La Partidocracia Uruguaya

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LA PARTIDOCRACIA URUGUAYA

Historia y teora de la centralidad de los partidos polticos

Gerardo Caetano
Jos Rilla
Romero Prez

La manera de historiar lo poltico es localista, parroquial, asocial, epicntrica, narrativista,


institucionalista, juridicista, ingenuamente ideolgica. La memoria pareca ms un registro que
una construccin de quien observa (P.38), donde se descarta la dimensin econmica y social.
Pero en los ltimos 20 aos donde se ha avanzado en esto, el modelo piveliano entra en crisis.
Pivel muestra la secuencia: el nacimiento de la repblica; Rivera, Oribe y la Guerra Grande; los
intentos de consolidacin nacional entre 1852 y 1875; y finalmente la triada militarismo,
civilismo, estatismo.
Hacen una anlisis a travs de mejores preguntas,larga duracin, cuantificacin, para poder
llegar a la historia poltica y su reescritura. Un anlisis desde tres perspectivas: 1)posible
asimilacin entre la historia poltica uruguaya y la peripecia de sus pp, que ofrece adems fuertes
rasgos de permanencia. 2) pertinencia de una consideracin sistmica de los pp a partir de la
configuracin del sistema de partidos modernos (1910-34) repblica conservadora. 3) pertinencia
de inscribir la referencia a la centralidad de los partidos dentro del marco ms general de las
relaciones partidos-Estado y sociedad.
Poltica de partidos: esa centralidad de los partidos uruguayos como actores polticos dominantes
constituye una lnea de larga duracin de nuestra historia y una clave configuradora de nuestra
poltica(p. 41). Ni siquiera el proceso cvico-militar logr borrar las identidades partidarias ni el
sistema de lealtades que siempre las nutri. La centralidad del rol de los partidos dentro del
sistema poltico constituye un fenmeno altamente atpico en los pases de A. Latina. La
relevancia de los pp se vincula con otras peculiaridades de la sociedad uruguaya: una
estratificacin social que revela histricamente bajos niveles de tensiones interclasissitas, un
Estado tradicionalmente inclusivo y relativamente autnomo, un elenco poltico con fuertes ndices
de adensamiento grupal y persistencia, una cultura poltica mesocrtica y fuertemente referida a la
postulacin de una repblica de ciudadanos
Destacan como rasgo estructural, el peso formidable de la tradicin electoralista sobre el conjunto
de los actores polticos, una caracterstica que data de las primeras dcadas del siglo XX, cuando
se verificaron muy altos ndices de participacin electoral y un crecimiento del electorado. Esta
referencia electoralista guarda asimismo relacin con el papel decisorio que muchos actos
comiciales han tenido en la historia del pas (ej: alto al reformismo del Batllismo, victoria
nacionalista de 1958, plebiscito de 1980), ni la dictadura pudo ajenizarse de esta regla tan
uruguaya.
RAZONES DE LA POLTICA DE PARTIDOS Y CIUDADANOS, POLTICA AMPLIA Y
PROFUNDAMENTE ELECTORALIZADA:1) extenso repertorio de funciones y tareas que han
desempeado los partidos. 2) incorporacin del inmigrante a la actividad poltica y a su plena
nacionalizacin 3) desenvolvimiento y progreso refinamiento 4) involucramiento ciudadano de la
casi totalidad de la poblacin profundiza el consenso democrtico al punto de ser sinnimo de
ser nacional.
La centralidad de los partidos no solo ha operado en sentido favorable respecto del destino y de la
trama de la nuestra poltica. El hecho de que muchos de los vicios y desequilibrios presentes en la
vida poltica cotidiana de los uruguayos hayan sido transferidos fundamentalmente desde los
partidos, constituye un nuevo elemento que reafirma su carcter de actores polticos dominantes.
La extensin del clientelismo es una base de sustentacin de la expansin del Estado.
Otro rasgo estructural de la poltica uruguaya remite a su fuerte proclividad a la permanencia y a la
continuidad. Parece ms fcil conservar y permanecer que innovar y ello se reflejaba en la
dinmica de funcionamiento de los partidos.
Cambio compatible con la continuidad. De all la trascendencia del sealamiento de fenmenos
como la capacidad de los partidos de adaptarse por autotransformacin, la persistencia de su
sistema de lealtades y de su identidad histrico-tradicional con actores polticos del pasado, la
influencia de su permanencia dialctica entre novedad y tradicin.
Crtica a hacer una historia nacional con los pp como sujetos principales, proponen que en los
fundamentos de la democracia del pas se afirmaran en las luchas del S.XIX y en pautas
culturales gradualmente elaboradas. Esta mejor comprensin histrica se proyectara sobre la
evolucin actual del sistema partidario y habilitara una interpretacin ms ajustada. Asimismo
ste nfasis por la accin de los partidos no supone conceptuarlos como los nicos actores. Da
cuenta de un fenmeno estructural en el conjunto del sistema poltico, cuyo papel desempeado
se refuerza precisamente en la atencin y en el anlisis del papel desempeado por los otros
actores en frecuente articulacin operativa con los partidos.
La centralidad partidaria surge como una alternativa dentro de una serie de posibilidades que
ofrece al menos las de la condicin axial del Estado, de las FF.AA., o alguna otra corporacin
titular de funciones de gobierno, del Cuerpo Electoral-Opinin Pblica, de la Iglesia u otra
institucin religiosa, etc.
Qu distingue la primaca de los partidos dentro de esta gama? Dos perspectivas: la primera
recae sobre la trama de interacciones de Sociedad Civil y Estado. Los partidos muestran un
fuerte influjo socializador, sus signos forman parte de las identidades, familiares,
culturales, generacionales. El Estado, aparece ms como negociado que como unitario, destaca
sus dimensiones de pacto por encima de sus dimensiones de fusin. La segunda perspectiva
tiende hacia las cualidades de la ciudadana de una partidocracia. Se vinculan a una cultura
masiva del voto, a cierta reflexividad, poltica del hombre comn. La propensin de las masas
adherentes a caer en acatamientos mecnicos impele a los partidos a aventuras para las que el
xito suele sobrevenir tan rpidamente como su anulacin. Las partidocracias se asientan en la
cotidianeidad, no el los autnticos supuestos momentos estelares de la historia.
PERMANENCIAS: 1) continuidad y fortalecimiento del tradicionalismo poltico: desafiados por lo
que significaba la implantacin del sufragio universal recibieron sin embargo una plena
confirmacin electoral. 2)Bipartidismo electoral y multipartidismo cotidiano: el primero funcionaba
como tal en las instancias electorales encubriendo luego la plena vigencia de un sistema de
partidos mltiples.3) sistema electoral funcional a la permanencia de la estructura partidaria
configurada: el voto doble simultneo posibilitan la compleja traduccin del multipartidismo real
en ese bipartidismo electoral. 4)Congelamiento relativo de la constelacin partidaria 5)
Vinculacin estrecha entre el sistema de partidos y el Estado (diversas formas de coparticipacin)
6)elenco poltico estable y desigualmente entrelazado con la sociedad: desde fines de la dcada
de los diez fue notoria una fuerte penetracin conservadora dentro del elenco poltico, pero no se
tradujo en un cambio total de hegemonas en esos mbitos.
Cules fueron los factores que facilitaron y promovieron ese probado poder de inercia del
sistema? El papel cumplido por los recursos de autorregulacin del sistema partidario. Junto a l
actuaron otros como el clientelismo, el carcter continuadamente homogneo del elenco poltico,
la capacidad de adaptacin y mutacin de la doble tradicionalidad dominante, el policlasismo de
los partidos, etc.
Es indudable el peculiar arraigo y la persistencia de la doble tradicionalidad blanqui-colorada, que
constituy el gran pivote para muchas de las dems permanencias del sistema. Estos cuatro
factores (los recursos homeostticos del sistema, la escasez relativa de desafos de ruptura
provenientes de la esfera social, el potencial estabilizador de la continuidad de la doble
tradicionalidad dominante, el alto grado de legitimacin colectiva alcanzado por el sistema)
constituyeron algunos de los aspectos que facilitaron las permanencias de la estructura partidaria.
PARTIDOS-ESTADO-SOCIEDAD
El factor partidos pasa a complementar la ecuacin ms tradicional de Estado y sociedad,
constituyndose en el eje configurador del nuevo modelo propuesto.
Catalogan a la historiografa poltica uruguaya de precaria sobre el S.XIX, ya que en sentido
estricto no hay partidos sino bandos o facciones. Estos no se definen ni actan como los partidos
modernos. La centralidad de los partidos se percibe mucho ms ntidamente una vez configurado
el sistema poltico moderno durante las primeras dcadas del siglo XX. En ese sentido, el perodo
de vigencia de la segunda constitucin (1919-33) constituy sin duda un perodo fundacional al
respecto, con la experiencia de la colegializacin parcial de resortes fundamentales de la
Administracin y la consolidacin de la electoralizacin del sistema poltico.
El Estado uruguayo en su conjunto no ha podido desprenderse casi nunca de la referencia
partidaria. Luego de su primera fundacin bajo Latorre, el Estado vio consolidada su
modernizacin bajo los impulsos de un partido de Estado como lo fue el batllismo; la experiencia
de la coparticipacin y aun del clientelismo terminaron de atarlo al rumbo del sistema de partidos.
Salvo circunstancias coyunturales, no prosperaron intentos de representacin exclusivamente
corporativa, procesndose la incorporacin a la Administracin de personas del mundo
empresarial tambin a travs de los partidos. Salvo el caso bastante excepcional aunque decisivo
de las FF.AA., el Estado no prohij la gestacin de actores polticos extrapartidarios, aunque s, en
cambio, contribuy a consolidar liderazgos al interior de los partidos (Viera, Pacheco). La ltima
dictadura parece orientar a pensar que los partidos no vivieron del Estado, que pudieron
prescindir de l durante ms de una dcada sin que peluigraran su identidad ni su lealtades. Es
posible afirmar que el Estado fue ms pieza clave de la relacin entre los partidos que de la
relacin de los partidos con la sociedad.
Desde la sociedad tampoco parece comprometerse la centralidad de los partidos. La captura ya
tradicional de lo social organizado por lo partidario parece configurar un nuevo elemento
confirmatorio.

LA PARTIDOCRACIA URUGUAYA: Aportes para la discusin de una hiptesis


Carlos Demasi

Los autores eran conscientes de lo novedoso de su experimento y de la necesidad de una


renovacin de los enfoques (aluden en el texto la crisis del modelo piveliano y la necesidad de
reescribir toda la historia del s.xix), por lo que proponen tres vas de acceso a una historia poltica
renovada: mejores preguntas, larga duracin, cuantificacin.
Partidocracia de qu hablamos? Lo que parece el objeto central de su objecin no se presenta
como proposicin a demostrar sino como un postulado a admitir. Centralidad de los partidos
aparece en trminos imperiosos y a partir de ah se extiende en las potencialidad del enfoque
propuesto sin retomar las definiciones pendientes. Los autores optan por hablar de centralidad de
los partidos en vez de partidocracia como es el ttulo, sin definir las notas caractersticas del
objeto: qu cosa son los partidos que ocupan ese lugar privilegiado y cundo y cmo instalaron
su centralidad en el sistema. Al trmino partido se lo alude como si se tratara de un fenmeno
natural cuya definicin resulta innecesaria por obvia. El cundo recibe precisiones muy vagas:
desde las primeras dcadas del s. XX. Estas confusiones inciden directamente sobre la
pretensin innovadora del artculo.
El centro del anlisis son las colectividades tradicionales, a las que el texto tiende a identificar
como los partidos por antonomasia; ocasionalmente- y para aspectos parciales-se introduce
expresamente la salvedad de que se incluye a todos, no solo los tradicionales. Si el campo
partidario coincide tan exactamente con el de los partidos tradicionales, tambin la percepcin de
la centralidad aparecer rgidamente acotada.
Algunas de las debilidades centrales del enfoque propuesto en la primera parte del artculo, que
pueden expresarse en cierta incompatibilidad existente entre una forma de abordaje
interdisciplinario que jerarquiza principalmente los aspectos ms formalizables del sistema para
lo que hay que suponerlo muy estable combinada con el sealamiento de cambios a lo largo del
tiempo, algo que por definicin postula la mirada histrica.
LA LARGA DURACIN: Critica que pueda estudiarse la historia poltica uruguaya nicamente
desde la larga duracin. Presentada en este contexto la invocacin a la larga duracin, tan comn
en la vulgata braudeliana, reclama ser debatida por lo menos desde tres ngulos diferentes: su
importancia especfica,su aplicabilidad al caso de la historia poltica en general y su relevancia en
el caso de la historia poltica uruguaya en particular.
La historiografa tradicional ya ha empleado ejes de larga duracin para analizar la poltica, por lo
menos desde la Historia de los partidos polticos de Pivel, l ya instal
a los partidos polticos como agentes de larga duracin: surgidos de una matriz preexistente
desde la colonia, representan el invariante de un relato donde todo lo dems es efmero y se
constituyen como categoras inmutables que configuran todas las etapas del pasado.18 En ese
sentido Pivel ya habra manejado tambin el concepto partidocracia (ya que no el trmino)
presentando la evidencia de una historia centrada en los partidos polticos; es curioso ver cmo en
algunos momentos el artculo de 1987 parece hundirse insensiblemente en el pantano piveliano
de la mismidad histrica, por ejemplo cuando hace remontar la partidocracia a la etapa
fundacional del Estado.19 Ciertamente la mirada de larga duracin permite superar el paso
jadeante de la historia poltica, pero muchas veces tiende a naturalizar fenmenos que son
productos histricos, lo que puede llevarnos a olvidar que existi un efecto inicial de alteridad que
marc su comienzo.Por esa razn resulta inquietante que en el repertorio de preguntas que
propone el artculo de 1987 no aparezca el qu ni el cundo de los partidos, es decir que no se
percibe la necesidad de una definicin ms o menos precisa y de la bsqueda de un modelo
esquemtico que explique las formas de su permanencia desde el comienzo (cuandoquiera que
haya sido) y el presente.
Los partidos polticos tienen su comienzo, que les es propio y no se confunde ni con el surgimiento
del Estado, ni con el de la vida independiente, pero eso no se hace presente ni en Pivel ni en el
artculo de 1987.
LA CENTRALIDAD COMO SIGNO:
Analiza la hiptesis en cuanto sntoma de las prcticas sociales que presidieron su creacin. No
se trata de opciones voluntarias sino de manifestaciones de un discurso de la identidad que
expresa a travs de los autores. La partidocracia resulta un fenmeno reconocible a partir de las
primeras dcadas del S.XX trazar la centralidad y especifidad. El texto analizado as comunica
algo sobre su poca (1987). democracia y cambio social aparecen como trminos antagnicos y
los experimentos que pretendieron hacerlos compatibles eran riesgosos.
bipartidismo electoral y multipartisimo cotidiano no es contradictorio con centralismo?
Por un lado destacan la autonoma de los partidos, por otro lo relacionan fuertemente con las
clases altas no se entiende una centralidad de los partidos que termina siendo instrumentada
por un grupo social. la centralidad correspondera, de ser as, a ste grupo y no a los partidos
(que sera instrumentos)
Hechos posteriores (intendencia de Mdeo. Ganada por el FA) hacen tambalear a ste punto del
artculo no se cuestiona que no pudo predecirlo sino que la larga duracin no debera afectarse
por esto, pero sin embargo pas.
UTILIDAD DE LA PARTIDOCRACIA:
Larga duracin como factor restrictivo para crear una nueva historia poltica. Si atendiera la
hiptesis partidocracia ms a las rupturas que a las permanencias s se definiran con
precisin los factores de larga duracin en los que se enmarca, as como las modalidades de
transformacin de stos factores, funcionaran mejor.

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