Bloque 2. La Filosofía Medieval.
Bloque 2. La Filosofía Medieval.
Bloque 2. La Filosofía Medieval.
2.1. CONTEXTO.
2.2. DE AGUSTÍN DE HIPONA A TOMÁS DE AQUINO.
A. AGUSTÍN DE HIPONA.
B. TOMÁS DE AQUINO.
C. IDENTIFICACIÓN DEL TEXTO DE SELECTIVIDAD.
D. IDEAS PARA LA VALORACIÓN RAZONADA DE LA
ACUTALIDAD DEL AUTOR.
2.3. EL PENSAMIENTO CRÍTICO DE OCKHAM.
La aparición del cristianismo dentro del Imperio Romano fue de gran trascendencia por lo
que a la filosofía se refiere. Es difícil imaginar lo que hubiera persistido de esa religión
surgida entre la gente humilde de no haber sido por un grupo cristianos cultos que para
hacer creíbles sus ideas utilizaron a la filosofía para acercarse a los intelectuales de la
época. El poder político que consiguieron los cristianos en los siglos siguientes (no
olvidemos que de ser perseguidos pasan a ser perseguidores) hizo que los eclesiásticos se
sirvieran de la filosofía para tratar de hacer razonables sus ideas. Pero poco a poco,
también se fue viendo que la filosofía no puede ser forzada para decir lo que alguien
previamente acepta por fe, y por tanto este matrimonio que la Iglesia intentó mantener
(entre razón y fe, o lo que es lo mismo, entre filosofía y teología) terminó rompiéndose y
su fractura llega hasta nuestra época (por ejemplo, los filósofos del XIX –como Marx y
Nietzsche- se posicionaron claramente en contra de la religión).
El cristianismo no acepta sin más a los filósofos sino que se sirve de ellos como base, pero
también les modifica o les fuerza a decir cosas que ellos no se plantearon. Y ello se debe a
que los cristianos traen nuevas doctrinas, visiones y problemas a la filosofía, entre los que
citamos los siguientes:
1- La idea de creación. Hemos visto que los griegos nunca concibieron a un Dios
creador sino como mucho ordenador de lo que existía. Los cristianos le confieren
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un poder ilimitado, es decir, es omnipotente. (Esto traerá no pocos quebraderos a
los cristianos ya que cuando tratan de mostrar que Dios tiene todas las cualidades
en sentido máximo se encuentran con problemas como el siguiente: Si Dios es
absolutamente bueno y absolutamente poderoso ¿podrá eliminar el mal? Si
respondemos que no, es que no es del todo poderoso, y si respondemos que sí no
queda muy claro que sea del todo bueno).
2- Meten a Dios en la historia al hacerle próximo a los asuntos humanos (de ahí que se
le siga rezando para que intervenga en las cosas cotidianas). Y más aún, le hacen
hombre (aspecto difícil de asimilar filosófica y teológicamente ya que ello es
incompatible con la supuesta inmutabilidad y perfección divina).
3- Los griegos en general señalaban los límites del conocimiento humano, o en todo
caso van a buscar la verdad sin saber si existirá o si la encontrarán, y para ello
tenían que debatirse con las armas de la razón contra los que pensaban lo contrario.
Los cristianos sin embargo comparten la afirmación de que ellos ya están en
posesión de la verdad porque Dios se la ha revelado; la filosofía será únicamente un
instrumento para demostrar racionalmente las verdades que ellos previamente
aceptan por fe. (A partir del siglo XVI la filosofía se revolucionó contra este papel
de comparsa de la fe, o de esclava que va iluminando con la razón a la teología).
5- Frente a la concepción cíclica del tiempo, ellos introducen una historia lineal en la
que todo se inicia con la creación y en la que al final de los tiempos los muertos
resucitarán.
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8- Como consecuencia de esto último, los cristianos se sienten desarraigados y
forasteros en esta tierra, es decir, que están de paso. Una consecuencia colateral de
ello es que se unen más allá de pueblos y naciones, lo que les confiere un gran
poder.
A. AGUSTÍN DE HIPONA.
Nació en Tagaste (actualmente Túnez) en el 354, hijo de padre pagano y madre cristiana
fue educado en el cristianismo pero lo abandonó en su juventud. Se hizo profesor y se
mantuvo en el maniqueísmo, (una doctrina herética que afirmaba que existían dos fuerzas
igualmente poderosas para el hombre, la del bien y la del mal). Años más tarde se convirtió
al cristianismo llegando a ser obispo, y combatió al maniqueísmo y otras herejías (como el
pelagianismo que afirmaba que el pecado original no corrompe la naturaleza humana y por
tanto no hay necesidad de un redentor, y el donatismo que pretendía separar a la Iglesia del
Estado). Murió en África en el 430 justo cuando el Imperio Romano se desmoronaba
definitivamente.
Su idea filosófica de fondo (lo mismo que veremos con Tomás de Aquino) es que la razón
y la fe se complementan, y por eso decía: “creo para entender y entiendo para creer”. Está
convencido de que solo hay una verdad y que a ella se puede llegar tanto por la razón como
por la fe, y a la vez dice que la razón por si misma, es decir, sin ayuda de la fe, no puede
conocer la verdad, y que a la vez el cristiano debe comprender racionalmente lo que
previamente acepta por fe; hay por tanto una necesaria complementariedad entre ambas.
Influenciado por la Biblia y por Platón, escribió numerosos libros entre los que destacan
Las Confesiones y La Ciudad de Dios.
1. El innatismo. Agustín de Hipona dice que el hombre tiene tres formas de conocer. En
primer lugar, poseemos un conocimiento sensible, que es imperfecto porque es el que nos
llega a través de los sentidos, capta lo cambiante, y está relacionado con el cuerpo. En
segundo lugar, disponemos de un conocimiento racional que es el que nos diferencia de los
animales con el que podemos hacer conjeturas y avanzar hacia las verdades. Pero aún
poseemos otro, que es el de contemplación, con el que podemos alcanzar las verdades, lo
inmutable y lo objetivo; mediante él conocemos verdades solo accesibles desde él a las que
nos sería imposible llegar mediante los otros dos conocimientos.
No es difícil adivinar la influencia de Platón en esta teoría ya que, como en él, hay una
división entre el conocimiento de los sentidos y el conocimiento de la razón, los sentidos
son insuficientes y es necesario ir más allá de ellos, hay que mirar en el interior de cada
uno para descubrir la verdad, y con esta verdad ya nacemos, es innata. También, en
Agustín, lo mismo que en Platón, podemos adivinar cómo el hombre es un ser compuesto
de alma y cuerpo; el cuerpo es únicamente un instrumento mortal y terrestre a la vez que
un estorbo para el alma que es la que alcanzará la felicidad; es decir que el auténtico yo
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humano, lo mismo que en Platón, es el alma; el cuerpo es solamente una envoltura, una
cárcel. Como creyente, sabe que el ser humano es unidad de cuerpo y alma, pero al hablar
de esa unidad aflora continuamente en su obra una valoración negativa del cuerpo. Por otra
parte, y como es evidente en un pensador cristiano, niega la reencarnación del alma, (aquí
se diferencia de Platón) afirmando sencillamente su supervivencia con respecto al cuerpo,
habiendo sido creada a partir de la nada por Dios. Otra diferencia con el griego en que éste,
no considera el tema de la fe.
Resaltar ya para terminar con este autor tres cosas. La primera es que una vez más vemos
en el símil de la luz o teoría de la iluminación una semejanza con la luz del sol de la que
hablaba Platón en el mito de la caverna. La segunda que no se debe confundir la
iluminación con la gracia ya que la primera se refiere más a la ayuda que Dios concede al
hombre para que comprenda las verdades de razón, mientras que la gracia se refiere más a
las verdades de fe, esas a las que es imposible llegar con la razón. Y en tercer lugar señalar
que el hecho de que mirando en nuestro interior encontremos las verdades que allí ha
depositado Dios, es prueba de la existencia de Dios (es quien las ha puesto). Esta forma de
demostrar la existencia de Dios mirando en el interior del hombre, en sus ideas, se llama
argumento ontológico, y autores como Descartes lo recrearán siglos más tarde (y el
argumento ontológico se opone a otras demostraciones de la existencia de Dios como la
que veremos en Tomás de Aquino, que lo hacen no partiendo de dentro del hombre, sino de
la observación del mundo exterior).
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B. TOMÁS DE AQUINO.
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como cátaros y valdenses (que critican sobre todo, el lujo y depravación de los
eclesiásticos) y se fundan órdenes mendicantes como los dominicos y los franciscanos que
surtirán de maestros a las universidades y de inquisidores a la Iglesia (Santo Tomás
perteneció a la orden dominica).
A nivel artístico se comienza a producir el paso del románico al gótico, lo que en el fondo
significa el paso del domino platónico a través de Agustín de Hipona al aristotélico a través
de Tomás de Aquino. (Las iglesias románicas con sus muros anchos, su tejado bajo, su
sobriedad, y su falta de luz por la escasez de ventanas recuerdan al hombre que no puede
más que ser sumiso a Dios, mientras que las góticas se elevan con amplios ventanales y
son más acogedoras invitando al hombre a mirar hacia arriba, es decir a Dios; si el
románico es fruto del platonismo que desprecia lo sensible, el gótico invita a levantar la
vista y no estar tan sumiso).
Por otra parte es muy importante la recepción de las traducciones de los filósofos griegos,
árabes y judíos, que viene desde el siglo XII (Tomás de Aquino, como todo occidente,
conoció a Aristóteles a través de los árabes).
- La que dice que razón y fe son incompatibles y que basta con la revelación para
conocer las verdades; no se necesita la razón. Esta postura fue mantenida por
Tertuliano quien decía: “Creo aunque sea absurdo”.
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Según Averroes (quien mantiene esta teoría llamada averroísmo) las dos serían
ciertas aunque se contradigan; es lo que se llama el principio de la doble verdad.
- una la del citado Averroes (que se conoció como averroísmo latino) que está
próxima al Aristóteles original, no al traducido,
- otra que se desarrolla en el interior de los franciscanos que siguen a Platón según la
interpretación de Agustín de Hipona (quien frente a Aquino entiende que el hombre
sí necesita de la iluminación divina para conocer las verdades),
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2. Razón y fe en Tomás de Aquino.
Como ya vimos, Tomás de Aquino sostiene que la filosofía y la teología son dos “ciencias”
distintas con objetos, métodos y criterios diferentes, y que cada una en su propio campo es
autónoma y autosuficiente. La filosofía, al igual que la teología, por sí solas, pueden llegar
a la verdad en los temas de los se ocupan: el filósofo aceptando exclusivamente lo que se
puede demostrar mediante la razón, el teólogo, basándose en la autoridad de Dios, en la fe,
en la revelación y argumentando a partir de ella. La diferencia con Agustín de Hipona es
clara, pues hasta el siglo XIII se pensaba que la razón por sí misma no podía alcanzar la
verdad y requería el concurso de la fe (teoría de la iluminación).
Entre fe y razón hay una concordancia, una sintonía; no se contradicen (como diría
Averroes). Hay verdades teológicas reveladas, que únicamente son accesibles gracias a la
luz de la revelación divina, como la de la Trinidad divina o la encarnación de Dios. Pero
hay verdades que pertenecen a ambos ámbitos, un campo de intersección donde hay
contenidos comunes a la fe y la razón, verdades que son reveladas y a las que se puede
llegar mediante existencia de Dios y la creación del mundo por Dios. Es más, cuando el
objeto de la filosofía y el de la teología coinciden, cuando se ocupan de los mismos temas
(origen y creación del universo, inmortalidad del alma y destino del ser humano...),
necesariamente tiene que existir armonía entre lo que afirman filósofos y teólogos (y ello
frente al principio de la doble verdad de Averroes como acabamos de ver). Y también hay
verdades accesibles únicamente a la razón en las que la fe no tiene nada que decir (por
ejemplo si el gato pertenece a la categoría de los felinos o el número de planetas que
puedan existir).
El motivo que aduce Aquino para explicar la coincidencia entre la única verdad a la que se
llaga tanto desde la razón como desde la fe, es el siguiente: Dios es el que ha creado al
hombre como ser racional y también es el autor de la revelación, por lo que no puede haber
contradicción entre lo que Dios revela y lo que el hombre puede conocer con la razón. No
puede haber un conflicto entre fe y razón, ya que la verdad es única y se fundamenta en
Dios. De todas formas la verdad de la fe es superior a la de la razón y la fe actúa como
criterio extrínseco de verdad: la fe es el principal criterio de verdad, cuando la razón llega a
una conclusión distinta de la fe, la garantía y última palabra la tiene la fe (la razón en este
caso debe haber cometido un error en su proceder).
Así, cuando filosofía y teología estudian los temas que constituyen el campo de
intersección de sus investigaciones, para Aquino, se dan estas relaciones entre ambas:
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los bienes familiares e impedimentos fisiológicos impiden a muchos desarrollar esas
indagaciones. Como segunda causa, la profundidad de la verdad hace que el
entendimiento, sujeto a los vaivenes pasionales, no sea idóneo para captar la verdad sino
después de un largo ejercicio. En tercer lugar, la misma debilidad de nuestro entendimiento
hace que a veces la falsedad se mezcle con la indagación racional, pues incluso los mismos
sabios enseñan verdades contradictorias. Por esto es conveniente presentar a los hombres
por vía de la fe, certezas fijas.
3. Filosofía y teología.
Aquino sabe por su fe adónde se dirige; sabe que cualquier investigación filosófica
correcta que se pregunte por el sentido del ser, de la realidad, va a llegar a Dios y, por eso,
el primer tema filosófico que se plantea, y al que se dedica con más intensidad, es el de la
existencia de Dios. Ahora bien, para que su indagación sea filosófica, basándose en la
razón, para demostrar la existencia de Dios y analizar otras cuestiones, no da ningún paso
ilegítimo, utiliza siempre los recursos de la razón y no se sale de ellos. Así, la filosofía es
en Santo Tomás teología natural, es decir, aquella parte de la filosofía que se ocupa
racionalmente de Dios. Pero como hemos visto, la fe actúa como criterio extrínseco (desde
fuera) de verdad y la filosofía se convierte en una ayuda útil para la revelación, quien en
definitiva tiene la última palabra, cosa lógica en un autor cristiano del siglo XIII. La plena
autonomía de la razón con respecto a la fe únicamente se hará patente en el siglo XIV con
el nominalismo de Guillermo de Ockham. A continuación analizamos cómo se desarrolla la
filosofía tomista con respecto al tema de Dios.
Esta postura tomista que -siguiendo a Aristóteles- se fija en los seres concretos que
tenemos delante es la que nos permite entender por qué Aquino dice lo mismo que el
griego. Así, reproduce lo que Aristóteles dice sobre los seres (ver el tema IV), su
composición (sustancia y accidentes), sus causas (teoría hilemórfica) y su movimiento
(potencia y acto). Donde tiene que añadir razonamientos nuevos es al diferenciar a los
seres del Ser (dios) ya que Aristóteles no necesitaba esa distinción porque Dios no era para
él lo que para el medieval. Para Aquino, el Ser tiene estas características que le diferencian
de los seres:
- Es creador, lo que significa que en el mundo hay dos tipos de seres: el necesario
(que es el Ser creador sin que haya sido creado por nadie, y se llama necesario
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porque los creados le necesitan para existir), y los seres contingentes que deben su
existencia a otro, y por tanto podrían no existir. El Ser, por tanto, no puede no existir
porque es el fundamento de todo y no debe a nadie su existencia.
- En los seres contingentes se puede diferenciar su esencia (aquello por lo que algo es
lo que es y no es otra cosa, por ejemplo lo que a un perro le hace ser perro y no un
caimán), de su existencia (el hecho de existir). Y una demostración de que esencia y
existencia son diferentes en los seres contingentes es que podemos hablar de
esencias sin que existan (por ejemplo de los ya extintos dinosaurios). Pero en el Ser
la esencia y la existencia van unidas: no se puede ni concebir la esencia del Ser sin
que exista porque a su misma esencia le corresponde existir.
- Es acto puro, sin potencialidad, lo que quiere decir que al no tener potencia no
necesita moverse hacia ninguna parte porque ya posee en acto todas las cualidades
en grado de perfección. Por el contrario, los seres siempre están pasando de la
potencia al acto, es decir, se están moviendo.
Una vez que hemos visto lo que Dios significa para el autor cristiano, vamos a detenernos
ahora en cómo intenta demostrar su existencia. Como veremos más adelante, Tomás de
Aquino, siguiendo a Aristóteles, piensa que todo conocimiento humano comienza por los
sentidos, y por tanto la demostración de la existencia de Dios habrá de comenzar por la
información proporcionada por éstos. No acepta Aquino el argumento ontológico de
Agustín de Hipona (recordemos, ese que trata de demostrar la existencia de Dios desde las
ideas, es decir, desde el interior de uno mismo, lo que supone poseer ideas innatas de él).
Entonces, ¿cómo se puede demostrar la existencia de Dios partiendo de los datos sensibles,
es decir, desarrollar una demostración o prueba a posteriori?
Aquino lo intenta por cinco vías o caminos distintos, aunque utilizando la misma estructura
en todas, que es la siguiente:
3º Término. Afirmación de que la causa primera es Dios. Santo Tomás presupone que la
primera causa es el Dios de la revelación cristiana (se le ha criticado que se apresura a
identificar a la primera causa que genera el universo con Dios).
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Y con esta estructura de fondo, Aquino razona sus cinco vías:
1ª Vía del movimiento. Tiene su origen en Aristóteles y parte del hecho de experiencia que
supone constatar el movimiento. Las cosas del mundo se mueven y todo movimiento tiene
que tener una causa exterior a él mismo, toda cosa movida ha de ser movida por algo. Y
como no se puede extender al infinito tiene que haber una primera causa del movimiento,
un primer motor (si no hay un primer motor, no hay un segundo, pues las cosas segundas
dependen de las primeras). Ha de admitirse, pues, la existencia de un primer motor que no
es movido por ningún otro. Este primer motor es Dios.
5ª Vía del orden cósmico, la prueba teleológica: parte de la observación de que todos los
seres actúan de acuerdo con un fin, e incluso cuando este fin sea inconsciente. Tiene que
haber una causa ordenadora, un ser inteligente que ha impuesto el orden y el fin de la
totalidad de los seres naturales. La armonía y el orden del mundo requieren una
inteligencia ordenadora. Esta inteligencia ordenadora primera es Dios.
Tomás de Aquino afirma la inmaterialidad del entendimiento y, por tanto, del alma, pero en
el hombre el entendimiento se halla vinculado esencialmente a un cuerpo material dotado
de determinados órganos de conocimiento (sentidos). Esta vinculación del entendimiento
humano al cuerpo tiene su raíz en la unión sustancial existente entre el cuerpo y el alma.
Tomás de Aquino sostiene la unidad sustancial de cuerpo (materia) y alma (forma),
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recogiendo la teoría hilemórfica de Aristóteles. De ahí que el entendimiento humano, en
cuanto que vinculado a un cuerpo sensible, dotado de sentidos como órgano de
conocimiento, tenga que desarrollar el conocimiento intelectual partiendo del conocimiento
sensible y no pueda ejercerse sin el concurso de éste: el entendimiento elabora los
conceptos a partir de los datos suministrados por la percepción sensible.
Y si el origen o la fuente de nuestro conocimiento son los seres concretos que percibimos
por los sentidos, Aquino, lo mismo que lo hicieron Platón y Aristóteles, tendrá que
preguntarse cómo la mente llega a tener ideas universales (por ejemplo la idea de árbol o
de gato) partiendo de de seres individuales o particulares. Su respuesta es la misma que la
de Aristóteles (ver tema anterior) y se aleja de la de Platón que creía en la existencia
independiente de las ideas y esencias universales, existencia que no dependía de la mente
humana.
En resumen, por si aún no ha quedado claro. Aquino, al igual que Aristóteles, explica la
aparición de los conceptos generales (perro, hombre, etc.) en nuestra mente debido a que
por los sentidos captamos los individuos (Andrés, Luis, Pablo) y debido a un proceso de
abstracción consistente en quedarnos con lo que de universal hay en esos particulares; es
decir, con los sentidos vemos los seres y con la mente captamos lo común en ellos y así
llegamos a los conceptos generales. Cuando Platón intentó explicar por qué tenemos
conceptos generales, recurrió a la reminiscencia y a la idea de que los poseemos de forma
innata.
-La ética.
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ninguna cosa creada, sino en Dios, en el Bien supremo y, puesto que el objeto más elevado
de la contemplación es Dios, el fin último del hombre consistirá en la contemplación o
visión de Dios. Tomás de Aquino introduce la consideración de la vida futura del alma en
el más allá: la felicidad consiste en el conocimiento y en el amor de Dios tal y como
pueden alcanzarse en esta vida (beatitud natural imperfecta) y en la vida futura (beatitud
natural perfecta)
Vemos que la teoría moral de Tomás de Aquino se mueve en un plano distinto del de la de
Aristóteles, pues, por mucho que Aquino se valga del lenguaje aristotélico, la introducción
de la vida futura y de la visión de Dios en la teoría moral es extraña al pensamiento del
griego. Lo que en Aristóteles se llama felicidad es en Tomás de Aquino felicidad
imperfecta, o felicidad temporal, o la felicidad que puede alcanzarse en esta vida, y el
medieval ve esa felicidad imperfecta como subordinada a la felicidad perfecta, que sólo
puede alcanzarse en la vida futura y, que consiste principalmente en la visión de Dios. En
definitiva, la teoría moral de Aquino es en parte filosófica y en parte teológica ya que
utiliza la ética filosófica, pero la adapta a un montaje cristiano, pues llega a afirmar que "la
beatitud última y perfecta solamente puede consistir en la visión de la esencia divina."
Pero Tomás de Aquino no se queda en esta perspectiva de la moral, sino que añade otra, la
de la ley natural. Pero antes de introducirnos de lleno a explicarla, vamos a señalar unos
conceptos básicos para comprender mejor este apartado ya que es de lo que trata el texto
que tenemos que analizar:
1º) Tomás de Aquino aceptando el principio teleológico aristotélico, afirma que el hombre
–como cualquier otro ser- tiene una finalidad; es la felicidad a la que puede llegar si
descubre las tendencias que tienen enraizadas en su naturaleza, porque el hombre –a
diferencia de los animales- puede conocer con su razón estas tendencias y deducir sus
normas de conducta.
A- Como razón especulativa (que es la que trata de entender y conocer las cosas) que
deduce los primeros principios (de donde salen los demás y que son evidentes e
indemostrables) y puede hacer distintas clasificaciones o tipos de orden
(especulativo, práctico, moral, lógico…) organizados todos a su vez desde el
principio de no contradicción que afirma que “no se puede afirmar y negar a la vez
una cosa”.
B- Como razón práctica (que no se preocupa por conocer sino por actuar en el orden
moral); en vez de deducir primeros principios, deduce su equivalente, los preceptos
(o primeras reglas de la moral o ley natural), y todos se organizan a partir de uno
primero que dice que “se debe obrar el bien y evitar el mal” .
3º) Centrándonos en la razón práctica, lo que debe de quedar claro es que si el hombre
analiza su naturaleza puede ver en ella unas tendencias o leyes que le sirven para saber
cómo comportarse, y que en resumen son las siguientes:
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A- La ley eterna, que es la ordenación divina que Dios ha dado a todos los seres de la
naturaleza, y por tanto es el fundamento de cualquier norma humana en cuanto que
el hombre es uno de tantos seres sometidos a esa ley.
B- La ley natural que es un reflejo de la ley eterna que a su vez fue inscrita por Dios
en la razón para que el hombre la conociera y obrara (si quería) conforme a ella; es
decir, que la ley natural inclina al hombre a realizar sus actos pero requiere de la
libertad de éste para que se realice. Esta ley natural es inmutable, se orienta al bien
del conjunto de la sociedad, y no solo al individual, y puede ser conocida
racionalmente. Coincide con la ley moral y de ella se deducen los preceptos de
donde a su vez salen las obligaciones morales y las leyes humanas positivas (es
decir, las leyes sociales).
D- Aclaremos para que no queden dudas, que no es lo mismo la ley natural (que es la
específica de los hombres) que las leyes naturales (que sirven para todos los seres)
aunque las dos –la ley natural y las leyes naturales- participan de la ley eterna. Ni
tampoco es sinónimo la ley natural (que además de ser específica de los hombres,
tiene la facultad de ser comprendida racionalmente y plasmada en obligaciones
morales que pueden o no cumplirse) de la naturaleza humana (donde también se
incluyen las leyes naturales que el hombre tiene en común con otros seres).
Una vez explicados estos conceptos vamos a introducirnos en algunos de ellos para saber
más en concreto qué pretendía decirnos al respecto Tomás de Aquino:
a) Fundamentos de la ley natural. Para Aristóteles, Dios no creó el mundo, sino que lo
puso en movimiento por la atracción que ejerce como fin. Para Aquino, en cambio, Dios es
Creador. Y la creación la hace de acuerdo con la idea que tiene de cada una de las cosas. El
hecho de que las cosas actúen con ciertas regularidades puso de manifiesto en la quinta vía
que tiene que haber una Inteligencia Suprema que habría ordenado el mundo según un
plan. Es lo que se llama Providencia Divina. Esa misma Providencia ha querido que los
hombres tengan libertad y la ejecuten para perfeccionar y cumplir las facultades naturales
que Dios le concedió. Por tanto, Dios no pedirá a los hombres que hagan más de lo que
deben hacer de acuerdo con su naturaleza. Lo bueno o lo malo, los deberes o normas éticas
vendrán determinadas por la conformidad o disconformidad con la naturaleza creada por
Dios.
Así pues, Dios creó el mundo y los seres racionales de acuerdo con su ley eterna que será
a su vez el fundamento de toda ley humana. La ley eterna, esta ordenación divina de la
naturaleza, es definida por Aquino como «la razón de la sabiduría divina en tanto que
rectora de todos los actos y movimientos». Ahora bien, esta ordenación general del
universo no regula del mismo modo el comportamiento humano y el comportamiento del
resto de los seres naturales. El comportamiento de estos seres naturales es regulado a través
de leyes físicas o leyes naturales a cuyo cumplimiento no pueden sustraerse, ya que
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carecen de libertad. El hombre, por el contrario, es un ser libre y de ahí que su conducta
sea ordenada no por leyes físicas, sino por una ley moral que respeta su libertad.
La ley natural sería una parte de la ley eterna, la que se refiere a la conducta humana; no
es algo desconectado del orden general del universo ya que el hombre se halla inserto en
él; es decir, la ley natural es un reflejo de la ley eterna y por tanto no la contradice ya que
todo el universo se halla sometido a esta ordenación creada por Dios. La ley natural está
inscrita por Dios en la razón del hombre para que éste sepa seguir la inclinación natural del
bien y evitar el mal. Es por tanto a la razón a quien corresponde dirigir la actividad del
hombre hacia su fin y dar cumplimiento a las inclinaciones naturales, que son el bien del
hombre. (El concepto de ley natural, en cuanto expresa la exigencia de una ordenación
racional de la conducta humana basada en las inclinaciones y tendencias de la naturaleza,
ha gozado de prestigio en el pensamiento occidental; y en la actualidad, por poner un
ejemplo, la teoría de la ley natural ha constituido y sigue constituyendo el eje fundamental
de la doctrina moral católica).
b) Los preceptos de la ley natural (recordemos que aunque son muchos se ordenan a
partir del más importante que consiste en “obrar bien y evitar el mal) se resumen y
concretan en:
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ciertos fines, algo específicamente humano, no confundible con una manada. De estas
tendencias surgen las obligaciones morales de buscar la verdad y respetar la justicia.
c) Las leyes positivas. El carácter general de los preceptos de la ley natural permite que
puedan aplicarse de manera diferente en cada comunidad. Las leyes positivas deben
derivar de la ley natural y la concretan.
La afirmación de la existencia de una ley natural hizo que Aquino formulara las relaciones
entre ésta y la ley positiva de un modo sistemático y preciso:
3- Por último, las exigencias de la ley natural han de ser respetadas por la
legislación positiva. La ley natural constituye, pues, el marco que señala los límites dentro
de los cuales ha de organizarse moralmente la convivencia humana. Así la presión de la
Iglesia con respecto a la legislación sobre temas como el aborto o la eutanasia se basa en
esta pretensión.
Esta forma de interpretar las relaciones entre la ley natural y la ley positiva pone de
manifiesto que Tomás de Aquino no concibe el mundo del derecho y el mundo de la moral
como dos reinos desconectados e independientes. El derecho se halla incardinado en la
moral.
En la página 54 del libro que utilizamos para los textos hay una buena información para
identificar el texto de la selectividad. Está muy bien tanto el apartado titulado Sentido y
estructura de la Suma Teológica, como el titulado Sentido y estructura del artículo.
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D. IDEAS PARA LA VALORACIÓN RAZONADA DE LA ACTUALIDAD DE
TOMÁS DE AQUINO.
El tema de la relación entre la filosofía y la teología (razón y fe) sigue candente desde
muchos frentes. A continuación se señalan algunos aunque no están desarrollados; son
orientaciones o ideas por si el alumno/a quiere introducirse y profundizar en alguno(s) de
cara a la selectividad. Están enfocados y organizados desde la perspectiva tomista en la que
destacan dos grandes temas, la demostración de la existencia de Dios y todo lo que ello
implicaría hoy, y lo relacionado con la ley natural. En todo caso debería tenerse siempre de
fondo la idea de que desde hace cinco siglos cuando Guillermo de Ockham dijo –dentro
del seno de la Iglesia- que “lo relacionado con Dios es indemostrable”, se ha visto con
claridad que la razón y la fe siguen caminos distintos y que pueden coincidir o no.
- Salvo por sectores religiosos muy concretos, hoy nadie en el mundo de la filosofía
se plantea ya el debate sobre si se puede demostrar a Dios desde la razón o desde la
ciencia. Desde la razón se ve imposible puesto que al partir (como Tomás de
Aquino) de premisas reales y aplicarles una secuencia lógica, nunca se puede dar el
salto hasta un Dios realmente existente. Y desde la ciencia no se puede demostrar
puesto que Dios no tiene cabida en el propio método empírico (y es que si Dios
fuera empírico no sería Dios).
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eutanasia, determinadas asignaturas, tipos de matrimonios, homosexualidad, etc.), o
también la típica visión universalista de las grandes religiones monoteístas o
abrahámicas (Cristianismo, Judaísmo e Islam)
- A raíz del tema tratado cabe hoy matizar ideas que están en la calle como: creyente,
ateo, agnóstico, panteísta, etc. Y lo mismo decir sobre las relaciones de los Estados
con la Iglesia: confesional, aconfesional o laico. (Habría que introducirse en estos
interesantes matices).
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- Sin embargo, el que en general no se hable de ley natural, no quiere decir que se
caiga en un relativismo, y como ejemplo podemos poner a los Derechos Humanos,
fundamentales en nuestra vida política y social. Pero no deberíamos confundirnos:
los Derechos Humanos no son sinónimo de ley natural y esto se puede apreciar
simplemente en cómo van evolucionando con el tiempo (hoy ya se habla de cuatro
generaciones de Derechos Humanos: la primera defendería la libertad, la segunda la
igualdad, la tercera la solidaridad, y la cuarta lo relacionado con el mundo de la
información, la ecología, etc.). Lo que sí podemos ver en perspectiva es cómo la ley
natural es una precursora de los Derechos Humanos (pero eso no equivale a decir
que los Derechos Humanos sean derechos naturales).
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