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1. Principales resultados

1. En lo que se refiere a los rasgos sociodemográficos de las unidades domésticas, vimos claramente que el hogar nuclear y de gran tamaño es el más común en la ciudad de México. Sin embargo, también se puso en claro que la proporción de arreglos familiares no nucleares es bastante elevada, particularmente en unidades cuyos jefes son mujeres.

2. Al analizar la estructura interna de los hogares hicimos hincapié en un hallazgo que resultó importante para el conjunto de la investigación. Encontramos que la composición de parentesco y el tamaño del hogar varían mucho con la edad del jefe, en especial si comparamos jefes menores y mayores de 45 años. Por tal motivo, distinguimos dos grandes etapas del ciclo vital de los hogares: los de ciclo joven (con jefes menores de 45 años de edad) y los de ciclo avanzado (con jefes de 45 años y más).

3. Con respecto a las características sociodemográficas de los hogares dirigidos por jefes con distintas situaciones de clase encontramos que tienen una composición de parentesco muy semejante; la proporción de hogares nucleares y no nucleares es prácticamente igual entre los jefes asalariados manuales, no manuales y trabajadores por cuenta propia; sin embargo, en lo que respecta al tamaño y al ciclo vital sus hogares presentan diferencias sustanciales que enseguida vamos a retomar.

4. Al analizar la participación familiar vimos de manera clara cómo la situación de clase del jefe y las características sociodemográficas de sus hogares conjugan sus efectos en el condicionamiento de la actividad económica de los miembros del hogar; lo económico y lo demográfico se entremezclan en el interior de los hogares fijando niveles diferenciales de participación familiar por contexto.

a) Los jefes asalariados no manuales son los que tienen mayores promedios de ingreso y de escolaridad. Sus unidades domésticas son las de menor tamaño y entre ellas hay una buena cantidad que son nucleares y de ciclo vital joven. Asimismo, el porcentaje de estos hogares que cuenta con adultos y niños es mayor que en los otros dos grupos analizados. La participación femenina adulta es alta y la adolescente masculina más baja que en otros grupos sociales. La mayor participación femenina adulta se da precisamente en los contextos extendidos y compuestos cuyos jefes se encuentran peor remunerados dentro del conjunto de jefes no manuales. No obstante, estas mujeres activas poseen mayor escolaridad promedio que las provenientes de otros contextos estudiados con alta participación femenina.

b) Los asalariados manuales, a diferencia de los no manuales, reciben bajos salarios, tienen una escolaridad reducida y dirigen hogares de gran tamaño. Ambos dirigen hogares nucleares de ciclo vital joven en aproximadamente la mitad de los casos. Pero los jefes asalariados manuales presentan como rasgo distintivo de los otros dos grupos de jefes el tener el porcentaje más bajo de hogares conformados exclusivamente por adultos. Por lo general, en sus unidades las mujeres están dedicadas a las tareas del hogar. En consecuencia, la participación femenina adulta en la actividad económica es más reducida que la de los hogares de jefes pertenecientes a otros sectores sociales. Las tasas masculinas adultas de estas unidades son las más elevadas de todos los casos estudiados; las tasas masculinas adolescentes también son relativamente altas. Esto se debe a la edad más temprana en que ingresan a la actividad económica. De tal suerte, estos hombres activos se retiran del sistema escolar, por lo menos en forma parcial, también más temprano que otros.

c) Las unidades dirigidas por los trabajadores por cuenta propia son las que en mayor proporción se encuentran en etapas avanzadas del ciclo vital. Son hogares de gran tamaño cuyos jefes tienen, al igual que los asalariados manuales, ingresos restringidos y bajos promedios de escolaridad. Además, cuentan con contingentes importantes que están integrados por personas adultas. A la amplia disponibilidad de mano de obra le sigue una marcada participación en la actividad económica, en especial por parte de las mujeres adultas y de los hombres adolescentes que provienen de unidades extendidas y compuestas.

5. El análisis de la situación de clase dé la mano de obra familiar también reveló diferencias importantes entre los hogares de jefes asalariados no manuales, asalariados manuales y trabajadores por cuenta propia.

a) Los hogares dirigidos por asalariados no manuales presentan un grado relativamente alto de homogeneidad social; esto es, en un número importante de casos la mano de obra familiar comparte la situación de clase del jefe. La población activa femenina, más que la masculina, es la responsable de este alto grado de homogeneidad social. Dada su elevada escolaridad relativa, las mujeres y también los hombres de los hogares de asalariados no manuales pueden responder a los requerimientos de mano de obra calificada que impone la estructura ecpnómica de la ciudad. Por otra parte, en este grupo de unidades hay mano de obra familiar con situaciones de clase distintas a la del jefe. Sobresale en este sentido aquélla que se emplea como asalariada manual, la cual tiene promedios reducidos de escolaridad y proviene de hogares con jefes que perciben remuneraciones muy bajas dentro del conjunto de los no manuales.

b) En la gran parte de los hogares dirigidos por asalariados manuales se presenta asimismo una alta homogeneidad social; por lo general todos los miembros que trabajan también son manuales. Esta tendencia es más acentuada en las unidades que tienen exclusivamente mano de obra masculina, a diferencia de lo señalado para los jefes asalariados no manuales. No obstante, hay una importante proporción de hogares que cuenta con mano de obra exclusivamente femenina que también es asalariada manual. Estos hombres y mujeres que trabajan como asalariados manuales forman una mano de obra de escasa escolaridad; por lo tanto, reproducen las desventajosas condiciones laborales de los jefes de sus hogares. Por otra parte, en este grupo de hogares dirigidos por asalariados manuales también existe mano de obra familiar con ocupaciones no manuales. La heterogeneidad social más importante es en esta dirección y ocurre de manera más pronunciada entre los jefes manuales de los servicios y cuando la mano de obra familiar es exclusivamente femenina. En todo caso se trata de hombres y mujeres con altos promedios de escolaridad relativa y que provienen de las unidades con jefes mejor remunerados dentro del conjunto de los manuales.

c) Los hogares de los trabajadores por cuenta propia son los que tienen mayor heterogeneidad social. En gran parte de los casos, la mano de obra familiar desempeña actividades asalariadas manuales, si bien existen hogares donde la mano de obra es no manual. En este último caso, se trata de unidades domésticas con jefes que reciben remuneraciories muy altas. Las situaciones de heterogeneidad social son más pronunciadas cuando la mano de obra de los hogares es exclusivamente masculina, que cuando es exclusivamente femenina, aunque la cantidad de hogares heterogéneos es decididamente mayor en los casos en que la mano de obra familiar es de ambos sexos. También, la heterogeneidad social es más acentuada cuando el nivel de ingreso del jefe es más alto dentro del grupo de los por cuenta propia.

Los resultados que obtuvimos del análisis ilustran el proceso que repone la desigualdad. Hay, desde luego, integrantes de los hogares que a través del tiempo logran mejorar su situación laboral y de ingreso. Tenemos, así, que en el ámbito hogareño se combina la movilidad social de unos miembros con el estancamiento de otros. De esta suerte, vivir en un mismo hogar significa en la mayoría de los casos tener que compartir los beneficios o desventajas derivados de las condiciones económicas de los demás miembros. Sin embargo, se dan casos en que unos integrantes del hogar comparten las desventajas mientras otros disfrutan mayormente de los beneficios.

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