Artículo 3460
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Resumen
Introducción
Valencia (2007) sostiene que Maslow ha catalogado la autoestima dentro de una de las
necesidades fundamentales que tiene el ser humano, la de reconocimiento, referida al
respeto y la confianza que se tiene en sí mismo. Ésta es provista a través del
reconocimiento que otros dan a la persona, del éxito que se va teniendo a lo largo de la
vida y de las experiencias positivas o negativas que se viven, así se van construyendo
evaluaciones sobre lo que cada quien considera que es y se crea una valoración
generalizada sobre sí mismo, en otras palabras, la autoestima.
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Estudiantes de pregrado en Psicología de la Universidad de Antioquia.
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éste va a ser un aspecto a investigar en la conducta de individuos pertenecientes a varios
grupos etarios, en aras de observar cómo influye el desarrollo de la autoestima en la
vida de las personas.
Autoestima
Así mismo, Lefrancois (2005) propone dos planteamientos a través de los cuales se
puede entender cómo se adquiere la noción de autoestima:
Diversos autores y teorías concuerdan con que la autoestima es categorizada como alta
o baja de acuerdo a las características discursivas de la persona, su forma de interactuar
con el mundo y las respuestas ante situaciones importantes. Por lo que según Martínez
(2010) y la Biblioteca práctica de comunicación (2002) han considerado que la
autoestima alta hace referencia al conjunto de percepciones y actitudes positivas que
tiene una persona de sí misma, la mayor capacidad de compromiso y responsabilidad
con lo que se realiza y se quiere hacer, lo cual genera motivación para asumir nuevos
retos y trabajar por cumplir las metas propuestas. Estas personas son más autónomas,
tienen más fortaleza al recibir críticas de diferente índole y al enfrentarse a la
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frustración, dado que poseen altas facultades para atribuir las causas adecuadas a las
situaciones problema en vez de referirlas a sí mismos siempre, sin ignorar que también
comprenden que en algunos casos ellos tuvieron protagonismo (aceptan sus errores). A
parte de esto, las personas con alta autoestima creen que son importantes, se muestran
más creativas, independientes y responsables ante los demás y ante sí mismos.
Por el contrario, la baja autoestima se caracteriza por la poca capacidad que tienen las
personas para enfrentar los problemas. Su estado de ánimo puede disminuir fácilmente
por situaciones difíciles y se les complica asumirlas, pues no tienen confianza en sí
mismos para hacerlo. A estos sujetos se les reconoce también porque evitan
compromisos y nuevas responsabilidades, además, tienden a estar tristes, preocupados,
inseguros, temerosos, con sentimientos de culpa e inferioridad, con muchas autocríticas
destructivas, pocas habilidades sociales y estado de ánimo bajo.
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Sustentando que es necesario que en este proceso valorativo se dé la confluencia de
estos tres componentes, puesto que es lo que permite a la autoestima configurarse y
establecerse en los seres humanos.
Según la biblioteca práctica de comunicación (2002), cada persona cuenta con varios
factores que influyen en el desarrollo de la misma y que además, dan paso a su
instauración como algo positivo o negativo, son los siguientes:
Desarrollo de la autoestima
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La biblioteca práctica de comunicación (2002) sostiene que la autoestima es un punto de
partida para que las personas desde una corta edad gocen de una vida autónoma y
responsable. Por ende, se afirma su desarrollo gradual durante toda la vida, comenzando
por la infancia y transversalizando las otras etapas del ciclo vital como se podrá
observar a continuación:
Entre los 8 y los 9 años de edad comienza la definición personal, en la que se hacen
más evidentes los sentimientos de orgullo o de vergüenza basándose en algunos
rasgos psicológicos que ya logra identificar de sí y que los otros perciben de él. Los
sentimientos que en este tiempo se establecen son difícilmente modificables en
edades posteriores, por lo que es recomendable que quienes educan al niño sepan
manejar adecuadamente los castigos y refuerzos que imparten a sus hijos y, que a su
vez estos adultos tengan una autoestima elevada, puesto que serán los primeros
modelos a seguir de sus hijos (esta idea se desarrollará en el siguiente apartado).
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los 12 años y que intenta dar una respuesta a la pregunta: ¿quién soy?. En el
transcurso de esta identificación-diferenciación que tiene el adolescente, van
surgiendo cambios cognitivos en relación del pensamiento crítico que afectan el
autoconcepto, puesto que aún este es moldeable y vulnerable al cuestionamiento
personal y la crítica social. Además, el sujeto se va haciendo más consciente de los
efectos que tiene su forma de actuar en el medio que lo rodea, debido a que los otros
se convierten en un espejo (a veces distorsionado) que le devuelven la información
que de él perciben.
Además, Mejía, Pastrana y Mejía (2011) sostienen que tanto el autoconcepto como la
autoestima van a favorecer el sentido de la propia identidad, pues ambos procesos van a
constituir marcos de referencia, desde el cual interpretar la realidad externa y las propias
experiencias.
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Aunque son conceptos que comúnmente pueden confundirse, la principal diferencia
entre estos dos, según Martínez (2010), se da en que el autoconcepto es el acumulado de
los elementos que el sujeto utiliza al describirse, en cambio, la autoestima es la
evaluación que se logra hacer de esa información y viene de los sentimientos que tiene
la persona hacia sí misma.
El autoconcepto implica una definición que se hace sobre sí, es decir, construcciones
mentales que se realizan sobre lo que cada persona cree que es. Hay un pensamiento
reflexivo en relación al “yo” de cada individuo (Lefrancois, 2005). Pero la autoestima es
dada por la valoración que hago de ese “yo”, ella deriva del autoconcepto, en tanto, se
necesita tener una conciencia o idea de las características de sí, para poder evaluarlas.
Según Block y Robins (citados por Lefrancois, 2005), otra de las diferencias entre esos
dos conceptos radica en que el autoconcepto tiende a ser estable, en cambio, la
autoestima aumenta o disminuye de acuerdo a las experiencias que se tienen, sobre
todo, en la etapa infantil. Además, hay otros aspectos del autoconcepto que no son
evaluativos, sino que tratan de nociones abstractas y cognoscitivas del “yo”, por
ejemplo, las fantasías y/o ideales sobre sí mismo. Lefrancois (2005) explica que el
término “yo” ha sido complejo de definir, pero que se puede entender como la
conciencia de las propias características, equiparándose con el término de
autoconcepto, y de nuevo resaltando que hay aspectos evaluativos en esta noción del yo
(autoestima).
Conclusiones
La autoestima trata de la apreciación que se tiene sobre sí o sobre las características que
lo identifican, se va construyendo con el afecto y reconocimiento que nos proveen otras
personas, principalmente, nuestros padres o cuidadores, ellos serán el primer soporte
afectivo que aportará a esa construcción, por lo que su comunicación y contacto con los
hijos es fundamental.
Los seres humanos necesitamos del éxito y reconocimiento para sentirnos satisfechos
con lo que hacemos, decimos y pensamos, es decir, requerimos de una aceptación
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social, para entender que realizamos las cosas adecuada o inadecuadamente, y empezar
a tener una opinión sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
Se ha encontrado que los aspectos evaluativos del “yo” se manifiestan en las diferentes
etapas de la vida con relación a diversos aspectos: en la niñez se evalúa o considera su
desempeño en los ámbitos deportivo, escolar, social, físico y conductual; en la
adolescencia, la evaluación se vuelve más cognoscitiva, se basa en una comprensión
más objetiva de qué es el “yo” y organiza sus nociones alrededor de la aceptación, las
relaciones sociales y al final de la adolescencia, por los valores, principios o ideologías
que ha recopilado (Lefrancois, 2005). Así, se observa que la autoestima fluctúa en el
ciclo vital, que no es estática y que afecta significativamente en el estado de ánimo, en
la seguridad y desempeño al realizar las cosas, y a su vez, en la forma y los tipos de
relaciones que se crean, siendo un aspecto, aunque no tenido en cuenta en muchos
contextos, influyente en la calidad de vida de las personas.
Recomendaciones
Referencias
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Universidad de Antioquia
Máster Biblioteca Práctica de Comunicación. (2002). El desarrollo de la autoestima. En
M. B. Comunicación, Autodominio (págs. 57-70). Barcelona, España:
OCEANO.
Mejía, A., Pastrana, J. & Mejía, J. (2011). XII Congreso Internacional de Teoría de la
Educación. La autoestima, factor fundamental para el desarrollo de la
autonomía personal y profesional. Barcelona: Universidad de Barcelona.
Naranjo, M. (Septiembre-Diciembre de 2007). Autoestima: un factor relevante en la
vida de la persona y tema esencial del proceso educativo. (U. d. Rica, Ed.)
Revista electrónica "Actualidades Investigativas en Educación", 7(3), 1-24.
Oñate, M. (1989). Autoestima y autoconcepto. En M. d. Oñate, Autoconcepto,
formación medida e implicaciones en la personalidad (págs. 77-100). Madrid, España:
Narcea S.A de Ediciones.
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