Dia de Muertos Ion
Dia de Muertos Ion
Dia de Muertos Ion
Día de muertos
ALTAR DE MUERTOS
La confección de un altar puede ser muy variado, cambia de acuerdo a
la situación geográfica, el presupuesto y porque no del gusto, iniciativa e
imaginación de cada quien. Aún así, independientemente del tamaño
elegido, lo importante a la hora de elaborarlo es no olvidar colocar los
objetos más elementales.
Los 7 escalones representan los siete niveles que tiene que pasar el
alma de un muerto para poder descansar en paz.
De acuerdo al tradicional altar de siete niveles, cada escalón tiene un
significado y debe contener ciertos objetos en específico:
* Primer escalón: Se coloca la foto del santo o virgen de la devoción.
* Segundo escalón: Esta destinado para las ánimas del purgatorio: Sirve
para obtener la salida del purgatorio del alma de nuestro difunto por si
acaso se encontrara ahí
* Tercero: En este se coloca la sal para los niños del purgatorio.
* Cuarto:Lugar del pan de muerto, elemento principal de la festividad. Se
ofrece como alimento de las almas que vienen al altar.
* Quinto: Comida y fruta que fueron los preferidos por el difunto.
* Sexto: Foto del difunto a quien se dedica el altar .
*Séptimo: Se coloca una cruz formada por semillas o frutas como
tejocote y limas.
Ofrendas que lleva un altar de muertos
Olla: Al lado del altar se pone una olla de barro sobre un anafre con
hierbas aromáticas: albahaca, laurel, romero, manzanilla y otras más.
Día de Muertos
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"La Catrina"
El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que
honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre, y coincide
con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los
Santos. Es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en
muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población
mexicana y centroamericana. La UNESCO ha declarado esta festividad como
Patrimonio de la Humanidad. El Día de los Muertos es un día festejado también
en el Brasil, como Dia dos Finados.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la
llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica,
maya, purépecha, nahua y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los
ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil
años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos
como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el
renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos era conmemorado el noveno
mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y era celebrado
durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa
Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente
relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de
Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran
dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Contenido
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1 La celebración en el mundo
prehispánico
2 Transformación del ritual
3 Patrimonio de la Humanidad
4 Calaveritas
5 Simbolismo
5.1 Ofrenda de Muertos
6 Día de Muertos en la ficción
7 Véase también
8 Referencias
9 Enlaces externos
La celebración en el mundo prehispánico
Para los antiguos mexicanos, la Muerte no tenía las connotaciones morales de
la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar
o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas
de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido,
y no por su comportamiento en la vida.
De esta forma, las direcciones que podrían tomar los muertos son:
El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos
que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que
morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o
la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al
dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos
eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados,
como las semillas, para germinar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran
sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran
comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de
parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañarán al sol
desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba
tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como
compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de
habitar el omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y
se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al
Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de
plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los
aztecas. Por incomprensible que parezca, dentro de la muerte había un
sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol
en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.
El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era
habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era
un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él,
las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de
este tiempo, las almas llegaban al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban
o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto
era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante
Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas
de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán
recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de
algodón.
Por su parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado
Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba
leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la
tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la
muerte renacería la vida.
Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos
tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los
que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy
variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro,
como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas
que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales
(piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.
Las fechas en honor de los muertos son y eran muy importantes, tanto, que les
dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco, se llevaba a cabo
la celebración denominada Miccailhuitntli o fiesta de los muertitos, alrededor
del 16 de julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol
llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo.
En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante
veinte días.
En el décimo mes del calendario, se celebraba la Ueymicailhuitl, o fiesta de los
muertos grandes. Esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto,
cuando decían que caía el xócotl. En esta fiesta se realizaban procesiones que
concluían con rondas en torno al árbol. Se acostumbraba realizar sacrificios de
personas y se hacían grandes comidas. Después, ponían una figura de bledo en
la punta del árbol y danzaban, vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al
finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba
el xócotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba
colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, lo que es el
antecedente de nuestro actual altar de muertos. (fuente [1]mexico-tenoch)
Transformación del ritual
Altar tradicional de Día de Muertos, en Hidalgo
Cuando llegaron a América los españoles en el siglo XVI, se aterraron por las
prácticas, y en un intento de convertir a los nativos del nuevo mundo, hicieron
coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las
Almas. Los españoles combinaron sus costumbres con el festival similar
mesoamericano, creando un sincretismo religioso, dando lugar al actual Día de
Muertos.
Uno de los estados más representativos de este suceso, es Michoacán.
Patrimonio de la Humanidad
En ceremonia llevada a cabo en París, Francia el 7 de noviembre de 2003 la
UNESCO distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos como Obra
Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. La distinción por
considerar la UNESCO que esta festividad es:
"...una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y
del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor
fuerza entre los grupos indígenas del pais."
Además en el documento de declaratoria se destaca:
"Ese encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados,
desempeña una función social que recuerda el lugar del individuo en el seno
del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad..."
además de:
"...aunque la tradición no está formalmente amenazada, su dimensión estética
y cultural debe preservarse del creciente número de expresiones no indígenas
y de carácter comercial que tienden afectar su contenido inmaterial."
Calaveritas
Se les llama así tanto a las rimas o versos satíricos como a los grabados que
ilustran calaveras disfrazadas, descritas a continuación:
Rimas. también llamadas "calaveras", son en realidad epitafios humorísticos de
personas aún vivas que constan de versos donde la muerte (personificada)
bromea con personajes de la vida real, haciendo alusión sobre alguna
característica peculiar de la persona en cuestión. Finalizan con frases donde se
expone que se lo llevará a la tumba. Es muy común dedicar las "calaveritas" a
personajes públicos, en especial a políticos en el poder. En muchos casos la
rima habla del aludido como si estuviera ya muerto.
Grabados: Litografías, generalmente del Maestro José Guadalupe Posada, que
aunque no dibujó específicamente para Día de Muertos, sino eran caricaturas
con que colaboraba en diferentes publicaciones de principios del siglo XX en
México se usan en estas fechas por sus alusiones a la muerte festiva.
Simbolismo
Contenido
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1 Historia
2 Celebración litúrgica
2.1 En la Iglesia Católica
2.2 En las Iglesias Ortodoxas
2.3 En el Protestantismo
3 Tradiciones del Día de los Fieles
Difuntos
4 Véase también
5 Enlaces externos
Historia [editar]
La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2° de los
Macabeos en el Antiguo Testamento dice:
"Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran
libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46);
y siguiendo esta tradición, en los primeros días de la Cristiandad se escribían
los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un
conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la
Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de
los vivos y los muertos por quienes se había de orar.
En el siglo VI los benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al
día siguiente de Pentecostés. En tiempos de san Isidoro († 636) en España
había una celebración parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del
Domingo de Pascua (Domingo segundo de los tres que se contaban antes de la
primer de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
En Alemania cerca del año 980, según el testimonio de Widukind, abad de la
Corvey, hubo una ceremonia consagrada a la oración de los difuntos el día 1 de
noviembre, fecha aceptada y bendecida por la Iglesia.
San Odilón u Odilo en el 980, abad del Monasterio de Cluny, en el sur de
Francia, añadió la celebración del 2 de noviembre como fiesta para orar por las
almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada
"Conmemoración de los Fieles Difuntos". De allí se extendió a otras
congregaciones de benedictinos y entre los cartujos; la Diócesis de Lieja la
adoptó cerca del año 1000, en Milán se adoptó el siglo XII, hasta ser aceptado
el 2 de noviembre, como fecha en que la Iglesia celebraría esta fiesta.
Celebración litúrgica [editar]
En la Iglesia Católica [editar]
En la Iglesia Católica, para esta celebración se recita el Oficio de Difuntos y las
Misas son de Réquiem, excepto cuando el 2 de noviembre cae en domingo,
pues no se puede celebrar misa de exequias o de difuntos en domingo, razón
por la que los cristianos orientales celebran esta fiesta en sábado, aunque
puede pasarse al 3 de noviembre.
En España, Portugal y América es tradición que los sacerdotes celebren tres
misas ese día. Una concesión parecida se solicitó para todo el mundo al Papa
León XIII, pero aunque no la concedió, sí ordenó un Réquiem especial en 1888.
En las Iglesias Ortodoxas [editar]
Entre los cristianos orientales hay varios días dedicados a la oración por los
difuntos, muchos de ellos caen en sábado, durante el tiempo de la Cuaresma o
Pascua. En el rito de la Iglesia Ortodoxa Griega, esta fiesta se celebra en la
Víspera de la Sexagésima, o en la Víspera de Pentecostés. Mientras que la
Iglesia Armenia, celebra la "Pascua de los difuntos" al día siguiente de Pascua
de Resurrección.
En la Iglesia Serbia hay también una Conmemoración de los difuntos, celebrada
el sábado siguiente a la fiesta de la Concepción de san Juan Bautista (23 de
septiembre).
En el Protestantismo [editar]
Durante la Reforma protestante, la celebración de los Fieles Difuntos fue
fusionada con la de Todos los Santos por la Iglesia Anglicana, aunque fue
renovada por ciertas Iglesias conectadas con el Movimiento de Oxford en el
siglo XIX.
Entre algunos protestantes no anglicanos la tradición ha sido mantenida
tenazmente. A pesar de la influencia de Lutero, que abolió esta celebración en
Sajonia y de las penas eclesiásticas luteranas, sobrevive esta celebración en la
Europa protestante.
Otras Iglesias protestantes, como las evangélicas o los testigos de Jehová, no
celebran alguna fiesta análoga en memoria de los difuntos.
Tradiciones del Día de los Fieles Difuntos [editar]
La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya
abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de
devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó
pasará a una mejor vida, etc., sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los
seres terrenales.
En Francia, la gente de todos los rangos y credos decora los sepulcros de sus
muertos en el Jour des morts.
En México esta celebración se combinó con elementos indígenas y del
sincretismo resultó una original celebración en el Día de Muertos, distinta de
las otras naciones católicas.
En las zonas andinas de sudamérica, especialmente en Ecuador, Perú y Bolivia,
la costumbre es preparar e intercambiar entre familiares y amigos las guaguas
de pan para consumir con la chicha morada que en algunas áreas rurales son
también ofrendas principales en los cementerios.
Estas tradiciones del Día de los Fieles Difuntos no son más que una
cristianización de antiguos ritos paganos, como los que los antiguos celtas
celebraban, de la que derivó el Halloween, tradición que sigue siendo
mantenida en los países anglosajones; mientras que la celebración religiosa no
lo es.
Contenido
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1 Historia
2 Celebración litúrgica
2.1 En la Iglesia Católica
2.2 En las Iglesias Ortodoxas
2.3 En el Protestantismo
3 Tradiciones del Día de los Fieles
Difuntos
4 Véase también
5 Enlaces externos
Historia [editar]
La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2° de los
Macabeos en el Antiguo Testamento dice:
"Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran
libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46);
y siguiendo esta tradición, en los primeros días de la Cristiandad se escribían
los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un
conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la
Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de
los vivos y los muertos por quienes se había de orar.
En el siglo VI los benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al
día siguiente de Pentecostés. En tiempos de san Isidoro († 636) en España
había una celebración parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del
Domingo de Pascua (Domingo segundo de los tres que se contaban antes de la
primer de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
En Alemania cerca del año 980, según el testimonio de Widukind, abad de la
Corvey, hubo una ceremonia consagrada a la oración de los difuntos el día 1 de
noviembre, fecha aceptada y bendecida por la Iglesia.
San Odilón u Odilo en el 980, abad del Monasterio de Cluny, en el sur de
Francia, añadió la celebración del 2 de noviembre como fiesta para orar por las
almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada
"Conmemoración de los Fieles Difuntos". De allí se extendió a otras
congregaciones de benedictinos y entre los cartujos; la Diócesis de Lieja la
adoptó cerca del año 1000, en Milán se adoptó el siglo XII, hasta ser aceptado
el 2 de noviembre, como fecha en que la Iglesia celebraría esta fiesta.
Celebración litúrgica [editar]
En la Iglesia Católica [editar]
En la Iglesia Católica, para esta celebración se recita el Oficio de Difuntos y las
Misas son de Réquiem, excepto cuando el 2 de noviembre cae en domingo,
pues no se puede celebrar misa de exequias o de difuntos en domingo, razón
por la que los cristianos orientales celebran esta fiesta en sábado, aunque
puede pasarse al 3 de noviembre.
En España, Portugal y América es tradición que los sacerdotes celebren tres
misas ese día. Una concesión parecida se solicitó para todo el mundo al Papa
León XIII, pero aunque no la concedió, sí ordenó un Réquiem especial en 1888.
En las Iglesias Ortodoxas [editar]
Entre los cristianos orientales hay varios días dedicados a la oración por los
difuntos, muchos de ellos caen en sábado, durante el tiempo de la Cuaresma o
Pascua. En el rito de la Iglesia Ortodoxa Griega, esta fiesta se celebra en la
Víspera de la Sexagésima, o en la Víspera de Pentecostés. Mientras que la
Iglesia Armenia, celebra la "Pascua de los difuntos" al día siguiente de Pascua
de Resurrección.
En la Iglesia Serbia hay también una Conmemoración de los difuntos, celebrada
el sábado siguiente a la fiesta de la Concepción de san Juan Bautista (23 de
septiembre).
En el Protestantismo [editar]
Durante la Reforma protestante, la celebración de los Fieles Difuntos fue
fusionada con la de Todos los Santos por la Iglesia Anglicana, aunque fue
renovada por ciertas Iglesias conectadas con el Movimiento de Oxford en el
siglo XIX.
Entre algunos protestantes no anglicanos la tradición ha sido mantenida
tenazmente. A pesar de la influencia de Lutero, que abolió esta celebración en
Sajonia y de las penas eclesiásticas luteranas, sobrevive esta celebración en la
Europa protestante.
Otras Iglesias protestantes, como las evangélicas o los testigos de Jehová, no
celebran alguna fiesta análoga en memoria de los difuntos.
Tradiciones del Día de los Fieles Difuntos [editar]
La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya
abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de
devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó
pasará a una mejor vida, etc., sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los
seres terrenales.
En Francia, la gente de todos los rangos y credos decora los sepulcros de sus
muertos en el Jour des morts.
En México esta celebración se combinó con elementos indígenas y del
sincretismo resultó una original celebración en el Día de Muertos, distinta de
las otras naciones católicas.
En las zonas andinas de sudamérica, especialmente en Ecuador, Perú y Bolivia,
la costumbre es preparar e intercambiar entre familiares y amigos las guaguas
de pan para consumir con la chicha morada que en algunas áreas rurales son
también ofrendas principales en los cementerios.
Estas tradiciones del Día de los Fieles Difuntos no son más que una
cristianización de antiguos ritos paganos, como los que los antiguos celtas
celebraban, de la que derivó el Halloween, tradición que sigue siendo
mantenida en los países anglosajones; mientras que la celebración religiosa no
lo es.
Historia [editar]
La Iglesia Primitiva acostumbraba celebrar el aniversario de la muerte de un
mártir en el lugar del martirio. Frecuentemente los grupos de mártires morían
el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En la
persecución de Diocleciano el número de mártires llego a ser tan grande que
no se podía separar un día para asignársele. Pero la Iglesia, sintiendo que cada
mártir debería ser venerado, señalo un día en común para todos. La primera
muestra de ello se remonta a Antioquia en el Domingo antes de Pentecostés.
También se menciona lo de un día en común en un sermón de San Efrén el
Sirio en 373. En un principio solo los mártires y San Juan Bautista eran
honrados por un día especial. Otros santos se fueran asignando gradualmente,
y se incrementó cuando el proceso regular de canonización fue establecido;
aún, a principios de 411 había en el Calendario Caldean una “Commemoratio
Confessorum” para el viernes de los cristianos orientales. En la Iglesia de
Occidente el papa Bonifacio IV, entre el 609 y 610, consagro el Panteón en
Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario.
Gregorio III (731-741) consagro una capilla en la Basílica de San Pedro a todos
los Santos y arregló el aniversario para el 1 de noviembre. La basílica de los
Apóstoles que ya existía en Roma, ahora su dedicación seria recordada
anualmente el 1 de Mayo. Gregorio IV extendió la celebración del 1 de
Noviembre a toda la Iglesia, a mediados del siglo IX. La vigilia parece haber
sido llevada a cabo antes que la misma fiesta. Y la octava fue adicionada por
Sixto IV en el siglo XV.
Esta vigilia, resultó sin embargo, coincidir con la celebración pagana de
Samhain el 31 de octubre, ahora llamado Halloween (nombre que proviene de
la frase "All hallow's Eve" o "Víspera de Todos los Santos" entre los
anglosajones), que marcaba el final del año celta. En esta fecha se celebraba
entre los antiguos, la apertura dimensional entre el mundo tangible y el mundo
de las tinieblas. Y que no tiene que ver con la fiesta cristiana de Todos los
Santos.
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Los materiales comúnmente utilizados para hacer un altar de muertos para el
Día de Muertos tiene un significado, y son los siguientes:
Los cuatro elementos [editar]Son las representaciones del viento (papel "de
china" picado) el fuego (veladoras) la tierra (los frutos, pan o en otros casos
cenizas) y el agua (colocada en un pequeño vaso que además cumple otras
funciones).
Los retratos [editar]De los difuntos que se colocan en la parte más destacada
del altar por ser los celebrados, hay quienes acostumbran poner los retratos de
espalda y frente a ellos un espejo, para que así el fallecido sólo puedan ver el
reflejo de su deudo y lo mismo a contrario, y recordar que pertenecen a
diferentes mundos.
Las ánimas del purgatorio [editar]Se coloca una imagen o cromo de las
benditas ánimas del purgatorio, para facilitar la salida del difunto, sí se
encontrara en el purgatorio o infierno por portarse mal.
El copal [editar]Un pequeño brasero con copal purifica el ambiente para recibir
a los fallecidos, hay quienes lo sustituyen por incienso.
El convite [editar]Colocar la comida que era del agrado de los fallecidos es una
de las costumbres más íntimas y personales de este festejo, las mujeres
cocinan desde días antes los platillos de su preferencia: tamales, mole, arroz,
calabaza en tacha, etc. La comida no será únicamente para el alma visitante,
sino además para los deudos quiénes departirán con ella. Se acostumbra
preparar los platillos con especial alegría y más condimentados que lo normal
para que los muertos puedan disfrutar de su esencia. La comida se coloca en el
segundo nivel del altar (el de la tierra).
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Notas Relacionadas
• Delicioso, el pan de muerto
• Halloween, día del miedo
• Todos los santos
• Día de los Muertos
• Truco o trato
• Calabazas de Halloween
• Ahí vienen las brujas
Más notas
• Palabras mágicas
“Altar de muertos”
por: Bertha Sola
Fuente: esmas.com
Copal
Incienso blanco.
Se coloca en un recipiente apropiado (brasero o sahumerio), sobre brasas encendidas, a las 12:00
y alas 19:00 horas para acompañar la oración. Significado: Oración.
Tamales
Platillo elaborado con masa de maíz, relleno con algún guiso, y envuelto en hojas de maíz o
plátano, acelga u otra de acuerdo a la región. De acuerdo al gusto de cada cual, éste y los
demás manjares destinados a los difuntos, deben colocarse como se haría para agasajar a un
invitado vivo, a nivel de una mesa, nunca en el piso. Son el plato indígena de las grandes
celebraciones. El maíz presentado en mazorca o en otros platillos y el pinole tienen también que
ver con la tradición indígena.
Aguamiel
Bebida procedente del maguey.
De acuerdo al gusto de cada cual, siempre pensando que se sirve a un invitado vivo.
Bebida indígena para ocasiones especiales.
Fotografías
Fotografía de los difuntos a los cuales se recuerda con el altar.
De preferencia a la sombra del arco, en un nivel de medio a alto.
Expresa el deseo de que el alma del difunto ya esté con Dios, reaviva su recuerdo a quienes lo
conocieron, y lo muestra a los miembros de la familia que no lo conocieron, para que se
identifiquen con él.
Imágenes religiosas
De preferencia no se incluyen. La versión huasteca del altar de muertos casi no las usa, pues Dios
está suficientemente representado en el arco, la cruz, así como en la luz de las velas, el numero 20
de los ramos de flores. Cada elemento del altar nos evoca la idea de Dios de forma sutil pero
inequívoca. En algunos lugares se coloca una imagen de s. Sebastián Aparicio, por considerarlo
patrono de los altares.
Alimentos, bebidas, prendas y objetos del gusto o uso del difunto.
Cualquier alimento, sea o no tradicional, que haya sido del agrado del difunto (en este caso igual
puede ser el mole que una hamburguesa, si era lo que al difunto le agradaba), y las prendas u
objetos característicos o preferidos de éste. La ofrenda suele colocarse el 31 por la mañana, de
ahí que la preparación de los alimentos se lleva a cabo de tal forma que pueda resistir el tiempo
necesario sin refrigeración, para ser compartida al término de las celebraciones. La presentación
es siempre pensando en términos de que se recibe a un ser humano vivo, evitando ponerlos en el
piso o en lugares inaccesibles. Se cree que en este día Dios concede a los difuntos permiso para
visitar a sus familiares, por ello e les agasaja como se haría con un invitado de honor.
Mantel
Lienzo que se usa para cubrir la mesa donde se toman los alimentos. Se prefiere uno blanco, el
mejor que se tenga en casa. Le da el sentido de Altar, al cubrirse como el del templo,
como el lugar donde se realiza algo sagrado, y además significa el calor de hogar y la hospitalidad.
Papel picado
Carpetas de papel de china, al cual se le practican cortes y/o perforaciones en diseños decorativos
o alusivos a la fecha. En la huasteca su uso se limita a envolver algunas ofrendas, como las
tablillas de chocolate casero, o carpetitas para colocar sobre ellas las ofrendas.
Como celebración es de connotación festiva, igual se adorna con papel picado como se haría para
una fiesta. Por lo mismo no existen limitantes al uso de colores vivos, si bien se prefiere el blanco
para los "angelitos", y es mejor no excederse con los colores negro y naranja, propios del
Halloween, ni con el morado, que significa penitencia, luto y duelo. Las banderas de papel picado
que muchas personas colocan el día de muertos, no forman parte originalmente de la composición
este altar, clavadas en naranja son parte del Altar de Dolores donde la naranja simboliza "casa de
oro" (alocución a la Virgen en la letanía lauretana) y las banderas al crujir con el aire caliente de las
velas, se pretende que distraigan a la Virgen de su dolor.
Agua Agua. En recipientes adecuados para beberla, y para asearse las manos. Símbolo
de vida, Vida eterna que nos recuerda las palabras de Jesús "el que beba del agua que yo le daré,
no morirá"; para apagar la sed del difunto que se supone, venga cansado del camino, y a fin de
que pueda lavar sus manos para comer.
Pan de muerto y calaveras de azúcar.
Panes adornados con una especie de huesecillos, o lágrimas, o de forma humana. La ubicación de
estos elementos debe estar al alcance de los vivos, se entrega a quienes visitan el altar, en el
momento en que lo visitan, aún antes de compartir la ofrenda. Estos dos elementos tienen idéntico
significado, hay que subrayar que no son ofrendas, están destinados a los vivos, al representar a la
muerte, la que espera a los vivos, la muerte particular de cada uno (de ahí las calaveritas con
nombre). Al recibir uno su "muertito", está aceptando su propia muerte, al comerlo y disfrutar su
sabor, significa que "nos podemos comer a la muerte", es decir, vencerla, además su sabor es
dulce como lo será nuestra muerte pues la fe nos dice que a través de ella pasaremos a una vida
mejor.
El Ánima Sola
Imagen que representa una mujer entre las llamas, a veces encadenada, con la vista hacia el cielo.
Se puede incluir en el altar familiar o poner un arco adicional en el mismo para ella. Algunos hacen
un pequeño altar aparte, en el que no debe faltar el agua entre las ofrendas. Se la recibe con
cantos, velas y oraciones el día 2 a las 19:00 horas, aunque algunos le dedican el día 30 de
Octubre. Simboliza a la Iglesia Purgante, es decir los que están en el Purgatorio o sea en el
medio del camino entre este mundo y el Cielo, esta imagen de un alma consumida por el fuego en
actitud de súplica y con expresión de esperanza. Representa a aquellos que no tienen quien se
preocupa de orar por ellos, como dicen en la Huasteca, los que no tienen "generación que los
recuerde o ingrato que les suspire".
Este elemento es importante, ya que la familia que lo incluye, esta fomentando la caridad, al
compartir no sólo los alimentos con los vivos, sino también el amor y las oraciones con los
necesitados.
Oración
Plegaria que se realiza en familia. Se reza el santo Rosario, algunos prefieren el vía crucis u
otras devociones. En general lo importante es que unida la familia ruegue a Dios por el descanso
de sus difuntos.Es este unirse y pedir por sus muertos lo que le da el verdadero sentido al Altar de
Muertos, pueden faltar uno o varios de los otros elementos, pero el simple hecho de unirse para
recordar a "los que se adelantaron", hace que un pequeño altar, o tan sólo un lugar vacío en la
mesa familiar, tenga mayor sentido que el altar más grande y costoso, con todos los elementos,
pero alrededor del cual nadie dedica un pensamiento cariñoso a un ser querido.
XANTOLO - MIJKAILJUITL
Simbolismos en la Celebración del Día de Muertos
El nombre indígena de esta celebración es Xantolo vocablo latín nahuatlizado
(del latín Sanctorum, cuyo significado es "Todos los Santos"), antiguamente se
llamaba mijkailjuitl que significa fiesta de muertos.
"Decían los antiguos que cuando morían, los hombres no perecían, sino que de
nuevo comenzaban a vivir, casi despertando de un sueño y se volvían espíritus
o dioses. Y cuando alguno se moría, de él solían decir que era Teotl." SAHAGÚN
¿A dónde iré?
¿A dónde iré?
El camino del Dios Dual.
¿Por ventura es tu casa en el lugar de los descarnados?,
¿Acaso en el interior del cielo?
¿O solamente aquí en la tierra es el lugar de los descarnados?
Ms. Cantares Mexicanos, Fol. 35 v.
"cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos,
Esto nos hace felices
...
¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
Aunque sea oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí".
DÍA DE MUERTOS
Para los antiguos mexicanos morir era necesario para nacer, porque la muerte
era la gran engendradora de la vida. Su representación era la Diosa Coatlicue,
que era a su vez diosa de la tierra y de la vida. En la cultura mexicana no había
ni bien ni mal. No había cielo ni infierno y no había miedo a la muerte. Al morir,
sin importar su edad o condición social, todos iban al "Tzontémoc" donde los
acompañaban las mujeres que habían fallecido en parto, quienes eran diosas y
portadoras de la buena suerte. En cambio, quienes morían en la guerra iban al
reino del sol y 4 años después se convertían en aves de colorido plumaje.
Aquellos que morían por alguna causa relacionada con el agua (un rayo,
ahogamiento) iban al reino del dios de la lluvia, donde era siempre verano y
había lluvias, por eso a esos muertos se les enterraba acompañados de
semillas y herramientas para sembrar.
Con la imposición de la religión cristiana por parte de los colonizadores
españoles, las imágenes de los dioses cristianos fueron superpuestas sobre las
imágenes de los dioses antiguos. Así la diosa Coatlicue pasa a ser la virgen
Guadalupe-Coatlicue. Y los ritos del día de muertos se combinan con la
festividad cristiana de todos los santos.
En la época actual hay pueblos del centro y sur de México donde al morir
alguien, se le coloca en el ataúd, agua, cerillos, sal y monedas. El agua es para
que el difunto beba, los cerillos son para que se ilumine en el oscuro camino
que va a recorrer, la sal es para que el cuerpo no se corrompa antes que llegue
a la otra vida y las monedas son para pagar a un "Escuintle" o perro sagrado,
quien le ayudará a cruzar a nado un río que el difunto encontrará en su
camino. Después de ese río se abrirán dos caminos: uno que conduce al cielo y
otro que conduce al infierno. Por eso la fiesta de los muertos es la afirmación
de que existe el alma. Y en esta celebración se recuerda al alma.
La ofrenda debe contener agua para saciar la sed del difunto, sahumerio de
incienso o copal para purificar el ambiente, flores de "Cempasúchitl" o flor de
muerto para hacer un camino que guíe al difunto hacia su ofrenda, monedas y
un perro negro para ayudarlo a cruzar "el río de las siete Brazas", velas, para
que ilumine su camino de regreso y una vara de rosal para que espante al
demonio. También debe tener hojas de palma y papel picado de colores para
adornar la ofrenda. Y no deben faltar el Pan de Muerto y las calaveras de
azúcar.
LOS MAYAS
Los mayas concebían el tiempo en forma cíclica, concepto fundamentado en el
eterno movimiento del sol, la luna y los cuerpos celestes. Esta concepción
estaba ligada a un espacio universal en el que tenía lugar el fluir infinito del
tiempo. Estaba constituido por la tierra, que era un plano rectangular, con
trece planos celestes por arriba y nueve mundos inferiores por abajo. En el
centro había una ceiba (Ceiba Pentandral), el Ya'axche', sagrado y primigenio
árbol verde de la vida, que atravesaba todos los espacios, uniéndolos entre sí.
Creían en un solo dios llamado Hunab K'u, creador de los cielos, la tierra y de
todo lo existente en esta vida. En las esquinas del mundo estaban los Bacabes
sosteniéndolo, cada uno con sus características propias: al norte estaba Xaman
y su color era el blanco; al sur, Nojol, de color amarillo; al este, Lak'in, con su
color rojo; y al oeste Chik'in, al que le correspondía el color negro. Los trece
espacios celestiales eran llamados Óoxlajuntik'uj, y correspondían a las ramas
superiores más frondosas de la ceiba, a cuya sombra se gozaba de frescura y
descanso eterno. Cada uno estaba regido por una deidad. Las raíces gruesas y
profundas del Ya'axche' conducían a los nueve mundos inferiores o Bolontik'uj,
cada uno vigilado por su guardián protector.
Éste era el lugar en el que los ciclos de los humanos se enlazaban a las
secuencias divinas que regían sus destinos. El recorrido del sol, principio de
vida y movimiento: asciende del oriente iluminando los cielos hasta ocultarse
por el poniente y penetra en el inframundo convertido en jaguar para luchar
contra las fuerzas de la oscuridad durante la noche, y renacer triunfante una
vez más, y otra, y otra, y otra. Esta cosmovisión estuvo y está presente en la
cultura maya; normó la economía de la vida cotidiana, los saberes, las fiestas y
sus rituales, el culto a los dioses, la simbología del arte y la arquitectura.
Para los mayas, la vida humana estaba constituida por el Pixan, regalo que los
dioses entregaban al hombre desde el momento en que era engendrado; este
fluido vital determinaba el vigor y la energía del individuo, era una fuerza que
condicionaba la conducta de cada hombre y las características de su vida
futura. El elemento que viajaría al inframundo al sobrevenir la muerte física.
Creían que el mundo de los vivos, el de los muertos y el de los dioses, estaban
unidos por caminos en forma de serpientes fantásticas por donde transitaban
las ánimas. Estos lazos eran fervorosamente mantenidos mediante ritos
propiciatorios, rezos y plegarias. Conducían a los difuntos hasta el cielo
correspondiente, y eran también el camino de retorno desde su lugar junto a
los dioses hasta su resurrección en el vientre de las mujeres embarazadas.
Los mayas recibían la muerte como un evento natural. Apenas fallecía un
individuo se le amortajaba y para evitar la falta de alimento en su otra vida, se
le ponía en la boca masa de maíz molido. En su tumba, se colocaban junto a él
ofrendas que mostraran su rango social, oficio y sexo, así como sus
pertenencias. Si era guerrero se le ponían sus armas; si era sacerdote, sus
libros sagrados, sus cuentas para predecir el futuro; si era mujer, las piedras
para moler maíz y sus herramientas para tejer. Además se enterraba a un
perro que guiaría al Pixan de su amo en el azaroso viaje a la eternidad. De día,
los deudos lloraban al difunto en silencio, y de noche, lo hacían con gritos y
lamentos.
El paso de la vida a la muerte era difícil y delicado. Se creía que las almas de
los muertos no abandonaban la tierra inmediatamente después del deceso.
Permanecían entre sus familiares llevando la vida de costumbre sin darse
cuenta de su cambio de estado. La revelación de lo ocurrido tenía lugar días
después y hasta entonces el alma emprendía el viaje al lugar que le
correspondiera. Este trance se prolongaba con las almas de los adultos, las
cuales se resistían a dejar el cuerpo por temor a los Okol Pixan o ladrones de
almas, que rondaban en los momentos de agonía; este peligro era sorteado
mediante la presencia de un Aj K'iin para auxiliar al moribundo poniéndolo bajo
la protección de Junab K'uj. Cuando la agonía se prolongaba demasiado, un
familiar le daba al difunto doce azotes suaves con una soga para aligerar la
partida del alma que al desprenderse del cuerpo salía de la casa por las
pequeñas aberturas de los extremos del jo'olnaj che' o viga mayor.
A los muertos comunes y sin rango se les sepultaba bajo el piso de sus casas o
en la parte trasera de éstas, que posteriormente eran abandonadas por los
familiares. Por el contrario, los señores y gobernantes eran enterrados en
hermosas tumbas -algunas de ellas de la más exquisita arquitectura en cuyas
paredes, la pintura y la escultura contaban las historias de las dinastías y los
linajes sagrados. Sus rostros eran cubiertos con máscaras de mosaico de jade,
símbolo de abundancia y vida. Los nobles, los guerreros y los sacerdotes
prestigiados socialmente, eran incinerados y sus cenizas se depositaban en
urnas de barro en forma de ollas o figurillas. O bien se les cercenaba la cabeza
para reverenciarla. Ésta se cocía, se descoronaba y se partía en dos,
aserrándola de lado a lado. La parte frontal se pintaba con betún o era
modelada con los rasgos del difunto en los espacios vacíos, decorándola con
piedras preciosas. Estos cráneos se custodiaban en los altares familiares cuyo
diseño
reproducía la forma del Universo.
La mesas de los altares era el plano rectangular que representaba a la tierra;
sus soportes -los bacabes- eran cuatro horquetas que se prolongaban por
encima de este plano y se amarraban con corteza de árboles, haciéndolas
convergir en el centro de la mesa. En ella se depositaba copal, agua, sal,
fuego, miel, maíz, cacao, baálche', pozole, semillas, frutas, plumas, piedras
preciosas, algodón y cera, ofrendas benditas para propiciar el feliz encuentro
de los Pixanes con la Madre Tierra.
La muerte en Yucatán
En Yucatán, la muerte es vista como continuidad, permanencia y renovación.
Todos la cargamos, es nuestra compañera de viaje, nos alerta contra el peligro
recordándonos a cada momento nuestra naturaleza mortal y limitada. El
antropólogo José Tec Poot (1949-1985), rescató de la tradición oral este
hermoso poema.
Estas palabras ilustran claramente, porqué nos relacionamos con la muerte con
naturalidad.
Las almas van llegando por días (al mediodía). Y solo tienen estos días permiso
para poder visitar a sus familiares y amigos vivos.
28 de Octubre: Llegan las almas de las personas que hayan muerto ahogadas.
29 de Octubre: llegan las almas de los muertos por accidentes, asesinatos,
desgracias o en forma violenta.
30 de Octubre: Llegan las almas de los niños del Limbo. En algunos lugares se
dice que en este día se regresan las almas de los muertos del 29 de Octubre.
31 de Octubre: Llegan las almas de los niños y adultos no bautizados.
1 de Noviembre: Llegan las almas de los adultos.
2 de Noviembre: regreso de todas las almas al lugar de los Muertos.
Se dice que el olfato es el único de los sentidos que se utilizan en el más allá, y
se desarrolla para facilitar el regreso guiado por el aroma de la propia vivienda.
Hay que servir los alimentos calientes, para que despidan más olor y puedan
así disfrutar del banquete.
Se requiere la presencia de los cuatro elementos con los que todo está
formado: Agua, tierra, viento y fuego. Ninguna ofrenda puede estar completa si
falta alguno de estos elementos y su representación simbólica es parte
fundamental de la ofrenda. El agua, fuente de vida, en un vaso para que al
llegar puedan saciar su sed, después del largo camino recorrido. El pan,
elaborado con los productos que da la tierra, para que puedan saciar su
hambre. El viento, que mueve el papel picado y de colores que adorna y da
alegría a la mesa. El fuego, que todo lo purifica, y es en forma de veladora
como invocamos a nuestros difuntos al encenderla y decir su nombre.
Los relatos de aparecidos y almas en pena que narran los mayores en estos
días, es otra vieja tradición oral que viene transmitiéndose para mantener vivo
en la memoria el retorno de los muertos a este mundo. "Esto sucedió hace
pocos años en una ciudad del interior del Estado. En la víspera del Día de
muertos, María pidió permiso a sus padres para asistir con sus amigas a un
baile de Acogen. Le concedieron el permiso pero le dijeron que, antiguamente,
la gente no acostumbraba salir por las noches y menos asistir a los bailes en
esos días, pues estas fiestas son una falta de respeto a las ánimas, que según
se cree rondan la comunidad. María no tomó en serio estos comentarios y se
fue al Halloween muy contenta. Allí conoció a un joven bien parecido, atento y
caballeroso, pero con un aire de misterio que por la luz tenue y el sonido
estridente de la música no logró descifrar. Los jóvenes bailaron y bailaron
hasta el cansancio. Pasada la medianoche, el muchacho le comentó que venía
de un
largo viaje e iba a partir, invitándola a acompañarlo. María se olvidó de todo y
de todos, y aceptó la invitación. Pidieron un taxi y se dirigieron con rumbo al
poniente de la ciudad, hasta llegar a una casona con muros y rejas grandes,
donde el ruido y las risas indicaban que también había fiesta. Se bajaron y el
misterioso joven le pagó al chofer... Fue la última vez que se vio a aquella feliz
pareja. Al día siguiente el taxista cayó en la cuenta de dos cosas: el dinero con
que le pagaron eran billetes sin valor desde hacía mucho tiempo y aquella
casona era el Cementerio.
Otra Leyenda
Se cuenta que hace muchos años una persona que vivía en un pueblo, cercano
al Popocatépetl, en el Estado de Puebla; no creía en esta tradición. Sus vecinos,
amigos y familiares le decían que pusiera una ofrenda para su esposa que se le
había muerto hacia un año. El no la puso, e incluso se burlaba de esta
tradición, y dijo: !Qué voy a estar poniendo ofrendas!, yo no voy a poner nada,
e incluso, sí pongo algo, será solo un vaso de agua y ramas de ocote. Y así fue,
es lo que puso en su ofrenda. En la noche del 2 de Noviembre, el regresaba
muy de noche de trabajar en el campo. Caminaba por las calles oscuras del
pueblo hacia su casa, cuando al llegar a una esquina, vio a lo lejos mucha
gente, que iba en procesión. Todos iban muy contentos, desde adultos hasta
niños. Todos llevaban comida en sus manos, flores y bebidas. Se acerco más
para poder ver que ocurría. Veía muy asombrado a toda aquella gente. Cuando
de repente vio a una persona que le era conocida. Era su esposa y vio que iba
muy triste y solo llevaba en sus manos ramas de ocote. Aquella persona se
puso muy triste y regreso llorando a su casa, arrepentido de no haber puesto
algo de valor en su ofrenda. Se dice, que desde entonces, cada año, esa
persona ponía ofrendas de lo más hermosas y le ponía muchísimas cosas.
La ofrenda indígena se remonta hace unos mil 800 años antes de Cristo, pues
sepultaban a sus muertos con ofrendas específicas. Más tarde, más o menos mil
500 años antes de cristo, los pueblos sepultaban los cadáveres acompañados con
ricas ofrendas de cerámica, alimentos y utensilios personales. Los habitantes de
mesoamérica creían que después de morir, continuarían viviendo en otro modo.
Los muertos eran enterrados con toda case de objetos que pudieran serles útil en su
viaje al Mictlán. La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola
prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la
recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la
temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los
muertos. Así representaban la relación que creían existía entre el ciclo siembra-
cosecha y vida-muerte. La existencia en el más allá decían, era de acuerdo con la
forma de su fallecimiento, no a la conducta observada en vida, por lo tanto no se
temía a castigos posteriores a la muerte.
DÍAS DE LA CELEBRACIÓN: 28 de octubre: Se recuerda a quienes perecieron
violentamente o a los que murieron al nacer, conocidos como los “abrojos”. 31 de
Octubre: Ponen los Altares para los niños y para los adultos en la tarde o en la
noche, hay quienes a partir de las 12 del día. El 1º de Noviembre: El día de Todos
los Santos. El Altar es más que nada para los angelitos que llegan desde las 8 a.m.
(Oaxaca) o a partir de las 12 del día (Edomex). Los cuetes despiden a los “abrojos” y
dan la bienvenida a los angelitos. Que se van a las 8 p.m. (Oaxaca) El 2 de
Noviembre: El día de Los Fieles Difuntos. Se reciben a los adultos, que llegan desde
las 8 a.m. y se van a las 8 p.m. (Oaxaca). A esa hora ya pueden recoger el Altar y
empezar a repartir la ofrenda. Se van los angelitos a las 12 del día y legan los
adultos. (Edomex) El 3 de Noviembre: Otros recogen este día el Altar a las 12 del
día, hora en que se van los adultos y hasta entonces hacen la repartición. (Edomex)
ORÍGENES EUROPEOS: Se celebra en la iglesia Católica el 1 de noviembre día de
“Todos los Santos” y tiene por finalidad honrar a todos los moradores del cielo, a
los santos canonizados y a los que no lo han sido todavía. Fue creada por el papa
Gregorio IV y a partir del siglo IX comenzó a extenderse por toda Europa ya que
antes sólo se celebraba en Roma, pero únicamente entre los religiosos de los
distintos conventos. En su etapa primitiva, esta fiesta nació en las catacumbas de
Roma, al honrar en una ceremonia general a los mártires cristianos que fueron
sacrificados en tiempos del emperador Diocleciano.
Para los católicos, el 2 de noviembre es también una fecha de celebración, pues en
ella se intercede por las almas de los difuntos. Fue instituida entre los siglos X y XI
por San Odilón Abad, quien pertenecía al Monasterio de Cluny, quien ordenó que
en todos los monasterios de su abadía se celebrara a los Fieles Difuntos. La
celebración consistía en misas, limosnas y oraciones, pues los vivos podían ayudar
a los muertos mediante plegarias.” Se establece esta instrucción a raíz de un
incidente singular ocurrido en dicho monasterio. Según referencias de algunos
cronistas de aquella época, uno de los religiosos del monasterio escuchó gritos de
rabia lanzados por los demonios ante las oraciones de los religiosos mediante las
cuales les eran arrancadas de las manos las almas de los difuntos que ellos
atormentaban, por lo que, enterado de este hecho, San Odilón expidió un decreto
en el que ordenaba a todos los monasterios de su jurisdicción, se estableciese el día
2 de Noviembre la conmemoración de todos los fieles difuntos, rezándose el oficio
de muertos o celebrándose misas de réquiem para todos aquellos que habían
muerto desde el principio del mundo.
La creencia de que las almas volvían a la tierra existió también en algunos pueblos
de España: el día de su llegada, las personas no se acostaban para que las almas
pudieran descansar en sus camas.
Con la llegada de los españoles, llega el cristianismo los altares u ofrendas tienden a
incluir nuevos elementos como: Santos, Cristo, cruces y algunas frutas que no
existían en América. Dos de las principales similitudes entre estas dos visiones
fueron la creencia de la inmortalidad del alma y el culto a los muertos. Al igual que
el hecho de ofrecer presentes, encender velas y quemar resinas aromáticas.
Después de la conquista española se estableció en México el día de Todos Santos y
de los Fieles Difuntos, por disposición del Papa Gregorio IV.
DESTINOS Y DIOSES
Primero: El Tlalocan o lugar de Tlaloc; considerado como el paraíso del dios de la
lluvia estaba reservado para aquellos que morían en circunstancias o fenómenos
relacionadas con el agua: los ahogados, los fulminado por el rayo, de lepra,
pulmonía, resfríos, quienes morían accidentalmente, , los que se desbarrancaban, a
los que les cayó una piedra, par rayo. El lugar era una suerte de paraíso terrenal
donde les recibía Tláloc. En ese lugar pasaban la eternidad cazando mariposas,
disfrutaban nadando y comiendo deliciosos frutos o jugando pelota. Ahí reinaba un
verano eterno.
Segundo: Con Huitzilopochtli,el dios de la guerra llegaban sólo quienes morían en
combate, los cautivos que eran sacrificados, las mujeres que morían al dar a luz y y
los comerciantes que habían perecido en las expediciones mercantiles. Llegaban a
la casa del sol. Ichan Tonatiuh Ilhuícatl (“el cielo que es la morada del Sol”). Morir
peleando era para los aztecas la mejor muerte, una muerte deseada. Pues ella
otorgaba la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender
como pájaros.
El tercer destino de los muertos era: el Mictlán o lugar de los muertos, sitado en las
profundidades de la tierra, reservado para los no clasificados o para quienes
morían de muerte natural. Era habitado por dos dioses de la muerte: el señor
Mictlantecuhtli y la señora Mictecacíhuatl. El camino de las almas destinadas al
Mictlán era muy complejo, pues durante cuatro años debían transitar por distintos
lugares enfrentando todo tipo de peligros y visicitudes antes de llegar al
Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desparecían.
Esos lugares de paso al más allá eran: dos sierras que casi se juntan, una serpiente,
una lagartija verde (algunos dicen que era un cocodrilo), ocho desiertos, ocho
cerros, una zona de vientos helados que cortaban como navajas (por eso les
quemaban sus ropas) y por último cruzaban el río Chignahuapan, con la ayuda del
perrito con el que eran enterrados. Y así los afortunados que finalizaban con bien
su travesía llegaban ante Mictlantecuhtli, a quien entregaban, a manera de ofrenda,
manojos de teas y cañas de perfume, algodón, hilos colorados y mantas.
También para que sus almas pudieran llegar a su destino final y vencer las
dificultades de su travesía les colocaban a los cadáveres diversos objetos, que les
permitían vencer los obstáculos. De aquí viene de manera importante la concepción
del Altar de Muertos como ofrenda actual. Durante ese largo viaje, podían
detenerse en sus moradas terrenas solamente una vez al año, esa fecha caía a
principios de noviembre. Para ayudar a que estas almas errantes recobraran fuerza
y ánimos, los aztecas les preparaban un festín con la comida y la bebida que sus
difuntos gustaban de tomar en vida.
Cuarto: Las almas de los niños pequeños muertos tenían un lugar especial,
Chichihualco (la casa de la leche), donde había un bello y frondoso árbol, el
Chichiuahuitl (árbol de leche) que como su nombre lo dice de sus ramas goteaba
leche, con la cual se alimentaban. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra
cuando se destruyese la raza que la habitaba o el quinto sol. Tenían la creencia que
ellos sí reencarnaban. Así, una vez más, de la muerte se generaría la vida.
Para los nahuas “cada dios elegía a sus súbditos y los mataba con sus poderes
específicos. Había otros dioses que mataban a los elegidos y los llevaban a sus
propios reinos. Por ejemplo, la muerte en estado de ebriedad era señal de que
Ometochtli (el principal de los dioses del pulque) había escogido a la víctima, y que
el destino del muerto era el paraíso de los borrachos. Otro caso interesante es el de
Tlazoltéolt, diosa que inspiraba el adulterio y se llevaba a quienes morían
ajusticiados por dicho delito. También Tezcatlipoca los aguardaba.
ELEMENTOS DEL ALTAR DE MUERTOS Y SU SIGNIFICADO. Cada uno de los
siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada,
misticismo. Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas en el Altar de
Muertos así como su significado son:
El agua: Representa la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen o
sacien su sed después de su largo recorrido y también para que se fortalezcan a su
regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma. Es la que da vida y
energía para el camino. En algunos lugares acostumbran poner una jarra y un vaso,
preferentemente de vidrio transparente para que se pueda apreciar el contenido. El
agua natural aparece como ofrenda en distintas culturas del mundo desde tiempos
remotos. Algunas personas creen que al verla el alma se moja los labios resecos por
el largo viaje desde el más allá. La sal: Es un elemento de purificación, sirve para
que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
Velas y veladoras: Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la
actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La
flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Sirve como una guía, con
su flama titilante para que las ánimas puedan ver mejor su camino, llegar a sus
antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Se dice que el cirio representa
el alma sola. También representan con sus llamas la ascensión del espíritu. Si los
cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos
en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda
orientarse hasta encontrar su camino y su casa. En la antigüedad se decía que la luz
servía para alumbrar el viaje que hará el difunto por el desierto que tendría que
cruzar hasta llegar a su destino final. En lugares como en Xochimilco se
acostumbra encender una vela por cada persona y se la llama por su nombre al
prenderla. O se ponen tantas velas como son los infantes muertos que la familia
aún recuerda.
Copal e incienso: El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el
incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima
la oración o alabanza. Una fragancia que es un signo de reverencia. Se dice que se
utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su
casa sin ningún peligro. También que el humo de éste simboliza el paso de la vida a
la muerte. Algunas personas aún utilizan incensarios o en su defecto pequeños
anafres o braceros. Se sirven de cote en rajas y o carbón de madera para poner en
ellos pedazos de copal y ensomar el lugar.
Las flores: Son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo; la flor
amarilla, la tierra y la morada el luto. Y el rojo de la "mano de león", "moco de
pavo", o también llamado “gallito” o “cresta de gallo”, significa específicamente la
expresión de la sangre de Cristo y la Resurrección, así como la vida humana y
animal. Son un símbolo de festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan
y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se cree se
irá contenta. En algunos lugares el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color
significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. Las flores de
cempasuchil por lo general recuerdan el alma del difunto, ya que es la tradicional
flor de muertos, su color es amarillo/o anaranjado se dice que representa la fuerza
de la luz del sol y de la vida. Viene del náhuatl: cempoalxochitl que quiere decir
“flor de 20 o más pétalos”, “veinte hojas” o "veinte flor”. Se dice que es efeméride
de la muerte y que también simboliza la tristeza.
Caminos de pétalos: En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de
pétalos, por lo general con flor de cempasúchil deshojada, desde la puerta de la
entrada hasta el Altar que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda
y viceversa. Representa así el camino del color y olor que trazan las rutas a las
ánimas, que por su color encendido como el sol sirve para iluminar y orientar el
alma del muerto para que no se extravíe.
El pan: Es un símbolo que funge como un ofrecimiento fraternal. La iglesia lo
presenta como el "Cuerpo de Cristo". Recuerda el alma del difunto y simboliza toda
una tradición. Es un pan que se elabora en distintas regiones del país
especialmente para esta Festividad. La pieza tiene forma redonda, para simbolizar
una tumba; el núcleo, en la parte superior, representa la base del cráneo, los
adornos laterales, los huesos de las extremidades; y es adornado con azúcar roja
que simboliza la sangre. En algunos lugares como en Xochimilco es en forma de
difunto y lleva un nombre. Para el Altar de los “difuntitos” se elabora un pan en
piezas pequeñas y es el que se pone especialmente para ellos.
Retrato o fotografía del muerto/a: El de la persona a quien se dedica el tributo y
cuya ánima nos visitará. Es un recordatorio de nuestros seres queridos. En algunos
sitios se dice que éste debe quedar escondido y no a la vista, de manera que solo
pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver
pero ya no existe.
Imágenes religiosas: De santos de la devoción tanto del difunto como de la familia.
Se colocan para que sirvan como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya
que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan
la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos.
El platillo o la comida favorito: La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima
que nos visita. Con estos alimentos se trata de agradar el difunto compartiendo los
que más le gustaban y ser gratos a su buena voluntad. En el Altar está
constantemente presente una estela de aromas, representando el banquete de la
cocina en honor de los seres recordados. El mole con pollo, gallina o guajolote, es el
platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país. En algunos
otros lugares acostumbran poner una o varias cazuelas con comida.
Acompañándolas con un chiquihuite o tortillero. Los platillos varían de acuerdo a
las regiones del país en donde se esté celebrando esta festividad.
Bebidas como el chocolate, el atole y el café: Son parte de las bebidas tradicionales
que los vivos acostumbran tomar en esos días, especialmente el chocolate ya sea de
agua o de leche; con lo cual se convida a los difuntos a deleitarse de estas bebidas y
con mayor razón si en vida ellos también gozaban de su sabor. La tradición
prehispánica dice que los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que
usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la
esencia del difunto.
Hoy en día son una dulce Las calaveras de dulce: tradición que sólo está presente
en estas fechas, son consideradas una artesanía Son una costumbre indígena.
tradicional mexicana. Se Ya los pueblos acostumbra poner en el Altar
mesoamericanos tenían con el nombre del difunto o presente el símbolo de la
difunta en la frente del cráneo calavera como un recordatorio escrito sobre un
papelito de la muerte como parte del brillante y con azúcar glass. proceso de vivir y
no Actualmente las hay de representaban en absoluto para amaranto y de chocolate
ellos un símbolo que les también. Y las realizan en causara terror, sino más bien
varios tamaños. reverencia y respeto.
Slde 29: El licor y los cigarros: Es para que las ánimas que en vida gustaron de las
“bebidas espirituosas” y/o de los cigarrillos recuerde los grandes acontecimientos
agradables durante su vida. Hacen la función de saciar la sed del muerto y darle
también el gusto de tomarse un buen trago. Algunas personas acostumbran poner
la botella del licor preferido, otras sirven una copita y así la dejan en el altar,
dependiendo de la bebida que sea la acompañan con un salero, y con un platito con
limón partido.
Papel picado: Es un adorno para el Altar que da colorido y representa la alegría de
vivir. Muchos de sus diseños son artesanales y en ellos están estampados motivos
relacionados con la muerte. Algunas personas las ponen como cortinas, carpetas o
manteles para adornar las paredes cercanas al Altar y/o cubrir las mesas o los
niveles del altar. Los colores usados en estos adornos tienen su significado: El color
morado o rosa oscuro se usa en señal de duelo. El color morado es representativo
del luto cristiano. Y el color naranja del luto azteca. El papel picado color negro en
diseños geométricos es negro hace referencia, en la religión prehispánica al Tlilan,
el lugar de la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos.
“Entierritos” o figuras con la forma de un esqueleto: Antiguamente eran mucho
más conocidos los "entierritos" que eran representaciones de figuras humanas
cuyas cabezas eran de garbanzos y con el traje de papel negro, simulando al difunto
y a los padres trinitarios, que eran quienes se encargaban de llevar los cadáveres de
la gente humilde al camposanto. Es muy encontrar representaciones con esqueletos
en varias formas, son muy populares las que tienen una ambientación de acuerdo a
diferentes profesiones y oficios; algunas son verdaderamente chuscas. Se
representan en estas artesanías desde bebés hasta ancianos, todos “calacas”. Ambas
artesanías acompañan el adorno del Altar y le dan un toque humorístico.
Las frutas naturales y las frutas en dulce: Son la ofrenda que nos brinda la
naturaleza. Generalmente son frutas de la temporada que varían de acuerdo a las
regiones. Son una manera de enriquecer el disfrute de las ánimas que vienen a
saborear de los “olores” de las mismas. Porque se dice que es a través de los aromas
que despiden tanto las frutas como la demás comida que ellas se alimentan. En
algunas regiones como en el Istmo de Tehuantepec acostumbran colocar cuatro
banderas de papel picado metidas en naranjas. Las naranjas o las frutas con
banderas significan la libertad que la muerte da. Por otro lado cuando las frutas en
conserva o en dulce tienen la función de endulzar el “paladar” de las ánimas y son
un elemento para aumentar su disfrute.
Objetos personales del muerto/a: Algunas personas gustan de colocar aquellos
objetos que fueron los favoritos o preferidos del difunto, los cuales, se cree que
llevará a su viaje. Y dependiendo de su afición o del trabajo que desempeñó se
ponen en la parte baja del Altar aquellas cosas queridas por ellos. En algunas
lugares se acostumbra poner en el último nivel ropa limpia para recibir a las
ánimas, para que se cambien y se quiten del polvo del camino, y se encuentren más
cómodas durante su estancia entre sus familiares.
Niveles de la o las mesas para base del altar: Es muy común que el Altar se
estructure en diversos niveles. Que por lo general son tres. Para su construcción se
pueden utilizar mesas de diferentes tamaños o incluso tablas. En el nivel superior
al centro del altar, es usual colocar una fotografía del difunto al que se dedica el
Altar. En el nivel intermedio suele ponerse comida, golosinas y cosas que gustaban
al muerto. En la parte inferior, además de leña, carbón, un brasero o Tres piedras
empleadas como piragüas para formar un fogón, se coloca agua y una cruz de
ceniza. Con la llegada de los españoles llega el cristianismo, por lo que los altares u
ofrendas sufren algunos cambios como fuero colocar imágenes religiosas de santos,
Cristo, cruces y también algunas frutas que no existían en América. Dentro de la
doctrina cristiana los tres niveles del Altar representan a las tres divinas personas:
Padre, Hijo y Espíritu santo. Cada nivel es cubierto con un mantel bordado o
deshilado, papel de china, plástico y cubierto también por flores de muerto las
cuales forman una alfombra sobre la que se va depositando toda la ofrenda.
Juguetes y dulces: En el altar de los “difuntitos” se acostumbra poner juguetes, que
en algunos lugares aún son de barro; para que estas almitas tengan con que jugar y
divertirse más durante el tiempo que van a acompañar a sus vivos.
Los arcos de caña: En algunos lugares de la República, como aquí en ciertas
comunidades de Oaxaca el Altar es adornado principalmente por un arco de carrizo
o de caña de azúcar cubierto con flores multicolores de cempazúchil; y el arco
sostiene hilos de los que cuelgan mandarinas, naranjas, limas y plátanos. La
cantidad de arcos varía de dos arcos a cuatro; a este conjunto suele llamársele
portada o retablo. El arco habla del deseo, de quienes viven en la tierra, de unirse a
los que ya habitan en el cielo, a los que ya no morirán otra vez.
“Si en todas partes estás, en el agua y en la tierra, en el aire que me encierra y en el
incendio voraz; y si a todas partes vas conmigo en el pensamiento, en el soplo de mi
aliento y en mi sangre confundida, ¿no serás, Muerte, en mi vida, agua, fuego,
polvo y viento?” Xavier Villaurrutia, “Décima muerte”:
CELEBRACIÒN DE MUERTOS
DESPUES DE LA CONQUISTA
(México Colonial)
Los evangelizadores cristianos para lograr sus objetivosse vieron en la necesidad de
adoptar algunas tradiciones indígenas, mezcladas con sus enseñanzas y así darle una forma
nueva y por supuesto, rica en tradición, asignaron una fecha fija dentro del calendario
cristiano, primero y dos de noviembre.
Después de la conquista española se estableció en México el día de Todos Santos y de los
Fieles Difuntos, que se solemnizaban desde los 827-844 por disposición del Papa Gregorio
IV.
Al ocurrir la conquista el país, la religión católica cambió totalmente el concepto sobre la
muerte. Se le empezó a ver como algo temible pensando en las penas del Purgatorio y del
Infierno, con la esperanza para muchos de la felicidad y del descanso eternos. Se le dio la
imagen a la muerte de un esqueleto con guadaña. Se le empezó a rendir culto a las ánimas
del purgatorio, Fue en el siglo XVII cuando se trató de quitarle lo terrorífico para darle un
aspecto de amabilidad, viéndolas sin miedo y con fe.
La muerte se ve en juguetes, cada año la vemos en diversos mercados del país.
Antiguamente se confeccionaban unos "entierritos" con figuras humanas cuyas cabezas
eran de garbanzos y el traje de papal negro, simulando al difunto y a los padres trinitarios,
que eran quienes se encargaban de llevar los cadáveres de la gente humilde al camposanto.
También se hacían tumbitas de tejamanil negras con adornos blancos y con candelabros de
carrizo y una figura de berro representando al difunto.
Esto demuestra que para los mexicanos desde pequeños, la parca, la calaca, la huesuda, la
dientona, la flaca, etc., les resulta muy familiar.
Desde el siglo XVI se han redactado numerosas oraciones y plegarias, unas imponentes y
otras con esperanza, dedicadas a la muerte.
En canciones y corridos también se han ocupado de la muerte, algunas obras trágicas y
espeluznantes. También figura en obras teatrales, como la muy conocida que lleva el
nombre de "Don Juan Tenorio", del español José Zorrilla.
Diversas lápidas especialmente de los cementerios antiguos como el Tepeyac, y el San
Fernando en México son verdaderos muestrarios de poesía mortuoria.
Es típico en los días de muertos instalar ofrendas, que no solo tienen origen en nuestro
país, sino en otros pueblos del mundo.
Las ofrendas son verdaderas obras de arte y tienen sus características propias de cada
lugar.
Otras costumbres relacionadas con los difuntos consiste en hacer una cruz de cal o de
algún otro polvo en el lugar donde se veló el cadáver, y levantarla a los nueve días. Mandar
decir misas por las almas y cuando cumplen el primer año de fallecidos, velar y hacer otra
cruz como cuando murió.
CELEBRACIÒN DE MUERTOS EN
EL MÉXICO ACTUAL
(ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS)
Cada una de las poblaciones del México actual cuenta con tradiciones y forma de expresar
su concepción del culto a la muerte, estas actividades varían de acuerdo con la región, las
costumbres de la localidad, el nivel socioeconómico de la familiay en general de la cultura;
sin embargo, presenta rasgos y elementos mezclados y derivados del ritual prehispánico y
la religión cristiana traída a la nueva España por los misioneros de la época de la Colonia.
La fiesta de muertos tiene significados diferentes para las habitantes de las grandes
ciudades, como para los pobladores de las comunidades rurales.
Pero para unas y otras no se ha perdido la costumbre pero si el significado.
Una actitudespecíficamente mexicana ante la vida se manifiesta el día 2 de noviembre, Día
de Muertos, cuyo único punto de contacto con la fiesta de los fieles difuntos, tal como se
celebra en Europa, es el hecho de tratarse, aquí y allá, de un día consagrado a la memoria
de los muertos queridos. Es extraña y muy arraigada entre las comunidades indígenas la
idea de que en el mas allá se otorga al difunto licencia para visitar a sus parientes que aún
viven en el mundo terrenal; se trata pues, de un huésped ilustre al que hay que agasajar,
festejar y brindar toda clase de atenciones.
Entre los mexicanos la muerte tiene un sentido singular: A veces aparece como una
arraigada tradición que hinca sus profundas tradiciones en el pasado indígena; en otras
ocasiones, parece un escenario donde se mueven y deslizan figuras del recuerdo, objetivos
de ofrendas de la mas diversa índole: Dulces, pan, flores, alimentos y costumbristas. La
tradición, de alguna manera es permanente, pero aparece con mayor vigor, como un
sentimiento espontáneo, los días 1 y 2 de noviembre cada año.
Los campos donde están los restos de los difuntos, se iluminan con la presencia de
inumerables personas que llevan entre sus manos las multicolores ofrendas. El tránsito se
convierte en coro de murmullos, bajo la bóveda celeste; la ofrenda no puede faltar, ésta
varía según el Estado de la República pero los platillos mas comunes y que difícilmente
faltan son: El mole, chocolate, tamales, calabazas en tacha, pan de muerto y calaveras de
dulce de diferentes tamaños que generalmente llevan el nombre del difunto y de sus
familiares, vivos o también difuntos, los bizcochos en forma de rosca, coloreados por
grageas en rosa mexicano y otros colores.
Se escoge un lugar de la casa donde se improvisa un altar con imágenes religiosas, se
cubren los espejos, se coloca la fotografíadel difunto, todo sobre un mantel blanco al cual
se le deshoja cempasúchil, colocando después los alimentos así como los cirios o las
lámparas de aceite que arderán toda la noche. El incensario de barro ocupa un lugar
importante ya que ahí se quema: el incienso, mirra y estoraque con el fin de limpiarles el
ambiente y el camino a las almas de los fieles difuntos. De los alimentos los difuntos solo
tomarán la esencia; creencia que vale la pena recordar que también fue practicada por los
egipcios.
Para la gran mayoría del pueblo mexicano la celebración pagano-religiosa que con motivo
del día consagrado por el rito católico a los fieles difuntos, se desenvuelve en medio de una
extraña y desconcertante mezcla de ofrendas, ritos, liturgias, y celebraciones diversas en
todos los pueblos, rancherías, y ciudades de nuestro país. Tiene tal colorido, tal riqueza
folklórica y costumbrista, que puede afirmarse no exista otro pueblo en donde el culto a los
muertos sobreviva con tanto arraigo y con manifestaciones tan definidas como en México.
A propios y extraños asombra la dedicación tanto física como económica con la que los
mexicanos honramos a nuestros muertos. La gran cantidad de dineroque se invierte y la
prolífica imaginación con que las artesanías y los platillos convierten el festejo; causa dolor
y pesadumbre en criterios rígidos que no logran comprender el alma de nuestro pueblo.
Todavía en varias poblaciones de México y en el mismo Distrito Federal la ofrenda del día 1
por los "Angelitos", se prepara chocolate, atole, dulces y algunos otros platillos típicos para
los niños; en algunas regiones se agregan juguetes de barro o madera y las velas, tantas
cuantas son los infantes muertos que la familia recuerda. El 2 de noviembre, las velas y los
platillos aumentan de número y de variedad: arroz con leche, arroz con mole, mole negro,
tamales, camote, pan dulce, gelatinas, carnes en diferentes guisos, aguas frescas, cerveza,
vinos, pulque, frutas de toda clase sin faltar tejocotes, cañas, jícamas, cigarros, etc.
En México se han elaborado hasta la actualidad infinidad de dulces en formas de calaveras
hechas de azúcar o chocolate, huesos de leche, pepitas o almendra. Se hacían dulces de
alfeñique, se cocinaba y hasta la fecha se acostumbra la calabaza en dulce.
Las ofrendas son verdaderas obras de arte y tienen sus características propias de cada
lugar. Se decoran con papel calado siendo la flor típica el cempasúchil. También se decoran
con frutas que forman parte de la comida que se ofrece a los muertos. Además se colocan
sombreros, rebozos y otros objetos que usaron los difuntos, lo mismo que herramientas y
demás utensilios de trabajo.
CELEBRACIÒN DE MUERTOS EN LA
CIUDAD DE SANTIAGO DE QUERÈTARO
Por lo que respecto a los festejos del día de muertos señala que las particularidades que se
dan en Querétaro se manifiestan mayormente en las alabanzas y los rezos que se
acompañan a las ofrendas a las ánimas, a los parientes que han pasado a mejor vida.
En Querétaro al igual que en el resto del país. Los días 1 y 2 de noviembre son motivos para
celebrar una costumbre y un rito prehispánico que ha perdurado a lo largo de varios siglos
y que hasta nuestros tiempos se ha denominado "Día de Muertos".
Si a todas estas manifestaciones culturales y prácticas sociales se les quitara la esencia y el
toque prehispánico, se perdería todo y la filosofía que guardaban nuestros antepasados con
la muerte, perdería su significado y su identidad.
Los aspectos que mas coinciden en las celebraciones del Día de Muertos, desde el punto de
vista social, cultural y antropológico subrayando en primer término la identidad de un
pueblo a través de este tipo de manifestaciones, las cuales se pueden afirmar que son
únicas en el mundo y hacen que el individuo se sienta perteneciente a un grupo social.
La importancia de las festividades y la necesidad de todo grupo social tiene de mantener la
identidad, la cual, está constituida por una serie de códigos además de ser una necesidad
de todos los grupos por distinguirse de las demás sociedades y sentirse diferentes.
A pesar de la Conquista y de la Colonia nuestros ancestros continuaron desarrollando una
serie de símbolos y de prácticas, muchas de ellas atacadas y reprimidas por el poder de los
extraños; sin embargo se mantuvieron latentes desafiando a la propia inquisición, aunque
los símbolos variaron un poco.
En la actualidad el culto a los muertos se manifiesta subjetiva y cotidianamente a través de
múltiples formas para recordar a los muertos y seres queridos en su fallecimiento, tanto de
manera personalcomo con actos religiosos personales. Por otra parte, en los días dedicados
específicamente al culto de los difuntos, los dolientes le rinden un servicio, expresando
sentimientos de veneración, cariño y gratitud, cumpliendo con normas sociales
establecidas con anterioridad.
Superar el temor o disgusto de los muertos si no se les recuerda y comparte con ellos algo
de los goces o frutos obtenidos durante el año, por ello la comida y la ofrenda en la tumba o
en el altar, es un desprendimiento significativo de ciertos bienes materiales como pueden
ser lo mejor de la cosecha, las flores de temporada, los gustos del difunto o alguna prenda
querida.
Otro aspecto que se reseña, es el relativo a la trasladación de los símbolos de poblaciones
como San Ildefonso y Santiago Mexquititlán a la ciudad de Querétaro, a fin de que se
conozcan los elementos de identidad los cuales también forman la queretanidad por lo que
el primero y dos de noviembre se exhiben en el Jardín Zenea los altares y ofrendas que se
utilizan en Amealco y Tolimán, aún cuando los significados de los símbolos no sean los
mismos pues se trata de que las zonas urbanas asimilen esta parte de nuestro patrimonio
cultural.
Otra de las formas tradicionales de celebrar en la Ciudad de Santiago de Querétaro, es con
la ya tradicional feria de "Todos Santos", donde se venden todos los juguetes de madera,
cartón, los entierritos y muertos hechos de papel maché, los tradicionales dulces de azúcar
entre los que encontramos las calaveras, los huesitos, los platillos como enchiladas, mole,
pan, etc., todos estos hechos de azúcar, pero como en toda feria en la actualidad también se
han adoptado el poner juegos mecánicos en esa feria tradicional. También podemos
observar en las casas los tradicionales oltares dedicados a sus muertos, en las casas
culturales, en algunas escuelas se organizan concursos para ver quien pone el mejor altar
montando diferentes altares de tradición en las diferentes zonas de la República Mexicana.
OFRENDAS
Durante la era prehispánica, pasando por la época colonial y hasta nuestros días, los
alimentos han jugado un papel muy importante en las ofrendas de los muertos. Se podría
decir que los alimentos son indispensables en el altar de las ofrendas; estos suelen ser muy
variados y que en nuestros días varían según los gustos y las regiones de la república, en
donde la tradición culinaria de la región cuenta mucho. Así mismo su variedad radica en
las costumbres de quién las coloca.
No importa si es grande o chica, pobre o rica, ya que la ofrenda de muertos se prepara y se
exhibe para agradar a los difuntos que puntuales llegan a visitarnos cada año. En ella, que
no es sino un altar, se disponen artísticamente las flores, las velas y veladoras las
fotografías, el papel crepé, las vasijas, los platones, las botellas y sobre todo los alimentos
que habrá de consumir el goloso espíritu visitante. Así, lo más común es que en altares
domésticos se coloquen esquisitos panes, tamales de todos sabores y colores, atoles
espesos y humeantes guisos de diferentes clases, desde los exquisitos moles hasta los
nopalitos preparados de diversas maneras, dulces sabrosos de calabaza y tejocote.
Generalmente el altar se divide en dos niveles marcados por una mesa y el suelo, que según
la tradición popular representan el cielo y la tierra respectivamente. Es por ello que en la
mesa se localizan las imágenes de los muertos en culto, y los símbolos de fe, así como los
elementos agua y fuego representados por líquidos como el atole, pulque, agua u otras
bebidas, y por velas, ceras y veladoras. Sobre el suelo se colocan los elementos que
simbolizan el aire y la tierra: incienso y mirra, Sahumerios, semillas y frutas.
El día 31 de octubre al medio día, se colocan sobre una mesa aquellos objetos destinados al
culto de los niños difuntos: flores blancas, vasos con agua y un plato con sal. Cada vela que
se enciende representa a un niño muerto. Se enciende además el sahumerio con copal e
incienso.
Por la tarde se ofrece una merienda a los niños, donde se incluye como pan, atole,
chocolate, tamales de dulce y frutas. Nuevamente se enciende el sahumerio.
Al día siguiente, el 1° de noviembre, por la mañana, se sirve el desayuno de los niños, antes
de que sus almas regresen al lugar que pertenecen. Entre los alimentos que se colocan
están el pan, atole, chocolate, tamales y frutas. Al medio día la mesa se adorna con flores
amarillas con las que se indica la llegada de los difuntos adultos; se colocan candelabros
negros con velas grandes, agua y sal; más tarde se ofrendan frutas, pan, conservas y
tamales.
El 2 de noviembre al medio día las almas de los difuntos adultos son despedidos con una
comida en donde se pueden encontrar una gran variedad de guisos mexicanos, entre los
que destacan el arroz, mexicano en su preparación, cocinado de diferentes maneras; mole
con pollo o guajolote, pozole, frijoles de olla, tortillas, frutas como jícamas, tejocotes,
cacahuates, dulces entre los que aparecen las tradicionales calaveritas de azúcar o
chocolate, cocadas, calabazates, limones rellenos, camotes, amaranto, jamoncillos (dulce
de leche), calabaza en tacha, peras e higos cristalizados, tamarindo, arroz de leche y
conservas de tejocote, guayaba o durazno. Igualmente hay aperitivos como cerveza, el
tradicional pulque, tequila o la bebida favorita de aquellos seres queridos. No podían faltar
los cigarillos para quienes acostumbraban fumar.
Como ya se mencionó con anterioridad, los alimentos suelen ser muy variados de ofrenda a
ofrenda; sin embargo las ofrendas que actualmente se colocan no son totalmente
diferentes a las prehispánicas; en realidad sólo se transformó sustituyendo sus
componentes originales. De acuerdo a la tradición debe componerse de nueve elementos
esenciales los cuales nunca deben o pueden faltar.
El AGUA. Considerada como fuente de vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su
sed después de un largo camino y como fortalecimiento para su regreso al más allá.
LA SAL. Elemento de purificación, sirve también para que el cuerpo no se corrompa.
INVITACION AL BANQUETE. Elemento de sabiduría.
EL CIRIO. La flama que produce significa luz, fe y esperanza. Llamarada de triunfo,
porque el alma pasa de esta vida a la otra, ala inmortalidad, a lo desconocido.
COPAL o INCIENSO.Ofrenda a los dioses. Elemento que sublima y transmite a la oración o
alabanza, uniendo al que ofrece y a quién recibe. Perfume de reverencia soberana, para
alejar a los malos espíritus.
LAS FLORES.Las blancas (alhelí y nube) significan pureza y ternura. Las amarillas,
cempoaljochitl, significan riqueza, flor de oro. Se cree que antiguamente era usada como
medicamento, para curar, conservar la vida y alejar la muerte.
EL PETATE. Es un objeto de ofrenda para el descanso, para merecer el banquete.
JUGUETES. Perro izcuintle para las ánimas infantiles son elemento de juego. Por otro
lado, el perro izcuintle ayudaba a las ánimas a cruzar el caudaloso río Chiconahuapan,
último para llegar al Mictlán (lugar de los muertos).
EL PAN. Es lo que se invita al recién llegado, alimento que se comparte fraternalmente.
EL GOLLETE y LAS CAÑAS. Este pan en forma de rueda se coloca en ofrenda, sostenido
por un trozo de caña. Se podrán relacionarse estos elementos en el zompantli; los golletes
podrían significar los cráneos de los sacrificados y las cañas las varas conque se
ensartaban.
Existen algunos otros alimentos que al paso del tiempo, al igual que los antes mencionados
se han convertido en parte medular de las ofrendas de muertos como lo son:
EL PAN. Es precisamente uno de los alimentos más importantes en la ofrenda. Aunque no
es de origen mexicano puesto que el cultivo del trigo y el establecimiento de las panaderías
en América tienen su origen durante la Colonia, lo cierto es que en México al pan se le dio
una característica propiamente nacional. Una decoración que se puede apreciar durante
los primeros días de noviembre, es un pan con una muy especial peculiaridad, y que
consiste en adornar su superficie con pequeñas tiras de la misma pasta, las cuales guardan
gran semejanza con los huesos que comúnmente son llamados "Canillas", y sobre estos se
colocan una gran "Lágrima", que simboliza el cráneo humano.
Es importante señalar que durante la época prehipánica, las "Canillas" cruzadas con el
cráneo encima, se referían a la forma en que se expresaban o representaban la muerte o al
"Dios de la Muerte" llamado Mictlantecuhtli. Durante la Colonia, una vez que se instituyó
la celebración de "Todos los Santos", y el día de "Los Fieles Difuntos", tradiciones
provenientes de Europa, algunos elementos del culto a la muerte en ambas culturas se
unieron, y originaron una tradición única.
En algunas ocasiones la tradicional "Torta de Muertos" es sustituida por rosquillas o esos
panes que tienen forma de cuerpo humano: tanto estos panes, como las rosquillas se
decoran con azúcar teñida de color rojo, que simboliza la sangre, y al mismo tiempo nos
recuerda la forma en que las ofrendas precolombinas se espolvoreaban con "Cinabrio", un
polvo rojo que tenía la función de representar la sangre, de la cual se intentaba proveer al
alma del muerto para que pudiera tener otra vida, ya que se tenía la idea de que el cuerpo
moría, pero que el alma continuaba existiendo en otro lugar.
LA CALABAZA. Tanto en la cocina indígena prehispánica como en la mexicana actual,
ocupa un lugar de privilegio. Junto con el maíz, frijol y chile y ha formado parte de la
tetralogía alimenticia del país. De este alimento se aprovecha todo: tallos, guías, flores,
frutos y semillas; su uso es muy extenso, y con ella se elaboran muchos de los platillos
típicos mexicanos.
En el altar de muertos, la calabaza aparece además a manera de dulce en otras formas:
cocida con azúcar, canela, tejocotes, trozos de caña de azúcar, o con otros ingredientes
según el gusto de la cocinera. El dulce cristalizado se le llama "Calabazate". De la calabaza
se prepara la muy tradicional calabaza en "Tacha", que como se mencionó se prepara
durante los días dedicados a los muertos.
La preparación de la calabaza en "Tacha", consiste en introducir dicho fruto en un cesto de
palma que se confita en las calderasdonde se fabrica el azúcar. Esta es la forma tradicional,
pues en las antiguas máquinasde los ingenios se hacía la concentración del "Guarano" o
jugo de caña en dos calderas cónicas, colocadas sobre un solo horno (mancuerna); una de
las calderas era la "Malera", y la otra la "Tacha". En la actualidad se prepara cocida en miel
de piloncillo o panela, antiguamente llamada también "Tacha".
EL MOLE. Su origen se remota a la época prehispánica. Figuraba como uno de los platillos
más importantes destinados al consumo de aquellos seres más importantes de la sociedad
como gobernantes, sacerdotes y guerreros.
La palabra MOLE, se deriva del náhuatl MOLLI, utilizada para referirse a cualquier salsa
con chile.
Con el tiempo el platillo original fue enriquecido con especies, ingredientes traídos de
Europa. Actualmente este guiso se elabora con más de 40 ingredientes; hay de todos
colores y sabores: mole rojo, mole negro (este es típico de Oaxaca), mole verde, mole
amarillo, mole de olla, pipián, manchamanteles. La elaboración del mole variará según la
región y según la cocinera. Una especie de mole que se usa mucho en el centro de la
república lleva el nombre de "Asado" o "Asado de Boda" casi siempre acompañado con
carne de puerco.
Es tradicional que en las ofrendas de los muertos, el mole aparezca servido con arroz y
pollo o guajolote.
TAMALES. Al igual que el mole, fue uno más de esos platillos originarios de México
antiguo. La palabra proviene del náhuatl TAMALLI con la que se designaba al "Pan"
elaborado con maíz. Existen muchas maneras de hacerlos: con anís, rellenos de arroz con
leche, mole, chile verde, rajas, con carnes de aves, pescado o puerco, y en algunos lugares
se hacen con capulines. En Xochimilco a un tamal pequeño lo rellenan con frijoles y se
sirve para acompañar al mole. Cada uno de los estados de la república tiene su propia
receta para elaborar los tamales. En Zacatecas, los tamales son de chile rojo, rellenos con
carne de puerco; son delgados y cubiertos con hojas de maíz en varias capas. Un tamal muy
famoso por las costas del golfo es el zacahuil. En realidad sería difícil enumerar las tantas
formas de elaborar tamales.
EL CHOCOLATE. Bebida originaria de México, no puede faltar en los altares de los
muertos como ofrenda a niños o adultos. La palabra se deriva del náhuatl XOCOLATL,
formada por los vocablos ATL (agua) y COCOTL (CHOCO), que se refiere al ruido que las
semillas de cacao hacen cuando el agua comienza a hervir y en la merienda en que se
remueve.
Antes de la llegada de los españoles, el cacao se utilizaba para elaborar una bebida con
agua que tenía un sabor agrio. Se empleaba además como moneda para llevar acabo el
intercambio (trueque) comercial y para el pago del tributo, por lo que se le tenía en gran
estima. Se dice que Moctezuma se tomaba entre el día 40 tazas de esta bebida como
afrodisiaco. Durante la Colonia, el cacao se comenzó a preparar con leche y endulzarse con
azúcar. Con ello paso a convertirse en una de las bebidas más solicitadas no sólo en la
Nueva España, sino incluso en Europa, ya que era considerada "Bebida de Reyes".
Estos son sólo algunos alimentos de origen mexicano que aparecen en las tradicionales
ofrendas de muertos, pero además hoy en día son de los que cuentan con mayor demanda
popular.
CERÁMICA Y VIDRIO. La cerámica y el vidrio no podían faltar en las ofrendas del día de
muertos. A lo largo de la historia su presencia se ha encontrado en la importancia con los
alimentos; es por ello que el gusto por decorar los altares, es algo que el pueblo vive con
gran emoción; muchos objetos han sido creados para utilizarlos únicamente en esta época
del año, de tal manera que podemos ver las tradicionales jarras panzonas destinadas al
pulque, las ollas para el chocolate, las cazuelas para el mole, los platos para los dulces, los
incensarios y candeleros destinados a sostener los cirios, velas o ceras.
El barro ha sido el material que más ha utilizado el hombre para satisfacer sus necesidades
casi desde el inicio de los tiempos. Del barro existen una gran variedad de formas y usos en
donde además se plasma la expresión cultural de artistas anónimos, los artistas del pueblo.
Muchas ofrendas, en especial las de Dolores Olmedo han sido enriquecidas con cerámica
de distintos lugares, como la verde de Michoacán, cuya forma y decoración ha variado poco
desde la colonia. Aquí predominan los jarros y ollas de diferentes tamaños con cuerpo
globular o de calabaza; cajetes, tinajas, cántaros y gran variedad de objetos.
En fin la creatividad mexicana, el arte y el ingenio no paran ahí, ya que han servido de
fuente de inspiración para la composición de canciones, crónicas, y libros.
Existen poemas de autores anónimos, también existen una gran cantidad de refranes
pareados, versos al amigo o al compañero de trabajo. Al político, etc., y anónimos
populares, como los siguientes:
En este mundo matraca
De morir nadie se escapa.
Muere el buey, muere la vaca,
Y hasta la mujer más guapa tiene que estirar la pata.
Viene la muerte luciendo
mil llamativos colores
ven, dame un beso, pelona
que ando huérfano de amores.
Se va la muerte cantando
por entre la nopalera,
¿En que quedamos, pelona,
me llevas o no me llevas?...
El Uso de Máscaras
Las máscaras desempeñan un papel muy importante en las danzas de
temporada de Día de Muertos, donde las almas de los niños y los adultos,
mujeres y hombres, deben ser representadas.
Esta danza es propia de los totonacos del Golfo de México, en el Estado de Veracruz,
aunque también se presenta entre los grupos nahuas de la Sierra de Puebla y los
huastecos de la planicie costera. Es una variante de la danza de los Quetzales y está
relacionada con la danza de los Voladores ya que también representa una
supervivencia de los rituales agrícolas, solares y cosmogónicos.
El grupo de danzantes se compone por siete elementos que después de bailar dan paso
a cuatro de ellos, quienes se suben a la cruz giratoria que es impulsada por ellos
mismos dando vuelta cada vez más rápido hasta convertirse en un círculo de
movimiento multicolor.
Participan en ella doce enmascarados, la mitad de ellos vestidos de mujer, que bailan
fuera de una tela circular montada sobre unas estacas. Dentro del círculo se pone un
tarro forrado con hojas de papatla, que tiene un mecanismo de cuerdas para hacer
salir del tarro un pájaro de madera que acciona sólo uno de los danzantes, el único que
baila dentro del círculo blanco.
Esta es una ofrenda prehispánica de Día de Muertos. La manta del fondo fue
pintada por alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9 (ENP-9) al
igual que las flores y todo el concepto creativo de esta ofrenda.
Se rinde culto a Xochiquetzali, diosa Mexica de las flores. Cuenta la leyenda
que vivía debajo del arcoiris y un día pensó que los hombres deberían tener
ropas no sólo para cubrirse del frío, sino que estas deberían ser hermosas.
Observando a su alrededor se dio cuenta de que los hombres tenían flores de
muchos colores y fue así como surgieron los bordados tan vistosos en las
ropas.
Esta ofrenda ganó el segundo lugar en el concurso de ofrendas de la ENP-9 así
como el reconocimiento público de su gran trabajo. Y sí mi hermana estaba en
el equipo pero eso no le resta crédito.
es verdad que el día de mañana sólo a Dios pertenezca, que
tengan los hombres que esperar cada día para saber qué les
trae, que solo la muerte sea cierta pero no el día de ella, son
dichos de quien no es capaz de entender los signos del futuro.
Mictlantecuhtli,
E l Zapotal, núm
1
(Arch. del
Instituto de
Antropología de
la Universidad
Veracruzana)
Ilhuititla o Xantolo: La comida de los Difuntos en
Chicontepec, Veracruz.
En el territorio que hoy ocupa Chicontepec (Chicon-tépe-c,
voz náhuatl que significa “En los siete cerros”) florecieron
las culturas Huasteca y nahua, de ellas han quedado
evidencias acerca del culto a los muertos en la figurillas de
terracota descarnadas que se relacionan con Mictlantecuhtli
, en los restos de entierros y en las representaciones de la
muerte en esculturas como el monolito de Chicontepec,
exhibido ahora en el Museo de Antropología de Xalapa, Ver.
En el siglo XVI, a raíz de la Conquista, los españoles
impusieron su propio culto a los muertos, que ya antes
había sido decretado por el Papa Gregorio IV en el siglo IX
y fue así como se implantó los días de todos los santos y
los fieles difuntos que se celebran el 1 y 2 de noviembre.
Lo único que hicieron fue reacomodar sus fechas y, al culto
de los españoles, agregarle ofrendas en comidas y un sinfín
de elementos que después constituyeron un sincretismo
muy espectacular, practicado por los pueblos de hoy en
día.
Santa Cruz: el 3 de mayo.
San Miguel: el 28 de septiembre.
San Lucas: el 18 de octubre.
Ilhuititla o Xantolo: del 30 de octubre al 2 de noviembre.
Tlamacahualistli u octavario: el 9 de noviembre.
San Andrés: último festejo que se efectúa el 30 de
noviembre.
Ilhuititla o Xantolo.
Se le considera como la festividad mayor de los muertos, y
también se le denomina de todos santos: los días de su
desarrollo son del 30 de octubre al 2 de noviembre. Los
nombres característicos de dicha tradición son Ilhuititla y
Xantolo. El Término Xantolo está compuesto por dos
palabras españolas que han sido incorporadas y luego
adaptadas a los sonidos propios del náhuatl: una, que es
“Santo”, transformada en “Xanto”; y otra “Tosos”, que se
convierte en “Tolo”. Como en lengua náhuatl no existe el
fonema (d), este se convierte en (i) y la palabra queda
como Xantolo. En el calendario del codex Mexicanus
(Galarza, 1988:36) encontramos un ejemplo de semejante
transformación léxica, en la que aparece representada de
manera fonética la expresión todos santos, compuesta en
tres partes: xante, tototl y metl (ladrillo, pájaro y maguey).
Los fonemas (xan) y (to) generaron la palabra “Santo” y el
término “todos” fue nombrado por el plural náhuatl “meh”;
unidos los fonemas se lee xantomeh.
El término más usual para designar a las celebraciones de
los muertos es ilhuititla que significa fiesta o ceremonia.
Las compras para la fiesta principal se realizan en la plaza
de la cabecera municipal y en las comunidades grandes a
las que llaman Hueyi Tianguis (Mercado Grande) un
domingo antes; a esta plaza la denominan Huey Domingo
(Domingo Grande).
El 30 de octubre se realiza otro tianguis llamado
CÓDICE LAUD
Xavier Noguez
OTROS NOMBRES
Liber hieroglyphicorum Aegyptorum, Ms. Laud Misc. 678, La pintura de la muerte y de
los destinos, Libro de la muerte y Códice Mictlan.
LUGAR DE ORIGEN
Al igual que otros códices del grupo Borgia, su origen aún está por identificarse. El
área que se menciona más frecuentemente es la región limítrofe entre Puebla y
Oaxaca. Gordon Brotherston menciona a Teotlillan, en el norte de Oaxaca –pueblo
“incluido en el distrito de Tochtepec, en el Códice Mendoza”–, como sitio de
elaboración.
FECHA DE ELABORACIÓN
Época prehispánica, probablemente en el Posclásico Tardío, entre el siglo XIII y el XV.
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS
Fue elaborado utilizando una piel de animal (¿venado?), cuidadosamente preparada y
doblada en 24 secciones. Posee también cubiertas de piel al principio y al final. El
tamaño promedio de cada sección es de 15.7 por 16.5 cm, y el largo total