Boehner Philotheus - Lógica Medieval
Boehner Philotheus - Lógica Medieval
Boehner Philotheus - Lógica Medieval
MEDIEVAL
Un bosquejo de su
desarrollo de 1250 a 1400
POR
PH ILO TH EU S BOEH NER,
O.F.M.
Traduccin y prlogo de
Fernando Alvarez Ortega
BC 34.B6418.2007
ISBN 978-968-859-661-6
P
resentamos al lector de habla hispana la prim era tra
duccin de un texto clsico de historia de la lgica
medieval, el libro de Philotheus Boehner intitulado Me
dieval Logic: An Outline of Its Development from 1250 to
ca. 1400, edicin publicada por la University of Chicago
Press en 1952.
Decimos que es un texto clsico porque fue uno de los
primeros estudios que se publicaron en torno a la lgica
medieval y en el mbito de la historia de la lgica, que
comenz una tradicin de investigacin a la que se une el
texto de Ernest Moody1 sobre la teora de la consecuencia
en la lgica medieval; aunque esta tradicin histrica se
inicia con Karl Prantl y su Geschichte der Logik im
Abendlande, publicada en cuatro volmenes entre 1855 y
1870,2 que continu con Jan Lukasiewicz y su clsico es
tudio de la historia de la lgica de proposiciones.3
En esta presentacin ofreceremos primero un pequeo
esbozo biogrfico de Boehner, para despus hablar de la
importancia de la lgica medieval y, en consecuencia, de
la aportacin realizada por el autor; por ltimo, se indica
rn un grupo de lecturas adicionales, en nuestro idioma y
en ingls, que consideramos fundamentales y de relativo
fcil acceso.
N
o son pocos los libros de lgica neo-escolstica. Pero a
pesar de su nmero, casi no difieren entre ellos. Su
patrn comn y contenido similar crean rpidam ente la
impresin de que aqu hay, al menos, una ciencia que ha
sobrevivido a las vicisitudes de dos milenios y que hoy
est tan firme y slida como cuando Aristteles complet
su Organon. Naturalm ente, los textos individuales tienen
variaciones, pero hay una similitud en su diferencia, ya
que stas siempre son en detalles menores, la mayora de
las veces en la presentacin o longitud en el tratam iento
de un punto dentro de su tem tica comn. Y aunque todos
ellos claman ser escolsticos, no es a la lgica de esos
libros de texto a la que nos referiremos cuando en las p
ginas siguientes hablamos de lgica escolstica.
De hecho, an dudamos en llam ar neo-escolstica a
la lgica de esos libros de texto, al menos si ese trmino es
tomado literalmente. Esta lgica se encuentra en un esta
do tal como para provocar la crtica no slo de los moder
nos lgicos neo-escolsticos sino tambin de cualquier
neo-escolstico versado en la historia de su propia tradi
cin. El primero negar que es nueva, y el segundo que es
escolstica. En el mejor de los casos, el lgico moderno
caritativamente la ignorar, en el peor, estar tentado a
vituperar los errores de la escolstica o aun de la ciencia
aristotlica, y que designa por el ttulo vago, ambiguo o
errneo de lgica clsica o tradicional. Pero en cual
quier caso, el lgico moderno est convencido que tiene
poco o nada que aprender de los escolsticos y que su pro
pia lgica es esencialmente diferente y muy superior a
cualquiera producida en la Edad Media.
Por otro lado, ste podra estar interesado en los aspec
tos ms amplios del escolasticismo, no slo como una cu
riosidad histrica sino como un sistema que merece vivir
por razn de la contribucin positiva que puede hacer a la
cultura contempornea. Si es as, nuestro lgico estar
afligido por la condicin de lgica neo-escolstica, dolo-
rosamente consciente de su inhabilidad para considerar a
la lgica escolstica de los siglos XIII y XIV. Se dar cuenta
que en algn lugar entre el periodo clsico del escolasti
cismo y el siglo XVIII se provoc el hundimiento de la lgi
ca escolstica. Se asimilaron elementos extraos y se
desplazaron algunas de las contribuciones ms importan
tes de la lgica hechas por los escolsticos. Debe admitir,
para su vergenza, que los lgicos modernos han descu
bierto de forma independiente mucho de lo que la escols
tica tradicional podra y debera haber transmitido.
Desafortunadamente, an hay lgicos neo-escolsticos
-que para nuestra alegra decrecen en nm ero- que estn
convencidos que su lgica es realm ente escolstica y que
no puede ser sobrepasada por lo que los lgicos modernos
puedan ofrecer. Observan con desdn el formalismo de
estos ltimos. Estn temerosos de repetir el experimento
cartesiano de mezclar el pensamiento matemtico con la
especulacin filosfica. Su frialdad y abierta actitud hostil
no est desprovista de razn, dado que la lgica moderna
ha hecho sus ms importantes aportaciones no slo en
manos de los matemticos sino tambin bajo la sombra
del positivismo. De m anera curiosa, parecen compartir
con Kant la firme creencia de que la lgica no ha progre
sado desde los tiempos de Aristteles.1 Aun la historia de
1 De ninguna manera estamos exagerando. En uno de los libros de
texto de lgica neo-escolstica ms recientes leemos: Lgica tamen
ipsius (Aristotelis) perfecta est: nihil ipsi addi potest, eque addi-
tium est in decursu saeculorum. [Compendium Philosophiae Neo-
Friburgensis Provinciae Brasiliae Centralis Societatis Jesu, volu
men primun: Lgica. Auctore, P. Aloisio, G. Peixoto, Fortuna S.I.,
su propia tradicin debera dispersar esta ilusin, ya que
ella da amplia prueba de un avance decidido ms all de
la lgica del estagirita. De la asociacin de la lgica mo
derna con el positivismo -que de forma incidental no es
general- es bueno recordar que el gran Aquinate 110 esta
ba conmocionado por los caminos extraos que la verdad
puede tomar. Aristteles fue un pagano genuino. Ave-
rroes, su ms fiel comentador, y Avicena, el ms grande
metafsico de la filosofa rabe, fueron musulmanes con
una tendencia ms o menos marcada hacia el racionalis
mo. Santo Toms aprendi de todos aquellos que tenan
algo que ofrecer. Y si hoy algunos de nuestros neo-
escolsticos tuvieran ms del espritu del santo, hubira
mos evitado el lamentable espectculo de una guerra co
ntra las innovaciones modernas, en particular cuando
stas encarnan ciertas intuiciones y enseanzas del mis
mo Aquinate. Es interesante notar que dentro de la esfera
del neo-escolasticismo, ciertos estudiosos catlicos de la
escuela de la lgica moderna de Varsovia, como Salamu-
cha, Bochenski, O.P. y otros, no encontraron oposicin
entre las enseanzas de Santo Toms y otros escolsticos
y la lgica moderna, una vez que esta ltima fuera des
vestida de su interpretacin positivista. Al contrario, han
descubierto sorprendentes similitudes y aun doctrinas
idnticas. Esta es la escuela comandada por Lukasiewicz,
uno de los pioneros prominentes de la lgica moderna.
Para aquellos que tienen algo ms que un conocimiento
superficial de la lgica moderna, es un hecho aceptado que
sta ha hecho avances extraordinarios. Es de igual m ane
ra un hecho -y uno que la investigacin actual contina
confirmando- que estos nuevos desarrollos se han desvia
Nova Friburgo, Brasil, 1947, p. 27]. De este extraordinario enun
ciado, extraordinario por su sabor kantiano, damos la siguiente
traduccin literal: Sin embargo, la lgica de Aristteles es perfecta:
nada le puede ser adicionada, ni nada le ha sido aadida durante el
transcurso de los siglos.
do mucho menos de la lgica de los siglos Xlll y XIV que de
esa de nuestros libros de texto neo-escolsticos. Este es
tudio presente en los elementos y sistemas de la lgica
escolstica lo hara evidente. En el espacio de este trabajo
relativamente corto es imposible hacer justicia al tema de
la lgica escolstica, m ientras que los ejemplos y seleccio
nes varios que hemos realizado darn claridad al hecho de
que es mucho ms fcil comparar la lgica moderna con
esa de los escolsticos que con la de los neo-escolsticos.
En el ltimo caso, no hay a menudo base de comparacin.
Entre los elementos compartidos en diferente grado
por la genuina lgica escolstica y la lgica moderna, hay
uno en particular que los acerca y facilita su comparacin.
Es el carcter de formalidad, conservada en una forma
mucho ms pura en la lgica escolstica que en su contra
parte neo-escolstica. La razn por la que ciertos neo-
escolsticos son contrarios al formalismo de la lgica
moderna debe ser encontrada precisamente en los ele
mentos no escolsticos de su lgica neo-escolstica.2
Antes de discutir nuestros problemas principales es
conveniente clarificar el significado de ciertos trminos
que usaremos en el curso de este estudio e indicar el sim
bolismo que emplearemos. Esto es necesario en vista de
que aun entre los lgicos modernos no hay un simbo
lismo comnmente aceptado. Como en el significado de
2 Esta parece ser tambin la opinin de fr. I. M. Bochenski, O. P.
Leemos en uno de sus ms recientes artculos, On the Categorical
Syllogism, en Dominican Studies, I, 1948, pp. 16 s.: Mientras
todos los lgicos (matemticos) recientes aplican el formalismo a
todos los sistemas de la lgica, todos los irracionalistas y muchos
idealistas (como B. Croce) rechazan cualquier uso del mismo. Cu
riosamente, muchos tomistas eminentes estn siguiendo a los irra
cionalistas (como J. Maritain). De nuevo: De hecho, el formalismo,
que es una de las grandes invenciones de Aristteles, ha sido la
causa del progreso considerable de la lgica formal, en donde quiera
que haya sido aplicado, p. ej. por los estoicos, los escolsticos y los
lgicos matemticos.
los trm inos fuera del campo de la lgica an reina gran
confusin; los lgicos modernos son altam ente propen
sos a olvidar su deseada exactitud cuando aparecen los
hechos histricos.
Por lgica neo-escolstica entendemos la presentacin
de la lgica encontrada en los libros de texto escritos por
neo-escolsticos para su uso en los seminarios eclesisti
cos e instituciones similares. Como ejemplo mencionamos
los libros de texto de Hickey, Esser, M aritain y Greda.3
Adems, incluimos bajo este trmino a todas las represen
taciones de lgica similares a estos trabajos; slo ocasio
nalmente tendremos pretexto de referirnos a esta lgica
en las pginas que siguen.
Con lgica escolstica nos referimos a la lgica ensea
da durante los siglos XIII, XIV y XV en el occidente latino,
que ha llegado a nosotros en varios compendios, comenta
rios y otros escritos; slo una fraccin pequea de sta es
accesible en ediciones modernas. El grueso permanece
an escondido en ediciones antiguas, incunables y m anus
critos. Por razones de conveniencia hemos empezado con
el siglo XIII, aunque esto no implica que la lgica escols
tica del siglo XII no fuera importante. Hemos excluido
tambin la obra de Raymundo Lulio, dado que no estamos
lo suficientemente familiarizados con su peculiar lgica
para tratarla de forma adecuada; sin embargo, sospecha
mos que es mucho mejor que la evaluacin usual que los
historiadores nos haran creer.
Por lgica aristotlica entendemos las doctrinas del
mismo Aristteles que estn contenidas en la coleccin de
sus trabajos lgicos conocidos como el Organon. En este
3 Estos estn entre aquellos utilizados en este pas. El mejor es
indudablemente Jos, Gredt, O. S. B., Elementa Philosophiae Aristo-
tlico-Thomisticae, Vol. I: Lgica, Philosophia Naturalis, Friburgi
Brisgoviae, 1937. Lo llamamos el mejor, dado que esta lgica ha
partido en menor grado de la genuina lgica de Sto. Toms que
cualquiera de las otras.
sentido, la lgica aristotlica es algo bastante diferente de
la lgica escolstica, neo-escolstica o aun de la griega.
Im portante como podra ser la lgica de Aristteles,4 no
puede ser slo identificada con la lgica griega como tal.
De la lgica de los estoicos, que es al menos igual de im
portante que la de Aristteles, difiere en que stos desarro
llaron el silogismo hipottico con una clara penetracin
hacia la implicacin material y sus teoremas, y estaban
bien conscientes del papel bsico jugado por el clculo
proposicional. En verdad, de todos los sistemas de los
tiempos antiguos, la lgica estoica parece tener el claro
derecho de ser llamada la precursora de la lgica moder
na.5 Debido a que elementos de esta lgica parecen haber
sido incorporados en los trabajos de los comentadores
aristotlicos, sera mejor confinar el trmino lgica aris
totlica precisamente a la lgica del Organon.
En nuestro tratam iento evitaremos usar los trminos
lgica clsica o tradicional que son empleados con fre
cuencia por los lgicos modernos. Es difcil saber lo que los
lgicos modernos significan por estos trminos. A veces
parece que los estn usando para designar una combina
cin vaga del sistema de Aristteles y ese de los neo-
escolsticos, o aun la lgica neo-escolstica. De cualquier
forma, los trminos son engaosos, y si los lgicos moder
nos designan como lgica clsica o tradicional todos los
sistemas que los han precedido, entonces muchos de sus
enunciados son simplemente falsos.
Por lgica moderna significamos ese desarrollo tre
mendo que ha encontrado su expresin ms excepcional
6 Cf. Willard van Orman Quine, Elementary Logic, Ginn and Co-
mapny, Boston, 1941, p. 166.
Explicacin de los smbolos
La siguiente simbolizacin ser empleada en la discu
sin subsecuente:
p, q, r Variables proposicionales. Una instancia de p es:
Scrates corre; Scrates currit. Algunas veces los
escolsticos usan letras minsculas, a, b, c...
x, y, z Variables individuales. Una instancia de x es:
Este individuo, ese individuo, Scrates, Platn,
etc. De nuevo, los escolsticos usan las primeras
letras del alfabeto.
f, g, h Variables de predicado. Una instancia de f es:
hombre, mortal.
(x)f(x) Cuantificacin universal. Una instancia de esto es:
Todo individuo es bueno; Omne ens est bonum.
(3x)f(x) Cuantificacin particular. Una instancia de
esto es: Algn individuo es bueno; Aliquod
ens est bonum.
f(xi) Cuantificador individual o singular. Una instan
cia de esto podra ser: Este individuo es bueno;
Istud ens est bonum.
-ip Este signo antecediendo a un smbolo significa
una negacin de ese smbolo.+
El punto entre dos smbolos indica la conjuncin
y y significa que ambos miembros de la conjun
cin son verdaderos,
v La v minscula indica la conjuncin o y signifi
ca que al menos un miembro de la disyuncin es
verdadero.
zd Este smbolo indica si-entonces y significa que
no es el caso que la parte antes del smbolo (el
antecedente) sea verdadero y la parte que sigue
al smbolo (el consecuente) sea falso.
+ Boehner, en la edicin original, utiliza la barra sobre el enunciado
(atmico o molecular) para indicar la negacin; nosotros nos permitimos
realizar un cambio a un signo mucho ms estandarizado hoy da [N.T.].
= Este smbolo indica una equivalencia.
El uso de otros smbolos, cuando sea necesario, ser
explicado en su contexto. Hemos retenido el uso de parn
tesis dado que muchos de aquellos que estn interesados
en esta discusin estn ms familiarizados con su uso.
PARTE UNO
ELEMENTOS DE LGICA ESCOLSTICA
I
EL LEGADO DE LA LGICA ESCOLSTICA
P
odramos describir adecuadamente la contribucin ini
cial de la escolstica a la literatura lgica como una
serie de comentarios y parfrasis a los tratados de lgica de
Aristteles, Porfirio y Boecio. Si se omite, para evitar la
simplificacin, el muy importante trabajo de Abelardo y su
escuela, podramos recordar los tratados sobre lgica de San
Alberto como una justa aproximacin de la herencia total
dejada a los escolsticos de mitad del siglo XIII. Empezar
con San Alberto es decididamente arbitrario. Pero como
continuamos en la oscuridad en relacin a la literatura lgi
ca que precedi o acompa el vasto trabajo enciclopdico de
Alberto Magno, por razones prcticas estamos justificados
para empezar con l. Como lo sabemos por sus propias pa
labras, el Doctor Experto intent hacer de fcil acceso a
sus contemporneos del occidente latino todo el conocimien
to cientfico y filosfico disponible entonces en las obras de
los filsofos griegos, rabes y judos.1 La siguiente lista re
presenta sus trabajos publicados y no publicados sobre la
lgica en donde presenta otras como una parfrasis simple,
algunas veces en digresiones importantes, lo que consider
como la mejor tradicin lgica. Hemos empleado un mtodo
de alguna manera esquemtico, indicando el volumen y las
pginas de la edicin Vives, si el trabajo quiere ser encon
trado ah, y con una descripcin breve de su contenido.
1 Nostra intentio est, omnes dictas partes facere latinis intelligibi-
les. Physic. Lib. 1, tract. 1, c.l; ed. Vives, t. 3, p. 2a.
(1) De praedicabilibus (Vol. I, pp. 1-143). Este libro re
presenta de una m anera ms extensa la Isagoge de
Porfirio, y en consecuencia trata de la clasificacin
de los conceptos sobre la base de sus modos de pre
dicacin; a saber, gnero, especie, diferencia, pro
piedad y accidente.
(2) De praedicamentis (Vol. I, pp. 140-304). Siguiendo
el tratado de Aristteles de las Categoras, Alberto
discute los predicados de mayor rango aplicables a
las cosas reales o individuos, a saber, sustancia,
cualidad, cantidad, relacin, accin, pasin (pas-
sio), posicin, tiempo, lugar y estado. Aunque la
descripcin de este tratado es general, al menos
indica por qu el trmino ens o individuo o cosa
no es una categora de acuerdo con Aristteles, da
do que es sujeto en un sentido eminente y no pro
piamente un predicado. Alberto prologa su tratado
sobre las categoras con una importante introduc
cin en torno a los nombres unvocos, equvocos y
demostrativos; concluye con una discusin igual
mente importante sobre las oposiciones, el movi
miento y el reposo, o los Postpraedicamenta como
fueron conocidos por los escolsticos.
(3) De sex principiis (Vol. I, pp. 305-376). Este trata de
la obra Concerniente a los seis principios, en la que
Gilberto de la Pore (+1154) desarrolla los breves
comentarios de Aristteles acerca de las seis lti
mas categoras; es una obra ms extensa. Comienza
con una discusin sobre la forma y termina con
otra en torno a ms y menos. En apariencia le
debemos a Gilberto la interpretacin crudamente
realista de categoras como tiempo, lugar y simi
lares que fueron adoptadas por algunos escolsticos.
(4) De divisione (editado por P. de Loe bajo el ttulo Beati
Alberti Magni Comentarii in Librum Boethii de Divi
sione, Bonn, 191.3). Con una parfrasis a la obra de
Boecio en torno a la divisin, este tratado discute la
divisin del gnero en la especie, el todo en sus par
tes, la palabra hablada en sus varios significados y la
distincin de los accidentes sobre la base del sujeto,
de los sujetos por razn de los accidentes y de los ac
cidentes de acuerdo a los accidentes.
(5) Perihermenias (Vol. I, pp. 373-457). Una parfrasis
sobre el tratado de Aristteles de la proposicin,
que comprende dos libros de acuerdo a la divisin
medieval. El prim er libro es un anlisis de la pro
posicin en sus elementos, junto con una discusin
de la verdad y la falsedad como propiedades de la
proposicin. Al problema particular de la verdad y
la falsedad de las proposiciones de hechos de futu
ros contingentes se le da la debida atencin al final
del libro. El segundo libro trata principalmente de
la equivalencia, conversin y oposicin de las pro
posiciones tanto en categricas como en modales.
(6) Priora Analytica (Vol. I, pp. 459-809) representa
una parfrasis de la porcin central de la lgica
aristotlica, que, como Scholz ha sealado,2 es mu
cho ms rica e interesante que la presentada por
cualquier escuela de lgica lim itada a la discusin
de Barbara, Celarent, etc. No slo Alberto discute
el silogismo categrico que comprende las proposi
ciones de hecho (mere de inesse), sino que, segn la
gua de Aristteles y otros, dedica una larga discu
sin al silogismo modal, compuesto de proposicio
nes modales, y el silogismo mixto, compuesto de
premisas de hecho y modales. El segundo libro est
dedicado sobre todo a la potencia del silogismo,
que es una evaluacin de la fuerza de la conclusin
y de ah discute la relacin de la conclusin con las
premisas. La posibilidad de conclusiones verdade
ras que se sigan de premisas falsas es discutida de
forma extensa sobre una base silogstica. Adems,
se analizan el silogismo circular y la conversin del
silogismo (por reduccin y per impossibile), junto
con la induccin y la deduccin.
(7) De categoricis syllogismis -a n no se ha publicado-
es una parfrasis del trabajo de Boecio sobre el si
logismo categrico y trata exclusivamente de las
tres figuras del este silogismo, olvidando por com
pleto el silogismo modal.
11 Perutilis Lgica, tract. 6, c. 2; ed. cit., fol. 47 vb. [En este caso, y en
todos aquellos en donde Boehner cite la obra de Alberto de Sajonia,
utilizaremos la traduccin publicada por el Instituto de Investigacio
nes Filosficas de la UNAM; a saber: Alberto de Sajonia. Perutilis
lgica o lgica muy til (o tilsima). Edicin, traduccin, introduc
cin y notas de Angel Muoz Garca. Universidad Nacional Autno
ma de Mxico, Instituto de Investigaciones Filosficas, 1988. (N.T.)].
los nuevos elementos de la lgica escolstica en el sentido
en que ha sido explicado previamente. Sin embargo, no
mantuvimos, ni lo mantenemos ahora, que stos son las
nicas contribuciones del escolasticismo a la lgica. Al
contrario, hay un gran nmero de evidencias de que mu
chas partes del Legado, de forma notable la teora de las
proposiciones modales, ha tenido un tremendo desarrollo
en las manos de los lgicos escolsticos.
Aun cuando hemos denominado a estos cinco tratados
como los nuevos elementos de la lgica escolstica, es
probable que los mismos escolsticos hubieran rechazado
esta calificacin. Los escolsticos de la Edad Media estu
vieron convencidos profundamente de que fueron los per-
petuadores de una larga tradicin en la que vivieron y
mantuvieron viva de manera consciente. Este enunciado
tambin aplica a la lgica, dado que hasta donde llega
nuestro conocimiento, no ha habido nadie que haya man
tenido que hay algn tipo de oposicin entre estos nuevos
elementos y la lgica aristotlica, conocidos como la Ars
vetus y la Ars nova. En su opinin, Aristteles haba in
ventado la lgica como una ciencia en su forma bsica y la
posteridad slo tena que continuar, desarrollar y comple
tar lo que l haba fundado.
Como testimonio de esta tcita conviccin general de
los escolsticos, citamos un interesante pasaje encontrado
al principio de un pequeo trabajo annimo tal vez com
puesto en el siglo XV. El trabajo intitulado Copulata trac-
tatuum parvorum logicalium nos brinda la oportunidad
de resum ir nuestra exposicin anterior. El autor descono
cido se pregunta si Aristteles ha tratado la lgica de ma
nera suficiente, tomando el hecho de que no compuso los
tratados a los que nos hemos referido como los elementos
nuevos. Responde:
Primero, debe ser establecido que l (Aristteles)
complet suficientemente la lgica en tanto lo con
cerniente al ser de la lgica. Sin embargo, un reduci-
do nmero de tratados puede ser aadido que sirva
para el bien de la lgica misma y para completarla.
Segundo, debe ser dicho que Aristteles, aunque no in
vent esta lgica que est siendo tratada aqu en s
misma y en la forma propia de estos tratados, descu
bri, sin embargo, todos estos tratados en sus princi
pios, descubri ciertos principios de los cuales se
desarrollan y componen estos tratados. Por tanto, se di
ce de l que los descubri en cierta manera. De esto se
sigue que debemos agradecer ms al Filsofo que a Pe
dro Hispano, ya que el primero descubri los principios
que son difciles de detectar.
En esta consideracin se debe entender que el trata
do sobre la suposicin se deriva del primer libro del
Perihermeneias cuando dice: Dado que algunos son
universales, algunos otros son singulares. Las cosas
particulares, sin embargo, tienen suposicin discreta.
Adems, divide las cosas universales porque hay al
gunas cosas universales que se expresan de una ma
nera universal y stas suponen de una manera
confusa. Hay otras cosas que no expresan su univer
salidad y stas suponen determinadamente.
El tratado de las Ampliationes se deriva del tercer
modo de la falacia de equivocacin, porque se dice
que el argumento que va de un trmino ms amplio a
uno menos amplio, o viceversa, no est permitido. Da
un ejemplo de esto: Quienquiera que fue sanado est
saludable; quien est enfermo fue sanado. Por tanto,
quien est enfermo est saludable. Aqu el trmino
quien est enfermo est ampliado.
El tratado sobre la Appellatio se deriva de la tercera
propiedad de la sustancia, en donde se dice que la
sustancia segunda parece significar algo bajo la figu
ra de la apelacin, esto es, bajo la similitud de la ape
lacin, debido a que las sustancias primera y segunda
llaman lo mismo y, consecuentemente, parecen signi
ficar lo mismo.
La Obligatio, sin embargo, se deriva del primer libro
de los Analticos Primeros y del libro noveno de la
Metafsica, en donde se dice si algo posible es afirma
do en la existencia, nada imposible se sigue.
Los Insolubilia se obtienen del libro cuarto de la Me
tafsica en donde Aristteles dice: Parece, por tanto,
como ha sido explicado, que algunas proposiciones se
destruyen a s mismas. Pero una proposicin insolu-
ble siempre se destruye a s misma porque incluye
implcitamente las dos partes de una proposicin con
tradictoria copulativa, as, por ejemplo, la proposicin
insoluble: No estoy hablando.
La Consequentiae se deriva de varios pasajes de Aris
tteles. Primero, de los Analticos Primeros en donde,
al final del primer libro, Aristteles da unas cuantas
reglas de la consecuencia; y, en segundo lugar, del
segundo libro de los Tpicos, en donde hace enuncia
dos acerca de la consecuencia misma y de su opuesta
contradictoria.
Pero el tratado sobre Distributiones se obtiene del li
bro primero del Perihermeneias, en donde se dice que
todo no es universal pero que significa de una ma
nera universal; ahora, todo es un signo distributivo.
El tratado sobre los Syncategoremata se deriva del
segundo libro del Perihermeneias, en donde Aristte
les ensea cmo multiplicar proposiciones en referen
cia a trminos finitos e infinitos; pero la negacin es
un sincategorema.
Esta derivacin cruda y parcialmente artificial de los
nuevos elementos de la lgica escolstica m uestra al
menos que el autor estaba convencido de que era un buen
lgico aristotlico. Que sintiera la necesidad de probar la
autenticidad aristotlica de estos tratados sugiere que
haba tam bin un sentim iento de sus diferencias con
la lgica aristotlica. Nosotros, que ya no pertenecemos a la
tradicin viva de los escolsticos, estamos en una mejor
posicin para apreciar qu tan lejos han progresado res
pecto a esta lgica. Los nuevos elementos son entonces
una contribucin definitiva del escolasticismo a la lgica
como tal. Esto se mostrar en lo que sigue, al menos para
tres de los tratados.
PARTE DOS
LAS CONTRIBUCIONES IMPORTANTES
DE LA LGICA ESCOLSTICA
pranos, Cf. tambin loe. cit. n. 365 (p. 541), n. 390 (p. 574), y n. 402
(p. 591).
los que, por varias herram ientas lingsticas o lgicas,
tienen una relacin definitiva al sujeto o sujetos de los
que son predicados.
A unque estam os convencidos que de raz la teora
de la suposicin es comparable con la moderna teora de
la referencia o con el clculo funcional de primer orden; la
comparacin se torna complicada, ya que la lgica mo
derna utiliza un lenguaje artificial m ientras que los esco
lsticos aplicaron su anlisis a un lenguaje natural y
hablado. Los lgicos medievales estaban satisfechos con
una esm erada clarificacin y, en ocasiones, engorrosa de
las estructuras del latn. En particular se problematiza-
ron con fijar el significado y funcionamiento de esos sin-
categoremas que regulan el rango de predicacin de los
trminos categoremticos.
La lgica moderna, sin embargo, ha dado un paso deci
sivo hacia delante asumiendo slo unas pocas constantes
que sirven al propsito de originar un lenguaje extrema
damente simplificado. Con estas constantes, sus defini
ciones y las reglas que gobiernan su uso, la teora
escolstica de la suposicin ha desaparecido. Se ha desva
necido, sin embargo, al costo de crear una peculiar term i
nologa, nueva extraa a cualquier lenguaje ordinario.
Aunque el lenguaje lgico ha ganado en claridad y preci
sin, esto ha tenido un costo. Al tener en mente esta dife
rencia importante entre las dos lgicas, no estaremos
dispuestos a pasar por alto la similitud bsica ocultada
bajo la apariencia de diversidad.
Una indicacin de esta similitud se encuentra en el
hecho de que, algunas veces, la forma ms simple de expre
sar las reglas escolsticas de la suposicin es a travs de
los teoremas modernos del clculo funcional. Esto ser ms
evidente conforme avancemos en nuestras consideraciones.
Al momento seleccionamos slo dos ejemplos. El primero
encaja perfectamente en el patrn de la moderna teora de
predicados; el otro muestra interpretaciones divergentes.
Una proposicin categrica particular, afirmativa, acer
ca de un estado de cosas (propositio categrica affirmativa
particularis de inesse) es interpretada por los escolsticos
de la misma manera que los lgicos modernos. Considere
mos la siguiente proposicin: Algn hombre es mortal. De
acuerdo a los escolsticos, esta proposicin tiene suposicin
personal determinada, lo que significa que la proposicin es
verdadera si hubiera, al menos, un sujeto (o individuo)
acerca del cual es verdadero decir: Este es un hombre y
este hombre es mortal. Sin embargo hay ms, un solo suje
to es suficiente para verificar la proposicin. As, los esco
lsticos establecen que tal proposicin particular es
equivalente a la disyuncin, cada miembro de la cual cons
ta de una proposicin singular conteniendo al sujeto en su
forma singularizada. Por tanto, obtenemos la equivalencia:
Algn hombre es mortal es equivalente a este hombre es
mortal, o, ese hombre es mortal, y as para todos los indi
viduos. La lgica moderna expresa la misma relacin en la
equivalencia siguiente:
3(x) [Hombre (x) Mortal (x)] = <[Hombre (xi) Mortal
(xi)] v [Hombre (X2) Mortal (X2)] v ... xn>
Es diferente, sin embargo, si tratam os de comparar la
proposicin categrica universal afirmativa escolstica
acerca de un hecho con la de la lgica moderna. Tomemos
por ejemplo la proposicin: Todo hombre es mortal. La
lgica moderna interpreta este enunciado transformndo
lo en una proposicin hipottica condicional o su equiva
lente, su simbolizacin es la siguiente: (x) [Hombre (x) 3
Mortal (x)]. Creemos que los escolsticos supieron de esta
posibilidad. Sin embargo, fueron conscientes que esta in
terpretacin cambia la proposicin categrica en una
hipottica. Es ms, admitieron la inferencia Algn hom
bre es mortal de la proposicin Todo hombre es mortal,
misma que no puede ser hecha desde la formulacin hipo
ttica. Los escolsticos, entonces, insistieron en la carga
existencial de una proposicin categrica universal afirma
tiva no-modal acerca del presente. Esto podra ser interpre
tado como significando que tcitamente admitieron un
axioma con el efecto de que hay, al menos, un sujeto (xi)
que satisface al predicado. Como veremos ms adelante,
este axioma tcitamente admitido prob ser problemtico
a, al menos, un lgico escolstico posterior quien hizo una
notable aportacin hacia la interpretacin moderna sin, no
obstante, atenerse completamente a ella. En cualquier ca
so, la insistencia en torno a las categricas, excluyendo la
naturaleza hipottica de tales proposiciones, haba obstacu
lizado el desarrollo hacia la interpretacin moderna, con el
resultado de un desarrollo de una interpretacin complica
da de estas proposiciones universales.
A pesar de esta diferencia, hay una interpretacin para
lela en relacin al sujeto de tales proposiciones universales.
La equivalencia establecida por los lgicos escolsticos de
Todo hombre es mortal como Este hombre es mortal, y
ese hombre es mortal, y aquel hombre es mortal, y as por
todos los hombres, encuentra su contraparte correspon
diente en la lgica moderna en simplemente singularizar la
variable individual. Sin embargo, estamos en desventaja
cuando intentamos una comparacin de la suposicin del
predicado con cualquier cosa que pueda ofrecer la lgica
moderna. Los (bajo) escolsticos diran que se mantiene la
siguiente equivalencia: Todo hombre es mortal; por tan
to, todo hombre es este mortal o ese mortal o aquel mor
tal, y as para cada uno de los seres mortales. En nuestra
opinin, esta interpretacin m uestra que los escolsticos
que la adoptaron no entendieron la proposicin universal
afirmativa en el sentido moderno; asimismo, m uestra que
la idea de clase no fue com pletam ente ajena a su teora
de la suposicin.
Despus de esta pequea introduccin, tenemos ahora
la tarea de presentar la teora de la suposicin ms a
detalle y desde un punto de vista histrico. Dadas las
limitaciones de espacio, la tarea de ofrecer la historia
completa de esta teora resulta imposible, considerare
mos unos puntos de encuentro y mostraremos los esta
dios de desarrollo en periodos sucesivos. Seleccionaremos
las Sum mulae Logicales de Pedro Hispano como un pun
to de partida prctico y las teoras de Ockham y Burleigh
como representativas de los desarrollos posteriores. La
muy formalizada teora de Alberto de Sajonia se presen
ta en el Apndice.
1. P e d ro H isp a n o
Los tratados de las Summulae Logicales de Pedro His
pano, que resultan de inters para nosotros, estn arregla
dos de acuerdo a Grabmann y Bochenski en el orden
siguiente: De suppositionibus, De relativis, De ampliationi-
bus, De appellationibus, De restrictionibus y De distribu-
tionibus .3 Sin embargo, podemos excluir de nuestro estudio
los tratados en torno a los trminos relativos, dado que la
suposicin de stos se reduce a los trminos a los que se
refieren de una manera u otra de acuerdo al significado
respectivo de los trminos relativos. El tratado sobre las
Restricciones parece tambin contener la copulatio, dado
que trata de los adjetivos (as como de los sustantivos usa
dos como adjetivos) y de los verbos en su funcin restrictiva
en relacin al sujeto principal. Ni la Appellatio requiere de
atencin especial aqu, dado que en la obra de Pedro trata
slo de la restriccin de la suposicin a travs del verbo
es, que significa el presente. La Ampliatio puede ser omi
tida aqu, dado que ser suficiente haber indicado su lugar
en la teora general de la suposicin. Lo mismo puede de
cirse acerca del tratado De distributionibus, que es acerca
19 Est igitur regula certa, quod quando sub termino communi con-
tingit descendere ad singularia per propositionem disiunctivam, et
ex qualibet singulari infertur talis propositio, tune ille terminus
habet suppositionem personalem determinatam, loe. cit., c. 68.
posicin puramente confusa, dado que est
permitido inferir a los significados individuales
del trmino animal slo, sin embargo, tomando
el predicado en disyuncin y no infiriendo a una
proposicin disyuntiva o conjuntiva (copulativa).
Por tanto, la inferencia a Todo hombre es este
animal, o Todo hombre es ese animal, o..., es
una falacia. Asimismo, la inferencia de El
hombre es anim al a Todo hombre es este
animal, y Todo hombre es ese anim al, etc., no
est perm itida. La nica inferencia vlida es:
Todo hombre es animal; por tanto, todo hom
bre es o este animal, o ese animal, o aquel
animal, o..., etc. Por otro lado, es posible in
ferir la proposicin universal de tal proposi
cin (si fuera verdadera). Tomemos el ejemplo
siguiente: Todo hombre es este animal, por
tanto, todo hombre es anim al. D esafortuna
damente, esta inferencia no puede ser expre
sada en la lgica moderna, ya que no concibe tal
proposicin universal como una proposicin ca
tegrica. Por tanto, preferimos abstenernos de
simbolizar este ejemplo, ya que, cuando es sim
bolizado como un condicional, pierde automti
camente tanto su importe existencia! como el
significado fijado a ella por los escolsticos.
Es suficiente aadir que la suposicin perso
nal, comn y puram ente confusa se aplica slo
al predicado de la proposicin categrica uni
versal afirmativa. En este tipo de suposicin,
Ockham va ms all que los antiguos lgicos,
quienes asumieron que la suposicin para tal
predicado, llamada suposicin para la n atura
leza contenida en el sujeto, aunque es verdad
que los antiguos lgicos fueron conscientes que
el caso era diferente en proposiciones como:
Todo hombre es blanco. No resulta claro en
los textos de Pedro si aplic tambin la suposi
cin simple al predicado blanco.20
14 [...] sciendum est, quod antecedens est totum quod praecedit con-
sequens. Et ideo aliquando antecedens est tantum una propositio, et
aliquando continet plures propositiones, sicut patet in syllogismo. Et
tune, quamvis una illarum propositionum sit vera, non poterit con-
clusio esse falsa, si sequitur ex eis. Summa Logicae, loe. cit.
15 Loe. cit.
El consecuente es falso, por tanto el antecedente
tambin es falso.
Consequens est falsium, ergo est antecedens.16
En nuestra opinin, la interpretacin ms natural de
esta regla es entenderla en el sentido del modus tollendo
tollens del as llamado silogismo condicional. Consecuen
temente, ofrecemos la siguiente simbolizacin:
C2c [(p 3 q) >q] => -.p.
Otra vez Ockham nos recuerda que el antecedente es
todo lo que precede al consecuente. De ah que de la false
dad del consecuente, la falsedad del antecedente, como un
todo, se sigue, no, sin embargo, de una proposicin parti
cular, en el caso de que hubiera ms de una proposicin
en el antecedente. Esto es especialmente verdadero en los
silogismos referidos por Ockham, aunque es verdadero,
tambin, para cualquier otra consecuencia. De ah que
obtenemos una ms larga consecuencia adicional:17
C2d <[(p q) 3 r] -ir> 3 -.(p q).
C3 En una consecuencia correcta, del opuesto del conse
cuente se sigue el opuesto de todo el antecedente.
Si aliqua consequentia sit bona, ex opposito conse-
quentis sequitur oppositum totius antecedentis.18
sta es una de las reglas ms bsicas de la lgica de
las consecuencias, de la silogstica, as como de la teora
16 Loe. cit.
17 [...] ita quod si consequens sit falsum, oportet quod totum ante
cedens sit falsum vel quod aliqua propositio, quae est pars antece
dentis, sit falsa; sed non oportet quod quaelibet propositio quae est
pars antecedentis sit falsa: quin aliquando ex una propositione vera
et alia falsa sequitur conclusio falsa, sicut patet hic: Omnis homo
est animal, lapis est homo, igitur lapis es animal, loe. cit.
18 Loe. cit.
de la suposicin. Su simbolizacin ms simple es la si
guiente:
C3a (p 3 q) 3 (.q 3 -ip).
Ockham nos recuerda inmediatamente que el antece
dente es todo lo que precede al consecuente19 y, en conse
cuencia, si el antecedente es un compuesto (como, por
ejemplo, el antecedente de una inferencia silogstica), el
antecedente en totalidad es falso, no necesariamente, sin
embargo, cada parte del antecedente compuesto. Esto
puede ser simbolizado como sigue:
C3b [(p q) 3 r] 3 [-.r 3 -n(p q)J.
Dado que no est especificado cul proposicin es falsa,
podemos simbolizar tambin la tesis correspondiente a la
regla:
C3c [(p q) 3 r] 3 [ir 3 ( 'P v ~>q)]
Sin embargo, estas reglas pueden ser ms especficas y
este es el propsito principal de la discusin de Ockham,
dado que est interesado en establecer las reglas para la
reduccin de los silogismos. Aunque no es posible inferir
de la negacin del consecuente (o de la conclusin silogs
tica) la negacin de una determinada parte del anteceden
te, es posible sin embargo inferir la negacin de una
determinada premisa del consecuente o negacin negado
junto con otras premisa no negada. De ah que obtenemos
la regla:
20 Loe. cit.
21 Loe. cit.
22 Loe. cit.
primera figura y tambin es verdad para la regla siguien
te C5.
En esta conexin debemos aadir una regla importante
que es usada para la reduccin de los silogismos y que
Ockham menciona expresamente.
Lo que se siga del consecuente con una proposicional
adicional, se sigue del antecedente con la misma
premisa (adicional).
Quidquid sequitur ad consequens cum addita proposi-
tione sequitur ad antecedens cum eadem propositione.23
El teorema correspondiente puede ser simbolizado de
la siguiente manera:
C4b <(p 3 q) [(q r) 3 s]> 3 [(p r) 3 s].
C5 Lo que sea que preceda al antecedente precede al
consecuente.
Quidquid antecedit antecedens, antecedit consequens.24
Esta regla tambin es importante para la silogstica y
pertenece, como las precedentes, a los as llamados en
lgica moderna principios del silogismo. Ockham estable
ce ms adelante de la regla precedente, en caso de que la
Regla C5 no fuera verdadera, que podra suceder que algo
siga al consecuente que no siga del antecedente. Primero
simbolizaremos el teorema correspondiente a la regla y,
despus, discutiremos brevemente la prueba de Ockham.
Ofrecemos la simbolizacin siguiente:
C5a (p 3 q) 3 [(r 3 p) 3 (r 3 q)].
Ockham parece seguir en esta prueba una intuicin en
lugar de una estricta deduccin formal, aunque, en nues
tra opinin, el elemento ltimo no est totalm ente ausen
33 Loe. cit.
34 Et idem sufficit et requiritur ad veritatem oppositae disiuntivae,
quod sufficit et requiritur ad veritatem copulativae, loe. cit.
35 Loe. cit.
36 Perutilis Lgica, tract. 3, c. 5.
La inferencia opuesta es la falacia del consecuente.
En este sentido, Ockham presenta tambin la regla de
consecuencia del silogismo disyuntivo:
De una proposicin disyuntiva y de la negacin de
una parte a la otra parte hay un buen argumento.
A disiuntiva cum negatione alterius partis ad alte-
ram partem est bonum argumentum.
Por ejemplo: Scrates es hombre o Scrates es burro, y, Scra
tes no es burro, por tanto, Scrates es hombre.37 Simbolizada:
C9c [(p v q) .p] 3 q
[(P v q) >q] 3 p.
En resumen, existen las consecuencias preposicionales
que son formuladas por Ockham de forma verbal y en la
forma de instancias de sus respectivas tesis. No ha sido
nuestra tarea dar un recuento exhaustivo de todas las
reglas, pero esperamos que hayamos mostrado que los
escolsticos de principio del siglo XIV estaban ya en pose
sin de una bien desarrollada teora de las consecuencias.
2 . A l b e r t o d e S a jo n ia
En esta seccin omitiremos la teora de las consecuen
cias ofrecida por Burleigh, desarrollada a travs de un
extenso tratam iento del silogismo hipottico en sus varias
formas, ya que esperamos publicar en breve su tratado De
puritate artis logicae. Un logro importante en la teora de
las consecuencias es la Perutilis Lgica de Alberto de Sa
jonia y estamos completamente convencidos de que es
superior a la Sum m a Logicae de Ockham en muchos as
pectos. Desde luego, el gran Obispo de Halberstadt fue
capaz de sacar provecho a travs de una intensa actividad
en investigacin lgica que haba sido hecha desde la apa
ricin de la Sum m a de Ockham. Parecera, adems, que
37 Summa Logicae, loe. cit.
Buridn ha influenciado profundamente su lgica y es
probable que mucha de la enseanza encontrada en la
lgica de Alberto pueda ser rastreada hasta Buridn.
En la teora de la consecuencia de Alberto nos encon
tramos con un anlisis cuidadoso de la relacin de conse
cuencia. Sin embargo, debemos seguir sus discusiones con
mucho cuidado, poniendo especial atencin al actus exer-
citus y al actus signatus o, en terminologa moderna,
debemos tener cuidado de la confusin entre usar una
proposicin y hablar de una proposicin.
En sus observaciones introductorias, Alberto discute y
explica lo que es un antecedente y lo que es un consecuente,
lo que es el signo de una consecuencia y cules son sus divi
siones. Despus de esto presenta las reglas de consecuencia.
Despus de discutir y rechazar varias definiciones del
significado del antecedente y del consecuente, mantiene que
el antecedente en un consecuente se caracteriza como sigue:
El antecedente es esa proposicin que precede a otra
proposicin con la que est en cierta relacin. Esta rela
cin es irrelevante en relacin al objeto significado por la
proposicin y, tambin, en relacin al modo de significa
cin. Se requiere, primero, que los mismos trminos sean
aplicados con el mismo significado y, despus, que sea
imposible que el antecedente sea verdadero sin que la otra
proposicin tambin lo sea.
Hemos presentado la definicin de Alberto a travs de
una parfrasis, lo que necesita cierto tipo de justificacin,
dado que el texto en su forma latina no es fcilmente inte
ligible. El texto dice lo siguiente:
Ista propositio dicitur antecedens ad aliam, quae
sic se habet ad eam, quod impossibile est qualiter-
cumque est significabile per eam, stante imposi-
tione term inorum , sic esse, quin, qualitercum que
alia significat, sic sit.38
N
uestra intencin fue ofrecer una idea general acerca
de la genuina lgica escolstica. Dar una visin com
pleta de su profundidad y alcance, esto es, de su desarro
llo doctrinal e histrico, no slo ms all del alcance del
presente libro pero, por ahora, muy probablemente ms
all de los lmites de nuestra habilidad. En cuanto ms nos
hemos adentrado en la inmensa literatura lgica produci
da en la Edad Media, ms vemos el hecho de que estamos
al principio de un campo casi virgen que espera ser explo
rado. Nuestro intento es slo uno de los pocos que pueden
ser considerados coherentes en el terreno pero no un bos
quejo cuidadoso del inventario total. Hay mucho en la
lgica escolstica de lo que este estudio podra sugerir.
Por ejemplo, no hemos tratado en detalle la teora de la
axiomtica escolstica desarrollada en los comentarios a
los Analticos Posteriores de Aristteles y en tratados se
parados sobre la demostracin. Tampoco hemos sealado
detenidamente el enorme desarrollo de la lgica de las
modalidades, y apenas hemos mencionado la doctrina
escolstica de las falacias y antinomias. As, esperamos
que estos escasos fragmentos de la lgica escolstica pue
dan dar una idea clara de la lgica escolstica en general.
De cualquier manera, probarn que esta lgica es poco
conocida en nuestra poca, por no decir que desconocida
por completo tanto para los lgicos modernos, y, lo que es
an peor, como para los lgicos neo-escolsticos; adems,
que la identificacin de la lgica neo-escolstica con la
lgica escolstica no es de ninguna manera admisible sino
un error producido por la semejanza en el nombre; por
ltimo, que la lgica moderna se encuentra ms a menudo
en terreno comn con la lgica escolstica que con la lgi
ca neo-escolstica.
Si estas conclusiones estn bien probadas y aceptadas,
entonces esperamos que provocarn una revisin comple
ta de nuestra lgica neo-escolstica. Fue esta esperanza la
que estimul nuestra energa. Somos testigos de la enor
me investigacin que se est llevando a cabo en el campo
del antiguo escolasticismo y del sorprendente renacimien
to de la metafsica escolstica en nuestra poca. Pero la
lgica escolstica, esa herram ienta que los maestros tan
hbilmente manejaron en la construccin de sus sistemas,
era hasta ahora rechazada. Hay un peligro latente en que
el escolstico de hoy deje el camino slido de sus anteceso
res y se vuelva hacia la intuicin y hacia ciertos ismos
de los que sus maestros siempre mostraron sospecha.
Para alcanzar una lgica neo-escolstica deudora de su
nombre, se deben realizar cambios radicales en nuestros
libros de texto, aun si nuestros esfuerzos slo estn diri
gidos a regresar a los estndares de la lgica escolstica
genuina. Una representacin simple de la lgica medie
val puede, sin embargo, no ser nuestra tarea, para que no
sea que nosotros escolsticos, fuertes solamente en el es
pritu de una escuela y dbiles en el espritu del progreso,
sufriramos deficiencias que nos separaran an ms de
los maestros de los tiempos antiguos que lo que nuestras
incompletas doctrinas lgicas. Necesitamos el espritu de
los grandes escolsticos, el espritu progresista de Aquino,
de Escoto, de Ockham, por slo mencionar a algunos.
Con gran satisfaccin hemos aprendido de los esfuerzos
de algunos neo-escolsticos -el trmino neo-escolstico
siendo tomado en su sentido ms amplio- para introducir
la lgica moderna en el neo-escolasticismo. Lo que han
hecho fue slo una innovacin parcial, ya que, en lo sus
tancial, slo han reintroducido en el escolasticismo lo que
realmente le perteneca. Si nuestras discusiones previas
promueven estas actitudes, este libro no habr sido escri
to en vano.
APNDICE I
SOFISMAS DE ALBERTO DE SAJONIA
21 Simbolizado: (p -ip) n p.
22 Esto es, p d (p v q).
23 As obtenemos: [(p -.p) 3 p] n <[p n (p v q)] 3 [(p -.p) 3 (p v
q)]>.
24 (p --P) = ->P-
26 (p ->p) ^ [(P v q) .p]-
26 El teorema: nota 125.
27 Esto es: Todo hombre es burro, y tambin: Los hombres y los
burros son burros.
partes no son las partes principales del sofisma dado que
l es una proposicin disyuntiva. Sin embargo, las partes
principales del sofisma, en tanto que es una proposicin
copulativa, son: Todo hombre o burro es hombre, y la otra
podra ser: Los burros son burros. Ambas verdaderas.
Nuestra primera proposicin debe ser entendida acerca de
las partes principales de una proposicin copulativa.
Sexta proposicin: En donde hay una y la misma pro
posicin que es copulativa y disyuntiva, nada prohbe que
ambas partes de la proposicin disyuntiva falsa sean ver
daderas, 110, sin embargo, las partes principales. Esto es
obvio, para las partes principales de nuestro sofisma, da
do que es una copulativa, son verdaderas, pero no las par
tes principales de nuestro sofisma, en tanto que es una
proposicin disyuntiva falsa.
72. Sofisma
No algo es o eres hombre.
Non aliquid est vel tu es homo.28
Prueba'. De esta proposicin disyuntiva la segunda parte
es verdadera, a saber, eres hombre. Por tanto es verdadera,
ya que, para la verdad de una proposicin disyuntiva se
requiere que una parte lo sea.29
Refutacin: Su opuesta contradictoria es verdadera, a
saber, esta proposicin: Algo es o eres hombre. Por tanto
la proposicin original es falsa.30
Respuesta: En este sofisma, la negacin no puede re
ferirse a toda la proposicin que la sigue y, entonces, sig
nifica que no es el caso que algo es o que eres hombre,31 y
as el sofisma es falso, o podra referirse a algo y entonces
28 La ambigedad es patente, si la simbolizamos como -.p v q o como
-,(p v q).
29 -ip v q en donde q es verdadera.
30 p v q.
31 -'(p v q).
el sentido es: Nada es o eres hombre, y as el sofisma es
verdadero,32 como lo prob el primer argumento, ya que la
otra parte del sofisma es verdadero, a saber, eres hombre.
Pero entonces la opuesta contradictoria del sofisma no es:
Algo es o eres hombre, sino la proposicin: Algo es y no
eres hombre.33 Sin embargo, esta proposicin es falsa, en
tanto que es una proposicin copulativa de la que una
parte es falsa. Esto se expresa usualmente en otras pala
bras, a saber, que en este sofisma puede haber una dis
yuncin de la negacin o una negacin de la disyuncin.
En el primer sentido el sofisma es verdadero, por que as
el sofisma es una proposicin disyuntiva en la que una
proposicin negativa est en disyuncin con una proposi
cin afirmativa. En el segundo sentido el sofisma es falso,
porque entonces la negacin es trada sobre toda la dis
yuncin y esto significa tanto como esto: No es el caso co
mo esta proposicin: Algo es o eres hombre significa. Y
esto es falso.
32 -.p v q.
33 (~'P vq) = -.(p -iq) que significa que p q contradice -,p v q.
LAS REGLAS DE LA SUPOSICIN DE
ALBERTO DE SAJONIA (ca. 1316-1390)
A
lberto representa a la lgica de Ockham en una forma
altamente desarrollada. Sigue al Venerabilis Incep
tor en su teora general, pero la marca distintiva de su
propia teora de la suposicin es la elaborada formulacin
de las reglas. Aqu presentaremos una parte sustancial de
las reglas. Se mantendr el arreglo de Alberto y la omi
sin de alguna de las reglas ser sealada. La formula
cin simblica ser aadida en donde parezca necesaria y
apropiada sin violentar la concepcin propia de Alberto.
Las reglas estarn num eradas en la m anera en que apa
recen en el original.
t. R e g l a s u n l a S u p o s ic i n d e T r m in o s e n G e n e r a l
(Perutilis Lgica, tratado 2, cap. 6)
1. El sujeto de cualquier proposicin singular supone
discretamente.
Cuiuslibet propositionis singularis subiectum sup-
ponit discrete.
Ejemplos: Scrates corre; este hombre corre.
2. En una proposicin indefinida, el sujeto supone de
terminadamente.
In omni (om. en la edicin) propositione indefinita
subiectum supponit determnate.
Ejemplos: El hombre es animal; el hombre no es animal.
Una observacin hecha por Alberto en este contexto
merece especial atencin. Admite el punto de vista de que
en la suposicin m aterial un trmino tiene o suposicin
discreta o determinada. Un ejemplo explicar lo que quie
re decir. El sujeto en la proposicin: Hombre es un bis
labo, tiene suposicin material, dado que est por s
mismo, i.e. o por el sonido hombre o la composicin de
letras hechas de tinta o algn otro material. Ahora, hom
bre en nuestro ejemplo podra referirse o a s mismo, a
hombre en la proposicin aqu asentada (hombre es un
bislabo) o, tambin, a palabras similares en cada aspecto
a este hombre. En el ltimo caso, podramos decir, en
una manera poco elegante:
Hombre es un bislabo (tomando como vlido, como
Alberto lo hace, el que una proposicin particular es equi
valente a una proposicin indefinida). As, tomando la
palabra o el sonido o el signo escrito hombre como predi
cado, podemos simbolizar:
3(x) [hombre (x) bislabo (x)].
No descubrimos ningn pasaje en la lgica de Alberto en
donde admita las proposiciones cuantificadas de este tipo.
Sin embargo, la encontramos en un tratado sobre las supo
siciones escrito por un autor annimo de principio del siglo
XV (MS. Viena, Dominikanerbibliothek 153). As, l concede
la proposicin: Todo hombre es un bislabo. No vemos
ninguna razn por la que Alberto pudiera objetar esto.
3. El sujeto de cualquier proposicin particular supone
determinadamente.
Cuiuslibet propositionis particularis subiectum
supponit determnate.
Ejemplos: Algn hombre es animal; algn hombre
no es animal.
Alberto caracteriza a la suposicin determinada de la
misma m anera en la que lo hace Ockham. As, la inferen
cia a las proposiciones disyuntivas conteniendo el sujeto
singularizado estn permitidas: Algn hombre es animal,
por lo tanto este hombre es animal, o ese hombre es ani
mal, o... para todos los individuos.
4. Todo trmino comn que sigue inmediatamente a un
signo universal afirmativo sin negacin antepuesta,
supone confusa y distributivamente.
Omnis terminus communis sequens signum univer-
sale affirmativum immediate sine praepositione
negationis supponit confuse et distributive.
Ejemplo: Todo hombre corre. Como lo explicamos con
anterioridad, tal tipo de suposicin permite la inferencia a
una conjuncin de un nmero indefinido de proposiciones
en las cuales el sujeto est singularizado.
Ejemplo de excepcin: No todo hombre corre.
5. La negacin que precede a un trmino comn, me
diata o inmediatamente, confunde confusa y distri
butivamente.
Negatio term inum communem sequentem se medi-
ate sive immediate confundit confuse et distibutive.
Ejemplo: Ningn hombre es burro. En esta proposicin
tanto el sujeto y el predicado tienen suposicin confusa y
distributiva, y las inferencias correspondientes son vli
das. Alberto, sin embargo, aade una restriccin a la re
gla. Para que la regla se mantenga, el predicado no es un
trmino singular y ningn trmino sincategoremtico,
aadido al predicado, impide tal proposicin.
Ejemplos de las excepciones: Scrates no es Platn. El
trmino Platn, en tanto que es un trmino singular, no
es capaz de suposicin comn. Scrates no es todo hom
bre. Aunque en la proposicin, el trmino hombre tiene
suposicin confusa y distributiva, cuando se establece:
Scrates no es hombre, y aunque asimismo en esta propo
sicin, Scrates es todo hombre, de nuevo el trmino
hombre tiene suposicin confusa y distributiva (o, como
Alberto dice, el trmino hombre est movilizado para
cada suppositum u hombre individual), la adicin de otro
trmino sincategoremtico, a saber, no, a todo hombre,
inmoviliza el trmino movilizado hombre. Esto significa
que en la proposicin: Scrates no es todo hombre, la infe
rencia a: Scrates no es este hombre y Scrates no es ese
hombre, no es vlida.
Dado que el caso de las proposiciones particulares ne
gativas lo trata Alberto en un corolario especial, lo aadi
remos como regla:
5a.En toda proposicin particular negativa el predicado
tiene suposicin confusa y distributiva, si ningn
otro trmino sincategoremtico se lo impide.
In omni propositione particulari negativa praedica-
tum supponit confuse et distributive, nisi aliquod
syncategorema impediat.
Ejemplo: Algn hombre no es burro. Por tanto se per
mite la siguiente inferencia: Algn hombre no es este bu
rro y, algn hombre no es ese burro.
Alberto menciona que, de acuerdo con algunos lgicos, el
hecho de que el predicado en las proposiciones particulares
negativa tenga suposicin confusa y distributiva es la ra
zn de que tales proposiciones no puedan ser convertidas a
travs de conversin simple. Entonces, contina mostrando
la correccin de tal punto de vista: Si se permitiera la con
versin simple de tales proposiciones, entonces animal
podra tener suposicin determinada en la proposicin:
Algn animal no es hombre, y as la inferencia a disyun
cin conteniendo el sujeto singularizado podra ser vlida.
Pero en la proposicin: Algn hombre no es animal, el
mismo trmino animal tendra suposicin confusa y dis
tributiva, y as la inferencia a la conjuncin conteniendo el
predicado singularizado estara permitida. M ientras que la
disyuncin admite proposiciones falsas, cuando al menos
una es verdadera, la conjuncin no admite ninguna propo
sicin falsa, aun si una o varias proposiciones son verdade
ras. Este es el caso en relacin a esta conversin.
6. El trmino se confunde distributivamente por medio
de la negacin que lo hace infinito.
Terminus confunditur confuse distributive per nega-
tionem infinitantem ipsum.
Ejemplo: Un burro es no-hombre. Se debe recordar que
un nombre infinito es uno precedido por un guin y no.
As la inferencia es vlida a: Un burro es no-Scrates, y
un burro es no-Platn... para todo hombre individual cuyo
nombre se predique junto con el guin y no.
7. El relativo de diversidad confunde distributivamen
te al trmino que le sigue.
Relativum diversitatis confundit distributive termi-
num sequentem ipsum.
Ejemplo: Un burro es diferente de un hombre. Dado
que el trmino diferente (aliud) incluye una negacin, a
saber, no como, el predicado est implcitamente prece
dido por una negacin, y as la Regla General 8 dice:
8. Un trmino que incluye en s una negacin, confunde
confusa y distributivamente al trmino que le sigue.
Terminus includens negationem confundit termi-
num sequentem se confuse distributive.
Esto es lo mismo que la Regla 7, pero expresado en
trminos ms generales. As se da un ejemplo similar y
pasamos a explicarlo.
Ejemplo: Scrates es diferente de un hombre. Debido a
la negacin incluida en diferente de, el predicado hom
bre tiene suposicin confusa y distributiva. Si, por tanto,
la expresin Scrates es diferente de un hombre es co
rrecta y verdadera, el predicado debe ser correcto y ver
dadero tambin: Scrates es diferente de este hombre y
Scrates es diferente de ese hombre, y... Scrates es dife
rente del hombre que es Scrates mismo. Esto, sin em bar
go, es obviamente un consecuente falso y, por tanto, el
antecedente es asimismo falso. Aun Alberto es capaz de
adm itir si el orden de las palabras se cambiara. Aqu nos
encontramos con uno de los casos en donde la altamente
formalizada lgica escolstica revela sus sutilizas, las
cuales no consideramos ridculos. Por esa razn explica
remos la diferente formulacin propuesta por Alberto
aplicando el simbolismo.
La relacin diferente de contiene una negacin que
puede hacerse explcita diciendo: Scrates no es el mismo
que un hombre. Si retenemos la forma particular aparen
te de esta proposicin podemos simbolizar (H = Hombre):
-i[3(x)] [H(x) x = Scrates].
Esta proposicin es obviamente falsa. La formulacin
propuesta por Alberto coloca a Scrates y la negacin
hasta el final: Scrates ab homine differt.
Esto puede simbolizarse como sigue:
3(x) [H(x) x^Scrates].
Esta proposicin es, desde luego, verdadera por, al me
nos, un hombre que no es el mismo que Scrates.
Omitiremos aqu las reglas 9 y 10 que tratan con pro
posiciones similares relativas a las comparaciones.
11.Lo que moviliza al inmvil, inmoviliza al mvil.
Quidquid mobilitat immobilitatum, immobilitat mo-
bilitatum.
Ejemplo: Todo hombre corre, y, no todo hombre corre.
En la primera proposicin el trmino sincategoremti-
co todo moviliza al trmino hombre para abarcar a
cada uno de los individuos. En la segunda proposicin el
trmino sincategoremtico no, el que tomado aislada
mente tiene un efecto similar que todo, cuando se aade
a todo inmoviliza al trmino con suposicin determ ina
da. Se sigue: No todo hombre corre, por tanto al menos un
hombre no corre.
n . R e g la s R e la tiv a s S lo a l a S u p o s ic i n C o n fu s a
(Loe. cit. cap. 7)
1. El predicado de cualquier proposicin universal
afirmativa, si es un trmino comn, supone slo con
fusamente.
Cuiuslibet propositionis universalis affirmativae
cuius praedicatum est term inus communis, praedi-
catum supponit confuse tantum .
Ejemplo: Todo hombre es animal. Aqu animal tiene
suposicin puram ente confusa y as la inferencia es vli
da: Por tanto, todo hombre es o este o ese o... animal. El
texto impreso aade que de acuerdo a algunos lgicos el
descenso es posible no slo al extremo disyuntivo (predi
cado en este caso), sino tambin al extremo copulativo.
Esta adicin, sin embargo, no se encuentra en los dos ma
nuscritos que estn a nuestra disposicin.
2. El sujeto de cualquier proposicin exclusiva afirm a
tiva supone slo confusamente.
Cuiuslibet propositionis exclusivae affirmativae
subiectum supponit confuse tantum .
Ejemplo: Slo un animal es hombre. La razn de esta
regla es la naturaleza compuesta de la proposicin exclusi
va que contenga varias proposiciones. Una de estas propo
siciones es: Todo hombre es animal. En esta proposicin,
animal tiene, de acuerdo a la Regla 1, suposicin pura
mente confusa, dado que es el predicado de una proposicin
universal afirmativa.
3. Todo trmino equivalente a una oracin compuesta
de un signo universal afirmativo y de un trmino
comn, confunde slo confusamente al trmino co
mn que le sigue expresado en la proposicin.
Omnis terminus equivalens orationi ex signo universali
afrmativo et termino conununi, confundit terminum
communem expressum in propositione sequentem se
confuse tantum.
Ejemplo: Siempre fue hombre; siempre ser hombre.
Esto significa que en cualquier tiempo fue o ser este
hombre, o ese hombre, etc.
4. Hay algunos verbos que tienen la facultad de confun
dir slo confusamente a los trminos que les siguen.
Quaedam sunt verba quae habent vim confundendi
trminos sequentes se confuse tantum .
Ejemplo: Te prometo una moneda. Moneda tiene su
posicin puram ente confusa, dado que no te prometo una
moneda en particular, sino o sta o sa, etc.
n i. R e g la s C o n c e r n i e n t e s a l a Su p o s ic i n
d e T rm in o s R e la ti v o s
(Loe. cit. cap. 8)
1. Una proposicin afirmativa categrica, en la que
aparece algn trmino relativo, equivale a una pro
posicin copulativa hipottica.
Propositio affirmativa categrica in qua ponitur ali-
quis terminus relativus aequivalet uni propositioni
copulativae hypotheticae.
Ejemplo: Scrates que est corriendo est discutiendo.
Esta proposicin es equivalente a: Scrates est corriendo
y Scrates est discutiendo.
2. Una proposicin negativa categrica, en la que apa
rece un trmino relativo, equivale a una proposicin
disyuntiva hipottica.
Propositio negativa categrica in qua ponitur aliquis
terminus relativus aequivalet uni propositioni di-
suinctivae.
Ejemplo: Scrates que est corriendo no est discu
tiendo. Esto es equivalente a: Scrates no est corriendo o
Scrates no est discutiendo.
La prueba de esta equivalencia Alberto la desarrolla
sobre la base de las consecuencias, usando principalmente
las as llamadas Leyes de De Morgan. Simbolicemos la
equivalencia usando R para correr y D para discutir. Con
una intuicin fina de la estructura de tales proposiciones,
Alberto concibe nuestra proposicin particular como una
copulativa que es negada. As la proposicin copulativa
puede ser simbolizada como sigue:
-i[R(xi) D(xi)] = [-iR(xi) v-iD(xi)j.
Una intuicin informal lo confirma, si Scrates, que est
corriendo, no est discutiendo, entonces l podra estar dis
cutiendo, aunque no es un Scrates corredor que est discu
tiendo. As, cualquier parte de la proposicin copulativa que
sea negada podra ser falsa, o, como Alberto lo expresa: la
proposicin tiene dos causas de verdad, o porque Scrates no
est corriendo o porque Scrates no est discutiendo.
Aade, entonces, unas pocas consecuencias en relacin
a la primera y segunda reglas. De la primera regla se si
gue que esto es una buena consecuencia: Scrates que
est corriendo est discutiendo, por tanto Scrates est
discutiendo,
[R(xi) D(xi)] 3 D(xi),
dado que, de una proposicin copulativa a cualquiera de
sus partes hay buena consecuencia.
De la segunda regla se sigue que esta consecuencia no
es vlida: Scrates que est corriendo no est discutiendo,
por tanto Scrates no est discutiendo, porque de una
proposicin disyuntiva a una de sus partes no hay buena
consecuencia. Sin embargo, la relacin conversa se sostie
ne, y as la consecuencia:
-iD(xi) 3 -.[R(xi) D(xi)]
es vlida.
De las siete reglas siguientes que se dan para determi
nar si un trmino relativo supone por el sujeto o el predi
cado en la proposicin precedente, seleccionaremos slo
una, la sptima:
Si el trmino antecedente es un trmino comn, en
tonces no est permitido reemplazar el trmino rela
tivo de identidad por un trmino similar al trmino
antecedente.
Si antecedens est terminus communis, non est lici-
tum ponere term inum consimilem loco relativi suo
antecedente.
No debemos entender esta regla como la negacin de
una consecuencia que es obviamente vlida, a saber: Un
hombre corre y el mismo discute, por tanto un hombre
corre y un hombre discute. Por esa razn, Alberto niega la
equivalencia del antecedente y la consecuencia de este
consecuente. As, contina, no es lo mismo decir: Un hom
bre corre y un hombre discute, y, un hombre corre y el
mismo discute. Resulta claro que de la primera conjuncin
no se infiere la segunda conjuncin. Por tanto, admite la
consecuencia:
3(x) [R(x) D(x)] 3 [3(x) R(x) . 3(x) D(x)],
pero niega la consecuencia:
[3(x) R(x) 3(x) D(x)] 3 3(x) [R(x) D(x)].
iv . R e g l a s C o n c e r n ie n te s a l M o d o d e l a
S u p o s ic i n d e T r m in o s R e la t iv o s
(Loe. cit. cap. 9)
Modo significa en este caso un tipo de suposicin.
1. Los relativos de accidentes y los relativos de diversidad
no tienen la misma suposicin que sus antecedentes; es
ms, se les llama modos de suponer, de acuerdo a los di
ferentes sincategoremas puestos junto a ellos.
Kelativa accidentium et relativa diversitatis non
habent eandem suppositionem sicut sua anteceden-
tia, immo variantur modi supponendi secundum va-
riationem syncategorematum eis praepositorum.
Ejemplo: Un cuervo es negro y todo etiope es as. As
tiene suposicin puram ente confusa, m ientras que el tr
mino antecedente negro tiene suposicin determinada.
2. El relativo de identidad supone del mismo modo que
es antecedente, y esto, si se utiliza como relativo.
Realtivum identitatis supponit. eodem modo sicut
suum antecedens, et hoc si tenetur relative.
Dado que el tipo de suposicin se cambia ms fcilmente
por la adicin de la negacin, Alberto ejemplifica la regla
usando una proposicin negativa. Asumamos que Scrates
corre y que Platn no corre. Esta proposicin ser, entonces,
verdadera: Algn hombre corre y Platn no es se. (Miquis
homo currit et Plato non est Ule.) La negacin que precede al
trmino se no le cambia la suposicin a confusa y distri
butiva, sino que la suposicin permanece determinada como
en el trmino antecedente algn hombre. Esto lo prueba
aplicando las Leyes de De Morgan. La opuesta contradicto
ria de la proposicin, Algn hombre corre y Platn no es se,
es: Ningn hombre corre o Platn es se. Sin embargo, su
ponemos que Scrates corri (que se infiere de algn hombre
corre) y que Platn no corre. As, ambas partes de la disyun
cin son falsas.
3. Si se pone el antecedente distribuido en una propo
sicin, y su relativo en la otra, de tal modo que la
distribucin de uno no recaiga sobre la distribucin
del otro, entonces no sera improcedente poner el an
tecedente distribuido en lugar del relativo.
Si antecedens distributum ponitur in una proposi-
tione et relativum suum in alia, ita quod distributio
unius non cadat super distributionem alterius, tune
non esset inconveniens loco relativi ponere suum an
tecedens distributum.
Ejemplo: La proposicin, Todos los hombres corren y
los mismos comen, es equivalente con: Todos los hombres
corren y todos los hombres comen. Dado que el anteceden
te es una proposicin copulativa, Alberto da una instancia
de la tesis vlida:
(x)[f(x) . g(x)] - [(x)f(x) . (x)g(x)].
En conexin con esta regla discute ciertas dificultades
que se crean gracias a los pronombres posesivos. En tanto que
hay gran diferencia en decir: Un burro que pertenece a
todo hombre corre, y De todo hombre un burro corre. En el
primer caso, al menos un burro satisface a la proposicin,
mientras, en la segunda proposicin, estara indicando al
menos tantos burros como hay hombres.
Esta regla y su ejemplo, como asimismo en los otros
ejemplos, son, en nuestra opinin, una prueba definitiva
de que los escolsticos tenan idea de dos o, an, ms
cuantificadores y, tambin, de la posicin de los cuantifi-
cadores, si uno es universal y el otro particular. Usando
los smbolos D para burro, M para hombre, P para
propiedad de y R para corre, podemos simbolizar la
primera proposicin (asinus cuiuslibet hominis currit)
como sigue:
3(y) <D(y) . (x) [M(x) 3 P(y, x) . R(y)]>.
La segunda proposicin: Cuiuslibet hominis asinus cu
rrit, podra hacerse explcita de la siguiente manera:
(x) <M(x) 3 3(y) [D(y) . P(y, x) R(y)]>.
v. R e g l a s C o n c e r n ie n te s a l a A m p lia c i n
(Loe. cit. cap. 10)
Ampliatio es definida por Alberto como la acepcin de
un trmino en lugar de otro u otros, ms all de lo que
actualmente es. En lugar de qu otro u otros se toma, lo
denota la proposicin en que aparece.
1. Todo trmino suponente respecto de un verbo en
pretrito, se ampla para suponer en lugar de aque
llo que fue.
Omnis terminus supponens respectu verbi de praeteri-
to, ampliatur ad supponendum pro eo quod fuit.
Ejemplo: Algo blanco fue algo negro. El trmino blanco
en esta proposicin no supone por algo que es blanco aqu y
ahora. Por esta razn, tales proposiciones son ambiguas y los
escolsticos introducen la famosa distincin: Tal trmino
puede suponer o por lo que es o por lo que fue. La proposi
cin ser verdadera en un sentido y falsa en el otro.
vi. R e g la s C o n c e r n ie n te s a l a A p e la c i n
(Loe. cit. cap. 11)
La apelacin es una propiedad del predicado. El trm i
no tcnico, apelacin, significa que el predicado tiene que
ser verdadero, fue verdadero o ser verdadero, o puede ser
verdadero, etc., en su forma propia. En otras palabras, si
la proposicin es del presente, la proposicin debe ser ver
dadera, usando el predicado, junto con el tiempo presente
y un pronombre, como sujeto. Por ejemplo: El hombre es
animal. Esta proposicin debe ser verdadera en la forma:
Este es animal. Si la proposicin es sobre el pasado, en
tonces la proposicin debe haber sido verdadera en algn
tiempo en el pasado en su forma propia. Por ejemplo: Algo
blanco fue negro. En un tiempo en el pasado, debe haber
sido verdadero decir, apuntando a aquello por lo que est
el sujeto: Esto es negro. Reglas similares se aplican a pro
posiciones futuras y conteniendo modalidades.
Estos ejemplos deben ser suficientes para dar una idea
del alto grado de desarrollo de la teora de la suposicin.
NDICE DE NOMBRES PROPIOS
Abelardo, I, 1, 33. De Morgan, 82, 83, 129, 131.
Alberto, San, 1, 4, 5, 6. Dorp, 161.
Alberto de Sajonia, xv, 9, 10,
13, 16, 18, 19, 27, 29, 30, lie, Hubert, 29.
38, 53, 65, 84, 85, 91, 106, Esser, S.V.D., xxiv.
107, 113, 121. Estoicos, xxiv, xxvi, 24.
Alemn Juan, 18.
Alejandro de Hales, 33. Frege, xxvii.
Alfarabius, 81.
Anselmo, San, 33. Gilberto de la Pore, 21.
Aquino, Toms de, 34, 42, Grabmann, M., 38, 94, 95.
Aristteles, xii, xxi, xxii, Gredt, Jos., O.S.B., xxv, 60.
xxiii, xxiv, xxvi, 1, 2, 3, 4, Grosseteste, Roberto, 4, 9.
5, 10, 20, 21, 22, 34, 54, 63,
64, 65, 66, 94, 95, 96, 97, Heytesbury, Guillermo, 11, 18.
104, 111. Hickey, xxv.
Averroes, xxiii. Holandrino, 18.
Avicenna, 8.
Kant, xxii.
Baeumker, Cl., 18.
Bochenski, I. O.P., xxiii, 38, Lamberto de Auxerre, 12, 34.
65, 94. Lewis-Lanford, xxvii, 73.
Boecio, xii, 1, 2, 3, 4, 4-7, 54, Loe, P., 2.
63. Lukasiewicz, J., ix, xxiii,
Bonaventura, 34. xxvii, 65.
Boole, xxvii.
Bradwardine, 17. Manlevelt, Toms, 18.
Buridn, Juan, xvi, 11, 15, Maritain, J., xxv.
36, 99, 100, 106. Marsilius von Inghen, 12.
Burleigh, Walter, xiv, xvi, 11, Michalski, M., 101, 106.
12, 17, 29, 38, 53, 54, 55, Mullally, J., xvi, 40.
56, 57, 58, 59, 60, 101, 102,
104, 105, 106, 107, 108. Nicolai, Juan, 54.
Carnap, R., xii, xxvii. Ockham, Guillermo de, x, xi,
Clencton, Ricardo, 11. xiii, xiv, xv, xvii, 9, 13, 18,
Croce, xiv. 26, 38, 44, 45, 46, 47, 48,
49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, Quine, W., xxvii.
56, 58, 59, 60, 62, 65, 66,
67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, Raymundo Lulio, xxv.
74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, Ritter, 12.
81, 82, 83, 84, 85, 87, 89, Robertus de Flandes, 18.
96, 98, 99, 100, 106, 107, Russell, B., xvii, xxvii.
111 , 112 , 121, 122 .
ODonnell, R., C.S.B., 8, 24. Salamucha, J., xxiii, 65, 77,
110 .
Peano, xvii. Scholz, H., xx, 3.
Peixoto, S.J., xxii. Schum, 13.
Pedro Hispano, xiv, xv, xvi, 9, Shyreswood, Guillermo de,
12, 14, 21, 34, 38, 40, 42, xv, 8, 11., 12, 17, 19, 24, 34,
44, 49, 54, 56, 59, 94, 98, 56, 57.
99, 100. Siger de Brabante, 11.
Porfirio, I S, 1, 2, 94, 96, 97, Siger de Courtrai, 11.
107. Swineshead, Roberto, 11, 17.
Post, xxvii.
Prantl, ix, 106. Tartareto, 18.
Prisciano, 24.
Wallerand, G., 10.
Whitehead, A., xxvii.
Este libro se termin de imprimir en junio de 2007
en los talleres de Diseo e Impresos Sandoval
Tels. 5793-4152, 5793-7224,
la edicin consta de 500 ejemplares
ms sobrantes para reposicin.