Psicología de La Mediana Edad y Vejez
Psicología de La Mediana Edad y Vejez
Psicología de La Mediana Edad y Vejez
Iacub-sabatini
Captulo 1
La identidad social en el envejecimiento y vejez
Autor: Iacub, Ricardo
1. La identidad
El trmino identidad (en latn idem) alude a el mismo o lo mismo. Es tomado del
latn
tardo identitas formado del modelo de ens ser y entitas entidad. Su origen nos
permite ir
ms all de lo idntico y aludir al ser en cuanto objeto, cosa o existente, o sea
representar la
forma o conceptualizacin del ser.
Ferrater Mora (1944) considera que dos entes son idnticos cuando no hay entre ellos
ninguna diferencia. Meyerson (1932: 8), por su parte, critica la rigidez de dicho
concepto en
tanto afirma que: un objeto sea idntico a s mismo, parece una proposicin de pura
lgica
y adems una simple tautologa o, si se prefiere, un enunciado analtico segn la
nomenclatura de Kant, pero cuando se le agrega la dimensin temporal, el concepto
se
desdobla por fuera del sentido analtico y adquiere un sentido sinttico, ya que es una
afirmacin relativa a la naturaleza de los objetos reales (Ferrater Mora, 1944).
La dimensin temporal introduce diferencias, por lo que se requiere una
reconceptualizacin
de lo idntico, en donde la identidad surge de la sntesis de lo semejante.
Hume (1999) cuestion la identidad del propio yo en el tiempo. Sostuvo que esta se
basa en
una creencia que vuelve continuo lo que esencialmente es discontinuo. El sostn de la
alteracin en la percepcin del yo lo enlaza a la memoria, que descubre y construye lo
smil
a travs de la imaginacin, volviendo idntico lo que se asemeja y lo que tiene nexos
causales.
La memoria establece una ficcin a partir de la cual se constituye un relato del yo, ya
que no
sera posible que pudisemos recordar la lista sucesiva de causas y efectos que
conforman
nuestro Yo o Persona, o pensarnos en circunstancias y acciones que hemos olvidado
por
completo.
Desde un punto de vista antropolgico, Benoist (1981) aborda el problema de la
identidad,
desde el insubstancialismo dinmico, lo cual supone pensar que la identidad es un
fondo
virtual, indispensable para explicar un cierto nmero de cosas, pero sin que por ello le
otorguemos una substancialidad esttica, propia de las definiciones ms formales del
trmino. Es all donde es necesario pensar la configuracin de la identidad, en
contextos
donde la multiplicidad de interacciones mantiene al sujeto, o a una cultura, en
permanente
agitacin y cambio, lo cual nos permite cuestionar las homogeneidades solitarias as
como
ser cautos en determinar lo idntico.
La nocin de destotalizacin (Benoist, 1981) permite cuestionar la identidad de
superficie
e investigar las estructuras profundas que la moldean, particularmente en su aspecto
relacional, donde surge la presencia del otro u otros relevantes, representantes de la
cultura,
incidiendo sobre la identidad. El nombre propio es un ejemplo privilegiado de dicha
pregnancia. Aquello que instaura un sentido de identidad es a su vez el lugar de la
marca
social del grupo. Estas facetas del nombre propio articulan al sujeto y al otro,
ofreciendo con
ello un terreno privilegiado al cuestionamiento de la identidad.
Lacan destacar la pregnancia del otro en toda elucubracin de la propia identidad. El
mero
acto de mirarnos, desde el esquema bsico del espejo,1 es situarnos en relacin a un
Otro
que nos brinda significados. Este Otro, al cual Lacan escribe con maysculas por el
nivel de
determinacin que tiene sobre el sujeto, incidir permanentemente en nuestras
autopercepciones y autoconceptos.2
La mismidad permite articular diversas dimensiones de unidad (personal, nacional,
cultural)
al tiempo que posibilita que, dentro de dichas categoras, se pueda significar de muy
diversos modos la nocin de persona, con sus imgenes esperables o rechazables, lo
que
Ciertas lecturas del otro u Otro, particularmente en la infancia, aunque continen a lo
largo
de la vida, podrn centrarnos, dndonos la ilusin de una identidad ms o menos
estable y
reconocible que permita enfrentar la vida sin temor de perder un hilo subjetivo, o
resultar
descentradora, volviendo amenazante todo cambio subjetivo. Esto nos lleva a pensar
que el trmino identidad hace referencia a la permanente
confrontacin entre lo mismo y lo distinto, campos que se constituyen mutuamente,
interactan dialcticamente generando diversas formas de mismidad y diferencia.
La produccin de mismidad, o bsqueda de un sentido de semejanza y unidad,
aparece
como una necesidad constitutiva tanto a nivel de lo individual como de lo comunitario,
ya
que es en la produccin de criterios unificadores de la identidad, que otorgan
continuidad y
coherencia, que el sujeto, individual o colectivo, puede comprenderse y situarse en
contextos especifics
La mismidad permite articular diversas dimensiones de unidad (personal, nacional,
cultural)
al tiempo que posibilita que, dentro de dichas categoras, se pueda significar de muy
diversos modos la nocin de persona, con sus imgenes esperables o rechazables, lo
que representa la extensin de una vida,3
Por ltimo, la identidad puede ser pensada como una narrativa, a la que se denomina
Identidad Narrativa (McAdams, 1985; Ricoeur, 1996), que aparece en un movimiento
pendular y dialctico entre lo discordante y lo concordante, lo incoherente y lo
coherente,
cuyo resultado son relatos variables en el tiempo y que no remiten a una identidad
esttica,
sino a una reflexin sobre la misma, es decir a una ipseidad (Ricoeur, 1999b).
la edad, el gnero, entre otros aspectos que modelan
las nociones de la identidad en diversas culturas y momentos histricos.
4
Es as que la identidad, concebida como una narrativa (Ricoeur, 1991, 1999;
McAdams,
2001), posibilita integrar los significados del s mismo y dotar de sentido a la propia
Por esta
razn, Ricoeur (1999) aborda la cohesin de una vida como un momento dentro de
una
dinmica de permanente mutabilidad.
McAdams (1985, 1997) sostiene que la funcin es organizar y dar mayor coherencia al
conjunto de la vida, la que de otro modo se presentara fragmentada y difusa. La
integracin
de significados, o de versiones del s mismo, ofrece un sentido de unidad que posibilita
ver al
sujeto como un todo coherente en el espacio y el tiempo y con un propsito, donde se
articula el presente como una progresin lgica desde el pasado y orientada hacia el
futuro
De esta forma, las mltiples interpretaciones del s mismo que se producen a travs de
formaciones de sentido, variables en el tiempo, dan cuenta de la transformacin y la
continuidad. Alteran el relato sobre el presente, resignifican la lectura del pasado y
construyen nuevos horizontes de futuro.
Por esta razn, la nocin de identidad permite, de una manera ejemplar, condensar
dimensiones subjetivas que precipitan la tensin entre la diferencia y la semejanza,
entre lo y lo producido, entre el s mismo actual y el s mismo futuro; lo cual es otra
manera
de concebir al s mismo en sus diversas dimensiones temporales.
5. El sentido de la identidad
El sujeto busca religarse en una trama que lo defina, le otorgue contornos precisos, le
diga
quin es. Trama que implica tanto los reconocimientos, afectos, seguridades e
intercambios,
como las propias relecturas del s mismo. Esta bsqueda aparece a lo largo de la vida
y
toma sesgos peculiares en los diversos tipos de envejecimiento en los que se
producen
disrupciones en la continuidad de sentido, que afectan la posicin del sujeto y
requieren
reelaboraciones identitarias.
El sentido implica la condensacin de un significado de s y de un rumbo a seguir, que
se
configura en imgenes, representaciones y proyecciones del sujeto en el marco de la
identidad. Aun en su fragmentacin y en su variabilidad temporal, reaparece la
bsqueda de
continuidades y semejanzas que integren lo nuevo desde el plano de lo conocido.
5.1 El recorrido sobre los trminos
Los significados del envejecimiento y la vejez no resultan cuestiones menores a la
hora de
tratar su psicologa. Cada uno de los modos de narrarlos supone concepciones
diversas,
contradictorias entre s, dinmicas en el tiempo, con sentidos variables, positivos o
negativos, o aun ms, son espacios en construccin. Por ello Green (1993: 49-50)
seala
que desde un punto de vista retrico, los trminos son lugares del discurso, a los que
divide
entre espacios de memoria y espacios de descubrimiento. Los primeros guardan y
recuperan narrativas y argumentos conocidos. Los segundos son espacios donde
surge la
incertidumbre, la ambivalencia y la contradiccin, por lo que resulta necesario apelar a
la
conjetura, a la invencin o a la posibilidad. Por esta razn, la emergencia de
problemas en
la codificacin cultural de un trmino permite volver a pensar las categoras desde las
que
partimos, es decir reconsiderar los espacios de lo dado, de lo previsto, para dar cuenta
de
ese presunto cuadro de realidad, desde lo que es y desde lo que podra llegar a ser.
Estas decodificaciones resultan fundamentales para poder salir de los espacios de
significados dominantes y abordar los significados emergentes, particularmente
cuando
hablamos de temas o grupos humanos que resultan aminorados socialmente
(Moscovici
Por ser sujetos del lenguaje, resulta indispensable discernir de qu modos se habla
desde el
otro, desde la cultura, ya que los significados socialmente establecidos inciden en la
construccin de las identidades, en tanto esos cdigos funcionan como descriptores
que
modelan a los sujetos. Asimismo, es desde los espacios de contradiccin y quiebre
discursivo donde resulta posible cuestionar dichos significados, pudiendo con ello
reconsiderar las identidades socialmente conformadas.
Gubrium y Holstein (2000) consideran que las metforas para el curso de la vida
modelan
nuestras comprensiones acerca de lo que nos sucede, tanto por los significados
otorgados
como por las formas en los que la gente usa y modela, tratando de brindarle sentido a
sus
vidas a travs de las mismas. Se parte de un sujeto que es significado por el otro, al
mismo
tiempo que es constructor y agente de cambio de su vida cotidiana, en la medida que
produce interpretaciones personales a estas vivencias.
Este abordaje desde el construccionismo social piensa el curso de vida como una
realizacin interactiva (Gubrium y Holstein, 2000: 1) donde las personas y las
sociedades
producen interpretaciones y las usan, en la medida en que buscan entender la
realidad.
Foucault (1993) analiz la perspectiva del sujeto disciplinado por ciertos discursos
dominantes, aunque esta lectura no puede ser pensada sin la de alguien que a la vez
cuestiona y transforma cotidianamente ese discurso, a travs de sus contradicciones y
de
discursos marginales.
Toda lectura se encuentra sesgada por variantes ideolgicas, propias de cada poca y
lugar. Foucault consideraba que la posibilidad de hacerse preguntas, conceptualizar
los
hechos, las formas de la racionalidad y el poner las cosas en palabras estn
gobernados por
cdigos de conocimiento, que funcionan al modo de un campo de produccin, lo que
Wittgenstein denomina la gramtica del discurso que penetra un perodo de
pensamiento
(Green, 1993).
Es por ello que la nocin de campo de conocimiento implica una particular
cosmovisin
que organiza y concentra la experiencia (Klein, 1990), lo cual determina que las
preguntas
que se piensen o formulen se encuentren limitadas al material, a los mtodos y a los
conceptos que se utilizan previamente; o como seala Katz (1996: 2), son superficies
retricas que obscurecen rdenes polticos y jerrquicos ms profundos. Por esta
razn,
resulta necesario considerar el sentido ideolgico del conocimiento producido.
La gerontologa crtica enfrenta las perspectivas tradicionales de la gerontologa
(Moody,
1988- 1988b; 1993), recuperando la tradicin de la teora crtica de la Escuela de
Frankfurt
(Horkheimer y Adorno, 1944; Habermas, 1981, 1984), los abordajes de la economa
poltica
marxista y del posestructuralismo, as como tambin hoy incluyen la economa poltica
del
envejecimiento, las teoras feministas, las teoras de la diversidad y la gerontologa
humanista (Minkler y Estes, 1991-9; Phillipson, 1987
Como todas las situaciones humanas, tiene una dimensin existencial: modifica la
relacin del individuo con el tiempo, por lo tanto con su mundo y su propia historia. Por
otra parte, el hombre no vive jams en estado de naturaleza; en su vejez, como en
cualquier edad, su condicin le es impuesta por la sociedad a la que pertenece
(Beauvoir, 1970: 15).
La categora edad es uno de los cortes que realiza una sociedad conformando un
esquema social determinado. A mayor complejidad de las sociedades, la categora
edad y
la divisin etaria ocupan un rol ms importante en la delimitacin de los roles y
estereotipos
sociales. Sin embargo, encontramos en las diversas culturas particularidades ligadas
al
lugar que se le otorga a este concepto. En este caso, nos referiremos a la vejez como
una
subcategora que se contina de la categora edad. De esta ltima, se desprenden
una
serie de funciones y roles sociales asociados a cada edad, con toda una serie de
valoraciones, tanto positivas como negativas.
La edad, de esta manera, determina en el diagrama social de un pueblo los modos en
que
una sociedad considera y habilita posibilidades de trabajo o de goces, usos de poder y
saber, etc., determinando con ello una serie de valoraciones diversas e
interconectadas en
relacin con un amplio sistema social, econmico y cultural.
6. La perspectiva del curso de la vida9
9
En la actualidad existen mltiples teoras e incluso generaciones de teoras y
perspectivas
(Hendricks, 1992) que tratan de definir desde diversos espacios disciplinares y
multidisciplinares al envejecimiento.
Esta perspectiva concibe al desarrollo humano a partir de interacciones entre el sujeto
y la
sociedad, lo que implica que sin contar con la insercin histrica y social de los seres
humanos dicho proceso no podra ser comprendido (Fonseca, 2005).
Bronfenbrenner (1989: 188) considera que:
la ecologa del desarrollo humano y el estudio cientfico de la acomodacin progresiva
y mutua, a lo largo del curso de la vida, entre un ser humano activo y en desarrollo y
los contextos inmediatos y en transformacin en que la persona vive, es un proceso
afectado por las relaciones que se establecen entre estos contextos.
Por su parte, Dixon y Lerner (1992) consideran que esta perspectiva no encuentra una
causa nica y singular para explicar el comportamiento y el desarrollo individual, ni
desde el
recurso a variables internas (biolgicas o psicolgicas), ni interpersonales (relaciones
entre
pares), o desde las variables externas (ambientales o institucionales). Su comprensin
es
posible articulando los tres niveles de organizacin y considerando el modo en que
evoluciona esa relacin El curso de vida es una perspectiva que se presenta al modo
de un paradigma integrador,
en la medida en que permite un abordaje interdisciplinario o multidisciplinario, en
contenido y
en mtodos: une abordajes del curso de la vida aparentemente divergentes, reflejados
en
disciplinas acadmicas tales como la sociologa, la psicologa, la antropologa, la
economa
y la historia; halla factores comunes en cada uno de estos abordajes, y seala sus
aspectos
complementarios (Bengtson y Allen, 1993; Bengtson, Burgess y Parott, 1997). Es
decir,
posibilita la convergencia entre diversos marcos de pensamiento, especialmente
sociolgico
y psicolgico, que indagan los procesos de anlisis micro y macro social, y donde se
incluyen las poblaciones y los individuos a lo largo del tiempo (Bengtson, Burgess y
Parott,
1997).
Es importante destacar ciertos ejes bsicos:
1. El envejecimiento como un proceso de diferenciacin progresiva. El envejecer
es
una realidad de cualquier forma de vida, aunque su complejidad difiera segn las
especies,
los individuos y las etapas histricas; de all que existan tantas formas de envejecer
como
individuos. En los seres humanos, a medida que estos envejecen la variabilidad
interindividual aumenta tanto por razones genticas como del ambiente (Pedersen,
2000;
Neugarten, 1968; Thomae, 1974/1976; Lehr, 1993, 1994; Neugarten y Datan,
1996/1999;
Baltes y Mayer, 1999).
2. Reconceptualizacin del desarrollo y el envejecimiento. El desarrollo y el
envejecimiento deben ser analizados ms all de sus aspectos biolgicos, pudiendo
indagarlo desde una perspectiva cultural que vaya ms all de concepciones
unidimensionales, estticas y limitantes. En concordancia con el modelo contextual
dialctico que busca superar las perspectivas biologicistas y mecanicistas, desarrollo y
envejecimiento han de entenderse como procesos simultneos y permanentes durante
la
vida, en los cuales se conjugan ganancias y prdidas, as como mltiples influencias y
orientaciones (Dulcey Ruiz y Uribe Valdivieso, 2002).
3. Multidimensionalidad, multidireccionalidad, plasticidad y discontinuidad.
Estos
criterios implican que diferentes factores y sistemas se conjugan e interactan en
dismiles
direcciones en la construccin de la vida de cada persona. Cada curso vital implica, al
mismo tiempo, continuidad y discontinuidad: es decir que mientras algunos aspectos
se
mantienen, surgen a la vez otros nuevos.
Dowd (1990, cit. en Fonseca, 2005) destaca la reciprocidad de las relaciones entre el
organismo y el medio, ya que en la medida en que el organismo es considerado un
agente activo en la determinacin de su desarrollo, el medio es considerado una
necesidad para la
ocurrencia del progreso de dicho desarrollo, pudiendo estimularlo o inhibirlo.
Lerner (1996) destaca el papel que una organizacin comportamental flexible
desempea en
el desarrollo del individuo, promoviendo una ajustada interaccin adaptativa al medio.
En
este sentido, cuanto mayor plasticidad, ms elevada ser la capacidad de adaptacin
a las
circunstancias y de respuestas flexibles a las presiones contextuales. La plasticidad
puede
funcionar como una metfora del desarrollo humano y de sus respectivas capacidades
(Lerner y Kaufman, 1985), pudiendo explicar la multidireccionalidad del desarrollo a lo
largo
de la vida (Baltes, 1987) y el aumento de las diferencias individuales (Schaie, 1983).
4. El envejecimiento como un proceso dinmico y contextual. Las mltiples
influencias
de las que se compone el envejecimiento conforman una suerte de ecologa social en
la que
resultan determinantes la ubicacin estructural, la construccin social de los
significados y
las conexiones entre el individuo y lo social, as como los procesos dialcticos,
interactivos y
no lineales que se ponen en juego a la hora de pensar los cursos vitales.
5. El curso vital modelado por transiciones y trayectorias relacionadas con la
nocin
de edad. La edad aparece modelada por una estructura social, al tiempo que las vidas
humanas se ajustan al modo en que se concibe adecuado vivir segn la edad. El
modelo
del currculum vital presenta el modo en que una sociedad construye y propone a los
individuos ciertos principios organizadores del desarrollo de su vida. Son sistemas de
normas que generan los roles por edad, y las transiciones en las etapas vitales.
Ejemplo de
los mismos son los tiempos y cambios entre el estudio, el trabajo y el retiro (Kohli,
1986;
Lalive dEpinay, 1994).
6. Importancia del contexto y de la historia. Degirmencioglu (2000) sostiene que los
modelos contextuales son los ms apropiados para estudiar las trayectorias vitales,
dado
que estas son cada vez ms atpicas. Las variables de tiempo, periodo y cohorte
permiten
analizar la influencia que tienen en la vida de distintas generaciones las variables
histricas
y sociales (Baltes, 1987; Elder, 1991, 1992). Baltes, Cornelius y Nesselroade (1979)
(en
Baltes, 1983) plantean tres conjuntos de factores que inciden en el curso vital:
expectativas
sociales relacionadas con la edad, influencias histricas y acontecimientos personales
nicos. De all se desprenden las influencias de tipo normativo, en el sentido de incidir
en la
conformacin de una identidad social o de pertenencia a una sociedad que regulan el
sentirse a tiempo o fuera de tiempo, y las no normativas, de carcter ms individual,
menos generalizables, pero que inciden en el ciclo vital de las personas. Todas estas
Los modos en que se establecen los significados sobre la vejez son mltiples y
dismiles a lo
largo de la historia. Algunos resultan de mayor continuidad inter e intra cultural y otros
aparecen localizados en determinados momentos histricos.
Existen factores que brindan continuidad, tales como la presencia de mayor fragilidad
fsica
o de la cercana con la muerte, aun cuando ninguna de estas referencias produzca
significados universales;13
La nociones de prejuicio y estereotipo se piensan en este contexto como marcas
sociales
que imprimen un sesgo identificador, con altos niveles de aceptacin social, sin que
sean
verificables desde ciertos cdigos cientficos. Aunque los prejuicios y los estereotipos
son
tambin ngulos desde donde un cierta cultura local, con sus representaciones de la
realidad, critica a otra. Lo cual nos indica que toda cultura carga con representaciones
ideolgicas, determinadas por polticas de edad que nos llevan a pensar, investigar y
por otro lado, aparecen otros como la jubilacin o la nocin de
edad que resultan ligados a contextos socio-histricos ms limitados.
El objetivo ser describir algunas pautas generales que construyen los modelos de
vejez en
la actualidad y que tienen un alto nivel de incidencia en la forma en que se produce su
diferencia, con respecto a los otros, y su identidad.
La perspectiva implica reconocer el modo en que se constituyen los significados a
partir del
entrecruzamiento entre una referencia de edad, gnero, educacin, clase social y la de
vejez, con todas las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales
con que
se las define. Por significado desarrollaremos el modo en que fueron concebidos
algunos conceptos tales
como el cuerpo, la productividad y autonoma, el sujeto psicolgico, y la actividad en la
vejez.
El objetivo ser correlacionar ciertas perspectivas y significados elegidos en su
proyeccin al
envejecimiento y la vejez, permitiendo de este modo evidenciar las configuraciones
peculiares que se producen
producir la realidad de una determinada manera, sin creer por ello que nuestras
lecturas se
encuentren exentas de criterios prejuiciosos y estereotipados.
Existe una serie de falsas creencias acerca de la vejez, y una de ellas es el
denominado
mito de la modernizacin (Kertzer, 1995). Consiste en creer que antes, es decir a lo
largo
de la historia, la vejez haba sido apreciada y que la modernidad denigr el lugar
simblico
de los mayores. As como tambin se sostiene que antes los viejos vivan en familias
multigeneracionales y ahora en familias nucleares, o que antes los viejos estaban
excluidos
de la sexualidad y es ahora que se les empieza a posibilitar un espacio.
Resulta necesario ser preciso con los datos que arroja la historia y la antropologa y no
caer
en reduccionismos simplificadores que parecen hacer ms aprehensible la realidad y
que
pueden llevar a apreciaciones de la actualidad igualmente reduccionistas. Gran parte
de
estos datos son falsos, y estos dichos se producen como efecto de un momento de la
cultura donde ciertas referencias de la realidad se interpretan de un modo
determinado.
8.1. La perspectiva de edad
A lo largo de la historia, la edad tuvo diversos niveles de influencia en la definicin de
los
roles y actitudes esperables a nivel social e individual. En este caso realizaremos un
breve
recorrido entre dos momentos histricos que nos permitirn dar cuenta de cmo puede
funcionar institucionalizando el curso de vida o volverse ms irrelevante dando lugar a
una
mayor individualizacin.
El curso de la vida implica un conjunto de reglas que organizan una dimensin clave
de la
vida (Kohli, 1986: 271) en una determinada sociedad y en un momento histrico
especfico
(Cavalli y Fragnire, 2003). Dicho curso de la vida se compone de un conjunto de
trayectorias vitales, ms o menos entrelazadas, en donde se desarrolla la existencia
humana (Dannefer, 2006).
La modernidad14
tendi por un lado a la estandarizacin de las edades, y por el otro intent
hallar en cada grupo etario diferencias notables y caractersticas, as como resortes
sociales
definidos que ofrecan una institucionalizacin del curso vital sin precedentes, donde el
trabajo (que incluye a la educacin como medio y la jubilacin como retiro) se
constituy
como el gran ordenador social. As fue que se desarrollaron programaciones rgidas y
consecutivas, perdindose a su vez los mandatos sociales tales como las profesiones
o los
matrimonios para toda la vida, generndose una cultura de lo limitado y de lo mvil.
De esta manera, pierden relevancia los acontecimientos simblicos compartidos y
pierde
vigencia el orden de los factores que definan anteriormente las diferentes edades. En
este
sentido, Moody (1988a) sostiene que el curso de vida posmoderno es una extensin
de la
adultez en dos direcciones: hacia atrs (la desaparicin de la infancia) y hacia delante
(de la
tercera edad), lo que lleva al ser humano a vivir como adulto joven, edad que sintetiza
las
ideas de responsabilidad, autonoma y consumo diversificado (Iacub, 2006). Levy
(2001: 4)
denomin biografizacin a que los cursos vitales son interpretados culturalmente
como el
resultado de los proyectos biogrficos personales y su puesta en obra.
Hoy encontramos dos tendencias opuestas: por un lado, la edad como un criterio fijo y
un
mecanismo de control social, que aparece asociado tanto a las polticas sociales como
a los
mltiples programas para adultos mayores;16
La fortaleza o el rol de productor y generador de recursos pueden caer
dramticamente en
un varn viejo si se sostiene un esquema rgido de valores tradicionalmente
masculinos.
y por el otro, la edad aparece como un criterio
irrelevante (Neugarten, 1999) que es parte de un discurso contemporneo que busca
eliminar el peso institucional de las restricciones ligadas a la edad. Sin embargo,
resulta
necesario mantener esta dualidad, lo cual permite redefinir esta categora segn
criterios
ms actuales. Su eliminacin implicara la prdida de un criterio que actualmente
indica
necesidades particulares, la conformacin de tiempos sociales con expectativas
especficas,
y donde su diferencia con respecto a otras edades no necesariamente implica
discriminacin.
8.2. La perspectiva de gnero
La nocin de gnero surge como otra de las maneras de construir la identidad en lo
social.
Esta se define como un conjunto de creencias, valores y representaciones acerca del
varn
y la mujer, hetero, homosexual, que suponen roles, formas de expresin de las
emociones y
los sentimientos, tipos de actitudes y actividades. Cada una de estas formas se
despliegan
en contextos de interaccin, mediatizadas por usos jerrquicos del poder.
Estos modelos de identidad son parte de una cultura que se transmite en cada
generacin aportando representaciones de gnero, los cuales a su vez envejecern de
modos
diferenciales. La rigidez de los modelos denominados tradicionales acerca de los roles
de
gnero pueden fragilizarse dramticamente ante los nuevos contextos que plantea el
envejecimiento. La fortaleza o el rol de productor y generador de recursos pueden caer
dramticamente en
un varn viejo si se sostiene un esquema rgido de valores tradicionalmente
masculinos Del mismo modo, la mujer vieja puede encontrar que las demandas
femeninas relativas a la
seduccin o a los roles maternales pueden no resultar manejables con el
envejecimiento
(Neugarten y Gutmann, 1964; Livson, 1976; Troll L. y Parron, E., 1981; Sinnot, 1984).
8.3. La perspectiva de cohortes
Se concibe la cohorte como un grupo de personas que experimenta un evento
durante un
mismo intervalo de tiempo (Allwin, Hoffer y McCammon, 2006: 23). Por esta razn la
cohorte no debe confundirse con la generacin, ya que la primera se construye en
funcin
de influencias especficas de eventos y experiencias histricas, que no
necesariamente son
compartibles con el conjunto de las personas de la misma edad.
En trminos ms amplios, las cohortes modelan a un sujeto en la juventud, debido a la
apertura que se realiza a nuevos contextos y a mltiples formas de socializacin. Se
adquieren perspectivas del mundo, asociadas a valores, creencias y actitudes, que
impactarn en esta etapa y se mantendrn (con mayor o menor fijeza) el resto de sus
vidas.
Gergen (1973: 309) consideraba que las teoras contemporneas acerca de la
conducta
social son primariamente reflexiones sobre historia contempornea. Por ello sugera
que las
diferencias en el desarrollo entre personas de diferentes cohortes son de un gran
variabilidad de caractersticas, incluso en personas nacidas en la misma poca, ya que
estas dependen de las circunstancias histricas particulares, generando trayectorias
de
edades especficas que se reflejan en las capacidades cognitivas, ideologas polticas,
caractersticas de personalidad, u otras (Gergen, 1980).
Una de las diferencias ms notorias se presenta en el incremento del coeficiente
intelectual
entre cohortes. Schaie y Willis (2003) sostienen que esto se debe a que en la mayora
de los
pases la educacin ha aumentado y la persona media tiene niveles de escolaridad
ms
altos. Asimismo la nutricin y el cuidado sanitario mejoraron notablemente en los
ltimos 70
u 80 aos, lo que lleva a que la condicin fsica de los cerebros de las cohortes ms
jvenes
se encuentre en mejores condiciones.17
Los cambios de cohorte influencian tambin los rasgos de personalidad, hallando en
las generaciones actuales de adultos mayores niveles de apertura y extroversin (Las
actuales generaciones de adultos mayores presentan rasgos distintivos en su posicin
frente a la lectura de gnero y de edad, lo cual implica que se visualicen y proyecten
nuevos
recursos y lmites en estas cohortes.
8.4. Las perspectivas de clases sociales, etnias y los niveles de educacin
Cada sociedad construye diferencias y semejanzas entre los grupos etarios, y al
interior de
estas hallaremos otras segmentaciones producidas por los contextos de significacin
en los
que un sujeto est inmerso. Ser pobre o rico no es simplemente un hecho econmico,
sino
que implica una serie de vivencias biolgicas, psicolgicas y sociales que
determinarn
modos de llegar a la vejez, expectativas de rol, tipos de familia o de disponibilidad de
s que
pueden resultar diferenciales. Contar o no con una jubilacin o un trabajo puede
implicar
niveles de independencia o dependencia, recursos de atencin y cuidado, capacidad
de
seguir desarrollndose, entre otros.
La nocin de etnia es otro eje diferenciador, en La nocin de etnia es otro eje
diferenciador, en la medida en que ciertas formas culturales
basadas en orgenes comunes pueden ofrecer mayores o menores posibilidades de
ofertas
sociales, recursos para concebirse como un sujeto de determinado rango y escala
social,
expectativas de reconocimiento, etc. Uno de los ejemplos ms interesantes son las
comunidades indgenas en las cuales el Consejo de Ancianos sigue reconociendo un
rol
destacado de este grupo al interior de su comunidad.
Las diferencias culturales modifican incluso los temores ms fuertes de los sujetos.
Mientras
que en la cultura occidental una de las preocupaciones mayores de los viejos es
quedar
discapacitado y pasar a depender de la familia, en India es uno de los valores
centrales del
envejecimiento exitoso (Markus y Herzog, 8.5. Los significados del cuerpo envejecido
Tratar el modo en que fue y es considerado el cuerpo en la vejez implica cuestionar
uno de
los ejes centrales de reflexin sobre la vejez, su aspecto ms visible y, en gran
medida, ms
controlable socialmente.
En el siglo XIX emerge una preocupacin biolgica y mdica por tratar de solucionar
las
enfermedades de la vejez, evitar los signos del envejecimiento y alargar el curso vital
(Bourdelais, 1993; Katz, 1996). Este enfoque produjo una reduccin de
interpretaciones
acerca del fenmeno del envejecimiento a un hecho biolgico, en el cual todo deba
ser visto
y constatable en el cuerpo. Las enfermedades propias de la vejez se vuelven el eje de
la
temtica, concibiendo incluso un trmino especfico para denominarlas: la senilidad.
Por ello, Haber (1986) considera que en el proceso de su reformulacin, el envejecer
fue definido
como una enfermedad progresiva que causa una multitud de cambios fisiolgicos y
anatmicos. Envejecer fue en s mismo una fuente de alteraciones orgnicas
inevitables
conocidas como vejez. Sin embargo es importante destacar que se abre al mismo
tiempo
una fuerte diferenciacin entre normalidad y patologa que permitir posibilitar un ideal
diferenciador frente a la tesis anterior.
Es en esta poca donde el mdico ruso y premio Nobel Elie Metchnikoff (1903) sugiere
que
se debera construir un saber (logos) sobre la vejez (geron) que d lugar al vocablo
gerontologa. As es como en 1909 el mdico austraco Ignaz Nasher crea la palabra
geriatra como una rama de la medicina dedicada a atender las patologas
especficas de
la vejez.
Stephen Katz (1996) considera que se produjeron una serie de transformaciones en la
percepcin social de la vejez que condensan en tres criterios esenciales:
1. El cuerpo del viejo fue pensado como un sistema de significacin en s
mismo,
limitado a la visin de un interior microscpico donde las metforas biolgicas iban en
contra
de cualquier ambigedad.
2. El cuerpo del viejo se present como separado y anormal, es decir, como un
punto
diferencial en la anatoma patolgica, identificable con sntomas de enfermedad que
requieren una teraputica especializada profesional. El problema central fue la
degeneracin
progresiva de las enfermedades que definen su estado de envejecimiento.
3. El cuerpo del viejo fue concebido como el de un desfalleciente o moribundo.
De
esta manera, se lo redujo a un estado de degeneracin donde los significados de la
vejez y
la deterioracin del cuerpo parecan condenados a significar cada uno al otro en
perpetuidad.
Estos enfoques que heredamos siguen vigentes en mltiples lecturas de la actualidad.
Estes
y Biney (1989), en su clebre artculo Biomedicalizacin del envejecimiento,
presentan de
qu modo las lecturas sobre la vejez reducen la profundidad de las perspectivas a un
acotado modelo biomdico.
La biomedicalizacin del envejecimiento tiene dos aspectos ntimamente ligados: por
un
lado, la interpretacin social del envejecimiento como un problema mdico, y por el
otro, las
praxis del envejecimiento como un asunto reservado a los mdicos. Dichas praxis
determinarn que la gerontologa, como corpus cientfico, se plantee
fundamentalmente en
trminos de investigacin mdica; que las prcticas profesionales al interior de la
gerontologa estn jerarquizadas y sostenidas desde estos valores; que las polticas
sociales, de formacin y de investigacin se fundamenten en estos criterios y que Uno
de los ejes centrales de la gerontologa actual reside en calificar como prejuicioso la
asociacin de la vejez con la enfermedad. Esta crtica present un cuadro de la vejez
distinto, mostrando potenciales de salud ms amplios y nuevas maneras de
conceptualizar
la temtica.
La asociacin entre vejez y enfermedad, y la demanda de normalizacin del
envejecimiento,
promovi que se piense a la senectud como un momento donde el sujeto debera
dedicarse
a cuidar su salud, limitando todos aquellos intereses que pongan en riesgo este valor.
Este
objetivo, que tuvo interesantes repercusiones en la salud pblica, result
empobrecedor a
nivel individual, ya que se redujo el proyecto vital a una prctica de cuidados fsicos.
Sin perder de vista que la vejez no es reducible a la enfermedad, si es constatable la
pluripatologa de la persona vieja. Sin embargo, la cuestin central que habra que
subrayar,
en la medida que podamos salir de ciertos modelos de normalidad y patologa, es
que la
vejez excede en gran medida la dimensin de salud o enfermedad; que la nocin de
salud
se basa en normas rgidas asociadas a la juventud y que existe una lectura moralista
que
ejerce controles sobre aquellos que tienen cuerpos diferentes a la norma.18
Este cambio de modelo pudo presentar otra expectativa vital de los mayores,
Dichos controles
se manifiestan en el envejecimiento al asociar la normalidad con la autonoma y la
patologa
con la dependencia, generando un gradual desempoderamiento que implica prdida
de
autonoma y autoestima.
El discurso gerontolgico construy un modelo de envejecimiento que desafiaba los
estereotipos de patologa y decrepitud, evidenciaba el potencial de salud, cuestionaba
las
falsas creencias sobre el real estado de salud de los mayores y conformaba nuevos
conceptos como la nocin de salud funcional, que permite comprender la salud por
fuera de
esquemas rgidos y poco tiles para este grupo etario.
19
18 Cole (1997) seala que los victorianos en los EE.UU. del siglo XIX tomaban la
lectura binaria de la salud y la enfermedad, asociando la primera con una moral de
cuidado,
no derroche y fuerte control personal y la segunda con lo contrario.
19 Este factor an impacta y sorprende socialmente y resulta particularmente visible en
medios de comunicacin y en pelculas donde se presentan estos nuevos estilos de
vida
activos.
no obstante,
nocin de un deterioro fsico y mental que lleva a que el sujeto pierda madurez
psquica y
pierda controles psicolgicos y morales.
e. El control corporal: un elemento clave en la deserotizacin de la vejez se encuentra
asociado a una visin utilitarista del cuerpo, propia de una lectura medicalizada y
victoriana
(Cole, 1997), donde este no es concebido como un objeto de goce, sino de
conservacin. El
cuerpo es pensado como un objeto que debe ser mantenido sano incluso a costa de
no
hallar disfrutes. Este control corporal devendr particularmente fuerte en aquellos
amenazados por la enfermedad, por lo que el concebir este cuerpo como patolgico
produce
un fuerte efecto deserotizador.
f. La reduccin de los goces a la genitalidad: es otro de los factores que limitan el
acceso al
conjunto de los goces. En este sentido, el funcionamiento genital aparece como un
parmetro normativo que
2. Genera una interferencia en las interacciones sociales, ya que media una duda en
la capacidad real de juicio, lo que determina que se tomen decisiones prematuras
por sobre los sujetos, que no se entablen relaciones en profundidad y que se pueda
llegar a anular la voluntad de la persona vieja.
3. Induce a que se les oferten y adopten actividades inapropiadas, infantilizantes o
poco estimulantes, lo cual, por otro lado, funciona como un mecanismo que
consolida dichas 8.9. Los significados de la actividad
La actividad ha devenido uno de los referentes ms actuales que sita la problemtica
del
envejecimiento. Katz (1995) sugiere que desde los aos sesenta, la gerontologa ha
intentado salir de los esquemas discriminatorios al proponer para los viejos un estilo
de vida
activo, similar al de los jvenes, que evidenciara el fondo mtico de los prejuicios y
pusiera
en juego valores de la juventud en la organizacin de sus actividades.
Eckerdt (1986) vio en la construccin de una activa tica de la ocupacin en la
jubilacin
una forma de regulacin moral semejante a la tica del trabajo. La que Moody (1988b)
denomin frenes de la actividad en la vejez, que puede enmascarar un cierto vaco de
sentido. Katz (2000) sostiene que el ideal de actividad parece ser una red que
centraliza
diversas propuestas, que hablan menos sobre su significado y ms sobre su utilidad.
La teora gerontolgica ha considerado el campo de las actividades posibles en la
vejez no
solo como un instrumento emprico profesional, sino tambin como un lenguaje crtico
acerca de las narrativas prejuiciosas sobre esta etapa de la vida, un nuevo ideal
cultural y
una racionalidad poltica (Katz,
Captulo 2:
La identidad psicolgica en el envejecimiento
Autor: Iacub, Ricardo