Medios Bicentenario Becerra UNQ Editado PDF

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Publicado en Lugones, Gustavo y Jorge Flores (comps.), Intrpretes e interpretaciones de la


Argentina en el bicentenario, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, p. 139-165. Agosto
de 2010.


Las noticias van al mercado: etapas de intermediacin
de lo pblico en la historia de los medios de la
Argentina

Por Martn Becerra (Universidad Nacional de Quilmes Conicet)


Tambin en ese misterioso taller de Dios, como respetuosamente
llamara Goethe a la Historia, gran parte de lo que ocurre es indiferente
y trivial. Tambin aqu, como en todos los mbitos del rte y de la
vida, los momentos sublimes, inolvidables, son raros. La mayora de
las veces, en su calidad de cronista se limita a hilvanar, indolente y
tenaz, punto por punto, un hecho tras otro en esa inmensa cadena que
se extiende a lo largo de miles de aos, pues toda crisis necesita un
periodo de preparacin y todo autntico acontecimiento, un desarrollo.
Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios
para que nazca un solo genio. Igualmente han de transcurrir millones
de horas intiles antes de que se produzca un momento estelar de la
humanidad.
Stefan Zweig


Resumen:

La labor estructurante de los medios de comunicacin, pasados y presentes, en la
historia de la Argentina se constata al evocar los hechos ms sobresalientes de los
ltimos dos siglos. Las principales tendencias polticas y econmicas, los sucesos
sociales ms significativos y la conformacin y asignacin de sentidos a los procesos
histricos que hilvanan el pasado comn de los argentinos, as como a los liderazgos
que los han representado, hallan en el accionar de los medios de comunicacin un
dispositivo medular. Por ello, en la reflexin acerca del Bicentenario de la Revolucin
de Mayo de 1810 es preciso considerar la historia de los medios en el pas.

El presente artculo propone, a partir de una lectura a la vez estructural y de historia
poltica de los medios de comunicacin, organizar en tres grandes etapas la evolucin de
los medios en la pas: la primera, de comunicacin "facciosa" abarca desde las vsperas
de la Revolucin de Mayo hasta la creacin de los diarios La Prensa, La Nacin y La
Capital, sesenta aos despus; la segunda etapa ocupa el siglo que se extiende entre la
organizacin nacional de los aos ochenta en el siglo XIX hasta el mediados de la
dcada del setenta del siglo XX, es decir, desde la emergencia del periodismo
profesional hasta el inicio de una nueva etapa multimedial, convergente, financierizada
y de alta penetracin de capital externo, vigente hasta hoy. Por supuesto, estas grandes
etapas contienen perodos internos con sus singularidades.


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El conjunto de la historia de los medios en el pas presenta conectores lgicos comunes.
La vinculacin con el estamento poltico, la orgnica dependencia econmica de los
diferentes gobiernos y la ausencia de una opinin pblica consolidada signaron el
desarrollo de los medios en el Siglo XIX. En las dcadas finales de dicha centuria, la
organizacin del Estado y la extensin del sistema educativo precisaron (y posibilitaron
el surgimiento) de medios de comunicacin ms modernos, que interpelaran a una
sociedad civil en germen. El fin del periodismo faccioso a fines del Siglo XIX abre as
una etapa expansiva y comercial que coincide con el Centenario de Mayo, en 1910 y
cuyos rasgos esenciales son la aparicin de un empresariado masscomunicacional,
propia de los medios electrnicos y audiovisuales (cine, radio y televisin) que
rearticula en diferentes sub-etapas la dependencia econmica con el Estado (y sus
diferentes gobiernos) y la consolidacin de audiencias masivas y de estamentos
profesionales calificados. La ruptura de este perodo comienza en las vsperas del Golpe
de Estado de 1976, con la consecuente fractura de los mercados culturales y de la
industria nacional, pero la identidad de la nueva y ltima etapa fue troquelada por el
proceso de Reforma del Estado de 1989. Este proceso es el que acelera la
transformacin caracterizada por la concentracin multimedia, convergencia
tecnolgica, centralizacin de contenidos, financierizacin de los capitales y
reorganizacin de los consumos con los que la Argentina asiste al Bicentenario de la
Revolucin de Mayo.


Introduccin:

La Argentina tuvo histricamente, en relacin con el resto de Amrica Latina, un
desarrollo vigoroso de medios de comunicacin. A pesar de no haber sido un pas
pionero en el nacimiento de la prensa escrita (el primer peridico en el Virreinato del
Ro de la Plata, el Telgrafo Mercantil, Rural, Poltico, Econmico e Historiogrfico
del Ro de la Plata data de 1801, mientras que el primero en Amrica Latina, la Gaceta
de Mxico y Noticias de Nueva Espaa, apareci en 1722), ni de la televisin (la
primera emisin televisiva argentina fue en 1951), la Argentina, que se ubic en cambio
entre los primeros pases del mundo en emitir programacin radial (agosto de 1920),
posea un alto nivel de desarrollo de la prensa grfica (diarios y revistas ilustradas) en
las primeras siete dcadas del Siglo XX, con mercados masivos, diversidad de medios y
renovacin estilstica; en los aos treinta y cuarenta exhiba un destacado crecimiento de
la radio (con la consagracin de artistas populares, como Carlos Gardel), a fines de la
dcada del sesenta la penetracin de la televisin ubicaba al pas entre los de mayor
densidad de aparatos receptores por hogar de la regin y en los ltimos veinte aos se
convirti en uno de los principales mercados de televisin por cable..

Al comparar sistemas de medios de comunicacin en distintos pases, Fox y Waisbord
por un lado (2002) y Mancini y Hallin por el otro (2008) reconocen, a la manera de
tipos ideales, la tradicin del servicio pblico audiovisual en Europa Occidental
(modelo que puede reconocerse como puro en el lapso 1945-1985, pero cuyas races
siguen impregnando los medios audiovisuales en Europa en el siglo XXI), la del sistema
comercial con fuerte regulacin y existencia de medios pblicos en Estados Unidos, la
de los medios estatales en rgimen de monopolio en los pases de Europa Oriental hasta
la dcada del noventa del siglo XX, y un hbrido que asume la tutela del modelo
estadounidense pero que sin embargo no es su mera copia: un arquetipo hipercomercial,
con escasa regulacin estatal y casi sin presencia de medios autnticamente pblicos,

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pero con caciquismo poltico tanto dentro como fuera del sistema de medios, que es el
que predomina en Amrica Latina.

Para Fox y Waisbord, paradjicamente, el modelo comercial del audiovisual
latinoamericano fue en muchos casos al mismo tiempo no regulado y fuertemente
controlado (2002: 1). Inscripta en este ltimo arquetipo de conformacin de su sistema
de medios, la Argentina cuenta con caractersticas que la distinguen de otros pases
latinoamericanos y que responden a la histrica estructuracin de sus industrias
culturales.

En 1895, cuando tena 4 millones de habitantes, se editaban en la Argentina 345
peridicos en diferentes idiomas. En 2008, con cerca de 40 millones de habitantes, en la
Argentina circulan diariamente casi 2 millones ejemplares de los 182 peridicos
existentes (Wan 2009). En 1930 el diario ms ledo por los sectores populares, Crtica
de Natalio Botana, registraba un tiraje de 350.000 ejemplares, cifra hoy slo alcanzada
y no todos los das- por el matutino Clarn. La retraccin del mercado de la prensa
diaria argentina tambin se advierte al destacar que de tres ediciones diarias,
actualmente sobreviven las ediciones matutinas. De edicin vespertina slo existen en la
actualidad diarios de distribucin gratuita. Sin embargo, la citada retraccin del
mercado editorial, que impact sobre diarios, revistas y libros, comenz en el pas hace
35 aos, perodo en que se masific el acceso a noticias y entretenimientos a travs de
otros canales que operaron con prcticas bien diferentes a las de la industria editorial-
como reemplazo en algunos sectores sociales o como complemento
1
en otros. Tales los
casos de la televisin abierta (hasta fines de los ochenta), de la televisin por cable
(desde 1990) y, en el ltimo lustro, a travs de la extensin de las conexiones a banda
ancha de Internet (proceso concentrado, hasta el presente, en las ciudades ms pobladas
del pas).

Una historia de los medios en la Argentina podra restringir su perspectiva al examen de
los saltos tecnolgicos y a las condiciones que motivaron el surgimiento de la prensa en
1801, de las primeras proyecciones cinematogrficas antes de 1900, del nacimiento de
la radio (amplitud modulada) en 1920, de la televisin abierta en blanco y negro en
1951, de la televisin en color en 1980, de la frecuencia modulada en radio a partir de
1980, de la televisin por cable en tanto mercado masivo- a partir de la dcada del
ochenta del siglo XX, y de Internet a partir del ltimo lustro del siglo pasado. Ninguno
de los nuevos medios sustituy completamente a los anteriores, aunque cada salto
tecnolgico reubic el espacio de realizacin social de los medios precedentes.

Los desplazamientos de los soportes de la comunicacin masiva ameritan una
interpretacin que capte su rol econmico como dinamizadores de mercados
publicitarios, su rol poltico como agentes de construccin y reproduccin de sistemas
de valores y a la vez como posibilitadores de negocios dentro y fuera del sistema de

1
Es posible relacionar el modo en que la televisin funciona como reemplazo de la industria editorial con
razones de ndole econmica en los sectores sociales de menor poder adquisitivo (las sucesivas crisis
desde 1975 provocaron profundas cadas del mercado de lectores, y en particular castig al mercado de la
prensa popular), mientras que en los hogares de mayor poder adquisitivo la prensa, a pesar de la
disminucin de ttulos y de su diversidad como sector, sigue ocupando un lugar complementario al
audiovisual. Ello ayuda a comprender por qu la prensa sigue ocupando en la Argentina una posicin
privilegiada en tanto formadora de opinin y en tanto captora de recursos publicitarios pese a ser
minoritaria en relacin al acceso social a otros medios, como la radio o la televisin.

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medios, y su actividad cultural, ya que en distintas etapas de su historia la sociedad
argentina fue adaptando (y adaptndose) a diferentes tecnologas, en funcin de sus
propiedades tambin distintas para producir y poner en circulacin social noticias,
opiniones, contenidos didcticos o de esparcimiento. No obstante esos cambios de
dispositivos de intermediacin entre los momentos de la produccin, la distribucin y la
recepcin de contenidos, existen algunas caractersticas comunes a todos ellos, que se
procurar identificar en el presente artculo.

La historia de los medios de comunicacin en el territorio argentino es previa a la
Revolucin de Mayo de 1810, pero al mismo tiempo su constitucin como industrias
culturales, es decir, como cultura industrial y masivamente producida, distribuida y
consumida, es mucho ms acotada que los doscientos aos que evoca el Bicentenario.
Los antecedentes de la prensa en la regin, previo a la constitucin de la nacin y a la
organizacin estatal, y luego su propia maduracin como industria de la cultura, son
indicadores de la dificultad metodolgica que supone establecer paralelos rgidos entre
la historia argentina y la historia de los medios de comunicacin de la Argentina:
porque si bien los medios como dispositivos de cultura e informacin instituida son
tributarios de las condiciones sociales, econmicas y polticas propias de la historia del
pas (a la que dialcticamente tambin contribuyen a troquelar), es menester tambin
reconocer la especificidad de un sector que conjuga adems tendencias culturales,
econmicas y tecnolgicas mucho ms amplias.

Como ilustra la frase de Zweig citada al comienzo del artculo, todo acontecimiento
histrico requiere de un extenso perodo de preparacin y del concierto de millones de
personas. Los hechos y los actores protagonistas de la historia de los medios de
comunicacin en la Argentina forjan as una representacin de procesos largos que
exceden en ocasiones su voluntad inmediata, pero que analizados en la perspectiva de
dos siglos otorgan sentidos y lgicas predominantes que contribuyen a comprender, a
explicar y a interpretar su trayectoria.

La relacin ambivalente con el Estado, al que se le reclama amparo legal y sostn
econmico, es uno de los ejes de anlisis que el presente artculo se propone. La
premisa fundamental es que en los doscientos aos de historia argentina los medios de
comunicacin han tenido una ligazn estrecha, si bien no exenta de conflictos, con el
sistema poltico, y que como mercados culturales estuvieron fuertemente signados por
su dependencia del sostn estatal. Esta dependencia econmica de los recursos pblicos
conoci excepciones, tanto si se analiza puntualmente alguna industria (como es el caso
de la industria editorial de libros desde inicios del siglo XX y hasta el Golpe de Estado
de 1976), como si se estudia en detalle algn perodo de relativa madurez y estabilidad
econmica de las industrias culturales (como el lapso 1916-1948, o el perodo 1958-
1976). De manera tal que la periodizacin que se propone como adecuada para el
abordaje de la historia de los medios no coincide, en trminos exactos, con la
organizacin en etapas polticas o socioeconmicas de la historia nacional. La
explicacin de los desfasajes (que podra replicarse en el estudio de otras instituciones
culturales, como la historia universitaria argentina) radica en la singularidad de los
ciclos de realizacin mercantil de los mercados de produccin y consumo de la cultura
industrializada.


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La intermediacin de lo pblico practicada por los medios masivos recrea las
condiciones de esa relacin ambivalente entre industrias de la cultura y poder (que no es
slo estatal), impactando en el espacio comn.


Etapas de una historia:

El presente artculo propone, a partir de una lectura a la vez estructural (vinculada con el
campo de la economa poltica de la comunicacin) y de historia poltica de los medios
de comunicacin (propio de los estudios de historia y poltica de tecnologas y medios
de comunicacin), organizar en tres grandes etapas la evolucin de los medios en la
pas: la primera, de los orgenes de los medios de comunicacin, expresin de una
cultura "facciosa" abarca desde las vsperas de la Revolucin de Mayo hasta la creacin
de los diarios La Prensa, La Nacin y La Capital, sesenta aos despus; la segunda
etapa ocupa el siglo que se extiende entre la organizacin nacional de los aos ochenta
en el siglo XIX hasta mediados de la dcada del setenta del siglo XX, es decir, desde la
emergencia del periodismo profesional hasta 1975, poca en que se abre una tercera
etapa cuyos rasgos ms definidos se generan a partir de 1989 y que puede researse
como multimedial, convergente, financierizada y de alta penetracin de capital
externo, vigente hasta hoy.

En un texto modelo que organiza conceptualmente las etapas de las polticas de
comunicacin en Europa y Estados Unidos, Van Cuilenburg y McQuail (2003)
identifican una primera etapa de desarrollo emergente del paradigma industrial de la
cultura, desde comienzos del Siglo XX y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial;
una segunda etapa denominada como servicio pblico cuando el Estado, que aplicaba
en el plano econmico un programa keynesiano y desarrollaba polticas benefactoras e
inclusivas, asume el rol de garante del acceso a los bienes y servicios de informacin y
comunicacin, as como interviene directamente en la regulacin de contenidos y en la
creacin de entes pblicos no gubernamentales para sostener la ecuanimidad de la
programacin; y una tercera etapa que corresponde al derrumbe del Estado de Bienestar
y a la consecuente demolicin del principio del servicio pblico en aras de una
transferencia al sector privado comercial de los activos infocomunicacionales
2

cultivados en la segunda etapa. Esta tercera etapa se inicia a mediados de la dcada del
80 y es coincidente con la digitalizacin de los procesos productivos de las industrias
culturales y las telecomunicaciones, proceso tambin aludido por el concepto de
convergencia (ver Becerra, 2003).

El aporte de Van Cuilenburg y McQuail amerita ser reformulado por las caractersticas
distintivas del modelo latinoamericano de desarrollo del sistema de medios de
comunicacin e industrias culturales (en el que, como se abordar en el presente
artculo, no ha existido el principio del servicio pblico audiovisual). Por ello, para
lograr una mayor consistencia conceptual en relacin a los procesos histricos de los

2
La nocin de infocomunicacin es til analticamente para aludir, en un mismo concepto a todas las
industrias y actividades de informacin y comunicacin (industria grfica libros, revistas, diarios-;
industria audiovisual televisin; cine; radio; fonogrfica-, industria de telecomunicaciones; industria de
informtica y microinformtica, etctera) (Becerra y Mastrini, 2009).


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medios en la Argentina, las etapas propuestas en este texto son diferentes. Estas etapas,
que agrupan largos ciclos histricos, se subdividen a su vez en perodos internos.
Perodos internos que conectan las lgicas predominantes de la etapa con singularidades
propias de ciclos polticos, econmicos, sociales o tecnolgicos. Los perodos
propuestos al interior de las etapas de la historia de los medios en la Argentina son:

Etapa Perodos Caractersticas
Prensa dependiente sin
opinin pblica
Orgenes de la prensa en el
Virreinato del Ro de la Plata
1: 1801 a 1870
Orgenes de la
prensa y
subordinacin a las
disputas polticas
Surgimiento de opinin
pblica/poltica.
Periodismo faccioso
Proceso de independencia, guerras
civiles y disputas internas.
Comunicacin facciosa
Profesionalizacin Acumulacin metropolitana,
objetividad periodstica
Radio Censura y consolidacin de la
radiodifusin
2: 1870 a 1976
Periodismo
profesional,
autonoma relativa
del sector de
industrias culturales:
maduracin y
estabilidad
Audiovisual Peronismo, antiperonismo y
empate hegemnico
Multimedios Nueva forma de intervencin
estatal, origen de los grupos
multimedios: Dictadura 1976-
1983
Fin de la censura Proceso de abolicin de la censura
explcita a partir de 1983,
limitaciones para revertir herencia
legal de la Dictadura
3: 1976-2009
Crisis del modelo de
autonoma relativa.
Reformulacin de
las reglas del
sistema de medios e
industrias culturales
Reforma del Estado:
convergencia,
concentracin,
centralizacin
Regulacin como mecanismo de
asignacin discrecional de los
recursos. Nueva ley de medios
audiovisuales en 2009.


A la organizacin conceptual de las etapas podra objetrsele prima facie su
generalidad. En efecto: si la intencin fuera realizar una historia de cada una de las
industrias culturales, probablemente algunas de las etapas o perodos indicados no
permitiran describir en profundidad las cualidades particulares de algunas industrias.
Por ejemplo, si se adopta como objeto de anlisis al cine, resulta inexacto sostener que
la industria tuvo autonoma relativa desde su surgimiento y hasta el Golpe de Estado
de 1976, ya que como documentan Getino (1995), Ford y Rivera (1985), la
cinematografa exhibe en esa etapa ciclos contradictorios. Tambin podra cuestionarse
el abordaje propuesto a raz de su heterodoxia: no respeta en sentido estricto las etapas
histricas clsicas de la vida poltica argentina, aunque guarda relacin con ellas, pero
tampoco adscribe a un examen enclaustrado del sistema de medios, como si su
evolucin obedeciera de modo excluyente a la impronta de sus actores, abstrayndose
de los procesos histricos que forjaron el pasado y presente de la Argentina.

La cuestin de la generalidad, empero, es inherente al intento de resear y analizar las
principales caractersticas de los medios en ms de doscientos aos de existencia en el

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territorio argentino en el espacio de un artculo. La premisa que opera como organizador
conceptual del texto es que existen lgicas de funcionamiento de los medios en la
Argentina que se mantienen a lo largo de la historia, ms all de variaciones epocales, y
que estn vinculadas al modo de realizacin del espacio de lo pblico en el pas.

A su vez, los imponentes cambios de soportes y tecnologas de produccin, distribucin
y consumo de las industrias culturales en 200 aos inciden directamente en la
comprensin de esa historia, con sus tres etapas, como continuidad. A los fines de
facilitar una primera lectura integral de la morfologa del objeto de anlisis, se presenta
el siguiente cuadro que permite apreciar lneas de encadenamiento y de ruptura. El
cuadro tambin reconoce de modo esquemtico la evolucin y superposicin de medios
en los doscientos aos considerados:


ARGENTINA 1895 1940 1960 1970 1990 2008
Poblacin total (en miles) 4044 15893
(*)
20013 23364 32615 38584
Diarios. Ejemplares vendidos (en miles) s/d s/d 1739 1985 1780 1493
Diarios. Ttulos editados 345 s/d s/d 450 135 197
Cine. pelculas nacionales estrenadas n/e 49 31 28 10 90
Radio. % de hogares con receptor n/e s/d 99% 99% 99% 99%
TV abierta. % de hogares con receptor n/e n/e 14,5% 90% 98% 99%
TV abierta. Cantidad de canales con
programacin propia en todo el pas
n/e n/e 3 35 44 44
TV cable/satlite. Cantidad de hogares
abonados (en miles)
n/e n/e n/e s/d 1300 6450
Internet. Conexiones banda ancha (en
miles)
n/e n/e n/e n/e n/e 2976
(*) Corresponde al censo de 1947
n/e: el medio o la tecnologa considerada no exista o no tena desarrollo en el pas
s/d: sin datos

Fuentes: Getino (1995 y 2008), Ford y Rivera (1985), Varela (2005), Becerra y
Mastrini (2009) y Wan (2010)



Primera etapa: Orgenes de la prensa y subordinacin a las disputas
polticas

La transformacin de una aldea en la ciudad de Buenos Aires como capital del
Virreinato del Ro de la Plata fue el escenario del surgimiento del primer medio de
comunicacin impreso en la regin: el Telgrafo Mercantil, Rural, Poltico, Econmico
e Historiogrfico del Ro de la Plata, creado en 1801 por Francisco Cabello y Mesa. Sin
que hubiera un mercado de lectores, sin apoyo econmico sostenido, sin una opinin
pblica alfabetizada que pudiese interactuar con el primer peridico impreso dado que
como exponen Pastore y Calvo (2006) la generacin de una opinin pblica moderna
fue uno de los propsitos fundacionales del Telgrafo Mercantil-, la experiencia tuvo un
ao de duracin. La existencia de mecanismos institucionalizados de censura y la
ambivalente relacin econmica entre funcionarios del Virreinato y el peridico

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marcaran, pese a su breve historia, dos ejes que se reiteraran en varios perodos
posteriores.

En los aos siguientes, previo a la Revolucin de Mayo de 1810, se crearan decenas de
peridicos que iran lidiando inconvenientes similares a los que afront el Telgrafo
Mercantil, en consonancia con la evolucin de una sociedad cada vez ms compleja y
necesitada de informacin econmico-comercial, poltica y social.

La interrupcin del vnculo con la corona espaola fue acompaado por la fundacin de
la Gazeta de Buenos Aires por Mariano Moreno, el 7 de junio de 1810. La adopcin de
la Gazeta como diario oficial por parte de la Primera Junta de Gobierno y la
conmemoracin del 7 de junio como da del periodista son dos hechos que tambin
refuerzan la necesidad de explorar el vnculo entre produccin y distribucin de
informacin por un lado y la subordinacin poltica y econmica al gobierno por el otro,
en la historia de los medios de comunicacin de la Argentina.

El perodo de disputas internas por la organizacin y por la constitucin del pas
independiente, incluidas las guerras civiles, estuvo atravesado por el funcionamiento de
peridicos facciosos, de estilo fuertemente declamativo y argumentativo, protagonizado
por los sucesivos gobiernos al frente de las provincias (fundamentalmente, en la regin
central del pas) y por sus opositores ms ilustrados.

Estos son los antecedentes del espacio pblico en la Argentina: en el proceso de
construccin del nuevo estado argentino encarado con posterioridad a la revolucin de
Mayo, quizs el cambio ms dramtico fue la instauracin de un espacio pblico
ausente por definicin en el rgimen absolutista-, aparecido en el mismo instante en que
se reunieron las primeras asambleas pblicas que determinaron la creacin de un
gobierno local. Instaurado en 1810, ese espacio nunca super sin embargo un estado de
extremada fragilidad durante la primera mitad del siglo, debiendo enfrentar una
permanente amenaza de clausura por la intensidad de los conflictos polticos que la
revolucin haba desatado: proclamadas como valor una y otra vez, la publicidad de los
actos pblicos y la libertad de pensamiento y expresin fueron sistemticamente
violadas en la prctica (Myers, 1995: 26).

La subordinacin de los peridicos a la poltica y a las disputas por la organizacin del
espacio de una Argentina independiente fue un signo de la etapa hasta el perodo de la
organizacin nacional de la dcada del 80. Los diarios eran dirigidos a nichos
especficos de lectores, en una sociedad en la que el analfabetismo era mayoritario y en
la que, como expresa la cita de Myers, el espacio pblico se hallaba en una fase de
conflictiva germinacin. La censura explcita fue aplicada intermitentemente por varios
gobiernos desde los aos veinte del siglo XIX, con el objeto de restringir ataques a la
autoridad o a la religin, as como a los discursos considerados libertinos.

Una de las figuras emblemticas del cambio de etapa, desde la prensa facciosa hacia un
mercado profesionalizado con el credo de la objetividad, fue Bartolom Mitre. Cuando
Mitre, luego de concluir su mandato como presidente (1862-1868), decide fundar La
Nacin en 1870, lo hace con la conviccin de que slo un diario le permitira continuar
interpelando a la sociedad poltica y a la incipiente sociedad civil, a pesar de los

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compromisos econmicos que supona semejante inversin (y que Mitre explcitamente
reconoce como condicionante
3
). La fundacin de La Nacin, como smbolo de poca,
reviste una importancia fundamentalmente poltica y cultural. La Nacin contena un
proyecto renovador en ese momento histrico, como lo corroboran las firmas de
importantes colaboradores que transgredan el canon poltico y esttico de la poca.

La sociedad de 1870 reclamara una intervencin diferente por parte de los diarios,
respecto de la que cultivaron hasta ese momento. Era una sociedad que incubaba una ley
de educacin bsica comn y obligatoria (Ley 1420 de 1884), que se preparaba para una
seria metamorfosis producto de la extensin y estabilizacin de sus fronteras contra los
pueblos originarios y a la recepcin de enormes contingentes de inmigrantes europeos,
que sellaba tras dcadas de batallas- el pacto de convivencia entre la ciudad capital y
los estados provinciales. Era una sociedad ms compleja y la intervencin en el espacio
pblico, para disputar polticamente su liderazgo, requera ya no del estilo
propagandista propio de la etapa facciosa, sino de acciones ms amplias y sutiles.

En este sentido, resulta sobresaliente la contemporaneidad entre el cambio de paradigma
de las polticas educativas en la Argentina de los ochenta en el Siglo XIX y la
modificacin del rol de la prensa en la misma poca. La comparacin gramsciana entre
la escuela y los medios como dispositivos de asimilacin de diferencias y de circulacin
masiva de concepciones del mundo que pugnan por ser aceptadas y difundidas en la
sociedad es validada por la complementaria funcin de ambas instituciones desde 1880.

El desplazamiento de la poltica de trinchera a la esfera de lo cultural y moral es el que
expresa el nacimiento de un periodismo crecientemente profesionalizado, ejercido por
asalariados de una clase media en formacin, con residencia en grandes urbes, que
incorpora nuevos lenguajes, ideas renovadas, temticas y secciones diferentes a la
prensa para permitir su salto a escala industrial de produccin. El periodismo faccioso
utilizado como arma de combate por la elite poltica deja su lugar para una emergente
ideologa de la objetivacin, de la asepsia informativa, que se expandir como el sentido
comn de los profesionales de la prensa desde fines del siglo XIX y que contribuye a su
masificacin. Es a partir de este momento histrico cuando puede comenzar a hablarse
de la prensa en la Argentina como industria cultural en la acepcin que ha tomado el
concepto acuado originalmente por Horkheimer y Adorno (Horkheimer 1988). La
Capital de Rosario en 1867, La Prensa fundado por Jos C. Paz en 1869 con la intencin
de que fuera su sostn de proyeccin poltica, La Nacin en 1870, Los Andes de
Mendoza en 1882 o El Da de La Plata en 1884, adems de revistas ilustradas, expresan
ese nuevo periodismo.



3
- En 1869 Bartolom Mitre adelantaba a su amigo Paunero que lanzara un nuevo diario (haba sido
editor de La Nacin Argentina durante su presidencia, y antes haba editado Los Debates) puntualizando
que: Despus de tantos aos de trabajos, victorias y gobiernos, mi posicin pecuniaria es la siguiente:
durante cinco meses al ao gozo el sueldo como senador, el que me alcanza para llenar el presupuesto
durante el perodo de las sesiones, mes a mes. En el resto del ao gozo de un sueldo de 78 pesos. No dirn
que he sido una carga pblica para mi pas. No contando, pues, con ms recursos que stos, y con la casa,
presente del pueblo que me ha costeado un techo, apelo al trabajo de la pluma y de los tipos y monto una
imprenta con un diario que inaugurar el 1 de enero, sobre la base de La Nacin Argentina, que
comprar por medio de una sociedad ordinaria por acciones. Entre diez amigos he levantado el capital
necesario que son 800.000 pesos" (en Pagni, 2010).

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Segunda etapa: acumulacin metropolitana y periodismo consolidado,
objetivismo, profesionalidad, surgimiento y consolidacin de la radio y
la televisin

Un prolfico mercado de prensa es constituido en la segunda etapa por ms de un
centenar de diarios editados en diversos idiomas en funcin de sus destinatarios,
colectividades inmigrantes, y revistas de variadas temticas (polticas, econmicas,
culturales y populares), en un pas en cuya capital convivan ms extranjeros que
nativos. En 1913, es decir, un ao despus de la Ley Senz Pea que reconocer la
universalidad del voto (masculino), Natalio Botana funda el diario Crtica, que ejercer,
junto a La Prensa, una centralidad insoslayable en el sistema de produccin y
distribucin industrializado de ideas, informaciones y opiniones hasta el ascenso del
peronismo, cuando Clarn, creacin de Roberto Noble en 1945, tomar el relevo.
Calificado como periodismo amarillo por su tratamiento de temas policiales y sucesos
de inters general, Crtica no resignaba la calidad de sus columnas sobre cultura ni el
cuidado en la presentacin del diario como producto.

La industria cultural consolidada con la prensa profesionalizada y con el oficio del
periodista promueve una cultura que cobra cierta autonoma respecto del programa de
las elites conservadoras y liberales y tambin en relacin con el curriculum institucional
de la escuela. La industria grfica se convierte al inicio del siglo XX en una
competencia cierta en la construccin y direccin del espacio pblico y de la opinin
pblica, de la que tanto las elites como las instituciones tomarn nota en las dcadas
siguientes. La creacin de editoriales como Atlntida en 1918 por parte de figuras que,
como Constancio Vigil, inauguraron un linaje que atravesara todo el siglo XX, impone
una narrativa objetivista, eclcticamente plural en su dimensin cultural pero
conservadora en sus adhesiones polticas, y zigzagueante en lo econmico, que
predominar en el paisaje periodstico de la primera mitad del siglo XX.

La tendencia al objetivismo como ideologa profesional no debe inducir a la confusin
respecto de la falta de compromisos editoriales firmes de grandes medios con decisiones
polticas o econmicas de la poca. El diario Crtica vendi 483.000 ejemplares el 6 de
septiembre de 1930, cuando el golpe de Estado de Jos F. Uriburu derroc a Hiplito
Irigoyen. La tapa del diario est integralmente dedicada al golpe, calificado de
Revolucin! (sic.), en maysculas impresas sobre una ilustracin de soldados
marchando y civiles que acuden masivamente a respaldar a los golpistas. El da de la
asuncin de Irigoyen, 12 de octubre de 1916, Crtica haba titulado, en cambio, Dios
salve a la Repblica. No puede tildarse de incoherente su respaldo activo, catorce aos
despus, al primer Golpe de Estado sufrido en democracia.

La gran novedad que aporta el siglo XX es una sociedad de masas en proceso de
aglomeracin metropolitana. Los medios, transformados en masivos, fueron una de las
claves de construccin de la poca. El discurso periodstico crea un pblico que, a su
vez, lo modifica con su presencia. La idea de que se est escribiendo para decenas de
miles de personas (en el caso de los grandes diarios, para centenares de miles) introduce
la dimensin de la sociedad de masas en el momento mismo de produccin de la
escritura. En la sociedad de masas, para la industria cultural, todos forman parte
potencialmente de un universo simblico en expansin, cuya ley mercantil es el
crecimiento indefinido (Sarlo, 2001: 37).


11
El cine se incorpora como actividad a partir del Centenario, si bien su poca de
esplendor comenzara en los aos treinta. En 1920 nace la radio, de la mano de Enrique
Susini y los locos de la azotea (del Teatro Coliseo, desde donde transmitieron la
primera audicin el 27 de agosto). Susini haba realizado por encomienda del Ministerio
de Marina, un viaje exploratorio a Francia para observar cmo se utilizaron algunas
tecnologas durante la Primera Guerra Mundial. El viaje permiti a Susini conocer en
detalle el uso de vlvulas para la transmisin radial. De este modo, si bien la primera
emisin fue una iniciativa que Susini llev a cabo sin intervencin estatal, resulta
trascendente la intervencin del Estado en las vsperas de dicha emisin. El Estado
argentino demorara en asumir un rol en el marco del nuevo medio de comunicacin, y
cuando lo hizo, a partir de 1923, fue en base a la necesidad de evitar la superposicin de
frecuencias por parte de los incipientes operadores.

Las primeras regulaciones integrales sobre la radio permitieron su financiamiento a
travs de la publicidad, bendijeron su utilizacin como un mecanismo de
entretenimiento y noticias, ordenaron el espacio de frecuencias para evitar
solapamientos e introdujeron la censura, que se hara explcita en la dcada del 30, a
partir del Golpe de Jos Uriburu y del Reglamento de 1933.

La historia de la radio en el pas exhibe rasgos que ameritan atencin, por su constancia
en el funcionamiento audiovisual desde entonces y hasta el presente. La temprana
adopcin de la publicidad como estrategia econmica de sostenimiento y su relacin
con un Estado que produjo regulacin a pedido de los principales operadores del
mercado, el ensayo de multimedios como el que tante La Nacin con Radio Mitre en
1925 y que durara slo un ao, la centralidad de figuras populares que eran a la vez
dueos y gestores de las emisoras, como el inmigrante blgaro Jaime Yankelevich con
Radio Belgrano a partir de 1925
4
, y la organizacin del sistema comercial
transgrediendo la norma cuando stas encorsetaban su desarrollo, como sucedi con el
funcionamiento de las cadenas Belgrano, Splendid y El Mundo a fines de la dcada del
30 a pesar de estar prohibidas por ley, son algunos de los rasgos ms sobresalientes de
un medio de comunicacin que convivi con la censura a partir del golpe de Estado de
Uriburu.

La masificacin de la radio, contempornea a la consolidacin de artistas populares
como Carlos Gardel, fue complementada por la diversificacin de otras industrias
culturales, como la editorial, que atendi al ascenso de la radio con la produccin de
publicaciones especficas (como Radiolandia, Radio Lectura o Antena), tambin de
carcter masivo.

El sujeto social construido como consecuencia del proceso de migraciones internas a
partir del proteccionismo y de la sustitucin de importaciones iniciados en la Dcada
Infame es interpelado culturalmente de modo masivo a travs de la radio y de la
prensa. El imaginario de Roberto Arlt (l mismo periodista y colaborador de diferentes
diarios, como lo fueron otros notables escritores de su poca, como Jorge Luis Borges)
es tributario de las industrias culturales y de un nuevo espacio masivo de circulacin de
conocimientos y competencias que desborda las instituciones educativas, polticas e
incluso represivas del Estado. Ese nuevo sujeto social, que ser representado y
troquelado polticamente por el peronismo (Murmis y Portantiero, 1971), ya posea las

4
Hasta 1933 Radio Belgrano se denomin Radio Nacional.

12
marcas de una configuracin cultural novedosa antes del Golpe de Estado de 1943, a
partir de la intervencin potente de la radio, del cine, de la prensa y de la literatura
popular.

Entre 1930 y 1950 las producciones cinematogrfica (con aos en los que se realizaron
ms de 50 filmes, ver Getino, 1995) y editorial (con verdaderos rcords en la cantidad
de libros editados, ver Rivera, 1998), complementan la expansin de la radio en el
marco de una poca dorada para las industrias culturales del pas.

El tipo de servicio eminentemente comercial y privado de la radio en el pas, que se
extendera a la televisin en las dcadas siguientes, fue potenciado por la ausencia de
medios de tipo pblico. La definicin clsica de Antonio Pasquali (1991) sobre el
servicio pblico audiovisual, elaborada a partir de distintas experiencias registradas en
pases centrales, plantea que el acceso de los destinatarios independientemente de su
condicin socioeconmica y lugar de residencia a la recepcin de los mensajes, su
participacin en la programacin a travs de directorios representativos de diferentes
tendencias sociales, geogrficas, polticas y culturales, la independencia editorial
respecto del mercado editorial y del gobierno de turno, son los pilares de los medios
autnticamente pblicos que no han tenido existencia en la Argentina. Al contrario, los
medios gestionados por el Estado han estado (y continan estando) supeditados a las
rdenes del gobierno de turno, restringiendo as la potencial fuente de diversidad frente
a la predominancia de los mensajes comerciales de los medios gestionados por
empresas privadas. Este es un rasgo identitario del peculiar modelo latinoamericano de
radio y televisin:

(Un) motivo que interviene en la singular estructuracin infocomunicacional
latinoamericana es la ausencia de servicio pblico audiovisual propiamente dicho en la
regin. Sostienen Daniel Hallin y Paolo Mancini que Amrica latina, hasta el
momento, ha sido la nica regin del mundo, exceptuando a Amrica del norte, donde
la radiodifusin se ha desarrollado como un proyecto fundamentalmente comercial
(2007: 93). En efecto, el servicio pblico audiovisual, gestionado por entes pblicos no
gubernamentales, se ha revelado durante dcadas en otras latitudes (Europa, Canad)
como un virtuoso reaseguro de pluralidad ante la lgica puramente lucrativa de los
operadores comerciales del sistema de medios (Becerra y Mastrini, 2009).

El origen de la actual Radio Nacional revela la ausencia de polticas pblicas atentas a
la prestacin del servicio de comunicacin masiva por parte del Estado en la Argentina:
antes que una iniciativa de la administracin, la primera emisora del Estado Nacional
fue creada en 1937
5
como una cortesa por parte de Editorial Haynes, una de las
principales casas editoras en las primeras seis dcadas del siglo XX
6
. Segn Agusti y
Mastrini (en Mastrini (ed.) 2005), en 1935, la Editorial Haynes fue autorizada a
construir una cadena a partir de Radio El Mundo, para competir con la popular Radio
Belgrano de Yankelevich. Haynes construy un edificio especialmente diseado para
una estacin de radio y, como en las condiciones de adjudicacin de las ondas figuraba

5
En 1925 haban nacido Radio Universidad Nacional de La Plata y Radio Provincia (de Buenos Aires), y
en 1927 haba sido fundada Radio Municipal, con el objetivo de transmitir la programacin del Teatro
Coln. Ninguna de estas emisoras fue pblica si se adopta el tipo ideal de Pasquali.
6
Haynes editaba el diario El Mundo y las revistas Mundo Argentino, El hogar y Mundo argentino, entre
otras, adems de libros.

13
la obligacin de los propietarios de Radio El Mundo de ceder dos horas diarias de su
programacin al gobierno, la casa editorial prefiri evitar semejante vinculacin con el
gobierno presentando una contrapropuesta: Editorial Haynes cedera un edificio
completo e instalado y un transmisor; liberndose de esta manera de la obligacin de
ceder parte de su horario de programacin (Agusti y Mastrini en Mastrini (ed), 2005:
47 y 48).

La matriz fundacional de la radio gestionada por el Estado permite ilustrar el inicio de
las emisiones televisivas en la Argentina: si bien el contexto poltico era muy diferente
y en el caso de la televisin la iniciativa la tom el gobierno, el tipo de asociacin con
los sectores privados y la dependencia del mercado publicitario disiparan toda
posibilidad de desarrollar un medio de servicio pblico. La primera transmisin
televisiva ocurri el 17 de octubre de 1951, al cubrir el acto por el da de la lealtad
peronista y estuvo a cargo de un equipo liderado por Enrique Susini (el pionero de la
transmisin radial en el pas) y por Jaime Yankelevich, ambos referentes de la radio en
el pas, quienes realizaron el ensayo a pedido del gobierno de Juan Pern. El Canal 7 se
atuvo a una lgica comercial de funcionamiento, tercerizando buena parte de su
programacin (algo que se reiterara durante casi toda su existencia como lnea de
continuidad en el canal estatal). Los subsidios del Estado para garantizar su actividad y
su lnea editorial siempre vinculada al gobierno de turno sirvieron desde entonces como
argumentos de dependencia orgnica, funcional y poltica de la emisora con el Poder
Ejecutivo.

Desde su asuncin en 1946, Pern haba logrado cooptar casi todas las estaciones de
radio, que haban juzgado muy crticamente su candidatura presidencial, y los medios
que le seguan siendo hostiles fueron combatidos desde el gobierno, como ocurriera con
la expropiacin del diario La Prensa sancionada por el Congreso en abril de 1951. El
Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusin (Decreto 13474/46),
dispuesto por Edelmiro Farell en las vsperas de ceder la presidencia al electo Juan
Pern, permiti con sus aristas autoritarias
7
(ver Noguer, 1995) desarrollar la presin
sobre los medios para convertirlos en condescendientes con el gobierno. El esquema
concentrado de cadenas radiales (Belgrano, Splendid y El Mundo eran las lderes)
contribuy al control de los medios por parte del Poder Ejecutivo.

En 1953, en el segundo mandato presidencial de Pern, el Congreso aprob la Ley
14241, que sera la primera y nica ley de radiodifusin sancionada en democracia en la
Argentina hasta 2009. Su contenido aspiraba a cristalizar el esquema de funcionamiento
del sistema de medios hasta ese momento: el tipo de servicio de inters pblico evit
considerar como servicio pblico a la radiodifusin, ya que la Constitucin Nacional de
1949 dispona que los servicios pblicos deban ser gestionados por el Estado en
rgimen de monopolio. De modo que se dise un sistema de grandes redes radiales de
gestin privada, medio a cuya gestin se acceda a travs de licitaciones organizadas por
el Poder Ejecutivo, continuidad de la publicidad como mecanismo privilegiado de
financiamiento del sistema, privatizacin de Canal 7 (al establecer que sera entregado
al adjudicatario de la licencia de la Red de Radio Belgrano), asignacin de licencias por
un plazo de 20 aos, y dependencia del rgano de aplicacin de la ley del Poder
Ejecutivo de turno. Sancionada la ley, el gobierno adjudic las redes a empresarios

7
Por ejemplo, el Manual de Instrucciones prohiba muestras de parcialidad o apasionamiento y
estipulaba una peridica emisin en cadena con Radio del Estado.

14
allegados a Pern en un proceso licitatorio que excedi los plazos previstos en la
reglamentacin vigente.

El Golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, urdido como proyecto de restauracin
de un pas pre-peronista, desactiv los efectos de la Ley 14241 y las adjudicaciones
realizadas por el gobierno constitucional derrocado.

Con la asistencia de una comisin asesora integrada por notables figuras de la poltica
argentina no peronista, la dictadura militar bajo la denominacin de Revolucin
Libertadora revoc expropiaciones hechas por el peronismo, expropi a su vez los
bienes de Pern y de sus allegados, y decret una nueva ley de radiodifusin, la 15460
en 1957, que prohiba el funcionamiento en red para evitar la concentracin de grandes
actores y controlar de esta manera el sistema de medios (que por la escasa presencia de
la televisin se trataba fundamentalmente el masivo sistema de radios). La nueva ley de
medios continuaba con la tradicin de dependencia orgnica, funcional y poltica de la
aplicacin de la ley del Poder Ejecutivo e impeda la presencia de capitales extranjeros
en la titularidad de las emisoras.

Por esa razn, los adjudicatarios de las nuevas licencias televisivas a crearse a partir de
1958 en un proceso digitado por la dictadura (que desoy la recomendacin de dejar
desierto el concurso de las licencias que hiciera la Comisin de Adjudicaciones
(Mastrini, 2005), fueron capitales privados de sectores conservadores que organizaron
una estructura de abastecimiento de su programacin a travs de las entonces tres
grandes cadenas de broadcasting de EEUU: la ABC (asociada con Canal 11); la NBC
(con Canal 9) y la CBS (con canal 13). La adjudicacin fue hecha por el gobierno
militar slo tres das antes del juramento como presidente por parte de Arturo Frondizi
8
.
Ese es el inicio de la expansin de la televisin en la Argentina como medio de
comunicacin masiva, a partir de una gestin privada que postergara dos aos el inicio
de sus emisiones, debido a la complejidad de la relacin que proyect con las cadenas
norteamericanas.

El esquema reseado se corresponde, a juicio de Muraro (1973), con un vnculo de
dependencia con la programacin y los modelos de gerenciamiento estadounidenses. La
lgica comercial de funcionamiento de la televisin, presente desde su origen con Canal
7, se profundizara pues a partir de la creacin de los canales privados. La televisin,
escaparate de bienes de consumo masivo a travs de la publicidad, expande las fronteras
de fabricacin del mercado y de la sociedad de consumo.

A mediados de la dcada del sesenta el predominio de las productoras ligadas a las
cadenas de tv estadounidense comienza a revertirse por la retirada de los capitales
extranjeros de la televisin en el pas. La radicalizacin poltica de una sociedad con la

8
La reglamentacin de la ley demor siete aos y fue hecha por Arturo Illia, quien dispuso en una
polmica decisin que el plazo de explotacin de las licencias (15 aos) se contara desde el momento de
inicio de las transmisiones y no desde la fecha de adjudicacin, por lo que en el lapso 1973-1975 se
produjo una disputa entre licenciatarios y gobierno (primero de Juan Pern, luego de Isabel Martnez de
Pern) acerca de la fecha de devolucin de las licencias, que finalmente se resolvera mediante la
expropiacin de las productoras y la asuncin de la conduccin de los canales de tv por parte del Estado
en 1975. Esta situacin es la que explica que en el momento de dar el anunciado Golpe de Estado del 24
de marzo de 1976, la Junta militar integrada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti ya
contaran con la estructura de medios audiovisuales en manos de la administracin central.

15
mayora electoral proscripta, sometida a golpes militares y progresivamente organizada
para enfrentar al poder concentrado, los formidables cambios sociolgicos y culturales
que germinan en la dcada del sesenta y los altibajos del mercado publicitario se
combinaron para acelerar el reemplazo de la tutela de las cadenas estadounidenses por
empresarios argentinos (o protoempresarios, como el entonces locutor y productor
Alejandro Romay), quienes se interesaran por la gestin del audiovisual e impondran
una programacin realizada en el pas (el primer caso es el de Romay con Canal 9 a
partir de 1965, pero el mismo esquema se reprodujo en el resto de los canales
capitalinos y del interior del pas de gestin privada).

La dcada del setenta se inicia con la herencia de un potente mercado cultural en la
Argentina. El llamado boom de la literatura latinoamericana de los aos previos, adems
de la consolidacin de un espacio autctono de circulacin de distintos gneros
musicales, acompaa una tendencia de ensanchamiento de las fronteras de las industrias
culturales en el pas. En el caso de la televisin y radio, tambin ellas son robustecidas
gracias a la expansin del universo de lectores y a la generalizacin del acceso a los
receptores del audiovisual. Los dueos de los medios eran empresarios nacionales en su
mayora (o radicados en el pas, como Goar Mestre en el caso de Canal 13) que ofrecan
contenidos producidos en el pas con bsquedas narrativas y estticas propias. La
gestin de estos empresarios nacionales tuvo una impronta ligada al florecimiento del
mercado interno y, sobre esta fortaleza, en algunos casos se logr consolidar la
exportacin de productos, fundamentalmente en el mercado editorial, discogrfico y
cinematogrfico. Su orientacin poltica era diversa: programas audiovisuales, diarios y
revistas daban testimonio de un abanico amplio de opciones a disposicin de lectores y
audiencias. La vitalidad de las industrias culturales al iniciarse la dcada del 70 era
tributaria de las condiciones de vida que experimentaban en trminos econmicos varios
ciclos de crecimiento, de la universalizacin de la escolaridad, de la movilidad social
ascendente basada en la construccin de capital cultural y de la alta capacidad
adquisitiva que en trminos relativos con el resto de Amrica Latina tenan los
argentinos.


3 etapa: Crisis del modelo de autonoma relativa. Reformulacin de
las reglas del sistema de medios e industrias culturales

Si en las dos primeras etapas fue la escuela la que ejerci el liderazgo como dispositivo
de asimilacin, alfabetizacin ciudadana, inclusin social y construccin de una
determinada concepcin del mundo, y los medios de comunicacin acompaaban y
reforzaban esa labor, en las ltimas dcadas se invierten los roles con los medios como
principal operador y difusor ideolgico y el curriculum escolar intentando actualizarse
y acomodarse, con grandes tensiones internas, a la sociedad mediatizada. El cambio
de roles en curso reconoce causas y efectos mltiples. Uno de ellos es que, al no existir
un ethos alfabetizador en los medios de comunicacin argentinos (a diferencia de los
europeos, tanto del oeste como del este, que durante dcadas consolidaron como
funciones centrales de los medios informar, educar y entretener) y al sostener como
meta principal la obtencin de beneficios que provoca un funcionamiento
marcadamente comercial, el tipo de inclusin que realizan es radicalmente distinto al
que pretenda la escuela: en los medios, la inclusin es al mercado y el consumo
reemplaza, as, a la ideologa del ciudadano.


16
Como se seal, a comienzos de la dcada del 70, y a diferencia de la actualidad,
existan una veintena de revistas que superaban la tirada de cincuenta mil ejemplares.
Epoca de gran politizacin y clases medias con poder adquisitivo y hbitos de lectura,
donde en cada casa se lea el diario y una o dos revistas semanales (Dosa et al., 2003:
37). El mercado de revistas era liderado por Gente, As, Siete Das, La Semana,
Semana Grfica, Radiolandia, Antena, TV Gua, Vosotras, Labores, Para Ti y Claudia.
Entre las infantiles Anteojito, Billiken y Las locuras de Isidoro se lean en 200.000
hogares (Dosa et al., 2003: 37). El sector de las revistas (entre las polticas cabe
destacar a Panorama, Somos, Confirmado, Primera Plana y Crisis) iba a ser uno de los
ms afectados por el ciclo de censura que se reinstaura a partir de la ley 20840 de 1974,
que prevea penas de dos a seis aos de prisin a quien divulgara, propagandizara o
difundiera noticias que alteren o supriman el orden institucional y la paz social de la
Nacin. La censura explcita vuelve a intervenir en los medios de comunicacin
masiva despus de una apertura que comenz antes de las elecciones de 1973 y que se
ensanch durante la breve presidencia de Hctor Cmpora (que dur desde el 25/5/1973
hasta el 13/7/1973).

La represin a distintas manifestaciones polticas y culturales de la vida pblica que se
despleg con fuerza inusitada desde el aparato del Estado a partir de 1974 marca una
bisagra para el diagnstico sobre la evolucin de los medios del resto de las industrias
culturales en el pas.

El cambio de ciclo econmico a partir del Rodrigazo de 1975, que arremete
econmicamente contra los asalariados y dinamita el modelo del empate hegemnico
entre capital y trabajo instituido en las relaciones sociales y productivas durante tres
dcadas, constituye la apertura de la ltima de las etapas en las que el presente texto
organiza la historia de los medios en el pas. El cambio, que Eduardo Basualdo
caracteriza como el violento reemplazo del viejo patrn de acumulacin que consista,
en sus rasgos fundamentales, en la industrializacin sustitutiva de importaciones y en un
pacto social entre capital y trabajo aludido por Portantiero como empate hegemnico
(Portantiero, 1977), por parte de un nuevo patrn de acumulacin basado en la
valorizacin financiera (Basualdo 2001), fue posibilitado a travs del disciplinamiento
social ejecutado durante la Dictadura Militar.

La combinacin entre represin en el plano poltico, cultural e intelectual por un lado, y
retraccin significativa de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, que constituyen
el mercado de las audiencias de las industrias culturales por el otro lado, reestructuraron
radicalmente el sistema de medios y de actividades colindantes vigente hasta ese
momento.

Al proponer la desarticulacin drstica de las polticas compensatorias de desigualdades
sociales, econmicas y culturales, polticas que gozaban de consenso y sobre las que se
dirima el conflicto por la direccin poltica y cultural de la sociedad, el proyecto que se
impuso en las vsperas del Golpe de Estado de 1976 precis de la represin directa,
tanto masiva como capilar, y de la generacin del terror como estrategia de
disciplinamiento social. Entre las decenas de miles de personas apresadas, secuestradas,
torturadas y desaparecidas por la dictadura se contaron periodistas, escritores, actores y
trabajadores de la cultura. En algunos casos, la represin se desat sobre quienes
ejercan la comunicacin como parte integral de una militancia poltica, como sucedi
con Rodolfo Walsh, Haroldo Conti o Raymundo Gleyzer y en muchos otros como parte

17
del silenciamiento sistemtico de voces crticas. Tales los casos de las desapariciones de
Rafael Perrota y Julin Delgado, y el secuestro de Jacobo Timerman.

Si bien el papel de los medios y el periodismo ha sido escasamente abordado en la
discusin sobre la dictadura, o fue analizado de manera fragmentaria, convulsiva, a
menudo subordinada a las urgencias de lo poltico (Blaustein y Zubieta, 1998: 7), hay
trabajos que emprendieron el arduo cometido de explicar y comprender las condiciones
de produccin y circulacin de la cultura industrializada en el proceso conducido por las
Juntas militares entre 1976 y 1983 (ver los trabajos de Gociol e Invernizzi, 2003 y
2006)

La retraccin del consumo editorial (libros, diarios y revistas peridicas) fue
paulatinamente compensado por el aumento del consumo de radio y televisin, dos
medios que se presumen de acceso gratuito
9
. Entre 1970 y 1980, dejaron de editarse
ms de 250 diarios, con el consecuente horadamiento de la diversidad de versiones
sobre la realidad que ello representa. El desplazamiento del consumo de informacin y
entretenimientos masivos de la grfica al audiovisual facilit el control de los mensajes,
al estar los medios audiovisuales gestionados por un Estado tomado por asalto por las
fuerzas militares, que se repartieron la administracin de los canales capitalinos entre
Ejrcito, Armada y Aeronutica (reservndole el Canal 7 al Poder Ejecutivo).

Los principales periodicos que haban estimulado la atmsfera social pro Golpe de
Estado, fueron recompensados a partir de 1976 por el gobierno militar con las acciones
de la nica fbrica de papel de diarios del pas, Papel Prensa
10
. El gobierno de Videla
forz a los deudos de su accionista David Graiver (muerto en un confuso accidente
areo) para que traspasaran la sociedad a manos de un consorcio formado por los diarios
Clarn, La Prensa, La Nacin y el propio Estado Nacional. Esta maniobra fue calificada
como uno de los casos de corrupcin ms graves de la historia argentina ya que pone
de manifiesto las relaciones y procedimientos empleados por los grandes grupos de
poder segn el ex Fiscal Nacional de Investigaciones Administrativas, Ricardo
Molinas (1993).


9
No obstante, el pago se realiza por vas indirectas, ya que los servicios audiovisuales son financiados por
un conjunto de opciones como la publicidad (que implica entonces que los consumidores de productos de
consumo masivo participan de la cadena que indirectamente sostiene parte de los costos de produccin
audiovisual), eximicin de impuestos, regmenes de promocin y ayudas estatales (es decir, impuestos
generales solventados con el aporte de los ciudadanos) (Becerra y Mastrini, 2009).
10
El origen de Papel Prensa se remonta a la dictadura de Juan Carlos Ongana mediante la disposicin
del Fondo para el Desarrollo de la Produccin de Papel y Celulosa (1969), financiado con el 10% de
impuestos a la importacin de papel. Todos los diarios del pas pagaron, durante diez aos, el 10% de
sus importaciones para montar una planta que, finalmente, slo se adjudic a algunos de ellos, escribi
Jorge Lanata (2008). Lanata seal que en 1976, a travs de testaferros, Graiver controlaba la totalidad
de Papel Prensa Sus herederos fueron obligados a traspasar las acciones en beneficio de La Nacin, La
Razn y Clarn. El traspaso a los tres diarios se firm el 18 de enero de 1977. Despus de ceder las
acciones los miembros del Grupo Graiver fueron detenidos e intervenidos en todos sus bienes para evitar
que algn reclamo de heredederos afectara la tenencia de Clarn y sus socios (...) Los Graiver ni siquiera
cobraron la cesin de las acciones. Gracias a gestiones de la dictadura, los diarios lograron dos crditos:
del Banco Espaol del Ro de la Plata y del Banco Holands Unido sucursal Ginebra, por 7.200.000
dlares, a sola firma y sin avales (Lanata, 2008). Entre 1975 y 1976 el Estado facilit adems con
crditos del BANADE que jams fueron cobrados, la construccin de Papel de Tucumn SA, que
permitira la produccin de papel de diario (objetivo tampoco alcanzado) a medios ms pequeos, como
el grupo Kraiselburd.

18
La extraordinaria asociacin entre Estado dictatorial y medios privados en la planta de
produccin del insumo crtico del mercado de diarios ilustra el cambio del modelo de
intervencin estatal que instituy el ltimo gobierno militar. Los ecos del caso Papel
Prensa resuenan en el presente, dado que la transferencia de activos generados con
aportes colectivos en beneficio de muy pocos actores puede concebirse como un
proceso de acumulacin originaria por parte de los capitales nucleados en una peculiar
sociedad con el Estado.

En los primeros aos de la Dictadura, los principales medios privados no se distinguan
en su lnea editorial de los mensajes oficialistas propalados por radio y televisin.
Festejando el primer aniversario del Golpe de Estado, el editorial de La Nacin
intitulaba Una paz que merece ser vivida y realizaba una apologa del discurso del
dictador Jorge Videla.
A partir de 1983 la teora de los dos demonios, que reservaba para la sociedad civil el
cmodo rol de espectadora de fuerzas malficas en pugna (la represin estatal y las
organizaciones guerrilleras), tuvo su correlato en comunicacin social vindicando a esa
misma sociedad civil embaucada por una maquinaria ajena a su lgica de organizacin,
representada por los medios y por las instituciones represivas. Sin embargo, as como la
teora de los dos demonios ha sido jurdicamente demantelada por el avance de las
causas por las violaciones a los derechos humanos y polticamente rechazada con la
anulacin de las leyes que garantizaban la impunidad de quienes participaron de
secuestros y desapariciones, la falacia de la manipulacin de los medios en la dictadura
no se condice con las estrategias discursivas enlazadas casi en cadena por los medios de
comunicacin que, como se advierte de la lectura de esos mismos testimonios
documentales (seleccionados en Blaustein y Zubieta, 1998 y en una gran cantidad de
material videogrfico) no exhiba una sutileza hipntica capaz de sostener un engao
durante ms de un lustro.

La teora de la manipulacin pretendi explicar el consenso alcanzado por la dictadura
en trminos de invasin cultural. Sin embargo, resulta contradictorio que la misma
sociedad que supo desconfiar de los medios durante 18 aos en que uno de sus
referentes polticos estuvo proscripto, catapultndolo a su tercera presidencia a pesar de
la constante campaa en sentido contrario durante casi dos dcadas, argumente tres aos
despus que ha sido engaada y que ha cedido su consenso mayoritario para la matanza
de varios de sus integrantes sin saber qu ocurra. La gramtica de produccin nunca
coincide con la del reconocimiento de los contenidos, pero para que la circulacin de
sentido sea eficaz, es necesario que exista complementariedad entre ambos momentos
del circuito productivo de los mensajes. Los medios actuaron, pues, como esos
artefactos de articulacin de sentido. Esa articulacin fue eficaz -y sigue sindolo- en la
medida en que existe el reconocimiento por parte de la sociedad. Cuando los medios
eran censurados, la verosimilitud que exige el pacto de lectura entre usuarios de los
medios y el mensaje se desplaz progresivamente desde el noticiero (espacio que
expresaba lo ms explcito de la ideologa dictatorial) hacia la ficcin, hacia el
documental, hacia los magazines y programas de variedades.

Para Mangone (1996: 39) la dictadura tuvo su poltica cultural y la de su clase que la
sustent, tuvo sus jvenes y sus msicos (y su msica), tuvo su teatro (que va ms all
de la tarea laboral de los actores), tuvo a sus miembros del espectculo, no se priv de
sus intelectuales, de sus periodistas (tambin ms all de la necesidad del empleo). Los

19
argumentos de los teleteatros (como Los hijos de Lpez de Hugo Moser), los programas
de variedades (como Videoshow, programa smbolo que condensaba la mirada que sobre
el afuera se propona desde el poder y que era asumido como tal por una poblacin que
no saba nada pero que tena el mundo en sus ojos a travs de las cmaras del
programa, pionero en la utilizacin en la televisin criolla de la cmara porttil) son
algunos de los ejemplos que brinda Mangone para ilustrar la coparticipacin del
ambiente cultural creado y compartido durante la dictadura. Advertir que ese ambiente
tuvo antecedentes en el perodo constitucional anterior (por ejemplo entre los equipos de
produccin televisiva desde principios de los setenta, cuando los canales de televisin
estaban gestionados por empresarios nacionales, y los contenidos televisivos de la
Dictadura) y que traz grandes lneas de continuidad a partir de 1983, convierte a la
relacin entre el gobierno militar, la sociedad civil y el funcionamiento de las industrias
culturales en un problema complejo e incmodo. La sublimacin nacional de la
represin dictatorial descomprimida como show del horror al principio y como
posibilismo luego, permiti que el colaboracionismo cultural y meditico atravesara
la transicin sin demasiados traumas (Mangone, 1996: 40).

En efecto, la mencin de los emblemticos editoriales de Mariano Grondona en El
Cronista o en La Nacin; los artculos de opinin de Joaqun Morales Sol en Clarn, las
tapas pergeadas por Samuel Chiche Gelblung en la revista Gente o la propaganda
oficialista del envo televisivo Tiempo Nuevo de Grondona y Bernardo Neustadt como
pequeas muestras de la coherencia con la que se sostena el rgimen militar desde los
principales medios de comunicacin, no debe omitir que esa labor era compaginada en
el imaginario colectivo por las representaciones y los silencios tambin funcionales a la
dictadura modulados desde las zonas menos explcitamente polticas de las industrias
culturales: las pelculas producidas por Palito Ortega, los cndidos mediodas de Mirta
Legrand o las masivas transmisiones deportivas del relator de Amrica, Jos Mara
Muoz, quien agreda desde su micrfono a las Madres de Plaza de Mayo y arengaba a
la audiencia para demostrar que los argentinos somos derechos y humanos ante la
misin de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que en 1979
visit el pas para investigar las denuncias por las violaciones del gobierno.

A raz de la organizacin del campeonato mundial de ftbol en la Argentina en 1978, la
Dictadura reconvirti el viejo Canal 7 en Argentina Televisora Color, introduciendo
la tecnologa de imgenes en color en la pantalla chica (que los argentinos recin
pudieron recibir a partir de 1980 en el mercado domstico). La construccin de ATC
implic un gasto denunciado como uno de los hechos de corrupcin ms graves de la
historia del canal oficial (ver Postolski y Marino en Mastrini (ed.), 2005).

Hacia el fin de la Dictadura comenz a generalizarse el uso de la frecuencia modulada
en radio que sera a partir de los 80 el refugio de nuevas estticas y narrativas,
fuertemente juveniles; se consolid la estructura magazine para la programacin radial
con conductores que siguen liderando, hoy en da, los ratings de audiencia en amplitud
modulada-; se estructur el mercado de la prensa escrita mediante el affaire Papel
Prensa; y se decret la tercera Ley de Radiodifusin, n22285, en 1980. Calificada como
centralista, autoritaria y discriminatoria (Loreti, 1995), este decreto ley impeda el
acceso de los ciudadanos y organizaciones sin fines de lucro a la titularidad de las
licencias audiovisuales, se enmarcaba en la Doctrina de la Seguridad Nacional,
estableca un rgano de control (el COMFER) integrado por las Fuerzas Armadas y
estipulaba que el servicio oficial de radiodifusin dependiera del Poder Ejecutivo. Esa

20
ley se complementara al ao siguiente con un plan, el PlanARA, que postulaba la
privatizacin de los canales y radios.

La agenda de la democracia y de los derechos humanos, potenciada con la recuperacin
del rgimen constitucional a partir de 1983, y por el Juicio a las Juntas Militares en
1985, constituy un aprendizaje para el sistema de medios que, al igual que para buena
parte del estamento poltico y de la sociedad a la que tanto los polticos como los
medios representan. La vigencia de leyes de impunidad durante algo ms de una dcada,
derogadas a partir de 2003, no logr modificar el estatuto de patrimonio comn que
posee la valoracin acerca de la ltima dictadura militar, a pesar de los muy diferentes
posicionamientos sobre el perodo anterior (Pern-Isabel Martnez de Pern) que
circulan en las industrias culturales a partir del 30 aniversario del Golpe de 1976 (en
forma de libros, fascculos, suplementos, programas televisivos, documentales) y hasta
el presente.

Desde la recuperacin del sistema constitucional en diciembre de 1983, tras el colapso
de la Dictadura luego de la expedicin guerrera de Malvinas (1982), cuatro procesos
caracterizan al sistema de medios de comunicacin: primero, el destierro de la censura
directa; segundo, la concentracin de la propiedad de las empresas en pocos pero
grandes grupos; tercero, la convergencia tecnolgica (audiovisual, informtica y
telecomunicaciones); y por ltimo, la centralizacin geogrfica de la produccin de
contenidos.

Estos procesos se conjugaron para transformar el sistema de medios y para imprimirle
monotona en su adscripcin al lucro como lgica de programacin y al exitismo como
paradigma. Esa transformacin fue moldeada por reglas de juego originalmente
definidas por el decreto-ley n22285 y empeoradas por casi todos gobiernos
constitucionales posteriores.

Aunque los soportes de comunicacin se multiplicaron por la convergencia tecnolgica
desde el fin de la dictadura militar, con el desarrollo de las radios de frecuencia
modulada, la masificacin de la televisin por cable, del acceso a Internet (si bien su
impacto fundamental se registra en los grandes centros urbanos), la propiedad de los
medios de comunicacin evidencia una concentracin creciente vigorizada adems por
un marco regulatorio recin modificado en sentido inclusivo en octubre de 2009, pero
que previamente obedeca a las alteraciones reglamentarias a disposiciones dispuestas
originalmente por la dictadura militar en 1980.

Los aos ochenta atestiguaron la expansin de la frecuencia modulada en radio, la
miniaturizacin de dispositivos de recepcin radial y musical, convertidos en mviles y
ubicuos (walk-man), la reconversin del parque hogareo de televisin para recibir las
seales en color, la contempornea adopcin del control remoto que era a la vez
solidaria con la paulatina masificacin de la televisin por cable, es decir, de una
televisin multicanal, con opciones de consumo variadas, sobre todo en el interior de un
pas en el que ms del 80% del territorio tena acceso a uno o a ningn canal de
televisin por aire.

El gobierno de Ral Alfonsn intervino el COMFER para evitar una integracin
incompatible con las reglas de juego democrtico, dej sin efecto el PlanARA, continu
con el loteo de los canales de televisin capitalinos a manos de sectores internos del

21
gobierno, con excepcin del Canal 9, cuya licencia por orden judicial fue devuelta a
Alejandro Romay (ver Mastrini (ed.) 2005). Su presidencia no logr modificar el
decreto ley n22285.

La ausencia de un plan de adjudicacin de licencias sumada a la vigencia de las
restricciones dispuestas por la normativa vigente impidieron que nuevos actores sociales
y polticos pudieran acceder a la titularidad de estaciones de radio y televisin. En la
prctica, el sistema constitucional recuperado en 1983 no allan el camino para la
democratizacin del sistema de interpelacin masiva de lo pblico, que es el
conformado por los medios de comunicacin. Esta situacin, que se agravara con las
modificaciones dispuestas a la normativa a partir de 1989 para facilitar una mayor
concentracin de la propiedad privada y una plena adscripcin al lucro como lgica de
financiamiento de los medios, oper como induccin para el nacimiento de un
fenmeno que se extendera en toda la geografa argentina: el surgimiento de la
radiodifusin de baja potencia que, carente de autorizacin oficial, sera protagonizada
por emisoras comunitarias o barriales. En la mayora de los casos, estas emisoras no
perseguiran la obtencin de beneficios econmicos e impulsaran, con el paso de los
aos, un profundo debate en los actores organizados de la sociedad civil para promover
el cambio de marco regulatorio.

A partir de 1989, en el contexto del proceso de reforma del estado y de reestructuracin
econmica, se produjo la transferencia de activos estatales a las fuerzas de mercado en
todos los sectores incluidos medios audiovisuales y telecomunicaciones, con el
argumento de conjurar una crisis econmica que adelant el final del mandato de Ral
Alfonsn y el traspaso del Poder Ejecutivo al triunfante candidato justicialista, Carlos
Menem. Desde 1989 los sucesivos gobiernos constitucionales habilitaron legalmente la
propiedad cruzada de medios de comunicacin (empresas grficas se insertaron en el
mercado audiovisual), permitieron el ingreso de capitales extranjeros, accedieron a la
posibilidad de conformacin de sociedades annimas y de inclusin de capitales
financieros en la titularidad de los medios de comunicacin, incrementaron
exponencialmente la cantidad de medios que puede gestionar una misma sociedad (de 4
a 24), autorizaron el funcionamiento de redes y cadenas con cabeceras emplazadas en el
rea metropolitana de Buenos Aires (AMBA), concedieron la extensin de licencias y
derechos (que no siempre fueron previamente acreditados por la autoridad competente)
a los ya entonces consolidados grupos de medios, auxiliaron econmicamente a las
corporaciones mediticas a travs de clusulas que impidieron declarar su quebranto y
otorgaron una serie de beneficios impositivos que son excepcionales en otras
actividades y emprendimientos econmicos.

La sumaria enumeracin del prrafo precedente provoc niveles de concentracin de
capitales inditos en la historia de los medios de comunicacin de la Argentina cuyos
efectos ms evidentes fueron la retraccin de la diversidad de fuentes, la tendencia a la
uniformidad de la agenda informativa, la modernizacin tecnolgica en la organizacin
de la produccin, la precarizacin de los procesos de trabajo (con la consecuente
informalizacin y fragilidad de los contratos laborales) y la centralizacin geogrfica de
la produccin de contenidos (Becerra y Mastrini, 2009). En este marco, el Estado a
travs de sucesivas administraciones constitucionales desde 1983 facilit, apoyando
econmicamente con recursos dispuestos generalmente (aunque no nicamente) por
decretos PEN, el funcionamiento de los medios comerciales fortaleciendo las tendencias
reseadas (Loreti y Zommer, 2007).

22

Desde el punto de vista econmico, el mercado de medios de la Argentina es inestable y
tiene problemas de subsistencia, pese a que en el perodo 2003-2008, el crecimiento
macroeconmico del pas fue acompaado por una expansin del sistema de medios
local. El sistema de medios se benefici en ese lapso de una activa intervencin del
Estado, cuyos gobiernos desarrollaron acciones de salvataje (durante 2002 y 2003) y de
promocin (a partir de 2004) de los principales grupos y empresas nacionales de medios
de comunicacin, industrias culturales e infocomunicacionales, a travs de la sancin de
normas que eximieron a los medios de la aplicacin del cram down de la Ley de
Quiebras, favorecindolos con renovaciones de licencias sin exigir contraprestacin a
cambio y que desgravan los impuestos en el caso de los medios audiovisuales.

Como resultado de su estructura de mercado y del modelo de intervencin estatal en
beneficio de los actores ms poderosos del sistema de medios (modelo de intervencin
que en este sentido tributa al cambio radical operado en la sociedad argentina desde las
vsperas del Golpe de Estado de 1976), ste es altamente concentrado, tomando en
consideracin tres variables de anlisis:

a) El ndice de concentracin de los principales medios: la alta concentracin de los
mercados de los medios de comunicacin ms masivos (televisin abierta y por
cable; prensa escrita y radio) que en promedio exhibe un dominio del 78 por
ciento en manos de los primeros cuatro operadores de cada uno de esos
mercados (Becerra y Mastrini, 2009). Los ndices de concentracin de la
Argentina superan con creces los estndares considerados aceptables: de acuerdo
a Albarran y Dimmick (1996) se considera que la concentracin es alta al
superar un promedio de 50% del control de un mercado por parte de los cuatro
primeros operadores y un 75% por los ocho primeros operadores. Pero en el
pas, los cuatro primeros operadores exceden con mucho esos porcentajes. Es
ms, estos cuatro primeros operadores (y en ocasiones dos de ellos) sobrepasan
la estimacin de alta concentracin estipulada para ocho empresas;

b) el tipo de concentracin conglomeral: a diferencia de otros pases de la regin
latinoamericana (como Chile e incluso Mxico), los principales grupos de
comunicacin de la Argentina y Brasil son conglomerales y estn presente en
casi todos los sectores. Los grupos Clarn o Vila-Manzano (este ltimo grupo
asociado a su vez con el diputado nacional Francisco De Narvez), por ejemplo,
cuentan con emisoras de televisin abierta, seales y empresas prestadoras de
servicio de televisin de pago, estaciones de radio, diarios, portales noticiosos en
Internet, entre otras actividades que controlan de modo directo. La concentracin
conglomeral que existe en la Argentina, entonces, se combina con el alto ndice
de control de los mercados por parte de los primeros operadores y potencia el
protagonismo que ejercen pocos grupos comunicacionales expandidos en casi
todos los medios de comunicacin;

c) la centralizacin geogrfica de la produccin de contenidos: una de las
caractersticas del sistema de medios de comunicacin es la hiper centralizacin
geogrfica de la produccin de los contenidos que, en los medios audiovisuales,
se producen en la zona metropolitana de Buenos Aires y reproduce el resto de
los medios del pas. Un estudio del Comfer revel que el 70 por ciento de los
contenidos de las pantallas del pas provienen de los canales de la ciudad de

23
Buenos Aires y que fuera de esos cinco canales no se produce un solo minuto de
ficcin (COMFER, 2009).

La prensa, la radio y la televisin, que se distinguieron tradicionalmente en la Argentina
por conservar rutinas productivas y actores autnomos entre s, han invertido
decididamente esa tendencia hacia la convergencia de los procesos de produccin y
distribucin de noticias y entretenimientos. La imbricacin con actores del sector de la
telefona e Internet es una slida tendencia del sistema en la ltima dcada cuyos efectos
cuestionan la autonoma relativa del discurso periodstico informativo en el sistema.
Como seala Schettini, la pantalla ofrece mucha diversin, informacin escasa y
cuestionamientos raquticos (2000: 69).

Los grandes grupos de comunicacin en el pas han explotado las singulares
caractersticas de toda la regin: ausencia de polticas estatales de servicio pblico y
falta de controles antimonoplicos, entre otros aspectos que distinguen la tradicin
reglamentaria latinoamericana de la europea, por ejemplo.

Las tendencias citadas deben analizarse adems a la luz de la identificacin del carcter
multimedia y conglomeral de la concentracin del sector en pocos grupos que
predominan no ya en una sola actividad (por ejemplo prensa escrita), sino en el cruce de
sus propiedades en varias actividades (industrias) en simultneo. De este modo, uno de
los principales operadores telefnicos (Telefnica) detenta en el pas la licencia de uno
de los dos canales de televisin que domina tanto en audiencia como en facturacin
publicitaria al mismo tiempo que el editor del principal peridico (Clarn) controla ms
de la mitad de los abonos en el redituable mercado de televisin por cable, entre otros
diversos intereses. El predominio de estos grupos exhibe niveles que constituyen
barreras de entrada para competidores incluso en los casos en que stos son fuertes
operadores comerciales.

La financierizacin y anonimizacin del capital de las empresas, procesos tambin
registrados a partir de 1989, contribuy a que la lgica de funcionamiento de los medios
propendiera a la obtencin de beneficios inmediatos, erosionando de este modo tambin
la necesaria inversin que requiere una programacin periodstica de calidad. En efecto,
la poltica de maximizacin de los recursos econmicos en los grupos de medios tiene
en los ltimos veinte aos su correlato en un estilo informativo carente de fuentes
noticiosas variadas (en Becerra y Lpez (2009) se constata que los diarios de referencia
en Buenos Aires tuvieron un comportamiento monofuente al cubrir la crisis del campo
de 2008), con autocensura, perspectiva centralista (portea) y prejuicio de clase
manifestado en forma de estigma. Sera equvoco suponer que las prcticas
discriminatorias carecen de efectos o bien que surgen de la representacin lisa y llana de
las concepciones del mundo vigentes en las distintas clases sociales. Por supuesto, su
eficacia comunicacional reside en que las mismas se conectan con imaginarios sociales.
Pero su naturalizacin se corresponde con la perseverancia de su propagacin por los
medios en un pas en el que en promedio sus habitantes consumen cuatro horas diarias
de televisin.

El proceso de concentracin del sistema de medios como instancia de intermediacin
masiva de lo pblico se desarroll en la Argentina modernizando tecnolgicamente las
infraestructuras del rea central del pas, donde se localizan los centros urbanos ms
poblados y, consecuentemente, los principales mercados. Por el contrario, el resto del

24
territorio no fue destinatario de inversiones comparables, lo que condujo a la
cristalizacin de una brecha tecnolgica de carcter geogrfico que en el sector
infocomunicacional (medios de comunicacin, Internet y telefona) se suma a las
brechas socioeconmicas preexistentes. El tipo de acceso y conexin con el sistema de
medios depende tanto de la capacidad adquisitiva del consumidor, como de su lugar de
residencia, adems de las competencias culturales adquiridas, tambin, en virtud de la
proximidad con el sistema infocomunicacional.

En este sentido, el descuido de las emisoras de gestin estatal y programacin oficial
(Canal 7, radios Nacional y municipales) hasta el presente siglo y la reluctancia del
estamento poltico para generar un sistema de medios pblicos no gubernamentales,
sumados a la proscripcin del acceso a los medios de cooperativas y organizaciones
comunitarias, impidi desde el fin de la Dictadura germinaran alternativas a los grandes
operadores privados. Si bien desde 1999, y con mayor nfasis desde 2003, el sistema de
medios de gestin estatal cont con una poltica de renovacin tecnolgica y esttica,
produciendo una programacin coherente y de mayor calidad, su direccin sigue siendo
definida por el Poder Ejecutivo y su orientacin, entonces, contina ligada al
oficialismo de turno.

Aunque emitan mensajes que en determinadas coyunturas histricas sean
contradictorios en su lnea editorial, el protagonismo ejercido en el sistema de medios
por los grupos concentrados con lgica de lucro halla correspondencia por el subsector
de medios estatales con tendencia oficialista, toda vez que la cualidad comn a estos
actores es la desestimacin del espacio pblico como proyecto de intermediacin
masiva. Los medios comerciales interpelan desde la fase ms concentrada de su
morfologa a la gente, colectivo que como plantea Sarlo (2001) remite a audiencias y
a consumidores, pero el subsector estatal con un comportamiento subordinado a las
contingencias de la Presidencia de la Nacin opera como reemplazo de la voz de la
sociedad, pretendiendo liderarla en lugar de intermediarla. La mimesis entre lo pblico,
lo estatal y lo gubernamental conduce a una gestin autorreferencial de los medios
11
,
sean de gestin privada o estatal. Por ello, en el caso de los medios de gestin estatal, se
apela a comportamientos no tan distantes de la lgica privada: tercerizacin de la
programacin, ausencia de rendicin de cuentas, cambios bruscos de contenidos.

La convivencia de formas estatales de gobierno en el marco de reglas constitucionales,
de la inexistencia de la censura directa y a la vez del incremento de la concentracin del
sistema de medios en pocas manos no podra analizarse sin advertir que es coherente
con un espacio pblico masivo transformado respecto del que se haba desarrollado, con
creciente complejidad, entre 1880 y 1975.


Conclusiones:

Doscientos aos permiten reconocer grandes tendencias de los medios de comunicacin.
Con sus pocas de mayor ascenso, vinculadas ms a ciclos econmicos de expansin de
consumo que a los espasmdicos cambios de gobierno experimentados en la historia

11
Como analizan Ulanovsky y Sirvn (2009), la autorreferencialidad ha perneado tambin la
programacin de ficcin en televisin.

25
argentina (muchos sufridos por golpes de Estado), y con un panorama de retraccin de
la industria grfica (diarios, revistas, libros) a partir de la reestructuracin econmica
iniciada en 1975, la Argentina sigue ubicada como uno de los pases latinoamericanos
con mayor acceso de sus habitantes a los bienes y servicios de la informacin, la cultura
y el entretenimiento.

Uno de los principales rasgos que preside el funcionamiento del sistema de medios al
cabo de ms de doscientos aos, pero fundamentalmente en las ltimas dos etapas
analizadas en el artculo (es decir, desde 1870 hasta la actualidad) es que se conform
como sistema comercial con estrechos vnculos con el estamento poltico. Pero el
examen de la historia de los medios en la Argentina permite poner en discusin la
frmula de sistema comercial polticamente dcil acuada por Elizabeth Fox (1997)
para referirse a las particularidades del sector en Amrica Latina, ya que la docilidad de
los medios en la Argentina presenta ciclos en los que se invierte de modo considerable.
Al menos, si se considera la docilidad como complacencia con el gobierno de turno:
verdaderas anttesis de docilidad, por el compromiso editorial opuesto a los intereses
gubernamentales, han sido el segundo gobierno de Hiplito Yrigoyen; los primeros aos
del primer gobierno de Juan Pern; el ltimo ao del gobierno de Arturo Illia; el ltimo
ao del gobierno de Isabel Pern; los dos ltimos aos del gobierno de Ral Alfonsn;
los cuatro ltimos aos del segundo gobierno de Carlos Menem; y todo el mandato del
gobierno de Cristina Fernndez hasta la edicin del presente libro en febrero de 2010.

No obstante, la inexistencia de docilidad o de sintona entre los principales medios y
ciertos perodos gubernamentales no expresa, necesariamente, ausencia de vnculos
estrechos con el estamento poltico. En todos los casos mencionados como anttesis
hubo sectores del partido de gobierno, o de la propia administracin poltica, que
sostuvieron ayudas y permisos generosos hacia los principales empresarios de medios
de comunicacin, lo cual redund en su mayor podero econmico.

A partir del fin de la ltima Dictadura 1976-1983, la reiterada experiencia de gobiernos
que debieron administrar urgencias socioeconmicas y que gestionaron un Estado dbil
frente al poder econmico de los grandes actores de medios interrelacionados stos con
otros sectores concentrados de la economa-, result funcional para eludir la ardua tarea
de disponer de regulaciones claras al sector, para evitar as un enfrentamiento con los
dueos y productores de noticias y entretenimientos. Este vnculo de subordinacin del
poder poltico al poder meditico en las ltimas tres dcadas complement la erosin de
la representacin poltica dado que el estamento poltico terceriz la interpelacin a la
ciudadana en el accionar de los principales medios de comunicacin, en lo que suele
aludirse como mediatizacin de la poltica. Esta mediatizacin es, as considerada, un
proceso mucho ms profundo que la mera adaptacin del lenguaje y de la aparicin
pblica de los polticos a los requerimientos de las rutinas productivas propias de los
medios de comunicacin.

La historia de los medios en la Argentina muestra perodos de primaca de lo poltico,
como durante la primera etapa formativa (1801-1870) y una relativa autonoma en los
primeros 25 aos de funcionamiento masivo de la radio y de la televisin (es decir: no
en su origen sino a partir de su masificacin). Las relaciones tormentosas entre los
propietarios privados del sistema comercial y los gobiernos con fuerte legitimidad
electoral, como los encabezados por Hiplito Yrigoyen (en sus dos mandatos), Juan
Pern (en sus tres presidencias), Ral Alfonsn o Cristina Fernndez de Kirchner

26
indican que la convivencia entre la democracia poltica y los medios en la Argentina
fue, cuanto menos, complicada. Sin resolver de raz este vnculo inestable, a partir de
1989 se produjo un giro con la asuncin de Carlos Menem, quien a diferencia de los
gobiernos anteriores inici su mandato constitucional disponiendo de reglas de juego
muy novedosas, en lo reglamentario, e inaugur una etapa que se extiende hasta el
presente, en la que sobresale la conexin orgnica entre el Estado y un sistema privado
(privatizado) de medios, con reglas de juego que potencian la concentracin de la
propiedad, la centralizacin de las producciones, la financierizacin de las sociedades y
la peridica asistencia del erario pblico para sostener el funcionamiento econmico del
sistema, junto con la vigencia constante en la historia argentina- de un organismo
regulador subordinado al Poder Ejecutivo y funcional a sus lineamientos. Este esquema
ha obturado la posibilidad de acceso a las licencias audiovisuales por parte de
organizaciones sin nimo de lucro, en lo que la Suprema Corte de Justicia reconoci
como discriminatorio frente a los derechos universales a la libre expresin. En un
convulsionado 2009, la constatacin de que la ley no debe contener como un dique a la
expresin de la sociedad civil fue uno de los principales argumentos con los que el
Congreso de la Nacin aprob, no sin modificaciones, una iniciativa del Poder
Ejecutivo que modific la ley de Radiodifusin de la Dictadura, por la Ley de Servicios
de Comunicacin Audiovisual n 26522
12
.

La relacin entre el poder poltico, el poder econmico y el poder comunicacional no
slo ha sido estrecha y conflictiva, sino que adems importantes fortunas han sido
invertidas en el sistema de medios como proyeccin del posicionamiento de personas o
grupos en la estructura econmica y poltica del pas. La apuesta de Bartolom Mitre
como ex presidente al fundar el diario La Nacin en 1870, invocando razones polticas
(La Nacin ser una tribuna de doctrina, consignaba) y aludiendo a la cuestin
econmica, puede compararse con las motivaciones de Jos C. Paz al crear La Prensa en
1869, como trampoln hacia una presidencia que no logr alcanzar. Pero esta relacin
no se remite nicamente al siglo XIX: que el ex diputado socialista y luego ministro
conservador Roberto Noble lanzara el tabloide Clarn en 1945, en consonancia con un
ciclo histrico que en lo poltico hegemonizara el peronismo y en lo econmico, las
ideas desarrollistas de las que Noble fue autor y vocero en su peridico, o que capitales
ligados a la Unin Cvica Radical (del Pueblo) se involucraran activamente en el
lanzamiento de Canal 13 en sus orgenes en 1958, indica que en la Argentina hacer
poltica precis, histricamente, del dispositivo comunicacional (primero prensa, luego
radio y televisin).

El lazo parental entre poltica y medios desborda la cuestin de las relaciones de
propiedad de las industrias culturales: la comunicacin como arma poltica convoc a
numerosos periodistas a explorar un territorio percibido como comn. Entre los casos
ms notables pueden citarse los de Rodolfo Walsh, Raymundo Gleyzer o Susana Piri
Lugones en una tradicin de compromiso militante, como tambin los de Bartolom
Mitre, Roberto Noble, Oscar Camilin, Rodolfo Terragno o Jorge Ass, entre muchos
otros, en un registro de insercin en el sistema formal de partidos. Casi todos ellos se
destacaron como periodistas grficos.


12
Al cierre de la edicin de este libro la nueva ley de medios audiovisuales se hallaba temporalmente
suspendida por la Justicia, decisin que fue apelada por el gobierno nacional.

27
La conexin entre liderazgo poltico y poder comunicacional se profundiz en la
primera dcada del siglo XXI, modificando algunas de sus lneas histricas: la conexin
entre negocios, poltica y medios resulta ms evidente cuando un magnate de la
comunicacin incursiona en el campo electoral, como sucedi con el diputado nacional
Francisco de Narvez, electo por la provincia de Buenos Aires en 2005 y en 2009 (en la
ltima fue ganador de la eleccin, relegando al ex presidente Nstor Kirchner a un
segundo lugar). Si el caso de Narvez es una excepcin o expresa una tendencia que en
otros pases, como Italia, ya ha madurado a travs de la centralidad de Silvio Berlusconi
(primer ministro entre 1994/1995; 2001/2006 y desde 2008 hasta la actualidad), es un
interrogante que el futuro develar.

Si a comienzos del siglo XX el dispositivo por excelencia de integracin, de
alfabetizacin ciudadana y tambin de normalizacin y homologacin cultural era la
escuela, para lo cual el Estado reclamaba el monopolio de su gestin, desde fines del
siglo XX los medios de comunicacin conforman un sistema educativo informal,
paralelo, que complementa en algunos casos pero que reemplaza en los sectores ms
desprotegidos a otras instituciones interviniendo en la construccin de ciudadanas y en
la elaboracin de nociones acerca de la realidad no inmediata.

La Argentina es uno de los pocos pases en Iberoamrica en la que los ingresos de la
industria editorial de diarios son casi equivalentes a los de la televisin abierta, lo cual
permite inferir que en trminos comparativos con otros pases de la regin (no as
contrastando el dato con pases europeos), la Argentina conserva niveles de penetracin
y consumo de diarios superiores a la media. El funcionamiento multimedia de los
medios de comunicacin augura desplazamientos hacia liderazgos audiovisuales y de
redes.

El discurso televisivo, en canales con audiencias ms numerosas, reitera la tendencia
editorial de los grandes diarios, que a su vez es integrada a las representaciones
propaladas por las ms importantes estaciones de radio. La gente es as interpelada
tanto desde los grandes grupos concentrados de medios de comunicacin como por el
subsector de gestin estatal y programacin oficial: en ambos casos es evidente la
estrategia de reemplazo del vnculo de comunicacin con los destinatarios por el de su
liderazgo.

Otro eje que atraviesa la historia de los medios en la Argentina es el de la censura. Este
eje permite, a la luz del Bicentenario de la revolucin de Mayo, problematizar la
asociacin retrica entre democracia y libertad de expresin. Como mecanismo de
control del sistema de difusin a escala masiva, la censura no fue patrimonio exclusivo
de gobiernos dictatoriales (en todos los gobiernos militares desde 1930 hasta 1983 se
ejerci la censura y se limit la libertad de expresin) o fraudulentos (como los
anteriores a 1916, o los de la llamada Dcada Infame), sino que tambin fue ejercida por
el peronismo en sus tres primeros gobiernos, con la excepcin sobresaliente de la breve
presidencia de Hctor Cmpora en 1973. La censura fue tambin un arma del
antiperonismo: los gobiernos civiles en el perodo de proscripcin del peronismo (1958-
1966), al sostener la proscripcin e incluso la alusin lisa y llana del nombre del ex
presidente Pern, convivieron con condiciones de silenciamiento que no caben sino
consignarse como censura.


28
Va de suyo: la censura ha tenido grados de intensidad variable en los perodos
mencionados. Est lejos del propsito del presente artculo pretender comparar la
eliminacin fsica sistemtica de opositores ejecutada por la Dictadura 1976-1983, o la
dura represin del onganiato (1966-1970), con la cooptacin de medios y su entrega a
aliados polticos realizada por Pern en sus dos primeras presidencias (aunque cabra s
inscribir el proceso de represin y restriccin de libertades como la de expresin
iniciado durante su tercer mandato en una escalada que se agudizara dramticamente
despus del Golpe de Estado de 1976). De este modo, el abordaje de la censura como
eje de anlisis exige comprender y cuestionar los contornos en los que se pudieron
difundir ideas y opiniones en diferentes perodos histricos. Esta perspectiva,
iconoclasta respecto de las nociones ms cndidas sobre la democracia poltica, tambin
conduce a advertir que la censura no siempre caus la penuria econmica de los medios,
sino que al contrario, en las pocas de censura los no censurados supieron sacar
provecho de la clausura o persecusin de sus competidores para ganar mayores cuotas
de mercado (de anunciantes y de audiencias). La complacencia entre los principales
actores del sistema comercial de medios privados y las sucesivas dictaduras tambin
puede explicarse en clave de los negocios abiertos, paradjicamente, por la censura
cerril ejercida contra actores protagonistas (como La Opinin de Timerman) o
secundarios del sistema (como los diarios El Cronista Comercial o el Buenos Aires
Herald en la ltima Dictadura) por gobiernos golpistas.

El perodo abierto desde 1983 con la recuperacin del rgimen poltico constitucional, y
las modificaciones estructurales dispuestas a partir de 1989 con la conformacin de
grandes y pocos grupos concentrados y convergentes de comunicacin han tenido un
impacto performativo sobre el espacio pblico. El mito de la autorregulacin de los
medios fue citado por los gobernantes en democracia como excusa frente a la gran
cantidad de otras cuestiones (sociales, polticas, econmicas) que debieron atender en su
agenda. Mientras tanto, la autorregulacin de los medios fue combinada con la cesin
de recursos del Estado para subsidiar a los grandes grupos de medios mediante la
renovacin o extensin de licencias cuyo acceso estuvo vedado para la mayora de la
poblacin (hasta la sancin de la Ley de Servicios de Comunicacin Audiovisual en
octubre de 2009).

El mercado de las noticias y de los entretenimientos masivos se ha expandido como
espacio de comunicacin en el espacio pblico. El Bicentenario actualiza el interrogante
acerca de las modificaciones que producir la sociedad en el esquema de intermediacin
de lo pblico, que ha logrado una considerable estabilidad.


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