Juicios Sumarios
Juicios Sumarios
Juicios Sumarios
En el proyecto Couture, se hace una distinción entre Juicios Sumarios (en los que
comprenden demandas por ciertas sumas de dinero, liquidas y exigibles, desalojo,
entrega de cosas y rescisión de contratos, cuando el acreedor haya cumplido) y juicios
orales (que se aplican a las acciones posesorias y denuncias de obra ruinosa,
alimentos, accidentes de trabajo, etc.) En el Código Procesal guatemalteco, ya vimos
que dentro de los procesos de cognición se incluyeron también, separadamente los
juicios orales y los juicios sumarios.
3. La Rescisión de Contratos
6. Los que por disposición de la Ley o por convenio de las partes, deban seguirse
en esta vía.
Debe tenerse en cuenta que conforme los dispone al artículo 230, son aplicables al
Juicio Sumario todas las disposiciones del Juicio Ordinario, en cuanto no se oponga a
lo preceptuado en el Código para el juicio Sumario.
La excepción previa de arraigo del juicio (cautio indicatum solvi) que está contemplada
para el juicio ordinario en el artículo 117, no puede interponerse en esta clase de
procesos, ya que el artículo 232 CPCYM hace remisión expresa a las excepciones
previas contempladas en el artículo 116 del código y silencia el artículo 117 que regula
la de arraigo del juicio. Lo que se persigue es que el Juicio Sumario se desarrolle
rápidamente, en cuanto a las materias que es posible discutir por esa vía. Además, se
le resta importancia a la cautio iudicatum solvi, que como se sabe es combatida por la
doctrina procesal debido a su carácter discriminatorio.
El artículo 232 de código, que es el que establece que excepciones previas pueden
hacerse valer en los juicios sumarios, remite al procedimiento de los incidentes para
su trámite. Sin embargo, está misma disposición permite que, en cualquier estado del
proceso, se puedan oponer las excepciones de litispendencia, falta de capacidad
legal, falta de personalidad, falta de personaría, cosa juzgada, caducidad, prescripción
y transacción, las que serán resueltas en sentencia.
Estas excepciones que pueden interponerse en cualquier estado del proceso, también
podrían resolverse por el procedimiento de los incidentes, pero no tendría sentido
permitir está solución cuando precisamente lo que se persigue es la abreviación de los
tramites.
Por esa misma razón de la aplicabilidad supletoria de las disposiciones que rigen el
juicio ordinario, es que la contestación de la demanda en el juicio sumario debe llenar
los mismos requisitos del escrito de demanda, y si hubiere de acompañarse
documentos, debe cumplirse con lo dispuesto en el artículo 107 del código relativo a
documentos esenciales. Está norma obliga al actor a acompañar a su demanda los
documentos en los que funde su derecho, y si no los tuviere a su disposición, debe
mencionarlos con la individualidad posible, expresando lo que en ellos resulte y
designando el archivo, oficina pública o lugar donde se encuentren los originales.
III. RECONVENCIÓN
De acuerdo con el artículo 234 del CPCYM la vista tendrá lugar dentro de un término
no mayor de diez días, contados a partir del vencimiento del término de prueba.
Según el mismo artículo la sentencia debe pronunciarse dentro de los cinco días
siguientes.
Contra las resoluciones que se dicten en esté juicio proceden todos los recursos
menos el de casación, es oportuno que hagamos la salvedad relativa a aquellos casos
en que se haya optado la vía sumaria. En efecto el código establece que las personas
capaces para obligarse pueden, por convenio celebrado en escritura pública,
sujetarse al proceso sumario para resolver sus controversias. Una vez celebrado el
convenio, no podrá variarse la decisión; pero, si el proceso intentado, por su
naturaleza, debiera haberse ventilado en juicio ordinario, entonces si habrá lugar al
recurso de casación.
Alsina sin embargo, expresa: “no cabe duda que si primitivamente el juicio de desalojo
se acordaba solo respecto a inmuebles, fue porque la locación de muebles era su
momento. Hay, un cambio siendo tan frecuente como aquella principalmente en
materia de máquinas, artefactos, letreros luminosos, etc., no hay ninguna razón para
negar en estos casos los benéficos del trámite sumario)
Con esta disposición se resolvió un problema que venía afectando el libro de uso de
los inmuebles. La legislación, no contemplaba la posibilidad de obtener por un medio
rápido, la restitución de un bien inmueble cuando el uso del mismo no era lícito por
haber obligación de restituirlo o bien porque se detentaba en forma precaria.
Conforme al código anterior que no regulaba estos supuestos, había que acudir al
juicio ordinario, con todos sus trámites, para poder obtener la recuperación del uso del
inmueble. Esto ocurriría así, porque el referido código solo permite la acción sumaria
de desocupación para los casos que existiera contrato de arrendamiento. Pero, como
antes dijimos, el código vigente le dio una ampliación mayor a la finalidad de este
juicio, y ahora puede ser entablado contra todo aquel que tenga obligación de restituir
el inmueble, o bien que lo detente sin ningún derecho del intruso. Esto ha facilitado
sobre manera la recuperación del uso de los inmuebles, en todos aquellos casos que
se originen de esas situaciones aunque no allá contrato de arrendamiento.
Es muy común en nuestra práctica judicial que con la acción sumaria de desahucio o
de desocupación derivada de un contrato de arrendamiento, se acumule una acción
de condena para que en sentencia resuelva que el demandado debe pagar al
demandante, no solo las rentas causadas por ejemplo las que fundamentan la causal
de desahucio, sino todas aquellas que resulten adeudando hasta la efectiva
desocupación del inmueble. Este es uno de los casos en que nuestro sistema permite
la condena de futuro, puesto que no se manifiesta un interés actual e inmediato, pero
si la posibilidad de que no se sigan pagando las rentas hasta la efectiva desocupación
del bien raíz. La disposición que ampara esta condena de futuro, se encuentra en el
artículo 1904 del Código Civil.
e) Causales
En todos estos casos para obtener la desocupación del inmueble que fue objeto del
arrendamiento es obvio que tendrá que acudirse al procedimiento del juicio sumario.
Si no hubiere desocupación voluntaria por parte del arrendatario.
También señala el código civil los casos en que puede rescindirse arrendamiento. Y
ellos son:
4º. Por mayoría de edad del menor, rehabilitación del incapaz o vuelta del ausente, en
los arrendamientos que hubieren celebrado sus respectivos representantes con plazo
mayor a tres años.
7º. Por muerte del arrendatario, si sus herederos no desean continuar con el
arrendamiento.
1º. Cuando el arrendatario no esté solvente con el pago de la renta y adeuda por lo
menos dos meses vencidos;
5º. Cuando se trate de inmuebles del Estado o de las municipalidades que sean
necesarios para la instalación de sus dependencias, oficinas o servicios;
6º. Cuando el propietario necesite el local para instalar su negocio o cualquier otra
actividad lícita, siempre que no tenga otro inmueble con las condiciones adecuadas
para tal fin.
En el párrafo final de este artículo se dice que cuando ocurra cualquiera de los casos
anteriores, se procederá de acuerdo con lo que establecen las leyes respectivas. Esas
leyes, en lo que a la rama procesal se refiere, no son otras que el CPCYM y la LOJ.
Ahora bien el artículo 1941 del código Civil expreso que las disposiciones consignadas
en el capítulo que contiene esas disposiciones especiales, regirán sin perjuicio de lo
establecido en la ley especial de inquilinato u otra ley de emergencia que regule este
contrato, en cuanto a la fijación de renta y demás condiciones no determinadas en los
artículos anteriores. Por eso es que debemos mencionar lo que al respecto dice el
Decreto 1468 del Congreso, o sea la Ley de Inquilinato.
Esta ley especial establece nueve causales específicas, expresando que únicamente
podrá demandarse la desocupación de la vivienda o del local objeto de un contrato de
arrendamiento (art. 40) en cualquiera de los casos siguientes:
Esta disposición concuerda con el inciso 2º. Del art. 1940 del Código Civil, con la
diferencia que en esta última norma se da un contenido más amplio al concepto de
familia, puesto que se comprende en ella también a las personas que dependan
económicamente del propietario.
Esta causal de la ley coincide, en parte con el inciso 140 en su 3er. Párrafo del Código
Civil, pero, desde luego, se aprecia que la disposición de la Ley de Inquilinato que
fueron suprimidos.
Esta causal coincide en parte con el inciso 3º. Del art. 1940 del Código Civil, aunque,
como en el caso anterior, en la Ley de Inquilinato se regula en forma más amplia.
Además, para estas tres causales, también se establecen en la Ley Especial art. 41
que el aviso de desocupación debe darse cuando menos, con tres meses de
anticipación: Y que si la desocupación procede en inmuebles ocupados por escuelas
oficiales o particulares, solo podrá hacerse efectivo en el periodo de vacaciones,
dispone, la ley, así mismo, que el tribunal ante que inicie demanda de desahucie por
las causales establecidas en los incisos a), b), c) y f), no dará tramite a la misma en
tanto el demandante no acompañe la constancia de haber hecho el depósito
correspondiente a dos mensualidades a favor del arrendatario para el caso de
incumplimiento.
Esta causal, en lo fundamental coincide con el inciso 6ª del artículo 1,940 del Código
Civil, que la redacta con más propiedad y sencillez. Conforme la ley de inquilinato, en
este caso, y en los de los incisos a) y c), también a locador debe depositar en la
tesorería nacional o en sus agencias una cantidad igual a del importe de dos
mensualidades a favor del arrendatario, deposito que se entregara a este en
concepto de indemnización por daños y perjuicios , si dos meses después de la fecha
en que se haya realizado la desocupación no se ha cumplido con la finalidad para la
que se pidió la desocupación, según sea el caso. El locador puede recuperar la suma
depositada cuando acredite haber cumplido con las causales invocadas.
e) Cuando el subarrendatario obtuviere como consecuencia de los
subarrendamientos, un valor mayor del alquiler que se fija en el artículo 30 de la ley.
Este caso no está mencionado en el artículo 1,940 del Código Civil, aunque la
situación relativa al subarrendamiento sí está regulada en dicho Código. En la Ley de
Inquilinato se prevé que el contrato de subarrendamiento se rige por las mismas
disposiciones que esa ley establece para el contrato de arrendamiento. Quien diere en
su arrendamiento partes de un mueble, no podrá recibir en total, por aquel concepto,
más del 20% del alquiler que deba pagar al locador incluyéndose el alquiler que
respondiera a la vivienda o local que el subarrendante ocupare. La acción para valuar
estos, corresponderá tanto al locador como a los inquilinos (art. 30). En cuanto a la
desocupación, el art. 31 de la Ley de Inquilinato establece que los subarrendatarios
no tendrán más derechos que los directamente contraídos con el subarrendante por
consiguiente, deberán desocupar a mas tardar el día que lo haga este, a menos de
que celebren arreglo especial previo y escrito con el locador.
Esta causal considere plenamente con el inciso 5ª del artículo 1,940 del Código civil.
Esta causal Coincide con el inciso 1ª con el artículo 1,940 del Código Civil. Sin
embargo debe hacerse la salvedad relativa a la Ley de Inquilinato establece normas
para lo que se ha dado en llamar, “purgar o mora “, es decir hacerla desaparecer. Esta
norma protectora de los arrendatarios está desarrollada e el artículo 43 de dicha Ley.
Vamos a explicarla: el artículo 43 de la Ley de Inquilinato se refiere a la consignación
de rentas en pago. Establece que en el caso de que el locador se niegue a recibir la
renta, esta podrá depositarse en el tribunal respectivo siempre que el inquilino
adjuntare a la solicitud de consignación del último recibo que acredite el pago del
alquiler correspondiente al mes anterior o, caso contrario, siempre que la
consignación se haga en base en las diligencias en que constare la consignación
precedente, toda consignación posterior a la primera se tramitara y resolverá en la
misma cuerda, acumulándose las diligencias a menos de que estas se encontraren en
diferentes instancias.
Para el caso concreto al que estamos refiriendo para pulgar la mora establece el
artículo 43 de la Ley de Inquilinato, en su párrafo 2ª, que bastara el depósito para que
cese como causal la mora en el pago, siempre que el inquilino estuviere insolvente por
más de dos mensualidades, de alquiler. De esta manera aunque se haya incurrido en
la causal de la terminación de contrato en la terminación de contrato por falta de pago
de dos mensualidades, si estas se consignan en la forma antedicha, la causal
desaparece. Por ello viene a resultar que la desocupación solo se puede lograr
efectivamente y con seguridad, cuando se adeuden más de dos mensualidades
vencidas, es decir de tres en adelante, establece el mismo artículo 43 de la Ley de
Inquilinato en su párrafo final, que si el inquilino depositare el valor de las rentas que
se le demanden y estuvieren conforme con el contrato de arrendamiento, con el
recibo, con las constancias de consignación anteriormente probadas, el pago se
declarara bien hecho. Mientras la consignación se viera declarado improcedente, el
inquilino no podrá retirar la suma consignada
Esta causal Coincide con el inciso 4ª del artículo 1,990 del código civil, pero se nota
que es mucho más amplia la ley de inquilinato.
F) Subarrendamiento
La duda que aquí planteamos es si tal exigencia también se requiere para los
contratos de subarrendamiento, ya que la ley silencia este aspecto. Se entiende, por
lógica, que si el arrendante ha cumplido con ese requisito, no sería necesario que en
el contrato de subarrendamiento volviera a exigirse.
Dice el Código Civil que ninguna de las partes puede mudar la forma de la cosa
arrendada sin consentimiento de la otra. La violación de este precepto da derecho al
perjudicado para exigir que la cosa se reponga al estado que guardaba anteriormente,
o a que se rescinda el contrato si la codificación fue de tal importancia que la haga
desmerecer para el objeto del arrendamiento (art. 1893).
Su el arrendatario se ve impedido, sin culpa suya, del uso total o parcial de la cosa
arrendada, no está obligado a pagar la renta en el primer caso, y tiene derecho, en el
segundo, a una rebaja proporcional que, a falta de acuerdo, fijara el juez. En ambos
casos, si el impedimento dura más de dos meses, el arrendatario podrá pedir la
rescisión del contrato (art. 1906)
En el mismo caso anterior, si el arrendatario hubiese puesto solo una parte más o
menos considerable de las mejoras a que estaba obligado, el juez resolverá, según
las circunstancias, sobre la rescisión del contrato, pero siempre habrá lugar a la
devolución de las cantidades que dejaron de emplearse en mejoras, al pago de sus
respectivos intereses y a la indemnización de los prejuicios causados (art. 1972).
En el Código Civil, en forma más concisa, se repite esta norma, así; el arrendatario
podrá poner fin al arrendamiento dando aviso por escrito al arrendador, por lo menos
con treinta días de anticipación si se tratare de vivienda y con sesenta días de
anticipación si se tratare de locales de negocios u oficinas (art. 1939). Esta disposición
solo hace la salvedad relativa a lo dispuesto en el art. 1888, para el caso en que se
trate de arrendamientos cuya duración se cuenta por años forzosos y voluntarios, en
los cuales, estos últimos se convierten en obligatorios si el optante no avisa al otro,
con tres meses de anticipación, que terminara el contrato cuando se acaben los años
forzosos.
Como puede preciarse de las normas anteriormente transcritas, la facultad de dar por
terminado el contrato de arrendamiento, por simple aviso y en la vía voluntaria, solo la
concede la ley al inquilino o arrendatario. Esto quiere decir, que fuera de estos casos,
ya sea por parte del arrendante o del arrendatario, para dilucidar las demás
cuestiones relativas a la nulidad, rescisión, resolución o terminación del contrato de
arrendamiento, así como los demás asuntos relativos al mismo, tendrá que acudirse al
juicio sumario establecido en el CPCYM.
En el nuevo código, con esta disposición, se vario la redacción que traía el anterior
código (arts. 806 y 807 Decreto Legislativo 2009), en cuyas normas se indicaba que
en el supuesto de no haber oposición se ordenaría la desocupación cuando
procediera con arreglo o derecho. Esa redacción suscitaba las dudas relativas a si
procedía el lanzamiento del inquilino con respecto a cualquier causal, o bien sólo en
relación a algunas de ellas; y también, si era necesaria la exigencia de que hubiera
contrato escrito. Esas dudas de se despojaron con la redacción del párrafo primero del
art. 240 del CPCYM que claramente alude a que los documentos que se acompañen
con la demanda deben comprobar la relación jurídica afirmada por el actor, lo que
quiere decir que de tales documentos debe desprenderse la evidencia de que existe
contrato de arrendamiento.
Esa norma, que simplifica la finalización del juicio, en realidad introduce una forma de
ficta confessio, ya que se supone que la falta de oposición implica la aceptación de la
verdad de la causal invocada. En el proyecto Couture, en los juicios sumarios se
aplica también la ficta confessio, de tal modo que, transcurrido el término señalado, se
tienen por aceptados los hechos de la demanda, sin perjuicio de poder acudir a la vía
ordinaria con posterioridad, ya que lo que se requiere en tales juicios sumarios, es
precisamente que respondan a su denominación, o sea que se tramiten con la
celebridad debida.
Sin embargo, en el Derecho guatemalteco, aunque se acepto para este caso la ficta
confesión, en la forma antes dicha, no hay posibilidad de ir a un juicio ordinario
posterior. Esta consecuencia es lógica, porque para ello exige el art. 240 que con la
demanda se acompañen los documentos que comprueben la relación jurídica
afirmada por el actor. Si se permitiera el juicio ordinario posterior se prolongaría
innecesariamente la discusión de un problema sobre el uso de un inmueble, que debe
quedar definida rápidamente.
Los documentos que se acompañen con la demanda pueden ser de tal manera
fehacientes, que produzcan la comprobación de la relación jurídica afirmada por el
actor de modo indubitablemente autentico, como seria en el caso de un documento
notarial, pero, puede suceder que tales documentos tengan el carácter de
documentos privados. Para esta particular situación el art. 240 del Código Procesal
prevé que si los documentos acompañados a la demanda fueren privados,
únicamente se hará efectivo el apercibimiento, si estuvieren firmados por el
demandado y no hubieren sido objetados por éste dentro del término de tres días
mencionado en el párrafo primero de dicho artículo.
En realidad, esta norma relativa a los efectos que puede producir el documento
privado firmado por el demandado y no objetado dentro del término establecido,
guarda relación con los lineamientos que sigue el código en materia de prueba de
documentos, puesto que el art. 186 de dicho código preceptúa que los documentos
privados que estén debidamente firmados por las partes, se tienen por auténticos
salvo prueba en contrario (párrafo segundo). Por consiguiente, si en un juicio de
desahucio el demandado no impugna los documentos privados en los cuales aparece
su firma, dentro del término de tres días, ya no tiene posibilidad de destruir la
presunción de autenticidad que ampara ese documento, puesto que al no haber
oposición, tampoco puede rendir ninguna prueba.
J) Medidas precautorias
El Código Procesas permite (art. 239) que el actor pueda pedir el embargo de bienes
suficientes para cubrir las responsabilidades a que este sujeto el demandado según el
contrato; y el juez lo decretará preventivamente.
El Código Procesal no indica en qué momento puede pedirse tal medida precautoria,
pero de acuerdo con la opinión que hemos sostenido, a nuestro juicio, puede
solicitarse al comienzo del proceso o durante su desarrollo; en la práctica, esta
medida preventiva se decreta por algunos tribunales solamente cuando hay contrato
escrito y se deniega cuando el contrato es verbal en realidad, el código no exige
contrato escrito para que esta medida precautoria pueda ordenarse. Normalmente, el
actor tendrá la posibilidad de pedirla y el juez la facilidad de ordenarla, cuando con los
documentos acompañados por el actor a su demanda quede evidenciado el contrato;
pero, nada impide que un juicio de desahucio se inicie sin haber contrato escrito. Claro
que en este caso la falta de contrato escrito es imputable al arrendante, según se dijo
antes e incluso puede hacerse este acreedor a una multa equivalente a una renta
pero, si el contrato queda determinado durante el curso del proceso, v. gr. Si el
demandado reconoce la existencia del mismo,. Aunque niegue la procedencia de la
causal, en esa situación, no vemos obstáculo para que el juez acceda a otorgar la
medida precautoria del embargo, sin prejuicio, desde luego, de las consecuencias que
ella puede acarrear si la demanda es desestimada.
El proceso puede terminar también por medio de un auto que produce los efectos de
una sentencia, cuando el demandado no se opone a la demanda entablada en su
contra en los términos establecidos en el mismo art. 240, siempre que estuviere
documentalmente comprobada la relación jurídica afirmada por el actor.
Transcurridos los plazos fijados para la desocupación sin haberse esta efectuado, el
juez ordenará el lanzamiento, a costa del arrendatario (art. 241, párr. primero
CPCYM). En la práctica, la resolución que ordena el lanzamiento se acostumbra
ejecutar con noticia de la otra parte. Este notifica miento no es necesario, porque
precisamente para eso se fijo término, pero se hace por razones de equidad.
La misma disposición del art. 241, en su párrafo segundo, establece que si en la finca
hubiere labores, plantíos o algunas otras cosas que reclamare el arrendatario como de
su propiedad, debe hacerse constar la clase, extensión y estado de las cosas
reclamadas, sin que esta reclamación impida el lanzamiento. Verificado el
lanzamiento, se procederá al justiprecio de las cosas reclamadas (párrafos segundo y
tercero).
El art. 242 del CPCYM también se refiere a las cosas reclamadas y establece que el
pago o entrega de éstas se regirá por lo estipulado en el contrato y, a falta de ello, por
lo dispuesto sobre mejoras en las leyes que regulan las obligaciones y contratos (párr.
primero).
Como puede surgir discusión acerca de las cosas reclamadas, el art. 242 del código
prevé, en su segundo párrafo, que cualquier cuestión que surja a este respecto, se
sustanciara en forma de incidente. Esta última disposición es bastante amplia y por
referirse el artículo anterior a cosas reclamadas, entendemos que también se aplica el
procedimiento incidental para que los peritos que se nombren puedan hacer el avalúo
de las mismas.
Debe tenerse presente que de conformidad con el art. 1938 de Código Civil, la
restitución del edificio la hará el arrendatario desocupándolo enteramente y
entregándolo con las llaves al arrendador.
L) Apelación
Establece el Código Procesal, en el art. 243, que en estos juicios sólo son apelables
los autos que resuelvan las excepciones previas y la sentencia. Para que se conceda
el recurso de apelación, el arrendatario apelante debe acompañar a su solicitud de
documento que compruebe el pago corriente de los alquileres o haber consignado la
renta dentro del juicio.
Por otra parte la limitación que establece el art. 243 del Código Procesal para poder
hacer uso del derecho de apelación, o sea la de la previa comprobación del pago
corriente de los alquileres o de la consignación de la renta dentro del juicio, se ha
interpretado por algunos que se refieren a todas las causales establecidas en la ley.
Otros sostienen que solamente funciona con respecto a la causal de falta de pago,
porque se entiende que la intención de la ley es acelerar la tramitación del juicio
cuando dicha causal efectivamente existe; pero, en los casos en que no se alega la
mencionada causal, es una exigencia que ocasiona molestias al demandado, cuando
aun el proceso está en el estado de incertidumbre a que alude Couture, sin saberse
quien de las partes tiene razón. Lo cierto es que el art. 243 del Código Procesal no
hace ninguna diferenciación en cuanto al motivo del juicio y por eso, se ha mantenido
el criterio opuesto, con lo cual se obliga al inquilino a que cumpla con su obligación de
pagar, si quiere hacer uso de tal medio impugnativo.
Como antes vimos, en el Código Procesal sólo se requiere de esa exigencia para
hacer uso del derecho de apelación, pero no se limita el derecho de defensa en la
forma absoluta en que lo establece el art. 45 de la Ley de Inquilinato.
Los términos que fija el art. 46 de esta Ley para la desocupación son los mismos que
establece el Código Procesal, o sea quince días si se tratare de vivienda y treinta días
si se tratare de local.
Esta indemnización a que se refiere el art. 47 citado debe entenderse que alude al
hecho mismo del lanzamiento, pero no afecta los derechos que pueda tener el
inquilino para el pago o entrega de cosas reclamadas, ya que esta materia debe
regirse por lo estipulado en el contrato y a falta de ello, por lo dispuesto sobre mejoras
en las leyes que regulan las obligaciones y contratos.
También dispone la Ley de Inquilinato en su art. 49, que todas las controversias que
se susciten entre locadores e inquilinos que no tengan trámites especiales señalados
en la Ley se ventilaran por el procedimiento de los incidentes.
VI. ENTREGA DE COSAS Y RESCISION DE CONTRATOS
Los juicios sumarios a través de los cuales se pide la entrega de cosas y la rescisión
de contratos, fueron objeto de regulación en el Código Procesal vigente y la fuente de
donde se tomaron tales disposiciones es el Proyecto Couture (arts. 211 y 212).j con
anterioridad en la legislación procesal guatemalteca no estaba establecida la vía
sumaria para discutir este tipo de situaciones.
A) ENTREGA DE COSAS
Establece el art. 244 del Código Procesal que cuando no proceda la vía ejecutiva, se
aplica el juicio sumario para la entrega de cosas que no sean dinero y que se deban
por v virtud de la ley, el testamento, el contrato, la resolución administrativa o la
declaración unilateral de voluntad en los casos en que esta es jurídicamente
obligatoria (párr. Primero).
Advertimos del tenor de esta disposición que puede acudirse al juicio sumario para la
entrega de cosas cuando no proceda la vía ejecutiva, criterio lógico porque de
contarse con titulo ejecutivo suficiente para obtener la entrega de una cosa
determinada, no hay razón para seguir un proceso de cognición, como lo es el
sumario, a fin de que una vez dictada la sentencia se proceda a la ejecución de la
misma. Si se dispone de titulo ejecutivo, de una vez se irá al proceso de ejecución.
Las cosas a que se refiere esta disposición comprenden también aquellas que han
sido objeto de un contrato de arrendamiento. Si se trata de un arrendamiento de bines
inmuebles, el camino a seguir está determinado por los trámites del juicio sumario de
desahucio, que antes analizamos; pero, si se trata de arrendamiento de bienes
muebles, las disposiciones aplicables para obtener su entrega son las del juicio
sumario común.
Dispone la ley que puede acudirse al juicio sumario para la entrega de cosas ¨que no
sean dinero¨, ye esto es explicable, porque si se trata de sumas de dinero para eso
están establecidos los juicios orales de ínfima y menor cuantía; y en su caso, el juicio
ordinario.
El mismo art. 244 del Código Procesal, en su párrafo segundo, impone otro requisito
que estriba en la circunstancia de que la obligación de entregar la cosa debe
acreditarse en forma documental. Claro que, esta evidencia documental no debe
perfilar un titulo ejecutivo, puesto que, si así fuera, no tendría objeto, como antes se
dijo, seguir la vía sumaria sino directamente la ejecutiva.
B) RESCISION DE CONTRATOS
Establece el art. 245 del Código procesal que procede, así mismo, el juicio sumario en
las demandas de rescisión de contratos que el acreedor haya cumplido por su parte
(párr. primero).
No obstante esta facilidad, el mismo art. 245 del Código Procesal, en su párrafo
segundo dispone que en estos casos también podrá optarse por la vía ordinaria. De
manera que el acreedor que desee discutir en forma más amplia el conflicto
planteado, lo cual ocurrirá, generalmente, en aquellos casos en que no se disponga
de suficiente prueba, podrá acudir al juicio ordinario, que también le permitirá hacer
uso, eventualmente, del recurso de casación si se tratare de un juicio de mayor
cuantía.
Finalmente, establece el artículo 248 que contra la sentencia que se dicte procede el
recurso de apelación ante el tribunal superior; pero si se tratare de la responsabilidad
de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, no cabrán más recursos que
aclaración, ampliación y reposición.
VIII. INTERDICTOS.
HISTORIA:
En el código procesal civil los interdictos están regulados dentro de la categoría que
corresponde a los juicios sumarios, y en consecuencia, están sujetos a la misma
tramitación que estos. Sin embargo, los interdictos están regidos por una serie de
principios que le dan un carácter bastante especial y tienen algunas diligencias que
les son peculiares.
Pero lo que sí es cierto es que todo lo relativo a los interdictos fue regulado por los
romanos, aun cuando en la actualidad no se siga exactamente la misma concepción y
estructura del interdicto romano. Al parecer, los interdictos se remontan al propio
origen de la ciudad romana. A los que se les adjudica mayor antigüedad es a los
interdictos de grande legenda y de arboribus caedendis. Por el primero se defendía
al principio de que pertenecen al dueño del árbol los frutos caídos en el fundo vecino;
y por medio del segundo se prohibía el corte de ramas que en el fundo vecino
producían sombra. La variedad de los interdictos en el derecho romano es
sobradamente conocida y no amerita que sea expuesta en esta obra, sino más bien
en una consagrada a esa disciplina, pero sí podemos mencionar que había interdictos
de carácter prohibitivo, de exhibición, de restitutorio, simples y dobles,
QUE ES UN INTERDICTO?
El código procesal civil y mercantil recoge dentro del proceso sumario algunas formas
interdictales en los artículos 249 al 268.
En código procesal civil y mercantil reconoce a los interdictos de retener (que llama de
amparo de posesión o de tenencia), y el interdicto de recobrar la posesión (que llama
de despojo), el interdicto de adquirir la posesión fue suprimido tanto en el código
anterior como en el vigente. Pero está regulado también como interdictos el de obra
nueva o peligrosa y el de apeo y deslinde. Conocida es la discusión que existe sobre
la naturaleza jurídica de estos interdictos.
Los interdictos regulados en nuestro código civil y mercantil son cuatro los cuales son.
De despojo.
De apeo y deslinde.
La posesión hace adquirir el dominio de los inmuebles por el transcurso del tiempo, y
causa la presunción de propiedad de las cosas muebles, confiere el derecho de
retención hasta el pago de ciertos créditos, de la propiedad de los frutos, cuando sea
de buena fe.
Como se dijo anteriormente los interdictos pertenecen al proceso sumario para poder
proteger la posesión. Están determinados, según los autores Castillo y de Pina, a
decidir sobre el hecho de la posesión o de la necesidad de suspender o impedir con
rapidez una actuación o una situación de hecho perjudicial a un derecho privado o a la
seguridad pública, dejando a salvo la facultad de promover un juicio ordinario
posterior.
Alsina resume su parecer diciendo que los interdictos son procedimientos sumarios
para la protección de la possessio naturalis, es decir, de la posesión considerada
exclusivamente en un aspecto exterior, por lo que represente el corpus posesorio que
tanto lo tiene el poseedor como el detentador.
Los interdictos que se han reconocido, según señalamos antes, son de cuatro clases.
Para adquirir la posesión, para retenerla o recobrarla, para impedir una obra nueva y
para evitar los daños que pudiera ocasionar una obra peligrosa.
Es criterio bastante difundido de que los interdictos persiguen que nadie se haga
justicia por su propia mano y que una cuestión posesoria de hecho se resuelva de
manera rápida y sin perjudicar la discusión posterior sobre el derecho de posesión o
de propiedad.
Sin embargo, debemos aclarar que en el Código derogado se establecía que en los
interdictos no se admitirá prueba alguna sobre la propiedad (art. 819 del Código
Procesal Civil y Mercantil). Ello no se justificaba porque es cosa muy distinta que no
se resuelva sobre el derecho de propiedad a que no pueda admitirse prueba sobre
este extremo. Al contrario, el párrafo segundo del artículo 251 del Cogido Procesal
Civil y Mercantil vigente dispone que si el demandante no fuere el propietario, deberá
citarse a este, dándole audiencia por tres días. Tal norma se justifica puesto que en
alguna forma tendrá que hacer valer sus derechos de propietario, aunque sea en vía
procesal distinta.
En algunos preceptos expreso del código se infiere que, mediante los interdictos se
quiere proteger la simple posesión o tenencia, incluso el depositario, el administrador
o cualquier persona que poseyere a nombre de otro, puede pedir que se le ampare en
la tenencia o posesión (articulo 253 Código Procesal Civil y Mercantil).
Finalmente por el carácter urgente que revisten los interdictos el Cogido establece que
el juez podrá adoptar toda las medidas precautorias que considere necesarias en la
vista de las circunstancias (articulo 252 Código Procesal Civil y Mercantil).
c) CADUCIDAD DE LOS INTERDICTOS.
Regulado en el artículo 251 de Código Procesal Civil y Mercantil, regulando que las
acciones interdictales solo podrán interponerse dentro del año siguiente a la fecha en
que ocurrió el hecho que las motiva.
CLASES DE INTERDICTOS
Eso es lo que dispone el art. 254 del Código, que también establece los términos de la
sentencia: el juez ordenará que se mantenga el demandante en la posesión o
tenencia; condenará en las costas al perturbador y en daños y perjuicios, que fijará
prudencialmente si se hubiere ejercido violencia, sin perjuicio de las responsabilidades
penales
2) Interdicto de Despojo
Contempla dos modalidades, según que se trate propiamente de despojo o que sea
un despojo judicial. En todo caso, se da con respecto a aquellos que teniendo la
posesión o la tenencia de un bien inmueble o derecho real, fueren desposeídos, con
fuerza o sin ella, sin haber sido citados, oídos y vencidos en juicio. En tales supuestos
pueden pedir la restitución ante el juez, exponiendo el hecho del despojo, su posesión
y el nombre del despojador. Ofrecerán la prueba de haber poseído y dejado de poseer
(art. 255).
Ahora bien, si tramitado el juicio resultaren probados los extremos de la demanda con
la información que se recabe, lógicamente también se ordenará la restitución.
Nótese que el código da facultades al juez para que fije a su arbitrio los daños y
perjuicios cuando ha habido violencia. Esto permite que tales daños se cobren una
vez concluido el juicio, ejecutivamente, en la vía de apremio, sin necesidad de seguir
un juicio declarativo para determinarlos. Todo ello se justifica en razón de la violencia
ejercida para el despojo.
El código en el mismo artículo 257, párrafo final, establece la limitación lógica de que
si se hubiere interpuesto recurso de apelación en contra de las resoluciones que
causaron el despojo, no podrán usarse de la reclamación de despojo ante el tribunal
superior. En otras palabras, si se hizo valer el recurso de apelación, es a través
de él que debe formularse la reclamación. Pero si por alguna circunstancia el afectado
estuvo impedido de hacerlo, cuenta con un año para intentarlo ante el tribunal
superior.
Por último, también puede ocurrir que el reclamante no probare el despojo judicial. En
ese caso el código establece que el que interpuso la reclamación pagará las costas y
sufrirá una multa de cincuenta quetzales que se le impondrá en la sentencia (art. 258,
párr. 2º).
En este interdicto sólo se discute una cuestión posesoria de hecho, que se refiere a la
alteración de límites entre heredades, cuando se han removido las cercas o mojones y
se han puesto en lugar distinto del que tenían y se ha hecho un nuevo lindero en lugar
que no corresponde (art. 259).
En la práctica ha sido muy útil, más en el agro que en los lìmites urbanos, porque la
solución es rápida y evita dificultades más graves por las alteraciones de linderos.
El código es muy claro al establecer los requisitos específicos que debe contener la
demanda. Ellos son: 1) el nombre, jurisdicción, linderos y situación de la finca. 2) la
parte o partes en que ha sido alterado el lindero; 3) el nombre de quién o quiénes han
hecho la alteración, si se supiere; y los nombres de los colindantes que puedan tener
interés en el apeo; y 4) el lugar en que se pretenda que deban colocarse los mojones,
vallas o cercas, debiéndose acompañar los títulos y demás documentos que sirvan
parta la diligencia (art. 260)
Finalmente, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 262 del código, si la alteración fuere
comprobada, se ordenará la restitución a cargo del que la hizo o la hubiere ordenado,
quien será responsable de las costas del juicio y del los daños y perjuicios, fijados
prudencialmente por el juez, sin perjuicio de las responsabilidades penales en que
hubiere incurrido.
Nótese que aquí también el juez fija prudencialmente los daños y perjuicios, lo que
permite su cobro directo en forma ejecutiva por la vía de apremio, sin necesidad de
juicio declarativo posterior.
Debemos distinguir las dos clases de situaciones que pueden dar origen al
planteamiento de este interdicto. La obra puede ser nueva, aunque no peligrosa pero
susceptible de causar un daño; o bien puede ser no necesariamente nueva, pero sí
peligrosa. Por ello se diferencian ambos supuestos, aun cuando en los dos se
persigue fundamentalmente la suspensión de la obra, primero en forma provisional y
luego definitivamente.
a) Obra Nueva
Es uno de los casos en que el código concede acción popular, cuando la obra nueva
causa un daño público. Precisamente por esta misma consecuencia, puede ejercitarse
judicialmente o ante la autoridad administrativa. Ahora bien, cuando la obra nueva
perjudica a un particular, la legitimación se le concede únicamente a él (art 263
párrafos 1º y 2º)
Este mismo artículo 263 contiene una norma muy especial sobre que la persona que
tenga derecho al agua como fuerza motriz, puede denunciar la obra nueva, cuando
por ella se embarace el curso o se disminuya el volumen o la fuerza del agua cuyo
discute le corresponda (párrafo final).
Los efectos de la sentencia que se dicte son los mismos que para el caso de que la
obra fuere peligrosa; es decir, el juez resuelve en ella sobre la suspensión definitiva o
la demolición de la obra, y la condena en costas al vencido. Si procediere la
suspensión definitiva, ordenará el juez la ejecución inmediata del fallo; y si procediere
la demolición, se fijará término para llevarla a cabo a costas del demandado (art. 268).
b) Obra Peligrosa
En esta situación, las consecuencias riesgosas de la obra hacen que el juez deba
actuar con prontitud. El art. 265 dispone que si la obra fuere peligrosa, o la
construcción por su mal estado pudiera causar daño, o si existieren árboles de donde
pueda éste provenir, el juez dictará en el acto las medidas de seguridad que juzgare
necesarias o el derribo de la obra, construcción o árbol, sin ulterior recurso.
Por último, recordamos que los efectos de la sentencia, en la que el juez se pronuncia
sobre la suspensión definitiva o la demolición de la obra, son los mismos que para el
caso de obra nueva, a los cuales antes nos hemos referido (art. 268).