En Donde Dice La Biblia Que - Miguel Angel Fuentes IVE PDF
En Donde Dice La Biblia Que - Miguel Angel Fuentes IVE PDF
En Donde Dice La Biblia Que - Miguel Angel Fuentes IVE PDF
[En razn de que muchos lectores tal vez no entiendan o no puedan pronunciar las
palabras escritas en caracteres griegos, he trascrito las mismas en nuestro alfabeto. Para
simplificar omito ordinariamente los espritus suaves -los speros se trascriben con una "h"
que se debe pronunciar como una "j" suave- algunos acentos y la iota suscrita, que no afecta a
la pronunciacin].
a =a h =e n=n t =t
b =b q = th x=x u =u
g =g i =i o=o f = ph
d =d k =k p=p c =j
e =e l =l r=r y = ps
z =z m =m s, j = s w =0
=h
Captulo 1
La cuestin fundamental
En este primer captulo -clave para este libro no slo por la importancia que revisten en
s las cuestiones consideradas en l sino por el lugar que stas ocupan en la estructura de este
escrito- tocaremos dos puntos claves: el primero, que los protestantes en general, y en
particular las sectas que apelan constantemente a la Biblia, no pueden fundamentar el uso que
hacen de ella; es decir, no saben por qu usan la Biblia. La usan, tanto para su devocin y
alimento particular (lo cual alabamos y deseamos que continen hacindolo) cuanto para
objetar a los catlicos las enseanzas principales de nuestra fe (quin no ha escuchado hasta
el cansancio la pregunta: dnde dice la Biblia que...?), en lo cual hay un abuso pasmoso,
puesto que precisamente ellos deberan primero probar por qu tiene que estar en la Biblia lo
que nosotros enseamos y creemos, lo cual no pueden hacerlo, porque la Biblia no dice que
todo tiene que estar all. Atencin con esto: no estamos diciendo que las verdades de nuestra
fe no estn en la Biblia, sino que, si bien estn all (explcita o implcitamente, como veremos
en los siguientes captulos), el que "tengan que estar" no es doctrina bblica. Por otro lado, se
supone que si ellos pretenden que una verdad para ser creda deba estar en la Biblia, es
porque creen que la Biblia es Palabra de Dios; pero cmo saben y prueban esto? dnde dice
la Biblia que ella es Palabra o Revelacin de Dios?; es ms, en dnde dice la Biblia qu es
la Biblia, es decir, cuntos y cules libros forman parte de la Biblia? En ninguna parte! No
se preocupen! La Biblia es Palabra de Dios, y los libros que se contienen en nuestras Biblias
son inspirados por Dios (aunque en algunas Biblias protestantes falten algunos libros o
algunos de ellos estn all pero como de dudosa inspiracin); pero slo la Iglesia catlica y la
Tradicin pueden garantizar esta verdad: que la Biblia es Palabra de Dios y que est
conformada por tales y cuales libros y que tales o cuales traducciones responden al sentido
literal de los textos originales. Esto los protestantes lo aceptan en su conclusin (la
inspiracin de la Biblia) pero no en sus premisas o causas (que la nica garante de esta
verdad, o sea, la nica que puede garantizar que esta verdad es verdad, es la Iglesia catlica).
Con la Reforma de Lutero, Calvino y Zwinglio (antes haba habido otros intentos similares,
algunos de los cuales todava perduran, como el de Juan Hus, pero no fueron tan
determinantes histricamente como la obra de estos llamados reformadores o rebeldes al
magisterio de la Iglesia catlica) los primeros protestantes (y luego las iglesias y sectas que se
desmembraron de ellos hasta nuestros das) se quedaron con esta verdad, pero rechazaron a la
Maestra que la enseaba y la garantizaba (la Iglesia), cayendo en un fidesmo (o sea en un
acto no de fe sino de fe verdaderamente ciega, que no se confunde con la fe verdadera).
La segunda verdad que quiero exponer en este captulo es que la Tradicin no se
contrapone a la Biblia, sino que la complementa, y ms todava, es la que le hace de soporte y
garanta; y que incluso esto es una doctrina bblica! Sin la Tradicin no sabramos que hay
libros inspirados, ni cules son, ni cmo deben entenderse.
Los cristianos no catlicos no pueden fundamentar el uso que hacen de la Biblia
Las objeciones y dificultades que ponen los no catlicos son numerosas, casi todas
basadas en malas comprensiones de textos bblicos o lecturas parciales de la Sagrada
Escritura. Trataremos en los siguientes captulos de responder catlicamente a cada una de
esas objeciones. Sin embargo, hay un problema fundamental que, para ser honestos, los
cristianos no catlicos deben resolver primero, y es el problema de los principios
fundamentales de su fe cristiana. Ellos presentan muchas dificultades, todas a partir de su
lectura personal de la Biblia; pero el hecho fundamental es que, para poder hacer esto,
primero deben justificar por qu usan la Biblia y qu derecho tienen para hacerlo, y, segundo,
deben justificar con qu derecho ellos se atribuyen el derecho de interpretar privadamente la
Biblia. El recurso exclusivo a la Biblia y el derecho de interpretarla privadamente son los dos
grandes principios que todo el cristianismo no catlico ha heredado de los primeros
reformadores. El gran problema del cristianismo no catlico es que los dos principios son
imposibles de fundamentar y llevan a un crculo vicioso y a un callejn sin salida.
Empezar, pues, demostrando la inconsistencia de estos principios. Y como ellos son
claves, al tocar en los siguientes captulos las distintas objeciones que los no catlicos
presentan a los catlicos apoyndose en la Biblia, volver una y otra vez a recordar que en
lnea de principio no se les debe responder a sus objeciones hasta tanto ellos no demuestren
con qu derecho usan la Biblia; mis respuestas a las objeciones puntuales, por tanto, sern
ms bien de carcter ilustrativo para los mismos catlicos (es decir, para ayudarles a
profundizar su fe) puesto que un no catlico, al no poder demostrar su derecho a usar la
Biblia, tampoco puede exigir una respuesta a sus preguntas (que no obstante, por caridad,
podemos darles).
En este primer captulo har varias referencias a un valioso opsculo publicado hace
muchos aos por el gran apologista catlico, Antonio J. Colom, S. J., titulado "Cmo
defender nuestra fe". El tema que trata all el P. Colom se encuentra tambin en numerosos
textos clsicos de apologtica catlica; l tiene el mrito de formular los argumentos con gran
precisin y poder de sntesis; en varias partes lo citar textualmente.
Nota: quiero aclarar que no pretendo que los protestantes dejen de usar la
Biblia; al contrario, sta es una de las riquezas que encierran todas las
denominaciones protestantes y, hay que reconocerlo honestamente, en muchos
casos tratan los Libros Sagrados con mayor veneracin que muchos catlicos.
En esto hay catlicos que tienen mucho que aprender de nuestros hermanos
protestantes: su amor por la Escritura, su asidua lectura e incluso estudio, su
constante recurso a ella, el usarla como medio de oracin, etc. Pero esto no
quita que ellos no puedan fundamentarla y que, por tanto, no tengan derecho a
usarla para combatir a la Iglesia catlica, la cual les ha legado el don
inestimable de la Palabra de Dios.
Los principios fundamentales del protestantismo son dos: sola Scriptura (la sola
Escritura) y sola fide (la sola fe; se podra aadir un tercero: sola gratia -la sola gracia-, pero
puede reducirse al de sola fide, y ambos principios en realidad se derivan del primero, puesto
que profesan la salvacin por la sola fe precisamente porque as entienden que est revelado
en la Escritura). Es el primero el que nos interesa aqu, pues es el que hace referencia a la
Biblia (el segundo es la sntesis de su teologa de la salvacin y de la moral, que analizaremos
ms adelante).
El principio de sola Scriptura, formulado por Lutero significa dos cosas:
(a) que la Biblia es palabra de Dios (y por tanto, debemos creer todo lo que ella
dice) y no hay ms palabra de Dios que la Biblia (por tanto, se ha de creer solamente
lo que dice la Biblia, de donde brota el rechazo de toda Tradicin y Magisterio de la
Iglesia).
(b) que cada uno ha de interpretarla por s mismo (llamado "principio del libre
examen").
ste es un principio universal para todos los protestantes: slo la Biblia es la norma de
fe, y ms propiamente la interpretacin que cada uno hace de la Biblia, es la norma de fe.
Precisamente esto es lo que ha llevado, desde la Reforma de Lutero, a tanta multiplicacin de
iglesias protestantes y luego de sectas derivadas: cada uno interpreta privadamente la Biblia...
encontrando en ella cosas diversas! Ya en vida de Lutero ocurri esto con los anabaptistas, a
quienes l combati incluso militarmente.
Nuestra afirmacin es la siguiente: los protestantes no pueden demostrar ninguno de
estos dos principios, por tanto, en rigor no pueden demostrar el valor de su religin ni pueden
con honestidad objetar a nadie nada usando la Biblia, puesto que ellos no pueden demostrar
que sea Palabra revelada por Dios.
El P. Colom relata lo siguiente: "Una vez, hablando en Asuncin (Paraguay), con dos
misioneros mormones, y diciendo ellos en su Credo (Art. 8): Creemos que la Biblia es la
palabra de Dios hasta donde est bien traducida, les pregunt cmo saban ellos si estaba
bien traducida. Me respondieron que 'por la imposicin de manos que haban recibido'. Para
probarles que no era verdad lo que decan, les propuse presentarles cien textos de la Biblia,
algunos de ellos expresamente mal traducidos por m. Entregara un ejemplar de los cien
textos a cada uno de ellos para que, por separado, pusiesen una cruz a los mal traducidos. Si
era verdad lo que decan (que por la imposicin de manos que haban recibido conocan si un
texto de la Biblia estaba bien traducido) los dos coincidiran al sealar con una cruz los mal
traducidos. No aceptaron. Incluso uno de ellos se desdijo, confesando que l no poda
conocer si un texto estaba mal traducido. Aceptaran los protestantes que dicen conocer que
la Biblia es palabra de Dios por el efecto que les produce su lectura, la prueba que les
propuse a los misioneros mormones? Y, en cuanto a stos, si creen en la Biblia en cuanto est
bien traducida, y no saben cundo est bien traducida, pueden creer en la Biblia?"
(c) Por qu, si nosotros tenemos la misma naturaleza que los miembros de las
sectas protestantes, al leer la Biblia no advertimos que sea palabra de Dios por el
efecto que nos produce su lectura? Y si nosotros no lo advertimos, tampoco ellos los
advertirn; por tanto, es falso lo que dicen.
Adems, si esto fuese verdad, para saber que un escrito no es palabra de Dios, habra
que leerlo para advertir que no produce aquel efecto y, por lo tanto, no es palabra de Dios. Y
hanledo las sectas todo lo que se ha escrito en el mundo para decir que slo lo que est
en la Bibliaes palabra de Dios? Si no han ledo todos los libros, cartas, peridicos, revistas,
etc., que se han escrito en el mundo, cmo saben que slo lo que est en la Biblia es Palabra
de Dios?
Por este motivo, el que no haya ms libros inspirados que los que tenemos en la Biblia
es doctrina de la Iglesia catlica, no de la misma Biblia.
Nota: Soy consciente de que al traspasar el peso de la prueba sobre la Iglesia,
estoy pasando el problema de la Sagrada Escritura al Magisterio y a la
Tradicin; stos deben demostrar su autoridad divina (o sea, conferida por
Dios) con pruebas histricas y milagros, de lo contrario, tampoco estaramos
obligados a creerles a ellos. La historia de la teologa catlica jams ha
soslayado este tema, creando precisamente los tratados teolgicos De vera
religione ("sobre la verdadera religin") y De vera Ecclesia ("sobre la
verdadera Iglesia"), para atender a estas cuestiones. El honor y el rigor de la
verdad nos obligan a decir que la Iglesia primero debe probar su autoridad
divina; luego -probada aqulla- podr garantizar el valor revelado de sus
Escrituras.
Hace ya muchos aos el mismo P. Colom afirmaba: "Llevo ms de veinte aos pidiendo
a las sectas protestantes, a sus fieles, a sus pastores, que me prueben por escrito, para que
conste lo que han dicho, que la Biblia es palabra de Dios. Lo he pedido en conferencias,
por radio, en ms de treinta mil hojas que se han repartido, personalmente,... Nadie ha
contestado. Un pastor adventista del Sptimo da muy conocido, har unos veinte aos que
me prometi que lo probara. A los pocos das confes que no lo poda probar. Hace unos
meses, otro pastor adventista prometi lo mismo, para confesar despus hay testigos que
no lo puede probar. Otros que tambin prometieron probarlo, han callado. Veran, como
vieron los adventistas, que no lo pueden probar. Por esto, cuando los catlicos son visitados
por algn miembro de las sectas, con la Biblia en la mano y la intencin de quitarles la fe,
pdanles que, antes de abrir la Biblia, les prueben por escrito que la Biblia es palabra de
Dios... Y si se atreven a probarlo, que me escriban".
Nota: Cuando decimos "probar" nos referimos a una "demostracin"
cientfica; la fe en la Palabra de Dios no se opone a la demostracin de los
fundamentos de la fe (no del contenido de la misma fe). Por tanto, hablamos de
probar con razonamientos verdaderos, regidos por las leyes universales de la
lgica (aunque sean expuestos en lenguaje sencillo y popular), de lo contrario,
no hay prueba que valga (las que me han intentado dar algunas personas o
caen en peticiones de principio -crculo vicioso- usando como argumento
probatorio aquello a lo que deberan llegar como conclusin; o usan trminos
equvocos, etc.).
A veces sucede que cuando un catlico les pide a los miembros de las sectas que
prueben que la Biblia es palabra de Dios, stos le preguntan si l cree que lo es, y si lo cree,
para qu probrselo? No hay que caer en este sofisma, puesto que los catlicos creemos que
la Biblia es Palabra de Dios apoyndonos en la autoridad del magisterio de la Iglesia. Por el
contrario, si algn protestante nos responde as, habra que decirle: "Usted cree que la Biblia
es Palabra de Dios por el mismo motivo que lo creo yo? Porque si cree por el mismo motivo,
entonces est aceptando que la Iglesia catlica es la Iglesia verdadera fundada por Jesucristo
y que tiene autoridad infalible para determinar qu libros son inspirados por Dios y cules no.
En tal caso: bienvenido al catolicismo!"
Otro problema serio se presenta para los protestantes con las traducciones de la Biblia.
La Biblia es palabra de Dios; pero la Biblia inspirada por Dios no ha sido escrita en nuestras
lenguas modernas. Algunos de sus textos originalmente fueron escritos en hebreo y otros en
griego. Nosotros tenemos traducciones de la Biblia; y toda traduccin, al no poder verter en
la lengua a la que quieren traducir, toda la riqueza del original, tiene que aadir expresiones
para hacerse entender, las cuales aaden o quitan palabras al texto original. Esto lo hace notar
la misma Biblia, puesto que el libro del Eclesistico comienza con un prlogo del traductor
(nieto de Jess ben Sir, autor del libro) que reconoce lo siguiente: "Las palabras hebreas
pierden mucho de su fuerza trasladadas a otra lengua. Ni es slo este libro, sino que la
misma Ley y los Profetas, y el contexto de los dems libros, son no poco diferentes de cuando
se anuncian en su lengua original"5.
Ahora bien -nuevamente recurro a los argumentos del P. Colom-, cuando las sectas se
presentan con la Biblia, se les puede preguntar: "Esto es la Biblia o una traduccin de la
Biblia?". Han de decir que una traduccin. "Si es una traduccin aada el catlico
dnde dice la Biblia que se puede traducir? Dnde dice la Biblia que esta traduccin est
bien hecha y no contiene errores?, pues, segn ustedes hemos de creer solamente lo que dice
la Biblia". Para probar que la Biblia se puede traducir y que la traduccin est bien hecha y
no contiene errores, hace falta una autoridad distinta de la Biblia puesto que la Biblia no lo
dice y posterior a ella y a la traduccin, autoridad que las sectas no admiten.
NOTAS:
1
Esto lo demuestra a travs de distintas vas que conforman lo que se denomina el tratado
apologtico sobre la Iglesia. Puede verse cualquiera de los tratados tradicionales como el de
Albert Lang, "Teologa fundamental", Rialp, Madrid 1966, tomo II; Vizmanos-Riudor,
"Teologa fundamental", BAC, Madrid 1966, etc.
2
Se puede ver sobre este tema la voz Apcrifos en, Francesco Spadafora, Diccionario Bblico,
Ed. Litrgica Espaola, Barcelona 1968, 44-51. Tambin lo diremos ms adelante indicando
la bibliografa.
3
Vase lo que diremos ms adelante al tratar el tema del Canon bblico.
4
Esta carta, que parece ser de los ltimos escritos de San Pablo, debe ser datada poco antes
del ao 67 (1Tim y Tito son del 65), siendo anterior al Apocalipsis (hacia el ao 95), al
Evangelio de Juan y a la 1Juan -posteriores al Apocalipsis. De los mejores estudios sobre las
llamadas "epstolas pastorales de san Pablo" (Tito, 1 y 2 Timoteo) es la obra del profesor de
la Universidad de Fribourg, Suiza, Ceslaw Spicq, Les pitres Pastorales, Tomo I y II,
Gabalda Ed., Pars 1969.Libro del Eclesistico, Prlogo, vv. 15-26. Algunos no consideran
cannico este prlogo en cuanto no parece pertenecer al mismo libro del Eclesistico, sino
que es una traduccin del original; pero es importante su testimonio para ver este problema
que estamos sealando.
7
Cf. C. Spicq, Les pitres de Saint Pierre, Gabalda Ed., Paris 1966, pp. 224-226.
8
Ps. Clemente, Homila 2,22. No se trata de Clemente Romano sino de otro Clemente,
denominado "Pseudo" Clemente para diferenciarlo del pontfice del mismo nombre.
9
Bob Sungenis, De la controversia a la consolacin, en: Patrick Madrid, Asombrado por la
verdad, Basilica Press, Encinitas, Estados Unidos 2003, p. 135-137.
Se opone la Tradicin a la Escritura?
La mayora de las cuestiones que tratamos en este libro forman parte de una nica y
gran verdad; por esta razn muchos temas vuelven a aparecer en los diferentes argumentos
considerados. Si los volvemos a ver, a pesar de haber sido ya mencionados, es para
profundizar un poco ms en los mismos y avanzar algo ms en su entendimiento; pedimos
disculpas, pues, de las reiteraciones que se encontrarn en estas pginas.
Al analizar brevemente la afirmacin protestante segn la cual "no hay ms revelacin
ni autoridad doctrinal que la contenida en la Biblia", hemos ya mencionado que esta doctrina
no es bblica. En ningn lugar la Biblia dice eso; es ayuda es ofrenda", se no tendr que
honrar a su padre y a su madre. As habis anulado la Palabra de Dios por vuestra
tradicin. (Mt 15,3-6).
Una crtica semejante encontramos en Marcos: Se reunieron junto a l los fariseos, as
como algunos escribas venidos de Jerusaln. Y al ver que algunos de sus discpulos coman
con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judos no comen sin
haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradicin de los antiguos, y al volver
de la plaza, si no se baan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradicin,
como la purificacin de copas, jarros y bandejas-. Por ello, los fariseos y los escribas le
preguntan: "Por qu tus discpulos no viven conforme a la tradicin de los antepasados, sino
que comen con manos impuras?". l les dijo: "Bien profetiz Isaas de vosotros, hipcritas,
segn est escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazn est lejos de m. En
vano me rinden culto, ya que ensean doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el
precepto de Dios, os aferris a la tradicin de los hombres". Les deca tambin: "Qu bien
violis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradicin! Porque Moiss dijo: Honra
a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la
muerte. Pero vosotros decs: Si uno dice a su padre o a su madre: 'Lo que de m podras
recibir como ayuda lo declaro Korbn -es decir: ofrenda-', ya no le dejis hacer nada por su
padre y por su madre, anulando as la Palabra de Dios por vuestra tradicin que os habis
transmitido; y hacis muchas cosas semejantes a stas" (Mc 7,1-13).
stos son los dos nicos lugares del Nuevo Testamento en que aparece la expresin
griega paradosis presbyteron, tradicin de los antiguos o ancianos. San Pablo emplea una vez
el giro anlogo de tradiciones humanas (cf. Col 2,8).
Nuestro Seor opone la Palabra de Dios no a cualquier tradicin, puesto que la Palabra
de Dios se transmite por tradicin (incluso slo de este modo en determinadas pocas de la
historia del pueblo elegido y luego de la Iglesia), sino a lo que l llama "vuestras tradiciones":
las de los escribas y fariseos, es decir, a las tradiciones de las escuelas rabnicas, como se deja
ver en el ejemplo usado por el mismo Seor, que hace referencia a una interpretacin y
enseanza de los fariseos que ponan por encima del cuarto mandamiento de Dios.
Pero en la misma Biblia aparece indicado el valor de la tradicin que viene de los
apstoles y la obligacin de seguirla, como dice San Pablo: Sed mis imitadores, como lo soy
de Cristo. Os alabo porque en todas las cosas os acordis de m y conservis las tradiciones
tal como os las he transmitido (1Co 11,1-2). La traduccin protestante de la Biblia de Reina-
Valera traduce "instrucciones", para evitar usar la palabra "tradiciones", trmino correcto para
traducir la palabra empleada por el apstol (pardoka-pardoesis) tradiciones que os
transmit. Por qu se ha cambiado la Palabra de Dios? La palabra griega para instrucciones
es, entre otras, paideia, pero sta nunca sustituye a la palabra tradicin. La palabra griega
para definir "tradicin" es paradosis. Y el mismo Libro de Concordancias sobre el Nuevo
Testamento Griego-Espaol, compilado por Jorge G. Parker y basado en la revisin de 1960
de la Reina-Valera (editado por la editora protestante "Mundo Hispano"), reconoce en su
punto 3268 que la palabra paradosis es la utilizada en el pasaje de 1Co 11,1-2. El cambio ha
sido hecho voluntariamente, por la incomodidad de esta expresin que recuerda uno de los
errores fundamentales del protestantismo. En otras versiones protestantes la palabra tradicin
es cambiada por "doctrina", pero doctrina se expresa en los trminos didascalia, didaje,
heterodidaskaleo, los cuales no son empleados en este texto ni tampoco sustituyen o suplen
por "tradicin".
Cuando la Iglesia catlica ensea que la Revelacin divina nos llega a travs de dos
fuentes, la Sagrada Escritura (Biblia) y la Tradicin, por esta segunda no se refiere a las
distintas interpretaciones u opiniones de escuelas teolgicas nacidas ya sea en los primeros
tiempos o a lo largo de la historia eclesistica. Se trata de la Tradicin Apostlica, como se
puede ver, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia catlica: "la Tradicin de la que aqu
hablamos es la que viene de los apstoles y transmite lo que stos recibieron de las
enseanzas y del ejemplo de Jess y lo que aprendieron por el Espritu Santo"2. Esto, incluso,
es de sentido comn: toda nuestra fe se basa en la tradicin o transmisin que se remonta a
los apstoles. La misma Biblia es parte de esa tradicin. Los apstoles no recibieron de Jess
ningn libro escrito y la mayora de los apstoles (todos los cuales recibieron el mandato de
"ir y ensear" por todo el mundo) no escribieron nada, slo predicaron; los primeros
cristianos no tuvieron en los primeros aos ningn escrito, comenzaron primero algunas
cartas de los apstoles, luego se pusieron por escrito algunos de los Evangelios, y todo esto
incluso no llegaba a todos los cristianos; algunos conocan unos textos y desconocan otros, o
saban de su existencia (como saban que los corintios o los efesios haban recibido cartas de
San Pablo pero no tenan copias). Muchos cristianos vivieron, crecieron y murieron sin tener
textos escritos; y muchos que podan entrar en contacto con ellos, no encontraban ninguna
utilidad en los mismos por ser analfabetos y no poder leerlos. La doctrina cristiana se
transmiti, pues, de modo oral, como Tradicin (tradicin, paradosis en griego, significa
entrega, traspaso de una doctrina). Al poner por escrito, algunos de ellos o sus colaboradores
(como Marcos respecto de la predicacin de Pedro y Lucas de la de Pablo), la enseanza oral
y la transmisin no se fren. Es ms, como ya hemos aducido ms de una vez, algunos de
ellos, como Juan, se apuraron a decir que no estaban en esos escritos contenidos todos los
hechos y dichos de Nuestro Seor, y que muchas de las verdades enseadas por Jess
preferan ellos mismos transmitirlas oralmente (vanse los textos de Juan ms arriba citados).
Los Apstoles confiaron ambas cosas, sus escritos (parte de la Biblia) y sus enseanzas
orales, a la Iglesia, es decir, a sus sucesores. Todo esto que fue confiado lo llamamos
depsito de la fe o depsito sagrado, usando las expresiones de San Pablo (1Tim 6,20:
Timoteo, guarda el depsito; 2Tim 1,12-14: Estoy convencido de que -Dios- es poderoso
para guardar mi depsito hasta aquel Da. Ten por norma las palabras sanas que oste de m
en la fe y en la caridad de Cristo Jess. Conserva el buen depsito mediante el Espritu
Santo que habita en nosotros). El Magisterio de la Iglesia, es decir, el oficio de magisterio o
enseanza, que desempean principalmente los sucesores de los Apstoles (y de modo
especial Pedro, como veremos ms adelante) no est por encima de lo que ha sido transmitido
sino que su funcin es conservar, ensear (segn el mandato de Cristo, que no se agot en los
apstoles), custodiar y defender, e interpretar (como indica el mismo Pedro en 2Pe, 1,20-21:
Pero, ante todo, tened presente que ninguna profeca de la Escritura puede interpretarse por
cuenta propia; porque nunca profeca alguna ha venido por voluntad humana, sino que
hombres movidos por el Espritu Santo, han hablado de parte de Dios).
La negacin de una tradicin como fuente de autoridad divina y de su poder de
interpretacin autorizada de la palabra de Dios, ha llevado a sus negadores a interminables
disputas y a la anarqua doctrinal, y, en algunos casos, a la negacin de todo dogma.
Los escritos apostlicos y los libros que nosotros llamamos Antiguo Testamento
circularon (junto a otros escritos, algunos atribuidos equivocadamente a algn apstol, otros
de algunos de los primeros Padres de la Iglesia) por separado casi durante los primeros cuatro
siglos. Recin en el ao 393 tenemos la ms antigua -que conozcamos- decisin oficial de la
Iglesia catlica (era la nica que exista), sobre la lista de los libros cannicos, indicando que
"al margen de las Escrituras cannicas no se transmita en la Iglesia ningn otro libro como si
fuese parte de las Escrituras divinas"; y a continuacin se da el catlogo completo de los
Libros Sagrados3. Pocos aos ms tarde, los obispos reunidos en el Concilio de Cartago
(norte de frica) reiteraron este mismo canon, es decir, determinaron -con la autoridad que
ellos reconocan tener heredada de los Apstoles- cules escrituras eran Apostlicas y cules
no . Ni Jess ni los Apstoles haban dejado ninguna lista de los libros inspirados por Dios; ni
haca falta, porque haba dotado a su Iglesia del poder de discernir infaliblemente en este
tema. Los obispos, pues, apelando a la Tradicin de la Iglesia, definieron el canon de la
Biblia (la lista o catlogo de los libros inspirados o cannicos). No queremos decir con esto -
como equivocadamente interpreta un protestante en un escrito que me enviara para refutar la
enseanza catlica- que la Iglesia haya decidido en estos concilios cules libros son
cannicos, sino que, habiendo aceptado en forma pacfica durante casi 400 aos el canon
actual, por vez primera se vio en la necesidad de dejar constancia del mismo, prohibiendo la
lectura en la Iglesia de otros escritos.
Por este motivo, quien duda de la Iglesia (de su autoridad sobre el canon de la Biblia)
termina por dudar de la misma Biblia. San Agustn deca con razn: "no creera en el
Evangelio si no fuera por la Iglesia"5.
Baste lo dicho para comprender porqu la Tradicin no se opone a la Sagrada Escritura,
y por qu tendramos toda la razn de responder a las preguntas protestantes ("dnde dice la
Biblia que...?") dicindoles: "Y por qu tendra que estar necesariamente en la Biblia? No
puede estar, acaso en la Tradicin, donde estuvo tambin la Biblia antes de ser puesta por
escrito y antes de ser determinado qu era parte de la Biblia y qu no lo era?". Ciertamente
que podramos y en algunos casos debemos hacerlo, pero trataremos, ms para instruccin y
enseanza de los mismos catlicos que para conocimiento de nuestros hermanos protestantes,
indicar el fundamento bblico de las principales verdades enseadas por la Iglesia.
A quienes deseen ampliar este tema (que no consideramos ms que esbozado)
recomiendo la lectura del libro dirigido por RobertA. Sungenis, "Not by Scripture
Alone" ("No por la sola Escritura")6, especialmente el captulo 5 escrito porel propio
Sungenis, "Punto/Contrapunto: Objeciones protestantes y Respuestas Catlicas", en donde el
autor analiza yresponde 75 objeciones protestantes sobre este argumento (que yo
considero que podran, en realidad, reducirse a muy pocas,
porque muchsimas de ellas objetan lo mismo pero desde diferentes enfoques
7
o con distintas palabras) .
Bibliografa: Yves Congar, Tradicin, en: "Diccionario de
las Religiones", Herder, Barcelona 1987, pp. 1768 ss.; L.
Billot, De Sacra Traditione, Pars 1904; L. Cerfaux, La
tradition selon S.
Paul, "Vie Spirituelle Suppl." (1953) 176-188; J. Danilou,
criture et tradition dans le dialogue entre les chrtiens spars,
"La Documentation Catholique" 54 (1957) 283; J. R. Geiselmann,
Sagrada Escritura y Tradicin, Barcelona 1968; H.
Holstein, La tradition dans l'glise, Pars 1960; P.
Lengsfeld, Tradicin,
Escritura e Iglesia en el dilogo ecumnico, Madrid 1967; H.
Lennerz, Scriptura sola?, "Gregorianum" 40 (1959) 38-53; Id.,
Sine scripto traditiones; ibidem, 624-635; A. Michel,
Tradition, en "Dictionnaire de Thologie Catholique", 15,
col. 1252-1350;
V. Proao Gil, Escritura y tradiciones, "Burgense" 3 (1960) 9-67.
En cuanto a autores protestantes que se acercan al concepto
catlico de Tradicin cf.: O. Cullmann, La Tradition,
problme exgtique, historique et thologique, Pars 1955;
M. Thurian, La tradition, "Verbum Caro" 15 (1961) 49-98.
Para los anlisis griegos de todos los temas uso
principalmente: Franciscus Zorell, Lexicon Graecum Novi
Testamenti, Ed. Pontificio Instituto Bblico, Romae 1990;
Max Zerwick, Analysis Philologica Novi Testamenti
Graeci, Ed.
Pontificio Instituto Biblico, Romae 1958.
NOTAS:
1
En todas las respuestas siguientes reenviar a esta "Referencia Introductoria", que debe
tenerse siempre en cuenta al dialogar o responder objeciones a un protestante o a un
miembro de una secta cristiana.
2
Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 83.
3
Se indica como anterior el Decreto Gelasiano (cf. DS 179-180) en torno al ao 382,
atribuido por algunos al Papa Dmaso I; pero hoy en da los crticos suelen negar que se trate
de un documento de autoridad pblica, como un concilio o un papa, sino de una obra privada
compuesta por un clrigo en la Galia. Por tanto, tiene el valor del testimonio de la poca, pero
no como fuente doctrinal.
4
El texto dice lo siguiente: "Can. 36 ( 47). [Se acord] que, fuera de las Escrituras
cannicas, nada se lea en la Iglesia bajo el nombre de Escrituras divinas, Ahora bien, las
Escrituras cannicas son: Gnesis, xodo, Levtico, Nmeros, Deuteronomio, Jess Nav,
Jueces, Rut, cuatro libros de los Reyes, dos libros de los Paralipmenos, Job, Salterio de
David, cinco libros de Salomn, doce libros de los profetas, Isaas, Jeremas, Daniel,
Ezequiel, Tobas, Judit, Ester, dos libros de los Macabeos. Del Nuevo Testamento: Cuatro
libros de los Evangelios, un libro de Hechos de los Apstoles, trece Epstolas de Pablo
Apstol, del mismo una a los Hebreos, dos de Pedro, tres de Juan , una de Santiago, una de
Judas, Apocalipsis de Juan. Sobre la confirmacin de este canon consltese la Iglesia
transmarina. Sea lcito tambin leer las pasiones de los mrtires, cuando se celebran sus
aniversarios" (DS, 213).
5
San Agustn, Contra Epist. Manichaei, ML 42,176s.
6
Robert A. Sungenis, Not by Scripture Alone. A Catholic Critique of the Protestant Doctrine
of Sola Scriptura, Queenship Publishing Company, Santa Barbara CA, 1997, 629 pginas.
Captulo 2
El problema de las imgenes, los santos y los signos sagrados
Esta objecin me ha sido puesta de muchas formas, con mayor o menor virulencia, con
cierto respeto y a veces sin ningn respeto. He aqu cmo me escriba una mujer protestante,
aunque no asiste a ninguna iglesia en particular:
Para m es claro lo de que no nos hagamos imgenes de las cosas que estn en el
cielo, ni imgenes en las que pongamos nuestra fe. Da a da veo religiosos de la fe
catlica, que le rezan a un Cristo en la cruz o a una virgen como si esas imgenes
pudieran hacer algo por nosotros. En el Apocalipsis cuando Pedro tuvo la santa
revelacin cometi el mismo error de inclinarse ante el ngel que le mostraba todas
las cosas, pero ste le dijo: "no lo hagas; adora a Dios".
Otro me escriba:
Por qu se adoran imgenes y se inclina uno ante ellas si la Biblia dice lo
siguiente... ?: xodo 20,4: "No te hars imagen, ni ninguna semejanza de lo que est
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te
inclinars a ellas, ni las honrars; porque yo soy Jehov tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generacin de
los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan
mis mandamientos".
Ante todo hay que aclarar que para cualquier catlico bien formado, la adoracin de
una imagen (ya represente un santo, un ngel o la misma Virgen) es un pecado contra el
primer mandamiento de la ley de Dios. Si un catlico "adora" una imagen, no es catlico sino
idlatra. Pero esto no debe confundirse con la "veneracin" de las imgenes sagradas y de los
santos. Se trata de dos cosas muy diversas.
Es cierto que el texto de xodo 20,4-5 prohbe la fabricacin de imgenes, pero al
mismo tiempo tambin es cierto que en el mismo libro, apenas cinco captulos ms adelante,
Dios manda hacer imgenes en el Arca de la Alianza: ...dos seres alados de oro labrado a
martillo en los dos extremos, haz el primer querubn en un extremo y el segundo en el otro.
Los querubines formarn un cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos. Estarn con las
alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno en frente al otro, con las
caras vueltas hacia el propiciatorio (Ex 25,18-20). Ms adelante Dios manda, por medio de
Moiss, fabricar la imagen de la serpiente de bronce: hazte una serpiente como sas y ponla
en el asta de una bandera. Cuando alguien sea mordido por una serpiente, mire hacia la
serpiente del asta, y se salvar (Nm. 21,8-9). David entreg a Salomn, su hijo, un plano en
donde se detallaba: para el altar del incienso, oro acrisolado segn el peso; asimismo el
modelo de la carroza y de los querubines que extienden las alas y cubren el arca de la alianza
de Yahveh. Todo esto conforme a lo que Yahveh haba escrito de su mano para hacer
comprender todos los detalles del diseo (1Cro 28,18-19). El profeta Ezequiel (41,18)
describe imgenes grabadas en el templo: estaban cubiertos de grabados alternados de seres
alados y palmeras. No debemos tampoco olvidar que la misma Biblia recurre a las imgenes
de Dios, pues los primeros captulos del Gnesis y los libros posteriores nos hablan de Dios
por medio de imgenes "antropomrficas", es decir, asignndole a Dios rasgos humanos,
para poder hacerlo comprensible a los primeros oyentes y -luego- lectores de esos libros:
Dios es descrito por el autor sagrado como modelando con sus manos la arcilla para hacer
al hombre (cf. Gn 2,7), acerroja tras No la puerta del arca (cf. Gn 7,16) para estar seguro
que no se perder ninguno de los moradores; tiene el universo en su mano y cultiva a su
pueblo como un viador (cf. Is 5,1-7); su Espritu aleteaba sobre las aguas al comienzo de la
Creacin (cf. Gn 1,2); descansa el sptimo da de la Creacin (cf. Gn 2,3); se pasea por el
Jardn al caer de la tarde y sus pasos hacen ruido (cf. Gn 3,8); Dios hace las tnicas de piel
para Adn y Eva y l mismo los viste con ellas (Gn 3,21); y si vamos al resto de la Biblia
vemos a Dios descrito con pasiones humanas: se enoja, se arrepiente, se goza, se agita, etc.
Y el Libro de los Salmos nos inunda con imgenes de Dios: tiene una voz que descuaja los
cedros del Lbano y enciende llamaradas (Sal 29), mira desde lo alto morando en el cielo (cf.
Sal 33,13), tiene ojos (cf. Sal 33,18), Dios unge con leo (cf. Sal 45,8); est sentado en un
trono (cf. Sal 47,9); sale al frente del pueblo como un guerrero (cf. Sal 68,8); tiene alas y
plumas con las que cubre a sus hijos (cf. Sal 91,4); se arropa de luz como un manto (cf. Sal
104,2); se desliza sobre las alas del viento, usa a las nubes como carro (cf. Sal 104,3-4), etc.
Todas stas son imgenes literarias, pero no menos imgenes que un cuadro de Dios o una
escultura. Dios no tiene manos, ni camina como los hombres, ni tiene pies para que sus
pasos se escuchen, Dios no cose vestidos, ni cultiva como un labrador, ni viaja sentado en
una nube, ni tiene ojos, ni se viste de luz material, etc.; todas stas son imgenes tomadas del
mundo de los hombres para dar a entender a nuestros pobres intelectos, la majestad divina.
Pero si el literato puede usar imgenes, por qu no puede usarlas el pintor o el escultor? Si
podemos hacer imgenes en nuestra imaginacin, por qu no pueden hacerse en el
exterior?
Evidentemente esto nos muestra que la intencin y el alcance de este mandamiento de
Dios es otro. Los autores sagrados (y Dios que los inspira) no pretenden reaccionar
principalmente contra una representacin sensible, pues, como hemos dicho, la misma Biblia
est colmada de representaciones sensibles y la historia del pueblo de Israel nos muestra que
Dios manda varias veces hacer representaciones de cosas espirituales (como los querubines o
la serpiente salvadora), sino que lo que intenta este mandamiento es luchar contra la magia
idoltrica y preservar la trascendencia de Dios. Dios prohbe la fabricacin de imgenes
destinadas a la adoracin, porque el culto de adoracin slo corresponde a Dios. Es, pues,
pecado de idolatra el adorar una imagen, sea representativa de Dios o de un santo, como si
sta fuera Dios. No es en cambio idolatra el solo hecho de representar a Dios con imgenes,
ni el rendir a las imgenes una veneracin que no termina en ellas sino en la persona
venerada o en Dios mismo, del mismo modo que un joven que tiene sobre su mesa una
fotografa de su novia o de su esposa no est enamorado del papel que la representa, aunque
de vez en cuando la bese, sino de la persona retratada en esa foto de papel. Y lo mismo se
diga de quien lleva consigo fotografas de sus hijos o de sus padres. As como estas personas
al mirar esos retratos piensan en las personas de carne y hueso que estn all retratadas y
rezan por ellos a Dios, de la misma manera quien mira una imagen de un santo o de la
Virgen, no se detiene en el papel, la terracota, el yeso o la madera de que estn fabricadas
sino en la persona real que, desde el cielo puede interceder por nosotros ante Dios.
ste es el motivo por el que el Concilio de Nicea reunido en el ao 325 afirm lo
siguiente: "Siguiendo la enseanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la
tradicin de la Iglesia catlica (pues reconocemos ser del Espritu Santo que habita en ella),
definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imgenes, como tambin
la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra
materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y
ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imgenes de
nuestro Seor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Seora inmaculada, la santa
Madre de Dios, de los santos ngeles y de todos los santos y justos"2.
Si bien la fe no depende de nuestra visin, tampoco debemos despreciar las imgenes.
De hecho, el mismo cuerpo de Jess presente en este mundo era una imagen para sus
discpulos; como dice el Catecismo: "la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de
Jess, Dios que era invisible en su naturaleza se hace visible"3. Y tambin: "lo que haba de
visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiacin divina y de su misin
redentora" .
Las imgenes de santos y otras cosas sagradas, cumplen una funcin muy importante en
la vida de la Iglesia. No nos dan la fe, pero a travs de ellas permiten a nuestra naturaleza,
que es a la vez corporal y espiritual, remontarse a Dios de modo connatural.
La Iglesia ha condenado siempre la adoracin de las imgenes. As, por ejemplo, en el
segundo concilio de Nicea (ao 787), hablando de la adoracin de las imgenes, dice que "no
est de acuerdo con nuestra fe, que propiamente da adoracin a la naturaleza divina, aun
cuando haya gestos que tengan apariencia de adoracin, como aqullos con los que se honra
la figura de la vivificante cruz o los libros santos de los evangelios as como otros objetos
sagrados".
El catecismo del Concilio de Trento (ao 1566) ense que se comete idolatra
"adorando dolos e imgenes como si fueran Dios, o creyendo que ellos poseen alguna
divinidad o virtudes que les d derecho a recibir nuestra adoracin, a elevarle nuestras
oraciones o a poner nuestra confianza en ellos". Y el Catecismo de la Iglesia Catlica explica
que "la Escritura constantemente nos recuerda que hay que rechazar los dolos de plata y oro,
la obra de manos de los hombres. Ellos tienen boca pero no hablan, ojos pero no ven. Estos
dolos vacos hacen vacos a sus adoradores, aqullos que los hacen son como ellos, as como
todos los que confan en ellos (Sal 115,4-5, 8)" .
NOTAS:
1
As dice en el original; en realidad la visin la tuvo Juan. Tngase en cuenta que cuando cito
las objeciones que he recibido, trato de ser fiel al modo en que han sido presentadas. Por tal
motivo no corrijo los errores - salvo ortogrficos- que a veces aparecen en las citas bblicas,
algunas inexactas y otras incluso inexistentes.
2
DS 600; la doctrina de las imgenes y su justo lugar en el culto catlico est expuesto de
modo muy claro en el Catecismo de la Iglesia Catlica, nn. 1159-1162.
3
Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 477.
4
Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 515.
Otra:
Quiero preguntarle por qu la iglesia venera tantos santos. No se supone que a
Dios es al nico que hay que adorar?
Otra:
Hermano: si usted le reza a una virgen, le reza a una virgen muda. El nico
mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo.
Estas objeciones repiten algo que ya hemos respondido en el punto anterior, aadiendo
otros pormenores. Tratemos de responder.
Al hermano que nos ensea que slo hay un mediador entre Dios y los hombres, no slo
le doy la razn sino que lo felicito porque est afirmando exactamente lo que ensea la
Iglesia catlica: slo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo. Los santos que la
Iglesia catlica venera (venerar es honrar, y supongo que la persona que me escribe me
entender, pues ella misma, si es buena cristiana, debe honrar a sus padres y abuelos) no son
considerados como mediadores alternativos o independientes de Jesucristo, sino como buenos
amigos e incluso en algn caso (la Virgen Mara) como familiar de Jesucristo (no creo que se
anime a negar esto, al menos con la Biblia en la mano, puesto que all Ella es llamada "la
madre de Jess", "toma al nio -Jess- y a su madre", como le dice el ngel a Jos); y por
tanto se les pide que intercedan ante l. Creemos que Ella sigue haciendo lo que hizo en
Can: enviar a los hombres a su Hijo y decirles que hagan lo que l les dice (cf. Jn 2,5).
Los santos que estn en el Cielo, a quienes verdaderamente rezamos y honramos (sus
imgenes, como ya dije antes, son un simple recordatorio como las fotos de nuestros abuelos
-no creo que alguien crea tener a su abuelo encerrado en un lbum-) no son mudos, pues el
libro del Apocalipsis, cuando habla de los santos que asisten al trono del
Cordero, dice que ellos cantan un cntico nuevo delante del trono (cf. Ap 14,3). Y se puede
leer su hermoso cntico en Ap 19,6-8.
Respecto a la veneracin de Mara Santsima, hemos de suponer que Jess cumpli ms
que ningn otro el mandamiento de "honrar a los padres", por tanto, honr a su Madre, la cual
es Mara. Nosotros simplemente intentamos imitarlo en esta honra.
En cuanto a los dems santos, sus imgenes, no cumplen otra funcin que recordarnos
que esas personas fueron capaces de imitar a Jess y que nos vamos a salvar si hacemos lo
que hicieron ellos (imitar a Jess); y como sabemos que estn en el Cielo (lo dice el
Apocalipsis cuando habla de la multitud de santos que asisten al trono del Cordero) y que sus
oraciones suben a Dios como incienso (lo que tambin dice el Apocalipsis 5,8; 8,3-4) les
pedimos que en esas oraciones nos tengan presentes a nosotros.
Si la idea de nuestros interlocutores protestantes acerca del "culto catlico a los santos"
es otra, debemos aclararles que lo que acabo de exponer es lo que pueden encontrar leyendo
los documentos de la Iglesia, como por ejemplo, el Catecismo de la Iglesia catlica.
Esto no quita que algunas personas, catlicas de nombre, tengan una actitud confusa
respecto de la veneracin que merecen las imgenes y los santos en general. Ignorancia de la
propia religin siempre ha habido y los mismos apstoles en los Evangelios discutan de
cosas que fastidiaban al Seor. Pero no es sa la doctrina de la Iglesia. Si algn catlico
venera una imagen de manera supersticiosa, no lo hace por ser catlico sino a pesar de lo que
ensea la Iglesia. Tambin entre los protestantes hay quienes confunden cosas elementales de
su fe; pero no podemos juzgar el luteranismo, o el calvinismo o el anglicanismo por lo que
errneamente piensa algn luterano o calvinista singular.
El culto de veneracin a los santos se remonta a los comienzos de nuestra fe. En los ms
antiguos documentos de la literatura cristiana aparece que ya en los primeros tiempos de la
Iglesia se tributaba un culto a los mrtires y a sus reliquias. En el s. IV se aadi el culto a los
Obispos que sobresalieron por la santidad de su vida, y muy pronto tambin el de los
anacoretas y otros fieles que con su vida de grande austeridad imitaron de algn modo a los
mrtires. La Iglesia al canonizarlos (o sea, al ponerlos de modelo, de canon) da testimonio y
sanciona que estos hombres y mujeres ejercitaron las virtudes de un modo heroico, y que
actualmente gozan de Dios en el cielo. De esta forma ellos se convierten para los creyentes en
un modelo de santidad y en intercesores en favor nuestro.
Alguno me ha dicho que no necesitamos otro modelo de santidad que el modelo
perfectsimo que nos da Jess. Sera una afirmacin que equivale a lo que dice quien nos
escribe que Cristo es el nico camino. Esto es verdad, pero no significa que no haya habido
hombres y mujeres que, transitando el nico camino que es Cristo, puedan a su vez
transformarse para nosotros en ejemplo del seguimiento de Jess. As lo afirma San Pablo:
Para m la vida es Cristo, y la muerte es una ganancia... Hermanos, seguid mi ejemplo y
fijaos tambin en los que viven segn el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes (Fil
1,21 y 3,17). Y a Timoteo le escribe: Seguid mi ejemplo como yo sigo el ejemplo de Cristo
Jess (1Tim 1,16). En estos textos vemos claramente que Pablo se pone a s mismo y a otros
como ejemplos de seguidores de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus imitadores, como
ellos lo son de Cristo.
La veneracin singular a Mara (veneracin que, para distinguirla de la que reciben los
dems santos se denomina "de hiperdula", mientras que la veneracin u honra que se tributa
a aqullos se denomina "dula", y el culto propio de Dios "latra") est profetizada por el
mismo Evangelio; San Lucas pone en boca de Mara en casa de Isabel: en adelante todos los
hombres me llamarn bienaventurada (Lc 1,48). No podemos entender, entonces, por qu
algunos protestantes nos condenan cuando la llamamos "bienaventurada", pues no es otra
cosa el honrarla o venerarla.
La cruz, maldicin? idolatra?
Entre los smbolos catlicos uno de los que ms objeciones reciben es el de la cruz; no
por todos los cristianos, por cierto, pero s en algunas sectas, en particular los Testigos de
Jehov, quienes incluso niegan que Jesucristo haya muerto en una cruz, afirmando que fue en
un simple madero (un palo puesto en tierra).
Varias veces he recibido consultas como stas:
Por qu los cristianos adoran la cruz? No caen as en idolatra?
Por qu se adora la cruz si no es Dios?
Hay que decir que si bien en cuanto a la materialidad, la cruz no merece culto alguno,
en cambio, considerada como smbolo por antonomasia de la pasin de Jesucristo, que en
ella sufri muerte para redimirnos del pecado, representa al mismo Jesucristo en el acto de su
inmolacin. Por eso debe ser adorada con un acto de adoracin de latra "relativa", en cuanto
imagen de Cristo y por razn del contacto que con l tuvo. As explica la doctrina teolgica
de Santo Toms, entre otros, quien escribe sobre el tema en su Suma Teolgica .
Evidentemente el concepto clave es aqu la distincin dentro de la adoracin de latra
(que es la que se debe a una cosa entitativamente divina, en contraposicin con la adoracin
o veneracin de dula, que es debida a las cosas creadas pero sobrenaturalizadas, como los
santos) entre latra absoluta y latra relativa: latra absoluta es la que se da a una cosa en s
misma (por ejemplo, a Dios, a Jesucristo, etc.); latra relativa es la que se da a una cosa no
por s misma sino por la relacin que guarda con la persona divina adorada (la cruz, por
ejemplo).
Generalmente en las sectas no se acepta la cruz porque, se dice, es el arma que mat a
Jess.
Sin embargo, la cruz es para nosotros smbolo de salvacin, no de muerte. La Sagrada
Escritura ensea que para los cristianos el hablar de "la Cruz" no era algo malo o relacionado
con la muerte, sino todo lo contrario. Desde el principio fue adquiriendo un significado de
vida y salvacin, pues sta es la llave por la que nosotros podemos entrar al Reino. De ah
que San Pablo llegue a afirmar: Nosotros predicamos a un Cristo crucificado... fuerza de
Dios y sabidura de Dios (1Co 1,23-24); y: la predicacin de la cruz es una necedad para los
que se pierden; mas para los que se salvan es poder de Dios (1Co 1,18); En cuanto a m,
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Seor Jesucristo, por la cual el
mundo es para m un crucificado y yo un crucificado para el mundo (Gal 6,14).
Es por eso que cargar una cruz o crucifijo no es algo antibblico, como lo dicen algunas
sectas, sino todo lo contrario. No es smbolo de muerte, sino de salvacin. Ya para el siglo V,
San Juan Crisstomo comentaba que era muy comn encontrar el smbolo de la cruz por
todos lados, en caminos, casas, montaas y hasta en las vajillas. Era normal, pues para ellos
era un signo de salvacin. Tertuliano, San Teodoro, Flix y Octaviano son algunos autores de
los primeros siglos que tambin hablaron acerca de la veneracin del todo singular que se
daba a la cruz.
NOTA:
1
Cf. Toms de Aquino, Suma Teolgica, Tercera Parte, cuestin 25, artculo 4
Captulo 3
Los caones contra Pedro, el Papa y la Iglesia
De dnde sacan los catlicos que Pedro fue el primer Papa?
Tnganse en cuenta -y relase- la "Referencia Introductoria" de pgina 20.
Algunas de las consultas/objeciones que he recibido sobre este tema son las siguientes:
Jesucristo le dijo a Pedro: Sobre esta piedra edificar mi iglesia, queriendo decir
que sobre el fundamento de que Jesucristo era el Mesas, el salvador del mundo, se
basara la doctrina cristiana; y ms adelante Jess le dice a Pedro que nadie era mayor
ni menor que los otros... entonces por qu se le considera a Pedro el primer "Papa"?
Las Sagradas Escrituras afirman que nadie puede poner otro fundamento al que
ya est puesto, el cual es Jesucristo; el mismo apstol Pedro en una de sus cartas
proclama que Cristo ha venido a ser piedra angular de la Iglesia. Por otra parte, en
Mateo 16,18, Cristo habla con Pedro y le dice: "T eres Pedro y sobre esta piedra
edificar mi Iglesia". En la versin de la Biblia en griego, Pedro se traduce como
pequea piedra, y a la piedra donde se edificar la Iglesia se traduce de manera
diferente. Es entonces Pedro la base de la Iglesia?
Quisiera saber... acerca de la veracidad de que San Pedro estuvo en Roma y fue
el primer Papa y cmo podra yo decirles o demostrar que esto es cierto a quienes lo
cuestionan.
Son varias preguntas muy relacionadas entre s, y que encierran cuestiones que afectan
no slo a la exgesis de los textos bblicos, sino tambin a la historia (por ejemplo, la ltima
sobre si Pedro estuvo en Roma) y a la interpretacin tradicional. Antes de responder este tipo
de cuestionamientos, ha de tenerse presente la Nota Introductoria con la que empezamos cada
una de nuestras respuestas, y tambin que en el primer captulo hemos indicado cmo la
Biblia misma nos dice que ella no es la nica fuente de autoridad y revelacin, envindonos a
la Tradicin (con maysculas); por tanto, no necesariamente todo lo que creemos ha de
contenerse exclusivamente en la Biblia. Pretender esto no es bblico y sera ir contra la Biblia
misma. De todos modos, podemos adelantar que las objeciones principales pueden
responderse adecuadamente con la Biblia bien interpretada.
El Primado de Pedro
Para los catlicos es una verdad de fe que Cristo constituy al apstol San Pedro como
primero entre los apstoles y como cabeza visible de toda la Iglesia, confirindole inmediata
y personalmente el primado de jurisdiccin.
El Concilio Vaticano I defini y lo repiti con fuerza el Concilio Vaticano II ; sin
embargo, esta verdad fue reconocida desde los primeros tiempos, como podemos constatar
apelando a la historia y a los textos de los primeros escritores cristianos (algunos de ellos
llamados Padres de la Iglesia). stos, de acuerdo con la promesa bblica del primado, dan
testimonio de que la Iglesia est edificada sobre Pedro y reconocen la primaca de ste sobre
todos los dems apstoles. Tertuliano (fines del siglo II y comienzos del III) dice de la
Iglesia: "Fue edificada sobre l" . San Cipriano dice, refirindose a Mt 16,18s: "Sobre uno
edifica la Iglesia" . Clemente de Alejandra llama a San Pedro "el elegido, el escogido, el
primero entre los discpulos, el nico por el cual, adems de por s mismo, pag tributo el
Seor" . San Cirilo de Jerusaln le llama "el sumo y prncipe de los apstoles" . Segn San
Len Magno, "Pedro fue el nico escogido entre todo el mundo para ser la cabeza de todos
los pueblos llamados, de todos los apstoles y de todos los padres de la Iglesia" .
En su lucha contra el arrianismo, muchos padres interpretaron que la roca sobre la cual
el Seor edific su Iglesia era la fe en la divinidad de Cristo, confesada por San Pedro, pero
sin excluir por eso la relacin de esa fe con la persona de Pedro, relacin que se indica
claramente en el texto sagrado. La fe de Pedro fue la razn de que Cristo le destinara para ser
fundamento sobre el cual habra de edificar su Iglesia.
No negamos -sino que es parte esencial de nuestra fe- que la cabeza invisible de la
Iglesia es Cristo glorioso. Lo que sostenemos es que Pedro hace las veces de Cristo en el
gobierno exterior de la Iglesia militante, y es, por tanto, vicario de Cristo en la tierra.
Se opusieron a este dogma la Iglesia ortodoxa griega y las sectas orientales, algunos
adversarios medievales del papado (Marsilio de Padua y Juan de Jandun, Wicleff y Hus),
todos los protestantes, los galicanos y febronianos, los viejos catlicos (Altkatholiken) y los
modernistas7.
Fundamento bblico
No puede negarse esta verdad si tenemos ante los ojos los Evangelios y el resto de los
escritos del Nuevo Testamento (salvo que tengamos partido tomado de antemano en contra
del primado de Pedro y forcemos los textos o les hagamos callar lo que dicen a voces).
Cristo distingui desde un principio al apstol San Pedro entre todos los dems
apstoles. Cuando le encontr por primera vez, le anunci que cambiara su nombre de
Simn por el de Cefas, que significa "roca": T eres Simn, el hijo de Juan [Jons]; t sers
llamado Cefas (Jn 1,42; cf. Mc 3,16). El nombre de Cefas indica claramente el oficio para el
cual le ha destinado el Seor (cf. Mt 16,18). En todas las menciones de los apstoles, siempre
se cita en primer lugar a Pedro. En Mateo se le llama expresamente "el primero" (Mt 10,2).
Como, segn el tiempo de la eleccin, Andrs preceda a Pedro, el hecho de aparecer Pedro
en primer lugar indica su oficio de primado. Pedro, juntamente con Santiago y Juan, pudo ser
testigo de la resurreccin de la hija de Jairo (Mc 5,37), de la transfiguracin (Mt 17,1) y de la
agona del Huerto (Mt 26,37). El Seor predica a la multitud desde la barca de Pedro (Lc
5,3), paga por s mismo y por l el tributo del templo (Mt 17,27), le exhorta a que, despus de
su propia conversin, corrobore en la fe a sus hermanos (Lc 22,32); despus de la
resurreccin se le aparece a l solo antes que a los dems apstoles (Lc 24,34; 1Co 15,5).
A San Pedro se le prometi el primado despus que hubo confesado solemnemente, en
Cesarea de Filipo, la mesianidad de Cristo. Le dijo el Seor: Bienaventurado t, Simn, hijo
de Jons, porque no es la carne ni la sangre (Mt 16,17-19).
Estas palabras se dirigen inmediata y exclusivamente a Pedro. Ponen ante su vista en
tres imgenes la idea del poder supremo en la nueva sociedad que Cristo va a fundar. Pedro
dar a esta sociedad la unidad y firmeza inquebrantable que da a una casa el estar asentada
sobre roca viva (cf. Mt 7,24 y siguientes). Pedro ha de ser tambin el poseedor de las llaves,
es decir, el administrador del reino de Dios en la tierra (cf. Is 22,22; Apoc 1,18; 3,7: las llaves
son el smbolo del poder y la soberana). A l le incumbe finalmente atar y desatar, es decir
(segn la terminologa rabnica): lanzar la excomunin o levantarla, o tambin interpretar la
ley en el sentido de que una cosa est permitida (desatada) o no (atada). De acuerdo con Mt
18,18, donde se concede a todos los apstoles el poder de atar y desatar en el sentido de
excomulgar o recibir en la comunidad a los fieles, y teniendo en cuenta la expresin universal
(cuanto atares... cuanto desatares), no es lcito entender que el pleno poder concedido a
Pedro se limita al poder de ensear, sino que resulta necesario extenderlo a todo el mbito del
poder de jurisdiccin. Dios confirmar en los cielos todas las obligaciones que imponga o
suprima San Pedro en la tierra.
Algunos han tratado de interpretar este pasaje en el sentido de que Cristo habra dicho:
t eres Pedro y (sealando ahora no a Pedro sino a s mismo) sobre esta Piedra (Jesucristo)
edificar mi Iglesia. Segn stos, esta interpretacin se deduce de que en el texto griego la
palabra usada para Pedro es Petros y la palabra usada para piedra es petra. Quisiera
responder a esto usando las palabras de un significa 'piedra grande'. La declaracin: 'T eres
Pedro [Petros]' debera ser interpretada como una frase que subraya la insignificancia de
Pedro. Los evanglicos creen que lo que Cristo quiso decir es: 'Pedro, t eres una piedrita,
pero yo edificar mi Iglesia en esta masa grande de piedra que es la revelacin de mi
identidad'. Un problema con esta interpretacin, que muchos estudiosos protestantes de la
Biblia admiten, es que mientras que protestante convertido, James Akin:
"Segn la regla de interpretacin anticatlica, petros significa 'piedra pequea' mientras que
petra Petros petros y petra tuvieron estos significados en la poesa griega antigua, la
distincin haba desaparecido ya en el primer siglo, cuando fue escrito el evangelio de Mateo.
En ese momento, las dos palabras significaban lo mismo: una piedra. Otro problema es que
cuando Jess le habl a Pedro, no le habl en griego sino en arameo. En arameo no existe una
diferencia entre las dos palabras que en griego se escriben petros y petra. Las dos son kefa; es
por eso que Pablo a menudo se refiere a Pedro como Cefas (cf. 1Co 15,5; Gal 2,9). Lo que
Cristo dijo en realidad fue: 'T eres Kefa y sobre esta kefa edificar mi Iglesia'. Pero aun si las
palabras petros y petra tuvieran significados diferentes, la lectura protestante de dos 'piedras'
diferentes no encuadrara con el contexto. La segunda declaracin a Pedro sera algo que lo
disminuye, subrayando su insignificancia con el resultado que Jess estara diciendo:
'Bendito eres t Simn hijo de Jons! T eres una piedrita insignificante. Aqu estn las
llaves del reino'. Tal serie de incongruencias hubiera sido no slo rara sino inexplicable.
(Muchos comentaristas protestantes reconocen esto y hacen todo lo posible para negar el
significado evidente de este pasaje, a pesar de lo poco convincentes que puedan ser sus
explicaciones).
Tambin me di cuenta de que las tres declaraciones del Seor a Pedro estaban
compuestas por dos partes, y las segundas partes explican las primeras. La razn porque
Pedro es 'bienaventurado' fue porque 'la carne y sangre no te han revelado esto, sino mi Padre
que est en los cielos' (v. 17). El significado del cambio de nombre, 'T eres Piedra' es
explicado por la promesa, 'Sobre esta piedra edificar mi Iglesia y los poderes de la muerte
no prevalecern contra ella' (v.18). El propsito de las llaves es explicado por el encargo de
Jess: 'Lo que ates en la tierra ser atado en el cielo' (v.19). Una lectura cuidadosa de estas
tres declaraciones, poniendo atencin en el contexto inmediato y en interrelacin, muestra
claramente que Pedro fue la piedra de la cual habl Jess. stas y otras consideraciones me
revelaron que las interpretaciones estndar anticatlicas de este texto no podan quedar en pie
despus de un cuidadoso estudio bblico. Haban arrancado a la fuerza la segunda declaracin
de Pedro de su contexto. Yo ratifiqu mi interpretacin, concluyendo que Pedro era
verdaderamente la piedra sobre la cual Jess edific su Iglesia. Creo que esto es lo que un
lector sin prejuicios concluira despus de un cuidadoso estudio gramatical y literario de la
estructura del texto. Si Pedro era, de hecho, la piedra de que hablaba Jess, eso quera decir
que l era la cabeza de los apstoles (...) Y si Pedro era la cabeza terrenal de la Iglesia, l
reflejaba la definicin ms bsica del Papado".
Contra todos los intentos por declarar este pasaje (que aparece nicamente en San
Mateo) como total o parcialmente interpolado en poca posterior, resalta su autenticidad de
manera que no deja lugar a duda. Hasta se halla garantizada, no slo por la tradicin unnime
con que aparece en todos los cdices y versiones antiguas, sino tambin por el colorido
semtico del texto, que salta bien a la vista. No es posible negar con razones convincentes que
estas palabras fueron pronunciadas por el Seor mismo. No es posible mostrar tampoco que
se hallen en contradiccin con otras enseanzas y hechos referidos en el Evangelio.
El primado se lo concedi definitivamente el Seor a Pedro cuando, despus de la
resurreccin, le pregunt tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo: Apacienta mis
corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas (Jn 21,15-17). Estas palabras, lo
mismo que las de Mt 16,18s, se refieren inmediata y exclusivamente a San Pedro. Los
"corderos" y las "ovejas" representan todo el rebao de Cristo, es decir, toda la Iglesia (cf. Jn
10). "Apacentar", referido a hombres, significa lo mismo que gobernar (cf. Hch 20,28), segn
la terminologa de la antigedad profana y bblica. Pedro, por este triple encargo de Cristo,
recibi el supremo poder gubernativo sobre toda la Iglesia.
Despus de la ascensin a los cielos, Pedro ejerci su primado. Desde el primer
momento ocupa en la comunidad primitiva un puesto preeminente: Dispone la eleccin de
Matas (Hch 1,15ss); es el primero en anunciar, el da de Pentecosts, el mensaje de Cristo,
que es el Mesas muerto en la cruz y resucitado (2,14 ss); da testimonio del mensaje de Cristo
delante del Sanedrn (4,8 ss); recibe en la Iglesia al primer gentil: el centurin Cornelio (10,1
ss); es el primero en hablar en el concilio de los apstoles (15,17 ss); San Pablo marcha a
Jerusaln "para conocer a Cefas" (Gal 1,18).
NOTAS:
1
Cf. DS 3055; Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n.18; etc.
2
Tertuliano, De monog. 8.
3
San Cipriano, De unit. eccl. 4.
4
Clemente Alejandrino, Quis dives salvetur 21,4.
5
San Cirilo de Jerusaln, Catequesis mistaggicas, 2, 19.
6
San Len Magno, Sermn 4,2.
7
Segn la doctrina de los galicanos (E. Richer) y de los febronianos (N. Hontheim), la
plenitud del poder espiritual fue concedida por Cristo inmediatamente a toda la Iglesia, y por
medio de sta pas a San Pedro, de suerte que ste fue el primer ministro de la Iglesia,
designado por la Iglesia ("caput ministeriale"). Segn el modernismo, el primado no fue
establecido por Cristo, sino que se ha ido formando por las circunstancias externas en la
poca postapostlica (DS 3452 ss).
8
El autor indica en nota: "Por ejemplo, D.A. Carson confiesa esto en su comentario sobre
Mateo en: "Expositor's Bible Commentary", Frank Gaebelein, ed. (Grand Rapids: Zondervan,
primera edicin)".
9
James Akin, Un triunfo y una tragedia, en: Patrick Madrid, op. cit., p. 77-82.
10
Jos Salguero, O.P., Biblia Comentada, tomo VII, BAC, Madrid 1965, p. 145.
11
Keneth Scott Laturet, Historia de la Iglesia, Ed. Casa Bautista de Publicaciones, Tomo I, p.
112.
12
Cf. Enciclopedia Britnica, tomo IX.
Esta objecin podra darse por respondida en la respuesta anterior, pero creo que es tan
importante que podemos agregar algunos datos valiosos. Me ha sido expresada de varios
modos, por ejemplo, el siguiente:
Estimado hermano en Cristo: Hojeando un viejo tratado de religin, le un
acpite que deca que muchas sectas o "iglesias" creen que el versculo 18 y 19 del
Cap. 16 del evangelio de Mateo fue un aadido posterior para justificar el poder del
Papa y la Iglesia Catlica. Qu tanto de cierto hay en ello? Es parte del manuscrito
original? Pudo haber alguna modificacin en alguno de los evangelios y justo en ste
en especial?
Los especialistas en la Sagrada Escritura han estudiado mucho el tema. Me baso para
responder esta consulta en lo que sealan Leal, Del Pramo y Alonso, en su Comentario a
este pasaje . Ha habido quienes afirmaron que los versculos 17-19 del captulo 16 de Mateo
han sido interpolados en el evangelio, a fines del siglo II, o hacia los aos 110-120, o tal vez
en tiempo de Adriano (117-138), en la Iglesia romana. Harnack cree que slo han sido
interpoladas las palabras "y sobre esta piedra edificar mi Iglesia". El texto original dira: "Y
las puertas del hades no te vencern", por cuyas palabras se prometera a Pedro solamente la
inmortalidad (segn este autor). Pero estas afirmaciones estn en contra de todos los cdices
y versiones antiqusimas, de los autores ms antiguos de la cristiandad, que unnimemente
leen el texto como lo ha ledo siempre la Iglesia. Por otra parte, el color semtico
marcadsimo que tienen estos versculos no pudo tener un origen romano, como afirman estos
crticos.
Otros autores no tienen dificultad en admitir que efectivamente estas palabras las
escribi San Mateo, pero pretenden que no las dijo Cristo. Reflejaran, en cambio, el
concepto que ya la Iglesia primitiva de Jerusaln se form de San Pedro y de su relacin con
la Iglesia. Efectivamente, Pedro, como primer vidente de Cristo resucitado (cf. 1Co 15,5) y
como primer predicador de la resurreccin (cf. Hch 2,14ss), tuvo, desde un principio, en la
mente de los primeros cristianos, un lugar privilegiado y fue considerado como el jefe de
toda la comunidad. Esta concepcin -dicen estos autores- la habra dejado plasmada San
Mateo, poniendo en boca de Cristo las palabras dirigidas a San Pedro en esta seccin.
Esta teora, que, como se ve, deja en mal lugar la probidad y fidelidad histrica de
Mateo, se funda en principios apriorsticos y en hiptesis arbitrarias, como es,
principalmente, el suponer gratuitamente una evolucin de los hechos y palabras de Cristo en
el trmino de unos pocos aos, es decir, cuando an vivan testigos oculares de los
acontecimientos. Supone adems, falsamente, que el origen y el progreso de la religin y
doctrina cristiana estuvo librado al arbitrio de la fantasa popular, y, finalmente, echa por
tierra el verdadero concepto y valor de la tradicin apostlica. De todos modos, los mismos
que sostienen que ha sido tardamente interpolada en el evangelio, estn obligados a
reconocer que ya la conoce San Justino (antes del 165, fecha de su muerte) como
perteneciente al episodio de Cesarea2.
Esta teora de la interpolacin est hoy prcticamente desechada, tanto por argumentos
externos como internos. Externamente, por el testimonio unnime de los cdices, de las
versiones antiguas, y de la cita de los Padres; la unanimidad de las fuentes en favor de la
autenticidad no autorizan la versin del texto interpolado; el que lo afirma lo hace
gratuitamente y sin testimonios antiguos a su favor. Desde el punto de vista de la crtica
interna, lo demuestran el carcter semtico de varias expresiones que se encuentran en esos
versculos, que indican el origen palestinense de la tradicin que preserv este logion, ya que
muestra que fue entregado en lengua aramea antes de ser traducido al griego. Estas
expresiones semticas son: a) Simon Bar Iona; b) carne y sangre: expresin semtica para
decir hombre mortal, dejado a sus fuerzas; c) Padre... que est en los cielos; d) T eres Pedro
y sobre esta piedra: palabra que en la lengua aramea corresponden perfectamente: Kefa-
Kefa; e) llaves del reino de los cielos... ser desatado en los cielos: los judos usaban esta
palabra para evitar el nombre sacro de Dios; f) atar-desatar: expresin usada por los rabinos.
Pero incluso hay que decir que no se trata slo de algunas palabras semitas sino "toda la
misma estructura del pasaje (...). Tan claro es esto, que el mismo Bultmann dice: 'No veo que
las condiciones de su origen hayan podido ser realizadas ms que en la comunidad primitiva
de Jerusaln'. El pasaje hace ver que no es redactado, por esta razn, en un medio ambiente
romano, como se pretenda"3. Veamos ms en detalle algunas de las expresiones ms
caractersticamente semitas.
Carne y sangre.
(d)
Dice Cristo que esto "no lo revel ni la carne ni la sangre", expresin sumamente
frecuente en el lenguaje bblico, que responde a la forma basar wadam, con la que se
expresa, con circunloquio, el hombre, pero en su aspecto de debilidad inherente a su
condicin humana, mxime en su contraposicin a Dios, como en este caso. La usa tambin
san Pablo en Gal 1,16: sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, es decir, a hombre
ninguno. Ef 6,12: Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre (no es contra hombres).
Mediante estas imgenes, por tanto, cada una de las cuales ilumina y confirma a la otra,
Cristo promete a un solo apstol, Pedro, la autoridad suprema y universal para regir la
1
Strack-Bilerbeck, citado por Tuya, op. cit., p. 378. Cf. Bonsirven, Textes rabbiniques (1955) nn. 1195, 624, 831,
842, 1984, 423.
Iglesia. Notemos que la fuerza del argumento est principalmente en estas dos razones: 1) en
el sentido bblico y judo de estas imgenes: es la mentalidad de los antiguos; 2) la perfecta
coherencia y mutua confirmacin de las tres imgenes en el sentido de autoridad vicaria.
Quiz la sola imagen de piedra no hubiera bastado; pero no est sola, sino que se une con la
promesa de la invicta estabilidad de la Iglesia as fundamentada; la promesa de las llaves, la
promesa del poder de atar y desatar; la promesa de ratificacin del ejercicio de este poder
incluso ante Dios. La nica interpretacin adecuada de este lugar, es la que explica no
meramente una u otra imagen, independientemente una de otra, sino la que explica todas
tomadas conjuntamente, y muestra cmo concuerdan entre s. A esta exigencia de una sana
exgesis, slo satisface la nocin de autoridad vicaria.
NOTAS:
1
Cf. La Sagrada Escritura, Texto y Comentario por profesores de la Compaa de Jess, BAC,
1964, tomo I, pp. 183-184.
2
Cf. Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, II. Evangelios, BAC, Madrid 1964, p. 379.
El tomo dedicado a los Evangelios est a cargo de Manuel de Tuya, O.P.
3
Cf. Tuya, op. cit., p. 380.
4
Cf. Tuya, op. cit., p. 379.
En primer lugar, como ya hemos dicho ms arriba, lo que en ningn lugar aparece en la
Biblia es que slo la Biblia sea fuente de autoridad y revelacin; junto a la Biblia est la
Tradicin de la Iglesia, la cual, entre otras cosas, es la que nos lega la misma Biblia, pues no
la tendramos ni conoceramos ni sabramos por cules libros est compuesta si no es por la
Tradicin de la Iglesia. Por tanto, as como la Tradicin de la Iglesia es la que nos dice qu
libros son los que Dios ha inspirado, tambin puede -y de hecho lo hace- ensearnos cosas
que no estn reveladas explcitamente en la Biblia sino slo implcitamente. Es funcin del
Magisterio y de la Tradicin de la Iglesia transmitirnos tanto la Biblia como otras cosas que
no estn contenidas -al menos explcitamente- en ella, como se afirma en la misma Biblia,
segn algunos textos de San Juan y San Pablo, entre otros, que ya hemos citado ms arriba.
Por tanto, una vez ms insistimos en que no hay que aceptar el sofisma antibblico de algunos
protestantes que creen y ensean contra la Biblia que todo lo que creemos debera estar en la
Biblia (literalmente como lo enseamos ahora). Que demuestren ellos primero eso, si
pueden!
De todos modos, y por puro gusto nuestro, debemos decir que la enseanza de la
infalibilidad puede ser encontrada en la Biblia. Trataremos de resumirlo aqu en algunos
prrafos.
Que el Papa (no uno en particular sino cualquiera de ellos -es decir, el papado en
general-) es el Anticristo, es algo que he escuchado a muchos miembros de sectas cristianas.
Algunos ejemplos:
Slo tengo una pregunta: entonces, si la Bestia tiene que venir de la
Comunidad Papal Romana, es el prximo Papa o el siguiente?
Otro:
Se me ocurre pensar que la segunda Bestia del Apocalipsis se encuentra en
Roma.
Otro:
Hace unos meses, por recomendacin de una compaera de la oficina, visit una
pgina argentina llamada "Conoceris la Verdad" . En ella encontr cosas tan
negativas para la iglesia catlica que qued espantada; por ejemplo, hay un apartado
en el cual presentan al Papa con un ttulo que dice "Una imagen dice ms que mil
palabras", y viene una foto del Jubileo de los Jvenes, el Papa sentado en una silla con
una cruz invertida (como antecedente explican que esta cruz simboliza todo lo opuesto
al cristianismo) y dicen literalmente, que es el anticristo .
Otro:
Quisiera que me d una interpretacin a las Escrituras del libro de Daniel, ya
que estuve muy pensativo sobre este libro proftico que utilizaron unos amigos
adventistas para decir que la bestia es la Roma papal y, sealando la parte "era un
hombre vestido de blanco y cabello blanco y suave como la lana que hablaba grandes
cosas...", hacen mencin al Papa.
NOTAS:
1
Se trata de una pgina conocida por sus constantes y ensaados ataques al Catolicismo.
2
No voy a tocar aqu el tema de esa cruz, que no es otra cosa que la cruz de San Pedro (Pedro
muri crucificado cabeza abajo, como relata la tradicin), razn por la cual en muchos
monumentos y obras de arte se encuentra este smbolo. No es una "cruz invertida" en el
sentido que los autores del artculo quieren darle al trmino "invertido" como "satnico" o
blasfemo. Puede encontrarse un amplio estudio sobre este tema en la pgina
www.apologetica.org
3
Cf. Llorca, Garca Villoslada, Montalbn, Historia de la Iglesia Catlica, BAC, Madrid
1976, tomo 1, p. 124-125
El Papa, las riquezas y otros
Captulo 4
Mario-latra?
NOTAS:
1
Ignacio de Antioqua, Ad Smyrnaeos, 1,1; Ad Ephesios, 19,1.
2
Arstides, Apologia, 15; PG 96,1121.
3
Se pueden ver los textos en la mayora de los buenos tratados de Mariologa; por ejemplo,
en C. Pozo, Mara en la obra de la salvacin, BAC, Madrid 1974, pp. 254-255.
4
Cf. todas las recensiones en DS 10-30.
5
Hiplito, Traditio apostolica, n. 73.
6
Ver Pozo, op. cit., pp. 255-256.
7
Ireneo, Adversus haereses, 4, 55,2.
8
Ibid., 3,30.
9
Len, Sermn 24,1; ML 54,204.
10
Zenon, Tractatus, 2, 8,2; ML 11,414-415.
11
Jernimo, Epstola 49 (48), 21.CSEL 54,386.
12
Por ejemplo, Jos de Aldama, Mara en la patrstica de los siglos I y II, BAC, Madrid
1970, pp. 167 ss.; C. Pozo, op. cit., pp. 254 ss.; Gregorio Alastruey, Tratado de la Virgen
Santsima, BAC, Madrid 1947, pp. 445-488; J. B. Carrol, Mariologa, BAC, Madrid 1964,
pp. 619 ss (a cargo, esta parte, de Phillip Donnelly), etc.
13
Ireneo, Adversus haereses, 3, 26,2.
14
Cf. Ignace de la Potterie, La anunciacin del ngel a Mara en la narracin de San Lucas,
en: "Biblia y Hermenutica", Actas de las Jornadas Bblicas, San Rafael 1998, Ed. Verbo
Encarnado 1998, pp. 141-166.
15
Lebreton, La vie et l'enseignement de Jsus Christ, vol. 1, Paris 1938, p. 35.
16
Lagrange, L'Evangile de Jsus Christ, Paris, 1928, p. 18.
17
DS 503.
18
Padres de la Compaa de Jess, La Sagrada Escritura. Texto y Comentarios, BAC, Madrid
1964, tomo I, pp. 24-25.
19
Biblia Comentada, BAC, Madrid, 1964, tomo II, p. 31.
20
As, por ejemplo, yo seguir en esto las exposiciones de Francesco Spadafora, Diccionario
Bblico, Ed. Litrgica Espaola, Barcelona 1968, voz "Hermanos de Jess", pp. 264-265;
Serafn de Ausejo, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 1970, voz "Hermanos de
Jess", col. 829-831; X. Len Dufour, Vocabulario de la Biblia, Herder, Barcelona 1976, pp.
381-384, etc.
El lugar de Mara en la obra de la Salvacin
Al responder la anterior objecin, hemos tocado ya varios de los argumentos que los
protestantes suelen poner en contra de Mara Santsima. Junto al de su perpetua virginidad, el
ms difcil para ellos es el "lugar" que ocupa Mara en la doctrina catlica de la salvacin, es
decir, su funcin mediadora o intercesora. Algo de esto hemos insinuado al hablar del "culto
a los santos". Hemos ya dejado sentado que no se trata de adoracin, acto que, en caso de
dirigirse a una criatura distinta de Dios, est condenado por la doctrina catlica como pecado
gravsimo.
Esto lo han reconocido convertidos al catolicismo: "la doctrina catlica que ms me
cost aceptar era el papel de Mara en la Iglesia (...) Siempre haba credo que pedirle a Mara
que intercediera por nosotros, era contrario a la enseanza de la Biblia de que Cristo es el
'solo mediador entre Dios y los hombres' (cf. 1Tim 2,5)", dice por ejemplo Tim Staples .
He recibido varias objeciones sobre este tema que apuntan contra esta
verdad; por ejemplo:
Lee el nuevo testamento, dnde dice el papel de Mara?, desde cundo es
mediadora?
En una revista catlica leo que "si con razn podemos decir que Jess es camino
que nos lleva al Padre, tambin es el camino que nos lleva a Mara". Confieso que
esta afirmacin me ha llenado de estupor. Uno est acostumbrado a que en el seno del
catolicismo se ensalce, sin fundamento bblico, la figura de Mara y de los Santos.
As, pues, uno ha odo muchas veces que es Mediadora (aunque Jess dijo "Yo soy el
Camino... nadie va al Padre si no es por M"), Corredentora (como si la Sangre de
Cristo no fuera de valor infinito, y suficiente para redimirnos). Pero uno no haba
ledo todava que Cristo quedara rebajado a mediador entre nosotros y la Virgen.
Tantas connotaciones idoltricas en la Iglesia Catlica, hacen que uno a veces
empiece a no entender nada. Entre el Papa, la Virgen, los Santos, queda algn lugar
para Jess? Francamente, leyendo las Escrituras, uno llega antes a Lutero que al
Vaticano.
No entiendo por qu en la Iglesia Catlica, se insiste en poner a Mara como
mediadora de los hombres y mujeres con Dios, cuando Jess mismo nos dice que l es
el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino es por l. Este mensaje es claro.
NOTAS:
1
Tim Staples, La Biblia me convenci, en: Patrick Madrid, Asombrado por la verdad, op.cit.,
pp. 267.
2
San Luis Mara Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devocin a Mara, nn. 14 y
39.
Los catlicos ensean que Mara no necesit salvacin?
NOTA:
1
DS, 3909.
Adnde dice la Biblia que Mara fue subida al cielo o que fue concebida sin pecado original
y los dems dogmas catlicos?
Ya he dicho reiteradamente, que sostenemos, los catlicos, con fundamento, que las
fuentes de la Revelacin son dos: la Palabra de Dios escrita y oral; Biblia y Tradicin. Ya lo
hemos probado. Me remito a los argumentos sentados ms arriba. En base a ellos, el
magisterio, segn las necesidades de los tiempos, (en muchos casos las diversas herejas que
fueron surgiendo) y la maduracin teolgica, ha proclamado de modo solemne que tal o cual
verdad ha sido revelada por Dios y se encuentra contenida en ciertas afirmaciones bblicas, y
han sido siempre entendidas en este sentido por la Iglesia (la tradicin).
Teniendo esto en cuenta, podemos decir que el fundamento para sostener las verdades
que en este punto se consideran, ha sido expuesto por los Papas en los documentos en que se
han proclamado los referidos dogmas.
En cuanto a la inmunidad de pecado original (inmaculada concepcin de Mara),
existen dos puntos de apoyo en la Sagrada Escritura.
El primer texto, es el pasaje clsico de Gn 3,15, (Entonces Yahveh Dios dijo a la
serpiente: ...Enemistad pondr entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: l te pisar la
cabeza mientras acechas t su calcaar); si se entiende el pasaje de Cristo -el linaje de la
mujer contra el cual se alzar el linaje de la serpiente- entonces hay que ver en la mujer de
la cual procede este linaje no slo a Eva, sino de modo inmediato a Mara, madre de Jess. Si
la enemistad es total, debe excluir (as lo ha entendido la tradicin) toda connivencia con el
pecado, puesto que "quien comete pecado es esclavo", como dice Jess (cf. Jn 8,34); por
tanto, no slo el linaje de la mujer sino la misma mujer que es madre de ese linaje, debe estar
exenta de todo pecado. Esto no lo puede cumplir Eva, pero s Mara.
En el Nuevo Testamento, el fundamento es el pasaje de la Anunciacin, en la que el
ngel llama a Mara con la palabra griega "kejaritomne" (Lc 1,28). Esta palabra significa,
como indica C. Pozo , que Mara tiene, de modo estable, la gracia que corresponde a su
dignidad de Madre de Dios. La reflexin de la fe, sigue diciendo el mismo telogo, descubri
que esa gracia es una "plenitud de gracia". Ms aun, que la nica plenitud que
verdaderamente corresponde a la dignidad de Madre de Dios, es aqulla que se tiene desde el
primer instante de la existencia, es decir, una santidad total que abarque toda la existencia de
Mara.
stos son los fundamentos; evidentemente no bastan por s solos, ni la Iglesia pretende
que as sea; est adems la interpretacin de toda la tradicin de la Iglesia y del magisterio en
particular.
Ya desde el siglo II aparecen frmulas que indican la ntima asociacin de Mara y
Cristo, el Redentor, en la lucha contra el diablo. La idea se expresa en el paralelismo Eva-
Mara, asociada al nuevo Adn (que ningn protestante piense que, si el paralelismo es entre
Eva y Mara/Nueva Eva, entonces se est insinuando su pecado por cuanto Eva pec, pues el
mismo paralelismo pone en el otro trmino a Adn-Cristo; por tanto si Adn es figura de
Cristo, pero no en cuanto a su pecado sino en cuanto a ser principio, lo mismo vale para Eva
como figura de Mara, en cuanto madre de los vivientes "en la gracia"). Tenemos textos al
respecto ya en el siglo II, de san Justino, san Ireneo, etc. En el siglo IV se cultiva ms el tema
de la plenitud de gracia en Mara, con hermosos textos de San Ambrosio, San Agustn, San
Mximo de Turn (quien dice, por ejemplo, "Mara, habitacin plenamente idnea para
Cristo, no por la cualidad del cuerpo sino por la gracia original"), etc. A medida que pasan
los siglos, la conciencia se va haciendo ms clara al respecto. Los textos pueden verse en las
obras especializadas . Algo digno de consideracin, es que hay testimonios de una fiesta
consagrada a la Concepcin de Mara a fines del siglo VII o comienzos del VIII.
Es muy importante la controversia entre los telogos catlicos sobre este tema, surgida
en torno a los siglos XII-XIV, a raz de teoras que consideran que la afirmacin de la
inmaculada concepcin de Mara, implicara que Nuestra Seora no habra sido redimida.
Una inmaculada concepcin que se oponga a la redencin universal de Cristo no puede ser
aceptada por la verdad catlica; en razn de esto, algunos telogos, pensando que ambas
verdades eran incompatibles -a menos que el magisterio autntico declarase el modo
misterioso de esta compatibilidad- se inclinaron por negar esta verdad, diciendo que Mara
habra sido concebida con pecado original, pero inmediatamente, en el primer instante, habra
sido limpiada del mismo por el Espritu Santo. Debemos recordar que, paralelamente a esta
controversia, el pueblo sencillo, intuyendo el misterio, sigui profesando esta verdad, ajeno a
las difciles especulaciones teolgicas. Desde el siglo XV en adelante, volvi a profesarse
con serenidad esta verdad, incluso muchas universidades (como las de Pars, Colonia,
Maguncia, etc.) impusieron el juramento de defender la inmaculada concepcin antes de la
colacin de grados acadmicos. Destacable es tambin que el concilio cismtico de Basilea
(ao 1439) defini como dogma de fe la doctrina de la Inmaculada Concepcin. El Concilio
de Trento manifiesta explcitamente, que su decreto admirable sobre el pecado original no
intenta tocar el tema particular de Mara3. Finalmente, llega la definicin dogmtica por parte
de Po IX, aclarando que Mara es inmaculada y la primera redimida (redimida por
anticipacin; por aplicacin anticipada de los mritos de Cristo, y que tal doctrina est
revelada por Dios) .
En cuanto a la asuncin de Mara, es decir, la doctrina que dice que Mara, despus de
su vida terrestre fue llevada en cuerpo y alma al cielo (sin definir si pasando por la muerte - a
lo que se inclinan la mayora de los telogos- o por un estado de dormicin), encuentra sus
fundamentos bblicos tambin en el texto de Gn 3,15, ya citado, pues se basa en la asociacin
perfectsima de Mara a Cristo en todos sus misterios (la encarnacin, donde se pide su
consentimiento; el nacimiento; su acompaamiento en la vida pblica; el comienzo de sus
obras en las bodas de Can; su presencia al pie de la Cruz; su presencia en Pentecosts, etc.),
que invitan a considerar su asociacin al misterio de la muerte de su Hijo (para muchos
telogos, como he dicho), su posterior resurreccin y ascensin a los cielos y su coronacin.
Tambin suele aducirse el texto de Apocalipsis 12,1 (Una gran seal apareci en el cielo:
una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza), aunque este texto se aplica tambin a la Iglesia y al Israel de Dios.
Po XII, en la Constitucin Apostlica "Munificentissimus Deus" procedi de modo
mixto, por medio de una argumentacin que apelaba a: (a) que los Padres desde el siglo II
afirman una especial unin de Mara, la Nueva Eva, con Cristo, el Nuevo Adn, en la lucha
contra el diablo; (b) en Gn 3,15 la lucha de Cristo contra el diablo haba de terminar en la
victoria total sobre el demonio; (c) segn san Pablo (cf. Ro 5-6; 1Co 15,21-26; 54-57), la
victoria de Cristo contra el diablo fue victoria sobre el pecado y la muerte; (d) por tanto, hay
que afirmar una especial participacin de Mara -que debera ser plena, si su asociacin con
Cristo fue plena- que termine con su propia resurreccin y triunfo sobre la muerte.
Esto est corroborado con testimonios de la tradicin ms antigua, tanto de los Padres
como de la liturgia de la Iglesia (la fiesta de la Dormicin se celebra en Jerusaln desde el
siglo VI y hacia el 600 en Constantinopla), etc. Vase para todos estos testimonios, los textos
indicados ms arriba.
Los protestantes pueden estar en desacuerdo con estas enseanzas, pero debern
reconocer que sus negaciones sistemticas son ms recientes en el tiempo que los testimonios
de la misma tradicin. Por eso, los primeros apologistas los llamaron "novadores": los
innovadores o inventores de doctrinas.
Captulo 5
La fe y las obras
64
29 en el Evangelio de San Juan (cf. Jn 15,10): el que me ama guardar mis palabras [=
del Seor
mandamientos]). Mala prctica exegtica es negar los textos que crean dificultad, tanto por una
parte (negando el papel clave que juega la fe en la justificacin y la doctrina paulina de la
exclusin de las obras de la Ley; sea negando el papel de las obras de la caridad). De aqu que
haya que afirmar que los textos en que se habla de la fe, deben ser entendidos de la fe
"perfeccionada" por la caridad (porque mientras los textos referidos a la fe salfvica, si fuesen
entendidos de la fe al margen de la caridad, quedaran en oposicin a los textos que hablan de
la necesidad de la caridad para salvarse, por el contrario, entendidos de la fe perfeccionada por
la caridad, se entienden tanto unos como otros).
Teolgicamente, esta relacin perfectiva de la caridad -llamada bblicamente: perfeccin,
vnculo, vida o alma- ha sido expresada con el concepto de "forma": la caridad es la forma de
todas las virtudes . No debe entenderse en el sentido de forma intrnseca o sustancial, pues la
fe y las dems virtudes tienen su propia especificacin intrnseca que les viene de su objeto, la
cual no muda al recibir la caridad sino como referida a una forma accidental y extrnseca (de
orden operativo): en el sentido de que la caridad mueve e impera los actos de fe y de las dems
virtudes al fin ltimo (Dios), imprimiendo en ellos la cualidad de actos meritorios; de este
modo eleva los actos de la fe al orden virtuoso y perfecto. En este sentido, la fe recibe de la
caridad especificacin sobrenatural, es decir, la orientacin al fin ltimo (el bien divino, que
es objeto de la caridad): "la caridad, en cuanto tiene por objeto el ltimo fin, mueve las otras
virtudes a obrar" .
En referencia a cuanto decan las objeciones expuestas ms arriba, debemos decir que de
ninguna manera puede decirse que la Iglesia catlica quite valor al sacrificio de Jess. Su valor
es infinito y una gota de sangre puede salvar el universo, como cantamos en el Adorote devote
(himno atribuido a Santo Toms). Lo que ensea la Iglesia, siguiendo al mismo Jesucristo, es
que Dios no nos salvar (nos salva Dios, no nosotros) sin nosotros, es decir, sin que su sangre
se convierta en fruto en nosotros. Y esto se pone de manifiesto en las obras (que si bien las
hace Dios en nosotros, se hacen, existen). Por eso, Jesucristo al joven rico que quera salvarse
le dice que haga obras: Qu tengo que hacer para salvarme? Cumple los mandamientos, y le
nombra los principales. Eso es lo mismo que ensea la Iglesia. Las obras son totalmente
nuestras y totalmente de Dios que las hace en nosotros.
Lutero tergivers esta doctrina, considerando intil toda obra humana. Pero no es eso lo
que ensea San Pablo cuando en 1Co 3,9 dice que somos colaboradores de Dios. Algunos
protestantes, para evitar el sentido evidente del valor de las obras que tiene este texto, traducen
"trabajadores de Dios", pero no es se el sentido verdadero de la expresin (dnde dejan estos
biblistas el sentido literal cuando se torna comprometedor para sus doctrinas?). El texto griego
dice "sunergo" ("sunergs"): colaboradores, "adiutores" como dice la Neo Vulgata; el prefijo
griego "sun" equivale al latino "cum", con (como puede verse en palabras que han pasado a
nuestra lengua: "sntesis", "sincrnico", "sinestesia", etc.). Lo reconocen algunas versiones
protestantes como la American Standard Version y la New King James Version, que traducen
como "fellow-workers", y la Reina-Valera que dice "colaboradores". Tambin San Pablo
exclama con toda fuerza: De l (Dios) somos hechura, creados en Cristo Jess a base de obras
buenas, que de antemano dispuso Dios para que nos ejercitemos en ellas (Ef 2,10). "Ep'i
rgois agathois" son obras, hechos buenos; y dice San Pablo que Dios ha querido que en ellas
"peripatesomen": caminemos. No puede pensarse nada ms lejos de una fe desencarnada del
obrar. Y por el mismo motivo, Nuestro Seor nos recuerda que no basta el conocimiento para
la salvacin, cuando, tras lavar los pies de sus discpulos y recordarles la necesidad de "obrar"
segn su ejemplo (Jn 13,15: para que as como yo hice con vosotros, vosotros tambin hagis:
"hmeis poiete"), aade (Jn 13,17): Si sabis esto, bienaventurados seris si lo hicirais ("ei
tauta oidate, makrio este ean poiete aut). No basta saber; es necesario hacer, obrar ("poieo"
en griego).
65
A29una persona que me preguntaba: "si la salvacin ya est dada por Jess y en Jess, por
qu tenemos que 'trabajar' para conseguirla?", le respond, en su momento, diciendo que si a
alguien le comunican que el gobierno le ha adjudicado una casa pero tiene que ir a retirar el
ttulo, esa persona se dara cuenta de que la casa le pertenecer desde el momento en que retire
efectivamente el ttulo; antes no puede entrar en esa casa. Del mismo modo, Jess ha ganado
los mritos para nuestra salvacin, pero cada uno de nosotros debe hacer el trabajo de
"aplicrselos" a s mismo, mediante la santificacin diaria y los sacramentos (aun as, los
catlicos sabemos y profesamos que esta misma aplicacin no es slo obra nuestra, sino al
mismo tiempo toda nuestra y toda de Dios). Jess muri por todos los hombres, pero el buen
ladrn acept a Cristo y el mal ladrn muri blasfemando. Eso quiere decir que la salvacin no
es algo automtico. Y las consecuencias a las que se puede llegar por la doctrina de la fe sola,
sin obras, escandalizara a todo buen protestante.
Baste de prueba las palabras de Lutero en carta a Melanchton el 1 de agosto de 1521 : "Si
pide gracia, entonces pida una gracia verdadera y no una falsa; si la gracia existe, entonces
debes cometer un pecado real, no ficticio. Dios no salva falsos pecadores. S un pecador y
peca fuertemente, pero cree ms y algrate en Cristo ms fuertemente an (...) Si estamos aqu
[en este mundo] debemos pecar (...) Ningn pecado nos separar del Cordero, ni siquiera
fornicando y asesinando millares de veces cada da". El autor protestante De Wette, quien se
dedic a coleccionar frases clebres de Lutero, deca (atribuyndolo a Lutero): "Debes quitar el
declogo de los ojos y del corazn"7
Me parece, as, muy equilibrado cuanto escriba un convertido: "muchos protestantes
acusan a la Iglesia Catlica de ensear un sistema de salvacin basado en obras humanas,
independientemente de la gracia de Dios. Pero esto no es cierto. La Iglesia ensea la necesidad
de las obras, pero tambin lo ensean las Escrituras. La Iglesia rechaza la nocin de que la
salvacin se puede alcanzar 'slo por las obras'. Nada nos puede salvar, ni la fe ni las obras, sin
la gracia de Dios. Las acciones meritorias que llevamos a cabo son obras inspiradas por la
gracia de Dios" .
En sta, como en otras cuestiones, creo quehay una incomprensin de parte de
muchos protestantes respectode la doctrina catlica. Lo que ellos criticana los catlicos, los
catlicos no lo ensean de ese modo; es una mala imagen que no responde a la realidad, y para
demostrarlo podemos invitar a cualquier protestante que nos diga dnde y en qu documento
oficial, aprobado por el magisterio, la Iglesia ensea que alguien puede justificarse slo por las
obras.
Bibliografa: J. M. Bover, Las epstolas de San Pablo, Balmes,
Barcelona 1959; Idem, Teologa de SanPablo, BAC, Madrid
1956; Ferdinand Prat, La teologa de San Pablo, Jus, Mxico
1947 (2 volmenes); Settimio Cipriani, Le lettere di Paolo,
Cittadella Ed., Assisi 1991. En ingls puede encontrarse una
importante bibliografa sobre la doctrina protestante y
catlica de la justificacin en el artculo de Joseph Pohle,
Justification,
"The Catholic Encyclopedia", vol. VIII, Robert Appleton
Company, 1910.
NOTAS:
1
DS 1531.
2
DS 1559; cf. 1532; 1538; 1465; 1460s.
66
3 29
Por ejemplo: Le respondieron: Ten fe en el Seor Jess y te salvars t y tu casa (Hch
16,31); el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley (Rom 3,28); Habiendo, pues,
recibido de la fe nuestra justificacin (Rom 5,1); otras citas semejantes: Hch 26,18; Rom
10,9; Ef 2,8-9; Gal 2,16; 2,21; 3,1-3. 9-14. 21-25.
4
Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1827; 1844; 2346.
5
Toms de Aquino, Suma Teolgica, I-II, 64,5.
6
Esta carta puede leerse en la "American Edition Luther's Works", vol. 48, pp. 281-282, ed.
H. Lehman, Fortress 1963.
7
Citado por P. F. O'Hare, The Facts about Luther, Rockford 1987, p. 311.
8
Cf. Tim Staples, op. cit., p. 269-270
Captulo 6
Apuntemos a los sacerdotes
67
29 Esto demostrara la mala fe de los catlicos que no cumplen lo que manda la Biblia.
sacerdote.
Pero si se ve bien el texto dice materialmente (o sea, literalmente) que no se debe llamar a
nadie ni padre, ni maestro, ni director, ni doctor. Adems, Jess no hace ninguna aclaracin
respecto del contexto en que deben o no deben usarse estas palabras; por tanto, no solamente
quedaran excluidas de su aplicacin al sacerdote sino tambin respecto del hijo que quiere
llamar "padre" o "pap" a quien le ha dado vida, del alumno que quiere llamar "maestro", o
"director" (y no habra que excluir el trmino "profesor", "instructor", etc., porque son
sinnimos de stos), a quienes le ensean en la escuela, en la universidad, etc.
Evidentemente, se est sacando de contexto estas palabras del Seor. Y esto lo podemos
ver en cuanto la misma Biblia usa el trmino "padre", aplicndolo a los seres humanos que son
padres biolgicos, y en otros sentidos derivados.
El uso legtimo del calificativo "padre" aplicado a nuestros padres biolgicos, lo
podemos observar en los mismos preceptos bblicos que nos ordenan honrarlos: Honra a tu
padre y a tu madre (Lc 18,20); Hijos, obedeced a vuestros padres en el Seor; porque esto es
justo (Ef 6,1; ver tambin: Gn 22,7; Lc 15,11-12, etc.).
Los protestantes dirn que Jesucristo no se refiere a los padres carnales (cmo lo saben,
pues no est aclarado en el versculo?); sin embargo, tambin encontramos el uso "espiritual"
del trmino; Eliseo, mientras el profeta Elas era arrebatado por un carro de fuego, clamaba:
Padre mo, padre mo! (2Re 2,12; "My father, my father", en la versin protestante King
James; y "pater, pater" en el texto griego).
Es usado en sentido respetuoso; Jess pone en boca del rico que es llevado al infierno:
Padre Abraham, ten compasin de m (Lc 16,24). Incluso se usa con los mayores, a pesar de
que sean perseguidores nuestros, como por ejemplo, cuando David dice a Sal (su rey y no su
padre biolgico) "padre mo" (cf. 1Sam 24,12); y lo mismo se diga de san Esteban cuando lo
usa con los ancianos y escribas que lo juzgan y condenan: l respondi: Hermanos y padres,
presten atencin (Hech 7,2; y de Esteban se dice en la Biblia que era un hombre lleno de fe y
de Espritu Santo: Hech 6,5, por lo que ha de ser ese mismo Espritu quien inspira sus
palabras).
Tambin es aplicado en la Biblia para quien tiene cuidado material sobre los dems,
aunque no tenga ninguna relacin de sangre con ellos, como cuando Jos dice de s mismo que
Dios lo ha constituido "padre" para el Faran y seor de toda su casa (cf. Gn 45,8; "father to
Pharaoh", traduce la versin King James).
Los mismos apstoles se consideran "padres" espirituales de sus fieles, por lo que no
pueden considerar mal que sean llamados as; ellos, por su parte, llaman hijos a sus hijos,
como es lgico; por ejemplo, san Pablo dice a Timoteo: a Timoteo, hijo querido. Gracia,
misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jess Seor nuestro (2Tim 1,2; Timoteo
es llamado cuatro veces "hijo en la fe": 1Tim 2 y 18; y 2Tim 1,2 y 2,1), y hablando del esclavo
Onsimo dice: Yo, Pablo, ya anciano y ahora preso... te pido un favor para Onsimo, quien ha
llegado a ser un hijo mo espiritual (Filemn 10); Juan escribe a sus destinatarios dicindoles:
Hijos mos, es la ltima hora (1Jn 2,1); Pedro escribe mandando saludos a mi hijo Marcos (cf.
1Pe 5,13). San Pablo, incluso, se glora (en el buen sentido) de su paternidad: No os escribo
estas cosas para avergonzaros, sino ms bien para amonestaros como a hijos mos queridos.
Pues aunque hayis tenido diez mil pedagogos en Cristo, no habis tenido muchos
padres. He sido yo quien, por el Evangelio, os engendr en Cristo Jess (1Co 4,14-15).
De aqu que debamos entender que Nuestro Seor no se refiere a lo que entienden los
protestantes al leer el texto de Mt 23,9-10; la intencin de Cristo es -como puede entenderse si
se leen los versculos siguientes- la condenacin de la soberbia, la bsqueda de honores y la
instrumentacin -como ocurra entre los escribas- del magisterio para vanagloriarse. El uso de
la hiprbole (expresin exagerada) es un recurso constante en la Escritura para dar ms fuerza
68
29se dice.
a lo que
Por qu pretenden confesar los pecados los sacerdotes si ellos son simples hombres?
Un catlico a quien haban puesto dudas sus amigos protestantes me escriba en una
oportunidad:
Mi inquietud es por qu debemos confesar nuestros pecados a un sacerdote, en
vez de hacerlo directamente con Dios? No hay referencia bblica que asevere que
debemos confesarnos como lo vengo haciendo. En qu se fundament la Iglesia?
Disculpe mi ignorancia, pero me encuentro en esta disyuntiva; esto viene a raz de que
he estado hablando con una persona cristiana protestante; ellos dicen que uno debe
pedirle perdn a la persona que uno ofendi directamente, y me pregunt sobre qu se
bas la Iglesia para este Sacramento.
La objecin es frecuente, y no slo viene de protestantes, sino en algunos casos, tambin
de catlicos reacios a la confesin. Escriba un convertido, hablando de su vida pasada cuando
era protestante: "La creencia catlica en el sacramento de la confesin y su prctica de
confesar los pecados a un sacerdote, siempre me fastidiaron. Desafindolos, yo les deca: 'Slo
Dios puede perdonar los pecados. Nadie tiene que ir a un hombre pecador para ser perdonado.
Nos dirigimos directamente a Dios!" .
Es cierto, y los protestantes serios no dudan de ello, de que Jesucristo tiene el poder de
perdonar los pecados y de hecho, en los Evangelios lo hace en repetidas ocasiones, como al
perdonar a la adltera (Jn 8), al paraltico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2,5), a la
pecadora en casa de Simn el fariseo: Sus pecados, sus numerosos pecados le quedan
perdonados, por el mucho amor que mostr (Lc 7,47), al buen ladrn: En verdad te digo que
hoy mismo estars conmigo en el Paraso (Lc 23,43). Y no slo eso, sino que Jesucristo
reivindica el derecho de hacerlo: El Hijo del Hombre tiene poder de perdonar los pecados en
la tierra (Mc 2,10).
Pero la misma Biblia testimonia que este poder de perdonar los pecados es comunicado a
sus apstoles, y se trata en este caso de un acto absolutorio de los pecados en nombre del
mismo Dios. Esto hay que tenerlo en cuenta. El mandato de perdonarnos unos a otros las
ofensas es universal (Mt 6,14-15: si vosotros perdonis a los hombres sus ofensas, os
perdonar tambin a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonis a los hombres,
tampoco vuestro Padre perdonar vuestras ofensas; Col 3,13: Como el Seor os perdon,
perdonaos tambin vosotros). Pero en este mandato se nos manda que nosotros perdonemos las
ofensas hechas contra nosotros mismos; este perdn no implica que el ofensor sea perdonado
tambin por Dios; esto es otra cosa que debe arreglarse entre el pecador y Dios. Precisamente,
este asunto Jesucristo lo encarga a sus apstoles.
La promesa de este poder la encontramos en el texto de Mt 16, dirigida a Pedro bajo la
metfora de las llaves y de "atar-desatar": A ti te dar las llaves del Reino de los Cielos; y lo
que ates en la tierra quedar atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedar
desatado en los cielos (Mt 16,19). Ya hemos explicado el significado de la parbola ms
arriba, al hablar del primado de Pedro. Pero la entrega efectiva de ese poder, tiene lugar
despus de la Resurreccin de Cristo y va dirigida a todos los apstoles (a diferencia del
primado, que slo se dirige a Pedro, tanto en Mt 16 como en Jn 21): Recibid el Espritu Santo.
A quienes perdonis los pecados, les quedarn perdonados y a quienes se los retengis, les
quedarn retenidos (Jn 20,22-23). Los apstoles fueron concientes de este poder, como seala
69
29 en la segunda carta a los Corintios: Todo eso es la obra de Dios, que nos reconcili
San Pablo
con l en Cristo, y que a m me encarg la obra de la reconciliacin (2Co 5,18).
Los apstoles, por su parte, al asegurar la continuidad de su ministerio por medio de la
ordenacin de sus sucesores (obispos y sacerdotes), les confiaron el poder recibido del mismo
Cristo,como le hace notar san Pablo a Timoteo: Te recomiendo que avives
el fuego de Dios queest en ti por la imposicin de mis manos (2Tim 1,6). De esta
manera, se cumple la promesa del Seor hecha a los apstoles de que "estara con ellos
hasta el fin del mundo" (cf. Mt 28,20); evidentemente se refera a sus sucesores, puesto que los
apstoles murieron y ellos no estn ya en el mundo; por tanto, la promesa de Cristo se refera
al ministerio desarrollado por los apstoles.
No impide, este poder, que el mismo sacerdote sea pecador, porque su poder no est
condicionado a su santidad. l puede perdonar los pecados por el poder recibido en su
ordenacin, pero al mismo tiempo l necesita del perdn de sus pecados, y por eso debe
confesarse con otro sacerdote; y esta necesidad afecta a todo hombre, sea sacerdote, obispo o
el mismo Papa.
NOTA:
1
Cf. Tim Staples, op. cit., p. 255-256.
Captulo 7
Cuestiones particulares
70
29
En este captulo intentar recoger otras objeciones que no he querido ubicar en los
captulos anteriores por razones de mayor claridad.
Muchas sectas se oponen al bautismo de los nios y suelen preguntar a los catlicos en
qu lugar de la Biblia sale que se pueda o se deba bautizar a los nios. A esto, muchos
catlicos no saben responder. Por ejemplo, una joven madre catlica casada con un protestante
me escriba:
Yo soy catlica, y mi esposo es cristiano apostlico; l quiere que vea la verdad en
su iglesia, y yo quiero que vea que la iglesia catlica es la verdadera, pero no s cmo
demostrrselo. l siempre se basa en la Biblia, y dice que nosotros no, yo asisto a su
iglesia algunas veces y me doy cuenta que su doctrina est un poco equivocada, porque
no creen en la Trinidad ni en santos, y menos en la Virgen. Tenemos un hijo de 8 meses,
y yo lo quiero bautizar, pero l quiere que decida cuando sea grande; no s qu hacer
para demostrarle que debemos bautizar a los bebs.
Ya hemos insistido mucho en que no todo tiene que estar en la Biblia, pues sta es slo
una de las dos fuentes de la Revelacin, junto con la Tradicin que transmite, entre otras cosas,
al mismo texto revelado (la Biblia). De todos modos, hay testimonios bblicos, aunque no sean
directos.
Digamos, ante todo, que efectivamente la Iglesia sostiene como de fe definida que "es
vlido y lcito el bautismo de los nios que no tienen uso de razn". El magisterio tuvo que
definir esto recin en el Concilio de Trento (siglo XVI), cuando una de las primeras sectas
desprendidas de la reforma luterana, la de los anabaptistas (conocidos tambin como
"rebautizantes"), introdujo la costumbre de repetir el bautismo cuando el individuo llegaba al
uso de razn (por negar la validez del bautismo de los mismos mientras eran nios) . (Antes de
stos, tambin haban negado la capacidad de los nios para recibir el bautismo, los valdenses
y los petrobrusianos en el siglo XII; pero sin tanta repercusin). Los mismos reformadores
conservaron el bautismo de los nios por influjo de la tradicin cristiana, aunque tal bautismo
fuese incompatible con su concepcin de los sacramentos (que exige siempre de parte del que
lo recibe un acto consciente). Lutero intent resolver la dificultad suponiendo arbitrariamente
que, en el momento del bautismo, Dios capacita a los prvulos de manera milagrosa para que
realicen un acto de fe fiducial justificante. Algunos protestantes modernos, como K. Barth, han
criticado esta prctica (por tanto, en contra de la misma prctica protestante), exigiendo que se
corrija ese contrasentido que se verifica dentro del protestantismo y se sustituya el actual
bautismo de los nios por otro aceptado con responsabilidad por parte del bautizando. Para la
doctrina catlica, no hace falta el acto personal de fe del que se bautiza cuando ste igual que
en un loco que no tiene y nunca tendr uso de razn, porque Dios a cada uno le exige, para su
salvacin, los actos de los que es capaz por su naturaleza particular (por eso, un adulto que ha
llegado al uso de razn sin bautizarse, no puede ser vlidamente bautizado si no hace un acto
libre y personal de fe; pero esto no sucede con el nio, pues ste, por su naturaleza -o sea, su
edad- es incapaz de tal acto). No es que no haga falta un acto de fe, mas ste no es
necesariamente un acto personal del nio que recibe el bautismo, sino que es el acto de fe de la
Iglesia; por eso en el rito del bautismo de nios, se les pregunta a los padres y padrinos, en el
momento antes de bautizar al prvulo (y despus de haber sido todos -padres y padrinos y
71
29 interrogados sobre la fe catlica): "Queris que N.N. sea bautizado en la fe de la
testigos-
Iglesia que juntos acabamos de profesar?" .
Esto, adems, se refuerza por cuanto el bautismo fue considerado por los primeros
cristianos (incluso por los apstoles) como la sustitucin del rito de la circuncisin (San Pablo
habla de la circuncisin de Cristo, por ejemplo en Col 2,11), la cual se practicaba con los
nios a los pocos das de nacer; igualmente la iniciacin de los proslitos en el judasmo tardo
se practicaba tambin en los prvulos.
Segn Hch 2,38s, el don del Espritu Santo, que se recibe por el bautismo, no solamente
se prometi a los oyentes de Pedro sino tambin a sus hijos. Por stos se pueden entender,
naturalmente, en un sentido amplio, todos los descendientes de aquellos que estaban oyendo al
apstol.
Cul es la razn teolgica para sostener que los nios sin uso de razn (prvulos), a
pesar de no poder hacer un acto de fe personal, reciban vlidamente el bautismo? Esto se funda
en la eficacia objetiva de los sacramentos y se justifica por la universal voluntad salvfica de
Dios (cf. 1Tim 2,4), que se extiende tambin sobre los nios que no han llegado al uso de
razn (cf. Mt 19,14), y por la necesidad del bautismo para alcanzar la salvacin (cf. Jn 3,59).
Algunos usan el texto de 1Cor 7, 14 como objecin contra el bautismo de los nios. All
dice San Pablo: Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no
creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos seran
impuros, mas ahora son santos. Como aqu San Pablo llama "santos" a los hijos de
matrimonios mixtos (entre cristiano/a y pagano/a), no permite concluir que esos nios no
tengan necesidad de recibir el bautismo, del mismo modo que nadie entiende en el mismo
versculo que el cnyuge pagano quede santificado de modo automtico por casarse con un
cnyuge cristiano, sin que necesite, por tanto, bautizarse en caso de reconocer que el
cristianismo es la verdadera religin.
Si vamos a la tradicin cristiana, vemos que hay testimonios del bautismo de nios desde
los primeros tiempos. Por ejemplo, Policarpo, en las actas de su martirio (en torno al ao 160)
afirma: "hace ochenta y seis aos que le sirvo (a Jesucristo)", con lo que se deduce que
Policarpo fue bautizado (a eso se refiere el santo obispo de Esmirna) hacia el ao 70 en edad
juvenil . San Justino en su Primera Apologa habla de muchos, hombres y mujeres, de sesenta
y setenta aos "que desde su infancia eran discpulos de Cristo", o sea que fueron bautizados
siendo nios en torno a los aos 85 al 95 (cuando todava estaba vivo el apstol Juan) .
Otros testimonios directos de la prctica eclesistica de bautizar a los nios, los
encontramos en San Ireneo , Tertuliano , Hiplito de Roma , Orgenes y San Cipriano , y en los
epitafios paleocristianos del siglo III, algunos de los cuales se pueden leer en las catacumbas
de Roma hasta el da de hoy. Orgenes funda la prctica de bautizar a los nios, en la
universalidad del pecado original, y afirma que tal costumbre procede de los apstoles.
Un snodo cartagins presidido por Cipriano (entre el 251 al 253), desaprob el que se dilatase
el bautismo de los recin nacidos hasta ocho das despus de su nacimiento, y dio como razn
que "a ninguno de los nacidos se le puede negar la gracia y la misericordia de Dios". Desde el
siglo IV va apareciendo, sobre todo en Oriente, la costumbre de dilatar el bautismo hasta la
edad madura o, incluso, hasta el fin de la vida. San Gregorio Nacianceno recomienda como
regla general la edad de tres aos . Las controversias contra los pelagianos hicieron que se
adquiriera un conocimiento ms claro del pecado original y de la necesidad de recibir el
bautismo para salvarse, lo cual sirvi para extender notablemente la prctica de bautizar a los
nios pequeos.
Bibliografa: A. Hamman, El bautismo y la confirmacin,
Barcelona 1970; P. Torquebiau, Bapteme en Occident, DDC,
II, col. 110-174; E. Herman, Bapteme en Orient, DDC, II,
72
29 col. 174201; M. Schmaus, Teologa dogmtica, tomo VI (Los
sacramentos), Rialp, Madrid 1963; J. C. Didier, Le bapteme
des enfants. Considrations thologiques, en: "L'Ami du
Clerg" 76 (1966), pp. 157-159; 193-200; 497-516.
NOTAS:
1
Cf. DS 1626; tambin 1514.
2
Cf. Toms de Aquino, Suma Teolgica, III, 69, 8 ad 2.
3
Se puede ver el texto en: Padres Apostlicos, BAC, Madrid, 1979, IX,3; p. 679.
4
Este hermoso testimonio puede verse en: Justino, Apologa I, 15,6; en: Padres apologetas
griegos, dirigido por Daniel Ruiz Bueno, BAC, Madrid 1979, p. 196.
5
Cf. Ireneo, Adversus haereses, II, 22,4.
6
Cf. Tertuliano, De baptismo 18.
7
Cf. Hiplito Romano, Traditio apostolica.
8
Cf. Orgenes, In Lev. hom. 8, 3; Comm. in Rom 5, 9.
9
Cf. Cipriano, Ep. 64,2.
10
Cf. Gregorio Nacianceno, Oratio 40,28.
El sbado o el domingo?
73
el29sbado fue santificado y bendecido por Dios; y no s por qu la catlica guarda los
domingos.
Otro:
Agradecer si me pueden responder ante una duda que no logro canalizar por los
carriles adecuados: En el xodo 20,8-10 dice: "Acurdate del da sbado para
santificarlo. Durante seis das trabajars y hars todas tus tareas; pero el sptimo da de
descanso en honor del Seor, tu Dios, en l no hars ningn trabajo, ni t, ni tu hijo ".
Pregunto: por qu el catolicismo modific este da (del sbado al domingo)? En qu
poca fue?. Quin/quines lo llevaron a cabo? Agradecer alguna explicacin o algn
texto especfico sobre este tema.
Al respecto tambin he recibido otro tipo de consultas, de las que quiero destacar slo
una por el sofisma que encierra; en efecto, me escriba un lector: "Puede usted decirme, sin
usar patrstica, dnde aparece en las Sagradas Escrituras la palabra 'da de la Resurreccin' o
(domingo)? Si usted lo hace, bblicamente, vuelvo a la Iglesia de Roma". Esta persona jams
podr volver a la Iglesia catlica por esta va; si opone la Tradicin (patrstica, en sus palabras,
aunque no se reduce en realidad a los escritos de los Padres de la Iglesia) a la Sagrada
Escritura, ni siquiera tiene sentido probar bblicamente cualquier verdad cristiana, salvo por
curiosidad histrica, puesto que del hecho de que algo est contenido en la Biblia no se sigue
que sea revelado por Dios; para probar esto hace falta el paso fundamental: probar que la
Biblia es Palabra de Dios y para este paso hace falta la garanta de la Iglesia con su tradicin y
magisterio (como ya hemos explicado hasta el cansancio desde el primer captulo)! Y si la
Tradicin puede probar que la Biblia es Palabra de Dios, al mismo tiempo demuestra su
autoridad para determinar la interpretacin de determinadas afirmaciones bblicas o usos
bblicos y sus cambios litrgicos posteriores. Perdonen los lectores (si este escrito tiene alguno)
la reiteracin de estos conceptos, pero son claves para no dejarnos engaar.
Para responder a esta cuestin del descanso sabtico hebreo y la posterior prctica
cristiana del descanso dominical, quiero dejar sentado una verdad de constatacin muy simple,
pero que es dejada de lado por los acrrimos defensores del estricto descanso sabtico (y por el
mismo motivo de que esto es dejado de lado, siendo tan notorio, me animo a pensar con un
poco de malicia, que la defensa del sbado no es sino una excusa para atacar a la Iglesia
catlica golpeando una de sus prcticas religiosas): se trata del hecho de que son muchos ms
que el sbado los mandatos de Dios del Antiguo Testamento que no practicaron los primeros
cristianos y que fueron reemplazados por otros ritos. Por ejemplo, la circuncisin (del latn
circumcido, "corto alrededor"; en hebreo mulah; es la ablacin total o parcial del prepucio en
los varones, y el corte del cltoris en las mujeres) prescrita por Dios a Abraham y a toda su
decendencia masculina -entre los hebreos es desconocida la circuncisin femenina, practicada
en cambio en otros pueblos- como puede leerse en Gn 17,10-14: sta es mi alianza que habis
de guardar entre yo y vosotros y tambin tu posteridad: Todos vuestros varones sern
circuncidados. Os circuncidaris la carne del prepucio, y eso ser la seal de la alianza entre
yo y vosotros. Este rito tuvo una importancia fundamental para el pueblo judo, al punto tal que
"el sbado y la circuncisin fueron los dos principales distintivos del judasmo durante la
cautividad de Babilonia y la poca helnico-romana, cuando la circuncisin se convirti en
argumento de escarnio por parte de los paganos" . Si tomamos las palabras de Dios en este
texto, el precepto no parecera destinado a prescribir y fue practicada en el mismo Juan
Bautista y en Jess (cf. Lc 1,58 ss; 2,21 ss), y sin embargo el Concilio de Jerusaln fue
terminante en no obligar a los convertidos de la gentilidad (cf. Hch 15,1 y ss), y San Pablo en
varias ocasiones demostr la inutilidad del rito despus de la muerte redentora de Cristo (cf.
Gal 5,2; 6,12; Col 2,11). A partir de entonces, se entiende la circuncisin verdadera como la
74
29
circuncisin espiritual, la liberacin del pecado y la sumisin a Dios (cf. Ro 2,28; Col 2,11).
Hay que sealar que, a pesar de estos testimonios apostlicos, los judeocristianos siguieron
practicndola y para no desairarlos los apstoles en algunas ocasiones se conformaron con este
uso (cf. Hch 16,3). Lo mismo se diga de las prcticas religiosas judas (fiestas religiosas como
la Pascua Juda, los Tabernculos, sacrificios de animales, oblaciones, etc.). Por tanto, el
cambio del descanso sabtico no es un hecho aislado o nico en los cambios introducidos por
los primeros cristianos.
Es muy importante sealar que los apstoles, en la discusin sobre la circuncisin de los
gentiles (cf. Hch 15,1 y ss), no hablan de una nueva revelacin de Dios sino que deducen la no
obligatoriedad de la intencin profunda de Dios en la vocacin de los gentiles; igualmente San
Pablo en sus cartas, no aduce una nueva revelacin de Dios sino que l ve cumplido en la
Redencin obrada por Cristo lo que aqul rito significaba, por eso lo ve transportado
espiritualmente a otros smbolos, como el bautismo y la fe. Es cierto que de estos ejemplos
que estoy dando, la misma Escritura da testimonio (es decir, de la caducidad de este rito
concreto) y alguno podr decir que esto s est revelado por Dios en la Biblia. Pero en esto la
Biblia no hace ms que darnos el ejemplo de la actitud que tomaron los apstoles para
"entender" el designio divino. Y cuidado con extremar este argumento, pues deberan concluir
que a sus conversos provenientes del judasmo deberan circuncidarlos, pues la Biblia dice que
Pablo hizo esto con Timoteo para evitar discusiones con los dems judos (cf. Hch 16,3).
Histricamente hablando, los primeros cristianos siguieron en un principio observando el
sbado y aprovechaban las reuniones sabticas para anunciar el Evangelio en el ambiente judo
(cf. Hch 13,14). Sin embargo, al poco tiempo, en la primitiva Iglesia se empez a usar como
da de culto el primer da de la semana (nuestro Domingo). Y tenemos testimonio de esto en
los mismos escritos bblicos (esto va para el que me peda un testimonio bblico!): El primer
da de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan... (Hch 20,7). Entre los
primeros cristianos no era llamado "domingo" todava. El "Partir el pan" del que habla aqu
Lucas, designaba entre los primeros cristianos la celebracin de la Eucarista. Es, entonces,
muy claro que los primeros cristianos tenan su reunin litrgica -la Santa Misa- ; pero hay
otros escritos antiqusimos que sealan la costumbre que se tom en los primeros tiempos, an
en vida de los apstoles. As, por ejemplo, la Didaj o Doctrina de los Doce Apstoles afirma:
"Reunidos cada da del Seor, romped el pan y dad gracias, despus de haber confesado
vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro" (este escrito, descubierto ntegro en
1875 en Constantinopla, pues se conocan antes slo citas fragmentarias en obras de otros
autores como Clemente y Orgenes, Eusebio de Cesarea, etc., es el escrito cristiano ms
antiguo no cannico, es decir, el ms antiguo de los libros que no son aceptados por la Iglesia
como inspirados por Dios y por tanto pertenecientes al canon bblico pero de indudable
ortodoxia; es anterior al ao 140, pues ya es citado en esta fecha por Hermas en su Pastoren el
da Domingo, tal como se hace hoy. En 1Co 16,2 recomienda Pablo a los corintios que
depositen "el da primero de la semana" su contribucin a la colecta para Jerusaln; el pasaje
parece atribuir a este da una importancia especial en la vida litrgica de la ciudad. La primera
vez que aparece la expresin "da del Seor" es por obra de Juan, en el libro Apocalipsis:
Sucedi que, un da del Seor, qued bajo el poder del Espritu Santo (Ap 1,10). Recordemos
que de esta expresin "da del Seor" (no necesariamente de este texto jonico) viene nuestro
trmino "domingo": da del Seor, dies-domini o domnica dies. El primero que usa el trmino
"domingo" es Justino ). Y ms explcitamente, San Ignacio de Antioquia, en su carta a los
Magnesios (anterior al 107, fecha de su martirio) escriba de los conversos al cristianismo, que
vivan en "la novedad de la esperanza, no guardando ya el sbado, sino viviendo . segn el
domingo, da en que tambin amaneci nuestra vida por gracia del Seor y mrito de su
muerte"
El argumento fundamental que determin la consagracin del "primer da de la semana"
75
como 29 "da del Seor" (domingo), fue la resurreccin de Cristo. Los cuatro evangelistas
concuerdan en que la resurreccin de Cristo tuvo lugar en "el primer da de la semana", que
corresponde al da que ahora llamamos Domingo. (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1 y 19).
El hecho de la resurreccin de Cristo en el da Domingo, para los discpulos era altamente
significativo y ser desde entonces el centro de la fe cristiana. El domingo, los catlicos nos
reunimos para celebrar el memorial de la muerte y resurreccin del Seor.
Los Adventistas del Sptimo Da y otras sectas que defienden la celebracin del sbado
en lugar del domingo, interpretan la Biblia no en forma literal (no hay que concederles esta
expresin como muchas veces quieren, pues no son verdaderamente literales sino cuando les
conviene) sino parcial, y olvidan que Jess complet y perfeccion el Antiguo Testamento e
instituy una Nueva Alianza. No se puede estudiar la Biblia en base a textos aislados, ya que
en algunos temas, la Revelacin Divina sigue en la Sagrada Escritura una evolucin
progresiva; y, sin seguir esa evolucin en los diversos libros inspirados, es prcticamente
imposible comprender el verdadero sentido de una enseanza bblica. Tampoco se puede
entender la Escritura (ya lo hemos dicho tantas veces que pedimos disculpas!) sin la tradicin
que nace de los apstoles .
Bibliografa: K. Budde, The Sabbath and the Week, "The
Journal of Theological Studies" 30 (1928), pp. 1-15; R.
North. The Derivation of Sabbath, "Biblica" 36 (1955), pp.
182-201; B.
Celada, Dos importantes investigaciones acerca de la semana
y el sbado, "Sefarad" 12 (1952), pp. 31-58. Pueden verse
tambin los artculos "Sbado" en los distintos Diccionarios
de la Biblia.
NOTAS:
1
Se puede ver al respecto la voz Circuncisin en el Diccionario de Spadafora, ya citado (pp.
113-115).
2
Justino, Apologa, I, 67.
3
Se puede ver un buen estudio sobre la Didaj en: Daniel Ruz Bueno, Padres Apostlicos,
BAC, Madrid 1965, pp. 3-75.
4
El texto est en Carta a los Magnesios, IX, 1; Se puede leer esta carta en: Padres Apostlicos,
op. cit., pp. 460-467.
5
Para quien interese, transcribo las palabras con las que Juan Pablo II explica el sentido
teolgico profundo de este cambio del sbado al domingo (cf. Carta Apostlica "Dies Domini",
n. 18): "Dado que el tercer mandamiento depende esencialmente del recuerdo de las obras
salvficas de Dios, los cristianos, percibiendo la originalidad del tiempo nuevo y definitivo
inaugurado por Cristo, han asumido como festivo el primer da despus del sbado, porque en
l tuvo lugar la resurreccin del Seor. En efecto, el misterio pascual de Cristo es la revelacin
plena del misterio de los orgenes, el vrtice de la historia de la salvacin y la anticipacin del
fin escatolgico del mundo. Lo que Dios obr en la creacin y lo que hizo por su pueblo en el
76
xodo29 encontr en la muerte y resurreccin de Cristo su cumplimiento, aunque la realizacin
definitiva se descubrir slo en la parusa con su venida gloriosa. En l se realiza plenamente
el sentido "espiritual" del sbado, como subraya san Gregorio Magno: "Nosotros consideramos
como verdadero sbado la persona de nuestro Redentor, Nuestro Seor Jesucristo". Por esto, el
gozo con el que Dios contempla la creacin, hecha de la nada en el primer sbado de la
humanidad, est ya expresado por el gozo con el que Cristo, el domingo de Pascua, se apareci
a los suyos llevndoles el don de la paz y del Espritu (cf. Jn 20,19-23). En efecto, en el
misterio pascual la condicin humana y con ella toda la creacin, "que gime y sufre hasta hoy
los dolores de parto" (Rm 8,22), ha conocido su nuevo "xodo" hacia la libertad de los hijos de
Dios que pueden exclamar, con Cristo, "Abb, Padre!" (Rm 8,15; Ga 4,6). A la luz de este
misterio, el sentido del precepto veterotestamentario sobre el da del Seor es recuperado,
integrado y revelado plenamente en la gloria que brilla en el rostro de Cristo resucitado (cf.
2Co 4,6). Del "sbado" se pasa al "primer da despus del sbado"; del sptimo da al primer
da: el dies Domini se convierte en el dies Christi!".
Aunque no son frecuentes las "objeciones" que se nos presentan teniendo por objeto el
tema del "diezmo" o contribucin a la Iglesia (porque precisamente la Iglesia no insiste tanto
en esto como lo hacen los lderes de sectas protestantes), sin embargo alguna pregunta solemos
recibir de personas un tanto confundidas, o de quienes quieren saber algo ms al respecto.
Aqu van dos preguntas que tienen este objeto:
Quisiera poder explicarle a mi esposa (que es evangelista pentecostal) acerca de la
mala interpretacin que las sectas (con fines de lucro) hacen sobre el diezmo; tengo
entendido que no es obligacin como ellos dicen.
Otro:
Por qu los catlicos debemos pagar el 10% del sueldo a la Iglesia? En la Biblia
est escrito "Seor tenemos que pagar el diezmo?", Jess contesta: "reciban lo que les
den".
El diezmo es la dcima parte de algo; aparece mandado en la Biblia como una obligacin
que tena todo israelita, de entregar en el santuario de Jerusaln la dcima parte de algunos
productos para el sostenimiento de los levitas (los dedicados al servicio del culto), y a su vez,
el diezmo de todo ese diezmo se entregaba al sumo sacerdote en beneficio de los otros
sacerdotes (se pueden leer las disposiciones bblicas al respecto en Levtico 27,30 y 33;
Nmeros 18,20-32). Eran objeto del diezmo el grano, el vino, el aceite, las frutas y las cras de
animales como el buey, la cabra, la oveja (Lev 27,32). En tiempos de Nuestro Seor, las
enseanzas farisaicas haban extendido la obligacin del diezmo incluso a las hortalizas y a las
hierbas de la huerta (cf. Mt 23,3; Lc 11,42; 18,12).
77
29 prctica del diezmo se remonta a la poca patriarcal, pues Abraham ofrece el diezmo
La
a Melquisedec (Gn 14,20; recordado por Hb 7,4). No era algo exclusivo del pueblo de Israel,
sino que incluso lo practicaban pueblos gentiles, como se puede ver por testimonio de
Herodoto, Diodoro de Sicilia, Plutarco, Cicern); entre los mismos romanos, el diezmo tena
un sentido religioso (reconocimiento de que Dios es dueo de la tierra y por eso se le daba -en
la persona de los dedicados al culto religioso- el dcimo de sus productos).
Tanto Jesucristo como Jos, Mara y los apstoles, cumplieron con estas prescripciones,
y por eso vemos que al ser presentado al templo, sus padres hacen la ofrenda prevista para los
pobres (cf. Lc 2,24); durante su vida pblica Jess mismo paga el impuesto al templo, incluso
aclarando a Pedro que est exceptuado por ser Hijo de Dios (cf. Mt 17,24-27); elogia la
accin de la viuda pobre que da para el culto del templo todo cuanto tena (cf. Lc 21,1-4).
Los primeros cristianos siguieron tambin esta prctica compartiendo todo cuanto
posean (Hch 2,44), aunque se aclara que esto era algo libre, pues la obligacin no llegaba a
exigir el poner todo en comn sino slo la contribucin para sotener el culto y ayudar a los
hurfanos y viudas, como se ve en el episodio de Ananas y Safira: Un hombre llamado
Ananas, de acuerdo con su mujer Safira, vendi una propiedad, y se qued con una parte del
precio, sabindolo tambin su mujer; la otra parte la trajo y la puso a los pies de los
apstoles. Pedro le dijo: "Ananas, cmo es que Satans llen tu corazn para mentir al
Espritu Santo, y quedarte con parte del precio del campo? Es que mientras lo tenas no era
tuyo, y una vez vendido no podas disponer del precio? Por qu determinaste en tu corazn
hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios" (Hch 5,1-4). El pecado es haber
mentido, pues Ananas y Safira queran ser vistos como generosos sin serlo -haciendo creer a
los dems que estaban dando todo lo que haban obtenido de la venta.
San Pablo, igualmente pide a los Romanos una colecta para gastos de viaje (cf. Ro
15,24), y l mismo hace colecta para ayudar a los cristianos de Jerusaln.
La Iglesia mantiene esta obligacin de conciencia de todo cristiano (que, por otra parte,
es una obligacin de ley natural y como tal fue observada por pueblos paganos), pero no
centrando en ella su predicacin ni considerndola de esencial importancia (por cuestiones
prudenciales, pues a veces, habiendo grandes necesidades econmicas para sostener las
misiones entre paganos, el culto divino, la formacin de los futuros sacerdotes, etc., limita su
predicacin ya sea por la pobreza de los mismos fieles cristianos o porque muchos de stos
podrn interpretar equivocadamente una predicacin en la que se pida contribucin
econmica). En realidad, sobre este tema, muchos catlicos se quedan muy cortos respecto de
sus obligaciones. Por eso a muchos les podr sorprender la simple alusin que se hace a este
tema en el Catecismo de la Iglesia catlica: se menciona en una sola frase al hablar del quinto
precepto eclesistico ("el quinto mandamiento -ayudar a las necesidades de la Iglesia- enuncia
que los fieles estn adems obligados a ayudar, cada uno segn su posibilidad, a las
necesidades materiales de la Iglesia" ) y al hablar de la celebracin litrgica de la Eucarista, se
hace referencia, en cuatro renglones y luego en una cita de San Justino, a la costumbre de los
primeros cristianos a presentar, junto con el pan y el vino para la Eucarista, otros dones "para
compartirlos con quienes tienen necesidad. Esta costumbre es la colecta" . Evidentemente, me
refiero a la costumbre general; casos de sacerdotes, religiosos y laicos codiciosos podrn verse
a menudo, pero si son as no es por ser fieles al espritu de la Iglesia.
Distinta es la situacin en el campo de las sectas protestantes, muchas de las cuales
centran su predicacin en el tema de los diezmos y colectas y contribuciones econmicas.
Prometiendo a cambio bendiciones y sanaciones y adjudicando muchas veces el no alcanzar
algunas gracias (como curaciones de enfermedades, conversiones, u otros beneficios) al hecho
de no haber "dado ms". Esto ha ocasionado crticas muy severas por parte de otros ministros
protestantes que se ven desacreditados por la predicacin interesada y rapaz de estos
78
29
"recaudadores de contribuciones" que comercian con la Palabra de Dios. Hay casos en que,
institucionalmente, la recaudacin de dinero es el objeto central de la predicacin, como
ocurre, por ejemplo en el caso de la "Iglesia Universal del Reino de Dios", fundada en 1977
por Edir Macedo Bezerra en Brasil. Su fundador declar sugestivamente en una oportunidad:
"el dinero es una herramienta sagrada que Dios usa en su obra" . En un artculo de un pastor
protestante justamente indignado con aquellos ministros y sectas que l acusa de
"diezmadores", dice : "El diezmo es el tema por excelencia muy estimado por la mayora de
los lderes de las iglesias. Las principales sectas imponen a sus 'fieles' el diezmo. Segn un
artculo del Christian Ministry es curioso que los evanglicos les llamen 'Sectas'.
Los Testigos de Jehov, Mormones y la World Wide Church of God (La iglesia de Dios en lo
ancho del Mundo) son los diezmadores principales, entendindose por diezmo, el 10% de
todos los ingresos. Espero mostrar en esta enseanza que mientras muchas iglesias,
organizaciones y 'pastores' levantan diezmos, manifestando con total impunidad y a tambor
batiente que no pagando 'el diezmo' robamos a Dios (...), [en realidad], segn los hechos reales
bblicos (quienes) imponen el diezmo a los cristianos (son quienes), de hecho y en verdad,
estn 'robando a Dios'. Quiero hacer seguidamente una declaracin que probablemente
sorprender a muchos cristianos: El diezmo tal como es enseado por la mayora de las
denominaciones cristianas, en donde deben 'diezmar' del ingreso bruto o neto, no est
contenido en las pginas de la Biblia!". A continuacin, el autor, da todos sus argumentos. Es
ste, pues, un problema que afecta fundamentalmente al ambiente protestante.
NOTAS:
1
Catecismo, n. 2043.
2
Cf. Catecismo, n. 1351.
3
Cf. Jornal da Tarde 6/04/1991; citado por Estevao Tavares Bettencourt, Creengas, religioes,
igrejas & seitas: quem sao?, San Paolo 1995, p. 54.
4
Cf. "Los cristianos deben diezmar?", por Edgardo Norberto Montenegro, ex Secretario de
Cultura y Educacin de la Municipalidad de Florencio Varela, Fundador de la "Santa Iglesia
del Seor"; el artculo fue distribuido por el autor a travs de Internet.
79
29 tema de los alimentos prohibidos est muy arraigado en algunas sectas como los
El
Adventistas del Sptimo Da, Mormones, Testigos de Jehov, etc. Algunos de stos extienden
la prohibicin de los "alimentos impuros", vigente en el Antiguo Testamento a otras cosas,
como el beber vino o cualquier licor, caf, t, etc. Segn estas sectas, es la Biblia la que
prohbe el tomar estos alimentos (como se ve en las consultas citadas).
Ante todo, hay que dejar claro que existan en Israel, antes de Cristo y en los mismos
tiempos de Nuestro Seor, leyes regulando el uso de los alimentos, como en la mayora de los
pueblos antiguos. Estas leyes se fundaban en la distincin entre alimentos "puros" e "impuros".
Pero hay que hacer notar que estas disposiciones legales no son las ms antiguas ni son de
derecho natural. Al contrario, si debemos remontarnos a las primeras disposiciones divinas,
encontramos que todos los alimentos, sin distincin, son calificados como buenos y puestos a
disposicin del hombre: Todo lo que se mueve y tiene vida les servir de alimento. Todas las
cosas les servirn de alimento, as como las legumbres y las hierbas (Gn 9,2-3; sobre la
bondad y pureza natural de todas las plantas y animales cf. Gn 1,20-25 y 28-30).
Las prohibiciones, son, por tanto, posteriores a la creacin y cada del hombre. As por
ejemplo, entre las leyes ms antiguas, se prohiba comer (o beber) sangre (cf. Gn 9,4; Lev
19,26; 1Sam 14,32-35), porque la sangre era considerada como el alma, el principio vital del
hombre (cf. Gn 9,4; Dt 12,23), el asiento del alma (Lev 17,11; el Levtico funda la prohibicin
en que la sangre es un medio de expiacin: 17,13; cf. Dt 12,16.24); por las mismas razones se
prohiba tocar y comer la carne de un animal muerto o despedazado cuya sangre no fue
derramada (cf. Lev 11,39; aunque Dt 14,21 lo permite a los extranjeros, lo cual es importante
para la autntica interpretacin de la ley: parece ser ley para los miembros del pueblo de Dios
y no natural, por eso los extranjeros no deben ser molestados con ella: No comeris ninguna
bestia muerta. Se la dars al forastero que vive en tus ciudades para que l la coma, o bien
vndesela a un extranjero. Porque t eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios); tambin
se prohbe comer los frutos de los rboles durante los tres primeros aos (cf. Lev 19,23-25); lo
mismo se diga del sebo de las vctimas como buey, oveja, cabra (cf. Lev 3,3ss); etc. Estos
mandatos fueron observados en muchos casos con gran sacrificio, incluso llegando al martirio
para no apostatar de Dios, como lo demuestran los episodios que leemos en el Segundo libro
de los Macabeos (cf. 2 Mac 6,18-31).
Creo que es muy importante para comprender en toda su exactitud la doctrina de Nuestro
Seor y de los primeros cristianos, que en tiempos del Nuevo Testamento estas prohibiciones
estaban en pleno vigor (no haban cado para nada en desuso) y se cumplan rigurosamente,
como hacen notar los evangelistas al hablar de las prcticas de los fariseos, quienes lavaban
cuidadosamente sus manos antes de comer (cf. Mt 15,2; Mc 7,3) y los platos (Mt 23,25; Mc
7,4), para no tocar nada impuro. Al comienzo se mantuvo esta prctica entre los mismos
apstoles, como hace notar Pedro al tener la visin en Joppe, en la que Dios le cambia el
concepto de impureza y pureza legal (cf. Hch 10,14).
El cambio en la legislacin del Antiguo Testamento tiene lugar con el mismo Cristo,
quien no observaba esta prohibicin (Mc 7,5: los fariseos y los escribas le preguntan: Por
qu tus discpulos no viven conforme a la tradicin de los antepasados, sino que comen con
manos impuras?). Nuestro Seor aboli la distincin entre "pureza" e "impureza" basada en
criterios puramente materiales y externos, poniendo el nfasis en la intencin del corazn en
el Sermn de la Montaa: No hay ninguna cosa fuera del hombre que al entrar en l lo pueda
hacer pecador o impuro... No comprendis que nada de lo que desde fuera entra en el
hombre lo puede hacer impuro, porque no entra en su corazn, sino en su estmago y luego se
echa afuera?... Lo que sale del hombre, eso es lo que le hace impuro, pues de dentro del
corazn salen las malas intenciones, los desrdenes sexuales, los robos, libertinaje, envidia,
injuria, orgullo, falta de sentido moral. Todo eso sale de dentro, y eso s que mancha al
hombre (Mc 7,14-23 y Mt 15,10-20).
80
29 embargo, en la historia de la Iglesia, representa un punto clave en la comprensin de
Sin
este cambio la referida visin de Pedro en Joppe: ... Subi Pedro a la terraza, sobre la hora
sexta, para hacer oracin. Sinti hambre y quiso comer. Mientras se lo preparaban le
sobrevino un xtasis, y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa as como
un gran lienzo, atado por las cuatro puntas. Dentro de l haba toda suerte de cuadrpedos,
reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una voz le dijo: "Levntate, Pedro, sacrifica y come".
Pedro contest: "De ninguna manera, Seor; jams he comido nada profano e impuro". La
voz le dijo por segunda vez: "Lo que Dios ha purificado no lo llames t profano" (Hch 10,9-
15).
Tampoco San Pablo hizo caso de las antiguas disposiciones judas al establecer las
iglesias de Corinto (1Co 8), Galacia (Gal 4,9) y Colosas (Col 2,21) (aunque estas prcticas
coexistieron en algunas iglesias griegas hasta el siglo IX). Pablo ser muy claro al respecto:
Que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propsito de las fiestas, de
novilunios o de los sbados. Todo eso no era sino sombra de lo que haba de venir, y ahora la
realidad es el cuerpo de Cristo... Por qu os vais a sujetar ahora a preceptos como "no tomes
esto", "no gustes eso", "no toques aquello"?... Tales cosas tienen su apariencia de sabidura y
de piedad, de mortificacin y de rigor, pero sin valor alguno... (Col 2,16-17; 2023). A
Timoteo, escribe contra quienes prohiban, entre otras cosas, el uso de alimentos que Dios
cre para que fueran comidos con accin de gracias por los fieles que han conocido la
verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno y no se ha de rechazar ningn alimento
que se coma con accin de gracias, pues queda santificado por la palabra de Dios y la
oracin. Si t enseas estas cosas a los hermanos, sers un buen ministro de Cristo Jess
(1Tim 4,3-6; 1Co 6,13 y 8,7-13).
El motivo de la antigua prohibicin y de su cambio, responde a razones teolgicas, en
algunos casos indicadas por la misma Escritura. Las prohibiciones, como las dems leyes
positivas del pueblo de Israel, tenan la funcin de mantener al pueblo de la Alianza alejado de
las prcticas paganas y sus cultos idoltricos, y elevarlo a travs de leyes exigentes a un nivel
moral que lo hiciera apto para recibir al Mesas. Tambin cumplen una funcin pedaggica,
como un primer paso para hacer comprender a aquellos hombres "duros de corazn", que hay
cosas que manchan al hombre; sin embargo, en un primer momento deben sealarse cosas
externas (contacto con animales, lugares profanos, cadveres, enfermos) como impuras, para
que esta idea de la "mancha" o "corrupcin" sea comprendida; hasta que Jesucristo mismo
lleve a plenitud todo ese simbolismo, y muestre que todo esto apuntaba a realidades
espirituales (el alma del hombre, el pecado, la separacin de Dios, la condenacin). Como dice
San Pablo: Todo eso no era sino sombra de lo que haba de venir, y ahora la realidad es el
cuerpo de Cristo (Col 2,17).
Aquellos que todava pretenden atarse a una legislacin que Jesucristo ha venido a
perfeccionar y completar, viven an en las sombras, y como tales, no han recibido esa Luz de
lo alto (Lc 1,78) que ilumina a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y gua
nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1,79).
He recibido repetidas crticas sobre la doctrina catlica del Purgatorio como doctrina
anti-bblica. Algunos ejemplos:
La doctrina falsa sobre un supuesto "purgatorio", es anti-Escritural. En Hebreos 1,3
leemos "el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
81
29
purificacin de nuestros pecados por medio de s mismo, se sent a la diestra de la
Majestad en las alturas". Nuestros pecados ya fueron purgados; tambin Hebreos 9,27
dice: "Y de la manera que est establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
despus de esto el juicio". En cuanto a 2Mac 12,46, quisiera recordarle que durante el
perodo inter-testamentario entre Malaquas y Mateo aproximadamente 400 aos, no
hubo profeta de Dios, ni tampoco hubo profeca, Dios se mantuvo callado, as que esos
libros no son en ninguna manera inspirados por Dios, al principio la Iglesia catlica
romana los rechaz, pero no fue sino hasta Trento donde pasaron a formar parte del
canon, para sustentar esa falsa doctrina de orar por los muertos.
Quisiera decirle que he tenido dudas acerca del purgatorio. Tal vez usted me pueda
informar en qu parte de la Biblia se habla del purgatorio. Tengo una amiga cristiana que
dice que en ninguna parte de la Biblia se habla del purgatorio, es verdad? son slo
inventos?
Mi pregunta es la siguiente: muchos cultos evanglicos, cuestionan el purgatorio,
porque segn ellos solamente hay blanco o negro, no gris blanco o negro, cmo uno
como catlico puede sustentar que existe el purgatorio y no es una imaginacin de
catlicos?
Como puede verse en la primera objecin (no es una consulta), la persona que me enva
la carta reconoce la importancia del texto del segundo libro de los Macabeos, por lo cual niega
su canonicidad (o sea, su inspiracin); sobre ese punto concreto reenvo al captulo en que
trataremos del canon bblico.
Como algunos hermanos separados niegan la existencia del purgatorio porque entienden
mal lo que la Iglesia ensea sobre el mismo, ante todo, digamos que los catlicos llamamos
"Purgatorio a esta purificacin final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo
de los condenados" . La existencia del mismo ha sido negada o pervertida por muchos herejes,
como Baslides (s. II), Erio (s. IV), los flagelantes, albigenses, ctaros y valdenses (durante los
siglos XII y XIII), los primeros protestantes (s. XVI); y hoy en da sigue siendo objeto de
contestacin, no slo entre los no catlicos, sino entre algunos catlicos, llevados,
probablemente por una falsa idea del mismo . Esto no deja de tener su importancia, porque si
la doctrina fue negada desde los primeros siglos, tambin hay que destacar que fue enseada
desde los primeros siglos.
Para los catlicos, es de fe definida su existencia. Hay numerosos documentos, pero sobre
todo son fundamentales las afirmaciones de los Concilios de Florencia y de Trento. Este ltimo
dice en su Decreto sobre el Purgatorio (ao 1563): "Habiendo la Iglesia catlica, instruida por
el Espritu Santo, segn la doctrina de la sagrada Escritura y de la antigua tradicin de los
Padres, enseado en los sagrados concilios, y ltimamente en este general de Trento, que hay
Purgatorio; y que las almas detenidas en l reciben alivio con los sufragios de los fieles, y en
especial con el aceptable sacrificio de la misa; manda el santo Concilio a los Obispos que
cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y
sagrados concilios, se ensee y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles
cristianos" .
Pero el hecho de que sea definida por el magisterio, no significa que no tenga base
bblica. Hay que decir que la realidad del purgatorio se encuentra claramente expresada en la
Escritura, aunque falte la expresin purgatorio, que se adopt con el tiempo.
As, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, tenemos el lugar tradicional del segundo
libro de los Macabeos: cuando Judas Macabeo advierte que sus soldados cados en combate
tenan entre sus ropas algunos objetos idoltricos saqueados en el pillaje de Jamnia, enva a
82
29 una importante suma de dinero destinada a ofrecer sacrificios por los muertos; y
Jerusaln
explica el libro: Por eso mand [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de
los muertos, para que quedaran liberados del pecado (2 Mac 12,46). Tan claro es este texto
que Lutero, dndose cuenta que con l se vena abajo su enseanza de que la Biblia no habla
del purgatorio, neg el carcter cannico de este libro.
En el Nuevo Testamento hay alusiones de diverso valor probativo. Las ms interesantes
son:
(a) Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonar; pero al
que la diga contra el Espritu Santo, no se le perdonar ni en este mundo ni en el otro (Mt
12,32). Esta expresin ni en el otro, deja claramente entender que hay otra clase de pecados
que se perdonan, al menos, en la otra vida. Esto no puede entenderse, evidentemente, ni del
cielo ni del infierno; por tanto, se postula un lugar distinto, donde este perdn pueda tener
efecto. Negar esto es hacer intiles las palabras de Cristo, como dice San Agustn: "no podra
decirse con entera verdad que algunos pecados no se perdonan ni en este mundo ni en el
futuro, si no hubiera otros que pudieran perdonarse, ya que no en ste, por lo menos en el otro"
.
(b) Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno
construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra
de cada cual quedar al descubierto; la manifestar el Da, que ha de revelarse por el fuego.
Y la calidad de la obra de cada cual, la probar el fuego. Aqul, cuya obra, construida sobre
el cimiento, resista, recibir la recompensa. Mas aqul, cuya obra quede abrasada, sufrir el
dao. l, no obstante, quedar a salvo, pero como quien pasa a travs del fuego (1Co 3,10-
15). ste es lugar clsico del Nuevo Testamento que han invocado los Santos Padres y muchos
telogos para afirmar la existencia del purgatorio. Habla aqu San Pablo, de los predicadores
de la iglesia de Corinto; unos prudentes que edifican a los fieles sobre el fundamento que es
Cristo; otros, cuyas doctrinas no se fundamentan en Cristo. De stos dice San Pablo que su
obra perecer, pero ellos salvarn la vida pasando, primero, por el fuego. Explica Bover: "bajo
estas imgenes habla San Pablo de castigos escatolgicos y temporales sufridos por faltas no
graves... No sern castigos de esta vida terrena, sino castigos impuestos por Dios en el da del
Seor, previo al juicio divino, que dar a cada uno segn sus obras. De estas afirmaciones de
San Pablo se desprende una conclusin: ...despus de esta vida terrena, se dan castigos
temporales impuestos por faltas no graves. Los castigos escatolgicos de que habla el Apstol
no son, ciertamente, el purgatorio; pero de lo que l afirma, no podemos nosotros colegir
lgicamente la existencia del purgatorio?". Y luego de seguir analizando el texto, concluye el
insigne exegeta: "De las afirmaciones de San Pablo, se deduce lgicamente la existencia del
purgatorio" .
De aqu que la tradicin cristiana haya sido siempre unnime al respecto, y as, por
ejemplo, deca San Gregorio Magno: "Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que,
antes del juicio, existe un fuego purificador, segn lo que afirma Aqul que es la Verdad, al
decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espritu Santo, esto no le ser
perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta frase podemos entender que
algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro" . San Cesreo
de Arls escribi: "Si no damos gracias a Dios en la tribulacin ni procuramos redimir los
pecados con buenas obras, seremos retenidos en aquel fuego purificador, hasta que todos los
pecados leves, a modo de madera, heno, paja, queden consumidos" . Se podran citar muchos
otros testimonios.
La tradicin tambin se hace testigo de esta verdad, con la piadosa prctica de ofrecer
sufragios por los difuntos (evidentemente con la esperanza de que estas oraciones y sacrificios
los ayuden). Como ensea el Catecismo: "Esta enseanza se apoya tambin en la prctica de la
83
oracin29por los difuntos... Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los
difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarstico, para que,
una vez purificados, puedan llegar a la visin beatfica de Dios. La Iglesia tambin recomienda
las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia a favor de los difuntos" .
Bibliografa: para quienes entienden ingls, puede ser de gran
inters la conferencia del profesor Scott Hahn (ex pastor
calvinista y gran conferencista catlico en la actualidad):
Purgatory: Holy Fire, en: "Answering Common Objections",
CD 2, editado por St. Joseph Communications, # 5214-CD;
tambin: O'Brien, The Scriptural Proof of the Existence of
Purgatory from 2 Mach, "Rev. Scienc. eccls.", 2 (1949), pp.
80-108; F. de Fuenterraba, El Purgatorio en la literatura
juda precristiana, "Rev. Estudios Franciscanos" 57 (1956),
pp. 5-40; J. Le Goff, El nacimiento del Purgatorio, Taurus,
Madrid 1985; A. Piolanti, De novissimis, Roma 1950 (con
abundante bibliografa en pp. 60 y ss.); Michel, Purgatoire,
"Dictionnaire de Thologie Catholique"; Bernard,
Purgatoire, en: "Dictionnaire de Apologetique"; A. Piolanti,
La Comunione dei Santi e la Vita eterna, Florencia 1957.
NOTAS:
1
Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1031.
2
Sobre la existencia y naturaleza del Purgatorio me he ocupado en mi libro El telogo
responde, Volumen 1, Ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael 2001, pp. 191-201.
4
Cf. DS, 1820; cf. 1850.
5
San Agustn, De civitate Dei, l. 21, c. 24, n. 2.
6
Bover, Teologa de San Pablo, B.A.C., Madrid 1952, pp. 895-896.
7
San Gregorio Magno, Dialogi 4,29; citado en el Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1031.
8
San Cesreo de Arls, Serm. 104,2; ML 39, 1946.
9
Catecismo de la Iglesia Catlica, n. 1032. Y cita el Catecismo las palabras de San Juan
Crisstomo: "Llevmosles socorros y hagamos su conmemoracin. Si los hijos de Job fueron
purificados por el sacrificio de su padre, por qu habramos de dudar de que nuestras ofrendas
por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han
partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos" (San Juan Crisstomo, Homiliae in primam
ad Corinthios, 41, 5; PG 61, 361C). Tambin exige la existencia de un lugar ultraterreno de
purificacin la misma razn humana iluminada por la fe; pero como en esta consulta solamente
se negaba el fundamento bblico del purgatorio, me limito a citar el siguiente argumento de
84
Toms29de Aquino al escribir: "De los argumentos que hemos expuesto ms arriba puede
deducirse fcilmente la existencia del purgatorio. Porque, si es verdad que la contricin borra
los pecados, no quita del todo el reato de pena que por ellos se debe; ni tampoco se perdonan
siempre los pecados veniales aunque desaparezcan los mortales. Ahora bien, la justicia de Dios
exige que una pena proporcionada restablezca el orden perturbado por el pecado. Por tanto,
hay que concluir que todo aquel que muera contrito y absuelto de sus pecados, pero sin haber
satisfecho plenamente por ellos a la divina justicia, debe ser castigado en la otra vida. Negar el
purgatorio es, pues, blasfemar contra la justicia divina. Es, pues, un error, y un error contra la
fe. Por eso San Gregorio Niseno afirma: 'Nosotros lo afirmamos y creemos como verdad
dogmtica'" (Toms de Aquino, Suma Teolgica, Supplementum, Appendix, Quaestio de
Purgatorio, a. 1.).
85
bajo la 29 condenacin pronunciada sobre Babilonia; estamos bebiendo el vino de su
abominacin" .
Los Testigos de Jehov sostienen algo similar al decir, bajo el ttulo "Enseanzas
inspiradas por el Diablo": "El infierno no podra ser un lugar de tormento porque una idea as
nunca vino a la mente ni al corazn de Dios. Adems, porque atormentar a una persona
eternamente porque hizo mal en la tierra por unos pocos aos es contrario a la justicia" . E
igualmente respecto del alma: "Fue el diablo quien dijo a Eva: 'Positivamente no morirn'
(Gnesis 3,4; Revelacin 12,9). Pero ella s muri; ninguna parte de ella sigui viviendo. El
que el alma siga viviendo despus de la muerte es una mentira cuyo originador fue el Diablo" .
Lo mismo se lee en el libro "De Paraso perdido a Paraso recobrado": "Las personas que
recibirn la 'resurreccin de vida' sern las que 'hicieron cosas buenas'" . Y los malos? "A
dichas personas inicuas no se les har volver para ser juzgadas, porque ya han sido juzgadas
dignas de ser destruidas" . "Puesto que el 'infierno' de la Biblia es el sepulcro comn, dejar de
existir el infierno cuando salga el ltimo del sepulcro comn. Por eso el 'infierno' as como
tambin la muerte procedente de Adn sern arrojados en la muerte segunda, de la cual no hay
cosa alguna que pueda volver" .
Se podra seguir abundando en textos y testimonios de sus muchos libros de divulgacin, pero
son de tenor semejante. Puede verse la sntesis que proponen ellos mismos en su sitio web
oficial, al enumerar sus creencias y el fundamento bblico que presumen tener :
"Los malvados sern aniquilados para siempre" (fundamentos bblicos: Mateo
25,41-46; y 2 Tes 1, 6-9).
"El alma humana deja de existir en el momento de la muerte" (fundamentos: Eze.
18,4; Ecl. 9,10; Sal. 6,5; 146,4; Juan 11,11-14)
"El infierno es la sepultura comn de la humanidad" (fundamentos: Job 14,13,
Sco; Rev. [Apoc.] 20,13, 14, RV, 1909).
Enseanzas semejantes, pueden verse en autores aniquilacionistas como Clark Pinnock, quien
afirma: "Nuestro Seor habl claramente del juicio de Dios como la aniquilacin de los
inicuos, cuando advirti de la capacidad de Dios para destruir al cuerpo y el alma en el infierno
(Mt. 10,28)" . Esta doctrina, ha ido extendindose cada vez ms en los ltimos aos dentro del
campo evanglico (por ejemplo, la defienden F. F. Bruce, Philip Edgecumbre Huges, el
anglicano John R. W. Stott). Un escritor evanglico contrario a ella, reconoca preocupado que
"nunca la haba visto tan diseminada como en estos ltimos tiempos, en New York y en
Boston".
Entre los telogos protestantes ms serios, se ha ido tambin introduciendo la negacin
de la inmortalidad del alma (aunque aceptando una pervivencia posterior a la resurreccin, al
menos para los justos). Se conoce como punto de partida de esta doctrina, entre los telogos
reformados, las tesis de C. Stange -expresada en la dcada del '20 en siglo XX- de la muerte
total (todo el ser del hombre perece en la muerte); la resurreccin es, pues, como nueva
creacin (re-creacin) total del hombre . De ah que un telogo protestante de gran resonancia
como Oscar Cullman, publicara en 1956 una obra titulada: Inmortalidad del alma o
resurreccin de los muertos? La teora de Cullman es que slo la resurreccin de los muertos
es una enseanza del Nuevo Testamento; la inmortalidad, en cambio, sera una doctrina
filosfica griega e incompatible con la enseanza neotestamentaria.
Volviendo especialmente a las afirmaciones de los Adventistas y Testigos de Jehov,
como hemos notado, hay dos negaciones unidas estrechamente (en lo que a nosotros nos
interesa en este libro), que son la negacin de la inmortalidad y la negacin de la pena eterna
del infierno. Las dos son tachadas como contrarias a la revelacin bblica. No voy a entrar en
la discusin de fondo de estos dos problemas, pues lo he abordado en otros lugares , sino que
pretendo solamente hacer notar su base bblica (que es lo que niegan las sectas antedichas).
86
29
Sobre la inmortalidad del alma en la Sagrada Escritura, podemos plantearnos el problema
de la siguiente manera (la nica cientfica): existe en la Escritura la idea de una pervivencia,
despus de la muerte, de un elemento antropolgico distinto del cadver? La pregunta encierra
la respuesta indirecta, pero implicada, a la concepcin bblica del hombre; pues si la
concepcin es monista (una sola y nica realidad), es lgico que todo perece al morir el
hombre; si se trata en cambio de una antropologa dualista (uso aqu la expresin slo en el
sentido de aceptacin de dos elementos distintos, no en el sentido que tendr entre los
gnsticos), se puede pasar a preguntarse si uno de los dos elementos pervive tras la muerte y
tras la resurreccin de los muertos (recurdese que algunas sectas dicen que queda el alma
dormida o en un estado de sueo y son resucitadas slo las almas de los buenos, mientras que
son definitivamente destruidas las de los malos al fin de los tiempos).
Desde el punto de vista exegtico, el argumento ms fuerte a favor de una visin bblica
unitaria del hombre, es la utilizacin de los trminos basar y nefes, los cuales - ciertamente- no
hacen referencia a dos principios diferentes en el hombre (equivalentes a nuestras categoras
alma-cuerpo), sino al hombre entero en cuanto que es dbil (basar) y al hombre entero en
cuanto viviente (nefes) . No se duda de esto; pero sera falso pensar que la Sagrada Escritura
slo utiliza este lenguaje al hablar de los hombres. Por el contrario, hay que hacer dos
observaciones importantes: la primera es que, si bien en los textos ms antiguos, nefes significa
la persona entera en cuanto viviente (no su alma -psich en griego - como la entendemos hoy),
sin embargo poco a poco, en la misma Escritura, su uso va pasando a significar el alma
espiritual como distinta del cuerpo; esto puede verse ya en los llamados Salmos msticos y, de
modo plenamente desarrollado, en el libro de la Sabidura. As, por ejemplo, el Salmo 49,16
dice as: Pero Dios rescatar mi alma del sheol, puesto que me recoger (el trmino que se
utiliza aqu es el de nefes, pero ahora nefes cobra un sentido de mayor sustantividad e
individualidad; se habla de mi alma, acentuando la relacin de intimidad con Dios, de ah que
un autor de peso en cuestiones bblicas como Coppens, sostenga que el autor bblico afirma
claramente la subsistencia del alma separada ms all de la muerte). En el Salmo 16,10 se dice:
Pues no abandonars mi alma en el sheol, ni dejars que tu siervo contemple la corrupcin,
subrayando a continuacin la felicidad del alma con Dios; el justo es liberado ya del sheol y
llevado junto a Dios, de modo que el sheol queda reservado ya para los impos (cuando, en un
primer momento, en el sheol habitaban unos y otros aunque a diferente nivel); por tanto, en el
sheol hay una pervivencia no sometida a la corrupcin; de nuevo la esperanza en la
resurreccin del sepulcro implica que en el sheol hay un alma (identificable ahora con la
psich) con una mayor sustancialidad e individualidad. El libro de la Sabidura se hace testigo
de la inmortalidad del alma, con toda claridad (el que no lo acepten los protestantes es otro
problema que se tratar al hablar del canon). Escrito para consolar a los judos piadosos, y
sobre todo, para los perseguidos a causa de la fe, se les recuerda que el justo, enseguida
despus de la muerte, no queda destruido, pues entra en posesin de la inmortalidad. El sujeto
de esta inmortalidad es la psich-alma: Pues las almas de los justos estn en manos de Dios y
no les tocar tormento alguno (Sab 3,1; se puede ver tambin 2,22; y todo el resto del libro).
Las de los impos, en cambio, s conocern el tormento ("tendrn la pena que sus pensamientos
merecen": 3,10; vase tambin el captulo 5). Cuando se habla de su "suerte aventada", de su
"esperanza defraudada", de "desvanecerse como humo", etc., siempre se refiere a la suerte de
los impos "en este mundo"; nunca se habla de una aniquilacin post-mortem.
Lo segundo que debemos decir, es que existe tambin otra terminologa en la misma
Biblia, que se usa cuando se habla del hombre muerto y que es muy antigua, y que implica la
afirmacin de un ncleo personal que pervive tras la muerte, distinto del cadver. En efecto, se
habla repetidamente en la Escritura de los refaim (se refiere a un ncelo vital que permanece,
aunque con una existencia disminuida) que van al sheol, mientras que los cadveres
(nebeletan) slo descienden al sepulcro. De ah que se hable de la resurreccin como una
87
vuelta 29
de los refaim a la vida, e incluso como asuncin del cadver del sepulcro. Hay textos
que hacen referencia a la vuelta a la vida de los refaim como Dan 12,1; y otros que en esa
vuelta incluyen el cadver, como Is 26,19: Todos los muertos vivirn, los
cadveres (nebeletan) se levantarn; despertarn y exultarn los habitantes del polvo, porque
tu roco es roco de luces y la tierra echar fuera las sombras (refaim) .
El texto del Nuevo Testamento ms importante al respecto es Mateo 10,28, donde Cristo
dice: No temis a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma (psich);
temed ms bien a los que pueden echar cuerpo y alma a la gehenna. G. Dautzenberg ha
demostrado que aqu el trmino de psich hay que tomarlo como alma y no como vida . El
cuerpo puede ser matado, pero el alma, no; lo cual corresponde a la dualidad cuerpo-alma.
Decir por ello que aqu alma significa la persona entera (o la vida) es inaceptable, toda vez que
va unida al cuerpo como partes que se distinguen y contraponen. Para eludir este claro
testimonio, los aniquilacionistas suelen traducir el texto como "destruir el alma y el cuerpo en
el infierno", a la vez que entienden "destruir" como "dejar de existir, desaparecer". Pero el
verbo griego usado en el texto de Mateo 10,28 es "apolsai" (de "apllumi" y "apolluo") que
tiene sentido de "quitar del medio, perder, destinar a ruina". Se trata de arruinar no la
existencia, sino la situacin de bienestar (as se usa tambin para indicar la oveja perdida para
el pastor -Lc 15,4-, el hijo prdigo perdido para el padre -Lc 15,24-, etc.). El sentido de
aniquilacin total (prdida del ser, volver a la nada), no est indicado ni por los trminos
empleados, ni por el contexto. Es, pues, una afirmacin gratuita.
En cuanto a la cuestin del infierno eterno, negado por los Adventistas y Testigos de
Jehov, hay que decir que est explcitamente afirmado como eterno (adems de los textos que
se encontrarn en la bibliografa indicada al final del artculo) por Nuestro Seor, en particular
en el texto de Mt 25,41.46: Apartos de m, malditos, al fuego eterno, preparado para el
diablo y sus ngeles... E irn al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna. El texto de la Neo
Vulgata traduce los tres trminos por la misma palabra: aeternum (ignem), aeternum
(supplicium), aeternam (vitam). Y el texto griego de Mateo "t pur t aionion", "eis klasin
aionion", "eis zoen aionion". Tambin se puede ver el texto de 2Tes 1,9: stos sufrirn la pena
de una ruina eterna, alejados de la presencia del Seor y de la gloria de su poder, cuando
venga en aquel Da a ser glorificado en sus santos. Nuevamente tenemos una expresin
equivalente: "lethron aionion" ("lethros" significa destruccin, perdicin; y aparece en
varios lugares como 1Tes 5,3; 1Tim 6,9; 1Co 5,5). El trmino griego "aionios" aparece en
otros lugares del Nuevo Testamento como 2Tes 2,16 (hablando de la consolacin eterna) o Hb
9,12 (sobre la redencin eterna), significa -como puede verse en el Lexicon Graecum de
Zorell-: lo que es desde la eternidad (como se usa en 2Tes 1,9; Tito o lo que dura para siempre
(como 2Pe 1,11; Mt 19,16; 25,46); y en sentido ms estricto es lo que no tiene ni inicio ni fin
(como se usa en Ro 16,26, Hb 9,14; 1Pe 5,10). Slo puede entenderse la expresin en uno de
estos tres sentidos; el ltimo es exclusivo atributo de Dios; el primero implicara la existencia
del infierno desde toda la eternidad, lo cual no hace sentido aqu; queda pues que se debe
referir a la perduracin del mismo por toda la eternidad, es decir, sin fin.
sta puede no gustar, como todas las verdades amargas, pero no deja de ser verdad
porque choque nuestra sensibilidad.
88
29 international sur la resurrection de Jsus - Roma 1970-,
Vaticano 1974.
NOTAS:
1
Pueden verse estas doctrinas explicadas en el libro de Mariano Abon Pint, El Adventismo
del Sptimo Da, Fe Catlica Ediciones, Madrid 1974.
2
Hellen G. White, The Great Controversy Between Christ and Satan, Pacific Press Publishing
Association, 1950, p. 535.
3
Hellen G. White, The Great Controversy..., p. 536.
4
Hellen G. White, The Great Controversy..., pp. 536 y 537.
5
Usted puede vivir para siempre en el paraso en la Tierra, Watch Tower Bible and Tract
Society of Pennsylvania, 1989, p. 89
6
3
Ibid.
7
De Paraso perdido a Paraso recobrado, Watch Tower Bible and Tract Society of New
York, 1959, cap. 28, 6, p. 228.
8
Ibid., 28, 11, p. 229.
9
Ibid., 28, 29, p. 234.
10
www.watchtower.org/languages/espanol/library/jt/article_03.htm.
11
Clark Pinnock, Four Views on Hell, Zondervan Publishing House, Grand Rapids, MI 1992, p.
146.
12
Stange, C., Die Unsterblichkeit der Seele, Gutersloh 1925.
13
Puede verse, si se quiere, para el tema de la existencia del infierno: El infierno, cul es el
concepto catlico?, en: Miguel A. Fuentes, El Telogo Responde, vol. 1, Ediciones Verbo
Encarnado, San Rafael 2001, pp. 183-188. Tambin se puede sacar mucho provecho del
artculo de Carlos Buela, Un infierno "light", Rev. "Dilogo" 15 (1996), 119-156. Respecto del
alma y su inmortalidad, he tocado el tema en: La verdad robada sobre el alma. Tenemos un
alma espiritual e inmortal, en: Miguel A. Fuentes, Las Verdades Robadas, captulo III, San
Rafael 2005.
14
Sigo en todo esto a C. Pozo, Teologa del ms all, BAC, Madrid 1980, 214 ss.
15
En consonancia con las reglas de trascripcin que hemos dado al comienzo del libro,
89
29
deberamos decir "psuj" y no "psich", pero en este caso me acomodo al uso ms extendido de
este trmino.
16
Cf. C. Pozo, Problemtica de la teologa catlica en: AA.VV., Resurrexit. Actes du
sympsium international sur la resurrection de Jsus -Roma 1970-, Vaticano 1974.
17
Cf. G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren. Psich in den Herrenworten der Evangelien,
Mnchen 1966, p. 153.
Captulo 8
Eucarista o antropofagia
90
mandato29 del Seor. Y cree que todo esto est realmente expresado en las Sagradas Escrituras .
La doctrina de la Iglesia sobre la Eucarista puede resumirse en los siguientes puntos:
(a) La Eucarista es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, se halla
Cristo verdaderamente presente, con su cuerpo y su sangre, a fin de ofrecerse de manera
incruenta al Padre celestial y darse como manjar a los fieles. Es de fe catlica que en la
Eucarista se hallan verdadera, real y sustancialmente presentes el cuerpo y la sangre de
Jesucristo. Asimismo, que por las palabras del sacerdote en la Santa Misa, se produce la
transubstanciacin de la sustancia de pan en el cuerpo de Cristo y la del vino en la sangre de
Cristo; permanecen tan slo las especies o accidentes de pan y vino, aunque sin sujeto alguno
de inhesin; tambin afirmamos como de fe, que bajo cada una de las dos especies (de pan y
de vino), est presente Cristo todo entero, y asimismo en todas y en cada una de las partes de
ambas especies, despus de efectuada la separacin (por ejemplo cuando se fragmenta la
hostia) se halla presente Cristo todo entero; tambin afirmamos que despus de efectuada la
consagracin o transubstanciacin, el cuerpo y la sangre de Cristo estn presentes de manera
permanente en la Eucarista (o sea, incluso despus de terminada la Santa Misa si la Eucarista
es conservada, ya sea para llevar a los enfermos o para ser adorada en el templo). Afirmamos
tambin como parte de nuestra fe, que la materia para la confeccin de la Eucarista es el pan
de trigo y el vino natural de vid, y la forma de la Eucarista son las palabras con que Cristo
instituy este sacramento, pronunciadas en la consagracin (Esto es mi cuerpo... Este es el
cliz de mi sangre). El ministro de la Eucarista es el sacerdote vlidamente ordenado y slo l.
(b) En segundo, lugar afirmamos como de fe, que la Santa Misa es verdadero y propio
sacrificio; en el sacrificio de la Misa se representa y conmemora el sacrificio de la cruz, y se
aplica su virtud salvadora, y adems, en el sacrificio de la Misa y en el de la Cruz son idnticos
la hostia y el sacerdote principal (Jesucristo); lo que difiere nicamente es el modo de hacer la
oblacin.
Comprendo que una persona no familiarizada con la teologa catlica no comprenda el
valor y alcance de algunas de estas afirmaciones, pero repito que escapa a nuestra intencin
actual su desarrollo; invitamos a leer las pginas de los manuales que resumen dicha doctrina .
El fundamento bblico
El problema de muchos protestantes es el contrario del que ellos creen: piensan ser
"literatistas" (o sea que aceptan el sentido literal de las Escrituras), pero en realidad slo lo son
cuando les conviene. El caso de la doctrina eucarstica es emblemtico. Su insistente pregunta:
"dnde dice la Biblia que...?", se frena cuando la Biblia dice cosas que "son duras de or", as
como "a quienes perdonis los pecados les sern perdonados...", "t eres Pedro (Cefas) y sobre
esta piedra (cefas) edificar mi Iglesia", o simplemente "el que no come mi cuerpo y no bebe
mi sangre no tendr vida eterna" .
La verdad de la Eucarista es una de las doctrinas ms claramente enseadas en el Nuevo
Testamento y no en un solo lugar sino en varios: el llamado "discurso eucarstico" de Juan 6,
los relatos de la institucin (la ltima cena), y los textos de san Pablo. Veamos sobriamente los
textos bblicos.
Jesucristo prometi su presencia permanente, Yo estar con vosotros hasta el fin del
mundo. Cuando lo hizo, ya tena en mente el modo en que cumplira su promesa, lo cual
realiz en la institucin de la Eucarista (quedndose presente bajo las especies eucarsticas de
pan y vino y dando el poder de perpetuar esta transubstanciacin [cambio de la sustancia de
pan en el cuerpo verdadero de Jesucristo y del vino en su sangre] a algunas personas
designadas a propsito: sus apstoles y sus sucesores; de lo contrario no se podra perpetuar
esta presencia). El relato de la institucin de la Eucarista se encuentra en los tres evangelios
91
29 (Mateo, Marcos y Lucas) y en San Pablo (haciendo referencia a la enseanza que l
sinpticos
transmita a las iglesias que fundaba). Estos relatos son claros de por s, pero pueden sumergir
en la perplejidad a quienes los leen por la enormidad del misterio que manifiestan: Jesucristo,
Hijo de Dios, afirma que el pan (partido) que tiene entre sus manos es "su cuerpo"; y luego
hace lo mismo con "la copa de vino", afirmando que sa es la "sangre de su alianza nueva".
Cualquier persona sensata se planteara la duda de haber entendido bien. Es muy importante
para esto, considerar el relato de lo que conocemos como la promesa eucarstica, relatada en el
captulo 6 del evangelio de San Juan. Prescindo aqu de las discusiones de los exegetas,
algunos de los cuales (por ejemplo R. Brown) dicen que el discurso en cuestin (Jn 6,35-58) es
una yuxtaposicin de dos discursos distintos (uno que habla de Jess como Pan de vida: 6,35-
50; y otro directamente eucarstico: Jn 6,51-58), y otros que dicen que es un solo discurso .
Dejemos esto para las aulas exegticas.
Esta predicacin de Nuestro Seor (tenida en la sinagoga de Jerusaln despus del
milagro de la multiplicacin de los panes y de los peces) es uno de los fragmentos ms claros
del Nuevo Testamento, no slo por la cantidad de veces en que Jess repite la misma idea, sino
porque tenemos una clave interpretativa fundamental: la reaccin de sus oyentes y de los
apstoles. En l Jess afirma:
a) Que hay un pan que baja del cielo, que no es el man, pero que, a quien lo come,
le da el poder de llegar al cielo (Juan 6,31-34): 31 Nuestros padres comieron el man en
el desierto, segn est escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Jess les respondi: "En
verdad, en verdad os digo: No fue Moiss quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el
que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y
da la vida al mundo." 34 Entonces le dijeron: "Seor, danos siempre de ese pan." Ese pan
es un ser vivo, no muerto, y Jess dice que es l mismo (Juan 6,35-36): 35 Les dijo
Jess: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a m, no tendr hambre, y el que crea en
m, no tendr nunca sed. 36 Pero ya os lo he dicho: Me habis visto y no creis".
c) Jess es pan, o sea, alimento que da vida a quien lo come; quien no lo come o lo
come mal, muere eternamente (Juan 6,47-50): 47 "En verdad, en verdad os digo: el que
cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron el man
en el desierto y murieron; 50 ste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no
muera".
d) Tal vez alguno haya supuesto ya en ese entonces (como hoy muchos
protestantes) que ese pan o alimento, que es Jess, tal vez quisiera significar solamente
que debemos recibirlo en el corazn por la fe y por el amor. l mismo "carnalizar" en
este caso sus palabras (Juan 6,51): 51 "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come
de este pan, vivir para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo."
92
29
e) Mi carne; esa carne que l les mostraba. No estaba diciendo Jess que su Palabra
era carne o alimento del alma, sino que estaba hablando de su carne fsica, su cuerpo, ese
cuerpo que sus oyentes vean delante suyo; lo cual, indudablemente, era difcil de aceptar,
como lo atestigua la reaccin y discusin de sus interlocutores (Juan 6,52): 52 Discutan
entre s los judos y decan: " Cmo puede ste darnos a comer su carne?"
h) Pero sus apstoles, confiaron en sus palabras y las aceptaron sabiendo que, an
sin entenderlas, tienen vida eterna (Juan 6,67-69): 67 Jess dijo entonces a los Doce:
"Tambin vosotros queris marcharos?" 68 Le respondi Simn Pedro: "Seor, a quin
vamos a ir? T tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y sabemos que t
eres el Santo de Dios."
93
29 no real: comer a Cristo es slo una alegora para indicar el recibirle por la fe.
Volver sobre esto un poco ms adelante. Dems est decir que cualquiera de
las dos primeras posiciones mantienen nuestro argumento, incluso la segunda
ms restrictiva -que personalmente no comparto-, pues admite un sentido
eucarstico en este discurso, y eso basta para lo que queremos indicar aqu. La
tercera es psicolgicamente incomprensible por lo que hemos dicho ms arriba
en el punto (g).
Los relatos de la institucin de la Eucarista los tenemos en los tres evangelios sinpticos
(san Juan no lo trae):
Mateo 26,26-29:
26
Mientras estaban comiendo, tom Jess pan y lo bendijo, lo parti y, dndoselo a sus
discpulos, dijo: "Tomad, comed, esto es mi cuerpo".
27
Tom luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: "Bebed de ella todos,
28
porque sta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdn de
los pecados.
94
29Yos digo que desde ahora no beber de este producto de la vid hasta el da aquel en
que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre".
Marcos 14,22-25:
22
Y mientras estaban comiendo, tom pan, lo bendijo, lo parti y se lo dio y dijo:
"Tomad, esto es mi cuerpo".
23Tom luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella.
24
Y les dijo: "Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.
25
Yo os aseguro que ya no beber del producto de la vid hasta el da en que lo beba
nuevo en el Reino de Dios".
Lucas 22,17-20:
17
Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: "Tomad esto y repartidlo entre
vosotros;
18
porque os digo que, a partir de este momento, no beber del producto de la vid hasta
que llegue el Reino de Dios".
19
Tom luego pan, y, dadas las gracias, lo parti y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo
que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mo".
20
De igual modo, despus de cenar, la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza
en mi sangre, que es derramada por vosotros.
Se pueden ver buenos anlisis filolgicos del alcance gramatical y teolgico de estos
textos en la bibliografa recomendada al final de este captulo. El sentido de estas palabras es
para los catlicos "indicativo" y "efectivo" (indican lo que sucede en el momento en que Jess
pronuncia sus palabras: transforma el pan en su cuerpo y el vino en su sangre); para los
protestantes slo tienen valor metafrico o simblico. Debemos decir que, desde el punto de
vista de la exgesis de estos pasajes, la interpretacin protestante no tiene sustento serio.
Nota: esta discusin no siempre reluce en las versiones bblicas. As las distintas
Biblias no catlicas (ms o menos serias) vierten la expresin del Seor como
"ser" y no como "significar". Por ejemplo:
La New King James (protestante): "This is My body". Incluso esta versin, al
tener que traducir la expresin de Lucas referida al cliz donde el verbo est
tcito aade en cursiva -para que se entienda que es expresin del traductor-:
"This cup is the new covenant in My blood". La misma versin se lee en la
American Standard Version (de 1901).
95
La versin de Casiodoro de Reina (de 1569), revisada por Cipriano de Valera
(1602), y nuevamente revisada en 1977, dice igualmente: "Esto es mi cuerpo",
"Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre".
La versin de Lutero (la Revidierte Lutherbibel, versin revisada en 1984)
igualmente trae: "Das ist mein Leib"... "Dieser Kelch ist der neue Bund in
meinem Blut, das fr euch vergossen wird!"
En cambio, las versiones de la Biblia de quienes no aceptan la divinidad de
Jesucristo (como los Testigos de Jehov) transcriben el "eimi" griego (ser o
estar) como un simple "significar" o "representar"; "esto significa mi cuerpo".
Dice la versin griega (por ejemplo en el texto de Lc 22,19-20): "tout stin t som
mou", para referirse al cuerpo y "Touto t potrion he kain diathk en t hamat mou to
huper humon kjunnmenon" para el cliz. "Estn" es la tercera persona del singular del
presente indicativo de "eimi", el verbo "ser o estar" que indica de modo directo lo que una cosa
es (identidad absoluta); tambin puede expresar "representacin" o "significado" (por ejemplo
cuando en Gal 4,24 se dice: Estas mujeres -Sara y Agar-son las dos alianzas), pero lo normal e
inmediato es el uso indicando la identidad (en todos los idiomas) y slo se puede determinar la
excepcin a esta regla, cuando las circunstancias obligan a encuadrar la expresin en un
sentido puramente "significativo"; lo cual debe probarse en cada caso.
Aclaremos que, si bien en el texto griego el verbo aparece explicitado, en arameo, lo
mismo que en las lenguas semitas, el verbo "ser" puede no explicitarse, por sobreentenderse ; y
habiendo pronunciado Jess la frmula en arameo gramaticalmente debi sonar como: "esto,
mi cuerpo" (tal vez como propuso Dalman: "den hu gufi" . Evidentemente trabajamos sobre la
versin griega que nos dan los evangelistas, pero no hay que olvidar esta cuestin. Decimos
que el verbo "ser" (esto es; ste es) no puede admitir aqu el sentido "metafrico" o
"simblico" (o sea, traducirlo como significa o representa) sino el de "identidad"; el motivo es
que el uso de la metfora o del simbolismo, se restringe en el uso general a tres casos muy
concretos: (a) el de los objetos que son simblicos por naturaleza (un busto, una estatua, una
moneda acuada: as decimos "ste es el emperador de Roma" sealando su figura en una
moneda); (b) el de los objetos que son simblicos por el uso admitido (as al pasar una bandera
en un desfile, se puede decir: "ahora pasa Argentina, o Chile, o Brasil...", aunque no estn
pasando esos pases sino su smbolo convencional); (c) el de los objetos que se los hace ser
simblicos por libre determinacin de quien los usa (como Jess dice: "el campo es el mundo",
"los cosechadores son los ngeles"); este valor simblico slo puede ser captado por los
oyentes a travs de la explicacin de quien lo determina (por eso Jess se ve obligado a
explicar a sus discpulos el simbolismo contenido en algunas de sus parbolas: porque no
entendan: cf. Mt. 13,1017.34-36). Cuando una expresin donde se usa el verbo "ser" (esse en
latn; eim en griego, o la unin del sujeto-predicado con verbo supuesto en algunas lenguas
como las semitas) y no estamos ante un (a) smbolo natural, (b) ni convencional, (c) ni
libremente fijado -y explicado- por quien lo usa, se debe suponer que esa persona lo usa en
sentido propio (de identidad).
Ahora bien, el pan y el vino no son smbolos del cuerpo y la sangre de Cristo: ni por
naturaleza, ni por el uso admitido, ni por libre eleccin de Cristo (ya que ni el uso ambiental
ni Jess mismo insinan tal uso metafrico). Mxime en un momento solemne y hasta cierto
punto dramtico, donde est anunciando su muerte inminente.
Adems, tenemos como testimonio fundamental la interpretacin de los mismos
apstoles y discpulos en el sentido de "identidad" (es el cuerpo de Cristo y la sangre de
Cristo), lo cual se refleja en la Escritura en dos lugares. El primero es el Evangelio de San
96
Juan, quien no trae el relato de la institucin pero s el discurso del Pan de Vida que hemos
visto ms arriba; este discurso es visto por Juan en relacin con la futura institucin (en la
ltima cena) -tngase en cuenta que el evangelio de San Juan es escrito muchos aos despus
de los sinpticos, cuando stos, al menos en fragmentos, circulaban entre los cristianos y
cuando la predicacin de los dems apstoles sobre estos relatos estaba ya arraigada entre los
fieles-. Precisamente en este discurso de Cristo -donde usa en promesa la identificacin entre
su carne y el alimento, y su sangre y la bebida- tenemos un intento histrico de interpretar
metafricamente las palabras de Cristo cuando son dichas en el discurso eucarstico: Discutan
entre s los judos y decan: "Cmo puede ste darnos a comer su carne?" (Jn 6,52); a lo que
el Seor contraataca llevando sus palabras al ms puro "literalismo": Jess les dijo: "En
verdad, en verdad os digo: si no comis la carne del Hijo del hombre, y no bebis su sangre,
no tenis vida en vosotros (Jn 6,53).
El segundo testimonio es el de San Pablo (en torno al ao 56), quien antes de que Juan
pusiera por escrito su relato, se hace eco de la tradicin eucarstica escribiendo a los cristianos
de Corinto: (1Co 11,26-29):
26
Pues cada vez que comis este pan y bebis esta copa, anunciis la muerte del Seor,
hasta que venga.
27
Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Seor indignamente, ser reo del
cuerpo y de la sangre del Seor.
28
Examnese, pues, cada cual, y coma as el pan y beba de la copa.
29
Pues quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propio castigo.
Tan fuerte es este texto en su realismo, que algunos han querido desvirtuarlo tachndolo
de realismo exagerado y de sufrir nada menos que influencias paganas! .
Pienso que se puede creer o no en la Eucarista en el sentido catlico (la presencia real -
cuerpo, sangre, alma y divinidad- de Jesucristo en la hostia consagrada por un sacerdote
vlidamente instituido), segn se tenga fe o no se tenga fe; pero no se puede negar seriamente
que esta verdad est expresamente contenida en los relatos arriba mencionados. Es claro que lo
que nos permite aqu entender el verbo "ser" como identidad, es el hecho de que las palabras
en cuestin son pronunciadas por el Verbo encarnado, es decir, por Dios hecho hombre y por
tanto, por quien tiene el poder de realizar lo que dice. Las palabras de Dios son "factivas", es
decir, realizan lo que dicen, a diferencia de las nuestras. Cuando Jess dice "levntate" a un
muerto, "devuelve" la vida al muerto; cuando dice al leproso "quiero, queda limpio", la carne
sana vuelve a los miembros putrefactos del enfermo. As cuando dice "esto es mi cuerpo", eso
(el pan que tiene en sus manos) se convierte en su cuerpo.
Una ltima objecin al valor de estos textos, en particular al discurso de San Juan
(captulo 6,63), son las referidas palabras del mismo Juan: El espritu es el que da vida; la
carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espritu y son vida. De estas
palabras, algunos protestantes han querido concluir que Jesucristo no habla aqu de otra cosa
que de la fe y no de dar su cuerpo y sangre como comida. Estas palabras son, como dice un
protestante, una atenuacin y rectificacin de lo dicho anteriormente en el mismo discurso. Es
as? No, no lo es, por varias razones que enumeramos a continuacin :
(a) Si hubiera que interpretar este versculo de la forma propuesta, vendra a decir
que la carne de Cristo -ya que de sta se vena tratando- nada aprovecha. Pero esto es
absurdo, puesto que no sera una "atenuacin" de las palabras antes referidas por Cristo
97
sino una contradiccin, ya que poco antes Juan pone en boca de Jess: El pan que yo dar
es mi carne, por la vida del mundo (6,51); cmo podra decir ahora que su carne nada
aprovecha, sino tan slo la fe? Menos todava con estas otras: Si no comis la carne del
Hijo del Hombre, no tendris vida en vosotros. Qu sentido tiene aadir a continuacin
(si interpretramos este texto como es propuesto por el protestantismo): porque "la
carne" nada aprovecha? Es ms, si el "comer la carne de Cristo" significa creer en l,
qu significa "beber su sangre"? El protestante dir: significa lo mismo. Pero entonces,
por qu este afn de Cristo de subrayar esta frmula doble? Sera algo ilgico e intil
porque vendra como a decir: "si no creis (= comis mi carne) en m y no creis (=
bebis mi sangre) en m...".
(b) Cul es, entonces, el sentido del versculo? Jess opone, sin ninguna duda, dos
realidades: la carne (que nada aprovecha) y el espritu (que da vida). Es la carne de la
que hablaba antes, es decir, la carne que l ofrece como comida, o sea su cuerpo? No;
Jess aqu vuelve a usar una frmula que aparece en otros lugares de los evangelios: la
"carne" entendida como la actitud humana, racionalista, que juzga por lo externo. Jess
responde con estas palabras a la actitud de los judos que murmuraban... y decan: No es
ste Jess, el hijo de Jos, cuyo padre y cuya madre conocemos? Cmo dice ahora: "He
bajado del cielo"? (6,41-42). Es la carne en el sentido que dice a Pedro: No es la carne ni
la sangre la que te lo ha revelado sino mi Padre que est en los cielos (Mt 16,17), es
decir, en el sentido de "sabidura humana", "deduccin humana y racional". En el mismo
Evangelio de San Juan se dice, discutiendo con los fariseos: Vosotros juzgis segn la
carne (8,15). Se trata de lo que San Pablo llama las cosas de la carne (cf. Ro 8,4-6). El
mismo Juan da a entender esto cuando aade a continuacin que haba entre sus
discpulos algunos que no crean, es decir que slo entendan la materialidad de las
palabras. El espritu, por contraposicin, es la mocin y la luz interior de Dios, que hace
comprender el sentido profundo de las palabras de Cristo. Por tanto, ciertamente que se
subraya el valor de la fe (que viene del Espritu) para comprender las palabras de Cristo,
pero sin negar las palabras ya reveladas anteriormente sobre la entrega como comida de
su propia carne y como bebida de su propia sangre, sino hacindoles percibir la verdad de
estas afirmaciones tan categricas.
98
San Ignacio de Antioqua (muerto en el 107, contemporneo de san Juan apstol):
"Esforzaos, por tanto, por usar de una misma Eucarista; pues una sola es la carne de nuestro
Seor Jesucristo y uno solo es el cliz para unirnos con su sangre, un solo altar de sacrificio
como un solo obispo junto con el colegio sacerdotal y con los diconos consiervos mos, a fin
de que cuanto hagis lo hagis segn Dios" . "El pan de Dios quiero, que es la carne de
Jesucristo, el del linaje de David, y por bebida quiero la sangre de l, la cual es amor
incorruptible" . "Los docetas [una de las primeras herejas antiguas] se apartan de la Eucarista
y de la oracin porque ellos no reconocen que la Eucarista es la carne de nuestro Salvador
Jesucristo, la que padeci por nuestros pecados, la misma que el Padre en su bondad resucit" .
San Justino Mrtir (muerto en el 165): "As tambin se nos ha enseado que el alimento
eucaristizado mediante la palabra de oracin procedente de l, es la carne y la sangre del
mismo Jess encarnado con que nuestra carne y nuestra sangre se alimentan en orden a nuestra
transformacin" .
San Ireneo (muerto en el 202): "Cmo pueden decir que la carne se corrompe y no
participa de la vida, siendo as que es alimentada por el cuerpo y la sangre del Seor?... Porque
vuestros cuerpos, recibiendo la Eucarista, no son ya corruptibles, sino que poseen la esperanza
de la eterna resurreccin" .
San Hilario de Poitiers escriba algunos aos ms tarde (fue obispo desde el 350 al 367):
"Si es verdad que la Palabra se hizo carne, tambin lo es que en el sagrado alimento recibimos
a la Palabra hecha carne; por eso debemos estar convencidos que permanece en nosotros de un
modo connatural aquel que (... ) tambin mezcl en el sacramento que nos comunica su carne,
la naturaleza de esa carne con la naturaleza de la eternidad (...) Por su carne, est l en
nosotros, y nosotros en l (...) l mismo atestigua en qu alto grado estamos en l, por el
sacramento en que nos comunica su carne y su sangre (... ) sta es, por tanto, la fuente de
nuestra vida: la presencia de Cristo por su carne en nosotros, carnales"
Y pueden verse los dems testimonios en la obra citada. Despus de eso alguien podr,
ciertamente, seguir sin aceptar la realidad de la Eucarista como presencia del cuerpo y sangre
de Cristo bajo las apariencias de pan y vino, pero no podr negar con honestidad que tal ha
sido la fe de los primeros cristianos y de los mrtires y no una invencin tarda de la Iglesia
catlica.
NOTAS:
1
99
Cf. los libros citados en la bibliografa al final de este captulo.
2
"Transubstanciar" significa el cambio de la sustancia de pan y vino en Cuerpo y Sangre de
Cristo, permaneciendo de modo milagroso los accidentes -color, sabor, figura, peso, etc.- del
pan y del vino.
3
Se puede ver la doctrina de la Iglesia resumida en el Catecismo de la Iglesia Catlica, nn.
1322 y siguientes; en la encclica de Pablo VI Mysterium fidei, y en la de Juan Pablo II,
Ecclesia de Eucharistia.
4
Esto significa que ha sido definido como de fe por la magisterio de la Iglesia catlica.
5
Afortunadamente, para quienes no tienen fcil acceso a bibliotecas especializadas en teologa,
la pgina www.mercaba.org ha puesto a disposicin una versin electrnica de la "Teologa
Dogmtica" de Michael Schmaus, que para el caso puede ser una til introduccin al tema.
6
Puede resultar de muy interesante lectura el libro de Ernesto Bravo, S.J., Biblia y eucarista.
Cartas a un protestante, citado en la bibliografa. All, en forma epistolar, el autor analiza
todos los textos escritursticos relacionados con este tema.
7
Se pueden ver bien los pormenores de las discusiones exegticas en AA.VV., Opera
Giovannea e lettere cattoliche, "Il messaggio della salvezza, 8", ElleDiCi, Torino, Leumann
1990, pp. 231 ss.
8
Cf. Manual de Tuya, Del cenculo al Calvario, citado en la bibliografa, pp. 84-85.
9
Cf. Dalman, Jesus-Jeshua, citado por Tuya, op. cit., p. 84.
10
Por ejemplo Loisy, Les mystres paiens et le mystre chrtien, Paris 1930; Goosens, Les
origines de l'Eucharistie; Jacquier, Mystres Paiens et Saint Paul, etc. Se puede ver al respecto
A. Piolanti, I Sacramenti, Coletti Editore, Roma 1959, p. 452.
Vase al respecto ms ampliamente lo que escribe Bravo en su ya referido Biblia y
Eucarista, pp. 183 y ss.
12
Hay ediciones bastante recientes de esta obra: Jess Solano, Textos Eucarsticos
Primitivos, BAC, Madrid 1978, tomos I (754 pginas) y II (1009 pginas).
13
Solano, op. cit.,I, 81.
14
Solano, op. cit.I, 79.
15
Solano, op. cit. I, 72 (Carta a los de Filadelfia).
16
Solano, op. cit. I, 73 (Carta a los Romanos).
17
Solano, op. cit. I, 74 (Carta a los de Esmirna).
100
18
Solano, op. cit. I, 92.
19
Solano, op. cit. I, 115.
20
Hilario de Poitiers, Tratado sobre la Santsima Trinidad, L. 8, 13-16; PL 10, 246-249
(extractos).
Captulo 9
Cuestiones complementarias sobre la Iglesia
La consulta en este caso es muy sencilla y puede expresarse como lo haca una joven:
"le escribo porque me hicieron una pregunta y no supe contestar: cundo la Iglesia adquiri
el nombre de catlica?".
La palabra "catlico" significa "universal", y proviene del griego "katholikos". Parece
haber sido usado por primera vez, como epteto de la Iglesia fundada por Jesucristo, por San
Ignacio de Antioqua (quien muri en el ao 107) en la carta a los cristianos de Esmirna:
"Donde quiera estuviere Jesucristo, all est la Iglesia catlica" (= katholik ekklesa) .
Tambin se cita entre los testimonios escritos ms antiguos del uso (que puede ser muy
anterior en la costumbre de los fieles), la carta de los cristianos de Esmirna relatando el
martirio de su obispo san Policarpo (en el ao 167), quien es llamado: "Catholicae Ecclesiae
Smyrnensis episcopus" : obispo de la Iglesia catlica de (la ciudad de) Esmirna. Y un poco
antes, hablando de la oracin de Policarpo antes de su interrogatorio, dicen sus fieles: "una
vez que finalmente termin su oracin, despus que hubo hecho en ella memoria de cuantos
en su vida haban tenido trato con l, pequeos y grandes, ilustres y humildes, y
sealadamente de toda la catlica Iglesia esparcida por la redondez de la tierra" (tn
oikoumenen katholikes ekklesas) .
El nombre como tal no aparece en esta forma material en la Sagrada Escritura, pero s
su idea, en el mandato misionero de Cristo: Id a todas las naciones... y ensead (cf. Mt 28,19
= pnta t thne); Id por todo el mundo (Mc 16,15 = ton ksmon hapanta).
NOTAS:
1
Ignacio de Antioqua, Carta a los Esmirniotas, VIII,2; PG 5,714.
2
Martirio de San Policarpo, XVI,2; PG 5, 1042.
3
Martirio de San Policarpo VIII,1, PG 5, 1035.
La Iglesia catlica no es la Gran Ramera del Apocalipsis? Cmo explica los pecados de
la Iglesia?
La expresin aparece en total cinco veces en el Apocalipsis (adems de las dos veces
citadas vuelve en 17,5. 15 y 16).
San Juan describe la ciudad del mundo, llamndola Gran Ramera, Prostituta Grande
("he pren he megl") con rasgos inspirados en las descripciones profticas de la Babilonia
histrica y de Tiro. No es difcil encontrar detrs de las palabras del autor del Apocalipsis el
eco de Jeremas (cf. 51,7; 51,12-13), Isaas (cf. 23,15-17; cf. tambin Nah 3,4). En tiempos
de Juan, el imperio de Babilonia haba ya cado, pero su imagen fue utilizada entre los
primeros cristianos para aplicarla a la Roma imperial, particularmente a partir de la
persecucin de Nern. Es San Pedro quien nos da esta aplicacin en su primera carta (1Pe
5,13). La metfora destaca el poder de seduccin que la capital del mundo en los tiempos en
que se escribe el Nuevo Testamento, ejerca sobre los gobernantes de los pequeos estados a
ella sometidos y sobre toda la poblacin del imperio.
La expresin sentada sobre muchas aguas, se remonta a la profeca de Jeremas, que la
aplica a la Babilonia histrica asentada sobre el ro Efrates y sus canales, o tambin a
Ezequiel cuando habla de Tiro, que tena su morada junto al mar. La imagen sirve a los
escritores del Nuevo Testamento para aplicar la imagen a la Roma imperial, aunque como
Roma no est junto al mar y slo est atravesada por un ro (el Tiber), no es ms que una
aplicacin simblica. Adems, es claro que se refiere a la Roma poltica considerada como
imagen del poder mundano, de la fuerza mundana creada o alimentada por el demonio y por
el Anticristo, para oponerse a Dios, es decir de Roma, no en cuanto guardiana del orden (a la
cual san Pablo manda someterse: cf. Ro 13,1; Tito 3,1), sino a la autoridad imperial en cuanto
abusa de su poder para perseguir a los fieles de Cristo.
La aplicacin a la Iglesia catlica (como hacen algunas sectas) por el hecho de que el
Papa resida en Roma, es tan abusiva como pretender que los profetas condenaban a los judos
deportados en Babilonia, quienes tenan una organizacin religiosa en esa ciudad, por residir
all, o a los primeros cristianos residentes en Roma por el hecho de residir en la misma
ciudad que el emperador perseguidor.
La expresin por tanto es tipolgica, como es comn en el lenguaje bblico y sobre todo
en la literatura apocalptica y proftica. Es un "typos", una imagen que se aplica al poder
mundano perseguidor de los justos, no a la Iglesia catlica. Usarla contra el papado o la
Iglesia catlica, no es slo una idea peregrina y alocada de quienes usan la Escritura para
acomodarla a sus propios intereses y no para buscar en ella la verdad revelada por Dios, sino
adems un signo de animosidad sectaria. Para quienes desean ampliar la interesante exgesis
de este texto, remito a los comentarios ms autorizados sobre el tema .
De todos modos, el hecho de que San Juan no se refiera a la Iglesia catlica en su
imagen de la Gran Ramera, no quiere decir que los catlicos no tengan pecados. La Iglesia
fundada por Jesucristo es santa, pero esta santidad de la Iglesia no se identifica con la
santidad de "todos los hijos" de la Iglesia. Aclaremos esto para quienes no llegan a entender
la diferencia.
La Iglesia es santa. No nos permiten dudarlo las palabras de San Pablo: Cristo am a la
Iglesia y se entreg a s mismo por ella, para santificarla, purificndola mediante el bao
del agua, en virtud de la palabra, y presentrsela resplandeciente a s mismo; sin que tenga
mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada (Ef 5, 25-27). Si
decimos que la palabra de Jesucristo es eficaz y efectiva de cuanto dice (y por eso si dice
"ve" los ciegos ven; "camina", los paralticos se levantan) cunto ms efectivo no sern sus
hechos y su sacrificio! Se entreg por ella para santificarla! Por tanto, ella es santa, pues el
sacrificio de Cristo es eficaz. "La Iglesia es, a los ojos de la fe, indefectiblemente santa. En
efecto, Cristo, Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espritu Santo es proclamado el nico
santo, am a la Iglesia como a su esposa, entregndose a s mismo por ella para santificarla
(cf. Ef 5,2526), la uni a s como su propio cuerpo y la enriqueci con el don del Espritu
Santo para gloria de Dios" . La Iglesia es santa a ttulo doble:
(a) En primer lugar, es santa porque ella no es otra cosa que Dios mismo
santificando a los hombres en Cristo por su Espritu Santo. Ella brilla sin mancha
alguna en sus sacramentos, con los que alimenta a sus hijos; en la fe, que conserva
siempre incontaminada; en las santsimas leyes, con que a todos manda y en los
consejos evanglicos que propone, y en los celestiales dones y carismas, con los que,
inagotable en su fecundidad, da a luz incontables ejrcitos de mrtires, vrgenes y
confesores. sta es la santidad "objetiva" de la Iglesia. Ella es un canal inagotable de
santidad, porque en ella Dios pone a disposicin de los hombres los grandes medios de
santidad: sus tesoros espirituales, los sacramentos, de los cuales el principal es el
mismo Jesucristo sacramentado, fuente de toda santidad; su doctrina santa e inmaculada
que hunde sus races en el Evangelio; sus leyes y consejos que son prescripciones e
invitaciones a la santidad; la Sangre de Cristo hecha bebida cotidiana del cristiano; la
misericordia del perdn ofrecido sacramentalmente a los pecadores.
(b) En segundo, lugar es santa porque ella es la humanidad en vas de
santificacin por Dios. Este aspecto es complementario del anterior; la santidad
"subjetiva" de la Iglesia. Los canales de santidad se derraman sobre los hijos de la
Iglesia y si no sobre todos, sobre muchos produce verdaderos frutos de santidad. Ella es
seno que sin cesar engendra frutos de santidad. Voltaire, a pesar de su encono hacia la
Iglesia, reconoca: "Ningn sabio tuvo la menor influencia en las costumbres de la calle
que habitaba, pero Jesucristo influye sobre el mundo entero". Esa influencia son los
santos. Qu diferencia entre los frutos "naturales" del paganismo y los del
cristianismo! Cuando la Iglesia engendra hijos en las aguas del bautismo, los da a luz
con grmenes de gracia y santidad que, si aqullos no ponen obstculos, crecen y dan al
mundo extraordinarias obras de caridad. Por eso la Iglesia, desde sus mismos paales
en la Jerusaln de los Apstoles, empez a poblar el mundo de jvenes vrgenes,
testigos de la pureza, mrtires de la fe, ermitaos y penitentes monjes, misioneros y
apstoles, incansables obradores de la caridad que consagraron sus vidas a los
enfermos, a los pobres, a los hambrientos, a los abandonados; sus hijos inventaron los
hospitales, los leprosarios, los hogares de discapacitados.
Tres signos entre muchos otros - deca Journet - hacen visible esta santidad de la
Iglesia:
1 Ella es una voz que no deja de proclamar al mundo las grandezas de Dios. Esa
constancia en proclamar y cantar las maravillas de Dios es su razn de ser.
Encontramos la Iglesia all donde escuchamos sin cesar cantar las maravillas de Dios,
defender su honor de los errores del mundo, dar testimonio de su grandeza y su
misericordia con los hombres.
2 Ella es una sed inextinguible de unirse a Dios. La Iglesia est donde suspiran todos los
que esperan la manifestacin del Rostro de Dios, los que esperan la venida de Cristo,
los que no se afincan a este mundo y suspiran por una patria mejor, los que se sienten
desterrados hijos de Eva.
3 Ella es un celo insaciable por dar Dios a los hombres. La encontramos all donde, con
infatigable ardor, hay un verdadero cristiano que trabaja por la conversin de los
pecadores, por hacer que los ignorantes conozcan a Dios, por llevar el Evangelio a los
que an no lo han escuchado...
Pero... no todo es santo en la Iglesia.
La Iglesia es santa y santificadora, pero muchos de sus hijos son pecadores, y la Iglesia,
consciente de ello, no los excluye de su seno salvo en extremos casos: "Aborrezcan todos el
pecado -deca Po XII-. Pero quien hubiese pecado, y no se hubiese hecho indigno, por su
contumacia, de la comunin de los fieles, sea acogido con sumo amor. Pues vale ms, como
advierte el obispo de Hipona, 'ser curado permaneciendo en el cuerpo de la Iglesia, que no
que sean cortados de l como miembros incurables. Porque no es desesperada la curacin de
lo que an est unido al cuerpo, mientras que lo que hubiere sido amputado, no puede ya ser
curado ni sanado'" .
Los pecadores son miembros de la Iglesia, pero no lo son en el mismo grado ni en el
mismo modo que el justo, y as es rigurosamente exacto lo que dice el Cardenal Journet: que
cuanto ms se peca, menos se pertenece a la Iglesia. Por eso la mayora de los autores es
categrica en afirmar que es inconcebible una Iglesia integrada exclusivamente por
pecadores.
Si los pecadores son miembros de la Iglesia, lo son no en razn de sus pecados, sino a
causa de los valores espirituales que subsisten en ellos y en cuya virtud permanecen de algn
modo vivos todava: valores espirituales personales (fe y esperanza teologales informes,
caracteres sacramentales, aceptacin de la Jerarqua, etc.), a los que es preciso aadir los
impulsos interiores del Espritu Santo y la influencia de la comunidad cristiana que los
envuelve y arrastra en su seno: como una mano paralizada participa -sin poner nada de su
parte- en los desplazamientos y traslados de toda la persona a la que est unida.
Y podemos seguir diciendo que, a pesar de los pecadores, la Iglesia es santa e
inmaculada? S. La Iglesia sigue siendo, pese al pecado, e incluso en sus miembros
pecadores, la Iglesia de los santos. Cmo es posible esto? Porque, as como la santidad es
una realidad "de la" Iglesia y que, como tal no slo est en la Iglesia sino que procede de la
Iglesia, el pecado no es una realidad "de Iglesia". Aun cuando el pecado est en la Iglesia, no
procede de ella, precisamente por ser el acto con que uno niega la influencia de la Iglesia.
Ms an, en la medida en que acepta, aunque sea slo por fe sin caridad, permanecer en
la Iglesia santificadora, sta le ayuda en su lucha contra el pecado. Journet deca por eso: "La
Iglesia lleva dentro de su corazn a Cristo luchando contra Belial". Por esto, el pecado no
puede impedir que la Iglesia sea santa, pero puede impedir que sea tan santa como debiera!
Deca San Ambrosio: "No en ella, sino en nosotros es herida la Iglesia. Vigilemos, pues, para
que nuestra falta no constituya una herida para la Iglesia" . As pues conclua Journet: "La
Iglesia divide en nosotros el bien y el mal. Retiene el bien y arroja el mal. (La Iglesia) no est
libre de pecadores, pero est sin pecado".
Por eso no es pecadora ni puede pedir perdn por sus pecados. Pide, s, perdn por los
pecados de sus hijos y por eso la "Iglesia (es) santa y a la vez, necesitada de purificacin" en
sus hijos .
Vale la pena meditar este admirable texto de un protestante convertido: "Para algunos,
el estudio del comportamiento cristiano a travs de los siglos, con todos sus horrores, ha
terminado en la duda, cinismo y aun en atesmo. Ven en los concilios eclesisticos rias
celosas, papas que se enriquecen, obispos que tienen hijos, monjes disolutos y, al contemplar
este cuadro miserable, pierden la fe. Pero para m, la historia eclesistica es una larga
afirmacin de dos realidades: la universalidad del pecado y la soberana de la gracia.
Las piedras con las que tropezaba en mi camino [hacia la conversin al catolicismo],
eran fallas evidentes del catolicismo contemporneo. Algunos telogos catlicos modernos
que he ledo, tenan ms en comn con Marx o Freud que con San Agustn y Santo Toms de
Aquino. Me encontr con monjes que hablaban como budistas y monjas que asuman su
'poder innato' a travs del culto a diosas paganas.
Pero dej de escandalizarme cuando finalmente reconoc que ninguna comunidad
cristiana haba sido perfecta. De hecho, comprob que los problemas de la Iglesia Catlica se
repetan en la historia de todos los grupos que la rechazaron y que hicieron votos que nunca
seran como ella. Me hicieron recordar a la hija adolescente que jura que nunca ser como la
madre con la que est resentida pero acaba por ser exactamente como ella no obstante su
promesa.
Era simplemente una comprobacin del juicio paulino que a mis mentores protestantes
les encantaba citar: Todos pecaron y estn privados de la gloria de Dios (Ro 3,23). Reconoc
que cada nuevo grupo inexorablemente volva a recorrer en cierto grado los pasos
equivocados de la tradicin catlica, porque cualquier problema que tiene la Iglesia Romana
no es exclusivo sino universalmente humano" .
NOTAS:
1
Ver la bibliografa citada al final del captulo.
2
Concilio Vaticano II, Lumen gentium 39.
3
Po XII, Mystici corporis, 10.
4
De Virginitate, 8,48; PL 16,278 D.
5
Concilio Vaticano II, Lumen gentium 8.
6
Paul Thigpen, en: Patrick Madrid, Asombrado por la verdad, op.cit., pp. 30-31.
Debo decir que no es sta una objecin frecuente; cualquier persona medianamente
instruida en cuestiones histricas sabe que las actuales iglesias o denominaciones
protestantes, consideradas globalmente, provienen de la "reforma" (el trmino no es muy
feliz) luterana y, en general, del movimiento que tuvo en los reformadores Lutero, Calvino,
Zwinglio, etc., sus principales exponentes. Y esto tuvo lugar en el siglo XVI. Ciertamente
que ha habido con anterioridad, otras separaciones de la Iglesia (como los valdenses, por
ejemplo), pero en todos los casos se ha tratado de movimientos (ms o menos numerosos)
contra la autoridad pontificia. A la historia nos remitimos. Lutero reacciona contra el Papa y
dirige sus ataques contra su autoridad (que antes aceptaba con veneracin, como lo
demuestran cartas y dedicatorias del reformador protestante); es ms, Lutero era sacerdote
agustino y haba residido en Roma un tiempo, por lo que no puede negarse la pre-existencia
de la Iglesia catlica y la posterior separacin del fundador del luteranismo de ella. La lnea
de los Papas, en cambio, mantiene una lnea sin interrupcin desde San Pedro hasta nuestros
das. Podemos discutir con los protestantes, los motivos que los llevaron a rechazar la
autoridad del magisterio pontificio o el someterse a su jurisdiccin, pero no se puede discutir
que ellos nacieron como desmembramiento (en algunos casos con la excusa de volver a la
prctica del primitivo cristianismo) de esa Iglesia ya constituida. De ah que podamos sealar
con precisin los fundadores y las fechas de origen de las principales denominaciones
cristianas, como por ejemplo: los Bautistas fueron fundados por John Smith, clrigo
anglicano, en Inglaterra y Holanda en el siglo XVII; los Presbiterianos por John Knox,
sacerdote catlico, contagiado por las doctrinas luteranas y calvinistas, en Escocia en 1560;
los Congregacionistas por Robert Brawne, clerigo anglicano, en 1600 en Inglaterra; los
Metodistas, por John Welsey, en 1727 en Inglaterra; los Anglicanos Episcopales, por Enrique
VIII en 1534; los Adventistas, por William Miller, en Estados Unidos en 1831; los Testigos
de Jehov, por Charles T. Russell, en Estados Unidos en 1874, etc.
La historia de estas evoluciones y vicisitudes histricas, puede encontrarse en cualquier
manual (serio) de historia .
Bibliografa: Antonio Piolanti, Il Protestantesimo ieri e oggi,
Libreria Ed. della Pontificia Universita Lateranense, Citta
di Castello 1958; Emile Lonard, Historia general del
Protestantismo, I. La Reforma, Pennsula, Madrid 1967; P.
F. O'Hare, The Facts about Luther, Rockford 1987; P.
Faynel, La Iglesia, Herder 1974.
NOTA:
1
Recomiendo la Historia de la Iglesia, de Hubert Jedin (Herder, Barcelona); o la de
Villoslada-Montalban y otros autores (BAC, Madrid).
Fuera de la Iglesia no hay salvacin? Usted cree que yo me puedo salvar siendo
cristiana evanglica?
Entre las muchas consultas que sobre este tema he recibido, quiero encuadrar el tema
con estas delicadas palabras que una jovencita de 17 aos me dirigiera hace unos aos atrs:
Le doy las gracias a Dios por la labor que ha hecho usted a travs de su seccin,
he aprendido mucho. El correo presente tiene la finalidad de pedirle su opinin, que por
supuesto ser a la luz de las Escrituras y en base a todo el conocimiento que ha
adquirido en su vida como hombre al servicio de Dios. Tengo 17 aos de edad. Nac en
una iglesia evanglica, mi vida cambi por completo cuando conoc la Palabra y le
entregu mi vida al Seor. Por mucho tiempo estuve estudiando, pero siempre en base a
lo que explicaban en la Iglesia. De un tiempo para ac me di cuenta que haba
desarrollado en m un sentimiento en contra del catolicismo, pero he estudiado este
asunto y comprendo ahora que muchas de las cosas que yo crea no son ciertas (con
respecto a la doctrina catlica). Gracias a Dios ese sentimiento ha cambiado y ahora veo
a los catlicos como hermanos en Cristo. El punto es el siguiente: a pesar de saber que
el catolicismo tiene una buena doctrina, yo no deseo dejar la congregacin donde crec,
a pesar de que s que tienen algunas inconsistencias, siento que no es un mal lugar...
Tomando en cuenta lo que ensea el catolicismo "Fuera de la Iglesia Catlica no hay
salvacin", cree que a pesar de rendirle mi vida a Jess y vivir segn el evangelio,
llevando una vida agradable a Dios.... no ser salva? Qu piensa usted como telogo?
O bien todos estos textos nada quieren decir (y nos veramos, entonces, obligados a
decir lo mismo de toda la Escritura), o bien significan claramente que, fuera de Cristo y de su
Iglesia, no existe salvacin posible para el hombre. As, pues, aun cuando no figure en ellos
bajo su formulacin explcita el axioma "fuera de la Iglesia no hay salvacin", su sustancia se
encuentra en el Evangelio mismo .
La frmula explcita "fuera de la Iglesia no hay salvacin", aparece por primera vez en
san Cipriano y en Orgenes ; por tanto, aproximadamente, en torno al ao 250. La en-
contramos ininterrumpidamente en los Padres de la Iglesia y en los primeros escritores
cristianos, tal cual, o con ligeras variantes, o traducida tambin en imgenes como la del arca
de No u otras equivalentes. As, por ejemplo, cuando en su comentario a Jn 15,1-8, expone
San Agustn el dilema del sarmiento: "o bien es una rama de la vid, o bien simple lea pera el
fuego" . De ah en adelante reaparecer constantemente en telogos y en los documentos
oficiales del magisterio (vase los indicados antes).
El motivo de esta afirmacin no es difcil de colegir; es esencial a la Iglesia ser nica,
pues, en caso contrario, no sera ya la esposa del nico Mediador (cf. Ef 5). Cuando la Iglesia
afirma esta unicidad como una exigencia de su fe, no reivindica pues celosamente unos
derechos y unos privilegios cediendo a una tentacin de imperialismo espiritual, sino que da
testimonio de la misin que ella ha recibido con respecto a la humanidad. Admitir una
pluralidad de Iglesias, equivaldra a no admitir ninguna, a rechazar la nocin misma de
Iglesia.
No puede considerarse "de buena fe" quien no pone los medios para conocer la verdad,
cosa claramente afirmada por el Catecismo: "'cuando el hombre no se preocupa de buscar la
verdad y el bien (...) poco a poco, por el hbito del pecado, la conciencia se queda casi ciega'.
En estos casos, la persona es culpable del mal que comete" .
En el caso de la ignorancia invencible, en cambio, se da una doble adhesin : 1 Una
adhesin intelectual, la cual, a su vez, es doble: una adhesin ms externa a una afirmacin
(o credo religioso en este caso) que objetivamente no es verdadera, pero de la cual la persona
no llega a captar su error; otra ms ntima que es a la verdad objetiva: esa persona "adhiere" o
asiente intelectualmente a tal o cual credo porque cree que es la verdad objetiva (de tal modo
que si supiese que es errnea, la aborrecera). 2 Una adhesin volitiva: que es nica: ama la
verdad objetiva y por eso la busca "con disposicin" de abrazarla. En este caso, la persona
que tiene ignorancia invencible propiamente dicha: ama en s y por s la verdad objetiva y se
adhiere intelectualmente: (a) de un modo esencial a la verdad objetiva; (b) de modo
accidental al error que cree verdadero. Esto implica que tal persona, en el fondo, est
dispuesta a abandonar su posicin si descubriera que no es verdadera sino errnea, aceptando
inmediatamente la verdad autntica. Por eso Po XII deca de stos que estn dentro del
Cuerpo Mstico "inscio quodam desiderio ac voto" . Esto implica tambin que esta persona
slo est obligada a seguir su conviccin mientras est convencida de que es verdadera (o
sea, mientras no le surjan dudas positivas).
Captulo 10
Catlicos y protestantes frente a la Biblia (cuestiones complementarias)
Tanto catlicos como protestantes tienen la Biblia como Palabra de Dios, y esta Biblia
est compuesta por varios libros que todos los cristianos reconocen como inspirados por
Dios; sin embargo, esos libros no fueron escritos todos al mismo tiempo. Cmo se form la
lista de los libros inspirados? Quin la recogi y quin la determin? Esta cuestin es
denominada la cuestin del "canon bblico" y tiene una enorme importancia para determinar
el papel de la Tradicin en su relacin con la Sagrada Escritura. Para mantener la estructura
que he dado a los captulos anteriores, cito algunas consultas sobre el tema:
Me gustara que me diera una aclaracin sobre los libros que los protestantes
quitaron de sus Biblias.
Me gustara saber a qu se denomina "Libro Cannico". Cules son los criterios
para aceptar un libro dentro del canon en el Nuevo Testamento?
Hola, soy un joven mexicano estudiante en una universidad adventista del
sptimo da; soy catlico, pero ltimamente me han atacado mucho con respecto a que
nuestra Biblia tiene los llamados libros apcrifos, a los que nosotros conocemos como
libros deuterocannicos (Judit, I y II de los Macabeos, Eclesistico, Sabidura, Tobas,
Baruc), lo que yo he ledo es que de estos libros se dud algunas veces que fueran
inspirados por Dios, pero despus fueron aceptados como libros inspirados por Dios y
que lo mismo pas con el Apocalipsis y algunas cartas de Juan. Le agradecera mucho
que me aclarara el tema.
Catlicos Protestantes
Deuterocannicos del AT = Apcrifos
Deuterocannicos del NT = Deuterocannicos
Apcrifos del AT y NT = Pseudo-epgrafa
NOTAS:
1
Cf. por ejemplo, Manuel de Tuya-Jos Salguero,
2
Introduccin a la Biblia, Tomo I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1967, pp. 323-
334.Cf. S. Clemente Romano, S. Policrates (segn Eusebio), S. Ireneo. Hay autores que
suelen dar al trmino canon el sentido de catlogo, lista, elenco, y se acostumbra a citar como
ejemplos el "kann basileon", de Claudio Ptolomeo (hacia el ao 150 d.C.), que es un
catlogo de los reyes asirios, babilnicos y persas, y los "jroniki kannes" de Eusebio, que
comprenden tablas sincronizadas de los varios pueblos de la antigedad. Sin embargo, aun
cuando estos "kannes" de Ptolomeo y de Eusebio sean listas, tienen ms bien el significado
de regla, pues eran fechas, medidas cronolgicas, que servan de base a sistemas
cronolgicos. Si canon tiene ahora en el lenguaje eclesistico el sentido de lista, catlogo,
ste es relativamente reciente y, adems, es un significado secundario. El significado formal
es el de regla, norma, modelo.
3
In Iosue hom. 2,1. Pero de esta obra de Orgenes slo tenemos una traduccin latina; por
eso no sabemos si empleaba el trmino "kann" o bien "endithetos".
4
Decr. Nic. Syn. 18.
5
Cf. Enchiridion Biblicum (EB) 4 edicin (Roma 1961), n. 11.
6
Cf. San Jernimo, Praef. In libro. Salom.; Prisciliano, Lib. Apol. 27, etc.
7
Cf. Orgenes, In Matth. 28.
8
Sin embargo, las dudas acerca de estos textos han surgido tan slo en nuestros das entre los
crticos, por el hecho de que dichos pasajes faltan en algunos cdices y versiones antiguas.
9
Cf. Orgenes, In Lc. Hom., 1; Cf. en Eusebio, Histo. Eccl. 6,25,35; Tertuliano, Adv. Marc.
4,5.
10
San Agustn, Contra Epist. Manichaei, 5,6.
11
Por San Diosinios de Corinto sabemos que la epstola de San Clemente Romano a los
Corintios era leda en las asambleas litrgicas (cf. en Eusebio, Hist. Eccl. 4,23,11). En las
iglesias del Asia se lea la carta de San Policarpo (cf. S. Jernimo, De viris illustribus, 17).
12
Cf. J. Calvino, Institutio religionis christianae, l. 1, c. 6-8 (Basilea 1536).
13 Cf. O. Scheel, Luthers Stellung zur hl. Schrift (Tbinga 1902), p. 42-45: M.
Meinertz, Luthers Kritik am Jakobusbreife nachdem Urteile seiner Anhanger: BZ 3 (1905)
273-286.
14
Cf. H.H. Howorth: JTS 8 (1960s) 1-40.321-365; 9 (1907s) 188-230; E. von Dobschtz,
The Abandonment of the Canonical Idea: The American Journal of Theology, 19 (1915)
416s.
15
La Tradition (Paris-Neuchatel 1953) p. 41-52. Pero l ve en esta decisin de la Iglesia la
manifestacin explcita y definitiva de la conciencia que ella fue adquiriendo de la
inspiracin de los Libros Sagrados. Esta decisin eclesistica iba dirigida a distinguir
claramente la tradicin apostlica de las dems que se le pudieran juntar. Entre todos los
escritos cristianos que corran en la Iglesia primitiva, se fueron imponiendo aqullos que
haban de formar el canon por su autoridad apostlica intrnseca. El Antiguo Testamento fue
aceptado en el canon, en cuanto era el testimonio de la historia de la salvacin que haba
preparado la encarnacin. La Iglesia sigui en esto el sentir de Cristo y de los apstoles.
16
Ciertos autores quieren descubrir vestigios de esta carta perdida de San Pablo en 2Co 6,14-
7,1.
17
La epstola a los Laodicenses habra que identificarla, segn bastantes autores, con la
epstola a los Efesios, que originariamente llevara en el saludo inicial "en Laodikia". Estas
palabras habran sido suprimidas -segn el P. J. Vost- por la terrible reprensin que lanza
contra la iglesia de Laodicea el autor del Apocalipsis (Ap 3,14ss).
18
Enchidion Biblicum, n. 77.
19
Aclaro que lo que dice aqu Sungenis puede prestarse a confusin. No es propiamente
hablando la decisin de qu libros incluir, sino la decisin de elaborar una lista oficial o
cannica de los libros inspirados; mucho tiempo antes de estos Concilios, ya esos libros eran
aceptados por la Iglesia, algunos de ellos desde el momento mismo de su composicin, como
las Cartas de los apstoles o los evangelios.
20
Where We Got the Biblie, Rockford, Ill., TAN Books.
21
Bob Sungenis, De la controversia a la consolacin, en: Patrick Madrid, Asombrado por la
verdad, op.cit., pp. 142-144.
Son iguales todas las Biblias? Cul es la diferencia entre una Biblia catlica y otra
protestante?
Me podran decir cul o cules son las diferencias entre una Biblia Catlica y
una Biblia Evanglica? Mi hermana acaba de recibir como regalo una Biblia de una
persona que la quiere convertir al Evangelismo, y no sabemos en qu difiere de la
nuestra pues aparentemente son iguales.
Otras:
Tengo una pregunta o ms bien curiosidad: la Biblia que leen los catlicos es
diferente a la que leen otras religiones?
Gracias por el tiempo que se toma para nuestras preguntas; en este caso la que
tengo es: por qu mi Biblia como catlico es diferente a la de los protestantes?
Las respuestas, en los distintos casos, son muy semejantes y en cierto modo, debemos
remitirnos al punto anterior sobre la historia de la formacin del canon bblico.
Responder a esta pregunta no es difcil, pero s complicado, porque no se nos pide que
digamos la diferencia de una versin catlica con una determinada versin protestante sino
con "la Biblia que leen los protestantes"; ahora bien, muchas personas, cuando hablan de los
protestantes, engloban con este ttulo tanto a los cristianos de iglesias reformadas
tradicionales (luteranos, calvinistas, presbiterianos, etc.) cuanto a miembros de sectas que
tambin usan la Biblia, como los Testigos de Jehov; y no es lo mismo una cosa que otra.
Tratar, por tanto, de indicar algunos puntos generales, sin hacer una comparacin detallada,
lo cual es imposible (para m, aqu, con los lmites que me he impuesto).
Ante todo, todas las versiones catlicas y protestantes de la Biblia coinciden en muchas
cosas: en la mayora de los libros que contienen y sustancialmente en el sentido de los textos.
(1) En cuanto al nmero de los libros (el canon): como ya hemos indicado en el
captulo anterior, las versiones catlicas de la Biblia tienen siete libros ms que las
versiones protestantes; son los libros que nosotros llamamos "deuterocannicos" del
Antiguo Testamento y ellos llaman "apcrifos" (1 y 2 Macabeos, Tobas, Judit, Baruc,
Sabidura, y Eclesistico o Sircida). En cambio, aceptan los 27 libros del Nuevo
Testamento, aunque a siete de ellos los llaman "deuterocannicos". El motivo es que
Lutero, en el momento de su separacin de Roma, rechaz el "canon alejandrino" que
contiene la lista de los 46 libros de la traduccin de los "Setenta" (traduccin al griego
realizada en Alejandra de Egipto del hebreo al griego), adhirindose al "canon judo de
Palestina" (los libros escritos en hebreo) que contiene 39 libros .
En torno a los aos 90-100 d.C., algunos lderes judos se reunieron para tratar el tema
del canon (conocido como el canon de Palestina) quitando los siete libros, pretendiendo
volver al canon hebreo, y distinguirse as de los cristianos; pensaban que lo que no fue escrito
en hebreo, no era inspirado (aunque Eclesistico y 1 Macabeos estaban originalmente escritos
en hebreo y arameo); las discusiones siguieron por muchos aos, con mucho desacuerdo
entre los diferentes grupos y sectas judos. Los saduceos solamente confiaban en la Tor, los
fariseos no podan decidir sobre Ester, Cantares y Eclesiasts. Solamente en el segundo siglo,
los fariseos decidieron 39 libros. San Pablo, utilizaba la versin de los Setenta, y cuando los
autores del Nuevo Testamento citan algo del Antiguo Testamento, lo citan segn la
traduccin griega de los Setenta el 86% de las veces. Los descubrimientos de Qumran, en
pleno siglo XX, ha mostrado que grupos judos lean y usaban los libros "deuterocannicos"
(al menos se han encontrado los libros de Tobas, y Ben Sira o Eclesistico).
Lutero y los dems reformadores, rechazaron los siete libros que nosotros llamamos
deuterocannicos (y ellos "apocrifos") dando origen a la Biblia Protestante; tambin calific
de deuterocannicos a varios libros del Nuevo Testamento, considerndolos de menor
autoridad, sin embargo no los quit, pues sostena que, aunque no son iguales a las Sagradas
Escrituras, son tiles y buenos para leer . La Biblia de Zurich, traducida por Zwinglio y otros
(1527-29), inclua los libros deuterocannicos como tiles aunque los relegaba al ltimo
volumen y no los consideraba cannicos; algo parecido hizo la Biblia Olivetana, prologada
por Calvino, en 1534-35. En 1615, el arzobispo anglicano de Cantebury, proclam una ley
que llevaba un castigo de un ao de crcel, para cualquier persona que publicara la Biblia sin
los siete libros deuterocannicos, ya que la versin original de la King James (la ms famosa
de las versiones inglesas) los tena; pero fue precisamente en Inglaterra, donde fue creciendo
la oposicin a estos libros, y en 1827 la "Sociedad Britnica y Extranjera de la Biblia" los
omiti completamente en su Biblia. Luego, otras editoriales hicieron lo mismo.
Estos libros no fueron aadidos durante el Concilio de Trento, como creen algunos
protestantes, pues Lutero los haba rechazado del canon precisamente porque estaban en el
canon comnmente admitido (aunque algunos discutieran su valor cannico), pero l
consideraba que no deban estar al no haber sido escritos originalmente en hebreo. Trento
define de modo definitivo el canon, pero no hace aceptar libros que hasta el momento se
rechazaban. De hecho, los manuscritos ms antiguos (anteriores mil aos a Trento),
contienen los deuterocannicos; y salvo el Codex Vaticanus, el ms antiguo texto griego del
Antiguo Testamento (en el que no estn los libros de Macabeos), todos los dems
manuscritos contienen los siete libros del Antiguo Testamento llamados deuterocannicos.
Pasando de las grandes denominaciones protestantes a las sectas de inspiracin pseudo-
cristiana (pensemos en los Testigos de Jehov, por ejemplo), debemos decir que, en cuanto al
canon bblico, no difieren sus Biblias de las protestantes, aunque tal vez ellos han percibido
con ms fuerza el gran problema que plantea el dar razn del canon (o sea, por qu creemos
que estos libros han sido inspirados), debiendo atribuir el poder de discernimiento "al cuerpo
gobernante" de la Congregacin cristiana, o sea reconociendo la necesidad de un criterio
extra-bblico .
(2) El segundo tema es el de las versiones, es decir, las traducciones de la Biblia.
Desde un primer momento, los reformadores no se contentaron con distinguir el canon
protestante del catlico sino que se dedicaron a hacer traducciones de la Biblia a las lenguas
modernas.
Sabemos que los textos originales de la Biblia han sido escritos en hebreo/arameo (la
mayora de los libros del Antiguo Testamento) y en griego (los libros del Antiguo
Testamento que se conocen como deuterocannicos, aunque algunos de los as denominados
son traducciones del hebreo; los escritos del Nuevo Testamento, aunque se discute si algunos
de stos no son en realidad traducciones al griego de un texto original en hebreo o arameo).
Hubo traducciones desde tiempos antiguos, como lo demuestra la versin al griego de los
Setenta (versin griega de los libros inspirados judos, nuestro Antiguo Testamento), o la de
Aquila, proslito judo (en torno al 130 d.C.), la de Smmaco (fines del siglo II). Orgenes
hizo una de las obras ms monumentales de la antigedad, conocida como Hexapla Biblia
porque el texto estaba dispuesto en seis columnas que comprendan: el texto consonntico
hebreo en caracteres hebreos, el hebreo trascrito en caracteres griegos, la versin de Aquila,
la de Smmaco, el texto tradicional de los Setenta y la versin de Teodocin. Hubo
traducciones al siraco (el Diatessaron de Taciano, la Biblia Vetus Syriaca, la Biblia Peshitta,
etc.), al copto (la forma ms reciente de la lengua egipcia), al etipico. San Jernimo hizo
una traduccin al latn de toda la Biblia, asesorndose por maestros judos para su traduccin
de los textos hebreos, conocida como Vulgata. Mientras el mundo occidental cristiano se
manej en griego como lengua franca, y luego en latn, el uso de los textos bblicos en estas
lenguas no ofreci dificultad; pero con la formacin de las lenguas romances y el desuso del
latn por parte del vulgo, el texto latino de la Biblia se hizo ininteligible. Desde entonces,
comenzaron a aparecer versiones en lenguas vulgares.
Corren sobre este tema, dos afirmaciones errneas. La primera es que quienes
comenzaron la labor de traducir y divulgar la Biblia en las lenguas vulgares o romances, o
modernas, fueron los reformadores protestantes; la segunda: que ste fue un fenmeno propio
de ambientes protestantes, pues la Iglesia catlica prohiba a sus fieles la lectura de la Biblia.
Las dos afirmaciones son histricamente falsas y no hace falta ms que remitirse a los hechos
histricos para corregirlas.
Es falsa, ante todo, la acusacin (que es fcil de or en ambientes protestantes) de que
fueron los reformadores (principalmente Lutero) quienes por vez primera volcaron la Sagrada
Escritura a las lenguas modernas. Escriben Tuya y Salguero: "Mucho antes de que Lutero
iniciase la reforma protestante, existan numerosas versiones de la Biblia en las lenguas
vulgares de muy diversos pases. Segn el P. A. Vaccari, entre los aos 1450 y 1500 se
cuentan unas 125 ediciones diferentes de la Biblia , lo que demuestra cun extendida estaba
su lectura. En Espaa, se lea la Sagrada Escritura en romance ya antes de Alfonso X el Sabio
(1252-1284). En Alemania, se hizo una versin en 1466, de la que aparecieron 15 ediciones
antes del ao 1500. La primera edicin en lengua vulgar italiana, se public en Venecia el
ao 1471, de la que se conocen nueve ediciones antes de . 1500. En Francia, tambin se hizo
una traduccin el ao 1477, que tuvo tres ediciones antes del ao 1500" Es igualmente
incorrecta la afirmacin de que la Iglesia prohibi a sus fieles la lectura de la Biblia (o al
menos la lectura de la misma en lenguas modernas). La misma profusin de versiones que
acabamos de mencionar, atestigua la extensin del uso de la Biblia (incluso en versiones de
lenguas vulgares) antes de la Reforma protestante. El Concilio de Trento, a raz de que los
protestantes atentaron contra la integridad de la Sagrada Escritura y contra la interpretacin
autntica de la Iglesia (por ejemplo, en cuanto a las afirmaciones sobre la justificacin),
estableci normas de lectura que preservaran de falsas interpretaciones. Pero no existe
ninguna normativa cannica del Concilio tridentino que prohba las versiones en lenguas
vulgares y menos su lectura. Atestigua esto Po XII: "No prohbe el concilio Tridentino que,
para uso y provecho de los fieles de Cristo y para ms fcil inteligencia de la divina palabra,
se hagan versiones en las lenguas vulgares, y eso aun tomndolas de los textos originales" .
Existieron, s, prohibiciones locales, como las del concilio de Tolosa (1229), la de Tarragona
(1233), el snodo de Oxford (del ao 1408); el motivo era la falta de autorizacin de las
versiones cuestionadas y en algunos casos, el uso que hacan de ellas algunas sectas (como el
caso de Tolosa que tiene relacin con el problema de los albigenses).
Hay que reconocer, sin embargo, que en ambientes de la Reforma se dio un impulso
particular a las versiones en lenguas vulgares modernas. Tal vez la ms antigua y notable, sea
la versin de Lucero, quien public en alemn el Nuevo Testamento en 1522 y el Antiguo
entre 1523 y 1534. La ms famosa de las versiones inglesas es la King James Version (de
1611), revisada sucesivamente en varias oportunidades. En , 'no tanto por haber acertado ms
que las otras... cuanto por darnos la natural y primera significacin de los vocablos hebreos y
las diferencias de los tiempos de los verbos', aunque la tacha de tener grandes yerros,
introducidos por los judos en odio a Cristo, especialmente en las profecas mesinicas, y de
haber dejado muchas cosas ininteligibles o ambiguas. En cuanto a Casiodoro, aunque l
mismo confiesa que 'la erudicin y noticia de las lenguas no ha sido ni es la que quisiramos',
y castellano, la primera versin de la Biblia completa hecha por un protestante es la de
Casiodoro de Reina (publicada en Basilea en 1569); en 1602 Cipriano de Valera la retoc y
(segn dice) cotej la versin de Casiodoro con otras versiones, reeditndola. Es la ms
conocida de las versiones protestantes castellanas (conocida como Reina-Valera). Sobre esta
versin, ha escrito una magnfica resea el eminente Marcelino Menndez Pelayo en su
Historia de los Heterodoxos . Cito algunos prrafos de este crtico, por ser esta versin, la
ms comn entre nosotros y por ser la autoridad de Menndez Pelayo indiscutible en este
punto :
"Esta Biblia es rarsima; llmasela comnmente del Oso por el emblema o
alegora de la portada. Tiene ao (1569), pero no lugar de impresin ni nombre del
traductor; slo sus iniciales C. R. al fin del prlogo (1858). Doce aos invirti
Casiodoro en su traslacin, aunque como trabajo filolgico no es el suyo ninguna
maravilla. Saba poco hebreo, y se vali de la traduccin latina de Santes Pagnino (muy
afamada por lo literal), recurriendo a la verdad
9
hebraica slo en casos dudosos. De la Vulgata hizo poca cuenta, pero mucha de la
Ferrariense le habilitaba slo para entender y cotejar los diversos pareceres de los
intrpretes, procur ceirse al texto sin quitar nada, como no fuera algn artculo o
repeticin de verbo cuya falta no menoscabara la entereza del sentido, ni aadir cosa
alguna sin marcarla de distinta letra que el texto comn o encerrarla entre vrgulas.
Estas ediciones son, ya de una o pocas palabras que aclaran el sentido, ya de
variantes, especialmente en Job, en los Salmos, en los libros de Salomn y en las
historias de Tobas y Judit. De la versin siraca del Nuevo Testamento confiesa que no
pudo aprovecharse porque sali aquel mismo ao, cuando ya estaba impresa la suya.
Conserv en el texto la voz Jehov, aunque nunca la pronuncien los hebreos. Usa los
nombres concierto, pacto, alianza, para designar lo que los Setenta y la Vulgata llaman
Testamento y se defiende en el prlogo de haber usado por primera vez en castellano
los nombres reptil y escultura, que en la Ferrariense son removilla y doladizo. Y
procur retener todas las formas hebraicas que conciertan con las espaolas. Llen la
obra de notas marginales, que son interpretaciones o declaraciones de palabras. Las
anotaciones de doctrina las reserv para imprimirlas aparte o ponerlas en otra edicin
(...) Como hecha en el mejor tiempo de la lengua castellana, excede mucho la versin
de Casiodoro, bajo tal aspecto, a la moderna de Torres Amat y a la desdichadsima del
P. Sco (... )
Cipriano de Valera (... ) escriba con donaire y soltura (... ) Los veinte aos que
dice que emple en preparar su Biblia deben ser ponderacin e hiprbole andaluza,
porque su trabajo en realidad se concret a tomar la Biblia de Casiodoro de Reina y
reimprimirla con algunas enmiendas y notas que ni quitan ni ponen mucho. Tampoco
he de negar que, en general, mejor el trabajo de su predecesor (... ) En cuanto a la
traduccin, el mismo Cipriano confiesa que sigui palabra por palabra la de Casiodoro,
cotejndola con otras interpretaciones en diversas lenguas y quitando lo aadido por los
Setenta o por la Vulgata que no se halle en el texto hebreo; lo cual principalmente
acontece en los Proverbios de Salomn. Y a esto, a alguna que otra nota aadida, que se
indica con diversa letra que las del traductor antiguo, y a algn retoque en el lenguaje se
reduce toda la labor de Valera, que, sin embargo, pone su nombre, y calla el de
Casiodoro, en la portada".
He querido alargarme un poco en estas expresiones, pues creo que debe notarse el
mrito literario de muchas de las primeras versiones protestantes de la Biblia. Podremos
discutir las traducciones de algunos pasajes en concreto, pero no se puede poner en duda el
valor de la obra en su conjunto (en cuanto a la versin literaria se refiere). Son conocidas las
reiteradas ponderaciones que -entre nosotros- hace Leonardo Castellani de la versin inglesa
King James.
No se puede decir lo mismo de las versiones de la Biblia divulgadas por los Testigos de
Jehov. Dice el P. Petrino en su estudio sobre el uso de la Biblia por parte de esta secta: "La
versin jehovista de la Sagrada Escritura ha llamado la atencin de todos los estudiosos que
no dudan en denunciar sus falsedades y notar sus divergencias con respecto de los textos
bblicos autnticos" . Y cita a continuacin las palabras de A. Hoekema: "La Traduccin del
Nuevo Mundo no es una traduccin objetiva de la Biblia en ingls moderno, sino una
traduccin falsificada en la cual muchas de las enseanzas de la Sociedad Wachtower han
sido fraudulentamente introducidas" . Los Testigos de Jehov introducen en el texto, por
tanto, grandes cambios que no son simples cuestiones lexicogrficas sino alteraciones del
texto bblico original. A pesar de que diga seguir las ediciones crticas de R. Kittel y Westcott
y Hort, en realidad se separa y las ignora cuando se ve comprometida la "doctrina" de la
secta.
Para mayor confusin de muchos incautos, tambin los mormones (o Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los ltimos das) usa tambin la Biblia (junto a otros libros
reconocidos por ellos como sagrados: el Libro de Mormn, Doctrinas y Convenios y La
Perla de Gran Precio). Ellos definen la Biblia como la historia de los tratos de Dios con los
pueblos del Continente Oriental (Palestina, Egipto, etc.), mientras que el Libro de Mormn
sera la historia de los tratos de Dios con los pueblos antiguos del Continente Occidental (las
Amricas) . Los mormones ensean expresamente que la Biblia no es el nico libro
revelado/inspirado . Su fundador, J. Smith, us originalmente la King James Version (en el
Libro de Mormn se han contado hasta 27.000 palabras o frases tomadas literalmente de esa
edicin). Sin embargo, la mayora de las doctrinas enseadas por mormones, tienen un
sentido completamente distinto del bblico, y constituyen una negacin de las verdades no
slo catlicas sino cristianas; as el dios de los mormones es pura materia, puro hombre,
visible, no eterno, no es creador, no es omnipresente ni perfecto, ni nico, etc.
(3) Finalmente, una caracterstica general de las ediciones de la Biblia no
catlicas, es la ausencia de notas explicativas, mientras que las Biblias catlicas tienen notas
(algunas ms, otras menos). Las notas no son esenciales, ciertamente, ni forman parte de la
Revelacin, ni son inspiradas. Pero son muy tiles, y, en algunos casos, muy convenientes.
Son indicaciones, explicaciones, comentarios o simplemente referencias a otros pasajes en
que, el mismo tema sobre el que se hace la nota, vuelve a aparecer con un sentido ms claro.
No hay que poner las manos en el fuego por las notas de muchas ediciones catlicas de la
Biblia, las cuales pueden contener errores o ser tendenciosas (como ocurre, por ejemplo, con
las notas de la llamada Biblia Latinoamericana). Otras, en cambio, son magnficas, como la
edicin de la Biblia de L. Cl. Fillion, de 1887 (conozco la 4- edicin en ocho tomos de 1903,
con texto en latn y notas en francs), o entre nosotros, la valiosa versin de J. Straubinger
(primera versin catlica americana hecha sobre los textos primitivos) , cuyas notas
constituyen pequeos artculos que destacan las ideas fundamentales de la Biblia, mostrando
su aplicacin en la vida, al igual que procuran mostrar la armona que existe entre los dos
Testamentos y la coincidencia de los pasajes paralelos, para que el lector tenga siempre a la
vista la unidad viva de las Escrituras desde el Gnesis hasta el Apocalipsis. En nuestros das
(primeros aos del siglo XXI) est realizando una importante obra el Prof. Scott Hahn,
publicando una nueva edicin de la Revised Standard Version pero con subsidios a pie de
pgina, que ofrecen al fiel lector de la Biblia, concordancias bblicas, notas exegticas a los
principales versculos, y notas teolgicas importantes (unas que relacionan el contenido y la
unidad de la Escritura mostrando cmo pasajes del Antiguo Testamento iluminan los
misterios del Nuevo Testamento; otras tomadas de la tradicin viviente de la Iglesia -santos
Padres, magisterio-, poniendo en relieve los sentidos espirituales de la Escritura en
continuidad con la gran tradicin eclesistica, y otras que subrayan "la analoga de la fe",
mostrando cmo los misterios de la fe se iluminan unos a otros poniendo de relieve la
coherencia y unidad de los dogmas definidos y la infalible interpretacin de la Iglesia). De
vez en cuando tambin se intercalan breves anlisis de trminos bblicos, y temas exegticos
de inters para el lector y el estudioso (como cundo celebr Jess la Ultima Cena, y otros).
Las Biblias protestantes carecen de notas por una cuestin lgica: el principio de libre
examen. Cada fiel debe interpretar la Biblia de acuerdo a lo que le inspire el Espritu Santo.
No hay lugar para un magisterio que tenga por objeto la explicacin de la Sagrada Escritura.
Toda nota explicativa coartara esta libertad de interpretacin. Sin embargo, ste es un
principio aparentemente respetado por el protestantismo; en la realidad, la ausencia de notas
respeta a medias la libertad individual, puesto que: (a) por un lado, toda versin de la Biblia
en otra lengua que no sea la original implica de suyo una interpretacin; puede verse al
respecto la versin griega del Nuevo Testamento preparada por los protestantes Nestle y
Aland, para observar las distintas variantes de algunos pasajes y vocablos ; el traductor debe
elegir entre variantes y, en muchos casos, interpretar un texto. A modo de ejemplo, podemos
observar (tomando slo las versiones espaolas de Reina-Valera) diferencias (mnimas, pero
diferencias al fin y al cabo):
o El versculo de Lucas 1,28 es traducido por la versin Reina-Valera Actualizada
(1989): "Cuando entr a donde ella estaba, dijo: -Te saludo, muy favorecida!
El Seor est contigo". Omite las palabras "bendita t entre las mujeres", las
cuales aparecen, en cambio, en la versin Reina-Valera (de 1909), en la
Reina-Valera Revisada (1960) y la Reina-Valera Actualizada (1995).
o En Juan 6,56, Jess dice "sta es mi sarka". Las cuatro versiones que venimos
mencionando (Reina-Valera, 1909; Reina-Valera Actualizada, 1989, Reina-
Valera Revisada, 1960; Reina-Valera Actualizada, 1995) traducen "carne" (al
igual que las versiones catlicas); pero de hecho el trmino griego "sark",
admite otras acepciones como carne, cuerpo fsico, naturaleza humana,
descendencia terrena (como por ejemplo la usa san Pablo en Ro 9,8). Los
traductores han hecho una interpretacin (correcta) inclinndose, como ms
exacta, por la palabra "carne" . En Lc 1,32 aparece dosei, de ddomi, que si
bien significa dar, garantizar, permitir, colocar, establecer, pagar, producir,
causar, confiar, ofrecer, infligir (como castigo), etc., es traducido en todas
las versiones como "dar" ("el Seor Dios le dar"). Etc.
Se podran multiplicar los ejemplos. Algunas variantes son mnimas, otras no tanto,
pero demuestran que el traductor es un "intrprete", y no puede ser de otro modo.
Igualmente, los protestantes comentan, explican e interpretanla Biblia
constantemente: lo hacen sus pastores y ministros en las homilas, lo hacen quienes
citan algunos pasajes como aplicables en una situacin determinada, y lo hacen sobre
todo los que critican las interpretaciones catlicas que nosotros hacemos de algunos
pasajes. Por tanto, no respetan en toda su literalidad y amplitud el principio del libre
examen. Una persona que acepte el principio de que la Biblia debe interpretarse
individualmente, debe limitarse a darle a los dems un ejemplar de la Biblia en las
lenguas originales y que se arregle solo. Y no criticar a los dems que hagan una
interpretacin distinta de la propia; acaso unprotestante
niega el derecho de que un catlico pueda leer laBiblia e interpretarla como el Espritu
Santo le dicte?; entonces, por qu nos critican -sobre todos los miembros de las sectas-
que nosotros entendamos que Jesucristo funda su Iglesia sobre Pedro, el que Jesucristo
otorgue el poder de perdonar los pecados a los apstoles y a sus sucesores, el que Mara
sea virgen perpetuamente, etc.?
El principio del libre examen es tambin el principio de la estricta mudez. Si no hay
magisterio pontificio ni episcopal, ni tradicin vlida, entonces tampoco debera haber
pastores-predicadores (una fuente de ingresos que muchos pastores no dejarn escapar tan
fcilmente, aunque tengan que gambetearse a Lutero -hasta cierto punto, pues tampoco
Lutero lo respet), ni deberan existir las universidades de teologa, ni las escuela de Biblia
(que deberan limitarse a ser escuelas de lenguas), etc. Pero esto no lo van a admitir, porque
cada perro defiende su hueso, aunque ensee (para los dems) que los huesos no se comen.
NOTAS:
1
No nos ocupamos en este libro directamente de la situacin de las iglesias orientales
cismticas (se puede consultar el tema, por ejemplo, en James Turro y Raymond Brown,
Canonicidad, en Comentario Bblico San Jernimo, Ediciones Cristiandad, Madrid 1972,
Tomo V, p. 73-74). Baste decir que, con ciertas variantes, se impuso la influencia de la
versin de los Setenta con el canon completo. Jugie ha demostrado que la iglesia bizantina,
desde sus comienzos hasta la Edad Media, acept los libros deuterocannicos; no hay
noticias de disputas entre latinos y griegos sobre el canon. Recin despus de la reforma
protestante y por influencia de ella entre los griegos
cismticos surgen dudas y las opiniones se hacen fluctuantes, pero dentro de todo, en la
mayora de las ediciones
aparecen la mayora de estos libros.
2
Cf, James Turro y Raymond Brown, Canonicidad, en Comentario Bblico San Jernimo,
Ediciones Cristiandad, Madrid 1972, Tomo V, p. 71.
3
As dicen: "(...) tal como por su espritu o fuerza activa Dios otorg a ciertos cristianos
discernimiento de expresiones inspiradas, tambin pudo guiar al cuerpo gobernante dela congregacin cristiana para discernir qu
Sagradas Escrituras" (Sociedad Torre de Guardia, "Ayuda para entender la Biblia", New
York 1987, p. 797; cf. Juan D. Petrino, La lectura de la Sagrada Escritura bajo el rgimen
de la Organizacin de los Testigos de Jehov. El uso de la Biblia en el 'Saln del Reino',
Tesis doctoral, Universita San Tommaso d'Aquino, Roma 1989, p. 136).
4
Cf. A. Vaccari, Lettura della Bibbia alla vigilia della Riforma Protestante: CivCatt 3
(1933) 313-325; 429-450; Id., Bibbia e Bibbie: CivCatt (1937,2) 231-243.
5
Tuya-Salguero, Introduccin a la Biblia, op.cit., I, pp. 579-580.
6
Po XII, Enc. Divino afflante Spiritu, Enchiridon Biblicum, n. 549.
7
En la versin Emec Editores, Buenos Aires 1945, tomo V, cap. X, III y VI.
8
Entresaco slo algunos prrafos de los captulos indicados en la nota anterior. Vale la pena,
incluso para un protestante, leer completo el texto del autor.
9
Se refiere Menndez Pelayo a la versin juda en castellano conocida como Biblia de
Ferrara.
10
Petrino, J.D., op. cit, p. 144; en nota al pie indica una variada bibliografa como los
Hoeckema, A., The Four Major Cults, Michigan 1963, p. 242; Petrino, op.cit, p. 145.
estudios de Aveta-Palmieri, Carrera, Clark, etc. Remito a su obra.Cf. Antonio Colom, S.J.,
Teologa? Mormona (Exposicin y refutacin), Fe Catlica Ediciones, Madrid 1976;
Montefro, Los Mormones, Fe Catlica Ediciones, Madrid 1971, Ernesto Bravo, S.J., Los
Mormones, en: AA.VV. (CELAM), Las Sectas en Amrica Latina, Claretiana, Bs.As. 1989,
pp. 39ss.
13
Se puede leer expresamente en "El libro de Mormn", 2 Nefi, 29,10: "no por tener una
Biblia debis suponer que contiene todas mis palabras; ni tampoco debis suponer que no he
hecho escribir otras ms".
14
Pueden leerse las citas correspondientes en los lugares citados ms arriba sobre la doctrina
mormona.
15
Hay una edicin reciente en tomo nico: La Santa Biblia, Fundacin Santa Ana, La Plata
2001.
16
La edicin (en curso) est siendo publicada en forma de cuadernillos por Ignatius Press;
Hahn ha trabajado en colaboracin con Curtis Mitch.
17
La famosa edicin del "Novum Testamentum Graece", de Nestle y Aland, editado por
Deutsche Bibelgesellschaft Suttgart, con numerosas ediciones, tiene a pie de cada pgina las
numerosas variantes de algunas palabras que se encuentran en los antiguos cdices; los
editores han debido elegir por las variantes ms seguras, lo que exige un trabajo de
interpretacin. Esta edicin puede conseguirse tanto en libreras catlicas como protestantes,
como en la "American Bible Society", de New York (1865 Broadway).
18
Uso para estos anlisis gramaticales: Barclay M. Newman, A Concise Greek-English
Dictionary of the New Testament, United Bible Societies 1971 (UBS), Deutsche
Bibelgesellschaft (German Bible Society), Stuttgart 1993.
Sobre este tema (que en algunos ambientes se ha puesto de moda), he recibido muchas
consultas de variado tenor; como muestra, elijo una por estar suscrita por una persona que
firma sugestiva (y desafiantemente) "Un hombre que busca la verdad"; y dice: Hago tan slo
una pregunta: es verdad que existen evangelios que la Iglesia no quiso mostrar, los cuales
son escritos verdaderos pero no quisieron ponerlos por la poca y la creencia de esa
sociedad antigua?
Tambin esta otra:
He escuchado que existen otros evangelios en la Iglesia Catlica que no son slo
los cuatro conocidos, y que se llaman evangelios apcrifos que, de acuerdo a la
informacin que tengo, habran sido escritos por los otros apstoles de Jess, (s que
Lucas no fue apstol) y que por diversas razones, entre ellas contradicciones y un alto
nivel para el pueblo en general, no son publicados ni dados a conocer. Qu hay de
esto?
Ya he mencionado que, entre los protestantes, el trmino apcrifo designa los escritos
del Antiguo Testamento que nosotros llamamos deuterocannicos. No es el objeto principal
de las consultas hechas ms arriba; hablamos pues ahora exclusivamente de los escritos
"apcrifos" llamados as por los catlicos (y que en lenguaje protestante se designan como
"apcrifos del Nuevo Testamento" y "pseudoepgrafos" del Antiguo Testamento). stos no
estn incluidos en el canon de la Biblia ni catlica ni protestante.
Apcrifo (que etimolgicamente proviene de "apokrpto") significa "cosa escondida,
oculta"; en la antigedad, el trmino serva para designar los libros que se destinaban
exclusivamente al uso privado de los adeptos a una secta o iniciados en un misterio. As,
entre los romanos, los libros Sibilinos y el Ius Pontificum. Despus, pas a designar entre los
judos, el libro que tiene origen dudoso o cuya autenticidad se impugnaba. Los rabinos
hablaban de "hisomn", "libros que estn fuera", o sea ajenos a la coleccin sagrada y
empleados por los herejes y samaritanos. Entre los cristianos, se design como "apcrifos" a
ciertos escritos cuyo autor era desconocido y que desarrollaban temas ambiguos, si bien se
presentaban con el carcter de sagrados. Con el tiempo, el trmino apcrifo vino a significar
un escrito sospechado de hereja o, en general, poco recomendable .
Consta por el testimonio de San Lucas (Lc 1,1) que ya desde el principio, muchos
emprendieron el trabajo de coordinar la narracin de las cosas que tuvieron lugar en tiempo
de Jess. Orgenes (muerto en el 253), al comentar este pasaje, distingua ya, al lado de los
cuatro evangelios inspirados y recibidos como tales por la Iglesia, otros muchos "compuestos
por quienes se lanzaron a escribir evangelios sin estar investidos de la gracia del Espritu
Santo" , y que, por tanto, estaban destituidos de toda autoridad. Segn l, tales libros estaban,
sobre todo, en poder de los herejes. Lo mismo sealaron otros autores antiguos como San
Ireneo (+ 202) y Clemente Alejandrino (+ 215), aunque sin tanto rigor. Eusebio de Cesarea,
en el siglo IV, al tratar los libros del Nuevo Testamento, despus de enumerar los que
unnimemente son aceptados por todos (protocannicos) y los que an son objeto de
discusin (deuterocannicos), habla de otros que son bastardos y espurios, a quienes en
griego denomina "ntha". Entre stos distingue dos categoras: (a) los que, sin pertenecer al
canon neotestamentario, son, sin embargo, citados por autores eclesisticos y presentan un
carcter ortodoxo (por ejemplo, Hechos de Pablo, Pastor de Hermas, Carta de Bernab,
Apocalipsis de Juan, Evangelio de los Hebreos, etc.), y (b) los que, teniendo contenido
hertico, pretenden reemplazar a las escrituras cannicas y por eso se cobijan bajo el nombre
de los apstoles (por ejemplo, Evangelios de Pedro, Toms, Matas, Hechos de Juan, etc.).
Explcitamente dice de estos ltimos, que "los han propalado los herejes" y que "jams uno
slo entre los escritores ortodoxos juzg digno el hacer mencin de estos libros en sus
escritos" .
El nmero de estos escritos es muy grande.
Entre los apcrifos del Antiguo Testamento, se cuentan los apcrifos histricos (en
gran parte de carcter legendario, sin valor histrico: Libro de los Jubileos, 3Esdras,
3Macabeos, Vida de Adn y Eva, Apocalipsis de Moiss, Testamento de Adn, Asuncin de
Isaas, Historia de los Rekabitas, Sentencias pstumas de Jeremas o de Baruc, Jos y Asenet,
Testamento de Job, Testamento de Salomn, etc.,); apcrifos didcticos (en parte influidos
por las ideas morales del Antiguo Testamento pero muy lejos de su dignidad; entre stos:
Testamento de los doce patriarcas, Salmo 151, Salmos de Salomn, Oracin de Manass,
4Macabeos, Apndice a Job); apcrifos apocalpticos (rico material para entender las ideas
apocalpticas de los tiempos anteriores y posteriores a Cristo; entre stos: Libro de Henok,
Asuncin de Moiss, 4Esdras, Apocalipsis de Baruk, Apocalipsis de Abraham, Testamento
de Abraham, Apocalipsis de Elas, de Sofonas, de Ezequiel, Orculos Sibilinos, Prlogo a
Lamentaciones).
Entre los apcrifos cristianos, se cuentan ms de cien obras en una de las mejores
colecciones que es la de Hennecke; en la edicin de "Los Evangelios Apcrifos" de Luigi
Moraldi, stos ocupan ms de 2.000 pginas. Entre estos escritos, algunos son obras no
evanglicas, que imitan los gneros literarios que aparecen en el Nuevo Testamento,
particularmente epstolas (epstolas pseudopaulinas, o de otros apstoles), hechos apostlicos
(Hechos de los apstoles atribuidos a Juan, Pedro, Pablo, Andrs, Toms), y apocalipsis (de
Pedro, Pablo, Toms). Ms abundantes son los escritos que imitan los evangelios, que en su
mayora llevan el nombre de apstoles o personajes clebres de la Iglesia primitiva (Toms,
Santiago, Felipe, Mara, Nicodemo). Algunos son marcadamente teolgicos y tienen una
relacin remota con la historia de Jess (como el Evangelio de la Verdad, escrito copto que
es un tratado abstracto de tendencia gnstica). Algunos son de origen y tendencia
marcadamente gnstica; otros, en cambio, fueron escritos para responder a la curiosidad
popular por los detalles ignorados de la vida de Jess (algunos dan detalles de su vida oculta,
o de lo que hizo durante su descenso a los infiernos). Algunos pocos son muy antiguos (por
ejemplo, ya en el ao 150 se conoca una versin de los Hechos de Pilato), pero en general
son ms tardos y no conservan verdaderos recuerdos histricos, aunque alguno de ellos haya
ejercido de hecho una gran influencia en la piedad cristiana popular (el caso del llamado
Protoevangelio de Santiago).
Dentro de algunos de estos escritos (los menos influenciados por las tendencias e
ideologas gnsticas), hay cosas muy valiosas, tal vez con datos y ancdotas histricas de
Cristo que han pervivido en la tradicin; pero estn mezcladas con datos que son
ciertamente falsos, como errores geogrficos de Palestina, falta de fidelidad histrica,
relatos de milagros fantasiosos en la infancia de Cristo (en el Evangelio de Toms, por
ejemplo, aparece Cristo haciendo pajaritos de arcilla y dndoles vida con un soplo) o
milagros punitivos (Cristo hace milagros para castigar a quienes no quieren aceptarlo,
como en el Evangelio de Pedro).
Ante todo esto, la Iglesia reaccion prontamente, pues estos escritos tocaban de cerca
las fuentes de la revelacin, introduciendo errores y confusin. No se conoce ningn decreto
que catalogara y condenara los apcrifos, salvo el Decretum Gelasianum, considerado
durante un tiempo como documento pblico de la Iglesia, pero hoy estimado como escrito
privado. Sin embargo, sobre todo a travs de numerosos documentos patrsticos, se puede
vislumbrar el sentir de la Iglesia sobre el tema. Son muy expresivos as, adems de los
testimonios de Orgenes y Eusebio arriba citados, los de Inocencio I en su carta a Exuperio de
Tolosa, en la que condena los escritos falsificados por Leucio, o la carta de Santo Toribio de
Astorga condenando los apcrifos priscilianistas de uso en Espaa. Algunos Padres no
guardaron esperanza de encontrar en ellos nada de provecho, como San Jernimo; otros, en
cambio, dejando en claro su acanonicidad (o sea, que no pertenecen al canon de los libros
inspirados), reconocieron que se poda encontrar "algo de verdad" en algunos relatos, as San
Agustn, Clemente de Alejandra, Eusebio, San Epifanio, San Andrs de Creta, San Juan
Damasceno. De todos modos, nunca los reconocieron como inspirados, y slo aceptaron
como probable, aquello que de ningn modo se opona o contradeca lo que est contenido en
los escritos cannicos.
Yo quiero saber por qu tengo que leer la Biblia (tengo una amiga que est todo
el tiempo insistindome en esto). Y adems, no s cmo leerla, porque hay muchas
cosas que no entiendo. Esta amiga estuvo participando en una iglesia evanglica y tiene
miles de dudas, que despus me las pasa a m; quiero ayudarla pero slo acepta que
hablemos de la Biblia y de lo que est en ella.
Esta pregunta resulta muy til para plantear una cuestin de mucha importancia: hay
que leer la Biblia, ciertamente, pero no de cualquier manera.
La Biblia es la Palabra de Dios; en esto estn de acuerdo todos los cristianos. Y las
palabras del Seor son palabras de vida eterna (Jn 6,68).
La Biblia o Sagrada Escritura ilumina nuestra inteligencia porque ensea la verdad. El
mismo Cristo dijo: Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en m no siga en
las tinieblas (Jn 12,46). Por este motivo, no debemos silenciar la Palabra de Dios, lo cual
sucede cuando vivimos con la cabeza y el corazn en las cosas del mundo; como dice el
Seor: El que recibe la Palabra entre espinas, es el hombre que escucha la Palabra, pero las
preocupacio-nes del mundo y la seduccin de las riquezas la ahogan y no pueden dar fruto.
(Mt 13,22). Del mismo modo, la Palabra de Dios no debe traficarse, dice San Pablo: Pero
nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con
sinceridad en nombre de Cristo, como enviados de Dios y en presencia del mismo Dios (2Co
2,17) , ni falsificarse: ...y nunca hemos callado nada por ver-genza, no hemos procedido
con astucia o falsificacin de la Palabra de Dios... (2Co 4,2).
La Palabra revelada por Dios, engendra la vida de Dios en el alma como semilla
incorruptible: Las palabras que os he dicho son Espritu y Vida (Jn 6,83). Nos alimenta,
como dice Jesucristo: No slo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios (Mt 4,4). Nos hace espiritualmente fecundos (Isaas dice: Como descienden la lluvia
y la nieve de los cielos, y no vuelven all sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen
germinar, para que d simiente al sembrador y pan para comer, as ser mi pala-bra, la que
salga de mi boca, que no tornar a m vaca, sin que haya realizado lo que me plugo y haya
cumplido aquello a lo que la envi: Is 55,10-11). Y nos deleita: La Palabra de Dios es ms
dulce que la miel (Sal 19,11). Lo cual se puede ver en la experiencia que tuvieron los
discpulos de Emas, a quienes les arda el corazn, luego que Cristo les abri las Escrituras
(Lc 24,32).
Tambin se dice que la Palabra de Dios es capaz de conmover las piedras: No es as
mi palabra, como el fuego, como un martillo golpea la pea? (Jr 23,29); de defendernos,
pues es como escudo de acero, como espada filosa (Ef 6,16-19).
De ah que rechazar la Palabra de Dios sea seal de muerte espiritual (como se deduce
de lo que dice Jess en Jn 5,24).
Las Sagradas Escrituras son el tesoro donde se hallan todos los bienes. De esta Palabra
se han alimentado todos los santos, ya sean misioneros, doctores de la Iglesia, etc. La hierba
se seca, la flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios permanece por siempre (Is
40,8).
Pero al mismo tiempo, para que produzca esos frutos, la Biblia o Palabra de Dios debe
ser leda como corresponde. Cuando el dicono Felipe, como nos relata el libro de los Hechos
de los Apstoles (cf. Hch 8,26ss), encuentra al servidor de la reina de Candaces, el cual no
era ningn ignorante (sino un hombre culto que saba leer y ocupaba un puesto
administrativo en la corte), con el libro del Profeta Isaas abierto y sin comprender, le
pregunta: Entiendes lo que lees? Y el ministro de la reina le responde: Cmo voy a
entender si nadie me lo explica? Felipe inmediatamente se pone a "abrirle" el sentido oculto
de los pasajes que vena recitando en voz alta aquel pagano, y termina por bautizarlo.
Cmo debe ser nuestra lectura de la Biblia? Como ha sido para los grandes santos de
la cristiandad. Sealemos algunas caractersticas:
(a) Debe ser una lectura sobrenatural. Su autor principal es el Espritu Santo, por
tanto debe el Espritu Santo ayudarnos a comprenderla. l nos ayuda en la medida en
que nos acercamos a la Biblia como lo que es: Palabra de Dios; y por tanto, cuando lo
hacemos con espritu de oracin, de respeto.
Debemos leerla a la luz del principio de la analoga de la fe, el cual es un principio que
tiene dos aspectos. Uno negativo: ningn texto de la Biblia puede contradecir realmente otro
texto de la Biblia. Por eso deca san Justino: "Si alguna vez se me objeta alguna Escritura que
parezca contradictoria con otra y que pudiera dar pretexto a pensarlo, convencido estoy que
ninguna puede ser contraria a otra; por mi parte, antes confesar que no las entiendo" . Otro
positivo: Legere Bibliam biblice, es decir, confrontar los diversos pasajes para alcanzar una
mejor comprensin: lo que se dice en un lugar oscuramente, en otros pasajes puede aparecer
ms claro.
Asimismo, la Biblia se explica por la vida de la Iglesia. Nada ms extrao al sentido
dado al principio apenas expuesto, que entenderlo como una especie de "sola Scriptura"; san
Agustn explicaba ya en el siglo IV, que el sentido de la Sagrada Escritura se entiende a partir
de los actos de los santos, es decir, en el modo de encarnar la Palabra de Dios en sus vidas;
porque el mismo Espritu por el cual han sido escritas las Sagradas Escrituras, induce a los
santos a obrar .
Debe ser una lectura atenta a las enseanzas del Magisterio. Es el mismo Jesucristo,
como hemos visto en su lugar, el que ha confiado a los apstoles y sus sucesores la custodia
del depsito de la fe, es decir, la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradicin. La funcin del
Magisterio no limita o restringe nuestra iniciativa; la gua para que no se extrave. El oficio
de interpretar autnticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado slo al
Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo mismo.
(b) La lectura de la Biblia debe ser tambin integral. Esto significa captar todos
los sentidos que tiene un texto revelado, que pueden ser muchos. Adems del sentido
histrico y literal, hay sentidos espirituales, pues muchas de las verdades all contenidas
tienen aplicaciones (profticas, morales y espirituales) para la vida de la Iglesia y de
cada cristiano, que no se agotan en el sentido material de las palabras. Esto lo ha
entendido muy bien la Tradicin -con algunos casos de abuso de los sentidos
espirituales o msticos, como ocurri con los alegoristas-.
(c) Debe ser una lectura viva. Es decir, debe tender a hacerse vida, a encarnarse
en cada cristiano. Si no se transforma en la vida del cristiano queda como letra muerta.
NOTAS:
1
San Justino, Dilogo con el Judo Trifn, 65,2-3.
2
Citado por Toms de Aquino, en Comentario a los Romanos, I,V, Edicin de Marietti n 80.
Captulo 11
Sobre Jesucristo y otros temas
Tengo un amigo que pienso que es de una secta cristiana, aunque no s de cul,
quien me dice que Jess ignoraba muchas cosas, por lo que no puede ser Dios; y l me
hizo leer el lugar de la Biblia en el que Jess dice: "Por lo que se refiere a ese Da y
cundo vendr, nadie lo sabe, ni siquiera los ngeles de Dios, ni aun el Hijo, sino
solamente el Padre" (Mateo 24,36). Me dej desconcertado. Saba Jess o no esas
cosas? Si las ignora, cmo decimos que es Dios?
Todo cristiano acepta por fe que Jesucristo es Dios verdadero y hombre verdadero: la
segunda persona de la Santsima Trinidad encarnada para nuestra salvacin. Si una persona
niega esto, no es cristiana. Es por este motivo, que si por razones prcticas hacemos
referencia aqu a los mormones y testigos de Jehov como sectas cristianas, debemos
reconocer que no son cristianos propiamente dichos. Esto quede en claro. La persona que a
nuestro consultante le insina que Jess no es Dios, es un simple pagano que ha inventado
una religin a su medida (o ha abrazado una inventada por otros) barnizada de cristianismo,
pero no verdaderamente cristiana.
Teniendo en cuenta, pues, la divinidad de Jesucristo, debemos explicar ese pasaje. La
teologa nos ensea que Jesucristo, en cuanto Verbo (segunda Persona de la Santsima
Trinidad), conoca perfectamente el da y la hora del juicio (a eso se refiere la expresin Da
que aparece en el versculo citado), lo mismo que el Padre y el Espritu Santo; pero la
revelacin de ese dato no formaba parte del mensaje evanglico que deba comunicar a los
hombres. El sentido del pasaje, es que Jess lo ignoraba "con ciencia comunicable a los
dems". As lo ha interpretado toda la tradicin cristiana. Dice San Agustn: "Muy
convenientemente quiso Dios esconder aquel da, a fin de que nuestro corazn estuviera
siempre preparado para lo que sabe que ha de venir, pero ignorando cundo vendr. Y,
porque Nuestro Seor Jesucristo fue enviado para ser nuestro maestro, dice que ni siquiera el
Hijo del hombre conoce cundo vendr aquel da, porque su ministerio no inclua tal
revelacin" .
NOTA:
1
Cf. San Agustn, In Ps. 36; ML 36, 355.
El"Hijo del hombre"
Querido hermano en Cristo, soy un asiduo lector de la Biblia, pero reconozco que
en ella encuentro cosas que no puedo explicar. Una de sas es la expresin "El Hijo del
Hombre". Jess dice que l es el Hijo del Hombre. Quiere decir eso que es hombre
nada ms y que su padre fue un hombre?Est negando su divinidad? Me tiene
confundido.
El ttulo "Hijo del hombre" procede del Antiguo Testamento, en concreto del libro del
Profeta Daniel, de la visin que tuvo el Profeta: Segua yo mirando en la visin nocturna, y
vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se lleg al anciano de
muchos das y fue presentado ante ste. Le fue dado el seoro, la gloria y el imperio, y todos
los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno que no acabar,
y su imperio, imperio que nunca desaparecer (Dan 7,13-14).
Cuando el Profeta pide la explicacin de esta visin, obtiene la siguiente respuesta:
Despus recibirn el reino los santos del Altsimo y lo poseern por siglos, por los siglos de
los siglos... Entonces le darn el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de
debajo del cielo al pueblo de los santos del Altsimo (Dan 7, 18. 27). El texto de Daniel,
contempla a una persona individual y al pueblo. Sealemos que lo que se refiere a la persona
del Hijo del hombre, se vuelve a encontrar en las palabras del ngel en la anunciacin a
Mara:
Reinar... por los siglos y su reino no tendr fin (Lc 1,33).
Por eso, cuando Jess utiliza el ttulo "Hijo del hombre" para hablar de S mismo,
recurre a una expresin proveniente de la tradicin cannica del Antiguo Testamento,
presente tambin en los libros apcrifos del judasmo. Pero conviene notar, sin embargo, que
la expresin "hijo de hombre" (ben-adam) se haba convertido, en el arameo de la poca de
Jess, en una expresin que indicaba simplemente "hombre" (bar enas). Por eso, al referirse a
S mismo como "Hijo del hombre", Jess logr casi esconder, tras el velo del significado
comn, el significado mesinico que tena la palabra en la enseanza proftica.
Por tanto, Jess usa este trmino para referirse a S como Mesas, aunque sus oyentes
pensaban que slo deca que era verdaderamente "hombre". Jess deca, pues, algo ms de lo
que algunos de ellos crean entender, aunque estaba al alcance de los letrados que deban
identificarlo como Mesas, a quienes principalmente iba dirigida su enseanza.
Jess fue abandonado en la Cruz?
Segn los sinpticos, Jess grit dos veces desde la cruz (cf. Mt 27,46.50; Mc
15,34.37). El primer grito del que aqu se habla, manifiesta los sentimientos de desolacin y
abandono expresados por Jess con las primeras palabras del Salmo 22: A la hora nona grit
Jess con fuerte voz: 'Eloi, Eloi, lema sabactani?' -que quiere decir-, 'Dios mo, Dios mo!,
por qu me has abandonado?' (Mc 15,34; cf. Mt 27,46).
Desde la antigedad, no faltaron autores que trataron de interpretar estas palabras como
una negacin de la divinidad de Cristo, como Arrio y Nestorio (no considero aqu otro error y
los malabarismos en que cayeron muchos, por usar una mala traduccin griega del versculo
que sigue a continuacin, como: Lejos de mi Salud -Dios- las palabras de mis pecados, como
si Jess confesara aqu su radical pecaminosidad; la dificultad fue soslayada cuando se
tradujo bien el texto hebreo que no dice pecado sino "shagah", del verbo "sha'ag" que quiere
decir "clamor"; por tanto el Salmo dice en realidad: Lejos de mi Salud - Dios- las palabras de
mi clamor).
Para Calvino -por quien tal vez est influenciado quien me dirige la consulta-, Cristo
experimenta aqu "un grito de desesperacin" por ser reo ante el tribunal de Dios. Algo as
afirmaron tambin Rnan, Desjardn, Goguel, etc. Pero esto no slo es blasfemo sino -como
1
seala M. de Tuya - tambin anticientfico. Jess, en efecto, recita el Salmo 22 reflejando su
cumplimiento; es un Salmo mesinico, y su realizacin plena en Jess manifiesta su carcter
de Mesas verdadero, que ha cumplido todas las profecas que hablan del dolor extremo del
Mesas. La interpretacin adecuada sera: Dios mo! Dios mo! por qu me has
abandonado a estos tormentos? El Salmo, adems, no es un salmo de desesperacin; Jess
no ignoraba su conclusin, que se transforma en un himno de liberacin y en un anuncio de
salvacin dado a todos por Dios. La experiencia sensible del abandono es, pues, una pena
pasajera que cede el puesto a la liberacin personal y a la salvacin universal. En el alma
afligida de Jess, tal perspectiva aliment ciertamente la esperanza, tanto ms cuanto que
siempre present su muerte como un paso hacia la resurreccin, como su verdadera
glorificacin. Con este pensamiento, su alma recobra vigor y alegra sintiendo que est
prxima, precisamente en el culmen del drama de la cruz, la hora de la victoria.
No se pueden separar, pues, estas palabras ni de las que siguen en el mismo Salmo en
que el Salmista habla de la esperanza, ni -menos an- de las que el mismo Jess dice a
continuacin: el reconocimiento de su misin plenamente cumplida (Todo est consumado:
Jn 19,30) y su confiada entrega al Padre: en tus manos pongo mi espritu (mi vida) (Lc
23,46).
En realidad, si Jess prueba el sentimiento de verse abandonado, sabe, sin embargo, que
no lo est en absoluto.
l mismo dijo: El Padre y yo somos una sola cosa (Jn 10,30), y hablando de la pasin
futura: Yo no estoy solo porque el Padre est conmigo (Jn 16,32). Hay que distinguir, pues,
entre la inteligencia y voluntad de Jess por un lado, y, por otro, su sensibilidad; en la cima
de su espritu Jess tiene la visin neta de Dios y la certeza de la unin con el Padre; pero en
las zonas que lindan con la sensibilidad y, por ello, ms sujetas a las impresiones, emociones,
repercusiones de las experiencias dolorosas internas y externas, el alma humana de Jess se
reduce a un desierto, y l no siente ya la "presencia" del Padre, sino la trgica experiencia de
la ms completa desolacin.
En la esfera de los sentimientos y de los afectos, este sentido de la ausencia y el
abandono de Dios fue la pena ms terrible para el alma de Jess, que sacaba su fuerza y
alegra de la unin con el Padre. Esa pena hizo ms duros todos los dems sufrimientos.
Aquella falta de consuelo interior fue su mayor suplicio.
Pero Jess saba que con esta fase extrema de su inmolacin, que lleg hasta las fibras
ms ntimas de su corazn, completaba la obra de la redencin que era el fin de su sacrificio
por la reparacin de los pecados. Si el pecado es la separacin de Dios, Jess deba probar en
la crisis de su unin con el Padre, un sufrimiento proporcionado a esa separacin.
Unos vecinos protestantes siempre me sacan el tema de que Jess est por venir.
Yo no lo niego, pero tampoco s cmo tomar esto. Nosotros los catlicos tenemos
algn elemento para juzgar esto? Cmo sabemos cundo va a volver Jess?
Por supuesto que Jesucristo va a volver; sta es una verdad de nuestra fe. La decimos en
el Credo: "vendr a juzgar a los vivos y a los muertos". sa ser la segunda (o tercera segn
se cuente) venida: vino en la Encarnacin; viene a cada alma por la gracia y la cruz (la
Sagrada Escritura llama a esto "visitacin") y vendr al final de los tiempos. ste es un
dogma de los ms importantes y muy negado hoy, lamentablemente. Esta verdad est
revelada hasta el cansancio: lo dicen los ngeles a los Apstoles durante la Ascensin de
Cristo: ste que os ha sido llevado, este mismo Jess, vendr as tal como le habis visto
subir al cielo (Hch 1,11); San Pablo habla a los Tesalonicenses de la necesidad de ...esperar
as a su Hijo Jess que ha de venir de los cielos (1Tes 1,10); y tambin habla de la Venida de
nuestro Seor Jesucristo, con todos sus santos (3,13). Y Jess, en el momento solemnsimo
de su juicio ante el Sanedrn, lo dice a los Sumos Sacerdotes con palabras muy graves: Y yo
os declaro que a partir de ahora veris al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y
viniendo sobre las nubes del cielo (Mt 26,64; Mc 14,62; Lc 22,69).
Este dogma es fundamental para nuestra fe; y tan importante como el de su Primera
Venida, es decir, la Encarnacin. San Policarpo de Esmirna, escriba a los Filipenses estas
terribles palabras: "Quien no reconoce que Jesucristo ha venido en la carne, es un anticristo;
y quien rechaza el testimonio de la cruz, viene del diablo; y quien pervierte las palabras del
Seor adaptndolas a sus malvados deseos, y niega la resurreccin y el juicio, ste es el
primognito de Satans" .
Lo que este dogma quiere decir, es que el mundo no continuar desenvolvindose
indefinidamente, ni acabar por azar, sino por una intervencin directa de su Creador. Hoy
muchos lo han olvidado parecindose a las vrgenes necias del Evangelio, que porque el
Novio se haca esperar pensaron "no viene ms" y se durmieron. Vino igual y ellas quedaron
fuera de la fiesta. Al olvidarse uno de esta verdad, deja de entender la historia (que para l
pierde sentido), puede terminar perdiendo la fe (afirmando que Jess no vuelve) y
paganizndose.
Jesucristo dio signos de la llegada de este juicio, aunque sobre el da preciso no nos dijo
nada; y deliberadamente lo ocult: ni los ngeles del cielo lo saben. Para qu? Para que
estemos preparados en todo tiempo. Esos indicios los podemos resumir en tres grupos:
(a) Antes de la Parusa: han de ser evangelizadas la plenitud de las naciones; se
dar una apostasa universal (se enfriar la caridad de muchos); y con esto la venida del
Anticristo (cf. 2Tes 2,3); ser soltado Satans por un tiempo para que seduzca a las
naciones (cf. Ap 20,7); aqu se dar la conversin de los judos, (cf. Ro 11,25); se dar
una gran tribulacin como nunca fue vista (cf. Mt 24,21)
(b) Durante la Parusa (cf. Mt 24 y 25): habr signos en la tierra y en el cielo:
oscurecimiento, terremotos, etc.; aparecer el estandarte de Jesucristo en los cielos; se
lamentarn las tribus de la tierra; vern venir al hijo del hombre: Jesucristo; los ngeles
reunirn a los elegidos; separar Jess a los elegidos de los rprobos, o sea, el Juicio
Final.
(c) Despus de la Parusa: pasarn con estrpito estos cielos y esta tierra (cf. 2Pe
3,10.12); aparecer un cielo nuevo y una tierra nueva (cf. 2Pe 3; Ap 21,1); reunir a los
suyos para el gran banquete final (cf. Lc 22,30).
Y se cumplen? Segn se los mire, algunos dicen que ya se cumplieron casi todos;
otros dicen que faltan algunos. Y entonces? Entonces eso quiere decir que hay que estar
preparados siempre... Como si fuera a venir hoy mismo. Por eso el Apocalipsis llama a Jess
no "el que viene", sino concretamente "El Viniente"; est viniendo; ya empez el viaje... l
mismo se compar con un ladrn que viene en la hora menos esperada...
Ante esto, nuestra actitud ha de ser esperanza, deseo y preparacin. Porque la Parusa es
un misterio con dos caras: terrible y gozossimo. Terrible para los que no estn preparados,
los injustos, los pecadores, los obradores de iniquidad; gozossimo para los que son de Cristo.
Lo dice resumidamente la Didaj, el escrito cristiano ms antiguo no- escriturstico: "Venga
la gracia y pase este mundo... El que sea santo que se acerque. El que no lo sea, que haga
penitencia. Maranhat. Amn" . Y de modo mucho ms hermoso todava, lo dice San Juan en
el Apocalipsis: El Espritu y la Novia dicen: "Ven!". Y el que oiga, diga: "Ven!". Y el que
tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis agua de vida... Dice el que da
testimonio de todo esto: "S, vengo pronto". Amn! Ven, Seor Jess! (Ap 22).
NOTAS:
1
San Policarpo, Ad Phil., 7,1
2
Didaj, 10,6.
Es Jehovo Yahveh?
Con todos mis respetos quisiera que me aclare una duda. Me gustara saber por
qu en algunas Biblias se le da a Dios el nombre de Jehov y otras Yahveh. Yo tengo la
Biblia de Reina- Valera, y all aparece muchas veces Jehov; pero estuve viendo la de
mi hermana, que es catlica y all dice en los mismos lugares Yahveh. Qu es lo
correcto? Muy agradecida por su atencin.
Yo soy catlica, pero nunca haba odo hablar del famoso rapto del que tanto
hablan los protestantes. Ellos me lo sustentan con citas bblicas, pero me interesa saber
cul es la posicin de la Iglesia, y, si es aceptado, cmo es que nadie predica acerca de
eso?
Otro:
Durante dos aos fui miembro de la Iglesia Nueva Apostlica en Buenos Aires.
Finalmente me apart. Mi consulta se debe a la cuestin del "arrebatamiento". Me
podra explicar de qu se trata y si es vlido?
NOTAS:
1
Por ejemplo: Left Behind: A Novel of the Earth's Last Days [Dejado atrs: novela de los
ltimos das de la Tierra] (Tyndale, 1995); The Mark: The Beast Rules the World [La marca:
la Bestia gobierna el mundo]; The Indwelling: The Beast Takes Possession [La llegada: la
Bestia toma posesin]; Desecration [Profanacin]; Rapture Under Attack: Will You Escape
the Tribulation? [El arrebato atacado: escapars a la tribulacin?] (Multnomah Press, 1998);
tambin es suyo el libro ms terico: Are We Living in The End Times? [Estamos viviendo
en los ltimos tiempos?] (Tyndale, 1999), etc.
2
Vase una interesante resea del libro y de la ortodoxia del autor en Marcelino Menndez y
Pelayo, Historia de los heterodoxos espaoles, tomo VI, Puede contarse entre los
heterodoxos espaoles al Padre Lacunza?, Emec, Buenos Aires 1945, pp. 525-530.
Padre, tengo problemas con algunas creencias de mi esposo, el cual asiste a las
reuniones de los Testigos de Jehov. Entre otras cosas, l me insiste mucho en que
nadie va al cielo fuera de 144.000 personas que Dios escoger; incluso me ense eso
en las Escrituras. Cuando me dijo eso no supe cmo comprobar en la Biblia lo que
nosotros creemos. Me puede dar una respuesta?
Reflexin final
He considerado, en las pginas que anteceden, las principales objeciones -no todas- que
ponen a los catlicos los miembros de algunas confesiones protestantes y en especial los de
algunas sectas (Testigos de Jehov, Adventistas del Sptimo Da, etc.).
Este libro tiene como destinatarios directos, a los fieles catlicos que no saben
responder a dichas objeciones o quedan sumidos en la confusin al escuchar lo que, muchas
veces, constituyen demoledoras crticas a nuestra fe. Indirectamente, se dirige tambin a
quienes ponen las objeciones. Estoy convencido (es decir, me han convencido de ello quienes
ms experiencia tienen en el tema, en particular los convertidos del protestantismo), que un
gran nmero de protestantes que sienten profundo rechazo por las enseanzas del
catolicismo, combaten un fantasma, achacndole a la Iglesia catlica afirmaciones y
doctrinas que Ella jams ha sostenido, e incluso doctrinas que ella misma ha condenado en
solemnes pronunciamientos (como es el caso de la adoracin de las imgenes, del falso culto
a los santos, de una mediacin no subordinada de Mara, etc.). Espero que a alguno le sirvan
de aclaracin los prrafos aqu escritos.
He tratado de evitar, en lo posible, el tono polmico al tratar los distintos temas (ms
an lo que pueda sonar a burla o desprecio); probablemente no siempre lo haya logrado. No
ha sido mi intencin herir, ni mucho menos. Pienso que la mayora de los cristianos no
catlicos, son sinceros y pertenecen de buena fe a sus respectivas denominaciones.
Inevitablemente, muchos de los temas tratados son materia de controversia, y al tener que
responder a objeciones expresadas a veces en trminos muy duros (como se habr visto en las
que he citado), me puede haber llevado a situarme en el mismo nivel de forma no
premeditada. Que no se tome a mal.
La constante referencia a la "Referencia Introductoria" a cada punto (recordando que
no se acepte discutir con los protestantes que no quieran o no sean capaces de probar que la
Biblia es Palabra de Dios con sus principios), no tiene intenciones ofensivas sino
metodolgicas: si se acepta un error al principio, no hay forma de evitar groseros desaciertos
despus. Y me consta que los protestantes no siempre quieren entrar en este terreno, pues
hacen agua en l. He tenido el caso de una persona que me enviaba constantemente artculos
contra el Papa, la Iglesia catlica, etc. (largos, repetitivos, llenos de citas bblicas, etc.). Un
da decid escribirle lo siguiente:
"Estimado:
En atencin a responder a sus cuestiones y observaciones de modo adecuado, necesito
que primero usted me aclare dos cosas:
(a) Cree usted firmemente en el principio protestante de que slo y nicamente
la Biblia es fuente de fe?
(b) Cree usted firmemente en el principio protestante de la libre interpretacin
de la Escritura (= Biblia), es decir, que el Espritu Santo inspira a cada persona que lee la
Biblia, sin otro magisterio autntico externo?
Le ruego responderme sintticamente con un S, o un NO. Gracias".
Al da siguiente recib respuesta con dos enormes artculos: uno sobre la fe y otro sobre
el canon. Volv a dirigirme a l dicindole: "Estimado: Yo slo le ped un S o un No a mis
dos preguntas. Usted no me los dio. Si no es capaz de responder a ellas de ese modo, lo
comprendo". Un da ms tarde volv a recibir contestacin; esta vez el texto era el siguiente:
"Por qu slo un S o un No?". Nada ms; o sea, no respondi. Le repliqu del modo que yo
pensaba definitivo: "No se preocupe; todos los protestantes tienen el mismo problema que
usted". (Tambin podra haberle dicho que peda un s o un no, porque Jess ensea: Vuestro
lenguaje sea S, S, No, No. Todo lo que pasa de aqu viene del Maligno: Mt 5,34).
Ante esto, mi aclaracin ltima (ltima por decisin ma, ya que es intil llevar al
infinito este tipo de dilogo de sordos) fue tajante: "Le repito que no se preocupe. Entiendo
los motivos por los que usted no puede dar una respuesta sincera; y lo lamento por usted.
Pero sea honesto y no vuelva a enviar comentarios y crticas cuando usted no quiere ser
sincero conmigo". Como este tipo de personas nunca dejan la ltima palabra al prjimo, no
tard en llegar carta (a la que ya no contest) presentndose con el corazn roto por mi
actitud y volviendo a enviarme los dos textos arriba mencionados y pidindome que no
rechazara la Palabra de Dios... pero sin responder con un S o un No a mis cuestiones!
Tampoco le haba pedido yo una confesin de sus pecados o un tratado teolgico como para
esquivar tanto una sencilla... pero comprometedora respuesta!
He citado este intercambio epistolar porque lo considero representativo. Mi interlocutor
haba entendido bien el problema. Si responda que no aceptaba los dos principios, entonces
o bien tena que aceptar un magisterio externo (como ensea la Iglesia catlica) o rechazar la
Biblia (como hace el no cristiano). Pero si responda que s los aceptaba, corra el riesgo de
que mi respuesta fuera parecida a la siguiente:
"Si usted acepta estos principios, entonces le ruego que los respete y sea consecuente
con ellos, limitndose a enviarme una Biblia sin interpretaciones -por tanto en las lenguas
originales en que fue escrito cada libro- permitindome que yo me arregle -como usted
mismo hace- con el Espritu Santo: cada uno por su cuenta, sin hacerse usted maestro mo
indicndome cmo debo entender o interpretar la Biblia. O estos principios valen para usted
y no valen para m?".
Pero este tipo de protestantes no se arriesga a esto! Ellos quieren "sola Scriptura" y
"libre y personal interpretacin" para ellos, pero al mismo tiempo quieren ser ellos magisterio
e interpretacin autntica de la Biblia para los dems.
Quisiera tambin aclarar en estas reflexiones finales, que la autntica apologtica exige
por parte de los catlicos una profunda obra de renovacin personal. Los protestantes, desde
los tiempos de Lutero, han puesto nfasis en los malos ejemplos de vida cristiana de muchos
catlicos; el mismo Lutero hizo fuerza en sus argumentos al vulgo de los presuntos abusos
del clero romano. Y motivos tena, aunque en todas partes se cuecen habas, y lo mismo que
critic en los dems se vio pronto entre sus filas y allegados, a veces de modo mucho ms
grosero.
Pero no es sta la direccin correcta. Habr trigo y cizaa mezclados en el campo del
Seor hasta que l vuelva para hacer la final y ltima separacin. A los protestantes y
sectarios, debemos invitarlos a que observen a nuestros santos (los reconocidos como tales
por la Iglesia); si no quieren honrarlos llevados por sus prejuicios al culto de los santos, que
al menos los observen como a un catlico "modelo" de lo que la Iglesia pide para sus hijos;
as vern que la nica diferencia entre el Evangelio -que ellos como cristianos leen y aman- y
la vida de los hombres y mujeres que la Iglesia canoniza, es la que va de una partitura
musical a su interpretacin, como deca aquel gran maestro que fue Francisco de Sales. Los
dems catlicos, por ms prximos y vecinos que sean, no tienen sello de garanta para
representar a la Iglesia. Si tienen algo que criticar al "camino catlico de vida", debe ser
realizado sobre el modelo en el que la Iglesia reconoce la impronta de la fidelidad a sus
principios. Por idnticos motivos, no he querido usar en este libro de crtica alguna -salvo
alguna pasajera alusin exigida por las circunstancias- a defectos personales o mala voluntad
de algn crtico, o faltas de coherencia en la vida particular de los cristianos no catlicos
(entre los que he conocido personas virtuosas, honestas, piadosas... y tambin mediocres e
incluso cargadas de vicios y pecados... como ocurre en todo fenmeno humano); he preferido
que la discusin se mantuviese en el plano de los principios.