Identidad y Pensamiento Sudamericano
Identidad y Pensamiento Sudamericano
Identidad y Pensamiento Sudamericano
SUDAMERICANO
Augusto Prez Lindo, Ph.D., Profesor Titular de Filosofa, UBA
PENSAMIENTO
podemos decir que el sentido forma parte de una elaboracin que va ms all de los
hechos.
No negamos el peso de la inercia social o la importancia de procesos y
estructuras que determinan comportamientos individuales y colectivos. Pero la
experiencia de los ltimos dos siglos nos muestra que la voluntad colectiva o de una
clase dirigente puede instituir una intencionalidad en la evolucin histrica. Desde este
horizonte podemos asumir la importancia del pensamiento sudamericano.
Sin conciencia histrica y sin una accin colectiva coherente la experiencia
social puede presentarse como un proceso fatal donde gobiernan las tendencias inertes
de los acontecimientos mundiales o de las estructuras econmicas-sociales. Esto es lo
que ha ocurrido con mayor frecuencia de Amrica del Sur. La Historia se hace sin
saberse y por lo tanto se pierde la capacidad para ser sujetos de la Historia. Esto explica
porqu el pensamiento sudamericano se encuentra muy poco ligado a procesos de
autodeterminacin histrica. La literatura regional (Carpentier, Roa Bastos, Vargas
Llosa, Sbato, Garca Mrquez, entre otros) ha relatado magistralmente el destino de
personajes que oscilan entre la fatalidad y la pura discrecionalidad.
La burguesa moderna francesa al mismo tiempo que ganaba autonoma
econmica comenz a elaborar ideas y a producir una revolucin poltica fundadora de
un nuevo orden social. En Amrica del Sur lo que predomina es el voluntarismo
ideolgico desgajado de la prctica social o de las condiciones para transformar la
realidad. Es lo que intua el filsofo Ortega y Gasset cuando le reprochaba a la
Argentina ser un pas del maana. Es lo Alain Touraine seala en La palabra y la
sangre: la desarticulacin entre la ideologa y la poltica, entre las ideas y la accin. En
el siglo XIX se les reprochaba a las oligarqua liberales el instituir un pas legal ajeno
al pas real (como se puede apreciar en el Martn Fierro de Jos Hernndez). En el
siglo XX muchos critican el doble discurso de los dirigentes polticos que anuncian
algunos objetivos y realizan otros. Los dficits de coherencia institucional en Amrica
del Sur tienen que ver con prcticas que vienen de la tradicin colonial.
Pese a todas las declaraciones romnticas y expresionistas en Sudamrica lo ms
frecuente ha sido el rechazo de las ideas. En la segunda mitad del siglo XX fracasaron
las teoras de planeamiento, las tcnicas gerenciales, las tentativas revolucionarias y las
reformas del Estado en Amrica del Sur. El modo de historizacin dominante ha sido la
adaptacin a los procesos e ideas que venan de los centros dominantes. Esto ha sido
notorio en los aos 90 en nombre de la globalizacin. En esta primera dcada del siglo
XXI en Amrica del Sur la mayora de los pases ha replanteado su insercin en el
sistema mundial tomando en cuenta los intereses nacionales y regionales.
No es casual que la teora de la dependencia haya sido elaborada en Amrica
del Sur. Aunque la misma no tenga un valor explicativo universal ha servido para
caracterizar las relaciones entre los centros dominantes y las periferias dependientes.
sirve para entender algunos fenmenos fundamentales. Pero, la heteronoma de los
actores sociales tiene tambin una base cultural propia: la que disocia el discurso de la
accin. La escisin entre el ser y el pensar atraviesa la historia sudamericana.
Es raro encontrar partidos polticos que reivindiquen principios filosficos para
justificar sus proyectos. Las campaas electorales, aqu como en otros lugares, se ha
vuelto iconogrfica. Se gana con la imagen y con los image makers. No ignoramos
que han existido partidos socialistas, comunistas, anarquistas, democristianos, liberales,
que apelaron a principios filosficos universales. Qu pas con esos principios? El
electorado se ha convertido en cliente. Sus demandas son ms pragmticas. Poco a poco
los partidos abandonaron sus convocatorias a una ciudadana conciente y responsable
para apelar a las ofertas ms ligadas a las demandas individuales o corporativas. La
poltica, como las luchas sociales, se privatizaron para dejar vaco el lugar de los
intereses universales. La consciencia histrica ocupa un lugar marginal junto con las
ideas filosficas.
III . El mapa de las ideas y creencias en Amrica del Sur
Para discernir que es lo que nos identifica o nos diferencia podemos analizar el
sistema de ideas y creencias en Sudamrica partiendo de estos aspectos: las
cosmovisiones, las identidades culturales, los modelos de conocimiento, las filosofas,
las ideologas polticas y las creencias religiosas o mticas.
1. Cosmovisiones. Qu hay de comn entre la cosmovisin de las culturas de races
indgenas, africanas y europeas en Sudamrica?. La idea de la naturaleza que recibimos
de estas y otras influencias son divergentes en varios sentidos. Los pueblos aborgenes,
que elaboraron variadas cosmovisiones, tenan sin duda una conciencia de la naturaleza
y de la historia muy distinta a la de los conquistadores europeos. Lo mismo podramos
decir de los esclavos que fueron trados de Africa. La Conquista y la Evangelizacin
fueron una especie de institucin imaginaria de la sociedad. El Estado colonial nacin
negando las culturas existentes.
En Europa Occidental la cosmovisin racionalista moderna se impuso de manera
categrica luego de varios siglos de conflictos con las tradiciones aristocrticas,
religiosas y ancestrales. En Amrica del Sur los pueblos aborgenes todava estn
luchando por recuperar sus tradiciones mientras que los descendientes de inmigrantes
europeo discuten en Buenos Aires sobre la postmodernidad (como si hubieran pasado
por los mismos eventos que singularizan este fenmeno en Europa).
En relacin con el uso de la naturaleza pugnan actualmente concepciones
desarrollistas, utilitaristas, indigenistas y ecologistas. Las tradiciones catlicas,
protestantes, rabes y judas aportaron doctrinas y creencias para interpretar el mundo,
las relaciones sociales, la historia o la naturaleza. En varios pases la cultura
afroamericana es importante. Asistimos al renacimiento de las culturas aborgenes. Las
poblaciones de la regin reciben a travs de la escolarizacin, de la iniciacin religiosa
y los medios de comunicacin diversas visiones del mundo que no resultan coherentes
entre s.
Amrica del Sur comparte la conciencia de pertenecer al Occidente. Las culturas
urbanas, an las ms pobres, intentan situarse en la vida moderna. Pero tenemos indios
del Amazonas que viven en el Neoltico, los menonitas de La Pampa, en Argentina,
hablan el alemn anterior a Lucero, ignoran la electricidad y los eventos histricos de
los ltimos cinco siglos. En las selvas y montaas, en los lugares alejados encontramos
poblaciones que viven en tiempos diferentes, aunque la televisin haya homogeneizado
la visin de la mayora de las percepciones de la sociedad. Se propagandiza la sociedad
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Todo lo dicho muestra que el mapa de las religiones dominantes en Amrica del
Sur es movedizo. Podemos identificar no obstante como principales creencias a
las siguientes: a) el catolicismo; b) el evangelismo y el protestantismo; c) el
judasmo; d) las religiones aborgenes; e) las religiones afroamericanas; f) los
sincretismos; g) el pensamiento mgico.
Pese a que se identifica al continente con el catolicismo el mapa de las creencias
se ha modificado tanto en las ltimas dcadas que ya no puede sostenerse que la
identidad catlica represente a la mayora de las poblaciones. En las ltimas dcadas
varios presidentes han surgido con apoyo de las iglesias evanglicas. El peso de la
tradicin catlica an es grande y una masa de la poblacin que sigue los ritos catlicos.
Pero el ritualismo y el religiosismo predominan sobre la espiritualidad. De hecho, la
Iglesia Catlica asume que est perdiendo terreno e intenta reafirmar su presencia con
un sesgo conservador que busca desplazar a los seguidores de la Teologa de la
Liberacin. Esta corriente, que la Iglesia desautoriz, fue el movimiento religioso ms
comprometido con las luchas polticas y sociales entre las dcadas de 1960-1990.
Tambin en este plano podemos decir que no hay una religin que se identifique
con la cultura y el pensamiento sudamericano. La Teologa y la Filosofa de la
Liberacin (Dussell, Leonardo Boff, Cardenal, Gutierrez, Evaristo Arns) y todos los
movimientos de sacerdotes y monjas identificados con el Tercer Mundo dieron un
testimonio admirable identificndose con los pobres y los oprimidos. El fracaso del
sandinismo en Nicaragua, donde el movimiento puso muchas de sus expectativas, y la
condena de la Iglesia, junto con las represiones militares en varios pases, diezmaron
este movimiento y lo limitaron a algunos testimonios aislados (salvo el caso de Brasil
donde las comunidades eclesiales de base jugaron un rol muy importante en la
formacin de nuevos lderes democrticos y solidarios).
IV. Hacia un humanismo histrico sudamericano
Hace ya tiempo que el filsofo e historiador de las ideas Arturo Roig recurri al
concepto de pensamiento como ms pertinente que el de filosofa sudamericana.
Desde este punto de vista podemos decir que no hay una filosofa sudamericana pero
que en cambio existen un pensamiento sudamericano. Pero cul?
El pensamiento sudamericano se puede encontrar mejor expresado en la
literatura que en los tratados cientficos o en los ensayos filosficos. Muchos de los
idelogos sudamericanos fueron tambin escritores: Alberdi, Jos Vasconcelos,
Sarmiento, Maritegui, Haya de la Torre, Mitre, Andrs Bello, Rubn Daro, Jos Mart.
En las obras de Carpentier o en Borges, en Garca Mrquez o en Vargas Llosas, en
Arguedas o en Jorge Amado, en Ciro Alegra o en Juan Rulfo, en Carlos Fuentes y en
muchos otros escritores se encuentran los elementos de la identidad cultural y del
pensamiento sudamericano.
Los temas condicin humana, del destino histrico, de la dignidad, de la
identidad, de la justicia, de las luchas polticas, de la injusticia social y muchos otros se
encuentran magistralmente tratados por muchos de los escritores de Sudamrica. La
literatura sudamericana es portadora de una filosofa humanista.
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Desde hace dcadas reconocidos filsofos como Leopoldo Zea, Arturo Roig,
Enrique Dussell y muchos otros han indagado sobre la existencia del pensamiento
sudamericano brindando distintas respuestas a la cuestin. Entre estos trabajos podemos
distinguir los intentos por reconstruir la historia de las ideas, los intentos para justificar
la identidad regional y las propuestas para asumir un proyecto tico-filosfico.
Desde un punto de vista histrico y sociolgico existen sin duda un conjunto de
ideas y creencias que resultan de la experiencia singular de los pueblos de Amrica del
Sur. Pero resultara excesivo hablar de una filosofa sudamericana si entendemos por
eso un corpus y un modelo de pensamiento que nos distingue de otros continentes. Hay
filosofas y filsofos sudamericanos, hay una cultura y un pensamiento que expresan la
vida y los avatares de los sudamericanos. Si intentramos encontrar denominadores
comunes podramos sealar el multiculturalismo, el pluralismo filosfico y el consenso
moral en torno a la democracia y la dignidad humana.
Estas convergencias del pensamiento sudamericano pueden parecer insuficientes
si uno piensa en un modelo de pensamiento comn (como el pragmatismo
norteamericano o el racionalismo francs por ejemplo) o pueden parecer dbiles si uno
piensa en la ausencia de un consenso intersubjetivo sobre el pensamiento cientfico o
sobre el modelo de desarrollo. Lo primero no sera un defecto sino una virtualidad:
estamos abiertos a todas las corrientes del pensamiento universal, somos pluralistas. Lo
segundo, en cambio, seala una debilidad en un mundo donde la construccin de la
sociedad depende hoy de los usos de la ciencia y la tecnologa.
Pluralismo filosfico, multiculturalidad, humanismo, seran entonces rasgos
distintivos del pensamiento sudamericano. Desde el punto de vista del anlisis histrico
podramos agregar que las preocupaciones recurrentes de nuestros pueblos han sido la
bsqueda de la independencia, de la democracia plena y de la justicia social. Estos
seran tambin elementos distintivos de nuestras discusiones ideolgicas.
La identidad del pensamiento del pensamiento sudamericano no se puede
encontrar ni en una cosmovisin compartida, ni en una tradicin religiosa comn, ni en
un pensamiento poltico homogneo, ni en un modelo cultural coherente. Dnde
podemos encontrar entonces los denominadores comunes?
En primer lugar, en la diversidad, en el multiculturalismo. Debera ser obvio,
pero no lo es porque todo el mundo estuvo buscando durante mucho tiempo la identidad
en la unidad. As como la bio-diversidad se ha convertido en un concepto clave para
entender el mundo viviente, el multiculturalismo debiera ser en esta etapa de la historia
parte del nuevo sentido comn para construir una comunidad mundial.
En el pensamiento sudamericano no hay homogeneidad, hay diversidad. Y la
diversidad es valiosa. Constituye un aspecto fundamental del pluralismo filosfico que a
su vez es la verdadera columna de todo pensamiento que se pretenda universal. Por
distintos caminos muchos han estado buscando la unidad como sinnimo de
igualdad. Esto ha tenido tambin su correlato poltico en gobiernos de izquierda o de
derecha que para asegurar la cohesin nacional recurren a partidos y doctrinas
uniformadas. La astucia de la Historia, dira Hegel, ha sido ms lcida porque nos ha
llevado a veces sin pensarlo a una situacin de gran diversidad.
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