la
presa se da por vencida? Resoplé.
“Eso no significaba que no iba a intentarlo. Esperaba ser el siguiente,
pero en su lugar se llevaron a Catherine. Antes de cruzar la puerta, me
miró . La determinació n estaba grabada en cada uno de sus mú sculos.
Nos saludamos con la cabeza y luego ella se fue.
“Creo que esa fue la peor parte. Viendo como uno por uno fueron
sacados y nunca regresaron. Ver có mo nuestro nú mero disminuía y
saber que no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
“Lo intentamos. Cavamos en los marcos de las ventanas, pero eran de
metal incrustado en piedra. Intentamos atraer a los guardias lo
suficientemente cerca como para agarrarlos. Intentamos encontrar
cualquier cosa que pudiéramos usar como arma.
“Cada vez que un pensamiento no funcionó o un plan falló , nuestra
esperanza se atenuó . Cuando vinieron a sacarme, no miré atrá s. Tan
pronto como mis pies tocaron el suelo afuera, despegué. Corrí lo má s
rá pido que pude, sabiendo que no sería lo suficientemente rá pido”.
Rodeé el cuello de Drym con mis brazos.
“Mi mente sabía que era inú til, pero mi cuerpo no se daba por vencido.
Estaría muerta si no fuera por ti. El premio de algú n imbécil rico del
que presumir ante otros imbéciles ricos.
"Me alegro muchísimo de que me hayas encontrado, Kendal".
Miré a mi monstruo a los ojos y dije: "No me alegro tanto de que me
hayas encontrado".

Drym cumplió su palabra. Todas las noches de esa semana, justo


después del anochecer, alguien llamaba suavemente a mi puerta. Todas
las noches me sostenía en sus brazos. Ni una sola vez presionó por má s.
Todavía lo deseaba. Sentí su gran y hermosa polla, y eso me arruinó por
cualquier otra cosa, pero el estrés de movernos por el mundo todo el
día mantuvo nuestras noches castas. Merodeé por mi apartamento
desde que llegué a casa hasta que escuché ese rasguñ o en la puerta.
Inquieto, incapaz de calmarse hasta que llegó .
Só lo en sus brazos, rodeada de su cuerpo, podía dormir.
Mi terapeuta no lo aprobaría. Sabía muy bien que me había mudado a
un territorio insalubre. No me importó . Puede que mi mecanismo de
afrontamiento sea malo, pero ¿quién era yo para decir que no era
exactamente lo que necesitaba?
En algú n lugar en lo má s recó ndito de mi mente, sabía que se avecinaba
un accidente. Ese fue un problema para mi futuro. El presente yo era
felizmente ignorante de todos los problemas que podrían surgir al
ignorar firmemente mi salud mental y confiar en una manta de
seguridad monstruosa de dos metros de altura.
Me sentía má s a gusto con Drym que con cualquier humano que
conociera. La cuarta noche apareció con una computadora portá til.
Explicó que lo habían robado de BioSynth. Le ofrecí ayudarlo a analizar
los datos en busca de informació n sobre quién era el propietario de la
empresa y hacia dó nde podría haberse dirigido.
"Mis hermanos está n investigando eso". Dijo desde el otro extremo del
sofá .
Mi cara se arrugó por la confusió n. "Entonces, ¿qué está s buscando?"
Nunca levantó la vista mientras tecleaba mientras respondía: “Tus
secuestradores”.
Me caí en el sofá en estado de shock. Mis ojos se fijaron en él y en la
ridícula visió n que hizo. La computadora portá til parecía pequeñ a bajo
sus enormes manos, escribiendo lenta y cuidadosamente mientras
presionaba cada tecla con una garra.
“¿Por qué buscas a mis secuestradores?”
Sus orejas se movían hacia adelante y hacia atrá s, la punta de su cola
golpeaba el suelo de madera. “Para matarlos”.
Su voz tenía tanta malicia, su expresió n decidida mientras continuaba
haciendo clic en las teclas. El calor me inundó . Vi su nariz moverse
antes de que sus ojos brillantes se alzaran hacia los míos. Debería
avergonzarme de que oliera mi excitació n, pero eso só lo me hizo sentir
má s hú medo.
Mi respiració n se hizo pesada mientras nos mirá bamos el uno al otro.
Lamí mis labios y vi sus ojos dirigirse hacia ellos. Respiré
profundamente. "Te necesito."
Cerró la computadora portá til y la dejó con cuidado en el suelo antes de
girarse hacia mí. “¿Qué necesitas de mí?”
Ignoré el rubor que subió a mi piel y superé la vergü enza. ¿Có mo podría
seguir avergonzada? "Necesito que me folles".
É l comenzó y vi sus dedos flexionarse. "¿Có mo necesitas que te folle?"
Incliné la cabeza. "¿Qué quieres decir?"
Su nariz bajó , su espalda se encorvó hasta que me miró directamente a
los ojos. “¿Lo necesitas lento y suave, un crescendo que va creciendo
hasta que no puedes soportarlo má s y suplicas que te liberen? ¿O lo
necesitas fuerte y rá pido, conmigo embistiéndote y usando tu cuerpo
hasta que se rompa debajo de mí?
Fue difícil sacar las palabras de mi pecho jadeante. "Sí", fue todo lo que
logré.
É l asintió y de alguna manera entendió lo que quería decir. Tenía las
rodillas dobladas y la espalda apoyada en el brazo opuesto del sofá .
Salté cuando sus manos se curvaron alrededor de mis tobillos y tiraron,
recostá ndome boca arriba. La camisa de dormir me subió hasta el
estó mago y los pantalones cortos se amontonaron alrededor de mi
cintura.
Deslizó mis pantalones cortos y mi ropa interior fuera de mis piernas
con un suave tiró n. Abrió mis muslos, con un pie en el suelo y el otro
alrededor de su espalda. Mi jadeo cuando su nariz fría y hú meda
recorrió la parte interna de mi muslo se convirtió en un gemido cuando
atacó mi clítoris con su lengua bífida.
En segundos me retorcía debajo de él, tratando de acercarme má s,
montando su lengua con desenfrenado abandono. Sus manos rodearon
mis caderas, manteniéndome en mi lugar mientras se daba un festín. La
tensió n creció y creció y tan repentinamente como había comenzado, se
alejó . Gemí cuando el aire frío golpeó mi carne.
Sentí su polla hacer muescas en mi entrada y traté de levantar mis
caderas para saludarlo, pero él las mantuvo quietas. Me llenó con un
suave empujó n, las pú as a lo largo de su eje rasparon deliciosamente
mis paredes.
Sentado hasta el fondo, aplastó el creciente bulto en la parte superior
de su raja contra mi clítoris. Sacó , empujó , rodeó su pequeñ o nudo en
mi clítoris una y otra vez. Estableció un ritmo constante y castigador.
Sin sus manos sosteniendo mis caderas, habría recorrido todo el sofá .
Cada vez que se retiraba, me atraía hacia él.
Sus dientes mordisquearon mi cuello, mi pecho, mis senos, su lengua
golpeó mi oreja. Estaba en todas partes a la vez y dominaba mi cuerpo
como había prometido. Clavé mis dedos en el grueso pelaje de sus
hombros e incliné la espalda. Su cola se envolvió alrededor de mi muslo
y apretó , alejá ndome increíblemente. El á ngulo de sus embestidas
cambió y gemí mientras se deslizaba a lo largo del manojo de nervios,
chocando contra mi cuello uterino. Su ritmo aumentó hasta el punto de
sentir dolor. Estaba tan excitada que el líquido salió de mí, haciendo que
sus embestidas se aplastaran eró ticamente.
"Venin. Ahora”, exigió en mi oído mientras sus dientes raspaban el
espacio entre mi cuello y mi hombro.
Mi cuerpo obedeció y grité. El mundo pareció volverse negro, la ú nica
sensació n era que él se movía sobre mi cuerpo. Me dejé caer y las
réplicas hicieron que mis piernas saltaran.
Se deslizó hasta el suelo y me sentó en el sofá , con mis piernas abiertas
por su cuerpo. Casi me despego cuando pasó su lengua por mi
hendidura, rodeando mi clítoris. Lo miré en estado de shock a través de
los pá rpados entrecerrados.
"Ni siquiera he terminado contigo".
dieciocho
No estaba seguro si lo que dije estaba bien. “¿A menos que quieras que
me detenga?”
Yo lo haría. Só lo tuvo que decir la palabra. Estaba má s que feliz de
abrazarla y escucharla respirar mientras dormía.
"No, no pares".
Ataqué su coñ o como si fuera mi salvació n. Lo fue y no lo fue. La
salvació n era toda ella. Mi corazó n latía con fuerza en mi pecho, mi
amor por ella se hinchaba e invadía cada célula de mi cuerpo. Se
suponía que era irracional. Había escuchado a suficientes humanos
lamentarse de sus relaciones como para saber que se suponía que el
amor no debía desarrollarse tan rá pido.
Escuchó lo suficiente como para saber que si decía en voz alta lo que
sentía, la asustaría. Aterrorizarla.
Debe ser una funció n del vínculo de pareja que mencionó el
cambiaformas, pero no sabía lo suficiente sobre ello para estar seguro.
Pasó por algo increíblemente traumá tico. No añ adiría nada a ese
trauma. Quería ser una fuente de seguridad. Ser el ú nico lugar donde su
ansiedad se derritió y fue reemplazada por sentimientos cá lidos.
Su canal tembló alrededor de mi lengua y lo moví má s rá pido. La
abracé, la abrí frente a mí y vi có mo ella tenía un orgasmo. Sus muslos
empujaron contra mis hombros, su tobillo temblaba donde mi cola lo
sostenía. Sus manos apretaron la almohada bajo su cuello y su espalda
se levantó mientras se hacía añ icos.
Fue lo má s hermoso que jamá s había presenciado.
Quería verla correrse una y otra vez, hasta que su cuerpo estuviera
demasiado agotado para alcanzar otro pico.
Saqué mi lengua de ella cuando las réplicas disminuyeron y lamí su
pierna desde donde mi cola la sostenía hacia arriba y sobre su vientre y
de regreso a su cuello. La necesidad de morderla abrumaba mis
sentidos. Se me hizo la boca agua y mis dientes chasquearon mientras
apretaba la mandíbula.
No sabía cuá l era ese instinto. Nunca lo había sentido antes. Pero algo
en mí sabía que era un paso irreversible. Uno que no podría tomar sin
su consentimiento explícito.
Vacié mis pulmones por la nariz y me senté, lejos de la tentació n.
Sus ojos viajaron por mi cuerpo, ampliá ndose cuando aterrizaron en mi
polla todavía erecta y todavía tensa.
“¿No lo hiciste…?”
Sacudí la cabeza, temiendo que si abría la mandíbula para hablar, mis
dientes caerían en el punto blando entre su cuello y hombro y le
sacarían sangre.
Ella me alcanzó , su mano suave rozó la cabeza de mi polla antes de que
saltara lejos de ella. Mis ojos se pusieron en blanco y me sacudí como si
estuviera mojado.
"Esta noche fue para ti".
Se desplomó en el sofá , no tan agotada como me gustaría que estuviera,
pero sí lo suficientemente cansada como para que no le importara
quedarse con los brazos extendidos. Su pierna derecha colgaba sobre el
respaldo del sofá y su pie izquierdo en el suelo.
Ella se estremeció y respiró hondo y yo hice lo mismo. Después de tres
má s, sus ojos finalmente se abrieron. “¿Puedes quedarte?”
Asentí y la levanté. La llevé a la cama y la coloqué encima de mí, con la
cabeza sobre mi pecho y la mayor parte de su cuerpo acunado entre
mis piernas.
La observé dormir, quedá ndome lo má s quieta posible. Ignoré los
calambres en mis rodillas y tobillos, la posició n sobre mi espalda
incó moda para mi anatomía.
El sol tiñ ó el cielo de un rosa polvoriento y llegó el momento de partir.
Empaqué el portá til y las pocas cosas que había sacado de la casa de los
secuestradores. Acurruque mi hocico en su cabello, con cuidado de no
tocar su piel con mi fría nariz.
Ella hizo un sonido de sueñ o y se volvió hacia mí.
“Se acerca el amanecer, pequeñ a. Tengo que irme”.
Sus brazos escaparon de la manta con la que la había cubierto y se
enrollaron alrededor de mi cuello.
"Mantente a salvo."
Me reí entre dientes. "Creo que debería decirte eso".
Ella sonrió sin abrir los ojos.
Desde la otra habitació n llegó el inconfundible sonido del papel al
deslizarse por debajo de la puerta. Mis oídos se aguzaron y ella me
soltó , con los ojos muy abiertos mientras seguía mi mirada.
"¿Qué es?" Su voz era apenas un susurro.
"Quédate aquí".
Ella asintió , pero todo su cuerpo se tensó . Odiaba su miedo. No me
bastó con matar a los hombres que se la llevaron. Necesitaba saber que
estaban muertos. Que nunca má s le harían dañ o.
La puerta todavía estaba cerrada; las ventanas cerradas. No pasó nada.
En medio del suelo había un trozo de papel doblado. Lo recogí y se lo
llevé. Quería leerlo para asegurarme de que fuera amigable. Un aviso
del administrador de su apartamento, un menú para llevar. Me dije a mí
mismo que podría ser cualquiera de esas cosas, pero mi instinto decía
lo contrario.
Todavía no lo leería antes que ella. Crecí sin privacidad. No hay manera
de escapar de los ojos que constantemente observan. Todo lo que
hicimos estuvo en exhibició n.
Esta nota no estaba destinada a mí, así que, a menos que ella dijera lo
contrario, no la leería.
Se lo tendí. "Se deslizó debajo de tu puerta".
Sus ojos volaron hacia la puerta que conducía a la puerta principal y de
regreso a mí. “¿Qué crees que es?”
Ella no hizo ningú n movimiento para tomarlo. Me encogí de hombros.
"No sé."
“Lo leíste. Podría ser del consejo de la Sociedad”.
Mis hombros cayeron unos centímetros y exhalé antes de desdoblar con
cuidado la hoja de papel.
Tenemos motivos para creer que los secuestradores no se han rendido.
Toma todas las precauciones con tu seguridad.
-Zeus
Mis dedos se tensaron y mis garras atravesaron el papel.
Kendal soltó una risita nerviosa. "¿Eso es bueno?"
Mi visió n se nubló en los bordes. "No quiero que te vayas de este
apartamento sin mí".
Dobló las rodillas y se rodeó las piernas con los brazos. “Tengo que
trabajar, Drym. Tengo cuentas que pagar”.
Su voz era filiforme y anormalmente alta. Mis dientes rechinaron. "Lo
sé. ¿Puedes tomarte un poco má s de tiempo libre? Só lo hasta que
encuentre y destripe a esos cabrones. Me lo guardé para mí. No
necesitaba saber el contenido del mensaje.
Ella sabía que era malo por mi reacció n.
Ella asintió . "Un día o dos má s, tal vez".
“¿Vendrá s a casa conmigo?” Estaba má s segura en las cuevas, rodeada
de mis hermanos.
Su garganta se sacudió mientras tragaba. Sabía que estaba pensando en
caminar hacia el bosque todavía oscuro.
Su asentimiento reacio me dijo que tenía má s miedo de lo que no le
estaba contando que del bosque. Mi corazó n se partió . Ella no debería
tener miedo. No debería volver a tener miedo nunca má s.
Yo la protegería. Incluso si eso significara exponerme al mundo.
diecinueve
Mi corazó n latía con fuerza a punto de salir de mi pecho pero Drym
me dio espacio para decidir. Lo que sea que dijera ese perió dico, lo
había puesto furioso. Sus ojos dorados adquirieron un tono rojizo,
brillando tanto que parecían linternas gemelas en mi dormitorio a
oscuras.
Tenía que ser de mis secuestradores. Tenía un miedo mortal de volver a
adentrarme en el bosque oscuro, pero quedarme aquí estaba fuera de
discusió n. Sabían dó nde vivía.
“Reú ne lo que necesitas para dos días. Espere hasta que haya plena luz.
Mantendré vigilancia desde el borde del bosque y nos reuniremos
contigo cuando llegues allí”.
Estaba arriesgá ndose a exponerse al estar tan cerca de estar a la
intemperie. Egoístamente, no me importaba. Sabía que no había
manera de que pudiera caminar solo hacia esos á rboles. Mi garganta se
sentía como el Sahara. ¿O fue el sonorense? Cualquiera que fuera el
lugar que estuviera má s seco.
Asentí.
“Te observaré en cada paso del camino. Soy lo suficientemente rá pido
como para atropellar a un vehículo. No te separará n de mi.
Inspiré y asentí de nuevo, todavía incapaz de formar palabras.
Se giró y se fue, con la cola temblando en la punta por la agitació n.
É l no me iba a dejar. É l iba a esperar. Me encontraría al borde del
bosque. Repetí el plan en mi cabeza hasta que empaqué una pequeñ a
bolsa con algunas mudas de ropa y artículos de tocador. Me puse mis
botas de montañ a ligeras. No era excursionista, pero aspiraba a serlo un
añ o. Tenían una tracció n excelente, segú n la persona que me los vendió .
Quería una tracció n excelente si necesitaba correr.
Sacudí el pensamiento de mi cabeza. No necesitaría correr. Drym me
esperará justo dentro de la línea de á rboles.
Me senté en el borde del sofá , mirando por la ventana. El cielo se
iluminó con varios tonos de pú rpura, rojo y naranja antes de finalmente
tornarse en un azul nublado. Llamé a mi jefa, le dije que necesitaba
tomarme un par de días libres má s y ella se mostró comprensiva.
Una vez terminada la ú ltima tarea, supuse que tenía que subirme las
bragas de niñ a grande y ponerme en marcha. El sol ya no iba a ayudar
hoy.
Con la cabeza hundida en los hombros, caminé a toda velocidad por el
estacionamiento. Casi me mareo, moviendo mis ojos de un lado a otro,
buscando amenazas. Veinte pies, diecinueve. diecisiete pies, luego
quince pies entre mi y la línea de á rboles.
Una sombra se movió en el bosque. Drym, balanceá ndose para que mis
ojos pudieran distinguirlo. Haciéndome saber que él estaba allí.
La sangre golpeaba en mis oídos, ahogando el sonido de las puertas del
auto abriéndose detrá s de mí. Los ojos de Drym brillaron rojos en la
oscuridad y lo oí gruñ ir: "Corre".
No lo dudé. Salí como un cohete, apuntando hacia donde él estaba. La
adrenalina me hizo má s rá pido que nunca, pero los pies que golpeaban
el asfalto detrá s de mí parecían acercarse cada segundo.
Llegué a los brazos de Drym y se doblaron a mi alrededor, dá ndome un
rá pido apretó n antes de que él me empujara suavemente detrá s de él.
Me miró por encima del hombro. “Cierra los ojos, pequeñ a. No mires.
No te muevas”.
Sabía que él nunca me haría dañ o. Estaba seguro de que cumpliría su
promesa de destrozar a cualquiera que intentara alejarme de él. Cerré
los ojos.
El cambio de aire fue el ú nico indicador que tuve de que se movía. Me
quedé inmó vil. Escuché el crujido de unos pies al caer sobre las hojas
caídas del otoñ o pasado, luego un ruido de deslizamiento y un grito
interrumpido increíblemente breve.
"¿Qué carajo?"
Reconocí esa voz. Ese fue uno de los hombres que me secuestraron en
la calle. Cerré los ojos con fuerza y contrarresté el impulso de abrirlos.
Sostuve mi bolso contra mi pecho, la correa cruzando mi espalda.
Pasos corriendo desde mi izquierda. "¡Bill! ¡La encontré!
"¡Sin nombres, maldito idiota!"
Ahora sabía que su nombre era Bill. Mucho bien eso me vendría bien.
¿Por qué no podría ser Moonbeam o algo má s ú nico?
Dos pares de pies arrastrando los pies se acercaron. Mantuve los ojos
bien cerrados y aparte de temblar incontrolablemente, planté los pies.
La necesidad de correr aumentó cuanto má s se acercaban los ruidos de
los dos hombres, pero me mantuve firme.
Un pequeñ o clic precedió a un gorgoteo seguido rá pidamente por Bill
diciendo: "¡Santo cielo!"
La palabra se cortó abruptamente. Un aullido bajo atravesó el silencio.
Fue como si todo el bosque se detuviera a escuchar. El sonido
disminuyó y la voz de Drym, fuerte y suave, siguió inmediatamente.
"Quiero que te gires y mires en direcció n opuesta".
Mis ojos parpadearon.
"No, mantén los ojos cerrados".
Asentí para hacerle saber que entendía y me volví. Algo desde lo má s
profundo del bosque corrió hacia mí. Algo grande y rá pido se abrió
paso entre la maleza. Cada mú sculo de mi cuerpo se trabó hasta que
sentí el calor de Drym en la parte baja de mi espalda.
"Quin viene."
Mi cabeza se giró hacia un lado, pero mantuve los ojos cerrados. "¿Por
qué?" Sentí una burbuja de pá nico en mi pecho. ¿Por qué Drym me
entregaría a Quin? ¿Por qué no me llevaría él mismo?
“Para llevar al que dejé vivo”.
“¿Los otros dos?”
"Muertos."
Ninguna emoció n, ninguna inflexió n en su voz. Só lo un simple hecho.
"Quiero ver".
Se quedó quieto. Agradecí que no negara rotundamente mi solicitud.
Por horrible que fuera la vista, necesitaba ver. Para que mi cerebro
comprendiera realmente que no podían volver a perseguirme.
"Si crees que ayudará".
Asentí, respiré hondo y abrí los ojos. Estaba de cara al bosque; la luz del
sol salpicaba donde tocaba el suelo, una suave brisa susurraba las
ramas en lo alto. Estaba en silencio. Tranquilo incluso.
Me di la vuelta lentamente.
Un hombre yacía entre dos á rboles a mi derecha. O mejor dicho, su
torso yacía allí. Su cabeza estaba a varios metros de distancia. Parecía
como si lo hubieran arrancado de su cuerpo.
Sentí… nada. Sin remordimientos, sin arrepentimiento. Ni siquiera
ná useas. El ú nico sentimiento que pude evocar fue una pizca de alivio.
Giré la cabeza hacia la izquierda. Un hombre era un bulto arrugado en
el suelo. El que había dejado con vida, supuse, ya que no estaba
cubierto de sangre ni le faltaba ninguna extremidad. La garganta del
otro había desaparecido. Ni cortado, ni aplastado, simplemente
desaparecido. Como si algo lo hubiera agarrado por delante y lo hubiera
arrancado.
No, algo no. Seco.
Lo miré a los ojos, ahora de nuevo a su color dorado normal. Me alcanzó
y luego se retiró .
"Gracias." Le dejé ver lo mucho que quería decir esas dos palabras.
Volvió a alcanzarme y di un paso atrá s. Sonreí y saludé sus brazos.
"Tienes que bañ arte antes de tocarme".
Se sobresaltó y miró hacia abajo, mirando la sangre que lo empapaba
desde la punta de la garra hasta el bíceps. É l resopló . "Bien."
Quin se detuvo frente a nosotros y silbó . "La pró xima vez, deja algo de
diversió n para el resto de nosotros". Me escaneó de pies a cabeza.
“¿Está s bien, Kendal?”
"Estoy bien. ¿Te importaría guiarme a las cuevas? Creo que Drym
debería cargar al que dejó vivo, porque no dejaré que me cargue a mí”.
É l se rió e hizo una reverencia, extendiendo su mano con una floritura.
“Sería un placer para mí”.
Drym lo siguió de cerca, refunfuñ ando todo el camino.
veinte
A ninguno de nosotros nos gustaba mojarnos, por lo que nunca
encontramos ni hicimos una zona de bañ o en las cuevas. Realmente
extrañ aba la ducha de Kendal cuando me sumergí en el lago helado al
otro lado del bosque.
Me recordé a mí mismo que sostener a Kendal valía cualquier molestia.
Volví a entrar a la sala principal y encontré a mis hermanos acechando
a nuestro prisionero.
Roul se sobresaltó cuando me vio. "Está s mojado".
Asentí. "Me bañ é".
Se quedó boquiabierto y sus orejas se movieron. "¿Te tomaste... un
bañ o?"
Asentí y puse mi mano sobre su hombro. “Aquí no está tan mal. Kendal
me demostró que incluso puede sentirse bien”.
Me miró como si no estuviera seguro de poder creerme, pero nunca nos
habíamos mentido el uno al otro. Roul resopló y señ aló al hombre, que
todavía estaba inconsciente.
“¿Qué tan fuerte le golpeaste, Drym?” Roul juntó sus garras.
Probablemente estaba má s triste que Quin por perder una oportunidad
de derramar sangre. Se había ido a un lugar oscuro después de nuestra
fuga, y nada de lo que yo ni mis hermanos hicimos ayudó .
Me incliné hacia el rostro del hombre y vi un estremecimiento
revelador. “No es lo suficientemente fuerte como para mantenerlo fuera
por tanto tiempo. Está fingiendo”.
Antes de que cualquiera de nosotros pudiera reaccionar, Roul deslizó
sus garras por el costado del hombre dejando cuatro limpios rastros de
sangre. Los recortes fueron superficiales, pero consiguieron el efecto
deseado.
Se sacudió contra las cuerdas que lo sujetaban con un silbido:
"¡Mierda!"
Roul se reclinó y cruzó los brazos sobre el pecho. "Es mejor enfrentarse
a las bestias que esconderse, idiota".
Kragen ladeó la cabeza. "Entonces, Bill..."
La piel del hombre (al parecer de Bill) perdió color, sus ojos como
platos se clavaron en la mandíbula de Kragen. “¿Eres… real?” Las
simples palabras se le escaparon.
Kendal se interpuso entre Kragen y yo y se mantuvo firme a pesar de
mis mejores esfuerzos por empujarla hacia atrá s.
“¿Qué, pensaste que eran hombres con trajes de piel o algo así?” Ella
puso los ojos en blanco. “Eres lo suficientemente inteligente como para
secuestrar mujeres en la calle sin que nadie se dé cuenta, ¿pero no te
diste cuenta? ¿No viste a tu amigo partido por la mitad?
“Pensé… má scaras… espadas…”
“Las espadas só lo atraviesan a la gente en las películas, idiota. A menos
que estés hablando de una espada ancha de dos manos y eso era má s
bien”—aplanó su mano y la dejó caer desde la altura del hombro—“una
cosa del tipo movimiento hacia abajo”.
Bill no fue el ú nico que la miró de reojo.
Ella se encogió de hombros. "Pasé por una fase de espada".
Volví mi atenció n a Bill. "Ahora que nuestra existencia está aclarada,
¿podemos seguir adelante?" Levanté una ceja hacia Kragen.
Quin saltó sobre sus patas. "No sé. Es divertido ver có mo una persona
normal aprende sobre nuestra existencia. Aunque pensé que habría
má s gritos y carreras”.
Thurl le dio un puñ etazo en el hombro. “¿Adó nde va a correr, idiota?
Estamos en una cueva. Y estuvo inconsciente hasta hace un minuto.
Estoy seguro de que los gritos habrían ocurrido si hubiera sabido desde
el principio que éramos reales”.
"Puedo gritar si quieres".
Una oleada de ira me golpeó . É l ya estaba entrando en la fase de
negociació n, lo que significaba que no podría lastimarlo tanto como
quisiera. Este hombre había perseguido a Kendal. La asusté. Pon sus
manos sobre ella. Quería hacerlo sufrir antes de que muriera.
“¿Estaba en la casa?” Pasé el dorso de un dedo por la suave mejilla de
Kendal. No estaba seguro de si la estaba castigando a ella o a mí mismo.
"Sí. É l fue uno de los que me llevó . Luego era uno de los que
habitualmente nos traía comida y agua al só tano”.
Gruñ í y mi brazo retrocedió , decidido a imitar el movimiento anterior
de Roul só lo que má s profundamente y apuntando a su cuello.
Kragen me atrapó la muñ eca antes de que pudiera conectar.
“Respuestas primero, hermano”.
Tres inhalaciones temblorosas después pude dar un paso atrá s. Kendal
envolvió su brazo derecho alrededor de mi cintura y su olor me
tranquilizó . Hice lo mejor que pude para ignorar a Bill y metí mi nariz
en su cabello.
“¿Cuá les son los nombres de los hombres que estaban presentes en la
casa?” Cavi se hizo cargo del interrogatorio desde donde estaba parado
en la mesa larga, con una computadora portá til abierta frente a él.
Bill sacudió la cabeza. "No sé."
"¡Mierda!" Kendal escupió .
Con los ojos grandes como platos, Bill escaneó los monstruos que lo
rodeaban. "¡Lo juro! No hice preguntas”.
“¿Có mo te pagaron?” Kragen se movió para pararse frente a él.
"En efectivo. Mira, fueron cuidadosos y paranoicos. Nunca usaron
nombres reales, solo nombres en clave. Siempre usaba má scaras
mientras la ayuda contratada estaba cerca. Nunca llegaron en el mismo
auto, nunca trajeron nada personal con ellos”.
"Son muchos detalles para alguien que nunca hizo preguntas". Roul
chasqueó los dientes cerca del cuello de Bill.
Una mancha oscura floreció sobre la entrepierna del hombre. El olor a
orina inundó la caverna. Arrastré a Kendal hacia atrá s un paso con
disgusto.
"Sam y yo..." Bill tragó con fuerza.
Supuse que Sam era uno de los cuerpos que dejamos en el bosque.
“Llevá bamos meses estudiá ndolos. Tenían que ser ricos, ¿no? Nunca
apareciendo en el mismo auto, con equipo costoso y armas elegantes.
Pensamos que si podíamos localizar incluso a uno de ellos, estaríamos
listos para toda la vida. Nadie tan sofisticado querría que su afició n se
hiciera pú blica”.
"¿Mencionaste nombres en clave?" Cavi tecleó en el portá til y tomó
notas. Era el má s rá pido de nosotros escribiendo, pero aun así era lento.
Kendal se deslizó bajo mi brazo y lo empujó a un lado para ocupar su
lugar. Sus dedos volaron sobre las teclas y en segundos entrecerró los
ojos hacia Bill. "Nombres en clave, Bill".
É l saltó y trató de girarse para verla, pero ella estaba demasiado detrá s
de él. “Colores y nú meros. Creo que los colores fueron los miembros
fundadores y los nú meros llegaron después. Estaban hablando de otra
ronda de chicos, refiriéndose a ellos como cartas”.
"Enumere los colores primero". Kragen se agachó frente al hombre con
voz tranquila.
Bill asintió . “Sí, sí. Estaban el señ or Rojo, el señ or Azul y el señ or
Amarillo”.
Kendal dejó de escribir y miré para asegurarme de que estaba bien.
Tenía la cabeza inclinada y los ojos muy abiertos.
"Colores primarios".
Bill asentía. "¡Sí! Por eso Sam y yo pensamos que serían los primeros”.
“¿Y los nú meros?” —Preguntó Kragen.
"Señ ores del uno al cinco". No esperó a que le pidieran la siguiente lista.
“Solo los escuché hablar de las cartas una vez, pero estaban discutiendo
sobre dejar que el Sr. E se uniera. Parecía que a la mayoría de ellos no
les agradaba”.
"Gracias, Bill". Kragen se puso de pie y sacó un cuchillo de la bota del
hombre. Lo hizo girar en la palma de su mano antes de ofrecérselo, con
la empuñ adura primero, a Kendal.
veintiuno
Me quedé mirando la espada, mi cerebro tardó demasiado en
descubrir por qué Kragen me estaba ofreciendo un cuchillo. Los
wyrfangs no necesitaban cuchillos.
Cuando me di cuenta, no lo dudé. Observé a Bill mientras me seguía,
agarrar el cuchillo y moverse para pararse frente a él. "Esto es para
Sara". Clavé el cuchillo en su costado. "Esto es para Grace". Clavé el
cuchillo en la parte superior de su muslo.
Sus violentos tirones contra las cuerdas que lo sujetaban hicieron que
la silla se balanceara hacia adelante y hacia atrá s. Drym dio un paso
adelante y puso una enorme mano sobre su hombro, cesando todo
movimiento. Sus ojos se pusieron en blanco y gimió hasta que su cabeza
cayó hacia adelante.
Roul le atravesó la oreja con una garra. "No te desmayes".
Bill gimió .
"Esto es para Catherine". Le metí la espada en el vientre. “Y esto es para
mí”. El mango del cuchillo estaba manchado de sangre, así que limpié
mi palma en los pantalones de Bill antes de clavarlo en su pecho. Lo
saqué y vi correr la sangre de las heridas que le había infligido. Se
formó un charco considerable en el suelo.
Cada vez que Bill se desmayaba, uno de los wyrfangs le cortaba el
cuerpo con una garra hasta que ni siquiera eso lo despertó .
La mano de Drym recorrió mi antebrazo y suavemente me quitó el
cuchillo de los dedos. "Me desharé de estos". Agitó el cuchillo para
incluir a Bill.
"En realidad, me gustaría conservarlo". Las seis bestias se quedaron
quietas. “El cuchillo, quiero decir. Definitivamente deshazte del cuerpo”.
Me reí entre dientes ante el coro de suspiros. Habrían dejado que Bill se
pudriera en esa cueva si lo hubiera querido, pero no era masoquista y el
olor a sangre ya era abrumador. No necesitaba que se le añ adiera
descomposició n encima.
Roul agarró el respaldo de la silla de Bill y lo arrastró , y a él, fuera de la
habitació n.
Me paré en medio de la caverna, observando el cuerpo de Bill hasta que
desapareció en la oscuridad. Podía sentir a Drym parado detrá s de mí.
Me di vuelta y lo miré mientras las lá grimas se acumulaban en mis ojos.
¿Qué había hecho?
"Acabo de matar a un hombre a sangre fría".
Drym asintió y tomó mis manos entre las suyas. "Lo hiciste."
Parpadeé y las lá grimas corrieron por mis mejillas. “¿Soy un monstruo?
¿Soy como esos hombres que me cazaban por deporte?
Se agachó frente a mí, sus ojos brillaban con un brillo dorado bordeado
de rojo. “¿Crees que soy un monstruo?”
Negué con la cabeza. "No. Las personas que te mantuvieron cautivo son
los monstruos”.
“Entonces no eres má s monstruo que yo, Kendal. Maté a esos hombres
en el bosque porque te tenían cautiva. Habría matado a Bill por la
misma razó n”.
Se puso de pie y me abrazó fuerte. Froté mi mejilla sobre el suave pelaje
de su pecho y suspiré.
“¿Te arrepientes de haber tomado el cuchillo?”
Lo pensé durante mucho tiempo mientras su cá lida palma deslizaba
círculos tranquilizadores sobre mi espalda. ¿Me arrepiento de haberle
quitado el cuchillo a Kragen? Podría haberme quedado quieta y
observar có mo uno de los wyrfangs lo mataba. No tuve que
involucrarme tanto.
El rostro de Catherine flotó en mi memoria, con una determinació n
feroz en su postura rígida mientras la sacaban del só tano. Un recuerdo
de Grace, sollozando y rogando que la dejaran ir, se transformó en uno
de Sarah, con su vocecita y sus movimientos tímidos grabados en mi
cerebro. "No. É l era parte de los demá s asesinados. Soy el ú nico que
queda que puede defenderlos. Habrían querido que yo lo hiciera. Para
recuperar un poco del poder que nos quitaron a todos”.
El tono á spero de su voz vibró a través de su pecho. "Buena chica". Me
empujó con el brazo extendido y luego levantó mi barbilla con un dedo.
"Vamos a limpiarte".
Estaba confundido hasta que vi mi mano cubierta de sangre y má s
salpicadas en mi camisa y pantalones. Me estremecí y dejé que me
llevara a su nido donde encontré mi bolso y un recipiente con agua. Me
froté las manos hasta que me sentí limpia, eliminando emocionalmente
parte del trauma de antes.
Mi terapeuta se divertiría mucho con esto.
Me cambié de ropa y hice una bola con la camisa y los pantalones
ensangrentados. Drym esperó justo afuera de la entrada para llevarme
de regreso al á rea principal, donde los otros cinco wyrfangs estaban
enfrascados en un acalorado debate. Roul y Thurl querían regresar a la
casa, seguros de que los hombres no abandonarían una ubicació n tan
privilegiada.
Kragen argumentó que había demasiadas variables, la principal de las
cuales era el tiempo. No podían permitirse el lujo de estar a la
intemperie durante los días o incluso semanas que los hombres
tardarían en regresar.
Todos guardaron silencio cuando me acerqué. “Kragen tiene razó n. No
puedes exponerte así por mí”. Varios gruñ idos llenaron el aire hasta que
levanté una mano. “Todavía podemos buscarlos. Creo que los registros
de propiedad son pú blicos. Puedo empezar por ahí mientras todos
ustedes trabajan para encontrar má s informació n sobre el director de
BioSynth”.
"Kendal, intentaron secuestrarte de nuevo, a plena luz del día". El
gruñ ido de Drym provocó que Roul y Thurl asintieran.
Puse mi mano sobre su pecho, necesitaba tocarlo. “Les llevará tiempo
encontrar nuevos matones dispuestos a hacer el trabajo sucio. Tenemos
tiempo”.
"¿Y si esos no fueran sus ú nicos 'matones', como los llamas?"
"Entonces nos ocuparemos de ellos". El siempre presente gruñ ido en la
caverna alcanzó un nuevo volumen. Miré a cada wyrfang,
asegurá ndome de tener su atenció n. “No estaré solo. Estaré contigo”. Me
reí entre dientes. "Y con seis guardaespaldas monstruosos, me siento
invencible".
"No irá s a ninguna parte sin que uno de nosotros actú e como tu
sombra". Drym se movió sobre sus pies, claramente incó modo con el
arreglo.
“No lo haré. No tengo deseos de morir y soy muy consciente de que
está n demasiado enojados para dejarme suelta en otra cacería”. Suspiré.
“Ademá s, sabrá n qué pasó con los matones del bosque. No pueden
pensar que todavía soy una presa fá cil”.
Parecieron relajarse un poco, pero Drym siguió preocupado. Me
acurruque en su pecho y lo abracé fuerte. Cuando lo solté, lo miré a los
ojos y sonreí. “Pongá monos a trabajar”.
Veintidós
no estaba feliz posponer la bú squeda de los perseguidores de Kendal,
pero tenía que admitir que tenía sentido. Cuando el día se convirtió en
noche, pude relajarme. Verla tecleando en una de las computadoras
portá tiles robadas, sonriendo y bromeando con mis hermanos, me dio
una sensació n de paz que nunca antes había experimentado.
Se sintió tarde cuando cerró de golpe la tapa de la computadora
portá til. Los demá s se sobresaltaron y ella agitó una mano. “Lo siento,
me estoy frustrando. Mis bú squedas no van a ninguna parte”. Ella se
frotó los ojos. “Creo que necesito dar por terminada la noche. Podemos
empezar de nuevo por la mañ ana”.
"Sí, deberías descansar". Me mudé hacia ella. No pude tocarla lo
suficiente. Necesitaba tener contacto físico con ella tanto como fuera
posible. No entendía esta compulsió n, pero no fue difícil complacerla.
Mientras caminá bamos hacia mi nido, ella suspiró y se inclinó hacia mi
costado. "Creo que tenemos que revisar mi apartamento, y si no hay
ninguna nota de Seguridad Superhumana, deberíamos comunicarnos
nuevamente".
Asentí. "Bueno." No estaba seguro de que pudiéramos confiar en los
cambiaformas, pero el tiempo era la ú nica solució n a mis miedos.
Cuantas má s interacciones tuviéramos con ellos, mejor podía juzgarlos.
Mi enfoque había cambiado desde nuestra fuga. Estaba decidido a
encontrar y destruir a los responsables de BioSynth, alineados con mis
hermanos en esa tarea. Ahora, eso parecía una prioridad secundaria.
Sigue siendo importante, ló gicamente, pero mi corazó n se concentraba
en Kendal. Asegurarse de que ella estuviera a salvo era primordial.
Nuestra educació n posterior al laboratorio fue rá pida, pero había una
cosa que habíamos aprendido que parecía sustentar todo. Necesitabas
moneda para adquirir bienes y servicios. Jobs proporcionó esa moneda
a los normales, pero eso estaba má s allá de nuestras capacidades. Los
cambiaformas mencionaron a otros que no pudieron integrarse con los
normales atendidos por la sociedad.
Me pregunté si eso se extendía a los compañ eros de esas criaturas.
Si Kendal no tuviera que trabajar, yo siempre podría estar a su lado.
Nada podría hacerle dañ o mientras yo estuviera allí.
Ella tenía razó n. Necesitá bamos má s informació n de los cambiaformas.
Si no se habían acercado, necesitá bamos buscarlos nuevamente.
Mi curiosidad por la sociedad sobrenatural también había aumentado.
Seguramente tenían algú n tipo de depó sito de informació n, alguna
forma de compartir conocimientos a través de generaciones.
Perdido en mis pensamientos, me perdí el momento en Kendal se
preparo para ir a la cama. Debo haber hecho un ruido de decepció n,
porque ella se rió y dio unas palmaditas en el nido a su lado.
“Ven a acostarte conmigo hasta que me quede dormida. Sé que no os
quedaréis, parece que necesitá is dormir muy poco y querréis volver y
ayudar. Pero me gustaría que me abrazaras un rato”.
"Me quedaría si me lo pides".
Ella me dio una sonrisa somnolienta. “No lo haré. Deberías ayudar”.
Me acurruqué alrededor de ella, apretá ndola contra mi pecho. Fue
como si un gran engranaje se pusiera en marcha. Su olor en mi nariz, su
piel tocando la mía. Fue una panacea para mi alma. El mundo estaba
bien con ella en mis brazos.
Me asustó .
El poder que tenía sobre mí era absoluto. La sola idea de perderla le
causaba un gran dolor. No estaba seguro de sobrevivir.
Estaba decidido a no permitir que eso sucediera.
Respiré profundamente, llenando mis pulmones con el olor de su cá lida
piel. Su respiració n era uniforme y constante, así que la cubrí con
cuidado con una manta y salí de mi habitació n.
Encontré a mis hermanos discutiendo nuevamente. Kragen levantó una
mano cuando entré.
"Tengamos la opinió n de Drym".
Los demá s asintieron. Ninguno de ellos parecía feliz.
"Necesitamos má s informació n", comenzó Kragen. “Estamos fuera de
nuestro alcance navegando por el mundo exterior. Pensamos que sería
bastante sencillo rastrear a los empleados restantes de BioSynth, pero
nos mantuvieron a oscuras sobre la tecnología y la navegació n por el
mundo en general”.
Suspiró . "La ayuda de Kendal es invaluable, pero su conocimiento no
llega tan lejos como necesitamos".
Asentí. “Discutimos esto antes de que ella se durmiera. Quiere revisar
su apartamento. Si los cambiaformas se han acercado, podemos pedir
má s ayuda. Si no lo han hecho, debemos contactarlos”.
"É sa es la cuestió n central". Kragen señ aló a Cavi, Roul y Thurl. "No
confían en ellos y piensan que deberíamos continuar solos".
“Tampoco estoy seguro de confiar en ellos, pero la ú nica forma de
resolver nuestros miedos es interactuar má s con ellos. Si en algú n
momento los consideramos una amenaza o no dignos de confianza,
entonces podemos cortar nuestra relació n. No veo ningú n dañ o en
darles una oportunidad, siempre que nos guardemos todo lo posible
para nosotros mismos”. Me rasqué el bíceps. "Será algo complicado, lo
suficientemente revelador como para que puedan ayudar sin darles los
medios para atraparnos, pero creo que podemos hacerlo".
Nos quedamos de pie, cada uno evaluando en silencio nuestras
opciones durante varios minutos. De repente, Roul levantó las manos
en el aire. "¡Bien! Seguimos adelante con los cambiaformas. Pero a la
primera señ al de problemas, los quemamos todos”.
Hubo algunos ruidos de acuerdo, pero no está bamos dispuestos a
condenarlos sin motivo. Eso estuvo bien. Significó que incluso los má s
desconfiados entre nosotros vieron el valor de obtener la ayuda que
necesitá bamos.
La ú nica pregunta que quedaba era si compartirían el nivel de
informació n que buscá bamos.
Sabremos esa respuesta muy pronto.
veintitrés
estaba rodeado de wyrfangs, mirando hacia la larga mesa de
conferencias en la sede de Seguridad Superhumana. Todos insistieron
en venir esta vez y no podía culparlos. Mucho dependió de lo que
aprendieron hoy aquí.
Drym y Kragen se sentaron a cada lado mío, los cuatro restantes se
alzaban detrá s como gá rgolas. Intenté que todos se sentaran, pero se
negaron. Roul estaba justo detrá s de mí. Ya no le temía. Reconocí que
estaba herido. Herido por la negativa de la mujer que creía su amiga a
unirse a ellos cuando escaparon.
Nunca seríamos compañ eros de choque de puñ os, pero lo veía como el
hermano mayor gruñ ó n del grupo.
Esta vez Zeus, el representante de la Sociedad, también trajo consigo a
má s personas. Los dos cambiaformas de antes estaban presentes,
Behemoth y Rusia, pero había otros que no habíamos conocido.
Llegamos primero y Zeus nos dijo que nos sentá ramos có modos en la
sala de conferencias mientras llegaban los demá s. Los presentó cuando
entraron. “Conociste a Rusia y Behemoth. Este es el resto de mi equipo:
Wasp, Ghost, Bull, Slick, Titan y River. Pido disculpas por la multitud.
Intenté que se quedaran en casa, pero sienten curiosidad por
naturaleza”.
La mayoría tenía expresiones de interés. Supongo que les había hablado
de los wyrfangs, pero no había nada como verlos en persona.
Yo también estaba un poco sorprendido. River era una mujer. No estoy
seguro de por qué pensé que estos sobrenaturales serían alfa misó ginos
cavernícolas, pero así fue. Era hermosa, pero claramente capaz de
defenderse. Una mirada y supe que era una ruda. Instantá neamente
quise ser ella cuando fuera mayor.
Ella me guiñ ó un ojo cuando me sorprendió mirá ndola y casi me
desmayo.
Caminó hasta nuestro extremo de la mesa y se sentó junto a Kragen.
"Vaya, ustedes son realmente impresionantes". Ella se inclinó hacia él y
me tendió la mano. "River. Soy un cambiaformas oso negro y trato de
mantener a estos tipos civilizados, pero no es fá cil”.
Extendí la mano para estrecharle la mano y escuché a uno de los demá s
murmurar.
"¿Acaba de decir que te gusta reventar ojos?"
Ella se encogió de hombros. "Nunca dije que me gustara, y Wasp no es
de los que hablan, ya que es un insecto serio con un fetiche de las
explosiones".
"¿Qué?" Mis ojos recorrieron la habitació n, tratando de recordar cuá l
era Wasp.
Kragen interrumpió mis reflexiones cuando se inclinó hacia adelante.
"Es bueno que ambos equipos completos estén aquí". Golpeó la mesa
con una garra e hizo una mueca ante el pequeñ o hendidura que dejó
atrá s. “Descubrimos que necesitamos má s asistencia de la prevista
originalmente. Nos mantuvieron en gran medida ignorantes del mundo
exterior durante nuestro cautiverio, y estamos luchando por navegarlo.
También nos gustaría saber má s sobre la Sociedad para ayudarnos a
integrarnos, si es posible”.
Uno de los nuevos hombres se sentó en medio de la mesa y sacó una
computadora portá til. Casi tan alto como un wyrfang, era delgado, pero
claramente fuerte. Un tatuaje de gruesas líneas arremolinadas subía
por su brazo y desaparecía bajo el dobladillo de la manga de su camisa.
Sus ojos parecían atormentados, sus movimientos lentos y elegantes.
Todos excepto sus dedos, que volaban sobre las teclas del portá til.
“Zeus me encargó encontrar BioSynth. Son buenos ocultando sus
huellas”, levantó la vista con una sonrisa, “pero yo soy mejor. Los
encontraré”.
“Mientras tanto…” Zeus se volvió hacia la puerta e indicó a otra persona
que entrara a la habitació n. "Me gustaría presentarles a Amelie
Dumont".
Entró una mujer diminuta, seguida de una gallina de casi la mitad de su
tamañ o. Se quedó boquiabierta y se detuvo abruptamente.
El pollo corrió hacia sus piernas, saltó hacia atrá s y graznó "¡Joder!" lo
suficientemente fuerte como para que todos en la sala hicieran una
mueca de dolor.
Amelie se dio la vuelta y agitó su dedo hacia el pá jaro. “Te dije que no
me siguieras tan cerca. Te lo mereces”. Cuando se volvió hacia la
habitació n, el pollo movió la cabeza hacia adelante y hacia atrá s y
chasqueó el pico, imitá ndola claramente. “Vi eso. Compó rtate o te
arrancaré todas las plumas”.
Risitas estallaron por toda la habitació n cuando el pollo jadeó .
Amelie nos dirigió una sonrisa serena, claramente terminada de
discutir con las aves de corral. “Por favor, llá mame Bacon. Todos los
demá s lo hacen. Mi irritante compañ ero es Meanosaurus”.
“¡Tus antepasados eran pobres, mientras que yo desciendo de grandes
bestias!”
"Está s muy lejos de los dinosaurios, Meanosaurus".
El pollo resopló pero se quedó en silencio.
Observé a las bestias a mi alrededor y todas tenían expresiones
confusas idénticas. Me imagino que la escena que acaba de
desarrollarse tuvo tanto sentido para ellos como para mí. A menos que
tuvieran gallinas parlantes en el laboratorio. Estaba a punto de
preguntar cuando Zeus llamó mi atenció n.
"Le pedí a Amelie que viniera porque está estrechamente relacionada
con un historiador del consejo y es muy adecuada para responder sus
preguntas sobre la sociedad".
"Agá rrense de sus traseros". Se echó el pelo largo y liso sobre el hombro
y tiró de una correa que sujetaba una bolsa cruzada para cadáveres
alrededor de su cadera. Todo su brazo, hasta el hombro, desapareció
dentro de la bolsa. No era lo suficientemente profundo como para
sostener todo su brazo, pero acababa de ver hablar a una gallina, así
que en este punto pensé que todo era posible.
Su brazo resurgió con una pila de seis carpetas de varios colores en
perfecto equilibrio sobre su palma. Dejó el borde del má s bajo sobre la
mesa y los empujó . Se separaron, giraron en círculos y luego se
deslizaron por la mesa para descansar en una ordenada línea frente a
nosotros.
Drym se inclinó hacia mi oído y susurró : "¿Por qué quiere que nos
sujetemos el trasero?"
“Ella está citando una película. Simplemente significa estar preparado”.
Su fría nariz recorrió mi cuello y me estremecí.
"Bueno, eso no es justo". River se cruzó de brazos y se reclinó en su
silla. “He estado buscando a mi compañ ero durante añ os y estos tipos
no han salido del laboratorio ¿para qué? ¿Un mes? Y uno de ellos ya
encontró el suyo”.
Me guiñ ó un ojo para hacerme saber que estaba bromeando, pero vi la
envidia en sus ojos.
Bacon se aclaró la garganta y se sentó en la mesa, cruzando las piernas
y apoyá ndose en una mano. “Lo que tienes frente a ti es una especie de
manual bá sico. La mayor parte de la historia de la sociedad es verbal: se
transmite de generació n en generació n a través de historias. Por
razones obvias, a nuestros predecesores no les gustaba dejar rastros en
papel. He estado compilando lentamente una especie de base de datos y
he mencionado los aspectos má s destacados para usted. Cada una de
las seis carpetas cubre un grupo de especies diferente. Espero que
tengas preguntas una vez que las hayas leído. Mi correo electró nico
aparece al frente de cada uno.
“En cuanto a navegar en el mundo normal, la mejor manera de
aprenderlo es mediante la observació n y el tiempo. Como
evidentemente no estará s paseando por la plaza del pueblo al
mediodía, tardará s má s, pero llegará s. Google es tu amigo. Internet no
es só lo para la pornografía”.
Su cabello oscuro se balanceó hacia adelante mientras saltaba de la
mesa. Ella asintió con la cabeza al hombre que seguía escribiendo
furiosamente en su computadora portá til. "Bull."
É l respondió : "Bacon", sin dedicarle una mirada.
“Bien, estoy fuera. Zeus, gracias por la invitació n. Valió la pena conducir
para verlos”. Se volvió hacia nosotros y sonrió . "No puedo esperar a que
el consejo te conozca".
Luego ella y su gallina desaparecieron por la puerta.
veinticuatro
Mi cabeza daba vueltas. Nos protegieron de tantas cosas mientras
está bamos en cautiverio, la afluencia de personas y gallinas parlantes
era demasiado para asimilar. Sabía que mis hermanos también estaban
luchando. Se acercaron má s, apiñ á ndome a mí, a Kendal y a Kragen
donde está bamos sentados a la mesa.
Cuando éramos niñ os, nos amontoná bamos para sentirnos có modos y
como adultos, el instinto seguía ahí. Acurrú quense, protejan nuestra
manada.
Kendal lo sintió . Noté que sus mú sculos se tensaban y sus hombros se
elevaban. "Um, ¿Zeus?"
“¿Sí, Kendal?”
Me molestó que se dirigiera a ella de manera tan informal, pero aprendí
que la mayoría de las personas normales no requerían la formalidad
que exigían nuestros captores.
“Creo que esto es un poco abrumador. ¿Quizá s deberíamos levantar la
sesió n, dejar que los chicos lean lo que trajo Bacon y luego volver a
reunirnos má s tarde?
"Por supuesto. Pido disculpas. Esta situació n es tan novedosa que me
encuentro un poco fuera de mi alcance. Intentaré ser má s consciente en
el futuro”.
"¿Ellos están abrumados?"
El que Zeus llamó Ghost murmuró detrá s de Behemoth, a quien
reconocí de nuestro primer encuentro. El codo de Behemoth se disparó
hacia atrá s, lo que provocó que Ghost se doblara y gruñ era.
“Amigo, solo quise decir que se ven geniales como pepinos. Ojalá tuviera
una fracció n de su control”.
“Cá llate, Ghost”.
Asentí en agradecimiento al cambiaformas oso, quien asintió en
respuesta.
Kragen se levantó y Kendal y yo hicimos lo mismo. “Gracias por su
ayuda. Estamos agradecidos”.
Recogí las carpetas y nos dimos vuelta para irnos, pero Kragen estaba
quieto.
“¿Dijiste en nuestra ú ltima reunió n que el consejo podría
proporcionarnos un refugio?” Su voz se apagó , dejando la pregunta en
el aire.
"Sí. Tengo entendido que todavía está n decidiendo có mo proceder, pero
quiero que sepas que no importa lo que decidas, Supe Sec cuidará de ti”.
"¿Bull?"
El hombre frente a la computadora portá til dejó de escribir y miró a
Zeus, quien inclinó la cabeza en nuestra direcció n. “Ah, claro. Sí, hemos
etiquetado algunas propiedades cercanas que funcionará n para un
complejo wyrfang. Solo estamos esperando que el consejo declare sus
intenciones y por supuesto, querrá s mirar antes de que hagamos una
oferta sobre cualquier cosa. Los tres tienen al menos cien acres y la
mayoría ya tiene una casa en el lugar”.
Kendal me agarró el antebrazo y casi dejó caer las carpetas.
“¿Dijiste cien acres?”
“Sí, señ ora”.
“¿Y se lo vas a comprar?”
Zeus se rió entre dientes. “Kendal, la sociedad se ocupa de los nuestros.
No te preocupes por el costo. De hecho, hice que Bull abriera cuentas
bancarias para cada uno de ustedes. Deposité un poco de dinero inicial,
pero el consejo probablemente agregará una cantidad significativa”.
Bull sacó una pila de sobres de su bolso y los colocó encima de las
carpetas. “Identidades, tarjetas bancarias y teléfonos mó viles, ademá s
de todos los trá mites que conlleva todo ello. Todo lo habitual. Cada
identidad es nueva, pero tiene un rastro digital por lo que no deberías
tener ningú n problema. De todos modos, hoy en día la mayoría de la
gente hace todo online, por lo que no resultará sospechoso que no te
vean en persona en ningú n lado.
"Elegí nombres bastante comunes, así que espero que no los odies".
"Estoy seguro de que estará n bien".
“Una vez que elijas qué nombre va con qué wyrfang, no deberías
cambiarlo. Elige un nombre y quédate con él”.
"Entiendo."
Me alegro de que Kragen lo haya hecho. Lo ú nico que me impidió
destrozar la mesa por la frustració n fue Kendal presionado a mi
costado. Las manos de Roul estaban apretadas en puñ os apretados,
Cavi se había encogido y a los demá s no les estaba yendo mucho mejor.
Salimos de la habitació n en fila india y Kendal se detuvo en la puerta.
“¿Cuá nto tiempo necesitará n tú y tus hermanos para repasar las
carpetas?”
"Cuatro días".
Ella pareció sorprendida por mi respuesta, pero no la cuestionó . Se
dirigió a Zeus desde la puerta. “¿Nos volveremos a encontrar en cinco
días? ¿A la misma hora?
"Está bien." Miró a su equipo. "Me aseguraré de que la mayoría de ellos
se queden en casa".
Ella sonrió y una punzada de celos me apuñ aló el vientre.
"Gracias." Ella asintió y luego inclinó la cabeza para mirarme.
Su sonrisa se amplió y sus ojos brillaron, borrando los celos por
completo.
“Vá monos a casa”.
Mantuve mi mano en su espalda baja mientras salíamos del edificio.
Cuando llegamos a la cueva, dejé las carpetas y los sobres sobre la mesa
y luego la tomé en mis brazos.
Ella chilló y golpeó mi pecho juguetonamente. Enterré mi nariz
profundamente en su cabello y respiré larga y profundamente varias
veces. El mundo se enderezó y pude pensar de nuevo.
Mis hermanos ya estaban rebuscando en los sobres cuando pude poner
a Kendal en pie.
Kragen los distribuyó al azar. "Si te opones seriamente al nombre que
tienes, podemos negociar".
Roul fue el primero en abrir el suyo. “Butch Fisher. Me gusta."
Kendal se rió . "Butch te queda bien".
Mi hermano gruñ ó , pero lo vi ponerse un poco má s alto. Uno por uno,
los demá s abrieron sus sobres y leyeron sus nombres oficiales. El
cambiaformas eligió bien y todos quedaron contentos con los alias. No
es que los usaríamos fuera del mundo normal.
Las identificaciones proporcionadas incluían una fotografía. No estaba
seguro de dó nde encontró Bull a las personas representadas, pero
eligió bien. Parecían ser hombres fuertes, de tipo militar. Habría sido
incó modo si se suponía que uno de nosotros se pareciera a algunos de
los científicos escuá lidos del laboratorio. No pensé que ninguno de
nosotros pudiera mostrarse dó cil o apacible.
Centramos nuestra atenció n en las carpetas de Bacon y Thurl se frotó el
cuello.
"Kendal, ¿te importaría leer en mi lugar?"
"Por supuesto que no." Ella le tendió la mano y él colocó suavemente la
carpeta en su palma.
Vi el curso de relevo a través de él.
"Gracias."
Ella no le preguntó por qué no quería leer ni se burló de él. Ella
simplemente le sonrió y abrió el libro.
Dio un paso atrá s, dá ndole una mirada de adoració n y mi corazó n se
hinchó por ella. Ella no sabía que él había perdido la vista de un ojo
hace añ os. Ella no sabía lo tímido que estaba él.
Ella simplemente intervino para ayudar.
Me tomó todo lo que tenía para no agarrarla y hacerla girar con alegría.
Mi pareja era perfecta. Ella era amable y valiente, y tenía todo lo que
nunca supe que necesitaba.
Tragué un nudo en mi garganta y abrí mi carpeta. Kragen me había
dado informació n sobre los cambiaformas y en el índice
cuidadosamente escrito encontré "Los destinos y los compañ eros
predestinados".
Mi corazó n se aceleró . Por mucho que quisiera, no podía pasar
directamente a esa informació n. Habíamos acordado informarnos
mutuamente sobre los temas de nuestras carpetas, por lo que ninguno
de nosotros tendría que leerlo completo a menos que quisiéramos.
Kragen y yo leíamos todo, pero los demá s escogían los temas que les
interesaban de cada uno.
Quería asegurarme de que Kendal tuviera una opció n. Que podría irse
sin efectos adversos. Era lo ú ltimo que quería que sucediera, pero era
importante.
Ella no debería estar atada de mala gana a un monstruo como yo.
Veinticinco
bostecé tan fuerte que mi mandíbula estalló . Varias cabezas se
levantaron alrededor de la mesa, con las cabezas ladeadas y las orejas
aguzadas hacia adelante.
"Lo siento chicos, estoy un poco cansada".
No había terminado la frase cuando Drym me tuvo en sus brazos y se
alejó del espacio principal hacia su habitació n.
Todavía no estaba acostumbrada a eso. Su rá pida acció n para
conseguirme lo que necesitaba. Yo diría que podía leer mi mente, pero
sabía que no podía. Yo pregunté. No quería irme mientras los demá s
todavía trabajaban en terminar sus carpetas, pero sabía que discutir era
inú til. Si lo intentaba, los demá s apoyarían a Drym y me ahuyentarían a
la cama. Había aprendido a aceptarlo.
Realmente era sorprendente lo poco que necesitaban dormir. Ser capaz
de permanecer alerta durante tanto tiempo los convirtió en mejores
soldados, pero desde mi perspectiva, escuchar sus voces bajas haciendo
eco a través de la caverna fue reconfortante. Una canció n de cuna de
seguridad y comodidad.
Drym se acurrucó contra mi espalda y su calidez me hizo sentir aú n
má s somnoliento.
“¿Por qué a Thurl no le gusta leer?”
Frotó la parte inferior de su mandíbula en la parte superior de mi
cabeza. “Perdió completamente el uso de un ojo y el otro se le cansa
cuando intenta leer. Fue muy amable de tu parte aceptarle la tarea sin
cuestionarlo.
“¿Perdió el ojo de la misma manera que a Roul le salieron las
cicatrices?”
Sentí su pecho retumbar a través de mi espalda mientras se reía entre
dientes. "No. Thurl perdió la vista de un ojo mientras cumplía una
misió n. Nos dieron equipo defectuoso para ver có mo manejamos el
fracaso, y la explosió n prematura de una granada de destello envió
metralla a su ojo. Las marcas de las orejas y las cicatrices de Roul se
ganaron en una batalla diferente. Deberías pedirle que te hable sobre
Texas”.
Creo que hice un ruido de asentimiento, pero ya estaba medio dormida.
Soñ é que estaba corriendo.
No de imbéciles ricos que no tienen nada mejor que hacer con su
tiempo y dinero que montar cacerías humanas, sino de nerds flacos con
batas de laboratorio. Me desperté sola, empapada en sudor frío y
desorientada.
El sistema de cuevas siempre estuvo lleno de pequeñ os sonidos. El agua
que goteaba desde algú n lugar profundo bajo tierra y las voces
silenciosas de los wyrfangs que resonaban por los tú neles solían ser
tranquilizadores, pero no podía quitarme la nota de miedo que causaba
mi sueñ o.
Me puse de pie y agarré la pequeñ a linterna que Drym me había dejado.
No podía navegar por todo el sistema por mi cuenta, pero había
aprendido el camino desde la habitació n de Drym hasta la cá mara
principal.
Los seis estaban apretujados, mirando una carpeta abierta. El dedo de
mi pie chocó con un guijarro suelto y me encontré con seis pares de
ojos brillantes fijos en mí.
Fue desconcertante.
Aunque los conocía, eran gentiles y amables conmigo, también había
visto de primera mano lo destructivos y mortales que eran. Un
escalofrío recorrió mi espalda y reevalú e mi pensamiento de Bill
orinando sobre sí mismo era una reacció n totalmente exagerada.
El extremo de la cola de Roul se arrastraba hacia adelante y hacia atrá s
por el suelo, el sonido de su movimiento de alguna manera siniestro.
"¿Qué ocurre?" Mi voz no era tan firme como quería.
Drym se sacudió , todo su cuerpo tembló como un perro librá ndose del
agua. "Pensamos..."
Miró a sus cinco hermanos y la pausa se prolongó hasta que sentí que
iba a estallar.
"¡Só lo escú pelo!"
Todos se sobresaltaron ante mi grito. Cavi incluso dio un paso atrá s.
Quin se abrió paso delante de los demá s.
“Creemos que sus cazadores está n conectados con nuestro laboratorio.
O al menos uno de ellos. Y no está claro si el abogado de la sociedad
ignoraba tanto sus actividades como afirman”.
Roul le dio un puñ etazo en el hombro, lo que le hizo retroceder varios
pasos hacia un lado.
“¿Por qué es eso?”
“Eres tan directo. Drym lo habría dicho de una manera má s fá cil”.
Quin refunfuñ ó y se frotó el dolorido bíceps. “Dice el que no sabe lo que
significa fá cil”.
“Ya basta, los dos”.
Escuché a Drym amonestarlos, pero mis ojos estaban desenfocados y
mi cabeza llena de niebla. Sus cá lidas y á speras palmas se deslizaron
arriba y abajo por la parte exterior de mis brazos.
"Kendal, ¿está s bien?"
Negué con la cabeza. “Acabo de tener un sueñ o, una pesadilla. Estaba
huyendo de hombres con batas blancas”. Lo miré a los ojos y estiré el
cuello hacia atrá s. "Batas de laboratorio".
É l gruñ ó y me aplastó contra su pecho. “No te tocará n”.
Me solté de sus brazos y lo miré con horror. “No soy yo quien me
preocupa. ¿Y si te atrapan? Me hice a un lado para poder ver a los
demá s. “¿Qué pasa si los atrapan a todos ustedes?”
Los puñ os de Roul estaban apretados, Cavi había salido casi por
completo de la cá mara y los demá s estaban inmó viles
sobrenaturalmente. Después de unos segundos, Kragen anunció : “No lo
hará n. No volveremos. No importa lo que haga falta”.
Eso es exactamente lo que tenía miedo. Necesitá bamos encontrar a
estos imbéciles, conectados o no, y detenerlos permanentemente. Miré
a Drym y asentí. “Está bien, entonces necesitamos acelerar nuestro
cronograma. Es hora de que estos idiotas duerman con los peces”.
Seis cabezas se inclinaron confundidas y yo agité la mano. "Significa
que ya es hora de que mueran".
Quin gritó . "No estaba muy interesado en conseguir peces para hacer
las camas, pero puedo respaldarlo".
Me reí entre dientes. “Necesitamos contactar a Supe Sec. Ojalá hayan
encontrado algo”.
“Apenas ha sido un día completo, Kendal. Nuestra reunió n de
seguimiento con ellos no es hasta el final de la semana”. Drym se acercó
a mí y parte de la tensió n abandonó mi cuerpo.
"Lo sé, pero tenemos nueva informació n que podría ayudarlos". Respiré
profundamente. "Y necesitan saber que su consejo puede no ser tan
inocente como creen".
Unos minutos má s tarde, parpadeé ante el brillante sol en la entrada de
la cueva. Estuve ciega hasta que mis ojos se acostumbraron, e incluso
entonces habría matado por un par de gafas de sol. Saqué mi celular del
bolsillo trasero y verifiqué la señ al. Dos barras.
“Necesitamos acercarnos a la civilizació n. No quiero que se corte la
llamada antes de contarles todo lo que pasó”.
Drym asintió y comenzó a caminar, con la palma de la mano en mi
espalda baja como siempre. No me importó .
“¿Terminaste tu carpeta? ¿El de los cambiaformas?
"No del todo."
“¿Pero has aprendido sobre los compañ eros predestinados?”
"Sí."
Nada cambió en su ritmo o comportamiento. Todavía parecía tranquilo
y relajado, pero las respuestas de una sola palabra no eran propias de
él.
"¿Qué es? ¿Por qué está s nervioso por decirme?
Le tomó ocho pasos para decírmelo. Conté para no gritar.
"Debes saber que tú tienes el poder en esto, como en todas las cosas
conmigo".
Asentí, pero él no me estaba mirando. Miró al frente y mantuvo un
ritmo constante.
“Los compañ eros predestinados son muy parecidos a lo que dijiste.
Para los cambiaformas, hay una persona que es su alma gemela.
“Hace muchos añ os, los tres destinos se molestaron con Fenrir,
esencialmente el padre de los cambiaformas, y le negaron compañ eros.
Hace poco que empezaron a encontrarse de nuevo”.
Un milló n de preguntas pasaron por mi mente, pero de alguna manera
logré permanecer en silencio.
"El vínculo de pareja es irrompible una vez establecido".
Se detuvo y se agachó frente a mí, poniéndolo a la altura de mis ojos.
“¿Lo entiendes, Kendal? Si eliges aceptarme como compañ ero y
forjamos el vínculo, nunca podrá deshacerse”.
veintiséis
LA mire fijamente la de ella mientras está bamos congelados en el
bosque. No creo que respiré hasta que ella asintió .
"Entiendo."
“La decisió n es tuya y te insto a que lo pienses bien antes de tomarla.
Considerar todo antes de decidir”.
Ella asintió y caminamos en silencio por un rato.
“¿No me quieres como tu pareja?”
Su voz era pequeñ a y vacilante,la odié. Me giré y envolví mi cuerpo
alrededor del de ella. Tuve que girerme y envolverme. Era tan pequeñ a,
parecía tan frá gil, pero había visto su fuerza.
"No quiero nada má s".
La oí tragar. “Siento un pero ahí."
Aspiré aire por el hocico y lamí el costado de su cuello. Rasqué mis
dientes suavemente contra su carne y la sentí temblar en mis brazos.
"Pero soy un monstruo y no veo có mo podrías ser feliz atado a mí para
siempre".
Empujó mi pecho y la solté.
“Mi primer instinto es despotricar contra ti y decirte que no puedes
decidir eso por mí, pero ya lo dijiste, así que lo controlaré. Creo que el
futuro es demasiado incierto para que cualquiera de nosotros tenga
éxito. Tomar decisiones ahora mismo”. Ella miró hacia otro lado y
suspiró . “Afrontemos los problemas que tenemos por delante y luego
decidamos có mo podemos estar juntos y ser felices ambos”.
Mi cerebro captó la parte "nosotros" de su declaració n. Quería gritar de
alegría, pero fue prematuro. Ella no me estaba eligiendo… todavía. Pero
ella me estaba dando una oportunidad. Quizá s podría aprender a vivir
con un monstruo. Tal vez incluso llegue a cuidar uno.
Revisó su teléfono y dijo: "Esto es suficiente".
Levantó el contacto de la palanca de cambios y escuché sonar la línea.
"Kendal, ¿está todo bien?" La voz de Zeus era clara.
Pensé que se comunicaría con una recepcionista o una secretaria. ¿Por
qué tenía ella su línea directa?
“No, en realidad no. Hemos encontrado informació n nueva y es
importante compartirla”.
"Comprendido. ¿Vendrá s esta noche?
Ella me miró , pero no entendí la pregunta en sus ojos.
"En realidad, creo que deberías venir con nosotros esta vez".
Asentí con la cabeza. Era un riesgo permitirles ver dó nde nos
escondíamos, pero también era una ventaja estar en nuestro territorio
para esta discusió n. Creo que los cambiaformas eran dignos de
confianza, pero verlos en nuestro espacio podría ayudar a solidificar
esos sentimientos.
Y si nos traicionaran, sería má s fá cil ocultar los cadáveres.
Kendal le dio nuestra ubicació n y se rió entre dientes. Había perdido el
hilo de la conversació n, así que no sabía qué le parecía gracioso.
“Creo que eso es lo mejor. Aunque si ademá s quisieras llevar Bacon no
estaría de má s. Sé que los chicos tienen preguntas para ella”.
"¿Ya?"
"Sí. Resulta que no duermen mucho. Te esperará n justo dentro de la
línea de á rboles y te mostrará n el camino”.
"Bien. Entonces hasta esta noche”.
La llamada terminó y ella me miró . “Estará n aquí al anochecer. ¿Qué
debemos hacer hasta entonces?
“Um…” No sabía qué tipo de actividades le gustaría a ella, o qué
podíamos hacer dado que mi apariencia obstaculizaba nuestras
opciones.
"Si corriera, ¿me perseguirías?"
Al instante, mi pene se llenó y presionó en la parte posterior de mi
costura. Empujé mi palma contra él, tratando en vano de mantenerlo
oculto.
"Te gusta esa idea".
"Me gusta mucho esa idea", confirmé, "pero me temo que te
desencadenará".
“O podría ayudarme a liberarme de algú n trauma saber que en lugar de
perros y armas, es mi monstruoso guardiá n el que me persigue”.
La luz del sol moteada a través de los á rboles hizo que sus ojos
brillaran. Se me hizo un nudo en la lengua ante la idea de perseguir a
Kendal por el bosque.
En un instante, ella sonrió y se fue. Un rayo salvaje a través de los
á rboles que parecía aleatorio, pero ella mantuvo la direcció n general de
regreso a nuestra cueva. Conté hasta veinte para darle ventaja.
Mis mú sculos se amontonaron y tensaron contra la necesidad de correr
hasta que finalmente me solté. Me puse a cuatro patas y el suelo se
precipitó bajo mi vientre. Miró por encima del hombro y chilló cuando
me vio, pero ya era demasiado tarde. La había atrapado.
Salté y rodé. La mantuve bien protegida en mis brazos y me apoyé
sobre mi espalda, sosteniéndola encima de mí mientras ella reía.
"Eso no es justo", hizo un puchero. "Olvidé que eras tan rá pido".
La rodé debajo de mí y presioné mi longitud contra el cá lido calor en la
unió n de sus muslos.
Ella jadeó y cerró los ojos mientras se presionaba contra mí.
"Cuando se trata de atraparte, nunca seré justo".
Agarró la cinturilla de sus pantalones y empujó mientras yo la miraba
en estado de shock.
"Puedo llevarnos a la cueva".
Su cabeza rodaba de un lado a otro. “No me importa si las ardillas miran
y no hay nadie má s aquí. Lo habrías oído si lo hubiera, ¿verdad?
Se me secó la boca y tragué fuerte. "Sí. Yo los escucharía”.
Logró quitarse los pantalones y las bragas y se apretó contra mí. “Me
atrapaste. Ahora quiero un premio”.
Gemí y deslicé mi polla contra sus pliegues hú medos. Enterré mi nariz
en su cabello y mi espalda se arqueó al sentir lo mojada que estaba. “No
estoy seguro de poder controlarme. No quiero hacerte dañ o”.
"No quiero que te controles y no me hará s dañ o".
Busqué alguna vacilació n en sus ojos y no encontré ninguna. "¿Qué
deseas?"
"Quiero que mi monstruo me folle en el bosque".
veintisiete
Ya conoces la frase ten cuidado con lo que pides? En este caso fue una
tontería. Obtuve exactamente lo que pedí y cada segundo fue glorioso.
Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, fue como si una
atadura se rompiera en el control de Drym. Empujó dentro de mí con
un fuerte tiró n sobre mis hombros. Mientras se retiraba, sentí las pú as a
lo largo de su eje rasparme contra mí de la manera má s deliciosa.
Mis ojos se pusieron en blanco y mi orgasmo golpeó con una intensidad
que hizo temblar todo mi cuerpo. Mis extremidades se debilitaron, pero
casi de inmediato estaba girando de nuevo mientras él me golpeaba con
golpes poderosos.
Cada vez que tocaba fondo, su nudo golpeaba mi clítoris y enviaba una
nueva ola de éxtasis por mis venas. Gemí cuando un segundo orgasmo
me golpeó con una fuerza aú n mayor. La sangre me corrió por los oídos
y cada nervio de mi cuerpo estaba ardiendo y era demasiado y no
suficiente a la vez.
Sus antebrazos se envolvieron debajo de mí, protegiéndome del duro
suelo. Una mano rodeó mi hombro y la otra agarró el globo de mi
trasero. Sentí los pequeñ os pinchazos de sus garras mientras mordían
mi carne y el dolor provocó otra ronda de placer.
Su ritmo se volvió entrecortado y sus pausas estaban enterradas
profundamente dentro de mí por má s tiempo y supe que estaba cerca.
Su lengua larga y bífida recorrió mis labios y me abrí para él. Su lengua
entró en mi boca, se curvó alrededor de la mía y se deslizó hacia atrá s
en la versió n de un beso del wyrfang.
Sentí su cola enroscá ndose alrededor de mi pantorrilla y deslizá ndose
por mi pierna. Jadeé cuando se enroscó alrededor del lugar donde
está bamos unidos y luego nuevamente cuando sentí que presionaba mi
pequeñ o agujero. La punta empujó hacia adentro y me sentí tan lleno
que mi mente se hizo añ icos. Su lengua bajó por mi garganta, su cola en
mi culo y su polla saqueó mi coñ o. É l era mi dueñ o, en cuerpo y alma.
Mi tercer orgasmo me dejó destrozada. Escurrida y deshuesada. Ni
siquiera podía rodearlo con mis brazos mientras me llenaba por
completo. Aulló cuando llegó , un sonido de triunfo y alegría.
Nos mantuvo unidos cuando rodó sobre su espalda.
No podía moverme. Era consciente de que ambos está bamos jadeando
para recuperar el aliento, que su semen se escapaba de mí y cubría
nuestros vientres, pero má s allá de la burbuja de nuestros cuerpos no
existía nada.
Creo que me quedé dormida. El sol estaba alto en el cielo cuando me
persiguió , y ahora estaba lo suficientemente bajo como para oscurecer
el bosque hasta convertirlo en una oscuridad má gica.
"Se acerca el atardecer".
Hice un ruido incoherente.
Me movió como a un bebé, llevá ndome contra su pecho mientras se
dirigía hacia un lago. Me llevó directamente al agua y el calor de su
cuerpo mantuvo a raya lo peor del frío. Nos limpió con las manos sin
siquiera bajarme.
Soportó mi peso mientras me vestía y luego me llevó a la cueva. Só lo me
animé cuando me di cuenta de que tenía la intenció n de llevarme a su
habitació n.
"La reunió n es en la caverna principal". Sonaba con sueñ o, pero no lo
tenía.
"Necesitas descansar".
“Lo que necesito”, dije mientras agarraba su hocico para obligarlo a
mirarme, “es estar en esa reunió n”.
Sus ojos se cerraron, el brillo dorado gemelo se apagó . Pasaron varias
respiraciones antes de que volvieran a abrirse y se volvió hacia la gran
habitació n. Sin pensarlo, le di unas palmaditas en el pecho y le dije:
"Buen chico".
É l resopló . "Si esperas que mi cola se mueva y golpee el suelo, te
decepcionará s".
Me reí.
Doblamos una curva y entramos en la cá mara. Ocho pares de ojos se
volvieron para mirar esta vez. Zeus y Bull rá pidamente volvieron a
mirar la computadora portá til, pero Bacon, que estaba sentado con las
piernas cruzadas sobre la mesa, silbó .
Miró los wyrfangs... en realidad; ella miró sus entrepiernas. "No sé
dó nde los esconden, pero deben saber có mo usarlos".
Saltó de la mesa y se dio la vuelta, sosteniendo la palma de su mano
sobre su cabeza.
Me reí y empujé a Drym hasta que me dejó en el suelo. “¿Es tan obvio?”
"Tal vez no para todos, pero la energía que desprenden ustedes dos es
momentos sexys con esteroides".
Choqué los cinco con la diminuta bruja y ambos nos echamos a reír.
“No sé de qué está n hablando, pero no hay insectos en esta cueva. Me
prometieron insectos de las cavernas”. Meanosaurus graznó su disgusto
por la falta de insectos y se pavoneó debajo de la mesa.
Bacon y yo sufrimos otro ataque de risa.
Creo que estaba borracha sexual. ¿Fue eso una cosa? ¿Podrías
emborracharte con mú ltiples orgasmos trascendentales que derriten
mú sculos?
Tenía que ser una cosa.
Vínculo de pareja o no, estaba arruinada para cualquiera excepto para
Drym.
Hablaríamos de los detalles má s tarde, pero no había manera de que lo
dejara. Estar juntos sería difícil, pero no tanto como rastrear a dos
grupos de malos y luchar contra un sistema posiblemente corrupto.
Cuando Bacon y yo nos calmamos, me volví hacia los wyrfangs
esparcidos alrededor de la mesa. “¿Qué les has dicho hasta ahora?”
Respondió Kragen. "Nada. Acaban de llegar”.
Asentí y esperé a que alguien hablara. Alguien. Durante varios largos
minutos todos nos miramos fijamente. No estaba seguro de lo que
estaba pasando, pero era muy incó modo. Todos los colmillos estaban
arqueados y tensos, casi en una postura.
Bacon rompió la tensió n. “Si necesitan sacarlos y medirlos, sigan
adelante. De lo contrario, hay cosas de las que deberíamos hablar en
lugar de mirarnos fijamente preguntá ndonos de quién es la polla má s
grande”.
Me reí y vi a Kragen y Zeus sonriendo.
“Nos resulta difícil aceptar a otros en nuestro espacio. Pido disculpas”,
Kragen se dirigió a Bacon.
Ella simplemente saludó . "Anotado. Continú e con esto”.
"Kendal dijo que tenía nueva informació n para compartir que no podía
esperar". Zeus inclinó la cabeza hacia Bull y su computadora portá til.
"También hemos encontrado algunas cosas".
Kragen asintió . “Es posible que el director de BioSynth sea uno de los
cazadores de Kendal. Después de revisar las carpetas que proporcionó
Bacon, encontramos menciones de un Sr. Blue asociado con su consejo.
El Sr. Blue es uno de los principales del grupo que secuestro y persiguió
a Kendal. Parece una coincidencia que haya dos Sr. Blues operando en el
á rea”.
Zeus estaba negando con la cabeza. “Si eso es cierto, entonces al menos
un miembro del consejo seguramente sabe lo que estaba haciendo. No
quiero creer que ninguno de ellos toleraría algo así, pero la sociedad no
está por encima de la crueldad má s que la gente normal”.
Bacon estaba rebuscando en su gran mochila, con la mano metida en el
hombro. Finalmente salió con un pequeñ o cuaderno, que hojeó hasta
llegar a una pá gina cerca del medio.
Levantó la vista cuando se dio cuenta de que todos se habían quedado
en silencio. "Bien. Así que podría rastrear a los miembros del consejo
por varias razones, de las cuales no puedo hablar fuera de la Divisió n
Chacal, así que no preguntes. Un hombre, comú nmente conocido como
Sr. Blue porque siempre tiene algo azul en su atuendo, ha sido
vinculado con el miembro del consejo feérico”.
“¿Por qué las hadas estarían interesadas en crear un híbrido
hombre/dragó n?”
Drym se movió hacia mi otro lado mientras hablaba, cerrando filas
inconscientemente con sus hermanos.
Bacon, Zeus y Bull compartieron una mirada antes de que Bacon
respondiera. "Porque las hadas siempre han sentido que deberían estar
a cargo".
veintiocho
"No entiendo." Sentí que hablaba por todos nosotros, dadas las
miradas confusas en los rostros de mi hermano.
Fue Zeus quien explicó . “Existe una especie de jerarquía en el consejo.
Los dragones siempre han tenido el voto de desempate en cualquier
asunto y actú an como los má ximos pacificadores. Los má s longevos
entre nosotros, su experiencia nacida de la longevidad es vista como la
mejor para gobernar el conjunto de la sociedad. A menudo ceden ante
el consejo má s amplio los asuntos menores, pero al final, su palabra es
ley.
“Y los Faes no lo aprecian. Siempre han sentido que deberían estar a
cargo, o al menos tener el mismo poder”.
Bacon continuó : “Imagínate que quisieras dar un golpe de estado
contra los sobrenaturales má s poderosos. No eres rival para ellos, así
que necesitas algo que lo sea”.
"Entonces creas una criatura que es una mezcla de hombres lobo y
dragones". Mi mente daba vueltas, ató nito ante la implicació n de que
fuimos creados para una toma de poder política.
"Exactamente", dijo Zeus.
“¿Por qué eran lobos? ¿Por qué no un sobrenatural má s poderoso?
Rá pidamente agregué: "Sin ofender".
Zeus se rió entre dientes. “Ninguno tomado. Bull, ¿quieres opinar sobre
esto?
El cambiaformas detuvo su escritura para mirar hacia arriba. “Sospecho
que querían nuestra capacidad de curació n. Los dragones son duros,
pero si perforas sus escamas, son vulnerables. Podemos curarnos
rá pidamente de casi cualquier lesió n. Los dragones sanan al mismo
ritmo que los humanos. Ademá s, las hadas son lo suficientemente
inteligentes como para no darle a los humanos un arma tan poderosa
que podría derrocarnos a todos, pero lo suficientemente egoístas como
para pensar que podrían conservar el control sobre cualquier criatura
creada. Necesitaban algo que amenazara a los dragones y apaciguara la
necesidad humana de armas, pero no algo que pudiera apoderarse de la
sociedad en su conjunto”.
Kragen estaba negando con la cabeza. “Todavía no entiendo có mo
podríamos ser un arma viable contra los dragones. Segú n la
informació n que proporcionó Bacon, sus escamas son casi
impenetrables”.
Bacon asentía mientras ella volvía a subirse a la mesa para sentarse con
las piernas cruzadas. Extendió la mano y agarró mi muñ eca, tirando de
ella y de mí hacia adelante hasta que estuve contra la mesa.
Levantó mi mano y señ aló mis garras. "Creo que tu respuesta está aquí".
Presionó la punta de su dedo contra la punta de mi garra y la sangre
manó del pinchazo. “Estas no parecen garras de cambiaformas o de
dragó n. Son demasiado curvos y con bordes afilados”. Tomó mi dedo
índice y lo arrastró ligeramente sobre la superficie de la mesa, donde
dejó un surco profundo. “Donde las garras son má s suaves, capaces de
cortar la carne pero frá giles. Las garras de dragó n son un poco má s
fuertes, pero no lo suficiente como para penetrar la piel de un dragó n.
Los vuestros son como acero endurecido. Sospecho que pueden cortar
escamas de dragó n como si fueran mantequilla”.
"Ella tiene razó n." Cavi se acercó desde su lugar habitual contra la
pared. "Nuestras garras só lo se rompen bajo presió n extrema y son lo
suficientemente afiladas como para dañ ar cualquier superficie
probada".
Hice una mueca al recordar hasta dó nde llegaron los científicos para
obtener lecturas sobre cuá nto podía soportar cada parte de nosotros.
Cavi levantó la mano y rozó la punta de su cuerno roto y supe que él
también lo recordaba.
“¿Seguramente un equipo de seis no podría acabar con una especie
entera?” Con cuidado retiré mi mano de Bacon y ella me sonrió .
Zeus suspiró . "No. Incluso antes de que supiéramos de la conexió n con
el consejo, creíamos que había planes para crear muchos má s wyrfangs
cuando sus experimentos arrojaran los resultados que querían. Los
militares humanos no querrían un solo escuadró n si pudieran tener
varios”.
"Bueno, mierda".
Eso de Quin, que había permanecido sorprendentemente callado.
Kendal se inclinó hacia mi lado. “Por eso es importante que detengamos
a estos bastardos. Necesitamos trabajar má s rá pido”.
Bull miró a Bacon. "Supongo que no hay un artefacto que pueda..."
"No. No. No está sucediendo”. Ella cortó su mano en el aire. "De ninguna
manera, de ninguna manera".
Bull suspiró . "Bien." Volvió a mirar la pantalla de su computadora
portá til. "Creo que tengo una manera de descubrir la verdadera
identidad del Sr. Blue, pero no creo que a nadie le guste".
Respiré hondo y miré a mis hermanos. Roul estaba frunciendo el ceñ o
má s de lo habitual, Cavi se había retirado a un lado de la cueva y Quin
prá cticamente saltaba de emoció n. Thurl se cruzó de brazos y se quedó
quieto sin apenas moverse. Kragen y yo compartimos una mirada
resignada.
Siempre y cuando el plan no involucrara a Kendal ni le brindara la
oportunidad de que resultara lastimada, podríamos trabajar con él.
Kragen asintió . “Escuchemoslo”.
"Necesitamos sacarlos a ambos: las hadas y el Sr. Blue". Nos miró .
"Necesitamos ofrecerles algo que no puedan rechazar".
Escuché a Kendal contener el aliento a mi lado. "No. Eso no está
sucediendo. Podemos atraer al Sr. Blue usá ndome como cebo y
descubrir có mo atrapar a las hadas má s tarde”.
Gruñ í y chasqueé los dientes, mi cola se balanceaba con agitació n. "En
absoluto."
Ella se giró y me dio un golpe en el pecho. “¿Sabes lo que está
sugiriendo?” Su voz era baja y furiosa. "Está sugiriendo que usemos a
uno de ustedes como cebo".
Asentí. "Eso es preferible".
“¿Para quién?” Se giró y miró a todos los demá s en la cá mara. “Han
pasado toda su vida en cautiverio. No los ponemos en riesgo de
terminar allí”.
“Podemos mitigar el riesgo. Tomaremos todas las precauciones…”
"¡No será suficiente!" Ella gritó y golpeó la mesa con la mano. “Estos
hombres me persiguieron. ¡Me secuestraron a plena luz del día en un
estacionamiento pú blico! No se detendrá n ante nada para conseguir lo
que quieren. ¿Crees que este miembro del consejo feérico se va a poner
aprensivo a la hora de acabar con todo tu equipo?
Señ aló a Zeus. “Porque no creo que lo hagan. Hará n todo lo que esté a
su alcance para recuperar el control de los wyrfangs. Saben que
recapturar a uno significa capturarlos a todos, porque de ninguna
manera dejará n atrá s a un hermano”.
Ella me miró de nuevo. "Dime que estoy equivocada".
Sacudí la cabeza, con las orejas pegadas a la cabeza. "No está s
equivocada". La alcancé pero ella se apartó .
veintinueve
"¡Esto es una mierda!" Estaba gritando como una gaviota y no me
importaba. Las lá grimas corrieron por mi rostro y las sequé con enojo.
Drym volvió a alcanzarme y esta vez dejé que me estrechara entre sus
brazos. La parte inferior de su mandíbula presionó la parte posterior de
mi cabeza y su calidez se filtró a través de mí. Mi ira dio paso a la
desesperació n.
Lo amaba.
La comprensió n me golpeó como si me estuvieran marcando en un
baló n prisionero. Me enamoré de él y la sola idea de que pudieran
recapturarlo o matarlo hizo que mi corazó n se arrugara hasta
convertirse en una pequeñ a canica.
Sentí má s que escuché sus palabras, mi oído presionado con fuerza
contra su pecho. “Todo estará bien. Planearemos para cada
contingencia”. É l se rió entre dientes sin alegría. "Después de todo, es
para lo que nos diseñ aron".
"Iré".
Las cabezas de todos se volvieron hacia Roul. Se quedó mirando al
suelo, con la postura rígida y las manos apretadas en puñ os.
Kragen estaba negando con la cabeza. “Sabes que no puedes. Te
necesitaremos en caso de que algo salga mal”. Miró a Zeus. “Lo mismo
ocurre con Thurl, Cavi y Quin. Teniene que ser Drym o yo”.
Sabía, antes de que se tomara la decisió n, que sería Drym. Kragen era el
primero al mando, la mente má s estratégica. Drym no se quedó atrá s,
pero incluso él había admitido que Kragen era el primero y el segundo
por una buena razó n.
Envolví mis brazos alrededor de la cintura de Drym y lo sujeté fuerte.
Era irracional, pero mi mente me decía que si de alguna manera lograba
aguantar, nada malo podría pasarle. Podría evitar que se fuera.
Finalmente me levantó en sus brazos y me abrazó mientras lloraba. No
escuché a los demá s hacer sus planes. Drym se agachó conmigo todavía
acurrucada en sus brazos y lloré hasta quedarme dormida.
Me desperté cuando él se puso de pie. Los demá s tenían rostros
sombríos, incluso Bacon.
Bull estaba guardando su computadora portá til, indicando que la
reunió n había terminado.
“¿Podemos ponerle un rastreador?”
Los demá s parecieron sorprendidos de que estuviera despierto.
"¿Por si acaso?"
Cavi negaba con la cabeza. “Lo escaneará n de pies a cabeza. Lo estará n
esperando”.
Zeus me miró directamente. “Con el vínculo de pareja establecido, es
posible que puedas rastrearlo. El vínculo funciona de manera diferente
para los hombres lobo y los dragones. Los lobos normalmente pueden
sentir las emociones de su pareja, incluso a través de grandes
distancias. El vínculo del dragó n es má s como una atadura, por lo que
tengo entendido. Invisible para todos menos para la pareja, es como un
hilo que los conecta para que puedan encontrar el camino hacia el otro
en todo el mundo”.
Sentí a Drym ponerse rígido debajo de mí. ¿É l no lo sabía? ¿É l no quería
eso? Me arrastré fuera de sus brazos y lo miré, lista para decirle que
forjara el vínculo en ese mismo momento, pero la expresió n de su
rostro me detuvo.
Mientras no tuvieran la intenció n de llevá rselo en ese momento, tenía
tiempo. Esperaría hasta que estuviéramos solos y luego descubriría por
qué parecía tan reacio a la idea.
Claro, había dicho antes que quería que pensara en las implicaciones de
estar emparejados de por vida antes de tomar la decisió n, pero tiempo
era lo ú nico que no teníamos.
Había cuestiones que debían solucionarse, pero eso tendría que
suceder má s tarde.
"Entonces, ¿cuá l es el plan?"
Zeus y Kragen compartieron una mirada y Zeus se lanzó a explicar
có mo planeaban atrapar a un loco y a un hada. “Pediré reunirme con un
conocido feérico mañ ana al anochecer. A menudo compartimos
informació n, por lo que no es fuera de lo comú n que nos encontremos
de esta manera. Mientras hablo con él, Drym se revelará como por
accidente.
“Eso debería ser suficiente para llamar la atenció n tanto del miembro
del consejo feérico como del Sr. Blue. Todo lo que tenemos que hacer a
partir de ahí es esperar a que aparezca uno, o preferiblemente ambos”.
“¿Qué pasa si las hadas no le dicen al miembro del consejo lo que ven
durante su reunió n?” Tiré del dobladillo de mi camisa, pero no era mi
ropa la que me hacía sentir tan incó moda.
Zeus se rió entre dientes. “Oh, lo hará . Es conocido por su incapacidad
para guardar un secreto”.
Asentí porque si intentaba hablar volvería a romper a llorar.
Bacon y Bull empacaron sus computadoras. Saltó de la mesa y escaneó
la habitació n, incluso mirando debajo del ú nico mueble y alrededor de
los otros "colmillos". Ella se levantó y suspiró .
“¡Cloque, cloqueo, Meanosaurio! ¡Es hora de irse!
Varios de los 'colmillos hicieron una mueca ante el volumen de su voz.
Bull resopló . “¿Con qué frecuencia pierdes ese pá jaro?”
Bacon murmuró algo que sonó sospechosamente como: "No lo
suficientemente a menudo".
Con un graznido y un batir de alas furioso, el ave en cuestió n emergió
de un tú nel. Su pico estaba sujeto alrededor de insectos apilados en tres
de profundidad y dos de altura. Lo ú nico que realmente pude ver de su
rostro fueron las piernas retorciéndose y la punta de su pico ancho y
estirado.
Quin retrocedió horrorizado. "Eso es repugnante".
Meanosaurus dijo algo ininteligible.
Bacon puso los ojos en blanco. "Es de mala educació n hablar con la
boca llena".
El pollo carraspeó, que fue otra experiencia nueva para mí.
Roul tomó la iniciativa y les mostró el camino para salir del sistema de
cuevas.
“Son las tres de la mañ ana. Regresaré alrededor de las tres de la tarde
para realizar los preparativos finales”. Zeus fue el ú ltimo en irse y me
dio una ú ltima mirada ponderada antes de desaparecer en la oscuridad.
No sé si fue el estrés o la energía gastada durante todos los orgasmos
alucinantes, pero estaba agotada. Agarré mi pequeñ a linterna y regresé
a la habitació n de Drym. Mis pies se sentían hechos de plomo y mis
dedos se arrastraban por el suelo. Los perdigones de metal
reemplazaron mi cerebro y cada sonido fue reemplazado por un sonido
silbido sordo.
Só lo sabía que Drym me seguía por el calor de su mano en mi espalda
baja.
Cuando llegamos a la habitació n, me desplomé sobre la pila de mantas.
No lo miré. Mi cabeza pesaba demasiado para que mi cuello pudiera
levantarla.
“Quiero forjar el vínculo”.
treinta
Aunque lo sabía Eso es lo que iba a decir, todavía me hacía hormiguear
la piel. Ya sea por anticipació n o por miedo, no lo sabía.
Negué con la cabeza. "No creo que sea una decisió n que deba tomarse
en estas circunstancias".
Ella resopló . “¿Qué circunstancias preferirías? ¿Cuando seamos viejos y
grises y lo ú nico que nos quede por delante sea la muerte? ¿Tienes
miedo o no quieres unirte a mí?
Estrangulé mi gemido. "No quiero que te sientas presionada".
Levantó la cabeza y me miró con ojos cansados. "Es demasiado tarde
para eso".
Resoplé y miré hacia otro lado. “No, no lo es. Puede tomarse todo el
tiempo que necesite para tomar una decisió n informada. No hay razó n
para apresurarse”.
Ella saltó de mi cama y yo retrocedí mientras ella avanzaba hacia mí.
“¿No hay razó n para apresurarse? ¿Está s bromeando? Sus manitas se
cerraron en puñ os a los costados. “¡Mañ ana por la noche te revelará s
ante alguien que correrá a decírselo a su jefe, que es una de las
personas que financió la investigació n para crearte! ¡Alguien que se lo
diga al director del laboratorio!
Me encogí de hombros. "Esa es la parte fá cil".
"¿Fá cil?"
Hice una mueca cuando ella chilló .
"Si eso es fá cil, ¿qué es difícil?"
Respiré hondo y ladeé la cabeza. “La espera que viene después”.
Todo su cuerpo se desinfló y se hundió sobre las mantas. “Eso es lo que
tengo miedo. No creo que sobreviva la espera sin algú n tipo de
conexió n contigo”.
"Estaré bien".
“No puedes decir eso. No sabes lo que va a pasar”.
Gruñ í en lo má s bajo de mi garganta. “Siempre volveré a ti. No necesito
un vínculo de pareja forjado que me diga hasta dó nde llegaría para
volver a tu lado. Soportaría mil vidas en cautiverio si eso significa que
está s a salvo”.
“¿No lo ves?” Las lá grimas corrieron por sus mejillas. "Si no tengo una
forma de sentir que está s bien, estaré en el infierno".
Me agaché frente a ella y lamí su mejilla. Ella se alejó de mí y quise
romperme en un milló n de pedazos. "No puedo sentir que te he
presionado para pasar toda la vida atado a un monstruo".
“No te veo como un monstruo. Me has protegido, me has cuidado, desde
el momento en que choqué contra tus piernas. Me has hecho sentir
segura. Nunca me has menospreciado ni me has hecho sentir estú pida”.
Su pecho se elevó con una gran inhalació n. “No me enamoré de un
monstruo. Me enamoré de ti”.
Mis oídos se movían de un lado a otro, llenos del sonido de la sangre
corriendo por mis venas. Mi mente estaba en blanco, mis mú sculos
bloqueados en su lugar. En un susurro, pregunté: "¿Dijiste que me
amas?"
“Sí, Drym. Te amo."
Se me hizo la boca agua. “¿Quieres forjar un vínculo de pareja
conmigo?” Agité mis manos hacia mi cuerpo, sin comprender
completamente có mo podía suceder esto. ¿Có mo tuve tanta suerte, no
só lo de haber encontrado a mi pareja predestinada, sino también de
que ella dijera que me amaba? ¿Có mo era posible que una criatura
cultivada en un laboratorio, diseñ ada para enfrentarse a la muerte,
fuera digna de amor?
Caminé hacia ella a cuatro patas. Esperó hasta que mi nariz estuvo tan
cerca de su cara que sentí su aliento.
"Sí. Quiero forjar un vínculo de pareja contigo”.
No queriendo esperar un segundo má s, le rasgué los pantalones.
Ella se rió . “Oh, ¿está forjado con sexo? ¡Bonus!"
Ella me ayudó a desnudarla. Cuando estuvo completamente desnuda,
me senté sobre mis patas, queriendo grabar cada línea de su cuerpo en
mi memoria. "Eres hermosa".
No esperé a que ella respondiera. Podía oler su excitació n, podía ver lo
mojada que estaba para mí cuando abrió las piernas. Me incliné sobre
ella, inclinando mi hocico hacia su hombro. Mientras metía mi polla en
su delicioso calor, la mordí fuerte y rá pido.
La euforia me llenó . Ella tuvo un orgasmo y su coñ o me apretó como un
tornillo de banco mientras me retiraba. Ella gimió cuando empujé de
nuevo. El sabor de su sangre, como el vino má s dulce, cubrió mi lengua.
"Mierda, me mordiste".
Mis colmillos todavía estaban enterrados en la suave hinchazó n entre
su hombro y cuello y me resistía a soltarlos. La informació n de Bacon
no decía cuá nto tiempo debía durar el mordisco para que el vínculo
fuera completo, solo que tenía que morderla.
Como había dicho Kendal, el sexo era una ventaja.
Sus brazos y piernas me rodearon y me instó a seguir mientras la
golpeaba contra las mantas. Me sentí poseído. Gracias a todo lo santo
que ella emitió gemidos de placer porque no podía parar.
Otro orgasmo la atravesó y cerré los ojos para saborear la sensació n de
sus paredes apretadas a mi alrededor, la forma en que mis pú as se
doblaban hacia adelante y hacia atrá s mientras me movía. Mis garras
traseras arañ aron la roca mientras intentaba forzarme má s
profundamente, pero ya estaba en el límite de su cuerpo.
Jadeé y me solté cuando una sensació n extrañ a apareció en mis oídos.
Mi pelaje se puso de punta y sentí como si la electricidad está tica
llenará el aire. Un extrañ o resplandor dorado nos envolvió .
“¿Está s viendo esto?” Ella jadeaba y sus caderas todavía se movían
contra las mías, pero tenía los ojos abiertos de asombro.
“Sí, lo veo”.
No había nada sobre esto en las notas de Bacon. La luz palpitó con
nosotros mientras la tomaba. Se hizo má s y má s brillante hasta que
ambos tuvimos que cerrar los ojos. No pude contenerme má s cuando
sentí su tercera liberació n. Me gasté dentro de ella, la luz detrá s de mis
pá rpados increíblemente brillante antes de apagarse.
Me puse boca arriba y la coloqué contra mi pecho. Ambos miramos con
asombro las diminutas motas doradas de luz que bailaban a nuestro
alrededor.
Extendió una mano hacia uno y éste se alejó , como si hubiera una
burbuja entre ella y él. "Son tan hermosos".
“¿Crees que son nuestra atadura?” Retumbé, en voz baja, como si hacer
ruido pudiera romper el hechizo.
Ella se rió . "No sé. Tener luces danzantes que nadie má s puede ver no es
tan extrañ o como un pollo que habla, así que es posible”.
Frotó su mano por mi pecho y alrededor de mi cuello. “Me mordiste”.
Asentí. "Fue el mordisco lo que forjó el vínculo".
"Entonces, ¿el sexo fue...?"
Sonreí. "Una ventaja".
treinta y uno
Las pequeñ as luces dorada danzantes todavía estaban allí cuando
desperté. Só lo que ahora se extendieron por la puerta de la habitació n.
Rebusqué en mi maleta y encontré un par de jeans limpios y una
camiseta. No tenía idea de qué hora era, pero era antes del anochecer.
Drym no se iría sin despedirse.
No me molesté con la linterna. Las luces oscilantes abrieron el camino.
Podía escuchar voces en la caverna principal, pero nadie gritaba ni
parecía molesto.
Lamenté no haberme molestado en ponerme los zapatos cuando me
golpeé el dedo gordo del pie con una piedra suelta. Ni siquiera había
terminado mi maldició n cuando Drym apareció corriendo por la
esquina.
Me levantó en sus brazos y me llevó de regreso a la habitació n, donde
Zeus y el resto de los colmillos estaban inclinados sobre papeles
esparcidos sobre la mesa.
“Cavi, trae el botiquín de primeros auxilios. Kendal se lastimó el dedo
del pie”.
“¿Có mo supiste que me lastimé el dedo del pie?”
É l sonrió y se golpeó el antebrazo con la punta de una garra.
El mismo punto en mi antebrazo se pellizcó . "¡Ay!" Me tomó un minuto
darme cuenta. “Oh…” Miré a Zeus. "Pero pensé que se sentían
emociones, no cosas físicas".
É l asintió . "Nunca he visto a ningú n compañ ero reaccionar ante la
lesió n de su compañ ero como lo hicieron ustedes dos".
Cavi se acercó con el botiquín de primeros auxilios. "Dado que somos
una mezcla de dos especies de cambiaformas, es de esperar que
nuestros vínculos se comporten de manera diferente a los de cualquiera
de los contribuyentes".
“Lo que podría explicar que veamos luces danzantes en lugar de una
atadura má s parecida a una cuerda, ¿verdad?”
La cabeza de Cavi se inclinó mientras pensaba. "Sí, esa es la explicació n
má s probable".
"No puedo creer que tengas ambos". Zeus estaba negando con la
cabeza. "Estoy casi celoso, pero no estoy seguro de querer sentir cada
corte de papel que recibe mi pareja".
"Hablando de..." Jadeé mientras Cavi vertió antiséptico en mi dedo del
pie. "¿Cuá ndo podré conocer a tus amigos?"
Rá pidamente levantó las manos. “Oh, no estoy emparejado. Só lo dos
miembros de mi equipo han tenido tanta suerte”. Apartó la mirada y se
aclaró la garganta. "No estoy seguro, pero prometo que los reuniremos
a los tres pronto".
“Te haré cumplir esa promesa. Especialmente si muerden el anzuelo”.
"Entiendo." Me dio una sonrisa comprensiva antes de volver su atenció n
a lo que ahora podía ver que era un mapa.
Kragen señ aló el estacionamiento detrá s de mi edificio de
apartamentos y la línea de á rboles. "Zeus se reunirá con las hadas aquí".
Movió su garra una pulgada hacia el bosque. “Drym estará aquí.
Después de entablar una conversació n con el hada, él se moverá hasta
aquí”—su garra se acercó al estacionamiento—“antes de caminar
paralelo a la línea de á rboles durante varios metros”.
“Si mi contacto lo ve, usaré la palabra naranja para que Drym sepa que
debe interrumpir. Si no lo hago, Drym volverá sobre sus pasos, pasará
junto a nosotros nuevamente y continuará en esa direcció n”. É l sonrió .
“La vista de las hadas es mejor que la de los humanos. No creo que
necesitemos el viaje de regreso”.
Mi corazó n amenazaba con salirse de mi pecho. Intenté consolarme con
el hecho de que todos parecían tan tranquilos, pero no funcionó . Yo era
la ú nica que estaba asustada.
No fui creada para esto. No era un tipo de seguridad sobrehumano
(juego de palabras), ni una má quina de matar diseñ ada genéticamente.
Yo era solo un humano. Una humana que habría muerto esa noche en el
bosque si no fuera por Drym.
No tenía ninguna habilidad especial. No pude sobrevivir durante
semanas con só lo un trozo de cuerda o algo así. Apenas pasé los
veranos de Damruck con el aire acondicionado a todo trapo. Iría a tres
tiendas diferentes si la principal no tuviera mi marca específica de
pasta de dientes.
Estaba tan lejos de ser ruda como una persona podría llegar a ser. ¿Por
qué pensé que alguna vez podría ayudarlos?
“Kendal, ¿alguna vez viste a los hombres a cargo? ¿Lo suficientemente
bien como para reconocerlos? El cuerpo de Kragen estaba suelto,
relajado.
El mío amenazaba con romperse en pedazos porque estaba tan
apretado. Logré asentir. “Creo que los tres tipos clave fueron los que
bajaron poco después de que me metieran en la jaula del só tano. Nos
examinaron a cada uno de nosotras y luego nos dieron nú meros. Un
cuarto hombre tomó notas”. Tragué. “Reconocería a esos cuatro, como
reconocí a Bill”.
Kragen asintió , pero las cejas de Zeus se arquearon.
“¿Quién es Bill?”
Drym respondió por mí. "Uno de los hombres que intentó recuperar
Kendal".
Zeus asintió . “¿Cuá ntos había?”
"Tres." Mi voz era sorprendentemente fuerte y me dio una pizca de
confianza. Miré a Zeus directamente a los ojos. "No hay supervivientes".
É l asintió . “Tenemos equipos de limpieza cuando es necesario. Te daré
su informació n de contacto”.
La cá lida mano de Drym recorrió mi espalda. No necesitaba el consuelo.
No estaba triste porque esos hombres estuvieran muertos. Eran seres
humanos horribles. Quizá s eso me convirtió en una mala persona, pero
en ese momento simplemente no me importaba.
"Ya que está s haciendo esto en el estacionamiento de mi apartamento,
¿puedo ir a mi apartamento?"
El gruñ ido de Drym a mi espalda fue bajo, pero en lugar de erizar los
pelos de mi cuello como probablemente debería haberlo hecho, me hizo
inclinarme hacia él.
Las luces danzantes de nuestro vínculo parpadearon má s intensamente.
Estaba tan perdido.
Sabía que me iba a enamorar de él. Me resistí porque ¿qué tipo de
futuro podríamos tener? Ahora que está bamos unidos, me preguntaba
por qué estaba preocupado en primer lugar. Lo haríamos funcionar.
Está bamos destinados a estar juntos. Los destinos lo decretaron.
Todo saldría como se suponía.
Si siguiera diciéndome eso, tal vez realmente lo creería.
Zeus asintió hacia Drym. "Puedo acompañ ar a Kendal a su apartamento
antes de tomar posició n".
La mano de Drym se flexionó sobre mi espalda.
Me volví y le di unas palmaditas en el pecho. “Roul está vigilando todo.
Estaré bien encerrada en mi apartamento. Eres tú quien me preocupa”.
Su pecho subía y bajaba bajo mi mano. Sus ojos se cerraron y resopló en
mi cabello. Se enderezó y una mirada pasó entre él y Kragen que no
pude interpretar. Kragen asintió .
¿Por qué pensé que acababan de hacer un trato que realmente no me
gustaría?
treinta y dos
vagaba por el bosque, justo fuera de la vista de la línea de á rboles. Mis
ojos oscilaron entre Zeus, que estaba apoyado contra una camioneta
negra y la ventana de Kendal. Ella había encendido la lá mpara por mí.
No había pensado en preguntarle, pero poder verla pasar de vez en
cuando me daba una sensació n de paz.
La seguridad de Kragen de que si algo salía mal, primero salvarían a
Kendal no hizo dañ o.
Mis instintos gritaban que algo saldría mal. Sentí lo mismo antes de la
misió n que le quitó la vista a Thurl. No podía identificarlo, pero algo
estaba mal.
Habíamos repasado cada aspecto de nuestro plan varias veces. Hicimos
pequeñ os ajustes, pero al final ni Kragen ni yo pudimos encontrarle
ningú n fallo.
Entonces, ¿por qué estaba tan inquieto?
La delgada línea de puntos brillantes se extendía entre Kendal y yo.
Tuve que mirar para verlos y se desvanecieron en mi visió n periférica.
Estaba bien siempre y cuando no desaparecieran por completo.
No tenía idea de que cuando Kendal pidiera unirme, sería igualmente
bienvenido para mí. Saber que podía encontrarla, que sentiría si
resultaba herida, me dio una tranquilidad que no creía posible.
Mientras ella estuviera bien, no importaba lo que me pasara.
Los faros barrieron los á rboles a mi alrededor y mis oídos se
agudizaron. Un deportivo bajo se detuvo junto a Zeus y de él se apeó un
hombre alto y larguirucho.
Su corto cabello rubio era un alboroto ingeniosamente arreglado para
que pareciera que se había levantado de la cama de esa manera, pero
probablemente tomó horas perfeccionarlo. Caminó con paso oscilante
mientras rodeaba el capó de su auto y le tendía la mano a Zeus.
“Aymar”.
"Zeus. ¿Por qué me has traído al fondo del má s allá ?
Su voz era suave, pero tenía una nota de acero.
"Como dije, tengo informació n que transmitir".
El hada miró a su alrededor y arrugó la cara. “Bueno, pá salo. No quiero
quedarme aquí mucho tiempo”.
Zeus negó con la cabeza. "Impaciente, como siempre veo". La voz de
Zeus adquirió un tono duro. "Necesitaré algo de ti a cambio".
"Por supuesto." Aymar agitó la mano en un círculo aireado.
"He encontrado cierto conocimiento de una nueva criatura que existe
aquí mismo en Damruck".
Intentó ocultarlo, pero pude ver que el comportamiento del hada se
animaba. “¿Qué clase de nueva criatura?”
"Uno capaz de enfrentarse a dragones".
La mano de Aymar revoloteó alrededor de su cuello, pero su sorpresa
fue solo una actuació n profunda. "Bueno, esa es una buena noticia".
"Se dice en la calle que estas criaturas está n asociadas con un humano".
Esa fue mi señ al. Me acerqué a donde estaban los dos hombres. Pateé
una piñ a, haciéndola deslizarse frente a mí mientras me abría paso
entre los escasos pinos.
Mantuve mi nariz apuntando má s hacia el bosque. Mis ojos revelarían
demasiado de mi ubicació n.
Había recorrido unos cinco metros cuando oí a Aymar jadear.
"¿Viste eso?"
“Vi una luciérnaga parpadeando en color naranja”.
"No, eso no."
Me adentré má s en el bosque y tuve la confirmació n de que me habían
visto. Un zumbido bajo dirigió mi atenció n hacia el cielo. La tenue luz de
una pequeñ a luna dificultaba la visió n, pero el objeto que volaba sobre
nuestras cabezas nos había seguido en tantas misiones que era fá cil de
reconocer.
"¡Drone!" Llamé a mis hermanos estacionados cerca. No tuve tiempo de
hacer nada má s. Mú ltiples silbidos suaves anunciaron los cientos de
dardos que llovieron sobre mí. Me pasé los antebrazos por la cabeza y
rugí de frustració n. No había nada que pudiera hacer.
"¡Retírense! Reagrupense. Kendal sabrá dó nde encontrarme”.
Hombres con equipo tá ctico, armas en alto y ojos muy abiertos se
dirigieron hacia mí. Mi visió n se volvió borrosa. Me puse en cuclillas y
extendí las palmas de las manos. Si pudiera escapar de la captura sin
sufrir lesiones graves, mis posibilidades mejorarían durante cualquier
intento de rescate.
Busqué la ventana de Kendal mientras redes envolvían mi cuerpo desde
tres direcciones. Tenía las manos apretadas contra el cristal y el rostro
pá lido. El miedo en sus ojos fue lo ú ltimo que vi antes de que las drogas
me absorbieran.
No era la primera vez que me drogaban y sabía que el efecto
desaparecería rá pidamente. También aprendí a quedarme quieto y en
silencio, fingiendo estar inconsciente el mayor tiempo posible. El
tiempo para evaluar mi situació n fue invaluable.
Los científicos siempre confían má s en sus sedantes de lo que deberían.
Lentamente, los sonidos se separaron y se volvieron distintos. Estaba
dentro de un transporte, con las muñ ecas y los tobillos atados. Dos
guardias iban detrá s conmigo y escuché a un conductor y a un científico
delante.
Los guardias susurraban, tratando de pasar desapercibida su
conversació n.
“¿Puedes creer esta mierda? ¿Qué es esa cosa?
“No lo sé, pero espero que no se despierte antes de que lleguemos a las
instalaciones. No quiero enredarme con eso”.
“Oh, vamos Carl. Se rindió sin luchar. Quizá s tengan algú n tipo de
control sobre ello”.
"O tal vez sabía que las drogas lo dejarían inconsciente y decidió
esperar el momento".
“Creo que podríamos aceptarlo. Nada sobrevive a un disparo de rifle a
quemarropa”.
Me encantaría decirle que tendría que asegurarse de que la bala entrara
en mi cerebro. Y espero que mis reflejos estuvieran tan embotados que
no lo destripe antes de que pudiera apretar el gatillo.
Los desconecté y me concentré en la parte delantera del vehículo. La
voz del científico me pareció familiar, pero no pude ubicarla. Ella estaba
dando instrucciones en voz baja al conductor, que el conductor
respondía con gruñ idos. Ninguno de ellos hablaba tanto como mis dos
guardias.
No importaba. Como dijo el má s inteligente, esperaría el momento
oportuno. Cometerían un error. Siempre lo hicieron.
treinta y tres
Estaba hiperventilando. Lo sabía, Zeus lo sabía, los otros colmillos lo
sabían. Cavi intentaba desesperadamente que redujera la respiració n.
Quin flotaba detrá s de él, su comportamiento normalmente indiferente
había desaparecido.
"Cavi, haz algo".
“¿Qué crees que estoy haciendo, Quin?”
“Nos va a matar”.
Quin se movió detrá s de mí y sentí un susurro cuando levantó las
manos.
"¿Qué está s haciendo?"
“Prepará ndonos para atraparla si se desmaya. Lo mínimo que podemos
hacer es asegurarnos de que no sufra una lesió n cerebral traumá tica”.
Quería reírme de eso, pero no pude conseguir suficiente oxígeno. Mis
pulmones eran del tamañ o de canicas, y tampoco de grandes.
Mi visió n se estaba volviendo negra en los bordes. Al menos Quin
evitaría que me golpeara la cabeza. No quería que Drym sufriera una
conmoció n cerebral.
Unos ojos grandes y oscuros aparecieron en mi estrecho campo de
visió n. ¿Por qué estaba Bacon en mi apartamento? Sus manos heladas
enmarcaron mis mejillas y me quitaron má s y má s precioso aliento. Su
piel era como hielo.
Sus manos bajaron por los costados de mi cuello y se posaron sobre mis
clavículas. Un pulso de energía recorrió mi columna y de repente pude
respirar de nuevo. Mi visió n se aclaró y mis pulmones se expandieron.
Cerré los ojos y respiré hasta que me aseguré de que mi cuerpo estaba
nuevamente bajo mi control.
"Gracias." Logré graznarle a la mujer má s pequeñ a.
Ella agitó sus manos en el aire. Intentó sonreír, pero no pudo lograrlo.
Sopló en las yemas de sus dedos, chamuscadas de rojo y con aspecto
enojado. "No lo menciones".
"¿Qué pasó ?"
Quin me entregó una botella de agua. "Ataque de pá nico."
"No conmigo." Puse los ojos en blanco. “Sé que estaba teniendo un
ataque de pá nico. Me refiero a Bacon.
"Oh, bueno". Hizo una mueca cuando Cavi le untó crema en las manos.
"Soy una bruja de la energía, así que le di a tu cuerpo un pequeñ o botó n
de reinicio".
"¿Te quemaste las manos?"
Ella resopló . “Sí, bueno, esa es la cuestió n. No puedo usar mis
habilidades sin sorprenderme. Cuanto má s quiero regular la energía
que fluye fuera de mí, má s dañ o se hace”.
Debí parecer horrorizada porque ella inmediatamente comenzó a
intentar tranquilizarme.
“¡Está bien, de verdad! No uso mis habilidades con frecuencia y,
considerando todo, las quemaduras eléctricas se curan bastante
rá pido”.
Quin inclinó la cabeza hasta su nivel y se dobló casi por la mitad. "No
creo que eso esté ayudando".
"No." Saqué la P. "En realidad, me hace sentir peor".
Zeus entró por la puerta de mi casa, con el pelo erizado en todas
direcciones. Asintió hacia Bacon y luego se pasó los dedos por el cuero
cabelludo, revelando có mo su peinado normal estaba tan desordenado.
“¿Qué sabemos?”
"Necesito una casa má s grande".
Todos los ojos se volvieron hacia mí y me encogí de hombros. Mi
cerebro no estaba en condiciones de disparar a toda má quina,
prefiriendo limitarme a temas má s seguros que la visió n de Drym,
completamente inerte mientras cuatro hombres vestidos con equipo
tá ctico negro lo metían en la parte trasera de una camioneta.
Preocuparme de que si solo dos wyrfags abarrotaban mi pequeñ o
apartamento, nunca podría albergar a los seis, era un territorio mucho
mejor.
Cavi dio una respuesta má s apropiada después de que me miraron
durante má s tiempo del que me resultaba có modo.
“Usaron un dron. Dardos sedantes seguidos de redes lo sometieron”.
Sus ojos se dirigieron hacia mí.
“Se rindió sin luchar. Aprendimos hace mucho tiempo a guardar
nuestras fuerzas para la oportunidad que eventualmente le brindará n”.
Estaba sacudiendo la cabeza. “No, no estamos esperando. Vamos a
perseguirlo”. Me dejé caer en el sofá y comencé a ponerme las botas.
"Planeamos este resultado, Kendal".
Zeus estaba usando su voz de "cá lmate, pequeñ a dama" y yo no
aceptaba nada de eso.
“¿Planeaste que supieran de la reunió n? No. No lo hiciste. Se suponía
que las hadas só lo debían verlo. ¡Esto fue una emboscada! ¿Có mo
supieron configurarlo? ¿Có mo estaban preparados con un maldito
dron?
Los ojos de todos se dirigieron de mí a Zeus.
“Aymar sabía de ellos y que se habían escapado. Cuando me comuniqué
con él, supuso que le iba a contar sobre ellos, así que les contó a sus
superiores sobre la reunió n”. Sacudió la cabeza. “Dado que la existencia
de los wyrfangs se mantuvo en secreto, la ú nica manera de haber
sabido sobre ellos fue si hubiera visto uno o me hubieran contado sobre
ellos. Enviaron al equipo con la esperanza de que yo los llevara hasta ti.
Debería haberlo sabido mejor, pero ya no importa. Lo hecho, hecho
está”.
"Vamos a entrar y atraparlo".
Su pesada mano cayó sobre mi hombro y me encogí de hombros, no
queriendo que nadie me tocara.
“Sí, lo somos. Pero no esta noche. Necesita tiempo para recopilar la
informació n que necesitamos”.
Crucé los brazos sobre mi pecho. "¿Cuá nto tiempo?"
Zeus miró a Cavi, quien miró a Quin, quién puso los ojos en blanco.
“Pidió una semana”.
"¿Una semana?"
Incluso Bacon hizo una mueca ante mi chillido.
“Joder, no. No voy a quedarme sentada durante una semana mientras él
está siendo torturado en algú n laboratorio infernal”.
"No lo torturará n". Todos miraron a Cavi. "Querrá n capturarnos a todos
antes de que seamos castigados". Bajó la voz. “Querrá n que nos veamos
sufriendo. Para hacernos entender la desesperanza de otro intento de
fuga”.
“¡Bueno, eso no está pasando! Ya es bastante malo que hayan atrapado
a Drym. No van a atrapar al resto de ustedes”. Salté y caminé a través de
mi sala de estar y de regreso, cada dos pasos eran golpeteos fuertes, ya
que solo logré ponerme una bota.
Metí mi dedo índice en el duro mú sculo del pecho de Zeus. “¿Y có mo
sucedió esto de todos modos? Pensé que se suponía que tu contacto
vendría solo”.
Se frotó el pectoral maltratado. “Lo hizo. Lo siguieron. Estaba tan
sorprendido como nosotros. Probablemente porque teme las
repercusiones. A los fae no les agradará que comparta secretos fuera de
clase.
"Bueno, al menos sabemos que un fae definitivamente está confabulado
con BioSynth". Me senté de nuevo y me hundí en el gastado respaldo de
mi sofá usado. “¿Qué hacemos ahora?”
"Vas a odiarlo".
Le corté los ojos a Cavi. "Ya lo hago".
"Esperamos". Zeus levantó una mano antes de que pudiera protestar. “Y
nos preparamos. Necesito traer a un par de miembros del equipo
especializados para conferenciar con Kragen y el resto de los wyrfangs.
"Mientras tanto, creo que puedo resolver al menos un problema".
"Oh, ¿cuá l es ese?" Miré de reojo al hombre lobo.
“La de que tu apartamento es demasiado pequeñ o. Bull encontró lo que
parece ser una propiedad perfecta. Solo necesitamos su aprobació n y la
de los hermanos antes de firmar el contrato”.
"Finalmente, algunas buenas noticias". Me animé y me puse la otra
bota. Estaba en la puerta cuando me di cuenta de que no me seguían.
“¿Qué estamos esperando?” Chasqueé los dedos. “Los bienes raíces no
esperan a nadie, mujer o wyrfangs
treinta y cuatro
No sentí nada má s que el frío piso de concreto de la celda en la que me
encerraron. Todavía fingía dormir, pero ese truco no funcionaría por
mucho má s tiempo. Ya era bastante difícil permanecer inerte mientras
los guardias me empujaban hacia el interior de este edificio.
Me senté y temblé como si acabara de despertarme de la droga.
Hicimos un buen trabajo destruyendo el laboratorio cuando escapamos,
pero lograron construir uno nuevo má s rá pido de lo que esperá bamos.
No hubo creatividad en el diseñ o. Yo estaba en la segunda celda má s a la
izquierda de seis. Dos cá maras colocadas dentro de la celda y otra
docena esparcidas por el á rea exterior mantenían sus ojos fijos en mí
sin parpadear.
Había una gran ventana de observació n que se extendía a lo largo de la
habitació n frente a las celdas. Parecía ser un espejo, pero era de cristal
unidireccional. Me pregunté si el director estaba allí ahora, mirá ndome.
Mi celda estaba vacía. Ni cama, ni lavabo, ni retrete. No esperaba
ninguno. Só lo conseguimos esos lujos después de una buena misió n. A
menudo se los retiraban poco después por alguna infracció n
imaginaria.
Me puse en cuclillas y apoyé la espalda contra la pared. Apoyé la cabeza
sobre los brazos cruzados y miré la línea de puntos de luz en
movimiento. Eran fuertes y firmes. No sentí ningú n dolor reciente en mi
cuerpo.
Kendal estaba a salvo.
Estoy seguro de que a estas alturas mis hermanos ya le habían contado
el plan en caso de que me capturaran. Estaría muy enojada. Me alegré
de que no pudiéramos sentir las emociones del otro.
Por muy tranquilo que pareciera por fuera, no podía negar que volver a
estar bajo el control de los científicos me asustaba muchísimo. Era peor
ahora. Sabía de lo que eran capaces y en lugar de creer que así era todo,
había experimentado la libertad. Amabilidad. Esperanza.
Amor.
No estoy seguro de cuá ndo me enamoré de Kendal, pero estaba
bastante seguro de que fue poco después de que cayera sobre mis
piernas esa primera noche. La confusió n que sentí cuando algo tan
pequeñ o provocó que emociones tan grandes me invadieran debería
haberme dado una pista. La agresió n y la necesidad de mantenerla a
salvo, incluso de mis hermanos, fue otra señ al.
Me contuve, no quería presionarla para que pasara toda su vida con un
monstruo. Especialmente después de leer la informació n de Bacon de
que los vínculos cambiaformas son para toda la vida.
Cuando ella huyó de mí, sus ojos brillantes y sus carcajadas cuando la
atrapé lo hicieron innegable. Mi corazó n era suyo. Mi cuerpo es suyo
para mandar. Mi alma es suya para hacer con ella lo que ella desee.
Amaba a mis hermanos, pero el profundo sentimiento que tenía por
Kendal iba mucho má s allá .
Tenía que salir de aquí.
Y só lo podría hacerlo cuando tenga la informació n que necesitá bamos.
La prueba concreta de que un fae estaba trabajando con un humano en
experimentos ilegales en contra de los deseos del consejo. Que
planeaban dar un golpe de estado.
No sabía có mo iba a conseguirlo, pero sabía que só lo tenía una semana.
Ese fue el momento que habíamos acordado. Me darían una semana
para encontrar lo que pudiera, y luego mis hermanos y toda la
Seguridad Sobrehumana vendrían por mí.
La ú nica puerta que daba al laboratorio exterior se abrió . Un científico
entró en la habitació n. Sus tacones marcaron un ritmo entrecortado
sobre el suelo de cemento. Se detuvo tan cerca del frente de mi celda
que cuando se giró hacia un lado, su portapapeles chocó contra él. Su
largo y liso cabello castañ o recogido en su rostro desde el severo moñ o
en la nuca, dá ndole una apariencia estirada.
Mi mandíbula se abrió antes de cerrarla de golpe. La ú ltima persona
que imaginé ver aquí, vestida con una bata de laboratorio blanca y con
sus credenciales prendidas en el bolsillo del pecho, fue Isabellele
Blackwell.
Ella debería estar escondida. Después de todo, ella nos ayudó a escapar.
Mis oídos se abrieron y temblé. Ella habló rá pidamente. El glamour que
nos había puesto a los dos no duraría mucho.
"Lo lamento. Fingí ser una víctima. Nunca imaginé que capturarían a
uno de ustedes”. Sus ojos se dirigieron a las cá maras en las esquinas de
mi celda. “Tuve que quedarme con BioSynth. Sabía que continuarían su
investigació n, contigo o sin ti. He estado buscando pruebas, las
identidades de los principales interesados, cualquier cosa con la que
pueda exponerlos”.
"¿Lo has encontrado?"
"No. Aú n no."
“Buscaremos juntos”.
Ella asintió y pude sentir que la presió n en mis oídos disminuía.
Antes de que su hechizo se desvaneciera por completo, soltó : “¿Roul?”
"Tal como se esperaba".
Ella se encogió , así que supe que entendía. No, no le estaba yendo nada
bien. É l vio su negativa a venir con nosotros como una traició n, pero no
lo fue. Sería bueno verlos reunidos.
Su voz cambió , su tono cortante y profesional mientras ladraba
ó rdenes. "Pá rate y gira".
Tardé en seguir sus instrucciones, pero las seguí.
En general, ella me catalogó como una posesió n preciada.
“El sujeto dos aparece en buen estado de salud y condició n. Sin heridas
evidentes. Escamas y pelaje brillantes y relucientes. Ojos que brillan
apropiadamente”. Golpeó con su bolígrafo el costado del portapapeles.
"Abre la boca".
Me quedé boquiabierto y agregué un gruñ ido a mi actuació n para
aquellos que miraban.
"Dientes intactos".
Sin decir má s, se fue. Había un silencio sepulcral. Yo era el ú nico ser
vivo dentro de esta habitació n insonorizada. Mi corazó n suspiraba por
Kendal. Me concentré en nuestro vínculo; Las luces parpadean para
llamar mi atenció n. Espero que los haya visto parpadear. Espero que
ella supiera que le estaba enviando amor y consuelo.
No sentí ninguna de esas cosas. Por primera vez en mi vida estaba solo.
La soledad era una emoció n miserable.
treinta y cinco
Nuestras luces de enlace parpadearon y de alguna manera supe que
era Drym estaba bien. Me relajé un poco y me dejé contemplar la
majestuosidad frente a mí.
La propiedad era una pequeñ a reserva no muy lejos de Damruck. Un
camino de grava atravesaba el medio de un denso bosque y terminaba
en una larga estructura que se utilizaba para reuniones.
El interior estaba polvoriento y estancado por el desuso, pero las
ventanas a ambos lados estaban funcionales. En el extremo opuesto
había una chimenea gigante. Había suficiente espacio en el interior para
que los seis wyrfangs estuvieran có modos, ademá s de bastantes otros
seres sobrenaturales y (espero que algú n día) humanos.
Los pisos eran hermosos, de tablones anchos en forma de corazó n de
pino. Fá cilmente podía imaginar lo que haría una buena limpieza y una
mano de pintura.
Fue perfecto.
"¿Hay alguna casa?"
Zeus negó con la cabeza. “No, pero ya hay sitios de construcció n
mapeados y probados. Pensé que cada uno de ellos querría elegir su
plano de planta y estilo arquitectó nico”.
“Eso probablemente sea prudente. Tendremos que darles opciones. La
gran cantidad de planos de casas disponibles sería abrumadora.
¿Quizá s tres opciones en cada estilo? Pueden reducirlos a partir de ahí”.
"Entonces, ¿lo apruebas?"
“Lo apruebo mucho. Sin embargo, no estoy segura de có mo vamos a
permitirnos esto”.
“Como dije antes, el consejo pagará la cuenta, y lo que ellos no cubra, lo
haré yo. Nos ocupamos de los nuestros”.
Casi me hundí de alivio. Fue un sueñ o hecho realidad en muchos
sentidos. Mucho terreno para que los 'colmillos corran y sean libres. La
posibilidad de elegir el plano de casa que se adapte a cada una de sus
necesidades y personalidades. Lo suficientemente alejado como para
no ser molestado, pero lo suficientemente cerca como para permitirme
ir a la ciudad cuando lo necesitara.
Giré un círculo lento hasta que me enfrenté a Zeus nuevamente. Sonreí.
"Lo aceptaremos". Luego jadeé y me tapé la boca con la mano. “¡Quiero
decir, un segundo!” Salí afuera con una sonrisa vertiginosa. "Entonces...
¿qué piensan, chicos?"
Los cinco se miraron. Kragen habló por ellos. “¿Crees que es apropiado?
¿Crees que se adaptará a nuestras necesidades?
Asentí. "Sí."
“Entonces estamos de acuerdo. No tenemos un marco de referencia
para estas cosas. Confiamos en ti, Kendal”.
Cuatro palabras que me hicieron llorar. No estaba segura de que alguien
hubiera dicho antes que confiaba en mí. Mis padres ciertamente no lo
hicieron, que en paz descansen. No me malinterpretes, los amaba, pero
ellos esperaban una hija rebelde y yo no lo era. Saqué buenas notas y
siempre cumplí el toque de queda. Todavía me preguntaban dó nde
estaba y con quién estaba.
No importaba que llevara una vida muy aburrida durante mi
adolescencia y mi juventud. No fue hasta que murieron en un accidente
automovilístico que me solté un poco. Pasé un buen añ o
emborrachá ndome todas las noches en los bares de la ciudad. Cuanto
má s só rdido, mejor.
Hasta que me cansé de tener resaca todos los días.
Me gustaría pensar que llegué a un punto medio feliz. No era una
monja, pero tampoco andaba má s con bandas de motociclistas.
Supongo que en lugar de las motocicletas y el cuero mis gustos habían
cambiado hacia las pieles y los cuernos.
Thurl puso su mano tentativamente sobre mi hombro. Sus orejas
cayeron y gimió . “¿Por qué está s triste, Kendal?”
“No estoy triste, estoy feliz. Son lá grimas de felicidad”.
Miró a sus hermanos, con la cabeza ladeada. “¿Este lugar te hace feliz?”
Negué con la cabeza. “No, me haces feliz. Ha pasado un tiempo desde
que tuve amigos que se preocupaban por mí. Incluso hace má s tiempo
que no tengo familia”.
Quin, Cavi y Thurl inclinaron la cabeza hacia atrá s y aullaron. Kragen
tenía una sonrisa indulgente en su rostro.
"¿Lo que está sucediendo?"
“Tú también nos haces felices. Son aullidos felices”.
Mis lá grimas no pararon, ni siquiera después de una carcajada. Thurl
me levantó y me hizo girar antes de casi tirarme al suelo y retroceder.
"Lo siento."
Me sequé las lá grimas de las mejillas. "Está bien."
Bull apareció de alguna parte, su cuerpo alto y desgarbado y su há bito
de ir a todas partes con una computadora portá til no obstaculizaban su
capacidad de moverse sin sonido. Aunque los colmillos lo oyeron, sus
cabezas girando como un banco de peces.
“Nuestra oferta ha sido aceptada y está n dispuestos a cerrar de
inmediato. Aparentemente la propiedad ha estado vacía el tiempo
suficiente como para que estén felices de deshacerse de ella”. Sostenía
el portá til en la palma de su mano izquierda, con los ojos pegados a la
pantalla y la derecha escribiendo. Finalmente levantó la vista después
de unos minutos. “Tendremos que enviar un representante al cierre.
¿Quién quiere actuar como representante del wyrfang?
Kragen dio un paso al frente. "Kendal debería irse".
Zeus giró la cabeza en esa direcció n. “Quien vaya firmará el papeleo
para adquirir la propiedad del inmueble. Uno de los miembros de mi
equipo puede sustituirlo usando una de sus nuevas identidades”.
Puse mi mano sobre el antebrazo de Kragen y se tensó bajo mis dedos.
Me recordó que no estaban acostumbrados al contacto afectuoso y mi
corazó n se rompió por ellos. Decidí abrazarlos a cada uno una vez al
día.
“Kragen, aprecio que te ofrezcas a incluirme en la escritura, e iré si
quieres, pero tú o uno de tus hermanos también deberías estar en ella.
Entonces podrá n nombrar oficialmente a los beneficiarios, de modo
que si algo le sucediera a uno de ustedes, los demá s no tendrían que
preocuparse de que les quitaran sus casas”.
“¿No podrías convertirnos en tus beneficiarios?” Tropezó con la palabra
desconocida.
Asentí. "Podría, ¿supongo?" Miré a Zeus en busca de confirmació n.
Nunca antes había tenido nada que valiera la pena asignar a un
beneficiario.
"Sí. Eso funcionaría. A los ojos del consejo de la sociedad, tú y Drym
está is unidos, por lo que automá ticamente os convertís en herederos de
la propiedad del otro. Son las reglas y regulaciones normales las que a
veces pueden resultar complicadas. Tenemos un abogado feérico que
podrá afrontar las complejidades má s adelante.
"Bueno, entonces." Me sacudí las manos en los jeans. “Firmaré el
papeleo. Mientras hago eso, Zeus, ¿puedes mostrarles a los colmillos
cada uno de los sitios de alojamiento para que puedan decidir quién
estará y dó nde?
"Por supuesto."
Cuando me deslicé en el lado del pasajero del SUV de Bull, la alegría por
la exitosa expedició n inmobiliaria se desvaneció . Las luces de enlace
flotaron alrededor de mi cabeza y se extendieron en la distancia. Espero
que estés bien. Escaneé mi cuerpo en busca de nuevos dolores y
molestias y no había ninguno, pero todavía no podía evitar la sensació n
de que la bestia que amaba estaba en un lugar miserable con gente
horrible.
Y no pude hacer nada para ayudarlo.
treinta y seis
Los Pensamientos de Kendal me impideron caer en un pozo de
autocompasió n. Eso y las visitas esporá dicas de Isabellele eran lo ú nico
que rompía la monotonía de la vida dentro del laboratorio.
Durante una visita, me dijo que mi presencia había sido una distracció n
suficiente para que su bú squeda de pruebas condenatorias se acelerara
considerablemente.
Al menos hubo algo bueno en mi captura.
Todavía no habían abierto mi celda por ningú n motivo, lo que
significaba que no podía ayudarla en absoluto. Sabía que Kendal estaba
a salvo con mis hermanos fuera del alcance de estos científicos, pero
Isabellele estaba encubierta en medio de ellos. Me preocupé por ella. Si
algo le sucediera, Roul se volvería loco.
Thurl ya era tan tímido y reservado que casi parecía salvaje. No podía
perder a otro hermano por una abstinencia inquietante.
Roul quedó desconsolado cuando desapareció después de nuestra fuga.
Mis hermanos y yo dejamos de preguntarle si quería buscarla cuando
su cará cter iba empeorando. Sabía que el dolor que sentía era
abrumador. Sobre todo porque ninguno de nosotros sabía por qué se
negó a venir con nosotros.
Ahora lo sabía. Ella realmente nunca nos dejó . Estaba tratando de
protegernos de la ú nica manera que sabía: volviendo a BioSynth de
forma encubierta. Literalmente arriesgando su vida.
Tuviéramos pruebas o no, cuando salí de aquí ella iba conmigo. No
arriesgaría la felicidad de mi hermano.
Ella tenía que ser su compañ era. Se comportó con ella de la misma
manera que yo lo hice con Kendal.
Kendall.
Su rostro quedó grabado en mi memoria, su olor parecía llenar mis
fosas nasales y su sabor inundó mi boca de saliva.
Escuché que la puerta exterior se abría, pero no levanté la cabeza. Un
olor agrio y quemado empujó el dulce aroma de Kendal de mi nariz y
me enojó irracionalmente. Levanté la vista, sorprendida de ver a un
solo hombre.
Generalmente venían en pares o en paquetes.
Supuse que sería de mediana edad, a juzgar por las canas de su pelo y
su bigote. Tenía gafas de montura fina muy bajas en la nariz, lo que me
hizo preguntarme si eran necesarias o simplemente un intento de
parecer má s inteligente.
Aunque no era demasiado pesado, parecía pastoso. Suave por todas
partes. Las mangas de su camisa de vestir estaban arremangadas hasta
los codos, dejando al descubierto unos antebrazos excesivamente
peludos. Sus labios se apretaron formando una fina línea.
"Me has costado mucho tiempo y dinero con el tonto intento de
escapar".
Me levanté en toda mi altura y me acerqué lo suficiente a la barrera
entre nosotros que mi aliento empañ ó el cristal.
“¿Esperas que me disculpe?”
É l no retrocedió ni se inmutó . Este era un hombre que tenía poder real.
Quien fue por el mundo creyéndose invencible por la influencia y el
dinero que poseía.
É l resopló . "No. No te crié para que fueras débil. Sin embargo, espero
que me digas dó nde está el resto. Su rá pida recuperació n les evitará a
usted y a ellos un dolor considerable”.
Fue entonces cuando me di cuenta de que su camisa era azul, sus
pantalones y zapatos limpios y lustrados. Este era el Sr. Blue.
"¿Sabes que te llaman Sr. Blue?"
Eso abrió mucho sus ojos. Se recuperó rá pidamente. "¿Quien?"
“Toda la sociedad que sabe de ti”. Cerré mis manos en puñ os, dejando
que mis garras se hundieran en mis palmas para no golpear. Habíamos
aprendido hace mucho tiempo que era inú til. Las paredes que nos
contenían eran de varios espesores de vidrio a prueba de balas. Todos
nos habíamos roto una garra al intentar atravesarla.
"Así que encontraste la sociedad". Suspiró y chasqueo su lengua. “Ojalá
no hubieras hecho eso, pero habla de la inteligencia y la estrategia que
te inculcamos. Hace que nuestra operació n sea má s complicada, pero
nada que nuestros socios no puedan manejar”.
“¿Te refieres al miembro del consejo feérico que está trabajando
contigo?”
Eso puso rígidos sus mú sculos. Casi podía ver los engranajes de su
mente trabajando detrá s de sus ojos. Tratando de descubrir cuá nto
sabíamos y có mo habíamos obtenido la informació n tan rá pido.
Esperaba que revelar ese poco de lo que sabíamos le hiciera cometer un
error. La necesidad de negarlo solía ser fuerte entre los humanos
poderosos cuando eran atrapados.
Cuando él simplemente sonrió y se fue, incrementé la cantidad de
amenaza que pensé que representaba. Este hombre no era ajeno a los
negocios turbios y a navegar en aguas má s profundas. Para descartar
tan fá cilmente lo que habíamos descubierto, debía ser verdaderamente
poderoso.
Só lo unos minutos después de que él se fue, apareció Isabellele. Mis
oídos se abrieron cuando ella vino hacia mí. Ella estaba sonriendo.
“No sé qué le dijiste, pero ¡vaya, está enojado! Ahora mismo está en su
oficina gritá ndole a alguien tan fuerte que todo el piso puede oírlo”.
"Me alegro de que esté má s nervioso de lo que parece".
“Oh, sí, definitivamente lo sacudiste. Todos está n tratando de
dispersarse antes de convertirse en un blanco fá cil para su ira. Voy a
utilizar su concentració n en lo que sea que salió mal para registrar su
oficina”.
"¿Qué? No puedes hacer eso. Te atrapará n”.
“No, no lo haré. Nadie se atreve a entrar allí si él no los ha invitado. Lo
escuché pedir su helicó ptero, así que tan pronto como salga del edificio,
entraré y saldré. Fá cil como Pan comido, limó n exprimido ”.
"Fá cil... ¿qué?"
Sacudió la cabeza y levantó su portapapeles mientras mis oídos volvían
a estallar. Hizo un par de marcas en el papel, me guiñ ó un ojo y se fue.
Me picaba la piel y flexioné las manos mientras caminaba. No me gustó
su idea. Había demasiadas incó gnitas, demasiados riesgos. Mis oídos
giraron mientras buscaba cualquier señ al de alarma. El tiempo pasó
má s lento que antes sin nada que hacer má s que preocuparse.
Me deslicé por la pared del fondo, me apoyé en cuclillas y me concentré
en las luces de enlace. Todavía eran fuertes, todavía bailaban
alegremente en el aire entre yo y la puerta que me alejaba de mi pareja.
Conté mis respiraciones, las grietas en las baldosas del piso, la cantidad
de veces que las cá maras cobraron vida, cualquier cosa que me
distrajera de lo que podría estar sucediendo al otro lado de la puerta.
Todo sonido cesó con un chasquido y me sumergí en la oscuridad.
La voz distorsionada de Isabellele dijo: "Prepá rate para moverte".
Me arrastré hacia la puerta de mi celda, manteniéndome agachado. La
ú ltima vez que lanzó un hechizo tan poderoso, todas las puertas de la
celda se abrieron y fuimos liberados. Esta vez no fue diferente. La
puerta se abrió y entró un sonido.
Escuché el clic con el tiempo justo para moverme hacia un lado. La
puerta exterior voló hacia adentro, tan cerca que sentí la brisa que
provocaba al pasar.
Entró un hombre con el pelo oscuro, peinado hacia atrá s y una sonrisa
desquiciada. Lo reconocí como Wasp, uno del pueblo de Zeus.
"¡Hola! Este es tu rescate”. Hizo una profunda reverencia y pasó un
brazo hacia afuera. “Si pudieras dar un paso por aquí. Date prisa,
seguramente habrá n oído eso”. É l se rió entre dientes.
Sacudí la cabeza y lo seguí por un largo pasillo. Las luces rojas
parpadeaban en lo alto y la gente corría aterrorizada de una habitació n
a otra, dejando rastros de papeles como rastros de babosas.
El hombre me tendió la mano. “Soy Wasp, ordenanza de explosivos para
Seguridad Sobrehumana. ¡Zeus dice 'hola'!
"Recuerdo." Miré su mano y luego mis propios dedos rematados en
garras. Saludé.
É l sonrió . "Bien, probablemente sea una mejor idea".
“¿Isabellele?”
“Ella envió la batiseñ al cuando encontró pruebas que vinculaban al
director de BioSynth con el concejal feérico. Había estado esperando la
oportunidad de hacer estallar algo”.
"¿Está ella a salvo?"
Me miró . “No puedo decirlo. Su ú ltimo comunicado fue que el trabajo no
estaba hecho y que ella resurgiría cuando supiera má s”.
"Mierda." Roul iba a volverse loco.
Wasp se encogió de hombros. “Las brujas son impredecibles, pero
só lidas. Estoy seguro de que ella estará bien”.
Olí a hierba y agua antes de doblar la esquina y pasar por un agujero
que había hecho una explosió n en la pared. La puerta trasera de una
camioneta con ventanas oscurecidas se abrió y la cabeza de Kendall
asomó .
"¡Entra!"
treinta y siete
Drym se Lanzó al interior del vehículo y me aplastó contra su pecho.
"¿Qué está s haciendo aquí?"
Lo apreté tan fuerte como pude y presioné mi oreja contra su pectoral.
Escuchar el constante latido de su corazó n me dejó respirar. “É ramos el
vehículo má s cercano cuando Wasp pidió la expulsió n. Bull quería
seguir adelante y dejar que viniera alguien má s, pero lo convencí de lo
contrario”.
Desde el asiento del conductor, Bull gritó : “Es decir, como si ella me
hubiera apuntado con un arma”.
"Funcionó , ¿no?"
Los brazos de Drym palpitaron a mi alrededor. “Deberías haber
escuchado. Podrías haber resultado herida”.
"¿A mí? ¿Podría haberme lastimado? Me aparté y lo empujé. “Fuiste
capturado por científicos locos. ¡Me he vuelto loca pensando en lo que
te estaban haciendo ahí dentro! De ninguna manera iba a hacerte
esperar un segundo má s si pudiera evitarlo”.
El todo terreno paso por un bache y Drym me subió a su regazo. "Lo
habrías sentido si me hubieran hecho dañ o".
“No uses la ló gica. Este no es momento para la ló gica”. Envolví mi mano
alrededor de su hocico y bajé su cabeza para poder mirarlo a los ojos.
“Cuatro días, Drym. Estuviste ahí cuatro días.
Lamió mi antebrazo, los dos lados de su lengua subieron por los lados
de mi muñ eca. "Te extrañ é."
“No creas que no sé lo que está s haciendo. Me está s distrayendo. Voy a
dejar que funcione porque yo también te extrañ é”.
Pasé mis brazos alrededor de su cuello y me incliné hacia él. Pasó sus
garras por mi cabello, con cuidado de no rasparme el cuero cabelludo.
"Voy a hacer que Cavi me quite las garras".
Me recosté. "En absoluto. Encontré una solució n y llegará n en uno o dos
días”.
Echó una oreja hacia atrá s. "¿Qué es?"
“Ya verá s”. Sonreí ante su gruñ ido.
Bull entró en el camino de grava y los oídos de Drym se animaron. "¿A
dó nde vamos?"
Sonreí. “Todos ustedes tienen nuevas viviendas. Los arreglos para
dormir son temporales, pero la construcció n de las casas de Kragen y
Cavi comenzará la pró xima semana”.
Salté cuando Bull se detuvo frente a lo que habíamos llamado el saló n
comú n. Seguía siendo la ú nica estructura de la propiedad, pero no por
mucho tiempo. Una pared tenía palés, montones de mantas y un
colchó n inflable espaciados a lo largo de ella. No pude convencer a
ninguno de ellos para que compraran colchones, pero esperaba que
aceptaran.
Todos nos mudamos tan pronto como se terminó el papeleo. No quería
estar demasiado lejos de los hermanos de Drym, en caso de que algo
saliera mal y tuvieran que rescatarlo temprano.
El día después de firmar la documentació n, seguí las luces de nuestros
bonos hasta que llegamos a una puerta cerrada y vigilada. Señ alé dó nde
estaba Drym dentro del edificio bajo bloques de concreto gris. Querían
que me fuera a casa después de eso, pero ya no sentía que mi
departamento fuera mi hogar.
La larga mesa de madera con bordes vivos que servía como pieza
central en la cueva ahora se encontraba en el medio de la sala comú n.
En un extremo había ordenadores portá tiles y en el otro montones de
planos.
Los hermanos corrieron hacia adelante y rodearon a Drym. No se
abrazaron, pero Kragen le puso una mano en el hombro.
"¿Está s ileso?"
"Sí. Fue extrañ o. Só lo entraron dos científicos y el que supongo es el Sr.
Blue. Hicieron lecturas está ndar e hicieron preguntas está ndar, pero
creo que esperaban que les diera su ubicació n. Logré poner nervioso al
Sr. Blue y el laboratorio se convirtió en un borró n de actividad, pero
para entonces ya estaba saliendo con Wasp.
Kragen asintió . "Nuestro contacto en el interior confirmó que
esperaban utilizar amenazas de violencia contra nosotros para
persuadirte que divulgaras nuestra ubicació n".
Capté la ligera inclinació n de Kragen en direcció n a Roul. Drym me dijo
en el auto que Isabellele se quedó integrada con BioSynth y que nunca
se había ido. Todavía estaba tratando de erradicar todos los zarcillos
malignos de la empresa.
No estaba seguro de si a Roul le gustaría saber que ella no lo había
abandonado, o si estaría má s desconsolado porque ella no abandonara
la bú squeda.
Todos nos volvimos hacia la puerta cuando entraron Zeus, Bull y Wasp.
Zeus le dio una palmada en la espalda a Drym.
"Es bueno tenerte de vuelta".
Drym hundió la nariz y me empujó un paso má s lejos de Wasp.
El hombre elegantemente vestido só lo se rió . "Creo que lo asusto".
"Su entusiasmo por los explosivos no inspira mucha confianza en su
estabilidad mental".
Empujé a Drym. "Eso es de mala educació n".
Bull soltó una carcajada. "Pero totalmente exacto".
Una Avispa completamente impenitente se encogió de hombros.
Bull instaló su computadora portá til en el ú nico espacio que quedaba
en la mesa. “Hemos echado un vistazo superficial a los datos que envió
su informante. Tanto BioSynth como las hadas han hecho un buen
trabajo cubriendo sus huellas y sus traseros. El señ or Blue, cuyo
verdadero nombre es Robert Willis, tiene un acuerdo operativo con el
gobierno normal y una orden de sanció n del consejo de las fae.
“É l no se inmutó”. El gruñ ido de Drym fue bajo.
"¿Qué es eso?" -Preguntó Zeus.
“Willis no se inmutó cuando le revelé que habíamos desenterrado sus
secretos. Entonces supe que era peligrosamente poderoso. Que se
siente intocable”.
“Esos dos respaldos son sin duda el motivo. Incluso si lo llevaran ante
todo el consejo de la Sociedad, podría decir que pensaba que los fae
estaban hablando en su nombre. Nadie en un gobierno normal se
atrevería a cuestionarlo”.
Zeus y Bull compartieron una mirada. "Creo que es hora de que todo el
consejo se reú na con los wyrfangs".
treinta y ocho
“Voy contigo”.
Llevé a Kendal afuera y caminamos silenciosamente hacia lo profundo
del bosque. Intenté preparar argumentos en contra de su afirmació n,
pero no se me ocurría ninguno.
La verdad era que la quería a mi lado.
Asentí. "Por supuesto."
Ella se detuvo y me miró fijamente. "Pensé que lucharías contra eso".
Tomé con cuidado sus mejillas entre mis palmas. "A menos que el riesgo
sea demasiado grande, te quiero conmigo, siempre".
Zeus, Bull y Wasp se fueron hace horas. La pró xima reunió n del consejo
de sociedad sería en dos días. Tiempo suficiente para ver el sitio de
construcció n que Kendal eligió para nosotros y explorar nuestro nuevo
hogar.
Fue surrealista. Esta propiedad, este refugio era nuestro. Le
devolveríamos el dinero a Zeus en la medida de lo posible ayudá ndole
en casos que requirieran nuestros talentos ú nicos. Zeus nos aseguró
que no necesitaba ningú n pago, pero no nos sentiríamos bien si no
devolviéramos nada.
Incluso ahora se estaban levantando vallas de seguridad alrededor del
perímetro de la reserva. La valla mantuvo alejados a los humanos, pero
permitió que la vida silvestre deambulara libremente. El bosque detrá s
del apartamento de Kendal no tenía ni la mitad de tamañ o que éste.
Había pasado la mayor parte de mi vida en una caja pequeñ a y
traslú cida, siendo observado. Sin privacidad. Sin autonomía.
La libertad era abrumadora.
Kragen y Cavi se adaptaron bien. Quin enmascaró cada emoció n con
una fuerte dosis de humor, por lo que era difícil saber cuá les eran sus
verdaderos sentimientos. Thurl y Roul lucharon. Su propó sito singular
era la agresió n. Ambos estaban aprendiendo una nueva forma de vida.
No sería una transició n fá cil para ellos.
Esa noche le contaría a Roul sobre Isabellele. Zeus advirtió contra esto,
pero mis hermanos y yo no guardamos secretos. Aú n estaba por verse
si ayudó o causó má s dañ o. De cualquier manera, estaríamos a su lado.
Pasar del cautiverio a este espacio abierto fue discordante. Esperaba
que en cualquier momento me lo quitaran. Redes que caerá n del cielo,
dardos tranquilizantes que volará n desde todas direcciones. Sabía que
tomaría tiempo para que pareciera real. Aú n má s tiempo para que se
sienta seguro.
Esperaba que Kendal me facilitara el camino.
Podría ser injusto imponerle tal carga.
"Confío en ti, quizá s demasiado".
Sus cejas se juntaron. "¿Qué quieres decir?"
“Te veo como un salvavidas. Como un vínculo con la realidad de la
libertad y la seguridad”.
Me rodeó con ambos brazos y presionó su mejilla contra mi pecho. “Tú
también eres mi salvavidas. Me rescataste y me has mantenido a salvo”.
Su inhalació n se estremeció . “Tú eres mi hogar”.
Acaricié su cuello y ella se rió .
"Nariz fría".
Pasé mi lengua a lo largo de la curva de su clavícula, hasta trazar su
mandíbula. Ella suspiró y se inclinó hacia mí.
“No hay nadie cerca, ¿verdad? ¿Ninguno de los demá s está cerca?
Incliné la cabeza y escuché. "No, no estan cerca".
"Bien." Agarró el dobladillo de su camisa y se la pasó por la cabeza,
luego se bajó los pantalones y la ropa interior. Se quitó el sujetador y se
quedó desnuda frente a mí, como una reina ninfa del bosque.
"Eres impresionante". Susurré con reverencia mientras me acercaba.
“No soy digno de tus afectos”.
"Pero los tienes de todos modos".
Pasó sus manos por mi vientre y volvió a bajar, agarrando mi polla
hinchada.
"No sé qué 'padre' te dio estas espinas, pero necesito enviarles una
canasta de frutas o algo así".
Se inclinó por la cintura y chupó mi punta con su boca. Logré
estrangular a “dragó n” antes de que el habla se volviera imposible.
Enterré mis garras en el á rbol má s cercano para evitar hundirme en el
suelo mientras su boca hacía magia. Vi có mo la punta de su lengua
movía la fila en espiral de pú as cortas, enviando repetidos destellos de
placer a través de mí.
Fue una especie de tortura deliciosa.
Estaba vibrando con la necesidad de hundirme en ella.
Sucumbí al impulso y la recosté en el suelo. Ella jadeó cuando metí mi
nariz entre sus muslos, bañ ando mi hocico en su aroma a madreselva y
lamiendo su entrada.
Ella se retorció y gimió mientras la trabajaba hasta que mordí su clítoris
y ella gritó .
Vi las paredes de su coñ o apretarse.
"Qué codicioso".
Hizo un ruido suave mientras bajaba de su orgasmo, que se convirtió en
un gemido cuando empujé hacia adentro. Su cá lido calor envolvió mi
polla y me hizo poner los ojos en blanco.
"No estoy seguro de poder ser amable".
Me agarró la nariz y acercó mis ojos a los suyos. "Bien. Quiero que mi
monstruo me folle. Quiero sentir que está s aquí, a salvo, conmigo”.
Temblé con la profundidad de la emoció n corriendo por mis venas.
Amaba a esta mujer má s que a la vida misma. Había matado por ella y
lo volvería a hacer. Todo mi mundo era esta mujer pequeñ a y suave,
instá ndome má s rá pido con sus tacones.
No podía acercarme lo suficiente, lo suficientemente profundo, para
satisfacer mi necesidad de poseer, de marcar, de no dejar dudas de que
ella me pertenecía.
Hundí mis garras en la tierra a ambos lados de su cabeza, con cuidado
de mantener las puntas afiladas alejadas de ella mientras golpeaba su
cuerpo.
Llegué con un rugido y la tomé en mis brazos. Cuando recuperé el
aliento, suspiré en su oído: "No puedo perderte".
Ella apretó sus brazos alrededor de mi cuello. "Yo tampoco puedo
perderte".
"Eliminaré todas las amenazas contra ti".
"Estaré a tu lado mientras lo haces".
Sentí su sonrisa contra la gorguera de mi pelaje.
“Derribemos a estos imbéciles”.
treinta y nueve
Drym y yo dormimos en el claro donde se construiría nuestra casa.
Rodeada de él, cá lida y segura acurrucada en su pecho, era fá cil fingir
que el peligro había pasado. Sonreí mientras atravesaba la puerta hacia
el saló n comú n.
A mitad de camino hacia la mesa, me detuve. Los seis colmillos se
juntaron en el otro extremo formando un círculo suelto, con los
mú sculos rígidos por la tensió n. Roul estaba en el centro, con los ojos
cerrados y las manos apretadas en puñ os.
Los demá s murmuraron en voz baja. No podía oír lo que decían, pero
era obvio que intentaban calmarlo y tranquilizarlo
Ladeé la cabeza en cuestió n cuando Drym me miró .
Sacudió la cabeza y me señ aló con la nariz, diciéndome sin decirme que
saliera.
Dudé hasta que Roul abrió los ojos, inclinó la cabeza hacia atrá s y rugió .
La cantidad de dolor y enojo en ese sonido me hizo retroceder. Le
habían hablado de Isabellele. Era lo ú nico que tenía sentido. Me
preguntaba si era lo correcto, pero lo hecho, hecho está .
Verme podría significar má s dolor, así que me fui. Mi corazó n se rompió
por él. Entendí por qué Isabellele hizo lo que hizo, pero le resultaría
difícil no sentirse abandonado.
No pasó mucho tiempo antes de que Drym saliera y llegara a donde yo
estaba sentado en la camioneta que nos dejaron los cambiaformas.
"Está perdido en la niebla".
“¿La niebla?”
Drym miró hacia otro lado y bajó las orejas. “En momentos de mucha
emoció n o estrés, entramos en un estado que llamamos niebla. Nuestro
enfoque se reduce a un solo punto, un solo objetivo. Sobrevivir, por
cualquier medio. No se registra nada má s”.
Suspiró . "Nos hace impredecibles, incontrolables y peligrosos para
todos los que está n cerca".
“¿Cuá nto tiempo estará en esta niebla?”
"No estoy seguro, pero preferiría que no estuvieras aquí por un
tiempo".
Asentí. “Está bien, iré a la ciudad. De todos modos, creo que tengo un
paquete que recoger”.
Se inclinó hacia el auto y me abrazó . Enterré mi cara en el pelaje de su
cuello e inhalé.
“Ten cuidado, Kendal”.
"Lo haré."
Soltó una exhalació n temblorosa y regresó al interior.
El camino hacia Damruck me llevó entre pinos y campos recién arados,
esperando ser plantados. Canté las ú ltimas canciones pop a todo
pulmó n y me sentí mejor que en semanas.
Drym estaba de vuelta a salvo. El suave brillo de las luces de nuestro
vínculo parecía bailar conmigo. Entré en un centro comercial con una
cafetería local y me regalé un café con leche y un exquisito croissant de
chocolate.
Mi siguiente parada fue la oficina de correos. Cuando me mudé de mi
apartamento, abrí una caja ya que el complejo wyrfang aú n no tenía
buzó n. Me sentí mareado al encontrar el aviso del paquete y sonreí
como un villano trastornado cuando se lo quité al trabajador.
La abrí y chillé cuando estaba de vuelta en el auto. Mi amigo había
ayudado mucho a mí. Eran perfectos. Los guardé nuevamente en la caja
y decidí hacer una ú ltima parada antes de regresar a casa.
Salí de la tienda balanceando la bandeja de veinticuatro pastelitos en mi
antebrazo mientras buscaba las llaves en mi bolso. Esperaba que la
delicia azucarada distrajera a Roul por uno o dos segundos.
En la camioneta, los puse sobre el capó y me dije por enésima vez que
necesitaba un bolso má s pequeñ o.
No vi a los tres hombres hasta que me rodearon. Me giré para correr,
pero uno me rodeó la cintura con un brazo y me tapó la nariz y la boca
con un pañ o. Una furgoneta se detuvo y la puerta lateral se abrió .
La adrenalina me recorrió y luché con todo lo que tenía, só lo que no era
mucho. Mis extremidades estaban lentas, mis pensamientos lentos y
mis ojos perdieron el foco.
Recuerdo el dolor agudo que sentí cuando mi espinilla golpeó el borde
de la puerta de la camioneta justo antes de hundirme en la oscuridad.
cuarenta
Respiré profundamente cuando un cuchillo me atravesó mi espinilla.
Me agaché para inspeccionar mi pierna, pero no había nada allí.
Kendall.
Salí corriendo, pero el claro frente a la casa comú n estaba vacío.
Nuestras luces de enlace se extendieron en la distancia, pero antes de
que pudiera despegar a cuatro patas, la mano de Kragen me rodeó el
brazo.
"¿Qué ocurre?"
Me solté de su agarre. "Algo le pasó a Kendal".
Podía escuchar a mis hermanos gritá ndome mientras me ponía a cuatro
patas y salía corriendo, siguiendo las luces pulsantes que me llevarían
hasta mi pareja.
cuarenta y uno
parpadeé Abrí los ojos y me quedé mirand fijamente, tratando de
descubrir dó nde estaba y qué había sucedido. Me secuestraron. De
nuevo. El recuerdo de haber sido empujada dentro de la camioneta
volvió rá pidamente y me senté presa del pá nico.
Lo lamenté inmediatamente. Mi cabeza daba vueltas como si hubiera
pasado toda la noche haciendo lo mejor que pude para beber una
destilería. Gemí y me dejé caer en el sofá .
Escuché una puerta abrirse y cerrarse, luego el crujido de una silla
mientras alguien se sentaba cerca.
“He puesto un poco de agua frente a ti. Muévete lentamente. Te dieron
un sedante para facilitar el transporte, pero exageraron un poco la
dosis”.
"¿Dó nde? ¿Quien?" Mi cerebro se había tomado unas vacaciones y
sentía la boca como si hubiera intentado comerme un paquete de bolas
de algodó n.
La silla volvió a chirriar y levanté mis pá rpados de 200 kilos. El sr. Blue,
también conocido como Robert Willis, estaba sentado en una silla
plegable barata como si fuera un trono. Tenía las piernas estiradas
frente a él, los brazos cruzados sobre el pecho y una corbata azul
característica que revelaba su identidad.
É l ladeó la cabeza hacia mí. "Nos hemos conocido." Una pequeñ a
sonrisa se dibujó en sus finos labios, haciéndolo parecer un dibujo
animado.
Resoplé. "Por supuesto. El hombre que disfruta cazando mujeres en el
bosque”.
É l se encogió de hombros. "Uno de muchos pasatiempos". Miró
alrededor de la pequeñ a habitació n. “En cuanto a dó nde, eso no
importa. Sospecho que no estaremos aquí por mucho tiempo”.
Avancé poco a poco hasta quedar en posició n vertical y agarré la botella
de agua del suelo. Bebí la mitad mientras escaneaba mis alrededores.
La habitació n parecía haber sido alguna vez una oficina. Una larga
ventana daba a una extensió n de cemento un piso má s abajo. En algú n
momento, esto debió haber sido una instalació n de fabricació n de algú n
tipo, pero ahora era un cascaró n vacío.
Me senté en un sofá que estaba roto en varios lugares, con el relleno
asomando y su vida ú til como mueble claramente había terminado hace
mucho tiempo. No había nada má s en la habitació n.
Mis brazos pesaban demasiado para sostener la botella de agua por
mucho tiempo y los dejé caer sobre mi regazo. "Entonces, Robert, ¿y
ahora qué?" Destaqué su nombre. Quería que supiera que sabía quién
era. Probablemente estaba firmando mi propia sentencia de muerte,
pero en ese momento estaba tan enojada que no me importó .
Si estaba sorprendido, no lo demostró . Drym tenía razó n. Este hombre
no se inmutó .
"Ahora esperamos a que mi escuadró n descarriado venga a rescatarte".
É l se rió entre dientes ante mi confusió n.
“Imagínese mi sorpresa cuando mi personal me informó que la clave
para recuperar una inversió n extravagante era la misma mujer que
escapó de mi persecució n. Ahora tiene sentido có mo desapareciste esa
noche. Cuando los perros perdieron tu rastro, asumimos que te habías
caído en un pozo viejo o en otro peligro similar. Luego apareciste en tu
apartamento.
“Tuvimos que enviar hombres tras ti, por supuesto. No sería bueno que
se hablara de nuestro pequeñ o pasatiempo. Pero tú también los
eludiste. Debería haberlo sabido cuando desaparecieron sin dejar
rastro”.
Sacudió la cabeza y chasqueado como si se reprendiera a sí mismo por
no haberlo visto antes.
“A-546 nunca dijo una palabra mientras lo tuvimos. ¿Lo sabías?
Me quedé en silencio.
“Sabía que no revelaría la ubicació n de los demá s y un tema no es
suficiente para exigir el precio que necesito para que este proyecto
valga la pena. Necesito a todo el equipo”.
Miró su reloj. Era uno de esos de alta tecnología, la cara cuadrada
mostraba mucho má s que la hora.
Mi cerebro finalmente procesó lo que estaba diciendo. Yo era un cebo.
Esto era una trampa. Y conociendo a Drym, funcionaría.
Tenía que encontrar una manera de evitar que viniera.
Robert volvió a consultar su reloj. “Fue bastante sencillo insertar un
rastreador mientras estaba abajo. Es má s difícil hacer que parezca que
el plan de escape del cambiaformas no fue demasiado fá cil”. Suspiró .
"No esperá bamos que su escondite fuera tan seguro".
Me quedé callada. No quería interrumpirlo cuando estaba absorto en su
discurso de villano.
"Después de que se nos escapó de las manos por segunda vez, decidí
dejarte ir".
Resoplé.
“Te lo prometo, Kendal. Exploramos todas las vías para recuperar los
wyrfangs sin involucrarte, pero este fue nuestro mejor camino”.
"Los matará n a todos".
Sus delgados labios se extendieron nuevamente en esa sonrisa malvada.
"No contigo como incentivo para asegurar su cooperació n".
Miró su reloj y se puso de pie. “Bebe tu agua. Estará n aquí pronto y
necesito mostrarles que comportarse resulta en un buen cuidado”.
La insinuació n de que portarme mal resultaba en un mal trato hacia mí
flotaba en el aire.
“Veo que lo entiendes. Bien." La puerta se cerró detrá s de él.
Piensa en Kendal, piensa. Tiene que haber una manera de advertirles.
Dejé caer la cabeza entre las manos y mis ojos se clavaron en el rasguñ o
sangriento que tenía en la pierna. Puse mi antebrazo sobre mis muslos
y respiré profundamente. Luego me grabé una palabra en la piel, una y
otra vez, y esperé con todas mis fuerzas que lo descubriera.
cuarenta y dos
Me Detuve justo dentro de la línea de á rboles que rodea el almacén.
Tenía que ser inteligente con esto. Necesitaba asegurarme de que
Kendal no resultara herida mientras la rescataba.
El edificio estaba a oscuras. El estacionamiento a su alrededor se
resquebrajó por la maleza que luchaba por sobrevivir en los pequeñ os
espacios donde la tierra se encontraba con el aire.
Del lado que estaba frente a mí había una pequeñ a puerta. El cristal de
su pequeñ a ventana estaba roto, pero el alambre entre los cristales aú n
contenía los ú ltimos fragmentos.
Mi oreja derecha se giró hacia atrá s cuando mis hermanos se
detuvieron detrá s de mí. Se desplegaron en fila, Kragen a mi derecha y
Roul a mi izquierda. Mi cabeza giró primero hacia la izquierda, pero la
atenció n de Roul nunca se apartó del almacén.
Kragen negó con la cabeza. "Es una trampa, Drym".
"Lo sé." Durante los ú ltimos minutos, la palabra "trampa" arañ ó la piel
de mi antebrazo. Mi dulce y hermosa compañ era me estaba advirtiendo.
"Deberíamos llamar a los cambiaformas".
Giré la cabeza hacia nuestro líder de facto. "No los necesitamos".
Sacudió la cabeza. “No, pero su presencia podría hacer que Willis se lo
piense dos veces antes de su plan.
"No con sus dos tarjetas para salir de la cá rcel, como las llamó Bull".
"No sabemos lo que nos espera dentro".
Gruñ í, en lo bajo de mi garganta. “Mi compañ era nos espera”. Me senté
en cuclillas. "Pero no podemos abordar esto sin un plan".
Kragen respiró hondo. “Necesitamos informació n. Necesitamos saber el
tamañ o y la ubicació n de la fuerza interna”.
Meti la nariz. "Necesitamos a Zeus".
La pesada mano de Roul aterrizó sobre mi hombro. “Está n en camino.
Cavi y Quin, espérenlos en la carretera”.
Las puntas de sus garras se clavaron en mí y llamaron mi atenció n.
"Si siente que la lastiman, no esperaremos".
Asentí, aunque todo dentro de mí rugió . Mi pareja estaba a unos cientos
de metros de distancia. Ninguna célula de mi cuerpo quería esperar.
cuarenta y tres
Mi cabeza cayó hacia atrá s contra el cojín del sofá . Después de
terminar el agua, me recosté. La habitació n todavía giraba, pero había
disminuido su velocidad. Tenía que creer que mi mensaje había sido
recibido. No pude oír ningú n alboroto y el suelo del almacén estaba tan
vacío como lo vi por primera vez.
Nuestras luces de enlace estaban muy juntas. Drym estaba cerca, pero
esperando. Los colmillos fueron criados para esto, criados para esto.
Confié en que sabían lo que estaban haciendo.
Un fuerte golpe resonó en todo el edificio. El mundo pareció detenerse
y contener la respiració n.
Escuché a Robert afuera de mi puerta y me apresuré a presionar mi
oreja contra el metal.
“Por supuesto que lo abres, idiota. Han descubierto la situació n y só lo
podemos asumir que se está n rindiendo”.
Me mordí la mejilla para no reírme mientras el dicho de asumir cosas
pasaba por mi cabeza.
Regresé a la ventana de observació n y vi dos figuras moviéndose en la
oscuridad hacia un lugar debajo de mí. La ventana daba a un conjunto
de grandes puertas enrollables, así que supuse que la puerta de paso
estaba debajo de esta oficina.
Durante unos segundos todo quedó en silencio.
Luego, todo el espacio se iluminó cuando un amplio río de llamas barrió
de un lado al otro del suelo. No tuve tiempo de preguntarme de dó nde
habían conseguido un lanzallamas, ya que la puerta de la oficina se
abrió de golpe y Robert entró corriendo.
Los gritos parecían resonar desde todas direcciones, el sonido resonaba
en las paredes de metal.
Sonreí cuando Robert cruzó corriendo la habitació n, me jaló frente a él
y me ancló a su pecho con un brazo.
Casi me atraganto estando tan cerca de él. En lugar de los duros
mú sculos y el suave pelaje de Drym, sentí como si me hundiera en un
malvavisco. Empujé contra su agarre hasta que sentí el frío acero del
cañ ó n de una pistola presionar mi sien.
"Te mataré si es necesario, así que quédate quieta".
"Cobarde", siseé.
“Prefiero el término realista. Sé lo que creé y no tengo ninguna
posibilidad de ganarles si logran llegar hasta aquí”.
El hombre que estaba detrá s de mí parecía tranquilo, pero el arma
tembló . Fue inteligente tener miedo.
Una luz naranja iluminó la habitació n y deseé poder ver el suelo. Robert
me sostuvo en el rincó n má s alejado, de modo que todo lo que podía ver
era el brillo de las llamas y el humo que flotaba en una gruesa sá bana
bajo el techo.
No sé si fueron cinco minutos o treinta, pero pronto todo el ruido cesó y
todo el lugar quedó inquietantemente silencioso. Cerré los ojos con
fuerza y recé a quien quisiera escucharme para que Drym y sus
hermanos estuvieran bien.
Me sobresalté cuando se abrió la puerta, revelando a un hombre vestido
de pies a cabeza con equipo tá ctico y con el arma al costado. Sentí a
Robert relajarse detrá s de mí hasta que el hombre cayó hacia adelante
como una tabla de madera y la puerta se cerró de golpe detrá s de él.
Incluso en la penumbra pude ver que su espalda estaba desgarrada a lo
largo de la columna.
El arma se me clavó en la cabeza y hice una mueca. Robert nos llevó de
lado a la ventana y ambos miramos hacia afuera.
El suelo estaba lleno de cadáveres. Ninguno de ellos era grande y estaba
cubierto de piel.
Mientras él se tensaba, yo me relajé. Puede que no se hubiera inmutado
antes, pero ahora lo estaba. Me hizo girar para mirar hacia la puerta y
ambos vimos có mo las puntas de cinco garras perforaban el fino metal.
La puerta se abrió hacia atrá s con un chirrido y desapareció hacia un
lado. Roul pasó .
Sonreí y le hice un gesto con el dedo.
“Kendal. ¿Está s ilesa?
"Lo estoy."
“¿Tu pierna?”
“Se raspó cuando me metieron a empujones en la camioneta. Nada
serio."
Los ojos de Roul se dirigieron al director. "Sigue siendo una lesió n".
El arma pulsó contra mi sien.
"La lastimaré mucho má s si tú y los demá s no se retiran
inmediatamente".
Roul se irguió en toda su impresionante altura y se cruzó de brazos. É l
no respondió .
“¿Me escuchaste? Sé que no eres uno de los brillantes, pero incluso tú
tienes que ver que esta es una situació n imposible de ganar”.
Sus labios se contrajeron en una mueca. “Fuiste lo suficientemente
arrogante como para crearnos. Tú , má s que nadie, deberías saber que
no hay situació n que no podamos ganar”.
"¡La mataré!"
Nos empujó un paso hacia adelante y antes de que pudiera parpadear,
el arma cayó . No perdí el tiempo corriendo hacia los brazos abiertos de
Roul. Me atrapó y me empujó detrá s de él, pero miré alrededor de su
enorme cuerpo y sonreí.
Me hice a un lado para que Robert pudiera verme. “Les dije que los
matarían a todos”.
Su hombro estaba casi separado de su cuerpo, el arma inú til en el suelo.
Detrá s de él estaba Drym, que tenía su mano alrededor de la garganta
del director. Me sentí estú pida por no mirar nunca hacia arriba. El techo
de la oficina estaba abierto al piso de abajo.
“Só lo nos han matado a mí y a mis hombres. Esto es mucho má s grande
de lo que cualquiera de ustedes imagina”.
Con un gruñ ido bajo junto al oído de Robert, Drym dijo: "Danos
tiempo".
Luego pasó la punta de una garra por la garganta del hombre y pasó por
encima de él mientras caía al suelo. Me lancé hacia él y él me atrapó , me
rodeó con sus grandes brazos y me abrazó con fuerza.
"¿Está s realmente ilesa?"
Me reí entre dientes en su gorguera. "Sabrías si me hicieran dañ o".
“Una mujer sabia me dijo una vez que en tiempos como estos no había
ló gica”.
Envolví una mano alrededor de su hocico y besé la punta de su nariz.
"Esa era una mujer inteligente, por cierto".
Me reí mientras me tomaba en sus brazos y me llevaba por unas
escaleras desvencijadas hasta el suelo del almacén. Parpadeé a
contraluz cuando salió , pero aú n podía ver a los otros cuatro wyrfangs y
cinco miembros de Seguridad Sobrehumana parados alrededor de un
grupo de mercenarios que estaban de rodillas con las manos detrá s de
la cabeza.
Drym se unió a ellos. No me menospreció y no protesté. En lo que a mí
concernía, él podría retenerme hasta el fin de los tiempos. O al menos
hasta que necesitaba orinar.
“¿Qué les pasa?” No dirigí mi pregunta a nadie en particular, sino que
fue Zeus quien respondió .
"El consejo decidirá".
Se encogió de hombros como si no le importara ni lo uno ni lo otro, y
descubrí que a mí tampoco. Habían contribuido a mantener confinados
a Drym y a otros, por lo que eran tan culpables como el resto.
“¿Supongo que ustedes fueron los que trajeron el lanzallamas?”
Los cambiaformas parecían confundidos, y luego Wasp se disolvió en
un ataque de risa. Incluso Zeus se rió entre dientes.
"¿Qué es tan gracioso?"
Zeus negó con la cabeza. "No tenemos un lanzallamas".
cuarenta y cuatro
No parecían dispuestos para explicá rselo a Kendal, y así lo hice.
"Trajeron un dragó n".
Su cabeza cayó hacia atrá s contra mi bíceps y escudriñ ó el cielo antes
de que su rostro se arrugara. "No puedo creer que me haya perdido ver
un maldito dragó n".
Todos se rieron. Instintivamente, también escudriñ é el cielo, aunque
sabía que el elegante sobrenatural negro se había ido después de que
atravesamos la puerta. Incluso si hubiéramos atravesado las puertas de
carga, no habría podido entrar.
No esperé a los demá s mientras regresaba por el bosque hasta donde
los cambiaformas dejaban sus vehículos. Mis hermanos ayudarían a
luchar contra los supervivientes.
La puse suavemente en la parte trasera de la camioneta y pasé mis
manos por sus extremidades. El rasguñ o en su espinilla parecía grave,
pero me aseguró que estaba bien. Todavía le pediría a Quin que lo
mirara cuando llegá ramos a casa.
Su mano levantó mi cara y sonrió . “Estoy bien, Drym. Sabía que
vendrías por mí, pero tenía tanto miedo de que no recibieras mi
mensaje”.
“Sabíamos que era una trampa, pero el rasguñ o en mi brazo me
ralentizó lo suficiente como para no entrar sin pensar ni razó n”. Me
incliné hacia su toque. "Has despejado la niebla".
Pasó sus manos por mi cuello y pecho. “Y ahora se acabó”.
Mis orejas se aplastaron contra mi crá neo. "No. El científico que nos
creó aú n vive. Como lo hacen muchos de los otros bajo su mando. Puede
que Willis haya sido el testaferro militar y político, pero la investigació n
que nos creó todavía está disponible”.
Su sonrisa cayó y mi corazó n se rompió porque hice que desapareciera.
"Pero esos son problemas para otro día".
Levantó la vista mientras pasaba sus manos por los costados de mi
cara, subía por mi frente y ahuecaba mis orejas, impulsá ndolas
suavemente hacia adelante. “Vá monos a casa. Tengo una sorpresa para
ti”.
Sus ojos se abrieron como platos. "¡Oh no, los pastelitos!"
Buscó algo por encima de mi hombro.
"Tenemos que volver a la tienda y conseguir el coche que conduje".
Me tomó un minuto darme cuenta de que no me estaba hablando. Los
demá s habían llegado, o al menos algunos de ellos. Me giré hasta que
pude ver que era el cambiaformas llamado Behemoth. Le gruñ ó a
Kendal, pero no habló .
Ghost salió de detrá s de él y se inclinó profundamente. “Estaré feliz de
llevarte. No hagas caso a mi amigo aquí. Só lo habla cuando su pareja
está cerca”.
El gran oso cambiaformas golpeó al lobo en el brazo. El otro hombre se
lo frotó , pero su sonrisa no flaqueó .
"Los demá s todavía está n terminando, pero podemos tomar este y
llevarte a la ciudad". Ghost saludó con la mano el vehículo en el que
había dejado a Kendal.
El cambiaformas oso gruñ ó . "Permanece"
"Bien. Quédate aquí y ayuda a hacer retroceder a los demá s”.
Conducir era una habilidad de la que no éramos capaces. Ya era
bastante difícil sentirse có modo viajando en la parte trasera de estos
vehículos grandes, pero nuestras piernas simplemente no estaban
diseñ adas para operar uno. Y como demostré cuando corrí a este
almacén en las afueras de la ciudad, realmente no los necesitá bamos.
É ramos igual de rá pidos a cuatro patas y podíamos maniobrar a través
del bosque en lugar de estar restringidos a las carreteras.
Kendal retrocedió mientras yo me doblaba junto a ella en el asiento.
Enterré mi nariz en su cabello y respiré mientras la adrenalina me
abandonaba. La senté en mi regazo y ella me rodeó el cuello con los
brazos. No pensé que alguna vez podría acercarla lo suficiente.
Ella no merecía estar atada a un monstruo como yo. Prometí hacer que
cada momento de su vida fuera lo mejor que pudiera. Me llevaría
tiempo sentirme segura, disminuir la sensació n de que me la podrían
arrebatar en cualquier momento. Que ella pueda entrar en razó n y
dejarme.
Sabía que ese sentimiento nunca desaparecería.
"Te amo." Mis palabras fueron inadecuadas para describir la sensació n
de ardor en mi pecho.
"Yo también te amo." Se echó hacia atrá s de repente y escaneó mi
pecho, mis brazos y una adorable arruga apareció entre sus cejas.
"¿Qué ocurre?"
"Está s limpio".
Mi cabeza se inclinó hacia un lado. "¿Qué?"
"No está s cubierto de sangre y gore".
Me reí entre dientes. “Sabía que no podría esperar para abrazarte. Dado
que no había un lago cerca, pensé que sería mejor rodear a mis
hermanos y dirigirme hacia donde te retenían”.
Enterró su rostro en mi pecho. "Bestia inteligente".
Ghost entró en el estacionamiento de la tienda y se detuvo junto a la
camioneta que conducía Kendal. Ella miró por la ventana.
“No puedo creer que todavía esté aquí. Se me cayó el bolso con las
llaves. Estaba seguro de que alguien lo habría robado”.
Ghost se giró en el asiento para mirarnos. “Alguien en la tienda vio
có mo te secuestraban. Llamaron al 911, quienes nos llamaron cuando
llegó la matrícula del auto a Supe Sec. River fue a la comisaría y arregló
todo”. Se reclinó y le entregó una llave a Kendal. "Traje el repuesto".
Ghost estacionó en el lado del pasajero del otro SUV, lo que me facilitó
pasar de uno a otro después de que Kendal abrió la puerta. Cerró la
puerta detrá s de mí y la oí agradecerle a Ghost antes de que se fuera a
toda velocidad.
Cuando estuvo al volante se reclinó en el asiento trasero y reapareció
con una pequeñ a caja.
"Estos son para ti".
Estaba prá cticamente vibrando de emoció n cuando abrí las solapas con
cuidado. Logré sacar una bolsa de plá stico que contenía docenas de…
algo.
“¿Qué son?” No quería herir sus sentimientos, pero honestamente no
tenía ni idea de lo que tenía.
Ella me quitó la bolsa y sacó una de las cosas. Luego tomó mi mano
entre las suyas y la deslizó sobre la garra de mi dedo índice. Miré de allí
a ella y de regreso. Ella puso los ojos en blanco y pasó mi garra por el
costado de su mejilla.
Intenté retroceder antes de desgarrarle la carne, pero ella era
demasiado rá pida.
"Tú ... no está s herida".
"¡No!" Ella me agitó la bolsa. “Estas son fundas de silicona para garras.
Un amigo los hizo para ti”. Miró a lo lejos antes de volver a centrarse en
mí. “É l puede hacerlos para los demá s, si los quieren. Estos son solo
negros bá sicos, pero dijo que puede hacer casi todos los colores del
arcoíris. No son permanentes, pero desafilan las puntas de tus garras
para que no puedas lastimarme. Quiero decir, aun así debes tener
cuidado, ya que tus garras pueden atravesar casi cualquier cosa, pero
no tendrá s que tener cuidado. ser Tan cuidadoso como fuiste”.
Mi mandíbula quedó abierta. “¿Puedo tocarte sin miedo?”
Ella asintió .
Le empujé las manos. "Ponte el resto".
Ella se rió de mí, pero se dispuso a cubrir cada una de mis garras y no
pude detener la sonrisa que se extendió por mi rostro.
Cuarenta y cinco
El edificio del consejo de la sociedad estaba justo en las afueras del
centro. Me sorprendió que se reunieran en Damruck en lugar de en una
ciudad má s grande, pero Zeus explicó que Damruck se encontraba en
una línea ley, que atraía a los sobrenaturales, por lo que tenía sentido
que el consejo se reuniera aquí.
Se reunieron en edificios similares ubicados sobre los ríos de magia de
todo el mundo.
Eran tres pisos de bloques de cemento grises anodinos con pocas
ventanas. Zeus condujo la camioneta alquilada hasta un
estacionamiento subterrá neo.
Drym me ayudó desde atrá s y el resto de los colmillos cayeron con una
precisió n mortal. Me llamó la atenció n de nuevo la forma en que se
movían, la forma en que se comportaban, la forma en que su conciencia
recorría cada centímetro de su entorno. Los marcó como lo que eran.
Monstruos especializados en matar.
Y sin embargo, rodeada de ellos, me sentí má s segura que nunca.
Zeus abrió el camino hacia la cá mara del consejo. El gran espacio
abarcaba todo el piso superior. En el centro había una mesa redonda y
gruesa, cuya superficie texturizada reflejaba las luces del techo.
La ú nica persona en la habitació n, una mujer con traje pantaló n, se
recuperó de su sorpresa inicial y se adelantó , tendiendome la mano. Lo
sacudí mientras ella se presentaba.
“Hola, soy Corantine Bellanger. Soy el representante humano”.
Le devolví la sonrisa. “Hola Corantina. Soy Kendal McPherson y estos
son los wyrfangs”. Señ alé a cada uno. "Drym, Kragen, Roul, Thurl, Quin y
Cavi".
Fue a estrechar la mano de Drym pero la detuve con una mano en su
antebrazo. “Sus garras son como diamantes y afiladas como navajas. Lo
mejor es no temblar”.
Sus ojos se abrieron como platos y asintió rá pidamente.
"Bien. Lo siento y por favor, llá mame Cora”.
La voz profunda de Kragen retumbó detrá s de mí. “¿Dó nde está n los
demá s?”
“Convocaré portales para ellos cuando estén listos. Pensamos en no
abrumar a los wyrfangs”, se rió entre dientes, “pero ahora veo que
deberíamos habernos preocupado por nosotros mismos. Todos ustedes
son impresionantes”.
Le sonreí a Drym. "Lo son, ¿no?"
Su cabeza se inclinó y la sonrisa desapareció de su rostro. “Los haré
pasar ahora. ¿Quieres sentarte?
Señ aló con la mano las sillas alrededor de la mesa. A diferencia de los
de Superhuman Security, estos eran de una sola pieza, sin espacio entre
el respaldo y el asiento.
Negué con la cabeza. "Me sentaré, pero estas sillas no se adaptan a sus
colas".
Sus ojos se dirigieron al asiento ofensivo y frunció el ceñ o. "Lo lamento.
Deberíamos haber pensado en eso”.
Kragen habló de nuevo. "Preferimos permanecer de pie".
Cora asintió , pero todavía parecía molesta por el descuido. Me gustó
ella. Su profundo acento sureñ o le resultaba familiar y sonreía
rá pidamente. El hecho de que pareciera que estaba realmente molesta
porque los colmillos no podían sentarse lo selló para mí. Cualquiera que
se preocupara así por su comodidad estaba bien en mi opinió n.
Hablaba en un idioma que yo no conocía mientras sostenía las palmas
de las manos hacia la larga pared lateral de la habitació n. Aparecieron
seis círculos azules brillantes, espaciados uniformemente a lo largo. Se
hicieron má s anchos y altos hasta convertirse en ó valos que se
extendían desde el techo hasta el suelo. Ascuas blancas chispeaban de
los bordes arremolinados.
Nunca había visto nada parecido.
Uno por uno, los individuos atravesaron los portales. Cada uno de ellos
examinó la habitació n y todos se detuvieron en seco cuando vieron a
Drym y sus hermanos. Mientras se recuperaban de su sorpresa inicial,
se dirigieron hacia la mesa.
Los portales parpadearon detrá s de ellos y Cora giró sus manos
brillantes hacia la mesa. Se estiró y abrió como una almeja, pasando de
ser redondo a semicírculo, con las sillas alineadas al otro lado.
Los miembros del consejo tomaron asiento y nos miraron. Sabía que los
"colmillos se extendían detrá s de mí". Podía sentir su tensió n. Mi silla,
que estaba cuidadosamente escondida debajo de la mesa redonda,
ahora estaba en el centro de la habitació n.
Me sentí un poco expuesto. La forma en que todos nos miraban me hizo
sentir como si estuviéramos enfrentando una inquisició n.
Cora rompió el silencio. “Compañ eros miembros del consejo,
permítanme presentarles a los wyrfangs.
Comenzó en un extremo de la línea y pasó al otro.
"Kragen, Roul, Thurl, Drym, Quin y Cavi".
Me impresionó que recordara sus nombres y quién era quién, ya que se
habían movido para que Drym pudiera pararse detrá s de mí cuando
tomé asiento.
Cora se volvió y miró al consejo. "La sociedad está representada en este
consejo por Ikram, el representante del dragó n..."
El hombre corpulento sentado en el centro de la mesa inclinó la cabeza.
Murmuré: "Maldita sea".
Escuché a Drym reír detrá s de mí y supe que había adivinado que
estaba haciendo pucheros porque me negaban ver un dragó n. De nuevo.
Señ aló hacia nuestro extremo izquierdo. “Por Tyree Greene, el
representante de los cambiaformas…”
El hermoso hombre de piel oscura asintió antes de que Cora pasara su
mano hacia la mujer a su lado.
“Por Khuc, el representante de los no-muertos”, la mano de Cora se
movió a lo largo de la línea mientras presentaba a los demá s. “Por
Cesetrios, el representante críptido, por Osharus, el representante mer,
y por Nindrol Zinvaris, representante de las Fae”.
Mis ojos se entrecerraron hacia el hombre delgado al final de la mesa.
Su cabello negro azabache, peinado hacia atrá s, exponía las puntas de
sus orejas puntiagudas. Los colmillos estallaron en gruñ idos detrá s de
mí y vi las comisuras de los labios del hada.
No le resultaría tan divertido cuando le arrancaran el corazó n del
pecho.
Mientras mirá bamos a los fae que habían autorizado los experimentos
de Willis, Ikram habló .
De pecho ancho y vestido elegantemente con un traje oscuro, uno
podría imaginar que era el director ejecutivo de una empresa poderosa.
Hasta que su voz rodó sobre mí como grava afilada. Cambié de opinió n.
Era má s un capo de la mafia que un alto directivo.
“¿Quién es la mujer?”
La pesada mano de Drym aterrizó en mi hombro.
"Mi compañ era".
Su tono dejó claro que ese era el final de la discusió n.
cuarenta y seis
Mis mú sculos se tensain, listos saltar sobre Kendal y defenderla si
hacían un movimiento contra ella, pero el dragó n simplemente bajó la
barbilla y movió su mirada hacia Kragen.
“No tenemos registros de criaturas como la suya. Por favor cuéntanos
có mo llegaron a ser así”.
Zeus ya le contó al consejo en pleno có mo fuimos creados, pero a mí
también me gustaría saberlo directamente de nosotros.
Kragen asintió y pasó de su posició n al final de la fila a mi lado. Roul y
Thurl se movieron para dejarle espacio.
"Un hombre llamado Robert Willis dirigió un laboratorio cuyos
científicos nos crearon a partir de ADN de hombre lobo y dragó n".
“¿Con qué propó sito?”
Esa pregunta vino del representante mer.
"Muerte."
La voz de Roul resonó por la habitació n, pero el silencio no duró mucho.
Los miembros del consejo murmuraron entre sí. El ú nico que no se
sorprendió fue el fae. No se apoyó en sus compañ eros representantes.
Nos miró fijamente, con una sonrisa arrogante todavía en sus labios.
Sin Kendal a quien proteger, ya lo habría matado.
Kragen dio má s detalles sobre la respuesta de Roul. “Los humanos nos
veían como una fuerza de combate de élite. Nos iban a utilizar para
llevar a cabo misiones que consideraban imposibles para los soldados
humanos”.
Observé con mi visió n periférica có mo sus ojos se dirigieron al extremo
derecho de la mesa.
"El consejo tenía un propó sito diferente en mente".
Todos los ojos se dirigieron hacia nosotros. Ikram se puso de pie. "¿Qué
está s diciendo? No teníamos conocimiento de este laboratorio. No
toleramos la ingeniería genética”.
“La mayoría de ustedes, tal vez, pero al menos uno de ustedes sabía lo
que estaba pasando. No só lo sabíamos que está bamos siendo creados y
entrenados, mantenidos cautivos y torturados, sino que lo autorizaban
y alentaban”.
Los ojos del dragó n se entrecerraron. “¿Tiene pruebas de esto?”
"Sí."
“¿A quién acusa de tal crimen?” Ikram se inclinó sobre la mesa, con las
palmas apoyadas contra la madera y su ira evidente.
"Nindrol Zinvaris."
Al unísono, las cabezas de los miembros del consejo se giraron hacia los
Fae. La sonrisa nunca abandonó su rostro.
“¿Es esto cierto?”
Pude ver los mú sculos de Ikram tensarse bajo la chaqueta de su traje.
Escamas rojas rodaron desde debajo de la piel de su cuello antes de
desaparecer.
Los Fae se volvieron hacia el dragó n. "Sí. Sabía lo que Willis estaba
haciendo”.
El tritó n se alejó de la mesa, distanciá ndose de Nindrol con una
expresió n de disgusto en sus rasgos.
“¡Va en contra de la sociedad!”
El rugido del dragó n me hizo estremecer. La clara voz de Kragen entró
en el espacio que siguió .
"Fuimos diseñ ados, no para ir en contra de toda la sociedad, sino de
una especie en particular".
La sonrisa desapareció del rostro del fae y se puso un poco má s pá lido
cuando nuestros ojos se encontraron con los de Ikram.
El dragó n giró lentamente la cabeza para enfrentar a Nindrol, las
escamas debajo de su piel rompieron como olas contra la roca. La silla
del hada se deslizó por el suelo mientras él se levantaba.
“Los humanos buscaban una solució n sobrenatural a sus problemas
militares má s complicados. ¡Autoricé sus experimentos solo por eso!
El destello rojo a lo largo del cuello de Ikram continuó . Nunca apartó los
ojos de Nindrol cuando nos preguntó : “¿Tienen pruebas de estas
acusaciones también?”
Kragen dio un paso adelante. "Somos la prueba".
El dragó n negó con la cabeza, pero las siguientes palabras de Kragen lo
detuvieron.
“Nuestro pelaje es grueso y nos protege del calor. Somos rá pidos y
á giles, capaces de superar a oponentes má s grandes. Tenemos las
capacidades curativas de los cambiaformas. Pero lo ú nico que tenemos
y que fue diseñ ado específicamente para que lo usemos contra los
dragones son nuestras garras”.
Kragen asintió con la cabeza hacia Roul, quien se acercó a la mesa. Só lo
entonces me di cuenta de que la superficie estaba cubierta de escamas
de dragó n. Arrastró su mano a lo largo de la mesa con poco esfuerzo,
dejando profundos cortes.
Escuché un chasquido y los otros cinco miembros del consejo saltaron
de sus asientos y corrieron hacia nuestro extremo de la sala. La mesa se
deslizó por el suelo cuando el dragó n se movió , su corpachó n destrozó
su ropa y su cola azotó furiosamente contra la pared del fondo.
Se sintió como si todo el edificio temblara con su ira. Avanzó hacia el
fae, quien retrocedió hasta quedar presionado contra la pared.
"¡No tenía idea de que fueran capaces de hacer eso!"
Las fauces del dragó n se abrieron y las escamas de su garganta
brillaron. "Nindrol Zinvaris, está s relevado de tu puesto en el consejo".
Tomé a Kendal en mis brazos y retrocedí hasta el rincó n má s alejado de
la habitació n. Una corriente de fuego surgió del dragó n. Era má s
pequeñ o, má s específico y controlado que el del dragó n del día anterior.
El fae gritó cuando lo golpeó , reduciéndolo a un montó n de cenizas en
unos momentos.
Cuando Ikram se redujo a su forma humana, el tritó n apagó las ú ltimas
llamas con sus pies descalzos.
La bruja chasqueó los dedos y conjuró un par de pantalones deportivos
holgados para el dragó n, que estaba de pie con el pecho agitado y las
manos apretadas en puñ os. Dio la vuelta a la mesa y su mirada nos
recorrió a los seis.
Empujé a Kendal detrá s de mí mientras él caminaba hacia nosotros. Se
detuvo en seco ante el movimiento y su rostro decayó .
“No puedo decir que me arrepiento de las acciones de los fae, porque
eso significaría que lamento tu existencia. Lamento que hayas entrado a
este mundo de la forma en que lo hiciste. Ninguna criatura merece ser
enjaulada y utilizada para el capricho de otra.
“Lo siento profundamente. A partir de este momento, el wyrfang es una
especie reconocida por la Sociedad, a la que se le otorgan todos los
derechos y privilegios iguales a cualquier otra. Estará s representado
por el cambiaformas en el consejo”.
Respiró hondo y estrechó las manos.
"Los dragones tienen una deuda de gratitud contigo por descubrir el
complot de Nindrol , como tal, nos sentimos honrados de albergarte y
proporcionarte todo lo que puedas necesitar para prosperar y disfrutar
de tu libertad".
“Agradecemos su reconocimiento. Zeus y su equipo nos han ayudado a
proporcionarnos todo lo que necesitamos. Lo ú nico que podríamos
buscar es un propó sito”.
Kragen nos miró por encima del hombro y asentimos con la cabeza.
Ikram copió el movimiento y miró hacia donde estaban sus compañ eros
del consejo antes de volver a prestarnos atenció n.
“El consejo le agradecería que nos prestara ocasionalmente su conjunto
ú nico de habilidades. Zeus también ha expresado interés en contar con
su ayuda en casos problemá ticos”.
"Por supuesto."
El dragó n asintió . "Cora, un portal a los Fae Seelie, por favor".
El ó valo azul cobró vida e Ikram lo atravesó sin mirar atrá s.
Los demá s concejales se marcharon poco después de despedirse. Cora
vaciló antes de entregarle una tarjeta a Kendal.
“Llá mame si necesitas algo”, dijo. "O incluso si quieres tomar un café".
Las dos mujeres se sonrieron antes de que la bruja desapareciera por
su propio portal.
“Bueno”, dijo Kendal en silencio, “eso fue emocionante. Y agotador.
Vá monos a casa”.
Quin se rió mientras nos dirigíamos al estacionamiento.
“No deberías quejarte, Kendal. Después de todo, pudiste ver un dragó n”.
cuarenta y siete
Me dejé caer de nuevo en las sá banas, las réplicas de mi ú ltimo
orgasmo todavía recorrían mi cuerpo mientras luchaba por recuperar
el aliento. Drym se acostó a mi lado, sus garras cubiertas de silicona
subiendo y bajando por mi vientre.
El consejo aceleró la construcció n de nuestras casas y ahora las seis
estaban esparcidas en la reserva. Los otros colmillos estaban lo
suficientemente cerca para visitarlos, pero lo suficientemente lejos
como para brindarles a cada uno la privacidad que tanto necesitaban.
Todavía nos reuníamos para comer en el saló n comú n, aunque se había
convertido má s en una sala de guerra que en un comedor. Tableros de
corcho cubrían una pared, cada uno empapelado con impresiones y
mapas con chinchetas que marcaban posibles ubicaciones de
laboratorio.
Una pizarra mó vil de borrado en seco estaba cubierta de garabatos al
estilo de la teoría de la conspiració n.
Sabíamos que BioSynth seguía existiendo. Simplemente no sabíamos
qué nombre usaban ahora ni adó nde se habían escabullido. No
habíamos tenido má s comunicaciones de Isabellele.
Roul se había retraído aú n má s a medida que pasaban las semanas.
A menudo deseaba que hubiera una manera de acercarnos a ella.
Estaba seguro de que si ella supiera lo mucho que estaba sufriendo,
volvería.
Pero esos eran problemas para mañ ana. Esta noche fue para nosotros.
La voz baja de Drym retumbó en mi oído. “¿Te he dicho ú ltimamente lo
hermosa que eres?”
"No durante al menos treinta minutos".
“Entonces he sido negligente”. Pasó una garra sin filo por un lado de mi
cara. Se me puso la piel de gallina en los brazos.
Golpeó las garras cubiertas contra mi pecho.
“Aprecio tu regalo”.
"Creo que lo aprecio má s". Con las cubiertas, podía explorar mi cuerpo
con sus manos sin temor a cortarme en tiras. A veces tuve que guiarlo,
pero era un alumno muy atento.
Definitivamente mi regalo me había beneficiado mucho má s a mi que a
él.
“Quería devolverle el gesto”.
Me puse de costado y apoyé la cabeza en la mano. "¿Me trajiste un
regalo?"
Sus orejas se movieron y supe que estaba nervioso. Intenté mirar
detrá s de él, pero habría tenido que arrastrarme sobre él para ver algo.
"Sí, pero no estará n aquí hasta mañ ana".
"¿Ellos?"
É l asintió . "Los otros compañ eros van a visitarnos".
Chillé tan fuerte que sus manos volaron hasta cubrirse los oídos. Me
arrojé a sus brazos y cubrí su pecho con besos mientras él caía sobre su
espalda.
“¿Te gusta tu regalo?”
"¡Me encanta! ¿Có mo convenciste a los cambiaformas para que los
dejaran venir?
Drym hizo una mueca. “Vienen con ellos. Esperaremos afuera para que
pueda visitarnos en privado, pero ninguno de nosotros irá muy lejos”.
Me deslicé por su cuerpo, marcando su polla aú n dura en mi entrada.
“Está bien. Me gusta que estés cerca de mí”.
Me hundí sobre él y ambos gemimos. Las luces de nuestro vínculo
bailaron y palpitaron a nuestro alrededor, reflejando la profundidad del
amor que tenía por esta bestia.
El monstruo que pasó el resto de la noche mostrá ndome cuá nto me
amaba.
A la mañ ana siguiente, mareado de emoció n, casi corrí hacia el saló n
comú n. La mano de Drym en la mía fue todo lo que me detuvo.
Atravesé a Behemoth y a otro cambiaformas que solo había conocido
una vez y que estaba afuera de la puerta. Drym me dejó ir y cuando la
puerta se cerró detrá s de mí, una intensa timidez se apoderó de mí.
Las dos morenas frente a mí sonrieron y saludé.
"¡Hola!" Me quedé sin aliento por mi casi carrera.
La un poco má s baja corrió hacia mí y me rodeó con sus brazos.
“¡Hola de nuevo! ¡Soy Virginia, ella es Gaelynn y estamos muy felices de
conocerte finalmente!
Me soltó y vi a Gaelynn negar con la cabeza. “No le hagas caso. Está
encantada de que tengamos otro miembro del C.C.S”.
“¿CCS?”
Virginia se rió . “¡El Club de Compañ eros de Sociedad! Necesitá bamos
tres para llamarlo realmente club. No somos muchas, ¿sabes? Somos
una especie de fenó meno reciente”.
“Oh, eso es correcto. ¿Recuerdo algo acerca de que los compañ eros
predestinados de los cambiaformas no existirían por un tiempo?
Gaelynn asintió . “Sí, Fenrir cabreó a los destinos, pero supongo que ha
sido perdonado. O eso, o se cansaron del trabajo requerido para evitar
que los cambiaformas encuentren a sus compañ eros”.
“Mi apuesta es por lo ú ltimo. No puedo imaginarme a ninguna mujer
enojada perdonando ese comportamiento”.
Ambos asentimos ante la evaluació n de Virginia.
Ella jadeó y se dio la vuelta. Después de escarbar en una bolsa
gigantesca durante un minuto, salió con un fardo de tela. Sacudió una
camiseta y sonrió antes de entregá rmela. Era una camiseta blanca con
letras mayú sculas en la espalda, como una camiseta de fú tbol. Decía
"C.C.S." y debajo estaba mi nombre, seguido de WF.
Se me llenaron los ojos de lá grimas cuando se dieron la vuelta para
mostrarme la parte de atrá s de sus camisas. El nombre de Virginia fue
seguido por LS y el de Gaelynn por OS. Supe de inmediato que
significaban wyrfang, cambiaformas lobo y cambiaformas oso.
Cuando se dieron la vuelta, ambos me sonreían.
"Bienvenidas a la primera reunió n del Society Mates Club".
Epílogo
“¿Está hecho? ¿Realmente se acabó ?
Drym asintió y una enorme sonrisa apareció en sus labios.
Nos llevó cinco meses, pero logramos localizar a todos los demá s
miembros del club de caza del Sr. Blue.
En realidad, Bull solo tardó unas horas en descubrir sus verdaderas
identidades. Una vez que supimos el verdadero nombre del Sr. Blue,
aquellos asociados con él fueron má s fá ciles de encontrar. Los otros dos
imbéciles principales: el Sr. Rojo y el Sr. Amarillo fueron los má s fá ciles,
pero la habilidad de Bull fue impresionante y los encontró a todos,
hasta el Sr. E y el Sr. F.
Lo que llevó má s tiempo fue llevarlos al suelo. Resulta que los imbéciles
ricos tienen muchos recursos a los que recurrir cuando saben que los
está n persiguiendo.
Los wyrfangs finalmente consiguieron su misió n internacional. Un par
de objetivos escaparon a otros países, pero con la ayuda de Zeus (y su
jet privado) los 'colmillos' los acabaron rá pidamente.
El Sr. C fue el que evadió por má s tiempo. Era má s inteligente que los
demá s y se desconectó por completo. Cobró sus cuentas bancarias y
desapareció en Sudamérica.
Todavía no sabía có mo lo localizó Bull. Cuando le pregunté, murmuró
algo acerca de que le debía a Bacon tres libras de gusanos de la harina.
Drym y sus hermanos habían estado fuera durante una semana. No
podían moverse rá pido a través de la espesa jungla y permanecer
ocultos.
Pero ahora estaban de regreso, apiñ ados a mi alrededor en el saló n
comú n. Y nunca tuve que preocuparme de que los hombres que me
perseguían volvieran a hacerlo con otra mujer.
Me lancé a sus brazos y él me atrapó .
Quin gritó : "¡Abrazo grupal!" Y los demá s se acercaron y nos rodearon
también con sus brazos.
Me reí y apreté a Drym con má s fuerza. Mi corazó n estalló de felicidad.
No solo porque todos los imbéciles ricos estaban muertos, sino porque
los colmillos que antes evitaban el contacto ahora eran má s tiernos que
un montó n de cachorros.
Claro, eran adorables devoradores de hombres, pero eran mi adorables
devoradores de hombres.
"Llévame a casa". Le susurré al oído a Drym, pero sabía que los demá s
me escucharon.
Nos liberaron y Drym corrió hacia nuestra casa en el otro lado del
complejo.
"¿Me extrañ aste?"
Drym gruñ ó . "Uno de cada dos."
"¿Quieres mostrarme cuá nto?"
É l se rió entre dientes. "Má s que nada".
Me mostró cuá nto me extrañ aba de maneras nuevas e inventivas hasta
que estuve demasiado agotado para moverme.
Su fría nariz recorrió mi cuello. "Soy todo tuyo. Tienes mi corazó n,
cuerpo y alma en tus manos para hacer lo que desees. Soy tuyo para
mandar. Tuyo para tocar. Tuyo para...
Puse mi dedo sobre sus labios. "Amar. Mío para amar. Y yo soy tuyo”.
Las luces de nuestro vínculo brillaban tan intensamente a nuestro
alrededor que ambos cerramos los ojos.
Seguimos trabajando para descubrir a todos los asociados con
BioSynth. Incluso Bull tenía problemas para seguirlos.
No podrían esconderse para siempre y cuando salieran a la superficie,
estaríamos listos.
Hasta entonces, me concentraría en el monstruo gentil y amoroso en mi
cama.
Dale un premio al ratón

A Mouse le complacería mucho que dejara un comentario y nos contara


lo que piensa. No tiene que ser largo ni elaborado, solo unas pocas
palabras o una oració n significarían mucho para nosotros. (É l recibe un
regalo especial cada vez que recibo una reseñ a).

(Esa no es la ú nica vez que recibe golosinas. No soy un monstruo).


Gracias

¡Gracias por leer Detenido por un monstruo! Sinceramente espero que


hayas disfrutado la historia de Drym y Kendal.
El libro 2 contará con otro wyrfang y su pareja. ¡Má s detalles
pró ximamente!
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disponible.
Este libro fue editado y revisado profesionalmente, pero los errores
tipográ ficos son como conejos: se multiplican cuando no está s mirando.
Si encuentra uno, có pielo y la oració n para que pueda encontrarlo y
envíeme un correo electró nico a ella misma@kenziekelly.com.
Sobre el autor

Kenzie creció en Bluff Park, un suburbio de Birmingham, Alabama, en


un hogar sureñ o muy inadecuado. Ahora vive en un suburbio al noreste
de Atlanta, GA. Se casó con su novia de la universidad y tiene dos hijos.
Un pitbull la adora y dos gatos la toleran. Bebe demasiada Coca-Cola
Light y siente que puede afrontar cualquier cosa siempre que tenga un
libro que le muestre có mo hacerlo.

Aunque otros intereses han ido y venido, cuatro obsesiones se han


mantenido constantes: los caballos, la fotografía, la lectura y la
escritura.

Su trabajo como jefa de cuidado infantil y directora ejecutiva del hogar


consumió la mayor parte de su energía (creativa y de otro tipo) hasta
abril de 2017, cuando los personajes en su cabeza exigieron que se
contaran sus historias. Ha estado escribiendo desde entonces.

También de Kenzie:

La serie Ka'atari Warriors (romance de ciencia ficció n)

La serie de seguridad sobrehumana (Romance paranormal)

La serie Whisky Vex (Fantasía urbana)


La Serie Empyrean (Fantasía Romá ntica)

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