Sesión 2 - Teoría
Sesión 2 - Teoría
Sesión 2 - Teoría
CICLO 2017-III
SESIÓN 2
Lic. Fernando Jáuregui Monrroy
TEORÍA - TRANSFORMACIÓN
Epicuro (341-270)
Después de Aristóteles (muerto el 322 a. C.) la vida política de Grecia sufre un
profundo cambio: es el fin de la antigua democracia y el principio de los grandes imperios
(helenístico, romano, etc.).
La perspectiva moral, tan vinculada anteriormente a la vida política —vida del
ciudadano en la polis— se transforma. Ahora se tratará de crear un modelo de vida del
individuo —considerado más bien como ciudadano universal—, modelo basado en su
propia sabiduría y conducente a su propia felicidad.
La ética de Epicuro es subsidiaria de la física. Discípulo de Demócrito (padre del
atomismo), cree que el hombre no es más que un cuerpo. Todos sus conocimientos en
general partirán, pues, de la sensación, y los de carácter ético surgirán de las sensaciones
concretas de placer y de dolor.
La doctrina cirenaica, que hace consistir la felicidad en el placer (hedonismo), se
modifica en Epicuro al tener en cuenta, éste, las consecuencias que del placer se derivan
(eudemonismo): la moralidad, ciertamente, se interesa por la búsqueda del placer, pero
considerado en todas su s dimensiones y consecuencias. Hay que escoger entre los placeres
a fin de encontrar los más duraderos y estables, que no son tanto los corporales (fugaces e
inmediatos), como los espirituales, es decir, aquellos que contribuyen a la paz del alma. Se
trata, pues, de lograr una sabiduría práctica individual que conduzca a una vida feliz y
2
tranquila, que enseñe al alma a no perturbarse por nada (ataraxia); en este sentido, la
liberación del deseo desmesurado será, finalmente, una condición del placer.
3
una voluntad buena. Llegados a este punto hay que especificar que para Kant sólo las
acciones realizadas por deber son acciones susceptibles de valoración moral; las otras
pueden ser acciones buenas o malas, pero no serán acciones morales (lo que no quiere decir
que sean inmorales en el sentido amplio de la palabra). Obrar por deber es obrar por
reverencia a la ley moral.
La característica primordial de la ley moral, según Kant, es la universalidad, que no
admite excepción alguna. A partir de este punto, Kant formuló su imperativo categórico (no
hipotético, en el sentido que ordena las acciones a un fin): «Como he sustraído la voluntad
a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más
que la universal legalidad de las acciones en general — que debe ser el único principio de la
voluntad—; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi
máxima deba convertirse en ley universal».
El imperativo categórico tiene que ordenar las acciones no como medios de ningún
fin, sino en tanto que buenas en sí mismas. Todo aquello que no esté de acuerdo con esta
universalidad, hemos de desestimarlo. La voluntad moral no tiene que estar regida por el
interés, es decir, no puede ser heterónoma, sino autónoma, tiene que darse la ley a sí
misma.
La moral, entonces, entendida como el cumplimiento del deber, deja de tener
contenidos concretos para convertirse en pura formalidad; «obra sólo según una máxima
tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal». Es la razón, presente
en todos los hombres, la que habrá de determinar el contenido del deber, basándose en la
posibilidad, o no, de universalizar una máxima y convertirla así en imperativo ineludible
(imperativo categórico), en ley moral.
4
hay que conseguir la mayor felicidad para la mayor parte de la gente; de ahí que todo acto
deba estar en función de la felicidad que pueda alcanzarse. Al igual que Locke, Stuart Mill
fue un teórico del liberalismo. Define la justicia como libertad; cree en los derechos privados
del individuo y en que cada cual reciba aquello que merece. Una de las críticas más
importantes realizadas al utilitarismo se debe a Moore, quien la realiza a partir del concepto
de falacia naturalista denunciado ya por Hume. Para Moore, el argumento de Stuart Mill:
«aquello que los hombres creen que es lo mejor es lo que debe hacerse», cae en la trampa
lógica de derivar un juicio de valor de un juicio de hecho.
El utilitarismo considera como móviles de la conducta humana el placer y el dolor;
el hombre busca el placer y evita el dolor. Por ello parte del principio de mayor felicidad,
entendido como búsqueda de placer. Ahora se trata de determinar qué es lo que da más
valor a un placer que a otro. Aquí se introduce el concepto de utilidad: los utilitaristas
sustituyen el concepto de «valor» por el de «utilidad», es decir, lo que es más útil a la
mayoría es lo que posee mayor valor. El utilitarismo no busca la felicidad del individuo, sino
la de la mayoría, aquello que produce mayor felicidad a la mayoría, y que viene determinado
por lo que es más útil. Por lo tanto, la ética ha de tener en cuenta los resultados de la acción,
pero también la dignidad del hombre.
Bibliografía
Fullat, O. (1984). Los sistemas morales. Barcelona: Vicens-Vives.
Fullat, O. (1987). El hombre, un animal ético. Barcelona: Vicens-Vives.
Fullat, O. (1987). La moral como problema. Barcelona: Vicens-Vives.