Cultura, Identidad...
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y fenmenos
fundamentales
de nuestro
tiempo
CULTURA, IDENTIDAD
Y PROCESOS DE INDIVIDUALIZACIN
GILBERTO GIMNEZ
Enero 2010
CULTURA, IDENTIDAD Y PROCESOS DE INDIVIDUALIZACIN
Por Gilberto Gimnez
1. Portada
Podramos comenzar preguntndonos a qu se debe el enorme inters contemporneo por la
problemtica de la identidad, que se refleja obviamente en el campo de las ciencias sociales, sobre todo
a partir de los aos 70 y 80. Despus de todo, la identidad ha sido siempre una necesidad y una
presencia rutinaria en todos los tiempos y en todas las sociedades. El filsofo y socilogo italiano
Franco Crespi aborda este problema en el primer captulo de su reciente libro Identit e riconoscimento
nella sociologia contempornea (2004). En su opinin, la identidad se ha convertido en problema slo
en las sociedades modernas occidentales. Es la transicin de la sociedad tradicional a la sociedad
moderna de las identidades adscritas a las identidades adquiridas , estimulada y acelerada por la
globalizacin, la que impone este tpico. En nuestros das, esta transicin desemboca en un vertiginoso
proceso de individualizacin, que entraa casi en todas partes el debilitamiento de las solidaridades
sociales. De este modo, lo que caracteriza a la ltima fase de la modernidad (llmese modernidad
tarda, modernidad reflexiva o modernidad lquida) sera el advenimiento del individuo (actor, sujeto)
como principio central y ltimo de sentido, sobre el cual se fundan los valores, las normas y los
intereses que orientan las conductas en todos los mbitos de las relaciones sociales: v.g., el derecho-
deber de autorrealizacin personal, de elegir libremente (ser sujeto de la propia existencia), el derecho
al placer (nuestra poca proscribe el sufrimiento), el derecho a la propia seguridad, etc. (Bajoit, 2009).
Este cambio cultural de gran envergadura explicara, segn Crespi, el enorme inters
contemporneo por lo personal, lo ntimo y lo subjetivo; el inters por lo multicultural y lo diferente; y,
por supuesto, el inters por la identidad personal.
Pero cules son, concretamente, esas categoras o grupos de pertenencia? Segn los
socilogos, los ms importantes aunque no los nicos seran la clase social, la etnicidad, las
colectividades territorializadas (localidad, regin, nacin), los grupos de edad y el gnero. Tales seran
las principales fuentes que alimentan la identidad personal. Los socilogos tambin aaden que, segn
los diferentes contextos, algunas de estas pertenencias pueden tener mayor relieve y visibilidad que
otras. As, por ejemplo, para un indgena mexicano su pertenencia tnica frecuentemente delatada por
el color de su piel es ms importante que su estatuto de clase, aunque objetivamente tambin forme
parte de las clases subalternas.
Para Harried Bradley (1997) algunas de las pertenencias sociales pueden estar dormidas
(identidades potenciales); otras pueden estar activas (identidades activas); y otras, finalmente,
pueden estar politizadas en el sentido de que se las destaca exageradamente como si fuera la nica
identidad importante, para que pueda servir de base a la organizacin de una accin colectiva
(identidades politizadas). As, por ejemplo, el movimiento neo-zapatista de Chiapas logra politizar la
identidad tnica en Mxico a partir de 1994, del mismo modo que el movimiento lsbico-gay lo hacen
con respecto a las preferencias sexuales desde los aos 70 y 80.
Cabe aadir todava que, ya segn los clsicos, la pertenencia social implica compartir, aunque
sea parcialmente, los modelos culturales (de tipo simblico expresivo) de los grupos o colectivos en
cuestin. No se pertenece a la Iglesia catlica, ni se es reconocido como miembro de la misma, si no se
comparte en mayor o menor grado sus dogmas, su credo y sus prcticas rituales.
Revisemos ahora rpidamente la segunda serie de atributos: los que hemos llamado atributos
particularizantes, que tambin son culturales. stos son mltiples, variados y tambin cambiantes
segn los diferentes contextos, por lo que la enumeracin que sigue debe considerarse abierta, y no
definitiva ni estable.
Las personas tambin se identifican y se distinguen de los dems, entre otras cosas: 1) por
atributos que podramos llamar caracterolgicos; 2) por su estilo de vida reflejado principalmente
en sus hbitos de consumo; 3) por su red personal de relaciones ntimas (alter ego); 4) por el
conjunto de objetos entraables que poseen; y 5) por su biografa personal incanjeable.
Los atributos caracterolgicos son un conjunto de caractersticas tales como disposiciones,
habitus, tendencias, actitudes y capacidades, a los que se aade lo relativo a la imagen del propio
cuerpo (Lipiansky, 1992: 122). Algunos de estos atributos tienen un significado preferentemente
individual (v.g., inteligente, perseverante, imaginativo), mientras que otros tienen un significado
relacional (v.g. tolerante, amable, comunicativo, sentimental).
Los estilos de vida se relacionan con las preferencias personales en materia de consumo. El
presupuesto subyacente es el de que la enorme variedad y multiplicidad de productos promovidos por
la publicidad y el marketing permiten a los individuos elegir dentro de una amplia oferta de estilos de
vida. Por ejemplo, se puede elegir un estilo ecolgico de vida, que se reflejar en el consumo de
alimentos (v.g., no consumir productos con componentes transgnicos) y en el comportamiento frente a
la naturaleza (por ejemplo, valorizacin del ruralismo, defensa de la biodiversidad, lucha contra la
contaminacin ambiental). Nuestra tesis es la de que los estilos de vida constituyen sistemas de signos
que nos dicen algo acerca de la identidad de las personas. Son indicios de identidad.
Una contribucin de Edgar Morin (2001: 69), socilogo francs, destaca la importancia de la
red personal de relaciones ntimas (parientes cercanos, amigos, camaradas de generacin, novias y
novios, etc.) como operador de diferenciacin. En efecto, cada quien tiende a formar en rededor un
crculo reducido de personas entraables, cada una de las cuales funciona como alter ego (otro yo),
es decir, como extensin y doble de uno mismo, y cuya desaparicin (por alejamiento o muerte) se
sentira como una herida, como una mutilacin, como una incompletud dolorosa. La ausencia de este
crculo ntimo generara en las personas el sentimiento de una soledad insoportable.
No deja de tener cierta analoga con el punto anterior otro rasgo diferenciador propuesto por el
socilogo chileno Jorge Larran (2001: 25): el apego afectivo a cierto conjunto de objetos materiales
que forma parte de nuestras posesiones: nuestro propio cuerpo, nuestra casa, un automvil, un perro, un
repertorio musical, un album de fotos, unos poemas, un retrato, un paisaje) Larran cita a este
respecto un pasaje sugerente de William James:
Est claro que entre lo que un hombre llama m y lo que simplemente llama mo
la lnea divisoria es difcil de trazar En el sentido ms amplio posible [] el s mismo
de un hombre es la suma total de todo lo que l puede llamar suyo, no slo su cuerpo y
sus poderes psquicos, sino sus ropas y su casa, su mujer y sus nios, sus ancestros y
amigos, su reputacin y trabajos, su tierra y sus caballos, su yate y su cuenta bancaria
(citado por Larran, 2001: 26).
1
Este nivel cognitivo no implica necesariamente, segn Melucci, un marco unificado y coherente. Las definiciones
pueden ser diferentes y hasta contradictorias.
5. Fredrik Barth: las identidades colectivas se definen por sus fronteras.
Antes de pasar al siguiente pargrafo, necesitamos aadir una precisin capital en lo referente a la
teora de la identidad. Acabamos de ilustrar la relacin simbitica que existe entre cultura e identidad.
Pero ahora plantearemos una tesis que parece contradecirla: a pesar de todo lo dicho, si asumimos una
perspectiva histrica y de largo plazo, la identidad de los actores sociales no se define por el conjunto
de rasgos culturales que en un momento determinado la delimita y distingue de otros actores.
Se trata de una tesis clsica de Fredrik Barth en su obra Los grupos tnicos y sus fronteras
(1976), que l refiere slo a las identidades tnicas, pero en opinin de muchos tambin puede
generalizarse a todas las formas de identidad.
El fundamento emprico de esta tesis radica en la siguiente observacin: cuando se asume una
perspectiva histrica o diacrnica de largo plazo, se comprueba que los grupos tnicos pueden y
suelen modificar los rasgos fundamentales de su cultura manteniendo al mismo tiempo sus fronteras,
es decir, sin perder su identidad. Por ejemplo, un grupo tnico puede adoptar rasgos culturales de otros
grupos, como la lengua y la religin, y continuar percibindose (y siendo percibido) como distinto de
los mismos. Por lo tanto, la conservacin de las fronteras entre los grupos tnicos no depende de la
permanencia rgida de sus culturas.
Los ejemplos abundan. Segn algunos historiadores (A.D.Smith, 1997: 23) la identidad de los
persas no desapareci con la cada del imperio sasnida. Por el contrario, la conversin al islamismo
chiita ms bien ha revitalizado la identidad persa confirindole una nueva dimensin moral y la ha
renovado a travs de la islamizacin de la cultura y de los mitos y leyendas sasnidas. Y los
antroplogos (Linnekin, 1983) muestran cmo la conversin masiva de los indios Narragansett en la
poca del Great Awakening del siglo XVIII, no ha debilitado, sino ms bien ha reforzado la frontera
que los separaba de otros grupos americanos, contribuyendo a redefinir sobre nuevas bases la identidad
del grupo. Por ltimo, se ha observado que en el caso de la conversin de muchos negros al islamismo
en los EE.UU., el cambio de religin ha sido precisamente un medio para reforzar la solidaridad interna
del grupo y la diferenciacin externa con respecto a otros grupos. Pero no hace falta ir muy lejos para
encontrar este mismo fenmeno: en el rea mesoamericana la conversin masiva al catolicismo no slo
no ha borrado las fronteras de los grupos tnicos, sino, por el contrario, muchos rasgos del catolicismo
popular de la contrarreforma (como el sistema de cargos, por ejemplo), introducidos por la
colonizacin espaola, ms bien se convirtieron en marcadores culturales privilegiados de las fronteras
tnicas (Friedlander, 1977). Estos ejemplos demuestran que la fuerza de una frontera tnica puede
permanecer constante a travs del tiempo a pesar y, a veces, por medio de los cambios culturales
internos o de los cambios concernientes a la naturaleza exacta de la frontera misma. De aqu Barth
infiere que son las fronteras mismas y la capacidad de mantenerlas en la interaccin con otros grupos lo
que define la identidad, y no los rasgos culturales seleccionados para marcar, en un momento dado,
dichas fronteras. Esto no significa que las identidades estn vacas de contenido cultural. En cualquier
tiempo y lugar las fronteras identitarias se definen siempre a travs de marcadores culturales. Pero estos
marcadores pueden variar en el tiempo y nunca son la expresin simple de una cultura preexistente
supuestamente heredada en forma intacta de los ancestros.
Como sealamos ms arriba, esta contribucin de Barth no slo es vlida para pensar las
identidades tnicas, sino cualquier tipo de identidad. Las culturas estn cambiando continuamente por
innovacin, por extraversin, por transferencia de significados, por fabricacin de autenticidad o por
modernizacin, pero esto no significa automticamente que sus portadores tambin cambien de
identidad. En efecto, como dice tambin George de Vos (1982: p. XIII), pueden variar los emblemas
de contraste de un grupo sin que se altere su identidad.
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