Corazon de Maria
Corazon de Maria
Corazon de Maria
"miguelruiztintore@gmail.com".
Fundamentos dogmticos de
la devocin al Corazn de
Mara, en la obra del P.
Joaqun Mara Alonso
Fundamentos dogmticos de
la devocin al Corazn de
Mara, en la obra del P.
Joaqun Mara Alonso
Tesis para la obtencin del
grado de licenciatura en teologa
dogmtica
Siglas y abreviaturas
Para las obras de Joaqun Mara Alonso, se da el ao y el
ttulo, remitiendo a la segunda seccin de la bibliografa.
AAS = Acta Apostolicae Sedis
ANSV = ALONSO, Joaqun Mara-CANAL, Jos Mara (1959), La Archicofrada
de Nuestra Seora de las Victorias. Historia crtica y contenido
doctrinal
CAMD = [ALONSO, Joaqun Mara (ed.) (1958-1959)] S. Juan EUDES, El
Corazn admirable de la Madre de Dios
CCL = Corpus Christianorum collectum a monachis OSB abbatiae S. Petri
in Steenbrugge, Series Latina, Turnhout-Pars, 1953 ss.
CCM = ALONSO, Joaqun Mara (1960), La Consagracin al Corazn de
Mara, acto perfectsimo de la virtud de la religin. Una sntesis
teolgica
CECSCJ = ALONSO, Joaqun Mara (1956), Carne y espritu en el culto al
Sdo. Corazn de Jess
CI = ALONSO, Joaqun Mara (1957), El Corazn de la Inmaculada
CMSJE = ALONSO, Joaqun Mara (1958), El Corazn de Mara en S. Juan
Eudes
CMTR = ALONSO, Joaqun Mara (1977), El Corazn de Mara en la teologa
de la reparacin
CSCO = Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, Louvain, 1903 ss.
CSEL = Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, Wiener Akademie
der Wissenschaften, Wien 1866 ss.
10
Introduccin
Presentacin
Es una conviccin generalmente compartida que en nuestros
das nos encontramos y venturosamente- inmersos en lo que se llama
un movimiento mariano. Nosotros albergamos la persuasin de que la
bandera de ese movimiento ha de ser el Corazn de Mara.
No nos duelen prendas en reconocer que se trata, en primer
trmino, de una intuicin religiosa personal, a la cual -por qu no
bamos a decirlo?- creemos tener perfecto derecho.
Pero, adems, existen para ella motivos teolgicos ms que
sobrados que se desgranarn de forma implcita en nuestro estudio.
En efecto, como vamos a mostrar, la devocin al Corazn de Mara es
la forma de todas las devociones marianas, con virtualidad para
informarlas, interiorizarlas y purificarlas todas, y, por lo mismo, la
vocacin de todas ellas, en la medida en que sean autnticas.
Si al decirlo tenemos razn, y si la devocin al Corazn de Mara
no defrauda; si tenemos razn al poner de manifiesto la robustez de
los fundamentos de tal devocin, entonces creemos- resulta lo ms
natural que, en un movimiento que se caracteriza justamente por la
profundizacin y el acendramiento de la devocin mariana, el Corazn
de Mara que es profundizacin y acendramiento- se site en primer
plano.
Y resulta, igualmente, lo ms natural que, en las
manifestaciones carismticas que junto a otros hechos- caracterizan
poderosamente este movimiento mariano, el Corazn de Mara haya
sido propuesto de modo destacadsimo a la piedad de los cristianos.
Nos referimos principalmente pero no exclusivamente- a los hechos
de Ftima (y subsiguientes apariciones de Pontevedra y Tuy), de los
que nos ocuparemos en nuestra primera parte. Aludiendo a esos
hechos, ha dictaminado justamente Joaqun Mara Alonso:
"Ved ah, una vez ms, cmo la Teologa viene a ser
reforzada en sus conclusiones por los hechos carismticos para
11
12
13
14
Justificacin
Quiero hacer ver ampliamente que esta devocin no es una cosa sin fundamento y
sin razn; sino que est establecida sobre fundamentos tan firmes y tan slidos,
que todas las potencias de la tierra y del infierno no son capaces de destruirlos [].
Para concebir una alta estima de esta devocin al sacratsimo Corazn de la Madre
de Dios, como de una devocin muy slida y muy bien fundada
(S. Juan Eudes)4.
CVH, 62.
S. Juan EUDES, Oeuvres compltes-VI (d. Lebrun-Dauphin), Paris 1902,
117-125.
15
5
6
CMSJE-II, 136.
Cfr. CCM, 88-90.
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7
8
CCM, 88-89.
CMSJE-II, 109-110.
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19
CI, 332-333.
20
13
CI, 332-333.
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24
Y tambin:
"Esto es lo que ha acontecido muchas veces con las
devociones dichas populares: que han permanecido vacas e
inconsistentes por falta de sustancia evanglica; inhbiles, por
tanto, para una verdadera y profunda renovacin de costumbres.
Pues bien repetimos-, la devocin al Corazn Inmaculado de
Mara es esto lo que principalmente puede traernos en orden a
una renovacin popular de esas devociones: el excitarlas a todas
para que vuelvan a su ms ntima raz cristiana: a la vida interior y
profunda de la gracia23.
25
suele ser habitual quien tenga presente que, al hacerlo, est entrando
en el Corazn de Mara, que guardaba todas estas cosas, y las
meditaba en su corazn (Lc 2,19).
Sentido de una investigacin teolgica sobre la devocin al
Corazn de Mara
Joaqun Mara Alonso sentencia que
la devocin al Corazn de Mara encuentra algunas oposiciones e
incomprensiones; pero, entre ellas, no es la menor el
desconocimiento casi absoluto de su profundo y misterioso
contenido teolgico26.
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1. Historia de la devocin al
Corazn de Mara
Por todo esto veis cmo la devocin al Corazn sacratsimo de la gloriosa Virgen
est fundada en la autoridad del Evangelio, de los Padres y Doctores de la Iglesia,
y en la piedad de los Santos; y que tiene su origen, no solamente en la Sagrada
Escritura, sino an ms en el Corazn adorable de Jess, Hijo nico de Mara, que
ha querido ser su mismo doctor y predicador. Pero, adems, vais a ver cmo
tambin est apoyada en razones muy slidas que nos obligan de todas las
maneras a reverenciar y honrar a este nobilsimo Corazn de Mara, Madre de
Jess
(San Juan Eudes)38.
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39
esa primaca de la gracia sobre la naturaleza que, con gran belleza, han
destacado los padres en la figura de la Virgen67.
El tema volver a aparecernos. Bstenos, por el momento,
destacar algunos testimonios de S. Agustn. El siguiente es
probablemente el texto ms conocido de la patrstica sobre el Corazn
de Mara:
De nada hubiese servido a Mara su cercana de madre si no
hubiese concebido a Cristo con mayor fecundidad en el corazn
que en la carne68.
40
41
1. 2. La Edad Media
Vamos a encontrarnos aqu con un itinerario de progresiva
intensificacin de las prcticas cultuales inicialmente privadasdirigidas al Corazn de la Virgen, que desembocar, en su momento,
en la gran oficializacin promovida por San Juan Eudes en el siglo
XVII.
Es posible que la primera oracin dirigida al Corazn de Mara
sea el himno titulado Iubilum de singulis membris Beatae Mariae
Virginis, que fue falsamente atribuido a San Bernardo. He aqu dos de
sus estrofas:
Ave cor immaculatum,
cor dilectum, cor beatum,
cor plenum omnis gratiae;
salve, vera salus mundi,
tollens carmen pereundi,
o vas misericordiae,
vas repletum cunctis donis,
patens malis atque bonis,
dans pacis beneficia :
In hoc vase me conclude,
dulcis mater, nec exclude
a tua gratia74.
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He aqu, por ltimo, las diez salutaciones con que Jess quiso
que Matilde honrara al Corazn de Mara:
Te saludo de lo ntimo de mi alma, Corazn virginal de la
Santsima Madre de Cristo, por la afluencia de todos los bienes,
con los cuales fuiste gratsimo a Dios y beneficioso a los hombres.
Te saludo, Corazn pursimo de la nia que fue la primera
en hacer el voto de su virginidad.
Te saludo, Corazn humildsimo de aqulla que ms que
nadie mereci concebir del Espritu Santo.
Te saludo, Corazn devotsimo y deseossimo, que llevaste a
Cristo en las entraas de Mara.
Te saludo, Corazn llensimo de caridad, ardentsimo en el
amor a Dios y a los hombres.
Te saludo, Corazn fidelsimo, que conservaste
diligentemente todas las palabras y las obras de Jess.
Te saludo, Corazn pacientsimo, llagado continuamente
con la espada de la pasin de Cristo.
Te saludo, Corazn excelentsimo de la piadosa Madre, que
quiso y hasta prefiri que su Hijo nico fuese inmolado por la
Redencin del mundo.
Te saludo, Corazn grandemente solcito en las oraciones,
intercediendo continuamente por la joven Iglesia.
Te saludo, Corazn diligentsimo en la contemplacin, que
con tus mritos alcanzas la gracia a los hombres101.
49
Y la santa explica:
Con tan maravillosa delectacin, van a buscar
primeramente su origen, y retrocediendo despus, resulvense en
gotas brillantes de gozo y de salvacin eterna, que se derraman
cual lluvia benfica sobre todos los ngeles y santos, y sobre los
que en aquel momento estn rezando la anglica salutacin [i. e.,
el avemara]104.
103
104
ib., 35.
106
50
Y en el momento de la lanzada,
fue de tanto dolor para m este golpe, como si traspasara mi
Corazn la lanza que traspas el de mi Hijo, y fue milagro que no
se rompiese mi Corazn con este dolor, segn fue grande109.
51
52
Ib., III, 8.
Ib., VII, 14.
115 S. FRANCISCO DE SALES, cit., sin ms referencias, por Carlos E. MESA,
Heraldos del Corazn de Mara, cit., 98.
116 Cfr. Benito PRADA, Doctrina cordimariana de San Lorenzo de Brindis,
EphMar 7 (1957) 453-476; Alfonso RIVERA, San Lorenzo de Brindis, Doctor de la
Iglesia, y sus escritos marianos, EphMar 10 (1960) 121-125.
113
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117
474.
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57
"San Juan Eudes, sin duda alguna, poda ser aducido como
el primer testimonio mstico-vital de una vida cordimariana,
vivida no solamente en su ms completa dedicacin apostlica, y
en su ms eficiente aportacin especulativo doctrinal; sino
tambin, y tal vez, principalmente, en su ms ntima experiencia
sobrenatural y mstica129.
CMSJE-I, 192-193.
S. PO X, decreto de beatificacin de Juan Eudes, 11-IV-1909: AAS 1
(1909) 480.
131 Para ms datos relativos a sus realizaciones cordimarianas, cfr. CMSJE,
en especial, I, 197; II, 10-11, 145-151, 195-196; a propsito de oposiciones y
animadversiones con que hubo de habrselas, II, 174-193; el difcil problema del
papel ejercido por Mara des Valles, lo estudia Alonso en II, 191-206.
132 Cit. por Benito MORAL, Ms almas marianas, Madrid 1956, 256.
129
130
58
134
59
CMSJE-II, 168.
Sta. MARGARITA MARA DE ALACOQUE, Vie et oeuvres, II, 279. Cit. por Jos
Mara CANAL, La consagracin a la Virgen y a su Corazn-I: Historia, Madrid 1960,
264.
142
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60
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66
67
Y tambin:
"El corazn de Mara es tan tierno para nosotros, que los de
todas las madres reunidas no son ms que un pedazo de hielo al
lado suyo... El corazn de la santsima Virgen es la fuente de la
que Jess tom la sangre con que nos rescat 160.
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169
283.
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73
74
75
186
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77
78
DEMF, 189-191.
79
198
80
DEMF, 192.
NDM/IC, 946.
205 NDM/IC, 947.
203
204
81
82
Sacro vergente anno208. Po XII declar en alguna ocasin que los dos
hechos ms gloriosos de su pontificado haban sido la definicin de la
Asuncin y la consagracin del mundo209.
Por lo dems, el Papa haba expresado su deseo de que a la
consagracin mundial siguiese la de las dicesis, las parroquias y las
familias. Desde el 8 de diciembre de 1942 hasta el ao 1954, tuvieron
lugar las consagraciones de: Ecuador, Per, Venezuela, Inglaterra,
Uruguay, Panam, Holanda, Chile, Polonia, Canad, Colombia,
Irlanda, Brasil, Argentina, Bolivia y Blgica. El 12 de octubre de 1954,
Francisco Franco clausuraba el Congreso Mariano Nacional
consagrando Espaa al Corazn de Mara; fue nota distintiva la
consagracin de la nacin que asimismo hizo Po XII en el mensaje
que dirigi por radio. stas son algunas de las palabras de Franco:
" de manera solemne, oficial e irrevocable consagramos
Espaa a vuestro Corazn Inmaculado. Miradla como cosa y
posesin vuestra; amparadla y defendedla; sed nuestro seguro
camino hacia Dios; sed nuestra medianera y abogada; obtenednos
de Dios el perdn de nuestros pecados, la fidelidad a la ley
cristiana y la perseverancia en el bien. Bendecid nuestros campos
y nuestras empresas, para que nuestro pueblo os sirva con corazn
dilatado y libre de angustias, pues sois Madre de todos; dadnos la
fraternidad de los unos para con los otros y amor cristiano para
con todas las naciones y todos los humanos210.
Po XII proclamaba:
83
84
Y aade:
Y todo esto se ha multiplicado hasta el infinito en revistas
de piedad, en publicaciones religiosas y en sermones de mal gusto
y absolutamente contrario a las tendencias modernas, que
subrayan cada vez ms la exigencia de sencillez y de
autenticidad218.
216
85
Y, ms adelante:
"Exhortamos a todos los hijos de la Iglesia a que renueven
personalmente la propia consagracin al Corazn Inmaculado de
la Madre de la Iglesia, y a que vivan este nobilsimo acto de culto
con una vida cada vez ms conforme a la Divina Voluntad, con
espritu de filial servicio y de devota imitacin de su celestial
Reina220.
219 PABLO VI, Exhortacin Apostlica Signum magnum (1967), n. 28: AAS
59 (1967) 474.
220 Ib., n. 29: AAS 59 (1967) 475.
221 Aadi el elemento colegial, que hasta entonces haba faltado, al informar
a los obispos del mundo.
222 JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis: AAS 71 (1979) 322-323.
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224
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228
88
del Magisterio sobre el Corazn de San Jos. Pueden verse: Arthur B. CALKINS, The
cultus of the Heart of St. Ioseph. An Inquiry into the Status Quaestionis, en Akten
des IX Internationalen des hl. Joseph 28-IX bis 2-X-2005, Kevelaer 2005, 937-951;
T. STRAMARE, Storia della devozione al cuore di San Giuseppe, Rabor 51/2 (1997),
y publicado tambin en Estudios Josefinos 100 (1996) 179-194. Son, todos, datos
que extractamos de Joaqun FERRER ARELLANO, San Jos, nuestro Padre y Seor. La
Trinidad de la tierra. Teologa y espiritualidad josefina, Madrid 2007, 28. / La
siguiente cita que recoge Romn Llamas est imbuida de la importante nocin de la
unin entre los Corazones, entre los tres Corazones esta vez: Jos est tan atado con
una cadena suavsima y, al mismo tiempo, fortsima de amor a su preciossima
Esposa y a su Hijo [], que los tres son un solo corazn y una sola alma, y que quien
roba con robo espontneo de amor a Jos roba tres corazones ms hermosos que el
sol, ms blancos que la nieve y ms rojos que los corales (Juan de JESS MARA, El
Calagurritano, Mstica teologa Carta sexta al dulcsimo Jos, Soumillon,
Bruxelles 1993, 185; cit. por Romn LLAMAS MARTNEZ, El Evangelio de San Jos,
Madrid 2005, 313-314).
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91
232
92
93
240
94
95
246
96
97
98
CMTR, 315.
CMTR, 315.
255 Cfr. Jos Mara CANAL, Rasgos histricos de Iconografa Cordimariana,
en SOCIEDAD TEOLGICA DE LOS SAGRADOS CORAZONES, El Corazn de Mara.
Problemas actuales, Madrid 1961, 335-342
253
254
99
100
101
trminos
symballousa,
rhmata,
syntero,
102
103
104
105
944.
Juan ESQUERDA BIFET, El Corazn de Mara, memoria contemplativa de
la Iglesia, cit., 697.
277 JUAN PABLO II, homila en la solemnidad de Sta. Mara, Madre de Dios,
1.-I-1987: AAS 79 (1987) 1149. En el mismo sentido se expresaba recientemente
un autor espiritual: Ella es la memoria de la Iglesia, nuestra memoria sobre
aquellos acontecimientos que deben ser para nosotros algo vivo (Tadeusz DAJCZER,
Meditaciones sobre la fe, Madrid 1994, 242. El comentario del P. Maldonado que
recoge comentarios de San Beda, San Ambrosio y San Bernardo- resume bien
muchas de las aportaciones que hasta aqu nos han aparecido: Observaba, s, como
creo, todas las cosas, no como si desconociera el misterio encerrado en ellas, sino
viendo con gozo cmo se confirmaba con nuevos prodigios y por el testimonio de
aquellos pastores lo que ella haba conocido antes por el ngel Gabriel. Esto es lo que
significa, cuando el evangelista dice: las meditaba en su corazn; de esto se trata,
comparaba estas cosas con las que las haban precedido, vea la coincidencia de
todas para, como dice Eutimio, confirmar la fe en este misterio [...]. / Segn San
Beda, Mara comparaba las cosas que sucedan con las palabras de las profecas
276
106
107
281
282
STCM, 40.
Cfr. CMSJE-II, 275-276.
108
2. 2. 1. Las respuestas
Nos conviene ya dar cuenta de la trayectoria que, en su historia
doctrinal, han seguido las devociones al Corazn del Salvador y al de
Mara, las divergencias que se presentan entre los seguidores de la
escuela francesa y los tericos de Paray-le-Monial y cmo las encara el
P. Alonso. En efecto, al introducir aqu el tema y, sobre todo, las
diferencias en lo que se refiere al objeto de las devociones-,
desbrozamos el terreno en el que habremos de encontrar,
perfilndose, las alternativas posibles.
Y as, Alonso nos informa283, en primer lugar, de las razones
que han presidido la formacin de la tendencia que denomina fisicista,
esto es, la que identifica el Corazn de Jess (y el de Mara) con el
corazn de carne, y, al hacerlo, nos pone en riesgo de materializacin
del objeto de las devociones.
En el mbito parediano284 y siempre teniendo presente que
Alonso slo censura a los tratadistas, y no a la santa-, se sinti la
necesidad de consagrar la vscera cardaca como objeto por razones
diversas, todas explicables, a su vez, por la necesidad de apologa de
aquella devocin recin manifestada; Alonso menciona: la urgencia de
destacar la originalidad, novedad y peculiaridad de la devocin al
Corazn de Jess; la conveniencia de adoptar un motivo sensible con
el que poder presentarla al pueblo; y la reaccin apologtica contra el
jansenismo.
Propicio a tal materializacin del objeto fue igualmente el
ambiente espiritual del romanticismo catlico decimonnico; el
legendario desarrollo de la Archicofrada de Nuestra Seora de las
Victorias propagaba, igualmente, la concepcin carnal del corazn.
Incluso esta materializacin fue la causa de las dificultades y
resistencias que con el subsiguiente retraso- se interpusieron como
obstculo para la aceptacin magisterial de las devociones285.
Nuestro autor se queja muy numerosas veces del monopolio
que, en lo que se refiere a estas devociones que a nosotros nos
interesa sobre todo en cuanto a la cuestin del objeto-, ejerce la
doctrina elaborada a partir de los acontecimientos de Paray-le-Monial.
En su visin de las cosas, la importancia de las revelaciones no fue de
284
109
286
287
110
CMSJE-II, 237.
Cfr. CECSCJ, 369.
290 Cfr. CVH, 79. La referencia bibliogrfica a
Rahner no est
suficientemente clara.
291 Cfr. CMSJE-II, 271-274.
292 Cfr. CVH, 106.
293 Cfr. CMSJE-I, 148-149.
288
289
111
Y tambin, y poticamente:
"Que nadie se meta a profeta, dira Rahner: no sabemos si la
forma actual de DCJ [devocin al Corazn de Jess] ser eterna;
en su misma esencia lleva esta DCJ un vino generoso capaz de
embriagar a todas las generaciones de los hijos de Dios; pero los
odres295.
112
298
113
114
306
115
DEMF, 173-174.
Y remite a J. THOMAS, La thorie de la dvotion au Sacr Coeur de Jsus
daprs les documents authentiques et les sources originales, Lille 1885.
311 Y remite a J. V. BAINVEL, La devocin al Sagrado Corazn de Jess,
Barcelona 1922.
312 Y remite a HAMON, Histoire de la dvotion au Sacr Coeur de Jsus, 5
vols., Paris 1940.
313 Nos parece que ciertas dificultades que parecen presentar algunos
prrafos del P. Alonso se solventan entendiendo el corazn de carne donde l
escribe el corazn: ejemplo de algo que hemos de explicar en nuestro apartado 1.2.2
(in fine) a propsito de una devocin que se identifica con su propio smbolo.
314 Cfr., para esto, STCM, 29-36.
309
310
116
316
117
que nos impide ver el amor de uno y otro o la persona de uno y otro,
entonces se ha incurrido en un fisicismo daino; y si la devocin
olvida su raz simblica, que la liga ineludiblemente al smbolo cordial,
entonces ha perdido su objeto, ha perdido su especificidad, y ha
dejado de ser devocin a los Sagrados Corazones para ser otra cosa o,
quizs, ninguna cosa322.
Ya hemos dado alguna noticia a propsito de las tesis de Karl
Rahner en lo que se refiere al objeto de la devocin a los Sagrados
Corazones. Para l, el corazn es resume Alonso"el centro ms ntimo de la persona humana, del que depende
todo lo dems y de donde parte y termina el desarrollo anmico,
corporal y espiritual. Desde ese centro es desde donde el hombre
entra en contacto directo y personal con los dems hombres y con
Dios. Primariamente, por lo tanto, no significa el amor323.
118
325
326
STCM, 35.
STCM, 40.
119
328
120
sensibili exprimi debent. / Hac vero ratione historia cultus ibi incipere
deprehenditur ubi haec obiecta sub aliguo signo sensibili venerari incipiunt (RPST,
74).
331 Cfr. CECSCJ, 408-409; remite a PO XII, Haurietis aquas, AAS 48
(1956) 343.
332 CECSCJ, 410.
333 PO XII, Haurietis aquas, AAS 48 (1956) 344.
334 CCM, 116.
335 CVH, 62.
121
alma.
NDM/IC, 952.
Cfr., por ejemplo, Narciso GARCA GARCS, Catecismo de la devocin al
Corazn de Mara, Madrid 1943, 17-38; Gregorio DE JESS CRUCIFICADO, Objeto
material y formal del culto al Corazn Inmaculado de Mara, "EstMar" 4 (1945)
265-299.
339 Cfr. Jos Mara BOVER, Problemas fundamentales de la devocin al
Corazn Inmaculado de Mara, "RevEspTeol" 4 (1944) 93-125.
337
338
122
123
343
344
CI, 334.
CCM, 35.
124
346
125
STCM, 35.
STCM, 35.
350
CMSJE-II, 200. Parece cita de Dcreau, pero no lo aclara
suficientemente.
348
349
126
Nos parece que lo nuclear del problema del objeto de estas dos
devociones se encuentra, exactamente, en la identificacin que se ha
operado de la devocin con su propio smbolo, posible por la
condicin simblica de sincdoque, o, lo que es lo mismo, lo que
hemos calificado de una situacin de condominio. El problema est
constituido por la naturaleza de una devocin en la que se identifican
el objeto y su smbolo; la solucin, la ha aportado Alonso desplazando
el corazn de carne del objeto de la devocin.
Echando mano de un paralelo, la devocin a la Divina
Misericordia propagada desde las revelaciones a Santa Faustina
Kowalska que se puede tomar aqu muy bien, porque en su contenido
espiritual coincide en alto grado con la devocin al Corazn de Jessno se encontrar nunca con un problema parecido, puesto que no
toma nombre del smbolo el agua y la sangre que manan del pecho de
Cristo- para designar la devocin. La devocin a los Sagrados
351
127
128
129
130
CECSCJ, 412.
STCM, 38.
367 CMTR, 343.
368 RPST, 74.
369 RPST, 75.
370 RPST, 75.
371 Cfr. STCM, 37-38. El artculo de Bover apareci al ao siguiente de que se
pronunciara esta conferencia.
372 Cfr. STCM, 38.
365
366
131
Y ha establecido que
como raz y forma, el amor puede ser tomado por toda la vida
ntima de Mara374.
374
132
NDM/IC, 951-952.
133
Y tambin:
"Si superamos [...] la semntica de superficie con que,
hasta ahora, hasta ayer mismo, jugbamos imaginativamente
cuando oamos la palabra corazn, nos encontraramos con un
contenido riqusimo que estn muy lejos de sospechar las meras
resonancias afectivo-sentimentales acostumbradas. Para ello sera
necesario trasponer ms de dos siglos de historia doctrinal [...].
El ambiente verbal cristiano-sobrenatural nos invita
primero a una interioridad, y con ello al fondo mismo del ser de
una cosa, pero no una interioridad del tipo de la esencia-ousia
aristotlica, es decir esttico-ntica, sino a una interioridad del
tipo dinmico-ontolgica [sic] de la natura-phisis prearistotlica, o del ser parmenideo o platnico. Se trata, por lo
tanto, de una interioridad que sea efectivamente original,
fontal, principal, en cuanto est constituyendo y
sosteniendo, en un acto de actualidad, al ser. De ah que lo est
dinamizando en todas sus actualidades y que est presente en
todas ellas; todas encuentran, en esa interioridad dinmica, un
centro de referencia [...]. El concepto de centro queda as
equiparado al concepto de fondo, de natura, de principio,
de fuente. Y as entendido, resulta que todas las actualidades
del ser encuentran no solamente a su corazn, como algo
constitutivo y original, sino tambin [...] como su centro
originario y dinmico de referencia. Ser centro de todas las
referencias profundas de la persona ha sido en todos los tiempos y
en todas las lenguas algo caracterstico a lo que ido vinculada
siempre la semntica del vocablo corazn.
[...] Que todo eso sea ms tarde en unas derivaciones
adyacentes- referido al amor, no es precisamente lo esencial en
esa semntica. Distingamos, sin embargo, entre un concepto de
amor ntico, del tipo del eros platnico es decir en un mero
orden natural-; y sobre todo del tipo de la charitas-agap
cristiana esto ya en un orden sobrenatural-, de otro concepto del
amor como pasin sicolgica. El primero es el nuclear. Segn l,
el ser aparece desde una ontologa dinmica de difusin de s
mismo [...]. En esta lnea de direccin conceptual, el amor es el
mismo ser en cuanto bonum que se difunde [...]. En este
sentido, llevado a su plenitud nica y exclusiva, puede afirmar San
Juan, definiendo a Dios, que es agap379.
378
379
CMSJE-II, 259-261.
CCM, 41-42. La negrilla es del autor.
134
Por todo ello, creemos poder afirmar que otra veta en la que
Joaqun Mara Alonso ha llevado a trmino una operacin de
unificacin es este entendimiento del Corazn al mismo tiempo como
amor y como interioridad o persona.
Y en la persona de Mara, creemos que el Corazn pone a plena
luz aquella ntima unidad en la persona de la Virgen que leamos
profetizada en Ezequiel 36,25-27; ya apuntbamos aqu380 cmo
Alonso ve en el Corazn de Mara la plenitud de esa colacin del
Espritu Santo que otorga dice el profeta- un corazn nuevo y, de
ese modo, cancela glosbamos nosotros- la distancia entre el corazn
y la Ley y suprime toda divisin en el alma del cristiano. La Ley que
es Ley de amor- se torna posible, y es posible porque es la Ley Nueva,
escrita ahora en el fondo del corazn (cfr. Jer 31,33) por la gracia que
promana de la Redencin de Cristo, y porque nos recuerda, antes que
cualquier precepto positivo, la necesidad de cumplirlos todos segn el
corazn, porque de dentro, del corazn de los hombres, salen las
intenciones malas (Mc 7,21). Es claro que ello se cumple, en primer
trmino, en Mara, cuya Inmaculada Concepcin, lejos de excluirla de
la Redencin, hace de ella la primera y la ms perfectamente redimida.
Y Joaqun Mara Alonso ha podido asegurar que
la unidad personal de la Virgen fue la mayor despus de Cristo
[...]. Todos los movimientos y funciones, tanto del cuerpo como
del espritu, se reducen a una sola raz plenamente personal en la
Virgen; y su expresin perfecta y simblica es el Corazn381.
380
381
135
136
137
138
139
140
400
141
Corazn de Mara, iba a ser objeto, cinco aos antes de la muerte del
santo que no lleg a conocer los hechos-, de unas apariciones que el
tiempo iba a revelar como singularmente relevantes. Y, muerto el
padre, doctor y apstol, la devocin cordimariana iba a sumirse en
una penumbra discreta junto al esplendor que muy pronto iba a
adquirir la nueva devocin del Corazn de Jess, dice el P. Alonso, y
aade:
Sin embargo, las devociones haban nacido en su
circunstancia histrica, e indudablemente en la Providencia
divina, para llevar una vida de desarrollo paralelo, aunque
subordinado. Tal vez la urgencia apologtica de aquellos tiempos
de lucha oblig a perder esta perspectiva. Pero, hoy, ya es hora de
volver a recobrarla para gloria del Corazn de Jess por el
Corazn de Mara403.
404
142
143
144
145
146
420
421
Ib., 207.
CAMD-I, 109.
147
148
"La expresin 'Corazn de Mara' no indica ni un sujetopersona ni un objeto de reparacin; es una 'ratio formalis' por la que
contemplamos a la Virgen 'formalizada' en aquel aspecto ms
central, ms profundo y ms formal por el que le rendimos el culto
reparador; es decir, su amor.
[...] El objeto de la devocin al Corazn de Mara es la
Virgen bajo la razn formal que presenta el simbolismo integral del
corazn; es decir, el amor como fondo y centro de la persona"428.
CMTR, 341-343.
Jos RUIZ LPEZ, Inmaculado Corazn de Mara. Consagracin y
reparacin, ind., p. 18.
430 CVH, 59.
431 Cfr. CCM, 41-44.
432 Cfr. CMSJE-I, 217-220.
428
429
149
DEMF, 183.
CI, 334-335.
435 CI, 334.
436 Cfr. CI, 334-335.
433
434
150
151
152
153
448
154
Conclusiones
1. La devocin al Corazn de Mara, a los ojos de muchos
secundaria, goza del privilegio de unos firmsimos fundamentos
escritursticos, constituidos sobre todo por tres versculos evanglicos
expresos, a saber: Lc 2,19.35.51.
2. A la hora de entender su objeto, la devocin se ha dejado
tentar a menudo por una propensin fisicista (el msculo de carne,
aunque entendido como smbolo) que ha canonizado dainamente un
tercero interpuesto entre el orante y Mara y ha dejado muy negativas
CI, 334-335.
DEMF, 183.
453 CI, 335.
451
452
155
156
157
158
3. Mariologa cordimariana
del Padre Alonso
Hemos logrado identificar lo que debemos entender por
Corazn de Mara. Nos incumbe a continuacin calibrar el puesto que
le corresponde en la mariologa sistemtica, de acuerdo con la
reflexin de Joaqun Mara Alonso. Lograremos, con ello, demostrar la
relevancia y el peso especfico que posee el Corazn en un mbito no
puramente devocional. En modo alguno tenemos derecho a decir que
lo devocional sea poco, pero somos conscientes de que para muchos el
Corazn de Mara constituye un elemento tan hermoso y potico para
el rezo cuanto irrelevante para la reflexin; el Corazn de Mara
tendra su lugar en las prcticas, y una mariologa seria debera
prescindir de esa categora; el Corazn de Mara sera para los altares,
y los libros deberan ocuparse de otros asuntos.
Al ocuparnos de todo ello, no jugamos a demostrar una tesis
preconcebida. Lo que sigue probar que es la lectura sosegada de las
reflexiones de Alonso la que nos ha hecho amanecer en la certeza de la
relevancia que el Corazn de Mara tiene para la teologa mariana.
En realidad, no es tampoco la nuestra una intencin meramente
apologtica. Defender el Corazn de Mara no es, ciertamente, poco, y
no hay para qu ocultar que es uno de nuestros intereses; pero es bien
sabido que la mejor apologtica es la buena sistemtica, que la
realidad se defiende por s misma, y que, si tenemos aqu razn,
debemos dejar que nos la den los hechos, porque, como reza el adagio
latino, contra facta non valent argumenta. Por otro lado,
prescindiendo ahora del valor apologtico, el desarrollo de la materia
que de aqu en adelante nos concierne dejar por s solo de manifiesto
el inters no pequeo que tiene, para el conocimiento de la Virgen, el
Corazn de la Virgen.
159
454 Pero es preciso advertir que, aunque cualquiera pudiera echar en falta
importantes captulos, ello se debe lisa y llanamente- a que Alonso no los toca. Ni
se le poda exigir que los tocara, salvo quizs un caso: la Asuncin de la Virgen, que
en ningn momento ha puesto l en relacin verdadera con el Corazn de Mara;
fuerza es reconocer que, en este punto, la mariologa del autor estudiado no nos
muestra la relevancia del Corazn. Y se trata de un caso sorprendente, tambin
porque en 1950, ao de la definicin dogmtica, es cuando Alonso justamente
comienza una produccin mariolgica intensa. Si nuestros datos no fallan, public,
especficamente sobre la Asuncin, slo un artculo, y tardo: La Asuncin
desmitologizada? Hacia una pedagoga de la fe, EphMar 26 (1976) 341-349. Por
lo dems, las concisas alusiones incluidas en CI, 351 en realidad no dan cuenta de
una relacin entre la Asuncin y el Corazn de Mara.
455 OAOC, 96.
160
161
STCM, 45.
CAMD-III, 13-14.
465 CMSJE-I, 224.
466 CMSJE-I, 221.
467 Afirmacin, sta, que nos parece que se puede hacer sin comprometerse
en el problema del principio fundamental de la mariologa.
463
464
162
468
163
164
CI, 350.
Pablo Brogeras cree que para Alonso el Corazn de Mara es un principio
constructor y unificador de toda la mariologa (Pablo BROGERAS MARTNEZ,
Introduccin a la teologa del Corazn de Mara, EphMar 50 (2000) 441-454, la
cita en p. 449); Alonso nunca dijo constructor, y Brogeras no parece haber percibido
hasta qu punto l fue con su trabajo teolgico el que a continuacin pretendemos
examinar- ms all que con sus declaraciones. Tampoco estamos seguros del acierto
de la expresin de Brogeras (ib.) sobre el mtodo de trabajo de Alonso: haciendo
uso de la analoga y la metfora.
474
475
165
166
167
484
168
Pero hay ms. Esa cualificacin, aceptada por Alonso con todas
sus consecuencias, de la gracia de Mara como maternal, y
exclusivamente maternal, tiene una implicacin asombrosa, como lo
es la seguridad de que Mara no es hija de Dios. La cuestin ha ido
asomando hasta aqu, y es el momento de que nos ocupemos
directamente de ella.
Y la afirmacin est hecha con toda claridad, con toda
conciencia y con toda intencin; el propio autor se ocupa de que no
quede lugar a moderaciones ni matizaciones de su tesis.
No es difcil resumirla, pues que se apoya en una lgica frrea
que puede quedar cifrada en estas pocas palabras: Ella es Madre del
Verbo, no puede ser su hermana490. La filiacin divina es una
cuestin de gracia, pero la maternidad divina tambin, y la gracia de
Mara es la gracia de la Madre de Dios; mientras que los dems no
son sino hijos adoptivos491. Equiparar la gracia de Mara con la
nuestra o, puede decirse tambin, su relacin con Dios, ya que la
CI, 346.
CI, 345.
489 CI, 346-347. La cursiva es del autor.
490 NFGV, 88-89.
491 CI, 344.
487
488
169
170
496
171
172
173
174
O, de modo ms completo:
"Si el Padre estaba en la Virgen comunicando su fecundidad,
y el Hijo su filiacin, del Espritu Santo hay que afirmar que est
realizando la fecundidad del Padre y la filiacin del Hijo en la
Virgen507.
HMT-I, 190.
HMT-I, 191.
507 NFGV, 89; tambin en ALONSO, Joaqun Mara, Infecundidad ad intra e
infecundidad ad extra del Espritu Santo. En torno a un texto famoso de S. Luis
M. G. de Monfort, EphMar 1 (1951) 351-378., la cita en p. 371.
508 NFGV, 88.
509 Cfr. TEMD, 100-101.
510 NFGV, 74.
505
506
175
512
176
516
177
178
3. 5. Un Corazn virginal
Bien delineadas aparecen las opiniones de Alonso a propsito
de la virginidad de Mara. Defiende con convencimiento que la Seora,
sin formular un voto, ni contraer una obligacin cuasi-jurdica lo cual
resultara anacrnico-, no obstante consagr a Dios su virginidad
179
180
CI, 341.
CI, 341.
535 CI, 341.
536 CI, 342.
533
534
181
538
182
183
CI, 343.
CI, 343-344.
544 Joaqun Mara ALONSO, De quodlibet debito a B. M. Virgine prorsus
excludendo, cit., 231.
545 Mara est ms unida a Cristo que a Adn. Podramos decirlo as:
Mara est ms en la lnea de la Redencin, que en la de la creacin (). Cuando
Dios pens en Cristo, concibi en su mente a la Virgen en la lnea de la Redencin.
Por lo tanto es ms Madre de Cristo, que hija de Adn (Luis Mara MENDIZBAL,
Con Mara, Madrid 1996, 44-45. Cit. por Santiago BOHIGUES FERNNDEZ, El corazn
humano de Cristo (Lneas fundamentales del pensamiento del P. Luis M.
Mendizbal, S. J.), Burgos 2008, 734).
542
543
184
185
186
3. 7. Un Corazn corredentor
Mantuvo fielmente la unin con su Hijo hasta la Cruz [...] y
se asoci con corazn maternal a su sacrificio
(LG, 58).
551
552
CI, 343.
Cfr., aqu, apartado 1.2.6, in fine.
187
188
189
190
191
Y, ms adelante:
"Redimida y corredentora... no se trata de dos trminos
opuestos, sino de dos realidades implicadas. La oposicin era una
simple irreductibilidad dialctica, vaca de contenido teolgico y
fabricada en la esfera de la razn pura. La implicacin era una rica
realidad teolgico-mariolgica que emerga de la potente
virtualidad redentiva de Cristo572.
RC, 81.
RC, 87-88.
192
193
ms dolor la vista de los tormentos de Jesucristo que si Ella misma los hubiera
sufrido [...]. Todos los tormentos, los azotes, las espinas, los clavos, la Cruz, que
lastimaron al cuerpo inocente de Jess, penetraron al mismo tiempo en el corazn
de Mara para colmo de su martirio, segn escribi San Amadeo. De manera que,
como dice San Lorenzo Justiniano, el corazn de Mara fue como un espejo de los
dolores del Hijo, en el que se vean las salivas, los golpes, las heridas y todo lo que
sufra Jess. Y San Buenaventura observa que aquellas llagas esparcidas por todo el
cuerpo de Jess se hallaban despus reunidas en el corazn de Mara (S. Alfonso
Mara de LIGORIO, Las Glorias de Mara-II, Madrid-Sevilla 1978, 166-167).
Tambin: Arnoldo Carnotense [Arnaldo de Chartres?] dijo que quien se
hubiese hallado en el Calvario para asistir al grande sacrificio del Cordero
inmaculado, cuando muri en la Cruz, hubiera visto all dos grandes altares, uno en
el cuerpo de Jess, otro en el Corazn de Mara, donde al mismo tiempo que su Hijo
sacrificaba su cuerpo con la muerte, Mara sacrificaba el alma con la compasin (S.
Alfonso Mara de LIGORIO, Las Glorias de Mara-II, Madrid-Sevilla 1978, 166; en
cambio, lo atribuye a S. Juan Crisstomo en p. 209; donde aade: O ms bien, dice
San Buenaventura, no haba ms que uno, a saber, la Cruz del Hijo, en la cual la
Madre era sacrificada junto con la vctima; y ms adelante: S, porque, como dice
San Bernardo, lo que hacan los clavos en el cuerpo de Jess, lo obraba el amor en el
corazn de Mara; de suerte que, segn San Bernardino, al mismo tiempo que el
Hijo sacrificaba el cuerpo, la Madre sacrificaba el alma).
Junto a la cruz de Jess..., movida por un inmenso amor hacia nosotros, a
fin de recibirnos como hijos suyos, ofreci voluntariamente a su Hijo a la justicia
divina, compartiendo su muerte en el propio corazn, traspasado por la espada del
dolor (LEN XIII, enc. Iucunda semper, AAS 27 (1894-1895), 178-179).
Todos los clices que apur Yo, los puse tambin en el corazn de Mara,
que fue la corredentora y como el eco de mis martirios. Por eso es la Reina del dolor,
porque ni uno solo, de mis tormentos internos y externos, dej de repercutir en su
corazn de Madre (confidencia recibida de nuestro Seor Jesucristo por
Concepcin CABRERA DE ARMIDA, segn su Cuenta de conciencia, 41, 274, 16 de junio
de 1917).
Quin puede dudar que, dada la perfecta compenetracin [...], la escena de
Getseman tena dos escenarios: el huerto en donde el hijo sudaba gotas de Sangre, y
la morada recndita en que la Madre lloraba gotas del Corazn y que el sacrificio que
de su Corazn y de su cario haca el Hijo tena como eco el sacrificio del Corazn y
del cario de la Madre? (Beato Manuel GONZLEZ, El Rosario sacerdotal, Mlaga
s/d, 76).
Madre de los azotados, que, sin ver la flagelacin de tu Jess, la
acompaaste y la aliviaste con tu compasin, por la que sentas tu corazn tan
dolorido como Jess su cuerpo [...], grbanos [a los sacerdotes] en la memoria y en
el corazn el modo de hacer de nuestros azotes instrumentos de nuestro apostolado,
y que lleguemos a mirarlos con el mismo cario con que miramos el Cliz de nuestra
Misa (Beato Manuel GONZLEZ, o. cit., 89).
575 OAOC, 101. Tambin aqu interesan los siguientes testimonios:
194
195
196
197
198
200
588
589
OAOC, 97-99.
ANSV, 319.
201
590
591
DEMF, 186.
CCM, 49.
202
203
CMTR, 334.
204
598
205
600
206
604
207
208
611
escotistas.
S. Luis Mara GRIGNION DE MONTFORT, Tratado de la verdadera devocin
a la Santsima Virgen, Barcelona 2006, n. 30 (p. 29).
613 CMSJE-II, 129.
614 CMSJE-II, 125.
612
209
Por su parte,
San Juan Eudes no hace ms que continuar las ideas berulianas.
Pero, sobre todo, nos hemos fijado, al hablar de la maternidad
espiritual, en cmo la eleccin de Mara, en la mente de San Juan
Eudes, para su Maternidad divina, estaba vinculada a su
maternidad espiritual. sta no era nada ms que una continuacin
de la primera; por eso Mara tena que seguir siendo Madre hasta
el final de los tiempos616.
615
616
210
STCM, 47.
STCM, 47.
211
todos los fieles son los frutos de ese mismo Corazn [...]. Y as
como ha concebido, y llevado y llevar eternamente a su Hijo
Jess en su Corazn; as tambin ha concebido de un modo
parecido, y ha llevado y llevar eternamente en este mismo
Corazn a todos los santos miembros de esta divina Cabeza, como
a hijos muy amados, y como fruto de su Corazn maternal 619.
212
622
1991, 718.
623
624
213
Y, no obstante,
cuando la Virgen se aparece en Ftima pidiendo la Consagracin
a su C. Ido. [Corazn Inmaculado], debe haber ttulos especiales
para ello.
A m me parece que [...] esos ttulos estn fundados sobre
todo en su Maternidad espiritual, que tuvo su origen en su amor a
los hombres. Nuestra entrega absoluta y devocional no debe ser
concebida como una exigencia jurdica que nos vemos obligados a
hacer [...]. La Consagracin, en fin, a su Corazn pone de
manifiesto que el amor ha de ser el principio de entrega [...]. No
hay aqu ya ni la sombra de una exigencia tica, tal como la
hubiera concebido una religiosidad seca racionalista. Dios nos
pide nuestro amor por medio del C. de su Madre que lo es
nuestra627.
626
214
215
216
636 Nos gusta hablar del fundamento doctrinal, y diferenciarlo del ttulo o
modalidad bajo la que uno se consagra: como hijo, como esclavo, como propiedad,
en alianza de amor, etc. Cfr. Stefano DE FIORES, Consagracin, en NDM, 471-496.
637 Cfr. CCM, 28-29.
638 CCM, 29.
639 CCM, 29.
217
218
219
220
Hay que decir, por supuesto, que esta maternidad in corde, tan
del gusto de San Juan Eudes y lo sabemos- del de Joaqun Mara
Alonso, es la que conecta perfectamente ambas maternidades de
Mara: la maternidad divina respecto de Jess y la maternidad
espiritual respecto de nosotros. Es evidente que, respecto de nosotros,
slo existe la maternidad in corde, y en cuanto a la maternidad divina,
su radicacin in corde no es evidente, pero por lo mismo ha sido
expuesta aqu hasta la saciedad.
Hay que recordar, igualmente, la concepcin alonsiana segn la
cual la maternidad divina debe verse como una participacin en la
fecundidad del Padre, y la espiritual prolonga esa lnea, siendo,
tambin, participacin de esa fecundidad a travs de la donacin que
el Padre y el Hijo hacen del Espritu Santo al Corazn de Mara647.
Y hemos expuesto tambin que, para Alonso, la intencin divina
sobre Mara es hacer de ella una madre de la Cabeza y de los
221
STCM, 47.
LG, 53.
650 CI, 331.
651 Son palabras del P. Mariano AGUILAR, y suponemos que pertenecen a su
importante libro Harmonas del Corazn de la Virgen Madre, Imp. S. Francisco de
Sales, Madrid 1894, pero no poseemos la referencia.
652 PO XII, Constitucin Apostlica Munificentissimus Deus (1-XI-1950):
AAS 42 (1950) 753.
648
649
222
En nuestro apartado 1. 1. 3. 2.
NDM/IC, 944.
655 OAOC, 100-101.
653
654
223
Conclusiones
1. Joaqun Mara Alonso ha sabido extraer para la ciencia
mariolgica las consecuencias de la centralidad del Corazn en la
persona de Mara. Ha elaborado en sus lneas fundamentales una
mariologa cordimariana que contempla a la Virgen a la luz de su
amor, de su interioridad, de su santidad: una mariologa interior
desde el interior de Mara.
Un Corazn de Mara entendido como principio puede ser
principio de la mariologa. De ello redunda una notable unidad en la
656 OAOC, 101. Expone con brillantez Juan Esquerda Bifet: La maternidad
de Mara que perdura sin cesar en la economa de la gracia (LG 62), se realiza por
medio de la Iglesia (RMa 24). El corazn maternal de Mara (LG 58) se prolonga en
el de la Iglesia. sta, al contemplar en el corazn el encargo de Jess (he aqu a tu
Madre, Jn 19,27), aprende de Mara su propia maternidad (RMa 43) (Juan
ESQUERDA BIFET, El Corazn de Mara, memoria contemplativa de la Iglesia, cit.,
690-691; RMa es la enc. Redemptoris mater, de Juan Pablo II). Para Esquerda,
adems, la imitacin y el afecto introducen en el corazn de la Iglesia el Corazn de
Mara (cfr. ib., 688); describe en estos trminos el Corazn de Mara como memoria
contemplativa de la Iglesia: El Corazn de la Madre de Jess es figura y memoria
contemplativa de la Iglesia []. Mara est en el corazn de la Iglesia (RMa 27),
como Virgen hecha Iglesia segn la expresin de san Francisco de Ass. La Iglesia
vive los sentimientos de Cristo Esposo, imitando los sentimientos de Mara []. Es
Corazn Inmaculado, todo puro y santo, virginal, lleno de ternura materna y
misericordia. La Iglesia encuentra all su memoria, donde resuena todo el evangelio
[]. En el corazn de la Madre de Jess, la Iglesia encuentra la memoria []. La
comunidad eclesial y todo creyente se siente invitado a acudir al Corazn de Mara,
para encontrar en l el eco de todo el evangelio []. El Corazn materno de Mara se
encuentra en el corazn misionero de la Iglesia, como memoria activa y materna. El
corazn de la Iglesia se ha ido modelando en el Corazn de Mara, para poder ser,
como ella, la transparencia y el signo portador de Cristo y de la accin de su Espritu
para todos los pueblos (ib., 696-698).
Trasladamos ahora palabras valiosas de Mximo Peinador:
Cada gracia que se otorga a los hombres podemos decir que es un latido
amoroso del corazn de la Madre en favor de sus hijos (Mximo PEINADOR,
Teologa bblica cordimariana, Madrid 1959, 171).
Toda la comunidad cristiana de entonces, nos dice [S. Lucas], no tena ms
que un solo corazn y una sola alma (Ac. IV, 32). Quin ms que Mara hubo de
contribuir a esa ntima unidad? Ella fue verdaderamente corazn de aquel nico
corazn, alma de aquella sola alma []. Troquelada la Iglesia en el corazn de Mara,
su maternidad reflejar los caracteres de la maternidad de Mara (ib., 173).
224
225
226
227
228
Conclusiones finales
He aqu, por fin, las conclusiones que desprendemos de nuestro
anlisis:
1. Nos parece que lo ms relevante de la teologa cordimariana
de Joaqun Mara Alonso lo constituye su concepcin del objeto de la
devocin. Se aprecia, en efecto, la fundamental congruencia que existe
entre el pensamiento mariano sistemtico de Alonso que nosotros
hemos examinado en la tercera parte del presente estudio- y su
concepcin de partida sobre el contenido de la expresin Corazn de
Mara que hemos estudiado en la segunda parte-. Si el Corazn es
como hemos visto- la fuente y el principio de la persona de Mara y de
cuanto la define, entonces ese principio se constituye, con todo
derecho, en principio y mtodo para la teologa mariana, aunque
Alonso haya rehuido llamarlo principio fundamental de la mariologa.
A la centralidad del Corazn en la persona de Mara, le corresponde,
en desarrollo inobjetable, un puesto igualmente central en la ciencia
mariana.
2. Alonso, que ha demostrado ms que suficientemente la
virtualidad del Corazn de Mara de vertebrar toda una sntesis
mariolgica, ha puesto con ello de relieve la relevancia y el peso
especfico que posee ese Corazn en ese mbito, el dogmtico, que ha
de ser necesariamente el fundamento si se desea una autntica
devocin cordimariana.
3. La concepcin alonsiana del objeto de la devocin hace de l
un foco que arroja una potente luz. Al ver en el Corazn de Mara el
amor en cuanto principio de la interioridad y en cuanto formalidad
personal, Alonso lo pone en condiciones de informar toda la persona
de la madre de Dios, como hemos examinado en nuestra segunda
parte; de informar toda la mariologa, como hemos analizado en la
tercera; y de informar toda forma de espiritualidad mariana, segn
hemos apuntado en nuestra introduccin; y si bien, en cuanto a la
espiritualidad, nos hemos quedado en el umbral, nuestro propsito
justamente era el de profundizar en sus fundamentos.
Toda la belleza de la hija del rey est en el interior (Sl 44,14,
Vulgata), hemos tenido ocasin de recordar en varias ocasiones. En la
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Bibliografa
1. Elencos bibliogrficos
BOMBIN, Luis M., Rev. Patri Joachim Mariae Alonso, C.M.F., Claretianum
6 (1966) 5-15
FERNNDEZ, Domiciano, Bibliografa del P. Joaqun M. Alonso, CMF,
EphMar 32 (1982) 286-300
---------------, Bibliografa mariana del P. Joaqun Mara Alonso, C.M.F.,
Mar 44 (1982) 236-244
LLAMAS, Enrique, Recuerdo de nuestros difuntos. P. Joaqun Mara Alonso,
CMF, EstMar 47 (1982) 347-351
RIVERA, Alfonso, Bibliografa selecta sobre el culto al Corazn de Mara,
EphMar 37 (1987) 443-449
2. Fuentes
Se comprenden aqu las siguientes obras de Joaqun Mara
Alonso, que damos por orden cronolgico:
1943. Oportunidad, alcance y obligaciones de la consagracin de la
Archidicesis de Sevilla al Inmaculado Corazn de Mara, en VV. AA.,
Crnica Oficial de la VI Asamblea Mariana Diocesana dedicada al
Ido. Corazn de Mara, Sevilla 1943, pp. 92-106
1943. [Vase (1956) Sobre una teologa del Corazn de Mara, en realidad
de este ao.]
1946. Naturaleza y fundamentos de la gracia de la Virgen, EstMar 5
(1946) 11-110
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6), Madrid 1959, 283 (II), 274 (III) y 339 (IV) pp. (Puede encontrarse
en la internet segn se indica en ALONSO (1958), ref. al vol. I.)
1960. La Consagracin al Corazn de Mara, acto perfectsimo de la virtud
de la religin. Una sntesis teolgica, introd. a Jos Mara CANAL, La
Consagracin a la Virgen y a su Corazn, 2 vols., COCULSA (Cor
Mariae, 17 y 18), Madrid 1960, vol. I, pp. 5-116. (Se public tambin de
modo exento: La Consagracin..., COCULSA, Madrid 1960, 116 pp.;
Una sntesis teolgica. La Consagracin al Corazn de Mara, acto
perfecto de la virtud de la religin, COCULSA, Madrid 1960, 50 pp.)
1969. La Humanidad salvada y salvadora (resea del libro de Gonzalo
Girons as titulado), EphMar 19 (1969) 466-471
1971. El tema de la conceptio per aurem en la Patrstica. Congreso
Mariolgico Internacional de Zagreb (1971). (No poseemos referencias
sobre publicacin.)
1972. Die Mutter Jesu im Neuen Testament. Una sntesis de mariologa
bblica neotestamentaria, EphMar 22 (1972) 77-112. (Sobre el libro
de H. Risnen.)
1972-1973. El Corazn Inmaculado de Mara, alma del mensaje de Ftima,
EphMar 22 (1972) 240-303; 23 (1973) 19-75
1974. El mensaje de Ftima en Pontevedra, Casa Corazn Inmaculado,
Pontevedra 1974. 48 pp. (Hay traduccin portuguesa, inglesa, francesa
y alemana.)
1975. Mediacin de Mara-Mediacin de la Iglesia, EphMar 25 (1975) 2350
1976. La Asuncin desmitologizada? Hacia una pedagoga de la fe,
EphMar 26 (1976) 341-349
1976. Ftima. Historia y mensaje. Una primera lectura, Centro Mariano
Cor Mariae Centrum, Madrid 1976. 94 pp.
1976. La verdad sobre el secreto de Ftima, Madrid 1976, 120 pp.
(recensin: A. Rivera, EphMar 26 (1976) 474)
1976. Respuesta al P. Carol, EphMar 26 (1976) 167-172 (ver CAROL, J. B.,
Dr. J. M. Alonso on Marys mediation)
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4. Otras obras
ACADEMIA MARIANA INTERNATIONALIS, Alma Socia Christi (Acta Congressus
Mariologici-Mariani Romae Anno Sancto MCML celebrati), vol. VI,
fasc. II: De Corde Immaculato B. V. Mariae, Romae 1952. (Contiene el
estudio de ALONSO (1952) Relationes Immaculati Cordis B. M. Virginis
ad Personas Ss.mae Trinitatis.)
AGUILAR, Mariano, Harmonas del Corazn de la Virgen Madre, Imp. S.
Francisco de Sales, Madrid 1894
AGUST, J., San Antonio Mara Claret en la devocin al Corazn de Mara,
Claret, Barcelona 1963
ALFARO, Juan, Fides, spes, caritas, Gregoriana, Romae 1968
LVAREZ, Paulino, Los quince sbados del Rosario, Tip. de El Santsimo
Rosario, Vergara (Guipzcoa) 18984
APARICIO, A. (ed.), Mara del Evangelio. Las primeras comunidades
cristianas hablan de Mara, Publicaciones Claretianas, Madrid 1994
ARAMENDA, J., El beato Claret, mstico mariano, La Vida Sobrenatural 27
(1934) 173-184
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ndice
Siglas y abreviaturas ... 7
Introduccin . 11
Presentacin .. 11
Justificacin .. 15
Rango de la devocin al Corazn de Mara ... 16
Sentido de una investigacin teolgica sobre la devocin al Corazn de Mara
..... 26
Semblanza de Joaqun Mara Alonso . 29
1. Historia de la devocin al Corazn de Mara . 33
1. 1. Los padres de la Iglesia .. 34
1. 2. La Edad Media 42
1. 3. Las tres grandes videntes . 48
1. 4. Algunas personalidades de los aos previos a San Juan Eudes 52
1. 5. San Juan Eudes ... 57
1. 6. Entre San Juan Eudes y Ftima .. 60
1. 7. Significacin cordimariana de Ftima 77
1. 8. Despus de Ftima . 81
2. Precisin del objeto de culto y devocin llamado Corazn
de Mara, en la elaboracin teolgica de Joaqun Mara
Alonso .. 91
2. 1. El corazn y el Corazn de Mara en la Sagrada Escritura . 91
2. 1. 1. Encuadre 91
2. 1. 2. Antiguo Testamento .. 94
2. 1. 3. Nuevo Testamento . 96
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2. 1. 3. 1. Lucas 2,35 .. 96
2. 1. 3. 2. Lc 2,19.51 99
2. 2. La cuestin del objeto de la devocin al Corazn de Mara .. 108
2. 2. 1. Las respuestas . 109
2. 2. 2. El corazn de carne? . 119
2. 2. 3. Interioridad o amor? 128
2. 2. 4. Amor a Dios o amor a los hombres? .. 136
2. 2. 5. El Corazn de Jess y el Corazn de Mara 139
2. 2. 5. 1. En la historia 139
2. 2. 5. 2. La vertiente metodolgica 143
2. 2. 5. 3. El plano sistemtico . 145
2. 2. 6. Interiorizacin. Objeto de la devocin al Corazn de Mara .. 147
Conclusiones . 155
179
182
3. 7. Un Corazn corredentor ..
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197
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Conclusiones .. 224
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